Leonor de Aquitania y Los Trovadores

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LEONOR DE AQUITANIA Y LOS TROVADORES Leonor de Aquitania , nacida en Poitiers el año 1122, hija de Guillermo de Poitiers y Leonor de Châtellerault, casada primero con Luis VII de Francia y posteriormente con Enrique II de Inglaterra, obteniendo el título de Duquesa de Aquitania , un extenso territorio que abarcaba hasta los Pirineos , y con un amplio poder sobre ellos ejercía Leonor , que además se extendía su influencia por todos los demás títulos, que ya poseía con anterioridad, siendo muy querida por sus súbditos. Siempre estuvo acostumbrada a las cosas de gobierno, así como al trato con la servidumbre y a sus hombres de confianza, sin titubear en cuanto a la organización de su casa. No tuvo suerte con sus maridos, separándose de Luis VII, casándose seguidamente con el rey de Inglaterra Enrique II, pero se fue distanciándose, en parte por la diferencia de pareceres o bien por las continuas infidelidades a que era tan propenso Enrique II, la cuestión es que Leonor , pasaba largas temporadas fuera de Inglaterra, cuidando sus posesiones. Leonor de Aquitania , concebía a su corte un esplendor y una brillantez donde le era preciso rodearse de mujeres hermosas, hombres poco atareados, elegantes, y ricos, poco concurrentes a las cruzadas que estaban teniendo lugar por aquella época, dedicándose sobre todo en el favoritismo hacia los trovadores , poetas y músicos donde el elemento juglar era lo preponderante en la corte de Leonor . Una de las formas poéticas más atrayentes en la corte de Leonor , consistía en los llamados “tensons” esto es: largas discusiones poéticas , donde un trovador acompañado por un interlocutor se enzarzaban en tesis amorosas , en alternancia con otras tesis contradictorias, denominados “jeux-partis!”, de donde parece se iniciaron los “tribunales de amor” , por medio de los cuales se planteaban litigios de amor entre enamorados , de forma ficticia, donde un tribunal resolvía y sancionaba las cuestiones que se presentaban. Eran los hombres los que presentaban y defendían sus tesis, las mujeres tras escuchar los diferentes alegatos, exponían sus opiniones, tras lo cual Leonor daba su veredicto definitivo. Dándose lugar en muchas ocasiones, que un auténtico enamorado bajo un seudónimo, pudiera despejar alguna duda suya al respecto. Tanto para Leonor de Aquitania como para la buena sociedad de aquel tiempo, el amor se manifestaba bajo un sentimiento razonado por una

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LEONOR DE AQUITANIA Y LOS TROVADORES

Leonor de Aquitania, nacida en Poitiers el año 1122, hija de Guillermo de Poitiers y Leonor de Châtellerault, casada primero con Luis VII de Francia y posteriormente con Enrique II de Inglaterra, obteniendo el título de Duquesa de Aquitania, un extenso territorio que abarcaba hasta los Pirineos, y con un amplio poder sobre ellos ejercía Leonor, que además se extendía su influencia por todos los demás títulos, que ya poseía con anterioridad, siendo muy querida por sus súbditos. Siempre estuvo acostumbrada a las cosas de gobierno, así como al trato con la servidumbre y a sus hombres de confianza, sin titubear en cuanto a la organización de su casa.

No tuvo suerte con sus maridos, separándose de Luis VII, casándose seguidamente con el rey de Inglaterra Enrique II, pero se fue distanciándose, en parte por la diferencia de pareceres o bien por las continuas infidelidades a que era tan propenso Enrique II, la cuestión es que Leonor, pasaba largas temporadas fuera de Inglaterra, cuidando sus posesiones.

Leonor de Aquitania, concebía a su corte un esplendor y una brillantez donde le era preciso rodearse de mujeres hermosas, hombres poco atareados, elegantes, y ricos, poco concurrentes a las cruzadas que estaban teniendo lugar por aquella época, dedicándose sobre todo en el favoritismo hacia los trovadores, poetas y músicos donde el elemento juglar era lo preponderante en la corte de Leonor.

Una de las formas poéticas más atrayentes en la corte de Leonor, consistía en los llamados “tensons” esto es: largas discusiones poéticas, donde un trovador acompañado por un interlocutor se enzarzaban en tesis amorosas, en alternancia con otras tesis contradictorias, denominados “jeux-partis!”, de donde parece se iniciaron los “tribunales de amor”, por medio de los cuales se planteaban litigios de amor entre enamorados, de forma ficticia, donde un tribunal resolvía y sancionaba las cuestiones que se presentaban. Eran los hombres los que presentaban y defendían sus tesis, las mujeres tras escuchar los diferentes alegatos, exponían sus opiniones, tras lo cual Leonor daba su veredicto definitivo.

