Las imágenes de la ciudad en las novelas de Tucumán

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  • Imgenes de la ciudad en la obra completa de Hugo Foguet

    Resumen

    El trabajo aborda las modulaciones de la ciudad en la obra completa del escritor Hugo Foguet. Un

    recorrido diacrnico por su produccin literaria que aspira a construir una genealoga de la ciudad y

    explorar las variaciones del cronotopo urbano a fin de sealar las caractersticas de su proyecto

    potico y las tradiciones literarias en las que se adscribe. El anlisis est focalizado en la figura del

    caminante; el hroe, el espacio y lengua; las modulaciones, las coincidencias y las diferencias

    presentes en su obra. De esta manera, el enunciado postulado en Pretrito perfecto de la ciudad-

    personaje funciona como sntesis y seala una continuidad en su propuesta literaria.

    Palabras claves: ciudad- Hugo Foguet- proyecto potico

    Abstract:

    Images of the city in the complete work of Hugo Foguet

    This work deals with the variations of the city in the complete work of the writer Hugo Foguet. It

    involves a diachronic itinerary along his literary output and which expects to build a genealogy of

    the city and to explore the variations of the urban chronotope in order to determine the

    characteristics of Foguet`s poetic project and the literary traditions that are illustrated. The analysis

    is focused on the figure of the walker; the hero, the space and the language; the modulations, the

    coincidences and the differences introduced in his texts. Thus, the proposed statement in Pretrito

    perfecto about the city-character functions as a synthesis and points out a continuity in his literary

    proposal.

    Key words: city- Hugo Foguet- Poetic project.

    Pretrito perfecto, la novela del escritor Hugo Foguet plantea que La ciudad es el espacio

    sagrado donde se cumple el destino de los personajes (131), conjetura que el autor explicita en una

    entrevista: En cuanto a la ciudad como factor recurrente, el hbitat del hombre moderno es la

    ciudad, y el contrapunto entre presente y pasado, que aparece en la literatura latinoamericana, tal

    vez porque los latinoamericanos no hemos resuelto nuestro pasado (La fundacin literaria, La

    Gaceta).

  • El enunciado de la ciudad personaje funciona como sntesis de su potica y seala una

    continuidad en su propuesta literaria. Las observaciones que realiza David Lagmanovich sobre los

    primeros cuentos del escritor son afines respecto a esta constante que identificamos; ya sea la

    ciudad de San Miguel de Tucumn, o bien, una annima, estos cuentos se apoyan en tres momentos:

    la ciudad; el hombre de la ciudad y las posibilidades que esperan al hombre y a la ciudad que

    ha creado (67).

    La serie contempla tres cuentos de su primer libro Hay una isla para usted y otros cuentos

    de 1963 (La ciudad subterrnea; La peste y Radioactividad) que construyen una cartografa

    innominada con pocas pinceladas. Otros cuatro incluidos en Advenimiento de la bomba (1965): el

    cuento homnimo; Bienvenido Felsemburg!; Otro vendr en su nombre y La Barricada1. Tres

    textos publicados en La Gaceta de Tucumn: Un pjaro enjaulado que canta (1965); La-ventana-

    que-mira-al-futuro (1967) y Esperando el diluvio (1968) que se circunscriben a la pequea

    capital tucumana; adems de Intermezzo Interrotto de Convergencias (1986) que compone su

    historia sobre el friso de una vieja ciudad europea. Aadimos dos textos de su poemario que se

    cien al espacio de la ciudad: A las tipas y lapachos de la avenida Mate de Luna, talados por la

    Municipalidad de San Miguel de Tucumn, en los meses del verano de 1973 y De la memoria.

    Advertimos una primera distincin en la imagen de la ciudad como cronotopo (Bajtn1989):

    en algunos casos se trata de espacios annimos, en otros se nombra y se caracteriza a San Miguel de

    Tucumn a partir del uso de ciertas referencias de la ciudad fsica (Romero 2009) o bien, otras

    urbes del mundo. Proponemos organizar la serie en tres grupos: las ciudades del futuro; la

    ciudad presente y ciudades del pasado, a partir de las reflexiones que lleva a cabo mile

    Benveniste sobre el tiempo y el lenguaje. Las categoras de persona y tiempo son fundamentales

    para el discurso; las formas lingsticas para expresar este ltimo son sumamente variadas y ricas.

