Letrina #17 Enero - Febrero 2015

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LETRINA es tu revista de literatura (verso, narrativa, ensayo, C. literaria, foto, dibujo, comic y muchas otras locuras) en la que todos pueden colaborar.

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Editorial

¡Saludos, lector de Letrina!

Llegamos a este 2015 en un ambiente global que se perfila hacia un futuro incierto. Los asuntos religiosos, económicos, de libertad de expresión, derechos humanos y un largo etcétera, tienen a millones de personas en la incertidumbre ya no sólo de un futuro, sino de un mañana literal donde la posibilidad de comer no está asegurada en absoluto.Desde Morelia, Michoacán,movimiento intestinal regulary bienestar en generalte deseamos por siempre jamás.

Director general:Alberto Rivera Mena

Editora de Secc. Lingüística:María Guadalupe Gutiérrez Arroyo

Editora Secc. Comunicaciones y Fotografía:Itzi Paulina Medina Jiménez

Editores Secc. Creación Literaria: Alberto Rivera MenaCorrección de Estilo:

TodosDiseño:

Marco Antonio Martínez Canales

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Colaboran en este número:

Arturo GrijalvaDavid Meneses GómezDavid Álvarez Vázquez

Daniel de CulláAna Pobo Castañer

Páginas41234

ÍndiceArtículo

Creación literariaArtes visuales

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Eric Fritz

Todos los contenidos de Letrina son responsabilidad de sus respectivos autores, y no necesariamente reflejan la opinión de los editores.Reserva de derechos al uso exclusivo de Letrina: 04 - 2014 - 022015214400 - 203Imagen de portada: Ana Pobo CastañerTexturas utilizadas propiedad de Caleb Kimbrough http://lostandtaken.com

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EL UNIVERSO COMO UNA ENORME BROMA, LA MENTE LA ÚNICA ORQUESTADORA

“We not see the world the way the world is,

we actually see the world the way we are.”

Ritmo – The way we are

“The mind is a labyrinth” Hellraiser 2: Hellbound

“It's all in the mind, you know. Nothing is real.”

The Beatles – Yellow Submarine (movie)

Quiero iniciar este texto retomando la frase clave que puede definir tanto a la psicología de la Gestalt como al estructuralismo: “El todo es mayor que la suma de sus partes”. Parto de lo anterior para mostrar que el pensamiento humano dista de tener una concepción lineal, y, por lo tanto, es un equívoco concebir la Historia como un camino unidireccional.

La concepción de la Historia como una sola, que se mueve en una línea recta, ha sido rebatida con el avance de la modernidad hacia la posmodernidad (con todo y las reservas que tengo acerca del uso de este término), lo que ha derivado en la muerte de la Historia para dar paso a la existencia de las pequeñas historias (las de todos los otros), pues cada cuerpo tiene una realidad distinta y por lo tanto no puede haber una verdad absoluta (sorry, Hegel). Al respecto, también la llamada Ciencia Cognitiva ha asestado fuertes golpes a esta teoría lineal de la Historia, al demostrar que el aparato cognitivo funciona a través de ciertos

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esquemas (simples o complejos) que ayudan al ser humano a “adoptar”, para sí, un modelo particular del mundo. La Ciencia Cognitiva también ha demostrado que en nuestra mente se generan, mucho más de lo que creemos, una serie de sesgos o prejuicios cognitivos, que no son sino efectos psicológicos que producen una distorsión de lo percibido, así como juicios inexactos y erróneas interpretaciones lógicas. Estos sesgos se dan en nuestra vida cotidiana y afectan nuestra forma de concebir el mundo, de interactuar en sociedad e incluso de tomar decisiones.

No pretendo enumerar dichos sesgos (que se cuentan en cifras de cientos), pues de momento bastará con mencionar su existencia. En lo que sí me gustaría ahondar un poco más, es en dos esquemas, simples, en particular: el de camino y el de contenedor (sobre este último volveré más adelante). El esquema del camino nos dice que tendemos a esquematizar la vida a manera de caminos e incluso de considerar la vida misma como un camino. Esto nos hace considerar que siempre se parte de un punto “A” y se llega a uno “B” (de dónde se deriva la percepción del tiempo histórico como algo lineal). Esto es lo que enuncian Lakoff y Johnson al respecto del esquema del camino: “Por ejemplo, estructuramos el tiempo, un concepto de mayor abstracción, en función del espacio y nuestra experiencia de él, por lo que hablamos del futuro como algo que está delante, y del pasado como algo que se encuentra detrás de nosotros.” (Lakoff & Johnson, 2001: 89).

Cuando estructuramos el tiempo, o muchos otros conceptos abstractos, en función del espacio o de nuestra experiencia corporal, estamos haciendo uso de la metáfora. Lakoff y Johnson, en su libro Metáforas de la vida cotidiana (1980), señalan el carácter metafórico con el que funciona nuestro aparato cognitivo. Esto se debe a que en realidad sólo tenemos acceso a los estímulos sensoriales y, por lo tanto, nos es necesario hablar en términos de lo que podemos captar a través de los sentidos para poder entender aquello a lo que no podemos acceder, y para realizar esto nos valemos del pensamiento simbólico y las metáforas.

