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1341 LAS ÓRDENES RELIGIOSAS, LA CONSTITUCIÓN DE SUS PROGRAMAS ARQUITECTÓNICOS Y SUS FUNCIONES. Percival Tirapeli Universidad Estadual Paulista –Brasil Los programas y las funciones en la arquitectura religiosa del barroco brasileño Vamos a desarrollar el tema , Los programas y las funciones, desarrollando específicamente la arquitectura religiosa del barroco brasileño, presentando los programas arquitectónicos de las órdenes religiosas en el Brasil Colonial – la de la Compañía de Jesús (1549), la de los franciscanos (1585), carmelitas (1586), benedictinos (1592) y órdenes terceras. Aparte de las funciones, contextualizo, cuando es posible, el templo religioso como centro irradiador de la cultura y su importancia en los siglos XVII y XVIII. Gran parte de los núcleos urbanos brasileños se han desarrollado alrededor de esos templos católicos que se convirtieron en los únicas referencias culturales permitidas por la Corona Portuguesa. Por intermedio de la Orden de Cristo, a la cual la profesión eclesiástica estaba subordinada incorporada al funcionalismo públic, las encomiendas de edificios eran homologadas. Los programas arquitectónicos de esas órdenes influyeron en el desarrollo del urbanismo. En la opción geográfica de los lugares para las instalaciones ya estaban expresas las líneas maestras de sus misiones, sean aquellas de catequesis o de vida reclusa. A partir de ahí, los conjuntos arquitectónicos se presentaban con simplicidad, debido a la precariedad y urgencia de las instalaciones de los primeros tiempos, e incluso con una cosntrucción compleja. En el país continental descubierto, todo estaba por hacer. La catequización de los nativos e instrucción de los hijos de los colonos eran los objetivos principales de los jesuitas, que tenían un programa arquitectónico constituido por la iglesia, el convento, la residencia para los curas, las reducciones, las haciendas y los talleres y seminarios dirigidos a la educación, generando obras de gran rigor estético y funciones específicas. Ese programa, tan bien estudiado por el urbanista y arquitecto Lúcio Costa, se expandió y fue más allá de las formas arquitectónicas despojadas de ornamentación racional hacia la posibilidad de la construcción de una nación. Un rosario de villas, ciudades, reducciones, haciendas y seminarios fueron distribuidos de norte a sur del país. Se sueña con unir, a través de la Selva Amazónica, los Andes con las Misiones en el sur del Continente Suramericano. Algunos testimonios de esos programas aún se encuentran intactos, transformados e incluso en ruinas, constituyendo uno de los más preciosos acervos del patrimonio mundial.Un ejemplo de las misiones españolas en el sur de Brasil es la Misión de San Miguel. La orden religiosa franciscana, cuyos objetivos eran de asistencia espiritual a los vasallos y evangelización de los indios, creó una verdadera escuela arquitectónica en el nordeste brasileño, estudiada por el historiador francés

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LAS ÓRDENES RELIGIOSAS, LA CONSTITUCIÓN DE SUSPROGRAMAS ARQUITECTÓNICOS Y SUS FUNCIONES.

Percival TirapeliUniversidad Estadual Paulista –Brasil

Los programas y las funciones en la arquitectura religiosa del barrocobrasileño

Vamos a desarrollar el tema , Los programas y las funciones, desarrollandoespecíficamente la arquitectura religiosa del barroco brasileño, presentando losprogramas arquitectónicos de las órdenes religiosas en el Brasil Colonial – la de laCompañía de Jesús (1549), la de los franciscanos (1585), carmelitas (1586),benedictinos (1592) y órdenes terceras. Aparte de las funciones, contextualizo,cuando es posible, el templo religioso como centro irradiador de la cultura y suimportancia en los siglos XVII y XVIII.

Gran parte de los núcleos urbanos brasileños se han desarrolladoalrededor de esos templos católicos que se convirtieron en los únicas referenciasculturales permitidas por la Corona Portuguesa. Por intermedio de la Orden deCristo, a la cual la profesión eclesiástica estaba subordinada incorporada alfuncionalismo públic, las encomiendas de edificios eran homologadas. Losprogramas arquitectónicos de esas órdenes influyeron en el desarrollo delurbanismo. En la opción geográfica de los lugares para las instalaciones yaestaban expresas las líneas maestras de sus misiones, sean aquellas decatequesis o de vida reclusa. A partir de ahí, los conjuntos arquitectónicos sepresentaban con simplicidad, debido a la precariedad y urgencia de lasinstalaciones de los primeros tiempos, e incluso con una cosntrucción compleja.

En el país continental descubierto, todo estaba por hacer. La catequizaciónde los nativos e instrucción de los hijos de los colonos eran los objetivosprincipales de los jesuitas, que tenían un programa arquitectónico constituidopor la iglesia, el convento, la residencia para los curas, las reducciones, lashaciendas y los talleres y seminarios dirigidos a la educación, generando obras degran rigor estético y funciones específicas. Ese programa, tan bien estudiado porel urbanista y arquitecto Lúcio Costa, se expandió y fue más allá de las formasarquitectónicas despojadas de ornamentación racional hacia la posibilidad de laconstrucción de una nación. Un rosario de villas, ciudades, reducciones,haciendas y seminarios fueron distribuidos de norte a sur del país. Se sueña conunir, a través de la Selva Amazónica, los Andes con las Misiones en el sur delContinente Suramericano. Algunos testimonios de esos programas aún seencuentran intactos, transformados e incluso en ruinas, constituyendo uno delos más preciosos acervos del patrimonio mundial.Un ejemplo de las misionesespañolas en el sur de Brasil es la Misión de San Miguel.