    El tiempo crnico que engloba nuestra vida en la sucesin de aconteceres puede ser apreciado

    objetiva y subjetivamente; la primera se encarna socialmente, por ejemplo, en el calendario que

    instituye un grado cero en el cmputo del tiempo (condicin estativa); de all, se desprende su

    condicin directiva que se expresa por medio de trminos opuestos, antes/ despus, respecto al

    eje de referencia enunciado en presente: yo-aqu (73). Benveniste seala adems un tiempo

    lingstico que entrama la vivencia humana del tiempo y que tiene lugar a travs del discurso, en

    presente: el acontecimiento dicho queda situado en la contemporaneidad de la palabra. A partir de

    aqu, es posible delinear dos oposiciones: cuando el suceso ha dejado de ser simultneo al discurso,

    deber ser evocado por la memoria, en pasado, a diferencia de si el hecho surge en prospeccin, es

    decir, en futuro (77, los subrayados son nuestros). En los textos citados, la ciudad se transforma, por1 Contamos con las copias mecanografiadas de estos textos, cedidas por la poeta Ins Aroz y Javier Foguet,(sobrino del autor) que conservan los originales.

  • medio de la escritura, en el centro de la experiencia del mundo que se articula en diferentes

    coordenadas temporales.

    Abordaremos el anlisis del primer conjunto a partir de la hiptesis de que ste propone una

    vista prospectiva del espacio urbano y de los diversos modos de destruccin como paradigma

    fustico de la modernidad. Retomamos los lineamientos de Marshall Berman a la hora de analizar

    el Fausto de Goethe como metfora de la tragedia del desarrollo (28): la transformacin del

    hombre (moderno) se realiza, necesariamente, junto a la metamorfosis del mundo fsico, social y

    moral (31) y supone, paradjicamente, un poder creativo cuyo reverso es su capacidad destructiva:

    la devastacin es inherente al desarrollo. En la narrativa breve de Foguet, el impulso del progreso y

    de la tecnificacin, cada vez ms acelerada, entraa la propia ruina de la humanidad. Las metrpolis

    del futuro estn disciplinadas bajo un control oculto y carecen de arte; ya no se trata de la prdida

    de la aureola (Berman: 112) sino de su muerte (el subrayado es nuestro). Presentamos dos cuentos

    como prototipos de la ciudad ulterior: La ciudad subterrnea y La-ventana-que-mira-al-futuro.

    El primer relato nos advierte, desde sus primeras lneas, sobre el desastre nuclear: las

    ltimas explosiones atmicas de 1983 (83). La superficie terrestre se ha convertido en un espacio

    inhabitable: Las praderas eran pramos, y en el mejor de los casos, sabanas de pastos duros y

    filosos; y los bosques y las selvas se haban vuelto impenetrables, lbregos, curiosamente ftidos

    (84). Ya acaecido el apocalipsis moderno, la humanidad deber organizarse nuevamente para

    asegurar su supervivencia: Las nuevas ciudades fueron excavadas debajo de las antiguas o

    prximas a ellas y se denominaron Hbitat exactamente igual a otro (84-85).

    El espacio nuevo donde esta sociedad post-atmica se despliega requiere una nomenclatura

    diferente para poder referirse a la nueva forma de vida de sus habitantes subterrneos. La relacin

    entre (algunas) palabras y las cosas se han transformado tambin: nacimiento y muerte

    adquieren otros sentidos, acorde con la sociedad que expresan. El cuento, en clave de ciencia

    ficcin, focaliza no slo los efectos ambientales que han devenido luego de la destruccin total, sino

    que pone atencin sobre otros efectos, de carcter sociopolticos. La tecnologa y la ciencia estn

    problematizadas en funcin de la supremaca de la razn instrumental sobre la condicin del

    hombre.

