Las Tierras Del Diablo - Clark Carrados

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Cuento publicado por la selección terror, escrito por Clark Carrados

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Aquellacosaparecíaandar,perosearrastrabapor lasoscurasydesiertascallesdelaaldea.Oquizáandaba,peroparecíaarrastrarse.

Todoeracuestióndematicesyde lassensacionesvisualesde losposiblestestigos,pero,enaquellosmomentos, lagentedormíaensuscasas.Algúnperro ladró, aunque nadie le hizo caso; solía acontecer a menudo y losladridosdeloscanesyanoturbabanelsueñodelospacíficoshabitantesdeNottyburn.

La cosa parecía seguir un rumbo determinado. Su estatura era la de unhombre bien conformado, pero, en cambio, el volumen alcanzaba casi eldoble.Sufigurarecordabavagamenteladeunserhumano:cabeza,brazos,piernas, ojos…ypocomás.Sinembargo, ladificultadde susmovimientoserapatente.

Oquizácaminabadespaciodebidoaquenodeseaba turbar la tranquilidadnocturnadelapoblación.

Lacosallegóalfinanteunacasa,encuyorótulopodíaleersesevendíadetodo.Unadesusmanos—¿garra,zarpa,aleta?—tanteólapuerta.Estabacerrada. Se acercó a una de las ventanas, escaparate más bien, y miróhaciaelinterior.

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ClarkCarrados

LastierrasdeldiabloBolsilibros:SelecciónTerror-77

ePubr1.0T it ivillus19.03.15

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Títulooriginal:LastierrasdeldiabloClarkCarrados,1974Diseñodecubierta:AlbertoPujolar

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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CAPÍTULOPRIMERO

Aquellacosaparecíaandar,perosearrastrabaporlasoscurasydesiertascallesdelaaldea.Oquizáandaba,peroparecíaarrastrarse.

Todo era cuestión de matices y de las sensaciones visuales de los posiblestestigos, pero, en aquellosmomentos, la gente dormía en sus casas.Algún perroladró, aunque nadie le hizo caso; solía acontecer amenudoy los ladridos de loscanesyanoturbabanelsueñodelospacíficoshabitantesdeNottyburn.

Lacosaparecíaseguirunrumbodeterminado.Suestaturaeraladeunhombrebienconformado,pero,encambio,elvolumenalcanzabacasieldoble.Su figurarecordabavagamenteladeunserhumano:cabeza,brazos,piernas,ojos…ypocomás.Sinembargo,ladificultaddesusmovimientoserapatente.

O quizá caminaba despacio debido a que no deseaba turbar la tranquilidadnocturnadelapoblación.

Lacosallegóalfinanteunacasa,encuyorótulopodíaleersesevendíadetodo.Una de sus manos—¿garra, zarpa, aleta?— tanteó la puerta. Estaba cerrada. Seacercóaunadelasventanas,escaparatemásbien,ymiróhaciaelinterior.

Laluzdeunodelospocosfarolesenfuncionamientoalumbrabadébilmenteelinterior de la tienda.De repente, los dos brazos—o lo que fueran—de la cosa,hicieronsaltarlaventanaenmilpedazos.

El estrépito resultó considerable. Muchos, en sus camas, se despertaronsobresaltados.Lacosaentróenlatienda,arrasándolotodo,ysedirigióaunodelosestantes,enelquehurgófrenéticamentehastadarconloqueencontraba.

Arriba, en el piso superior, Luke Barris y su mujer, en la cama, se sentíanaterrorizados por lo que ocurría en la planta, oían ruidos raros, percibíanclaramente la caída de cacharros y utensilios y, aunque presentían se trataba dealgún ladrón, no se atrevían a proferir una sola voz, temerosos demorir de unamanerahorrible.

Mientras, la cosa había encontrado lo que buscaba: papel, sobres y un lápiz.Escribió algo precipitadamente, sabiendo que su tiempo se hacía cada vez máscorto.Luego, congrandes esfuerzos,metió la cuartilla en el sobrey lo cerró: elbordedegomaeradeadhesivoautomático.

Ya se oían voces en la calle. Aquel ser se dio cuenta de que tenía cortada laretiradaporlapartedelanteradelatienda.Enconsecuencia,corrióhacialatrasera.Habíaunapuertademaderaylahizosaltardeunsologolpeenmilastillas.

Ahora, la cosa corría—¿o se deslizaba?— con increíble velocidad.Un pocomásadelante,salióalacalleprincipaldeNottyburn.Teníaquehacerlosinremedio,

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nopodíaevitarlo.Aveintepasos,estabalaestafetalocaldeCorreos.Lacosacruzórápidamentey

lanzólacartaalbuzón.Entoncesfuecuandoalguienvolviólacabeza.EraunodelosquecomponíanelgruposituadofrentealatiendadelosBarris.

Vioaquellasiluetainformeylanzóunpoderosogrito:—¡Porallí,porallíescapa!—¡Losperros,losperros!—bramóotro.Tresocuatrohombres,armadosconescopetas,se lanzaronenpersecuciónde

loquecreíaneraunvulgarladrón.Loscanesladrabanenfurecidamente.Más rápidos que los humanos, alcanzaron la esquina al otro lado de la cual

habíadesaparecidolacosaysearrojaronsobreella.Depronto,todoslostestigosdelaescena,terriblementeestupefactos,vieronsurgirunbultoquevolabaporlosaires,enmediodeespantososaullidosdeterror.

Elperroseestrellócontralapareddeunacasa,conhorriblecrujidodehuesos.Doscanesmáscorrieronlamismasuerte.Losotrosescaparon,aterrados,incapacesdeenfrentarseconloquesuinstintojuzgabaunenemigoinvencible.

Un pocomás allá, la cosa se tropezó con un rezagado. JohnWillets corría aunirse a sus convecinos, con la escopeta en lasmanos.De pronto se vio frente aaquelserindescriptible.

Elpánicolehizoolvidarseporuninstantedequeestabaarmado.Cuando,alfin,se acordó de que tenía una escopeta entre las manos, una fuerza poderosísima,irresistible,selaarrebatódeunsecotirón.Willetscreyóllegadasuúltimahoraysedesmayó.

Elarmaquedóenelsuelo.Cuandolosmásosados,alfin,llegaronalacalleja,vieronaWilletsqueseincorporabalentamente,sinsabertodavíamuybienquélehabíasucedido.

Alguienalumbrólaescenaconunalinterna.Unaexclamacióndeasombroydehorrorbrotódetodosloslabiosdelospresentes.

Loscañonesde laescopetaestabandobladosy retorcidos, comosi, envezdeserdelmejoracerodeSheffield,hubieransidodesimplecartulina.Delsernosedivisabayaelmenorrastro.

Todas las miradas de los presentes se dirigieron hacia un mismo punto,invisibleaún,sinembargo,acausade laoscuridaddelanoche.Entodasaquellasmenteshabíaunpensamientocomún.

—Elmonstruodelpantano—dijo alguien, resumiendoconcuatropalabras elsentirgeneral.

Porlamañana,salióelsol,perosuluznodisipólostemoresdeloshabitantes

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deNottyburn.Lavida,sinembargo,debíaproseguir,yunodelosquereanudaronsutrabajo,sobretodo,porquenoadmitíademora,fueelcarterodelaaldea.

HarryHeaney empezó a revisar las cartas recibidas desde la víspera. Una deellasnoteníasello.Miróelreverso,perocarecíadelasseñasdelremitente.Heaneyteníalapipahumeanteentrelosdientes,poresonosediocuentadelextrañoolorquesedesprendíadelacarta.Matóelsellodeungolpesecoyluego,allado,conunaestampilla,colocóunafraseoficial:APAGARENDESTINO.

***

Shatto Deggan acudió a la puerta al oír sonar el timbre y abrió, viéndoseentonces ante un individuo vestido con un uniforme oficial. Deggan arqueó lascejas.

—SeñorDeggan—dijoelindividuo.—Sí,soyyo…—Le traigo una carta sin franqueo. Deberá pagar diez peniques si desea

recibirla.—Oh,muybien,paseusted,porfavor.Voyabuscareldinero.El cartero entró. Deggan se dirigió a su dormitorio, buscó unas monedas y

regresóalasala.—¿Quiénmeenvíalacarta?—preguntó.—Nolosé,señor;notraeindicacióndelremitente.Perosinodesearecibirla…Deggansonrió.—Pordiezpeniques,novalelapena,amigo.Quédeseconlavuelta—dijo,ala

vezqueintercambiabalacartaporunamonedadeveinticincopeniques.—Milgracias,señor.Elcarterosaludóyabriólapuerta.Enelmismomomento,unarubiadeformas

exuberantessedisponíaaentrar.—Oh,mehanadivinadoqueibaallamar—exclamólarubiadengosamente.El hombre de Correos lamiró críticamente de pies a cabeza. Luegomiró al

dueñodelacasaysonrió.Después,cerrólapuerta.—Hola, cariño —dijo la rubia, dirigiéndose hacia Deggan con aparatoso

contoneodecaderas.—Bienvenida,preciosa—contestóDeggan.La carta revoloteó por los aires. Su contenido interesaba a Deggan mucho

menosquelosjugososyardienteslabiosdelarubia.

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Al cabo de un buen rato, Deggan preparó sendas dosis de buen escocés conhielo.Entregóunoasuhermosavisitanteylamiróconlasonrisaenloslabios.

—¿Cómoteencuentras,Molly?—preguntó.Ellapusolosojosenblanco.—Comosimehubiesetocadounmillónenunaherencia—contestó.—Exagerada—rióél.Pero se sentía satisfechode la respuesta, quenodejabadehalagar suvanidad

masculina.Deprontovioenelsuelounrectángulodepapelblanco.—¡Lacarta!—exclamó.—¿Quépasa?—preguntólarubia.—Nada.Simplemente,alguienmehaescritoyseolvidódeponerleelsello.—¿Algunamujercelosa?—dijoellamaliciosamente.Degganseinclinó,cogió

lacartayestudiólaletradelsobre.—¡Hum!—dijo—.Nopareceescritoporunamujer.—Vamos,ábrela;memuerodecuriosidadporsaberquiénteescribe.—Descarada.Yonuncamirotuscartas.—Porquenuncaestabasencasacuandollegabaelcartero…Deggan rasgó el sobre. Un extraño olor, muy tenue, sin embargo, hirió su

pituitariadeinmediato.Fruncióelceño.Aquelolor…materiaenputrefacción,aguasmuertas,hojasde

árbolcorrompidas…Laletradelamisiva,muybreveporotraparte,eraasimismoirregular,como

trazadaporunamanoconevidentesdificultadesparaescribir.Oquizáhabía sidoescritaporunbeodo…

Elcontenidoledejópasmadoyaturdidoauntiempo:

SOCÓRREME,PRONTO…NOTTYBURN…PANTANODE…

B.C.

Habíaunapalabra,posiblementelaúltima,completamenteininteligible.Degganempezóapensarqueeraobjetodeunabroma.

Pero no pudo seguir adelante con sus reflexiones. De pronto, llamaron a lapuerta.Acudió a abrir, olvidadomomentáneamente de su hermosa huésped.Hizogirar la puerta y se encontró frente a una bellamuchacha, de pelo castaño, ojosgrisesyaspectopreocupado,quelepreguntósieraShattoDeggan.

—Sí,enefecto,soyyomismo,señorita…—KateNorth—sepresentólamuchacha.Deprontovioalarubiaylanzóuna

exclamación—:Losiento,nosabíaquetuvieravisita.

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Larubiaselevantóyagarróelbolso.—Mi visita ha terminado ya —dijo, con acento lleno de desprecio—. Es su

turno, señorita North —añadió, un segundo antes de cerrar con un tremendoportazo.

Katemiróaldueñodelacasaconexpresióncompungida.—Me temo que le he causado una grave extorsión —dijo. Deggan hizo un

esfuerzoporsonreír.—Ella se iba ya—contestó con acento banal—. Pero, por favor, dígame, ¿en

quépuedoservirla,señoritaNorth?Elsemblantedelamuchachasehizodeprontomáspreocupado.—¿ConoceaBarryCorcoran?—preguntó.—Sí,éramos…Somosmuybuenosamigos—contestóeldueñodelacasa.—Losé.Poreso,precisamente,hevenidoaverleausted.Barryhabíacitadosu

nombreenmásdeunaocasión,señorDeggan.—Encambio,esepillonomehacitadoelsuyoniunasolavez—dijoDeggan

sonriendo—.¡Quécalladoseloteníaelmuy…!—Perdón,señorDeggan—cortóellavivamente—;perotengolaimpresiónde

queustedseconfundeacercademisrelacionesconelseñorCorcoran.—He metido la pata—murmuró apesadumbrado el dueño de la casa—. Por

favor,señoritaNorth,siénteseydígamequédeseatomar.Katepaseólamiradaporelinteriordelasala,comosiestudiasesudecoración.

Luegosefijóenlosvasoscasivacíosyenlascolillasdecigarrillo,algunadelascualesestabanmanchadasderojodelabios.

—Unpocodeaguatónica,seloruego—dijoconvozhelada.

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CAPÍTULOII

Deggantrajoelbotellíndeaguatónicayelvasoconunarodajadelimón.Kateestabasentadaenelbordedelsillón,muyrígida,conelbolsosobrelasrodillasquelacortedaddelafaldadesuvestidopermitíaapreciarcomomuybonitas.ADegganle pareció una muchacha algo provinciana, con su trajecito estampado de vivoscolores,uncollardefalsocoralyunsombreritodealaredonda,algoechadohaciaatrás.Nohabíaanillosenlasmanosysíundiscretorelojenlamuñecaizquierda.

—¿Cigarrillos?—sugirió,despuésdeservirlabebida.—Gracias,ahoranotengoganas—respondióKate—.Ustedconocíamuybien

alseñorCorcoran,tengoentendido.Deggansoltóunarisita.—Nadieconocejamásbiendeltodoanadie—contestó,sentencioso—.Pero,en

fin, somos bastante amigos, aunque ahora hacía tiempo que no nos veíamos. Losuficienteparadesconocersuexistencia,señoritaNorth.

—Sólollevabatrabajandoconélcuatromeses.Es,oera,unhombresumamenteinteligenteyactivoyconungranporvenirensuramacientífica.

—Sí,algodeesosabíayo.Barryestambiénunpocobúho…Oiga,hadichoera—exclamóélderepente—.¿Acasotemequehayamuerto?

—Nolosé—contestóKate—.Perohaceyadosmesesquenosénadadeély,francamente,temolopeor.

Degganfruncióelceño.—Aver,explíqueme,porfavor—pidió.—Comolehedichoantes,haceyacuatromesesqueentréasuservicio,como

secretaria. Hace dos, el señor Corcoran se ausentó, diciéndome que tenía queentrevistarse con un colega, para intercambiar puntos de vista sobre los trabajoscientíficosdeambos.Yanohevueltoatenernoticiassuyas.

—¿Saliófueradelpaís?—No me dijo que viajase al extranjero. Le oí mencionar el nombre de una

población,perolohizodeunmodovago…Mientrastanto,yoheseguidocuidandode su despacho, he pasado en limpio varios cuadernos de apuntes, de los cuales,francamente,entiendomuypoco,yesoestodoloquesé.

—Extraño—comentóDeggan,alavezquesacudíalacenizadesucigarrilloenelcenicero—.PeroustedhaseguidotrabajandoparaCorcoran.

—Si.Inclusolaasistentavienepuntualmentetresvecesporsemanaparalimpiarlacasa.ElBancomepagamisueldoyunacantidadparagastosdelacasa,queyojustifico adecuadamente, incluidos loshonorariosde la asistentay el costodemi

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manutención.—Alí,viveustedencasadeCorcoran.—Sí,señor;élmelopidióalcontratarme.Dijoque,enocasiones, tendríaque

ayudarleadeshorasyquepodríanecesitarmeparatomartaquigráficamenteloqueélmedictase.Másdeunavezhemosestadotrabajandohastaaltashorasdelanoche,aunque al día siguiente dormíamos hasta que nos sentíamos completamentedescansados.Porsupuesto—añadióKate,ruborizándosevivamente—,cadaunoensu habitación. A este respecto, le diré que el señor Corcoran se portó siempreconmigodeunmodoexquisitamentecorrecto.

—No lo dudo en absoluto, señoritaNorth.Mi amigo era, es, si vive todavía,todouncaballero.Quedóviudohacealgunosañosy soportómuydifícilmente lapérdidadesuesposa,aunque,comotodavíaesjoven,¿quiénsabesiundía…?Porcierto,yyaquehablamosdeello,usted,comosecretariadebeestarenteradadelostrabajosaquesededicaba.

—Enciertomodo.Yono soyuncientífico, comoera suamigo.Heestudiadoalgodesecretariado…Bien,meparecequeélinvestigabasobrelainfluenciadelasradiaciones en el desarrollo de las semillas.Por lo visto, quería obtenermejorescualidades de reproducción y de crecimiento acelerado en las semillas de losvegetalesalimenticios,principalmentetrigoylegumbres.

—Yaentiendo—dijoDeggan—.Y,depronto,dijoqueseibafuera…—Ynohevueltoaverleniatenernoticiassuyas.—Barrymencionóminombre,diceusted.—Oh,sí,másdeunavez.Cuandoyateníaconfianzaconél,ledijesinosalíaa

divertirsedecuandoencuando.Élmecontestóqueentiemposlohacíaconunbuenamigosuyo,esdecir,usted.Poresohevenidoaverle,puestoqueelseñorCorcoranno mencionó jamás el nombre de otra persona, al menos en el sentido deconsiderarlacomounbuenamigosuyo.

—Comprendo. Pero también ha dicho que creyó oír el nombre de unapoblación…

—Nottyburn—respondióKate.—Nottyburn—corrigióDeggan.Y, de pronto, recordó la carta que había recibidomomentos antes y corrió a

recobrarla.

***

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Kate leyó el, aparentemente, desesperado mensaje de petición de socorrocontenidoenlacuartilla.Luegoalzósusbellosojoshaciaeldueñodelacasa.

—Las inicialescorrespondenasunombreyapellidos,pero la letranoparecesuya—dijo.

—Yonomeacuerdomuybiendelcarácterdeletrademiamigo,aunquesiesacarta hubiera sido escrita en estadonormal, tampocohabría podido asegurar queprocediese de él —manifestó Deggan—. Pero si hemos de creer que es suya,entoncesseráforzosoconvenirqueseencuentraenungraveapuro.

—DeberíamosiraNottyburn—exclamóKateconvehemencia.—Unmomento—pidióDeggan—.No nos precipitemos, señorita North. ¿Ha

avisadoustedalapolicía?—No. Antes quise venir a verle a usted. Puesto que es amigo del señor

Corcoran,meparecióquepodríaaconsejarmesobreelparticular.Degganfrunciólascejas.—Me parece imposible que Barry se haya metido en algún lío —dijo—.

Siemprefueunhombremuysensatoymesuradoentodassusacciones.Pero,enfin,nohayquedescartar laposibilidaddequehayapodidocometeruna imprudencia.Estolepasaalmástranquiloy…SeñoritaNorth.

—Sí,señorDeggan.—AntesdeviajaraNottyburn,serámejorqueechemosunvistazoalacasade

miamigo.Ustedtienelasllaves,supongo.—Porsupuesto—respondiólamuchacha.Deggansepusoenpie.—Aguárdemeunosmomentos,voyacambiarmederopa—dijo.Kate se quedó sola en la estancia. Sentíase profundamente preocupada por

Corcoran,unhombrebuenoyamable,quesiempre lahabía tratadoconlamayorcorrección.Sumidaensuspensamientos,nosediocuentadequelapuertadelpisoseabríaensilencio.

Algopenetrórevoloteandoenlasala.Katenoseapercibiódeellohastaqueviounaflechadepapelquepasabavolandopordelantedesusojos.

Elhechollamónotablementesuatención.Alargólamano,perolaflechapasópordelantedeellayfueacaercasienelrincónopuestoalaentrada.

Lacuriosidadlepicóvivamente.Katesepusoenpie,cruzólasalayseacuclillópararecogerlaflechita.

Shatto Deggan estaba en aquellos momentos anudándose la corbata. Oyó unfuertegritoypegóunsalto.

—¡SeñorDeggan,corra,vengapronto!—llamóKate.Eldueñodelacasaechóacorrer.Kate,enelcentrodelasala,aparecíapáliday

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demudada,conunpapelenlamanoderecha.—¿Quésucede?—preguntóél,alarmado—.¿Porquégrita?—Lea—respondiólamuchacha,almismotiempoquealargabalamano.Degganseapoderódelpapel,enelqueaparecióunosdoblecesextraños.Luego

fijólavistaensucontenido:

NOVAYANANOTTYBURNOLESPESARÁ

Duranteunossegundos,Degganpermanecióatónito.Luegofijósusojosenelrostrodelamuchacha.

—¿Cómohallegadoestoasupoder?—preguntó.—Alguienlolanzóalinteriordelpiso—respondióKate—.Yoestabadistraída

ynooíelmenorruido,peroahoranomecabe lamenordudadequeseabrió lapuertaensilencio.Cuandomedicuenta,unaflechadepapelpasabapordelantedemisojos.

—Muyingenioso—dijoDegganamediavoz—.El…arquerodisparósuflechayescapóantesdeservisto.

—Exacto.Pero¿sehadadocuentadelcontenidodelmensaje?—Claro que sí. Es toda una amenaza, aunque no acabo de comprender a qué

puededeberse.Encambio,esemensajemediceunacosaconabsolutadiafanidad.—¿Sí,señorDeggan?—Ustedhasidovigilada—declaróéldramáticamente.Kateseasustó.—¿Yo?¿Porqué…?Nuncahehechomalanadie—exclamó.—Alguiendebedeconsiderarqueelsolohechodeveniravisitarmeesyaun

posibledañoparaél—dijoDeggan.—Noentiendo…—Esbiensencillo.Elarqueronoquierequeaverigüemosquéhasidodenuestro

comúnamigoBarryCorcoran.—¡Oh! —exclamó Kate, a la vez que ponía una mano en la mejilla—. Eso

significaqueelseñorCorcorancorreseriopeligro.—Muyprobablemente.Ytantosicorrepeligrocomosino,cosaestaúltimaque

yodesearíavivamente,ustedyyonosvamosaenterardeloquepasaenNottyburn.Porlomenos,yo,siustednoseatreveaviajarhaciaesapoblación.

