Las misiones de Sinaloa, rescate histórico, arqueológico y patrimonial de las fundaciones jesuitas...

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El presente trabajo aborda el estudio de las misiones jesuíticas de Sinaloa, fundadas en el noroeste de México durante los siglos XV al XVIII, así como el estado actual de los bienes misionales, con el propósito de conocer su estado actual y determinar su protección y conservación.

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  • DIRECTORIO CONACULTA-INAH

    CONACULTA

    Rafael TovaR y de TeResa Presidente

    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA

    seRgio Ral aRRoyo gaRca director General

    alba alicia MoRa casTellanos secretaria administrativa

    bolfy coTToM Ulin secretario tcnico

    edUaRdo vzqUez MaRTn coordinador nacional de difusin

    MaRa del caRMen TosTado gUTiRRez directora de divulGacin

    SIMPOSIO ROMN PIA CHN

    orGanizadores Joel sanTos, KaRla ceReceRo, ivn URdapilleTa,

    lUca snchez de bUsTaManTe, leonaRdo basTida

    moderadores y aPoyo ManUel gRaniel, oswaldo cUadRa, caRlos TopeTe, loRena vzqUez,

    inga heRnndez, aleJandRa dvila, yaRiMa MeRchn, isaac aqUino, diana MUlaTo, paola zepeda, hUssein aMadoR, Roco segURa, david gonzlez, lidia RodRgUez, shiaT pez, adRiana casTillo, albeRTo dURn, JUan caRlos caMpos, noRa RodRgUez, denisee veRgaRa, paola gonzlez, yann aRenas, evelyn gaRca, felipe gallaRdo, beRenice villanUeva, aMRica MalbRn, enRiqUe TovaR, enRiqUe Mndez, oMaR olivo, MaRiana favila, aRiadna floRes, iTzel eUdabe, aban floRes, Josas albaRRn, sofa salinas, RobeRTo RodRgUez, nURiTh vivas y eMilia abaRca

    AGRADECIMIENTOS

    a la investigacin en Arqueologa, Antropologa Fsica,

    Antropologa Social, Etnologa, Historia, Etnohistoria

    y Lingstica, y a quienes la llevan a cabo

    a la Escuela Nacional de Antropologa e Historia

    y al Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la unam

    a todos los que aportan su granito de arena da a da, para

    conocer y proteger nuestro pasado y nuestro patrimonio

    a la Coordinacin Nacional de Difusin,

    a la Coordinacin Nacional de Arqueologa y

    al Instituto Nacional de Antropologa e Historia

    Agradecemos de manera especial a la doctora

    Beatriz Barba, por el apoyo incondicional al proyecto

    y al simposio. Tambin queremos reconocer la constancia y

    el respaldo que nos brindaron los doctores Romn Pia Chn

    y Jaime Litvak King pilares de la investigacin en Mxico.

  • Primera edicin: mayo de 2013

    D.R. Instituto Nacional de Antropologa e HistoriaCrdoba 45, Col. Roma, CP 06700, Mxico, [email protected]

    Las caractersticas grficas y tipogrficas de esta edicin son propiedad del Instituto Nacional de Antropologa e Historia

    ISBN: 978-607-484-302-6

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduccin total o parcialde esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografay el tratamiento informtico, la fotocopia o la grabacin, sin la previa autorizacinpor escrito de los titulares de los derechos de esta edicin.

    Impreso y hecho en MxicoPrinted and made in Mexico

  • CONTENIDO 11 ROMN PIA CHN, EL SIMPOSIO DE ARQUEOLOGA

    salvadoR gUillieM aRRoyo

    14 LA HISTORIA TRAS DIEZ AOS: MEMORIAS DEL SIMPOSIO ROMN PIA CHN

    lUca snchez de bUsTaManTe Joel sanTos RaMRez

    23 SEMBLANZA DE UN MAESTRO: ROMN PIA CHN ivn URdapilleTa caMaal

    33 HOMENAJE AL PROFESOR ROMN PIA CHN (2001)

    33 EL PEREGRINAR DE LOS EXTRANJEROS. LOS TUTUL XIUT Y LOS ITZES eRnesTo vaRgas pacheco

    61 ROMN PIA CHN: SU PASO POR BECN Y CHICANN KaTina vacKiMes seRReT

    66 PALABRAS EN EL VI SIMPOSIO ROMN PIA CHN JoRge haRada

    71 CACAXTLA Y EL DOCTOR ROMN PIA CHN MaRa isabel gaRca lpez

    80 NUEVOS APORTES ARQUEOLGICOS EN EL NORTE Y OCCIDENTE DE MXICO (2001)

    80 HABITANTES DE CUEVAS EN MBITOS COSTEROS DE LA REGIN AUSTRAL DE LA PENNSULA DE BAJA CALIFORNIA

    haRUMi fUJiTa

    100 LA TRADICIN DE LAS TUMBAS DE TIRO EN EL OCCIDENTE DE MXICO CON NFASIS EN EL CAN DE BOLAOS, JALISCO

    MaRa TeResa cabReRo g.

    116 EL MENSAJE DE LAS PIEDRAS: UNA APROXIMACIN A LOS PETROGRABADOS DEL VALLE DE MALPASO, ZACATECAS

    caRlos albeRTo ToRReblanca padilla

    134 LOS RECIENTES ESTUDIOS ARQUEOLGICOS EN EL VALLE BAVISPE, SONORA

    csaR aRMando qUiJada lpez

    154 BOSQUEJO Y PERSPECTIVAS DE LA ARQUEOLOGA EN COLIMA MaRa ngeles olay baRRienTos

    165 EXPLORACIONES RECIENTES EN EL PANTANO: UN PANTEN DEL FORMATIVO MEDIO EN JALISCO

    Joseph b. MoUnTJoy

    173 LA METALURGIA EN EL OCCIDENTE DE MXICO RoMn pia chn beaTRiz baRba de pia chn

    191 POR LOS CAMINOS DEL SUR: POSIBLES CONTACTOS CULTURALES ENTRE LA CUENCA DEL BALSAS, CENTROAMRICA Y SUDAMRICA

    Rosa MaRa Reyna Robles

    211 GEOGRAFA CULTURAL DE TAMAULIPAS: UNA REVISIN gUsTavo a. RaMRez casTilla

    221 REFLEXIONES ACERCA DE LA ARQUEOLOGA DE LUIS AVELEYRA ARROYO DE ANDA

    leTicia gonzlez aRRaTia

    230 HACIA UNA ARQUEOLOGA INTEGRAL (2002)

    230 DIOSES, CREACIONES Y FESTIVIDADES MEXICANAS PREHISPNICAS beaTRiz baRba de pia chn

    254 LA ARQUEOLOGA HISTRICA ES UNA VETA POCO EXPLOTADA EN EL NOROESTE DE MXICO

    csaR a. qUiJada lpez

    262 LAS MISIONES DE SINALOA, RESCATE HISTRICO, ARQUEOLGICO Y PATRIMONIAL DE LAS FUNDACIONES JESUITAS MS ANTIGUAS DEL NOROESTE NOVOHISPANO

    Joel sanTos RaMRez

    287 EL SIGLO XVI Y EL NOROESTE DE MXICO: PUNTO DE ENCUENTRO ENTRE LA ETNOHISTORIA Y LA ARQUEOLOGA

    eMiliano gallaga MURRieTa

    306 REFLEXIONES EN TORNO A LOS CONTEXTOS ARQUEOLGICOS AFRICANOS EN LA CIUDAD DE MXICO

    aMRica MalbRn poRTo alfRedo feRia cUevas

    320 MESOAMRICA Y ARIDOAMRICA: ARQUEOLOGA EN EL SIGLO XXI (2003)

    320 EXPLORACIN DEL JUEGO DE PELOTA DE EL TIGRE, CAMPECHE eRnesTo vaRgas pacheco

    340 ARQUEOLOGA Y LA COSTA DEL GOLFO: NUEVOS APORTES Y RETOS PARA EL SIGLO XXI

    gUsTavo a. RaMRez casTilla

    356 ARQUEOLOGA EN OAXACA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO MaRcUs winTeR

  • 374 DEFINICIN EN LA REGIN ARQUEOLGICA DE LA COSTA GRANDE DE GUERRERO, MXICO

    RUbn Manzanilla lpez

    397 LA IGLESIA Y EL COLEGIO JESUITA DE SINALOA, DESCUBRIMIENTO Y EXPLORACIN ARQUEOLGICA

    Joel sanTos RaMRez

    423 MISTERIOS DEL XIBALB, INFRAMUNDO QUICH beaTRiz baRba de pia chn

    456 LATINOAMRICA ARQUEOLGICA (2004)

    456 LA UNESCO Y UNA VISIN INTEGRAL DEL PATRIMONIO niKlas schUlze ciRo caRaballo

    467 LA RUTA DEL PACFICO. CONTACTOS ENTRE MXICO, CENTROAMRICA Y SUDAMRICA

    eRnesTo vaRgas pacheco

    491 BREVE RESEA DE LA ARQUEOLOGA HISTRICA EN BUENOS AIRES, ARGENTINA

    ana igaReTa aMRica MalbRn poRTo

    508 EL PAISAJE SAGRADO DEL ESTADO EN MONTE ALBN beRnd fahMel beyeR

    524 LAS MIGRACIONES NAHUAS DE MXICO A NICARAGUA SEGN LAS FUENTES HISTRICAS

    aMRica MalbRn poRTo ivn cRisTina encinas heRnndez

    541 UNA MIRADA AL CARIBE (2005)

    541 CRISIS CULTURAL Y FIN DEL COLONIALISMO ESPAOL EN CUBA. SOBRE PRENSA PERIDICA Y NACIONALISMO

    alain basail RodRgUez

    572 LOS MAYAS COSTEROS EN LA BAHA DE CHETUMAL eMiliano RicaRdo MelgaR Tsoc

    601 ESCLAVOS, ESCLAVITUD Y ARQUEOLOGA EN CUBA loURdes doMngUez aMRica MalbRn poRTo

    620 TAZUMAL Y LOS CONTACTOS TOLTECAS EN EL SALVADOR. NUEVAS APRECIACIONES DE LA ESTRUCTURA B1-2

    fabRicio valdivieso

    649 MESOAMRICA Y ARIDOAMRICA: PERSPECTIVAS Y AVANCES (2006)

    649 LOS GRABADOS RUPESTRES DE SINALOA, EVIDENCIAS DE UNA ANTIGUA TRADICIN NOROCCIDENTAL DE ARTE RUPESTRE

    Joel sanTos RaMRez

    678 ELEMENTOS CULTURALES ASOCIADOS CON LOS CHICHIMECAS OBSERVADOS EN UN DOCUMENTO PICTOGRFICO PRODUCIDO EN LA POCA COLONIAL TEMPRANA. MAPA DE CUAUHTINCHAN NMERO 2, SIGLO XVI, ESTADO DE PUEBLA

    KeiKo yoneda

    694 CASAS EN ACANTILADO DE LA SIERRA SONORENSE: UNA MIRADA DESDE LUMHOLTZ AL LABORATORIO

    JpiTeR MaRTnez RaMRez

    707 DESIGUALDAD SOCIAL EN MONTE ALBN EN GRUPOS DOMSTICOS DEL REA CENTRAL. ESTRUCTURA SOCIAL Y SALUD

    eRnesTo gonzlez licn loURdes MRqUez MoRfn

    737 ASPECTOS DE LA ACTUALIDAD DEL CENTRO HISTRICO DE LA CIUDAD DE OAXACA

    sUsana gMez seRafn

    756 EL ARTE RUPESTRE DEL NORORIENTE DE GUANAJUATO caRlos viRaMonTes anzURes

    772 INVESTIGACIONES ARQUEOLGICAS EN EL CPORO, GUANAJUATO caRlos albeRTo ToRReblanca padilla

    785 ESTUDIO GEOFSICO DEL SITIO ARQUEOLGICO DE LOS TETELES DE OCOTITLA, TLAXCALA

    denisse l. aRgoTe espino pedRo a. lpez gaRca Ren e. chvez segURa geRaRdo cifUenTes

