Libro 5 - La Era Del Peronismo

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  • REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION EN LA ARGENTINA | 1

  • HONORABLE SENADO DE LA NACION

  • REVOLUCIONY CONTRARREVOLUCION

    EN LA ARGENTINA

    La Era del Peronismo

  • REVOLUCIONY CONTRARREVOLUCION

    EN LA ARGENTINA

    La Era del Peronismo

    1943-1976

    Jorge Abelardo Ramos

  • HONORABLE SENADO DE LA NACION

    PresidenteDaniel Osvaldo Scioli

    Presidente ProvisionalJos Juan Bautista Pampuro

    VicepresidenteMarcelo Eduardo Lpez Arias

    Vicepresidente primeroMirian Beln Curletti

    Vicepresidente segundoRicardo Gmez Diez

    Secretario ParlamentarioJuan Hctor Estrada

    Secretario AdministrativoCarlos Alberto Machiaroli

    Prosecretario ParlamentarioJuan Jos Canals

    Secretario AdministrativoNstor Horacio Righetti

    Prosecretario de Coordinacin OperativaRicardo Nicanor Gutirrez

  • Ramos, Jorge AbelardoRevolucin y Contrarrevolucin en la Argentina - 2a ed. - Buenos Aires: Senadode la Nacin, 2006-v. 5, 910 p.; 24x17 cm.

    ISBN 950-9660-32-9

    1. Historia Poltica Argentina. 1. TtuloCDD 320.982

    Fecha de catalogacin 14/08/2006

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

    H. Senado de la NacinSecretara Parlamentaria

    Direccin de Publicaciones

    Ejemplares de distribucin gratuita. Prohibida su venta. (Resolucin 7/05)

    ISBN -10:950-9660-32-9ISBN -13:978-950-9660-32-8

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    1943-1976

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    EN LA VSPERA

    Haca trece aos que el Presidente Hiplito Yrigoyen, elegido por segundavez primer mandatario por las masas populares de la poca (1928), haba sidoarrojado del poder. El General Uriburu y el General Justo abriran un captulovergonzoso en la historia del fraude electoral y penosas concesiones al intersbritnico. Este perodo se arrastrara ms de una dcada y fue conocido en laliteratura poltica argentina como la dcada infame. Se la calificaba de ese modopor los escndalos mltiples que la caracterizaron: estafa a la voluntad popular enlos comicios, corrupcin en las prrrogas a los contratos de empresas imperialistas(como el de la Compaa. Argentina de Electricidad, que pag $ 100.000 a cadadiputado nacional para votar la prrroga hasta el ao 2000), el asesinato delSenador Bordabehere en el recinto de la alta Cmara, por la mano de un agentedel Ministro de Agricultura, el estanciero Luis Duhau. Al fraude de Justo, sucediel triunfo, por la fuerza, del Dr. Roberto Ortiz, abogado de los ferrocarriles ingleses.A su muerte, sucedi en el gobierno el Vicepresidente Dr. Ramn Castillo,conservador catamarqueo. La Argentina era presionada por las grandes potenciaseuropeas, que estaban viviendo la Segunda Guerra Mundial, para inclinarla afavor de sus intereses respectivos. La vieja oligarqua argentina era anglfila yrupturista: deseaba entrar a la guerra para ayudar a sus amigas Gran Bretaa yFrancia. Pero haba militares patriotas, intelectuales solitarios y desconocidosrevolucionarios que rehusaban apoyar a los explotadores del pas en nombre deuna democracia que los argentinos haban dejado de conocer haca muchosaos. Los nazis, que tambin tenan sus partidarios, poco podan hacer en unaArgentina que era universalmente conocida como un disfrazado dominio del ImperioBritnico. En 1933 haba muerto Yrigoyen y desde entonces los radicales deMarcelo de Alvear, un aristcrata, se haban plegado mansamente al rgimendominante, sin enfrentarlo como lo habra hecho Don Hiplito. Las izquierdastenan una visin cosmopolita de la Argentina y poco entendan de los problemasdel pas. La juventud, en fin, no se interesaba por la poltica, que prosegua enmanos de los viejos hipcritas y astutos de la rosca dominante. Pero de pronto,algo ocurri, como un rayo en un cielo sereno.

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    LA REVOLUCIN PALACIEGA

    En la maana del 4 de junio de 1943, con el cielo de un gris amenazante, elDr. Castillo, Presidente de la Nacin, abandon la Casa de Gobierno. Rodeadode algunos ministros aterrados, se embarc en el rastreador Drummond y na-veg por el lugoniano ro color de len. Antes de soltar amarras, orden resistira las tropas que marchaban desde Campo de Mayo sobre Buenos Aires. Era unreto simblico. La Marina, por el contrario, dispar sus armas desde la EscuelaMecnica de la Armada en la Avenida del Libertador, contra las fuerzas revolu-cionarias que marchaban hacia la Casa de Gobierno. Estos disparos no fueronsimples salvas de homenaje. En realidad, hubo una masacre de soldados y civilesinocentes. Segn algunos autores, murieron alrededor de 70 personas. Al pare-cer, se suscit un malentendido, de resultados trgicos, entre el Coronel Avalos,que diriga la columna revolucionaria, y el Capitn Anadn, que se opuso a ella.Fuera de este incidente, la revolucin del 4 de junio fue recibida por todo el pascon un inmenso suspiro de alivio. Todos los partidos e instituciones, sin distincinalguna, desde La Vanguardia, rgano del Partido Socialista, hasta el radicalismode todas las tendencias, desde los cabizbajos conservadores hasta los hombresde FORJA, pasando por los nacionalistas, los rupturistas y los neutralistas, loscatlicos y los liberales, la acogieron con ardorosa esperanza. Naturalmente, estasimpata se fundaba en un equvoco colosal.

    La proclama revolucionaria nutra todas las ilusiones. Aluda a los que

    han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptandocomo sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupcin...Propugnamos la honradez administrativa, la unin de todos los ar-gentinos, el castigo de los culpables y la restitucin al Estado detodos los bienes mal habidos... Lucharemos por mantener una real eintegral soberana de la Nacin, por cumplir firmemente el manda-to imperativo de nuestra tradicin histrica, por hacer efectiva una

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    absoluta, verdadera e ideal unin y colaboracin americana y elcumplimiento de los pactos y compromisos internacionales1.

    Los sumergidos de la Dcada Infame se sentan interpretados. Los conser-vadores del viejo rgimen confiaban en el cumplimiento de los pactos internacio-nales, o sea en la asociacin estrecha con las grandes potencias, del mismomodo que todos los rupturistas. Los radicales se vean prximos al poder y reivin-dicados por la alusin al fraude. Pero casi todos estaban profundamente equi-vocados. Ni los propios participantes del golpe palaciego saban realmente adn-de iran a encaminar sus pasos. Entraban bruscamente a la historia pero la con-ciencia de s mismos poco tena que ver con lo que en realidad eran e iran a ser.Era una revolucin engendrada por la objetividad misma y preparada por toda lahistoria anterior. Un solo hecho era claro: el aparato poltico de la oligarqua so-breviviente desde 1930 haba cado del poder como un fruto ptrido.

    Cocktail en la embajada britnicaEl Embajador britnico, tradicionalmente mejor informado de poltica nacional

    que los propios argentinos, saba desde una semana antes que se preparaba unmovimiento militar. Se lo haba advertido Monseor De Andrea, el obispo mundanovinculado a la oligarqua y al sistema democrtico. De ah infera, lo mismo quelos corresponsales norteamericanos acreditados en el pas, que el movimientotendra un carcter pro radical, orientado hacia la ruptura. El da 4 de junio, a latarde, se celebraba un cocktail party en la embajada inglesa, que no fuesuspendido a causa de la revolucin matutina:

    Por un momento, dice el Embajador, todos los profetas polti-cos, tanto nativos como extranjeros, se sintieron completamentedesorientados, porque hablando en forma general en laArgentina, los oficiales del Ejrcito no tenan lugar en la sociedady no provenan de la clase gobernante, de los estancieros, losprofesionales prsperos y los grandes comerciantes. Llevabanuna vida aparte y en realidad no tenan contacto social con losgrupos que haban administrado a todos los gobiernosargentinos del pasado an los radicales y todava menos con-

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    tacto con los diplomticos extranjeros o con los corresponsalesextranjeros2.

    El desconcierto del Embajador britnico debe ser juzgado retrospectivamentecomo el signo ms auspicioso de un cambio tajante en la poltica argentina, muchoms significativo que la proclama deliberadamente ambigua de los coroneles.

    Ms demostrativa que la perplejidad del diplomtico ingls ante el golpemilitar, result el pnico de la embajada alemana en Buenos Aires. Muy poconazi deba ser ese pronunciamiento militar (como lo calificaran durante 40 aoslos demcratas de la Argentina) cuando la noticia decidi a los diplomticos deHitler en Buenos Aires a quemar sus archivos secretos el 5 de Junio. Mientras quelos alemanes suponan que el golpe era inspirado por Estados Unidos, el gobiernonorteamericano tena la conviccin de que estaba tramado por Alemania. Laconclusin crtica sobre la confusin de las grandes potencias se fundaba en queel golpe era de inspiracin puramente nacional: el desprecio de ambas hacia laposibilidad de que la Argentina pudiese hacerlo por s misma, se vera cruelmenterefutado poco despus. Pero a su turno, y por esas particularidades en que parececomplacerse en ocasiones la historia como comedia del arte, tampoco lostenientes coroneles que desencadenaron la revolucin del 4 de junio tenan claroel significado de sus actos.

