LIBERTAD DE TESTAR: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON …
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FACULTAD DE DERECHO
SECCIÓN DE POSGRADO
LIBERTAD DE TESTAR: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON
DERECHO A HEREDAR
PRESENTADA POR
MONICA CAROLINA RIVERA MAGUIÑA
ASESORA
ROSALÍA MIRELLA MEJÍA ROSASCO
TESIS
PARA OPTAR EL GRADO ACADÉMICO DE DOCTORA EN DERECHO
LIMA – PERÚ
2019
CC BY-NC-SA
Reconocimiento – No comercial – Compartir igual
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FACULTAD DE DERECHO SECCIÓN DE POSGRADO
LIBERTAD DE TESTAR: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON DERECHO A HEREDAR
TESIS PARA OPTAR EL GRADO ACADÉMICO DE DOCTORA EN DERECHO
PRESENTADA POR:
MG. MONICA CAROLINA RIVERA MAGUIÑA
ASESORA:
DRA. ROSALÍA MIRELLA MEJÍA ROSASCO
LIMA, PERÚ
2019
ii
LIBERTAD DE TESTAR: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON DERECHO A HEREDAR
iii
AGRADECIMIENTO
Como profesionales, a lo largo de la vida nos trazamos objetivos que
solo podemos conseguir con la comprensión y el apoyo de la familia,
por ello agradezco a mis seres queridos por su acompañamiento en
este proceso de formación académica que me ha permitido ampliar
conocimientos para volcarlos en la cátedra universitaria.
iv
ÍNDICE GENERAL
LIBERTAD DE TESTAR: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON
DERECHO A HEREDAR ................................................................................ ii
AGRADECIMIENTO ...................................................................................... iii
ÍNDICE GENERAL ......................................................................................... iv
ÍNDICE DE GRÁFICOS ............................................................................... viii
INTRODUCCIÓN ........................................................................................... ix
RESUMEN ................................................................................................... xiv
ABSTRACT ................................................................................................... xv
CAPÍTULO I: EL SISTEMA LEGITIMARIO PERUANO ................................. 1
1.1 Orígenes de la legítima en el derecho romano ................................. 1
1.2 El régimen sucesoral peruano antes de la codificación .................... 4
1.3 Tratamiento de la legítima en los códigos civiles de 1852 y 1936 .... 9
1.4 El sistema legitimario en el Código Civil de 1984 y sus
modificaciones muy lejanas hacia una mayor libertad de testar ............... 16
1.5 Críticas al sistema de legitimario actual .......................................... 26
CAPÍTULO II: LA LIBERTAD DE TESTAR .................................................. 32
2.1 La legítima como modo de restricción a la autonomía de la voluntad
32
2.2 La libertad de testar y el derecho a la herencia .............................. 35
2.3 Nuevos paradigmas hacia una eventual reforma de la legítima ..... 39
v
2.3.1 Incremento de los divorcios ...................................................... 39
2.3.2 Desmembramiento de la familia tradicional y los nuevos grupos
familiares ............................................................................................... 46
2.3.3 Incremento de la esperanza de vida ........................................ 49
2.4 Libertad de testar como principio fundamental del derecho de
sucesiones ................................................................................................ 51
CAPÍTULO III: LA ÉTICA DEL BIEN COMÚN Y SU RELACIÓN CON LA
VOLUNTAD DEL CAUSANTE, FUNDAMENTACIÓN DESDE DIVERSAS
CORRIENTES FILOSÓFICAS ..................................................................... 54
3.1 La norma y coacción de la libertad por imperio de la ley ................ 54
3.2 Legítima y libertad .......................................................................... 59
3.2.1 Críticas al sistema de legítima desde la ética .......................... 59
3.2.2 Salvedades a esta propuesta ................................................... 63
3.2.3 ¿Estamos ante una figura anquilosada en el tiempo?.............. 73
3.3 Libre disposición patrimonial y prohibiciones legales, libre albedrío y
norma, un enfoque utilitarista. .................................................................. 74
3.4 El legítimo interés: derecho adquirido o sobreprotección legal ....... 79
3.5 La legítima como recompensa moral, ¿sirve para premiar? ........... 82
3.6 La legítima: ¿es el bienestar general el único fin? .......................... 86
3.7 Calidades de legitimarios en relación con el patrimonio del causante
88
vi
3.8 El bien común en sociedad como elemento filosófico de la voluntad del
causante, una aproximación desde el perfeccionismo y el iusnaturalismo.
92
3.81 Perfeccionismo .............................................................................. 92
3.82. Iusnaturaliamo .............................................................................. 98
CAPÍTULO IV: EL TRÁNSITO DE UNA SUCESIÓN FORZOSA A UNA
MAYOR LIBERTAR DE TESTAR EN EL DERECHO COMPARADO ........ 104
4.1 Francia .......................................................................................... 104
4.2 Italia .............................................................................................. 107
4.3 País Vasco .................................................................................... 109
4.4 Cataluña ....................................................................................... 111
4.5 Galicia ........................................................................................... 113
4.6 Navarra ............................................................................................ 115
4.7 Aragón .......................................................................................... 116
4.8 Cuba ............................................................................................. 118
4.9 Argentina ...................................................................................... 123
CAPÍTULO V: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON DERECHO A
HEREDAR ................................................................................................. 126
5.1 La legítima de los descendientes ante la actual realidad del concepto
de solidaridad familiar ............................................................................. 126
5.2 La legítima como limitación excepcional a la libertad de testar .... 131
vii
5.3 Los menores de edad y personas con discapacidad como límites de
la libertad para disponer ......................................................................... 133
5.4 Limitación de la legítima sin vulnerar la Constitución Política de 1993
136
5.5 Análisis del principio de proporcionalidad y razonabilidad en la
justificación del tratamiento .................................................................... 140
5.5.1. Idoneidad ................................................................................... 142
5.5.2 Necesidad .................................................................................. 143
5.5.3 Proporcionalidad en sentido estricto........................................... 145
5.6 Propuesta de reforma de la regulación de la legítima en la legislación
nacional .................................................................................................. 146
CONCLUSIONES ...................................................................................... 150
FUENTES DE INFORMACIÓN .................................................................. 155
Referencias bibliográficas ....................................................................... 155
Tesis 157
Referencias hemerográficas ................................................................... 157
Referencias electrónicas ........................................................................ 160
viii
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1: Inscripción de testamentos y sucesiones intestadas en la
Superintendencia Nacional de los Registros Públicos durante los años 2015-
2019 en el Perú ............................................................................................ 21
Gráfico 2: Relación porcentual de la inscripción de testamentos y sucesiones
intestadas en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos
durante los años 2015-2019 en el Perú ...................................................... 21
Gráfico 3: Inscripción de testamentos y sucesiones intestadas en la
Superintendencia Nacional de los Registros Públicos de Lima durante los
años 2015-2019 en el Perú. ......................................................................... 24
Gráfico 4: Matrimonios y divorcios registrados durante los años 2011-2016
en el Perú .................................................................................................... 43
Gráfico 5: Representación porcentual de divorcios respecto al total de
matrimonios del 2011 al 2016 en el Perú (%) .............................................. 43
ix
INTRODUCCIÓN
La libertad de testar y su limitación mediante el sistema forzoso de la
legítima no ha sido un tema pacífico en la doctrina peruana ni en la
extranjera. Claro está que la institución de la legítima tanto en las
legislaciones extranjeras como en la nuestra, apoyada sobre el principio de
solidaridad intergeneracional, ha respondido a un poderoso sentimiento de
justicia con el fin de garantizar la subsistencia de los parientes más próximos
y evitar la posibilidad de que el causante discrimine a sus potenciales
herederos dando lugar a abusos y situaciones adversas que desencadenen
pleitos familiares. Tal es así, que se establece que el Estado debe tutelar el
derecho de determinados parientes (haya o no vínculos afectivos) a recibir
una porción en los bienes del causante como forma de proteger o dar
consistencia a la familia.
Sin embargo, los testadores se llevan gran sorpresa o les cuesta
comprender por qué su patrimonio, que progresivamente han cultivado con
esfuerzo, está sometido a fuertes limitaciones, aun cuando esta rigidez
beneficie a sus parientes más cercanos. Si bien, con la regulación de la
x
legítima se buscó proteger a los familiares del causante, no obstante,
debemos reconocer que este concepto fue entendido desde el punto de vista
de la familia tradicional nuclear, donde las relaciones eran mucho más
estrechas, conformada alrededor de la figura del pater familias.
Al ser la familia un instituto natural sujeta a los nuevos contextos
sociales, en las últimas décadas este concepto ha evolucionado, gestándose
familias con estructuras distintas a la familia tradicional nuclear, como son
las surgidas de las uniones de hecho, las monoparentales o las que en
doctrina se han denominado familias ensambladas, que surgen como
consecuencia de un segundo matrimonio o compromiso y que cada vez
tienen mayor peso en nuestra sociedad. Asimismo, la justificación de
proteger a los hijos por la poca esperanza de vida de su causante hoy en día
tampoco se justifica en una sociedad en que la esperanza de vida de la
población se ha incrementado notablemente desde la codificación civil.
Según el de Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI) la
esperanza de vida de población peruana aumentó en 15 años en las últimas
cuatro décadas, proyectándose que los peruanos y las peruanas vivirán, en
promedio, 74,6 años (72,0 años los hombres y 77,3 las mujeres). Con estos
datos debilita el condicionamiento a la facultad de disposición del causante
sustentado en las necesidades de subsistencia y formación de los hijos, toda
vez que los legitimarios de un testador de 75 años tendrán cerca de 50 años,
encontrándose en la mejor edad productiva con una situación económica y
social ya consolidada.
xi
Por lo tanto, teniendo en cuenta que las circunstancias económicas
sociales vigentes al tiempo de la codificación civil no son las mismas; con el
presente trabajo de investigación se busca fortalecer la voluntad del
causante como fuente de vocación sucesoria, cuando solo concurran a la
herencia los descendientes, proponiendo para ello reformar el derecho
sucesorio de los mismos, considerando solo como herederos forzosos a los
hijos y demás descendientes menores de edad y a los hijos mayores de
edad con discapacidad que se encuentren en situación de dependencia y no
pueden autosostenerse con motivo de su discapacidad física o intelectual.
De esta manera se abre la posibilidad de que el causante pueda
decidir libremente a quien dejar su patrimonio sin tener que estar obligado a
reservar parte de este a sus hijos que no se encuentren en estado de
dependencia como consecuencia de la edad o discapacidad, pudiendo
incluso beneficiar a los hijos de su nueva pareja, que de acuerdo a la
regulación actual de la legítima solo los podría favorecerlos con un tercio de
su patrimonio; con ello se resaltará el valor de la generosidad que se ha visto
opacada por la imperatividad de la norma.
Es en este sentido, nuestra investigación constituye una reflexión
sobre la institución de las legítimas y se articula sobre la siguiente estructura:
en el primer capítulo, se desarrolla los antecedentes históricos de la
institución legítima, desde su origen en el derecho romano, su tratamiento
antes de la codificación civil y su evolución hasta la regulación actual; en el
segundo capítulo se analiza la problemática del debilitamiento de la función
xii
social de la legítima en las últimas décadas, en el que la realidad y
necesidades actuales superan a la norma jurídica, exigiendo un cambio
legislativo en el libro de Derecho de Sucesiones, en lo relativo a la legítima
de los descendientes.
En el tercer capítulo se explica, desde la corriente filosófica del
utilitarismo, perfeccionismo y iusnaturalismo sobre el bien común generado
por la correcta aplicación de la normativa legal, específicamente sobre lo
dispuesto por nuestro ordenamiento respecto a la figura de la legítima,
considerando criterios morales e identificando algunas de las consecuencias
causadas por el uso estricto de la norma, todo ello encaminado a lograr un
mayor equilibrio entre legalidad y justicia; en el cuarto capítulo se estudia el
derecho comparado, poniendo énfasis en las recientes reformas normativas
que, con la finalidad de adecuar la institución de la legítima a los cambios y
necesidades sociales, introducen novedades legislativas a favor de la
libertad de testar.
Finalmente, en el quinto capítulo, después del análisis del principio de
solidaridad interfamiliar en armonía con el derecho a la libertad, se propone
la reforma de la regulación de la legítima en la legislación nacional,
reduciendo las personas con derecho a heredar. La propuesta está referida
exclusivamente al derecho sucesorio de los descendientes, quienes solo en
casos excepcionales deberán ser considerados herederos forzosos. Por
tanto, el parentesco, por sí solo, no será suficiente fundamento ético para
adquirir tal condición, sino que, en atención a la función social de la legítima,
xiii
deberán además coincidir especiales situaciones de necesidades derivadas
de la edad (minoría de edad) o discapacidad que coloque al descendiente en
una situación de dependencia y no pueda autosostenerse con motivo de su
discapacidad física o intelectual.
xiv
RESUMEN
El derecho sucesorio peruano, bajo el principio de solidaridad
intergeneracional, ha protegido a los descendientes del causante,
otorgándoles la condición de herederos forzosos sin exclusión alguna, ello
debido a las circunstancias económicas y sociales imperantes al momento
de la codificación civil que justificaban tal protección. Pero, los fundamentos
que sirvieron para restringir la libertad para disponer mortis causa se han
visto superados por la trasformación social de nuestra sociedad en las
últimas décadas, de forma que el aumento de la esperanza de vida ha dado
lugar a que se herede a los padres cuando se ha cumplido los 50 o 60 años
de edad, siendo que el hijo se encuentre en mejores condiciones
económicas que el padre o no estándolo, cuenta con las herramientas
suficientes para valerse por sí mismo. Por lo tanto, resulta necesario
reflexionar sobre el alcance de protección de la legítima para evitar que el
Estado todavía hoy siga reservando parte del patrimonio a los hijos que no
se encuentren en estado de necesidad como consecuencia de la edad o
discapacidad.
xv
ABSTRACT
The Peruvian inheritance law, under the principle of intergenerational
solidarity, has protected the descendants of the deceased, granting them the
status of forced heirs without any exclusion, due to the prevailing economic
and social circumstances at the time of the civil codification that justified such
protection. But, the foundations that served to restrict the freedom to dispose
of mortis causa have been overcome by the social transformation of our
society in recent decades, so that the increase in life expectancy has led to
the inheritance of parents when the 50 or 60 years of age has been
completed, when the child is in better economic conditions than the father or
not, he has enough tools to stand on his own. Therefore, it is necessary to
reflect on the scope of protection of the legitimate to avoid that the State still
continues to reserve part of the patrimony to children who are not in a state
of need as a result of age or disability.
CAPÍTULO I: EL SISTEMA LEGITIMARIO PERUANO
1.1 Orígenes de la legítima en el derecho romano
Inicialmente el derecho romano consagró la libertad de testar como un
modo absoluto de disposición de bienes. Así lo establecía la Ley de las XII
Tablas, fundado en el ius testamenti factio1, por lo que el testador podía
disponer del 100% de su patrimonio propio como quisiese. Posteriormente a
fines de la república esta facultad omnímoda sufrió una limitación formal en
beneficio de los herederos legítimos omitidos o desheredados sin causa
justa, incluso aquellos que recibían una minúscula porción hereditaria en
comparación con otros herederos forzosos, obligándose al testador a
1 Es la aptitud para otorgar testamento conocida como testamenti factio «activa, que en un primer momento fue la única que se reconoció. Años más tarde se extendió a todos los que participaban en el testamento, surgiendo así la testamenti factio «passiva, entendida como la capacidad para ser heredero, legatario, testigo o tutor testamentario.
2
nominar en su testamento a sus descendientes (sui heredes) que
desheredaba por causa justa o instituía como herederos.
Esta limitación tiene como consecuencia por un lado la pérdida del
testador de su ilimitada libertar para designar heredero y por otro la pérdida
de la libre disposición de su patrimonio. El fundamento no necesariamente
se basó en el privilegio de la familia sobre los bienes de su causante, sino en
consideraciones de piedad (officium pietatis), garantizándose a los parientes
más próximos al fallecido una equitativa y justa participación en sus bienes,
así como mantener el patrimonio dentro de la familia conservando la unidad
y dignidad familiar como producto de una nueva conciencia social fundada
en el afecto y valoración de la familia de sangre. (Polo, 2013)
En lo que respecta a la cuantía, en un primer momento era una facultad
discrecional del Tribunal a la hora de apreciar si lo recibido era suficiente
según las circunstancias del caso enjuiciado, pero después la práctica
judicial fijó como suficiente un cuarto de los bienes que el heredero recibiría
si sucediese abintestato, hasta que posteriormente, sobre la base de las
Novelas 18 y 115, Justiniano la fijó en función del número de hijos que
dejaba el testador. Tal es así que la pars debita ascendía a un tercio de la
herencia si el testador tenía hasta cuatro hijos y a la mitad si tenía más de
cuatro. (Bernad, 2015)
La novela 115 complementaria a la 18, restringe la libertad de
disposición, prohibiendo que en el testamento se omita, desherede o
3
instituya a un heredero en escasa porción a un familiar directo, por
considerar que el testador que dejaba injustificadamente de lado a su hijo no
se encontraba en su sano juicio viéndose afectada su capacidad. Por lo
tanto, de presentarse dicha situación el perjudicado podía impugnar el
testamento ante el Tribunal de los Centuviros mediante la acción llamada
“querella de inoficiosidad” (querella inofficiosi testamenti) a fin de ser
reconocido en su derecho logrando la nulidad total o parcial del testamento.
Para lograr la nulidad del testamento en el extremo de la institución de
heredero y la apertura de la sucesión ab intestato, el querellante tenía que
demostrar ser heredero ab intestado del difunto con grado de legítimo o
forzoso, la ausencia de causal legítima de desheredación consignada por el
testador y no tener a su alcance otro medio legal para lograr hacer valer su
derecho. Este remedio procesal posteriormente se extiende a las donaciones
excesivas apareciendo una nueva acción llamada “acción de inoficiosidad de
las donaciones” (querella inoffisiosae donationis) que permite a los
herederos atacar los actos de liberalidad inter vivos que afectan su derecho
por inoficiosos.
Por tanto, en el derecho romano surge la legítima, al establecerse que
necesariamente una parte de los bienes del causante irían a parar a sus
parientes más próximos. Al ser el derecho peruano receptor del derecho
romano esta institución se incorporó desde un primer momento en nuestro
Código Civil manteniéndose casi inalterable no obstante que los hechos que
justificaron su regulación hoy en día se han visto superados por las nuevas
4
condiciones sociales y económicas que ameritan una reflexión de la
institución.
1.2 El régimen sucesoral peruano antes de la codificación
En la época pre incaica debido a la escasez de fuentes de
información, es difícil el análisis del régimen sucesorio que existió en el Perú.
Sin embargo, de los estudios aportados por los cronistas de aquel entonces,
Cristóbal de Castro y Diego de Ortega Morejón, así como de la investigación
académica del Dr. Raúl Villagaray Hurtado,2 se evidencia la recepción de la
sucesión testamentaria, especialmente en la cultura chincha, por la cual el
causante instituía heredero a cualquiera de sus hijos, sin tener
necesariamente que elegir al primogénito sino al más apto según su criterio.
El elegido heredaba la totalidad de los bienes con la obligación de proteger a
los demás descendientes.
En caso el testador no tuviera hijos, podía instituir a algunos de sus
hermanos o hermanas, o en su defecto a otra persona, pero no a su
cónyuge, porque no le asistía el derecho a heredarlo. El destino de la
cónyuge era: o quedar sometida a la tutela del heredero o regresar a su ayllu
de origen. La razón por la cual no se le reconoció el derecho a la herencia
obedeció a evitar la confusión del patrimonio de los diferentes ayllus.
2 Tesis universitaria “Evolución del Derecho Sucesorio en la Legislación Civil peruana” UNMSM, Lima 1965.
5
Cabe resaltar que el otorgamiento del testamento estaba acompañado
de una ceremonia ritual llamado “La challa” 3en la que el testador hacía una
amonestación a su heredero a fin de que conserve la herencia que le deja,
pronunciando palabras en aymara que traducidas al español dicen “No se
debe vender los bienes heredados pues quien lo hiciera andará después
desposeído, de tierra en tierra, de pueblo en pueblo”
Ya en el imperio de los incas, el profesor Jorge Basadre refiriéndose a
la transmisión del patrimonio, diferenció tres formas de régimen sucesorio:
La sucesión de las gentes del pueblo, de los Curacas y de los Incas.
En lo relativo a la sucesión de las gentes del pueblo, el hombre común
tenía muy poco a título de propietario debido a que el sistema comunitario de
los ayllus no le permitió la propiedad privada de la tierra sino sólo el
usufructo, situación que limitó su herencia. “Su patrimonio estaba reducido a
su vivienda, a sus cosechas y a su ganado, bienes que eran materia de la
transmisión sucesoria, mientras sus herramientas, armas y adornos eran
enterrados con el cadáver” (Lanatta, 1969, p.132).
El acto jurídico empleado para la transmisión del patrimonio fue el
testamento no escrito ni formal sino verbal, a falta de ello, los bienes
pasaban a los hijos que heredaban en primer rango y en segundo rango los
hermanos.
3 Ceremonia que consistía en sacrificar a un auquénido y derramar su sangre en la tierra. Esta práctica aún subsiste en algunos lugares del Perú y Bolivia.
6
Acerca de la sucesión de los curacas, al igual que en la época
preincaica, en la institución de heredero se aplica el criterio selectivo de la
mayor aptitud de alguno de los hijos. Del mismo modo como en el régimen
sucesorio de las gentes del pueblo se empleó el testamento verbal ante la
presencia de sus parientes y otras personas de importancia.
En cuanto a la sucesión de los incas era un caso especial, porque lo
que se transmitía a la muerte de un Inca no era su patrimonio sino el poder y
el mando en favor de uno de los hijos legítimos, esto es a los tenidos en la
colla. Su patrimonio era destinado a su culto personal, mientras que sus
armas, prendas personales y objetos valiosos eran enterrados junto a él,
toda vez que el nuevo Inca no recibía ni usaba nada que hubiera sido de su
antecesor. (Lanatta, 1969).
En cuanto a la formalidad del otorgamiento del testamento, el mismo
que seguía siendo verbal, se acostumbraba que el testador reúna a sus
parientes y altos jefes militares para expresar ante ellos su última voluntad,
cumpliendo estos personajes una doble función: por un lado, testigos
testamentarios y por otro el de albaceas, porque fallecido el testador tenían
que hacer cumplir la voluntad de cuya expresión habían sido testigos.
En la época virreynal, rigió el Derecho Sucesorio español, no
obstante, dada las circunstancias sociales, económicas y geográficas, los
Reyes de España tuvieron que dictar normas jurídicas para reglamentar
situaciones desconocidas, surgiendo así el Derecho Indiano que entre otras
7
cosas reguló la sucesión en los cacicazgos, la libertad de los indios al
momento de otorgar su testamento y la sucesión de las encomiendas.
El proceso de sucesión en los cacicazgos. A diferencia de la época
incaica, con la guardaba los mismos lineamientos, la institución
testamentaria del heredero se llevaba a cabo con la intervención de los
encomenderos, los mismos que se veían beneficiados con ello. Buscando
dar solución al impase se dictaron varias Reales Cédulas que perseguían
que la institución de los cacicazgos estuviera comprendida entre las leyes y
buenas costumbres que tenía los indios para su buen gobierno.
Se mantenía la preferencia del varón sobre la mujer aun cuando ésta
fuera de grado más próximo. Sin embargo, debemos indicar que este orden
sucesorio no fue absoluto, según estudios de los cronistas como de las
Casas, Molina y Lizárraga había algunos lugares del territorio peruano en
que se permitió a la mujer suceder en los bienes y también en el cacicazgo.
Con el afán de evitar que terceras personas cohibieran la libertad de
testar de los indios o captar su voluntad, en el año 1580 por Real Cédula se
ordenó que los indios tuvieran plena libertad en sus disposiciones
testamentarias. En lo que respecta a la sucesión de las encomiendas, al
inicio del virreinato no era transmisible a título de herencia, años más tarde
el Rey Carlos V dispuso4 que cuando muriera un encomendero se
transmitiera la encomienda a alguno de sus hijos legítimos y en defecto de
éstos heredaba la viuda.
4 Mediante Real Provisión de fecha 26 de mayo de 1536.
8
Proclamada la independencia del Perú e iniciada la República hasta
antes de la promulgación del Código Civil de 1852 se desarrollaron
interesantes trabajos de codificación civil como: El Reglamento Provisional
de Huaura5 que permitió la vigencia del régimen sucesorio español en los
primeros tiempos de la República; La Comisión de 1825, implementada por
el General Simón Bolívar bajo la presidencia del doctor Manuel Lorenzo
Vidaurre con el propósito de encargar la formulación de los proyectos de los
códigos pendientes, pero no logró su cometido; El Proyecto de Vidaurre6
que constituye el primer trabajo de codificación en la República, compuesto
de tres partes, de las cuales la tercera y última trató todo lo que
correspondía a las últimas voluntades; El Código de Santa Cruz7 para el
Estado Nor-Peruano, que reconoció una forma testamentaria para los
indígenas; El Proyecto del Código Civil de 1852 que en materia sucesoria fijó
la legítima en cuatro quintos si había descendientes y dos tercios si no
existiendo éstos el causante dejaba ascendientes.
“La sucesión legal de los parientes colaterales se extendía hasta el
sexto grado de consanguinidad, a falta de éstos sucedía el cónyuge
sobreviviente y en su defecto el Fisco” (Lanatta, 1969, p.142). Todos estos
intentos de codificación sirvieron de fuente para la elaboración del proyecto
definitivo que fue aprobado el 23 de diciembre de 1851, ordenándose la
promulgación el 28 de julio de 1852 y entrando el nuevo Código Civil en
vigencia desde el día siguiente de esta.
5 Promulgado por el General San Martín el 12 de febrero de 1821. 6 Fue revisado por una Comisión compuesta por los doctores Manuel Tellería, Nicolás Araníbar Francisco Javier Mariátegui, Ignacio Ortiz de Zevallos, Justo Figueroa y Manuel Pérez de Tudela, sin haber llegado a ser reformado ni aprobado. 7 Promulgado por Decreto del 1° de noviembre de 1836 y que comenzó a regir el 1° de enero de 1837.
9
1.3 Tratamiento de la legítima en los códigos civiles de 1852 y 1936
El primer Código Civil peruano restringe la facultad de disposición por
testamento a través de la institución de la legítima; en caso el testador
ejerciera la facultad de mejora sólo podía disponer del tercio y para los
legados del quinto, quedando expresamente establecido que en ningún caso
podía ejercer a la vez ambas facultades. Con respecto a los derechos
sucesorios de los hijos, no reconoció este derecho a los hijos ilegítimos,
excepto los hijos naturales reconocidos, a los que les concedía el quinto
cuando concurrían con los hijos legítimos y la mitad cuando a falta de éstos
concurrían con los ascendientes del causante. El derecho sucesorio del
cónyuge fue siempre postergado, solamente podía heredar en caso se
configure la sucesión legal colocado entre el cuarto o quinto grado, esto es
después de los primos hermanos del causante.
Sin embargo, en determinadas situaciones, aunque con
diferenciación, reconoció al cónyuge supérstite un derecho sucesorio
especial, la cuarta conyugal, pero severamente condicionado a que se
encuentre en una situación de imposibilidad de subsistencia. En tal sentido,
así se haya otorgado testamento, para exigir este derecho la viuda tenía que
demostrar carencia de lo necesario para subsistir mientras que el viudo a
más de carecer de lo necesario para vivir, tenía que demostrar que estaba
inválido o habitualmente enfermo, o en una edad mayor de sesenta años.
10
Por su parte el Código Civil de 1936 en su Título segundo trató a la
legítima no estableciendo directamente la porción que ésta comprende sino
señalando cuál es el porcentaje de libre disposición. La legítima estaba
reservada para los hijos y demás descendientes, incluyéndose los adoptivos
y sus descendientes legítimos, así como también al cónyuge y a los padres.
Este Código reconoce igual participación en la legítima a los hijos
legítimos y a los hijos adoptivos, y también la extiende al cónyuge, pero con
ciertas restricciones cuando concurría con los hijos, artículo 704: “La legítima
del cónyuge es una cuota igual al que correspondiera como heredero legal,
pero la perderá si sus gananciales llegan o exceden al monto de la cuota y
esta se reducirá hasta lo que sea preciso si los gananciales fueren
menores”.
