Las mentiras de mis maestros I Nazismo Azteca.pdf

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Las Mentiras de mis maestros Por siglos hemos preferido falsificar la historia en vez de dar la cara a la verdad y reconocer nuestras flaquezas y vicios: por eso estamos condenados a repetir los errores, sin pausa ni perdón. Editado para: www.zurypunk.blogspot.com Editado para: www.zurypunk.blogspot.com

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  • Las Mentiras de mis maestros

    Por siglos hemos preferido falsificar la historia en vez de dar la cara a la verdad y reconocer nuestras flaquezas y vicios: por eso estamos condenados a repetir los errores, sin pausa ni perdn.

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  • I: NAZISMO, ESTILO AZTECA

    Ni grandiosos ni heroicos: slo advenedizos que implantaron la dictadura mesoamericana ms feroz de todos los tiempos.

    La historia oficial de Mxico es una larga serie de derrotas gloriosas y un pesado directorio de hroes derrotados. Comenzando por Cuauhtmoc y su proftico nombre, guila que cae, hasta Zapata, veneramos la cada, el fracaso y lo consagramos como smbolo de pureza.

    * Cuauhtmoc, ltimo emperador de un imperio detestado por todos sus vecinos y vasallos, es nuestro ms puro hroe, no por sus hazaas ni sus construcciones ni sus conquistas, pues no tuvo tiempo para ellas, sino porque es el gran derrotado.

    * Hidalgo es el padre de la patria por decreto, no por sus logros, pues su fallida rebelin fue aplastada en poco tiempo, como otras durante la Colonia.

    * Morelos encabez otro levantamiento de poca extensin en un territorio inmenso y su derrota fue absoluta; Guerrero qued convertido en un simple fugitivo perdido en las montaas del sur, donde se pudo haber quedado hasta morir de muerte natural a avanzada edad, pues en nada afectaba la marcha del virreinato un rebelde oculto en las montaas, como no lo habra afectado tampoco otro perdido en los desiertos de Sonora.

    * Madero no lleg a gobernar y seguimos esperando el sufragio efectivo.

    * Zapata cay acribillado y el reparto de tierras tuvo que esperar hasta Crdenas y an ms, tiempo suficiente para que el incremento en la poblacin hiciera imposible dar tierra a cada campesino, y el reparto dejara ms inconformes que beneficiados.

    Los prfidos triunfadores

    Los malditos triunfadores estn en lo ms profundo de nuestro infierno oficial. El malvado mayor, satans del averno, es el triunfador absoluto, el hombre que hizo posible al Mxico actual, pas que slo era viable sobre las ruinas de las naciones indgenas anteriores, ninguna de las cuales era Mxico: s, Hernn Corts, sin cuyo triunfo no existira el lector de esta publicacin, ni sus autores... ni la publicacin, ni la ciudad, ni el pas. Es el padre de Mxico porque sin su triunfo no existira ni la poblacin actual; pero optamos por definirnos como conquistados, vencidos, en negacin absoluta del padre, espaol y conquistador, triunfador y por tanto malvado.

    Otros bellacos

    Cuando la rebelin del buen cura Hidalgo haba desaparecido de la escena, un criollo cursi nos hizo independientes de Espaa: Agustn de Iturbide, apenas segundo despus de Corts en el infierno de la historia oficial, por criollo --o sea hijo de otra madre que no es la nuestra-- y por su cursi y breve imperio. Tener el mismo padre no da parentesco alguno para quien se define por la madre, como en las sociedades matrilineales, por tanto el criollo es extranjero aunque tenga el mismo padre que un mestizo. De ah que slo en Mxico el trmino criollo sea despectivo. En el resto del continente americano criollo significa simplemente nativo.

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  • El proceso de identificacin

    La psicologa social mexicana tiene un magnfico tema de investigacin en nuestra identificacin con los vencidos y no con los vencedores, siendo hijos de ambos. Decimos que "ellos", los espaoles, llegaron y "nos" conquistaron. Por qu nos llamamos conquistados si tambin somos conquistadores? No tenemos ojos de todos los colores y pieles de todas las tonalidades? No nos llamamos Carlos, Miguel, Antonio, Mara, Carmen? Nos apellidamos Gonzlez, Lpez, Payn, Crdenas, Aguilar, Toledo, Segovia, Corts. La idlica y tonta visin que tenemos del imperio azteca la pensamos en espaol y cuando insultamos a Espaa la insultamos en espaol. Un pueblo urgido de psicoanlisis ste, donde, a pesar de tanto indigenismo, los indios no pueden ni levantarse en armas sin que un gerito se lleve los reflectores: fatalidad digna de estudio.

