Letras y letras no 12

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Letras y letras revista de arte y poesía México. Año 2, Agosto 2015 12

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Revista de arte y cultura

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Letras y letrasrevista de arte y poesía

México. Año 2, Agosto 2015 12

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SumarioEl caso del retrato de Adele Bloch Bauer I 4 Diana Gabriela Castillo Toriz

Constelada 10 Juan José Enríquez Rivera

De papelPatricia Collazo Alcobendas, España 12

13TuaregÁngeles Navarro Madrid, España

14De Octavio Paz se ha dicho todo

17Poesía

Colgar por colgar; espectáculo y decadenciaRamón Almela. Doctor en Artes Visuales

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27Poesía

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El caso del retrato deAdele Bloch Bauer IIntroducción

L a repatriación y devolución de obras son generalmente un gran motivo de con-troversia dentro de las instituciones que se dedican al arte. Existen casos en que resulta más fácil saber si la obra debe ser devuelta o no al país o persona que la

exige, por ejemplo en el caso de robo o cuando una institución puede cuidar mejor de la obra que otra. Sin embargo, aún en estos casos, no se puede estar del todo seguro sobre qué será de la obra y si la decisión tomada fue correcta aun si en el momento de ser tomada parecía ser la mejor opción. El caso de la obra “Retrato de Adele Bloch-Bauer I” de Gustav Klimt nos presenta un ejemplo de cómo las decisiones que se toman en relación a una obra pueden afectarla en gran medida, y como una decisión que parece lógica o inofensiva puede llevar a que una obra importante deje de ser de acceso público. La obra, realizada en Viena, perteneció a Adele Bloch-Bauer quien a su muerte indicó que esta debería, junto con el res-to de las obras que ella poseía de Klimt, donarse a la Galería de Austria. Sin embargo, la obra fue confiscada durante la ocupación nazi tras la huida de su viudo a Suiza. El viudo de Adele Bloch-Bauer estipula entonces en su testamento que las obras, incluyendo la anteriormente mencionada, pasarían a ser de sus sobrinos y sobrinas. Ya que las obras permanecieron en Austria durante y después de la ocupación, por mucho tiempo se favoreció la voluntad de Adele sin embargo pronto una sobrina peleo por la custodia de la obra. De tal manera que

al final se decidió que sería la sobrina quien conservaría el cuadro. Más tarde dicha sobrina vende el retrato, pasando este a ser parte de una colección privada. De tal manera en este caso si bien, la decisión de seguir uno u otro testamento en ambos casos podía ser “la me-jor” decisión, al final la decisión tomada es la que repercute en el destino de la obra. Una decisión que puede parecer inofensiva, puede resultar serlo o no serlo; y si bien al final en retrospectiva puede parecer obvia cuál era la decisión que debió ser tomada la realidad no es tan sencilla. De tal manera el caso de la pintura “Retrato de Adele Bloch-Bauer I” nos servirá como un medio para entender mejor los problemas que conllevan la decisión de dar preferencia a una u otra de las partes que se disputan una obra de arte, lo cual afecta aspectos como la visibilidad de la obra, su conservación y las posibilidades de su estudio.

Entendiendo la importancia de la obra

El Retrato de Adele Bloch-Bauer I es probablemente una de las obras más importantes y conocidas de Gustav Klimt después de El beso. La im-portancia de la obra reside en tres factores principales: en primer lugar la importancia del artista que la realizó, en segundo lugar, la importancia de la familia y la modelo y en tercer lugar la técnica utilizada para la obra; estos tres factores se conjuntan para formar parte del valor aurático de la obra (Benjamin, 2003). Gustav Klimt nace en Baumgarten en 1862 y muere en Viena en 1918 es un pintor de gran importancia e influencia dentro de la historia de las producciones artísticas. La importancia de su obra radica en que esta logra una síntesis de las tendencias artísticas más importantes de su tiempo llevándolas a sus últimas consecuencias dando como resultado un arte distinto a muchas propuestas de su época (Dobai, 1981). De tal manera tendencias como el Simbolismo y el Art Nouveau se conjuntan en una misma obra pictórica (Dobai, 1981). Por un lado el arte simbolista se interesa por el mundo como objeto de misterio que debe ser descifrado dentro de la pintura existe un gran interés por el tratamiento de lo subjetivo, lo irracional y lo onírico a través del símbolo (Moréas, 1886). Por otra parte, el art Nouveau es un arte que busca ir en contra de las reglas de la academia mediante el uso de formas provenientes de la naturaleza, el cual da gran importancia a la curva y a la figura femenina (Verkruysse, 2009). De tal manera el arte de Gustav Klimt logra sintetizar estas dos tendencias, al mismo tiempo que muestra la influencia de las estampas japonesas, el arte bizantino y su estilo para tener como resultado una obra pictórica que será de gran influencia e importancia. De tal manera la importancia del artista por su aporte a el arte es parte de lo que confiere importancia a al Retrato de Adele Bloch-Bauer I como la obra de esta discusión.

Por otra parte la obra en sí misma tiene un gran valor. La obra es realizada du-rante el periodo del estilo dorado de Klimt, siendo una de las obras más importantes de esta fase junto con El beso (Gustav Klimt, 2015). De tal manera la obra es repre-sentativa de una de las fases icónicas de Klimt. Por otra parte esta obra se puede ver una síntesis entre el realismo y lo abstracto (Néret, 2003), algo que presente en pocos artistas y obras de arte. La influencia bizantina y de la idea de “lo oriental” puede ser notada a simple vista en el uso del dorado y de símbolos considerados exóticos como los ojos egipcios en triángulos del vestido (Néret, 2003). Por otra parte también está presente la influencia de la estampa japonesa durante esta época en la eliminación del espacio y la bidimensionalidad de la obra (Retrato de Adele Bloch-Bauer I, 2015). De tal manera la influencia del momento de las ideas de lo exótico, lo oriental, el valor de la figura femenina y la curva están todos presentes en una misma obra. Por otra parte la obra tuvo un proceso de elaboración largo, existen bocetos desde 1903 , al ser la modelo un personaje de gran importancia dentro de la sociedad Vienesa siendo hija del director de uno de los bancos más importantes del Imperio Austro-Húngaro Moriz Bauer y esposa de Ferdinand Bloch rico industrial de la industria azucarera. De tal manera, más allá de la importancia de la modelo del retrato, la obra de gran im-portancia al ser una síntesis de influencias importantes dentro del periodo, con una técnica icónica de Klimt, siendo además una de las obras del periodo probablemente más conocido de Klimt, su fase dorada.