    La metrpoli-topo es una sociedad totalitaria regida por un cerebro electrnico, juez

    supremo del hbitat (87) que controla a todos los individuos. El nuevo ordenamiento requiere el

    ejercicio del castigo para contrarrestar cualquier indicio de resistencia: el personaje de Mario

    Claudio es acusado de llevar a cabo hereja del lenguaje debido a una prctica abusiva de

    arcasmos que no corresponden al estilo de la ciudad-hbitat (Ibd.). La amenaza toma cuerpo

    en palabras simples como lluvia, primavera, sed vedadas a los habitantes (88). La medida

  • aleccionadora ser la expulsin de Mario Claudio por la boca sexta. Una vez en la superficie

    terrestre, el protagonista podr ver junto al osario a una mujer a la que llamar Alma (89); el gesto

    adnico de otorgarle un nombre ser la ltima actuacin de su condicin humana.

    El segundo cuento construye una ciudad ulterior y le otorga una identidad: una pobrecita

    ciudad del Arcngel San Miguel, sepulcro de los tiranos, cuna de la libertad, jardn del Inca,

    novia de azahares coronada. All, su Excelencia inaugura La Ventana-Que-Mira-Al-Futuro en

    los fondos de una casa colonial ruidosa y deshabitada, con el aljibe seco y yuyos crecidos en los

    saledizos de las tejas. La maquinaria deslumbraba de puro moderna: hormign, acero inoxidable

    y cristal templado, obra de una pureza clsica de lneas o un alto exponente de arquitectura

    funcional. La obra pblica dirigida a los eternos descontentos, los descredos, y maledicentes,

    los opositores de caf ofrece, por medio de un pago, a quien desee asomarse al futuro sin dudas

    ni temores.

    Aberasturi y Shapiro deciden experimentar los alcances del artefacto del Proyecto Futura

    y ver la ciudad programada esplndida y fra. Solitaria y como muerta, San Miguel de Tucumn,

    limpia y climatizada como un quirfano. Luego de un intervalo, los personajes visualizan la urbe,

    donde todo est regulado y previsto por una computadora absoluta: Uno, dos, uno, dos: los

    limpios, sanos e inodoros soldados del futuro; el hombre de la estadstica, el numerito que consume

    tanto de tanto (La Gaceta, domingo 26 de febrero de 1967). Una vez roto el encantamiento

    futurista, los protagonistas podrn regresar a La Cosechera donde otros personajes discuten sobre

    la guerra de Vietnam, Ionesco, los seiscientos millones del proyecto Futura.

    Otros cuentos exponen diversos modos de expulsin y destruccin del espacio urbano. La

    peste narra la irrupcin de una misteriosa plaga que causa estragos en la poblacin urbana y

    provoca, finalmente, la clausura de la ciudad: las cincos grandes puertas [] fueron cerradas y

    pelotones con ametralladoras rechazaban los intentos de los pretendan huir (124). El aislamiento

    sanitario se transformar en un mtodo de adiestramiento civil; la ciudad se ha convertido en un

    panptico. En Otro vendr en su nombre, en cambio, la urbe teme la inminente invasin de un

    enemigo desconocido y se prepara para resistir en nombre de un encendido patriotismo;

    finalmente, se producir el xodo de sus habitantes: Contra la espalda de la muchedumbre estaba la

    ciudad.

    Radioactividad, Advenimiento de la Bomba y Bienvenido Felsemburg! comprenden

    la experiencia de la ciudad futurista a partir de la amenaza nuclear; versiones disfricas del mundo

    que vendr. Radioactividad plantea el problema tico de los usos y los fines de la tecnociencia: un

    cientfico dedicado a la construccin de la bomba atmica es sordo a las mltiples advertencias de

    Transelino, su sobrino, an cuando la destruccin sea evidente detrs de la ventana: En el

  • horizonte, un sol sucio y amarillo, colgaba como un limn podrido sobre los campos. Una gara de

    cenizas corrompa su luz (53).