    Desde 1930 el Ejrcito haba sido un hervidero de intrigas y un empolladorde conspiradores, la mayor parte de los cuales puramente vocacionales oplatnicos. La razn bsica de la inquietud militar consista en que al desgajarse laArgentina de la prosperidad agraria nacida de su vinculacin con el ImperioBritnico, y la civilizacin europea, con la crisis de 1930, las instituciones fundadassobre dicho sistema desde 1880 ya no podan funcionar. Haban perdido suequilibrio. Y el Ejrcito, a travs de su propia oscuridad, pretenda reencontrarlo,apelando a las ms diversas frmulas. En los aos anteriores los oficiales se dividanentre rupturistas, neutralistas, justistas, nacionalistas de tipo democrtico,nacionalistas pro-fascistas, radicales profesionalistas, indiferentes o intrigantes conuna pasin exclusiva por la conspiracin. Tal complejidad era el resultado delvergonzoso perodo conocido como la dcada infame. Las Fuerzas Armadasno tenan la conciencia en paz. En vsperas del 4 de junio, la prosecucin delfraude electoral, la terca poltica conservadora del Dr. Castillo y las presionespara romper la neutralidad argentina, haban inspirado innumerables tertulias cvico-militares con propsitos conspirativos. Entre todas, la constitucin del G.O.U.(Grupo Obra de Unificacin) ir a constituirse en el factor decisivo de la revolu-cin militar. Pero el 4 de junio estall casi inesperadamente para todos, pues se

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    debi a una confusin, ese incidente que la historia proporciona para abrir elpaso a grandes causas que al principio resultan difciles de definir. Una reunin delGeneral Ramrez, Ministro de Guerra del Dr. Castillo, con un grupo de radicales,que le ofrecieron oficiosamente la candidatura a la Presidencia de la Repblica(con el propsito de quebrar el monopolio conservador del poder) irrit al Presi-dente. En Campo de Mayo y en el Ministerio de Guerra, corri como un reguerode plvora la versin de que el Dr. Castillo haba pedido la renuncia al GeneralRamrez. Esto fue considerado por los jefes de regimientos de Campo de Mayocomo una ofensa a la jerarqua del Ejrcito y desencaden en pocas horas elpronunciamiento del 4 de junio. Pero se trataba de un error. Castillo no habapedido a Ramrez su renuncia. De donde puede inferirse que los oficiales argenti-nos slo adoptan decisiones trascendentales a causa de razones insignificantes.Claro est que al General Ramrez le resultaba algo indecoroso encabezar unarevolucin dirigida contra el Presidente, que lo haba nombrado Ministro de Gue-rra. Por ese motivo sugiri al Teniente Coronel Gonzlez, uno de los jefescomplotados, que buscaran algn general para ponerlo a la cabeza del movimien-to. El candidato que les pareci a los conspiradores el ms indicado fue el Gene-ral Arturo Rawson. Su curriculum como revolucionario no presentaba el diseode una lnea recta. Era un general aficionado a la vida de Club (del Jockey Club),al chisme banal y a la sedicin. Haba intervenido en reuniones para lanzar unarevolucin nacionalista en 1942, pero muy pronto cambi de idea y se dedic apredicar la necesidad de apoyar a los aliados en la guerra mundial. Tena numero-sos amigos en todos lados y ninguna idea en parte alguna. Segn recuerda Gonzlez,se le pidi que se incorporase al movimiento, pero el general, que hace tiempoorganizaba su propio golpe, incorpor a su vez a los coroneles de Campo deMayo a sus planes. Gracias a esta confusin, donde los coroneles ponan lastropas y Rawson a su propia persona, ni Gonzlez ni Rawson tocaron el tema dela neutralidad del pas, ni quien sera el jefe del movimiento, ni cual sera el progra-ma de gobierno. En Campo de Mayo, todos los que estaban de acuerdo enderribar al Dr. Castillo en otras palabras, los jefes de los regimientos tampocohaban hablado de sus respectivas ideas sobre si entrar o no en la guerra mundial.Pareca que los asuntos trascendentales de un gobierno no merecan ser conside-rados por los conspiradores que se preparaban a establecerlo. Es muy probableque de haber discutido el punto, la revolucin no se habra realizado. En definitiva,Rawson apareci en Campo de Mayo en una reunin de 14 oficiales que decidie-ron dar el golpe, pero que no designaron a Rawson Presidente, ni hablaron delprograma a aplicar. Se aprob un documento (que habra sido redactado por elCoronel Pern) quien, por lo dems, no apareci en esa reunin, que tenda unvelo tenue sobre todas las aspiraciones y satisfaca todas las esperanzas, aunque

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    haba acentos marcadamente democrticos. Segn el historiador Potash, elmanifiesto del 4 de junio habra sido redactado por los coroneles Miguel AngelMontes y Juan Pern3. Se sabe que el primero era de simpatas radicales; y elsegundo, un profesor de historia de la Escuela de Guerra, era agregado militar enItalia, orador elocuente que haba recibido, durante aos, en su departamentofamiliar, los folletos y publicaciones que regularmente le hacan llegar los hombresde FORJA. La misma pluma manejada por esos dos hombres haba logrado eseaire de equivocidad a la proclama revolucionaria y asegurado la unidad en laaccin que, como era de esperar, sera frgil como un cristal. Sin que nadie se loindicase, al medioda del 4 de junio, huido el gobierno a bordo del rastreadorDrummond, el General Rawson se instal en la Casa de Gobierno y empez adesignar ministros sin consultar a los coroneles que lo haban instalado en el sillnpresidencial. Rawson acostumbraba a comer todos los viernes en el Jockey Clubcon dos antiguos personajes del antiguo rgimen: uno de ellos, el Dr. Jos MaraRosa, que haba sido Ministro de Hacienda del General Roca a principios desiglo, de filiacin conservadora neutralista. El otro contertulio era un anglfilorupturista, el Dr. Horacio Caldern. Como tales antagonismos fundamentalesno hacan palidecer la amistad entre los tres caballeros, Rawson resolvi nom-brarlos Ministro de Hacienda al primero y de Justicia al segundo. Los coro-neles neutralistas objetaban a Caldern y los rupturistas a Rosa y todos aRawson, que por alguna extraa razn rehus ceder ante las presiones milita-res. Esta obstinacin le cost la presidencia 48 horas ms tarde. Lo reempla-z el larguirucho e insignificante General Pedro P. Ramrez, ayer noms Mi-nistro del derrocado Presidente Castillo. El General Edelmiro J. Farell, bona-chn y sencillo, jefe y admirador del coronel Pern, fue designado Ministrode Guerra y su amigo Pern, Jefe de la Secretara del Ministerio. De estemodo, Pern, que ejerca cierta fascinacin sobre el espritu de su superior,admirador de sus cualidades de trabajo y aptitud para generalizar, lleg atener en sus manos el control sobre la oficialidad del Ejrcito. La Revolucinde Junio daba comienzo.

    Al principio los Estados Unidos pretendieron imponer condiciones alreconocimiento diplomtico del gobierno militar. Se hicieron numerosas reunionesen las embajadas norteamericana y brasilea para coordinar un frente nico anteel nuevo rgimen.

    Sin embargo, a los pocos das las principales embajadas ame-ricanas dieron seales inequvocas de querer tener el mrito de serlas primeras en reconocer a ese gobierno. Y no bien se hizo esto

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    evidente, se produjo una carrera desenfrenada. El gobierno norte-americano fue arrastrado por esa corriente,

    dice Kelly, lo que ilumina muy claramente las relaciones entre los imperios ylas semicolonias, que no son, como creen ciertos izquierdistas abstractos, tansimples como sus teoremas.

    Los diputados y senadores radicales, entre ellos Tamborini, Mosca,Laurencena, Cantilo y Oddone, formaron una comisin para entrevistar al gobiernorevolucionario y expresarle la satisfaccin con que haba sido vista la conclusinde un perodo al margen de la Constitucin y las leyes4. Los estudiantes deDerecho y Qumica de Santa Fe expresaban su alborozo al nuevo gobierno si esque ste se propone el fiel cumplimiento de la Constitucin Nacional y el apoyode la Argentina a la democracia del mundo5. Aadan que era imperiosa lanecesidad de realizar la unidad democrtica argentina. Por su parte, el insustituibleDr. Alfredo Palacios conferenciaba con los anglfilos y francfilos de AccinArgentina. Sus dirigentes

    en estos momentos en que es tan necesaria la colaboracinentre las naciones que luchan en defensa de la democracia, tene-mos el derecho de ofrecer nuestra contribucin6.

    El Poder Ejecutivo de Crdoba, en manos del sabattinismo, saludaba alGobierno Provisional y se adhera a sus postulados: era Gobernador Santiago delCastillo. Los hombres de FORJA, por su parte, lanzan una declaracin cautelosa:

    El derrocamiento del rgimen constituye la primera etapa detoda la reconstruccin de la nacionalidad y de expresin autnticade la soberana... La imposicin progresiva y armnica de un pro-grama de emancipacin econmica, poltica y cultural de un pas,es demanda sustancial del pueblo para la afirmacin de su perso-nalidad histrica7.

    El radicalismo revisionista de la Provincia de Buenos Aires, en una declaracinfirmada por Ricardo Balbn, Oscar Alende y Alejandro Leloir, enviaba a Rawson,como caba esperar su emocin patritica.

    Los socialistas deciden reunirse en sesin permanente. No se pronuncianfrente al golpe. Por puro instinto gstrico, los vegetarianos desconfiaban de la

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    sopa militar. El stalinismo, en cambio, tiene el mrito singular de percibir que nadabueno puede salir del acontecimiento. El diario comunista La Hora del 5 de juniodice:

    El pas fue sorprendido por el golpe militar reaccionario. Estegolpe estall cuando el movimiento de unidad democrtica nacionalestaba creciendo y desarrollndose y se aprestaba a resolver porsus propias fuerzas todos los problemas que afligen a la Nacin8.

    Corresponde, pues, al stalinismo, en rigor, haber advertido antesque nadie, que ese gobierno castrense vena a interrumpir, provisoriamenteal menos, la tentativa de construir una Unin Democrtica suficientementepoderosa como para enviar a la juventud argentina a desangrarse en laguerra imperialista.

    El General Pedro Pablo Ramrez asumi la Presidencia. Nombr ungabinete puramente militar, excepto el titular de la cartera de Hacienda,que result ser nada menos que el Dr. Jorge Santamarina, dirigente de laSociedad Rural Argentina, poderoso hacendado l mismo, un espcimenqumicamente puro del rgimen que la proclama revolucionaria sepropona abolir.

    Al Ministro Santamarina ofrecen su colaboracin la Sociedad RuralArgentina, la Unin Industrial Argentina y la Bolsa de Comercio de BuenosAires. Se comenta en Londres que resulta alentador que el Ministro deHacienda haya sido presidente de varios Bancos y miembro del ComitInteramericano de Arbitraje. The Times y el Washington Post coinciden enque el rgimen anterior se haba traducido en un quebranto del comercio exteriory un enfriamiento en sus relaciones con Estados Unidos.

    Santamarina declara que es preciso examinar la naturaleza delintervencionismo estatal en la economa privada y estudiar con cuidado hastaqu punto es conveniente, para suprimirlo o moderarlo, y asegurar eldesenvolvimiento de la iniciativa privada con el mnimo de trabas9.

    Al prestar juramento el Presidente Ramrez en el Saln Blanco el 7 dejunio, dos grupos claramente antagnicos competan frente a la Casa deGobierno en manifestar sus consignas. Uno de ellos gritaba nacionalismo yneutralidad; del otro ncleo partan voces que la prensa recoge al da siguiente:Democracia y libertad10. Pero este carcter mixto del gobierno militar sedisipara en pocas semanas.

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    El ejrcito en los pases atrasados

    El nuevo rgimen disuelve el Congreso Nacional, interviene las provincias ylas Universidades, censura la prensa, clausura sindicatos obreros dirigidos porstalinistas, reafirma su neutralidad, instaura la enseanza religiosa en las escuelas,altera la nomenclatura de ciertos institutos, deja cesantes a maestros y profesores,encarcela a miembros de los partidos democrticos, exonera a jueces ycamaristas, interviene la CADE, anuncia una poltica de industrializacin, nacionalizacompaas de electricidad de capital norteamericano y europeo, en sucesivas ytorrenciales oleadas de disposiciones contradictorias. Qu significaba este curiosogolpe?

