LE BRETON, David - El Cuerpo y La Educación [2000]

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  • ISSN: 130-2496Revista Complutense de Educacin2000, vol. II, n.0 2: 35-42

    El Cuerpo y la Educacin

    DAVID LE BRETON1Profesor de la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo

    RESUMEN

    El presente artculo plantea la idea dc la educacin como proceso permanente-mente inacabado y mediatizado por el medio en que se produce. El proceso educa-tivo es a la vez un proceso de socializacin y de individuacin, donde para que apa-rezca el aprendizaje original del sujeto se requiere de un tipo especial de docente, elmaestro de sentido, capaz de conectar con la mente del que aprende, respetar susintereses y posibilidades para integrarle en el medio que le rodea de una forma indi-vidual y crtica.

    AHSTRACT

    This article seta up the the idea that Education is a process permanently unfi-nished. Conditionned by the environment in which it takes place. Ihe Educationprocess is at the same time a socialization process and a individualization process inwhich, for dic apprenticeship to appear, it is necessary one special kind of teacher:the teacher of the sense. He is up to connect with the mmd of the one who is lear-ning to respect bis own interests and possibilities, aud to guide 1dm into the worldtbat surrounds 1dm in a critical and individualistie way

    David Le Breton es socilogo, profesor en la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo.Entre sus obras, destacan: Du silence (Metailie), Anthropologie du corps et tnodernit (PUF), Desvisages. Essai d antrophologie (Armand Colin), LAdieu au corps (Metailie). En castellano, estntraducidas y pueden consultarse: Antropologa del dolor (Seix Barral) y El silencio (Sequitur),

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    Acerca del inacabamientodel hombre en la educacin2

    Las percepciones sensoriales, la sensacin y la expresin de las emo-ciones parecen la emanacin de la intimidad ms secreta del sujeto, aunquetambin estn modeladas social y culturalmente. Los gestos que alimentany coloran su presencia no provienen de una fisiologa pura y simple, ni deuna nica psicologa, una y otra se superponen a una simbologa corporalque les da sentido, se nutren de una cultura afectiva que cada sujeto vive asu manera. El ojo tiene el mismo funcionamiento orgnico pero lo que cadapersona ve responde a las significaciones que ha aprendido y a su propiasensibilidad. Los sentimientos y las emociones no son estados absolutos,sustancias traspasables de un individuo y de un grupo a otro, no son, o noson slo, procesos fisiolgicos en los cuales el cuerpo encerrara el secre-to. Son relaciones. A pesar de que el conjunto de los hombres del planetadispone del mismo aparato fonatorio, no hablan la misma lengua; en lamisma medida, aunque su estructura muscular y nerviosa es idntica, ellono presagia en absoluto los usos culturales a los que da lugar De unasociedad humana a otra, los hombres sienten afectivamente los aconteci-mientos de su existencia a travs de distintos repertorios culturales que aveces se parecen pero que no son idnticos. Ven, oyen, degustan y tocan,humean el mundo de una forma radicalmente diferente segn su pertenen-cia social y cultural. El nio tiene que aprender el mundo para encontrar susitio y disfrutar de l3.

    En su nacimiento y durante los primeros aos de su existencia, el hombrees el ms desasistido de los animales. A diferencia de ellos, que reciben de suherencia especfica la suma de instintos necesarios para la supervivencia ypara la adaptacin al medio, la llegada al mundo de un nio es la de un orga-nismo prematuro, abierto, disponible, y que se tiene que construir por com-pleto. Este inacabamiento no es solamente fisico, es tambin fisiolgico,social y cultural. El cachorro de hombre requiere ser reconocido por los demscomo existente para poder presentarse como sujeto; necesita el cuidado y elcario de su entorno para desarrollarse, sentir el gusto por la vida, y adquirir

    2 La traduccin es de Myriam Soto Lucas y Juan Antonio Garcia Fraile.Sobre el aprendizaje y las variaciones culturales en e mbito de las emociones y de los

    sentimientos aconsejamos consultar: Le Breton, D. (1998). Les Passions ordinaires. Ant/tropo-logie des motions. Paris: Armand Coln. En contraposicin con el nio social, planteamos enel primer capitulo la problemtica de los denominados nios salvajes.

