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LAS NULIDADES EN LAS SENTENCIAS DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
AUTORES
Cristian Andrés Córdoba Hernández
María Fernanda León López
Juan Alexander Roa Lozano
UNIVERSIDAD COOPERATIVA DE COLOMBIA SEDE IBAGUE
FACULTAD DE DERECHO
PROGRAMA DERECHO
IBAGUÉ
2018
LAS NULIDADES EN LAS SENTENCIAS DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
AUTORES
Cristian Andrés Córdoba Hernández
María Fernanda León López
Juan Alexander Roa López
Presentado para optar al título de: Abogado
Director:
MAGISTER EN DERECHO CONSTITUCIONAL JORGE ANDRES PAEZ
QUIÑONES
UNIVERSIDAD COOPERATIVA DE COLOMBIA SEDE IBAGUE
FACULTAD DE DERECHO
PROGRAMA DE DERECHO
IBAGUÉ
2018
Esta obra está bajo una licencia de Creative
Commons Reconocimiento-NoComercial-
CompartirIgual 4.0 Internacional.
TABLA DE CONTENIDOS
I. INTRODUCCIÓN
II. LA HISTORIA DEL DEBIDO PROCESO
III. EL DEBIDO PROCESO EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
IV. EL DERECHO AL DEBIDO PROCESO
V. EL DEBIDO PROCESO EN LAS ACTUACIONES ADMINISTRATIVAS
VI. LAS MODALIDADES DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO
VII. NÚCLEO ESENCIAL DEL DEBIDO PROCESO
VIII. LA NULIDAD PROCESAL
IX. PRINCIPIOS DE LAS NULIDADES
X. CAUSALES DE NULIDAD
XI. COMENTARIO FINAL
XII. LA NULIDAD PROCESAL EN LAS SENTENCIAS DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
XIII. EXEPCIONALIDAD EN LAS NULIDADES DE LAS PROVIDENCIA DE
LA CORTE CONSTITUCIONAL
XIV. CONCLUSIONES
I. INTRODUCCION
Las nulidades procesales sin lugar a dudas se constituyen como el principal
medio de defensa con el que cuenten las partes para el respeto del derecho al
debido proceso, de allí que sean estas una vital pieza de un derecho
consagrado como fundamental tanto en la Constitución Política de 1991 como
en instrumentos de orden internacional; es entonces como el derecho al debido
proceso cobra una vital importancia dentro de cualquier procedimiento judicial,
ahora entonces cobrar un interés mayúsculo de cara a las sentencias emitidas
por la Corte Constitucional dada la trascendencia de sus decisiones dentro del
ordenamiento jurídico colombiano, es como pese a no tener una normatividad
clara frente a las nulidades que se pueden dar dentro de las diferentes
providencias emitidas por el máximo tribunal constitucional colombiano en
tanto se hace una expresa remisión al derecho al debido proceso, sea
necesario estudiar en primer medida la noción del derecho al debido proceso
en Colombia, por una segunda parte tratar la teoría de las nulidades en el
derecho procesal para finalmente hacer un análisis jurisprudencial de las reglas
frente a la nulidad de las sentencias de la Corte Constitucional.
I. LA HISTORIA DEL DEBIDO PROCESO
Debemos empezar diciendo que el origen del debido proceso se da a partir de la
coyuntura social y política de una época específica, en esta medida Ferrer (2014)
nos empezara mencionando:
Los ingleses lo sabían bien: el poder corrompe, y el poder absoluto, tiende a corromper
absolutamente, de allí su necesidad de controlarlo. Los orígenes del debido proceso se
remontan históricamente al medioevo británico, y surgen como una protección contra las
arbitrariedades del poder despótico de la monarquía del Rey Juan Sin Tierra o Juan I de
Inglaterra, quien tras la derrota sufrida en 1214 en Bouvines, Francia, no sólo terminó con
sus perspectivas de un imperio continental británico, sino que también debilitó de tal
manera su despótico poder, que permitió que un grupo de barones, obispos y ciudadanos
exigieran el respeto de una serie de derechos feudales, entre ellos, el derecho a no ser
juzgado arbitrariamente. Estas prerrogativas fueron arrancadas a la corona, y redactadas
en el año 1215 en lo que se conoce como Carta Magna (Magna charta libertatum). (p. 156)
En consecuencia, el artículo que buscaba la garantía del debido proceso dentro de
la Carta Magna mencionaba:
Ningún hombre libre será aprehendido ni encarcelado ni despojado de sus bienes ni
desterrado o de cualquier forma desposeído de su buen nombre, ni nosotros iremos sobre
él, ni mandaremos ir sobre él, si no media juicio en legal forma efectuado por sus pares o
conforme a la ley del país
Del anterior precepto podemos ver como su descripción giraba en torno a la
protección del derecho a la libertad, por lo tanto, este tendría implicaciones sobre
el derecho penal, sin embargo, también tendría una connotación de estirpe civil,
por cuanto como ya pudimos observar, este hace referencia directa a los bienes
de las personas, sin lugar a dudas los dos principales derechos que las filosofías
liberales y doctrinas modernas propugnarían por su protección.
Sin lugar a dudas la Carta Magna inglesa, se constituye como el primer referente
normativo en el que se invoca la protección del debido proceso en la era moderna,
bajo ese entendido, es relevante señalar como a partir de ese momento crítico, las
poblaciones y los asociados al Estado propugnaron por un sistema que permitiera
un mínimo de garantías judiciales, en virtud del gran poder que ostentaba el rey
por aquellas época, característica propia de los sistema monárquicos, es por ello
que en un principio se buscó constituir dos garantías básicas, que permitieran el
acceso al debido proceso, puede verse así:
La Carta Magna fue evolucionando, de lo general a lo particular; al principio,
adoptando la noción del law of the land hasta consagrarse en 1354, bajo el reinado
del Rey Eduardo III, la idea del due process of law (debido proceso legal). En este
último sentido, lo que el texto consagra son dos garantías fundamentales: la de ser
juzgado por los pares; y, según las leyes del país. La primera se refiere al derecho
medieval de ser enjuiciado por los demás miembros pertenecientes al mismo oficio
o corporación que el acusado, y más tarde, al juicio por jurados, lo que impedía
condenas dictadas por el Rey o comisiones especiales de su dependencia; en tanto
que la segunda, garantizaba que el juicio se realizara “conforme a la ley del país”,
es decir, de acuerdo a las leyes, y no a los caprichos del soberano. Ambas garantías
se constituían en los pilares de lo que luego se consolidaría y perfeccionaría hasta
conformar lo que hoy conocemos como debido proceso. (Ferrer, 2014, p. 157)
De esta forma la Carta Magna se erige como el primer gran precedente histórico
que permitió, el control al poder público, de esta manera Cuello (2005) dirá:
Podemos considerar a la Carta Magna como la razón del desaparecimiento de la
“monarquía sin control”, de la monarquía totalitaria e irresponsable. Pero también el
recorrido histórico realizado nos permite afirmar que es producto del feudalismo que le
“aporta la idea de las costumbres, de los derechos adquiridos deben ser respetados” y el
de la Common law, que había sido difundida por los jueces itinerantes establecidos por
Enrique II y logro imponer “el respeto a normas protectoras que están por encima del
mismo rey”. (p. 498)
ahora pues, servirá de otro gran antecedente histórico para la asunción del debido
proceso como derecho, la revolución francesa, la cual tenia una margen sitial muy
parecido al presentado en la isla británica, ya que se presentaba un Estado
monárquico el cual concentraba gran parte de los poderes públicos y los procesos
de índole judicial, se veían regidos por la imparcialidad y arbitrariedad de sus
administradores de justicia, en esta medida la declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano se erige como otro gran referente histórico del debido
proceso como derecho y garantía dentro de los Estado moderno, así puede
decirse:
Abandonando la isla británica, y dirigiendo este breve recorrido histórico hacia el continente
europeo, hallamos que para el año 1789, Francia redacta la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, donde se consagra el mismo principio protectorio del
individuo, aunque, acotado a la libertad personal, sin tomar en cuenta la protección de los
derechos civiles (honor y propiedad, como en Inglaterra) al proclamar que “Ningún hombre
puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento, excepto en los casos
determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta prescritas”. (Ferrer, 2014, p.
157)
pese a la gran importancia que tendrá la declaración francesa en los
ordenamientos jurídicos contemporáneos en donde se busca garantizar el respeto
de los poderes institucionales al debido proceso, vale mencionar que dentro del
contexto americano la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica,
será otro gran antecedente para el desarrollo del debido proceso como derecho,
en este sentido las enmiendas norteamericanas fueron una punta de lanza para
los demás Estados americanos próximos a independizarse, ahora pues respecto
del derecho se encontrara consignado como un derecho de índole constitucional,
punto que no es para nada vacuo, por cuanto el momento histórico particular dota
a este derecho como una verdadera garantía que impida la arbitrariedad y la
injusticia dentro de los Estado:
Si nos trasladamos al continente americano, debemos retrotraernos a tres años
antes de la Revolución Francesa. En efecto, en los Estados Unidos de
Norteamérica, sus Padres Fundadores ya habían acuñado para 1786 una
Constitución, sólo que ésta, más que inclinada a controlar el poder, se dirigía a
crear las instituciones políticas para ejercerlo.5 De hecho, la Constitución
norteamericana, no contaba inicialmente con la garantía del debido proceso (o due
process of law), sino que fue incorporada mediante la Quinta Enmienda en 1789 a
instancias de Madison, bajo la siguiente formula “a nadie (…) se le privará de la
vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”.6 Varias décadas
después, y como consecuencia de la victoria del Norte sobre el Sur en la guerra
civil norteamericana, en 1868 fue aprobada la Decimocuarta Enmienda, que
protegía los derechos de los antiguos esclavos frente a los Estados, estableciendo
que: “Ningún Estado podrá (…) privar a cualquier persona de la vida, libertad o
propiedad sin el debido proceso de ley”.7 La nueva enmienda se oponía a
prácticas esclavistas, pero en especial, a interpretaciones como la dada años antes
por la Corte Federal en el resonante caso “Dred Scott vs. Sanford” de 1856, donde
se estableció que los negros esclavos y sus descendientes no eran ciudadanos,
por lo que carecían de derechos, libertades e inmunidades, es decir para esta
Corte, un esclavo era una no-persona. Con la Quinta Enmienda, que aquí
mencionamos, esta interpretación ya no sería posible. (Ferrer,2014, p. 157)
De esta forma puede citarse estos tres como los principales referentes históricos
que permitieron la asunción del debido proceso como derecho, de esta manera es
posible identificar rasgos y características en común de los anteriores
precedentes; la primera de ella será la reacción a la concentración de poderes de
parte de los Estados monárquicos, en este sentido el propio sistema monárquico
per se, tiene el control de todos los poderes públicos, lo cual posibilitaba las
arbitrariedades respecto de la aplicación de las normas e imposición de sanciones,
por ello se logró el control a estos poderes y que su margen de acción fuera
regulado por las normas contenidas dentro del sistema jurídico .
Por otra parte, serán también momentos históricos de transición, en donde el
pueblo a buscado el cambio de sistemas políticos, donde se buscaba derrotar los
efectos monárquicos y el ascenso de las burguesías al poder.
En esta medida una vez abordado los principales referentes históricos en razón al
debido proceso como derecho, será necesario revisar los principales postulados
internacionales que propugnan por la garantía del debido proceso como derecho
dentro de los Estados contemporáneos.
II. EL DEBIDO PROCESO EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
Con el inicio del siglo XX se despierta una serie de eventos históricos que
propiciaron la aparición de Estados totalitarios, que ignoraban un mínimo de
garantías y derechos dentro de los mismo, es por ello que la comunidad
internacional entendiendo su papel de garante de derechos en el mundo, centro
sus esfuerzos en la consignación de normas que pudieran garantizar un
determinado numero de derechos que salvaguarden la dignidad del ser humano,
es por ello que el debido proceso toma especial relevancia dentro de los
instrumentos internacionales, que buscan garantizar un mínimo de justicia dentro
de los Estados miembros, bajo el anterior postulado Ferrer( 2014) nos
mencionara:
Estos sangrientos e irracionales episodios y regímenes políticos, también influyeron en la
garantía que estamos analizando, pues como reacción a ellos, se promovió la
internacionalización de la protección de los derechos fundamentales de las personas, y en
especial, la limitación de la discrecionalidad y arbitrariedad del poder, por medio de las
reglas del debido proceso a las que debe someterse toda autoridad, como una forma
genérica de tutela de todos los derechos. En un primer momento encontramos, dos
instrumentos internacionales8 que lo garantizan. La Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, de 1948, cuyo artículo XVIII, establece que ‘‘Toda
persona gozará de la garantía de concurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos y
a disponer de un procedimiento sencillo y breve que ampare contra actos de autoridad que
violen sus derechos’’; y en el mismo año, se redactó la Declaración Universal de Derechos
Humanos, cuyo artículo 10 reconoce que ‘‘Toda persona tiene derecho, en condiciones de
plena igualdad, a ser oída públicamente por un tribunal independiente e imparcial…’’
Posteriormente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos surge el
pacto internacional de los derechos civiles y políticos donde se destaca:
‘‘Todas las personas son iguales ante los tribunales, teniendo derecho a ser oídas
públicamente con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido, tanto en materia penal como civil’’ Este Pacto da un paso
más que la Declaración Universal, y exige la publicidad del procedimiento, con
excepciones vinculadas a la protección de la intimidad de pleitos matrimoniales y
aquellos que incumban a menores. (Ferrer, 2014, p 158)
Finalmente en el contexto americano será importante resaltar la importancia de la
Convención Americana de Derechos Humanos, de esta manera sin embrago es
de mencionar como todas estos instrumentos internacionales buscan erigirse
como verdaderos referentes normativos dentro de los ordenamiento jurídicos
nacionales, sobre todo en el sentido de buscar una universalización de la justicia
la cual impida las arbitrariedades dentro de los Estados, volviendo al pacto de San
José, este busca innovar dentro del derecho al debido proceso por cuanto a este
siempre se le ha ligado al derecho penal, premisa que es errada por cuanto el
derecho al debido proceso es un derecho que no responde a ramas jurídicas en
específico sino será un derecho aplicable a cualquier clase de procedimiento, en
este sentido el artículo 8 de la Convención dirá:
Toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable por un juez imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación
de cualquier acusación penal (…) o en la determinación de sus derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. (Convención Americana de Derechos
Humanos, art 8)
En este mismo sentido, será el derecho al debido proceso una prerrogativa que
permita la legitimidad del Estado, por cuanto se convertirá en un control al
accionar estatal en pro del asociado, de esta manera los poderes estatales
estarán supeditados a los procedimientos previstos en cada legislación, en hilo
con el anterior planteamiento Ferrer (2014) mencionara:
Ahora bien, hemos visto cómo desde las primeras garantías sobre la libertad
y la propiedad occidente ha ido progresando en el reconocimiento de la dignidad
humana y sujetando la discrecionalidad estatal al imperio de las leyes, elaborando
un instrumento legal, como lo es el debido proceso, el cual legitima el ejercicio del
poder en las democracias. Pero no basta con la existencia de normas tutelares de
los derechos redactados en diversos instrumentos, sino que también es necesario
que quienes detentan el poder se comprometan formalmente a acatarlas, y,
además, que existan sanciones efectivas para casos de incumplimiento. (p 159)
De esta manera, es importante resaltar como todos estos instrumentos
internacionales con la promulgación de la Constitución Política de 1991 mediante
el articulo 93 y 94 pasan a ser parte del bloque de constitucionalidad, noción que
busca que los pactos, convenios y declaraciones que versen sobre derechos
humanos estén en jerarquía normativa equiparable a la misma Carta Política.
