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  • 8/13/2019 Lectura de dos captulos de Bearn

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    Lloreng Villalonga y la novela catalanacontempornea: Lectura de dos captulos de BeamJUAN M . RIBERA LLOPIS

    U C M

    I. Desde las ltimas dcadas del ochocientos hasta los aos treinta denuestro siglo la novela catalana consolida su presencia como gnero en el horizonte de la propia historia literaria. Y ms all de esas fechas, ms ac del 39,se ve abocada al silencio que es el silencio de toda la literatura catalana de lainmediata postguerra, situacin que slo empieza a aclararse a finales de losaos cincuenta y desde principio de los sesenta. Lloren9 Villalonga (1897-1980) es uno de los paradigmas de ese recorrido: con su primera obra,Mort dedama (1931, ed. def. 1985) dem ostraba en colaboracin con otros jvenes cre adores Salvador Espriu, M erc Rodoreda, Pere C alders... un pu nto de llegada, el de la normalizacin cu ltural, lingstica y literaria de pregu erra; con elretiro y la dilacin de n uevas publicaciones tras 1939, certifica el estado de lascosas impuesto y que l al margen de su trayectoria durante y tras la guerra ser uno de los encargados de conjurar con el xito editorial de Bearn ola sala de les nines (1961; ed. cast. 1956) que certificaba la existencia de unmedio receptor sobre el cual era factible el relanzamiento cultural cataln.

    Entre un captulo y otro de su produccin queda el parntesis ocupado porla gestacin deBearn y la aparicin de otros ttulos que B. Porcel (1983)ha explicado en suHistoria de u na novela bajo una perspectiva que cabe pensar fruto de la relacin con el autor que Lloren? Villalonga literaturiz en L'n-gel rebel(1960 ; ed. def. Fio la Vigne, 1974). Pero para descifrar aquel espacioen blanco, yo prefiero las palabras del novelista en su prlogo a la primera edicin deBearn:

    Beam va sser escrit, d un a tirada, en un estiu com ja he dit;pero concebut lentssimament.Desprs de l aventura del capit Bayo, que dura dues setmanes. Tillahavia recobrat la calma i rem molts els qui ens trobvem sensedoblers. El refuig natural fou el camp, on la pobresa no es confon ambla miseria. Mai no m havia sentit tan a plaer ni m havia suposat tanesparta (...).

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    222 Juan M . RiberaEn aquell ambient de pau (a la Pennsula la gent es destrosavametdicament, pero qu hi podem fer?), vaig concebre la mevanovel.la (...) Ara, vora la foganya, tractava d ob lida r l poca barroeraque m havia tocat viure imm ergint-me en una poca p assada.El rector del pobl ens venia a veure alguns horabaixes. La mevaesposa cosia escapularis, feia suters a totes les guerres es fan moltsde suters , jo no feia res. D aquells ocis imposats, d aquella calma id aqu ella solitud dechimenea y hu ertocantada per Lope de Vega, haviade sorgir la saba que ha donat un poc de vida a Bearn (pp. 19-20).

    Por el material biogrfico que incorpora la novela los viajes de Villa-longa a Pars (1949, 1952) y a Roma (1950), el verano definitivo aludidopor el autor debera ser posterior a estas ltimas fechas. Para entonces TeresaGelabert, su esposa, haba hecho muchas labores e impuesto una atmsfera,la que se proyecta en la Maria-Antonia deBearn que haca y deshaca su colcha de ganchillo; y para entonces el cruce entre elementos biogrficos suyosy de su linaje y literatura habra dado con la retrica adecuada para cimentarsu universo de ficcin. Lloren^ Villalonga pasar, como autor del siglo XX,por ser uno de los novelistas creadores de un mundo narrativo ms compacto . La presentacin en 1966 de un bloque importante de su produccin por J.Molas (1966) caracterizndolo dentro de la nocin de mito no creo que seaajena a esa proyeccin, al margen de las crticas y contracrticas que esto pud ogenerar y que en cualquier caso hacen de V illalonga, hoy por hoy, un escritordocumentado y estudiado. Pensemos en la atencin continuada de crticoscomo J. Vidal Alcover o en puntuales aportaciones como la de J. M. Benet iJomet.

