Libertad Nº 57

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  • 8/2/2019 Libertad N 57

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    N57 DICIEMBRE 2010~

    ENERO2011

    BuenosAiresPUBLICACIN

    DELGRUPOANARQUISTA

    LIBERTAD

    PRECIO$3

    REIVINDICAR LA JUVENTUD MILITANTE

    GRUPOS LIBERTARIOS Y PODER POPULARCONTRA EL MERCADO -segunda parte-ASESINATO DE MARIANO FERREYRA

    LO QUE SIMN NOS DEJCENTENARIO DE LA CNT

    LA RAZZIA CHILENAFUTURO MINADO IIy muchos otrossucesos que lamayora olvid

    por la santificacinde un

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    Al quedar constituida SolidaridadObrera en Confederacin Nacional delTrabajo, acuerda manifestar en la pren-sa obrera mundial la indignacin conque ha visto las medidas inicuas, lega-les y extralegales, que el Gobierno dela Repblica Argentina ha empleado en

    contra de los trabajadores y su organi-zacin, por lo que recomienda a las so-ciedades adheridas hagan una intensa

    propaganda de protesta cada vez que serepitan hechos parecidos afirmando almismo tiempo su absoluta conviccinde que, a pesar de las violencias de to-dos los gobiernos, no podr haber pazen la tierra hasta que los trabajadoresayudados por los grandes cerebros vi-dentes del porvenir, tengamos la sufi-ciente fuerza para aniquilar a la desi-gualdad econmica y a todos sus de-fensores. (Congreso fundacional de laC.N.T. Barcelona, 30 de octubre al 1 denoviembre de 1910)

    Con esa sntesis de aspiraciones in-ternacionalistas y revolucionariassurga una organizacin obrera en Es-

    paa fruto de diversas experiencias quese venan sucediendo desde la Federa-cin Regional Espaola de 1870 y laAlianza de la Democracia Socialista.Los nombres no eran lo ms importan-te, sino lo que iban dejando como lega-do. Vendra luego la F.T.R.E.; La Inter-nacional Los Desheredados; Federa-cin de Resistencia al Capital-Pacto deUnin y Solidaridad; O.A.R.E., hastallegar al siglo XX ya con SolidaridadObrera, la famosa regional catalana de

    sociedades obreras que tras los sucesosde la semana trgica de 1909 ve la ne-cesidad de constituir un organismo queabarque a todo el territorio espaol.

    La CNT nace con esa impronta anar-quista, aunque en su interior coexistie-ron desde siempre diversas tendenciasideolgicas y modos de entender la

    prctica. El federalismo organizativo,la autonoma, la accin directa y el re-celo a la remuneracin y la perpetua-cin en los cargos administrativos mar-caban esa etiologa crata que la dife-rencia sustancialmente del sindicalismointegrado, mediador, empresarial, para-estatal y subvencionado que conoce-mos de sobra.

    El impulso para la alfabetizacin delos obreros marc un elemento esencialdel que se nutri el anarcosindicalismoespaol, adems de sacar de la ignoran-cia a las capas ms desfavorecidas dela sociedad, surgi el fenmeno -queun compaero denomin- del peonis-mo ilustrado, es decir, obreros autodi-dactas que en contacto con las ideas deliberacin se hicieron de una cultura yfueron piezas esenciales en la fragua dela revolucin que se vivi en esa re-gin, donde por nica vez estuvo cercade concretarse el ideario propugnado

    por los anarquistas.Las luchas por las mejoras en las

    condiciones laborales y sociales tem-plaron a la militancia anarcosindicalistay la represin consiguiente no pudo de-tener un movimiento cuyo eje central

    estuvo siempre en la accin. En pala-bras de Garca Oliver: No existi unaCNT carente de hombres de accin. Laaccin, en nuestra organizacin, era

    producto de las grandes resistenciasque a su crecimiento opona la infinitagama de intereses creados por la socie-

    dad burguesa. Para poder crecer y de-sarrollarse, la CNT tena que hacer sal-tar la costra que impeda su crecimien-to. De ah que fuese violenta en susmtodos. Y la cantidad de su violenciacorresponda exactamente a la cantidadde violencia que se le opona. La dig-nificacin de la condicin de la mujeren igualdad con el hombre; la defensade los presos y las luchas por el comu-nismo libertario marcarn otras carac-tersticas fundamentales de la CNT, or-ganizacin que solemos criticar por susdesaciertos, errores y graves transgre-siones que se dieron en sus filas a lolargo de la historia, rica en miserias,

    pero desbordante en ejemplos de inte-gridad personal y colectiva, y no es deextraar precisamente que su mayor ri-queza se encuentre en ciertas ocasionesen sus desbordes y en sus mrgenes.

    Pero este no es el sentido del escri-to, a la CNT la podemos criticar siem-

    pre. Hoy nos importa ms el tratar deinfluir y contagiar, en donde nos tocavivir, ese espritu internacionalista y re-volucionario como el que se desprendede la cita inicial. Qu decirle a losobreros; explotados; presos y margina-dos? Cmo arrebatarlos del estrechocrculo de la ignorancia infundada?Cmo romper con la alienacin a que

    todos estamos expuestos por la culturade la burguesa? Bien clarito lo escribiRodolfo Gonzlez Pacheco: No hayvicio o deformacin abajo que no seareflejo o presin de arriba. Donde elinstinto de un proletario falla o se nu-

    bla su conciencia, buscad el puo o lasombra burguesa. Qu?... Creis queslo se nos despoja de pan?... Se nosdespoja de todo, hasta de conducta. Yno es lo peor que nos roben; lo peor eslo que nos dejan: sus debilidades y susestupideces. A romper con todo eseesquema es hacia donde debemos diri-gir nuestro esfuerzo, debemos intentarser fecundos, ganar confianza para laobra y rompernos la cabeza si es nece-sario a la CNT la podemos criticartodo el tiempo que queramos, supern-donos en nuestra labor sera la manerams fecunda de hacerlo; pero no es esteel sentido de este escrito: hoy nos dete-nemos un momento para saludar a esosannimos de siempre que han prota-gonizado la historia ms rica de laCNT en sus 100 aos de lucha por unahumanidad libre, en su lucha por laanarqua.

    Salud y liquidacin Social

    Banderas rojas! Banderas negras!de lienzo blanco en tu corazn

    M.S.C.

    CENTENARIOSviejos son los traposPara nuestra poca es inadmisible tratar de contar la historia de un hombre que ajusti-

    ci nada menos que a al coronel creador de la Escuela de Polica (que hoy lleva orgullo-samente su nombre) responsable de terribles vejaciones a la clase oprimida. RamnFalcn en 1907 arrojaba agua helada a los desalojados de la "huelga de inquilinos" y enel 1 de Mayo de 1909 reprimi la manifestacin convocada por la F.O.R.A. en Plaza Lo-rea, asesinando a decenas de trabajadores e hiriendo a otros cientos, disparando luegocontra el cortejo fnebre que llevaba los fretros y clausurando, ms tarde, locales y pe-

    ridicos del movimiento obrero. Cuentan que iba en persona a semejantes actos contra lahumanidad, y cuando no estaba all sus rdenes lo hacen responsables directos. Es porestos, no pocos motivos, que el joven anarquista Simn Radowitzky liquida con una

    bomba al orgulloso coronel y a su asistente.Nuestra poca no puede admitirlo, comprende asesinar por un par de zapatillas, por pre-

    vencin del delito, por ser lesbiana, por ser pobre, por desengaos llamados amorososo por fanatismo a una bandera nacional o hasta a una camiseta barrial. Pero no puedecomprender semejante muestra de amor hacia la libertad humana, no puede comprenderque es posible matar al opresor Pero que va a comprender si ni siquiera comprendeque hay opresor?

    Y aunque en el sexto capitulo del programa de Tv. Lo que el tiempo nos dej" de Oc-tubre de 2010 emitido por el canal Telefe donde bajo el nombre Un mundo mejor in-tentaron contar la historia de Simn se atajaron antes de comenzar despachando su acla-racin: El siguiente programa es una ficcin basada en situaciones histricas pero no do-cumentales. Los personajes, las imgenes, los hechos y los argumentos no son reales, so-lo se utilizaron momentos de la historia argentina como contexto, y se versionaron, des-

    de la ficcin, algunos personajes de la vida real con fines dramticos y argumentales, pa-ra representar diferentes sucesos de nuestra historia". Aunque al final del programa co-mentaran como sigui la vida de Radowitzky, y a sabiendas de que ya haban aclarado alcomenzar la edicin mediante una placa, ms que en ninguna otra parte, una imagen va-le ms que mil palabras.Por burla patriotera o ignorancia se confunde Federacin Obrera Regional Argentinacon Federacin Obrera de la Repblica Argentina, mostrando como una letrita cambiatodo un concepto y una declaracin de posiciones asumidas. En otros detalles se muestraal anarquista como una especie de caudillo que va delante de las manifestaciones y dis-cute con las autoridades como los actuales punteros peronistas o lderes piqueteros. O delmismo modo como a una persona que en cada reunin organizativa interrumpe como untonto sobre la necesidad del acto individual. Incluyendo tambin, la obligatoria historie-tita romntica de telenovela infaltable, donde solo se puede comprender el amor como elamor entre un hombre y una mujer (son los pocos momentos donde al militante se lo vecon conductas digamos comunes y no est recitando panfletos a quien se le cruce en sucamino), reduciendo el amor a un amor genital adems. Sin dejar jams en claro si el pro-

    tagonista anarquista del unitario de televisin consuma prostitucin o simplemente erasu pareja una prostituta pequea cuestin!

    Casualmente el asesino Falcn asiste a este prostbulo y la elige a ella, l ve esto yse va. Mas adelante en una manifestacin la represin ordenada por el coronel acaba conla vida de su compaero y amigo con quien comparte la habitacin.Es entonces que el asesinato del coronel Ramn Falcn a manos de Simn Radowitzkyqueda presentado como una simple venganza personal. No hay contradicciones de clasesino de guerras personales, pareciera que los opresores actan de manera individual con-tra nuestra individualidad, contra uno de nosotros mismos o nuestros allegados directos(amigos, parejas, compaeros cercanos). No se nos permite sentir en carne propia el ase-sinato o la ofensa contra nuestros iguales. Para el historiador de turno, los directivos decualquier canal, o el televidente no existen condiciones sociales que permiten esta ex-

    plotacin y opresin, lo que existen son personas aisladas que reprimen y personas ais-ladas que responden.

    Pero quienes luchamos por la revolucin desnudamos esta verdad para conocerla ycombatirla: son condiciones globales las que permiten la explotacin burguesa, y las que

    expresan la posibilidad de la revolucin. No es un burgus que explota a unas decenas deasalariados, un polica que asesina a algunos oprimidos o unos activistas aislados que

    pueden acabar con la burguesa o simplemente mantenerse al margen de la lgica capita-lista; abordar la realidad de esta manera nos entretiene con lo superficial para jams lle-gar a las profundidades de nuestras penurias.Nuestra historia de lucha nos es contada por los vencedores para ganar algunos muchos

    billetes, y en ese afn esa historia es falsificada, no tanto para confundirnos sino para ha-cerla mas vendible. Y en esa falsificacin concordante con el pensamiento dominante ac-tual el pasado es separado de la historia, intentan convencernos de que hubo posibilida-des de revolucin pero ya no las hay porque ya no hacen falta, aquellos excesos del pa-sado no existen en el actual presente eterno de la democracia, donde un mundo mejorno es una demanda porque, dicen, ya vivimos en el mejor de los mundos posibles.

