Las transformaciones del mapa cultural. Una visión desde América Latina

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    Las transformaciones

    del mapa cultural

    Una visin desde Amrica LatinaJess Martn-Barbero

    (en:mbitos, Revista Andaluza de Comunicacin,N 2, Sevilla, 1999; y luego enRevista Latina deComunicacin Social N 26, 2000. Universidad

    de La Laguna, Canarias)

    (...) bienvenidas sean las redes informticas, Internet,etc. El problema es qu sociedad va a salir de unasciudades sin cuerpo, sin espacio, sin centro, que lamayora rehye recorrer; donde ya no nos quierenreunidos sino slo conectados. S, realmente la cantidadde informacin es mil veces mayor, pero la calidad decomunicacin es menor. Algunos plantean la posibilidadde comparar al navegante de Internet con el paseante delas grandes avenidas. Pueden servir de metfora, esposible que haya elementos en comn. Uno de loselementos ms interesantes para W. Benjamin eraprecisamente la ciudad de los pasajes, llena de vitrinas,de escaparates, como una de las caractersticas mayoresde la ciudad moderna. De alguna manera Internet es una

    avenida llena de vitrinas tambin, pero (...) cul es elfuturo de la sociedad y la poltica en una ciudad en la quecada vez es ms difcil y menos gratificante el encuentropersonal, corporal, y donde lo que se nos ofrece esjustamente el contacto en el espacio, ya no privado perotampoco pblico, de la red?

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    El profesor Jess Martn-Barbero llev a cabo a princi-

    pios de 1999 un viaje por Espaa. Estuvo en Catalua yAndaluca. En esta ltima comunidad autnoma mantu-vo encuentros con profesores, imparti seminarios y cur-sos de doctorado. Uno de estos cursos lo desarroll en la

    Facultad de Geografa e Historia de la Universidad deSevilla, en el Departamento de Antropologa Social, in-

    vitado por el Dr. Antonio Mandly Robles. mbitos resu-

    me a continuacin algunas de las ideas que Martn-Barbero expuso en febrero de 1999 en el citado Departa-mento. La trascripcin, adaptacin, el ttulo de este textoy hasta sus apartados son aportacin de la propia revista,

    si bien todo ha sido sometido al examen del Dr. Martn-Barbero.

    En el curso de doctorado impartido en Sevilla, Jess

    Martn-Barbero abord las transformaciones del mapa

    cultural, la ciudad como espacio de comunicacin y mul-ticulturalidad, as como el tema de la globalizacin, loca-

    lizacin e industrias culturales.

    En el texto que se ofrece a continuacin, el Dr. Martn-Barbero lleva a cabo un repaso de su trabajo como inves-tigador de la comunicacin; nos habla de su lucha contra

    la hegemona cultural de los Estados Unidos; de la in-corporacin de la comunicacin a los procesos sociales yculturales; de la necesidad de ayudar a distinguir entre

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    lo que los medios de comunicacin tienen de sumisin,de complicidad con las lgicas del mercado y con lo que

    esas lgicas imponen de superficialidad y deformacin

    cultural. Hoy los procesos de comunicacin masivaestn dinamizados por la lgica mercantil y por procesosde superficializacin y degradacin cultural. Esto hay

    que diferenciarlo del papel que los medios de comunica-

    cin juegan en la vida cotidiana de la mayora de lagente, de la manera en que inciden en la cultura cotidia-

    na de la mayora, creando modelos de comportamiento,

    imaginarios, expectativas de vida, etc. La industrializa-cin acelerada como contraste entre las culturas primi-tivas y la actual, la incorporacin de la tcnica comodimensin fundamental de la cultural urbana moderna

    (que ha originado que los ciudadanos se refugien en casa,ante el televisor, por ejemplo, como consecuencia de lainseguridad ciudadana), son otros aspectos aqu tratados.

    Presentacin

    Como la gente de ms edad sabe, los que vivimos del

    cuarenta al cincuenta en Espaa atravesamos una situacinculturalmente muy difcil y deformante. La manera como el

    franquismo adopt el folklor andaluz identificando con l lacultura espaola, por una parte deform el sentido del fol-

    klor andaluz y, por otra, excluy el resto de las culturas deEspaa, en concreto la de mi tierra de origen, la de Castillala Vieja. Tuve que esperar aos para enterarme de que en

    Castilla haba tradiciones musicales y dancsticas propias.

