Lecciones Aprendidas y Lecciones por Aprender: Qué pueden ...
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Lecciones Aprendidas y Lecciones por Aprender: Que pueden aprender los paí ses desarrollados de la experiencia de Latinoame rica en disputas sobre inversio n extranjera
Rodrigo Polanco Lazo*
Introducción
En los últimos años, hemos sido testigos de la creciente inquietud de parte de países
desarrollados, con respecto al Arbitraje Inversionista-Estado (AIE), un sistema de
solución de controversias en materia de inversión extranjera que crearon y
promovieron durante décadas.
Las primeras reacciones contra el AIE de parte de países desarrollados, vinieron
después de que Canadá y Estados Unidos se convirtieron en demandados en casos
presentados por inversionistas extranjeros bajo el Capítulo 11 del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA).1 Hoy en día estamos observando un debate
similar en las negociaciones de acuerdos "Mega-Regionales" que implican a países
desarrollados, ya que para algunos grupos de la sociedad civil, la academia y ciertos
funcionarios de gobierno, la propuesta de inclusión de AIE en tratados como el Acuerdo
de Asociación Transpacífico (TPP), 2 el Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA)3,
y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP)4, es vista como un
peligro, porque le daría acceso a inversionistas extranjeros a un foro que consideran
inadmisible para objetar las normativas o políticas de un país desarrollado.
Las aprehensiones de países desarrollados de ser demandados en arbitrajes de
inversiones, pueden estar justificadas. UNCTAD informó que en 2013, y por primera
vez, hubo más casos de AIE en contra de países desarrollados que en contra de países en
desarrollo, y curiosamente, en la mayoría de estas disputas, los demandantes son
inversionistas de países desarrollados. 5 En los últimos años, los flujos de inversión han
cambiado y los países desarrollados son cada vez más destinatarios de la inversión de
países en desarrollo. 6 Eso abre la posibilidad de que los conflictos, en los que en una
inversión de los papeles tradicionales, los inversionistas de países en desarrollo desafíen
las políticas o regulaciones de un país desarrollado.
*Rodrigo Polanco Lazo es Profesor Asistente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile e Investigador del World Trade Institute (WTI), Universidad de Berna, Suiza. Agradezco a los participantes del SELA (Lima, Junio 2014), por sus preguntas, comentarios y sugerencias, en especial a Ximena Benavides, Alfredo Bullard, Leonardo Filippini, Owen Fiss, Ximena Fuentes, Eleonora Lozano, Mariana Mota Prado, Exequiel Nino, Beatriz Sánchez y Michelle Sánchez. Todos los errores y omisiones son por supuesto, de mi exclusiva responsabilidad.
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La respuesta de los países desarrollados al enfrentarse a demandas en arbitraje de
inversiones ha sido negativa: algunos están ahora buscando “reequilibrar” el sistema,
aclarando las normas de protección de inversiones de una manera que permitan más
“espacio” para las políticas de los Estados receptores de inversión, y otros quieren
mejorar el funcionamiento del AIE, incluyendo medidas relativas a conflictos de interés,
transparencia y consistencia de los laudos, entre otras. Pero casi todos los países
desarrollados están asombrados de que su sistema judicial sea descartado como foro
natural de estas disputas. En el centro de estas preocupaciones, está la idea de que en los
Estados receptores de inversión con un Estado de Derecho “apropiado”, sus tribunales
de justicia son el foro adecuado para resolver las reclamaciones de inversionistas
extranjeros. Sus jueces nacionales y no árbitros extranjeros, serían los más calificados
para resolver estos conflictos, considerando que los sistemas judiciales en dichos países,
ofrecen mayores garantías de independencia, transparencia y equidad procesal. 7 El AIE
entre países desarrollados sería entonces una institución innecesaria o superflua.
Pero la reacción de los países desarrollados, no es diferente a la que en el pasado
tuvieron los países en vías de desarrollo, cuando se enfrentaron a disputas en materia de
inversión extranjera, particularmente en América Latina. Mucho antes de la existencia
del arbitraje de inversiones, la percepción de los inversionistas extranjeros acerca del
nivel de protección recibida en los países en desarrollo, rara vez era buena. Entonces los
países desarrollados aseguraron el estatus de sus ciudadanos a través de tratados
desiguales que garantizaban la aplicación extraterritorial del derecho y la jurisdicción de
dichos países “civilizados”,8 o desafiaron el tratamiento sustantivo y procesal que los
inversionistas extranjeros recibían en países en vías de desarrollo, si estimaban que no
se ajustaba a un “estándar mínimo internacional”. Como consecuencia de esto último,
Latinoamérica se convirtió en el principal ejemplo del uso – y en ciertos casos del abuso
– de la “protección diplomática”. 9
La creación del AIE, supuso superar estos problemas, despolitizando las diferencias
relativas a inversiones y proporcionando mayor seguridad jurídica a los inversionistas
extranjeros, a través de un tribunal independiente, neutral y calificado. 10 Si bien los
países de América Latina se mostraron en un inicio reacios a aceptar el arbitraje de
inversiones, como un mecanismo para resolver controversias relativas a inversiones
extranjeras, este enfoque cambió en la década de 1990’s, cuando casi todos los países de
la región (con la notable excepción de Brasil), aceptaron el AIE como un mecanismo
adecuado para resolver las reclamaciones de los inversionistas extranjeros. 11
Probablemente no preveían que los países latinoamericanos se convertirían en los
principales demandados en casos de arbitraje de inversión. 12
Los países desarrollados podrían aprender de la abundante experiencia de
Latinoamérica en controversias sobre inversiones extranjeras. Ello sería una inversión
de los roles que tradicionalmente se han asumido por parte de los países desarrollados.
Recordemos que el primer movimiento de “Derecho y Desarrollo” (“Law &
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Development”) surgido a fines de los años 50’s y hasta comienzos de los años 70’s, 13 se
basó en la idea de que las naciones en vías desarrollo podían aprender de los sistemas
jurídicos de los países desarrollados y que dicho aprendizaje debía informar la reforma
de su derecho y sus instituciones. 14 Sin entrar a analizar la gran variedad de estudios y
metodologías que hoy conviven bajo esa denominación,15 el presente trabajo toma el
punto de partida contrario, interrogándose acerca de si en materia de conflictos de
inversión extranjera, los países desarrollados pueden aprender de las soluciones
jurídicas elaboradas por los países en desarrollo, mientras se enfrentan cada vez más a
los desafíos planteados por el actual régimen de arbitraje inversionista-Estado,
utilizando como caso de estudio las lecciones aprendidas por países latinoamericanos.
Estas lecciones dicen relación con dos aspectos: el uso del mismo derecho internacional
para mejorar un mecanismo internacional la solución de controversias; y la necesidad de
un compromiso recíproco de los Estados que garantice el debido funcionamiento de
dicho sistema.
Pero que Latinoamérica aporte al derecho internacional no debiera ser considerado
como algo novedoso. Su participación en la elaboración de esta rama del derecho ha sido
activa desde el proceso de independencia de la región, habiéndose incluso avanzado la
idea de un “Derecho Internacional Latinoamericano”, 16 un fenómeno que Obregón17
vincula a la existencia de una “conciencia criolla”, que en parte acepta y rechaza la
interpretación y desarrollo tradicional de ese derecho, estrechamente vinculada a su
origen Europeo. Aunque el aporte de América Latina al derecho internacional no ha sido
necesariamente consistente o exento de politización y fragmentación, 18 el examinar sus
respuestas jurídicas a los desafíos que se derivan de la solución de controversias en
materia de inversión extranjera, se pueden iluminar las similitudes y diferencias de
reacción entre los países desarrollados y en desarrollo, exponiendo las limitaciones
estructurales del sistema y sus desiguales relaciones de poder.
1. Lección # 1: La solución internacional de controversias se puede
mejorar utilizando el derecho internacional
Históricamente, las disputas en materia de inversiones eran resueltas por los tribunales
locales del lugar donde la inversión se materializaba (“Estado receptor”) o a través de la
protección diplomática. 19 La protección diplomática es un concepto de derecho
internacional consuetudinario en donde un Estado (“Estado de origen”), invoca la
responsabilidad de otro Estado por el perjuicio causado por un hecho
internacionalmente ilícito de ese Estado a una persona natural o jurídica que es un
nacional del primer Estado con miras a hacer efectiva esa responsabilidad.20
La principal razón para el uso de la protección diplomática, fue que los Estados de origen
no siempre estaban de acuerdo con el nivel de protección que los Estados receptores
podían proporcionar a los inversionistas extranjeros a través de sus tribunales locales, y
la idea de un “Estándar Mínimo Internacional” de tratamiento para extranjeros fue
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propuesta por los países desarrollados en contraste con el “Trato Nacional” que
sostenían ciertos países en vías de desarrollo, particularmente en Latinoamérica. 21
En el discurso en la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Derecho Internacional
(ASIL) el año 1910, Root resumió la posición de Estados Unidos con respecto a la
protección de sus ciudadanos en el extranjero: 22
“Cada país está obligado a dar a los nacionales de otro país en su territorio el beneficio de las
mismas leyes, la misma administración, la misma protección, y las mismas formas de
reparación de perjuicios que se le da a sus propios ciudadanos, y ni más ni menos: siempre
que la protección que el país otorga a sus propios ciudadanos se ajuste al estándar
establecido de civilización.
Hay una norma de la justicia, muy simple, muy fundamental, y de aceptación general por
parte de todos los países civilizados como para formar parte del derecho internacional del
mundo. La condición sobre la que cualquier país tiene derecho a medir la justicia que le
corresponda a un extranjero por la justicia que les otorgue a sus propios ciudadanos, es que
su sistema de derecho y de administración debe ajustarse a este estándar general. Si el
sistema de derecho y administración de cualquier país no cumple ese estándar, aunque sus
ciudadanos puedan aceptarlo o encontrarse obligados a vivir bajo él, ningún otro país puede
ser obligado a aceptarlo como la entrega de una medida satisfactoria de tratamiento a su
ciudadanos”.
En este tiempo, el uso de protección diplomática incluía tanto los medios pacíficos y no
pacíficos de solución de controversias. Cuando la fuerza era usada, o se amenazaba con
su uso, la parte “diplomática” de la “protección diplomática” se transformaba en una
“ficción irónica y apenas sutil”.23 Aunque los países latinoamericanos se vieron
especialmente afectados por el abuso de la protección diplomática e incluso enfrentaron
ocupaciones de fuerzas militares enviadas por los gobiernos del Estado de origen del
inversionista,24 la “diplomacia de las cañoneras” no fue sistemáticamente utilizada para
resolver disputas sobre inversión extranjera, y los tribunales locales y otros métodos
pacíficos y diplomáticos, eran preferidos a la intervención armada. 25
Sin embargo, la percepción de abusos en el uso de la protección diplomática, llevó a los
países de la región a tomar la posición que los extranjeros no tenían mayores derechos
que los reconocidos a los ciudadanos del Estado receptor. 26 Por esa razón, la mayoría de
los Estados receptores de inversión en Latinoamérica trataron de confinar los recursos
judiciales en esta materia, a los disponibles en sus tribunales e instituciones locales,
declarando que su judicatura tenía un rol primario en la solución de controversias de
inversión extranjera, rechazando la protección diplomática excepto en casos de
denegación de justicia o evidente violación de los principios de derecho internacional. 27
Esta idea ha sido llamada la “Doctrina Calvo” 28 siguiendo los escritos del diplomático
argentino Carlos Calvo.29 Con respecto al uso de la fuerza como un mecanismo legítimo
para solucionar disputas de inversiones, Calvo señaló que las naciones Europeas seguían
un principio de intervención diferente en sus relaciones con los Estados de
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Latinoamérica, comparado con el que empleaban en sus relaciones recíprocas, donde
invariablemente habían seguido la regla que “el cobro de deudas y la atención de
reclamaciones de particulares no justifica de plano la intervención armada de parte de
los gobiernos”.30
Pronto los países de Latinoamérica fueron más allá de la idea de aceptar la protección
diplomática como un recurso subsidiario, y desarrollaron la llamada “Cláusula Calvo”,31
incorporada en ciertos contratos entre inversionistas extranjeros y Estados receptores,
y en virtud de la cual, los extranjeros aceptaban renunciar a su derecho a requerir la
protección diplomática de su Estado de origen, respecto de cualquier disputa que
surgiera relacionada con el contrato,32 incluso si ella se implementaba a través de
medios pacíficos.
