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MOVIMIENTO HUMANO Mtro. Rafael Martínez Solís El movimiento es forma de existencia de la materia como una categoría filosófica, así como también es característica de la vida animal. Hay motilidad en la célula, en la fibra muscular, en los grupos de músculos, en los órganos, en los sistemas, en el cuerpo total, como la hay en el genoma y en los fenómenos genotípicos, fenotípicos, epigenéticos, morfogenéticos y psicogenéticos. En la evolución humana del movimiento, éste se ha desarrollado en un principio como principal medio para satisfacer necesidades vitales, después para elaborar herramientas de trabajo y armas para defenderse y sobrevivir. Desde siempre el movimiento ha brindado al hombre facilidad para interactuar con el mundo; a la vez es medio de expresión para comunicarse a través del gesto corporal, que lleva implícita la postura, la acción segmentaria corporal, los traslados y el constante diálogo corporal. Esto es a grandes rasgos el proceso de humanización del individuo, en el que tiene fuerte presencia el movimiento humano, y acerca del cual Juan Delval, en “Desarrollo humano”, opina: “La psicología del desarrollo estudia este proceso de humanización del hombre que tiene lugar después del nacimiento. Porque el hombre necesita hacerse humano en un medio social favorable, con intervención de los adultos y de los coetáneos, y sin ella no llega a alcanzar sus potencialidades” . Es pertinente aclarar que existe gran cantidad de literatura, sobre todo en el contexto del deporte de alto rendimiento, referente a estudios científicos del “cuerpo instrumento” basados en las leyes fundamentales de la mecánica, que analizan sólo aspectos exteriores del movimiento humano con las que el cuerpo del hombre se somete a esas leyes mecánicas

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MOVIMIENTO HUMANO

Mtro. Rafael Martínez Solís

El movimiento es forma de existencia de la materia como una categoría filosófica, así como

también es característica de la vida animal. Hay motilidad en la célula, en la fibra muscular, en los

grupos de músculos, en los órganos, en los sistemas, en el cuerpo total, como la hay en el

genoma y en los fenómenos genotípicos, fenotípicos, epigenéticos, morfogenéticos y

psicogenéticos. En la evolución humana del movimiento, éste se ha desarrollado en un principio

como principal medio para satisfacer necesidades vitales, después para elaborar herramientas de

trabajo y armas para defenderse y sobrevivir. Desde siempre el movimiento ha brindado al

hombre facilidad para interactuar con el mundo; a la vez es medio de expresión para comunicarse

a través del gesto corporal, que lleva implícita la postura, la acción segmentaria corporal, los

traslados y el constante diálogo corporal. Esto es a grandes rasgos el proceso de humanización

del individuo, en el que tiene fuerte presencia el movimiento humano, y acerca del cual Juan

Delval, en “Desarrollo humano”, opina: “La psicología del desarrollo estudia este proceso de

humanización del hombre que tiene lugar después del nacimiento. Porque el hombre necesita

hacerse humano en un medio social favorable, con intervención de los adultos y de los coetáneos,

y sin ella no llega a alcanzar sus potencialidades” .

Es pertinente aclarar que existe gran cantidad de literatura, sobre todo en el contexto del deporte

de alto rendimiento, referente a estudios científicos del “cuerpo instrumento” basados en las leyes

fundamentales de la mecánica, que analizan sólo aspectos exteriores del movimiento humano con

las que el cuerpo del hombre se somete a esas leyes mecánicas de los objetos o de los cuerpos

sólidos, en donde la acción muscular se considera únicamente por el desplazamiento de palancas

óseas del cuerpo que producen una fuerza exterior a él, y es visto como objeto, en donde lo más

importante son las producciones en la aplicación de movimiento. Esto, considerado de esa

manera, da pie, en opinión de Jean Le Boulch, a la concepción del “hombre máquina”, el

“deportista robot” que significa una forma de alienación y es una realidad por encima del ser

humano, en la que se le conoce a éste por la parte más raquítica de su ser.