III. El DERECHO AL DEBIDO PROCESO
Para iniciar queremos destacar como el derecho al debido proceso no es nuevo en
el ordenamiento jurídico colombiano, por ello no es dable decir que este se
constituyó como verdadero derecho en la Constitución Política de 1991, ya que
otras Constituciones ya habían contemplado tal como una prerrogativa del
ciudadano, de esta forma Cuello (2005) dirá:
Nuestro país no ha sido ajeno a la asignación constitucional del debido proceso. Ya en la
constitución de la Republica de Colombia de 1821, en diferentes disposiciones se regulan
diferentes aspectos atañederos al debido proceso y que por largo tiempo se conocieron
como garantías constitucionales, como lo son los contemplados en los artículos 158, 159,
160, 161, 162, 163 y 164.
A su vez la Constitución Política de 1886 consagraba en su artículo 23:
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al acto que se imputa,
ante tribunal competente, y observando la plenitud de las formas propias de cada juicio.
En materia criminal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable. (Const.,1886, art.,23)
Sin embargo, basta advertir que pese a ser un artículo de índole Constitucional,
por la inane fuerza normativa que se le concedía a la Constitución en aquel
entonces dependía del legislador concretar tales postulados mediante la ley
además de no contarse con un mecanismo expedito para la garantía de su
cumplimiento.
Es como el Constituyente de 1991, entendiendo la importancia del debido proceso
dentro de los ordenamientos jurídicos, consagro en su artículo 29 el derecho
fundamental al debido proceso, el cual dice:
El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a las leyes preexistentes al acto que se le imputa,
ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio.
En materia penal, la ley más permisiva o favorable aun cuando sea posterior, se aplicará
de preferencia a las restrictiva o desfavorable.
Toda persona se presume inocente mientras no se le haya declarado judicialmente
culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa, a la asistencia de un abogado
escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso
público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y controvertir las que se alleguen
en su contra; a impugnar la sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el
mismo hecho.
Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso.
Ahora puede verse como realmente la Constitución de 1991 evoluciono el
concepto del debido proceso en comparación con la Constitución de 1886, no solo
respecto de su fuerza normativa, porque sin lugar a dubitaciones la Carta más
reciente previo el mecanismo de la acción de tutela para garantizar el
cumplimiento de los derechos fundamentales, entre ellos el debido proceso, sin
embargo no fue solo un cambio de fuerza normativa sino que se buscó mejorar la
estructura y los componentes del mismo, de esta manera Quinche(2015)
menciona:
Se trataba obviamente de una formula corta, parcial, insuficiente, cuidadosa de una liviana
legalidad, que contrasta abiertamente con el artículo 29 de la Constitución de 1991, más
completo, mejor estructurado, en el que el principio de legalidad, es apenas otra de las
garantías previstas- el texto de la Carta de 1991 en el plano estructural ofrece cuando
menos tres zonas comprensivas […](p.228)
Una vez mencionado el artículo 29 constitucional, sin lugar a dudas podremos dar
diversas definiciones del debido proceso como derecho, así pues, Cuello (2005) lo
define:
El debido proceso hace parte de esos principios y garantías, pero no los comprende a
todos. El debido proceso es un derecho fundamental, de contenido formal y material, de
desarrollo legislativo, que conforman los sistemas y principios procesales, las garantías
constitucionales de la administración de justicia y de las actuaciones administrativas, bajo
la egida de la plenitud de las formas propias de cada juicio, de carácter público, ante juez
natural, sin dilaciones injustificadas, con la posibilidad de aportar y controvertir pruebas,
impugnar sentencia condenatoria, no ser juzgado dos veces por el mismo hecho; y
además, en materia penal, de la legalidad del delito y de la pena, de la aplicación de la
favorabilidad, el derecho a la defensa y a la presunción de inocencia.( p 509)
Ahora entendiendo el derecho al debido proceso como un derecho de índole
universal Quinche (2015) hace un especial énfasis a las normas de derecho
internacional que contemplan el debido proceso como garantía dentro de los
Estados:
Como se dijo, bajo la expresión “debido proceso” habrá de ser comprendida toda una serie
de garantías, derechos y protecciones, que establece el sistema jurídico en favor de las
personas. En este sentido, tanto las normas de derecho internacional, como las del sistema
interno, establecen verdaderos “listados” de garantías en favor de los individuos.se trata asi
de garantías simplemente enumerativas, en la medida en que la evolución de los tiempos,
la practica judicial y las necesidades de protección de los sujetos, hacen que las distintas
enunciaciones sean apenas un referente. Tal la comprensión que sobre este derecho tiene
el sistema interamericano, para el cual “para que exista” debido proceso legal es preciso
que un justiciable pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma
efectiva y en condiciones de igualdad con otros justiciables. Al efecto, es útil recordar que
el proceso es un medio para asegurar, en la mayor medida posible, la solución judicial de
una controversia. (p 229)
Por otra parte, Younes (2014) conceptuara sobre el debido proceso:
Es el conjunto de garantías que, de cara a los procesos judiciales, particularmente frente a
los enjuiciamientos penales, debe tener toda persona, y forman parte de lo que hoy se
conoce como derecho constitucional procesal. En otros términos, se trata de garantías
básicas que toda Constitución debe reconocer a quien se procesa judicialmente, y aun
frente a procesos administrativos. (p. 160)
Pese a las menciones de las anteriores definiciones siempre ha surgido un
problema respecto de identificar la naturaleza jurídica del derecho al debido
proceso, por ello Nisimblat (2016) dirá:
El debido proceso es un derecho, no un principio. Y es de carácter sustancial. Es, además,
fundamental, de rango constitucional, y por lo tanto de aplicación inmediata (art.85 de la
Constitución nacional). ha sido definido por afirmación o negación: “toda persona tiene
derecho a un proceso justo” o bien “toda persona tiene derecho a no ser juzgada sino
conforme a las reglas preestablecidas”(p.1)
Teniendo en cuenta esto, es importante mencionar como el derecho al debido
proceso se establece como un verdadero limite a los poderes estatales y además
legitiman el accionar estatal, de esta forma, se es imperioso mencionar lo dicho
por Quinche (2015) en razón del fin del debido proceso en el Estado Social de
Derecho colombiano:
Este es el más importante de los derechos de defensa, pues permite la real afirmación del
principio de dignidad, frente al omnímodo poder administrativo y judicial del Estado. Este
derecho genéricamente designado como “debido proceso legal”, como derecho a
“protección judicial”, o a “garantías judiciales”, involucre una serie diversa de derechos,
garantías y protecciones, adoptadas tanto por los sistemas internos, como por el derecho
internacional de los derechos humanos con la idea de preservar la dignidad de las
personas, o para decirlo con la Corte Constitucional. “el debido proceso es un derecho de
estructura compleja que se compone de un conjunto de reglas y principios que, articulados,
garantizan que la acción punitiva del estado ni resulte arbitraria”. Se hace aquí la
presentación general del tema desde el sistema internacional de protección (i), para luego
referir las características del derecho al sistema colombiano (ii). Finalmente se describen
algunas garantías del debido proceso, distintas de las contenidas en el artículo 29 de la
Carta Política (ii). (p 228-229)
Sin lugar a dudas el derecho al debido proceso será una prerrogativa que tengan
los asociados para cuando asistan a un procedimiento judicial, estén protegidos
por la realización de los procedimientos judiciales contemplados en el
ordenamiento jurídico, a su vez esto posibilitará la legitimidad del accionar del
Estado y será un límite al poder público.
Ahora pues, una vez entendido el concepto de debido proceso de manera
genérica es importante especificar los elementos de los cuales se compone el
derecho, así pues, de una lectura concienzuda podemos establecer distintos
presupuestos para la garantía del debido proceso en Colombia, en esta medida
Younes (2015) mencionara como elementos de este:
a) Legalidad de las penas o derecho de toda persona a no ser condenada sino por los hechos
que estén previstos como infracción penal al momento de su comisión.
b) Legalidad de la sanción o derecho de las personas a no ser sancionadas, sino como
aquellas sanciones expresamente consagradas en la ley (nullumpoena sine lege)
c) Legalidad del juicio o derecho de toda persona a ser juzgada con arreglo al procedimiento
previsto en la ley y ante juez nacional y competente.
d) Legalidad del juicio o derecho de toda persona a ser juzgada con arreglo al procedimiento
previsto en la ley y ante juez nacional y competente. (p. 160-161)
Sin embargo, pese a lo relacionado anteriormente consideramos que realmente el
debido proceso no es un derecho de uso exclusivo en la jurisdicción penal sino es
un verdadero derecho que irradia todo el ordenamiento jurídico, tanto así que
partiendo de una interpretación sistemática y tomando la Convención Americana
de Derechos Humanos será un derecho para cada una de las áreas del derecho
así “o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter.”, ahora pues partiendo de que será un derecho
a seguir dentro de todo el orden jurídico lo será a fortiori en el derecho
constitucional y en las sentencias de la Corte Constitucional, esta como máximo
tribunal constitucional y por ende máximo protector de los derechos
fundamentales.
Por otra parte es importante mencionar como dentro del artículo constitucional del
debido proceso, se encuentran desde la doctrina de Quinche (2015) dividido en
tres zonas, en efecto esta división busca esgrimir el área de influencia que tiene el
debido proceso en Colombia, así pues una primera zona estará guiada hacia el
debido proceso dentro de las actuaciones administrativas, una segunda como
garantía en general para los procedimiento judiciales y finalmente la cláusula de
exclusión de las pruebas judiciales.
IV. EL DEBIDO PROCESO EN LAS ACTUACIONES ADMINISTRATIVAS
Al respecto Quinche (2015) dirá:
Durante dos siglos en Colombia, la comprensión del debido proceso estuvo circunscrita
únicamente a las actuaciones administrativas. Respecto de estas, lo único que preveía el
sistema era la eventualidad de la acción disciplinaria, de dudosa eficacia. En este sentido,
asuntos tan sensibles como el trámite de solicitudes, permisos, autorizaciones y cuestiones
similares ante la administración (como los procedimientos de reclutamiento, la obtención de
licencia, las actuaciones de policía, etc.); las actuaciones de derecho administrativo
sancionatorio (como los procedimientos disciplinarios, las responsabilidades fiscales o
aduaneras, las sanciones de policía); las gestiones y trámites ante empresas prestadoras
de servicios públicos; las relaciones de poder y de administración en la relación educativa
en colegios y universidades, comenzaron a ser objeto, por primera vez, de protección
constitucional, con lo cual, la nómina de garantías previstas tan solo para los trámites
judiciales, fue trasladada a las actuaciones en el sector público y a parte de las actuaciones
del sector privado.(p 236)
Ahora también expresara Younes (2014):
Como innovación se nota que la garantía del debido proceso se predica ahora de manera
expresa, no solo frente a los jueces, sino también frente a los funcionarios públicos. El
Consejo de Estado subraya entre las ventajas de la aplicación del debido proceso a la
administración que esta tenga la posibilidad de contar con mayores elementos para tomar
una decisión y su legitimidad puesto que permite el análisis de los intereses envueltos en
cada caso […](p.162)
De esta forma un derecho que en sus orígenes tenía como fin el control de la
función judicial de cara a la Constitución de 1991 y el Constituyente primario, dicho
limite se amplifico a las autoridades estatales de todos los órdenes entendiendo
como finalmente todos y cada uno de ellos, en últimas son representaciones del
Estado, por tanto, en virtud de la función pública que estos ejercen deberán
someter sus accionares al debido proceso.
V. LAS MODALIDADES DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO
De esta forma, este segundo gran modo de ver el derecho al debido proceso se
encontrará compuesto por un grupo de diferentes protecciones que contempla el
derecho:
Principio de legalidad
El principio de legalidad como obligación que tiene el Estado para imponer
sanciones siempre y cuando la conducta antijuridica este plasmada con antelación
a la realización de la conducta en el ordenamiento jurídico, ello es sin dudas como
una verdadera garantía que tienen los asociados para conocer las sanciones por
sus conductas que contraríen la ley, así según Quinche (2015):
a) Como principio rector del ejercicio del poder, esta garantía es el desarrollo de lo normado
en el artículo 121 de la Carta, según el cual “ninguna autoridad del Estado podrá ejercer
funciones distintas a las que le atribuyen la Constitución y la ley”.
b) Como principio rector del derecho sancionatorio, la garantía se despliega en dos planos: la
legalidad de la infracción (nullum crimen sine praevia lege), es decir, que tan solo puede
ser considerado como delito o infraccion el hecho previamente descrito en la ley como tal y
la legalidad de la pena (nulla poena sine praevia lege), que implica que no puede ser
adjudicada una sanción que no haya sido prevista previamente en la ley.(p.239)
EL DERECHO A JUEZ O TRIBUNAL COMPETENTE
Podemos decir frente a este derecho la Corte Constitucional:
Es consustancial al juez natural que previamente se defina quienes son los jueces
competentes, que estos tengan carácter institucional y que una vez asignada-
debidamente- la competencia para un caso específico, no le sea revocable el conocimiento
del caso, salvo que se trate de modificaciones de competencias al interior de una
institución. (Corte Constitucional, SU-1148 de 2001)
Por lo anterior, el derecho a un juez competente será otra garantía en favor de los
asociados, así pues, el debido proceso exige que el ordenamiento jurídico atribuya
competencias claras a sus autoridades judiciales para el juzgamiento de sus
conductas, por ello este derecho prescribe de forma expresa cualquier creación de
tribunales con posterioridad a la ocurrencia de los hechos.
EL DERECHO A LA PLENITUD DE LAS FORMAS DEL JUICIO
Respecto de esta garantía Quinche (2015):
Respecto del trámite, la norma sobre debido proceso indica que se tiene el derecho a ser
juzgado “con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio”.
Clásicamente se enuncia esta garantía bajo la expresión nemo dannetur nisi per legale,
que significa, que nadie podrá ser judicializado ni sancionado, sino en virtud de juicio legal.
También se la comprende como el principio de legalidad de las formas de juicio, e implica
el derecho que tienen las personas a que el trámite judicial de los procesos en los que se
vean envueltos sea hecho de conformidad con la cuerda procesal prevista en la ley. (p.241)
En este sentido, como otra garantía judicial del debido proceso, este deberá
observar las etapas procesales contempladas en el ordenamiento jurídico, sin que
le sea posible al operador judicial modificar el procedimiento establecido con
anterioridad.
EL DERECHO DE DEFENSA
Es importante resaltar como desde nuestro concepto este se constituye como el
elemento más importante dentro del debido proceso y realmente como un derecho
aplicable a cualquier área del ordenamiento jurídico, por cuanto este se encontrará
presente en cualquier acto procesal, de esta forma este señala:
Señala expresamente el enunciado que “quien sea sindicato tiene derecho a la asistencia
de un abogado escogido por él, o de oficio durante la investigación o juzgamiento”. Como
muchas veces a sido señalado, el proceso judicial está constituido por una serie de actos y
de hechos procesales, en el que las partes se atacan o defienden probando. Por lo mismo
en el ejercicio de la defensa, las pruebas son el elemento central. La afectación del
derecho a la defensa puede revestir las más variadas formas, como las de impedir el
acceso a los recursos, evitar el decreto, la practica o la valoración de las pruebas, suprimir
o eludir el contradictorio, carácter de representación judicial donde resulte necesaria, no
efectuar los actos de notificación obligatorios, etc. (Quinche, 2015, p. 244)
EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO PUBLICO Y SIN DELACIONES
INJUSTIFICADAS
Ahora vale señalar como todo proceso judicial debe tener un fin, de esta forma si
ello no sucediera podría atentarse contra el propio fin de las acciones judiciales,
que no es más que poner fin a una controversia determinada, de esta manera
puede decirse:
Toda persona tiene derecho a que los trámites judiciales en que participa como
demandante, demandado e incluso como tercero, no se vean afectados por retrasos
injustificados...” dado que la resolución tardía de las controversias judiciales equivale a una
falta de tutela judicial efectiva” todo ello en el ámbito de “una razonable dimensión temporal
del procedimiento necesario para resolver y ejecutar lo resuelto” (Quinche, 2015, p. 245)
EL DERECHO A PROBAR Y A EJERCER EL CONTRADICTORIO
Este sin lugar a dudas será otro derecho de notoria relevancia dentro del debido
proceso, por cuanto debemos señalar que finalmente la aplicación de una norma o
derecho dependerá en ultimas de material probatorio que obre en el accionar
procesal, en virtud de que estas se constituirán como razones para que pueda
adoptar una u otra decisión, por ello debe expresarse:
La Corte Constitucional ha considerado que el principio de contradicción es el fundamento para
la realización del derecho de defensa y que involucra tres posibilidades para el imputado.