    Y esta no es la respuesta indignada de un anarquista que ha sentido que le han tocadoalgo suyo. El desprecio a este acontecimiento televisivo no recae en un miserable pro-grama de ficcin, ojala fuese simplemente eso, es de cmo en una emisin de menos deuna hora queda expresado todo el pensamiento del tiempo que nos toca en mala suerte.

    Si hoy cualquier otro simn ajusticiara a uno de estos seres despreciables, la izquier-da que lo mitifica lo hara a un lado, el televidente no lo vera como un hroe y las c-maras televisivas no lo sealaran ni como un, aunque equivocado, romntico; lo sea-laran para meterlo en la crcel y que se pudra all dentro. Para ellos los anarquistas sonsimpticos mientras se mantengan bien alejados, cientos de aos si es posible.

    Rodrigo (Colaboracin)

    LO QUE SIMN NOS DEJ

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    (Boceteando una discusin pendiente entre nosotros/as)

    La ausencia de espacios de intercambio, as como de me-canismos de discusin entre los y las anarquistas de Am-rica latina, precisa que cualquier tpico a ventilar sea pre-cedido de una aclaracin del lugar desde donde se origina

    la reflexin. La falta de continuidad orgnica, o movi-mientista si se desea, nos obliga a un cclico eterno retor-no, en donde no caben los sobrentendidos si lo que se de-sea es un real dilogo y confrontacin de argumentos.

    Este artculo desea cuestionar el uso del vocablo poderpopular (PP) entre algunos crculos libertarios, sin pre-tender agotar una discusin que an, salvo algunos escri-tos dispersos aqu y all, no se ha dado con la necesaria ri-gurosidad, que debido al corto espacio tampoco ser reali-zada aqu. Nuestra invitacin a la deliberacin debe co-menzar con algunas aclaraciones. Quienes han venido pro-moviendo, en algunos pases con ms visibilidad que enotros, la utilizacin del trmino para sintetizar una presun-ta propuesta anarquista adecuada a los nuevos tiempos, lohacen para diferenciarse de otros y otras libertarios quecombaten como antagnicos, curiosamente con mucho

    ms nfasis que al resto de la izquierda autoritaria. Segn,este anarquismo de PP enfrenta a otro anarquismo que ca-lifican, siguiendo a Murray Bookchin, como de estilo devida, y que caricaturizan como dogmtico, elitesco,encerrado en el pasado y nucleado, mayoritariamente,en el denominado insurreccionalismo. No pretendemosnegar que algunas iniciativas en el continente puedan aglu-tinar algunas o todas las caractersticas anteriores. Sin em-bargo si rechazamos con vehemencia que toda la variedadde las expresiones del movimiento libertario, desde el RoGrande hasta la Patagonia, pueda simplificarse nica y ex-clusivamente en este maniquesmo: el anarquismo orga-nizado como se autocalifican los cultores del PP- versusel insurreccionalismo.

    En cambio el anarquismo con el que nos identificamos esaquel que -reconociendo la importancia de la participacinen grupos de afinidad especficamente libertarios-, entien-de que los valores anarquistas slo podrn desarrollarse enun espacio dinmico de movimientos sociales, horizonta-les y autnomos, en conflictos concretos y reales por me-jorar aqu y ahora las condiciones de vida de los oprimidosy oprimidas de cualquier signo. Y la intervencin crata,junto a personas de otro pensamiento, no difumina nuestraidentidad como anarquistas, por el contrario la potencia.Porque los valores y no las etiquetas- que ha defendidonuestro movimiento a lo largo de la historia aspiran a servividos por cualquier persona con aspiraciones de justiciasocial y libertad, y no slo por un grupo reducido de anar-quistas convencido/as.

    El viejo fantasma de la dictadura del proletariado

    La propuesta anterior no es ni la mejor ni la nica quecomplejiza la interesada polarizacin construida por lospromotores rojinegros del PP: De un lado ellos, constru-yendo organizacin al lado del pueblo en una indita y he-terodoxa interpretacin del anarquismo. Del otro, los anar-quistas dogmticos de caf y biblioteca, encerrados enghettos alejados de las masas, cuyas iniciativas aventure-ras solamente alimentan a la reaccin. La caricaturizacinde la discusin en estos trminos slo esconde la propiasuperficialidad de las propuestas de los anarquistas orga-nizados. Vayamos por partes.

    El uso del trmino PP es una moda, en tiempos de presun-to giro del continente hacia la izquierda por parte de go- biernos, entre comillas, progresistas. Por lo general,buena parte de la izquierda propone la creacin del PP sinaclarar que cosa se est definiendo por ese trmino. En

    nuestros predios la confusin es an mayor, pues se nom- bran cosas correctas utilizando el concepto equivocado.Antes decamos que como anarquistas nos importan pocolas etiquetas, sin embargo esta nocin, como explicare-mos, necesariamente adopta una significacin que, preci-samente, termina con hipotecar hacia la nada los valores

    que nos definen como antiautoritarios. Citemos el concep-to que utiliza el CILEP de Colombia: El poder popular essobre todo potencia, porque anticipa el mundo futuro, por-que en el presente manifiesta lo que est por venir. Esto l-timo es muy importante, ya que de nada sirve construir unasociedad libre utilizando medios opresivos, jerrquicos y

    discriminadores (http://www.anarkismo.net/arti-cle/12227). Como se podr constatar la definicin no des-cubre nada nuevo que no hayan dicho los anarquistas en elltimo siglo, sin embargo se esta describiendo aquello queantes se expresaba como autogestin, accin directa,colectivismo o cualquier concepto afn y especfico deldiscurso libertario. La nica razn para utilizar un trminoajeno como propio es tender puentes y establecer alianzascon aquellas iniciativas que realizan un uso diferente de laexpresin PP. El contrabando lingstico se justifica ennombre de un supuesto antidogmatismo, sin embargouno de sus objetivos es normalizar entre los anarquistas lautilizacin de conceptos y referentes provenientes de lasorganizaciones partidarias de izquierda. No es casual queel artculo del CILEP comience con una cita de MiguelEnrquez, fundador del MIR chileno.En su precedente podemos constatar que las adjetivaciones

    no son fortuitas ni inocentes. El trmino PP es una actuali-zacin de lo que los autoritarios definan, antes de la cadadel Muro, como dictadura del proletariado. El dicciona-rio ruso de filosofa la defina como resultado de liquidarel rgimen capitalista y destruir la mquina del Estado bur-gus () El proletariado hace uso de su poder para aplas-tar la resistencia de los explotadores, consolidar la victoriade la revolucin, conjurar a tiempo las tentativas de res-taurar el poder de la burguesa y defenderse contra las ac-ciones agresoras de la reaccin internacional. Esta expli-cacin tambin pudiramos hacerla nuestra, sin embargo sialguna cosa enfrentaron los anarquistas que nos precedie-ron fue precisamente a la dictadura del proletariado. Ybuena parte de los argumentos utilizados pudiramos res-catarlos para debatir hoy con los entusiastas del PP liber-tario. En Estatismo y anarqua, por ejemplo, Bakuninafirmaba: De cualquier punto de vista que se encare eseproblema, se llega siempre al mismo triste resultado, a ladireccin de la inmensa mayora de las masas popularespor una minora privilegiada. Pero esta minora, dicen losmarxistas, se compondr de trabajadores. S, quizs de losque fueron trabajadores, pero que tan pronto se conviertanen jefes o representantes del pueblo, dejarn de ser obrerosy contemplarn al pueblo laborioso desde la altura guber-namental; no representarn ya ms al pueblo, sino que a smismos y sus pretensiones al gobierno del pueblo.Ms recientemente el concepto de PP intent desarrollarsedurante la truncada experiencia de gobierno de SalvadorAllende en Chile y posteriormente como propuesta de go-bierno de iniciativas de izquierda, como por ejemplo la Ve-nezuela de Hugo Chvez, en donde todas las oficinas y mi-nisterios pblicos se refundaron como del poder popu-lar.Los dos problemas del Poder Popular

    As como ayer la dictadura del proletariado tena dos obje-ciones -Cul dictadura? y Qu proletariado?-, el PP en-cierra, de partida, un par de problemas: De qu poder es-tamos hablando?, por un lado, y quin define qu es lopopular? por el otro.

    Poder es una palabra polismica, de diferentes significa-dos. En primer lugar es una facultad, una capacidad de ha-cer, una habilidad para hacer cosas, el denominado poder-hacer. Por otra expresa una relacin de dominio, un po-der sobre. John Holloway explica el paso de un estadio aotro por la fractura del flujo social del hacer, lo cual lotransforma en su opuesto, el poder-sobre. Quienes reivin-dican el PP desde el anarquismo proponen la promocininfinita del poder-hacer sin aclararnos cmo se evita que

    no se transforme en poder-sobre. El marxista irlands tam-poco pudo explicarlo, por lo que escogi el camino anar-quista: proponer cambiar al mundo sin tomar el poder. Yesto fue as porque poder es verbo y adverbio. Como pro-puesta poltica el uso del trmino poder, como adverbio,tiene un nico significado: relacin de autoridad de unas

    personas sobre otras. Y si ayer el uso de la palabra dicta-dura slo poda tener la consecuencia que tuvo, hoy laacumulacin del poder, tenga el adjetivo que tenga, slotendr un derrotero: la opresin.

    En segundo lugar tenemos la propia definicin de lo po-

    pular. El pueblo es una definicin vaga e imprecisa quepuede significar cualquier cosa. Qu es popular y qu no?Supongamos que sea el nacer dentro de las clases ms ex-cluidas de la sociedad. Esta particularidad de origen semantiene para toda la vida independientemente de los ro-les que la persona ocupe y las acciones que realice? Igna-cio Lula da Silva, de origen obrero, es un presidente po-pular? O por el contrario popular es sinnimo de acepta-cin por las mayoras? Por ltimo esta mitificacin de lopopular, como contrario a lo elitesco, mitifica a suscomponentes como buenos por naturaleza. Y cualquieraque haya estado en un barrio o una favela sabe que su com-posicin es tan diversa como la del resto de la sociedad: in-dividuos potencialmente revolucionarios que convivencon otros claramente conservadores. Esta falsa confronta-cin, la del poder popular versus el poder de las lites,esconde la multiplicidad de relaciones de dominio que

    bien describe Foucault en Microfsica del poder.

    Crisis de la izquierda, crisis del anarquismo

    No es un secreto que la teora y prctica revolucionaria seencuentra en crisis en el mundo entero. De la confusin yausencia de propuestas nuevas no escapa el anarquismo.Lo curioso es que algunas organizaciones libertarias pre-senten como novedosas estrategias que el socialismo auto-ritario han demostrado, durante diferentes momentos de lahistoria, como contrarias a la libertad y la justicia social.La promocin del PP por parte de iniciativas anarquistaslas coloca a la zaga de organizaciones cuya tctica es laacumulacin de fuerzas para la toma del poder poltico.Creemos que la mayor parte de los compaeros/as que hanapostado por esta estrategia se encuentran confundido/as,sin referentes claros e ignorantes no slo de la trayectoriade las luchas revolucionarias en el mundo entero. Sin em-bargo, es claro que en algunos emprendimientos concretoshay una intencin de implosionar al anarquismo desdeadentro, por parte de partidos polticos de izquierda auto-ritaria que, ante el descrdito por sus magros resultadoshistricos, necesitan rejuvenecerse adoptando una fachadaseudo libertaria. Una cosa es ser cola de ratn de los parti-dos de izquierda, por muy radicales que se vendan, yotra muy diferente ser parte de las tensiones y enfrenta-mientos sociales con los poderes establecidos.