La Doctrina Calvo y especialmente la Cláusula Calvo fueron cuestionadas por los países
desarrollados y exportadores de capital, y especialmente por Estados Unidos.33 En 1873,
después de recibir una nota del ministro mexicano de Relaciones Exteriores afirmando
que México no era responsable de los daños causados a los extranjeros durante la guerra
civil, usando como referencia los escritos de Calvo, el embajador de EE.UU. en México
respondió que “el Dr. Calvo era un joven abogado cuyas teorías no habían sido aceptadas
internacionalmente”.34 En relación con la Cláusula Calvo, se debatió acerca de si los
inversionistas extranjeros podían renunciar al derecho a la protección diplomática que
era reconocido en favor de su Estado de origen y no del propio inversionista. 35 La
mayoría de los países europeos siguieron una oposición menos estricta a la Doctrina
Calvo, e incluso reconocieron la validez parcial de la Cláusula Calvo, sosteniendo que un
compromiso contractual asumido por un privado de no recurrir a la protección
diplomática no vincula a su Estado de origen, si hay una violación de las normas
generalmente reconocidas del derecho internacional. 36
Pero la Doctrina Calvo y la Cláusula Calvo no fueron la única vía explorada por los países
de América Latina para oponerse a la protección diplomática por vías violentas. Cuando
no les fue posible sostener la jurisdicción interna como exclusiva para disputas en
materia de inversión extranjera, la mayoría de los países latinoamericanos acordaron
resolver dichas disputas mediante métodos pacíficos de protección diplomática,
principalmente arbitrajes ad – hoc y comisiones de reclamaciones binacionales o mixtas.
El uso del arbitraje para decidir los conflictos que surgieran entre los Estados de
América Latina, fue incluso propuesto como un "Principio de Derecho Público
Americano" en diversas Conferencias Panamericanas, 37 y entre 1794 y 1938 los países
de América Latina participaron en cerca de 200 arbitrajes, 38 aunque la mayor parte de
ellos se llevó a cabo durante el primer siglo después de la independencia de los países
latinoamericanos a partir entre 1829 y 1910. 39
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Los países latinoamericanos no favorecían necesariamente el arbitraje, cuando los
conflictos involucraban países desarrollados. En esos casos, el arbitraje se les impuso
con frecuencia como la única alternativa a la intervención por la fuerza, 40 o como una
mera extensión de la “diplomacia de las cañoneras”, ya que los Estados de origen de los
inversionistas extranjeros “eran vistos como controladores del proceso de arbitraje de
manera que permitía su utilización simplemente como una herramienta para extraer
concesiones del país anfitrión”. 41
Un análisis más detallado de los resultados de estos mecanismos pacíficos de solución de
diferencias, muestra que estaban lejos de ser una “justicia del vencedor”, y que también
hubo un interés de los países en desarrollo de la región para mejorar la protección
diplomática cuando fue utilizada de manera pacífica.
Para empezar, es cierto que los Estados de América Latina fueron a veces obligados a
someter sus diferencias a árbitros, “cuyas predisposiciones y simpatías no siempre
inspiraban confianza entre los países en desarrollo”, 42 pero normalmente el arbitraje se
llevó a cabo ante árbitros designados por las partes. Sin embargo, como en los primeros
arbitrajes, cada parte pagaba sus propios árbitros, ellos “se sentían casi necesariamente
obligados a ser los representantes especiales del país que los nominó en lugar de un
juez”. 43 Además, el Presidente del Tribunal Arbitral a veces se seleccionaba por sorteo,
un método que fue cuestionado como azaroso y causa probable de injusticia e
insatisfacción. 44 Arbitrajes posteriores mostraron una mejora sustantiva, con el
nombramiento de árbitros y presidentes de tribunales arbitrales de manera “neutral” o
independiente. 45 En cualquier caso, rara vez juristas latinoamericanos tuvieron
participación como árbitros y los países de la región tradicionalmente preferían
europeos como árbitros, incluso en disputas intra-latinoamericanas. 46
Con respecto a las reclamaciones de comisiones binacionales, en un principio eran
esencialmente “unilaterales”, con un país de América Latina siempre como la parte
demandada. Una explicación a este desequilibrio podría ser el hecho de que había más
inversiones europeas y americanas en América Latina que a la inversa, y que los
inversionistas se vieron efectivamente afectados por revoluciones y disturbios en
América Latina que causaron graves daños personales y materiales. 47 Posteriores
comisiones de reclamaciones binacionales fueron creadas para recibir reclamos de
ciudadanos de ambos lados, aunque los países latinoamericanos fueron objeto de
muchos más casos, los que a su vez impactaban de manera más significativa en sus
presupuestos.
Un ejemplo de esta evolución es proporcionada por las comisiones de reclamaciones
entre México y Estados Unidos. La primera fue establecida en virtud del Tratado de 11
de abril de 1839, para conocer las causas de centenares de ciudadanos estadounidenses,
y de millones de dólares en daños a su propiedad, especialmente durante la guerra de
independencia de México. 48 Esta comisión sesionó en Washington desde 1840 a 1842 y
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examinó 109 reclamaciones, con un total de USS $ 2.026.139,68 adjudicado a los
reclamantes. Sin embargo, la comisión dejó sin resolver un gran número de casos y en
los años siguientes nuevos reclamos se multiplicaron. Como el gobierno de México no
pudo pagar la totalidad de las sumas establecidas los laudos, éstos se convirtieron en
una fuente de conflicto entre los Estados Unidos y México que finalmente derivó en la
guerra México-Americana entre 1846-1848. 49
Una nueva Comisión General de Reclamaciones Estados Unidos y México se constituyó
en 1923, con la intención de resolver los conflictos entre ambos países desde 1868,
incluyendo las reclamaciones presentadas contra un gobierno por parte de nacionales
del otro. En el período entre 1924 a 1931, un total de 3.617 reclamaciones fueron
presentadas ante esta Comisión de las cuales 2.781 fueron reclamaciones contra México
y 836 en contra de Estados Unidos. 50 La Comisión continuó su trabajo desde 1934 a
1937, hasta alcanzar un acuerdo definitivo en 1941. 51
Se ha señalado que las sumas totales adjudicadas por las comisiones de reclamación
fueron desproporcionadamente grandes en favor de los EE.UU. y Europa. 52 Pero
debemos también comparar las cantidades concedidas en relación a las cantidades
reclamadas. Por ejemplo, la “Crisis de la Deuda Venezolana” (1902-1903), donde
Alemania, Inglaterra e Italia impusieron un bloqueo naval en contra de puertos
venezolanos, incautaron aduanas e incluso bombardearon un fuerte, tras la negativa del
Presidente Cipriano Castro de pagar deudas pendientes e indemnizaciones por daños
sufridos por ciudadanos de esos países europeos durante la Guerra Civil Venezolana
(1899), 53 terminó con un acuerdo para someter a arbitraje esas deudas con los Estados
que utilizaron la fuerza, pero también con otros que mantenían reclamaciones similares
contra Venezuela (Bélgica, Francia, Países Bajos, España, México, Estados Unidos y
Suecia - Noruega). 54 Los resultados de tales arbitrajes se encuentran muy lejos de las
cantidades reclamadas por los inversionistas. Por ejemplo , los demandantes
norteamericanos se adjudicaron alrededor del 3% de lo reclamado ; los alemanes en
torno al 27 %, y los ingleses un 63% (un resultado que pudiera derivarse del hecho de
que el Reino Unido decidió filtrar las reclamaciones sometidas a arbitraje , permitiendo
sólo las consideradas de “buen carácter”). 55
La Comisión General de Reclamaciones México-Estados Unidos (1923) es también un
buen ejemplo de los montos efectivamente otorgados en estas comisiones. Hasta el 30
agosto de 1931, la comisión examinó sólo 148 reclamaciones (de un total de 3.617
reclamaciones presentadas), adjudicando laudos favorables a reclamantes
estadounidenses en 89 casos, por una suma total de US$4.607.926,59, y favorables a
reclamantes mexicanos en 5 casos, por una suma total de US$ 39.000,00. 56 Por una
convención de 19 de noviembre de 1941, México se comprometió a pagar en cuotas, un
total de US$ 40.000.000,00 como suma global para la solución de todos los reclamos
presentados ante la Comisión, además de otras reclamaciones pendientes. Esta suma fue
distribuida a los reclamantes por una comisión interna de EE.UU. establecida en 1942,57
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la que dictó las decisiones finales en las reclamaciones de los ciudadanos
estadounidenses contra México. Esta comisión local funcionó hasta 1947, y consideró
1.397 casos y otorgó laudos por la suma total de $ 37.948.200,05, dinero que fue
dividido entre los reclamantes, sin considerar pago de interés alguno, aun cuando
algunos de estos casos surgieron de disputas iniciadas en el siglo XIX. 58
Por otra parte, algunas de estas reclamaciones comisiones y arbitrajes ad-hoc, incluso
dieron reconocimiento a la Cláusula Calvo. Probablemente la decisión más influyente en
este sentido fue la formulada en el caso North American Dredging Company of Texas
(1923), por la mencionada Comisión General de Reclamaciones Estados Unidos-
México.59 En este caso, la comisión reconoció una validez limitada de la Cláusula Calvo en
virtud de las normas de derecho internacional, estableciendo que es jurídicamente
vinculante para el individuo, requiriéndole obtener reparación de los perjuicios sufridos
en los tribunales locales; pero que no era vinculante para el gobierno del Estado de
origen de la misma persona, en casos de denegación o retardo de justicia. 60 Decisiones
arbitrales posteriores siguieron el mismo razonamiento de North American Dredging Co.
sosteniendo que una cláusula Calvo podría ser eficaz, salvo en casos de “denegación de
justicia”, en situaciones en que la conducta del Estado era grave y los intereses
involucrados considerables. 61
La lección que los países desarrollados pueden aprender de la experiencia de los países
en desarrollo de América Latina, es que el derecho internacional puede ser un medio
eficaz para mejorar la solución de diferencias de la inversión extranjera. Parece
redundante, pero parte del debate que estamos siendo testigos hoy contra el arbitraje de
inversiones proviene de los mismos países que crearon el sistema y no parecen cómodos
con éste, cuando ahora se enfrentan a reclamaciones como Estados demandados. La
tentación de replegarse y reclamar la jurisdicción exclusiva de los tribunales nacionales,
o de adoptar medidas unilaterales, es grande, especialmente si se tiene el poder para
hacer cumplir estas políticas. Al enfrentarse a disputas de inversiones, los países de
América Latina no aceptaron las teorías legales procedentes de países desarrollados
exportadores de capital, con respecto al uso de la protección diplomática como medio
legal para proteger a sus inversionistas e inversiones en países en desarrollo, ya sea por
medio de la fuerza o por vías diplomáticas. Lo hicieron utilizando el razonamiento
jurídico en contra de la protección diplomática, avanzando principios del derecho
internacional (como la prohibición del uso de la fuerza para el cobro de deudas
contractuales y la Doctrina Calvo) y la mejora de los mecanismos de protección
diplomática pacífica (como el arbitraje internacional y las comisiones binacionales de
reclamación).
