Las ONGD ¿socios o instrumentos de las Administraciones públicas?

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    LAS ONGD: SOCIOS O INSTRUMENTOSDE LAS ADMINISTRACIONES PBLICAS?

    MARA LUZ ORTEGAProfesora titutal de Economa Aplicada,

    ETEA, Crdoba

    En el libroEn el nombre de la rosa, a propsito de la biblioteca del monaste-rio, deca Guillermo de Baskerville a su joven compaero Adso:

    Los libros no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino paraque los analicemos. Cuando cogemos un libro, no debemos preguntarnosqu dice, sino qu quiere decir...1.

    El presente artculo pretende contribuir al debate y reflexin sobre elpapel que deben desempear las organizaciones no gubernamentales dedesarrollo (ONGD). Unas ONGD que surgieron como agentes de la sociedadcivil con una misin: la lucha contra la pobreza, en un contexto internacio-nal bastante diferente al que actualmente encuentran.

    El movimiento no gubernamental espaol es una expresin de la solidari-dad y el esfuerzo de un buen nmero de colectivos que, durante dcadas, haluchado por conseguir un mundo ms justo y solidario. Este movimiento naciprcticamente a la par que la democracia en Espaa, a diferencia de las ONGD

    europeas o estadounidenses que nacieron tras la II Guerra Mundial en el con-texto de la guerra fra (y por lo tanto con una concepcin del desarrollo basadoen el envo de recursos). El grueso de ONGD que viene a constituir el primerboom de la cooperacin en Espaa surge en la dcada de los ochenta, al amparode nuestra recin estrenada democracia, siendo constituidas por personas que vivieron activa y comprometidamente el paso de la dictadura franquista a la

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    Y as, para lograr estos objetivos el PNUD atribuye a las ONGD una tri-ple funcin: participar en el diseo de estrategias, prestar servicios a travs

    de organizaciones comunitarias y ONG nacionales, y actuar como guardia-nes que velan por el cumplimiento de los compromisos adquiridos por elgobierno.

    Para poder participar en el diseo de estrategias se requiere que lasONGD que actan en el terreno tengan capacidad de dilogo y de participa-cin en procesos de toma de decisiones, tanto en el pas de origen como enel de destino. Esto supone que el personal de las ONGD debe estar capacita-do para tal fin. Y este tipo de capacitacin es difcil que se de en las peque-as ONGD. La escasez de recursos financieros hace que se adopte la lgica

    del desarrollo como la suma de proyectos. Proyectos que en buena parte delos casos son el Proyecto con mayscula de la ONGD, pues en muchos casoses el nico existente.

    La segunda de las funciones de las ONGD es la prestacin de serviciosbsicos. Al igual que el PNUD son numerosos los estudios que consideranidneas a las ONGD para la prestacin de este tipo de servicios. Se catalogaas a las ONGD en el Sur como las ms adecuadas gestoras de la ayuda huma-nitaria, especializadas en acciones de lucha contra la pobreza. Esta especia-lizacin refuerza un aspecto de las ONGD: su carcter humanitario, perodebilita el componente poltico que estaba presente en el nacimiento dealgunas de ellas. Adems, al dirigirse la ayuda a la cooperacin preferente-mente a algunos servicios bsicos, como la salud o la educacin, se abando-nan en muchos casos los sectores productivos en manos de institucionesmultilaterales con esquemas privatizadores, sin que exista una capacidadcrtica hacia la asuncin de estos roles.

    Por ltimo, el PNUD seala que las ONGD deben ser guardianes quevelen por los cumplimientos de los compromisos adquiridos por los gobier-

    nos para el logro de los Objetivos del Milenio. En este sentido es de intersel seguimiento de los objetivos asumidos por la Plataforma 2015y las tareasque este conjunto de ONGD, abiertas al trabajo en red con otros colectivos ymovimientos, pretenden desarrollar en este mbito. Este tipo de iniciativas,no suelen abundar, el escaso margen de maniobra de que disponen lasONGD por su debilidad financiera lo dificulta. La mayor parte de los fondosse destinan a la ejecucin de acciones sobre el terreno, liberando pocasONGD recursos para la formacin de lderes con capacidad de interlocucincon los gobiernos y para la realizacin de acciones de investigacin y presin

    poltica, tanto en el Norte como en el Sur. Aunque la ausencia de fondos sea laprincipal dificultad para el logro de este objetivo, no es el nico obstculo. Unbuen nmero de ONGD, con independencia de su dimensin, consideran queeste papel, aun siendo til, escapa de sus prioridades y no constituye una parteesencial de su misin. Se ha producido tal especializacin en la faceta huma-nitaria y en la prestacin de servicios, que el compromiso y la accin poltica

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    quedan fuera, para buena parte de ellas, de su legtimo margen de accin. Laexperiencia que las primeras ONGD espaolas aportaban al sector ha que-

    dado con el paso de los aos diluida en un vasto y complejo movimiento queha perdido no slo la frescura de lo que empieza sino tambin la capacidadde aportar nuestra propia experiencia.

    3. LOS PELIGROS DE LA PRESTACIN DE SERVICIOS BSICOS

    3.1. LAS ONGD COMO ENTIDADES RECAUDADORAS DE FONDOS

    Muchas de las ONGD espaolas se han asimilado cada vez ms a entidadesrecaudadoras de fondos, que transfieren bienes a los pases pobres a travsde proyectos y poco ms. A este papel las han empujado en buena medida losEstados y organismos multilaterales que las han ubicado as, en el conciertode la cooperacin internacional, por sus menores costes operativos, su fle-xibilidad y su proximidad a la poblacin.

    La red de ONGD locales e internacionales presentes en muchos pasesempobrecidos se ha constituido, ante la ausencia de un Estado que lo garan-tice, en la nica red prestataria de determinados bienes pblicos. No obstan-te, debemos considerar hasta qu punto, con la mejor de las intenciones,este rol no impide el desarrollo de este Estado.

    Si las ONGD comenzaron a ofrecer los bienes pblicos como conse-cuencia de la crisis de los ochenta, hoy estos bienes se ofrecen sin el nimode integrar en ese espacio a aquel al que legtimamente le pertenece.Trabajan las ONGD realmente con los Estados? No deberan fortalecerms bien a esos Estados, dbiles en su mayor parte, para que estos ofrecie-ran lo que legtimamente debera ser su funcin: la prestacin de los bienes

    pblicos?En muchos pases empobrecidos la actuacin de las ONGD se desarro-lla en el marco de democracias dbiles e incipientes y en muchos casoscorruptas. La pregunta que se realizan muchas ONGD es: cmo colaborarcon gobiernos as? Merece la pena intentarlo? Aunque este debate es nece-sario la pregunta debera ser: Cmo trabajar para fortalecer el Estadodemocrtico? La experiencia demuestra que no cooperar con estos Estadosy actuar al margen desemboca en un crculo vicioso que impide el desarro-llo de los Estados-Nacin y de la democracia. El modelo neoliberal impe-

    rante promueve cada vez ms mercado y menos Estado y las ONGD, cuandocon sus actuaciones sustituyen al Estado, impiden que ste se desarrolle.Basta mirar a Nicaragua para tomar buena nota de los efectos perversos quela cooperacin internacional ha producido en este pas5.

    Las ONGD impiden la consolidacin del Estado cuando, de forma alter-nativa al mismo, ofrecen similares o idnticos servicios. Esto produce un

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    doble efecto: por una parte se sustituye al Estado que, asfixiado por las difi-cultades econmicas, delega con facilidad la prestacin de servicios bsicos,

    como salud, educacin, infraestructura, en manos de las ONGD. El segundoefecto es la imposibilidad de que el Estado encuentre profesionales capaci-tados y cualificados para la prestacin de dichos servicios, puesto que lasONGD entran a competir en el mercado laboral local ofreciendo casi siem-pre mejores prestaciones y salarios.

    Por ltimo, los datos de la AOD reflejan que en Espaa en la ltimadcada el crecimiento de la AOD destinada a Servicios Sociales Bsicos, ypor lo tanto a proyectos encaminados al cumplimiento de los Objetivos delMilenio, se debe en buena medida al auge de la cooperacin descentraliza-

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    . Una cooperacin que se realiza en su mayor parte a travs de la finan-ciacin de proyectos de cooperacin internacional ejecutados por ONGD.Detrs estas cifras debemos considerar que la multitud de micropro-

    yectos acometidos por las ONGD, ms que conseguir la prestacin de servi-cios sociales bsicos y luchar contra la pobreza, han paliado y/o aliviadosituaciones de pobreza, siendo pocas las ocasiones en las que se haya llega-do a poner a las poblaciones en la senda del desarrollo.