    Mi generacin vivi una situacin profundamente con-

    tradictoria porque nos formamos detestando aquel folklorque se nos impuso como el nico a travs del cual se expre-saba esa unidad metafsica que para el franquismo fue Es-

    paa. Fue en Colombia a donde llegu en el ao 63 y don-

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    de resido desde entonces, salvo tres aos y medio en los queestuve haciendo el doctorado en Lovaina donde tuve que

    reaprender la historia de Espaa y de Amrica Latina, y fue

    en ese aprendizaje que me reencontr con la o las culturasde Andaluca. Pero es este viaje el que me est posi-

    bilitando reencontrarme, tanto acadmica como vitalmente,con este mundo tan entraable que forma parte de mi histo-

    ria cultural an cuando esa parte fuese opacada por lasexperiencias de la adolescencia. Les aseguro que venir a

    Andaluca no ha sido slo un avatar acadmico sino una

    experiencia personal de encuentro con la cultura, con elmundo cultural andaluz.

    Agenda del seminario

    Voy a hablar de las transformaciones del mapa cultural,

    de cmo percibimos desde ese laboratorio de identidadesque es Amrica Latina las transformaciones de fondo que

    est atravesando el mapa de las culturas, al menos delmundo occidental, y especialmente de nuestros pases ibe-roamericanos. Posteriormente plantear un espacio clave de

    transformaciones culturales en las que los medios estn jugando un papel cada vez ms importante, y no slo los

    medios sino la propia concepcin hegemnica de lo que escomunicacin: la ciudad, esto es, la ciudad como espacio de

    comunicacin, algo que me parece fundamental para en-tender los nuevos oficios que han entrado a ocupar losmedios.

    Empezar por una pequea introduccin que ubique el

    sentido de mi reflexin, de mi trabajo. Como ustedes hanvisto por la presentacin de mi currculum, procedo ini-cialmente de la filosofa, pero ya en mi formacin de doc-

    torado me introduje en el mbito de la semitica y de laantropologa. La experiencia que est en la base de mi tra-

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    bajo en estos ltimos casi treinta aos es la de un filsofoinmerso en el campo complejo y contradictorio de la comu-nicacin. Mi oficio en ese campo ha sido, por una parte, el

    de luchar contra la visin hegemnica, especialmente veni-da de los Estados Unidos, que trata de convertir el estudiode los procesos de comunicacin en una especie de discipli-na autnoma, separada del mbito de las ciencias sociales.sta ha sido una de mis batallas largas, la de agitar la nece-sidad de que las ciencias sociales, empezando por la his-toria, siguiendo por la antropologa y la sociologa, se hagan

    cargo de lo que est sucediendo en este mbito estratgicopor el que pasan algunos de los cambios ms profundostanto en el mundo de la cultura como en el mundo de lapoltica hoy. La primera batalla, que he venido librando enestos treinta aos, ha sido la de incorporar el estudio de losprocesos de comunicacin y de los medios al mbito de lasciencias sociales. Y, por otro lado, mi otra batalla ha sido la

    de ayudar a distinguir entre lo que los medios de comunica-cin tienen de sumisin a (y complicidad con) las lgicasdel mercado, y lo que esas lgicas imponen de superficiali-dad, de deformacin cultural. La necesidad de diferenciar elhecho de que hoy da los procesos de comunicacin masivaestn dinamizados bsicamente por la lgica mercantil (conel consiguiente proceso de superficializacin, e incluso de-

    gradacin cultural), de ese otro hecho: el papel estratgicoque los procesos y los medios de comunicacin masiva juegan en la vida cotidiana de la mayora de la gente; lamanera en que esos procesos inciden en la cultura cotidianade la mayora de la gente, en sus imaginarios, en sus expec-tativas de vida, en sus modelos de comportamiento, en susmodelos sobre lo moderno y lo atrasado, lo bello y lo feo, lointeresante y lo aburrido. Esta batalla me parece fundamen-tal: luchar contra la tendencia de la lite intelectual a meteren la misma bolsa la crtica necesaria (indispensable) a loque en los medios hay de lgica mercantil, a lo que en losmedios hay de deformacin cultural, de superficialidad, y el

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    papel mediador que los procesos de comunicacin masivaejercen hoy entre matrices y memorias culturales, que vie-nen de muy lejos en la historia, esto es, los formatos de las

    narrativas que hoy tienen los medios masivos. Si los mediosson importantes no es debido a la genialidad de la gente quetrabaja en ellos, es debido a que en los medios se entrelazanformatos contemporneos con modos de narrar, de imagi-nar y de expresar que tienen memorias de largo alcance.

    Aspiro en este seminario a mostrar, especialmente a los

    antroplogos, la necesidad de que su mirada no siga ancla-da nicamente en las culturas tradicionales, por ms impor-tantes que ellas sean para la vida de nuestros pases. Necesi-tamos dejar de oponer lo que pasa en el mundo de las cul-turas tradicionales a lo que pasa en el mundo de las culturasurbanas y las industrias culturales que constituyen hoy losmedios masivos, que normalmente son vistos como una

    especie de mundos irreconciliables. Por un lado el mundode las culturas tradicionales como el mundo de nuestraautenticidad, de autoctona, de nuestra verdad profunda;por otro, el mundo de los medios masivos como el mundode la frivolidad y de la pura actualidad instantnea. Nopodemos seguir anclados en el pensamiento dualista, espreciso salir de la razn dualista para entender cmo se

    relacionan esas memorias que viven a travs de las culturastradicionales con las contemporaneidades expresivas, co-municativas, narrativas, que pasan por los medios masivos.ste es el mbito de mi reflexin.

