Lechner Norbert_Epílogo

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el ensayo de Fernando Henrique Cerdoso fue traducido por EDUARDO MaLINA y VEDIA , ESTADO Y POLITICA EN , AMERICA LATINA ERNESTO LACLAU SERGIO ZERMEÑO EDELBERTO TORRES RIVAS • FERNANDO ROJAS H .• OSCAR LANDI GUILLERMO O'DONNELL ADAM PRZEWORSKI FERNANDO H. CARDOSO edición preparada por NüRBERT LECHNER )l((I ecilores MExICO ESPAÑA ARGENTINA COLOMBIA

Transcript of Lechner Norbert_Epílogo

el ensayo de Fernando Henrique Cerdosofue traducido por

EDUARDO MaLINA y VEDIA

,ESTADO Y POLITICA

EN,AMERICA LATINA

ERNESTO LACLAU • SERGIO ZERMEÑO • EDELBERTO TORRES

RIVAS • FERNANDO ROJAS H.• OSCAR LANDI • GUILLERMO

O'DONNELL • ADAM PRZEWORSKI • FERNANDO H. CARDOSO

edición preparada por

NüRBERT LECHNER

)l((I~ecilores

MExICOESPAÑAARGENTINACOLOMBIA

siGlo veintiuno editores, saCER~ DELAGUA aea. MEXlCO 20. D.F

slqlo veintiunQ de españa editores, saClPLJ.v,. 5. MADRID 33. ESPANA

siglo veintiuno argentina editores, sa

slalo veintiuno de colombia, ItdaAV. rc.. 17_73PRIMERPISO. BOGOTA, O.E COLOMBIA

íNDICE

PRESENTACIÓN, por NORBERT LECHNER

l. La división social, 13; n.La síntesis social bajo la forma deestado, 15; 111. ~estado democrático, 2Q....,

TEORÍAS .MARXISTAS DEL ESTADO: DEBATES y PERPECTIVAS,

por ERNESTO LACLAU

l. Capitalismo monopolista de estado, 30; n. La escuela lógi­ca del capital, 35; IIl.. ¿Es lo "económico" un nivel homo­géneo?, 40; IV. La trayectoria intelectual de Poulanrzas, 47;v. Estado y hegemonía, 52; Conclusión, 58

LAS FRACTURAS DEL ESTADO EN AMÉRICA LATINA,

por SERGIO ZER],\iEÑO

1. Introducción, 60; 11. Economía y sociedad en el capitalismotardío (sus efectos sobre el estado), 62; III. La dimensiónsociológico histórica, 67; IV. En los países de modernizacióntemprana (la cuestión del estado), 68; v. Estado y sociedaden un ejemplo tardío-desarticulado, 74; VI. Conclusiones, 85

LA 'NACIÓN: PROBLEMAS TEÓRICOS E HISTÓRICOS,

por EDELBERTO TORRES RIVAS

I. ¿De qué nación se tratar, 87; n. Elementos y niveles delfenómeno nacional, 93; m.1Estado y nación en la historia la-tinoamericana, 109 L-

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edición al cuidado de jasé aricóportada de anhelo hernández

primera edición en español, 1981© siglo xxt- editores, s.a.

derechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en méxicoJprinted and made in mexico

ESTADO CAPITALISTA Y APARATO ESTATAL,

por FERNANDO ROJAS H.

Introducción. La pertinencia política de un replanteamientoteórico, 133; I. El estado (cualquiera sea la forma de régimenpolítico) es copartícipe esencial en la reproducción de la rela-ción social capitalista, 142; n.f Autonomía, especialización defunciones y aparato esta.:::t154'"

SOBRE LENGUAJES, IDENTIDADES Y CIUDADANÍAS POLÍTICAS,

por OSCAR LANDI 172

1. Planteo general, 172; n. Aspectos teóricos, 174; IIl. Aspectos

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EPÍLOGO 301

EPíLOGO

NORBERT LECHNER

El estado es un tema central en el debate político y en las pre­ocupaciones sociológicas en América Latina. ¿Por qué? Indu?a­blemcnte el detonante del interés reciente por el estado resideen el su:gimientü de un nuevo tipo de régimen militar.au~ori­tario en el Cono sur. Con los estudios de Fernando HennqueCardoso sobre el modelo politico brasileño y de Guillermo O'DonnelI sobre el "Estado burocrétíco-autoritario", el estado pasaa figurar en el primer plano de los análisis de la realidad la­tinoamericana. Empero, las investigaciones sobre este tema nodatan de ayer. Revisando la. tradición más moderna podemosdistinzuir varios enfoques (punto 1). Ellos responden, en parte,a los ~roblemas teóricos planteados po~ el mis:n0 p~,oce~o de in­vestigación. Sin embargo, -ésta no s610 Sirve a CIerta lógica de lainvestigación", sino que intenta, sobre todo, respond~r a los pro­blemas planteados por la situación política de la reglón. Hemosde "leer" los distintos enfoques del estado sobre el trasfon­do de las estrategias en torno de las cuales se cristalizó la luchapolítica en los últimos años (punto n). No se trata .de es:ableceruna tipología clasificatoria ni de los enfoques teóricos nr de lasestrategias políticas, ni m~nos aun, de pro~oner alg.una .corre­-lación. No obstante, la SImple confrontación permite VIslum­brar algunos de los impasse en los procesos latinoamericanos. Aesos problemas prácticos no son ajenas ciertas insuficiencias enlas concepciones teóricas. _ .

U na crítica muy esquemática (punto m) indica dos proble­mas de fondo. Primero, la tendencia a reducir el estado al apa­rato estatal. Buena parte de los estudios preocupados por laactividad estatal tratan al estado como Un "actor" que cumpleun rol. Así, el estado es definido mediante las funciones quelleva a cabo para o en el contexto de otros "sistemas". Estasconcepciones instrumenta.listas se basan en el supuesto de queestado y sociedad son dos ámbitos independien~es entre s.L Se­gnndo, la afirmación liberal acerca de la se~aracló~ de SOCIedadpolítica y sociedad civil, o el teorema marxista segun el cual la

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base determina la superestructura. El pensamiento liberal enfa­tiza la libertad y la igualdad políticas al margen de las condi­ciones materiales de vida; la tradición materialista percibe alestado como un poder ajeno y hostil, producto de las relacionescapitalistas de producción, que ha de desaparecer con la supe­ración de éstas. Uno y otro enfoque concuerdan en considerar ala economía como un proceso casi natural, y en identificar, porende, la emancipación humana con el "control racional" sobrela naturaleza. En ambos casos, se remite a una razón objetiva(una armonía de intereses, actual o futura) que cohesiona a lasociedad como un todo. No hay entonces lugar para la política,visualizada como alienación ideológica o demagógica y rempla­zada por un saber tecnocrático.

Por el contrario, vemos la necesidad política de una teoríadel estado en la necesidad de "hacer política". Hacer políticaes devenir sujeto y es por medio del estado que se constituyenlos sujetos. En el fondo, la teoría del estado trata pues de nues­tro interés y voluntad colectiva por determinar nuestro m?dode vida, el sentido de la convivencia social. En esta perspectiva,se insinuarán algunas líneas de reflexión (punto IV).

l. LOS ESTUDIOS SOBRE EL ESTADO EN A:MÉRICA LATINA

Podemos distinguir esquemáticamente cuatro grandes líneas deinvestigación sobre el estado en América Latina.*

Una primera corriente surge en la década del sesenta, juntocon la aparición de la sociología moderna en la región. Bajola influencia de las teorías del "cambio social" y del politicaldevelopment, tematizan el problema del estado desde el puntode vista de la participación democrática y sus obstáculos. Sueleidentificarse al estado con el sistema político y se estudia enqué medida éste cumple los requisitos planteados por la socíe-

• La revisión bibliográfica pretendida inicialmente ha debido ser aban­donada por la cantidad!disparidad de estudios. Frecuentemente son másuna aplicación de alguno de los enfoques teóricos desarrollados en la dis­cusión europeo-norteamericana que una elaboración teórica original. Porotra parte, exigen una discusión de las referencias empíricas que sobrepasael marco de un articulo. Finalmente, para aliviar el texto no se incluyeninguna indicación bibliográfica. Dejo constancia de mi deuda intelectualcon muchas contribuciones y, sobre todo, con los colaboradores de estelibro. Agradezco a José Joaquín Brunner y Tomás Moulián sus comenta­rios a una versión inicial del epílogo.

302 NoRBERT LECHNER EPíLOGO 303

dad moderna. Aquellos inteutos tienen el gran mérito de ofre­cer un primer diagnóstico empírico de la estructura socíoeco­nómica que se expresa bajo la forma de estado. Verifican asíla heterogeneidad esrtuctural de las sociedades latinoamerica­nas, pero sin llegar a problematizar el carácter capitalista suigenC1"is del estado. La recepción acrítica del estructural-Iuncio­nalismo dificulta la posibilidad de apreciar al estado como pro­ducto histórico-social y de abordar las especificidades de su cons­titución en América Latina.

Paralelamente, surge una segunda línea de investigación, vin­culada principalmente al pensamiento de la CEPAL, que abordaal estado como agente del desarrollo económico. De menor am­bición académica, tiene mayor impacto político al hacer delaparato de estado el sujeto efectivo de la estrategia de desarrolloeconómico y social. Su crítica a las estructuras internacionalesde dependencia económica privilegia el análisis del "interven­cionismo estatal". A falta de una "burguesía nacional", seríatarea del estado "nacionalizar" la disposición social sobre laeconomía e iniciar a través de reformas estructurales un creci­miento autosostenido. Este enfoque tiene el mérito de tematizarla actividad gubernamental (políticas públicas) y de captar la"extensión" del estado moderno, pero al precio de un reduc­cionismo. Suele identificar al estado con el aparato guberna­mental y tratarlo como un actor al margen de las estructurasde clases.

El estancamiento del "desarrcllismo" desplaza el interés des­de la dependencia internacional hacia Su arraigo en las estruc­tructuras nacionales de dominación; en lugar de una reformadel aparato estatal se plantea la revolución de las estructurassociales. El enfoque funcionalista se muestra incompetente paraeste nuevo interés de conocimiento, comenzando así la recepciónacadémica del marxismo. Los estudios sobre la dependenciareplantean el tema del estado y de la política como expresiónde lucha y de las alianzas de cIases en cada una de las socíe­dades. A partir de la inserción de las economías locales en elmercado mundial, y la estructura social resultante de ello, sebusca reconstruir la formación histórica del estado. Esta corríen­te de análisis otorga un vigoroso impulso a la comprensión delas particularidades y transformaciones del estado según la res­pectiva formación socioeconómica. Pero su modo de concebir lasclases sociales y de plantear. la relación entre sociedad y estado,entre economía y política, no siempre está exento de cierto

reduccionismo de clase, que hace del estado una mera "expre­sión" de las relaciones de clase.