    A pesar de las pruebas empricas del poder devastador del artefacto nuclear el cientfico

    niega haber cometido la gran macana y enuncia entusiasmado Soy el amo del mundo! (54). El

    personaje sintetiza una visin positivista de la tecnologa y la ciencia cuya razn instrumental est

    exenta de responsabilidad humanitaria: primero fue el hacha de piedra, despus el arco, ms

    adelante la catapulta; cuando trajeron la plvora de China las cosas empezaron a caminar ms

    rpido (55).

    El progreso ser entendido en esa direccin; el potencial de la ciencia entraa un falso

    optimismo tecnolgico que se revela en la imposibilidad de controlar las consecuencias nefastas. En

    sintona, el cuento Advenimiento de la bomba combina la catstrofe nuclear con la imposicin de

    un nuevo orden social, alrededor del nuevo ttem de acero se despliega el desfile disciplinado de

    sus habitantes- sobrevivientes.

    Curiosamente, la ciudad del futuro regres lentamente a un estadio primitivo y atroz. La

    Bomba fue el dolo. Se puede observar que la fundacin de una sociedad adiestrada se consolida

    alrededor de un falso profeta; la ciencia ha dejado de ser la cara opuesta a la magia y la ha

    suplantado: Apareci una casta entre los funcionarios: mirad cientfica, mitad brujos [] El

    artefacto encarnaba el poder de esa raza insondable, los Superiores, que preparaban as su retorno a

    la Tierra. La ciencia se ha transformado en el fundamento del mito originario: Logos y mythos se

    confunden. Advenimiento de la bomba deja ver la construccin del relato inaugural de esta

    comunidad atmica y la conformacin de una nueva burocracia gobernante que combina ciencia

    y magia en funcin del poder.

    Foguet postula en estas narraciones un marcado antiutopismo que se expresa como una

    crtica desde el presente de enunciacin. Resultan ser mundos distpicos y disfricos porque la

    utopa proyectada en un tiempo y espacio futuros son visiones apocalpticas, que combinan la

    subordinacin de la humanidad a la razn instrumental de la tecnociencia con sociedades totalitarias

    que vaticinan el fin de la humanidad. En los cuentos subyace una concepcin unidireccional entre

    tecnologa, ciencia y sociedad: las primeras se desarrollan segn sus propias leyes y existe una

    profunda incertidumbre sobre los resultados que provocan y la imposibilidad de control. En Foguet,

    esa vacilacin se resuelve por medio de una conclusin catastrfica; de all, el impedimento de ver a

    la ciencia como un factor de cambio positivo, fsico, moral y poltico, sin su poder destructivo o,

    como formulamos al inicio, el paradigma fustico de la modernidad.

    Por otro lado, el autor construye en Pretrito perfecto dos imgenes (de apertura al texto y

    de cierre) circunscriptas al espacio de San Miguel de Tucumn: la primera, en clave onrica,

  • proyecta un tiempo de apocalipsis, Porque precisamente es el ltimo da del siglo (13), un mundo

    vaco, con todos los amigos muertos; un espacio urbano desolado. La ciudad convertida en cartn

    condensa la versin del fin del mundo que Maximiliano suea y que narra en su carta a Montaita.

    Del mismo modo, el captulo final retoma la carta (interrumpida por una extensa segunda parte); se

    trata de un tiempo que es otro:

    Comprndeme, Montaita (haca tiempo que no te llamaba as), en el Hotel del

    Cisne ya nadie hace el amor (otra costumbre perdida y suman) [] Ah noms te caen con

    todo el peso de la ley [] y termins en un baldo con las costillas rotas y los huevos

    reventados a patadas. Especialistas en torturas sexuales. Los hombres-perros queman

    libros, mutilan pelculas (no se pudo ver la ltima de Russell) y pegan tiras negras en el

    sexo de los desnudos (416).

    El sueo tiene el poder de mezclar, fundir, condensar y expandir el tiempo en imgenes.

    Furcade y Maximiliano caminan mientras el mar ha regresado y juntan los vestigios de una

    civilizacin exterminada. Se desliza la imagen de un animal monstruoso: el langostn girando

    infatigable sus aspas de noche y de da, suspendido sobre los campos y ciudades como una

    conciencia supernumeraria. El ruidito no por montono resulta menos siniestro (421).