Katevacilóuninstante.—Consideromideberirallí—decidióalfin.—Chicavalerosa—sonrióDeggan—.Aguárdemeunosmomentos;voyaversi

termino de vestirme. Y, como habíamos acordado, antes pasaremos por casa deBarryparaversiencontramosallíalgunapistaquenosconduzcaalaverdaddelo

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quesucede.

***

—Estoy segura de que lo han secuestrado—dijoKate, una vez sentada en elautomóvil,juntoalconductor.

—¿Qué le hace pensar en una cosa semejante?—preguntó Deggan, atento alinfernaltránsitodelascalleslondinenses.

—Ustedmismopuedededucirlo.Seausentóhacemesesydesdeentonces,nohetenidolamenornoticiasuya.

—Unsecuestrotraesiempreimplícitaunaposteriorpeticiónderescate,señoritaNorth.

—MenosenelcasodelseñorCorcoran—aseguróKate.—¿Porquélodice?—Es bien sencillo. Su amigo es un científico. Trabajaba en el estudio de la

aceleracióndelcrecimientodeplantasysemillasalimenticias.Alguienpuedetenerinterésenquecontinúesusestudiossinquesehaganpúblicos,salvocuandoaesapersonaleconvengayparasuinterésparticular.

—Un razonamiento posiblemente ajustado a la realidad—calificó Deggan—.Entalcaso,elsecuestrononecesitarescate.

—No, señor, esoes loqueyopiensoY.comohapodidoapreciar,noquierenquevayamosaNottyburnparaevitarqueencontremosalseñorCorcoran.

—Pero,encambio,miamigomepidiósocorro.Ustedyahaleídosumensaje,señorita.

—Sí,aunque,siquierequeleseafranca,nomeparecequesealaletradelseñorCorcoran.

—Miquerida señoritaNorth,haycircunstanciasen lavidadeunapersona, enqueel pulso tiemblamásde lo convenientey al escribir no sale la letrahabitual,cosaquemuybienpudopasarleanuestrocomúnamigo.Sinembargo,uncalígrafopodríaaclaramosmuchasdudassobreelparticular,aunqueahora,comoeslógico,notenemostiempodehaceresaclasedeconsultas.LoquemásurgeessaberquélehapasadoaBarryynoyaquién,sinoporqueletienenretenidoenalgúnlugardeNottyburn.¿Conoceustedesapoblación?

—No,nuncaheestadoallí.Adecirverdad,ni siquiera lahabíaoídonombrarhastahoy.

—Yo he echado un vistazo a la Enciclopedia Británica. Está al noroeste de

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Londres, a unos ciento sesenta kilómetros.Tiene doscientos veinte habitantes quevivenprincipalmentedelaagriculturaylapanadería,muyapreciables,apesardelaescasa población de esa aldea. No hay monumentos dignos de mérito y en susalrededores hay una zona pantanosa de varias decenas de kilómetros cuadrados,imposible de desecar hasta hoy.A esa zona se le denomina popularmenteDevil’sLands.

—LasTierrasdelDiablo—seestremecióKate.—Exactamente—confirmóDeggan—.Pero, lógicamente,dadalapequeñezde

Nottyburn, la Enciclopedia no añade más detalles. Ya los adquiriremos sobre elterreno.

Consultóelreloj.—Dadas las circunstancias, y aun admitiendo que Barry no se encuentra

cómodo,noparece,sinembargo,quecorrapeligroinmediato.Portanto,saldremosmañana hacia Nottyburn, a menos que tenga usted alguna objeción en contra,señoritaNorth…

—Ninguna,señorDeggan—respondióKate—.Ydéjemequeledélasgraciasporatendermidemanda…

—Barryesunbuenamigoyéltambiénmehapedidosocorro—atajóDegganceñudamente.

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CAPÍTULOIII

El coche se detuvo frente a la casa del científico desaparecido. Deggancontemplóeledificio,enelcualhabíaestadounpardevecestansólo.Aunquenolaamistad, la relación con Corcoran se había interrumpido desde hacía bastantetiempo,porloquesusvisitasalacasadelqueestimabauncientíficoalgochifladonohabíansidoprecisamentefrecuentes.

Kate se apeó también.Buscó las llaves enelbolsoy avanzóhacia el edificio,quesehallabarodeadoporunpequeñojardín.

—SeñoritaNorth…—dijoél,depronto.—¿Sí…?—Usted ha dicho antes que jamás había oído mencionar el nombre de

Nottyburn.—Enefecto,asíes—confirmólamuchacha,yaenlapuerta,perovueltahacia

suacompañante.—¿Tampocohaoído,oleído,enlospapelesdeBarry,algúnnombrequepueda

darnosalgunapista?—No,losiento,señorDeggan.Eljovenhizoungestopesaroso.—Esunalástima—dijo—.Tendremosquebuscarafondo.Kateabrióyencendiólasluces.Conlamanoizquierdaseñalóunapuerta.—Ellaboratorio—indicósobriamente.—¿EstáallítambiéneldespachodeBarry?—preguntóDeggan.—En una pieza inmediata, pero es preciso atravesar el laboratorio. Yo solía

trabajar habitualmente en el despacho, mientras él se ocupaba de susinvestigaciones.

—Entiendo.Vamosallá.Degganavanzó resueltamentehacia lapuerta.Hizogirar elpicaportey abrió,

pero,enelmismomomento,alguienleatacóinesperadamente.Katechilló.Elatacante,unsujetovestidoconropasoscurasyconlacaratapada

porunabufandaoalgoporelestilo,golpeóporsegundavez.Llevabaunarmaenlamano,aunqueeraevidentequenoqueríahacerruidocon

los disparos.Sorprendido,Degganvaciló.El segundogolpe le hizo rodar por elsuelo.

Todo ocurrió muy rápidamente. Kate estaba paralizada por el terror y elasombro.Antes de que pudiera reaccionar, el desconocido cargó contra ella y laderribó,empujándolasimplementeconelhombroizquierdo.

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Katecayóconlospiesporalto.Eldesconocidohuyóvelozmente.Enunafugazvisión,Katecreyóapreciarun fajodepapelesen lamanodelsujeto,peroésteseperdiódevistaantesdequepudierahacernada.

Deggan, semiinconsciente, se retorcía en el suelo, gimiendo sordamente.Kateprocurósalirdesuestadodeaturdimientoy,poniéndoseenpie,corrióalacocina.

Regresóconunpañohúmedo,conelquefrotólafrenteyelrostrodeDeggan.Alcabodeunosmomentos,eljovenpudoponerseenpie.

—¿Quiénhasido?—preguntó—.¿Lehavistolacara?Katehizoungestonegativo.—La llevaba cubierta con algo, unabufanda…Noestoy segura, salvodeque

apenasselepodíanverlosojos.Peroustedestáherido…—Noesnada—rezongó—.Vayaalacocinaytraigaaldespachounacafetera

entera.Ah,yunpardetabletasdeanalgésico.—Sí,señor.Deggan sacudió la cabeza y entró en el laboratorio que se veía, al menos

aparentemente,enorden.Examinóunosinstanteslosaparatoscientíficosquehabíaallí,incluyendounpotenteemisorderayosX,yluegopasóaldespacho.

—Casilógico—murmuró,alvertodoabsolutamenterevuelto.Habíacentenaresdepapelescaídosportodaspartes.

Algunos cuadernos con anotaciones aparecían rasgados, muchos de ellos,amontonados en la chimenea de la habitación. Deggan comprendió que sólo suoportunallegadahabíaimpedidoaldesconocidopegarfuegoalosdocumentosdelprofesor.

Los cajones aparecían forzados y casi vacíos de su contenido.Los libros, sinembargo, se hallaban en sus estanterías. Era evidente que el intruso no los habíajuzgadodesuinterésobiennolehabíadadoeltiemposuficientepararegistrarlosunoporuno.

Armándose de paciencia, Deggan empezó a recoger los papeles, apilándolosconcuidado.Kateentródeprontoconunabandejaenlasmanos,ychillóalverelestadodeldespacho.

—¿Quéhapasadoaquí?—gritó.—Ya ve, consecuencias de la incursión del arquero —contestó Deggan, de

mejorhumor.Elladejólabandejasobrelamesa.Degganllenóunataza.—Parececomosihubierapasadoporaquíunahordadebárbaros—comentóla

muchacha.—Lohizounosolo,perobienmereceesecalificativo—sonrióDeggan.

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—Noentiendo.¿Paraquévinoaquí?—Esobvio.Sinduda,Barrydejóunaposiblepistasobresuparadero.El,olas

personasquelotienensecuestrado,noquierenquesepamosdóndeseencuentra.—PerosabemosqueestáenNottyburn…—Quizáhayalgoquedebenocultarnos,segúnsuopinión,porsupuesto.Esmuy

probable,incluso,quenisiquieraenNottyburnsepanloqueestápasando.—¿Ustedcree?Degganya se había tomado su segunda taza de café, junto con las tabletas de

analgésico.Se limpió los labios con el pañuelo, tanteó su frente un poco con lasyemasdelosdedos,emitióungruñidoyluegomirósonrientealamuchacha.

—¡Altrabajo!La labor de búsqueda resultó pesada, agobiante. Había muchos papeles que

examinar y lamayoría de ellos resultaban incomprensibles paraDeggan, pero eljoveninsistióenquenodebíadejarpasarporaltoelmenordetalle.

Kate preparó bocadillos y café. Habían llegado poco antes de las siete de latarde.Pasadalamedianoche,Degganlanzóunaexclamación.

—¡Alfin!Creoquehemosdadoconunapista.Katecorrióasituarseasulado.PorencimadelhombrodeDeggan,leyó:

Mr.GordonWrenl…HanlonHo…Nottyburn.

MuySr.mío:Porlapresente,lecomunicoquenomeinteresa…

—Esunacartainterrumpidaynodeunmodoapacibleprecisamente—adivinóDeggan—.Estabaconotrospapelesyelintrusolapasóporalto.

Katetomóelpapelyloexaminóconatención.—Es un borrador, escrito personalmente por el señor Corcoran —dijo—.

Tendríasusmotivos,puestoqueyosolíadespacharsucorrespondencia.—Sí, es su letra —convino Deggan—. Pero da la sensación de que Barry

hubieserotoelborrador,apenasempezadalacarta.—¿Yporquénotirólostrozosalapapelera?—Este fragmento de carta estaba en medio de un montón de papeles rotos

apresuradamente.Elintrusolopasóporalto,simplemente.—Entonces,elrestodelborrador…—No,lacuartillahasidorotaahora,perolacartaseinterrumpeenlafrase«no

me interesa». Ignoramos qué es lo que no le interesaba a nuestro común amigo,peroalmenosyatenemosunabuenapista:unnombreyunadireccióndeNottyburn.

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—Incompletos—alegóKate.—Tenemos «GordonWrenl…», pero es el principio de apellido de no difícil

identificación. En cuanto a «Hanlon Ho…», significa, sin lugar a dudas. HanlonHouse.Yahíesdondesedirigiránnuestros tiros, tras laconvenienteexploracióndelterreno—declaróDeggan,tajantemente.

***

El pescador se sentía de enhorabuena. Su cesta albergaba media docena detruchas, ninguna de las cuales bajaba del medio kilo. Había sido un buen día depescaparaTomWitterby.

El riachuelo pasaba murmurante a pocos pasos del lugar en que se hallabaWitterby,cómodamentesentadoenlahierbayconlaespaldareclinadaenunárbol.Aunosquinientosmetros,elriachuelodesembocabaenlasiniestraregiónquelosnativosdenominabanDevil’sLands,peroesoleimportabamuypocoaWitterby.

Lucíaunsolradiante,casiincongruenteenaquellaépocadelaño.Witterby,conla cesta casi llena, se dejó ganar por la somnolencia. Se estaba tan bien en aquellugar…

A los pocos segundos, dormía profundamente.Entonces, algo emergió de lasaguas y unos ojos redondos, como de batracio, pero enormemente grandes,contemplaronaldurmiente.

Luego,elsersemoviósinruido,apoyándoseenelfondopedregosodelarroyo.Allí,enlacestadeWitterby,habíacomida.

Una cosa monstruosa surgió de las aguas, silenciosamente, reptando con elsigilodeungranreptil.Unamanodeforme,enlaqueapenassisepodíandistinguirlosdedos,peroenlosque,noobstante,seadvertíanunasuñascórneas,semejantesalasgarrasdeunagranfiera,sealargóhacialacesta.

Lamanoagarródeungolpeunpardetruchas.Lacosateníahambre.Peroeraunamanoqueahoraactuabacontorpeza.Peseasusprecauciones,rozó

lalevantadatapadelacesta,quecayóconligeroruidito.Witterbydespertó.Todavíaadormilado,noviomásqueunbultoquehurgabaen

sucesta.—Eh,tú,malditovagabundo,dejaenpaz…LavozdeWitterbyseestrangulórepentinamenteensugargantaaldarsecuenta

de la horrible cosa que tenía frente a sí. El instinto le hizo agarrar la caña paradefenderse.

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Una fuerza poderosa, irresistible, lo empujó hacia atrás con indescriptibleviolencia.Witterbysesintiólanzadocontraunárbol.Sintióquelecrujíanalgunoshuesosysedesmayó.

Ello leprivó,afortunadamente,dever laescenaquesiguióacontinuación.Lacosa, hambrienta, devoró las truchas en pocosmomentos, comiéndoselas crudas,con terrible avidez. La sangre todavía fresca del pescado corrió por fuera de laboca,perolacosanopareciórepararentaninsignificantedetalle.

Había también una bolsa con bocadillos, queWitterby se había llevado paracomeralgoalmediodía.Lasgarrasdelserrasgaronlabolsayseapoderarondelosbocadillos,quedevorótambiénenpocossegundos.

Witterbyseguíadesmayado.Tampocopudoveralacosacuandoregresabaalasaguasdelriachuelo.Momentosdespués,latranquilidad,deunmodorelativo,habíavueltoaaquellugar.

***

ShattoDeggandivisóelcarteldelaposadayaplicóelfrenoalcoche.—Aquí nos detendremos —decidió—. De momento —añadió—, somos dos

viajerosdepaso.NocomentenadaacercadeCorcorannihagalamenorpreguntaquepuedaconvertirnosensospechosos.

—Estábien—respondiólamuchacha.—Otra cosa. Nos haremos pasar por una pareja de amigos que viajan de

excursión.Locorriente,entalescasos,esllamarseporlosnombrespropios.—Deacuerdo.Deggan se apeó. Pendiente de una barra que sobresalía del muro, había un

unicorniopintadoconpurpurinadeplata.Entraronenlataberna.Cuatroocincohombres,sentadosentornoaunamesa,

discutíanalgoconbastantevehemencia,segúnaprecióDeggan.En el mostrador había unamujer joven, pechugona, de gran atractivo físico,

aunquederostroamargado.Alver llegara laparejaabandonóelmostradoryseacercóalamesaelegidaporlosreciénllegados.

—Losseñoresdirán—murmuró.—Cervezaparamí—pidióDeggan—.Laseñorita…—Té,porfavor—indicóKate.Fuealmostradoryvolvióalospocosmomentos.—Gracias,señorita—dijoDeggan.

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—Porfavor,señoraMcDee—corrigiólamujer.—SeñoraMcDee—sonrióDeggan—.Losiento.—Nosepreocupe.Muchoscreentambiénquesoysoltera.—Ynoloes.—Enviudé.Ydespuésdetanlacónicarespuesta,lamujer,cuyaedadcalculóDegganenno

superioralostreintaaños,regresóalmostrador.Loshombresquebebíancervezaentornoalamesa,parecíandiscutiruntema

apasionante, a juzgar por la vehemencia de sus gestos. De pronto, uno de ellosexclamó:

—¡PuesyoosdigoquehabríaquepegarfuegoatodoDevil’sLands,aversiasímueredeunamalditavezelmonstruoquehabitaenesosparajesinfernales!

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CAPÍTULOIV

DegganaguzóeloídoalpercibirelnombredeDevil’sLands,aunquesuactitudcontinuósiendo intrascendente.PeronopudoevitarelcambiodeunamiradaconKate.

Ella hizo un leve pestañeo de entendimiento. Deggan contestó con un gestoanálogo.

—NohayenelpaíspetróleosuficienteparatodoDevil’sLands—dijootrodeloscontertulios—.Ydenoacertaralaprimeraconunbarrilardiendo,elmonstruoescaparíainmediatamente.

—Pero¿existedeveraselmonstruo?—preguntóunodeloscongregados,conacentoentreescépticoyburlón.

—PodríaspreguntárseloaTomWitterby,¿no?—rezongóun tercero—.Tieneun brazo roto y cuatro costillas astilladas…La cosa devoró las seis truchas quehabíapescado…

—¡Bah, bah, bah! —dijo el burlón—. Witterby fue siempre un hombre deexuberante imaginación. ¡Seis truchas, cielos! Ni en sueños soy capaz deimaginarme una pesca semejante. Y en cuanto a sus lesiones, se cayó por elterraplén del camino de vuelta y luego inventó el cuento del monstruo parajustificartodoloquelehabíasucedido.

—¿Ah,sí?DemodoqueopinasquelahistoriadelmonstruoesunafantasíadeWitterby, ¿eh? Bueno, a ver qué me dices de la incursión de la semana pasada,cuandomediodestrozólatiendadelosBarris…Willetslovioamenosdeunpasodedistancia; recuerda que le quitó la escopeta, antes de quepudiera dispararla, yretorció los cañones, como si hubieran sido de pasta de macarrones… ¿Y losperros?Lanzóatresdeellosamásdeveintemetrosdedistancia,desdeelcallejónsuralacasadeenfrente.¿Teatreveríastúahacerunacosasemejante?Porquenoeslanzar los perros solamente, sino estrellarlos contra el muro y matarlosinstantáneamente.¿Loharíastúdesdetantadistanciaconuncanquepesabamásdeveintekilos?

—Está bien, está bien, no te enfades—dijo el burlón—. Todo eso puede sercierto, pero lo que nadie sabe es qué quería hacer en la tienda de Luke Barris,cuando al día siguiente, aparte de los destrozos, nadie echó a faltar un gramodecualquiercosa.

—Salvounsobreyunacuartilla—manifestóuntercero—.Lukeencontróenelsuelounacajadepapel,reciéndesprecintada.Alcontarlossobresylascuartillas,delosquedebíahaberparacincuentacartas,encontróenfaltaunadecada.

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Degganrespingóaloírlasúltimasfrases.¿Seríaposibleque…?Peroantesdeque nadie pudiera añadir una sola palabra, se abrió la puerta de la posada y unhombreentroenlamisma.

Las conversaciones cesaron instantáneamente. Deggan se dio cuenta de laseriedad que había aparecido en todos los rostros ante la presencia del reciénllegado.

Detrás del mostrador, la señora McDee se irguió, pálida y tensa. Loscontertuliosempezaronasalirensilencio.

Elreciénllegadoseacercóalmostrador.Sonreíadeunmodopeculiar,comosisesintierasatisfechodequesuapariciónhubieseprovocado ladesbandadade losclientes.Enaquelinstante,DegganadquiriólaconviccióndequelaseñoraMcDeenosehabíamarchadotambién,porquenopodíahacerlo.

Elhombreeraalto,debuenapresencia,vestidoconciertadescuidadaeleganciayaparentabaunoscuarentaaños.Teníaelpelonegroyalgunascanasenlassienes.Hubiera parecido un sujeto corriente, a no ser por la sonrisa insolente ydominadoraauntiempoqueaparecíacomoconstantedesuexpresiónfisonómica.

—¿Ybien,Nora?—dijo,a lavezqueseacodabaen labarra.Ella frunció loslabiosenunclarogestodedisgusto.

—No—respondióescuetamente.—¿No?—repitióelhombre.—Puedodecirloenunadocenadeidiomas,señorWrenley.Deggan tuvo que contenerse para no dar un salto en el asiento. La punta del

zapatodeKatetocósupiernabajolamesa.Degganasintióconlevegesto.Ahorayaconocían el apellido completo del destinatario de una carta que Corcoran habíaescrito,paranegaralgoqueaúnignoraban.

—Nora,eresmuyterca…LaseñoraMcDeeinterrumpióbruscamenteasucliente:—¿Dónde está Barry? ¿Qué ha hecho usted con él? ¿Por qué no le deja que

vengaaverme?—exclamó,colérica.Hubo una pausa de silencio.Deggan tenía la vista fija en su jarra de cerveza.

Katefingíacontemplarlacalleatravésdelaventanajuntoalacualsehallaban.—¿DeverasquieresveraBarry,Nora?—preguntóWrenley.—¿Puededudarlo?—Estábien.¿PorquénovienesestanocheaHanlonHouse?NoraMcDeevaciló.—Noestoyseguradequenometiendaustedunatrampa…Wrenleyseechóareír,alavezquealzabaunamano.

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—Soysincero—dijo—.VenaHanlonHouseyverásaBarryCorcoran.—Estábien.¿Aquéhora?Wrenleyhizoungestoambiguo.—Lodejoatuconveniencia—contestó.Ytrassonreírunavezmásconsuestilo

peculiar,seseparódelmostradorycaminóhacialapuerta.Desde allí, con el picaporte en la mano, se volvió y miró a Nora. Ella

permanecíatensa,sinrelajarniporunmomentosuactitudhostil.—Hastalanoche,Nora—sedespidió.LamiradadeWrenleyinspiróunpensamientoturbadoraKate:«Hadesnudadoa

esapobremujerconlosojos».Pero,derepente,asulado,sonólavozdeDeggan:—Porfavor,señoraMcDee.