    He tenido la suerte de haber encontrado en mi trabajo,por un lado, fuertes mbitos de oposicin hacia los riesgosque comparta mi pensamiento, pero tambin una enormeresonancia, de punta a punta de Amrica Latina, para conlos interrogantes que he venido planteando desde hace vein-te aos. He viajado desde Mxico hasta la Patagonia anali-zando la incidencia de los medios masivos en los procesos

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    de cambio de la cultura cotidiana de las mayoras popula-res, y ello tanto en el mbito de las facultades de ciencias

    de la comunicacin como, ltimamente, en el mbito de las

    ciencias sociales. Y esta experiencia latinoamericana es qui-z la que siento ms fecunda en mi vida, de tal manera quecuando la gente me pregunta si soy espaol o colombianotengo ltimamente el descaro de responder algo que puede

    desconcertar: an teniendo la doble nacionalidad respondoque no dej de ser espaol para hacerme colombiano, pues

    lo que yo me siento es latinoamericano.

    Amrica Latina es un espacio de diversidad enorme pero,a la vez, es ese mgico espacio en el que culturas profun-damente diversas se expresan en un mismo idioma. Entre

    Guanajuato y Buenos Aires hay quizs tanta distancia oms que entre Andaluca y Suecia, pero culturalmente haytanta o ms diversidad cultural que entre aquellas; y el mi-

    lagro es que en Guanajuato y en Buenos Aires se habla elmismo idioma. Por supuesto que esa diversidad se expresaen que ms de la mitad del vocabulario cotidiano es distinto

    en cada pas, pero ste es otro milagro: cmo podemostener en comn un idioma en el cual el vocabulario cotidia-no de la mayora de la gente de cada pas expresa la

    anchura de la diversidad de sus mundos culturales. Una

    buena muestra: mi llegada a Colombia en octubre del ao63 fue ya bien entrada la noche, y cuando a la maanasiguiente baj a la cafetera del hotel a desayunar, la chica

    que atenda me salud preguntndome Le provoca unperico?. Para un abulenseprovocarsignifica incitar a pelear,

    o dar nuseas, y unperico es un loro. Ah aprend que estaba

    realmente en otro mundo: lo que me estaba preguntando era

    si quera un cortado, un caf con un poquito de leche, peroen Bogot provocar equivala a desear y un perico era uncortado. Ese mismo da aprend tambin que cuando meofrecan un tinto no era un vaso de vino de tinto, sino un

    caf... colombiano por antonomasia!

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    Un mapa de los cambios culturales

    Entremos ya en el anlisis del mapa de cambios culturalesen nuestros pases. El primer cambio est en que, hasta hace

    poco, era muy clara la diferencia entre dos conceptos decultura: el que ha elaborado la antropologa, que era el re-

    ferido a las culturas primitivas, y el que ha elaborado la

    sociologa para comprender las culturas modernas. Y esto

    pareca no slo muy claro sino una distincin indispensable.Para la antropologa cultura es todo, de manera que cuando

    un antroplogo llega a una etnia, a una tribu primitiva,

    cultura es tanto la forma del hacha como el mito, la malocasu hbitat como las relaciones de parentesco y el reperto-

    rio de las plantas medicinales. Para el antroplogo, pues,

    cultura es todo. Para el socilogo, al revs, cultura es slo

    un determinado tipo de actividades, de prcticas, de obje-tos, de productos, y casi todos ellos pertenecientes al canonde las artes y de las letras. La sociologa sigue pensando as

    la cultura, incluso cuando se es un socilogo tan de izquier-das como Pierre Bourdieu. La cultura para Bourdieu siguesiendo la msica, la pintura, el teatro, la danza, la arquitec-

    tura, etc. Esta separacin constitutiva de los saberes en la

    modernidad, esta dicotoma en los modos de pensar lacultura desde la antropologa y la sociologa est sufriendo

    actualmente un emborronamiento muy fuerte a partir de undoble movimiento: por una parte est el movimiento deespecializacin cultural. Este movimiento de especializa-

    cin va indudablemente ligado al movimiento de indus-trializacin de la cultura. Toda la cultura, tanto la cultura

    primitiva como la cultura moderna, est viviendo un pro-ceso acelerado y estructural de industrializacin que es un

    proceso que desvincula la produccin cultural del mbito delas comunidades para insertarlo en instituciones de especia-lizacin de los productores y de estandarizacin de los

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    productos, y cada vez de una mayor segmentacin de losconsumidores. Hoy no podemos pensar ni las culturas pri-

    mitivas ni las culturas modernas por fuera de este proceso

    estructural, como ya lo percibieron los autores de Frankfurt,especialmente Adorno y Horkheimer, desde su famoso librodel ao 43 La dialctica de la Ilustracin, donde acuaron el

    concepto de industria cultural.

