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1 La Ascensión al Reino de Dios y al Trono de Su Gloria Espíritu de Verdad www.LaParusia.com

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La Ascensión al Reino de Dios y al Trono de Su Gloria

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La Ascensión al

Reino de Diosy al

Trono de Su Gloria

Espíritu de Verdad

www.LaParusia.com

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Índice

Libro Uno:La Creación del Cuerpo de Luz De acuerdo al Cristianismo Iniciático.

El Cuerpo de Luz de acuerdo a la Tradición iniciática Judía y Cristiana.El ascenso de la energía de la Madre y el descenso del Fuego del Espíritu Santo al corazón del iniciado.La Creación del Cuerpo de Luz de acuerdo al Cristia-nismo iniciático.

Primera Parte: Teoría

Capítulo I. El Sendero hacia la luzPrimera iniciación: Bautizo de Jesús.Segunda iniciación: Tentación en el desierto.Tercera iniciación: Transfiguración en el Monte Tabor.Cuarta iniciación: Crucifixión y resurrección de Cristo.Quinta iniciación: Ascensión en Betania.

Capítulo II. Cartas sobre el Fuego SagradoPrimera carta.Segunda carta.Tercera carta.Cuarta carta.

Capítulo III. Consejos en el sendero que conduce a la ascensiónSer la manifestación del amor.Humildad y espíritu de servicio.Mantenerse feliz, positivo y optimista.Dar gracias.Ausencia de crítica y condenación

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Deseo de liberación y ascensión

Capítulo IV. El Sendero hacia la Luz (en imágenes)El hombre común.Primera iniciación.Segunda iniciación.Tercera iniciación.Cuarta iniciación.Quinta iniciación.

Segunda Parte: Práctica

1. Meditación para purificar el cuerpo y el aura con el Fue-go del Espíritu Santo.2. Meditación para iluminar el cuerpo y el aura con el Fue-go del Espíritu Santo.3. Meditación para el ascenso de la energía de la Madre y el descenso del Fuego del Espíritu Santo al corazón del iniciado.4. Meditación para la elevación gradual y progresiva de la energía de la Madre que conduce a la ascensión.

Libro Dos:Cinco Fórmulas para Lograr La Ascensión Corporal

1ra formula: Creación de la esfera de luz

2da formula: Creación del tubo o pilar de luz

3ra formula: Activación de la llama violeta transmutadora

Sentado en posición de meditación

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4ta formula: Ascensión de la energía de la Madre

5ta formula: Ascensión corporal Ejercicio adicional sobre la 5ta formula: Flujo contra rotatorio de las energías de la Madre y el Padre

Libro Tres:Iniciación al Ritual de la AscensiónPara transportar al ser humano más allá de este mundo, hacia el Reino Divino de Dios

Introducción

Iniciación del iniciado en presencia de tres iniciadores

Comentarios adicionales

Instrucciones para el que va a recibir la Iniciación al Ritual de la Ascensión

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Libro Uno:La Creación del Cuerpo de Luz

De acuerdo al Cristianismo Iniciático.

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EL CUERPO DE LUZ DE ACUERDO A LA TRADICIÓN INICIÁTICA JUDÍA Y CRISTIANA

Al cuerpo de luz se le llama, en el Antiguo Testamento, las ropas de salva-ción o manto de justicia (Isa. 61) y en El Nuevo Testamento el vestido de bodas (Mat. 22:11-14) y el cuerpo incorruptible e inmortal (Cor. I, XV, 50-55).

El Padre

El cuerpo de Luz

Corona de Gloria (Prov. 4:9; Pedro I, 4:14 y 5:4)El ojo, la lámpara del cuerpo (Mat.6:22, Luc.11:34)El Fuego del Espíritu Santo

El Hijo (Cristo)

Energía de la Madre

La Madre

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Lengua de Pentecostés (Hech. 2:3)

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EL ASCENSO DE LA ENERGÍA DE LA MADREY EL DESCENSO DEL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO

AL CORAZÓN DEL INICIADO

A) En el hombre común: Nube oscura, que contiene las impurezas y bajas pasiones en la mente consciente y subconsciente de la persona ( Reino Espiritual Caído )*B) En el iniciado que ha alcanzado la tercera iniciación: Cuerpo de luz, lla-mado por Jesús vestido de bodas (Mat. 22:11-14) y por San Pablo cuerpo incorruptible e inmortal (Cor. I, XV,50-55). (Reino Espiritual Ascendido)*

*Ver La Buena Nueva del Reino de Dios y del Trono de su Gloria, Capítulo uno.

A)

B)

El Hijo (Cristo)

La Madre

El Padre

El Fuego Sagrado del Espíritu Santo

Energía de la Madre

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Cuando la energía de la Madre asciende y el Fuego del Espí-ritu Santo desciende desde el Padre al corazón del iniciado, entonces estas dos energías divinas se fusionan creando el cuerpo de luz. Cuando este proceso gradual y progresivo de fusión culmina, entonces, Cristo, el Hijo del hombre, en su radiante cuerpo de luz, redime al iniciado conduciéndolo de regreso al Padre a través del mecanismo de la ascensión.

Jesús afirma, en relación a la manifestación del Espíritu Santo en el iniciado, lo siguiente:”…y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito (Espíritu Santo), para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros” (Jn. 14:16-17). Y más adelante continúa diciendo: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”(Jn. 14:23). Y posteriormente declara: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nom-bre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo he di-cho” (Jn. 14:26). San Pablo, por su parte, comenta al respecto: “¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (Cor. I. 3:16).

