Las Explicaciones Sociológicas Del Fenómeno Criminal

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LAS EXPLICACIONES SOCIOLÓGICAS DEL FENÓMENO CRIMINAL (Tomado de: Garrido, V., Stangeland, P. y Redondo, S. (2001). Principios de criminología, (2da. ed). Valencia-España: Tirant lo Blanch; y adaptado para este material). En este contenido, particularmente, vamos a abarcar las explicaciones sociológicas del fenómeno criminal comprendidas en los siguientes grupos teóricos: El delito como elección: Los presupuestos de partida de las perspectivas que abordan este grupo teórico del delito como elección, son la racionalidad humana y la “tendencia al placer” como base de la delincuencia. Según ello, los individuos valorarían para delinquir o no hacerlo las circunstancias de coste y beneficio que les comporta su conducta. Su explicación de la delincuencia sería, por tanto, la existencia de una decisión racional para delinquir. Consiguientemente, la sociedad debe disponer de normas y sanciones penales que contrarresten esta inclinación al propio beneficio. Implícitamente, la aseveración de que existe una tendencia humana hacia la obtención de placer presupone, por un lado, una cierta fundamentación biológica, y por el otro, la existencia de un ambiente que ofrece la disponibilidad de objetos y situaciones deseables. Dentro de este grupo teórico se enmarcan algunas teorías más antiguas, como la de la escuela clásica, a partir de Beccaria, y también otras formulaciones teóricas más modernas como la teoría del delito como elección racional; ésta última será la que desarrollemos a continuación. Teoría del delito como elección racional (por Richard J. Herrnstein y James Q. Wilson)

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LAS EXPLICACIONES SOCIOLÓGICAS DEL FENÓMENO CRIMINAL(Tomado de: Garrido, V., Stangeland, P. y Redondo, S. (2001). Principios de criminología, (2da. ed).

Valencia-España: Tirant lo Blanch; y adaptado para este material).

En este contenido, particularmente, vamos a abarcar las explicaciones

sociológicas del fenómeno criminal comprendidas en los siguientes grupos teóricos:

El delito como elección:Los presupuestos de partida de las perspectivas que abordan este grupo teórico

del delito como elección, son la racionalidad humana y la “tendencia al placer” como

base de la delincuencia. Según ello, los individuos valorarían para delinquir o no

hacerlo las circunstancias de coste y beneficio que les comporta su conducta. Su

explicación de la delincuencia sería, por tanto, la existencia de una decisión racional

para delinquir. Consiguientemente, la sociedad debe disponer de normas y

sanciones penales que contrarresten esta inclinación al propio beneficio.

Implícitamente, la aseveración de que existe una tendencia humana hacia la

obtención de placer presupone, por un lado, una cierta fundamentación biológica, y

por el otro, la existencia de un ambiente que ofrece la disponibilidad de objetos y

situaciones deseables. Dentro de este grupo teórico se enmarcan algunas teorías

más antiguas, como la de la escuela clásica, a partir de Beccaria, y también otras

formulaciones teóricas más modernas como la teoría del delito como elección

racional; ésta última será la que desarrollemos a continuación.

Teoría del delito como elección racional (por Richard J. Herrnstein y James Q. Wilson)

Estos autores interpretan la acción delictiva no como una reacción frente a las

frustraciones, como un producto de las influencias sociales o del aprendizaje de

hábitos delictivos, sino principalmente como el resultado de una elección racional.

Reconocen que entre los antecedentes del comportamiento delictivo pueden hallarse

también factores psicológicos, sociales, y experienciales del individuo. Sin embargo,

consideran que la clave explicativa de la conducta delictiva reside en que ciertos

sujetos poseen una mentalidad criminal que radica en que consideran que pueden

beneficiarse de situaciones ilegales, aunque asuman un cierto riesgo de ser

detenidos.