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Discusión

En general, la venta del Retrato de Adele Bloch-Bauer I por parte de Maria Altmann ha sido una decisión fuertemente criticada por el mundo del arte. Michael Kimmelman, el crítico de arte principal del periódico The New York times, es uno de los que ha criticado la decisión de Altmann, considerándola lucrativa y como una decisión que convirtió una historia de justicia y redención tras el holocausto en una historia más sobre el loco mercado del arte: “A story about justice and redemption after the Holocaust has devolved into yet another tale of the crazy, intoxicating art market.” (Kimmelman, 2006). Es innegable que re-sulta decepcionante que una obra tan emblemática como el Retrato de Adele Bloch-Bauer I pasara de ser una obra a la que se podía tener acceso al haber estado en la Moderne Gallerie, ahora Österreichische Galerie Belvedere, a una obra privada a la que muy pocos pueden tener acceso al haber pasado a ser parte de la colección de la galería privada de Ronald Lau-der. El hecho de que Altmann tratará de recuperar la obra sólo para lucrar con ella, aunque

Historia alrededor de la controversia obra

Bloch-Bauer fue una gran protectora de artistas e intelectua-les siendo su casa un centro cultural importante de Viena. Gustav Klimt realiza dos retratos a Adele Bloch-Bauer (Retrato de a Adele Bloch-Bauer I y II) a petición de su esposo Ferdinand Bloch; y con-taba en su colección con un total de cinco obras de Klimt (Kim-melman, 2006). A la muerte de a Adele Bloch-Bauer en 1925 a causa de Meningitis su cuarto se convierte en una habitación con-memorativa. En su testamento 1912 Adele Bloch-Bauer estipula que las obras de Klimt deberían ser donadas a la Galería del estado de Austria (Kimmelman, 2006). Sin embargo tras su muerte su viu-do, Ferdinand Bloch, emigra a Checoslovaquia y más tarde a Suiza para escapar de la ocupación Nazi en Austria (Kimmelman, 2006). A su muerte en 1945 Ferdinand Bloch designa como herederos de su patrimonio, el cual incluye los cuadros de Klimt, a sus sobrinos y sobrinas (Kimmelman, 2006), ya que el matrimonio nunca tuvo hijos. Por lo tanto existían dos testamentos, uno de 1912 de parte de Adele Bloch-Bauer que indicaba que los cuadros deberían ser de la Galería del estado de Austria y otro de Ferdinand Bloch indican-do que los herederos eran sus sobrinos. Mientras tanto en Austria todas las propiedades de los Bloch-Bauer son confiscadas por los Nazis, dentro de ellas los cuadros de Klimt (Kimmelman, 2006). Las pinturas de Klimt sin embargo, permanecieron en todo momento en Austria al ser confiscadas, y una vez terminada la ocupación el gobierno de Austria se inclina por el testamento de Adele Bloch-Bauer y las obras pasan a formar parte de la colección de arte del es-tado Austriaco (Kimmelman, 2006). Sin embargo pronto una de las sobrinas de los Bloch-Bauer, Maria Altmann, reclama su derecho a las obras de Klimt entre las que se encontraba el Retrato de a Adele Bloch-Bauer I. Después de una gran batalla legal en Estados Unidos y Austria se determina en 2006 que Maria Altmann era la propie-taria legal del Retrato de a Adele Bloch-Bauer I así como de otras cuatro obras de Klimt (Kimmelman, 2006). El Retrato de a Adele Bloch-Bauer I es expuesto por un corto tiempo en durante 2006 en Los Angeles County Museum of Art, sin embargo pronto el retrato más famoso de Klimt fue vendido a un coleccionista privado, Ro-nald Lauder, coleccionista privado de obras de arte relacionadas al holocausto, por $135 millones de dólares (Kimmelman, 2006). El cuadro se encuentra actualmente de la Neue Galery, la galería pri-vada de Lauder en Nueva York. Los otros cuatro cuadros también fueron vendidos a coleccionistas privados.

era esperado resulta deplorable. De tal manera una corte al decidir que es Altmann y no el estado de Austria el dueño de la obra da preferencia a un individuo por sobre la comunidad. Encima de esto el individuo que gana la custodia de la obra, Maria Altmann, no se queda con la obra y busca que sea expuesta sino que la vende a un coleccionista privado importán-dole solo el dinero. Para empeorar las cosas, las otras cuatro obras tienen destinos similares al Retrato de Adele Bloch-Bauer I, siendo todos subastados a coleccionistas privados. De tal manera el Retrato de Adele Bloch-Bauer I pasa de ser de acceso público a privado, una de las obras emblemáticas de Klimt ahora puede ser vista sólo por unos cuantos.

Una de las preguntas que surgen de toda esta controversia es ¿Qué tan importante es que el Retrato de Adele Bloch-Bauer I sea de acceso público o privado? Para una obra tan emblemática de Klimt parece ser obvio que el acceso de la obra debería ser público tal como la Mona Lisa de Da Vinci o la Noche Estrellada de Van Gogh. Sin embargo es también im-portante considerar que podría haber puntos a favor de que la obra de acceso privado y no público. Un aspecto importante que podría considerarse como argumento a favor de que la obra del Retrato de Adele Bloch-Bauer I sea parte de una colección privada es su conser-vación. En términos generales, el ser una obra privada hace que menor gente tenga acceso a ella y por ende haya un menor deterioro de la obra que siendo una obra pública, donde diariamente estaría expuesta a un mayor número de personas aumentando sus posibilida-des de un rápido deterioro. Sin embargo, aunque los museos nos han hecho pensar que el tocar una obra podría ser fatal para la misma, la realidad es que no es así y en general los museos son bastante buenos haciendo que una obra se conserve en óptimas condiciones, en especial una tan importante como el Retrato de Retrato de Adele Bloch-Bauer I. De tal manera el argumento de que el hecho de que la obra sea parte de una colección privada favorece su conservación, no es realmente válido. Más aun, muchos de los coleccionistas

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ellas y por tanto es probable que un museo pudiera hacer una mejor conservación. Por otra parte el hecho de que la obra pertenezca a una colección privada dificulta sus posibilidades de estudio en relación a la obra y la técnica de Klimt en cambio si la obra estuviera en un museo la negociación de permisos para su estudio sería más fácil. De tal manera que una obra sea pública favorece el desarrollo de investigación en torno a la misma. Por otra parte, una obra tan importante debería poder ser vista por una mayor cantidad de gente y no por unos cuantos. De tal manera si bien hay gente que podría considerar que la obra está mejor ahora que es una obra privada, la realidad es que existen más argumentos a favor de que sea una obra pública.