    No deja de ser curioso comprobar que ONGD que nacieron en el Nortedefendiendo postulados neoliberales realicen actuaciones en el terreno ycompartan incluso contrapartes con ONGD progresistas. En el Norte estasONGD se encuentran enfrentadas en los discursos y planteamientos, peroen el Sur no slo realizan proyectos de corte similar sino que incluso puedenllegar a mantener las mismas contrapartes.Quin est traicionando aquin? Qu planteamiento es el que est prevaleciendo en sus acciones? Lavisin de lo micro, del corto plazo, la ausencia de debates en profundidadentre contrapartes y actores y, por qu no, una inconsciencia carente deingenuidad, nos hace querer ser ciegos para no ver dnde actuan realmente

    y qu tipo de desarrollo o de mal desarrollo estn construyendo con susacciones.La asuncin de poderes y espacios por parte de las ONGD simultnea-

    mente con la dejacin de stos por parte del Estado ha dado como resultadoun desorden en la atribucin de los papeles que cada uno debe representar,y se produce as la estatalizacin de las ONGD y la onegeizacin de losmunicipios y del Estado. Convirtiendose as las ONGD en cmplices de estaesquizofrenia de la cooperacin al desarrollo en un mundo globalizado.

    Luchar contra la pobreza en un contexto globalizado supone una clara

    orientacin para incidir en las causas que la provocan. Supone tambinpaliar sus efectos, y esto exige de las ONGD una orientacin hacia accionescon visin del largo plazo, coordinndose con otros agentes, creando redes,sin perder el rumbo, pero sin afn de protagonismo. Posiblemente estodebera llevar a que muchas ONGD, por su pequea dimensin, centraransus esfuerzos y recursos en la formacin, capacitacin y sensibilizacin y

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    educacin para el desarrollo junto con las ONGD de mayor dimensin: unalabor que se vislumbra cada vez ms importante para la realizacin de los

    cambios y transformaciones en el Sur. Por ltimo, ms all del debate, lasONGD deberan adoptar una visin del desarrollo ms como proceso quecomo suma de proyectos. No basta con decir que el desarrollo es un proce-so; hay que poner energa en ese proceso, dotar de medios y, sobre todo, serconscientes de lo que debe acontecer en cada uno de los pasos.

    NOTAS

    1. ECO, Umberto (1983):El nombre de la rosa, Lumen, Barcelona, p. 386.

    2. SOGGE, David (1998): Compasin y clculo, Icaria, Madrid.3. CONGDE (2000):Directorio anuario 2000.4. PNUD (2003):Informe Desarrollo Humano 2003,MundiPrensa, Madrid, p. 18.5. As. el Informe de Desarrollo Humano en Nicaragua 2002 muestra cmo a lo largo de la dcada de los

    noventa la AOD ha supuesto cada ao ms del 20% del PIB nicaragense (PNUD: Nicaragua, InformeDesarrollo Humano 2002, p. 166) y sin embargo el 45,8 % de la poblacin total del pas se encuentra sumi-da en la pobreza en el 2001 (tomado de PNUD (2003): Segundo Informe sobre Desarrollo Humano enCentroamrica y Pnama, p. 53).

    6. Vese INTERMON OXFAM (2003):Informe La Realidad de la Ayuda 2003-04.

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    CONSEJOS DE COOPERACIN Y PARTICIPACINDE LA SOCIEDAD. UN PASO ADELANTE Y DOS ATRS

    JOS MARA VERAIntermn Oxfam

    Uno de los aspectos ms significativos en los ltimos aos de la coope-racin espaola ha sido el inters de las organizaciones sociales (ONGD,movimientos, acadmicos, sindicatos, empresas...) por participar acti-vamente, ms all de su trabajo concreto, en la conformacin de la pol-tica de cooperacin. Este artculo aborda esta participacin a travs delprincipal espacio habilitado para ello: los Consejos de Cooperacin

    con un especial nfasis en el estatal. Al centrarlo en este mbito elautor es consciente que limita el anlisis de otros aspectos, como la ela-boracin de estudios, las iniciativas de influencia poltica directa o lascampaas de movilizacin y de sensibilizacin, muy relevantes a la horade abrir espacios y de promover contenidos que nutran la poltica decooperacin. Sin embargo, los Consejos de Cooperacin son, o ms biendeberan ser, el espacio privilegiado para el dilogo entre los actores sociales yla administracin.

    El artculo hace, en primer lugar, un breve recorrido histrico, a

    continuacin, un anlisis de la situacin actual, para terminar con unesbozo de las perspectivas de futuro, que dependen, como es lgico,tanto de la voluntad poltica del Gobierno de turno como de la orienta-cin y relevancia que los actores sociales quieran dar a la participacinen el Consejo como marco de trabajo para orientar la poltica de coope-racin.

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    1. UNA HISTORIA CORTA PERO INTENSA

    La participacin de la sociedad civil a la hora de debatir y definir las orien-taciones y las actuaciones en un determinado mbito poltico es un derechoreconocido por la Constitucin. Concretamente, en su artculo 23, define elderecho ...a participar en los asuntos pblicos, directamente o por mediode representantes. En los artculos 9 y 48 se encarga a los poderes pblicosla tarea de promocionar y facilitar el ejercicio efectivo de este derecho.

    Con la llegada de la democracia, la participacin de la sociedad civilen diversos mbitos de la vida poltica y social del pas inici su andadu-ra. Dbil en sus inicios, ya que no exista tradicin por ninguna de las

    partes y el tejido social era frgil en la mayora de los sectores. En el casode la cooperacin al desarrollo hay que aadir a estos factores el hecho deser una actividad novedosa que no formaliz una poltica definida, apo- yada en una estructura mnima, hasta finales de los 80. Tampoco lasOrganizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ONGD) tuvieron unpeso significativo como interlocutores sociales hasta mediados de losaos 90.

    Aunque algo se haba hablado sobre el Consejo con anterioridad, son lasmovilizaciones de la Plataforma 0,7 de 1994 las que ponen este tema sobrela mesa como una reivindicacin clave para mejorar la cooperacin espao-la a travs de la participacin y el control social. La Coordinadora de ONGD(CONGDE), que acompa estas movilizaciones con la recogida de ms de500.000 firmas a favor del 0,7, tambin hace del Consejo una de sus deman-das centrales.

    Demanda atendida, ya que en mayo de 1995 fue finalmente aprobado porreal decreto el Consejo de Cooperacin al Desarrollo. Adscrito al Ministeriode Asuntos Exteriores (MAE), el Consejo contaba con 27 miembros, trece

    de la Administracin y, el resto, expertos y representantes de organiza-ciones sociales, incluyendo seis de ONGD elegidos por la Asamblea de laCONGDE (uno de ellos, miembro de la Plataforma 0,7). El real decretomarc las atribuciones del Consejo de forma amplia, incluyendo la fija-cin de criterios y prioridades de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD),informar leyes y planes, y el seguimiento peridico de los proyectos y laejecucin de la AOD espaola.

    Merece la pena destacar que, al tiempo que se aprobaba el Consejo deCooperacin estatal, iniciaban tambin su desarrollo numerosos consejos de

    cooperacin autonmicos y locales.A lo largo de estos aos estos consejos hancontribuido a conformar las polticas de cooperacin de las administracio-nes en estos niveles as como a acercar la cooperacin a la sociedad. Hahabido ejemplos para todos los gustos, incluyendo casos en los que elConsejo se involucraba en tareas ejecutivas propias de la administracin,pero en general estos consejos han influido de cara a que la cooperacin

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    descentralizada se atenga a principios y objetivos enfocados en la lucha con-tra la pobreza.