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    los signos y smbolos que le dotan de medios para comprender el mundo ypoder comunicarse con los dems. En el momento de su nacimiento, su hori-zonte es infinito, abierto a todas las solicitudes, mientras que las condicionesfuturas de la vida del animal estn esencialmente ya ah, inscritas en su pro-grama gentico, prcticamente inmutables en el seno de su misma especie. Enel hombre la educacin sirve para sustituir las orientaciones genticas que noasignan ningn comportamiento preestablecido. La naturaleza del hombre serealiza en la cultura que lo acoge. Al contrario que un animal, el recin naci-do se encuentra ftente a un inmenso campo de posibilidades: todas las condi-ciones humanas estn virtualmente delante de s ya que dispone de la mismaconstitucin fisica que el hombre del neoltico. El nio de la edad de piedrasigue naciendo a cada instante en todos los sitios del mundo, posee la mismaaptitud para entrar en el sistema de los sentidos y valores de la comunidadsocial que le acoge.

    Debido a su inicial prematuridad, si el nio es abandonado a sus solasfuerzas en los primeros aos de su existencia, una muerte cierta le espera. Nodispone ni de los recursos, ni sobre todo de comprensin suficiente del mun-do que le rodea para tener la posibilidad de defenderse de los animales o delambiente adverso y asegurar su subsistencia. Durante esta larga dependenciabiolgica, la ausencia del otro desemboca en la muerte. Es por medio de lasrelaciones sociales, que el nio satisface poco a poco, como se produce elaprendizaje del hecho de vivir. Sin la mediacin estructurada del otro, Ja capa-cidad de apropiacin significante del mundo por el hombre es impensable, sucuerpo se abre por si solo a la inteligencia de los gestos o de las percepcionesque le son necesarias.

    La educacin como iniciacin al mundo

    Al anclar al nio en una cultura determinada, la educacin coIma poco apoco ese universo de posibilidades en provecho de una relacin particular conel mundo, en la cual el nio asimila los datos de un carcter y una historia pro-pias. Es una apertura significativa al mundo. Los miembros de su entorno sonlos garantes de su futura insercin en la relacin social. La educacin tienecomo fin proporcionarle las condiciones propicias para una interiorizacin deeste orden simblico que modela su lenguaje, sus pensamientos, sus activida-des, sus gestos, la expresin de sus sentimientos, sus percepciones sensorialesetc., en funcin de la cultura corporal de su grupo.

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    En el seno de su comunidad familiar el nio adquiere los conocimientos,los modelos, los valores, los smbolos, en fin las maneras de hacer de pensary de sentir propias del grupo en un momento dado de su historia. El procesoempieza en el nacimiento, contina durante toda la vida y no conoce fin msque con la muerte. La pequea infancia es el perodo ms intenso para lasocializacin. Es el periodo en el que el ser humano tiene ms cosas que apren-der (lenguajes, roles, ritos, limpieza, gestos, tcnicas corporales, expresin delos sentimientos, modelacin de los sentidos, etc.), en el cual es totalmentemaleable, abierto al aprendizaje. Integra en s mismo los elementos de su cul-tura con una facilidad y una rapidez que nunca ms va a volver a encontrar elresto de su vida.

