Las mujeres a la hora de ordenar el ropero

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Las mujeres a la hora de ordenar el ropero Todas las chucas a la hora de arreglar el ropero buscamos lo que ya no usamos, lo que ya no nos queda, para darlo a quién lo necesita y puede aprovecharlo mejor que nosotras. Entonces, empezamos: -Bueno, voy a dar la ropa que no uso¿y esta camisa? No es tan fea¿y este gorro? Mmm, ¿qué hago? ¿Lo doy? Peropodría usarlo para la playa el próximo verano. Sí, si lo voy a usar el próximo verano. -¡Uy! Esta campera¡Nooooo! ¡Ya no me entra! Tá, ya sé, con unos arreglitossí, la voy a usar muchísimo. Final primero: Dos años después, el gorro, la camisa y la campera siguen en el ropero sin uso y sin arreglo, y lo peor de todo, no solo no lo usé, sino que no le di la oportunidad a nadie de que lo usara. Final segundo: Luego de haber ordenado mi ropero y guardado todo nuevamente, salí de compras. En el camino vi una pequeña niña desabrigada y con frio y mi mente volvió instantes atrás cuando decidí guardar una campera que realmente no voy usar. ¡Me sentí triste por mi actitud egoísta! Fui volando a casa. Sí, lo había decidido: iba a dar todo lo que otra persona pudiera darle un mejor uso al que yo le había dado en el ropero.

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Las mujeres a la hora de ordenar el ropero

Todas las chucas a la hora de arreglar el ropero buscamos lo que ya no usamos, lo que ya no

nos queda, para darlo a quién lo necesita y puede aprovecharlo mejor que nosotras. Entonces,

empezamos:

-Bueno, voy a dar la ropa que no uso… ¿y esta camisa? No es tan fea… ¿y este gorro? Mmm,

¿qué hago? ¿Lo doy? Pero… podría usarlo para la playa el próximo verano. Sí, si lo voy a usar el

próximo verano.

-¡Uy! Esta campera… ¡Nooooo! ¡Ya no me entra! Tá, ya sé, con unos arreglitos… sí, la voy a usar

muchísimo.

Final primero:

Dos años después, el gorro, la camisa y la campera siguen en el ropero sin uso y sin arreglo, y

lo peor de todo, no solo no lo usé, sino que no le di la oportunidad a nadie de que lo usara.

Final segundo:

Luego de haber ordenado mi ropero y guardado todo nuevamente, salí de compras. En el

camino vi una pequeña niña desabrigada y con frio y mi mente volvió instantes atrás cuando

decidí guardar una campera que realmente no voy usar. ¡Me sentí triste por mi actitud

egoísta! Fui volando a casa. Sí, lo había decidido: iba a dar todo lo que otra persona pudiera

darle un mejor uso al que yo le había dado en el ropero.