- Interrogar a los testigos que intervienen en su contra
- Presentar testigos que declaren a su favor
- Participar en condiciones de igualdad en todo el proceso de contradicción y debate (p.
246)
PRINCIPIO DE COSA JUZGADA
En relación con el principio de un proceso público y sin dilaciones injustificadas, la
cosa jugada busca que no se desplieguen nuevos procesos sobre los mismo
hechos, lo cual imposibilite la resolución de determinado conflicto, por ello una vez
adelantada la actuación procesal, la cual culmine en la expedición de una
providencia que ponga fin al proceso, no podrá volver a discutirse sobre los
hechos planteados en el accionar procesal, de esta manera puede decirse:
En desarrollo del principio de seguridad jurídica, ninguna persona podrá ser juzgada o aun
dos o más veces por el mismo hecho, siempre que en el nuevo proceso concurran ciertos
elementos que la jurisprudencia y a doctrina califican de concurrentes para determinar si
frente a un mismo hecho se pueden ventilar dos o más procesos sucesivos. (Nisimblat,
2015, p. 47)
Una vez vistos los principales componentes del derecho al debido proceso,
entendiendo este ultimo como un derecho de carácter fundamental, de cual se
podrá solicitar su protección mediante la acción constitucional por excelencia, la
Tutela, es menester por la gran trascendencia que tiene la jurisprudencia de la
Corte Constitucional como máxima interprete de la Carta Política y con ello los
derechos fundamentales contenidos en ella, hacer una breve referencia a la teoría
del núcleo esencial de los derechos fundamentales y en este caso su relación con
el debido proceso.
VI. NUCLEO ESENCIAL DEL DEBIDO PROCESO
Ahora bien, los derechos fundamentales tendrán una especial prevalencia dentro
del ordenamiento jurídico colombiano, es tanto así que podrán tener una
protección de manera expedita como lo es la acción de tutela, sin embargo cabe
resaltar que tampoco podrán ser considerados como derechos absolutos, en esta
medida en el caso del debido proceso, el legislador tendrá un mandato para
regular y definir las formas propias sin desatender el tenor constitucional del
derecho, es por ello, que para evitar la desnaturalización de los derechos
fundamentales en los Estados constitucionales, se han venido aplicando la teoría
del núcleo esencial de los derechos fundamentales, al respecto Vila( 2012) dirá:
El núcleo o contenido esencial de un derecho fundamental es, por lo tanto, aquello que lo
identifica como tal, que expresa su naturaleza distintiva respecto de los demás. El núcleo
esencial puede definirse, entonces, como el ámbito intangible del derecho cuyo respeto se
impone a las autoridades y a los particulares. Al núcleo esencial perteneces aquellos
elementos sin los cuales el derecho deja de ser lo que es. (p. 487)
En este sentido para delimitar el núcleo esencial de determinado derecho Vila
(2012) considera ciertas directrices para su definición:
[…] como criterios insustituibles, el fin perseguido por el Estado Social de Derecho y la
razón justificativa de las restricciones impuestas a los derechos, en el entendido de que
ambos criterios apuntan hacia el disfrute pleno de las libertades por parte de los
destinatarios, así, para lograr ese propósito, haya sido necesario el sacrificio temporal de
algunos aspectos que hacen parte del derecho pero que no constituyen núcleo esencial.
En los casos dudosos, el intérprete deberá guiarse por el principio pro favor libertatis, pues
ha de tener presente que la restricción es lo excepcional y lo excepcional debe justificarse
sin dejar margen a la duda. (p. 487)
Ahora pues en la jurisprudencia de la Corte Constitucional, es importante resaltar
como existe un componente mínimo de acciones para que se dé la aplicación de
debido proceso, por ello será necesario entender este derecho de cara al modelo
constitucional, en esta medida la Corte ha descrito este derecho como:
Así pues, la vigencia de un Estado Social de Derecho impone la facultad jurisdiccional de
tomar decisiones obligatorias, las cuales, para que sean aceptadas, deben adoptarse con
fundamento en reglas que determinan cuales autoridades están autorizadas para tomar las
decisiones obligatorias y cuáles son los procedimientos para obtener una decisión judicial.
Esas reglas son las que recogen un conjunto de actos procesales sucesivos y coordinados
que integran unos principios fundantes y unos derechos fundamentales que hacen del
debido proceso una verdadera garantía en el derecho. En efecto, el debido proceso es una
institucionalización del principio de legalidad, del derecho de defensa, que se ha
considerado por la Constitución (art. 29) como un derecho fundamental que se
complementa con otros principios dispersos en la Carta fundamental, tales como artículos
12, 13, 28, 31, 228, 230. Y, uno de estos principios es el del Juez competente. (Corte
Constitucional, sentencia T-416 de 1998)
Ahora este núcleo esencial se sustentará en el derecho de defensa como
posibilidad de los asociados de valer sus derechos e intereses, de esta forma dirá
la Corte:
En definitiva, la protección al debido proceso tiene como núcleo esencial la de hacer valer
ante los jueces los derechos e intereses de las personas, mediante la defensa
contradictoria, y de obtener, en fin, una respuesta fundada en derecho (Corte
Constitucional, sentencia T-416 de 1998)
De esta forma podemos ver como el debido proceso se fundamenta respecto del
proceso en dos sentidos, el primero será a todas las actuaciones que se surtan
dentro del mismo estén conforme al procedimiento previstos además de la
garantía del derecho de defensa en cada accionar procesal, una vez finalizada
esta instancia será necesario que con base a lo ocurrido en el proceso el juez
profiera providencia debidamente motivada.
De esta manera la Corte resalta como núcleo esencial del debido proceso, la
garantía del derecho defensa con ello la posibilidad de controvertir gran parte de
los actos procesales dentro de determinado procedimiento, sin lugar a dudas esta
será la principal garantía de los asociados frente a la facultad y monopolio de la
justicia a cargo del Estado, con posterioridad la Corte Constitucional respecto del
debido proceso dirá:
El derecho al debido proceso o debido proceso sustancial se descompone en varias garantías
que tutelan diferentes intereses de los sujetos procesales. De un lado está el interés de
asegurar el derecho de defensa y contradicción del inculpado y garantizar la presunción sobre
su inocencia, de otro merecen también tutela los derechos o intereses públicos o privados que
se ven lesionados por la comisión de los delitos, a la par que es necesario permitir el
esclarecimiento de la verdad real. Algunos de los derechos sustanciales tutelados por las
normas superiores relativas al debido proceso son prevalentes por su misma naturaleza. Tal el
derecho a no ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se imputa, o el
principio de favorabilidad, los cuales no admiten limitaciones. Otros derechos, en cambio, y tal
es el caso del derecho de defensa y de contradicción, pueden verse limitados para garantizar
intereses legítimos alternos, siempre y cuando su núcleo esencial no resulte desconocido, y las
limitaciones establecidas sean razonables y proporcionadas. (Corte Constitucional, sentencia
C-154 de 2004)
De esta forma podemos ver como el debido proceso se fundamenta respecto del
proceso en dos sentidos, el primero será a todas las actuaciones que se surtan
dentro del mismo estén conforme al procedimiento previstos además de la
garantía del derecho de defensa en cada accionar procesal, una vez finalizada
esta instancia será necesario que con base a lo ocurrido en el proceso el juez
profiera providencia debidamente motivada.
De esta forma concluirá la Corte mediante otra jurisprudencia reconocerá como
elementos del debido proceso, el derecho a la jurisdicción, el derecho al juez
natural, el derecho de defensa, proceso público, independencia del juez e
imparcialidad, respecto de cada uno menciona la Corte:
a) El derecho a la jurisdicción, que a su vez implica los derechos al libre e igualitario acceso
ante los jueces y autoridades administrativas, a obtener decisiones motivadas, a impugnar las
decisiones ante autoridades de jerarquía superior, y al cumplimiento de lo decidido en el fallo.
b) El derecho al juez natural, identificado este con el funcionario que tiene la capacidad
o aptitud legal para ejercer jurisdicción en determinado proceso o actuación de acuerdo con
la naturaleza de los hechos, la calidad de las personas y la división del trabajo establecida
por la Constitución y la ley.
c) El derecho a la defensa, entendido como el empleo de todos los medios legítimos y
adecuados para ser oído y obtener una decisión favorable. De este derecho hacen parte, el
derecho al tiempo y a los medios adecuados para la preparación de la defensa; los derechos
a la asistencia de un abogado cuando se requiera, a la igualdad ante la ley procesal, el
derecho a la buena fe y a la lealtad de todas las demás personas que intervienen en el
proceso.
d) El derecho a un proceso público, desarrollado dentro de un tiempo razonable, lo cual exige
que el proceso o la actuación no se vea sometido a dilaciones injustificadas o inexplicables.
e) El derecho a la independencia del juez, que solo tiene efectivo reconocimiento cuando
los servidores públicos a los cuales confía la Constitución la tarea de administrar justicia,
ejercen funciones separadas de aquellas atribuidas al ejecutivo y al legislativo.
f) El derecho a la independencia e imparcialidad del juez o funcionario, quienes siempre
deberán decidir con fundamento en los hechos, de acuerdo con los imperativos del orden
jurídico, sin designios anticipados ni prevenciones, presiones o influencias ilícitas. (Corte
Constitucional, sentencia C-980 de 2010).
VII. LA NULIDAD PROCESAL
sin lugar a dudas la nulidad procesal, es la institución jurídica -procesal más
importante para la protección del derecho constitucional y fundamental del debido
proceso, en este sentido el legislado a optado por la creación de esta institución
como el medio para que dentro del proceso se pueda velar por el respeto de las
formalidades, procedimientos, derechos e intereses dentro de un proceso
determinado, así pues respecto de la importancia de la nulidad en relación al texto
constitucional, López(2017) dirá:
Para garantizar el cumplimiento de la norma que consagra el derecho fundamental al
debido proceso, en los diversos ordenamientos procesales se tipifican como causales de
nulidad de las actuaciones judiciales las circunstancias que, en consideración del
legislador, se erigen en vicios tales que impiden que exista aquel. (p. 909)
Ahora entonces, la nulidad como ya se anotó, busca concretizar el derecho
fundamental al debido proceso en las distintas regulaciones procesales, para con
ello dar cumplimiento a lo previsto en el artículo 29 constitucional, esto pues es
entendido como una institución de referencia directa al debido proceso como
principio rector de cualquier accionar procesal, es como en específico frente a la
nulidad, esta será definida por Rivera (2016) como:
La nulidad es la invalidez jurídica de la relación procesal, por falta de presupuestos para su
constitución, o de actos realizados en el proceso, imperfecta o irregularmente por
inobservancia de condiciones de forma, de modo o de tiempo, señalados por la ley como
esenciales para que la actuación procesal produzca efecto. (p. 383)
En este sentido, la nulidad buscara retrotraer el procedimiento ya realizado, ello
con el fin de garantizar los derechos de quien se ve afectado con ese actuar que
va en contravía de las normas procesales contempladas en el ordenamiento
jurídico, sin embargo, es de recibo mencionar como para la declaración de una
nulidad dentro del proceso, deberá contemplarse una serie de principios que
buscan el ejercicio armónico de la nulidad procesal con los demás principios del
sistema procesal, ello con el fin de no desconocer otros postulados también
fundamentados en normas procesales y con ello lograr un perfecto equilibrio entre
ambos, así pues mencionara como principios de las nulidades procesales
Canosa(2009):
De lo explicado se deduce que son los principios básicos reguladores del régimen de
nulidades procesales: los de especificidad, protección y saneamiento. Primero consiste en
la consagración positiva del sistema taxativo, según el cual, no hay suficiente para
constituir una nulidad sin norma previa que la señale; el segundo estriba en la necesidad
de establecer la nulidad de proteger al litigante cuyo derecho le fue conculcado o vulnerado
por causa del vicio, y por, ultimo, el saneamiento consiste en el medio jurídico que hace
desaparecer la nulidad por obra del conocimiento expreso o tácito de la parte afectada, a
quien el vicio ha debido inferir agravia, pues si a pesar de la nulidad no hubo quebranto,
resultaría inane invalidar lo actuado, circunstancia que la doctrina extranjera se conoce con
el nombre de principio de trascendencia, según el cual, no hay nulidad sin perjuicio,[…] (p.
27)
Sin lugar a dudas, estos principios van encaminados a una garantía plena del
derecho al debido proceso y no por el contrario, se convierta en óbice para el
acceso a la administración de justicia y con ello tener un fallo judicial que ponga fin
a una controversia determinada, por ejemplo el legislador en su función de
promulgar las normas de índole procesal atendiendo a los parámetros
constitucionales ha dado una enunciación de que presupuestos se consideran
atentatorios del debido proceso, de esta forma :
La Constitución encuentra su cabal concreción al ser desarrollada en los diversos estatutos
y en estos se determinó que tan solo unas formas pueden entrañar desmedro en el
ejercicio del derecho de defensa, siendo consagradas taxativamente como causales de
nulidad, (en la terminología carneluttiana), las formas vinculadas. (López, 2017, p. 913)
Por otra parte, la nulidad procesal deberá ser considerada como de carácter
excepcional dentro de cualquier proceso, por ello deberá evaluarse de manera
exhaustiva los principios reguladores de esta materia, para así el juez finalmente
decida su procedencia o no, en este mismo sentido López (2017) reitera:
Además la orientación del sistema procesal civil, a todas luces atinada, se enfoca a que no
obstante que en determinados casos pueda estructurarse la causal de nulidad o , a
empezar a darse la simiente de la misma, permitir que el juez y las partes puedan
precaver que se llegue a consolidar la nulidad o incluso, estructurada esta, se la pueda
sanear todo lo cual lleva a la conclusión que la declaratoria de nulidad dentro de un
proceso únicamente en casos excepcionales pueda darse, de ahí que no sea exagerado
sostener del análisis que en adelante se hace el artículo 136 del CGP, pues lo que se
busca a toda costa es facilitar el saneamiento de la mayoría de causales de nulidad.(914)
Hechas estas acotaciones, es importante resaltar como la nulidad procesal es una
institución jurídica, completamente distinta a la nulidad sustancial, tema que en
ocasiones da para confusiones y que en este punto queremos señalar, para dar
más claridad frente al tema, por ello Canosa (2009) las diferencia las nulidades
sustanciales de las procesales en:
las primeras miran a los actos y declaraciones de voluntad, en cuanto estos carezcan de
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según
la especie de estos o la calidad o estado de las partes y las segundas atañen a
irregularidades en el proceso judicial. En las primeras está comprendido el concepto de
validez y en las segundas ese concepto no entra en juego sino únicamente si el
procedimiento encaminado a hacer efectivo un derecho está o no viciado. Por eso una
nulidad o vicio de carácter adjetivo, no toca, en canto a su validez, el acto o contrato cuya
efectividad se quiere hacer valer en un proceso judicial que es o se declare nulo por
irregularidades en su tramitación. Esta ha sido doctrina de la Corte. (p.915)
a renglón seguido continua el mismo autor:
Ante la claridad de conceptos anteriores, no queda duda alguna acerca de que la nulidad
sustancial, que se refiere a la validez del acto o negocio jurídico en nada incide sobre la
validez del proceso y la nulidad procesal, que se refiere exclusivamente a la actuación y
cuya declaratoria ninguna incidencia, a su vez, tiene sobre la validez del negocio jurídico
base de la relación debatida dentro del juicio, son fenómenos diversos. (Canosa, 2009, p
915-916)
Ciertamente ante la importancia de los principios que regulan la nulidad procesal
como institución estatuida por el legislador en sintonía con la Carta Constitucional,
nos es imperioso hacer una breve mención a cada uno de ellos, para con
posterioridad entender como estos se darán en cualquier clase de procedimiento,
incluso el constitucional:
VIII. PRINCIPIOS DE LAS NULIDADES
Los principios de las nulidades procesales, serán aquellas directrices que permiten
identificar cuando se podrá declarar una nulidad de este tipo dentro de un proceso,
estos principios están encaminados a ser armónicos entre los distintos postulados
constitucionales y una interpretación sistemática, de cada una de las normas
sobre debido proceso, sobre todo haciendo referencia a la economía procesal, en
fin de garantizar un juicio público y sin dilaciones injustificadas, de esta manera
serán los principio de protección, taxatividad y convalidación, aquellos que
permitan integrar el debido proceso y el plazo razonable para un decisión judicial,
o el simple actuar dilatado de las partes.
