La+Tibieza+Espiritual
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La tibieza espiritual: una forma de falta de fe
La tibieza se considera la enfermedad más peligrosa de la vida espiritual. Existía en el
cristianismo del primer siglo y existe todavía en la actualidad. Se podría definir la tibieza como
una carencia de fervor en el amor. Al comenzar se amaba, pero ese amor ha decaído. Algo
similar sucede en algunos matrimonios. Al principio sienten un gran amor o por lo menos creen
que es un gran amor; pero con el tiempo, ese fervor decae, haciendo reinar, en el interior de la
vida de la pareja, la tibieza, y terminando esta por apagar el amor.
La tibieza consiste pues, en un relajamiento espiritual: frena las energías de la voluntad y
retarda pesadamente los movimientos del vivir cristiano. Se caracteriza por la aridez del espíritu
frente a las cosas de Dios. Muchas veces, es una aridez consciente, como quien estando en un
cuarto donde hace mucho frío y teniendo un fuego en la chimenea, la persona no se acerca a
él. Siente el frío, pero no tiene el ánimo ni el coraje para acercarse al calentador.
Síntomas:
- Desaliento o frialdad de la indiferencia: Se apodera de la voluntad en forma paulatina hasta
hacerla caer en un estado de terrible indiferencia.
- La relajación del espíritu: El joven y el adulto vanidosos y hambrientos de notoriedad, se
convierten, especialmente, en presas fáciles de este letargo o conformismo.
- El individuo se conforma con valores, actitudes y comportamientos lejanos del ideal cristiano.
Entre las posibles clases de conformismo podemos distinguir el conformismo de las costumbres
y el de las ideas. Pero los actos pecaminosos no son peores que la ociosidad. Si no incurrimos
en hacer el mal, pero nos reclinamos cómodamente en nuestras sillas, y permanecemos inertes
olvidando hacer el bien, caemos también en una forma de tibieza espiritual.
- La necesidad de satisfacciones inferiores: La persona siente un gran disgusto al hacer las
cosas que anteriormente le llenaban de satisfacción: la oración, leer la Biblia, evangelizar,
mostrar los frutos del espíritu etc. Empieza a claudicar y cambia sus valores por otros menos
valiosos.
- Cuando la persona consagrada no vive por convicción interna sino por miedo a defraudar la
imagen proyectada por otros en ella; cuando se hacen las cosas solo por ganarse la estima de
alguien, cuando el valor y la convicción personal son deficientes...la persona actúa por respeto
humano, por el qué dirán, y eso es un cristianismo de apariencias. Un cristianismo que se trata
de aparentar un día a la semana... pero no se vive con convicción el resto de la semana.
Congregaciones enteras pueden estar en esta condición, como fue el caso de Laodicea en los
días de Juan. Vida fácil, comodidad y placer eran cosas a las que aquellos cristianos estaban
acostumbrados.
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La Biblia nos dice: Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán
persecución. ¿Por qué entonces parece adormecida la persecución en nuestros días?. El único
motivo es que la iglesia se ha conformado a las reglas del mundo y por lo tanto no despierta
oposición.
“Si el cristianismo es aparentemente tan popular en el mundo, ello se debe tan sólo al espíritu
de transigencia, a que las grandes verdades de la Palabra de Dios son miradas con indiferencia
y a la poca piedad vital que hay en la iglesia. Revivan la fe y el poder de la iglesia primitiva y el
espíritu de persecución revivirá también, y el fuego de persecución volverá a encenderse. (The
Great Controversy, pág 52)
- El horror al sacrificio: En las vidas tibias, automáticamente queda fuera el espíritu de sacrificio.
Todo cuanto implique sacrificio, renuncia, esfuerzo o lucha, queda descargado.
Otros síntomas:
- Fiebre de un temperamento iracundo / Inflamación de la lengua chismosa y calumniosa / Mal
aliento del lenguaje profano / Palpitaciones de un corazón mundano / Falta de energía para
trabajar por Cristo y por la verdad / Cabeza hinchada de orgullo / Laringitis que nos impide orar
y compartir la fe con otros.
Esta enfermedad se vuelve degenerante porque no nace de un día para otro. Todo comienza
por detalles mínimos hasta llegarse a convertir en un hábito. Se vive con tranquilidad, y no se
hace nada para salir de ella. La tibieza se convierte así en un proceso donde la conciencia se
va apagando poco a poco hasta llegar al punto donde ya no reclama, donde todo lo justifica,
donde ya sólo se ve la propia conveniencia.
Muchas de nuestras iglesias han dejado de ser hospitales para los enfermos espirituales y se
han convertido en funeraria para los muertos espirituales. Muchas, así como dijera Jesús en
Mateo 23:27, están llenas "de huesos muertos y de toda inmundicia". Muchas otras son tan
frías entre sus miembros como un congelador, abundando en ellas la crítica y la falta de
misericordia.
"Vibran iniquidad y vileza en Las iglesias; sin embargo, sus miembros profesan ser cristianos,
la profesión que hacen, sus oraciones y sus exhortaciones, son abominación a la vista de
Dios... el manto de la religión cubre los mayores crímenes e iniquidades. " Primeros Escritos,
Pág. 274.
"Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Por cuanto eres
tibio, y no frío ni caliente te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico y me he
enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo. Por lo tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado
en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a
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todos los que amo; sé pues celoso y arrepiéntete. He aqui yo estoy a la puerta y llamo, si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere,
le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 3:
15-22)
En otras palabras, los cristianos invocan el nombre de Cristo, nombre que da vida; sin
embargo, muchos de ellos yacen muertos o agonizantes. La iglesia de Sardis padecía de este
mismo mal, encubría sus pecados. "Tienes nombre de que vives, y estás muerto". Apocalipsis
3:1, No es necesario ser un asesino, un ladrón, un traficante de drogas, un adúltero o un
criminal para ser transgresor de la ley de Dios. Podemos ofenderle, siguiendo como doctrinas
mandamientos de hombres. El que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se hace
culpable de todos. (Santiago 2:10)
Todos hemos sido infectados con el virus del pecado, y si no aplicamos el tratamiento, este
virus nos llevará a la muerte eterna (Romanos 3:23; 6:23)
Cuando descuidamos la fe, dejamos de comer el pan de vida, dejamos de creer en Jesús y de
beber el agua de la vida; como resultado, enfermamos espiritualmente. No existe una cura
inmediata para la enfermedad espiritual. Jesús es el único remedio. Él es el médico supremo.
La iglesia es un hospital que necesita de los remedios divinos. Cristo nos ama a cada uno de
nosotros y anhela ayudarnos. También está dispuesto a visitarnos en nuestra propia casa. En
Apocalipsis 3: 20 leemos que él está a la puerta y llama. ¿Le permitiremos entrar?
Es maravilloso saber que Cristo es aún la resurrección y la vida, y aunque hayamos muerto
espiritualmente podemos ser resucitados. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá" dijo Jesús.
En el capítulo 11 de Juan, se encuentra el relato de la muerte de Lázaro. Jesús preguntó a sus
hermanas: ¿Dónde le pusisteis?. Ellas respondieron: "Ven y ve". Nuestra actitud debiera ser la
misma: Heme aquí Señor, muerto estoy ¡ayúdame!. El próximo acto de Jesús es muy
relevante. Se acercó a la entrada del sepulcro y ordenó: ¡quitad la piedra! Esta piedra bien
podría ser cualquier cosa o persona que se interponga entre nosotros y Cristo; entre nosotros y
la vida dinámica del cristiano, entre nosotros y el crecimiento de nuestro amor y unidad, entre
nosotros y la verdad, entre nosotros y nuestra conversión o la entrega total.
¿Qué es lo que nos impide salir de la tumba espiritual? ¿Una persona? ¿Una actitud negativa o
un pecado acariciado? ¿Es acaso el orgullo, el egoísmo, la pereza, la mundanalidad o la
rebeldía? Sea cual fuere la razón, Jesús habla a nuestros corazones en este momento y dice:
¡quitad la piedra!
Tal vez al igual que Marta respondamos: ¡Señor, hiedo ya!. He estado muerto por mucho
tiempo. ¿Acaso hay esperanza para mí? No permitamos que las dudas, o lo que parece un
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imposible se interponga en nuestro camino. No importa cuán pésima sea nuestra situación
¡quitemos la piedra! ¿Por qué hemos de permanecer en el sepulcro de la muerte espiritual si el
Dador de la vida está presto a socorrernos?. ¡quitemos la piedra! El da el poder. La Biblia
declara que todo es posible sin estamos en Cristo que nos fortalece. Véase Filipenses 4:13.
Después que Jesús hubo orado, clamó a gran voz diciendo: ¡Lázaro ven fuera!. Cristo está
constantemente llamando a su pueblo a salir de algún sitio. Abraham fue llamado a salir de
Harán, Lot fuera de Sodoma; Israel fuera de Egipto, Lázaro fuera de la tumba y el remanente
de Dios ha sido llamado a abandonar la tibieza y a salir de Babilonia.
El Mensaje que Dios ha dada hoy a su pueblo remanente ha de ser proclamado a gran voz
Véase Apocalipsis 14: 6-7; Isaías 5 8: I No tenemos nada de que avergonzarnos. Y así como
Cristo dirigió su voz hacia la tumba la verdad de Dios en este tiempo es un testimonio directo
que rompe las cadenas de la muerte y lleva sanidad al corazón de Los hombres. Así como el
escalpelo del cirujano, la verdad tiene que cortar el cáncer del pecado a fin de restaurar la
salud.. Una vez somos resucitados a una nueva vida en Cristo, debemos asegurarnos que todo
lo que nos ataba a la tumba y a las costumbres de la vida antigua es desechado para que
nuestro andar con Cristo no sea estorbado de ninguna manera. Véase Romanos 13:12- 14 y 2
Corintios 13:5.
Hay que emprender el camino auténtico: el camino de la conversión, de la superación. Habrá
que desandar por donde uno se fue entibiando. Dios se esfuerza hoy por restaurar y revivificar
a muchos que están dispuestos a someterse a él, a aceptar su voluntad y a colaborar en la
gran obra de salvación. Habrá que volver a amar a Dios como se amó. Es decir, nacer de
nuevo. Un nuevo comienzo, un volver a arder como una llama, incendiando el corazón
nuevamente. "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa hacedlo todo para la gloria de
Dios." 1 Corintios 10:31
Removamos la piedra que nos mantiene en el sepulcro de la muerte espiritual, y no permitamos
que nada ni nadie nos separe de Cristo. El sigue siendo la resurrección y la vida. Creedlo.
Reclamadlo. Probadlo. Veréis que es una realidad, un don gratuito que todos podemos obtener.
Lázaro, ven fuera!
"Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo
vencí y me senté con mi Padre en su trono".
"Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida".
"El que persevere hasta el fin, ese será salvo"
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