***

Noraseacercóalamesa.Deggansepusoenpieyleofrecióunasilla.—Siéntese,porfavor—invitó—.TenemosquehablardeBarryCorcoran.Ellalemirópasmada.—¿Quésabeusteddeél?—preguntóvivamente.—Nada.O,mejor dicho, sí sé algo…, peromis noticias tienen fecha de hace

algunos días. Siéntese, se lo ruego. Ah, permítame que le presente a la señoritaNorth,secretariapersonaldeBarry.

—Encantada—murmuróNora.—Yotambiénmealegrodeconocerlaausted,señora—dijoKatecondulzura

—. Podríamos decirle que no era nuestra intención escuchar, pero mentiríamos.HemosvenidoaNottyburn,precisamente,paraconocernoticiassobrelasituaciónactualdelseñorCorcoran.

Norasepasóunamanoporlafrente.—Hace, al menos, seis semanas, que no tengo noticias suyas —declaró—.

Sinceramente,temolopeor.—¿Muerto?—sugirióDeggan.—Oquizá algo peor…, pero nome atrevo siquiera a pensarlo…Es algo tan

espantoso…—Hemosoídoalgodeunmonstruo.¿Quésabeusteddeél?—No puedo afirmar nada… Yo no lo he visto en persona, aunque si hay

hombres que lo vieron tan cerca como estamos nosotros ahora… Asaltó una

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tienda…—Ysellevópapelysobre—dijoDeggan,alavezquesacabalacartarecibida.

Noracontemplólamisivaconojosdeasombro.—¿EsdeBarry?—preguntó.—Supongo que sí, porque la letra resulta irreconocible. Pero después de los

comentariosquehemosoído,yanomecabelamenorduda,señoraMcDee;sobretodositenemosencuentaqueBarrynopudo,oquizánotuvoocasión,derobarunsellodeCorreos,porloque,pararecibirestacarta,tuvequeabonaryoelfranqueo.

—Es horrible… No puedo vivir más en esta incertidumbre —se lamentó lajoven.

—Veamos,ustedparecesentirciertoafectoporBarryCorcoran—dijoDeggan.Noralemiródefrente.

—Estoyenamoradadeél.Yélseenamoródemí—repusofirmemente—.Puedequelesparezcaridículo,perotodoocurrióenmenosdecuatrosemanas.Barryyyonossentimosatraídosdesdeelprimermomento…

—Esto no tiene nada de ridículo, señora McDee —dijo Kate con acentopersuasivo—.Ustedesviudaylibreyéltambiéneslibre.Ustedesmuyatractiva;elseñorCorcorantienemenosdecuarentaañosynoesunmaltipo.¿Porquénoibanapoderenamorarse?

—Gracias, señorita North —sonrió tristemente la posadera—. Pero lo quesurgióentrenosotrosdos,casidesdeelprimermomentodeconocemos,parecenoresultómuydelagradodelseñorWrenley.

—¿Porqué?—preguntóDeggan.—Barry me dijo en cierta ocasión que Wrenley no quería que continuasen

nuestras entrevistas.Wrenleydecía queBarry nopodría concentrarse en su laborsi…si seguíamosconeando ami alrededor. Pero yo sé que ése no era elmotivoverdadero.

—¿Cuáles,pues,elmotivoauténtico?—QuisosaberDeggan.—Wrenley me pretende a mí. Yo nunca he podido ni siquiera sufrirle. Es…

odioso,repugnante,malvado…Simplemente,WrenleysesentíacelosodeBarry.—¿Alguna vez mencionó Barry los trabajos que realizaba con Wrenley? —

preguntóKate.—No.Sólohablódeexperimentoscientíficosconsemillasoalgoporelestilo,

peronodijonadamás.Yamínomeimportabaloquehiciera;loúnicoquequeríaeraquedejaseHanlonHouseysevinieraamiladoparasiempre.Esdecir,casarnosymarcharnosaresidiraLondres.Yohubieratraspasadoelnegocio…

—DemodoquehaceseissemanasquenotienenoticiasdeBarry—dijoDeggan

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pensativamente.Noraasintió.—Un buen día dejó de venir a verme—contestó con triste acento—. Desde

entonces,nohevueltoasaberdeél.Presientolopeor…Unos clientes entraron en la taberna en aquel momento. Nora se levantó,

dispuestaaservirlos.—Disculpen—musitó.—Aguarde un instante—pidió Deggan—. Usted va a ir esta noche a Hanlon

House.—Sí,señor.—Iremosconusted,Nora.Mástarde,acordaremoselplandeviaje.Norasonriólevemente.—Deacuerdo—accedió.DegganyKatequedaronsolos.—¿Quéopinas.Shatto?—preguntóella.—Lopeor,Kate.Lachicaseestremeció.—Hemosoídohablardeunmonstruo…Degganmoviólacabezapesarosamente.—No lo sé —dijo—. Quizá sea una fantasía nuestra, pero hay testigos que

parecenhaberlovistodemaneraquenoquedalugaradudas.Peroesmuyposiblequelosexperimentosdetransmutaciónquerealizabanuestrocomúnamigolehayanafectado personalmente hasta convertirle en ese ser monstruoso que ahora estásembrandoelterrorenlacomarca.

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CAPÍTULOV

Pasadaslasdiezdelanoche,unasombrasemovióconvivopasoporladesiertacalle principal de Nottyburn. Vestida con un grueso chaquetón y botas de mediacaña,NoraMcDeecaminóhastallegaralasalidadelapoblación,endondehabíauncocheconlaslucesapagadas.

Degganabriólaportezueladelantera.Kateestabasentadaenelasientoposterior.—Entre,Nora—dijoeljoven.LaseñoraMcDeeseacomodóenelasiento.—Siga recto hasta que le indique—murmuró—.HanlonHouse está a cuatro

kilómetrosescasosdeNottyburn.El coche inició la marcha, ahora con los faros encendidos. A unos mil

quinientosmetros,Noraseñalóunadesviaciónlateral.—Porahí—indicó.Degganhizogirarelvolantehacialaderecha.Elnuevocamino,detierra,tenía

un piso muy irregular, aparte de su estrechez. Abundaban los árboles y losmatorrales, y a través de las ventanillas abiertas entraba un olor fétido nadaagradable.

—Devil’s Lands está muy cerca —dijo Nora—. Prácticamente, este caminoseñala el límite oriental. Hanlon House está a unos trescientos metros del bordenorte.

—¿Espeligrosoesepantano?—preguntóKate.—Enalgunossitios,dicen,noseconocesuprofundidad.Haymuchosanimales

y abundan las serpientes de agua, algunas de ellas muy dañinas. Según tengoentendido,nadielohaexploradoensutotalidad.

Unpájaroemitióalolejosunmetálicotableteo.Kateseestremeció.—Lugarsiniestro—murmuró.—Nora,¿quémássabeusteddeWrenley?—preguntóDeggan.—Nomucho—contestó la aludida—.LlegóaHanlonHousehará seis o siete

meses.Lamansiónestabapocomenosqueen ruinas,peroél laacondicionómuybien, según tengoentendido.LukeBarris lesuministra losvíveresyconocíabienHanlonHouse.Leoícomentarqueahorateníaunaspectocasienteramentedistinto.

—PeroWrenleynoharíalasobrasenpersona—dijoKate.—Trajounacuadrilladeobreros,conuncapataz.Trabajaronrápido;enmenos

dedossemanasquedó todo listo.Apartedeeso, tienedoscriados,síse lespuedellamarasí,queleayudanentodo.

—¿Losconoceusted?

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—Superficialmente.Sésusnombres:WillPattersonyMarkHiggins,peropocomás.Amíme parecen dos tipos de película de televisión, ya saben ustedes, esosgorilasquesalen…

—Sí,comprendo—dijoDeggan—,gentedetrueno.Ydadaslascircunstancias,nomeextrañaenabsoluto.¿QuémássabedeWrenley?

—Poca cosa, porque nunca habla con nadie de lo que hace en su casa. Sinembargo,enciertomodo,esbastantesociable,pero,repito,sumamentereservadoencuantoaloquesucedeenHanlonHouse.

—Nosotros teníamos la impresión de que Barry había sido secuestrado —manifestó el joven—. ¿Le dijo alguna vez si estaba en Hanlon House contra suvoluntad?

—No.Nuncamencionónadaalrespecto—contestóNora,sorprendida—.¿Quéleshizopensarenunsecuestro?

—AKate,lafaltadenoticias,pero,sobretodo,larepentinamarchadeBarry,sinelmenoravisonimencionarnadaacercadellugaralquesedirigía.Encuantoamí,la carta de Barry y la amenaza de alguien que quería evitar que viniésemos aNottyburn. Pero esto me extraña doblemente, puesto que debemos descartar laposibilidaddesecuestro.

—Barrymedijo que estaría todavía algunas semanas enHanlonHouse y queluego nos iríamos a Londres… ¡Pare!—exclamóNora de repente—.Ahí está lacasa.

Deggan frenó, a la vez que apagaba las luces. A unos doscientos cincuentametros de distancia se divisaban unos cuantos cuadrados luminosos, sin que laoscuridadcircundantepermitiesedistinguirloscontornosdeledificio.

Noraseapeó.—Seguiréapie,eslomejor—dijo.Degganleentregóalgo.—Métaloensubolso—indicó—.Siseveengraveriesgo,aprietaconfuerzael

botónrojo.Nosotrosrecibiremoslallamadaenelcoche.Noraasintióalavezqueguardabaenelbolsolacajitaquelehabíaentregadoel

joven.—Deacuerdo—dijo,a lavezqueiniciabalamarchahaciaHanlonHousecon

pasorápidoydecidido.Deggantocóunateclaeneltablerodemandos.—Bueno—murmuró—,ahorasólonosquedaesperar.—Mesientomuyaprensiva—confesóKate.—El lugar no es como para estar tranquilo —admitió él, a la vez que se

disponíaaencenderuncigarrillo.

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Alospocosmomentosvieronabrirseunagranpuerta,porlaquesalióunfuerteresplandor. La silueta de Nora se recortó un instante contra la luz; luego,desapareciódelavistadelosdosjóvenes.

***

Había transcurridoyamediahora.Dos lucesde la casa sehabíanapagado.Elreceptorderadiopermanecíasilencioso.

LosdedosdeDeggan tamborileaban sobreel tablerode instrumentos.Kate sesentíacadavezmásnerviosayempezabaamorderselasuñas.

Depronto,sonóunavozalaizquierdadelcamino:—Shatto,Shatto…Degganseirguióenelasiento.Katepudocontenerungritodeterrorhaciendo

ungranesfuerzo.—Shatto—repitiólavoz.Deggan volvió la vista hacia el lugar de donde procedían los sonidos.

Habituadassuspupilasa laoscuridad,pudodivisarunosarbustosdegran tamañoquesemovíanligeramente.

—Barry,¿erestú?—preguntóeljoven.—Sí,pero…¡PorelamordeDios!Nomires,notemuevas…¡Noteacerquesa

mísiquiera!Katesintióunescalofríodeterror.Degganprocuródominarelnerviosismoque

lehabíaacometido.—Barry,¿porquénosalesdetuescondite?—Nopuedo…Es…Soyalgohorrible…Shatto,¿notienesahíalgodecomida?

Estoymediomuertodehambre…Depronto,Degganagarrólalinternaqueteníaenlaguanteray,decidido,saltó

delcoche.—¡No!—exclamóCorcoran—.Nolohagas,Shatto…—Barry,eresmiamigo.Recibítucarta.EstoyaquíconKate,tusecretaria.Los

dosestamos,dispuestosaayudarte…—¿Cómopuedesayudaraunmonstruo,Shatto?Laluzdelalinternasehabíaencendidoderepente.Kateviolacosaduranteun

instante,lanzóungritoyluegosedesmayó.Degganretrocedióunpaso.Elserquehabíadelantedeél,acincooseispasos

dedistancia,escapabaatodadescripción.

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Unamasadevello, informe,degrandesdimensiones, condosojos redondos,comodepezodebatracio…¿AquelloerasuamigoCorcoran?,pensóeljoven.

—Wrenleymehatransformadoenloquesoy—dijolacosalúgubremente.—Pero¿porqué?¿Quélehashecho?Alolejosseoyóciertoruidoenlacasa.Elserempezóaretroceder.—Tráemecomida,Shatto…Tengohambre…Unaluzoscilóenelcamino.—Vendrémañanamuytemprano—prometióDeggan.Elseryanodijonada.Degganoyóuncrujidoderamajesyluegotodoquedóen

silencio.Kateseincorporóenelasiento.—Shatto—gimió.—Estoyaquí—contestóeljoven—.Cuidado,vienealguien.La luzde la linternaoscilaba cadavezmás cerca.Deggan se inclinó sobre el

tablerodemandosyencendiólosfaros.—¡Apagueesamalditaluz!—gritóunavozcoléricaacincuentapasos.—Nadadeeso—contestóeljoven—.Quieroverlelacara,Wrenley.—Estáequivocado.YosoyWillPatterson.ElseñorWrenleyestáocupado.Deggansesobresaltó.—Dígame,¿quéhasidodelaseñoraMcDee?—Precisamente de eso quería hablarles, amigos —contestó Patterson—. La

señoraMcDeeleshaescritounaslíneas.Yotraigosucarta.Pattersonsehizovisibleconmásdetalle.Eraunsujetocorpulento,fornido,de

caracuadradayhombrosmuyanchos.Ensumanoderechaseveíaunsobre.—Aquítiene,Deggan—dijo.Elsobrenoestabacerrado.Deggansacóunacuartilladesuinterior.Alaluzde

losfarosleyó:

MequedovoluntariamenteenHanlonHouse.Por favor,márchensedeNottyburn.Todo irámejorsiabandonanlaaldea.Gracias.

Nora.

Degganestudiólamisivacongestoespeculativo.—Muybien—dijo al cabo—.Está firmadapor la señoraMcDee,pero ¿es su

letra?Y,aunsuponiendoquelosea,¿haescritolacartavoluntariamente?Desúbito,Pattersonsacóunrevólverdegrantamaño.—Estánenterrenosprivados—exclamó—.Váyanse.—¿Esesotodoloquetienequedecirnos?—Sí.SonórdenesdelseñorWrenley.

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Hubo un instante de silencio. Luego, Deggan, con aparente mansedumbre, sesentótraselvolanteydioelcontacto.

—Adiós,Will.—Adiós—contestóelesbirrosecamente.—TemoporNora—dijoKatemomentosmástarde,yalejosdelacasa.—Yotambién,aunquenocreoquelascosas lleguenaunextremoirreparable.

¿Sabes?,tengoganasdeencontrarunamuestradeescrituradeNora.—Paracompararlaconlaletradelacarta.—Sí.Aunquelomásprobableesquelaletraseaauténtica.Peronolavoluntad

quemovíalamanoalescribir.Kateasintió.—Comprendo.TratasdedecirmequeNorahasidoforzadaaescribirestacarta

—dijo.—Sí,esomismo.Denuevovolvióelsilencio.—Estoypensando enuna incursión enHanlonHouse—dijoDeggan, pasados

unosminutos,cuandoyasalíanalcaminoprincipal.—¿Cuándo,Shatto?—Antes de realizar una incursión en territorio enemigo, conviene una

exploracióndelmismo—contestóél.—Demodo que consideras a Hanlon House como territorio enemigo—dijo

Kate.—Tal comosehanpuesto las cosas,no tequepa lamenorduda.Exploraré el

terrenomañana,muytemprano,conelpretextodetraercomidaparaCorcoran.Katesetapólosojosconlasmanos.—¡PobreseñorCorcoran!—gimió—.Locreerásono,peromehedesmayado

al ver el aspecto tan horrible que tiene ahora. ¿Cómo es posible que se hayatransformadoenunsertanespantoso?

—No lo sé, aunque pienso averiguarlo, sea como sea; y si Wrenley es elculpable,créeme,seloharépagartancaro,quedesearánohabernacidojamás—respondióDegganceñudamente.

—¿Yella?¿QuéserádelapobreseñoraMcDee?—Es probable que mañana encuentre respuesta para esa pregunta —dijo el

joven.

***

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Enaquellosmomentos,Noraestabatendidasobreunacamametálica,alaquesehallabasujetaporunasabrazaderasmetálicas.Inclinadosobreella,Wrenleysonreíasatánicamente.

—Heescritolacartaqueustedmepidió—dijoella—.¿Porquémetieneahoraaquí?

—TúamasaCorcoran—expresóWrenley.—Sí,escierto…—Ymehasrechazadoamí.—Austednopodríaamarleaunquemeofrecierantodoelorodelmundo.¡Selo

juro!—Unarespuestamuymelodramática—dijoWrenley—.Peroque lodice todo

con meridiana claridad. Bien, el ansia suprema de unos enamorados es estarreunidoscontinuamenteyyovoyaprocurarquenuncateseparesmásdeCorcoran.

Wrenley tenía en la mano un tubo de pequeñas dimensiones del que,súbitamente,partióunchorrodegasquediodellenoenelrostrodeNora.Lajoventratódesesperadamentedecontenerlarespiración,perohubounmomentoenque,alafuerzahuboderealizarunaaspiración.

Elgasllegóporsegundavezalospulmones.Norasintióquetododabavueltasa su alrededor, el techo, Wrenley, los infernales aparatos que había en aquellaestancia…Depronto,laluzseapagóylamalignacaradeWrenleydesapareciódesuvista.

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CAPÍTULOVI

Con lapuntade lanariz,pues tenía lasmanosembadurnadashastael cododeuna sustancia espesaypegajosa,Wrenley tocóun timbrequehabía enunade lasparedesdeaquellaestancia.MarkHiggins,unsujetodelquehubierapodidodecirseerahermanodePatterson,taleralasemejanzafísicaentreambos,llegóalospocosinstantes.

—Señor—dijoconvozinexpresiva,sinqueensuspétreasfaccionessevieselamenoralteraciónporcontemplarlahermosamujerdesmayadayatadaalamesadeoperaciones.

—BuscaaNealCrumm—ordenóWrenley,quedenuevohabíavueltoasutarea—.Ahí,enesamesa—laindicóconelmentón—,hayunpapel.EstáfirmadoporNora. Dáselo, para que lo use si alguien hace demasiadas preguntas. A partir deahora,NealseráelencargadodeElUnicorniodePlata.

—Estábien,señor.Higginscogióelpapel, loguardóensubolsilloysalió,Wrenleycontinuósu

tarea.Trabajódurantecasitodalanoche.Decuandoencuando,sinembargo,salíaaun invernadero situado en la parte posterior del edificio, un vasto cobertizo dehierroycristales, cuyo techoalcanzabaenocasioneshastadoceymásmetrosdealtura,enelqueefectuabaalgunostrabajosenlasplantasqueallísecultivaban.

Cercadelamanecer,Noradespertó.Sentíaunpocodesedynotósusmiembrosentumecidos.Quisomoverunbrazo,peronotó las ligadurasdehierroyhubodecontinuarinmóvilalafuerza.

Alcabodeunrato,vioapareceraWrenley.—Suélteme—pidió,conunavozdensa,quenolepareciólasuyapropia.—Con mucho gusto —accedió el mencionado. Las abrazaderas de hierro

cedieron.—Levántate—ordenóWrenley.Ellaobedeciótorpemente.Susmúsculosestabanaúnentumecidos.Depronto,se

vioanteunespejodecuerpoentero.Unhorriblealaridoseescapódesugarganta.Wrenleyreíademoníacamente.—¿NoqueríasreunirteconCorcoran?—exclamó—.Bien,ahorayaeresigual

queél.SiCorcoranteama,nodejarádeapreciarmilabor.Norasintióquelacabezaledabavueltas.No,sedijo,sintiéndosealbordedela

locura; no era posible que ella se hubiese transformado en aquel monstruoindescriptible,sinfigurahumana…Enunasolanoche,sehabíaconvertidoenunacosasinnombre,enunserhorripilante…

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Unamanolaempujóbrutalmentehacialasalida.—¡Vete, vete! —gritó Wrenley—. Busca a Corcoran. Lo encontrarás en los

pantanos… Ese es el lugar adecuado para que vivan dos monstruos comovosotros…¡Vete!¡Vete!¡Anda,buscaaCorcoran!¡Búscalo,búscalo!

Una fuerza irresistible empujó a Nora y la hizo caer a gatas sobre el suelo.Wrenley reía desaforadamente, como si de repente hubiera perdido el juicio…ocomosiyanoleimportasemostraraldescubiertosunaturalezainfernal.

A trompicones, cayendo, levantándose, enloquecida, Nora huyó hacia lospantanos,mientras a sus espaldas sonaban lasdemenciales carcajadasdelhombreque,enunasolanoche, lahabíaconvertidoenunespantosomonstruo,queyanorecordabaenabsolutoalahermosamujerquehabíasidolavíspera.

***

A las siete en punto de la mañana, Deggan hizo que Luke Barris abriese latienda.Barris leatendiódemalhumorenprincipio,aunqueluego,sedulcificósugestoaldarsecuentadelaelevadafacturaquesuponíanlastempranascomprasdelforastero.

Cargadoconunabolsarepletadecomida,Degganregresoalautomóvil,enelcualyaleesperabalamuchacha.InmediatamenteemprendieronlamarchahaciaelpuntoendondelanocheanteriorhabíanvistoaCorcoran.

—EstoypreocupadoporNora—dijoDegganminutosdespuésdearrancar.Kateasintió.