    Volviendo al Consejo estatal, cabe mencionar que el inicio de su labor,en 1995 y primeros meses de 1996, no fue muy prometedor. Se trabaj inten-samente en los dictmenes tanto de planes anuales como de la primerapropuesta de ley de cooperacin y de otra relativa al FAEX (Fondo de Ayuda Econmica al Exterior, el actual FAD Fondo de Ayuda alDesarrollo). Ambas propuestas se elevaron al Consejo de Ministrostras al aprobacin en el Consejo con los votos en contra de expertos yagentes sociales. La primera carencia del Consejo la mayora absoluta demiembros de la Administracin quedaba de manifiesto. Afortunadamente,

    ninguna de las dos leyes inici su trmite parlamentario al acercarse elfinal de la legislatura.Antes de las elecciones de 1996 y durante las movilizaciones del 0,7 de

    ese ao, tuvo lugar la firma del Pacto de la Solidaridad por parte de todos lospartidos polticos. En el mismo, se reiter la promesa de impulsar una coo-peracin al desarrollo participativa, en la que los sectores ms sensibiliza-dos de la sociedad tengan una participacin real decisiva en todo elproceso de la AOD, mediante un consejo de cooperacin que sea cauce dedicha participacin y que garantice un empleo efectivo y de calidad de laAOD.

    A lo largo de la legislatura 1996-2000, el Consejo de Cooperacin desa-rroll un trabajo muy intenso, poblado de debates francos y en ocasionesprofundos, marcado por el conflicto entre el MAE y el Ministerio deEconoma e influido por la ya citada mayora de la Administracin, aunquefuera en la forma de convidados de piedra por parte del resto de los minis-terios.

    Adems del trabajo en comisiones y de los dictmenes sucesivos

    sobre los PACI (Planes Anuales de Cooperacin Internacional), la prime-ra parte de la legislatura se centr en el debate sobre el nuevo proyecto deley de cooperacin, respaldada con reservas por la mayora de los agentessociales en el Consejo. A pesar de las debilidades y de la lejana de posi-ciones entre ONGD, expertos y Administracin y a veces dentro dela propia Administracin este perodo se caracteriz por la apertura a lacrtica y por la discusin sustantiva tanto de principios como de planesconcretos.

    La ltima etapa de esta legislatura en el Consejo de Cooperacin estuvo

    marcada por el debate sobre el Plan Director que finalmente no fue aproba-do por el Consejo de Ministros, aunque cont con un apoyo significativo enel Consejo de Cooperacin. Como otras veces y salvo excepciones, el inten-so trabajo del Consejo no logr influir de manera determinante en las deci-siones polticas finales, haciendo casi intiles las largas horas de discusiny elaboracin de argumentos y aportaciones.

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    CRISIS DEL CONSEJO DE COOPERACIN: UN EJEMPLO MSDE LA FALTA DE DILOGO

    La legislatura que ahora termina comenz con la constitucin del nuevoConsejo emanado de la Ley de Cooperacin. A diferencia del anterior, stereduca en gran medida la participacin de la Administracin y primaba lapresencia de expertos y actores sociales. Los seis representantes de lasONGD siguieron siendo elegidos por la Asamblea de la CONGDE.

    Los primeros meses de trabajo fueron intensos, especialmente con eldebate del nuevo Plan Director, a partir de una mala propuesta presentadapor el Gobierno, y de las bases de financiacin de las ONGD. El nuevo

    Gobierno, tambin del PP, lleg con una idea definida de la cooperacin,puesta al servicio de intereses comerciales, polticos y culturales con reno- vada intensidad. El estilo dentro del Consejo tambin cambi, la SECIPI(Secretara de Estado para la Cooperacin Internacional y para Iberoamrica)estableci una forma de trabajo en la que los documentos llegaban tarde ydeban salir a toda prisa, sin opciones para un debate sustantivo. Lo ms sig-nificativo, sin embargo, fue la tolerancia cero a cualquier crtica, sobre todo sista se realizaba fuera del espacio del Consejo, en los medios de comunica-cin. Aparentemente, un espacio de dilogo entre actores sociales y laAdministracin est reido con que stas trasladen sus argumentos y posi-ciones a la opinin pblica.

    En marzo de 2001 el Gobierno, sin previo aviso, public en el BOE unnuevo Decreto de Consejo de Cooperacin, incluyendo un cambio crucialsobre lo negociado con la CONGDE y el resto de los actores sociales.La repre-sentacin de las ONGD pas a ser designada por el Gobierno para cuatro de las seissillas. Las dos sillas restantes quedaron a la eleccin de la CONGDE. Los cri-terios para la designacin de las ONGD son, cuando menos, confusos,

    aunque hacen referencia principalmente al tamao de las organizaciones.Tras un proceso duro e intenso en el seno de la CONGDE, cuatro miem-bros de la misma decidieron aceptar el nombramiento del Gobierno y sen-tarse en el Consejo, rompiendo as el acuerdo alcanzado unas semanas antesen la Asamblea de la Coordinadora. En los meses siguientes el Gobiernoresolvi las principales lneas de financiacin de las ONGD, castigandoostensiblemente a aquellas que mantuvieron una posicin crtica a lo largodel ao anterior.

    Adems de su efecto sobre el sector de las ONGD, esta crisis posibilit

    que el Gobierno se hiciera con un Consejo con escasa capacidad de crtica,ya que los expertos tambin fueron designados por mtodos que sirvieronpara alejar a aquellos ms crticos y con ms conocimiento de la cooperacinal desarrollo. Los dilogos y la capacidad de influencia dentro del Consejoquedaron limitados al mnimo, respondiendo as al nulo inters delGobierno por concertar la poltica de cooperacin. Y la propia temtica de la

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    ayuda al desarrollo perdi parte de su perfil pblico, al no emanar delConsejo ninguna noticia en ningn sentido, positivo o negativo, contri-

    buyendo todos al silencio que se ha impuesto sobre la cooperacin espa-ola.

    3. COMUNICADO POR EL DILOGO Y LA PARTICIPACIN

    Lo que pensbamos que era una estrategia especfica del Gobierno en el sec-tor de la cooperacin para el desarrollo, result ser una forma de trabajo sis-temtica en lo referente a la laminacin de espacios de dilogo y a la

    interlocucin con organizaciones sociales, que se ha llevado a cabo tambinen otros sectores.Tras compartirlo con los mismos, varias organizaciones dedicadas al

    medio ambiente y la inmigracin, as como la CONGDE y la Coordinadora deOrganizaciones de Derechos Humanos, lanzaron un comunicado conjuntosobre este tema, denunciando la actitud del Gobierno. Recogemos a conti-nuacin algunos prrafos del mismo que ilustran la forma actual de trabajardel Gobierno y sus efectos sobre las organizaciones.

    Al tratar sobre los Consejos, el llamamiento indica que se produce la...anulacin efectiva de los espacios institucionales establecidos legalmente parala participacin y el dilogo social: Consejo de Cooperacin Internacional,Foro de Inmigracin y Consejo Asesor de Medio Ambiente. El Gobierno noha convocado algunos de estos Consejos durante aos, ha alterado unilate-ralmente su composicin para poder designar directamente a sus represen-tantes incluyendo a los de las organizaciones sociales negando la posibilidadde su eleccin democrtica por las entidades representativas de las organi-zaciones correspondientes; tambin ha nombrado a las personas que por su

    cualificacin especfica participan con carcter de expertos en los Consejos,sin consulta previa a los otros agentes sociales. En general, el Gobierno des-virta el carcter consultivo y de concertacin de los Consejos, aportandopoca y tarda informacin, no concediendo el tiempo y las condiciones paraque se produzcan discusiones relevantes y, por lo tanto, despreciando aque-llas aportaciones que podran generar un debate sustantivo. Actualmente losConsejos no sirven para lo que fueron concebidos, en algunos casos comologro de la presin ciudadana.

    En relacin con el papel de las organizaciones sociales, el comunicado

    muestra las contradicciones en las que cae el Gobierno: Sobre el papel, elGobierno habla con frecuencia de la importancia de las organizacionessociales y es, en teora, un defensor de una sociedad civil fuerte y activa. Sinembargo, se trata de una concepcin utilitarista de las organizaciones sociales,que demanda de stas que asuman una responsabilidad mayor en tareaspropias del Estado, convirtindose en ejecutores subsidiarios de aquello

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    que el Estado no puede o no quiere asumir... hagan ustedes lo que yo hedecidido que hagan.

    4. PERSPECTIVAS DE FUTURO

    Visto lo anterior, es evidente que estamos en un mal momento en lo referi-do a participacin social en la cooperacin para el desarrollo. An as, notodo es negativo; hay elementos prometedores como la consolidacin dealgunos consejos de cooperacin a nivel autonmico y municipal, la renova-cin de los esfuerzos de movilizacin de la CONGDE a travs de su Campaa,

    una mayor voluntad por parte de algunas ONGD de fortalecer su papel deanlisis e interlocucin y, finalmente, la emergencia de centros de estudio yformacin, ligados a las universidades, y que contribuyen a dotar de conte-nidos los debates y la reflexin del sector.

