Leonte Bernard en AAA

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Pedro Delgado Malagón Una plática imaginaria con Leonte Bernard Vásquez “Leonte Bernard Vásquez es una eminencia y un mito de la ingeniería dominicana. Con 85 intensos años, Leonte aún enseña en las aulas universitarias. A él, empero, poco le interesa el negocio de la construcción. Su vocación auténtica es el diseño, la elabora- ción de proyectos, la visión de cosas que no existen pero que serán. Largas parrafa- das sostengo con el Profesor. Hablamos fre- cuentemente de música, de historia, de filo- sofía, de política, de ingeniería. Pretendo re- producir aquí un coloquio imaginario en el que circulan algunas de las ideas de Leonte en torno a las vocaciones, a la enseñanza y al ejercicio profesional” –PDM: ¿Qué es la ingeniería, Profesor? –LBV: La ingeniería es el servicio que brinda un técnico especializado en ciencias cuasi puras (física, me- cánica de los sólidos, mecánica de los fluidos, mecánica de los suelos, resistencia de materiales, estática, etc.), en ciencias aplicadas (hormigón armado, estructuras metáli- cas, estructuras de madera, fundaciones, etc.) y en disci- plinas de carácter práctico (presupuestos, movimiento de tierra, etc.). El ingeniero civil se forma en las aulas con el propósito de brindar un auxilio a la sociedad en la concep- ción y el dimensionamiento de estructuras y obras que re- visten un propósito funcional: un edificio, una carretera, un puerto, un acueducto. –PDM: Muy pocos profesionales, sin embargo, se inclinan luego al ejercicio limpio, al oficio puro de la in- geniería. La mayoría prefiere dedicarse a la construcción, al negocio de manejar obreros, de comprar materiales y equipos para fabricar cosas. –LBV: Ciertamente, por lo menos ocho de cada diez estudiantes de ingeniería parecen atraídos más por los símbolos de poder económico que irradia el contratista de obras. Pero sucede que en nuestras universidades no existe la especialidad del “ingeniero constructor”; en nues- tras escuelas de ingeniería no enseñamos a administrar una empresa constructora, ni transmitimos conocimientos profundos sobre los procesos y procedimientos de la construcción. Nuestros ingenieros están formados básica- mente para el diseño y el cálculo, aunque casi todos se autoperciben como potenciales empresarios de la cons- trucción. –PDM: Pero nadie estudia para empresario, Pro- fesor. El empresario exitoso es una mezcla rara de talen- to, audacia y suerte. La idea del ingeniero empresario se corresponde con los orígenes, con el desarrollo de peque- ñas obras en las que, por asunto de escala económica y simplicidad, el profesional podía actuar simultáneamente como maestro de obra, contable, chofer, pagador y encar- gado de compras. Algo parecido a la edad de las caver- nas, donde el brujo era también el médico y el artista de la tribu. El desarrollo de las grandes obras en nuestro país, penosamente, no trajo consigo la indispensable división y especialización del trabajo. Los ingenieros, entonces, des- de hace muchas décadas vagan en ese limbo de inauten- ticidad, de falta de identidad, de desconocimiento de su verdadero papel dentro de una sociedad que los formó co- mo técnicos, no como empresarios. –LBV: La función del ingeniero es la de concebir, diseñar y, finalmente, supervisar técnicamente la ejecución de las obras. El Estado no utiliza los ingenieros como ta- les y asigna las obras a cualquier profesional, la mayoría de las veces sin relaciones comerciales, sin crédito en los bancos y carentes, asimismo, de formación y vocación ad- ministrativas. A la vez, con un sentido de falsa economía, el gobierno trata de ahorrarse un 4% ó 5% que podría costarle la supervisión de una obra, dejando casi en plena libertad al constructor para hacer lo que le plazca. La ma- yoría de las veces el resultado es fatal: obras mucho más caras y, lo que resulta peor, el desconocimiento total por parte del Estado acerca de la calidad y la vida útil de una inversión pública. Existen casos muy recientes que po- drían servir de ejemplo. –PDM: La ingeniería es un servicio y la construc- ción es una industria, y, tal vez, una de las más difíciles. En efecto, cada obra es única y no permite sistematizar procesos, como en la manufactura. Se trabaja en contacto con el suelo, con materiales de gran imperfección, a la in- temperie y, muchas veces, con personal inexperto en si- ARCHIVOS DE ARQUITECTURA ANTILLANA 43 Panorama: Rep. Dominicana Ing. Arq. Leonte Bernard Vásquez, en su despacho.