Dándose lugar en muchas ocasiones, que un auténtico enamorado bajo un seudónimo, pudiera despejar alguna duda suya al respecto.

Tanto para Leonor de Aquitania como para la buena sociedad de aquel tiempo, el amor se manifestaba bajo un sentimiento razonado por una lógica de pensamiento, más que a un impulso puramente espiritual, del que nadie podía sustraerse, sin incurrir en deshonor. Lo que esta concepción amorosa significaba un avance en la idea que hasta entonces se tenía sobre amor-fatalidad, contraponiéndose al mismo tiempo a la ancestral idea de la Iglesia, la cual conceptuaba el amor como algo maligno, sucio y pecaminoso.

Leonor de Aquitania en gran manera contribuyó junto con los trovadores en elevar a la mujer a un estatus social, y colocarlas sobre un pedestal, lejos de ser consideradas con desprecio o temor, en la concepción que de la mujer se tenía en la Edad Media.

Leonor de Aquitania, a pesar de ser una mujer muy fuerte, tanto física como psíquicamente, en sus últimos años, tuvo que padecer diversas adversidades, en sus relaciones familiares, incluso sufrir nueve años de prisión, ordenado por su esposo Enrique

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II,

De aquí la influencia de Aquitania, propiciada por Leonor, y por el gran auge de los trovadores en lo referente al amor cortés, tan presente en la sociedad medieval de esta época. 

Ya muy anciana, y en retiro de la vida mundana Leonor de Aquitania muere el día 1 de abril del año 1204, en la Aba

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Leonor de Aquitania, las cortes de amor.

El primero de abril 1204 murió Eleonor de Aquitania, reina consorte de Francia y luego de Inglaterra, mujer extraordinaria que creó las cortes de amor y fue una rebelde que dio inicio al feminismo en occidente.

Leonor de Aquitania, las cortes de amor.

Esposa, madre y abuela de reyes, Leonor de Aquitania fue la precursora del feminismo, la primera mujer que luchó en aquellos tiempos por los derechos de la mujer cuando en la civilización se produjo un giro que exaltó el significado de la mujer y que tuvo varios emergentes: el casi endiosamiento de Beatriz en la Divina Comedia, el nuevo culto de la virgen María, el amor caballeresco hasta entonces desconocido y las cortes de amor que fundó Leonor en Aquitania.

Leonor era una mujer culta, en una sociedad, donde ser mujer y culta era dificil. Consideró el saber y la cultura como una base fundamental y reivindicando sus derechos transmitió la belleza del amor en todas sus facetas.

Leonor dio al mundo un nuevo enfoque de la belleza y el amor, y se constituyó en un ejemplo para todas las mujeres a las que animó a empresas tenidas por imposibles para ellas hasta entonces

Nació en el castillo de Velin en 1122. Primogénita del duque Guillermo X, fue educada y preparada para heredar las tierras de Aquitania. De su abuelo, Guillermo IX, apodado el duque trovador, heredó el amor a la cultura y al arte.

Manutvo una excelente relación con su tío Raimundo de Touluse, quien fue su tutor, aunque dicha relación no fue entendida por casi nadie, alegando que mantuvo relaciones amorosas con él ya que sus actitudes no eran adecuadas para la época.

Leonor fue una mujer adelantada a su tiempo en todas sus facetas. Aprendió latín, inglés, francés y se rodeó en la corte de pintores, artistas, trovadores… lo cual nunca fue bien visto en su sociedad.

Por sus dos casamientos fue dos veces reina. Su primer matrimonio, a los 15 años, fue con el futuro rey de Francia Luis VII. Nunca se acostumbró a la vida en palacio, prefería una vida mucho mas alegre, llena de música, de arte y no a la aburrida corte francesa.

Leonor daba exquisitas fiestas, amenizadas por trovadores, que duraban toda la noche y fue la que introdujo en la corte los llamados juegos de “amor cortés” o “cortes de amor” que acabaron extendiéndose por toda Europa.

Consideraba al rey como un “monje” por su apocado carácter y así lo expresó alguna vez. De éste matrimonio nacieron dos hijas a las que Leonor educó a su manera, en el arte, la cultura y la música y enseñándoles todo tipo de cosas para que tuvieran capacidad para gobernar el día de mañana.

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Fue la primera mujer que acompañó a su marido a las cruzadas e incluso tomó, según cuentan, decisiones importantes de gobierno.

Le gustaba encontrarse con su tío Raimundo y ésto fue lo que acabó con el matrimonio ya que Leonor apoyaba en todo momento las decisiones de éste antes que las de su marido. Ella consiguió anular su matrimonio, alegando parentesco de cuarto grado.