Los países latinoamericanos fueron particularmente exitosos en un aspecto clave de su
oposición: la proscripción legal del uso de la fuerza para la ejecución de deudas privadas,
un debate que se gatilló luego de la “Crisis de la Deuda Venezolana”.62 En el Convenio
relativo a la limitación del empleo de la fuerza para el cobro de deudas contractuales de
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1907, también conocido como “Convenio de La Haya II” o “Convención Drago-Porter”, 63
los Estados contratantes se comprometieron a no recurrir a la fuerza armada para el
cobro de deudas contractuales que fueran reclamadas por parte del gobierno de un país
como adeudadas a sus nacionales, contra el gobierno de otro país, excepto si el Estado
deudor rechazara o se negara a responder a una oferta de arbitraje, evitara cumplir
cualquier “acuerdo de arbitraje” de ser acordado, o se negara a cumplir un laudo. 64
Después del inocuo Pacto Briand-Kellog (1928), 65 una restricción más absoluta del uso
de la fuerza llegó finalmente con la Carta de Naciones Unidas en 1945, y hoy conforme a
su artículo 2(4) el uso de la fuerza armada no es un método permisible para el ejercicio
del derecho de la protección diplomática. 66
Los países de América Latina también fueron parcialmente exitosos en afirmar el
principio de que los tribunales nacionales deben ser el foro principal para conocer las
disputas sobre inversión extranjera. Como hemos visto, la Doctrina Calvo e incluso la
cláusula Calvo fueron finalmente aceptadas en comisiones de reclamaciones y en
arbitrajes ad hoc, salvo en casos justificados, como la denegación de justicia. Sin
embargo, en varias conferencias internacionales celebradas durante la primera parte del
siglo XX, así como en la discusión del “Nuevo Orden Económico Internacional” (NOEI)
durante la segunda mitad del mismo siglo, fue común ver a los países en desarrollo
fuertemente defendiendo la Doctrina Calvo (junto con el principio de trato nacional), y a
los países desarrollados exportadores de capital, apoyando la protección diplomática
(junto con el estándar mínimo internacional). 67
Este éxito parcial de los países en desarrollo se refleja hoy en día, en el hecho de que
varios aspectos de la Doctrina Calvo han sido aceptados en la práctica, 68 y que la
protección diplomática pacífica se ha convertido en cada vez más una institución de
última instancia. 69 Sin embargo, este logro fue sustituido a principios del siglo XXI, por la
amplia aceptación que los países en desarrollo – incluyendo la mayoría de los países de
América Latina – dieron al arbitraje de inversiones como un sistema especial de solución
de diferencias relativas a inversiones extranjeras.
2. Lección # 2: La solución internacional de controversias requiere un
compromiso recíproco de los Estados para ser eficaz
En el cuarto de siglo después de la final de la Segunda Guerra Mundial, una ola de
expropiaciones se llevó a cabo en Europa del Este, las antiguas colonias europeas y en
América Latina. 70 Durante ese período, esos países profundizaron su oposición al
"estándar mínimo internacional" y al uso de la protección diplomática (incluida la
solución pacífica de controversias) apoyada por los países desarrollados para la
protección de la inversión extranjera. América Latina defendió el principio de trato
nacional, incluso en los casos extremos donde ninguna compensación fue concedida
luego de una expropiación. 71 En este marco, el tribunal naturalmente competente para
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10
conocer una demanda en materia de inversiones eran los tribunales nacionales del
Estado receptor.
A comienzos de los años 60, el Banco Mundial comenzó a trabajar en una alternativa
para la solución de controversias relativas a inversiones. El resultado de los varios años
de trabajo y negociaciones fue el Convenio que creó el Centro Internacional de Arreglo
de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), 72 el que establece un mecanismo de
solución de diferencias, no entre Estados, sino entre inversionistas privados por un lado
y Estados receptores por el otro. 73 En la Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores
del Banco Mundial que se celebró en Tokio en septiembre de 1964, se aprobó una
resolución en la que se solicitó a los Directores Ejecutivos del Banco la elaboración del
texto final de la convención. 74
Por primera vez en la historia del Banco Mundial se adoptó una importante resolución
con una oposición sustancial de sus miembros, puesto que en su votación final, 21 países
votaron en contra de la propuesta75 (todos los Estados de América Latina, Filipinas e
Irak). Durante esa reunión, el 9 de septiembre de 1964, el representante de Chile en la
Junta de Gobernadores del Banco Mundial, Sr. Félix Ruiz, en representación de los 19
países de América Latina hizo la siguiente declaración, luego conocida como “el No de
Tokio”:76
En particular, quisiera destacar la opinión de los países a los cuales yo aquí represento con
respecto al proyecto de Acuerdo de Conciliación y Arbitraje.
Consideramos deseable la resolución presentada a la Junta de Gobernadores, que
recomienda, y encomienda a los Consejos de Administración del Banco, la elaboración de un
acuerdo internacional para crear un centro de conciliación y arbitraje al que los inversionistas
privados extranjeros puedan recurrir para el arreglo de sus controversias con los gobiernos de
los países miembros, sin que sea necesario tener que agotar los trámites y procedimientos
de los tribunales nacionales. Se cree que esto estimularía la inversión privada en las
economías subdesarrolladas.
En la actualidad, los sistemas legales y constitucionales de todos los países
latinoamericanos que son miembros del Banco ofrecen al inversionista extranjero los
mismos derechos y protección que a sus nacionales; ellos prohíben la confiscación y la
discriminación y exigen que cualquier expropiación sea justificable por motivos de interés
público y deberá ir acompañada de una justa indemnización fijada, en última instancia, por
los tribunales de justicia.
El nuevo sistema que se ha sugerido daría al inversionista extranjero, sólo en virtud del
hecho de que es un extranjero, el derecho a demandar a un Estado soberano fuera de su
territorio nacional, prescindiendo de sus tribunales de justicia. Esta disposición es contraria
a los principios jurídicos aceptados de nuestros países y, de hecho, otorgaría un privilegio al
inversionista extranjero, colocando a los nacionales del país de que se trate en una posición
de inferioridad.
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Debo decir, señor Presidente, que el procedimiento propuesto no cumple con la aprobación de
nuestros países, ya que contraviene principios constitucionales relativos a esta cuestión que
no pueden ser ignorados.
En ese momento, loa países latinoamericanos reconocían la protección diplomática
pacífica sólo de manera eventual, y siempre previo agotamiento de los recursos internos.
Incluso el arbitraje no era poyado por los países de la región. Entre 1910 y 1939, hubo
sólo 30 arbitrajes en que participaron países de América Latina, y desde la Segunda
Guerra Mundial, los únicos arbitrajes significativos en la zona fueron los relacionados
con las fronteras entre Chile y Argentina, y entre Honduras y Nicaragua. 77
A finales de los años 80’s y principios de los 90’s, una importante inversión de esta
política tuvo lugar en América Latina, ya que algunos países empezaron a firmar
tratados bilaterales de inversión (TBI) 78 con el propósito de estimular el crecimiento
económico a través de la inversión extranjera directa (IED)79 con la intención de
convertirse en un lugar atractivo para posibles inversionistas extranjeros. 80 La única
excepción notable a esta tendencia fue Brasil, país que no es miembro del CIADI y que no
ha ratificado ninguno de los tratados bilaterales que ha negociado. 81
Aunque inicialmente los TBIs se concluyeron entre un país en desarrollo y un país
desarrollado, por lo general, a iniciativa de este último, 82 este patrón cambió
importantemente durante los años 90’s, cuando los países en desarrollo y las economías
en transición comenzaron a firmar acuerdos bilaterales de inversión entre sí y en gran
número. 83 Además, capítulos de inversión comenzaron a ser incluidos dentro de ciertos
tratados de libre comercio (TLC), siguiendo el ejemplo del NAFTA, 84 cuyo capítulo 11 fue
elaborado, en muchos aspectos, sobre la base de los TBIs. 85 De hecho, el TLCAN puso al
régimen en un nuevo contexto, y podemos considerar su Capítulo 11 como el primer
tratado de inversión firmado entre dos países desarrollados, Canadá y los Estados
Unidos. 86 Hoy en día, la gran mayoría de TBIs y capítulos de inversiones de TLCs
incluyen Arbitraje-Inversionista Estado.87
Entonces, hoy los países desarrollados pueden ser demandados en un arbitraje
inversionista-Estado. Y no les gusta. 88 En el caso del NAFTA, cabe destacar que este
cambio de roles no se produjo porque los inversionistas de México comenzaron a
presentar demandas en contra EE.UU. y Canadá. En cambio, fueron los inversionistas de
Canadá y los Estados Unidos los que comenzaron a presentar demandas en contra del
otro país “desarrollado”. 89
Después de que EE.UU y Canadá comenzaron a experimentar la perspectiva del Estado
demandado, la confianza en el arbitraje de inversiones comenzó a desvanecerse, siendo
reemplazado por quejas sobre violación de la soberanía nacional, a la democracia y
sobre falta de transparencia. Como señalan Aguilar y Park: 90
Rodrigo Polanco Lazo
12
“Los grupos ambientalistas y de consumidores, así como los medios de comunicación y el
Congreso, empezaron a tomar la posición de que el NAFTA había debilitado las legítimas
regulaciones gubernamentales, desafiado las potestades legislativas, y abierto el proceso de
toma de decisiones a tribunales extranjeros mal informados. El proceso del NAFTA fue
atacado por el secreto de sus deliberaciones («falta de transparencia»), la incertidumbre y la
ausencia de rendición de cuentas a la comunidad nacional. Un proceso de solución de
controversias que había sido justo para el resto del mundo llegó a ser visto como una
herramienta para poner negocios antes de interés público”
Las aprehensiones acerca del arbitraje de inversiones se encuentran hoy también
presentes en el otro lado del Atlántico. A fines de 2013, dos miembros de la Unión
Europea (UE) se encontraban dentro de los 10 Estados más demandados en arbitrajes
de inversiones: República Checa (#3 con 27 casos) y Polonia (#8 con 16 casos). Solo el
año 2013, un número inusualmente alto de casos de AIE se presentaron contra Estados
desarrollados, la mayoría de ellos miembros de la UE, incluyendo la República Checa (7
casos), España (6 casos), Croacia, Hungría y Eslovaquia (con 2 casos cada uno). 91 En
todos estos arbitrajes a excepción de uno, 92 los demandantes son también ciudadanos
de la UE, quienes basan sus reclamos en TBI intracomunitarios o en el Tratado sobre la
Carta de la Energía (TCE). De hecho, los arbitrajes de inversión dentro de la UE
representan aproximadamente el 15% de todos los casos de AIE a nivel mundial. 93
Como era de esperar, la reacción de los países europeos – ahora en la posición de
Estados demandados – ha sido en su mayoría negativa. La Comisión Europea (CE), al
tiempo que reconoce que el número de casos presentados al arbitraje es pequeño, ha
declarado que “algunos de los casos más recientes presentados por inversionistas contra
Estados han dado lugar a una gran preocupación pública. La principal preocupación es
que las normas actuales de protección de inversiones pueden ser objeto de abuso para
evitar que los países de tomar decisiones de política legítima”. 94
Pero al parecer, algunos países desarrollados han “aprendido las lecciones” de las
experiencias pasadas de los países de América Latina con respecto a la solución de
controversias de inversiones. Ahora alaban la Doctrina Calvo –sin utilizar ese nombre,
por supuesto – y también resaltan sus dudas acerca de la eficacia de los tratados de
inversión y de su sistema de arbitraje en particular. 95
En 2002, el entonces senador por Massachusetts John Kerry, presentó al Senado de los
EE.UU. un proyecto de ley con el objeto de asegurar que cualquier barrera artificial que
distorsione el comercio en relación con la inversión extranjera, fuera eliminada en
acuerdos comerciales de Estados Unidos. Entre otras cosas, la Enmienda Kerry
establecía que un acuerdo que incluyera disposiciones sobre inversión debía: 96
D) asegurarse de que a los inversionistas extranjeros no se conceden más derechos legales
que los ciudadanos de los Estados Unidos poseen en virtud de la Constitución de los Estados
Unidos;
Rodrigo Polanco Lazo
13
(...)