    La educacin se difunde a lo largo de la vida cotidiana, con los actoresms prximos. La familia es el primer mediador de los elementos culturalesy sociales que constituyen la trama de la vida colectiva. Los miembros de lafamilia desempefian distintos papeles educativos segn las circunstanciassociales y culturales; el papel del padre, de la madre, de los abuelos, de lostos, de otros miembros de la fratria, del vecindario, del colegio, es distintode una sociedad a otra. Hoy tambin debemos contar con la televisin, losjuegos de video o Internet. Es el aprendizaje de los saber-hacer, de los cono-cimientos, y de los saber estar con los dems. Una inmensa parte de la acti-vidad educativa de los adultos se dirige a influir sobre los nios. Los cuida-dos prodigados, las marcas de ternura, las atenciones, las palabraspronunciadas ejercen un papel considerable en la construccin de la sensibi-lidad del nio. En el hombre todo es virtual, y slo la relacin con el otro,bajo la forma que sea, es mediadora de la entrada del nio en el mundo conel ttulo de partenaire social por completo. Las modalidades de educacinpueden realizarse suavemente o de una forma agresiva segn los contextosculturales. A lo largo del proceso de maduracin, el nio se apropia de dife-rentes registros culturales. Mezclado con la vida cotidiana, los lleva a cabopor su lado, hacindose corregir por los adultos que le rodean, aprende a iden-tificar la posicin social de sus interlocutores y a comportarse ante ellos deuna forma apropiada.

    Una educacin formal se ejerce sobre l de una manera deliberada, y aveces hasta directiva. Se le ensean los modos de conducta que se juzganindispensables en su paso por el mundo. El adulto toma entonces una actitudcoercitiva. No hagas eso hazlo as son las palabras simblicas de estetipo de educacin. El nio reacciona, se equivoca, se le corrige, se le ense-a como se debe hacer y por qu. La educacin formal enva al sentimiento

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    ntimo la naturaleza de las cosas que deben ser respetadas. Aparece sobre todosi el nio comete una falta o duda ante la conducta que debe adoptar: apren-dizaje de la limpieza, de la educacin, del pudor, de las maneras en la mesa,etc. Por imitacin e identificacin inconsciente, a travs de un bricolaje ima-ginario sobre lo que cree que debe haces el nio se apropia de comporta-mientos enraizados en la evidencia de su comunidad. Toda una serie de activi-dades y valores de una gran complejidad pasan de una generacin a otra, sinque uno se d cuenta de que se aprenden, se interiorizan. Esta educacin msinformal trata sobre comportamientos que escapan a la conciencia: proxemia,percepciones sensoriales, sexualidad etc.

    De hecho esos tipos de aprendizaje se enmaraan en la existencia delnio4. El mismo es evidentemente activo en este proceso, no es un pedazo decera virgen a punto de ser modelado, sino un actor que responde a las soli-citudes de las que es objeto a lo largo de su historia, su sensibilidad, sus gus-tos, etc. La educacin es un proceso mltiple en el que intervienen numero-sos datos. Pero esta diversidad no es nunca aleatoria, est coordinada, formaun todo segn un esquema organizado. Si las intervenciones son aparente-mente heterogneas, forman parte de un mismo entorno y acarrean una mis-ma afirmacin cultural, tienen la misma finalidad, la de edificar un hombrecapaz de una triple integracin: una integracin personal, es decir, una capa-cidad de agrupar en uno mismo y de forma coherente las mltiples influen-cias del exterior; una integracin social que permite al individuo participaractivamente en la vida del grupo al que pertenece, reconocerle como suyo, yser reconocido; una integracin cultural que hace de l la expresin viva deuna forma de vida, de pensamiento y de sentimiento propio de un sistema desentidos y de valores. Los elementos simblicos de la sociedad se conviertenen partes integrantes de la personalidad. El individuo toma cuerpo en su cul-tura. El peso del control social, de los imperativos y de las exigencias delmedio social, se siente poco. La contingencia de su condicin es para l unaprueba, no se imagina que pudiera haber nacido y crecido en otra parte. Lafuente de su conformidad parece surgir de si mismo. Si la educacin es unasuma considerable de respuestas, su oportunidad es tambin la de convertir-se en un camino de preguntas dej ando abierto el camino a seguir. El le da alnio la oportunidad de inventarse a si mismo. No se le da el mundo por ente-ro, tambin lo debe construir. La educacin que recibe, ajusta al hombre a sumedio hacindole compartir con los otros una comunidad relativa de pensa-

    Cfr. entre otros: Hall, E. T. (1994). Le langage silencieux. Pars: Seuil.