Finalmente, cabe distinguir una cuarta, línea de investigación,provocada por la aparición del estado autoritario. Ahora elestado mismo pasa a ser el centro del análisis. El desarrollode los regímenes militares refuerza la concepción del estadocomo dominación de clase, pero obligando a un estudio másmatizado de la articulación entre sociedad y estado que tengaen cuenta los cambios en las relaciones internacionales (econó­micas y políticas). Precisamente porque la dominación es másdesnuda, se vuelve evidente que el estado es "algo" mucho máscomplejo. No basta denunciar la violencia ni descubrir y des­cribir el "modelo" del nuevo autoritarismo.

La crisis política remite a una crisis del pensamiento polí­tico. Cierta inflación en el uso del término "crisis" (crisis po­lítica, de hegemonía, del estado) es sintomática del grado deconciencia que existe acerca de las contradicciones sociales. Esuna conciencia desconcertada, que ya no puede apoyarse so­bre una visión casi teológica del progreso de la historia. Pensara partir de la derrota implica no sólo revisar las interpretacio­nes que nos hicimos de nuestras historias, sino también losconceptos con los cuales imaginamos nuestros futuros. Otra cri­sis, la crisis del marxismo, indica el cuestionamiento no sólo del"socialismo realizado", sino incluso de los teoremas, clásicos (le­ninistas) de una estrategia revolucionaria. La experiencia coti­diana del autoritarismo nos lleva a interrogarnos sobre 10 queen el fondo realmente queremos. Preguntar por el estado auto­ritario es problematizar un orden alternativo: el estado demo­crático.

11. LAS ESTRATEGIAS poLÍTICAS

Resta hacer una Yevísión crítica de los estudios realizados, desus aportes y sus insuficiencias. Para no analizarlos "en abstrac­to", preferimos -situar los esfuerzos de conceptualización en elinterior de las principales corrientes políticas en América Lati­na. En éstas se cristalizan, bien o mal, los problemas planteadospor los procesos sociales. Un breve bosquejo de cuatro impor­tantes estrategias políticas de las últimas décadas nos permitevolver sobre algunos de los temas que ya destacaron EdelbertoTorres Rivas y Sergio Zermeño.

304 NORB"ERT LECHNER EPÍLOGO 305

1] El populismo es entre 1930 y 1960 la principal estrategiapolítica, que marca con mayor o menor intensidad la lucha encasi todas las sociedades latinoamericanas, especialmente en laArgentina y el Brasil. La estrategia populista responde al des­moronamiento del "estado oligárquico", desgarrado entre lasexigencias contradictorias de ser "hada afuera", por su crecien­te inserción en el mercado mundial, un orden liberal acorde allibre desarrollo de capital, y tener "hacia adentro", por su eco­nomía agroexportadora, como base social a una oligarquía te­rrateniente. El ascendente proceso de industrialización impulsael auge de los sectores medios y los grupos obreros,urbanos, sinque los terratenientes pierdan completamente su predominio.Si bien en el Brasil aún existen una fuerte heterogeneidad so­cial ydifíeiles conflictos ínterregíonales, mientras que en laArgentina ya hay una importante urbanización y sindicaliza­ción obrera y una organización partidaria de los sectores medios,ambos países enfrentan un mismo problema: el desarrollo delestado nacional.

La formación del estado moderno en América Latina hace suaparición vinculada a una doble demanda que, a diferencia deEuropa, no se presenta en etapas sucesivas. Por un lado, el avan­ce de la industrialización sustitutiva de importaciones requiereuna liberación de la fuerza de trabajo y una ampliación delmercado interno. Por otra parte, el declive de la oligarquíaexige la movilización del apoyo popular, y la incorporación ciu­dadana de estas masas implica a su vez la capacidad de satisfa­cer sus reivindicaciones económicas. Nace así el llamado "estadode compromiso": compromiso entre los distintos grupos socialesy compromiso entre la participación política y el desarrollo eco­nómico capitalista. El compromiso requiere -por la precariedaddel estado- una representación plebiscitaria.

El populismo es la primera estrategia que busca resolver lacrisis del estado, abierta en 1930, en gran parte de la región.En efecto, revoluciona la política al plantear la movilizacióny la participación populares. Logra recoger y organizar las trans­formaciones en la sociedad, pero es incapaz de "traducirlas" enla construcción de un nuevo estado. El dilema de la estrategiapopulista es que las "masas populares" se reconocen en el cau­dillo, no en el estado; eso hace la fuerza del populismo, perotambién .su fracaso final. Por medio del líder carismático lasmasas se constituyen en un nuevo sujeto. La figura del cau­dillo sustituye la forma ausente de estado como representaciónde "lo general". Pero, en lugar de una abstracción universal,

exteriorizada por la lucha social,. el caudillo representa "lo ge­neral" sólo en tanto que vértice de un pacto social; el referentegeneral queda pues visiblemente subordinado a la agregaciónde los intereses particulares. La consti tución de las masas comosujeto queda entonces trunca en la medida en que su autono­mía se encuentra delimitada de. antemano por el compromiso.A falta de una fuerza social hegemónica, la estrategia populistarealiza las demandas democráticas sólo bajo formas autoritarias;no puede convocar y movilizar a las masas sino en el marco delcompromiso vigente. La delimitación de la movilización popu­lar a la defensa de intereses corporativos señala el problema dela participación ciudadana, que desde entonces convulsiona laformación de un estado democrático.

21 También entra crisis el denominado desarrollismo, que tie­nelugar en las sociedades de menor y posterior industrialización.Si el populismo representa una estrategia defensiva de estabilí­zacíón política frente a la desintegración del Ancien Régime, eldesarroIlismo es una estrategia ofensiva de modernización. Lamodernización es considerada como el progreso objetivo de la'historia avanzando sobre dos pies: el desarrollo económico y lademocracia política. Recordemos que durante su apogeo en ladécada del sesenta (y no sólo por la irradiación de la CEPAL yla Alianza para el Progreso). el desarrollo es tomado como unarazón objetiva, tanto por las perspectivas capitalistas, alimen­tadas por el boom económico de la posguerra y la instalaciónde una paz americana en el mundo, como por las expectativascomunistas con respecto al desarrollo de las fuerzas productivasy el liderazgo de una "burguesía nacional". Esta concordanciaimplícita sobre el desarrollo económico como el "interés naeio­naÍ" facilita la ampliación de la democracia. La democratiza­ción aparece como la estrategia política que vehiculiza las refor­mas estructurales requeridas por la modernización capitalista, yes puesta en práctica como una política de integración nacional(ciudadanía] y de integración social (consumo) y suspendida encuanto pueda dar lugar a una redefinícíón de las metas del des­arrollo y de las reformas por hacer. Esta limitación del desarro­llismo proviene de su concepción del estado y de la política.

No es casual que el desarroIlismo de los años sesenta y suactual revitalización prenda sobre todo en sociedades (Chile,Ecuador, Perú, Venezuela, y como excepción, Colombia y Mé­xico) cuyo sector exportador no se encuentra en manos de unaburguesía local y donde, por consiguiente, el aparato guberna­mental juega un papel primordial en la redistribución de la

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riqueza generada por el enclave. En estas condiciones el aparatoestatal es visualizado como el motor natural de todo proceso dedesarrollo. La antigua estructura de dominación, encarnada porel mundo de la hacienda, es liquidada (reforma agraria) y rem­plazada por la administración pública. El aparato estatal seráel nuevo lugar del poder y el simbolo de autoridad.

La reforma de la sociedad se apoya en una reforma del esta­do, concebido como árbitro de la competencia política y de losconflictos sociales, pero -a diferencia del populismo- ya 110

como encarnación plebiscitaria-personalista de un pacto social,sino como una instancia técnico-neutral, que ejecuta, los impe­rativos objetivos del desarrollo. De hecho, se trata de organizarun eficiente aparato burocrático, supuestamente no atravesadopor las luchas sociales, que se legitima mediante la eficacia delas reformas estructurales. Es decir que se identifica al estadocon el aparato gubernamental y a éste con una racionalidadpresocíal.

Esta concepción lleva al desarrollismo a un callejón sin salida.Fundando el "intervencionismo estatal" en una supuesta objc­tividad del desarrollo, el gobierno se responsabiliza y dependeen forma directa de un mejoramiento masivo de- las condicio­nes de vida cuando, de hecho, la intervención gubernamental esrequerida y restringida por el desarrollo del capital privado. Aprimera vista, el fracaso de la estrategia desarrollista es impu­tado a la incompatibilidad entre un proceso de cambio socialy un proceso de acumulación capitalista. No sería posible mo­dernizar las estructuras capitalistas "subdesarrolladas" y simul­táneamente garantizar el principio Iegitimatorio de la propie­dad privada.

Del dilema desarrollista se concluyó apresuradamente la in­viabilidad del capitalismo en América Latina; el desarrollo seríala tarea del socialismo. Este análisis (acertado en su crítica a lassituaciones de dependencia en que se implantan y reproducenlas relaciones capitalistas de producción) cuestiona laeficaeia,no la noción misma de desarrollo. El socialismo propuesto nosería sino un desarrollo más eficiente. Ello sugiere evaluarla experiencia desarrollista como un fenómeno común a dife­rentes proyectos sociales (modernización capitalista/revoluciónsocialista). Lo que parece caracterizar al "desarrollismo" es elhecho de plantear el desarrollo como un progreso objetivo acargo del aparato estatal. Desde luego, no es indiferente si taldesarrollo sigue la lógica del capital o si remite, al menos for­malmente, a la voluntad popular. Pero en todo estatismo la

vida en sociedad aparece como un destino exterior al individuo,sin arraigo en su vida cotidiana. En una estrategiadesarrollistalos partidos políticos actúan más como portavoces de una "ló­gica" presocial que como organizadores de las experiencias con­cretas. De ahí que el desarrollísmo (de uno u otro signo) desem­boque en una crisis de representación.

3] La estrategia revolucionaria hereda dos problemas: la su­peración del subdesarrollo capitalista y la constitución del esta­do nacional. Ha de resolver simultáneamente la cuestión socialy la cuestión nacional, cada una remitiendo a la otra. Por largosaños el "modelo" es la Revolución cubana. La caracteristicadel proceso cubano resicle precisamente en la articulación deambos momentos en un solo movimiento: independencia nacio­nal y revolución social,

El ejemplo cubano nos señala dos problemas. Uno reside enel postulado democrático: ¿cómo se constituye el pueblo comosujeto de su desarrollo? La perspectiva socialista retoma la con­cepción iusnaturalísta de la soberanía: identificación del pue­blo soberano con el sujeto jurídico., La soberanía popular escalcada sobre la del monarca, tomando al soberano por unapersonificación individual y a la soberanía por Un derecho sub­jetivo. En tal construcción el soberano es un sujeto que, por 10tanto, no puede estar en contradicción consigo mismo: identi­dad entre el pueblo soberano y el pueblo empírico. Habría -entérminos de Rousseau- una "voluntad general" que fija apriorila "voluntad de todos". Se muestra aquí la fuerza del pensa-:miento occidental del Uno, tendiente a suponer una armoníaobjetiva de intereses. Los intereses particulares se encontraríanya. predeterminados objetivamente por un "interés general" delque el estado sería el brazo ejecutor. Si hay una evoluciónsocial que obedece a un principio objetivo: ¿cómo concebir lalibertad?

