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Discursos de la conferencia general LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • MAYO DE 2006 Liahona

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Discursos de la conferenciageneral

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City Creek, por Al Rounds.

En esta vista del Templo de Salt Lake, aproximadamente en 1893, se destaca una de las cuatro fábricas de tejidos de City Creek,

al noreste del templo. En esta fábrica se procesaba la seda que enviaban los santos de St. George, Utah. El presidente Brigham Young

fomentó el cultivo de gusanos de seda como industria casera, a fin de abastecer la tela para confeccionar ropa.

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2 Informe de la Conferencia GeneralAnual número 176

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 Para actuar por nosotros mismos: Eldon y las bendiciones del albedríoÉlder Robert D. Hales

8 Corazones tiernos y manosdispuestas a ayudarObispo H. David Burton

11 Un derramamiento de bendicionesJulie B. Beck

14 Como un niñoÉlder Henry B. Eyring

18 Leales a la fePresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

22 El sostenimiento de los oficiales de la IglesiaPresidente Thomas S. Monson

23 Informe del Departamento de Auditorías de la Iglesia, 2005Robert W. Cantwell

24 Informe estadístico de 2005F. Michael Watson

25 “No recordaré más sus pecados”Presidente Boyd K. Packer

28 Para que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotrosÉlder David A. Bednar

32 Su misión cambiará todoÉlder David F. Evans

34 El don del albedríoÉlder Wolfgang H. Paul

36 Nutrir el matrimonioÉlder Russell M. Nelson

39 Al tomar la Santa CenaÉlder L. Tom Perry

SESIÓN DEL SACERDOCIO

42 Ver el fin desde el principioÉlder Dieter F. Uchtdorf

46 Nuestra nueva generaciónÉlder Ronald A. Rasband

48 El arrepentimiento, unabendición del ser miembrode la IglesiaÉlder Richard G. Hinckley

50 Real sacerdocioPresidente James E. Faust

54 Nuestra sagrada responsabilidad del sacerdocioPresidente Thomas S. Monson

58 La necesidad de más bondadPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

61 La restauración de todas las cosasPresidente James E. Faust

69 Las cosas destrozadas puedenrepararseÉlder Jeffrey R. Holland

72 El gran plan de felicidadÉlder Earl C. Tingey

74 Crecer en el SeñorAnne C. Pingree

77 Para todos los hombres, de todas partesÉlder Dallin H. Oaks

81 Buscad el reino de DiosPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

84 Cómo crear un hogar en el que se comparta el EvangelioÉlder M. Russell Ballard

87 ¡Ahora es el momento de servir en una misión!Élder Richard G. Scott

90 Sión en medio de BabiloniaÉlder David R. Stone

93 Instrumentos de la paz del SeñorÉlder Robert S. Wood

96 La oración, la fe y la familia: Lospeldaños para una felicidad eternaÉlder H. Bruce Stucki

99 La vida abundanteÉlder Joseph B. Wirthlin

102 Hasta que volvamos a vernosPresidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

103 “Yo soy la luz que debéis sosteneren alto”Susan W. Tanner

106 Ustedes son de noble linajeJulie B. Beck

109 En su rostro se reflejaElaine S. Dalton

111 Su luz: Una norma para todas las nacionesPresidente James E. Faust

64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

115 Enseñanzas para nuestra época

116 Se dirigen a nosotros: Hagamos dela conferencia parte de nuestra vida

118 Guías de Fuentes de consulta parael Sacerdocio Aarónico y las Mujeres Jóvenes

121 Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

122 Noticias de la Iglesia

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SÁBADO POR LA MAÑANA, 1 DE ABRIL DE 2006, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder Claudio R. M. Costa. Últimaoración: Élder Neil L. Andersen. Música porel Coro del Tabernáculo; Craig Jessop yMack Wilberg, directores; John Longhurst yRichard Elliott, organistas: “Ya rompe elalba”, Himnos, Nº 1; “Caros niños, Dios osama”, Himnos, Nº 96; “¿Pensaste orar?”,Himnos, Nº 140, arreglo de Wilberg, pub.Jackman; “Ya regocijemos”, Himnos, Nº 3;“Por la belleza terrenal” Himnos, Nº 43, arre-glo de Wilberg, inédito; “Consider the Liliesof the Field”, Hoffman, arreglo de Lyon,pub. Jackman; “Bandera de Sión” Himnos,Nº 4, arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 1 DE ABRIL DE 2006, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.

Primera oración: Élder Cecil O. SamuelsonJr. Última oración: Élder Glenn L. Pace.Música por el coro combinado de laUniversidad Brigham Young; Rosalind Hall,directora; Bonnie Goodliffe, organista: “ISaw a Mighty Angel Fly”, Hymns, Nº 15,arreglo de Lewis, inédito; “¿En el mundohe hecho bien?” Himnos, Nº 141, arreglode Zabriskie, pub. Plum; “Hijos del Señor,venid”, Himnos, Nº 26; “Venid a mí”,Himnos, Nº 61, arreglo de Manookin, pub. Sonos.

SÁBADO POR LA TARDE, 1 DE ABRIL DE 2006, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Ronald T. Halverson.Última oración: Élder Robert J. Whetten.Música por el coro del sacerdocio de los ins-titutos de Orem y de Salt Lake; DouglasBrenchley, Ryan Eggett y Rick Decker, direc-tores; Richard Elliott, organista: “Awake, YeSaints of God, Awake!”, Hymns, Nº 17, arre-glo de Staheli, pub. Plum; “Jehová mi Pastores”, Himnos, Nº 56, arreglo de Loose, inédi-to; “Te damos, Señor, nuestras gracias”,Himnos, Nº 10; “Oh Rey de reyes, ven”,Himnos, Nº 27.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 2 DE ABRIL DE 2006, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder H. Bryan Richards.Última oración: Élder Marlin K. Jensen.Música por el Coro del Tabernáculo; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; ClayChristiansen, organista: “A Cristo Rey Jesús”,Himnos, Nº 30; “Mandó a Su Hijo”,Canciones para los niños, 20–35, arreglode Bradford, pub. Nature Sings; “Asombrome da”, Himnos, Nº 118; “Oh Dios deIsrael”, Himnos, Nº 5; “O Lord Most Holy”,Franck, arreglo de Robertson y Schreiner,inédito; “Vive mi Señor” Himnos, Nº 74,arreglo de Wilberg, inédito.

DOMINGO POR LA TARDE, 2 DE ABRIL DE 2006, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder Lance B. Wickman. Últimaoración: Élder Dennis B. Neuenschwander.Música por el Coro del Tabernáculo; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; LindaMargetts y Bonnie Goodliffe, organistas:“Sing Praise to Him”, Hymns, Nº 70, arreglo

de Wilberg, inédito; “¡Oh Jesús, mi granamor!”, Himnos, Nº 53, arreglo de Wilberg,inédito; “Qué firmes nuestros cimientos”Himnos, Nº 40; “Conmigo quédate, Señor”,Himnos, Nº 98, arreglo de Gates, pub.Jackman.

SÁBADO POR LA TARDE, 25 DE MARZO DE 2006, REUNIÓN GENERAL DE LASMUJERES JÓVENESPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Susan W. Tanner. Primera oración:Annette C. Burgess. Última oración: JessicaBarth. Música por el coro de las MujeresJóvenes de las estacas de Ogden, Utah;Merrilee Webb, directora; Bonnie Goodliffe,organista: “Jesús es mi luz”, Himnos, Nº 42;“Que brille la luz”, popurrí, arreglo de Huff,inédito (“Brilla”, Canciones para los niños,144; “Hazme andar en la luz”, Cancionespara los niños, 70; “La luz de Dios”,Himnos, Nº 200); “Yo sé que vive mi Señor”,Himnos, Nº 73, arreglo de Huff, inédito(solo: Hillary Dodd); “Bandera de Sión”,Himnos, Nº 4, arreglo de Webb, inédito.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA A DISPOSICIÓN DEL PÚBLICOEn los centros de distribución se puedenconseguir las grabaciones de las sesiones dela conferencia por lo general menos de dosmeses después de la conferencia.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA ENINTERNETPara tener acceso a los discursos de la confe-rencia en varios idiomas, por medio deInternet, conéctese con www.lds.org. Hagaclic en “Gospel Library” y después en“General Conference”. Luego escoja el idioma que desee.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Y DE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de orientación familiar yde las maestras visitantes, sírvase seleccionaruno de los discursos que mejor satisfaga lasnecesidades de las personas a las que visite.

EN LA CUBIERTAFrente: Fotografía por Welden C. Andersen.Atrás: Fotografía por Craig Dimond.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general efec-tuada en Salt Lake City las tomaron CraigDimond, Welden C. Andersen, John Luke,Matthew Reier, Christina Smith, Les Nilsson,Scott Davis, Amber Clawson, Rod Boam, JoelRemke y Candelaria Atalaya; en Corea porLee Hyun Kyu y Lee Min Hee; en México porCristian Barragán; en las Filipinas por AthleyBarba Glori; en Uruguay por Abel Gómez; yen Misuri, E. U. A. por Brent Jones.

Resumen de la Conferencia General Anualnúmero 176

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LOS DISCURSANTES DE LACONFERENCIA POR ORDENALFABÉTICOBallard, M. Russell, 84Beck, Julie B., 11, 106Bednar, David A., 28Burton, H. David, 8Dalton, Elaine S., 109Evans, David F., 32Eyring, Henry B., 14Faust, James E., 50, 61, 111Hales, Robert D., 4Hinckley, Gordon B., 58,

81, 102Hinckley, Richard G., 48Holland, Jeffrey R., 69Monson, Thomas S., 18,

22, 54Nelson, Russell M., 36Oaks, Dallin H., 77Packer, Boyd K., 25Paul, Wolfgang H., 34Perry, L. Tom, 39Pingree, Anne C., 74Rasband, Ronald A., 46Scott, Richard G., 87Stone, David R., 90Stucki, H. Bruce, 96Tanner, Susan W., 103Tingey, Earl C., 72Uchtdorf, Dieter F., 42Wirthlin, Joseph B., 99Wood, Robert S., 93

ÍNDICE DE TEMASAlbedrío, 4, 34, 81Amistad, 84Amor, 99, 103Apostasía, 61Arrepentimiento, 25, 48, 69Ayuda humanitaria, 8Bautismo, 28Bendiciones patriarcales, 106Bendiciones, 11Bondad, 58, 99Caridad, 8Comunicación, 36Convenio de Abraham, 106Convenios, 28, 39, 61Conversión, 77Deuda, 18Dignidad, 42Dones espirituales, 11Ejemplo, 46, 54, 84, 106,

109Espíritu Santo, 4, 14, 28Espiritualidad, 74Expiación, 25, 48, 72Familia, 36, 46, 96, 103Fe, 14, 74, 96, 102Felicidad, 32Gozo, 99Gratitud, 81Jesucristo, 48, 69, 77, 102Jóvenes, 46Libro de Mormón, 77Luz de Cristo, 111

Luz, 103, 106, 109Matrimonio, 36Moral, 18Naturaleza divina, 111Niños, 14Normas, 42, 90Obediencia, 34Obra misional, 32, 84, 87Oración, 96Palabra de Sabiduría, 18Paz, 69, 93Perdón, 25Perspectiva, 42Plan de salvación, 34, 72Pornografía, 18Potencial, 99Preparación, 87, 111Racismo, 58Rectitud, 109Responsabilidad, 50Restauración, 54, 61Resurrección, 72Sacerdocio Aarónico, 39, 50Sacerdocio, 11, 54Santa Cena, 39Seguridad, 14Servicio, 8, 32, 74, 103Sión, 90Tentación, 4, 18Testimonio, 50, 81, 87, 102Tolerancia, 58, 93Trabajo, 58Unidad, 93

LIAHONA, mayo de 2006Vol. 30, Número 5 26985-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. FaustEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring, Dieter F. Uchtdorf, David A. BednarEditor: Jay E. JensenAsesores: Monte J. Brough, Gary J. Coleman, Yoshihiko KikuchiDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditores principales: Larry Hiller, Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: Victor D. CaveEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. GreenwoodEditores adjuntos: Ryan Carr, Adam C. OlsonEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: Shanna Butler, Linda Stahle Cooper,LaRene Porter Gaunt, R. Val Johnson, Carrie Kasten, MelvinLeavitt, Sally J. Odekirk, Judith M. Paller, Vivian Paulsen, Jennifer Rose, Christy Rusch, Don L. Searle, Rebecca M. Taylor,Roger Terry, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe, Julie Wardell,Kimberly WebbSecretaria principal: Monica L. DickinsonGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo, ColletteNebeker Aune, Brittany Jones Beahm, Howard G. Brown, JulieBurdett, Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, KathleenHoward, Denise Kirby, Tadd R. Peterson, Randall J. PixtonDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Kris T ChristensenCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata,checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji,finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2006 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:May 2006 Vol. 30 No. 5. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $14.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, and at additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions to Salt Lake Distribution Center at the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368.

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Me siento agradecido por eltestimonio de nuestro profe-ta, el presidente Gordon B.

Hinckley. En nombre de todos losmiembros del mundo, expreso migratitud por el hecho de que decidie-ra seguir la inspiración del Señor ynos pidiera que leyéramos el Libro de

Mormón, pues hemos sido abundan-temente bendecidos por su inspiradoconsejo.

Nuestro padre Lehi, el primer pro-feta que se menciona en el Libro deMormón, también decidió seguir alSeñor. A él se le mandó “[partir] parael desierto con su familia”1. A pesarde las duras condiciones del viaje yde las murmuraciones de sus hijosLamán y Lemuel, Lehi condujo a sufamilia a una tierra de promisión;pero ésta no fue un lugar de paz.Cuando Lamán y Lemuel emplearonsu albedrío para desobedecer alSeñor, el corazón de Lehi “[estuvo]agobiado de pesar [por ellos]”2.Antes de morir, Lehi reunió a sus hi-jos, los bendijo y les dio consejos3.Alentó a sus hijos rebeldes a arrepen-tirse y a ser fieles: “Despertad, hijosmíos… Sacudíos de las cadenas conlas cuales estáis sujetos”4. A su hijoJacob, un joven recto, le enseñó unaúltima e importante lección.

Si pudiésemos legar a nuestros hi-jos y nietos una lección de suma im-portancia, ¿cuál sería? De todos losgloriosos principios del Evangelio, Lehieligió enseñar a su hijo sobre el plande salvación… y el don del albedrío.

Enseñó que “los hombres son suficientemente instruidos para dis-cernir el bien del mal”5. Esta sagradaenseñanza comenzó en los cielos.Allí, en el Gran Concilio, nuestroPadre Celestial permitió que prosi-guiera el don del albedrío a fin deprobarnos aquí en la vida terrenal“para ver si [haríamos] todas las

Para actuar pornosotros mismos:El don y lasbendiciones delalbedríoÉ L D E R R O B E R T D. H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

El albedrío empleado de manera correcta permite que laluz disipe las tinieblas y que vivamos con dicha y felicidad.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA1 d e a b r i l d e 2 0 0 6

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cosas que el Señor [nuestro] Dios[nos] mandare”6.

Pero Satanás se opuso a Dios y a Su plan, diciendo: “Redimiré a todo el género humano… dame, pues, tuhonra”7. “Pues, por motivo de queSatanás se rebeló contra mí, y preten-dió destruir el albedrío del hombreque yo, Dios el Señor, le había dado…hice que fuese echado abajo”8. “Y mu-chos lo siguieron ese día”9. De hecho,“la tercera parte de las huestes delcielo”10 se valió de su albedrío para rechazar el plan de Dios.

Ustedes y yo nos encontrábamos

entre los que emplearon el albedríopara aceptar el plan de nuestro PadreCelestial para venir a la tierra, teneruna vida terrenal y progresar.“Clamamos de gozo… por tener laoportunidad de venir a la tierra pararecibir un cuerpo, [pues sabíamos]que, mediante nuestra fidelidad, po-dríamos llegar a ser como nuestro padre, Dios”11.

Ahora estamos en la tierra, dondeabundan las oportunidades de utilizarel albedrío, pues aquí hay “una oposi-ción en todas las cosas”12. Esta oposi-ción es esencial para el objeto de

nuestra vida. Lehi explicó: “Para reali-zar sus eternos designios en cuanto alobjeto del hombre… el Señor Dios leconcedió al hombre que obrara por símismo. De modo que el hombre nopodía actuar por sí a menos que loatrajera lo uno o lo otro”13.

Adán y Eva fueron los primeros hi-jos de Dios que experimentaron esastentaciones. En su anhelo por procu-rar la miseria del género humano,Satanás, “el padre de todas las menti-ras”14, tentó a Adán y a Eva, y puestoque decidieron participar “del frutoprohibido, fueron echados del jardín

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de Edén, para cultivar la tierra”15.Debido a esa decisión, también “tu-vieron hijos, sí, la familia de toda latierra”16 y este estado terrenal “llegó aser un estado de probación”17 paraellos y su posteridad. Pues “he aquí,todas las cosas han sido hechas segúnla sabiduría de aquel que todo losabe”, Lehi explicó a Jacob. “Adáncayó para que los hombres existiesen;y existen los hombres para que ten-gan gozo”18.

A veces olvidamos que nuestroPadre Celestial desea que cada uno denosotros disfrute de ese gozo. Sólo elceder a la tentación y al pecado pue-de impedírnoslo, y que cedamos esprecisamente lo que Satanás deseaque hagamos.

En cierta ocasión tuve la oportuni-dad de acompañar al presidenteSpencer W. Kimball a un país lejano.Allí nos ofrecieron un recorrido por diversas zonas, entre ellas unas cata-cumbas, que son una especie de sepul-turas subterráneas para los que fueronperseguidos por fanáticos cristianos. Al subir por los oscuros y angostos pel-daños de aquel lugar, el presidenteKimball me enseñó una lección inolvi-dable. Me tiró de la chaqueta y dijo:“Siempre me ha preocupado lo que el

adversario hace en el nombre deCristo”. Y entonces agregó: “Robert, eladversario jamás puede tener gozo, amenos que tú y yo pequemos”.

Al reflexionar en ese comentario y alestudiar las Escrituras, empecé a en-tender lo que el presidente Kimball talvez quiso decir. Recordé la palabra delSeñor dirigida a todos los habitantesde la tierra, registradas en el Libro deMormón: “¡Ay, ay, ay de este pueblo!¡Ay de los habitantes de toda la tierra, amenos que se arrepientan; porque eldiablo se ríe y sus ángeles se regocijan,a causa de la muerte de los bellos hijose hijas de mi pueblo…!”19. Nuestrospecados hacen reír al diablo; nuestropesar le produce un falso gozo.

Aunque el diablo se ría, su poder eslimitado. Tal vez algunos recuerden unantiguo refrán: “El diablo me obligó ahacerlo”. Hoy deseo decirles, con pala-bras absolutamente ciertas, que el ad-versario no puede obligarnos a hacernada. Él aguarda a nuestra puerta,como dicen las Escrituras, y nos persi-gue día a día20. Cada vez que salimos,con cada decisión que tomamos, deci-dimos avanzar, ya sea en dirección ha-cia él o hacia nuestro Salvador. Pero el adversario se debe alejar si le deci-mos que se aleje. Él no puede influir

en nosotros a menos que se lo permi-tamos, ¡y él lo sabe! La única vez quepuede influir en nuestro cuerpo y ennuestra mente —en nuestro propio es-píritu— es cuando se lo permitimos.Dicho en otras palabras: ¡No tenemospor qué sucumbir a sus tentaciones!

Se nos ha dado el albedrío, se noshan dado las bendiciones del sacer-docio y se nos han dado la Luz deCristo y el Espíritu Santo por una razón: esa razón es nuestro progre-so y felicidad en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero.Hoy pregunto: ¿hemos recibido eseEspíritu? ¿Seguimos por el senderoestrecho y angosto que conduce aDios y a la vida eterna? ¿Estamos asi-dos a la barra de hierro, o vamos porotro camino? Testifico que la decisiónque tomemos cada día con respectoa lo que queremos sentir, pensar yhacer es la forma por la que segui-mos por ese camino hasta alcanzarnuestro destino eterno.

Ahora bien, ninguno está todo eltiempo en el sendero estrecho; todoscometemos errores. Por esa razón,Lehi, que entendía la misión delSalvador como defensor y conquista-dor de nuestro albedrío, le enseñó aJacob —y a nosotros— que “el Mesíasvendrá en la plenitud de los tiempos,a fin de redimir a los hijos de los hom-bres de la caída. Y porque son redimi-dos de la caída, han llegado a quedarlibres para siempre, discerniendo elbien del mal, para actuar por sí mis-mos, y no para que se actúe sobreellos”21. Ésa es la clave: “actuar por símismos, y no para que se actúe sobreellos”.

En estos últimos días, como suce-dió en la antigüedad, debemos evitarque se actúe sobre nosotros al actuarpor nosotros mismos y evitar el mal. El Espíritu Santo nos inspirará. A Josése le dijo que huyera de la esposa dePotifar. Abraham obedeció el manda-miento de huir de la tierra de Ur. ALehi se le mandó huir de Jerusalén antes de que fuera destruida. Y a fin de proteger la vida del Salvador, aMaría y a José se les indujo a huir aEgipto.

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Las indicaciones que recibimos para huir del mal reflejan el conoci-miento que nuestro Padre Celestial tiene de nuestros puntos fuertes y denuestras debilidades, así como lo cons-ciente que Él es de las circunstanciasimprevistas de nuestra vida. Cuando sereciben dichas indicaciones, éstas nosuelen detenernos de inmediato, puesel Espíritu de Dios no habla con voz detrueno. La voz será suave como un su-surro que llega a nuestra mente o enforma de sentimientos al corazón. Sidamos oído a estas indicaciones, sere-mos protegidos de las destructivasconsecuencias del pecado.

Pero si las ignoramos, la luz delEspíritu se extinguirá, nuestro albedríose verá limitado o llegaremos a perder-lo, y perderemos la confianza y la capa-cidad para actuar. Estaremos andando“en tinieblas [espirituales] al medio-día”22. ¡Y qué fácil es entonces desviar-se por sendas desconocidas y andarperdidos! Con cuánta rapidez nos ci-ñen las cadenas del pecado de las quehabló Lehi a sus hijos rebeldes23. Porejemplo, si tomamos decisiones quenos hagan contraer grandes deudas,perderemos nuestro albedrío para sa-tisfacer nuestros deseos y necesidadeso no podremos ahorrar para cuandolleguen esos inevitables tiempos difíci-les. Si decidimos quebrantar la ley, talvez vayamos a la cárcel, donde el albe-drío es tan limitado que no se puedeescoger a dónde ir, a quién ver o quéhacer. La prisión espiritual es algo muysemejante; por tanto, y para conservarnuestro albedrío, debemos caminardiariamente en la luz de nuestro Señory Salvador y seguir el sendero de laobediencia, el cual es el único queconduce a nuestro Padre Celestial.

Si el haber decidido hacer algomalo nos ha hecho caer por el sende-ro, debemos recordar el albedrío quese nos dio, el cual podemos elegirejercer de nuevo. Me refiero concreta-mente a los que han sido vencidospor las negras tinieblas de la adicción.Si han caído en las garras de compor-tamientos destructivos que provocanadicción, tal vez sientan que espiri-tualmente están en un agujero negro.

Tal y como sucede con los verdaderosagujeros negros espaciales, podrá pa-recerles totalmente imposible que laluz penetre allí donde ustedes están.¿Cómo salir de ahí? Testifico que laúnica manera de hacerlo es medianteel mismo albedrío que ejercitaron contanto valor en la vida preterrenal, elalbedrío que el adversario no puedearrebatarles sin que ustedes se lo entreguen.

¿Cómo se recupera el albedrío?¿Cómo pueden volver a ejercitarlo demanera correcta? Decidan obrar confe y obediencia. Permítanme sugerir-les algunas decisiones básicas quepueden comenzar a tomar ya, hoymismo.

Decidan aceptar —con toda sinceridad— que ustedes son hijos de Dios, que Él les ama y que tienepoder para ayudarles.

Decidan ponerlo todo —literal-mente todo— en el altar ante Él; cre-yendo que son Sus hijos, decidan quesus vidas le pertenecen a Él y que harán uso del albedrío para hacer Su voluntad. Es posible que lo haganmuchas veces a lo largo de la vida,pero no se rindan jamás.

Decidan estar en situaciones don-de puedan tener experiencias con elEspíritu de Dios por medio de la ora-ción, del estudio de las Escrituras, enlas reuniones de la Iglesia, en el ho-gar y mediante sanas interaccionescon los demás. Cuando sientan la in-fluencia del Espíritu estarán empe-zando a ser purificados y fortalecidos.La luz se empieza a encender, y cuan-do la luz brilla, las tinieblas del malno pueden permanecer.

Decidan obedecer y observar susconvenios, comenzando por el conve-nio del bautismo, y renuévenlos cadasemana al participar dignamente de laSanta Cena.

Decidan prepararse para asistirdignamente al templo, concertar y re-novar convenios sagrados y recibir to-das las ordenanzas de salvación y lasbendiciones del Evangelio.

Por último, y lo más importante, decidan creer en la Expiación deJesucristo; acepten el perdón del

Salvador y entonces perdónense austedes mismos. Por motivo del sa-crificio que Él hizo por ustedes, Éltiene el poder de no recordar mássus pecados24. Ustedes deben hacerlo mismo.

Después de que se encuentren enel sendero y sean de nuevo “librespara escoger”, decidan rechazar lossentimientos de vergüenza por los pe-cados de los que se hayan arrepenti-do, niéguense a sentirse desanimadospor el pasado y regocíjense con espe-ranza por el futuro. Recuerden que esSatanás el que desea que seamos “mi-serables como él”25. Hagan que susdeseos tengan más peso que los deél; sean felices y confíen en su vida yen las oportunidades y las bendicio-nes que les aguardan aquí y en la eternidad.

Por último, recuerden que nuestroalbedrío no es sólo para nosotros.Tenemos la responsabilidad de usarlopara el beneficio de los demás, paraelevarlos y fortalecerlos en sus prue-bas y tribulaciones. Algunos herma-nos y hermanas han perdido el plenouso de su albedrío al tomar decisio-nes incorrectas. Así que, sin exponer-nos a las tentaciones, podemos ydebemos invitar a los demás a recibirla luz del Evangelio de Jesucristo. Pormedio de la amistad y del amor, pode-mos guiarlos por el sendero de laobediencia y alentarlos a valerse delalbedrío para tomar decisiones co-rrectas una vez más.

Así como el padre Lehi testificó asu familia de las bendiciones del albe-drío, también yo deseo testificarles austedes, mis amados hermanos y her-manas de todo el mundo y a mi fami-lia. El albedrío se manifestó en elconcilio de los cielos cuando optamospor seguir el plan de nuestro PadreCelestial y venir a la tierra a pasar esteperiodo de probación. El albedrío nospermite ser probados para ver si per-severaremos hasta el fin y regresar anuestro Padre Celestial con honor. Elalbedrío es el catalizador que nos lle-va a expresar nuestros deseos más recónditos y espirituales en nuestrocomportamiento externo y cristiano.

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El albedrío nos permite tomar deci-siones fieles y obedientes que nos for-talezcan para poder elevar y fortalecera los demás. El albedrío empleado demanera correcta permite que la luz di-sipe las tinieblas y que vivamos condicha y felicidad en el presente, quecontemplemos el futuro, incluso laseternidades, con fe, y que no haga-mos hincapié en las cosas del pasado.El uso que hagamos del albedrío de-termina quiénes somos y lo que llega-remos a ser.

A todos los que deseen disfrutar delas más excelsas bendiciones del albe-drío, les testifico que éste se fortalecepor medio de la fe y de la obediencia.El albedrío nos impulsa a actuar: abuscar para encontrar, a pedir para re-cibir la guía del Espíritu, a llamar a lapuerta que conduce a la luz espiritualy, al final, a la salvación. Doy testimo-nio especial de que nuestro SalvadorJesucristo es la fuente de esa luz, sí, laLuz y la Vida del mundo. Al utilizar elalbedrío para seguirle, Su luz creceráen nuestro interior con mayor intensi-dad hasta el día perfecto26 en queseamos recibidos en la presencia denuestro Padre Celestial por toda laeternidad. Ruego que hagamos usodel albedrío para ese sagrado y glorio-so fin, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTES1. 1 Nefi 2:2.2. Véase 2 Nefi 1:17.3. Véase 2 Nefi 1:14.4. 2 Nefi 1:23.5. 2 Nefi 2:5.6. Véase Abraham 3:24–25.7. Moisés 4:1.8. Moisés 4:3.9. Abraham 3:28.

10. D. y C. 29:36.11. Joseph Fielding Smith, Man, His Origin

and Destiny, 1965, pág. 277.12. 2 Nefi 2:11.13. 2 Nefi 2:15–16.14. 2 Nefi 2:18.15. 2 Nefi 2:19.16. 2 Nefi 2:20.17. 2 Nefi 2:21.18. 2 Nefi 2:24–25.19. 3 Nefi 9:2.20. Véanse Génesis 4:7; Moisés 5:23.21. 2 Nefi 2:26.22. D. y C. 95:6.23. Véase 2 Nefi 9:45.24. D. y C. 58:42.25. 2 Nefi 2:27.26. Véase D. y C. 50:24.

8

Anoche, mi esposa y yo disfruta-mos una cena de comida chi-na. El mensaje que contenía

mi galleta de la fortuna decía: “La ten-sión por la que está pasando prontodesaparecerá”. Es la pura verdad.

Cierto día, un grupo de hombresestaba conversando con el profetaJosé Smith cuando llegó la noticia deque se había incendiado la casa de unhermano pobre que vivía a cierta dis-tancia del pueblo. Todos expresaronsu pesar por lo sucedido. El Profeta

prestó atención por un instante, lue-go “se metió la mano en el bolsillo,sacó cinco dólares y dijo: ‘Mi penapor lo que le sucedió a este hermanollega hasta cinco dólares. ¿A cuántoasciende la pena que sienten uste-des?’ ”1. La rapidez de la respuesta delprofeta es significativa. El año pasado,millones de ustedes respondieroncon sus medios, sus corazones tier-nos y sus manos dispuestas para ali-viar el pesar que padecían otraspersonas. Gracias por su extraordina-ria generosidad.

La caridad hacia los demás siempreha sido una característica fundamen-tal de los miembros de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. El profeta Alma dijo:

“Deseáis entrar en el redil de Diosy ser llamados su pueblo, y estáis dis-puestos a llevar las cargas los unos delos otros para que sean ligeras; sí, yestáis dispuestos a llorar con los quelloran; sí, y a consolar a los que nece-sitan de consuelo”2.

El Salvador nos pide “socorre[r] a los débiles, levanta[r] las manos caídas y fortalece[r] las rodillas debilitadas”3.

Corazones tiernos y manosdispuestas a ayudarO B I S P O H . D AV I D B U R T O NObispo Presidente

A cada uno de los que con un corazón tierno y con lasmanos dispuestas a ayudar han aliviado la carga de tantas personas, acepten mi más sincera gratitud.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 9

He presenciado directamente ladedicación de los Santos de los Últi-mos Días y de otras personas que noson de nuestra fe, que tienen corazo-nes tiernos y manos dispuestas a ayu-dar, que “sobrelleva[n] los unos lascargas de los otros”4. Me ha conmovi-do profundamente el haber presen-ciado tan enorme destrucción y visitara víctimas que no abrigan ninguna esperanza.

En años recientes, la MadreNaturaleza ha manifestado su vengan-za y supremacía de maneras podero-sas y fuera de lo común. A finales dediciembre de 2004 se produjo un te-rrible terremoto en la costa deIndonesia que provocó un mortíferomaremoto que acabó con la vida demiles de personas y destrozó la vidade los que quedaron atrás. Bajo la dirección de los líderes locales del sacerdocio y de los matrimonios mi-sioneros, se movilizó ayuda de inme-diato, brindando asistencia urgente ahospitales, organizaciones y comuni-dades en Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia.

En poco tiempo, varios miembrosde la Iglesia viajaron a una de las zo-nas más afectadas: la región de Aceh,en el norte de Sumatra. La hermanaBertha Suranto, presidenta de lasMujeres Jóvenes de un distrito deYakarta, Indonesia, y otros colabora-dores, condujeron camiones cargadoscon los productos que tanto se nece-sitaban y que salvarían vidas y brinda-rían alivio a las personas que tantohabían perdido.

“Cada vez que llegábamos a una al-dea”, dijo Bertha, “la gente nos rodea-ba y nos ofrecía comida para que ladistribuyéramos, aun cuando ellosapenas tenían un poco de arroz y al-gunos pescados que acababan de pes-car en el océano. Los líderes de lacomunidad anunciaban desde lasmezquitas que había llegado otra do-nación de la iglesia de Jesús”.

Después de satisfacer las necesida-des más inmediatas, la orientación setornó a los proyectos a largo plazo. Enla actualidad se están implementandoplanes para la edificación de más de

un millar de casas permanentes y larestauración de hospitales y escuelas.Se ayudó a los habitantes del lugar asustituir sus barcos y aparejos de pes-ca, y se distribuyeron telares y máqui-nas de coser para ayudar a las familiasa recuperar su autosuficiencia.

El terremoto más devastador delos últimos cien años asoló la regióndel norte de Pakistán e India, cobrán-dose miles de vidas y dejando a mu-chas personas sin hogar. Dado loextremo de la época invernal de estaregión, se generó gran preocupaciónno sólo por los heridos sino por losque ya no tenían vivienda.

Cuatro días después del terremoto,la Agencia Islámica de Socorro pro-porcionó un avión Boeing 747 el queno tardó en llenarse de mantas, tien-das, material de higiene, artículos médicos, sacos de dormir, abrigos ylonas procedentes del almacén delobispo. Además, se enviaron enormescontenedores por tierra, mar y airecon tiendas de campaña adecuadaspara el invierno y provisiones paraunas 75.000 personas.

Cuando las inundaciones asolaronCentroamérica, se dispusieron loscentros de reunión como refugiotemporal para los evacuados. Enaquellas zonas a las que no podían lle-gar los vehículos, los miembros de laIglesia se echaron las provisiones asus espaldas y cruzaron ríos desbor-dados y terrenos peligrosos para lle-var ayuda a los afligidos.

Tras un período de disturbios civiles en Sudán, más de un millónde personas abandonaron sus hoga-res y aldeas en busca de seguridad.Muchos refugiados caminaron cien-tos de kilómetros por terrenos in-hóspitos para llegar a los campos derefugiados, en un intento por reen-contrarse con sus familiares y recu-perar la salud.

Se donó Atmit, un compuesto vitamínico de probada eficacia parasalvar la vida de niños y ancianos desnutridos. Además, se enviarongrandes cantidades de material médico y de higiene, así como de artículos para recién nacidos.

La Iglesia se ha sumado a otras im-portantes organizaciones caritativaspara colaborar en la vacunación demillones de niños africanos en unacampaña para erradicar el sarampión.Dos mil miembros fieles de la Iglesiade África donaron muchas horas detrabajo voluntario a actividades parahacerle publicidad a la campaña devacunación, congregar a los niños ycolaborar en la administración de lasvacunas.

La temporada de huracanes de2005 en el sudeste de Estados Unidosy el Caribe occidental fue la más cos-tosa y devastadora de la que se tieneconstancia. Las tormentas asolaronhogares y negocios desde Hondurashasta Florida. Miles de voluntarios alas órdenes del sacerdocio estabanprestos cada vez que azotaba un hura-cán, contribuyendo con lo necesariopara el sostén de la vida. El materialde higiene y limpieza, alimentos, agua,cocinas portátiles, ropa de cama y

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otros artículos permitieron la limpiezade las casas y establecer viviendastemporarias.

El hermano Michael K. Tagle con-dujo un convoy de camiones de supropia compañía cargados de equipohasta Misisipí. Muchos empleados,que no son de nuestra fe, se ofrecie-ron para ir con él cada fin de semanay prestar ayuda en las zonas afectadaspor las tormentas. Emplearon radiostransmisores portátiles para comuni-carse por el camino. El líder del grupode sumos sacerdotes de Mike, queviajaba con ellos conduciendo su pro-pia camioneta, dijo que los nudillos sele habían quedado blancos de la velo-cidad a la que conducían los vehícu-los. Con la intención de aminorar lavelocidad del convoy, tomó su radio ydijo: “Señores, ¿se dan cuenta de quevamos a 130 kilómetros por hora?”.Uno de los conductores respondió:“Tiene que saber que es lo máximo develocidad que dan estos camiones tangrandes. No podemos ir más rápido”.

Se han recibido centenares de car-tas de gratitud. Una mujer, una enfer-mera de Misisipi, escribió: “Me quedésin palabras. ¿Había Dios contestadomis oraciones tan pronto? Las lágrimascomenzaron a bañarme el rostro encuanto vi a hombres con casco, botas y motosierras de todos los tamañospor entre los escombros. Fue, sin duda

alguna, uno de los sacrificios más ex-traordinarios que jamás haya visto”.

Permítanme expresar gratitud porlos ágiles dedos que han producidomiles de bellas mantas, y gracias tam-bién a los dedos no tan ágiles denuestras hermanas de más edad queconfeccionaron los tan necesitadosedredones o acolchados. Una bisa-buela de 92 años confeccionó varioscientos de mantas. En su caso, tantola persona que las ha creado, como laque las ha recibido, han sido igual-mente bendecidas. Mientras su hijoadmiraba la labor que realizaba, ella lepreguntó: “¿Crees que alguien llegaráa utilizar alguna de estas mantas?”. Lacarta de una joven madre de Luisianaresponde a esa pregunta:

“Vivo en Luisiana y llevo a mis hijos a un centro de salud cercano.Mientras me hallaba allí, me dieronropa de niño, pañales, toallitas infanti-les y dos preciosas mantas de bebé.Una de ellas tiene un fondo amarillocon huellas de pies y palmas de lasmanos en el frente y la otra manta esde color crema y tiene cebras. Sonpreciosas. A mi hijo de cuatro años leencanta la de las cebras, y obviamenteel bebé de siete meses no puede de-cir mucho. Sólo quería darles las gra-cias a ustedes y a los miembros de suIglesia por su generosidad. Que Diosles bendiga a ustedes y a sus familias”.

En respuesta a los recientes desli-zamientos de tierra en Filipinas, lossantos del lugar prepararon equiposde higiene y cajas de alimentos, quedistribuyeron junto con mantas entrelos necesitados.

El trabajo y la autosuficiencia, que son principios de bienestar, seobservan y se imparten a medida quese brinda la ayuda. En 2005, muchaspoblaciones recibieron agua limpiagracias a los nuevos pozos que se ex-cavaron. Se enseñó a sus habitantes acavarlos, a instalar las bombas y a re-pararlas en caso de necesidad.

La capacitación y el material facili-tados por voluntarios locales y los maravillosos y siempre dedicados matrimonios misioneros permiten alas familias complementar sus dietascon alimentos nutritivos cultivadospor ellos mismos.

Se han donado muchas sillas deruedas que permiten a la gente disca-pacitada ser autosuficiente. Se ha ca-pacitado a miles de personal médicopara salvar la vida de los recién naci-dos. Profesionales de la medicina hanrealizado operaciones de cataratasque han devuelto la vista a muchaspersonas. Por su parte, LDS FamilyServices ha brindado un tierno aseso-ramiento en todo el mundo.

Se han tendido puentes de enten-dimiento y respeto en muchos paísesal colaborar con otras agencias bienestablecidas y de confianza.

El Dr. Simbi Mubako, ex embaja-dor africano en los Estados Unidos,ha dicho: “La labor de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días es aún más impresionan-te porque no se limita a los miembrosde su Iglesia, sino que se extiende atodos los seres humanos de diferen-tes culturas y religiones, pues ven encada persona la imagen deJesucristo”.

Nuestro amado presidente GordonB. Hinckley ha sido clave en el desa-rrollo de esta gran labor humanitaria.“Debemos tender una mano a todo elgénero humano”; ha dicho, “son hijose hijas de Dios, nuestro Padre Eternoy Él nos hará responsables de lo que

En Uruguay, dos misioneros ayudan a una hermana que llega para presenciar

la transmisión de una de las sesiones de la conferencia.

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hagamos en cuanto a ellos… Ruegoque… bendigamos a la humanidad in-fluyendo en todos, elevando a los per-seguidos y oprimidos, alimentando yvistiendo al hambriento y al necesita-do, extendiendo amor y hermandadhacia aquellos que nos rodean quequizás no sean de esta Iglesia”5.

La labor humanitaria actual es unamaravillosa manifestación de la cari-dad que arde en el alma de aquellosque tienen corazones tiernos y manosdispuestas a ayudar. Este servicio de-sinteresado ciertamente pone de ma-nifiesto el amor puro de Cristo.

El Salvador promete grandes ben-diciones a los que dan de sí mismos:“Dad, y se os dará… porque con lamisma medida con que medís, os volverán a medir”6.

Las cosas que he mencionado hoy no son ni la centésima parte delo que está sucediendo en poblacio-nes y países de todo el mundo. Adondequiera que voy, recibo mani-festaciones de profunda gratitud. Ennombre de la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce y el ComitéEjecutivo de Bienestar de la Iglesia,cuya asignación es guiar esta obra,les expreso mi más profundo aprecioy admiración.

Me resulta imposible hallar las pa-labras que expresen adecuadamentelos fervientes sentimientos de mi co-razón. Da la sensación de que la sen-cilla palabra gracias pareciera untanto trillada. A cada uno de los quecon un corazón tierno y con las ma-nos dispuestas a ayudar han aliviadola carga de tantas personas, aceptenmi más sincera gratitud. Invoco lasmás ricas bendiciones del Señor sobre ustedes y sus familias al seguir recor-dando a los que tienen corazones afli-gidos y manos caídas, en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Andrew Workman, en “Recollections of the

Prophet Joseph Smith”, Juvenile Instructor,15 de octubre de 1892, pág. 641.

2. Mosíah 18:8–9.3. D. y C. 81:5.4. Gálatas 6:2.5. Véase “El vivir durante el cumplimiento de

los tiempos”, Liahona, enero de 2002, pág. 6.6. Lucas 6:38.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 11

En Kirtland, cuando se confirie-ron las restantes llaves del sa-cerdocio, el Señor dijo: “…éste

es el principio de la bendición que sederramará sobre la cabeza de los demi pueblo”1. Estoy agradecida por elderramamiento de bendiciones quehemos recibido cada uno de nosotrosmediante el sacerdocio de Dios. Pormedio del poder del sacerdocio secreó este mundo y todo lo que hay enél, incluso a cada uno de nosotros. Elsacerdocio está estrechamente rela-cionado con lo que somos y con loque hemos sido2. Los hijos y las hijasde Dios tenemos responsabilidades yfunciones exclusivas, y, por medio delas bendiciones del sacerdocio, se nosdan a todos participación, dones ybendiciones equivalentes.

El otoño pasado, la mayor de misnietas fue bautizada y confirmadamiembro de la Iglesia. Tras haber reci-bido el Espíritu Santo, se bendijo y sele dio un nombre a su hermanita me-nor. Al mes siguiente, se bendijo y sele dio un nombre a otra nueva nieta.Desde entonces, he pensado a menu-do en los privilegios que tienen esasniñitas gracias a que el sacerdocio deDios se ha restaurado.

Confío en que mis nietas y nietoscrezcan conscientes de que no son ninunca han sido tan sólo observadoresdel sacerdocio, pues las bendicionesde éste, que “están al alcance tanto delos hombres como de las mujeres”3,están estrechamente entrelazadas yrelacionadas con ellos. Cada uno deellos es bendecido por ordenanzas sa-gradas y podrá recibir las bendicionesde dones espirituales en virtud del sacerdocio.

Todos los miembros fieles de laIglesia del Señor son igualmente ben-decidos por las ordenanzas del sacer-docio. La primera ordenanza4 que serecibe en la vida de un niño tiene lu-gar por lo general cuando, de bebé,se le da un nombre y se le bendice.Cuando los niños llegan a la edad deresponsabilidad, son bautizados. Nose efectúa un bautismo diferente paraniños y niñas, sino que la misma orde-nanza bautismal se lleva a cabo poruna niña y por un niño, los que sonbautizados en la misma pila bautismal.

Un derramamientode bendicionesJ U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Todos los miembros fieles son igualmente bendecidos por elderramamiento de bendiciones que reciben mediante lasordenanzas del sacerdocio.

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Cuando esos niños son confirmados yreciben el Espíritu Santo, se otorga elmismo poder a cada uno de ellos; sehacen merecedores de la ayuda deese santo poder mediante su fidelidady no de ninguna otra manera.

Los miembros de la Iglesia somosiguales ante el Señor cuando toma-mos la Santa Cena. Por medio denuestra fe en Jesucristo y del poderde Su expiación, que esa ordenanzahace posible, todos podemos arre-pentirnos y llegar a ser mejores.

Cada uno de nosotros tiene elmismo derecho a recibir una bendi-ción del sacerdocio al hallarse enfer-mo o precisar apoyo extra del Señor.La mujer joven que desee recibir labendición patriarcal tiene el mismoderecho de conocer su linaje y su po-tencial que el hombre joven de sumisma edad. Las bendiciones que reciba cada uno de ellos por conduc-to de Abraham son poderosas e importantes.

Enseñamos a todos los hombres ylas mujeres jóvenes a prepararse para

ir al templo a fin de “recibir las bendi-ciones de [los] padres, las cuales [les]permitirán recibir las más elevadasbendiciones del sacerdocio”5. Una demis sobrinas, tras haber recibido la in-vestidura del templo hace unos me-ses, exclamó con alegría: “¡Lo logré!”.Toda mi vida me han enseñado acercade prepararme para el templo, y ¡lologré!”

Todo hombre y toda mujer que es-tén dispuestos a servir al Señor y sehagan merecedores de recibir la reco-mendación para el templo hacen losmismos convenios de obediencia y sa-crificio. Cada uno es investido “conpoder de lo alto”6.

Todo élder y toda hermana quereciben un llamamiento misional sonapartados para efectuar la obra delSeñor y a cada uno se le da autori-dad para predicar el Evangelio deCristo.

El hombre y la mujer que hacen elconvenio del matrimonio en el tem-plo comparten por igual las bendi-ciones de ese convenio si son fieles7.

El Señor ha dicho que su convenioseguirá en vigor después de esta vida y juntos, se les promete poder y exaltación8.

El presidente Ezra Taft Bensondijo: “Cuando nuestros hijos obede-cen al Señor y van al templo a recibirsus bendiciones y entran en el conve-nio del matrimonio, entran en el mis-mo orden del sacerdocio que Diosinstituyó en el principio con el padreAdán”9.

Vi el poder de las bendiciones delsacerdocio al visitar una familia cuyojoven padre estaba agonizando. Le ro-deaban su esposa y sus hermosas hi-jas. En cada pared de la habitaciónhabía al menos una fotografía de la fa-milia o del templo. La madre dio fe delas bendiciones que tenían cuandodijo: “Estamos protegidos por los con-venios que hemos hecho. Nuestra fa-milia perdurará para siempre. ElSeñor vela por nosotros y no estamossolos”. Todos los miembros fieles sonigualmente bendecidos por el derra-mamiento de bendiciones que

En el Centro de Conferencias, la Primera Presidencia (abajo, a la derecha), tres miembros del Quórum de los Doce Apóstoles

(abajo, a la izquierda), el Obispado Presidente (centro, a la derecha), y miembros de los Setenta se ponen de pie para

entonar un himno durante una de las sesiones.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 13

reciben mediante las ordenanzas delsacerdocio.

En virtud de que el sacerdocio seha restaurado, también compartimospor igual las bendiciones de los donesespirituales, los cuales nos da el Señorpara nuestro propio beneficio,10 asícomo para ayudarnos unos a otros11.

Moroni dice que “hay diversas ma-neras de administrar estos dones,pero es el mismo Dios que obra todaslas cosas en todo; y se dan a los hom-bres por las manifestaciones delEspíritu de Dios para beneficiarlos.

“Porque he aquí, a uno le es dadopor el Espíritu de Dios enseñar la pa-labra de sabiduría;

“y a otro, enseñar la palabra de co-nocimiento por el mismo Espíritu;

“y a otro, una fe sumamente gran-de; y a otro, los dones de sanar por elmismo Espíritu”12.

Al intentar aprender español y re-cordar el portugués (que aprendí deniña), he suplicado la ayuda del Señory la he sentido al comunicarme enesas lenguas. He oído a otros líderesde la Iglesia y a misioneros dar poten-te testimonio en idiomas que apenashabían estudiado. Conozco a perso-nas que han recibido el don espiritualde creer y que, al oír el Evangelio, hanreconocido muy dentro de sí que esverdadero. Conozco a otras personasque poseen el don de la sabiduría, osea, la facultad de emplear el conoci-miento de una manera correcta.Algunos tienen la facultad de obrarmilagros, otros tienen el don de sanary aún otros tienen un admirable discernimiento13.

Cuando yo era pequeña, solía con-traer enfermedades graves. Mi padresiempre estaba dispuesto a utilizar elpoder del sacerdocio que poseía condignidad para bendecirme. Pero yotambién comprendía que los donesespeciales que tenía mi madre contri-buían a sanarme, pues ella poseía untalento extraordinario para atender amis necesidades y ayudarme a mejo-rar. Su gran fe en que el Señor la llevaría a acertar con el tratamientomédico adecuado era un consuelopara mí. ¡Cuán bendecida fui de tener

padres que se valieron con amor desus dones espirituales!

El presidente Wilford Woodruffdijo que “es privilegio de todo hom-bre y de toda mujer de este reino te-ner el espíritu de profecía, el cual esel Espíritu de Dios; y a los fieles, ésterevela lo que es necesario para suconsuelo y su alivio, así como paraguiarlos en sus deberes diarios”14.

Las bendiciones del sacerdociohacen posible que toda persona quesea apartada para servir en cualquieroficio en la Iglesia del Señor reciba“la autoridad, la responsabilidad y lasbendiciones relacionadas con eseoficio”15.

Los dones espirituales son nume-rosos y diversos, y los recibimos cuan-do los buscamos y los utilizamos en ladebida forma. Llegamos a tenerlosgracias a que el poder del EspírituSanto está estrechamente entrelazadocon nosotros16.

Por conducto de las bendicionesdel sacerdocio, el Señor nos hace sa-ber que Él “no hace acepción de per-sonas”17. Al viajar, suelo tener laoportunidad de visitar a los miem-bros en sus hogares, y algunos de éstos son viviendas muy sencillas. Al principio, me preguntaba: “¿Porqué tengo la bendición de tener unacasa con electricidad e instalación de agua cuando esta familia ni si-quiera tiene agua cerca de la suya?¿La ama el Señor menos de lo queme ama a mí?”.

Pero un día, me senté en un tem-plo junto a una hermana que vive enuna humilde morada. Pasé dos horasa su lado. A menudo miraba sus her-mosos ojos y veía en ellos el amor delSeñor. Una vez terminada nuestraobra en el templo, de pronto, lo com-prendí todo: en todas las bendicioneseternas, en todos nuestros más im-portantes privilegios y oportunidades,éramos iguales. Yo había sido “bauti-zada para arrepentimiento”18 y ellatambién. Yo tenía dones espirituales y también ella los tenía. Yo tenía laoportunidad de arrepentirme y ellatambién la tenía. Yo había recibido elEspíritu Santo y ella también. Yo había

recibido las ordenanzas del templo yella también. Si las dos nos hubiése-mos ido de este mundo en aquel mo-mento, habríamos llegado siendoiguales ante el Señor en lo que res-pecta a nuestras bendiciones y a nuestro potencial.

Las bendiciones del sacerdocionos hacen a todos iguales. Esas ben-diciones son las mismas para loshombres y para las mujeres, para losniños y para las niñas; son las mismaspara los casados y para los solteros,los ricos y los pobres, los intelectua-les y los iletrados, los famosos y losdesconocidos.

Estoy agradecida por que mediantela infinita justicia y el amor de Dios, atodos los hombres y a todas las muje-res se nos han dado participación, do-nes y bendiciones equivalentes, ypotencial por medio de las ordenan-zas del sacerdocio y de los dones es-pirituales. Gracias al sacerdocio, queestá estrechamente entrelazado connosotros, todo poder y todo convenioindispensables para efectuar la obrade nuestra vida y volver a nuestro ho-gar celestial se han derramado sobrenuestra cabeza. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 110:10.2. Véase D. y C. 88:36–45; Abraham 3:1–28.3. Dallin H. Oaks, “La autoridad del sacerdo-

cio en la familia y en la Iglesia”, Liahona,noviembre de 2005, pág. 26.

4. Véase “Las ordenanzas y bendiciones delsacerdocio”, Guía para la familia (31180002), pág. 18.

5. Ezra Taft Benson, “Lo que espero que ense-ñéis a vuestros hijos acerca del templo”,Liahona, abril/mayo de 1986, pág. 6.

6. Véase D. y C. 95:8.7. Véase D. y C. 131:1–2.8. Véase D. y C. 132: 19–20.9. Ezra Taft Benson, “Lo que espero que ense-

ñéis a vuestros hijos acerca del templo”,Liahona, abril/mayo de 1986, pág. 6.

10. Véase D. y C. 46:26.11. Véase D. y C. 46:12.12. Moroni 10:8–11.13. Véase D. y C. 46:10–26.14. Wilford Woodruff, Journal of Discourses,

tomo IX, 8 de abril de 1862, pág. 324.15. Boyd K. Packer, “Lo que todo élder debe sa-

ber; y toda hermana también: Un compen-dio de los principios de la administracióndel sacerdocio”, Liahona, noviembre de1994, pág. 20.

16. Véase Moroni 10:7–17.17. D. y C. 38:16.18. Alma 9:27.

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Los profetas de Dios previeronlos tiempos en los que vivimos.El apóstol Pablo le escribió a

Timoteo: “También debes saber esto:que en los postreros días vendrántiempos peligrosos”1. Todo el que ten-ga ojos para ver las señales de lostiempos y oídos para oír las palabrasde los profetas sabe que el peligro esenorme. El peligro proviene de lasfuerzas del mal, las cuales se van in-crementando, por lo que se va a vol-ver más difícil, y no más fácil, guardarlos convenios que debemos hacerpara vivir de acuerdo con el Evangeliode Jesucristo.

Para los que nos inquietamos antesemejante futuro tanto para nosotroscomo para los que amamos —ennuestras familias, en nuestros quóru-mes y en nuestras clases— hay espe-ranza en la promesa que nos hahecho el Señor de contar con un lu-gar seguro en medio de las tormentas

que sobrevendrán. He aquí una des-cripción de ese lugar, la cual han leídoustedes en las Escrituras y la que hanexpuesto reiteradamente los profetasvivientes. Un padre cariñoso se lo dijoa sus hijos de la siguiente manera alintentar fortalecerlos ante las tempes-tades de la tentación:

“Y ahora bien, recordad, hijosmíos, recordad que es sobre la rocade nuestro Redentor, el cual es Cristo,el Hijo de Dios, donde debéis estable-cer vuestro fundamento, para quecuando el diablo lance sus impetuo-sos vientos, sí, sus dardos en el torbe-llino, sí, cuando todo su granizo yfuriosa tormenta os azoten, esto notenga poder para arrastraros al abis-mo de miseria y angustia sin fin, acausa de la roca sobre la cual estáisedificados, que es un fundamento se-guro, un fundamento sobre el cual, silos hombres edifican, no caerán”2.

Nunca ha sido más importante queahora comprender la forma de edifi-car sobre ese fundamento seguro.Para mí, no hay mejor lugar dondebuscar esa comprensión que en el úl-timo sermón del rey Benjamín, que sehace constar en el Libro de Mormón.La mayoría de nosotros hemos vueltoa leerlo hace poco y hemos reflexio-nado en él más de una vez. El reyBenjamín nos vio a nosotros y a nues-tros descendientes, y supo por el po-der profético lo que afrontamos. Élconocía por propia experiencia los te-rrores de la guerra, puesto que defen-dió a los de su pueblo en combate,confiando en el poder de Dios, y viocon nitidez los espantosos poderes de

Lucifer para tentarnos y vencernos.Fue un hombre admirable y santo,

que sabía invitar a la gente a edificarsobre esa roca de seguridad al igualque todos los profetas del Señor.

Comenzó en su discurso donde to-dos debemos comenzar para ayudar ala gente a escapar del desastre espiri-tual. Las personas tienen que creerque el peligro es real a fin de desearbuscar un lugar seguro y tienen quetemer las consecuencias del no teneren cuenta el peligro. Él explicó clara-mente los riesgos que corremos pormotivo de que somos libres de esco-ger entre el bien y el mal, y porque nopodemos evitar las consecuencias delescoger el bien o el mal. Habló en for-ma directa y sin rodeos porque sabíala desdicha que sobrevendría a losque no oyeran ni obedecieran sus advertencias.

Veamos cómo describió las conse-cuencias que se desprenderían si se-guíamos o la inspiración del Espíritudel Cristo o los mensajes malignosque provienen de Satanás, cuyo obje-tivo es tentarnos y hacernos caer en latrampa del pecado.

“Porque he aquí, se ha decretadoun ¡ay! para aquel que quiera obede-cer ese espíritu [maligno]; pues siopta por obedecerlo, y permanece ymuere en sus pecados, bebe conde-nación para su propia alma; porquerecibe como salario un castigo eterno,por haber violado la ley de Dios con-tra su propio conocimiento.

“De manera que si ese hombre nose arrepiente, y permanece y muereenemigo de Dios, las demandas de ladivina justicia despiertan en su almainmortal un vivo sentimiento de supropia culpa que lo hace retrocederde la presencia del Señor, y le llena elpecho de culpa, dolor y angustia, quees como un fuego inextinguible, cuyallama asciende para siempre jamás”.

El rey Benjamín continuó diciendo:“¡Oh todos vosotros, ancianos, y tam-bién vosotros, jóvenes, y vosotros, ni-ños, que podéis entender mispalabras —porque os he hablado cla-ramente para que podáis entender—,os ruego que despertéis el recuerdo

Como un niñoÉ L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

Nuestro estado natural tiene que cambiar para volvernoscomo un niño y adquirir la fortaleza que debemos tenerpara estar seguros en los momentos de peligro moral.

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de la terrible situación de aquellosque han caído en transgresión!”3.

Para mí, el poder de esa amonesta-ción lo constituye la imagen que ad-quiere relieve en mi mente de laocasión en que cada uno de nosotroscomparezca ante el Salvador despuésde esta vida para ser juzgado. Cuandoel rey Benjamín me habla a mí de re-troceder de la presencia del Señor,me atemoriza el corazón; me veo a mí mismo de pie aquel día del juicioante el Salvador glorificado y resucita-do. Deseo de todo corazón no retro-ceder, sino elevar mi mirada hacia Él y verle sonreír y decirme: “Bien, buensiervo y fiel… entra…”4.

El rey Benjamín pone en claro quepodemos ganarnos la esperanza de oíresas palabras si hallamos la forma enesta vida de cambiar nuestro estadonatural mediante la expiación deJesucristo. Ésa es la única forma de edi-ficar sobre el fundamento seguro y depermanecer firmes en la rectitud du-rante las tempestades de la tentación.

El rey Benjamín describe ese cam-bio con una hermosa comparación,de la que se han valido los profetasdesde hace miles de años, y el Señormismo, la cual es ésta: que podemosy debemos volvernos como unniño… como un niño pequeñito.

Para algunas personas, eso no seráfácil de comprender ni de aceptar. Ala mayoría de nosotros nos gusta serfornidos, por lo que podríamos consi-derar que ser como un niño equival-dría a ser débiles. Muchos padres handeseado que sus hijos a veces fuesenmenos infantiles. Aun el apóstol Pabloempleó esas palabras al instarnos a te-ner amor, el amor puro de Cristo.“Cuando yo era niño, hablaba comoniño, pensaba como niño, juzgabacomo niño; mas cuando ya fui hom-bre, dejé lo que era de niño”5.

Pero el rey Benjamín, que com-prendía tan bien como cualquier mor-tal lo que significa ser hombre defortaleza y de valentía, pone en claroque ser como un niño no es ser infan-til, sino que es ser como el Salvador,que pidió a Su Padre en oración forta-leza para poder hacer Su voluntad, y

entonces la hizo. Nuestro estado na-tural tiene que cambiar para volver-nos como un niño y adquirir lafortaleza que debemos tener para es-tar seguros en los momentos de peli-gro moral.

He aquí la conmovedora descrip-ción del rey Benjamín de lo que es elcambio de volverse como un niño yde cómo éste puede efectuarse ennosotros:

“Porque el hombre natural es ene-migo de Dios, y lo ha sido desde la ca-ída de Adán, y lo será para siemprejamás, a menos que se someta al influ-jo del Santo Espíritu, y se despoje delhombre natural, y se haga santo por laexpiación de Cristo el Señor, y sevuelva como un niño: sumiso, manso,humilde, paciente, lleno de amor ydispuesto a someterse a cuanto elSeñor juzgue conveniente imponersobre él, tal como un niño se sometea su padre”6.

Estamos seguros sobre la roca quees el Salvador si nos hemos sometido

con fe a Él, si hemos respondido a laorientación del Santo Espíritu paraguardar los mandamientos el tiemposuficiente y con la fidelidad suficientepara que el poder de la Expiaciónhaya efectuado un cambio en nuestrocorazón. Una vez que, mediante esaexperiencia, nos hayamos vueltocomo un niño en nuestra capacidadde amar y de obedecer, nos encontra-mos en el fundamento seguro.

Del rey Benjamín aprendemos loque podemos hacer para llegar a eselugar seguro. Pero hay que recordarque las cosas que hacemos son losmedios y no el fin de lo que desea-mos lograr. Lo que hacemos permiteque la expiación de Jesucristo noscambie a lo que debemos ser. Nuestrafe en Jesucristo nos lleva al arrepenti-miento y a guardar Sus mandamien-tos. Obedecemos y resistimos latentación cuando seguimos la inspira-ción del Espíritu Santo. Con el pasodel tiempo, nuestro estado naturalcambiará y nos volveremos como un

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niño pequeñito, obedientes a Dios ymás llenos de amor. Ese cambio, sihacemos todo lo que debemos porconservarlo, nos hará merecedores derecibir los dones que vienen por me-dio del Espíritu Santo. Entonces, nosencontraremos a salvo sobre la únicaroca segura.

Al igual que ustedes, yo he percibi-do lo que quiso decir el rey Benjamíncuando indicó que podíamos volver-nos como un niño pequeño anteDios. He orado, como lo han hechoustedes, para saber qué hacer cuandolas decisiones que habría de tomartendrían consecuencias eternas. A tra-vés de muchos años, he visto repetir-se vez tras vez la forma en la que herecibido la respuesta a esa oración asícomo la nitidez de esa respuesta.

En una ocasión, por ejemplo, orédurante toda la noche para saber loque debía escoger hacer a la mañanasiguiente. Comprendía que ningunaotra cosa que escogiese hacer surti-ría un efecto más potente en otraspersonas y en mí mismo. Sabía quéselección parecía ser la más cómodapara mí. Sabía también el resultadoque deseaba, pero no me era posiblever el futuro; no veía qué selecciónllevaría a qué resultado, por lo queel riesgo de equivocarme me parecíademasiado grande.

Oré, pero durante horas no recibíninguna respuesta. Precisamente an-tes del amanecer, me invadió una sen-sación: más que en cualquiera otraocasión desde que había sido niño,me sentí como un niño y mi corazóny mi mente comenzaron a calmarse ysentí paz en esa serenidad interior.

Un tanto sorprendido, me encon-tré orando en voz alta: “PadreCelestial, no importa lo que yo quie-ro; sólo quiero que se haga Tu volun-tad. Eso es todo lo que deseo. Porfavor, dime lo que he de hacer”.

En aquel momento, me sentí tantranquilo en mi interior como nuncame había sentido. Y recibí el mensajey supe con certeza de Quién prove-nía. Supe con claridad lo que habíade hacer. No recibí ninguna promesadel resultado, sino tan sólo la certezade que yo era un niño al que se le ha-bía indicado qué camino conducía alo que fuese que el Señor deseabapara mí.

Aprendí de aquella experiencia yde innumerables otras por el mismoestilo que la descripción del EspírituSanto como “una voz apacible y deli-cada” es real; es poética, pero no espoesía. Sólo cuando se me ha apaci-guado y se me ha calmado el corazónen sumisión como un niño pequeñi-to, me ha sido posible percibir

claramente la voz del Espíritu con lamente y con el corazón.