Aunque desde un enfoque distinto, Kant ya había discutido, en su Crítica de la razón pura (1781), la diferencia entre lo experimentable (fenómeno) y lo no

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experimentable (noúmeno). Estos términos son sencillos de explicar a partir de sus oposiciones. El fenómeno es el objeto al que podemos acceder de manera empírica, es tangible y se percibe por la intuición sensitiva. Se relaciona con la apariencia. El noúmeno es, por el contrario, la esencia, no es tangible ni puede ser percibido por la intuición sensitiva, en todo caso sería perceptible por una intuición mental, algo que resulta imposible. Por tanto, el noúmeno es inaccesible para el hombre y no puede basarse en la experiencia. “De aquí se sigue indudablemente que los conceptos puros del entendimiento no pueden nunca ser de uso transcendental, sino siempre sólo empírico y que los principios del entendimiento puro no pueden ser referidos más que –en relación con las condiciones universales de una experiencia posible– a los objetos de los sentidos, pero nunca a cosas en general (sin tener en cuenta el modo como podamos intuirlas).” (Kant, 2002: 135).

La Ciencia Cognitiva de Lakoff y Johnson se basa en una filosofía de la experiencia personal o lo que algunos llaman filosofía empíricamente responsable, es decir, una filosofía que parte de la fisiología, pues es imposible hablar de procesos mentales sin hablar antes de estímulos físicos. En una colaboración posterior, el denominado por muchos antifilosófico, Philosophy in the flesh, the embodied mind and its challenge to Western Thoug (1999), Lakoff y Johnson parten desde algunas pruebas realizadas por la Ciencia Cognitiva para comprobar la importancia que tiene el lenguaje como constructor de nuestra realidad. En dicho texto, se desenmascaran muchos de los argumentos filosóficos más importantes en la historia de la filosofía. Lakoff y Johnson parten desde una fisiología para explicarnos de manera más clara y comprobable aquello que intentaron transmitir, sin éxito completo, pensadores como Nietzsche y Foucault: el punto medianero entre el exterior objetivo y el interior subjetivo es el cuerpo.

Aquí es importante volver a uno de los esquemas antes mencionados, el esquema de contenedor. El esquema de contenedor nos lleva a concebir la realidad en términos de adentro y afuera, interior y exterior, algo que se ejemplifica metafóricamente cuando incluso llegamos a referirnos a la vida como algo que hay que llenar de un sentido. Pero estos esquemas no se dan en el sujeto desde su nacimiento. Piaget observó que hasta los dos años comienza a darse en el niño el

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fenómeno de disociación, antes de esto, el niño no puede diferenciar entre un yo y un mundo exterior: para el niño, todo es él. Cuando se comienza a desarrollar la inteligencia espacial, se comienzan a crear órdenes objetivos para el mundo exterior y subjetivos para el interior. A este respecto sería interesante realizar un estudio profundo sobre las culturas orientales, en las cuales, debido a creencias religiosas, se promueve un pensamiento integrador, enseñando al individuo que el uno es parte del todo y viceversa.

Esta disociación entre lo interior y lo exterior, es expresada por algunos pensadores en términos de natural y artificial. En La Melancolía del ciborg (2009), Fernando Broncano sitúa al ser humano dentro de la categoría del Ciborg, pues “La existencia humana discurre como una existencia atravesada entre lo natural (el universo exterior) y lo artificial (el universo interior)” (Broncano, 2009: 49). El Ciborg es un ser condenado al exilio, un ser que vive un desarraigo provocado por la imposibilidad de volver a un orden puramente natural o de avanzar hacia un futuro puramente artificial. Nuestra capacidad de cognición, señala Broncano, nos separa de asimilarlos en el universo esencial. Esto se debe, según el propio Broncano, a que el ser humano es producto de la técnica, y que nos hemos valido de esta técnica para desarrollar prótesis que nos permitan extender nuestras habilidades o contar con habilidades nuevas. Broncano señala que “[…] hay prótesis materiales y prótesis culturales: están estas últimas construidas por sistemas de signos y símbolos que transforman el modo de pensar de los humanos. Las lenguas fueron las primeras y más importantes prótesis culturales […]” (Broncano, 2009: 21).

Hemos visto ya que el ser humano desarrolla esquemas sencillos para construir su realidad virtual. Además de estos esquemas sencillos, nuestro aparato cognitivo acude a esquemas más complejos, uno de estos es el esquema del orden metafórico, del cual ya hemos visto algunos ejemplos anteriormente. Caminamos el camino de la vida. Dejamos atrás el tiempo (que además es valioso), lo matamos, lo perdemos o lo ganamos. Vivimos en un estado de angustia, ansiedad, soledad,

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felicidad, etc. Nos duele la gastritis, el cáncer, el alma.

El universo se vuelve un sistema de correspondencias; un orden de símbolos y metáforas más propio de la concepción de la realidad que defendían los simbolistas, y que posteriormente escritores como Borges o Paz también defenderían. Nuestra realidad no es sino palabras. La realidad está constituida por signos. Charles Baudelaire ya lo decía en su poema “Correspondencias”(1857) : “La natura es un templo donde vividos pilares / Dejan, a veces, brotar confusas palabras; / El hombre pasa a través de bosques de símbolos / que lo observan con miradas familiares.” Al respecto, Octavio Paz decía que una silla es una palabra, una montaña es una palabra, incluso una palabra es una palabra. Si el mundo es, como dice Paz en “Analogía e ironía” (1974), un libro mágico en el que al leer se escribe, y el poeta es un traductor de dicho libro, este poeta, más que crear un mundo o una realidad (puesto que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma) la interviene, la transforma al interpretarla y nos ofrece un libro que es la totalidad de su ser, un libro que es descifrado sólo para ser cifrado de nuevo bajo una clave que a su vez será imposible traducir sin transformar. Y todo esto nos demuestra el carácter más bien hipertextual (más parecido a una red que a una línea) del pensamiento. Y se reitera aquello que ya se sabía: el todo no puede ser la suma de la cronología, la suma de los libros.