La orden religiosa franciscana, cuyos objetivos eran de asistencia espirituala los vasallos y evangelización de los indios, creó una verdadera escuelaarquitectónica en el nordeste brasileño, estudiada por el historiador francés

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Germain Bazin, y se destaca en el escenario de la arquitectura suramericanacolonial. Con un proyecto arquitectónico definido, con la misión de asistenciaespiritual y como porta voz de los intereses gubernamentales, llegaron a Brasiltemplos que estéticamente rivalizan con los de la Corona y que muchas vecessorprenden por sus tesoros artísticos. La masa arquitectónica generada por laorden franciscana es la mayor y mejor conservada en la trama de las ciudadesbrasileñas, mientras que las instalaciones jesuíticas fueron reformuladas odestruidas a partir de 1759, cuando los jesuítas fueron expulsados. La iglesiaconventual, el convento con el claustro y dependencias, y los anexos de la ordentercera –capilla, claustro, cementerio– cada uno de ellos cumpliendo su función,forman uno de los conjuntos más sorprendentes inmersos en las ciudades, dondemilagrosamente hasta hoy muchos de los atrios con crucero se conservan. Losfranciscanos crearon las más fascinantes atmósferas en las capillas doradas, delos terceros o novicios, en el litoral brasileño. Las órdenes terceras de losfranciscanos crearon, en la región de Minas Gerais, las iglesias rococós másiluminadas, dentro de nuevos programas de asistencia espiritual, encomiadas porlos clérigos. Cierto relajamiento de las formas impuestas por los cánones estéticosde las órdenes religiosas y los cambios del enfoque de la religiosidad, posibilitó alos legos una creación adecuada a la realidad de las regiones del interior del país.Antonio Francisco Lisboa, Aleijadinho, fue uno de los responsables de ese cambioestético del rococó, creando iglesias con volúmenes libres y autónomo,siguiendolas nuevas exigencias de las órdenes de promotores legos de fiestas religiosas,como las procesiones del calendario de la Corona y del religioso, siendo las másconcurridas las de Corpus Christi y Semana Santa.

Los carmelitas se acercaron mucho a los programas y solucionesarquitectónicas de los franciscanos con los ideales religiosos y terrenalesdeasistencia a los vasallos. Grandes conventos con claustros e iglesia que, junto alas capillas de la orden tercera y anexos, cumplían funciones distintas,diferenciándose en la espacialidad, simbología y profusión ornamental.

Las masas de los conjuntos arquitectónicos de las órdenes religiosas, engeneral diametralmente opuestas en la trama de la ciudad, formaron los ejes delcrecimiento urbano.

Los benedictinos construyeron sus monasterios dentro de programasdestinados a la vida recluída, formando solamente un bloque la iglesia abacial yel monasterio con espacios funcionales de convivencia, estudios y oración. Susarquitectos siguieron más rigurosamente los proyectos iniciales, aunque fueramás lenta la construcción, el resultado era de obras con unidad y cuidadoestilístico.

Así, la propuesta de investigación del tema se centra en los programasarquitectónicos, los espacios creados para cada función según los ideales o lasmisiones de cada una de esas órdenes religiosas. En ella se concluye que hay unaunidad en el desarrollo de tales programas en todo territorio brasileño,independientemente de las zonas geográficas. Observamos también que alseveridad y funcionalidad de lso programas jesuítas tiende a implantarse. Losfranciscanos se adaptan a los materiales regionales y a las características de la

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geografía donde es ealzan sus conventos, desde las más bucólicas a las mássuntuosas, siempre visibles en la trama urbana y paisajística.

De la misma manera que la lengua portuguesa es un factor de unidad –todas esas órdenes tenían grandes oradores, destacando el jesuita Antonio Vieira– los programas arquitectónicos formaban también una identidad visual y, segúnsus funciones, crearon soluciones inusitadas, como las fachadas, laornamentación de los retablos y especialmente las sacristías del nordestebrasileño, particularmente la de la Catedral de Salvador, considerada la primerapinacoteca brasileña.

Por lo tanto, el templo religioso colonial es un factor determinante en latrama urbana, muy similar a las ciudades medievales europeas, diferenciándosecada uno de ellos según el programa arquitectónico determinado por la ordenreligiosa, según su misión espiritual. Internamente sus espacios cumplen lasfunciones específicas. La convivencia de las órdenes religiosas con la población,así como la religiosidad, fueron factores determinantes en la formación de lanación brasileña.

Los edificios y sus proyeccionesSujetos a una burocracia lenta, los emprendimientos eran sometidos a la

Mesa de Conciencia de Órdenes, creada por D. João III en l532, y tardaban añospara lograr una aprobación. Cuando finalmente se obtenía el permiso para iniciarlass obras, las órdenes habáin conseguido ya movilizr a al población para obtenerapoyo económico. Esto generaa, por un lado, rivalidades entre las órdenes y, porotro, una gran atracción para los artistas. Antonio Francisco Lisboa, Aleijadinho,en las principales iglesias de las órdenes terceras de Minas Gerais, creó obrasprimas sin igual en el país colonizador.