    Es una tristeza que los aportes ms interesantes en el for-talecimiento de conflictos y la promocin de las luchas po-pulares en la regin vengan de la mano de los sectores au-todenominados autonomistas (Holloway, Colectivo Situa-ciones, etc), que precisamente han incorporado valoresanarquistas a sus propuestas, afirmando que este resultadoes parte de la evolucin de su marxismo. Sin embargo,esta y cualquier crisis tambin son una oportunidad. Peropara superar este estancamiento, o el claro retroceso al quenos invitan los deslumbrados por el poder popular, hay queexperimentar apasionadamente en la propia vida cotidianay descifrar los enigmas y retos de nuestro tiempo. Aqucoincidimos con las palabras de nuestro querido y recor-dado Daniel Barret: una creacin social libertaria y socia-lista no puede concebirse como el resultado espontneo deuna nebulosa legalidad histrica ni como un designio cau-dillista ni como una operacin de ingeniera bajo la formade la planificacin central ni como una casualidad ni comoun advenimiento mgico: una sociedad libertaria y socia-lista slo puede ser el fruto de una profunda decisin au-tonmica y de una interminable sucesin de luchas y degestos que se forman en los pliegues de la conciencia co-

    lectiva.

    Rafael Uzctegui (Colaboracin)

    Grupos libertarios y poder popular:Dinamitando el anarquismo desde adentro

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    Contra el mercado: hacia una economa de lo concreto. (2 parte)

    Las formas de integracin econmica

    Los trminos reciprocidad, redistribucin e intercambio no reflejan formas de comporta-mientos individuales, es decir, agregados conformados por la suma del accionar de las inte-racciones recprocas individuales. Son formas social y culturalmente dominantes que tienen

    un efecto integrador gracias a dispositivos institucionales. Existen determinadas condicionessociales previas subyacentes, que ponen a los comportamientos individuales en el contextodominado por cada una de estas formas de integracin. Esto explica en realidad por qu enun sistema econmico el comportamiento interpersonal no tenga los esperados efectos enausencia de unas concretas precondiciones institucionalizadas (Polanyi)

    Por ejemplo, los regalos de cumpleaos o los depositados alrededor de un rbol de Navi-dad provienen de antiqusimas tradiciones de reciprocidad, pero por ms extendidos queestn, no afectan ni un pice a la sociedad capitalista. Cuando en una sociedad de mercadocomo la que nos domina se emprenden comportamientos econmicos cooperativos, a vecesen forma extendida, por fuera de las relaciones de mercado, estos no logran prosperar msall de un umbral que si es atravesado, se deben acomodar a las reglas del mercado. Luegode la crisis del 2001 en Argentina el movimiento de fbricas recuperadas, las cooperativas ylas organizaciones como el Club del Trueque tuvieron cierto auge; pero pronto tuvieron queacomodarse a las reglas del mercado. El caso del Club del Trueque fue el ms destacado:creci en proporcin geomtrica con la crisis y la ausencia de dinero en efectivo y la cadadel poder adquisitivo de la poblacin, y para satisfacer a tantos participantes de las ferias detrueque hubo de acomodar mecanismos mercantiles formadores de precios, que resintieron

    la base de intercambio recproco que daba sentido a la institucin. Una vez que la crisis semoder lo suficiente, el club se vaci y prcticamente desapareci, con el sombro mrito dehaber fortalecido aquello que pretenda sustituir.

    Veamos entonces las tres formas de integracin econmica que propuso Polanyi:Reciprocidad: La reciprocidad implica que los movimientos de bienes y servicios se dan en-tre puntos correlativos de agrupamientos simtricamente dispuestos. Por ejemplo, en algunassociedades etnogrficas existe reciprocidad econmica entre grupos simtricos de parentescoslo si se dan estructuras simtricamente organizadas. Como lo explica el propio Polanyi:

    Un grupo que deliberadamente emprende la organizacin de sus relaciones econmicas so-bre bases de reciprocidad puede, para llevar a cabo su propsito, dividirse en subgrupos demiembros correspondientes los cuales puedan identificarse entre s como tales. Los miem-

    bros del grupo A podrn entonces establecer relaciones de reciprocidad con sus contraparti-das del grupo B, y viceversa. Pero la simetra no se limita a la dualidad. Tres, cuatro o msgrupos pueden ser simtricos con respecto a dos o ms ejes; tampoco los miembros de losgrupos necesitan ser recprocos uno a uno, sino que pueden serlo con los miembros corres-

    pondientes de un tercer grupo con el cual mantienen relaciones anlogas. [] Cuanto msestrechamente se sientan atrados los miembros de la comunidad circundante, ms generalser la tendencia entre ellos a desarrollar actitudes recprocas con respecto a las relacionesespecficas limitadas por el espacio, el tiempo o de cualquier otra forma. En este caso, los

    bienes circulan en sentido A-B-C-D-()-A, donde todo el sistema es solidario, que no deforma directa.

    En sociedades de bandas y aldeas de hasta 200 miembros, donde todos se conocen entres, los lazos de intercambio son recprocos. Se da porque se espera recibir en el futuro, y vi-ceversa. De esta forma los seres humanos desde su ms temprano amanecer estaban preveni-dos contra los imprevistos de una mala cosecha mediante el simple mecanismo de ser siem-

    pre generosos. A mayor riesgo, ms se comparte. O como sentencia Marvin Harris: La reci-procidad es la banca de las sociedades pequeas. En el intercambio recproco prima el de-sinters, y la solidaridad se da por sentada. El reparto de alimentos se hace de forma equita-tiva entre las familias intgrantes de la comunidad.

    Segn propone el antroplogo Marshall Sahlins, la reciprocidad en las sociedades tribalesse expresa de muchas maneras, y tiene diferentes gradaciones. No implica de hecho un in-tercambio igualitario, tan solo reducido al aspecto material, un toma y daca calculadoeconmicamente, sino que abarca un espectro que va desde la asistencia gratuita y el obse-quio, al intercambio equilibrado; e incluso existe un tipo de reciprocidad negativa, es decir,

    la relacin por mero inters y utilitaria, y su contraparte en el principio de la lex talionis y lavendetta, muy comn en el derecho consuetudinario tribal.

    Se puede, entonces, diferenciar entre: 1) Reciprocidad generalizada. Son transacciones detipo altruista, donde la retribucin puede ser o no devuelta en el corto plazo, incluso jamsretribuida. Las reglas de hospitalidad, asistencia a los enfermos y ancianos, la ayuda mutuaentre parientes, no tienen la expectativa de una retribucin material directa: El lado socialde la relacin supera al material y, en cierto modo, lo encubre, como si no contara. La obli-gacin de corresponder est implcita, pero es indefinida en tiempo, cantidad y calidad: unamadre que amamanta a su hijo no acta esperando una retribucin determinada. El receptorcorresponder si le es posible o si el dador lo considera necesario. Puede ser un continuofluir en una sola direccin. Los integrantes ms desfavorecidos de la comunidad que no pue-dan sostenerse a s mismos son los tpicos beneficiarios de este comportamiento social.2) Reciprocidad equilibrada. Involucra intercambios directos con retribucin inmediata, ba-sados en una equivalencia de mutuo acuerdo. En la sociedad tribal se producen en arreglosmatrimoniales entre los parientes de los novios, convenios de paz, trueques de productos yalimentos. En estas transacciones existe una retribucin y un plazo de tiempo definido pararealizarla; adems, a diferencia de la reciprocidad generalizada, el vnculo social-afectivo no

    es muy significativo. La gente acta adherida a intereses econmicos y sociales separados.El aspecto material de la transaccin es tan importante como el social, y debe haber ciertoajustamiento ms o menos exacto, ya que las operaciones deben compensarse. As, la prueba

    pragmtica es aqu una incapacidad de tolerar la circulacin en una sola direccin: las rela-ciones entre las personas se rompen cuando una se retracta. En otras palabras, el clculo yla medida se aduean de la transaccin, pero sin la picarda de obtener ventaja a costa de laotra parte. 3) Reciprocidad negativa. Se trata de obtener una utilidad, obtener un beneficio a

    costillas de la otra parte, incluyendo el regateo, la trampa y la estafa. Los participantes tie-nen una relacin distante, intereses opuestos e intentan maximizar su beneficio a expensasdel otro. La relacin es insolidaria, pero ayuda a mantener la cohesin social debido a que elaccionar agresivo de un grupo hacia otro ser pasible de una reaccin del mismo tenor. Ensociedades de miles de habitantes como los nuer de Sudn, el robo de ganado o el asesinato

    tendrn la devolucin de la contraparte; la impunidad no es una caracterstica de las socieda-desetnogrficas.

    Estas formas de transaccin se corresponden, segn Sahlins, con la distancia social entrequienes la practican: La reciprocidad generalizada prevalece en las esferas ms estrechas,se debilita en las ms amplias; la reciprocidad equilibrada es caracterstica de las relacionessegmentarias intermedias, y la negativa es la forma de intercambio dominante en la esfera

    perifrica, especialmente la intertribal. La solidaridad se practica ms intensamente segnlas circunstancias, ya que en pocas de caresta los suministros de vveres suelen compartir-se sin especulacin, se redobla la cooperacin y la ayuda mutua es llevada ms all de lonormal. Solo en situaciones extremas (como las hambrunas o sequas) el sistema no soportala presin y la solidaridad da paso al individualismo y el egosmo.

    En general, la reciprocidad se presenta en las comunidades articulada con la redistribuciny el intercambio, aunque estos aparecen subordinados. La diferencia estriba en que una es-tructura de reciprocidad necesariamente se debe dar entre grupos simtricos e igualitarios,mientras que la redistribucin precisa de un centro, asimtrico -diferenciado socialmente-del resto de la sociedad. Lo cual nos lleva al siguiente punto.

    Redistribucin: aqu los movimientos econmicos de una comunidad fluyen hacia un cen-tro de apropiacin y luego retornan hacia el exterior; es condicin imprescindible la existen-cia de un centro de almacenamiento y distribucin. La asignacin de los bienes y prestacio-nes de servicios se renen en una sola mano, que comnmente en las sociedades originariasest asociada a un cargo de poder poltico (el cacique o jefe). Este recibe, almacena y luegoredistribuye entre los miembros de la comunidad. La redistribucin se ha presentado en so-ciedades muy diversas, desde tribus de cazadores-recolectores hasta las sociedades estatalesantiguas del antiguo Egipto, Sumer, Babilonia y el estado incaico del Per. Puede estar com-

    binada con la reciprocidad y el intercambio a manera de mtodos subordinados.La redistribucin posee propiedades de integracin social, ausentes en la reciprocidad

    econmica: su capacidad para aglutinar conglomerados poblacionales de mayor tamao esnotable. Como contrapartida, la redistribucin tiende a disminuir la reciprocidad equilibrada,se generan posiciones de poder en el centro distribuidor y se centraliza el intercambio. En suexposicin acerca del origen del Estado, Harris sugiere que inicialmente, la redistribucinserva estrictamente para consolidar la igualdad poltica asociada al intercambio recproco.Pero el intercambio redistributivo impulsaba la sobreproduccin, ya que los lderes presti-giosos que se ubicaban en el centro consolidaban su autoridad engrosando los almacenes co-munales a su cargo. As, el poder poltico comenz a asociarse a la riqueza econmica en lassociedades primitivas. Era el Estado en su etapa germinal.