Otra pregunta que surge del hecho de que el Retrato de Retrato de Adele Bloch-Bauer I pasara de ser una obra expuesta en un museo a una obra que forma parte de una galería privada es el hecho de ¿Qué tan justa o racional fue esta decisión? Es decir ¿Realmente tenía sentido que se favoreciera el segundo testamento por sobre el prime-ro? En realidad parece mucho más lógico que se siguiera el primer testamento por sobre el segundo más cuando el primero ya estaba siendo cumplido por el estado aus-triaco. Sin embargo, al final fue el segundo testamento, el de Frederich Bloch, el que se favorece siendo Maria Altmann, sobrina de los Bloch-Bauer. De tal manera, el favoreci-miento del segundo testamento por sobre el primero el cual ya estaba siendo cumplido fue simplemente una cuestión de dinero, la capacidad de Altmann de pagar mejores abogados le permitió ganar la custodia del Retrato de Retrato de Adele Bloch-Bauer I y otros cuatro cuadros de Klimt. Sin em-bargo es importante considerar la siguiente pregunta ¿Pudo hacer mas es estado de Aus-tria para lograr que la obra siguiera siendo de acceso público? Maria Atmann vende la obra por $135 millones de dólares Lauder, sin embargo si Austria hubiera ofrecido más dinero por la obra posiblemente habría po-dido salvarla. De hecho el estado de Austria pudo haber comprado las cinco obras por la cantidad que Lauder pagó por el Retrato de Adele Bloch-Bauer I, sin embargo, y de manera lamentable, Austria decide no com-prarlas argumentando que el precio era de-masiado elevado (Kimmelman, 2006). De tal manera si bien es cierto que Austria pudo haber hecho más para que la obra permane-

ciera siendo de acceso público también es cierto que la suma era muy alta, sin embargo, Austria u otros países pudieron también intentar si bien no comprar el Retrato de Adele Bloch-Bauer I, al menos recuperar alguno de los otros cuatro cuadros que también fueron subastados. De tal manera una obra icónica de Klimt pasa a ser parte de una colección privada, volviéndose el acceso a la misma restringida a unos cuantos, parando procesos de investigación alrededor de la misma y teniendo unos lineamientos de su conservación inciertos.

BibliografíaBenjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su re-

productibilidad ténica. México D.F.: Editorial Itaca.Dobai, J. (1981). La obra pictórica completa de Klimt. Barce-

lona: Editorial Noguer.Gustav Klimt. (2015). Recuperado el 8 de Marzo de 2015,

de Arte Historia: http://www.artehistoria.com/v2/persona-jes/2390.htm

Kimmelman, M. (19 de Septiembre de 2006). Klimts Go to Market; Museums Hold Their Breath. Recuperado el 8 de Marzo de 2015, de The New York Times: http://www.nytimes.com/2006/09/19/arts/design/19kimm.html?_r=0

Moréas, J. (18 de Septiembre de 1886). Manifeste du Sym-bolisme. Recuperado el 8 de Marzo de 2015, de Le Figaro: http://www.ieeff.org/manifestesymbolisme.htm

Néret, G. (2003). Gustav Klimt. Berlin: Taschen.Retrato de Adele Bloch-Bauer I. (2015). Recuperado el 8

de Marzo de 2015, de Arte Historia: http://www.artehistoria.com/v2/obras/14350.htm

Verkruysse, A. (2009). About Art Nouveau. Recuperado el 8 de Marzo de 2015, de Réseau Art Nouveau Network: http://www.artnouveau-net.eu/Network/ArtNouveau/AboutArt-Nouveau/tabid/133/language/en-GB/Default.aspx

Conclusión

De tal manera el caso del Retrato de Adele Bloch-Bauer I nos presenta un caso que nos permite entender mejor los problemas que pueden surgir en torno al litigio para la devolu-ción de una obra de arte. En este caso al haber dos testamentos que definían el destino de la obra de arte era necesario elegir uno de ellos, y en este caso, quien tuvo mejores posibilida-des para luchar por la custodia de la obra fue quien la ganó, Maria Altmann. De tal manera, Altmann al volverse propietaria de la obra, la ocupa en su beneficio, lucra con ella y la vende a un coleccionista privado en una muestra de interés egoísta, buscando únicamente lucrar con la obra. Una obra tan emblemática pasa a ser de una obra de acceso público a una de acceso privado logrando con esto estancar la investigación en torno a la obra de Klimt, un acceso limitado a la obra que además es conservada con medidas inciertas. Si bien es cierto que se pudo hacer más para intentar salvar la obra, para mantenerla como de acceso públi-co la realidad es que los precios exorbitantes de Altmann dificultaron en gran medida esta posibilidad. Incluso la salvación de los otros cuatro cuadros, los cuales estaban valuados por cantidades menores a las del Retrato de Adele Bloch-Bauer I resultaba difícil para el estado de Austria. Resulta lamentable además, que ningún otro país intentara comprar el cuadro y que los coleccionistas no sólo mantengan el acceso a todos los cuadros como res-tringido a unos cuantos. Sin embargo, esta es una más de las muchas historias que existen en el mercado del arte de una persona que puede pagar a grandes abogados para ganar la custodia de una obra, y en donde el dinero puede más que la importancia de la comunidad y la investigación. Así las razones egoístas de Altmann de ganar dinero de las obras pudieron lograr que hoy sólo el restringido número de personas autorizadas por Lauder puedan ver el Retrato de Adele Bloch-Bauer I.