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Pedro Delgado Malagón

Una plática imaginaria con Leonte Bernard Vásquez

“Leonte Bernard Vásquez es una eminenciay un mito de la ingeniería dominicana. Con85 intensos años, Leonte aún enseña en lasaulas universitarias. A él, empero, poco leinteresa el negocio de la construcción. Suvocación auténtica es el diseño, la elabora-ción de proyectos, la visión de cosas queno existen pero que serán. Largas parrafa-das sostengo con el Profesor. Hablamos fre-cuentemente de música, de historia, de filo-sofía, de política, de ingeniería. Pretendo re-producir aquí un coloquio imaginario en elque circulan algunas de las ideas de Leonteen torno a las vocaciones, a la enseñanza yal ejercicio profesional”

–PDM: ¿Qué es la ingeniería, Profesor?

–LBV: La ingeniería es el servicio que brinda untécnico especializado en ciencias cuasi puras (física, me-cánica de los sólidos, mecánica de los fluidos, mecánicade los suelos, resistencia de materiales, estática, etc.), enciencias aplicadas (hormigón armado, estructuras metáli-cas, estructuras de madera, fundaciones, etc.) y en disci-plinas de carácter práctico (presupuestos, movimiento detierra, etc.). El ingeniero civil se forma en las aulas con elpropósito de brindar un auxilio a la sociedad en la concep-ción y el dimensionamiento de estructuras y obras que re-visten un propósito funcional: un edificio, una carretera, unpuerto, un acueducto.

–PDM: Muy pocos profesionales, sin embargo,se inclinan luego al ejercicio limpio, al oficio puro de la in-geniería. La mayoría prefiere dedicarse a la construcción,al negocio de manejar obreros, de comprar materiales yequipos para fabricar cosas.

–LBV: Ciertamente, por lo menos ocho de cadadiez estudiantes de ingeniería parecen atraídos más porlos símbolos de poder económico que irradia el contratistade obras. Pero sucede que en nuestras universidades noexiste la especialidad del “ingeniero constructor”; en nues-tras escuelas de ingeniería no enseñamos a administraruna empresa constructora, ni transmitimos conocimientos

profundos sobre los procesos y procedimientos de laconstrucción. Nuestros ingenieros están formados básica-mente para el diseño y el cálculo, aunque casi todos seautoperciben como potenciales empresarios de la cons-trucción.

–PDM: Pero nadie estudia para empresario, Pro-fesor. El empresario exitoso es una mezcla rara de talen-to, audacia y suerte. La idea del ingeniero empresario secorresponde con los orígenes, con el desarrollo de peque-ñas obras en las que, por asunto de escala económica ysimplicidad, el profesional podía actuar simultáneamentecomo maestro de obra, contable, chofer, pagador y encar-gado de compras. Algo parecido a la edad de las caver-nas, donde el brujo era también el médico y el artista de latribu. El desarrollo de las grandes obras en nuestro país,penosamente, no trajo consigo la indispensable división yespecialización del trabajo. Los ingenieros, entonces, des-de hace muchas décadas vagan en ese limbo de inauten-ticidad, de falta de identidad, de desconocimiento de suverdadero papel dentro de una sociedad que los formó co-mo técnicos, no como empresarios.

–LBV: La función del ingeniero es la de concebir,diseñar y, finalmente, supervisar técnicamente la ejecuciónde las obras. El Estado no utiliza los ingenieros como ta-les y asigna las obras a cualquier profesional, la mayoríade las veces sin relaciones comerciales, sin crédito en losbancos y carentes, asimismo, de formación y vocación ad-ministrativas. A la vez, con un sentido de falsa economía,el gobierno trata de ahorrarse un 4% ó 5% que podríacostarle la supervisión de una obra, dejando casi en plenalibertad al constructor para hacer lo que le plazca. La ma-yoría de las veces el resultado es fatal: obras mucho máscaras y, lo que resulta peor, el desconocimiento total porparte del Estado acerca de la calidad y la vida útil de unainversión pública. Existen casos muy recientes que po-drían servir de ejemplo.