    Intercambio: son movimientos econmicos entre personas o grupos, en ambos sentidosdentro de un sistema de mercado formador de precios; los precios fluctan con las variacio-nes de la demanda y la accin de la competencia. Entre los participantes del mercado la re-lacin es antagnica, ya que la motivacin de los participantes es la obtencin de lucro. Co-mo lo explica George Dalton: es la organizacin del mercado la que obliga a los participan-tes a buscar una autoganancia material; todos deben vender algo con valor en el mercado pa-ra adquirir los medios materiales de existencia.

    Ya no se produce para el consumo, sino para el intercambio, a fin de obtener lucro, el cuala su vez estimula la sobreproduccin. Ante la sentencia del mercado el consumidor estcondenado a la escasez y, por tanto, a una condena perpetua de duro trabajo. Ni se encuentratampoco alivio en adquirir objetos. Participar en una economa de mercado es una tragediainevitable: lo que empez en insuficiencia terminar en privacin. Porque cada adquisicines simultneamente una privacin -de otra cosa que poda haberse adquirido en lugar de la

    primera-. Comprar un objeto es privarse de otro (Sahlins). As, se crea la sociedad de mer-cado, donde la organizacin del mercado lo abarca todo y organiza la sociedad segn sus

    principios. Por ejemplo, los trabajadores que venden su fuerza de trabajo en el mercado la-

    boral, se trasladan a mercados de trabajo mejor remunerados en busca de mejores salarios, oen caso de que estos bajen. La poblacin se distribuye y relocaliza segn las fluctuacionesdel mercado de trabajo. La sociedad pasa a estar en funcin del mercado.

    Contra el mercado; contra el Estado

    El mercado todo lo invade y ordena, todo lo subordina a su lgica. Lejos de generarse unacompetencia que motorice el progreso, el bienestar general en condiciones de igualdad y li-

    bertad, genera injusticia y desequilibrio social, pobreza, desigualdad y la subsuncin de lasfuerzas productivas y la clase trabajadora a la lgica de la eficiencia en la obtencin de ga-nancias empresariales, la mercantilizacin de los valores y la moral social, igualando el va-lor econmico de los bienes producidos por la sociedad al precio o valor de cambio. La in-tervencin del Estado pretende corregir esto, pero nunca abandona la lgica del mercado.

    El Estado de bienestar de Roosevelt o el peronismo en Argentina, por ejemplo, dan unapreponderancia a la redistribucin dentro de un modelo de intercambio. Se redistribuye loque se recauda impositivamente, en teora aumentando la inversin estatal en los sectoresms desfavorecidos y de menores ingresos. Esta redistribucin puede asumir la forma de

    planes sociales, planes Trabajar, seguros de desempleo, cajas de alimentos o la Asigna-cin Universal por Hijo.El Estado se enquista en la sociedad como la cosa pblica, frente a la avidez del sector

    privado. Pero el Estado en verdad se asume en defensa de aquello que destruy previamen-te: la comuna social. El Estado como representante del bien pblico se convierte en empre-sario, impulsando las obras pblicas, absorbiendo los sindicatos y las obras sociales y au-mentando el grado de corporativismo del capitalismo.

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    El fracaso de la utopa liberal, que se ejemplifica en el modelo de la copa que rebalsa,es decir, la presuncin de que cuando los capitalistas alcancen asombrosos beneficios, losrestos del festn que caigan al suelo beneficiarn a los trabajadores y al resto de la socie-dad, da lugar al modelo de justicia social donde el gasto pblico corrige las iniquida-des del mercado. Pero la situacin no es sostenible en el largo plazo, inicindose un retor-no pendular al liberalismo. La quimera del libre mercado en lo econmico y la democraciaen lo gubernativo sucumben frente a la verdad sempiterna: Los monopolios siempre se im-

    ponen, en lo econmico o en lo poltico. Pero el monopolio est vigente tanto en el mode-lo neoliberal como en el asistencialista. En lo econmico reinan las transnacionales, lasgrandes corporaciones industriales, los grupos econmicos nacionales, las grandes fi-nancieras y los bancos; en lo poltico/social reinan el partido nacional y popular, el sin-

    dicato amarillo y sus obras sociales, los ministerios de trabajo, las negociaciones parita-rias, la corporacin periodstica y las fuerzas de seguridad.

    Cunto vale la Gioconda?

    En la sociedad de mercado todo tiene precio. En resumidas cuentas, podra decirse que ahest la raz de todos los males y la explicacin al reduccionismo de los economistas, queen realidad estudian el funcionamiento del sistema de precios de las sociedades, el inter-cambio de bienes y servicios con precio a travs del sistema de mercado, y a ello llaman

    pomposamente ciencia econmica. Huelga decir que la economa no es una ciencia enabsoluto, y que la casi totalidad de la produccin acadmica sobre el tema son en realidadcomplicados estudios acerca de un juego que inventaron los capitalistas. Las reglas de es-te juego (un Monopoly o un Estanciero de trgica complejidad) se basan en la archi-refu-tada racionalidad de los agentes econmicos, en que el comportamiento de los seres hu-manos est orientado a la maximizacin.

    Dentro de esta supuesta racionalidad del mercado, de este juego de la oferta y la deman-da, el precio es la medida de todos los intercambios, pagos, materias primas y bienes pro-ducidos, inclusive del trabajo humano. As, dentro de este punto de vista, una decisin co-mo la de rescatar a los mineros chilenos en una mina derrumbada a 700 metros de profun-didad es considerada antieconmica porque era ms barato dejar morir a los mineros y pa-gar una indemnizacin, que gastar en el rescate millones de dlares. Sin embargo, el pre-cio poltico hubiera sido muy alto, por lo que al rescatar a los mineros se maximiz el r-dito poltico del gobierno chileno, frente a los costos materiales.

    Veamos un poco la racionalidad de esta lgica mercantil: supongamos que en el mer-cado de cereales, 100.000 toneladas de trigo cuestan 100 millones de dlares. Y con este

    precio de cien millones se puedan comprar otros bienes equivalentes, segn el precio delmercado: la Gioconda de Da Vinci, un avin de guerra de ltima generacin, la desconta-minacin de un ro, la indemnizacin laboral para 1000 pobladores afectados de cncer

    por el establecimiento de una Central Nuclear. Segn la racionalidad de los agenteseconmicos, son equivalentes en precio, por lo tanto son intercambiables. Es decir, se

    pierde lo mismo si se destruye La Gioconda o un avin de guerra, o mueren x cantidad depersonas; da igual comprar cereales que aviones si equivalen en precio. Y que cualquierade estos bienes y servicios sean iguales a unos cuantos miles de pedazos de papeles mano-seados, creados por los bancos y emitidos por los Estados, que llamamos dinero. Comoya lo deca Marx, todo en el capitalismo es una mercanca. Y como todas las mercancas

    en la sociedad de mercado tienen precio, todo tiene precio, hasta nuestras vidas.

    Hacia una economa de lo concreto

    De las formas de integracin econmica que sucintamente hemos descripto, indudable-mente el anarquismo se ajusta con una economa de reciprocidad que, como dijimos, gene-ralmente se da combinada con alguna forma de redistribucin. Para que esto sea posible,es necesario que las unidades sociales sean simtricas, iguales, libres y solidarias entre s.En las sociedades etnogrficas, las sociedades primitivas y sin estado, la redistribucin yla reciprocidad se daban entre sus unidades sociales componentes, es decir, las aldeas, losclanes, las fratrias, las secciones de las tribus e incluso confederaciones tribales; estas rea-lizan intercambios simtricos, por completo opuestos y absolutamente distintos a los inter-cambios asimtricos que se dan en las sociedades con jefaturas y las monarquas. Tambinlas tpicas Federaciones respaldadas por el anarquismo clsico implican una descentraliza-cin y unidades simtricas; y tambin son compatibles con una estructura recproca y re-distributiva. Una economa anarquista, segn las necesidades de sus miembros, deber te-ner estructuras de redistribucin en los casos en que sea necesaria una circulacin de de-

    terminados bienes y servicios hacia un centro, para luego redistribuirlos hacia afuera. Estacirculacin de bienes tambin coexistir y estar atravesada por nutridas redes de recipro-cidad entre los productores.

    Estas formas de reciprocidad y redistribucin se pusieron en prctica en las colectiviza-ciones durante la Revolucin Espaola, aunque en un contexto donde an el Estado nohaba sido eliminado. Se realizaron experiencias muy diversas, en algunos casos ms cer-canas al cooperativismo, en otros casos con un tipo de moneda interna para regular los in-tercambios dentro de una comuna (similar al mutualismo proudhoniano); en otras colecti-vizaciones se aboli el dinero y se acercaron a un sistema comunista; tambin hubo libre-tas de racionamiento y consumo en una organizacin de tipo colectivista. Y con los pro-ductores individuales que se resistieron a unirse a las colectivizaciones y en la circulacininter-colectividades, se utilizaron formas de intercambio acordadas libremente, en base atrueques o intermediadas con dinero. Lamentablemente estas redes de reciprocidad y re-distribucin fueron desmanteladas por los burgueses comunistas, harto preocupados en de-fender a la burguesa industrial y la propiedad privada.