Se advierte una concepción de la revolución como resolucióndefinitiva de las contradicciones y divisiones sociales. De haber­se superado el antagonismo de clases ya no habría razón pal'a laescisión entre sociedad y estado. El segundo problema provienede la perspectiva de una eventual extinción del estado en lasociedad socialista. En torno a esa posibilidad gira el famosodebate de comienzos de los sesenta; la insistencia cubana en losincentivos morales y en la génesis de un hombre nuevo no con­cierne sólo a la abolición del mercado como regulación ex postdel trabajo social total, sino a la eventual necesidad de cual­quier instancia exteriorizada de mediación social, o sea, en el

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fondo, a la necesidad de un estado. Se presume la autorrcgula­ción de la sociedad como si gobernantes y gobernados fueranidénticos. En la medida en que la estrategia revolucionaria con­serva ese principio de identidad como meta real, no puede in­terpretar el estado socialista sino como consecuencia de la luchaentre los "bloques" mundiales o como resabio de las r.elacion~s

capitalistas de producción. La perspectiva de una sociedad SIn

relaciones de poder no permite problematizar las relaciones depoder existentes y termina por escamotearlas ideológÍca:nente.

Indudablemente, la Revolución cubana no fue concebida (adiferencia de una tendencia presente en Marx) cOIQ.o una mera"forma política de la emancipación social", como simple instru­mento para la superación de las relaciones capitalistas de pro­ducción. Hay conciencia de que la liberación social, la liberta~humana, se. realiza también en la política. Sin embargo, la acu­vidad política es concebida como la práctica de un sujeto único:el pueblo. La supuesta identidad de intereses limita el procesopolítico de decisiones: dentro de la revolución todo, fuera dela revolución nada..¿Cuál es el límite, quién lo traza?

La política es concebida más en términos de razón que dedecisión; más como conocimiento científico que como autode­terminaicón.¿A qué se debe cierta ineficiencia de la moviliza­ción popular, no obstante la vigencia de las libertades políticas?Pareciera tratarse de una atrofia de la esfera pública que tiendea camuflar la compleja relación entre sociedad y estado, y (alcontrario y contra las intenciones originarias) fomenta la esta-dolatría. '

El otro "modelo" de estrategia revolucionaria es la llamadavía chilena al socialismo. La Unidad Popular establece unaasombrosa vinculación entre la tradición liberal-democrática yla tradición leninista. Por un lado, su organización práctica sebasa en lo público como el espacio donde los hombres particu­lares hacen su aparición, se distinguen y se unen. Por otro lado,su perspectiva teórica toma la economía como base real de l~s

instituciones políticas y posiciones ideológicas. De ahí su ambi­güedad frente a la democracia: la vive como ámbito de sudesarrollo vital y a la vez desconfía de ella como envoltura per­teneciente paradigmáticamente al capitalismo. Y también suambigüedad frente al socialismo: 10 formula como una reo~ga­

nización económica, pero lo aborda como un proceso político.La temprana integración nacional y la relativa homogeneí­

dad social de Chile ofrece a la actividad política un espacio queno existía en Cuba. Pero es un espacio estructurado en torno al

aparato estatal. En una sociedad como la chilena, donde la di­námica económica depende de un enclave minero y. donde ladinámica política proviene de un inestable equilibrio entre losdistintos grupos sociales, el aparato gubernamental aparece comoel vértice del proceso económico y político. Es por referencia alaparato estatal. portador del incipiente "estado de bienestar" ysus servicios públicos, que se forma una masa difusa que puedeser invocada como "pueblo". ¿Cómo vincular esta noción em­pírica de pueblo con la categoría teórica de clase corno sujetopreconstituido? Enfrentada con un doble y ambiguo referente(teórico-empírico, político-económico), la Unidad Popular oscilaentre una estrategia clasista que "desde abajo" busca la destruc­ción del aparato estatal y un tipo de populismo que "desdearriba" moviliza las masas en apoyo a la política guberna­mental.

Esta oscilación expresa además otra tensión entre pueblo yclase. ¿Cuál es la relación entre el pueblo COIDO base legitima­toria de una invocación de lo general y la clase como interésparticular? El problema de la Unidad Popular reside en com­binar la realización de los intereses particulares de algunos gru­pos sociales con la representación de un interés general de to­dos. De hecho, opera una reducción. El pueblo es definidoeconómicamente (antimpetialista, antioligárquieo y antimono­polista). Suponiendo un antagonismo económico insalvable, quepredetermina a los actores políticos, la invocación de lo generalpuede ser sustituida por una agregación de intereses afines, re­presentada por un frente de partidos. La Unidad Popular plan.tea así la lucha en el terreno político, pero subordinando aéste a -una determinación económica. Está entonces incapacitadade hacerse cargo de lo específicamente político: la determina­ción de lo general.

4] La estrategia autoritaria, que se impone en el Cono sur,evidencia las debilidades de las otras pero, a su vez, no 10gTainstitucionalizarse. No es' fácil bosquejar un "modelo" y las ten­siones internas, tratándose de un proceso en marcha con impor­tantes diferencias entre un país y otro. Buscando un denomi­nador común, indicaríamos la "modernización" del desarrollocapitalista. Ello acerca la estrategia autoritaria al planteo desa­rrollista, pero con dos modificaciones básicas. Por un lado, seinserta en un nuevo orden internacional. El proceso de acumu­lación capitalista yana se basa en una industrialización susti­tutiva de importaciones ni postula un desarrollo más o menosautocentrado. Se implementa una estrategia de crecimiento por

310 NORBERT LECHNER EPÍLOGO 311

exportación, apoyada en una asociación entre capital transna­cional y capital nacional. Por el hecho de que la fuerte dispa­;ridad de ingresos, la caída de sueldos y salarios reales y una altadesocupación estructural son elementos intrínsecos al nuevo mo­delo económico, se acentúa la función represiva del aparato es­tatal. Pero ósta no es la característica principal del orden auto­ritario.

Al parecer, es más importante el cambio en la concepción mis­ma del estado y de la política. Mientras que el desarrollismoestaba vinculado al auge de la ideología democrática, ·Ia estra­tegia autoritaria corresponde a una "crisis de la democracia".Se imputa el fracaso de la democracia a un exceso de partid­p'ación (demandas) que impediría gobernar. Fracasado el obje­tIVO desarrollista de Incrementar la capacidad administrativadel aparato gubernamental, se propone, por el contrario, des­cargar a un estado sobregirado en sus responsabilidades y entre­gar la satisfacción de las necesidades sociales a la "lógica delmercado". Aceptando la imposibilidad de resolver 0, al menos,de neutralizar los dramáticos desequilibrios del capitalismo sub­desarrollado, se opta por una desestatización radical. El aparatoestatal ya no se hará cargo de administrar, contrarrestar y com­pensar la crisis del desarrollo capitalista: delegará el buen Iun­cionamiento de la economía a la iniciativa privada. El proble­roa del proyecto neoconservador reside en la manera de llevara cabo tal privatización en sociedades que ya conocieron elintento de un Weljare State (donde, por lo tanto, las desigual­dades sociales no son percibidas como naturales e inevitables).Junto al reforzamiento del mercado, se requiere una resocializa­cíón que borre los valores igualitarios y de responsabilidad cO­lectiva. Ello exige el uso de drásticos mecanismos de discipli­namiento.

Lo característico de la estrategia autoritaria no es ni la vio­lencia ni una ideología o movilización de masas. Se da, desdeluego, el ejercicio o la amenaza omnipresente de la coerciónfísica y la doctrina de la seguridad nacional como guía de la"mentalidad" militar. Pero la eficiencia del nuevo autoritaris­IDO pareciera residir primordialmente en la fuerza normativade lo fáctico: un condicionamiento fáctico de la realidad socialtal que ésta es reconocida como norma válida para el campar·tamiento social. Aquí parece relevante el aporte de Foucau1t:el poder produce. El poder produce no sólo realidades de hechosino también la manera de pensar la realidad. En la medida enque va determinando las prácticas sociales, determina también

las interpretaciones que los hombres se hacen de sus prácticasy sus intereses. Es decir, el poder no sólo moldea la realidadsocial; también secreta razón. Junto con producir los hechos so­ciales produce los discursos sobre la verdad de esos hechos. Sonasí las mismas relaciones de poder las que producen e inducenel consentimiento.

¿Cómo se vincula esta "lógica del poder" con la "lógica delcapital"? A través de la tecnocracia. No es el caso exponer losfundamentos del enfoque tecnocrático. Recordemos tan sólo supostulado según el cual los hechos sociales son hechos objetivos.Si es así, se puede aplicar a los procesos sociales el conocimientotécnico (¿qué efecto tiene determinada causa?, ¿qué causa pro­duce determinado efecto?). Dando por supuesto determinado ob­jetivo -el desarrollo capitalista- las condiciones sociales pue­den aparecer entonces como técnicamente necesarias. Sí de estamanera los problemas sociales son transformados en problemastécnicos, habría una y sólo una solución (el óptimo). En lugarde una decisión política entre distintos objetivos sociales posi­bles, se trataría de una solución técnico-científica acerca de losmedios correctos para lograr una finalidad prefijada. Para elloes posible presciudir del debate público; no cabe someter unhecho técnico o una "verdad científica" a votación. El ciuda­dano termina remplazado por el experto.

Sin embargo, la eficacia tecnocrática no resuelve la integra­ción soda!' Crea una fuerte interdependencia funcional, pero110 una motivación normativa. Aquí radica el autoritarismo del­proyecto neoconservador. Al no poder ofrecer reglas significan­tes para una integración consensual, ha de inducir de tacto al­gúr~:"sentido de orden". Para que la ralidad social "ordenada"por el poder adquiera fuerza normativa, aparezca cama "lafuerza de Ias: cosas", es indispensable impedir interpretacionesalternativas de la realidad. Hay que escamotear su produccióny reproducción histórico-social. Pero esta congelación del pre­sente parece precaria. Cabe dudar de la factibilidad de una fun­cicnalización tan radical que disuelve al individuo en una redde roles. A pesar de la evidente privatización y compartimenta­lizaeión de su práctica social, los individuos rehúsan una plenadesubjetivización a simples portadores de funciones. La ínter­dependencia funcional que se desarrolla a espaldas de los hom­bres no puede renunciar a una legitimación normativa. A raízde las insuficiencias del mercado para ser reconocido como me­canismo impersonal de ordenamiento social, permanentementeafloran reivindicaciones de "sentido". Tales invocaciones de otro

l. La concepción [uridico-indioidualista

111. PROBLEMAs DE UNA CONCEPCIÓN JURÍDICO-INDIVIDUALISTA y DE

UNA CONCEPCIÓN ECONÓ:r-,-:l:ICQ-CLASISTA DEL ESTADQ y DE LA

poLÍTICA

313EPÍLOGO

al poder como una [rotestas individual, cuyo reconocimientos?cial es el derecho, la constitución del poder político es visua­llZ~da de ~anera análoga a una relación jurídica. Se explica elorigen lÓgICO del estado a través del contrato social medianteel cual los individuos-sujetos se asocian y cada cual cede supoder al soberano. La relación contractual supone-una relaciónde .equivalencia; .hay que prescindir pues de las desigualdadessociales y presumIr una asociación de sujetos libres e iguales. Laficción de una sociedad política, escindida de la sociedad civil,legitima al estado como instancia que cohesiona a la multipli­cidad de individuos particulares sin interferir en Su autonomíaindividual, o sea sin modificar la desigualdad concreta. La tría­da socie~ad civ.il, sociedad política y estado permite así presen­tar una instancia central de poder al margen y en función de lalibertad económica individual.