    La historia del ejrcito argentino haba sido sepultada, como le haba ocurridoa la historia del pas. Los grandiosos acontecimientos mundiales de 1943, por lodems, relegaban las disputas interiores a simples manifestaciones secundarias.La realidad argentina apareca como un eco servil de la pugna entre los gigantes.Sin embargo, el papel que asume el Ejrcito en 1943, llevaba a plena luz profundasalteraciones internas en la estructura misma de la sociedad argentina. Desde lasinvasiones inglesas hasta la federalizacin de Buenos Aires en 1880, desde larevolucin de 1905 hasta la contrarrevolucin de 1930, la milicia haba reflejadoen su seno los cismas de la sociedad civil. Antes, las fuerzas porteas habanluchado contra las montoneras gauchas de las provincias. Despus de Caseros,esa lucha se reproduce bajo la forma del enfrentamiento entre los soldados mitristasde Buenos Aires contra las fuerzas federales de Urquiza.

    Al da siguiente del drama de Pavn, el ejrcito vuelve a escindirse ante larevolucin portea contra Avellaneda, sostenido por la mayora del Ejrcito nacionalde las provincias en 1874. En 1880 la Guardia Nacional de Buenos Aires y lasmilicias de Tejedor resisten la federalizacin que imponen los 40.000 hombres almando de Roca. En 1905, los militares quintanistas se imponen a los militaresyrigoyenistas. Despus, la mayora del Ejrcito sostendr a Yrigoyen en su polticanacional. En 1930 esa situacin persista y slo la completa descomposicin delradicalismo y la ancianidad del caudillo permiten la asombrosa situacin de unafuerza que espera en vano la orden de reprimir al puado de militares que siguena Uriburu. A partir de 1930, depurado de militares yrigoyenistas, el Ejrcitoenmudece y se hace profesional. Tolera as la dcada de corrupcin e ignominiadel General Justo, bajo el puo de los logistas agrupados alrededor del GeneralRodrguez. Los capitanes y oficiales jvenes que participan, de cerca o de lejos,en el motn de 1930 Pern, Silva, Lucero, Sosa Molina, Ramrez, Descalzo ymuchos otros observarn a lo largo de 13 aos la colonizacin del pas. Algunos

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    sectores se nutrirn de la literatura nacionalista oligrquica, tanto como de loscuadernos y publicaciones de FORJA, mientras que otros se plegarn a la ideologademocrtica que domina la poca.

    Por lo dems, la idea de derribar al rgimen es tema que frecuenta en losltimos aos de la Dcada Infame todos los casinos y concilibulos de jefes yoficiales. Tambin sobre el Ejrcito argentino, al estallar la guerra imperialista,ejercan su influencia ideolgica los dos bandos imperialistas. Como los alemanesnazis comprendan muy bien la imposibilidad de lograr un alineamiento argentinoen su accin militar, sus aspiraciones se reducan a la esfera puramente poltica:mantener la neutralidad de la Argentina todo el tiempo posible. Esa neutralidadofreca a los alemanes todo gnero de ventajas: facilidades para el espionaje ycontraespionaje contra los ingleses y norteamericanos, as como informacineconmica y militar por vas de comunicacin que haban llegado a ser nicas enAmrica del Sur. La financiacin del diario El Pampero y de otras publicacionesmenores por los alemanes, contribuy durante la guerra a difundir los partesmilitares de Hitler entre el Ejrcito argentino, que bajo el monopolio informativoanglo yanqui, estaba excluido de esa fuente informativa.

    El neutralismo de un importante sector militar no se fundaba, sin embargo,en sus inclinaciones por el bando nazi. Es indiscutible, a este respecto, que losmilitares aborrecan a los democrticos, en tanto eran visualizados como losexplotadores tradicionales del pas. El espectculo de la Dcada Infame no dejabaa los oficiales ningn lugar a dudas. Haba una tendencia natural a simpatizar conlos adversarios lejanos de nuestros enemigos inmediatos. Desde 1911, adems,todos los textos de los institutos militares y los asesores del Estado Mayor eranoficiales alemanes, cuya reputacin tcnica era la ms alta de Europa. La formacinprofesional de los oficiales argentinos se haba vinculado estrechamente a latradicional pericia del Ejrcito alemn. Pero este germanismo de oficio no iba nipoda ir ms all de sus lmites lgicos.

    Aunque la enseanza de la historia nacional era tan deficiente en las escuelasmilitares como en la Universidad, el papel jugado por las fuerzas armadas en lahistoria argentina, la guerra civil y la Conquista del Desierto era tan notorio, queun oficial de Estado Mayor estaba mejor informado del pasado del pas que susequivalentes universitarios de la pequea burguesa. La tradicin nacional vivacon ms fuerza en el Ejrcito que en la Universidad; los oficiales conocan lageografa fsica, econmica y social del pas al detalle. Advertan la proporcin deconscriptos rechazados por inhabilidad fsica en las juntas mdicas, conocan lamiseria de los pueblos marginales en las guarniciones de provincias; alfabetizabany suplan en el cuartel las deficiencias presupuestarias del sistema educacional;

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    reemplazaban la impotencia del Estado en la construccin de puentes, rutas ymedios de comunicacin en las ms apartadas regiones de la Repblica. A diferenciade sus colegas de la Marina, la estructura militar cubra todo el territorio nacionaly estableca de hecho una relacin ntima y permanente con los problemas msagudos del pas colonizado. El neutralismo militar naca, en consecuencia, de unaaguda conciencia nacional.

    En los pases semicoloniales o independientes, un sector del Ejrcito asumecclicamente la representacin de los intereses nacionales, ante la debilidadmanifiesta de la burguesa nativa o la descomposicin de los viejos partidos. Elcontenido de su poltica puede abarcar todos los matices: desde un jacobinismorevolucionario pequeo burgus, hasta hacerse intrprete de los intereses delempresariado de capital nacional. Toda la historia de los pronunciamientos enla Espaa del siglo XIX se explica a la luz del descontento de la burguesa espaolapostergada, o de la clase media reducida a la miseria y a la impotencia poltica.

    En el siglo XX, la actitud de los oficiales turcos, rabes, brasileos, mexicanoso bolivianos proporciona abundantes testimonios de los choques entre fraccionesdel Ejrcito y ciertos ncleos de las clases dominantes. La oficialidad del 4 dejunio naca de causas histricas anlogas y deba sufrir los mismos desgarramientosinteriores que sus colegas de otros pases. Cerrados los caminos para una solucinpacfica en los marcos de la sociedad civil dominada por la caduca oligarqua, seabran inmensas posibilidades econmicas para la burguesa durante la guerra.Todas las contradicciones se transfirieron a la esfera militar, en cuyo seno setradujeron los viejos y nuevos intereses agrarios e industriales. Que este dilema nofuera perfectamente claro para todos los conjurados, carece de importancia. Cadauno de ellos se hizo a la accin movido por sus propias ideas. La historia universalse re de los inconscientes actores que se agitan en su vasto escenario, y sloayuda a quienes responden a los intereses profundos del proceso peculiar al quese precipitan. El Ejrcito argentino irrumpa en la poltica bajo la presin denecesidades histricas que sus propios jefes ignoraban.

    Para la izquierda cosmopolita, y cuanto ms ultraizquierdista peor, esteparece ser tema tab. Verdaderos estremecimientos recorren su delicada pielcuando se trata de entender el proceso histrico vivo. La izquierda simiesca slorepite los teoremas resecos, mal ledos y vaciados de toda sustancia vital.

    El nacionalismo militar argentino se form durante la dcada infame yllev su sello. Desde 1930 a 1943 el mundo presencia el apogeo triunfante de laspotencias totalitarias europeas y la declinacin del liberalismo clsico. La burguesapierde, segn hemos dicho ya, sus ilusiones juveniles y su fe en las institucionesdemocrticas. Reemplaza el parlamento con el hacha, los sindicatos con la polica,

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    el liberalismo con el terrorismo fascista. Tales son las manifestaciones de la crisismundial en los pases ms empobrecidos de Europa. El nacionalismo fascista delas potencias imperialistas es acogido como metal de buena ley por los sectoresms reaccionarios de los pases coloniales o dependientes. Se produce as unacontradiccin entre el carcter progresivo de las ideas nacionalistas de los pasesatrasados, con el carcter retardatario del nacionalismo en los pases avanzadosque aspiran al Imperio. El nacionalismo militar del 4 de junio, por aadidura,observa con admiracin que las fuerzas nazis dominan Europa y se disponen a laconquista del mundo. A semejanza de todos los Estados del mundo no interesadosdirectamente en el gigantesco conflicto, el Ejrcito argentino no estaba dispuestoa atarse al carro de los vencidos en una guerra donde no estaban en juego losintereses nacionales. Tales fueron las bases de la neutralidad obstinada mantenidapor los hombres de Junio.

    A lo dicho se impone aadir algo que los marxistas posteriores no lograrnentender jams: que la diferencia entre naciones opresoras y naciones oprimidas,debe extenderse, para comprender la poltica argentina, a las oposiciones entrelos ejrcitos de los pases opresores y los ejrcitos de los pases oprimidos. Lahistoria del pas ensea el papel dual desempeado por nuestras fuerzas armadasen los momentos de crisis. Si el 4 de junio de 1943 el Ejrcito asume el poder yejecuta numerosas medidas de nacionalismo econmico, esto se debaesencialmente a la bancarrota de los viejos partidos populares y a la carencia deuna burguesa nacional capaz de disputar a aquellos la conduccin de ese procesode liberacin.

    La transformacin del Ejrcito en partido poltico no constitua, por lo dems,una absoluta novedad. Desde el Acta de Rancagua, donde San Martn rompe conBuenos Aires y es designado comandante en jefe por sus oficiales11 hasta losepisodios ms significativos de la guerra civil, hubo siempre en el pas un sectordel Ejrcito que estuvo con el pueblo o los intereses nacionales, enfrentado a otroque defenda los intereses opuestos. Con sus propias divisas y sus propias ilusiones,los oficiales del 4 de junio entraban arduamente a la poltica argentina para cortarel nudo gordiano de tres lustros de infamia. Como tantas veces ha ocurrido en lahistoria mundial, lo que hacan era contradictorio con lo que decan y su positivapoltica econmica estaba en contradiccin con la naturaleza retardataria de susideas semi fascistas. La base del equvoco sera descubierta ms tarde: elnacionalismo militar sin pueblo no poda sobrevivir. Prisioneros del nacionalismooligrquico del 6 de setiembre, los militares se haban divorciado de la clase mediademocrtica sin atraerse al proletariado. Las guilas negras del nacionalismocosmopolizante cubren con su sombra el primer perodo de la era juniana. Pero el

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    4 de Junio slo poda salvarse trocndose en 17 de Octubre. La lgica del relatoimpone ahora describir a los civiles del nacionalismo en funciones de gobierno.

    La inteligencia setembrina en el 4 de junio

    En agosto de 1943, Marcelo Snchez Sorondo, obedeciendo a su irresistiblepropensin al militarismo literario, dirige un Discurso a los militares. La mdulamisma de esta pieza broncnea se encuentra en el siguiente prrafo:

    Pero el 6 de setiembre, aunque traiga luego el peor gobiernopor lo representativo de malo, abre una brecha, una brecha en lalegalidad y por cuerda separada, suscita el nacionalismo, elmovimiento comprensivo y abarcador de la revolucin histricapendiente12.