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Desvanece tu vestido de nocheobserva mientrasla obra en silla de ruedas,en el poniente sola encuentras,un documento secretoen sombras blancasarriba en la montaña,todo en el mismo nivel,y mi mentor,entona en penala melodía del homicida,¡Cuestión de honor!¿Cómo nombrarlo en mi sueño?¿Oscuridad total?Como mil vientos apocalípticos,¡Ausencia de mar!¿Estoy aquí?Luz roja pardea…Sueña tranquilael drama de la creación,¡Oh! Déjame sólocon ésta desterradacanción invernal,obsequio de la nocheen mi habitación de lunas,mientras recordamos jamásnuestro amor azuletílicoescarlata,

en la ribera aquella del sol…donde felices eran todos…soñando con pieles de dragón…

Constelada

Juan José Enríquez Rivera. Ciudad de México, Psicólogo Social por la Universidad Autónoma Metropolitana. Poeta, ha tomado diversos talleres de Creación Literaria y Poesía en el Centro Cultural Faro de Oriente y en el Centro Cultural Aliac en el Distrito Federal. Su obra se ha publicado en revistas literarias, de arte y cultura en México y el extranjero. Ha participado en la IV Antología del “Encuentro de Creación Literaria del Colegio de Ciencias y Humanidades” de la UNAM, presentada en la XXVIII Feria Inter-nacional del Libro del Palacio de Minería y en la “Casa del Lago” de Chapultepec en el Distrito Federal, ha participado también en la Antología Poética “Agua de Cántaros”, presentada en la VII Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México.

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A cada vuelta del tambor de la lavadora, unas cuantas letras desaparecen, mientras los

trozos de papel flotan caprichosos, siguien-do una cruel coreografía. Sentada sobre las baldosas frías, ella observa el devenir de te quieros, besos recónditos, abrazos borro-neados, que giran sin remedio. A su lado la caja de madera vacía, presencia la escena, con la boca abierta en una grotesca mueca. Con el centrifugado, ya sólo quedan peque-ños cúmulos de celulosa, que se unen y se-paran aleatoriamente, pero conforman una masa pegajosa una vez escurridos. Enton-ces, ella, abre la lavadora y rasgándose en pedazos, va metiéndose en su interior.

Patricia CollazoAlcobendas, España

www.laletradepie.com

L os camellos acusaban el cansancio. Hakim, el guía, nos llevó

al oasis donde se hallaba la haima a la que llamaban hotel.

Jaime se había empeñado en una luna de miel aventurera. Pese a la

crema factor cincuenta me salieron ampollas hasta en los labios. Hi-

kim se ofreció a curar mis quemaduras. Conocía remedios para los

males del sol. Jaime aceptó y trepó a una duna para fotografiar el

atardecer. Me quedé con el bereber que descubrió el rostro oculto

bajo el velo y el turbante.

Jaime Volvió a España. Yo vivo en un oasis, con aire acondiciona-

do, eso sí.Ángeles NavarroMadrid, España

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D e Octavio Paz se ha dicho todo. El mundo entero. Se le ha llamado de mil formas y en cualquier tono imaginable. Es casi imposible

citar el número de autores que deben su obra, ya sea poé-tica, ensayística o narrativa, a la influencia directa o indi-recta del intelectual mexicano, solitario premio Nobel de Literatura para el país. Paz despierta odio y admiración, las más de las veces mezclados irremediablemente, pues incluso sus detractores no pueden sino reconocer el ge-nio que en él, en su obra, se acuna vigente hasta hoy. Pe-san sobre él los juicios más severos de plagio, esnobismo, depredación y bloqueo a un número considerable de au-tores e intelectuales; sin embargo, su figura sigue irguién-dose como la punta de lanza indiscutible –junto a otros gigantes del pensamiento y la poesía en México, todo sea dicho: Vasconcelos, Alfonso Reyes, Bonifaz Nuño, Efraín Huerta- a la hora de poner nombre y rostro al intelectual de estas tierras.

Miembro privilegiado, muchas veces centro y refe-rencia de una generación plagada de irrepetibles (Juan José Arreola, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Juan Rulfo…) Paz fue en principio un joven de cabe-

llera dispareja y alborotada, incapaz de usar un traje, a veces de zapatos con la suela agujereada y apariencia informal. A la vuelta de su periplo por India, hombre de traje y corbata, de exquisitas maneras tanto como de gestos espantosos. En su domicilio de la calle Nuevo León, las reuniones literarias eran semillero de ideas, in-fluencia, juicio no siempre favorables a tal o cual autor. Gran amigo de sus amigos, terrible para quienes despre-ciaba (y Paz despreciaba con fiereza) algo lo distinguió siempre: una claridad de pensamiento manifestada en la crítica lúcida y feroz a la vida literaria y artística en ge-neral. Bastará recordar la dura sentencia al atreverse con Neruda: “Su literatura está contaminada por la política, su política por la literatura y su crítica es con frecuencia mera complicidad amistosa y, así, muchas veces no se sabe si habla el funcionario o el poeta, el amigo o el po-lítico”. Y seguir en ese tono.

Todo parecía absorberlo, daba la impresión de no co-nocer el sosiego necesario para un poeta, cuya labor es en esencia solitaria. Paz desafiaba el estereotipo de escri-tor (tal vez estableció uno nuevo) al fomentar una vida social, pública y artística desaforadamente productiva.

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1517Desde su escritorio en Relaciones Exteriores, en la Ciudad de Méxi-

co, hasta el despacho como embajador en India, los brazos de Paz se extendieron por medio orbe. Un mexicano universal, que es como se le suele llamar.

Paz es llamado también un centauro, dada la unión casi perfecta en él de los géneros poético y ensayístico: un animal extraño, un ser teratológico que congrega en sí mismo la crítica y la imagen, la figura y el fondo. De profundo amor por el Siglo de Oro español, Paz abreva en San Juan de la Cruz, Quevedo, Baltasar del Alcázar entre muchos otros. Su poesía, sin embargo se desarrolla pronto y adquiere una voz propia, plena de tintes minerales, orgánicos, de un erotismo preciso y marcado: Tendida, piedra hecha de mediodía,/ ojos entrecerrados donde el blanco azulea,/entornada sonrisa. Te incorporas a medias y sacudes tu melena de león. / Luego te tiendes, delgada estría de lava en la roca, rayo dormido. / Mientras duermes te acaricio y te pulo, / hacha esbelta, flecha con que incendio la noche. / El mar combate allá lejos con espadas y plumas.