    Es un tiempo social oscuro, incierto y violento. La ciudad se ha convertido en un espacio

    vigilado y represivo. Todo puede desplomarse: la sede de un partido, una iglesia disidente, o una

    biblioteca para ciegos (Ibd.). El presente de ahora, el que suea Maximiliano, es un tiempo donde

    ya no existe la posibilidad de ningn jardn o paraso. El futuro se ha secado.

    A diferencia de los espacios urbanos del futuro, observamos dos cuentos que narran la

    singularidad de una ciudad, en un tiempo presente, que ya se define con un nombre: San Miguel de

    Tucumn. Se trata de Un pjaro enjaulado que canta y Esperando el diluvio; el primero de ellos

    postula la identidad entramada en las caractersticas irrepetibles que posee el espacio y que

    comparten a sus habitantes:

    Una ciudad tiene siempre algo que la distingue, el elemento que sirve a la

    compaa de aviacin para hacer la propaganda: una calle de casas del siglo diecisiete, un

    paseo a la orilla del mar o de un ro muy ancho, la torre del reloj, los puentes. Nuestra

    ciudad tiene un esqueleto y dentro de esqueleto otro, mucho ms pequeo, como un pjaro

    en su jaula.

    El doble esqueleto que designa al lugar tiene su propia historia: una ballena autntica del

    no lejano sur a la que bautizaron Moby Dick pasaba por los caaverales y frente a los caseros y

    en la ciudad dieron la vuelta por los bulevares, detenindose en las esquinas. Una vez perdido el

    entusiasmo de la gente, el cetceo fue comprado por Divo (pjaro y gobernante) con el propsito de

  • incluirlo en su campaa poltica, sin prestar atencin a la progresiva putrefaccin de su enorme

    cuerpo. Del mismo modo, Esperando el diluvio traza, lnea a lnea, el plano de la ciudad y a

    travs del dilogo de sus personajes, narra las ancdotas vinculadas al espacio urbano:

    Hacamos la yuta en el cementerio del Norte cuando las caas estaban maduras: lo

    mirbamos un rato al vigilante de yeso de la entrada y contbamos los exvotos de la

    tumba de Bazn Fras: despus algunos de nosotros escriba unos versos malos que nos

    parecan irremediablemente buenos.

    Mientras los temas de conversacin se van hilvanando unos a otros (el pasado glorioso,

    el problema de la generacin futura, la libertad como un sonajero para entretenerse) la lluvia se

    anuncia en el aire; el contador Lamrtola y sus amigos debern construir el arca en secreto puesto

    que ser su ltima oportunidad. La imagen del agua es recurrente en la obra de Foguet, las

    tormentas de verano y los ros ingresan y desbordan la ciudad.

    Por ltimo, La Barricada e Intermezzo Interrotto (primer cuento de Convergencias)

    fundan poticamente el espacio ciudadano en clave de pasado. La vista puesta sobre la urbe se

    construye en contrapunto con el presente; la ciudad convertida en texto, que se recuerda y que se

    reconoce slo en parte, es tambin la narracin de una memoria.

    La barricada funciona como el punto de vista desde donde se narra la historia: Peleamos,

    no recuerdo cunto tiempo, pero peleamos bien. Tal vez aquello no dur ms que algunos das; pero

    bien pudo ser que durase meses. El muro fue hecho de bolsas de arena de una obra, las apilamos y

    dejamos huecos y mirillas para nuestros fusiles; el resto de la ciudad se observa desde esta rea

    recortada. La trinchera condensa todo el espacio e impone su propia lgica. El muro edificado en la

    calle divide unos de otros: insensatos, locos, locura, engaados. La pugna se instaura entre

    cuerpos, ideas y voces: -Maana nos llamarn bandidos, cobardes, extremistas [] Tenemos que

    terminar con la retrica, con las palabras sagradas, con los globos de colores, cortarles las amarras.