–PDM: La ingeniería es un servicio y la construc-ción es una industria, y, tal vez, una de las más difíciles.En efecto, cada obra es única y no permite sistematizarprocesos, como en la manufactura. Se trabaja en contactocon el suelo, con materiales de gran imperfección, a la in-temperie y, muchas veces, con personal inexperto en si-

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tios remotos. La construcción requiere administrar las cua-tro “M”: Men, Money, Materials, Machines (hombres, dine-ro, materiales, máquinas). La empresa constructora utilizalos servicios de ingenieros civiles, de la misma forma quese auxilia de gerentes financieros, gerentes de personal,ingenieros mecánicos, economistas, abogados, etc. Pien-so que ninguna universidad dominicana incluye en su pén-sum materias vinculadas con las técnicas constructivas yla administración de la empresa constructora. La mayoríade los empresarios dominicanos de la construcción sonempíricos, formados a base de errores o de astucias per-sonales. Muy pocos son administradores profesionales,con capacidad para planear, organizar, dirigir y controlarcabalmente la función de sus empresas. A pesar de suslargos años de ejercicio, usted, Profesor, ha rehusado serun empresario de la construcción.

–LBV: En mi caso personal, yo actúo estricta-mente como ingeniero. Proveo conocimientos de ingenie-ría, estudio, diseño, planifico y superviso proyectos. Nome interesa construirlos. Yo me siento con disposición pa-ra estudiar, investigar, escribir, analizar. Me interesa mu-cho más esta actividad que la de comprar materiales omanejar obreros o poseer camiones y tractores. Estoy fe-liz con mi vocación. Ojalá que muchos de los ingenierosdominicanos se encontraran a sí mismos. Habría que lle-var al Estado la filosofía de que el ingeniero es el profesio-nal idóneo para diseñar y supervisar las obras públicas.Debemos estimular la creación de empresas de ingenie-ría, o empresas consultoras, para brindar estos servicios.Es necesario crearle conciencia al ingeniero de su verda-dero papel en la sociedad y borrarle la idea del falso pa-raíso de la riqueza súbita a través de la industria de laconstrucción. Los ingenieros civiles no están de moda, co-mo ocurre con los abogados o los médicos. No sólo aquí:aún en Estados Unidos los ingenieros civiles son mal pa-gados. Se necesita una gran calidad técnica y un constan-te esfuerzo de perfeccionamiento para poder competir eneste campo tan vasto y multiespecializado. Lamentable-mente, muchos graduados tendrán que sobrevivir desem-peñando otros trabajos. Hoy existen en nuestro país milesde ingenieros civiles y el mercado no podrá darles cabida.No obstante, si lleváramos al Estado la filosofía de que elingeniero es un profesional indispensable para diseñar y

supervisar las obras públicas, muchospodrían encontrar un puesto de traba-jo digno. Repito: se debe estimular lacreación de empresas consultoras deingeniería para brindar estos serviciosal gobierno y al sector privado. El pro-blema de los ingenieros civiles domi-nicanos es de identidad, de encon-trarse a sí mismos.

–PDM: En todos los paísesdesarrollados, y en muchos no tan desarrollados, se siguela política de convenir las supervisiones con empresas es-pecializadas en los diferentes campos de la ingeniería.Los organismos internacionales, por ejemplo, obligan acontratar una supervisión privada para todas las obras fi-nanciadas con sus recursos. El Colegio de Ingenieros hadesarrollado un largo e infecundo combate a favor de laasignación de las obras de construcción mediante concur-sos. Pienso que al CODIA le correspondería más bien elaspecto gremial, salarial, de seguridad social de sus afilia-dos, tal y como hacen la Asociación Médica Dominicana yla Asociación de Profesionales Agrícolas. La lucha por laasignación de obras sería una competencia más bien dela Cámara de la Construcción. La AMD jamás ha luchadoa favor de que las clínicas sean propiedad de los médicos,ni la ANPA ha sugerido que las fincas de la Reforma Agra-ria sean de los Agrónomos. Una clínica o una empresaconstructora o una finca pueden ser, y comúnmente loson, de un banco o de un capitalista o de un abogado oheredada por una familia. No hay razón alguna para pen-sar que sólo los ingenieros pueden ser empresarios de laconstrucción. El Estado, de su parte, no ha comprendidocabalmente la función de la ingeniería y confunde éstacon la de la industria de la construcción.