    Sin embargo, en este acercamiento a su obra se debe advertir que Bearn,como magnfica confluencia de una visin del mundo y de una expresin literaria, est en un punto del camino. El gran tema villalonguiano es el del hundimiento de la civilizacin occidental por la gradual prdida de sus valoresancestrales que el autor contempla desde una simbiosis de escepticismo yracionalismo setecentista y de un relativismo y subjetivismo antipositivista;una perspectiva que se acoge a la novela de las psicologas y no de los hechospara expresar su punto de vista; una m irada que, lgico es, gradualmente bu scar la apropiacin del tiempo, una rememoracin selectiva que opera al servicio de sus intenciones de acuerdo con el recorrido que perfila M. Gusta (1988:pp. 124-127); la misma estudiosa que ha establecido la existencia de tres fasesque, podramos decir, se marcan por la diversa manera de abordar aquellasconstantes (M. Gusta, 1988: p. 119). Desdela stira enel mom ento de M or /edama, agona de una dama y de un mundo que permita no pocos distancia-mientos irnicos, contemplacin que ya no podr ser mera presuncin con laexperiencia blica, en el inicio de la cual se fragua Madame Dillon (1936; eneds. revisadas posteriores L'hereva de dona Obdulia, 1964, y Les temptacions,1966), en la cual la cada de A licia D illon establece una sim blica relacin conel comienzo del conflicto civil.

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    Lloren^ Villalonga y la novela catalana contempornea... 223Esa experiencia puntual de lo que hasta entonces pudiera ser un incipiente posicionamiento intelectual obliga a actuar seguidamente desde laelegayelmito. Para llegar a ello Villalonga cuenta con ciertas experiencias de escritura palpables en Mort de dama: la creacin de un espacio trascendido, nomero escenario de costumbres, el anlisis de los personajes, y el anti-realismo

    sealado por M. Gusta (1988: pp. 133-134) y que en mis iniciales lecturas delautor detect en la semntica y sintaxis adversativas de tantos perodos de estaprimera no vela. En cualquier caso, lo que digam os unos y otros, ya estaba presentado por el primer prologuista deMort de dama,Gabriel Alomar, al referirse al uso de les normes apreses en la lectura de la nove l.lstica occidental mesdepurada , y por uno de sus primeros crticos, Miquel Ferr, que la calific deesperpent , aunque le conv iniera considerarlo pl.lid . Pues bien, sobre esosejercicios previos, se construye un espacio p aradigmtico, el de Beam , que enIM novel.la de P almira(1952 ; ed. def. Les ruines de Palmira, 1972) es visto ensu placidez por contraste con la Barcelona que anda con el siglo. Hay en estettulo una correspondencia cronolgica con Villalonga, que en sus Tonet yMaria-Antonia nos permite hallar el correlato ms directo con la vida del autory su esposa durante y tras la guerra, reflejada en la cita antes leda. En Beamel espacio se retrotrae temporalmente, con algunos desajustes intencionados yverosmiles por escribirse como una rememoracin, lo cual facilita la configuracin de una coordenada favorable a la mitificacin del relato. La que creoque certifica ya no la materia tratada sino la figura gradualmente vampirizadade Joan Mayol, quien asume por encima de su orden religioso publicar lasMemries de su seor y nos acerca a un Beam parads perdut para l m ismo.

    Pero ese distanciamiento no paliar la conciencia conflictiva de su tema yVillalonga lo abordar finalmente desde laparodia apocalptica. EnD esenlia^a M ontlle(1962; ed. cast. 1958),L'ngel rebel El m isntrop(1962, ed. 1972)estaramos en los niveles de la parodia, que dan paso a la premonicin catastro-fista enAndrea Vctrix(premio Josep Pa, 1973), conclusin razonada sobre loscomportamientos estriles e irracionales de nuestra realidad que se noveliza enLa gran batuda (1968),La Lul (1970) yLul regina (1972). El vaticinio quees derrota para V illalonga al ver postergados los valores en que cree, slo quedasuavizado por un par de ttulos remem orativos,Les fures (1967) yLa Virrey-na (1969), amn de una novela postuma e inacabada.La bruixa i l'infant orat(h. 1974-1975; ed. 1992), donde de nuevo lo primitivo volva a tentar a la civilizacin europea y Villalonga a retomar uno de sus leit-motivs favoritos quetampoco nos reconducir fuera del asumido punto de llegada.Falses memriesde Salvador Orlan (1967) relativiza las propias pistas que el autor ha queridodar sobre s mismo y nos devuelve al planteamiento eje de su escritura, el de lafusin de verdad y literatura, aqu a travs de la potenciacin y sola confianzaen la memoria y la informacin oral. Finalmente Un estiu a Mallorca (1975)certifica su inclinacin por volver sobre textos anteriores en este casoFedra(1932) ySilvia Ocampo(1935) y desarrollarlos.