El rey Benjamín nos enseñó elmodo como podemos dar lugar aesos momentos más a menudo, locual debemos hacer debido a los peli-gros que afrontamos. Nos dijo quehay cosas que podemos y debemoshacer para invitar la bendición de quese verifique en nosotros el cambio aldel corazón de un niño.

Todo ello tiene que ver con el reali-zar lo que es preciso para edificar unamayor fe en Jesucristo y de ese modohacernos merecedores de recibir laayuda del Espíritu Santo. El reyBenjamín explicó la razón de eso:

“Y además, te digo que no se daráotro nombre, ni otra senda ni medio,por el cual la salvación llegue a los hi-jos de los hombres, sino en el nom-bre de Cristo, el Señor Omnipotente,y por medio de ese nombre”7.

Lo que nos hace falta es tener fe enÉl y amarle. Tenemos que llegar a sa-ber que Él vive y quién es Él. Una vezque sepamos eso, le amaremos. El reyBenjamín sugirió cómo llegar a cono-cer al Señor con las siguientes pala-bras, las que han oído ustedesmuchas veces:

“Porque ¿cómo conoce un hombreal amo a quien no ha servido, que esun extraño para él, y se halla lejos delos pensamientos y de las intencionesde su corazón?”8

Llegamos a amar a quienes presta-mos servicio. Si escogemos comen-zar a servir al Maestro aun cuandosea con un poquito de fe, comenza-remos a conocerle. Llegaremos a co-nocer Sus propósitos para con laspersonas a las que servimos por Él.Aunque éstas no acepten nuestroofrecimiento de prestarles servicio,percibiremos el agradecimiento delSeñor si perseveramos.

Al paso que perseveremos, senti-remos la necesidad de contar con lainfluencia del Espíritu Santo debidoa que nos resultará muy difícil reali-zar la tarea nosotros solos. Nuestrahumilde oración a nuestro PadreCelestial será contestada. La finali-dad principal del Espíritu Santo es

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testificar que Jesús es el Cristo.Cuando supliquemos ayuda al estaren Su servicio, el Espíritu Santo ven-drá a confirmar nuestra fe en Él, ynuestra fe en el Salvador aumentará.Y, al continuar sirviéndole, llegare-mos a amarle. Ser llamados a prestarservicio es un llamamiento para lle-gar a amar al Maestro a quien servi-mos; es un llamamiento para que seefectúe un cambio en nuestro esta-do natural.

El conservar la bendición de esecambio efectuado en nuestro corazónrequerirá determinación, esfuerzo yfe. El rey Benjamín enseñó algo de loque eso requerirá. Dijo que, para rete-ner la remisión de nuestros pecadosde día en día, debemos alimentar alhambriento, vestir al desnudo, visitaral enfermo y ayudar a las personastanto espiritual como temporal-mente9. Advirtió que debemos cuidar-nos incluso de que entren en nuestrocorazón sentimientos de con-tención10. Indicó claramente que elpotente cambio que tiene lugar ennosotros por medio de la Expiaciónpodrá disminuir si no nos ponemosen guardia para librarnos de pecar. ElSeñor advirtió: “por lo tanto, cuídesela iglesia y ore siempre, no sea quecaiga en tentación; sí, y cuídense aunlos que son santificados”11.

Por causa del pecado, el don pue-de perderse. El rey Benjamín enseñóque somos responsables de procurarcon el mayor ahínco resistir la tenta-ción. Advirtió a los de su pueblo delpeligro de tentaciones específicas, ytras haber hecho esas advertencias,expuso la obligación que tenemospara con éstas. Cuando roguemos nosucumbir a la tentación y ser libradosdel mal, recordemos que somos res-ponsables de nosotros mismos. Heaquí las palabras que él habló, las cua-les no son suyas, sino de Dios:

“Y por último, no puedo decirostodas las cosas mediante las cualespodéis cometer pecado; porque hayvarios modos y medios, tantos que nopuedo enumerarlos.

“Pero esto puedo deciros, que sino os cuidáis a vosotros mismos, y

vuestros pensamientos, y vuestras pa-labras y vuestras obras, y si no obser-váis los mandamientos de Dios niperseveráis en la fe de lo que habéisoído concerniente a la venida denuestro Señor, aun hasta el fin devuestras vidas, debéis perecer. Y aho-ra bien, ¡oh hombre!, recuerda, y noperezcas”12.

Con la ayuda del Espíritu Santo,podremos cuidarnos a nosotros mis-mos. Podremos orar para reconocer yrechazar los primeros pensamientosdel pecado. Podremos orar para reco-nocer la advertencia de no pronunciarpalabras que ofendan ni tienten a nin-guna otra persona. Y podremos, cuan-do debamos hacerlo, orar pidiendohumildad y fe para arrepentirnos.

Sin duda habrá personas que oiganmi voz a quienes asaltará el siguientepensamiento: “Es que las tentacionesson demasiado grandes para mí. Heresistido todo el tiempo que he podi-do. Para mí, los mandamientos sonmuy difíciles. La norma es demasiadoelevada”.

Pero no es así. El Salvador es nues-tro Abogado para con el Padre. Él co-noce nuestras flaquezas y sabe cómosocorrer a los que son tentados13.

Les doy mi testimonio de que elSalvador vive y de que Él es el funda-mento seguro. Sé que si actuamos sobre la base de nuestra fe en Él, se-remos purificados y cambiados paravolvernos puros y firmes como unniño pequeñito. Les doy mi testimo-nio de que el Espíritu Santo nos con-duce a la verdad y nos aleja delpecado.

José Smith vio a nuestro PadreCelestial y a Su Hijo Amado. El Librode Mormón es la palabra de Dios ytestigo de que Jesucristo es nuestroSalvador. Ésta es la Iglesia verdadera.Sé que podemos escoger el regocijoprometido de la vida eterna, por peli-grosos que sean los tiempos.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Timoteo 3:1.2. Helamán 5:12.3. Mosíah 2:33, 38, 40.4. Véase Mateo 25:21.5. 1 Corintios 13:11.6. Mosíah 3:19.7. Mosíah 3:17.8. Mosíah 5:13.9. Véase Mosíah 4:26.

10. Véase Mosíah 2:32.11. D. y C. 20:33–34.12. Mosíah 4:29–30.13. Véase D. y C. 62:1.

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Hace muchos años, en una asig-nación en las bellas islas deTonga, tuve el privilegio de vi-

sitar la escuela de la Iglesia, la escuelasecundaria Liahona, donde a los jóve-nes les enseñan maestros que tienenun vínculo común de fe, que impar-ten capacitación para la mente y pre-paración para la vida. En esa ocasión,al entrar en un aula, me di cuenta deque los alumnos escuchaban absortosa su instructor tongano. Tanto él ensu escritorio como ellos en los pupi-tres tenían los libros cerrados. El maestro tenía en la mano un raro an-zuelo hecho con una piedra redonday con grandes caracolas. Aprendí queeso era un maka-feke, una trampapara pulpos. En Tonga, el pulpo es unexquisito manjar.

El maestro explicó que los pesca-dores de Tonga se deslizan sobre losarrecifes remando su canoa de balan-cines con una mano y oscilando elmaka-feke con la otra. El pulpo sale

de su guarida rocosa y se lanza sobreel cebo, confundiéndolo con un de-seado manjar. Tan tenaz es el apretónde los tentáculos del pulpo y tan fir-me su instinto de no soltar la preciadapresa, que los pescadores lo levantany lo ponen directamente en la canoa.

Fue fácil para el maestro pasar deahí a explicar a los anonadados jóve-nes que el maligno, o sea, Satanás, hacreado maka-fekes, por así decirlo,para atrapar a las personas despreve-nidas y apoderarse de su destino.

Hoy estamos rodeados de losmaka-fekes que el maligno oscila antenosotros y con los que intenta atraer-nos y luego atraparnos. Una vez quela persona los agarra, es sumamentedifícil soltarlos, y a veces hasta casi im-posible. Para protegernos, debemosreconocerlos por lo que son y des-pués ser firmes en nuestra determina-ción de evitarlos.

Constantemente ante nosotrosestá el maka-feke de la inmoralidad.Casi en todo lo que vemos, hay quie-nes quieren hacernos creer que loque antes se consideraba inmoralahora es aceptable. Pienso en el pasa-je de las Escrituras: “¡Ay de los que alo malo llaman bueno, y a lo buenomalo; que ponen tinieblas por luz, yluz por tinieblas”.1 Tal es el maka-fekede la inmoralidad. En el Libro deMormón se nos recuerda que la casti-dad y la virtud son preciadas sobre to-das las cosas.

Cuando la tentación llega, recuer-den el sabio consejo del apóstolPablo, quien declaró: “No os ha sobre-venido ninguna tentación que no seahumana; pero fiel es Dios, que no os

dejará ser tentados más de lo que po-déis resistir, sino que dará tambiénjuntamente con la tentación la salida,para que podáis soportar” 2.

El siguiente maka-feke que el ma-ligno oscila ante nosotros es la porno-grafía. Quiere convencernos de que la pornografía no daña a nadie. Québien se aplica a esto el poema clásicode Alexander Pope, “Ensayo sobre elhombre”:

El vicio es un monstruo de horribleparecer,

Pues no hay más que verlo paradetestarlo;

Sin embargo, de tanto contemplarlopuede suceder,

Que tras tolerarlo y compadecerlo,lleguemos a abrazarlo3.

Algunos publicistas e impresoresprostituyen sus imprentas al imprimirmillones de artículos de pornografíatodos los días. No escatiman gastos afin de crear un producto que por se-guro se mirará una y otra vez. Hoy endía, uno de los medios más asequiblespara ver pornografía es Internet, don-de una persona puede encender unacomputadora e inmediatamente tenera su alcance innumerables sitios por-nográficos. El presidente Gordon B.Hinckley ha dicho: “Me temo queesto esté ocurriendo en el hogar dealgunos de ustedes. Es malsano. Es lu-jurioso e inmundo. Es tentador y creahábito. Llevará a un joven o a una jo-ven directo a la destrucción, no lesquepa la menor duda. Es abyecta sor-didez que enriquece a los que lo ex-plotan y empobrecen a sus víctimas”4.

Contaminado también está el pro-ductor de películas, el programadorde televisión o el artista que promo-ciona la pornografía. Se han abando-nado las normas de recato y decorode tiempos pasados. Hay una búsque-da en pos del realismo, con el resulta-do de que hoy en día estamosrodeados de esta suciedad.

Eviten cualquier cosa que se ase-meje a la pornografía, ya que les in-sensibilizará el espíritu y les minará la conciencia. Se nos ha dicho en

Leales a la feP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Tomemos la determinación ahora mismo de seguir elsendero estrecho que conduce al Padre de todos nosotros.

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Doctrina y Convenios: “Y lo que noedifica no es de Dios, y es tinieblas”5.Así es la pornografía.

El siguiente maka-feke del quehago mención es el de las drogas, in-cluso el alcohol. Una vez aferrado a él,ese maka-feke es muy difícil de aban-donar. Las drogas y el alcohol nublanla mente, eliminan las inhibiciones,destrozan a las familias, destruyen lossueños y acortan la vida. Se encuen-tran en todas partes y, a propósito, secolocan en el sendero de la vulnera-ble juventud.

A cada uno de nosotros se nos haconfiado un cuerpo que nos da unamoroso Padre Celestial, quien nos hamandado cuidarlo. ¿Podemos maltra-tar o dañar intencionalmente nuestrocuerpo sin tener que rendir cuentas?¡No, no podemos! El apóstol Pablodeclaró: “¿No sabéis que sois templode Dios, y que el Espíritu de Diosmora en vosotros?

“…el templo de Dios, el cual soisvosotros, santo es” 6. Mantengamosnuestro cuerpo, nuestro templo,sano, limpio y libre de sustancias

dañinas que destruyan nuestro bie-nestar físico, mental y espiritual.

El último maka-feke del que deseohablar hoy es uno que puede destruirnuestra propia estimación, arruinar re-laciones y dejarnos en circunstanciasdesesperantes. Es el maka-feke del ex-ceso de deudas. Es una tendencia hu-mana el desear cosas que nos denprominencia y prestigio. Vivimos enuna época en la que es fácil obtenerpréstamos. Podemos comprar cual-quier cosa que deseemos simplementecon utilizar una tarjeta de crédito u ob-tener un préstamo. Son muy popula-res los préstamos basados en el capitalacumulado de nuestra propiedad, enlos que se puede pedir prestada unacantidad de dinero que sea equivalen-te al valor del capital que se tenga endicha propiedad. Tal vez no nos demoscuenta de que ese tipo de préstamoequivale a una segunda hipoteca.Algún día enfrentaremos las conse-cuencias si hemos vivido constante-mente fuera de nuestras posibilidades.

Mis hermanos y hermanas, evitenla filosofía de que los lujos de ayer

son las necesidades del presente. Noson necesidades a menos que así lodeterminemos. Muchos adquierendeudas a largo plazo para luego darsecuenta de que ocurren cambios: laspersonas enferman o quedan discapa-citadas, las empresas fracasan o redu-cen su tamaño, se pierde el trabajo,ocurren desastres naturales. Hay mu-chas razones por las que no se puedecumplir con los pagos de grandespréstamos. Nuestras deudas llegan aser como una espada de Damoclesque cuelga sobre nuestra cabeza yamenaza con destruirnos.

Los insto a que vivan dentro desus recursos económicos. No se pue-de gastar más de lo que se gana y ser solvente. Les prometo que entoncesserán más felices que si estuviesenpreocupándose constantemente de cómo cumplir con el siguientepago de una deuda no esencial. EnDoctrina y Convenios leemos: “Pagala deuda que has contraído… Líbratede la servidumbre” 7.

Hay, por supuesto, otros innumera-bles maka-fekes que el maligno oscila

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ante nosotros para desviarnos del camino de la rectitud. No obstante,nuestro Padre Celestial nos ha dado lavida y la facultad de pensar, de razonary de amar. Tenemos el poder para re-sistir cualquier tentación y la habilidadde determinar el camino que tomare-mos, la dirección en la que viajaremos.Nuestra meta es el reino celestial deDios. Nuestro objetivo es navegar uncurso recto y firme en esa dirección.

A todos los que caminamos por elsendero de la vida, nuestro PadreCelestial nos advierte: Cuidado con losdesvíos, los peligros ocultos, las tram-pas. Esos maka-fekes, colocados demanera astuta y disfrazados ingeniosa-mente, nos hacen señas para que nosaferremos a ellos y perdamos la mirade lo que más deseamos. No se dejenengañar. Hagan una pausa para orar.Escuchen esa voz apacible y delicadaque nos repite, desde las profundida-des de nuestra alma, la dulce invita-ción del Maestro: “Ven, sígueme”8. Si hacemos eso, nos apartaremos de

la destrucción y de la muerte y encon-traremos la felicidad y la vida eterna.

Sin embargo, hay quienes no escu-chan, que no obedecen, que dan oídoa las tentaciones del maligno, que seaferran a esos maka-fekes hasta elpunto de no poder soltarlos, hastaque todo se ha perdido. Pienso enaquella persona poderosa, el CardenalWolsey. La prolífera pluma de WilliamShakespeare describió las majestuosasalturas, el pináculo de poder al queascendió el Cardenal Wolsey. Esa mis-ma pluma contó cómo sus valoresfueron corroídos por la vana ambi-ción, por el oportunismo, por el cla-mor de la prominencia y el prestigio.Entonces, ocurrió el descenso trágico,el doloroso lamento del que lo tuvotodo y, después, todo lo perdió.

El Cardenal Wolsey se dirige aCromwell, su fiel criado, y le dice:

¡Oh Cromwell, Cromwell!De haber servido a mi Dios con sólo

la mitad de celo

que he puesto en servir a mi rey, nome hubiera entregado éste, a mivejez,

desnudo, al furor de mis enemigos9.

El mandato inspirado que hubieraguiado al Cardenal Wolsey a un lugarseguro se arruinó por la búsqueda delpoder y de la prominencia, la búsque-da de la riqueza y la posición. Comotantos que le precedieron y muchosmás que lo sucederán, el CardenalWolsey cayó.

En tiempos de antaño, un rey per-verso puso a prueba a un siervo deDios. Con la ayuda de la inspiracióndel cielo, Daniel le interpretó al reyBelsasar la escritura que figuraba en lapared. En referencia a las recompen-sas que le ofreció, hasta un mantoreal y un collar de oro, Daniel dijo:“Tus dones sean para ti, y da tus re-compensas a otros”10.

Darío, un rey posterior, tambiénhonró a Daniel, elevándolo a la másalta posición de prominencia, a lo que

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le siguió la envidia de la gente, los ce-los de los príncipes y la intriga dehombres ambiciosos.

Por artimañas y adulación, el reyDarío firmó una proclamación en laque constaba que cualquier personaque presentara una petición a un dioso a un hombre que no fuera al rey, sele arrojaría al foso de los leones. Seprohibió la oración. En esas cosas,Daniel no seguía la dirección de unrey terrenal sino del Rey de los cielosy la tierra, su Dios. Habiéndosele sor-prendido diciendo sus oraciones dia-rias, Daniel fue llevado ante el rey.Con renuencia, se pronunció el casti-go: Daniel sería arrojado al foso delos leones.

Me encanta el siguiente relato de la Biblia:

“El rey, pues, se levantó muy demañana, y fue apresuradamente alfoso de los leones.

“Y acercándose al foso llamó a vo-ces… con voz triste… Daniel… el Diostuyo, a quien tú continuamente sir-ves, ¿te ha podido librar de los leones?

“Entonces Daniel respondió alrey…

“Mi Dios envió su ángel, el cual ce-rró la boca de los leones, para que nome hiciesen daño…

“Entonces se alegró el rey en granmanera… fue Daniel sacado del foso,y ninguna lesión se halló en él, por-que había confiado en su Dios”11.

En un momento de gran necesi-dad, la determinación de Daniel deser firme y fiel le aportó proteccióndivina y un santuario seguro.

El reloj de la historia, como los grá-nulos de un reloj de arena, marca elpaso del tiempo. Un nuevo elencoocupa el escenario de la vida. Los pro-blemas de nuestra época se tornanamenazantes ante nosotros. Rodeadospor los desafíos de la vida moderna,miramos hacia el cielo en busca de eseindefectible sentido de dirección parapoder trazar y seguir el rumbo acerta-do. Nuestro Padre Celestial no recha-zará nuestra súplica.

Al pensar en personas rectas, meviene a la mente el nombre de Gustavy de Margarete Wacker. Permítanme

describirlos. Los conocí por primeravez cuando se me llamó a presidir laMisión Canadiense en 1959. Ellos ha-bían emigrado de su tierra natal deAlemania a Kingston, Ontario, Canadá.

El hermano Wacker se ganaba lavida como peluquero. Sus recursoseran limitados, pero él y la hermanaWacker siempre pagaban más del diezpor ciento de diezmo. Como presi-dente de rama, el hermano Wackerempezó un fondo misional, y durantevarios meses, él era el único donante.Cuando había misioneros en la ciu-dad, los Wacker les daban de comer ylos cuidaban, y los misioneros nuncasalieron de la casa de los Wacker sinalgún donativo tangible para la obra yel bienestar de los misioneros.

El hogar de Gustav y Margarete eraun cielo. No se les bendijo con hijos,pero fueron como padres para mu-chos de los que visitaban la Iglesia.Hombres y mujeres cultos y refinadosbuscaban a esos humildes siervos deDios que no tenían ningún tipo deestudio formal, y se considerabanafortunados si podían pasar siquierauna hora en su presencia. La aparien-cia de los Wacker era la de personascomunes y corrientes; su inglés eravacilante y hasta difícil de entender, y su casa era sencilla. No tenían

automóvil ni televisión, ni hacían nin-guna de las cosas a las que el mundopor lo general presta atención. Sinembargo, los fieles marcaron un sen-dero hasta su puerta, a fin de partici-par del Espíritu que allí reinaba.

En marzo de 1982 se llamó a loshermanos Wacker a servir en una mi-sión de tiempo completo como obre-ros del Templo de Washington, D.C.El 29 de junio de 1983, mientras ser-vían en esa asignación, el hermanoWacker, con su amada esposa a sulado, pasó tranquilamente de esta tierra a su recompensa eterna.Apropiadas son las palabras: “A losque honran a Dios, Dios los honra”12.

Mis hermanos y hermanas, tome-mos la determinación ahora mismode seguir el sendero estrecho queconduce al Padre de todos nosotros,para que recibamos el galardón de lavida eterna, la vida en la presencia denuestro Padre Celestial. Si hubieraalgo que tuviesen que cambiar o co-rregir a fin de lograrlo, los exhorto aque lo hagan ahora.

Que vivamos conforme a las pala-bras de un himno conocido:

Firmes creced en la fe queguardamos,

por la verdad y justicia luchamos.A Dios honrad, por Él luchad,y por Su causa siempre velad13.

Ruego que todos lo hagamos, esmi humilde oración, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 15:20; véase también Isaías 5:20.2. 1 Corintios 10:13.3. Epístola 2, líneas 217–220, en John

Bartlett, Familiar Quotations, décima cuarta edición, 1968, pág. 409.

4. “Y se multiplicará la paz de tus hijos”,Liahona, enero de 2000, pág. 62.

5. D. y C. 50:23.6. 1 Corintios 3:16, 17.7. D. y C. 19:35.8. Lucas 18:22.9. William Shakespeare, Obras completas, “La

vida del rey Enrique VIII”, Acto 3, escena 2,Aguilar, S. A. de Ediciones, Madrid, 1967,pág. 839.

10. Daniel 5:17.11. Daniel 6:19–23.12. Véase 1 Samuel 2:30.13. “Firmes creced en la fe”, Himnos, Nº 166.

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Mis hermanos y hermanas, elpresidente Hinckley me hapedido que ahora presente a

las Autoridades Generales, a losSetenta de Área y a las presidenciasgenerales de las organizaciones auxi-liares de la Iglesia para su voto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley comoProfeta, Vidente y Revelador, yPresidente de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días; aThomas Spencer Monson comoPrimer Consejero de la PrimeraPresidencia; y a James Esdras Faustcomo Segundo Consejero de laPrimera Presidencia.

Los que estén de acuerdo, sírvanse

manifestarlo levantando la mano derecha.

Los que estén en contra, si los hay,sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos aThomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packer

como Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros de esequórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry,Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin,Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring,Dieter F. Uchtdorf y David A. Bednar.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Contrarios, si los hubiera.Se propone que sostengamos a los

consejeros de la Primera Presidencia ya los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que relevemos a los si-guientes Setenta de Área a partir del1º de mayo de 2006:

Salvador Aguirre, Jose C. Aleson,Daniel P. Alvarez, David S. Baxter,Shayne M. Bowen, Yatyr M. Cesar,Robert M. Cowan, Keith R. Edwards,

El sostenimientode los oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE1 d e a b r i l d e 2 0 0 6

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Stanley G. Ellis, Franz R. Gaag, Daniel L.Jonson, Joel H. McKinnon, Marcus B.Nash, Armando A. Sierra, Jeffrey C.Swinton, Remus G. Villarete.

Los que deseen unirse a nosotrospara expresar agradecimiento, sírvan-se manifestarlo. Gracias.

Se propone que sostengamos comonuevos miembros del Primer Quórumde los Setenta a los élderes Keith K.Hilbig, David S. Baxter, Shayne M.Bowen, Daniel L. Johnson, Marcus B.Nash y Anthony D. Perkins, y comonuevos miembros del SegundoQuórum de los Setenta, a los élderesCraig A. Cardon, Don R. Clarke, Keith R. Edwards, Stanley G. Ellis yLarry W. Gibbons.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que sostengamos a lossiguientes como nuevos Setenta deÁrea:

Jose L. Alonso, Vladimiro J.Campero, Juan A. Etchegaray, Hernan I.Herrera, David J. Hoare, César H.Hooker, Javier Ibañez, Daniel M.Jones, Stephen C. Kerr, Joni L. Koch,Daniel A. Moreno, Kent H. Murdock,J. Michel Paya, Stephen D. Posey,Carlos F. Rivas, Juan M. Rodriguez,Carlos Villanova.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.Se propone que sostengamos a las

demás Autoridades Generales, a losSetenta de Área y a las presidenciasgenerales de las organizaciones auxi-liares tal como están constituidasactualmente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si alguien se opone, puede manifestarlo.

Todo indica, presidente Hinckley,que el sostenimiento ha sido unánimey afirmativo.

Gracias, hermanos y hermanas,por su fe y sus oraciones.

Ahora pediremos a las recién lla-madas Autoridades Generales que tomen su lugar en el estrado. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 23

Estimados hermanos: Tal comoestá prescrito por revelación enla sección 120 de Doctrina y

Convenios, el Consejo Encargado dela Disposición de Diezmos autoriza elempleo de los fondos de la Iglesia.Dicho consejo está compuesto por laPrimera Presidencia, el Quórum delos Doce Apóstoles y el ObispadoPresidente; y es el que aprueba lospresupuestos de los departamentos ydel funcionamiento de la Iglesia.Después de recibir la autorización delconsejo, los departamentos de laIglesia han de emplear los fondos deacuerdo con los presupuestos aproba-dos y conforme a las normas y a losprocedimientos de la Iglesia.

Al Departamento de Auditorías dela Iglesia se le ha concedido acceso atodos los registros y sistemas necesa-rios para controlar la aceptabilidad delos recibos de los fondos, de los gas-tos y para verificar si los bienes de la Iglesia están salvaguardados. ElDepartamento de Auditorías de laIglesia es independiente de todos losdemás departamentos y de las opera-ciones de la Iglesia, y su personal estácompuesto por contadores públicos,auditores internos, auditores de siste-mas de información y otros profesio-nales también acreditados.

Basándonos en las auditorías que sellevaron a cabo, el Departamento deAuditorías de la Iglesia es de la opiniónque, en todos los aspectos materiales,los donativos recibidos, los gastos efec-tuados y los bienes de la Iglesia del año2005 se han registrado y administradode acuerdo con las prácticas apropia-das de contabilidad, con los presu-puestos aprobados y con las normas ylos procedimientos de la Iglesia.

Presentado respetuosamente por elDepartamento de Auditorías de laIglesiaRobert W. CantwellDirector Ejecutivo ■

Informe delDepartamento deAuditorías de laIglesia, 2005P R E S E N TA D O P O R R O B E R T W. C A N W E L LDirector Ejecutivo del Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días.

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H ermanos y hermanas, laPrimera Presidencia ha hechopúblico el siguiente informe

sobre el crecimiento y el estado de laIglesia en la fecha del 31 de diciembrede 2005.

Número de unidades de la IglesiaEstacas...........................................2.701Misiones ...........................................341Distritos............................................643

Barrios y ramas ...........................27.087

Miembros de la IglesiaTotal de miembros de la Iglesia ..........................12.560.869Aumento de niños inscritos ......93.150Conversos bautizados ..............243.108

MisionerosNúmero de misioneros de tiempocompleto.....................................52.060

TemplosTemplos dedicados durante 2005........................................3(San Antonio Texas, Aba Nigeria,Newport Beach California)Templos rededicados durante 2005........................................1(Apia Samoa)Templos en funcionamiento ..........122

Miembros prominentes que hanfallecido desde abril del añopasado

Élder Rex C. Reeve, AutoridadGeneral Emérita. Élder F. Arthur Kay,ex miembro de los Setenta. ÉlderHelvecio Martins, ex miembro de losSetenta. Hermana Amelia SmithMcConkie, viuda del élder Bruce R.McConkie, ex miembro del Quórumde los Doce Apóstoles. HermanaGeniel Johnson Christensen, esposadel élder Shirley D. Christensen, delos Setenta. ■

Informe estadístico de 2005P R E S E N TA D O P O R F. M I C H A E L WAT S O NSecretario de la Primera Presidencia

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 25

Mi mensaje trata de un padre y de un hijo. Alma, el padre,era un profeta; su hijo,

Coriantón, un misionero.Dos de los hijos de Alma —Shiblón

y Coriantón, que era el menor— seencontraban en una misión a los zoramitas. Alma estaba muy decep-cionado porque su hijo Coriantón no vivió de acuerdo con las normasde un misionero. Coriantón abando-nó su ministerio y se fue a la tierra de Sirón tras la ramera Isabel (véaseAlma 39:3).

“Pero no era excusa para ti, hijomío. Tú debiste haber atendido al mi-nisterio que se te confió” (Alma 39:4).

Alma le dijo a su hijo que el diablole había desviado (véase Alma 39:11).La falta de castidad es más abomina-ble “que todos los pecados, salvo el

derramar sangre inocente o el negaral Espíritu Santo” (Alma 39:5).

“Y ahora bien, hijo mío, quisieraDios que no hubieses sido culpablede tan gran delito”. Y agregó: “No per-sistiría en hablar de tus delitos, paraatormentar tu alma, si no fuera paratu bien.

“Mas he aquí, tú no puedes ocultartus delitos de Dios” (Alma 39:7–8).

Mandó severamente a su hijo queaceptara el consejo de sus hermanosmayores (véase Alma 30:10).

Alma le dijo que su iniquidad eragrande porque había alejado a los investigadores. “Al observar ellos tuconducta, no quisieron creer en mispalabras.

“Y ahora el Espíritu del Señor medice: Manda a tus hijos que hagan lobueno, no sea que desvíen el corazónde muchos hasta la destrucción. Portanto, hijo mío, te mando, en el temorde Dios, que te abstengas de tus ini-quidades” (Alma 39:11–12).

Tras esta severa reprimenda, Alma,el padre amoroso, se convirtió enAlma, el maestro. Él sabía que “La pre-dicación de la palabra tenía gran pro-pensión a impulsar a la gente a hacerlo que era justo, sí, había surtido unefecto más potente en la mente delpueblo que la espada o cualquier otracosa” (Alma 31:5). De este modo leenseñó Alma a Coriantón.

Primero le habló de Cristo: “… hijomío, quisiera decirte algo concernien-te a la venida de Cristo. He aquí, te

digo que él es el que ciertamente ven-drá a quitar los pecados del mundo;sí, él viene para declarar a su pueblolas gratas nuevas de la salvación”(Alma 39:15).

Coriantón le preguntó por qué de-bían saber de la venida de Cristo contanta antelación.

Alma le contestó: “¿No es un almatan preciosa para Dios ahora, como loserá en el tiempo de su venida?”(Alma 39:17).

A Coriantón le preocupaba “la resu-rrección de los muertos” (Alma 40:1).

Alma le había preguntado a Diossobre la Resurrección y le habló aCoriantón de la Primera Resurrecciónasí como de otras resurrecciones. “Se ha señalado una época en que todos se levantarán de los muertos”(Alma 40:4).

Él había preguntado: “¿Qué sucedecon las almas de los hombres desdeeste tiempo de la muerte hasta el mo-mento señalado para la resurrección?”(Alma 40:7).

Entonces le dijo a Coriantón: “Todoslos hombres, sean buenos o malos, sonllevados de regreso a ese Dios que lesdio la vida” (Alma 40:11). Los “justos se-rán recibidos en un estado de felicidad”(Alma 40:12) y los inicuos serán “lleva-dos cautivos por la voluntad del diablo”(Alma 40:13). Los justos permanecen“en el paraíso, hasta el tiempo de su resurrección” (Alma 40:14).

“No podréis decir, cuando os ha-lléis ante esa terrible crisis: Me arre-pentiré, me volveré a mi Dios. No, nopodréis decir esto; porque el mismoespíritu que posea vuestros cuerposal salir de esta vida, ese mismo espíri-tu tendrá poder para poseer vuestrocuerpo en aquel mundo eterno”(Alma 34:34).

Alma le dijo a su hijo “que hay unintervalo entre la muerte y la resu-rrección del cuerpo, y un estado delalma en felicidad o en miseria, hastael tiempo que Dios ha señalado paraque se levanten los muertos, y seanreunidos el alma y el cuerpo, y lleva-dos a comparecer ante Dios, y ser juz-gados según sus obras” (Alma 40:21).

“El alma” —es decir, el espíritu—

“No recordarémás sus pecados”P R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

Mediante Su plan, aquellos que tropiezan y caen “no son…desechados para siempre”.

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“será restaurada al cuerpo, y el cuer-po al alma” (Alma 40:23). “Ésta”, agre-gó, “es la restauración que se haanunciado por boca de los profetas”(Alma 40:24). Alma dijo que “algunoshan tergiversado las Escrituras y sehan desviado lejos a causa de esto”(Alma 41:1).

Entonces Alma dijo: “Y ahora bien,hijo mío, percibo que hay algo másque inquieta tu mente, algo que nopuedes comprender, y es concernien-te a la justicia de Dios en el castigodel pecador; porque tratas de supo-ner que es una injusticia que el peca-dor sea consignado a un estado demiseria.

“He aquí, hijo mío, te explicaréesto” (Alma 42:1–2).

Le habló a Coriantón sobre el jar-dín de Edén y la caída de Adán y Eva:“Y ahora bien, ves por esto que nues-tros primeros padres fueron separa-dos de la presencia del Señor, tantotemporal como espiritualmente; y asívemos que llegaron a ser personas li-bres de seguir su propia voluntad”(Alma 42:7).

“Le fue señalado al hombre quemuriera” (Alma 42:6).

Entonces explicó por qué la muertees absolutamente necesaria: “De noser por el plan de redención (deján-dolo a un lado), sus almas serían mi-serables en cuanto ellos murieran,por estar separados de la presenciadel Señor” (Alma 42:11).

Alma le enseñó a Coriantón sobrela justicia y la misericordia: “Según lajusticia, el plan de redención no podíarealizarse sino de acuerdo con lascondiciones del arrepentimiento delhombre” (Alma 42:13).

Explicó que “no se podría realizarel plan de la misericordia salvo que se efectuase una expiación; por tanto,Dios mismo expía los pecados delmundo, para realizar el plan de la mi-sericordia, para apaciguar las deman-das de la justicia, para que Dios seaun Dios perfecto, justo y misericor-dioso también” (Alma 42:15).

Le enseñó a Coriantón sobre lanorma inquebrantable de la ley eterna(véase Alma 42:17–25).

Le explicó claramente por qué elcastigo era necesario: “Mas el arre-pentimiento no podía llegar a loshombres a menos que se fijara un cas-tigo, igualmente eterno como la vidadel alma, opuesto al plan de la felici-dad, tan eterno también como la vidadel alma” (Alma 42:16).

Alma conocía por experiencia per-sonal el dolor del castigo y el gozo delarrepentimiento, pues él mismo habíadecepcionado grandemente a su pro-pio padre, el abuelo de Coriantón. Serebeló y trató “de destruir la iglesia”(Alma 36:6). Fue amonestado por unángel hasta caer a tierra, no porque selo mereciera, sino como respuesta alas oraciones de su padre y de otraspersonas (véase Mosíah 27:14).

Alma percibió la agonía y la culpa, ydijo: “Y aconteció que mientras así meagobiaba este tormento, mientras meatribulaba el recuerdo de mis muchospecados, he aquí, también me acordéde haber oído a mi padre profetizar alpueblo concerniente a la venida de unJesucristo, un Hijo de Dios, para ex-piar los pecados del mundo.

“Y al concentrarse mi mente en

este pensamiento, clamé dentro demi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios,ten misericordia de mí que estoy enla hiel de amargura, y ceñido con laseternas cadenas de la muerte!

“Y he aquí que cuando pensé esto,ya no me pude acordar más de misdolores; sí, dejó de atormentarme elrecuerdo de mis pecados.

“Y ¡oh qué gozo, y qué luz tan ma-ravillosa fue la que vi! Sí, mi alma sellenó de un gozo tan profundo comolo había sido mi dolor.

“Sí, hijo mío, te digo que no podíahaber cosa tan intensa ni tan amargacomo mis dolores. Sí, hijo mío, y tam-bién te digo que por otra parte nopuede haber cosa tan intensa y dulcecomo lo fue mi gozo…

“Sí, y desde ese día, aun hasta aho-ra, he trabajado sin cesar para traer al-mas al arrepentimiento; para traerlasa probar el sumo gozo que yo probé;para que también nazcan de Dios ysean llenas del Espíritu Santo” (Alma36:17–21, 24).

Alma le preguntó a Coriantón:“¿Supones tú que la misericordia pue-de robar a la justicia?” (Alma 42:25), yle explicó que, debido a la Expiaciónde Jesucristo, la ley eterna podría sa-tisfacer a ambas.

Inducido por el Espíritu Santo (véa-se D. y C. 121:43; véase también Alma39:12), reprendió a Coriantón con du-reza, y tras enseñarle con paciencia yclaridad estos principios básicos delEvangelio, se manifestó una abundan-cia de amor.

Se enseñó al profeta José Smithmediante la revelación que “ningúnpoder o influencia se puede ni sedebe mantener en virtud del sacerdo-cio, sino por persuasión, por longani-midad, benignidad, mansedumbre ypor amor sincero;

“por bondad y por conocimientopuro, lo cual ennoblecerá grande-mente el alma sin hipocresía y sinmalicia;

“reprendiendo en el momentooportuno con severidad, cuando loinduzca el Espíritu Santo; y entoncesdemostrando mayor amor hacia elque has reprendido, no sea que te

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considere su enemigo;“para que sepa que tu fidelidad es

más fuerte que los lazos de la muerte”(D. y C. 121:41–44).

Alma dijo: “¡Oh hijo mío, quisieraque no negaras más la justicia deDios! No trates de excusarte en lomás mínimo a causa de tus pecados,negando la justicia de Dios. Deja,más bien, que la justicia de Dios, ysu misericordia y su longanimidaddominen por completo tu corazón; y permite que esto te humille hastael polvo” (Alma 42:30).

El abuelo de Coriantón, tambiénde nombre Alma, era uno de los sa-cerdotes que había servido al inicuorey Noé, pero se convirtió cuandooyó al profeta Abinadí testificar deCristo. Condenado a muerte, huyó dela malvada corte para enseñar sobreCristo. (Véase Mosíah 17:1–4).

En cambio, Alma era ahora el padre que suplicaba a su hijo,

Coriantón, que se arrepintiera.Tras reprenderle con firmeza y en-

señarle pacientemente la doctrina delEvangelio, Alma, el padre amoroso,dijo: “Y ahora bien, hijo mío, quisieraque no dejaras que te perturbaranmás estas cosas, y sólo deja que tepreocupen tus pecados, con esa zozo-bra que te conducirá al arrepenti-miento” (Alma 42:29).

En su dolor y pena, Coriantón se “[humilló] hasta el polvo” (Alma42:30).

Alma, que era el padre deCoriantón y también su líder del sa-cerdocio, estaba satisfecho con elarrepentimiento de Coriantón.Retiró la terrible carga de culpa quellevaba su hijo y lo envió de nuevo al campo misional: “Y ahora bien, ohhijo mío, eres llamado por Dios parapredicar la palabra a este pueblo.Ve… declara la palabra con verdad y con circunspección… Y Dios te

conceda según mis palabras” (Alma 42:31).

Coriantón se unió a sus hermanos,Helamán y Shiblón, y a los líderes delsacerdocio. Veinte años más tarde se-guía trabajando fielmente en la obraen la tierra del norte. (Véase Alma49:30; 63:10).

Es tan, tan inicuo este mundo enel que vivimos y en el que nuestroshijos deben encontrar su camino.Los problemas de la pornografía, laconfusión sobre la identidad sexual,la inmoralidad, el abuso infantil, ladrogadicción, etc., están por todaspartes. No hay forma de librarse desu influencia.

La curiosidad conduce a algunos a la tentación, luego a la experimen-tación y hay quienes caen en las ga-rras de la adicción. Éstos pierden laesperanza. El adversario recoge sucosecha y los ata.

Satanás es el embaucador, el

La función de Jesucristo como Salvador del mundo se representa en la exhibición del Christus, en la Manzana del Templo.

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destructor, pero su victoria sólo es temporal.

Los ángeles del diablo convencen aalgunos de que han nacido a una vidade la que no hay salida y se ven obliga-dos a vivir en pecado. La más malvadade las mentiras es que no pueden cam-biar ni arrepentirse, y que no seránperdonados. Esto no es verdad; se hanolvidado de la Expiación de Cristo.

“Porque he aquí, el Señor vuestroRedentor padeció la muerte en la car-ne; por tanto, sufrió el dolor de todoslos hombres, a fin de que todo hom-bre pudiese arrepentirse y venir a él”(D. y C. 18:11).

Cristo es el Creador, el Médico. Lo que Él creó, Él puede reparar. ElEvangelio de Jesucristo es el Evangeliode arrepentimiento y perdón (véase 2 Nefi 1:13; 2 Nefi 9:45; Jacob 3:11;Alma 26:13–14; Moroni 7:17–19).

“Recordad que el valor de las almases grande a la vista de Dios” (D. y C.18:10).

El relato de este padre amoroso y un hijo desobediente, extraído delLibro de Mormón: Otro Testamentode Jesucristo, es un tipo, un modelo,un ejemplo.

Cada uno de nosotros tiene unamoroso Padre Celestial. Mediante elplan redentor del Padre, aquellos quetropiezan y caen “no son… desecha-dos para siempre” (Portada del Librode Mormón).

“¡Y cuán grande es su gozo por el alma que se arrepiente!” (D. y C.18:13).

“Yo, el Señor, no puedo considerarel pecado con el más mínimo gradode tolerancia. No obstante” (D. y C.1:31–32), el Señor dijo: “quien se haarrepentido de sus pecados es perdo-nado; y yo, el Señor, no los recuerdomás” (D. y C. 58:42).

¿Podría haber palabras más dulces,más consoladoras o más llenas de esperanza que las palabras de lasEscrituras? “Yo, el Señor, no… re-cuerdo más [sus pecados]” (D. y C.58:42) Ése es el testimonio del Librode Mormón, y éste es mi testimonioa ustedes, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Hoy, voy a hablar en forma derecordatorio y de admonicióna los que somos miembros de

La Iglesia de Jesucristo de los ÚltimosDías. Ruego que la compañía delEspíritu Santo esté presente y que nos ayude, tanto a ustedes como a mí, al aprender juntos.

El bautismo por inmersión para laremisión de los pecados “es la orde-nanza preliminar del Evangelio” deJesucristo, y a ésta la deben preceder la

fe en el Salvador y un arrepentimientosincero y pleno. “[Después del] bautis-mo de agua… se debe recibir el dondel Espíritu Santo a fin de que aquélsea completo (véase “Bautismo”, en la Guía para el Estudio de lasEscrituras, pág. 23). Tal como elSalvador le enseñó a Nicodemo: “…elque no naciere de agua y del Espíritu,no puede entrar en el reino de Dios”(Juan 3:5). En mi mensaje de esta tar-de voy a concentrarme en el bautismodel Espíritu y en las bendiciones quese reciben por medio de la compañíadel Espíritu Santo.

La ordenanza del bautismo y elconvenio relacionado con ésta

Al bautizarnos, todos concertamosun convenio solemne con nuestroPadre Celestial. Un convenio es unacuerdo entre Dios y Sus hijos sobrela tierra, y es importante comprenderque Dios determina las condicionesde todos los convenios del Evangelio.Ni ustedes ni yo decidimos la naturale-za ni los elementos de un convenio,sino que, al emplear nuestro albedríomoral, aceptamos los términos y los

Para que siempre podamostener Su Espíritucon nosotrosÉ L D E R D AV I D A . B E D N A RDel Quórum de los Doce Apóstoles

Debemos esforzarnos por percibir cuándo nos “[separamos]del Espíritu del Señor”…[y] estar atentos y aprender de las decisiones y de las influencias que nos separan del Espíritu Santo.

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requisitos del convenio tal como nues-tro Padre Celestial los ha establecido(véase “Convenio”, en la Guía para elEstudio de las Escrituras, pág. 38).

La ordenanza salvadora del bautis-mo la debe efectuar alguien que tengala debida autoridad de Dios. Las condi-ciones fundamentales del convenio, enel que entramos en las aguas del bau-tismo, son las siguientes: testificamosque estábamos dispuestos a tomar so-bre nosotros el nombre de Jesucristo,que siempre lo recordaríamos, y queguardaríamos Sus mandamientos. Labendición que se nos promete al hon-rar ese convenio es que siempre poda-mos tener Su Espíritu con nosotros(véase D. y C. 20:77). En otras palabras,el bautismo por agua nos lleva a la oportunidad autorizada de tener la compañía constante del tercermiembro de la Trinidad.

La confirmación y el bautismo delEspíritu

Después del bautismo, aquellosque tienen la autoridad del sacerdocionos colocaron las manos sobre la ca-beza y nos confirmaron miembros deLa Iglesia de Jesucristo de los Últimos

Días, y se nos confirió el EspírituSanto (véase D. y C.49:14). La declara-ción “recibe el Espíritu Santo” que sepronunció en nuestra confirmaciónfue una directiva para esforzarnos porobtener el bautismo del Espíritu.

El profeta José Smith enseñó: “Tanprovechoso sería bautizar un costal dearena como a un hombre, si su bautis-mo no tiene por objeto la remisión delos pecados y la recepción del EspírituSanto. El bautismo de agua no es sinomedio bautismo, y no vale nada sin laotra mitad, es decir, el bautismo delEspíritu Santo” (Enseñanzas delProfeta José Smith, pág. 384). Nosotrosfuimos bautizados por inmersión en elagua para la remisión de los pecados.También debemos ser bautizados porinmersión en el Espíritu del Señor,“…y entonces viene una remisión devuestros pecados por fuego y por elEspíritu Santo” (2 Nefi 31:17).

Al obtener experiencia con elEspíritu Santo, aprendemos que la in-tensidad con la cual sentimos Su in-fluencia no siempre es la misma. Nomuy a menudo recibimos impresionesespirituales potentes y espectaculares.Aun cuando nos esforcemos por ser

fieles y obedientes, sencillamente hayocasiones en nuestra vida en las queno reconocemos de inmediato la direc-ción, la seguridad y la paz del Espíritu.De hecho, en el Libro de Mormón se habla de los lamanitas fieles que“fueron bautizados con fuego y con elEspíritu Santo al tiempo de su conver-sión… y no lo supieron” (3 Nefi 9:20).

En las Escrituras se describe la in-fluencia del Espíritu Santo como “unsilbo apacible y delicado” (1 Reyes19:12; véase también 3 Nefi 11:3) ycomo una “una voz apacible de per-fecta suavidad” (Helamán 5:30). Porconsiguiente, el Espíritu del Señor secomunica por lo general con nosotrosde manera tenue, delicada y apacible.

El alejarnos del Espíritu del SeñorEn nuestro estudio individual y en

la instrucción en el aula, hacemos re-petidamente hincapié en la importan-cia de reconocer la inspiración y lossusurros que recibimos del Espíritudel Señor; y ese método es correcto y útil. Debemos diligentemente sabercómo reconocer y actuar ante las im-presiones que recibimos; sin embar-go, tal vez con frecuencia pasemos

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por alto, durante nuestro progreso espiritual, un aspecto importante delbautismo por el Espíritu.

Debemos también esforzarnos porpercibir cuándo nos “[separamos] delEspíritu del Señor, para que no tengacabida en [nosotros] para [guiarnos]por las sendas de la sabiduría, a fin deque [seamos] bendecidos, prospera-dos y preservados” (Mosíah 2:36).Precisamente porque la bendiciónque se nos promete es que siemprepodemos tener Su Espíritu con noso-tros, debemos estar atentos y aprenderde las decisiones y de las influenciasque nos separan del Espíritu Santo.

La norma es clara: si algo que pen-semos, veamos, escuchemos o haga-mos nos separa del Espíritu Santo,entonces debemos dejar de pensar,ver, escuchar o hacer eso. Por ejem-plo, si algo que supuestamente espara nuestra diversión nos aleja delEspíritu Santo, entonces esa clase dediversión no es para nosotros, puestoque el Espíritu no puede tolerar loque es vulgar, grosero o inmodesto y,por lo tanto, será obvio que esas co-sas no son para nosotros. Ya que aleja-mos al Espíritu del Señor al participaren actividades que sabemos que de-bemos rechazar, entonces definitiva-mente sabremos que ese tipo decosas no son para nosotros.

Admito que somos hombres y mu-jeres en un estado caído que vivimosen un mundo terrenal y que es posi-ble que no tengamos la presencia delEspíritu Santo con nosotros cada mi-nuto del día. Sin embargo, el EspírituSanto puede permanecer con noso-tros la mayor parte del tiempo, si noes que todo; y en verdad es más eltiempo que podría estar con nosotrosque el que no esté con nosotros. Alsumergirnos cada vez más en elEspíritu del Señor, debemos esforzar-nos por reconocer las impresionesque recibimos y las influencias o losacontecimientos que causan que nosalejemos del Espíritu Santo.

Es posible tener “…al Espíritu Santo[como nuestro] guía…” (D. y C.45:57)y es esencial tenerlo para nuestro pro-greso espiritual y para sobrevivir en un

mundo cada vez más inicuo. En oca-siones, como Santos de los ÚltimosDías, hablamos y nos comportamoscomo si el darnos cuenta de la influen-cia del Espíritu Santo en nuestra vidafuese un acontecimiento poco comúny excepcional. Debemos recordar, sinembargo, que la promesa del conve-nio es que siempre podamos tener SuEspíritu con nosotros. Esa bendicióncelestial se aplica a todo miembro dela Iglesia que ha sido bautizado, con-firmado y a quien se le ha dicho:“Recibe el Espíritu Santo”.

La Liahona es un símbolo y unafigura para nuestros días

En nuestros días, el Libro deMormón es la fuente principal de con-sulta a la que debemos acudir paraaprender cómo tener la compañíaconstante del Espíritu Santo. La des-cripción que se encuentra en el Librode Mormón en cuanto a la Liahona, eldirector o la brújula que Lehi y su fa-milia utilizaron durante su viaje por eldesierto, se incluyó de manera especí-fica en los anales como un símbolo yuna figura para nuestros días, y es unalección esencial acerca de lo que de-bemos hacer a fin de disfrutar de lasbendiciones del Espíritu Santo.

A medida que nos esforcemos por alinear nuestra actitud y nuestrasacciones en rectitud, entonces elEspíritu Santo llega a ser para noso-tros hoy en día lo que la Liahona fuepara Lehi y para su familia en su épo-ca. Los mismos factores que hacíanque la Liahona funcionara para Lehiinvitarán de igual manera al EspírituSanto a nuestra vida. Y los mismosfactores que hacían que la Liahona nofuncionara antiguamente harán de lamisma forma que en la actualidad no-sotros nos alejemos del EspírituSanto.

La Liahona: Los propósitos y losprincipios

Les testifico que, al estudiar y medi-tar acerca de los propósitos y los prin-cipios por los cuales funcionaba laLiahona, recibiremos inspiración apro-piada para nuestras circunstancias y

necesidades personales y familiares.Somos y seremos bendecidos con di-rección continua del Espíritu Santo.

El Señor preparó la Liahona y se ladio a Lehi y a su familia después departir de Jerusalén y mientras se en-contraban viajando por el desierto (véase Alma 37:38; D. y C. 17:1). Esabrújula, o director, marcaba el caminoque Lehi y su caravana debían seguir(véase 1 Nefi 16:10), sí “un curso direc-to a la tierra prometida” (Alma 37:44).Las agujas de la Liahona “funcionabande acuerdo con la fe, diligencia y aten-ción” (1 Nefi 16:28) de los viajantes ycesaba de funcionar cuando los miem-bros de la familia eran contenciosos,groseros, perezosos o se olvidaban delo que debían recordar (véase 1 Nefi18:12, 21; Alma 37:41, 43).

Esa brújula también proporcionabael medio por el cual Lehi y su familiapodían obtener un mayor “conoci-miento respecto a las vías del Señor”(1 Nefi 16:29). Por consiguiente, lospropósitos primordiales de la Liahonaeran proporcionar tanto direccióncomo instrucción durante un viaje lar-go y agotador. Ese director fue un ins-trumento tangible que sirvió comoindicador externo de su estado espiri-tual interno ante Dios, y funcionabade acuerdo con los principios de fe y diligencia.

Así como Lehi obtuvo bendicionesen tiempos antiguos, a cada uno denosotros en esta época se le ha dadouna brújula espiritual que nos dirige ynos instruye durante nuestro trayectoterrenal. Tanto a ustedes como a míse nos confirió el Espíritu Santo al sa-lir del mundo y al entrar en la Iglesiadel Salvador por medio del bautismoy de la confirmación. Mediante la au-toridad del santo sacerdocio se nosconfirmó miembros de la Iglesia y senos amonestó a buscar la compañíaconstante del “Espíritu de la verdad,al cual el mundo no puede recibir,porque no le ve, ni le conoce; perovosotros le conocéis, porque moracon vosotros, y estará en vosotros”(Juan 14:17).

Al seguir adelante por el camino dela vida, cada uno de nosotros recibe la

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dirección del Espíritu Santo de la mis-ma forma en que Lehi la recibió pormedio de la Liahona. “Porque he aquí,os digo otra vez, que si entráis por lasenda y recibís el Espíritu Santo, él osmostrará todas las cosas que debéishacer” (2 Nefi 32:5).

En nuestra vida, el Espíritu Santofunciona exactamente como laLiahona lo hizo para Lehi y su familia,de acuerdo con nuestra fe, diligenciay atención.

“…deja que la virtud engalane tuspensamientos incesantemente; en-tonces tu confianza se fortalecerá enla presencia de Dios…

“El Espíritu Santo será tu compañe-ro constante, y tu cetro, un cetro in-mutable de justicia y de verdad…” (D. y C.121:45–46).

Y el Espíritu Santo nos proporcio-nará hoy los medios por los cuales recibiremos, “por medio de cosas pe-queñas y sencillas” (Alma 37:6), unmayor entendimiento en cuanto a lasvías del Señor. “Mas el Consolador, elEspíritu Santo, a quien el Padre envia-rá en mi nombre, él os enseñará todaslas cosas, y os recordará todo lo queyo os he dicho” (Juan 14:26).

El Espíritu del Señor será nuestraguía y nos bendecirá con dirección,instrucción y protección espiritual a la largo de nuestro trayecto terrenal.Invitamos al Espíritu Santo a nuestravida por medio de la sincera oración,tanto personal como familiar, al delei-tarnos en las palabras de Cristo, pormedio de la obediencia precisa y dili-gente, la fidelidad, y al honrar nues-tros convenios y mediante la virtud, la humildad y el servicio. Debemos firmemente evitar las cosas que soninmodestas, ordinarias, vulgares, pe-caminosas o malas que hacen que nos alejemos del Espíritu Santo.

También invitamos a tener la com-pañía constante del Espíritu Santo alparticipar dignamente de la SantaCena cada domingo: “Y para que másíntegramente te conserves sin man-cha del mundo, irás a la casa de ora-ción y ofrecerás tus sacramentos enmi día santo” (D. y C.59:9).

Mediante la ordenanza de la Santa

Cena, renovamos nuestro conveniobautismal y recibimos y retenemos laremisión de nuestros pecados (véaseMosíah 4:12, 26). Además, se nos re-cuerda semanalmente la promesa de que siempre podamos tener SuEspíritu con nosotros. Al esforzarnospor mantenernos puros y sin manchadel mundo, nos convertimos en vasosdignos en los que el Espíritu delSeñor podrá morar siempre.

En febrero de 1847, el profeta JoséSmith se le apareció a Brigham Youngen un sueño o en una visión. El presi-dente Young le preguntó al Profeta si él tenía algún mensaje para lasAutoridades Generales. El profeta Joséle contestó: “Diga a la gente que seahumilde y fiel y se asegure de conser-var el Espíritu del Señor, el cual leguiará con justicia. Que tengan cuida-do y no se alejen de la voz apacible;

ésta les enseñará lo que deben hacer y adónde ir; les proveerá los frutos del Reino…” (véase Enseñanzas delos Presidentes de la Iglesia: BrighamYoung, pág. 45, cursiva agregada). Detodas las verdades que el profeta Josépudo haberle enseñado a BrighamYoung en esa sagrada ocasión, él hizohincapié en la importancia de obtenery conservar el Espíritu del Señor.

Mis queridos hermanos y herma-nas, les testifico de la realidad de laexistencia de Dios el Padre Eterno yde Su hijo Jesucristo y del EspírituSanto. Que cada uno de nosotros vivapara que siempre podamos tener SuEspíritu con nosotros, y de ese modoser merecedores de las bendicionestanto de dirección como de instruc-ción y protección que son esencialesen estos últimos días. En el sagradonombre de Jesucristo. Amén. ■

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Ha transcurrido un año desdeque fui sostenido en la confe-rencia general. Estoy agradeci-

do por este año que ha pasado y portodas las experiencias que he tenido.Amo al Señor y estoy muy agradecidopor Su sacrificio y Su Evangelio. Amoal presidente Hinckley y lo sostengocomo el profeta del Señor aquí en latierra. Junto a los santos fieles de to-das partes, testifico que en esta épocatenemos profetas y apóstoles, y pro-meto dedicar mi vida a Su causa.

Hace algunos años entrevistaba aunos misioneros y durante todo el díacayó una tormenta de invierno mien-tras los misioneros entraban y salían.La tormenta se tornó de lluvia heladaen nieve y de nuevo en lluvia. Algunosmisioneros llegaban en tren desdeciudades cercanas y caminaban al

centro de reuniones en medio de latormenta; otros llegaban en bicicleta.Casi sin excepción, estaban alegres ycontentos; eran los misioneros delSeñor; tenían Su Espíritu y gozaban al estar en Su servicio a pesar de lascircunstancias.

A medida que cada pareja de com-pañeros terminaba su entrevista, nun-ca olvidaré el verlos salir de nuevo enmedio de la tormenta a predicar elEvangelio y hacer lo que el Señor leshabía mandado. Veía su responsabili-dad y dedicación; podía sentir el amorque tenían por la gente y por el Señor.Al verlos alejarse, sentí un amor muygrande por ellos y por lo que hacían.

Más tarde esa noche, asistí a unareunión del sacerdocio en la mismaciudad. La tormenta seguía y ahoramás bien era nieve. Durante el primerhimno, el presidente de la rama máspequeña y más alejada, así como susdos consejeros misioneros, el élderWarner y el élder Karpowitz, entraronen la capilla. Ante de sentarse, esosdos maravillosos misioneros se quita-ron el sombrero y los guantes de in-vierno, sus abrigos y luego se quitaronun segundo abrigo de invierno y sesentaron. Al igual que los misionerosque había visto antes ese día, éstoseran felices a pesar de las condicionesdel tiempo; sentían el Espíritu delSeñor en su vida. Por medio del servi-cio en la causa del Señor sentían cier-to amor, entusiasmo y gozo que sondifíciles de describir.

Aquella noche, mientras observabaa esos fantásticos jóvenes misioneros,tuve una experiencia extraordinaria.En mi imaginación, veía a misionerospor toda la misión que salían en esanoche invernal. Algunos tocabanpuertas y se enfrentaban al rechazo,mientras trataban de enseñar elEvangelio de Jesucristo; otros se en-contraban en casas o apartamentosdonde enseñaban a personas y a fami-lias. A pesar de las circunstancias quetenían que enfrentar, se esforzaban almáximo por enseñar el Evangelio deJesucristo a quienes quisieran escu-char, y estaban contentos. Entoncesme llegó al corazón un sentimientoque no puedo explicar del todo.

Mediante el maravilloso don delEspíritu, sentí Su amor, el amor purode Cristo, que Él tiene por los misione-ros fieles de todas partes y eso mecambió para siempre. Comprendí lovalioso que es cada misionero para Él.Vi un ejemplo de lo que los profetasdescribirían como la generación másgrandiosa de misioneros que haya exis-tido en la historia del mundo (véaseRussell M. Ballard, “La generación másgrandiosa de misioneros”, Liahona,noviembre de 2002, pág. 47). Empecéa entender por qué fue necesario ele-var el nivel de los requisitos para queen todas partes los misioneros tuvie-ran derecho a la protección, la guía y lafelicidad que proceden del Espíritu delSeñor. También empecé a comprenderpor qué, como padres, obispos, presi-dentes de estaca y líderes, debemoshacer todo lo que esté a nuestro alcan-ce por ayudar a los jóvenes de la Iglesiaa ser dignos de las bendiciones del ser-vicio misional.

Al hablar de sus propias experien-cias misionales, el presidente Hinckleydescribió lo que sucede en el corazónde todo misionero que dedica su viday sus labores al Señor. Eran los prime-ros días de su misión y se sentía desa-lentado. La obra era difícil y la genteno estaba dispuesta a escuchar; sinembargo, llegó un momento en que eldesaliento se convirtió en dedicación.Para él, todo comenzó al llegar unacarta de su padre en la que leyó:

Su misión cambiará todoÉ L D E R D AV I D F. E V A N SDe los Setenta

Vengan y formen parte de la generación más grandiosa demisioneros que el mundo haya conocido.

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“Querido Gordon: Recibí tu carta…Tengo una sola sugerencia: Olvídatede ti mismo y ponte a trabajar”. Aldescribir lo que sucedió luego, dijo:

“Me arrodillé en aquel pequeñodormitorio… e hice la promesa deque daría de mí mismo al Señor. Elmundo entero cambió para mí; se di-siparon las tinieblas, el sol comenzó abrillar en mi vida; ahora tenía un nue-vo interés. Vi la belleza de esa tierra;vi la grandeza de la gente. Todo lo queme ha sucedido desde entonces y queha sido bueno se debe a la decisiónque tomé en aquella pequeña casa…”(“Missionary Theme Was Pervasive during Visit of President Hinckley”,Church News, 9 de septiembre de1995, pág. 4).

El presidente Hinckley continúa di-ciendo: “¿Desean ser felices? Olvídensede ustedes mismos y piérdanse en estagran causa y dirijan sus esfuerzos aayudar a la gente…” (Church News,

9 de septiembre de 1995).A todos los hombres jóvenes les

digo: “¿Quieren ser felices?”. Si es así,vengan y únanse a nosotros; somos52.000 hasta ahora y seguimos aumen-tando, y sirvan a su prójimo como mi-sioneros del Señor. Comprométanse adar dos años de su vida al Señor. El ha-cerlo cambiará todo; serán felices; lastinieblas se disiparán; llegarán a amarla cultura y a la gente a quienes se leshaya llamado a servir. La obra será difí-cil, pero también habrá grandes satis-facciones y gozo. Si son fieles durantela misión y después de ella, miraránhacia atrás y dirán, al igual que el pre-sidente Hinckley: “Todo lo que me hasucedido desde entonces y que hasido bueno se debe a la decisión deservir en una misión y ofrecer mi vidaal Señor”.

El presidente Hinckley nos ha re-cordado que no sólo los jóvenes élde-res tienen derecho a esas bendiciones.

Los matrimonios misioneros sirven deforma maravillosa y se les necesita mu-chísimo. Aunque las hermanas jóvenesno están obligadas a prestar servicio,el Presidente ha dicho: “Necesitamosalgunas jóvenes; ellas realizan un tra-bajo destacable…” (“A los obispos de la Iglesia”, Reunión Mundial deCapacitación de Líderes, 19 de juniode 2004, pág. 27). Además, sabemosque hay personas a quienes, por razo-nes de salud o de otra índole, se lesexime honorablemente de servir. Lasamamos y sabemos que nuestro PadreCelestial les proporcionará bendicio-nes que las compense mientras pres-ten servicio de otras maneras y vivanfielmente.

Hace un año, el élder Ballard pidióa los padres, a los obispos y a los pre-sidentes de rama que colaboraran afin de ayudar por lo menos a un jovenmás, además de los que normalmentese prepararían para servir, a ser digno

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para ser llamado, de cada barrio yrama de la Iglesia (véase M. RussellBallard, “Uno más”, Liahona, mayode 2005, pág. 70). Muchas personashan respondido. Como líderes, todosdeberíamos redoblar nuestros esfuer-zos para seguir esa inspirada petición.