    802 DE CUEVAS Y DUENDES. EL CULTO A LAS CUEVAS EN LA REGIN DE COETZALA, VERACRUZ

    aMRica MalbRn poRTo

    810 LA SUPERVIVENCIA DE UNA RESINA PREHISPNICA: EL COPAL naoli vicToRia lona

    829 APUNTES PARA EL ESTUDIO DE LA PRODUCCIN AZUCARERA EN MXICO DURANTE LA POCA COLONIAL: LA ARQUITECTURA DE LA HACIENDA DE TECOYUTLA, GUERRERO

    paTRicia a. MURRieTa floRes

  • 855 XIPE TTEC EN LA MONTAA DE GUERRERO: DATOS PARA SU ESTUDIO REGIONAL

    elizabeTh JiMnez gaRca

    869 LOS CACHUQUEROS valeRio paRedes vega

    886 SENSORES REMOTOS EN EL REA MAYA pedRo lpez gaRca

    916 LA ARQUEOLOGA MEXICANA Y EL SIGLO XXI HOMENAJE A JAIME LITVAK KING (2007-2008)

    916 LA VISIN DE LA ARQUEOLOGA DE JAIME LITVAK Joel sanTos RaMRez

    935 ARQUEOLOGA HISTRICA EN ARGENTINA: EL MUNDO HA VIVIDO EQUIVOCADO

    ana igaReTa

    952 EL PAISAJE COMO ESTRUCTURADOR DE LAS PRCTICAS RITUALES EN EL ARTE RUPESTRE DE QUERTARO

    caRlos viRaMonTes anzURes

    968 LAS CULTURAS DE SINALOA Y EL NOROESTE MESOAMERICANO Joel sanTos RaMRez

    990 EXPLORACIONES ARQUEOLGICAS EN CHIHUAHUA. EXPEDICIN PUNITIVA

    Rafael cRUz anTilln

    1007 ARQUEOLOGA DE JARDINES: EL CASO DEL EX CONVENTO DE CHURUBUSCO

    Jos anTonio lpez palacios ToMs villa cRdova RaMn lpez valenzUela

    1032 EL TOPNIMO DE COETZALA, VERACRUZ. UN ANLISIS HISTRICO aMRica MalbRn poRTo

    1047 ARQUEOLOGA SUBACUTICA EN LA COSTA DE CAMPECHE helena baRba MeinecKe

    1062 GESTIN DE MANEJO Y OPERACIN DE DOS ZONAS ARQUEOLGICAS MAYAS ABIERTAS AL PBLICO EN CHIAPAS

    alfRedo feRia cUevas 1071 ARQUEOLOGA, MUSEOS Y PUEBLOS ORIGINARIOS. EXHIBICIN Y RESTITUCIN DE RESTOS HUMANOS

    MaRa eva beRnaT

    1088 ARQUEOLOGA DE LA INFRAESTRUCTURA E HISTORIA CONSTRUCTIVA EN EL TIGRE, CAMPECHE

    ivn URdapilleTa caaMal

    1108 EN EL CENTRO DE AMRICA CENTRAL, UNA MIRADA EN LA ARQUEOLOGA SALVADOREA. BOSQUEJO HISTRICO

    fabRicio valdivieso

    1148 BUENOS AIRES: ARQUEOLOGA DE UNA CIUDAD QUE NO QUIERE CONOCER SU PASADO

    daniel schvelzon

    1165 MXICO-CATALUA: DILOGO INTEROCENICO (2009)

    1165 DIVERSOS ASPECTOS DE LA ARQUEOLOGA SUBACUTICA MEXICANA pilaR lUna eRRegUeRena

    1182 LA ARQUITECTURA INDUSTRIAL EN MONTERREY. SU VALOR DE USO Y SU VALOR SIMBLICO

    enRiqUe TovaR esqUivel aMRica MalbRn poRTo

    1201 POBLAMIENTO TEMPRANO Y VARIABILIDAD CULTURAL EN EL SURESTE DE MXICO

    gUilleRMo acosTa ochoa

    1222 HORTICULTURA TEMPRANA EN LA DEPRESIN CENTRAL DE CHIAPAS gUilleRMo acosTa ochoa beaTRiz lUdlow viecheRs iRn RiveRa gonzlez

    1235 IDENTIDAD Y LEGALIDAD DEL PATRIMONIO ARQUEOLGICO E HISTRICO EN EL NOROESTE DE MXICO

    JpiTeR MaRTnez R.

    1248 HISTORIAS ARQUEOLGICAS (2010)

    1248 INVESTIGACIONES RECIENTES EN TAMTOC, SAN LUIS POTOS esTela MaRTnez MoRa gUilleRMo cRdova Tello paTRicia olga heRnndez espinoza

    1305 COSTUMBRES FUNERARIAS Y VENERACIN ANCESTRAL EN CAADA DE LA VIRGEN, SAN MIGUEL DE ALLENDE, GUANAJUATO

    gabRiela zepeda gaRca MoReno

    1331 ARQUEOLOGA DE CENTLA, TABASCO: UN ESTUDIO REGIONAL alfRedo feRia cUevas

    1342 MANIFESTACIONES RUPESTRES EN LA CUEVA DE CHICOMEATL, ZACATAL GRANDE, VERACRUZ

    aMRica MalbRn poRTo enRiqUe Mndez ToRRes

  • 1352 ANLISIS ARQUEOMTRICOS DE CERMICA EN CUEVAS HMEDAS DE CHIAPAS. EL CASO DE DOS CUEVAS DEL MUNICIPIO DE OCOZOCOAUTLA

    enRiqUe Mndez ToRRes

    1364 LAPIDARIA PREHISPNICA DEL OCCIDENTE DE MXICO. CARACTERIZACIN Y PROVENIENCIA

    JasinTo Robles caMacho R. snchez heRnndez M. a. Meneses nava a. a. baRRios RUiz o. baRbosa gaRca

    1385 EXPLORACIONES ARQUEOLGICAS EN LAS LABRADAS Y EN LA SUBREGIN CULTURAL DEL RO PIAXTLA, SINALOA

    vcToR Joel sanTos RaMRez enRiqUe soRUco senz

    1443 NUEVAS INVESTIGACIONES EN LA CUENCA BAJA DEL RO BALUARTE, SINALOA. PRIMERA TEMPORADA DEL PROYECTO ARQUEOLGICO RO BALUARTE lUis alfonso gRave TiRado

    1462 PASADO Y PRESENTE DE LA INVESTIGACIN DEL ARTE RUPESTRE EN CHIHUAHUA

    fRancisco Mendiola galvn

    1482 CERMICA ANARANJADO FINO BALANCN Y SILHO DEL CLSICO TARDO Y DEL POSCLSICO TEMPRANO DE OAXACA: RESULTADOS PRELIMINARES DE ANLISIS DE ACTIVACIN DE NEUTRONES

    RobeRT MaRKens ciRa MaRTnez lpez MaRcUs winTeR

    1501 UN PANORAMA DE LA ARQUEOLOGA DE GUERRERO Rosa MaRa Reyna Robles

    1514 PRINCIPALES HALLAZGOS EN LA PIRMIDE NMERO 4 DEL SITIO LAGARTERO, CHIAPAS

    sonia RiveRo ToRRes

    1550 EL CPORO. UN ASENTAMIENTO PREHISPNICO AL NORTE DEL ALTIPLANO CENTRAL

    caRlos a. ToRReblanca padilla

    1564 TIEMPO DE PIEDRA. INVESTIGACIONES RECIENTES EN LA ZONA COSTERA DE LA SIERRA DE SANTA MARTA, VERACRUZ

    loURdes bUdaR JiMnez

  • 266 267

    LAS MISIONES DE SINALOA, RESCATE HISTRICO, ARQUEOLGICO Y PATRIMONIAL DE LAS FUNDACIONES JESUITAS MS ANTIGUAS DEL NOROESTE NOVOHISPANO

    Joel sanTos RaMRez*

    Con el objetivo de desarrollar un estudio de las misiones jesuitas de Sina-loa, fundadas en el noroeste de Mxico durante los siglos xvi al xviii, para conocer el estado actual de los bienes misionales y llevar a cabo acciones inmediatas de registro, catalogacin, inventario, proteccin, investigacin, conservacin y restauracin, el Instituto Nacional de Antropologa e Historia puso en marcha el proyecto multidisciplinario La ruta de las misiones de Sinaloa (lrms), a partir del mes de mayo del 2002.

    El proyecto lrms estuvo enfocado esencialmente en la investigacin, el desarrollo de proyectos arquitectnicos, artsticos, arqueolgicos, histri-cos, y etnogrficos:

    Arquitectnicos: registro, catalogacin e investigacin de sitios misionales.Artsticos: registro, catalogacin e investigacin de bienes muebles misio-

    nales.Arqueolgicos: estudios regionales y locales de prospeccin, excavaciones

    y anlisis de gabinete.Histricos: recopilacin e investigacin de fuentes documentales.Etnogrficos: registro e investigacin de tradiciones de origen jesutico.

    La primera etapa del proyecto consisti en realizar el trabajo de registro, con el objetivo de elaborar el catlogo e inventario de los bienes inmuebles misionales. As, la informacin recabada en el campo, los resultados de las investigaciones arqueolgicas, documentales, arquitectnicas y etnogrfica, fueron capturados en una base de datos creada ex profeso, para almacenar la informacin del proyecto, cuyo propsito era convertirse en la fuente de informacin ms completa y funcional de las misiones de Sinaloa.

    * Licenciado en Ciencias Antropolgicas con especialidad en Arqueologa, egresado de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia. Desde el 2002, es investigador del Centro inah Sinaloa.

    Del 2002 al 2005 se realiz, como parte de proyecto, la exploracin del sitio fundacional de las misiones jesuitas del noroeste de Mxico: el Colegio Jesuita de Sinaloa, cuya investigacin arroj importantes conocimientos so-bre este establecimiento jesutico, adems de la recuperacin del espacio histrico y de vestigios arquitectnicos. Los resultados del proyecto confor-man un cmulo de informacin arqueolgica, histrica y arquitectnica, con un importante valor acadmico y patrimonial para el estudio de las misiones de Sinaloa. Los trabajos se llevaron a cabo con el apoyo del Ayuntamiento de Sinaloa, durante los tres aos en campo, que dur el proyecto arqueolgico.

    En el 2004, con el apoyo del Ayuntamiento de Guasave, se desarroll un proyecto de conservacin de las ruinas del templo de Pueblo Viejo (la antigua misin de San Ignacio No), cuyos restos arquitectnicos se en-contraban en mal estado de conservacin. Lamentablemente el proyecto no se concret debido al cambio de administracin del ayuntamiento; sin embargo, fue posible realizar un diagnstico completo sobre el estado f-sico de las ruinas, la planimetra del asentamiento, el estudio histrico y el anlisis arquitectnico; as como el proyecto de intervencin arquitectnica para conservar este sitio histrico. El trabajo fue posible gracias al soporte tcnico y acadmico realizado de forma sistemtica a travs del proyecto lrms, el cual contemplaba tambin desarrollar programas de conservacin y restauracin en los sitios misionales.