La objetividad es más bien un cacharro ilusorio que pierde, a cada paso de la historia, lo poco que le queda de prestigio (con todo y los problemas que este exceso de relativización ha traído a la sociedad actual). La red cada vez es más intrincada. Cada vez hay más información y las ciencias y tecnologías de la modernidad han facilitado su registro y multiplicado sus medios de expresión. Estas construcciones mentales, que algunos suelen oponer a los actos naturales o instintivos de la especie, llamándoles cultura, se han puesto cada vez más al alcance de todos. Para muchos, el terreno de la cultura ha rebasado al de la natura. La World Wide Web (WWW), a pesar de ser un “no lugar” (o precisamente por serlo), se expande ya a una velocidad mayor que la del universo y se calcula que posee ya tanta información como este. Finalmente, sólo nos resta admitir que nada está bajo control, pero que hay que estar tranquilos; nada de esto importa tanto, en

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todo caso, todo está en nuestra mente y nada es real.

BIBLIOGRAFÍA:

Broncano, F. (2009). La melancolía del ciborg. Barcelona: Herder.

Kant, I.(2002). Crítica de la razón pura. Madrid: Tecnos.

Lakoff, G. & Johnson, M. (2001). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Catedra.

Lakoff, G. & Johnson, M. (1999). Philosophy in the Flesh: the embodied mind and its challenge to

Western Thought. New York: Basic Books.

Paz, O. (1984). “Analogía e Ironía” en Los Hijos del Limo. México: Seix Barral.

Arturo Grijalva.

Proveniente de Los Mochis Sinaloa, Arturo Grijalva llegó a Guadalajara hace cuatro años para

estudiar la Licenciatura en Letras Hispánicas que oferta la UDG, en la que cursa actualmente el octavo

semestre. Participó en las distintas ediciones de "SONI", tertulia poética organizada por el grupo

teatral independiente Casa Inverso. Ha publicado en medios virtuales como Revista Clarimonda y

El ojo que piensa, publicación digital de la UDG que se especializa en cine. Es miembro del consejo

editorial de la revista Himen y director de la revista Homúnculo.

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EL TATUAJE EN LA ESPALDA

David Meneses Gómez.

... Se deslizaba entre las miradas de quienes la querían poseer, su silueta paseaba por las calles llenas de lujuria, su coquetería era su encanto, su tatuaje en la espalda la provocación... llegó a mis ojos para convertirse en mi deseo.

Le vi pasar por la avenida llena de personas, donde ella era única. Su paso era seductor, era inteligente antes que astuta, bella antes que hermosa, no por sus gafas sino por su tatuaje en la espalda, ese texto revelado al placer. Vi su tatuaje un instante, un momento que valió una eternidad: sobre su espalda, tenía dibujado un libro sobre otro, cuya extensión llegaba muy cerca del placer, su escote revelaba esta columna vertebral donde todas sus emociones estaban una sobre otra, un libro encima de otro, con sus hojas vírgenes y sus textos eróticos.

Podía ver todos esos libros, quería llevarlos a casa, quitar la duda y arrojarnos a la cama, abrir sus páginas y recorrer con la punta de mi lengua todas sus hojas, saborear los pequeños lunares y disfrutar cada palabra en mis labios, para ver como su boca incitaba una sílaba... Provocar la lujuria, descubrir sus páginas y llegar al índice húmedo de la pasión, llenarme de sus letras, que un suspiro provocara un gemido.

Su tatuaje era la fantasía visual del deseo, dueño de la pasión carnal. Cada libro en su espalda, era una torre de Babel dispuesta a caer ante el

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poeta Casanova, la torre de Pisa inclinada ante aquel que subiera por sus escalones hasta su corazón, el faro de Alejandría dando el rumbo con el fuego de su sexo, para perdernos en la Odisea del amor. En su piel había pequeños oasis en cada zona erógena, cuyo elixir era un orgasmo durante las mil y una noches.

Era la chica del tatuaje en la espalda, con sus libros uno encima de otro, como los amantes en el momento en que lo saben todo y no les queda más quWe callar y dejar que las manos hablen con caricias.

Hicimos el amor después que la chica del tatuaje en la espalda leyó esto, justo cuando no pude cubrir con mi cuaderno mi entrepierna, y ella notó que los libros en su espalda tenían un lector...

Eric Fritz

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ENTRE MAÑANAS

Entramos a una choza pequeña de madera –de forma rectangular y con el acabado cónico– a las afueras de la ciudad, oculta entre caminos nebulosos. En aquel lugar venden un café de olla que se cosecha con esmero en las vísperas de diciembre: caliente, con vapor saliente que danza hasta esparcirse en el aire, y en tazas de loza pintadas de amarillo con verde, simulando caracoles que deambulan entre las hojas.