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    miento, de acciones, de valores, singular por su historia personal. De hechoesa es la experiencia de la escuela que transmite el saber cultural de unageneracin a otra apostando por que nada de lo que proviene de la cultura esextrao al hombre que nace y crece en ella, a condicin de que disponga deinterlocutores aptos para trasmitirle esos datos.

    Aprender la libertad por medio del cuerpo

    Si las grandes lneas de su educacin integran al nio en su medio, que-da por preguntarse el color personal que l aade, el estilo de su presenciaen el mundo. La relacin entre el nio y sus interlocutores, y sobre todo consus maestros (entendido en el sentido infantil de aquellos que encarnan unaautoridad moral) se traduce por un gesto, una palabra, una invitacin, unanada cuyas consecuencias alimentan a veces una vida entera. El maestro seimpone a la inteligencia del alumno, le constrie a aprender, lo vierte dentrode su molde o le acompaa, avanza con su mismo paso, le despierta al mun-do respetando su sensibilidad y su ritmo, camina sobre el terreno del otro,sin jams forzarle a despojarse de s mismo. Conectando con el movimientointelectual del nio, pone al da lo que el nio saba sin darse cuenta. Laprueba del saber (vuelto a ser) encontrado por el nio no es ms que la habi-lidad del maestro que provee a su inteligencia de las mejores condicionespara su desarrollo.

    Contrapongo de esta manera el maestro del sentido al maestro de la ver-dad. El primero concibe su tarea como la de una iniciacin, la de la formacindel hombre. Sabe que la singularidad de ese recorrido no se debe cristalizar endogmas en los que las respuestas siguen un cuidadoso repertorio. Sabe queslo el nio ostenta una respuesta y que debe recorrer a su ritmo el caminohacia ella. El maestro de la verdad es un maestro de pereza y sometimiento, nomcita a la bsqueda y fuerza la inculcacin de un sistema en el que las formasson intercambiables, ya que slo importan las formas que transitan por l. Elmaestro del sentido ensea una verdad particular que el nio descubre en simismo, el maestro de la verdad ensea una va nica indiferente a la persona-lidad de los alumnos. La enseanza del maestro del sentido trata de una rela-cin con el mundo, sobre una actitud moral ms que sobre una coleccin deverdades envueltas en un contenido inmutable. El fin no es la adquisicin deuna cantidad de saber, sino la indicacin de un saber-estar: un saber ver, unsaber escuchar, un saber degustar el mundo, etc., es decir una apertura al mun-

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    do del sentido y de los sentidos en los que el nio es el artesano5. Un ejemplode maestro del sentido, que como tal se ignora, es el de Samuel Beckett, tal ycomo habla de l Charles Juliet. Uno de sus amigos le cuenta la visita delescritor a su casa de campo. Durante toda una tarde el uno y el otro hablansobre los pjaros.

    En cuanto se fue Beckett todo haba cambiado, l ya no reco-noca su casa y el cielo, los rboles, las gentes tenan otro aspecto,(se excusa por no poder explicarlo mejon reconoce que es algo inde-

    finido, pero no hago ningn esfuerzo por comprenden ya que es loque siento en presencia de Bram Van Velde.hA.

    Las palabras de un maestro del sentido van ms all de las palabras, dan luz.El conocimiento no es el regalo de un maestro a su alumno, sino el fruto

    de una elaboracin mutua dnde el esfuerzo del educador tiene como objetivocrear en el nio la necesidad de lo que descubre. La leccin ideal (u observa-cin ideal) es dar al nio el presentimiento de una respuesta que l formula conla ltima palabra del maestro. La enseanza es desvelar una nueva evidenciaque da al nio una mayor latitud de pensamiento y de accin en el camposocial y cultural. Como tal es una ubicacin sobre vas sinuosas donde existennumerosos obstculos: una situacin familiar dificil, una condicin demasiadomodesta, una estigmatizacin, por ejemplo, pueden trabar el avance del nio ydejarlo petrificado en un costoso aprendizaje o pueden hacer ejercer su sensi-bilidad. Los esfuerzos del maestro pueden chocar contra una losa social dema-siado pesada por sus magros medios.