Hermanos y hermanas, muchosbuenos obispos han estado haciendodesde hace mucho tiempo lo que elélder Ballard ha pedido. Hace treintay seis años, el obispo Frank Mathesonllamó a mi casa y me invitó a que fue-ra a su despacho. Debido a las cir-cunstancias por las que pasaba elmundo en aquel entonces, el númerode misioneros que se podía enviar deun barrio era limitado, pero había dis-ponible una vacante y él tenía la res-ponsabilidad de recomendar a unmisionero más. Me dijo que él y susconsejeros habían estado orando, yque había sentido la impresión deque ahora era el momento en el queel Señor quería que yo fuera a la mi-sión. Me quedé atónito. Nunca antesnadie me había dicho que el Señor tu-viera algo que quisiera que yo hiciese.Sentí que el Espíritu del Señor me tes-tificaba que debía ir y que debía irahora. Le dije al obispo: “Si el Señorquiere que sirva en una misión, en-tonces iré”.

Y todo cambió para mí. Las tinie-blas en verdad se disiparon y llegarona mi vida el gozo y la felicidad. De unamanera u otra, todo lo bueno que meha pasado desde ese día ha resultadode la promesa que hice de servir alSeñor y a Sus hijos y de dar dos añosde mi vida a Su servicio.

Digo nuevamente: Vengan y únan-se a nosotros; vengan y sean puros;vengan y sean felices. Vengan y experi-menten la única cosa que el Señor hadicho que es de “mayor valor” (D. y C.15:6) para ustedes en esta época de suvida. Vengan y formen parte de la ge-neración más grandiosa de misionerosque el mundo haya conocido.

Ésta es la obra del Señor. NuestroPadre Celestial vive, y Su HijoJesucristo guía y dirige esta obra hoyen día. Testifico de ello en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

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Hace algún tiempo, mientrasconducía, me detuve en un se-máforo en rojo. El automóvil

que estaba delante de mí tenía un pe-queño cartel adhesivo que decía:“Hago lo que quiero”.

Me pregunto por qué alguien esco-gería poner algo así en su vehículo.¿Qué mensaje quería comunicar?Quizás el conductor del auto deseabaexpresar públicamente que al hacer loque él quería había alcanzado una li-bertad plena. Al meditar sobre ello,me di cuenta de que nuestro mundosería bastante caótico si todos hicie-ran lo que quisieran.

Es obvio que existe cierta confu-sión en nuestra sociedad acerca deese tema. En los medios de comunica-ción, en los anuncios publicitarios, enel entretenimiento y en todos ladosencontramos generalizada la idea de que cuando alguien hace lo que

quiere, entonces disfruta de libertady es feliz. Eso sugiere que el únicocriterio que debemos tomar en cuen-ta en nuestras decisiones es si algonos agrada, si es divertido o si estáde acuerdo con nuestros deseos personales.

Nuestro Padre Celestial nos hadado un concepto mejor. Se trata deSu gran plan de felicidad, que nos dalibertad y felicidad verdaderas. En elLibro de Mormón leemos:

“Y el Mesías vendrá en la plenitudde los tiempos, a fin de redimir a loshijos de los hombres de la caída. Yporque son redimidos de la caída,han llegado a quedar libres para siem-pre, discerniendo el bien del mal,para actuar por sí mismos, y no paraque se actúe sobre ellos, a menos quesea por el castigo de la ley en el gran-de y último día, según los manda-mientos que Dios ha dado.

“Así pues, los hombres son libressegún la carne; y les son dadas todaslas cosas que para ellos son propias. Yson libres para escoger la libertad y lavida eterna, por medio del granMediador de todos los hombres, o es-coger la cautividad y la muerte, segúnla cautividad y el poder del diablo;pues él busca que todos los hombressean miserables como él” 1.

Al venir a este mundo, traemoscon nosotros de nuestro hogar celes-tial ese don y privilegio que Dios nosha dado, al que llamamos albedrío.Nos da el derecho y el poder de to-mar decisiones y de escoger. El albe-drío es una ley eterna. El presidente

El don del albedríoÉ L D E R W O L F G A N G H . PA U LDe los Setenta

Si obedecemos los mandamientos de nuestro Padre Celestial,nuestra fe aumentará, lograremos más sabiduría yfortaleza espiritual, y nos será más fácil tomar decisionescorrectas.

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Brigham Young, al hablar de nuestroalbedrío, enseñó: “Ésta es una ley queha existido desde las eternidades, yseguirá existiendo incluso a través detodas las eternidades venideras. Todoser inteligente debe tener el poder deelegir”2.

El presidente Wilford Woodruffhizo la siguiente observación acercadel mismo tema: “Ese albedrío hasido siempre la herencia del hombrebajo las normas y el gobierno de Dios.Lo poseía en el cielo de los cielos aunantes de que el mundo fuese, y elSeñor lo preservó y lo defendió encontra de la agresión de Lucifer y deaquellos que estuvieron de su lado…En virtud de ese albedrío, tanto uste-des como yo y todo el género huma-no somos hechos seres responsables,somos responsables del sendero quetomemos, de la clase de vida que viva-mos y de las obras que ejecutemos”3.

Cuando el Señor le enseñó aAbraham acerca de la naturaleza eter-na de los espíritus y de que él habíasido escogido antes de nacer, le expli-có a Abraham uno de los propósitosimportantes del venir a la tierra, al decirle: “Y con esto los probaremos,para ver si harán todas las cosas queel Señor su Dios les mandare”4.

Por consiguiente, nuestro albedríohace de nuestra vida en la tierra un pe-ríodo de prueba. Si no tuviésemos esemaravilloso don del albedrío, no sería-mos capaces de demostrarle a nuestroPadre Celestial si estaremos dispuestosa hacer todo lo que Él nos mande.

Para poder utilizar nuestro albe-drío, debemos tener un conocimientodel bien y del mal, debemos tener lalibertad de tomar decisiones y, unavez que hayamos ejercido nuestro al-bedrío, habrá consecuencias que se-guirán nuestras decisiones.

He aprendido que si obedecemoslos mandamientos de nuestro PadreCelestial, nuestra fe aumentará, logra-remos más sabiduría y fortaleza espiri-tual, y nos será más fácil tomardecisiones correctas.

Nuestro ejemplo extraordinario, elSeñor Jesucristo, fue el ejemplo per-fecto para todos nosotros de cómo

utilizar el albedrío. En aquel conciliode los cielos, cuando se nos presentóel plan de nuestro Padre, en el que senos dijo que tendríamos la oportuni-dad de venir a esta tierra y recibir uncuerpo, el Hijo Amado, quien fue elAmado y el Escogido del Padre desdeel principio, le dijo a Su Padre: “Padre,hágase tu voluntad, y sea tuya la gloriapara siempre”5.

Del mismo modo, debemos tomardecisiones utilizando el mismo crite-rio: En vez de decir: “Hago lo quequiero”, nuestro lema debería ser:“Hago lo que el Padre desea que yo haga”.

Si hacemos esto, podemos tener la certeza de que las bendiciones delSeñor se derramarán sobre nosotros.Es posible que tengamos que tomaralgunas decisiones cuando no es con-veniente para nosotros; sin embargo,he aprendido que, a pesar de que elmomento a veces no sea el más con-veniente para lo que ya tenemos pro-gramado, si tomamos la decisióncorrecta, el Señor cuidará de nosotrosa Su propia manera, aunque en esemomento no lo sepamos.

En 1989, cuando se nos transfirióde la Misión Alemania Hamburgo, aAlemania del Este con el fin de presi-dir la Misión Dresden, no era el mo-mento más conveniente para nuestrafamilia. Nuestros hijos apenas se ha-bían adaptado a su nueva escuela en Hamburgo y ahora tendrían que

familiarizarse con el sistema socialis-ta escolar de Alemania del Este. Unade nuestras hijas ni siquiera podía ircon nosotros, puesto que tenía queterminar sus estudios en Alemaniaoccidental. Sin embargo, hemosaprendido de esa experiencia queaquello que nos pareció muy difícil al comienzo, a su debido tiempo seconvirtió en una gran bendición paratodos nosotros. El Señor tiene Supropia manera de ayudarnos connuestros desafíos.

Mis queridos hermanos y herma-nas, siento gran agradecimiento por elmaravilloso don del albedrío que nues-tro Padre Celestial nos ha dado. Estoyagradecido por saber que somos Sushijos. Sé, mediante mis muchas expe-riencias, que Él nos ama y se preocupapor nosotros. Sé que Jesús es el Cristo,el Hijo de Dios, nuestro Salvador yRedentor. Sé que el profeta José Smithvio al Padre y al Hijo y que él es elProfeta de la Restauración. Sé que elpresidente Gordon B. Hinckley es elprofeta de Dios hoy.

De eso testifico en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 2:26–27.2. Journal of Discourses of Brigham Young,

tomo XI, pág. 272; citado en Deberes ybendiciones del sacerdocio, pág. 242.

3. Millennial Star, 14 de octubre de 1889, pág. 642; citado en Deberes y bendicionesdel sacerdocio, págs. 242–243.

4. Abraham 3:25.5. Moisés 4:2.

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Mis queridos hermanos y her-manas, gracias por el amorque tienen por el Señor y Su

Evangelio. Vivan donde vivan, sus vi-das de rectitud proporcionan buenosejemplos en estos tiempos de dete-rioro moral y de matrimonios desin-tegrados.

Como Autoridades Generales, via-jamos alrededor del mundo y, en oca-siones, vemos escenas preocupantes.En un vuelo reciente, me senté detrásde un hombre y su esposa. Resultabaobvio que la mujer amaba a su espo-so; podía ver su anillo de bodas mien-tras ella le acariciaba la nuca y seapoyaba en su hombro buscando sucompañía.

Sin embargo, el hombre parecía es-tar totalmente ajeno a la presencia desu esposa y su atención se centraba

únicamente en un juego electrónico.A lo largo de todo el vuelo, no levantóla vista de aquel aparato. No la miró niuna sola vez, ni habló con ella, ni reac-cionó ante sus anhelos de afecto.

Al ver la falta de atención de aquelhombre me dieron ganas de gritar:“¡Pero, hombre, despierta! ¿Es que no te das cuenta? ¡Pon atención! ¡Tu esposa te ama! ¡Te necesita!”.

Nada sé de ellos, ni les he vistodesde entonces. Quizás me alarmésin motivo. Es muy posible que siaquel hombre hubiera sospechadocuánto me p reocupé por ellos, ha-bría sentido lástima de mí por no sa-ber utilizar aquel juguete electrónicotan apasionante.

Pero esto sí sé: sé que “…el matri-monio entre el hombre y la mujer esordenado por Dios y que la familia esla parte central del plan del Creadorpara el destino eterno de Sus hijos”1.Sé que la tierra fue creada y que laIglesia del Señor se restauró con elobjeto de que las familias sean sella-das y exaltadas como entidades eter-nas2. Y sé que uno de los astutosmétodos de Satanás para minar laobra del Señor consiste en atacar lasinstituciones sagradas del matrimo-nio y de la familia.

El matrimonio proporciona mayo-res posibilidades de obtener la felici-dad que cualquier otro tipo de relaciónhumana; aun así, algunos matrimoniosno desarrollan plenamente el poten-cial que tienen. Por el contrario,

permiten que su romance se eche aperder, dejan de valorarse el uno alotro y permiten que otros intereses oque los nubarrones del abandono os-curezcan la visión de lo que su matri-monio podría llegar a ser en realidad.Los matrimonios serían más felices sise nutrieran con mayor esmero.

Comprendo que hay muchosmiembros adultos de la Iglesia que no están casados. Por causas ajenas aellos, hacen frente a las pruebas de lavida solos. Recordemos que, a la ma-nera del Señor y, en su debido tiem-po, no habrá ninguna bendición queles sea retenida a Sus santos fieles3.Para aquellos que ahora están casadoso lo estarán, permítanme sugerirlesdos pasos que pueden seguir para te-ner un matrimonio más feliz.

I. La base doctrinalEl primer paso consiste en com-

prender la base doctrinal del matri-monio. El Señor declaró que elmatrimonio es la unión legal entre unhombre y una mujer: “…el matrimo-nio lo decretó Dios para el hombre.

“Por tanto, es lícito que tenga unaesposa, y los dos serán una sola carne,y todo esto para que la tierra cumplael objeto de su creación”4.

Las tendencias del mundo de defi-nir el matrimonio de otra manera, con-tribuirán lamentablemente a destruir lainstitución del matrimonio. Tales desig-nios son contrarios al plan de Dios.

Fue Él quien dijo: “…por esto elhombre dejará padre y madre, y seunirá a su mujer, y los dos serán unasola carne”5.

En las Escrituras se nos reitera que:“…en el Señor, ni el varón es sin lamujer, ni la mujer [es] sin el varón”6.

El matrimonio es la base del ordensocial, la fuente de la virtud y el ci-miento de la exaltación eterna. Diosha definido el matrimonio como unconvenio eterno y sempiterno7. El ma-trimonio es santificado cuando se va-lora y se honra en santidad. No setrata solamente de una unión entremarido y mujer, incluye una asocia-ción con Dios8. Tanto el esposo comola esposa “…tienen la solemne

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Nutrir el matrimonioÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Los matrimonios serían más felices si se nutrieran conmayor esmero.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 37

responsabilidad de amarse y cuidarse eluno al otro”9. Los hijos que nazcan deesa unión matrimonial son: “herenciade Jehová”10. El matrimonio no es sinoel retoño de la vida familiar; la paterni-dad es la flor. Y ese ramo de flores esaun más bello cuando se lo adorna connietos. Las familias pueden ser eternascomo el mismo reino de Dios.11

El matrimonio es a la vez un man-damiento y un principio de exaltacióndel Evangelio12. Debido a que es orde-nado por Dios, las expresiones físicase íntimas de un amor matrimonial sonsagradas; sin embargo, en demasiadasocasiones esos dones divinos se profa-nan. Si un matrimonio permite que unlenguaje soez y la pornografía corrom-pan sus relaciones íntimas, ofenden asu Creador al mismo tiempo que de-gradan sus propios dones divinos. Laverdadera felicidad se basa en la pure-za individual13. En las Escrituras se nosmanda: “Sed limpios”14. El matrimoniosiempre debería un convenio que ele-ve tanto al esposo como a la esposahacia la exaltación en la gloria celestial.

El Señor dispuso que el matrimo-nio continuara más allá de la muertefísica. Su plan ofrece continuidadeterna de la familia en el reino deDios. Su plan proporciona templos y oportunidades de oficiar en ellostanto por los muertos como por losvivos. Un matrimonio sellado en eltemplo introduce al esposo y a la es-posa a ese gran orden de unidad tannecesario para la perfección de laobra de Dios15.

Las doctrinas pertinentes al matri-monio incluyen el albedrío individualy la responsabilidad. Todos nosotrossomos responsables de nuestras deci-siones. Los matrimonios bendecidoscon hijos son responsables ante Diospor el cuidado que den a sus hijos.

Al reunirme con líderes del sacer-docio, con frecuencia les preguntopor las prioridades que conceden asus diversas responsabilidades. Por logeneral, mencionan sus importantesdeberes eclesiásticos a los que se lesha llamado, pero muy pocos recuer-dan sus responsabilidades en el ho-gar; pero el propósito de los oficios

del sacerdocio, las llaves, los llama-mientos y los quórumes no es otroque el de exaltar a las familias16. La au-toridad del sacerdocio se ha restaura-do con el fin de sellar a las familiaspor la eternidad. En consecuencia,hermanos, su principal deber del sa-cerdocio es nutrir su matrimonio: cuidar, respetar, honrar y amar a suesposa. Sean una bendición para ellay para sus hijos.

II. Cómo fortalecer el matrimonioCon estas bases doctrinales en men-

te, consideremos el segundo paso: lasacciones concretas que fortalecen almatrimonio. Permítanme compartircomo ejemplo algunas sugerencias einvitar a cada matrimonio a meditar-las y a adaptarlas a sus circunstanciasindividuales, según sea necesario.

Mis sugerencias utilizan tres verbos

de acción: apreciar, comunicar ycontemplar.

El apreciarse: Decir “te amo” y“gracias” no es difícil, pero esas expre-siones de amor y de agradecimientovan más allá del simple hecho de re-conocer un pensamiento y un actobuenos; son señales de buenos moda-les. Si el compañero agradecido buscalo bueno en su cónyuge y ambos sedicen cumplidos en forma sincera, elesposo y la esposa se esforzarán porllegar a ser el tipo de persona que sedescribe con esos cumplidos.

Sugerencia número dos: El comu-nicarse bien con el cónyuge tambiénes importante. La buena comunicaciónimplica dedicar tiempo a la planifica-ción conjunta. Los matrimonios tienenque pasar tiempo a solas para hablar y escucharse de verdad el uno al otro.Tienen que cooperar y ayudarse como

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compañeros iguales. Precisan nutrircon amor su intimidad espiritual y física. Deben procurar elevarse y moti-varse mutuamente. La unidad matri-monial se mantiene cuando ambosentienden las metas. La buena comu-nicación mejora con la oración. El orary mencionar específicamente una bue-na acción (o necesidad) del cónyugenutre el matrimonio.

Mi tercera sugerencia es el contem-plar. Esta palabra tiene un significadoprofundo ya que sus raíces latinas soncon, que significa “con” y templum,que significa “espacio o lugar parameditar”. Esta palabra es la raíz de la palabra templo. Si el matrimoniocontempla con frecuencia— los dosjuntos en el templo —los conveniossagrados se recordarán y se cumpliránmejor. La frecuente participación enel servicio del templo, junto con el es-tudio constante de las Escrituras enfamilia, nutre el matrimonio y fortale-ce la fe en la familia. La contempla-ción permite que uno prevea y estéen armonía (o esté a tono) mutua-mente y con el Señor. La contempla-ción nutrirá al matrimonio y al reinode Dios. El Maestro dijo: “Por tanto,no busquéis las cosas de este mundo,

mas buscad primeramente edificar elreino de Dios, y establecer su justicia, ytodas estas cosas os serán añadidas”17.

Invito a todo compañero conyugala analizar estas sugerencias y a des-pués fijar metas concretas para nutrirsu propia relación. Comiencen conun deseo sincero. Averigüen qué co-sas precisan hacer para bendecir suunidad y su propósito espirituales.Ante todo, ¡no sean egoístas! Cultivenun espíritu de desinterés y de gene-rosidad. Juntos, celebren y honrencada día como si fuese un don precia-do del cielo.

El presidente Harold B. Lee dijo:“La obra más importante del Señorque ustedes o yo efectuemos serádentro de las paredes de nuestropropio hogar”18; y el presidenteDavid O. McKay declaró: “Ningúnotro éxito puede compensar el fraca-so en el hogar”19.

Cuando ustedes, en calidad de es-poso y esposa, reconozcan el divinodesignio de su unión, cuando sientanen lo más profundo que Dios les hapuesto el uno con el otro, su visiónaumentará y su entendimiento se ele-vará. Tales sentimientos se expresanen las palabras de una canción que ha

sido una de mis favoritas durante mu-cho tiempo:

Porque vienes a mí,con todo tu amormi mano tomas y veo del cielo su

fulgor.Un mundo de esperanza y gozo veo

en ti,porque vienes a mí.

Porque al hablarme en tonosdelicados,

las rosas florecen a mi paso.Entre lágrimas y gozo voy a ti,porque me hablas a mí.

Porque Dios te hizo mía, te atesoraréen la luz, en las tinieblas y por

siempre.Que Dios a nuestro amor divino

le sonría,porque Dios te hizo mía20.

Es mi oración que cada matrimo-nio pueda nutrirse de esa manera, enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “La familia: Una proclamación para el mun-

do”, Liahona, octubre de 1988, pág.24.2. Siempre que las Escrituras advierten que

“la tierra será totalmente asolada”, esta ad-vertencia está vinculada con la necesidadde la autoridad del sacerdocio para sellar afamilias unidas en los santos templos (véase D. y C. 2:3; 138:48; José Smith—Historia 1:39).

3. Véase Joseph Fielding Smith, Doctrina deSalvación, compilación de Bruce R.McConkie, volumen II, pág. 71.

4. D. y C. 49:15–16.5. Mateo 19:5. Véase también Marcos 10:7–8.6. 1 Corintios 11:11.7. Véase D. y C. 132:19.8. Véase Mateo 19:6.9. “La familia: Una proclamación para el

mundo”, párrafo 6.10. Salmos 127:3.11. Véase D. y C. 132:19–20.12. Véase Joseph Fielding Smith, The Way to

Perfection, 1935, págs. 232–33.13. Véase Alma 41:10.14. Véase D. y C. 38:42; Véase también Isaías

52:11; 3 Nefi 20:41; D. y C. 133:5.15. Véase D. y C. 128:15–18.16. Véase D. y C. 23:3.17. Traducción de José Smith, Mateo 6:38.18. Véase Harold B. Lee, Stand Ye In Holy

Places, 1974, pág. 255.19. Véase “El hogar: refugio y santuario”,

Liahona, enero de 1998, pág. 34.20. Palabras de Edward Teschemacher,

Because; traducción.

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Hace uno o dos años tuve la ocasión de visitar el Institutode Religión Logan Utah.

Recientemente se renovó el edificioen el que se imparten las clases. Se meinformó que cuando los obreros reti-raron el viejo púlpito de la capilla, des-cubrieron unos estantes que habíanquedado ocultos durante mucho tiem-po. Al abrir la tapa, encontraron unabandeja de la Santa Cena. Parece queera bastante antigua, ya que los vasitosde la Santa Cena eran de vidrio. Me regalaron uno de esos vasitos, comopueden ver aquí, probablemente por-que yo era la única persona lo sufi-cientemente mayor como pararecordar la época en que se usaban vasitos de vidrio.

Al ver este vasito, vinieron a mimente agradables recuerdos. Los

vasitos de vidrio para la Santa Cena seutilizaban en la época en que cumplílos doce años, un momento sumamen-te memorable de mi vida. Mi cumplea-ños cayó en domingo. Durante años,había observado a los diáconos repar-tir la Santa Cena, y esperaba con anhe-lo el día en que tendría la bendición derecibir el Sacerdocio Aarónico y disfru-taría del mismo privilegio.

Cuando por fin llegó ese día, se mepidió que fuera a la Iglesia con antela-ción y me reuniera con el hermanoAmbrose Call, segundo consejero delobispado de nuestro barrio. El herma-no Call me invitó a acompañarlo a unsalón de clases y me pidió que ofre-ciera una oración. Después abrió lasEscrituras y me leyó la sección 13 deDoctrina y Convenios:

“Sobre vosotros, mis consiervos,en el nombre del Mesías, confiero elSacerdocio de Aarón, el cual tienelas llaves del ministerio de ángeles, ydel evangelio de arrepentimiento, ydel bautismo por inmersión para laremisión de pecados; y este sacerdo-cio nunca más será quitado de la tie-rra, hasta que los hijos de Leví denuevo ofrezcan al Señor un sacrificioen rectitud”.

El hermano Call me pidió entoncesque comentara sobre esa sección. Miexplicación no debió ser lo suficiente-mente completa, por lo que el herma-no Call se tomó el tiempo paraexplicarme lo que significa ser un po-seedor del santo sacerdocio. El ser

digno de poseer el sacerdocio medaba derecho a utilizar el poder queDios delega a los hombres. Un posee-dor del sacerdocio digno puede legíti-mamente llevar a cabo las ordenanzasque Dios ha prescrito para la salvacióndel género humano. Esa autoridadprocede directamente del Salvadormismo, a lo largo de una línea conti-nua de poseedores del sacerdocio.

Mi entrevista con el hermano Calldebió haber sido un tanto satisfacto-ria, puesto que se me condujo a lareunión del quórum de diáconos. Allí,los miembros del obispado me pusie-ron las manos sobre la cabeza y elobispo, que en ese entonces era mipadre, me confirió el SacerdocioAarónico y me ordenó al oficio de diá-cono. Los otros diáconos también mesostuvieron como miembro, junto conellos, de un quórum del sacerdocio.

En la reunión sacramental esa tar-de, tuve la primera oportunidad deejercer el sacerdocio al repartir laSanta Cena a los miembros de nues-tro barrio. La Santa Cena cobró unnuevo significado para mí aquel día.Al observar la bandeja pasar de unafila a otra entre los miembros de laIglesia, me di cuenta de que no todosellos tomaban la Santa Cena con lamisma actitud. Algunos parecían par-ticipar de los emblemas como merarutina, pero había muchos, muchos,que aceptaban la Santa Cena con granreverencia.

Con el transcurso de los años, heparticipado en muchas reuniones sa-cramentales, al igual que muchos deustedes, y para mí, representan másque simplemente una reunión más. Elparticipar de la Santa Cena nos brindaun momento sagrado en un lugar san-to. Lo hacemos de conformidad con elmandamiento que nos da el Señor enla sección 59 de Doctrina y Convenios:

“Y para que más íntegramente teconserves sin mancha del mundo, irása la casa de oración y ofrecerás tus sa-cramentos en mi día santo” (vers. 9).

Desde el principio mismo, antes deque el mundo fuese, Dios presentóun plan por el cual otorgaría bendi-ciones a Sus hijos de acuerdo con la

Al tomar la Santa CenaÉ L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

El participar de la Santa Cena nos brinda un momentosagrado en un lugar santo.

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obediencia a Sus mandamientos. Noobstante, era consciente de que a me-nudo las cosas del mundo nos distrae-rían, y que necesitaríamos que se nosrecordaran con frecuencia nuestrosconvenios y Sus promesas.

Uno de los primeros mandamien-tos que se dieron a Adán fue que debía adorar al Señor y ofrecer las primicias de sus rebaños como ofren-da a Él. Esta ordenanza se dio para recordarle al pueblo que Jesucristovendría al mundo y que, al final, seofrecería a Sí mismo en sacrificio.

“…Y Adán fue obediente a losmandamientos del Señor.

“Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán yle dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios alSeñor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.

“Entonces el ángel le habló, di-ciendo: Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, elcual es lleno de gracia y de verdad”(Moisés 5:5–7).

Desde ese día hasta los tiempos denuestro Salvador, a los hijos de nues-tro Padre Celestial se les mandó queofrecieran sacrificios, lo cual se dejóde hacer al producirse el sacrificio expiatorio del Salvador. Entonces, la noche anterior a Su sacrificio, elSalvador instituyó el sacramento de la Santa Cena a fin de ayudarnos a

recordarlo a Él y la Expiación que lle-vó a cabo por toda la humanidad. Porconsiguiente, mediante la antigua leydel sacrificio y también mediante laSanta Cena, el Señor nos ha facilitadoayuda para que no nos olvidemos deSus promesas ni del requisito de se-guirlo y obedecer Su voluntad.

En el Nuevo Testamento hallamosel relato en el que el Señor administrala Santa Cena a Sus discípulos. Se en-cuentra en Mateo, capítulo 26:

“Y mientras comían, tomó Jesús elpan, y bendijo, y lo partió, y dio a susdiscípulos, y dijo: Tomad, comed; estoes mi cuerpo.

“Y tomando la copa, y habiendodado gracias, les dio, diciendo: Bebedde ella todos;

“porque esto es mi sangre del nue-vo pacto, que por muchos es derra-mada para remisión de los pecados”(vers. 26–28).

En el Libro de Mormón, en 3 Nefi,capítulo 18, se encuentra un relatodetallado de cómo el Salvador admi-nistró la Santa Cena a los nefitas:

“Y aconteció que Jesús mandó a susdiscípulos que le llevasen pan y vino.

“Y mientras fueron a traer el pan yel vino, mandó a la multitud que sesentara en el suelo.

“Y cuando los discípulos hubieronllegado con pan y vino, tomó el pan y lo partió y lo bendijo; y dio a los

discípulos y les mandó que comiesen.“Y cuando hubieron comido y fue-

ron llenos, mandó que dieran a lamultitud.

“Y cuando la multitud comió y fuellena, dijo a los discípulos: He aquí,uno de vosotros será ordenado; y a élle daré poder para partir pan y bende-cirlo y darlo a los de mi iglesia, a to-dos los que crean y se bauticen en minombre.

“Y siempre procuraréis hacer esto,tal como yo lo he hecho, así como hepartido pan y lo he bendecido y os lohe dado.

“Y haréis esto en memoria de micuerpo que os he mostrado. Y será untestimonio al Padre de que siempreos acordáis de mí. Y si os acordáissiempre de mí, tendréis mi Espíritupara que esté con vosotros.

“Y sucedió que cuando hubo dichoestas palabras, mandó a sus discípulosque tomaran del vino de la copa y be-bieran de él, y que dieran también alos de la multitud para que bebiesen.

“Y aconteció que así lo hicieron, ybebieron y fueron llenos; y dieron alos de la multitud, y éstos bebieron yfueron llenos.

“Y cuando los discípulos hubieronhecho esto, Jesús les dijo: Benditossois por esto que habéis hecho; por-que esto cumple mis mandamientos,y esto testifica al Padre que estáis dis-puestos a hacer lo que os he manda-do” (vers. 1–10).

Las instrucciones del Señor sonmuy claras, de que debemos estar dis-puestos a hacer lo que Él nos ha man-dado, y ciertamente sería de esperarque en nuestros días se nos mandarade nuevo tomar la Santa Cena. Así seindica en Doctrina y Convenios:

“Conviene que la iglesia se reúna amenudo para tomar el pan y el vinoen memoria del Señor Jesús” (D. y C.20:75).

El propósito del tomar la SantaCena consiste, naturalmente, en reno-var los convenios que hemos concer-tado con el Señor.

El élder Delbert L. Stapley nos en-señó lo siguiente al comentar sobrelos convenios:

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“El Evangelio de nuestro SeñorJesucristo es un convenio entre Dios ySu pueblo… Cuando un siervo de Diosautorizado nos bautiza, hacemos con-venio de hacer la voluntad de Dios yde obedecer Sus mandamientos… Alparticipar de la Santa Cena, renovamostodos los convenios que hemos con-certado con el Señor y prometemostomar sobre nosotros el nombre de Su Hijo, recordarle siempre y guardarSus mandamientos” (en ConferenceReport, oct. de 1965, pág. 14).

La Santa Cena es una de las orde-nanzas más sagradas de la Iglesia. Elparticipar dignamente de ella nosbrinda la oportunidad de progresarespiritualmente.

Recuerdo que cuando era niño, setocaba música inspiradora mientras se repartía la Santa Cena. Las Autori-dades Generales no tardaron en pe-dirnos que dejáramos de hacerlo, yaque tendíamos a concentrarnos en la música más bien que en el sacrifi-cio expiatorio de nuestro Señor ySalvador. Durante la administración

de la Santa Cena, dejamos de lado elmundo; es un periodo de renovaciónespiritual a medida que nos damoscuenta de la profunda trascendenciaespiritual de la ordenanza que se nosofrece a cada uno de nosotros perso-nalmente. Si participásemos de laSanta Cena sin darle la debida impor-tancia, perderíamos la oportunidadde progresar espiritualmente.

El élder Melvin J. Ballard dijo enuna ocasión:

“Soy testigo de que hay un espíri-tu que acompaña a la administraciónde la Santa Cena, un espíritu que nosreconforta el alma de pies a cabeza, y se percibe cómo sanan las heridasdel espíritu y cómo se aligera la car-ga. El consuelo y la felicidad llegan alalma que es digna y que verdadera-mente desea participar de ese ali-mento espiritual” (“The SacramentalCovenant”, Improvement Era, oct.de 1919, pág. 1027).

Cuando tomamos la Santa Cenadignamente, recordamos el sacrificiode nuestro Señor y Salvador, de que

entregó Su vida y tomó sobre Sí lospecados del mundo para que tuviése-mos la bendición de la inmortalidad.Tomamos sobre nosotros el nombrede nuestro Salvador y prometemosrecordarle siempre y guardar Susmandamientos, es decir, “…vivi[r] de toda palabra que sale de la boca de Dios” (D. y C. 84:44).

Padres, ustedes tienen la responsa-bilidad de enseñar a su familia la im-portancia de asistir a la reuniónsacramental cada semana. Debe con-vertirse en una costumbre familiar re-gular. Toda familia necesita ese tiempopara renovarse y comprometerse a vi-vir el Evangelio de acuerdo con las en-señanzas del Salvador. Las familias quese hayan preparado apropiadamenteasistirán a la reunión sacramental conun espíritu de reverencia y con grati-tud por la oportunidad de participarde los emblemas sagrados.

Recuerdo una experiencia que tuve con mi familia cuando estába-mos de vacaciones en un centro tu-rístico. Debido a que el tiempo que

Los visitantes suben por la rampa del Centro de Visitantes Norte, de la Manzana del Templo, para admirar la estatua del

Christus.

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estaríamos allí incluía un domingo, hicimos preparativos para asistir a lareunión sacramental en una capillacercana. Lo mismo hicieron otroscientos de personas que se encontra-ban de vacaciones allí. La capilla estabatotalmente llena. Antes de comenzarla reunión, el obispo invitó a todos losdiáconos que estuviesen presentes,que fueran dignos y estuvieran vesti-dos apropiadamente, a que participa-ran en la repartición de la Santa Cena.Un número considerable de ellos, ves-tidos con camisa blanca y corbata, seadelantaron para obtener instruccio-nes en cuanto a cómo servir a unacongregación tan grande. La ordenan-za se administró de manera reverentey eficaz. Al observar a la congregación,vi que muchos se sentían profunda-mente conmovidos por el espíritu dela reunión.

Después de regresar a donde nosalojábamos, observamos una marcadadiferencia en las actividades del día dereposo en comparación con las de losdías de entre semana. Las lanchas per-manecían amarradas en el muelle; enel lago casi no había nadadores, y laspersonas iban vestidas de maneramuy apropiada. Esas familias presen-ciaron el cumplimiento de la promesadel Señor: al acudir a la casa de ora-ción en Su día santo y renovar susconvenios de obedecer los manda-mientos, pudieron conservarse másíntegramente sin mancha del mundo(véase D. y C. 59:9).

Ruego que en cada uno de noso-tros se inculque una mayor reverenciapor el día de reposo; que apreciemosmás plenamente la bendición especialde tomar la Santa Cena y su importan-cia en nuestra vida. Que siempre le recordemos y guardemos los man-damientos que Él nos ha dado paracumplir el propósito de la vida y la es-peranza de las eternidades venideras.La obra que llevamos a cabo es la obradel Señor. Dios vive; Jesús es el Cristo,el Salvador del mundo. Se nos permi-te formar parte de este grandioso plandel Evangelio, del cual la Santa Cenaes una parte vital. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Mis queridos hermanos, mesiento humilde y a la vez ma-ravillosamente bien de estar

con ustedes en esta reunión mundialde poseedores del sacerdocio. Lesamo y les admiro. Es un honor formarparte de este grupo. Los saludo a uste-des que tienen la autoridad de actuaren el nombre de Dios y de efectuar lasordenanzas que son una fuente vitalde fortaleza y energía eternas para elbienestar de la humanidad.

Hoy me dirijo a ustedes, maravillo-sos jóvenes que se preparan para ejercer una influencia positiva en elmundo, a ustedes que han sido orde-nados al Sacerdocio Aarónico y a uste-des que ya han recibido el sagrado

juramento y convenio del Sacerdociode Melquisedec. El sacerdocio queposeen es una prodigiosa fuerza parael bien. Viven en una época de gran-des desafíos y oportunidades. En cali-dad de hijos espirituales de padrescelestiales, tienen la libertad de tomarlas decisiones correctas, pero ello re-quiere una labor ardua, autodisciplinay una actitud optimista, lo cual lesbrindará gozo y libertad tanto ahoracomo en el futuro.

El Señor le dijo a Abraham: “Jehováes mi nombre, y conozco el fin desdeel principio; por lo tanto, te cubrirécon mi mano” (Abraham 2:8). Mis jó-venes amigos, hoy les digo que si con-fían en el Señor y le obedecen, Sumano estará sobre ustedes, Él les ayu-dará a alcanzar el gran potencial queve en ustedes y les ayudará a ver el findesde el principio.

Permítanme contarles una expe-riencia de mi niñez. Cuando teníaonce años, mi familia tuvo que salirde Alemania del Este y comenzar unanueva vida de la noche a la mañanaen Alemania del Oeste. Mientras mipadre lograba volver a ejercer su pro-fesión como empleado de gobierno,mis padres operaron una pequeña lavandería en el pueblecito donde vivíamos, y yo era el encargado de entregar la ropa limpia. A fin de cum-plir eficazmente con esa función,

Ver el fin desde elprincipioÉ L D E R D I E T E R F. U C H T D O R FDel Quórum de los Doce Apóstoles

Si confían en el Señor y le obedecen… Él les ayudará aalcanzar el gran potencial que ve en ustedes.

SESIÓN DEL SACERDOCIO1 d e a b r i l d e 2 0 0 6

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 43

necesitaba una bicicleta para remolcarel pesado carrito con la ropa. Siemprehabía soñado con tener una bonita ylustrosa bicicleta deportiva roja, peronunca había dinero suficiente pararealizar ese sueño; lo que conseguífue una bicicleta negra, durable y fea,pero resistente. Durante varios añoshice las entregas de ropa limpia enesa bicicleta antes y después de la es-cuela. La mayor parte del tiempo, nome sentía muy orgulloso de mi bici-cleta ni del carrito ni de mi trabajo. Aveces el carrito se me hacía tan pesa-do y el trabajo tan agotador que pen-saba que se me iban a reventar lospulmones, y muchas veces tenía quedetenerme para recuperar el aliento.No obstante, ponía de mi parte por-que sabía que, como familia, en ver-dad dependíamos de esos ingresos yésa era mi manera de contribuir.

Si en ese entonces hubiese sabidolo que aprendí años después, si tansólo hubiese podido ver el fin desdeel principio, habría valorado mejoresas experiencias y eso habría aligera-do mucho mi trabajo.

Años después, cuando estaba apunto de que me reclutaran en el ser-vicio militar, opté por alistarme en laFuerza Aérea para ser piloto, ya queme gustaba volar y pensé que teníaaptitudes para ello.

Para que se me admitiera en el pro-grama, tenía que pasar un número depruebas, incluso un riguroso examenfísico. Los médicos se inquietaronalgo por los resultados e hicieron al-gunas pruebas adicionales. Despuésme dijeron: “Usted tiene cicatrices enlos pulmones, lo cual indica que tuvouna enfermedad en los primeros añosde la adolescencia, pero es obvio queahora se encuentra bien”. Los médi-cos se preguntaban a qué tratamientose me había sometido para curarmede esa enfermedad. Yo nunca supeque padecía de ningún tipo de enfer-medad pulmonar hasta ese día delexamen. Entonces comprendí con claridad que el frecuente ejercicio alaire fresco al entregar la ropa limpiahabía sido un factor importante paracurarme de esa enfermedad. Sin el

esfuerzo de pedalear aún con másenergías esa bicicleta pesada todos losdías y de remolcar aquel carrito deropa limpia de arriba abajo por las ca-lles del pueblo, quizás nunca hubierasido piloto de avión de combate y,posteriormente, capitán de aviones747 de una línea aérea.

No siempre conocemos los deta-lles de nuestro futuro ni sabemos loque nos aguarda. Vivimos en tiemposde incertidumbre, y en cada aspectode nuestra vida estamos rodeados dedesafíos. De vez en cuando, el desáni-mo nos llega de improvisto y en oca-siones nos sentimos frustrados.

Quizás hasta pongamos en tela de juicio el valor de nuestro trabajo. Enesos momentos sombríos, Satanásnos susurra al oído que nunca logra-remos el éxito, que no vale la pena elesfuerzo que se deba hacer por lograruna aspiración y que nuestra pequeñaaportación nunca tendrá impacto al-guno. Él, el padre de todas las menti-ras, hará lo posible por impedir queveamos el fin desde el principio.

Afortunadamente, a ustedes, jóve-nes poseedores del sacerdocio de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días, les enseñan los profetas, videntes y reveladores de

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nuestra época. La Primera Presidenciadeclaró: “…tenemos plena confianzaen ustedes. Ustedes son espíritus es-cogidos… Están iniciando su jornadapor esta vida terrenal; su PadreCelestial desea que vivan felices y de-sea llevarlos de nuevo a Su presencia.Las decisiones que tomen hoy deter-minarán mucho de lo que habrá devenir durante su vida y la eternidad”(Para la Fortaleza de la Juventud,2001, pág. 2). “[Tienen] la responsabi-lidad de aprender lo que nuestroPadre Celestial desea que [hagan] yentonces, dar lo mejor de [ustedesmismos] para obedecer Su voluntad”(Sacerdocio Aarónico: Cumplir nues-tro deber a Dios, 2001, pág. 4).

Estoy sumamente agradecido porel liderazgo inspirado de nuestro ama-do presidente Gordon B. Hinckely, elprofeta de Dios en nuestra época, ypor sus nobles consejeros. Su visiónprofética les ayuda a ustedes a ver elfin desde el principio.

El Señor les ama; por eso les hadado los mandamientos y las palabrasde los profetas para guiarles durantesu vida. Algunas de las pautas de mayor importancia para su vida se encuentran en el folleto Para laFortaleza de la Juventud. La aparien-cia física de este librito de papel acerta-ría la descripción que se encuentra enlas Escrituras: “De las cosas pequeñasproceden las grandes” (D. y C. 64:33).El folleto en sí carece de valor moneta-rio, quizás cueste unos centavos, perola doctrina y los principios que en él sepresentan son un tesoro inestimable.Ustedes, jóvenes mayores de 18 años,si ya no tienen más este folleto, asegú-rense de conseguirlo, conservarlo yutilizarlo; este folleto es una joya paralas personas de cualquier edad.Contiene normas que son los símbolossagrados que representan nuestra cali-dad de miembros de la Iglesia.

Permítanme recordarles el hechode que tanto el folleto Para laFortaleza de la Juventud como laGuía para Padres y Líderes de laJuventud, y la recomendación para el templo de la Iglesia tienen, todosellos, una ilustración del templo de

Salt Lake impresa en la portada. Eltemplo es un eslabón que une a lasgeneraciones tanto en esta vida comoen la eternidad. Todos los templos sehan dedicado con el mismo propósi-to: ayudar en la labor de llevar a cabola divina obra y gloria de Dios, nuestroPadre Eterno: “Llevar a cabo la inmor-talidad y la vida eterna del hombre”(Moisés 1:39). Los templos son edifi-cios sagrados donde se hallan respues-tas a preguntas eternas, se enseña laverdad y se efectúan ordenanzas paraque podamos vivir con el conocimien-to de nuestra herencia divina como hi-jos de Dios y con el entendimiento denuestro potencial como seres eternos.La casa del Señor les ayuda a ver el findesde el principio.

Así como los templos de Dios sonsagrados, de igual manera lo es sucuerpo físico aquí en la tierra. El após-tol Pablo dijo:

“¿…ignoráis que vuestro templo estemplo del Espíritu Santo, el cual estáen vosotros, el cual tenéis de Dios, yque no sois vuestros?

“Porque habéis sido compradospor precio; glorificad, pues, a Dios envuestro cuerpo y en vuestro espíritu,los cuales son de Dios” (1 Corintios6:19–20).

Mis queridos poseedores del sacer-docio de todas las edades y de todaslas partes del mundo, utilicemosnuestros pensamientos, nuestra men-te, nuestro corazón y nuestro cuerpocon el respeto y la dignidad que me-rece el templo sagrado que nuestroPadre Celestial nos dio.

Amigos míos, los profetas de nuestra época les han prometido que al cumplir con las normas que se encuentran en el folleto Para laFortaleza de la Juventud y “[al vivir]de acuerdo con las verdades que seencuentran en las Escrituras, seráncapaces de llevar a cabo las laboresde su vida con mayor sabiduría y ca-pacidad y soportar las aflicciones conmás valor. Ustedes tendrán la ayudadel Espíritu Santo… serán dignos deentrar en el templo para recibir lassantas ordenanzas. Ustedes puedentener ésas y muchas otras bendiciones

más” (Para la Fortaleza de laJuventud, págs. 2–3).

Sabemos que Dios cumple Suspromesas. Debemos cumplir connuestra parte para recibir Sus bendi-ciones. El profeta José Smith enseñóque: “…cuando recibimos una bendi-ción de Dios, es porque se obedeceaquella ley sobre la cual se basa” (D. y C. 130:21).

Sin importar la edad, cada miem-bro que tenga el deseo de ir al templodebe prepararse para esa experienciasagrada. Su obispo y su presidente deestaca, que poseen las llaves de la au-toridad del sacerdocio y son jueces co-munes en la Iglesia, les harán ciertaspreguntas. Algunas de esas preguntasfundamentales son: ¿Es usted honra-do?, ¿Es moralmente puro?, ¿Guarda laPalabra de Sabiduría?, ¿Cumple con laley del diezmo?, ¿Apoya a los oficialesde la Iglesia? Las respuestas a esas pre-guntas clave reflejan tanto sus actitu-des como sus acciones.

Ustedes, los varones más jóvenes,quizás no estén al tanto de que lasnormas que el Señor ha establecidoen las preguntas para obtener la reco-mendación para el templo son muyparecidas a las que se encuentran enel folleto Para la Fortaleza de laJuventud. En los momentos de tran-quilidad y también en los de mayortentación, esas normas y la orienta-ción del Espíritu Santo les guiarán atomar las decisiones correctas encuanto a la educación, las amistades,su modo de vestir y su apariencia, ladiversión, los medios de comunica-ción y el Internet, el lenguaje, la ma-nera adecuada de salir con jóvenesdel sexo opuesto, la pureza sexual, lahonradez, la observancia del día dereposo y el servicio a los demás. Laforma en que apliquen esas normasindicará en gran medida quiénes sony lo que desean llegar a ser.

Mis jóvenes amigos, el Señor quiereque ustedes tengan el deseo de cum-plir con todo su corazón esas normasy vivir su vida de acuerdo con las ver-dades del Evangelio que se encuen-tran en las Escrituras. Al hacerlo, veránmás allá de la situación en la que se

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encuentren, y verán su admirable ybrillante futuro con grandes oportuni-dades y responsabilidades. Estarán dis-puestos a trabajar arduamente y deperseverar, y tendrán una actitud posi-tiva ante la vida. Verán que el caminode su vida les conducirá en primer lu-gar a la casa del Señor, y después aservir en una misión de tiempo com-pleto, al representar al Salvador don-dequiera que les mande. Después desu misión, organizarán su vida y susplanes basándose en las mismas nor-mas. Por lo tanto, en su mente se ve-rán entrando en la Casa del Señor paraasí tener un matrimonio eterno y unafamilia eterna. Lo que tenga prioridaden su vida cambiará para ajustarse a lo que el Salvador nos ha indicado; yDios les bendecirá y les abrirá los ojosdel entendimiento para que vean el findesde el principio.

Al vivir las normas que se encuen-tran en el folleto Para la Fortaleza dela Juventud, se valorarán más ustedesmismos. Comprométanse tanto en sucorazón como en su mente a obedeceresas normas y a vivir de acuerdo conellas. Comparen dónde se encuentranhoy en día con respecto a cada una de esas normas. Escuchen la voz del

Espíritu, que les enseñará lo que de-ben hacer para llegar a ser más seme-jantes a Jesús. Si reconocen que uncambio es necesario, efectúenlo y nolo dejen para después. Hagan uso delarrepentimiento sincero y del don y el poder de la expiación de Jesucristopara vencer aquellas cosas que les im-pidan alcanzar su verdadero potencial.Si este proceso les parece difícil, perse-veren, porque sí vale la pena. El Señortiene una promesa para ustedes aligual que la tuvo para el profeta José:“…entiende, hijo mío, que todas estascosas te servirán de experiencia, y se-rán para tu bien” (D. y C. 122:7).

Ahora bien, mis queridos abuelos,padres, tíos, hijos y amigos de éstos,nuestros jóvenes, nosotros podemosser de gran ayuda en este proceso. Elrey Benjamín enseñó que si los padresen verdad se han convertido, ellos“[enseñarán a sus hijos] a andar porlas vías de la verdad y la seriedad; [y]les [enseñarán] a amarse mutuamentey a servirse el uno al otro” (Mosíah4:15). Se ha dicho que: “La enseñanzapor medio del ejemplo es una mane-ra de enseñar”. Yo diría: “La enseñanzapor medio del ejemplo es la mejormanera de enseñar”.

Por favor, sean poseedores del sa-cerdocio dignos de entrar en el tem-plo, para que así enseñen a nuestrosjóvenes por medio de su ejemplo. Su buen ejemplo, su amor tanto porDios como por su prójimo, y la aplica-ción de su testimonio del Evangeliorestaurado de Jesucristo constituiránun poder convincente para nuestrosjóvenes y les ayudarán a ellos a ver elfin desde el principio.

Mis queridos amigos jóvenes, porfavor, perfeccionen su vida al vivir deacuerdo con esas normas que nos handado los profetas de la actualidad. Alhacerlo paso a paso, día tras día, hon-rarán el sacerdocio y estarán listospara ser una influencia positiva en elmundo a la vez que emprenderán elcamino correcto para regresar con ho-nor al lado de nuestro Padre Celestial.

Mis queridos consiervos del sacer-docio, hoy les prometo que si siguenestas pautas, el Señor les ayudará a te-ner más logros en su vida que si lo hi-ciesen ustedes solos. ¡Él les ayudarásiempre a ver el fin desde el principio!

De esto testifico en calidad deapóstol del Señor, nuestro Salvador, yen el sagrado nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Buenas tardes, mis queridos her-manos del sacerdocio. Esta no-che, en todo el mundo, nos

hallamos congregados más cerca delos templos del Señor que en ningúnotro momento de la historia de la hu-manidad. Gracias a la amorosa bon-dad de nuestro Salvador al dirigir aSus profetas, el pueblo del conveniodel Señor cuenta con 122 templos alos que puede ir para recibir sus pro-pias bendiciones y para efectuar orde-nanzas vitales por sus antepasados yafallecidos. ¡Y hay más templos que yase han anunciado y que tendremospronto! Gracias, presidente Hinckley,por su dirección inspirada en esta ex-traordinaria obra.

Durante los primeros tiempos de laépoca que cubre el Libro de Mormón,

los miembros de la Iglesia también secongregaron cerca de un templo pararecibir instrucción de su profeta y lí-der. Hacia el final de sus días, el reyBenjamín mandó a los padres que reu-niera a sus familias, para aconsejarles y amonestarles. En Mosíah leemos:

“Y aconteció que cuando llegaronal templo, plantaron sus tiendas enlos alrededores, cada hombre segúnsu familia…

“…cada hombre con la puerta de sutienda dando hacia el templo, para queasí se quedaran en sus tiendas y oyeranlas palabras que el rey Benjamín les ibaa hablar” (Mosíah 2:5–6).

Me encanta el simbolismo de estosversículos. Si hablamos en sentido fi-gurado, ¿están las puertas de nuestroshogares orientadas hacia los templosque tanto queremos? ¿Vamos al tem-plo tan a menudo como nos es posi-ble y demostramos así a nuestroshijos, por medio de nuestro ejemplo,la importancia de esos lugares tan sa-grados y especiales?

Como se registra en el libro deMosíah, las familias, por medio de suprofeta, recibieron la palabra del Señorcon entusiasmo y dedicación. Las per-sonas se sintieron tan conmovidas porlas enseñanzas del rey Benjamín, quehicieron un nuevo convenio de seguiral Señor Jesucristo.

Sin embargo, esa historia tiene unfinal triste. Más adelante, en Mosíah 26,nos enteramos de qué sucedió con

los que eran niños pequeños en laépoca del sermón del rey Benjamín.

“Y aconteció que había muchos delos de la nueva generación que no pu-dieron entender las palabras del reyBenjamín, pues eran niños pequeñosen la ocasión en que él habló a supueblo; y no creían en la tradición desus padres” (Mosíah 26:1).

Hermanos, ¿qué les pasó a los de lanueva generación? ¿Por qué no acep-taron los pequeños las tradicionesrectas de sus padres? Y más importan-te aún, aquí estamos nosotros, siglosmás tarde, en una época con muchostemplos y guía profética constante,¿pero qué sucede con nuestra nuevageneración? ¿Tenemos motivos parapreocuparnos? ¡Por supuesto que sí!

Los jóvenes de aquí y de todo elmundo, al igual que las jovencitas,son muy especiales. El presidenteHinckley ha dicho de ellos:

“Muchas veces he dicho que creoque tenemos la mejor generación dejóvenes que la Iglesia jamás haya teni-do… tratan de hacer lo correcto, soninteligentes y capaces, limpios y puros,atractivos y hábiles… saben lo que es elEvangelio y se esfuerzan por vivirlo, alacudir al Señor para pedirle guía y ayu-da”. (Presidente Gordon B. Hinckley,“Madre, tu más grande desafío”,Liahona, enero de 2001, pág. 113.)

Todos nosotros, los que trabajamoscon los jóvenes, conocemos la veraci-dad de las palabras del presidenteHinckley.

El élder Henry B. Eyring, delQuórum de los Doce Apóstoles, alhablar de la juventud, nos hace unasombría advertencia:

“Muchos de nuestros jóvenes tie-nen una madurez y una fe extraordi-narias, pero aun los mejores de ellosson probados con gran intensidad; ylas pruebas serán cada vez más seve-ras” (“We Must Raise Our Sights”,Ensign, septiembre de 2004, pág. 14).

Me llama la atención la adverten-cia de que “las pruebas serán cadavez más severas”. Nuestra nueva generación merece que pongamostodo nuestro empeño en apoyarlos y fortalecerlos durante su trayectoria

Nuestra nueva generaciónÉ L D E R R O N A L D A . R A S B A N DDe la Presidencia de los Setenta

Nuestra nueva generación merece que pongamos todonuestro empeño en apoyarlos y fortalecerlos durante su trayectoria hacia la edad adulta.

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hacia la edad adulta.En estos tiempos peligrosos en los

que nuestra juventud se ve enfrentadacon una adversidad en aumento, po-demos aprender de otras personas.En las fuerzas armadas, pero sobretodo en los cuerpos de Marina delmundo, cada marinero entiende unafrase que equivale a una orden clarade atención inmediata, no importa loque se esté haciendo o en qué partedel barco se encuentre. La llamada es:“Todos a sus puestos”. Muchas bata-llas en alta mar se han perdido o sehan ganado de acuerdo con la formaen que se ha cumplido esa orden.

En calidad de miembros de laIglesia, líderes de los jóvenes, padresintranquilos y abuelos preocupados,en lo que a los jóvenes y a los adultossolteros se refiere, debemos respondera la orden de “todos a sus puestos”.Todos debemos buscar ocasiones parabendecir a los jóvenes, estemos o nodirectamente relacionados con ellos.Debemos seguir enseñando y fortale-ciendo a los padres y a las madres conrespecto a sus hijos en lo que se refie-re a sus funciones que divinamente lesfueron establecidas. Preguntémonosconstantemente si esa actividad de-portiva extra, si aquella otra actividado si esa tarea fuera de casa es más

importante que el que la familia estéjunta en el hogar.

Hermanos, éste es el momento enque, en todo lo que hagamos, a don-dequiera que vayamos y con toda per-sona joven Santo de los Últimos Díasque conozcamos, seamos concientesde la necesidad que tenemos de forta-lecerlos, de nutrirlos espiritualmentey de ser una influencia positiva paraellos.

Mi propia familia ha tenido una ex-periencia así mediante excelentes yatentos líderes del sacerdocio. Cuandohace algunos años se me llamó paraprestar servicio como Setenta, se measignó a Solihul, Inglaterra, donde de-bíamos trasladarnos para servir en laPresidencia de Área. Mi esposa y yo lle-vamos a nuestros dos hijos menorescon nosotros. Nuestra hija era una jo-ven adulta soltera, y nuestro hijo tenía17 años, al que le gustaba el fútbol alestilo estadounidense y lo jugaba muybien; nos preocupábamos mucho porellos porque allí no teníamos amigosni familiares, ¡ni tampoco fútbol ameri-cano! Yo me preguntaba: “¿Sería estanueva y emocionante experiencia unagrave prueba para nuestra familia?”.

La respuesta llegó durante una de las primeras asignaciones que reci-bí. Se me pidió que dirigiera unas palabras a los misioneros del Centro

de Capacitación Misional de Preston,Inglaterra. Al llamar al presidenteWhite, presidente de ese centro, mecomplació saber que conocía mi situa-ción familiar. Él me sugirió que llevá-ramos a nuestros hijos con nosotros aPreston. ¡Una vez allí, hasta les pidió alos dos que hablaran a los misioneros!¡Qué fantástico fue para mis hijos sen-tirse incluidos y compartir su testimo-nio de la obra del Señor!

Al terminar, nos despedimos delos misioneros y visitamos el hermo-so Templo de Preston, Inglaterra,que está muy cerca del Centro deCapacitación Misional. Al acercarnosa la entrada, vimos allí al presidente ya la hermana Swanney, el presidentedel templo y la directora de las obre-ras, respectivamente. Nos saludarony nos dieron la bienvenida al templocon estas palabras: “Élder Rasband,¿les gustaría a usted y a su familia hacer bautismos por los muertos?”.¡Qué idea tan maravillosa! Nos mira-mos los unos a los otros y aceptamosagradecidos. Tras efectuar las orde-nanzas, y mientras mi hijo y yo aúnseguíamos en la pila bautismal, conlágrimas de gozo en los ojos él mepuso la mano en el hombro y mepreguntó: “Papá, ¿por qué no había-mos hecho esto antes?”.

Pensé en todos los partidos de

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fútbol y en todas las películas a lasque habíamos ido juntos, en todoslos buenos momentos que habíamosdisfrutado. Recuerdos felices y tradi-ciones que por cierto son muy im-portantes edificar.

Sin embargo, me di cuenta de quese nos presentaba la oportunidad detener experiencias más significativas y espirituales con nuestros hijos,como las que habíamos tenido aqueldía en Preston. Gracias a la atención y a la preocupación de aquellos líde-res del sacerdocio, supe que a nuestrafamilia le iría bien en Europa. ¡Cuánagradecido me siento por los muchoslíderes del sacerdocio y de las MujeresJóvenes que con amor han estadosiempre pendientes de nuestros hijosy de los hijos de ustedes!

En otra época del relato del Librode Mormón: Nefi pasó por una situa-ción en la que algunas personas de su familia tuvieron problemas con laobediencia, la armonía y la fidelidad.No cabe duda alguna de que él enten-día la necesidad de prestar dedicadaatención a los jóvenes de la nueva ge-neración. Casi al final de su vida dijo:

“Y hablamos de Cristo, nos regoci-jamos en Cristo, predicamos deCristo, profetizamos de Cristo y escri-bimos según nuestras profecías, paraque nuestros hijos sepan a qué fuentehan de acudir para la remisión de suspecados” (2 Nefi 25:26).

Ruego que, como poseedores del sacerdocio de Dios, cada uno denosotros haga todo lo que esté a sualcance para enseñar a nuestra juven-tud a qué fuente deben ellos acudirpara la remisión de sus pecados, sí, al Señor Jesucristo. Ruego que todosrespondamos con nuestra dedicaciónmás sincera a la orden de “todos asus puestos”, ya que está en juego lasalvación de nuestra nueva genera-ción, la que es merecedora de nues-tra mejor dedicación.

Testifico que ésta es la Iglesia ver-dadera del Señor, la que Él dirige pormedio de nuestro amado profeta,Gordon B. Hinckley, a quien quiero ysostengo. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Mis queridos hermanos, mesiento tanto humilde comohonrado al ocupar este pues-

to. Por razones obvias para ustedes,nunca me imaginé que recibiría estellamamiento. Hace un año, cuando fuisostenido, el presidente Hinckley leaclaró a toda la Iglesia que él no habíatenido nada que ver con el procesoque resultó en mi llamamiento. Mástarde, le comenté que tal vez yo fuerala única Autoridad General en la histo-ria de la Iglesia que contara con elsostenimiento de los miembros a

pesar de que, ¡el profeta declinaratoda responsabilidad al respecto!

Sin embargo, estoy agradecido porsu voto de sostenimiento y dedicotodo mi corazón a esta gran causa. No tengo palabras para expresar miagradecimiento por mi familia, por mi esposa y mis hijos, y por mis bue-nos padres. Mi madre falleció haceexactamente dos años, justo dos díasdespués de la conferencia de abril.Ella era pequeña de estatura física; sin embargo, día a día me apoyo en ella. Su influencia permaneceráconmigo para siempre. No puedo atribuirle el debido reconocimientopor lo que diga, sino sólo por mi manera de vivir.

No sé qué podría decir de mi pa-dre que no lo avergonzara, exceptoque lo amo y que lo apoyo. Con elriesgo de llevar las cosas a un planomuy personal, diré que al verlo enve-jecer, mi mente se remonta a los díasen que éramos niños, cuando él seacostaba en el suelo y luchaba y juga-ba con nosotros, nos levantaba en sus brazos y nos abrazaba y nos hacíacosquillas o nos subía a la cama conmamá y con él cuando estábamos en-fermos o teníamos miedo durante la

El arrepentimiento,una bendición del ser miembrode la IglesiaÉ L D E R R I C H A R D G. H I N C K L E YDe los Setenta

El arrepentimiento… no es un principio cruel… Es benévolo y misericordioso.

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noche. Los recuerdos que tengo de élserán siempre de risas y de amor, deconstancia, de testimonio, de incesan-te trabajo arduo, de fe y fidelidad. Éles bondadoso y sabio, y me sientoenormemente bendecido porque nosólo lo apoyo como mi profeta duran-te esta época de la vida terrenal, sinoporque también lo reclamo como mi padre en esta vida y en la eternidad.

Hace varias semanas, se avivó micuriosidad cuando al élder Douglas L.Callister, de los Setenta, se le pidió ex-presar una breve historia de su abue-lo, LeGrand Richards en una reuniónde quórum. Entre las cosas interesan-tes que mencionó estaba ésta: Cuandoel élder Richards era un obispo joven,él visitaba a personas menos activas y, con valentía, las invitaba a hablar en la reunión sacramental sobre eltema: “Lo que significa para mí sermiembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.Sorprendentemente, varias respon-dían de forma positiva y esa experien-cia las llevaba de nuevo al sendero dela actividad plena en la Iglesia.

Esta noche quisiera hablar sobreese mismo tema. Invito a cada uno de ustedes, jóvenes y mayores, a que

reserven una pequeña libreta paraeste mismo tema. En la parte superiorde la primera página escriban las pala-bras: “Lo que significa para mí sermiembro de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días”.Después, anoten brevemente las ide-as que acudan a su mente. Con eltiempo, se les ocurrirán otras ideasque podrán agregar a la lista, y muypronto tendrán una libreta que se iráexpandiendo y que los llenará de gra-titud y agradecimiento por ser miem-bros de la Iglesia del Señor; inclusopodrá ser una fuente para discursosque se les pida dar en el futuro.

Mi lista ya es larga, pero de ella heseleccionado un sólo tema del quequiero hablar esta noche. Los demástemas los dejaré para otro lugar y paraotro tiempo.

Hablaré con brevedad sobre elprincipio del arrepentimiento. Cuánagradecido estoy por el conocimien-to que tenemos de este gran princi-pio, el cual no es un principio cruel,como pensaba cuando era niño. Esbenévolo y misericordioso. La raízhebrea de la palabra simplementesignifica “volver”1 o regresar a Dios.Jehová suplicó a los hijos de Israel:“…Vuélvete… no haré caer mi ira

sobre ti, porque misericordioso soyyo… no guardaré para siempre elenojo. Reconoce, pues, tu maldad,porque contra Jehová tu Dios hasprevaricado…”2.

Si reconocemos nuestros peca-dos, los confesamos y los abandona-mos, y nos “volvemos a Dios”, Él nosperdonará.

Hace poco, mientras servía comopresidente de misión, dos de nuestrosélderes me preguntaron si podría reu-nirme con una investigadora que iba a bautizarse al día siguiente. Dijeronque ella tenía algunas dudas que ellosno le habían podido resolver. Fuimoshasta su casa y me presentaron a unajoven viuda, de veinte y tantos años,que tenía una hija. Su esposo habíamuerto en un trágico accidente hacíaunos años. Sus preguntas eran since-ras y ella era receptiva. Una vez resueltas, le pregunté si tenía algunaotra duda. Dijo que sí, y que deseabahablarme en privado. Les pedí a losélderes que salieran y esperasen en el patio desde donde pudieran divisarnos claramente por una ampliaventana. Tan pronto como salieron,ella empezó a llorar; me contó de losaños en que había estado sola, añosllenos de dolor y soledad, y durante

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los cuales había cometido serios errores. Dijo que sabía que lo que hacía estaba mal, pero que no habíatenido la fortaleza para seguir el buencamino hasta que había conocido anuestros misioneros. Durante las semanas que le enseñaron, le habíasuplicado al Señor que la perdonara.Ella deseaba que yo le asegurara quemediante el arrepentimiento y las ordenanzas del bautismo y de la recepción del Espíritu Santo ella podría ser limpia y digna de ser miem-bro de la Iglesia. Le enseñé de lasEscrituras y le expresé mi testimoniodel principio del arrepentimiento y dela Expiación.