–LBV: Al Estado sí le correspondería incentivarla superación técnica de los ingenieros. Sería necesarioofrecer becas para estudios de postgrado en el extranjero.Y luego integrar a los ingenieros ya especializados dentrode verdaderas unidades ejecutoras y fiscalizadoras de losproyectos. Para lograr estas metas, sin embargo, habríaque separar claramente el ejercicio técnico de la profesióndel ámbito estrictamente comercial de la contratación y

ejecución de obras. Hay que precalificar y formar un regis-tro de las compañías constructoras según su capacidad fi-nanciera y su experiencia para intervenir en las diferentescategorías de trabajos. Del otro lado, los ingenieros conaptitudes técnicas se agruparían en empresas consultorasque servirían al Estado en el diseño y la supervisión delos proyectos. Hoy día se observa un cuadro patético yabsolutamente caótico. Miles de pequeños ingenieros, sinrecursos económicos ni experiencia, que procuran deses-peradamente realizar sus sueños mediante la consecu-ción de una obra. Para ello acuden a los políticos y presio-nan a través del CODIA. Pienso que sería mucho más ra-zonable y productivo para el país asignar las obras a em-presas constructoras establecidas y emplear los miles deingenieros desempleados en la supervisión técnica y lafiscalización de estos trabajos.

–PDM: Pero muchas de las universidades dehoy no gradúan ingenieros sino indigentes, auténticosmendigos del conocimiento, formados sin libros ni maes-tros y con una ignorancia supina en matemáticas y cien-cias básicas. Pienso que en la matrícula del CODIA hayunos tres o cuatro mil ingenieros civiles. Me temo, Profe-sor, que con una sobreoferta de tal calidad y volumen,muchos de los graduados terminarán sus días comomaestros constructores, plomeros o albañiles.

–LBV: Sancho Panza dijo: ...“las cosas son tal ycomo Dios las quiso... o peores”.

–PDM: Infinitas gracias por sus palabras, Profesor.

“Ojalá que muchos de los ingenieros dominicanos se encontraran a símismos. Habría que llevar al Estado la filosofía de que el ingeniero esel profesional idóneo para diseñar y supervisar las obras públicas. Debemos estimular la creación de empresas de ingeniería, o empresasconsultoras, para brindar estos servicios. Es necesario crearle conciencia al ingeniero de su verdadero papel en la sociedad y borrarle la idea del falso paraíso de la riqueza súbita a través de la industria de la construcción. Los ingenieros civiles no están de moda, como ocurre con los abogados o los médicos. No sólo aquí: aún en Estados Unidos los ingenieros civiles son mal pagados”.

El Ing. Arq. Leonte Bernard y el Arq. José Horacio Marranzini, durante laentrevista concedida exclusivamente a la revista AAA. Santo Domingo, enero del 2000,

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Autobiografía de Leonte Bernard Vásquez

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Nací el 2 de octubrede 1915, aquí en la Calle IsabelLa Católica frente a la CasaViccini. Fueron mis padres elLic. José María Bernard Sán-chez y Genoveva AltagraciaVásquez Gautier, artífices demi sensibilidad ética de por vi-da.

Mi padre fue CónsulGeneral en España con asientoen Barcelona. Pasé cinco añosen el colegio Balmes de PadresEsculapios, oyendo misa diariaen la capilla del colegio.

Mi padre se opuso aque hiciera la Primera Comu-nión diciendo que a mi edad nose tenía conciencia suficientepara hacerlo, como buen Hos-toniano al fin, aún no la he he-cho a pesar de mi fe.

El ambiente de miscinco años fue de una Barcelo-na aristocrática, con rígidas cla-ses sociales, el hijo a lo sumopodría aspirar, y aprovechar loque el padre era, es la épocade Alfonso XIII, y toda Europamás o menos igual.

Regresé con mis padres en 1929, jugando aje-drez con una adolescente Historia Sagrada, Historia deEspaña y El Quijote, e ingresé en la Normal dirigida pornuestro ilustre Osvaldo García de la Concha, y recibí elmayor trauma de mi vida, tenía pantalón corto, todos lo te-nían largos, fumaban, bebían, jugaban, manejaban carros,y alardeaban de otras precocidades, todo inimaginable enmi mundo de cinco años de colegio esculápico, rama jesui-ta. Todavía no sé cuánto tiempo consumí para comprendero ambientarme en mi nuevo mundo.

A todo esto se suman dos acontecimientos nacio-nales, “lo inconcebible” por lo menos en la mayoría del sec-tor tradicional del país, el inicio de la Era, y el ciclón de SanZenón, que barrió la Capital dejándola como un plato de es-combros, quedando en pie las iglesias y contadísimos edifi-cios como acabados de construir en piedra viva, y aquellasmanzanas compactas de tapia y techo romano.

