Lectura 1 Desarrollo Del Intelecto

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Lectura No1. NATURALEZA DEL INTELECTO (De Antony Kenny. Edit. Herder) Apoyarse en argumentos racionales, forjarse o mantener una convicción, aceptar una opinión, llegar a una conclusión y ver una verdad evidente son casos de “composición y división” (compositio et divisio), cuyo rasgo común es el ser actos intelectuales o estados que se reflejan en la construcción de frases o “sentencias”. Existe, por tanto, una relación muy estrecha entre el pensamiento y las palabras, entre la actuación del intelecto y el uso del lenguaje. Mas no debe exagerarse esta relación. Aunque santo Tomás estaba convencido de que todo juicio podría concretarse en una “sentencia” (V.2,4), no por ello sostenía que todo juicio debía traducirse necesariamente en palabras, ni pronunciadas de hecho ni retenidas en la imaginación. Es más, si bien todo pensamiento puede materializarse en el lenguaje, sólo una íntima minoría de en nuestros pensamientos están relacionados con él. La capacidad del intelecto no se agota con la adquisición del lenguaje. La comprensión de lo simple está ligada a la formación de juicios, como el uso de palabras sueltas a la construcción de frases. Un ejemplo de comprensión de cosas simples sería el conocimiento de lo que es el oro (del quid est del oro). Este conocimiento puede actuarse en juicios sobre el oro, y ningún juicio sobre el oro es posible sin dicho conocimiento. Juicios como “el oro es valioso” o “el oro es amarillo” no requieren una gran comprensión de la naturaleza del oro; apenas presuponen algo más que una conciencia del significado de la palabra “oro”. Un químico, por otra parte, sabe de una manera mucho más compleja qué es el oro. No sólo puede enunciar muchas de sus propiedades, sino también relacionarlas entre sí y presentarlas de modo sistemático, por ejemplo vinculándolas al número atómico del oro y a su lugar en la tabla periódica de los elementos. Esta visión del químico parece acercarse bastante al ideal tomista del conocimiento de la quidditas o esencia de una sustancia material (vg. S 1, 3,3; 4, 17, 3). Con todo, la descripción que hace Tomás de la primera operación del intelecto no es tal fácil de seguir como su teoría del juicio. La palabra (verbum) que resulta de la comprensión de lo simple no es un juicio, sino una definición o quidditas (V 1,3c). Manifiestamente Tomás emplea de dos maneras distintas la voz quidditas, y da así dos versiones distintas de la primera operación del intelecto.

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Lectura No1. NATURALEZA DEL INTELECTO (De Antony Kenny. Edit. Herder) Apoyarse en argumentos racionales, forjarse o mantener una convicción, aceptar una opinión, llegar a una conclusión y ver una verdad evidente son casos de “composición y división” (compositio et divisio), cuyo rasgo común es el ser actos intelectuales o estados que se reflejan en la construcción de frases o “sentencias”. Existe, por tanto, una relación muy estrecha entre el pensamiento y las palabras, entre la actuación del intelecto y el uso del lenguaje. Mas no debe exagerarse esta relación. Aunque santo Tomás estaba convencido de que todo juicio podría concretarse en una “sentencia” (V.2,4), no por ello sostenía que todo juicio debía traducirse necesariamente en palabras, ni pronunciadas de hecho ni retenidas en la imaginación. Es más, si bien todo pensamiento puede materializarse en el lenguaje, sólo una íntima minoría de en nuestros pensamientos están relacionados con él. La capacidad del intelecto no se agota con la adquisición del lenguaje. La comprensión de lo simple está ligada a la formación de juicios, como el uso de palabras sueltas a la construcción de frases. Un ejemplo de comprensión de cosas simples sería el conocimiento de lo que es el oro (del quid est del oro). Este conocimiento puede actuarse en juicios sobre el oro, y ningún juicio sobre el oro es posible sin dicho conocimiento. Juicios como “el oro es valioso” o “el oro es amarillo” no requieren una gran comprensión de la naturaleza del oro; apenas presuponen algo más que una conciencia del significado de la palabra “oro”. Un químico, por otra parte, sabe de una manera mucho más compleja qué es el oro. No sólo puede enunciar muchas de sus propiedades, sino también relacionarlas entre sí y presentarlas de modo sistemático, por ejemplo vinculándolas al número atómico del oro y a su lugar en la tabla periódica de los elementos. Esta visión del químico parece acercarse bastante al ideal tomista del conocimiento de la quidditas o esencia de una sustancia material (vg. S 1, 3,3; 4, 17, 3). Con todo, la descripción que hace Tomás de la primera operación del intelecto no es tal fácil de seguir como su teoría del juicio. La palabra (verbum) que resulta de la comprensión de lo simple no es un juicio, sino una definición o quidditas (V 1,3c). Manifiestamente Tomás emplea de dos maneras distintas la voz quidditas, y da así dos versiones distintas de la primera operación del intelecto.