(F) asegurar que las normas de tratamiento mínimo, incluido el principio de trato justo y
equitativo, no concederán derechos legales mayores que los ciudadanos estadounidenses
poseen en virtud de la cláusula del debido proceso de la Constitución de los Estados Unidos;
Además, requería que un inversionista debía pasar por un procedimiento previo de
admisibilidad en su Estado de origen, antes de presentar una demanda de arbitraje
contra el Estado receptor:97
(H) se asegurará de que-
(i) una reclamación por un inversionista en virtud del tratado no podrá ser
presentada directamente a menos que el inversionista haya presentado la
reclamación primero a la correspondiente autoridad competente en el país del
inversionista;
(ii) dicha entidad tiene la potestad de rechazar la búsqueda de cualquier reclamación
únicamente sobre la base de que carece de valor jurídico; y
(iii) si dicha entidad no ha actuado para rechazar el reclamo dentro de un período de
tiempo definido, el inversionista podrá proceder a la reclamación;
Aunque la Enmienda Kerry fue finalmente rechazada, 98 en enero de 2014 un proyecto
similar fue presentado al Congreso de Estados Unidos, esta vez con el apoyo del partido
Demócrata y el Republicano. En dicho proyecto, denominado “Bipartisan Congressional
Trade Priorities Act of 2014”, se declara:99
Reconociendo que los Estados Unidos en general, entrega un alto nivel de protección a las
inversiones, consistente con o mayor que en los niveles requeridos por el derecho
internacional, los principales objetivos de negociación de los Estados Unidos respecto de la
inversión extranjera son reducir o eliminar barreras artificiales o comerciales a la inversión
extranjera, asegurando a la vez que los inversionistas extranjeros en Estados Unidos no
gocen mayores derechos sustantivos en relación a la protección de inversiones que los que
tienen los inversionistas de Estados Unidos en los Estados Unidos, y asegurar a los
inversionistas, importantes derechos comparables con los que estarían disponibles bajo los
principios legales y práctica de Estados Unidos (…)
Dicho proyecto establece asimismo, que en la negociación de tratados de inversión,
EE.UU. debería tratar de establecer normas para la expropiación y su compensación, y
de trato justo y equitativo, en consonancia con los principios y prácticas legales de los
Estados Unidos, incluyendo el principio del debido proceso. 100
En todo caso, la Administración Obama ha declarado públicamente su adhesión al
arbitraje inversionista-Estado, sobre la base de la premisa de que ofrece “protecciones
legales básicas para las empresas estadounidenses en el extranjero que se basan en las
mismas garantías de los Estados Unidos proporciona en casa”. 101 Todos estos
elementos parecen indicar que las ideas de Calvo siguen vivas, pero ahora en otra parte
de América.
Rodrigo Polanco Lazo
14
En el seno del NAFTA, Canadá y Estados Unidos han promovido la “clarificación” de las
normas de Trato Justo y Equitativo (TJE) y Protección y Seguridad Plenas (PSP)
establecidas en su artículo 1105, y la Comisión de Libre Comercio del TLCAN ha
declarado que ellas “no requieren un trato adicional o más allá de aquél exigido por el
nivel mínimo del derecho internacional consuetudinario de trato a los extranjeros”. 102 Sin
embargo, sorprendentemente varios tribunales arbitrales han desafiado esta
interpretación, haciendo hincapié en el carácter evolutivo de estas normas, y
reconociendo, al menos en teoría, un nivel de protección a los inversionistas extranjeros
superiores a la interpretación tradicional del nivel mínimo de trato. 103
En Europa, la discusión sobre el arbitraje inversionista-Estado ha dominado las
primeras negociaciones del TTIP con los EE.UU., y el cierre de las negociaciones del
CETA con Canadá. Ha sido cuestionado si es realmente necesario tener un arbitraje
inversionista-Estado en esos tratados, ya que los sistemas administrativos y judiciales
desarrollados en la UE, los EE.UU. y Canadá debieran ser considerados suficientes para
proteger los derechos legales de los inversionistas extranjeros que están en desacuerdo
con la intervención reguladora del Estado y buscan interponer recursos legales. 104
Sin embargo el arbitraje inversionista-Estado sigue siendo parte del último borrador del
CETA y en las negociaciones en curso del TTIP, aunque en este último caso las
discusiones sobre su contenido fueron suspendidas, mientras se llevó a cabo una
consulta pública sobre la protección de inversiones y el sistema de solución de
controversias inversionista-Estado. 105
Los Estados miembros de la UE y los miembros del Parlamento Europeo no siguen
necesariamente el camino de la Comisión Europea, y algunos incluso están reviviendo la
Doctrina Calvo. En Alemania, después de un arbitraje iniciado bajo las normas del TCE,
por la empresa sueca de energía Vatenfall (operadora de dos centrales nucleares),
reclamando una indemnización por la decisión del Parlamento alemán de eliminar
gradualmente el uso de la energía nuclear, la opinión pública y oficial de ese país se ha
mostrado especialmente contraria a la inclusión de AIE en los acuerdos comerciales,
especialmente con otros países desarrollados. 106 Se ha informado de que el viceministro
de Economía alemán Stefan Kapferer declaró que “El gobierno alemán no considera
necesarias las estipulaciones en materia de protección de inversionistas, incluyendo el
arbitraje entre inversionistas y el Estado, en los países que garantizan un robusto sistema
jurídico y una protección jurídica suficiente de parte de tribunales nacionales
independientes”. 107 Varios miembros del Parlamento Europeo han pedido a la Comisión
que deje de negociar AIE en el TTIP, por diferentes razones, entre ellas que el arbitraje
inversionista-Estado no es necesario entre socios con “sistemas jurídicos que
funcionan”.108
Pero la reacción en contra del AIE en los países desarrollados no se limita a los EE.UU. y
la UE. En el contexto de las negociaciones del Acuerdo TPP, el Gobierno de Australia
Rodrigo Polanco Lazo
15
anunció en abril de 2011 que ya no incluirá procedimientos de solución de controversias
inversionista-Estado en futuros acuerdos comerciales, declarando que “si las empresas
australianas están preocupadas por el riesgo soberano en los países socios comerciales de
Australia, tendrán que hacer sus propias evaluaciones en cuanto a su interés de
comprometerse a invertir en esos países”. 109 Al mismo tiempo, y acogiendo por completo
la Doctrina Calvo, el Gobierno Gillard declaró su apoyo al principio de trato nacional, de
manera “que las empresas nacionales y extranjeras reciban el mismo trato ante la ley”,
negando el apoyo a las normas “que confieren más derechos legales a las empresas
extranjeras que aquellas disponibles para las empresas nacionales”, ya que “eso limitaría
la capacidad del gobierno de Australia para elaborar leyes sobre materias sociales,
ambientales y económicas en los casos en que esas leyes no discriminen entre empresas
nacionales y extranjeras”. 110 Si se implementa esta política, los tribunales nacionales
australianos tendrán la competencia exclusiva para conocer las controversias sobre
inversiones, respecto de los inversionistas de países que no tienen actualmente tratados
de inversión con AIE.
Aunque Australia ya había logrado no incluir el arbitraje inversionista-Estado en su TLC
con Estados Unidos (2005), después de hacer presente la fiabilidad de su propio
sistema judicial para resolver disputas con inversionistas estadounidenses,111 ello no
impidió que la estadounidense Philip Morris – a través de su rama en Hong-Kong –
iniciara un arbitraje contra Australia el 21 de noviembre 2011112 alegando que las
regulaciones gubernamentales sobre el etiquetado sencillo de cigarrillos violaban su
propiedad intelectual, al amparo del TBI entre Hong Kong-Australia.113 Sin embargo, el
nuevo gobierno en Australia ha dado señales de cambio de esta política, como lo sugiere
el reciente TLC acordado con Corea en diciembre de 2013, que contempla una vez más,
el arbitraje inversionista-Estado. 114 Sin embargo, en el aún más reciente TLC entre
Australia-Japón no se incluyen disposiciones de AIE. 115
Pero parece que los países desarrollados han aplicado sólo parcialmente las “lecciones
aprendidas” por los países en desarrollo con respecto al arbitraje de inversiones. Los
ejemplos antes mencionados de EE.UU., la UE y Australia pueden ser comparados con las
actitudes de los países en desarrollo de América Latina contra los mismos problemas
del AIE. Y hay un fuerte contraste.
Hoy en día, América Latina es la región con el mayor número de casos de arbitraje
inversionista-Estado siendo Argentina116 el demandado más frecuente en las
estadísticas generales, seguido de Venezuela. Dentro de los Estados demandados,
Ecuador y México hoy están en el sexto y séptimo lugar respectivamente, pero solo el
año 2013 fueron desplazados del tercer y cuarto puesto por la República Checa y
Egipto.117 Ecuador también ha recibido una de las condenas más altas en contra de un
Estado receptor (US$ 1,77 mil millones),118 aunque un procedimiento de anulación se
encuentra pendiente respecto del laudo desde octubre de 2012. En los casos registrados
bajo el Convenio CIADI y su Mecanismo Complementario, Latinoamérica representa el
Rodrigo Polanco Lazo
16
33% del total de reclamos. 119 Mientras que algunos inversionistas de países de la región
han iniciado procedimientos de arbitraje ante el CIADI, sobre todo de México, Argentina
y Chile, 120 los inversionistas latinoamericanos, en general no figuran como los más
frecuentes demandantes.
Tal escenario ha propiciado comprensiblemente una serie de inquietudes y críticas
sobre el AIE en América Latina, y en especial contra el CIADI que se ha convertido en el
foro más relevante de diferencias relativas a inversiones para la región. Sin embargo la
reacción de los países latinoamericanos no ha sido un regreso en bloque a la Doctrina
Calvo.
Algunos países no han reaccionado con especial nerviosismo. Uruguay, después de
enfrentarse a básicamente el mismo problema que en Australia – el cuestionamiento de
su política de etiquetado simple de los cigarrillos en el marco de medidas generales
contra el tabaco – no ha amenazado con dejar de negociar acuerdos con cláusulas de
arbitraje de inversiones, o de retirarse del CIADI. Cabe destacar que tanto para Australia
como Uruguay, los casos de etiquetado de cigarrillos son los primeros arbitraje que
enfrentan ante el CIADI,121 encontrándose ambos procedimientos arbitrales todavía
pendientes.