Tres obras llaman la atención en su obra ensayística: La llama doble, amor y erotismo (“La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio”); El ogro filantrópico; y, por supuesto, tal vez su tra-bajo más famoso: El laberinto de la soledad. Quizá sea este último la mejor explicación ofrecida por Octavio Paz acerca de la identi-dad nacional del mexicano, ser que el premio Nobel figura a medio despertar, esperanzado en la toma de conciencia que le lleve a la realización como ser humano. Para Paz, darse cuenta de la pro-pia soledad, del abandono en el concierto de las naciones y de los hombres, señala el comienzo del verdadero crecimiento, de la asun-ción de una identidad propia: “Toda la historia de México desde la Conquista hasta la Revolución puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados, con instituciones extrañas y de una forma que nos exprese […]. La mexicanidad es una manera de no ser nosotros mismos, una reiterada manera de ser y vivir otra cosa”.

Cachorro predilecto de Alfonso Reyes, Paz, como su maestro, afirmaba que la palabra requería un compromiso férreo: devolverle su significado y peso originales, erigirla en guía y fuerza dentro de la vida social, en instrumento de contacto y salvación de la fiesta co-lectiva. Fue esta noción la que le llevó a fundar numerosas revistas y suplementos culturales, sin los cuales la vida intelectual mexicana no habría tenido el intenso desarrollo que el pensador promovió hasta su muerte.

Criticado duramente por su cercanía con el poder, específica-mente el PRI de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, durante sus últimos años de vida, el autor mexicano sigue levan-tando polémica ahí donde se pronuncia su nombre, entre sus más férreos críticos y los llamados “achichincles de Paz”, devotos de cuanto tenga que ver con su figura. Son y serán famosos sus agrios pleitos con Jaime Sabines, Monsiváis, Carlos Fuentes, Efraín Huerta y una larga lista de nombres; a los cuales, sin embargo, criticó con justicia haciendo honor a su palabra. Aún presente tras las décadas, habría cumplido cien este año. De Paz se seguirá diciendo todo. El mundo entero.

Final de bocaTe recorro en silencio casi sin parpadearme entrego a la sombra de tu cuerpo desnudome despojo de todos mis prejuicioslos tiro bien lejos con la clara intención de olvidartecuando por la mañana me vaya masticando sueños.Y te busco,desesperadamente te buscocon la punta de mis dedos,con la yema de mi lengua;con los ojos que repentinamente se enamoraron de los tuyos…Y te recorro milimétricamente,Con la sed del conquistador, con la fe del peregrino, y cuando creo que ya todo está perdidoencuentro tu nombre y apellidoen el final de mi bocaentre delicadas notasde flores y roble.Te encuentro justo allí, donde los buenos vinos se gozan.

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1519Infierno

Ya lo sé, tu mano no despertará más este cuerpo;tu boca que me regaba de dicha apenas si se convertiráen un recuerdo que con el tiempotomará la forma de pesadilla, de las que atacan –sin sorpresas-cada domingo por la tardecuando el pecho se convierte en abismo,y yo, suicida en potencia, me lanzaréaferrado al eco de u mágica sonrisade la que soy cautivo.ya lo sé, ahora que los atardeceresdejaron de ser sosiegoy que la noche se llenó de fantasmasel tiempo volverá a correr sin sentido y con prisas;y mis manos comenzarán a temblarcuando acaricie tu lado frío de la cama.Ya sé, el dolor con los meses pasará y de a poco se disipará tu falta,pero hasta que eso suceda moriré,una y mil veces cada que te nombresin siquiera pronunciar palabra.18

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Por miedo a perderte,te busco en todos los lugares que sé que no te voy a encontrar.

Pequeña gran contradicción

InsomnioEn el gris y semioscuro pasillo que vincula la vigilia con el sueñosobreviene –desordenadamente- el pasado,las huellas que dejaron tus caricias,el eco agobiante de tus besos,aquello que quise y no ha llegado.Como un malón enfurecido, entre gritos y nubes de polvo,me va robando de puñados la nochese va sembrando de vacío mi pechoe imperceptiblemente minade –filosos y oxidados- segunderosla accidentada geografíade la que hasta ayer fue nuestra cama.

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Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales

Desentrañar el mecanismo del consumo de las imágenes impulsa indagar los instrumentos de distribución, el impacto de las “prácticas productoras de representa-

ción” (José Luis Brea) y cómo los escenarios políticos inciden en su realización. En el desenvolvimiento de las artes visuales, su produc-ción y difusión, las operaciones que facilitan una experiencia estéti-ca en la continuidad, temporalidad y ubicuidad espacial de nuestro tiempo engloban las exposiciones, muestras, ferias y bienales tanto como la misma materialidad de las piezas: la interrelación existen-cial de la producción con la difusión marca el eje vertebral de la esfera del arte en nuestra época.

Desaparecida el aura de la obra de arte, (Walter Benjamín y la pérdida del sentido de lo original en la época de la reproducibili-dad técnica) su esencia es remplazada por su circulación, se des-plaza la verdad del arte desde la materia intrínseca de lo producido hacia la comunicación elaborándose su sentido y significado en la capacidad expansiva de su muestra, alcance y propagación, y a ello contribuyen (o imposibilitan) los mecanismos culturales de las ins-

tituciones públicas y privadas, y los espacios virtuales en red. En la realización de la obra se incorpora el contexto de la presentación. La obra se completa en su lectura y asimilación, e incluso participa-ción del espectador, que ha originado la estética de la recepción y la nueva estética relacional.

En nuestra era, el espectáculo y la imagen protagonizan la rela-ción social entre las personas, extendiéndose el dominio de lo banal en la sociedad al incrementarse el consumo como razón vital. La falsedad en el arte se extiende a través de la manipulación ideológi-ca y consumista. La imagen se incorpora a esta dinámica y sucumbe en el “kitsch” por ese uso masificado de la imagen en la ensoñación de belleza consumible. Abundancia y banalización imperan en las prácticas artísticas como síntoma de una etapa de decadencia. Una gran cantidad de artistas operan desde un enfoque de la imagen como marca a difundir, y su propagación en el espacio del consumo estético; el arte es enmascarado, profanado, prostituido en virtud de los objetivos económicos. Y esto ocurre no sólo desde el ámbito individual, se manifiesta en la actuación de los espacios de cultura donde se aprecia la decadencia en el manejo de las artes plásticas.

