Ley Natural Tomas de Aquino

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L EY N ATURAL S ANTO T OMÁS DE A QUINO : Suma Teológica. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1976, Tomo VI. I-II, q. 91, a. 2: Si hay en nosotros una ley natural DIFICULTADES. Parece que en nosotros no existe ley natural alguna. 1. Porque el hombre está suficientemente gobernado por la ley eterna. Pues dice San Agustín: “ley eterna es aquella merced a la cual todas las cosas se hallan perfectísimamente ordenadas”. Y, como la naturaleza no abunda en lo superfluo como no falta en lo necesario, no se da en el hombre una ley natural. 2. Por medio de la ley, el hombre es dirigido en sus actos hacia el fin, como ya dijimos. Y la ordenación de los actos humanos al fin no es instintiva como sucede en los seres irracionales, que obran por un fin mediante el apetito natural solamente; el hombre, por el contrario, obra con finalidad mediante la razón y la voluntad. Por tanto, en el hombre no se da ley natural alguna. 3. Cuanto más libre es un ser, menor es su sujeción a la ley. El hombre es más libre que todos los animales por el libre albedrío, de que ellos carecen. Si, pues, los demás animales no están sujetos a una ley natural, tampoco el hombre lo está. POR OTRA PARTE, sobre las palabras cuando los gentiles, que no tienen ley, obran como por natural instinto aquello mismo que la ley prescribe, dice la Glosa que, si bien no tienen ley escrita, tienen, sin embargo, una ley natural mediante la cual todos entienden y tienen conciencia de lo que es bueno y de lo que es malo. RESPUESTA. Siendo la ley, como ya hemos dicho, regla y medida, puede encontrarse en un sujeto de dos maneras: como en un sujeto activo que regula y mide, o como en un sujeto pasivo, regulado y medido: porque una cosa participa de una regla y medida en cuanto es regulada y medida por ella. Por eso, como todas las cosas, que están sometidas a la divina Providencia, sean reguladas y medidas por la ley eterna, como consta por lo dicho, es manifiesto que todas las cosas participan de la ley eterna de alguna manera, a saber: en cuanto que por la impresión de esa ley tienen tendencia a sus propios actos y fines. La criatura racional, entre todas las demás, está sometida a la divina

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Ley Natural Tomas de Aquino

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  • LEY NATURAL

    SANTO TOMS DE AQUINO :

    Suma Teolgica. Biblioteca de Autores Crist ianos,

    Madrid, 1976, Tomo VI.

    I-II, q. 91, a. 2:

    Si hay en nosotros una ley natural

    DIFICULTADES. Parece que en nosotros no existe ley natural alguna.

    1. Porque el hombre est suficientemente gobernado por la ley eterna. Pues dice San Agustn: ley

    eterna es aquella merced a la cual todas las cosas se hallan perfectsimamente ordenadas. Y, como

    la naturaleza no abunda en lo superfluo como no falta en lo necesario, no se da en el hombre

    una ley natural.

    2. Por medio de la ley, el hombre es dirigido en sus actos hacia el fin, como ya dijimos. Y la

    ordenacin de los actos humanos al fin no es instintiva como sucede en los seres irracionales, que

    obran por un fin mediante el apetito natural solamente; el hombre, por el contrario, obra con

    finalidad mediante la razn y la voluntad. Por tanto, en el hombre no se da ley natural alguna.

    3. Cuanto ms libre es un ser, menor es su sujecin a la ley. El hombre es ms libre que todos los

    animales por el libre albedro, de que ellos carecen. Si, pues, los dems animales no estn sujetos a

    una ley natural, tampoco el hombre lo est.

    POR OTRA PARTE, sobre las palabras cuando los gentiles, que no tienen ley, obran como por

    natural instinto aquello mismo que la ley prescribe, dice la Glosa que, si bien no tienen ley

    escrita, tienen, sin embargo, una ley natural mediante la cual todos entienden y tienen conciencia de

    lo que es bueno y de lo que es malo.

    RESPUESTA. Siendo la ley, como ya hemos dicho, regla y medida, puede encontrarse en un sujeto

    de dos maneras: como en un sujeto activo que regula y mide, o como en un sujeto pasivo, regulado

    y medido: porque una cosa participa de una regla y medida en cuanto es regulada y medida por ella.