En un par de troncos abatidos en el matorral nos contemplamos a detalle la silueta, ella de un lado y yo del otro. Envueltos en prendas para mitigar el frío, encogemos los hombros y, tomando con ambas manos la taza, soplamos ligeramente sobre esta, lanzándonos el aroma hacia el rostro. De fondo, se escuchaba el crujir de la leña encendida, esparciendo el humo que se entremezclaba con el hálito de la brisa diurna, provocando secreciones en los ojos mientras nos abrigaba la calma. Ahí nos encontramos, mirándonos hasta perdernos en el albor.

La mañana era gris; nos sentimos como en una fotografía vieja, de esas que se guardan en baúles y que suelen mostrar los ancianos para exclamar con añoro: “Aquellos viejos años…”. Suficiente era mantenernos en silencio, callados, dejando que el escenario pronunciara sonidos en esa alborada de invierno: la leña, el viento, el sorbo del café y el soplido para calmar su ardor, todo al compás de miradas y ligeras curvaturas en los labios, parecidas a sonrisas completas, pero con la complaciente incertidumbre de no saber qué eran con exactitud… un juego entre ella y yo.

Entonamos la respiración al ritmo de las hojas onduladas por el aire, arrojando vaho por todo el entorno. Terminando el café nos levantamos con

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morosidad y pagamos el costo de tan sublime placer. Nos fuimos enseguida no sin antes besarnos dulcemente el borde de los labios, sorbiendo las pequeñas gotas que yacían en el entorno de la boca, esperando volver con prontitud a ese pequeño gajo de Edén escondido entre la niebla.

Raíces

Raíces (Querétaro, 1990). Seudónimo de David Álvarez Vázquez, estudiante de la Licenciatura en Sociología en la UAQ, actual miembro del Consejo Editorial del Suplemento Cultural: “Voz Zero” del semanario Tribuna de Querétaro y del Consejo Editorial de la revista: “Echoes” de divulgación científica y creación literaria de la FCPyS, así como columnista en la página de análisis político y social de Colombia: “Al Poniente”. Coautor en la primera publicación del libro de Antología literaria: “Lo que se dice de estar vivo” (2014).

Eric Fritz

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FORO ASNAL DE LA KULTURA

Innovación del Rebuzno

Que hemos perdido el Burro de nuestro horizonte es bien seguro. Como seguro es que ningún Foro se encontrará feliz de tal hallazgo, a no ser el exclamar muy alegres la O de su Rebuzno desde su pesebre al auditorio atronando. Cogidos in fraganti los literatos cual sacerdotes al momento Rebuznando, al respetable sorprenderán al ver que el Asno que han perdido carga una gavilla de hipócritas que el Aria Rebuznal entonan.

¡Za! Grita la gente para ahuyentar los animales. Lo oímos con placer, tan satisfechos. Y envidia nos da su Rebuznar, deseando aprender con reglas y mesuras del modo como nos lo enseñaron nuestros maestros, revendedores de letras y cuadrúpedos tan diestros en Rebuznos, que ya académicos, literatos, catedráticos, políticos “tíos listos” se van haciendo.

La Kultura es tan apreciable como despreciable. Los necios cagan libros, y muchos hombres y mujeres hay que del Rebuzno han hecho su Razón, y convencen como Sancho, ese buen Sancho de don Quijote, somos eternos compañeros de un Asno. La dicha que nos da el Rebuzno de un Jumento la historia política bien clarito nos lo dice. Si Rucio sale del Gobierno, por ejemplo, la nazión caerá en un sima donde yacerá en vida sepultada, que por eso cree que jamás escapará del yugo, el palo y tentetieso.

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¡Hostias! Oigamos con don Quijote de Sancho sus lamentos:

–Echo en falta ver a mis antepasados cabalgar en Asnos; como me asquea ver a nuestros gobernantes admirados ir montados en coches de muchos caballos.

Uno que había tropezado y varado su “burra”, la bicicleta, en tierra, Tomé de Zabarcos, de Ávila, dijo:

–Yo fui vendedor de ropas en plazas o parajes de la población visitada. Fui emigrante en Alemania y, en verdad os digo que “no faltan Burros en Alemania”.”Los Asnos de España son muy estimados allí. Que América fue descubierta y poblada a lo Burro. El amor de Isabel la Católica para con los Asnos fue muy extremado; como lo es hoy el amor extremo de los políticos para con su Buche”.

–No es extraño, dijo un nuevo contertulio, Darío de Hytaspes, que se había agregado. Prosiguiendo:

–En todas partes del Globo la Política sirve a la panza y a las cuentas bancarias. ¡Qué valor! Todo en la vida no es más que un lance asombroso de una canilla de animal. Cualquiera de los huesos largos de la pierna y del brazo; cualquiera de los huesos principales del ave, para hacer flautas de Rebuznos, o escribir asnífluamente narrativa y versos.

Tomé de Zabarcos, después de mirar a su alredor, dijo:

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20 http://mercurycode.deviantart.com/

-Por todas partes hay Burros, gracias a dios. El Elogio del Rebuzno es la mejor asignatura en todo estudio y en toda carrera universitaria. ¿Sabéis?, un cerdo alemán vino a conocer las dos Castillas y me dijo que “Castilla es un país de buenos Asnos”. Que conoció a una señora mayor que todavía hermoseaba y que salió zafa en el juego del amor, quien le dijo que “ella quería tener un hijo con dos cabezas”, pues así sería de los más listos de la tierra, haciéndose futbolista o político y que “si no fuera por los Asnos no habría rey”.