La idea de la decadencia es conocida desde antaño con las gran-des tradiciones mítico-religiosas con la destructividad del tiempo y la fatalidad de la ruina. Desde la modernidad se incorporó el con-cepto substantivo de lo “decadente” como idea unida al progreso que desplaza y prescinde de lo viejo, analogía biológica del creci-miento. Aunque el concepto de la decadencia es complejo y discor-dante, va emparejado a la noción de crisis que penetra en el declive de lo social como decadencia cultural. El efecto local es irrefrenable como reacción contra la globalización de las imágenes, desmitifi-cando las pretensiones externas buscando la autonomía de las ope-raciones simbólicas de su entorno, reivindicando sus peculiarida-des culturales; pero, en ocasiones, una ceguera sin selección sólo reafirma esta decadencia en el manejo de la difusión de las prácticas artísticas revelando las carencias y desolación en la actitud domi-nante, una decadencia que se expresa en colgar por colgar en las muestras institucionales, y que corre paralela a la crisis financiera que augura cambios sociales por acontecer.

Entre tanto, un cinismo plástico se aprecia en el área de las ar-tes plásticas de los responsables de cultura del gobierno. El término “cinismo” refiere a la desvergüenza en la defensa y práctica de ac-ciones que merecen un desprecio. 128 obras del mismo número de artistas estuvieron expuestas en San Pedro Museo de Arte, “+de 100 miradas a la Muerte”, abordando la visión de los artistas poblanos sobre la muerte. Esqueletos y calaveras, restos orgánicos del cadáver que perduran son iconos que actúan como eje principal para plan-tear la muerte en muchas de las obras.

El enigma de la desaparición, irremediable acaecimiento de la muerte, destino inevitable de la vida, rodea al ser humano y es ori-gen de muchas obras de arte. Esta singularidad mexicana del culto a la muerte es, al mismo tiempo, una forma folclórica de afrontar su representación, como asimismo una sujeción que impide adentrar-se en la significación auténtica de la muerte. Se vuelve una búsque-da superficial burlesca y jocosa donde la sátira y la confrontación del organismo vivo con la decrepitud orgánica sostienen gran parte de los motivos figurativos. Gran número de artistas se encuentran aferrados a la imagen heredada y descuidan afrontar la insondable realidad de la muerte como realidad permanente de angustia y do-lor, o calma y liberación, en el ser vivo.

Colgar por colgar; espectáculo y decadencia

Marielle García “El hechicero del tiempo”Expo “+100 miradas a la muerte”

Jeffrey Cabañas Ruiz “Sueño Azul”Expo “+100 miradas a la muerte”

José Ignacio Lezama”Tres calaveras”Expo “+100 miradas a la muerte”

José Lazcarro “El tercer ojo”Expo “+100 miradas a la muerte”

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La introversión cultural que liga los elementos de la cultura prehispánica con los com-ponentes de la cultura occidental, e incluso con la directa raíz española de la tauromaquia, se contraponen en la muestra a la presentación reivindicativa de la muerte desde sus fiso-nomías peculiares mexicas; Dioses, sacrificios y altares de muertos. Esta celebración de la muerte como exaltación creativa de imágenes tiene poco que ver con ideas que enriquez-can, sino con una visión deudora de los grabados de José Guadalupe Posada que forjaron el imaginario popular donde la muerte se enfoca de manera divertida y frívola. En línea con la cultura popular, los artistas toman también temas figurativos desde los altares de muertos con una transcripción literal o interpretación de estas escenografías de culto.

El conjunto de obras expuestas pone en evidencia los recursos del artista para la expresión de las ideas; se reduce a los elementos de su lenguaje plástico, y entre ellos se encuentra un am-plio espectro de intenciones y tremendos desaciertos que, ante la pretensión de ser expuestos, revelan el flagrante desconocimiento, una especie de cinismo plástico evidente en tantos casos donde se pretende la figuración correcta del esqueleto humano. Hay momentos en la plástica en los que una síntesis cuenta pero, cuando la armonización de la temática pide una correcta representación de los huesos, es lamentable la patética imagen de estas osamentas, del mismo modo que tantos cuerpos vivos que se pretenden una mimesis de la corporalidad humana, y tan sólo denotan la imprecisión anatómica y colorística de lo natural. Este descaro presentan-do una obra incorrecta sólo se compara a la actitud del gobierno de dar cabida a toda persona que quisiera exponer su producción gráfica con la populista intención de albergar todas las corrientes por la incapacidad de poner criterios en una masiva producción visual que deman-da depuración para que el espectador esclarezca lo valioso en la representación. Todo esto tiene como resultado, no la exaltación de la producción plástica poblana, sino la degradación de varias obras de calidad que aparecen expuestas, y la confusión para el público y los artistas que inician, entre los que se extiende como estilo de pintura las insensateces pictóricas que se funden entre la abundancia de imágenes.

La difusión de las prácticas artísticas en Puebla se convirtió, hasta ahora, con la reciente administración cultural en un colgar por colgar con apresuramiento, sin planificación y con la intención de llenar espacios expositivos cubriendo la actividad de los vigilantes y apa-rentando actividad en este rubro. Así, en Octubre 2011 hubo una serie de exposiciones en Casa de Cultura y en Galerías de Arte Moderno y Contemporáneo que, aunque ofrecían un sustrato de interés artístico, fueron organizadas con descuido y precipitación, no contribu-yendo a consolidar una propuesta, destacando más lo que pudo ser desde la idea generada que lo fue presentado. Se hubiera deseado una profundización de la noción presentada y el seleccionar la obra desde concordancias de estrategias o propuestas formales... pero para esto se necesitaría criterio, tiempo y presupuesto, justo lo que no hubo: Se recopilaron pie-

zas de varios artistas poblanos de calidad que correspondiesen a la temática propuesta con similar cinismo plástico que en “+de 100 miradas a la muerte”.