El código no dio un tratamiento diferenciado ambos derechos del
cónyuge supérstite, por el contrario los confundió haciendo depender el uno
del otro para su reconocimiento. Sólo se le permitió hacer primero suyos los
gananciales y luego tomar parte de su cuota hereditaria cuando heredaba en
concurrencia con los padres o hermanos del causante. La confusión de
estos dos derechos fue superada con la entrada en vigencia del actual
Código Civil en el que se precisó “la independencia de dos derechos
diferentes, por un lado, el conyugal derivado de la sociedad de gananciales y
el legitimario, propio del derecho de sucesiones” (Lohmann, 2003, p.304).
En el artículo 730 se hace referencia a la legítima del cónyuge
supérstite, dejándose claro que se trata de dos derechos diferentes, uno es
11
por concepto de gananciales proveniente de la liquidación de los bienes
sociales y el otro es el derecho que le asiste por su condición de heredero
forzoso. En consecuencia, hoy en día si los gananciales son menos o más
no tiene relevancia en relación al derecho sucesorio conyugal y la legítima,
salvo en los casos de los supuestos regulados en los artículos 731 y 732
referidos al derecho de habitación vitalicia y derecho de usufructo del
cónyuge sobreviviente.
Si bien el fundamento que llevó a regular la legítima en ambos
cuerpos civiles como freno a la libertad dispositiva del causante cuando tiene
herederos forzosos, fue la solidaridad y protección familiar, entendido
también por el maestro Lanatta como los deberes y obligaciones que
provienen de la relación familiar debido a la naturaleza del parentesco
consanguíneo o por el vínculo familiar; sin embargo esta justificación fue
materia de discusión por varios siglos por quienes sostenían, como
Benjamín Lama y otros partidarios de la herencia libre que la imposición de
la legítima necesariamente implicaba medir y tratar a todos los herederos
con igual criterio y que en determinadas situaciones no se podía tratar a
todos los herederos por igual. Lama concluye en su tesis8 luego de hacer un
análisis histórico del derecho de propiedad, que el derecho de testar
libremente es una manifestación del derecho de propiedad.
En esa línea de pensamiento en que la herencia libre daría lugar a
que los peruanos ya no se confíen en la seguridad de recibir una herencia,
sino que generen su riqueza con su fuerza de trabajo, se elaboraron
8 ¿Hay o no absoluta libertad de testar? sostenida el 19 de diciembre de 1982.
12
diversas tesis como la de Manuel Hernández en 1902, cuya tesis fue
redactada bajo el nombre “Libertad de testar”, Porfirio Martínez La Rosa “
Restitución a la libertad de testar” en 1903, Julio Castañeda Mejía “La
libertad de testar” en 1905, Fuentes de Aragón “Herencia Libre” en 1906,
todas ellas con una fuerte ideología individualista de Stuart Mill.
No obstante, en 1903 Marco A. García Arrese buscando un justo
equilibrio entre la razón y el Derecho, sustenta la tesis de doctor “El régimen
de la herencia libre” en la que analiza las dos escuelas antagónicas que se
disputan el predominio de la sucesión hereditaria, la que sostiene la libertad
absoluta del derecho de testar y la que sostiene que ese derecho debe
ejercitarse observando el sistema forzoso de las legítimas, ambas doctrinas
a juicio del autor completamente extremistas. (Ramos, 2006).
Por un lado, consideraba que “el régimen que ordena transmitir toda o
casi toda la fortuna a los hijos contribuye a mantener una educación viciosa
de la raza humana” (Ramos, 2006, p. 538), incita al ocio y a la dejadez de
desarrollar aptitudes personales que puedan responder más tarde de su
porvenir, confiados en que van a ser respaldados eternamente por un
patrimonio que por cosas del destino puede desaparecer. Por otro lado, con
un espíritu moralista resalta las bondades del sistema forzado de legítimas,
como freno a los padres sin escrúpulos que dejan en la miseria a sus hijos,
entregándose a las pasiones y a los vínculos ilegales, correspondiendo al
Estado como protector de la unidad y conservación la institución familiar
amparar la legítima.
13
Con su tesis buscó armonizar ambas escuelas, proponiendo,
inspirado en el derecho natural, un sistema de herencia libre con
modificaciones. Señaló que la herencia forzosa sólo se debía mantener en el
caso de que el testador tuviese hijos menores de edad en la época del
fallecimiento, oponiéndose tajantemente a que se limite la libertad de
disposición cuando tuviera hijos mayores de edad. A su criterio lo más justo
y conveniente era que el individuo, tras apreciar diversas circunstancias,
tuviera amplia libertar para distribuir los bienes con arreglo a las necesidades
de cada uno de sus hijos. Se cuestionaba por qué los padres tenían que
dejar igual cantidad de bienes a todos los hijos, cuando en la familia podía
haber un hijo rico y otro pobre, un sano y otro enfermo, un menor y un mayor
o un hijo varón y una mujer.
Trato de entender la postura de Arrese que buscaba regular un
sistema equilibrado entre la herencia libre y la herencia forzosa,
permitiéndose la ampliación de la masa de libre disposición sin que ello
implique la supresión total de la porción indisponible. Sin embargo, no
comparto la diferenciación que hace entre un hijo varón y una mujer para ser
beneficiados con la legítima, diferente situación es la de un hijo pobre y un
rico, sano y enfermo o incluso un menor y un mayor, en los que sí se puede
cuestionar la intangibilidad de la legítima, pero considero que el sexo de la
persona no puede ser una condición para constituirse en un heredero
forzoso. Pero teniendo en cuenta el año en que fue desarrollada la tesis,
podría entenderse el criterio que llevó a establecer la diferenciación, ya que
los derechos de las mujeres se encontraban en proceso de reconocimiento
paulatino.
14
Otro trabajo importante que comparte la idea de que un sistema
absoluto no era conveniente ni se acomodaba a la tradición legislativa del
país es el del arequipeño Máximo Villarreal Mendoza “La herencia libre en el
Perú, un medio de resurgimiento nacional” desarrollado en 1919, en el que
se sostenía que la herencia libre como mecanismo poderoso de virtud cívica
y social permite preparar a la niñez en la faena hermosa del trabajo
cultivando herramientas para afrontar cualquier acontecimiento indeseable
que arriesgue su subsistencia. Para el autor “la herencia forzada, cuyo
arcaísmo impugna, proviene más de la historia que de una razón legal y que
su incorporación al Código Civil se explica por un espíritu de imitación antes
que por consideraciones filosóficas y morales” (Ramos, 2006, p.541).
Villarreal proponía la reforma al Código Civil porque tanto su
aplicación como su vigencia no se ajustaban a la realidad social, toda vez
que consideraba que el sistema legitimario resultaba apropiado no para una
sociedad moderna sino para un ordenamiento feudal. Años más tarde, en
1934, cuando parecía que nadie más iba a cuestionar el sistema forzado de
legítima incorporado en el Libro de Sucesiones del Código Civil de 1852,
Guillermo Gonzales con el mismo título y las mismas ideas que Villareal
insistió en la incorporación de la herencia libre fundando sus afirmaciones en
la necesidad de apartarse del sistema absoluto de legítimas y buscar regular
jurídicamente un sistema equilibrado que diese cabida a ambas posiciones.
Pero el trabajo que sitúa el problema en términos jurídicos, antes que
filosóficos fue el de Héctor Cornejo Chávez en 1943, después de la entrada
en vigencia del segundo Código Civil peruano que mantenía la figura del
15
heredero forzoso, tesis que título “La sucesión y el Derecho Sucesorio”
planteando todo un estado de cuestión con rico contenido dogmático
tomando partido, siempre bajo una perspectiva crítica, por un sistema
conciliado. (Ramos, 2006). No obstante, la historia jurídica nos revela que
las propuestas de contenido individualista cedieron frente a las propuestas
de corte no liberal que justificaban la conservación de la herencia forzosa en
la supuesta titularidad de la familia sobre el patrimonio.
Nótese también que la discusión sobre la flexibilidad del sistema
forzoso de legítimas no sólo obedecía a concepciones puramente
ideológicas, como bien lo sostiene el doctor Carlos Ramos (2006) quien
señaló:
Las constantes referencias a la injusticia que encerraba el régimen
sucesorio frente a los hijos ilegítimos nos hace pensar que, en el
fondo, a través de la herencia libre se buscaba un rescoldo legal para
que el testador paliase la desproporción de la masa hereditaria entre
los hijos legítimos e ilegítimos9”(p. 542).
Diferenciación discriminatoria a todas luces que se elimina en el Código Civil
vigente reconociendo los mismos derechos a los hijos habido fuera o dentro
del matrimonio e incluso al hijo adoptivo.
9 Denominados así según hayan nacido estando o no casados sus padres casados, buscándose proteger la familia matrimonial. Recién en la Constitución peruana de 1979 establece la igualdad de los hijos reproducido por la Constitución de 1993.
16
1.4 El sistema legitimario en el Código Civil de 1984 y sus
modificaciones muy lejanas hacia una mayor libertad de testar
La legítima como es visto, es una institución del derecho de
sucesiones arraigada en nuestra legislación desde la primera regulación de
la sucesión mortis causa, habiendo sufrido pocas modificaciones, como son
el reconocimiento de la calidad de heredero forzoso al cónyuge supérstite y
participación en igualdad de condiciones en la masa hereditaria con los
demás sujetos que integran esta categoría, la igualdad de la cuota
hereditaria de los hijos matrimoniales y los extramatrimoniales, así como
también, la modificación más reciente, el reconocimiento de los derechos
sucesorios a los integrantes de la unión de hecho10, siempre que esta unión
se encuentre vigente al momento del fallecimiento de cualquiera de los
convivientes.
En este sentido el Código Civil vigente mantiene el sistema de
legítimas como forma de regular la sucesión del patrimonio de las personas,
tal es así que el artículo 723 prescribe que la legítima constituye parte de la
herencia de la que no puede disponer libremente el testador cuando tiene
herederos forzosos. Categoría dentro de los cuales se encuentran todos los
hijos del futuro causante sin distinción alguna, los padres, el cónyuge y
recientemente este derecho extendido al sobreviviente de la unión de
10 Ley N° 30007, publicada el 17 abril 2013, que modifica los artículos 326, 724, 816 y 2030 del Código Civil, el inciso 4 del artículo 425 y del artículo 831 del Código Procesal Civil y los artículos 35, 38 y el inciso 4 del artículo 39 de la ley 26662, a fin de reconocer derechos sucesorios entre los miembros de uniones de hecho.
17
hecho11. Dejando a salvo el tercio de libre disposición y en algunos casos la
mitad cuando sólo concurre a la herencia los padres o demás ascendientes.
Por imperio de la ley, la noción de legítima determina la porción
intangible que el testador debe respetar al otorgar un testamento, el mismo
que carecerá de valor jurídico si se desconoce a un heredero forzoso, salvo
en los supuestos, en los que sea posible desheredar, rigiendo la figura de la
representación, según el caso. El papel de la legítima reside en ser un límite
que tiene el testador a la libertar de disposición de sus bienes, limitación que
no guarda coherencia con la disposición inter vivos, lo lógico sería que las
restricciones que se imponen a las disposiciones inter vivos se impongan
también a las disposiciones mortis causa, como por ejemplo el derecho a los
alimentos.
Es ostensible que la regulación de la legítima entra en conflicto con el
ejercicio del derecho de propiedad, que si bien no es absoluto, pues la
potestad del Estado de regular y limitar los derechos de los propietarios es
en nuestros días indiscutible, pero en el caso de la legítima coacciona con la
libertad del hombre de decidir el destino de su patrimonio que forjó, al fijar
obligatoriamente la determinación de la masa hereditaria, la división y
partición de los bienes que la integran, además de la identificación de los
herederos.
Aquí nos preguntamos ¿Por qué imponer a las personas a quién o a
quiénes tiene que dejar su patrimonio y no otorgarle en ejercicio de una de
11 Previa declaración notarial o judicial e inscrita en el Registro Personal de los Registros Públicos, en donde se haya acreditado la concurrencia de los requisitos previstos en el artículo 326 del Código Civil, (por ejemplo, no tener estado civil de casado).
18
las facultades del derecho de propiedad la libertad de disponer de él a título
de testamento? Acaso no siempre pensamos en buscar lo mejor para
nuestros hijos y constantemente estamos velando por su bienestar, no será
la inversión en conocimiento y formación la mejor riqueza que podemos los
padres transmitir a nuestros hijos en vida.
Otro problema que se advierte paralelamente al sistema forzoso de
legítima es la falta de costumbre en nuestro país de testar. Cuando se trata
el tema del testamento, inmediatamente se escuchan frases conocidas como
¿estará enfermo?, ¿tienes mucha prisa por heredar?, ¡aún estoy muy joven
para pensar en testamento! o ¿qué, tan viejo me veo? En el fondo estos
cuestionamientos esconden las verdaderas causas por la cual un alto
número de peruanos no dejan su testamento listo.
Según información disponible en el portal institucional de la
Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp), en el año
2015 solo se inscribieron en el Registro de Personas Naturales de la Sunarp
3, 711 testamentos. Lima (consolidada con las cifras del Provincia
Constitucional del Callao) lideró la inscripción de testamentos con 2,494,
seguido por el departamento de Arequipa con 503 inscripciones. Luego se
ubican Cusco (149), La Libertad (139), Ancash (72), Lambayeque (63), Piura
(62), Cajamarca (45), Ica (30), Ayacucho (28), San Martín y Amazonas (23),
Loreto (15), Puno (13), Apurímac (12), Junín (9), Moquegua, Huánuco y
Madre Dios (7), Ucayali (4), Huancavelica (3), Pasco (2), Tacna (1) y en el
departamento Tumbes no se registró ninguna inscripción.
19
En el año 2016 se nota un aumento de 1,572 inscripciones. En el mes
de Enero se inscribieron 279 testamentos, en Febrero (322), Marzo (354),
Abril (370), Mayo (286), Junio (312), Julio (308), Agosto (360), Setiembre
(674), Octubre (690), Noviembre (673) y Diciembre (655), inscribiéndose en
el citado Registro un total de 5,283 testamentos, lo que representó un
incremento del 42.36% en relación al año 2015.
Lima continuó liderando la lista, aumentó en 982 sumando en total
3,476, seguido del departamento de Arequipa que también incrementó en
151 con un total de 654 inscripciones, mientras que Cusco se mantuvo en el
tercer lugar con 205 inscripciones, lo que representó un aumento de 56
inscripciones. Por su parte, Tumbes que no registró inscripción de
testamento en el año 2015, dejó el último lugar y pasó a ocupar el penúltimo
con 4 inscripciones, el último lugar lo ocupó Pasco con 3 inscripciones.
En lo que respecta a los años 2017 y 2018 también se notó un
incremento de la inscripción de testamentos, por ejemplo en el año 2017 en
comparación con el año 2016 la inscripción aumentó en 1,356 sumando un
total de 4,841, siendo Lima, Arequipa y Cusco los tres departamentos que
continuaron respectivamente liderando la lista. Asimismo, en este año Pasco
ya no ocupó el último lugar, en dicho departamento se inscribió 14
testamentos, el último lugar fue ocupado por el departamento de Madre de
Dios en el cual solo se inscribió 3 testamentos.
En cuanto al año 2018, se inscribió 478 testamentos en relación con
el año 2017 sumando en total 7,715 inscripciones, siendo los meses de
20
mayo y octubre en el que se otorgaron más testamentos a nivel nacional con
un registro de 688y 701 respectivamente.
En el primer bimestre del presente año, se inscribieron en el Registro
de Personas Naturales de la Sunarp un total de 3,917 testamentos, cerrando
a julio con 4,569 inscripciones, lo que representa un aumento a 558
inscripciones en relación al mes de julio del año 2018. Además, entre los
meses de enero y febrero, la inscripción de testamentos en el citado Registro
creció en quince departamentos respecto del primer bimestre del año 2018.
El departamento que ha liderado ha sido Amazonas (59.74%), seguido de
Moquegua (48.05%) y Huánuco (28.17%). Luego se ubican Huancavelica
(19.61%), Tacna (18.04%), Loreto (13.90%), Ucayali (13.38%), Piura
(12.18%), Madre de Dios (12%), San Martín (9.23%), Apurímac (8.13%),
Ancash (5.38%), Junín (1.43%), Cusco (1.07%) y Puno (1.06%). Ver detalles
en los gráficos N°1 y 2.
21
Gráfico 1: Inscripción de testamentos y sucesiones intestadas en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos durante los años 2015-2019 en el Perú
Elaboración propia
Fuente de información: Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp)
Gráfico 2: Relación porcentual de la inscripción de testamentos y sucesiones intestadas en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos durante los años 2015-2019 en el Perú
Elaboración propia
Fuente de información: Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp)
TESTAMENTO
0
20,000
40,000
60,000
80,000
100,000
120,000
2015 2016 2017 2018 2019
3,711 5,283 7,228 7,7154,569
47,174
66,431
98,318 102,323
58,723TESTAMENTO
SUCESIÓN INTESTADA
Testamento vs Sucesión Intestada en el Perú
Gráfico N°1
Relación Porcentual
7%
8%
8%
2015 2016 2017 2018 2019
7.9% 8.0%
7.4%7.5%
7.8%
Relación Porcentual
Testamento / Sucesión Intestada
Gráfico N°2
Relación Porcentual
22
Ahora bien, si estos datos lo contraponemos con el número de
sucesiones intestadas inscritas en el Registro de Personas Naturales de la
Sunarp tenemos que la voluntad del causante no forma parte fundamental
del derecho sucesorio, es la ley la que suple su voluntad en la mayoría de
los casos como podemos apreciar según el análisis de los reportes por
departamentos y periodos anuales que publica la mencionada institución. Así
tenemos que en el año 2015 se inscribieron 47,174 sucesiones intestadas.
Lima (consolidada con las cifras del Provincia Constitucional del Callao)
lideró la inscripción con 19,076.
En el año 2016 la cifra aumentó considerablemente, solo en el primer
semestre se inscribieron 24,185 sucesiones intestadas y en el segundo
semestre se inscribieron casi el mismo número de sucesiones intestadas
inscritas en el año 2015, en total se inscribieron 66,431. Lima se mantuvo
ocupando el primer lugar, seguido de La Libertad (4,838) y Arequipa (4,444).
En total, en relación con el año 2015, se inscribieron 19,257 sucesiones
intestadas.
En el año 2017, lejos de disminuir el número de personas que mueren
sin dejar ordenado su patrimonio, las sucesiones intestadas se multiplicaron
llegando alcanzar la cifra de 98,318, más del doble en relación con el año
2015. Madre de Dios que fue el departamento que tenía menos sucesiones
inscritas en el año 2015, aumentó considerablemente, de 98 (2015), a 175
(2016) a 322 (2017). Este incremento se mantiene acelerado para el año
23
2018, en el que se inscribieron un total 102,323 sucesiones intestadas, lo
que representa un incremento de 4005.
Para lo que va del año, la Superintendencia Nacional de los Registros
Públicos (Sunarp) informó que entre Enero a Julio se han inscrito un total de
58,723 sucesiones intestadas. Además, en el primer semestre, la inscripción
de sucesiones intestadas ha aumentado en dieciséis departamentos
respecto del primer semestre del año 2018. Los departamentos que
presentaron mayor crecimiento son Tacna (16.94%), Tumbes (14.80%) y
Huancavelica (13.51%), seguido de Junín (9.72%), Huánuco (9.64%), San
Martín (9.17%), Apurímac (7.91%) y Amazonas (7.87%). Luego les sigue
Moquegua (7.09%), Cusco (6.44%), Ancash (6.43%), Loreto (5.80%), Madre
de Dios (2.31%) Piura (1.59%), Puno (1.08%) y Lima (0.93%).
Como siempre Lima, al mes de julio, viene liderando la inscripción de
sucesiones intestadas con 23,322. Luego se ubican Arequipa (41,38), La
Libertad (4,007), Piura (3,095), Lambayeque (3,042), Junín (2,762), seguidos
de Puno (2,540), Ica (2,468), Ancash (2,407), Cusco (2,092), Cajamarca
(1,554), San Martín (1,070), Huánuco (952), Loreto (849), Tacna (844),
Ayacucho (665), Apurímac (567), Ucayali (546), Pasco (380), Moquegua
(366), Tumbes (330), Amazonas (315), Huancavelica (207) y Madre de Dios
(205).
Como hemos visto en todos los años analizados, Lima es el
departamento que ha liderado tanto la inscripción de testamentos como
sucesiones intestadas, tal como lo podemos visualizar en el gráfico N°3.
24
Gráfico 3: Inscripción de testamentos y sucesiones intestadas en la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos de Lima durante los años 2015-2019 en el Perú.
Elaboración propia
Fuente de información: Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp)
Un estudio comparativo, nos permite concluir que hay una ausencia
notoria de manifestación de voluntad para decidir el destino del patrimonio.
Ello revela un grave problema que merece atención del Estado para
identificar las razones del por qué en nuestro país la mayor de población
fallece sin otorgar testamento, a fin de establecer medidas preventivas para
evitar que la ausencia de manifestación de voluntad predomine en los actos
mortis causa.
El miedo instintivo a la muerte puede ser una de las principales
causas de rechazo, pero también lo son la falta de conocimiento, la
indecisión para resolver asuntos personales o familiares o la desidia sobre
todo cuando se piensa que la muerte está lejana y que se tiene toda una
TESTAMENTO
0
20,000
40,000
60,000
2015 2016 2017 2018 2019
2,494 3,476 4,841 5,0652,945
19,07626,923
39,484 41,613
23,322
TESTAMENTO
SUCESIÓN INTESTADA
Testamento vs Sucesión Intestada en el departamento de Lima
(Consolidadas con las cifras de la Provincia Constitucional del Callao)
Gráfico N°3
25
vida por delante, sin embargo, no podemos desconocer que es un
acontecimiento que tarde o temprano va a suceder.
Pues el testamento, como pieza clave de ordenación del patrimonio,
no es un instrumento de arraigo popular. La realidad nos revela que cada
vez más se incrementa el número de peruanos que fallecen sin dejar
establecido quiénes son sus sucesores y que parte de la masa hereditaria
les corresponde, teniendo éstos que recurrir a la vía judicial o, en el mejor de
los casos, a la vía notarial para que se les reconozcan sus derechos
sucesorios originándose casi siempre conflictos y discusiones sin sentido
que resquebrajan la relación familiar.
Lamentablemente, la idiosincrasia de nuestra sociedad se ve marcada
por el incremento de conflictos que encierran intereses crematísticos que no
contribuyen a mantener el clima de respeto familiar. “Las personas le dan
valor al patrimonio. Ello no lo podemos negar, cada día son más frecuentes
los procesos judiciales en los que se enfrentan los herederos” (Pérez, 2011,
p. 293).
Si tomamos en cuenta la gran incidencia social de los serios
problemas que surgen entre los herederos respecto del reparto de los bienes
de la masa hereditaria, y la falta de cultura y costumbre de otorgar
testamento que ordene el patrimonio de cada persona, podemos afirmar que
el derecho a la herencia desafortunadamente, muchas veces provoca
situaciones desagradables y hace que se descubran entre los parientes otro
tipo de intereses que obliga a que se tenga que pasar por los juzgados
26
civiles e incluso penales, en donde se afecta la relación familiar por obtener
el mayor provecho.
La libertad de disponer de los bienes para después de la muerte está
sometida a fuertes limitaciones, situación que reprochamos por no
adecuarse a la realidad social de las últimas décadas, aunque estas
restricciones sean en beneficios de nuestros familiares más cercanos, en
razón de que el Estado no puede seguir imponiéndose a la voluntad del
hombre, cuando ha desaparecido el estado de necesidad que justificó la
regulación de la legítima. Con este fundamento legislaciones extranjeras,
como veremos más adelante, con una fuerte corriente individualista han roto
el trasnochado y viejo esquema paradigmático de “legítima intangible,”
optando en algunos casos por reducir la cuota legitimaria, en otros excluir a
determinados parientes de la categoría de heredero forzoso e inclusive otros
a permitir la libertad de testar flexibilizando la institución de la legítima en
atención a lo que demanda la sociedad.
1.5 Críticas al sistema de legitimario actual
Para nuestro ordenamiento jurídico, en la transmisión del patrimonio
mortis causa, es de capital importancia el interés familiar sobre la libertad de
disposición del testador. Dada la redacción del artículo 723 del Código Civil
actual, los bienes que integran el patrimonio de una persona están sujetos al
condicionamiento de la cuota legitimaria en beneficio de los herederos
27
forzosos. La decisión personalísima de la persona de qué hacer con sus
bienes para después de su muerte se ve invadida por el Estado quien fiel a
su rol protector de la familia dicta normas de orden público que entran en
conflicto con el derecho a la propiedad y al libre desarrollo de la
personalidad.
La capacidad de decidir el destino del patrimonio acumulado en vida
para después de la muerte sigue siendo relativa en nuestro ordenamiento
jurídico hasta el día de hoy, no obstante, a que las condiciones sociales
actuales poco tienen que ver con las existentes al tiempo de la codificación
civil. Al respecto Parra (2009) nos dice:
Si la legítima se ha considerado como expresión de la solidaridad
intergeneracional, en la actualidad, y desde un punto de vista
sociológico, se ha advertido del desajuste de la legítima y del carácter
excesivo de las cuotas fijadas en el sistema codificado, a la vista de la
evolución experimentada por la familia desde la época de la
Codificación (p. 497).
La limitada libertad de decisión que gira sobre un tercio o la mitad de
los bienes cuando hay de por medio herederos forzosos es muchas veces
ignorado por los peruanos quienes ingenuamente, al margen de tener
descendientes, creen poder disponer sin reparos del cien por cierto de su
patrimonio, viéndose muchas veces desilusionados cuando toman
conocimiento que necesariamente gran parte de sus bienes, a pesar que lo
han adquirido con muchos años de trabajo, están destinados a determinados
28
familiares, aunque estos sean los más cercanos, por considerar que ya
cumplieron en vida con brindarles las herramientas básicas para que
continúen por sí solos. La norma se ha mantenido estática frente una
sociedad evolutiva que ha llevado a que hoy en día los hijos al momento de
heredar se encuentren en muchos casos en la mejor edad productiva.
Definitivamente la realidad social no es la misma que la del siglo XIX,
sin embargo, la institución de la legítima se ha mantenido inflexible a lo largo
de estos años, salvo contadas modificaciones muy lejanas a reconocer una
mayor libertad de disposición al testador. A pesar de los cambios que viene
experimentando la sociedad en los últimos tiempos, en que vemos que la
obligación de los padres de educar y formar a sus hijos se cumple con
creces, superándose así el principio de solidaridad familiar, fundamento que
ha sostenido el concepto legítima invariable en todo este periodo, resulta
inconcebible pensar que en el caso de la legítima de los descendientes, en
el ejercicio pleno de la libertad como derecho fundamental de las personas,
sea el afecto el que dicte el destino de los bienes, salvo aquellos casos
excepcionales en que la condición del descendiente amerite protección
especial por no poder sustentarse económicamente de forma autónoma al
padecer de discapacidad física y/o mental comprobada, en cuyo caso la
legítima indiscutiblemente seguiría cumpliendo la función de protección
social no restringiendo la autonomía de la voluntad del testador.
La ley basándose en consideraciones morales se ha mantenido
imponiendo a la voluntad del causante (tensión entre el orden público y la
autonomía de la voluntad) fijando una cuota intangible de la masa hereditaria
29
en beneficio de determinadas personas que por su condición de herederos
forzosos no pueden ser excluidas ésta, salvo causas justas y demostrables.
Esto con un afán de supuestamente amparar a miembros de la familia
(descendientes) que en un momento era justo y razonable protegerlos sin
exclusión, dada la situación social de aquel entonces. Pero en los últimos
años se ha producido una transformación social, de forma que el aumento
de la esperanza de vida ha dado lugar a que se herede a los padres cuando
se ha cumplido los 50 o 60 años de edad, siendo que el hijo se encuentre en
mejores condiciones económicas que el padre o no estándolo, cuenta con
las herramientas suficientes para valerse por sí mismo.