    El mito azteca: Mito chilango

    El mito azteca, en la enseanza oficial, sostiene que Mxico era un pas azteca hasta que llegaron los espaoles, stos hicieron de las suyas y por lo mismo 300 aos despus los aztecas, ya conocidos como mexicanos, los echaron al mar y Mxico volvi a ser libre. Es un mito chilango, un mito del centro, una forma ms de centralismo, hasta en la usurpacin de toda la historia india como historia azteca. Algunos somos de regiones donde no hubo azteca alguno, sino esclavos de este pueblo, el menos original, el ms recin llegado a Mesoamrica, el ms sanguinario y el ms odiado. Tenemos mestizaje otom, chichimeca, yaqui.

    Repoblacin

    A diferencia de otras ocupaciones militares, el territorio de Amrica fue repoblado, no slo en el aspecto humano, tambin las plantas y los animales, la fisonoma completa de la vida fue cambiada: vacas, burros, ojos claros, trigo, borregos, pelo rizado, cabras, fresnos, manzanos, caballos, pelo castao y rubio, duraznos, sandas, melones, cebollas, ajos y un largo etctera: ste es el ejrcito de ocupacin que cambi a Amrica y del que no podremos dar grito alguno de independencia, porque somos parte de esa ocupacin.

    Un relato al revs

    Si este pas hubiera sido conquistado por los 300 espaoles de Corts, con 10 caballos hambreados y unos arcabuces viejos... vergenza debera damos andarlo diciendo. La "conquista" fue obra del odio indgena contra la brbara ferocidad azteca. La cada y destruccin de Tenochtitln, que celebramos (sic: celebramos) el 13 de agosto, es el resultado de un levantamiento popular multitudinario, el de todas las naciones entre Veracruz y esa ciudad, contra el imperio azteca y su feroz opresin. Con apenas 100 aos de existencia independiente en 1521, los aztecas haban llevado la humillacin de sus pueblos sbditos a extremos de ferocidad que nunca alcanzaron los nazis.

    La versin escolar segn la cual "Mxico fue conquistado por una potencia extranjera" es infantil, ridcula y hace dao, en primer trmino, a quienes dice defender: los indgenas, pues si 300 espaoles hubieran conquistado una ciudad que entonces tena medio milln de habitantes, en medio de un territorio con una poblacin de 20 millones, realmente habran sido dioses. Pero, 1) Mxico no poda ser conquistado, porque no exista, 2) ni Espaa era otra cosa que un pequeo pas --unas 30 veces menor que sus futuras posesiones americanas--, recin liberado de casi 1,000 aos de dominacin rabe, 3) ni fueron slo espaoles, sino indgenas los miles de guerreros que tomaron Tenochtitln y la arrasaron con el odio y la furia de los humillados largamente por el

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  • rgimen de terror azteca.

    El odio

    El seor de Cempoala le ofrece soldados a Corts, lo mismo hacen otros seoros, de forma que, dice Ixtlixchitl, por donde pasaban los espaoles y sus crecientes aliados indgenas "los naturales les reciban con mucha alegra y regocijo sin ninguna guerra ni contraste". Cmo, en escasos 100 aos de vida independiente, haban logrado los aztecas acumular tal odio entre los pueblos vecinos?

    Comenzaron entregando costales de orejas a quienes todava eran sus amos, en seal de sumisin y arrastramiento no pedida. Luego Izcatl, a quien se puede llamar el primer rey azteca, orden quemar la historia y reescribirla. Finalmente, impusieron con saa el ms despiadado y lacerante impuesto: el de la sangre.

    La quema de cdices

    Cuando los aztecas lograron independizarse de Azcapotzalco, un siglo antes de la llegada de Corts, resolvieron que no les gustaba la historia como estaba relatada en los cdices de los pueblos que habitaban el valle mucho antes que ellos, pues el pueblo azteca no apareca en tales relatos o no con la suficiente importancia. Es claro que as ocurriera, porque apenas si eran un pueblo nmada, recin llegado al valle por el ao 1300, todava en la etapa de los cazadores-recolectores, superada por los olmecas 2,000 aos antes, por los mayas y por los constructores de Teotihuacn 1,500 antes.

    Ser cazador-recolector en pleno 1300 de nuestra era, cuando Teotihuacn ya estaba en ruinas, era una ignominia.