Otros países han decidido agotar todos los recursos dentro del mismo sistema antes de
cumplir con el laudo, 122 o incluso han empujado los límites del régimen “negándose a
pagar de manera proactiva”, 123 antes de llegar acuerdos en varios casos – como ha
ocurrido con Argentina, 124 que llegó a un arreglo en cinco laudos pendientes de pago125
y pactó una compensación126 en el caso Repsol. 127
Algunos otros países han confirmado su adhesión al sistema de AIE después de incluir
un capítulo sobre inversiones en un bloque comercial regional – la Alianza del
Pacífico,128 entre Chile, Colombia, Perú y México – pero con importantes mejoras con
respecto al arbitraje de inversiones, especialmente respecto a las actuaciones arbitrales
y a la interpretación de los tratados. 129 Por otra parte, Brasil sigue siendo el único país
de la región que ha rechazado sistemáticamente su adhesión al sistema de ISDS. 130
Pero otros países de la región han adoptado una postura más firme en contra del
arbitraje inversionista-Estados basado en un tratado de inversiones. Este es el caso del
Estado Plurinacional de Bolivia, la República del Ecuador y la República Bolivariana de
Venezuela, quienes han denunciado el Convenio CIADI, y terminado varios tratados de
inversión. Sin embargo, es interesante analizar lo que estos Estados están proponiendo
como alternativas. La más obvia es la jurisdicción de los tribunales nacionales, lo que ha
sido manifestado expresamente por Bolivia, Ecuador y Venezuela, pero curiosamente,
estos países no están proponiendo automáticamente volver a la jurisdicción doméstica
como el único foro competente para la solución de diferencias relativas a inversiones
extranjeras, como en los tiempos en que la Doctrina Calvo prevaleció en América
Latina.131
Rodrigo Polanco Lazo
17
De hecho, Ecuador ha sido el principal impulsor de la propuesta de crear un centro
regional de inversiones en el marco de la UNASUR (Unión de Naciones de América del
Sur), 132 que incluiría no solo AIE sino también instrumentos de solución de
controversias entre Estados, jurisdicción consultiva, así como la facilitación y promoción
de mecanismos alternativos de solución de controversias, y eventualmente un
mecanismo de apelación133 – un proyecto que ha sido apoyado por el ALBA (Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) 134 y el MERCOSUR (Mercado Común
del Sur). 135
Por otra parte, Bolivia, Ecuador y Venezuela no han rechazado el arbitraje internacional
siempre que tenga su origen en contratos con inversionistas extranjeros, figura que está
desempeñando un papel cada vez más importante en la región. 136 Conforme a los
artículos 320 y 366 de la Constitución Boliviana, la jurisdicción exclusiva de los
tribunales está reservada sólo para las disputas de inversión extranjera de las empresas
que realizan actividades en la cadena de producción de hidrocarburos. El Gobierno
boliviano incluso ha autorizado a la compañía petrolera estatal YPFB (Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos) para aceptar el arbitraje internacional en la compra de
bienes, obras o servicios en el extranjero, cuando no están disponibles en el mercado
nacional, o si es de mayor beneficio económico para YPFB. 137 El artículo 422 de la
Constitución ecuatoriana rechaza los tratados o instrumentos internacionales en que el
Estado cede su jurisdicción soberana al arbitraje internacional – con la exclusión de las
entidades regionales de arbitraje – y no existe una prohibición de aceptar arbitraje
internacional en contratos con inversionistas extranjeros. De hecho, así se acordó en un
reciente contrato de minería a gran escala con la empresa de propiedad china
Ecuacorriente, por una inversión de $ 1.4 mil millones en un proyecto de cobre ("El
Mirador").138 El artículo 151 de la Constitución venezolana establece la jurisdicción
exclusiva de los tribunales nacionales en los “contratos de interés público”, al menos que
fuera procedente por “la naturaleza de este tipo de contratos”. Basado en esto, el
Tribunal Supremo de Venezuela – al mismo tiempo que criticó el arbitraje basado en
tratados de inversión, ha dado a entender su preferencia por el arbitraje basado en
contratos después de declarar que el arbitraje International no es contrario a la
Constitución “en la medida que la República en ejercicio de su soberanía puede
determinar de forma particular los términos y condiciones con base a los cuales se
someterán a la jurisdicción arbitral internacional, toda vez que bajo los principios de
buena fe y pacta sunt servanda un Estado debe ser lo suficientemente soberano para
honrar su promesa de someterse a arbitraje internacional”. 139
Parece que los países latinoamericanos han asumido que aún si sus sistemas jurídicos y
constitucionales ofrecen a los inversionistas extranjeros los mismos derechos y
protección que los nacionales, tener en ciertos casos un mecanismo externo de revisión
de las acciones gubernamentales, no es necesariamente una mala idea. Tal vez esto
también está relacionado con la percepción entre algunos países en desarrollo de que
“los tribunales de los estados ricos y desarrollados se basan en las tradiciones de derecho
Rodrigo Polanco Lazo
18
común o civil que, históricamente, fueron aisladas de la difícil situación de los países en
desarrollo, lo que se mantiene en la actualidad. (...) Los tribunales nacionales de los países
desarrollados que aplican “sus” leyes, discriminan a los inversionistas de los países en
desarrollo al no abordar las desventajas históricas enfrentadas por esos inversionistas
(…)”.140
Pero la resolución internacional de conflictos requiere de un compromiso recíproco de
todos los Estados para ser eficaz. El problema de que algunos países de la región tienen
con el AIE no es en contra de arbitraje inversionista-Estado per se, sino con la forma en
que este sistema se ha desarrollado hasta ahora. Por ejemplo, como fundamento para la
creación del centro de arbitraje de UNASUR, funcionarios ecuatorianos han declarado
que los Estados necesitan una alternativa al CIADI, “con la legitimidad regional y en el
que los Estados pueden recurrir para resolver cualquier disputa. Un centro con reglas
claras y la soberanía compartida (...) [proporcionando una] solución de controversias
especializada, independiente e imparcial sobre la inversión, para mantener un equilibrio
entre los intereses del Estado y los inversionistas”.141 Puede que no estamos de acuerdo
con sus críticas en contra del CIADI, pero seguramente su posición está muy lejos de la
Doctrina Calvo.
Los países desarrollados deberían aprender esta lección de los países en desarrollo de
América Latina, por varias razones. Por un lado, la confianza de los países desarrollados
en sus tribunales nacionales para resolver los conflictos con inversionistas extranjeros
no necesariamente les proporcionará la protección que están buscando para sus
políticas públicas. Los inversionistas extranjeros pueden también presentar costosas
demandas contra países desarrollados ante sus tribunales nacionales, y si dicha
judicatura es realmente independiente, los países desarrollados no tienen una seguridad
razonable de que prevalecerán sobre los inversionistas extranjeros.142 Por otra parte, la
oposición al arbitraje de inversiones de parte de los países desarrollados, puede exponer
a sus inversionistas en el extranjero a tribunales de Estados receptores con deficientes
estándares de transparencia e independencia.143 Kantor ha calculado que
aproximadamente el 76% de los casos donde se han emitido laudos en virtud de
tratados de inversión (hasta junio de 2006), se referían a países que se encontraban
clasificados en o por debajo de 50 en el Índice de Percepción de Corrupción (CPI) de
Transparencia Internacional del año 2008, y que el 68% de esos países se encontraban
en el 60% inferior del indicador de “Estado de derecho” del Índice Mundial de
Gobernabilidad (IMG) del Banco Mundial. 144
Los inversionistas extranjeros pueden tener buenas razones para no confiar en todos los
tribunales de un país, incluso de países desarrollados. En el famoso laudo del caso
Loewen, en relación a la conducta del tribunal de primera instancia y la Corte Suprema
de Mississippi, el tribunal arbitral concluyó que: 145
“Después de haber leído la transcripción y habiendo considerado los escritos de las partes con
respecto a la realización del juicio, hemos llegado a la firme conclusión de que el desarrollo
Rodrigo Polanco Lazo
19
del juicio por el juez de primera instancia fue tan defectuoso que constituye una
denegación de justicia equivalente a una injusticia manifiesta como esa expresión se
entiende en el derecho internacional”.
Los países desarrollados también podrían extraer algunas lecciones de Brasil, un país
que está aislado eficazmente de AIE. Pero los inversionistas brasileños en el exterior aún
pueden estar protegidos por los tratados de inversiones e incluso presentar demandas,
utilizando las redes de tratados de Estados intermediarios, sin exponer a Brasil al
arbitraje de inversiones. Sin embargo, como señala Trakman, el “treaty-shoping” no está
exento de riesgos. Los inversionistas que lo utilizan se arriesgan a perder sus demandas
por razones de falta de jurisdicción, si su relación comercial con un Estado intermediario
no es lo suficientemente importante como para justificar la reclamación; un riesgo que
se acentúa si más Estados intentan tener ese status. Estos inversionistas también se
enfrentan al riesgo que los reguladores, incluidos los tribunales arbitrales, establezcan
reglas para limitar el treaty-shopping. 146 Sin embargo, debemos recordar que Brasil está
participando en la discusión de centro regional de arbitraje de UNASUR para el arreglo
de diferencias relativas a inversiones.
Asimismo, los países desarrollados deben aprender de los países en desarrollo, si
quieren mantener el AIE en vigencia. Algunos ya han señalado su doble estándar con
respecto al arbitraje de inversión, un mecanismo considerado bueno cuando se corrige
el mal comportamiento de los Estados receptores extranjeros (en su mayoría países en
desarrollo), pero que provoca indignación cuando las reclamaciones se presentan contra
regulaciones o políticas de países desarrollados. 147
Como es bien sabido, los TBI fueron inicialmente promovidos por los países europeos148
y EE.UU. fue un agente clave en la creación del CIADI. 149 Alemania, uno de los
principales oponentes a la inclusión de AIE en el TTIP es el país con el mayor número de
tratados de inversión vigentes, y varios miembros de la UE son líderes mundiales en la
negociación de acuerdos internacionales de inversión incluyendo arbitraje
inversionista-Estado. 150 De todas las controversias conocidas a finales de 2013, los
arbitrajes de inversión se han iniciado con más frecuencia por los demandantes de la UE
(299 casos, 53%) y Estados Unidos (127 casos, 22%).151 En casi todos los reclamos de
arbitraje internacional iniciados en contra de los miembros de la UE el año 2013, los
demandantes son también ciudadanos de la UE. De hecho, los arbitrajes de inversión
dentro de la UE representan aproximadamente el 15% de todos los casos de arbitraje
internacional a nivel mundial. 152Si el AIE es una amenaza inaceptable, una reacción
coherente sería que las disputas de inversión dentro de la UE se trataran exclusivamente
por los tribunales nacionales y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Dejando de lado las discusiones sobre las deficiencias del arbitraje inversionista-Estado,
si el sistema de AIE es legítimo o no, o incluso si los tratados de inversión son útiles para
atraer inversión extranjera - todos temas que merecen su propio debate, los países
desarrollados no pueden seguir teniendo un doble discurso con respecto al AIE. Si
Rodrigo Polanco Lazo
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quieren que sus inversionistas reciban en el extranjero el beneficio de la protección del
arbitraje inversionista-Estado, deben estar dispuestos a aceptar que sus políticas
nacionales o decisiones gubernamentales podrían ser impugnadas por inversionistas
extranjeros de países desarrollados o en desarrollo que utilicen el arbitraje
inversionista-Estado. Si los países desarrollados no están dispuestos a actuar de manera
recíproca, y en su lugar, promueven sus propios tribunales nacionales como único foro
para tratar las controversias sobre inversiones extranjeras, están abriendo la puerta a
una disolución completa del sistema de AIE.
No incluir arbitraje inversionista-Estado en un tratado sobre protección de inversiones
entre países desarrollados inevitablemente empujará la pregunta de por qué los mismos
países desarrollados incluyen AIE en tratos con otros países. ¿Es el beneficio de la
exención de los países desarrollados del arbitraje inversionista-Estado mayor que el
beneficio de incluirlo? Debemos considerar dentro de este análisis de costo-beneficio el
riesgo político de que otros Estados opten también por desahuciar el AIE, 153 o que pidan
recibir el mismo trato que los países desarrollados.
Tal vez es el momento de estar abierto a la posibilidad de que los países desarrollados
también pueden aprender sobre esto de los países en desarrollo. La larga experiencia de
América Latina con las controversias entre inversionistas y Estados extranjeros es un
buen ejemplo de ello.
1 Canada-Mexico-United States, North American Free Trade Agreement (NAFTA), Dic. 17, 1992, 32 INTERNATIONAL LEGAL
MATERIALS 289 (1993). Véase entre otros: Nicola Ranieri, Investor’s Rights, Legal Concepts, and Public Policy in the NAFTA Context, in REGIONALISM IN INTERNATIONAL INVESTMENT LAW 400, 405 (Leon Trakman and Nicola Ranieri eds., Oxford University Press 2013); y Guillermo Aguilar Alvarez and William W. Park, The New Face of Investment Arbitration: NAFTA Chapter 11, 28 YALE
J. INT’L L. 365, 370 (2003).
2 En el caso del TPP, cuyas negociaciones actualmente involucran a Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam, las principales objeciones contra el AIE vienen de parte de Australia y Estados Unidos. Véase, entre otros: Leon E. Trakman, Investor-State Dispute Settlement Under the Trans-Pacific Partnership Agreement, in TRADE LIBERALISATION & INTERNATIONAL CO-OPERATION: A LEGAL ANALYSIS OF THE TRANS-PACIFIC
PARTNERSHIP AGREEMENT 179, 179–206 (Tania Voon ed., Edward Elgar Publishing 2013).; y Daniel J. Ikenson, A Compromise to Advance the Trade Agenda: Purge Negotiations of Investor-State Dispute Settlement, INTELLECTUAL PROPERTY (2014).
3 En el caso de CETA, el debate ha estado presente en ambas parte del acuerdo, Canadá y la Unión Europea. Véase entre otros: European Commission, Investment Provisions in the EU-Canada Free Trade Agreement (CETA) (2013); y Nathalie Bernasconi-Osterwalder and Howard Mann, A Response to the European Commission’s December 2013 Document “Investment Provisions in the EU-Canada Free Trade Agreement (CETA) (International Institute for Sustainable Development (IISD) 2014).
4 En el caso del TTIP, el debate ha estado presente en ambas parte del acuerdo, Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo en esta última el interés ha sido mayor, e incluso la Comisión Europea realizó una consulta pública acerca de la inclusión de AIE en el TTIP-, recibiendo un total de 149.399 comentarios, en su mayoría del Reino Unido, seguido por Austria, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y España. European Commission, Online Public Consultation on Investment Protection and Investor-to-State Dispute Settlement (ISDS) in the Transatlantic Trade and Investment Partnership Agreement (TTIP) (2014). Un grupo de 121 académicos ha firmado una declaración en contra de la inclusión de AIE en el TTIP. Statement of Concern about Planned Provisions on Investment Protection and Investor-State Dispute Settlement (ISDS) in the Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) -, KENT LAW SCHOOL - UNIVERSITY OF KENT (Jul. 2014), https://www.kent.ac.uk/law/isds_treaty_consultation.html.