    Dentro de un sistema de redes y federaciones superpuestas, donde los productos circulanlibremente en base a acuerdos entre los colectivos e individuos que forman parte del total

    de la sociedad, el nico peligro inherente a la organizacin del sistema radica en el pesoque adquieran los centros de redistribucin. La redistribucin puede derivar en autoritaris-mo, debido a que la concentracin econmica en un centro puede generar mecanismos de

    poder poltico y clientelismo, incluso en un sistema donde se haya abolido la propiedadprivada y el mercado. No debemos desatender las experiencias que los antroplogos regis-traron en las comunidades con jefaturas incipientes:

    Cuanto ms concentrada y abundante sea la cosecha y menos perecedero el cultivo, tantoms crecen las posibilidades de grandes hombres de adquirir poder sobre el pueblo. Mien-tras que otros solamente almacenaban cierta cantidad de alimentos para s mismos, losgraneros de los redistribuidores eran los ms nutridos. En tiempos de escasez la genteacuda a ellos en busca de comida y ellos, a cambio, pedan a los individuos con aptitudesespeciales que fabricaran ropa, vasijas, canoas o viviendas de calidad destinadas a su uso

    personal. Al final el redistribuidor ya no necesitaba trabajar en los campos para alcanzar ysuperar el rango de gran hombre. () De forma creciente, este rango era considerado porla gente como un cargo, un deber sagrado transmitido de una generacin a otra con arregloa normas de sucesin hereditaria. El gran hombre se haba convertido en jefe, y sus domi-nios ya no se limitaban a una sola aldea autnoma de pequeo tamao sino que formaban

    una gran comunidad poltica, la jefatura (Marvin Harris).Este peligro era el que intuan los militantes de la FORA que recelaban de algunos as-pectos del anarcosindicalismo sobre el papel de los sindicatos despus de la revolucin.Aprensiones que en muchos casos les daran amarga razn durante la experiencia espao-la. En las sociedades modernas, el paradigma ms claro de un sistema dominado por la re-distribucin es el comunista (marxista-leninista). El Estado es el organismo redistribuidor

    por excelencia, si bien funcionan algunas redes de intercambio y reciprocidad al nivel delos individuos. En una economa comunista todos los habitantes son empleados del Esta-do; este sistema ha sido denominado como capitalismo de Estado, aunque por supuestono existe un mercado que forme los precios. Los precios son fijados por el Estado segnsus propios criterios. Unos aportan su fuerza de trabajo al Estado, y este brinda los servi-cios y reparte los bienes producidos. El Estado Socialista se convierte en una poderosa es-tructura de la que nadie puede quedarse por fuera, sin caer en la marginalidad. La mismalgica que se aplica para el sistema poltico, se aplica para el sistema econmico. Esto nohace ms que confirmar la proposicin de Polanyi de que la economa y la sociedad (lacultura, la poltica, la religin, etc.) estn incrustadas entre s, y no es posible analizarlas

    por separado cayendo en el reduccionismo econmico (como han hecho los liberales, ytambin en buena medida los marxistas).

    Pero una economa anarquista tambin deber cuidarse de que el sistema de reciprocidadtermine subordinado a la esfera del intercambio, lo cual llevara a un retorno del capitalis-mo. Esa es la gran debilidad de las propuestas mutualistas, que incluso conservan un siste-ma de precios y un mercado para el intercambio. No vamos a reproducir la crtica que seles ha hecho a los mutualistas (en especial de la escuela norteamericana de Tucker) por

    parte de los anarcocomunistas (como Berkman) y algunos individualistas. Pero s dejare-mos sentado que la nica forma de integracin econmica compatible con el anarquismoes la reciprocidad, asociada a formas subordinadas de redistribucin.

    Adems habr que abandonar definitivamente cualquier forma de valoracin por siste-mas de precios. Una economa anarquista deber centrarse en la satisfaccin de las necesi-dades y no en el lucro. Los ejemplos de intercambio en base a las necesidades, simtricosy sin la finalidad de obtener una ganancia no solo son abundantes en la literatura antro-

    polgica y sociolgica, sino en la sociedad moderna capitalista. Cuando los nios y lasnias compran figuritas para intentar completar un lbum, a medida que los van llenandolo ms probable es que vayan acumulando un nmero creciente de figuritas repetidas. En-tonces hacen lo ms lgico, las intercambian con otros nios participantes desprendindo-se de las repetidas y obteniendo las faltantes. En ningn momento se genera un mercado

    de figuritas, se les pone precio o se obtiene un lucro en estas transacciones, sino que sedan en completa simetra, satisfaciendo las necesidades de los concurrentes e intensifican-do la solidaridad y la cooperacin.

    Como perciba el etnlogo Marcel Mauss en los intercambios primitivos, en una eco-noma basada en el don (en lugar de la mercanca), los bienes que se dan no tienen precio,

    porque no tiene precio aquello que no est en venta. El trueque tiene un efecto redistributi-vo donde los dones que se intercambian son simtricos. Cuando los intercambios sonasimtricos, se genera una deuda u obligacin y el donante adquiere poder sobre el re-ceptor, generndose las condiciones para el surgimiento de una jefatura o una relacinclientelista. En las economas basadas en la reciprocidad y la redistribucin simtrica, losintercambios maximizan el placer de dar y recibir, reforzando la solidaridad grupal, ami-norando los conflictos, aumentando la cooperacin y el desarrollo individual de las perso-nas. En una sociedad con una economa de este tenor, el comportamiento egosta se en-frentar a algn tipo de una sancin social: aquellos que pretendan beneficiarse del com-

    portamiento altruista y solidario, sufrirn como contrapartida algn tipo de reciprocidadnegativa.

    La antropologa, la etnologa y la sociologa modernas han desarrollado plenamente las

    intuiciones que Kropotkin, expuso en La Conquista del Pan, El Apoyo Mutuo y Campos,Fbricas y Talleres. Abandonar al mercado y al Estado, los dos pilares ineludibles de laeconoma capitalista moderna y la sociedad de mercado, no es una quimera ni el productode fantasiosos tericos anarquistas, sino una posibilidad concreta y viable, que contiene unsustento terico cientfico ponderable. Los anarquistas no podemos desestimar la impor-tancia de repensar nuestros presupuestos tericos y nuestras propuestas, para alcanzar unasociedad libre e igualitaria. Bien claro est que las formas de explotacin y opresin sesostienen no solo por el poder de las armas y la persuasin de los mass media, sino tam-

    bin por la validacin acadmica universitaria y lo que se denomina sabidura convencio-nal. A fin de cuentas, la economa de los economistas de mercado no es ms que una in-trincada jerga tecnocrtica y mentirosa, del mismo tenor que los disparates, extravos y de-vaneos de la teologa y la sabidura religiosa.

    Patrick RossineriBibliografa:Marvin Harris, Nuestra Especie. Alianza Editorial, Madrid, 1991.Maurice Godelier, Antropologa y Economa. Anagrama, Barcelona, 1976.

    Marcel Mauss, Ensayo sobre el Don. Editorial Tecnos, Madrid, 1971.Alexander Berkman, El ABC del Comunismo Libertario.Karl Polanyi, La Gran Transformacin. Ediciones La Piqueta, Madrid, 1989.Karl Polanyi, El Sustento del Hombre. Mondadori, Barcelona, 1994.

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    FUTURO MINADO IIEn el nmero anterior de Libertad! trataba la temti-

    ca minera partiendo de la crtica de Miguel Amors a lasociedad tecnoindustrial. Teniendo como faro esas pre-misas, intentar ahondar en la problemtica socio am-

    biental de la implantacin de la minera a cielo abierto,pero desde una ptica diferente, ya que el porque de es-ta nota surge como consecuencia de una solicitada apa-recida en el diario Perfil firmada por la Cmara Argen-

    tina de Empresarios Mineros .

    Nada es lo que parece

    Bajo el pomposo ttulo de Un futuro sustentable pa-ra las prximas generaciones, la cmara minera argen-tina desarrolla una sugestiva solicitada donde de mane-ra general se mencionan las bondades de esta actividad.Entre ellas define que: en Argentina, la minera aplicatecnologa de avanzada; o que la minera trabaja en co-operacin con las ms diversas actividades econmicas,

    protegiendo y conservando las cuencas hdricas a travsde un trabajo especializado y competitivo a nivel inter-nacional. Durante varios domingos apareci a pginacompleta con el objetivo de instalar la idea de los atri-

    butos de la minera y sus consecuen-

    cias sociales en la generacin de em-pleo, polarizando su discusin entreaquellos que estn a favor (gobiernosy grupos econmicos) y aquellos queestn en contra (asambleas ciudada-nas, grupos ecologistas); o sea, entre

    buenos y malos; entre quienes tienenmiras de progreso sostenido con pro-yeccin de futuro y grandeza nacio-nal y quienes siempre encuentran al-go para protestar, quejarse, patalear ycortar rutas.

    Segn los lobbistas mineros, la mi-nera es la nica actividad econmicaque tiene una norma ambiental pro-

    pia ya que en todas las provincias,

    los proyectos mineros estn someti-dos a estrictas evaluaciones ambien-tales multidisciplinarias y a rigurososcontroles. Sin embargo, y pese a estasituacin que pretenden pasar comorealidad, desde diferentes sectores sealzan voces cada vez ms enrgicascontra esta actividad econmica. Desde Libertad! yahemos dado constancia de como la industria minera ex-

    pulsa habitantes y producciones locales, contamina conmetales pesados el agua, el aire y la tierra y de comoestablece una relacin desigual y nociva entre las em-

    presas mineras y la naturaleza.El capitalismo, como sistema relacional, es daino

    por propia esencia ya que entiende como fin ltimo desu razn de ser la idea de beneficio sin importar las for-

    mas. Es inmoral por definicin porque slo entiende derelaciones entre consumidores/productores, y no entrepersonas. No existe la naturaleza o los ecosistemas, si-no que para sus defensores alcanza con hablar de recur-sos naturales o materias primas. Todo progreso fruto dela accin del hombre es utilizado para aumentar el do-minio y la vigilancia sobre las personas y los pueblos,

    por un lado, y para perfeccionar y aumentar su capaci-dad de control, rentabilidad y destruccin de la natura-leza y sus ecosistemas particulares.

    El boom de la minera no es un hecho aislado sino,por el contrario, es un tema candente, presente desde ladcada de 1990 en la agenda poltica de cualquier go-

    bierno provincial o nacional sin importar el matiz ide-olgico. Sin embargo, es a partir de estos ltimos aosdonde comienza a vislumbrarse la preponderancia delsector por iniciativa no slo de provincias netamentemineras como San Juan o Santa Cruz, sino tambin porel lobby de multinacionales impedidas en sus pases deorigen pero no as en Argentina, donde han encontradoendebles marcos jurdicos y polticos de ambiciones

    personales importantes.Es innegable que las innovaciones tcnicas que se

    han originado en el sector minero desde hace algunasdcadas han modificado radicalmente la actividad, y

    por lo tanto, tambin han sufrido cambios significativoslas relaciones entre el hombre y su entorno ms prxi-mo, ya que se ha pasado de una minera de vetas sub-terrneas a emprendimientos a cielo abierto. Esta nueva

    manera de extraer el mineral utiliza, como bien resalta-mos en el nmero anterior, grandes cantidades de cia-nuro. De esta manera, y siguiendo los lineamientos deestudiosos de la materia como Vaughan, podemos afir-mar junto a l que en trminos ambientales y sociales,ninguna actividad industrial es ms devastadora que laminera superficial.

    Por qu este autor considera, junto a otros colegas,que la minera a cielo abierto implica un impacto im-

    portante sobre el medio circundante? Bsicamente por-que su implantacin genera afectacin directa sobre lasuperficie y el entorno. Porque origina contaminacindel aire y de las aguas superficiales y freticas. Reper-cute en la f lora, fauna, poblaciones y microclimas, y,

    por ltimo, porque modifica los suelos inutilizndolos.

    La patria minera

    La solicitada de la Cmara Minera no es un hechoaislado o fortuito, sino que forma parte de una polticade seduccin por parte de las empresas vinculadas alsector minero que han conformado, junto al estado na-cional, el Foro Argentina Oro para promocionar laminera a cielo abierto ante el rechazo cada vez ms vi-

    sible de las asambleas contra la minera contaminante,que hoy son ms de 300 interrelacionadas la mayorade ellas a travs de la Unin de Asambleas Ciudadanas(UAC).

