Las Verdaderas Palabras Del Jefe de Seattle

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 Las Verdaderas Palabras del Jefe de Seattle En el mes de junio del 2002, el Dr. Mario Rojas, Director de la Revista Tlahui , recibió un correo electrónico de uno de los lectores, Julio Diana, asegurando que el Jee !iel Roja de "eattle nunca escribió ninguna carta. !or la im#ortancia $ seriedad de sus argumentos, se #ublica aqu% el intercambio de mensajes electrónicos entre ambos, el e&tracto delCasique de Seattle, $ el te&to de lo que #arece ueron las verdaderas #alabras del jee ind%gena. "ujeto' Verdaderas palabras del Jefe Seattle (echa' ) de Junio, 2002 "r. Director' adjunto le env%o el D*"+R"- del jee "ealth, que nunca escribió ninguna carta. ue la verdad brille $ gusto en saludarlo. Julio Diana "ujeto' Respuesta: Verdaderas palabras del Jefe Seattle (echa' ) de Junio, 2002 Estimado Julio Diana "e le agradece enormemente su documento, lo #ublicaremos #ró&imamente, sin embargo no quisi/ramos aumentar la conusión al res#ecto, nos ser%a til saber qui/n escribió el documento que nos env%a, 1lo escribió usted o 1qui/n, en nuestra revista tenemos en alta estima los documentos irmados, de #reerencia con el nombre de #ila del autor m3s que algn seudónimo. n saludo raterno. Dr. Mario Rojas Director de Tlahui "ujeto' Respuesta: Verdaderas palabras del Jefe Seattle (echa' ) de Junio, 2002 Estimado Julio Diana El documento que me envió tiene una #rimera #arte en donde se hace un recuento #untual e histórico sobre la carta, 1esa #arte qui/n la escribió, hago todas estas #reguntas con la intención de #ublicar ese documento #ero sin que aecte $o los derechos de nadie, la carta o 4discurso4 es un documento histórico que no #ienso que se #ueda molestar nadie #or su #ublicación, #ero no as% en ese recuento histórico, ese debe tener un autor $ nosotros no #odemos #ublicarlo si no es

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Las Verdaderas Palabras del Jefe de SeattleEn el mes de junio del 2002, el Dr. Mario Rojas, Director de la RevistaTlahui, recibi un correo electrnico de uno de los lectores, Julio Diana, asegurando que el Jefe Piel Roja de Seattle nunca escribi ninguna carta. Por la importancia y seriedad de sus argumentos, se publica aqu el intercambio de mensajes electrnicos entre ambos, el extracto delCasique de Seattle, y el texto de lo que parece fueron lasverdaderas palabrasdel jefe indgena.

Sujeto:Verdaderas palabras del Jefe SeattleFecha: 9 de Junio, 2002Sr. Director: adjunto le envo el DISCURSO del jefe Sealth, que nunca escribi ninguna carta. Que la verdad brille y gusto en saludarlo.

Julio Diana

Sujeto:Respuesta: Verdaderas palabras del Jefe SeattleFecha: 9 de Junio, 2002

Estimado Julio Diana

Se le agradece enormemente su documento, lo publicaremos prximamente, sin embargo no quisiramos aumentar la confusin al respecto, nos sera til saber quin escribi el documento que nos enva, lo escribi usted? o quin?, en nuestra revista tenemos en alta estima los documentos firmados, de preferencia con el nombre de pila del autor ms que algn seudnimo.

Un saludo fraterno.

Dr. Mario RojasDirector de Tlahui

Sujeto:Respuesta: Verdaderas palabras del Jefe SeattleFecha: 9 de Junio, 2002

Estimado Julio Diana

El documento que me envi tiene una primera parte en donde se hace un recuento puntual e histrico sobre la carta, esa parte quin la escribi?, hago todas estas preguntas con la intencin de publicar ese documento pero sin que afecte yo los derechos de nadie, la carta o "discurso" es un documento histrico que no pienso que se pueda molestar nadie por su publicacin, pero no as en ese recuento histrico, ese debe tener un autor y nosotros no podemos publicarlo si no es con la autorizacin del mismo, pens de pronto que sera de usted, pero ahora me queda la duda, si es de usted, de Mario Grinberg, o de alguien ms, podra ayudarme a encontrar la respuesta?.

De antemano una disculpa por esas molestias, y le adelanto mi agradecimiento por su amabilidad y paciencia.

Saludos.