    Por eso, como todas las cosas, que estn sometidas a la divina Providencia, sean reguladas y

    medidas por la ley eterna, como consta por lo dicho, es manifiesto que todas las cosas participan de

    la ley eterna de alguna manera, a saber: en cuanto que por la impresin de esa ley tienen tendencia a

    sus propios actos y fines. La criatura racional, entre todas las dems, est sometida a la divina

  • Providencia, siendo providente sobre s y para los dems. Participa, pues, de la razn eterna: esta le

    inclina naturalmente a la accin debida y al fin. Y semejante participacin de la ley eterna en la

    criatura se llama ley natural. Por eso el salmista, despus de haber cantado: sacrificad un sacrificio

    de justicia, aadi, para los que preguntan cules son las obras de justicia: Muchos dicen: Quin

    nos mostrar el bien?; y, respondiendo a esta pregunta dice: La luz de tu rostro, Seor, ha

    quedado impresa en nuestras mentes, como si la luz de la razn natural, por la cual discernimos lo

    bueno y lo malo tal es el fin de la ley natural, no fuese otra cosa que la impresin de la luz

    divina en nosotros. Es, pues, evidente que la ley natural no es ms que la participacin de la ley

    eterna en la criatura racional.

    SOLUCIONES

    1. Ese argumento tendra valor si la ley natural fuese algo distinto de la ley eterna. Pero, probado ya

    que no es sino una participacin de sta, carece de valor.

    2. Toda operacin de la razn y de la voluntad se deriva en nosotros de las primeras operaciones

    connaturales, segn hemos probado. Porque todo raciocinio parte de principios naturalmente

    conocidos, y toda volicin de algo ordenado a un fin procede del apetito natural del fin ltimo. Del

    mismo modo, es necesario que el primer impulso de nuestros actos hacia el fin parta de una ley

    natural.

    3. Tambin los animales irracionales participan a su modo de la razn eterna, como la criatura

    racional participa intelectual y racionalmente de ella; por eso la participacin de la ley eterna en la

    criatura racional se llama con propiedad ley, pues ley, como hemos dicho ya, es algo propio de la

    razn. Pero las criaturas irracionales no participan de este modo de la ley eterna; por eso slo puede

    denominarse ley por cierta semejanza.

    I-II, q. 94, a. 2:

    Si la ley natural contiene muchos preceptos o solamente uno

    DIFICULTADES. Parece que la ley natural no contiene muchos preceptos, sino solamente uno.

    1. La ley, como ya anteriormente dijimos, est contenida en el gnero de precepto. Si los preceptos

    de la ley natural fueran muchos, necesariamente las leyes naturales seran tambin muchas.

    2. La ley natural es consecuencia de la naturaleza humana. Y la naturaleza humana, aunque mltiple

    en sus partes, es una en cuanto al todo. Por consiguiente, o es uno solo el precepto de la ley natural,

    en virtud de la unidad que posee el todo de la naturaleza humana, o son muchos, por razn de la

    multitud de partes de la misma, y en este caso hasta las inclinaciones del apetito concupiscible

    habran de pertenecer a la ley natural.

  • 3. La ley, como hemos probado, es algo propio de la razn. Pero la razn del hombre es una sola.

    Por tanto, el precepto de la ley natural ser tambin nico.

    POR OTRA PARTE, los preceptos de la ley natural en el hombre son en el orden prctico lo que los

    primeros principios en el orden especulativo. Pues bien, los primeros son mltiples; luego tambin

    lo son los preceptos de la ley natural.

    RESPUESTA. Como hemos dicho, los preceptos de la ley natural son respecto de la razn prctica lo

    mismo que los primeros principios de la demostracin respecto a la razn especulativa: unos y otros

    son principios evidentes por s mismos. De dos maneras puede ser evidente una cosa por s misma:

    considerada en s o considerada en orden a nosotros. Considerada en s misma, es evidente de por s

    toda proposicin cuyo predicado pertenece a la esencia del sujeto. Pero puede suceder que alguno

    ignore la definicin del sujeto, por lo que para l tal proposicin no ser evidente. Por ejemplo, esta

    proposicin: El hombre es animal racional, es evidente por s misma y por su misma naturaleza,

    porque al decir hombre se implica ya la racionalidad; mas, para uno que no sepa lo que es el