Me salvé de casualidad por la zona del malecón,donde pasé la primera etapa del ciclón y regresé a casafrente al Convento, durante la calma "chicha" del ojo de éste.

Las clases económicas desaparecieron, el máxi-mo haber era haberse salvado. El desastre causó unaconvivencia fraternal, sin distinción de clases sociales, esolo viví. Tendría unos quince años.

Después aparece mi primer personaje: mi tío Má-ximo Vásquez Gautier. Siempre, en todas las edades,existió una corriente de espontánea simpatía y afecto, ju-gaba ajedrez con él, al principio me daba una torre de ven-taja, después jugamos parejo, me enseñó muchas cosas,entre ellas lecciones de esgrima, florete y espada, pues deFrancia, donde fue Embajador, trajo entre otras cosas unflamante equipo completo de esgrima que luego me rega-ló, con un montón de libros y revistas, entre ellos textos deconstrucción y diseños de aviones de la época, que fueronmis tesoros, (fue piloto privado).

Bajo consentimiento demamá le acompañé a fomentar lafinca La Rubia en la carretera deSan Pedro de Macorís, antes deDon Augusto Chottin, donde losamericanos tenían su campo deaterrizaje durante la ocupación.Dispersos aquí y allá habían mo-tores, trenes de aterrizaje, ruedas,pedazos de alas, etc.

Para mi fue maravillosotocar todo aquello, yo sabía mu-chas cosas de los aviones de laépoca, vi restos del motor Libertyamericano y el OX5, de noventacaballos líder de la post-guerra del14. En fin me sentía feliz compar-tiendo con toda aquella chatarraoxidada. En esta etapa con Máxi-mo, mi vocación se manifestó re-sueltamente, me curtí muchísimo,comencé a hombrearme. Cavézanjas con pico, hollé con coa ybarreta, clavé, serruché de lado yde frente, nivelé, aplomé, teché dezinc, ligué concreto y cargué cu-bos, bajo la dirección del maestroFidel, todo con buena resistencia,habilidad y soltura. Ayudé a cons-

truir la casa, el almacén, el garaje, el ordeño, y reconstruirel baño del ganado con el cual me familiaricé, sembré na-ranjas con Máximo bajo fuertes aguaceros, y para terminar,monté caballo y nadé en el Cachón de la Rubia, un cañodel Ozama. Me hice un hombrecito.

Hice el bachillerato en Ciencias Físicas y Mate-máticas, con por lo menos tres interrupciones. Nuncapude ser modelo de estudiante, no tenía la docilidad ni lacapacidad de acomodamiento necesaria, pero al fin megradué, resultando un bachiller muy presumido de sus co-nocimientos en Matemáticas y Física, casi medio parejero.Mis profesores, aún no siendo estudiante modelo, son per-sonajes inolvidables, el Sr. Marty Ripley, el Sr. Avelino, elSr. Mota, el Sr. Marmolejos, el Sr. Gómez, el Sr. Coiscouentre ellos, en fin una pléyade de Hostonianos. Mis textosfavoritos que conservo y uso aún, fueron: Algebra Superiorde Salinas y Benítez, Física de Klaiber y Keirsten, Trigono-metría Plana y Esférica de Wells, y por último quizás lamás trascendente Lógica de Patrascoi con el Sr. Mota.

Leonte Bernard Vásquez

Panorama: Rep. Dominicana

Breve Reseña Profesional que presentara el Ing. Arq. Leonte Bernard Vásquez con motivo del acto de reconocimiento que le dispensara la Cámara de la Construcción en fecha en Santo Domingo, República Dominicana.

Edificio de apartamentos Jaragüita, 1945. Guillermo González Sánchez, arquitecto; ingenieroLeonte Bernard, diseño estructural. Demolido en el año 1999.

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Debo decir que mi papá fue maestro de algunosde ellos en la Escuela Normal del Sr. Hostos, frente al con-vento, y que el Sr. Mota me dijo en más de una ocasión:"Su papá, Mayía, ¡fue mi maestro!...siempre me emocio-naba escucharlo. A pesar de lo irregular, trabajoso y tur-bulento de mi bachillerato, fue el apoyo fundamental entodo mi futuro.

Antes y después de graduarme daba clases,ayudando a mamá e iniciándome en transmitir lo que sa-bía.