Dr. Mario Rojas

Sujeto:Respuestas: sobre Carta Jefe SeattleFecha: 10 de Junio, 2002

Estimado Sr. Mario Rojas: El documento que le envi es un breve resumen (el discurso s est completo) sobre la famosa y nunca escrita Carta. Lo tom de un libro llamadoCacique Seattle,Cartas por la Tierra, que recoge adems otros textos y discursos de notables jefes y lderes indgenas y ecologistas de varias pocas. El recopilador es el poeta argentino Mario Grinberg. Es un clsico de bolsillo de la editorial Errepar-Longseller, Argentina, 1999. Espero haber contestado sus preguntas...

Saludos de Poder

Julio Diana

Sujeto:Carta Jefe SeattleFecha: 10 de Junio, 2003

Esa parte la hice yo poniendo lo esencial del asunto que tom del libro, es todo. Si gusta, puede ponerextracto resumidodel libro, autor, y editorial correspondiente, hecho por Julio Diana, que es mi nombre.

Saludos.

Extracto Resumido del LibroCacique Seattle. Cartas por la TierraMario Grinberg. Ed. Errepar-Longseller, Argentina, 1999.Autor del Extracto: Julio Diana

1.Sealth(en lenguasalishse pronuncaSee-at-la,Seattle) naci en 1786 y muri en 1866 y JAMS escribi carta alguna a presidente alguno, en esa poca Franklin Pierce.2. Fue bautizado Noah por misioneros catlicos franceses como Noah en 1838 que estaban impresionados por su porte (meda 1.80 cm) y su autoridad, pues era unTyee, autoridad suprema en su tribu.3. En 1854, el gobernador Isaac Stevens, conocido por su brutalidad contra los indios se present en la incipiente ciudad (hoy Seattle) y fue cuando Sealth dio su extraordinario discurso.3. Un colono, Dr. Henry Smith, tom nota del discurso y lo public recin 3 aos despus, en 1887, en un peridico local.4. Durante ms de un siglo, su discurso fue tomado como oracin por su gente y fue en 1931 que volvi a ser publicado (basado ntegramente en el reportaje del Dr. Smith) por Clarence Bagley.5. Otra versin, ya "un poco mejorada" fue publicada en 1969 por el poeta William Arrowsmith -que fue el que le agreg las dos ltimas frases- pues profesaba los ideales contraculturales de los 60s. La ley en pblico durante un acto estudiantil el 22 de abril de 1970, en el Da de la Tierra.6. Entre los muchos asistentes a esta lectura de Arrowsmith, estaba Ted Perry que cre la versin que todos conocemos en 1972 como texto para la banda sonora de la pelculaHome, producida por un equipo con tendencias evangelistas, laSouthern Baptist Television. De ah en adelante se convirti en leyenda. Ocurre que su trabajo o encargo era redactar un guin "legendario" sobre ecologa y contaminacin ambiental y el texto ledo por Arrowsmith le vino de perlas. Los productores de la pelcula, adems, retocaron el texto con tintes cristianos, muy diferentes a lo que Sealth haba dicho casi un siglo antes.7. Miles de afiches o volantes con la ya denominadaCarta de Seattlesalieron en todas direcciones y jams se detuvo la confusin.8. En noviembre de 1972, la revistaEnviromental Actionpublic el nuevo texto, titulndoloCarta al presidente Pierce.9. Poco despus, esta versin fue adoptada en el Consejo Mundial de Iglesias y el pastor Bruce Kent la llamcasi un Quinto Evangelio.10. En 1991, la ilustradora estadounidense Susan Jeffers convirti esta "carta" en el libro Hermano guila, Hermana Cielo y vendi millones de copias, que hoy estn en las bibliotecas de todo EEUU.11. La frasenuestro Dios es el mismo Diosla agregaron los bautistas, se queja Perry, hoy maestro de cine y teatro en Nueva Inglaterra.

TEXTO ORIGINAL DEL DISCURSO U "ORACIN" DE SEALTHPublicada en el Seattle Sunday Star, el 29 octubre de 1887

Que el cielo que llor lgrimas de compasin sobre mi pueblo durante siglos mudos, y que para nosotros luce como inmodificable y eterno, pueda cambiar. Hoy el da est bueno. Puede ser que maana aparezca cubierto con nubes. Mis palabras son como las estrellas que nunca cambian. En lo que Seattle diga, puede fundarse el Gran Cacique, Washington, con tanta certeza como puede hacerlo en el retorno del sol o de las estaciones.