Sin duda la legítima ha tenido y tiene una arraigada trascendencia
social. Como hemos mencionado su pretendido fundamento ha sido la
protección de la familia y no de ajenos a ésta. Sin embargo, nos
preguntamos ¿hasta qué punto la sucesión forzosa es un presupuesto
ineludible para garantizar la correcta protección legitimaria? No podemos
mantenernos al margen de un mundo cambiante. En las últimas décadas
como sabemos han surgido nuevas situaciones sociales que entran en
conflicto con nuestro rígido sistema legitimario, casi inalterable, desde la
promulgación del primer Código Civil. Es por ello que consideramos
necesario proponer alternativas legales que se ajusten a las necesidades de
la sociedad actual, que a primera impresión pueden ser preocupantes para
quienes se vean afectados por el replanteamiento de instituciones caducas,
pero necesario para quien ha acumulado su patrimonio por años.
30
Lo cierto es que dejar la legítima como está no es la mejor decisión,
toda vez que como hemos venido sosteniendo, es una limitación que
paradójicamente se impone a la persona para después de muerta y no en
vida, lo cual, ante la insatisfacción del testador, es un estímulo para buscar
mecanismos alternos que tienden a vulnerar su integridad en aras de
alcanzar una mayor libertad de disposición. Como por ejemplo donaciones
encubiertas, en donde el futuro causante con el afán de beneficiar a un
heredero forzoso o a un tercero celebra un acto jurídico con la apariencia de
ser oneroso, aunque en realidad no hay contraprestación por parte de quien
adquiere el bien, logrando así un crecimiento patrimonial que termina
conculcando a la legítima o la formación de figuras societarias en donde el
futuro causante busca beneficiar a determinadas personas en perjuicio de
herederos forzosos.
Por qué temer que al otorgar a la persona mayor libertad de testar,
reduciendo la cuota legitimaria y de las personas con derecho ella, se nos va
a excluir, en condición de hijos, como beneficiarios del patrimonio. Por qué
no buscar un justo equilibrio y respetar, en determinadas situaciones, la
voluntad del ser humano. Acaso lo normal no es que el padre favorezca a los
hijos y si en todo caso los distingue o atribuye la herencia a terceros sus
legítimas razones tendrá.
Estos planteamientos nos permiten sostener que no podemos
mantenernos al margen de una realidad social que no guarda coherencia
con el rígido sistema legitimario del derecho sucesorio; por el contrario
31
debemos replantear un nuevo esquema sucesorio flexibilizando la institución
de la legítima sin apartarnos del deber del Estado de tutelar el derecho de
determinados parientes que por su condición respecto de los demás
requieren protección, buscando conciliar la libertad de disposición con la
necesaria protección de la familia. Es por ello que se debe reflexionar sobre
una eventual reforma que no apunte a la supresión de la institución bajo
análisis sino a su flexibilización y de esta manera permitir al testador, sobre
base al principio de autonomía de la voluntad y derecho de propiedad, una
mayor libertad al momento de decidir el destino de su patrimonio.
32
CAPÍTULO II: LA LIBERTAD DE TESTAR
2.1 La legítima como modo de restricción a la autonomía de la
voluntad
La legítima como institución base del derecho de sucesiones tiene
una larga tradición histórica basada en fundamentos sociales y económicos
que siguen siendo válidos hasta la actualidad. Como mecanismo clave de
gran trascendencia social e importante durante un largo período de tiempo,
coarta, en virtud de un imperativo legal, “la autonomía de voluntad”12 del
disponente, que constituye uno de los principales derechos del hombre para
poder desarrollarse en la vida cotidiana, para quien solo le quedaría una
tercera parte de su patrimonio de libre disposición cuando tiene legitimarios.
12 Entendida por el Tribunal Constitucional (EXP. N.º 047–2004–AI/TC, de 24 de abril de 2006, F. J. 44) como la capacidad “que permite a las personas regular sus intereses y relaciones coexistenciales de conformidad con su propia voluntad.
33
El alcance que tiene la legítima reside en ser una restricción a la
autonomía privada de la libertad del individuo para fijar el contenido de su
testamento, limitación que paradójicamente se impone a la persona para
después de muerta y no en vida, lo cual es muy discutible en la doctrina, por
qué si por un lado se reconoce a la persona el derecho a la libertad de
disposición de sus bienes durante toda su vida, por qué no poder hacerlo
cuando fallece, salvo casos excepcionales en que se justifique la protección
familiar. Lo lógico sería que las restricciones que se imponen a las
disposiciones inter vivos se impongan también a las disposiciones mortis
causa, como por ejemplo el derecho a los alimentos.
Los testadores se llevan una gran desilusión cuando se les informa
que parte de su patrimonio está reservado a grupo de parientes a los que la
ley concede un derecho por razón de parentesco. Les cuesta comprender
por qué su patrimonio, que progresivamente ha sido cultivado con mucho
esfuerzo, está sometido a fuertes limitaciones por el Estado, aun cuando
esta rigidez beneficie a sus parientes más próximos. Si bien el concepto de
legítima fue entendido desde el punto de vista de la familia tradicional, en
donde las relaciones eran mucho más estrechas, hoy en día este concepto
ha evolucionado tanto que cada vez tiene mayor peso en nuestra sociedad
la configuración de nuevos grupos familiares que distan de la familia
tradicional.
34
Pérez (2011) afirma:
Las legítimas no son inútiles por sí mismas, lo que se impone es darle
un nuevo cauce, una nueva función social. No hay razón para que un
anciano de 80 años tenga que atribuirle una parte de su patrimonio,
so pena de nulidad de la institución de heredero, a sus hijos de 50
años que ya tienen su propio patrimonio, y no pueda testar en todo de
la herencia, a favor de su futura viuda, próxima a la edad a él, a la que
quiere favorecer, ya que es lógico que a la muerte del esposo tendrá
más requerimientos patrimoniales. Es hora que el Derecho repase lo
acontecido y active sus mecanismos tuitivos en sede sucesoria
(p.293).
Lo cierto es que, en el derecho sucesorio peruano, la realidad supera
a la norma jurídica. En la sucesión testamentaria no todos los descendientes
deben ser considerados como herederos forzosos, el legislador a efectos de
otorgar mayor peso a la libertad de testar del individuo debe rechazar el
criterio de una legítima uniforme para una categoría de parientes y solo
reconocer como heredero forzoso a aquellos hijos que por su situación de
necesidad requieran protección más allá de la muerte de su sostén
económico, fundamentando esta decisión en el debilitamiento de la función
social de la legítima en los tiempos actuales y el fortalecimiento de la
autonomía de la voluntad. Si bien un trato diferenciado pero justificado en
causas objetivas y razonables.
35
En atención a que una de nuestras propuestas de modificación del
derecho sucesorio es replantear el derecho legitimario de los descendientes,
una eventual reforma de las legítimas debería estar encaminada en principio
a establecer un mayor grado de libertad de testar, y solo se coartaría esta
libertad de presentarse determinadas circunstancias que estarían en relación
a descendientes menores de edad, y a los que tengan reconocido un grado
de discapacidad por las autoridades o especialistas competentes, siempre y
cuando no puedan sustentarse económicamente de forma autónoma.
2.2 La libertad de testar y el derecho a la herencia
La libertad de testar y su limitación mediante el sistema forzoso de la
legítima no ha sido un tema pacífico en la historia del derecho peruano ni
extranjero. El fundamento de la legítima ha respondido a un poderoso
sentimiento de justicia con el afán de garantizar la subsistencia de los
parientes más próximos y evitar la posibilidad de que el padre discrimine a
sus hijos, incurriendo en excesos o exclusiones repudiables que
desencadenen pleitos familiares. Sin embargo, una breve reflexión sobre la
igualdad que postula la legítima, sobre todo en el caso de los descendientes,
puede en ocasiones no ser justa o conveniente en atención a que los hijos
no son iguales ni naturalmente ni en cuanto a sus circunstancias.
Es por ello, que en los últimos años se han evidenciado reformas
legislativas con una postura favorable a respetar la autonomía de la voluntad
36
de la persona, optando por la reducción de la cuota legitimaria y en algunos
casos más drásticos desconociendo a determinados parientes como
herederos forzosos, como son las normativas de Francia, Italia, Alemania,
Comunidades Autónomas, entre otras que rechazan que el Estado se
arrogue el poder de decidir cómo debe ser el reparto delos bienes de una
persona para después de su muerte.
A pesar de esta fuerte corriente flexibilizadora del sistema legitimario,
hay aún ordenamientos jurídicos que, basados en que la legítima permite dar
consistencia a la familia, que la Constitución ordena proteger, se aferran al
principio de intangibilidad de la misma y la mantienen al margen de los
nuevos contextos sociales con un criterio de igualdad puramente cuantitativo
sin matices cualitativos.
Uno de ellos es nuestro sistema de transmisión de patrimonio mortis
causa en el que, como hemos manifestado, la libertad de testar es residual.
Poco se ha avanzado hacia alcanzar su ampliación en consonancia con los
principios de solidaridad familiar y autonomía de la voluntad, entendida este
último principio como la facultad de autodeterminación que tiene una
persona de decidir sobre distintos aspectos de la vida cotidiana.
Para la legislación peruana, tal y como está redactado el artículo 723
del código sustantivo, es de capital importancia el interés familiar sobre la
libertad de disposición del testador, al disponer que los bienes que integran
el patrimonio de una persona están sujetos al condicionamiento de la cuota
legitimaria en beneficio de sus herederos forzosos.
37
Claro está que esta libertad en principio solo aplica a un reducido
porcentaje de la masa hereditaria y en casos poco comunes, cuando no
concurran herederos forzosos, el testador recién tendrá la plena libertad de
disposición mortis causa de todos sus bienes. Por tanto, su derecho
subjetivo a que se respete su última voluntad está supeditado a la existencia
de sus legitimarios en razón del principio de solidaridad intergeneracional
que debe existir entre los miembros de la familia.
La justificación de que la libertad absoluta de testar tenga un límite no
es otra que la vinculación del patrimonio al interés del cónyuge, conviviente,
descendientes y/o ascendientes según corresponda, a quienes el Estado
brinda protección y los faculta a exigir una participación en la herencia. Sin
embargo, ese largo camino hacia la libertad de testar puede verse reducido
si se revisa en profundidad los principios fundamentales del derecho
sucesorio en armonía con la realidad social y económica imperante en la
actualidad, que proclama un replanteamiento del sistema legitimario, en
atención a que la función social de la legítima cada vez más se aparta de
asegurar la subsistencia de los parientes más próximos.
La vida media del hombre se ha alargado considerablemente en las
últimas décadas, por lo general, hoy en día cuando se herede al padre los
descendientes se encontrarán en la mejor edad productiva (45-55 años),
resultando ser beneficiarios a pesar de haberse forjado de un patrimonio,
38
que en el orden económico le permita tener cubiertas todas sus
necesidades.
Por lo tanto, ya no se justifica la extensión de proteger a los hijos más
que a lo necesario para que puedan obtener una formación integral. La
prosperidad económica de una persona depende de su trabajo y no de la
herencia, pues el principal legado para los hijos es la educación de calidad y
competitiva.
Hasta aquí nos preguntamos ¿qué tan conveniente es ampliar la
libertad de testar y en consecuencia reducir las personas con derecho a
ella? El reconocimiento de una mayor libertad de testar, no implica
necesariamente la supresión de la legítima y consecuentemente la extinción
del derecho a la herencia. Hay una necesidad de que ciertos parientes
perciban parte de la masa hereditaria, aunque el causante no los haya
considerado al momento de testar.
Si bien el derecho a la propiedad y a la herencia gozan de protección
constitucional, debe conciliarse la libertad de testar con la necesaria
protección de la familia en aras de flexibilizar el instituto de la legítima sin
olvidar las obligaciones de los padres respecto de sus hijos menores, en
formación académica o discapacitados, y así sin transgredir los preceptos
constitucionales lograr una mayor libertad de testar sobre el patrimonio
conseguido con el propio esfuerzo.
39
2.3 Nuevos paradigmas hacia una eventual reforma de la legítima
Si bien, el principal fundamento que llevó a regular la legítima en los
códigos civiles peruanos ha sido la solidaridad intergeneracional, entendida
como los deberes y obligaciones que provienen de la relación familiar debido
a la naturaleza del parentesco consanguíneo o por el vínculo familiar, sin
embargo, debemos reconocer que esta institución jurídica fue concebida en
un contexto social muy diferente al actual. En los últimos años se ha
producido una transformación social, de modo que cuando se herede a los
padres los hijos ya no se encontrarán, salvo excepciones, en una situación
que necesite protección. La principal obligación de los padres de
proporcionar una formación se habrá cumplido con creces. Estos nuevos
sucesos que cada vez tienen más fuerza y nos lleva a reflexionar sobre una
necesaria reforma de la legítima son los que pasamos a describir:
2.3.1 Incremento de los divorcios
El divorcio no es una novedad, ha sido regulado paralelo al
matrimonio, pero aplicado, inicialmente, como última instancia a la que no se
quería llegar, y si ya no se podía evitar era manejado por la familia de la
manera más reservada hasta que ya no se pudiera ocultar. Sin embargo,
para bien o para mal, el ideal ya no es el mismo, hoy en día las personas ya
casi no se casan pensando que su matrimonio será eterno, sino que en caso
no funciones existe el camino del divorcio como alternativa de solución.
40
Que exista la institución del divorcio no es malo para la sociedad, todo
lo contrario, es una alternativa para solucionar una situación sentimental
complicada, perimiendo a los cónyuges que en un momento se dijeron el sí
de común acuerdo, decidan también por mutuo acuerdo o unilateralmente no
continuar más con la relación. Pero el problema se genera cuando esta
institución pasa de ser una excepción a una regla de uso común como
consecuencia de la poca tolerancia de las parejas, sobre todo los
matrimonios jóvenes, que recurren a ella como inmediata solución a sus
diferencias sin agotar alternativas de solución.
Los resultados del estudio realizado por el Instituto de Ciencias del
Matrimonio y Familia (FARMILIA)13 para evaluar las actuales tendencias del
matrimonio en el Perú (2012), a cargo de la estadista Marta Alvarado14
concluyó que la evolución de las uniones conyugales en el país tiene una
tendencia decreciente. Entre los años 2000 y 2010 los divorcios y
separaciones en el Perú se incrementaron en 52%, y las uniones conyugales
(matrimonios y convivencias) crecieron sólo en 1.25%. Asimismo, se
concluyó que en las últimas décadas la tendencia es que se divorcien cada
vez más jóvenes.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) hasta
antes del 2009 el rango de edades de las personas que más se separaban o
divorciaban oscilaba entre los 45 y 49 años. Y en el 2010, informó que el
rango bajó entre los 40 a 45 años, datos que han llevado a calificar en el
13 Es una organización sin fines de lucro cuyo fin supremo es apoyar el fortalecimiento de los matrimonios o parejas, para lograr relaciones sanas y felices. 14 Basado las estadísticas brindadas por la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) de los últimos años
41
área psicológica como “la crisis de los cuarentas” tanto en hombres como en
mujeres (La República, 2011).
Es preocupante el incremento anual de los divorcios en el Perú, sólo
para hacer un análisis comparativo y tomando como fuente la información
publicada por el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC)
en su portal estadístico15, en el año 2011 se inscribieron en el país 5,625
divorcios, en el 2012 la cifra casi se triplicó ascendiendo a 13,126, en el
2013 tuvo uno de sus picos más alto llegando a registrarse a nivel nacional
14,103, en los años 2014 y 2015 si bien disminuyó pero entre cada año
aumentó 1.16%, 13,598 en el 2014 y 13,757 en el 2015, para posteriormente
en el 2016 aumentar en 1 mil 352 con relación al año anterior, inscribiéndose
15 mil 109 divorcios, lo que representó un incremento de 168.60% con
relación al año 2011, siendo en todos estos períodos el departamento de
Lima el que encabezó la lista seguido por la provincia Constitucional del
Callao y La Libertad, y así se ha mantenido hasta la fecha.
En el año 2012, el estudio realizado por el Instituto Nacional de
Estadística e Informática16 arrojó que los tres distritos de la capital que
lideraban la lista de divorcios fueron San Martín de Porres, Comas y
Santiago de Surco (559, 486 y 462 respectivamente), pero para el año 2015
el distrito de Santiago de Surco con 463 divorcios registrados fue desplazado
del tercer lugar al cuarto por el distrito de San Juan de Lurigancho, en el que
15 La información de los Registros Civiles está conformado por los nacimientos, matrimonios y las defunciones, así mismo los actos que modifican el Estado Civil de las personas, como son el reconocimiento, divorcio, adopción (nacimiento inscrito como resultado de un trámite administrativo, judicial o notarial de adopción). 16 Perú: Nacimientos, Defunciones, Matrimonios y Divorcios, 2012
42
se disolvieron 558 matrimonios17. Estas cifras variaron considerablemente
para el año 2016, en el que si bien los tres distritos de Lima Norte y Este
siguieron liderando la lista de divorcios, en todos ellos se registró un
incremento, San Martín de Porres en 678 y Comas en 545, lo que representó
el 21.28% y 12.13% respectivamente en relación al año 2012, por su parte
en San Juan de Lurigancho se registraron 572 divorcios lo que representó el
2.5% en relación al año 2015, pasando a ocupar el segundo lugar según el
estudio realizado por el INEI18
Si estos datos lo contraponemos con el número de matrimonios
inscritos e informados al RENIEC entre el 2011 y 2016 tenemos que la
institución del matrimonio cada vez más se está debilitando. En el año 2011
se inscribieron a nivel nacional 97,693 matrimonios, en el 2012 se
incrementó notablemente a 107,380 pero también en ese mismo año la
inscripción de divorcios llegó a uno de sus picos más alto, en el 2013
descendió considerablemente a 89,763, para en el 2014 registrarse un ligero
crecimiento en 6007 matrimonios, inscribiéndose en total 95,770, sin
embargo, en el 2015 nuevamente se produjo un notable decrecimiento a
86,191 pero en el 2016 aumentó a 94,094. Ver detalle en los siguientes
gráficos N4 y N°5.
17 Perú: Natalidad, Nupcialidad y Mortalidad 2015 18 Perú: Natalidad, Nupcialidad y Mortalidad 2016
43
Gráfico 4: Matrimonios y divorcios registrados durante los años 2011-2016 en el Perú Elaboración propia
Fuente de información: Registro Nacional de Identificación y Estado Civil
Gráfico 5: Representación porcentual de divorcios respecto al total de matrimonios del 2011 al 2016 en el Perú (%)
Elaboración propia
Fuente de información: Registro Nacional de Identificación y Estado Civil
Divorcios
Matrimonios0
50000
100000
150000
2011 2012 20132014
20152016
5625 13126 14103 13598 13757 15109
97693 10738089763 95770
86191 94094
Matrimonios y divorcios registrados durante los años
2011-2016 en el Perú
Gráfico N°4
Divorcios Matrimonios
Divorcios / Matrimonios
0.00
10.00
20.00
2011 2012 2013 2014 2015 2016
5.76
12.2215.71
14.20 15.96 16.06
Representación porcentual de divorcios respecto al total de
matrimonios del 2011 al 2016 en el Perú (%)
Gráfico N°5
44
Estos datos nos llevan a inferir que al 2016 de cada cinco matrimonios
celebrados al año uno se divorcia. Se ha tratado de vincular el decaimiento
del matrimonio con la entrada en vigor del llamado divorcio express19, toda
vez que desde que se promulgó la norma en el año 2008, es una de las
modalidades preferidas por las parejas para poner fin a su relación conyugal,
por ser el mecanismo más rápido cuando no hay conflicto de intereses.
Si bien la norma fue diseñada con el fin de ampliar la competencia
para atender los divorcios por mutuo acuerdo, que por exclusividad sólo
podían tramitarse ante los juzgados civiles, permitiendo que esta función
también pueda llevarse a cabo ante las notarías y municipios, sin embargo
no por el hecho de haberse ampliado las vías administrativas donde los
individuos puedan acceder para solicitar la disolución de su matrimonio,
debemos concluir que se ha incentivado a que más parejas decidan dar
término a su relación, por el contrario lo que se ha buscado es desjudicializar
los divorcios y con ello descongestionar la carga procesal del Poder Judicial
para conocer otros procesos que demanden mayores dificultades.
El hecho que en estos últimos años cada vez más parejas decidan
terminar su relación no es consecuencia de la referida ley, como si se tratara
de una causa efecto, sino que paulatinamente ha evolucionado el
pensamiento tradicional de la perpetuidad como característica esencial del
matrimonio. Además, las parejas de hoy son menos tolerantes a los
problemas, y si a ello le sumamos la influencia de las nuevas tecnologías,
que si bien colaboran a una mayor y rápida comunicación, al mismo tiempo
19 Ley N° 29227, Ley que Regula el Procedimiento No Contencioso de la Separación Convencional y Divorcio Ulterior en las Municipalidades y Notarías.
45
puede dejar de ser una ayuda para convertirse en el talón de Aquiles de los
matrimonios. Es común escuchar frases como: “apaga tu celular, este más
tiempo en el Facebook que con la familia, deja de publicar todo, porque te
escriben eso, con quien estás chateando, como puedes tener de amiga (o) a
tu expareja, etc. Lo cierto es que la falta de autocontrol e infidelidad depende
de la persona misma y no necesariamente de las herramientas tecnológicas.
Todo lo expuesto hasta aquí nos lleva a concluir que existe mayor
vulnerabilidad e inestabilidad de la familia peruana. Los peruanos hoy en día
no, necesariamente, se unen hasta que la muerte los separe. Ello implica
que la familia tradicional formada en torno a los vínculos conyugales viene
cediendo el terrero a nuevas configuraciones familiares, en donde se
generan fuertes vínculos afectivos entre personas que no las une el vínculo
consanguíneo20, pero por el hecho de la convivencia armoniosa, cooperativa
y solidaria, florece entre ellas una estrecha relación de cariño.
Me refiero especialmente a las relaciones de afecto que surgen entre
los hijos del varón o de la mujer, concebidos en una unión anterior, con la
nueva pareja que se inicia una relación por segunda vez. Y si el testador
quisiera favorecer con su patrimonio a uno de ellos solo podría hacerlo
dentro del tercio de libre disposición, dado que la transmisión sucesoria, al
estar circunscrita a la familia tradicional limita la libertad de testar en
protección de los herederos forzosos.
20 Según se infiere del último párrafo del artículo 237 del Código Civil, habrá parentesco por afinidad entre los padrastros o madrastas con los hijastros/ as, principalmente para temas de impedimentos matrimoniales, causales de invalidez del matrimonio más no derechos hereditarios. Esta deducción también ha sido desarrollada por el Tribunal Constitucional en la Sentencia recaída en el Expediente Nº 09332-2006-PA/TC, en la que se ha reconocido nuevas formas de familia, y la posición de los hijastros dentro de ellas.
46
2.3.2 Desmembramiento de la familia tradicional y los nuevos grupos
familiares
Vivimos en un contexto social y cultural que refleja una realidad
emergente en la que cada vez tiene mayor peso la desintegración de la
familia tradicional, integrada por padre, madre e hijos, incrementándose
diferentes tipos de relaciones de parentesco como las familias surgidas de
las uniones de hecho, las monoparentales o las que la doctrina ha
denominado familias reconstruidas, recompuestas o ensambladas, que
surgen a partir del segundo matrimonio o unión concubinaria de una pareja,
en la cual uno o ambos integrantes tienen hijos de una unión anterior.
Estos tipos de uniones no niegan que se forme una familia nuclear,
pero deja de ser la familia históricamente concebida que se forma desde el
matrimonio. Como dice Ferrando (2006):
Las familias recompuestas presentan elementos de gran novedad en
el panorama familiar. Estas familias representan un desafío a los
modelos sociales y culturales del matrimonio y de la familia
tradicional. Con ellas entra en crisis el ideal monogámico, propio de
nuestra tradición, así como el ideal de la perennidad y exclusividad de
las relaciones con los progenitores. (p.311).
La aparición de estos nuevos modelos familiares, como el de las
denominadas familias “ensambladas” obedece, tal como lo ha indicado el
47
Tribunal Constitucional en los Expedientes Nº 09332-2006-PA/TC21 y 04493-
2008-PA/TC22, a varios factores, entre ellos, la inclusión social y laboral de
la mujer y la regulación del divorcio y su alto grado de incidencia. En sus
fallos hace hincapié que el amparo de estas nuevas configuraciones
familiares es prioritaria debido a las dificultades de consolidación como
consecuencia de su fragilidad.
Por su parte, la Corte Interamericana de Derecho Humanos, en el
caso Atala Riffo y niñas vs Chile23, ante el fundamento de la Corte Suprema
de Chile que las niñas deben crecer en una “familia estructurada
normalmente y apreciada en su medio social”, y no en una “familia
excepcional”, constató que el lenguaje utilizado reflejaba una percepción
limitada y estereotipada del concepto de familia que no tiene base en la
Convención Americana al no existir un modelo específico de familia (la 21 La sentencia se expidió en el proceso de amparo iniciado por Reynaldo Armando Shols Pérez contra el Centro Naval del Perú, a fin que la asociación otorgase a su hijastra, Lidia Lorena Alejandra Arana Moscoso un carné de hija de socio en lugar de un pase de invitada especial, por considerar una actitud discriminatoria y de vejación hacia el actor en su condición de socio. La demanda fue declara infundada en primera instancia e improcedente por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima. Sin embargo, el Tribunal acogió la pretensión y declaró fundada la demanda al reconocer que la familia no puede identificarse sólo con la familia tradicionalmente concebida. Por tanto, ordenó al Centro Naval que no realice distinción alguna entre el trato que reciben los hijos del demandante y su hijastra. 22 La sentencia desarrolla los deberes y derechos de los padres respecto a sus hijos afines, haciendo mención, sin profundizar, a la obligación alimenticia de los mismos. 23 Este caso se inicia en enero del año 2003 cuando el señor Ricardo Jaime López Allendes demanda a su ex esposa Karen Atala Riffo para quitarle la custodia de sus tres hijas que en un primer momento, en la separación de hecho, establecieron por mutuo acuerdo que la madre se quedaría al cuidado de ellas. El fundamento que sostuvo el señor López fue que la señora Atala "no se encontraba capacitada para velar y cuidar de las tres niñas, dado que su nueva opción de vida sexual sumada a una convivencia lésbica con otra mujer, estaban produciendo consecuencias dañinas al desarrollo de las menores. El juzgado de Menores de Villarrica rechazó la demanda de tuición, decisión que fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Temuco. Sin embargo, en mayo de 2004 la Cuarta Sala de la Corte Suprema de Justicia de Chile, apoyándose en el principio del interés superior del niño, acogió el recurso de queja presentado por el señor López Allendes y le concedió la tuición definitiva. La Corte Interamericana resolvió a favor de la señora Atala responsabilizando al estado chileno por haber discriminado e interferido arbitrariamente en la vida privada y familiar de la madre de las niñas debido a su orientación sexual.
48
“familia tradicional”). Por lo tanto, delimitó el concepto de familia, al dejar
claro que no existe un modelo específico y por ende el concepto de vida
familiar debe abarcar otros lazos familiares donde las partes tienen vida en
común muy lejos del matrimonio.
Para bien o para mal, la familia está experimentado cambios en sus
patrones de constitución, modificación y disolución, gestándose grupos
familiares con una nueva identidad familiar, siendo casi imposible hablar de
familia, sino de familias. Por lo tanto, si se pensaba que con la legítima se
estaba protegiendo a los parientes más próximos al causante, al no
reconocerse derechos hereditarios al hijastro o hijastra que se han asimilado
debidamente al nuevo núcleo familiar, no se estaría cumpliendo con esa
finalidad solidaria que debe existir entre los miembros de una familia.
El Derecho sucesorio no responde a la realidad sociológica de la
familia actual, sin embargo no se busca con la investigación el
reconocimiento de derechos sucesorios de los llamados hijastros o hijastras
sino por el contrario permitir a quienes han asumido el rol de padre o madre
en una relación formada a partir de una segunda unión , una mayor libertar
de decisión a la hora de distribuir su patrimonio, a fin de optar, de ser el
caso, por favorecer a personas con quienes a pesar no tener un vínculo
consanguíneo tienen una estrecha relación de afecto como consecuencia de
una convivencia armoniosa, cooperativa y solidaria.