La escisión entre sociedad y estado es fundada teóricamentemediante dos argumentos. El primero consiste en individualizarel poder en el estado a través de la noción de soberanía. Lasoberanía sería el lugar del poder político, Lo importante aquíes la personalización de la soberanía en analogía con el indivi­duo", El soberano aparece como un sujeto personal y el poder~olít.I~O seria el derec~o recon~cido del soberano. La persona­lización de la soberanía en la fIgura del monarca es transferidaal pueblo; el principio de la soberania popular es calcado sobrela sob.eranía real: ~l pueblo es soberano en la medida en que esun s~Jet~ personlfic~do.Tomar al pueblo como el sujeto suponeprescindir de las desigualdades que dividen al pueblo; COmo suje­to so?erano, el pueblo es un sujeto constituido al margen de todarelación social. Este sujeto preconstituido tendría, como todo.individ~o, ~n cuerpo único y una sola voluntad y el poder pue~de segun SIendo pensado como un atributo individual Sóloq.ue .ahora se invierte la relación entre el soberano y el aparatoejecutante. Mientras -que la individualidad del monarca absor­bía al aparato que ejecutaba la voluntad soberana ahora elejercicio del poder por parte del aparato estatal lleva a visuali­zarlo como sujeto individual. El estado aparece entonces él mis­mo como soberano que solicita y recibe obediencia de los súb­ditos. Se produce una subjetivación del estado cuyo efecto estransformar el poder en derechos legítimos del soberano, poruna parte, y obligación legal de obediencia, por la otra. Y estaconcepción no se altera cuando se habla de ungobierno militar

tanto que dictadura o, de manera complementaria, de underecho legítimo a la resistencia. En ambos casos el poder es

NÚRBERT LECHNER

La concepción de un individuo autónomo y racional como unsujeto preconstituido exige una nueva conceptualiz~ciónd:l e:­tado. Desde Hobbes en adelante, el problema consiste en Justr,..ficar la existencia de un aparato centralizado de poder de ma­nera congruente con la autonomía individual. Si se considera

El bosquejo de las principales estrategias politicas (aunquesuperficial) sirvió para recordar y situar algunos de los proble­mas tratados por las investigaciones sobre el estado en AméricaLatina. Ahora podríamos volver sobre ellas y explorar cómo lasrespectivas estrategias conceptualizaron las encrucijadas políti­caso Ello requiere una cuidadosa y matizada revisión bibliográ­fica, que desborda el marco de este trabajo. Preferimos pues otrocamino, que trate de destacar algunas implicancias teóricas máse:enerales. Procediendo muy esquemáticamente, abordaremosdoswandes vertientes inspiradoras de las estrategias políticas". Enprimer lugar, la concepción jurídico-individualista de ongenliberal, que considera al individuo burgués como el nuevo su­jeto del proceso social, al cual pertenecería el poder como .unatributo natural. En segundo lugar, la concepción económico­clasista en la tradición marxista, que hace de las clases sociales(en tanto que portadores personificados de las contradiccionesdeÍ proceso de producción capitalista) los sujetos de :~ luch~ .depoder. Demás está decir que no se trata de una revisión crrttcade las teorías liberales y marxistas de la política y del estado,sino tan sólo de "ordenar", a grandes rasgos, algunos de losproblemas teóricos presentes en las estrategias políticas de laregión.

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futuro posible cuestionan la pretendida naturalidad y normali­dad del statu qua. De ahí el dilema de la estrategia autorita­ria: para hacer efectiva la "fuerza normativa de' lo fáctico" hade combatir toda elaboración de sentidos alternativos, pero porlo mismo despierta dudas acerca de que "las cosas son lo queson". El orden fáctico deja de ser un hecho incontestable.

NORBERT LECHNER

de la constitución", "ser nacional' o, simplemente, "reglas deljuego"). La "legitimidad por legalidad" sólo opera en el marcodel axioma básico; cualquier decisión que no respete el ordeneconómico establecido (capitalista) es declarada ilegítima a pe­sar de su legalidad formal (Allende). En otras palabras: lalibertad de la "sociedad abierta" (Popper) queda sometida ala definición ex ante de la libertad individual (libertad de lapropíedad privada).

La perspectiva liberal trata el fenómeno "estado" primordial­mente como un problema de legitimidad. El problema de legi­timidad no Se limita a la justificación aposteriori de la violen­cia; trata sobre la "pretensión de legitimidad" (Max Weber)de la dominación y su efecto sobre el tipo de obediencia, laorganización burocrática y el carácter del ejercicio del poder.Veamos algunos ángulos de esta problemática.

1] Concebida como resultado de un contrato social entre li­bres e iguales, la legitimidad del estado depende de que repre­sente a los individuos como hombres particulares. Hay un de­recho a mandar y una obligación de obedecer cuando existeuna armonía entre autoridad central y autonomía individual.Si la supuesta armonía se evidencia como una incompatibilidad(de jure o de tacto), la cesión de poder resulta invalidada ynula. Aun sin llegar a tal conclusión extrema, el pre-juieio defondo es defender la libertad (euyo ámbito exclusivo sería lasociedad civil) contra la amenaza de una usurpación estatista.Esta concepción jurídica de la libertad inspira un enfoque delestado en términos constitucionalistas: el estado representativoy. el estado de derecho. El problema del estado aparece tema­tizado en la defensa de los derechos humanos como garantíasindividuales frente al poder estatal o en la pregunta por la efec­tividad de la democracia, entendida como competencia plura­lista entre iguales: Predomina una preocupación por la legiti­midad en tanto concierne la estabilidad del orden jurídico, esdecir del gobierno en su función de garantizar y no interferiren la libertad del hombre privado.

La existencia de un conflicto entre autoridad central y auto­nomía individual puede conducir también a una conclusióndiametralmente opuesta: la afirmación de una identidad obje­tiva entre interés particular e interés general. El acento se tras­lada del individuo a la sociedad. Si en el caso anterior lasociedad es un mero derivado jurídico de los sujetos preconstí­ruidos, en este caso la sociedad es un orden -preconstituidosobre el cual los individuos no pueden disponer. La voluntad

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pensado exclusi~am~nt~c.omo U?~ relación entre sober~no y sub­dito; una relación ]UndlCo-pohtlca que oculta los procesos depoder en las relacione~ social:s..

La escisión entre SOCIedad civil y estado se apoya en una se­gunda operación teórica, que regula la inj.e,rencia de~ e:t~d~ so­bre la sociedad civil. Se trata de la cuestión de la legItlmIdadpropiamente tal. Una vez subjetjvado el estado-soberano, es ne­cesario definir el ejercicio legítimo del poder. El problema essimple en la medida en que la referencia al pueblo soberanono es problemática; toda actividad estatal concordante con lavoluntad popular es legítima. El p~oblema se torn~ difícil cuan­do la ficción del pueblo Lomo sujeto personal pierde su basesocial (un pueblo de propietarios), y la "voluntad general" yano encuentra referente empírico. En la medida en que se dcsa­rrollan los conflictos y las divisiones en la sociedad civil, espreciso erigir una nueva barrera entre el estado y la sociedad.Para evitar que las desigualdades sociales se transformen en ob­jeto de las decisiones se construye una legitimidad escalonada.

A un primer nivel se encuentra la legitimidad formal de ~od~decisión política por medio del procedimiento legal. El pnnCl­pio de legitimación es el individuo autónomo, o sea, según laantropología burguesa, un consumidor ilimitado y, por ende. unacumulador ilimitado. Proclamando al individuo burgués comoun sujeto prcxistente a las relaciones sociales, los procesos deproduJcción y consumo son excluidos de la decisión política entanto que dato de la naturaleza. Por consiguiente, ya 110 esposible dar al interés general un contenido material; el obje­tivo clásico de la felicidad queda espiritualizado en un estadode ánimo privado. Al concebir las relaciones sociales de pro­ducción como un movimiento natural que no se puede juzgarcomo bueno o malo, la voluntad popular sólo puede ser legiti­'ruada por la forma en que se genera. La legitimidad ya nodepende de qué se decide sino de cómo se decide. El mismoprocedimiento de toma de decisiones es la norma legitimatoria:legitimidad por procedimiento formal-l.egal: .. ,

Este tipo de legitimidad formal no Impide que una decisiónlegalmente correcta afecte las relaciones sociales de producción.Para evitar cualquier tipo de "revolución legal" se establece aun segundo nivel una legitimidad material.. La econo~ía demercado es definida como buena (a veces elevada explícltamen­tea rauco constitucional) y toda decisión política ha de legi­timarse ~or referencia a Ese criterio. El procedimiento formal­legal queda sometido a este corisenso básico (llámese "espíritu

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individual es subordinada a la realización del supuesto interésgeneral por parte del aparato centralizado de poder. Este enfo­que enfatiza una percepción del estado en tanto que unidadnacional, con respecto a las fuerzas centrífugas, en cuanto capa­cidad administrativa con respecto a las crisis sociales o biencomo portador de la seguridad nacional. También en estos ca­sos predomina el interés por la legitimidad, aunque ya no porel procedimiento Iormal-político sino, directamente, en tantoque estabilidad del orden económico.

2] La frontera que separa la igualdad política de la desigual­dad social no es arbitraria. Hay que consentir en la .dístribucióndesigual de la propiedad para llegar a ser reconocido como libree igual. El buen funcionamiento de la economía (o sea, el "li­bre juego" de la desigualdad social) delimita la ciudadanía; sonexcluidos quienes no aceptan o supuestamente no aceptarían losfundamentos del "buen orden".

La discriminación de jure se torna problemática con la vigen­cia de los postulados democráticos. La participación políticageneralizada aparece como requisito de la legitimidad formaly simultáneamente como amenaza a la legitimidad material.Para neutralizar posibles conflictos sobre el sistema económico,la participación política es vinculada a una "estrategia de de­sarrollo". Las reformas democráticas se apoyan en una interven­ción estatal que compense las disfuncionalidades del desarrollocapitalista, despolitizando la participación en la toma de deci­siones mediante la participación en el consumo. A través delestado se articula la ampliación de la ciudadanía sobre las ne­cesidades del desarrollo económico. Si la formación de tal es~

tado de bienestar no es posible o insuficiente, las reivindicacio­nes materiales penetran el ámbito político, donde suelen- sertratadas como un conflicto (intrasístemaj sobre la distribuciónde la riqueza, no sobre el modo de su producción. Cuandotales demandas sobrepasan las instituciones políticas y cuestio­nan las relaciones de producción, se denuncia una crisis de le­gitimidad no de la organización económica de la sociedad, sinode su institucionalídad jurídico-política. Se denuncia la crisis dela democracia.

