Las Cartas Literarias a Una Mujer y Las Rimas

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Las Cartas literarias a una mujer y las Rimas La teoría poética de Bécquer está diseminada en toda su obra, pero sobre todo en las Rimas-donde se pregunta por la esencia de la poesía-, en las Cartas literarias a una mujer , en la Introducción sinfónica, y en el prólogo a La soledad, crítica a la colección de cantares de Augusto Ferrán. Podemos encontrar, pues, paralelos entre lo que Bécquer escribió en las Cartas literarias y algunas de sus Rimas. Uno de los puntos fundamentales de la teoría de Bécquer es la concepción de la poesía como misterio de imposible explicación. La poesía, dice el poeta, es sentimiento, y el sentimiento-que es un efecto del amor-es inexplicable (“La poesía es al saber de la Humanidad lo que el amor a las otras pasiones. El amor es un misterio…”, Carta I). Asimismo, la poesía es mujer porque en ella se encuentra encarnado el sentimiento, y porque en la mujer se encuentra de manera intrínseca una “vaga aspiración a lo bello”. Finalmente, la causa última de la poesía es Dios, pues Él es la causa del amor. De esta manera, nos encontramos en la obra del poeta sevillano una identificación múltiple, a saber: poesía=sentimiento=mujer=belleza=Dios. Esta identificación de la poesía como mujer 1 se encuentra tanto en las Cartas como en varias de sus Rimas. Una de estas rimas es la XI. En el poema aparecen tres mujeres que dialogan con el poeta: una morena, otra rubia, y finalmente, otra mujer que viene a ser solo alma, incorpórea, intangible. Es a ésta a la que busca el poeta. Mientras que las dos primeras mujeres son “reales”, carnales-o simbolizan, en todo caso, aspectos sensuales, materiales-, la mujer a la que aspira el poeta es un ideal, y por tanto, un sueño, un fantasma. Esta mujer nos recuerda claramente a la de Espronceda, 1 Ahora bien, es preciso señalar que Bécquer distingue entre poesía y poema. Mientras que la poesía se encuentra en el amor, la naturaleza…, como algo independiente del poeta, el poema es dependiente del poeta, quien traslada al papel un “estado poético” de su alma.

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Las Cartas literarias a una mujer y las Rimas

La teora potica de Bcquer est diseminada en toda su obra, pero sobre todo en las Rimas-donde se pregunta por la esencia de la poesa-, en las Cartas literarias a una mujer, en la Introduccin sinfnica, y en el prlogo a La soledad, crtica a la coleccin de cantares de Augusto Ferrn. Podemos encontrar, pues, paralelos entre lo que Bcquer escribi en las Cartas literarias y algunas de sus Rimas. Uno de los puntos fundamentales de la teora de Bcquer es la concepcin de la poesa como misterio de imposible explicacin. La poesa, dice el poeta, es sentimiento, y el sentimiento-que es un efecto del amor-es inexplicable (La poesa es al saber de la Humanidad lo que el amor a las otras pasiones. El amor es un misterio, Carta I). Asimismo, la poesa es mujer porque en ella se encuentra encarnado el sentimiento, y porque en la mujer se encuentra de manera intrnseca una vaga aspiracin a lo bello. Finalmente, la causa ltima de la poesa es Dios, pues l es la causa del amor. De esta manera, nos encontramos en la obra del poeta sevillano una identificacin mltiple, a saber: poesa=sentimiento=mujer=belleza=Dios.Esta identificacin de la poesa como mujer[footnoteRef:1] se encuentra tanto en las Cartas como en varias de sus Rimas. Una de estas rimas es la XI. [1: Ahora bien, es preciso sealar que Bcquer distingue entre poesa y poema. Mientras que la poesa se encuentra en el amor, la naturaleza, como algo independiente del poeta, el poema es dependiente del poeta, quien traslada al papel un estado potico de su alma.]