La muestra “Conceptuando” aglutinaba diez reconocidos artistas. El título orientó erró-neamente al espectador al vincular las propuestas hacia el arte conceptual cuando esos tra-bajos se encuentran situados mayormente en relación al llamado “arte objeto” con los cuales se patentizan ideas a través de la apariencia de los objetos descontextualizándolos o inter-viniéndolos; hay que tener en cuenta que siempre existirá un concepto detrás de la obra, que la sostiene como arte, así que el título “Conceptuando” no especifica orientación alguna mostrando obra de arte actual, que bien pudieran haber sido otras que manejen conceptos a través de la materialidad textural o figurativa de la imagen pictórica. Con estos artistas se pone el acento en el objeto recubierto de formalismo exceptuando a Jorge Juan Moyano que presenta dos reflexiones más apropiadas al trabajo conceptual con unas fotocopias, y un libro intervenido; las ideas de la obra se forjan desde su actuación y presentación, y no residen tanto en la propia obra como en el resto de las piezas presentadas, aunque en nada se demeritan pues todos ellos son trabajos destacables. Y, asimismo, “Arte Proceso”, con el subtítulo “Aproximaciones al arte contemporáneo en México”, reúne un interesante grupo de artistas poblanos con el encabezado que apunta a una de las expresiones del arte conceptual donde el proceso de la realización de la obra emerge como la sustancia de la pieza, no el objeto acabado, por lo que se enfatiza la documentación de acciones y prácticas que incluso, a veces, transcurren en proceso incorporando la intervención del espectador. Destaca la pieza de J. C. Castillo “Yo soy el Papi” y otra práctica de acción con Adriana Escudero, Fernando Albisúa, Mónica Muñoz y César López. Otras piezas mostradas no corresponden a esa estética procesual, y varias resultan herméticas en su significado por la falta de adecuación museográfica.

Y para remate de la problemática de “colgar por colgar”, la exposición “Latitudes” que congregó el acervo, dícese internacional, de la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo, con piezas de Carlos Luna, Bayro, Xavery Wolski, y carteles de diseñadores japoneses que expusieron con anterioridad, todo esto compartiendo el espacio con otra muestra de arte actual zapoteca. De nuevo, la amalgama sin más sentido que salir al paso del requerimiento de usar los espacios expositivos, pero sin realizar una adecuada preparación de lo presen-tado o disposición museográfica informativa; un aparatoso cinismo plástico adornado de espectacularidad en la decadencia cultural plástica que prolifera con la actitud de los res-ponsables de la dirección cultural de los gobiernos poblanos, tanto estatal como municipal. Espero que se percaten a tiempo de sus desatinos y recurran a los adecuados individuos que aporten un impulso a esta decrépita experiencia artística plástica durante el pasado año 2011 en los espacios culturales públicos.

César López “La realidad me alcanzó”Expo “CONCEPTUANDO”

César López “La realidad me alcanzó”Expo “CONCEPTUANDO”

Javier Martínez “Día de muertos en Los Remedios Cholula, Puebla”Expo “+100 miradas a la muerte

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Corro furtivo Escapando de fauces De lobos hambrientos En un laberintoQue no me lleva a Ningún sitioSoy prisionero, No son más que yo;Bestias corriendoCorriendo, corriendo.Miguel Ángel Torres de la Cruz”La visita inesperada”

Expo “+100 miradas a la muerte”

Bernardo Arcos “Cabeza” Expo “+100 miradas a la muerte” Fernando Castellanos “Los (ismos) en la muerte”Expo “+100 miradas a la muerte”

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EnContré la muErtE EspErando

En mi última morada meciendo las Horas hasta mi llegada.

¿Qué haces muerte dormida antes Del anochecer soñando que vives Para matarme?

No sueño matarte si no darte mi vidaY mírame sin ti, Conmigo pero con un vacío.

Es el vacío de tu vida lo que a mi vida Le falta, la muerte que espera Me espera aun descalza.

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padrE mío tE pErdono Por lo que me has hecho Quizá no entiendas lo que digo Aunque hayas vendido mi alma Al diablo y después colgado mi cuerpo En una cruz, te perdono porque Encontré misericordia en mis heridasY en vez de agua bebí vinagre, No importa, Porque las lágrimas saciaron mi sedNo fue a mí quien los cuervos devorará los ojos No fue a los tres días que renaciera, fue a los Treinta y aun ni siquiera tengo veinticinco Nos hicieron idiotas no dioses Tan humanos que aun puedo sentir el dolor Que algún tiempo embargo el corazón que Nos hizo poetas. 28

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APOCALIPSIS NOW

Apretando con rabia en el puño las piedras, que jamás han dejado de que-marme, en un gesto que conozco bien; cerró una noche el impulso mis ojos e instantáneamente al abrirlos: la solitaria buhardilla sin saber lo ocurrido, fue testigo de los tortuosos pensamientos que cual maraña a un nido, mi mente deconstruían.

Todo se tornó blanco y un estruendo marcó el estallido.Nos visitaba un grupo de ancianos, varones más que féminas. De actitud

hostilmente amable, bondadosos e incluso paternales, que a menudo mos-traban preocupación, como el gurú que esconde el secreto supremo a sus gotamas.

Estoy segura de que evaluaban o buscaban evaluar algo porque en sus trajes observé símbolos provenientes de la Alquimia que prometieron ex-plicarme cuando me encontrara preparada; explicación que no me es per-mitida intentar siquiera elucidar, ya sea por carecer de importancia (como decían ellos) para la gente efímera o por no estar segura si aquello que me dijeron podría tranquilizar a alguno de vosotros.

Además de tan peculiar vestimenta, el tiempo que me fue posible obser-varlos cargaban sin olvido un libro del que compartían portada junto con panfletos, manuscritos y dibujos abstractos con anotaciones en una lengua que nadie logró reconocer.

Estos conocimientos suponían ser la fórmula de salvación (Por supuesto no sabíamos salvación de qué, pero compartimos la sensación mística que derivó en respeto y adoptamos con atenta importancia las indicaciones dis-puestas por cualquiera de ellos)

La quietud espiritual era peligrosa y se unía al rango de entendimiento desarrollado por cada uno. Sólo la intranquilidad virtuosa prevalecía, avala-da y cuidada por el eje central de su propia fuerza.

Sentí el momento en que todo inició, aunque no pueda señalar la concri-tud de una fecha. Sabía que el despertar estaba cerca (tal vez sean inválidas mis palabras, ya que no podemos saber si fue verdaderamente el despertar) pero recuerdo que eso fue lo que pensé al momento justo de abrir la tapa del gran hoyo por el que multitudes transitábamos. Supongo que gran parte de responsabilidad al creer que era el despertar radica en la impresión que tuve al observar una fina luz natural y la visible disminución de contaminantes que no era normal ya en la ciudad ni en la tierra.

Fue largo el viaje. Desconozco cuánto duró o a dónde llegamos. Había en la lejanía una estación férrea que le devolvía la esperanza a mi extraviada ubicación.