    Justsimo! Pues el nacionalismo oligrquico que haba colaborado en elderrocamiento de Yrigoyen, entr por la brecha de la restauracin uriburista ala escena. Sali de modo diferente a como haba entrado pues lo distintivo de estenacionalismo de clase y semifascista nacido de la contrarrevolucin, ser enancarsea todos los golpes militares que sospecha lo bastante reaccionarios, slo para serdespedido sin ceremonias al da siguiente: la gratitud es una virtud privada que lapoltica ignora. Signo fatdico que, cosa curiosa, no ha logrado decepcionar a losnacionalistas de sus intenciones en la poltica, despus de 40 aos de infortunio,desde Uriburu a Ongana.

    Como la revolucin de Junio tendr a los nacionalistas como tericos einspiradores, es irrecusable esbozar su significacin doctrinaria. Pues la revolucinque anunciaron se hundi por ellos, as como resurgi de su sepulcro gracias alas masas trabajadoras. Ya hemos sealado en el captulo consagrado al uriburismoel papel jugado en ese perodo por los hijos de los senadores. La larga noche quese extiende por el mundo al comenzar la Dcada Infame se manifiesta en la Argentinapor una doble sumisin: la de los cipayos de izquierda y los de derecha.

    Los imperios totalitarios proporcionan los argumentos nacionalistas a estosltimos, que al revolver los papeles de la historia nacional descubren en JuanManuel de Rosas a un precursor por su condicin de ganadero, de dictador y deporteo.

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    Confieso sin eufemismos que Rosas me parece un hroe nacio-nal ms genuino que San Martn... Sin entrar a pesar posibilidadesni talentos, me parece que don Juan Manuel le lleva ventaja al granjefe de los Andes por su criollismo. Es ms enteramente nuestro porsu arraigo al suelo de sus antepasados y por ser portesimo en suaccin, en sus gustos y en su carcter13.

    dir Hctor Senz Quesada. Una idea dominar a los nacionalistasoligrquicos en su juicio histrico, la de que el proceso histrico argentino cesa defluir al caer Rosas. Ramn Doll resume claramente el concepto:

    As, en 1853 se interrumpe la Historia argentina para comenzaruna humillante crnica de la recolonizacin europea en laArgentina14.

    El nacionalismo ganadero tendr, segn se ver, intrpretes extranjerizantesy adversarios de la industrializacin. Salvo alguno que otro de los intelectualesnacionalistas (sobre todo, en el perodo peronista) el rasgo constante ser unaespecie de romanticismo conservador y una glorificacin de todas lascontrarrevoluciones de la historia universal. No ocultan su devocin por Burke, elsrdido ingls, enemigo implacable de la Revolucin Francesa, cuyas injurias algrandioso acontecimiento alimentarn el despecho feudal de la vieja Europa durantedcadas. Un nacionalismo argentino encuentra su modelo en Burke, en Maurras,en Bainville, en los enemigos de la Nacin y del nacionalismo de la Europa moderna!En este rasgo puede filiarse el origen oligrquico y reaccionario del nacionalismoargentino, esto es, en su rechazo al nacionalismo genuino y en su incompetentedesdn para estudiar la cuestin nacional.

    El romanticismo conservador de los nacionalistas

    El agrarismo nacionalista era caracterstico. En una declaracin del Frentede Fuerzas Fascistas de Crdoba, en 1936, entre otros puntos de su atractivoprograma, poda leerse: Restauracin de los cuadros sociales en que se repartenlas actividades de la Nacin bajo la forma tradicional de las corporaciones. Elpueblo, como agregado numrico de individuos, es un ente amorfo... La Argentina

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    es, por su geografa, un pueblo rural. Las leyes deben conservarle esa condicin,arraigando a sus hijos en la tierra. El urbanismo debe ser combatido. Elindustrialismo debe ser morigerado.

    Vivan de rodillas ante la Europa armada: el capitalismo imperialista apelabaa la edad heroica de los tiempos feudales. El gobernante se disfrazaba de soldado;su empresa mercantil era exornada con motivos romanos o wagnerianos. Racistay primitiva, la nueva ideologa del capital financiero europeo embelesa alnacionalismo oligrquico, que busca infatigablemente una espada impoluta paraestablecer el orden en la semicolonia. Pocos nacionalistas enjuician a Inglaterra.Ral Scalabrini Ortiz, formado en la tradicin del nacionalismo democrtico, dirde ellos:

    Los nacionalistas hicieron todo lo posible para demostrar queestaban dispuestos a servir a Inglaterra. Atacaron al doctor de LaTorre cuando denunciaba los manejos de los frigorficos; defendie-ron la Coordinacin acusando de vendidos a la Standard a los quese oponan a ella15.

    Hijos de un conservadorismo rural en crisis, los nacionalistas emplearn unclericalismo delirante para imbuir de eternidad su poesa del atraso. Catolicismo yconservadorismo se combinaban a veces admirablemente. Carlos Steffens Solerrecorrer amargamente el rosario de desilusiones del nacionalismo:

    El General Justo reuni alguna vez todas las voluntadescatlicas; era su contendiente en la lucha presidencial, un ateo condesplantes teatrales, pero sincero: librepensador de empaque impe-netrable, como aquellos que se suicidaban para darle una bofeta-da a Dios, segn la frmula que aconsejaba Vargas Vila. La fuerzaaportada fue considerable16.

    Naturalmente que lo fue, pues los nacionalistas, que ayudaron a la proscripcindel yrigoyenismo, ingresaron al detestado rgimen de Justo en ctedras, reparticiones,ministerios y gobernaciones. Carlos Ibarguren, distinguida figura del nacionalismo,formaba parte de tantas Comisiones y entidades oficiales durante la Dcada Infame,que Enrique Loncn lo llamaba burlonamente comisionfilo polivalente.

    El propio Presidente Ortiz, abogado de los ferrocarriles ingleses, prestaba sucolaboracin para festejar el aniversario de la Vuelta de Obligado, a solicitud del

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    Instituto de Investigaciones Histricas Juan Manuel de Rosas17. El Ministro de Marina,Almirante Scasso, pona a disposicin de los rosistas un vapor de la Armada paracelebrar un homenaje legtimo por lo dems a Gernimo Costa18. Manuel Fresco,en fin, gobernador fraudulento de la Provincia de Buenos Aires, proclamaba con arrestosmarciales su condicin de nacionalista, de rosista y de ferviente catlico: al mismotiempo, practicaba la poltica de los trusts belgas de la electricidad en la provincia,instauraba la enseanza religiosa en las escuelas de dicho Estado y glorificaba al BrigadierRosas en la enseanza.

    La reaccin triunfaba en toda la lnea, entre los liberales cipayos, la izquierdaantinacional y el nacionalismo fascista. El tembloroso poeta Francisco Luis Bernrdez,posteriormente libertador y democrtico, compona un himno para la agrupacinnacionalista Restauracin:

    Con la cruz convertida en Espadarestauraremos la fe nacionaly juremos borrar la doctrinaque envenena la tierra argentinay divide su pueblo inmortal19.

    El nacionalismo patricio y el Martn Fierro

    De este modo el nacionalismo oligrquico perda hasta el rastro del niconacionalismo histrico del pas, el nacionalismo popular que encontraba sus orgenesen Manuel Belgrano y Mariano Moreno, las montoneras federales, el nacionalismoprovinciano, Jos Hernndez, el ejrcito roquista, el radicalismo yrigoyenista.Vivase una poca que Mussolini evocar en sus Memorias: Eran los aos1935 36 los aos solares de Italia y del rgimen20. Los propios demcrataseuropeos advertan la fatalidad del fascismo en ciertos pases. Churchill dir alDuce: De ser yo italiano, puede usted estar seguro, Duce, que tambin serafascista21. Pero sin duda el ejemplar ms tpico del nacionalismo oligrquico de lapoca es Hctor Senz Quesada. Antisemita, antiitaliano, antigauchesco,antiprovinciano, Quesada resuma en sus epigramas la razn de ser del nacionalismoo, mejor dicho, su frivolidad histrica. Pues Quesada, que firmaba Senz yQuesada, a la manera antaona, discurra en su Club con nostalgia muy fin depoca, acerca de una Argentina castellana, hispnica y jerrquica que en verdadno existi nunca.

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    Haba algo de candoroso en ese nacionalismo de pujos aristocrticosadquiridos ms en lecturas francesas que en blasones, pues ya sabemos quinesvinieron en los azarosos navos, cmo desaparecieron los hombres de hierro de laprimera inmigracin y qu clase de gallegos llegaron despus con sus telas para echarlinaje. De ah que esa

    Argentina nuestra, la verdadera porque era de los criollosnicamente, la de cuando todos ramos primos y no necesitbamosdeletrear un apellido para entenderlo22.

    es una Argentina envuelta en una quimera puramente literaria. El propioQuesada no disimula su desdn al Interior; y su condicin de porteo neto brotaen cada lnea de las elegantes pginas en que se retrat a s mismo antes que alpas. Es un admirador de los estancieros rudos y candorosos de la edad liberal;los exculpa a fuer de ganaderos:

    Los cabaeros (todava en ese entonces existan criollos quese apresuraban a morir con la bendicin papal, enviaban a sushijas a la Santa Unin y tenan un sano temor de los anarquistas deBarcelona) se abonaban entusiasmados a las conferencias deClemenceau, de Ferrero, de Anatole France, de Blasco Ibez, deViviani de cuanto atorrante izquierdista llegaba a estas playasinocentes precedido por el prestigio de las logias23.

    Su juicio sobre el criollo real es menos generoso que ante el estancieroliberal del Centenario y, cosa nada sorprendente, se vincula con la leyendagroussaquiana o borgiana de reducir a la nada el poema nacional:

    En los salones o en los clubs, la misma gente decente,escindida en opiniones, admiraba los ribetes sociolgicos delromnticamente exagerado Facundo o apreciaba (estancieros alfin) el habla y costumbres campesinas fielmente reproducidas enMartn Fierro. Ms aunque la supiese de memoria, nadie conside-raba la obra de Hernndez sino como un equivalente, con colorlocal, de las novelas de aventuras de Julio Verne o de Mayne Reid.A ninguno se le ocurri tomar en serio, como si fuese la bibliapampeana, el argumento del Martn Fierro.

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    Porque si reducimos el famoso poema al boceto biogrfico delpaisano protagonista, no encontraremos otra cosa que latrasposicin, al sur del Salado, de un cuento de bandidos de SierraMorena. Trama de romance de ciego que podra ser cantado, conidntica guitarra, bajo los portales de cualquier plaza espaola. Elhombre pobre al que un injusto maltrato por las autoridades llevaal delito es un tema antiguo como la demagogia y probablementetan falso como ella24.

    Arga sobre la necesidad

    de vigilar estrechamente al Hotel de Inmigrantes, evitando laimportacin de reproductores del Asia Menor, o de los ghettos o deesa mitad de Italia que Mussolini fulminaba diciendo que deba serla esclava de los italianos del norte.