    As que, como los nuevos ricos que se crean ancestros nobles, los gobernantes aztecas fueron los primeros, 100 aos antes que los conquistadores espaoles, en ordenar la quema de cdices porque "dicen muchas mentiras". Y reescribieron la historia con ellos en primer plano.

    El Cdice Matritense

    Esta es la versin textual de lo afirmado arriba. Se encuentra en el Cdice Matritense, vol. VIII, fol.192:

    Se guardaba su historia. [de los pueblos indgenas] Pero entonces fue quemada: cuando rein Itzcatl, en Mxico. Se tom una resolucin, los seores mexicas dijeron: no conviene que toda la gente conozca las pinturas. Los que estn sujetos [el pueblo] se echarn a perder y andar torcida la tierra, porque all se guarda mucha mentira, y muchos en ellas han sido tenidos por dioses.

    El impuesto de sangre

    Nada nos da una idea ms exacta de la naturaleza implacable del poder que ejercan los aztecas, como el tributo de sangre que impusieron a Tlaxcala, comenta Laurette Sejourn. Ocurri as: tras un sitio extenuante, Tlaxcala se rindi, pero "qu tributo poda exigir Tenochtitln a una ciudad tan pobre? Fue entonces cuando se decret que se convertira en un campo de batalla permanente para capturar hombres destinados a alimentar al Sol", una "idea ingeniosa" de los aztecas. "Es indiscutible que la necesidad csmica del sacrificio humano constituy un slogan ideal, porque en su nombre se realizaron las infinitamente numerosas hazaas guerreras que forman su historia y se

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  • consolid su rgimen de terror", contina Sejourn en La traicin a Quetzalcatl, y concluye: "Parece evidente que los aztecas no actuaban ms que con un fin poltico. Tomar en serio sus explicaciones religiosas de la guerra es caer en la trampa de una grosera propaganda de Estado".Entrada a Tenochtitln

    Dice Bernal Daz del Castillo, en el captulo 88 de la obra que le conocemos: "Ya que llegbamos cerca de Mxico, adonde estaban otras torrecillas, se ape el gran Montezuma de las andas, y traanle del brazo aquellos grandes caciques, debajo de un palio muy riqusimo a maravilla, y el color de plumas verdes con grandes labores de oro, con mucha argentera y perlas y piedras chalchiuis, que colgaban de unas como bordaduras, que hubo mucho que mirar en ello".

    La descripcin de Corts

    Hernn Corts hace, en su primera cana a Carlos V, una descripcin de su entrada a Tenochtitln que los mexicanos deberamos aprender de memoria. Entra por Iztapalapa y comenta que "tendr esta ciudad 12 o 15,000 vecinos", pasa por otras 3 ciudades que tendrn, la primera, "3,000 vecinos, y la segunda ms de 6,000, y la tercera otros 4 o 5,000 vecinos, y en todas muy buenos edificios de casas y torres". Llega finalmente a Tenochtitln, la capital del imperio, con medio milln de habitantes, y relata: "Aqu me salieron a ver y a hablar hasta 1,000 hombres principales, ciudadanos de la dicha ciudad, todos vestidos de una manera y hbito, y segn su costumbre, bien rico; y llegados a me hablar, cada uno por si haca, en llegando a m, una ceremonia que entre ellos se usa mucho, que pona cada uno la mano en la tierra y la besaba [no lo invent pues el papa]; y as estuve esperando casi una hora hasta que cada uno ficiese su ceremonia".

    Llegada de Moctezuma

    Tras de que la nobleza azteca en pleno (que ella sola triplicaba el nmero de espaoles) le hiciera caravanas a Corts durante una hora, cosa que ms bien lo hart, y que se repite ahora ante presidentes y gobernadores, se presenta Moctezuma, rodeado por otros 200 nobles.

    Corts intenta darle un abrazo, pero 2 acompaantes, que llevan al emperador sostenido por los brazos "me detuvieron con las manos para que no le tocase". Moctezuma haba endurecido el protocolo de la corte a extremos no imaginados en las cortes europeas. Oigamos de nuevo a Bernal Daz del Castillo: "y venan otros 4 grandes caciques que traan el palio sobre sus cabezas, y otros muchos seores que venan delante del gran Montezuma, barriendo el suelo por donde haba de pisar, y le ponan mantas por que no pisase la tierra. Todos estos seores ni por pensamiento le miraban en la cara, sino los ojos bajos y con mucho acato".