    Desde entonces, pero de una manera mucho ms fuerte y

    ms visible en los ltimos veinte aos, las culturas estn

    viviendo este proceso de industrializacin-especializacinque hace que la industria cultural sea cada vez ms estainmensa mquina de produccin de bienes simblicos cadavez ms especializadamente ligados a determinados pbli-

    cos. Aunque algunos se escandalicen de este pequeo lis-tado que voy a hacer, estoy convencido de que es as. Esta

    mquina de produccin de bienes culturales para determi-

    nados pblicos es lo que hace hoy la prensa con sus lec-tores: no hay ms que asomarse a cualquier kiosco de pe-ridicos y ver la gama de revistas, de peridicos para todolector, desde el que se interesa por la revista El paseante

    hasta el que se interesa por la revista Hola!; pero de alguna

    manera la mquina productora trabaja sobre este mismopivote que es la especializacin y la segmentacin de pbli-

    cos. Es lo mismo que hace la televisin con sus audienciasy, por supuesto, la radio incluso desde antes que la televi-sin. Y es tambin lo que hace cada vez ms la escuela consus alumnos, e incluso las iglesias con sus fieles; tambin las

    iglesias forman hoy parte de esta fbrica de bienes simbli-cos cada vez ms especializada y ms segmentada.

    Entonces el primer movimiento que desdibuja aquel ma-pa de la separacin entre cultura primitiva y cultura moder-na es este movimiento de industrializacin acelerada. Valgacomo muestra de esa disolucin este ejemplo: hoy da gran-

    des modistos del mundo recorren Amrica Latina de punta

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    a punta buscando la renovacin del diseo textil en la arte-sana de las etnias, de modo que cuanto menos en contacto

    tengan esas formas y diseos tnicos con la civilizacin

    occidental mejor, porque hay mucha ms diferencia y, porlo tanto, mucha ms capacidad de innovacin. Y ustedessaben que la industria funciona a la vez estandarizando e

    innovando; no puede funcionar sin estandarizar, pero tam-

    poco puede funcionar sin innovar. Yo dira que el diseo demoda textil, y cualquier otro, necesita de las llamadas cul-

    turas primitivas justamente para innovar, para renovar sus

    propios diseos, sus propios modelos. Por tanto, ni las cul-turas primitivas ms alejadas en el tiempo y en el espacio seven libres hoy de este proceso estructural de industrializa-cin de la cultura.

    Viviendo el vrtigo de la racionalizacin y la hegemona

    de la tcnica

    El segundo movimiento es el de antropologizacin, pueses la vida social toda la que hoy se convierte en cultura.Hoy son sujeto/objeto de cultura tanto el arte como la sa-

    lud, el trabajo o la violencia. Y se habla de cultura urbana,de cultura juvenil, de cultura de gnero, de cultura profesio-

    nal, de cultura organizacional, empresarial, de culturaaudiovisual, etc. Por aqu pasa un proceso clave. Ms allde lo que haya de superficialidad en la moda de hablar decultura, incluso a propsito de la cultura bancaria (!) hay en

    ello un hecho profundo: el vrtigo de la racionalizacinpareciera haber llevado la modernidad al enloquecido, co-

    mo si la razn moderna se hubiera salido de madre y aque-lla capacidad suya de distinguir y de oponer estuvieragirando en vaco; as, nos encontraramos con que igual que

    para el antroplogo cultura es todo, para el socilogo urba-no hoy tambin cultura es todo, cultura es el mundo del

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    trabajo, el mundo de la salud, el mundo de la organizacinempresarial o el mundo de la violencia juvenil.

    Esta antropologizacin de la sociedad moderna, esta es-pecie de reencuentro perverso entre sociedad moderna ysociedad primitiva tiene, a mi ver, una segunda cara y essobre todo la incorporacin de la tcnica como dimensin

    fundamental, como entorno de la cultura urbana moderna.Para cualquier antroplogo una de las dimensiones claves

    de la cultura de una etnia es lo que en antropologa se llama

    la cultura mate, que evidentemente tiene que ver con laforma con que esa etnia lucha por sobrevivir y se enfrenta alos conflictos con la naturaleza: la sequa, la lluvia excesiva,la manera en que organiza sus modos de labrar la tierra, sus

    modos de fabricar los vestidos, el hbitat, sus modos depescar, sus modos de cazar. Es decir que la dimensin ma-

    terial de la cultura para los antroplogos siempre fue cul-

    tura, pero para la sociedad moderna parecera que la raznhabra dejado fuera de su nocin de cultura las dimensionesmateriales de la vida social reservando ese nombre solamen-te para las dimensiones espirituales que se expresan en la

    espiritualidad de las artes y las literaturas.