    Vale la pena confrontar la opinin del nacionalista oligrquico, con la queformula el liberal oligrquico Borges:

    El Martn Fierro les agrada contra la inteligencia en pos deuna hereja demaggica del pauperismo como estado de gracia...,la cndida y estrafalaria necesidad de que el Martn Fierro seapico, ha pretendido comprimir en ese cuchillero individual de 1870al proceso miscelneo de nuestra historia... para nosotros el temadel Martn Fierro ya es lejano y de alguna manera extico, paralos hombres de mil ochocientos setenta y tantos era el caso vulgarde un desertor que luego degenera en malevo25.

    Segn puede verse, la oligarqua en sus dos alas, la liberal y la nacionalista,provee a sus corifeos de los mismos juicios ante las cuestiones esenciales. SenzQuesada coincide:

    En definitiva Martn Fierro nos abre un interrogante: si fuemeramente tonto o delincuente nato. De lo que no hay duda es quefue un vencido. Y es probable que pese a su sentimentalismodemaggico no saliera jams del costumbrismo pintoresco, sin as-pirar a la encarnacin de un arquetipo, sino aparece por ah otro

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    gaucho literario, creacin de Eduardo Gutirrez... porque el verda-dero Martn Fierro se llama Juan Moreira... retrato de un campesi-no rstico que por sus defectos fracasa en adaptarse a las nuevascircunstancias del medio. El refinado hombre de club observa, sinembargo, que el desgraciado, si no bandido, Juan Martn MoreiraFierro demuestra algunas veces hidalgua, prueba de instintiva fi-delidad popular a los genearcas castellanos26.

    Estos nacionalistas tenan una involuntaria vis cmica. Es un ngulo digno deestudio.

    El gorrin, el gringo, el fascismo

    Al mismo gnero de desplante estilstico y racial perteneca Ignacio B.Anzotegui, con su espaolismo decorativo, en cuyo tintero se revolvan la espadade la Conquista, el orden del ltigo, la Cruz de Roma y el espritu estamental,donde cada uno est en su sitio, el conde y el verdulero, segn su imagen27.Aborrecan las revoluciones, las reformas, las plebes, los iluministas, los aparatosde laboratorio, los instrumentos mecnicos en general y la regla de clculo,Descartes y los Enciclopedistas, el comunismo y el racionalismo, el liberalismo yel estpido siglo XIX. En su libro Vidas de muertos Anzotegui observa queSarmiento trajo tres plagas al pas: los italianos, los gorriones y las maestrasnormales28.

    Escribi algunos ensayos sobre Scrates, Voltaire, Tolstoi, Calvino, CarlosIII, que reuni en un volumen con el ttulo de Vidas de payasos ilustres. AVoltaire le profesaba una gran estima:

    Tena una sonrisa volteriana que le cruzaba la cara y que leamordazaba el cerebro: su inolvidable sonrisa de viejo hijo de puta29.

    Ramn Doll careca de estos refinamientos de esteta. Era un polemista acre ydevastado con la sangre revuelta y la mirada torva. Juzgaba a la Argentina dominada por

    el imperialismo anglo judeo masn con el designio secretode impedir a toda costa el podero econmico de cualquier pascatlico.30

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    Haca un elogio del arte de injuriar, que atribua a Rosas y al rosismo, ya

    que no nos privamos jams de la paleta estercolaria, del plas-trn que registra esos colores deprimentes, amarillo biliosos quetornan cetrina la faz del que siente las primeras bascas, en la inmi-nencia de un vmito calamitoso como una tempestad.

    Este delicioso interlocutor agregaba lo intil que resultaba invocar la tradicindel criollismo rosista en los argentinos procedentes de la inmigracin:

    Se nos asegura que el rosismo tiene que carecer de fuerzafundamental en una masa enorme de catalanes, vascos, gallegos,genoveses, napolitanos, piamonteses y calabreses de origen y enltimo caso slo puede despertar el inters vital de una buenaporcin de cambalacheros polacos y judos de la calle Libertad quese clavaron con las boleadoras, estribos y facones empeados porlos ltimos gauchos.31

    En pleno furor de la segunda guerra, en fin, Marcelo Snchez Sorondoafirmaba con un nfasis inspirado en Jos Primo de Rivera:

    Fuimos en poltica por su lado esttico partidarios de lamonarqua y por su lado, digamos cinegtico movido fascis-tas, acrrimos fascistas... Que quede pues constancia: hubo enBuenos Aires quienes debieron sus convicciones polticas a susconvicciones religiosas; hay un grupo de hombres con todos lossntomas visibles e invisibles de una generacin que slo porcatlicos llegaron al fascismo, que por su inteligencia catlicacomprendieron toda la grandeza del resurgimiento secular queproclama al fascismo32.

    La idea nuclear de este singular movimiento intelectual y poltico que extiendesu influencia a partir de 1930 es la solucin salvadora de una dictadura. Suproclamado catolicismo era de estirpe maurrassiana, es decir puramenteinstrumental y episdica. Se trataba de emplear a la Iglesia al servicio de unapoltica. Esto haba quedado perfectamente claro en Francia, cuando en 1925 elVaticano condena a Maurras.

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    El rosismo era otra desvirtuacin de un debate histrico necesario.Transformar a Rosas en bandera de un movimiento poltico fundado en la violenciay marginado del pueblo, tal era el designio. En todo lo dems, la doctrina de loscaverncolas era genuina, El 4 de junio les proporcion una oportunidad msamplia que el 6 de setiembre. Son estos mismos caballeros y sus seductoras ideaslos que se instalan en el aparato poltico del gobierno militar, ante la alarma crecientede los virtuosos soldados. En el momento decisivo el coronel Pern los apartarframente del poder, que hacan peligrar, pronunciando el clebre aforismo que losdefina como piantavotos de Felipe II.

    La poltica cultural de la revolucin de junio

    Aunque Hitler se enterraba lentamente en las estepas rusas y Mussolini eradepuesto en Roma por una conspiracin de sus cobardes jerarcas, la situacinmilitar del continente europeo y asitico estaba lejos de ser favorable para losaliados en agosto de 1943. Poda abrigarse todava la esperanza de que un NuevoOrden se instaurara en el mundo en ruinas. Jadeantes de victoria, los nacionalistasdel 4 de junio se propagaron como peste triunfante sobre la Universidad masnica,liberal y cipaya. Se oponan as, en los claustros, los intrpretes, no siempre des-interesados, de los dos colonialismos. De un lado la juventud universitaria debireplegarse bajo el manto rado de la Reforma; las libertades democrticas eran elleit motiv en las filas del profesorado oligrquico. En la opuesta barricada seencontraba la bandera del violn violn, Santo Toms y Dios, Patria y Hogar.Esgrimidos por los nacionalistas, tales smbolos helaban la sangre en las venas dela clase media.

    El bravo general Elbio Anaya diriga el 20 de agosto una exhortacin amaestros y profesores. Deseando proveer cargos en la enseanza, solicita surenuncia a aquellos que podran ser incluidos en las siguientes categoras:

    Se dirige en particular a los ineptos; a los sin ttulos habilitantes;a los que aun tenindolos han hecho de sus puestos una fuente deingresos para satisfacer lujos con placeres o comodidades. Hablaa quienes teniendo fortuna o familiares en desahogada posicineconmica que tienen la obligacin de mantenerlos, usufructande los cargos mencionados... A los extranjeros, an cuando seanaptos, si no tienen arraigo, vale decir, hijos, esposas, padres o

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    hermanos argentinos o cuyo nombramiento no date desde ms dediez aos atrs; a los que sin hallarse comprendidos en ninguno delos apartados anteriores hubiesen delinquido moral o materialmente.

    Se haca saber a los destinatarios que

    deseosos de evitarles otras ulterioridades, quedarn sin serpublicados los nombres de los que espontneamente se apresuren acontribuir con su renuncia33.

    En menos de noventa das el carcter fascista del gobierno militar eraindiscutible para toda la pequea burguesa. El neutralismo del gobierno eraidentificado con su nazismo, su poltica de argentinismo econmico, asociado porla cipayera a una caracterizacin totalitaria. Los ms importantes contribuyentesa este galimatas fueron los nacionalistas uriburistas, cuya insensatez poltica raya gran altura. La Universidad del Litoral fue intervenida: el Interventor era el manacomedieval Giordano Bruno Genta. Sus primeros discursos bastaron para convertirla Universidad en un campo de batalla. Se descolgaron los retratos de Sarmientoy se colgaron los de Rosas, sustituyndose la historia liberal, mediante el juegoacrtico del sube y baja, por la historia rosista. Genta declaraba en Santa Fe que

    el problema de la salvacin del pas es principalmente el pro-blema de la inteligencia, porque slo por la inteligencia conocemoslos fines y somos capaces de obrar ordenados por ellos34.

    Arturo Jauretche replic, con su ingenio caracterstico, en un manifiestopublicado por FORJA:

    Alabanza mxima al bandidaje universitario que ha traficadocon todos los bienes de la Nacin, formado por inteligencias cono-cedoras de los fines que nunca han sido capaces por la inteligenciade obrar en orden a los fines superiores de la existencia, porque lainteligencia no es fuente de virtudes35.

    Al indicar Genta la necesidad de formar una aristocracia de la inteligencianutrida en la estirpe romana e hispnica, el mismo manifiesto replicaba en nombredel nacionalismo democrtico:

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    Que la cultura greco romana salve a Europa y vengan des-pus sus portavoces a proclamar su vigencia y su excelencia! Perosuean perdidos los que sin aquella demostracin previa, se antici-pan a preconizar para nuestra vida nacional lo que ya no pareceser sino fermento de muerte... Y aqu, terreno ms familiar paranosotros y menos conocido de los intelectuales greco romanos, noes la inteligencia la que ha brillado en el rgimen, en sus catlicoscultsimos, en sus judos cultsimos, en sus ateos cultsimos, susmercaderes y gobernantes cultsimos? Y qu han significado? Porsus frutos los conoceris. En la accin del Estado, ah estn susleyes, decretos, sentencias, tratados, en que toda justicia fuesubordinada a los intereses ms abyectos36.

    Sin perder un minuto, el gobierno intrpido (aunque inconfiable) del generalRamrez orden la detencin de Arturo Jauretche, Presidente de FORJA y de susecretario general, Oscar Meana. La respuesta del sistema universitario oligrquico,por lo dems, reflej de modo transparente el conflicto, tal como lo haba definidoel ttulo del Manifiesto de FORJA: La falsa opcin de los dos colonialismos. Elnacionalismo democrtico, como tantas veces en nuestra historia, qued ahogadopor el resonar de las fuerzas imperialistas dominantes en el mundo: detrs de laUniversidad Democrtica se alzaba el imperialismo anglo yanqui; y detrs de losinterventores tomistas, las divisiones blindadas de Hitler.

    El mito y el hacha

    Se impone leer dos veces, para comprobar que no se trata de una alucinacinretrospectiva, los discursos y mensajes del nacionalismo oligrquico en el poder.Pues a continuacin del general Anaya, pasaron por el Ministerio de InstruccinPblica sucesivas tandas de ministros, que sin piedad flagelaron la maltratadacartera: Gustavo Martnez Zubira, el mediocre folletinista, antisemita enfermizo yplipo del presupuesto, que instaura la enseanza religiosa en las escuelas. AlbertoBaldrich, fascista contumaz (luego peronista fascista) y el doctor Rmulo EtcheverryBoneo, catlico ms moderado, elegido por los coroneles para el cargo cuandola situacin militar de Europa haba dado un vuelco espectacular en favor de losimperialistas democrticos y el pas herva bajo la presin del cipayaje en alza.

