Leyenda del viaje de Quetzalcóatl al Mictlán

2
Leyenda del viaje de Quetzalcóatl al Mictlán Y así, fue Quetzalcóatl al Mictlán, se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl, (Señor y Señora del Inframundo, respectivamente), y en seguida les dijo: "He venido en busca de los huesos hermosos que tú guardas, vengo a tomarlos” Y Mictlantecuhtli le dijo: "¿Que harás con éstos, Quetzalcóatl?” Y una vez más respondió (Quetzalcóatl): "Los dioses desean que alguien viva en la tierra." Respondiole Mictlantecuhtli: "Está bien, haz sonar mi caracol, y da vueltas alrededor de mi círculo precioso, cuatro veces”. Pero su caracol (de Mictlantecuhtli) no tiene agujeros; entonces (Quetzalcóatl) llama a los gusanos, éstos hacen los agujeros, después entran ahí los abejones y las abejas, haciéndolo sonar. Al escucharlo Mictlantecuhtli, dice de nuevo: "Bien, toma los huesos." Pero Mictlantecuhtli dice a sus servidores: "Señores del Mictlán: Dioses, díganle a Quetzalcóatl que los tiene que dejar”. Quetzalcóatl respondió: "Pues no, de una vez me apodero de ellos." Así (Quetzalcóatl) dijo a su nahual (Xólotl):"Ve a decirles que después vendré a dejarlos." Pero se apresuró a subir, tomó los huesos preciosos. Juntó de un costado los huesos de hombre, y del otro lado, los huesos de mujer, tomándolos y haciendo con ellos, Quetzalcóatl, un hato. Una vez más Mictlantecuhtli dijo a sus siervos: “Dioses, ¿en verdad permiten que se lleve los huesos bellísimos Quetzalcóatl?"¡Dioses, vayan a hacer un hoyo!!" Pronto fueron a hacerlo; Quetzalcóatl cayó en el hoyo, tropezó, rodó, y lo mordieron y picotearon las codornices. Descendió muerto, ahí se esparcieron los huesos preciosos, que también mordieron y desgastaron las codornices.

Transcript of Leyenda del viaje de Quetzalcóatl al Mictlán

Page 1: Leyenda del viaje de Quetzalcóatl al Mictlán

Leyenda del viaje de Quetzalcóatl al Mictlán

Y así, fue Quetzalcóatl al Mictlán, se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl, (Señor y Señora del Inframundo, respectivamente), y en seguida les dijo:"He venido en busca de los huesos hermosos que tú guardas, vengo a tomarlos”Y Mictlantecuhtli le dijo:

"¿Que harás con éstos, Quetzalcóatl?”Y una vez más respondió (Quetzalcóatl): "Los dioses desean que alguien viva en la tierra."Respondiole Mictlantecuhtli: "Está bien, haz sonar mi caracol, y da vueltas alrededor de mi círculo precioso, cuatro veces”. Pero su caracol (de Mictlantecuhtli) no tiene agujeros; entonces (Quetzalcóatl) llama a los gusanos, éstos hacen los agujeros, después entran ahí los abejones y las abejas, haciéndolo sonar. Al escucharlo Mictlantecuhtli, dice de nuevo: "Bien, toma los huesos."Pero Mictlantecuhtli dice a sus servidores: "Señores del Mictlán: Dioses, díganle a Quetzalcóatl que los tiene que dejar”. Quetzalcóatl respondió: "Pues no, de una vez me apodero de ellos."Así (Quetzalcóatl) dijo a su nahual (Xólotl):"Ve a decirles que después vendré a dejarlos."Pero se apresuró a subir, tomó los huesos preciosos. Juntó de un costado los huesos de hombre, y del otro lado, los huesos de mujer, tomándolos y haciendo con ellos, Quetzalcóatl, un hato.

Una vez más Mictlantecuhtli dijo a sus siervos: “Dioses, ¿en verdad permiten que se lleve los huesos bellísimos Quetzalcóatl?"“¡Dioses, vayan a hacer un hoyo!!" Pronto fueron a hacerlo; Quetzalcóatl cayó en el hoyo, tropezó, rodó, y lo mordieron y picotearon las codornices. Descendió muerto, ahí se esparcieron los huesos preciosos, que también mordieron y desgastaron las codornices. Al poco tiempo resucita Quetzalcóatl, con aflicción dice a su nahual:“¿Qué voy a hacer, nahual mío?"Éste respondió: “Ya que las cosas salieron mal, que resulten como sean”

Recoge los huesos, hace un caos con ellos, que en seguida llevó a Tamoanchán. Tan pronto llegó la que se llamaba Quilaztli, que es también "Cihuacóatl", molió (los huesos preciosos), poniéndolos después en un barreño hermoso. Quetzalcóatl vertió algo de su sangre, su energía, sobre éste. Y de inmediato hicieron penitencia los dioses que se nombraron:"Apantecúhtli, Huictlolinqui, Tepanquízqui, Tlallamanác, Tzontémoc, y el sexto de ellos, Quetzalcóatl.” Y a coro dijeron: “Han nacido, oh dioses, "los macehuales", (los merecidos por la penitencia). Porque, por nosotros (los dioses), hicieron penitencia (los seres humanos)”.