Restituta Julia, amiga de Darío de Hytaspes, que se había dado en la cara cierto polvo mineral con que se dio color azul, le cortó, diciendo:

–Los Asnos son capaces de enseñar Literatura, ¡palabra!, y todas las demás asignaturas que hacen a los estudiantes conseguir cátedras de Rebuznos. Que nuestro parentesco nos viene del Asno, no del mono, y menos de dios. Yo, como todas las mujeres, soy pastora moza subordinada al rabadán, mayoral de pastores, y, aunque hoy día no vamos en zaga al macho, es hecho cierto que existe un Aria de la sumisión y que nosotras, aun sin saber música, tenemos que tocarles su órgano.

–¿Y qué me dices de la lascivia?, le preguntó Záfara, una amiga de Zamora, desde la puerta que da a la calle, de una manera como quien habla con gachas o puches claros de harina en la boca. A lo que respondió Restituta:

–La Lascivia de los Asnos es tan extremada como la de los curas y frailes, al igual que lo es la Resignación, una de las muchas prendas del Asno que adorna de igual manera a los hombres.

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Todos callaron y dirigieron sus miradas a los contertulios del Foro que salían con sus zahones caídos, especie de medios calzones de cuero que cubren la parte delantera de los muslos, con un semblante entre cervuno y negro, pero alegres porque iban a celebrar zahora, comilona de amigos con bulla y zambra.

Un zahorí de las letras que ve lo que está oculto y en particular tesoros literarios, perspicaz y escudriñador, a lo zaino, al soslayo y recatadamente se acercó a un libro que estaba caído en el suelo medio abierto sobre algo que parecía brillar. Pensando que era un pájaro le hizo un azalá diciéndole frases zalameras para captar su voluntad. Cuál fue su sorpresa que al levantar el libro vio, todos lo vieron, una cagada del caballo del rey Alfonso de Castilla y León, conquistador de Toledo vencido por Yusef, rey de los africanos almorávides, el cual poco tiempo después llamó a esta mierda Sacralia, y los cristianos dijeron “era una alma en pena sólo creo”.

-Daniel de Cullá

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VIEJO, ¡QUÉ CAGADA LA VIDA!

Daza y Trebisonda se encuentran en el Centro de Día “Río Vena”. Hay mucha cautela en el proceder de toda esta “chatarra” de vejestorios y viejos ridículos que vienen a este centro, unos a jugar a las cartas, sabiendo engañar a los puntos mostrando, como al descuido, la pinta de un naipe y sacando otro; otros a mirar.

Trebisonda ha dejado a su perro Cisneros, (le llama así porque, según él mismo dice, se parece a aquel inquisidor general y regente de Castilla, y porque se lo trajeron de Alcalá de Henares en Madrid, y el verdadero Cisneros fundó su Universidad), a la puerta de entrada como un objeto viejo, inútil y arrinconado.

–Viejo, inútil y arrinconado como nosotros, susurró.

Daza sonrió y le dijo:

–Sí, nosotros somos personas inútiles que no servimos sino de estorbo.

Los dos miraron hacia la puerta de salida, y vieron a unos sujetos que entraban y traían trastos de pintar, trastos de encuadernar.

Ellos dos se han acercado al salón de juego y cafetería. Han venido para ver a las camareras que trastornan, como ellos dicen. Los dos han entrado soplando como fuelles.

–Qué fácilmente nos trastornamos, dice Daza. Y sigue:

–De verdad que es una putada que una “tía” nos vuelva de un lado a otro y que nos prive por el Chumino del libre ejercicio de los sentidos.

–Nos han invertido el intelecto, dice Trebisonda. Y sigue: pues ver cómo un Coño nos inquieta, perturba, causa disturbios o sediciones del culo, es para morirse de risa.

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–O de asco, replica Daza, trabándosele la lengua.

Trebisonda soltó una carcajada que hizo que las camareras y los que allí se encontraban los mirasen con enojo.

–Trastrás, le dice Daza al oído, y por la espalda, a una camarera con la que tiene confianza, dándole, al mismo tiempo, una palmada en el traspontín, trasero, asentaderas.

A la joven se le mudó el ser o estado. Se puso nerviosa, trabucada y confundida. La joven, que se había acercado a saludarlos, se marchó sin hacerlo, y se puso a servir las mesas ocupadas por verdaderos trastos viejos.

Cómo odiaban Daza y Trebisonda el espectáculo de esta “chatarra” dispuesta a comer con trasudores y fatigas. A algunos se les caía el mocarro, o moco pendiente de las narices, y otros jugaban con uno al santo mocarro.

Trebisonda dijo:

–Si en vez de camareras hubiera camareros, pocos viejos vendrían. Entre estos chatarreros todavía destaca el Asno que nos habita.

–Es verdad, respondió Daza. Hizo un silencio y siguió: Y esto no es lo peor o mejor de todo. Para mí, lo más humillante y se me sale la sangre de las venas o vasos donde está, es el tener que sacar un perro a la calle a mear o cagar tres veces al día. Y no digamos eso de recoger la caca y llevarla del jardín a la papelera. Es como entrar en éxtasis o elevar tanto los pensamientos del culo que se queda uno como desposeído de las cosas terrenales. ¿A que sí, Trebisonda?