El presupuesto teórico de partida es que las personas que se hallan frente a

una elección, eligen el curso de acción preferible. Ello no implica que en todos los

casos se haga una elección consciente, sino simplemente que el comportamiento

está determinado por las consecuencias que tiene para el individuo. La elección de

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un comportamiento no delictivo (por ejemplo, trabajar para obtener dinero) o de uno

delictivo (robar para el mismo fin) dependerá de la valoración que el individuo haga

de la relación entre recompensas y castigos de uno y otro comportamiento. “Cuanto

mayor sea la razón de las recompensas (materiales y no materiales) de la no-

delincuencia y las recompensas (materiales y no materiales) del delito, menor será la

tendencia a cometer delitos”.

Según Wilson y Herrnstein, existen dos elementos principales que influyen

decisivamente en la valoración individual de la relación ganancias/pérdidas, a saber:

su grado de inmediatez/ demora y su certeza/incerteza. Estos dos factores pueden

favorecer que algunas personas opten por la delincuencia. Para Wilson y Herrnstein

la reducción de la demora y de la incerteza de las recompensas asociadas al

comportamiento no delictivo reducirá la probabilidad de cometer delitos.

Las Influencias sociales:En este grupo hallamos aquellas perspectivas que realzan el papel de las

influencias sociales que pueden derivar en patología social y situaciones de anomia.

Su principal elemento común es la propuesta de que la delincuencia es el resultado

de la estructura y del funcionamiento social, y especialmente de los desequilibrios

existentes entre los objetivos sociales y los medios legítimos disponibles para su

obtención. Esto es, entre los objetivos sociales que se proponen los ciudadanos

(poseer más dinero y más status social; ser más, en definitiva) y las posibilidades y

recursos limitados de que disponen los individuos más frágiles de la sociedad (los

que cuentan con menores potenciales educativos o económicos, o con menores

habilidades) para el logro de tales objetivos. Esa discrepancia entre objetivos

sociales y medios para su obtención genera una tensión en los individuos, que

puede traducirse en la aparición de subculturas y de reacciones de ira, de cólera o

de malestar social. Como resultado de estas reacciones, y también de la ausencia

de controles sociales para su contención, algunos individuos cometerían actos

delictivos para encarar el conflicto generado. Las teorías de este grupo que

abordaremos son: teoría de la anomia de Robert Merton, la teoría de los vínculos

sociales de Travis Hirschi y la teoría general de la tensión de Robert Agnew.

Teoría de la anomia (por Robert Merton)Merton plasmó por primera vez la hipótesis de la ausencia de norma -o

anomia- y de la tensión que este estado social genera en los individuos en su

artículo “Estructura Social y Anomia” en 1938. En un sentido general, tanto para

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Durkheim (que fue el introductor del concepto de anomia en su obra El Suicidio de

1897) como para Merton, la anomia surge de la discrepancia que existe entre las

necesidades del hombre y los medios que ofrece una sociedad concreta para

satisfacerlas.

Merton redefinió el concepto de anomia, de una manera más concreta, como

aquel proceso, propio de las sociedades modernas, que resulta del cambio rápido de

los valores sociales, sin que se de tiempo a su sustitución por otros valores

alternativos. Como resultado de ello, los individuos se quedan sin valores y normas

que sirvan como referentes para su conducta. Merton explica que las sociedades

industriales propician en muchos individuos un conflicto medios-fines: en un nivel

social, la disconformidad con los valores y normas imperantes, con los que ciertos

grupos no coinciden, da lugar a la anomia o ausencia de normas para tales grupos:

mientras que en el plano individual, la disconformidad origina tensión y sentimientos

de incomodidad y rebeldía que pueden conducir a ciertos individuos a optar por la

delincuencia como una solución.