En la concepción jurídico-individualista del poder se analizala participación según la lógica del mercado; el estado sería' elámbito de negociación de las demandas y los recursos existentes.Partiendo del productor-consumidor como sujeto jurídico, "ha­cer política" significa establecer una relación contractual entorno de determinados bienes disponibles. El proclamado "con-

senso básico" significa que la voluntad política queda sometidaa los hechos económicos. Ya lo hemos observado: en AméricaLatina las "estrategias de desarrollo" no son solamente .el com­plemento indispensable de los procesos de democratización, sinoque van determinando los "límites de la democracia". Un aná­lisis del estado en esta perspectiva aborda la exclusión o in­corporación ciudadana sólo en tanto adecuación de las institucio­nes políticas al funcionamiento económico. Las demandas porparticipación política son tratadas como demandas por particí­pación individual en el consumo de bienes, servicios, valores einstituciones donde rige la lógica del mercado (en el sentidode que la redistribución se efectúa ex post a partir de determi­nada producción). Los excesos de la participación son "norma­lizados" por el fortalecimiento del mercado, remplazando lalibertad ciudadana por la libertad del consumidor. O sea queno se ve en la participación la voluntad de disponer colectiva­mente sobre las condiciones materiales de la vida y de someterlas estructuras económicas a las decisiones políticas.

3] Al establecer una escisión entre sociedad v estado, la con­cepción jurídico-individualista rechaza la disposición políticasobre las condiciones materiales de vida; la libre asignación delos recursos por el mercado no ha de ser distorsionada por con­cesiones arbitrarias (léase políticas). Pero el objetivo mismo -lareproducción consolidada de las relaciones capitalistas de pro­ducción- provoca la intervención gubernamental en la econo­mía. ¿Cómo compatibilizar el primado de la economía, concep­tualizado como libertad individual, con la necesidad de estabi­lizar la confrontación entre esas iniciativas privadas?

Dado que no existe un capitalismo organizado y planificado,el estado se ve obligado a intervenir para asegurar la repro­ducción de las relaciones capitalistas y, simultáneamente, estáobligado a no restringir la libertad de la propiedad privada.Ha de articular un conjunto de intervenciones económicas ysociales, que contrarresten las crisis locales y los desequilibriosinternacionales del desarrollo capitalista sin Iimitar el desarro­Ilo mismo del capital. Al considerar a la economía como unproceso natural, la concepción liberal no logra conceptualizaral intervencionismo estatal sino como una intervención externa.El "intervencionismo" profundiza así la crisis de legitimidadPor un lado, el estado ha de legitimar (asegurando el buenfuncionamiento de la economía) el modo de producción capi­talista. El intervencionismo estatal amortigua las contradiccio­nes sociales. trasladando los conflictos desde el ámbito de la

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producción 'a la esfera política. Se desactiva la crisis económicamediante distintas y contradictorias medidas estabilizadoras. Porotro lado, esta polit.ización atenta contra el principio legitima~

torio del estado en tanto que representación del interés general.Enfrentado a este doblehnperativo -legitimar políticamentela: economía capitalista y respetar su propia legitimidad comogarante externo de la "mano invisible"- el estado capitalistasufre un crónico déficit de legitimidad.

4J Como respuesta al problema legitimatorio planteado porel intervencionismo estatal resurge el nuevo autoritarismo. Diag­nosticando la crisis como un desfasaje entre las demandas socia­les y la capacidad administrativa del aparato estatal, proponeun desmontaje del incipiente Welfare State. Pero al ser éste elcorrelato de una movilización política de la sociedad (y de suinstitucionalización en una democracia), la reducción de la acti­vidad gubernamental exige una drástica despolitización y des­movilización.

La estrateg-ia autoritaria radicaliza el planteo antipolítieo yantíestatal dé la clásica concepción juridico-individualista, res­cindiendo las reformas democráticas introducidas al liberalismo.La realización de la libertad es sustraída a la acción política yentregada al mercado; se confía a éste la tarea de diferenciarracionalmente a los individuos y, simultáneamente, integrarlosen un orden jerárquico, sociahnente aceptado. Se busca resta­blecer el supuesto automatismo económico, desprendiendo lasregularidades sociales de cualquier motivación normativa. Sinembargo, se muestra imposible establecer una barrera imper­meable entre el mercado y la política. El trabajo capitalista ·nopuede ser totalmente privatizado (integración funcional víamercado), sino que requiere una organización política (integra­ción normativa vía estado). El estado se revela como algo másque un aparato de servicios; incluye los significados y las nor­mas de una vida en sociedad.

La estrategia autoritaria puede apoyarse eficazmente en elconformismo inducido por los mecanismos disciplinarios, perono logra eliminar a la política en tanto que elaboración inter­subjetiva de un "sentido de orden". Sólo que ésta ya no encuen­tra estructuras de mediación. Los diferentes grupOS, sociales yano se reconocen en un referente común. Por 10 tanto, hay' quedeterminar y articular el sentido de cada práctica en particular.Todo se vuelve político -pero sin un ámbito público donde­construir una representación conjunta (nacional).

2J La concepción económico-clasista

Esta concepción, presente en muchos análisis de izquierda, pro~

viene de determinada "lectura" de Marx. Aunque Marx no ela­bora un concepto propiamente dicho de poder, reconocemos fá­cilmente dos concepciones. Un enfoque sitúa el poder en elconjunto de los .individuos unidos en sociedad; enfoca el poderen tanto poder social. Los individuos separados entre sí por ladivisión social del trabajo objetivan el poder que constituyencomo sociedad bajo la forma de estado. Tal objetivación es unaalienación en la medida en que el estado se escinde de la so­ciedad (de los hombres concretos). La cuestión del poder es,por lo tanto, la recuperación por paTte de los individuos deésas sus propias fuerzas. El otro enfoque sitúa el poder de ungrupo social; enfoca el poder en tanto imposición sobre otros,La desigualdad que divide a la sociedad es criticada comoun acto de violencia; dolencia que proviene de las relacionescapitalistas de producción donde una clase explota a otra. Elestado es pues la prolongación de un poder radicado en la so·ciedad y, concretamente, en el proceso de producción. La cues­tión del poder reside entonces en superar las relaciones capi­talistas de producción.

Según uno u. otro enfoque del poder se llega a diferentes in­terpretaciones de los dos teoremas fundamentales sobre el esta­do. El primer teorema se plantea la formación del estado; elestado, dice Marx, cae bajo la ley general de la producción.Esta afin~ación puede significar, por un lado, que el estado esuna creac,lOn. humana, un producto social e histórico. Al sepa­rarse de SI mrsma, al hacer abstracción de sus condiciones reales,la sociedad capitalista produce el desdoblamiento entre socie­dad civil y estado, entre la sociedad atomizada de hombres con­cre~os y.la comunidad de ciudadanos abstractos. La produccións?CIal del estado se refiere a la constitución del estado capíta­lista. Por otro lado, la afirmación puede implicar una relaciónde determinación. La economía como base de la sociedad civildetermina el conjunto de las relaciones sociales y, por ende, elestado. En esta interpretación, la producción social del estadose refiere a su determinación causal por la sociedad civil.

El segundo teorema trata de la independización del estado:¿cómo los hombres, que crearon el estado, se someten a él? Tam­bién aquí encontramos dos interpretaciones. U na enfatiza lasubjetivación del estado con respecto al conjunto de la ·socie­dad; se trata de dar cuenta de su existencia especial junto a la

sociedad civil y al margen de ella; un~ .forma susta~tiva~a enla cual se condensa toda la sociedad OVIL La otra visualiza alestado como órgano ejecutivo de los intereses comunes de todala burguesía, corno instrumento de.l ~api~al contra el trabajo.Se trata de criticar la aparente subjetivación, mostrando la au­tonomía relativa del aparato estatal.

N o es el caso, desde luego, de resumir la concepción del es·tado en Marx, sino tan sólo de recordar su complejidad y deinsinuar las dificultades para integrar los distintos aspectos enun enfoque único. ¿Puede concebirse al e~tado simultáneamentecomo un poder social escindido d:: la sOCIe~ad y coI?o el poderafirmativo de una clase en la sociedad? ¿Como analizar al esta­do como una comunidad (ilusoria) en que los ciudadanos sereconocen rednrocamente como libres e iguales y, a la vez,como un jnstrumento de represión de una cIase sobre otra? Esdecir, ¿cómo se integra su forma de generalidad y su contenido

de clase?En una visión sumamente esquemática de las estrategias so­

cialistas en América Latina, cabe destacar la concepción econó­mico-clasista del estado y de la politica, proveniente etel cono­cido economieismo. Debido al peso histórico del aparato de es­tado en las sociedades latinoamericanas no se percibe al estadocomo simple reflejo o epifenómeno de las estructuras económi­cas. Pero aun considerando cierta "autonomía relativa" de laactividad estatal, ésta es analizada a partir y en función de laeconomía. Al identificar la producción material de la vid~ conlo económico, el análisis del estado se centra en las funcionesque éste cumple en el proceso ~apitalista de aCl;lmulación. Nu~­vamente dísunzuimos dos cornentes. Una concibe el estado di­rectamente corno instrumento de dominación de la clase domi­nante, o sea, en palabras de !\![a~, como m~q~ina de guerra d~lcapital contra la fuerza de trabajo, El movtrmento obrero s.enapues exterior y antagónico a ese ~stado-f?rtaleza que, lo . opnme.La otra define al estado como la mstancra extraeconomIca nece­saria para cumplir las funciones general:s requeridas I?or l.a ec~:nomía capitalista. Se trata de un "Inncionalismo de izquierdaque· niega el supuesto liberal de ~n. automatismo del merca.do,pero afirma ig;ualmente el predominio del desarrollo económico.Son las insuficiencias de éste (su "escasez" estructural) las quedeterminan la razón de ser del estado. . -.

La concepción del estado condiciona los objetivos esrratégícos.En el primer caso, se trata de a~iquilar ~l .est~do en tanto q,:eaparato represivo de la burguesIa.Se privilegia una estrategia

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militarista de asedio y asalto al estado-fortaleza ("doble poder")que destruya la maquinaria estatal y establezca un poder po­pular. En el segundo caso, se pretende hacer un uso alternativodel estado. Suponiendo que el aparato estatal sea un instrumen­to neutro en su forma, cuyo carácter clasista radica en su con­tenido, se busca modificar la correlación de fuerzas en el inte­rior de las instituciones estatales a fin de usarlas en contra delas relaciones capitalistas de producción. En ambos casos, elestado es reducido al- aparato de estado y la acción estatal a lasfunciones económicas.