En estas condiciones yaun hombrecito, como dije, irrumpeen mi vida el segundo personaje,extraordinaria persona, Don NiñoAlfonseca. Con él me gradué deloficio de construir, y aprendí queen un carácter recio y hasta agre-sivo si fuere necesario subyacíangrandes afectos, alma noble y dig-na, con gran sencibilidad estéticay un sentido innato de parca distin-ción, todo eso fue para mí Don Ni-ño Alfonseca.

Años antes, yo había vis-to una vez a un señor llegar dondeDoña Oliva Alfonseca Vda. Gautier,cargando una caja negra alargada,subir al oratorio y sacar un chelo.Quedé encantado cuando aquelseñor, que no tenía ningún aspectode músico, para mí, comenzó a to-car, era Don Niño Alfonseca, her-mano de Doña Oliva. ¡Qué iba yoa pensar que ese señor sería misegundo personaje!. Vivíamos pa-tio con patio con Doña Oliva enSan Carlos. La residencia de DonNiño estaba en la Av. Independen-cia, con su esposa Doña FeliciaEspaillat e hijos, era un encanto los días de Navidad, AñoNuevo, cumpleaños, y Fiestas Nacionales, serán días im-borrables. Aquella residencia hecha por Don NIño, con lamejor técnica constructiva y artesanal con su salón de re-cibo de parquet, escalera de caoba con sólo tarugos y cu-ñas y su saloncito de música, con el piano media cola, suchelo y atril innundado de luz, con farolitos de colores enel jardín, y todos, jóvenes y adultos con sombreritos denavidad cantando villancicos, brindando, bailando bajo lamirada complacida de Don Niño, Don Lico Lovelás y DonPupito Thorman, conversando animadamente con sus co-pas en las manos.

Esas fiestas en la casa de Don Niño Alfonseca,con su familia, sobrinos, amigos e hijos de familias, ami-gos tradicionales de los Alfonseca constituyeron modelodel estilo típico de la espontánea distinción del dominicanode épocas anteriores.

Con Don Niño Alfonseca, como dije, me graduédel oficio de constructor, fui el nivelador de la obra con el

nivel de Don Niño, un Keufel de bronce, muy largo, goza-ba de ser el más preciso de entonces, y asistía al maes-tro.

Tuve a mi cargo cosas especiales, montaje de laescalera curva principal, construcción del plafón del salónde baile, montaje de la cerámica, remate de las pilastras ycontrol de todos los niveles. Esto ocurre en el edificio delClub de la juventud versión de la Era del Club Unión de-saparecido, calle 19 de Marzo esq. José Gabriel García,

donde el cuartón atravesó la palma cuando San Zenón.La familia me agencia un empleo en Obras Pú-

blicas e ingreso en el Departamento de Diseño, al mesme trasladan al de Construcciones y me presento al jefede la sección, Ing. Mario Penzo Fondeur, mi tercer perso-naje; el más trascendente profesionalmente y éticamente.Al poco tiempo se establece una relación de respeto recí-proco entre subordinado y superior, que va poco a pococreando una cierta simpatía, todo enmarcado en mi since-ra admiración y respeto a su persona hasta hoy día, quenos estimamos mucho y aún siento gusto y satisfacción aldirigirme a él como el Sr. Penzo.

Al poco tiempo además de mi jefe, es mi profe-sor de Mecánica y de Estática. Al principio, un día, meentregó el texto de Mecánica Toner de la Fuente, con unlacónico: "Estudie esto". Llegué a ser su asistente, comoel segundo monitor, en la Universidad de Santo Domingoy simultáneamente del Arq. Caro en el Taller de Arquitec-tura que dirigía.

En una ocasión solicitó licencia, y cual no seríami sorpresa, cuando me informaron que el Ing. Penzo ha-bía recomendado, al Rector Julio Ortega Frier, a su jovenasistente para sus cátedras durante su ausencia. Así meinicié en la docencia universitaria.

Siempre tuvo mucha fe en mí, en el parecido queyo tenía con mis progenitores. Trabajé a su lado muchosaños como jefe de diseños de la compañía Construccio-nes Civiles y Marítimas (Cocimar), y aún todavía con mi

mayor entusiasmo correspondo acualquier servicio a mi alcanceque se me soilcite, tanto comoamigo o como consultor de lacompañía.

En la época de monitorconocí a mi tercer personaje, Jo-sé Antonio Caro Alvarez, arquitec-to de la Escuela de Bellas Artesde París.