Por parte de las órdenes religiosas, la construcción y reformas consistíanen una serie de celebraciones festivo-religiosas y otras para la actualizaciónestilística, debido , bien a la tardanza de la construcción, bien a la complejidad dela obra. La piedra fundamental era motivo de festejos y bendiciones; cuando seterminaba de la capilla mayor había procesiones y traslados del SantísimoSacramento; cuando s eterminaban los altares laterales, hacían procesiones delos santos patronos. Finalmente, las celebraciones de novenas, triduos, y misasolemnísima con Te Deum. En esta ocasión se muestran fastuosamente lasalfaias y el misterio divino, encarnado en los ritos y sermones conceptistas ycultistas a una platea estupefacta, que espera la ostentación de la jerarquía socialsolemnizada en la organización de las procesiones.

En los atrios, calles y plazas, la festividad, ahora de las hermandades yconfradías, congraciaban a las razas, creando la ilusoria libertad permitida por elpoder devastador del rey ávido de diamantes y lingotes de oro. Las interminablesreformas tenían la función de actualizar estilísticamente los templos que añadíana los proyectos las novedades ultramarinas, ocasionando una verdadera corridade maestros a la colonia. De esa manera, se puede percibir que la construcciónen sí constituye un programa social, político y religioso, de animación de una

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sociedad sectaria, autoritaria y esclavista con finalidades puramenteexplotadoras.

Los jesuitasCada una de las órdenes primeras religiosas y la Compañía de Jesús

tenían misiones espirituales determinadas para cumplir en el Nuevo Mundo. Asícomo los jesuitas catequizaron a los indios, a los franciscanos y carmelitas se lesatribuye el cuidado de la vida espiritual del colonizador, y a los benedictinos lavida monástica. Las edificaciones de las órdenes segundas, es decir, de lasmujeres, son raras, pues eran prácticamente prohibidas por la Corona, teniendoen cuenta la urgencia de repoblación de la tierra despoblada. A las órdenesterceras se les atribuye la asistencia material y organización de procesiones.Todas ellas, de alguna manera, en su contacto con los fieles, transmitían desderudimentarios conocimientos hasta formación teológica y humanística. Lasórdenes terceras dictaban la permanencia del status quo, la asistencia social, yotras abrigaban nuevas ideas discutidas en sus consistorios.

A los jesuitas les ha correspondido la fundación de las ciudades másimportantes del país a partir de sus colegios, y tenían la ambición de formar, através de un rosario de reducciones y villas el dominio total del litoral y de laAmazonía. Fueron expulsados por el Marques de Pombal en l759. Hay unaconvivencia de los programas arquitectónicos con sus espacios específicospudiéndose indicar algunos comunes a todos, como aquellos de las iglesiasconventuales, del convento con claustro cuadrangular, la capilla de la ordentercera, ligada o independiente de la iglesia conventual, claustro para los tercerosy capillas para novicios.

En Salvador, Bahía, aún se puede ver esa pujanza y disputa barroca por lapropia disposición de la iglesia de los jesuitas, parte de su conjunto con elseminario y el Terrero de Jesús, que se une con el atrio del Crucero de losfranciscanos, con el impresionante conjunto de las órdenes primeras y terceras.El urbanismo está marcado por las iglesias de los dominicanos y por las de laorden tercera de los clérigos. En la ciudad de Rio de Janeiro, sobre una elevaciónen el centro urbano, sobreviven los franciscanos con todas las construcciones. EnCachoeira, en el Recôncavo Baiano, las construcciones carmelitas mantienen suscaracterísticas en la fachada del conjunto. Y los benedictinos en Olinda, que seinstalaron en medio del paisaje pujante.

Los jesuitas llegaron a Brasil en 1549, a Bahía, junto al primer GobernadorGeneral, Tomé de Souza, con misiones bien definidas: convertir el “gentío” pormedio de la catequesis y adoctrinación, libertar a los indios del yugo de losportugueses, que los esclavizaban, y reunirlos en aldeas a medida que erancatequizados.

En las construcciones de la época de la colonización, se nota unapreocupación por la colocación de los edificios en puntos destacados del paisajenatura,l donde nacieron las más importantes ciudades brasileñas, como Salvadoren Bahía, Belén en Pará, y más al sudeste, Rio de Janeiro y São Paulo. En cada

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una de esas ciudades el conjunto arquitectónico se destaca junto a aquellos delos franciscanos, carmelitas y benedictinos. Generalmente sobre colinas, elterreno orientando a disposición de los bloques cuadrados o rectangulares de lasedificaciones sigue un esquema riguroso con funciones determinadas. Soninconfundibles las construcciones en cuadra y el amplio terrero en la frente, conla valorización del conjunto en el espacio urbano, como observó Lúcio Costa ensu estudio A Arquitetura dos Jesuitas no Brasil de l941 (Costa, 1997, pp.104-169). La iglesia sobresale con un exterior sencillo, despojado y austero, casi frío.Todo el conjunto, muchas veces asimétrico, se desarrollaba desde la iglesiateniendo de un lado los talleres y del otro las escuelas. El ambiente internotambién es sencillo, con paredes altas y el tejado visto por dentro, sinpreocupación estética. El altar se encuentra en la pared opuesta a la entrada. Lamirada se dirige para allá, lugar de la devoción religiosa y motivo de admiración,pues los ornamentos fueron aplicados inicialmente en los retablos de los altares –ornatos de madera en cuyo centro figura una imagen, término que podríareferirse a una pintura o escultura– con nichos para abrigar a las figuras de lossantos venerados.