    El proyecto lrms fue suspendido en el 2005 debido a la falta de re-cursos. Los trabajos de campo, principalmente los arqueolgicos, fueron suspendidos de forma abrupta, sin posibilidad de retomarlos en los aos siguientes. Los estudios se continuaron en gabinete, del 2006 al 2008; durante estos aos se integraron los informes arqueolgicos y la investi-gacin documental se desarroll con resultados fructferos en bibliotecas y archivos documentales. Durante 2007, se llev a cabo la investigacin y recopilacin documental de las fuentes primarias que describen las caracte-rsticas y acontecimientos de las misiones jesuitas de Sinaloa, desde el ao 1591 hasta 1768. La investigacin incluy la consulta de archivos y bibliote-cas; gracias a ella fueron descubiertos documentos inditos, as como una compilacin annima de todas las cartas anuas de las misiones de Sinaloa,

  • 268 269

    cuyos documentos originales se hayan dispersos en varios archivos del Ar-chivo General de la Nacin (agn).

    Las misiones de Sinaloa fueron las fundaciones jesuitas ms antiguas del noroeste novohispano; pero tambin han sido las menos conocidas y estudiadas en la historia del noroeste de Mxico. No sin razn, pues adems de que el tiempo ha borrado casi en su totalidad sus vestigios materiales y la memoria colectiva, tambin debemos recordar que tuvieron un final abrupto: fueron desintegradas por un decreto de Estado, al llevarse a cabo la expulsin de los jesuitas de la Nueva Espaa, a partir de 1767. Las mi-siones pasaron a manos del clero secular en 1768, pero su funcionamiento ya no fue el mismo; su administracin qued en manos de prrocos poco escrupulosos, quienes rompieron con su hegemona hasta desaparecer el sistema que los jesuitas desarrollaron en la regin a lo largo de 276 aos.

    Las ex misiones fueron transformadas en iglesias seculares, algunas abandonadas hasta convertirse en ruinas y otras destruidas por fenmenos naturales o porque quedaron sumergidas en los vasos de las presas. En ninguno de los templos se conservaron ni los archivos jesuticos, ni los regis-tros eclesisticos y administrativos, y tampoco las bibliotecas. Las fuentes primarias que describen parcialmente la historia de las misiones de Sinaloa, se componen de algunas cartas annuas, los informes que se hacan cada ao de las misiones; las visitas realizadas por los padres jesuitas, llamados propiamente visitadores; la correspondencia que mantena el rector del co-legio, encargado de administrar y mantener el cuidado del rectorado de Si-naloa, con el padre provincial; documentos de carcter extraordinario, como la Relacin de la Provincia de Nuestra Seora de Sinaloa en 1601, escrito adjudicado al padre Martn Prez; la clebre obra Triunfos de nuestra San-ta Fe, escrita por el padre Andrs Prez de Ribas, publicada en 1645; el Apologtico defensorio y puntual manifiesto, escrito en 1657 por el padre Francisco Xavier de Faria; las visitas del padre Pedro Tamarn y Romeral, obispo de Durango, compiladas en la obra Demostracin del vastsimo obis-pado de la Nueva Vizcaya, concluida en 1765, y en el Libro de registro de su segunda visita ,escrito en 1768.

    Con excepcin de las obras mencionadas, las cuales han sido reedi-tadas y publicadas en fechas relativamente recientes, la mayor parte de la

    documentacin del periodo de las misiones en Sinaloa se encuentra dis-persa en varios archivos y bibliotecas del pas y del extranjero. La expulsin de la Compaa de Jess, en 1767, produjo la dispersin de los archivos de esta provincia, una parte lleg a Roma; muchos de estos documentos, entre ellos la obra ya citada del padre Martn Prez de Ribas y otro libro del mismo autor, La historia de Sinaloa (el cual se encuentra extraviado), los tuvo a su disposicin el padre Javier Alegre cuando escribi en tiempos de la expulsin la Historia de la Compaa de Jess en la Nueva Espaa.

    Sinaloa en los siglos xvi y xvii

    En los aos treinta del siglo xvi, Nuo Beltrn de Guzmn, gobernador de la Nueva Galicia, lleg en una expedicin a las regiones de los ros Zauque y Mayo (al norte de Sinaloa y sur de Sonora); pero se repleg y fund, el 29 de septiembre de 1531, la villa de San Miguel Culiacn (Figura 1). La conquista del noroeste, como la de todo el pas, se realizaba con el reconocimiento de un territorio, el sometimiento de sus habitantes, la designacin con nom-bres castellanos de pueblos, ros, valles y montaas. El establecimiento de colonias espaolas a finales del siglo xvi, fue poco exitosa en el noroeste del pas porque se trataba de una regin peligrosa, distante y con pocas ri-quezas que explotar (an no se conocan los yacimientos mineros). En 1561, una expedicin dirigida por el conquistador Francisco de Ibarra penetr nuevamente la regin del ro Zuaque, pero tuvo que replegarse debido a la resistencia indgena.

    Como se indic antes, la primera incursin al norte de Sinaloa fue rea-lizada por Nuo de Guzmn y lleg hasta el ro Yaqui; pero la exploracin, con el objetivo de llevar a cabo la conquista, tuvo lugar a partir del relato que Alvar Nez Cabeza de Vaca le hizo al virrey Antonio de Mendoza, en 1536.1 Este explorador describi Sinaloa como una regin frtil y abundante en gneros. En 1538 sali una expedicin militar con religiosos franciscanos,

    1 Habindole ellos alabado mucho la fertilidad, la abundancia y gneros de Sinaloa, donde haban sido bien recibidos, y que el mismo jbilo de verse tan cerca de espaoles, les haba pintado como un paraso, qued el virrey determinado a enviar exploradores a aquellas tie-rras.

  • Figura 2. El ro Petatln

    270 271

    entre quienes se encontraba fray Marcos de Niza, l corrobor lo dicho por Cabeza de Vaca y convenci al virrey para llevar a cabo la conquista de esta regin. En esta poca, Sinaloa comprenda el territorio que se encontraba al norte de Culiacn.

    Una nueva expedicin, conducida por don Francisco Vzquez Corona-do, lleg primero al ro Petatln y despus al ro Zuaque, el actual ro Fuerte, que por entonces se llamaba Sinaloa. Posteriormente, siendo gobernador de la Nueva Vizcaya Francisco de Ibarra, dirigi otra expedicin que lleg nuevamente al ro Zuaque, donde fund la villa de San Juan Bautista Ca-rapoa. Poco tiempo despus, este poblado fue incendiado por la subver-sin indgena en la que fueron asesinados los franciscanos fray Pablo de Acevedo y fray Juan de Herrera, adems de quince espaoles ms. Los sobrevivientes se replegaron hacia el sur y llegaron al ro Petatln, donde los encontr una expedicin que fue en su auxilio al conocerse en Culiacn la noticia. En 1583, don Pedro de Montoya, acompaado por 30 soldados, entr nuevamente en la regin y en vsperas de San Felipe y Santiago, lle-g al ro Petatln; se pens entonces, que all podran existir minas, por lo que se tom posesin del lugar para fundar una villa con el nombre de San

    Figura 1. Mapa de Sinaloa y noroeste de Mxico

    Felipe y Santiago de Carapoa, este ltimo nombre en memoria del poblado destruido por los indgenas.

    La villa de San Felipe y Santiago se convirti en la capital de la provin-cia de Sinaloa; por antonomasia, el poblado tambin fue llamado Sinaloa, al igual que el ro, el cual desde entonces y hasta nuestros das, se llama ro Sinaloa, aunque no ha perdido su antiguo nombre de Petatln. Cabe sealar que en la ribera del mismo ro, tuvo lugar el encuentro de Cabeza de Vaca, despus de su larga travesa desde la Florida, con los espaoles que lo lo-calizaron en este lugar; el mismo Cabeza de Vaca describi el encuentro en sus Naufragios, sealando que ocurri en el ro Petaan (Figura 2).

    El actual ro Fuerte originalmente tuvo el nombre de Sinaloa; la provincia de Sinaloa tena su frontera sur en el ro Evora y en el norte, el ro Mayo; la primera capital de la provincia fue la villa de San Felipe y Santiago, tambin conocida en aquella poca como Villa de Sinaloa, posteriormente la ca-pital pasara a El Fuerte de Montesclaros. El rectorado de Sinaloa, estaba conformado por todas las misiones jesuitas que se encontraban en la de-marcacin de la provincia, su centro principal fue el Colegio de la Compaa, localizado en la villa San Felipe y Santiago. El rectorado se encontraba a car-go de un padre jesuita, quien tambin era el rector del colegio. El rectorado de Sinaloa formaba parte del obispado de Durango (Figura 3).

  • Figura 3. Rectorados de las misiones jesuitas del noroeste de la Nueva Espaa, en 1767

    Figura 4. Ruta fundacional de las misiones en el noroeste novohispano

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    Las misiones de Sinaloa (1591-1767)

    La presencia de la Compaa de Jess en el territorio que actualmente ocu-pan los estados de Sinaloa, Sonora y Baja California, demarca un periodo histrico desarrollado a partir de un proyecto colonizador encabezado por padres de la Compaa. Este proyecto se materializ en la fundacin de poblados de indios llamados misiones o pueblos de misin, y concluy abruptamente con la ruptura de un complejo sistema misional de ndole reli-gioso, social y econmico, el cual no se restableci despus de la expulsin de la Compaa; sin embargo, fund las bases del desarrollo de la regin noroeste2 (Figura 4).

    La Compaa de Jess surgi en el siglo xvi, en medio de la reforma que se viva en el interior de la Iglesia catlica y que concluira ms tarde con la aprobacin del Concilio de Trento. La Compaa se constituy como una institucin religiosa designada a emprender las misiones encomendadas por el Papa. En su origen, estuvo conformada por un prepsito general, los provinciales y los religiosos formados en los colegios de la Compaa. El Papa, era quien designaba la ciudad o pas que deba ser asistido por la Compaa; para esto, el prepsito general nombraba al provincial y el n-mero de religiosos que deban ser enviados a las misiones. Los misioneros elegidos deban poseer cualidades excepcionales: una vida virtuosa en po-breza, castidad y obediencia; poseer conocimientos sobre teologa, filosofa y derecho cannico; tena que dominar una lengua indgena, ser diestros en la administracin, resistentes a la fatiga fsica; sin miedo a los constantes peligros, dispuestos a la frugalidad y a las incomodidades de la vida rstica.

    La Compaa se expandi por todo el mundo a travs de sus misio-nes. Su arribo a la Nueva Espaa comenz 32 aos despus de su fun-dacin: sali la flota del puerto de Cdiz, da de San Antonio, 13 de junio de 1572; llegaron felizmente al puerto de San Juan de Ula, el da 9 de septiembre.3 Arribaron a la Nueva Espaa para hacerse cargo de la edu-cacin de los jvenes espaoles y colaborar en la conversin de los indge-nas; fue encomienda que recibieron de parte del general de la Compaa,

    2 Cf. Sergio Ortega, 1993a:10-93.3 Francisco Alegre, 1940 (1771): 62-63 L I. P. 1.

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    Francisco de Borja. Los jesuitas fueron los ltimos religiosos que llegaron, despus de las rdenes de San Francisco, Santo Domingo y San Agus-tn: no pareca bien ni era practicable, sin perjuicio de caridad, entrar a sembrar de nuevo o recoger donde haban ya sembrado aquellos antiguos operarios.4

    Los misioneros jesuitas tuvieron su principal residencia en la villa de San Felipe y Santiago (en la actual Sinaloa de Leyva), donde establecieron una iglesia y fundaron el colegio; aunque su principal tarea se desarroll entre los grupos indgenas que vivan dispersos a lo largo del ro Petatln, para congregarlos en las misiones, a las cuales dedicaron la mayor importancia.