San Juan de la Cruz afirma en “Llama de amor viva”, que el iniciado que experimenta el ascenso de la energía de la Ma-dre dentro de sí mismo permanece “sintiendo correr de su vientre los ríos de agua viva que dijo el Hijo de Dios que sal-drían de semejantes almas” (Jn. 7:38). Tómese en cuenta que el vientre es la cavidad del cuerpo donde están los intestinos y el aparato génito-urinario, precisamente el asiento de la Madre en la base del tronco del iniciado.

Santa Teresa de Jesús menciona en la cuarta morada de “Las moradas del castillo interior”, con respecto al ascenso de la energía de la Madre en su propio organismo y hasta la ca-

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beza, lo siguiente: “…estoy considerando el gran ruido que pasa en mi cabeza…Parece que están en ella muchos ríos caudalosos y, por otra parte, que estas aguas se despeñan; muchos pajarillos y silbos, y no en los oídos, sino en lo su-perior de la cabeza (en la coronilla), adonde dicen que está lo superior del alma (la lengua de Pentecostés). Esto ha per-manecido mucho tiempo, pareciéndome que el movimiento grande del espíritu hacia arriba subía con velocidad”.

Jesús, al referirse a la ascensión del Hijo de regreso al Padre, dice a Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levan-tó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre” (Jn. 3:11-14). La afirmación de que Moisés “levantó la serpiente en el desierto” se refiere, precisamente, al ascenso de la energía de la Madre desde la base del tron-co hacia la coronilla, llevando consigo al Hijo, localizado en el corazón, de regreso al Padre arriba y afuera de la cabeza. Tómese en cuenta que en Oriente se utiliza exactamente la misma terminología para designar el levantamiento de la energía kundalini (“levantamiento de la serpiente”) rumbo al chakra de mil pétalos en la coronilla (lengua de Pentecostés), donde se experimenta la fusión con lo divino.

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LA CREACIÓN DEL CUERPO DE LUZ DEACUERDO AL CRISTIANISMO INICIÁTICO

Quinta iniciación: AscensiónCuarta iniciación: Resurrección de Cristo

en el corazón del iniciadoTercera iniciación: Transfiguración.

(La creación del cuerpo de luz se ha completado)

Segunda iniciación: Lucha entre el Fuego del Espíritu Santo encontra de las impurezas y bajas pasiones dentro de la mente

Consciente y subconsciente del iniciado

Primera iniciación: Bautizo con fuego del Espíritu Santo

El fuego del Espíritu Santo

Hombre común

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El cristianismo iniciático explica, a través de cinco etapas o iniciaciones, la vía que conduce a la creación del cuerpo de luz hasta alcanzar la ascensión por parte del iniciado. Las cinco iniciaciones correspondientes son:

Primera iniciación: Bautizo con fuego, que implica, como es claro, el incremento del fuego del Espíritu Santo dentro del iniciado. El fuego del Espíritu Santo es, en esencia, la energía de la Madre, en la base del tronco del iniciado, y la energía del Padre, arriba y afuera de la cabeza del iniciado.

Segunda iniciación: Lucha entre el fuego del Espíritu San-to en contra de las impurezas y bajas pasiones en la mente consciente y subconsciente del iniciado (nube oscura). Esta segunda iniciación es, en esencia, un proceso de limpieza y purgación de las impurezas y pasiones en la mente cons-ciente y subconsciente del iniciado, por parte del fuego del Espíritu santo.

Tercera iniciación: La transfiguración del iniciado (cuerpo de luz), una vez que ha concluido el proceso de limpieza y purgación de las impurezas y bajas pasiones por parte del fuego del Espíritu Santo.

Cuarta iniciación: La resurrección de Cristo dentro del co-razón mismo del iniciado, como suprema culminación del proceso de regeneración, limpieza y purgación que el fue-go del Espíritu Santo ha llevado a cabo dentro del iniciado.

Quinta iniciación: La ascensión como resultado final del proceso de regeneración que ha llevado a cabo el fuego del Espíritu Santo en el iniciado y que termina fusionándose con Dios.

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PRIMERA PARTE:TEORÍA

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CAPÍTULO UNO El Sendero hacia la Luz

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INTRODUCCIÓN

Conforme el hombre evoluciona, va desarrollando sus fa-cultades y ascendiendo lentamente de un estado de con-ciencia hacia otros superiores cada vez más elevados. Los últimos estados o peldaños del peregrinaje son referidos como el Sendero de la Iniciación y frecuentemente las reli-giones y filosofías profundas lo dividen en cinco pasos. En ningún lado ha sido esto más claramente ilustrado para el público en general que en la vida de Jesús el Cristo, donde cada iniciación era precedida por un momento culminante de su vida, representando con esto el recorrido del sendero que conduce a la ascensión.

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PRIMERA INICIACIÓNBAUTIZO DE JESÚS

La primera iniciación en la vida de Jesús está representada por el Bautizo en el Jordán, indicando la infusión del fuego del Espíritu Santo en el hombre. Juan el Bautista se refirió a este fuego, ya manifiesto en Cristo Jesús, cuando dijo: “Yo, a la verdad, os bautizo en agua; mas viene quien es más po-deroso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego”.

El fuego es liberado* dentro del verdadero aspirante por di-versos medios: por la constante aspiración y deseo de co-nocer la ley de Dios, por el llamado incesante a través de la oración para que el poder del Espíritu Santo entre en noso-tros, por el sentimiento de profundo amor hacia lo divino y por la compasión ilimitada hacia la humanidad sufriente**, por medio de decretos y afirmaciones que refuercen en uno la unidad con nuestra fuente espiritual, por la meditación y por ciertas técnicas de yoga y otras destinadas a ello.