5 En 2013, de un total de 57 nuevos casos, 45 fueron iniciados por inversionistas de países desarrollados y el resto por inversionistas provenientes de países en desarrollo. United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), Recent Developments in Investor-State Dispute Settlement (ISDS), IIA ISSUES NOTE, Apr. 2014, at 2.
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21
6 En 2013, la participación de los países en desarrollo en las salidas (outflows) de Inversión Extranjera Directa (IED) a nivel mundial alcanzó un récord de 39%, ascendiendo a $ 454 mil millones. En el mismo período los países en desarrollo representaron el 54% de los flujos mundiales de ingresos de IED, con un nuevo récord de $ 778 mil millones. Estados Unidos sigue siendo el mayor receptor de IED en el mundo y varios otros países desarrollados, como Canadá, Australia, España, Reino Unido y Alemania, están entre las 20 principales economías receptoras de IED. UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND
DEVELOPMENT (UNCTAD), WORLD INVESTMENT REPORT 2014. INVESTING IN SDGS: AN ACTION PLAN 2, 4–5 (United Nations 2014).
7 Gus Van Harten, Comments on the European Commission’s Approach to Investor-State Arbitration in TTIP and CETA, SSRN Scholarly Paper ID 2466688 (Social Science Research Network), Jul. 3, 2014.
8 ANTONY ANGHIE, IMPERIALISM, SOVEREIGNTY AND THE MAKING OF INTERNATIONAL LAW 85 (Cambridge University Press 2007); KATE
MILES, THE ORIGINS OF INTERNATIONAL INVESTMENT LAW: EMPIRE, ENVIRONMENT AND THE SAFEGUARDING OF CAPITAL 26–27 (Cambridge University Press 2013).
9 Ibrahim F. I. Shihata, Towards a Greater Depoliticization of Investment Disputes: The Roles of ICSID and MIGA, 1 ICSID REVIEW 1, 1 (1986).
10 United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), Reform of Investor-State Dispute Settlement: In Search of A Roadmap 12, 2 (International Investment Agreements - Issues Notes, 2013).
11 Aunque México no es parte del principal foro de arbitraje de inversiones – el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) – ha aceptado el uso de su mecanismo adicional en las disputas de inversiones en el NAFTA y también ha firmado diversos tratados incluyendo arbitraje inversionista-Estado Rodrigo Polanco Lazo, Is There a Life for Latin American Countries After Denouncing the ICSID Convention?, 11 TRANSNATIONAL DISPUTE MANAGEMENT (TDM) 6 (2014).
12 El 33% de los casos registrados ante el CIADI corresponden a países de Latinoamérica. International Centre for Settlement of Investment Disputes (ICSID), The ICSID Caseload - Statistics, ISSUE 2014-2 (Jul. 30, 2014), https://icsid.worldbank.org/ICSID/FrontServlet.. En general, Argentina y Venezuela son los Estados más frecuentemente demandados en casos de arbitraje inversionista-Estado hasta fines del 2013. United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), supra note 5, at 8.
13 David M. Trubek and Mark Galanter, Scholars in Self-Estrangement: Some Reflections on the Crisis in Law and Development Studies in the United States, WIS. L. REV. 1062, 1079 (1974).
14 David M. Trubek, Toward a Social Theory of Law: An Essay on the Study of Law and Development, 82 YALE L.J. 1, 9 (1972).
15 Por lo demás, ello está muy bien explicado en: MICHAEL J. TREBILCOCK AND MARIANA MOTA PRADO, WHAT MAKES POOR COUNTRIES
POOR?: INSTITUTIONAL DETERMINANTS OF DEVELOPMENT (Edward Elgar Pub 2011); Kevin E. Davis and Michael J. Trebilcock, The Relationship Between Law and Development: Optimists Versus Skeptics, 56 AM. J. COMP. L. 895 (2008); y Mariana Mota Prado, What is Law and Development?, SSRN Scholarly Paper ID 1907298 (Social Science Research Network), Oct. 1, 2010.
16 Alejandro Alvarez, Latin America and International Law, 3 THE AMERICAN JOURNAL OF INTERNATIONAL LAW 269, 269 (1909).
17 Liliana Obregón, Between Civilisation and Barbarism: Creole Interventions in International Law, 27 THIRD WORLD QUARTERLY 815 (2006).
18 Arnulf Becker Lorca, International Law in Latin America or Latin American International Law-Rise, Fall, and Retrieval of a Tradition of Legal Thinking and Political Imagination, 47 HARV. INT’L LJ 283 (2006).
19 RUDOLF DOLZER AND CHRISTOPH SCHREUER, PRINCIPLES OF INTERNATIONAL INVESTMENT LAW 221–220 (Oxford University Press 2012).
20 Jorge E. Viñuales and Dolores Bentolila, The Use of Alternative (Non-Judicial) Means to Enforce Investment Awards Against States, in DIPLOMATIC & JUDICIAL MEANS OF DISPUTE SETTLEMENT 248, 267 (Laurence Boisson de Chazournes eds., Martinus Nijhoff Publishers 2012).
21 SANTIAGO MONTT, STATE LIABILITY IN INVESTMENT TREATY ARBITRATION: GLOBAL CONSTITUTIONAL AND ADMINISTRATIVE LAW IN THE BIT
GENERATION 33 (Studies in international law, v. 26, Hart Pub 2009).
22 Elihu Root, The Basis of Protection to Citizens Residing Abroad, 4 THE AMERICAN JOURNAL OF INTERNATIONAL LAW 517, 20–21 (1910).
23 JAN PAULSSON, DENIAL OF JUSTICE IN INTERNATIONAL LAW 15 (Hersch Lauterpacht Memorial Lectures (No. 17), Cambridge University Press 2005).
24 Ibrahim F. I. Shihata, supra note 9, at 1.
25 En una investigación muy detallada centrada en la deuda soberana y los tenedores de bonos privados entre 1820 y 1913, Tomz encontró que contrario a la sabiduría popular, “los gobiernos acreedores generalmente no usaban ni amenazan con utilizar la fuerza en nombre de los tenedores de bonos, y ni los inversores ni los prestatarios esperaban que el incumplimiento daría lugar a la intervención militar ". MICHAEL TOMZ, REPUTATION AND INTERNATIONAL COOPERATION: SOVEREIGN DEBT ACROSS THREE
CENTURIES 157 (Princeton University Press 2007).
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22
26 ANDREAS F. LOWENFELD, INTERNATIONAL ECONOMIC LAW 395 (Oxford University Press 2003) ; y Jorge L Esquirol, Latin America, in THE OXFORD HANDBOOK OF THE HISTORY OF INTERNATIONAL LAW 553, 568 (Bardo Fassbender and Anne Peters eds., Oxford University Press 2012).
27 SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 40–41.
28 Existe evidencia que otro prominente jurista Latinoamericano, el venezolano Andrés Bello, fue en realidad el primero que avanzó la idea de esta doctrina. Véase: Frank Griffith Dawson, The Influence of Andres Bello on Latin-American Perceptions of Non-Intervention and State Responsibility, 57 BRITISH Y.B. OF INTERNATIONAL LAW 253, 273 (1987); y SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 42.
29 1 CARLOS CALVO, DERECHO INTERNACIONAL TEÓRICO Y PRÁCTICO DE EUROPA Y AMÉRICA (D’Amyot 1868). Estas ideas fueron elaboradas con más detalle en la edición francesa de este libro en 1896 (“Le Droit International Théorique et Pratique”). Véase: Manuel R. Garcia-Mora, The Calvo Clause in Latin American Constitutions and International Law, 33 MARQ. L. REV. 205, 206 (1949).
30 Carlos Calvo, Le Droit International Théorique et Pratique, §205, pp. 350-351, cited by Amos S. Hershey, The Calvo and Drago Doctrines, 1 THE AMERICAN JOURNAL OF INTERNATIONAL LAW 26, 27 (1907).
31 Según Montt, esta cláusula con una clara intención de restringir la protección diplomática, tampoco fue inventada por Calvo. la evidencia más temprana de esta cláusula es un decreto que Perú emitió en 1846 y también fue incluida en un contrato para la terminación de la línea de ferrocarril más importante de Chile en 1861, ambos varios años antes de la primera edición del tratado de Calvo. SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 46.
32 CHITTHARANJAN FELIX AMERASINGHE, DIPLOMATIC PROTECTION 192 (Oxford University Press 2008).
33 DONALD RICHARD SHEA, THE CALVO CLAUSE: A PROBLEM OF INTER-AMERICAN AND INTERNATIONAL LAW AND DIPLOMACY 37 (University of Minnesota Press 1955).
34 JAN PAULSSON, supra note 23, at 21.
35 ZACHARY DOUGLAS, THE INTERNATIONAL LAW OF INVESTMENT CLAIMS 366 (Cambridge University Press).
36 DONALD RICHARD SHEA, supra note 33, at 46–56.
37 Alejandro Alvarez, supra note 16, at 301, 303, 328–30.
38 CHRISTOPHER F. DUGAN ET AL., INVESTOR-STATE ARBITRATION 36 (Oxford University Press 2008).
39 ALEXANDER MARIE STUYT, SURVEY OF INTERNATIONAL ARBITRATIONS: 1794-1989 (Martinus Nijhoff Publishers 1990). En ese período, los Estados latinoamericanos celebraron 160 arbitrajes, incluyendo casi 80 arbitrajes con Estados europeos, cerca de 40 con Estados Unidos, alrededor de 40 entre ellos, y 1 con Japón. Lionel M. Summers, Arbitration and Latin America, 3 CAL. W. INT’L L.J. 1, 7 (1972).
40 SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 38.
41 Guillermo Aguilar Alvarez and William W. Park, supra note 1, at 367.
42 Id. Notablemente, ciertos soberanos europeos sirvieron como árbitros o como autoridad nominadora de los mismos.
43 JACKSON H. RALSTON, INTERNATIONAL ARBITRATION FROM ATHENS TO LOCARNO 224 (Stanford University Press 1929).
44 Id. at 225.
45 Id.
46 Lionel M. Summers, supra note 39, at 8.
47 Id.
48 Peter Mark Jonas, United States Citizens Vs. Mexico, 1821-1848 1–2 (1989) (unpublished Ph.D., Marquette University).
49 Id. at 3–4.
50 United States of America, United Mexican States, U.S. - Mexico General Claims Commission, in REPORTS OF INTERNATIONAL
ARBITRAL AWARDS - RECUEIL DES SENTENCES ARBITRALES, VOLUME IV 3 (United Nations 2006).
51 ANDREAS F. LOWENFELD, supra note 26, at 401, 402.
52 Lionel M. Summers, supra note 39, at 8.
53 CHITTHARANJAN FELIX AMERASINGHE, supra note 32, at 191. Una detallado análisis de la “Crisis de la Deuda Venezolana” se puede encontrar en: BRIAN STUART MCBETH, GUNBOATS, CORRUPTION, AND CLAIMS: FOREIGN INTERVENTION IN VENEZUELA, 1899-1908 (Greenwood Press 2001)..
54 JACKSON H. RALSTON, supra note 43, at 223.
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55 Id. at 224.
56 United States of America, United Mexican States, supra note 50, at 3.
57 La “American-Mexican Claims Commission” fue establecida por la Settlement of Mexican Claims Act of 1942. Id. at 4.
58 Id. De hecho, del total de 2.781 reclamaciones presentadas en contra de México, sólo en 1545 se adjudicó una suma en favor de ciudadanos estadounidenses, un 55,5% del total, los que recibieron un promedio de US$ 24.561,9 sin interés, aunque algunos de estos casos surgieron de disputas iniciadas en el siglo XIX.
59 For a detailed analysis of this jurisprudence, especially in the US-Mexico General Claims Commission, see DONALD RICHARD
SHEA, supra note 33, at 194–257.
60 North American Dredging Company of Texas (U.S.A.) v. United Mexican States (March 31, 1926), IV [2006] Reports of International Awards 26, ¶ 14 (U.S.).
61 Christopher K. Dalrymple, Politics and Foreign Direct Investment: The Multilateral Investment Guarantee Agency and the Calvo Clause, 29 CORNELL INT’L L.J. 161, 168 (1996).