Según Merton, como resultado de los procesos de discrepancia entre medios

y fines, el individuo se siente incómodo en la sociedad y experimenta una tensión a

la que se adapta de diferentes maneras. Las respuestas de adaptación a la tensión

pueden ser distintas según se intenten cambiar los fines sociales o bien se pretenda

alterar los medios para su logro. Merton categoriza, en cuatro tipos, las respuestas

del individuo frente a este problema:

a) Conformidad. Aunque no puedan acceder al logro máximo de los objetivos

sociales (es decir, conseguir el mayor status económico y social que desearían),

aceptan, sin embargo, tanto los objetivos establecidos como los medios legítimos

para llegar a ellos (se admite el trabajo y el esfuerzo personal como base del

éxito).

b) Innovación. Tendría lugar cuando el individuo acepta los fines sociales

convencionales (mejorar su status económico y social) pero rechaza los medios

más típicos para su consecución (por ejemplo, un trabajo asalariado) y busca

nuevos instrumentos para el logro de sus metas (por ejemplo, idea un nuevo

negocio más lucrativo).

c) Ritualismo. Cuando no se aceptan los objetivos sociales (es decir, no se tiene

como ideario de la vida poseer más o ser más) pero sí que se acepta participar en

las actividades convencionales (el trabajo, la educación y una vida ordenada).

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Esta respuesta se manifiesta en una conducta estándar, que no da lugar a ningún

tipo de innovación aunque se prescinda de los fines sociales.

d) Rebelión. Se produce cuando existe, por parte de los individuos, un rechazo tanto

de los fines como de las actividades sociales convencionales, y que puede ir

acompañado de su aislamiento respecto de la sociedad. Puede ser el caso de los

revolucionarios, que desean cambiar la sociedad, o, en otro orden de cosas, el de

los toxicómanos, a quienes dejan de importarles tanto los objetivos sociales como

los medios para su logro.

Teoría de los vínculos sociales o del control social (de Travis Hirschi)

El presupuesto central de esta teoría establece que la existencia de vínculos

afectivos con personas socialmente integradas constituye el principal elemento que

retiene a los individuos de implicarse en actividades delictivas. Aquellos sujetos que

tienen más vinculaciones sociales y que participan en más actividades

convencionales (educativas, recreativas, etc.) cometen menos delitos. La inmersión

del sujeto en redes de contacto y apoyo social favorece el control de sus

actividades. Por ello, la delincuencia no es el producto de la existencia de

determinadas creencias u otros factores que impelan a delinquir, sino que resulta de

la ausencia de creencias, de normas y de vínculos sociales que prohíban o impidan

delinquir. Por tanto, la génesis de la conducta delictiva no se hallaría en la

adquisición de valores y normas delictivas, sino en la inexistencia –o la ruptura- de

vinculaciones sociales contrarias a la delincuencia. “Las acciones delictivas se

producen cuando la vinculación de los individuos a la sociedad es débil o está rota”.

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Fuente: Garrido, V., Stangeland, P. y Redondo, S. (2001). Principios de criminología, (2da. ed). Valencia-España: Tirant lo

Blanch, p.221.

Teoría general de la tensión (de Robert Agnew)

Según esta teoría, las relaciones con otras personas que explican la

delincuencia son de carácter negativo. Se trata de aquellas interacciones con otros

que son susceptibles de producir frustración o tensión en el individuo, precipitando

su conducta delictiva. En lo relativo a la motivación para la delincuencia, los jóvenes

son impelidos a la delincuencia por estados emocionales negativos tales como la ira,

la frustración o el resentimiento. De ello resulta una mala relación con su entorno

que puede conducirles a la ejecución de acciones correctivas contra las fuentes que

les causan tensión emocional. Con esta finalidad pueden adoptar diferentes

soluciones de comportamiento, como la utilización de medios ilegítimos para el logro

de sus objetivos, el ataque directo a la fuente que les produce la tensión o la evasión

de la situación a través del uso de drogas.

Para Merton y para los teóricos de las subculturas hay una fuente única de

tensión, que es la discrepancia existente entre los objetivos sociales a los que se

debe aspirar y los medios disponibles para alcanzarlos. Agnew, sin embargo,

identifica tres fuentes que pueden generar tensión en los individuos:

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1) La imposibilidad de alcanzar objetivos sociales positivos, tales como una mejor

posición económica o un mayor status social. En esta categoría se encontraría,

por ejemplo, la discrepancia entre las aspiraciones de la gente y sus logros reales

(querer tener un mejor trabajo y no conseguirlo por falta de estudios, por ejemplo),

o entre lo que uno considera que le corresponde por su esfuerzo y los resultados

reales que obtiene.