El jefe blanco nos dice que el Gran Cacique Washington nos enva saludos de amistad y buena voluntad. Esto es gentil de su parte, pues sabemos que tiene poca necesidad de nuestra amistad a cambio. Mis gentes son pocas. Parecen rboles dispersos en una planicie barrida por la tormenta. El Gran -y yo presumo- buen Cacique Blanco, nos manda decir que quiere comprar tierras nuestras pero que desea permitirnos la suficiente para que podamos vivir confortablemente. Sin duda, esto parece justo, y hasta generoso, pues el Hombre Piel Roja ya no tiene derechos que l necesite respetar, y la oferta podra ser sabia, tambin, pues ya no necesitamos un pas tan extenso.

Hubo una poca en la que nuestro pueblo cubra la tierra como las ondas con que un mar rizado por el viento cubre su fondo revestido de conchillas, pero esa poca pas hace mucho tiempo, y la grandeza de las tribus no pasa ahora de ser un recuerdo luctuoso.

No ostentar ni lamentar nuestra prematura decadencia, ni har reproches a mis hermanos caraplidas por acelerarla, pues tambin nos cabe a nosotros una parte de la culpa.

La juventud es impulsiva. Cuando nuestros jvenes se enfurecieron por una injusticia real o imaginaria, y desfiguraron sus rostros con pintura negra, ello denot que sus corazones son negros, que a menudo son crueles e implacables, y que nuestros ancianos y ancianas no son capaces de refrenarlos.

As ha sido siempre. As ocurri cuando el hombre blanco empez a empujar a nuestros antecesores hacia el Oeste. Pero tengamos la esperanza de que las hostilidades entre nosotros jams retornen. Tenemos todo para perder y nada para ganar.

Cierto es que la venganza, para nuestros bravos jvenes, es considerada una victoria, aun al precio de sus propias vidas. Pero los ancianos que permanecen en sus casas en tiempos de guerra, y las ancianas que tienen hijos para perder, saben mejor la cosa.

Nuestro gran padre, Washington, pues supongo que ahora es tambin nuestro padre as como lo es de vosotros, puesto que George (se refiere al rey Jorge de Inglaterra) ha mudado sus fronteras hacia el Norte, digo, nos manda decir por su hijo -quien, sin duda, es un gran jefe entre su gente- que si actuamos como l desea, va a protegernos.

Sus bravos ejrcitos sern para nosotros un erizado muro de fortaleza, y sus grandes buques de guerra llenarn nuestros puertos para que antiguos enemigos del Norte, los Simsiams y los Hydas, no aterroricen ms a nuestras mujeres y a nuestros mayores. Entonces, l ser nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Pero esto podr acontecer? Vuestro Dios ama a su pueblo y odia al mo. Envuelve amorosamente con sus poderosos brazos al hombre blanco y lo conduce as como un padre conduce a su hijo pequeo, pero se ha olvidado de sus hijos de piel roja.

Cada da hace que su pueblo se vuelva ms fuerte y muy pronto ellos llenarn la tierra, mientras la marea de mi gente retrocede a gran velocidad y nunca refluir de nuevo.

El Dios del hombre blanco no puede amar a sus hijos pieles rojas, pues si no los protegera. Parecen ser como hurfanos y no tienen hacia dnde procurar auxilio. Entonces cmo es que podemos ser hermanos? Cmo puede vuestro padre volverse nuestro padre y traernos prosperidad y estimular en nosotros sueos de una grandeza que regresa? A nosotros, vuestro Dios nos parece parcial. El advino para el hombre blanco. Jams Lo vimos: nunca siquiera escuchamos Su voz. l le dio leyes al hombre blanco pero no tuvo palabra alguna para sus hijos pieles rojas cuyos rebosantes millones llenaban este vasto continente as como las estrellas llenan el firmamento. No, somos dos razas diferentes y deberemos seguir as para siempre. Hay poco en comn entre nosotros. Las cenizas de nuestros antepasados son sagradas, y su lugar final de reposo es el suelo consagrado; mientras vosotros deambulis lejos de las tumbas de vuestros padres, aparentemente sin lamentarlo.

Vuestra religin fue escrita sobre tabletas de piedra por el dedo de hierro de un Dios iracundo, y con miedo de que vosotros lo olvidis, el hombre de piel roja no podr nunca recordarlo ni comprenderlo.

Nuestra religin consiste en las tradiciones de nuestros antecesores y en el sueo de nuestros ancianos, dada a ellos por el Gran Espritu y las visiones de nuestros caciques, y est escrita en los corazones de nuestro pueblo.