    hombre, esa proposicin no ser evidente. Por eso, como dice Boecio, hay ciertos axiomas o

    proposiciones que son universales evidentes en s mismos para todos. Tales son aquellas

    proposiciones cuyos trminos nadie desconoce, como, por ejemplo, el todo es mayor que la parte

    y dos cosas iguales a una tercera son igual entre s. Pero hay otras proposiciones que son

    evidentes nicamente para los sabios, que entienden la significacin de sus trminos. As, para el

    que sabe que el ngel no es un cuerpo, es evidente tambin que el ngel no ocupa lugar; mas no lo

    es para los ignorantes, que desconocen la naturaleza anglica.

    Entre las cosas que son objeto del conocimiento humano se da un cierto orden. En efecto, lo

    que primariamente cae bajo nuestra consideracin es el ente, cuya percepcin va incluida en todo lo

    que el hombre aprehende. Por eso, el primer principio indemostrable es el siguiente: No se puede

    afirmar y negar a la vez una misma cosa; principio que est basado en las nociones de ser y no ser,

    y en la cual se fundan todos los dems principios, como dice el Filsofo. Pues bien, como el ser es

    lo primero que cae bajo toda consideracin, as el bien es lo primero que aprehende la razn

    prctica, ordenada a la operacin, puesto que todo agente obra por un fin, el cual tiene naturaleza de

    bien. Por lo tanto, el primer principio de la razn prctica ser el que se funda en la naturaleza del

    bien: Bien es lo que todos seres apetecen. Este, pues, ser el primer precepto de la ley: Se debe

    obrar y proseguir el bien y evitar el mal. Todos los dems preceptos de la ley natural se fundan en

    ste, de suerte que todas las cosas que deban hacerse o evitarse, en tanto tendrn carcter de

    preceptos de la ley natural en cuanto razn prctica los juzgue naturalmente como bienes humanos.

    Y puesto que el bien tiene naturaleza de fin, y el mal naturaleza de lo contrario, todas las cosas

    hacia las que el hombre siente inclinacin natural son aprehendidas naturalmente por la inteligencia

    como buenas y, por consiguiente, como necesariamente practicables; y sus contrarias, como malas y

    vitandas. Por tanto, el orden de los preceptos de la ley natural es paralelo al orden de las

    inclinaciones naturales. En efecto, el hombre, en primer lugar, siente una inclinacin hacia un

    bien, que es el bien de su naturaleza; esa inclinacin es comn a todos los seres, pues todos los seres

    apetecen su conservacin conforme a su propia naturaleza. Por razn de esta tendencia, pertenecen

    a la ley natural todos los preceptos que contribuyen a conservar la vida del hombre y a evitar sus

    obstculos. En segundo lugar, hay en el hombre una inclinacin hacia bienes ms particulares,

  • conformes a la naturaleza que l tiene comn con los dems animales; y en virtud de esta

    inclinacin decimos que pertenecen a la ley natural aquellas cosas que la naturaleza ha enseado a

    todos los animales, tales como la comunicacin sexual, la educacin a la prole, etc. Finalmente,

    hay en el hombre una inclinacin al bien correspondiente a su naturaleza racional, inclinacin que

    es especficamente suya; y as el hombre tiene tendencia natural a conocer las verdades divinas y a

    vivir en sociedad. Desde este punto de vista, pertenece a la ley natural todo lo que se refiere a esa

    inclinacin, v.gr., desterrar la ignorancia, evitar las ofensas a aquellos entre los cuales tiene uno que

    vivir, y otros semejantes, concernientes a dicha inclinacin.

    SOLUCIONES

    1. Todos estos preceptos de la ley natural, en cuanto emanan de un primer precepto, tienen carcter

    de una nica ley natural.

    2. Todas estas inclinaciones de cualquier parte de la naturaleza, de la concupiscible y de la irascible,

    en cuanto reguladas por la razn, pertenecen a la ley natural y, como hemos dicho en la respuesta,

    se refunden en un primer precepto. Y as los preceptos de la ley natural son mltiples en s mismos,

    pero todo ellos se basan en un fundamento comn.

    3. La razn humana, aunque es una en s misma, ordena todas las cosas que ataen al hombre, de

    manera que todo lo que puede ser regulado o gobernado por la razn est sometido a la ley de la

    razn.