—Yotambién—respondió—.Nohavueltoentodalanoche.—SehabráquedadoenHanlonHouse.Megustaríahablarconellaysabersies

ciertoqueescribióesacartavoluntariamente.—Nohemoscomprobadosuletra,Shatto.—Ya lo haremos en otro momento. Ahora corre más prisa dar de comer a

Barry.Katelanzóunlamento.—¡Diosmío!¿Cómohabrápodidotransformarseenunsertanhorrible?—Él nos lo dirá. Tengamos paciencia, el encuentro ya no se puede demorar

mucho,Kate.Uncuartodehoramástarde,Deggandeteníaelcocheenlaúltimarevueltadel

camino, demodo que no pudiera ser visto desdeHanlonHouse. Saltó al suelo yavanzó unos pasos para estudiar la casa, situada amenos de trescientos pasos de

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distancia.Hanlon House aparecía tranquila y silenciosa. Lo corriente en las casas de

campo era tener perros, pero allí no ladraba ninguno. QuizáWrenley no queríatenerpreocupacionesconanimalesdomésticos.

Losocupantesdelacasadebíandeestardormidos.Volviósobresuspasosyseadentróunpoco en el bosque.A lo lejos seveían algunos reflejosdel sol en loscharcosdelpantano.

—Barry—llamóamediavoz—.SoyShatto.¿Dóndeestás,Barry?Unosramajescrujieronenlasinmediaciones.—Shatto.—Estoyaquí.Barry.—¿Traescomida?—Sí,unabolsallena…—Lánzala,porfavor.—Escucha.Barry…—Damelosvíveres,Shatto.Noquieroquemeveas.Vete,porfavor,vete.Enlugardeobedecer,Deggandiodosotrespasoshaciaelmatorral.—Soytuamigo.Tengoderechoasaber…—Nuncamás seré lo que fui…Ahora ni siquiera soy un ser humano…Vete,

Shatto,porloquemásquieras…—Escucha,podríamosayudarte.Sihassufridounatransformación,debidaatus

experimentos,otroscientíficos,talvez,podríanrestituirteatuaspectoprimitivo.—No,no,esoes imposible; lamutaciónes irreversible.Pero¿no tehasdado

cuentaaúndelaspectoquetengo?Corcoran surgió repentinamente del matorral. Kate vio aquella horripilante

figura y se volvió de espaldas, acarrándose conmanos crispadas a la portezuelamedioabiertadelautomóvil.

Degganinspiróprofundamente.Elaspectodesuamigo,ahora,aplenodía,másque horror, le daba pena.Aquella cosa tenía cabeza…y brazos y piernas…perotodo era monstruosamente grueso, sin cuello, con una cantidad de velloindescriptible cubriéndolo todo… y con unas espantosas garras en el lugar quedebieranhaberocupadolasuñas.Losojoseranenormes,semiesféricos,yenlugardebocahabíaunahendeduraquenopodíallamarsetal.Lanariznoexistía,aunqueDeggansupusoqueenellugarcorrespondientedebíadehaberdosorificiosparalarespiracióndelser.

Losbrazosylaspiernas,debidoasugrosor,parecíanmuchomáscortosqueloquehubieradebidocorresponderaunserdesemejantesproporcionesfísicas.Sin

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embargo,aquellosmiembrosposeíanunafuerzacolosal,almenos,dedarcréditoalashabladuríasdelosvecinosdeNottyburn.

—¿Loves,Shatto?LaroncavozdeCorcoranrompióaquellatensapausadesilencio.Derepente,el

monstruodiodospasosyseapoderódelabolsa.—Hetenidoquecomerpecescrudos—dijo—.Cuandonoencuentrootracosa,

mealimentodehierbasrepugnantes…yasíseguiréhastaquemuera,Shatto.Degganavanzóhaciasuamigo.Corcoranretrocedióvivamente.—No, no te acerques—exclamó—.Déjame, déjame, te lo suplico por lo que

másquieras.Corcoranempezóaintroducirsedenuevoentreelboscaje.—Barry,hehabladoconNora…Deggannopudohablar.Corcoranleinterrumpiósúbitamente.—Ah,Nora—gimió—.Pobremujer…Nolehablesdemí—gritódepronto—.

Noledigasquemehasvisto.Ellanopodríaresistir…Unavozsonódeprontoentrelaespesura.—¡Barry,Barry!¿Dóndeestás?SoyNora…¡Contesta,Barry!Corcorangiróenredondo.Aunoscincuentapasos,entrelosmatorrales,seveía

unafiguravoluminosaquesemovíatorpemente.—¡Barry,soyNora!Deggan sintió como si le hubiesen golpeado el pecho con unmazo. Aquella

figurainformequesemovíaentreelfollaje…Corcoranseolvidóporunosinstantesdequeteníahambreyechóacorrerhacia

ellugardedondeprocedíalavoz.—¡Nora,Nora!—clamó.Kate se había vuelto y contemplaba la escena con ojos desorbitados. Las dos

monstruosas figuras se reunieron a los pocos instantes. Kate creyó que se iba avolverloca.

—Shatto—llamó.Degganretrocedió.Kate,palidísima,alargóunamanohaciaél.—Nosésimevoyadesmayar…—Mantentefirme.Kate.ElbrazodeDeggan rodeó la cinturade la chica.Ella, suspirando, se relajóy

apoyólacabezaensuhombro.—¿Estoysoñando,Shatto?—preguntó.Degganvolvió losojoshacia laespesura.Un instantevioa laparejade seres

monstruososyluego,alsegundosiguiente,yanolosvio.

Page 38: Las Tierras Del Diablo - Clark Carrados

—¿Cómo es posible que sucedan estas cosas? —se preguntó, lleno deconsternación.

PrimerohabíasidoCorcoran.Ahora,laseñoraMcDee.¿Había,enalgunaparte,unadrogaounaradiaciónmisteriosaquetransformaba

enmonstruosalossereshumanos?Ysieraasí.CorcoranyNora,¿serían losúltimosoeran losprimerosdeuna

serietalvezinacababledemutacionesfísicas?

***

Detrásdelmostradorhabíaahorauntipofornido,demedianaestaturaydecarapocosimpática.DegganyKatesesentaronenunadelasmesas.

Elhombreacudióaservirles.—Dosdeescocés—pidióDeggan.—Esmuytemprano—rezongóCrumm.—Nolehepedidosuopinión—contestóeljovensecamente.—Yosólolodecíapor…—¿Tieneelwhiskyono?—Estábien,señor,noseenfade.Crummseretiróalmostrador,paravolveralospocosminutosconunabotella

ydosvasos.—¿DóndeestáNoraMcDee?—preguntóDeggansúbitamente.—Sehaido—respondióelnuevotabernero—.Laposadameperteneceahora.

YosoyNealCrummy…Mire,aquítengoeldocumentoquelojustifica.Crumm sacó un papel del bolsillo posterior y se lo enseñó al joven.Deggan

paseólavistaporlosrenglonesescritosyluegolodevolvióasudueño.—Estábien,gracias.—Cuatrochelines,señor.Degganmetiólamanoenelbolsilloysacóunamoneda.—Guárdeselavuelta—dijo.Crummse tocó la siencondosdedosy elbordede lamoneda.Doshombres

entraron en aquel momento y se dirigieron al mostrador. Crumm se dispuso aatenderlos.

—¿Quéeraesedocumento,Shatto?—preguntóKate.—Uncontratodecompraventa.Falso,porsupuesto.Noeraaúnelmomentode

queNoravendiesesunegocio.

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—¿Podríamosdemostrarlo?—¿Dequénosserviría?Ahora,loquemásnosimportaesresolverlahorrible

situaciónenqueseencuentranBarryyNora.Katesintiófríoenlaespalda.—Esosdospobres…—Hayalgoquemeponelospelosdepunta—confesóDeggan—.Noquisiera

tener que verme obligado a hacerlo, pero tal vez acabe pensando que la mejorsoluciónparaesosdosdesdichadosesuntiroenlacabezaacadaunodeellos.

—¡Nohablesasí,Shatto,porelamordeDios!Tienequehaberunasolución…—DemodoqueNoraMcDeesehalargadoaLondres—dijoderepenteunode

losreciénllegados—.Nomeextrañaenabsoluto;elsuelolequemabalospiesenNottyburn.

—Acabará en una esquina, bajo un farol buscando clientes, después de haberdilapidadosudinero—comentóelotro.

Deggan sintió deseos de levantarse y emprenderla a puñetazos con losdeslenguados,perosecontuvo.Casienelmismotiempo,seoyóruidodefrenosdeuncocheenelexterior.

Un hombre entró al poco en la taberna. Era un tipo de mediana estatura,ventrudo,conunpequeñobigoteenellabiosuperioryunasonrisadesuperioridadenloslabios.

—Hola, muchachos —saludó desenvueltamente a todos los presentes—. UnarondaporcuentadeDonaldMyers,quesoyyo,porsupuesto.

Habíabastantesanillosenlosregordetesdedosdelreciénllegado.Myerstrabóinmediatamenteconversaciónconelnuevoposaderoysusdosclientes.

—Nottyburnme gusta—declaró—. Tal vezme quede una temporada a viviraquí,si…Porcierto,¿haoídoalgunodeustedeshablardeHanlonHouse?Tengoqueentrevistarmeconeldueño…

DegganaguzóeloídoalamencióndelnombredelacasadondevivíaWrenley.Sedijoque legustaríaconversarunpococonel forastero,peroMyersno ledioocasión.

—Bueno,chicos,volveréaverles—sedespidió,trasdejarenelmostradorunbilletedeunalibra.

Cuandoseacercabaalapuerta,reparóenlapareja.—Ustedesnohanaceptadomiinvitación—observó,sonriente.—Simplemente,nonoshanservido—contestóDeggan.—Ahoralesservirán.Tomenunacopaamisalud…¡alasaluddelnuevodueño

deHanlonHouse!

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Otro billete revoloteó por el aire y cayó sobre la mesa. Antes de que losasombrados ocupantes de la mesa pudieran reaccionar, Myers, pomposo yostentoso,salióalacalle,subióasuautomóvilylopusoenmarcha.

El motor arrancó con gran estruendo. Un ruido deliberadamente provocadoparahacernotarsupresenciaenNottyburn,pensóDeggan.

Myerssaliódisparado,comositomaselasalidaenalgunacarreradeFórmula1.

—Vayatipopretencioso—calificóKate.—¿PorquéhabrádichoqueeselnuevodueñodeHanlonHouse?—murmuró

Deggan.—SeráalgúncompinchedeWrenley—supusoella.—Tal vez. De todas formas, conviene no olvidar que nosotros, apenas

oscurezca,realizaremosnuestraprometidaincursiónaesacasadeldiablo.

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CAPÍTULOVII

—El señor Wrenley no está visible ahora —dijo Patterson. Myers sonreíadesenvueltamente.

—¿Deveras?Elíndicederechogolpeóconunsecopapirotazolanarizdelesbirro.Lágrimas

dedoloryfuriabrotaronenelactodelosojosdePatterson.—Avísale,idiota—dijoMyers,sindejardesonreír.Pattersonlanzóungruñido.Diounpasoatrás,pero,derepente,sepusorígido.

Unrevólverdecañóncorto,degruesocalibre,acababadeaparecerenlamanodelvisitante.

—CuandoMyersdaunaorden,secumpleenelacto.¿Oquieresquetepartaunremodeuntiroyluegohagaquetuamotearroje,todavíavivo,alaciénaga?

Myershabíadejadodesonreír.Susojos,amablesydulcescuandoquería,eranahoradospedacitosdehielo.

—Sí, sí…, señor… Al momento—tartamudeó Patterson, muy impresionado,porquesedabacuentadequeaquelhombre,deaparienciatanvulgarypedestre,eradurocomoelpedernalydespiadadocomounfelino.

Wrenley apareció a los pocos momentos, vestido con un mono blanco,manchadoporalgunaspartes.

Estabafurioso.—¿Aquédiabloshasvenido,Don?—preguntómalhumoradamente.—Tenemosunacuentecitapendiente—dijoMyersconaparentebenevolencia—.

¿Oyalohasolvidado,Gordie?—No,noloheolvidado,demonio—rezongóWrenley—.Peromepareceque

éstenoeselmomentomásoportuno…—¿Cómoque no es elmomentomás oportuno?Gordie, ¿quieres decirme en

quémomentohedevenirpararecibirlasdiezmilquetepresté,máslosinteresesacordados?

—Hombre,yo…—Gordie, no me vengas con fábulas. O sueltas la pasta o te largas de aquí

inmediatamente,yyomequedoconlapropiedad,comocompensacióndeldineroquemedebes.¿Hasentendido,Gordie?

—Loheentendidomuybien.¡YnomellamesGordie,sabesquenomegusta!—vociferó Wrenley, colérico. De pronto, se pasó una mano por la frente y,acercándosealaparadorjuntoalcualsehallabasuvisitante,sesirvióunacopa—.¿Puedesesperarhastamañana,Don?—preguntó,algomáscalmado.

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Myersconsultósureloj.—Teconcedodetiempohastalasoncedelamañana—respondió—.Alasdos

tengounaimportantereunióndenegociosenLondres.Wrenleyseburlóinmentedesuinterlocutor.«Unareunióndenegocios.Seguro

queesunareunióndejefesdebanda»,pensó.—Está bien —dijo en voz alta—. Antes de que den las once de la mañana,

nuestroproblemaestarádefinitivamenteresuelto.Myers no supo captar el oculto sentido de aquellas palabras.De lo contrario,

habríacorridoasucocheyescapadosinmásdeHanlonHouse.—Yo tengo que trabajar—añadióWrenley—.Acomódate a tu gusto por ahí.

PattersonoHigginsteenseñarántuhabitación.Hastaluego,Eton.—Hastaluego,Gordie.Wrenley sufrió un estremecimiento de cólera al oír aquella palabra que tanto

detestaba, pero no hizo el menor comentario. Myers quedó en el mismo sitio,indolentementereclinadoenelaparadoryconunacopaenlamano.

Y mientras volvía al trabajo, Wrenley maldecía la hora en que se le habíaocurridopedirdineroprestadoaaquelbuitreconfigurahumana.

***

Lassombrasdelanocheinvadíanyaellugar,cuandoDegganyKateavistaronlapesadasiluetadeHanlonHouse.

Aunque hubiera estado situada enmejor posición, en un lugarmenos tétrico,Deggan se lo hubiera pensado muy bien antes de comprar o residir en HanlonHouse.Eraunedificiosingracia,casicúbico,anoserporeltejadodepizarra,enel que sobresalían unas cuantas chimeneas o buhardillas, de gruesos muros depiedra, verdes ya muchos sitios por el musgo y con ventanas cuadradas, sin lamenor gracia arquitectónica.El primitivodueñohabía de haber sidoun chiflado,pensó;pudiendogastarseeldineroenotraparte,había idoa tirarloallí, enaquelpaisajetanpocoagradableyatancortadistanciadelosmefíticospantanos.

Pero aquellas consideraciones estaban fuera de lugar en aquellos momentos.Tenía asida de la mano a Kate y remolcó a la muchacha, en busca de un lugaradecuadoparalaaproximaciónalacasa.

Delante de Hanlon House, había una gran explanada de forma semicircular,bordeada de árboles. Deggan y Kate rodearon la explanada, caminando ocultosentreelboscaje,hastasituarsefrentealaparteposterior.

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Entoncesdivisaronalgoquehastaaquellosinstanteshabíapermanecidofueradesuvisión.

—¿Quéeseso?—exclamólamuchacha.—Pareceuninvernadero,Kate.—¿Tangrande?¡Siesgigantesco!—Gigantesco o no, será mejor que bajes el tono de tu voz —la reprendió

Deggan.—Losiento—sedisculpóella,humildemente—.¿Pordóndevamosaentraren

lacasa?—preguntóacontinuación.Duranteunossegundos.Degganestudióelinvernadero,cuyasdimensiones,por

descontado, eran fuerade lo corriente, almenos en loque a altura se refería.Laestructuradearmazóndehierroycristalesmedíaalmenosdocemetrosdealtura,porunostreintadeanchoycuarentaocincuentadelargo.

En el interior había encendidas algunas lámparas de poca potencia. Sinembargo,eraimposibleverloquehabíaalotroladodelosvidrios,debidoaqueeran translúcidos. Deggan se extrañó del detalle, no común en los invernaderos,aunque pensó que aquel vidrio que no era totalmente transparente tenía comomisión impedir el paso de miradas indiscretas. Probablemente, los del techo,inclinadoadosaguas,síseríantransparentes,dadoquenadieibaamirardesdeloalto.

—Vamosaverelinvernaderoenprimerlugar—decidióélfinalmente—.Comopuedes apreciar, está adosado a la fachada posterior de la casa. Es probable quehayacomunicacióndirectaconéstadesdeelinteriordelinvernadero.

—Sí,tienesrazón.Oye—exclamóKatederepente—,yasécuáleselobjetodeesteinvernadero.

—¿Sí?—El señor Corcoran tenía otro en su casa, por supuesto, infinitamente más

pequeño.Allí hacía laspruebasde sus investigaciones con las semillas…Talvezaquíhayahecholomismo,aunqueaescalamuchomayor.

—Esmuyprobable—admitióDeggan,sindejardeandar.Momentos después alcanzaban la parte posterior del colosal invernadero. Las

luces eran muy escasas y de poca potencia, aunque habituados sus ojos a laoscuridad, podían distinguir algunas siluetas a través de los vidrios translúcidos,peronoformasconcontornosbiendefinidos.

Deggantanteólasparedesdevidrio,enbuscadeunapuerta.Alcabodeunbuenratoencontróunpicaporte.

Apretó lamanopara hacerlo girar, temeroso de una alarma, pero no sucedió

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nadadeloquetemía.Lapuertagiróensilencioyunavaharadadeairecálido,deolordulzónyrepugnantealmismotiempo,lesdiodellenoenlascaras.

Deggan yKate, sin embargo, procuraron sobreponerse.Avanzaron un par depasosyentoncesseencontrarondelantedeunincreíbleespectáculo.

La mandíbula inferior de Deggan se aflojó por completo. Los ojos de Kateestabanabiertoscomoplatos.

—Increíble…—musitóél,mientrascontemplabaaquellasformasvegetalesquemásparecíansalidasdelamentedelirantedealgúnartistalocoquerealproductodelanaturaleza.

Habíahongos colosalesdemásde sietemetrosde altura, con la sombrilladediez o doce metros de anchura: espigas de trigo como árboles, con granos deltamañodeperasytallosgruesoscomoelpuño;rosastangrandescomolacabezadeunleón…ytambién…

Ninguno de los dos, absortos en la contemplación de aquel increíbleespectáculo, se dio cuenta de que el olor dulzón se acentuaba repentinamente. Lahierba,quedeberíahabersidocéspedcorrienteenunjardín,crecíaenuntrozonolejanoa lapuerta,contallosdecuatroycincometrosdealturaydeunpalmodeanchura. Deggan pensó que aquello que estaban contemplando era unademostraciónprácticadelasteoríasdesuamigosobreelcrecimientoaceleradodesemillasyvegetales.

Pero entre la alta hierba, sin hacer el menor ruido, una serpiente de cuerpocilíndricoybrillantecolorvioletaoscuro,casinegro,searrastrabahaciaellos.

Desúbito,seoyóundistantealarido.DegganyKatevolvieronlacabezaenelactohacialacasa.Eraungritode terror,salidode lagargantadeunapersonaasustadaporalgo

quenopodíanverdesdedondeestaban.Elgritoserepitióotravezyluegovolvióelsilencio.

—¿Qué ha sido eso?—preguntóKate,muy asustada.Deggan no contestó, nosabíaquédecir.

Y,mientrastanto,laserpientecontinuabasusilenciosareptaciónatravésdelashierbasgigantescas.

***

Myerssehabíaquitadolachaquetaensuhabitación,ypermanecíaenmangasdechaleco,mientras,sentadoenunabutaca,haciaalgunasanotacionesenunalibreta.

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Por supuesto, las anotaciones eran hechas en una cifra que sólo él conocía.Demasiado sabía Myers que sus negocios bordeaban la legalidad, cuando noresultaban francamente ilícitosenmuchoscasos,ynosentíaelmenor interésporunainvestigacióndelapolicíaensuslibros.

En aquella libreta lo tenía todo, al detalle. Podría sufrir trastornos, caso deperderla,peronadiepodríadesentrañarsucontenido.Nisiquierasusmás íntimosallegados se apoderarían de sus secretos, en elmejor de los casos para ellos.Laclaveestabasolamenteensucerebro.

Una de las anotaciones se refería aWrenley. La deuda era de diezmil librasesterlinas.El plazo de cancelación era un año, con un interés del veinticinco porciento.Myersnoprestabaainterésmásbajo.Y.enocasiones,elinteréseraaúnmásalto. Pero el año de plazo había transcurrido largamente y,Wrenley, no sólo nohabía abonado los intereses, sino que ni siquiera daba muestras de cancelar ladeuda.

Bien, no le importaba. Tenía medios para convencer a los deudoresrecalcitrantes.SiWrenleynopagaba…Abstraídoensuspensamientos,Myersnosediocuentadequelapuertaseabríasilenciosamente.Pasadosunossegundos,alzólacabezaalnotarlapresenciadeotrapersonaenlaestancia.

—Ah,erestú,Gordie—sonrió—.¿Vienesapagar?Wrenleylemiróconexpresiónimpenetrable.Myerssediocuentadequeelotro

teníalasmanosalaespalda.Unavagasensacióndealarmaseinfiltróensuánimo.—¿Porquénocontestas,Gordie?—exclamó,alavezqueempezabaaponerse

enpie.Algolegolpeósúbitamenteenlacaraconfuerzaindescriptible.Myerslanzóunaullidohorroroso.Aquella enormegarravelludaquehabía surgidodeprontoantesusojos,selehabíallevadomediacaradeunsolozarpazo.

Ciegodedolorydepánico,setambaleó.Lagarragolpeódenuevo.Estavez,lasuñasafiladasrasgaronprofundamentelapieldelcuelloyllegaron

alayugular.Myersdejódegritar,paraemitirunosgorgoteosinhumanos,mientrasse tambaleaba locamente. De pronto, cayó al suelo, pataleando de un modoconvulsivo.