En un sentido muy real podemos decir que la evolución de tu conciencia o de tu naturaleza espiritual, no es sino la manifestación progresiva en ti de este fuego, que una vez

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liberado empieza a actuar bajo la dirección de Dios en tu propio organismo, con o sin el esfuerzo consciente de la mente finita.

*Cuando el fuego del Espíritu Santo es liberado desciende desde arriba y afuera de la cabeza del iniciado (el Padre). Y, atraído por él, la energía de la Madre asciende desde la base del tronco del iniciado (la Madre).**El cristianismo, lo mismo que el bhakti-yoga del hinduismo, es un camino devocional. Este cami-no utiliza el amor a Dios, a nuestros semejantes y a la vida en general, como medio para liberar o prender el fuego sagrado dentro del devoto; el fuego una vez liberado dentro del iniciado, trabajará incesantemente hasta conducirlo de regreso al Absoluto, a través del mecanismo de la ascensión (quinta iniciación).

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SEGUNDA INICIACIÓNTENTACIÓN EN EL DESIERTO

La segunda iniciación en la vida de Jesús está representada por la tentación en el desierto, indicando la lucha del fuego del Espíritu Santo contra las impurezas de la mente cons-ciente y subconsciente del iniciado que luchan por sobrevi-vir, representadas como las fuerzas de la oscuridad.

Debes imaginar estas impurezas como si fueran una ener-gía sucia e indeseable que no sólo penetra el cuerpo del hombre sino que lo rodea como una nube oscura hasta, aproximadamente, la distancia que alcanzan tus manos ex-tendidas. Estas energías indeseables son las que deben ser quemadas y disueltas por la acción purificadora del fuego sagrado. Estas impurezas en la mente nos incitan continua-mente a ceder ante las bajas pasiones y renunciar a nues-tros grandes ideales espirituales.

El fuego sagrado que se despierta en el iniciado es purifi-cador en esencia; consume todo aquello que no es de su propia naturaleza espiritual. Conforme avanza en su pro-ceso regenerador quema, disuelve y transmuta todas las energías oscuras que penetran y rodean al iniciado trans-

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mutándolas en luz. Tal es la acción purificadora del fuego del Espíritu Santo en el hombre.

La constante aspiración por la vida superior y espiritual, las meditaciones, oraciones y diversas técnicas puestas a tu consideración, deben mantenerse con firmeza en esta etapa del sendero. Las impurezas en la mente no pueden sobrevivir en presencia del fuego una vez que ha sido li-berado dentro de uno mismo; sin embargo, si el aspirante desea absurdamente retener dichas impurezas, esto puede retardar, innecesariamente, el proceso regenerador y puri-ficador.

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TERCERA INICIACIÓNTRANSFIGURACIÓN EN EL MONTE TABOR

La tercera iniciación en la vida de Jesús se realiza por su Transfiguración en el monte Tabor, demostrando con esto el triunfo del fuego sagrado del Espíritu Santo sobre las impurezas en la mente del aspirante: “Él subió a un monte alto en un lugar apartado llevando a Pedro, y a Santiago y a Juan su hermano, y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz.”

Conforme el proceso regenerador avanza y las impurezas en la mente que forman el ego ilusorio son quemadas y consumidas para siempre, un nuevo cuerpo de luz nace como resultado de la acción purificadora del fuego sagra-do dentro del iniciado. Esta es la forma en que se cumple la profecía de la ley de la transmutación de Dios: “Si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán em-blanquecidos; si fueran rojos como el carmesí, vendrán a ser como la blanca lana”.

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CUARTA INICIACIÓNCRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN DE CRISTO

La cuarta iniciación en la vida de Jesús abarca el sufrimiento en la huerta de Getsemaní, la crucifixión y la resurrección. El sufrimiento en la huerta de Getsemaní pone a prueba los últimos intentos o esfuerzos de las impurezas en la mente o ego humano por sobrevivir. La crucifixión corresponde a la extinción del último residuo de impurezas en la mente y con ello, a la muerte del ego ilusorio, con la consecuente resurrección de Cristo en el corazón del iniciado.

Este paso trascendental, conocido como el segundo naci-miento fue explicado por Jesús a Nicodemo cuando afirmó: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios”. Y ante la confusión de Nico-demo replicó una vez más: “De cierto, de cierto te digo; que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”.

Ahora, el iniciado se ha convertido en un canal de la sabidu-ría divina que desciende y lo penetra continuamente desde arriba y afuera de su cabeza. Juan dio testimonio de esto al afirmar: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como palo-

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ma, y reposó sobre él”. Esta energía viviente, y procedente del Espíritu Santo, agita al Cristo en el corazón del iniciado e irradia, en todos los sentidos y direcciones, un poderoso cuerpo de luz.

El hombre ordinario, aunque recibe la energía que le da la vida desde lo alto, desde “la luz que ilumina a todo hombre que viene al mundo”, obstaculiza su paso. Interpone la en-sombrecedora mentalidad pasional, destructiva y egoísta y crea una densa nube de energías indeseables, a la que hemos hecho referencia anteriormente.

El iniciado debe aprovechar la viviente y suprema energía que recibe desde lo alto. De la manera más amorosa y bon-dadosa posible, evitará degradarla en perjuicio de sí mismo y de los demás. Debe recordar, siempre, que conforme el proceso avance y la divina luz brille más pura en su interior, iluminará mejor a sus hermanos; y que si acaso ocupa en la escala del progreso un peldaño elevado, es únicamen-te para tenderles una mano compasiva y atraerlos hacia la meta que todos debemos alcanzar

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QUINTA INICIACIÓNASCENSIÓN EN BETANIA

La quinta iniciación en la vida de Jesús corresponde a su ascensión en Betania. Es el momento de la fusión total del iniciado con la divinidad. Del Hijo (Cristo) con el Padre.

