(Lectura) para hablar y escribir bien

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Módulo: 1 Unidad: El lenguaje, la importancia de expresarse correctamente Para hablar y escribir Para que no se te sancoche el arroz. Algarabía Gedovius Colmenares, Carlota. “Para hablar y escribir bien, para que no se te sancoche el arroz”. Algarabía. Octubre-diciembre 2003. pp34-37 Por ahí dicen que la base de todo está en saber acitronar la cebolla y medir el agua. Si no dominas este primer paso, resulta infructuoso que pretendas cocinar sofisticados platillos de cocina internacional. Y, como diría mi abuelita: «Pues así es, mi’jito, qué se le va a hacer». Para cocinar «bien» hay que aceptar ciertos principios inamovibles nacidos de la experiencia y que, al paso del tiempo, se han convertido en ley. Debes dar comienzo al proceso de aprendizaje y práctica de forma paulatina, y para poder sobresalir y trascender en el arte culinario, no debes saltarte —ni mucho menos franquear— los pasos que te aconsejaron seguir. Igualitito es en la escritura. Para escribir correctamente, primero hay que remontarnos a las primeras —y lejanas— lecciones de la primaria. Aunque nos duela el ego, para realizar un buen trabajo de redacción, es decir, «poner por escrito las cosas sucedidas, acordadas o pensadas con anterioridad» —ésta es la definición de redactar, según el DRAE—, debes regresar al sujeto-verbo-complemento, esto es, al aceite y la cebolla. Pero, ¿cómo a mí, exitoso profesionista, investigador calificado, doctor en ciencias futuras, con estudios en el extranjero, ganando en dólares, ingeniero en cibernética, afamado economista resolviendo crisis monetarias y financieras de alta esfera, además © Texto reproducido únicamente con fines didácticos para su análisis documental dentro de la formación profesional. Los derechos de autoría corresponden al titular de la obra, recomendando la adquisición integral del texto para profundizar en el pensamiento del autor y los avances en el campo disciplinar al que se enfoca su trabajo. 1

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Módulo: 1Unidad: El lenguaje, la importancia de expresarse correctamente

Para hablar y escribir

Para que no se te sancoche el arroz. Algarabía

Gedovius Colmenares, Carlota.“Para hablar y escribir bien, para que no se te sancoche el arroz”. Algarabía. Octubre-diciembre 2003. pp34-37

Por ahí dicen que la base de todo está en saber acitronar la cebolla y medir el agua. Si no dominas este primer paso, resulta infructuoso que pretendas cocinar sofisticados platillos de cocina internacional. Y, como diría mi abuelita: «Pues así es, mi’jito, qué se le va a hacer».Para cocinar «bien» hay que aceptar ciertos principios inamovibles nacidos de la experiencia y que, al paso del tiempo, se han convertido en ley. Debes dar comienzo al proceso de aprendizaje y práctica de forma paulatina, y para poder sobresalir y trascender en el arte culinario, no debes saltarte —ni mucho menos franquear— los pasos que te aconsejaron seguir.

Igualitito es en la escritura.

Para escribir correctamente, primero hay que remontarnos a las primeras —y lejanas— lecciones de la primaria. Aunque nos duela el ego, para realizar un buen trabajo de redacción, es decir, «poner por escrito las cosas sucedidas, acordadas o pensadas con anterioridad» —ésta es la definición de redactar, según el DRAE—, debes regresar al sujeto-verbo-complemento, esto es, al aceite y la cebolla.Pero, ¿cómo a mí, exitoso profesionista, investigador calificado, doctor en ciencias futuras, con estudios en el extranjero, ganando en dólares, ingeniero en cibernética, afamado economista resolviendo crisis monetarias y financieras de alta esfera, además de exitoso y siempre inspirado publicista, me van a decir que no sé escribir?Pues sí, si tienes que escribir artículos, presentaciones, propuestas, opiniones, textos diversos, no te sientas un verdadero inútil cuando critiquen o rechacen tus escritos, sólo trata de recordar lo que te enseñó tu maestra de español del 2º A.