Wrenleylemiróconfrialdad.Estuvoasíinmóvilhastaquevioquecesabanlosmovimientosdesuvíctima.

Luegoseacercóalapuertayllamó:—¡Will!¡Mark!Losdosesbirrossubieronalospocosinstantes.Pattersonlanzóunainterjección

alverelhorribleespectáculoqueofrecíaelhuésped.Wrenleysehabíadespojadodelagarraartificialquelehabíaservidodearma

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homicida. Se arrodilló junto al caído y le registró cuidadosamente. Momentosdespués,sepusoenpie,conunfajodebilletesenlasmanos.

—Hay que limpiar esta habitación —dijo, sonriente—. El buen Donald vinoabundantementeprovistodeefectivo.Noséporqué—añadió—,siesperabacobrarladeuda.

—¿Qué hacemos con él? —preguntó Patterson, ya rehecho de la sorpresainicial.

—Destruiremos por el fuego todos sus documentos personales. Luego lollevaréisalaentradadeNottyburn.

Higginsrespingó.—¡Diablos,jefe!Estomepareceunpocofuerte…—objetó.—¿Por qué? —Sonrió Wrenley—. A los ingenuos habitantes de la aldea les

parecerá enteramente natural, que ese pobre hombre haya sido atacado por losmonstruosquecorrensueltosporelpantano.

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CAPÍTULOVIII

Losgritosnoserepitieron.Kate,sinembargo,sentíasemuyaprensiva.—Tenemosqueirnos,Shatto—dijo.Deggan asintió. No había visto todo lo que deseaba, pero creía que tenía

suficiente,almenosporelmomento.Una entrevista personal conWrenley, pensó, le aclararía muchas cosas. Y si

Wrenleysenegabaacolaborar,lapolicíapodría…Depronto,Katelanzóunpequeñogrito.—¡Shatto!Degganvolviólacabeza.Kate,erguida,rígidacomounaestatua,lemirabacon

ojosdesorbitados.—Algo me ha cogido por el tobillo—dijo la muchacha—. No me atrevo a

mirar.Degganbajólavista.EltobilloizquierdodeKateestabaceñidoporunaespecie

deserpientedecoloroscuroybrillante,deunos trescentímetrosdediámetro.Laserpiente engrosabagradualmente amedidaque se alejaba entre las altas hierbas,perdiéndoseensuespesura.

Otraserpientereptabasilenciosamentehacialamuchacha.Degganpresintióquenosetratabadeunservivientedelreinoanimal.Enelbolsilloteníauncortaplumasylosacórápidamente.

La serpiente quedó cortada en un par de golpes. Luego, Deggan agarró a lachicaporlacinturaylaapartóaunospasosdedistancia.

La segunda serpiente se detuvo, como si presintiera que no podía seguiradelante. La otra se replegó velozmente, después de cortada a unos cincuentacentímetrosdesuextremo.

EltrozocortadoseguíaaúnenrolladoeneltobillodeKate.Degganseinclinóylo soltó. En el corte causado por la navaja, se veía exudar un líquido espeso, deconsistenciasiruposayolordulzónyácidoauntiempo.

Deggancontemplóunos instantesaquellacosacilíndrica.Luego,depronto,sesintióacometidoporunarepentinainspiración.

—Ven,Kate.Lachicalesiguió.Pasaronpordebajodeunoscuantoshongos,grandescomo

pinos mediterráneos y, describiendo un gran círculo, salieron a un sitiorelativamentelibre.

Kate lanzó un grito al ver aquella flor colosal, de pétalosmuy gruesos, casicarnososydecolorrosáceoenlosbordes.Haciaelinterior,elcolorseacentuaba

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hastallegaralrojosangre.Laflornomediamenosdediezmetrosdediámetroyestabasostenidaporun

talloduroycoriáceo,deunmetrodegrosor.Elcentrodesucorola,enlaqueseveíaagitarselevementeunlíquidomuyespesoytransparente,surgíancincooseistalloslargos,decolorvioletaoscuroycasidiezcentímetrosdegrosorenlabase.

—Unaflorcarnívora—adivinóDeggan.Katesintióunescalofrío.—Podríadevoraraunapersona—murmuró.—Lecostaríatalvezunpocodetiempo…,peronomeagradaríaserlacomida

deesaplantamonstruosa.LamanodeKatesecrispóenelbrazoizquierdodeljoven.—Shatto, vámonos —dijo—. Este olor tan horrible me marea… Siento

náuseas…Degganasintió.Sustrayéndosealamorbosafascinaciónqueleproducíalaflor

gigante,diomediavueltayseencaminóhacialapuertadelinvernadero.El aire exterior era frío, húmedo y traía algunos efluvios de los pantanos.A

DegganyKate,sinembargo,lesparecióquerespirabanunaatmósferapurísima.

***

Por lamañana,muy temprano, fueron despertados por un escándalomás queregular,queseproducíaenlacalleprincipaldeNottyburn.

—Elmonstruo,elmonstruo…—seoíanvocesportodaspartes.Deggansaltódelacama.Corrióhacialaventanaymiróalascalles.Lagente

iba y venía desconcertadamente. A Deggan le parecieron las hormigas de unhormiguerodestruidoporlapisadadealgúnanimal,tratandodesesperadamentederepararlosdestrozos.

Algo sucedía, se dijo. Vistióse rápidamente y corrió hacia la puerta deldormitorio.Cuandosalía,vioaKateasomadaalapuertadelsuyo,todavíaenbata.

—¿Quéocurre,Shatto?¿Quéeseseescándalo?—Nolosé.Voyainformarme—contestóél—.Sigueahí.Volveréloantesque

pueda.Deggancorrióalacalle.Unamujercaminabaconlavistaextraviadayladetuvo

paraenterarsedeloquesucedía.—El monstruo, el monstruo… —contestó ella con voz átona, sin mirarle

siquiera.Degganvacilóuninstante.Luegoechóacorrerhacialasalidadelaaldea,queeradondeseveíaelmayornúmerodepersonas.

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En pocos momentos, alcanzó el grupo de gente. Oyó comentarios coléricos,excitados,todosellosreferentesalmonstruo,peronohizoelmenorcaso.

Avivafuerzaseabriópasoentre loscuriosos.Uncuerpohumanoyacíaenelsuelo,conlacarahorriblementedestrozadayelcuelloabiertodeunsolozarpazo.

A pesar de las heridas,Deggan reconoció aMyers.No cabía lamenor duda,habíamuerto,atacadoporaquellacosaenquesehabíaconvertidosuamigo.

Al menos, las apariencias así lo indicaban. Pero Deggan no estaba muyconvencidodequefueselaverdaddeloocurrido.

—¿Hanavisadoalapolicía?—preguntódepronto.Nadiecontestó.Sólounodijo:—Lo que tendríamos que hacer es reunirnos todos y dar una batida por los

pantanosparaexterminaraesemonstruoquenoshacelavidaimposible.Deggannocontestó.Estabamuyocupado, registrando losbolsillosde la ropa

delmuerto,enlosque,cosaextraña,noencontróelmenorobjetopersonal.—Quéextraño—murmuró.Desúbito,pensóenalgoysepusoenpie—.¿Quién

haencontradoestecadáver?—Yo, señor —un hombre se adelantó quitándose cortésmente su gorra de

cuadros—.Me llamoLeytonBrook. Salí estamañanamuy temprano, casi era denochetodavía;ibaacortarleñadeunpequeñobosquedemipropiedad,yentoncesdiviséelcuerpoatravesadoenlacarretera.

—Demodoqueelcadáverestabayaaquíalamanecer.—Sí,señor;podría jurarlodondesea—contestóBrook—.Ynolo toquépara

nada, créame. Había muy poca luz todavía, pero la de los faros de mi cocheiluminabanlosuficienteparaverlasespantosasheridasqueharecibidoesehombre.

—Debió demorir desangrado—dijo otro de los presentes—. Ese zarpazo lecortólayugular…

—Por supuesto, y se puede apreciar sin necesidad de ser médico—contestóDeggan—.Pero,simuriódesangrado,¿cómoesquenoseveunasolamanchadesangreenlacarretera?

Hubounmomentodesilencio.Luego,Brookdijo:—Talvezelmonstruolotrajoaquí…—¿Paraqué loviéramos?¿No lehabría resultadomejor lanzarloaalgunade

las ciénagas, donde se habría hundido para siempre y nadie hubiera sabido de éljamás?Ysielmonstruo,comoparecelógico,estáhambriento,¿porquénodevoróasupresa?¿NosecomiólastruchasdeWitterby?

—¡PorDios,señor!—exclamóunodelospresentes—.Esemonstruonopuedeserantropófago…

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—Siesunmonstruo,pudohaberdevoradoasuvíctima,puestoquelapalabraantropófagoseaplicasolamentealossereshumanosquesealimentanconlacarnedenuestrossemejantes.Elmonstruonoesnuestrosemejante,noesunserhumano;por tanto, puede perfectamente comer carne humana. Pero no lo ha hecho;simplemente, se ha limitado amatar al señorMyers.Algunosde los presentes loconocieronayerenlaposada,meparece.

—Sí,escierto;yoestabacuandoélllegó—convinootrocurioso—.Yseportómuybien,invitóauntragoatodoelmundo.

Degganvolvióaseñalarelcadáver.—Perosielmonstruoesunanimal,carenteportantoderaciociniointeligente,

¿por qué traer el cadáver de suvíctima al centrode la carretera, a la entradadelpueblo?

Nadiedijounasolapalabra.Degganpaseólamiradaasualrededor.—Alguientendráqueencargarsedeavisaralapolicíayaunmédicoparaque

examineelcadáver—añadió—.CreoquenohaymédicoenNottyburn.—El más próximo está en Denbigh, a dieciséis kilómetros de distancia —

manifestóBrook—.Seránecesariollamarloporteléfono.Degganasintió.Luegodiomediavueltayregresóalaposada.Kateleesperaba

enelcomedor.—Heoídoalgoacercadeloocurrido—dijoalreunirseconeljoven.—Myershamuerto,peroyonocreoquehayasidoBarry,apesardequetodas

laspruebasestánensucontra—contestóél—.Nosecomprendeentoncesporquétrajoelcadáveralacarretera,dondepudieraverlotodoelmundo.

—Shatto,¿quésabemosnosotrosloquesucedeenlamentedelseñorCorcoran?—dijo Kate llena de pesadumbre—. Quizá esa transformación que ha sufridoprovoca períodos de amnesia en su cerebro, durante los cuales no sabe lo quehace…Puedequeentonces,asupesar,seconviertaenunafiera…

—Sí,pero¿porquéatacaraMyersprecisamente?Silohizoenestadosalvaje,¿por qué despojarle de todos sus objetos personales incluidos los anillos de lasmanos?¿Paraquéquiereunabestiamediadocenadesortijas,un relojdeoro,unmecheroyunabilleteracondinero?

Katesequedómomentáneamentedesconcertada.—¿Hasdesayunadoya?—preguntóDeggan.—No.Aguardabatuvuelta…—Entonces,vamosacomeralgo.Puedequetuestómagoserebele,perohazun

esfuerzo;lonecesitas.Encuantoterminemosdedesayunar,nosiremosalpantano.—¿Paraqué,Shatto?—Seasombróella.

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—Muysencillo;quierohablarconBarry.YtambiénconNora,porsupuesto.

***

Deggan no quería perderse en un lugar que desconocía por completo. Paraevitarlo,habíarecurridoalprocedimientomuyantiguo,aunquenoporellomenoseficaz.

En la tienda de Barns había comprado una docena de ovillos de cordel fino,cadaunodeloscualesteníacienmetrosdehilo.Deggan,sinembargo,confiabaennoconsumirlostodos.

Aunosveintepasosdelcaminoyquinientosmetrosde lacasa,atóunodelosextremos del primer ovillo. Luego, a medida que caminaba, el ovillo sedesenrollaba, si bienDeggan lo sujetaba en algunas ramas o en el tronco de losárboles,afindequequedasealaalturadelascaderas,enlugarsiemprevisible.

Kateleseguía,portadoradelabolsaqueconteníalosovillosdecordel.Eraunabuenaidea,habíaaprobado,apenasselacomunicóeljoven.

Elprimerovilloseconsumióenbalde.Deggansedetuvoparaanudarelextremoinicialdelsegundoovilloconelfinal

delprimero.—Tengoquehacertealgunaspreguntas,Kate—dijodepronto.—Porsupuesto—contestóella.—Nostuteamos,debidoalafuerzadelascircunstancias,peroambossabemos

muypocoelunodelotro.—Eso es cierto —convino Kate—. ¿A qué te dedicas en tus horas libres de

devaneos?Degganriósuavementealrecordarlaprimeravezquesehabíanvisto,cuando

Katellegóyélestabaagradablementeacompañado.—Mis horas libres de devaneos, como tú dices, están dedicadas a ejercermi

profesióndeabogadoyaescribir—contestó.—Oh,nosabíaquefuerasescritor—exclamóKate.—No temas, no voy a parir mentalmente un libro digno del Nobel. Lo que

escribo es una recopilación de leyes y sentencias judiciales, debidamentecomentadas,parausodefuturosabogadosensusestudiosenOxford.

—Vaya,síqueesinteresante.—Nada de eso, resultará un mamotreto impresionante, pero me pagan por

escribirlo.Unasubvención,¿comprendes?Apartedeello,mededicoa lospleitos

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quepuedansurgirmientrastanto…—Y a recibir a las rubias despampanantes que tienen alguna duda legal que

consultarte.Deggansuspiró.—Elespírituesfuerte,máslacarneesflaca—contestó.—Hipócrita.Eljovenseechóareír.—Continuemos—dijo—.Eressoltera—añadió.—Sí.—Conelcorazónlibre,sospecho.—Hastaahora,Shatto.—Algúndíalotendráscomprometido.—Quizá.Peronotengoprisa.Yyo,amivez,¿puedohacerteunapregunta?—Sí,claro.—Tunombre…esunpocoraro,¿noteparece?—Tienes razón. No es el mío, sino un apodo familiar. Si me prometes no

divulgarlo,tediréminombreauténtico.Mejordicho,misvariosnombres.—Serécalladacomounatumba,Shatto—aseguróKate.—Estábien.Prepárate.MellamoPhilemonAlistarcusAustregisilius.—Embustero.Degganlevantólamanoderecha.—Mipadreeraunhumorista—dijo—.Yonocompartosuparticularsentidodel

humor,almenosenesteaspecto.Peroesosnombresson…—¡Shatto!Eljovenseinterrumpiórepentinamente.Lavozqueacababadesonaraquinceo

veintepasosdedistancialeresultóconocida.—¡Barry!—llamó.—Estamos aquí—respondió Corcoran—. Por favor, no se acerquen, no nos

miren…—Hemos venido a hablar con vosotros —dijo Deggan—. Ya conocemos el

aspectoquetenéisenlaactualidad,demodoquelomejorseráquedialoguemosconrelativacomodidad.

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CAPÍTULOIX

Corcoran y Nora surgieron de los arbustos, unidos estrechamente. Ella setambaleaba, moviéndose con paso inseguro. Corcoran hacía esfuerzos porsostenerla,perosusbrazos,debidoprecisamentealinusitadogrosoradquirido,nopodían abarcar por completo la velluda cintura de la joven transformada en unmonstruodehorripilanteaspecto.

—¿Tenéishambre?—preguntóDeggan.—Ahora no. Hemos comido… pero pronto se nos acabarán los víveres —

respondióCorcoran.—Ostraeremosmáscomida,Barry.Nora,ustedfueacasadeWrenley.Yoledi

unaparatodealarma.—Mequitaronelbolsoapenasentré.Wrenleymeamenazóconunapistola.No

tuveotroremedioquehacerloqueélmeordenaba—explicólainterpelada.—Estábien.¿Cómoocurriólatransformación?—No lo sé—Nora lanzó un gemido—.Wrenley me hizo tenderme en algo

parecidoaunamesadeoperacionesymenarcotizó.Cuandodesperté,alamañanasiguiente,estabayaconvertidaenelmonstruoqueahorasoy.

Degganfruncióelceño.—Barry,¿esposibleunatransformacióncorporaltanrápida?—consultó.—No lo sé—dijoCorcoran—.Amí tambiénmepasóalgoparecido.Cuando

desperté,Wrenleymeechódesucasaalatigazosnadametafóricos.—Perotienesunafuerzaterrible.Séquedoblasteunaescopeta…—Esofuesóloenlosprimerosmomentos.Supongoquetalvezfuelaacciónde

ladroganarcótica.Alospocosdías,perdíesasfuerzascolosales.—¿PorquétetransformóWrenley?—Yo no quería colaborar con él. Además, me había enamorado de Nora.

Wrenley me hizo venir para, aparentemente, trabajar a su lado. Estaba muyinteresado en mis investigaciones sobre el crecimiento acelerado de las plantas.Antiguamente, fuimoscondiscípulosyél conocíaalgunosde losartículosqueyohabíapublicadosobreeltemaenrevistasdelaespecialidad.Esunhombredementeprivilegiada,pero,almismotiempo,ambiciosoysinescrúpulos.SiaccedíaveniraNottyburn fue por desanimarle de una vez. Trabajé un poco a su lado, pero menegué rotundamente a asociarme con él de una manera más profunda.Mientras,conocíaNora…

—Entiendo—dijoDeggan.—Wrenleymepretendiócasidesdeelprimerdíade su llegada—intervino la

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señoraMcDee—.Amínuncamegustóy se lodije claramente, pero él no cedía.Luego vino Barry y se percató de que nos habíamos enamorado. Cuando metransformó,lodijoclaramente:conmicuerpo,yopodríavivirjuntoaBarry.

—Sí,pero,noentiendo…¿Porquéosmandóalospantanos?—Wrenleyesunhombrecruel.Sabequenopodemosmostrarnosasí,talcomo

somos ahora, a las gentes de Nottyburn. Los aldeanos nos matarían, nosdespedazarían…

La voz de Nora se quebró súbitamente en un sollozo. Kate sintió una vivacompasiónporaquellainfelizmujerquehabíacreídoencontrarelamoryahoraeraunmonstruoderepugnanteapariencia.

—Barry—dijo Deggan—, un talMyers ha muerto. Tiene en la cara y en elcuellohuellasdeunasgarrascomolastuyas.¿Lohasmatadotú?

—¿HamuertoMyers?—exclamóCorcoran.—Loconocías,¿eh?—Sí.Vinohacecincoa seis semanas, casi recién llegadoyoaHanlonHouse.

DiscutiómuchoconWrenley.Cuestióndedinero,esoestodoloquepuedodecirte.¡Peroyonolohematado,telojuro!

—Creoentupalabra.Barry—dijoDeggansosegadamente—.Además,fueunamuerte estúpidamente planeada, aunque no niego que pueda haber resultadoconvenienteparasusproyectos.LodifícilseráarrancardelamentedelosaldeanoslaideadequeerestúelquedestrozólayugulardeMyers.

—Peroyono…—Cálmate,Barry—dijoDeggan,alavezquesedisponíaaponerunamanoen

elvelludohombrodesuamigo.PeroCorcorandiounsaltoatrás.—¡Nometoques!—gritóconvozcrispada.—Lo siento, no quisemolestarte—se disculpó el joven—.Barry, quiero que

sepasunacosa:Kateyyoharemostodoslosposiblesporayudaros.—¿Qué ayuda podemos recibir si siempre seremos como somos ahora?—se

lamentóNora.—Ynopodremostenerhijos—añadióCorcoran.Degganapretóloslabios.Elsentidodeaquellafraseeraclaramentedefinitorio.»¿Qué monstruos podrían nacer de la unión de aquellos dos seres

desgraciados?»,sepreguntó.—Alatardeostraeremoscomida—prometió.Corcoranyanodijonada.TiródeNoraylaarrastróhaciaelbosquepantanoso.

Sinembargo.Noradirigióunamiradaimplorantealosdosjóvenes.

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—Ayúdennos,porfavor—imploró—.Tenemoshambre,uncalorespantoso…Deggan hizo una señal afirmativa. Momentos después, los dos monstruos se

habíanperdidoenlaespesura.—Volvamos,Kate.Lachicasesentíamuyimpresionada.Lloraba.—Oh,Shatto,megustaríahacertantoporesosdosdesdichados…Degganrodeósushombrosconunbrazo.—Algoharemos,teloaseguro—contestó—.Pero…tendréqueausentarmede

Nottyburnporunpardedías.—¿Adóndepiensasir?—preguntóella.—ALondres.Meiréestamismanoche,despuésdehaberlesllevadocomida.Tú

tequedarásaquí,vigilandodiscretamente todo loquesucedeen laaldea,perosinintervenirparanadaenlosacontecimientos,sucedaloquesuceda.¿Estáclaro?

—Sí,Shatto,loquetúdigas.De pronto, al observar en pleno día y con más detenimiento a los dos

monstruos, Deggan había creído ver algo extraño en su apariencia, que le habíahechoconcebirciertassospechas.

Sinembargo,yparanodefraudaraKate,prefiriócallar.Guardaría silencio hasta que pudiera confirmar sus sospechas…o adquirir la

terrible certidumbre de una transformación definitiva de Corcoran y de NoraMcDee.

***

—Suamigosehamarchado—dijoCrumm.—Noesmiamigo—contestóKate.—Vaya,quiénlodiría—respondióelnuevoposadero.—Seestápreocupandodecosasquenoleimportan—dijoellasecamente.—Sí,sí,pero,aveces,loshevistotanacaramelados…Katefueadeciralgo,perosecontuvo.Degganlehabíamencionadosusrecelos

sobreCrummyeldocumentodepropiedadde laposadaqueéstehabíamostradoconhartaprecipitación,comosiquisieraconvencerlesdequeeraellegítimodueñodelnegocio.