Al día siguiente mi esposa y yo asis-timos a su bautismo y al de su hijita. El salón estaba lleno de amigos de subarrio que estaban listos y dispuestosa apoyarla como nuevo miembro de la Iglesia. Al salir del servicio, me inva-dió un sentimiento de gratitud por el magnífico principio del arrepenti-miento y por la Expiación que lo haceposible; por el milagro de la conver-sión, por esta gran Iglesia y sus miem-bros, y por nuestros misioneros.

¿Qué significa para mí el ser miem-bro de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días? Significatodo; influye en mí, le da vida, estápresente y le da propósito y significa-do a todo lo que es importante paramí: mi relación con Dios, mi PadreEterno, y con Su Santo Hijo, el SeñorJesucristo. Me enseña que mediantela obediencia a los principios y orde-nanzas del Evangelio, encontraré paz y felicidad en esta vida, y se meinvitará a vivir con mi familia en lapresencia de Dios, en la vida que se-guramente seguirá a la vida terrenal,donde Su misericordia satisfará lasexigencias de la justicia y me ceñirá amí y a los míos, y a ustedes y a los su-yos, con brazos de seguridad3. Deello testifico, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Joseph P. Healey, “Repentance”, en The

Anchor Bible Dictionary, ed. David NoelFreedman, Vol. VI, 1992, Tomo 5, pág. 671.

2. Jeremías 3:12–13.3. Véase Alma 34:16.

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Mis queridos hermanos, essiempre un privilegio y unaseria responsabilidad el diri-

girme al sacerdocio de la Iglesia.Quizás ésta sea la reunión más grandede sacerdocio en la historia del mun-do. Deseo hablarte a ti, hombre joven,sobre cuán bendecido eres de poseerel Sacerdocio Aarónico, que tambiénse conoce como el “sacerdocio me-nor”. Pero la palabra menor, sin em-bargo, no le resta en ningún modo suimportancia. No hay nada pequeño enél, ¡especialmente cuando veo quégrandes son algunos de ustedes!

Estoy seguro de que recuerdas loanimado que te sentías la primera vezque repartiste la Santa Cena. Mientraslos poseedores del Sacerdocio Aaróni-co preparan, bendicen y reparten laSanta Cena, ayudan a todos los miem-bros que participan de ella a volver acomprometerse con el Señor y a reno-var su fe en el sacrificio expiatorio del Salvador. A los miembros que

participan de la Santa Cena se les re-cuerda tomar sobre sí el nombre delHijo, a recordarle siempre y a guardarSus mandamientos que Él les ha dado,y a procurar tener Su Espíritu consigo.Espero que valores el sacerdocio queposees y cumplas siempre con los de-beres que a él corresponden.

Hace poco leí la historia de unosdiáconos que habían actuado con unaactitud un tanto negligente al repartirla Santa Cena. Habían comenzado apensar que era una tarea impuesta,algo que nadie más quería hacer. Confrecuencia llegaban tarde y a veces novestían en forma adecuada. Un do-mingo su asesor del sacerdocio lesdijo: “No tienen que preocuparse porla Santa Cena el día de hoy, ya nos he-mos encargado de ello”.

Naturalmente, se sorprendieron alescuchar eso, pero como siempre, ha-bían llegado atrasados a la reunión sa-cramental. No se preocuparon muchocuando entraron durante el primerhimno y se sentaron en medio de lacongregación. Entonces fue que nota-ron quiénes estaban sentados en labanca de los diáconos: su asesor y lossumos sacerdotes del barrio, entre losque se encontraban hermanos quehabían servido como obispos y presi-dentes de estaca. Todos estaban vesti-dos con trajes oscuros, con camisasblancas y corbatas. Pero más allá deeso, ellos mostraban una reverenciatotal mientras llevaban las bandejas deuna fila a otra. Ese día, hubo algo másprofundo y significativo durante laSanta Cena. Aquellos diáconos que sehabían vuelto tan mecánicos en susdeberes aprendieron mediante el

Real sacerdocioP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Mientras que poseer el sacerdocio trae consigo grandesbendiciones, también conlleva grandes obligaciones.

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ejemplo que repartir la Santa Cenaera una responsabilidad sagrada y uno de los más grande honores1.Empezaron a darse cuenta de que elsacerdocio es, como lo llamó el após-tol Pedro, un “real sacerdocio”2.

Por lo general, el SacerdocioAarónico, bajo la dirección del obis-pado, tiene la responsabilidad de ben-decir y repartir la Santa Cena. En elbarrio al que asistimos aquí en SaltLake City, hay muchos fieles miembrosadultos pero hay pocos en edad delSacerdocio Aarónico. Con el correr delos años, he visto a esos sumos sacer-dotes y élderes, hombres de fe y gran-des logros, repartir la Santa Cena delSeñor con humildad y reverencia. Enun tiempo, ese grupo de poseedoresdel sacerdocio lo formaban un juez fe-deral de alto rango, un candidato a go-bernador del estado de Utah y otrosdestacados hombres importantes. Sinembargo, se sentían honrados y evi-dentemente privilegiados de realizareste sagrado deber del sacerdocio.

El Sacerdocio Aarónico es un grandon de poder espiritual que el Señorconfirió a Aarón y a su descendencia3.Posee “la llave del ministerio de ánge-les y el evangelio preparatorio”4 ytambién comprende el “evangelio de arrepentimiento, y del bautismopor inmersión para la remisión de pecados”5.

Me gustaría decir unas palabras so-bre el ministerio de ángeles. Tanto entiempos antiguos como en modernosse han aparecido ángeles para dar ins-trucciones, amonestaciones y guía,que beneficiaban a las personas aquienes visitaban. No nos damoscuenta hasta qué punto el ministeriode ángeles influye en nuestra vida. Elpresidente Joseph F. Smith dijo: “Enigual manera nuestros padres y ma-dres, hermanos, hermanas y amigosque han dejado ya esta tierra, por ha-ber sido fieles y dignos de disfrutar deestos derechos y privilegios, puedenrecibir una misión de visitar nueva-mente a sus parientes y amigos en latierra, trayendo de la Presencia divinamensajes de amor, de amonestación,o reprensiones e instrucciones para

aquellos a quienes aprendieron a amaren la carne”6. Su ministerio ha sido ysigue siendo una parte importante delEvangelio. Los ángeles ministraron aJosé Smith mientras éste restablecía elEvangelio en su plenitud.

Alma, hijo, tuvo una experienciapersonal sobre el ministerio de ánge-les. Siendo un joven, se le contaba en-tre los incrédulos e “indujo a muchosde los del pueblo a que imitaran susiniquidades”. Un día, “mientras se ocu-paba en destruir la iglesia de Dios” encompañía de los hijos de Mosíah, “seles apareció el ángel del Señor; y des-cendió como en una nube; y les hablócomo con voz de trueno que hizotemblar el suelo sobre el cual esta-ban”. El ángel clamó diciendo: “Alma,levántate y acércate, pues ¿por quépersigues tú la iglesia de Dios?”.

Alma se sintió tan agobiado por losucedido que se desmayó y tuvieronque llevarlo a su padre. Sólo despuésde que éste y otras personas hubieronayunado y orado por dos días, Almarecuperó totalmente su salud y sufuerza. Entonces se puso de pie y co-menzó a hablarles: “…me he arrepen-tido de mis pecados, y el Señor me ha redimido; he aquí, he nacido delEspíritu”7. Alma siguió adelante y seconvirtió en uno de los más grandesmisioneros del Libro de Mormón. Sinembargo, en todos los años de servi-cio misional, nunca habló de la visitadel ángel, sino más bien, eligió testifi-car que conoció la verdad mediante el Santo Espíritu de Dios.

Sería una gran bendición el recibirinstrucción de un ángel; no obstante,como nos enseñó Alma, su conversión

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final y perdurable sólo la obtuvo des-pués de que hubo “ayunado y oradomuchos días”8. Su conversión totalvino del Espíritu Santo, que está a dis-posición de todos nosotros si somosdignos.

Los eventos milagrosos no siemprehan sido una fuente para la conver-sión. Por ejemplo, cuando Lamán yLemuel maltrataron físicamente a sushermanos menores, se les apareció unángel y los reprendió para que dejarande hacerlo. El ángel también les volvióa asegurar que Labán se les entregaríaen sus manos. Por un lado, Nefi creyóy obtuvo las planchas de bronce deLabán, mientras que por el otro,Lamán y Lemuel no creyeron ni cam-biaron su actitud como resultado de lavisita del ángel. Como Nefi les recor-dó: “¿Cómo es que os habéis olvidadode haber visto a un ángel del Señor?”9.

Hombre joven, tú estás edificandotu testimonio que se fortalece median-te la confirmación espiritual que pro-porciona el Espíritu Santo a través delas experiencias comunes de la vida.

Aunque una gran manifestación podríafortalecer tu testimonio, es probableque no ocurra de esa manera.

Mientras que poseer el sacerdociotrae consigo grandes bendiciones, tam-bién conlleva grandes obligaciones.

1. Todos los poseedores del sacer-docio tienen que magnificar sus lla-mamientos, actuar en el nombre delSeñor al grado de que su oficio y lla-mamiento lo permitan. Magnificamosnuestros llamamientos al seguir laguía de la presidencia del quórum,del obispo y del asesor del quórum.Significa preparar, administrar y repar-tir la Santa Cena como se nos pideque lo hagamos. También significacumplir con otras responsabilidadesdel Sacerdocio Aarónico, como lim-piar los centros de reuniones, colocarlas sillas para la conferencia de estacay otras reuniones de la Iglesia, y reali-zar otros deberes según se asignen.

2. Los poseedores del SacerdocioAarónico o preparatorio, tienen laobligación de reunir las condicionesnecesarias para recibir el sacerdocio

mayor y la capacitación sobre mayo-res responsabilidades en el serviciode la Iglesia.

3. Poseer el Sacerdocio Aarónicotrae consigo la responsabilidad de serun buen ejemplo, tener pensamien-tos puros y conducta apropiada.Adquirimos estos atributos a medidaque cumplimos con los deberes delsacerdocio.

4. En tu quórum y en otras activi-dades, tratarás con hombres jóvenesque tienen las mismas normas que tú;y en donde se pueden fortalecer losunos a los otros.

5. Puedes estudiar las Escrituras yaprender los principios del Evangelioque te ayudarán a prepararte para ser-vir una misión.

6. Puedes aprender a orar y a reco-nocer las respuestas.

Doctrina y Convenios describe losdiferentes tipos de autoridad que serelacionan con el Sacerdocio Aarónico.Primero, la ordenación al sacerdociootorga la autoridad para realizar las ordenanzas y poseer el poder delSacerdocio Aarónico. El obispado es lapresidencia del Sacerdocio Aarónicodel barrio10. Segundo, dentro del sa-cerdocio hay diferentes oficios, cadauno con diferentes responsabilidades y privilegios. Como diácono se te nom-bra para velar por la Iglesia y para sersu ministro residente11. Como maes-tro, además de velar siempre por losmiembros de la Iglesia, debes “estarcon ellos y fortalecerlos”12. Como pres-bítero, tu deber es el de “predicar, en-señar, exponer, exhortar, bautizar ybendecir la santa cena, y visitar la casade todos los miembros”13. Tu obispo,quien posee el oficio de sumo sacerdo-te, es también el presidente del quó-rum de presbíteros y dirige la obra delquórum.

A medida que avanzas de uno deesos oficios del Sacerdocio Aarónico aotro, mantendrás la autoridad del an-terior. Por ejemplo, quienes son pres-bíteros todavía tienen la autoridadpara realizar todo lo que hacían comodiáconos o maestros. Es más, cuandoen última instancia seas ordenado alSacerdocio de Melquisedec, todavía

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mantendrás los oficios del SacerdocioAarónico y actuarás en ellos. El ya fa-llecido élder LeGrand Richards, quefue miembro del Quórum de los Docedurante muchos años, comprendiómuy bien ese principio. A menudodecía: “Sólo soy un diácono adulto”.

Como he mencionado, la ense-ñanza es uno de los deberes más im-portantes del Sacerdocio Aarónico.La oportunidad para que tú, siendoun adolescente, enseñes con fre-cuencia, se presenta mientras sirvescomo maestro orientador, ya seacomo compañero de tu padre o dealgún otro poseedor del Sacerdociode Melquisedec. Cuidar de las necesi-dades en forma temporal y espirituales una parte muy importante del “ve-lar por la Iglesia”.

El profeta José Smith dio gran prioridad a la orientación familiar. Elhermano Oakley era el maestro orien-tador del Profeta y cuando él visitaba ala familia Smith: “El Profeta reunía a lafamilia y ofrecía su propia silla al her-mano Oakley, pidiendo a su familia”que lo escucharan con atención14.

Todo hombre joven del SacerdocioAarónico debe tener el Espíritu consi-go en su vida personal, al hacer laorientación familiar, al preparar o re-partir la Santa Cena o durante otrasactividades del sacerdocio. Debes evi-tar los tropiezos, siendo la adicciónuno de los más grandes.

A todos ustedes, hermanos, lesaconsejo que eviten cualquier tipo deadicción. En esta época, Satanás y susseguidores esclavizan a algunos denuestros jóvenes más selectos me-diante la adicción al alcohol, a todotipo de drogas, a la pornografía, al ta-baco y a otros trastornos compulsivos.Algunas personas parecen nacer conuna debilidad por esas sustancias y tansólo el probarlas da como resultadouna adicción incontrolable. Algunasadicciones incluso alteran el funciona-miento del cerebro y crean un deseovehemente que domina la razón y eljuicio. Estas adicciones destruyen nosólo la vida de quienes no se resisten a ellas sino también la de sus padres,cónyuge e hijos. Como el profeta

Jeremías se lamentó: “Nunca los reyesde la tierra, ni todos los que habitanen el mundo, creyeron que el enemi-go y el adversario entrara por las puertas…”15.

El Señor en Su sabiduría nos haadvertido que se deben evitar porcompleto las sustancias que no sonbuenas para nosotros. Se nos ha ad-vertido que no debemos tomar elprimer trago, ni fumar el primer ciga-rrillo, ni experimentar con drogas. Lacuriosidad y la presión de los compa-ñeros son razones egoístas para expe-rimentar con sustancias adictivas.Debemos detenernos y considerar to-das las consecuencias, no sólo paranosotros y nuestro futuro sino paranuestros seres queridos. Estas conse-cuencias son físicas pero también po-nen en riesgo la pérdida del Espírituy hacen que caigamos bajo las garrasde Satanás.

Testifico sobre la influencia purifi-cadora, espiritual, consoladora, forta-lecedora y de restricción que elsacerdocio ha tenido en mí. He vividobajo su influencia espiritual durante

toda mi vida: En casa de mi abuelo,en la de mi padre y luego en la míapropia. El utilizar el incomparable po-der y la autoridad del sacerdocio queotorga poder a los demás, que sana y que bendice, proporciona un gransentimiento de humildad. Que viva-mos en forma digna de poseer la au-toridad del sacerdocio para actuar enel nombre de Dios, lo ruego en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Adaptado de Laird Roberts, véase “El mayor

de los honores”, Liahona, noviembre de1984, pág. 40.

2. 1 Pedro 2:9.3. Véase D. y C. 84:18.4. D. y C. 84:26.5. D. y C. 13:1.6. Doctrina del Evangelio, 1939, pág. 430.7. Véase Mosíah 27:8, 10, 11, 13–15, 24.8. Alma 5:46.9. 1 Nefi 7:10.

10. Véase D. y C. 107:15.11. Véase D. y C. 84:111; Véase también D. y C.

20:57–59.12. D. y C. 20:53.13. D. y C. 20:46–47.14. William G. Hartley, “Ordained and Acting

Teachers in the Lesser Priesthood,1851–1883”, Brigham Young UniversityStudies, Spring 1976, pág. 384.

15. Lamentaciones 4:12.

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Hace algunos años, Clark, nues-tro hijo menor, estaba porcumplir los doce años de

edad. Un día, él y yo salíamos delEdificio de Administración de laIglesia cuando el presidente Harold B.Lee se acercó a saludarnos. Le men-cioné que Clark pronto cumpliríadoce años, con lo cual el presidenteLee se volvió hacia él y le preguntó:“¿Qué va a suceder cuando cumplasdoce años?”.

Ésa fue una de las ocasiones enque un padre ruega que su hijo seainspirado para dar la respuesta apro-piada. Sin titubear, Clark le respondió:“¡Voy a ser ordenado diácono!”.

La respuesta fue la que yo habíaorado y la que el presidente Lee bus-caba. Enseguida aconsejó a mi hijo:“Recuerda que poseer el sacerdocioes una gran bendición”.

Espero con todo el corazón y contoda el alma que todo joven que reci-ba el sacerdocio lo honre y permanez-ca fiel a la confianza que se depositaen él cuando se le confiere. Ruegoque cada uno de nosotros que poseeel sacerdocio de Dios tenga un firmeconocimiento de lo que cree. Talcomo amonestó el apóstol Pedro, rue-go que estemos “siempre preparadospara presentar defensa con manse-dumbre y reverencia ante todo el queos demande razón de la esperanzaque hay en vosotros”1. Habrá ocasio-nes en las que a cada uno se nos lla-mará a explicar o a defender nuestrascreencias. Cuando llega el momentode actuar, el tiempo de preparaciónha terminado.

La mayoría de ustedes, jovencitos,tendrán la oportunidad de expresarsu testimonio cuando sirvan comomisioneros por el mundo. Pre-párense ahora para ese maravillosoprivilegio.

Yo he tenido muchas oportunida-des de testificar. Una ocurrió haceveintiún años, antes de que laRepública Democrática Alemana —o

Alemania Oriental, como solía cono-cerse— se liberara del yugo comu-nista. Visitaba en aquel entonces alministro Gysi, Secretario de Estado deAlemania Oriental. En esa época seconstruía nuestro templo en Freiberg,Alemania Oriental, además de dos otres centros de reuniones. El ministroGysi y yo conversamos sobre diversostemas, entre ellos el de nuestro pro-grama de construcción mundial. Élpreguntó: “¿Por qué tiene su Iglesiatanta riqueza que les permite construiredificios en nuestro país y por todo elmundo? ¿Cómo consiguen el dinero?”.

Le respondí que la Iglesia no esrica, sino que seguimos el antiguoprincipio bíblico del diezmo, el cual serecalca en las Escrituras de nuestrosdías. Expliqué también que nuestraIglesia no tiene un clero remunerado,e indiqué que ésas eran las dos razo-nes que nos permitían construir aque-llos edificios, incluso el bello Templode Freiberg.

Al ministro Gysi le causó una buenaimpresión la información que le pre-senté, y yo me sentí muy agradecidode poder responder a sus preguntas.

La oportunidad de declarar la ver-dad puede llegar cuando menos la es-peramos. Estemos preparados.

En una ocasión, una mujer que noera miembro de la Iglesia le preguntóal presidente David O. McKay cuálcreencia específica distinguía las en-señanzas de la Iglesia de las de otrasreligiones. Al comentar sobre elloposteriormente, el presidente McKayindicó que había sentido la inspira-ción de decir: “Aquello que distinguelas creencias de mi Iglesia de las detodas las demás es la autoridad divinaque recibimos por medio de la reve-lación directa”2.

¿Dónde podríamos encontrar unejemplo más significativo de la auto-ridad divina mediante revelación directa que en los acontecimientosocurridos aquel “día hermoso y des-pejado, a principios de la primaverade 1820”, cuando el joven José Smithse retiró al bosque a orar? Son maravi-llosas las palabras que usó para descri-bir aquel momento histórico: “Vi en

Nuestra sagradaresponsabilidaddel sacerdocioP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El sacerdocio no es tanto un don, sino el mandato de servir,el privilegio de elevar y la oportunidad de bendecir la vidade los demás.

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el aire arriba de mí a dos Personajes,cuyo fulgor y gloria no admiten des-cripción. Uno de ellos me habló, lla-mándome por mi nombre, y dijo,señalando al otro: Éste es mi HijoAmado: ¡Escúchalo!”3.

Nuestros pensamientos se remon-tan al 15 de mayo de 1829, a la visitade otro mensajero celestial, Juan elBautista. Allí, en la ribera del ríoSusquehanna, cerca de Harmony,Pensilvania, Juan colocó las manos sobre la cabeza de José Smith y deOliver Cowdery y los ordenó, dicien-do: “Sobre vosotros, mis consiervos,en el nombre del Mesías, confiero elSacerdocio de Aarón, el cual tiene lasllaves del ministerio de ángeles, y delevangelio de arrepentimiento, y delbautismo por inmersión para la remi-sión de pecados”4. El mensajeroanunció que obraba bajo la direcciónde Pedro, Santiago y Juan, quienesposeían las llaves del Sacerdocio deMelquisedec. A continuación se lleva-ron a cabo el bautismo y la ordena-ción. Éste fue otro ejemplo de laautoridad divina recibida por mediode la revelación directa.

A su debido tiempo, a Pedro,Santiago y Juan se les envió a conferirlas bendiciones del Sacerdocio deMelquisedec. Esos apóstoles, enviadospor el Señor, ordenaron y confirma-ron a José y a Oliver para que fueranapóstoles y testigos especiales delnombre de Cristo. La autoridad divinarecibida por medio de la revelación di-recta fue una característica de esa visi-ta sagrada.

Como resultado de esas experien-cias, todos tenemos la obligación, labendita oportunidad y el solemne de-ber de ser fieles a la confianza que seha depositado en nosotros.

El presidente Brigham Young afirmó: “…el Sacerdocio del Hijo deDios, es la ley por la cual los mundosson, fueron y continuarán… parasiempre”5. Al explayarse en ese tema,el presidente Joseph F. Smith infor-mó: “No es nada más ni nada menosque el poder de Dios delegado alhombre, mediante el cual éste puedeactuar en la tierra para la salvación de

la familia humana en el nombre delPadre y del Hijo, y del Espíritu Santo,y actuar legítimamente; no asumien-do dicha autoridad ni derivándola degeneraciones que han muerto y desa-parecido, sino autoridad que se hadado en esta época en que vivimospor ángeles y espíritus ministrantesde los cielos, directamente de la pre-sencia de Dios Omnipotente”6.

Cuando se acercaba mi cumpleañosnúmero dieciocho, y me preparabapara ingresar al servicio militar durante

la Segunda Guerra Mundial, se me re-comendó para recibir el Sacerdocio de Melquisedec. Yo debía llamar porteléfono al presidente de estaca, PaulC. Child, para pedir una entrevista. Élamaba y entendía las Santas Escrituras,y su intención era que todos los demástambién las amaran y entendieran deigual manera. Como otras personas ya me habían informado de sus entre-vistas sumamente detalladas e inquisi-tivas, la conversación telefónicaprocedió de esta manera:

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“Hola, presidente Child. Habla elhermano Monson. El obispo me hapedido que converse con usted acer-ca de ser ordenado a élder”.

“Muy bien, hermano Monson.¿Cuándo puede venir a verme?”.

Sabiendo muy bien que la reuniónsacramental del barrio de él comenza-ba a las cuatro de la tarde, y deseandodejar el mínimo margen de tiempopara exponer ante su escrutinio mi co-nocimiento de las Escrituras, le sugerí:“¿Está bien a las tres de la tarde?”.

Su respuesta: “Ah, hermanoMonson, eso no nos daría suficientetiempo para examinar detenidamentelas Escrituras. ¿Podría venir a las dosde la tarde y traer su propio ejemplarsubrayado de las Escrituras?”.

Finalmente llegó el domingo y fui ala casa del presidente Child, quien mesaludó amablemente, y después co-menzó la entrevista. Él dijo: “HermanoMonson, usted posee el SacerdocioAarónico”. Claro que eso yo ya lo sa-bía, pero continuó: “¿Alguna vez ha re-cibido la ministración de un ángel?”.

Mi respuesta: “No estoy seguro”.“¿Sabe”, me preguntó, “que tiene

derecho a recibirla?”.Mi respuesta: “No”.Entonces me pidió: “Hermano

Monson, por favor repita de memo-ria la sección 13 de Doctrina yConvenios”.

Empecé: “Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, elcual tiene las llaves del ministerio deángeles…”.

“Un momento”, me indicó el presi-dente Child. Luego, con voz tranquila y amable, me aconsejó: “HermanoMonson, nunca olvide que en calidadde poseedor del Sacerdocio Aarónico,usted tiene derecho al ministerio deángeles. Ahora continúe con el pasaje”.

Recité de memoria el resto de lasección, y el presidente Child me dijo:“Le felicito”. Después conversó conmi-go acerca de varias secciones más deDoctrina y Convenios relacionadas conel sacerdocio. Fue una entrevista muylarga, pero nunca la he olvidado. Alconcluir, el presidente Child me puso

un brazo alrededor de los hombros yme dijo: “Ahora está preparado para recibir el Sacerdocio de Melquisedec.Recuerde que el Señor bendice a lapersona que le sirve”.

Muchos años después, Paul C.Child, siendo él miembro del Comitéde Bienestar del Sacerdocio, y yo asis-timos juntos a una conferencia de es-taca. En la sesión para líderes delsacerdocio, cuando le tocó discursar,tomó las Escrituras entre las manos ybajó del estrado para caminar entre la congregación. Conociendo al presi-dente Child como yo lo conocía, sa-bía lo que iba a hacer. Citó partes deDoctrina y Convenios, incluso la sec-ción 18 que habla del valor de unalma y de que debemos trabajar to-dos nuestros días para llevar almas al Señor. Entonces se volvió hacia elpresidente de un quórum de élderesy le preguntó: “¿Cuál es el valor de un alma?”.

El atónito presidente de quórum titubeó mientras formulaba su res-puesta. Yo oraba en mi corazón quepudiera contestar, y finalmente res-pondió: “El valor de un alma es su ca-pacidad para llegar a ser como Dios”.

El hermano Child cerró susEscrituras, caminó solemne y silen-ciosamente por el pasillo hasta el es-trado, y al pasar a mi lado, me dijo:“Una respuesta muy profunda”.

Debemos conocer el juramento yconvenio del sacerdocio porque nosconcierne a todos. Para los poseedo-res del Sacerdocio de Melquisedec, esuna declaración de la obligación quetenemos de ser fieles y obedientes alas leyes de Dios y de magnificar losllamamientos que recibamos. Para losposeedores del Sacerdocio Aarónico,es una afirmación concerniente a sufuturo deber y responsabilidad, con elfin de que se preparen ahora mismo.

El Señor establece el juramento yconvenio con estas palabras:

“Porque quienes son fieles hastaobtener estos dos sacerdocios de loscuales he hablado, y magnifican su llamamiento, son santificados por elEspíritu para la renovación de suscuerpos.

“Llegan a ser los hijos de Moisés y de Aarón, y la descendencia deAbraham, y la iglesia y reino, y los elegidos de Dios.

“Y también todos los que recibeneste sacerdocio, a mí me reciben, diceel Señor;

“porque el que recibe a mis sier-vos, me recibe a mí;

“y el que me recibe a mí, recibe ami Padre;

“y el que recibe a mi Padre, recibeel reino de mi Padre; por tanto, todolo que mi Padre tiene le será dado”7.

El difunto élder Delbert L. Stapley,del Quórum de los Doce, comentó enuna ocasión: “Este juramento y conve-nio tiene dos requisitos. El primero esla fidelidad, que significa la obedien-cia a las leyes de Dios y que conllevala fiel observancia a todas las normasdel Evangelio…

“El segundo requisito… es magnifi-car nuestro llamamiento. Magnificarsignifica honrar, exaltar y glorificar, yhacer que se tenga en mayor estima o respeto; también significa aumentarla importancia de algo, ampliarlo y hacerlo más grande”8.

En una ocasión se le preguntó alprofeta José Smith: “Hermano José,usted frecuentemente nos insta amagnificar nuestros llamamientos.¿Puede explicarnos lo que eso signifi-ca?”. Se dice que la respuesta fue:“Magnificar el llamamiento es soste-nerlo en alto con dignidad e impor-tancia, de tal manera que la luz delcielo traspase nuestro desempeñoante la vista de los hombres. Un éldermagnifica su llamamiento cuandoaprende su deber y lo lleva a cabo”.

A los que poseen el SacerdocioAarónico se les debe dar la oportuni-dad de magnificar sus llamamientosen ese sacerdocio.

Un domingo, hace dos años, asistía la reunión sacramental de mi barrio,lo cual no ocurre con frecuencia. Enla mesa sacramental había tres presbí-teros; el jovencito de en medio teníacierta discapacidad para moverse y enparticular para hablar. Dos veces in-tentó bendecir el pan pero se atranca-ba cada vez, sin duda avergonzado

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por no poder decir la oración correc-tamente. Uno de los otros presbíterosse hizo cargo y bendijo el pan.

Durante la repartición del pan,pensé: “No puedo permitir que ese jo-vencito se considere un fracaso en lamesa de la Santa Cena”. Tuve la firmeimpresión de que si yo no dudaba, élsería capaz de bendecir el agua correc-tamente. Ya que yo me encontraba enel estrado, cerca de la mesa sacramen-tal, me agaché y le dije al presbíteroque estaba más cerca de mí, señalan-do al joven que había tenido la dificul-tad: “Déjalo bendecir el agua; es unaoración más corta”. Enseguida oré. No quería que él experimentara dosfracasos. Me encanta ese pasaje de lasEscrituras que nos dice que no debe-mos dudar, sino creer9.

Al llegar el momento de bendecir elagua, aquel joven se volvió a arrodillary dijo la oración, un poco titubeantepero sin saltarse una sola palabra. Yome regocijé en silencio. Mientras losdiáconos pasaban las bandejas, miré al jovencito y le indiqué que lo habíahecho muy bien. Él mostró una gransonrisa. Cuando los jovencitos volvíanpara sentarse con sus familias, él sesentó entre su madre y su padre. ¡Quégozo ver a su madre sonreírle y darleun fuerte abrazo, y al padre que lo felicitaba y le pasaba la mano por elhombro! Los tres me miraron a mí eintercambiamos miradas de satisfac-ción; los padres enjugaban sus lágri-mas y yo sentí la impresión de que esejovencito seguiría haciéndolo bien enel futuro.

El sacerdocio no es tanto un don,sino el mandato de servir, el privilegiode elevar y la oportunidad de bende-cir la vida de los demás.

Hace poco recibí una carta sobreun diácono especial, Isaac Reiter, y losdiáconos, maestros y presbíteros quesirvieron, animaron y bendijeron lavida de él y la suya propia.

Isaac luchó contra el cáncer desdeque tenía siete meses hasta que murióa los 13 años de edad. Cuando él y sufamilia se mudaron a una casa cerca deun hospital a fin de que Isaac pudierarecibir la debida atención médica, se

pidió a los miembros del SacerdocioAarónico del barrio cercano que les lle-varan la Santa Cena todos los domin-gos. Esa ordenanza semanal llegó a seruna de las predilectas de los poseedo-res del Sacerdocio Aarónico que parti-ciparon. Junto con sus líderes y con lafamilia de Isaac, solían reunirse alrede-dor de la cama de él, cantar himnos yexpresar testimonios. Después bende-cían la Santa Cena. Isaac siempre insis-tía en que, como diácono, él debíarepartir la Santa Cena a su familia y alos que se la habían llevado. Al estar re-costado en la cama, reunía sus fuerzaspara sostener el plato con los emble-mas bendecidos. Todos los presentesse acercaban a Isaac y tomaban laSanta Cena. Las enfermeras y el perso-nal médico no tardaron en participaren las reuniones al darse cuenta deque Isaac estaba cerca de nuestroPadre Celestial y que siempre lo honra-ba. En su estado de debilidad y dolor,Isaac siempre se comportó con elhonor de alguien que posee un realsacerdocio.

Isaac fue un gran ejemplo para losjovencitos del barrio, quienes vieronel deseo que tenía de cumplir con sudeber, aun en el lecho de muerte, ycomprendieron que esos deberes enverdad son un privilegio. Empezarona llegar más temprano para preparar

la Santa Cena y a estar en sus asientosa tiempo, y eran más reverentes.

Isaac Reiter llegó a ser un granejemplo en cuanto a honrar el sacer-docio. En el servicio fúnebre, se dijoque durante toda su vida había tenidoun pie en el cielo. Sin duda, él siguemagnificando sus deberes y ayudandoen la obra más allá del velo.

Para los que poseemos el Sacer-docio de Melquisedec, el privilegio demagnificar nuestros llamamientos estásiempre presente. Somos los pastoresque velamos por Israel. Los corderoshambrientos están listos para que se les alimente con el pan de vida.¿Estamos preparados, hermanos, paraalimentar al rebaño de Dios? Es impe-rativo que reconozcamos el valor delalma humana y que nunca perdamosla fe en uno de Sus valiosos hijos.

Si hay alguien que se sienta dema-siado débil para mejorar debido al másgrande de los temores, el temor al fra-caso, no existe una seguridad más re-confortante que estas palabras delSeñor: “Basta mi gracia a todos loshombres que se humillan ante mí; por-que si se humillan ante mí, y tienen feen mí, entonces haré que las cosas dé-biles sean fuertes para ellos”10.

Los milagros se pueden encontraren todas partes cuando se magnificanlos llamamientos en el sacerdocio.Cuando la fe reemplaza la duda y elservicio desinteresado elimina el ego-ísmo, el poder de Dios hace que Suspropósitos se hagan realidad. A quienDios llama, Dios habilita.

Ruego que nuestro Padre Celestialbendiga, inspire y dirija siempre a to-dos los que poseen Su valioso sacer-docio, es mi sincera oración, en elnombre del Señor Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 1 Pedro 3:15.2. Véase David O. McKay, Stepping Stones to

an Abundant Life, 1971, pág. 375.3. José Smith—Historia 1:14, 17.4. D. y C. 13:1.5. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Brigham Young, pág. 135.6. Doctrina del Evangelio, págs. 134–135.7. D. y C. 84:33–38.8. En Conference Report, abril de 1957,

pág. 76.9. Véase Mormón 9:27.

10. Éter 12:27.

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Es difícil hablar después del her-mano Monson. Tiene un gransentido del humor y a la vez

una gran sinceridad.Gracias, mis hermanos, por su fe

y por sus oraciones, las agradezcoprofundamente.

Al envejecer, el hombre adquiereun modo de ser más suave y bonda-doso. Últimamente he pensado mu-cho en eso.

Me he puesto a pensar por quéhay tanto odio en el mundo; nos encontramos en medio de guerras terribles donde se pierden vidas y se infligen heridas atroces. En lo querespecta a nosotros, hay mucha envi-dia, orgullo, arrogancia y críticas continuas; padres que pierden los es-tribos por cosas pequeñas y triviales,y que hacen llorar a sus esposas y que

sus hijos tengan miedo.El fantasma del racismo ha vuelto a

aparecer. Me dicen que lo hay inclusoentre los miembros de la Iglesia. Nome explico cómo puede ser. Pensabaque todos sentíamos gozo por la reve-lación que se dio al presidenteKimball en 1978. Yo me encontrabaen el templo en el momento en queeso sucedió. No hubo ninguna dudaen mi mente o en la de mis colegasde que lo que se reveló fue la inten-ción y la voluntad del Señor.

Ahora me dicen que a veces seoyen entre nosotros comentarios ra-cistas y denigrantes. Les recuerdoque nadie que haga comentariosofensivos en cuanto a las personas de otra raza se puede considerar unverdadero discípulo de Cristo, ni tampoco puede considerar que estéen armonía con las enseñanzas de la Iglesia de Cristo. ¿Cómo puede un poseedor del Sacerdocio deMelquisedec suponer con arroganciaque él tiene derecho al sacerdocio,mientras que otro que vive una vidarecta, pero cuya piel es de diferentecolor, no tiene ese derecho?

A lo largo de mi servicio comomiembro de la Primera Presidenciahe reconocido y hablado varias vecessobre la diversidad de nuestra socie-dad; está a nuestro alrededor, y debe-mos esforzarnos por dar cabida a esadiversidad.

Reconozcamos que cada uno denosotros es un hijo o una hija de

nuestro Padre Celestial que ama a to-dos Sus hijos.

Hermanos, no hay cabida para elodio racial entre el sacerdocio de estaIglesia. Si entre los que me estén es-cuchando hay alguien que esté pre-dispuesto a esta práctica, vaya ante elSeñor, pida perdón y deje de hacerlo.

De vez en cuando recibo cartas enlas que las personas que las escribensugieren asuntos que piensan que sedeberían tratar en la conferencia.Recibí una de ellas el otro día, de unamujer que dice que su primer matri-monio terminó en divorcio. Despuésconoció a un hombre que parecía seruna persona muy amable y considera-da. Sin embargo, poco después de ca-sarse, ella descubrió que las finanzasde él eran un desastre; tenía muy po-cos recursos, pero aún así, renunció a su empleo y rehusó trabajar, lo quela obligó a ella a buscar trabajo paramantener a la familia.

Han pasado los años y él sigue sin trabajo. Ella prosigue a hablar deotros dos hombres que están yendopor el mismo camino, negándose atrabajar, mientras que las esposas tie-nen que pasar largas horas haciéndo-lo para suministrar lo necesario parael hogar.

Pablo le dijo a Timoteo: “porque si alguno no provee para los suyos, ymayormente para los de su casa, hanegado la fe, y es peor que un incré-dulo” (1 Timoteo 5:8). Ésas son pala-bras muy fuertes.

En la revelación moderna, el Señorha dicho:

“Las mujeres tienen el derecho derecibir sostén de sus maridos hastaque éstos mueran…

“Todos los niños tienen el derechode recibir el sostén de sus padres has-ta que sean mayores de edad” (D. y C.83:2, 4).

Desde los primeros días de estaIglesia se ha considerado al maridocomo el sostén de la familia. No creoque a un hombre se le pueda conside-rar como un buen miembro de laIglesia si se niega a trabajar para man-tener a su familia cuando es física-mente capaz de hacerlo.

La necesidad demás bondadP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

¿Por qué razón habremos de ser tan crueles e hirientes conlos demás? ¿Por qué no extendemos nuestra amistad a todoslos que nos rodean?

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 59

Ahora bien, previamente mencionéque no sabía por qué había tanto con-flicto, odio y amargura en el mundo.Naturalmente, sé que todo esto es laobra del adversario; él influye en noso-tros por separado. Él destruye a loshombres fuertes, y lo ha hecho desdeel momento en que se organizó estaIglesia. El presidente Wilford Woodruffdijo lo siguiente:

“He visto a Oliver Cowdery hablarcon tal poder que parecía que hacíatemblar la tierra bajo sus pies; nunca oí a un hombre dar un testimonio másfuerte que él cuando lo hacía con la in-fluencia del Espíritu. Pero desde el mo-mento en que abandonó el reino deDios, su fuerza desapareció… La per-dió, como Sansón en brazos de Dalila;perdió la fuerza y el testimonio que ha-bía tenido, y nunca los recuperó total-mente en la carne, a pesar de quemurió siendo [miembro] de la Iglesia”(Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Wilford Woodruff, pág. 108).

Tengo permiso para contarles el relato de un jovencito que se crió ennuestra comunidad; no era miembro

de la Iglesia; tanto él como sus padreseran miembros activos de otra religión.

Recuerda que cuando era peque-ño, algunos de sus amigos Santos delos Últimos Días lo ridiculizaban, lohacían sentir incómodo y le tomabanel pelo.

Literalmente, llegó a odiar a laIglesia y a sus miembros, ya que noveía nada bueno en ninguno de ellos.

Un día, su padre se quedó sin tra-bajo y tuvieron que mudarse. En esenuevo lugar, el joven pudo inscribirseen la universidad a los diecisiete años.Allí, por primera vez en su vida, sintióla calidez de los amigos; uno de ellosera Richard, quien lo invitó a unirse al club del que él era presidente. El joven escribe: “Por primera vez en lavida alguien deseaba mi compañía; yono sabía cómo comportarme, pero,por fortuna, me uní… Fue un senti-miento maravilloso, el sentimiento de tener un amigo. Toda mi vida habíaorado para tener uno, y ahora, des-pués de diecisiete años, Dios habíacontestado esa oración”.

A los diecinueve años, él y Richard

fueron compañeros de tienda de cam-paña en su trabajo de verano. Él se fijóque Richard leía un libro todas las no-ches. Le preguntó qué era lo que leía,a lo que respondió que era el Libro de Mormón. Él añade: “Rápidamentecambié el tema de conversación y mefui a acostar. Después de todo, ese li-bro era el que me había arruinado laniñez. Intenté olvidarlo, pero duranteuna semana, no me fue posible conci-liar el sueño. ¿Por qué lo leía todas lasnoches? No tardé en sentirme muymal por todas las preguntas que acudí-an a mi mente, de modo que una no-che le pregunté qué había en ese libroque fuera tan importante. ¿Qué habíaen él? Él me alcanzó el libro, y yo rápi-damente le dije que no quería tocarlo,que sólo quería saber lo que había enél. Empezó a leer donde había queda-do; leyó sobre Jesús y en cuanto a unaaparición en las Américas. Me hallabasumamente sorprendido, porque nopensaba que los mormones creyeranen Jesús”.

Richard lo invitó a cantar con él en el coro de la conferencia de estaca.

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Llegó el día y se inició la conferencia.“El élder Gary J. Coleman, del PrimerQuórum de los Setenta, era el oradorinvitado. Durante la conferencia meenteré de que él también [era conver-so]. Cuando se terminó, Richard mellevó del brazo para ir a hablar con él.Por fin accedí y, al acercarme, él se vol-vió y me sonrió; yo me presenté y ledije que no era miembro de la Iglesia yque sólo había ido a cantar en el coro.Él sonrió y dijo que le daba gusto queestuviera allí, y comentó que le habíagustado la música. Le pregunté cómosabía que la Iglesia era verdadera. Medio una corta versión de su testimonioy me preguntó si había leído el Librode Mormón. Le dije que no. Me pro-metió que la primera vez que lo leyerasentiría el Espíritu”.

En otra ocasión, este joven y suamigo iban viajando; Richard le dioun Libro de Mormón y le pidió que lo leyera en voz alta, lo cual hizo, y de pronto se sintió conmovido por la inspiración del Espíritu Santo.

Pasó el tiempo y su fe aumentó.Accedió a bautizarse, a lo cual sus pa-dres se opusieron, pero él siguió ade-lante y se hizo miembro de esta Iglesia.

Su testimonio se sigue fortalecien-do. Hace sólo unas semanas se casó

con una bella jovencita Santo de losÚltimos Días por esta vida y por laeternidad en el Templo de Salt Lake.El élder Gary J. Coleman efectuó elsellamiento.

Ése es el fin de ese relato, pero deél se aprenden grandes enseñanzas;una de ellas es la manera vergonzosacomo lo trataron sus jóvenes compa-ñeros mormones.

Otra, es la forma en que lo trató sunuevo amigo Richard; fue una expe-riencia totalmente opuesta a la ante-rior, y la que lo llevó a su conversión y bautismo, pese a que parecía ser imposible.

Esa clase de milagro puede ocurriry ocurrirá cuando haya bondad, res-peto y amor. ¿Por qué razón habre-mos de ser tan crueles e hirientes conlos demás? ¿Por qué no extendemosnuestra amistad a todos los que nosrodean? ¿Por qué hay tanta amarguray hostilidad? Eso no es parte delEvangelio de Jesucristo.

Todos tropezamos de vez encuando; todos cometemos errores.Parafraseo las palabras de Jesús, enla oración del Señor: “Y perdónanosnuestras deudas, como también no-sotros perdonamos a nuestros deu-dores” (véase Mateo 6:12).

William W. Phelps, un allegado delprofeta José Smith, lo traicionó en1838, lo que llevó al encarcelamientodel Profeta en Misuri. Al reconocer lamaldad de lo que había hecho, le es-cribió al Profeta para pedirle perdón.El Profeta le contestó, en parte, de lasiguiente manera:

“Es cierto que hemos sufrido mu-cho por motivo de su conducta. Elvaso de hiel, que ya era más de lo quepodía beber un ser mortal, ciertamen-te rebosó cuando usted se volvió con-tra nosotros.

“Sin embargo, la copa ha sido bebi-da, se ha hecho la voluntad de nues-tro Padre y todos estamos con vida,por lo que damos gracias al Señor…

“Creyendo que su confesión es sin-cera y su arrepentimiento genuino,me dará gusto una vez más estrecharsu mano diestra en señal de nuestraconfraternidad, y me regocijaré por el regreso del pródigo.

“Fue leída su carta a los miembrosde la Iglesia el domingo pasado, ydespués de pedir su parecer, unáni-memente se aprobó que William W.Phelps fuese recibido dentro de laconfraternidad.

“ ‘Adelante, querido hermano, laguerra ya ha pasado,

“ ‘Amigos fuimos, y de nuevo lo seremos’ ” (véase Enseñanzas delProfeta José Smith, págs. 197–198).

Hermanos, es ese espíritu, comoexpresó el Profeta, el que debemoscultivar en nuestra vida. No debemossentirnos satisfechos; somos miem-bros de la Iglesia de nuestro Señor;tenemos una obligación para con Él,al igual que para con nosotros mis-mos y los demás. Este viejo y pecami-noso mundo necesita hombres defortaleza, hombres de virtud, hom-bres de fe y rectitud, hombres que es-tén dispuestos a perdonar y a olvidar.

Ahora bien, para terminar, mecomplace destacar que los ejemplos ylos relatos que he mencionado no re-presentan las acciones y la actitud dela gran mayoría de nuestros miem-bros. Veo a mi alrededor una maravi-llosa demostración de amor y depreocupación hacia los demás.

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Hace una semana, este recinto es-taba lleno de bellas jovencitas que seesfuerzan por vivir el Evangelio; ellasson generosas las unas con las otras y tratan de fortalecerse mutuamente.Ellas son un honor para sus padres y para los hogares de donde proce-den; ellas casi son mujeres hechas yderechas, y llevarán a lo largo de suvida los ideales que hoy les brindanánimo.

Piensen en todo el bien que llevana cabo las mujeres de la Sociedad deSocorro. La influencia de sus activida-des benevolentes se extiende portodo el mundo. Las mujeres procurandar de su tiempo, de su cuidado amo-roso y de sus recursos para ayudar alos enfermos y a los necesitados.

Piensen en el programa de bienes-tar que tiene voluntarios que suminis-tran alimento, ropa y otros artículosnecesarios a los afligidos.

Piensen en el largo alcance de laslabores humanitarias que van más alláde los miembros de la Iglesia a las na-ciones más pobres de la tierra. El azo-te del sarampión se está eliminandode muchas regiones por medio de lascontribuciones de esta Iglesia.

Observen la labor del FondoPerpetuo para la Educación al sacar amiles del fango de la pobreza hacia laluz del conocimiento y la prosperidad.

Podría seguir recordándoles encuanto a los enormes esfuerzos quehace la buena gente de esta Iglesiapor bendecirse unos a otros, con una labor que se extiende por elmundo hacia los pobres y afligidosde la tierra.

No hay límite para el bien que po-demos hacer, para la influencia quepodemos surtir en los demás. No ha-gamos hincapié en la crítica ni en lonegativo. Oremos para tener fuerza;oremos para tener la capacidad y eldeseo de ayudar a los demás.

En las palabras del Señor a Josué,hermanos: esfuércense y sean valien-tes; no teman ni desmayen, porqueJehová su Dios estará con ustedes don-dequiera que vayan (véase Josué 1:9).

En el nombre del Señor Jesucristo.Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 61

L os miembros de La Iglesia deJesucristo de los Santos de losÚltimos Días nos preocupa-

mos por todos los hijos de Dios queviven o que han vivido sobre la fazde la tierra. “Nuestro mensaje”, de-claró la Primera Presidencia en 1978,“refleja el amor que sentimos por la humanidad y el interés en su bien-estar eterno, sin importarnos suscreencias religiosas, su raza o nacio-nalidad, sabiendo sin lugar a dudasque somos hermanos y hermanasdebido a que somos hijos e hijas del mismo Padre Eterno”1. Tal comoel élder Dallin H. Oaks dijo haceunos años:

“La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días tiene mu-chas creencias en común con otrasiglesias cristianas, pero también tene-mos diferencias, y son esas diferenciaslas que explican por qué enviamos mi-sioneros a otros cristianos, por quéedificamos templos, además de las ca-pillas, y por qué nuestras creenciasnos brindan tanta felicidad y fortalezapara hacer frente a las dificultades dela vida y de la muerte”2.

Hoy deseo testificar de la plenituddel Evangelio restaurado de Jesucristo,la cual contribuye de manera positivaa las creencias religiosas de otras de-nominaciones, sean cristianas o no.Originalmente, esa plenitud fue esta-blecida por el Salvador durante Su mi-nisterio terrenal, pero entonces seprodujo un alejamiento.

Algunos de los primeros apóstolessabían que se produciría una aposta-sía antes de la segunda venida delSeñor Jesucristo. De hecho, Pablo es-cribió a los tesalonicenses al respecto:“Nadie os engañe en ninguna manera;porque no vendrá sin que antes ven-ga la apostasía”3.

Durante la apostasía se perdieronlas llaves del sacerdocio, y algunas delas preciadas doctrinas de la Iglesiaque organizó el Salvador fueron alteradas, entre las que destacan el

La restauración detodas las cosasP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Creemos que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días es una restauración de la Iglesia original que estableció Jesucristo.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA2 d e a b r i l d e 2 0 0 6

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bautismo por inmersión4; la recep-ción del Espíritu Santo mediante laimposición de manos5; la naturalezade la Trinidad, respecto a que sontres Personajes diferentes6; que todala humanidad resucitará merced a la Expiación de Cristo,“así… justoscomo… injustos7; la revelación conti-nua, en cuanto a que los cielos no es-tán cerrados8; y la obra del templotanto por los vivos como por losmuertos9.

El período siguiente se llegó a co-nocer como el Oscurantismo. Dichoalejamiento de la verdad fue predichopor el apóstol Pedro cuando declaróque “es necesario que el cielo reciba[a Jesucristo] hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, deque habló Dios por boca de sus san-tos profetas que han sido desde tiem-po antiguo”10. La restitución sólo seríanecesaria si se hubieran perdido esascosas preciadas.

Durante los siglos siguientes, hom-bres religiosos admitieron que se ha-bía producido un alejamiento o unaapostasía gradual de la Iglesia que or-ganizó Jesucristo. Algunos de esoshombres padecieron enormementepor sus creencias durante la etapaque se denominó la Reforma, un mo-vimiento del siglo XVI que tenía porobjeto reformar el cristianismo occi-dental, lo cual desembocó en la sepa-ración de las iglesias protestantes de

la corriente principal del cristianismo.Entre aquellos reformadores estaba

el reverendo John Lathrop, vicario de la Iglesia de Egerton en Kent,Inglaterra. Dicho sea de paso, el profe-ta José Smith es descendiente de JohnLathrop. En 1623, este hombre dimitióde su cargo porque cuestionaba la au-toridad de la Iglesia Anglicana para ac-tuar en el nombre de Dios. Al leer laBiblia, se dio cuenta de que las llavesapostólicas no estaban en la tierra. En1632 se convirtió en ministro religiosode una iglesia independiente e ilegal y fue encarcelado. Su esposa falleciómientras él estaba en la cárcel y sus hijos, huérfanos, suplicaron al obispoque lo liberara. Éste accedió a su libe-ración a cambio de que Lathrop dejarael país, lo cual hizo, y con 32 miem-bros de su congregación se embarcócon destino a los Estados Unidos11.

Roger Williams, pastor del sigloXVII que fundó Rhode Island, senegó a seguir como pastor religiosoen Providence alegando que no había“ninguna iglesia de Cristo debida-mente constituida sobre la tierra, nipersona alguna autorizada para admi-nistrar ninguna de las ordenanzas dela Iglesia, ni las [podía] haber hastaque [fuesen] enviados nuevos após-toles por el gran Director de laIglesia, cuya venida yo busco”12.

Ésos son tan sólo dos eruditos reli-giosos que reconocieron la existencia

de una apostasía de la Iglesia organi-zada por Jesucristo y la necesidad derestaurar las llaves del sacerdocio, lascuales se habían perdido. El apóstolJuan vio en una visión la época cuan-do “[volaría] por en medio del cielo…otro ángel, que [tendría] el evangelioeterno para predicarlo a los morado-res de la tierra, a toda nación, tribu,lengua y pueblo”13. Esta profecía se hacumplido. Dado que nosotros cree-mos que el Evangelio de Jesucristo hasido restaurado en su plenitud por elprofeta José Smith en nuestros días,deseamos dar a todos la oportunidadde conocer y aceptar este mensaje.

En la Iglesia restaurada contamosahora con apóstoles, profetas, pasto-res, maestros y evangelistas, los cualesPablo mencionó al dirigirse a los efe-sios14. El Salvador estableció esos ofi-cios del sacerdocio cuando organizóSu Iglesia en el meridiano de los tiem-pos. Reconocemos los dos órdenesdel sacerdocio y sus correspondientesoficios: el sacerdocio menor es elSacerdocio Aarónico, nombre que re-cibe de Aarón; y el sacerdocio mayores el Sacerdocio de Melquisedec, querecibe su nombre de Melquisedec, a quien Abraham pagó el diezmo. El Sacerdocio Aarónico fue restaura-do el 15 de mayo de 1829 por Juan el Bautista, y el Sacerdocio deMelquisedec fue restaurado antes dehaber transcurrido un mes por losapóstoles de la antigüedad, Pedro,Santiago y Juan, a José Smith y OliverCowdery. Por ello los poseedores ac-tuales del sacerdocio afirman tener el poder para actuar en el nombre de Dios por medio del sacerdocio, “el poder que se respeta tanto en elcielo como en la tierra”15.

En el Templo de Kirtland, el 3 deabril de 1836, Moisés se apareció aJosé Smith y a Oliver Cowdery, y lesentregó las llaves del recogimiento deIsrael. Después, Elías se apareció yentregó la dispensación del Evangeliode Abraham, “diciendo que en noso-tros y en nuestra descendencia seríanbendecidas todas las generacionesdespués de nosotros”16. Tras él sepresentó Elías el profeta, quien les

Miembros de Chihuahua, México, asisten a una transmisión de la conferencia.

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Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Gordon B. HinckleyPresidente

Dieter F. Uchtdorf David A. BednarHenry B. EyringJeffrey R. HollandRobert D. HalesRichard G. Scott

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

LA PRIMERA PRESIDENCIA

AUTORIDADES GENERALES DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Merrill J. Bateman Neil L. Andersen Ronald A. RasbandEarl C. Tingey D. Todd Christofferson Robert C. OaksCharles Didier

Abril de 2006

James E. FaustSegundo Consejero

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

Boyd K. Packer L. Tom Perry Russell M. Nelson Dallin H. Oaks M. Russell Ballard Joseph B. Wirthlin

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David S. Baxter Shayne M. Bowen Monte J. Brough Sheldon F. Child L. Whitney Clayton Gary J. Coleman

Quentin L. Cook Claudio R. M. Costa Benjamín De Hoyos Robert K. Dellenbach John B. Dickson David F. Evans

Bruce C. Hafen Donald L. Hallstrom Keith K. Hilbig Richard G. Hinckley Jay E. Jensen Marlin K. Jensen

Kenneth Johnson Paul V. Johnson W. Rolfe Kerr Yoshihiko Kikuchi Paul E. Koelliker John M. Madsen

Marcus B. Nash Dennis B.Neuenschwander

Glenn L. Pace Anthony D. Perkins Paul B. Pieper Carl B. Pratt

Cecil O. Samuelson Jr. Steven E. Snow Ulisses Soares

Spencer J. Condie

Christoffel Golden Jr.

Richard J. Maynes

C. Scott Grow

Carlos H. Amado

Gene R. Cook

Daniel L. Johnson

Lynn A. Mickelsen

Lynn G. Robbins

Walter F. González

Mervyn B. Arnold Douglas L. Callister Craig A. Cardon Craig C. Christensen Shirley D. Christensen Don R. Clarke

James M. Dunn Keith R. Edwards Stanley G. Ellis Daryl H. Garn D. Rex Gerratt Larry W. Gibbons

Spencer V. Jones Won Yong Ko Gerald N. Lund Clate W. Mask Jr. Dale E. Miller

Robert F. Orton William W. Parmley Wolfgang H. Paul Wayne S. Peterson H. Bryan Richards

Lowell M. Snow Donald L. Staheli Robert R. Steuer David R. Stone H. Bruce Stucki

Richard H. Winkel Robert S. WoodPaul K. Sybrowsky

Ronald T. Halverson

W. Douglas Shumway

William R. Walker Robert J. Whetten H. Ross WorkmanFrancisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick

R. Conrad Schultz

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullinSegundo Consejero

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

Bruce D. Porter

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Los miembros llegan para presenciar

las transmisiones de la conferencia en

las Filipinas (parte superior de la

página), Uruguay (arriba), y Brasil

(izquierda). Los miembros de Corea

sostienen a los líderes de la Iglesia

(centro, a la izquierda).

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entregó las llaves de esta dispensa-ción, llaves que incluyen el poderpara sellar y atar en el cielo lo que seate en la tierra en el interior de lostemplos17. De ese modo, los profetasde dispensaciones anteriores delEvangelio entregaron sus llaves alprofeta José Smith en ésta, la “dis-pensación del cumplimiento de lostiempos”, de la que habló el apóstolPablo a los efesios18.

Me siento agradecido por que elSeñor consideró establecer nueva-mente la ley del diezmo y las ofrendasentre Su pueblo. Cuando guardamosla ley del diezmo, las ventanas de loscielos se abren de par en par para no-sotros, y recibimos grandes bendicio-nes cuando tenemos la fe paraobservar dicha ley.

A lo largo de la historia de la tierra,la adoración en el templo ha sido unaparte importante de la devoción delos santos, pues mediante ella mues-tran su deseo de acercarse más a suCreador. El templo fue un lugar deaprendizaje para el Salvador cuando sehallaba en la tierra; era parte integralde Su vida. Las bendiciones del tem-plo vuelven a estar a nuestro alcanceen la actualidad. Algo exclusivo de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días es la enseñanza querelaciona los templos con la trascen-dencia eterna de lo que sucede enellos. Tenemos templos majestuosos yhermosos en gran parte de la tierra, yen ellos se realiza una obra sumamen-te sagrada. El presidente Gordon B.Hinckley ha dicho de ellos: “Hay muypocos lugares en la tierra donde laspreguntas del hombre sobre la vida reciban respuestas de la eternidad”19.Los solemnes misterios en cuanto a dedónde venimos, por qué estamos aquíy a dónde vamos obtienen una res-puesta más plena en los templos.Vinimos de la presencia de Dios y es-tamos en la tierra para prepararnospara volver a Su presencia.

Pero mayor importancia tiene elque, dentro de los templos, los espo-sos y las esposas realizan convenioseternos sellados por la autoridad delsacerdocio. Los hijos que nacen de

esa unión, si son dignos, pueden disfrutar de una relación eterna comoparte de una familia y como hijos deDios. El apóstol Juan escribió: “Estosque están vestidos de ropas blancas,¿quiénes son?… Por esto están delantedel trono de Dios, y le sirven día y no-che en su templo”20.

El Señor ha dicho que Su obra con-siste en “llevar a cabo la inmortalidady la vida eterna del hombre”21, de locual se desprende que toda persona,viva o muerta, tendrá la oportunidadde oír el Evangelio, ya sea en esta vidao en el mundo de los espíritus. Pablodijo a los corintios: “De otro modo,¿qué harán los que se bautizan por losmuertos, si en ninguna manera losmuertos resucitan? ¿Por qué, pues, sebautizan por los muertos?”22. Por esarazón realizamos ordenanzas en lostemplos a favor de nuestros antepasa-dos que han fallecido. No por ello serestringe la capacidad de elegir ni elalbedrío de nadie. Aquellos por quie-nes se realiza la obra pueden aceptar-la o no, como ellos decidan.

El apóstol Juan vio en una visión laépoca en que un ángel descendería ala tierra como parte de la restauracióndel Evangelio. Ese ángel fue Moroni, elque se apareció a José Smith y le indi-có dónde se hallaban unas planchasde oro con escritos antiguos. JoséSmith procedió a traducir esas plan-chas por el don y el poder de Dios, ytodo ello se publicó con el nombre delLibro de Mormón. Éste es un registrode dos grupos de personas que vivie-ron hace siglos en el continente ameri-cano. Poco se sabía de ellos antes de la publicación del Libro de Mormón,pero lo realmente importante es queel Libro de Mormón es otro testamen-to de Jesucristo que ha restaurado pre-ciadas verdades relativas a la Caída, a laExpiación, a la Resurrección y a la vidadespués de la muerte.

Antes de la Restauración, los cieloshabían estado cerrados durante siglos,pero con los profetas y apóstoles otravez sobre la tierra, los cielos se abrie-ron de nuevo con visiones y revelacio-nes. Muchas de las revelaciones que

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recibió José Smith se publicaron en un libro que llegó a conocerse comoDoctrina y Convenios, el cual arrojamayor luz sobre los principios y las ordenanzas, y constituye una valiosafuente de consulta sobre la estructuradel sacerdocio. Además, tenemos otrolibro de Escrituras: la Perla de GranPrecio. Éste incluye el libro de Moisés,que José Smith recibió por revelación,y el libro de Abraham, que tradujo deun papiro egipcio que había adquirido.Aparte de obtener mucha más infor-mación sobre Moisés, Abraham, Enoc yotros profetas, de ambos documentosaprendemos muchos detalles adiciona-les sobre la Creación. Aprendemos queel Evangelio de Jesucristo se enseñó atodos los profetas desde el principio,incluso desde la época de Adán23.

Creemos que La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos

Días es la restauración de la Iglesia original que estableció Jesucristo, que se edificó “sobre el fundamentode los apóstoles y profetas, siendo laprincipal piedra del ángulo Jesucristomismo”24. Esta Iglesia no procede de la división de ninguna otra iglesia.

Creemos que el Evangelio deJesucristo ha sido restaurado en suplenitud, pero éste no es motivo paraque nadie se sienta superior a ningúnotro hijo de Dios. Antes bien, ello con-lleva una obligación mayor, como es lade aplicar la esencia del Evangelio deCristo en nuestra vida, a fin de amar,servir y bendecir a los demás. De he-cho, tal y como la Primera Presidenciadeclaró en 1978, creemos que “losgrandes líderes religiosos del mundocomo Mahoma, Confucio y losReformadores, al igual que los filóso-fos como Sócrates, Platón y otros,

recibieron una porción de la luz deDios. Dios les concedió verdades mo-rales para iluminar a naciones enterasy para llevar un mayor nivel de enten-dimiento a las personas”25. Por ello,respetamos las creencias religiosas sin-ceras de los demás y apreciamos quese tenga la misma cortesía y respetopor las creencias que nosotros valoramos.

Tengo un testimonio personal de laveracidad de los convenios, las ense-ñanzas y la autoridad restaurados porconducto del profeta José Smith. Estacerteza me ha acompañado toda lavida. Me siento agradecido por que la restauración de la plenitud delEvangelio tuvo lugar en nuestra época,pues en ella se halla el sendero queconduce a la vida eterna. Ruego quenos acompañen la fortaleza, la paz y elinterés de Dios el Padre y el amor y lagracia eternos del Señor Jesucristo. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “Declaración de la Primera Presidencia

sobre el amor de Dios por todo el génerohumano”, 15 de febrero de 1978.

2. “La Apostasía y la Restauración”, Liahona,julio de 1995, pág. 95.

3. 2 Tesalonicenses 2:3; cursiva agregada.4. Véase Marcos 1:9–10.5. Véase Hechos 8:14–17; 19:3–6.6. Véase Mateo 3:17; Hechos 7:55; D. y C.

130:22.7. Hechos 24:15.8. Véase Daniel 2:28; Amós 3:7; D. y C.

121:26.9. Véase Abdías 1:21; Malaquías 4:6;

1 Corintios 15:29; Apocalipsis 7:15.10. Hechos 3:20–21.11. Véase Mark E. Petersen, The Great

Prologue, 1975, págs. 34–35.12. Véase William Cullen Bryant, editor,

Picturesque America; or, the Land We Live In, 2 tomos, 1872–1874, tomo I, pág. 502; véase también LeGrand Richards,Una Obra Maravillosa y un Prodigio, pág. 26.