I. Principio de protección
Este primer principio rezara porque solo podrá invocar la nulidad procesal quien
haya sido afectado por el mal proceder o por la vulneración del debido proceso,
esto conlleva a contrario sensu que quien en un momento no se vio afectado por
el vicio, con posterioridad pretenda invocar la nulidad, con el fin de dilatar el
proceso, así dirá Canosa (2009):
En materia de nulidades, esta afincado, En el hecho de que la invalidez no puede ser
invocado sino por el litigante que no fue notificado, o que no estuvo debidamente
representado; ocurre cuando el demandante o el demandado acude al proceso por si solo
sin capacidad procesal o legitimatio ad procesum, o cuando a pesar de asistir al proceso
mediante un representante, este no ostenta dicha condición, por no habérsele otorgado por
la ley o por el contrato, o cuando interviene en el proceso por intermedio de procurador
judicial son poder suficiente para actuar en el respetivo proceso.(p 12)
Bajo este postulado, el mismo autor expresa:
Según este principio, solo le queda legitimado para alegar la nulidad quien a causa de la
irregularidad ha sufrido un perjuicio, o ha encontrado menoscabo de sus derechos, pues,
“si a pesar de vicio el acto procesal cumplió su finalidad y no se violo el derecho, no es
posible entonces solicitar la invalidez del proceso, vale decir, no hay invalidez por invalidez,
solo si el yerro causo algún perjuicio al litigante. (p 21)
Bajo los anteriores planteamientos mencionara Escobar (2017) como este
principio es realmente un regulador de la institución procesal en comento:
[…]siempre que se aluda a la nulidad es preciso suponer una parte agraviada con el vicio,
que tiene en sus manos la posibilidad, ya de alegar la irregularidad con miras a que se
reponga lo anómalo, ya que refrendar lo actuado, lo que implica que no hay nulidad sin
interés, traducido en el perjuicio interrogado a quien lo invoca…” (p. 130-131)
Queremos destacar la importancia de la afectación a los intereses de una de las
partes por cuanto si realmente no se causa un perjuicio a una de ellas, no tendría
sentido propugnar por la declaratoria de nulidad en virtud de que esta última solo
generaría más dilación y tiempo perdido, lo cual vulneraria otros principios
procesales.
II. Principio de saneamiento o convalidación
Este principio busca que las partes sean auto responsables dentro del trámite
procesal de esta manera es imperiosos que quien sea afectado de un mal
procedimiento que se encuentra como causal de nulidad, esta misma sea alegada
por cuanto desde ese momento se consolidara la voluntad de la parte que se
siente perjudicada en sus intereses, es por ello que si llegase a guardar silencio,
este llevara a decir que la parte acepta el proceder irregular o que simplemente no
se siente afectado por tal proceder, para conceptuar mejor Canosa(2009) dice:
Dentro de los principios que regulan las nulidades se cuenta el de saneamiento, según el
cual-salvo contadas excepciones- la nulidad desaparece del proceso por virtud de la
voluntad expresa o implícita de la parte perjudicada con el vicio.
Así las cosas, el nuevo régimen procesal establece todo un sistema de saneacion con
miras a que el proceso no se convierta en un rey de burlas so pretexto de nulidades
adjetivas, de manera que, si la parte perjudicada con la invalidez no la alega en el juicio
como su primer acto judicial, se sana con su silencio, y si después la alega, el juez debe
rechazarla de plano. Las nulidades procesales insaneables, es decir, las que se pueden
proponer en cualquier tiempo ora en revisión o ya como excepción en el proceso ejecutivo
correspondiente […] (p. 13-14)
Pese a la obligación inicial de las partes de alegar la nulidad que crean afecta sus
intereses dentro del proceso, podrá el juez al observar que se presenta alguna
causal de las contempladas por el ordenamiento jurídico, actuar inmediatamente
para sanear tal agravio procesal, basta recordar que será el juez como garante de
la justicia en el Estado, el principal interesado en el respeto de las garantías
procesales:
Ciertamente el papel saneador del juez es protuberante y son varias las normas que lo
resaltan, entre otras el artículo 42 que en su numeral 5 lo previene para que el emplee sus
poderes en orden a impedir nulidades y la ley 1285 de 2009 que reformo la estatutaria de
la administración de justicia en su artículo 25 que es norma nueva dispone: “agotada cada
etapa del proceso el juez ejercerá el control de legalidad para sanear los vicios que
acarrean nulidades dentro del proceso, los cuales, salvo que se trate de hechos nuevos, no
se podrán alegar en las etapas siguientes en aras de evitar dilaciones injustificadas”,
disposición que se incorpora al art-132 del CGP que señala: “control de legalidad. Agotada
cada etapa del proceso el juez deberá realizar control de legalidad para corregir o sanear
los vicios que configuran nulidades u potras irregularidades del proceso, las cuales, salvo
que se tate de hechos nuevos no se podrán alegar en las etapas siguientes, sin perjuicio
de lo previsto para los recursos de revisión y casación” destaca norma que impide
“guardar” la causal de nulidad para legarla según como marchen las cosas en el futuro.
(Blanco, 2017, p 914-915)
En este punto es de importancia resaltar que pese a que el juez puede de oficio
declarar una nulidad procesal, de ninguna manera puede considerarse esta
facultad jurisdiccional como de obligatoria y muchos menos como una disminución
de las cargas que tienen las partes a la hora de alegar la nulidad dentro del
proceso, es por ello que este poder del juez dentro del proceso deberá ser
considerada como facultativa y para nada obligatoria, sin lugar a dudas tal
planteamiento tiene una filosofía muy propias que es resaltada por López (2017):
[…] que en este aspecto acertada e incuestionablemente tomo partido por la teoría del
finalismo en virtud de la cual, por regla general, el acto no pues ser anulado si se alcanzó
el objetivo con el fin perseguido sin menoscabo de la defensa de las partes, así
objetivamente quede tipificado como causal de nulidad en uno de los textos legales que
consagran.
En otros términos, el afán de legislador colombiano en busca de evitar en lo posible la
anulación de las actuaciones fue extremado y si la irregularidad-nulidad no cerceno el
ejercicio del derecho de defensa de las partes y se cumplió con el objetivo perseguido con
el proceso, auspicia el saneamiento de esos vicios tendencia que recogió y mantuvo con
buen criterio el CGP. (917)
Para finalizar, es de destacar como ante el silencio de una de las partes, tal
omisión se constituye como una acción positiva en favor del saneamiento de la
nulidad, y con ello la imposibilidad de solicitarla con posterioridad a la ocurrencia
del hecho que da motivo para la declaratoria de la misma, en este sentido Escobar
(2016) dirá:
Como fiel trasunto del principio dispositivo que insufla en buena medida la normativa civil,
las partes están facultadas para convalidar las actuaciones anómalas que se susciten en el
curso del proceso, siempre y cuando se cumplan dos condiciones que solo comprometan
sus derechos o intereses y además que dichas irregularidades sean subsanables… (p. 130)
De esta manera, este principio se constituye como uno de los principales para la
nulidad de cualquier proceso incluso el constitucional, en razón de que deberán
ser los partes sujetos activos en cualquier relación procesal so pena de ver
afectados sus intereses dentro de la litis.
III. Principio de especificidad o taxatividad
Este principio se referirá a que solo podrán ser invocadas como causales de
nulidad aquellas que estén expresamente consignadas como tal por el legislador,
de esta manera Escobar (2016) dirá:
[…] La reglamentación de las nulidades se encuentra informada por el principio de la
especificidad, en desarrollo del cual el legislador enumera, con carácter taxativo, los
motivos que pueden dar lugar a la anulación total o parcial de toda clase de procesos…
(debe tenerse presente que el C.G.P establece ese principio, que también se denomina de
especificidad, en el inicio del artículo 133. Sin embargo, Henry Sanabria Santos recuerda
que existe “una excepción a la regla de la taxatividad… las sentencias huérfanas de
motivación…” (p. 130)
Por otra parte, nos mencionara Canosa (2009):
Conforme a este principio, no hay irregularidad con fuerza suficiente para invalidar el
proceso sin norma expresa que lo señale. Principio que se opuso tajantemente al llamado
antiprocesalismo del que se abusó en el código judicial, que facultaba al juez para decretar
según su criterio de nulidades que daban al traste con la estabilidad de los procesos, por la
observancia de las nimiedades, con claro quebranto del principio de preclusión y de lealtad
procesal. (p. 23)
Pese a ser esta una de las directrices principales de las nulidades procesales,
queremos hacer claridad que con respecto a las sentencias de la Corte
Constitucional, en virtud del decreto 2567 de 1991 en su artículo 47, no se
contempla este principio como eje de las nulidades en dichas providencia, en
razón de que la misma normatividad abre un aspecto de un sin número de
nulidades en razón de que realiza descripciones enumerativas de las causales
sino deja un espectro abierto, que se dará cuando se vulnere el debido proceso,
sin embargo también es de resaltar que dentro de las violaciones a este derecho,
podrán mencionarse como causales de nulidad las contempladas en los distintos
estatutos procesales, por un método interpretativo analógico que garantice la
efectividad del derecho al debido proceso. Resumiendo, la anterior disquisición,
las nulidades en materia constitucional no se encuentran enumerados, pero el juez
podrá hacer uso de las contempladas en el estatuto procesal civil por analogía
para evitar los vacíos normativos, además de otras que no se encuentren
enunciadas, por la textura abierta del precepto normativo en comento.
Ante la importancia que toman las causales de nulidad contempladas en el
estatuto procesal civil, ley 1564 de 2012, en la medida que gran parte de los
demás estatutos procesales del ordenamiento jurídico y sobre todo en razón del
criterio analógico como fuente para llenar vacíos jurídicos o normas con
expresiones tan abiertas, es de vital importancia estudiar la causales de nulidad
contempladas en el artículo 133 del Código General del Proceso, las cuales en
determinados momentos podrán erigirse como causales dentro del proceso
constitucional.
IX. CAUSALES DE NULIDAD
En este punto, antes de abordar el estudio de cada una de las causales de
nulidades contempladas por el ordenamiento jurídico, es importante resaltar como
se da una remisión expresa de los principales estatutos procesales hacia la norma
procedimental civil, en esta medida esta última es entendida por el legislador como
la base conceptual para los demás procesos, caso de ello, es la remisión expresa
que realizan en código de procedimiento administrativo y de lo contencioso
administrativo en su artículo 208 contempla “Nulidades. Serán causales de nulidad
en todos los procesos las señaladas en el Código de procedimiento Civil y se
tramitarán como incidente.”, a su vez el articulo … del código procesal del trabajo
y la seguridad social conceptúa frente a las nulidades
En esta medida como ambos estatutos fueron concebidos bajo la vigencia del
código de procedimiento civil, es de señalar que como dicho estatuto procesal fue
derogado por la ley 1564 de 2012 o Código General del Proceso, deberá
entenderse que se aplicaran las causales mencionadas en este último estatuto
procesal, el cual contempla como causales las siguientes:
1. Cuando el juez actué en el proceso después de declarar la falta de jurisdicción o de
competencia.
2. Cuando el juez procede contra providencia ejecutoriada del superior, revive un proceso
legalmente concluido o pretermite íntegramente la respectiva instancia.
3. Cuando se adelanta después de ocurrida cualquiera de las causales legales de
interrupción o de suspensión, o si, en estos casos, se reanuda antes de la oportunidad
debida.
4. Cuando es indebida la representación de alguna de las partes, o cuando quien actúa como
su apoderado judicial carece íntegramente de poder.
5. Cuando se omiten las oportunidades para solicitar decretar o practicar pruebas, o cuando
se omite la práctica de una prueba que de acuerdo con la ley sea obligatoria,
6. Cuando se omita la oportunidad para alegar de conclusión o para sustentar un recurso o
descorrer su traslado.
7. Cuando la sentencia se profiera por un juez distinto del que escucho los alegatos de
conclusión o la sustentación del recurso de apelación.
8. Cuando no se practica en legal forma la notificación del auto admisorio de la demanda a
personas determinadas, o el emplazamiento de las demás personas, aunque sean
indeterminadas que deban ser citadas como partes, o de aquellas que deban suceder en el
proceso a cualquiera de las partes, cuando la ley así lo ordena o no se cita en debida
forma al ministerio público o a cualquier otra persona o entidad que de acuerdo con la ley
debió ser citado.(ley 1564,2012,art.,134)
Ahora pues para un mejor entendimiento de estas causales, es necesario hacer
una breve referencia y explicación de cada una de ellas, en virtud de su inmensa
relevancia para la protección del derecho fundamental del debido proceso,
contemplado también en el artículo 47 del decreto 2567 de 1991.
A. Actuar careciendo de jurisdicción o de competencia
Con los postulados del Estado moderno, a este se le atribuyen una serie de
funciones que buscan garantizar un mínimo de libertades dentro de determinado
territorio, entre ellas estará el poder de administrar justicia por parte del Estado, de
esta manera la jurisdicción y la competencia serán conceptos que permiten
desarrollar tales funciones, es por ello que cuando un funcionario actúa sin
siquiera una de estas, su proceder se enfrenta a una flagrante violación del debido
proceso, es por ello que compaginando con el estudio del debido proceso como
derecho fundamental, se puede notar como esta causal busca garantizar uno de
los elementos del debido proceso como lo es el principio de juez natural, es decir,
aquel juez que se encuentra preconstituido a una situación jurídica particular y se
encuentra facultado para administrar justicia respecto de ese punto, además de
ello dirá López(2017):
Se entiende por falta de jurisdicción el hecho de que el proceso sea conocido por una
autoridad judicial de rama diferente de la civil, por ejemplo: laboral, contencioso-
administrativo, familia, penal, mientras que la falta de competencia se presenta cuando el
conocimiento se corresponde a autoridad diferente, pero de la misma rama civil v.gr, que a
deba actuar el juez civil del circuito y no el juez civil municipal, o el juez civil municipal de
Cali y no el de Bogotá, o un tribunal en su sala civil y no un juez civil del circuito, conceptos
que siguen teniendo plena vigencia, pero que en lo que concierne en los efectos de la falta
de jurisdicción ha tenido u replanteamiento radical.(p.921)
Además de ello, Rojas (2009) menciona:
Sin embargo, con arreglo al significado que tiene en la legislación nacional la expresión
jurisdicción (inapropiado, desde luego), como un grupo de jueces encargados de impartir
justicia en un ramo determinado, se entiende que el juez carece de jurisdicción para
conocer de un determinado pleito cuando por disposiciones de la Constitución o la ley está
asignado a un juez de otra área. (p.368)
Sin lugar a dudas, esta será una de las causales que más denotaran la violación al
debido proceso, entendiendo además de ello que el ciudadano deberá tener
derecho a una justicia especializada, que propenda por un juicio justo y una
decisión tomada en derecho.
b. Pronunciarse contra las providencias ejecutoriadas del superior,
revivir procesos concluidos o pretermitir una instancia.