2) La tensión se produce también por la privación de aquellas gratificaciones que un

individuo ya posee o que espera poseer. Este sería el caso de aquella persona a

la que hubiesen despedido del trabajo por reducción de plantilla o la de aquel

chico que, por causa de su expulsión de la escuela, queda aislado de sus mejores

amigos.

3) La tensión puede precipitarse, así mismo, cuando una persona es sometida a

situaciones negativas o aversivas de las cuales no puede escapar. Ejemplos de

estas experiencias serían el abuso de menores, la victimización infantil o adulta,

las mujeres que son violadas reiteradamente por sus maridos pero que no pueden

huir de casa porque dependen económicamente de sus cónyuges, las

experiencias escolares negativas como suspensiones reiteradas y expulsión del

colegio, o la invasión del propio espacio personal. Todas estas situaciones

conflictivas son fuentes de tensión debido a que no se pueden evitar, aunque

ocasionalmente la persona que las sufre intente eludirlas de diversas maneras.

El aprendizaje de la delincuencia:Las teorías del aprendizaje de la delincuencia enmarcan, en primer lugar, distintos

modelos de conducta como el condicionamiento clásico o por asociación estimular,

el condicionamiento operante o aprendizaje mediante las recompensas que siguen

al comportamiento, y el aprendizaje vicario o mediante la imitación de modelos. En

segundo término, la esencia de este bloque teórico la constituyen las teorías

criminológicas del aprendizaje. Su perspectiva fundamental es que la conducta

delictiva es, al igual que el resto de la conducta humana, aprendida. Nos

enfocaremos en este último término.

Teoría de la Asociación Diferencial (de Edwin Sutherland)Sutherland propone que la delincuencia no es el resultado de la inadaptación

de los sujetos de la clase baja, sino del aprendizaje que individuos de cualquier

clase y cultura realizan de conductas y valores criminales. No es la situación objetiva

que se produce en un momento dado, sino cómo las personas definen e interpretan

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esa situación. Una situación aparentemente idéntica puede ser muy diferente para

dos individuos dependiendo de su historia personal: los acontecimientos en el

complejo persona-situación en el momento en que ocurre un delito no pueden

separarse de las experiencias vitales previas del delincuente.

Sutherland desarrolla en su teoría dos elementos fundamentales del

aprendizaje de la conducta delictiva. El primer elemento identifica el contenido de

aquello que se aprende: las técnicas de comisión de los delitos, los motivos y

actitudes para delinquir y las definiciones favorables a la delincuencia. El segundo

elemento lo constituye el proceso mediante el que se aprende: en asociación con

grupos íntimos. Más explícitamente, Sutherland describe la adquisición de la

conducta delictiva de la siguiente manera:

1) La conducta delictiva es aprendida, no heredada ni inventada. La conducta

delictiva no se produce de manera espontánea porque alguien decida un buen día

delinquir; previamente esta persona ha debido recibir algún tipo de entrenamiento.

2) La conducta delictiva se aprende en interacción con otras personas, en un

proceso de comunicación, ya sea verbal o gestual.

3) El aprendizaje de la conducta delictiva tiene lugar en grupos íntimos, próximos al

individuo, mientras que tendrían una menor influencia sobre el aprendizaje las

agencias informales como el cine o los medios de comunicación.

4) El aprendizaje de la conducta delictiva incluye, por un lado, el aprendizaje de las

técnicas de comisión de los delitos, y por otro, el de los motivos, los impulsos, las

actitudes y las racionalizaciones necesarias para delinquir.

5) Los motivos y los impulsos para delinquir se aprenden a partir de las definiciones

que ciertos grupos sociales hacen de los códigos legales.

6) El principio fundamental de la teoría es el de asociación diferencial, que establece

que la causa de que los individuos se conviertan en delincuentes es el contacto

excesivo con definiciones favorables a la delincuencia, por encima del contacto

que tienen con definiciones contrarias a ella.