    Los primeros aos de misin fueron los ms representativos en la histo-ria de las misiones de Sinaloa; para los misioneros signific el aprendizaje de la lengua y costumbres indgenas, la incomprensin del mundo indgena que slo pudieron interpretar a travs su perspectiva cristiana; admirados por la simplicidad de la vida indgena, por no practicar una religin, no tener ninguna idolatra, aunque s muchas supersticiones. El padre Martn Prez describi, en el ao 1601: solamente nombran un Hirisihua a quien llaman [creador] y seor de todo hijo de una virgen llamada Huagueruhi, aunque no siempre la hacen virgen. Tienen noticia de la inmortalidad del alma, aun-que no se sabe que hay pena ni gloria; solamente dicen que van al lugar Oyspan, receptculo de almas.

    Por su parte, el padre Gonzalo de Tapia expresaba su contento, en el ao de su arribo a Sinaloa, 1591, al celebrar la primera misa de Navidad entre los indgenas, en una iglesia que mand fabricar en El Opoche, el asenta-miento ms cercano a la villa con poblacin indgena. Con entusiasmo, no sin expresar las carencias y dificultades, dirigi una carta al padre Claudio Aquaviva, prepsito general de la Compaa, en la cual solicitaba misioneros coadjutores, pero recomendaba que no fueran recin salidos del colegio, pues adverta que no iban a resistir la vida hostil de la misin. Tres aos despus, el padre Tapia fue asesinado en el pueblo de Santa Mara Mag-dalena Deveropa, por el indgena Nacabeba, y se convirti as, en el primer mrtir jesuita en el norte de la Nueva Espaa.

    4 Ibdem, p. 117. L.1 P. ii La compaa en Mxico (1572-1592).

    El envo de misioneros de la Compaa de Jess al noroeste novohis-pano tuvo como propsito principal pacificar a las numerosas etnias que poblaban la regin y que dificultaban la incorporacin de sta al sistema colonial espaol. Los misioneros jesuitas no desconocan su papel en esta empresa, sin embargo, conforme desarrollaron su estructura organizativa, tomaron otra determinacin. Para ellos lo ms importante fue establecer entre los indgenas una nueva cristiandad, por medio de la fundacin de pequeas comunidades con una economa autosuficiente y reglas sociales normadas por la religin; en esto consisti el sistema misional, pero no ad-virtieron las dificultades que iban a encontrar ni las consecuencias que ello les produjo. En esta poca, an estaban vigentes entre los miembros de la Compaa de Jess las proezas y los logros en las misiones orientales, los martirios y muertes gloriosas de varios jesuitas. La Compaa haba enca-bezado exitosamente la contrarreforma, en gran parte gracias a la innova-cin de su sistema educativo y a la preparacin religiosa de sus miembros. Los jesuitas que arribaron a las misiones de Sinaloa se haban formado en este mbito y no dudaron en emprender su proyecto, guiados por la razn suprema decretada por su fundador: Ad maiorem Dei Gloriam.

    Despus de un largo viaje desde la capital de la Nueva Vizcaya, arribaron el 6 de julio de 1591 a la villa de San Felipe y Santiago, los padres Martn Prez y Gonzalo de Tapia.

    En 1589, el gobernador de Nueva Vizcaya, Rodrigo del Ro Loza, soli-

    cit al virrey que se enviaran sacerdotes para la conversin de los de

    Sinaloa. As pues, la etapa se inici con la designacin de Martn Prez

    y Gonzalo de Tapia y su llegada a la villa de San Felipe y Santiago el da

    6 de julio de 1591 (Ortega, y Del Ro, 1993: 50). tomadas todas las

    providencias necesarias, fueron destinados a Sinaloa los PP. Gonzalo

    de Tapia y Martn Prez, hombres de una religiosidad, de una fortaleza

    y de un celo a prueba de todos los trabajos que suelen traer consigo

    semejantes empresas. (Alegre, 1940: 159).

    En 1592 llegaron dos misioneros ms: Alonso de Santiago y Juan Bautista de Velasco; su presencia fue requerida por la Corona espaola para que, a travs de la conversin de los indgenas, se llevara a cabo la colonizacin

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    y explotacin de este territorio, pues como se mencion antes, las estra-tegias empleadas en empresas anteriores haban fracasado. Cabe sea-lar que fue el Real Gobierno el que autoriz la fundacin de las misiones y que la legislacin civil determinara la situacin jurdica de la comunidad indgena, decretando su trmino para su secularizacin.5 En 1595 llegan a Sinaloa soldados enviados por el virrey Luis de Velasco, con el propsito de establecer una guarnicin militar que protegiera las fronteras del territorio y brindara vigilancia a las misiones. La guarnicin, o presidio, se estableci en las mrgenes del ro Zuaque (posteriormente, ro Fuerte).

    Los misioneros no desconocan su funcin en el proyecto encabezaran. No obstante, su propsito era otro establecer entre los indios una nueva Cristiandad. Eligieron el noroeste del pas porque era el ministerio ms di-fcil y glorioso. As, en la villa de San Felipe y Santiago fundaron un colegio: donde se formasen sujetos aptos para el ejercicio de las misiones; que no podan ser breves pasajeros, como en los pueblos ya formados e instruidos en la fe.6 En el colegio se preparaban los misioneros antes de partir a las misiones, fue su centro de instruccin;7 tambin fue la sede del rectorado de Sinaloa, as que de este lugar partieron las incursiones de los padres que fundaron, adems de las misiones de Sinaloa, las misiones en la Baja y Alta California, la Opatera, la Baja y Alta Pimera, Arizona, la sierra de Chihuahua y Durango. El sistema de misiones se desarroll rpidamente por toda la regin noroeste; tuvo una fase inicial entre 1591 y 1608; se expandi a partir de 1614 y culmin en 1767.

    La primera etapa del proyecto misional tuvo una estrategia que consisti en congregar en poblados o misiones a los indgenas que vivan en las cercanas de los ros y arroyos de la regin del ro Petatln. En este periodo se fundaron las misiones de Santiago Ocoroni, Concepcin Bamoa, San Pablo Mocorito, Guasave, Tamazula y No (Figura 5). Cada misionero se haca cargo de un partido, el cual concentraba varios pueblos de misin;

    5 En las misiones del norte de Sinaloa no se aplic esta ley, las misiones continuaron como tales durante toda la poca jesutica; slo en 1752 se procedi a secularizar 22 misiones en la sierra de Topia. Sergio Ortega e Ignacio del Ro, 1993: 86.

    6 Francisco Alegre, op. cit., 117 L. 1 PII La compaa en Mxico (1572-1592).7 El colegio fue una institucin esencial en la preparacin jesutica, pero tambin fue el centro

    de enseanza y evangelizacin que contribuy a consolidar la estructura social, econmica y de dominacin que transform al mundo indgena. Jos de la Cruz Pacheco, 1997: 287-297.

    uno principal llamado cabecera y los dems denominados visitas. Los par-tidos dependan directamente del rectorado de Sinaloa. El proceso, que comenz en la regin del Petatln, se extendi hacia el norte, en la regin del Zuaque; ambas pobladas por indios cahitas (indgenas mayos). La con-centracin de los indios del valle del ro Zuaque comenz en 1605 con las fundaciones de Natividad Ahome, Asuncin Sivirijoa, San Jos Toro y Con-cepcin Vaca. Entre 1614 y 1620, los jesuitas fundaron alrededor de 27 mi-siones entre los indgenas que habitaban las regiones de los ros Petatln, Evora, Zuaque (norte de Sinaloa), Mayo y Yaqui (sur de Sonora).

    El sistema misional no se expanda slo hacia el norte ni se limitaba a una sola jurisdiccin; las misiones del rectorado de San Andrs Chinipas, en la frontera con Chihuahua, eran apoyadas desde el rectorado de Sinaloa; como tambin las misiones del rectorado de Topia en Durango. Las misio-nes de San Ignacio, Ajoya, Santa Apolonia, San Javier y Cabazn, fundadas en la regin del ro Piaxtla, en la serrana que comparten Sinaloa y Durango, fueron fundadas por misioneros jesuitas, pero su desarrollo se gest de forma independiente del rectorado de Sinaloa, pues se secularizaron antes de la expulsin.

    Figura 5.Las misiones de la regin del Evora y del ro Petatln

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    El periodo misional del noroeste de Mxico concluy con la expulsin de la Compaa de Jess, decretada por el rey de Espaa Carlos iii en 1767. Fueron varios los motivos que propiciaron la expulsin, los intereses econmicos de Francia, Espaa y Portugal, fueron determinantes. En el noroeste de la Nueva Espaa, la crisis comenz a mediados del siglo xvii; hubo diversas acusaciones por parte de los colonos espaoles en contra de los misioneros jesuitas, quienes eran acusados de controlar la regin y sus riquezas, poseer enormes extensiones de tierras, dificultar la explotacin minera, controlar la mano de obra indgena, vivir con lujo y comodidades; entre sus acusadores tambin haba otros religiosos:

    Las misiones estn tan entreveradas con las poblaciones espaolas,

    mezcladas con varios reales de minas que se han descubierto y que

    cada da se van descubriendo en sus contornos; estn interpoladas

    con haciendas, estancias, ranchos de familias espaolas; y perte-

    neciendo stas a los curatos seculares, no son pocas las discordias

    y molestias que de esto se originan, porque los curas clrigos poco

    escrupulizan en meterse en jurisdicciones de las misiones; y por otra

    parte, son muy celosos a la vista del uso de nuestros privilegios (Bu-

    rrus, 1986: 81-82).

    Los jesuitas se defendieron magistralmente en el famoso escrito realizado en 1756 por el padre Andrs de Faria, el famoso Apologtico defensorio y puntual manifiesto. Sin embargo, el dao ya estaba hecho; una empresa que comenz con el aporte de donaciones, fundada como obra no productiva econmicamente, el goce de privilegios y financiamiento de la Corona, se convirti en una fuerte competencia econmica que pona en riesgo los intereses colonialistas en el noroeste de la Nueva Espaa. Los conflictos concluyeron con el extraamiento de la orden en 1767. Las consecuencias fueron lamentables; las misiones se desplomaron en todas partes, los tem-plos fueron abandonados, algunos se convirtieron en ruinas, otros desapa-recieron.

    Las misiones de toda Amrica espaola y de Brasil, y los centros de alta y media cultura, se desplomaron en casi todas partes (los desastres ms lamentables se presenciaron en las misiones de Baja California, en

    Nueva Espaa y en las de los Guaran, en Paraguay). Una vez decretada la expulsin de los jesuitas del territorio noroeste, se dispuso que los padres misioneros fueran reemplazados por miembros de la orden franciscana. En virtud de dicha disposicin, fray Manuel Njera, vicecomisario general de los mendicantes, gir instrucciones al Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Quertaro y a la Provincia de Santiago de Jalisco, para que hicieran los arreglos convenientes a fin de cubrir las vacantes que dejaron los padres de la Compaa de Jess a su salida.

