Lectura del santo Evangelio según San Mateo · Domingo 2º de Adviento - Ciclo A Lectura del santo...

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Domingo 1º de Adviento - Ciclo A Lectura del santo Evangelio según San Mateo (24,37-44): EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando ven-ga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casa-ban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo espe-raban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo suce-derá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres es-tarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, es-taría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». / Palabra del Señor Domingo 2º de Adviento - Ciclo A Lectura del santo evangelio según san Mateo (3,1-12): Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Éste es el que anunció el profeta Isa-ías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pen-sando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el grane-ro y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.» Palabra del Señor

(Florentino Ulibarri)

Alzad la vista, restregaos los ojos, otead el horizonte y daos cuenta del mo-mento. Abrid todos los sentidos, aguzad el oído. Captad los gritos y susurros, el viento y la vida... Empezamos Adviento, y una vez más renace la esperanza en el horizonte. Al fondo, clareando ya, la Navidad. Una Navidad sosegada, íntima, pacífica, fraternal, solidaria, encarnada; también superficial, desgarrada, violen-ta... mas siempre desposada con la esperan-za. Es Adviento esa niña esperanza que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas; una llama temblorosa, imposible de apa-gar, que atraviesa el espesor de los tiempos; un camino de solidaridad bien recorrido; la alegría contenida en cada trayecto; unas huellas que no engañan; una gestación llena de vida; anuncio contenido de buena nueva; una ternura que se desborda... Lleno de esperanza grita Isaías: "Caminemos a la luz del Señor". Con esperanza pregona Juan Bautista: "Convertíos, porque ya llega el reino de Dios". Con sorpresa inaudita acoge José a su hijo y Mesías. Con la esperanza de todos los pobres susurra María su palabra de acogida: "Hágase en mí según tu palabra". Alegraos, saltad de júbilo. Poneos vuestro mejor traje. Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note! Viene Dios.. Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador. ¡Despertad a la vida!

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Domingo 3º de Adviento - Ciclo A Lectura del santo evangelio según san Ma-teo (11,2-11): En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por me-dio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resu-citan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más peque-ño en el reino de los cielos es más grande que él.» Palabra del Señor Domingo 4º de Adviento - Ciclo A Lectura del santo evangelio según san Ma-teo (1,18-24): El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, ante-s de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en lle-varte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que signifi-ca "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer. Palabra del Señor.

Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento ¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir per-fectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambi-cione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muer-to lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin con-tradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribula-ción se quebrante; dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío, entendimiento que os co-nozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confia-damente os espere, y esperanza que, finalmente, os abra-ce. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros be-neficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los si-glos de los siglos. Amén.

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El Adviento nos ayuda a repensar nuestra fe en Jesucristo en clave de esperanza. El nacimiento del Hijo de Dios es un acontecimiento universal, pero también personal y comunitario.

Las personas nos ofrecemos regalos. El ejemplo del “regalo” lo aplicamos en nuestra espera del Adviento hacia la Navidad:

1. DIOS ES GRATIS. Los regalos son gratuitos, no cuestan nada. Si nos pidieran algo a cambio no serían regalos, sino pagos o devolución de méritos. Los regalos se entregan “porque sí”, sin más, por amor, por respeto. Dios viene a nuestra vida sin merecerlo nosotros. Dios en su Hijo Jesús es un regalo, es el regalo que salva. Por eso hablamos de la gracia de Dios. Se nos entrega gratuitamente. Incluso ofrece su propia vida por nuestra felicidad eterna.

2. DIOS SORPRENDE. Normalmente (tienes que recono-cerlo...) los regalos te han sorprendido, y tú has querido sorprender a otros con tus regalos hacia ellos. La sorpresa rompe la monotonía de los días aburridos y hace chispe-ante la existencia. Dios no tira cohetes, sino da sentido en la vida de cada persona e irrumpe en la tiniebla con su luz desbordante. Rompe lo acostumbrado para hacerse im-prescindible, vibrante, desbordante, desmesurado.

3. DIOS ES SALVACIÓN ETERNA PARA TI. Los regalos quie-ren expresar felicidad, amor, complicidad, ternura, perdón… Aunque pase tiempo cada regalo nos hace pre-sente a la persona que nos lo regaló. Y cada regalo nos saca la sonrisa y una brizna de eterno agradecimiento. De igual forma Dios que se regala, lo hace para siempre, y dura su ofrecimiento para la eternidad. El amor del bueno no tiene límites ni horarios. Dios nos abraza en su eterni-dad, pero también nos quiere “muy temporales”, siendo responsables de nuestra vida, y de la justicia que debe-mos a los demás, hasta la dimensión de la solidaridad y la compasión. No podemos buscar en el Dios eterno lo que no hemos rastreado en nuestro diario vivir ahora y aquí. Por eso es tan importante cada momento: nos jugamos la felicidad que Dios nos entrega en las decisiones grandes y pequeñas de cada momento.

¿Cómo te ayuda a preparar esta Navi-dad del Dios-regalo estas característi-cas: es “gratis”, es “sorprendente” y te hace “feliz para siempre”? Concrétalo.

Feliz Adviento-Navidad-Epifanía. Que seas feliz y hagas fácil la felicidad de los que te rodean

cada día. Feliz Navidad 2019.

ACERQUÉMONOS TODOS AL ALTAR (L: E. Pascual. M: F. Palazón)

ACERQUÉMONOS TODOS AL ALTAR QUE ES LA MESA FRATERNA DEL AMOR, PUES SIEMPRE QUE COMEMOS DE ESTE PAN RECORDAMOS LA PASCUA DEL SEÑOR. PUES SIEMPRE QUE COMEMOS DE ESTE PAN RECORDAMOS LA PASCUA DEL SEÑOR. VEN, VEN, SEÑOR, NO TARDES (Gabarain, adapt. Espiritual Negro. Himno Adviento. Ven, Señor. 1970)

VEN, VEN, SEÑOR, NO TARDES, VEN, VEN, QUE TE ESPERAMOS. VEN, VEN, SEÑOR, NO TARDES, VEN PRONTO, SEÑOR. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor. Envuelto en sombría noche, el mundo sin paz no ve; buscando va una esperanza, buscando, Señor, tu fe. Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz; al mundo le falta el cielo, al mundo le faltas Tú. LA BONDAD DEL SEÑOR (Kairoi)

LA BONDAD Y EL AMOR DEL SEÑOR DURAN POR SIEMPRE, DURAN POR SIEMPRE. (Bis) -Alabemos al Señor, nos inunda con su amor. -Da la paz al corazón, nos inunda con su amor. -Se hace nuestro servidor, nos inunda con su amor.