7) La asociación diferencial de los individuos con ciertas definiciones (favorables o

contrarias a la delincuencia) puede variar en frecuencia (número de veces), en

duración (tiempo de contacto), en prioridad (asociación anterior en el tiempo) y en

intensidad (dependencia de la vinculación emocional del individuo con la fuente

asociativa y del prestigio que se le atribuye).

8) En el proceso de aprendizaje de la conducta delictiva están implicados, según

Sutherland, todos los mecanismos de aprendizaje.

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9) Los motivos y necesidades generales (como la tendencia al placer o a la mejora

de estatus) no explican la conducta delictiva.

La reacción y el conflicto social:Este paradigma del conflicto sostiene que las leyes no son, sin más, el

resultado del consenso social entre el conjunto de los ciudadanos. Además, se

considera que los factores individuales o sociales aducidos en los anteriores grupos

teóricos no son los responsables de la delincuencia, o, al menos, no son los

elementos más importantes. El factor fundamental es que la sociedad crea unas

normas que coinciden esencialmente con comportamientos característicos de los

grupos más desvalidos de la sociedad. Ciertos individuos son etiquetados como

delincuentes, como toxicomanías, etc., por razón de su diferencia o de su fragilidad

social, ya sea económica o cultural. De esta manera, las leyes y la reacción social

frente al comportamiento de algunos individuos, los más débiles de la sociedad, son,

en realidad, las que definen y crean la delincuencia. Así pues, el foco de atención de

estas perspectivas criminológicas van a ser los procesos de creación de las leyes y

las reacciones sociales que siguen a ciertos comportamientos.

Teoría del etiquetamiento: “Labeling Approach” (por Erving Goffman)Una de las obras de mayor influencia sobre los teóricos del etiquetado fue el

trabajo de Erving Goffman, de 1961, Internados. La pretensión de Goffman fue

examinar el impacto de las instituciones totales sobre la vida de los internados en

ellas. La institución total es, según Goffman, un ambiente que elimina la distinción

entre el trabajo, el tiempo libre y el descanso. El ciudadano normal desarrolla estas

actividades en distintos ámbitos y rodeado de personas diferentes: compañeros de

trabajo, amigos y familia. La institución total sustituye a todos éstos, impone su

cultura propia y cambia el comportamiento y la personalidad de sus internos. Analizó

los cambios y las reacciones de los sujetos internados como producto de los

ambientes en los que se encontraban.

Para García de Mármol León1 (2009, p. 500-501) esta teoría toma inicialmente

la norma, como reglas de comportamiento que son elaboradas por los grupos

sociales; si una persona viola estas normas grupales es considerada como desviada

desde el punto de vista del grupo.

1 García de Mármol León, C. (2009). Criminología, (6ta. Ed.). Caracas: Carlos Santiago, C.A.

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Cambios en las actividades rutinarias de la vida diaria:Transacciones bancarias.Movimiento de propiedades.Continuos desplazamientos.Aumento del tiempo pasado fuera de casa.Confluencia de muchas personas en lugares públicos.

Aumento de las oportunidades y de las tendencias para el delito, como resultado de la convergencia en el espacio y en el tiempo de 3 elementos:Delincuentes motivados.Objetos/víctimas apropiados.Ausencia de eficaces protectores.

AUMENTO DE LAS TASAS DE CRIMINALIDAD

En el Labeling Approach una de las proposiciones de más interés es para qué

la clasificación de una acción humana y un actor como desviados o conformistas. No

sólo interesa el esquema de calificación (la norma), sino que interesa también el

proceso de calificación, el proceso de interacción, en cuyo transcurso del proceso,

unos individuos les atribuyen a otros la condición desviada. Por la aplicación de las

normas son definidos como desviados los violadores de las mismas.

Teorías integradoras: Este grupo teórico comprende tres perspectivas integradoras: las teorías

multifactoriales, que toman en consideración la influencia de diversos elementos

sociales, personales y económicos; las teorías de los rasgos latentes, que

consideran que algunos individuos poseen ciertas características personales que los

posicionan frente a un mayor riesgo de cometer delitos; y las teorías de las etapas

vitales, que plantean que del mismo modo que los individuos evolucionan a lo largo

de su vida también cambian, paralelamente, los factores que influyen sobre la

conducta delictiva.