    Uno de los cambios profundos que trae consigo el embo-

    rronamiento de la separacin entre cultura en sentido an-tropolgico y cultura en sentido sociolgico tiene que ver engran medida con el espesor que adquiere la tecnologa en la

    sociedad urbana actual. Es decir, hoy da ningn investiga-dor de la vida urbana puede dejar de incorporar la dimen-sin antropolgica de la cultura material que pasa por la

    tecnologa. Una tecnologa que, para empezar, ya no es

    aquella que nos toca de modo puntual y en algunos mo-mentos o espacios de la vida, pues tecnologa toca hoy alciudadano de modo transversal, esto es, atravesando todas

    sus actividades y mbitos, tanto laborales como familiares,tanto en el estudio como en el juego; desde la tecnologa

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    incorporada a las nuevas formas del dinero las tarjetas quemediante redes y flujos financieros llegan hasta sustituir lamoneda hasta toda la tecnificacin acelerada del comer,

    del habitar, del trasladarse, pasando por la intermediacintecnolgica que atraviesa el propio mundo de la literatura,de la msica, de la plstica, tanto en su produccin como ensu reproduccin.

    La tecnologa ya no puede ser pensada en trminos deaparatos; la tecnologa tiene que ser pensada en trminos de

    lenguaje, de escrituras, en trminos de dispositivos de crea-cin, de produccin de conocimiento; de hecho, el divorciotodava fuerte entre el mundo del sistema educativo y elmundo de la comunicacin meditica, est en que aquelsigue todava organizando el mundo escolar (desde la pri-maria hasta la universidad) en torno a un solo eje que es ellibro, y al que opone tajantemente el modelo de comunica-

    cin que rige al mundo audiovisual y de la informtica. Deah que el sistema escolar siga sin entender que hay hoynuevos lenguajes, saberes y formas de aprendizaje frente alos cuales la escuela se est encerrando en s misma, estponindose a la defensiva frente a esa disparidad de saberesque no circulan en ella ni se hallan sometidos a la legitima-cin que otorga la escuela no le piden permiso para ser

    saberes socialmente valiosos, no slo socialmente vlidossino socialmente valiosos. ste sera un primer cuadro decambios.

    Culturas tradicionales, culturas nacionales, culturas

    urbanas

    Veamos ahora un segundo cuadro de cambios en el mapacultural. Quiero referirme a los cambios que estn sufriendolos tres grandes mbitos culturales: el de las culturas tradi-cionales, el de las culturas nacionales y el de las culturas

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    urbanas. Primero, en lo que respecta a las culturas tradicio-nales me refiero a las de Amrica Latina. Dejo a ustedes

    hacer la traslacin a Espaa y en concreto a Andaluca.

    Porculturas tradicionalesentiendo las culturas precolombi-nas, las culturas negras y en gran medida las culturas cam-

    pesinas, a las que no llamo rurales pues la oposicin entrerural y urbano, que ha sido hace poco otra oposicin fun-dante, y tranquilizante, est sufriendo una transformacin

    radical. Ms que lo que tiene que ver con la ciudad, lo ur-

    bano designa hoy el proceso de insercin de los territorios ylas comunidades en lo global, en los procesos de globaliza-cin. De tal manera que lo urbano ya no tiene exterioridad:no hay algo que escape a las lgicas de inscripcin en los

    movimientos de lo global... por ms adentro de la selvaamaznica que se encuentre. Lo rural en su oposicin a lo

    urbano se desfigura y se desubica por su acelerada exposi-

    cin a la dinmica tecnolgica, en el mbito de la pro-duccin, y de los medios audiovisuales en el mbito de lacultura.

    Como nunca a lo largo de la historia occidental, las cultu-ras tradicionales, tanto las culturas indgenas como las cul-turas negras en Amrica Latina, como las culturas cam-

    pesinas, se ven hoy cada vez ms involucradas en procesosde interaccin con las otras culturas de la nacin y delmundo. Es decir, estas culturas tradicionales que en gran

    medida subsistieron hasta los aos cincuenta por su escasaexposicin al proceso de modernizacin, se hallan ahorainmersas en un proceso cada vez ms intenso y rpido de

    comunicacin, de interaccin con otras culturas; con las cul-

    turas modernas nacionales y tambin con otras culturas deotras naciones, de otros pases e incluso de otras civilizacio-nes. Es un primer cambio que me parece fundamental: la

    relacin de las culturas tradicionales con las modernas ycon otras culturas tradicionales de otras civilizaciones se

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    est intensificando de modo cada vez ms fuerte y cada vezms acelerado.