Por ello, ante el paulatino debilitamiento de la función social de la
legítima, resulta necesario repensar los fundamentos del llamamiento
49
sucesorio vigente y aspirar a su modificación, adecuándose a una mayor
capacidad de disposición del testador sin apartarse del derecho que le asiste
a aquellos parientes (descendientes) que si ameritan protección, como son
los hijos y demás descendientes menores de edad y los hijos mayores de
edad con discapacidad que se encuentran en situación de dependencia y no
pueden autosostenerse con motivo de su discapacidad física o intelectual
2.3.3 Incremento de la esperanza de vida
La expectativa de vida está en aumento en todo el mundo, y el Perú
no es la excepción. Según informó el Instituto Nacional de Estadísticas e
Informática (INEI)24 la esperanza de vida de la población peruana aumentó
en 15 años en las últimas cuatro décadas, por lo que, de mantenerse
constantes las condiciones de mortalidad del año 2015, los peruanos y las
peruanas vivirán, en promedio, 74,6 años (72,0 años los hombres y 77,3 las
mujeres).
Informó también que se estima que para el año 2050 la esperanza de
vida alcance los 79 años de edad y que la mortalidad infantil se reduzca a 10
muertes por mil nacimientos. Asimismo, que la tasa media anual de
crecimiento poblacional descienda al 0,3% y el número de hijos por mujer
baje de 2,3 a 1,8 hijos. Entre los años 1950 y 2015, el número de hijos por
mujer cayó de 6,9 a 2,3. Las defunciones de niños menores de un año se
redujeron significativamente de 161,9 a 17,6 por cada 1000 nacimientos. La
24 Nota de prensa Nº 188– 10 Noviembre 2015. “ESPERANZA DE VIDA DE POBLACIÓN PERUANA AUMENTÓ EN 15 AÑOS EN LAS ÚLTIMAS CUATRO DÉCADAS”
50
esperanza de vida al nacer aumentó de 43,2 a 74,6 años y la tasa de
crecimiento promedio anual de la población disminuyó de 2,6% a 1,1%.
Según el informe Salud de las Américas del 2017 de la Organización
Mundial de la Salud (OMS)25, Perú es el tercer país de Latinoamérica con
mayor expectativa de vida después de Costa Rica y Chile, ocupando el lugar
36 en el ranking mundial con 79,74 años, en atención a que los indicadores
básicos de desarrollo y salud mejoraron de forma sistemática entre 1990 y el
2015.
Uno de los factores que está estrechamente relacionado con el
incremento de la esperanza de vida es el decaimiento de la tasa de
mortalidad infantil en las últimas décadas debido al aumento de las
coberturas de atención prenatal y del parto. Así, hace 40 años atrás se
registraban 23 defunciones por cada 1,000 habitantes; actualmente, se
registran alrededor de 6 defunciones por cada 1,000 habitantes.
Creemos que estos indicadores debilitan el condicionamiento a la
facultad de disposición del testador sustentado en las necesidades de
subsistencia y formación de los hijos, toda vez que cuando los legitimarios
de una persona de 75 años reciban la herencia estarán en una franja de
edad comprendida entre los 40 y los 50 años, encontrándose en la mejor
edad productiva con una situación económica y social ya consolidada.
25 Es una publicación emblemática de la de la Organización Panamericana de Salud. Ofrece un panorama integral de la salud en toda la Región y abarca temas como la salud universal y los principales logros y desafíos para la salud en los últimos cinco años.
51
Con la proyección del aumento la expectativa de sobrevivencia en
nuestro país, no tiene sentido seguir restringiendo uno de los principales
derechos del ser humano, la libertad. El Estado no puede imponerse a la
voluntad del causante si las causas que justifican su intervención han sido
superadas por nuevos contextos sociales, económicos, políticos y culturales
que debilitan la función social de la legítima.
Por lo tanto, la legítima pierde la función de transmitir los medios de
sustento para la familia como sí sucedía cuando se reguló en el primer
Código Civil, debiendo actualizarse de la manera más equilibrada y justa
teniéndose en cuenta todos los factores antes mencionados.
2.4 Libertad de testar como principio fundamental del derecho de
sucesiones
La libertad de testar opera en nuestro ordenamiento jurídico como
ordenación subsidiaria de la sucesión testamentaria a falta de legitimarios o
concurriendo éstos sobre la porción disponible. La función de designar
sucesor o sucesores no se realiza con la libertad de testar sino que es fijada
por el Estado, estableciendo imperativamente una reserva de parte del
patrimonio de las personas a favor de otras.
Este fuerte sistema restrictivo plantea problemas en la realidad social
y familiar que no han sido materia de preocupación de los legisladores. Más
allá de apostarse por la flexibilización del sistema en base a las necesidades
52
reales de la vida, solo se ha atendido la necesidad de incorporar dentro de la
categoría de heredero forzoso al integrante de la unión de hecho, siempre
que esta unión se encuentre vigente al momento del fallecimiento de
cualquiera de los convivientes.
Ampliar la autonomía de la voluntad del testador es una necesidad
que cada vez más merece atención por parte del legislador para minimizar
los problemas judiciales que nuestro sistema legitimario provoca por la
excesiva limitación sin fundamento sólido, hoy en día, de una de sus
coordenadas, que es la libertad que el hombre necesita para realizar su
proyecto de vida.
Por citar algunos casos, si una persona casada quiere otorgar
testamento de modo que la propiedad de sus bienes, que se reduce a su
vivienda y mobiliario, pase íntegramente a su cónyuge sobreviviente, sin
obligación de compensar a los descendientes que no se encuentran en
situación de necesidad que merezca protección, no podrá hacerlo porque la
ley se lo impide. Y en el supuesto que no tuviera hijos tendrá el mismo
impedimento por la legítima de los ascendientes.
Otro supuesto se presenta cuando un padre, teniendo solo hijos
mayores e independientes, desea dejar la totalidad de sus bienes al hijo que,
postergando su proyección profesional, está al cuidado de él a tiempo
completo. Del mismo modo, cuando sus demás hijos no se involucran en su
negocio, desea designar como su sucesor al hijo que ha formado para
continuar con la gestión del negocio y así reducir la posibilidad que
53
desaparezca el mismo cuando llegue el momento que dar un paso al
costado. En ambas situaciones, su libertar de testar encuentra una fuerte
restricción que no permitirá que sus deseos se materialicen.
.
La protección de la libertad y de la familia ante los cambios operados
en la estructura familiar y en sus relaciones afectivas y económicas exige
una solución más justa y equilibrada Por lo tanto el esquema sucesorio debe
adaptarse a las circunstancias cambiantes de la sociedad reduciendo el
número de familiares con derecho a la legítima y ampliando la libertad de
disposición mortis causa.
En esta línea, la libertad de testar, concebida como un presupuesto
del derecho de propiedad, debe constituir un rasgo característico principal
del derecho de sucesiones, pasando a ser una regla por antonomasia,
reduciendo la extensión de las legítimas, pero respetando las cuotas
indisponibles, fundado en una función social suficientemente equilibradora y
compensatoria que justifique tal limitación.
54
CAPÍTULO III: LA ÉTICA DEL BIEN COMÚN Y SU RELACIÓN CON LA
VOLUNTAD DEL CAUSANTE, FUNDAMENTACIÓN DESDE DIVERSAS
CORRIENTES FILOSÓFICAS
En esta parte del presente capítulo, ensayaré una explicación sobre los
conceptos de libertad y utilitarismo desde la perspectiva legal y humana, en
cómo la toma de decisiones afecta la vida en sociedad y el desarrollo
integral de sus miembros, todo esto vinculado a la figura de la legítima.
3.1 La norma y coacción de la libertad por imperio de la ley
Un sistema jurídico, constituye un cuerpo normativo que regula y
ordena un grupo humano con el fin de armonizar la convivencia social; es en
virtud del grado de coherencia y funcionalidad que alcanzan estas normas
que el grupo humano las considera imprescindibles para su orden y
existencia. Pero ¿qué pasa cuando de la aplicación de la ley surgen
55
problemas?, ¿qué pasa cuando ésta se torna contraria a la voluntad última
de las personas limitando el ejercicio pleno de su libertad?
La ley, por definición, se contrapone a la voluntad personal y busca el
bienestar general, es decir, aplica un principio de legalidad más que de
justicia. Es así que la ley se podría convertir, en algunos casos, en un
instrumento de control social irracional; este es un problema de larga data y
es fuente de eternas discusiones bizantinas, que nunca terminarán por
satisfacer todos los criterios; la única garantía que tenemos es que todo
orden jurídico es perfectible, siempre y cuando sea respetado y sobretodo,
entendido.
Los parámetros legales que se apliquen a los miembros de un grupo
humano deben de ser de tal naturaleza que persuada a estos a acatarlas y a
evitar incurrir en conductas ilegales. No se pretende un cumplimiento
taxativo de la norma sino comprender la racionalidad de su función. Las
personas encomendadas a la elaboración normativa, llámense juristas,
legisladores, deben de estar convencidos del real valor del cumplimiento de
la norma en aras de obtener un bien común.
La confianza en la ley radica en su pleno entendimiento, que las
personas sujetas a ella entiendan que existe un propósito supremo más allá
del simple orden social, es por eso que los grupos de leyes, los cuerpos
normativos, deben encaminarse a cumplir un doble propósito: que la
56
ejecución de la norma sea posible y que de dicha acción se obtenga un
beneficio que no sea solamente legal sino justo.
Partimos del principio que toda actividad humana debe estar regulada
dentro de los cánones que la sociedad impone, que las normas deberían de
servir como fuente de confianza para los que acuden a ella, y que de su
correcta aplicación e interpretación en el tiempo supondrá su vigencia. De
otro lado, si las personas sujetas al imperio de la ley no llegan a comprender
la utilidad de la norma en razón de su funcionalidad, normalmente se la
tomará como rígida y sin un propósito claro. Es por eso que se hace urgente
una comprensión cabal del espíritu de la ley enmarcado en un momento
histórico determinado; la compresión del sustento del espíritu de la ley por
parte de la sociedad favorece la confianza en la norma y la refuerza hacia el
futuro.
John Rawls (2006), al explicar la confianza en las instituciones,
realiza una explicación que se amolda a lo aquí expuesto:
…sin embargo, en una sociedad bien ordenada este conocimiento
está presente: cuando sus miembros hacen promesas hay un
reconocimiento recíproco de su intención de someterse a una
obligación, y una creencia común de que esta obligación será
respetada. Son este reconocimiento recíproco y esta creencia común
los que permiten la creación de un acuerdo y lo mantienen (p.318).
57
De la misma forma pasa con la ley, al ser un acuerdo entre la
sociedad y el individuo, se precisa que éstos la reconozcan, no solo por
sometimiento sino porque entiende su fin.
¿Qué hacer cuando de la aplicación de la norma surgen
consecuencias imprevistas para quien se acoge a ella, consecuencias que
afectan la voluntad de la persona como individuo?, cuando la aplicación de
la ley afecta un ámbito personalísimo del individuo, pensamos que es
necesario hacer una excepción en la misma porque se está produciendo un
hecho que no compromete la estabilidad legal, en general, de un grupo
social; actualmente los argumentos utilizados para defender la rigidez de la
norma son cada vez menos persuasivos porque no tienden a una solución
pragmática.
El problema es que no hay un punto medio que nos indique una
separación entre lo que es legal y lo que es justo, la interpretación taxativa
de la ley siempre terminará produciendo conflictos con la voluntad, lo que se
busca es que la ley, en su práctica, no termine infligiendo un castigo injusto a
los miembros de un grupo social por el solo hecho de acatarla de manera
irrestricta. Un sistema legal racional debe de intuir cual es el momento
preciso para dar ese salto evolutivo hacia una norma mucho más
participativa e inclusiva. El sistema legal, en principio, está diseñado para la
comprensión del ciudadano común, por lo que debiera estar aplicado de
modo funcional.
58
En el caso de la legítima, el razonamiento de los legisladores al
elaborar la norma estuvo determinado por procesos materiales e históricos
de la sociedad, es así que históricamente, la norma ha buscado, al regular
las relaciones sociales, hallar un consenso a la problemática de la
transmisión del patrimonio tratando de encontrar una solución que
favoreciera a los actores directos, sin tener mucha conciencia entre la
relación de merecimiento (entiéndase justicia) y legalidad.
La compresión de la existencia de este problema subyacente es al
mismo tiempo, una compresión entre lo que dicta la teoría y la realidad, y del
nexo legal que une a ambas. La normatividad, al tener principios generales
para el orden social, ejerce una influencia clara sobre el individuo, la norma
se convirtió en el principio de verdad para toda sociedad de forma totalitaria,
es así que los legisladores históricamente han pensado en las necesidades
generales antes que en las particulares.
Las esperanzas del legislador estaban dirigidas al establecimiento de
una normatividad racional, se abocó al esfuerzo de demostrar que lo
plasmado en las leyes cumplía un objetivo práctico, trató de demostrar la
relación entre lo que convenía y el tiempo histórico que le tocó vivir.
Suponiendo de que solo hay una verdad legal y una sola práctica para
realizarla, la aplicación irrestricta de la teoría ha demostrado no ser
suficiente en todos los casos, la realidad nos enseña que la verdad es otra, y
que son los resultados de la aplicación legal lo que defiende una norma, y
que la teoría solo sirve para acompañar dichos resultados.
59
3.2 Legítima y libertad
Si analizamos la institución de la legítima y su problemática en
concordancia con la plena libertad de la voluntad del causante vemos que
está regida por un cúmulo de deberes y derechos taxativos; las fronteras
naturales de su voluntad son difusas por ser subjetivas, vale decir, que no
dependen de criterios únicos. Los causantes, al ser ciudadanos que
conviven bajo un contrato social reglamentado por instituciones tienen
límites a su libertad, dicha libertad al ser encausada pierde parte de su
esencia cuando se trata de plasmarla o de hacerla efectiva.
Al aceptar el sometimiento tácito a la ley, lo que se espera es que
ésta sea lo más justa posible produciendo un bien propio y un bien común.
El por qué un ordenamiento legal contempla que gran parte del patrimonio
debe de pasar únicamente a manos de sus herederos forzosos, es algo que
el presente trabajó tratará de develar, y tratará de indagar en su trasfondo
ético.
3.2.1 Críticas al sistema de legítima desde la ética
Se deduce del espíritu de la normativa sobre la legítima una suerte
merecimiento natural que tiene toda persona para acrecentar el patrimonio
propio, solo por el hecho de tener un entroncamiento directo, como si ello
fuera producto de algún mérito natural.
60
En el caso de los herederos forzosos, hablamos de la obligación de
favorecer a los hijos y a sus demás descendientes (por lo general) en caso
de que los primeros fallezcan antes que los segundos. No son pocas la
veces que los descendientes legítimos guardan una esperanza de
acrecentar su patrimonio o de mejorar su calidad de vida al morir sus padres,
como sabemos la ley no se encarga de juzgar el fuero interno de un
individuo, pero debería de contemplar la posibilidad de ofrecer mayor libertad
al testador en caso que éste desee transmitir la totalidad de su patrimonio
como mejor le parezca, dándole espacio para hacer las valoraciones
necesarias sobre la justicia del destino de sus bienes, sin presiones legales
de ningún tipo, ya que al ser una manifestación de última voluntad debería
poder ejercerla de forma total.
Al no haber ningún tipo de componente ético sobre este tema en
específico que desarrolle la norma, el causante podría, haciendo perfecto
uso de su sano juicio, ayudar a la norma a ser mucho más justa, es decir, a
encontrar una mejor correspondencia entre el ámbito volitivo y el legal. La
sanción ética que supondría dejar sin herencia a los descendientes legítimos
no supondría un desequilibrio en la legalidad de la norma, al contrario,
brindaría un mejor destino al patrimonio pues éste quedaría con aquella
persona que, según el causante, está mejor preparada para recepcionarla o
ha demostrado los méritos suficientes para poder continuar acrecentándolo,
cuando físicamente ya no le sea posible.
61
Aquí importa básicamente lo que el causante desee ulteriormente, se
trata de que la norma le asegure en vida, en el límite de lo posible, de que su
patrimonio o su obra no quedará a merced de que quien la dilapide o la eche
a perder por no tener las competencias necesarias o la preparación
adecuada, o la usufructúe de manera contraria a los deseos de quien la
produjo, la trabajó y la fructificó. El problema con la normativa actual es que
ambos derechos, el del causante y el de los herederos forzosos son iguales
al momento de hacer la valoración legal, el causante está obligado a
transmitir sus bienes a un grupo de personas en razón de un parentesco
simple, y el heredero forzoso tiene el derecho de beneficiarse de él sin que
medie ninguna otra razón de peso, el contrapeso es legal, pero muchas
veces termina siendo injusto en razón a merecimiento.
Este juicio de valor, al no poder ser amparado por la normatividad de
forma específica deberá ser realizado por el causante tomando en cuenta
criterios personalísimos que no son mensurables legalmente y donde la ley
poco tiene que opinar, pues se trata del fuero interno de un individuo que
está tomando la última decisión legal de su existencia, la norma debiera
poder brindarle la mayor libertad de hacerlo sin atender cuestionamientos de
terceros ajenos al patrimonio.
Pero ¿por qué privar a un grupo de personas de beneficiarse de un
patrimonio que les corresponde obtener por derecho y parentesco, por qué
una persona ajena al círculo familiar directo obtiene la propiedad de los
bienes de una persona con la que no la une vínculo de parentesco alguno?
62
La respuesta es difícil de dar, y solo la podrá realizar aquella persona que
encuentre las mejores razones para hacerlo, dichas razones serán las
correctas más allá de la respetable opinión legal, que solo debiera ser un
complemento que coadyuve a una mejor decisión del causante. Con esto no
se pone en situación de indefensión a los herederos forzosos ya que la
institución de la sucesión no tiene como trasfondo la ayuda social, sino la
correcta transmisión del patrimonio del causante a la persona o personas
con más derecho para hacerlo.
El presente trabajo propone ampliar esa cuota a cualquier persona
idónea, tenga o no tenga un vínculo de parentesco directo, simplemente se
ampliarían las opciones del causante, y se le propondrían mejores
alternativas legales. ¿Qué seguridad existe de que la trasmisión patrimonial
será la correcta y de que personas ajenas al círculo familiar no terminarán
dilapidando el patrimonio del causante?
Para la ley el destino último de los bienes del causante, la forma como
se aprovechen o desaprovechen, no tiene mayor relevancia en este caso, ya
que estamos frente a las consecuencias de lo decidido por el causante, es
decir frente al resultado de la valoración ética funcional que realizó en vida.
Las consecuencias son escasamente mensurables legalmente, lo que
importa es que la voluntad última se respetó y se beneficiaron aquellos que
para el causante eran los indicados, más allá de que sus acciones no se
correspondan con lo planeado en vida.
63
3.2.2 Salvedades a esta propuesta
Esto no quiere decir que los hijos tengan, por necesidad que ser
excluidos de forma automática de la transmisión principal de bienes, se
deberá de hacer las salvedades respectivas cuando entre los hijos figuren
personas menores de edad y personas que siendo mayores de edad no
puedan valerse por sí mismas, requiriendo una protección especial de parte
de la ley. En el caso de hijos discapacitados, deberán contar con una
minusvalía probada de forma que no quepa la menor sospecha sobre su
condición, pues al hallarse en total estado de indefensión social se hacen
necesarios tomar los recaudos pertinentes para que la ley contemple la
necesidad superlativa de garantizarle una estabilidad económica más allá de
la voluntad simple de sus padres o causantes.
El principal problema para ésta permisividad se halla en los
fundamentos que debe tomar el legislador a la hora de determinar el grado
de discapacidad de la persona, es decir, ¿qué se entiende legalmente por
una persona que no puede proveerse el sustento de manera independiente?,
consideramos que en este caso se debería de tomar en cuenta a aquella
persona que tenga total y evidentes deficiencias mentales y físicas,
congénitas o sobrevenidas que hagan imposible cualquier grado de
independencia. Estos casos debemos de diferenciarlos de aquellas personas
que aun teniendo grados severos de discapacidad han sabido encontrar los
medios para valerse por sí mismas y que no necesitan de ningún tipo de
amparo especial además del estrictamente necesario.
64
Todo dependerá del estado de necesidad y de su clara voluntad.
Convenimos que los criterios al respecto deben ser unificados pues el
presente trabajo no tiene el ánimo de plantear situaciones que puedan
generar injusticia a personas con necesidades urgentes de reconocimiento
de derechos.
Es así que, en este orden de cosas, sostenemos la importancia de
poder ofrecer una alternativa que sirva para poder ofrecer a las personas
mayor control sobre la disposición de sus bienes, este control equivaldría al
mayor grado de libertad que la ley puede darle, como no es posible brindarle
una libertad ilimitada o irrestricta, desde el punto de vista legal, al menos
brindar el espacio necesario para un pleno ejercicio de éste derecho. Ya que
dicho ejercicio de libertad le pertenece al ser humano en su más profunda
esencia por la misma necesidad humana de regir el destino absoluto de la
vida propia, y de no verse coactado por la voluntad ajena, representada por
la ley.
La mejor forma de ejercer la libertad dentro del marco legal es
pudiendo ejercer de la mejor manera nuestras libertades como ciudadano, el
poder de ser capaz de cumplir las voluntades propias bajo el manto de
protección del mismo Estado; sin embargo, la sociedad, amparada en la
legalidad tiende a desarrollar condicionamientos y límites, que traban la
potestad de elección del individuo, si lo analizamos desde el punto de vista
filosófico. La Ley, en su aplicación, puede causar perjuicios a un individuo o
65
a un colectivo social sin tener una intencionalidad meditada, y muchas veces
ésta termina colocándose del lado de quien se vale de ella para cumplir
propósitos reñidos con la ética.
La intromisión legal que daña las libertades comunes de disposición
patrimonial de las personas encuentran su justificación en la protección
general que el derecho brinda como sistema. “La individualidad debe
gobernar aquella parte de la vida que interesa principalmente al individuo, y
la sociedad esa otra parte que interesa principalmente a la sociedad” (John
Stuart Mill, 1859 p. 88).
Si bien es cierto, los criterios éticos no se establecen en los códigos o
se señalan por contrato, sin embargo la colectividad social desea recibir la
protección que el Estado brinda por el solo hecho pertenecer a ella, los
cuerpos legales en principio deben tender a delinear los parámetros legales
por los cuales debe transitar la voluntad de las personas, esto sin duda
alguna posee también un factor ético subyacente pues trata de ser lo más
objetiva posible a la vez que se trata de mostrar como una herramienta
beneficiosa para los intereses generales, y también busca protegerla de las
conductas nocivas de algunos de sus miembros.
La sociedad, como ente colectivo, tiene la necesidad de constituir
normas que contribuyan a ordenarla, los individuos pertenecientes a ella
pueden cuestionarla y modificarla cuando crean que éstas les resultan
contrarias a su voluntad por perjudiciales, la intervención del individuo al
66
juzgar la ley no presupone una intromisión indebida, sino que se hace en
función de buscar un mayor nivel de bienestar social general, no solo
buscando satisfacer sus propios intereses sino el de los demás; cuando este
clamor se vuelve colectivo es necesario atenderlo. La reforma legal, en este
sentido, se hace necesaria porque dotaría a las personas de una mejor
alternativa legal para satisfacer su voluntad.
El control legal bajo el que nos regimos está amparado por la
necesidad de protección social que el Estado nos brinda a través de la
norma, sin embargo, las reformulaciones de ésta es necesaria por el hecho
de que vivimos bajo ella, pero esta deben de ajustarse de forma que vaya en
consonancia con las necesidades de los nuevos tiempos; la norma, en la
actualidad, por principio y en su práctica debe de evaluar los perjuicios
causados por su aplicación cuando no toma en consideración aspectos
subjetivos como el bienestar personal.
Se tiende a pensar que los resultados de la aplicación de la norma no
deberían de ser evaluados en función singular, pues eso la podría desvirtuar;
estamos hablando de los intereses de una sociedad proyectada en diversos
individuos con diversas necesidades, la pregunta sobre si este enfoque
singular de la transmisión patrimonial es beneficioso solo se responderá si
se cumple con las expectativas deseadas sin trastocar la ley actual, es solo
una mejora de su aplicación para satisfacción de pequeños grupos sociales
a los cuales la normatividad, como está, no le alcanza a satisfacer.
67
Desde el preciso momento en que los efectos negativos de la
aplicación legal son divisados, el individuo en sociedad tiene la potestad de
poder juzgarla, en base a sus resultados, lo que, entendemos, termina
siendo discutible. Pero estamos hablando de la libertad de disposición de
personas que poseen el libre ejercicio de sus derechos, que cumplen con
sus obligaciones y que sopesan las consecuencias de sus decisiones, ¿por
qué no ayudarlas a tener mejores criterios para decidir?
No hacerlo significaría darle la espalda a la evolución natural de
nuestra vida en sociedad, convirtiendo a nuestra legislación en una prisión
legal, donde lo primordial es el cumplimiento de un dogma, dejando en un
segundo plano al ser humano como ente individual. La ley se modifica en el
tiempo de acuerdo a las conductas de los individuos y esta no debería de
resquebrajarse por eso, sino evolucionar continuamente siempre buscando
la mayor satisfacción social como norte.
Desde el punto de vista utilitarista propender a que ley sea mucho
más amplia en términos sociales, respecto de la transmisión patrimonial que
beneficia a la persona a nivel individual, la ley no debería poder decidir por
un individuo en términos generales, prejuzgando sobre lo que más le
beneficie, ya que es el propio individuo el más indicado para saber lo que
más se adecua a su bienestar.
La normatividad actual sobre transmisión patrimonial, en específico
sobre la legitima, enfoca su influencia de manera sesgada e indirecta, la
68
intromisión legal que de forma subrepticia realiza la ley se funda en
presunciones simples, las que pueden ser equívocas cuando se desconoce
el trasfondo de la real voluntad individual y de los efectos de la misma en
función a su patrimonio. Como vemos, es bastante alta la probabilidad de
que la ley cometa errores que muchas veces se convierten en injusticias.
Hasta aquí nos preguntamos ¿por qué reconocer legítimo interés a las
personas de continuar disfrutando o de recibir beneficio económico alguno?
Es menester establecer la relación entre los conceptos de igualdad ante la
ley de todos los herederos legitimarios por un lado y la libertad de
disposición por el otro, y cómo ambos conceptos deberían conciliar
adecuadamente de tal suerte que de dicha relación se extraigan ventajas
para todos los partícipes de esta relación jurídica, y la consiguiente
respuesta que podría dar el legislador al respecto. ¿Son todos los herederos
legitimarios iguales ante la ley?, la respuesta está en establecer qué significa
“iguales”; dependería de la connotación a nivel legal, y de lo que se
especifique preliminarmente como igualdad ante la ley.
Partiendo de este presupuesto se deberá indicar en qué son iguales
los herederos legitimarios. Es difícil distinguir estos conceptos, y que la
solución siempre será objeto de discusión, si pretendemos hallarla desde un
ángulo filosófico y desde un punto de vista estrictamente jurídico.
El concepto de igualdad frente a la ley debe ser ponderado respecto
de la condición de individuos, de ciudadanos ante ésta. Ciertamente esta
69
categorización debería partir del legislador, observando no solamente lo
normativo sino la subjetividad de cada caso. En principio, el derecho a la
igualdad de todo heredero forzoso ante la ley, sin ningún tipo de
especificación alguna, es erróneo en mi consideración, pues este concepto
carece de autonomía, ya que existen expectativas y realidades distintas
respecto del destino del patrimonio.
No basta con demostrar que la norma ampara un derecho, sino que
se precisa demostrar la existencia de una necesidad, y del consecuente
perjuicio al que se llegaría si se tomara una decisión diferente. Dicha
necesidad no deberá ser abstracta sino patente, es así que se configuraría la
verdadera protección de la persona, buscando no solamente su bienestar,
sino logrando un objetivo directo, de alcance global, no solo legal sino
humano. El fin de la figura del heredero forzoso de manera irrestricta (y de
sus consecuencias), sirven para alcanzar un verdadero grado de igualdad,
de tal manera que no se podrá hablar de libertad mientras este concepto no
sea entendido.
La igualdad de los herederos ante la ley, como derecho fundamental,
no debería ser una igualdad en abstracto, debería ser exigida al legislador
una ponderación de esa igualdad, tomando en consideración el perjuicio en
el futuro de la persona privada por voluntad de la misma. Es así que la
igualdad ante la ley de los herederos forzosos como instrumento para la
cautelar sus intereses, no debe ser interpretada de manera exacta como un
propósito unívoco, si bien es cierto, el propósito legal era de alcance general
70
sin que se busque privilegiar ninguna circunstancia especial, el objetivo era
el bienestar por sí mismo.