    Sin embargo las opciones de que en el futuro se produzca una genuinaparticipacin de los actores sociales en la conformacin de la cooperacinespaola, pasan por un cambio profundo en el acercamiento a esta cuestin porparte del Gobierno de turno. No es buena la situacin actual con un Gobiernoconservador que desprecia el dilogo sustantivo con las organizacionessociales y que es intolerante con la crtica. Sin embargo, cabe mencionar quecon un gobierno ms progresista tambin existiran riesgos, en este caso deco-optacin y de no mantener la distancia que permite ser permeable a losplanteamientos al tiempo que se respeta la independencia partidista de lasorganizaciones sociales.

    Especialmente en el primer caso, cualquier avance positivo pasa porcambiar la posicin del Gobierno y de algunos lderes de opinin por la cualla democracia participativa est reida con la representativaya que la primera

    menoscaba la segunda. Y dirigirse hacia un planteamiento en el cual ambasformas son compatibles y se refuerzan, ya que la democracia ser tanto msestable y slida cuanto mayor sea la articulacin del tejido social a su alrede-dor y cuanta ms participacin haya a la hora de aportar experiencia, anli-sis y propuestas a los decisores polticos que finalmente tienen laresponsabilidad de legislar y administrar.

    En el mbito especfico de la cooperacin al desarrollo son necesarioscambios tanto por parte del Gobierno, ms all de los principios enunciadosen prrafos anteriores, como por parte de las ONGD y otros actores sociales.

    Algunos de ellos son:

    Tanto en el Gobierno como los funcionarios de la Administracinresponsables de la cooperacin, tiene que producirse un cambio dementalidad. Pasa por considerar que lo que se hace desde el Gobiernopuede ser mejorable, que una crtica fundamentada puede impulsar

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    cambios positivos y que los aportes de las organizaciones sociales apartir de su experiencia tienen valor para lograr los objetivos de la Ley

    de Cooperacin y para afianzar una poltica de cooperacin con unmayor nivel de consenso. Junto con lo anterior debe haber un cambio de talante en aspectos tan

    obvios como la apertura al dilogo, el respeto y la desaparicin devetos y listas negras a la hora de participar en seminarios, investiga-ciones y procesos auspiciados por la Administracin. Igualmente elGobierno debe dejar de hacer uso de los fondos para financiar pro-gramas de las ONGD para objetivos de poltica interior a travs delchantaje y del castigo a las organizaciones crticas.

    La apertura al dilogo debe producirse en diversos niveles:Parlamento, Secretaras de Estado implicadas en la cooperacin, par-tidos polticos, etc. Es el Consejo de Cooperacin, sin embargo, elespacio que debe ser privilegiado. Para ello es imprescindible unnuevo Decreto que revitalice sus funciones, que devuelva la eleccin delos representantes de las ONGD a la CONGDE y que establezca unprocedimiento que garantice la independencia y experiencia en coo-peracin de los expertos del Consejo.

    Por parte de los actores sociales, especialmente de las ONGD, esnecesario que se vuelva a la concertacin en el seno de la CONGDE enlo referente al cumplimiento de las resoluciones de la Asamblea. Yespecialmente, las ONGD espaolas tenemos un largo camino porrecorrerpara incrementar nuestra capacidad tanto de anlisis y propues-ta poltica, como de promover la movilizacin social que respalde nues-tras propuestas. Para que esto se produzca se requiere la voluntadpoltica de los responsables de las organizaciones, especialmente delas de mayor tamao, y la consecuente inversin en capacidades y

    recursos para llevarlo a cabo. No es aceptable estar sentado en elConsejo de Cooperacin y no tener apenas nada que decir.

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    EL MBITO TICO DE LAS ENTIDADES NO LUCRATIVASY DE LAS EMPRESAS EN EL CONTEXTO DE SUS RELACIONES

    CON LOS PASES MS POBRES

    CARLOS BALLESTEROS

    CECILIA CARBALLOIPADE

    JUANA BENGOASolidaridad Internacional

    En los ltimos aos se ha producido un notable incremento tanto en el nme-ro de organizaciones no gubernamentales en el Estado espaol, como desde laperspectiva del auge e importancia de su papel y protagonismo en la sociedad.Como recoga un reciente documento de la Coordinadora de ONGD de Espaa(CONGDE), en los aos 90 se instal en nuestro lenguaje la palabra solidari-dad. Tragedias como la de Ruanda, Zaire, Bosnia, o los ecos de la ya mtica

    acampada de la Plataforma 0,7%, contribuyeron en Espaa a sensibilizar a lasociedad en favor de los sectores ms desprotegidos. Como actores privilegia-dos de esta nueva cultura, las ONGD se han venido manifestando como impor-tantes agentes de la sociedad civil capaces de detectar, denunciar y vehicular losdeseos de construccin de un mundo ms justo y solidario.

    Sin embargo, junto a este proceso de crecimiento tambin se ha debili-tado su propia legitimidad, en parte alimentada por la presencia mediticade un determinado nmero de ONGD que ha unido solidaridad a entreteni-miento y, tambin, porque en estos aos algunas ONGD han carecido de cri-

    terios de transparencia y eficacia para explicar cul es su misin, qucriterios siguen para la gestin de su entidad y de los fondos pblicos y/oprivados que manejan y, sobre todo, para explicar qu estn haciendo parapromover el desarrollo y erradicar la pobreza.

    Muchas y diversas organizaciones han ido surgiendo al amparo de unasociedad que, segn los estudiosos, se ha definido a s misma como solidaria.

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    Segn el barmetro de mayo de 2001 del CIS, la sociedad espaola valorabamuy positivamente la labor de las ONG (307% muy bien y 48% bien) y con-

    sideraban que esta tendencia seguira al alza (CIS, 2001). Eso s, con unamarcada tendencia hacia la solidaridad cmoday sin grandes compromisos,una solidaridad de emergencia o, como alguien la ha calificado, de espas-mos solidarios1. Segn el profesor Daz Salazar, la conciencia solidaria delos espaoles, definida como lo que estn dispuestos a realizar por la soli-daridad, puede dividirse en los siguientes tipos (Daz-Salazar, 1995):

    a) Una gran mayora, el 66%, est dispuesta a dar dinero (la media en laUE es del 45%).

    b) Alrededor de la mitad (45%) est dispuesta a dar su tiempo para unaaccin concreta a favor de los pases ms pobres.c) Un 18% est dispuesto a comprometerse ms a fondo y participar de

    forma permanente en campaas y actividades de carcter solidario.

    Sin embargo, y a pesar de que nadie pone en duda el papel de estas orga-nizaciones en la erradicacin de la pobreza en el mundo y en la consecucinde un mundo ms justo para todos, como ha reflejado Carlos Gmez Gil2 envarios artculos, su evolucin y complejidad lleva a demandar unas nuevaspautas ticas en sus actuaciones que les otorguen una mayor legitimidadmoral frente a la sociedad y al Estado. Para dicho profesor la supervivenciaeconmica de las ONG no puede ser un fin en s mismo ni mucho menos sufin ltimo, como en ocasiones podra pensarse.

    La creciente tendencia a la privatizacin de lo social a que nos tiene acos-tumbrados el modelo neoliberal que progresivamente impera en nuestromundo, no es ajena a la situacin de las fuentes de recursos monetarios queobtienen las ONG y las entidades sin nimo de lucro para la realizacin de sus

    programas o proyectos. Efectivamente, en un entorno en el que los fondos ofi-ciales destinados por los pases de la OCDE a la ayuda disminuyeron en un 30%durante la dcada de los noventa3, el porcentaje de fondos privados se acerca yaal 48%, provenientes tanto de empresas como de particulares. La mitad de elloscorresponden a fondos obtenidos por tan slo cinco organizaciones4.

    Si bien la consecucin de una base social amplia y diversa es una de lasmejores garantas de independencia, quizs estemos asistiendo actualmen-te a un traslado de dependencia desde los recursos pblicos a los privados,empezando as una especie de carrera y competencia por la captacin de

    fondos que, en ocasiones, puede ir en contra de los objetivos de transforma-cin social y denuncia e incluso, a veces, a la de la prdida del respeto y con-sideracin de las poblaciones beneficiarias, utilizadas como reclamoscomerciales fciles, lastimeros y que mueven a la sensiblera.

    En este sentido, se han venido realizando a menudo denuncias o cues-tionamiento de ciertas prcticas por incumplimiento de los cdigos ticos.