Podemos destacar tres construcciones del inicio del siglo XVII: São Pedroda Aldeia, en Rio de Janeiro (1617); Reritiba, hoy Anchieta, en Espírito Santo(1610); y Reis Magos, en Nova Almeida, igualmente en Espírito Santo (1615).Ejemplo singular e importante en la utilización de la ornamentación del altarmayor, Nova Almeida posee una excepcional implantación en el paisaje: deespaldas al mar, en un punto elevado del paisaje y sin construcciones queobstruyan la vista para el rio Reis Magos, justo delante de la iglesia se encuentraun gran terrero (Silva-Telles, 1980, p. 124). Son construcciones que pertenecían apoblaciones simples, cuya función era la catequesis, y se aproximan por laprecariedad de aquellas, por sus establecimientos rurales de explotación agrícolao azucarera para suministrar y proveer los colegios.

En la primera mitad del siglo XVIII, las construcciones jesuíticas aúnmantienen algunas características del siglo anterior, como son las fachadas yplantas rectilíneas y simplicidad ornamental, a la vez adquieren ciertamonumentalidad: se hacen más altas, planas, repartidas horizontal yverticalmente por pilastras, cuñales y cornisas, con frontones triangularescombinados con torres en la fachada. La iglesia pasó a poseer externamente unvolumen rectangular y, dentro de este volumen, las habitaciones encajadas unasen las otras, formando un conjunto con nave, capilla mayor, sacristía transversalen los fondos y corredores en toda la extensión lateral.

Internamente, la ornamentación también gana aires imponentes. Con losnuevos espacios creados por la separación de un área para el altar mayor y otraspara los laterales, hay una diferenciación de ambientes que permite la ampliacióntanto del decorado de los arcos de unión que son construidos entre los espacios,como de los pilares, que son cubiertos con ornamentos, y de los techos, hechoscon forros planos o abovedados. Todo el conjunto podría ser revestido de talla,acompañando la construcción, y, además de eso, ricamente hojeado en oro,produciendo un efecto de deslumbramiento y admiración a todos los queentraban en el interior de estos espacios (Toledo, 1983, vol. I, p. 135).

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Del conjunto de obras religiosas de este período realizadas en el país, lasdos que sobrevivieron en mejores condiciones son las iglesias de Salvador y deBelén de Pará. Estos conjuntos conservan una unidad plástica, cada un a sumodo: en la iglesia de São Francisco Xavier del convento São Alexandre, enBelém, su riqueza parece adecuada al vigor natural de la región, contrastandocon la solución más disciplinada y noble de la actual catedral de Salvador, enBaháa. El interior de la iglesia paraenense recuerda al de Évora, en Portugal, conenormes pilares que en las esquinas están ornamentados con pilastras quesustentan grandes arcadas que suben hasta el techo de madera en arco abatido.Las tribunas se abren a la nave por medio de oquedades horizontales (Bazin,1983, vol. I, p. 164).

Figura 1: El primer colegio de la orden de los jesuitas en Salvador de 1590Conjunto de edificios Salvador, Bahia, Brasil.

El primer colegio de la orden de los jesuitas en Salvador fue inaugurado en1590, con el propósito de armonizar el conjunto de edificios construidos alrededordel denominado Real Colegio de las Artes donde se impartían todos los gradosprimarios y las clases secundarias de filosofía, matemática y teología. Por detrásde la iglesia, los patios con las celdas de los clérigos y estudiantes internos, secomunicaban con las construcciones en dos pisos. La portería, con entrada depiedra, se encauzaba en la misma línea de la fachada de la iglesia y sobreaquella, amplias salas de descanso para los curas y salón para visitas y recepcióna los vicegobernadores. Varios compartimentos se abrían hacia el claustro, asícomo a la capilla doméstica, comedor y externamente a enfermería, y la cocina.

En cuanto a la iglesia, la de Salvador es la más grandiosa, teniendo comomodelo la del Espírito Santo de Évora, en Portugal. Las obras de reconstrucciónempezaron en 1657. La planta adoptada fue la del Padre Belchior Pires, máseconómica y que no exigía la demolición del edificio anterior. En 1672, la iglesiase consideró terminada con la bóveda y la capilla mayor muy altas, la nave

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cercada por cuatro capillas comunicantes, conteniendo altares de la antiguaconstrucción. En 1694, la sacristía fue concluida y decorada con pinturas,convirtiéndose así, según el Padre Antonio Vieira, en la primera pinacotecabrasileña.