13. Apocalipsis 14:6.14. Véase Efesios 4:11.15. James E. Talmage, Artículos de Fe, pág. 227.16. D. y C. 110:12.17. D. y C. 110:13–16.18. Efesios 1:10.19. “Why These Temples?”, Temples of The

Church of Jesus Christ of Latter-day Saints,1999, pág.14.

20. Apocalipsis 7:13, 15.21. Moisés 1:39.22. 1 Corintios 15:29.23. Moisés 5:58; 8:19; Abraham 2:10–11.24. Efesios 3:20.25. Declaración de la Primera Presidencia,

15 de febrero de 1978.

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Las primeras palabras de Jesús en Su majestuoso Sermón delMonte iban dirigidas a los atri-

bulados, los desalentados y los depri-midos: “Bienaventurados los pobresen espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”1. Sean ustedesmiembros de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días opersonas de entre las decenas de mi-llares que nos escuchan y que no sonde nuestra fe, me dirijo a los que seenfrentan con pruebas personales ydificultades familiares, a aquellos quese enfrentan con conflictos que se en-tablan en las solitarias trincheras delcorazón, a aquellos que tratan de

detener las marejadas de la desespe-ración que a veces nos abrumancomo si fueran un maremoto delalma. Deseo dirigir mis palabras enparticular a ustedes que piensan quesu vida está destrozada, y que, al parecer, no tiene reparación.

A todos ustedes les ofrezco el re-medio más seguro y más agradableque conozco, que se encuentra en elllamado fuerte y sonoro que nos hizoel Salvador del mundo al comenzar Suministerio y también al finalizarlo. Selo dijo a los creyentes y se lo dijo a losque no estaban muy seguros de creer-le. Se lo dijo a todos, cualesquiera quefuesen sus problemas personales:

“Venid a mí todos los que estáistrabajados y cargados, y yo os harédescansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, yaprended de mí, que soy manso y hu-milde de corazón; y hallaréis descan-so para vuestras almas”2.

En esa promesa, la frase introduc-toria, “venid a mí”, es crucial; es la clave de la paz y del reposo que bus-camos. De hecho, cuando el Salvadorresucitado dio Su sermón a los nefitasen el templo del Nuevo Mundo, co-menzó diciendo: “Bienaventuradosson los pobres en espíritu que vienena mí, porque de ellos es el reino delos cielos”3.

Cuando Andrés y Juan oyeron porprimera vez a Cristo, se conmovierontanto que, cuando Él se apartó de lamultitud, lo siguieron. Percibiendoque lo seguían, Jesús les preguntó:“¿Qué buscáis?”. Ellos le respondie-ron: “¿Dónde moras?”. Y Cristo dijo:“Venid y ved”. Al día siguiente, Cristoencontró a otro discípulo, Felipe, y le dijo: “Sígueme”4. Poco tiempo des-pués, llamó oficialmente a Pedro y aotros nuevos apóstoles con el mismoespíritu de invitación. “Venid en posde mí”5, les dijo.

Evidentemente, la esencia mismade nuestro deber y del requisito fun-damental de nuestra vida terrenal haquedado captada en esas breves fra-ses de diversas escenas del ministe-rio terrenal del Salvador. Él nos dice:“Confiad en mí; aprended de mí; haced lo que yo hago; y cuando reco-rráis mi camino, entonces hablare-mos de la dirección que vosotrosseguís y de las tribulaciones y de laspruebas que encaráis. Si me seguís, yo os sacaré de la oscuridad”. Él nos promete: “Os daré respuesta avuestras oraciones y descanso paravuestras almas”.

Mis amados amigos, no conozcootra manera de tener éxito y seguri-dad entre todos los riesgos y proble-mas de la vida, ni conozco otra formade llevar nuestras cargas ni de hallarlo que Jacob, en el Libro de Mormón,llamó: “esa felicidad que está prepara-da para los santos”6.

¿Y cómo puede uno “venir aCristo” en respuesta a esa invitaciónconstante? Las Escrituras nos dan mu-chos ejemplos y métodos, y ustedesya conocen muy bien los más básicos.El primero y el más fácil es sencilla-mente el deseo del corazón, la formamás básica de fe que conocemos.“…aunque no sea más que un deseode creer”, dice Alma, ejercitando tansólo: “…un poco de fe…” dando aun-que sea una pequeña cabida a laspromesas de Dios, será suficientepara comenzar7. El tan sólo creer, eltener aunque sea una “molécula” defe —el simple hecho de tener una es-peranza en cosas que aún no hemos

Las cosasdestrozadaspueden repararseÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Cuando Él dice a los pobres en espíritu: “Venid a mí”, lo que quiere decir es que Él conoce el camino hacia la salida y hacia el cielo.

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visto en la vida y que, sin embargo, realmente existen8— ese paso senci-llo, cuando se centra en el SeñorJesucristo, siempre ha sido y siempreserá el primer principio de SuEvangelio eterno, el primer pasopara salir de la desesperación.

Segundo, debemos cambiar todoaquello que forme parte del problemay que nos sea posible cambiar; ensuma, debemos arrepentirnos, siendoésta tal vez la palabra del vocabulariocristiano que contenga más esperanzay aliento. Le agradecemos a nuestroPadre Celestial que se nos permitacambiar. Le agradecemos a Jesús quepodamos cambiar, y finalmente lo ha-cemos sólo con Su ayuda divina. Esverdad que todos nuestros problemasno son el resultado de nuestros he-chos; a menudo son la consecuenciade los hechos de otras personas o sim-plemente las circunstancias comunesde la vida. Pero debemos cambiar todolo que podamos cambiar, y perdonarlo demás. De esa forma nuestro acce-so a la expiación del Salvador quedatan libre de obstáculos como noso-tros, con nuestras imperfecciones, podamos lograrlo. Él hará lo demás.

Tercero, de todas las formas posi-bles, procuramos tomar sobre noso-tros Su identidad, y eso comienza altomar sobre nosotros Su nombre. Ese

nombre se nos otorga formalmentepor convenio en las ordenanzas salva-doras del Evangelio, las que comienzancon el bautismo y terminan con losconvenios del templo, y muchas más,como la de participar de la Santa Cena,las que se entrelazan en nuestra vidacomo bendiciones y recordatorios adi-cionales. Al enseñar a su pueblo elmensaje que damos en esta ocasión,Nefi dijo: “[Seguid] al Hijo con íntegropropósito de corazón… con verdaderaintención… [y tomad] sobre vosotrosel nombre de Cristo… haced las cosasque os he dicho que he visto que harávuestro Señor y Redentor”9.

Al seguir esas enseñanzas tan bási-cas, se abren ante nosotros magníficasconexiones con Cristo de múltiplesformas: orar y ayunar, meditar en Suspropósitos, saborear las Escrituras yprestar servicio al prójimo, “[soco-rrer] a los débiles, [levantar] las ma-nos caídas… [fortalecer] las rodillasdebilitadas”10, y, sobre todo, amar con“el amor puro de Cristo”, ese don que“nunca deja de ser”, ese don que“todo lo sufre, todo lo cree, todo loespera [y] todo lo soporta”11. Con esaclase de amor, pronto comprendemosque en la vida tenemos al alcance mu-chos caminos que llevan al Maestro, ycada vez que le buscamos, por másdébil que sea nuestro esfuerzo,

descubrimos que Él ha estado inten-tando, deseoso, llegar hasta nosotros.Y así avanzamos, nos esforzamos, bus-camos y nunca cedemos12.

Mi deseo en el día de hoy es paratodos nosotros —no tan sólo para los“pobres en espíritu”, sino para todos—que tengamos más experiencia perso-nal y directa con el ejemplo delSalvador. A veces buscamos lo divinode manera muy indirecta, concentrán-donos en los programas, en la historiao en la experiencia ajena, lo cual esimportante, pero no tanto como la experiencia personal, como el ser unverdadero discípulo, y la fortaleza quese recibe del experimentar personal-mente la majestuosidad de la influen-cia de Él.

¿Luchan ustedes contra el demo-nio de la adicción del tabaco, de lasdrogas, de los juegos de azar o de la perniciosa plaga moderna de la por-nografía? ¿Está pasando dificultades su matrimonio o se encuentra algunode sus hijos en peligro? ¿Tienen pro-blemas de identidad sexual o de pro-pia estimación? ¿Afrontan ustedes, oalgún ser querido, enfermedad, de-presión o la muerte? Sean cuales seanlos otros pasos que deban dar para re-solver esos problemas, vengan prime-ro al Evangelio de Jesucristo. Confíenen las promesas del cielo. En ese

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respecto, el testimonio de Alma es mitestimonio: “…sé que quienes pon-gan su confianza en Dios serán soste-nidos en sus tribulaciones, y susdificultades y aflicciones…”13.

El confiar en la naturaleza miseri-cordiosa de Dios es el núcleo mismodel Evangelio que Cristo enseñó.Testifico que la expiación del Salvadorquitará no sólo la carga de nuestrospecados, sino también la de nuestrasdesilusiones y la de nuestros dolores,la de nuestros sufrimientos y la denuestra desesperación14. Desde elprincipio, el confiar en Su ayuda hatenido por objeto darnos el motivo y la manera de mejorar, el incentivopara dejar a un lado nuestras cargas ylabrar así nuestra salvación. Podrá ha-ber y habrá muchas dificultades en lavida; no obstante, el alma que viene aCristo, que conoce Su voz y se esfuer-za por hacer como Él hizo, recibe,como dice el himno, “la fuerza para a otro levantar”15. El Salvador nos re-cuerda que nos tiene “…[grabados] enlas palmas de [Sus] manos…”16. Al con-siderar el incomprensible precio de laCrucifixión y de la Expiación, les pro-meto que Él no va a darnos la espaldaahora. Cuando Él dice a los pobres enespíritu: “Venid a mí”, lo que quieredecir es que Él conoce el camino ha-cia la salida y hacia el cielo. Lo cono-ce porque Él ya lo recorrió. Conoceel camino porque Él es el camino.

Hermanos y hermanas, cualesquie-ra que sean sus problemas, por favorno se den por vencidos y por favor nocedan ante el temor. Siempre me haconmovido el hecho de que, al partirsu hijo a su misión en Inglaterra, elhermano Bryant S. Hinckley abrazó aljoven Gordon y le entregó una notaescrita a mano con sólo cuatro pala-bras del capítulo cinco de Marcos: “Notemas, cree solamente”17. Tambiénpienso en aquella noche cuandoCristo se apresuró para llegar a ellos yayudar a Sus atemorizados discípulos,cuando anduvo sobre el agua y lesdijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no te-máis!”. Pedro exclamó: “Señor, si erestú, manda que yo vaya a ti sobre lasaguas”. La respuesta de Cristo fue la

que siempre es: “Él dijo: Ven”. Al ins-tante, como era su naturaleza, Pedrodescendió de la barca a las agitadasaguas. Mientras sus ojos permanecie-ron fijos en el Señor, el viento le sacu-día el cabello y el agua le empapaba elmanto, pero todo estaba bien, porquevenía a Cristo. Fue sólo cuando su fevaciló y el temor se apoderó de él,sólo cuando quitó los ojos del Maestropara mirar las furiosas olas y el alar-mante abismo negro, sólo entoncescomenzó a hundirse en el mar. Connuevo terror, gritó: “¡Señor, sálvame!”.

Sin duda con algo de tristeza, elMaestro, que domina toda dificultad y todo temor, que es la solución detodo desaliento y desánimo, extendióla mano, asió al discípulo que se aho-gaba y con esta tierna reprensión ledijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por quédudaste?”18.

Si se sienten solos, por favor, sepanque pueden hallar consuelo. Si sesienten desanimados, por favor, sepanque pueden hallar esperanza. Si sonpobres en espíritu, por favor, sepanque pueden ser fortalecidos. Si sesienten destrozados, por favor, sepanque pueden ser sanados.

En Nazaret, el angosto caminoque quita el aliento y cansa los pies,pasa por donde una vez vivióel Carpintero de Nazaret.

Por el polvoriento caminosolía la gente del pueblo llegary sobre el banco del Carpinterolo destrozado depositar.

Una muñeca rota llevaba la niña,un arado el hombre, una silla la

mujer.“Carpintero, ¿Lo puede reparar?”,esperanzados preguntaban los tres.

Cada uno recibe lo solicitado:la muñeca, la silla o el arado;lo destrozado que le habían llevadose lo devuelve perfectamente

reparado.

Año tras año la cuesta empinada,con paso lento y melancolía,recorren de pena y dolor cargadaslas almas que imploran día a día:

“Ah, Carpintero de Nazaret,¿Te será posible repararmi destrozado corazón,y mi vida destrozada de verdad?”.

Y por Su amor y gran bondad,Su vida dulce entretejerácon la nuestra destrozaday vida nueva creará.

“¡Ah, Carpintero de Nazaret,convierte en plena perfección,los destrozados ídolos de mi ser:deseo, esperanza, fe y aspiración!”19.

Ruego que todos, en particular los pobres en espíritu, vengamos a Él para ser sanados, en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Amén. ■

NOTAS1. Mateo 5:3.2. Mateo 11:28–29.3. 3 Nefi 12:3; cursiva agregada.4. Juan 1:35–39, 43.5. Véase Mateo 4:19.6. Véase 2 Nefi 9:43.7. Véase Alma 32:27; cursiva agregada.8. Véase Alma 32:21.9. 2 Nefi 31:13, 17.

10. D. y C. 81:5.11. Moroni 7:47, 46, 45.12. Véase Alfred Lord Tennyson, “Ulises”, en

The Complete Poetical Works of Tennyson,1898, pág 89.

13. Alma 36:3.14. Véase Alma 7:11–12.15. “Señor, yo te seguiré”, Himnos, Nº 138.16. 1 Nefi 21:16.17. Marcos 5:36.18. Mateo 14:27–31; cursiva agregada.19. George Blair, “The Carpenter of Nazareth”,

en Obert C. Tanner, Christ’s Ideals forLiving, Sunday School manual, 1955, pág. 22; traducción.

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El profeta Jacob preguntó:“…¿por qué no hablar de la ex-piación de Cristo, y lograr un

perfecto conocimiento de él?”1.Utilizaré esa pregunta como el

tema de mi discurso: ¿por qué no hablar de la expiación de Cristo?

Alma se refiere a la Expiación como“el gran plan de felicidad”2. Emplearéesa frase para describir la hermosadoctrina que conocemos como la expiación de Jesucristo.

El presidente Hugh B. Brown dijouna vez: “Tarde o temprano las vicisi-tudes de la vida nos hacen pensar eneste tema importante… de la inmor-talidad del alma y la relación del hom-bre con Dios… Cada uno de nosotros,sin importar nuestra raza, credo o nacionalidad, tendrá un encuentro

con lo que llamamos la muerte”3.La mayoría de nosotros hemos es-

tado con reverencia ante la tumba deun ser querido, doloridos y sintiendoun gran vacío, y nos hemos pregunta-do: “¿Hay felicidad en la muerte?”.

Un profeta del Libro de Mormónnos responde a esa pregunta con ex-presiones gozosas de agradecimientopor la expiación de Jesucristo, la cualnos rescata de la muerte: “¡Oh, la sa-biduría de Dios, su misericordia y gra-cia!… ¡Oh, la grandeza y la justicia denuestro Dios!”4.

Permítanme compartir cinco verda-des del gran plan de felicidad que meproducen ese tipo de gozo.

Primero: El conocimiento del planconfirma que hay un Dios y que Él tie-ne un Hijo, Jesucristo. El Padre y elHijo son perfectos, viven en el cielo yposeen cuerpos glorificados de espíri-tu, carne y huesos.

En esta dispensación, se nos reve-laron esas verdades cuando el jovenJosé Smith se arrodilló en humildeoración y más tarde declaró: “…vi enel aire arriba de mí a dos Personajes,cuyo fulgor y gloria no admiten des-cripción. Uno de ellos me habló, lla-mándome por mi nombre, y dijo,señalando al otro: Éste es mi HijoAmado: ¡Escúchalo!”5.

Segundo: El conocer la identidaddel Padre y del Hijo nos ayuda a saberque todos nosotros vinimos a la tierrapara obtener un cuerpo físico, para

ganar experiencia y para probar quesomos dignos de regresar a la presen-cia de nuestro Padre Celestial. Hay leyes que gobiernan nuestra vida terrenal, y cuando transgredimos laley, pecamos. Cuando pecamos, que-brantamos las leyes eternas, y la ley dela justicia exige una pena o un castigo.

Comparemos el pecado y la necesi-dad del arrepentimiento con un hom-bre que parte en un viaje; sobre lasespaldas carga una gran bolsa vacía.De vez en cuando recoge una piedra,que representa la violación de una ley, y la coloca en la bolsa que lleva alas espaldas. Después de un tiempo,la bolsa se llena y está pesada, por loque el hombre no puede continuar elviaje; tiene que encontrar un modode vaciar la bolsa y sacar las piedras; y eso sólo lo puede hacer el Salvadorpor medio de la Expiación.

Eso es posible si ejercemos fe enJesucristo, abandonamos el pecado yhacemos convenios mediante las or-denanzas del Evangelio. Si persevera-mos fielmente hasta el fin, podremosregresar a vivir con nuestro PadreCelestial y Su Hijo Jesucristo.

Tercero: A través de la Expiación infinita, Dios ha proporcionado unmedio por el cual podemos vencernuestros pecados y quedar completa-mente limpios otra vez. Eso se haceposible mediante la ley eterna de lamisericordia, la que satisface las exi-gencias de la justicia por medio delarrepentimiento y del poder de laExpiación. Sin el poder de la Expiacióny sin nuestro arrepentimiento total,estamos sujetos a la ley de la justicia.

Alma enseñó que “la misericordiareclama al que se arrepiente”6 y que“el plan de redención no podía reali-zarse sino de acuerdo con las condi-ciones del arrepentimiento”7.

El gran profeta Amulek enseñó: “Yasí la misericordia satisface las exigen-cias de la justicia, y ciñe a los hombrescon brazos de seguridad; mientrasque aquel que no ejerce la fe paraarrepentimiento queda expuesto a lasexigencias de toda la ley de la justicia;por lo tanto, únicamente para aquelque tiene fe para arrepentimiento se

El gran plan de felicidadÉ L D E R E A R L C . T I N G E YDe la Presidencia de los Setenta

A través de la Expiación infinita, Dios ha proporcionado un medio por el cual podemos vencer nuestros pecados y quedar completamente limpios otra vez.

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realizará el gran y eterno plan de la redención”8.

Adán y Eva, nuestros primeros pa-dres, transgredieron la ley y fueronexpulsados del hermoso Jardín deEdén. A Adán y a Eva se les enseñó elgran plan de salvación a fin de queobtuvieran felicidad en esta vida9.

Adán dijo: “…pues a causa de mitransgresión se han abierto mis ojos, ytendré gozo en esta vida, y en la carnede nuevo veré a Dios”10.

Eva, con regocijo, se expresó enforma similar: “…De no haber sidopor nuestra transgresión, nunca ha-bríamos tenido posteridad, ni hubiéra-mos conocido jamás el bien y el mal,ni el gozo de nuestra redención”11.

Cuarto: La caída de Adán y Eva trajo como consecuencia dos muertes.Todos nosotros estamos sujetos a ellas.

La muerte física es la separacióndel espíritu y el cuerpo físico. Por mo-tivo de la caída de Adán, todo el géne-ro humano sufrirá la muerte física.

La segunda muerte es espiritual;es la separación de la presencia deDios. Adán y Eva conversaron libre-mente con Dios en el Jardín deEdén; pero después de su transgre-sión, perdieron ese privilegio. A par-tir de entonces, la comunicación departe de Dios vino sólo por mediode la fe y del sacrificio, en conjuntocon ruegos sinceros.

En la actualidad, todos estamos enun estado de muerte espiritual; nosencontramos separados de Dios. Élmora en el cielo; nosotros vivimos en la tierra. Queremos regresar a Él. Él es puro y perfecto. Nosotros somosimpuros e imperfectos.

El poder de la expiación de Cristovence las dos muertes.

Después de Su crucifixión y de Su entierro en una tumba prestada,Cristo resucitó al tercer día. EsaResurrección reunió el cuerpo físicode Cristo con Su espíritu.

La resurrección de los muertosconstituye el aspecto más hermosode la Expiación y es sin duda una par-te del plan de felicidad; la resurrec-ción es universal y se aplica a todo elgénero humano. Todos resucitaremos.

Doy testimonio de ese hecho y deesa verdad y de que es una dádiva incondicional de Dios.

Pero la resurrección no vence la segunda muerte. Para obtener la vidaeterna y vivir en la presencia del Padrey del Hijo, debemos arrepentirnos yser merecedores de la misericordia, la cual satisfará la justicia.

En las revelaciones se enseña:“…esta vida es cuando el hombre

debe prepararse para comparecerante Dios”12.

“…no demoréis el día de vuestroarrepentimiento”13.

“…el mismo espíritu que poseavuestros cuerpos al salir de esta vida,ese mismo espíritu tendrá poder paraposeer vuestro cuerpo en aquel mun-do eterno”14.

Quinto: Jesucristo nació de una ma-dre mortal, María; y de ella Él heredó lamortalidad y quedó sujeto a la muerte.

José fue Su mentor en la tierra; elDios del cielo fue Su Padre y de Ésteheredó la inmortalidad, el poder devencer la muerte física.

Al ser el escogido para cumplir

con los requisitos de la Expiación,Jesucristo condescendió a venir a latierra y nacer de María como un niñoindefenso. Condescendió a que lotentaran, lo probaran, lo ridiculizaran,lo juzgaran y lo crucificaran aun cuan-do Él tenía poder y autoridad para impedir esos actos.

El presidente John Taylor describióla condescendencia de Cristo con estashermosas palabras: “Era necesario queÉl descendiera por debajo de todas lascosas, para que pudiera levantar a losdemás sobre todas las cosas; porque si no se hubiese levantado a Sí mismoy si no hubiera sido exaltado median-te los principios establecidos por laExpiación, no habría podido levantar alas demás personas; no habría podidohacer por los demás lo que no hubierapodido hacer para Sí mismo”15.

El sufrimiento de Cristo en el Jardínde Getsemaní ejemplifica el atributomás maravilloso de Cristo: Su amorperfecto. Aquí vemos que Él en verdadnos ama a todos.

Un teólogo inglés que escribió en el siglo XIX dijo acerca de ese

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acontecimiento: “Su desgastado cuer-po se sometería a todo el sufrimientoque podría tolerar el cuerpo huma-no… Al dolor en su forma más aguda,a la más brutal y abrumadora humilla-ción, a todo el peso del… pecado…,eso era a lo que entonces debió en-frentarse”16.

Al describir Su sufrimiento, elSeñor dijo en la revelación moderna:“padecimiento que hizo que yo, Dios,el mayor de todos, temblara a causadel dolor y sangrara por cada poro ypadeciera, tanto en el cuerpo comoen el espíritu”17.

La Expiación es el acontecimientoque nos permite reconciliarnos conDios. La palabra expiación significarestaurar o volver. Para la familia, sig-nifica reunirse el uno con el otro ycon Dios y con Su Hijo Jesucristo.Significa que la tristeza de la separa-ción se convertirá en felicidad pormedio de esa reunión.

Para concluir, comparto las pala-bras del presidente Boyd K. Packer:

“Si comprenden el gran plan de felicidad y viven de acuerdo con susprincipios, lo que suceda en el mun-do no determinará su felicidad”18.

Doy testimonio de esa verdad y delamor que nuestro Señor y SalvadorJesucristo nos ha demostrado al pro-porcionar la Expiación, el gran plande felicidad, para todos nosotros. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Jacob 4:12.2. Alma 42:8; véase también 2 Nefi 9:13; Alma

12:32; 34:9, 16; 41:2; 42:15; Moisés 6:62.3. En Conference Report, abril de 1967,

pág. 48; se ha cambiado el orden de los párrafos.

4. 2 Nefi 9:8, 17.5. José Smith—Historia 1:17.6. Alma 42:23.7. Alma 42:13.8. Alma 34:16.9. Véase Alma 12:32.

10. Moisés 5:10.11. Moisés 5:11.12. Alma 34:32.13. Alma 34:33.14. Alma 34:34.15. The Mediation and Atonement, 1882, pág.

144.16. Frederic W. Farrar, The Life of Christ, 1994,

pág. 575.17. D. y C. 19:18.18. “El padre y la familia”, Liahona, julio

de 1994, pág. 24.

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Hace algunos meses, viajaba enun automóvil con dos valien-tes misioneras mayores. Ellas

estaban resueltas a encontrar el apar-tamento de una hermana del barrioubicado en el corazón de una ciudaddel este de los Estados Unidos.Mientras me encontraba en el asientode atrás muy preocupada, el sistemade posicionamiento global del autoindicaba: “¡Giro incorrecto, giro inco-rrecto!”. Sin desanimarse, la misione-ra que leía el mapa seguía dando unasugerencia tras otra a través del labe-rinto de las calles de la ciudad hastaque, por fin, encontramos la casa dela hermana a la que le habían prome-tido enseñarle a leer y a escribir.

Con sus acciones y actitudes, esasextraordinarias hermanas personifica-ron algo que es mucho más que el reflejo de sus años terrenales: demostraron verdadera madurez espiritual.

Helamán, el gran profeta del Librode Mormón, dio a sus hijos, Nefi yLehi, respectivamente, el mismo nom-bre de sus antepasados y “empezarona crecer en el Señor”1. Jóvenes o mayo-res, todos debemos hacer lo mismo.

La idea de crecer en el Señor es unconcepto convincente. A diferenciadel proceso de crecer físicamente, nomaduraremos espiritualmente sinohasta que elijamos, como lo expresóel apóstol Pablo “dej[ar] lo que era de niño”2.

El orar y estudiar las Escrituras adiario, el observar los mandamientosy los convenios concertados en el mo-mento del bautismo y en el temploson el núcleo del crecer en el Señor.Aprendemos a andar en Sus caminosa medida que hacemos lo que nosacerca al Padre Celestial y al enseñara nuestros hijos y a los demás a hacerlo mismo. Dejamos “lo que [es] deniño” al escoger ser más semejantes a Cristo y al prestar servicio a los de-más, como Él nos lo pide.

Cuando se organizó la Iglesia enesta dispensación, el Señor explicóque los que “serán recibidos en su igle-sia por el bautismo” serán, en parte,los “que están dispuestos a tomar so-bre sí el nombre de Jesucristo, con ladeterminación de servirle hasta el fin… ”3. Eso significa permanecer “fir-mes e inmutables, abundando siempreen buenas obras”4 todos los días denuestra vida. Hoy, a medida que laIglesia progresa en 170 naciones de latierra, el dedicado servicio a los de-más, incluso en circunstancias difíciles,se requiere de los que verdaderamente

Crecer en el SeñorA N N E C . P I N G R E ESegunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

El dedicado servicio a los demás, incluso en circunstanciasdifíciles, se requiere de los que verdaderamente deseen“crecer en el Señor”.

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deseen “crecer en el Señor”. Esa expansión de la Iglesia significa quemuchos de nosotros tendremos opor-tunidades de prestar servicio a los que son nuevos conversos.

Participé en un ejemplo memorablede esa clase de servicio dedicado hacialos que son nuevos en el Evangelio alacompañar a esas dedicadas misione-ras, una viuda que tenía alrededor de80 años, y la otra, una madre sola desesenta y tantos años, quienes no sedesalentaron al perderse en las calles.También fui testigo de algo similar enese mismo barrio.

Ese barrio se compone de miem-bros de diversas edades, procedentesde varios países y con diferentes situa-ciones económicas y experiencia en laIglesia. Algunos de los que tienen másexperiencia en la Iglesia son matrimo-nios de estudiantes graduados, conhorarios muy ocupados, y con niñospequeños.

Vi a una joven madre que prestabaservicio capacitando a las maestras vi-sitantes de las nuevas conversas delbarrio. Mientras su marido cuidabadel bebé, ella demostraba con entu-siasmo un amoroso cuidado hacia dos hermanas africanas. Ese cuidadono sólo comprendía el enseñar a esashermanas a desenvolverse en un nue-vo país, sino también a adaptarse a su nueva religión.

Con su ejemplo, enseñó a esas her-manas africanas la forma en que elSeñor quiere que nos sirvamos unos a otros. Las palabras del apóstol Pablodescriben con ternura lo que vi en lasacciones de esa consejera de maestrasvisitantes para con esas nuevas con-versas: “Antes fuimos tiernos entre vo-sotros… Tan grande es nuestro afectopor vosotros, que hubiéramos queri-do entregaros no sólo el evangelio deDios, sino también nuestras propiasvidas; porque habéis llegado a sernosmuy queridos”5. Con cada visita, esajoven llevó alegría, una tierna manode ayuda y el mensaje de las maestrasvisitantes.

Con el tiempo, las hermanas pre-pararon juntas el mensaje de maestrasvisitantes que llevarían al hogar de las

otras hermanas. Al evaluar las necesi-dades y prestar ayuda a medida quehacían las visitas, llegaron a ser verda-deras hermanas de la Sociedad deSocorro dedicadas a elevar, a consolary a alentarse unas a otras. Dudo deque cuando escuche la frase: “corazo-nes entrelazados con unidad y amor” 6

no piense en esas tres felices y amoro-sas mujeres que, por su dedicado ser-vicio hacia el prójimo, demuestran loque significa “crecer en el Señor”.

Además del servicio firme y dedica-do, otra forma por la que elegimoscrecer en el Señor es mediante nues-tra buena voluntad de “seguir ade-lante” 7 con fe, incluso cuando nosabemos qué hacer. Pensemos en elrelato de Nefi, cuando se le mandó

construir un barco. Él lo describió así:“Y aconteció que el Señor me ha-

bló, diciendo: Construirás un barco,según la manera que yo te mostraré…

“Y yo dije: Señor, ¿a dónde deboir para encontrar el mineral para fundir, a fin de que yo haga las herramientas…?”8.

Nefi no cuestionó la tarea que de-bía llevar a cabo, sino que, en esa si-tuación, demostró, como antes lohabía hecho, esa madurez espiritual:“Y así vemos que los mandamientosde Dios se deben cumplir. Y si los hi-jos de los hombres guardan los man-damientos de Dios, él los alimenta ylos fortifica, y provee los medios porlos cuales pueden cumplir lo que lesha mandado…”9. En resumen, Nefi

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buscó una resolución en vez de fijarseen los obstáculos, porque él sabía —él sabía— que en el proceso de cre-cer en el Señor, Dios podría ayudarley le ayudaría a cumplir todos los man-damientos que recibiera.

En el barrio de esa misma ciudad,vi una clase de fe similar en el amoro-so y tierno cuidado de un obispo queno desperdiciaba el tiempo angustián-dose por las enormes necesidadesque presentaba un número cada vezmayor de nuevos conversos. En lugarde ello, siguió adelante y congregó alos miembros con más experiencia delos quórumes del Sacerdocio Aarónicoy de Melquisedec a fin de ayudar apreparar a los nuevos hermanos deÁfrica y de América Latina en sus de-beres del sacerdocio. Se les enseñó alos miembros nuevos cómo debían llevar las bandejas al repartir la SantaCena, cómo arrodillarse y bendecir elpan y el agua en forma reverente. Sushermanos de más experiencia, quemuchas veces eran los más jóvenes,practicaban con ellos las palabras delas oraciones sacramentales, para

que tuvieran confianza al pronunciar-las. Entonces, juntos, todos los herma-nos hablaban de la naturaleza sagradade esa importante ordenanza del sacerdocio.

Todos hemos tenido experienciasen las que hemos tenido que demos-trar nuestra determinación de prestarservicio a los demás y nuestra buenadisposición de seguir adelante con fe.Cuando mi esposo me llamó por telé-fono para decirme que nuestro llama-miento misional había cambiado y quetendríamos una desafiante asignaciónen África, yo respondí: “Puedo hacerlo.Creo que puedo hacerlo”, y demostré,por medio de mis palabras, ese com-promiso de seguir adelante con fe, alconfiar, una vez más, en que el Señorme ayudaría. Manifestaba mi buenadisposición de “crecer en el Señor”.

Al igual que ese obispo fiel, esasdedicadas hermanas y yo podríamosatestiguar, que en este constante pro-ceso de crecer en el Señor, se nos pe-dirá hacer todo lo que podamos y, en algunos casos, aun más de lo quesepamos hacer. Los desafíos tal vez

serán formidables y el camino a vecesdesconocido, pero, a pesar de los ine-vitables giros incorrectos, los que seesfuerzan por ser en verdad comoCristo, con la firme determinación dedar servicio a los demás y el deseo deseguir adelante con fe, llegarán a ha-cer eco de la gran verdad espiritualque Nefi compartió, mientras conti-nuaba la construcción de barco: “…y amenudo oraba al Señor; por lo que elSeñor me manifestó grandes cosas”10.Que se nos manifiesten “grandes co-sas” —¡qué don!, ¡qué bendición!—para los que han elegido “crecer en elSeñor”. Ruego que tengamos una tier-na, amorosa y firme madurez espiri-tual, ruego humildemente, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Helamán 3:21.2. 1 Corintios 13:11.3. D. y C. 20:37.4. Mosíah 5:15.5. 1 Tesalonicenses 2:7–8; cursiva agregada.6. Mosíah 18:21.7. 2 Nefi 31:20; cursiva agregada.8. 1 Nefi 17:8–9.9. 1 Nefi 17:3.

10. 1 Nefi 18:3.

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El año pasado, por invitación delProfeta, millones de personasleyeron el Libro de Mormón y

millones de personas se beneficiaronpor haberlo hecho. Cada uno de nosotros recibió bendiciones por laobediencia, y la mayoría también au-mentó su conocimiento y testimoniodel Señor Jesucristo, del cual este libro es un testigo.

La gente aprendió muchas otrascosas, pero lo aprendido dependíadel lector. Lo que saquemos de un li-bro, especialmente de un texto sagra-do, depende en su mayor parte de lo que pongamos de nuestra parte al leerlo: del deseo y la disposición de aprender, y de la armonía que

tengamos con la luz que comunica elEspíritu del Señor.

I.Una de las cosas que aprendí yo de

esa lectura más reciente del Libro deMormón fue cuán grande es el amorde Dios por todos Sus hijos de todaslas naciones. En el primer capítulo,Lehi alaba al Señor cuyo “poder… bondad y misericordia se extiendensobre todos los habitantes de la tierra” (1 Nefi 1:14). El Libro de Mormón en-seña una y otra vez que el Evangeliode Jesucristo es universal en su pro-mesa y su efecto, dirigiéndose a todoslos que han vivido, o que vivan, o quevivirán en la tierra. Aquí daré algunosejemplos, citados de ese libro:

• “…la expiación… preparada des-de la fundación del mundo para todoel género humano que ha existidodesde la caída de Adán… o que existi-rá jamás…” (Mosíah 4:7).

• “Y a causa de la redención delhombre, que vino por Jesucristo…son redimidos todos los hombres…”(Mormón 9:13).

• “…él sufre los dolores de todos…tanto hombres como mujeres y niños… Y sufre esto a fin de que la resurrección llegue a todos los hom-bres” (2 Nefi 9:21–22).

• “¿Ha mandado él a alguien queno participe de su salvación?… no,

sino que la ha dado gratuitamentepara todos los hombres; y… todohombre tiene tanto privilegio comocualquier otro, y nadie es excluido” (2 Nefi 26:27–28).

También leemos que “su sangre ex-pía los pecados de aquellos que… hanmuerto sin saber la voluntad de Diosconcerniente a ellos, o que han peca-do por ignorancia” (Mosíah 3:11). Delmismo modo, “la sangre de Cristo ex-pía [los] pecados” de los niños peque-ños (Mosíah 3:16). Estas enseñanzassobre el hecho de que el poder resuci-tador y purificador de la Expiación espara todos, contradice la afirmación deque la gracia de Dios sólo salva a unospocos electos. Su gracia es para todos.Estas enseñanzas del Libro de Mormónamplían nuestra visión y expandennuestra comprensión del amor deDios, que todo lo abarca, y del efectouniversal de Su expiación por todoslos hombres, de todas partes.

II.El Libro de Mormón enseña que

nuestro Salvador: “…invita a todos[los hijos de los hombres] a que ven-gan a él y participen de su bondad; y anadie de los que vienen a él desecha,sean negros o blancos, esclavos o li-bres, varones o mujeres; y se acuerdade los paganos; y todos son igualesante Dios, tanto los judíos como losgentiles” (2 Nefi 26:33; véase tambiénAlma 5:49).

“Él invita a todos”. Comprendemoslo que significa “varones o mujeres”;también comprendemos lo de “ne-gros o blancos”, que significa todas las razas. Pero ¿qué quiere decir esode “esclavos o libres”? El ser esclavo,o sea, lo contrario de ser libre, va más allá de lo que implica el términoesclavitud. Significa ser cautivo decualquier cosa de la cual sea difícil escapar. Esclavo abarca a aquelloscuya libertad está restringida por aflic-ciones físicas o emocionales; esclavoabarca a los adictos a alguna sustanciao práctica; esclavo se refiere, sinduda, a los que están aprisionadospor el pecado, “ceñidos” por lo queotra enseñanza del Libro de Mormón

Para todos los hombres, de todas partesÉ L D E R D A L L I N H . O A K SDel Quórum de los Doce Apóstoles

El Libro de Mormón enseña una y otra vez que el Evangeliode Jesucristo es universal en su promesa y su efecto.

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llama “las cadenas del infierno” (Alma5:7); esclavo abarca a los que estánreprimidos por las tradiciones o lascostumbres contrarias a los manda-mientos de Dios (véase Mateo 15:3–6;Marcos 7:7–9; D. y C. 74:4–7; 93:39).Finalmente, esclavo incluye también alos que se encuentran confinados en-tre los límites de otras ideas erróneas.El profeta José Smith enseñó que pre-dicamos para “libra[r] a los cautivos”1.Nuestro Salvador “invita a todos… aque vengan a él y participen de subondad”, “a nadie de los que a él vie-nen desecha” y “todos son igualesante Dios”.

III.Los hijos de Dios en todas las na-

ciones tienen Su promesa de que Él se les manifestará. El Libro deMormón nos dice:

“Y… se manifiesta por el poder delEspíritu Santo a cuantos en él creen;sí, a toda nación, tribu, lengua y pue-blo, obrando grandes milagros, seña-les y maravillas entre los hijos de loshombres, según su fe” (2 Nefi 26:13).

Fíjense en que estas manifestacio-nes del Señor se han prometido a

“toda nación, tribu, lengua y pueblo”.En la actualidad vemos el cumplimien-to de esa promesa en todas las nacio-nes en donde se permite trabajar anuestros misioneros, incluso entrepueblos a los que no se ha relaciona-do previamente con el cristianismo.

Por ejemplo, sabemos de muchoscasos en los que el Señor mismo se hamanifestado a hombres y mujeres enla nación de Rusia, que hace tan pocotiempo quedó libre de las garras delcomunismo. Al leer artículos críticos oen los que se ridiculiza a los mormo-nes, dos rusos sintieron la fuerte im-presión de buscar el lugar dondeaquéllos se reunían. Ambos hombresconocieron a los misioneros y se unie-ron a la Iglesia2.

Un médico de una aldea de Nigeriatuvo un sueño en el cual vio a unbuen amigo suyo predicando a unacongregación. Aquello le intrigó, porlo que viajó un domingo hasta dondevivía su amigo y quedó asombrado deencontrar exactamente lo que habíavisto en su sueño: una congregación a la que llamaban barrio en la que suamigo, que era el obispo, enseñaba.Impresionado por lo que oyó en sus

varias visitas, él y su esposa recibieronlas charlas y se bautizaron. Dos mesesdespués, más de treinta personas desu aldea se habían convertido a laIglesia y la clínica de ellos era el lugardonde se reunían.

Conocí a un hombre del norte deIndia que nunca había oído siquiera elnombre de Jesucristo hasta que lo vioen un calendario, en el taller de un za-patero. El Espíritu lo llevó a convertir-se a una iglesia protestante. Pasadoun tiempo, al visitar la universidad de una ciudad distante, vio un anun-cio de un grupo estadounidense lla-mado “Jóvenes embajadores de laUniversidad Brigham Young”. Duranteesa presentación, una voz interior ledijo que después del programa fueraa la entrada donde vería a un hombrede chaqueta azul que le diría lo quedebía hacer; de esa manera consiguióun Libro de Mormón, lo leyó y se con-virtió al Evangelio restaurado. Desdeentonces, ha servido en calidad demisionero y de obispo.

Una niñita de Tailandia guardaba la memoria de un amoroso PadreCelestial. Mientras crecía, muchas ve-ces oraba a Él en silencio. Cuando

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tenía poco más de veinte años, conoció a nuestros misioneros y sus enseñanzas le confirmaron lossentimientos de amor por Dios querecordaba tener desde su infancia. Se bautizó y cumplió una misión detiempo completo en Tailandia.

En Camboya, sólo el cinco por cien-to de la gente es cristiana. Allá habíauna familia que estaba buscando laverdad. Un día, su hijo de once añosandaba en bicicleta y vio a unos hom-bres con camisa blanca y corbata quemostraban una lámina a una persona y le preguntaban quién era; el niñosintió que debía parar y, mientras observaba, sintió que debía decir: “EsJesucristo, el Hijo de Dios, que vino asalvar al hombre”. Y continuó su cami-no. Les llevó un mes a los misionerosencontrarlos a él y a su familia. En laactualidad, el padre de aquel niño esconsejero de la presidencia de misión.

El pasado junio, una familia de cin-co personas fue al programa de puer-tas abiertas de una nueva capilla deMongolia. Al entrar el padre al edifi-cio, sintió “una fuerza potente que loinvadía”, una sensación de paz quenunca había sentido y que le hizo bro-tar lágrimas; por eso, les preguntó alos misioneros a qué se debía aquelsentimiento asombroso y cómo podíavolver a experimentarlo. Al poco tiem-po, toda la familia se bautizó3.

Éstos son sólo unos pocos ejem-plos; hay miles más.

IV.El Libro de Mormón enseña tam-

bién que el gran Creador murió “portodos los hombres, a fin de que todoslos hombres queden sujetos a él” (2 Nefi 9:5). El estar sujetos a nuestroSalvador significa que, si nuestros pe-cados van a ser perdonados por SuExpiación, debemos cumplir las con-diciones que Él ha impuesto, entreellas la fe, el arrepentimiento y el bau-tismo. Ese cumplimiento depende denuestros deseos, de nuestras decisio-nes y acciones. “Él viene al mundopara salvar a todos los hombres, si éstos escuchan su voz” (2 Nefi 9:21).

El Señor provee la vía para todos

Sus hijos y desea que cada uno de no-sotros venga a Él. En el último capítulodel Libro de Mormón, Moroni suplica:

“Sí, venid a Cristo, y perfeccionaosen él, y absteneos de toda impiedad;y si os abstenéis de toda impiedad, yamáis a Dios con toda vuestra alma,mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo…”(Moroni 10:32).

V.La Biblia nos dice que Dios hizo un

convenio con Abraham y le prometióque, a través de él, todas las “familias”o “naciones” de la tierra serían bende-cidas (véase Génesis 12:3; 22:18). Loque llamamos el convenio de Abrahamabre la puerta hacia las bendicionesmás selectas de Dios para todos Sushijos, en todas partes. La Biblia ense-ña que “si vosotros sois de Cristo,ciertamente linaje de Abraham sois, yherederos según la promesa” (Gálatas3:29; véase también Abraham 2:10). ElLibro de Mormón promete que todoslos que reciban la invitación del Señora arrepentirse y creer en Su Hijo, y lapongan en práctica, se convierten en“el pueblo del convenio del Señor” (2 Nefi 30:2). Eso es un poderoso

recordatorio de que ni las riquezas niel linaje ni ningún otro privilegio denacimiento debe llevarnos a creer quesomos “mejores que otros” (Alma5:54; véase también Jacob 3:9). Enverdad, el Libro de Mormón manda:“No estimaréis a una carne más que a otra, ni un hombre se considerarámejor que otro…” (Mosíah 23:7).

La Biblia nos enseña que algunosde los descendientes de Abraham se-rían esparcidos “por todos los reinosde la tierra”, entre “todos los pue-blos”, y “desde un extremo de la tie-rra hasta el otro” (Deuteronomio28:25, 37, 64). El Libro de Mormónconfirma esa enseñanza, declarandoque los descendientes de Abrahamserían dispersados “sobre toda la su-perficie de la tierra, y… entre todas las naciones” (1 Nefi 22:3).

El Libro de Mormón aumenta nues-tro conocimiento de la forma en queel ministerio terrenal del Salvador lle-gó a todos los de Su rebaño esparcido.Además de Su ministerio en lo queahora llamamos el Medio Oriente, elLibro de Mormón registra Su aparicióna los nefitas del continente americano(véase 3 Nefi 11–28). Allí Él repitió queel Padre le había mandado visitar a Susotras ovejas que no eran de la tierrade Jerusalén (véase 3 Nefi 16:1; Juan10:16); también dijo que visitaría aotros, “los que todavía no han oído mivoz” (véase 3 Nefi 16:2–3). Tal como sehabía profetizado siglos antes (véase 2 Nefi 29:12), el Salvador dijo a Sus seguidores de las Américas que se iba a mostrar “a las tribus perdidas deIsrael, porque no están perdidas parael Padre, pues él sabe a dónde las hallevado” (3 Nefi 17:4).

El Libro de Mormón es un gran testigo de que el Señor ama a toda lagente de todas partes. Allí se afirmaque “él se manifestará a todas las na-ciones” (1 Nefi 13:42). “¿No sabéisque hay más de una nación?”, dijo elSeñor por medio del profeta Nefi.

“¿No sabéis que yo, el Señor vues-tro Dios, he creado a todos los hom-bres, y que me acuerdo de los queviven en las islas del mar; y que go-bierno arriba en los cielos y abajo en

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la tierra; y manifiesto mi palabra a loshijos de los hombres, sí, sobre todaslas naciones de la tierra?” (2 Nefi 29:7).

Así también el profeta Alma enseñóque “el Señor les concede a todas lasnaciones que, de su propia nación ylengua, enseñen su palabra, sí, con sa-biduría, cuanto él juzgue convenienteque tengan…” (Alma 29:8).

VI.El Señor mismo no sólo se mani-

fiesta a todas las naciones, sino queademás, manda que escriban Sus palabras:

“¿No sabéis que el testimonio dedos naciones os es un testigo de que

yo soy Dios, que me acuerdo tanto deuna nación como de otra? Por tanto,hablo las mismas palabras, así a unacomo a otra nación…

“Porque mando a todos los hom-bres… que escriban las palabras queyo les hable…

“Porque he aquí, hablaré a los ju-díos, y lo escribirán; y hablaré tam-bién a los nefitas, y éstos lo escribirán;y también hablaré a las otras tribus dela casa de Israel que he conducido le-jos, y lo escribirán; y también hablaréa todas las naciones de la tierra, y ellaslo escribirán” (2 Nefi 29:8, 11–12; véa-se también 1 Nefi 13:38–39).

Más aún, el Libro de Mormón

enseña que cada uno de esos grupostendrá los escritos de los otros (véase 2 Nefi 29:13).

De eso sacamos en conclusión queel Señor hará finalmente que las ense-ñanzas inspiradas que ha dado a Sushijos en diversas naciones salgan a luzpara beneficio de toda la gente; enellas se incluirán los relatos de la visitadel Señor resucitado a lo que llama-mos las tribus perdidas de Israel y Susrevelaciones para toda la simiente deAbraham. El descubrimiento de losPapiros del Mar Muerto ilustra una delas formas en que eso puede ocurrir.

Cuando salgan a luz los nuevos es-critos —y saldrán, de acuerdo con las profecías—, esperamos que no los traten con el mismo rechazo conque algunos han tratado el Libro deMormón porque ya tenían una Biblia(véase 2 Nefi 29:3–10). Tal como lodijo el Señor a un profeta de ese li-bro: “Y no supongáis que porque ha-blé una palabra, no puedo hablarotra; porque aún no está terminadami obra; ni se acabará hasta el fin delhombre…” (2 Nefi 29:9).

En verdad, el Evangelio es para to-dos los hombres, de todas partes,para toda nación y para todo pueblo.Todos están invitados a aceptarlo.

Vivimos en los días predichos enque se envía la justicia desde los cielosy la verdad brota de la tierra hasta que“inunden la tierra como un diluvio” afin de recoger a los escogidos “de lascuatro partes de la tierra” (Moisés7:62). El Libro de Mormón ha salido a luz para recordarnos los convenios del Señor, para convencer a todos “deque Jesús es el Cristo, el Eterno Dios,que se manifiesta a Sí mismo a todaslas naciones” (portada del Libro deMormón). Agrego este testimonio deÉl y de Su misión en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 86.2. Véase Gary Browning, Russia and the

Restored Gospel, 1997, págs. 200–201,220–221.

3. Los ejemplos de Nigeria, Tailandia,Camboya y Mongolia fueron relatados porpresidentes de misión que prestaron servi-cio en esos países.

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Mis amados hermanos y her-manas, les doy las gracias porlas oraciones que han ofreci-

do a mi favor y ahora ruego que su feme sostenga.

Cuando un hombre llega a tenermi edad, se detiene de vez en cuandopara reflexionar en lo que lo ha lleva-do a su situación actual.

Si me lo permiten, quisiera ha-blarles de un asunto que podría con-siderarse egoísta. Lo hago porque la vida del Presidente de la Iglesia en realidad pertenece a la Iglesia entera. Tiene muy poca privacidad y nada de secretos. Esta mañanacreo que mi discurso será diferentede los que habrán escuchado enotras conferencias generales de la Iglesia.

Estoy en el ocaso de mi vida.

Todos nosotros estamos totalmenteen las manos del Señor. Como muchos de ustedes ya saben, recien-temente fui sometido a una inter-vención quirúrgica seria y es laprimera vez en mis 95 años que hesido paciente en un hospital. No se lo recomiendo a nadie. Los médi-cos dicen que aún tengo algunosproblemas de salud.

Estoy por cumplir mi cumpleañosnúmero 96 y aprovecho esta oportu-nidad para expresar mi aprecio y gratitud por las maravillosas bendi-ciones que el Señor ha derramadosobre mí.

Todos tenemos que tomar deci-siones en el curso de la vida, algunascon el seductor atractivo de la rique-za y la prosperidad; otras parecenmenos prometedoras. De alguna forma el Señor ha velado por mí y ha guiado mis decisiones, aunqueen el momento no siempre fue evidente.

Acuden a mi mente las palabras del poema de Robert Frost, “TheRoad Not Taken” [El camino que na-die tomó], que concluye con estas líneas:

“Dos caminos había en un bosque, y yo…

yo tomé el menos transitado.Y ésa fue la acción decisiva de mi

vida”.(Robert Frost, The Road Not Taken,poeta estadounidense [1874–1963].)

Pienso en las palabras del Señor:“…buscad el reino de Dios, y todasestas cosas os serán añadidas”(Lucas 12:31).

En esta conferencia de abril, hace48 años, fui sostenido por primera vezcomo Autoridad General. A partir deentonces he hablado en todas las con-ferencias generales. He dado más de200 discursos y he tratado una granvariedad de temas, pero el más co-mún, el que ha predominado en to-dos ellos ha sido mi testimonio deesta gran obra de los Últimos Días.

Pero las cosas han cambiado y es-tán cambiando. Hace dos años fallecióla que fue mi amada compañera du-rante 67 años. La extraño más de loque puedo expresar. Era de verdaduna mujer maravillosa y caminamoslado a lado en perfecto compañerismodurante más de dos terceras partes deun siglo. Al contemplar mi vida en re-trospectiva, lo hago con cierta medidade asombro. Todo lo bueno que meha ocurrido, incluso mi matrimonio,lo debo a mi actividad en la Iglesia.

La otra tarde tuve la oportunidad derepasar una lista incompleta de socie-dades y organizaciones que me hanhonrado, y todo por mi actividad en la Iglesia. Presidentes de los EstadosUnidos, un gran número de ellos, hanido a la Oficina de la Presidencia de laIglesia. En la pared de mi oficina tengouna fotografía en la que le presento unLibro de Mormón al presidente RonaldReagan. En mi librero está la MedallaPresidencial de la Libertad que meotorgó el presidente Bush. He visitadola Casa Blanca en varias ocasiones. Herecibido a primeros ministros y emba-jadores de muchas naciones, entreellos a Margaret Thatcher y HaroldMcMillan, del Reino Unido, y me he relacionado con ellos.

He conocido y trabajado con todoslos Presidentes de la Iglesia, desdeHeber J. Grant hasta Howard W.Hunter. He conocido y amado a todaslas Autoridades Generales durante to-dos estos muchos, muchos años.

Ahora trato de ocuparme de losmuchos libros y artefactos que heacumulado con el correr de los años.

Buscad el reino de DiosP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Espero que todos ustedes recuerden que en este día dereposo me oyeron dar mi testimonio de que ésta es la santa obra de Dios.

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Al estarlo haciendo, encontré un viejodiario con anotaciones esporádicasdesde el año 1951 hasta 1954. En esaépoca, era consejero de la presidenciade mi estaca y aún no me habían lla-mado a ser Autoridad General.

Al leer ese viejo diario, recordé conaprecio cómo, mediante la bondaddel Señor, llegué a conocer muy ínti-mamente y bien a todos los integran-tes de la Primera Presidencia y a losmiembros del Quórum de los Doce.Ahora no sería posible tener unaoportunidad así porque la Iglesia esmucho más grande.

El diario contiene anotacionescomo las que siguen a continuación:

“11 de marzo de 1953: El presiden-te McKay habló conmigo acerca delprograma de la conferencia de abrilpara los presidentes de misión.

“Jueves 19 de marzo: JosephFielding Smith me pidió que asignaraa una de las Autoridades Generalesque demostrara cómo dirigir las con-ferencias misionales del sábado por lanoche… Creo que Spencer W. Kimballo Mark E. Petersen debe encargarsede ello”.

“Jueves 26 de marzo: El presidenteMcKay contó una historia interesante.Él dijo: ‘Un granjero tenía un terrenomuy grande y cuando ya era ancianono lo podía atender. Tenía varios hijosy los llamó a su alrededor y les dijoque tendrían que ocuparse de lagranja. El padre descansó, pero undía salió a caminar por el terreno. Loshijos le dijeron que regresara a casa,que no necesitaban su ayuda, pero éldijo: “Hasta mi sombra en esta granjavale más que el trabajo de todos uste-des” ’. El presidente McKay dijo queel padre del relato representaba alpresidente Stephen L Richards, queestaba enfermo, pero cuya contribu-ción y ayuda el presidente McKay te-nía en muy alta estima”.

“Viernes 3 de abril de 1953: Asistía una reunión en el templo con lasAutoridades Generales y los presi-dentes de misión, desde las 9 de lamañana hasta las 3:30 de la tarde.Hablaron más de 30 presidentes de misión. Han hecho grandes

progresos, pero todos ellos quierenmás misioneros”.

“Martes 14 de abril: El presidenteRichards fue a la oficina; tuve una char-la agradable con él. Parece estar cansa-do y débil. Pienso que el Señor lo hapreservado para un gran propósito”.

“Lunes 20 de abril de 1953: Tuveuna conversación interesante conHenry D. Moyle, del Consejo de losDoce Apóstoles”.

“15 de julio de 1953: Albert E.Bowen, miembro del Consejo de losDoce, murió después de haber estadogravemente enfermo más de un año.Se ha ido otro de mis amigos… Lleguéa conocerle bien. Era un hombre sabio y constante. Nunca se le podía apresu-rar; nunca llevaba prisa. Era sumamen-te reflexivo, un hombre de prudenciainusual y de una gran fe sencilla. Losancianos sabios fallecen. Eran mis ami-gos. En mi corto tiempo he visto ir yvenir a muchos de los grandes hom-bres de la Iglesia; a la mayoría he co-nocido íntimamente y he trabajadoestrechamente con ellos. El tiempotiende a borrar el recuerdo. En cincoaños más sólo se recordarán unoscuantos de los nombres como Merrill,Widtsoe, Bowen, todos ellos perso-najes de renombre. Día tras día el

hombre debe sentir satisfacción consu trabajo, debe reconocer que su fa-milia tal vez lo recuerde, que puedecontar para el Señor, pero más allá deeso, su monumento será muy peque-ño para las generaciones venideras”.

Y así sigue el diario. Lo leo sólopara ilustrar la relación tan asombrosaque tuve de joven con miembros dela Primera Presidencia y del Quórumde los Doce.

En el transcurso de mi vida, tam-bién he caminado entre los pobres dela tierra, y he compartido con ellos miamor, mi preocupación por ellos y mife. Me he relacionado con hombres ymujeres de privilegio y renombre demuchas partes de la tierra. Espero queesas oportunidades me hayan permiti-do ejercer una influencia positiva.

Cuando yo era un niño de apenasonce años de edad, recibí una bendi-ción patriarcal de un hombre al quejamás había visto y al que nunca volvía ver. Es un documento asombroso yprofético. Es muy personal y no leerémucho; sin embargo, contiene estaafirmación: “Las naciones de la tierraescucharán tu voz y recibirán el cono-cimiento de la verdad por el maravi-lloso testimonio que expresarás”.

Cuando fui relevado de mi misiónen Inglaterra, viajé un poco porEuropa. Había dado mi testimonio enLondres, y lo hice también en Berlín y de nuevo en París, y más tarde enWashington, D.C. En mi mente, habíaexpresado mi testimonio en esas gran-des capitales del mundo y ya habíacumplido esa parte de mi bendición.

Pero eso resultó ser sólo el princi-pio. A partir de entonces mi voz ha re-sonado en todos los continentes, enciudades grandes y pequeñas, desde elnorte hasta el sur y desde el este hastael oeste, a lo ancho de todo este mun-do, desde la Ciudad del Cabo hastaEstocolmo, desde Moscú hasta Tokio yMontreal, en cada una de las capitalesdel mundo. Todo ello es un milagro.

El año pasado pedí a los miembrosde la Iglesia de todo el mundo que le-yeran de nuevo el Libro de Mormón.Miles, incluso cientos de miles de per-sonas respondieron a ese desafío.

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El profeta José dijo en 1841: “Declaréa los hermanos que el Libro deMormón [es] el más correcto de to-dos los libros sobre la tierra, y la clavede nuestra religión; y que un hombrese acercaría más a Dios al seguir suspreceptos que los de cualquier otro li-bro” (History of the Church, tomo IV,pág. 461; citado en la Introduccióndel Libro de Mormón, pág. V).

Acepto la verdad de esa declara-ción y pienso que debe de haber ocu-rrido algo maravilloso al pueblo deesta Iglesia. Se les ha observado le-yendo el Libro de Mormón mientrasviajan en autobús, al tomar el almuer-zo, en la sala de espera del médico yen muchas situaciones más. Confío en que nos hayamos acercado más aDios como consecuencia de haber le-ído este libro; espero que así sea.

En diciembre del año pasado, tuveel privilegio, junto con muchos de us-tedes, de honrar al profeta José Smithen el bicentenario de su nacimiento.El élder Ballard y yo estuvimos en ellugar de su nacimiento en Vermont, yeste gran Centro de Conferencias es-taba lleno de Santos de los ÚltimosDías; y la palabra fue transmitida víasatélite a todo el mundo en homenajeal amado Profeta de esta gran obra delos Últimos Días.

Y así podría continuar. De nuevopido disculpas por hablar de cosaspersonales; no obstante, lo hago sólopara expresar mi aprecio y gratitudpor La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días. Todo estoha ocurrido debido al lugar en que elSeñor me ha colocado. Mi corazón re-bosa de gratitud y de amor.

Y repito:

“Dos caminos había en un bosque, y yo…

yo tomé el menos transitado.Y ésa fue la acción decisiva de

mi vida”.

Confío en que no considerarán loque he dicho un obituario; más bien,espero tener la oportunidad de diri-girles la palabra otra vez en octubre.

Ahora, para concluir, espero que

todos ustedes recuerden que en estedía de reposo me oyeron dar mi testi-monio de que ésta es la santa obra deDios. La visión que recibió el profetaJosé Smith en la arboleda de Palmyrano fue imaginaria; fue algo muy real.Ocurrió a la plena luz del día. Tanto elPadre como el Hijo le hablaron al jo-ven. Él los vio de pie en el aire arribade su cabeza. Escuchó Sus voces yobedeció Su instrucción.

El Padre, el gran Dios del universo,fue quien presentó al Señor resucita-do. Por primera vez en la historia es-crita, tanto el Padre como el Hijo seaparecieron juntos para abrir las cortinas e iniciar ésta, la dispensa-ción última y final, la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

El Libro de Mormón es todo lo que

afirma ser: una obra escrita por pro-fetas que vivieron en tiempos anti-guos y cuyas palabras han salido a laluz para “convencer al judío y al gentilde que Jesús es el Cristo, el EternoDios, que se manifiesta a sí mismo atodas las naciones” (portada del Librode Mormón).

El sacerdocio se restauró bajo lasmanos de Juan el Bautista, y Pedro,Santiago y Juan. En esta Iglesia seejercen todas las llaves y la autoridadpertenecientes a la vida eterna.

José Smith fue y es un profeta, elgran Profeta de esta dispensación.Esta Iglesia, que lleva el nombre delRedentor, es verdadera.

Les dejo mi testimonio y mi amorpor cada uno de ustedes, en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

El presidente Gordon B. Hinckley saluda a los miembros en el Centro de

Conferencias después de una de las sesiones.

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Queridos hermanos y hermanas,hace sólo unas semanas meoperaron para sustituirme am-

bas rodillas. Así es que decir que sientogratitud por encontrarme aquí de pieante ustedes no son palabras dichas ala ligera. El período de recuperaciónme ha hecho recordar lo bendecidosque somos por saber acerca de laExpiación del Señor Jesucristo. Mesiento abrumado al pensar en el dolor

y el sufrimiento que Él padeció por nosotros en Getsemaní y en la cruz.Cómo fue capaz de soportarlo escapaa mi capacidad de comprensión; perole doy las gracias por ello, y lo amomás profundamente de lo que las pa-labras me permiten expresar.

También estoy agradecido al presi-dente Hinckley por haberme dado elprivilegio de acompañarlo al lugar don-de nació el profeta José Smith. Graciasa José Smith, se nos ha dado mucho.Si no fuera por la Restauración, no co-noceríamos la verdadera naturalezade Dios, nuestro Padre Celestial, ninuestra naturaleza divina como hijosSuyos; no comprenderíamos la natu-raleza eterna de nuestra existencia nisabríamos que la familia puede estarjunta para siempre.

Tampoco seríamos conscientes deque Dios continúa comunicándosecon Sus profetas en la actualidad, apartir de aquella maravillosa PrimeraVisión en la que el Padre y el Hijo apa-recieron al profeta José Smith. Ni al-bergaríamos la tranquilizadora certezade que en la actualidad nos guía un

profeta, el presidente Gordon B.Hinckley.

Sin la Restauración, probablemen-te aceptaríamos la idea de que la totalidad de la palabra de Dios se en-cuentra en la Biblia. Aunque ésta esun valioso y extraordinario volumende Escrituras, no sabríamos del Librode Mormón ni de otras Escrituras delos últimos días cuyas verdades eter-nas nos ayudan a acercarnos a nues-tro Padre Celestial y al Salvador.

Sin la restauración, no tendríamoslas bendiciones de las ordenanzas delsacerdocio que son válidas en esta viday en la eternidad; desconoceríamos las condiciones del arrepentimiento y no entenderíamos la realidad de laResurrección. No tendríamos la com-pañía constante del Espíritu Santo.

Cuando comprendemos plena-mente la gran bendición que es paranosotros el Evangelio de Jesucristo,cuando aceptamos y abrazamos estasverdades eternas y les permitimos penetrar profundamente en nuestrocorazón y alma, experimentamos “un poderoso cambio” en el corazón(Alma 5:14), y somos llenos de amor y gratitud. Como escribió el profetaAlma, sentimos deseos de “cantar la canción del amor que redime”(Alma 5:26) para todos los que quie-ran escucharla.

