LAODICENSES ANONIMOS

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Laodicensesanónimos ola, me llamo Adventista, soy laodicense1 y, hoy, no he sido tibio. Admito que soy impotente ante mi condiciónde pasividad y que mi vida se ve envuelta en unsinsentido que es resultado de la falta de identidad.Agradezco al Señor que no siempre me haya dadouna vida fácil para que pudiera llegar a la sensaciónde derrota que me ha hecho reemprender una nue-va vida. Yo creía que controlaba pero no era así. Un lao- dicense tarda en reconocer su situación porque pien-sa que está bien, que es rico en su vida espiritualpero eso no es cierto. He vivido muchos años en lainconsciencia hasta que mi espiritualidad se volvióingobernable. Comencé por pequeñas actitudes delaxitud: •“Tampoco pasa nada si cierro la tienda rayan- do la puesta de un viernes o si estudio un exa-men en sábado, a fin de cuentas muchos otrostienen bula”. •“No es tan importante dejar de ir a la iglesia un viernes o llegar tarde un sábado, a fin de cuen- tas es el día de descanso”. •“Me gusta tanto esa chica de clase que voy a sa- lir con ella, estoy seguro que la convertiré a la

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Laodicensesanónimos

ola, me llamo Adventista, soy laodicense1

y, hoy, no he sido tibio.

Admito que soy impotente ante mi condiciónde pasividad y que mi vida se ve envuelta en unsinsentido que es resultado de la falta de identidad.Agradezco al Señor que no siempre me haya dadouna vida fácil para que pudiera llegar a la sensaciónde derrota que me ha hecho reemprender una nue-va vida.

Yo creía que controlaba pero no era así. Un lao-dicense tarda en reconocer su situación porque pien-sa que está bien, que es rico en su vida espiritualpero eso no es cierto. He vivido muchos años en lainconsciencia hasta que mi espiritualidad se volvióingobernable. Comencé por pequeñas actitudes delaxitud:

•“Tampoco pasa nada si cierro la tienda rayan-

do la puesta de un viernes o si estudio un exa-men en sábado, a fin de cuentas muchos otrostienen bula”.

•“No es tan importante dejar de ir a la iglesia un

viernes o llegar tarde un sábado, a fin de cuen-

tas es el día de descanso”.

•“Me gusta tanto esa chica de clase que voy a sa-

lir con ella, estoy seguro que la convertiré a la

iglesia”.

La actitud se convirtió en una tendencia y estaen una corriente de pensamiento. Me sentía progre-sista y argumentaba que la iglesia se tenía que mo-dernizar. Eso de la misión de la iglesia y lo del men-saje de los tres ángeles era algo que debían cumplirtan solo los profesionales de la religión que para esoles pagábamos. Empecé a encontrar mucho másatractivo mi entorno que el ambiente radical de laiglesia e intenté jugar a dos bandas. Nunca he sidomuy fuerte y no quería romper con

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nada. Los sába-dos por la mañana, medio dormido, toleraba comopodía el sermón. ¡¿No podían hacerlo más ameno?! Ala salida quedaba con los amigos para tener una no-che intensa. Era pobre y no quería darme cuenta deello. Pensaba, sin embargo, que controlaba.

Un día me derrumbé y me encontré con el Se-ñor que me daba otra oportunidad. Mi alma esta-ba desnuda y él me vistió con su justicia, había per-dido la visión espiritual y me dio el colirio de sugracia. Me instó a que dejase de ser tibio y me arre-pintiera. Me dijo:

Solo durante veinticuatro horas, baste a cada día

su afán. Inténtalo solo ese tiempo.

Muchos piensan que esto de dejar de ser laodi-cense es cosa de fuerza de voluntad y se equivocan,es un asunto de buena voluntad, la buena volun-tad de Dios que “desea que todos seamos salvos”.He llegado a creer que tan solo un poder superiora nosotros mismos puede devolvernos la visión cla-ra, el sano juicio. Es por ello que pongo mi volun-tad y mi vida al cuidado de Cristo.

No te puedo inducir a nada porque no soy unteólogo ni un psicólogo, solo soy un laodicense yde ello te hablo. Si deseas cambiar aquí estoy paraapoyarte pero la decisión solo es tuya. Ni yo, ni laiglesia, ni el mismo Señor podemos tomar una me-dida por ti, tú debes decidir, personalmente, cam-biar de actitud. Te pido, eso sí, que hagas un inven-tario moral de ti mismo porque, aunque tú creasque lo haces, no controlas.

He admitido ante Dios, y ante los demás sereshumanos, la naturaleza exacta de mis defectos. So-lo reconociendo lo que hago mal, puedo remediar-lo. Doy gracias al Señor porque me muestra su ca-mino en la Biblia y puedo mirarme ante la ley comosi de un espejo se tratase. Soy pecador aunque elresto de mundo posmoderno quiera maquillar misituación. Saberme débil y necesitado de Dios es laúnica manera de sentirme fuerte.

Estoy totalmente dispuesto a dejar que Dios eli-mine los defectos de carácter que tengo. Mi arre-pentimiento no es un ejercicio de

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verbalización si-no el deseo más íntimo de cambiar. Soy unlaodicense, pido perdón con facilidad, es más, loreclamo. Por esa razón voy a demostrar con mi vi-da que deseo un cambio radical. Tengo que dejar

ESTILO DE VIDA

4· [148] rA jul. 2005

Pastor y profesor del

Seminario Adventista

Español.

VÍCTOR ARMENTEROS

H

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de engañarme, el perdón no sirve de nada si no es-toy verdaderamente arrepentido. Humildemente lepido a Dios que elimine todos los defectos de micarácter.

He hecho una lista de todas las personas a lasque he ofendido y voy a intentar reparar el dañocausado. Mis palabras ya no tienen, tristemente,valor y he de expresar lo que siento con mis he-chos. No sé si lo haré bien pero tengo la disposi-ción más profunda de intentarlo. Si las personas da-ñadas no reaccionan como yo espero no voy aenjuiciarlas, quien les hizo daño fui

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yo y he de acep-tarlo. No me volveré a excusar en la reacción de losdemás, no deseo volver al mundo de las excusas ytibieza.

Busco a través de la oración y la meditación me-jorar mi relación con Dios. Le ruego que me mues-tre cómo he de actuar y que me dé fuerzas para lle-

varlo a cabo. Sé que me ha bendecido con dones,no para enorgullecerme sino para enorgullecerle.Le pido que los días que he progresado no creen enmí una sensación de seguridad que me aparten deél. Solo deseo no ser tibio las veinticuatro horas decada día, con eso me conformo.

Tras haber experimentado un despertar espiri-tual, como resultado de las decisiones anteriores,intento llevar este mensaje a otros laodicenses ypracticar estos principios en todos los actos de mivida.

Agradezco a Dios que su hijo tocara mi puerta. He

cenado con él y anhelo hacerlo por la eternidad.

1.Esta reflexión es el resultado de una sesión informativa de laAsociación de Alcohólicos Anónimos en el Campus Educativode Sagunto. Las ideas expresadas surgen de sus Doce Pasos pa-ra dejar de ser alcohólico.