Se dice que Leonor llevó a cabo una cruzada con un ejército de mil mujeres con las que luchó contra los turcos apoyando a su tío Raimundo, cabalgando a pecho descubierto, dando una vez más ejemplo a muchas mujeres ya que a partir de entonces, muchos caballeros se las llevaban a las cruzadas.

Después de la anulación de su matrimonio, Leonor dejó de ser reina de Francia, para convertirse de nuevo en duquesa de Aquitania. Pero éste estatus no duraría mucho tiempo ya que pocos meses después contrae matrimonio con Enrique de Plantagenet, coronado rey de Inglaterra como Enrique II. Así pues se convirtió nuevamente en reina, ahora de Inglaterra.

Con Enrique II tuvo ocho hijos, cinco varones y tres mujeres. Leonor se casó enamorada y junto a su marido vivió una bonita historia de amor, la cual acabó con la traición del rey.

Muchas leyendas se han escrito sobre ésta historia, aunque la más famosa hace referencia a la amante del rey Enrique II, Rosamunda, de la que se dijo que la había asesinado Leonor. Se cuenta que el rey mandó construir un laberinto para esconder allí a Rosamunda pero Leonor, cegada por los celos, acabó encontrándola, y dicen que le dio a elegir la forma de morir, veneno o puñal. Rosamunda fue obligada por Leonor a tomar veneno y allí murió.

Pero esto no deja de ser una leyenda, ya que está probado que Rosamunda murió años más tardes por causas naturales.

Pero Leonor empezó entonces una guerra contra su segundo marido, con la ayuda de alguno de sus hijos, entre ellos su preferido, Ricardo Corazón de León. Pretendía era que sus hijos no tuvieran problemas a la hora de heredar lo que les correspondía por derecho e intentó recuperar por todos los medios lo que era suyo, las tierras de Aquitania.

Leonor fue considerada una traidora y el rey acabó encerrándola durante 15 años. En condiciones deplorables, aprovechó este encierro para culturizar a muchas mujeres y jóvenes damas que acudían a ella a recibir consejos sobre las artes amatorias.

Cuando murió Enrique II su hijo Ricardo fue coronado como rey de Inglaterra, Leonor salió de su encierro y fue una vez más quien asumió las responsabilidades de gobierno, mientras su hijo marchó a las cruzadas.

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Murió a los 82 años de edad, conservando toda su belleza. Nunca padeció enfermedad alguna, y murió llena de paz, sin sufrir, al lado de su hijo preferido.

Sus restos descansan en el monasterio de Fontevrault, justo al lado de la tumba de Ricardo y cerca de los de su esposo.

Su tumba refleja la imagen de la mujer que fue, con un libro entre las manos, simbolizando el saber, el amor y el arte que permanecerán con ella para siempre.

Leonor fue ejemplo para todas las mujeres, aunque ha sido tachada por algunos de libertina, e inestable. Fue una mujer de los pies a la cabeza, valiente, culta y llena de amor, precursora de las leyendas artúricas y amante de la buena vida, a la vez que inteligente y sabia. Leonor de Aquitania fue una gran mujer.

Literatura de amor

La literatura del amor cortés floreció durante el siglo XII, especialmente en Aquitania y Provenza. Los cantares de gesta tendían a celebrar los ideales caballerescos del valor en batalla, la lealtad y el honor, mientras que los lais celebraban el amor.

Fueron los poetas del sur, los trovadores, quienes popularizaron el concepto de amor cortés, revolucionario en aquel tiempo. Basándose en ideas de Platón y de escritores árabes, e influenciados por el creciente culto a la Virgen María, estos poetas componían su obra en la lengua occitana (langue d’Oc). Deificaban a las mujeres, concediéndoles superioridad sobre los hombres, y establecían códigos de cortesía y conducta caballerosa. Estos preceptos iban a encontrar eco en los poetas del norte de Francia, que escribían en la lengua llamada langue d’Oeil.

Bajo las normas del amor cortés, la amada, que es una figura idealizada, a menudo de alto rango e incluso casada, permanece inalcanzable para su humilde adorador, que debe rendirle homenaje y demostrarle su devoción y lealtad durante un tiempo antes de que su amor sea siquiera reconocido.

En este juego la mujer siempre ostenta el liderazgo y establece el tono de la relación. Sus deseos y órdenes son absolutos, y cualquier pretendiente que no los cumpla no es merecedor del honor de obtener su amor. Había un cierto erotismo subyacente bajo estos preceptos, pues se entendía tácitamente que el que persistía llegaría a conseguir un día la recompensa que esperaba.