    Aprehensin de Moctezuma

    "Por no s qu achaque prendi Corts a Moteczuma y en l se cumpli lo que de l se deca, que todo hombre cruel es cobarde, aunque a la verdad, era ya llegada la voluntad de Dios, porque de otra manera fuera imposible querer 4 espaoles sujetar un nuevo mundo tan grande y de tantos millares de gente como haba en aquel tiempo. La gente ilustre y los capitanes mexicanos todos se espantaron de tal atrevimiento y se retiraron a sus casas". Fernando Alva Ixtlixchitl. Entendamos bien: Corts y sus soldados, que eran 300, con 13 a caballo, todos ellos con el terror de tener frente a si una ciudad que estaba entre las ms grandes de aquella poca en el mundo entero, entran, atragantndose el miedo, como invitados de un monarca dspota, a quien ni siquiera la nobleza mira a los ojos, y, en el interior mismo de la capital, en el propio palacio del dspota, Corts lo declara prisionero por qutame all estas pajas. Lo primero, se le cae a uno la mandbula de asombro y

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  • luego una incontenible carcajada y un aplauso rematan la lectura. Bravo por Corts.

    Como todos sabemos, y repite la Enciclopedia de Mxico con tonillo de reproche, "a pesar de las manifestaciones de amistad del conquistador, ste lo hizo prisionero [a Moctezuma], cosa que neg Moctezuma para apaciguar los nimos de sus sbditos".

    Hagamos cuentas: nada ms la corte eran 1,200 nobles, sumemos 15,000 indios en Iztapalapa, 14,000 en otras ciudades vecinas y 500,000 en la capital. Corts estaba rodeado, en el corazn mismo del imperio, por una poblacin de 530,000 personas, y por varios miles de kilmetros se extendan otros dominios y ejrcitos y millones ms de indios. Cuntos espaoles eran? Sigue Bernal: "por delante estaba la gran ciudad de Mxico; y nosotros an no llegbamos a cuatrocientos soldados". Y as aprehendi Corts al emperador? Se entiende que por vergenza sigamos ocultando estos nmeros a los nios.

    El temor a lo desconocido

    Cmo se siente un soldado, de aquellos 400, al penetrar as en un territorio del que jams antes haba odo hablar? No podemos ni imaginarlo porque ahora el mundo entero es conocido y tiene carreteras, cocacolas y tarjetas de crdito. Tendramos que estar llegando a Marte para sentir lo mismo, y ni siquiera entonces, pues de Marte poseemos cartas geogrficas precisas hasta detalles de pocos metros. Una idea de esa soledad la da Bernal: "y tenamos muy bien en la memoria las plticas y avisos que nos dieron los de Guaxocingo y Tlaxcala y de Tamanalco, y con otros muchos avisos que nos haban dado para que nos guardsemos de entrar en Mxico, que nos haban de matar desde que dentro nos tuviesen. Miren los curiosos lectores esto que escribo, si haba bien que ponderar en ello; qu hombres ha habido en el universo que tal atrevimiento tuviesen?".

    La conquista "espaola" la hicieron los pueblos indios levantados contra el siniestro imperio que apenas tena 100 aos como pueblo libre y haba pagado su libertad entregando al seor de Culuacn costales de orejas arrancadas al enemigo. Hasta all se entiende, pero cmo ocurri que al da siguiente de la cada de Tenochtitln aquellos miles de recin liberados indios no dieran las gracias a Corts y lo enviaran a su casa? O, para no discutir mucho con l, lo mataran junto con sus menos de 400 soldados?

    La victoria del 13 de agosto

    Hemos recuperado, con creces, nuestro pasado indgena. Ahora falta recuperar nuestra herencia espaola, sobre la cual se asienta, nada menos, que el nuevo pas y la nueva poblacin emergidas no de la derrota, como se le ha enseado a tantas generaciones de mexicanos nacidos para perder, sino de la victoria que los pueblos indgenas, guiados por Corts, obtuvieron un da relatado as: "Prendise Guatemuz [Cuauhtmoc] y sus capitanes en 13 de agosto, a hora de vsperas, da de seor San Hiplito, ao de 1521, gracias a nuestro seor Jesucristo y a nuestra seora la virgen santa Mara, su bendita madre, amn". Bernal Daz del Castillo. Los estrategas de esa victoria, Corts y sus hombres, se volvieron despus los nuevos opresores, y as pasaron otros 300 aos: una historia muy repetida en este agobiado pas, pero seguimos sin entenderla y cantando al caudillo del momento. Un hecho asombroso