El iniciado siente ahora una necesidad imperiosa de regre-sar a la fuente espiritual que lo atrae como un poderoso e irresistible imán. Sus energías conscientes, ya transmuta-das en luz, se dirigen hacia arriba y afuera de la cabeza en un acto de adoración ferviente hacia la divinidad. El Padre, al recibir el amor de su Hijo, desciende entonces envol-viéndolo y cubriéndolo con esa luz gloriosa que el hombre conoció en el principio, “antes de que el mundo fuese”.

Recordarás que en el misticismo cristiano existe, como pi-lar fundamental de esta santa enseñanza, el misterio de la redención. La palabra redención, textualmente quiere decir rescate. Es utilizada en el sentido de que Jesucris-to vino al mundo a redimir o rescatar a la humanidad del pecado. El pecado se refiere, precisamente, al cúmulo de impurezas del cual el peregrino espiritual debe limpiar su mente, liberándose así de las pasiones indomables que lo

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atan implacablemente a los intereses del mundo. El último paso de este rescate, y por ello el triunfo del misterio de la redención se logra con el mecanismo de la ascensión, que libera y fusiona al ascendido con nuestra fuente divina. Esta es la única y verdadera meta de toda la humanidad, de cada hijo y de cada hija de Dios. Este estado de fusión con la divinidad fue descrita por Jesús, cuando declaró: “Yo y mi Padre somos uno”. Hasta que el alma y su fuente divina se fusionan en uno, la redención se ha completado, se logra la “eterna resurrección” y se puede ascender al Padre.

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CAPÍTULO DOSCartas sobre el Fuego Sagrado

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INTRODUCCIÓN

Las cartas que a continuación leerás tratan sobre la esencia misma de nuestra enseñanza: el fuego sagrado. El nombre de la persona a quien fueron enviadas ha sido excluido en la transcripción que aquí se presenta; no obstante, cualquier estudiante que haya sentido la acción del fuego dentro de su propio organismo, en forma de calor o energía que mue-ve al cuerpo en meditación, o provocando un deseo inten-so por avanzar en el sendero que conduce al Bienamado, al Santo de los Santos, debe considerar estas cartas como si hubiesen sido escritas especialmente para él.

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PRIMERA CARTA

Hace ya muchos años, mi maestro me escribió lo siguiente con respecto a la energía que ahora se ha empezado a ma-nifestar en ti: “Cuando el fuego sagrado es liberado, él se manifiesta en el hombre (eso me mueve a mí); siendo este fuego el causante del proceso regenerativo, otro cuerpo de luz nace del cuerpo oscuro o físico, y en este nuevo cuerpo tu verdadero ser, en armonía con el espíritu creador, se ex-presará ampliamente”.

Una vez que el estudiante empieza a sentir el fuego dentro de sí mismo, en forma de calor o de energía que mueve al cuerpo en meditación, debe dejarlo libre para que realice su tarea regeneradora.

Si la energía te mueve mientras te encuentras sentada en meditación, entonces debes permitir que te mueva; si la energía se detiene, entonces debes detenerte también. Simplemente sigue el movimiento.

Debes estar segura de que este fuego es purificador en esencia. Con el correr de los años, esta llama viviente que ahora sientes en tu interior consumirá y disolverá en ti to-das las impurezas que no son propias del espíritu. Es, en verdad, un fuego abrazador que consume todo aquello que no es de su propia naturaleza espiritual. Por ello, debes sentirte feliz y dar gracias.

Catalina de Siena dictó las siguientes palabras mientras se encontraba en profundo éxtasis, en diálogo con el Padre: “Yo, fuego, aceptador de sacrificios, despojándolos de su oscuridad, doy la luz; no una luz natural, sino una sobrena-tural…” Y San Juan de la Cruz, refiriéndose a lo mismo, es-cribió: “Los actos interiores que Él produce disparan llamas,

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pues son actos de amor inflamado. Tal es la actividad del Espíritu Santo en el alma”.

Sigue adelante en tus prácticas y meditaciones, y permite que la luz se exprese en y a través de ti.

SEGUNDA CARTA

Te escribo una vez más con la intención de recalcar la gran importancia que tiene el fuego sagrado liberado dentro de ti. Pero antes, es mi interés prevenirte contra lo que es, qui-zás, el principal enemigo del peregrino espiritual: el orgullo. Se ha dicho, y no a la ligera, que la mayor recompensa que un estudiante de la luz o buscador de Dios puede tener es la humildad. Tal y como afirmó Pedro el apóstol: “Revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gra-cia a los humildes” (1 Pedro, 5:5). Recuerda entonces, y no lo olvides en adelante: “La altivez debe desaparecer, o vendrá la caída” (Proverbios, 16:18). Medita seriamente sobre esto que te digo.

En la carta anterior comentamos que el fuego liberado den-tro del aspirante es purificador en esencia. Que esa llama viviente que el estudiante siente dentro de su propio orga-nismo consume y disuelve todas las impurezas que no son propias del espíritu. Debes imaginar estas impurezas como si fueran una energía sucia e indeseable que no solo pene-tra el cuerpo del hombre sino que lo rodea como una nube oscura hasta, aproximadamente, la distancia que alcanzan sus manos extendidas. Estas energías indeseables son las que deben ser quemadas y consumidas por la acción pu-rificadora del fuego. Cuando todas las impurezas han sido quemadas y retornadas a su estado de absoluta pureza, el cuerpo de luz resplandece por sí mismo.