“¡Oh, si fuera yo un ángel”, dijoAlma, “y se me concediera el deseode mi corazón, para salir y hablar conla trompeta de Dios, con una voz queestremeciera la tierra, y proclamar elarrepentimiento a todo pueblo!

“Sí, declararía yo a toda alma… elplan de redención: Que deben arre-pentirse y venir a nuestro Dios, paraque no haya más dolor sobre toda lasuperficie de la tierra” (Alma 29:1–2).

Eso mismo deberíamos sentir nosotros, hermanos y hermanas.Nuestro amor por el Señor y la grati-tud que sentimos por la restauracióndel Evangelio son toda la motivaciónque precisamos para compartir loque nos da tanto gozo y felicidad. Es lo más natural del mundo y, sinembargo, somos demasiados los que dudamos a la hora de expresar

Cómo crear unhogar en el que se comparta elEvangelioÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Tener un hogar en el que se comparte el Evangelio es lamanera más fácil y eficaz de darlo a conocer.

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nuestro testimonio a otras personas.Por todo el mundo, nuestros mi-

sioneros responden a ese gozo de dara conocer el Evangelio, nacido del tes-timonio. Muchos de ellos, cuando en-tran en el CCM, llevan sus propiosejemplares subrayados de la guía mi-sional Predicad Mi Evangelio. Mecomplace informarles que, por utilizaresa guía, está aumentando cada vezmás su capacidad de enseñar con suspropias palabras por el poder delEspíritu Santo y de adaptar mejor suslecciones a las necesidades de las per-sonas a las que enseñan. Como resul-tado, están ejerciendo una influenciamucho más significativa en muchaspersonas.

Pero, hablando con franqueza, loque ellos necesitan ahora es tener másgente a quien enseñar. La experienciaha demostrado que las situacionesmás favorables para la enseñanza seproducen cuando nuestros miembrosparticipan en el proceso de encontrarpersonas y enseñarles. Esto no esnada nuevo; ya lo han escuchado an-tes. Algunos de ustedes quizá inclusose sientan culpables por no ayudar losuficiente a los misioneros.

Hoy les invito a tranquilizarse, adejar de lado sus preocupaciones y a concentrarse más bien en el amorque tienen por el Señor, en su testi-monio de la realidad eterna de Él, yen la gratitud que sienten por todo lo que Él ha hecho por ustedes. Si lesmotivan realmente el amor, el testi-monio y la gratitud, harán de formamuy natural todo lo que puedan porayudar al Señor a “llevar a cabo la in-mortalidad y la vida eterna” de los hi-jos de nuestro Padre (Moisés 1:39).De hecho, sería imposible impedirlesque hicieran eso.

El Salvador mismo nos mostró elcamino cuando invitó a Sus discípu-los, diciéndoles: “Venid y ved. Fuerony vieron donde moraba, y se queda-ron con él…” (Juan 1:39). ¿Por quécreen que Él hizo eso? El registro sa-grado no nos explica Su razonamien-to, pero estoy seguro de que no teníanada que ver con comodidades niconveniencia. Como siempre, Él

estaba enseñando. ¿Y qué mejor ma-nera de enseñar a Sus seguidoresque invitarles a visitarlo para que pu-dieran ver y experimentar por sí mis-mos Su extraordinario mensaje?

De forma similar, nuestro hogarpuede ser un lugar en el que se com-parta el Evangelio cuando vayan anuestra casa personas a las que cono-cemos y queremos, y allí experimen-ten de cerca el Evangelio en palabra yacción. Es posible darlo a conocer sinenseñar una lección formal. Nuestrafamilia puede ser la lección y el espíri-tu que irradie nuestro hogar puedeser el mensaje.

El hecho de tener un hogar en elque se comparta el Evangelio no sóloserá una bendición para los que en-tren en nuestra casa, sino que tam-bién lo será para los que vivan en suinterior. Al vivir en esa clase de hogar,nuestro testimonio se fortalece y au-menta nuestra comprensión delEvangelio. Doctrina y Convenios en-seña que podemos recibir el perdónde nuestros pecados si ayudamos aotra persona a arrepentirse (véase D. y C. 62:3). Sentimos gozo al ayu-dar a los demás a venir a Cristo y asentir el poder redentor de Su amor(D. y C. 18:14–16). Nuestras familiasson bendecidas al crecer el testimo-nio y la fe de padres e hijos.

En un hogar en el que se comparte

el Evangelio oramos para recibir guíanosotros mismos y oramos por el bie-nestar físico y espiritual de los demás.Oramos por las personas a las que losmisioneros estén enseñando, pornuestros conocidos y por aquellos queno sean de nuestra fe. En los hogaresen los que se compartía el Evangelioen la época de Alma, las personas seunían “en ayuno y ferviente oraciónpor el bien de las almas de aquellosque no conocían a Dios” (Alma 6:6).

Tener un hogar en el que se com-parte el Evangelio es la manera másfácil y eficaz de darlo a conocer a losdemás. Y no estoy hablando sólo delos hogares tradicionales formadospor dos padres y sus hijos. Los estu-diantes universitarios pueden crearun hogar en el que se comparta elEvangelio al adornar las paredes de suapartamento con láminas o fotografíasque sugieran intereses espirituales en lugar de representar las cosas delmundo. Los matrimonios mayores ylos miembros solteros son un ejem-plo de un hogar así cuando dan labienvenida a los nuevos vecinos y losinvitan a asistir con ellos a la Iglesia y a visitarlos en su casa.

Un hogar en el que se comparte el Evangelio es aquel en el que a losniños del vecindario les encanta jugar, convirtiendo en algo natural el invitarlos, a ellos y a su familia, a

En Springfield, Misuri, E. U. A., Ryan y Angie Nicholls y sus cuatro hijos ven la

transmisión de una sesión de la conferencia en su hogar.

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asistir a la Iglesia, a una noche de ho-gar o a cualquier otra actividad. Losadolescentes que van de visita a unhogar como ése se sienten cómodosal hacer preguntas o participar en oraciones con la familia.

Un hogar en el que se comparte elEvangelio es un hogar muy común ycorriente; no siempre está inmacula-do y los niños no siempre se portan a la perfección, pero es un lugar en el que resulta evidente que los miem-bros de la familia se aman mutuamen-te y en el que aquellos que lo visitansienten el Espíritu del Señor.

Al referirnos a lo que es esa clasede hogar, quizás sea también útil enu-merar algunos de los aspectos de loque no es un hogar en el que se com-parta el Evangelio.

Ese hogar no es un programa, es unmodo de vida. Crear ese tipo de hogarimplica invitar a nuestros amigos y ve-cinos a participar en la corriente coti-diana de actividades de la familia y dela Iglesia. Al invitar a nuestros amigos a acompañarnos a dichas actividades,ellos también sentirán el Espíritu.

Crear un hogar en el que se com-parta el Evangelio no significa dedicarun tiempo excesivo para conocer ycultivar amistades con las cuales com-partamos del Evangelio. Esos amigosvendrán a nosotros de forma natural,y si desde el principio somos sinceros

en cuanto al ser miembros de laIglesia, podremos intercalar fácilmen-te conversaciones sobre el Evangelioen nuestra relación con menos riesgode malentendidos. Los amigos y co-nocidos aceptarán que eso es partede quiénes somos y se sentirán libresde hacer preguntas.

El hecho de que tengamos un ho-gar en el que se comparta el Evangeliono depende de que las personas seunan o no a la Iglesia como resulta-do de nuestro contacto con ellas.Nosotros tenemos la oportunidad y la responsabilidad de preocuparnos,hablar, testificar e invitar, y entoncesdejar que las personas decidan por símismas. Somos bendecidos al invitar-los a reflexionar sobre la Restauración,sean cuales sean los resultados. Al me-nos, tendremos una relación grata conuna persona de otra religión y podre-mos seguir disfrutando de su amistad.

En ese tipo de hogar, no sólo ora-mos por la salud, la seguridad y eléxito de nuestros misioneros portodo el mundo, sino que también oramos por nuestras propias expe-riencias y oportunidades misionales,y para estar preparados para actuar siguiendo esas impresiones cuando las recibamos. Y yo les hago esta promesa: las recibirán.

Hace más de veinte años sugeríque la clave del éxito en la obra entre

miembros y misioneros es el ejerciciode la fe. Una manera de demostrar sufe en el Señor y en Sus promesas esorar con el fin de fijar una fecha en lacual tener preparada a una personapara reunirse con los misioneros. Herecibido cientos de cartas de miem-bros que ejercieron su fe de esa senci-lla manera. Incluso las familias a lasque no se les ocurría nadie a quiendar a conocer el Evangelio, fijaron una fecha, oraron y después hablaroncon muchas personas más. El Señores el Buen Pastor y conoce a Sus ove-jas, las que han sido preparadas paraescuchar Su voz. Él nos guiará cuandobusquemos Su ayuda para hablar conlos demás de Su Evangelio.

A una hermana de Francia se le pre-guntó cuál era el secreto de su éxito, a lo que contestó: “Simplemente com-parto mi felicidad. Trato a todo elmundo como si ya fuera miembro dela Iglesia. Si me encuentro a alguienesperando en la fila, inicio una conver-sación y le cuento lo mucho que hedisfrutado las reuniones del domingoen la Iglesia. Cuando mis compañerosde trabajo me preguntan: ‘¿Qué hashecho este fin de semana?’, no saltodel sábado por la noche al lunes por lamañana. Les digo que fui a la Iglesia,de qué se habló allí y les cuento misexperiencias con los santos. Hablo de cómo vivo, de lo que pienso y decómo me siento”.

En un hogar en el que se comparteel Evangelio, los esfuerzos misionalesde cada uno son tema de los consejosy de las conversaciones familiares. Unafamilia fiel se reunió en consejo parahablar de la importancia de que cadamiembro de la familia fuera un buenejemplo. Más tarde, el entrenador deuno de los hijos en la escuela secunda-ria, que no era miembro, hizo un do-nativo a la Iglesia. ¿Por qué? Porque leimpresionó aquel muchacho que tuvoel valor de hablar y decirles a sus com-pañeros de equipo que no usaran un lenguaje vulgar. Hay miles de expe-riencias que se podrían contar de per-sonas que se han unido a la Iglesia porel espíritu y la actitud que percibieronen los miembros que pertenecen

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a hogares en los que se comparte el Evangelio.

Las publicaciones o los DVD de laIglesia son una forma de presentarla a nuevas amistades. Las personas queno son miembros de la Iglesia tam-bién han agradecido as invitaciones aescuchar un discurso de un miembrode la familia en la reunión sacramen-tal, a asistir a un bautismo de un fami-liar o a visitar un centro de reuniones.De todos los indicadores que tenemosse desprende que lo más eficaz quepodemos hacer es invitar a nuestrosamigos a “veni[r] y ve[r]”, a que nosacompañen a una reunión sacramen-tal. Muchas personas no saben queson bienvenidas a adorar al Señorcon nosotros.

Por supuesto, todos apoyamos alos líderes del barrio y les ayudamospara que en él funcione con eficacia elplan misional. Sea cual sea nuestro lla-mamiento en la Iglesia, colaboramoscon los líderes del sacerdocio y de lasorganizaciones auxiliares para ayudara los misioneros, dar la bienvenida alos visitantes y animarlos a participar,y hermanar a los nuevos miembros.Pueden pedir a los misioneros que lesmuestren sus agendas con el fin deencontrar formas de ayudarles máseficazmente a cumplir sus metas. Altrabajar juntos, el espíritu de nuestrohogar en el que se da a conocer elEvangelio inundará nuestras capillas,nuestras aulas y salones culturales.

Testifico que si hacemos algunas de estas cosas sencillas, el Señor nosguiará para encontrar a miles de loshijos de nuestro Padre Celestial queestén listos para que se les enseñe elEvangelio. Nuestro amor por el Señor,la gratitud que sentimos por Su sacrifi-cio expiatorio y Su misión de ayudar atodos a venir a Él deben proporcionar-nos toda la motivación necesaria paratener éxito en compartir el Evangelio.

Que el Señor los bendiga, herma-nos y hermanas, con más fe y con-fianza en Él para salir y anunciar la restauración del Evangelio deJesucristo a los habitantes del mun-do, es mi humilde oración, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Sería difícil imaginarme algo másemocionante para los jóvenes,las mujeres o los matrimonios

en el mundo de hoy que servir comomisioneros de tiempo completo paraLa Iglesia de Jesucristo de los ÚltimosDías. El mensaje del Evangelio restau-rado que nosotros compartimos esfundamental. Es de Dios nuestroPadre Eterno, es para cada uno de Sushijos sobre la tierra y está centrado enSu Amado Hijo Jesucristo. Cuandoese mensaje lo comprendemos y lo vi-vimos, puede reemplazar el tumultocon la paz, el dolor con la felicidad y

proporcionar soluciones a los persis-tentes desafíos de la vida.

Ahora tenemos una dirección muy clara para el éxito misional, y la proporcionan la guía Predicad MiEvangelio y las fuentes de consultaque se han creado para acompañarla.Las excepcionalmente eficaces nuevaslecciones misionales se basan en laenseñanza por medio del Espíritu enlugar de la memorización, y han mejo-rado mucho la manera de compartirel mensaje por todo el mundo. A cadapresidente de misión se le ha enseña-do minuciosamente la forma de usarlos nuevos materiales. El resultado esun grupo de presidentes de misiónmuy capaces, devotos y entusiastasque poseen la capacidad para inspirary motivar con poder a sus misioneros.

El estudio y la aplicación de cadauno de los misioneros de los concep-tos de Predicad Mi Evangelio entodo el mundo han fortalecido nues-tra capacidad de proclamar el mensa-je de la Restauración y de enseñar elplan de salvación y otros principiosdel Evangelio. El elevar las normas dedignidad ha tenido consecuencias delargo alcance. Existe más servicio de-voto en el campo misional, relacionesmás firmes entre compañeros, una

¡Ahora es elmomento de serviren una misión!É L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

Los emocionantes campos de labor misional que seencuentran por todo el mundo permiten que mediante lainspiración del Señor se llame a jóvenes, a jovencitas y amatrimonios devotos a cumplir asignaciones desafiantes.

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enseñanza más eficaz y una mejor re-tención de conversos.

La guía en conjunto que se brindapara la supervisión de la obra misionalno tiene par. A través de ella se apoyala obra misional mundial por medio de las Presidencias de Área, los sietePresidentes de los Setenta, el Quórumde los Doce y el interés personal y con-centrado de la Primera Presidencia.

Los emocionantes campos de labormisional que se encuentran por todoel mundo permiten que mediante lainspiración del Señor se llame a jóve-nes, a jovencitas y a matrimonios devotos a cumplir asignaciones desa-fiantes apropiadas a las necesidades yhabilidades personales. Me regocijopor tener la oportunidad de participaren esta fascinante obra que bendicepoderosamente a tantas personas al-rededor del mundo.

El élder M. Russell Ballard ha habla-do acerca de crear un hogar en el quese comparta el Evangelio. Yo voy a ha-blar sobre cómo prepararse para cum-plir una misión de tiempo completo,ya sea como élder, como hermana ocomo matrimonio.

El proceso comienza en casa antesde la edad requerida, cuando los pa-dres inculcan en la mente y en el corazón del niño el concepto de“cuando vaya a la misión”, y no, “sivoy a la misión”. A los niños se les enseñan mejor las verdades delEvangelio en casa, donde la instruc-ción se puede adaptar a la edad y a la

capacidad de cada niño. En el hogar,la armadura de la verdad se adapta alas características individuales de cadauno. Las enseñanzas de los padrespreparan a los hijos para la vida y a losjóvenes dignos para disfrutar del ser-vicio misional. En casa, la jovencitacomprende que su función principales la de ser esposa y madre; sin em-bargo, mientras la preparación tienelugar, se le puede presentar la oportu-nidad de prestar servicio misional de tiempo completo, siempre que sesiga el reciente consejo de la PrimeraPresidencia que dice: “Se puede reco-mendar a mujeres solteras mayoresde veintiún años… a cumplir una mi-sión de tiempo completo… Estas her-manas pueden realizar una valiosacontribución… pero no se deben sen-tir presionadas a prestar servicio. Losobispos no las deben recomendarpara el servicio misional si éste va ainterferir con la posibilidad de un in-minente matrimonio”1.

Muchos padres utilizan partes de laguía Predicad Mi Evangelio para ha-cer hincapié en los conceptos que da-rán fruto a medida que el testimoniode sus hijos evoluciona durante sucrianza en el hogar. Tú que eres niñopuedes aprender el modo de cumplircon tus deberes de futuro poseedordel sacerdocio. Se te ayudará a com-prender y a aplicar las importantesenseñanzas del Señor. Se te fortalece-rá para que vivas digno de recibir lasordenanzas sagradas del templo y

para prestar servicio en una misión detiempo completo. Esas experienciasestablecerán un cimiento para lasbendiciones que recibirás al ser unbuen esposo y padre.

A ti, jovencita, muchas partes dePredicad Mi Evangelio te prepararánpara comprender y aplicar la doctrinaen tu función de esposa y madre. Sidecides prestar servicio misional detiempo completo, tendrás un funda-mento para hacerlo. Seas un joven ouna jovencita, los programas de semi-nario te ayudarán a colocar un cimien-to para la felicidad y el éxito en la vida.Existe un curso especial en el progra-ma de instituto y en los tres plantelesde la Universidad Brigham Young quete pueden preparar para el serviciomisional. Está basado en los principiosque se enseñan en Predicad MiEvangelio y va de la mano con esa po-derosa fuente de consulta. Ese cursote dará una instrucción preparatoriapara cuando seas llamado a servir.

El poder y la eficacia de la guíaPredicad Mi Evangelio para misione-ros, líderes, miembros y padres semanifiestan en el hecho de que ya se han distribuido casi un millón deejemplares. ¿Te ha beneficiado el te-ner tu propio ejemplar?

Obispo o presidente de rama, me-diante entrevistas motivadoras, a us-ted le es posible bendecir a todo jovende su barrio y también a algunos ma-trimonios al alentarlos a prepararsepara misiones de tiempo completo.No sólo bendecirá a esos futuros misioneros sino que también podrácontestar las oraciones de padres quetienen un hijo adulto que no se decidea cumplir una misión a pesar de los esfuerzos que ellos hacen por alentarese deseo. Por ejemplo, desde su ni-ñez hasta que fue adulta, nuestra hijamayor Mary Lee oyó a sus padres ha-blar de las experiencias misionales que habían atesorado. Le explicamoscómo las desafiantes oportunidadesmisionales enriquecieron nuestra viday colocaron el cimiento de todo lo quevaloramos. No obstante, también leenseñamos que sería su decisión elprestar o no servicio misional.

En Brasil, un grupo de misioneros asiste a la transmisión de una sesión de la

conferencia.

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Mientras crecía, era evidente que de-seaba ser misionera; sin embargo, alacercarse a la edad apropiada, susemocionantes experiencias en la uni-versidad comenzaron a presentarleotras opciones atrayentes. En una oca-sión, cuando mencionó que se debatíacon esa incertidumbre, se le aconsejóhablar con su obispo. Después de pe-dir una entrevista, al estar sentadafrente a su excelente obispo, ella lepreguntó: ¿Qué opina acerca de laidea de que sirva como misionera detiempo completo? Él obispo saltó de lasilla y, dando palmadas sobre el escri-torio, dijo: “Eso es lo más maravillosoque puedes hacer”. Ese comentariofue el que inclinó la balanza.

Mary Lee prestó una excelente mi-sión en España que develó habilidadesescondidas, maduró su desarrollo espi-ritual e hizo que florecieran aptitudesque la han bendecido como esposa ymadre. El obispo que tuvo tan grandeinfluencia en mi hija es J. WillardMarriott, Jr., quien en la actualidadpresta servicio como Setenta de Área,pero nosotros lo recordamos más porlo que hizo por Mary Lee. Ella ahoratiene su propia familia, y los buenosejemplos misionales del padre y la ma-dre han logrado que un hijo y una hijade ellos cumplieran misiones ejempla-res. El otro hijo será sin duda un misio-nero y la más pequeña tomará en sudebido tiempo la decisión correcta.Otro de los nietos, siguiendo los pasosde su padre, fue llamado recientemen-te a la Misión México Cuernavaca.

Obispos y presidentes de rama, ustedes pueden tener ese poderosoimpacto en los misioneros a los quealienten y preparen y también en laposteridad de ellos. Utilicen la colabo-ración de los líderes y asesores de losquórumes del Sacerdocio Aarónico,así como de los sumos sacerdotes, él-deres y líderes de las mujeres jóvenespara preparar a todos los misionerosdignos que les sea posible preparar.Mediante el uso de los nuevos mate-riales misionales, más misioneros re-comendados por usted llegarán alcampo misional mejor preparados ymás motivados para servir. Aunque la

mayoría de los aspirantes potencialespodrán estar listos con muy poco esfuerzo, algunos necesitan hacerajustes importantes en su vida paracumplir con las normas, pero con elapoyo y la ayuda de las padres, ayú-denles a cumplir con ellas.

Oren para saber a qué matrimo-nios debe alentar para que llenen suspapeles para el llamamiento de unamisión de tiempo completo. Hay unanecesidad apremiante de ellos.

Siempre me asombra cómo elEspíritu Santo hace concordar las ca-racterísticas y las necesidades de cadamisionero o matrimonio con la vastadiversidad de situaciones del serviciomisional en todo el mundo. He obser-vado cómo a algunos de los élderes yhermanas más firmes y capaces se lesllama para servir en los Estados Unidosy Canadá con el fin de mantener aquífuertes las raíces de la Iglesia. He vistocómo los misioneros que regresan de asignaciones poco comunes, talescomo la adaptación a la cultura nativade las Islas del Pacífico, de Mongolia,de la zona montañosa de Guatemala o que deben prestar servicio con pococontacto con el presidente de misión,cultivan muy bien habilidades persona-les que antes desconocían.

Ahora deseo hablarles, desde elfondo de mi corazón, de lo que unamisión honorable de tiempo comple-to ha significado para mí personal-mente. Me crié en un hogar conpadres muy buenos, pero mi padre

no era miembro de la Iglesia y mi ma-dre era menos activa. Después de mimisión, eso cambió. Ellos se convirtie-ron en miembros firmes de la Iglesia y prestaron servicio devoto en el tem-plo, él como sellador y ella comoobrera de las ordenanzas. Sin embar-go, cuando yo era joven no tenía forma de juzgar personalmente la importancia de una misión. Me ena-moré de una joven excepcional, peroal llegar a un punto crítico de nuestronoviazgo, ella dejó muy en claro quesólo se casaría en el templo con un exmisionero. Muy motivado, presté ser-vicio misional en Uruguay.

No fue fácil. El Señor hizo queafrontara muchos problemas que seconvirtieron en peldaños en el caminode mi progreso personal. Allí obtuvemi testimonio de que Dios el Padre ySu Amado Hijo Jesucristo visitaron enverdad a José Smith con el fin de em-pezar la restauración de la verdad, de la autoridad del sacerdocio y de la Iglesia verdadera sobre la tierra.Obtuve un testimonio de que JoséSmith es un profeta sin igual. Aprendídoctrinas esenciales y descubrí lo quesignifica dejarse guiar por el Espíritu.Muchas noches me levanté mientrasmi compañero dormía con el fin devolcar mi corazón al Señor pidiéndoleguía y dirección. Rogué que se meconcediera la habilidad de expresarbien en español mi testimonio y la verdad que estaba aprendiendo a unpueblo al que había aprendido a amar.Esas oraciones fueron contestadasabundantemente. Al mismo tiempo,Jeanene, mi futura compañera eterna,se moldeaba para ser una esposa y ma-dre excepcional en su propia misión.

Todo lo que valoro en mi vida co-menzó a tomar forma en el campomisional. Si no se me hubiera alenta-do a ser misionero, no hubiera tenidola compañera eterna y la entrañablefamilia que amo tanto. Estoy segurode que no hubiera recibido las excep-cionales oportunidades profesionalesque me hicieron crecer en todo as-pecto, ni los llamamientos sagradoscon oportunidades para servir, por losque estaré eternamente agradecido.

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Mi vida ha sido bendecida más allá delo imaginable debido a que presté ser-vicio misional.

Jóvenes, ¿comprenden ahora porqué siento tantos deseos de motivar acada uno de ustedes a ser un misione-ro digno? ¿Entienden por qué alientoa los matrimonios mayores a planear,si la salud se lo permite, servir alSeñor como misioneros? Jovencitas,¿se dan cuenta de por qué sugieroque algunas de ustedes, si sienten eldeseo y no interfiere con un matrimo-nio inminente, consideren seriamenteservir al Señor como misioneras?Nuestro hogar se ha visto grandemen-te bendecido por una esposa y madreque escogió servir en una misión detiempo completo durante el tiempoen que yo también prestaba servicio.

Si eres un joven y dudas si debes o no cumplir una misión de tiempocompleto, no tomes esa decisión vitalbasándote únicamente en tu propiaprudencia. Busca el consejo de tus pa-dres y de tu obispo o presidente de es-taca. En tus oraciones pide conocer lavoluntad del Señor. Sé que una misiónte proporcionará bendiciones extraor-dinarias ahora y a lo largo de la vida. Sieres un joven y dudas acerca de unamisión, te insto a no orar para saber sidebes ir, sino a pedirle al Señor que teguíe en todo sentido para llegar a serun misionero de tiempo completo dig-no e investido de poder. Nunca te arre-pentirás de prestar servicio misional,pero lo más probable es que te arre-pientas de no haber prestado serviciosi escoges no hacerlo.

Sé que Jesús es el Cristo, que SuIglesia y la plenitud de Su Evangeliose han restaurado en la tierra por me-dio de José Smith, un profeta singu-larmente importante. Testifico que eldevoto servicio misional de tiempocompleto es una fuente de gran felici-dad y de ricas bendiciones, no sólopara quienes escuchen el mensajesino también para aquellos que bajola guía del Espíritu lo den a conocer.En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTA1. Comunicación de la Primera Presidencia,

sin publicar.

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El verano pasado mi esposa yyo tuvimos la oportunidad deviajar a San Diego, California, y

ver la obra de Shakespeare, Macbeth,en el teatro Old Globe. Vimos dosfunciones, ya que a nuestra hijaCarolyn le tocó representar a una delas tres brujas de la obra. Por supues-to, nos agradaba mucho verla partici-par y lo más encantador fue cuandoen un momento dramático, dijo lasfamosas palabras: “Por la picazón demis dedos adivino que se acerca unmalvado…” (William Shakespeare,Obras Selectas, “Macbeth”, ActoCuarto, escena I, Edimat libros, S. A.,Madrid, pág 156).

Cuando lo oí, pensé cuán útil seríatener un sistema de alerta avanzadaque nos indicara cuando el mal se

acercara y nos preparara para afron-tarlo. Tengamos o no un sistema dealerta avanzada, el mal se dirige hacianosotros.

En otra ocasión, mi esposa y yoconducíamos a campo traviesa de no-che y nos acercábamos a una gran ciu-dad. Tras haber pasado por las colinasy ver las brillantes luces en el horizon-te, desperté a mi esposa ligeramentecon el codo y le dije: “¡He ahí la ciu-dad de Babilonia!”.

Desde luego, hoy no hay una ciu-dad en particular que represente aBabilonia, la cual existió en los tiem-pos del antiguo Israel, una ciudad quese había vuelto sensual, decadente ycorrupta. El edificio principal de laciudad era un templo erigido a undios falso, al cual se lo suele llamarBel o Baal.

Sin embargo, esa sensualidad, co-rrupción y decadencia, y el adorardioses falsos, son hechos comunes enmuchas ciudades dispersas, grandes ypequeñas, de este planeta. Como hadicho el Señor: “No buscan al Señorpara establecer su justicia, antes todohombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propiodios, cuya imagen es a semejanza delmundo…” (D. y C. 1:16).

Demasiadas personas del mundohan llegado a asemejarse a la Babiloniade antaño al andar por su propio ca-mino e ir en pos de un dios “cuya ima-gen es a semejanza del mundo”.

Sión en medio deBabiloniaÉ L D E R D AV I D R . S T O N EDe los Setenta

No tenemos que aceptar las normas, las costumbres ni la moral de Babilonia. Podemos establecer Sión en mediode ella.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 91

Uno de los retos más colosales queafrontaremos será poder vivir en esemundo y, no obstante, no ser de esemundo. Tenemos que establecer Siónen medio de Babilonia.

“Sión en medio de Babilonia”.¡Qué frase tan esplendorosa e incan-descente, como una luz que brilla enmedio de la oscuridad espiritual! ¡Quéconcepto para conservar apegado anuestro corazón al ver que Babiloniase extiende cada vez más! VemosBabilonia en nuestras ciudades, ve-mos Babilonia en nuestras comunida-des, vemos Babilonia por doquier.

Y con el avance de Babilonia, tene-mos que edificar Sión en su seno. Nodebemos permitirnos ser sepultadospor la cultura en la que vivimos. Raravez nos damos cuenta de cuánto éstainfluye en nosotros dependiendo dellugar y del tiempo en el que vivimos.

En los tiempos del antiguo Israel,el pueblo del Señor era una especiede isla del único Dios verdadero ro-deada de un océano de idolatría. Lasolas de ese océano se estrellaban in-cesantemente sobre las costas deIsrael. A pesar del mandamiento deque no debían hacer ninguna imagenni inclinarse ante ella, Israel no lopudo evitar, influenciado por la cultu-ra del lugar y del tiempo en que vi-vían. Una y otra vez, a pesar delmandato del Señor, y de lo que Suprofeta y sacerdote les decían, Israelfue tras los dioses ajenos y se postróante ellos y los adoró.

¿Cómo pudo Israel olvidar alSeñor, quien los había sacado deEgipto? Recibían la presión constantede lo que era popular en el entornoen el que vivían.

¡Qué insidiosa es la cultura en la que vivimos! Impregna nuestro ambiente, y pensamos que somos razonables y lógicos cuando, con de-masiada frecuencia, el ethos nos mol-dea; lo que los alemanes llaman elzeitgeist, o sea, la cultura del lugar y del tiempo en que vivimos.

Debido a que mi esposa y yo he-mos tenido la oportunidad de vivir en diez países diferentes, hemos vistoel efecto que el ethos ocasiona en el

comportamiento. Las costumbres queson perfectamente aceptables en unacultura son vistas como inaceptablesen otra; palabras que son correctas enalgunos lugares son consideradas de-testables en otros. La gente de cadacultura se mueve dentro de un capu-llo de satisfacción propia, engañándo-se a sí misma, totalmente convencidade que su manera de ver las cosas escomo éstas son en realidad.

Nuestra cultura tiende a determi-nar los alimentos que nos gustan,nuestra forma de vestir, lo que consti-tuye el comportamiento educado, losdeportes de moda, nuestra música

preferida, la importancia de la prepa-ración académica y nuestra actitudcon respecto a la honradez. Tambiéninfluye en los hombres en cuanto a laimportancia de la diversión o de la re-ligión, influye en las mujeres con res-pecto a la prioridad de una carrera ode la maternidad, y surte un efectopoderoso en nuestra opinión encuanto a los temas de la procreación y de la moralidad. Con demasiada fre-cuencia, somos como títeres maneja-dos con hilos donde nuestra culturadetermina lo que es “aceptable”.

Hay, naturalmente, un zeitgeist alcual debemos poner atención, y éste

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es el ethos del Señor, es decir, la cul-tura del pueblo de Dios. Como Pedrolo dice: “Mas vosotros sois linaje esco-gido, real sacerdocio, nación santa,pueblo adquirido por Dios, para queanunciéis las virtudes de aquel que osllamó de las tinieblas a su luz admira-ble” (1 Pedro 2:9).

Es el ethos de aquellos que guar-dan los mandamientos del Señor, quecaminan por Sus sendas y que “[vi-ven] de toda palabra que sale de laboca de Dios” (D y C 84:44). Si esonos hace pueblo adquirido por Dios,que así sea.

Mi participación en la construccióndel Templo de Manhattan me dio laoportunidad de estar en el templocon frecuencia antes de su dedica-ción. Era maravilloso sentarse en elsalón celestial, ahí, en perfecto silen-cio, sin un solo sonido que se oyerade las ruidosas calles de Nueva York.¿Cómo era posible que el templo es-tuviera tan reverentemente silenciosocuando el bullicio y el ruido de la me-trópolis estaban a tan sólo unos cuantos metros?

La respuesta está en la forma en la que se construyó el templo, ya quese construyó dentro de las paredesexistentes de un edificio, y las paredesinteriores del templo se hallan conec-tadas a las paredes exteriores sólo enalgunos puntos de unión. De esa ma-nera el templo (Sión), delimita losefectos de Babilonia, o sea, del mun-do exterior.

Aquí vemos una lección para noso-tros. Podemos crear la verdadera Siónentre nosotros, si limitamos la in-fluencia que Babilonia tenga en nues-tras vidas.

Aproximadamente 600 años antesde Cristo, cuando Nabucodonosor lle-gó de Babilonia y conquistó Judá, sellevó cautivo al pueblo del Señor. Eserey seleccionó a algunos de los jóve-nes para darles instrucción y capacita-ción especiales.

Entre ellos se encontraban Daniel,Ananías, Misael y Azarías. Éstos ha-bían de ser los favorecidos de entre todos los jóvenes que transportaron a Babilonia. Los siervos del rey les

ordenaron comer de la carne y beberdel vino del soberano.

Debemos entender sin duda la pre-sión que se ejercía sobre esos cuatrojóvenes. El poder de los conquistado-res se los había llevado cautivos y seencontraban en casa de un rey que te-nía poder para quitarles la vida si se leantojaba. Y aun así… Daniel y sus her-manos rechazaron hacer lo que consi-deraban incorrecto, sin importar loque la cultura babilónica indicase queera correcto. Y por su fidelidad y va-lor, el Señor los bendijo y “les dio co-nocimiento e inteligencia en todas lasletras y ciencias…” (Daniel 1:17).

Descarriados por nuestra cultura,por lo general, casi no reconocemosnuestra idolatría, ya que, al igual quelos títeres, nuestros hilos los maneja lo que es popular en la Babilonia delmundo. Ciertamente, como el poetaWordsworth dijo: “Estamos demasiadoinmersos en el mundo” (“The World IsToo Much with Us; Late and Soon”, enThe Complete Poetical Works ofWilliam Wordsworth, 1924, pág. 353).

En la primera epístola de Juan, leemos:

“Os he escrito a vosotros… porquesois fuertes, y la palabra de Dios per-manece en vosotros, y habéis vencidoal maligno.

“No améis al mundo, ni las cosasque están en el mundo” (1 Juan2:14–15).

No tenemos que aceptar las nor-mas, las costumbres ni la moral deBabilonia. Podemos establecer Sión enmedio de ella. Podemos tener nues-tras propias normas de música, de literatura, de baile, de películas y delenguaje. Podemos tener nuestras pro-pias normas de vestir y de conducta,de educación y de respeto. Podemosvivir de acuerdo con las leyes moralesdel Señor. Podemos limitar cuánto de Babilonia dejaremos entrar ennuestro hogar a través de los mediosde comunicación.

Podemos vivir como el pueblo deSión, si así lo deseamos. ¿Será difícil?Claro que sí, dado que las olas de lacultura babilónica se estrellan ince-santemente contra nuestras costas.¿Requerirá de valor? Por supuestoque sí.

Siempre nos hemos extasiado conlas historias de valor, de aquellos queafrontaron temibles problemas y ven-cieron. El valor es la base y el cimien-to de todas las demás virtudes; la faltade valor disminuye cualquier otra vir-tud que tengamos. Si queremos esta-blecer Sión en medio de Babilonia,necesitaremos valor.

¿Se han imaginado alguna vez que,al llegar el momento de la prueba, lle-varían a cabo algún acto de valor? Yosí, cuando era niño. Imaginaba que alguien estaba en peligro, y que, po-niendo en peligro mi propia vida, losalvaba. O que, en alguna peligrosaconfrontación con un temible opo-nente, tenía el valor para vencerlo.¡Así es nuestra joven imaginación!

Casi setenta años de vida me hanenseñado que esas heroicas oportuni-dades son pocas e infrecuentes, si esque las hay.

Pero las oportunidades para defen-der lo correcto —cuando la presión es sutil, y cuando incluso nuestros amigos nos animan a ceder ante la

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idolatría de la época— eso es más fre-cuente. No habrá un fotógrafo a lamano para grabar nuestro acto de he-roísmo, ni habrá un periodista quehaga una crónica de ocho columnaspara el periódico. Sólo en la tranquilareflexión de nuestra conciencia sabre-mos que nos hemos enfrentado con laprueba de valor: ¿Sión o Babilonia?

No se engañen; mucho de lo quehay en Babilonia, si acaso no es la ma-yor parte, es maldad. Y los dedos nonos picarán para advertirnos del mal.Pero llega ola tras ola y se estrellancontra nuestras costas. ¿Será Sión oserá Babilonia?

Si Babilonia es la ciudad del mun-do, Sión es la ciudad de Dios. ElSeñor ha dicho de Sión: “Y no se pue-de edificar a Sión sino de acuerdo conlos principios de la ley del reino celes-tial…” (D. y C. 105:5). Y “…porqueésta es Sión: Los puros de corazón…”(D. y C. 97:21).

Doquier que estemos, sea cual seala ciudad en la que vivamos, podre-mos establecer nuestra propia Siónsegún los principios de la ley del rei-no celestial y esforzarnos siempre porllegar a ser los puros de corazón. Siónes la hermosa, y el Señor la sostieneen Sus manos. Nuestros hogares pue-den ser un refugio y una protección,como lo es Sión.

No tenemos que ser títeres de la cultura del lugar ni de la época.Podemos tener valor, caminar por lassendas del Señor y seguir Sus pasos.Si lo hacemos, seremos llamadosSión, y seremos el pueblo del Señor.

Ruego que seamos fortalecidos yresistamos el ataque de Babilonia yque podamos establecer Sión ennuestros hogares y en nuestras comu-nidades, en verdad, que podamos te-ner a “Sión en medio de Babilonia”.

Buscamos Sión porque es la mora-da de nuestro Señor, quien es Jesu-cristo, nuestro Salvador y Redentor. EnSión y desde Sión, su luz esplendorosae incandescente brillará, y Él gobernarápor siempre. Testifico que Él vive, quenos ama y nos cuida.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 93

Una amiga mía forma parte de unforo político que aparece todaslas semanas por televisión. Al

explicar su función, ella dijo: “Se nosinsta a hablar antes de pensar”. Pareceque vivimos en una época en la quemuchos hablan sin pensar, lo que fo-menta reacciones emocionales en vezde respuestas reflexivas. Ya sea en unforo nacional o internacional, en rela-ciones personales o en la política, enel hogar o ante el público, las voces sehacen cada vez más estridentes, y elofender y darse por ofendido parecenser acciones intencionales en vez deinvoluntarias.

El Señor ha advertido que desde elprincipio y a lo largo de la historiaSatanás incitaría la ira en el corazón delhombre1. En el Libro de Mormón,

Lamán, con sus murmuraciones, esta-bleció el sistema de provocar la ira, avi-var la cólera e instigar el asesinato2. Enel Libro de Mormón encontramos unay otra vez hombres falsos e inicuos queinstigaban la furia y fomentaban el con-flicto. En los días del capitán Moroni, elapóstata Amalickíah incitó “el corazónde los lamanitas contra el pueblo deNefi”3. Amulón y los perversos sacer-dotes de Noé, Nehor, Korihor, Zoramel apóstata (el papel deshonroso cun-de por todo el Libro de Mormón), fueron agitadores que inspiraban des-confianza, estimulaban la controversiae intensificaban el odio.

Cuando le hablaba a Enoc, el Señorindicó que tanto la época de Su naci-miento como la que precedería a Susegunda venida serían “días de iniqui-dad y venganza”4. Y además ha dichoque en los últimos días, la ira se derra-maría sobre la tierra sin mezcla5. Laira se define como la justa indigna-ción de Dios, pero también como loscasos sumamente humanos de fervorimpulsivo o de enojo profundo y vio-lento. La primera tiene que ver con lapreocupación de un amoroso Padrecuyos hijos a menudo “no tienen afec-to y aborrecen su propia sangre”6,mientras que la última surge de unpueblo que no “[tiene] ni orden nimisericordia… empedernido en superversidad”7. Me temo que la tierraestá pasando por ambas iras, y creoque la ira divina la provocan

Instrumentos de la paz del SeñorÉ L D E R R O B E R T S . W O O DDe los Setenta

Los que hemos tomado sobre nosotros el nombre de Cristo,¿nos hemos deslizado inadvertidamente en los hábitos decalumniar, criticar y en una actitud de prejuicio?

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mayormente aquellos que agitan elcorazón de los hombres a la iniqui-dad, a la calumnia y al odio violento.

Las primeras víctimas de la ira hu-mana son la verdad y la comprensión.Santiago aconsejó que el hombre de-bía ser “pronto para oír, tardo para ha-blar, tardo para airarse; porque la iradel hombre no obra la justicia deDios”8. Tal como Enoc observó, el trono de Dios es de paz, justicia y ver-dad9. Ya sean amigos falsos o maestrosdeshonestos, artistas o animadores,comentaristas o personas que escri-ban a los diarios locales, buscadoresde poder o riqueza, tengamos cuidadode aquellos que nos incitan a tal gradode ira que reprima la tranquila refle-xión y los sentimientos caritativos.

En las aguas de Mormón, Alma ex-hortó a aquellos que estuvieran dis-puestos a hacer un convenio con Diosa que fuesen testigos de Dios y a lle-var las cargas los unos de los otros10.Nosotros, los que en verdad hemosconcertado un convenio sagrado, de-bemos permanecer fieles al camino, laverdad y la vida, que es Jesucristo.

Los que hemos tomado sobre no-sotros el nombre de Cristo, ¿nos he-mos deslizado inadvertidamente en

los hábitos de calumniar, criticar y enuna actitud de prejuicio? Las diferen-cias personales, partidarias, de nego-cios o religiosas, ¿se han convertidoen una forma de degradar a los quetienen diferentes puntos de vista?¿Nos detenemos para entender la po-sición aparentemente distinta de losdemás y buscamos, de ser posible, unterreno común?

Recuerdo que cuando era estudian-te posgraduado, tuve que escribir unacrítica sobre un destacado filósofo po-lítico; en ella era obvio que estaba endesacuerdo con él. La profesora medijo que mi artículo era bueno, perono lo suficiente; comentó que antesde empezar la crítica, debía presentarprimeramente el argumento más con-vincente a favor del punto al que meoponía, algo que el filósofo mismo pu-diese aceptar. Rehice el artículo. Aúntenía marcadas diferencias con el filó-sofo, pero lo comprendí mejor, y vi los puntos fuertes y las virtudes de suposición, así como sus limitaciones.Aprendí una lección que he puesto en práctica a lo largo de mi vida.

El general Andrew Jackson, al cami-nar a lo largo de la línea de la Batallade Nueva Orleáns, dijo a sus hombres:

“Caballeros, ¡eleven sus armas unpoco más bajo!”. Creo que muchos denosotros debemos elevar nuestras “ar-mas” un poco más bajo. Por otro lado,debemos elevar el nivel de nuestrasconversaciones privadas y públicas.Debemos evitar ridiculizar la posiciónde los demás, representándolos como“hombres de paja” por así decirlo, yproferir difamaciones injustificadas de sus motivos y su carácter. Como el Señor aconsejó, debemos apoyar ahombres y mujeres honrados, sabios ybuenos, dondequiera que se encuen-tren, y reconocer que entre “todas lassectas, partidos y denominaciones”hay aquellos que no llegan a la verdaddel Evangelio porque no saben dóndehallarla11. ¿Esconderíamos esa luz porhaber entrado en la cultura de la ca-lumnia, de catalogar a las personas, deofender y de sentirnos ofendidos?

A veces es muy fácil caer en un es-píritu de burla y hostilidad al tratarcon los que piensan de manera con-traria a la nuestra; desmoralizamos odegradamos a otras personas a fin deque se las desprecie y se desechensus ideas; es una de las herramientasprincipales de los que ocupan el edifi-cio grande y espacioso que el padre

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Lehi vio en visión12. Judas, el hermanode Cristo, amonestó diciendo que“habrá burladores, que andarán segúnsus malvados deseos. Estos son losque causan divisiones; los sensuales,que no tienen al Espíritu”13.

La burla está estrechamente rela-cionada con el espíritu de hostilidad.Los hostiles están predispuestos a bus-car faltas y a aquellos que las cometen.De manera implícita o explícita, mani-fiestan una incredulidad despectivahacia la sinceridad y la rectitud. Isaíashabló de “los que se desvelan para ha-cer iniquidad” y “hacen pecar al hom-bre en palabra; los que arman lazo alque reprendía en la puerta, y pervier-ten la causa del justo con vanidad”14.En ese respecto, el Señor ha aconse-jado en los postreros tiempos que“ces[emos] de criticar[nos] el uno alotro” y “sobre todo, [vistámonos],como con un manto, con el vínculo de la caridad, que es el vínculo de laperfección y de la paz”15.

El presidente George Albert Smithcomentó: “No hay nada en el mundoque sea más nocivo o perjudicial parala familia humana que el odio, el pre-juicio, la sospecha y la actitud decrueldad que algunas personas tienenhacia sus semejantes”16. En asuntosde política, amonestó diciendo: “Cadavez que su punto de vista político lesdé motivo para hablar desfavorable-mente de sus hermanos, sepan queestán en terreno peligroso”17. Al refe-rirse a la gran misión del reino de losúltimos días, aconsejó lo siguiente:“Nosotros no pertenecemos a unaiglesia militante; ésta es una Iglesiaque ofrece paz al mundo. Nuestro de-ber no es ir al mundo y criticar a losdemás, ni tampoco criticar a los hom-bres porque no comprendan; pero te-nemos el privilegio de ir entre ellos,con bondad y amor, y dar a conocer laverdad que el Señor ha revelado enestos últimos días”18.

El Señor nos ha establecido como pueblo para una misión espe-cial. Como le dijo a Enoc en tiemposantiguos, el día en que vivimos seríade oscuridad, pero también sería un período en el que la rectitud

descendería de los cielos, y la verdadsaldría de la tierra para dar una vezmás testimonio de Cristo y de Su mi-sión expiatoria. Como un diluvio, esemensaje inundaría el mundo, y loselegidos del Señor serían congrega-dos de los cuatro extremos de la tie-rra19. Dondequiera que vivamos, senos ha formado como pueblo paraser instrumentos de la paz del Señor.En las palabras de Pedro, Dios nos hareclamado Suyos para proclamar eltriunfo de Aquel “que os llamó de lastinieblas a su luz admirable; vosotrosque en otro tiempo no erais pueblo,pero que ahora sois pueblo deDios”20. No podemos darnos el lujode implicarnos en un mundo quetiende a lanzar ofensas y a sentirseofendido; más bien, tal como el Señor lo reveló tanto a Pablo como a Moroni, no debemos tener envidiani ser jactanciosos; no debemos irri-tarnos fácilmente ni comportarnos in-debidamente. No nos regocijamos enla iniquidad sino en la verdad; cierta-mente éste es el amor puro de Cristo,a quien representamos21.

En un mundo acosado por la ira, elProfeta de nuestros días, el presidenteGordon B. Hinckley, ha aconsejado:“Ahora bien, hay mucho que podemosy que debemos hacer en estos tiempos

peligrosos. Podemos dar nuestra opinión sobre los diversos aspectos dela situación, pero nunca digamos nadaindebido ni participemos en activida-des ilícitas con respecto a nuestroshermanos y a nuestras hermanas delas diversas naciones de un lado o delotro. Las diferencias políticas nuncajustifican el odio ni la mala voluntad.Espero que los del pueblo del Señorestén en paz los unos con los otros du-rante los tiempos difíciles, sean cualessean los casos de lealtades que tengana los diversos gobiernos o partidos”22.

Como verdaderos testigos deCristo en los últimos días, no caiga-mos en la oscuridad, al punto de que,en las palabras de Pedro, no tenga-mos “la vista muy corta”, sino que sea-mos fructíferos en el testimonio deCristo y Su Evangelio restaurado, enpensamiento, en palabra y en obra23.Dios vive. Jesucristo es el camino, laverdad y la vida. José Smith, el granProfeta de la Restauración, fue el ins-trumento mediante el cual se nos haconstituido en un pueblo, guiado hoy día por un Profeta de Dios, el presidente Gordon B. Hinckley.Renovemos a diario en nuestro cora-zón el amor puro de Cristo y juntocon el Maestro venzamos las tinieblasdel mundo.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS 1. Véase 2 Nefi 28:20; D. y C.10:24.2. Véase 1 Nefi 16:37–38.3. Alma 48:1.4. Moisés 7:46, 60.5. Véase D. y C. 115:6.6. Moisés 7:33.7. Moroni 9:18–19.8. Santiago 1:19–20.9. Véase Moisés 7:31.

10. Véase Mosíah 18:8–10.11. D. y C. 123:12; véase también 98:10.12. Véase 1 Nefi 8:26–33; 11:36.13. Judas 1:18–19.14. Isaías 29:20–21.15. D. y C. 88:124–125.16. Sayings of a Saint, sel. por Alice K. Chase,

1952, pág. 30.17. En Conference Report, abril de 1914, pág. 12.18. En Conference Report, abril de 1935, pág. 44.19. Véase Moisés 7:62.20. 1 Pedro 2:9–10.21. 1 Corintios 13:4–6; Moroni 7:45–47.22. “La guerra y la paz”, Liahona, mayo de

2003, pág. 80.23. 2 Pedro 1:8–9.

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Era el día después de la Navidadde 1946, en el poblado deSanta Clara, Utah. Tenía sólo 9

años y le pedí permiso a mamá para ircon mi regalo de Navidad, un nuevojuego de arco y flechas, a cazar liebresen la colina que había detrás de nues-tra casa. Ya comenzaba a caer la tardey mi madre no parecía muy dispuestaa dejarme ir, pero tras persuadirla unpoco, ella aceptó con la única condi-ción de que regresara a casa antes deque oscureciera.

Al llegar a la cima de la colina, puse

una flecha en el arco y silenciosamen-te caminé en medio de los pequeñosarbustos de salvia y chaparral con laesperanza de encontrar una liebre co-miendo debajo de los arbustos, dondetodavía quedaba pasto verde y tierno.

Una gran liebre me asustó al saltarde un arbusto de salvia que estabajusto delante de mí. Tiré de la cuerdadel arco, apunté rápidamente y soltéla flecha que voló tras la liebre quehuía con gran rapidez. La flecha nodio en el blanco y la liebre desapare-ció entre los matorrales.

Fui a recoger la flecha en donde yocreía que había caído. Como con elarco sólo habían venido cinco flechas,yo no quería perder ninguna. Mirédonde se suponía que debería estar,pero no la encontré. Busqué alrede-dor del lugar donde pensé que segu-ramente había caído, pero no pudeencontrarla.

El sol se ocultaba en el horizonte;sabía que en unos treinta minutos os-curecería y no quería llegar tarde acasa. Una vez más, busqué en el lugardonde la flecha debía de estar; bus-qué minuciosamente debajo de cadaarbusto, pero no pude encontrarla.

Se me agotaba el tiempo y debía

ponerme en camino para volver acasa y llegar antes del anochecer.Decidí orar y pedir al Padre Celestialque me ayudara a encontrar la flecha.Me arrodillé, cerré los ojos y oré a miPadre Celestial. Le dije que no queríaperder la nueva flecha y le pedí queme indicara dónde podía encontrarla.

Todavía arrodillado, abrí los ojos, yallí, entre los matorrales, justo delantede mí, a la altura de mi vista, vi las plu-mas de colores de la flecha parcial-mente escondida entre las ramas. Larecogí apresuradamente y corrí a casa,donde llegué poco antes de oscurecer.

Nunca olvidaré esa experiencia es-pecial. Nuestro Padre Celestial habíacontestado mi oración; era la primeravez que oraba para pedirle ayuda…¡Y me la dio! Esa tarde aprendí a te-ner fe en mi Padre Celestial y a con-fiar en Él.

Cuando necesitamos ayuda, auncomo la de un niño ingenuo con unapreocupación importante, nuestroPadre Celestial escucha nuestras ora-ciones y nos imparte con amor la guíaque buscamos.

Nuestro Salvador Jesucristo nosdijo: “Sé humilde; y el Señor tu Dioste llevará de la mano y dará respuestaa tus oraciones”1.

En las Escrituras, Santiago nos enseña:

“Y si alguno de vosotros tiene faltade sabiduría, pídala a Dios, el cual daa todos abundantemente y sin repro-che, y le será dada.

“Pero pida con fe, no dudandonada”2.

El presidente James E. Faust nos haenseñado: “Una oración ferviente ysincera es como una comunicaciónfranca entre dos personas que haceque Su Espíritu fluya como un bálsa-mo para aliviar nuestras tribulacionesy dificultades, y nuestros sufrimientosy dolores que todos afrontamos”3.

La oración es uno de los peldañosdel sendero que nos lleva a la vidaeterna con nuestro Padre Celestial.

La fe es otro peldaño esencial paranuestra salvación eterna.

El Salvador también ha dicho: “y cualquier cosa que pidáis al Padre

La oración, la fe y la familia: Lospeldaños para unafelicidad eternaÉ L D E R H . B R U C E S T U C K IDe los Setenta

El Padre Celestial escuchará nuestra humilde oración y nosbrindará el consuelo y la guía que buscamos.

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en mi nombre, si es justa, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedida”4.

Hace 30 años, ocurrió un hecho verídico en la parte más remota deNueva Zelanda. Las islas Chatham, fre-cuentemente azotadas por el viento, seencuentran al sur del Océano Pacíficoa unos 800 kilómetros al este deChristchurch. En ese entonces, unas650 personas fuertes y hábiles vivíanallí aisladas y solitarias, en el medioambiente hostil de esa época y bajo el cuidado de un nuevo médico joveny capacitado, pero sin experiencia.

Shane, un niño de 8 años, había su-frido una grave lesión en la cabeza alotro lado de la isla, a unos 65 kilóme-tros de distancia. Mientras se le trasla-daba con urgencia en el asiento deatrás de un viejo auto oxidado, a tra-vés de los pantanos y a lo largo de lasplayas, rumbo a un hospital-casa decuatro camas, él yacía inconsciente.

El joven médico no estaba listopara hacerse cargo de una situaciónde esa magnitud, ya que contaba conmuy poca experiencia y sólo con losinstrumentos quirúrgicos más básicos.Shane estaba en estado crítico; no había duda de que se trataba de unahemorragia interna en el cráneo frac-turado, donde los coágulos de sangrepodían poner una presión mortal ensu cerebro. El médico ni siquiera habíavisto antes una operación cerebral,pero sabía que tenía que efectuar ladelicada cirugía de inmediato o pre-senciar la muerte del niño.

Existía la necesidad de buscar donadores de sangre, de efectuarexámenes para asegurarse de que eltipo de sangre fuese el correcto y depreparar la anestesia; además, la vieja máquina de rayos-X se había descom-puesto, por lo que no se podían sa-car radiografías que hubieran sido útiles.

Se efectuó la primera de las mu-chas llamadas telefónicas aWellington, donde un neurocirujanotrataba de imaginar la situación yguiar al nervioso joven médico a tra-vés de un procedimiento quirúrgicosumamente delicado.

La madre de Shane oraba, y tam-bién oraban el médico, las enfermerasy aun la esposa del médico.

Era necesario delegar responsabili-dades en esa situación tan abrumado-ra. El policía le administró la anestesia,la enfermera fue la ayudante quirúrgi-ca, y así, al caer la noche, la operacióncomenzó bajo la luz de una lámparade posición angular.

Nerviosamente se llevó a cabo laprimera incisión quirúrgica, la cualno reveló ningún tipo de hemorra-gia, por lo que tuvieron que efectuar

otras más en el pequeño cráneo de Shane con el fin de encontrar la causa de la hemorragia. Se hicie-ron más llamadas al neurocirujanopara recibir instrucciones y palabrasalentadoras. Su asesoramiento se si-guió al pie de la letra y, después deseis horas de ansiedad y de trabajarbajo presión, se dio fin a la cirugía y cesó la hemorragia dentro de la cavidad craneal. Los resultados fue-ron todo un éxito. La serenidad reem-plazó al caos; era alrededor de lamedianoche.

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El médico era un padre joven que pensaba en sus familiares y en las bendiciones que ellos disfrutaban y agradeció las muchas y tiernas mise-ricordias del Señor que tenía, en es-pecial la presencia del Consoladordurante las últimas 12 horas. Tambiénagradeció la presencia de un expertoinvisible que impartió liberalmente deSu conocimiento superior en ese mo-mento de necesidad.

En el momento crítico de una gra-ve situación, el Señor proporcionó laguía y la capacidad para que un jovenmédico, con poca experiencia, pudie-ra efectuar un milagro y así preservarla vida de un niño, que es de gran va-lor ante el Señor.

Neil Hutchison fue ese médico jo-ven que oró por ayuda y tuvo la fepara confiar, tanto en el Señor comoen el neurocirujano, y de esa maneraefectuar un milagro bajo las circuns-tancias más difíciles. Hoy en día, sirveen calidad de obispo del Barrio EastCoast Bays, de Auckland, NuevaZelanda.

El obispo Hutchison me dijo:“Hace un par de años y por primeravez desde aquel día de 1976, tuve elprivilegio de saludar a Shane y a supadre en Christchurch. Hoy, él eselectricista y dueño de su propio ne-gocio, y no le ha quedado ningunasecuela de su prolongada operación;es un buen hombre, y yo no puedodejar de reflexionar sobre cuán fino es el velo entre esta vida y la venidera”.

“Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe enmí, tendréis poder para hacer cual-quier cosa que me sea conveniente”5.

El élder Richard G. Scott enseñó:“…A medida que siga[n] los princi-pios que Dios ha establecido paraejercitar la fe, recogerá[n] sus frutos.Uno de esos principios es confiar enDios y en Su disposición para brindarayuda cuando sea necesario, sin im-portar cuán difícil sea lacircunstancia”6.

El élder Robert D. Hales testificóque “…José Smith… un muchacho decatorce años, ejerció una fe firme y si-guió el consejo del profeta Santiago de

‘pedir a Dios’. Debido al llamamientoprofético de José, Dios el Padre y SuHijo Jesucristo aparecieron ante él y ledieron instrucciones”7.

El presidente Thomas S. Monsonnos ha alentado: “Cuando ofrezcamosnuestras oraciones familiares y perso-nales, hagámoslo con fe y confianzaen Él. Si alguno de nosotros se ha de-morado en seguir el consejo de orarsiempre, no hay mejor momento paracomenzar que ahora”8.

No importa si es un niño con unasimple petición o si es un médico conun desafío de vida o muerte ante sí,nuestro amado Padre Celestial escu-chará nuestra humilde oración y nosbrindará el consuelo y la guía quebuscamos.

El tercer peldaño que es una parteesencial en el camino que nos condu-ce de regreso sin percance a nuestrohogar con nuestro Padre Celestial esel de la familia.

El presidente Gordon B. Hinckleynos enseñó que: “…la familia es divi-na. Fue instituida por nuestro PadreCelestial y comprende la más sagradade todas las relaciones. Únicamentemediante su organización se puedencumplir los propósitos del Señor”9.

El presidente Hinckley continúa

diciendo: “Creo en una familia en laque haya un esposo que contemple asu compañera como su tesoro máspreciado, y la trate de acuerdo con esesentimiento; una familia en la que lamujer vea a su marido como un anclay una fuente de fortaleza, de consueloy seguridad; un hogar donde haya hi-jos que miren a sus padres con respe-to y gratitud; donde haya padres quevean a sus hijos como una bendición yque consideren la tarea de criarlos yeducarlos como una responsabilidadmaravillosa y extremadamente seria”10.

Creo sinceramente que en la santi-dad de la familia, nuestro amor, nues-tra lealtad, nuestro respeto y apoyomutuos se convierten en un escudosagrado que nos protegerá de los ar-dientes dardos del diablo. En el círcu-lo familiar, colmado con el amor deCristo, encontraremos la paz, la felici-dad y la protección contra la maldaddel mundo que nos rodea.

Testifico que la familia es la unidady el medio por los cuales podemos sellarnos juntos y regresar así comofamilia a la presencia de nuestrosPadres Celestiales para sentir allí elgozo y la felicidad eternos.

Es mi sincera oración que utilice-mos los peldaños de la oración, de lafe y el de nuestra familia para prepa-rarnos y para que nos sirvan de ayudapara regresar a nuestro Padre Celestialy obtener la vida eterna, para que elverdadero propósito por el cual esta-mos aquí en esta tierra se cumpla con éxito.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 112:10.2. Santiago 1:5–6.3. Véase James E. Faust, “Nuestra relación con

el Salvador”, Liahona, febrero de 1976,pág. 25.

4. 3 Nefi 18:20.5. Moroni 7:33.6. “El poder sustentador de la fe en tiempos

de incertidumbre y de pruebas”, Liahona,mayo de 2003, pág.76.

7. “Cómo tener fe en el Señor Jesucristo”,Liahona, noviembre de 2004, pág. 73.

8. “Distintivos de un hogar feliz”, Liahona,octubre de 2001, pág. 5.

9. “Los pilares de la verdad”, Liahona, mayode 2002, pág. 5.

10. “Yo creo”, Liahona, marzo de 1993, pág. 7.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 99

Harry de Leyer llegó tarde a lasubasta aquel nevoso día de1956, y todos los caballos bue-

nos ya se habían vendido. Los pocosque quedaban eran viejos y estabangastados, y los había comprado unaempresa de salvamento.

Harry, que era maestro de equita-ción de un colegio de niñas de NuevaYork, estaba a punto de marcharsecuando uno de esos animales —uncaballo descuidado, castrado, de colorgris, con feas heridas en los muslos—le atrajo la atención. El animal todavíatenía las marcas hechas por los pesa-dos arneses de trabajo, lo cual era evi-dencia de la dura vida que habíallevado. Sin embargo, algo acerca deél captó la atención de Harry, por loque ofreció ochenta dólares por él.

Nevaba cuando los hijos de Harryvieron el caballo por primera vez y,dado que estaba cubierto de nieve,los niños le dieron como nombre“Hombre de Nieve”.

Harry cuidó bien del caballo queresultó ser un amigo manso y dignode confianza, que a las niñas les gusta-ba montar porque mantenía la calmay no se encabritaba como algunos delos otros. En realidad, “Hombre deNieve” mejoró con tal rapidez que unvecino lo compró por el doble delprecio que había pagado Harry.

Pero “Hombre de Nieve” se desa-parecía constantemente del prado delvecino y a veces se lo encontraba enlos plantíos de papas (patatas) veci-nos y otras veces de regreso en el terreno de Harry. A todas luces el caballo tenía que haber saltado porencima de las cercas que dividían laspropiedades, pero eso parecía imposi-ble, puesto que Harry nunca habíavisto a “Hombre de Nieve” saltar so-bre nada más alto que no fuese untronco caído en la tierra.

Pero con el tiempo, al vecino se leagotó la paciencia y le insistió a Harryque se llevara el caballo.

Desde hacía años, el gran sueño de Harry había sido exhibir un caballode saltos que resultase campeón.Había conseguido un éxito regular en el pasado, pero comprendía que,para competir en las más elevadas categorías, tendría que comprar un

purasangre que hubiese sido engen-drado específicamente para saltar. Yesa clase de caballo de raza le costaríamucho más de lo que podía pagar.

“Hombre de Nieve” ya estaba enve-jeciendo; tenía ocho años cuandoHarry lo compró y había sido muymaltratado; pero era evidente que“Hombre de Nieve” quería saltar, porlo que Harry decidió averiguar lo queel caballo podía hacer.

Lo que Harry vio le llevó pensarque quizás su caballo tenía posibilida-des de competir.

En 1958, Harry inscribió a“Hombre de Nieve” en su primeracompetición. Allí estaba el rocín entrelos hermosos y campeones caballosde pura sangre, donde se veía muyfuera de lugar. Los otros criadores decaballos calificaron con desdén a“Hombre de Nieve” de “pulguiento”.

Pero algo asombroso e increíbleocurrió aquel día.

¡“Hombre de Nieve” ganó!Harry siguió inscribiendo a

“Hombre de Nieve” en otras competi-ciones y éste siguió saliendo ganador.