El énfasis puesto en la iujerencia del aparato estatal sobre laeconomía tiende a amortiguar el postulado acerca de las leyesobjetivas de la economía capitalista. Es a través del poder es­tatal como las contradicciones del capital llegan a ser objeto dela voluntad política. Es pues a través de la "toma del poder"que se pueden transformar las relaciones capitalistas de produc­ción. De ahí el lugar central de la revolución en las estrategiassocialistas. La revolución es la victoria de la voluntad políticasobre las leyes económicas; tanto antes como después de la re­volución, la política estaría determinada por la estructura eco­nómica. El "primado de la política" queda pues circunscritoal momento de la revolución. Para una estrategia focalizada so­bre la "conquista del poder" como ruptura y resolución defi­nitiva del desarrollo económico, la política degenera en unamera técnica (técnica de la revolución).

El enfoque economicista de la política como técnica revolucio­naria o pura política de poder torna comprensibles algunas ten­dencias (implícitas o explícitas) en las estrategias socialistas enla región. Si todos los procesos sociales confluyen y culminanen una gran y única explosión, la revolución, entonces se justi­ficarían las concepciones militaristas del partido político comovanguardia (estado mayor) de la clase obrera y de la acción po­lítica como acumulación, organización y movilización de fuer­zas. Podemos entender además la asombrosa combinatoria deun oportunismo, que responde a un cálculo de eficacia en tér­minos de/la lucha de poder, y un tecnocratismo, que administralas prácticas sociales acorde a los supuestos imperativos econó­micos.

Esta yuxtaposición de voluntarismo político y determinismoeconómico, que Laclau señala en su contribución, tiene su fun­damento teórico en un reduccionismo de clase. Siguiendo a La­clau podemos caracterizarlo por los siguientes rasgos: 1] laidentificación de las clases, definidas conceptualmente por su

inserción en el proceso de producción, como los grupos socialesempíricamente existent~s; 2] la ad~C:'ipción p~r~digrná~ica a, c~daclase social de determinadas poslCIOnes políticas e ideológicasy, a la inversa, 3] la reducción de todas las. formas político­ideológicas a posiciones derivadas de determinada naturalezade clase.

Tal análisis parte pues de suj etos ya constituidos, cada unode los cuales tiene su correspondiente "sobrestructura", A lainversa, cada posición política y cada valor ideológico pertene­cería consustancialrnente a una u otra clase. Este enfoque se vefomentado por las facilidades que ofrece a la rápida y polémicaclasificación y calificación de los conflictos sociales y a la eficazorganización y delimitación de una identidad de grupo. Peroesa reducción de complejidad, exitosa en la tarea de trazar nt­tidos frentes de lucha y en abrir campos de acción autónoma,conduce finalmente a estrategias simplistas con los consabidosresultados.

El error fundamental de la concepción económico-clasista con­siste en considerar a las clases sociales como sujetos preconsti­tuidos en el proceso capitalista de producción. La definicióncatecoríal del sujeto es impermeable al análisis de su desarrolloempírico; las clases-sujeto (con sus correspondientes posicionespolítico-ideológicas] existirían previamente a toda relación so­cial y no se modificarían en su práctica social. No hay entonceslucha de clases propiamente tal, sino tan sólo clases en lucha,siendo la lucha algo exterior e indiferente a la naturaleza delsujeto. Entendida como sujeto presocíal, la clase deviene unanoción metafísica.· Sería un actor invariable a través del desarro­llo capitalista. Por consiguiente, nada tiene que aprender delos cambios sociales ni de su propia práctica. Nada alteraría susintereses y sus metas; basta resguardar la ortodoxia. Si los suje­tos no se constituyen a través de las relaciones/luchas sociales,la historia avanzaría por mundos paralelos -la dominación bur­guesa por un lado y la maduración de la clase obrera, por elotro- que sólo se cruzan en el foco de la revolución. Se puedeprescindir así de un análisis acerca de los problemas socialesque desencadenan una lucha, de los ob~etivos a los que .apunt~;

las mismas formas de lucha se vuelven irrelevantes, En fin, senaimposible un estudio como el de Przeworski sobre el contextoinstitucional y las condiciones sociales en que se desarrollan loscálculos de intereses y riesgos y en que se constituyen las estra­tegias de conflicto o cooperación.

Una concepción que parte de un sujeto preconstituido con

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deter~inados. inte::eses objetivos conduce a una estrategia cor­poratlvo-partlculansta. Su forma más conocida en la re "'1 di . gion es

e v.~ngum: :;mo. ~I.la clase obrera predeterminada lógicamenteno aparece empmcamente, se denuncia la "falsa conciencia".Una vanguardia se encargará de suplir el "déficit" empírico yde actuar en nombre de aquel sujeto lógico y de sus interesesv~r?adero~.,y esa falsa conciencia de los intereses objetivos ser.VIra también de argumento para discriminar toda "trai ió1 l·'·. Ct n aa c ase y e~l,tar cual:Iu~er contaminación ideológica.

.La. concepcIQ~ .esenClahsta de las clases sociales condicionaaSI.lllISffi? la polluca. de ~lianzas. Imputando a los sujetos unaextstencta ex ante e invariable, la denominada "acumulación defuerzas" no es más que una agregación de factores. Las alianzasson abordadas como una suma de actores, cuyo objetivo es la~.uma de poder. ~ sea que se atribuye a cada sujeto determinada~uota de poder de manera -que en juego suma-ceroc, el aba­

nICO d~, alianzas determinaría la "correlación de fuerzas". Talopera~lO.n de s~~a y resta dejaría incólumes a las clases~sujetos;la pract~c~ poltrica se .transforma en una operación aritmética.

La cn.tIca al reduc.clo~ismo de ~l.ases debería ser seguida deuna crft.ica al reduccionismo cogntltvo-instrumentalEl an '1" ­h· ó . . . . a lSIS

ist rrco-materia lísra tiende .a sobrevalorar el metabolismo conla naturaleza externa (técnica) en desmedro del mundo socialy de la naturaleza inte:-na. Falt~ un estudio más profundo delh~cho .~e que l.~ :"eIaClOnes sO~Iales SOn construidas y que talevolución es dIngldapor las Interpretaciones ritual-religiosasd~l mU11do: S~ podría suponer que la mutación de los princi­pIOS .. O1~ga:l1Zatlvos de la, vida social depende de procesos .deaprendIzaje que avanzan en distintas dimensiones. Una dimen­sión del a~re?dizaje.social es la estructuración cognitiva deln:;undo, deltmltando el campo del saber objetivable. Pero simul­taneamente tiene lugar un aprendizaje en la dimensión de lae~tructuración ~imhólica del. mu~do, as.egul'ando la intersubjeti­vidad de las dlVc.rsas expenencias posibles, y en la dimensiónde la estructuración moral de las prácticas sociales, que ase­gura el orden normativo de la sociedad. El estudio de la dimen­s~ón simbólico-normativa de la vida social aparece COmo csen­cial para un renovación del pensamiento político.

2. La constitución de los sujetos

La constitución de los sujetos es quizás el tema central de unateoría política. No obstante. suele ser desplazado a los supuestosantropológicos sobre los que se apoyan -sin problematizarlos-

sentidos inherentes (conscientemente o no) a las prácticas so­ciales.

Esta perspectiva se opone radicalmente a la imagen arquitec­tónicas de base y superestructura. Con el capitalismo el estado yla política (como también el arte y la religión) adquieren auto­nomía con respecto a las formas económicas, pero sin que setrate de una separación de niveles escalonados. Parecería másadecuado abordar el proceso social como una totalidad y estu­diar el despliegue de sus momentos, su diferenciación interna,a través de las estructuras de mediación. Por mediación noentendemos una combinatoria externa o una vinculación está­tica, sino una relación de implicancia recíproca. Sociedad y es­tado, relaciones económicas y prácticas políticas se implican re­cíprocamente. Haciendo una distinción sólo analítica, al pro­blema del estado y de la polftica concierne la diferenciacióny articulación de las prácticas sociales.

Toda sociedad dividida -como lo son las sociedades latino­americanas- produce una instancia ordenadora que comprimey resume al conjunto de las relaciones sociales. Más específico:es la división en la sociedad ·10 que crea la escisión del estadode la-sociedad. El estado se constituye con referencia a la divi­sión social: "síntesis de la sociedad civil bajo la forma de estado"(Marx). La forma de estado, tematizada por Fernando Rojas,sería el lugar de condensación y estructuración de los distintosmomentos del' proceso social; instancia compulsiva de diferen­ciación y unificación. A esa forma de estado parece referirse elproblema de lo político. Cabe pensar que las acciones estatales,que suelen atraer nuestro interés -coerción, intervención eco­mica, socializaciones ideológicas, estructuras de legitimación, elmismo dinero como equivalente general- no son sino meca­nismos a través de los cuales se despliega y se impone el orde­namiento social bajo la forma de estado. De ser así, el esfuerzoteórico para elucidar qué y cómo es el estado implica primor­dialmente la reconstrucción de los complejos procesos y resortesmediante los cuales elaboramos esa síntesis de la vida social ynos afirmamos en nuestra diversidad/división por medio de ella.

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IV. ALGUNOS TEMAS PARA LA REFLEXIÓN TEÓRICA

Las observaciones anteriores no nos proporcionan, por simpleinversión, una teoría del estado. Lo que podemos hacer a modode conclusión provisoria es reseñar algunos temas par~, una re­novación del pensamiento politico y una reconstrucClOn de la

actividad política.

1. Sociedad y estado

Hemos visto las dificultades a que lleva una concepción queafirma una escisión entre sociedad y estado tal que sólo existiríauna relación de exterioridad entre ambos. Dicho enfoque noreconoce en la participación política la forma en que la soc~e~dad decide y dispone sobre su desar::ollo ni e~ el "int~rve.nclO~nismo" estatal la forma en que la sociedad actua sobre SI rmsma.Es decir, no reconoce en el estado una forma de la prácticasocial. También hemos visto las consecuencias políticas a queconduce una simple subsunción del estado bajo la sociedad. Yasea que se considere al estado como reflejo/apéndice de la eco­nomía, o que se enfatice la autonomía relativa del aparato es­tatal, en ambos casos la acción pol!tica es algo posterior y se­cundario al "dato" económico.

Lo que ambasconcepeiones tienen .en c?mún es c?~cebir. lasrelaciones de producción como una relación prepoht1ca. SI launa excluye la disposición política sobre la economía, la otrahace depender la acción política de la economía; ~n a:n.:bos, casosel "hacer política" ha dejado de ser una necesidad mmnsecaa la actividad humana.

Tratemos de resumir la perspectiva desarrollada a lo largode este epílogo. Retomamos la afirmación, común a todos losartículos, de que no existen realidades sociales "puTa~". en tantoque realidades no contaminadas por las luchas polítícas y laspugnas ideológicas. Toda práctica so~ial (a~n la económica) esuna práctica significante. Toda relación SOCIal es un pr.oceso deproducción y repTod.ucción ~e s.i~nificados. Sin esa continua ~la~boraeión y nrriculación de significados -verdadera construccióny clasificación de la reali~ad soc~al- nos desesp:~aría~os hastala muerte en un mundo SIn sentido, La producción y Ieprod.~c.ción de significados no es posterior y exterior a la p~od~cclOnmaterial de la vida sino _insistimos- un momento mmnsecoa- ella. Hacer política es descubrir, formular y articular estos

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los distintos enfoques. Ello implica también el concepto declase.