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Someterse al proceso regenerador y purificador por medio del fuego sagrado o llama de amor viva, como lo nombra San Juan de la Cruz, es el camino cierto y verdadero que conduce hacia la luz de nuestro verdadero ser espiritual. Jesús se refirió a esto cuando afirmó: “De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis…” (Mateo 19:28). De-bes comprender que es sólo a través de este fuego y de su acción regeneradora que se cumple la profecía de Daniel: “Muchos serán limpiados, y emblanquecidos, y purificados: más los impíos obrarán impíamente, y ninguno de los im-píos entenderá, pero entenderán los entendidos” (Daniel 12:10). “Y los entendidos resplandecerán como el resplan-dor del firmamento” (Daniel 12:3).

Continúa con tus meditaciones y mantén un estado de ab-soluta humildad ante la enseñanza que está siendo puesta en tus manos.

TERCERA CARTA

Es importante que comprendas que la acción purificadora del fuego sagrado dentro de ti no siempre es un procedi-miento cómodo. Es normal que durante el proceso de re-generación, esta llama o fuego del Espíritu Santo queme y consuma ciertas impurezas de las cuales tú ni siquiera tenías conocimiento y que, sin embargo, al ser traídas des-de el subconsciente hasta tu mente consciente para ser consumidas, forman parte de ti. Cuando este sea el caso, debes, simplemente, mantener una actitud tranquila y des-apasionada, descansando en la certeza de que una vez que estas impurezas (odios, miedos, resentimientos, bajas pa-siones, egoísmos, etc.) han sido consumidas por la acción

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del fuego, el alma retorna al abrigo de su propio refugio.

Al comprender que “nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29), la única y correcta actitud que el verdade-ro noble de la luz debe tener es, simplemente, la de poner-se en manos de esta gran llama de Dios para que ella, con absoluta sabiduría, disuelva en nosotros todo aquello que obstaculiza el regreso a nuestra fuente espiritual.

Conforme el proceso regenerador avance dentro de ti, irás penetrando más y más en un estado de absoluta pureza in-terior; verdaderamente encontrarás, como decía mi maes-tro, un nuevo cielo y una nueva tierra. Y en ese nuevo cielo y en esa nueva tierra no habrá más sufrimiento ni llanto, ni desesperación ni angustia, porque todas las cosas que nos hacían sufrir habrán desaparecido para siempre.

Se constante en tu práctica y, mientras tanto, vive feliz y agradecida por todo lo que la vida te ha dado y por todas las cosas grandiosas que aún están por venir.

CUARTA CARTA

Lee lo siguiente con atención: El Espíritu Santo está loca-lizado arriba y afuera de la cabeza de todo hombre que viene al mundo. Juan el Bautista dio testimonio de esto diciendo: “vi al Espíritu que descendía del cielo como palo-ma, y reposó sobre él.” (Juan 1:32). “Y hubo una voz de los cielos que decía: Tu eres mi Hijo amado; en ti tomo conten-tamiento”. (Marcos 1:10-11). Desde este centro espiritual, arriba y afuera de la cabeza, desciende constantemente la energía que nos da la vida y que permite a nuestro cuerpo y mente llevar a cabo todas sus funciones y operaciones. Si la mente solo se ocupara de pensamientos puros y amoro-

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sos y con un profundo sentido de servicio hacia nuestros semejantes y hacia la vida en general, la energía del espíri-tu permanecería radiando en todos sentidos y direcciones cual poderoso cuerpo de luz. Pero si nuestros pensamien-tos y sentimientos son desarmónicos, cargados de resen-timientos, orgullo, miedo, envidia, celos, etc., creamos una nube oscura de impurezas a nuestro alrededor y se nubla el recuerdo de nuestro origen divino. Es debido a la existencia de esta nube oscura que se hace indispensable el proceso de regeneración.

La regeneración es, simplemente, el proceso a través del cual logramos eliminar la nube oscura de impurezas que hemos construido a nuestro alrededor. ¿Cómo? Solo hay una manera: valiéndonos del fuego del Espíritu Santo. Di-ríamos, entonces, que la regeneración es el procedimien-to a través del cual las energías impuras son sometidas al calor del fuego sagrado para ser transmutadas en luz. Este proceso regenerativo, también llamado el misterio de la re-dención, logra fusionar al verdadero noble de la luz con su esencia divina.

El fuego puede incrementarse gradualmente dentro de nosotros mismos por diversos medios: por la constante as-piración y deseo de conocer la ley de Dios; por el llamado incesante a través de la oración para que el poder del Espíri-tu Santo entre en nosotros; por el sentimiento de profundo amor hacia lo divino, y por la compasión ilimitada hacia la humanidad sufriente; por medio de decretos y afirmacio-nes que refuercen en uno la unidad con nuestra fuente es-piritual, por la meditación, por ciertas técnicas de yoga y por otras técnicas destinadas a ello. Otra posibilidad, aun-que remota, es que el fuego aumente espontáneamente en personas que no han hecho ningún esfuerzo consciente previo, pero aptas para la regeneración.

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“con calor ferviente”, como dice la Biblia. Estas impurezas son las responsables de nuestra obstinación mental, dureza de corazón, falta de sensibilidad hacia las necesidades de los demás, y otros impedimentos para que el alma reciba las de-licadas comunicaciones del espíritu.

Como puedes ver, la energía que sientes dentro de ti es auto-transformadora en esencia. Conduce al alma de regreso ha-cia su fuente espiritual. En el proceso, este fuego transmuta la oscuridad que hay en ti, en luz.