Entendemos que la igualdad ante la ley de los herederos forzosos no
debería ser un espacio reconocido sin mayores atingencias, sino como un
espacio mucho más diverso donde se priorice el derecho de la persona
como individuo; al cambiar la figura de heredero forzosos por un “heredero
potestativo”, se asegura la prestación adecuada de la ley, pues ésta podrá
brindar igualdad de trato, pero con un reconocimiento de las circunstancias
personalísimas que no son ajenas al derecho en cuanto a finalidad. Como se
aprecia, la variación de la norma rígida hacia una con connotación social, la
vuelve mucho más justa.
Pero podría surgir la duda: ¿de modificarse la norma sobre la
reducción de herederos forzosos ésta se convertiría en una norma
discriminativa? En absoluto, solo se hace más diversa y funcional, si
partimos del hecho de que la mayoría de personas ignoran aspectos básicos
legales sobre sucesión no se puede garantizar la compresión absoluta de la
norma, y se puede correr el riesgo de calificarla de injusta para determinados
casos; la norma debe ser capaz de garantizar justicia para las personas,
favoreciendo las mejores circunstancias, dejando al causante regular él
mismo sus propias directrices.
Ahora bien, también podríamos considerar la idea del reconocimiento
tácito de un derecho, solo por el cumplimiento de una condición natural, en
71
este caso el simple vínculo familiar, un derecho dado por la naturaleza
donde no interviene ningún tipo de criterio legal y sobre el cual la ley no
posee ningún tipo de control directo, en el caso de la legítima se establece
que esta beneficia a los herederos forzosos solo por este único hecho, lo
cual no es motivo de observación del presente trabajo, simplemente se
pretende tender un puente para quienes éste solo requisito no sea suficiente
para constituir una transmisión patrimonial acorde a la verdadera voluntad,
ya que dentro de este acto de disposición concurren infinidad de factores
objetivos y subjetivos, de los cuales la norma no es totalmente consciente,
en principio porque no tiene esa función y porque le correspondería
exclusivamente al individuo.
El objetivo no es disciplinar, ni usar a la legítima como instrumento de
venganza por cuestiones personalísimas, buscamos un campo mucho más
neutro, en la medida que el individuo haga una elección correcta, para lo
cual la valoración ética del problema es necesaria, una valoración que le
permita cuestionar la estructura legal de la norma sobre sucesiones, este
trabajo parte de una premisa abierta, de que hay un problema ético que
merece ser resuelto.
El reconocimiento legal que se hace de este tipo de derecho, en
principio no es cuestionable porque es innegable, somos los sucesores
naturales de nuestros padres por una cuestión biológica, en principio, por
una sucesión natural, que tiene como único factor al tiempo, en
consecuencia es lógico seguir con esa línea temporal para no alterar el
72
orden natural de las cosas, si es que deseamos que estas continúen de esa
manera, es decir, si es que parte de nuestra voluntad hacerlo; ¿pero qué se
hace en el caso contrario? cuando nuestro deseo es alterar esta sucesión
natural por razones personalísimas, sobre las cuales el derecho no tiene
control porque es materialmente imposible que las regule. Es aquí donde se
abre la posibilidad de poder brindar al causante un poco más de libertad que
implique coadyuvar a la ley a mejorar su alcance, donde la limitante no
venga de un presupuesto como el parentesco, sino de que el abanico de
posibilidades se abra en orden de que la transmisión patrimonial cumpla una
función legal, ética y utilitaria.
En primer lugar, abordemos el tema del derecho innato, si bien es
cierto que el vínculo de parentesco genera derechos y obligaciones no es
menos cierto que estos cumplen un fin moral, que tiene como protagonista a
la familia, o al sentido de familia tradicional que conocemos. El amor y deber
filial como aspecto legal, están presentes de forma tácita en este tipo de
derechos.
Sin embargo al ser un tema subjetivo difícil de ponderar es necesario
establecer salvedades cuando la ley se encuentre ante una circunstancia
diferente, como podría ser la ausencia de voluntad para la transmisión
patrimonial de la legítima al heredero forzoso; no con el animus de causarle
perjuicio, sino por un tema estricto de ausencia de motivos de peso, como
podría ser la falta de urgencia económica que reste el interés inmediato del
heredero forzoso por convertirse en propietario de los bienes de su
73
causante, lo que podría repercutir en beneficio de terceros quizás con una
necesidad impostergable.
Este es solo un ejemplo de lo que podría darse en la realidad, una
situación que escapa al control legal pero que sin embargo acontece,
entendemos que el derecho no puede soslayar estas circunstancias en aras
de mantener el orden legal, vale decir el deber de hacerlo por encima de las
apreciaciones singulares, es decir aislar el derecho de la vida del individuo y
de la conexión casi orgánica que lo une con la ley.
3.2.3 ¿Estamos ante una figura anquilosada en el tiempo?
En principio no, no del todo, pero sus bases necesitan ser
reformuladas, porque, como lo adelantamos líneas arriba, no se está
cumpliendo, en muchos casos, con la voluntad de la persona. En primer
lugar, la ley, de forma indirecta, restringe la libertad. Estas prohibiciones, sin
embargo, no son infalibles. La ley decide por un todo, de forma conjunta, y
es muy difícil cuestionarla, se le concede una certeza absoluta en sus
juicios, y es sobre sus fundamentos que cualquier litis empieza y termina.
Ese carácter de infalibilidad hace que el argumento individual se
diluya, eso en la teoría, pero sabemos muy bien que la ley está en
permanente cambio y va en consonancia con los profundos cambios
históricos por los que atraviesa la sociedad. Su falibilidad es comprobada a
menudo con la experiencia práctica y es en este sentido que radica su
74
importancia de tomar las medidas necesarias que faciliten su modificación, al
ser un conjunto de juicios unívocos. El individuo, en sociedad, le concede
una confianza implícita y es por esa razón que se hace evidente atender a
todos los argumentos posibles que sugieran su evolución hacia una ley con
espíritu más justo.
Las leyes están basadas en argumentos y opiniones de individuos
que en su momento se han estimado prudentes, pero con el devenir del
tiempo esas opiniones son normalmente desechadas, por anacrónicas y
absurdas, de acuerdo a los cambios sociales; pretender mantener las
estructuras que les dieron forma originalmente es mantener a la norma en
error, la facultad de poder modificarla está en manos de los legisladores, en
ciertos casos esto implica un deber por parte de ellos en aras de evitar
resultados perjudiciales, obrar de acuerdo al cúmulo de convicciones que
permitan complementar la norma para hacerla más segura, y en el caso de
la modificación de los alcances de la figura de la legítima se hace urgente.
Pues la norma en su aplicación debe generar los mejores resultados
posibles.
3.3 Libre disposición patrimonial y prohibiciones legales, libre
albedrío y norma, un enfoque utilitarista.
Stuart Mill (1859), desde la racionalidad positiva cree necesaria la
influencia de la moral en el orden económico, según el autor esta influencia
75
es buena simplemente porque es beneficiosa, de allí se desprende su fin
utilitario.
El simple hecho de vivir en sociedad impone a cada uno una cierta
línea de conducta hacia los demás. Esta conducta consiste, primero,
en no perjudicar los intereses de los demás, o más bien, ciertos
intereses que, sea por una disposición legal expresa, sea por un
acuerdo tácito, deben ser considerados como derechos (p. 88).
Si analizamos como punto de partida las consideraciones que nos
llevan a tomar decisiones, ya sea de índole moral o jurídicas, éstas se
realizan buscando la felicidad (entiéndase como satisfacción de
pretensiones, en términos legales); y se entienden de tal manera porque son
buenas en sí mismas, basta con que nos hagamos una idea mental de lo
que significaría su aplicación para saber que es buena, no necesita una
confrontación con la realidad, es buena per sé. “las cuestiones relativas a los
fines últimos no son susceptibles de prueba directa” (John Stuart Mill, 1984,
p 46).
La finalidad de la figura de la legítima no esconde un fin egoísta, sino
un fin utilitario donde la funcionalidad de su uso, vale decir el tránsito en
armonía del patrimonio del causante, lo satisface y a su vez satisface al
conjunto de personas que se van a beneficiar directamente de éste. El
cometido de esta parte del trabajo, es analizar desde la teoría utilitarista el
problema de la conceptualización y de la aplicación taxativa del
ordenamiento legal en el caso de la legítima, donde, como es obvio no se
76
trata de hacer una valoración puntual de casos prácticos, sino que se enfoca
en comprender por qué una norma, diseñada con un fin benéfico, no siempre
consigue su cometido.
Buscamos encontrar una vía para encausar la norma a lo requerido y
deseado por el causante y por los beneficiados y de esta manera lograr
englobar un estado de bienestar máximo para ambas partes, no solo porque
se cumple con los requerimientos predispuestos en la norma, sino porque es
lo más justo. Debemos de observar que la ley posee una estructura racional
en su fundamento, esta racionalidad no tiene por qué estar divorciada del
beneficio mutuo, del bienestar que su aplicación causaría, el bienestar que la
norma ha de traer a partir de la satisfacción de las voluntades de los
individuos que recurren a ella.
Entendemos que la norma, hablando específicamente de la legítima,
tiene la misión de proteger a los miembros de un grupo social, en este caso
una familia, de cualquier elemento que la ponga en zozobra económica; en
este orden de ideas, debe de establecerse que estas precauciones que toma
la ley se hacen colocando a la norma sobre el individuo, lo que observado
desde una concepción utilitarista resulta perjudicial.
En palabras de John Rawls, es menester imponernos un sacrificio
momentáneo con objeto de obtener una ventaja mayor, establecer qué es lo
correcto, qué es lo más conveniente, con la finalidad de obtener un beneficio
general. La ley, desde su estructura pretende ejercer su influencia en la vida
77
social de un individuo, ordenando de alguna manera, sus decisiones: la ley
se interesa por el ejercicio de su libertad, y en este caso específico, por el
destino de su propiedad (Rawls, 2006).
El legislador al analizar las consecuencias de la aplicación de la
norma apela a situaciones hipotéticas, que muchas veces no tienen
correspondencia con la realidad. El legislador ignora al individuo, ignora las
particularidades de su patrimonio, atisba a creer que la norma es eficaz sin
detenerse a pensar en si es suficiente. Los herederos forzosos, en su
calidad de forzosos no alcanzan a comprender la situación legal exacta en la
que están, muchas veces no pueden tomar conciencia general de la
responsabilidad que van a asumir. En ese sentido, la imparcialidad de la ley
sobre el patrimonio del causante, creemos, se convierte en un problema.
El patrimonio del causante peligra por un exceso de racionalidad
legal, distinto sería, si el legislador fuese consciente de la gran diferencia y
matices existentes entre los herederos forzosos (descendientes) y las
personas que, no siendo herederos forzosos poseen un grado de
complicidad y responsabilidad con el mismo; no es nuestra intención forzar a
que el legislador profundice en estos conocimientos subjetivos. La realidad
nos plantea una figura más compleja: armonizar el precepto legal con la
correcta distribución de los bienes de una herencia. Se trata de hacer
prevalecer el merecimiento sobre el automatismo legal. Que el legislador
contemple en su razonamiento legal, factores subjetivos sobre los
herederos, teniendo en cuenta las características de los mismos.
78
La realidad económica de los herederos se presenta como un tema a
contemplar, desde el enfoque sobre la teoría de libertad e igualdad. Según
Rawls, se debería buscar la protección de los menos favorecidos
socialmente y tender a una distribución igualitaria de las posibilidades de
beneficio patrimonial. La ley parte del principio de que todos los
componentes de la sociedad están en igualdad de condiciones al momento
de acceder a ella, pero deberíamos enfocarnos en establecer las diferencias
existentes en los individuos que solicitan su amparo. Con qué desventajas
llegan unos en relación a los otros. Identificar esas diferencias también es
competencia legal. Si al amparar un derecho no se está interfiriendo con
otro.
La igualdad ante la ley, según Rawls (2006), supone que los
individuos que conforman la sociedad y que se sujetan a ella, estén
dispuestos a beneficiarse y a resignar privilegios, si lo que se busca es el
bien común; la ley funcionaría como herramienta para distribuir los recursos
de forma equitativa en función a la satisfacción de necesidades básicas, y en
el caso del destino del patrimonio hereditario supondría la satisfacción de las
necesidades de los herederos forzosos en relación a sus diferencias
económicas, es decir, priorizando su bienestar individual en busca de un
beneficio general. Enfocar la teorización de la legítima desde un ángulo
racional utilitarista.
79
El legislador comprenderá que es necesario modificar la figura de la
legítima procurando que ésta abarque el máximo bienestar posible.
Comprender la concepción utilitarista permitirá al legislador incorporar a la
figura de la legítima la elección de los herederos en función a sus
necesidades como elemento social. La sociedad y su ordenamiento jurídico
deben de estructurarse desde el principio utilitarista, al menos en lo que
concierne a la legítima.
3.4 El legítimo interés: derecho adquirido o sobreprotección legal
Entiendo que la legítima, al ser más un derecho que un conjunto de
bienes, tiene la intencionalidad de proteger al legitimario de verse disminuido
en lo que, por derecho, le corresponde: “Lo que quiere la ley no es tanto
prohibir actos de disposición, sino actos cuyo resultado económico final-lo
que solamente se sabrá al abrirse la sucesión-sea la afectación lesiva de la
legítima” (Lohmann, 2003, p. 284)
Si bien es cierto que, del análisis de lo dispuesto en el Código Civil, se
aprecia que lo que está en juego no es la disposición de los bienes del
causante, sino del derecho irrestricto a disfrutarlos teniendo pleno derecho a
ello. El presente análisis se centra en establecer la justicia en esta decisión
legal.
La protección brindada al legitimario de verse privado de la herencia,
no es tal si de por medio la urgencia no existe. Este derecho del legitimario
80
está protegido de forma adecuada, lo que varía, en mi apreciación, es la
correspondencia entre necesidad y derecho que también debiera observar el
legislador. Podemos decir, que la normatividad sobre la legítima no
establece una diferenciación entre los legitimarios, que se hace necesaria;
los parámetros para ello, es decir, la evaluación de recursos o necesidades,
la conducta, el grado de discapacidad, proporcionarán el equilibrio necesario
entre el libre albedrío y la satisfacción de necesidades de las personas
vinculadas al causante, que no necesariamente tengan una relación familiar
directa.
No atender a esta modificación solo permitiría mantener y fomentar de
manera indirecta las desigualdades económicas y sociales en detrimento de
los miembros menos favorecidos de la sociedad. Soy de la posición de que
la norma debe de reconsiderarse en términos equitativos, y no como
instrumentos monolíticos de alcance general.
¿El derecho adquirido de los legitimarios es justo?, podría decirse que
su principal defecto radica en su suficiencia, que no presta garantía alguna
de que la norma sea representativa en términos de alcance social. Factores
como la moral, y sus límites al momento del consentimiento para recibir de la
herencia, deben de ser mensurados, no como una obligación, sino como
garantía de la concreción del beneficio mutuo. La protección legal que se le
brinda al heredero forzoso por sí misma no garantiza la justicia de la
funcionalidad de la figura de la legítima.
81
Hume (2001), sobre el tema de la moralidad decía que, ya que ésta
tiene profundo impacto sobre las acciones humanas, no puede derivar de la
razón, porque no es suficiente, no existe una concatenación lógica: “Puesto
que la moral tiene una influencia sobre las acciones y afecciones, se sigue
que no puede derivarse de la razón, y esto porque la razón por sí sola, como
ya hemos probado, no puede tener esta influencia” (p. 332).
La intencionalidad protectora de la norma sobre la legítima es incapaz
de prever el trasfondo moral que se esconde en una sucesión patrimonial, el
aspecto volitivo de las acciones del causante para con su patrimonio muchas
veces discuerdan con los hechos fácticos, por consiguiente, no podemos
estimar que esta protección sea conveniente por el solo hecho de la
existencia de una relación familiar directa de descendiente (en la mayoría de
los casos), ascendientes y cónyuge.
La norma se ampara en la razón, en la cercanía a un supuesto, es
decir, que el patrimonio estará a buen recaudo, entre aquellos que tienen
una relación, no solo personal, sino familiar con el causante. Ingresamos a la
dicotomía de si esto se presenta como falso o verdadero. El mérito obtenido
por el legatario, según la ley, está amparado por la razón práctica, por lo
tanto, la norma debe producir efectos inmediatos para protegerlo de verse
privado de un derecho, no se puede argumentar la eficacia de la norma en
mérito a la razón, ya que produce juicios erróneos. Precauciones que son
hijas de la suspicacia y que nublan los razonamientos sobre las verdaderas
acciones, sobre las circunstancias que rodean el acto de transmisión de
82
propiedad y que a la larga son fuente de errores, pues se hacen en base a
falsas conclusiones.
El derecho a la legítima no puede ser considerado como un derecho
inmutable y protector de la razón, el causante debe tener las herramientas
suficientes para poder disponer de manera libre de su patrimonio pudiendo
valorar los efectos de sus acciones, lo que se logrará aplicando
consideraciones de orden moral que sean una alternativa a la firmeza de la
norma.
3.5 La legítima como recompensa moral, ¿sirve para premiar?
La virtud, es demostrable en la práctica, y se demuestra en la ética de
las relaciones; los individuos juzgamos a nuestros semejantes en función a
los méritos o deméritos mostrados, la moralidad que buscamos encuentra
sentido en la real intención de nuestros actos. Dicha virtud va de la mano
con la racionalidad, y la racionalidad con lo justo. Y es esta justicia la que
debe primar en las relaciones humanas.
La norma debe crear el espacio para que el causante pueda discernir
sobre el merecimiento de la persona que está obligado, por ley, a favorecer.
Es así la propuesta apuesta por ayudar a que, además de la norma,
concurran otros principios que permitan al causante realizar dicha distinción.
La moralidad, en la aplicación de la norma supone una medición subjetiva de
nuestros deseos, que van, más allá de los meros juicios racionales, la
83
experiencia nos lo ratifica constantemente y nos dice que los individuos que
se guían solo por el deber se apartan de la justicia.
No podemos negar el efecto que tiene la moralidad aplicada a la
razón; la razón como tal, ejerce su poder de manera taxativa si no es
apoyada por la moral. Por consiguiente, la norma sobre la legítima no es
susceptible de un análisis completo si no implica estimaciones sobre los
hechos y la realidad.
La propiedad como derecho irrestricto, no permite cuestionamientos,
más allá de los legales, y este derecho al ejercerse de forma libre por parte
del causante funciona como continuación de la relación filial, más allá de la
muerte, con todo lo que esto implica, suponemos que la interpretación de la
ley sobre la legítima apunta a este hecho, es una interpretación entendible
pero incompleta. La protección que la norma brinda a los herederos forzosos
está basada en la justicia de un derecho, en una concepción asistencialista
de la norma, que no pretende hacer el ejercicio de ver más allá, pues solo se
limita a salvaguardar un derecho de los parientes más cercanos.
La fundamentación de esta forma de pensamiento encuentra su raíz
en la protección familiar, en la vida conjunta de padres e hijos que
pertenecen a un grupo humano cerrado. El patrimonio generado, según
interpretación de la ley, no debe salir de él, es por eso que la normativa lo
protege encerrándolo entre individuos que compartan un vínculo sanguíneo,
“La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la de la
84
familia, aun cuando los hijos no permanecen unidos al padre sino el tiempo
en que necesitan de él para conservarse.” (Rousseau, 2007, p.36)
Rousseau, en el contrato social manifiesta, con toda razón, que el
vínculo se deshace con el paso natural del tiempo y que los cuidados
mutuos se van difuminando, los hijos adoptan diversos grados de
independencia, y aunque permanecen unidos por los vínculos sanguíneos la
familia desaparece como grupo y queda como convención. Se entiende que
la norma sobre legítima debe amparar la conservación de la familia;
garantizar la conservación de su patrimonio es garantizar su subsistencia,
pero solo hasta que los miembros de la misma sean capaces de garantizar
su propia independencia económica. (Rosseau, 2007)
Al mantener los principios que rigen la figura de la legítima la norma
suplanta la voluntad del padre, pero coaccionado, de alguna manera su
libertad. El estado del concepto de la legítima no puede seguir sin
reformularse, la voluntad que exige a los individuos no debe solo asegurar el
beneficio de un grupo social sino se debe tender a ampliar ese beneficio
hacia uno general. La ley está por encima de la voluntad, pero sin
racionalidad ética moral solo queda como una muestra autoritaria del poder
de coerción de un Estado.
Los herederos forzosos tienen una cuota de participación legal
necesaria, pero en vista de los nuevos tiempos, dicha apreciación es
discutible por la forma en cómo se conforman los grupos familiares, donde
85
los roles de sus miembros son mucho más permeables a los cambios
sociales. Las relaciones jurídicas, por lo tanto, merecen ser compaginadas
con estas nuevas formas familiares, donde la protección del sustento
económico está contemplada, pero los lazos familiares son más distendidos,
si los comparamos con las formas de núcleo familiar tradicionales, que como
vimos, ha sido la base fundamental en la que se ampara el concepto de
legítima.
Hegel (1968) lo explica de esta manera:
La familia no sólo tiene una propiedad, sino que, para ella, como
persona universal y perdurable, se presenta la necesidad y la
determinación de una posesión permanente y segura de una fortuna.
El momento arbitrario en la propiedad abstracta de la necesidad
individual, del mero individuo y del egoísmo de los deseos se
transforma aquí, mediante el abastecimiento y la adquisición para una
comunidad, en algo ético (p.163).
La familia, como unidad económica, está orientada a proveer el
sustento y a satisfacer las necesidades básicas de sus miembros, así como
también la administración del patrimonio común, es un derecho y un deber a
la vez. Esta prerrogativa legal de protección entra en conflicto cuando llega
el momento de disponer de él, cuando es el causante (por lo general el jefe
de familia) quien debe de efectuar la correcta distribución del patrimonio
amasado, y es aquí donde el factor ético, moral entra en juego; esta moral,
86
es producto de la conciencia existente, de la relación entre la realidad y su
voluntad.
La propiedad del causante, en términos monetarios, está en estrecha
conexión con su relación familiar, es decir, con la relación que mantenga con
sus hijos, con su cónyuge, inclusive con sus padres, al existir esta obligación
familiar de protección, de padres a hijos, se establece una dinámica de
merecimiento subjetiva. Se premia al hijo según el comportamiento, así
como también se castiga. Esta dinámica de merecimientos es extrapolada a
la relación entre familiares cuando ya no comparten un solo techo, cuando
cada uno ya formó un propio destino y un propio patrimonio.
3.6 La legítima: ¿es el bienestar general el único fin?
Dentro de la doctrina utilitarista lo es; la búsqueda de la felicidad o del
bienestar colectivo tiene rasgos estoicistas porque suprime la satisfacción
netamente personal por un propósito mucho más general y noble. Y no solo
eso, se logra alcanzar el objetivo primordial cuando la voluntad del causante
trasciende lo meramente patrimonial y se transforma en un acto moral.
“¿Tiene sentido, pues, seguir afirmando que el fundamento de las
legítimas es la solidaridad intergeneracional? ¿O, por el contrario, si
realmente la solidaridad intergeneracional es el fundamento de las legítimas,
debe modificarse el sistema legitimario para adecuarlo a dicha finalidad?”
(Vaquer, 2007, p.10)
87
En las limitaciones a la libertad patrimonial para las sucesiones,
podemos encontrar como fundamentos concepciones morales que ya no se
ajustan a las necesidades contemporáneas, donde solo existe la guía de la
norma estricta y la de los vínculos familiares claros, dejando de lado la
proporcionalidad, la racionalidad y la funcionalidad que debería de implicar
esa decisión.
Para la norma sobre la legítima, el orden familiar era estricto, y
respetable. Pero hoy en día, ya no es suficiente para garantizar la
supervivencia del patrimonio familiar o la administración del mismo, pues de
él depende el bienestar de gente del mismo círculo familiar como de
personas ajenas a ella. Pensar en el patrimonio del causante como en un
vehículo para poder favorecer la continuación de un proyecto de vida que
continuará aún después de la muerte pero a través de los legitimarios, esto
me lleva a sugerir la modificación de la legislación civil actual tratando de
establecer un panorama mucho más amplio que permita proporcionar a los
causantes alternativas normativas (que muchas veces se convierten en el
principal obstáculo) para la continuación de un proyecto del que dependen
personas, seres humanos; a nuestro modo de entender, el bienestar general
no es el objetivo principal de las consecuencias de la normatividad sobre la
legítima, pero sí lo es desde el punto de vista ético.
Los beneficiados, no tendrían por qué ser familiares directos del
causante sino personas que tengan un alto compromiso con los objetivos de
88
éste y que representen la continuación natural de sus ideas. Y que esto
contribuya tanto a su bienestar como al cumplimiento de la real la voluntad
del causante.
La legítima, al no ser necesariamente parte de la herencia, tiene
particularidades que deben de ser evaluadas al momento de materializarse,
si la observamos sin el halo legal, nos queda un tema de merecimiento, de
premio. La legítima, si bien es cierto, custodia un bien, su finalidad es
económica, pues acrecienta el patrimonio de quien lo recibe, por lo tanto,
estamos hablando de un merecimiento más que de un derecho. Es así que
las relaciones naturales y la norma deben converger en los mismos puntos, y
que la norma además garantice el aspecto moral de las mismas. De lo
contrario, según nuestro entender la ley debilitaría a la esencia subjetiva de
la legítima, puesto que un legitimario sin merecimiento moral, al tener la
calidad heredero forzoso se hará con el control patrimonial de los bienes del
causante.
3.7 Calidades de legitimarios en relación con el patrimonio del
causante
¿Qué supone que una persona haya conseguido independencia
económica? Supone que ha conseguido los recursos económicos suficientes
para poder garantizar su subsistencia y la de los suyos, que ha podido evadir
el factor de riesgo que supone ser dependiente económicamente de
terceros. En caso de que sea hijo, ha podido emanciparse del padre de
89
familia, ya no solo por una cuestión de edad, sino por autosuficiencia
económica. Este trabajo no desea, profundizar en el tema social familiar. Lo
que importa es analizar la problemática que enfrentan una parte no muy
visible del componente familiar, que además de necesitar recursos
económicos y materiales, necesitan ayuda personal de terceros para poder
desenvolverse.
Es absolutamente normal que, en sociedades post-modernas las
personas con discapacidades diversas, ya sea por enfermedad, causas
congénitas, o edad necesiten ayuda para subsistir. Estas personas, por su
condición, urgen del auxilio permanente de su núcleo familiar, por lo tanto, el
amparo a futuro se hace necesario en relación al tema de legítima que nos
avoca, ya que no es un concepto solamente legal sino moral.
¿Cómo definir que una persona necesita auxilio personal de
terceros?, empezaremos diferenciando entre discapacidad e incapacidad:
- La Discapacidad: puede ser adquirida o congénita, en determinados
casos podría impedir que la persona trabaje, y, por ende, no pueda
mantenerse por sí mismo.
- La incapacidad: se da en el ámbito de trabajo, puede ser superada y no
representa un obstáculo para que la persona trabaje con normalidad,
vale decir que pueda conseguir su propio sustento.
90
Para efectos del presente trabajo, es la norma la autorizada a hacer la
diferenciación calificando y ordenando el grado dependencia de estas
personas a fin de establecer cuál es la forma de protección más adecuada
para las personas discapacitadas y de qué forma se les va a proveer. Así,
desde la perspectiva legal, la situación de dependencia significa colmar el
grupo de necesidades que un individuo, afectado por determinadas
características (discapacidad); y asimismo definir cómo se les puede ayudar,
toda vez que la estructura normativa sobre la legítima y sobre los herederos
forzosos no hace diferenciación alguna sobre este asunto, porque aún no es
tomando en consideración.
Los causantes debieran tener la amplia libertad para legar su patrimonio
a las personas que más lo necesiten, no solamente a aquellas a las que les
corresponda porque así lo dicta la normativa; replantear el tema de la
legítima más allá, no solo como protección del derecho de los herederos
forzosos sino como un derecho del mismo causante a encauzar su
patrimonio para quien tenga mayor necesidad de él, por un tema de edad,
salud y merecimiento.