    El Foro es promovido y defendido por la BarrickGold, multinacional por excelencia en el tema minero,y por otras empresas tales como Skanska, StandardBank, Osde, Air Canad. A las que hay que sumarleslas embajadas de Suecia, Corea, Canad, Chile, Uru-guay, Mxico, Per y Bolivia. De los gobiernos provin-ciales, cuentan con el aval y patrocinio de Santa Cruz,Salta y San Juan, donde est instalada la Barrick Gold.

    Nada es casual en el mundillo de las negocios ya quelos principales accionistas de la Barrick Gold son tam-

    bin parte importante de las acciones de Anglo GoldAshanti y de Goldcorp las dos empresas mineras multi-nacionales con asiento en las provincias de Santa Cruzy Catamarca en los yacimientos de Cerro Vanguardia,Cerro Negro y Bajo de la Alumbrera. A su vez, son los

    principales socios de las compaas petroleras instala-das en Malvinas y de la pastera Botnia, sobre el ro

    Uruguay.Una lectura superficial de estos datos pone de mani-

    fiesto la influencia decisiva de un puado de inversoresingleses, norteamericanos y canadienses sobre los terri-torios y ecosistemas a lo largo de los 5000 kilmetrosde pre-cordillera y cordillera. Y esta situacin se mag-nifica si se tiene en cuenta que estos inversores, dueosdel oro, el petrleo y el agua son a su vez parte de los

    directorios de multinacionales tales como JP Morgan,Exxon-Mobil, Microsoft, Walt Mark, Appel y el GrupoRockefeller

    Resistencias

    Segn propias definiciones, la Unin de AsambleasCiudadanas (UAC) es un espacio de intercambio, dis-cusin y accin conformado por asambleas, grupos devecinos y organizaciones autnomas no partidarias nivinculadas al aparato estatal. Nace con el propsito dearticular y potenciar las diferentes luchas que hanemergido en los ltimos aos contra el avance de los

    proyectos contaminantes y destructivos de la naturale-za, sus ecosistemas y poblaciones. Es, a la vez un espa-cio que asambleas y grupos se han dado a s mismos,

    con la simple y bsica conviccin que la

    unin hace la fuerza. No tiene una existen-cia autnoma por encima de quienes laconforman. No existe un comit directivoni de gestin, ni autoridades, ni voceros.La complejidad del planteo crecer o desa-

    parecer se mantiene y depende de quie-nes la conforman. La diversidad de indivi-dualidades es vital, de lo contrario el cre-cimiento se detiene. Se construye a s mis-ma en su encuentro, en su accionar, en su

    produccin dinmica y colectiva de unmensaje que propone detener la destruc-cin de seres y ambientes (consideradoscomo un todo), revisar el modo hegemni-co actual de produccin y consumo, pen-sar nuevas formas de existencia y relacio-

    nes en el planeta.La UAC es la consecuencia, la necesi-dad que han encontrado diferentes gruposde personas en, por ejemplo, Andalgal,Esquel, San Juan, Mendoza o La Rioja pa-ra resistir contra el avasallamiento de los

    proyectos empresariales de usurpacin deterritorio y contaminacin de ecosistemas, avalados porel estado argentino. Es la manera ms elemental y di-recta que han hallado para intercambiar pareceres, ex-

    periencias, errores y aciertos. Es la forma para resistirel hostigamiento, la persecucin y la criminalizacin dela protesta social que el poder de turno despliega contraquienes deciden luchar.

    En ella confluyen infinidad de pequeas asambleas eindividualidades ante la necesidad de profundizar la re-

    sistencia contra el modelo extractivo y contaminantesuperando la lucha ambiental, porque lo que est en pe-ligro son los territorios, las poblaciones, los ecosiste-mas y las relaciones recprocas entre el hombre y la na-turaleza.

    Perder el miedo al poder y sus formas es el primerescollo que han logrado superar, inmiscuirse en los pro-

    blemas que afectan directamente la vida es lo que loscohesiona. Buscar alternativas, profundizar las luchas,extenderlas en el tiempo y radicalizarlas es el norte quemuchos se han planteado al intentar romper la lgica deatomizacin y criminalizacin por parte de la clase

    poltica y las empresas mineras.Este escrito intenta ser un aporte en esa direccin. En

    la idea de visualizar y difundir la lucha que cada vezcon ms fuerza toma cuerpo.

    Gastn

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    Hace algunos meses el bullado caso bombas co-menz a aparecer constantemente en los medios burgueses.Esto est siendo investigado hace algunos aos y busca en-contrar a los responsables de los mas de 100 atentados ex-

    plosivos ocurridos en Chile desde el ao 2005. El tema vol-vi a salir a la luz cuando se design un nuevo fiscal para elcaso: Alejandro Pea. Este fiscal es conocido por su trabajocontra el narcotrfico y es famoso por sus violentos allana-mientos y sus faranduleras apariciones en los noticieros. Esreconocido su trabajo sucio, sus relaciones turbias y su pre-

    potencia. De hecho, el fiscal Pea tuvo una querella en sucontra por violencia intrafamiliar y, adems, se le hizo unsumario por prcticas indebidas dentro de la misma fiscala.

    Los anarquistas y antiautoritarios supimos de in-mediato que una nueva ola represiva vendra en un corto

    plazo, sin embargo, pocos imaginaban el gran montaje quecomenz el pasado 14 de Agosto. Ese da hubo 17 allana-mientos simultneos a casas okupas y particulares, en lasque viven familias, amigos, adultos y nios. Como es espe-rable de un sistema poltico como el existente en chile, estono fue motivo de consideracin, y se procedi con extremaviolencia: rompiendo puertas y ventanas, gritando, amena-zando y apuntando con armas de grueso calibre a nios yadultos. Esto, claramente, sin ningn tipo de argumento o

    justificacin, ya que no se encontraron armas, drogas ni mu-cho menos explosivos de ningn tipo. De estos allanamien-

    tos resultaron detenidas 14 personas, 11 hombres y 3 muje-res, de los cuales todos fueron formalizados por Asocia-cin Ilcita Terrorista (AIT en adelante) y a varios de ellos

    por colocacin de bombas. Tras la formalizacin, 8 com- paeros quedaron en prisin preventiva pero a los pocosdas se les revoc la libertad a dos ms, por lo que hoy son10 compas los que estn adentro, 8 hombres y dos mujeres.Los otros cuatro estn en libertad en espera de juicios ycon medidas cautelares como: prohibicin de visitar a losdetenidos; prohibicin de verse entre ellos; prohibicin devisitar las casas okupa involucradas (5) y firmar todos lossbado en la comisara.

    Actualmente la polica chilena, as como la fis-cala, es asesorada por organismos de inteligencia de otros

    pases, entre los cuales destaca Italia. Uno de los personajesms influyentes en este sentido ha sido el fiscal Mariniquien es recordado por el famoso caso Marini de 1994.

    Durante esa razzia no solo se persigui a quienes se pre-suma eran los culpables de distintos ataques al capital, sinotambin a quienes se perciba como su red de apoyo. As,las personas que eran caras visibles en actividades y forostambin eran consideradas parte de una AIT, y esto deriven mltiples allanamientos y detenciones. Tanto en esaoportunidad como en esta (y en tantas otras) el Estado bus-

    ca generar miedo en la poblacin, mostrando a los anar-quistas y antiautoritarios como asesinos despiadados sinotro fin que el de destruir.

    Todos sabemos lo falaz que es afirmar algo comoeso y creo innecesario entrar en explicaciones sobre los

    principios de solidaridad, horizontalidad y apoyo mutuo quesustenta el anarquismo. Sin embargo, creo importante des-tacar que en ninguno de los atentados cometidos desde el2005 ha muerto alguna persona relacionada con la institu-cin atacada y solo un trabajador result herido accidental-mente, perdiendo la audicin de uno de sus odos. La ni-ca victima fatal que han tenido los bombazos ha sido Mau-ricio Morales, el punki Mauri, a quien le explot la bombaque transportaba en su mochila y que tena por objeto la es-cuela de gendarmera el 22 de mayo de 2009. Esto, por su-

    puesto, gener la inmediata persecucin y hostigamiento aquienes eran sus cercanos y a los que no tanto.

    El 14A ha llamado la atencin por varios motivos.En primer lugar, por la excesiva cobertura meditica que tu-vo (y que volver a tener en la medida que hayan nuevas de-tenciones o se acerque la fecha de juicio que, se sabe, durarvarias semanas). Por otra parte, lo que se conoce legalmen-te como presuncin de inocencia no ha sido consideradoen este pomposo caso. Esto por varias razones: la fiscala yel Ministerio Pblico han sealado explcitamente que los14 detenidos pertenecen a una AIT, es decir, afirman un he-

    cho sin antes comprobarlo. Por otra parte, los medios masi-vos han sido cmplices irrenunciables de esta falacia al pu-

    blicar durante varios das seguidos en portadas y noticierosartculos, reportajes y programas televisivos que condena-ron fuertemente a los apresados, mostrndolos como peli-grosos criminales. Sin embargo, cabe sealar que el da dela formalizacin, al momento que empezaban a hablar losabogados defensores, la prensa se retir de la sala, noquedndose ni un solo periodista a escuchar la defensa. Es-to demuestra la poca objetividad de la prensa oficial y con-siguientemente su poca seriedad y credibilidad.

    Caso aparte es el testimonio de Gustavo FuentesAliaga, conocido como el grillo. Este autodenominado yfalso anarquista fue detenido el 31 de diciembre de 2008,horas despus de intentar asesinar a su pareja con varias

    pualadas. Al ser interrogado por la polica, este sujeto seadjudic algunos bombazos y, de paso, seal a otras per-

    sonas como responsables, entregando nombres completos,apodos y direcciones. Entre estas personas se encuentran suex pareja Candelaria Corts Monroy y Francisco Solar, am-

    bos detenidos el 14 de agosto y formalizados por AIT y co-locacin de bombas. Adems de ellos, hay otras personasque fueron nombradas en su declaracin pero que no han si-do detenidas (an).

    El delito principal, el de AIT, implica una penade hasta 20 aos de crcel por catalogarse dentro de laLey Antiterrorista. Ahora bien, una asociacin ilcita (seaterrorista o no) supone una estructura jerrquica de tipo pi-ramidal en donde cada miembro cumple una funcin es-

    pecfica que depende del buen funcionamiento del resto dela estructura. En este caso, la mayora de los detenidos nun-ca se haban visto y recin en este contexto pudieron saberalgo de los otros, ya que el encierro y la represin generanlazos de solidaridad. Por otra parte, si en el gobierno ante-rior los supuestos responsables de los bombazos eran sim-

    plemente lumpen y grupos que carecen de una estructura yactan de una manera muy precaria, resulta que para estegobierno son ex lautaristas y universitarios que funcionan atravs de una estructura horizontal, informal y democrti-ca, lo que parece bastante alejado de la definicin de AIT.Si judicialmente las definiciones no han cambiado, parecie-ra ser que la catalogacin de delitos y sujetos viene dada porentidades polticas y no jurdicas, lo que lleva a poner en du-da la autonoma del poder judicial que tan poco respeto nosmerece.