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    En el ao 1997, la Coordinadora de ONGD aprob5 su Cdigo de Conducta y vincul la adhesin de este cdigo a la pertenencia de las ONGD a dicha

    coordinadora. En l se dedica un especial apartado a las pautas comunicati-vas en publicidad y al uso de imgenes. Por su parte, el Comit de Enlace deONGD en Europa public en 1989 un documento sobre Imgenes y mensajesa propsito del Tercer Mundo. Desde esta perspectiva, conviene destacar quela comunicacin para las ONGD debe ser, fundamentalmente, un instru-mento de sensibilizacin y educacin que debe, por una parte, promover latoma de conciencia de los problemas del desarrollo y de sus soluciones y,por otro, aumentar la voluntad de participacin de los ciudadanos en losprocesos de cooperacin, luchando por cambiar las estructuras vigentes

    (Almansa, 1999).Pese a ello, algunos de los anuncios de cierto nmero organizacionesparecen tener un claro componente recaudatorio y de peticin de ayudaasistencial que, en ciertos casos, pueden trabajar en sentido contrario delprincipal fin sensibilizador. La carga emocional de algunas imgenes y lautilizacin de determinados recursos publicitarios han supuesto la recauda-cin de grandes sumas de dinero que habrn permitido indudablementesalvar un mayor nmero de vidas. Sin embargo, tambin han influido en lapercepcin y la imagen que los ciudadanos de los pases del Norte tienenacerca de los problemas del Sur y de sus soluciones. Ciertos mensajes o im-genes difundidos publicitariamente pueden suponer un perjuicio a largoplazo para los objetivos de la cooperacin al desarrollo.

    La razn de ser de las organizaciones altruistas se encuentra precisa-mente en la iniciativa privada de satisfacer las necesidades de otros, de coo-perar gratuitamente a la consecucin del bien comn. Para algunos inclusoson uno de los ltimos reductos para que la ciudadana desarrolle y pongaen prctica de forma continuada sus sentimientos solidarios, a travs del

    dilogo, las ideas y la accin positiva (Garca Izquierdo, 2001). De hecho,mientras que las entidades mercantiles se dedican a la venta de productosdeterminados y el Estado emplea unos impuestos recaudados en procurar alos ciudadanos la provisin de bienes colectivos, las organizaciones nolucrativas proporcionan unos bienes que acrecientan la confianza y el bie-nestar del ciudadano. Por ello, sus cauces de financiacin provienen de lamisma sociedad quien, por medio de donaciones directas o indirectas6,facilitan la continuidad en la realizacin de estas tareas.

    Sin embargo, y precisamente por esta oferta de confianza a la sociedad

    a cambio de su dinero, parece ser cada vez ms necesario demostrar que laorganizacin es transparente, que tiene un comportamiento tico y queofrece a la sociedad un modelo de gestin y comportamiento adecuado a losprincipios que acompaan a su misin. La cantidad de fondos canalizados atravs del sector no lucrativo, ya sea mediante ayuda oficial al desarrollo omediante programas de colaboracin entre empresas, aunque sigue siendo

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    alta en valor absoluto, en los ltimos tiempos parece decrecer. La sociedadda dinero a fondo perdido a cambio de que se le garantice que esa transferen-

    cia va a tener el fin a que se le quiere destinar y no va a servir para el nego-cio del precisamente llamado sector sin nimo de lucro. Ejemplos nofaltan de entidades que, amparndose en ese carcter asistencial, se hanenriquecido a costa de la buena voluntad de la sociedad.

    As, recientemente ha aparecido algn instrumento que trata de medirla transparencia, la eficacia y la eficiencia en los servicios y proyectos delas organizaciones no lucrativas (ONL). Requerimientos, por otra parte,similares a los que la sociedad demanda a las empresas, sin que los crite-rios se hayan adaptado a la misin especfica de estas organizaciones en la

    sociedad.Las principales iniciativas en este sentido son:

    La sistemtica basada en las normas ISO 9001:2000, nacidas deAENOR, que permiten a la organizacin mejorar su gestin y realizartodos los requerimientos que una certificacin oficial requiere.

    La Gua para la transparencia y buenas prcticas, de la FundacinLealtad, que establece nueve principios de transparencia en la ges-tin de las ONL. A saber:a. Funcionamiento y regulacin del rgano de gobierno.b. Planificacin y seguimiento de la actividad.c. Continuidad e imagen fiel en la informacin.d. Pluralidad y transparencia en la financiacin.e. Control en la utilizacin de los fondos.f. Presentacin de cuentas y cumplimiento de obligaciones fiscales.g. Elaboracin y liquidacin presupuestaria anual.h. Promocin del voluntariado.

    Esta Gua es de aplicacin voluntaria y en su primera edicin, en el ao2002, ms de 30 organizaciones se sometieron a la evaluacin de la misma,desde grandes ONGD como Intermn Oxfam, a entidades de accin socialcomo el Secretariado General Gitano, pasando por ONG de diferentes carac-tersticas tamao y mbito como la Fundacin Intervida, Anesvad, y algunasde las ONGD que forman parte de la Plataforma 2015 y ms (como CEAR,MPDL, Paz y Tercer Mundo, Acsur-Las Segovias) o la asociacin ProyectoHombre. Segn resalta la citada Fundacin con motivo de la presentacin de

    su segunda edicin en 20037, las altas cifras de cumplimiento de los principiosevaluados han hecho que importantes empresas se hayan comprometido,mediante la firma de un acuerdo, a colaborar con las organizaciones de la Gua.Empresas como Bankinter, BBVA, DKV Seguros, Eat-Out (antiguo Servifood),El Corte Ingls, Fundacin Aguirre Newman, Fundacin SolidaridadCarrefour, Fundacin Telefnica, Grupo Cortefiel, Grupo Ferrovial, Grupo

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    Santander, Inditex, Repsol YPF, Seur y Sol Meli. han firmado este conve-nio. En el ao 2002 el INTRESS8 edit una Gua para la implantacin de la

    norma ONG con calidad que, a travs de siete pasos, trata de implantar unprograma de mejora de la calidad. Estos pasos seran9: comprometerse,organizarse, formarse, adaptarse, mejorar, auditarse internamente, y audi-tarse externamente.

    Es necesario citar aqu otras iniciativas en el campo de la certificacinde la calidad y la tica en las ONL, como el modelo europeo conocido por lassiglas EFQM (European Foundation for Quality Management) o la recientepropuesta de formulacin de un plan estratgico de gestin de la calidad enlas ONG propuesto por la organizacin Sector310, en la que los criterios de

    calidad se equiparan a la transparencia, eficacia y eficiencia en los serviciosy proyectos de las ONG. El objetivo que Sector3 persigue con esta iniciativaes ofrecer a las ONL la implantacin de un plan estratgico de gestin de lacalidad basado en la sistemtica ISO 9001:2000, que permita a la organiza-cin mejorar su gestin y realizar todos los requerimientos que una certifi-cacin oficial requiere.

    Todas estas propuestas no estaran completas si no se hace referencia aotro tipo de certificaciones e iniciativas sobre la gestin tica/responsabili-dad social corporativa de las empresas. No es intencin de estas pginasentrar en este tema a fondo, dada la amplia literatura existente11. Slo haparecido conveniente hacer referencia a la reciente aparicin del Primersello de solidaridad y tica para empresas comprometidas promovido porla Fundacin Punto Siete, que se conceder a las compaas que integren ensu gestin los principios de responsabilidad social del Pacto Mundial de laONU y destinen un 0,7% de sus recursos a fines humanitarios. El objetivo deesta iniciativa es impulsar la cooperacin entre empresas y ONG, creando unnuevo canal de comunicacin que garantice a estas ltimas una estabilidad

    de recursos y a las compaas distinguirse y ser premiadas por el ciudada-no. Para ello, la Fundacin firma un contrato de un ao, prorrogable, con laempresa interesada en obtener el sello, que asume un doble compromiso:tico, al integrar en su gestin los nueve principios del Global Compact dela ONU, y solidario, al destinar el 0,7% de su beneficio a financiar proyec-tos humanitarios. El sello de Punto Siete aspira a ser el equivalente solida-rio de certificados como ISO o Aenor en materia de calidad, o el logotipoque distingue a los embalajes ecolgicos. Es un logotipo solidario que reco-nocer el compromiso de las empresas, sealan sus promotores. La dona-

    cin de la empresa puede realizarse a travs de la Fundacin o financiandodirectamente proyectos de ONG que cumplan con los requisitos estableci-dos en el contrato de colaboracin. En este segundo caso, Punto Siete reci-be el 20% del total de la donacin para el adecuado desarrollo de sus finesfundacionales. Se echa en falta, en cualquier caso, la necesidad evidente deotros requisitos, como los referentes a la condicionalidad de la ayuda, al