Teoría de las actividades rutinarias (Lawrence E. Cohen y Marcus Felson)

Conhen y Felson establecen que la probabilidad de delincuencia es igual a

una función multiplicativa de la existencia de delincuentes motivados, la presencia

de víctimas apropiadas y la ausencia de eficaces protectores.

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Fuente: Garrido, V., Stangeland, P. y Redondo, S. (2001). Principios de criminología, (2da. ed). Valencia-España: Tirant lo

Blanch, p.396.

La actividad delictiva tiene, de este modo, una naturaleza ecológica, de

interacción de elementos en el espacio-tiempo, una interdependencia entre

delincuentes y víctimas. Actividades ilegales como el asalto a una farmacia, a una

gasolinera o a un banco se nutren de otras actividades legales: la existencia de

farmacias de guardia por las noches, o la existencia de bancos o de gasolineras.

También juega un papel decisivo en la delincuencia la estructura espacial y temporal

de las actividades legales rutinarias. Por ejemplo, influye sobre la menor o mayor

probabilidad de que se produzcan concretas acciones delictivas por la noche la

manera como las farmacias expenden los medicamentos, o los mecanismos

utilizados por las gasolineras para el cobro a los clientes. En definitiva, la estructura

de las actividades rutinarias legales determina cómo se organiza el delito en la

sociedad y cuáles son los lugares donde se produce con mayor frecuencia.

Dos son las principales vías de influencia de las actividades rutinarias sobre la

criminalidad:

a) Las actividades rutinarias facilitan a los delincuentes medios más efectivos para

delinquir. La organización social actual, marcada por la tecnología moderna

(computadoras, automóviles, etc.) influye sobre los medios sofisticados de que

disponen los delincuentes para cometer delitos. Es verdad que la tecnología

también puede servir para evitar el delito (por ejemplo, mediante alarmas y

cámaras), pero parece que los delincuentes generalmente llevan la delantera en

cuanto a innovación tecnológica se refiere.

b) Las actividades rutinarias ofrecen nuevos objetivos y nuevas víctimas. Es

evidente que si en vez de permanecer en casa, como hacían nuestros abuelos y

abuelas, salimos por la noche con mayor frecuencia, tenemos más posibilidades

de que nos atraquen o nos agredan. Felson y Cohen entienden por objetivos o

víctimas apropiados aquéllos que tienen un elevado valor material (joyas, un

banco, un carro) o simbólico (por ejemplo, una violación por razones distintas a la

mera satisfacción sexual, o el asesinato de un personaje famoso). También son

apropiados aquellos objetivos visibles y accesibles: escaparates no protegidos o

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muy llamativos, que presentan el lujo propio de los más pudientes, en

contraposición con la imposibilidad de algunas personas de acceder a su

consumo. Son víctimas apropiadas o atractivas aquellas que por su ocupación

profesional (el vigilante nocturno de un estacionamiento o un taxista) o por su

descuido personal se ven más expuestas al delito.

Otro factor que favorece la existencia de víctimas propicias es la movilidad.

Cada día pasamos muchas horas fuera de nuestros contextos familiares, en

compañía de extraños. Por supuesto que no todos son delincuentes, pero cabe la

posibilidad de que alguno de ellos lo sea. Además, las personas se separan

cotidianamente de sus propiedades más valiosas (su casa o su carro) que de este

modo se convierten en posibles objetos del delito.

Felson y Cohen sostienen que el nivel de criminalidad no está vinculado

sistemática y únicamente a las condiciones económicas de la sociedad. De esta

manera, la paradoja que produce la mejora de las condiciones de vida y el aumento

paralelo de la delincuencia es sólo aparente. Las mejoras sociales y económicas de

una sociedad pueden efectivamente disminuir la delincuencia, aunque sólo la

delincuencia de subsistencia, que constituye una mínima parte de la delincuencia de

contacto. Es posible que estas mejoras en las condiciones de vida alteren los

objetivos del resto de la delincuencia, pero no tienen per se la capacidad de

reducirla.