    Esta intensificacin de la comunicacin, al menos en elsentido de que se ven expuestas a la accin de otras cultu-ras, est trayendo consigo un desconcierto para los antro-plogos. Me atrevera a decir que en Amrica Latina los

    cambios de las culturas tradicionales van mucho ms depri-sa que los cambios en las teoras antropolgicas... Van mu-

    cho ms deprisa las comunidades que los antroplogos!

    Estos siguen en gran medida todava pensando las culturastradicionales ligadas indisolublemente a un territorio y a untiempo cclico, pero esas islas culturales a cuya existenciasiguen aferrados los antroplogos se hallan en trance de

    desaparicin. Habiendo vivido veintids aos en la ciudadde Cali, que est situada entre el Pacfico que tiene densasculturas negras y el Departamento del Cauca, uno de los

    ms poblados etnias indgenas como los paeces y los guam- bianos, lo que yo he ido observando es que los indgenassaben muy bien cundo visitar al chaman y cundo tomar

    antibiticos. De modo que cualquier intento de oponer, porparte del antroplogo, la medicina occidental a la medicinaautctona es soslayado por la sabidura de las culturas tra-

    dicionales y su capacidad de seguir mestizando, hibridando,

    seguir acabando con las purezas metafsicas de las esenciasculturales.

    Aqu se produce pues, en este momento, un problemamuy serio desde el punto de vista poltico porque, salvo pe-queos grupos de antroplogos sobre todo jvenes que

    estn sabiendo cambiar con las comunidades, todava hayantroplogos que llegan a estas etnias a encontrar pruebas

    de lo que aprendieron en los libros... Y claro que las en-cuentran! Pero al costo de no ver los cambios que hacenobsoleta la teora. Hay una tendencia muy fuerte entre los

    antroplogos a aplicar a sus objetos de estudio modelos de

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    vida que ya no son los de las comunidades indgenas reales,ya que hay en stas una gil conciencia de que la misma

    proteccin de su memoria larga pasa a la vez por desconfiar

    de los procesos de dominacin que se disfrazan de comuni-cacin, y por saber servirse de ellos para construir un futuroen que sus memorias sobrevivan, pues intuyen que de locontrario se estaran irremediablemente suicidando, o con-

    virtindose en reservas para museos, como las de los in-dios norteamericanos. Y es que en verdad toda su historia

    ha sido una larga historia de procesos de mestizaje e inter-

    cambios, de procesos de comunicacin. As pues, frente a lavisin purista de una antropologa obsesionada porconservar

    las culturas tradicionales en Amrica Latina, como clara-mente lo demuestra el movimiento zapatista de Chiapas, en

    Mxico, no quieren ser piezas de museo, quieren ser ingre-dientes de futuro y no slo recuerdos del pasado. Esto es lo

    que choca muchas veces con la visin antropolgica, esa s

    tradicional al no aceptar que estas culturas lo que buscanno es slo conservar sino tambin desarrollarse, esto es,inventar. Definitivamente hay mucha ms nostalgia en lamoral de los antroplogos que en las prcticas cotidianas de

    las culturas tradicionales. Lo que no niega que la nostalgiaes un sentimiento humano muy profundo y valioso, en lamedida en que nos ayuda a no tomar lo presente por lo

    nico vlido, pero tambin es muy peligroso; culturalmentepuede ser incluso suicida, en la medida en que mira sola-mente el espejo retrovisor. Pensar que cualquier tiempo pa-

    sado fue mejor puede significar que no queda sino un cuartode hora de futuro. La lucidez con que los indgenas deChiapas estn utilizando Internet utilizndolo en serio, no

    folklricamente, esto es, para buscar aliados polticos de sus

    derechos humanos en el mundo nos habla mejor que lams larga y bien intencionada tesis acadmica de cmoentienden los cambios en la comunicacin las culturas tra-

    dicionales.

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    Habra que complementar esta reflexin, para que se en-tienda en su sentido propiamente poltico, con lo que est

    pasando en torno a Pinochet, o lo que pas hace poco en

    Colombia, donde, hace dos aos, por primera vez un Presi-dente de la Repblica se vio obligado a destituir a ungeneral por haber sido cmplice de una masacre de cientotreinta campesinos perpetrada por los llamados paramilita-

    res, que en Colombia han encontrado tristes y trgicascomplicidades en el ejrcito. Y ello fue posible gracias a la

    presin de Amnista Internacional y de otras instituciones

    mundiales en coordinacin con ONGs locales.

    Los actores de las culturas locales encuentran la fuerzapara enfrentarse a los modos nacionales de dominacin a

    travs, en gran medida, del intercambio y la interaccin conlas culturas del mundo.