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Irregularmente pasaba un tren al que mu-chas veces intenté seguir para saber su destino sin victoria; mi mirada o las vías se cortaban aproximadamente 200 mts más adelante. Al cruzar el río y subir el monte se encontraba la cabaña que fungía como refugio.

No era la única allí. Vi el rostro de la histo-ria, de la geografía, las facciones deformadas por las múltiples preocupaciones, los rasgos de fortaleza que esconden las generaciones tras los vestigios de una especie decadente y poco humana.

Dormíamos, hablábamos de cosas que an-tes sucedían y ya no podíamos asegurar. Más de una vez me tocó discutir con interlocutores sobre cuestiones que al cabo de un momento desconocían.

Surgieron voces delirantes y huecas que mentían y gozaban de vender falsas razones. Estas voces se alteraban en el transcurso del día (que no puedo asegurar que era un día)

A menudo pasaba largo rato charlando mientras el sol producía extrañas sombras en la puerta de la entrada, y al salir a depurar los pulmones, tras ver el cielo azul, entraba sor-prendiéndome al encontrar a mis cohabitan-tes dormidos. Cuando en el esperpento que me causaba la incierta medición del tiempo, la incomprensión me obligaba a asomarme por la ventana des-cubriendo la media sonrisa de una luna socarrona.

Recuerdo el desfilar de mil rostros huma-nos, más discursos de los que yo misma podría inventar, colores matizados y sin matizar en el alma de los que veía los alrededores de la casa recorrer, letras y lecciones que anotaba en un papel del cual luego no hallaba el menor rastro.

Incontables veces sentí la impotencia apo-derarse de mi, la frialdad, la desesperación era inaudita, incalculable. Como ya lo he dicho,

no sabía qué hora era, qué lugar habitaba ni el tiempo que transcurría.

Desconociendo el paradero propio e ima-ginando las bifurcaciones del paradero de mis allegados, tenía sólo mi mente y el eterno te-mor de que palideciera o sucumbiera detrás del mundo y las personas que no sabía si te-nían una existencia real.

Durante la cátedra que impartían esos an-cianos (los que por cierto, jamás tuvieron nombre, ni les importaba el nuestro) coloca-ban unas piedras coloridas de diversos mine-rales sobre la palma de la mano cerrándonos el puño. Se producía entonces una combustión torrencialmente dolorosa que nos obligaba a apretar las piedras, de la misma manera nues-tros ojos y nuestros receptáculos del exterior.

Después de aquél ritual una tabla con dos flechas parecidas a un reloj, símbolos y colo-res no cesaban de girar. Era imposible frenar

los pensamientos que a medida que adquiría fuerza en la psique, se materializaban cromá-ticamente alargándose y encogiéndose, se ex-pandían por todo lo ancho en la dimensión del cuarto llenándolo de remolinos y, aunque hu-biera más personas dentro, el espectáculo sólo era visible para cada uno de nosotros. Muchos de ellos se esfumaron o se escaparon por la rendija de la puerta frente a los ojos ciegos de mi mente.

Este procedimiento lo llevaron a cabo sin excepción ni preferencias. Ignoro los efectos que el acto tenía en las demás personas por-que por alguna extraña razón, los que preva-lecimos ahí, jamás sentimos la necesidad de conversar al respecto. Guardábamos cierta complicidad. Ellos como yo entendían poco de lo que sucedía, y el vínculo que compartía-mos era posiblemente el desconocimiento, la ilusión, la humanidad y ciertas características que otros seres encontraron en nosotros.

No puedo asegurar que diariamente nos

visitaban, pero lo hacían a menudo y con tris-teza veían rostros nuevos de la misma forma en que buscaban pupilas inexistentes.

Vi a más de un hombre romper en llanto al observar aquellas curiosas manchitas cuando los ojos calmantes de los ancianos templaban su desesperación. Con gusto puedo decir que en mis momentos de desamparo eran capa-ces de abrazarme con extraordinaria fuerza y espectacular cuidado, como si mi cuerpo estu-viera compuesto de lino en extremo delicado.

Sé que existían por el calor que manaban sus cuerpos; sin embargo su textura era muy diferente a la nuestra, resbalaba, su piel era siempre muy pálida y fría, caminaban un poco jorobados como si cargaran el peso de un mundo en su totalidad. El rostro lo tenían re-pleto de arrugas, siempre cambiante. Algunas se surcaban en el intercambio de 500 palabras, como si notaran algo que a nosotros se nos escapaba, comprendieran o rectificaran vagas teorías.

También vislumbré personas que al abrir la boca de manera impertinente se desintegra-ban dejando un charco que se esfumaba de una sustancia similar al ectoplasma.

En un instante bajo penumbra, el estallido vibró.

Fue imperceptible para nosotros, lo supi-mos porque ellos nos informaron. Al pregun-tar por las personas queridas no daban res-puestas concretas, sólo aseguraban que donde nos encontrábamos no era la única guarida de salvación.

Mientras charlábamos, en un parpadeo amaneció. Mi palpitar hirviendo en sus aden-tros sintió un cosquilleo cósmico y un calor de 32

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despedida. La piel de los ancianos estaba visi-blemente más pálida pero las manchitas de sus ojos guardaban algo prometedor.

Cada día el reflejo de un espejo opaco muestra a las manchas de mis ojos, mi frente, llena de arrugas, que dependiendo de lo que vivo se surcan o se hacen más livianas. Nada ha cambiado. Veo a las mismas personas que no paran de repetirme que debo visitar al mé-dico por el tono nácar de mi piel.

En el desconsuelo me alegra ver entre la multitud a pálidos transeúntes de apretados puños, con manchitas de secretos en los ojos y dudas nadando en las arrugas de sus frentes.

Me hacen sentir acompañada en éste cú-mulo de contradicciones y voces que claman la verdad que grita la voz única.

Apretando el puño a mis adentros recuerdo el momento (justo después de darnos la noti-cia) en que los ancianos tocaron mi mano por vez última e hicieron a mis dedos rodear las piedritas (que al apretarlas siempre formaban una sola)

Al cumplir su misión, cerrándome los ojos, y sin parar de quemarme, había dejado ya aquél pueblo más allá de la razón al que había-mos llegado de las alcantarillas, y me encon-traba en el tren, cuyas vías desaparecerían 200 mts adelante de lo que mi vista siempre pudo alcanzar a ver.

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