Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

4
1 El mundo antiguo Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél? Ya había supermercados pero no televi- sión, radio tan sólo: Las aventuras de Carlos La- croix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Le- yendas de las calles de México, Panseco, El Doc- tor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas. Paco Malgesto narraba las corridas de toros, Carlos Albert era el cronista de futbol, el Mago Septién trasmitía el beisbol. Circulaban los primeros coches producidos después de la guerra: Packard, Cadillac, Buick, Chrysler, Mercury, Hud- son, Pontiac, Dodge, Plymouth, De Soto. Íbamos a ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, a matinés con una de episodios completa: La in- vasión de Mongo era mi predilecta. Estaban de moda Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura, Amorcito Corazón. Volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté 13

description

Todo parecía posible en México a finales de los años cuarenta, recuerda Carlos, el narrador y protagonista de esta novela: el presidente inauguraba obras públicas a diario, avanzaba la industrialización, se incorporaban palabras inglesas y el mundo antiguo parecía quedarse atrás ante el impulso modernizador. Y a la salida de la escuela las diferencias se dirimían en las batallas de la pandilla en uno de los desiertos del barrio, donde jugaban a la guerra de Oriente Próximo. Ninguna experiencia, sin embargo, fue tan intensa para el niño que estaba a punto de convertirse en adolescente como el enamoramiento puro y arrebatado que vivió en cuanto conoció a la madre de su amigo Jim. La historia de esa iniciación amorosa, de su deseo imposible e incurable, que ahora reconstruye Carlos, es también la historia de la reacción de la sociedad adulta de aquellos años. Y en todos los comportamientos que acompañaron su primera adolescencia, el Carlos adulto descubre ahora las grietas y las fracturas de un mundo que encerraba en sí mismo una descomposición anunciada.

Transcript of Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

Page 1: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

1El mundo antiguo

Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año eraaquél? Ya había supermercados pero no televi-sión, radio tan sólo: Las aventuras de Carlos La-croix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión delos Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Le-yen das de las calles de México, Panseco, El Doc-tor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínicade Almas. Paco Malgesto narraba las corridas detoros, Carlos Albert era el cronista de futbol, elMago Septién trasmitía el beisbol. Circulaban losprimeros coches producidos después de la guerra:Packard, Cadillac, Buick, Chrysler, Mercury, Hud-son, Pontiac, Dodge, Plymouth, De Soto. Íbamosa ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, amatinés con una de episodios completa: La in-vasión de Mongo era mi predilecta. Estaban demoda Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura,Amorcito Corazón. Volvía a sonar en todas partesun antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté

13

001-080 BATALLAS DESIERTO.qxd:maqueta AND 140 x 210. Quark 7.5 a 95 mm 1/3/10 16:47 Pági

Page 2: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

el cielo en el mundo, por hondo que sea el marprofundo, no habrá una barrera en el mundo quemi amor profundo no rompa por ti.

Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenasde niños con aparatos ortopédicos; de la fiebreaftosa: en todo el país fusilaban por decenas demiles reses enfermas; de las inundaciones: el cen-tro de la ciudad se convertía otra vez en laguna,la gente iba por las calles en lancha. Dicen quecon la próxima tormenta estallará el Canal delDesagüe y anegará la capital. Qué importa, con-testaba mi hermano, si bajo el régimen de MiguelAlemán ya vivimos hundidos en la mierda.

La cara del Señorpresidente en dondequiera:dibujos inmensos, retratos idealizados, fotos ubi-cuas, alegorías del progreso con Miguel Alemáncomo Dios Padre, caricaturas laudatorias, monu -mentos. Adulación pública, insaciable maledi-cen cia privada. Escribíamos mil veces en el cua-derno de castigos: Debo ser obediente, debo serobediente, debo ser obediente con mis padres ycon mis maestros. Nos enseñaban historia patria,lengua nacional, geografía del DF: los ríos (aúnquedaban ríos), las montañas (se veían las mon-ta ñas). Era el mundo antiguo. Los mayores seque jaban de la inflación, los cambios, el tránsi-to, la inmoralidad, el ruido, la delincuencia, el

14

001-080 BATALLAS DESIERTO.qxd:maqueta AND 140 x 210. Quark 7.5 a 95 mm 1/3/10 16:47 Pági

Page 3: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

exceso de gente, la mendicidad, los extranjeros,la corrupción, el enriquecimiento sin límite deunos cuantos y la miseria de casi todos.

Decían los periódicos: El mundo atraviesapor un momento angustioso. El espectro de laguerra final se proyecta en el horizonte. El sím-bolo sombrío de nuestro tiempo es el hongoatómico. Sin embargo había esperanza. Nues-tros libros de texto afirmaban: Visto en el mapaMéxico tiene forma de cornucopia o cuerno dela abundancia. Para el impensable año dos milse auguraba –sin especificar cómo íbamos a lo-grarlo– un porvenir de plenitud y bienestar uni-versales. Ciudades limpias, sin injusticia, sinpobres, sin violencia, sin congestiones, sin ba-sura. Para cada familia una casa ultramoderna yaerodinámica (palabras de la época). A nadie lefaltaría nada. Las máquinas harían todo el tra-bajo. Calles repletas de árboles y fuentes, cruza-das por vehículos sin humo ni estruendo ni po-sibilidad de colisiones. El paraíso en la tierra. Lautopía al fin conquistada.

Mientras tanto nos modernizábamos, incor-porábamos a nuestra habla términos que pri-mero habían sonado como pochismos en laspelícu las de Tin Tan y luego insensiblementese mexicanizaban: tenquíu, oquéi, uasamara, she-

15

001-080 BATALLAS DESIERTO.qxd:maqueta AND 140 x 210. Quark 7.5 a 95 mm 1/3/10 16:47 Pági

Page 4: Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco

rap, sorry, uan móment pliis. Empezábamos acomer hamburguesas, pays, donas, jotdogs, mal-tea das, áiscrim, margarina, mantequilla de ca-cahuate. La Coca Cola sepultaba las aguas fres-cas de jamaica, chía, limón. Los pobres seguíantomando tepache. Nuestros padres se habitua-ban al jaibol que en principio les supo a medi-cina. En mi casa está prohibido el tequila, le es-cuché decir a mi tío Julián. Yo nada más sirvowhisky a mis invitados: hay que blanquear elgusto de los mexicanos.

16

001-080 BATALLAS DESIERTO.qxd:maqueta AND 140 x 210. Quark 7.5 a 95 mm 1/3/10 16:47 Pági