Se necesita construir la sensibilidad necesaria como punto de partida
para analizar el tema del merecimiento y la condicionalidad de la legítima,
sin hacer distinciones entre el grupo de herederos forzosos, ni establecer
diferencias que los pongan en diferentes escalas, sino simplemente deducir,
de la realidad de las personas, el grado de urgencia económica que tengan
por su condición disminuida.
91
El merecimiento, desde el punto de vista moral, reviste un tema de
reciprocidad ya que enmarca conceptos como la responsabilidad y la
racionalidad como elementos importantes en la consideración del estado de
necesidad de un individuo; la importancia de la percepción del merecimiento
como parte del fundamento de la norma sobre la legítima permitirá la
ponderación de procesos emocionales y racionales haciendo que nuestro
ordenamiento legal sirva de tamiz y permita la exclusión del patrimonio de
herederos que no se encuentren aptos para ser beneficiados con el
patrimonio del causante ya sea porque no lo necesitan desde lo económico
o porque éticamente no están en condiciones de hacerse con él.
No sería justo, ni moral, que alguien sea objeto de un beneficio sin que
éste pueda dar las necesarias justificaciones para ello; razones que
enmarcan una conducta global hacia su causante. Ser merecedor de un
beneficio implica el cumplimiento subjetivo de requisitos, es un camino cuya
conclusión es el favorecimiento con un beneficio, en este caso, la legítima.
De otro lado, esta consideración sobre el merecimiento pone luz sobre la
actividad silenciosa que muchas personas desarrollan y que con su trabajo
ayudan a la concreción de objetivos del causante, y que no son
recompensados en la justa medida.
De manera contraria, si la norma sobre la legítima no toma en cuenta el
criterio de merecimiento, se provocaría una situación de injusticia, bajo un
manto de legalidad; es la norma la que debe de ayudar al causante, a partir
de su realidad a determinar los grados de merecimiento y recompensa,
92
cuando se debe de dar y cuando no. La norma al ser taxativa puede
prestarse a contribuir a que el causante no cumpla su real voluntad sobre el
destino de su patrimonio.
3.8 El bien común en sociedad como elemento filosófico de la voluntad
del causante, una aproximación desde el perfeccionismo y el
iusnaturalismo.
En esta parte del trabajo analizaremos nuestro planteamiento objeto
de la tesis, tomando como referencias doctrinas filosóficas que estudiaron el
bien común y su búsqueda como fenómeno social y legal, a diferencia o en
contraposición del utilitarismo para tratar de hallar puntos en común que
abonen a nuestra tesis.
3.81 Perfeccionismo
En primer lugar abordaremos al Perfeccionismo, doctrina
caracterizada por definir de antemano lo que es bueno para la persona sin
que se tome en consideración su propia voluntad, este tipo de doctrina social
define el rol del Estado como guía principal en la vida social, o como lo
define Vilajosana cuando explica su concepto: “…el Estado debe, a través
de distintos medios, dar preferencia a aquellos intereses y planes de vida
que son objetivamente mejores, que en definitiva se entiende que
corresponden con los de la moral crítica” (2008, p.153).
93
El perfeccionismo se basa en la restricción de derechos en apariencia,
pero esta restricción a priori, debe entenderse como el camino necesario
para lograr un bien común que no solo tenga un fundamento legal sino
moral, es así que se puede entender como la intervención estatal para
regular las normas que rigen una sociedad no importando la libertad plena
del individuo sino la búsqueda del bien común. Así lo explicaba Horacio
M.Spector “La política perfeccionista, invade la libertad de acción de una
persona con la justificación de que la interferencia es necesaria para que el
carácter y el comportamiento de esa persona se adecuen a una pauta de
virtud o excelencia moral” (1989, p.4).
Entendemos el perfeccionismo pero desde el punto de vista de
Joseph Raz, que reinterpreta esta definición estableciendo que el
perfeccionismo es necesario si se analiza desde el pluralismo, es decir, solo
desde el pluralismo el hombre puede ser más autónomo en la toma de
decisiones, o lo que explica mejor nuestro postulado: solo desde el
pluralismo de la norma, el causante podrá ejercer plenamente su voluntad y
lograr el bienestar general de sus herederos, sea que les corresponda
heredar o no. (Spector, 1989)
Empezar a reformular la norma no pensando en la infalibilidad de la
misma sino en su incidencia en la vida de las personas, tratando que ésta
contemple el mayor número de alternativas que aseguren su utilidad. Así lo
entiende Martha C. Nussbaum, en su obra Liberalismo Perfeccionista y
Liberalismo Político (Parte I), cuando analiza el pluralismo moral de Joseph
94
Raz: “Uno debe entender el hecho de que existen muchas formas
incompatibles de vivir, y todas ellas son moralmente buenas” (2016, p.371).
Lo que significa que nuestro planteamiento legal abarca distintas
realidades y distintas voluntades que en la práctica no son amparadas de
forma concreta, sino que tienen que ceñirse a lo establecido en la norma,
que, por lo general, no cumple con la totalidad de las expectativas del
causante, esto es que su patrimonio tiene un destino que no era el realmente
deseado. La plena autonomía con la que cuenta el causante al momento de
disponer de su patrimonio no solo está justificada por la simple libertad que
tiene para hacerlo sino que también requiere que del ejercicio de esa libertad
se produzca un bien común, o como citaba Nussbaum sobre lo
argumentado por Joseph Raz: “La vida autónoma es buena solo si es usada
en búsqueda de proyectos y relaciones buenos y aceptables” (2016, p.276).
Dicha autonomía requerirá que la norma no solo se entienda como un
reglamento taxativo que debe ser cumplido sino como una herramienta que
permita evitar inequidades e injusticias, la norma debe contener una
variedad de posibilidades y no limitar oportunidades que contribuyan a lograr
un mejor fin, pues la autonomía enmarcada en una normativa poco
permeable a cambios solo complica los verdaderos fines de la voluntad.
Es así que podemos extrapolar a nuestra propuesta, la teoría del
pluralismo aplicada por Joseph Raz cuando habla de la necesidad de que
existan diversas doctrinas que guíen a los gobiernos y que estas doctrinas
contengan propósitos morales que busquen objetivos positivos para todos,
95
no existe una sola receta legal que sea funcional a todos los casos y que
genere un estado de bienestar pleno en los que la invocaron para la solución
de sus predicamentos legales o como acota Nussbaum sobre John Rawls,
citado en su trabajo antes referido, cuando habla sobre liberalismo político:
“Su razonabilidad es ética: respetando a su prójimo, quiere darle bastante
espacio para buscar su propia forma, aún si creen que las conclusiones a las
que la mayoría de personas llega son erradas” (2016, p. 380).
Así también lo entiende Spector analizando el pensamiento de Joseph
Raz: “El pluralismo moral asevera la existencia de una multitud de formas de
vida incompatibles, pero moralmente valiosas; esto no implica que toda
forma de vida sea valiosa” (1989, p.4).
Fortalecer la voluntad del causante implica dotarlo del mayor número
de alternativas posibles dentro de la norma que le permitan ejercer de forma
autónoma los destinos de su patrimonio, buscando caminos específicos para
tal propósito; aquí no se analiza el carácter moral de las consecuencias de
esta determinación, ya que es un hecho subjetivo, sino el propósito de lograr
un estado de bienestar generalizado a través del uso pleno de la libertad
dentro de un marco normativo pragmático y funcional.
La norma intervendrá suprimiendo la posibilidad de que el patrimonio
termine en manos de personas que puedan tener un derecho, pero no la
necesidad del mismo, es decir la norma debe valorar el aspecto humano de
las consecuencias de su aplicación, (Kant bien decía que la humanidad es
96
un fin en sí misma) y que así debe ser tratada. La autonomía de la voluntad
del causante debe ejercerse persiguiendo el bien, la norma solo
complementa y ayuda a esa consecución. Restar derechos a los
descendientes que no se encuentre en estado de necesidad como
consecuencia de la edad o discapacidad, podría resultar discutible desde el
punto de vista formal y legal, pero tenemos que anteponer el perjuicio
causado a personas que parten de una situación de desigualdad evidente,
desigualdad acrecentada por la aplicación de la norma misma.
El Estado al ser el único ente superior con capacidad de pensar y
delinear la normativa correspondiente para tratar la problemática que genera
la transmisión de la propiedad y a su vez el único encargado para formular
todas las posibles soluciones, puede errar al transportar esas soluciones a la
práctica, ya que solo cuenta con un punto de vista unívoco y corre el riesgo
de quedarse estancada al no reformularse.
Que los gobiernos a través de los cuerpos normativos fomenten
objetivos generales sobre intereses particulares es lo usual, lo que de alguna
manera tiende a discriminar de forma indirecta unos objetivos en favor de
otros, vulnerando el estado de necesidad de un sector de la población que
merece un tratamiento mucho más puntual por su especial realidad;
entonces, lo que se observa de la regulación normativa actual, tal y como
está, es que tiende a debilitar la autonomía del causante si es que
observamos esta problemática desde el punto de vista del perfeccionismo.
97
La mayor autonomía enfocada a generar el mayor bienestar general
posible deberá ser entendida como la posibilidad de elegir y discriminar.
Como lo explica Blanco al analizar un trabajo de Steven Wall “El
perfeccionismo es la idea de que las autoridades políticas deben tomar parte
activa en la creación y mantenimiento de las condiciones sociales que
permitan a sus ciudadanos desarrollar en ellas vidas buenas, logradas”
(1999, p.116).
Esta tesis perfeccionista está muy ligada a la idea de Tomás de
Aquino del deber del gobierno de buscar el bien común, vale decir que se
puede obedecer el contenido de la norma para cumplir un propósito
necesario, pero no puede tomársela como único camino pues de esta
manera se atentaría contra el objetivo moral de la norma. El error es
interpretar a la norma como el “non plus ultra” tutelar con que se deben
mensurar las diferentes situaciones que la realidad propone.
La coerción implícita en la normativa es a la vez lo que le da sentido a
la norma a la vez que la limita. Se entiende el carácter tutelar protector de la
norma que trata en la medida de sus posibilidades de evitar el perjuicio de la
colectividad que la acata, buscando el bien común y despersonalizando sus
alcances, cuando lo que proponemos es la devolución de esta mirada y
ubicamos al sujeto menos favorecido en la cadena como la prioridad, como
el pivote a través del cual debe llegar la actualización de la norma, de esa
manera el resultado será más justo.
98
3.82. Iusnaturaliamo
Doctrina que considera que el derecho natural proviene de Dios o el
universo. Como explica Boronino y Peña (2006) “... que existen por encima
de las leyes creadas por el hombre, ciertos principios de derecho natural”
(citados en. Hinestroza, 2014 p.191). El objetivo del derecho natural es
averiguar las motivaciones humanas y cómo se reglamentan, una forma de
definir el constructo moral social, tomando en cuenta la ley divina o la razón
humana, como ideas supremas de donde emana el derecho común.
Aceptarlos como máximas superiores a la norma social, el derecho natural o
iunaturalismo sirve de enlace entre esta ley suprema y las personas.
En ese sentido, desde un óptica Iusnaturalista y aplicada a nuestra
tesis podemos decir que las leyes, como producto humano, no son valederas
por su carácter coercitivo sino porque tras ellas existen principios morales
superiores, en este caso principios que protegen a un sector especial de la
población; nuestra propuesta de limitar los derechos de determinados
herederos forzosos, tal y como rige el actual ordenamiento sucesorio, se
ampara en la concepción tradicional iusnaturalista que entiende que detrás
de la norma existe una motivación altruista (sea divina o no), es decir, que el
legislador al pensar la ley debe intentar hacerla funcional para el grupo social
que la acoge y además debe fundamentarla en conceptos supralegales que
rigen la armonía del pacto social, no por deber sino por principio.
99
Nuestra motivación es buscar justicia para el causante sin
desamparara a quienes tengan un estado de necesidad demostrable, y que
la norma se abra hacia alternativas mucho más amplias en cuanto al
bienestar común se refiere Hocevar (2005) “…las normas jurídicas obligan
en conciencia del mismo modo que las normas morales, no distingue entre
deber jurídico y deber moral y solo las normas justas obligan, mientras que
las normas injustas no lo hacen”. (citado en. Hinestroza, 2014 p.192).
El derecho cumple con su función normativa amparado solamente en
la legalidad y en el ejercicio de poder estatal que busca el bien común. El
derecho es la representación, el summum del razonamiento del hombre
conspicuo, pensamiento construido de manera formal y moral, se infiere que
su validez para la resolución de conflictos es la adecuada; el derecho en
palabras de Finnis (1980) “… está dirigido a resolver razonablemente
cualquiera de los problemas de coordinación de la comunidad para el bien
común de esa comunidad”. (Citado en Hinestroza, 2014 p.194).
Tenemos entonces que El derecho, como herramienta social, es el
producto de las necesidades de toda persona que vive en sociedad, por lo
tanto, es necesario que esté en permanente dinámica a fin de transformarse
y adaptarse a nuevas exigencias que la realidad impone; la convivencia
social en libertad genera constantemente nuevos problemas y desafíos a la
norma, la adaptación constante de la norma debe ser entendida como
natural, tanto para asegurar el resguardo del bien común y también
asegurar su propia vigencia.
100
Al ser el derecho el instrumento regulador de la vida en sociedad, es
natural que su construcción tenga dos elementos naturales, por un lado, la
valoración moral de las conductas humanas y por el otro la correcta
regulación de la misma en una norma que la contenga. De la conjunción de
ambos elementos se puede obtener el instrumento formal idóneo para la
búsqueda del bien general. En palabras de Finnis (1980) “…una norma es
válida si fue proferida por el órgano adecuado bajo el procedimiento
correcto.” (citado en Hinestroza, 2014 p.194). El derecho es el resultado de
la interacción social; la problemática social obliga al derecho a seguir
transformándose.
En esta línea nuestro postulado se enmarca dentro del concepto de
derecho de John Finnis, tomando a esta ciencia como una amalgama entre
“justicia y bien común”, como bien define. Para Finnis, a diferencia del
concepto clásico iusnaturalista que validaba una norma por estar inspirada
en ley natural o divina, la validez del derecho está dada por la razonabilidad
de la misma, de modo que es el ser humano, la persona, el verdadero
protagonista, la norma parte de él y hacia él va dirigida en una constante
retroalimentación, si bien es cierto es la autoridad la que dispone los
lineamiento de la conducta humana, la autoridad debe tender a reafirmar la
condición de ser individual y libre del ser humano para lograr, a la vez, una
mejor convivencia social.
Finnis (1980) “se basa en la razonabilidad práctica que le permite
escoger opciones al ser humano”. (Citado en Hinestroza, 2014 p.197). El
101
bien común es la meta de toda conducta inteligente en el Iusnaturalismo
finnisiano, y el objeto del derecho natural según esta visión es mostrar cómo
mejor se satisface esta meta. El ser humano en sociedad tiene el deber de
ayudar a la conquista del bien común, y es la razón la que debe guiar hacia
esta actividad; la compresión por parte del legislador de este hecho tiene el
objetivo de poner de manifiesto la imposibilidad de concebir al derecho como
un principio inerte, sin capacidad de oír, se debe ponderar la importancia de
la participación activa de diversos factores más allá de lo expresado en la
doctrina o en la legislación vigente.
Así lo esbozaba Rodriguez – Toubes (1993) en su trabajo sobre
Finnis: “Un conjunto de principios mediante los cuales la razón práctica dirige
la vida humana y social hacia la más plena realización de ciertos valores
autoevidentes que conforman un bien común objetivo.” (p. 376). No solo
buscar el bienestar social como resultado de buscar el bien propio como
propone el utilitarismo, pues esto vuelve a la norma más impersonal ya que
se arroga la capacidad de establecer la opción que más se acerca a la
verdadera voluntad del causante.
Es así que, no se cuestiona la validez legal de la norma por injusta, se
la debe entender de dos formas a saber: como el instrumento social
convenido para resolución de conflictos y como el instrumento capaz de
generar convencimiento de justicia en quienes son encargados de aplicarla,
y que el error de la tradición legal es no hacer modificaciones necesarias
102
cuando la realidad lo reclama bajo el supuesto de no alterar el sistema legal,
a lo que John Finnis se refería como obligación colateral.
Far from ‘denying legal validity to iniquitous rules’, the tradition
explicitly (by speaking of ‘unjust laws’) accords to iniquitous rules
legal validity, whether on the ground and in the sense that these
rules are accepted in the courts as guides to judicial decision, or on
the ground and in the sense that, in the judgment of the speaker,
they satisfy the criteria of validity laid down by constitutional or other
legal rules, or on both these grounds and in both these senses. The
tradition goes so far as to say that there may be an obligation to
conform to some such unjust laws in order to uphold respect for the
legal system as a whole (what I called a ‘collateral obligation’: see
XII.3). p 365.
El estatus de ley debe ser comprendido en todo su sentido. La ley que
se siente como injusta tiene origen en el criterio interno, en una premisa
moral, y cuando el legislador advierte ese conflicto interno entre lo que es y
lo que debería ser, mantener el orden de las cosas no es lo correcto desde
una perspectiva ética. La ponderación de la justicia de una norma a
sabiendas que esta colisiona con el bien común la trastorna, y es su deber
reformarla en virtud de que es la única persona que trasciende el ámbito
ciudadano y puede usar ese poder que la sociedad le encarga para buscar
una mejor respuesta legal a los intereses universales.
103
Si bien es cierto, nuestra tesis toma al utilitarismo como base
filosófica, lo es en tanto busca establecer la preponderancia del
cumplimiento voluntad del causante como eje central de la problemática. “El
bien es simplemente la meta de toda conducta inteligente, y el objeto del
derecho natural es mostrar cómo mejor se satisface esa meta.” (Rodriguez-
Toubes, 1993, p. 376).
104
CAPÍTULO IV: EL TRÁNSITO DE UNA SUCESIÓN FORZOSA A UNA
MAYOR LIBERTAR DE TESTAR EN EL DERECHO COMPARADO
4.1 Francia
El Código Civil francés, no obstante, a que recibió el impacto de las
ideas liberales e individualistas de la Ilustración, que exaltaron la autonomía
de la voluntad y las facultades omnímodas de disposición, estableció la
obligación de reservar parte importante de la herencia a favor de
determinados parientes por considerar que la libertar de testar constituía un
alto riesgo de enriquecer a un extraño a expensas de la familia o concentrar
la riqueza en pocas manos promoviendo las desigualdades.
Sin embargo, en los años 200126 y 200627, se reformó en profundidad
su derecho sucesorio, modificando más de 200 artículos del Código Civil que
26Loin n°2001-1135 du 3 decembre 2001 relativo los derechos del cónyuge superviviente y los hijos nacidos fuera del matrimonio y la modernización de varias disposiciones de la ley de herencia. 27 Loi n° 2006-728 du 23 juin 2006 sobre la reforma de sucesiones y donaciones. Esta reforma fue precedida por estudios por parte de la doctrina -jurídicos y sociológicos, en conjunción con la ayuda de notarios, a través de una encuesta realizada en el año 2004, que permitió detectar las necesidades de reforma que se daban en la práctica.
105
no había sufrido ningún cambio desde 1804, fecha en que se publicó dicho
cuerpo normativo. Esta reforma buscó adecuar la institución de la legítima
denominada reserva a los cambios y necesidades sociales (aumento de las
expectativas de vida, multiplicación de las familias recompuestas, con hijos
procedentes de diversas uniones), introduciendo novedades legislativas a
favor de la libertad de testar.
La reforma del 2001 mejora la posición del cónyuge viudo, estableciendo
que si a una herencia en la que no haya descendientes concurren los padres
del fallecido y el cónyuge supérstite, cada uno recibirá la mitad, y en el
supuesto que no concurran ni padre ni madre el cónyuge recibirá la totalidad
de la herencia con preferencia de los demás ascendientes (Núñez, 2007).
La ley de 2006, sin abandonar los principios fundamentales del derecho
de sucesiones, trata de aumentar claramente la libertad de testar,
disminuyendo la eficacia de la reserva y afectando su naturaleza al permitir
la adjudicación preferente bienes por razón de protección especial de hijos
discapacitados o para la conservación y continuidad de las unidades
económicas de tipo familiar que a menudo constituye el patrimonio esencial
del causante.
Esta reforma elimina la legítima de los ascendientes, reconociendo
únicamente como legitimarios a los descendientes y cónyuge del causante.
106
Los ascendientes solo seguirán contando con el derecho de reversión de
donaciones hechas al causante que haya fallecido sin descendencia.
Por su parte, la legítima de los descendientes varía en función a los hijos
del causante, será la mitad si hay un solo hijo, dos tercios si deja dos hijos y
tres cuartos si deja tres o más hijos. Respecto a la legítima del cónyuge
sobreviviente en caso no existir descendientes su legítima será de un cuarto
del caudal hereditario, y si tuviera que concurrir con los descendientes
tendrá derecho a la parte de libre disposición según el número de hijos o
bien al usufructo de la herencia o bien a una cuarta parte en nuda propiedad
(Ángeles, 2009).
Finalmente, es importante destacar que la reforma realizada en el año
2006, en un afán de asegurar la sucesión al frente de la empresa familiar
entre una generación y la siguiente permite la celebración de pactos de
familia, también conocidos como acuerdos familiares. Asimismo, a través de
los llamados contrato de fiducia encuentra un modo particular de regular los
procesos de sucesión en la empresa familiar, permitiendo temporalmente
confiar la administración de la empresa en forma de fiducia a terceros
expertos.
Al respecto Valmaña (20013) afirma:
Este mecanismo permite paliar la ausencia de directivos familiares entre
dos generaciones, o durante un período de fragilidad, evitando que la
empresa se vea perjudicada e incluso desaparezca, como consecuencia
107
de la falta de sucesores preparados en el momento de que la generación
precedente cede la administración social (107).
4.2 Italia
Al igual que en Francia la cuota legitimaria en el derecho sucesorio
italiano varía en función del número de herederos que existan. Tal es así
que, si solo concurre un hijo, le corresponde la mitad del patrimonio del
causante, la otra mitad puede ser dispuesta libremente. Lo misma regla se
aplica cuando concurre solo el cónyuge, salvo que concurra con otros
descendientes, en cuyo caso la ley le reserva además el usufructo de la
vivienda familiar. También se tendrá la libre disposición de la mitad de los
bienes cuando concurran solo los ascendientes.
En el caso que existiera a la muerte de la persona más de un hijo les
corresponde las dos terceras partes de la herencia, que será repartida en
partes iguales, quedando un tercio a la libre disposición. Si existiera el
cónyuge con un hijo a cada uno le corresponde un tercio, sin embargo, esta
cuota variará si concurre con más de un hijo, a quienes les corresponderá
los 2/4 del patrimonio mientras que al cónyuge supérstite 1/4 y el 1/4
restante será de libre disposición.
De concurrir solo el cónyuge con los ascendientes, la mayor parte del
patrimonio, 2/4, le corresponderá al cónyuge y solo 1/4 a los ascendientes,
quedando 1/4 a la libre disposición.
108
La legítima existe en beneficio de los ascendientes, descendientes y
cónyuge. Prevaleciendo, sin duda, la posición del cónyuge cuya cuota varía
entre la mitad y un cuarto del patrimonio del causante, además del derecho
de usufructo sobre la vivienda familiar.
Pero la novedad más destacable del derecho sucesorio italiano lo
constituye la incorporación de los pactos sobre herencia futura mediante la
Ley 55/2006, del 14 de febrero. No obstante, a estar prohibidos con carácter
general, el legislador italiano los admite excepcionalmente, con el objetivo de
facilitar la sucesión generacional y evitar la fragmentación o disolución de la
empresa familiar.
El pacto de familia, el mismo que se configuran como una categoría
negocial, típica, nueva y nominada, regulándose en el artículo 768-bis del
Código Civil (dentro del Título IV del Libro II, dedicado a la división en
materia sucesoria) se define como el contrato con el que, en conjunción con
las disposiciones de empresa familiar y respetando las distintas tipologías
societarias, el emprendedor transfiere, en su totalidad o en parte, la empresa
o las participaciones sociales a uno o más de sus descendientes. Con esta
figura se da validez excepcional a los contratos sobre herencia futura para
disponer de la empresa familiar.
109
4.3 País Vasco
Desde el 3 de octubre del año 201528 se introducen modificaciones
sustanciales al Derecho Civil aplicable en la Comunidad Autónoma Vasca,
especialmente en materia de sucesiones, apartándose de los principios y de
la regulación del Código Civil vigente hasta entonces en la mayor parte de su
territorio, y terminando hasta cierto punto con la fragmentación normativa al
establecer un régimen uniforme aplicable a toda la Comunidad Autónoma
Vasca.
Una de las principales novedades es la ampliación de la libertad de
testar al establecer una legítima única para los hijos o descendientes de un
tercio del caudal hereditario, no obligando al futuro causante a repartirla
de manera igualitaria entre sus herederos, pudiendo incluso privar a unos
de la legítima y atribuírsela íntegramente a los demás o a uno solo sin alegar
ninguna causa para ello (figura del apartamiento).Así como también puede
nombrar a sus nietos en defecto de sus hijos, aunque éstos vivan.
Otra modificación sustancial que abre un camino más amplio a la libertad
de testar, es la extinción de la legítima en favor de los ascendientes,
estableciéndose que solo tendrán la condición de legitimarios los hijos o
descendientes en cualquier grado y el cónyuge viudo o superviviente de la
28 A través de la ley 5/2015, de 25 de junio, de Derecho Civil Vasco que deroga la Ley 3/1992 de 1 de julio y la Ley 3/1999 de 26 de noviembre, que regulaban el Derecho Civil aplicable en los Territorios Históricos de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa.
110
pareja de hecho29. Por lo tanto, los ascendientes únicamente heredarán si
así lo dispone el causante, a excepción de las sucesiones intestadas.
Con la reducción de la cuota legitimaria y extinción de los padres de la
categoría de herederos forzosos se amplía el porcentaje de libre disposición
del causante, teniendo la oportunidad de poder beneficiar con su patrimonio
a quienes no necesariamente sean familiares directos.
Asimismo, se mejora la posición del cónyuge viudo o miembro
superviviente de la pareja de hecho, quienes según sea el caso tendrán
derecho al usufructo de la mitad de todos los bienes del causante si
concurriese con descendientes, el mismo que se incrementará a dos tercios,
en defecto de estos últimos. Además de su legítima, tendrán derecho de
habitación en la vivienda conyugal o de la pareja de hecho, siempre y
cuando se mantenga en estado de viudez, no haga vida marital, ni constituya
una nueva pareja de hecho, mucho menos tenga un hijo extramatrimonial.
También con una preocupación especial de mantener la continuidad de
la empresa familiar, se introducen los pactos sucesorios30 como una tercera
fuente de vocación sucesoria que se hace extensivo a todo el País Vasco,
buscando con ello evitar que la aplicación rigurosa del derecho sucesorio
provoque su desaparición.
29 Artículo 47° Son legitimarios: los hijos o descendientes en cualquier grado y el cónyuge viudo o miembro superviviente de la pareja de hecho por su cuota usufructuaria, en concurrencia con cualquier clase de herederos. 30 Acto jurídico bilateral (contrato) en el que los firmantes, vinculados siempre por un grado de parentesco, acuerdan mediante escritura pública el nombre de los herederos y las condiciones en las que se harán cargo del negocio u otro patrimonio . Estuvo pensado para la conservación de la empresa familiar que forma la mayor parte del tejido empresarial español.
111
Este nuevo régimen sucesorio vasco, cuya finalidad ha sido armonizar el
ordenamiento civil vasco, ha diseñado un sistema que, sin perjuicio de la
conservación de determinadas instituciones forales singulares en
determinados ámbitos geográficos, busca ajustarse a las reformas
normativas de otros derechos civiles forales y europeos, que tienden a
eliminar las trabas existentes a la libertad de testar y permiten ordenar la
sucesión desde un plano de mayor igualdad.
4.4 Cataluña
En Cataluña con la última reforma en el año 200831, y con una tendencia
hacia la libertad de testar, se disminuye la importancia de la legítima, no
obstante a mantenerse inalterable su cuantía en una cuarta parte del valor
de la herencia.
Con la reforma esta cuantía puede reducirse por verse mermado el
caudal hereditario sobre el que se calcula, ya que solo se computan las
donaciones efectuadas 10 años antes del deceso del causante, salvo que
sean donaciones en beneficio de los legitimarios e imputables a la legítima,
en cuyo caso no hay límite temporal. Asimismo, el plazo de prescripción de
la acción para exigir la legítima se reduce de quince a diez años.