    En este perodo oscuro de la revolucin juniana, ocuparon cargos clavesen el aparato cultural del Estado el inefable Dr. Carlos Obligado (Interventor

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    de la Universidad de Buenos Aires), el presbtero Juan R. Sepich, el doctorHctor Senz y Quesada, el poeta y escritor Ignacio B. Anzotegui, el doctorAdolfo Silenzi de Stagni, que depurara sus orgenes fascistas hacindoseluego peronista, ms tarde prostalinista y finalmente antiimperialistaindependiente. Nombres caractersticos sern asimismo los del doctorIgnacio B. Olmedo, el historiador Ricardo Font Ezcurra y Hctor Llambas.En su mayora, integraban la semiintelectualidad del 6 de Septiembre, cuyosmbolo fue el general Uriburu.

    El doctor Olmedo fue designado interventor del Consejo Nacional deEducacin. En un acto celebrado en el Luna Park, y al que concurrieronobligatoriamente 25.000 maestras y maestros, Olmedo destil mieles de sudoctrina. Instrua a las maestras sobre los espantosos peligros del pensamientoindependiente:

    Existe una libertad absoluta de pensar? Contra la doctrinaliberal que as lo sostiene opongo la afirmacin de que no puedopensar libremente lo que quiero... De este verdadero concepto de lalibertad jurdica se desprende la facultad innegable del poder civilde prohibir la enseanza de doctrinas errneas y perversas contrala seguridad del Estado.

    Ridiculiz el hecho de que el Estado reprima la rebelin, pero no pueda

    condenar y perseguir las doctrinas que incitan a la rebelin37.

    Acto seguido habl Giordano Bruno Genta, obligado a renunciar en esosdas a la Universidad del Litoral por los escndalos ocasionados y que en estaoportunidad se haca cargo de la Escuela Superior del Magisterio. Genta nodefraud la expectativa.

    Los argentinos queremos ser. pares entre los pares; queremosser con los pueblos hermanos, caballeros de la Tabla Redonda. Comoaquellos caballeros somos nobles y valientes; tenemos un nombreque conservar sin mcula y un pasado de hazaas que nos obliga acontinuarlo sin ensombrecerlo. Y tenemos antepasados tan celososdel lugar que les corresponda, que proclamaban: Tan hidalgos comoel rey, dineros menos38.

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    Que estas palabras fueran pronunciadas en el Luna Park, que en aquellapoca era recinto de matones de box, entre dos encuentros de semi pesados,resultaba algo burlesco, casi tanto como el origen hispnico y caballeresco deGiordano Bruno. Las azoradas maestras debieron escuchar instrucciones todavams extraas:

    Es urgente la rehabilitacin de la inteligencia en el maestronormal por la disciplina metafsica y teolgica que la restituya alhbito de Dios y de las esencias... Se trata de que el maestro asumaconciencia lcida y fervorosa de todo lo que concierne a la defensade nuestra soberana y de que ensee a sus hijos que la escuelaargentina, antes prepara para saber morir en la hora precisa quepara asegurar una vida tranquila y confortable; que el arado puedeabrir el surco porque la espada vigila39.

    Tranquilizadas por completo las maestras ante esta perspectiva, al concluirel acto disfrutaron los sones de la Marcha del 4 de Junio ejecutada por laBanda dela Polica.

    En la Facultad de Derecho de Buenos Aires, fue designado Interventor HctorSenz y Quesada, a quien ya conocemos. Como el Colegio Nacional de BuenosAires dependa de aquella Universidad, lo primero que hizo la elite nacionalistafue rebautizarlo con el nombre de Colegio Universitario de San Carlos. Con esemotivo, Senz Quesada lanz una alocucin a los estupefactos recin egresados:

    A vosotros, universitarios, corresponde el cotidiano quehacerde la reconquista, el acendramiento del alma nacional, para quesea la Argentina presente y futura y conforme a su esencia, catlicahispnica criolla, rioplatense. Que el extranjero que recibamos connuestra proverbial llaneza hospitalaria admita humildemente la na-tural primaca de los dueos de casa: pues el que habita con noso-tros el solar en que estn enterrados hasta los abuelos de nuestrosabuelos, debe adquirir los hbitos del espritu de quienes nos man-dan y encuadran desde el fondo de la historia... aquerenciar lainteligencia argentina en lares ajenos y de extraas modalidadesconstituye la ms peligrosa, porque es subrepticia, de las penetra-ciones extranjeras, y porque en definitiva todos los problemas es-peculativos se resuelven en los hechos por un planteamiento reli-

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    gioso, es la fe el baluarte que se ataca, nunca de frente sino portrabajos de zapadores, puesto que la forma de vida de los argenti-nos se inspira en su religin40.

    Entre los que escucharon estas palabras de un hijo de la gente decente, seencontraban los bachilleres Apresoff, Bianchi, Bisso, Carabelli, Federovsky, DEla, Kirschbaum, Lombardi, Moscatelli, Ottinello, Rasmussen, Spurr, Scenna,Massa, Litvinoff, Hammer, etc., etc., es decir, los hijos o nietos de la inmigracinque formaban parte indestructible de la Argentina moderna, fusionada con lasociedad criolla, que, por otra parte, en su inmensa mayora no pertenece a lagente decente.

    Puede verse la lista de apellidos de los bachilleres en La Prensa del 13 deagosto de 1944 y podr comprobarse que la Argentina del Sr. Senz Quesada,no slo no era real, sino que ni siquiera haba tenido realidad nunca, del mismomodo que la Espaa de su retrica tampoco era la Espaa histrica, esa Espaaromana, visigoda, juda, marrana o musulmana, crisol vital de un gran pueblo. Elpas que ambicionaban los nacionalistas empobrecidos por la crisis y que buscabanaltos cargos pblicos para sobrevivir, era una pura ilusin: un reducido grupo deestancieros cultos reinando sobre la masa de peones y una clase media deinmigrantes respetuosos que concurrieran a misa, vendieran verdura y traficasenlos cueros en el puerto. Ese era todo su programa.

    El nacionalismo oligrquico, como sus primos conservadores, detestar alradicalismo. Las razones son fciles de comprender:

    El ao 1916, por medio de la ley Senz Pea, accede al go-bierno el aluvin inmigratorio llegado al pas despus del serviciode vapores con la Europa. El gobierno escapa de las manos de loshispanoargentinos para extenderse a otras razas, cuyos apellidostan jocosamente comentados en su hora demuestran la transfor-macin racial ms bien que social, llamada radicalismo Y es enton-ces que la descendencia semiasimilada del inmigrante que hastahaba llegado a olvidar el dialecto ligur o siciliano aprendido en sucasa, siente la necesidad de inventar un trmino despectivo que lodistinga de los desplazados y le confiera a despecho de la realidadde la sangre una patente de argentinismo. Y el diccionario le pro-porciona, con sentido gramatical, pero no histrico, la palabra oli-garqua41.

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    En realidad, el nacionalismo del 30 y el 40 formaba parte de un sector mso menos arruinado de la vieja oligarqua, sumergido en la nostalgia de las doradashoras del centenario.

    El mismo autor evoca con melancola el antiguo Barrio Norte:

    Con Espiasse, Mendesky y Mitchell, vendindoles las ltimasediciones europeas a $ 2.50 m/n, el ejemplar; con las frecuentesvisitas, sin pasaportes ni certificacin de buena conducta al ViejoContinente (a $ 800 m/n el pasaje de ida y vuelta en primera); consus institutrices inglesas, sus mayordomos escoceses, sus modistasfrancesas, sus albailes italianos, su servicio domstico espaol yla agilidad de comprensin de su viveza criolla, fueron edificandocasas grandes o medianas, de estilos ms o menos acertados... Callesde poqusimos transentes donde resonaban los cascos de las yuntasde hackneys y despus las cornetas de los autos elctricos o de losDelaunayBelleville de capot cilndrico y ruedas de auxilio en eltecho; tranways (que no tranvas) donde, a pasajero nico porasiento y dos fumadores por plataforma, se iba a la oficinadesplegando por la maana La Nacin y por la tarde El Diario;coches fnebres de cuatro Orloffs oscuros tapados, veteados deespuma blanca en que pasaba el entierro, de algn cabaero quese haba empeado ms all de sus medios por tener la mejor tora-da del mundo.

    En el universo inmvil de las esencias

    Uno de los ministros de Instruccin Pblica de ese perodo, Alberto Baldrich,padeca de anlogos extravos. Al entregar el gobierno de la Universidad de BuenosAires a Carlos Obligado, se crea en la necesidad de proclamar:

    El comando supremo de la Repblica seala y muestra culesson los fines esenciales de la patria.... Los jvenes oficiales del Ejrci-to y de la Armada tienen la misma edad, los mismos mpetus y los mis-mos ensueos que vosotros, estudiantes... Por vuestra parte, compartscon ellos aspiraciones a una heroica grandeza, anhelos de justicia eimpulsos violentos hacia la redencin de todo lo argentino42.

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    Caba inferir que esta literatura militarista proveera ms dao que ventaja alrgimen de Junio. Pero el cuadro no estara completo si el lector omitiese elconocimiento de algunos textos que el Dr. Olmedo hizo escribir en todos lospizarrones de las escuelas primarias de la Repblica, para conmemorar el primeraniversario de la Revolucin:

    El alma y la tierra son lo fundamental; las leyes son lo formal.No hay restauracin imposible. Quien afirme lo contrario descono-ce en absoluto la historia. Para ser dignos de nuestro tradicionalseoro debemos vivir arrogantemente. Somos una Nacinlibertadora e institutora. Por eso tenemos el derecho inalienable dedesempear una funcin rectora en Latinoamrica. Quien niegue oretacee la funcin monitora de la Argentina es un enemigo del pas.Debemos cultivar y mantener nuestra personalidad diferenciada,dentro del tronco institutor, que es criollo, por lo tanto hispnico,catlico y romano.

    Para las escuelas de mujeres, se compusieron estas piadosas mximas:Mujeres para procrear hroes; no madres de renegados. La

    mujer argentina debe saber cumplir celosamente con sus obliga-ciones naturales. La dignificacin de la mujer consiste en no subs-traerla de su menester especfico. La nueva Argentina quiere muje-res sanas, fuertes y limpias43.

    La mujer como animal frtil abastecedora de soldados, recluida en la cocinao la modista, en la rutina de la vida social o lavando camisas, segn la clase socialque Dios le hubiese asignado, tal era el ideal femenino del nacionalismo juniano amediados del siglo XX.