Ahora podrás comprender que lo que se conoce como la caí-da no es otra cosa que la creación de oscuridades por parte de nuestra mente; y la redención es la transmutación de es-tas mismas oscuridades y densidades en luz. La caída es des-de la luz (espíritu) a la oscuridad (materialismo del mundo enceguecido), y la redención es en el sentido inverso desde la oscuridad hacia la luz.

Una vez que las impurezas han sido disueltas y transmutadas en luz, esta irradia hacia el mundo y a nuestros semejantes bendiciéndolos continuamente. La acción del hombre redi-

Debes saber que una gran cantidad de este fuego sagrado se encuentra acumulado en la base del tronco y en los órganos sexuales para ser utilizado en la reproducción de la especie. Esta es la razón por la cual, en ocasiones, el candidato para la regeneración siente que el fuego ha sido liberado dentro de su propio organismo desde este punto en la base del tronco, como ha sido en tu caso.

Tan pronto el fuego despierta o entra en actividad, comienza a quemar las partículas de sustancia densa que se encuen-tran acumuladas en nuestro cuerpo y en nuestra propia aura, transmutándolas en luz. Podríamos decir que el fuego sagrado derrite las impurezas de nuestro cuerpo y mente

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mido será siempre de servicio amoroso y compasivo hacia la humanidad como un todo. No obstante, la devoción fervien-te que el iniciado siente ahora por la divinidad, logra que par-te de esa luz suba y se acumule arriba y afuera de su cabeza. Esta acumulación luminosa es el producto de los más puros y elevados pensamientos y sentimientos del hombre que se han convertido “en los tesoros que el Señor tiene guardados para ti en los cielos”. Es ahí, arriba y afuera de la cabeza, don-de regresa y se deposita la luz divina que recibimos original-mente desde lo alto y que hemos conservado con pureza y amor. Sólo estas energías son una ofrenda digna que puede retornar a su fuente original para ir formando gradualmente lo que conocemos como el gran cuerpo solar inmortal.

Espero que con las cartas anteriores y ésta, que será la úl-tima que te enviaré, haya podido transmitirte el origen de la energía que sientes en tu interior, como de los efectos regenerativos que gradualmente se llevarán a cabo dentro de tu propio organismo. Pero aunque de momento no lo-gres comprender en su justa dimensión la grandiosidad de esta llama viviente en acción, siéntete inmensamente feliz. Da gracias continuamente al Señor de lo eterno por haberse dignado manifestar su fuego sagrado en ti. Así sea.

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CAPÍTULO TRESConsejos en el Sendero que conduce a la Ascensión

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SER LA MANIFESTACIÓN DE DIOS

Es imprescindible aprender a vivir la vida de acuerdo a la eterna ley del amor. El peregrino espiritual, conforme avanza en el sendero va sintiendo crecer progresivamen-te la compasión y el amor en su interior. Amor que acelera el proceso que conduce a la ascensión. Todos los que han progresado en el sendero espiritual se encuentran afiliados irrevocablemente a la eterna ley del amor y lo mismo debe hacer todo estudiante honesto que recién inicia su camino en el sendero.

Si la humanidad pudiera comprender esto, el individuo se daría cuenta de que tiene que activar el amor dentro de sí mismo antes de que la energía de Dios pueda fluir libre-mente en él; antes de que la perfección que desea pueda manifestarse en su vida y en sus asuntos. El amor es como un rayo de luz que surge desde el corazón y que puede ser emitido hacia afuera poderosamente.

Comprende que fue el amor, el camino del magisterio de Cristo. Camino que se convirtió en una espiral de corrientes ascendentes de amor sobre las cuales al alma cumplió su destino inmortal, siendo ascendida y recibida en una nube.

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HUMILDAD Y ESPÍRITU DE SERVICIO

Un profundo estado de humildad, como forma natural de vida y una actitud de servicio ilimitado hacia la humanidad sufriente, son indispensables para avanzar en espiral ascen-dente hacia la luz de nuestro verdadero ser espiritual. Así como aquellos que mantuvieron, por siglos, viva la llama de la enseñanza que conduce a la ascensión, no nos aban-donaron en medio de la oscuridad y confusión del mundo, nosotros tampoco debemos abandonar a los que vienen detrás. Y así como debes sentir una profunda sensación de comunión, amor y respeto por todos los sabios maestros que nos precedieron en el sendero, debes también sentir la misma sensación de comunión y amor hacia todos aquellos que siguen nuestros pasos.

Las palabras de Jesús, claves para comprender, no sólo con la mente sino con todo el corazón lo que ha sido explicado anteriormente, son: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mat. 25:40). Estas palabras, que sólo pueden ser comprendidas por la parte más intuitiva de tu propio ser, confirman la presencia de Cristo vivo en todos y cada uno de nosotros; pues al decir, “cuanto hicisteis a mi hermano a mí me lo hicisteis”, reconfirman esta presencia de Cristo den-tro de todos y cada uno de los hombres. Y las palabras: “Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi padre y vues-tro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (Jn. 20:17), no hacen más que dar el mismo mensaje. Recuerda entonces que al servir a cualquiera de tus semejantes en cualquier momento y en cualquier lugar, sirves a Cristo mismo; no lo olvides jamás.

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MANTENERSE FELIZ, POSITIVO Y OPTIMISTA

Es de importancia capital permanecer siempre feliz, positivo y optimista si es que se quiere lograr la victoria y expresar la maestría. El abatimiento es una de las principales causas de estancamiento en el sendero. Para mantener esta actitud feliz, positiva y optimista debes recordar siempre que existe, lo comprendas de momento o no, un gran plan divino en acción y que tú no sólo formas parte de este plan sino que participas activamente en él. Este plan divino es conducido y sostenido por la voluntad del Padre y tú eres, en todo el sentido de la palabra, cocreador junto con la mente divina, ya que fuiste creado libre para colaborar libremente en su sagrada obra.