    Los colegios de Propaganda Fide y las provincias eran corporaciones

    del instituto franciscano que diferan en cuanto a su organizacin in-

    terna y sus finalidades. En tanto que los primeros eran instituciones

    orientadas a extender las conversiones vivas, las segundas constituan

    ms bien entidades de carcter organizativo que se estableca en

    territorios ya pacificados, que tambin eran campo de accin de los

    franciscanos. Los colegios enviaban a sus miembros a las regiones de

    indios gentiles y no sometidos; las provincias tambin lo hacan oca-

    sionalmente, cuando disponan de religiosos para ello y se presentaba

    una oportunidad de trabajo misionero en una zona de nueva conquista

    (Ortega, y Del Ro, op. cit.: 330-332).

    Al abandonarse las misiones jesuitas del noroeste de la Nueva Espa-a, sus fondos econmicos se dispersaron y los nativos fueron a caer, en algunos casos despus de luchas sangrientas, en poder de los mineros, labradores y ganaderos, quienes entonces empezaron a prosperar y a de-sarrollarse. Sinaloa y Sonora, por entonces, ya se haban segregado de Nueva Vizcaya (1734) pues tenan ya una vida econmica minera y ganadera propia, con una poblacin blanca e indgena cada vez ms creciente y con necesidades regionales particulares.8

    La presencia de los frailes franciscanos en las misiones de Sinaloa, en realidad sirvi para dar lugar al repartimiento de tierras entre colonos y au-toridades espaolas. En cuanto a su funcin religiosa, algunas misiones fueron secularizadas y otras abandonadas. Desde 1773, las tierras de los

    8 Sergio Ortega e Ignacio del Ro, op. cit., p. 340.

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    ros Sinaloa y Fuerte fueron medidas y parceladas; al paso del tiempo, los indios de estos lugares las vendieron a los vecinos espaoles. Con ello se apur la disgregacin y extincin de las comunidades como tales.9

    Estado actual de las ex misiones (templos) de Sinaloa

    En la actualidad, existen en Sinaloa 27 sitios misionales (adoptamos el trmi-no sitios para referirnos a los templos en su estado actual), en las regiones de los ros Petatln, Zuaque (El Fuerte), Evora y Piaxtla; de los cuales, ocho corresponden al periodo misional y se encuentran en ruinas; tres se encuen-tran en los vasos de las presas; dos no han recibido fuertes modificaciones desde el siglo xviii; diez son templos de los siglos xviii y xix, y cuatro son construcciones del siglo xx, edificadas en los emplazamientos misionales.

    El territorio de Sinaloa se dividi en tres unidades administrativas desde

    los aos treinta del siglo xviii. Durante gran parte del periodo colonial

    comprenda una sola jurisdiccin poltica conocida como la provincia

    de Sinaloa, ms o menos delimitada por el ro Mocorito, la pendiente

    oeste de la Sierra Madre Occidental y el golfo de California. Sinaloa, al

    principio se extenda hacia el norte dentro de lo que llegara a formar

    las provincias de Sonora y Ostimuri y cuando stas se convirtieron en

    entidades separadas en el siglo xvii, la lnea divisoria estuvo primero en

    el ro Yaqui y finalmente en el Mayo; no fue sino hasta 1830-1831 cuan-

    do el partido de lamos se anex al nuevo estado de Sonora, donde

    permanece. El resto de esta rea forma la parte ms septentrional de

    lo que hoy es el estado de Sinaloa (Gerhard, P., 1996: 337).

    Las misiones del ro Petatln

    Las misiones jesuitas del ro Petatln fueron las primeras fundadas por la Compaa de Jess en el noroeste de Mxico; sin embargo, los templos que en la actualidad se conservan y que representan el origen de las primeras

    9 En 1784, fray Antonio de los Reyes apuntaba respecto a lo que se poda observar en esa parte norte de Sinaloa: los indios se han confundido con los espaoles u otras castas, o se han aumentado a los pueblos de sus parientes vecinos. Ibdem, p. 343.

    fundaciones llevadas a cabo por los misioneros jesuitas, a partir del recto-rado de Sinaloa, corresponden a los siglos xviii, xix y xx. De las diez misio-nes fundadas en el ro Petatln, cuatro se encuentran en ruinas, y seis son templos de los siglos xix y xx.

    La primera fundacin de los misioneros jesuitas en Sinaloa fue la iglesia y el colegio de la villa de San Felipe y Santiago (en la actualidad Sinaloa de Leyva); ambas construcciones fueron destruidas parcialmente despus de una inundacin ocurrida en 1770, slo qued en pie la torre del campanario de la iglesia, el cual perdi sus cuerpos superiores a mediados del siglo xx (Figura 6).

    Los templos de Bamoa, Tamazula, Guasave y Bacubirito (fundaciones je-suitas del siglo xvi) son del siglo xix; el templo de Ocoroni (Figura 7), aunque es posible que posea elementos del siglo xviii, la mayora de la construccin actual es del siglo xx. El templo de Ohuera es ms bien una pequea ca-pilla moderna que no tiene ninguna importancia histrica ni arquitectnica. Chicorato se encuentra en el vaso de la presa de Bacurato, el templo se colaps pero se distinguen elementos y sistemas constructivos que corres-ponden al siglo xx. Santa Mara Chicuris fue el sitio misional norteo ms apartado de todos, se encontraba en la sierra, hoy est abandonado.

    Figura 6. La torre vieja, los restos de la torre del campanario de la iglesia jesuita de Sinaloa (Sinaloa de Leyva, Sinaloa)

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    El templo de San Ignacio No (Pueblo Viejo) (Figura 8): su origen misional es de los ms antiguos de la regin. A mediados del siglo xviii, se determin construir un nuevo templo para sustituir al anterior, que debi haber sido muy modesto, pequeo, de enramadas con adobe y techo de madera. El templo nuevo sera una construccin de ladrillo y adobe, de planta basilical y capillas laterales cubiertas con cpulas. Sin embargo, antes de su termi-nacin, una creciente del ro Petatln, ocurrida en 1758, debilit la estruc-tura an no concluida y provoc el derrumbe de la fachada y los muros de la nave; solamente se mantuvieron en pie las capillas laterales y restos de algunos muros, vestigios que en la actualidad todava se pueden observar.

    Despus del derrumbe de gran parte del templo de No (Pueblo Viejo), de quedar daada la estructura y del riesgo que significaba erigir de nuevo el templo en una zona con peligro de crecientes del ro, se opt por abando-narla y comenzar una nueva obra, pero en otro lugar, al noreste, en una su-perficie elevada y a un kilmetro de distancia del ro. El templo se construy; el uso de ladrillo en las cimentaciones se cambi por el de piedra, los muros fueron de cantera compuestos con adobe y ladrillo. La planta de tres naves

    Figura 7. La actual iglesia de Ocoroni, municipio de Sinaloa

    Figura 8. Las ruinas del templo de San Ignacio No (Pueblo Viejo), Guasave Sinaloa.

    fue eliminada, se construy de una nave en I latina. El uso de cantera para evitar un desastre como el ocurrido al templo anterior, fue una proeza, pues en la llanura costera no existen yacimientos de este material (Figura 9).

    La cantera fue importada de la regin de los altos, trasladada por el ro en balsas durante varios das antes de llegar a su ltimo destino. La cons-truccin del templo fue una obra nica en la historia misional; su arquitectura de cantera empleada en la mampostera, en los acabados, en el tallado de los accesos y en la iconografa, result un trabajo de calidad excepcional. Sin embargo, no se sabe con certeza si la obra fue concluida por los jesuitas o por los sacerdotes que los sustituyeron, pues el inicio de la construccin fue posterior a 1758 y los jesuitas fueron expulsados en 1767; alrededor de ocho aos fue el periodo que tuvieron los jesuitas para completar la obra. Este tiempo parece suficiente para llevar a cabo una empresa de tal magni-tud si consideramos que su dedicacin fue permanente, adems, la funcin de los seculares era el mantenimiento de los templos, no su edificacin. Por otra parte, difcilmente debi poseer los conocimientos constructivos y la capacidad de organizacin y de mano de obra para concluir semejante empresa. Lo que en efecto sucedi fue que la estructura del templo se vino abajo tiempo despus (Figura 10).

    Figura 9. Las ruinas del templo de San Ignacio No (Pueblo Nuevo), Guasave Sinaloa

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    Los templos que se conservan y que representan el origen de las fun-daciones misioneros de los jesuitas, a partir del rectorado de Sinaloa, no corresponden con aquel pasado. Al consumarse la expulsin, las misiones pasaron a manos del clero secular, dependientes del obispado de Duran-go. Las propiedades jesuitas, constituidas por templos, fincas, extensos territorios agrcolas y ganaderos, fueron paulatinamente repartidas. Al final del siglo xviii y durante el xix, los templos fueron modificados por los sacer-dotes residentes; cambiaron su arquitectura, en algunos casos su antiguo emplazamiento e incluso, su advocacin misional. La posesin de los bie-nes religiosos cambi a partir de las leyes de Reforma en el siglo xix. En la actualidad son bienes nacionales, su propiedad es federal.

    Las misiones del ro Zuaque

    La concentracin de los grupos indgenas del valle del ro Zuaque comenz en 1605 con las fundaciones de Natividad Ahome, Asuncin Sivirijoa, San Jos Toro y Concepcin Vaca. De las diez misiones fundadas en esta re-gin, tres se encuentran en ruinas; una corresponde al siglo xviii, conserva su funcin como templo; otra corresponde a los siglos xviii y xix, funciona como templo; tres son construcciones modernas sobre el emplazamiento misional, y dos se encuentran en el vaso de la presa (Figuras 11 a la 15).

    Figura 10. Las ruinas del templo de San Ignacio No (Pueblo Nuevo), Guasave Sinaloa

    Figura 11. Las misiones del Zuaque (ro Fuerte)

    Figura 12. Templo de San Miguel Arcngel de Baca

  • Figura 15. Ruinas del templo de Tehueco

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    Figura 13. Templo de San Rafael Baymena

    Figura 14.Ruinas del templo de San Jernimo Mochicahui

    Las misiones del ro Evora

    Comprende las misiones de Mocorito, el conjunto arquitectnico mejor conservado de las misiones de Sinaloa, que data del siglo xviii y presenta remodelaciones de los siglos xix y xx; y la misin de Badiraguato, que co-rresponde a un templo del siglo xix, pero en la sacrista conserva elementos arquitectnicos del siglo xviii (Figura 16).

    Figura 16. Exterior de la sacrista del templo de Badiraguato

    Las misiones del ro Piaxtla

    Las misiones fundadas en esta regin no formaron parte del rectorado de Sinaloa, fueron secularizadas en el siglo xviii y se encuentran al sur del es-tado de Sinaloa, en la zona serrana del municipio de San Ignacio. No ha sido posible estudiarlas en su totalidad. Comprenden las misiones de San Ignacio Piaxtla, San Javier (Figura 17), Cabazn (Figura 18) y Santa Apolonia.

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    Figura 17. Interior de la iglesia de San Javier,San Ignacio Sinaloa

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    El campo de estudio de la arqueologa histrica, al comprender perio-dos ricamente documentados, ofrece enormes ventajas de investigacin no slo en lo referente a descripciones y precisiones histricas, sino tambin en cuanto al desarrollo tecnolgico, econmico, social y cultural en general, de los periodos histricos que tuvieron inicio con la conquista espaola y la colonizacin; su consolidacin durante la poca novohispana; continu con los movimientos de emancipacin y la consumacin de la Independencia; seguido de periodos de inestabilidad poltica, intervenciones extranjeras, intentos monrquicos; el establecimiento y consolidacin de la Repblica y despus el largo periodo porfirista; testigo el trnsito del romanticismo neoclsico al modernismo, el desarrollo industrial y econmico; los contras-tes y desequilibrios sociales, y su desenlace con la Revolucin. Finalmente, la conformacin poltica, econmica y social del Mxico del siglo xx.