    El enfrentamiento final se establece entre fuerzas desiguales: el tanque solitario y poderoso

    como un animal de pelea [] nos arras limpiamente. El narrador construye la nica versin

    posible; la legitimidad de su voz se encuentra en su condicin de nico sobreviviente; su testimonio

    no est ligado solamente al carcter pretrito de los sucesos, sino al presente que funciona como

    grado cero de la memoria, en trminos de Benveniste, el cuento articula una una vista del pasado:

    Estos recuerdos me llegan casi siempre de noche, cuando la ciudad duerme y las casas y las calles

    tienen el aire de las cosas abandonadas hace tiempo.

    Intermezzo Interrotto construye relato y ciudad en un mismo gesto escriturario; al decir

    de Michel De Certeau, la mirada y el pie construyen una sintaxis del espacio urbano que se

    convierte en texto (103). El ver y el andar componen un recorrido de canales, calles y edificios de

  • Venecia; Valdivieso observa, desde el buque prximo a encallar, el paisaje que se extiende en su

    horizonte. El orden de la narracin est enlazado a la memoria del protagonista, y a las huellas del

    pasado presentes en el espacio, que se desenvuelve a partir de recuerdos, que florecen

    aparentemente dispersos y sin mayores conexiones (13). Primero, el nombre Jugolinija que no

    haba despertado en su memoria otros recuerdos que el de unas calles del Split donde la fachada del

    antiguo palacio de Diocleciano surga (12); luego el ttulo de una novela, Adriana Zumarn, de

    Leuhmann cuya ilustracin de la primera edicin se haba escondido en los pliegues secretos de la

    memoria. Un tercer recuerdo, hasta entonces sepultado, el detalle de los leones y finalmente, un

    entierro que le trajo la imagen de otro cortejo funesto en el pasado.

    Los recuerdos se encuentran disponibles en una especie de memoria subterrnea; en este

    sentido, toda la ciudad funciona a la manera de la magdalena proustiana que evoca el pasado del

    protagonista, siempre vinculado con las caractersticas y detalles del espacio. Valdivieso superpone

    en su relato (aquel que el narrador annimo ofrece, a su vez, al lector) tres estadas en Venecia a lo

    largo de su experiencia de marino: la primera como cadete; la segunda como capitn y la ltima,

    cercano a su retiro en ese invierno del 80, cuando regresaba en un vaporino de San Lazzaro (13).

    La construccin de la sucesin de los recuerdos y del sentido de la historia que Valdivieso narra

    slo es posible en la distancia temporal que marca el presente.

    El foco del pasado se ubica en el segundo viaje a la isla del Venetto: en esa oportunidad, el

    capitn entablar amistad con el matrimonio de los Bodganovich que ha sido objeto del escrutinio

    de su mirada. Los sucesivos encuentros desde el primero en el pequeo cementerio de los

    guerrilleros excavado en la ladera del monte (24) hasta ese ltimo da, acompaando el cortejo

    fnebre del marido muerto (39), van conformando las piezas de la historia. La figura de Adriana

    (cuyo nombre corresponde a la novela que record al inicio) resulta inquietante para Valdivieso y se

    convierte en el blanco de su relato (21); en cambio, la descripcin de Carlos Bodganovich est

    sujeta al discurso que ste elabora sobre Venecia. Ciudad y personaje se identifican como en un

    espejo. Ambos envejecen y se muestran incapaces de adaptarse a los tiempos venideros. Es posible

    leer en el espacio de la ciudad no slo los lugares de la memoria, sino tambin, su reverso, es decir,

    las zonas del olvido. La cartografa veneciana borra algunas huellas.

    La Venecia de su juventud no es la misma a su primer regreso; espacio y sujeto han

    cambiado con el paso del tiempo. De igual modo, el capitn prximo a retirarse camina nuevamente

    por sus calles y atraviesa sus canales en busca de otros lugares del pasado: busqu por un rayo en

    los alrededores del Campo de la Santa Giustina la heladera que obviamente no encontr; haban

    transcurrido veinte aos (28). Valdivieso no puede recordarlo todo, la voz de los protagonistas se

  • han perdido irremediablemente a pesar de su empeo. Lo nico que queda son los indicios del

    pasado en el cuerpo de la ciudad y la palabra memoriosa del capitn.