Esta es una apreciación muy diferente en la que es preciso considerar al movimiento humano

como una manifestación significante de la conducta, observando al hombre en movimiento, en la

dialéctica de sus relaciones con el otro y con el medio ambiente, en donde “la unidad del ser sólo

puede realizarse en el acto que él inventa… la existencia corporal y la ciencia del movimiento, tal

como nosotros la concebimos, consistirá en aprehenderla como dato inmediato y en considerar al

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cuerpo como unidad, como totalidad primordial”. Bajo ese prisma se emprende el análisis del

movimiento humano, y no bajo la acostumbrada forma fragmentaria anatómica-fisiológica, sin

pretender una detracción de esa forma.

 

En el texto “Terminología de educación física y su didáctica” se consigna la definición de

movimiento genérico, tomada de Sánchez Bañuelos, quien lo interpreta como  “movimientos,

operaciones o procesos que facilitan el desarrollo de patrones motores, efectivos y característicos.

Son operaciones exploratorias típicas en las cuales el sujeto recibe o toma los datos en el curso

del propio movimiento”. Gradualmente ha ido teniendo diferentes acepciones, llegando hasta las

más actuales donde ahora se le considera como fuente inagotable de conocimientos y afectos que

conducen al niño a la construcción, descubrimiento, dominio y transformación del mundo, así

como a las relaciones con otros y los otros con él.

 

El movimiento corporal contextualizado, por un lado, como fuente de conocimientos y afectos

supone que es en la acción y no por la acción que el niño cumple su proceso de asimilación y

acomodación, como señala Piaget, y por otro lado, como lenguaje no verbal, el movimiento

representa un medio de expresión y comunicación, constituyendo el soporte indiscutible e

insustituible del lenguaje humano. A ese respecto se menciona que “El movimiento humano es el

medio universal de confrontación del hombre con el mundo exterior, más amplio aún que el

lenguaje humano… no hay ninguna relación del organismo con el mundo exterior que no contenga

de una u otra forma actos dinámicos”. En ambos casos la experiencia del movimiento desarrolla

en el alumno importantes formas de equilibrio tónico emocional de enorme trascendencia en su

proceso relacional y de humanización.

¿Por qué movimiento humano? Las razones para conceptuarlo como movimiento humano

están puestas en lo que se resume en las siguientes categorías: el movimiento humano es fuente

de conocimiento, de afecto, de desarrollo, modo de relación social, propiciador de expresión y

comunicación; es intencional, inteligente, razonado, voluntario, libre, consciente, agradable y de

autoformación. A este tenor dice Jesús Palacios: “el movimiento corporal del ser humano es un

medio eficaz para relacionarse de forma constructiva y satisfactoria consigo mismo, con los

demás y con el entorno físico y natural”. Haciendo énfasis en algunas de las categorías señaladas

se puede agregar también que el movimiento humano contribuye al desarrollo de las funciones

mentales superiores. El ser humano en unidad total participa de él, por él y en él, como totalidad,

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implicando todas las dimensiones de su personalidad, siendo a través del comportamiento motor

que logran integrarse a la persona valores y vivencias sociales, por medio de los que se

redescubre el hombre, la persona, vivencialmente como el centro de toda conducta humana.

“Partiendo del movimiento objeto visible, debemos elevarnos hasta el movimiento vivido por un

cuerpo propio, portador de nuestros deseos, de nuestras intencionalidades, de nuestros valores”.

Con base en lo señalado anteriormente, Le Boulch ha conformado la ciencia del movimiento

humano, que ya no es la suma ni la recopilación de las ciencias del hombre con la coyuntura del

movimiento, sino todo un vasto sistema de estudios con objeto científico propio y específico, con

centro en el hombre en movimiento y con exclusiva metodología.