    Los periodos y etapas que conforman el proceso histrico de Mxico se desarrollaron en prcticamente todo el pas y cuyo conocimiento debemos a la documentacin escrita, pero sobre todo a las evidencias tangibles que constatan, dimensionan su desarrollo temporal y espacial. En efecto, la his-toria escrita, sin el contexto de su cultura material, adolecera de pruebas, de comprobaciones y, en cierta forma, de veracidad.

    En este sentido, es importante sealar que los acontecimientos, como hechos temporales, demarcan situaciones particulares que determinaron el curso de la historia, pero que no se pueden comprender e incluso ser rele-vantes en la explicacin histrica, si los aislamos de su contexto, de su expli-cacin como parte de un proceso constituido por transformaciones sociales y culturales. Aqu la arqueologa desempea un papel preponderante, pues dado que su objeto de estudio es la cultura material producto de dichos procesos, se presenta como el eslabn que une a la historia con su pasado cultural y con ello ampla y genera nuevos conocimientos. La posibilidad de verificar, contrastar, comprobar, ampliar, refutar e incluso reconstruir las ex-plicaciones que la historia, por s sola, no puede demostrarlo.

    El colegio jesuita de la villa de Sinaloa

    Sinaloa de Leyva es el nombre actual de la antigua villa de San Felipe y Santiago; pueblo distinguido hoy en da por su antigedad y por la fertilidad

    LA IGLESIA Y EL COLEGIO JESUITA DE SINALOA, DESCUBRIMIENTO Y EXPLORACIN ARQUEOLGICA

    Joel sanTos RaMRez*Explorar no slo es la nica finalidad, sino hay muchas ms, como

    conocer detenidamente la transformacin ya no slo del edificio,

    sino de la ciudad como conjunto, vindola como un ente vivo,

    cambiante, jams esttico. As es como verdaderamente se iniciar

    un conocimiento de los trascendentales cambios de la historia, que

    quedan marcados perennemente en su arquitectura.

    guillermo prez castro lira (1951-2003)

    Arqueologa monacal (1981, p. 352)

    In memoriam

    Introduccin

    El proyecto de investigacin que aqu presentamos parti de una propuesta de arqueologa que se define como histrica, porque plantea la posibilidad de llevar a cabo investigaciones en contextos histricos mediante los recursos tcnicos y metodolgicos que emplea la arqueologa, pero con las ventajas que se presentan al estudiar periodos que cuentan con una importante do-cumentacin escrita.

    La arqueologa es multidisciplinaria por definicin en cuanto a que se provee y auxilia de los recursos tcnicos y/o cientficos de otras especialida-des, as como es interdisciplinaria porque establece relaciones entre varias ciencias y disciplinas (aunque este precepto no siempre se cumple); al defi-nirse como histrica no slo establece su relacin intrnseca con la historia y la temporalidad de su campo de estudio, sino tambin, sobre todo, se sita como una directriz de investigacin que tiene como objetivo integrar a varios conocimientos en la explicacin del pasado histrico.

    * Licenciado en Ciencias Antropolgicas con especialidad en Arqueologa por la Escuela Na-cional de Antropologa e Historia. Pasante de la maestra de Arquitectura por la Universiad Autnoma de Sinala.

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    El colegio y la villa de San Felipe y Santiago

    No se conoce con precisin la fecha de fundacin del colegio: algunos his-toriadores sugieren que debi llevarse a cabo despus de 1610, pero es posible que haya sido antes, poco tiempo despus de que arribaron a la villa de Sinaloa, los padres Tapia y Prez, pues en aquel entonces todava se acostumbraba llamar colegio a la casa principal de los misioneros, ya que la organizacin jesutica parta del colegio como la institucin central de la Compaa, no solamente por su carcter educativo. El colegio jesuita de Si-naloa fungi como centro rector, llevando a cabo el control y administracin de las misiones de Sinaloa, ms que como centro propiamente educativo. Esto lo mencionamos porque algunos historiadores han puesto en duda la funcin educativa del colegio y por lo tanto su existencia. No podemos compararlo con los dems colegios jesuitas que se fundaron en Nueva Espaa, porque el de Sinaloa fue un colegio de misin, de primeras letras, cuya funcin fue muy diferente de la que tuvieron los colegios urbanos de la Compaa.

    La educacin era una labor implcita entre los jesuitas, dirigida a los ni-os, consistente en ensearles primeras letras y habituarlos en la lectura del catecismo. Estas actividades se llevaron a cabo en el colegio de Sinaloa,

    Figura 1. Vista de Sinaloa de Leyva desde el cerro del Monje

    de su valle, irrigado por el agua del acaudalado ro Petatln (Figura 1). En el siglo xix, la villa de San Felipe o villa de Sinaloa1 fue uno de los poblados ms im-portantes en todo el noroeste. Sin embargo, su auge decay a partir de las cri-sis provocadas por los movimientos revolucionarios a comienzos del siglo xx. Muchas familias optaron por abandonar el poblado y establecerse en gran-des ciudades; las actividades econmicas que sustentaron la riqueza ma-terial del poblado se fueron perdiendo poco a poco.

    Al lado de un terreno baldo, en el centro del poblado, se encuentran los restos de la torre de un antiguo campanario. Es el monumento conocido como la torre vieja (Figura 2). En una de sus caras, la oriental, figuran tres elementos iconogrficos tallados en cantera y empotrados en cada uno de sus cuerpos (Figura 3); el ms pequeo, colocado en el cuerpo inferior, es una inscripcin difcil de entender porque se halla muy erosionada. El se-gundo es una inscripcin del monograma de la virgen Mara y se encuentra en el segundo cuerpo. El tercero es el que ms destaca y aporta el dato ms importante; se encuentra en el tercer cuerpo, tiene grabado las iniciales IHS, es el monograma de Cristo, con una cruz que surge a la mitad de la H y sobresale de las letras; adems, en la parte inferior, unidos en el vrtice de un tringulo invertido, se hallan grabados tres elementos ms, los cuales representan los clavos que estigmatizaron los miembros de Cristo: se trata del escudo de la Compaa de Jess (Figura 4). Los restos de la torre son del siglo xviii. Adjunto al colegio se encontraba el templo, pero ambos se destruyeron en una creciente del ro en 1770.

    Las fuentes documentales describen aspectos muy generales del cole-gio y del templo; algunas caractersticas sobre su ubicacin, construccin y funcionamiento. La nica forma de comprobar su existencia en el rea de la torre, ampliar los conocimientos existentes y recuperar los vestigios de este recinto sera mediante una excavacin arqueolgica.

    1 Desde el siglo xvii se observa en los escritos la supresin del nombre Santiago en denomi-nacin de la villa, as como la preferencia por denominarla solamente villa de Sinaloa. Hoy en da, el nombre oficial del poblado es Sinaloa de Leyva, pero sus pobladores prefieren denominarlo solamente como Sinaloa.

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    enseando primero a los hijos de espaoles de la villa e integrando paulati-namente a los hijos de indgenas. Tal fue la importancia que tuvo el colegio en la educacin de indgenas, que fue necesario crear un internado para alojar a los nios que llegaban de las comunidades rurales.

    El periodo de evangelizacin concluy rpidamente en Sinaloa. Al final de la primera dcada del siglo xvii, los indgenas de la regin del Petatln se hallaban congregados en 10 misiones, pero el proyecto misional continu su expansin hacia el norte, en las mrgenes del ro Zuaque y posteriormente hacia los ros Mayo y Yaqui. El rectorado de Sinaloa extendi sus fronteras hasta las mrgenes de estos ros. Posteriormente los misioneros incursiona-ran hacia las Californias, donde llevaran a cabo la continuacin del proceso.

    El siglo xvii fue un periodo de consolidacin y desarrollo de las misio-nes del Petatln. La villa de San Felipe y Santiago era un poblado modesto, conformado por varias casas, el presidio, el colegio y el templo. En 1635, se renov el templo y se construy uno nuevo; el acontecimiento de su inaugu-racin fue registrado por Javier Alegre: Se acab en el colegio de Sinaloa un hermoso templo de tres naves, con gran regocijo y no poca edificacin de aquella nueva cristiandad (Alegre, 1940:439).

    Figura 4. Detalle del cuerpo superior del campanario;el escudo de la Compaa de Jess y el monograma de Mara

    Figura 2. La torre vieja, Sinaloa de Leyva

    Figura 3. Elementos iconogrficos de la torre del campanario

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    formaron la economa de la villa; el colegio y las misiones tambin sufrieron estos efectos. Una nueva iglesia, la cuarta, sustituy a la anterior: era de planta basilical, construida con cimentaciones de bloques de cantera talla-dos, anchos muros de 1.80 m, el acceso central y dos laterales bellamente empedrados, techo entejado de dos aguas, su orientacin noroeste-sures-te. El obispo de Durango, don Pedro Tamarn y Romeral, lo corrobor en su visita a la villa en 1768:

    La santa iglesia se compone de tres naves (sesenta por catorce varas

    y media, dividida en diez tramos) veinte pilastras de cedro, coro enta-

    blado, escalera de barandillas para subir al plpito, escalera y guarda-

    voz, pila bautismal de piedra rodeada de barandilla con puerta de dos

    manos, dos pilas de agua bendita de piedra. Tres puertas grandes,

    principal y de los dos costados, nuevas de clavazn, sus postigos y

    cerraduras buenas, quicialeras de bronce y fijos de fierro y otra puerta

    que est en el presbiterio para la sacrista. La torre de tres cuerpos y

    en ella tres campanas y dos esquilas (Tamarn y Romeral, 1997: 207).

    La excavacin de restos arquitectnicos

    El lugar donde estuvo ubicado el colegio y la iglesia jesuita de Sinaloa fue ex-plorado arqueolgicamente durante varios intervalos de 2002 a 2005. En el sitio solamente se encontraban los restos del campanario y un amplio terre-no baldo; cuando comenzaron los trabajos de exploracin, la superficie del terreno se encontraba completamente erosionada; con un declive de 1.80 m en 56 m de longitud (del nivel del suelo en el rea de la torre al extremo opuesto del terreno), era evidente que las lluvias haban deslavado el nivel original de la superficie y con ello desaparecido las evidencias constructi-vas de gran parte del sitio. Cabe agregar a este proceso de destruccin el uso que se dio al terreno hasta antes de su intervencin arqueolgica; por medio de referencias orales, tenemos conocimiento de que el terreno se emple para realizar la representacin de El Calvario durante Semana Santa y se utiliz como campo de bisbol, para las instalaciones del circo y como estacionamiento, entre otros. Sin embargo, el dao ms grave que recibi fue a partir de su utilizacin para almacenar material constructivo (grava y

    A mediados del siglo xvii, eran alrededor de 200 los vecinos de la villa, el nmero de espaoles se haba reducido y aumentado la cantidad de criollos y mestizos, adems de la poblacin indgena y negra. La estabilidad social y econmica de la villa dependi en gran medida del colegio, pues ste la abasteca de ropa y alimentos en tiempos de escasez, adems de propor-cionar a los pobladores los servicios religiosos. Sin embargo, esta labor no les fue reconocida a los jesuitas por las autoridades civiles y los hacendados de la villa, quienes en los aos cincuenta del siglo xvii los denunciaron ante las instancias virreinales por abandonar su funcin pastoral, acrecentar sus posesiones y competir con la economa de la regin.