    II . Pero ms detenidamente que ese fugaz paseo por la obra de Lloren?Villalonga, quisiera presentar el comentario de dos captulos deBeam, el pri-

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    224 Juan M . Riberamero po rque m uestra la capacidad del autor para cincelar su texto de una manera precisa la que le permite escribir relatos magnficos como Charlas aBearn y M arcel Proiist intentava vendr un De D ion B outon deEl lledoner dela clasta(1958) y al mismo tiempo resolver en l las cuestiones argumntales que va imponiendo el macrotexto en que se incorpora; y el segundo porque,como lector, me parece uno de los episodios ms emotivos de la prosa catalana de nuestro siglo.

    El primero es el captulo octavo de la segunda parte. Estamos en el viaje aPars. Joan, el capelln y confidente de don Toni, entra en el relato recordndonos su dependencia de los seores. Doblemente y ante los dos indicios contemor: por haberse ... despossei't de la medalla d'o r que ell i la senyora m 'ha -vien regalat (p. 156) y, ante la pregun ta de don Toni de a quin le parece estando dorm ido, escribiendo que em vaig guardar prou de demanar-li a qui (p.155).Por tanto, la relacin de vasallaje y la de la presentida paternidad que serecela en toda la novela. Don Toni lo trata paternalmente (p. 156) y cuandoexplcita el inters de su visita a la habitacin de Joan , mientras excusa su peticin del dinero que ste guarda, se desmarca de quienes parece que van a serel eje de ese captulo: ... tu i la senyo ra... (p. 157). El narrador insiste en lafocalizacin nica sob re ellos mediante la referencia a la celebracin de la misa... tenint per nic feligrs donya M aria-An tnia (p. 157), la que redondea laseora al querer realizar el paseo por el Sena, por sus illes desertes (p. 157).All, aade ella, ... resarem el rosari (p. 157) y hacia all se adentran en unvaporcillo, hacia un paisaje en el que el canto de los pjaros es identificado conun concierto de la Opera (p. 157), analoga por la que Joan quiere acercarse adon Toni. All, en cualquier caso, la seora reza y tras atender al canto de lospjaros, establece comunicacin con Joan: ... parlant com per a ella mateixa ,.. .prosseguf em mu d i es contemplava les ma ns , ... com conversant ambella mateixa , apreciaciones del narrador que dan paso al ... em com m ogu ,Tu que el coneixes millor qu ejo ... , S, Joan. Jo l'he tractat mes anys i mesd'a prop . Pero tu... (pp. 157-158).

    Si se ha ledo la novela, se puede entender el alcance de ese episodio queel texto refleja de un modo casi quedo. Don Toni, personaje que se hace comprensible mediante la expresin de su pensamiento y por la actuacin ante losotros personajes, meros justificantes de la suya, va estrechando el marco de surelacin con Maria-Antnia y Joan: la una va controlando la atmsfera en quel decide cobijarse la de Villalonga en la postguerra y a ella van a dedicarse lasM entones que redacta; la publicacin de estas ltimas es la empresaa favor de la cual se vampiriza a Joan; y sabiendo por la novela que entreambos hay un claro distanciamiento la referida sospecha de paternidad esahora ms explcita que nunca cuando Joan le diga a la seora: -En certamanera li vaig dir jo som una ofensa per a Vossa M erc (p. 159) ^-d onToni necesita conciliar esos extremos de su universo. Y para ello bastan esaspocas palabras, las de antes de la seora, las de ahora del capelln. La derrota a que alude ste (p. 159) ante ella es mera retrica del sacerdote como talvez la premonicin de que sus dudas sobre el paradero del seor se aclararn

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    Lloreng Villalonga y la novela catalana contempornea 225antes del almuerzo (p. 157). Lo importante es que entre aquel dilogo sembrado de silencios Ni ella acabarla la frase ni jo demanaria mai un aclarimen t(p . 159); pinsese adems en la economa en cuanto a la extensin textualJoan recoge una nueva imagen de Maria-Antonia, aunque an en presente lesea tan distinta de su seor:

    Per un moment vaig recordar escenes borrascoses d'aquellaexistencia (de don Toni). Donya Maria-Antonia procurava no teir noticies de res desagradable, pe ro no es podr saber m ai fins a quin punt hoaconseguia. Ara mateix ja besllumava dins ella un sofriment ntim idolors: el de la incomprensi moral. Du em perdoni si m'atrevesc adir que donya Maria-Antnia en presencia del senyor em donava laimpressi d'un salvatge davant un piano. I malgrat tot eren cosins, duienel mateix nom i part de la mateixa sang. S'estim aven (p. 158).Logrado ese momento urgido por don Toni, el tempo narrativo se acelera. El

    paso del aerstato de los hermanos Tissandier por lcielo de Pars sobre los meandros del Sena repite uno de los grabados de la poca. Maria-Antnia vuelve a serla seora que habla de ses persones de seny (p. 159) y recrimina a su esposo porsus extravagancias. Pero ella y Joan comparten una primera complicidad:Es distingia ja, penjada del que podrem dir ventre de l'aerostat,una especie de canastra gran, que semblava teixida de jones i que duiamolta maquinaria. Tres senyors, dempeus, conversaven per senyes imanipulaven. Dos d'ells, grans i grossos, amb barba i bigots, deviensser els senyors Tissandier. L'altre, Du em perdoni, era el senyor.

    Donya Maria-Antniai jo el reconeguerem al mateix temps i ens mir-rem sense dir res (p. 160).La descripcin del regreso al hotel es gil. Encontrndose con don Toni,ste busca hablar del aerstato (p. 161). La seora, haciendo gala de aquelloque la novela reconoce como signo de su innata aristocracia, sin alterarse,...mentre posava tota la seva atnci a pelar una pom a... (p. 161), facilita elcierre del episodio:

    -En Joan i jo t'hem vist passar per damun t el Sena, Tonet. Notenies por d'una desgracia?El senyor replica amb naturalitat:-No,perqu s un aparell molt segur. Veurs...I en va descriure el mecanisme. Ella l'escolt amb benevolencia.La catstrofe quedava conjurada (p. 161).

    Por primera vez la complicidad que don Toni haba practicado unidireccio-nalmente con su esposa o con Joan teje una disposicin triangular que facilita el

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    226 Juan M . Riberaavance verosmil del argumento. Pero hay otro cuestin: la novela muestra enms de una ocasin a un Tonet voyeurque necesita contemplar todos los recovecos de la accin. Novela de personaje, don Toni se impone por encima de sudcil notario. En una ocasin, tratando de Mort de dama habl de universonarrativo sujeto a un ojo ciclpeo, el del autor que aqu lo es por el filtro Tonet-Joan. Pues bien, ahora, en este episodio, creo que en la disposicin del g rabadoantes mencionada, si la seora y Joan m iran hacia arriba y ven a don Toni, steno puede dejar de mirar abajo y certificar que su necesidad est cubierta. Hastatal punto que su curiosidad por el invento de los Tissandier slo es de intersmecnico y secundario, frente a lo visto en una o rilla del Sena que para l es crucial. Que Maria-Antnia y Joan no concillaran su mirada sobre l, esa hubierasido la verdadera catstrofe que queda conjurada. Esa objetivacin y funciona-lizacin de la mirada y de la perspectiva don Toni que ve a Joan quien miraa Maria-Antnia que devuelve una imagen que seduce a Joan cuya comprensintranquiliza a Tonet, se dispone de otra manera en el captulo dcimo octavode la primera parte.

    En las ltimas lneas del dcimo sptimo, don Toni se vale de Xima comoemisora que atraiga a Maria-Antnia a Beam , tras una ausencia de aos y dispone todo para su regreso. El seor ordena que todos se vayan a dormir con laexcepcin de Joan Nom s jo vaig quedar exceptuat de l'ordre gen eral (p.104) pues se necesita que el narrador vea la escena que un da relatar. Poreso, adem s, ... m 'agafa per un brag i me dugu al quarto fose... (p. 105),desde donde vern, pobres demiurgo y dicono metidos definitivamente avoyeurs la llegada en complicidad v eurem el senyor me pass un bragpe coll i me mira somrient , el senyor me donava copets pe coll (pp. 105,106) y desde donde l seguir escudriando A mi, que seguia darrera elfinestr (ara, en certa manera, legtimam ent, ja que el mateix senyor m 'hi haviaduit)... (p. 111) cuando el seor tenga que actuir.Alrededor de esa disposicin de espacios, hay una accin temporal entomo a la hora y media precisa que la seora demorar en llegar (p. 104). Primero la preparacin: el deseo de limpiar, pensar en las necesidades de la esposa (p. 104), como signos iniciales de una estructura ritual. Inmediatamente losindicios de la llegada: renou , la voz de Biel parlant am b la mua , el contraste de la vella galera de M aria-Antnia con el land o de Xim a y la diferencia entre el apa rat de una y otra (p. 105). Y la hora precisa y mgica de