Esta causal se encontrará ligada indudablemente a otro de los elementos del
debido proceso, en esta medida si un proceso que ya ha terminado, volviere a
revivir será un atentado contra el principio de cosa juzgada, en este sentido es
importante dar claridad sobre el asunto por ello es de mencionar lo dicho por
López (2017):
De la misma manera considera el legislador la actuación que adelanta el juez cuando
revive tramitaciones de procesos que han terminado en forma legal, porque esa actuación
es abiertamente contraria a la ley que señala la competencia del juez. En consecuencia, si
con posterioridad a la terminación de un proceso por desistimiento, transacción, perención
o sentencia, el juez pretende proseguir la actuación, salvo obviamente lo que tiene que ver
con su cumplimiento.
La norma se refiere a una actuación posterior que implique revivir un proceso ya terminado,
lo cual no excluye que el juez pueda realizar, válidamente, ciertos actos en orden al
cumplimiento de la procidencia ejecutoriada que la ley expresamente determina y otros que
en nada inciden sobre la causa que origino la finalización del proceso, como por ejemplo,
que se solicitara un desglose, una certificación o unas copias pues la disposición solo erige
en nulidad el hecho de que la nueva actuación cambie o modifique las relaciones jurídicas
definidas en el proceso finalizado sin que ello implique ni pueda haber ciertas tramitaciones
que no incidan en lo ya resuelto.
Por último , se contempla el caso de que se prescinda totalmente de una instancia, con lo
cual se viola en forma evidente el orden que todo proceso debe seguir, puesto que de
todos es sabido que dejar de tramitar, como lo dice el código, íntegramente una instancia,
constituye grave omisión, que debe ser sancionada declarando la nulidad de todo lo
actuado; empero , es de tal entidad el exabrupto, que resulta difícil que en la práctica
pueda darse la conducta.(925)
De esta manera el Código contempla tres supuestos que son atentatorios del
debido proceso y que hacen necesaria la declaratoria de nulidad del proceso,
indudablemente cada una de ellas son de tanta entidad vulneratoria que
impedirían el cauce normal del proceso y con ellos los fines del mismo, en cuanto
al proceder contra providencia ejecutoriada por el superior Rojas (2009)
mencionara:
No es conciliable, en una estructura jerarquizada como la del aparato judicial colombiano,
que la autoridad inferior se rebele en contra de su superior y desobedezca lo que esta ha
dispuesto, pues por razones de lógica elemental está en el deber de cumplir y hacer
cumplir lo que el superior haya resuelto (p. 369)
c. Adelantar el proceso cuando está suspendido o interrumpido
Analizando esta causal, se entiende como indudablemente se produce el
desconocimiento del curso del proceso para una de las partes que termina viendo
afectados sus derecho e intereses dentro de la litis, es por ello que López (2017)
menciona:
En efecto, cuando se presenta una causal de interrupción del proceso (art.159), o de
suspensión (art.161), la actuación cumplida dentro de la vigencia de las mismas determina
la anulación de lo actuado en lo que con la prosecución del trámite del proceso concierne,
debido a que la competencia del juez se hallaba suspendida. (p. 929)
A su vez, en relación al debido proceso y uno de sus ejes esenciales, resaltando el
papel preponderante dentro de la teoría del núcleo esencial del derecho, será el
derecho de defensa el principal afectado por la continuidad del proceso cuando se
presenten alguna de estas dos situaciones, de esta manera Rojas (2015) dirá:
Encontrándose detenido el proceso por suspensión o interrupción, solo pueden realizarse
actuaciones encaminadas a restablecer la normalidad que permite reanudar el proceso,
(art.160 del CGP), o tomar medidas urgentes y de aseguramiento (art.159-2 del CGO).
Cualquiera otra actuación que se realice es susceptible de invalidación por el altísimo
riesgo que la situación comporta conculcar el derecho de defensa (art.133 del CGP). (p.
129)
Es lógico el anterior planteamiento, por cuanto, una de las partes desconocerá la
continuidad del trámite procesal, lo cual le impide la posibilidad de ejercer sus
derechos dentro del proceso.
d. La indebida representación de las partes
En primera medida, es necesario aclarar que esta causal posee una doble
connotación, en el entendido de la posibilidad que tienen las personas de
comparecer al proceso por si mismas o deben hacerlo por conducto de otro y en
segunda medida, en referencia a la representación judicial dentro de un proceso,
de esta manera López (2017) menciona:
Esta causal se refiere al aspecto de la representación, tanto de la legal, o sea aquella a la
que están sometidos los incapaces, las personas jurídicas y los patrimonios autónomos,
como de la judicial, aun cuando en este caso se configura tan solo por carencia total de
poder para el respectivo proceso, lo que de entrada ubícala circunstancia como de casi
imposible estructuración, dado que requiere la “carencia total de poder” y si así sucede,
simplemente no existe el acto de apoderamiento de manera que es sencillo determinar e
impedir que intervenga como apoderado judicial quien carece de poder o al menos no lo
acredita documentalmente en el proceso, lo que deja a salvo la circunstancia de que se
podrá analizar la intervención desde la estrecha óptica de la agencia oficiosa.(p. 931,
López)
No obstante, a lo dicho anteriormente, debe mencionarse como cuando se trata de
apoderado judicial solo podrá reconocerse la nulidad cuando este carece
íntegramente de poder, al respecto Rivera (2017) expresara “Si el poder es
insuficiente y la irregularidad se presenta respecto del demandante, puede
alegarse esa circunstancia como excepción previa, pero no como nulidad” (p.
394), además de lo anterior mencionara Rojas (2015):
Pero su alcance difiere un poco si la irregularidad se refiere a la representación judicial,
pues mientras en la excepción previa se puede invocar cualquier informalidad o deficiencia
de dicha representación, la causal de nulidad solo se configura por ausencia total de poder
(art.133.4 del CGP). (p. 129)
e. La supresión de términos probatorios y para alegatos.
Esta pues será otra causal que atentara de forma directa el derecho de defensa,
núcleo esencial del derecho al debido proceso, inclusive podrán constituirse como
un verdadero elemento del debido proceso, por ello dirá Rojas (2015):
Se trata de una irregularidad que afecta la defensa de las partes en cuanto cercena las
oportunidades instituidas para realizarla. La omisión de dichas oportunidades o términos,
aunque sea parcial engendra el vicio (art.133.5 del CGP), pues si el justiciable goza de un
término para realizar un acto, bien puede cumplirlo en el último momento de dicho termino,
y si este es recortado caprichosamente por el jue probablemente el justiciable no alcance a
ejecutar el acto. (p. 129)
De esta forma, esta nulidad comprende varios postulados y presupuestos que den
garantía al derecho de defensa, como componente esencial de derecho
fundamental del debido proceso, por ello Rivera (2017) lo descompone así:
Se trata de un conjunto de aspectos que la doctrina suele conocer como procedimiento
probatorio, es decir, la totalidad de las actividades procesales relacionadas con las pruebas
en sus diversas etapas y fases; comprenden, por lo tanto, la investigación, el
aseguramiento, la proposición o presentación, la admisión y el ordenamiento, la recepción
y practica de los diversos medios. (p 394)
Además de ello el mismo autor respecto de la actividad probatoria dirá:
La actividad probatoria en el proceso tiene diferentes fases o aspectos, que puedan
comprenderse en tres: 1) la fase de producción u obtención de la prueba, en la cual
colaboran el juez, las partes y los auxiliares, o sea los sujetos de la prueba y sus órganos;
esta fase se subdivide en: a) averiguación o investigación; b) aseguramiento; c)
proposición o presentación; d) admisión y ordenación; e) recepción y práctica, en la cual se
presenta, en ocasiones, la coerción para su realización, 2) la fase de asunción por el jue, 3)
la fase de su valoración o apreciación por el juez, en la cual colaboran las pares
defendiendo o contradiciendo su validez y sus resultados o eficacia.(p. 394)
Por último, es de destacar como realmente esta será la causal de nulidad con
mayor entidad respecto del derecho de defensa, ya que a todas luces el proceso
se termina resolviendo con las pruebas aportadas por cada una de las partes
dentro del transcurso del mismo, por ello López (2017) menciona:
Estas son, ciertamente, oportunidades básicas con las que cuentan las partes para
defenderse adecuadamente. Si se impide el ejercicio del derecho a solicitar pruebas o para
alegar, se viola gravemente el derecho de defensa que se recuerda, se predica de todos
los intervinientes dentro del proceso, al igual de si se suprime las oportunidades para
solicitar pruebas o el decreto o la práctica de una prueba es obligatorio, aun cuando debo
advertir que con la implantación del proceso por audiencias, mal denominado oral, será
muy difícil que se estructure alguna de estas circunstancias, por la dinámica prevista para
su desarrollo.(933)
f. La sentencia proferida por el juez que no corresponde
Queremos mencionar en primera medida como esta fue una causal que se creó
con el Código General del Proceso, por cuanto su predecesor el Código de
Procedimiento civil no contenía esta causal, y es que esto se debe a una razón
lógica, la cual va encaminada a que conforme a los principios de inmediación y
concentración además el de oralidad, sea el juez un receptor directo de las
pruebas y alegatos presentados dentro de la audiencia, a partir de esta primer
premisa Rivera (2017) mencionara:
Recordemos que las actuaciones procesales cumplen en forma oral, publica y por el sistema
de audiencias, salvo las excepciones legales. En este sentido, la presencia del juez es
esencial. Por ello, el artículo 107 del Código General del Proceso estipula dos postulados:
a) Toda audiencia será presidida por el juez
b) La ausencia del juez genera nulidad de la respectiva actuación
c) Cuando se produzca cambio de juez que deba proferir sentencia, quien sustituya
deberá convocar a una audiencia especial con el solo fin de repetir la oportunidad para
alegar y una ve oídas las alegaciones podrá dictar sentencia. (p. 395)
Es entonces como el legislador ha entendido, que el juez que no esté dentro de la
audiencia tendrá una percepción completamente diferente de las pruebas
allegadas al proceso y además de los fundamentos de derecho mencionados en
los alegatos de las partes, lo cual en ultimas influirá en la decisión que tome el
funcionario judicial en su respectiva providencia, por ello, López (2017) menciona:
Se restringe el alcance de la misma a la sentencia que se profiere por un juez diferente lo
que se hace que sea de muy rara estructuración la misma, por cuanto se presenta si existió
cambio de juez luego de los alegatos y antes de ser proferida la sentencia, de modo que si
se presenta esa situación, el nuevo juez que va a decidir, conoce como el que mas
escucho alegatos fue su antecesor, de modo que para impedir la estructuración de esta
causal de nulidad, seguramente dispondrá que se repita la audiencia en la que la etapa de
alegatos para evitar perder su tiempo profiriendo una sentencia que , con seguridad, la
parte a la que se le decidió favorablemente, alegara y deberá declarar ante lo ostensible de
ella, con ello que se genera otro problema adicional y es el de que como ya se conoce su
criterio posiblemente podrá ser recusado.(p. 934)
g. La indebida notificación a quien debe ser vinculado al proceso
Finalmente, otra garantía de la cual contaran los asociados a un Estado es su
garantía del derecho de defensa, por ello el medio primigenio para esta será la
posibilidad de conocer los procesos judiciales que se adelantan en su contra para
así poder desvirtuar los presupuestos que se presentan allí, de esta forma será a
notificación el medio para la consecución de este primer elemento del derecho de
defensa y en consecuencia del debido proceso, es como Rojas (2009) dirá:
La ritualidad legalmente establecida para notificar al demandado la admisión de la
demanda es la forma escogida por el sistema normativo para garantizar que realmente se
entere del curso del proceso en su contra con miras a que efectivamente puede ejercitar su
defensa respecto de los planteamientos formulados en la demanda. De modo que de no
observarse íntegramente las formalidades inherentes a dicho rito se pone en peligro el
propósito indicado, por lo que la actuación puede ser invalidada. (p 372-373)
Además de ello consignara, como en algunos dependiendo de las personas a
quien se deba notificar, la cuestión de estudio variara.
Puede que el juez omita ordenar la citación de sujetos determinados o indeterminados
que deben ser escuchados como partes, lo que le permite al demandado plantear la
circunstancia como excepción previa. Pero si la irregularidad pasa inadvertida dentro del
traslado de la demanda, la actuación que se realice a continuación puede devenir invalida
por efectos del vicio. (Rojas, 2009 p. 373)
Agregando a lo anteriormente dicho López (2017) dirá:
Por cuanto la vinculación al demandado al proceso es asunto de particular importancia por
ser protuberante en el cumplimiento del debido proceso, la notificación de la demanda que
marca el momento en que se traba la relación jurídico procesal debe ser realizada
ajustándose a un todo a los previsto en la ley. (p.935)
De las precedentes menciones doctrinarias, puede advertirse como esta causal
puede tener dos variantes, una en referencia a las partes y otra a sujetos e
instituciones que por mención expresa de la ley sea de obligatorio cumplimiento su
citación, referente a ello expresara Rivera (2017):
a) En primer lugar, existe nulidad, cuando hay falta o defectuosa notificación o emplazamiento
de quienes deben ser citados al proceso. Estriba la razón de ser de la mencionada causal
de nulidad en preceptos de orden superior concretamente en la garantía constitucional del
derecho de defensa, como quiera que la Carta Política de la Nación establece que nadie
puede resultar vencido en una contienda judicial sin haber sido oído previamente, por
consiguiente, con acierto y claridad, la doctrina tiene sentado que “la indefensión es la
máxima nulidad” en que se puede incurrir.
b) En segundo lugar, consagra como causal de invalide del proceso el hecho de no citarse en
debida forma al ministerio público o cualquier otra persona o entidad, cuando de acuerdo
con la ley debe ser citado. (p. 395)
de esta manera la notificación se erige como el primer gran acto procesal por el
cual se garantiza el derecho al debido proceso, el cual en ultimas deberá ser
respetado en cualquier actuación de índole administrativa y judicial.