—Bueno,élesjovenyyotambiénynosoymalparecida,¿verdad?—contestó,simulandounacoqueteríaqueestabamuylejosdesentir.

—¿AdóndesehamarchadoDeggan?

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—QuerrádecirelseñorDeggan.—LahadejadoaustedenNottyburn.Paraespiar,sinduda.—¿Tieneustedmiedodelaley?Crummentornólosojos.«¿Seráunpolicíafemenino?»,sepreguntó.Quizáera

solamente la ayudante de Deggan, un investigador privado. «El jefe tiene quesaberlo»,pensó.

Al cabo de unos momentos, Kate subió a su habitación. Crumm empezaba aponersenervioso.

Había teléfono en Hanlon House, pero prefería no usarlo. La telefonista deNottyburneraunachismosa.Podíapermitírseleoírconversacionesintrascendentes,peronolasdeciertaimportancia.

Sin embargo, había un medio de llamar la atención de su jefe. Descolgó elteléfonoypidiólíneaconHanlonHouse.

—ElseñorWrenleyestá trabajando—contestóPatterson,procurandodarasuvozuntonoimpersonal.

—SoyCrumm.HayenlaposadauncaballeroquetieneunmensajeurgenteparaelseñorWrenley.¿Nopodríaustedvenirarecogerlo?¡Porfavor!—añadióCrummdemodoquePattersoncomprendieraelinterésdesullamada.

—Muybien,ahoramismoselodiréalseñorWrenley.Noseretire,seloruego.—Estábien,esperaré.Unminutodespués,Pattersonvolvíaalteléfono:—Estaréahídentrodequinceminutos,señorCrumm.—Gracias,señorPatterson.Por orden de Wrenley, se trataban ceremoniosamente en público o cuando

sospechaban que alguien podía escucharles. Crumm, después de la respuesta dePatterson,sesintiómuchomásaliviado.

Pattersonsepresentóenlatabernaeneltiemposeñalado.Habíaalgunosclientesyseacomodóenelmostradorconaireintrascendente.

Crummlesirvióunajarradecerveza.Encuantotuvoocasión,murmuró:—Lachicaesunaespía.Pattersonarqueólascejas.—Degganesundetective.Ellaessuayudante—agregóCrummconunbisbiseo

apenasaudible—.Degganhaidofuera,noséadónde,yellasehaquedadoaquíparaespiarloquepasa.

—Estábien.Selodiréaljefeahoramismo.Wrenleyescuchólasnoticiasconelsemblantecontraído.Reflexionóensilencio

unosminutosyluegotomóunadecisión:

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—Alanocheiremosabuscaraesaentrometida.Aquílaharemoscantar—dijo.Pattersonasintió.

—Sí,señor.Cuandolaaldeadormía,uncochededetuvoenlatraseradelaposada.Crumm,

previamenteadvertido,aguardabaya.Treshombresseapearondelvehículo.Crumm,conunalinternaenlamano,los

precedióhastaelpisosuperioryseñalólapuertadeldormitoriodelajoven.Wrenleyasintió.AbrióensilencioehizoqueCrummenfocaseelhazderayos

desulinternahacialacamaocupadaporKate.La chica dormía profundamente.De puntillas,Wrenley se acercó a la cama y

disparóunpardechorrosdegasalrostrodeKate.Seoyóunlevegemido.Kateseagitólevemente,peroacabóporquedarsequieta

alospocosinstantes.—Carguenconella—ordenóWrenleyacontinuación.PattersoneHigginsenvolvieronalamuchachaenunamanta.Luego,sinhacer

ruido,salierondeldormitorio.WrenleydiounapalmadaenelhombrodeCrumm.—Buentrabajo—elogió.Crumm contestó como con un gruñido de agradecimiento. «Como un perro

fiel»,pensóWrenley,riendoparasusadentros.

***

Deggan llegó aNottyburn y se detuvo frente a la posada. Se apeó del coche,entróenlatabernayvioaCrummapoyadoenelmostrador,leyendoundiarioconairedeaburrimiento.

—Hola—dijo.Crummseparólavistadeldiario.—Hola—contestó—.¿Yadevuelta?Degganrecelóenelactodeaquellapregunta.—Nodijequenofueseavolver—manifestó.—Bueno,meparecióquesuausencianoduradamucho.¿Quierealgodebeber,

señorDeggan?Eljovenseacercóalmostrador.—Cerveza—pidió.Crummllenounajarra.—Servido—indicó,alponerladelantedesucliente.

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Deggantomóunsorbo.Luego,desúbito,disparóunapregunta:—Crumm,¿cuántolepagaWrenleyporocuparelpuestodeNoraMcDee?Elsujetorespingó.—Oiga,laposadaesmía…—Ya,ya—cortóDegganconsoma—.Undíadeéstosharéexaminarelcontrato

decompraventapor losperitoscalígrafos.Resultarámuy interesantecomparar lafirmadeNoraenesedocumentoconlaquehaestampadoenotrosanteriores.

Crummsepusopálido.Deggansoltóunarisita.—Muybien,yahablaremosdeesteasuntoenotromomento—añadió—.¿Está

ensucuartolaseñoritaNorth?—Ha salido de paseo —respondió Crumm hoscamente. Deggan fue a decir

algo,peronotuvotiempo.Uncochesehabíaparadofrentealaposada.Dossujetosseapearondelvehículo

yentraronenlataberna.—Hola—dijoMikeMcAdam.Crummempezóafregarelmostradorconunpaño.—Caballeros,¿enquépuedoservirles?—preguntóuntuosamente.RafeO’Pyle

seapoyóenlabarra.—Mike,aestetipoloconozcoyo—manifestó.—¿Amí?—SesorprendióDeggan.—No, hombre. Me refería al tabernero. ¿Desde cuándo te dedicas a la vida

honrada,NealCrumm?Deggan estudió el rostro de Crumm. Si antes estaba pálido, ahora se había

vueltolívido.—Nonosinteresastú,sinoWrenley—añadióO’Pyle—.EstáenHanlonHouse,

creo.Crummtragósalivadificultosamente.—Sí…,allíestá…—Indícanoselcamino,porfavor—pidióMcAdamconfingidacortesía.Crumm obedeció. McAdam hizo una señal a su acompañante con la cabeza,

cuandoCrummhuboterminadodehablar.—Vámonos,Rafe.Los dos hombres salieron de la posada. Crumm pensó en la formamejor de

avisaraWrenleysinquelatelefonistadeNottyburnconcibierasospechas.En cuanto a Deggan, había visto claramente que se trataba de dos hampones

peligrosos.PeroahoralosproblemasdeWrenleyleimportabanmenosqueayudaraCorcoranyalaseñoraMcDee.

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EncuantoaKate,laveríaasuvueltadelpantano.

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CAPÍTULOX

Avanzabapasoapaso,llamandodecuandoencuandoaCorcoranyaNora.Elsilencio era absoluto, roto de cuando en cuando por el grito estridente de algúnpájaro.

Algosiseóentrelashierbas.Deggandiounsaltoatrás.Laserpiente,demásdemetroymedio,pasócasirozandosuspiesyseperdióentrelaespesura.

Deggansacóunpañueloyseenjugóelsudordelafrente.—Malditopaís—rezongóentredientes—.Yonoviviríaaquíniportodoeloro

delmundo.Avanzóunospasosmás.Elcordel,puestodosdíasantes,continuabamarcando

elcamino.—¡Barry!¡Nora!—llamó.Derepente,seoyócrujirderamajesenlasinmediaciones.—SeñorDeggan—sonóunavozfemenina.—¡Nora!Elmonstruosehizovisible.—¿DóndeestáBarry?—preguntóDeggan.—Allí… —la horrible garra señaló un punto indeterminado—. Está

construyendounachoza…—Paraprotegersedelasinclemenciasdeltiempo.—Sí.—Escurioso.Yodiríaquenodebendesentirfrío,Nora.—Escierto—admitióella—.¿Cómolosabeusted?Deggansonrió.—Acérqueseunpocomás,porfavor—solicitó.Norasemostróreticente.—¿No…noledoymiedo?—preguntó.Deggansoltóunarisita.—Claroqueno,mujer.Vamos,venga.Noraobedeció.Depronto,vioqueel tuboquehabíaaparecidoen lamanode

Deggansoltabaunchorrodegas.—¿Quéestáhaciendo?—gritó.Degganrepitiólaoperación.Norasetambaleóycayóalsuelo.—Bueno,creoqueloheconseguido—suspiróeljoven.Llevaba una bolsa pendiente del hombro izquierdo. Se arrodilló, sacó de su

interioruncuchillomuyafiladoyempezóacortarlapielvelludadeNora.Era una epidermis muy espesa, con grandes abultamientos, como granos o

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forúnculos de enormes dimensiones, pero todo el conjunto estaba recubierto depeloslargosyásperos,comocerdasdeanimalsalvaje.

Depronto,oyóungritoenlasinmediaciones:—¡Quieto!Degganinterrumpiósutarca.Unamasaoscurasearrojósobreélylolanzóaun

lado.—¡Barry!—QuieresmataraNora—exclamóelotromonstruo—.Noloconsentiré,¿me

oyes?Degganhizounesfuerzoysepusoenpie.—Noraestádesmayadasolamente—explicó—.Lohiceasíporquemepareció

másconveniente.—Paraquemuriesesinsufrir,¿verdad?—No seas estúpido —masculló Deggan—. ¿Es que no lo has comprendido

todavía?Corcoranpareciósentirsedesconcertado.—¿Quéesloquetratasdedecirme?—preguntó.—Laverdad,solamentelaverdad,Barry.—Noentiendo…—Dime,¿cómoveslascosas?—Borrosas, desenfocadas…, pero esto me parece lógico, después de la

transformaciónquehesufrido.Laretinayelcristalinohantenidoquepadecer,porsupuesto.

—Sí, parece lógico. Pero, en tus experimentos, ¿figuraba para algo latransformacióndelosseresvivos?

—No,aunquehemosdetenerencuentalainteligenciadeWrenley.—Y también su peculiar sentido del humor —dijo Deggan—. Sin olvidar,

naturalmente,sucrueldad.—¿Porquénoteexplicasdeunavez,Shatto?—pidióCorcoran.—Aguardaunmomentoyloverás.Ah,quierosaberunacosa,Barry.¿Nohas

intentadonuncavengartedeWrenley?—Lohe intentado.UnpardevecesfuiaHanlonHouse,perosussecuacesme

recibieronatiros.Nodisparabanadar,perodijeronqueloharíansimeacercabamásalacasa.Inclusounavez,desesperado,lespedíquemematasen,peroellosseburlaron de mí. Y también Wrenley: entonces comprendí que prefería que yosiguiese viviendo con este horrible aspecto…Shatto, ¿por qué el ser humano seaferratantoalavida,aunenlasmásespantosascondiciones?

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—Eso es una cosa completamente lógica—respondió Deggan—. A nadie legustamorir,Barry.

—Pero,yo…¿QuélehashechoaNora?—exclamóCorcoranderepente.—Sólo está dormida y no pormucho tiempo.Barry, quieto, déjame ayudarte.

LosredondosojosdeCorcoranmiraronasuamigo.—¿Qué es lo que pretendes hacer?—inquirió. Deggan conservaba todavía el

cuchilloenlamano.—Ten calma unos momentos, te lo ruego —pidió—. Y no te muevas en

absoluto.Quieto,completamenteinmóvil…SeacercómásaCorcoran.—Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo ordene. ¿Entendido?—

añadió.—Sí,Shatto.Deggansellenólospulmonesdeaire.Depronto,acercólapuntadelcuchilloa

unodelosbordesdelosojosdeCorcoranehizopresiónhaciaadentroyafueraalmismotiempo.

Algo saltó por los aires. El suelo era bastante seco en aquel lugar y habíaalgunaspiedras.Lacosaserompióconsonidocristalino.

Degganmascullóalgoentredientes.Luego,imperativo,exclamó:—¡Sigueconlosojoscerrados,Barry!Elcuchilloactuódenuevo.Estavez,Deggan,avisado,consiguiórecogerenla

palmadelaotramanomediaesferadealgoqueparecíavidriobastantegrueso.—Yapuedesmirar,Barry—indicóeljoven.Corcoran abrió los ojos. Un rugido brotó de su garganta, a la vez que se

tambaleabacomosihubieraingeridounadosisexcesivadealcohol.—¡Veo,veo!—exclamó.—Claroqueves—sonrióDeggan—.Yconperfectanormalidadademás,¿noes

cierto?Corcoranalzóunadesusinformesmanoscomoparafrotarselosojos,perode

pronto,sediocuentadequepodíadañarselaspupilasycontuvoelgesto.—¿Quémehapasado?—preguntó—.¿Quémilagrohasconseguidoconmigo,

Shatto?Degganseechóareír.—Nadademilagro,Barry—contestó—.Mira—dijo,alavezqueleenseñabael

vidrio que tenía en la palma de la mano—. Sencillamente, distorsionaba lasimágenes que llegaban a tu retina. Apuesto a que todo lo veías terriblementeconfuso,conloscontornosborrosos…

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—Sí,escierto;peroloachacabaamitransformación—contestóCorcoran.—Tutransformación—mascullóDeggan—.Lacrueldadnoestáentuaspecto,

sinoenlamentedelapersonaqueideóalgomásrepugnantetodavíaquelafiguraqueahoratienes.Dametubrazoderechoysiguequieto—ordenóacontinuación.

Corcoran obedeció. Con el filo del cuchillo. Deggan trazó una profundaincisiónenaquelvelludomiembro,desdeelhombrohastacercadelamuñeca.

—¿Sientesdolor?—preguntó.—No,enabsoluto.—¡Qué raro! He profundizado casi un centímetro y deberías estar rabiando.

Barry,voyaprofundizarmástodavía.Cuandosientasdolor,avísame.—Estábien.El cuchillo volvió a recorrer el mismo camino en la gruesa epidermis del

monstruo.Depronto,Corcoranlanzóundébilquejido.—Ah,estoesloqueyoesperaba—rióDeggan,satisfecho—.¿Sabes?,estapiel

tuyamide,almenos,cuatrocentímetrosdeespesor.—No…nolocomprendo—dijoCorcoran,desconcertado.Deggan se inclinóy recogióde labolsadosparesdepinzasdebuen tamaño,

conloscualesasiólosbordesdelcorte,porelladodelhombro.Desúbito,tirócontodassusfuerzasaamboslados.

Laepidermisvelludaserasgóhastaeldorsodelagarra.Ahora,solamenteconlasmanos,Deggandiounparde tironesmás.Unbrazo,completamenteblanco,aexcepción de un levísimo arañazo de unos dos centímetros de largo, del quebrotabanalgunasgotitasdesangre,aparecióante losasombradosojosde losdoshombres.

Corcoransetambaleó.—¡Diosmío!Ahora…creocomprenderlotodo…Noraseagitóenaquelmomento.Degganvolviólavistahacialamujer.—Esperadmeaquí—dijo—.Voyavolver al pueblo.Te traeré ropasmíasy a

ellaprendasdevestirdesuarmario.Tratadeconsolarla,Barry.—Sí,ylaayudaréa…Degganhizoungestoescéptico.—No sé cómo tendrás el pulso, después de lo que te ha pasado, pero nome

gustaríaqueledañaseslosojos—sugirió,alavezqueledabaelcuchillo.—Loharéconmuchocuidado,teloaseguro—prometióCorcoran.—Estábien.Volverédentrodemediahora,amástardar.Deggangirósobresustalonesycorrióhaciaelcamino.Montóenelautomóvil

y arrancó raudamente en dirección a la aldea, a la que llegó en menos de diez

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minutos.Loprimeroquehizofuesubirasuhabitación.Buscóropasadecuadas,asícomo

unpardezapatos,ylopusotodoensumaleta,vaciadapreviamente.LuegobuscóeldormitoriodeNora.

Estaba reuniendo las prendas que calculaba podían ser necesarias a la jovencuando,depronto,oyóunavozenlapuerta:

—Ademásdecuriososinmotivos,ladrón.Deggannosevolviósiquiera.—¿HaregresadolaseñoritaNorth?—preguntó.—Porlovisto,legustanmucholosalrededoresdeNottyburn.¿Paraquéquiere

esasropas.Deggan?Eljoventerminódereunirtodo.Luegoseacercóalapuerta.—Nosaldrádeaquísinquecontesteamispreguntas—dijoCrumm.—¿Havistoalgunavezunavacaeneltecho,Neal?Crummsoltóunarisita.—¿Mecreetantontocomoparapicar?Ustedesperaqueyolevantelabarbilla

y…—Bueno, hay otros puntos débiles. La ingle, por ejemplo —dijo Deggan

tranquilamente,alavezquedisparabaelpiederechocontodassusfuerzas.

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CAPÍTULOXI

Kate se paseaba nerviosamente por la habitación en que había sido encerradadesde una hora imprecisa de la noche anterior. El techo era inclinado, lo que lehacíasabersehallabadirectamentebajoeltejado,enunodelospuntosmásaltosdelacasa.

Habíaunaventanaabuhardillada,peronopodíaescaparporallí.El tejado,depizarra, era muy pendiente y corría el riesgo de resbalar y estrellarse contra lacristaleradelinvernadero,situadacasidirectamentebajoella.Sicaía,romperíaloscristalesychocaríacontraelsuelo,adiezodocemetrosdedistancia.

En cuanto a la puerta, era de sólidos tablones, invulnerable para sus débilesfuerzas.Nisiquieradisponíadesubolso,enelqueteníaunalimaparauñasyunastijeritas. Eran herramientas muy precarias, pero creía que con ellas en su poderhubieralogradohaceralgo.Losúnicosmueblesquehabíaenlahabitacióneranunasillayunacamadearmazóndemadera,viejaycarcomida.

No,nopodíaescapary,además,ignorabaeldestinoqueleaguardabaenaquélencierro. Solamente una vez se había abierto la puerta en todo el tiempo y habíasidoparadejarteropas,unosbocadillosyunajarradeplásticoconagua.Elesbirronosehabíadignadosiquieracontestarasuspreguntas.

Katetemíalopeor.¿Iba a ser transformada en unmonstruo, como lo habían sidoCorcoran y la

señoraMcDee?Terriblementepreocupada,seacercóalaventanaunavezmás.Desdeallípodía

verelinvernaderoentodasuextensión.Laflorcarnívoraatraíamorbosamentesusmiradas. Pensó en lo horrible que debía ser devorada viva por aquel espantosovegetalysintióunescalofríoquerecorriósucuerpodelanucaalostalones.

Kate ignoraba queWrenley había recibido en aquellosmomentos la visita dedos sujetos. Wrenley se había reunido conMcAdam y O’Pyle en el salón de laplantabaja.

—¿Myers? —dijo Wrenley, en contestación a una pregunta formulada porO’Pyle—.Notengolamenornoticiadeél.Vino,charlamos,arreglamosnuestrosasuntos,semarchó…yesoestodo.

—Miente—exclamóMcAdamfríamente.Wrenleyhinchóelpecho.—Demuéstrelo—exigió,altanero.—DonaldMyers era socio nuestro.Estamos enterados al dedillo de todos sus

asuntos,incluidaladeudadediezmillibras.—Hicimosunarregloparaalargarelplazodelvencimiento.

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—Esmentira—dijoO’Pyle, tanseriocomosucompinche.Wrenleyseechóareír.

—Ustedes sí que son mentirosos —contestó insultantemente—. Jamás oímencionar a Myers nada acerca de unos pretendidos socios. ¿Qué es lo quequieren?¿Sacarmeeldinero?

McAdam se sentó en el ángulo de una mesa, sacó una navaja automática yempezóalimpiarselasuñasostentosamenteconlapuntadelarma.

—Olesacamoseldineroolequitamoselpellejo—dijoconglacialacento.—Myersteníaquehabersereunidoconnosotroshacedosdías,enLondres,alas

dosdelatarde—añadióO’Pyle—.PuestoquenohavueltoyesobvioquevinoaNottyburn,lacosasepresentabastanteclara:sehaquedadoaquí.

—Parasiempre—añadióMcAdamlúgubremente.LamentedeWrenleyfuncionóconrapidez.Eraposiblequeaquellosdossujetos

fuesensociosdeMyers,aunqueéstetomaselasdecisionesenlamayorpartedelasocasiones.Pero,porloquepodíajuzgar,McAdamyO’Pylecarecíandeescrúpulos.

—Muybien—dijo—.Venganamidespacho.Arreglaremoseseasunto.Giró sobre sus talones y caminó normalmente, sin volver la cabeza una sola

vez.McAdamyO’Pylenomerecíanvivir,decidióenunosinstantes.Entróeneldespachoysesituódetrásdesumesa.Abrióuncajón,metiólamano

ysacóunapistola.Sonarondosestampidos.O’Pyle,sorprendido,setambaleó.Wrenley lo remató de un balazo dirigido al rostro. McAdam, aturdido, no

acababadereaccionar.—Levantalasmanos—ordenóWrenley.McAdamobedeció.PattersoneHigginsaparecieroncorriendo.—¡Desármenle!—ordenóWrenley.Elmandatofueobedecidosinvacilar.Wrenley,además,dispusoquelequitasen

todoslosobjetosdemetalquepudierallevarsobresí.—O,mejordicho,déjenlesóloconloscalzoncillospuestos.McAdamquedóprácticamentedesnudo.Sudabadeterror.Myershabíahablado

deciertos experimentosque se realizaban enHanlonHouse, aunque sin entrar endetalles.Sepreguntó, llenodepánico, siWrenley le someteríaaalgunadiabólicaexperiencia.

—¿Quéhacemosconél,jefe?—preguntóHiggins.—Llévenloalinvernadero.Los dos esbirros obedecieron. Wrenley caminaba a continuación del trío.

Momentosdespuésentrabanenelinvernadero.Wrenleyseñalólaflorcarnívora.

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Kate se hallaba en la ventana en aquellos momentos. La escena le quitó larespiraciónduranteunosinstantes.