El público aplaudía entusiasmadocada vez que “Hombre de Nieve” ga-naba una competición, y así se convir-tió en el símbolo de lo extraordinarioque puede ser un caballo ordinario.Salió en televisión y se escribieron re-latos y libros acerca de él.

Al seguir ganando “Hombre deNieve”, un comprador ofreció cienmil dólares por el viejo caballo de tiro,pero Harry no lo vendió. En 1958 y en 1959, nombraron a “Hombre deNieve” “El Caballo del Año”. Al final, elcastrado caballo gris —que había sidouna vez vendido al más bajo precio—fue incorporado a la lista de caballosaclamados como excepcionales en losespectáculos de equitación1.

Para muchas personas, “Hombrede Nieve” fue mucho más que un ca-ballo, pues constituyó el ejemplo delpotencial escondido y no utilizadoque yace dentro de cada uno denosotros.

He tenido oportunidad de llegar aconocer a muchas personas magnífi-cas de todas las condiciones sociales.

La vida abundanteÉ L D E R J O S E P H B . W I R T H L I NDel Quórum de los Doce Apóstoles

La vida abundante está a nuestro alcance si tan sóloestamos dispuestos a beber en abundancia del agua viva, a llenar nuestro corazón de amor y a hacer de nuestra vida una obra maestra.

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He conocido a personas ricas y po-bres, famosas y modestas, prudentesy no muy prudentes, por decirlo así.

Algunas sobrellevaban hondos pe-sares, otras irradiaban una gran pazinterior. Algunas escondían resenti-mientos que no podían superar,mientras que otras resplandecían de incontenible regocijo. Algunas seveían abatidas en tanto que otras, apesar de los golpes de la adversidad,habían superado el desaliento y la desesperación.

He oído afirmar, tal vez medio enbroma, que los únicos seres humanosfelices son los que sencillamente nose enteran de nada de lo que ocurrealrededor de ellos.

Pero yo pienso de otro modo.He conocido a muchas personas

que viven con regocijo y que irradianfelicidad.

He conocido a muchas personasque viven la vida abundante.

Y creo saber la razón de ello.En esta ocasión, deseo enumerar

unas cuantas de las características quetienen en común las personas más fe-lices que conozco. Ésas son cualida-des que transforman la existenciacomún y corriente en una vida llenade entusiasmo y la hacen abundante.

Primero, beben en abundancia delagua viva.

El Salvador enseñó: “…el que be-biere del agua que yo le daré, no ten-drá sed jamás… [porque] será en éluna fuente de agua que salte para vidaeterna”2.

Cuando el Evangelio de Jesucristose abraza y se comprende en toda suamplitud, éste sana el corazón desga-rrado de dolor, da sentido a la vida,une a los seres queridos con lazosque trascienden la vida terrenal ybrinda a la vida un regocijo sublime.

El presidente Lorenzo Snow dijo:“El Señor no nos ha dado el Evangeliopara que andemos lamentándonos to-dos los días de nuestra vida”3.

El Evangelio de Jesucristo no esuna religión de lamentos ni de melan-colía. La fe de nuestros padres es deesperanza y de alegría; no se trata deun Evangelio de cadenas, sino de unEvangelio de alas.

Adoptarlo enteramente equivale aestar lleno de admiración y a tener unfuego espiritual interior. NuestroSalvador proclamó: “…yo he venidopara que tengan vida, y para que latengan en abundancia”4.

¿Buscan la paz interior?Beban en abundancia del agua viva.¿Buscan el perdón? ¿Buscan el so-

siego, la comprensión y el regocijo?Beban en abundancia del agua

viva.

La vida abundante es la vida espiri-tual. Demasiadas personas se sientana la mesa del banquete del Evangeliode Jesucristo y no hacen más quemordisquear los manjares que se lesponen delante. Están físicamente pre-sentes —asisten a las reuniones,echan una mirada a las Escrituras y re-piten las oraciones conocidas—, perosu corazón está lejos de todo ello. Sihablaran con sinceridad, admitiríanque están más interesadas en los últi-mos rumores del vecindario, en lasfluctuaciones de la bolsa de valores yen el argumento de su espectáculo te-levisivo preferido que en los prodi-gios celestiales y las apaciblesministraciones del Espíritu Santo.

¿Desean participar de esa agua vivay experimentar esa divina fuente deagua dentro de ustedes que salte paravida eterna?

Entonces, no tengan temor y crean con todo el corazón. Cultivenla fe inquebrantable en el Hijo deDios y hagan llegar el corazón a Dios en ferviente oración. Llénensela mente de conocimiento de Él.Abandonen sus debilidades. Vivanen santidad y en armonía con losmandamientos.

Beban en abundancia del agua vivadel Evangelio de Jesucristo.

La segunda cualidad de los que vi-ven la vida abundante es que tienen elcorazón lleno de amor.

El amor es la esencia del Evangelioy el mayor de todos los mandamien-tos. El Salvador enseñó que todos losdemás mandamientos y las enseñanzasproféticas dependen de él5. El apóstolPablo escribió que “toda la ley en estasola palabra se cumple: Amarás a tuprójimo como a ti mismo”6.

Muchas veces no sabemos el alcan-ce que tendrá un sencillo acto de bon-dad. El profeta José Smith fue unmodelo de compasión y de amor. Undía, llegó a casa del Profeta en Nauvooun grupo de ocho afroamericanos,después de haber recorrido desde suciudad de procedencia, Buffalo, NuevaYork, unos 1.300 kilómetros para unir-se al Profeta de Dios y a los santos. Sibien eran libres, se vieron obligados a

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 101

esconderse de quienes pudiesen con-fundirlos con esclavos fugitivos.Pasaron frío y privaciones, se les gasta-ron los zapatos y los calcetines hastaque siguieron caminando con los piesdesnudos hasta llegar a la Ciudad deJosé. Cuando llegaron a Nauvoo, elProfeta les dio la bienvenida en sucasa y ayudó a cada uno de ellos a bus-car un lugar donde quedarse.

Pero quedó una joven llamadaJane, que, por no tener un lugaradonde ir, lloraba sin saber qué hacer.

“Aquí no queremos lágrimas”, ledijo José, y, tras haber ido a buscar aEmma, le dijo: “Esta joven dice queno ha conseguido casa. ¿No crees queha encontrado una casa aquí?”.

Emma asintió. Y a partir de aqueldía, Jane vivió con ellos como miem-bro de la familia.

Años después del martirio delProfeta y tras haberse unido a los pio-neros que hicieron el largo viaje hastaUtah, Jane dijo: “[todavía suelo] des-pertar a media noche y pensar en elhermano José y en la hermanaEmma, y en lo buenos que fueronconmigo. José Smith”, dijo ella, “hasido el hombre más admirable que hevisto en la tierra”7.

El presidente Gordon B. Hinckleyha dicho que los que procuren elevary prestar servicio a los demás “llegarána conocer una felicidad… que nuncahabían conocido… El cielo sabe quehay muchas, muchísimas personas eneste mundo que necesitan ayuda. Ah,muchas, muchísimas. Despojémonosde la influencia maligna de la actitudegoísta, mis hermanos y hermanas, e intentemos hacer más de lo que hemos hecho hasta ahora al serviciodel prójimo”8.

Todos estamos atareados. Es fácilhallar excusas para no ayudar a los de-más, pero me imagino que esas excu-sas han de sonar tan vanas a nuestroPadre Celestial como el niño de la es-cuela primaria que le entregó unanota a la maestra en la que le pedíapermiso para ausentarse de las clasesdesde el 30 hasta el 34 de marzo.

Los que dedican la vida a satisfa-cer sus propios deseos egoístas,

excluyendo a todos los demás, des-cubrirán a la larga que su alegría espoco profunda y que su vida tienemuy poco significado.

En la lápida de la sepultura de unapersona así, se encontraba el siguien-te epitafio:

“Aquí yace un avaro que sólo viviópara sí.

Lo único que le importó fueacumular riquezas.

Ahora, donde esté o cómo le vaya,Nadie lo sabe ni a nadie le

importa”9.

Alcanzamos el máximo de la felici-dad cuando nos unimos a los demásmediante los vínculos del amor y del servicio abnegado. El presidente J. Reuben Clark enseñó que “no haymayor bendición, ni mayor regocijo ni felicidad que los que experimenta-mos cuando aliviamos las afliccionesde otras personas”10.

La tercera cualidad de las personasque viven la vida abundante es que és-tas hacen una obra maestra de su vida.

Sean cuales sean nuestra edad,nuestras circunstancias y nuestras ap-titudes, cada uno de nosotros puede

hacer de su propia vida algo notable.David se vio a sí mismo como un

pastor de ovejas, pero el Señor le viocomo rey de Israel. José de Egiptoservía de esclavo, pero el Señor le viocomo vidente. Mormón llevaba arma-dura de soldado, pero el Señor le viocomo profeta.

Somos hijos e hijas de un PadreCelestial inmortal, lleno de amor y to-dopoderoso. Hemos sido creados tan-to del polvo de la eternidad como delpolvo de la tierra. Cada uno de noso-tros tiene un potencial que apenaspuede imaginar.

El apóstol Pablo escribió: “Cosasque ojo no vio, ni oído oyó, ni han su-bido en corazón de hombre, son lasque Dios ha preparado para los que leaman”11.

¿Cómo es posible, entonces, quetantas personas se vean a sí mismastan sólo como un viejo caballo grisque no sirve de mucho? Hay una chis-pa de grandeza dentro de cada unode nosotros, un don de nuestro amo-roso y eterno Padre Celestial. Lo quehagamos con ese don dependerá denosotros.

Amen al Señor con todo su cora-zón, alma, mente y fuerza. Tomen par-te en causas sublimes y nobles. Hagande su hogar un santuario de santidady de fortaleza. Magnifiquen sus llama-mientos en la Iglesia. Llénense lamente de conocimientos. Fortalezcansu testimonio. Tiendan una mano deayuda a los demás.

Hagan de su vida una obra maestra.Hermanos y hermanas, la vida

abundante no nos llega empaquetadani confeccionada por otra gente; noes algo que podamos encargar ni es-perar que se nos envíe por correo; nose concreta sin aflicción ni sin pesar.

Se concreta por medio de la fe, dela esperanza y de la caridad. Se hacerealidad para quienes, a pesar de lastribulaciones y del pesar, comprendenel mensaje del que escribió: “En lomás crudo del invierno, por fin apren-dí que dentro de mí yace un eternoverano”12.

La vida abundante no es algo a loque sencillamente se llega, sino que

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es un trayecto magnífico que comen-zó hace tiempos inmemoriales y queno se acabará nunca jamás.

Uno de los grandes consuelos delEvangelio de Jesucristo es el conoci-miento que tenemos de que la exis-tencia de esta tierra no es más que unabrir y cerrar de ojos de la eternidad.Ya sea que nos encontremos al co-mienzo de nuestra jornada mortal o alfinal de ella, esta vida no es más queun paso, un paso pequeño.

Nuestra búsqueda de la vida abun-dante no se limita tan sólo a esta vidamortal; su verdadera trayectoria sólose comprende con la perspectiva de laeternidad que se despliega infinita-mente ante nosotros.

Hermanos y hermanas, en la bús-queda de la vida abundante hallamosnuestro destino.

Como lo ilustra la historia del viejoy desechado caballo de una subastaque llegó a ser campeón de saltos,dentro de cada uno de nosotros existeuna chispa divina de grandeza. ¿Cómose puede saber de qué somos capacessi no nos ponemos a prueba? La vidaabundante está a nuestro alcance sitan sólo estamos dispuestos a beberen abundancia del agua viva, a llenarnuestro corazón de amor y a hacer denuestra vida una obra maestra.

Que lleguemos a lograrla es mi hu-milde oración en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Rutherford George Montgomery,

Snowman, 1962.2. Juan 4:14.3. The Teachings of Lorenzo Snow, ed.

Clyde J. Williams, 1996, pág. 61.4. Juan 10:10.5. Véase Mateo 22:40.6. Gálatas 5:14.7. Neil K. Newell, “Joseph Smith Moments:

Stranger in Nauvoo”, Church News, 31 dediciembre de 2005, pág. 16.

8. Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997,pág. 597.

9. En Obert C. Tanner, Christ’s Ideals forLiving, Manual para la Escuela Dominical,1955, pág. 266.

10. “Fundamentals of the Church WelfarePlan”, Church News, 2 de marzo de 1946,pág. 9.

11. 1 Corintios 2:9.12. Albert Camus, en John Bartlett, comp.

Familiar Quotations, decimasexta edición,1980, pág. 732.

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En conclusión, mis hermanos yhermanas, les diré sólo unaspocas palabras para terminar

esta extraordinaria conferencia. Lamúsica ha sido magnífica, las oracio-nes inspiradas, y los discursos y testimonios nos han conmovido el corazón, han elevado nuestro

espíritu y confirmado nuestra fe.Ahora, al regresar a nuestros hoga-

res y a nuestros respectivos trabajos,ruego que recordemos el consejoque hemos recibido y que constante-mente lo expresemos en nuestravida; ruego que sigamos firmes con-tra las asechanzas del adversario. Que las labores que desempeñemosen nuestras muchas responsabilida-des de la Iglesia no sean una carga,sino una fuente de gozo y satisfac-ción. Que podamos convivir comoesposo y esposa, y como padres e hi-jos con amor, bondad y respeto losunos por los otros.

Dios los bendiga, mis amados her-manos y hermanas. Dejo mi amor, mitestimonio y mi bendición con uste-des, y ruego que el Señor esté con to-dos y con cada uno de nosotros hastaque nos volvamos a ver. Que las ben-diciones del cielo los acompañen,pido humildemente en el sagrado ysanto nombre de Jesucristo. Amén. ■

Hasta quevolvamos a vernosP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Ruego que recordemos el consejo que hemos recibido y queconstantemente lo expresemos en nuestra vida.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 103

R ecuerdo un cuadro que bordéde niña cuando estaba en laPrimaria. Decía: “Traeré la luz

del Evangelio a mi hogar”. Yo me pre-guntaba: “¿Qué es esa luz?”. Jesucristomismo lo explicó mejor cuando ense-ñaba a los nefitas. Él dijo: “Alzad, pues,vuestra luz para que brille ante elmundo”. Después explicó: “…yo soyla luz que debéis sostener en alto:aquello que me habéis visto hacer” (3 Nefi 18:24, cursiva agregada).

¿Qué le habían visto hacer los nefi-tas? y, ¿sería posible hacer esas cosasen mi hogar? Cuando la gente deseaba

que Él se quedara con ellos un pocomás, sintió compasión por ellos y per-maneció con ellos. Después los sanó;oró con ellos; les enseñó; lloró conellos; bendijo a sus pequeñitos, unopor uno; les dio de comer y adminis-tró la Santa Cena y la repartió a fin deque hicieran convenio de que siem-pre se acordarían de Él. Su ministerioentre ellos tenía que ver con la ense-ñanza y el cuidado de la persona, ycon llevar a cabo la obra que Su padrele había mandado hacer. Nunca pensóen Sí mismo. Al aprender eso, procu-ré siempre llevar Su luz a mi hogarmediante actos abnegados semejantesa los de Cristo.

Eso no es algo fácil. A veces no se reconoce que en casa se lleve unavida buena; tal vez sea más fácil “le-vant[arse] y brilla[r], para que [n]uestra luz sea un estandarte a lasnaciones” (D. y C. 115:5, cursivaagregada), en vez de que la luz de us-tedes sea un estandarte para su pro-pia familia. A veces, otras personasno nos ven hacer el bien ni compartirnuestra luz en el hogar. La naturalezahumana desea y busca las alabanzas yel reconocimiento. Helamán enseñóa sus hijos Nefi y Lehi a hacer las bue-nas obras de sus antepasados cuyo

nombre llevaban: “…que no hagáisestas cosas para vanagloriaros, sinoque hagáis estas cosas para hacerosun tesoro en el cielo” (Helamán 5:8).Las buenas obras no se deben llevar acabo con el objeto de recibir recono-cimiento.

Charles Dickens tiene un personajeen el libro Casa Desolada, la señoraJellyby, cuyo defecto él califica de “fi-lantropía telescópica”. Ella está tan ob-sesionada por ayudar a una tribu quesufre en una tierra lejana, que rechazaa su propio hijo herido y sucio queacude a ella en busca de consuelo. Laseñora Jellyby desea que sus buenasobras sean grandiosas y visibles antetodos (véase Charles Dickens, BleakHouse, (Casa Desolada), 1985, págs.82–87). Quizás algunos preferiríamosdar ayuda tras un huracán en vez deayudar en el hogar. Ahora bien, ambosson importantes, pero la ayuda en elhogar es nuestra responsabilidad pri-mordial y eterna. “Los padres tienen laresponsabilidad sagrada de educar asus hijos dentro del amor y la rectitud,de proveer para sus necesidades físi-cas y espirituales” (“La Familia: Unaproclamación para el mundo”,Liahona, octubre de 2004, pág. 49).

Recuerdo otro personaje literarioque es todo lo contrario del deDickens. Dorotea es la heroína deuna de mis novelas predilectas:Middlemarch. Al final del libro, se larecuerda por sus actos privados y ab-negados para con su familia y susamigos. En él dice: “Toda su naturale-za… la dedicó a causas que no lleva-ban renombre en la tierra; pero elefecto que su ser surtía en los que larodeaban era incalculablemente difu-sivo: porque lo bueno cada vez másgrande del mundo depende en partede actos tradicionales; y las cosas noparecen ir tan mal con ustedes y con-migo como podrían haberlo ido, enparte debido a las personas que vivie-ron en la oscuridad y descansan entumbas sin visitantes” (George Eliot,Middlemarch, 1986, pág. 682).

En estos años preparatorios, uste-des, jovencitas, pasan gran parte de su tiempo en escuelas o en trabajos

“Yo soy la luz que debéissostener en alto”S U S A N W. TA N N E RPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

Cada uno de nuestros pequeños actos irradiará sólo unpuntito de luz, pero, al unirse, tienen un enorme impacto.

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENES2 5 d e m a r z o d e 2 0 0 6

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donde reciben aplausos, honores, pre-mios, insignias o trofeos. Cuando pa-san de esa etapa a ser madres jóvenes,ocurre una disminución considerableen los elogios de afuera; sin embargo,en ninguna otra función existe másoportunidad de servir desinteresada-mente, como Cristo lo haría, al aten-der a cientos de necesidades diarias,tanto físicas como emocionales y espi-rituales. Ustedes llevarán la luz delEvangelio a sus hogares, no para quela vean los demás, sino para edificar-los: hombres y mujeres de fortaleza yde luz.

El hogar es también un lugar priva-do y, lamentablemente, a veces ami-noramos nuestros esfuerzos. Tanto ennuestro hogar como con nuestra fa-milia, a veces nos comportamos de lapeor manera con las personas queson más importantes. Recuerdo bienuna mañana cuando tenía 14 años.Antes de irme a la escuela, estaba irri-tada y fui poco amable con mis padresy hermanos. Después de salir de la

casa, fui cortés con el conductor delautobús y amigable con mis compañe-ros. Sentí la discrepancia de mis actosy me invadió un enorme remordi-miento. Le pedí permiso a la maestrapara salir unos momentos a llamar acasa. Le pedí disculpas a mi madrepor mi comportamiento y le dije lomucho que la amaba y apreciaba, y le prometí que me esforzaría por demostrarlo.

Para la mayoría de nosotros es difí-cil vivir en casa hasta un solo día sincontención. La nación nefita tuvo unasociedad perfecta durante doscientosaños sin “contenciones en la tierra…Y no había envidias, ni contiendas, nitumultos, ni fornicaciones, ni menti-ras, ni asesinatos, ni lascivias de nin-guna especie; y ciertamente no podíahaber un pueblo más dichoso entretodos los que habían sido creados porla mano de Dios” (4 Nefi 1:15–16).

Algunos nacemos en familias quetienen serias dificultades, e inclusolas familias buenas tienen muchos

desafíos. En nuestros hogares, debe-mos tratar de hacer lo que Cristo hizocon los nefitas. Tal como enseña la pro-clamación sobre la familia: “Hay másprobabilidades de lograr la felicidad en la vida familiar cuando se basa enlas enseñanzas del Señor Jesucristo”(Liahona, octubre de 2004, pág. 49).Nosotras debemos ser la luz para ayu-dar a nuestras familias a vencer el peca-do, la ira, la envidia y las contenciones.Podemos orar juntos, llorar los unospor los otros, sanar nuestras heridas, y amarnos y servirnos con amor unos a otros.

Ustedes, jovencitas, se preparanahora para fortalecer sus futuros ho-gares y familias al llevar la luz delEvangelio a sus hogares y familias ac-tuales. Las cosas pequeñas y aparen-temente insignificantes que hacenson muy importantes. Leí sobre las lu-ciérnagas que se encuentran en unascavernas de Nueva Zelanda. Cada in-secto, por sí solo, produce sólo unpuntito insignificante de luz, pero

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cuando millones se unen para alum-brar una caverna, producen suficienteluz con la que una persona puedeleer. Del mismo modo, cada uno denuestros pequeños actos irradiarásólo un puntito de luz, pero, al unirse,tienen un enorme impacto. Esta tar-de, el coro nos recordará la importan-cia de compartir nuestra pequeña luz,al entonar “Brilla”:

“Pequeña luz la mía esde fe y oración,mas brilla como luz del sol;mi luz de Dios es don.

Mi luz no debo esconder,me dijo el Señor,y siempre yo la hago vera todos con amor.Brilla, brilla, siempre dando luz;Brilla, brilla, para el Rey Jesús” (Canciones para los niños, pág. 96)

Para brillar podemos cuidar al her-manito, almorzar con una hermanaen la escuela, hacer quehaceres de lacasa, resistir el deseo de pelear, sen-tir alegría por el éxito de los demás,compartir una golosina, dar ayudacuando alguien esté enfermo, colo-car en la almohada una notita deagradecimiento a los padres, perdo-nar una ofensa, compartir nuestrotestimonio.

En Rumania conocí a Raluca, unajovencita de 17 años que hacía pocose había unido a la Iglesia. Su bautis-mo fue una ocasión feliz debido aque, entre otras cosas, asistió a él todasu familia. Su madre y su hermana sin-tieron el Espíritu en esa ocasión y de-searon recibir también la enseñanzade los misioneros, lo cual preocupó alpadre, ya que pensaba que esa iglesiadesconocida le estaba quitando a sufamilia. De modo que no lo permitió,y por un tiempo hubo un sentimientode discordia en la familia. Sin embar-go, Raluca recordó que había hechoel convenio bautismal de tomar sobresí el nombre de Jesucristo. Para soste-ner Su luz en alto, ella se esforzó porhacer en su hogar lo que Él haría: Era pacificadora, daba el ejemplo,

enseñaba, sanaba. Con el tiempo seablandó el corazón de su padre y lespermitió a los demás aprender mássobre la Iglesia. Ellos también se bauti-zaron. Y finalmente, para alegría de to-dos, el padre de la familia también seunió a la Iglesia. Al momento de subautismo, él tomó la palabra y dijoque por un tiempo en el hogar, su fa-milia había sido como dos corazonesque laten a ritmo diferente, pero aho-ra eran de una fe y un bautismo, conlos corazones entrelazados en unidady amor. Dio las gracias a los misione-ros y a los miembros que los habíanayudado; después le rindió un home-naje especial a su hija Raluca por tenerlos atributos de Cristo en el hogar du-rante aquel difícil periodo, por ser lapacificadora, la sanadora, la maestra, elejemplo y la luz que al final llevó atoda la familia a la Iglesia de Jesucristo.

Cada una de ustedes tiene una luz.Al ver sus rostros esta tarde y al recor-dar los que he visto a medida que heviajado por el mundo, veo semblantesresplandecientes, “aun como los ros-tros de ángeles” (Helamán 5:36). Enun mundo ensombrecido por la oscu-ridad del pecado, los semblantes de Nefi y Lehi, hijos de Helamán,

“brillaban en gran manera” (Helamán5:36). Aquellos que los rodeaban de-seaban tener esa misma luz y pregun-taron: “…¿Qué haremos para que seaquitada esta nube de tinieblas quenos cubre?” (Helamán 5:40). Se lesenseñó a arrepentirse y a tener fe enJesucristo. Al hacerlo, la nube de tinie-blas se disipó y fueron rodeados conluz, una columna de fuego, y llenosdel gozo inefable del Espíritu Santo(véase Helamán 5:43–45).

Al compartir ustedes su luz, tam-bién los demás encontrarán aún másluz. ¿Hay alguien que necesite su luzmás que su familia? Las veo a ustedes,extraordinarias jovencitas de semblan-tes brillantes, como la fortaleza delpresente y la esperanza del futuro ensus hogares y en la Iglesia.

Jesucristo es la luz que debemossostener en alto. “Él es la luz, la vida y la esperanza del mundo. Su caminoes el sendero que lleva a la felicidaden esta vida y a la vida eterna en elmundo venidero” (“El Cristo Viviente:El Testimonio de los Apóstoles”,Liahona, abril de 2000, págs. 2–3).Que cada una de nosotras brille conSu luz, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Durante el último año, he vistola luz de Dios brillar muchasveces en el rostro de ustedes,

las mujeres jóvenes. La he visto en lasgrandes reuniones, desde Brasil hastala República Dominicana. La he vistoal tirar ustedes de carros de mano enlas representaciones de las caminataspioneras. He visto esa luz al cantar yjugar juntas en los campamentos. Hevisto esa luz de Dios brillar en el ros-tro de las jovencitas en los bautiste-rios de los templos, desde Méxicohasta Utah. Su luz ha influido en mí yen muchas otras personas. Ustedesposeen esa luz porque literalmenteson hijas espirituales de la Deidad,“progenie de padres exaltados”1 conuna naturaleza divina y un destinoeterno2. Ustedes recibieron sus

primeras lecciones en el mundo delos espíritus de parte de sus padrescelestiales3. Fueron enviadas a la tierrapara ser probadas4.

Ustedes se encuentran en la etapade la vida en la que han de tomar al-gunas de las decisiones más impor-tantes. Debido a que de continuo lasbombardean con un sinnúmero demensajes incorrectos con respecto aquiénes son, precisan orientación adi-cional. Ustedes aprenderán más acer-ca de su vida y de su misión en latierra y de la luz que llevan en su inte-rior si se preparan para recibir la ben-dición patriarcal y luego la estudian.

Nunca se es demasiado joven paracomenzar a aprender acerca de lasbendiciones patriarcales5. Me alegrode haber recibido la mía antes de ha-ber recibido el fuego nutrido de losmensajes confusos e incorrectos delmundo. Gracias a ella, recibí el con-suelo y la certeza de que el Señor meama y me conoce, y desde aquel díaen adelante, comencé a pensar másen lo que tiene que ver con la eterni-dad que con la popularidad.

Ésta es la época para que las muje-res jóvenes se preparen para recibir labendición patriarcal y después la reci-ban. Su obispo y sus padres las guiaránpara decidir cuándo sea el momentoindicado para recibirla, puesto que laedad y el estado de preparación paraello son diferentes para cada persona6.Cuando comprendan el significado y el

propósito de la bendición patriarcal ysientan el deseo sincero de realizar laobra del Señor, contarán con la madu-rez suficiente para recibirla7. A veces,las personas esperan un tiempo másprolongado para recibir esa bendición,porque piensan que deben hacersemerecedoras de ellas de alguna formaespecial. Si llenan los requisitos pararecibir la recomendación para efectuarbautismos en el templo, entonces tam-bién los llenan para la bendición pa-triarcal. Es importante prepararse pararecibir ésta con ayuno y con oración afin de que su espíritu sea humilde ydócil a la enseñanza. Su preparaciónpersonal es muy importante.

Cuando reciban la bendición pa-triarcal, verán un destello de la eterni-dad; comenzarán a vislumbrar lo queyace en el futuro para ustedes pormotivo de que su bendición se referi-rá a su trayecto y propósito eternos.El patriarca que les dé la bendición nosabrá lo que será su bendición sinohasta que la pronuncie. En la bendi-ción, se les hablará de su linaje en lacasa de Israel. Ésa es su línea familiar,y a ésta a veces se la llama tribu. Todaslas tribus se remontan hasta el granpatriarca Abraham. Su linaje personales importante, puesto que significaque están incluidas en las promesasque se le dieron a Abraham de que,por medio de él, todas las nacionesde la tierra serían bendecidas8.

El linaje es un “parentesco consan-guíneo”9 y eso las hace literalmente“hij[as] de los profetas”10 con un no-ble linaje. Por eso suele decirse queustedes son jóvenes de linaje escogi-do11 y que pertenecen a una “genera-ción real y escogida”12.

Una amiga mía dijo: “Cuando meuní a la Iglesia a los 16 años, comencéa comprender quién soy yo en ver-dad. Recibí mi bendición patriarcal yse me dijo que era de la casa deIsrael. En esa época no sabía lo queeso quería decir, pero con el correrde los años, llegué a aprender que es un gran privilegio ser descendien-te directa de los profetas. Tengo unvalioso patrimonio y las mejoresoportunidades”.

Ustedes son denoble linajeJ U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Ustedes aprenderán más acerca de su vida y de su misiónen la tierra si se preparan para recibir la bendiciónpatriarcal y luego la estudian.

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Al igual que Abraham, busquen us-tedes la bendición para que poseanun conocimiento mayor y reciban ins-trucciones del Señor13. Al recibir esabendición, se darán cuenta de que elSeñor las conoce por su nombre. Enlos primeros tiempos de la Iglesia, muchas personas deseaban que JoséSmith le pidiese al Señor instruccio-nes concretas referentes a la vida deellas. Algunas de esas revelacioneshoy día forman parte de Doctrina yConvenios. Al igual que los primerossantos, ustedes pueden considerar subendición patriarcal como su sagrada“escritura personal”14, la que debenconservar sagrada y compartir sólocon los miembros más cercanos desu familia15.

El patriarca puede prever el desen-volvimiento y las condiciones de lavida de ustedes y darles una bendi-ción que se relacione con esos aspec-tos. Como me contó una jovencita:“Se dijeron algunas cosas en mi ben-dición sobre mí, que ni aun mis pa-dres sabían”. El presidente James E.Faust dijo que toda bendición patriar-cal es una “revelación personal inspi-rada por Dios”. Es “una estrella a laque seguir y un ancla para nuestraalma”. Ella nos revela nuestra capaci-dad y nuestro potencial16.

El presidente Packer dice quenuestra bendición es un “párrafo dellibro de nuestras posibilidades”17. Elpresidente Monson llama a nuestrabendición “una Liahona de luz”18.

Por motivo de que no se ha dis-puesto que la bendición patriarcal seauna predicción de todo lo que ocurri-rá en la vida de la persona que la reci-ba, debemos procurar y seguir la guíadel Espíritu Santo a fin de recibir ma-yor entendimiento para el curso denuestra vida. Las enseñanzas delEvangelio siempre son una guía paralograr un entendimiento cabal denuestro destino y privilegios. Porejemplo, en la bendición patriarcal talvez no se mencione que una personase casará o que tendrá hijos, pero enel Evangelio se nos enseña que debe-mos casarnos en el templo y tener fa-milias. Por iniciativa propia, podemos

seguir esas enseñanzas del Evangelio,sin que se nos dé dirección personalespecífica.

Mientras cursaba la escuela secun-daria, una consejera vio los resultadosfinales de mis exámenes y me dijoque pensaba que no me iría bien en launiversidad; sin embargo, después deleer detenidamente y con oración mibendición patriarcal, sentí que no de-bía abandonar mi meta de toda lavida. Por tanto, debido a que tenía unconocimiento del plan del Señor conrespecto a mí, me fue posible seguiradelante con confianza. Descubrí queme iba bien en los estudios, y recibíun título universitario. Cuando sabe-mos quiénes somos y lo que debemoshacer, resulta más fácil tomar decisio-nes importantes acerca de los estu-dios, de la carrera y del matrimonio.Es más fácil hacer brillar nuestra luzen el ámbito familiar, entre los amigosy en cualquier otro lugar.

El Salvador dijo: “En verdad, enverdad os digo que os doy a vosotrosser la luz de este pueblo. Una ciudadque se asienta sobre una colina no sepuede ocultar.

“He aquí, ¿encienden los hombresuna vela y la ponen debajo de un al-mud? No, sino en un candelero; y daluz a todos los que están en la casa;

“por lo tanto, así alumbre vuestraluz delante de este pueblo, de modoque vean vuestras buenas obras, y glo-rifiquen a vuestro Padre que está enlos cielos”19.

Cuando sepan quiénes son y loque deben hacer en la vida, no desea-rán ocultar su luz.

Por ejemplo, no desearán “ocultarsu luz” al usar ropa que disminuya elpotencial real que tienen. No querránutilizar un lenguaje indebido ni contarchistes inapropiados, ni desfigurarseel cuerpo con tatuajes ni con otrosprocedimientos degradantes para unahija de linaje real. No degradarán sunoble linaje al consumir ninguna sus-tancia dañina o adictiva. Ni tampocoverán ningún proceder que sea inmo-ral y que rebaje su noble condición niparticiparán en ello. Ustedes procu-ren todo lo que sea “virtuoso, o bello,o de buena reputación, o digno dealabanza”20, puesto que saben queson de noble linaje.

Ustedes son las preciadas hijas dela promesa, y si guardan los estatutosy los mandamientos del Señor y escu-chan Su voz, Él ha prometido que lasexaltará sobre todas las naciones paraloor, y fama y gloria21. Su bendiciónpatriarcal las inspirará a enmendar elrumbo cuando sea necesario. Ésta

Cuatro jovencitas de las Filipinas asisten a la transmisión de una sesión de la

conferencia.

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contiene promesas que recibirán sólomediante su fidelidad; pero, si no sonfieles, no esperen que se cumpla subendición.

En ocasiones, las jóvenes piensanque por haber cometido errores, noson dignas de recibir la bendición pa-triarcal o que se han hecho indignasde la bendición que ya han recibido.Recuerden, la enseñanza fundamentaldel Señor Jesucristo es la fe en Él y enSu poder para redimir nuestros peca-dos. “Satanás quiere hacer[las] creerque no puede[n] arrepentir[se], peroeso es absolutamente falso”22. Cadasemana, al tomar la Santa Cena, noscomprometemos a mejorar. Debemosprocurar siempre llegar a ser una nue-va persona que sea más semejante anuestro Salvador Jesucristo. El apóstolPablo llama a eso andar “en vida nue-va”23. Si han cometido errores gravesque las hayan hecho indignas de sunoble linaje, estén dispuestas a llevarsus lágrimas de pesar a su obispo. Éles amigo suyo en el proceso del arre-pentimiento y ha sido apartado paraactuar como juez aquí en la tierra enlugar del Salvador, que es el JuezEterno. El arrepentimiento es comoun borrador gigantesco que borrará

¡hasta la tinta permanente! No es fácil,pero es posible24. El Señor dijo: “Heaquí, quien se ha arrepentido de suspecados es perdonado; y yo, el Señor,no los recuerdo más”25.

Jovencitas, mediante su bendiciónpatriarcal, sabrán que son de noble li-naje. Al avanzar en años, irán viendoque las profecías de su bendición iránadquiriendo forma. El Señor tiene co-sas importantes y fascinantes para queustedes lleven a cabo. Éste es el mo-mento de “[levantarse y brilla[r], paraque [su] luz sea un estandarte a las na-ciones”26; “por lo tanto, así alumbrevuestra luz delante de este pueblo, demodo que vean vuestras buenas obras,y glorifiquen a vuestro Padre que estáen los cielos”27. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine,

segunda edición, 1966, pág. 589.2. Véase: “La Familia: Una proclamación

para el mundo”, Liahona, octubre de 2004,pág. 49.

3. Véase D. y C. 138:56.4. Véase Abraham 3:25; véase también

“Elección”, en la Guía para el Estudio delas Escrituras, pág. 58.

5. Véase “Teaching Children about PatriarchalBlessings”, Ensign, octubre de 1987, pág.54. El presidente Spencer W. Kimball

enseñó: “¿Preparan a sus hijos para recibir[sus bendiciones patriarcales], o los dejanque las descubran por casualidad?… Creoque toda madre debería empezar a hablar-les a sus hijos sobre las bendiciones patriar-cales cuando tengan sólo unos cuantosaños de edad, a fin de que se preparenpara recibirla” (en Conference Report,Conferencia de Área de Manchester,Inglaterra, junio de 1976, pág. 23).

6. Véase Ezra Taft Benson, Sermons andWritings of President Ezra Taft Benson,2003, pág. 149.

7. Véase Ensign, octubre de 1987, pág. 55.8. Véase Génesis 26:4; Abraham 2:9.9. Véase Selecciones de Doctrina de

Salvación, Discursos y escritos de JosephFielding Smith, pág. 291.

10. 3 Nefi 20:25.11. Véase “A vencer”, Himnos, Nº 167.12. 1 Pedro 2:9.13. Véase Abraham 1:2–3.14. Sermons and Writings of President Ezra

Taft Benson, pág. 149.15. Véase Leales a la Fe, pág. 33.16. Véase James E. Faust, “Las bendiciones

del sacerdocio”, Liahona, enero de 1996,pág. 71.

17. Boyd K. Packer, “El patriarca de estaca”,Liahona, noviembre de 2002, pág. 44.

18. Thomas S. Monson, “Vuestra bendición pa-triarcal: una Liahona de luz”, Liahona, ene-ro de 1987, pág. 63.

19. 3 Nefi 12:14–16.20. Véase Los Artículos de Fe 13.21. Véase Deuteronomio 26:17–19.22. Para la fortaleza de la juventud, pág. 30.23. Romanos 6:4.24. Véase Leales a la Fe, 19–23.25. D. y C. 58:42.26. D. y C. 115:5.27. 3 Nefi 12:16.

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No ha habido mejor época queésta para vivir en la tierra. Éstosson “días inolvidables”1. Es la

época de ustedes, una época maravillo-sa. ¡Ustedes son maravillosas! Al mirar-las a los ojos y contemplar el brillo desu semblante, me asombra que seantan buenas, firmes y puras en un mun-do tan difícil. Recuerdo un poema quemi abuelo solía recitarme cuando yotenía la edad de ustedes, el cual dice:

No precisas decirme cómo vivescada día;

No precisas decirme si trabajas o site diviertes;

Hay una prueba irrefutable:Sobran las palabras, pues en tu

rostro se refleja…Si vives cerca de Dios y de Su gracia

infinita…

Sobran las palabras, en tu rostro se refleja2.

Nunca he olvidado ese sencillo poe-ma y siempre he intentado vivir demanera que ello se reflejara en mirostro. Veo que ustedes también lo es-tán haciendo. La luz de su rostro indi-ca que han hecho convenios connuestro Padre Celestial y con Su HijoJesucristo, y que los cumplen; y quelas decisiones que han tomado lespermiten disfrutar de la compañía delEspíritu Santo. Expreso mi admira-ción por cada una de ustedes.

El presidente Gordon B. Hinckleyha dicho de ustedes que son “la gene-ración más excelente (y más firme) dejóvenes de toda la historia de estaIglesia”3. Creo que a ustedes se las hapreparado y reservado para estar en latierra en este tiempo en que los desa-fíos y las oportunidades serían másgrandes. Creo que el Señor está con-tando con ustedes para que sean líde-res rectas y para que sean testigos “entodo tiempo, y en todas las cosas y entodo lugar”4. De hecho, se puede de-cir de ustedes que son “la esperanzaradiante”5 del futuro.

Creo que el apóstol Pedro las inclu-yó a ustedes cuando dijo: “Mas voso-tros sois linaje escogido, realsacerdocio, nación santa, pueblo ad-quirido por Dios, para que anunciéislas virtudes de aquel que os llamó delas tinieblas a su luz admirable”6.

Esa luz es la del Salvador; es la luz

del Evangelio restaurado de Jesucristo.Al vivir de acuerdo con el Evangelio,ustedes reflejan Su luz. Su ejemplosurtirá un poderoso efecto positivoen la tierra. “Levantaos y brillad, paraque vuestra luz sea un estandarte alas naciones”7 es un llamado a cadauna de ustedes, un llamado para as-cender a un terreno más elevado; unllamado para dirigir en decencia, pu-reza, modestia y santidad. Es un lla-mado para compartir esa luz conotras personas. Ha llegado la hora:“Levantaos y brillad”.

¿Puede una jovencita recta cambiarel mundo? La respuesta es un rotun-do, ¡Sí! Ustedes cuentan con la guíadel Espíritu Santo, y Él les “mostrarátodas las cosas que [deben] hacer”8.Lo cotidiano que hagan habitualmen-te las fortalecerá para ser líderes yejemplos, como la oración diaria, elestudio diario de las Escrituras, laobediencia diaria, el servicio diarioque presten al prójimo. Al realizartodo eso, se acercarán más al Salvadory llegarán a ser cada vez más como Él.Al igual que Moisés, Abinadí y otros lí-deres fieles9, su rostro se iluminarácon el fuego de su fe. “¿Habéis recibi-do su imagen en vuestros rostros?”10.“Levantaos y brillad”.

En 1856, a la edad de 13 años,Mary y su familia se unieron a laIglesia en Inglaterra, viajaron a losEstados Unidos y se sumaron a laCompañía de carros de mano deMartin. En su diario personal, relatalas dificultades del viaje: la pérdidadel hermanito menor y de un herma-no mayor, la congelación de sus pro-pios pies y, por último, elfallecimiento de la hermanita reciénnacida y de su madre. Al llegar al Valledel Lago Salado, el médico le amputólos dedos de los pies, pero el profetaBrigham Young le prometió que no lecortarían más partes del pie. De esocuenta: “Cierto día, estaba sentada…llorando. Me dolían mucho los pies, yentonces, una anciana llamó a la puer-ta y dijo haber percibido que alguienla necesitaba allí durante unos días…Le mostré los pies [y]… Ella me dijo:‘Los salvaremos con la ayuda del

En su rostro se reflejaE L A I N E S . D A LT O NSegunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Ustedes reflejan Su luz. Su ejemplo surtirá un poderosoefecto positivo en la tierra.

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Señor’. Preparó una cataplasma y mela puso en los pies, y cada día, tras lavisita del médico, ella iba y me la cam-biaba. Al cabo de tres meses, los piesestaban bien”11.

Pero Mary había pasado tanto tiem-po sentada en una silla que los tendo-nes de las piernas se le entumecierony no era capaz de estirarlas. Cuandosu padre vio el estado en que se en-contraba, lloró. Le frotó las piernascon aceite y trató de enderezárselas,pero fue inútil. Un día le dijo: “Mary,he pensado en una forma de ayudar-te. Voy a poner una repisa en la pared,y mientras estoy en el trabajo, tú tratade alcanzarla”. Ella cuenta que lo in-tentó de continuo durante varios díashasta que al fin la alcanzó. Entoncessu padre elevó la repisa un poco másy así pasaron tres meses. Y gracias a

sus esfuerzos diarios, las piernas se leenderezaron y aprendió a caminar denuevo12.

Creo que, al igual que Mary Goble,ustedes van aprendiendo a elevarseun poco más hasta la repisa que nues-tros líderes nos han puesto y que, sivan alcanzando esos ideales a medidaque éstos se vayan elevando, podráncaminar hacia el futuro con confianza.

El semblante de las jóvenes deÁfrica occidental brilla con la radianteluz del Espíritu Santo, pues viven lasnormas expuestas en Para la fortale-za de la juventud, reciben la guía delEspíritu y se preparan para ser líde-res. Aman al Señor y se sienten agra-decidas por la luz de Él que recibenen la vida. Algunas de esas jóvenes ca-minaron durante tres horas para ex-presarme su testimonio, gracias a los

cuales jamás volveré a ser la misma.Cuando me hallaba en Sudamérica,

las jovencitas y sus líderes cantaron“Yo trato de ser como Cristo”13. Nosólo cantaban la letra, sino que la sen-tían de verdad. En Asia y en India, lasjóvenes son ejemplos de fe, del mo-desto vestir y de pureza. Les brillanlos ojos y son felices. Las jovencitas deInglaterra, de Irlanda y de Gales de-fienden la verdad y la rectitud en laescuela. En un mundo cada vez mástenebroso, ellas se destacan por suluz. Algunas de ustedes son los únicosmiembros de la Iglesia de su familia oen la escuela y se destacan por su luzy su ejemplo de rectitud.

Hace poco, fui de excursión con ungrupo de jóvenes hasta la cima del“Ensign Peak”, desde donde contem-plamos la urbe de Salt Lake City y eltemplo, y conversamos del sacrificioque hicieron tantas personas por elEvangelio. Entonces, cada una de lasjóvenes desplegó un estandarte, en elque habían dibujado símbolos de sumensaje al mundo: lo que deseabandefender en los últimos días. Me con-movió oír el cometido y el testimoniode cada una. Al final cantamos“Bandera de Sión”14 y todas exclama-ron al unísono: “¡Hurra por Israel!”15.Hoy hago eco de esas palabras: ¡Hurrapor ustedes! Espero que jamás dudenal permitir que “alumbre [su] luz…para que [los demás] vean [sus] bue-nas obras, y glorifiquen a [su] Padreque está en los cielos”16. Espero quetambién ustedes enarbolen su estan-darte muy alto. Sé que, al dar el ejem-plo de rectitud, se cumplirá estepasaje de Isaías: “Porque he aquí… sobre ti amanecerá Jehová, y sobre tiserá vista su gloria”17. Será evidente y“andarán las naciones a tu luz, y los re-yes al resplandor de tu nacimiento”18.

Veo el día en que el mundo vuelvasus ojos a ustedes y diga: “¿Quiénesson? ¿Quiénes son esas jovencitas queirradian esa luz? ¿Por qué son tan feli-ces? ¿Por qué conocen su objetivo enun mundo tan confuso?”. Y ustedes se pondrán de pie y dirán con convic-ción: “Somos hijas de un PadreCelestial que nos ama y nosotras lo

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amamos a Él. Seremos ‘testigos deDios en todo tiempo, en todas las co-sas y en todo lugar’ ”19.

Las insto como hizo Moroni:“Despertad y levantaos… oh hijas deSión”20. Él las vio y vio esta época.¡Ésta es su época! Depende de uste-des decidir “levantarse y brillar”. Creoque, al despertar y levantarse, su luzserá un estandarte a las naciones, ytambién creo que sus normas seránuna luz a las naciones. Ustedes hansido apartadas; se distinguieron en laexistencia preterrenal y su linaje traeconsigo un convenio y promesas. Hanheredado los atributos espirituales delos fieles, vale decir, de Abraham, deIsaac y de Jacob. Su naturaleza mismarefleja su herencia y destino divinos.No son del sexo femenino por casuali-dad. Sus características divinas se en-grandecerán al dirigir a otras personasy elevarse a su potencial divino.Acérquense al Salvador. ¡Él vive! Él esla luz, la vida y la esperanza del mun-do. Él las guiará y les infundirá valorpara compartir su luz. Tal y como meenseñó mi abuelo: “Si vives cerca deDios y de Su gracia infinita, sobran laspalabras, en tu rostro se refleja”. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Oliver Cowdery, en José Smith—Historia,

1:71, nota al pie de la página.2. Autor desconocido.3. Teachings of Gordon B. Hinckley, Salt Lake

City: Deseret Book, 1997, pág. 714.4. Mosíah 18:9.5. Gordon B. Hinckley, “El permanecer firmes

e inquebrantables”, Reunión Mundial deCapacitación de Líderes, 10 de enero de2004, pág. 22.

6. 1 Pedro 2:9.7. D. y C. 115: 5.8. 2 Nefi 32:5.9. Véase Éxodo 34:30; Mosíah 13:5; Mateo

17:1–2.10. Alma 5:14.11. Eugene England, “Utah, a Centennial

Celebration”, This People Magazine,primavera de 1996, pág. 21.

12. Ibíd.13. Véase Canciones para los Niños, Nº 40.14. Véase Himnos, Nº 4.15. Véase Orson F. Whitney, Life of Heber C.

Kimball, 1945, pág. 266.16. Mateo 5:16.17. Isaías 60:2.18. Isaías 60:3.19. Lema de las Mujeres Jóvenes; véase

también Mosíah 18:9.20. Moroni 10:31.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 111

Es un honor contar con la pre-sencia del presidente Gordon B.Hinckley, nuestro amado pro-

feta, y del presidente Thomas S.Monson, a quien también estimamosy amamos. Es un privilegio estar con cada una de ustedes, hermani-tas, y con sus maravillosas hermanaslíderes.

Ustedes son jovencitas de gran po-tencial que tienen mucho por haceren la vida. Realizarán una gran obraen sus hogares, en la Iglesia y en lacomunidad. Para lograrlo, tendránque adquirir un testimonio y tener feen Cristo, centrarse en Él en vez delmundo. Ustedes son hijas rectas de

Dios y Él las ama y desea ayudarles.El tema de esta conferencia es muy

apropiado: “Levantaos y brillad, paraque vuestra luz sea un estandarte a lasnaciones”1. Veo brillar la luz en sussemblantes; proviene del Señor, y alirradiar esa luz, serán bendecidas us-tedes y muchas personas más.

Esa misma luz les iluminó el cami-no a Mary Elizabeth Rollins, de 15años, y a su hermana Caroline, de 13,un oscuro y frío día en Independence,Misuri. Corría el año 1833, y una chus-ma furiosa irrumpía por las calles deIndependence, quemando las propie-dades y causando destrucción. En sucamino se encontraba el hogar delhermano William W. Phelps, donde te-nían la imprenta en la que él imprimíalas revelaciones que recibía el profetaJosé Smith. La muchedumbre destru-yó la imprenta y lanzó los escombrosa la calle. Sin embargo, amontonaronlas páginas impresas en el patio paraquemarlas más tarde.

Mary Elizabeth y Caroline se habíanescondido por el cerco, atemorizadasal ver la destrucción. A pesar de quesentía mucho miedo, Mary Elizabethno le quitaba la vista a esas valiosaspáginas. Ella y su hermana salieron de su escondite, recogieron lasEscrituras y se echaron a correr. Los de la chusma las vieron y les

Su luz: Una normapara todas lasnacionesP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Veo brillar luz en sus semblantes; proviene del Señor, y alirradiar esa luz, serán bendecidas ustedes y muchaspersonas más.

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ordenaron detenerse, pero las valien-tes muchachas corrieron hacia unmaizal donde sin aliento se tiraron alsuelo. Con cuidado acomodaron laspáginas de las revelaciones entre lasaltas hileras de maíz, y para cubrirlasse acostaron encima de ellas. Los des-piadados malhechores buscaron conempeño a las niñas, a veces estando apunto de hallarlas, pero nunca lo lo-graron. Al final abandonaron la bús-queda para ver qué más podíandestruir.

Creo que la luz del Señor dirigió aMary Elizabeth y a Caroline para quesupieran qué hacer y cómo proteger-se. Hermanas, esa luz brilla para uste-des, y les guiará como lo hizo para lasniñas Rollins. Las mantendrá segurasaun frente al peligro. Como prometióel Maestro: “y también seré vuestraluz… prepararé el camino delante devosotros, si es que guardáis mis man-damientos… y sabréis que yo soy elque os conduce”2.

Mis queridas amiguitas, ustedespueden apartarse de la maldad comolo hicieron las hermanas Rollins, si ad-quieren su propio testimonio delSalvador. Al hacerlo, aumentará sufortaleza espiritual; atesoren la espiri-tualidad y se darán cuenta de cuándulce es.

Ustedes deben tomar sus propiasdecisiones, pero deben tomarlas conuna perspectiva eterna. Con la edad,la experiencia y la fe tendrán la sabi-duría para tomar buenas decisiones ypara tomar las que sean correctas. Yocreo que ustedes, jovencitas, saben adónde deben ir para recibir las res-puestas correctas. En las palabras deMormón: “…conocéis la luz por lacual podéis juzgar, la cual es la luz deCristo”3.

Hace algunos años me encontrabaen el lugar donde en 1431 quemaron aJuana de Arco en la hoguera. La jovenJuana de Arco, una de las grandes he-roínas de la historia, llegó a ser insólitaadalid del ejército francés en el oscu-rantismo, mucho antes de la restaura-ción del Evangelio. Juana tuvo la Luzde Cristo y también el valor para se-guir sus impresiones y dejar una

huella en el mundo. De familia campe-sina, no sabía leer ni escribir, pero erainteligente. Largos años de guerra conlos ingleses habían empobrecido y di-vidido su país. A los diecisiete años,sintiendo la impresión de que su vidatenía un propósito, se fue de casa re-suelta a ayudar a liberar a su país opri-mido. Por supuesto, la gente seburlaba de sus ideas y pensaba que es-taba un tanto loca, pero al final losconvenció de que le dieran un caballoy una escolta para ir a ver al rey.

El joven rey Carlos VII de Franciahabía oído hablar de Juana y decidióponerla a prueba. Él se pasó a las filasdel ejército y dejó que uno de sus lea-les vasallos ocupara el trono. CuandoJuana entró en la sala, apenas dio re-conocimiento al hombre que ocupabael trono, pero de inmediato se dirigióa Carlos y se inclinó ante él como surey. Esto impresionó al rey de talmodo que la puso al mando de sus12.000 tropas. Al principio los solda-dos franceses no querían obedecerla,pero al ver que todos los que la se-guían triunfaban, y que los que la de-sobedecían fracasaban, llegaron aconsiderarla su líder.

Vestida con una armadura blanca y

portando su propia bandera, Juana deArco liberó la ciudad de Orleans en1429 y derrotó a los ingleses en otrascuatro batallas. Fue herida en dos oca-siones, pero cada vez se recuperó y si-guió peleando. Sus órdenes parecíanser las de un genio militar. Marchóhasta la ciudad de Reims, donde em-puñó espada y bandera mientras aCarlos se le coronaba rey. Luchó en laBatalla de París hasta que fue captura-da en Compiegne por aliados ingle-ses, quienes la vendieron a losingleses por 16.000 francos. Se la en-carcela, se la acusa de hereje y es que-mada en la hoguera en 1431.

Pese a ese triste final, éste no leresta a la grandeza de Juana, quienfue lo suficientemente valiente paraseguir la inspiración personal a laque todos tenemos derecho. Comoel Señor le dijo al profeta JoséSmith: “…yo soy la luz verdaderaque ilumina a todo hombre que viene al mundo”4.

A otras jovencitas del siglo quince,Juana de Arco les pareció muy dife-rente. Hermanas, ¡no tengan miedode ser diferentes en nuestro siglo! Aveces es necesario ser diferente a finde cumplir las normas de la Iglesia.Repito, no tengan miedo de ser dife-rentes, pero sean lo mejor que pue-den ser. Muchas jovencitas sepreocupan por la conducta de susamigas y por la forma en que se vis-ten. Esa conducta tal vez derive deldeseo de ser aceptada por las compa-ñeras. Juana de Arco no se preocupópor lo que hacían sus amigas, másbien por lo que sabía que debía hacer.

En nuestra sociedad actual veo amuchas personas que culpan a los demás por sus fracasos. Me he dadocuenta de que aquellos que se hacenresponsables de sus acciones tienenmás éxito que los que culpan a otrospor sus faltas y carencia de logros.

Podemos manifestar nuestra luz demuchas maneras; podría ser con unasimple sonrisa. Hace poco leí acercade un hombre del noroeste de losEstados Unidos que en camino al tra-bajo solía pasar por una parada de autobuses. Le empezó a llamar la

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atención una niña de entre los demásniños que esperaban el autobús esco-lar. Aún cuando llovía, ella sonreía y ledecía adiós. Él dijo: “La niña era alta ydelgada, como de trece años, y teníaaparatos de ortodoncia, los cuales bri-llaban con las luces del auto”. Los es-fuerzos de ella por ser amigable lehacían empezar bien el día y era algoque él esperaba con gusto.

El hombre se apellidaba Hankins, ytenía una hija, Cheryl, que tenía más omenos la misma edad que la niña dela parada de autobuses. Un día,Cheryl pidió permiso a sus padrespara asistir a una actividad en unaiglesia cercana. Una vecina, Vicki, lahabía invitado a ir. La actividad era laMutual, la precursora del programade las Mujeres Jóvenes. A Cheryl legustó la Mutual, y al poco tiempo lesdijo a sus padres que Vicki era mor-mona. Cheryl no tardó en llegar a casaun día, después de la escuela, y dijoque Vicki iba a enviar a dos jóvenes —los misioneros— para que le hablarana su familia acerca de la Iglesia.

Los élderes llegaron, les enseñaronacerca del Libro de Mormón y de JoséSmith, y expresaron su testimonio

de la restauración del Evangelio. La familia empezó a leer esas nuevasEscrituras que captaron su atención.Un día, el señor Hankins conoció aVicki; era la niña sonriente que tantasveces había visto en la parada de auto-buses. Ella estuvo presente cuando ély otros dos miembros de la familia sebautizaron.

Al considerar las acciones de Vickiy las de otras jovencitas, los hermanosHankins se convencieron de que “elmás grande potencial para la obra mi-sional yace en la juventud de laIglesia”. Desde entonces, los mismoshermanos Hankins han servido comomisioneros; ellos confiaron en las re-ferencias que les daban los jóvenes,así como en su buen ejemplo. Vicki, lajovencita de la parada de autobuses,que sonreía todos los días aun cuan-do llovía, cambió la vida de ellos parasiempre5.

Cada una de ustedes puede seruna amiga de alguien, incluso si es tansólo con una sonrisa. Así como Vicki,ustedes pueden dejar que la luz desus corazones se refleje en sus sem-blantes. El apóstol Juan escribió acerca de “una mujer vestida del

sol, con la luna debajo de sus pies”6.De igual forma, ustedes, jovencitas,pueden ser portadoras de luz. En laparábola del Salvador de las diez vír-genes7, cada mujer tenía una lámpara.Claramente, esta parábola tiene unaaplicación tanto temporal como espi-ritual. El aceite se puede comprar enel mercado, pero otra clase de aceite,el espiritual, que no está a la venta, sepuede acumular sólo mediante bue-nas obras diarias.

La parábola relata lo que sucediócuando todas las diez mujeres espera-ban al esposo. Éste llegó a la hora másoscura, cuando menos lo esperaban.Era la medianoche, y a las cinco insen-satas se les había acabado el aceite. Sepreguntarán por qué las cinco vírge-nes sensatas no pudieron compartirsu aceite con las otra cinco. No eraegoísmo de su parte; la preparaciónespiritual no se puede compartir alinstante, ya que cada uno de nosotrosllena su lámpara gota a gota, en nues-tro diario vivir.

Hace algunos años, el fallecido presidente Spencer W. Kimball definiólo que eran esas gotas de aceite, cuando dijo:

En Corea, un grupo de mujeres jóvenes asiste a la transmisión de una sesión de la conferencia.

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“Hay aceites que mantienen viva lallama del Evangelio. Un tipo de aceitees el de la oración familiar que nosilumina y nos da vida y alegría, peroque es difícil conseguirlo a la media-noche. Una o dos gotas no la manten-drán encendida mucho tiempo…

“Otro tipo de aceite es el del ayu-no. La última medianoche es tardepara empezar a disciplinar nuestravida en preparación para el gran díadel Señor…

“Otro aceite que no se consigue ala medianoche es el indispensableaceite del servicio en el hogar. Ese es-caso aceite de servicio se acumulamediante visitas a los enfermos, alprestar una mano de ayuda…

“Hay otro aceite que todos necesi-tarán, ricos o pobres, enfermos o sa-nos; su luz es brillante y aumenta consu uso. Cuanto más se use, más se tie-ne. Es fácil comprarse durante el día,pero no se consigue por la noche: esel aceite del diezmo.

“Hay un… aceite que es tan valiosoque si no se añade a los otros aceites,ninguna mecha arderá. Sin él, la luzde los otros se opacará y se extingui-rá: es el aceite de la castidad”8.

Mis estimadas jovencitas, muchasde ustedes pusieron aceite en suslámparas el año pasado cuando si-guieron el desafío del presidenteHinckley de leer el Libro de Mormón.Pueden seguir haciéndolo cada vez

que lean las Escrituras, participen dela Santa Cena y ofrezcan sus oracionesdiarias. Y a medida que cada una pon-ga aceite en su lámpara, su luz llegaráa ser “un estandarte a las naciones”.

El consejo del Señor de“levanta[rnos] y brilla[r], para que[n]uestra luz sea un estandarte a lasnaciones” deberá infundirnos ánimo.Queridas hermanas, grandes oportu-nidades las aguardan. La tecnologíaseguirá progresando; los medios paraexpresar sus talentos excederán a susesperanzas y expectativas más precia-das. A cada una le llegarán desafíos,pero podrán encontrar la felicidad alhacer todo lo que saben que es lo co-rrecto. Necesitarán fe y determina-ción para encontrar su lugar en elmundo, pero con perseverancia y laayuda del Señor, lo lograrán.

En calidad de hijas de nuestroPadre Celestial, cada una puede serpartícipe de Su naturaleza divina9, quees parte inherente de su ser. Testificoque cada una de ustedes, jovencitas,tiene dones especiales de nuestroPadre Celestial. Algunos de esos do-nes son particulares a la condición demujer. Al cultivar esos dones, aumen-tarán en fortaleza, propósito y noble-za. Ésta es la obra de Dios. Todossomos Sus siervos. Él vela por noso-tros; Él desea que triunfemos. Todostenemos que lograr una parte de estaobra sagrada, a pesar de que parezcapequeña e insignificante.

Espero y ruego que las más ricasbendiciones del Señor estén con uste-des, maravillosas hermanitas, parasostenerlas y velar por ustedes. Lasbendigo para que sean fortalecidas ymagnificadas, y que reciban felicidad ysatisfacción, ruego en el nombre delSeñor Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 115:5.2. 1 Nefi 17:13.3. Moroni 7:18.4. D. y C. 93:2.5. Véase C. S. Hankins, “The Bus Stop,” New

Era, abril de 1991, pág. 26.6. Traducción de José Smith, Apocalipsis 12:1.7. Véase Mateo 25:1–13.8. En “Gospel’s Rare Oils Difficult to Obtain

‘at Midnight’ ”, Church News, 13 de mayode 1995, pág. 14.

9. Véase 2 Pedro 1:4.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 06 115

Las siguientes instruc-ciones para las leccio-nes del Sacerdocio

de Melquisedec y de laSociedad de Socorro para elcuarto domingo reempla-zan a las que se impartieronen Información para los lí-deres del sacerdocio y delas organizaciones auxi-liares sobre los cursos deestudio, 20005 al 2008.

Las reuniones delSacerdocio de Melquisedecy de la Sociedad de Socorroque se llevan a cabo el cuar-to domingo del mes se de-ben concentrar en las“Enseñanzas para nuestraépoca”. Todas las leccionesde “Enseñanzas para nues-tra época” deben enseñarseen base a los discursos dela conferencia general másreciente que aparezcan enla revista Liahona. Esosejemplares se publican en mayo y noviembre. Los

discursos también se pue-den acceder en línea (en muchos idiomas) enwww.lds.org.

Cada lección se puedepreparar basándose en unoo más discursos. Los presi-dentes de estaca y de distritopueden elegir cuáles discur-sos se deberán utilizar, opueden asignar esa respon-sabilidad a los obispos y a lospresidentes de rama. Esos lí-deres del sacerdocio debe-rán hacer hincapié en quelos hermanos del Sacerdociode Melquisedec y las herma-nas de la Sociedad deSocorro estudien los mismosdiscursos el mismo domin-go. Los maestros deberánacudir a sus líderes en buscade consejo en cuanto a al-gún hincapié especial.

Se insta a las personasque asistan a las leccionesdel cuarto domingo que lle-ven a la clase el ejemplar de

la revista de la conferenciageneral más reciente. Los lí-deres de barrio y de ramase deberán asegurar de quetodos los miembros tenganacceso a las revistas de laIglesia.

Sugerencias parapreparar una lecciónbasándose en losdiscursos• Ore para que el Espíritu

Santo esté con usted amedida que estudie y en-señe el(los) discurso(s).Es probable que a vecesse sienta tentado a dejarde lado los discursos dela conferencia y prepararla lección utilizandootros materiales. Sin em-bargo, los discursos de laconferencia constituyenel curso de estudio apro-bado. La asignación queusted tiene es la de ayu-dar a otras personas aaprender el Evangelio y avivirlo, tal como se ense-ñó durante la conferen-cia general de la Iglesiamás reciente.