Este plan divino es infinitamente amoroso, infinitamente sa-bio, infinitamente justo e infinitamente potente en su mani-festación. Por ello, el sabio que comprende lo anterior afirma siempre en forma categórica: “Hágase tu voluntad Señor, y no la mía”. Este es el clamor de todos los verdaderos nobles de la luz, que reconocen la existencia de una sola voluntad en todo el universo y que esta voluntad divina es la nuestra, como hijos e hijas de Dios que somos (Ver Jn. 6:38). “Porque la voluntad del Padre es la voluntad del Hijo, y la voluntad del Hijo es la voluntad del Padre”. Y nada jamás prevalecerá contra Su obra.

La humanidad no marcha sola por la vida ni se encuentra sola en el mundo; la voluntad del Padre la acompaña. Con-fiar siempre en esta voluntad divina y en su sabiduría infini-ta es indispensable para vivir no solo feliz, positivo y opti-mista, sino en paz y armonía e infinitamente agradecido por

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haber sido tomado en cuenta para participar activamente en el gran plan de la creación.

DAR GRACIAS

Todos los hombres deberían dar gracias continuamente al Señor de lo eterno por la vida que se les ha dado. La mayor parte de los seres humanos viven toda su vida sin agradeci-miento sincero y amor profundo hacia la presencia de Dios que habita dentro del templo de sus cuerpos, ni por la ener-gía que fluye constantemente dentro de ellos y que les da la vida, ni por los cientos de cosas buenas por las cuales ha estado rodeado constantemente, las cuales goza y usa sin dar nada de sí mismo a cambio.

Por lo tanto, uno de los secretos invaluables para gozar la ascensión es mantener una constante sensación de agra-decimiento y comunión interna con la divinidad dentro de nosotros mismos, y una constante devoción y adoración a esta presencia divina que nos habita. Cuando alguien ver-daderamente acepta que es el templo de Dios vivo y siente que esta presencia gloriosa dentro de él es la que verdadera-mente hace todas las cosas a través de él, el resto de las acti-vidades se acomodarán dentro de una maravillosa belleza y perfección. La aceptación completa de la presencia de Dios dentro de nosotros mismos, siempre dirige y gobierna todas las experiencias externas armónicamente. Es sólo cuando real y completamente se acepta esta presencia gloriosa de Dios dentro de uno mismo, cuando se llega a ser un verda-dero mensajero del servicio divino.

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AUSENCIA DE CRÍTICA Y CONDENACIÓN

Una de las cosas más importantes a lograr es una comple-ta ausencia de crítica o condenación acerca de los errores y fragilidades humanas. Es imperativo olvidar o pasar por alto (perdonar) todo lo inservible o indeseable en nosotros mismos y en los demás, si es que realmente deseamos libe-rarnos de las limitaciones y fragilidades humanas. Cuando arrastramos memorias o recuerdos desagradables, ya sea sobre nosotros mismos o sobre los demás, creamos una y otra vez las mismas experiencias miserables de las cuales es-tamos tratando de liberarnos.

Cuanto más comprendemos la vida y la perfección de la mis-ma, más simple y sencillo llega a ser todo, pues comprende-mos que sólo hay una cosa que hacer y que tiene que hacer-se todo el tiempo: Llenar siempre nuestros pensamientos y sentimientos con amor. La crítica, la intriga, la condenación y la discordia son las primeras olas que cierran las puertas del reino del espíritu. Al mantener perfecta paz y armonía dentro de nuestras mentes y corazones, debido al continuo sentimiento de amor, y con ausencia total de crítica conde-natoria para nuestros semejantes, abrimos de par en par las puertas del reino de la perfección de Dios y las mantenemos abiertas para siempre (Ver Jn. 8:15).

DESEO DE LIBERACIÓN Y ASCENSIÓN

El peregrino espiritual sólo podrá permanecer en el sendero si cultiva siempre un deseo profundo de liberación y ascen-

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sión. Esto, aunado a la comprensión de que el sendero es un proceso continuo de autopurificación, son claves indispen-sables para avanzar con pasos firmes hacia nuestro verdade-ro hogar espiritual.

Otra clave indispensable es que mientras recorremos el sen-dero de regreso al Padre, al Santo de los Santos, jamás de-bemos sentirnos solos ni temer; por el contrario, debemos recordar siempre que la luz vencerá a la oscuridad, y que no-sotros somos esa luz, en comunión con Dios.

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CAPÍTULO CUATROEl sendero hacia la Luz

(en imágenes)

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EL HOMBRE COMÚN

EL HOMBRE COMÚN

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EL HOMBRE COMÚN

La figura del hombre común muestra, arriba y afuera de la cabeza, el centro espiritual que nos da la vida y que alumbra a todo hombre que viene al mundo (Jn. 1:9). Este centro espi-ritual ha sido conocido a través de las edades como el Padre y el Verbo (Jn. 1:1-3), del cual proviene la gracia del Espíritu Santo (Jn. 1:4). Otros nombres menos conocidos son el Alfa (Ap. 1:8, 21:6, 22:13), el Logos, el Paráclito (Jn. 14:26) y YO SOY EL QUE YO SOY (Yavé: nombre exclusivo de Dios en la Biblia).

La energía vital que procede del Padre desciende constan-temente desde lo alto a través del cordón o hebra de plata, infundiendo vida al hombre (Eclesiastés 12:6). El cordón de plata, también llamado hilo de fóhat o hilo de fuego, conecta al Padre con Cristo localizado en el corazón de la persona.