Retomando proposiciones anteriores de Lac1au podríamosafirmar: toda práctica en tanto práctica significante es una in­vocación de sentido que repite y afirma significados inherentesa las prácticas sociales, y es mediante esa interpelación de unsentido común que se constituyen los sujetos. Las diferentesprácticas sociales dan .lugar a diferentes sentidos que puedenser articulados de distinta manera. Por medio de y junto conlas invocaciones/articulaciones de sentidos se constituyen lossujetos. En lugar de abordar la política como lucha y alianzade clases qua sujetos prexistcntes habría que estudiar la conste­lación de invocaciones/articulaciones de significados a través delas cuales se constituyen los sujetos;

De esta constitución de los sujetos trata la lucha de clases.Se trata de una lucha por articular (desarticular y rearticular)diferentes significados en torno a principios articulatorios con­trapuestos. Estas articulaciones implican absorciones y exclusío­nes. Determinados sentidos han de ser excluidos porque es me­diante su prohibición que se afirma el principio articulador.Es decir que para que los hombres se reconozcan en una invo­cación han de negar otra. Cuando esta negación es una simpleexclusión, se trata de una invocación particular-corporativa, queno pretende tener validez general. (En torno a ella pueden for­marse sujetos sociales como el movimiento feminista o estudian­til.) En cambio, la constitución de un sujeto politice exige un"espíritu estatal" (Gramsci), la invocación de un sentido ten­dencialrnente universal, una articulación capaz de cohesionarsignificados diferentes e incluso contrapuestos. Para lograr talacción hegemónica, la negación ha de ser "recuperada" en laautoafirmación del sujeto. Es decir, una afirmación a través delreconocimiento de un "otro" y reconocimiento por ese "otro".Esta lucha por el conocimientoredproco en tanto quesujetosexige la referencia a un "equivalente general"~ Es por mediode un referente general que cada sujeto se afirma a sí mismo,a la vez reconociendo y negando al otro. Esta forma de lo ge..:neral es el estado. Es por medio de la forma de estado que cadasujeto reconoce a los demás sujetos y se afirma a sí mismo en suparticularidad. Si, por un lado, cada sujeto en su particularidadsólo se constituye con relación a la forma general del estado,por el otro, el estado se constituye a su vez sólo por referenciaa la diversidad de los sujetos particulares. El estado como .reíe­rente g-eneral establece la división entre los sujetos particulares

326 NORBERT LECHNER EPíLOGO327

Y a 1~ ve~, los cohesiona; es :im,:ltáneam~n.te instancia de partí.cUl~YI~aClOn y de homogeneIzaCIón, de división y de síntesis -Ultlma~ent.e se ha reiterado el carácter comunicativo del pro.

ceso con~t~tutI.~o de los sujetos. (Lo contrario, en efecto -lamera verificación de intereses objetivos- hace de la solidaridaduna categoría me.tafísica.) La constitución del sujeto es en tér­mI~?S de Gramsci, la de una "voluntad colectiva". Pero'la invo­canon de un. sentido a través del cual se reconoce y aglutina~~ grupo socI~1 tam~oco es un proceso puramente ideológico.~I el discurso IdeológICO no es un "reflejo superestructural" de~ntereses prexistentes, tampoco. puede ser analizado de manera~nmane~1te al margen de las condiciones históricas. Tanto laIn~~caClón de sig~ificaeione: como la recepción de tal ínterpe.laclO.n ocurren bajo determinadas condiciones sociales. La dis­t~?CI~ e~tre ·las condicione, de producción y. aquellas de recep.CIOn It.IcIde sobre el éxito o fracaso de la invocación. Para quesea exttosa, ha de dar cuenta de las condiciones y experienciasconcreta: de. aquellos a :ruiene~ convoca. O sea que el procesode co~stItuClón d~ los. sujetos SIempre implica también la inter­pretación y organIZ~Cl?n de determinada "vida cotidiana". Esetrabajo sobre lo C~t1dIano es -como bien muestra O'Donnell-,u~ campo de maniobra privilegiado de las estrategias de disci­p.hnamIento. Por otr? lado, es a partir de esa reproducción dia­r~a del .hombre particular, de una rearticulación de los signi­~cados Inherentes a esa vida cotidiana, como' se constituye unavoluntad nacional-popular".

, Est~ b?squejo no pretende argumentar una hipótesis sino tansolo Indicar una posible reformulación del problema del esta­do; pensar la constitución conjunta de los sujetos v del estado.S~ .vuelve entonces evidente el significado po'rítico j de una teo­na del estado. L~ reflexión teórica sobre el estado es, en elf?ndo, una ref~exIón sobre nuestra práctica política. Si la poli­t:ca es n~cesarza por la divisi~n de la sociedad -por la nece­sidad de ordenarJa- ella es posible por referencia al estado. Sólobajo la form~ de estado, .la sociedad -el conjunto de sujetos­p~~d.e organizar la ccnvivenr-ij social, es decir, "ordenar" sudIVISIón.

3. El estado como mediación

~a ~ivisión .de la sociedad -la separación de los -hombres entres~, SIn relaciones sociales directas- exige estructuras de media.cíón entre los hombres. Ello ocurre a través de la constitución

NORBERT LECHNER EPíLOGO 329

es la estadolatría. La pol~tica (";'0 s?l<;> en América Latina) estámarcada por una veneración casi religiosa del estado. Ello tienedesde luego, razones histórico-sociales; en sociedades de altaheterogeneidad estructural como las latinoamericanas resalta laconcentració~ y. centralización de poder "en manos del estado",que es .la pnncIpa~ fuerza. ~e coJ:esión social. Frente a la frag­m:ntaCl?n y la ~hsgregaClOn socíoeconómica (la .conocida co­existencia de vanas "socieda~es" en el interior de un país), elestado asegura no sólo .la unidad territorial-administrativa sinoq.ue iguab;nente procura la dinámica económica, la repre~enta­ciórrpolttica y el "cemento" ideológico que vincula y reúne lasfuerzas centrifugas. Pero la estadolatria no es sólo fruto de unasituación histórica, donde el estado es todo frente a una sacie.dad disper~a ): gelatinosa. ~e trata de Un proceso intrínseco alestado capitalista que requiere un análisis teórico La autono­mía de! est~do se pre~e~ta a la mirada empírica .c~mo un resul­t~do histórico; lo verifica, no lo explica. Sólo la reflexión te6­nca des-cubre la inversi6n de la realidad y pregunta cómo deser los productores del estado, los amos del mundo y de la vidalos hombres se t~ansforman en esclavos que adoran en el estad¿el poder sobre ;Ida y muerte, la decisión sobre orden y caos.

La estadolatrfa es consecuencia de la división en la sociedad.A falta de relacione~,sociales directas, los hombres se interroganacerca de la separación .entre ellos. Surge la necesidad de expli­car~e el ongen de la vida social; por qué y cómo conviven ensociedad, Esta "d,:uda de sentido" (Gauchet) remite a un puntoextel?~r. a. la sociedad, un referente trascendental, sustraído..ala división/lucha social. De tal sumisión a una exterioridadde la cual n~s senti~os dependientes como la fuerza responsa:ble de que existe y co.mo existe la sociedad, surge la estadolatría,No. se tra~a d,e .una SImple superstición ni sólo de una compen­saClór: ps~col~gl~a. Que la estadolatría persista a pesar de laexperiencia diar-ia de .la ':~iolencia institucional" y. que no. de­saparezca con la explicación del carácter ilusorio de lacomu­n~dad ,de ciudadanos libres e iguales debiera provocar un estu­dIO mas detallado del fen6meno.

Es posible encontrar una explicación de la estadolatría en elfetichismo del estado.. Así como elfetiehismo de la mercancíadel dinero y del capital se levanta sobre el mundo terrenal d~la producci6n capitalista, así también el estado capitalista tieneun~ natu-:a1eza "físicamente mataffsica". Para analizar ese aspec­to mt~~gIbl~ de.l, estado hemos de considerar nn doble proceso:la espiritualización del estado y la cosificación de los hombres.

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de los sujetos y del ~stad?: los dos pro~esos so,,;, :,,?melltos de laautoformaci6n de lá sociedad. La sociedad dividida no puedereconocerse a sí misma, no puede actuar sobre sí misma demanera directa. La sociedad sólo se produce a sí misma, só!otoma conciencia de sí misma, por medio de un alter; es decIr,la sociedad deviene idéntica consigo misma a través ~e una ~e­diación. A falta de una identidad inmediata la sociedad obje­tiva el poder y el sentido implícitos a la práctica socia~ e? unlugar fuera de ella, y es por medio de ese referente exteriorizadoque ella se afirma a sí misma. . .

En el capitalismo esa instancia de medIa.CIón tom~ la f~rmade estado. La sociedad capitalista se relaciona consIgo mismabajo la forma de estado. A pesar de esta escisión e independi~a­ción del estado, no se trata de un fenómeno externo a la SOCIe­dad; la estructura de mediación es ella misma una producciónsocial.

La forma de estado configura una estructura de mediaciónsimilar a la religi6n. Sin postular un proceso lineal de secula­i-ización y desencantaI11:iento, po~íamos h,ablar del es.tad.~ comodel dios de nuestro tiempo (sin el carácter salvacionista deldios cristiano). La forma de estado es, como la figura de dios, ellugar de la representación simbólica del universo) haciendo con­cordante la regulación de la actividad mundana COn el ordencósmico (o, lo que es lo mismo, las "leyes eternas" de la natu­raleza humana). Insinuamos tan sólo otro. terna a explorar:. l~presencia de una dimensión religiosa en el quehacer político.La moderna "cientificación'' de la política nos ha hecho des­cuidar la efectividad del mito, de la acción ritual, del sacrificio,etc., en la política. Estas formas religiosas no san meros resabiosde una época precientífica.. Al contrario de der.ta c~mcepeiónpositivista tan en boga (tanto a derecha como a izquierda), he­mos de asumir la dimensión simbólico-normativa. Prosiguiendola indagación de Osear Landi, habría que revisar si "~acer po..lítica" no es esencialmente una comunicación (constituyendoidentidades colectivas) y una moralización de las relaciones so­ciales (asegurando sus principios organizativos): Desde este pun­to de vista, se podría precisar el carácter mediador del estado:seria la fundamentación exteriorizada de la validez de las es­tructuras normativas de la sociedad.

4. La estado/atría

Cuando se estudia el estado una de las preocupaciones mayores

6. El estado y el buen orden

futura existirá un "reino de la necesidad" y por ende la necesi­dad de una instancia de mediación. De ser así, el hecho demantener- un horizonte utópico como meta factible significa en~

cubrir las relaciones de dominación existentes. De hecho, pro­clamar la extinción del estado en una sociedad dividida con­duce al totalitarismo. o sea a la imposición coactiva de unaidentidad de intereses.