Depronto,vioquelosdossicariosalzabanenviloalprisioneroyloarrojabanalcentrodelaflor.LostentáculosactuarondeinmediatoyrodearonelcuerpodeMcAdam.

Elsujetochillóhorrorosamente,peroKatenopodíaoírsusgritos.Casicomohipnotizada, morbosamente fascinada por aquella espantosa escena, vio que lospétalosdelaflorsecerrabanporcompleto,ocultandoelcuerpodeMcAdamdeunmodoabsoluto.

Pattersonsemareóytuvoquesalir.Higginsretrocedió.Wrenley, en cambio, contemplaba los espasmos que recorrían los carnosos

pétalos de la corola y los estremecimientos causados en la planta por lasconvulsiones del cuerpo deMcAdam. De pronto, un pie asomó entre dos de lospétalos.

Había sangre en el tobillo, vio Kate. Aquel miembro se agitó violentamenteunossegundos;luego,pocoapoco,susmovimientos,sehicieronmáslentos,hastacesarporcompleto.

Unafuerzairresistibletiródelapiernahaciaelinteriordelaflor.Kate,conelestómagoterriblementerevuelto,seapartódelaventanayseechósobre lacama,sollozandoagudamente.

Elterrorinvadíasumenteporcompleto.¿QuéibaahaceraqueldiabólicoWrenleyconella?¿Laarrojaríavivaalaflor,comohabíahechoconelprisionero?¿OlatransformaríaenunmonstruoidénticoaCorcoranyalaseñoraMcDee?

***

—Mesientootro—declaróCorcoran,respirandoaplenopulmón.Deggansoltóunarisita.

—Lasropas,evidentemente,notecaenbien—dijo—.Eresmáslarguiruchoqueyoytieneseltóraxalgomásestrecho,peroahora,cuandovolvamosaNottyburn,tecomprarásropasenlatiendadeBarris.

—De todas formas, prefiero esta piel a la que llevaba antes —exclamóCorcoran,inmensamentesatisfecho.

—¿Deverascreíashaberteconvertidoenunmonstruo,Barry?Corcoranmiróasuamigoconexpresiónpensativa.

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—¿Nolohabríascreídotútambién,dehallarteenmicaso?—preguntó.Degganmeneólacabeza.

—Esprobable,nolosé—respondió—.Tododependedelascircunstanciasdecadacual…

Noraaparecióenaquelmomento,terminandodeabrocharselablusa.Entornoalacabezallevabaunpañuelodevivoscolores.

—SeñorDeggan,¿cómopodréagradecerle loquehahechopornosotros?—exclamó,alavezqueletendíaambasmanos.

—ConunpuestodeprimerafilaeldíadesubodaconBarry—rióeljoven.—Hablemosenserio,Shatto—dijoCorcoran—.Aningunodenosotrosdosse

nosocurrióqueloquenossucedíaerasólofrutodelaimaginacióndeWrenleyyno producto de su ciencia. Demasiado nos imaginamos que lo hizo por celos ydespecho,pero,ati,¿cómoseteocurrióquetodopodíaserunafalsedad?

—Huboalgo fundamentalyse looía laseñoraMcDee—contestóDeggan—.Luego empecé a fijarme en otros detalles. Por ejemplo, los ojos… lo queaparentabaserlapupilaylacórnea,noestabanuncahúmedo,comosucedesiempreen los ojos de todas las especies vivientes. Luegome fijé también en la boca; alhablar, los dientes, que se veían muy poco, sin embargo, y la lengua, aparecíancompletamente normales, es decir, humanos por entero. Si la transformaciónhubierasidototal,amboshubierantenidootrosdientes,quizácolmilloscarniceros,y una lengua muy distinta. Pero no era así y ello confirmó todavía más missospechas.

—Pero,bueno,¿quéesloquedijeyo?—preguntóNora.—Teníamuchocalor, señora.Noesqueahora seaunaestaciónespecialmente

fría, pero, por las noches, la temperaturabajamuchísimo.A la fuerzadebería dehabersentidofrío,cosaquenosucedía.

—No, no teníamos frío —convino Corcoran—. Sentíamos la humedad, lomalsanodelambiente…

—Y,además,pensaban,queellugaradecuadoparaquevivierandosmonstruoseraDevil’sLands.

Deggan se inclinó y tomó una de las pieles ahora vacías de su contenidohumano.

—Unaespumadegomamuygruesaperotranspirableafindecuentas—añadió—. En algunos puntos, el cuello, por ejemplo, su grosor sobrepasaba los cincocentímetros. Lasmanos y los dedos estabanmetidos en lo que podríamos llamarguantes de este traje, reforzados adecuadamente, para poder sostener las garrascórneas.Luego, la imaginación de ustedes dos, al verse con este aspecto, hizo el

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resto.—Escierto—admitióCorcoran—.¿Quiénnohubieracreídoserunmonstruo,

dehallarseennuestrascondiciones?—Los trajes, sospecho, están hechos a la medida —continuó Deggan—. Es

decir,probablemente,Wrenleytomóunmolde,afindequelapieldelmonstruoseadaptaseexactamentealaconfiguraciónanatómicadecadaunodeustedesdos.

—¡Meviodesnuda!—chillóNoraruborizadahastalasorejas.—Eso no tiene importancia, querida—dijoCorcoran, a la vez que pasaba un

brazoporeltalledeNoraylaatraíahaciasí—.Loimportante,másqueestarvivos,esquenosomosunosmonstruos.

—Wrenleyespeculóastutamenteconlaimaginacióndelosdos.Loquenoséescómo se le ocurrió esta diabólica idea. Pero, en fin, ya nos lo aclarará él en sumomento.

—¿Esquepiensasiraverle?—preguntóCorcoran.Degganasintió.—Porsupuesto—respondió—.Peroenelmomentoenqueamímeconvenga.Noraseagitó,inquieta.—Mepicaelcuerpo—sequejó.—Esoesquelosdosnecesitanunbaño—adivinóDeggan—.Encuantoausted,

losiento, señoraMcDee;esebárbarodeWrenley laafeitóelcabello,paraque lapielqueibaadescansarsobresucráneoquedaramejorasentada.

Norasetocólacabeza.—Yamecrecerá—dijo—.Además,tengoencasaunpardepelucas.—Bueno, yo eramedio calvo—dijoCorcoran riendo—. Esto beneficiarámi

peloyloharácrecerconmásfuerza.—Indudablemente —convino Deggan—. Bien, vámonos, es hora de que

regresemosyaalaaldeayporotraparte,tengoganasdesaberdetuexsecretaria.

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CAPÍTULOXII

CorcoranyNoraseacomodaronenelcoche.Deggansesituótraselvolante.Depronto,Corcoranlanzóunaexclamación.

—¡Shatto,anteshasdichomiexsecretaria!—Claro.TútevasacasaryNorapodráhacerloqueKatehacía.Además,ella

notoleraríaunachicaguapaentucasa.Y,porúltimo,quierocambiarelapellidodeKate.

—¿Ah,sí?¿EsquenotegustaeldeNorth?—Noseasingenuo,Barry—dijoNora—.LoqueelseñorDegganquieredecir

esquesevaacasarconKate.—¡Caramba,síquehaidorápidoelasunto!—seadmiróelcientífico.—Psé,asísonlascosasdelavida—contestóDegganconacentointrascendente

—.¿Noleparece,señoraMcDee?—LlámemeNora,porfavor—pidiósuavementelaaludida.Minutosmástardellegabanalpueblo.Noradijoqueseibaasucasa,alverque

elcocheseparabafrentealatiendadeBarris.—No, aguarde, es mejor que la acompañemos nosotros —dijo Deggan,

pensandoenCrumm.Entraronenlatienda.—Nollevodinero—alegóCorcoran.—Yocorrocontodoslosgastos,notepreocupes—dijoDeggan.LukeBarrisse

dispusoaatenderasusclientes.—¡Caramba,Nora,quémalacaratieneusted!—comentó.—Esqueheestadoalgoindispuesta—mintióella.—DijeronquesehablaidofueradeNottyburn,parasiempre…—Esprontotodavía,señorBarris.Degganalabóensufuerointernolasrespuestasdelajoven.MientrasCorcoran

elegíalasprendasquemásconveníanasucomplexión.Losojosdeljovenrecorrieroncríticamenteelinteriordellocal.—Aquíesdondeentróelmonstruohaceunpardesemanas—dijo.—Sí—contestóBarris,ceñudo—.Medestrozóunsinfíndecosasy,aunqueno

robómás que una cuartilla y un sobre,me causómuchos perjuicios. Pero no sepreocupen; le tengopreparadounbuenrecibimiento,porsise leocurreregresar.¡Semarcharábiencaliente,créanme!

Deggan no quiso decir que el monstruo ya no volvería a Nottyburn. No erallegadoaúnelmomentodelasexplicaciones.

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Uncuartodehoramástarde,salíandelatienda.Deggandioinstruccionesalapareja.

—Estábien—dijoNora—.Iremosporlapuertatrasera.Degganparóelcocheantelaposadayesperóunpardeminutos.Luegoabrióla

portezuela,saltóalsueloysedirigióhacialataberna.Entró,conlamanoderechaenelbolsillodesuchaqueta.Nollevabaarmasde

ningunaclase,peroconveníaqueCrummseloimaginase.Crumm estaba tras el mostrador y le miró venenosamente. Deggan no se

inmutó.—Vamos a las habitaciones de la parte de atrás —dijo. Gotas de sudor

aparecieronenlafrentedeCrumm.Fueadeciralgo,peroelaspectoresueltodeljovenlehizosentirunnudoenla

garganta. Después de abandonar el mostrador, entró en un pasillo oscuro, sinapenasluz.Degganleseñalóunapuerta.

—Abraahí.Ynogriteolopasarámuymal.Crummobedecióensilencio.Derepente,vioaNoraysepusoatemblar.—No…Noesposible…Ellaes…—No es un monstruo, Neal —dijo Deggan a sus espaldas, a la vez que le

propinabaunfuerteempujón.Crumm trastabilló. Aprovechándose de su sorpresa, Deggan lo registró,

quitándoleunapistolaquellevabaenelcinturón,haciaelladoizquierdo.—Muybien,Neal;ahora,saqueelcontratodecompraventadeestenegocio.—E…estáenunodeloscajonesdeestamesa…Nora abrióunpar de cajones, antesde encontrar el contrato.Loprimeroque

hizofuemirarlafirma.—Uncontratofalso—dijosinpestañear.—Esloqueyomefiguraba—sonrióDeggan—.Wrenleytemandóaocuparel

puestodelaseñoraMcDee,¿noesasí,Neal?Crumm,anonadado,asintió.—PeroyoteníanoticiasdequeWrenleysóloteníadoshombresenlacasa—

añadióeljoven.—ACrummno lo contaba yo comogorila.Hacía de jardinero o algo por el

estilo—explicóNora.—Se cuidaba de las plantas del invernadero, además de cocinar —añadió

Corcoran.Crummsudabacopiosamente.—¿Qué…,quées loquevanahacerconmigo?—preguntó—.Yo…,yonohe

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hecho nadamalo…Ni siquiera intervine en los experimentos del señorWrenley.Melimitabaaobedecersusinstruccionesenloreferentealcuidadodelasplantas…

—Diceslaverdad,perosóloenparte—exclamóDeggan—.Y,porcierto,¿havueltoyalaseñoritaNorth?

Crummguardósilencio.Deggansealarmó.Depronto,pusolapistolaenlanucadelsujeto.—¿Dóndeestáella?—preguntó.—En…,enHanlonHouse…—contestóCrumm,apuntodeecharseallorar.—¡EnHanlonHouse!—gritó el joven—. Pero ¿cómo diablos ha ido a parar

allí?—Vi…vinoWrenleyconlosotrosdosy…yselallevó…Yonopodíahacer

otracosaqueobedecer.ElpechodeDeggansehinchótempestuosamente.—Silehapasadoalgo,tecostarácaro—exclamó—.Nora,busqueunacuerda

fuerte—agregó.—Sí,almomento.Minutos después,Crummyacía en el suelo, sólidamente atado y amordazado.

Antesdesalir,Degganrevisóelarmaparatenerlaapuntoencasonecesario.—Nora,ustedsequedaráaquí—indicóDeggan—.Atiendaelnegociocontoda

normalidad,peronodiganadadeloquehapasado.Ocúpesesolamentedequeestegranujanopuedaescapar.

—Descuide,Shatto.—Yoirécontigo—seofrecióCorcoran.—No, Barry. Pueden ocurrir cosas malas. No quiero que corras el menor

riesgo.—Túloshascorridopormí,Shatto.Además,puedesnecesitarmiayuda.Enel

invernadero,porejemplo.—¿Elinvernadero?—repitióDeggan.—Sí.Hayallíalgoterriblementepeligroso.Devoraríaaunhombresituvierala

malasuertede…—Ah,túterefieresalaflorcarnívora.—¡Cómo!¿Esquelahasvisto?Deggansonrió.—He visto más cosas de las que crees, pero menos de las que desearía —

respondió—.¿Aquiéndiablosseleocurriócrearesaflor?—EsideadeWrenley,unodesusexperimentossobrecrecimientoaceleradode

losvegetales.Peroestotieneuninconveniente…

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—Ahora no me interesan los inconvenientes de esos experimentos —atajóDegganresueltamente—.Bien,sitantoempeñotienes,venconmigo.

—Barry,cuídate—solicitóNora.Corcoranseinclinóparabesarla.—Antesdeunasemana,seráslaseñoraCorcoran—aseguró,orgulloso.—Vamos, basta de ternuras—masculló Deggan—. La vida de tu exsecretaria

estáahoraenpeligro.

***

Conexpresiónsatisfecha,Wrenleyalargó lamanoy tocóunode losenormesgranosdetrigo.Erancomoperasdebuentamaño,aunquesucolorytexturafuesenlosdeltrigoauténtico.Pero,derepente,elgranosedeshizoenunalluviadepolvogrisáceoymaloliente.

Wrenley lanzó una fuerte interjección. A su lado, Patterson, que le ayudabadesdequefaltabaCrumm,empezóatoser.

—¿Quépasaaquí,jefe?—preguntó,entretosytos.—Eso es lo que también me gustaría saber —respondió Wrenley

malhumoradamente—.Eltrigo…Pero no pudo seguir. El siguiente grano había estallado lo mismo que el

anterior.Elhedorsehizoinsoportable.—No puedo aguantar más, jefe —se quejó Patterson, sobre cuyo hombro

izquierdohabíacaídounbuenchorrodeaquelrepugnantepolvo.Sacudiéndoseconelpañuelo,tosiendoalborotadamente,diounospasosatrásycorrióenbuscadelasalidadelinvernadero.

Wrenley masculló algo entre dientes. Había un fallo en el programa decrecimientoacelerado,sedijo.Peroaveriguarlonoseríacosadeunaspocashoras.

Y, además, por el momento, tenía un problema mucho más importante queresolver.Desdeaquelpunto,sedivisabalaflorcarnívora,cerradasobresímisma.Leves ondulaciones recorrían la superficie de sus pétalos, que componían ahora,unidos, la figuradeunagigantescaalcachofadecolor rojizo.Peroen su interiorhabíaelcuerpodeunhombrequeestabasiendodisueltoporlosjugosdigestivosdelaplanta.

Antesdesalir,Wrenleyhizounanuevaprueba.Eltercergranodetrigoestallócomolosanteriores.Profundamentepreocupado,sedirigióallaboratorio.

Allí se lavó lasmanos con jabón desinfectante, hasta estar seguro de que noquedabaenellasningúngermennocivo.Luegousóelinterfono:

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—¡Patterson,Higgins,traiganalaseñoritaNorth!—Almomento,jefe—contestóelsegundodelosnombrados.Mientras llegaban, Wrenley se puso un mono blanco de trabajo. Luego

contemplocríticamentelapielquehabíaelaboradoparaKate.Eraunachicaaltaybien formada, casi de su misma estatura. No había tenido tiempo de tomar lasmedidasdeunmodoexacto,peroconfiabaen laelasticidaddelmaterialparaqueaquella piel, de hasta seis y siete centímetros de grosor en algunos sitios, seacomodaseperfectamentealesbeltocuerpodeKate.

—Incluso yo podría usarla —se dijo, riendo ante la idea de ponerse aqueldisfrazparadarunbuensustoaalguien.

Kateylosesbirrosllegaronmomentosmástarde.—Ahí,sobrelamesa.—¿Quéesloquevanahacerconmigo?—preguntólachica.—Nosepreocupe.Mañana,alamanecer,tendrálarespuesta—dijoWrenley.Katesintióunescalofrío.—Mevaatransformarenunmonstruo—adivinó.—YluegocapturaréaeseentrometidodeDegganyharé lomismoconél.En

lugardeunasola,habrádosparejasenelpantano.Serádivertido,¿noleparece?Patterson e Higgins llevaron a la joven a la mesa, sobre la cual la hicieron

tenderse.Luegolesujetaronconlasabrazaderasmetálicas.—Estábien,yapodéisiros—dijoWrenley.Pattersonsellevódeprontolamanoalladoizquierdodelcuello.—Jefe—llamó.Wrenleysevolvióhacíaelindividuo.—¿Quélepasaahora,Will?—inquirió.—Mepicaaquí…Sientounamolestiamuyfuerte…Pareceunaurticaria…—Habrás comido algo que no te ha sentado bien —dijo Wrenley en tono

intrascendente.—No,señor;precisamente,tengounestómagoquelodigieretodo.—Deavestruz—dijoHiggins,conunarisita.—Yo creo que ha sido el polvo de los granos gigantes de trigo—manifestó

Patterson—. Uno de ellos explotó y parte de ese polvo asqueroso me saltó alhombro.

—Desinféctatebienconalcohol.Luegoaplícateunpocodetalco,esoestodo—indicóWrenley.

—Sí,señor.Losdosesbirrossemarcharon.WrenleyyKatequedaronsolosenlaestancia.

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Kateestabamuypálida.LasonrisadeWrenleyponíafríoensucuerpo.—Oiga,ustednopuede…—Sípuedo—atajóelsujetocínicamente.Depronto,seacercóalamesaconunafiladobisturíenlamano.—¡Vaamatarme!—chillóKate.—Noseatonta—rezongóWrenley—.Loquemenosdeseoessumuerte.Perola

ropaestorba,¿comprende?Kate usaba pantalones en el momento de ser tendida sobre la mesa de

operaciones.Duranteeldía,lehabíantraídopartedesusropas.Elfilodelbisturírasgóunadelaspernerasdesdelacaderaaltobillo.

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CAPÍTULOXIII

Deggan y su amigo llegaron sigilosamente al invernadero. Corcoran habíasugeridoentrarenlacasaporaquellugar.

—Asípodremossorprenderlesmejor—aseguró.Deggannoteníanadaqueoponeralosdeseosdesuamigo.Loqueleinteresaba

enaquellosmomentoseraevitarqueWrenleycometieraundesaguisadoconKate.Lachicapodíasufrirunshocktremendoalcreerseunmonstruo,ignoranteaúndelaverdadsobreelparticular.

Corcoranabriólapuertadelinvernadero.Inmediatamente,arrugólanariz.—¡Vayaunapeste!—sequejó.Deggansacóunpañueloysetapólanariz.—Nosécómohaygenteconhumorparaciertaclasedetrabajos—refunfuñó.—¡Eh!—exclamóCorcorandepronto—.Laflorhacomido.—¿Terefieresalaflorcarnívora?—Sí. Está completamente cerrada…EseWrenley es un bruto; le dije que no

debíadarlecarnemásqueunavezcadadossemanas.—¿Quépasa?¿Seindigestará?—preguntóburlonamente.—Pues…, algo por el estilo, claro. Espera un momento; esa digestión es

relativamentelentay…Voyaversilequitolacarneque,segúnparece,learrojaronnohacemucho.

—Oye,Barry.PeroCorcorannolehizocaso.Buscóconlavistaynotardóenencontraruna

largahorquilladepúasdehierro,conlacualavanzóhacíalaflor.—¡Cuidado,tú!—exclamóDeggan,alarmado.Corcoran no hizo caso de la advertencia de su amigo. Se acercó a la flor y

pinchóconfuerzaalgunosdesuspétalos.Deggan le contemplaba entre escéptico y resignado. De pronto, vio que los

esfuerzosdesuamigoproducíanefectos.Lospétalossesepararonuntanto.Desúbito,Corcoranlanzóungritodehorror.—¡Shatto!¡Hayunhombredentrodelaflor!Deggan respingó. Corrió hacia la planta carnívora, miró un instante y

retrocedió,presadeviolentasnáuseas.Elcuerpoquehabíaallíaparecíacorroídoporlosjugosdelaplanta.Algunos

huesos asomaban entre la masa de carne ya informe y todavía sanguinolenta enmuchospuntos.

—Pero ¿cómo ha podido caer aquí este desgraciado? —exclamó Corcoran,

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sumidoenunprofundodesconcierto.—Nomeimportaniquieroseguiraquíniunminutomás—gruñóDeggan—.Si

novienestú,meiréyosolo,Barry.—Estábien,Shatto.Corcoran tiró a un lado la horca. Caminó unos pasos. Luego se volvió. Los

pétalosdelaflorsecerrabandenuevo.Seestremeció.—¿Cómohabrápodidoirapararahíesepobrehombre?—murmuró.Deggan había alcanzado ya la puerta de comunicación con la casa. Pero

Corcorannoleseguía.Sevolvió,impaciente.—¿Vienesono?—preguntó.Corcoranestabaexaminandoahoraunadelasespigasdetrigogigante.—Aquí hay algo que nomarcha bien—masculló. Pero siguió andando, para

reunirseconsuamigo.En aquel momento, Wrenley se disponía a cortar la segunda pernera de los

pantalonesdeKate.Lamuchachanoestabadispuestaasometersealosdeseosdelsujetosinlucha.