    Dichas acusaciones tuvieron respuesta en el Apologtico defensorio y puntual manifiesto escrito por el sacerdote jesuita Xavier de Faria, quien con indignacin y a nombre de todos los misioneros, respondi las calumnias sembradas en contra de ellos:

    Cura es de la villa el rector del colegio, porque no ay otro cura [sic].

    Nuestra iglesia les sirve de parroquia, mas ni es parroquia de la villa,

    ni la villa fabric esta parroquia (Faria, Francisco Xavier de 1981:144).

    Amanece el da y con el amanecer en el colegio, las demandas

    de quantas imaginables materias puede ofrecer la necesidad y la

    miseria [sic]. Desde el hilo para remendar el pobre los andrajos de que

    se cubre, hasta la sal para sazonar el miserable quatro yerbas de que se

    sustenta [sic] (ibid., p. 56).

    De Faria contina con su apologa y cuestiona: Preguntar por ventura el prudente: Pues para qu tanta fatiga de Co-

    legio en tierra tan pobre y en villa tan perdida? Y responderemos: que

    aun por esso [sic]: porque como en sus apreturas les obliga la necesi-

    dad a confesarlo, ellos mismos pregonan que parecieran. Y qu fuera

    de nosotros desdichados (dicen ellos mismos) sin el colegio? Ay villa

    sin colegio? Ay sin colegio vida en esta villa? Por qu que ay en la

    villa que le de ser, ni le conserve en lo que es sino el colegio? (Ibdem).

    Al final del siglo xvii y durante el xviii, la explotacin de minas de oro y plata localizadas en la regin, adems del desarrollo agrcola y ganadero, trans-

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    La realizacin de calas de aproximacin para determinar la prolongacin de los muros (en sus caras internas y externas) fue la tcnica de excavacin que se emple para definir las construcciones halladas en el sitio de estudio. De esta manera, con los restos constructivos excavados obtuvimos las di-mensiones de un espacio conocido, adems de su configuracin, la traza, la orientacin y el partido arquitectnico. Esta forma de definir al espacio de un rea de excavacin, aunque sencilla por su planteamiento inductivo, es elemental para comprender la relacin que guarda la arquitectura en los contextos arqueolgicos. Esta metodologa la ha empleado la arqueologa histrica para obtener conocimientos de los procesos y transformaciones de un sitio en sus diversos periodos de ocupacin. Cabe sealar la posi-bilidad de que se trate de la primera vez que se aplica en la investigacin y recuperacin de un edificio destruido por un fenmeno natural, mediante una investigacin de arqueologa histrica.

    Excavacin de la nave del templo

    La excavacin del colegio comenz el 24 de octubre de 2002 con la realiza-cin de calas de aproximacin que definan las lneas visibles de los restos de muros en la superficie. Por medio de este proceso, definimos el interior

    Figura 5. Vista de la excavacin arqueolgica en el sitio histrico del colegio y la iglesia de Sinaloa

    cascajo), ya que ello implic remover toneladas de material con el empleo de maquinaria pesada. Por ello, el terreno se encontraba compacto y raso, con una capa de grava extendida en toda la superficie.

    Las expectativas de encontrar restos constructivos del conjunto arqui-tectnico disminuan conforme estudibamos las caractersticas fsicas de la superficie del terreno. El rea potencial de estudio se redujo a la zona perif-rica de los restos de la torre; sin embargo, cabe sealar que no era posible llevar a cabo excavaciones inmediatas a los muros de la torre, pues sta se encontraba rodeada por una plancha de concreto, un pequeo espacio de jardinera y nuevamente otra plancha de concreto a su alrededor) La plan-cha de concreto y la jardinera se haban realizado para recrear la vista de la torre y conservarla como un monumento histrico; sin embargo, le oca-sionaron problemas de deterioro, adems de que gener una apreciacin incorrecta del emplazamiento y los niveles de piso que originalmente tuvo. De hecho, debido a que la torre del campanario fue lo nico que se con-serv tras el derrumbe y desaparicin de la iglesia, durante mucho tiempo se pens que era una construccin exenta; empero, el rea de jardinera y banquetas creada para proteger el monumento ayud a sostener esta falsa idea. Finalmente, la plancha de concreto impeda llevar a cabo exploracio-nes en las proximidades de la torre, razn por la cual optamos por otra rea de estudio. Al llevar a cabo un recorrido por el terreno, notamos la existencia de huellas de muros en la superficie: eran alineamientos apenas visibles, de pocos centmetros, pero constituan los elementos que buscbamos para definir nuestra primera rea potencial de estudio.

    La metodologa que aplicamos en la excavacin a partir de esta rea de estudio se bas en una estrategia de trabajo que consisti en definir los elementos arquitectnicos mediante calas de aproximacin, para, posterior a este proceso, demarcar las zonas que deban excavarse de acuerdo con los objetivos del proyecto, ya sea como unidades de pozos de sondeo o como excavaciones extensivas. Para ello, era necesario definir la longitud, el ancho, las superposiciones, y la traza y orientacin de los elementos cons-tructivos, pues con estos datos obtendramos un mapa del sitio y de esta manera la ubicacin precisa de las excavaciones con su referente espacial, ya sea con los mismos espacios arquitectnicos o por medio de una retcula.

  • Figura 6. Muro de sillares de cantera suroeste

    Figura 7. Excavacin del muro lateral suroeste

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    La iglesia de San Felipe y Santiago se destruy junto con el colegio jesui-ta en la inundacin de 1770. Fue la cuarta fbrica, la misma que en 1768 se inventari durante la visita del obispo de Durango, el padre Pedro Tamarn y Romeral, y que, de acuerdo con el libro de fbrica que se encontraba en el archivo parroquial de la iglesia consultado durante esta visita, tena como medidas: 60 x 141/2 varas alrededor de 50 m de largo x 12 m de ancho y

    y el exterior de los restos de una construccin y de un piso de estuco (Figu-ra 5). Tal excavacin permiti descubrir los cimientos de otra construccin anexa a la primera, de mayores dimensiones y con caractersticas cons-tructivas distintas. Los muros de la primera construccin tienen 1.20 m de ancho, sus paredes son de laja, excepto por los esquineros que son blo-ques de cantera tallada y el ncleo de los muros es un simple relleno de tierra y conserva poca altura en su desplante (de 10 a 20 cm). Finalmente, su cimentacin es poco profunda, compuesta en algunas partes por un entortado de piedra y tierra. Los muros conservan en su exterior restos de aplanado. Los muros de la segunda construccin son de 1.80 m de ancho, cuyo desplante es ligeramente ms profundo, de tal manera que los restos conservan de 20 a 50 cm de altura, pero carecen de cimentacin. A su vez, las paredes constan de bloques de cantera tallada, de una a dos hiladas, y conservan restos de su aplanado de estuco (Figuras 6 y 7).

    La presencia de muros anchos, el empleo de bloques de cantera, la dimensin de un solo espacio que al excavarse se ampliaba conforme a la prolongacin de los muros, pero sobre todo las caractersticas del empla-zamiento y su simetra con la torre no correspondan a los elementos y la traza de una construccin ordinaria. Era evidente que nos encontrbamos ante los restos de la antigua iglesia de Sinaloa (Figura 8).

    Nuestra hiptesis tuvo mayor sustento al realizar un pozo de sondeo pe-gado a la pared del muro interior que habamos descubierto; en el pozo se hallaron varios restos seos humanos, piezas dentarias, fragmentos de cr-neos, extremidades y huesos largos. La capa se encontraba alterada, pero fue posible recuperar la posicin de dos individuos: el primero, un nio de aproximadamente un ao de edad y el segundo de 10 o 12 aos. Los cuerpos se encontraban acomodados con la cabeza en direccin sureste. Un tercer cuerpo fue descubierto en un nivel inferior, a 30 cm por debajo de la capa donde se encontraron los primeros cuerpos: era un individuo adulto de 40 o 50 aos, en regular estado de conservacin y cubierto por una capa de cal. Los tres cuerpos se hallaron acomodados con la cabeza apuntando en direccin sureste. Precisamente sta es la orientacin que habamos deter-minado que tuvo la planta arquitectnica del templo.

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    se encontraba en una parte alta del poblado, muy cerca de la iglesia de Si-naloa, en un paraje donde se hallaban varias piezas de cantera y molduras, en el sitio conocido localmente como El Calvario. Lamentablemente, las piezas de cantera fueron lo nico que se conserv en este sitio: correspon-dan a un acceso de buena talla. En cuanto a la capilla de Nuestra Seora de la Soledad, de acuerdo con la visita de 1768, sta se encontraba anexa a la iglesia; es posible que los restos de la primera construccin que exca-vamos, la cual mencionamos al principio de este apartado, corresponda a esta capilla (Figura 9), pues se hallaba anexa al muro suroeste templo y se aadi en una etapa posterior a la construccin de este ltimo, pues las cimentaciones difieren en cuanto al material empleado, adems de que en su cimentacin no se utilizaron bloques de cantera como en la iglesia, sino acomodamientos de laja.

    Figura 9. Reconstruccin hipottica de la planta arquitectnicade la iglesia de Sinaloa, segn la informacin arqueolgica

    sus naves tenan 10 tramos. Era una iglesia de planta basilical similar a la pa-rroquia actual de Sinaloa de Leyva. Las medidas de la planta arquitectnica que excavamos fueron de 52 m de largo por 12.30 de ancho, coincidiendo casi con exactitud a las referidas en el libro de fbrica. Habra que agre-gar solamente que los muros eran de 1.80 m de ancho, con su desplante y cuerpo inferior eran de sillera de piedra, cantera gris de fcil desgaste y tallada en bloque y que la iglesia estuvo orientada de sureste a noroeste.

    En la visita de 1768 tambin se menciona, aunque de forma somera, la existencia de dos capillas: la de Nuestra Seora de la Soledad y la de El Calvario (Tamarn y Romeral, 1997:208-209). Esta ltima, posiblemente,

    Figura 8. Descubrimiento del muro lateral suroeste de la iglesia

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    Figura 10. Campana hallada en las exploraciones arqueolgicas

    Figura 11. Cermica cahta rojo/bayo

    Hallazgos arqueolgicos

    En las excavaciones se hallaron los restos arquitectnicos de la cuarta fbrica de la iglesia de Sinaloa, as como evidencias de etapas constructivas ante-riores, adems de los restos de una capilla anexa; adems, se encontraron elementos arquitectnicos del colegio, evidencias que demuestran su locali-zacin y vinculacin con el templo. En cuanto a los materiales arqueolgicos, se recolect una importante muestra de fragmentos cermicos, los cuales conforman la primera coleccin de cermica histrica de Sinaloa, cuya rele-vancia es uno de los aportes ms sobresalientes del proyecto. Como parte de los restos arquitectnicos, se recuperaron algunas piezas con elementos iconogrficos, as como molduras de cantera, restos de pisos de ladrillo, em-pedrados, etc. En cuanto a metales, se hallaron una campana pequea en el rea interna de la nave (Figura 10) y algunos objetos pequeos como crucifijos y anillos sin contexto, pero que con seguridad pertenecieron a los individuos sepultados en la nave de la iglesia. En las excavaciones tambin se encontra-ron restos de madera y textil, sobre todo en los entierros, lamentablemente en muy malas condiciones de conservacin.