62 SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 49. Por supuesto, la reacción de América Latina frente a la protección diplomática “forzosa” no fue la única razón de su éxito. Se ha sugerido que el uso prolongado de arbitraje por los Estados Unidos en este momento, se relacionó con la preferencia que le dieron sus “Padres Fundadores” (junto con la mediación y la negociación) como alternativas a la guerra, y también a la promoción de solución pacífica controversias, avanzada por las comunidades religiosas y las “sociedades pacifistas” que también eran comunes en Europa. Véase: Mary Ellen O’Connell, ‘Arbitration and Avoidance of War: The Nineteenth-Century American Vision’ in Cesare P.R. Romano (ed), The Sword and the Scales: The United States and International Courts and Tribunals (Cambridge University Press 2009) 31–32.
63 Este nombre se debe a que la Convención se basa en la doctrina avanzada en 1902 por el ministro argentino de Relaciones Exteriores José María Drago, buscando el apoyo de Estados Unidos al afirmar el principio de que una deuda pública no puede ocasionar la intervención armada y la ocupación del territorio de las naciones americanas por las potencias europeas. Teniendo la Doctrina Monroe (1823) como fondo, Drago afirmó que los acreedores extranjeros que participan en las deudas del Estado, derivadas de préstamos, eran conscientes de los riesgos implicados, y que la soberanía del Estado deudor prohibía el uso de la fuerza para ejecutar esas deudas. Una versión modificada por el delegado estadounidense Horace Porter fue finalmente adoptada en La Haya en 1907, añadiendo que las limitaciones del uso de la fuerza no eran aplicables si el país deudor se negaba a aceptar una oferta de arbitraje o cumplir con un laudo arbitral. Wolfgang Benedek, Drago-Porter Convention (1907), MAX PLANCK ENCYCLOPEDIA OF PUBLIC INTERNATIONAL LAW (Jan. 2007), http://opil.ouplaw.com/view/10.1093/law:epil/9780199231690/law-9780199231690-e733?rskey=s0r2Cp&result=1&prd=OPIL.
64 Convention Respecting the Limitation of the Employment of Force for the Recovery of Contract Debts, 2, 82 81 (1908).
65 El “Tratado general de renuncia a la guerra como instrumento de política nacional” más conocido como el Pacto Briand-Kellogg, firmado en París en 1928, condenó el recurso a la guerra como medio de solución de controversias internacionales o como instrumento de política nacional. Las partes contratantes acordaron también que el arreglo de controversias o conflictos de cualquier naturaleza u origen no debe buscarse sino por medios pacíficos. Sin embargo, este tratado no significaba una renuncia a la guerra como medio de aplicación coercitiva de la ley internacional, y en la práctica, guerras con el fin de imponer sanciones o en caso de legítima defensa, fueron admitidas. WILHELM G. GREWE, THE EPOCHS OF INTERNATIONAL
LAW 621 (Michael Byers trans., De Gruyter, Revised ed. 2000).
66 CHITTHARANJAN FELIX AMERASINGHE, supra note 32, at 27. El Artículo 2(4) de la Carta de Naciones Unidas establece que “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas” United Nations, Charter of the United Nations (Jun. 26, 1945), http://www.un.org/en/documents/charter/.
67 SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 48–62.
68 MARTINS PAPARINSKIS, THE INTERNATIONAL MINIMUM STANDARD AND FAIR AND EQUITABLE TREATMENT 25–26 (2013).
69 Esto se debe en parte a las tensiones políticas generadas por la protección de los ciudadanos de los países occidentales después del gran número de nacionalizaciones de propiedades en manos de extranjeros, especialmente en Europa del Este y América Latina a mediados del siglo XX, pero también con la insatisfacción que los inversionistas extranjeros tenían con respecto a la eficacia de algunas de las normas que rigen la protección diplomática - en especial el agotamiento de los recursos internos CHITTHARANJAN FELIX AMERASINGHE, supra note 32, at 17–19.
70 ANDREAS F. LOWENFELD, supra note 26, at 405–6.
71 SANTIAGO MONTT, supra note 21, at 56.
72 Convention on the Settlement of Investment Disputes Between States and Nationals of Other States, 17 UST 1270, TIAS 6090, 575 UNTS 159.
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73 ANDREAS F. LOWENFELD, supra note 26, at 456–57.
74 ANTONIO R. PARRA, THE HISTORY OF ICSID 67–68 (Oxford University Press 2012).
75 ANDREAS F. LOWENFELD, supra note 26, at 460.
76 2 INTERNATIONAL CENTRE FOR SETTLEMENT OF INVESTMENT DISPUTES (ICSID), HISTORY OF THE ICSID CONVENTION, 606 (International Centre for Settlement of Investment Disputes 1968).
77 Lionel M. Summers, supra note 39, at 7.
78 Los tratados bilaterales de inversión se definen como “un acuerdo legal recíproco celebrado entre dos Estados soberanos para la promoción y protección de las inversiones realizadas por inversionistas de un Estado (“Estado de origen”) en el territorio del otro Estado (“Estado receptor”). Marc Jacob, Investments, Bilateral Treaties, MAX PLANCK ENCYCLOPEDIA OF PUBLIC
INTERNATIONAL LAW (May 2011), http://opil.ouplaw.com/view/10.1093/law:epil/9780199231690/law-9780199231690-e1061.
79 Katia Fach Gómez, Latin America and ICSID: David Versus Goliath?, SSRN Scholarly Paper ID 1708325 2 (Social Science Research Network), Nov. 12, 2010.
80 Andrew T. Guzman, Why LDCs Sign Treaties that Hurt Them: Explaining the Popularity of Bilateral Investment Treaties, 38 VA. J. INT’L L. 639, 643–44 (1998).
81 See: Daniela Campello with Leany Barreiro Lemos, The Non-Ratification of Bilateral Investment Treaties in Brazil: A Story of Conflict in a Land of Cooperation, SSRN Scholarly Paper ID 2243120 (Social Science Research Network), Apr. 1, 2013.
82 Alemania firmó el primer TBI con Pakistán el 25 de noviembre de 1959. Pronto otros países europeos siguieron su ejemplo.
83 Véase UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND DEVELOPMENT, SOUTH-SOUTH COOPERATION IN INTERNATIONAL INVESTMENT
ARRANGEMENTS. (United Nations 2005).
84 Canada-Mexico-United States, supra note 1.
85 ANDREAS F. LOWENFELD, supra note 26, at 473. Normalmente se utiliza el término genérico “Acuerdos Internacionales de Inversiones” (AIIs) para referirse a los tratados de inversiones, independientemente de si forman parte de un TLC o son un BIT independiente.
86 Charles H. Brower, II, International Law in Ferment: Recent Developments in Private International Law, 94 PROCEEDINGS OF
THE ANNUAL MEETING (AMERICAN SOCIETY OF INTERNATIONAL LAW) 13, 14 (2000).
87 David Gaukrodger et al., Investor-State Dispute Settlement: A Scoping Paper of the Investment Policy Community, OECD Working Papers on International Investment, No. 2012/3 10 (2012).
88 Guillermo Aguilar Alvarez and William W. Park, supra note 1, at 368–69.
89 Nicola Ranieri, supra note 1, at 405.; Guillermo Aguilar Alvarez and William W. Park, supra note 1, at 370.
90 Guillermo Aguilar Alvarez and William W. Park, supra note 1, at 370–71.
91 United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), supra note 5, at 2, 28.
92 Erbil Serter v. French Republic (ICSID Case No. ARB/13/22) , caso que fue presentado por un nacional de Turquía contra Francia, al ampato del TBI Francia-Turquía.
93 United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), supra note 5, at 2.
94 European Commission, Investment Protection and Investor-to-State Dispute Settlement in EU Agreements 5 (2013).
95 Leon Trakman, Investor State Arbitration or Local Courts: Will Australia Set a New Trend?, 46 J. WORLD TRADE 83 (2012).
96 John Kerry, Amendment No. 3430 to the Bipartisan Trade Promotion Authority Act of 2002 § 4529 (Congressional Record - Senate 2002).
97 Id. La propuesta también estaba destinada a mejorar los mecanismos utilizados para resolver las controversias entre un inversionista y el Estado receptor, en materias tales como la selección de los árbitros, la transparencia, amicus curiae, y el establecimiento de un órgano de apelación.
98 U.S. SENATE, BIPARTISAN TRADE PROMOTION AUTHORITY ACT OF 2002 : REPORT 60 (Diane Publishing 2002).
99 Bipartisan Congressional Trade Priorities Act of 2014, H.R.3830 - 113th Congress (2013-2014), 12 (2014).
100 Id. at 13. A su vez, establece que los acuerdos de inversión deben proporcionar “procedimientos significativos para la resolución de disputas de inversión”, entre un inversionista y un gobierno a través de mecanismos para eliminar o impedir demandas frívolas, garantizar la eficiente selección de árbitros y la disposición rápida de las reclamaciones, mejorar las oportunidades para la participación del público en la formulación de las posiciones del gobierno, incluir un órgano de apelación o mecanismo similar para proporcionar coherencia a las interpretaciones de las disposiciones sobre inversión, y
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garantizar transparencia en la mayor medida posible. Bipartisan Congressional Trade Priorities Act of 2014, H.R.3830 - 113th Congress (2013-2014), 13–14.
101 Office of the United States Trade Representative, The Facts on Investor-State Dispute Settlement: Safeguarding the Public Interest and Protecting Investors (Mar. 27, 2014), http://www.ustr.gov/about-us/press-office/blog/2014/March/Facts-Investor-State%20Dispute-Settlement-Safeguarding-Public-Interest-Protecting-Investors.
102 North American Free Trade Agreement (NAFTA) - Free Trade Commission, Notes of Interpretation of Certain Chapter 11 Provisions (Jul. 31, 2002), http://www.international.gc.ca/trade-agreements-accords-commerciaux/topics-domaines/disp-diff/NAFTA-Interpr.aspx.
103 Patrick Dumberry, The Emergence of a Consistent Case Law: How NAFTA Tribunals have Interpreted the Fair and Equitable Treatment Standard, KLUWER ARBITRATION BLOG (Oct. 30, 2013), http://kluwerarbitrationblog.com/blog/2013/10/30/the-emergence-of-a-consistent-case-law-how-nafta-tribunals-have-interpreted-the-fair-and-equitable-treatment-standard/.
104 Véase entre otros: Jan Kleinheisterkamp, Is There a Need for Investor-State Arbitration in the Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP)?, SSRN Scholarly Paper ID 2410188 (Social Science Research Network), Feb. 14, 2014; y Consumers International, Resolution on Investor -State Dispute Resolution in the Transatlantic Trade and Investment Partnership, DOC No: Trade 15/13 Oct. 2013.
105 European Commission, Online public consultation on investment protection and investor-to-state dispute settlement (ISDS) in the Transatlantic Trade and Investment Partnership Agreement (TTIP) - Trade - European Commission (Apr. 29, 2014), http://trade.ec.europa.eu/consultations/index.cfm?consul_id=179.
106 Vattenfall AB and others v. Federal Republic of Germany, ICSID Case No. ARB/12/12. El conflicto entre Vattenfall y el gobierno federal de Alemania fue provocado por la decisión de agosto de 2011 del Parlamento alemán - después del desastre nuclear en Fukushima, Japón - de abandonar el uso de la energía nuclear el año 2022. Nathalie Bernasconi-Osterwalder and Rhea Tamara Hoffmann, The German Nuclear Phase-Out Put to the Test in International Investment Arbitration? Background to the New Dispute Vattenfall V. Germany (II), INTERNATIONAL INSTITUTE FOR SUSTAINABLE DEVELOPMENT 2, 2–3 (2012).
107 Carta de fecha 26 Junio 2014. Reuters, Germany to Reject EU-Canada Trade Deal, REUTERS, Jul. 26, 2014, http://www.reuters.com/article/2014/07/26/germany-canada-trade-idUSL6N0Q10CS20140726?irpc=932&ref=browsi..
108 James Kilcourse, TTIP faces political hurdles on both sides of the Atlantic, THE INSTITUTE OF INTERNATIONAL & EUROPEAN AFFAIRS
(IIEA) (Feb. 3, 2014), http://www.iiea.com/blogosphere/ttip-faces-political-hurdles-on-both-sides-of-the-atlantic.