La era de los trovadores terminó a comienzos del siglo XIII con la persecución de los cátaros, durante lo que fue dado en llamar la Cruzada Albigense.

Tras el holocausto de Montségur, el sur de Francia quedó tan devastado que su cultura nativa, que había florecido bajo los auspicios de Leonor de Aquitania, terminó por desaparecer. Se conocen unos 400 trovadores, autores de más de 4.000 poemas. Procedían de todos los estratos sociales. El más antiguo es Guillermo IX, duque de Aquitania, abuelo de Leonor. Vivió entre los años 1071 y 1127. Escribía en sus cortes de Poitiers y Burdeos, y seguramente también durante los viajes que le

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llevaron a Tierra Santa, donde mandaba un ejército de 30.000 hombres, y a España. Estuvo en contacto con las cortes de Anjou y de Ventadour.

Bernart de Ventadour, que vivió en la segunda mitad del siglo XII, fue de origen humilde, probablemente hijo de un panadero. Trabajó para el vizconde Ebles de Ventadour, su protector, de quien debió de aprender el arte de cantar y escribir. Pronto sobrepasó a su patrón, a cuya esposa, Agnès de Montluçon, estaban dedicados sus primeros poemas. También estuvo en Narbona y Tolosa, y escribió para Leonor de Aquitania, con la que viajó a Normandía e Inglaterra. Marcabru, un gascón de origen igualmente humilde, trabajó para las cortes de Aragón y de Castilla. Estuvo en contacto con el también trovador Jaufré Rudel, príncipe de Blaye, que murió en las Cruzadas hacia 1148 dando origen a una romántica leyenda según la cual se habría enamorado de la condesa de Trípoli, a la que nunca había visto, por los informes que traían los peregrinos que venían de Antioquía. Fue por el deseo de verla por lo que tomó la cruz y partió a Tierra Santa.

De Cercamon sabemos muy poco. Sus poemas datan de mediados del siglo XII, y uno de ellos es un lamento por la muerte de Guillermo X de Aquitania, hijo del famoso trovador. Y otro alude al matrimonio de Leonor de Aquitania.

La mayoría de los trovadores parecen haber sido itinerantes. Algunos, como en el caso del duque Guillermo, de Ricardo Corazón de León o de Alfonso II de Aragón, por razones de Estado. Otros por seguir a su señor. Peire Vidal trabajó no sólo para el conde de Tolosa y el rey de Aragón, sino también para el marqués de Montferrat, como muchos otros trovadores de finales del siglo XII y principios del XIII con los que visitó Chipre y tal vez Constantinopla.

Otros poetas, sin embargo, se quedaron en casa: María de Ventadour, Raimbaut de Orange o la condesa de Die.

Había puntos de especial importancia para los trovadores, como Vienne, en el Delfinado, Le Puy o Toulouse, sede de los Juegos Florales. No todos eran provenzales, por supuesto, pero buena parte de este movimiento y de su difusión se debe a la influencia de las casas de Anjou, Aragón, Toulouse y Provenza, con una larga tradición de patronazgo, además de haber producido poetas y trovadores entre sus propios miembros.

Qué doloroso es amar…

¡Qué doloroso es amar…

y no poderlo decir!

Si es doloroso saber,

que va marchando la vida

como una mujer querida,

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que jamás ha de volver.

Si es doloroso ignorar,

donde vamos a morir;

¡más doloroso es amar…

y no poderlo decir!

Triste es ver que la mirada,

hacia el sol levanta el ciego;

y el sol la envuelve en su fuego

y el ciego no siente nada.

Ver su mirada tranquila,

a la luz indiferente

y saber que eternamente,

la noche va en su pupila

bajo el dosel de su frente.

Pero si es triste mirar

y la luz no percibir;

¡más doloroso es amar…

y no poderlo decir!

Conocer que caminamos,

bajo la fuerza del sino;

recorrer nuestro camino

y no saber donde vamos.

Ser un triste peregrino,

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de la vida en los senderos,

no podernos detener,

por ir siempre prisioneros,

del amor o del deber.

Más si es triste caminar

y no poder descansar

mas que al tiempo de morir;

¡más doloroso es amar…

y no poderlo decir!

Vivir como yo soñando,

con cosas que nunca vi;

y seguir, seguir andando,

sin saber por qué motivo

ni hasta cuándo.

Tener fantasía y vuelo,

que pongan al cielo escalas

y ver, que nos faltan alas,

que nos remonten al cielo.

Más si es triste no gozar,

lo que podemos soñar;

no hay más amargo dolor,

que ver el alma morir,

prisionera de un amor

y no poderlo decir.

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