• Repase el(los)discurso(s) para buscarprincipios y doctrinasque satisfagan las necesi-dades de los miembrosde la clase. Asimismo,busque en el(los) discur-so(s) relatos, referenciasde las Escrituras y decla-raciones que le serán deayuda para enseñar losprincipios y las doctrinas.

• Haga un bosquejo de la

forma en que desea en-señar los principios y lasdoctrinas; en ese bosque-jo se deberán incluir pre-guntas que les ayuden alos miembros de la clasea hacer lo siguiente:–Buscar los principios ylas doctrinas en el(los)discurso(s) que esté enseñando.–Pensar en el significadode los principios y lasdoctrinas.–Compartir su entendi-miento, ideas, experien-cias y testimonio de losprincipios y las doctrinas.–Aplicar en su vida esos principios y esasdoctrinas.

• Repasar los capítulos31–32 de La Enseñanza:el llamamiento más importante.

“Lo más importante esque los miembros sientanla influencia del Espíritu,aumenten su comprensióndel Evangelio, aprendan aaplicar los principios delEvangelio en su vida y for-talezcan su compromiso devivir el Evangelio” (Guíapara la enseñanza, 2001,pág. 13).

Sírvase enviar comenta-rios sobre “Enseñanzas para nuestra época” aCurriculum Development,50 East North TempleStreet, Room 2420, Salt LakeCity, UT 84150–3220, USA;e–mail: cur–[email protected]. ■

Enseñanzas para nuestraépoca

Meses

Mayo–Octubre

de 2006

Noviembre

2006–Abril 2007

Materiales para las lecciones delcuarto domingo

Discursos publicados en la revista Liahona

de mayo de 2006*

Discursos publicados en la revista Liahona

de noviembre de 2006*

*Estos discursos se pueden acceder en línea (en muchos idiomas) en www.lds.org.

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Las preguntasque figuran acontinuación

servirán tanto a losniños como a los jó-venes y a los adultospara analizar o estu-diar lo que se ha enseñado en esta con-ferencia general. (Losnúmeros que aparecen entreparéntesis se refieren al núme-ro de la página en el que comienza el discurso corres-pondiente.) La lista de relatostambién será útil.

Para los niños1. ¿Cuánto tiempo hace que el

presidente Gordon B. Hinckley fuesostenido como Autoridad General?¿Aproximadamente cuántos discur-sos de conferencias generales ha

dado él? (Pista: Busca la res-puesta en el discurso del presidente Gordon B.Hinckley, pág. 81.)

2. La Liahona tenía dos pro-pósitos primordiales para

con Lehi y su familia.¿Cuáles eran esos

propósitos? (Pista:Búscalos en el dis-curso del élderDavid A. Bednar,pág. 28.)

3. Últimamenteha habido muchas

catástrofes muygrandes en el mundo.

¿Adónde ha enviado laIglesia ayuda humanitaria?

(Pista: Busca el nombre de los lu-gares en el discurso del obispo H.David Burton, pág. 8.) Busca un ma-pamundi o un globo terráqueo y

señala en ellos los lugares que él hamencionado.

Para los jóvenes4. El presidente Gordon B.

Hinckley nos ha pedido ser másbondadosos con las demás personasy aceptarlas. (58) ¿Cómo debemostratar a las personas cuyas creenciasy orígenes son diferentes de losnuestros?

5. ¿Qué “maka–fekes” que oscilandelante de nosotros podrías nombrar?El presidente Thomas S. Monson ha-bla acerca de sacar esos males de nosotros. (18)

6. Toma nota de lo que dice el él-der L. Tom Perry acerca de lo que significa tomar la Santa Cena. (39)Intenta recordar la letra del himno sa-cramental durante el servicio de laSanta Cena a fin de concentrar tuspensamientos en el Salvador.

Para la Noche de hogar o el estudiopersonal

7. El élder Joseph B. Wirthlin ha-bló de tres cualidades que poseen laspersonas que viven “la vida abundan-te”. (99) ¿Qué cualidades son ésas?¿De qué forma se ha hecho tu vidamás plena y abundante gracias aellas? ¿Cómo ayudarás a tus familia-res a adquirir esas cualidades?

8. El élder Dieter F. Uchtdorf hablócon respecto a ver el final desde elprincipio. (42) Piensa en alguna oca-sión en la que una tribulación te hayaconducido a una gran bendición. Sihubieras sabido desde el principio las consecuencias de ciertas acciones,¿habrías actuado de una manera diferente? ¿Qué efecto podría surtireso en tu actitud para con futuras tribulaciones?

9. El élder H. Bruce Stucki contódos relatos referentes a la forma enla que nuestro Padre Celestial con-testa oraciones. (96) Piensa en lasoportunidades en las que tus pro-pias oraciones hayan sido contesta-das y ten en cuenta contar esasexperiencias en la noche de hogar o hacerlas constar por escrito en tu diario personal. ■

Se dirigen a nosotrosHagamos de la conferencia parte de nuestra vida

116

Dos miembros de la Estaca São Paulo Norte, Brasil, estudian las Escrituras tras

haber terminado una sesión de la conferencia.

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R E L AT O S PA R A L E E R Y C O M PA R T I REn los discursos que comienzan en las páginas que se enumeran a continuación, hallarás relatos y conceptos que te harán entender con claridad ciertas cosas, los cuales podrás contar y explicar.

Un maestro tongano explica cómo se hace la trampa para atraer y atrapar pulpos, 18Gustav y Margarete Wacker prestan servicio con fidelidad, 18José Smith da instrucciones a Brigham Young en un sueño, 28Un hombre casado no presta ninguna atención a su esposa durante un viaje

en avión, 36Veraneantes observan el día de reposo, 39De jovencito, el élder Dieter F. Uchtdorf lleva entregas de ropa limpia

a domicilio pedaleando una fea bicicleta, 42Una joven viuda aprende acerca del arrepentimiento, 48El élder LeGrand Richards invita a hablar a miembros menos

activos, 48Unos diáconos aprenden acerca de la naturaleza sagrada de la

Santa Cena, 50A un presbítero se le hace difícil bendecir la Santa Cena, 54Un diácono sirve la Santa Cena desde su lecho de muerte, 54El joven Thomas S. Monson tiene una larga entrevista antes de recibir

el Sacerdocio de Melquisedec, 54A un joven le tratan mal miembros de la Iglesia, pero se convierte al Evangelio

posteriormente, 58José Smith perdona a W. W. Phelps, 58El pecado es como ir recogiendo piedras para llevarlas en una bolsa, 72Misioneras mayores buscan a una mujer a la que habían prometido

enseñar, 74Un médico nigeriano sueña que un amigo suyo habla a una

congregación, 77La conversión de un hombre en el norte de India, 77Un niño camboyano testifica de Cristo, 77La conversión de una mujer tailandesa, 77Silencio en el Templo de Manhattan, Nueva York, 90El niño H. Bruce Stucki eleva una oración para hallar la

flecha que había perdido, 96Un médico sin experiencia lleva a cabo una

neurocirugía, 96Un caballo que se había comprado en una subasta llega

a ser campeón, 99Susan W. Tanner pide disculpas a su madre, 103Una mujer joven de Rumania da el ejemplo a su

familia, 103Los pies congelados de Mary Goble por fin sanan, 109Las hermanas Rollins salvan las páginas impresas de

las primeras revelaciones, 111El ejemplo de una mujer joven contribuye a que

su familia se una a la Iglesia, 111

LA LIAHONA, POR ARNOLD FRIBERG; FOTOGRAFÍA POR JED A. CLARK, CRAIGDIMOND, LAURENI FOCHETTO Y MATTHEW REIER.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 6 117

Izquierda: Templo de

Manhattan, Nueva York.

Debajo: El presidente

Brigham Young.

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Las siguientes fuentes de consultase pueden utilizar para comple-

mentar las lecciones del SacerdocioAarónico: Manual 1 y MujeresJóvenes: Manual 1, pero no para re-emplazarlas. Las referencias aCumplir nuestro deber a Dios se re-fieren a las guías del SacerdocioAarónico: Cumplir nuestro deber aDios, y las referencias a El ProgresoPersonal se refieren al cuadernillo ElProgreso Personal para las MujeresJóvenes. Algunas de las actividadesenumeradas en las guías Cumplirnuestro deber a Dios y El ProgresoPersonal se pueden llevar a cabo du-rante el tiempo de la lección, o alen-tar a los miembros del quórum o dela clase a que las terminen en casa. Enla revista Liahona, en la página 1, yen La enseñanza: El llamamientomás importante, aparecen sugeren-cias adicionales para la enseñanza.

Tenga a bien enseñar las leccionesen el orden en que aparecen impre-sas. El manual no contiene una lec-ción específica para Navidad. Si usteddesea enseñar una lección especialsobre la Navidad, contemple la ideade utilizar las Escrituras, los discursosde las conferencias, los artículos de larevista Liahona, y las láminas y loshimnos que se centren en la vida y lamisión del Salvador.

Para buscar en línea versiones delas guías de fuentes de consulta enotros idiomas, conéctese conwww.lds.org y haga clic en el mapa-mundi y luego seleccione el idiomaque desee. Haga clic en Liahona y des-pués en el ejemplar de mayo de 2006.

Para la versión en inglés de lasguías de fuentes de consulta, conéc-tese a www.lds.org y luego haga clicen “Gospel Library”. En la columnade la derecha, hay enlaces que llevana las guías de fuentes de consulta másactuales.

Las futuras guías de fuentes deconsulta se imprimirán en los ejem-plares de mayo y de noviembre de larevista Liahona. Las revistas de laIglesia (en algunos idiomas) se en-cuentran en línea conectándose awww.lds.org.

Guía de consultapara las MujeresJóvenes: Manual 1

Para utilizar en 2006, lecciones25–49Lección 25: El día de reposo

Jeffrey R. Holland, “A las MujeresJóvenes”, Liahona, noviembre de2005, pág. 28. Lea lo que el élderHolland dice acerca de la vestimentadel día domingo en lugar de leer elrelato.

Helen Walker Jones, “Escogí laEscuela Dominical”, Liahona, febrerode 2006, pág. 45. Utilice este relatopara complementar la sección acercade las actividades dominicales.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Fe”, Nº 4.Lección 26: El testimonio

Gordon B. Hinckley, “Mi testimo-nio”, Liahona, julio de 2000, pág. 82.Someta a discusión de clase cómoevolucionó el testimonio del presi-dente Hinckley a medida que analizanlos testimonios personales.

M. Russell Ballard, “Testimoniopuro”, Liahona, noviembre de 2004,pág. 40. Utilice uno de los relatos deeste artículo en lugar de una de las his-torias que se encuentran en la lección.Lección 27: El estudio de lasEscrituras

“Un análisis sobre el estudio delas Escrituras: Entrevista con el élderHenry B. Eyring”, Liahona, julio de2005, pág. 8. Incluya la respuesta finaldel élder Eyring en la sección “Es po-sible aprender a deleitarnos en lasEscrituras”.

“Preguntas y respuestas”,Liahona, junio de 2005, pág. 22. Alanalizar los fundamentos acerca demeditar en las Escrituras y de escudri-ñarlas, utilice las sugerencias del estu-dio de las Escrituras.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor“Conocimiento”, Nº 4.Lección 28: Cómo resistir al pecado

Richard G. Scott, “Cómo vivir enmedio de la creciente maldad”,Liahona, mayo de 2004, pág. 100. Con el fin de complementar la lección,

utilice los pasajes de las Escrituras ylos relatos de este artículo.Lección 29: La segunda venida deCristo

Dallin H. Oaks, “La preparaciónde la Segunda Venida”, Liahona,mayo de 2004, pág. 7. Este artículo sepuede utilizar al analizar las señalesde la Segunda Venida.Lección 30: El servicio al prójimo

Jeffrey R. Holland, “Llamados aservir”, Liahona, noviembre de 2002,pág. 36. Como ejemplos de servicio,considere utilizar algunos de los rela-tos sobre las mujeres fieles que se en-cuentran en este artículo.

Mary Ellen Smoot, “Somos instru-mentos en las manos de Dios”,Liahona, enero de 2001, pág. 104. Enla sección “Introducción: Los instru-mentos del Señor”, añada el consejode la hermana Smoot acerca de cómoser instrumentos.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Buenasobras”, números 1, 2, 5 ó 6.Lección 31: Las actividades de gru-po: Una base para establecer demanera prudente una relación conjóvenes del sexo opuesto

Boyd K. Packer, “¿Vas en el asien-to del conductor?”, Liahona, junio de2004, pág. 26. Complemente el con-sejo del presidente Kimball sobre laspautas que él da acerca de las salidascon jóvenes del sexo opuesto con lasque da el presidente Packer.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Elección yresponsabilidad”, Nº 6.Lección 32: Cómo lograr la purezapor medio de la autodisciplina.

James E. Faust, “El poder del au-todominio”, Liahona, julio de 2000,pág. 52. Para dar comienzo a la lec-ción, utilice la definición que da el presidente Faust acerca del autodominio.

Jeffrey R. Holland, “La pureza per-sonal”, Liahona, octubre de 2000,pág. 40. Considere reemplazar los ca-sos de estudio con las tres razonesque el élder Holland da para perma-necer puros.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Integridad”, Nº 2.Lección 33: Cómo evitar la influen-cia degradante de los medios de comunicación

Dallin H. Oaks, “La pornografía”,Liahona, mayo de 2005, pág. 87.Durante el análisis de la pornografía,incluya las advertencias del élder Oaks.

M. Russell Ballard, “Que se escu-che nuestra voz”, Liahona, noviembrede 2003, pág. 16. Añada en la pizarra

una lista con las ideas que el élderBallard da acerca de expresar nuestraopinión en contra del efecto negativode los medios de comunicación.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Elección y responsabili-dad”, punto 3.Lección 34: Los pensamientos puros

Boyd K. Packer, “El Espíritu de re-velación”, Liahona, enero de 2000,pág. 26. Utilice este artículo con el finde complementar el discurso del pre-sidente Packer que se encuentra en elmanual.

L. Tom Perry, “Discipulado”,Liahona, enero de 2001, pág. 72.Substituya parte del discurso del presi-dente Packer que se encuentra en elmanual con el relato que hace el élderPerry sobre la limpieza de los rincones.Lección 35: Cómo vivir con recti-tud en medio de las presiones delmundo

Joseph B. Wirthlin, “El trayecto aun terreno más elevado”, Liahona,noviembre de 2005, pág. 16.Reemplace el relato de las salidas conel del maremoto.

Richard G. Scott, “Cómo vivir enmedio de la creciente maldad”,Liahona, mayo de 2004, pág. 100. Enla sección de la lección “Podemos vi-vir con rectitud en un mundo inicuo”,analicen la elección que el élder Scottpresenta.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Elección yresponsabilidad”, Nº 2.Lección 36: La importancia de la verdad para llevar una vida virtuosa

Charles Didier, “La búsqueda del hombre de la verdad divina”,Liahona, noviembre de 2005, pág. 48.En el primer análisis de las Escrituras,incluya los tres pasos para encontrarla verdad.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Integridad”, Nº 4.Lección 37: Cómo cuidar nuestrocuerpo

Boyd K. Packer, “Sois templos deDios”, Liahona, enero de 2001, pág.85. Lea el consejo del presidentePacker sobre cómo cuidar nuestrocuerpo al tiempo que muestra la lámi-na del templo.

Susan W. Tanner, “La santidad delcuerpo”, Liahona, noviembre de2005, pág. 13. A lo largo de la lección,utilice las partes que considere perti-nentes.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Conocimiento”, puntoNº 3.

Guía de fuentes de consulta para elSacerdocio Aarónico y lasMujeres Jóvenes

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L IAHONA MAYO DE 2 0 06 119

Lección 38: La buena nutrición y laPalabra de Sabiduría

Boyd K. Packer, “La Palabra deSabiduría: El principio y las promesas”,Liahona, julio de 1996, pág. 18. Incluyael consejo del presidente Packer en lasegunda sección de la lección.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Conocimiento”, puntoNº 3.Lección 39: El abuso de las drogas

Colleen Whitley, “No le hagodaño a nadie”, Liahona, marzo del2000, pág. 41. Incluya el relato deJohn en la sección sobre “Las conse-cuencias del abuso de las drogas”.Lección 40: El cuidado de un pa-ciente en el hogar

Richard M. Romney, “La primeraen ayudar”, Liahona, noviembre de1999, pág. 44. Considere incluir algu-nas de las experiencias de Céline du-rante el análisis del primer relato.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Buenas obras”, punto Nº 4.Lección 41: La capacidad que se re-quiere para tener éxito

Richard G. Scott, “Logra tu máxi-mo potencial”, Liahona, noviembrede 2003, pág. 41. Dé término a la sec-ción “No debemos subestimarnos”,con las palabras de aliento del élderScott.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Naturaleza divina”, Nº 6.Lección 42: El valor para empren-der lo nuevo

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, pág. 30. Reemplace la lista de lalección con la lista del presidenteHinckley, y analícenla.

Thomas S. Monson, “El llamado alvalor”, Liahona, mayo de 2004, pág.54. Durante la primera presentacióndel maestro, utilice la definición devalor que da el presidente Monson.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Valor individual” Nº 4.Lección 43: La propia estimación yla rectitud

Russell M. Nelson, “Ahora es eltiempo de preparación”, Liahona,mayo de 2005, pág. 16. Al final de lalección, analicen el consejo del élderNelson de cómo prepararse ahora.

M. Russell Ballard, “Mujeres derectitud”, Liahona, diciembre de2002, pág. 34. Utilice el análisis que elélder Ballard hace sobre las tergiver-saciones de Satanás, con el fin de darcomienzo a la sección “El Señor nosha advertido que la iniquidad no traefelicidad”.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Elección yresponsabilidad”, Nº 2.Lección 44: Cómo aprovechar eltiempo

Dallin H. Oaks, “Enfoque y priori-dades”, Liahona, julio de 2001, pág.99. En la sección “El empleo eficazdel tiempo proporciona bendicionesespirituales y temporales”, incluya elanálisis del élder Oaks acerca de lasprioridades.

“La administración del tiempo y elmantener el equilibrio”, Liahona,abril de 2003, pág. 33. Analicen la listacomo parte de “El empleo eficaz deltiempo proporciona bendiciones es-pirituales y temporales”.Lección 45: El valor del trabajo

Joseph B. Wirthlin, “Leccionesaprendidas durante la jornada de lavida”, Liahona, mayo de 2001, pág.34. Considere reemplazar el relatode Ann Cynick con el del doctor Ben Carson.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Conocimiento”, Nº 5.Lección 46: El propósito y la im-portancia de la educación

Earl C. Tingey, “El establecimientode normas eternas”, Liahona, octu-bre de 2004, pág. 20. Incluya el conse-jo del élder Tingey sobre la educacióncomo parte del final de la lección.

John K. Carmack, “El FondoPerpetuo para la Educación: Un bri-llante rayo de esperanza”, Liahona,enero de 2004, pág. 32. En la secciónacerca del consejo de los profetas so-bre la educación, analicen los resulta-dos del FPE.

El Progreso Personal, Proyecto conel valor “Conocimiento”, punto Nº 2.Lección 47: Cómo aprender a desa-rrollar el talento

Carol B. Thomas, “Obtengamos el talento de la espiritualidad”,Liahona, julio de 2001, pág. 106.Utilice este artículo para poner puntofinal a la lección y para testificar que la

espiritualidad es uno de los talentosmás importantes que debemos cultivar.Lección 48: Las metas a corto plazoson como escalones

Dallin H. Oaks, “Lo más impor-tante”, Liahona, marzo del 2000, pág.14. Termine la lección con el consejodel élder Oaks con el fin de recordara la clase que nunca deben perder devista las metas eternas.

Joseph B. Wirthlin, “Paso porpaso”, Liahona, enero de 2002, pág.27. Al término de la lección, compartael relato del escalador ciego juntocon el relato del presidente Kimball.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Valor indi-vidual”, Nº 2.Lección 49: Cómo delegar respon-sabilidades

Joseph B. Wirthlin, “La guía de Suvida ejemplar”, Liahona, febrero de1999, pág. 34. Después de la pruebade las Escrituras, comparta las pala-bras del élder Wirthlin acerca de la ca-pacidad del Salvador para delegar.

Neal A. Maxwell, “Prudencia y or-den”, Liahona, diciembre de 2001,pág. 18. Antes de comenzar la pruebade las Escrituras, utilice el análisis quehace el élder Maxwell acerca deMoisés con el fin de proporcionarotro ejemplo de cómo delegar.

Guía de consulta correspondiente al SacerdocioAarónico: Manual 1

Para utilizar en 2006, lecciones25–49Lección 25: El perdón

Gordon B. Hinckley, “El perdón”,Liahona, noviembre de 2005, pág. 81.Utilice este artículo como comple-mento de la lección.Lección 26: Hacer el bien en el díade reposo

Earl C. Tingey, “El establecimientode normas eternas”, Liahona, octubrede 2004, pág. 20. Considere utilizar lasección acerca del día de reposocomo suplemento de la lección.

“El testimonio de ToshioKawada”, Liahona, enero de 2006,pág. 38. Considere utilizar el relatodel hermano Kawada y su testimonioen lugar del relato que se encuentraen la lección.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 2.Lección 27: La reverencia

Dennis B. Neuenschwander,“Lugar santo, espacio sagrado”,

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Liahona, mayo de 2003, pág. 71.Utilice este artículo como ayuda paraexplicar la reverencia por las cosas sa-gradas y para analizar la reverenciapor el día de reposo.Lección 28: El respeto por la mujer

Gordon B. Hinckley, “Las mujeresen nuestra vida”, Liahona, noviembrede 2004, pág. 82. Este artículo se pue-de utilizar como suplemento a lo lar-go de la lección.

Joseph B. Wirthlin, “La virtud de labondad”, Liahona, mayo de 2005, pág.26. Utilice los ejemplos de bondad an-tes de comenzar la sección acerca delos hombres a semejanza de Cristo.Lección 29: La familia eterna

M. Russell Ballard, “Lo más impor-tante es lo que perdura”, Liahona,noviembre de 2005, pág. 41. Utilice elcomienzo de este artículo y las citasde la proclamación sobre la familiacomo suplemento del análisis acercade las familias aquí en la tierra.

“Creados a la imagen de Dios:Varón y hembra”, Liahona, enero de2005, pág. 30. Lea la sección titulada“Progenie de Dios” al analizar el he-cho de que los miembros de la claseson hijos de Dios.Lección 30: El plan de salvación

Richard G. Scott, “La verdad res-taurada”, Liahona, noviembre de2005, pág. 78. Utilice este artículo alcomienzo de la lección.

“La vida antes del nacimiento”,Liahona, febrero de 2006, pág. 30.Utilice este artículo como suplemen-to de la lección.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 5.Lección 31: Debemos seguir oran-do y ayunando

Joseph B. Wirthlin, “La ley delayuno”, Liahona, julio de 2001, pág.88. Utilice este artículo para explicarlas bendiciones que se reciben al ob-servar la ley del ayuno.

Carl B. Pratt, “Las bendiciones deun ayuno apropiado”, Liahona, no-viembre de 2004, pág. 47. Este artícu-lo se puede utilizar como suplementoa lo largo de la lección.

Deber a Dios (Diácono),“Actividades del quórum”, Nº 2.Lección 32: El diezmo

Robert D. Hales, “El diezmo: Unaprueba de fe con bendiciones eter-nas”, Liahona, noviembre de 2002,pág. 26. Incluya las descripciones quehace el élder Hales en la sección“Ayudar en el crecimiento del reinode Dios”, sobre la forma en que seutiliza el diezmo.Lección 33: El estudio de lasEscrituras

L. Tom Perry, “Las bendiciones delleer el Libro de Mormón”, Liahona,noviembre de 2005, pág. 6. Duranteel análisis del círculo de horarios, aña-

da lo que dice el élder Perry acercadel sacrificio.

“Un análisis sobre el estudio delas Escrituras: Entrevista con el élderHenry B. Eyring”, Liahona, julio de2005, pág. 8. Incluya preguntas y res-puestas pertinentes a lo largo de lalección.

Deber a Dios (Diácono),“Actividades familiares”, Nº 1.Lección 34: La obediencia

Henry B. Eyring, “La preparaciónespiritual: Comiencen con tiempo yperseveren”, Liahona, noviembre de2005, pág. 37. Durante el transcursode la sección de la lección “Todos po-demos ser obedientes”, analicen loscuatro escenarios de la obedienciaque menciona el élder Eyring.

R. Conrad Schultz, “La obedienciade la fe”, Liahona, julio de 2002, pág.32. En la introducción de la lección,defina y analíce con la clase la obe-diencia de la fe.Lección 35: La Santa Cena

Thomas S. Monson, “Cumple tudeber: Eso es lo mejor”, Liahona, no-viembre de 2005, pág. 56. Incluya elrelato de la Santa Cena del presidenteMonson como un tercer testimonio.

Russell M. Nelson, “La adoraciónen la reunión sacramental”, Liahona,agosto de 2004, pág. 10. Analicen lasección del artículo “La bendición y larepartición de la Santa Cena” luego

de hacer la última pregunta para reflexionar.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades del quórum”, Nº 1.Lección 36: El testimonio

M. Russell Ballard, “Testimoniopuro”, Liahona, noviembre de 2004,pág. 40. Considere reemplazar elcuestionario con una actividad en laque los jóvenes busquen en el discur-so del élder Ballard la definición detestimonio.

Jay E. Jensen, “El dar testimonio”,Liahona, octubre de 2005, pág. 10. Al definir qué es un testimonio, anali-cen la sección del discurso del élderJensen sobre “Lo que no es un testimonio”.

Deber a Dios (Diácono),“Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 37: El Sacerdocio de Aarón

Thomas S. Monson, “La prepara-ción del camino”, Liahona, febrerode 2001, pág. 2. Utilice el testimoniodel presidente Monson sobre Juan elBautista durante esa sección.

“El milagro del sacerdocio”,Liahona, abril de 2004, pág. 26.Termine la lección con la última pre-gunta y respuesta del artículo.

Deber a Dios (Diácono),“Actividades del quórum”, Nº 4.Lección 38: Magnifica tu llama-miento como poseedor delSacerdocio Aarónico

Dieter F. Uchtdorf, “Los frutos dela Primera Visión”, Liahona, mayo de2005, pág. 36. Comparta el modo enque el élder Uchtdorf, siendo un jo-vencito, fue bendecido mientras cum-plía con una asignación comoposeedor del Sacerdocio Aarónico.

David B. Haight, “El progreso en elsacerdocio”, Liahona, mayo de 2003,pág. 43. Utilice las experiencias del él-der Haight al analizar la importanciade la obra del Sacerdocio Aarónico.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 1.Lección 39: La obra misional pormedio del ejemplo

Thomas S. Monson, “El profetaJosé Smith: Maestro mediante el ejem-plo”, Liahona, noviembre de 2005,pág. 67. Reemplace uno de los relatoscon la historia del profeta José Smith yanalicen su influencia y su ejemplo.

M. Russell Ballard, “El papel esen-cial de los miembros en la obra misio-nal”, Liahona, mayo de 2003, pág. 37.Reemplace el volante con otro en elque se haga un breve resumen de lostres pasos que el élder Ballard da paradar mejores ejemplos.Lección 40: La casa del Señor

Russell M. Nelson, “Los jóvenes

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L IAHONA MAYO DE 2 0 06 121

adultos y el templo”, Liahona, febre-ro de 2006, pág. 10. Reemplace el re-lato “Preparémonos para ir al templo”con la sección del artículo del élderNelson “La preparación personal parael templo”.

Howard W. Hunter, “Un pueblodeseoso de asistir al templo”,Liahona, marzo del 2004, pág. 40. Al explicar el propósito de los templos, incluya citas de la seccióndel presidente Hunter “El símbolosupremo del ser miembros de laIglesia”.

Deber a Dios (Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 10.Lección 41: La pureza sexual

Gordon B. Hinckley, “Un mal trá-gico entre nosotros”, Liahona, no-viembre de 2004, pág. 59. Incluya lasadvertencias del presidente Hinckleyacerca de la pornografía al analizar elpecado sexual.

Jeffrey R. Holland, “La pureza per-sonal”, Liahona, octubre de 2000,pág. 40. Termine la lección con lastres razones que da el élder Hollandsobre por qué la pureza personal estan importante.

Deber a Dios (Maestro),“Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 42: La honradez

D. Rex Gerratt, “Encontré una for-tuna”, Liahona, septiembre de 2003,pág. 8. Reemplace el primer relatocon la experiencia que vivió el élderGerratt.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo espiritual”, Nº 1.Lección 43: Las ayudas para el estudio de las Escrituras

“Un análisis sobre el estudio delas Escrituras: Entrevista con el élderHenry B. Eyring”, Liahona, julio de2005, pág. 8. A lo largo de la lección,utilice las preguntas y las respuestasque se apliquen.

“Sugerencias para el estudio delas Escrituras”, Liahona, septiembrede 2001, pág. 29. Entregue estas suge-rencias al final de la lección.Lección 44: Cómo llegar a ser unmejor maestro orientador

John L. Haueter, “El compañeromenor”, Liahona, noviembre de2001, pág. 28. Reemplace el primerrelato con éste y analicen la influenciadel compañero menor.

“El quórum de maestros”,Liahona, febrero de 2005, pág. 44.Incluya la segunda pregunta y lasrespectivas respuestas en el análisisde cómo ser un mejor maestroorientador.

Deber a Dios (Maestro),“Actividades del quórum”, Nº 1.

Lección 45: El sagrado poder de laprocreación

Bruce C. Hafen, “Los sagrados po-deres de la procreación”, Liahona, ju-nio de 2005, pág. 38. Lea las “Tresrazones para obedecer” durante el aná-lisis de clase sobre “El hijo de Dios quese honra a sí mismo recibe bendicionesy también la familia de él las recibe”.Lección 46: El tomar decisiones

James E. Faust, “Elecciones”,Liahona, mayo de 2004, pág. 51.Utilice este artículo para complemen-tar y reemplazar los relatos que se en-cuentran en la lección.Lección 47: La consagración y el sacrificio

Stephen B. Oveson y DixieRandall Oveson, “La consagraciónpersonal”, Liahona, septiembre de2005, pág. 16. Reemplace algunos delos casos de estudio con ejemplosde este artículo acerca de la consagración.

Elaine S. Dalton, “Hicimos estopor ustedes”, Liahona, noviembre de2004, pág. 89. Al final de la lección,comparta el relato que está relaciona-do con la frase: “Hicimos esto por us-tedes”. Testifique que por medio delsacrificio podemos hacer grandes co-sas por los demás.Lección 48: El poder para bautizar

Robert D. Hales, “El convenio delbautismo: Estar en el reino y ser delreino”, Liahona, enero de 2001, pág. 6. Comparta cómo las operacio-nes del élder Hales lo instaron a ser audaz en declarar las doctrinas delEvangelio.

Carol B. Thomas, “El poder espiri-tual de nuestro bautismo”, Liahona,julio de 1999, pág. 108. Después deexplicar el convenio del bautismo,comparta la explicación que da la hermana Thomas acerca de la in-fluencia que debe tener en nosotrosel bautismo.

Deber a Dios (Presbítero),“Desarrollo espiritual”, Nº 6.Lección 49: Utilizar nuestro tiempocon sabiduría

Russell M. Nelson, “Ahora es eltiempo de preparación”, Liahona,mayo de 2005, pág. 16. Antes de pre-guntar a los miembros de la clase quéharían si tuvieran sólo una semana devida, comparta las lecciones que el él-der Nelson aprendió por medio de lainesperada muerte de su esposa.

Dallin H. Oaks, “Enfoque y priori-dades”, Liahona, julio de 2001, pág.99. Complemente el relato del exper-to eficaz con el consejo que el élderOaks nos da acerca de concentrarseen las cosas más importantes. ■

Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

Charles W. Dahlquist IIPresidente

Dean R. BurgessPrimer Consejero

Michael A. NeiderSegundo Consejero

A. Roger MerrillPresidente

Daniel K. JuddPrimer Consejero

William D. OswaldSegundo Consejero

Bonnie D. ParkinPresidenta

Kathleen H. HughesPrimera Consejera

Anne C. PingreeSegunda Consejera

Susan W. TannerPresidenta

Julie B. BeckPrimera Consejera

Elaine S. DaltonSegunda Consejera

Cheryl C. LantPresidenta

Margaret S. LifferthPrimera Consejera

Vicki F. MatsumoriSegunda Consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

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El presidente Gordon B.Hinckley, que ya seacerca a su nonagésimo

sexto cumpleaños, recupera-do ya de los efectos de la ci-rugía a la que tuvo quesometerse a principios deeste año, pudo dirigir la pala-bra a los miembros de laIglesia el sábado por la nochey el domingo por la mañana ydejar su bendición a los oyen-tes al concluir la ConferenciaGeneral Anual de la Iglesia.

“Dios los bendiga, misamados hermanos y herma-nas”, dijo al terminar la confe-rencia. “Dejo mi amor, mitestimonio y mi bendicióncon ustedes, y ruego que elSeñor esté con todos y concada uno de nosotros hastaque nos volvamos a ver”.

Las palabras del presiden-te Hinckley, así como las desus consejeros de la PrimeraPresidencia, las de los miem-bros del Quórum de los DoceApóstoles y otras AutoridadesGenerales y líderes de laIglesia, se trasmitieron vía sa-télite en 85 idiomas a 5.952locales de la Iglesia en 83 pa-íses de todo el mundo. Se pu-blicaron por computadora en61 idiomas, según la sesión, yse trasmitieron directamentepor Internet a algunos cen-tros de reuniones que no seencontraban en la red detransmisión por satélite.

Esos 85 idiomas, incluidoel inglés, representan las

lenguas natales del 98 porciento de los miembros de laIglesia. Para el año 2010, laIglesia espera alcanzar el 100por ciento. En esta conferen-cia los idiomas nuevos fue-ron: efik, hiligayanón,ilokano, lingala y yoruba.

El sábado se llamó a diezAutoridades Generales nue-vas y a diecisiete Setenta de Área.

Las siguientes personas re-cibieron el llamamiento deAutoridad General para pres-tar servicio en el PrimerQuórum de los Setenta:David S. Baxter, Shayne M.Bowen, Daniel L. Johnson,Marcus B. Nash y Anthony D.Perkins. Los llamados para el Segundo Quórum de losSetenta son: Craig A. Cardon,Don R. Clarke, Keith R.Edwards, Stanley G. Ellis yLarry W. Gibbons (los datospersonales de estas nuevasAutoridades Generales estána partir de la página 124).Además, el élder Keith K.Hilbig, miembro del SegundoQuórum de los Setenta desde2001, fue nombrado para elPrimer Quórum de losSetenta (véanse datos biográ-ficos en Liahona, julio de2001, pág. 125).

Los Setenta de Área pres-tan servicio voluntario parciala la Iglesia en el área geográfi-ca que se les haya asignado yapoyan a las Presidencias deÁrea internacionales. Fueron

llamados como Setentas deÁrea los siguientes hermanos:Jose L. Alonso, 47 años, deSan Nicolás, México;Vladimiro J. Campero, 60años, de Santa Cruz, Bolivia;Juan A. Etchegaray, 61 años,de Montevideo, Uruguay;Hernan L. Herrera, 50 años,de Santiago, Chile; David J.Hoare, 52 años, de Sunbury,Australia; César H. Hooker, 47años, de Lima, Perú; JavierIbañez, 51 años, de SanCristóbal, Venezuela; Daniel M. Jones, 53 años, de Cedar City, Utah; Stephen C. Kerr,45 años, de Stirling, Escocia;Joni L. Koch, 44 años, deBalneario Camboriú, Brasil;Daniel A. Moreno, 53 años, deBuenos Aires, Argentina; KentH. Murdock, 58 años, de SaltLake City, Utah; J. MichelPaya, 61 años, de Mougins,Francia; Stephen D. Posey, 58 años, de North Augusta,

Carolina del Sur; Carlos F.Rivas, 46 años, de SanSalvador, El Salvador; Juan M.Rodriguez, 54 años, deCiudad de México, México;Carlos Villanova, 43 años, dePorto Alegre, Brasil.

Se anunciaron los relevosde estos 16 Setenta de Área,los que entrarán en vigor apartir del 1º de mayo del co-rriente año: Salvador Aguirre,Jose C. Aleson, Daniel P.Alvarez, David S. Baxter,Shayne M. Bowen, Yatyr M.Cesar, Robert M. Cowan,Keith R. Edwards, Stanley G.Ellis, Franz R. Gaag, Daniel L.Johnson, Joel H. McKinnon,Marcus B. Nash, Armando A.Sierra, Jeffrey C. Swinton yRemus G. Villarete.

Si se desea informaciónsobre videos, audios y archivos de texto, consultar www.ldschurch.org/broadcast. ■

122

NOTICIAS D E L A I G L E S I A

La conferencia general llega a miembros de todo el mundo. Se llama a varios Setenta

El presidente Gordon B. Hinckley y el presidente Thomas S.

Monson, de la Primera Presidencia, se retiran del estrado.

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Director ejecutivo delDepartamento del Sacerdociode la Iglesia. “Los miembrosrecibirán mejor las enseñan-zas de estos principios departe de los líderes locales silas Autoridades Generales ylos oficiales se las confirman”.

Los discursos ya se en-cuentran disponibles en texto,audio y video en el Internet,en www.ldschurch.org; sonpalabras del presidenteThomas S. Monson, PrimerConsejero de la PrimeraPresidencia; los élderes L. TomPerry y David A. Bednar, delQuórum de los DoceApóstoles; y la hermanaBonnie D. Parkin, Presidentageneral de la Sociedad deSocorro.

“Nuestros pensa-mientos se han centra-do en el hogar y lafamilia, y se nos ha re-cordado que “el hogares el fundamento deuna vida justa y ningúnotro medio puede ocu-par su lugar ni cumplirsus funciones esencia-les”, dijo el presidenteMonson durante latransmisión.

El élder Perry hablóa los miembros “de co-razón a corazón” sobreel servicio que prestanen el reino del Señor.Citando al presidente GordonB. Hinckley se refirió a unmensaje de la reunión mun-dial de capacitación de líderesde 2003: “Es fundamental queno desatiendan a su familia.Nada de lo que tienen es másprecioso” (“Regocijémonosen el privilegio de servir”,Reunión mundial de capaci-tación de líderes, 21 de juniode 2003, pág. 23).

El élder Bednar dijo queesa enseñanza nunca se ha ne-cesitado más en el mundo

como en nuestros días: “Hoyme dirigiré a ustedes, en pri-mer lugar como hombres ymujeres, como esposos y es-posas, y como madres y pa-dres, y en segundo, comolíderes del sacerdocio y de lasorganizaciones auxiliares en laIglesia”.

La hermana Parkin hablódel deber sagrado que tienenlos padres de proveer lo ne-cesario para sus hijos, prote-gerlos y enseñarles, y recalcóla importancia de demostraramor en el hogar: “Uno de losdones más grandes que lospadres pueden dar a sus hijoses mostrarles que se aman eluno al otro”.

Todos los discursos se dis-tribuirán, como es costumbre,

a las unidades locales en DVDy en folleto. En el Internet eltexto estará disponible en más de 40 idiomas. En video,audio y archivos MP3 los dis-cursos de la reunión ya se encuentran traducidos a 11 idiomas y se traducirán aotros 60. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 06 123

Las mujeres jóvenes y sus líderes recibieron palabras de

aliento del presidente Hinckley en una presentación de

video en marzo, durante la reunión general para las

Mujeres Jóvenes: “Ahora, mis queridas y maravillosas

jovencitas, les hablo con el amor de padre que siento por

ustedes. Les agradezco que hayan andado tan bien hasta

ahora. Les ruego que nunca bajen la guardia, que se

establezcan un propósito, que se mantengan firmes y

sigan adelante inmutables ante cualquier tentación o

fuerza enemiga que pueda cruzarse en su camino. Hay

cientos de miles de ustedes, que viven en muchos países,

que hablan diferentes idiomas, y cada una lleva algo

divino en su interior. No hay nadie que las supere; ustedes

son hijas de Dios”.

Los discursos de la reunión

mundial de capacitación de

líderes se publicarán en el

número de junio de 2006, en

Liahona y en Ensign.

El texto de la reuniónmundial de capacitación delíderes estará disponiblepara todos los miembros

El texto completo de lareciente reunión mun-dial de capacitación de

líderes será publicado en losnúmeros de junio de 2006 deLiahona y Ensign; será la pri-mera vez que todos los dis-cursos de dicha reunión decapacitación estarán disponi-bles en las revistas.

La publicación de una reu-nión mundial de capacitaciónde líderes para los miembrosen general no es común,puesto que la transmisión sedirige específicamente a los lí-deres del sacerdocio y de las

organizaciones auxiliares dela Iglesia. Sin embargo, lasAutoridades Generales hanpuesto estos discursos a dis-posición de todos los miem-bros porque tratan el tema dela familia.

“Recomendamos que sepublicaran en Ensign y enLiahona porque el fortaleci-miento de la familia es unode los mensajes más impor-tantes de la PrimeraPresidencia y el Quórum delos Doce Apóstoles en nues-tra época”, dice el élder DaleE. Miller, de los Setenta y

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El élder Shayne MarrellBowen dice que por“ser capaz de aprove-

char todas las bendiciones delEvangelio” y por haber sido“sumamente bendecido conuna gran familia”, se ha pre-parado para su llamamientoen el Primer Quórum de losSetenta. “He aprendido a serobediente”, afirma.

Su esposa, LynetteMortensen, confirma eso:“Siempre ha obedecido alpie de la letra, desde que loconozco”. Ella y los siete hi-jos de ambos están agradeci-dos de poder depender de laintegridad del élder Bowen.La hermana Bowen inclusodice que su matrimonio, rea-lizado el 28 de diciembre de1976, en el Templo de IdahoFalls, es resultado de la obe-diencia de su marido. El él-der Bowen recibió el consejode su padre de invitar aLynette a salir con él laprimera vez.

Nació el 29 de agosto de1954 en Rigby, Idaho, E.U.A.,hijo de Lyle y JacquelineBowen; y trabajó junto a su

padre en la tienda de instru-mentos musicales de éste,ayudándole a entregar pia-nos, así como en las granjasde la Iglesia, cosechando pa-pas. Después de recibir el bachillerato en inglés en laUniversidad Brigham Young,tuvo una agencia de seguroscon su padre, y más adelantecon su hijo.

El élder y la hermanaBowen disfrutan de viajar consu familia y de pasar tiempocon sus cinco nietos. A éltambién le gusta ser entrena-dor de fútbol de sus hijos.

A pesar de haber enfren-tado grandes dificultades, in-cluso la muerte de un hijode nueve meses, los Bowenhan “tenido una vida maravi-llosa”, dice él, “porque elPadre Celestial ha sido muybueno con nosotros”. El so-meterse a la voluntad delSeñor le ha hecho sentirse“más cerca de Él y compren-der que podemos poner enÉl nuestra fe”.

El hecho de poner esa feen el Señor le ha ayudado en sus muchos llamamientos,incluso el más reciente deSetenta de Área en Idaho.También ha prestado serviciocomo presidente de estaca,miembro del sumo consejo,obispo, maestro del grupo de sumos sacerdotes, presi-dente del quórum de élderes,líder Scout, presidente de misión en la Misión EspañaBarcelona y misionero de tiempo completo enSantiago, Chile. ■

Élder Shayne M. BowenDe los Setenta

El élder David StewardBaxter, de los Setenta,piensa que la hora más

oscura no es más que la queprecede al amanecer. El élderBaxter nació el 7 de febrerode 1955 en Stirling, Escocia,en circunstancias muy difíci-les con las que luchaba la fa-milia antes de conocer laIglesia. Pero cuando los mi-sioneros encontraron a sumadre, Ellen Steel, que criabasola a cuatro hijos pequeños,el Espíritu que entró en suhogar fue “casi tangible”.

“Reconocimos el Evangeliocasi instantáneamente”, co-menta el élder Baxter, que te-nía entonces doce años, “ynos dio un sentido de propó-sito en la vida”.

Poco después su familia se mudó a Surrey, Inglaterra,donde la rodearon los miem-bros de la rama que allí había.“Era algo por lo que nuncahabíamos pasado; no perte-necíamos a la clase a la cualse invita a cenar”.

En aquel lugar también conoció a la que sería su es-posa, Dianne Lewars; ambos

asistían juntos a seminario y ala Mutual y eran dos de loscinco miembros de la Iglesiaque había entre los 1.200 estudiantes de su escuela secundaria.

El élder Baxter se graduóen comercio y economía, enla Universidad de Gales, yprestó servicio en la MisiónEscocia Edimburgo. Él yDianne se casaron el 24 de fe-brero de 1979, en el Templode Londres, Inglaterra, y sequedaron a vivir en ese país,en donde criaron a sus cuatrohijos. El élder Baxter trabajóen comunicaciones y nego-cios, en varias compañías in-ternacionales; ha prestadoservicio como presidente deestaca, consejero del presi-dente de la misión, directorde institutos y de relacionespúblicas de la estaca y obispo.Cuando lo llamaron al PrimerQuórum de los Setenta, eraSetenta de Área y SegundoConsejero en el Área deEuropa Occidental.

El élder Baxter da todo el crédito al Evangelio deJesucristo por haber sacado a su familia de la oscuridad.“Todo lo que es injusto de la vida se encamina correcta-mente a través de la expiaciónde Jesucristo. Mi experienciame ha enseñado las bendi-ciones de la expiación delSalvador, por la que podemosrenovarnos, purificarnos y elevarnos; por medio de ellasanamos”. ■

Élder David S. BaxterDe los Setenta

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L IAHONA MAYO DE 2 0 06 125

El élder Daniel LeroyJohnson, del PrimerQuórum de los Setenta,

piensa que las ordenanzas deltemplo son las bendicionesmáximas del Evangelio. “Laasistencia al templo afectamuchos aspectos del hechode vivir el Evangelio”, dice. “Si vamos al templo todo loseguido que podamos, esopuede ser la influencia mayorque cambie nuestra vida”.

El élder Johnson nació el15 de diciembre de 1946, hijo de Leroy Johnson y RitaSkousen, en Colonia Juárez,México, donde se crió y don-de se dedicó un templo en1999, y ha visto los efectosque ese templo ha tenido enlos miembros de allí. “La vidaen esa localidad gira ahora al-rededor de la asistencia altemplo”, dice; “eso ha cam-biado la vida de las personas”.

Él ha tenido la oportuni-dad de ver ese cambio en lavida de la gente a través delas Américas. Cuando eraSetenta de Área en el ÁreaMéxico Norte, visitó muchoslugares donde había prestado

servicio misional en la MisiónMéxico Oeste, de 1966 a1968. “Cada una de las ciuda-des donde teníamos misione-ros en la década de 1960tiene ahora por lo menos una estaca”, comenta. “Es maravilloso ver cuántos líde-res fuertes hay allí”.

El élder Johnson recibió su título en contabilidad yeconomía en la UniversidadBrigham Young. Él y su espo-sa, LeAnn Colman, se casaronen 1970 en el Templo deIdaho Falls, Idaho.

Los Johnson, que tienenseis hijos, han vivido enEcuador, Honduras, México,Uruguay y Venezuela; y enUtah, Minnesota y Texas, enlos Estados Unidos. “Hemospodido ver el crecimiento de la Iglesia”, dice él. “Es unmilagro”.

La familia Johnson ha tra-tado de contribuir a ese creci-miento dondequiera que hanvivido. Además de ser Setentade Área, el élder Johnson hasido Presidente de la MisiónEcuador Guayaquil Norte,consejero en presidencias de misión, consejero en una presidencia de estaca,obispo, presidente de losHombres Jóvenes de un ba-rrio y maestro de Doctrinadel Evangelio. ■

El élder Marcus BellNash se acuerda deque cuando tenía ocho

años, estuvo preocupado poralgo que le dijo un amigoque no era miembro de laIglesia: afirmó que creía quela iglesia a la que pertenecíaera la verdadera. El élderNash comenta: “Yo sabía quenuestra Iglesia es la verdade-ra y nunca había pensadoque otra persona pudieracreer que la suya lo fuera. Mefui para mi casa preguntán-dome y meditando sobreeso: Si él cree que su iglesiaes la verdadera, y yo creoque la mía lo es, ¿entoncesquién tiene razón?”.

Se sentó en los escalonesdel frente de su casa, con lacabeza entre las manos, y sepreguntó: “¿Cómo lo averi-guo?”. El élder Nash dice: “Oí en mi mente una voz queme dijo: ‘Tú sabes que JoséSmith era un Profeta de Dios,¿verdad?’. Contesté interior-mente que sí. En seguida lavoz me dijo: ‘Entonces sabesque la Iglesia es verdadera,¿no es cierto?’. Y volví a decir

que sí. Y todas las dudas de-saparecieron”.

Esa respuesta estableció labase de su testimonio. Se de-sarrolló en él un gran amorpor el profeta José Smith y un potente sentimiento haciael Libro de Mormón que for-taleció esa base.

El élder Nash nació el 26de marzo de 1957, en Seattle,estado de Washington, E.U.A.,hijo de Brent Nash y BeverlyBell. Se casó con ShelleyHatch el 29 de mayo de 1979en el Templo de Salt Lake; elmatrimonio tiene cinco hijos.

El élder Nash recibió un título de bachiller en relacio-nes internacionales y otro enderecho en la UniversidadBrigham Young. Al recibir sullamamiento, era socio en unimportante estudio de aboga-dos de Seattle. Ha prestadoservicio a la Iglesia como pre-sidente de estaca, obispo,presidente de los HombresJóvenes, presidente del quó-rum de élderes, maestro deDoctrina del Evangelio y mi-sionero de tiempo completoen la Misión El Salvador SanSalvador. Se encontraba prestando servicio comoSetenta de Área en el ÁreaNorteamérica Noroeste cuan-do fue llamado al PrimerQuórum de los Setenta. ■

Élder Daniel L. JohnsonDe los Setenta

Élder Marcus B. NashDe los Setenta

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El élder Anthony DuanePerkins pasó gran partede su infancia con las

piernas “en toda clase de apa-ratos”, porque una de suspiernas dejó de crecer cuan-do tenía siete años. Al llegar alos diez años, fue “conejillode indias” en una ingeniosanueva operación que tuvoéxito y que llevó a cabo unmédico chino.

Él comenta que aquelacontecimiento fue el prime-ro de muchos intercambioscon los chinos. “Mi vida ente-ra ha estado en estrecha rela-ción con la gente de China”.

Nació el 22 de julio de1960 en Cortez, estado deColorado, hijo de SunnyKimballa Luther y LarryLazelle Perkins. El élderPerkins dice que su familia nose estableció en un lugar fijohasta que él tenía trece años.En ese lugar, Farmington,Nuevo México, conoció a laque sería su esposa, ChristineAbbot, que lo derrotó en for-ma abrumadora en las elec-ciones del alumnado. Másadelante empezaron a salir

juntos, luego se escribieronmientras él fue misionero, yse casaron en el Templo deSalt Lake el 21 de noviembrede 1981.

El élder Perkins prestó ser-vicio como misionero en laMisión Taiwán Taipei, dondesegún dice, le atacó “la fiebrede China”. Se graduó con un título en finanzas de laUniversidad Brigham Young y luego con una maestría enAdministración de negocios y Arte de la Universidad dePennsylvania, después de locual comenzó a trabajar enuna firma de consulta en ad-ministración internacional.Más adelante, como socio dela firma, abrió una oficina en China, lo cual llevó a losPerkins con sus seis hijos aPekín donde vivieron duranteocho años. Actualmente estáterminando su asignacióncomo Presidente de la MisiónTaiwán Taipei.

“He pasado en Asia la mi-tad de mi vida de adulto”, dice. “Esta gran bendición ha hecho ver a mi familia elenorme radio de alcance del Evangelio restaurado deJesucristo”.

Antes de ser llamado alPrimer Quórum de losSetenta, prestó servicio comoconsejero de un presidente dedistrito, presidente de rama,presidente del quórum de él-deres, secretario de barrio ymaestro de seminario. ■

Élder Craig Allen Cardonafirma que no hay nin-gún substituto de la

fuerza que se recibe por me-dio de las Escrituras. “Hacemucho tiempo que me impu-se una regla”, afirma: “no voya cerrar los ojos al final deldía sin haberlos puesto antesen las Escrituras”.

Cuando era Presidente dela Misión Italia Roma, de 1983a 1986, el élder Cardon empe-zó a analizar las Escrituras entodas las reuniones de la pre-sidencia, y ha continuado esapráctica en sus otros llama-mientos. “La enseñanza conlas Escrituras siempre formóparte del orden del día”, dice.“Dedicábamos un buen tiem-po a concentrarnos en la doc-trina, tal como la enseñan lasEscrituras. Esos eran momen-tos preciosos y de gran valor”.

El élder Cardon nació el 30 de diciembre de 1948 enMesa, estado de Arizona, hijode Vilate Allen y Wilford PrattCardon. Después de prestarservicio misional en Italia, secasó con Deborah Dana el 25de noviembre de 1970, en el

Templo de Mesa, Arizona; elmatrimonio tiene ocho hijos.

En sus años de crecimien-to, según afirma, recibió el be-neficio del ejemplo de rectitudy de las enseñanzas de sus pa-dres. “Tuve una madre que meenseñó a orar y un padre queme enseñó a amar al Señor y aconfiar en Él”, comenta. Laguía de sus padres le ayudódesde temprana edad a reco-nocer al Espíritu. En ciertaoportunidad, tenía una preo-cupación que pesaba grave-mente sobre él. “Debido a lasenseñanzas que recibí, fui aarrodillarme en un campo quequedaba cerca de nuestracasa. Recuerdo haber recibidoentonces respuestas muy cla-ras”. Las experiencias deaprendizaje continuaron a lolargo de su vida y le ayudarona prepararse para su llama-miento al Segundo Quórumde los Setenta.

El élder Cardon, que hatrabajado en un negocio deinmobiliaria, propiedad de sufamilia, recibió un título debachiller de la Universidaddel estado de Arizona y una maestría de la FacultadKennedy de Gobierno de laUniversidad de Harvard. Hasido obispo, presidente de estaca, maestro de Doctrinadel Evangelio y maestro deinstituto. ■

Élder Anthony D. PerkinsDe los Setenta

Élder Caig A. CardonDe los Setenta

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L IAHONA MAYO DE 2 0 06 127

Cuando el élder Don RayClarke era Presidente dela Misión Bolivia Santa

Cruz, ordenó el traslado de unélder a la sede de la misión; elélder había dejado en claroque prefería terminar su mi-sión en otra parte. Poco des-pués, el misionero conoció auna mujer que estaba buscan-do a una hija a la cual no habíavisto desde hacía diez años;cuando le mostró una foto, elélder reconoció a la joven, a laque había conocido en otrazona. De ese modo, tuvo unpapel fundamental en reunir ala madre con su hija.

De esa y otras experien-cias, dice el élder Clarke, “hellegado a la conclusión deque Dios se preocupa profun-damente por la gente”. Legustan los traslados de sor-presa y los nuevos llamamien-tos que le permitan ayudar aotras personas. “Espero po-der ministrar”, dice de sunuevo llamamiento, “y no li-mitarme a administrar”.

Nació el 11 de diciembrede 1945 en Rexburg, Idaho, ysus padres son Raymond y

Gladys Clarke. Afirma que sutestimonio se fortaleció deniño por tener un buen hogar,buenos amigos y su abuelomaterno, de carácter patriar-cal, que vivía en su casa.

Sacó un bachillerato en elColegio universitario Ricks(ahora BYU—Idaho), otro ennegocios de la UniversidadBrigham Young y una maes-tría en administración de ne-gocios de la Universidad delestado de Washington. El 5 de junio de 1970 se casócon Mary Anne Jackson en elTemplo de Idaho Falls; el ma-trimonio tiene seis hijos.

Tuvo éxito en la carrerade ventas, ocupando posi-ciones de importancia comodirector. Antes de ser llama-do al Segundo Quórum delos Setenta, prestó serviciocomo miembro del sumoconsejo de la Estaca BuenaVista de Virginia, como pre-sidente de estaca, directorauxiliar de la sección de re-cepción y hospitalidad de laIglesia, obispo, presidentede Hombres Jóvenes de laestaca, presidente del quó-rum de élderes y misionerode tiempo completo en laMisión Argentina Sur.

“He aprendido a lo largodel camino que son muchoslos hijos de Dios que necesi-tan ayuda”. Él contesta lasoraciones de ellos a través denosotros, afirma, “para quepodamos recibir las grandesbendiciones de prestarles servicio”. ■

El élder Keith R. Edwardsha sido obispo, presi-dente de estaca,

Presidente de la MisiónZimbabwe Harare y Setentade Área, pero al mencionarlos momentos decisivos desu vida, éstos se centran ensu familia.

Uno de ésos fue cuando in-vitó a salir por primera vez a laque sería su esposa. “Mi her-mano gemelo me dijo: ‘Esa noes la clase de muchacha quesólo invitas a salir; es la clasede muchacha con la que te ca-sas’. Y tenía razón”. El élderEdwards, hijo de ElbertEdwards y Mary Reid, se casócon Judith Lee Higgins el 20de junio de 1964 en el Templode Saint George, Utah.

El élder Edwards nació enBoulder City, Nevada, el 16 demarzo de 1942. Asistió al cole-gio universitario de la Iglesiaen Hawai, cumplió una misiónen la Misión Florida de 1961 a1963, recibió un título de ba-chiller en ciencia política de la Universidad Brigham Youngy luego obtuvo un título dederecho en la Universidad

de Utah.Él y su esposa se estable-

cieron en Las Vegas, Nevada,donde trabajó de abogado.En esa época pasaron porotro de esos momentos deci-sivos: durante el séptimo y úl-timo embarazo, la hermanaEdwards enfermó gravemen-te y no podía comer. Despuésde un ayuno familiar y unabendición del sacerdocio,empezó a mejorar, pero a mediados del embarazo em-peoró y el médico les dijoque el bebé nacería a la maña-na siguiente. El angustiadomatrimonio pasó la nocheorando fervientemente y suhijita nació más adelante, enla fecha apropiada.

“Veintiún años después,en la víspera de la boda deesa hija”, cuenta el élderEdwards, “nos enteramos deque aquella noche cada unode nuestros hijos mayores ha-bía buscado un lugar tranqui-lo y solitario para volcar sucorazón al Señor en oración”.Fue una potente lección parala familia unida por la fe.

Sobre su llamamiento al Segundo Quórum de losSetenta, el élder Edwards comenta: “He llegado a estepunto como producto de ge-neraciones de hombres y mu-jeres buenos, fuertes y firmes;sólo he subido por la huellaque ellos me abrieron”. ■

Élder Don R. ClarkeDe los Setenta

Élder Keith R. EdwardsDe los Setenta

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El élder Stanley G. Ellis,recordando sus tiemposde estudiante en la

Universidad de Harvard, diceque servir a Dios es una deci-sión. “Al mirar a mi alrededor,me di cuenta de que no hayforma alguna de probar laexistencia de Dios por medioscientíficos. Creer en Él es unadecisión que tenemos que to-mar”, afirma. “Todavía recuer-do que tomé esa decisión alempezar mis estudios”.

También recuerda el ha-ber recibido confirmación delEspíritu mucho antes de eso,en sus oraciones cuando to-davía era un niño. Nació el 22 de enero de 1947 y crecióen la Iglesia con los buenosejemplos de sus padres,Stephen Ellis y Hazle Taylor.Se crió en la granja de la fa-milia, en Burley, Idaho, don-de aprendió la importanciadel trabajo duro arrancandoremolacha azucarera, cargan-do forraje y pastoreando ganado; y también la impor-tancia de la fe.

El élder Ellis prestó serviciode 1966 a 1968 en la Misión

Brasileña, una de las dos que había en el país en aque-lla época; ahora hay 26, hecho que él recalca por haber sido recientementePresidente de la MisiónBrasil São Paulo.

“Nuestro corazón late alritmo de Brasil”, dice su espo-sa, Kathryn Kloepfer. El matri-monio reside actualmente enHouston, Texas.

El élder Ellis y la esposa seconocieron en la UniversidadBrigham Young, donde él obtuvo su título de derechodespués de graduarse enHarvard, en estudios guber-namentales. La pareja se casó el 7 de junio de 1969 enel Templo de Los Ángeles,California.

Después de criar nueve hijos, comentan cómo cadauno de ellos se diferencia delos demás. “Con este llama-miento también vemos quelas Autoridades Generales sonmuy diferentes entre sí”, diceel élder Ellis. “Sin embargo,juntos son muy eficaces para servir al Señor”.

Afirma que ha sido guiadoy preparado por el Espírituen cada paso y en todos susllamamientos para éste delSegundo Quórum de losSetenta. Ha prestado serviciocomo presidente de misión y de estaca, miembro delsumo consejo, consejero deobispado, presidente delquórum de élderes y presi-dente de los HombresJóvenes del barrio. ■

El élder Larry W. Gibbonstiene una filosofía: “Sitienes que optar entre

dos cosas difíciles, elige lamás difícil, la que te exigirámayor esfuerzo. Las veces enque mi testimonio ha crecidomás han sido aquéllas en lasque enfrenté las mayores dificultades”.

El élder Gibbons nació el30 de julio de 1942 en Logan,Utah, hijo de Andrew H.Gibbons y Lola Heaton, y hatenido muchas oportunida-des de desarrollar esa filoso-fía. Prestó servicio misionalen los Países Bajos, y aquelfue uno de los períodos demayor progreso en su vida.Mientras se encontraba lejosde su casa, murió su padre yél se vio ante la opción deelegir entre una universidadlocal que estuviera cerca de lacasa, para ayudar a su madre,y los desafíos de la distanteUniversidad de Stanford(California). A instancias desu familia, regresó a Stanford,donde estudió historia. Perodecidió ser médico y recibiósu título de la Universidad

de Utah, además de unamaestría en salud pública dela Universidad de Harvard.

Mientras asistía a la facul-tad de medicina, se casó conLaDawn Anderson, el 21 dejulio de 1967, en el Templode Logan, Utah. Después devivir en Seattle, San Antonio yBoston, los Gibbons se esta-blecieron en Dallas, Texas. Elmatrimonio tiene dos hijos.

Aun cuando no podemoselegir nuestros llamamientos,el hecho de aceptarlos nosbrinda experiencias de pro-greso. El élder Gibbons, que es ahora miembro delSegundo Quórum de losSetenta, fue uno de los pri-meros Setenta de Área, y co-menta: “La oportunidad deacompañar a los miembrosdel Quórum de los DoceApóstoles —de estudiar, arro-dillarnos y recibir juntos unarevelación sobre el llama-miento de un nuevo presi-dente de estaca— me brindóun período de enorme desa-rrollo espiritual”.

También ha progresadopor ser representante regio-nal, presidente de estaca, con-sejero de un presidente deestaca, maestro de seminario,y tener otros llamamientos.

A fin de tomar decisionesbuenas y de optar por la si-tuación difícil más correcta, elélder Gibbons dice que es im-portante establecernos tem-prano un orden de prioridad.“Dediquen su tiempo y susmejores esfuerzos a asuntosde importancia eterna”. ■

Élder Stanley G. EllisDe los Setenta

Élder Larry W. GibbonsDe los Setenta

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La muñeca de Esther de 1856, por Dan Speakman.

Entre 1856 y 1860, cerca de 3.000 personas, distribuidas en 10 compañías de carros de mano, viajaron al valle del Lago Salado.

La mayoría eran emigrantes de Gales y de Escandinavia. Los carros de mano resultaron ser un medio más barato y rápido de viajar que los

carromatos. El 9 de junio de 2006 marca el 150 aniversario de la primera compañía de carros de mano que salió de Iowa City, Iowa.

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“R uego que recordemos el consejo que hemos recibido

y que constantemente lo expresemos en nuestra vida;

ruego que sigamos fuertes contra las asechanzas del

adversario”, dijo el presidente Gordon B. Hinckley al dar

término a la Conferencia General anual Nº 176. Invocó las

bendiciones del cielo sobre los que lo escuchaban: “Dios los

bendiga, mis amados hermanos y hermanas. Dejo mi amor,

mi testimonio y mi bendición con ustedes, y ruego que el Señor

esté con todos y cada uno de nosotros hasta que nos volvamos

a ver. Que las bendiciones del cielo los acompañen”.

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