Vuestros muertos dejan de amarles y de amar los hogares de su natalicio cuando traspasan los portales de la tumba. Deambulan lejos, ms all de las estrellas...pronto son olvidados, y jams regresan. Nuestros muertos nunca olvidan el hermoso mundo que les dio su ser. Siguen amando sus ros sinuosos, sus grandes montaas y sus valles apartados, y siempre aoran con tierno afecto a los vivientes de corazn solitario, y a menudo regresan para visitarlos y reconfortarlos.

El da y la noche no pueden morar juntos. El hombre de piel roja jams rehuy la proximidad del hombre blanco, mientras las cambiantes brumas de las laderas de las montaas se esfuman ante el ardiente sol de la maana. Sin embargo, vuestra propuesta me parece justa y pienso que mi gente va a aceptarla y se retirar a la reservacin que les ofrece, donde viviremos apartados y en paz, pues las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser la voz de la naturaleza hablndole a mi pueblo desde la espesa tiniebla que velozmente se acumula alrededor de ella como una densa neblina que flota tierra adentro desde el mar a medianoche. Importa muy poquito dnde pasaremos el resto de nuestras vidas, porque ya no somos muchos.

La noche del Indio promete ser oscura. Ninguna estrella brillante asoma sobre el horizonte. Vientos de voz triste gimen a la distancia. Alguna fea Nmesis (justicia o venganza) de nuestra raza se encuentra en la huella del piel roja, y donde quiera que vaya escuchar con seguridad cmo se aproximan los pasos de la fuerza destructora y se preparar para encontrarse con su perdicin, as como el gamo herido oye que se acercan los pasos del cazador. Algunas pocas lunas ms, algunos pocos inviernos ms, y ninguno de todos los poderosos huspedes que alguna vez llenaron esta inmensa tierra y que ahora vagan en bandadas fragmentarias por las vastas soledades permanecer para llorar sobre las tumbas de un pueblo alguna vez tan poderoso y tan esperanzado como el vuestro.

Pero por qu deberamos afligirnos? Por qu debo yo murmurar sobre la suerte de mi pueblo? Las tribus estn hechas de individuos y no son mejores de lo que ellos son. Los hombres vienen y van como las olas del mar. Una lgrima, una mortaja, un funeral, y se van de nuestros anhelantes ojos para siempre. Hasta el hombre blanco, cuyo Dios camin y convers con l, de amigo a amigo, no est eximido de este futuro comn. Tal vez seamos hermanos, despus de todo. Ya lo veremos.

Estudiaremos vuestra propuesta, y cuando tomemos una decisin, la comunicaremos. Pero en caso de que la aceptemos, aqu y ahora establezco esta primera condicin: que no se nos negar el privilegio, sin ser molestados, de visitar a voluntad las tumbas de nuestros antecesores y amigos. Cada porcin de este pas es sagrada para mi pueblo. Cada colina, cada valle, cada llanura y cada arboleda ha sido reverenciada por algn recuerdo afectuoso o por alguna experiencia triste de mi tribu.

Hasta las rocas que parecen yacer como idiotas mientras se achicharran bajo el sol a lo largo de las costas del mar con solemne grandeza, se estremecen con recuerdos de eventos pasados conectados con el destino de mi pueblo, y el mismsimo polvo bajo vuestros pies responde ms amorosamente a nuestras pisadas que a las vuestras, porque son las cenizas de nuestros antepasados, y nuestros pies descalzos estn conscientes del roce benvolo, pues el suelo est enriquecido con la vida de nuestros parientes.

Los difuntos guerreros, las afables madres, las muchachas de corazn alegre, y los nios que vivieron y se regocijaron aqu, y cuyos nombres propios ahora se olvidaron, todava aman estas soledades, y su honda rapidez en el crepsculo crece sombramente con la presencia de espritus morenos.

Y cuando el ltimo piel roja haya sucumbido en la tierra y su memoria entre los hombres blancos se haya vuelto un mito, estas costas tendrn enjambres de los invisibles muertos de mi tribu, y cuando los hijos de vuestros hijos se crean solos en el campo, en la tienda, en los negocios, por los caminos o en el silencio de los bosques, no estarn solos. En ningn lugar de la tierra hay sitio alguno dedicado a la soledad. De noche, cuando las calles de vuestras ciudades y aldeas estn silenciosas y piensen que estn desiertas, se hallarn atestadas por huspedes que regresan, los que alguna vez colmaron y todava aman esta hermosa tierra. El hombre blanco jams estar solo. Dejemos que sea justo y trate bondadosamente a mi pueblo, pues los muertos no son impotentes...

Muertos, dije? No existe la muerte: se trata apenas de un cambio de mundos....http://www.tlahui.com/medic/medic15/jefe_polemica.htm#extracto