    Dos textos de nuestra serie conjugan ciudad, memoria y poesa; la construccin del espacio

    urbano utiliza referencias que pertenecen al espacio fsico de San Miguel de Tucumn. La mirada

    que construye la voz del poema se cierne sobre la ciudad y entrama, junto a esa imagen, vnculos de

    la propia experiencia. A partir de estos breves relatos vivenciales, marcados por un tiempo

    presente desde donde se recuerda, el poeta cimienta su propia pertenencia a la ciudad convertida en

    lengua. El primero A las tipas y lapachos de la avenida Mate de Luna talados por la Municipalidad

    de San Miguel de Tucumn, en los meses del verano de 1973:

    Ha olvidado demasiado pronto una infancia de/ patios con aljibes y naranjos, / de

    tropas de mula que oscurecan con sus cascos/ el sol de la tarde. / Su juventud de apenas

    cuatrocientos aos/ tiene el mal gusto y la estridencia de los afiches de la Direccin de

    Turismo/ y los discursos de los funcionarios (105).

    La ciudad de la infancia resguardada en el espacio sagrado del recuerdo nos muestra su

    rostro presente. El poema se articula en una anttesis: el rbol, smbolo de ese pasado clido frente a

    una ciudad soberbia y ciega que no reconoce su falso orgullo de destrozos y podredumbre; muerto

    el rbol, la ciudad se ha olvidado de s misma. El texto permite el anclaje de algunas marcas

    referenciales: un tiempo determinado (verano del 73), un lugar preciso (la avenida Mate de Luna) y

    un responsable directo (la municipalidad de la ciudad de San Miguel de Tucumn). La voz del poeta

    emerge como palabra contestataria y la denuncia se hace ms explcita frente a la ruina de una

    ciudad que supo de patios, aljibes y naranjos. La infancia de la ciudad se ha terminado: slo quedan

    los vacos, el pozo de aquellas races que estuvieron en otro tiempo. El poeta no puede reconocerse

    en la imagen que le devuelve este espacio que ha dejado de pertenecerle: La calle ser como una

    enca despoblada/ que mostrar los huecos de la luz; el lugar donde las tipas levantaban su

    estructura, / donde los lapachos florecan al terminar el invierno (106).

    El poeta ya no acierta una identificacin con ese lugar que tanto se nombra. Si lo ms

    enfermo y frgil de un emigrado son las races (Futoransky 119) ese deseo de agarrarse a la

    tierra de uno ocurre en las profundidades de la escritura como echar races en el poema. Expresin

    del extravo de un punto de partida, de una referencia, de una casa irrecuperable que es la ciudad del

    poeta; el universo afectivo que ste entrama en sus rincones, sus esquinas y sus calles. Elega que

    habla del infortunio de algo perdido, del acontecimiento digno de ser llorado: la ciudad que se ha

    abandonado no ser la misma.

    El poema De la memoria brinda una escena de la expresin de una sentimentalidad:

    Cuando al terminar julio florecen los lapachos, el cielo/ Todava es azul/ Y las grandes nubes, que

  • prestarn su sombra al verano/Esperan agazapadas detrs del San Javier (114). El yo del poema

    dibuja un espacio-tiempo singular que deja sus marcas en la naturaleza y en la subjetividad (la

    memoria) que habla. El poema se construye como si fuera el ojo del que regresa y se detiene en los

    pequeos detalles, que conjugan al mismo tiempo lo que fueron y lo que son:

    los das/ que siguen de pie, como los escombros/ de una casa bombardeada,/ unos

    ojos que perdieron su color/ una sonrisa/ que quiere/ seguir siendo misteriosa todava, al

    cabo de unos aos/ una manera de volver la/ cabeza sobre el hombro/ de recitar

    parlamentos/ de enumerar fechas/ de coleccionar/ crepsculos y enterrar escarabajos

    (Ibd.)

    El mundo mirado refleja el interior del yo (su pasado y su presente). El sujeto potico se

    proyecta hacia el espacio percibido y sentido como propio; el texto disea una retrica del caminar

    y del mirar (De Certeau 1990) e imprime un sentimiento de pertenencia que se teje en el lenguaje

    del poema.