    El estudio de los materiales cermicos revel el desarrollo de industrias alfareras locales, as como la existencia de talleres de produccin de las lozas que abastecieron a la villa de San Felipe y Santiago y la regin durante los siglos xvii, xviii y xix. Las lozas locales eran de baja calidad tcnica y pobre manufactura, lo cual evidencia las carencias y dificultades tcnicas de su produccin. En la villa se produjo una cermica local rojiza, burda, de granos grandes en los desgrasantes, lozas de mala calidad en las que no se em-ple el torno y de uso exclusivamente domstico, adems de ollas, cuencos, algunos candeleros, etc. Las formas de las lozas son completamente euro-peas, pero su manufactura fue, sin duda, indgena. Esta cermica evidencia la precariedad de la villa en producir sus propios utensilios y el valor que s-tos tuvieron al no obtenerse con facilidad. La cermica que identificamos en el grupo de lozas locales se denomina cermica cahta (figuras 11 a 13), por corresponder al periodo de las misiones en Sinaloa (1591-1767). El trmino cahta lo emplearon los misioneros jesuitas para llamar de forma genrica a los diversos grupos tnicos que habitaron la regin en la poca de contacto; dichos grupos conformaron las poblaciones que habitaron las misiones.

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    El desarrollo de la industria alfarera en el norte de Sinaloa debi comen-zar a principios del siglo xvii y continuar en la poca de las misiones a finales del siglo xviii, durante el siglo xix y hasta la actualidad, lo cual se infiere de los ltimos talleres que todava existen en la regin. Por otra parte, adems del grupo local cahta, tambin identificamos en nuestra investigacin otro grupo cermico local, con caractersticas muy relevantes por pertenecer a la familia de las maylicas: la cermica Sinaloa. Al hallar numerosas y diversas muestras de un tipo cermico, desconocido hasta ese momento, logramos identificar un grupo de cermica local que designamos como cermica Sinaloa, un tipo que no se haba registrado en la regin ni en el pas, cuya caracterstica principal es su similitud con las lozas maylicas.2

    La cermica Sinaloa (figuras 14 a 16) es de pasta roja y de grano me-diano, lo que crea una apariencia ms o menos burda y porosa; adems, contiene una alta cantidad de desgrasante conformado por partculas pe-queas de cuarzo, feldespatos, pirita y pedernal en mayor cantidad el cual funciona como un elemento atemperante. El tipo de coccin es por oxidacin en su mayora. Los colores empleados en la decoracin son caf rojizo y verde olivo sobre una base que vara del color crema al amarillo. Los motivos que lo definen son los tringulos invertidos (con la base sobre el la-bio), aunque tambin se presentan lneas circundantes y motivos fitomorfos ubicados en cenefas y fondos de las piezas.

    Los acabados vidriados color crema y amarillo que distinguen a la ce-rmica Sinaloa son similares a los blancos de las maylicas novohispanas, pero sin la calidad tcnica y artstica que stas tuvieron. El grupo cermico Sinaloa se encuentra constituido por platos, cuencos y jarros, en variantes monocromas, bicromas y policromas. La composicin y las caractersticas de su pasta coinciden con la del grupo cahta, lo cual fue determinante para establecer que su produccin era local y no fornea.

    El auge econmico experimentado en la villa al final del siglo xvii y durante el xviii propici la importacin de productos de la capital de Nue-va Espaa y de otras ciudades importantes del virreinato. De la ciudad

    2 De acuerdo con la doctora Patricia Fournier (comunicacin personal), esta cermica se pro-dujo localmente, pero las caractersticas de sus diseos tienen mayor correspondencia con el siglo xix que con el xviii.

    Figura 12. Cermica cahta caf pulido

    Figura 13. Cermica cahta anaranjado pulido

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    de Puebla llegaron en el siglo xvii las primeras maylicas, como el tipo Puebla polcromo y durante el siglo xviii ejemplares de piezas: figs spring, ab policromo, aranama policromo, San Elizario policromo (Figura 17), San Luis policromo, azules sobre blanco y blancos de la ciudad de Mxico y Puebla. En esta coleccin tambin se encuentran escasos fragmentos de cermica Tonal y porcelana china.

    Las cimentaciones y depsitos de subsuelo que se conservaron des-pus del colapso de las estructuras arquitectnicas del colegio y de la igle-sia jesuita de Sinaloa se fueron destruyendo hasta desaparecer casi en su totalidad. El rea ms afectada del conjunto arquitectnico fue la sureste, donde se localizaban el acceso y el comienzo de la nave del templo. Las reas noreste y noroeste tambin se erosionaron, pero lograron conser-var depsitos de subsuelo debido, en gran parte, a la presencia de res-tos arquitectnicos, los cuales funcionaron como contenedores de suelo

    Figura 17. San Elizario policromo

    Figura 15. Cermica Sinaloa; policromo xido y verde/crema

    Figura 16. Cermica Sinaloa; policromo oxido y verde/crema

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    Altar; en cambio, el cadver de un sacerdote de modo que los pies estn dirigidos hacia al pueblo (como en el acto de decir dominus Vob) (Mller, Juan, 1953:161).

    No conformes con lo anterior, estudiamos la topografa del terreno, as como los niveles de piso conservados en el interior del templo, con el fin de corroborar, como lo establecan las normas constructivas de las iglesias, que el nivel del piso deba ascender conforme se acercaba al altar, para crear y sentir esta perspectiva. De nueva cuenta, los datos sealaban el ex-tremo noroeste de la nave como el rea del presbiterio; sin embargo, nues-tro mayor obstculo para aceptar esta hiptesis como cierta se encontraba en la torre del campanario (Figura 19), ya que, de encontrarse ste en el ex-tremo noroeste de la nave anexo al presbiterio, habra una situacin atpica en la arquitectura religiosa novohispana.

    Figura 18. Distribucin de los enterramientos excavados en la nave del templo

    y de materiales arqueolgicos. La cermica recolectada durante las exca-vaciones arqueolgicas proviene de tales contextos.

    En las reas excavadas se detectaron tres capas: la i correspondi a la superficie del terreno, una capa compuesta por gravilla compacta; la ii, con-formada por la abundante presencia de material constructivo y materiales arqueolgicos de diversas pocas, de los siglos xvii al xx, fue una capa de derrumbe y rellenos; la iii se defini por la terminacin de la capa de derrum-be, la presencia de suelo tierra muerta, con escasa presencia de material cermico de diversas pocas, una capa artificial, de rellenos colocados para nivelar el terreno y construir la tercera fbrica de la iglesia. Esta capa, en el rea de la nave, corresponde a la zona donde se localizaron los entierros primarios y secundarios.

    Patrn atpico de la torre del campanario

    Con las excavaciones arqueolgicas descubrimos las ruinas de la cuarta fbrica de la iglesia e identificamos subestructuras, posiblemente de las etapas arquitectnicas anteriores del templo.

    Despus de haber definido el emplazamiento de la nave de la iglesia, nos pareci evidente que el rea del presbiterio se localizaba al noroeste del conjunto y, por consiguiente, el acceso en el extremo sureste. Sin embargo, no fue posible hallar evidencias que demostraran esta hiptesis, porque el deslave que sufri esta zona del terreno destruy las posibles evidencias. Por tanto, la nica prueba que tenamos de que el presbiterio del templo se encontraba en el extremo noroeste de la nave eran los enterramientos (Figura 18). En efecto, tenamos conocimiento, mediante excavaciones rea-lizadas en otros templos, de que en el periodo novohispano se enterraba a los difuntos en la nave de las iglesias, simblicamente con la vista hacia el altar, lo cual confirmamos en la lectura del apartado Misa solemne del rquiem del Manual de ceremonias, en el cual se describen los detalles de las ceremonias de enterramientos en las iglesias durante el siglo xviii: Acto seguido, el cadver es llevado a la Iglesia en forma que los pies (aunque se tratara de sacerdote) vayan dirigidos hacia delante. En la Iglesia, el cadver de un laico se coloca en la misma direccin, con los pies en direccin al

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    preconcebidas, ms an cuando se trata de construcciones religiosas. Des-de este planteamiento, el cual nos han conducido a lo largo de nuestra in-vestigacin, no existe mucha ciencia en conocer las causas del caso atpico que estudiamos.

    Es posible que la iglesia jesuita de Sinaloa haya tenido uno o dos cam-panarios pequeos al frente, a los costados de la fachada, como lo parecen indicar los cimientos rectangulares que encontramos pegados al exterior de la nave, en el extremo sureste. La torre del campanario motivo de esta demostracin fue la ltima construccin edificada en la iglesia; as lo hizo constar el obispo Pedro Tamarn y Romeral en la visita que realiz en 1765 en la villa de Sinaloa, cuando describi lo siguiente: ... Se llama aquella casa de los misioneros, colegio y es rector perpetuo el que ejerce el curato; la iglesia tiene tres naves, aunque todo fbrica de adobes, pero bien adornada, la torre es nueva de cantera... (Tamarn y Romeral, 1937:224).

    La torre del campanario se edific como un monumento posterior al templo, en la parte alta del terreno donde se encontraba la iglesia, para elevar visualmente ms su altura y mostrar su magnificencia. La torre se construy con una tecnologa arquitectnica no practicada en esta regin; adems, existen varios elementos para sostener que el campanario fue

    Figura 20. Reconstruccin en una maqueta de la iglesia jesuita de Sinaloa

    En la mayora de las iglesias, la torre del campanario se encuentra anexa a la fachada del templo, no en el extremo contrario, sino a un lado de la cabe-cera. No era una regla, pero s un precepto establecido en la arquitectura de las iglesias catlicas, principalmente despus del Concilio de Trento. Natural-mente, siempre estuvimos convencidos de que se trataba de un caso atpico en la arquitectura novohispana; nunca dudamos de la posicin del campa-nario anexo al presbiterio de la iglesia, pero debieron existir fuertes razones para construir la iglesia con un emplazamiento distinto del convencional.

    Con nuestra experiencia en la arqueologa histrica, sabemos muy bien que en la arquitectura todo tiene una razn de ser: las construcciones dif-cilmente obedecen a caprichos, la lgica en la arquitectura es similar a las matemticas, y los espacios y las formas son la materializacin de ideas

    Figura 19. La torre del campanario de la iglesia

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    PREZ-CASTRO, Guillermo, 1990, La arqueologa histrica en Mxico en Revista Mexicana de Estudios Antropologa, vol. 36, Sociedad Mexicana de Antropologa, Mxico.

    RAVIER, Andr, S. J., 1991, Ignacio de Loyola funda la Compaa de Jess, Obra Nacional de la Buena Prensa, Mxico.

    TAMARON Y ROMERAL, Pedro, 1937 (1765), Demostracin del vastsimo obispado de la nueva Vizcaya Durango Sinaloa, Sonora, Arizona, Nuevo Mxico, Chihuahua y porciones de Texas, Coahuila y Zacatecas, Lib. Robledo de Jos Porra e hijos, Biblioteca Histrica Mexicana de Obras Inditas, nm. 7, Mxico.

    ___________, (1768), Libro registro de la segunda visita de Pedro Tamarn y Romeral, obispo de Durango, introduccin y notas de Clara Bargellini y Chantal Gramaussel, Siglo xxi Editores, Mxico.

    erigido con esta caractersticas y en un lugar inusual al templo, en una po-ca de abundancia econmica en las misiones, para representar la impor-tancia y jerarqua de la iglesia y el colegio de Sinaloa, ms an por tratarse de recintos simblicos de enorme relevancia para la Compaa de Jess en el noroeste de Nueva Espaa (Figura 20).

    Por otra parte, despus de haber conocido algunos casos de iglesias jesuitas con la torre del campanario en la parte posterior de la nave, anexas al presbiterio e incluso exentas a la iglesia, particularmente en misiones de Baja California Sur, como el caso de la iglesia de Santa Rosala de Muleg, nos parece c