    Ya han pasado dos meses de la detencin de los14A y sabemos que la caza de brujas an no termina. El jui-cio ser un espectculo oscuro, un circo romano, y que pre-tender ser ejemplificador. Pero tambin sabemos que un

    preso, un perseguido, nunca estar solo. La solidaridad de

    los compaeros se ha hecho sentir, pese a que varios han si-do detenidos y torturados por manifestarse. Las muestras deapoyo han llegado desde mltiples lugares del globo y losmismos compaeros estn llenos de fuerza y seguros de suinocencia. Por todo esto, se hace indispensable que todoslos anarquistas y antiautoritarios se mantengan informadosy solidaricen con stos y con todos los presos del mundo pa-ra as, a travs de la experiencia de todos, fortificar la crti-ca y el ataque al Estado y al Capital.

    Saludos compaerosDesde el otro lado de la Cordillera

    Violeta del ValleAnexo Listado de procesados del 14 A.

    En prisin preventiva durante 180 das.Mnica Caballero / Andrea Urza / Pablo Mo-

    rales / Rodolfo Retamales / Vinicio Aguilera /

    Felipe Guerra / Carlos Riveros / Camilo Prez /

    Francisco Solar / Omar HermosillaEn Libertad pero con medidas cautelares e investiga-

    cin en curso:Candelaria Corts Monroy / Cristian Cancino /

    Diego Morales / Ivn Goldeberg

    EL SURCO -publicacin anarquista chilena-

    La razzia chilena Algunas reflexiones sobre el montado y meditico caso bombas

    En octubre de 2003 una pueblada en la comisara de Ledesma, Jujuy, termin con la muer-te de uno de los manifestantes, Luis Cuellar de 19 aos y militante de la CCC. En abril de2007 el docente Carlos Fuentealba es asesinado en Neuqun; en mayo de 2008 en MendozaJuan Carlos Erazo, trabajador del ajo, muere tras una brutal golpiza. En enero de 2010 cin-co balas acaban con la vida de Facundo Vargas en Talar de Pacheco, en junio de 2010 sonasesinados en Bariloche, tras una pueblada, Nicols Carrasco y Sergio Crdenas quienes pro-

    testaban por la muerte de Diego Bonnefoi. A esta lista hay que agregarle la reciente de Ma-riano Ferreyra en Avellaneda. Todas ellas tienen un denominador comn: son muertescomo consecuencia de la represin en marchas o manifestaciones durante el gobiernode los Kirchner.

    Desde 2003 el estado nacional de manera encubierta ha ido delegando cada vez ms lasfunciones de represin en aparatos paraestatales para amedrentar, silenciar y asesinar a quie-nes protestan: barra bravas de ftbol, punteros barriales, polticos de poca monta con ansiasde ascenso y patotas que responden directamente a las burocracias sindicales hacen el tra-

    bajo sucio que el estado nacional no quiere hacer, no por falta de medios para realizarlo, si-no para no ensuciar o contradecir su discurso inescrupuloso de defensor a ultranza de losderechos humanos.

    Mariano Ferreyra tena 23 aos, estudiaba en Avellaneda el CBC de la carrera de historiay militaba en las juventudes del Partido Obrero. Fue asesinado el 20 de octubre durante unamanifestacin de los trabajadores ferroviarios tercerizados del ferrocarril Roca, en Avella-neda, cuando reclamaban la reincorporacin laboral efectiva. Sus verdugos responden a la

    burocracia sindical de la Unin Ferroviaria y contaron con el beneplcito policial, ya que lazona estaba liberada.

    En la represin tambin result herida de gravedad por un disparo en la cabeza Elsa Rodr-guez de 56 aos, internada de urgencia en el hospital Argerich, su estado sigue siendo deli-cado.

    Ni gatillo fcil, ni negligencia, ni hecho aislado. No! Poltica social al servicio del poder,sus polticos y sus ricos.

    El Grupo Editor

    Asesinato de Mariano FerreyraLo que queda de un hombre es aquello que su

    nombre hace pensar

    Paul Valery

    Si a Anibal Vern lo mat la polica(1) en unpiquete, ahora con Mariano Ferreyra ni se mo-lestan en intervenir (o lo hacen pero indirecta-mente), toda una institucin teniendo que dar

    explicacionesun problemaque lo mateuna empresa, los negocios, el sindicato, el go-

    bierno, un conglomerado de inocentes, si todosson nadie lo eso mejorque lo asesine uncualquiera, un gil al que le prometieron traba-

    jo, un barrabrava de esos que se vanaglorian deandar con fierro, y ahora quete dejaron soloFavale(2), tendras que haber aprendido lo quees la burocracia sindical, tendras que haberledo de historia argentina.. y ahora llors. La

    burocracia, siempre aniquilando utopas, siem-pre asesinando a la juventud militante. Mili-tante, como dicen que Jos Pedraza(3)eraantes de comprarse una casa de mediomilln de dlares y un paraguasal fin y alcabo parece que desde chiquito que le decan lobo , habilidoso nunca TOSCO. Todo un re-corrido por el mismo camino en el ti empo.

    A Mariano lo mataron en el medioda delmircoles 20 cuando cortaba las vas del ferro-carril, luchando contra el negocio de la terceri-zacin, la patronal, la burocracia sindical.

    Sin reivindicar al partido que perteneca,principalmente porque los partidos no surgende la lucha de clases sino de una creencia en

    una teora acerca de la lucha de clases desde

    un punto de vista exterior a ella (4) y porqueel mismo Len Trotsky dice; Los sindicatosdeberan disciplinar a los obreros y ensearles

    que coloquen el resultado de la produccin

    por encima de sus intereses y demandas. El jo-

    ven estado obrero necesita a los sindicatos no

    para que intenten obtener mejoras en las con-

    diciones de trabajo sino para que organicen ala clase obrera con un objetivo: la produccin

    (5) (toda una declaracin contra la huelga y elparo), reivindicamos a Mariano Ferreyra comomilitante y llamamos a que la sociedad vindi-que a los que luchan da a da, viven y mueren

    por terminar con las miserias del capitalis-mode una vez por todas.

    Guido

    (1) Como tambin a Otoo Uriarte, Sergio Avalos,Atahualpa Martinez, Carlos Fuentealba, Jos Do-mingo Maciel, Diego Bonefoi, Sergio Cardenas,Nicolas Carrasco, entre otros.(2) Cristian Favale Barrabrava contratado comofuerza de choque del sindicato de la Unin Ferro-viaria. En una entrevista le preguntan; usted sueleusar armas?No uso armas. Hace tiempo tuve unacausa por tenencia de armas de guerra pero era le-

    gal y ya tengo todos los papeles.(3) Jos Pedraza Milit en la CGT de los argenti-nos en su juventud. Es el actual jefe del sindicatode la Unin Ferroviaria.(4) Extrado del peridico Libertad Nmero 46 - Entre la plataforma y el partido

    REIVINDICAR LA JUVENTUD MILITANTE

  • 8/2/2019 Libertad N 57

    8/8

    SECONS

    IGUEEN:

    G R U P O A N A R Q U I S T A L I B E R T A D

    correo electrnico: [email protected]

    CAPITAL FEDERALSalta y 15 de NoviembreBrasil 1142: entrada Est.Brasil 1110: kioscoBrasil 390: kioscoBolivar y MorenoBolivar 225: kioscoAv. de Mayo 575: kioscoCorrientes 1312: kioscoCorrientes 1587: kioscoCorrientes 1555:LiberarteCorrientes y Scalbrini OrtizCorrientes y Av. DorregoPueyrredn 91: kioscoH.Yirigoyen1784: kiosco

    Rivadavia 1779: kioscoRivadavia 3860: kioscoRivadavia y CampichueloPlaza Primera Junta: kioscoentrada al subteF. Lacroze 4169: kioscoGalera Comercial F. La-croze: kioscos de columna25Freire y EcheverraEcheverra 1685: kioscoConstituyentes 5516De los Constituyentes y Al-

    barellos: kioscoConstituyentes 6175

    Beragaa 2325: kiosco

    Nmeros anteriores en:Boyac 1301 esquina LuisViale. Despensa Boyac

    SubtesEst. Constitucin, subte C:kiosco andn centralEst. Av. de Mayo , subte C:kiosco andn RetiroEst. Lima, subte A: andn aPlaza de MayoEst. Diag. Norte, subte C:kiosco andn Retiro

    Est. Congreso: andn a Pri-mera JuntaEst. Miserere, subte A:kioscos de andenesEst. Primera Junta: kioscode andnEst. Alem, subte B: kioscoEst. Pueyrredn: kioscos deambos andenesEst. Bolivar, subte E: kios-co de andnEst. Carranza, subte D:kiosco andn a CatedralEst. Palermo: kioscoTrenes

    Est. Constitucin: hall cen-tral altura andn 11Est. Retiro, FC Mitre: en-trada andenes 4-5Est. Retiro, FC Belgrano:kiosco de andnEst. Retiro, FC San Martn:kiosco hall centralEst. Palermo: kiosco andna ChacaritaEst. Once: hall centralEst. Caballito: andn 1Est. Flores: kioscos de am-

    bos andenesEst. Chacarita: Corrientes yla vaEst. F. Lacroze, FC Urqui-za: kiosco andn 5Est. Pueyrredn: andn aRetiro: kioscoEst. Rivadavia: andn a aTigre, kiosco

    LA PLATADiag. 77 y Plaza Italia:

    El Aleph

    Calle 12 n 1244:El AlephCalle 7 e/ 59 y 60:Librerade la Campana

    Calle 6 e/48 y 49:El AlephEst. La Plata: kiosco salidaPlaza San Martn: Feria dedifucin Libertaria, juevesdesde 16 hs.

    LA MATANZAVilla Madero

    Est. Madero, andn Catn

    Laferrere

    Lpez May 3086 esq. Av.Luro: kiosco

    EZEIZAKiosco frente. Estacin:Andn a Retiro

    MORNEst. Haedo: andn centralEst. Morn: andn MorenoEst. Morn: andn OnceMORENOTimoteo Gordillo 1306: localdel UAZO

    HURLINGHAMEst. W. Morris: kiosco

    SAN MIGUELPlaza de San Miguel, esqui-na Mitre y Pern, domingosdesde 17 hs:puesto de pro-

    paganda anarquista.

    SAN MARTNEst. Migueletes, FC Mitre:andn RetiroEst. Malaver: andn RetiroEst. San Martn: a Retiro

    Jos Len SurezEst. Jos L. Surez:andn Retiro

    GRAL. PACHECORuta 197 esquina Mozart.KioscoDerqui 220. Los Troncosdel Talar

    MALVINASARGENTINASRuta 197 y vas de Est. Pa-

    blo Nogus: kioscoEst. Gran Bourg: vereda

    VICENTE LPEZEst. de Aristbulo del va-lle,andn a Villa Rosa.

    PILAREst. Pilar: andn a Retiro

    SAN ISIDROEst. Bolulogne, FC Belgra-no: andn Retiro

    SAN FERNANDOEst. Victoria: andn 3 a Ca-

    pilla del SeorEstacin Carup , Andn aRetiro

    TIGREEst. Tigre: andn RetiroKiosco de Diarios: Liniersy Pirovano

    ZRATEAv. Anta 27: kiosco

    CHASCOMSPuesto de DiariosMitre y Lastra

    MAR DEL PLATAAv. Edison y 12 de Octu-

    bre: kioscoAteneo Anarquista:Italia esq. Chacabuco

    NEUQUENPaseo de los artesanos deAvenida Argentina los do-mingos desde las 19 hs.