    Segundo, cambios en la identidad nacional. Bsicamentese trata de dos tipos de cambios. De un lado, estamos vi-viendo una exasperacin de los nacionalismos, como es

    patente en este momento en Espaa. Hay una exasperacinfundamentalista de los nacionalismos, de los particularis-mos, de los regionalismos, exasperacin que responde en

    gran medida al proceso de globalizacin. Es decir, en la

    medida en que el proceso de globalizacin tiende a devaluarlas culturas fuertemente arraigadas en un territorio, y aldevaluarse los referentes territoriales de las culturas, de las

    identidades, los territorios replican exasperando sus seasde identidad hasta llevarlas al punto de exclusin. As, lavaloracin de los rasgos propios no se hace slo como afir-

    macin de lo propio sino como desvalorizacin del otro queconvive conmigo.

    Desde ambos movimientos, tanto por arriba, el movi-miento de globalizacin, como por debajo, el movimiento

    de exasperacin de los particularismos, de los nacionalis-

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    mos, se est dejando sin piso al Estado-nacin y la en esesentido llamada cultura nacional. Los estados naciona-

    les estn sufriendo una crisis muy fuerte, nada terica, pues-

    to que esa crisis es la crisis de su capacidad de toma dedecisiones. Econmicamente, como ya se ha dicho, los Es-tados nacionales resultan cada vez ms pequeos para lasgrandes decisiones econmicas que se toman crecientemen-

    te a nivel macro, ya sea la en Unin Europea o en el BancoMundial. As, el estado nacional resulta muy pequeo para

    el mbito econmico, y parece que cada vez resulta dema-

    siado grande para el mbito cultural.

    De alguna manera el estado nacional est cogido en

    sndwich entre el movimiento de globalizacin econmica y

    el movimiento de reterritorializacin cultural que, an sintener en muchos casos tendencias fundamentalistas, s est

    significando una recuperacin del valor que lo local que

    haba perdido a favor del estado nacional, de los centralis-mos nacionales, sobre todo de los heredados del siglo XIX.

    El segundo movimiento de cambio se halla en la crisis de

    la historia nacional por el surgimiento de una multiplicidadde memorias no slo ligadas a los territorios memoriasregionales, memorias locales sino tambin, en general, a

    memorias culturales. En el caso de Amrica Latina, memo-rias indgenas, memorias negras, pero tambin memoriasfemeninas, memorias del Caribe, memorias del mundo an-

    dino. De alguna manera diramos que la historia oficialaquella historia centralista a partir de la cual se ha hecho laHistoria, la historia de Espaa, de Francia o de Colombia

    ha sido la que privilegia una memoria, la de la burguesa, la

    de su clase hegemnica, frente a las memorias plurales quehoy estallan poniendo en crisis aquella historia del poder,del centralismo, la de los vencedores.

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    Y por ltimo, la cultura urbana, con la cual me refieroespecialmente a lo que se est formando en las grandes ciu-

    dades, algunos de cuyos rasgos tambin los tienen las ciu-

    dades pequeas pero en un proceso mucho ms lento, aveces imperceptible. La mayora de las ciudades van per-diendo sus referentes culturales (me sigo refiriendo a las

    ciudades latinoamericanas) y en esa medida se van volvien-

    do extraas a sus propios habitantes, se van volviendoinseguras. Es decir, cualquiera de nosotros, soltado en me-

    dio de un espacio que no reconoce se sentira inseguro y ese

    espacio hara de uno, an del ms pacfico de nosotros,alguien agresivo. Los psiclogos lo vienen estudiando desdeel siglo XIX: cuando estamos en un espacio en el que no nossentimos en casa, en un espacio que no nos es familiar, nos

    sentimos inseguros. Y cuando uno se vuelve inseguro, hastala gente ms pacfica del mundo resulta agresiva. Hoy vivi-mos un proceso de desurbanizacin que conduce a lo que

    yo he llamado angustia cultural, en el sentido de que ya nome reconozco en la ciudad, y con cualquier pequeo roce,desde el roce entre dos automviles hasta el roce fsico entre

    dos personas, desata posibilidades de violencia que haceaos slo aparecan en momentos sealadamente extraos.Se trata de un fenmeno que es necesario distinguir de lainseguridad que produce el crecimiento de la delincuencia;

    la delincuencia nos hace cobardes, pero este tipo de violen-cia del que hablo nos hace violentos. Entiendo por desurba-nizacin en primer lugar esto: el empequeecimiento de la

    parte de ciudad que usamos, con la que convivimos, de laque nos sentimos habitantes, y el crecimiento de aquella otra

    ciudad a la que ya no pertenecemos, y que no es slo la queindican los mapas del miedo urbano, sino los mapas de nues-

    tras inseguridades interiores, de nuestras prdidas de memo-ria, y por tanto de confianza.