    la llegada: ... el rellotge tocava dotze cam panad as (p. 105). A partir de aqumiramos y omos con Tonet y Joan el particular desembarco de Maria-Antnia. Sus rdenes a Biel para que los elementos de su vida religiosa no se mezclen con los que deben atender a su cuerpo o servir para las labores domsticas: reclinatori , aigua beneita aigua d'olor , graneres ... (p. 106). Todo... en veu tranq uil la , ... devora la llar i mentre mirava Uibres... (p. 106).Es magnfica la capacidad de Villalonga para lograr que sus personajes posean el tiempo y el espacio. Y es un placer compartido por la pupila de los otrospersonajes que la hacen suya y la transmiten al lector. Cuando don Toni se presente ante ella declarar:

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    Lloreng Villalonga y la novela catalana contempornea... 227-Necessitava digu sorprendre la teva primera impressi,veure com entraves, com miraves la foganya, quin equipatge duies.Aixo deis teus equipatges ha estat semp re tan gracis... (p. 108).

    Pero V illalonga no cae en la tentacin de extender desm esuradamente esosminutos de plenitud. La propia Maria-Antnia, al quedar sola, apura su miraday pregunta si hay alguien, facilitando la entrada del esposo ... amb naturalitatde teatre (p. 106). A partir de ah se establece el dilogo entre ambos, con dosamplios parntesis que desplazan la atencin hacia Joan la rememoracindel da de su consagracin como sacerdote y hacia Xima los verdaderosintereses de su viaje a Beam que sirven para certificar el distinto significado de Maria-Antnia, la complicidad que con ella tiene Tonet y a la que sabemos que slo ms tarde se incorporar Joan, y que permite cerrar el episodiocon la celebracin de la mem oria, la darrera amant del senyor... (p. 110), ycon la quema de libros.

    Pero con todo, y ya dije al principio que elega este captulo por mi gustocomo lector, quiero destacar lo mucho de plenitud y de homenaje literarios quehay en los minutos que oscilan entre la llegada de Maria-Antnia y el encuentro con don Toni. Deseo hacer relevante la capacidad narrativa de Villalongaque lleva a la prctica lo que don Toni dice acerca de otro mom ento narrativo,aqul vivido por Xim a: Tot varia, M aria-Antnia; els moments de sinceritatpassen com els altres: etemitzar-los depn sois d'un mateix (p. 109).III. Slo unas lineas para enlazar con el prem bulo de esta presentacin y

    por justificar la primera parte de su ttulo. Es decir, pregun tamos sobre cul esel protagonismo de Lloren? Villalonga en la novela catalana contempornea,en su historia. En su Literatura catalana contempornia J. Fuster (1978: pp.272-275), para situar al novelista en su revisin y atendiendo a su produccinde pre y postguerra, atendi a su excepcionalidad al hablar de El cas de Llo-reng V illalonga. Por su parte, J. Triad (1982: p. 96) en La novel.la catalanade po stguerra declara aque la publicac i deBeam de Lloren? Villalonga pro-du mes perplexitat que no entusiasme o ad m irad o, com si d'un a novel.la cer-tament important, ning no sabes qu fer-ne . El propio Villalonga insisti enlo marginal de su obra, por cuestiones de orgenes literarios, publicacin yrecepcin, en el panorama de la novela catalana. Sin embargo, atendiendo aque sus primeras prcticas literarias no me parecen tan aisladas en las letrascatalanas de finales de los veinte y de los aos treinta, y sobre todo a la proyeccin de su Corpus narrativo, creo que debe reconsiderarse el tipo de lugarque se le ha de conceder en la visin ya global de la novela catalana de nuestro siglo. Y eso sin dejar de reconocerle la propiedad de su mundo narrativo,pero sin entorpecer a expensas de ello la consideracin de su alcance histrico.