31 Ley 10/2008, de 10 de julio, del libro IV del Código civil de Cataluña, relativo a las sucesiones. Esta ley deroga el Código de Sucesiones regulado por la Ley 40/1991 del 30 de diciembre.
112
Otra medida que muestra un intento de dotar de mayor libertad al
causante, es la supresión de la legítima de los ascendientes en concurrencia
con los descendientes y la inclusión de la ausencia manifiesta y continuada
de relación familiar entre el causante y el legitimario, como causal de
desheredación, siempre y cuando obedezca a una causa exclusivamente
imputable al legitimario. Con ello se otorga al causante la posibilidad de
favorecer al legitimario que más atenciones le haya brindado durante su
vejez.
Del mismo modo, en el artículo 412-3 del Libro Cuarto del Código Civil
se introducen dos nuevas causas de indignidad sucesoria. Por un lado, no
podrá heredar aquél que cometa delitos de lesiones graves, contra la
libertad, de torturas, contra la integridad moral, incluyendo los delitos de
violencia familiar y de género, o contra la libertad o la indemnidad sexual en
agravio del causante o cualquier otra persona de su núcleo familiar.
Tampoco podrá heredar quien cometa delitos contra los derechos y deberes
familiares, como por ejemplo la falta de pago de prestaciones económicas
impuestas en procesos matrimoniales, incumplimiento del deber de custodia,
sustracción de menores, entre otros.
Esta reducción de derechos a los legitimarios se ajusta a la realidad
social contemporánea, en el que se viene prevaleciendo el interés en
preparar académicamente a los hijos sobre el interés en procurar un
patrimonio para cuando los padres ya no estén presentes.
113
La modificatoria, si bien no se aparta de los principios sucesorios que
han venido rigiendo el derecho de sucesiones en Cataluña, como son:
universalidad del título de heredero, necesidad de heredero, incompatibilidad
de títulos sucesorios, el prevalecer del título voluntario y la perdurabilidad del
título sucesorio, está enfocado a actualizar el derecho sucesorio catalán a
los cambios que ha experimentado las sociedad con posterioridad a la
promulgación del Código de Sucesiones en 1991(Bufete Escura, 2008).
4.5 Galicia
En Galicia con una opción clara a favor de la libertad de testar, en el año
200632 se introduce diversas reformas al sistema legitimario siendo quizá
uno de sus aspectos más novedoso y relevante, a igual del País Vasco, la
eliminación de los ascendientes de la categoría de herederos forzosos (Art.
238).33
Otra innovación novedosa y de repercusión social es la modificación de
la legítima de los descendientes, sustituyendo el tradicional sistema de
tercios por el sistema de cuartos. De tal forma se reduce cuantitativamente a
la cuarta parte del valor del haber hereditario líquido que será distribuida a
partes iguales entre cada hijo o sus linajes (At. 243). Análoga reducción se
produce en la cuantificación de la legítima del cónyuge viudo que cuando
concurra con descendientes le corresponderá el usufructo vitalicio de un
32 Ley 2/2006, de 14 de junio, de Derecho Civil de Galicia, con 170 artículos, 2 disposiciones adicionales y 4 disposiciones transitorias se sustituye la anterior Ley 4/1995, de 24 de mayo. 33 Quedando únicamente integrado por los hijos y descendientes de hijos premuertos, justamente desheredados o indignos y el cónyuge viudo no separado legalmente o pareja de hecho que cumpla con los requisitos del apartado 2 de la Ley 10/2007 de 28 de junio que reforma la disposición adicional tercera de la Ley 2/2006.
114
cuarto del valor del caudal hereditario (Art. 253) o de la mitad si no
existiendo descendientes la concurrencia es con extraños (Art. 254)
(Rebolledo, 2008).
En cuanto a las reglas para su fijación, se conserva el sistema de
computación de las donaciones y demás disposiciones a título de liberalidad
con la posibilidad de que se reduzcan las mismas por inoficiosas, pero con la
novedad de que ya no se valoran al tiempo de la partición o pago de la
legítima, sino que se computarán por el valor que tuvieran los bienes en el
momento de la transmisión, actualizado monetariamente al tiempo del pago
de la legítima (Rebolledo, 2008).
Se establece la legítima como un derecho de crédito debido a que su
naturaleza jurídica pasa a ser de pars bonorum a pars valoris,
configurándose como una parte del valor del haber hereditario líquido. En tal
sentido, el legitimario pasa a ser considerado, a todos los efectos, como un
acreedor, teniendo únicamente acción personal y no real para reclamar su
legítima que prescribe a los 15 años del fallecimiento del causante
(Rebolledo, 2008).
Aunque todavía alejado del sistema de la absoluta libertad de testar
propio de los países anglosajones, el Derecho Civil gallego centrándose en
una profunda y relevante modificación del régimen jurídico de la legítima,
apuesta a favor de la mayor libertad de testar.
115
4.6 Navarra
Navarra es otro de los ordenamientos forales caracterizados por una
mayor libertad de testar. La legítima la encontramos definida en la Ley 267
de la Compilación de Derecho Civil Foral de Navarra. Según esta disposición
normativa, los únicos herederos forzosos son los hijos, propios y adoptivos, y
en defecto de los mismos sus descendientes de grado más próximo, no
teniendo éstos más prerrogativas económicas en la herencia de sus padres
que las que éstos quieran otorgarles. Solo se obliga al causante a utilizar la
fórmula rituaria de la institución dejando por lo menos a cada hijo cinco
sueldos febles o carlines por bienes muebles y una robada de tierra en los
montes comunales por inmuebles34.
Por lo tanto, su legítima carece de contenido patrimonial exigible y no
poseen la cualidad de heredero, no pudiendo ejercitar las acciones propias
del mismo, ni responder de las deudas hereditarias. De la interpretación de
esta regulación se infiere que se puede designar libremente heredero y
disponer con libertad de los bienes para después de la muerte.
34 “El sueldo era una moneda antigua que equivalía a medio real. El sueldo carlín era una moneda navarra de plata y vellón de la Edad Media. Había carlines blancos y negros; los blancos tenían mayor valor, mientras que los negros poseían un menor valor debido a su contenido de plata de menor ley. Con el paso del tiempo, las acuñaciones fueron a peor y los carlines negros, con una calidad o ley de plata cada vez menor, se subdividieron a su vez en fuertes y febles o débiles, siendo estos últimos de un valor ínfimo. Pero el significado de esta herencia hay que mirarlo con lupa, pues el sueldo carlín no es de curso legal y, por tanto, su valor es igual a cero. Asimismo, la robada de tierra en los montes comunales carece de la más mínima eficacia, ya que los ayuntamientos, como titulares que son, pueden disponer del uso y disfrute de las tierras del común. En definitiva, el valor económico de estos sueldos es casi inferior a la nada más absoluta y dejar en herencia una robada en los montes comunales es como regalar el aire que se respira, en un alarde y un derroche inaudito de generosidad” (Platero, 2017, p.300).
.
116
Sin embargo, el derecho a la libertad de testar del causante navarro
tiene dos grandes limitaciones: a) El denominado usufructo de fidelidad
sobre todo el patrimonio del difunto que goza el cónyuge o conviviente
sobreviviente. Derecho que estará vigente mientras no se renuncie al mismo
o se celebre nuevo matrimonio, salvo que se incurra en causa de separación
por abandono del hogar familiar, infidelidad conyugal, incumplimiento grave
o reiterado de los deberes conyugales o familiares o haber atentado contra
la vida del otro; y b) La reiteración de nupcias, dejando hijos del primer
matrimonio, en cuyo caso no puede desprotegerlos por imperio de la ley.
(Fernández & Fernández, 2010).
4.7 Aragón
El Código Civil aragonés ha sufrido reformas por varias leyes,
actualmente se encuentra vigente el Decreto Legislativo 1/2011, del 22 de
marzo, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba el Código del
Derecho Foral de Aragón, Texto refundido de las leyes civiles aragonesas.
Entre las leyes que se han refundido se encuentra la Ley aragonesa
1/1999, de 24 de febrero, de sucesiones por causa de muerte, que en su
artículo 171 regulaba la denominada legítima colectiva35para los
descendientes a los que se les reservaba la mitad de la herencia. De
acuerdo a esta disposición normativa el causante tenía amplia libertad para 35 El carácter colectivo de la legítima significa que, aunque no todos los legitimarios tienen la misma consideración legal, todos están legitimados para recibir la legítima y ninguno, salvo que sea el único, tiene derecho individual a parte alguna. Es una manifestación de la libertad de distribuir la legítima entre el grupo de descendientes.
117
distribuirla entre los legitimarios, pudiendo dejarle todo a un solo
descendiente o distribuirlo de manera equitativa. Esta figura ha sido
trasladada al nuevo Código del Derecho Foral de Aragón en su artículo 486.
Lo más rescatable es que se mantiene la reducción de la porción legitimaria
a la mitad del caudal, en lugar de los dos tercios como se regulaba
anteriormente.
En la misma línea de los demás regímenes forales, en la presente
regulación, no ostentan la condición de legitimario ni los ascendientes ni el
cónyuge viudo. No obstante, como un sistema alternativo de protección a la
segunda figura, se reconoce el derecho de viudedad adquirido con el
matrimonio, que será expectante, mientras no se produzca el fallecimiento
del otro cónyuge, y se convertirá en vitalicio y universal tras el fallecimiento
del mismo, el mismo que existirá, aunque se pacte separación de bienes
entre los cónyuges (Platero, 2017).
Con la reducción de la cuota legitimaria, la norma aragonesa amplía
notablemente la libertad de disposición con una tendencia hacia una mayor
libertad de testar en congruencia con el principio de solidaridad
intergeneracional.
118
4.8 Cuba
En su afán de reformar el sistema legitimario, en pos de una legítima
de corte asistencial que dinamice las sucesiones y que atienda las
necesidades del individuo más allá del mero tránsito intergeneracional del
patrimonio familiar, el legislador cubano del Código Civil36, abandonando el
clásico sistema legitimario español, heredado de Roma, ideó un sistema de
protección legitimaria que suprime la existencia de herederos forzosos,
reduciéndolo al concepto de herederos con especial protección,
condicionado su reconocimiento a la incapacidad para trabajar y la
dependencia económica del causante. Si bien, para del derecho sucesorio
cubano los vínculos de sangre y conyugales importan, pero no son
suficientes para arroparse la condición de legitimarios (Cobas & Pérez,
1997).
El parentesco, en el territorio cubano, hoy en día, no es un requisito sine
qua nom para superar el test de especial protección, además deberá
demostrarse no estar apto para el trabajo y depender económicamente del
testador. En este sentido, el Tribunal Supremo se ha pronunciado a través
de numerosas resoluciones, como la sentencia N°232 del 24 de marzo del
2003, que en su primer considerando dejó sentado que la cónyuge
accionante no aportó ninguna prueba encaminada a demostrar tener la
calidad de heredera especialmente protegida de su cónyuge fallecido, según
el Tribunal no basta con ser la cónyuge sobreviviente del causante, sino que
36 Entró en vigor 12 de abril de 1988 dando fin a casi un siglo de dominio español en la regulación de las relaciones jurídicas civiles en territorio nacional.
119
además no debe ser apta para el trabajo y debe haber dependido
económicamente de él (Pérez, 2013).
Mucho más explícito aún son los fundamentos recaídos en la sentencia
N°484 del 31 de julio del 2013, que en su segundo considerando, frente a un
caso similar, precisó que para encajar dentro de la categoría de heredero
especialmente protegido, se requiere la concurrencia simultánea e
inequívoca de los tres requisitos exigidos, en ese caso, ser cónyuge
sobreviviente del causante, no estar apto para trabajar y dependencia
económica del testador, siendo que la omisión de uno de ellos invalida el
proceso de reconocimiento de legitimario asistencial (Pérez, 2013).
Siguiendo la expresión literal del artículo 493 del Código Civil cubano
pueden ser considerados herederos especialmente protegidos, los hijos o
sus descendientes en caso de haber premuerto aquellos; el cónyuge
sobreviviente, y; los ascendientes. Las circunstancias para reclamar ésta
condición son coyunturales y por regla general transitorias, como la minoría
de edad, discapacidades de tipo intelectual, sensorial o física o psíquica que
impidan al individuo ejercer sus potencialidades y capacidades, y la situación
de dependencia o vulnerabilidad económica.
Estas circunstancias deben coincidir con el momento del fallecimiento de
la persona de la cual se reclama la condición de legitimario. Por tanto, si
antes de la muerte del testador cesan los presupuestos legales del
reconocido como especialmente protegido, no podrá adjudicársele la
120
legítima porque habrá perdido tal condición, lo mismo ocurre si cesan los
requisitos a la muerte del testador.
La existencia de herederos especialmente protegidos limita la libertad de
testar a la mitad del caudal hereditario, no pudiendo el testador imponer
gravamen alguno a la porción de la herencia que les corresponde. Se trata
de una limitación excepcional que procederá solo por causas especiales y
fehacientemente demostradas, como son la no aptitud para trabajar y la
dependencia económica, Cobas & Pérez (1997) afirman:
La no aptitud para trabajar implica la imposibilidad física o psíquica de un
sujeto para realizar por sí mismo una labor productiva que le permita
vender su fuerza de trabajo y recibir a cambio una remuneración con la
que pueda obtener los recursos mínimos monetarios para emprender
una vida económica con la solvencia necesaria (p.19).
Por su parte la dependencia económica implica un déficit económico
que conlleva a vivir a expensas del causante.
La implantación del régimen asistencial busca proteger a aquellos que
queden en un estado de vulnerabilidad tras el fallecimiento de su causante.
No obstante, como se ha visto los vínculos de sangre y conyugales no son
suficientes para tener la condición de legitimario, además deberá probarse la
no aptitud para trabajar y la dependencia económica. Con la exigencia de
estos dos requisitos concurrentes que prescribe el artículo 493 del Código
121
Civil se reduce el número de beneficiarios con la calidad de heredero
asistencial.
La institución del heredero especialmente protegido, es exclusiva de la
sucesión testamentaria, esto es que no tiene cabida alguna en la sucesión
intestada. Por tanto, como señala Alfaro (2011):
…Así tenemos no sólo que en la sucesión intestada los herederos
especialmente protegidos en caso de ser descendientes, cónyuges o
padres con especial protección adquirirán porciones iguales al resto de
los sucesores legales que no ostenten tal condición, sino además que
pudieran no recibir nada si se trata de ascendientes a partir del segundo
grado en caso de que existan parientes más próximos por la aplicación
de la exclusión de grados que informa a la sucesión sin testamento
(p.237).
No existe conexión alguna entre los preceptos que sistematizan la
legítima cubana y los que regulan la sucesión intestada, situación que da
lugar a que los especialmente protegidos queden indefensos cuando su
causante no ha otorgado testamento, salvo la interpretación de los artículos
514.2 y 516 del Código Civil que reconoce a los padres del causante una
posibilidad de heredar en el primer llamado sucesorio junto con los hijos y
demás descendientes y cónyuge supérstite, siempre que no se encuentren
en aptitud para trabajar y dependencia económica de éste, con la salvedad
que heredarán a partes iguales como un heredero más y no la mitad de la
122
herencia como les correspondería, si hubiesen sido instituidos como
herederos especialmente protegidos.
El que sea una institución omisa en la sucesión intestada, ha conllevado
a que la mayor parte de la doctrina cubana y extranjera la considere como la
más connotada antinomia. Por una parte, de existir herederos especialmente
protegidos, se limita la disponibilidad patrimonial del testador en su testamento a
la mitad de su caudal hereditario, y sin embargo de otra, en la sucesión intestada
omite la consagración de los propios herederos, provocando que en esta
sucesión las mismas personas protegidas si su causante hubiese testado,
queden desamparadas (Cobas & Pérez, 1997).
Si bien, la circunscripción de esta figura a la sucesión testamentaria ha
provocado confusiones e imprecisiones en su interpretación y aplicación, no
podemos dejar de reconocer que su regulación reviste gran importancia
porque reserva una parte de la herencia a un grupo de sucesores del
fallecido que se encuentran en una situación especial respecto de este. Con
el reconocimiento del heredero especialmente protegido, el derecho
sucesorio cubano transita de un sistema de legítima parental a un sistema
de legítima asistencial, manteniendo un equilibrio entre las reglas
imperativas y las reglas de la autonomía, priorizando las atribuciones
patrimoniales con fin asistencial en beneficio de las personas que a la
muerte del causante quedan desamparadas.
123
4.9 Argentina
Antes que entre en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación37, los causantes solo podían disponer del 20% (un quinto) del total de
sus bienes cuando concurrían a su fallecimiento herederos forzosos. Hoy en
día, esta cuota considerada excesiva por la doctrina, en comparación con el
derecho comparado de corte romano, se ha reducido a los 2/3 en el caso de
la legítima de los descendientes y de los 2/3 a 1/2 en caso de los
ascendientes, permitiendo al causante tener una mayor disposición de su
patrimonio, ya sea para mejorar a algún heredero forzoso, o a un nieto,
sobrino, biznieto, según sea el caso, o a un tercero que a pesar de no tener
un vínculo sanguíneo lo une un fuerte vínculo afectivo.
Con esta disminución de las legítimas hereditarias, el derecho sucesorio
argentino, compatibilizando la autonomía de la voluntad del causante con los
derechos hereditarios de los herederos forzosos, apuesta por un destino
más flexible al momento de distribuir el patrimonio para después de la
muerte, posibilitando a las personas disponer libremente a favor de cualquier
persona, o de uno o alguno de sus herederos del 33,33 % de su patrimonio
cuando tiene hijos, y del 50 % cuando tiene ascendientes o cónyuge.
Si bien, con esta modificación se fortalece la autonomía de la voluntad
como fuente de vocación sucesoria, acogiendo la evolución del
comportamiento social, no obstante, continúa siendo una de las cuotas
legitimarias más altas en Latinoamérica, que se establece en beneficio de
37 Vigente desde el 1° de agosto del 2015.
124
los herederos forzosos. Solo se ha equiparado a la cuota legitimaria
regulada en nuestro derecho sucesorio por años.
Una de las mayores novedades introducidas por este código es la norma
que protege a los descendientes y ascendientes con discapacidad, al
permitirles obtener mayor beneficio económico en atención a su condición.
Según prescribe el artículo 48 del Civil y Comercial de la Nación, se
considerará que una persona es discapacitada cuando padece una
alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que en
relación a su edad y medio social implica desventajas considerables para su
integración familiar, social, educacional o laboral.
Por su parte el artículo 2448 del Código Civil y Comercial prescribe que
el causante puede disponer por el medio que considere conveniente,
además de la porción disponible, de un tercio de la legítima (del 66%) para
aplicarlas como mejora estricta a los ascendientes o descendientes con
discapacidad. Esto es, a modo de ejemplo, que un causante por vía de
testamento, deje a favor de un hijo con discapacidad un tercio del 66% de la
legítima (cuyo equivalente es el 22%), pero además puede beneficiarlo con
el tercio delibre disposición y sobre el 44% restante dividirlo entre los demás
hijos por igual, incluido aquel que tiene discapacidad.
El legislador argentino, basándose en el principio de solidaridad familiar
y acorde con los tratados internacionales que ha ratificado en defensa y
protección de los discapacitados, ha previsto que el padre pueda utilizar una
125
tercera parte de la porción legítima para igualar, aunque sea solo
económica, las desigualdades que la vida depara a los hijos.
Esta mejora no procede de pleno derecho, ni tampoco puede ser
solicitada por el interesado, toda vez que no es un derecho por sobre el resto
de herederos, sino un acto discrecional del causante, quien puede decidir no
hacer uso de esta institución jurídica Por tanto debe entenderse que la
discapacidad no otorga un mejor derecho, pero sí es condición necesaria
para ser mejorado por el causante.
126
CAPÍTULO V: REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS CON DERECHO A
HEREDAR
5.1 La legítima de los descendientes ante la actual realidad del
concepto de solidaridad familiar
El principio de solidaridad familiar, si bien no está conceptualizado
expresamente en la norma, lo encontramos consagrado en innumerables
instituciones que forman parte fundamentalmente del derecho de familia y
sucesorio, como por ejemplo, citando algunos, el deber de los padres de
prestar alimentos a los hijos, la autonomía de la voluntad de los contrayentes
al momento de celebrar el matrimonio de elegir el régimen patrimonial de
acuerdo a sus intereses, los legados y el tema que nos ocupa la legítima de
los herederos forzosos.
La solidaridad lleva implícita la idea de reciprocidad, de ahí que, en el
caso de la legítima, es entendida como el apoyo mutuo entre los miembros
127
de la familia. Sin embargo, sin ánimo de juzgar las conductas que se alejan
de la reciprocidad, que debe primar en la relación padre e hijo, como la falta
de relación afectiva y comunicación entre ambos, el abandono sentimental
sufrido por el padre durante su última enfermedad, la ausencia de interés del
hijo, en relación con los problemas del padre; dan lugar a que este principio
se quiebre, quedando en el campo de la moral calificar el actuar de los
legitimarios, sobre todo en aquellos ordenamientos jurídicos que no tienen
causas de desheredación ligadas al abandono material y afectivo (Vaquer,
2017).
Incluso en aquellos ordenamientos jurídicos donde se reconoce el
abandono material y afectivo como causas para apartar de la legitima a los
herederos forzosos, la dificultad de probar la existencia de estos
comportamientos hace que la solidaridad dentro de la familia como
fundamento de la legítima muchas veces sea unidireccional para el causante
con los legitimarios, lo que permite dudar de que la legítima responda
verdaderamente a una finalidad solidaria.
Es importante también mencionar que si bien la legislación vigente se
preocupa de sancionar al hijo que no presta alimentos, socorro, o comete un
delito o acto moralmente incorrecto, pero en ningún caso contempla el
reconocimiento del hijo que siendo uno de varios, es el único que se hace
responsable de los padres, cubriendo los gastos de alimentos, asistencia
médica, prestando vivienda, etc., mientras que los demás se desentienden
por completo, pero a la muerte de los padres, de acuerdo a la ley y a la poca
moral heredan por igual. Me pregunto si, bajo el fundamento del principio de
128
solidaridad, podría evaluarse que la cuota legitimaria pase por un proceso de
previa liquidación del reembolso de pago a uno o más de los herederos, o
incluso a un tercero que acredite haber otorgado alimentos, en el amplio
sentido de la palabra.
La mayoría de la doctrina considera que el fundamento legal de la
legítima es el reparto igualitario en función del número de legitimarios,
careciendo de relevancia cuál es la situación particular, las necesidades o
dificultades de cada uno de los hijos. En este sentido, al margen de la
finalidad solidaria que postula la legítima, constituye una limitación a la
libertad del testador para poder dejar por testamento, los bienes que estime
conveniente, a los sujetos que él considere idóneos para sucederlo.
Refiriéndose a la solidaridad en el derecho sucesorio Magariños (2016)
nos dice:
La solidaridad no puede constituir fundamento razonable para imponer el
reparto o atribución forzosa a favor de personas a las que después de
haber dedicado atenciones y desvelos durante media vida, de ayudarles
en las necesidades de la niñez, sufrir las preocupaciones de la
adolescencia, soportar los gastos y dedicación que requiere su
formación integral, tengan, además, que dejarles forzosamente buena
parte del resto que quede de su patrimonio. En tal caso no se puede
hablar de solidaridad, en cambio sí de falta de equidad (p.10).
Si bien, la legítima es una institución acertada, ya que su fin último es
garantizar la estabilidad de lo más importante de la vida de un ser humano,
129
su familia; sin embargo, recorta uno de los principales derechos del hombre,
la libertad, y más aún no tiene cabida en una concepción de la persona y
familia propias del siglo XXI, que nada tienen que ver con la que existía en el
tiempo de la codificación.
Por tanto, reflexionando sobre el principio de solidaridad que inspira la
legítima, debe evaluarse cambios en su configuración que permitan a la
persona ejercer su libertad de decisión, dejando a salvo, sin lugar a duda,
cuando de descendientes se trate, la protección de los menores de edad y
en los casos de discapacidad siempre y cuando no puedan sustentarse
económicamente de forma autónoma. (Platero, 2017).
Pues bien, la finalidad de la legítima es la supervivencia de la familia y,
principalmente, de los descendientes, por ello la restricción a la libertad del
testador debe orientarse a garantizar la continuidad de la familia respecto de
quienes están en potestad del padre de familia y no colocar en un pie de
igualdad a todos los herederos, es decir, de quienes a la muerte del
causante aún no están en condiciones de garantizar su independencia
económica ya sea por no haber alcanzado la mayoría de edad o porque
habiéndola obtenido se encuentren siguiendo estudios superiores, o porque
no pueden autososenerse con motivo de su discapacidad física o intelectual
Sin ánimo de abrir un cuestionamiento respecto a quiénes ampararía
este beneficio, la legítima debe responder a la necesidad de protección de
los descendientes como consecuencia de la edad y discapacidad. Esto es
que, cuando de descendientes se trate, solo tendrían la calidad de herederos
130
forzosos los hijos menores de edad o hijos mayores de edad con
discapacidad que se encuentran en situación de dependencia y no pueden
autosostenerse con motivo de su discapacidad física o intelectual.
De esta forma el testador tendrá mayores probabilidades de distribuir
sus bienes en función a sus preferencias, pues nadie conoce mejor que él
las necesidades y las habilidades de sus descendientes, pudiendo sopesar
todas las circunstancias y ejercer la equidad con mayor aproximación. Solo
estaría obligado a reservar las dos terceras partes de su patrimonio cuando,
a pesar de no tener hijos en situación de vulnerabilidad, concurran sus
demás herederos forzosos como los padres y demás ascendientes, el
cónyuge o, en su caso, el integrante sobreviviente de la unión de hecho.
Por lo expuesto, sin apartarnos del principio de solidaridad que debe
primar en la relación familiar, es necesario una reforma del derecho
sucesorio, que pasa necesariamente por replantear la condición de
legitimario, proponiéndose que en el caso de los descendientes solo se
consideren como herederos forzosos los hijos y demás descendientes
menores de edad y los hijos mayores de edad con discapacidad que se
encuentren en situación de dependencia y no puedan autosostenerse con
motivo de su discapacidad física o intelectual.
Esto aumentará la porción de libre disposición, permitiendo que otras
personas (físicas o jurídicas) aunque no sean parientes, pueden recibir parte
del patrimonio luego de la muerte del testador en mayor porcentaje del que
131
se establece actualmente, incluso el testador puede optar por repartir su
patrimonio igualitariamente a sus descendientes por propia voluntad y no
porque así se le imponga.
Lo que se busca es que se le reconozca a la persona mayor libertad al
momento de ordenar su patrimonio y no dejar que el Estado siga interfiriendo
en la decisión personalísima de la persona de qué hacer con sus bienes
para después de su muerte. Debe ser el afecto y no la ley que dicte el
destino de los bienes de una persona cuando no concurran a la herencia
descendientes que se encuentren en condiciones de vulnerabilidad y
dependencia.
5.2 La legítima como limitación excepcional a la libertad de testar
Nuestra propuesta es que el derecho sucesorio esté regido por la
libertad de testar como regla general, y por excepción por la cuota legitimaria
de los herederos forzosos, los mismos que en el caso de los descendientes,
el parentesco, por sí solo, no será suficiente fundamento ético para adquirir
tal condición, sino que, en atención a la función social de la legítima,
deberán además coincidir especiales situaciones de necesidades derivadas
de la edad o discapacidad.
La necesidad de la extensión gradual de la libertad de testar no solo se
justifica y fundamenta en una mejor adaptación a las circunstancias
cambiantes de la sociedad, sino principalmente al respeto del principio
132
fundamental de la libertad tanto inter vivos como mortis causa,
fortaleciéndose así la voluntad del testador como fuente del derecho
sucesorio, que si bien puede ser influenciable y manipulable por parientes o
extraños que estén cercanos al testador, quienes en su afán de sacar algún
provecho, se esfuerzan por dirigir su voluntad; sin embargo, la norma no
permitirá el abuso de derecho cuando concurran los herederos forzosos.