Finalmente, es de importancia destacar el papel del saneamiento de las nulidades,
este como eje para la garantía de un juicio público sin dilaciones injustificadas con
ello evitando al máximo que sean las nulidades un óbice para el acceso a la
administración de justicia, es por ello que López (2017) mencionara:
Pese a todas las causales de nulidad estudiadas tienen como común denominador las
posibilidad de originar invalidez total o parcial de la actuación, algunas de ellas permiten, si
se dan ciertos requisitos, su saneamiento, es decir, que no obstante la existencia del vicio y
su declaración, este deja de producir efectos si se ratifica la actuación indebida, o si se
presentan determinadas circunstancias que hacen nugatoria la irregularidad aun no
declarada, por cuanto no se vulnero el derecho de defensa, con lo cual se presta un valioso
servicio al principio de economía procesal.( p 939)
X. COMENTARIO FINAL
Una vez hecho este bosquejo en razón de delimitar el concepto de la nulidad
procesal y su relación directa con el debido proceso, ello en virtud de que será la
primera, la institución jurídica que buscara salvaguardar ese derecho fundamental,
de ese modo le es dotado al legislador la adopción mediante la ley, de criterios
enunciativos que buscan definir cuáles son estas, por ello ha sido el estatuto
procesal civil quien recoja las causales de nulidad para la mayoría de estatutos
procesales contemplados en el ordenamiento jurídico, ya que estos últimos harán
remisión al código rector en materia procesal. En esta medida, despiertan
interrogantes como el decreto 2567 de 1991 por el cual se regulan los procesos
ante la Corte Constitucional, contemplo un espectro de nulidades tan amplio al
mencionar como todas aquellas actividades procesales que vulneren el derecho al
debido proceso, el cual como tuvimos oportunidad de estudiar en la primera etapa
de este trabajo, está constituido por unos elementos especiales que propugnan
por una protección integral en materia de garantías procesales, pese a esa textura
abierta, la Corte se ha valido de la doctrina general de las nulidades para estipular
los requisitos de las mismas en materia constitucional ante tan precario marco
normativo, la Corte deberá hacer uso por analogía de las causales de nulidad ya
anotadas en el estatuto procesal civil y de su teoría general, todo ello en razón de
la amplitud conceptual del debido proceso que rige el artículo 49, por esto, será
ahora necesario iniciar el estudio de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en
materia de nulidades respecto de sus providencias, para así afincar cuáles serán
los presupuestos para la declaratoria de nulidad y ver cómo se desarrolla de
manera analógica lo ya conceptuado en este capítulo.
XI. LA NULIDAD PROCESAL EN LAS SENTENCIAS DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
La Corte Constitucional a partir de su nacimiento con la Constitución Política de
1991, se ha erigido como el máximo tribunal en materia constitucional, es por ello
que en aras del derecho fundamental al debido proceso y de regular los
procedimientos que se llevan antes esta, que se profirió el decreto 2067 de 1991
“por el cual se dicta el régimen procedimental de los juicios y actuaciones que
deban surtirse ante la Corte Constitucional”, de esta manera en referencia a las
nulidades que puedan darse dentro del trámite constitucional el artículo 49 de la
mencionada normatividad:
Contra las sentencias de la Corte Constitucional no procede recurso alguno.
La nulidad de los procesos ante la Corte Constitucional sólo podrá ser alegada
antes de proferido el fallo. Sólo las irregularidades que impliquen violación
del debido proceso podrán servir de base para que el pleno de la Corte anule
el proceso. (decreto,2067, art.,1991)
A lo anterior cabe reseñar como en un principio la normatividad contemplo
únicamente como momento para solicitar la declaratoria de nulidad con antelación
a la expedición de la providencia, en este punto la Corte Constitucional ha
entendido con ello que a prima facie este postulado en sí mismo atenta contra la
garantía del debido proceso, ello en razón a que si se presentase dicha nulidad
dentro de la sentencia que con posterioridad profiera el máximo tribunal
constitucional, esta no podría ser alegada bajo ninguna premisa, es por ello que la
Corte ha sabido interpretar dicho artículo con el fin de garantizar los postulados del
derecho fundamental al debido proceso:
Según lo previsto en el artículo 49 del Decreto 2067, “la nulidad de los procesos ante la
Corte Constitucional sólo podrá ser alegada antes de proferido el fallo. Sólo las
irregularidades que impliquen violación del debido proceso podrán servir de base para que
el Pleno de la Corte anule el Proceso”. Con todo, con fundamento en ese artículo la Corte
ha admitido solicitudes de nulidad de procesos de constitucionalidad, no sólo por
actuaciones o hechos ocurridos antes de dictarse el fallo sino también por irregularidades
en la sentencia misma, siempre y cuando éstas impliquen violación del debido proceso,
pues esta Corporación ha precisado que tiene “el deber de declarar las nulidades que se
presenten en cualquier etapa del proceso. Y la sentencia es una de ellas”. Además, ha
determinado que, en estos casos, la nulidad deberá proponerse dentro de los tres días
siguientes a la notificación de la sentencia. (Corte Constitucional, Auto 151ª-03)
En segundo lugar, es importante resaltar como del concepto descriptivo que
adopta el mencionado artículo 49, es dable decir como este no contempla un
marco enunciativo y enumerativo de las causales que pueden afectar el debido
proceso en específico, es por ello que deja un margen de acción muy amplio para
que el juez constitucional considere que actuaciones son susceptibles de
declaratoria de nulidad de esta manera de lo estudiado con antelación puede
observarse como mediante esta amplitud conceptual se aboca el estudio de las
nulidades, desde cada uno de los elementos del debido proceso además de su
núcleo esencial, también definido por la Corte.
XII. EXEPCIONALIDAD EN LAS NULIDADES DE LAS PROVIDENCIA DE
LA CORTE CONSTITUCIONAL
Ante la inmensa importancia que tiene la jurisprudencia de la Corte Constitucional,
como máximo interprete y protector de la Constitución de 1991,esta última
entendida como el marco normativo de mayor jerarquía en el ordenamiento
jurídico y con ello, presupuesto para la validez de las demás normas que se
encuentran en el mundo jurídico colombiano, nuestro máximo tribunal
Constitucional ha destacado el carácter excepcionalísimo en la prosperidad de una
nulidad dentro del trámite procesal constitucional y ello es así por cuanto esta se
encarga de la estabilidad del orden constitucional, además de los principios y
valores consignados en la Carta Política, de esta manera conceptúa la Corte:
4.- El carácter extraordinario de la nulidad de las sentencias proferidas por la Corte
Constitucional ha sido objeto de reiterados pronunciamientos por parte de esta Corporación.
Así, el Auto 001 de 2001 determinó que razones de seguridad jurídica y de prevalencia de
los postulados y valores consagrados en la Carta Política aconsejan que los dictados de la
Corte, guardiana de su integridad y supremacía, gocen de estabilidad, salvo que se
demuestre a plenitud su “palmaria e indudable transgresión a las prescripciones del Estatuto
Fundamental”. Por tanto, las nulidades de los procesos que se llevan en la Corte
Constitucional tienen un carácter extraordinario, “por lo cual deben ser interpretadas y
aplicadas de manera restrictiva, sin lugar a extensiones ni analogías”
5.- El artículo 49 del Decreto 2067 de 1991 dispone que sólo las irregularidades que
impliquen violación del debido proceso podrán servir de base para que la Sala Plena de la
Corte anule el proceso. De acuerdo con ello se trata de nulidades circunscritas de manera
expresa a las violaciones ostensibles y probadas del artículo 29 de la Constitución Política.
Estas situaciones son especialísimas y excepcionales, y sólo pueden provocar la nulidad del
proceso cuando los fundamentos expuestos por quien la alega muestran, de manera
indudable y cierta, que las reglas procesales aplicables a los procesos constitucionales, que
no son otras que las previstas en los Decretos 2067 y 2591 de 1991, han sido quebrantadas,
con notoria y flagrante vulneración del derecho al debido proceso. Pero ello no es suficiente,
la vulneración alegada tiene que ser significativa y trascendental respecto de la decisión
adoptada, es decir, debe tener unas repercusiones sustanciales, de lo contrario la petición
de nulidad está llamada a fracasar. (Corte Constitucional, Auto 151ª-03)
Queremos destacar como en este punto la Corte está utilizando el principio de
protección de las nulidades procesales como fundamento para la declaratoria de la
misma, sin embargo su contenido tiene una connotación diferente al emitido en la
teoría general de las nulidades procesales, por cuanto al ser las sentencias de la
Corte Constitucional, sobre todos las sentencias de constitucionalidad de contenido
público y con efectos erga omnes, dicha afectación debe ser de tanta protuberancia
que ello implique la violación del mismo orden jurídico y por lo tanto deslegitime la
decisión del máximo tribunal, en esta medida el principio de protección se traduce
en términos procesales constitucionales, como que para que se produzca una
nulidad procesal dentro del trámite, esa actuación que se acusa debe vulnerar
directamente el derecho al debido proceso y además de ello, esta deberá ser de
una entidad tan mayúscula que sea imposible sostener la decisión adoptada o el
curso del proceso.
Véase en este punto como empiezan a adoptarse conceptos propios de las
nulidades a partir de la teoría general de las mismas, por ello para que se dé la
nulidad procesal en el contexto constitucional deberá darse un primer supuesto y es
la grave vulneración al debido proceso, acentuando que esta deberá ser notoria,
ello en virtud de que pese a que el principio de protección en materia general se
basa en el detrimento o afectación de los intereses de una de las partes, por el
contrario en materia constitucional no se hablara de esta clase de interés sino de un
interés general de toda la sociedad debido a los efectos que poseen esta clase de
juicios, que afectan a cada uno de los asociados al Estado por sus efecto erga
omnes, de allí se da el carácter de significativa y transcendental, además de ello la
Corte menciona:
6.- En lo tocante con la nulidad que encuentra su origen en la sentencia misma, aunque ni
las normas constitucionales ni el mencionado Decreto prevén causal alguna de nulidad, la
aplicación directa del artículo 29 superior, ha llevado a la Corte a reconocer la posibilidad de
su ocurrencia para aquellos casos en los cuales, en el momento mismo de votar, se produce
el desconocimiento del debido proceso, circunstancia que se circunscribe a los eventos de
violación del principio de publicidad, falta de quórum o de mayoría exigidos por la ley y, de
violación del principio de cosa juzgada constitucional. En estos casos, obviamente, la referida
nulidad debe proponerse con posterioridad al fallo, pero dentro de los tres días siguientes a
la notificación de la sentencia. (Corte Constitucional, Auto 151ª- de 2003)
Es entonces como este primer presupuesto para la declaratoria de nulidad de una
sentencia de constitucionalidad, será abordado y resuelto en el auto 151ª- de 2003,
por el cual se estudia la Nulidad de la providencia C-551 de 2003 en donde por
cuestiones de quorum y tiempo en la sesiones se solicita su nulidad a la honorable
Corte Constitucional, por ello el máximo tribunal constitucional basado en la
importancia y significación de la supuesta violación al debido proceso deniega su
solicitud argumentando:
Reitera la Corte entonces que, en virtud de la estabilidad de los fallos de la Corte y del
carácter excepcional de la nulidad de los mismos, el incumplimiento alegado por los
ciudadanos debe ostentar una entidad tal que indudablemente afecte el derecho al debido
proceso de manera ostensible e intolerable. Ello obviamente no ocurre en este caso, pues
las supuestas violaciones no vician el quórum - pues hubo mayoría -, ni la votación con la
que se adoptó la decisión. Además, tampoco se viola la publicidad entre los magistrados,
pues todos conocían el proyecto en discusión y con su presencia en las sesiones podían
conocer también el estado del debate. Además, no son ciertos los hechos en que fundan su
petición de nulidad. (Corte Constitucional, Auto 151ª- de 2003)
Por otra parte, también es importante destacar como dentro de las actuaciones
procesales en los juicios de constitucionalidad, podrá darse la subsanación o
convalidación de la respectiva nulidad que se cree ha vulnerado el debido proceso,
por ello el artículo 45 del decreto 2067 de 1991 preceptúa:
Cuando la Corte encuentre vicios de procedimiento subsanables en la formación del acto
sujeto a su control, ordenará devolverlo a la autoridad que lo profirió para que dentro del
término que fije la Corte, de ser posible, enmiende el defecto observado. Subsanado el
vicio o vencido el término, la Corte procederá a decidir sobre la constitucionalidad del acto.
Dicho término no podrá ser superior a treinta días contados a partir del momento en que la
autoridad esté en capacidad de subsanarlo. (decreto2067,1991, art.,1991)
Ahora pues es de mencionar como la declaración de nulidad en virtud de las
garantías procesales en juicios constitucionales se radica como un mandato
imperativo, es por ello, que cuando el mismo juez constitucional observe la violación
del debido proceso podrá declara de oficio la nulidad so pretexto de la defensa de
la Constitución y el debido proceso, de esta forma en otra providencia de la Corte
Constitucional dirá:
- Lo cierto, sin embargo, es que el trámite independiente de los procesos LAT-269 y LAT-
288, por ser una misma causa constitucional, si implicaría inexorablemente hacia el futuro,
la duplicación de diligencias constitucionales de manera innecesaria que si pueden incidir en
la celeridad y eficacia de los compromisos constitucionales de esta Corporación. De hecho,
para continuar el estudio del LAT-269 conforme a las indagaciones a las que ha llegado este
Tribunal, deben decretarse necesariamente nuevas pruebas, muchas de las cuáles ya
aparecen en el expediente LAT-288. Incluso de continuarse con el trámite constitucional de
ambos procesos, indiscutiblemente el resultado del LAT-288 sería el de verse abocado a
una sentencia de “estarse a lo resuelto”, en la medida en que en el proceso designado como
LAT- 269 se habría dado lugar sustancialmente al estudio del Convenio de la referencia.
(Corte Constitucional, Auto 179 de 2006)
De igual forma frente a la nulidad constitucional declarada de manera oficiosa
mencionara la Corte Constitucional en el auto 114 de 2013 lo siguiente:
1. La Corte Constitucional ha declarado en cuatro ocasiones la nulidad de oficio, en las
cuales ha tomado esa decisión de forma excepcional siempre y cuando el fallo observó un
error de tal magnitud y evidencia que vulnera los derechos al debido proceso además de
defensa de una de las partes del proceso.
En el Auto 050 del 17 de mayo del 2000 la Corte declaró de oficio la nulidad de la sentencia
T-157 de 22 de febrero de 2000 por encontrar que existía una incongruencia entre la parte
motiva y la parte resolutiva de la providencia. En esa oportunidad la Sala precisó que el
cambio del sentido de la ponencia sumado a un inadvertido error del Despacho había
generado el error de concordancia entre las consideraciones y la resolutiva de la sentencia.
En similar sentido, puede consultarse el Auto 015 de 29 de enero de 2007, en el que el pleno
de esta corporación declaró de oficio la nulidad de la sentencia T-974 de 24 de noviembre
de 2006, al verificar una ausencia de congruencia entre la parte motiva y parte parcial de la
resolutiva, al punto que las hacía contradictoria. De este modo mientras en las
consideraciones del fallo se afirmó categóricamente la improcedencia de la solicitud de
reintegro al cargo, incluso como mecanismo transitorio, en el resuelve de aquél se ordenó
“hasta tanto no se hayan resuelto las acciones que contra el acto de desvinculación tiene el
señor Parra Sánchez ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo”.
Igualmente, mediante Auto 062 de 21 de junio de 2000, la Sala Plena decretó la nulidad de
oficio de la sentencia C-642 de 31 de mayo de 2000 por cuanto había sido aprobada por
cuatro magistrados de la corporación, olvidando que normativamente se exigía la votación
afirmativa de más de la mitad de los miembros de la Corte Constitucional, es decir, de cinco
de sus magistrados.
Por último, a través del Auto 82 del 5 de mayo de 2010, la Sala Plena declaró la nulidad de
Auto 333 de 2009, el cual rechazó por extemporáneo el recurso de súplica presentado contra
la providencia que a su vez rechazó una demanda ordinaria de constitucionalidad, porque
se presentó un error en el conteo del plazo que tiene el ciudadano para promover el referido
recurso extraordinario. (Corte Constitucional, Auto 114 de 2013)
De esta forma nótese como para la Corte se hace necesario articular la nulidad a
los demás principios procesales que rigen la materia, además de tomar acciones
positivas para la garantía del debido proceso, en este caso será pues la resolución
pronta frente a un proceso judicial, lo que posibilitará la declaración oficiosa hecha
por la Corte.