–Sí, respondió Trebisonda. Es una preciosidad. Hizo un silencio y con cierta sorna prosiguió: Cantemos al perro que en la llanura venció del verde ancho mar al trace fiero del culo perruno.

Qué de risotadas dieron los dos. Tan altisonantes fueron que vino la encargada alterada por el orden natural y lógico de las risas, y les rogó,

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moviendo las tetas sin querer, que salieran del edificio.

Ellos salieron. Cogió Trebisonda su perro como quien transgrede una pieza musical. Con mala leche.

No habían andado tres pasos, cuando Cisneros, el perro, se traspuso y en un rincón o recodo del río Vena, donde podía sentirse oculto, comenzó a cagar. Mirando los dos el trasiego del perro, Daza, que parecía el empleado que previene a cada actor cuando ha de salir a escena apuntándole la frase de salida, mira a Trebisonda y le dice:

–Mira, Trebisonda, ya se acerca el mito o alegoría de fenómeno natural y de hecho histórico como en la conquista de Orán donde el verdadero Cisneros se despelotó cagando. Hizo una pausa, y prosiguió:

–Ya sale la mierda como Pedro por su casa.

–Vaya destino el nuestro, replicó Trebisonda, prosiguiendo: cómo pasa la vida, como viene cagando mi perro.

El perro Cisneros cagaba sin arte, como en las escuelas de Arte o Narración, menoscabando o disminuyendo la caca, quitando o separando parte de ella con el hocico, cual peluquero que pela al rape. El río Vena clareaba al trasluz por el revés de la mierda. Los patos mudaron de un sitio a otro viniéndose a la caca.

Trebisonda, sin orden ni método, cogió una bolsita negra de plástico y, metida la mano derecha en ella, recogió la caca titubeando, temiendo echarla a perder, romperla, destruirla, acabar con ella.

Cuando iba camino hacia la papelera donde echarla, se revuelve el muy cabrón y, como dando pases de muleta con ella, moviéndola de una parte a otra, arrojó la bolsita negra contra Daza, con viveza y travesura. Menos mal que él supo esquivarla y el paquete de mierda, como huyendo de su acreedor, cayó allende del río Vena, aquende el río Po-Po.

En un instante, patos nadando, otros volando, vinieron a la mierda

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como el corrupto viene a la Banca, corriendo y volando de un lado a otro moviendo con el pico el paquete con afán de romperlo y sustraer el contenido como si de un asunto judicial se tratara, como quien corta la grama de la viña a azadonas.

El paquete se abrió de picotazos. El plástico negro despareció entre unos y otros. Ellos se fueron en desbandada, cayendo la mierda al fondo del río como lágrimas de cocodrilo.

–Mira, dijo Daza, parece un mejillón sin cáscara en el golfo de Méjico.

–¿Sí?, preguntó Trebisonda, prosiguiendo: a mí me parece un lapo caído de una culpa o error del Cid Campeador.

A través del agua transparente se dejaba ver la mierda, cual especie de cortina de tela translúcida en que puede haber pintados paisajes, o ventana de cristal que ilumina, adorna, el fondo de un altar.

Daza, abriendo la boca como al pescado para salarlo, gritó:

-¡Qué asco de Vida!

-Viejo, qué cagada la vida, replicó Trebisonda. Prosiguiendo:

-A Cisneros, mi perro, no le voy a echar de comer desde el Jueves Santo a mediodía hasta el toque de gloria del sábado.

-Daniel de Cullá

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VOID

No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.

La decisión sobre si vale la pena vivir o no... es la más urgente de todas las cuestiones.Albert Camus

en El mito de Sísifo

Óscar pestañea algunas veces. Sus pupilas cambian de tamaño por las luces neón que inundan la noche. Se encuentra en la azotea, tomando un descanso. El viento fresco que corre a esa hora de la madrugada le provoca un leve escalofrío, mientras su cabello oscila al ritmo de olas urbanas. Su semblante, no exento de encanto, es cadavérico: bajo sus ojos se distinguen unas enormes ojeras, las mejillas hundidas y los pómulos prominentes. Dentro de treinta minutos deberá volver a la tornamesa para continuar divirtiendo a los niños de la noche pero, ¿y él?, tiene veintisiete años y se descubre aburrido de vivir, no puede estar más hastiado de la existencia.

La próxima semana irá a una rave, es parte del line up. Verá a la gente enloquecida, bailando todos como poseídos. Poseídos por su música. Él, también drogado, tocará secuencias rítmicas aprendidas ya de memoria y será parte de un ritual ya repetido millones de veces en la historia humana. Consumirá enorme cantidad de drogas que lo harán feliz un rato. Cogerá con alguna admiradora, o con Angélica. Esto le recuerda que la ha visto, súcubo perverso, hace un rato en la fiesta, comiéndose a un joven desconocido. Hace eso de vez en vez; cuando las luces se vuelven muy brillantes y la noche llega a esa hora espectral en que uno desconoce lo que hace. A él, eso ha dejado de importarle. Cuando comenzó la relación le reclamó algunas veces, ella jamás le hizo caso. Ahora, ya no le dirá nada. De cualquier modo ya no importa. Si siguen juntos es por inercia, y por inercia sigue viviendo.