 

A manera de conclusión se remarca que  el concepto de cuerpo, en tanto estructura dinámica,

permite las relaciones con el mundo interior y exterior para materializar lo que se piensa y lo que

se siente, en un proceso dialéctico de intercomunicación, y con base también en el concepto de

movimiento como fuente de conocimientos y afectos, así como medio de expresión y

comunicación, o como factor por el que la acción facilita la asimilación y acomodación, al mismo

tiempo que desarrolla el equilibrio tónico emocional. “Surge así el hombre como unidad vital

indivisible, totalidad integrada, en sus dimensiones biosíquicas y psicosociales”. Es en esta unidad

en la que cuerpo humano y movimiento ocupan un lugar preferente en el desarrollo de la persona

para mantener el equilibrio que lleva al individuo a alcanzar su propia educación integral.

De las anteriores reflexiones se puede desprender que el movimiento humano es un concepto

altamente científico que involucra elementos de los niveles biológico, psicológico y social,

superando las concepciones tradicionales de la educación física, porque en sus principios de

ejercitación y en las tendencias de deportivización de todas las actividades corporales pierden de

vista al hombre en sí y se dirigen hacia la instrumentalización y el pragmatismo del cuerpo en

busca de máximo rendimiento, viendo al hombre nada más como la máquina.

El hecho de tener en cuenta que el ser humano posee múltiples dimensiones es lo que le da

significación al movimiento. Y de acuerdo con Jean Le Boulch, la construcción teórica del

movimiento humano requiere  ir más allá de los criterios pragmáticos o utilitarios; de

concepciones institucionalizadas tanto de la actividad pragmática, como de la actividad lúdica. De

esta manera el movimiento humano, como concepto primario de una teoría educativa

integradora, totalizadora, va más allá de las explicaciones biológico-fisiológicas sobre las que se

construyen las bases neurológicas de la conducta motriz, del cuerpo instrumento, para construir

explicaciones psicológicas y sociológicas que tienen su origen en estructuras culturales y permiten

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la formación del cuerpo propio.

 

Es importante señalar que otros autores, durante la década de los setenta, señalaban que el

movimiento humano es el objeto de estudio de la Kinantropología, definiendo a este objeto de

estudio como “las mil variadas formas de realizar los objetivos que pretende el hombre con sus

movimientos, polarizarse en dos grandes modos, que se distinguen más bien por la actitud y el

talante con el que son acometidos: el primero abarca los movimientos obligatorios, necesitados,

utilitarios; el segundo los movimientos espontáneos, liberales, desinteresados. En la primera área

se sitúa la historia antropológica-guerrera-laboral; en la segunda las acciones de rango espiritual.

La Kinantropología apunta a esta segunda área como forma de expresión humana espontánea”.

Los anteriores conceptos, aunque básicos, nos llevan a señalar la necesidad de establecer pautas

teóricas, suficientemente claras y definidas, pautas cifradas en movimiento sencillo, natural, sin la

sobrevaloración de la técnica; en cambio sí como vivencias inteligentes y metódicas mediante las

que se pueda sistematizar el movimiento, implicando en él a la persona superior.

DELVAL, Juan Desarrollo Humano. Siglo Veintiuno Editores, 10ª. Edición, España, 2000, p. 22.

LE Boulch, Jean. Hacia una ciencia del movimiento humano. Ed. Paidós, Barcelona, 1992. p. 15. 

PIAGET, Jean. El nacimiento de la inteligencia en el niño. Ed. Aguilar, 1972.

SONORA, Carrillo Salvador  y otros. “La educación física y su práctica docente”. México, UPN,

1983.

PALACIOS  Jesús, Marchesi Álvaro y Coll César. “Desarrollo Psicológico y Educación”. Alianza

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Editorial, Madrid, 1992.  p. 382.

LE BOULCH, Jean. Op. Cit. p. 28.

LORA Risco, Josefa. Op. Cit. p. 10.