    ROSARIOBiblioteca "Alberto Ghiral-do"Sarmiento 1418

    BAHA BLANCASaavedra 113:Librera Rai-cesBrown 426:Librera KlasOhiggins 71, loc. 22:Del

    AngelSan Jun y 12 de Octubre,1: CEHumZelarrayan 584: kioscoVillarino y BeruttiDonado 373Fitz Roy y ChiclanaVieytes y Juan MolinaGrupo Anarquista Bahien-

    se:

    [email protected]

    SAN JUNPlaza 25, martes a partir delas 19:30 hs.Facultad de Ciencias Socia-les, Complejo Islas Malvi-nas, mircoles desde 17hs:

    puesto de propagandaanarquista .

    MENDOZA*puesto de libros de Km. 0(Garibaldi y S.Martn)*puesto de libros en Ala-meda (Alberdi y S.Martn)

    CHILESantiago de ChileA travs del grupo editorel Surco:elsurcoanarquista@g m a i l. c o m

    Muri el Tirano. As de clara fue la expresin popular cuando dej de existir la per-sona con que se explicaban no slo cuatro dcadas de dictadura militar, sino principal-mente el sufrimiento y la vida de millones de espaoles repartidos en distintos conti-nentes. Cambiando fechas y tecnologas, la opresin econmica no es muy distinta encualquier lugar donde la sociedad capitalista obliga a miles de millones a sacrificarsediariamente por sobrevivir, a mendigar, robar o agachar la cabeza para conservar un tra-bajo. Sin embargo, en estos das, la muerte de quien representa en la dimensin polti-ca los ltimos aos de la sociedad argentina la era K - , genera un extrao sentimien-to muy distinto a aquel alivio profundo que experimentaran pobres, trabajadores y lu-

    chadores con la expiracin del generalsimo Francisco Franco.A esta altura, ya es un chusmerio viejo comentar que en los primeros 7 aos de presi-

    dencia los Kirchner multiplicaron en un 700 % su patrimonio declarado, que sus rique-zas reconocidas son de 55,5 millones de pesos y como la corrupcin resulta una obvie-dad tolerada. Ser mejor recordar otras cuestiones que no tengan que ver con nmeros.

    Cmo llegaron los Kirchner a la cima del Poder? Escalando no creo, pisando cabezasseguro, heredando algo, multiplicando riquezas en perodos dictatoriales y en los que si-guieron, hacindose cmplices de socios extranjeros y nacionales, pero me refiero a c-mo llegaron al Gobierno Nacional. Menem, Duhalde, con ellos no slo compartieron al-tos cargos en el peronismo, negocios y brindis, sino que fueron compaeros de ruta, ju-garon en el mismo equipo y por eso uno le pasa el trono a otro de su confianza.

    2001. 2002. Esa poca fue creativa. La U.C.R. huyendo de la historia en helicptero,las figuritas se sucedan repetidas, la gente segua en la calle y el Poder recurra un po-co por desesperacin, otro por oportunismo mafioso, a su rostro ms horrible, Duhaldey su fascismo declarado explicando y demostrando que de un lado estaba el Estad, y delotro sus enemigos. El civismo veraniego haba pasado y los luchadores crecamos enasambleas multicolores. El F.M.I. peda balas para despejar la calle y Duhalde se las dio,

    costndole caro el teatro antidisturbio de querer hacer pasar dos fusilamientos como en-frentamiento entre piqueteros. Tuvo que adelantar las elecciones y candidate a su suce-sor, un desconocido sureo con pocas apariciones televisivas.[1] Frente a El Fantasmade los 90 gan el Frente para la Victoria por abandono, y con un simple gesto para quie-nes quieren conformarse con poco, descolgando el retrato de Videla orden la casa.

    En lo material, todo sigui su tendencia, la brecha entre ricos y pobres se agrand, lacalidad de vida se parece a la de siempre y unas cuantas empresas amigas del Gobiernolograron hacer crecer exponencialmente sus ganancias (Telefnica, Repsol, BarrickGold, Unilevel, Grupo Plaza, Grobocopatel y algunas ms). En lo simblico, hizo mu-chas cosas recurriendo a lo mejor de la tradicin peronista: dividi a la sociedad en dos,los gorilas y las ovejas, reflot el sentimiento patritico, se proclam antimperialista yderecho humanista; compr a los que se vendieron ponindoles el moo ideolgico quecada quin eligi y ahorr la ilusa redistribucin de la riqueza invirtiendo en asisten-cialismo barato para nios pobres y viejitos olvidados.

    La relacin con el capital mundial fue la misma de siempre y cumpli al pie de la le-tra el rol de economa exportadora de materias primas, garantiz por la fuerza la indus-tria minera que envenena el agua, la petrolera que contamina el aire, la pesquera que de-preda los mares y consolid el modelo sojero llevando al extremo el cinismo opresivo deuna sociedad donde conviven hambrientos y alimentos que se usan para combustible. AlFMI. se la pag toda junta y tuvo el lujo de poder abrazar en persona al diablico Busha la vez que organizaba de la mano de Maradona una Contra Cumbre para que Ch-vez acuse de imperialista a su socio petrolero, en una cancha de ftbol repleta de utpi-cos bien contenidos. En la calle, los desconocidos de siempre rompan la paz social, susvidrieras y pateaban las rejas del castillo, cientos de detenidos y unos cuantos heridos de-mostraban que la libertad de expresin es slo para los que coinciden con los podero-sos.

    El 24 de marzo de 2006 al cumplirse Treinta aos de l ltimo Golpe Militar, mien-tras en Buenos Aires el gobierno celebraba de la mano de traidoras madres de desapare-cidos el Da de la Memoria, un pueblo del norte de Santa Cruz, la provincia-feudo de losKirchner, estaba militarizado con las vas de comunicacin intervenidas. En Las Heras,la Gendarmera entr casa por casa y tortur delante de su familia a los varones mayo-res inventando culpables individuales de una revuelta popular contra las petroleras en laque result muerto un polica, y el frente de la comisara recibi ciento veinte balazos.

    Con el impacto de la crisis bancaria mundial, y reservando el supervit fiscal para pa-garle al Club de Pars y a otros accionistas financieros, la constante inflacin aumenta-ba un descontento social que se mantena al margen del conflicto del Gobierno con em-presarios rurales que no dudaban en amenazar con desabastecer de alimentos a la pobla-

    cin con tal de sacar una tajada ms grande. Desgastada su imagen y ayudado por el ca-lendario, el Gobierno supo recomponerse apostando fuerte al recurso ms bsico al querecurren los Estados para ganar la simpata de sus sbditos: la colaboracin de recono-cidos artistas y la coincidencia con el espectculo futbolero ms hipnotizante de la tele-visin facilitaron que el sentimiento patritico del bicentenario genere simpata haciauna administracin que aprovechaba un sentimiento nacional a-poltico.

    En estos aos de plena vigencia de los Derechos Humanos, el Estado sigui asesi-nando personas con sus variadas policas. La tortura se aplica todos los das en las dis-tintas crceles y comisaras de este territorio, los luchadores sociales son amenazados

    telefnica y personalmente. Golpizas, detenciones, extradiciones, balas de goma y deplomo, gases lacrimgenos, criminalizacin judicial, y un estigma creciente que preten-de llevarnos de la acusacin de sectarios a la de terroristas.

    Por eso cuesta entender cmo es que tantas personas con buenas intenciones se comanel verso kirchnerista y se sientan afligidos con la muerte de tal personaje. Lo que sin du-da ayuda a la comprensin es el enorme e inteligente aparato ideolgico con que cuen-tan los demcratas, que pas de ser 12 pginas oficialistas a tener su propio programa te-levisivo y un sin fin de repetidoras radiales que propagan la voz de Cristina por toda lapoblacin. Y claro, los defensores de lo existente suelen estar acompaados por los fal-sos crticos, que prefieren la paz social y el respeto a la legalidad pues la estabilidad loshace perdurar en su rol de intermediarios. Y que mejor para expresar su pensamiento quelos lamentos del Frente Popular Daro Santilln, una organizacin como tantas pique-teras que creci con lo que el Estado Kirchnerista reparti para calmar las aguas y quesintetiza el reformismo posmodernamente reciclado: Para bien o para mal, la princi-

    pal disyuntiva respecto al bienestar de las clases populares en esta coyuntura est en

    manos de ese proyecto confuso de beneficios empresariales y mstica popular, ideolgi-

    camente ambiguo. Vergenza debera darles invocar el nombre de un luchador que

    arriesg su vida para salvar a un compaero, y ahora ustedes compartiendo el dolor conTinelli para despedir a una de las figuras que mejor defendi el inters de la burguesa yque encima encubri a los asesinos polticos de Maximiliano y Daro.

    Cuando decimos que es lo mismo un gobierno que otro es porque ningn gobierno fa-vorece a sus gobernados, cuando decimos que todo sigue igual es porque la vida de laspersonas sigue igual. El millonario sigue contando billetes, el nio de la calle sigue pi-diendo, el trabajador trabajando, el pobre, pobre, la prostituta violada, el preso encerra-do, los distintos sufriendo discriminacin, y as todo. Nuestra vida y la de millones nodependen ni puede depender de una sola persona, es un sistema social.

    A quien culpar por las cmaras que nos vigilan todo el tiempo? A cual Gobierno?Al diputado que aprueba la ley? Al electricista que las coloc? El uso de cmaras esuna de las ltimas innovaciones en materia de tecnologas de control estatal que se ge-neraliza en todas las ciudades del mundo. Hay algo grande, muy grande, casi tan grandecomo la sociedad, y es el Estado, que incluso por momentos se mete adentro nuestro, noshace obedecer, mandar y reivindicar las leyes que nos ordenan.

    Unos das antes que Kirchner, muri Guillermo Trafianco. Sabas? Por qu te sen-sibiliza ms la muerte de un multimillonario que la de un pibe pobre fusilado por la po-lica? Por qu? Es decepcionante o esperanzador que para justificar la miseria que nosrodea hayan recurrido a reivindicar valores opuestos a los principios capitalistas? Quetengan que hablar de Igualdad y Libertad para conseguir el apoyo de tanta gente buena,de esas personas que si convirtieran esas palabras en ideologas de vida, se movilizaranpara actuar en oposicin a los intereses dominantes. Es este el ltimo ropaje del Poder,qu queda cuando esta careta sea descubierta?

    Cada da sale el sol, cada noche se acuesta, y no hay ninguna otra determinacin na-tural que haga que la vida de los humanos sea siempre la misma; si algunos slo cono-cen la pobreza tortuosa y otros la aburrida abundancia es porque cada da hay relacioneseconmicas que se confirman, la necesidad de unos, la ambicin de otros y algo que de-finitivamente est planificado y es concreto como lo garrotes de la polica: la interven-cin distintiva del Estado para con cada ser.

    Izquierda o Derecha, dos identidades que hacen referencia a la posicin que ocupabanlos polticos en el parlamento francs. Nosotros, sabiendo que los conflictos sociales seresuelven en la calle y afuera de los edificios institucionales, que la vida que deseamosse construye peleando por ella sin depender de nadie, enfrentando a la autoridad, crean-

    do relaciones armnicas basadas en el respeto, la solidaridad y el amor, que queremos ala naturaleza , preferimos reconocernos luchadores por la libertad.

    Recibido por mail

    Sobran polticos