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El humo del cigarrillo adquiere un hipnótico color azul, producto de la mezcla de la luz y la oscuridad. Lee el letrero en neón que se encuentra frente a su rostro The Void: Electro House y no puede evitar recordar el momento en que su vida dio un enorme giro y lo llevó por la dirección que lo ha puesto en el momento y lugar en que se encuentra. Porque uno no está donde está por determinaciones superiores a su propia voluntad, sino por las decisiones que ha tomado.

Fue apenas una semana después de conocer a Angélica, en la universidad, hace cuatro años. Por esos tiempos había estado convencido de que su hermosa sonrisa sólo podía pertenecer al ser más bueno que podía existir. Ella lo despertó con una alegre llamada telefónica. Lo invitaba a una rave. Él no tenía nada que hacer y sentía curiosidad de asistir a una de esas fiestas que tanto le habían mencionado pero a las cuales aún no acudía. Antes de esa noche ya había fumado marihuana algunas veces: le había gustado pero jamás se había convertido en un vicio. Lo nuevo fue haberse comido una anfetamina, ofrecida por ella. Un par de horas después, se sentía extasiado y feliz, bailaba y sonreía: se sentía mejor que nunca. Más tarde, en la fiesta, decidió comerse un tripi –así solía llamarle Angélica al LSD– . La experiencia fue asombrosa: los colores adquirieron tonalidades que desconocía, nacieron nuevos sonidos y olores, las luces tocaban su cuerpo, lo acariciaban, lo sacudían. La música que nacía directamente de las yemas del dj parecía pulsar al ritmo del mundo, del palpitar de su corazón, de la fuente de pensamientos que ahora nacían en su cabeza. La risa se tornó infinita, el tiempo ya no existía, su atención se fijó en detalles que siempre había ignorado. Escuchaba ruidos jamás escuchados. El piso se movía hacia arriba y hacia abajo, su cuerpo estaba como derretido. En su cabeza se gestaban grandes pensamientos, creyó saberlo todo, para después estar convencido de que no sabía nada. Su conciencia se diluyó y él sentía, sólo sentía. Su cuerpo se transformó en un sensor que recibía miles de estímulos. Todo se volvió confuso. En un momento estaba petrificado del miedo, en otro se le veía hacer gestos que parecían imposibles. Consideró también que hablar era vano y no dijo una palabra en toda la noche. Ya a media mañana estaba seguro de que eso era

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lo que deseaba tener en su vida.

Junto con Angélica, dejó gradualmente de asistir a la Facultad de Filosofía, mientras se metía cada vez más en la música electrónica. Primero aprendió a utilizar los programas de computadora, lo hizo rápidamente, descubriendo que tenía talento para algo que no había imaginado. Después vendió su colección de películas, compró con el dinero buen equipo: sintetizadores con gran cantidad de efectos de sonido, dos de las más nuevas tornamesas y una portátil potente. Le fascinó poder plasmar sus trips en la música que hacía. Por ese entonces, parecía que su vida era perfecta. Con el dinero que ganaba por tocar en raves, fiestas y bares, y con las ocasionales grabaciones con otros artistas, o la publicación de algún compilado de poemas, le alcanzaba para vivir. Se mudó a un departamento con Angélica. Asistía a todas las fiestas que podía, ya fuera porque iba a tocar o porque lo invitaban a ellas. Todo el tiempo estaban saturados de drogas; ser el alma de la fiesta tiene, entre muchas ventajas, la de conocer a muchos dealers o a personas que pueden conectarte con ellos. Probó muchas drogas distintas. A veces se las regalaban para que las conociera. Algunas ocasiones las compraba y hubo veces en que se las dieron a cambio de tocar en alguna fiesta privada.

Sus padres dejaron de contactarlo: una vida de fiesta y drogas no era aceptable para ellos. Poco a poco todo se volvió más gris y solitario. Ya no era tan solicitado para tocar, había muchos músicos nuevos con tendencias más frescas. La adicción hacía que Angélica cada vez fuera más distante. A veces pasaba noches sin llegar a dormir, seguramente cogiéndose a alguien más. Casi siempre, cuando ella llegaba, él estaba demasiado fatigado o drogado para reclamarle. El dinero que ganaba últimamente apenas le alcanzaba para pagar la renta y drogarse, nunca para comer. De alguna forma, desde que comenzó con ese estilo de vida, siempre supo que llegaría ese día y, ahora que reconoce su llegada, no tiene líquidos suficientes en su cuerpo para llorar. Prende un porro y tras fumar un poco, ve a Angélica aparecer por el umbral de las escaleras, se acerca a fumar. A pesar del convaleciente estado físico en que se encuentra, aún es

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hermosa. Sus ojos verdes y grandes le miran con aquellos ojos hipnóticos que lo habían enamorado. Su piel, pálida, aún es tersa. Su cabello, olas ténebres, fragancia azul para las noches de vigilia, como plumas de cuervo, centelleantes. Su cuerpo, delgado y pequeño, esta enfundado con un vestido negro que le queda perfecto.