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    porcentaje a destinar a los ms pobres, la efectiva aplicacin de los conve-nios de la OIT ratificados por Espaa o los mecanismos de control sobre el

    cumplimiento de los principios del Global Compact.En los dems casos, el 95% de los recursos se destina a financiar pro-yectos humanitarios, estudios, asesorar a entidades colaboradoras y realizarcampaas de sensibilizacin. El 5% restante se dedica a la dotacin de laFundacin. En virtud del contrato, la Fundacin se compromete tambin averificar el destino de los fondos entregados por las empresas, lo que supo-ne que las ONG con las que trabaje deben cumplir una serie de requisitos delegalidad y transparencia. Para la empresa, el sello tiene importantesbeneficios: podr usar el logotipo en todas sus comunicaciones, mejorar su

    tratamiento fiscal y su imagen con clientes y empleados y reforzar su posi-cin en el mercado.La proliferacin de principios sobre comportamiento responsable o de

    compromisos voluntarios sobre la incorporacin de buenas prcticas enla conducta de las empresas (p.e.: Global Compact de NN.UU., normas de laOIT, Guas de la OCDE), no deja de ser el establecimiento de procedimien-tos mnimos y difcilmente mensurables mientras sean las propias empre-sas las que voluntariamente los incorporan en sus polticas, y no slo eso,mientras no se establezcan los mecanismos adecuados de control, o serefuercen los existentes como los aplicables a las normas OIT. Si se preten-de acreditar la calificacin de socialmente responsable, se requiere el esta-blecimiento de lneas directrices, a las que los correspondientes informessociales deben referirse: los trabajadores tienen que poder contar coninformacin relevante sobre los impactos de multinacionales y empresas ysus productos en los derechos humanos, la sociedad y el medio ambiente.En cualquier caso, estos slo sern controles puntuales, es necesario unseguimiento permanente que slo estaran en disposicin de hacer los sin-

    dicatos dentro de las empresas. Ello requiere una labor de formacin y desensibilizacin de los trabajadores que les permita realizar el control. Porello, cualquier sello de solidaridad y tica que se precie debe incorporar loscompromisos de la empresa hacia los sindicatos o los rganos representati-vos de los trabajadores.

    CONCLUSIONES

    El incremento de cdigos de cumplimiento obligatorio o voluntariopor parte de empresas u otro tipo de actores empieza a confundir a lasociedad ms que contribuir a la maximizacin de los beneficiossociales que reporta este tipo de comportamientos.

    Deber impulsarse una accin internacional sobre la ResponsabilidadSocial Corporativa (RSC). No debe estar separada del resto de la Agenda

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    poltica, dado que los objetivos internacionalmente acordados enCumbres como la de Kioto, Johannesburgo o Ro, trabajan en senti-

    do opuesto al de la reduccin de los estndares laborales o medioam-bientales y a la desregulacin. Debemos considerar la presin que el propio Estado y cualquier

    institucin pblica debe ejercer respecto de aquellas empresas oentidades privadas que gestionan o reciben ayudas del sectorpblico. Las empresas que licitan para obras o servicios pblicos,las empresas que gestionan crditos FAD, deben vincularse obligato-riamente a dichos principios de la RSC. Los principios internacional-mente acordados.

    La sustitucin de un modelo de financiacin pblico por modelosprivados, acreditados por la existencia de sellos o certificacionestambin de ndole privada, relega a un segundo plano la funcinredistributiva del Estado en la adjudicacin de fondos para las accio-nes de cooperacin.

    Las discusiones y reclamaciones sobre la cantidad y la calidad de laAOD pierden peso cuando alguna de las organizaciones que discutelas orientaciones de nuestra poltica de cooperacin para el desarro-llo no cuestiona asimismo el comportamiento de sus nuevos donan-tes privados, aceptando el mismo juego en un campo diferente. Eltrabajo de la Comisin de Seguimiento del Cdigo de Conducta de laCONGDE y la iniciativa de la Coordinadora de ONGD de Espaa, deincorporar a su Cdigo de Conducta la parte dispositiva del documen-to acordado sobre las relaciones ONGD-Empresas es un paso impor-tante en este sentido12.

    NOTAS

    1. El Prof. Garca Izquierdo en la presentacin delDirectorio de ONGD 2000. Fuente: www.canalsolidario.org,16/05/2000

    2. Gmez Gil, C. (1999) y (2000).3. Fanjul G. (2003).4. Fundacin Lealtad (2003). www.fundacionlealatd.org, consulta realizada el 13/01/2004.5. Aprobado en la Asamblea General Extraordinaria de 25 de octubre de 1997 y modificado en la Asamblea

    General Ordinaria de 28 de marzo de 1998.6. Indirectas mediante impuestos que se convierten en subvenciones de actividades de inters general. En

    este caso el Estado traslada su responsabilidad a otras entidades para que ellas hagan, en su nombre, loque le corresponde, en el mbito de una poltica pblica.

    7. En la actualidad la Gua II incorpora a 68 organizaciones, habindose ampliado a algunas otras ONGD de

    la Plataforma 2015 (como ISCOD-UGT y Solidaridad Internacional) no incluidas en dicha primera edi-cin. Por otra parte, se han excluido de esta ltima edicin, algunas otras organizaciones que, comoIntervida o Anesvad, haban aparecido reflejadas con algunos principios y subprincipios incumplidos enla Gua1.

    8. Instituto de Treball Social i Serveis Socials,9. Puede encontrarse ms informacin en www.ongconcalidad.org

    10. Para ms informacin vase http://www.sector3.net/portal1/calidad.asp11. Cabe citar, con carcter divulgativo, el artculo de De la Cuesta, M. y Valor, C. (2003), coordinadoras del

    rea de RSC de Economistas sin Fronteras.12. Vase el documento correspondiente en www.congde.org (documentos de inters).

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    OTROS AGENTES: SINDICATOS

    MAITE NEZIscod

    GRACIA SANTOSPaz y solidaridad

    La globalizacin est teniendo en lo econmico y en lo social un impactoperjudicial para aquellos pases, regiones, pueblos y sectores de actividadque no tienen incorporados en sus constituciones, sus leyes o reglas devida unos derechos bsicos y fundamentales para sus ciudadanos y traba-jadores.

    Es imprescindible entonces seguir apoyando la construccin de alter-

    nativas vlidas y concretas a un modelo de globalizacin que no podemoscompartir y que pretende ser impuesto por los poderes fcticos ms conser-vadores y dominantes.

    Una mundializacin diferente es posible y de hecho est en marcha. Esla que quiere hacer compatible el progreso econmico, los avances tecnol-gicos de todo orden con el ms absoluto respeto a los derechos humanos quecomo sabemos incorporan los derechos fundamentales de los trabajadores.

    Aspiramos pues a una mundializacin que se inspire, practique y pre-serve la justicia social.

    El movimiento sindical, coherente con su trayectoria de ms de un sigloy medio, hecha de luchas, de dignidad y solidaridad, debe contribuir, y dehecho as lo est haciendo, a encabezar el amplio movimiento social que hoyse extiende, cada vez ms, a nivel planetario, y que pretende dignificar eltrabajo y hacer ms equitativa la distribucin de la riqueza generada por lacolectividad.

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    La necesaria y obligada cooperacin internacional se verifica en muy variados mbitos. Todos ellos son muy importantes, sin embargo y as lo

    reconocen hoy la mayora de los organismos internacionales tales comoNN.UU., la OIT, UE, OCDE, etc., sin el respeto de los derechos laborales funda-mentales no puede haber desarrollo. As lo recoge la Declaracin de principiosy derechos fundamentales de los trabajadores aprobada por la OIT en 1998.

    Si no nos comprometemos todos, cada uno en el marco de sus respon-sabilidades especficas, a obrar en pro del respeto y de la verificada aplica-cin de convenios, directrices, acuerdos y otras reglas existentes peligrar,como as ocurre hoy en da, la paz, y se pondr grave y definitivamente enentredicho un desarrollo econmico justo y duradero.