Conocí a París por unosdías, en dos ocasiones, acompa-ñando a mamá a la gravedad deDon Jaime Vidal. Mi impresión demuchacho la conservo, no eraBarcelona, era otra cosa, recuer-do el colorido del ambiente fresco,había vida en todo, pero todo seesfumó en mi colegio de Escula-pios al regreso. Volví otro veranocon papá y mamá, reviví mis pri-meras impresiones, con papá vi elLouvre, Los Inválidos, la tumba deNapoleón, subí a la Torre Eiffel, elSena con sus puentes y las calza-das atestadas de pintores, peque-ñas librerías portátiles y pescado-res, aquello me impresionó, perotodo volvió a esfumarse al re-greso a mi colegio. España siguió

siendo mi referencia, de todo tenía un esquema claro deadolescente, desde los Fenicios y Romanos fundando ciu-dades y desde Pelayo, el Cid, los Reyes Católicos, la GranEspaña y sus dominios sin noche, y su decadencia hastaexpulsar a Napoleón.

En el 1929 cuando llegué, yo era un muchachoque podía conversar y celebrar cualquiera de las peripe-cias del caballero de la triste figura pues, El Quijote seleía en el colegio, y había leído a instancias de papá, En-riquillo, algunos Episodios Nacionales de Benito PérezGaldos, (Trafagar me fascinaba), el Robinson Crusoede Daniel Defoe, La Cabaña del Tío Tom, mi HistoriaSagrada, y tenía una idea de Los Clásicos, conocía algu-nos cuadros de Goya y del Greco, y para mí, un torero,cualquier personaje de la reconquista o de la conquistaeran lo más grande del mundo.

Con Caro, temperamento jovial, chistoso, risue-ño, medio juguetón, muy inteligente, muy equilibrado, cul-to, y sentido estético muy educado. Trabajé muchísimo,

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Hotel Hamaca, Boca Chica, 1951. Guillermo González Sánchez, arquitecto; ingeniero LeonteBernard, diseño estructural. El legendario Hote Hamaca fue sensiblemente ampliado de manerarespetuosa por la firma Caralva S.A. en el período de 1989-1992.

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tanto en el taller de arquitectura de la Universidad, comoen su casa en la Félix Mariano Lluberes, en su oficina so-bre el garaje.

Poco a poco me fui dando cuenta que existíauna cultura que no era España, sino Francia. Con JoséAntonio me ambienté en ese estilo fino, agudo, expresivoy elegante del pensamiento francés. Supe que existía unVoltaire, y otros más de su talla, una comedia francesa,un enciclopedismo, y que Francia tenía un sentido estéti-co diferente a España.

Como ustedes ven, Ca-ro amplió mi horizonte cultural.Todo esto ocurre dibujando mu-cho con él, sintiéndome muy aco-gido en su casa por él y su espo-sa Doña Marinita Ginebra. Ví na-cer y crecer sus hijos y participéestructuralmente en varias obrasa su cargo. A mi parecer el Mu-seo del Hombre plasma a pleni-tud el sentido arquitectónico delArq. Caro.

Al ordenarse la cons-trucción de la Ciudad Universita-ria, se estableció que los edificiosde la Facultad de Ingeniería y Ar-quitectura deberían ser construi-dos por sus profesores, incluyen-do al benjamín que era yo, aso-ciado con el Decano de la Facul-tad, Don Humberto Ruíz Castillo,Ingeniero Arquitecto de la Univer-sidad de Gantes (Francia) y Ar-quitecto Dioscesano, mi cuertopersonaje, fundándose la compa-ñía Ruíz Castillo & Bernard Vás-quez, Ingenieros Arquitectos.

Don Humberto siemprevestía de Casimir oscuro conchaleco y a veces sombrero defieltro como de diplomático. Era de mediana estatura,muy cortés, resuelto en sus ademanes, de hablar rápido,propenso a una frase en francés, extrema formación reli-giosa y hábitos clericales, misa diaria, comunión semanalpor lo menos, "llueve o venté y pase lo que pase". Teníaun único postulado absoluto: "Primero con Dios y des-pués con la gente". Tenía relaciones muy estrechas conla alta jerarquía esclesiástica y no se movía una piedraen los templos y capillas de la república sin que antes seconsultara con el Arquitecto Dioscesano, Don HumbertoRuíz Castillo. Sin decírselo nunca, en mi mente, a supostulado absoluto yo le daba el giro de: "Sálvate prime-ro, y ayuda después".