Motivo de tantos estudios, permanece aún la polémica entre aquellosinvestigadores que evocan la inteligencia del colonizador y la importación paratodas las obras que alcanzan la perfección y aquellos que encima de esassospecha, y acatando el testimonio de Vieira creen, como Clarival Valadares, queson obras hechas allí mismo por manos magistrales. La función de las sacristíasya estudiadas por Cleide Biancardi gana aquí destaques. Se trata de untestimonio de vida e ideal de los jesuitas transformados en labor artístico ypictórico, como si nos adentráramos en una página de iluminura donde laspalabras son transformadas en íconos, testigos de la misión a ser cumplida enesas tierras. Las efigies de sus santos mártires y apóstoles canonizados en sólocien años de existencia de la Compañía de Jesús, muestran esa urgencia deelevar al cielo a sus hombres que allí se enmarcan con flores, pájaros yornamentos de la tierra en vez de nubes de los cielos. La Vida de la Virgen esilustrada como un poema pictórico inspirado en la obra de José de Anchieta,escrito en las arenas de las playas desiertas de Peruíbe. Jacarandás conmadreperlas y cascos de tortuga incrustados sirven de molduras para laspequeñas chapas de cobre con pinturas en el más elevado estilo barroco.

Figura 2: Iglesia y Convento de Santo António de Paraguaçu, Cachoeira,Bahia, Brasil siglo XVIII

Con una elegante escalera ladeada por azulejos nos adentramos en labiblioteca con techo abovedado en forma de gran casco de navío, conteniendo ensí la pintura más elaborada en perspectiva del artista portugués Antonio SimõesRibeiro. Poco quedó intacto del arte de los Jesuitas, sin embargo, ese núcleorefleja la importancia que aquellos apóstoles daban a la palabra de Dios como untesoro cambiante e impreso en cada cerebro que se desplazaba por los ríos, selvay litoral continental. La función de la sacristía es la de preparar a la introspeccióndel misterio sacramental. Aquí, el sacerdote divide con iluminación divina la obra

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de los hombres en forma de arte intimista, tangible a los ojos, compitiendo conDios.

FranciscanosLos primeros conventos franciscanos brasileños, casi siempre

denominados de Santo António o São Francisco, fueron construidos al inicio delsiglo XVII. De este período, quedan sólo algunas referencias iconográficas a travésde pinturas holandesas, como las de Frans Post en el libro de Kaspar von Baerle.Los pintores holandeses estuvieron en Brasil acompañando a la Expedición deMaurício de Nasau (1630-1654). En esta ocasión los invasores protestantesdestruyeron innumerables conventos y iglesias de Olinda (Bardi, 1982, p.38).

Después que los holandeses fueron expulsados, se empezaron lasreconstrucciones con nuevos trazos, haciendo surgir en el nordeste una escuelade arquitectura sin par. Fueron construidos conjuntos arquitectónicosconstituidos por convento, teniendo un gran atrio con crucero delante, en elfrontispicio de la iglesia conventual un campanario más retirado del lado de laepístola, y entrada de piedra, después sustituida por un pórtico de tres arcadasformando la anteiglesia con claustro cuadrangular, generalmente del lado delevangelio, a la izquierda de la iglesia, y edificios de orden tercera con capillatransversal con apertura en arco ornamentado para la iglesia o al lado una capillaautónoma. En la planta baja, alrededor del claustro con bancos, y generalmenteazulejados, están ubicadas las salas de estudios, sala capitular y comedorperpendicular o paralelo. En el piso superior, la biblioteca, el ala de losdormitorios con aposentos individuales servidos de galerías como las del pisobajo. Un belvedere o terraza completaban los espacios de contemplación de lanaturaleza. Raras veces grandes chimeneas evidencian la presencia de la cocinacomo construcción individualizada.

Sus construcciones empezaban desde el convento para después abrigar alos frailes; la iglesia era posterior, lo que hacía que el programa de construcciónfuera muy lento. Siempre poseen nave única, con excepción de Salvador, quepose tres naves con una capilla mayor poco profunda, contornada por doscorredores laterales, siendo el del lado del Evangelio denominado vía sacra.Ambos conducen a una gran sacristía que posee un lavabo monumental. En elfondo de la nave un coro se apoya en las tribunas laterales o sobre la anteiglesiaque da para la fachada, que posee un campanario más retirado, conforme elespacio dejado por el convento. El interior de la iglesia es sobrio con un altarmayor, dos en el arco crucero, un púlpito y un arco que se abre a la capillaperpendicular, del lado del Evangelio, para abrigar a la Orden Tercera, que poseeun altar principal y dos laterales (Bazin, 1983, vol. I, p. 142).

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Figura 3: Iglesia y Convento de Santo Antônio, João Pessoa,Paraíba, Brasil, siglo XVII y XVIII

En João Pessoa, el conjunto de Santo Antônio es una de las más bellascomposiciones arquitectónicas de Latinoamérica y posee uno de los más perfectosy armoniosos frontispicios producidos por el arte rococó, con fecha de l779. Enopinión de Germain Bazin

el conjunto de João Pesoa es una de las más bellas mises-en-scène del artebarroco. La divergencia y los resaltos de los muros del atrio acentúan el efecto deperspectiva ascendente, que atrae la mirada para el magnífico tema frontal de laiglesia, majestuosamente bien dividido en su estructura y suntuosamenteornamentado de esculturas de piedra, cuya ejecución rústica contribuye muchopara el efecto monumental. La mirada conducida por la perspectiva al contemplarese frontal rigurosamente simétrico, repentinamente es proyectada en diagonal,fuera de la composición, por la posición más desviada y asimétrica del campanario(Bazin, 1983, p. 152).