    Si la poltica cultural del 4 de junio requiriese un ltimo testimonio de insanamanifiesta, no podra encontrarse sino a Giordano Bruno Genta para coordinar elcaptulo. Arrojado del Litoral, refugiado en la Escuela Superior del Magisterio, enla agona del perodo se instala en el Instituto Superior del Profesorado y pronunciasu ltimo mensaje:

    La mentalidad utilitaria es tpicamente colonial... El gobiernode la revolucin del 4 de junio... quiere instaurar en todos los gra-dos de la enseanza una pedagoga nacional tradicional de pro-

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    fundo sentido romano e hispnico, que considera todo lo perece-dero y corruptible, desde la inmvil perspectiva de lo eterno y ab-soluto. Quiere la rehabilitacin de la inteligencia en la disciplinametafsica... Es necesario que el profesor de enseanza media nosea jams el empresario, consciente o inconsciente, de ese preten-dido realismo poltico que afirma la variabilidad de todas las co-sas, de la religin, de la filosofa moral, del derecho y las costum-bres.

    El alucinado Interventor conclua aludiendo al general San Martn, cuyoperfil inmvil se exhibe en el cielo incorruptible de las esencias44. Pero ay, lavariabilidad poltica de las esencias y las formas dispondra las cosas deotro modo, seguramente sometidas a la dialctica infernal del proceso histrico.Poco despus, los Gentas, los Baldrich y los Olmedos variaban en suscargos, la historia segua su marcha, mutaban las leyes, la moral, el derecho ylas costumbres y desde el fondo de la noche juniana se elevaban las masasplebeyas del 17 de Octubre, la bestia rugiente del abismo, para lavarse lospies en la Plaza de Mayo y barrer de la escena a los greco romanos.

    Poltica econmica del gobierno militar

    Mientras el nacionalismo tomista soaba, en la economa argentina semanifestaban importantes cambios. Las exportaciones de granos a Europadeclinaban. Aumentaban fuertemente las exportaciones no tradicionales a los pasesde Amrica Latina. En 1943, se importaba menos de un tercio del volumenimportado en 193745. La industria nacional substituye con anticuados equipos losproductos industriales que las metrpolis se ven impedidas de vender a la Argentinapor la guerra. En los 10 aos anteriores al conflicto imperialista el producto brutonacional haba aumentado slo en un 14,5 por ciento, menos que el aumento de lapoblacin, que llegaba a un 20,3 por ciento. Pero en el perodo 1939 1944, encinco aos, el producto nacional se eleva en un 19,4 por ciento mientras que lapoblacin apenas crece en un 8,4 por ciento46.

    El golpe militar haba puesto al descubierto un proceso silencioso que se venagestando en la economa antao puramente agropecuaria: la Argentina se volvaindustrial. He aqu las cifras:

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    Produccin e importacinde manufacturas

    Perodo nacional Produccin total Importacin Demanda fija1900/04 41,4% 58,6% 100,0%

    1944 80,5% 19,5% 100,0%Veamos el aumento del nmero de obreros industriales. En 1935 haba

    437.816 trabajadores ocupados en la industria manufacturera. En 1946 ascendael sector a 1.056.673 obreros. Pero tambin los acontecimientos del perodo quedescribimos pondran de relieve un aumento proporcional de capital nacional enuna economa tradicionalmente dominada por el capital extranjero.

    Evolucin del capital nacionaly extranjero en la economa argentina

    (en millones de dlares corrientes)Ao Total Nacional Extranjero % capital

    extranjero sobre el total1913 6.568 3.423 3.136 47,7%1945 17.209 14.558 2.651 15,4%

    En 1943, la Argentina obtena un supervit jams alcanzado en la historia desu balanza de pagos: ms de $ 1.000 millones de pesos (promedio para 100dlares en 1941: $ 423,58). En 1942 el pas exportaba a Amrica Latina $ 200millones de pesos y 323 millones en 1943; o sea un aumento del 47%47. La escasezde combustibles se haca sentir. Se quemaron en las calderas millones de quintalesde trigo. Pero las dificultades ya no asuman el mismo carcter que en la primeraguerra mundial, con sus colas de desocupados, ni la sopa en las comisaras. Por elcontrario, los ndices de ocupacin industrial suban constantemente y el pasprosperaba al abrigo de la neutralidad. La guerra imperialista operaba como elprincipal factor en el desenvolvimiento capitalista del pas. Entre 1939 y 1945, laproduccin de tejidos de algodn aument en un 92 por ciento.

    La Argentina lleg a exportar tejidos y otros productos manufacturados aAmrica Latina y Sudfrica48.

    El gobierno militar comenz a estudiar el revalo de las tarifas aduaneras,con fines de proteccin industrial. A pedido del General Basilio Pertin, seintervinieron las oficinas de la CADE, y se design una Comisin Investigadorapresidida por el coronel Matas Rodrguez Conde, para estudiar los clebres

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    antecedentes de la compaa corruptora y la legitimidad de su concesin. Fuerzaspoliciales intervienen las oficinas de las compaas elctricas de Tucumn, deElectricidad del Norte Argentino y otras similares49. Al cabo de una dcada deinterrupcin vuelve a funcionar el Ferrocarril Trasandino que una al pas con Chiley se fletan las primeras unidades de carga para reanimar la vida econmica de laspoblaciones del Interior. La Corporacin de Transportes de la Ciudad de BuenosAires, uno de los frutos del acuerdo Roca-Runciman, es intervenida y nacionalizada.Asimismo, se nacionaliza la Compaa britnica de Gas y se impulsan las industriasmilitares.

    El viejo aparato estatal modelado de acuerdo al sistema agrario comercialde los terratenientes se remoza. Baste sealar que en el inmenso sistemaadministrativo del Ministerio de Agricultura, figuraba una pequea oficina, condos docenas de empleados, llamada Direccin de Industria y Comercio. Ensubstitucin de la misma, en 1943, se crea la Secretara de Industria, con jerarquade Ministerio, en la que figuraba una reparticin con una denominacin inusitadahasta ese momento: Direccin de Poltica Econmica. El grupo de discpulos deAlejandro E. Bunge la dirige. Ya en 1936 The Economist de Londres vaticinaba:

    El verdadero peligro en la Argentina est en que el pas evolu-ciona cada vez ms hacia el nacionalismo industrial50.

    El Ministro de Hacienda, Dr. Jorge Santamarina, es rpidamentereemplazado, con el pretexto de que haba influido para torcer la orientacin de lapoltica exterior argentina51. Se dispone la rebaja de alquileres en toda la Repblica,hasta el 31 de diciembre de 194552. El Ministro del Interior encomienda a unaComisin el estudio de la nacionalizacin de los servicios telefnicos y se adquierenpor el Estado los servicios ferroviarios de Rosario a Mendoza. La Comisin deControl de la Corporacin inglesa de Transportes, da a conocer su opinin deque los capitales de las cinco compaas que la integran han sido abultadosdolosamente en $ 185.947.380,6253. Se anuncia que la Argentina ha exportadoen 1939 un 5,4 por ciento de artculos manufacturados y en 1943 un 35 porciento de productos industriales sobre el total de sus exportaciones54.

    Sera incurrir en detallismo excesivo enumerar todas las medidas tpicas delnacionalismo econmico emprendido por el gobierno militar. Concluiremos estebosquejo sealando que el 4 de abril de 1944 se crea el Banco de Crdito IndustrialArgentino, con un capital de 50 millones de pesos, para el otorgamiento deprstamos a largo plazo55. Pero resulta imposible abstraer la poltica econmica,

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    que rompa con la tradicin de la Dcada Infame, sin referirnos a la nueva orientacinsindical que desde noviembre de 1943 comienza a impartirse desde la Secretarade Trabajo y Previsin por el coronel Juan Pern. Pues la accin del nacionalismocaverncola, de la poltica econmica, de la poltica sindical y de la poltica exterior,van a combinarse en una mezcla explosiva que transformar al pas en el escenariode una desesperada lucha por el poder.

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    Bajo el peso de la tradicin de los sectores reaccionarios del nacionalismo,que asumen los controles espirituales del proceso revolucionario en su primerperodo, se producen algunos acontecimientos de significacin peculiar. El 2 desetiembre de 1943, se publica en el Boletn Oficial un decreto poco conocido,que simboliza la anacrnica presencia del uriburismo en la nueva etapa abierta enel pas:

    Considerando: Que es deber del gobierno conmemorar el sa-crificio honroso de los cados en aquellas jornadas histricas [el 6de Septiembre de 1930] y honrar la memoria de su prestigioso jefe,el Teniente General Jos E Uriburu, que encabeza el movimientolibertador...

    se decreta un funeral en la Catedral y depositar una ofrenda floral en latumba del hroe del 6 de setiembre56.

    Simultneamente, desaparecen bajo el alud policial todas las publicacionesde izquierda, se clausuran sindicatos y se ahoga toda manifestacin ideolgicaindependiente. Permanecen intocables, por supuesto, los grandes diarios de laoligarqua. En la ola de represin tambin caen los rganos ms conspicuos delrupturismo aliado, como Argentina Libre y La Vanguardia.

    Se disuelven todos los partidos polticos. Bajo la presin de los grandessectores rupturistas, tambin las agrupaciones nacionalistas. La oligarquacontraataca con todo su inmenso dispositivo tradicional. Protestan las universidades,corporaciones, asociaciones gremiales la magistratura y la gran prensa. En elexterior, se hace or el rudo vozarrn del Departamento de Estado y la voz msprudente del Imperio britnico, que no desea alteraciones peligrosas en losabastecimientos argentinos, vitales para su esfuerzo de guerra.

    La subordinacin argentina al Imperio britnico se haba transformado,durante la guerra, en una dependencia britnica de los abastecimientos argentinos.

    LOS CORONELES EN EL PODER

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    Este hecho era confirmado por los ingleses, bajo la mortal amenaza de Hitler, entodos los tonos, por toda su prensa y en su correspondencia diplomtica con losEstados Unidos. Una ofensiva inglesa en relacin con la neutralidad, hubierapermitido al gobierno argentino cortar abastecimientos que por lo dems nocobraba, ni bajo la forma de manufacturas ni en libras esterlinas. La neutralidadtena, pues, un sentido autnticamente nacional, como lo demostraba, por otraparte, la conducta de todo el sistema econmico y poltico britnico en la Argentina,las instituciones y diarios de la oligarqua, que reclamaban furiosamente la ruptura.Si los ingleses hubieran perseguido el mantenimiento de la neutralidad, los partidosde izquierda y derecha que les eran tributarios no habran luchado por la guerracon Alemania.

    En apariencia, la poltica global del gobierno militar planeaba en el vaco ycareca de apoyo sustancial, como no fuera el de las fuerzas armadas. As pare-can indicarlo al menos los cambios incesantes del elenco ministerial. Pero otroproceso menos visible estaba en marcha irresistible. El jefe de la Secretara delMinisterio de Guerra, coronel Juan Pern, amigo ntimo del general Farrell, Mi-nistro del ramo, ha logrado una designacin que muchos otros coroneles juzgande carcter secundario. El da 24 de noviembre, ocupaba sin ceremonias el edifi-cio desierto del antiguo Consejo Deliberante, clausurado por el Dr. Castillo. El 29del mismo mes, se creaba por decreto la Secretara de Trabajo y Previsin, de-pendiente de la Presidencia de la Nacin. Con una energa que los funcionariosdel antiguo Departamento Nacional del Trabajo no haban conocido nunca, elcoronel se lanza a la magna empresa.