    Por ello debemos considerar fundamental la cooperacin al desarrolloen el mbito sindical y por ende en el de las relaciones laborales. Est msque demostrado que unos sindicatos fuertes, representativos, democrticos y autnomos, juegan un papel fundamental en el desarrollo econmico ysocial en sus respectivos pases. Ese ha sido el principal hilo conductor de lacooperacin y colaboracin llevada a cabo por las organizaciones sindicalesnacionales e internacionales de los pases desarrollados con respecto a lasorganizaciones sindicales de los pases en desarrollo.

    Las potencialidades de cooperacin sindical al desarrollo son, sin dudaalguna, muy importantes.

    En primer lugar, en el mbito poltico es difcil concebir un proceso dedesarrollo sin avanzar al mismo tiempo en la democratizacin y el respeto de losderechos humanos. Lo que supone hacer posible el ejercicio de la participa-cin poltica y sindical y el derecho a la organizacin de los trabajadores endefensa de sus intereses.

    El programa de Naciones Unidas para el desarrollo, en su informe sobredesarrollo humano 2000, se propone como prioridad ayudar a promover

    medidas que, en la prctica, establezcan como prioridad a escala mundial uncriterio basado en los derechos que tienen que ver con el desarrollo huma-no y la erradicacin de la pobreza.

    Aunque en la actualidad existen democracias formales en numerosospases en desarrollo, todava hay muchas y serias limitaciones para el ejer-cicio de los derechos humanos fundamentales, entre ellos los derechos delos trabajadores. Para conseguir el respeto de dichos derechos el papel de lasorganizaciones sindicales es esencial e insustituible.

    Ensegundo lugar, en el mbito social, el concepto de desarrollo incluye

    obligatoriamente la equidad, que debe acompaar al proceso de crecimien-to econmico sostenible. Por ello, el concepto de desarrollo humano acua-do por Naciones Unidas pone como centro del desarrollo al ser humano.

    El desarrollo se entiende as como un proceso de ampliacin de lasopciones humanas que permitan a la gente vivir una vida larga, sana y crea-tiva. Desarrollar las potencialidades del ser humano implica oportunidades

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    para los ms desfavorecidos, lo cual est ntimamente relacionado con laequidad en general y con la igualdad de los derechos para las mujeres en

    particular.Sin embargo, los pases en desarrollo padecen en general las mayoresdesigualdades sociales y de gnero, as como una distribucin de la rentams regresiva que en los pases desarrollados. Los frutos del crecimientoeconmico deben beneficiar a todos. Las organizaciones sindicales sonesenciales para alcanzar un reparto ms equitativo de los beneficios del cre-cimiento econmico y el respeto de los derechos de los sectores tradicional-mente excluidos como el de las mujeres, los jvenes, los indgenas yemigrantes.

    En tercer lugar, los informes sobre desarrollo humano de NacionesUnidas insisten en que las relaciones entre crecimiento y desarrollo sonde doble va. Por un lado el crecimiento permite sostener y aumentar lainversin social mejoras educativas, sanitarias y nivel de vida en gene-ral. Por su parte, la mejor calidad de la mano de obra que se consigue atravs del desarrollo humano es un aporte fundamental al crecimientohumano.

    Es sabido que ni a los inversores nacionales, ni a los extranjeros, les esindiferente el nivel educativo alcanzado por la poblacin. En la segundamitad del siglo XX no han existido casos de crecimiento acelerado en condi-ciones de polarizacin aguda de la riqueza, mientras que los pases queexperimentaron un mayor crecimiento, como es el caso del sureste asitico,se caracterizaron por una distribucin de ingresos bastante ms equitativa.

    Una poblacin pobre y marginal es una potencialidad perdida desde elpunto de vista del desarrollo. La lucha sindical por lograr unas mejores con-diciones de vida debe por lo tanto incluir necesariamente la mejora de laeducacin y la salud de la poblacin.

    En cuarto lugar, en el mbito especfico de la estabilidad, la seguridad yel buen gobierno, los sindicatos son uno de los tres pilares del tripartis-mo, junto con gobiernos y empresarios, que tiene su reflejo en laOrganizacin Internacional del Trabajo (OIT). El juego democrtico pasatambin, junto con las instituciones que representan a los distintos pode-res, por la capacidad de dilogo entre los tres actores principales queintervienen en las relacionales laborales. La debilidad y la falta de reconoci-miento de los sindicatos perjudican su capacidad de propuestas y de dilogo,obstaculizando en consecuencia los procesos de consolidacin democrtica,

    estabilidad social y cohesin social.Cuando las organizaciones de los trabajadores son escuchadas y toma-

    das en cuenta como interlocutores vlidos, mejoran las vas de dilogo y dis-minuye la conflictividad. As pues, parece claro que los sindicatos tambinjuegan un papel esencial en el logro de la estabilidad social y, por lo tanto, enel desarrollo.

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    OTROS AGENTES: SINDICATOS

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    La inversin privada, sin duda, es importante para el desarrollo, perohay otros factores que no tienen una importancia menor. El papel de los sin-

    dicatos de los PVD es insustituible en el logro de un crculo virtuoso parael desarrollo, a travs de su lucha a favor de los derechos humanos y labora-les, la equidad, la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores y delos sectores ms desfavorecidos. As pues, el fortalecimiento organizativode estos sindicatos debe verse como un medio para la consolidacin demo-crtica de sus pases y para el avance en su desarrollo econmico y humano,tarea que merece y necesita de apoyo.

    Nada mejor que mirar a los pases ms avanzados como, por ejemplo,los del norte de Europa. All han existido histricamente unos sindicatos

    fuertes que han sido y siguen siendo fundamentales en el establecimiento yel mantenimiento del estado de bienestar y en el logro de altas tasas de cre-cimiento econmico.

    En quinto lugar, pero interactuando con todo lo anterior, hay queenmarcarlo en el mbito del codesarrollo y ste muy ntimamente ligado a lamigracin. Movimientos migratorios que deben ser considerados como unfactor de desarrollo tanto en origen como en destino. Debe por tanto lamigracin apreciarse como un factor que favorece el desarrollo y debe haberuna intensa correlacin entre migracin y los mecanismos de cooperacin aldesarrollo. Ahora bien para que esto se produzca es necesario regular eincentivar los efectos ms positivos de la migracin y evitar en lo posible susefectos ms negativos. Y en este mbito, estrechamente vinculado al merca-do laboral y a la formacin, de nuevo es fundamental la existencia y la parti-cipacin activa de los sindicatos, tanto de los de los pases de origen como delos de destino. Actores imprescindibles, junto con la administracin pbli-ca y los empresarios, para conseguir que los movimientos migratorios favo-rezcan el desarrollo tanto humano como econmico de los pases implicados

    y sobre todo para conseguir que los principales beneficiarios de la migra-cin sean los propios trabajadores migrantes.Ensexto lugar, la Unin Europea asocia de diferentes formas a los agen-

    tes sociales a las lneas directrices de su poltica exterior (Mercosur,Mediterrneo, Ampliacin). El ejemplo ms reciente lo encontramos enel actual Acuerdo de Cotonou, que durante los prximos 20 aos regir lasrelaciones de la UE con 75 PD. El citado acuerdo de asociacin no solo prevla participacin de actores no gubernamentales (con una mencin expresa alas organizaciones sindicales) en la elaboracin y puesta en practica de las

    estrategias de desarrollo (tambin con una referencia explcita al acceso arecursos financieros), sino que tambin incluye como ejes fundamentalesde las citadas estrategias la promocin de mtodos de dialogo social, elrefuerzo de capacidades de los sectores sociales, la elaboracin y aplicacinde polticas de proteccin social o la creacin de empleo decente y de respe-to a los derechos sociales fundamentales reconocidos por la OIT. De lo

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    expuesto se deduce claramente que la Unin Europea considera que los inter-locutores sociales y, ms concretamente, las organizaciones sindicales apor-

    tan un verdadero valor aadido a sus relaciones exteriores, especialmente en ladifusin de los principios de un modelo social que constituye uno de los rasgosfundamentales que definen la identidad europea.

    1. LA COOPERACIN QUE DESARROLLAN LOS SINDICATOS

    La cooperacin sindical que desarrollamos los sindicatos (CC.OO. y UGT)tiene como principal objetivo reforzar la participacin de las organiza-

    ciones sindicales en la construccin de un modelo de desarrollo demo-crtico y sostenible en el marco de los procesos de integracin, tantoregionales como subregionales, especialmente en un contexto de globaliza-cin creciente.