En el poema aparecen tres mujeres que dialogan con el poeta: una morena, otra rubia, y finalmente, otra mujer que viene a ser solo alma, incorprea, intangible. Es a sta a la que busca el poeta. Mientras que las dos primeras mujeres son reales, carnales-o simbolizan, en todo caso, aspectos sensuales, materiales-, la mujer a la que aspira el poeta es un ideal, y por tanto, un sueo, un fantasma. Esta mujer nos recuerda claramente a la de Espronceda, aquella que nada dice a los sentidos. Como todos los romnticos, Bcquer ama a una mujer incorprea, que solo vive en su imaginacin.Esta Rima XI puede interpretarse con un valor alegrico: la mujer ideal como alegora de la poesa. La bsqueda del ideal de mujer se relaciona con la bsqueda del ideal de poesa y tambin con la bsqueda del ideal romntico, tan dado a lo inalcanzable, a lo irreal, a lo intangible.As como la mujer ideal es un sueo, algo inalcanzable, inaprehensible, la poesa tambin es algo vago, misterioso. Tanto la poesa como la mujer ideal constituyen un anhelo de perfeccin imposible de alcanzar (yo soy un sueo, y en la Carta III: la poesa es aspiracin melanclica que agita tu espritu con el deseo de una perfeccin imposible).Importante en esta Rima es el hecho de que la estrofa tercera tiene parecido con algunos versos de la Rima V y con algunas ideas de las Cartas. Los deseos del alma del poeta no pueden llenarse con la belleza de lo material. La estrofa tercera expresa la visin de la Belleza, simbolizada en una misteriosa mujer, que no aparenta ningn rasgo de belleza fsica. El lenguaje de la tercera estrofa (soy un sueo, un imposible) se corresponde con la imagen de lo inmaterial, etreo, espiritual, inalcanzable. Esta visin de lo espiritual se relaciona tambin ntimamente con la visin que Bcquer tiene de la poesa-y que aparece reflejada en sus Cartas-, pues la poesa, la mujer y el misterio que rodea al hombre son intercambiables en la obra de Bcquer, como bien ha sealado R. Pageard.[footnoteRef:2] [2: Gustavo Adolfo Bcquer, Rimas, edicin de Robert Pageard, ed. Clsicos hispnicos, Madrid, pgs.74-75.]

El poeta usa como smbolo de la poesa irrealizable a esta mujer etrea, que solo tiene cabida en un mundo espiritual. Esta mujer es un sueo, as como la poesa: en la Carta II, en efecto, el poeta nos habla de la poesa como sueo (No has soado nunca? Al despertar, te ha sido alguna vez posible referir, con toda su inexplicable vaguedad y poesa, lo que has soado?). La mujer ideal es tambin un imposible, as como imposible es que el lenguaje sirva para poder comunicar lo que sienten las almas-y que es poesa- (Cmo la palabra, cmo un idioma grosero y mezquino, insuficiente a veces para expresar las necesidades de la materia, podr servir de digno intrprete entre dos almas?, Carta II). La poesa es, como la mujer ideal, vano fantasma de niebla y de luz (Si t supieras qu difanas, qu ligeras e impalpables son las gasas de oro que trotan en la imaginacin, Carta II). Ambas-poesa y mujer-son incorpreas e intangibles ( Febriles exaltaciones de la pasin! Presentimientos incomprensibles! Espacios sin lmites! Vosotros sois la poesa! , Carta III). La estrofa concluye con un no puedo amarte, que vendra a ser, como ha sealado Lpez Estrada, la frmula extrema de esa inexpresabilidad.[footnoteRef:3] No hay definicin capaz de atrapar a la poesa, porque la poesa no tiene lmites, es infinita, surge de Dios y por tanto, ningn hombre puede definirla, as como tampoco el lenguaje, ese idioma grosero, tampoco puede dar cuenta de lo etreo, inabarcable. Las palabras son de hierro-dice en la Carta II-, mientras que la poesa es difana, impalpablegasas de oro. [3: Francisco Lpez Estrada: Potica para un poeta. Las Cartas literarias a una mujer, ed. Gredos, Madrid, 1972, pg.154.]