    La realizacin espacial del lugar, por medio del caminar, se equipara al habla; ese andar

    define un aqu, un estar en el mundo que se sintetiza en la expresin me gusta volver sobre mis

    huellas pisoteando esa cscara oscura/ que la memoria desprendi en otro tiempo. La enumeracin

    de los siguientes versos es una lista de aquello que se preserva del olvido: unos das, unos ojos,

    una sonrisa, una forma de recitar, enumerar, coleccionar; es un inventario vital, la experiencia

    queda cifrada en unas cuantas y pequeas acciones que este yo guarda en su memoria: mis

    huellas. Como seala Paul Ricoeur la bsqueda del recuerdo muestra efectivamente una de las

    finalidades principales del acto de la memoria: luchar contra el olvido, arrancar algunas migajas de

    recuerdo a la rapacidad del tiempo (50). En este sentido, leemos la breve escena que teje lo

    vivido fundido a un cuerpo y a su voz; el poema es la huella, indicio de una ausencia (de algo que se

    tuvo en un tiempo pasado), el resto que permite sobrevivir a tanto sol y/ tanto polvo (Ibd.).

    Estos poemas pueden pensarse como ficciones de regreso del autor; en ellos podemos leer

    que lo cotidiano siempre deja una huella en el recuerdo del poeta. Si el viaje es el umbral hacia el

    mundo, la escritura es en Foguet, el umbral hacia el pago (el subrayado es nuestro); el camino de

    vuelta hecho palabras refuerza una idea del estar adentro aunque se est fuera. Cul es el pasado

    qu se recupera en estos poemas que tienen por objeto la ciudad que se ha perdido? Se trata de un

    tiempo atado al presente de una subjetividad que recuerda, en ellas el poeta se reconoce y establece

    un vnculo afectivo e intelectual. De esta ciudad en clave de pasado restan pequeos trozos de una

    historia cotidiana; la mirada del poeta eleva el detalle que se convierte en elemento relevante para la

    construccin del espacio singular, propio. En este sentido, Ricoeur precisa:

  • Es particularmente elocuente y precioso el recuerdo en tal casa de tal ciudad o el

    de haber viajado a tal parte del mundo; teje a la vez, una memoria ntima y una memoria

    compartida entre prximos: en estos recuerdos tipo, el espacio corporal est vinculado de

    modo inmediato al espacio del entorno, fragmentos de tierra habitable (191).

    La prdida del espacio natal constituye el grado cero de la escritura de estos textos que

    intentan comunicar un sentimiento de familiaridad e invitan al lector a recomponer su cartografa.

    Notas finales

    El enunciado expresado en la novela-centro del autor argentino Hugo Foguet que define a

    la ciudad como el espacio sagrado y predilecto del gnero novelstico, puede ser entendido como

    una sntesis de su potica. A partir de esta hiptesis de lectura, se construy una serie textual que

    toma en cuenta sus narraciones breves, poemas y en menor medida, Pretrito perfecto; el recorte

    diacrnico abarca veinte aos de la produccin literaria de Foguet. El anlisis del corpus se

    organiz alrededor del concepto bajtiniano del cronotopo (el espacio urbano) teniendo en cuenta, las

    diferentes modulaciones temporales (pasado, presente y futuro) que propone mile Benveniste.

    Es notable que la ciudad annima de sus primeros textos, se transforma en un espacio con

    nombre propio: la capital provinciana de San Miguel de Tucumn. La urbe se convierte en mapa

    literario, sus calles, sus esquinas y plazas son indicios para el caminante; de ese modo, la vivencia

    urbana se hace lengua (se escribe y se lee). Los espacios citadinos son vistos y valorados desde

    diferentes coordenadas temporales; as, las ciudades del pasado son atravesadas por las huellas de

    las ausencias y los cambios. Las del presente buscan darle un nombre y con l, su identidad. Por

    ltimo, las del futuro se construyen desde la mirada desencantada del andarn. Si la ciudad es el

    ombligo del mundo como nos recuerda Pretrito perfecto, es tambin el centro de la experiencia y

    de la escritura de gran parte de la obra de Foguet.

    BIBLIOGRAFA

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