    Consecuentes con este objetivo que de forma general inspira la coo-peracin sindical que realizamos ambas organizaciones podemos constatarque los resultados colectivos que vamos consiguiendo son altamente valora-dos tanto por nuestras contrapartes como por nosotros mismos.

    La cooperacin sindical se fundamenta en un modelo de intervencinbasado en los componentes de apoyo institucional, formacin, intercambiode experiencias organizativas, estudios y sistematizacin, difusin y sensi-bilizacin y economa social.

    El componente de apoyo institucional facilita los recursos tanto perso-nales como tcnicos y materiales, para apoyar a las organizaciones benefi-ciarias en el despliegue y aseguramiento, de forma permanente y profesional,del trabajo sindical tanto con su afiliacin, como con la poblacin trabaja-dora en general.

    El componente deformacin supone la mejora en la cualificacin de lossindicalistas, capacitndoles para una accin sindical ms efectiva y dialo-gante, tanto para hacer realidad el cumplimiento de los derechos laboralescomo para la mejora de la salud y la seguridad en el trabajo.

    El componente de intercambio de experiencias posibilita la comunicacinpresencial y el establecimiento de redes permitiendo superar la brechatecnolgica que sufre el sindicalismo de los pases en desarrollo. Esto hapermitido a centrales sindicales de diferentes espacios regionales dar res-puesta a los procesos de globalizacin econmica de una forma ordenada y

    sistemtica. La interlocucin de las organizaciones sindicales en estos pro-cesos de integracin econmica y comercial es fundamental para la demo-cratizacin y para la inclusin de los derechos socio-laborales en losacuerdos comerciales. Por otra parte, este intercambio permite fortalecer lacoordinacin entre las organizaciones sindicales nacionales, regionales einternacionales; cuestin prioritaria para la construccin del sindicalismo

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    mundial como actor del tripartismo en las instituciones internacionalesfinancieras y comerciales.

    El componente de estudios y sistematizacin refuerza el intercambio deexperiencias en la medida en que fomenta la interlocucin cualificada de losactores sindicales incrementado su capacidad propositiva frente a los acto-res pblicos y privados de los procesos de globalizacin y regionalizacineconmica.

    El componente desensibilizacin permite hacer partcipe a todos los afilia-dos a las organizaciones sindicales y a la poblacin trabajadora en general, ani-mando la regeneracin de las estructuras sindicales en las organizaciones delos pases en desarrollo. En cuanto a la sensibilizacin en los pases donan-

    tes, sta fomenta la creacin de nuevos espacios de cooperacin sindical atravs de la motivacin y sensibilizacin solidarias.Por ltimo, el componente de apoyo a iniciativas de economa social,

    desde el enfoque global de promocin y defensa de los derechos econmi-cos, sociales y culturales, procura aminorar los efectos de la economa infor-mal que lleva a la desproteccin a gran cantidad de trabajadores ytrabajadoras de los pases en desarrollo. Este eje de accin procura, por unlado, dar respuesta a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras sinderechos laborales reconocidos, bien porque carecen de empleo, bien por-que este empleo se produce en la economa sumergida. Y, por otro lado,enraza con un eje transversal de la cooperacin al desarrollo: la erradica-cin de la pobreza, en tanto que fomenta la generacin de trabajo y rentadesde la autogestin y el cooperativismo. Por ltimo, tambin se relacionacon el codesarrollo, convirtiendo a la poblacin migrante en promotores deproyectos de desarrollo en sus pases de origen.

    Todos estos componentes estn atravesados por los siguientes ejestransversales: erradicacin de la pobreza, igualdad de oportunidades y con-

    servacin medioambiental.El derecho a un trabajo digno como condicin bsica para la realiza-cin de los derechos econmicos, sociales y culturales se establece comoelemento prioritario de la lucha por la erradicacin de la pobreza. La coo-peracin sindical contempla, en este sentido, y como hemos dicho anterior-mente, no slo los derechos de las personas empleadas sino las del conjuntode trabajadores y trabajadoras.

    La perspectiva de gnero, en cuanto concierne al eje de igualdad deoportunidades, implica el hacer visible la creciente participacin de la

    mujer en mundo del trabajo, as como la necesidad de integracin y recono-cimiento de la mujer en el mundo sindical, tanto en la base como en lasestructuras directivas. Asimismo la participacin equitativa entre hombresy mujeres es imprescindible en el desarrollo de la cooperacin sindical.

    Por ltimo, la preocupacin por los impactos negativos de los procesosproductivos sobre el medio ambiente, as como el cuestionamiento del modelo

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    econmico consumista actual y la necesidad de defender la salud y la seguri-dad en el trabajo frente a procesos productivos contaminantes e insosteni-

    bles, son prioritarios en la cooperacin sindical.

    2. PROPUESTAS SINDICALES

    1. Los programas de cooperacin sindical del desarrollo han sido la con-crecin del reconocimiento de los sindicatos como agentes de coopera-cin que se recoge en la Ley de Cooperacin de julio de 1998 y cuyas

    funciones se definen en el Plan Director de la Cooperacin Espaola.Estos programas estn siendo un instrumento muy til para incremen-tar la calidad de la cooperacin, por lo que consideramos imprescindi-ble su mantenimiento e implementacin.

    2. No es posible que se den las condiciones para el desarrollo humanofuera de un sistema de gobierno democrtico. La existencia de unosagentes sociales fuertes son una contribucin inestimable para la esta-bilidad democrtica. Por ello, la cooperacin oficial espaola deberaapoyar proyectos cuyo objetivo sea el fortalecimiento democrtico a tra-vs del dilogo social bipartito y tripartito en los pases en desarrollo.

    3. La Organizacin Internacional del Trabajo OIT es el nico organismotripartito dentro del sistema de Naciones Unidas. sta viene realizandouna importante labor en la mejora de las relaciones laborales en los pa-ses en vas de desarrollo.La cooperacin oficial espaola debera apoyar proyectos de la OITacordes con las prioridades que se establecen en la misma, por ejemplo,acciones que permitan la efectiva aplicacin de la Declaracin de los

    Derechos Fundamentales de 1998 y la lucha contra el trabajo infantily por la equidad entre gneros.4. Espaa se est convirtiendo en un pas de inmigracin. Y la inmigra-

    cin aparte de las ventajas que conlleva para el pas receptor en cuan-to que ayuda a completar su oferta laboral, se ha mostrado como unmecanismo muy eficaz en la lucha contra la pobreza y como factor dedesarrollo de los pases de origen, no slo por la va remesas, sino fun-damentalmente, gracias a los conocimientos adquiridos, al estableci-miento de contactos, y a la apertura hacia el exterior que los movimientos

    migratorios facilitan. En este sentido, una correcta regulacin de losflujos mediante la intervencin de los interlocutores sociales tanto delos pases de origen como de los de destino de los trabajadores y unalabor de cooperacin coadyuvante que facilite los movimientos y laintegracin de los trabajadores potenciar los efectos ms positivos deambos.

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    Apoyar proyectos que fomenten el desarrollo en los pases de origen yque permitan aprovechar las ventajas inherentes, as como fomentar la

    lnea de trabajo del codesarrollo, debera ser una de las prioridades dela cooperacin espaola.5. En el caso de la Responsabilidad Social Corporativa consideramos que

    esta integracin voluntaria, por parte de las empresas, de preocupacio-nes sociales y medioambientales no debe convertirse en sustituto de lalegislacin vigente, y en ningn caso debe quedar por debajo de los estn-dares mnimos contemplados por las Lneas Directrices de la OCDE y porla Declaracin Tripartita de la OIT para Empresas Multinacionales. Apoyamos, fundamentalmente, la firma de acuerdos marco en el seno

    de las multinacionales, entre los representantes de las empresas y losrepresentantes de los/as trabajadores/as, ya que as se garantiza el segui-miento y aplicacin de los mismos.

    6. Otra de las situaciones que se ha hecho ms visible en la actualidad esla gran dimensin que est alcanzando la economa informal. Lograr laregulacin de la misma es un requisito fundamental para garantizarsociedades equitativas y democrticas. Debe por tanto ser objetivo prio-ritario de la cooperacin, mediante el establecimiento de programasque ayuden a su organizacin, fundamentalmente a travs de la econo-ma social, es decir la creacin de cooperativas u otro tipo de asociacio-nes que garanticen no slo los medios de vida, sino tambin la calidadde vida de los millones de personas que sobreviven por estos medios.

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