    El encuentro del alumno con el educador es tambin un encuentro del nioconsigo mismo y del educador consigo mismo; es una prueba de verdad en elsentido de que siempre deja huella, aunque slo fuera por el abandono de uieducador que no cumple su tarea y desalienta al alumno en su aprendizaje. Elmaestro es el mediador del descubrimiento de s mismo del nio, en su pro-yeccin hacia la sociedad, al igual que puede ser un obstculo segn la calidadde su presencia ante la clase o ante el alumno. El hecho pedaggico no es msque un elemento dentro de un contexto ms global en el que se trata de formaral hombre en un medio social determinado. El objetivo del educador es con-tribuir al nacimiento de una personalidad, de ayudarla para apropiarse creati-

    Desarrollo este tema en mi libro, bu sitence. Paris: Mtaili, p. 227 y ss.6 Juliet, Cli. (1979). Jaurnal IL 1965-1968. Paris: l-lachette, p. 62.

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    vamente del mundo que le ha tocado en suerte. Toda pedagoga es por lo tan-to una antropologa, proporciona los elementos de un saber parcial, pero tam-bin prepara para la existencia futura. Agranda la sensibilidad hacia el mundo.Aunque se trate de iniciarse a la lectura o a la pintura, a la msica o a la dan-za, cualquier formacin nueva contribuye a la formacin personal de un alum-no que es un germen de hombre o mujer y aprende ms all de una serie detcnicas. La persona del educador cuenta tanto como el contenido que trans-mite. Una contradiccin en la forma de comportarse con respecto al nio y lanaturaleza de su palabra neutraliza el mensaje explicito. Se aprende ms a tra-vs de la forma de una enseanza que de su contenido explcito. Si el educa-dor es un gula, lo es como si fuera un compaero de ruta y no un hombre indi-ferente y dogmtico. El impacto ms fuerte es menos el del contenidomanifiesto de un discurso que la calidad de la presencia que sostiene. Todomaestro, dice O. Ousdorf, no importa su especialidad, es prinem un maestrode humanidad: tan pobre como sea su conciencia profesional, no lo es menos,que lo quiera o no, e/testigo y el garante, para aquellos que le escuchan, dela mejor exigencia>?. Incluso la tarea ms humilde puede ofrecer al educadorla oportunidad de dar respuesta al nio sobre el sentido de la vida. Entre laslneas de la leccin prima una actitud, una mirada, y la influencia es a vecesdecisiva para lo mejor o lo peor. Cualquier situacin de enseanza, en el msamplio sentido de la palabra, en la cual el nio descubre un ms all de lo quel crea, desborda el instante y marca con hierro el resto de la existencia.

    La educacin no es ms que una herramienta cuyas disposiciones antropo-lgicas son poderosas, pero no vale ms que lo que valen los educadores, estrelacionada con la calidad de su presencia, la capacidad para suscitar confian-za, su solidez radica en jugar el papel del relevo. El grado de apertura al mun-do del nio est en funcin de quien les caracteriza a los dos. El mundo pier-de su pelcula de evidencia y deja el campo libre a una mirada, es decir, a unadistancia crtica. El nio se abre al mundo del sentido y de las sensaciones,aprende con todo su cuerpo. Realiza el aprendizaje de la libertad, descubre sucapacidad de crear los limites del mundo en el cual cree vivir lo ms felizposible. La condicin del hombre sigue siendo el inacabamiento, una aptitudinfinita de conectarse en cada momento al mundo. La ms bella adquisicindel nio no es la de almacenar conocimiento, sino la de no ignorar que el mun-do jams le ser dado en su totalidad, y que no acabar nunca de aprender.

    Gusdorf~ 6. (1963). Porquoi des projsseurs? Paris: Payot, p. 45.Revista Complutense de Educacin

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