Si afirmamos la persistencia de una sociedad dividida hemosde abandonar la perspectiva de una sociedad sin estado y sinpolítica. También la sociedad socialista exterioriza una instan­~ia. de mediación y síntesis. Pero ésta no tiene por qué sub­jenvarse a espaldas de los hombres. El objetivo es una media­ción transparente, formada conscientemente por los hombres.En lugar de someterse ciegamente a un poder ajeno y hostil,éstos disponen sobre ·la organización de la sociedad. La divisiónno desaparecerá en la sociedad futura, pero ella puede ser de­terminada colectivamente. Esta perspectiva no resuelve el pro·blema de "socialismo y democracia", pero al menos permiteplantearlo.

Finalmente, la situación latinoamericana nos plantea con ur­gencia un tema generalmente soslayado: la relación entre poli­tica y moral. Predomina una escisión entre juicio moral y ac­ción política, desarrollada en la distinción burguesa entre deber;individual y legalidad pública. La moral aparece como algoexterno a la política. En tal relación de exterioridad, la eficien­da moral termina siempre subordinada a, o instrumentalizadapor, la eficieucia del poder (recordemos la política de derechoshumanos).

En lugar de considerar a la moral como un juicio valorativosobre una acción social, hemos de concebirla como un ordena­miento simbólico, intrinseco a toda práctica. Toda práctica so­cial es, como dijimos. un proceso de producción y reproducciónde sentido, que remite ala idearle un "buen orden", La polis,dice Aristóteles, cobra existencia por el interés de vivir, perosigue existiendo por el interés de vivir bien. ¿Qué es la vidabuena? Se vincula, desde luego, al mundo de las necesidades.No hemos de "espiritualizar" el buen orden en un acto de fe;vivir bien no es algo ajeno a las necesidades materiales ni sola­mente un "plus", Pero tampoco es reducible a éstas; hoy yasabemos que la liberación de la miseria y la pobreza no es ya

331EPÍLOGONORBERT LECHNER

5. La transformación del estado

Recapitulemos la perspectiva sugerida: los hombre.s en .sociedadobjetivan el poder de disposición sobre la ~rganIza.clOn de suconvivencia y el sentido de su vida en co~unldadbajo la formade estado. Esta objetivación se indep~ndlza y se v~e1ca en. co~~tra de los hombres como una instancia externa y p~r enClm~

de ellos. Es el precio que pagan los hombres por VIVlt en SOCle~

dad mientras no existen relaciones sociales directas entre ellos.Sólo existiendo una instancia de mediación exteriorizada y sus­tantivada es posible la existencia de una diversidad de volunta-des, sin que por eso caigamos los unos sobre l~s otros. . ...

I,.os hombres estarán separados entre sí mlentr~s SubsIst~nrelaciones mercantiles y de dominación. Estas re~acIOnes p.ersl.s.

tirán aun cuando hayan sido superadas las rela~lO:nes caP.tt~lts~tas de producción. Es decir que también la ~oC1edad socialistaserá una sociedad dividida y como tal requiere re.conoce~se Yafirmarse por medio de un referente general. Tal lnstan~la demediación de la sociedad consigo misma puede adoptar diversasformas (por ejemplo, la religión); históricamente probable es

la forma de estado. .La reflexión sobre el estado socialista se ha visto obstaculi-

zada por la afirmacipn de una extinción. d~l estado. En talperspectiva, la existencia de un estado .socIahsta. pu.edeser ex­plicada sólo como un resabio de relaciones capitalIstas; o seaque no se plantea como un proble~a propio de la soc~edadsocialista. Cabe presumir, en cambio, que en la SOCIedad

330

Digamos: por un lado, la subjetivación del sentido inherente alas prácticas sociales bajo la forma de estado, y, ~or el .ot:o, lacosificación de los hombres que se someten al sentido objetIvadocomo a un poder ajeno y hostil. Mientras que los hombres creendisponer sobre el esta~o y subor~inarlo a la "volonté de tous".de hecho el estado-fetiche les dicta las normas de su conductasocial. El aparato "estatal aparece reaccionando a los estimulas•sociales' pero tras las instituciones se esconde un "espíritu". Aligual q~e otros productos, el estado se sustantiva borrando todahuella de su producción social. Los ho~bres n.o ven pues queellos mismos, separados entre sí por su Incapacldad,de ordenardirectamente la división de la sociedad, producen al estado comoel referente trascendental del orden social. Lo hacen, pero no losaben, diría Marx. Por eso veneran en el estado el "espíritu delas leyes": la Ley que funda la vida en sociedad.

332 NORBERT LECHNER EPÍLOGO 333

per se liberación de la servidumbre y la opresión. De hecho, en­contramos actualmente una extraña yuxtaposición: por un lado,una determinación del buen orden mediante procedimientos for­males que aseguren la representación de las decisiones indivi­duales (democracia). Por el otro, una determinación más mate­rial del principio lockeano de un righi to lite para todos: elbuen orden como una universalidad real -pero proyectada aun horizonte utópico.

Tanto la utopía liberal del buen orden como la comunistaremiten a la extinción del estado y de toda relación de domi­nación. Lo paradoja! de esas utopías íluministas, típicas de unaépoca secularizada y antropocéntrica que identifica la vida bue­na con la des-alienación, es que son concepciones esencialmentereligiosas que aspiran a un mundo sin necesidad y libre de con­tradicciones. Ese mundo feliz de la libertad total repite la alie­nación religiosa en la medida en que promete una factibilidadinalcanzable. Y sin embargo, a pesar de su perfección imposible.parecería que la utopía nos es indispensable, al menos como"punto arquimédico" a partir del cual sea posible pensar el es­tado de cosas existentes.

La moral fue excluida, al igual que la religión, por una con­cepción racionalista de la política como ciencia. N o han faltadointentos por reintegrar esta problemática al pensamiento polí­tico, pero, en resumen, hoy predomina una concepción instru­mentalista que corresponde mejor a la "lógica" capitalista en fa

-medida en que la repite. Sin embargo, el cálculo político desu eficiencia ha hecho olvidar el arraigo de la problemáticareligiosa en la misma vida social. La convivencia social requiereuna reproducción 'simbólico-comunicativa que (mediante unconjunto de prohibiciones y prescripciones) ofrezca un horizon­te temporal-espacial a cada actividad humana dentro de la di­visión social del trabajo y permita domesticar a la naturaleza(externa e interna). Este autocontrol de los instintos, afectos ypasiones es impuesto y legitimado por la creencia en un sentidoabsoluto. La política-cálculo supone la validez de Una ley uni­versal. Hace referencia a una norma "en última instancia" -lapureza del decálogo. Reclamamos un principio general a partirdel cual sea posible establecer una clasificación limpia del mun­(Jo y una reducción final de la complejidad de la vida. N oobstante, sólo un "loco" tomaría esa universalidad por unanor~ma de acción práctica. La pureza hace la fuerza critica delprofeta, pero a 'la vez sella su fracaso como gobernante (seaar-

mado o no). El hombre es mitad ángel y mitad bestia -yentanto "animal" está sometido a la necesidad.

Tanto la utopía del mercado perfecto como el sueño del hom­bre que pue~a cazar e~. la mañana, pescar por la tarde y porla noche dedicarse a crrucar, suponen una vida sin limitacionesu~ mundo sin orden. Pero al no existir tales relaciones socialesdlYe~tas, el proceso social ha de ser ordenado, clasificado y for­malizado. E~ hombre ha de enfrentar a la necesidad, para loque la política le resulta una "necesidad básica", El mundo dela ~~cesidad es una realidad impura que exige la astucia, ladecisión oportunista, juicios contaminados, acciones contradic­torias, en fin, una práctica incoherente. Ese mundo es "-a loso~?s de la pureza de las bellas almas- un infierno, pero cornodIJO Maquiavelo: nosotros que tenemos miedo al hambre mie­do a la cárcel, no podemos tenerle miedo al infierno. Es 'decir,no podemos someternos a una moral exterior al problema de lapobreza y del poder. En otras palabras: la libertad no puede serpensada como la ausencta de necesidades sino en tensión conellas.

No podemos renunciar a la política impura (pues sería des­conocer las necesidades), ni a la moral pura (pues sería abdicard~ nuest~a disposici~n ?rdenadora sobre ellas). Ley y trasgre­sien son Igualmente indispensables. La paradoja está bien resu­mid~ en l~ ~á~ima que dice: se acata, pero no se cumple. He2q~' el prInCIpIO f'.'ndamental de la "corrupción". No hay vidasoc~al, no hay política posible sin "corrupción". Es la sutil adap.:aclón de la ley general al mundo de las necesidades (un ordenlneon¡.tpto sena el terror del concepto). Pero no por eso la co­rrupcíón puede ser aceptada moralmente. Ha de ser reconocidacomo vicio, aunque funcione como virtud. En esta tensión latrasgresión hace de mediación entre la política y la moral. La~oral no es ni exterior ni reductible a la política. Aunque escin­dida y aun contrapuesta a la práctica, la norma universal esprod~cida por ésta como el referente ordenador de lo que esetrabajo c~~mcreto implica en contradicciones y disonancias sobrelas necesidades en que consiste la política.

Con una mayor sensibilidad religiosa o simplemente más cí­nica, ,I~ derecha s~eml?re se preocupó mucho más por esta pro­blernatica que la izquierda, Aquello no sólo desarrolla la moralcasuística que permite compatibilizar el crimen con la Iev ylegitimar el ejercicio del poder como deber moral. La hist¿riade la "razón de estado" indica la pretensión de no abdicar dela representación de lo general; más que negar, la trasgresión

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refuerza la invocación de una vida buena. El buen orden no esuna proyección utópica al futuro (una. universalidad a reali­zarse el día en que se extinga el estado). sino una trascendenciadirectamente efectiva por medio del estado, porque este mismoes ya un referente trascendente, depositario de una idea -de·uni­versalidad. La derecha no olvida que el estado es un "dios mor­tal" (Hobbcs]. Su antiestatismo se opone a la disposición palietica (colectiva) sobre el proceso económico, no a la forma deestado. Por el contrario, invoca la forma general del estadomoderno (capitalista) como condición de la posibilidad de cla­sificar y jerarquizar a los hombres. En cambio, más empírica yracionalista, la izquierda descuida la elaboración de una repre­sentación general bajo la forma de estado-o En su empirismo selimita a denunciar la falsa generalidad del estado capitalista.En su racionalismo, rechaza todo referente trascendente comouna alienación evitable. D~ hecho, sin embargo, no puede dejarde referirse a 10 generaL Recurre entonces al concepto de razón,historia, progreso o partido como mal sustituto de la idea deestado. Sólo en la teoría de la hegemon1a logra incorporar laconstrucción del buen orden a la construcción del estado. Gram­sci recoge la perspectiva-aristotélico-hegeliana que ve en la vidaética la esencia del estado; vida ética que consiste en la unifi­cación(no identidad) de lo universal y 13 voluntad subjetiva.

AGRADECIMIENTOS

Por modesto que sea, un proyecto es un esfuerzo colectivo.Agradezco al- Consejo latinoamericano de ciencias sociales(CLACSO) el haber 'patrocinado esta iniciativa y a la FundaciónF~rd por subv~nclOnar su realización. Sin ellos y el apoyo delP~ograma Santiago de la FLACSD no hubiera sido posible orga~mzar este volumen.

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