También en Salvador, se encuentra el conjunto más importante: iglesiaconventual, sacristías, claustro, sala capitular, capilla de la Orden Tercera conclaustro y capilla de los santos. En el exterior, el atrio con crucero comunicandoel Terrero de Jesús de los jesuitas. En el interior, la iglesia conventual tiene elapuro estilístico que le iguala a su similar de la ciudad de Porto. Sin embargo loque hace de ese conjunto único en el arte luso-brasileño es su azulejería. En elclaustro conventual hay un conjunto de treinta y seis paneles de azulejos quetiene una función decorativa, constructivo-higiénica y moralizante-contemplativa,y que se presenta aquí enigmático debido a su temática mitológica y alquímica.En el conjunto de la orden tercera, en la sacristía, un barrado representandoescenas de Lisboa antes del terremoto de 1755, constituye en preciosodocumento iconográfico cumpliendo la función propagandística de sumisión a lamatriz del poder. En el claustro hay más sorpresas: las bodas del futuro rey D.José I completa esa sumisión al poder ilimitado del soberano como presenciadivina en la tierra. La fachada singular, cuyo exterior conforma un verdaderoretablo portugués en piedra a ejemplo del que había en su interior, que nadadebe a los frontispicios de las iglesias de la América Española, es ejemplar en sufunción de exhibición del fausto poder de los terratenientes y cultivo del tabaco.

En Minas Gerais, las órdenes terceras franciscanas y carmelitas, cumplíanel mismo papel que las órdenes primeras religiosas tenían en las ciudades

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litorales: el clero, exento del ideal misionario, mero funcionario del gobierno, confunción de rezar las misas los domingos y días de fiesta, y confesar en Pascua. Enmano de las hermandades, las parroquias pasan al control de la Corona, almismo tiempo que se encargan de construir los dispendiosos templos. De estamanera, la disputa por los mejores terrenos, artesanos y promoción de los díasfestivos conllevaban a los conflictos sociales y estado de vigilancia entre lashermandades, evitando las aspiraciones de independencia. La función de laiglesia era la de neutralizar conflictos políticos creando intrigas entre sí.

Arquitectónicamente las iglesias pasaron a ser más leves y tener mayorlibertada constructiva, lo que las distanciaba de aquellas denominadas cavernasdoradas, donde los cantos gregorianos resonaban en las penumbras minuciosasprovocadas por los entalles profundos y tonos sepias de las pinturas ilusionistas.En Minas Gerais, en la segunda mitad del siglo XVIII, los templos rococó cumplensus funciones de abrigar a los hermanos que se dan el lujo de oír en los sermonesaquello que quieren mediante el pago al orador. Convierten sus iglesias ensalones de músicas sacras encomendadas por maestros músicos de la misma.Luces inundan los ambientes cubiertos de tonos rosáceos y azulados de laspolicromías y dorados acompasados de los retablos que se extienden hasta lostechos pintados, poblados de ángeles y santos morenos, distantes de los modeloseuropeos.

Figura 4: Iglesia de la Orden Tercera de São Francisco de Assis da Penitência,Ouro Preto, Minas Gerais, 1767.

Proyecto: António Francisco Lisboal Aleijadinho

Para el arte la disputa entre las hermandades fue saludable, pues nos halegado las iglesias más bellas de las ordenes laicas, cuya obra prima es la de SãoFrancisco de Ouro Preto, donde Antonio Francisco Lisboa se revela como genio. El

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conjunto armonioso de la ciudad es síntesis del espíritu barroco de una sociedadlúdica y alienadora, que debe llevar una vida sencilla de vasallo. Amante de lascosas efímeras, pero buscando símbolos de permanencia, otorga para sí todo elartificialismo de la corte, promotora de este proceso participativo deaglutinamiento social y, a la vez, represivo de la conducta social. Si nopudiéramos apuntar todas las cualidades formales y estéticas del estilo barrocoen nuestras iglesias más bellas, sin duda el espíritu barroco que aún imperasobre este ambiente, con una naturaleza “ciclópicamente barroca” (Machado,1991, p.110), seria la prueba aún pulsante de esa síntesis de los ideales yanhelos del hombre brasileño del siglo XVIII. La función de esa sociedad en elinterior del país erigiendo esos templos, fue la de libertarse de los modelos ymostrar a Europa el mayor arquitecto, Antonio Francisco Lisboa, el último de losgeniales escultores de santos que la cristiandad jamás tuvo, según GermainBazin.

Figura 5: Iglesia y Monasterio de São Bento, Olinda, Pernambuco, 1599Proyecto: Francisco Nunes Soares (frontispicio, 1761)

BenedictinosLa Orden Benedictina llegó a Brasil en 1592 como institución milenaria y

de dedicación a la vida monástica, contando con una tradición erudita deformación de sus propios artistas arquitectos, pintores y entalladores. Sindemora, en 1617, contrataron al ingeniero militar Francisco Frias de Mesquita,responsable de la construcción de fortalezas militares, para que trazara la plantadel monasterio y iglesia de Rio de Janeiro.

El abad Gregório de Magalhães (1603-1667) fundó y construyó la abadíabahiana de la Graça (1645), los monasterios de Santos (1649) y de São Paulo. Fuecon la llegada del arquitecto español, Macario de San Juan que, en 1648, seiniciaron los proyectos del monasterio e iglesia en Salvador. Debido a lagrandiosidad del proyecto, que preveía una iglesia que siguiera los modelosvitruvianos, es decir, clásico-renacentista, las obras se arrastraron hasta 1871,

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manteniendo sólo el pórtico y la decoración del rompevientos del proyecto inicial.Macario, que también se convirtió en monje, proyectó el convento de Santa Terezapara los carmelitas, la Santa Casa de Misericórdia, que posee bellísima logiadonde se abren tres arcos con vista al mar, además de un arco abatido en laiglesia de la hacienda de São Brás, en Bahía (Bazin, 1983, p. 118).