En este mismo sentido, la Corte Constitucional ha establecido como ya lo anotamos
con antelación, que los reparos hechos por nulidad de las actuaciones deberán
darse ante de proferir sentencia no son los únicos que podrán darse durante el
trámite, en razón de que la nulidad también podrá darse con la expedición de la
providencia, de esta forma cuando ello ocurra en virtud de los principios de
seguridad jurídica y cosa juzgada dispone de un término para señalar la
irregularidad que afecta el debido proceso:
En auto de la Sala Plena del 14 de junio de 2001, la Corte definió de la siguiente manera el
término para presentar una petición de nulidad: “La solicitud de nulidad de las sentencias
que profieran las Salas de Revisión de esta Corporación, debe ser presentada dentro de los
tres (3) días siguientes a la notificación de la misma; acto de notificación que cumple el juez
o tribunal que profirió el fallo de primera instancia; debiendo dejar constancia de la fecha de
la notificación y del medio empleado y que el juez consideró más expedito y eficaz de
conformidad con lo previsto en el artículo 16 del Decreto 2591 de 1991.”
Desde esa oportunidad, la Corte ha reiterado que la solicitud de nulidad debe ser
interpuesta dentro de los tres (3) días siguientes a la notificación del fallo.
Además del anterior precedente jurisprudencial, es de anotarse como la
jurisprudencia de la Corte ha continuado con tal criterio, por ello en el auto 082 de
2010, la Corte dirá:
El Decreto 2067 de 1991, mediante el cual se dictó el régimen procedimental de los juicios
y actuaciones que deban surtirse ante la Corte Constitucional, preceptúa en el artículo 49
que contra las sentencias de esta corporación no procede recurso alguno, pero resulta
procedente alegar la nulidad en los juicios de constitucionalidad antes de proferido el fallo.
En esos eventos, esa norma señala: “Sólo las irregularidades que impliquen violación del
debido proceso podrán servir de base para que el pleno de la Corte anule el proceso.”
Como ha indicado la jurisprudencia de esta Corte, “tanto en los procesos de
constitucionalidad como en los de tutela es procedente alegar la nulidad, antes de que se
profiera el fallo, de manera extraordinaria, frente a irregularidades que afecten el debido
proceso. En ciertos eventos, ha aceptado que también puede invocarse después de
proferida la sentencia en sede de revisión” (auto 058 de marzo 17 de 2010, M. P. Nilson
Pinilla Pinilla).
Sin embargo, también recuerda la Corte como el trámite de la nulidad no puede
erigirse en motivos y razones para el cambio de postura dada en el fallo, esto pues
quiere decir que no puede ser el trámite de nulidad una instancia más dentro del
proceso constitucional en este caso de revisión de tutela, ello con el fin de proteger
los principios jurídicos de la cosa juzgada y la seguridad jurídica, así pues, dirá la
Corte:
En este sentido, con relación a la nulidad de las sentencias de esta Corporación, la citada
norma señala: “La nulidad de los procesos ante la Corte Constitucional sólo podrá ser alegada
antes de proferido el fallo. Sólo las irregularidades que impliquen violación del debido proceso
podrán servir de base para que el pleno de la Corte anule el proceso.”
Ahora bien, a pesar de que las sentencias adoptadas por la Corte Constitucional, sea en su
Sala Plena o en sus Salas de Revisión, una vez ejecutoriadas están amparadas por el principio
de cosa juzgada, y aunque esta Corporación es el órgano límite en materia de
constitucionalidad, la Corte ha reconocido que también se puede alegar la nulidad después de
proferido el fallo. No obstante, valga aclarar que el hecho de que se pueda solicitar la nulidad
de una sentencia de la Corte Constitucional no significa que exista un recurso contra ella o que
surja una nueva oportunidad para continuar un debate ya concluido, pues en ese evento el
examen de la Corte debe limitarse a determinar si en el proceso o en la sentencia misma se
incurrió en violación del debido proceso. (Corte Constitucional, Auto 106 de 2009)
Además de lo anotado en este auto respecto de la imposibilidad del incidente de
nulidad dentro del proceso constitucional como recurso a la decisión tomada por la
Corte Constitucional, es importante mencionar como la Corte Constitucional
decanta como requisitos para la solicitud de nulidad en los tramites
constitucionales, ante la importancia radical del tema nos permitimos citar in
extenso:
Así, los presupuestos y reglas aplicables a la declaratoria de nulidad de las sentencias de la
Corte Constitucional, pueden ser resumidos así:
(i) La declaratorio de nulidad de una sentencia proferida por la Corte Constitucional sólo
procede de manera excepcional. En todo caso, esta decisión obedece a “[S]ituaciones
jurídicas especialísimas y excepcionales, que tan sólo pueden provocar la nulidad del
proceso cuando los fundamentos expuestos por quien la alega muestran, de manera
indudable y cierta, que las reglas procesales aplicables a los procesos constitucionales,
que no son otras que las previstas en los decretos 2067 y 2591 de 1991, han sido
quebrantadas, con notoria y flagrante vulneración del debido proceso. Ella tiene que ser
significativa y trascendental, en cuanto a la decisión adoptada, es decir, debe tener unas
repercusiones sustanciales, para que la petición de nulidad pueda prosperar.” (Negrilla
fuera de texto original).
(ii) Bajo el entendido de que la solicitud de nulidad de una sentencia de la Corte Constitucional
sólo procede de manera excepcional, ésta debe cumplir los siguientes requisitos formales:
a. La solicitud debe presentarse dentro de los tres (3) días siguientes a la notificación de la
sentencia adoptada por la Corte. En consecuencia, vencido este término, se entiende que
todos los vicios que podrían derivar en la nulidad del fallo, quedan automáticamente saneados.
b. Sin embargo, si el vicio alegado se funda en situaciones ocurridas con anterioridad a la
adopción del fallo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 49 del Decreto 2067 de 1991, la
solicitud de nulidad deberá presentarse antes de proferida la sentencia. En caso que las partes
que intervinieron en el proceso constitucional no eleven petición en ese sentido dentro de la
oportunidad prevista, se entiende que pierden su legitimidad para invocar la nulidad
posteriormente.
c. Pero, si el vicio se deriva de la propia sentencia, la solicitud de nulidad deberá ser
presentada dentro de los tres (3) días siguientes a su notificación.
d. Las solicitudes de nulidad de las sentencias proferidas por la Corte Constitucional deben
haber sido presentadas por quien tenga legitimidad para hacerlo, esto es, quien haya sido
parte en el proceso.
(iii) Cumplidos los anteriores requisitos formales, la solicitud de nulidad de una sentencia
proferida por la Corte Constitucional debe encontrarse ajustada a los siguientes límites y
argumentos:
a. Quien invoca la nulidad tiene la carga de demostrar, con base en argumentos serios y
coherentes, que la sentencia vulnera el derecho al debido proceso. Por tanto, dado que el
incidente de nulidad no es una nueva oportunidad para discutir los problemas jurídicos
planteados durante el trámite constitucional, no son suficientes razones o interpretaciones
diferentes a las indicadas en la sentencia, que obedezcan al disgusto e inconformidad del
solicitante con la decisión.
b. La solicitud de nulidad no puede estar encaminada a reabrir el debate probatorio decidido
por la Corte Constitucional en su sentencia. Esto por cuanto, es claro que el incidente de
nulidad no constituye una nueva instancia o un recurso mediante el cual se pueda proferir una
nueva decisión sobre la controversia jurídica dirimida en la sentencia.
c. Como se indicó anteriormente, el fundamento esencial de la solicitud de nulidad debe ser
la afectación del derecho al debido proceso. En este sentido, es claro que los criterios de
forma, como la redacción, el estilo y la argumentación utilizada en la sentencia, no constituye
una afectación del derecho al debido proceso. Por consiguiente, de conformidad con la
jurisprudencia constitucional, la afectación de este derecho debe ser cualificada, esto es,
“[O]stensible, probada, significativa y trascendental, es decir, que tenga repercusiones
sustanciales y directas en la decisión”. (Negrilla y subraya del texto original).
Al respecto, esta Corte ha considerado que existe afectación del derecho al
debido proceso, por ejemplo, en los siguientes casos:
“- Cuando una Sala de Revisión cambia la jurisprudencia de la Corte. El
artículo 34 del decreto 2591 de 1991 establece que todo cambio de jurisprudencia
debe ser decidido por la Sala Plena; en consecuencia, si una de las salas de
revisión se apropia de esa función, se extralimita en el ejercicio de sus
competencias con una grave violación al debido proceso. Sin embargo, no toda
discrepancia implica cambio de jurisprudencia, puesto que ella debe
guardar relación directa con la ratio decidendi de la sentencia de la cual se
predica la modificación; en caso contrario, ´[L]as situaciones fácticas y jurídicas
analizadas en una sentencia de una Sala de Revisión y que sirven de fundamento
para proferir un fallo son intangibles, porque son connaturales a la libertad,
autonomía e independencia que posee el juez para evaluarlas y juzgarlas. ´”
- Cuando una decisión de la Corte es aprobada por una mayoría no
calificada según los criterios que exige la ley.
- Cuando existe incongruencia entre la parte motiva de una sentencia y la
parte resolutiva de la misma, que hace anfibológica o ininteligible la decisión
adoptada; igualmente, en aquellos eventos donde la sentencia se contradice
abiertamente, o cuando la decisión carece por completo de fundamentación.
- Cuando la parte resolutiva de una sentencia de tutela da órdenes a
particulares que no fueron vinculados o informados del proceso.
- Cuando la sentencia proferida por una Sala de Revisión desconoce la cosa
juzgada constitucional, pues ello significa la extralimitación en el ejercicio de
sus atribuciones” (Negrilla fuera del texto original).
Adicionalmente, la Corte ha contemplado la configuración de una causal de nulidad de sus
sentencias cuando, de manera arbitraria, se dejan de analizar asuntos de relevancia
constitucional que tienen efectos transcendentales para el sentido de la decisión.
2.4 En conclusión, la solicitud de nulidad de una sentencia de la Corte Constitucional sólo
procede en el evento en que dicha decisión derive en la afectación del derecho al debido
proceso. Para el efecto, la solicitud en comento debe reunir los requisitos procedimentales y
sustanciales exigidos por la ley y la jurisprudencia que desarrollan la materia. (Corte
Constitucional, Auto 106 de 2009)
Debe destacarse como la Corte reitera la trascendencia que tenga la actuación para
que determine su nulidad dentro del proceso, esto pues es un requisito de vital
importancia para nuestro máximo tribunal constitucional por cuando destaca la gran
significación y trascendencia de la misma para finalmente declarar su nulidad, esto
pues como ya se avizoro con antelación busca la garantía del principio de
protección y trascendencia dentro del proceso, el cual que no es más que la
evidente y protuberante violación al debido proceso dentro del trámite judicial.
En segundo momento recordara la Corte que normativamente solo se concibe la
nulidad procesal en los juicios constitucionales, en las actuaciones anteriores a la
expedición de la providencia, sin embargo, recuerda su jurisprudencia en tanto que
puede existir nulidad con posterioridad a la sentencia y bajo esta premisa es
necesario dotar al interesado de los mecanismos idóneos para garantizar sus
garantías fundamentales. Por ello es que ha considerado la Corte Constitucional
que pese a que la disposición normativa pertinente no contempla como oportunidad
procesal para solicitar de manera sucedánea a la expedición de la sentencia, esta
si podrá ser viable siempre y cuando el erro y la violación al debido proceso sea
con posterioridad a la expedición de la sentencia, sin embargo también delimitara
su solicitud a un determinado momento en el tiempo, el cual no podrá ser superior
a los tres días después de proferirse sentencia, en esta medida si no se llegase a
presentar dicha solicitud dentro del término, la nulidad se entenderá saneada,
nótese como se volverá a cumplir con uno de las directrices emitidas para la
regulación de las nulidades procesales, incluyendo también que si vencido dicho
termino no se es solicitado su nulidad, esta no podrá ser invocada con
posterioridad.
Ahora si bien ya hemos hecho gran alusión a la nulidad dada después de proferirse
audiencia, es de recibo mencionar como aquellas nulidades que se den dentro del
trascurso del proceso deberán ser alegadas de forma inmediata so pena de
entenderse por convalidadas y con ello perder la oportunidad de solicitarla con
posterioridad.
Ahora una vez cumplidos estos requisitos, el primero el de trascendencia y
significancia de la actuación que desemboque en la violación al debido proceso, y
el segundo, en cuanto quien pretenda que se declare la nulidad procesal ante la
Corte Constitucional dependiendo de su origen, si fuere antes de proferir sentencia,
tan pronto se presente la actuación que posibilite la nulidad y si es con la nulidad
en la sentencia deberá darse a más tardar 3 días después de haberse notificado la
misma, una vez cumplidas estas primeras exigencias según lo emitido por la Corte
Constitucional deberá estar guiada por una serie de límites y argumentos que
hagan viable la declaratoria de nulidad.
Por ello en primera medida deberán esgrimirse argumentos serios que permitan
probar la violación al debido proceso, sin que de ninguna manera esta se constituya
en una nueva instancia donde se realicen reproches al sentido de la sentencia o el
disgusto de las partes frente a la misma.
En este mismo sentido la solicitud de nulidad tampoco podrá dar vía libre a rebatir
los aspectos probatorios con antelación a la expedición de la providencia,
recordando una vez más que esta solicitud no puede constituirse como una nueva
instancia dentro del proceso.
Por otra parte, las discusiones que se den dentro de la solicitud deberán ir
intrínsecamente ligadas a demostrar la vulneración del debido proceso, por ello los
errores gramaticales, estilo al escribir o argumentar no podrán ser objeto de
discusión sino solo aquellas que sustancialmente vulneren el derecho al debido
proceso.
En este sentido la Corte Constitucional ha mencionado como algunas vulneraciones
al derecho al debido proceso, por ejemplo cuando una sala de revisión cambia la
jurisprudencia de la Corte Constitucional, sin embargo es de hacer mención que
dicho cambio debe ser real, esto pues que modifique esencialmente el precedente
que ha venido desarrollando la Corte Constitucional, además de ello se dará nulidad
cuando la sentencia no esté suscrita por la mayoría decisoria según el tipo de
providencia, esto será en sala de tutela la decisión de 2 de 3 magistrados que
componen la sala de revisión, o cuando se trate de sentencias de unificación o
constitucionalidad, la mayoría está determinada por el voto en determinado sentido
de 5 magistrados de 9.
De esta manera también se constituirá como violación al debido proceso la
incongruencia entre la parte motiva y la parte resolutiva de la sentencia, por ello
deberá entenderse como tal una violación flagrante al debido proceso en la relación
con la obligación que tienen los jueces de motivas sus sentencias.
Otra causal de nulidad dada por la Corte Constitucional será la de dar órdenes a
personas o particulares que no fueron vinculados en el proceso, es por ello que
este se constituye en una afrenta al derecho de defensa núcleo esencial del debido
proceso, en esta medida si no se vincula a estas personas se le desconocería su
derecho a presentar sus defensas pertinentes y controvertir lo dicho por el
accionantes en un primer momento, ejemplo de dicha causal estará dada en el auto
126ª- de 2008, en donde se declara la nulidad de los procesos llevados ante la
Corte por falta de notificación que posteriormente se desemboca en la no
comparecencia de Electricaribe al proceso:
1. Que en el caso de los expedientes T-1.632.511 y T-1.632.513 no reposan en ellos
las constancias de comunicaciones, envío o recibido de los oficios mediante los cuales se
ponen en conocimiento a ELECTRICARIBE S.A. las respectivas acciones de tutela, ni
tampoco obra constancia de la notificación de las sentencias a esa entidad.