Su segunda casa era una especie de capillamonasterio, una gran sala de entrada y un largo jardín in-terior que remataba en el fondo en una capilla altar, conhabitaciones laterales que daban a galerías a lo largo deljardín. Construímos y calculé muchas cosas; el Instituto

de Anatomía, colegios, edificios, casas, ampliaciones, re-paraciones y locales del Partido Dominicano.

Me vinculaba un respeto afectivo a su personapor su extrema militancia religiosa, era habitual ver a DonHumberto temprano ir o venir de la iglesia armado de sumisal y sus rodilleras y los domingos ni se diga. Beber,fumar, tertuliar, divertirse, todo eso eran malas palabraspara Don Humberto, y amar..... sólo a Dios, o bajo el san-tísimo sacramento de por vida del matrimonio, con misa y

comunión semanal, de lo contrario se pecaba.Considero a Don Humberto my inteligente, sen-

sible y culto en temas del espíritu religioso. En ocasionespercibía mis preocupaciones, se aproximaba a mí, a mimesa de dibujo y me decía: “Bon...¿cómo va eso...?,¿Cómo se siente? No se olvide de Dios, porque eso sies serio”, y me convesaba largo rato. Me hacía bien es-cucharlo, me sosegaba, por eso y su gran fe, es mi cuar-to personaje. Como arquitecto tenía su educación y equi-librio estético académico, su estilo era laborioso y tradi-cionalista. Su producción más feliz a mi parecer son: LaMetralla, edificio de tres plantas (Mercedes esq. Espaillat)y el edificio González Ramos en El Conde.

En la época del taller de arquitectura con Caro,conocí una persona que me llamó la atención y creo quea cualquiera, era Guillermo González, Arquitecto de laUniversidad de Yale, (E.U.A.), recién nombrado profesor.

Alto, nítido, perfumado con buen jabón, distinguido, cor-tés, afable, hablaba inglés y muy bien plantado, es la es-tampa de Guillermo González. A los pocos días éramosamigos y se convirtió en mi quinto personaje, desarrollán-dose una estrecha amistad. La oficina de los hermanosGonzález estaba en el tercer piso del Edificio Copello yDon Humberto y yo en el segundo. Guillermo González,de corto hablar y siempre como pensando muy lejos, eraun exponente genuino de lo que debe ser un arquitecto.

Su capacidad creativa tanto en logrande como en lo pequeño, ensu diáfano, sencillo y distinguidosentido estético no sólo en su ar-quitectura, sino en todo su vivir,era digno de admiración. Sumente, su pensar, sus afectos, to-do era cortado con el mismo esti-lo.

Excitó y modeló mi sen-sibilidad estética al extremo quemis hojas estructurales de unproyecto de Guillermo, parecíanhechas por él. Aprendí con él,aún siendo ingeniero, a ejercitarla imaginación creativa en todo, yel ambiente y estado de ánimonecesario para estimular la inven-tiva y el raciocinio analítico y es-tético. Eso fue Guillermo Gonzá-lez para mí.

Hoy en día, ya con mu-chísimos años, me sorprende unjoven especial, que aparte de susólido profesionalismo y condicio-nes humanas magníficas, poseeuna vocación innata musical no-table, pues obsequiando a susamigos y conocidos con su pianoy guitarra, deja a profesionalespensativos, y aficionados entu-

siasmados ante aquella espontaneidad musical, tanto enexpresión como técnica, tocando así ocasionalmente pa-ra el goce de la evocación y nostalgia de la música entresus amigos y conocidos, o en franca cordialidad de es-parcimiento. A todo esto se suma una cultura que entu-siasmada también, pues se mueve con agilidad y aplomoentre filosofía, literatura, historia, pintura, economía, com-putación, y otras cosas, además de una resistencia ex-traordinaria para la lectura y captación. Si pudiera yo tansólo, retroceder y tener 25 años, no existiera la menor du-da de que el Ing. Pedro Delgado Malagón sería uno demis personajes. Actualmente formo parte del profesiona-lismo del Consorcio Inarsa+Tecnoamérica presidido porél.

Me he limitado al campo profesional pero deboaclarar que en otras direcciones de la vida tengo tambiénotros personajes. Pero puedo tener seguro que en cual-quier momento de la vida los personajes actúan sin per-

47ARCHIVOS DE ARQUITECTURA ANTILLANA

Hotel Santo Domingo Sur, antes Hispaniola, antes Paz. Santo Domingo, 1955. Guillermo GonzálezSánchez, arquitecto; ingeniero Leonte Bernard, diseño estructural.

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