Debemos tener en cuenta que el peligro de influencias afectivas es
latente en todos los actos de la vida, cualquiera que sea la edad y la
situación de la persona. Por lo tanto, pretender que la legítima sea un freno
para evitar la captación de la voluntad de los padres de avanzada edad y los
comportamientos oportunistas, sería una injusta solución generalizadora,
que sin duda afectaría a todos los testadores. Lo normal es favorecer a los
hijos y si el testador los distingue o atribuye la herencia a otra persona sus
legítimas razones tendrá (Magariños, 2016).
La imperatividad de la ley no debe ocultar la causa de la disposición que
es el amor y el afecto, por ello la legítima de los descendientes será una
limitación a la libertad solo en la medida que necesiten protección, y no debe
restar valor a la generosidad ni privar un derecho tan sustancial como el de
poder disponer libremente de los bienes teniendo en cuenta
comportamientos, afectos y méritos que solo el testador está en condiciones
de conocer.
La legítima no debe constituir un límite a la autonomía de la voluntad
cuando no exista un deber de asistencia basado en la necesidad de atender
133
a los descendientes por su edad o discapacidad. Debemos partir de una
libertad de testar en el mayor grado posible, que no solo contemple el acto
de otorgar testamento, sino también de decidir su contenido, cuando no
concurran hijos y demás descendientes menores de edad, ni hijos mayores
de edad con discapacidad que se encuentren en situación de dependencia y
no puedan autosostenerse con motivo de su discapacidad física o
intelectual, así como tampoco los demás familiares determinados por ley a
recibir un concreto valor del patrimonio.
Manteniendo cierta coherencia y continuidad con el histórico sistema de
legítimas, nuestra propuesta de excluir como herederos forzosos a los hijos
mayores de edad que no estén discapacitados o que estándolo puedan
autosostenerse, busca adecuar el sistema legitimario peruano a las
necesidades del tiempo en que vivimos, en el que las condiciones sociales y
económicas poco tienen que ver con las existentes al tiempo de la
codificación, por lo tanto, continuar protegiendo a los hijos por igual ya no se
justifica.
5.3 Los menores de edad y personas con discapacidad como límites de
la libertad para disponer
La institución de la legítima se sustenta en el amparo familiar y en
la solidaridad, pero la actual legislación en materia sucesoria no contempla
un derecho especial para los menores o para las personas con discapacidad
que requieran total asistencia y apoyo, por el contrario, impone un reparto
134
igualitario a los hijos, sin importan las condiciones particulares que los coloca
en estado de vulnerabilidad.
Hemos indicado y demostrado a lo largo de nuestro trabajo que las
circunstancias existentes al tiempo de la codificación civil en materia
sucesoria guardan mucha distancia con las condiciones sociales actuales,
por lo tanto ya no se justifica que el Estado se siga imponiendo a la voluntad
de la persona señalando ciegamente qué tiene que hacer y cuál deber ser el
reparto de sus bienes, en beneficio de hijos que a su muerte no necesitan
ser protegidos y que probablemente estén desvinculados del grupo familiar.
Solo se justifica que el Estado limite la libertad de disposición limitando
un derecho básico, la libertad, cuando exista razón de peso, que a nuestro
criterio es la protección de los derechos sucesorios de los hijos menores de
edad y los hijos mayores de edad con discapacidad, siempre y cuando estos
últimos se encuentren en situación de dependencia y no pueden
autosostenerse con motivo de su discapacidad física o intelectual, ya que
persona con discapacidad no es sinónimo de dependencia.
En este sentido, para modificar la determinación de la legítima de los
descendientes, debemos tener en cuenta las circunstancias especiales en
que se encuentra la persona como consecuencia de la edad o discapacidad.
Por ello consideramos que aquellas propuestas que plantean la supresión de
la legítima de los descendientes es extremista y deben ser rechazadas de
plano.
135
No reconocer derechos sucesorios a los familiares que se encuentran en
situación de vulnerabilidad, como los hijos menores de edad o hijos
discapacitados que no son autodependientes por razón de sus discapacidad,
sería un panorama desolador, más aún si tenemos en cuenta los recientes
cambios sustantivos al Código Civil relativos a la capacidad, que con el
objetivo de promover la inclusión de las personas con discapacidad y
garantizar el derecho al ejercicio de su capacidad jurídica en condiciones de
igualdad, cambia de paradigma dejando de lado el paternalismo y el
concepto civilista de protección jurídica a través de la sustitución de la
voluntad de la persona con discapacidad y da paso a la toma de decisiones
con apoyos.
Con estos profundos cambios en la regulación de la capacidad jurídica,
introducidos por el Decreto Legislativo 1384, publicado con fecha 04 de
setiembre de 2018, se ha buscado adaptar la legislación nacional a la
Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, cuyo
artículo 12, establece que los Estados Partes tomarán todas las medidas
que sean pertinentes y efectivas para garantizar el derecho de las personas
con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, haciendo
hincapié entre otros derechos al de la herencia.
Modificar la legítima de los descendientes, no significa eliminar el
sustento más importante que es la solidaridad familiar. El cambio es ¿con
quién y por qué? Estamos seguros que en un tiempo no tan lejano, la
regulación de la legítima será materia de análisis, en el que se busque un
justo equilibrio entre el respeto a la libre disposición del testador y la
136
protección de los descendientes, permitiendo a la persona pueda siempre
decidir a quién dejar lo que le pertenece en base a criterios subjetivos que
configuran una elección personalísima, más aún si tenemos en cuenta que el
Código Civil en materia de sucesiones es anterior a la Convención de los
Derechos del Niño y a la Convención de los Derechos de las Personas con
Discapacidad, no encontrándose a la fecha contempladas en las
instituciones del derecho de sucesiones.
5.4 Limitación de la legítima sin vulnerar la Constitución Política de
1993
El inciso 16 del artículo 2 de la Constitución Política del Perú reconoce
el derecho a la propiedad y, seguidamente el derecho a la herencia: “toda
persona tiene derecho a la propiedad y a la herencia”. El reconocimiento de
ambos derechos en un mismo inciso no obedece a un simple criterio
coincidente sino más bien a la consustancialidad entre ellos. Para el ejercicio
del derecho a la herencia necesariamente tiene que observarse el contenido
del derecho de propiedad. Por tanto, puede existir propiedad sin herencia,
pero no a la inversa, desde la perspectiva del causante quien solo podrá
transmitir los bienes que son de su propiedad. Pues, no es posible identificar
el derecho a la herencia sin propiedad respecto de los bienes que integran el
patrimonio a transmitir.
No obstante, debemos hacer hincapié que el derecho sucesorio no
está limitado al derecho de propiedad, esto significa que puede haber
137
herencia que no conlleve el derecho de propiedad, como por ejemplo los
títulos nobiliarios, el derecho a mantener un contrato de arrendamiento. Del
mismo modo, pueden darse declaraciones testamentarias que no son
patrimoniales, pero sí importantes para el derecho, tales como el
reconocimiento de un hijo, la negación de la paternidad, el reconocimiento
de una unión de hecho, entre otros.
Ambos derechos no son absolutos, están delimitados por su función
social. Como es sabido, el contenido esencial del derecho de propiedad
otorga a su titular la posibilidad usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien
siempre y cuando, a través de su uso, se realice la función social que le es
propia. Esto es que el derecho a la propiedad está supeditado a causas de
seguridad nacional o necesidad pública, al estado de necesidad de
determinados parientes, como la obligación de prestar los alimentos, así
como también está gravada con diversos impuestos que aquejan el disfrute
pleno de la misma con la finalidad de distribuir la riqueza.
Por su parte el derecho a la herencia que es propiamente un modo de
transmisión de la propiedad a ciertos parientes del causante con ocasión de
su muerte, se encuentra limitado por cuestiones de indignidad y
desheredación, en cuyo caso de probarse, desaparece la obligación legal de
reservar parte del patrimonio y se aumenta la cuantía de libre disposición.
De la interpretación de la norma, se entiende que la Constitución
reconoce el derecho a la propiedad y a la herencia por igual, y siendo
nuestra propuesta de investigación reducir, en el caso de los descendientes,
138
las personas con derecho a la legítima, ambos derechos estarían
colisionando entre sí, toda vez que por un lado se estaría fortaleciendo la
voluntad del causante como fuente de vocación sucesoria, pero por otro, al
permitirse la mayor disposición de la propiedad privada por su titular para
después de la muerte, se estaría limitando el derecho a la herencia
reconocido a determinadas personas. Por tanto, el problema a resolver es
¿cuál de ellos tiene prioridad?
Si bien, nuestro ordenamiento jurídico con un afán garantista busca
un justo equilibrio en la protección de ambos derechos, dejando en manos
del legislador fijar la cuantía máxima que puede restarse del derecho de
propiedad para disponer libremente y la mínima con la que se resguarda el
derecho a la herencia. Sin embargo, frente al conflicto del derecho del
propietario a disponer de sus bienes y el derecho de ciertos parientes a
heredarlos, deberá aplicarse el ejercicio de la ponderación para determinar
cuál de ellos justifica priorizar, partiendo que la libertad de testar halla su
fundamento reconocido en la Constitución como reflejo del derecho a la
propiedad privada y el principio de autonomía privada en la libre
autodeterminación del individuo.
Teniendo claro que la finalidad del derecho a la herencia ha sido dar
continuidad al patrimonio familiar y proteger a los parientes más próximos,
como descendientes, ascendientes, cónyuge y en algunos casos al
sobreviviente de la unión de hecho, tal y como ocurre en nuestro
ordenamiento jurídico desde abril del año 2013, nuestra propuesta si bien es
una medida restrictiva al derecho a la herencia, se justifica en la necesidad
139
proteger, promover e incentivar la libertad del hombre de testar, sin
desproteger los derechos e intereses de personas vulnerables del entorno
familiar del testador.
La herencia es un modo de adquirir la propiedad, pero privar al
causante de disponer sus bienes de acuerdo a lo que mande su voluntad
cuando no tiene descendientes que atraviesen circunstancias de necesidad
y dependencia derivadas de la edad y discapacidad, no solo no se está
cumpliendo con la función social de la legítima, que es la protección de los
que padecen mayor vulnerabilidad, sino que además los sitúa en una
posición de privilegio frente al causante, afectando su desarrollo libre e
independiente de decidir el destino de su patrimonio.
Se trata, sin duda, de un trato diferenciado entre los descendientes,
pero justificado en causas objetivas y razonables como la dependencia y el
estado de necesidad. Por tanto no se estaría afectando el derecho de
igualdad, ya que como lo ha señalado el Tribunal Constitucional en
reiteradas jurisprudencias38, este derecho no solo supone tratar igual a los
iguales, sino también distinto a las personas que estén en situaciones
desiguales.
Si bien, es incorrecto pretender que la voluntad del causante se
cumpla de forma absoluta sin considerar los derechos comprometidos de los
demás herederos forzosos y las normas de orden público involucradas en su
ejercicio, sin embargo, debemos ser consecuentes con los demás valores,
38 Sentencia del 4 de julio del 2003, recaída en los Expedientes Acumulados Nº 0001-2003-AI/TC y Nº 0003-2003-AI/TC.
140
principios y derechos que la Constitución reconoce como: la libertad,
solidaridad e igualdad, los mismos que constituyen la columna vertebral de
nuestra investigación.
Acorde con los principios constitucionales y con la evolución social y
cultural que ha desarrollado la sociedad peruana en las últimas décadas,
consideramos que la libertad testamentaria debe constituir la base del
derecho sucesorio peruano como regla principal en la sucesión por causa de
muerte, reconociendo, claro, razonablemente algunas limitaciones que
justifiquen la existencia de una protección especial.
5.5 Análisis del principio de proporcionalidad y razonabilidad en la
justificación del tratamiento
Antes de examinar si la medida restrictiva que proponemos en nuestra
investigación se justifica en la necesidad de preservar, proteger o promover
un fin constitucionalmente valioso, es importante analizar el contenido y
ámbito de protección del derecho de propiedad y herencia para identificar los
posibles derechos que pueden verse involucrados en su aplicación.
Respecto al derecho de propiedad el Tribunal Constitucional39 ha precisado
que garantiza la existencia e integridad de la propiedad y a su vez guarda
una estrecha relación con la libertad personal, ya que permite expresar la
libertad económica que tiene toda persona en un Estado social y
39 Sentencia del 20 de abril del 2011, recaída en el Expediente N.° 03258-2010-PA/TC.
141
democrático de derecho, garantizándose la participación del propietario en la
organización y el desarrollo de un sistema económico-social.
Asimismo, como también ya lo ha destacado el Tribunal
Constitucional40, el derecho de propiedad se caracteriza, entre otras cosas,
por ser: a) un derecho pleno, en atención a que confiere a su titular un
conjunto amplio de atribuciones que puede ejercer autónomamente en
armonía con el bien común, es decir, respetando los límites impuestos por el
ordenamiento jurídico y los derechos ajenos; y, b) un derecho irrevocable, ya
que su extinción o transmisión depende de la propia voluntad del titular y no
de la realización de una causa extraña o del solo querer de un tercero, salvo
las excepciones que prevé expresamente la Constitución Política, como por
ejemplo la expropiación como potestad del Estado frente a causas de
seguridad nacional o necesidad pública.
En lo que respecta al derecho a la herencia, como hemos indicado, al
igual que el derecho de propiedad, es un derecho fundamental que está
constituido por el conjunto de bienes, derechos y obligaciones de una
persona y que son trasmitidos como consecuencia de la muerte. La
protección constitucional de este derecho se extiende al derecho de adquirir
por herencia en cualquiera de sus tipos de sucesión reguladas en el Código
Civil, y, por ende, los intereses de los herederos son merecedores de
amparo especial que conlleva a legitimarlos en aquellas acciones legales
que deben tomar cuando ven vulnerados sus derechos sucesorios.
40 Sentencia del 20 de marzo del 2009, recaída en el Expediente N.° 05614-2007-PA/TC.
142
Ahora bien, en aplicación del principio de proporcionalidad,
determinaremos si nuestra propuesta de exclusión de determinados
descendientes como herederos forzosos implica un trato diferenciado que
afecta derechos constitucionales. Como sabemos este principio debe
emplearse a través de tres subprincipios: idoneidad, necesidad y de
proporcionalidad en sentido estricto. Conforme a esto, pasamos a examinar
cada uno de ellos:
5.5.1. Idoneidad
Aquí nos corresponde analizar la relación de causalidad de medio a
fin para que la propuesta que se plantea no sea inconstitucional. En este
sentido, la modificación que se propone al artículo 724 del Código Civil, que
importa reducir el número de personas con derecho a heredar, por haber
desaparecido la justificación que ampara una protección igualitaria a los
descendientes, como era el estado de desamparo en que quedaban los hijos
al morir el padre a temprana edad (35-40 años), por un lado excluye de la
herencia a los hijos que no se encuentren en estado de necesidad como
consecuencia de la edad o discapacidad, y por el otro, amplía la libertad de
testar de las personas que no tienen hijos menores de edad ni mayores de
edad con discapacidad que no puedan autosostenerse con motivo de su
discapacidad física o intelectual.
143
Esta medida restrictiva resulta idónea en una sociedad en que las
condiciones sociales de las últimas décadas son totalmente diferentes a las
condiciones existentes al tiempo de la codificación civil, por lo tanto, no
amerita que el Estado siga imponiéndose a la voluntad del causante cuando
las circunstancias que justificó su intervención han variado notablemente.
Por lo tanto, nuestra propuesta es idónea y conduce a un fin
constitucional que es la autonomía para decidir el destino del patrimonio y de
esta manera optimizar el derecho de propiedad de las personas que deciden
ordenar su patrimonio para después de su muerte.
5.5.2 Necesidad
Habiendo analizado la idoneidad de la propuesta de reforma del
artículo del Código Civil, relativo a los herederos forzosos, debemos ahora
en esta etapa analizar si existen medios alternativos al que proponemos que
no sean gravosos o, al menos, que lo sean en menor intensidad. Se trata de
analizar una relación entre medios.
En el desarrollo de la presente investigación se barajaron más de una
propuesta destinada hacia una mayor libertad de testar, y que ahora
corresponde analizar para determinar si hay una solución más efectiva de la
que proponemos para optimizar el derecho de propiedad y con ello la
libertad de disposición.
144
Una propuesta alternativa que se analizó y que también podría
resultar idónea es la reducción del porcentaje de la cuota legitimaria de los
herederos forzosos, propuesta que ha sido recogida en otras legislaciones,
como por ejemplo, en el derecho sucesorio argentino, que como hemos
visto, al hacer referencia al derecho comparado, el Código Civil y Comercial
de la Nación, disminuye la cuantía legitimaria de los descendientes de 4/5 a
los 2/3, y de los 2/3 a 1/2 en el caso de los ascendientes.
Si bien, el reducir el porcentaje de participación en la herencia de los
herederos forzosos amplía el porcentaje de libre disposición del testador,
debemos tener en cuenta que esta medida afectaría a los demás herederos
forzosos que no son descendientes e incluso a los que siendo descendientes
no hayan alcanzado la mayoría de edad a la muerte del testador y a los que
habiendo alcanzado la mayoría de edad no puedan autosostenerse como
consecuencia de la discapacidad que les afecta.
No podemos afectar el derecho de los demás herederos, que por su
condición con el causante está justificado el derecho a heredarlo,
recordemos que el reconocimiento del derecho a heredar del integrante de la
unión de hecho, es una de las recientes modificaciones introducidas al
derecho sucesorio peruano y que está respaldada por el derecho al trato
igualitario entre la condición de ser cónyuge o conviviente.
En este sentido, esta propuesta resulta ser idónea para alcanzar el
mismo fin que buscamos con nuestra propuesta, sin embargo, resulta ser
145
más gravosa porque afecta el derecho de los demás herederos forzosos, y
mantiene en la misma línea de igualdad a los descendientes, sin tener en
cuenta la transformación de las condiciones sociales actuales.
5.5.3 Proporcionalidad en sentido estricto
Finalmente, debemos analizar el grado de optimización del derecho
de propiedad teniendo en cuenta que los derechos humanos no son
absolutos, como seres sociales tenemos que buscar la convivencia
armónica. Por tanto, debemos tener claro que cuando mayor es la intensidad
en la afectación de un derecho fundamental, mayor debe ser la optimización
del otro derecho fundamental protegido.
Si bien, hay un grado de afectación del derecho a heredar de los
descendientes que no se encuentren en estado de necesidad como
consecuencia de la edad o discapacidad, sin embargo, esta restricción
obedece a una necesaria adecuación de la norma a la realidad social
imperante en las últimas décadas, no descartando la posibilidad que el
testador, no obstante, a ya no estar obligado a reservarles parte de su
patrimonio, los beneficie porque así manda su voluntad. Asimismo, en caso
el causante no haya optado por ordenar su patrimonio, seguirán teniendo la
condición de herederos forzosos por cuanto a falta de voluntad seguirán
rigiendo las reglas de la sucesión intestada.
146
Estamos convencidos que nuestra propuesta maximiza el derecho de
propiedad y permite fortalecer la voluntad del causante como fuente de
vocación sucesoria, en una sociedad en donde cada vez más las personas
mueren sin dejar legalmente explícita su voluntad, exponiendo la tranquilidad
de la familia, quienes en la mayoría de los casos se ven involucradas en
pleitos legales que resquebrajan la relación familiar.
5.6 Propuesta de reforma de la regulación de la legítima en la legislación nacional
Nuestra propuesta se centra en replantear la categoría de herederos
forzosos cuando de descendientes se trate, reconociendo solo como
legitimarios a los hijos y demás descendientes menores de edad y los hijos
mayores de edad con discapacidad que se encuentran en situación de
dependencia y no pueden autosostenerse con motivo de su discapacidad
física o intelectual. Debemos hacer hincapié que la propuesta se enmarca
dentro de la sucesión testamentaria, ya que solo en ella el testador tiene la
oportunidad de expresar su voluntad respecto al destino de sus bienes, con
mayores probabilidades de distribuirlos de acuerdo a sus preferencias
cuando no concurran sus herederos forzosos, salvo el tercio de libre
disposición. En caso el causante muera intestado, los hijos y demás
descendientes heredarían por igual.
Asimismo, estando a que la obligación de prestar alimentos, según el
artículo 486 del Código Civil se extingue por la muerte del obligado, salvo
que el testador estuviese obligado al pago de alimentos, en cuyo caso la
147
porción disponible quedará gravada hasta donde fuera necesario para
cumplirla, según lo dispuesto en el artículo 728 del mismo cuerpo normativo,
se propone que los mayores de dieciocho y menores de veintinueve años
que a la muerte del causante estuvieran siguiendo estudios superiores, pero
no cuentan con una pensión alimenticia a su favor, porque su progenitor
cumplía con la misma o porque ante circunstancias particulares optaron por
no accionar, tendrán derecho a solicitar se les asigne una pensión de
alimentos, en concordancia con el artículo 424 del código sustantivo referido.
Por tanto, la propuesta de reforma de los artículos relativos a los
herederos forzosos y tercio de libre disposición sería tal como se describe:
Artículo 724 de Código Civil (regulación actual)
Son herederos forzosos los hijos y los demás
descendientes, los padres y demás ascendientes, el
cónyuge o, en su caso, el integrante sobreviviente de la
unión de hecho.
Artículo 724 de Código Civil (propuesta de reforma)
Son herederos forzosos los hijos y demás
descendientes menores de edad y los hijos
mayores de edad con discapacidad que se
148
encuentran en situación de dependencia y no
pueden autosostenerse con motivo de su
discapacidad física o intelectual41, los padres y
demás ascendientes, el cónyuge o, en su caso, el
integrante de la unión de hecho.
Artículo 724-A
Los descendientes mayores de dieciocho que a la
muerte del causante estuvieran siguiendo estudios
superiores satisfactorios podrán acceder a una pensión
alimenticia hasta los de 29 años de edad, en
concordancia con el artículo 424°.
Artículo 725 de Código Civil (regulación actual)
El que tiene hijos u otros descendientes, o cónyuge,
puede disponer libremente hasta del tercio de sus
bienes.
Artículo 725 de Código Civil (propuesta de reforma)
El que tiene hijos u otros descendientes menores de
edad o hijos mayores de edad con discapacidad
41 Lo resaltado en negrita es nuestro para ilustrar la modificación que se propone al artículo.
149
que se encuentran en situación de dependencia y
no pueden autosostenerse con motivo de su
discapacidad física o intelectual42, o cónyuge, puede
disponer libremente hasta del tercio de sus bienes.
42 Lo resaltado en negrita es nuestro para ilustrar la modificación que se propone al artículo.
150
CONCLUSIONES
1. El debate sobre la libertad de testar no es un tema nuevo en el Perú,
pero sí un tema actual que debe ser tomado en cuenta por el legislador
peruano para flexibilizar el estricto sistema legitimario hacia una mayor
libertad de testar, sin abandonar los principios fundamentales del
derecho de sucesiones ni desproteger los derechos e intereses de
personas vulnerables del entorno familiar del testador, en atención a
que las condiciones sociales actuales poco tienen que ver con las
existentes al tiempo de la codificación civil. Aunque ello implique romper
el trasnochado y viejo esquema paradigmático de “legítima intangible”,
que resulta ser una limitación que paradójicamente se impone a la
persona para después de muerta y no en vida.
2. Si bien, el principal fundamento de la institución de la legítima ha sido
proteger a la familia, sin embargo, debemos reconocer que este fin
paulatinamente está perdiendo rigurosidad a propósito de la realidad
emergente, en la que cada vez tiene mayor peso la configuración de
nuevas grupos familiares que distan de la familia tradicional, debido al
incremento de divorcios y separaciones, que según informó el Instituto
Nacional de Estadística e Informática, desde el año 2016 de cada cinco
matrimonios celebrados al año uno se divorcia, siendo la tendencia en la
últimas décadas que se divorcien cada vez más jóvenes, entre los 40 a
45 años, datos que han llevado a calificar en el área psicológica como “la
crisis de los cuarentas” tanto en hombres como en mujeres.
151
3. El concepto de familia viene sufriendo una mutación importante en los
componentes subjetivos de sus miembros, por lo que en estas últimas
décadas es casi imposible hablar de un tipo paradigmático de familia.
Por lo tanto, si se pensaba que con la legítima se estaba protegiendo a
los parientes más próximos al causante, al solo tener el testador la
posibilidad de beneficiar a los hijos de su nueva pareja, que se han
asimilado al nuevo núcleo familiar, con un tercio de la masa hereditaria
cuando tiene herederos forzosos, no se estaría cumpliendo con la
finalidad solidaria que debe existir entre los miembros de una familia. Por
ello nuestra propuesta de mayor flexibilidad cualitativa de los
beneficiarios de ella busca, no reconocer derechos hereditarios, sino
ampliar la disponibilidad de testar para satisfacer la voluntad del
testador, cuando las circunstancias así lo ameriten.
4. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida de la población peruana
ha aumentado en 15 años en las últimas cuatro décadas, y actualmente
se vive, en promedio, 74,6 años (72,0 años los hombres y 77,3 años las
mujeres), proyectándose incluso al año 2050 alcanzar los 79 años de
edad, podemos concluir con este indicador que se debilita, sin duda, el
condicionamiento a la facultad de disposición del testador sustentado en
las necesidades de subsistencia y formación de los hijos, toda vez que
cuando los legitimarios de una persona de 75 años reciban la herencia
estarán entre los 40 y 50 años, edad en que la obligación de los padres
de educar y formar a sus hijos se ha cumplido con creces,
152
encontrándose en la mejor edad productiva con una situación económica
y social ya consolidada.
5. La propuesta de modificación que se plantea está dirigida
exclusivamente a la sucesión testamentaria, en donde prima la voluntad
de la persona, optando por replantear la categoría de herederos forzosos
en el caso de los descendientes, reconociendo solo como legitimarios a
los hijos menores de edad o mayores con discapacidad que se
encuentran en situación de dependencia y no pueden autosostenerse
con motivo de su discapacidad física o intelectual. De modo que solo
hereden al causante los hijos que se encuentren en especiales
situaciones de necesidades derivadas de la edad o discapacidad.
6. En armonía con los principios constitucionales y la evolución social y
cultural que ha desarrollado la sociedad peruana en las últimas décadas,
lo que se busca es un justo equilibrio de las normas que regulan el
derecho sucesorio, otorgando mayor peso a la libertad de testar del
causante, justificado en causas objetivas y razonables como la
dependencia y el estado de necesidad del llamado a heredar. Esto
representará una oportunidad para adaptar nuestro rígido sistema
legitimario a la realidad de la sociedad contemporánea, en la que viene
predominando la preocupación de los padres de formar a los hijos sobre
el interés de dejarles un patrimonio que garantice su supervivencia.
153
7. Asimismo, estando a que la obligación de prestar alimentos, según el
artículo 486 del Código Civil se extingue por la muerte del obligado,
salvo que el testador estuviese obligado al pago de alimentos, en cuyo
caso la porción disponible quedará gravada hasta donde fuera necesario
para cumplirla, según lo dispuesto en el artículo 728 del mismo cuerpo
normativo, los mayores de dieciocho y menores de 29 años que a la
muerte del causante estuvieran siguiendo estudios superiores, pero no
cuentan con una pensión alimenticia a su favor, porque su progenitor
cumplía con la misma o porque ante circunstancias particulares optaron
por no accionar, tendrán derecho a que se les asigne una pensión de
alimentos, en concordancia con el artículo 424 del código sustantivo
referido.
8. Finalmente, como hemos visto, en el derecho comparado cada vez más
se abre un amplio abanico de posibilidades para que el testador decida a
quién transmitir sus bienes, como es el caso de Francia y el País Vasco
que ya no reconocen a los ascendientes como legitimarios, o en el caso
de Cataluña que incorpora como causal de desheredación la ausencia
manifiesta y continuada de relación familiar entre el causante y el
legitimario, siempre y cuando obedezca a una causa exclusivamente
imputable al legitimario, o las recientes modificatorias del derecho
sucesorio cubano y argentino, que por un lado, suprime la existencia de
herederos forzosos, reduciéndolo al concepto de herederos
especialmente protegidos, donde los vínculos de sangre y conyugales
importan pero no son suficientes para arroparse la condición de
154
legitimarios, sino que además deberá demostrarse no estar apto para el
trabajo y depender económicamente del testador; y por el otro, se
disminuye la cuantía legitimaria de los descendientes de 4/5 a los 2/3, y
de los 2/3 a 1/2 en el caso de los ascendientes. Sin embargo,
consideramos que una reforma legislativa más que tomar como
referencia la normatividad de los sistemas comparados debe obedecer a
los propios requerimientos de un país.
155
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