2. Que en la medida que ELECTRICARIBE S.A. no compareció al proceso, las
anteriores constancias se solicitaron al Juzgado Tercero Civil Municipal mediante auto de
Sala del ocho (8) de agosto de 2007 para determinar si la iniciación de los procesos y las
sentencias fueron comunicadas en debida forma y se garantizó así el debido proceso de la
entidad demandada.
3. Que una vez vencido el termino probatorio el Jugado Tercero Civil Municipal no
remitió a esta Corporación las constancias solicitadas por lo que a través de auto de Sala
del veinticuatro (24) de septiembre de dos mil siete (2007), se requirió al referido despacho
las solicitudes, las cuales no fueron allegadas a este despacho.
4. Que considerando que no se pudo verificar que se le garantizó el derecho al debido
proceso, en particular el derecho de defensa, de ELECTRICARIBE S.A., este despacho el
nueve (9) de mayo desacumuló los expedientes T-1.632.511 y T-1.632.513, advirtiendo el
vicio de procedimiento que ocasiona nulidad.
5. Que una vez desacumulados los expedientes T-1.632.511 y T-1.632.513, y probado
que existe un vicio procesal que vulnera el debido proceso de la entidad accionada, la Sala
de Revisión procede a declarar la nulidad y a devolver el expediente al juez de instancia
para que subsane el vicio detectado. (Corte Constitucional, Auto 126ª- de 2008)
Finalmente a juicio de la Corte menciona la vulneración del principio de cosa
juzgada como causal para la vulneración del derecho fundamental al debido
proceso, recuérdese como este será otro de los elementos importantes del derecho
ello en razón al carácter pluri-conceptual abordado en la primera parte de este
trabajo, con esto nos parece importante destacar el esfuerzo hecho por la Corte
Constitucional de destacar algunos supuestos en donde se puede dar la vulneración
al debido proceso, sobre todo por la textura tan abierta y especulativa hecha en el
artículo 49 del decreto 2067 de 1991.
Pese a la enunciación hecha por vía jurisprudencial de algunas causales de
nulidad que pueden ser contempladas como vulneradoras del debido proceso por
parte de la Corte Constitucional, no es de importancia menor aquellas
mencionadas por el estatuto procesal civil, ello sin lugar a duda principal rector en
materia de nulidades en el ordenamiento jurídico colombiano, al respecto la Corte
Constitucional en reiteradas oportunidades se ha valido de las mismas para
afincar como verdaderas actividades atentatorias del debido proceso a tales,
extrapolándolas del proceso civil al proceso constitucional, así pues en un proceso
ante la honorable Corte Constitucional, está en su parte argumentativa hizo una
remisión expresa al Código de procedimiento civil vigente en aquella época para la
determinación conceptual de la causa de nulidad del proceso, en este sentido cita:
Aunado a lo anterior, es preciso señalar que, en concordancia con la jurisprudencia
reiterada de esta Corporación y en armonía con los artículos 140 y 144 del Código de
Procedimiento Civil que han reconocido que la falta de vinculación de una parte o tercero
con eventual interés en el proceso genera una irregularidad que acarrea una vulneración
de los derechos de defensa y debido proceso; empero, esta irregularidad es saneable y
permite la convalidación incluso en sede de revisión.
Por esta razón es necesario vincular al Consejo de Estado Sección Segunda Subsección B,
entidad que el día veintitrés (23) de septiembre de dos mil diez (2010) profirió sentencia por
medio de la cual confirma la sentencia de treinta y uno (31) de enero de dos mil ocho (2008)
proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca D, que negó las pretensiones de
la demanda incoada por Luís Enrique Nieto Romero contra la Corporación Autónoma
Regional Cundinamarca (CAR). (Corte Constitucional, auto 049 de 2011)
Nótese como para la Corte en materia de Constitucionalidad las causales de
nulidad contempladas en el estatuto procesal civil también son perfectamente
aplicables al proceso constitucional, de esta manera el máximo tribunal
constitucional de nuestro país resuelve ese marco tan amplio dado en el artículo
49 del decreto 2067 de 1991 mediante criterios analógicos que imposibiliten de
una parte una amplitud conceptual excesiva y por otra un desbordamiento en la
capacidad argumentativa de la Corte que le permita llevar a supuestos que hagan
inviable el proceso constitucional por las constantes dilaciones que se puedan dar
en el mismo, de esta manera la Corte realiza una remisión a tales causales de
nulidad para con ello lograr identificar las causales de nulidad en materia procesal
constitucional, sin lugar a dudas puede anotarse como una vez más las
mencionadas en el estatuto procesal civil son la fiel esencia de la violación del
debido proceso, de allí su gran importancia dentro del ordenamiento jurídico.
Es entonces como ya se advirtió en algún punto del presente trabajo con la
expedición de la ley 1564 de 2012, se derogo de manera expresa el Código de
procedimiento Civil, sin embargo, pese a dicha declaratoria el estatuto procesal
civil continúo siendo parte importante en materia de nulidades en procesos
constitucionales, por ello con posterioridad anotara ahora la importancia del
Código General del Proceso y las causales de nulidad contempladas en el mismo:
En especial, llama la atención de la Sala que el municipio de Miraflores, a través de
apoderado, sostiene que no fue vinculado ni en primera, ni en segunda instancia, por lo
que consideró que “existe una nulidad, procesal de las contenidas en el artículo 133 del
C.G.P.” y cita el numeral 8 del referido artículo sobre la ausencia de notificación del auto
admisorio. Por lo tanto, pretende que se decrete la nulidad y considera que ésta debe ser
aceptada, pues no existe relación entre los hechos planteados por el actor y alguna acción
u omisión de la entidad territorial. A su juicio, muestra de ello es que los jueces de instancia
no vincularon, ni emitieron orden alguna contra el Municipio. En síntesis, solicita “declarar
la nulidad según los presupuestos establecidos en el artículo 133 del C.G.P”.(Corte
Constitucional, Auto 248 de 2016)
Ahora entonces pese a mencionar al artículo 133 del Código General del Proceso
como eje para acusar como causales de nulidad dentro del proceso constitucional
las mencionadas en dicho artículo, también la Corte realizara otra remisión al
Código General del Proceso para determinar la insaneabilidad de determinadas
causales estipuladas por dicho estatuto, es como puede observarse:
De acuerdo con lo previsto en el artículo 133 del C.G.P., el proceso es nulo, en todo o en parte,
cuando no se ha notificado el auto admisorio de la demanda a todas las personas que tienen un
interés legítimo en la actuación procesal o que pueden resultar afectadas con la decisión. No
obstante, esta nulidad es saneable, en virtud del artículo 136 del C.G.P, cuando no se alega
oportunamente, se convalida, se origina en la suspensión del proceso y no se solicita en los 5
días siguientes o cuando el acto procesal cumplió su finalidad sin afectar el derecho a la defensa.
Ahora bien, el parágrafo del artículo 136 del C.G.P. también establece que no son saneables las
nulidades “por proceder contra providencia ejecutoriada del superior, revivir un proceso
legalmente concluido o pretermitir íntegramente la respectiva instancia”.(Corte Constitucional,
Auto 248 de 2016)
Para finalizar, es importante destacar como la Corte Constitucional aplica
directamente nociones y preceptos de contenido procesal civil para el trámite de
nulidad de alguna de sus providencias, de esta manera puede verse como se
menciona por el máximo tribunal constitucional:
Así, la Sala verifica que se configura una de las causales indicadas en el artículo 133 del
C.G.P., por la ausencia de notificación del auto admisorio de la tutela a la entidad territorial.
En efecto, el municipio no fue vinculado como parte en el proceso de la referencia, lo cual
puede representar una afectación a sus derechos al debido proceso y a la defensa porque
no ha tenido un conjunto de oportunidades para exponer sus argumentos frente a la
pretensión de amparo, impugnar decisiones y solicitar pruebas, entre otras facultades
procesales.
Además, no se evidencia que en el trámite se haya subsanado dicha nulidad, a través de
las formas previstas en el artículo 136 del C.G.P., pues el accionante no guardó silencio
frente a la nulidad advertida. Al contrario, de forma clara y expresa el apoderado del
municipio solicitó la aplicación del artículo del Código General del Proceso que dispone la
anulación del proceso por falta de notificación del auto admisorio y llamó la atención sobre
la falta de participación que tuvo en primera y segunda instancia de tutela. (Corte
Constitucional, Auto 248 de 2016)
Con ello, se corrobora una vez más la tesis expuesta en este capítulo de como
gran parte de los conceptos mencionados en la teoría general de las nulidades
procesales en materia civil tiene plena aplicación dentro del trámite procesal, ello
en virtud de la protección del debido proceso como derecho fundamental, el cual
se ve concretizado en los mandatos hechos por el legislador en los estatutos
procesales de cada materia, sin embargo como ya se ha dicho, ha entendido el
legislado que en materia de nulidades de forma genérica deberá acudirse al
estatuto procesal civil para comprender su alcance en cualquier materia, desde
esta óptica y ante la amplitud conceptual del artículo 49 del decreto 2067 de 1991,
ha sido necesario por parte del máximo tribunal constitucional echar mano de las
nociones generales en otras áreas del derecho con el fin de la garantía del debido
proceso en el tramite constitucional, que siendo este el mayor órgano en lo
constitucional sea quien primero garantice tales derechos a la luz de la Carta
Política de 1991.
XIII. CONCLUSIONES
El derecho al debido proceso en Colombia a partir de la promulgación de la
Constitución Política de 1991, este derecho es considerado como un derecho
fundamental, el cual podrá ser protegido por su importancia mediante la acción de
tutela.
En esta medida, en primer lugar, este derecho se distancia del que figuraba en la
Constitución de 1886, por cuanto este último se erigía como un concepto simplista
del derecho, por ello la Constitución de 1991 innovo el derecho y le otorgo una
especial prevalencia además de un mejor marco descriptivo.
Es como el derecho al debido proceso en Colombia se ha compuesto de otros
elementos normativos que predican una ampliación del espectro de protección de
esta manera pueden encontrarse como subprincipios del debido proceso: el
principio de legalidad, el principio de juez natural, el principio de publicitad en el
accionar judicial, el derecho a la independencia del juez, el derecho a la
imparcialidad del juez, el derecho a la jurisdicción y el derecho a la defensa.
De esta manera, en aras de delinear la verdadera efectividad del derecho en el
ordenamiento jurídico la Corte Constitucional ha mencionado la teoría del núcleo
esencial de los derechos fundamentales, es como a través de esta ha mencionado
los sub derechos del debido proceso sin los cuales el derecho fundamental
perdería su esencia, bajo la anterior premisa ha considerado el máximo tribunal
constitucional colombiano que el núcleo esencial del debido proceso estará guiado
por el derecho de defensa y en la posibilidad que tienen las personas de hacer
valer sus derechos e intereses ante los jueces.
Ahora pues ingresando al segundo interregno, la nulidad procesal se constituye
como una defensa al debido proceso, es entonces como el legislador a at raves
del derecho fundamental al debido proceso, crea la nulidad procesal como una
verdadera institución jurídico procesal en garantía de dicho derecho fundamental.
En este sentido, las nulidades procesales deberán ser estudiadas de forma
armónica con el ordenamiento jurídico para que no se termine pervirtiendo su
finalidad, que no es otra que la defensa del debido proceso y la aplicación de los
procedimientos previstos por el ordenamiento jurídico, es como las nulidades
tendrán como directrices los principios de protección, saneamiento o
convalidación, y taxatividad de forma genérica en los marcos legislativos.
Es de agregar como las nulidades en materia legislativa para la solución en
procesos de índole ordinaria, se encontrarán enlistadas y determinadas por
causales claras, como las que ya estudiamos. Es entonces, donde el estatuto
procesal civil, hoy Código General del Proceso se erige como la norma pertinente
para la declaratoria de nulidad en gran parte de los procedimientos contemplados
por el ordenamiento jurídico, ello por la remisión expresa que realizan cada uno de
los estatutos procesales que terminar por redirigir al proceso de índole civil.
Por otra parte, al hablar de la nulidad de las providencias dadas en un juicio de
orden constitucional, como lo serán aquellos promovidos por la acción de tutela o
mediante la acción pública de inconstitucionalidad, estarán regidos por el decreto
2067 de 1991, de esta manera la anterior normatividad en su artículo 49
contemplara como nulidad del proceso, cualquier actuación que vulnere el derecho
al debido proceso.
Por ello, inicialmente el régimen de nulidades en materia procesal constitucional,
rompe con el ya planteado por el estatuto procesal civil, sobre todo al dejar un
espectro tan amplio como causal de nulidad al debido proceso, y en esta medida
no utilizar el principio de taxatividad y especificidad, utilizado en materia civil, en
este mismo sentir el margen interpretativo del juez se amplía de manera
desbordada, es entonces como en un primer momento pueden acusarse como
violaciones al debido proceso cualquiera de los derechos que se ven incursos
dentro del derecho fundamental y a fortiori su núcleo esencial.
Es entonces que ante tal espectro interpretativo tan amplio y sin tener unas reglas
claras para la solicitud de nulidad constitucional, ha sido la Corte Constitucional la
encargada a través de su jurisprudencia de mencionar aquellos requisitos
indispensables para la prosperidad de la nulidad, por ello contempla unos requisitos
de orden formal y sustancial para la misma, como ya pudo ser observado con
antelación, además de unos términos perentorios para su formulación.
Además de ello, también la Corte Constitucional ha hecho uso de los principios en
materia civil para la prosperidad o no de las nulidades planteadas dentro y con
posterioridad al proceso constitucional, en esta medida el principio de protección y
de saneamiento y convalidación son perfectamente aplicables en materia de
nulidades en procesos de orden constitucional.
Finalmente, la Corte Constitucional ha entendido la gran importancia de las
causales de nulidad procesal contempladas en el estatuto procesal civil, al tal
punto de erigirse como unas verdaderas premisas que impiden la vulneración del
debido proceso en el ordenamiento jurídico colombiano, por ello en sus fallos ha
contemplado como causales de nulidad las esbozadas en el código de
procedimiento civil y el código general del proceso, haciendo una remisión expresa
a estos referentes normativos, aplicando como fuente de derecho la analogía para
no dejar ningún vacío en el ordenamiento jurídico, todo ello ante la precaria
descripción normativa contenida en el decreto 2067 de 1991.
XIV. REFERENCIAS
Canosa, Fernando (2009), las nulidades en el proceso civil, editorial doctrina y ley,
Bogotá
Corte Constitucional (20 de junio de 2016) auto 248 [ MP Gloria Stella Ortiz
Delgado]
Corte Constitucional (18 de diciembre de 2013) auto 219 [ MP Jorge Iván Palacio
Palacio]
Corte Constitucional (15 de junio de 2013) auto 114 [MP Luis Ernesto Vargas
Silva]
Corte Constitucional (10 de marzo de 2011) auto 049 [ MP Humberto Sierra Porto]
Corte Constitucional (5 de mayo de 2010) auto 082 [ MP Nilson Pinilla Pinilla]
Corte Constitucional (24 de febrero de 2009) auto 106 [ MP Jaime Araujo Rentería]
Corte Constitucional (15 de mayo de 2008) auto 126ª [ MP Mauricio González
Cuervo]
Corte Constitucional (20 de septiembre de 2007) auto 245 [MP Jaime Araujo
Rentería]
Corte Constitucional (12 de agosto de 2003) auto 151ª [MP Eduardo Montealegre
Lynnet]
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