109 Gillard Government Trade Policy Statement, Trading Our Way to More Jobs and Prosperity 14 (2011).
110 Id.
111 Luke Eric Peterson, In policy switch, Australia disavows need for investor-state arbitration provisions in trade and investment agreements, INVESTMENT ARBITRATION REPORTER (IAREPORTER) (Apr. 14, 2011), http://www.iareporter.com/articles/20110414.
112 Philip Morris Asia Limited v. Australia, UNCITRAL (Hong Kong/Australia BIT).
113 International Institute for Sustainable Development (IISD), Philip Morris Files for Arbitration over Intellectual Property Dispute with Australia, 2 INVESTMENT TREATY NEWS QUARTERLY 13 (2011).
114 Australian Government Department of Foreign Affairs and Trade, Korea-Australia Free Trade Agreement (KAFTA) - Key outcomes, http://dfat.gov.au/fta/kafta/fact-sheet-key-outcomes.html.
115 Luke Nottage, Why no investor–state arbitration in the Australia–Japan FTA?, EAST ASIA FORUM (Apr. 7, 2014), http://www.eastasiaforum.org/2014/04/09/why-no-investor-state-arbitration-in-the-australia-japan-fta/.
116 La mayor parte de los casos de la Argentina surgió de la crisis económica y el colapso social del 2011 y las medidas adoptadas por el Estado argentino para enfrentarla y sus consecuencias. Ignacio Torterola and Diego Brian Gosis, Argentina, in LATIN AMERICAN INVESTMENT PROTECTIONS: COMPARATIVE PERSPECTIVES ON LAWS, TREATIES, & DISPUTES FOR INVESTORS, STATES & COUNSEL 5, 15 (Jonathan C. Hamilton eds., Martinus Nijhoff Publishers 2012).
117 United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), supra note 5, at 8.
118 Occidental Petroleum Corporation and Occidental Exploration and Production Company v. The Republic of Ecuador, ICSID Case No. ARB/06/11, Laudo, 5 Octubre 2012. A menos que se indique lo contrariom todos los casos de AIE que se indicant están disponibles en Investment Treaty Arbitration (ITA), http://www.italaw.com/
119 Al 30 de Junio de 2014, este porcentaje corresponde en un 27% a países de Sudamérica y un 6 % de América Central y el Caribe. International Centre for Settlement of Investment Disputes (ICSID), supra note 12, at 11.
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120 Guido Santiago Tawil, Schiedsgerichtsbarkeit - Arbitration in Latin America - Current Trends and Recent Developments, 15 EUROPAISCHES WIRTSCHAFTS UND STEUERRECHT 15 (2004).
121 Jonas Bergstein and Alicia Gambetta, Uruguay, in LATIN AMERICAN INVESTMENT PROTECTIONS: COMPARATIVE PERSPECTIVES ON LAWS, TREATIES, & DISPUTES FOR INVESTORS, STATES & COUNSEL 535, 552 (Jonathan C. Hamilton eds., Martinus Nijhoff Publishers 2012).
122 Véase el caso Victor Pey Casado and President Allende Foundation v. Republic of Chile, el arbitraje más largo en la historia del CIADI, que abarca más de 15 años a partir de la presentación de la solicitud de arbitraje con un procedimiento pendientes, incluso después de un laudo de anulación.
123 Luke Eric Peterson, Argentina by the numbers: where things stand with investment treaty claims arising out of the Argentine financial crisis, INVESTMENT ARBITRATION REPORTER (IAREPORTER) (Feb. 1, 2011), http://www.iareporter.com/articles/20110201_9.
124 También es interesante observar que a pesar de que la mayoría de los TBI de Argentina ya han expirado de su duración original, y que podrían ser terminados efectivamente un año después de su notificación, ya que no incluyen un período de renovación, la Argentina no ha decidido poner fin a ellos todavía. Federico M. Lavopa et al., How to Kill a BIT and Not Die Trying: Legal and Political Challenges of Denouncing or Renegotiating Bilateral Investment Treaties, 16 J INT ECONOMIC LAW 869, 12 (2013).
125 Se ha informado de que Argentina ha transado en cinco casos CIADI: con la francesa Vivendi SA, compañía de electricidad y gas británica National Grid PLC, Continental Casualty Company (una unidad de la empresa de Chicago CNA Financial Corp), Azurix (compañía de agua con sede en EE.UU.) y Blue Ridge Investments (subsidiaria de Bank of America Corp). Luke Eric Peterson, After settling some awards, Argentina takes more fractious path in bond-holders case, with new bid to disqualify arbitrators, INVESTMENT ARBITRATION REPORTER (IAREPORTER) (Dec. 30, 2013), http://www.iareporter.com/articles/20131230..
126 Investment Arbitration Reporter (IAReporter), Repsol-Argentina Settlement Agreement, April 2014 (Apr. 30, 2014), http://www.iareporter.com/downloads/20140430..
127 Repsol, S.A. and Repsol Butano, S.A. v. Argentine Republic (ICSID Case No. ARB/12/38).
128 La Alianza del Pacífico se estableció en abril de 2011, y fue formalizada por un acuerdo marco firmado en Paranal, Chile, el 6 de junio 2012. <http://www.sice.oas.org/TPD/Pacific_Alliance/Pacific_Alliance_s.asp> accessed 20 August 2014
129 Protocolo Adicional de la Alianza del Pacífico, 10 Febrero 2014 (aún sin vigencia) <http://www.sice.oas.org/Trade/PAC_ALL/Index_PDF_s.asp> accessed 20 August 2014
130 Campello with Leany Barreiro Lemos, supra note 81.
131 Rodrigo Polanco Lazo, supra note 11.
132 UNASUR fue creada por el Tratado de Brasilia (23 de mayo de 2008). Sus países miembros son Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana, Surinam y Chile. La propuesta de crear un centro regional de arbitraje de inversión fue planteada por Ecuador en 2009 y un Grupo de Trabajo de Expertos de Alto Nivel fue creado en 2010 para elaborar una propuesta, habiendo celebrado diez sesiones hasta agosto de 2014.
133 Silvia Karina Fiezzoni, The Challenge of UNASUR Member Countries to Replace ICSID Arbitration, 02 BEIJING LAW REVIEW 134 (2011).
134 ALBA fue creada en virtud del acuerdo firmado en La Habana el 14 de diciembre de 2004. Sus Estados Miembros son actualmente Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y Santa Lucía. La iniciativa de UNASUR ha sido apoyada expresamente por los miembros del ALBA, quien respaldan “la constitución y puesta en marcha de instancias regionales para la solución de controversias en materia de inversiones, que garanticen reglas justas y equilibradas al momento de dirimir conflictos entre transnacionales y Estados”. Alentando a UNASUR “en la aprobación del mecanismo regional actualmente en negociación y promover la inclusión de otros Estados latinoamericanos en dicho mecanismo”. Eduardo Silva Romero and Ana Carolina Simões E Silva, Declaration of the 1st Ministerial Meeting of the Latin American States Affected by Transnational Interests, Introductory Note by Eduardo Silva Romero and Ana Carolina Simões E Silva, 52 INTERNATIONAL LEGAL MATERIALS 1321 (2013).
135 MERCOSUR fue creado por el tratado firmado en Asunción el 26 de marzo de 1991 y actualmente está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, encontrándose en espera de ratificación la adhesión de Bolivia. La iniciativa de UNASUR ha sido implícitamente apoyada por los países miembros del MERCOSUR a través de la decisión de fecha 29 de junio 2012 (MERCOSUR / CMC / DEC Nº 24/12), que declaró la necesidad de promover la articulación y la complementariedad de las políticas, acuerdos y compromisos en las iniciativas del MERCOSUR con otros de contenido similar desarrollados en UNASUR, para optimizar los recursos, evitar la duplicación y mejorar los esfuerzos en los esquemas de integración de América del Sur. Además, tanto el Protocolo de Colonia (1993) para la Protección y Promoción Recíproca de Inversiones en el MERCOSUR, como el Protocolo de Buenos Aires (1994) sobre Promoción y Protección Recíproca de Inversiones entre los Estados no Partes en el MERCOSUR, se encuentran hoy derogados. Natasha Suñe and Raphael Carvalho de Vasconcelos, Inversiones y Solución de Controversias en el MERCOSUR, 1 REVISTA DE LA SECRETARÍA DEL TRIBUNAL
PERMANENTE DE REVISIÓN 195 (2013).
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136 Rodrigo Polanco Lazo, supra note 11.
137 Bolivia, Decreto Supremo Nº 224, 24 de julio de 2009, <http://www.lexivox.org/norms/BO-DS-N224.xhtml > accessed 20 August 2014.
138 Ecuador Signs First Large-Scale Mining Contract, REUTERS, Mar. 5, 2012, http://www.reuters.com/article/2012/03/06/ecuador-mining-idUSL2E8E5D4M20120306.
139 Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Judgment of 8 October 2008, Interpretation of Article 258 < http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/octubre/1541-171008-08-0763.htm > accessed 20 August 2014.
140 See, with respect to Australia’s refusal to include ISDS in the Trans-Pacific Partnership (TPP): Leon E. Trakman, supra note 2, at 189, 192.
141 Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, Unasur avanza en la creación de un Centro de Solución de Controversias (Jun. 10, 2014), http://cancilleria.gob.ec/unasur-avanza-en-la-creacion-de-un-centro-de-solucion-de-controversias/.
142 Leon E. Trakman, supra note 2, at 194–95. En comparación, el número de casos de AIE perdidos por países desarrollados es bajo. Sin emitir juicio sobre la idoneidad de sus políticas, se debe mencionar que Estados Unidos todavía no ha perdido un caso de arbitraje de inversiones, y ha sido un Estado demandado en al menos 15 veces.
143 Id. at 201.
144 Mark Kantor, The Transparency Agenda for UNCITRAL Investment Arbitrations: Looking in All the Wrong Places 10 (Institute for International Law and Justice, New York University School of Law 2011).
145 Loewen Group, Inc. and Raymond L. Loewen v. United States of America, ICSID Case No. ARB(AF)/98/3, Award (Jun. 26, 203), §54.
146 Leon E Trakman (n 3) 203–04. Otro país en desarrollo fuera de la región está siguiendo una política similar. Sudáfrica nunca ha sido parte contratante ni parte signataria del Convenio del CIADI, y desde 2012 se ha embarcado en la denuncia y terminación de tratados de inversiones, y actualmente está discutiendo un proyecto de ley que eliminaría la posibilidad de arbitraje inversionista-Estado basado en tratados, estableciendo la jurisdicción interna como el principal recurso jurídico de los inversores extranjeros. Rodrigo Polanco Lazo (n 13) 56.
147 Véase con respect a EE.UU. y Canadá: Guillermo Aguilar Alvarez and William W Park (n 36) 368–69; and Nicola Ranieri (n 84) 405
148 The first BIT was signed between Germany and Pakistan in 1959; the first BIT that expressly incorporated ISA – although with qualifications – is the Indonesia-Netherlands BIT (1968); and the first BIT providing for ISA without unqualified State consent seems to be the Chad-Italy BIT (1969). Andrew Newcombe and Lluís Paradell, Law And Practice Of Investment Treaties: Standards Of Treatment (Kluwer Law International 2009) 42, 44–45.
149 See: Antonio R Parra (n 69)
150 As reported by UNCTAD, among the top 10 countries with more IIAs are Germany (#1 with 126 BITs and 49 other IIAs in force), United Kingdom (# 4 with 95 BITs and 49 other IIAs in force), France (#5 with 92 BITs and 49 other IIAs in force), Netherlands (#7 with 90 BITs and 49 other IIAs in force), Belgium (#8 with 66 BITs and 48 other IIAs in force), Luxembourg (#9 with 66 BITs and 49 other IIAs in force) and Italy (#10 with 73 BITs and 49 other IIAs in force) United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), ‘International Investment Agreements By Economy’ (no date) <http://investmentpolicyhub.unctad.org/IIA/IiasByCountry#iiaInnerMenu> accessed 15 August 2014.
151 Among the EU Member States, claimants most frequently come from the Netherlands (61 cases), the United Kingdom (43 cases), Germany (39 cases), France (31 cases), Italy (26 cases) and Spain (25 cases). United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), ‘Recent Developments in Investor-State Dispute Settlement (ISDS)’ (n 7) 8
152 ibid 3
153 Leon E Trakman (n 3) 189