OPINIÓN PERSONAL ACERCA DE LA

LEY 99 DE 1993

Por la cual se crea el MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE, se reordena el Sector Público encargado de la gestión y conservación del medio ambiente y los recursos naturales renovables, se organiza

el Sistema Nacional Ambiental –SINA y se dictan otras disposiciones

Es un instrumento clave y básico en la estructuración de la entidad encargada del control y direccionamiento acerca de las políticas públicas y los emprendimientos privados en el territorio colombiano y que de alguna manera afecten el medio ambiente.

Antes de la promulgación de esta ley existían una multitud de normas y decretos dispersos en las diferentes entidades del estado colombiano, lo que hacía que en muchos casos estos documentos se contradijeran entre sí, no fueran claros en cuanto a la normatividad y la verificación de los posibles hechos fuera muy difícil de establecer a la luz de los cambiantes acontecimientos en las áreas rurales colombianas. Acontecimientos cómo los rezagos que había en el sector productivo dejados por la revolución verde, ampliando la frontera agrícola indiscriminadamente a favor de actividades meramente extractivas como la ganadería extensiva; movimientos sociales con desplazamiento de población y los consecuentes procesos de colonización, deforestación y erosión sucesivos etc.

Esta ley pretendía, en el contexto citado, intervenir en un territorio como el colombiano, con graves y grandes problemas socio económicos asociados, con un problema de violencia generalizado caracterizado por la lucha de diversos grupos armados, incontrolables por el estado, y con unas políticas públicas, en teoría excelentes, cómo esta norma. Pero excelentes en el papel.

Se crean entonces las instituciones necesarias para organizar el medio ambiente, todo ello enmarcado en un contexto internacional claro: la Declaración de Río de Janeiro de junio de 1992 sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Y se dictan los normas para ejecutar esta ley, es decir se REGLAMENTA el decreto, para su ejecución en el medio.

Pero como todo en Colombia, las normas, leyes y decretos, se traen al país como procesos de “moda” internacional y no se tiene en cuenta su contexto local, los problemas regionales y locales del país, ya que no se consultaron las bases, los movimientos campesinos y de minorías en el país, así como los diferentes grupos sociales y empresariales, lo que hace que en el ejercicio práctico de su implementación se vean fenómenos omnipresentes: Corrupción y politiquería en lo ambiental.

Donde? En las licencias ambientales aprobadas a empresas mineras y petroleras que están acabando con el subsuelo; en el uso del suelo indiscriminado para actividades no propias como la ganadería extensiva en áreas de páramo o de ladera y que los propios Planes de Ordenamiento Territorial no recomiendan; en la aprobación de uso de recursos hídricos a empresas productoras

de Carbón en la Guajira colombiana, con detrimento del recurso para la población y muerte por falta de agua de comunidades indígenas.

No digo que la ley no es importante, y que no ha generado avances en el tratamiento de lo ambiental que parte y pasa por el reconocimiento de estos recursos como algo vital e indispensable, para nuestro futuro desarrollo económico cómo nación. Es tan básica, que hoy estamos tratando este tema, porque a partir de la existencia de esta ley ha venido mejorando el sector, y se brindan posibilidades de futuro al país, ya que sin sostenibilidad, entendida como la generación de desarrollo económico, con bienestar de las poblaciones (humanas, animales y bióticas en general) sostenida en el tiempo, no hay futuro.

Nuestro bienestar está indisolublemente ligado a la conservación sostenible de nuestros recursos.

Pero, en Colombia, la corrupción presente en todos nuestros escenarios, ha hecho ineficiente, inefectiva, y negociable está ley y sus normas reglamentarias, brindando sus herramientas, no a la conservación del medio ambiente nacional, sino al beneficio económico y social de unas clases dirigentes locales y nacionales que por enriquecerse, están regalando los recursos nuestros, como nación, a empresarios locales y multinacionales: Bananeros gringos en el pasado (años 30 del siglo XX), caucheros antes, cocaleros y amapoleros hoy, y empresas mineras que dañan nuestro medio ambiente trayendo pobreza y muy poco bienestar a la población.

MARGUXS KATHERINA FULA TUAY

Estudiante especialización