    No es posible narrar aqu, ni corresponde a la ndole de esta obra, la historiade sus jornadas. Se impone tener presente, para la inteligencia ntima del procesoque luego llamrase peronismo, que una causalidad profunda impulsa su prodi-gioso triunfo, no slo en la histrica exigencia de las masas trabajadoras nuevaspara alzarse a la lucha poltica en la nueva poca, sino tambin al considerarsecomo factor eficiente de lo inmediato el papel desempeado por los antiguospartidos obreros. Pues los sindicatos de 1943, como los partidos de izquier-da que influan en ellos, se vean dominados por la pugna mundial de las grandespotencias en guerra. La lucha sindical y poltica de los ncleos obreros de LaVanguardia en esa etapa se distingua por situar en primer plano la colaboracincon las naciones que luchaban por la libertad del mundo.

    Pero haba otra izquierda que describa el proceso del siguiente modo:

    Desde la invasin de Rusia por los ejrcitos hitleristas se llevpor parte de los stalinistas y socialistas del grupo de Prez Leirs,

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    una poltica obrera coincidente que tenda a transformar toda lu-cha proletaria por reivindicaciones inmediatas en una lucha por launidad nacional, que impulsara la declaracin de guerra al eje.Por ejemplo, la agitacin en el gremio metalrgico en el que sepresentaban condiciones por dems favorables se desvi en el sen-tido de vocingleros pedidos al gobierno de Castillo, para que rom-piera relaciones con el Eje y evitara la paralizacin de la industriametalrgica, que, segn ellos, sobrevendra a consecuencia del blo-queo econmico de los Estados Unidos (el ingente desarrollo poste-rior de la industria metalrgica demostr que la previsin de Girardiy Ca. era una patraa miserable tendiente a desviar el movimientode su propio cauce).

    En otros gremios, como los frigorficos, en que el principalmercado consumidor lo constituan las Naciones Unidas, la polticastalinista tuvo una variante no menos canallesca. Mientrashipcritamente simulaban hacer gestiones para conseguir mejoras,sembraban un terrorismo ideolgico contra cualquier brotehuelgustico, afirmando: no hay que entorpecer la produccin paralos ejrcitos de la libertad Mientras los obreros rojos dan su vida enlos campos de Ucrania, ningn obrero debe dejar de trabajar (comosi disminuir en algo las ganancias de los dueos de los frigorficos,pudiera influir en la defensa de la URSS). Despertaban la descon-fianza contra los obreros que no se resignaban a dejar pasar esemomento favorable, acusndolos veladamente de agentes nazis57.

    Esta poltica apart por completo a las grandes masas obreras de la influenciadirecta de stalinistas y socialistas. El coronel Pern emple para tomar contactocon ellas, impulsarlas y dirigirlas al mismo tiempo, una poltica mixta. Us la violenciapolicial contra los sindicatos recalcitrantes, detuvo y elimin de la escena envindolosa la crcel o reducindolos a la impotencia, a aquellos dirigentes que no se plegabana su poltica. Dividi aquellos sindicatos donde encontr base para hacerlo, creotros nuevos, en sectores industriales que no haban tenido hasta ese momentoorganizacin gremial y apoy la formacin de grandes federaciones por industriaque abrazaron por vez primera millones de trabajadores de todas las categoras.

    La aristocracia obrera de la Capital Federal o Rosario, que haba medradohasta entonces en la direccin nominal de la vieja CGT qued anegada en oleadascada vez ms amplias de trabajadores no calificados de todo el pas, que avanzaban

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    hacia la organizacin sindical en grandes combates apoyados por la Secretaria deTrabajo. El proceso estuvo lejos de ser simple, ni el movimiento obrero capitulante el audaz coronel, como dira luego la izquierda cipaya. Fueron episodiosde accin recproca. Desde 1942, segn hemos sealado ya, el movimiento obrerovena librando una serie de combates parciales, como resultado de laindustrializacin, la ocupacin creciente y los altos costos de la vida.

    Pern se sumergi en esa gran corriente en marcha y la canaliz con laayuda del aparato del Estado. Al levantar una estructura de leyes sociales, mejorarlos convenios, establecer profundas modificaciones en las condiciones de trabajoen el interior de las fbricas y promover a la accin sindical a miles de nuevosdirigentes, el conjunto de la clase obrera tom las conquistas en sus manos y sedispuso a defenderlas.

    Actitud de la clase obrera

    Reacia a conceder esas mejoras, la nueva burguesa industrial, baada en lalluvia de oro de la prosperidad blica, se vio obligada a otorgarlas, pues laSecretaria de Trabajo se inclinaba invariablemente en las audiencias deconciliacin, hacia los intereses obreros. La guerra imperialista haba estimuladouna prosperidad sin precedentes que facilitaba esa poltica. La traicin de losstalinistas y socialistas fue el resorte decisivo del encumbramiento de Pern. Lapoltica del imperialismo y de la burocracia sovitica, prevalecientes en elmovimiento obrero anterior a la guerra, haba sido sustituida por una polticanacionalista popular inspirada desde el Estado militar.

    Un clsico del socialismo haba escrito al respecto pginas reveladoras:

    Dado que el papel principal en los pases atrasados no lo des-empeaba el capitalismo nacional sino el capitalismo extranjero, laburguesa del pas, en lo que respecta a su situacin social, ocupauna posicin mucho menos importante que la correspondiente aldesarrollo de la industria. Teniendo en cuenta que el capitalismoextranjero no importa obreros, sino que proletariza a la poblacinnativa, el Proletariado del pas comienza bien pronto a desempearel papel ms importante en la vida de la nacin.

    En estas condiciones, el gobierno nacional, en la medida queprocure resistir al capitalismo extranjero, est obligado en mayor o

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    menor grado a apoyarse en el proletariado. Por otra parte, los go-biernos de estos pases atrasados que consideran inevitable o msventajoso marchar hombro con hombro con el capitalismo extranje-ro, destruyen las organizaciones obreras e implantan un rgimenms o menos totalitario. As la debilidad de la burguesa nacional,la ausencia de una tradicin de gobierno comunal propio, la pre-sin del capitalismo extranjero y el crecimiento relativamente rpi-do del proletariado, minan las bases de cualquier rgimen demo-crtico estable.

    Los gobiernos de los pases atrasados, es decir, coloniales ysemicoloniales, asumen en todas partes un carcter bonapartista osemibonapartista; difieren uno de otro en esto: que algunos tratande orientarse en una direccin democrtica, buscando apoyo enlos trabajadores y campesinos, mientras que otros instauran unaforma de gobierno cercana a la dictadura policaco militar. Estodetermina asimismo el destino de los sindicatos. Ellos estn bajo elpatronato especial del Estado o sometidos a cruel persecucin. Eltutelaje por parte del Estado est dictado por dos tareas que stetiene que afrontar: 1) atraerse a la clase obrera ganando as unapoyo para su resistencia contra las pretensiones excesivas del im-perialismo; 2) al mismo tiempo, regimentar a los trabajadores, po-nindolos bajo el control de su burocracia58.

    A la presin del rgimen justista de la Dcada Infame, que haba impuestode hecho a los partidos de la izquierda cosmopolita en los sindicatos, como a losalvearistas en el radicalismo, corresponda en circunstancias favorables la presinmilitar nacionalista en contra de los agentes del imperialismo. As pudo abrirse unanueva etapa en la lucha de la clase obrera argentina. La historia no habaproporcionado otra opcin. Ni merece refutarse el argumento cipayo de que laclase obrera fue engaada por el Coronel Pern.

    El orgnico realismo de los trabajadores, nacido de las condiciones objetivasque le fija su lugar en la produccin, es incompatible con la emotividad poltica dela clase media, impregnada de las categoras del sistema cultural imperialista (bajoropaje marxista o liberal).

    Esta ltima no cree en s misma. Advierte la incertidumbre de su posicinintermedia en la vulnerable sociedad semicolonial y percibe la debilidad estructuralde la burguesa nacional, comparada con el colosal poder del imperialismo. Por

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    tales motivos se hunde cclicamente en la duda metdica cuando no en elescepticismo ms completo. Hacia el ao 1944 las clases medias profesionales yuniversitarias estaban totalmente integradas a la simpata militante por la causa delas potencias anglosajonas, bajo cuya sombra en el Ro de la Plata se habanformado y hasta cierto punto prosperado. La irrupcin del Coronel y los obrerosla aturdi y desencaden en ella una hostilidad inmediata. La pequea burguesacomprendi como a la luz de un relmpago que esa fuerza extraa ira a turbar suvisin del mundo, su estilo de vida, la tabla de valores ms o menos europeos quela hacan a s misma como una especie de prima de los europeos autnticos y delas grandes democracias occidentales.

    El caso fue muy distinto para los trabajadores, blancos o cabecitas negras,que se integraban como un torrente a las nuevas fbricas del Gran Buenos Aires.Observaron con mirada penetrante la estupefaccin del patrn ante el triunforpido y decisivo de una huelga; los fallos sistemticos de Trabajo y Previsin enfavor de los trabajadores; la insolencia del capataz que veja a una obrera,inmediatamente reprimida por la actitud amenazante de sus compaeros; la negativade la polica a intervenir contra los trabajadores a pesar del pedido urgente de laotrora omnipotente empresa; la readquisicin de la dignidad personal de lostrabajadores en la vida cotidiana de la fbrica, las leyes sociales audaces y suriguroso cumplimiento, el definitivo abandono de la alpargata por el joven riojanoo tucumano transformado en obrero industrial, e incorporado a la civilizacinurbana: as empez todo, primero lentamente, y luego como un vrtigo. Elproletariado se haca peronista sin emplear ese vocablo, cada hora que pasaba,correlacionando sus ideas con los datos de la realidad inmediata y concentrandola defensa de su existencia en la persona de un hombre. No de otra manera nacenlos grandes movimientos populares que hacen la historia. Una sustancia real yaceen el origen del mito.

    Las necesidades nacionales e industriales encontraron su partido poltico enel Ejrcito y su jefe en Pern, en esa coyuntura excepcional que atraviesa elmeridiano del ao 45. Nacional y popular por su contenido social, el peronismodeba encontrar en el proletariado su ms amplia base poltica. Al mismo tiempo,la clase trabajadora haca su aprendizaje en los nuevos sindicatos, rompa suslazos con los agotados partidos obreros y daba un paso adelante hacia suconciencia histrica como clase, decisiva en el destino nacional.

    El coronel empleaba un nuevo lenguaje, que era muy viejo y haban olvidadolos socialistas y comunistas. Ardoroso y atrevido, evocaba con frecuencia lasdivisas histricas del movimiento obrero. Desde los balcones de la Secretara deTrabajo miles de obreros oyeron un da a Pern concluir su discurso con las

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    palabras de Marx: La emancipacin de los trabajadores ha de ser obrade los trabajadores mismos. Toda una generacin obrera ha sido educadacon esas ideas, y tambin con frmulas de armona social, que no han resistidoni resistirn la prueba de los hechos. Pero de l