Lección 25 - Si Tu Hermano Peca
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Lección 25 - Sábado, 18 de Junio de 2016
Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 251
Santiago 3:2, Proverbios 20:9, Mateo 5:23, 24; Mensajes para los Jóvenes, pág. 94
Todos ofendemos muchas veces. Si alguno noofende en palabra, éste es varón perfecto, capaztambién de refrenar todo el cuerpo.¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,Limpio estoy de mi pecado?.Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas deque tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tuofrenda delante del altar, y anda, reconcíliateprimero con tu hermano, y entonces ven ypresenta tu ofrenda.Hay un poder maravilloso en el silencio. Cuandoles hablen con impaciencia no repliquen de lamisma manera. La respuesta airada a uno queestá enojado actúan generalmente como unlátigo que acrecienta la furia de la ira. En cambio,pronto se disipa la ira si se le hace frente con elsilencio. Frene el cristiano su lengua, resolviendofirmemente no pronunciar palabras ásperas eimpacientes. Con la lengua frenada puede salirvictorioso. Con su propia fuerza el hombre nopuede gobernar su espíritu. Pero mediante Cristopuede lograr el dominio propio. La religión deCristo pone las emociones bajo el gobierno de larazón, y disciplina la lengua.
Lucas 17:3, Mateo 18:15; Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 194, El Evangelismo, pág. 462
Mirad por vosotros mismos. Si tu hermanopecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere,perdónale.Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve yrepréndele estando tú y él solos; si te oyere, hasganado a tu hermano.Pero el pecado no ha de ser consideradolivianamente. El Señor nos ha ordenado que notoleremos las faltas de nuestro hermano. Él dice:‘Si pecare contra ti tu hermano, repréndele. Elpecado ha de ser llamado por su propio nombre,y ha de ser presentado claramente delante delque lo comete.Vosotros dos necesitáis un toque más suave.Vuestras palabras deben calmar y no hostilizar.Estén vuestros corazones llenos de amor por lasalmas. Con un interés profundo y tiernotrabajad por los que se hallan a vuestroalrededor. Si veis a uno que comete un errortratad con él en la forma como Cristo haseñalado en su Palabra y ved si no podéisresolver este asunto con ternura cristiana. Oradcon él y creed que el Salvador os mostrará elcamino de salida de ese problema.
Apocalipsis 3:20, Mateo 23:37; El Deseado de Todas las Gentes, pág. 454, El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 127
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
apedreas a los que te envían! ¡Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos
debajo de las alas, y no quisiste! .
El Testigo verdadero dice: ‘He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo’. Toda amonestación, reprensión y
súplica de la Palabra de Dios o de sus mensajeros es
un llamamiento a la puerta del corazón. Es la voz de
Jesús que procura entrada. Con cada llamamiento
desoído se debilita la inclinación a abrir. Si hoy son
despreciadas las impresiones del Espíritu Santo,
mañana no serán tan fuertes. El corazón se vuelve
menos sensible y cae en una peligrosa inconsciencia .
En Jerusalén vio Jesús un símbolo del mundo que
había rechazado y despreciado su gracia. Mientras
Jesús vertía lágrimas sobre el monte, Jerusalén habría
podido arrepentirse.
Levítico 19:17, Salmos 141:5, 1 Timoteo 5:20; El Deseado de Todas las Gentes, pág. 409
No aborrecerás a tu hermano en tu corazón;razonarás con tu prójimo, para que no participesde su pecado.Que el justo me castigue, será un favor, Y que mereprenda será un excelente bálsamo. Que no meherirá la cabeza; mi oración será continuamentecontra las maldades de aquellos.A los que persisten en pecar, repréndelos delantede todos, para que los demás también teman.La instrucción de Cristo en cuanto al trato con losque yerran repite en forma más específica laenseñanza dada a Israel por Moisés: ‘Noaborrecerás a tu hermano en tu corazón:ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y noconsentirás sobre él pecado’. Si uno descuida eldeber que Cristo ordenó en cuanto a restaurar aquienes están en error y pecado, se hacepartícipe del pecado. Somos tan responsables delos males que podríamos haber detenido como silos hubiésemos cometido nosotros mismos.“Pero debemos presentar el mal al que lo hace.No debemos hacer de ello un asunto decomentario y crítica entre nosotros mismos.
Deuteronomio 29:18, u.p, Hebreos 12:14, 15; Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, vol. 6, pág. 1076, El Deseado de Todas las Gentes, pág. 409
…no sea que haya en medio devosotros raíz que produzca hiel yajenjo.Seguid la paz con todos, y la santidad,sin la cual nadie verá al Señor. Miradbien, no sea que alguno deje dealcanzar la gracia de Dios; quebrotando alguna raíz de amargura, osestorbe, y por ella muchos seancontaminados.La transgresión puso a todo el mundoen peligro, bajo la sentencia de lamuerte. Pero en el cielo se oyó unavoz que decía, ‘He hallado un rescate.El conocimiento de las faltas de loscristianos será tan sólo una piedra detropiezo para el mundo incrédulo; yespaciándonos en estas cosas nopodemos sino recibir daño nosotrosmismos; porque contemplando escomo somos transformados.
Mateo 18:26-30; Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 192, Profetas y Reyes, pág. 482
Aquel siervo, postrado, le suplicaba: Señor, tenpaciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Elseñor de aquel siervo, movido a misericordia, lesoltó y le perdonó la deuda. Saliendo aquelsiervo, halló a uno de sus consiervos, que ledebía cien denarios; y le ahogaba, diciendo:Págame lo que me debes. El consiervo, postradoa sus pies, le rogaba: Ten paciencia conmigo, y yote lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y leechó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.Cuántos hoy día manifiestan el mismo espíritu!Cuando el deudor suplicó misericordia a suseñor, no comprendía verdaderamente laenormidad de su deuda. No se daba cuenta desu impotencia.Éramos todos deudores de la justicia divina;nada teníamos con qué pagar la deuda. El Hijode Dios se compadeció de nosotros y pagó elprecio de nuestra redención. Se hizo pobre paraque por su pobreza fuésemos enriquecidos.Mediante actos de generosidad hacia los pobres,podemos demostrar la sinceridad de nuestragratitud por la misericordia que se nosmanifestó. ‘Hagamos bien a todos.
De la manera
que Cristo os
perdonó…
…así también
hacedlo vosotros.
Marcos 11:25, Colosenses 3:13, Mateo 18:35; El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 53
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algocontra alguno, para que también vuestro Padreque está en los cielos os perdone a vosotrosvuestras ofensas.Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unosa otros si alguno tuviere queja contra otro. De lamanera que Cristo os perdonó, así tambiénhacedlo vosotros.Así también mi Padre celestial hará con vosotros sino perdonáis de todo corazón cada uno a suhermano sus ofensas.Cuando alguien que profesa servir a Dios perjudicaa un hermano suyo, calumnia el carácter de Diosante ese hermano, y para reconciliarse con Diosdebe confesar el daño causado y reconocer supecado. Puede ser que nuestro hermano nos hayacausado un perjuicio aún más grave que el quenosotros le produjimos, pero esto no disminuyenuestra responsabilidad. Cuando nos presentamosante Dios recordamos que otra persona tiene algocontra nosotros, debemos dejar nuestra ofrendade oración, gratitud…, e ir al hermano con quiendiscrepamos y confesar humildemente nuestropecado y pedir perdón.