Depronto,descubrióquesusmuñecaseranhartomásdelgadasquelasabrazaderasdehierroquelasujetaban.

Wrenleyhabíadejadodemirarlaunosinstantes.Katesacólamanoderecha,seincorporóunpoco,agarró,unpuñadodecabellosytiróconfuerza.

Elsujetosetambaleó,alavezquelanzabaungritodefuror.Katetiróconmásfuerzatodavía.

Elbisturícayóalsuelo.Conlamanolibre,WrenleyintentógolpearaKate,perofallóenparte.Ella,mientrastanto,habíaconseguidoliberarlamanoizquierdayseagarró a la cabellera de Wrenley con las dos manos. Tiraba sin compasión,dispuestaacualquiercosaporsalvarsuvida.

Mientrastanto,forcejeabaparasacarlospiesdelasabrazaderasinferiores,peronopodíaconseguirlo.Alfin, lasuperiorpotenciafísicadesuoponenteempezóaimponerse.Wrenleyconsiguióasestarunbuengolpe.LabofetadaalcanzódellenoaKateenunamejillayladejóaturdida.

Wrenleygolpeódenuevo.Kateperdióelsentidoycayóhaciaatrás.—¡Maldita!—gruñó.Luego se dijo que había sido un tonto. ¿Por qué se había olvidado del

anestésico? Arreglándose el revuelto cabello, fue en busca del pulverizador queconteníaelgasnarcótico.Lapuertadellaboratorioseabrióenaquelinstante.

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—¡Jefe!—chillóPatterson.Wrenleysevolviómalhumoradamente.—¿Quédiablospasaahora?—preguntó.—Mire… Estoy contagiado… Es una enfermedad maligna… El cuello me

arde…yelpechoylaespaldatambién.Wrenleyseacercóalsujeto.Respingó.ElcuellodePattersonestabarecubiertoporunaseriedeprotuberanciasdecolor

grisclaro,algunasdelascuates,alcanzabandoscentímetrosdediámetro.Wrenleysepreguntóquémisteriosogermenhabíaoriginadoaquellaextrañaenfermedad.

Mientrasexaminabaelcuellodesuesbirro,vioqueunade lasprotuberanciascrecía rápidamente, sobresaliendo de la piel unos cuatro o cinco centímetros. Lacosaseconvirtióenunhongodebuentamaño.

Más hongos brotaron de aquella garganta. Wrenley, aterrado a su pesar,retrocedióunpardepasos.

—¡Aquí, aquí también! —gritó Patterson, agitándose convulsivamente. Elcuerpoleardía.Pattersonsearrancólasropasapuñados.

Wrenleysesintióhorrorizado.El tórax de Patterson era una masa de protuberancias, que se convertían en

hongosconincreíblerapidez.—Meabraso,meabraso—gimióPatterson.—Sigueaquíunmomento;voyaversiencuentroalgúnremedio…PeroWrenleyteníalaseguridaddequePattersonestabacondenadoamuerte.Y

laúnicacosaquesepodíahacerparaevitarquelainfecciónsiguieraextendiéndose,eradarlemuerteeincinerarluegosucadáver.

Eneldespachoteníaunrevólver.LosentíaporPatterson,peronopodíahacerotracosa.

—Aguardauninstante;vuelvoenseguida—prometió.Abandonóellaboratorioycorrióasudespacho.Depronto,Pattersonlanzóun

aullidoycayóalsuelorevolcándose.Segundosdespués,teníaelrevólverenlamano.Cuandosalíadelaestancia,oyó

unavozintimidatoria:—¡Wrenley,suelteelarmaotiraréamatar!

***

Wrenleysedetuvoinstantáneamente.Vacilóunmomento,peroacabóporsoltar

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lapistola,quecayóalsuelo.Actoseguido,levantólasmanos.—¿Deggan?—preguntó,sinvolverse.—YCorcoran—respondióeljoven.—Deggan,¿noledamiedoesemonstruo?—preguntóWrenleyirónicamente.—Vuélvase,porfavor—indicóDeggan.Wrenleyobedeció.UnrugidoderabiabrotódesuslabiosalverqueCorcoran

habíarecobradosuaspectonormal.—¿Cómolosupo?—gritó.—Eso no importa ahora. Es mucho más interesante saber el paradero de la

señoritaNorth.—Nolahevisto.Nosédóndeestá.—Esustedunmalmentiroso.¿SabequehemoshabladoconCrumm?¿Sabeque

NoraMcDeevuelveaserunamujer?Wrenleyseestremeciólevemente.—¿Quéesloquequierendemí?—preguntó.—Tienequeresponderdesuscrímenes.UstedmatóaMyers.—Nopuedeprobarlo—rezongóWrenley.—En alguna parte encontraremos la garra artificial que usted usó para hacer

creerqueeraelmonstruoquienhabíamatadoaMyers.Porcierto,¿quéhasidodelosdostiposquelobuscaban?

—Uno de ellos, seguro, está en la corola de la flor carnívora —sugirióCorcoran.

—Yelotrohabrá idoapararalpantano.Elplomo lehabráservidode lastre,¿noesasí,Wrenley?

Hubounmomentodesilencio.Luego,Deggancontinuó:—UstednoqueríaquenadievinieseaHanlonHouseparaaveriguarquéhabía

sidodeCorcoran.PoresoenvióaunodesussecuacesaLondres,paraevitarquepudiéramosencontraralgunapista,aunquesíhallamosrestosdeunacartabastanteantigua,enlaqueCorcoransenegabaacolaborarconusted.Esprecisoreconocerque logró convencerle después, pero entonces ocurrieron cosas que alteraron elritmodelosacontecimientos.MerefieroasuspretensionessobrelaseñoraMcDeeyloscelosquesentíaalversedesdeñadoporotro,loquelehizoconcebirlaideadelmonstruo,comounavenganzaderefinadacrueldad.

—Eraunabuenaidea,¿noleparece?—dijoWrenleycínicamente.—Usteddeseabagozarseconlossufrimientosdemisamigos,loscualescreían

ser sinceramenteunosmonstruos.Yo logrédescubrirelengañoy…,dígame,¿hahecholomismoconKateNorth?

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—Prefieronocontestar,Deggan.—La advertencia de su esbirro no ha servido para nada, Wrenley. Nosotros

estamosaquíparaquesehagajusticia.—Temoquehanperdidoeltiempo—sonódeprontolavozdeHiggins—.Tire

elarmaodispararéamatar.Wrenleylanzóunafuertecarcajada.—¡BravoMark,ha llegadoustedenelmomentomásoportuno!—exclamó—.

Manténgalosarayaunosminutos;mientras,haréalgomuyimportante.¿Entendido?—Sí,señor.Higgins se acercó al joven y apoyó en su espalda el cañón de la pistola.

Resignado,Deggandejócaerelrevólver.Enelmismoinstante,Wrenleyentrabaenellaboratorio.Deggancontemplócon

ojossombríoslapuertaquesecerrabadeunfuertegolpe.

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CAPÍTULOXIV

Wrenley contempló con ojos de horror el cuerpo de Patterson, invadido poraquellaextrañaplagadehongos.Pattersonseestremecíaaúnligeramente.

Katecontinuabadesvanecida.LamentedeWrenleyfuncionóconrapidez.Debía llegara laaldeacuantoantes.Enelgarajede laposadahabíauncoche.

Peronopodíaescaparconsuaspecto,quizáhabíaalguienprevenidoenelcamino,dispuestoacortarleelpaso.

Había unmedio, sin embargo, de llegar sin ser advertido. En el peor de loscasos,elpánicoqueinspiraría,seríasuficienteparaevitarlecontratiempos.

La falsa piel delmonstruo estaba lista. Faltaban algunos detalles, que hubieracompletado, una vez aplicada sobre el cuerpo deKate, pero no era cosa de granimportancia.Enlaoscuridad,noseapreciaríaelcierrerelámpagoque,enlosotrosdisfraces, había quedado convenientemente oculto mediante más aplicaciones depielvelluda.

Todo lehabía salidomal, sedijo.Habíaconcebidograndesesperanzasde susexperiencias;podíahaberganadoenormessumasdedinero…yahorano llevabaencimamásqueunoscientosdelibras,procedentesdelabilleteradeMyers.

Bueno,enalgunaparteempezaríaunanuevavida,conotroaspectoyunnombredistinto. Había muchas salidas para un hombre inteligente y resuelto como él,pensó,mientras,yadesnudo,metíalaspiernasenlaspernerasdeltrajedemonstruo.

Pattersonsequejódepronto.Antesdevestirsedeltodo,Wrenley,fríamente,ledisparódostirosalacabeza.

Luegovolcóporelsuelounpardefrascosdealcohol,cadaunodeloscualescontenía varios litros. Disparó de nuevo y el fogonazo inflamó el líquidoinstantáneamente.

Wrenleyechóacorrer.Yaterminaríadevestirseenelexterior.Enelvestíbulo,Degganylosotrosoyeronlosdisparos.Deggantemiólopeor.De súbito, giró un poco y asestó a Higgins un terrible codazo en el vientre.

Higginssedoblósobresímismo,alavezquelanzabaungritodedolor.Deggan terminó de volverse. Loco de ira, pateó al forajido, hasta dejarlo sin

sentidoenelsuelo.Aparróelrevólverdenuevoycorrióhacialapuerta.Maldijoaldarsecuentade

queestabacerradaconllave.Perohabíaunaformadeabrir.Retrocedióunpasoydisparódosvecescontrala

cerradura.Luegogolpeólapuertaconelpie.Seoyóunfuertecrujido.Unaondadecalorsaliófueradellaboratorio.

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—¡Fuego!—gritóCorcoraninstintivamente.Atravésdelasllamas,DeggandivisóelcuerpoinanimadodeKate.—¡Cuídate de ese tipo,Barry!—gritó—.Sácalo al exterior; lo necesitaremos

másadelante.Deggansaltóhaciaadelante.Protegiéndoseconunbrazo,atravesódeunsaltola

barreradellamasypasóalotrolado.Kate empezaba a moverse. Deggan soltó las abrazaderas de los tobillos y la

tomóenbrazos.Elfuegoseincrementabaporsegundos.Deggancomprendióqueyanopodría

utilizaraquellapuerta.Pero el laboratoriodisponíadeventanas.Dejó aKate en el suelo, agarróuna

banquetaydestrozóagolpestodoslosvidriosdeunadelasventanas.Katelanzóungemido.—¿Estásbien?—preguntóDeggan,inclinándosesobreella.Katehizountorpegestodeasentimiento.Degganlahizoponerseenpie.—Vamos—dijo—.Dentrodeunminuto,estoseráuninfierno.La chica caminó con dificultad.Deggan la alzó en peso, para hacerla pasar a

travésdelaventana.El aire fresco reanimó a Kate. Deggan saltó fuera y se la llevó lejos del

laboratorio,queyaeraunaenormemasadellamas.Algunos frascos estallaban con enorme estrépito y sus ruidos aumentaban el

fragordelacatástrofe.DegganyKatesealejarondelacasa,hastahallarseenlugarseguro. Corcoran y el prisionero estaban también fuera de la casa. Higginscontinuabasinsentido.

—Wrenleyhaescapado—dijoDeggansombríamente.—Esuntipoconsuerte—comentóCorcoran.—No creas. La policía acabará por encontrarle. En cuanto a este sujeto, nos

explicarámuchas de las cosas que han pasado aquí,mientras túmerodeabas porDevil’sLands.

Kateempezabaarecobrarse.—Esehorribleindividuo…Queríatransformarmeenunmonstruo,comohizo

conelseñorCorcoranylaseñoraMcDee…Degganysuamigocambiaronunamirada.—Kate,meparecequenotehasdadocuentadequeelseñorCorcoranestáaquí

ynoprecisamenteconaspectodemonstruo—dijoeljoven.Ellalanzóungrito.—¡Escierto!Shatto,¿cómolohasconseguido?

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—Nohabíatalmonstruo—respondióDeggan—.Peroyateexplicarémástarde.—Estoypreocupado—manifestóCorcorandepronto.—¿Porqué?—preguntóDeggan.—Aquellosgranosdetrigogigante…Habíansidoatacadosporunaenfermedad

criptogámica…Probablemente, loshongosdeesaplaga sedesarrollarán tambiénconenormerapidez.Puedenresultarmuypeligrosos.

—APattersonleatacaron—dijoHigginsdepronto.Entonces,Deggancreyórecordarhabervistouncuerpohumanotendidoenel

suelo.—Enesecaso,¿contraquiéndisparóWrenley?—Seguramente,contraPatterson,paraevitarlesufrimientos—contestóHiggins

desanimadamente—.Yolevielcuello;eraalgohorrible…Corcoranseestremeció.—Habráquequemartambiénelinvernadero—exclamó.—¿Arderánlasplantas?—dudóDeggan.—En todo caso, traeremos gasolina o petróleo, si el fuego de la casa no se

propagaalinvernadero.Peroeslaúnicaformadeevitarqueesaplagaseextienda.Degganasintió.Delantedeél,HanlonHouseeraunamasadefuegoqueardíaen

pompadesdeloscimientosaltejado.—Serámejorquenosalejemosdeaquí—sugirió.Higginsnoteníaintenciones

deescapar.—Lodirétodo—manifestó,conlaesperanzadesalirbienlibrado.—¿QuiéneraMyers?—preguntóDeggan.—UnprestamistadeLondres—respondióHiggins—.Habíaprestadodineroal

señorWrenleyyvinoareclamarladeuda.Wrenleylomató,conunafalsagarra…—Ustedesleayudaron.¿Porqué?Higginsdesviólamirada.—Pagababien—tratódejustificarse.Degganmeneólacabeza.—Habríaquever la formadepropagarel fuegode la casaal invernadero—

dilo.Parte del techo se hundió de pronto, con gran estrépito. Empezaron a oírse

ruidosdecristalesquesaltabanenelinvernadero.—Enelgarajehayunbidónconpetróleo—indicóHigginsdepronto.Deggan

miróasuamigo.—Barry,manosalaobra—exclamó.Loscuatroecharonaandarhaciaelgaraje,queestabaenelladoopuestodela

casa, y al que las llamas habían respetado hasta entonces. Era preciso actuar con

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rapidez.Mientrashacíanrodarelbarrildecombustible,Deggannopudopormenosdeexpresarsupreocupaciónenvozalta:

—¿DóndediablosestaráWrenleyahora?

***

Disfrazado,Wrenleyhabíaconseguidollegaralaaldea.Habíaseencontradoconun par de hombres, a los que dio un susto mayúsculo, haciéndole correrdespavoridos.Otros, sin embargo, habían divisado el resplandor que brotaba delincendioyacudíanaHanlonHouseparaversipodíanhaceralgo.

El estrépito en la aldea era considerable. Luke Barris y su esposa estabandespiertos.Barrisdudabaacercadeloquedebíahacer.

—Esobradelmonstruo—masculló.Sentíase obsesionado por la fiera, desde el día en que la oyó en la tienda. El

deseodevengarseydeexterminaraaquellaalimañaeramásfuertequenunca.Barristeníaescopetasenlatienda,perosabíaquelosperdigonesyaunlasbalas,

pocodañopodíanhaceralmonstruo.Teníaalgomejor.Andabayarozandoelmediosiglo.Veinticincoañosantes,sehabíaenfrentado

conunmonstruomuchomásespantosoqueelquehabitabalospantanosdeDevil’sLands.

El monstruo pesaba sesenta toneladas y estaba armado con variasametralladoras y un cañón de 88.Barris lo había hecho arder con una botella degasolina.Lehabíandadounamedallaporsuhazaña.

Elfuegolodestruíatodo,pensó,mientrasseponíalospantalones.Peroahora,ademásdelabotelladegasolina,teníaalgomejor.

Unperroladróderepentealpiedelacasa.Barriscorrióhacíalaventana.El can ladraba furiosamente. Algo se movía con cautela por la trasera del

edificio.—Porfin—dijoBarris,enseñandolosdientesenunasonrisadesatisfacción.Susarmasestabanenlahabitacióncontigua.Barriscorrióhaciaallíyencendió

lamechadealgodón,sujetaalabotelladegasolina.Luegoseasomóalaventana.Elmonstruoestabaapuntodepasarpordebajo.Barris lanzólabotellaquese

estrellóenelsuelo,delantedelacosa.Unallamaradasurgióenelacto.Bajosumáscara,Wrenley,queestabayaapuntodealcanzarlasalvación,lanzó

un horrible rugido.Casi en el acto, el contenido entero de un cubo,más de diezlitrosdepetróleo,cayósobresucabezaysedesparramóportodosucuerpo.

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El monstruo se convirtió instantáneamente en una masa de llamas. Horriblesalaridosbrotabandesugarganta.Enloquecidodedolor,Wrenleyechóacorrer…

Los vecinos se congregaban todavía en la calle principal para ir a HanlonHouse.Desúbito,vieronaparecerunacosaenvueltaenllamas,delaquebrotabanrugidosinhumanos.

Unatremendadesbandadaseprodujoenelacto.Wrenleyseabrasabavivo.Lasegundapieldeespumadegomaardíadeunmodoespantoso.Depronto,perdióelconocimientoysederrumbóalsuelo.

Alguien, pasados unos minutos, se atrevió a acercarse con un extintor deincendios.Cuandoelfuegoseapagó,todospudieronverelcuerpoennegrecidodeunhombre.Lasllamashabíanrespetadosufigura,peroWrenleyhabíamuertoporelcaloryconlospulmonesquemadosporelfuego.

***

—Nosotros iremos aLondresmuypronto—dijoCorcoran—.Nora tienequeliquidartodavíasunegocio.Además,yohedequedarmeenHanlonHouseparaverquenoseextiendalaplaga.

—Tengoquedecirteunacosa,Barry—manifestóDeggan.—Sí,Shatto,loquequieras.—Me parece muy bien que sigas experimentando en tu especialidad, pero

aunquemetomesporretrógrado…nopasesdelasdoscosechasdetrigoanuales,enelmejordeloscasos.Nosoyentendidoenlamateria,porsupuesto,perocreoquenoconvieneforzarlanaturaleza.

Corcoransonrió.—Tienesrazón—convino.DegganestrechólamanodeNora.—Seráunbuenmarido,aunquealgodespistado—vaticinó.Norasonrió.—Eso hará menos monótona la vida matrimonial—aseguró. Deggan y Kate

subieronalcoche.Agitaronlasmanosysonrieron.Elautomóvilarrancó.Katesearrellanóenelasientoylanzóunhondosuspiro.—DemodoqueWrenleyestabaen tratosconalguienparavenderel resultado

desustrabajos,que,enrealidad,procedíandelosdeBarry.—Sí,peroesealguiennohadadolacaray,enrealidad,noimportademasiado,

porquenoselepuedeculpardelasbarbaridadesquecometióWrenley.—Es cierto—Kate volvió a suspirar—. Bien, otra vez a la vidamonótona y

aburrida…

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—¿Locreesasí?—Hombre,túverás.—Kate,yononecesitounasecretaria.—Losiento.Pensabaquemeofreceríaselpuesto.Deggansonrió.—Tengoparatiotracolocaciónmejor—dijo.—Me pregunto cuánto debe de valer un traje de novia. ¿Sabes tú algo al

respecto,Shatto?Degganlamirósorprendido.—Síqueeresespabilada—rezongó—.Perosicreesqueeltrajeescaro,puedes

alquilarlo.Y,aúltimahora,cualquiervestidosirve.Creoyo.Katerióalegremente.—Tienesrazón.Elvestidonoimportaenabsoluto,aunque…Deggansuspiró.—Estábien,teregalaréeltrajedenovia—dijo.

FIN

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LUISGARCÍALECHA.NacióenHaro(LaRioja)en1919.Con17añoseldestinolehizoalistarsecomoinfanteenelbandonacionalde laGuerraCivil.«Vanasercuatrodías»,ledijeron,«yconocerásmundo».Peroloscuatrodíasseconvirtieronen tres años de guerra y para rematar la faena, ya con el gradode teniente de laLegión, lomandaron alPirineo.EnLérida conoció a la que fue sumujerTeresaRoig.

Habíaquebuscarselavidaysedecidióaingresarenelcuerpodefuncionariosdeprisiones en la cárcel Modelo de Barcelona. El destino quiso que en la prisión,cumpliera condena uno de los grandes de la literatura «de a duro», FranciscoGonzálezLedesma,«SilverKane», conelquecomenzóa colaborar, enprincipiopor pura curiosidad. Pero la curiosidad se fue convirtiendo en pasión y elfuncionarioenescritor.

Laposibilidaddeganarselavidacomoescritorledecidenaabandonarsutrabajode funcionarioyconsagrarsealoficioalquededicó todos losdíasde suvidaenjornadasdedocehoras.

ClarkCarradosteníaquesacaradelanteasumujeryasuscuatrohijosysepusoalaheroicatarea.Alasseisdelamañanaenlamáquinadeescribirhastalahoradecomer.Siestaynuevasesiónhastalacena.

Sóloasípodíallegaraescribirlastresocuatronovelasalasemanaqueleexigían

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las editoriales—Bruguera,Toray—que imponían a su cuadra de escritores unascondiciones leoninas, de trabajo a destajo, sin sueldo, que convertían a los«escribidores»enauténticosestajanovistasdelaliteraturapopular.

TambiénhasidoautordeartículosdehumorparalostebeosCan-CanyD.D.T.,delaeditorialBrugueraydenumerososguionesparahistorietasdeHazañasbélicasydeaventuras.

GarcíaLecha, un hombre introvertido aunque alegre, se enclaustró en su casa dedondeapenassalía,construyófolioafoliounaobraliterariaenlaquefiguranmásde2.000novelasdetodoslosgéneros,oeste,cienciaficción,policiales,terror,etc.Utilizó los seudónimos de Clark Carrados, Louis G.Milk, Glenn Parrish, CaseyMendoza,KonratvonKasellayElmerEvans.

FallecióenBarcelonael14demayode2005.