    Villalonga afirmaba en el prlogo a la primera edicin de Beam: ...totsjunts,els catalans del Principat, els valencians i els balears encara podem feru nanovel.lstica ambiciosa, amb una base suficient de lectors; si es reclouen, rece-

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    228 Juan M. Riberalosos o escptics, cadasc en el seu mbit, no faran mes que tres novel.lstiquescom arcis (p. 21). l, por su parte y a favor de esto, actu concibiendo una produccin que tanto lingsticamente, por el uso del dialectalismo, com o estticamente, en un momento de xito para formulaciones ms tremendistas, pudochocar en la vida literaria inmediata, la de los aos cincuenta y principio de lossesenta. Pero pronto, pienso, comenz a tener una funcin niveladora y modlica. El citado J. Fuster (1978: p. 275) pone su obra en el vrtice generador de lanarrativa balear de postguerra y advierte que si bien sta no tiene que haber surgido de Villalonga, tal vez fuera inexplicable sin l. Fuera del mbito balear,adems, hemos encontrado crecientes referencias a la lectura de Villalonga porparte de narradores de los aos setenta y ochenta. Reconocida as la solidez desu novelstica, Lloren9 Villalonga tiene adems la significacin de haber incorporado a la novela catalana, de manera adecuadamente filtrada, referentes ineludibles de la novela occidental com o por ejemplo los nombres de Anatole Fran-ce y Marcel Proust que siempre aparecen entre los comentaristas de su obra.

    IV. Aunque hemos dicho que no es narrador de hechos, gracias a LlorenfVillalonga, en Pars, cuando visitamos la Opera, divisamos en su palco a Ximaeclipsando a la Emperatriz Eugenia de Montijo, en Roma, en el Vaticano, escuchamos secretos tras los muros y cuando cruzamos Mallorca vemos a MadoColom a entre los almendros y a Maria-Antnia de regreso a Beam . Dicho estoqueda claro que en estas ltimas lneas no voy ya por el camino de la crticasino por el de la aproximacin al autor y a su obra y, porqu no, por el delhomenaje. Y con todo, he de confesar que estoy en deuda con Lloren? Villalonga. Porque a l, y a Salvador Galms, Lloren? Riber, Carme Riera, BielMesquida, y tambin a Maria del Mar Bonet, yo le debo y les debo un obsequio ntimam ente esencial. Que dieran forma espacio, voz a algo que param era un mundo presentido en un nom bre, Mallorca, que yo escudriaba desdela playa donde crec. Pues, con todo, nada he hecho por ellos que no sea,valiente pleitesa, meterlos en una tesis con las cuotas de homicidio que ellocomporta. Y en el caso de Villalonga era reincidente pues con anterioridad lehaba dedicado una memoria de licenciatura. En cambio lo que no he hechonunca es un viejo proyecto que nombrar con la voz en alto para quedar emplazado a su cumplimiento. Se trata de revisar todos los ttulos de Villalonga yabarcar su novelstica como un archipilago en el cual cada isla-novela tengasus mrgenes de independencia y de complicidad. Y se desplace en el mar enque las ubic su creador. Porque, como es por todos sabido, las islas surcan elmar y es mera convencin geogrfica fijarlas en un lugar del mapa.EDICIN DE TEXTOSViLLAioNGA, Llonre?,Beam o la sala de les nines, nota introductoria de C.A., Barcelona, Edicions 62 - La Caixa, 1980 (cito directamente por pgina).rlegd e I'autordela1 edicia Bearn , Barcelona, Club Editor, 1978, pp. 17-22(cito directamente por pgina).

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    Lloreng Villalonga y la novela catalana contempo rnea... 229C R T I C A R E F E R I D AFusTER, Joan 1978): Literatura catalana contempornia, Barcelona, Curial.GUSTA,Ma rina 1988):Lloreng Villalonga, enHistoria de la Literatura C atalana de M.

    de Riquer, A. Co mas, J. M olas, Barcelona, A riel, vol. 11, pp. 119-156.MOLAS,Joaquim 1966):El mite de Bearn en I obra de Lloreng V illalonga, IntrodceloaO bres Completes/.El mite de Bearn de Lloren? Villalonga, Barcelona, Edicions62 ,pp. 7-29.PoRCEL, Baltasar 1983):Historia de una novela, introduccin aBearn o la sala de lasmuecasde Lloren? Villalonga, Barcelona, Crculo de Lectores, pp. 5-12.TRIAD, Joan 1982 ):La novel.la catalana de postguerra, Barcelona, Edicions 62.