    Vino luego lo ms asombroso: 550,000 indios, ms muchas decenas de miles de aliados, vieron con horror a 12 frailes derrumbar, como iluminados, dolos y altares, vieron a Corts tomar el mando del imperio, trazar una nueva ciudad, fundar un pas y "ni por pensamiento lo miraron a la cara". Por

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  • eso la cada del torvo y sanguinario poder azteca, aborrecido desde la costa del Golfo hasta Oaxaca, y desde Tabasco hasta los desiertos norteos, debe ser la fecha fundadora de Mxico, que nace del triunfo de sus habitantes actuales, indios, mestizos y blancos. Los nicos con derecho a llamarse derrotados seran los aztecas puros, si tales existieran, pero la sola mencin de una pureza racial, la que sea, a estas alturas produce escalofro y trae terribles recuerdos.

    La mayor abyeccin: El testimonio tarasco

    Entre los tarascos, el mando supremo lo ejerca el caltzontzin, seor guila, descendiente del sol. Oigamos la ignominiosa Relacin de Michoacn, testimonio tarasco de la "conquista" de esos pueblos, los restos del gran Imperio de Occidente, desintegrado en mltiples cacicazgos en fecha desconocida, pero prehispnica. Dice as y comprendo al lector que, sonrojado, no termine la lectura:

    "Pues vinieron las nuevas al cazonci, cmo los espaoles hablan llegado a Taximaroa, y cada da le venan mensajeros, que venan doscientos espaoles [sic, resic, recontrasic: dice doscientos, no dice doscientos mil]... Sabiendo su venida el cazonci, cmo vena la guerra, temi que le haban de matar a l y a toda su gente, y junt los viejos y los seores y djoles: 'Qu haremos?'. Djoles el cazonci: 'Vayan correos por toda la provincia, y llguese aqu toda la gente de guerra, y muramos, que ya son muertos todos los mexicanos, y ahora vienen a nosotros... muramos todos de presto'. Djole aquel principal al cazonci: 'Seor, haz traer cobre y pondrmosnoslo a las espaldas y ahogumonos en la laguna, y llegaremos ms presto y alcanzaremos a los que son muertos'. El cazonci salise huyendo y subise al monte con sus mujeres y fueron tras l aquellos principales as borrachos como estaban... y el cazonci fuese a un pueblo llamado Urapan... Y djoles el cazonci: 'Estmonos a ver aqu, a ver qu nuevas hay, y qu harn los espaoles cuando vengan'. Y antes de que llegasen los espaoles, sacrificaron los de Mechuacn 800 esclavos de los que tenan encarcelados, porque no se les huyesen con la venida de los espaoles, y se hiciesen con ellos... y llegaron a un lugar todos los caciques de la provincia y seores con gente de guerra, obra de media legua de la ciudad, por el camino de Mxico, en un lugar llamado Apo y hicieron una raya a los espaoles y dijronles que no pasasen ms adelante, que les dijesen a qu venan, y que si los venan a matar. Respondiles el capitn: 'No os queremos matar: venos de largo aqu adonde estamos; quiz vosotros nos queris dar guerra'. Dijeron ellos [los guerreros]: 'No queremos'. Djoles el capitn Cristobal de Olid: 'Pues dejad los arcos y flechas y venid donde nosotros estamos', y dejronlos [los arcos y flechas] y fueron donde estaban los espaoles... y recibironlos muy bien y abrazronlos a todos. Y llegaron todos a los patios de los ces [templos] grandes... y como [los espaoles] subieron a los ces y echaron las piedras del sacrificio a rodar por las gradas abajo, a un dios questaba all mirbalo la gente y deca: 'Por qu no se enojan nuestros dioses? Cmo no los maldicen?'. Y trujronles mucha comida a los espaoles, y como no haba mujeres en la cibdad, que todas se haban huido a Ptzquaro, los varones molan en las piedras para hacer pan para los espaoles".

    Sinnimos

    Ignoro en absoluto el tarasco y a la luz de esta crnica nada me interesa menos que esa lengua, pero en castellano existen abundantes sinnimos para calificar esta antibatalla de Maratn, perdida sin disparar una flecha por esos antimacabeos: deshonor, ignominia, degradacin, ruindad, infamia, afrenta, humillacin, abyeccin, oprobio, baldn, ultraje, estigma, descrdito, vilipendio, bajeza, ludibrio. Escoja el que mejor se adecue. (Y no me pongan acento en la u.)

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