A pesar de ser una construcción carmelita, el convento de Santa Teresatiene afinidades con la iglesia del monasterio de São Bento. Son las únicasiglesias brasileñas que siguen el proyecto romano del crucero articulado sirviendode apoyo a una cúpula. De la nave salen cuatro capillas comunicantes; laselevaciones son idénticas, con marcos más elaborados en la iglesia benedictina.Como no sufrió modificaciones, la bóveda de berço abatido con lunetas y arcosdoblados en Santa Teresa se presenta armoniosa con la elevación; el coro estásuspendido sobre un arco abatido. En cuanto al exterior, la iglesia de loscarmelitas descalzos es ejemplo único en su tempo de fachada tipo romano, confrontón clásico en el cuerpo central, con tres arcadas sirviendo de soporte para elcoro; dos plantas, siendo el primer entresuelo y el segundo con escudos de laorden rodeando la ventana. Este tipo de frontispicio tiene origen en el primerdiseño que Vignola hizo para la iglesia jesuítica de Gesù en Roma en l569, y quedebería servir de modelo para la Iglesia contra reformista. Recurre también, elarquitecto español, al uso del campanario arcada en la lateral de la Epístola,ligándose a la fachada y substituyendo a la torre, a ejemplo de Roma (Toledo,1983, vol. I, p. 160).

El conjunto arquitectónico de los benedictinos se asemeja al de losfranciscanos excepto en las capillas de la orden tercera que aquellos no poseían.Un convento con claustro cuadrangular e iglesia lateral de una nave o inclusotres tras las ampliaciones. La fachada de la iglesia era de piedra, segúndocumentos de los holandeses, y cuando fueron reconstruidas siguieron el patrónfranciscano de arcadas y anteiglesia para ceremonias, mientras que los corosdialogan en el interior y exterior del templo.

En cuanto al claustro, ejemplificando el de Rio de Janeiro, es el lugardonde se concentra la vida común. Un cuadrilátero constituido por tres bloques,uno apoyado en la iglesia, formando un corredor sobre el claustro; el ala sur es laprolongación de la iglesia y tiene entrada de piedra. En la planta baja, las galeríastienen bóvedas de arista entre arcos doblados, y el comedor tiene bóveda deberço, de arco abatido con lunetas y arcos doblados. Es un ambiente medieval.En el segundo pavimento las galerías del claustro tienen sobre ellas por cuatrocorredores cubiertos que se miran hacia las celdas. En las esquinas, loscorredores se alargan formando salones que tienen vistas al mar (Silva-Nigra,1950, vol. I, p.35).

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Figura 6: Iglesia de la Venerable Orden Tercera de Cachoeira, Bahia,Brasil, siglo XVIII.

CarmelitasLa Orden de los Carmelitas Descalzados se remonta al siglo XII y llegó al

país en 1586, instalándose primeramente en Bahía. En la ciudad de Olinda, enPernambuco, erigieron su más antiguo convento e iglesia, formando una granmasa arquitectónica sobre una elevación. Saqueado por los holandeses, lasruinas aparecen en cuadros del pintor flamenco Frans Post. Con el pasar de lossiglos, el convento se derrumbó y hoy la majestuosa iglesia ostenta la fachadasevera con portales en sillería y su interior, en forma de grande salón rectangular,capillas laterales en arcos con paneles de grandes pinturas y las capillas deltransepto mayores con uso de sillería.

Su arquitectura conventual sigue la disposición similar de claustros,iglesias y capillas de la orden tercera. La ornamentación severa de la arquitecturamuchas veces varía en los tejados y capiteles toscos, pudiendo apuntar a fechasde reformas y añadidos. De los más amplios conventos, se puede citar el de SantaTeresa y el del Carmo, ambos en Salvador, y el de Cachoeira, igualmente enBahía, incluyendo el elegante claustro de la Orden Tercera con pilastrasoctogonales. Considerado uno de los mejores programas carmelitas, el conventodel Carmo de Salvador, proyecto del fraile Manoel de la Madre de Deus Bulhões(1709-1720), es uno de los más amplios, con un claustro de veintiocho arcadasde piedra, construido junto a los dormitorios.

A los que dejen el conjunto de la Orden Primera y atraviesen el pequeñojardín por las armoniosas arcadas entrando en el claustro, no podrán imaginar lasorpresa que está contenida en la pequeña capilla de la Orden Tercera, donde se“escribe la más bella página del barroco bahiano” (Valladares, 1990, pp.370-381).