Al redactar, debes mantener siempre en tu mente las reglas básicas, iniciales, primordiales y necesarias, para que las palabras colocadas en un papel tengan —primero— forma y estructura y —luego— sentido y coherencia: el sujeto, el verbo, el objeto, la concordancia, el tiempo y el modo.Primero, está el acto de escribir en sí «dícese del acto de poner letras o signos trazados en un papel o en cualquier otra superficie—; es como una tortilla con frijoles, es el «Mi mamá me mima». Esta «práctica» se usa para dejar recaditos en el refri y, simplemente, te distingue de un analfabeta.De ahí se pasa después a la redacción, cuando el acto mismo de escribir toma forma —una consistencia a punto de turrón— al seguir las reglas gramaticales, ortográficas, de sintaxis y todos los demás «horrorosos pero honrosos» principios de la lengua escrita. Al dominar estas dos formas, llegas, después de mucho echar a perder, al acto de crear algo que valga la pena.Así pues, si te ves en la imperiosa necesidad de escribir un texto, primero recuerda que nadie es tan bueno ni tiene tanta experiencia como para no detenerse un pequeñito lapso y decidir: ¿qué voy a

© Texto reproducido únicamente con fines didácticos para su análisis documental dentro de la formación profesional. Los derechos de autoría corresponden al titular de la obra, recomendando la adquisición integral del texto para profundizar en el pensamiento del autor y los avances en el campo disciplinar al que se enfoca su trabajo.

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cocinar hoy?, ¿una sopita de fideo o unos chiles en nogada? Al colocarte frente al reto del papel en blanco —metáfora del actual documento nuevo en la pantalla de la computadora—, lo que debes hacer es quitarte lo presumido, recuperar tu humildad, saber qué es lo que quieres escribir, recordar las reglas elementales de la gramática y arroparte entre los brazos de la sencillez. Un lenguaje rebuscado, absurdo, barroco, pretencioso, súper intelectual, no necesariamente te dará como resultado un buen texto, pues muchas especies y cantidades exageradas de pimienta no son sinónimo de un suculento guiso.Mejor sigue los secretos de la cocina: sencillez, paciencia y orden.Al escribir un artículo, un reportaje, un texto, un reporte, un curso, tu intención debe ser redactar ideas claras de una manera correcta. Y para eso, lo infalible es conocer y seguir la receta.Al redactar —ya con esta actitud de disponibilidad—, el consejo más antiguo y que aplica a todos, es no olvidar lo que te enseñó tu miss de primaria: la puntuación. Existen «autores» que dicen: «ay, es que a mí me encantan las comas». No señor, las comas no pueden gustar o disgustar, van las que van y se acabó. Es parecido a si un cocinero dijera, «ay, es que a mí me encanta la sal, le pongo mucha sal para darle un estilo propio».

En el arte de escribir, ni las comas, ni los puntos suspensivos —ningún signo de puntuación—, ni los tiempos, ni los gerundios ¡por favor, cuida los gerundios, que son peores que el chile de árbol!—, ni los solecismos, ni los barbarismos, ni las anfibologías —aquí ya vamos como en quinto de primaria—, ni las hipérboles, ni la sintaxis, ni la ortografía, ni ninguno de estos ingredientes tan indispensables para un buen platillo escrito, se usan al libre arbitrio, o lo que es lo mismo, al gusto del cocinero. Existen reglas, y debes seguirlas. Y si bien podrías romperlas —ya que toda norma es susceptible de ello—, hay que ver qué organismo es capaz de no indigestarse con tu guisado.No hay peor texto que aquel que, con una válida pero equivocada intención de parecer muy elaborado, abusa de las comas, de los punto y coma, de los puntos suspensivos; aunque parezca increíble, infinidad de veces los textos más «elevados» carecen totalmente de estructura en su base: la oración. Sin meternos en términos gramaticales, sin presentar tratados de lingüística desesperantemente difíciles para el individuo común, hay que aprender a respetar la oración, a preparar un arroz, por ejemplo, no metiendo comas entre sujeto y predicado.Recuerda, pues, las bases, las recetas de Chepina, trata de pensar claro y escribirás claro, trata de tener sentido común y verás cómo logras un texto sabrosón. Por último, un gran consejo para saber si tu texto es bueno: dale una leidita en voz alta, antes de entregarlo o presentarlo. Si tu voz se traba, si tú mismo no entendiste lo ya escrito, si las frases son tan largas que tu respiración se paraliza, si ya no sabes si vas o vienes o si te parece raro, vuelve a redactar, corrígelo. Esto es, sigue probándolo hasta que a ti te convenza el sabor.

La perfección, el oficio, el buen manejo de una artesanía, se logra con el uso —y la práctica constante— de herramientas simples, inequívocas, amigablemente sencillas. Búscate tus libros de español —aquéllos con la portada de la Patria o los otros de colores— y encuentra el uso de la coma, del punto y coma, de los puntos suspensivos, la diferencia entre oración y frase y el uso correcto de los gerundios. Éste es mi consejo: que tengas siempre a la mano estas prácticas recetas durante tu próximo intento en la cocina de las letras.

© Texto reproducido únicamente con fines didácticos para su análisis documental dentro de la formación profesional. Los derechos de autoría corresponden al titular de la obra, recomendando la adquisición integral del texto para profundizar en el pensamiento del autor y los avances en el campo disciplinar al que se enfoca su trabajo.

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