“Acércate más”, Óscar le dice desde el borde del tejado. “Le temo al vacío” responde Angélica. “Entonces nunca has estado preparada para vivir”, Óscar sonríe con una mueca de ironía mientras le explica: “El mundo en que vivimos está lleno de caminos: todos llevan al vacío, así que no importa cuál tomes. Nosotros hemos elegido el que lleva por el borde mismo. Podemos caer en cualquier momento. Y la razón para que decidiéramos es porque, a pesar de ser el más corto, es el más intenso. Sería muy sencillo arrojarme ahora mismo y vivir el último viaje, el más intenso de todos: la muerte”. Angélica no responde y tras meditar lo que Óscar ha dicho, huye notoriamente perturbada, sujetando su cabeza con las manos, la mirada perdida.

Termino el porro y veo por última vez el cielo. Aquella vez que decidí tomar el atajo hacia el vacío, fue el cielo lo que más me impresionó. El ácido me ofreció una vista del cielo palpitando; las estrellas brillaban con mucha intensidad y parecía que, de un momento a otro, volaría, me desprendería del cuerpo y me uniría al cosmos. Ojalá pudiera rescatarla y rescatarme a mí mismo, pero es imposible salvar a alguien que camina por el borde del vacío. Doy un paso adelante. Los diez metros que separan la azotea de la acera transcurren en un segundo y en toda una vida. Comprendo que la existencia, la eternidad, se pueden concentrar en un instante y no sé si se deba a las drogas que consumí, al miedo, a la adrenalina o a la sublimidad del acto que he cometido. Siento por última vez el viento despeinando mi cabello. Me convierto, por un momento, en la persona más feliz y justo después escucho un golpe fuerte. La vista se tiñe de rojo, veo zapatos correr hacia mí. Mis ojos tiemblan y sonrío, o creo hacerlo, al comprobar que he logrado volar y que este era el único acto que me

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faltaba realizar. Que no hay experiencia más valiosa, que morir es la única que jamás se repite. Estos últimos años había estado cosechando pequeñas muertes sin comprender que lo que en realidad buscaba era la gran muerte, la de verdad. Mis ojos se están cerrado, mis ojos, ojo, oj…

Arturo Grijalva

Proveniente de Los Mochis Sinaloa, Arturo Grijalva llegó a Guadalajara hace cuatro años para estudiar la Licenciatura en Letras Hispánicas que oferta la UDG, en la que cursa actualmente el octavo semestre. Participó en las distintas ediciones de "SONI", tertulia poética organizada por el grupo teatral independiente Casa Inverso. Ha publicado en medios virtuales como Revista Clarimonda y El ojo que piensa, publicación digital de la UDG que se especializa en cine. Es miembro del consejo editorial de la revista Himen y director de la revista Homúnculo.

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MODERNISMO EN TERUEL (ESPAÑA)

ARQUITECTURA

PABLO MONGUIÓ SEGURA

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Nace en Tarragona, en 1865 y muere en Barcelona, en 1956, pero fue un arquitecto español, especialmente activo en la provincia de Tarragona y en la de Teruel y Teruel capital.

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Nace en Tarragona, en 1865 y muere en Barcelona, en 1956, pero fue un arquitecto español, especialmente activo en la provincia de Tarragona y en la de Teruel y Teruel capital.

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Formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, es primero arquitecto municipal de Tarragona allá por 1898 y posteriormente ocupa la misma plaza en Teruel y Tortosa (1902). En Teruel estuvo como arquitecto provincial en 1908 y de 1911 a 1918 como arquitecto municipal de dicha ciudad en una segunda etapa.

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Formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, es primero arquitecto municipal de Tarragona allá por 1898 y posteriormente ocupa la misma plaza en Teruel y Tortosa (1902). En Teruel estuvo como arquitecto provincial en 1908 y de 1911 a 1918 como arquitecto municipal de dicha ciudad en una segunda etapa.

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De su trabajo, destaca en Cataluña la verja de la Catedral de Tarragona; el chalé Pallarés, el Matadero Público o la Casa Pilar Fontanet (Casa Grego), entre otras, en Tortosa y el Gran Hotel de París en Reus.

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De su trabajo, destaca en Cataluña la verja de la Catedral de Tarragona; el chalé Pallarés, el Matadero Público o la Casa Pilar Fontanet (Casa Grego), entre otras, en Tortosa y el Gran Hotel de París en Reus.

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En Teruel, sobresalen la Portada de la Catedral (de estilo neomudéjar), el Teatro Marín, la restauración de la Iglesia de San Pedro y del Teatro municipal y la iglesia parroquial de Villaspesa.

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En Teruel, sobresalen la Portada de la Catedral (de estilo neomudéjar), el Teatro Marín, la restauración de la Iglesia de San Pedro y del Teatro municipal y la iglesia parroquial de Villaspesa.

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En Teruel diseñó varias casas de viviendas de un elegante modernismo, como la Madrileña, la Casa Ferrán y la casa de «El Torico», declaradas bien de interés cultural en 2007.

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En Teruel diseñó varias casas de viviendas de un elegante modernismo, como la Madrileña, la Casa Ferrán y la casa de «El Torico», declaradas bien de interés cultural en 2007.

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Fue miembro de la Real Sociedad Económica Turolense de Amigos del País, de cuya sección de Instrucción y Bellas Artes llegó a ser presidente.

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Fue miembro de la Real Sociedad Económica Turolense de Amigos del País, de cuya sección de Instrucción y Bellas Artes llegó a ser presidente.

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