Tres partes componen la Orden Tercera del Carmo de Cachoeira, conépocas y estilos diferentes: la capilla, la sacristía-consistorio y las “carneras”. A

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pesar de esas diferencias, nada rompe la armonía de las severas líneas de losedificios, donde el hueco de las arcadas da una plácida sensación de ligereza,equilibrando admirablemente la sencilla y densa fachada de la iglesia. Aunque losHermanos Terceros hayan decidido construir su capilla a comienzos del sigloXVIII, ésta solamente estaría concluida cien años después. La capilla se erigióparalelamente a la iglesia del convento y separada de esta por las construccionesdel consistorio, siendo que la fachada presenta un estilo que remite al inicio delsiglo XVIII. En 1768-69, se construyó el osario, al cual se añadió una pequeñacapilla, concluida en 1778, cuyas tapas de las “carneras” fueron restauradas en1998, conformando un acervo sin par de pinturas en ese género. Es de esta épocael singular claustro con pilares octogonales.

Una talla profusa salta a los ojos que, dilatados por el oro, procuran unapoyo en las composiciones que se extienden por el techo encajonado, cubriendola nave abovedada de la capilla mayor, comparable al de São Francisco deSalvador (Calderón, 1976, p.49), después del inesperado y sorprendente, tan algusto de la página del barroco bahiano” (Valladares, 1990, pp.370-381).

En Minas Gerais, la Orden Tercera del Carmo disputó con la de losfranciscanos los mejores terrenos de las ciudades y los mejores constructores yescultores del lugar. De esta saludable rivalidad, el arte salió ganando, pues ellegado de los carmelitas en Minas Gerais es de los mejores, como se puede ver enla posición privilegiada de la iglesia del Carmo de Ouro Preto, dominando todo elsuelo urbano. En Mariana, el duelo de las hermandades sólo puede ser suavizadopor la presencia de la graciosa arquitectura con características orientales de laCámara y Cárcel, saliendo aventajada su fachada de torres redondeadas. En Riode Janeiro, la ventaja sobre las otras órdenes monásticas que se instalaron encolinas, se debía a la proximidad con el puerto de mar y al palacio del gobierno.Perdida en la contaminación, en la Plaza XV, la más bella portada carmelita seresiente al no ser admirada por los peatones.

La venerable Orden Tercera del Carmo de Ouro Preto, proyecto de ManuelFrancisco Lisboa, se empezó a construir a partir de la casa de noviciado en 1754,en la colina de Santa Quitéria. Presenta elementos de la transición entre lospartidos tradicionales de plantas rectangulares a las de líneas curvas quecaracterizan la arquitectura religiosa de la segunda mitad del siglo. Es probableque Aleijadinho hubiera seguido aquí las lecciones de su padre, pues hay unasimilitud entre este trazo del Carmo y la iglesia de São Francisco de Assis, en elotro lado de la colina, hecho para la Orden Tercera Franciscana, rivales en laciudad (Bazin, 1983, vol. I, p. 201).

La innovación del frontispicio consiste en la introducción de las líneascurvas en las torres biseladas y en el avance del cuerpo de la iglesia abriendoposibilidades a una curvatura mayor en las fachadas. La portada tiene algunassimilitudes con las obras de Aleijadinho, que puede haber sido el autor de sudiseño. En la sacristía hay uno de los más bellos lavabos rococó de Aleijadinho, ytambién es suyo el trazado de los altares de la nave, así como el de San Juan y elde Nuestra Señora de la Piedad.

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ConclusiónLas órdenes religiosas, así como la Compañía de Jesús, presentes en Brasil

desde el siglo XVI, desarrollaron partidos arquitectónicos según sus idealesreligiosos de catequesis y posibilidades materiales de cada región donde seinstalaron. Los jesuitas, estudiados principalmente por Lúcio Costa, siguieron suriguroso programa de catequesis junto a las reducciones con construccionesfuncionales y dirigidas a la formación de los religiosos. En las reducciones del surdel país crearon verdaderas ciudades y colosales iglesias tan diferentes deaquellas diminutas del estado de Espírito Santo, Rio de Janeiro y São Paulo.

Los franciscanos formaron una verdadera escuela de arquitectura en elnordeste brasileño y mantuvieron en el sur sus conventos sin remodelaciones.Desde el convento de Paraguaçú, con proporciones perfectas y ubicación deprivilegiada vista sobre un peñasco cercado de exuberante vegetación de la mataatlántica, los frailes construyeron un rosario de ciudades en encalves pintorescos.

Benedictinos, jesuitas, carmelitas y franciscanos formaron con susconstrucciones la masa arquitectónica de las ciudades brasileñas. Los conventoscon sus iglesias, de una o dos torres, atrios con cruceros o terreros, siempretenían como fondo los talleres o colegios para la naciente nación. Internamente,los claustros de los conventos de un lado y las capillas de las órdenes terceras deotro, completaban aquel sincronismo con la sociedad colonial. Cada ordenprimera, con una función distinta, desarrolló su arquitectura funcional paraatraer al indígena o al colono. Internamente, una programación rigurosa esseguida desde las inmensas naves para los fieles hasta las pequeñashabitaciones, celdas-dormitorios, de los curas contemplativos como losbenedictinos.

Una mirada atenta distingue cada una de esas masas arquitectónicas queson la expresión de la importancia de la religión en la formación de la culturabrasileña. Algunos de esos monumentos están conservados y cumplen susfunciones iniciales, siendo patrimonios de la humanidad como en Salvador,Bahia, y Ouro Preto, Minas Gerais. Otros fueron transformados en posadas,centros culturales o museos de arte sacra. Los jesuitas alteraron sus funcionespara reparticiones gubernamentales, o sencillamente fueron expulsados delpaisaje.

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