    Junto a lo anterior aparece el gran desempleo en las ciu-dades de Amrica Latina. Una de las pocas cosas que te-

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    namos de ventaja en el Tercer Mundo era que el desempleoera mucho menor que en los pases desarrollados. Peor en

    la actualidad mucha de la gente que vive en la ciudad lo

    hace sobre la base de estratagemas ilegales, y la mayor partede esa gente no ha nacido en la ciudad en la que se encuen-tra, procede del campo y habita una ciudad, una ciudad que

    no es capaz de proporcionarle trabajo. En Colombia se ha

    inventado una palabra para indicar de qu vive la mayorade la gente: el rebusque. Esta palabra es bien expresiva: se

    rebusca en la vida rebuscando saberes, lenguajes, destrezas

    que la vida moderna ha dejado desfasadas... Miles de per-sonas comen porque la vieja solidaridad campesina ha rein-ventado las ollas comunitarias en los barrios populares. Ydesurbanizacin significa tambin una ruralizacin de la ciu-

    dad, la emergencia de culturas cuya supervivencia se da enbase a saberes y valores rurales.

    Para terminar, creo que la ciudad actual no puede serpensada, no debe ser pensada en trminos maniqueos frentea la ciudad moderna. Para m la ciudad moderna es el Parsdel siglo XIX. No se trata ahora de contraponer la belleza de

    la ciudad moderna con el desastre de la (por llamarla dealgn modo) ciudad tardomoderna, pues creo que esta ltima

    es una ciudad en transicin. La ciudad moderna entr en

    crisis y lo que estamos viviendo no es la figura de otra nue-va ciudad sino la degradacin de la ciudad moderna. Porqu? Porque la razn que regula a la ciudad tardomodernasigue siendo una razn moderna, la misma que cre el

    capitalismo, o que al menos lo legitim como la nica for-ma de sistema social. No es entonces una razn antimo-derna la que no nos quiere reunidos, la que no nos permite

    encontrarnos por fuera del espacio privado del centro co-mercial; es una razn moderna pero podrida, con todo loque eso significa en castellano: huele mal, sabe mal y es

    insana.

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    Desde el punto de vista de la comunicacin, la crisis de laciudad moderna se plantea tanto en los modos tradicionales

    de estar juntos como en sus modos modernos. Los modos

    modernos de estar juntos eran las grandes muchedumbresoyendo al lder poltico en la plaza pblica; estaban dadospor la ciudad moderna, desde la comuna de Pars hastala de las grandes muchedumbres que reuna Lenin. Ahora

    bien, desde la perspectiva de la comunicacin entre los ciu-dadanos, esta ciudad en transicin que vivimos ahora des-

    agrega los lazos sociales instaurando la experiencia privada

    como eje de la experiencia personal, y desplazando la expe-riencia del encuentro. Como han estudiado ya muchos an-troplogos, lo que sucede con la televisin tiene muchomenos que ver con la visin que con la ensoacin. Lo que

    realmente nos hace pasar horas ante el televisor no es lointeresante de los programas sino el flujo de las imgenes.Estoy hablando de la mayora de la gente, no estoy hablan-

    do del intelectual que saca la televisin del armario para verun programa de la BBC; hablo de la gente que pone el televi-sor, lo deja encendido durante horas y lo convierte en

    msica de fondo y en compaa.

    Desde esta perspectiva, la ciudad tardomoderna refuerza

    bastante el proceso de desagregacin social y, por tanto, el

    de aislamiento. El paseante del que hablaba Benjamn co-mentando las poesas de Baudelaire, el paseante en la granavenida de la ciudad no se senta aislado; la experiencia de

    ese paseante era otra. La muchedumbre acompaaba sininmiscuirse en la interioridad del paseante, por lo que im-plicaba un espacio de encuentro, incluso de encuentro con-

    sigo mismo.

    Que nadie me malentienda: bienvenidas sean las redesinformticas, Internet, etc. El problema es qu sociedad va asalir de unas ciudades sin cuerpo, sin espacio, sin centro,

    que la mayora rehye recorrer; donde ya no nos quieren

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    reunidos sino slo conectados. S, realmente la cantidad deinformacin es mil veces mayor, pero la calidad de comuni-

    cacin es menor. Algunos plantean la posibilidad de com-

    parar al navegante de Internet con el paseante de las gran-des avenidas. Pueden servir de metfora, es posible que ha-ya elementos en comn. Uno de los elementos ms intere-santes para W. Benjamin era precisamente la ciudad de los

    pasajes, llena de vitrinas, de escaparates, como una de lascaractersticas mayores de la ciudad moderna. De alguna

    manera Internet es una avenida llena de vitrinas tambin,

    pero lo que estoy planteando es un interrogante: cul es elfuturo de la sociedad y la poltica en una ciudad en la quecada vez es ms difcil y menos gratificante el encuentropersonal, corporal, y donde lo que se nos ofrece es justa-

    mente el contacto en el espacio, ya no privado pero tam-poco pblico, de la red?