La radiación opaca del aura que rodea al hombre de la figura (oscura nube) indica que los pensamientos y sentimientos han sido desarmónicos, cargados de resentimientos, orgu-llo, miedo, envidia, celos, etc., creando una espesa nube que impide al hombre recibir las delicadas comunicaciones del espíritu.

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PRIMERA INICIACIÓN

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La primera iniciación es el resultado de un incremento de la infusión de fuego del Espíritu santo en el hombre, tal como muestra la figura. Esta energía vital que desciende conti-nuamente desde lo alto hacia el discípulo, aumenta en un momento determinado como una respuesta de Dios ante la petición del hombre que busca regresar a Él, por encima de la oscuridad y la ignorancia humana.

Este fuego de Espíritu, tan pronto se incrementa dentro de nosotros mismos, inicia un proceso de purificación, limpieza y regeneración “rompiendo” las partículas de sustancia den-sa e impura (oscura nube) que se encuentran acumuladas en nuestro cuerpo y en nuestra aura transmutándolas en luz. Podríamos decir que el fuego sagrado “derrite” las impurezas en nuestro cuerpo y mente “con calor ferviente”, como dice la Biblia. Estas impurezas son las responsables de nuestra obstinación mental, dureza de corazón, falta de sensibilidad hacia las necesidades de los demás, ocasionando una densa masa que impide al alma recibir las delicadas comunicacio-nes del espíritu.

En el primer capítulo se explicó que el fuego del Espíritu San-to es liberado dentro del verdadero aspirante por diversos medios: por la constante aspiración y deseo de conocer la ley de Dios, por el llamado incesante a través de la oración para que la gracia del Espíritu Santo entre en nosotros, por el sentimiento de profundo amor hacia lo divino y por la com-pasión ilimitada hacia la humanidad sufriente, por medio de decretos y afirmaciones que refuercen en uno la unidad con nuestra fuente espiritual, por la meditación, por ciertas téc-nicas de yoga y por otras técnicas destinadas a ello.

Así mismo se te dijo que en un sentido muy real la evolución de tu conciencia o de tu naturaleza espiritual no es sino la manifestación progresiva en ti de esta energía vital o fuego

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sagrado, que una vez liberado empieza a actuar bajo la di-rección de Dios en tu propio organismo, con o sin el esfuerzo consciente de la mente finita.

La figura muestra también que la poderosa energía genera-dora del universo o energía sexual (omega: energía femeni-na o de la Madre), al sentir la presencia incrementada de la energía del Padre en el hombre (alfa: energía masculina), es atraída por ésta, revirtiendo gradualmente su flujo hacia arri-ba del organismo y contribuyendo enormemente al proceso de purificación y regeneración dentro del iniciado. Cuando estas dos poderosas energías divinas (alfa y omega) avan-zan en su proceso regenerador dentro del organismo y han purificado completamente al discípulo, entonces el Hijo del hombre, el Cristo interno, resucita en el corazón del iniciado (cuarta iniciación), tal como será explicado más adelante.

En el misticismo cristiano, la primera iniciación está repre-sentada por el bautizo en el Jordán (Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-11; Luc. 3:21-22.), indicando el aumento de la infusión del fuego del Espíritu Santo en el hombre que logra, con el correr del tiempo, quemar las oscuridades e impurezas de su mente.

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SEGUNDA INICIACIÓN

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La segunda iniciación es el resultado de una lucha interior. Esta lucha experimentada por el discípulo dentro de sí mis-mo, se lleva a cabo por el fuego del Espíritu Santo liberado en el iniciado, contra las impurezas, oscuridades y pasiones (oscura nube) de su propia mente consciente y subconscien-te que luchan intensamente por sobrevivir. Tal y como refiere San Juan de la Cruz en Llama de amor viva: “Levántanse con-trarios contra contrarios…”. El fuego sagrado, según avanza en su tarea regeneradora dentro del iniciado, como ya ha sido explicado anteriormente, quema y disuelve progresiva-mente todas las energías oscuras que lo penetran y rodean, transmutándolas en luz.

Es importante recordar que una vez alcanzada la segunda iniciación se presenta el periodo más peligroso de todos en el sendero; es en esta etapa que, si existe alguna debilidad en el carácter del candidato, éste la debe descubrir. En casi todos los casos el peligro viene por el orgullo; no obstante, el abatimiento, la apatía, la duda, la superstición, la concupis-cencia, el odio, el apego a las criaturas en cualquiera de sus formas, la angustia y el miedo, no deben considerarse enemi-gos menos peligrosos del verdadero noble de la luz.

Una manera de corroborar si el orgullo o soberbia se incre-menta en el estudiante es la siguiente: si el discípulo siente ser, conforme pasa el tiempo, cada vez más y más superior en conocimiento y espiritualidad a los demás, convencido de que las personas que le rodean son en verdad inferiores, o si se siente cada vez más separado de sus semejantes como resultado de un complejo de superioridad, es muestra fiel de que el orgullo aumenta en él. Si por otro lado, conforme el proceso regenerador avanza, se siente cada vez más unido a su prójimo, con un deseo intenso de servicio a la huma-nidad y evitando siempre hacer juicios sobre los demás, es que la humildad se está alojando en su corazón y el proceso

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de limpieza progresa satisfactoriamente. Recuerda siempre esto, pues es de vital importancia en el sendero que conduce hacia la luz de nuestro verdadero ser espiritual: Mientras que a través del orgullo sólo caerás más y más hacia la oscuridad y la ignorancia humana, a través de la humildad ascenderás más y más hacia el reino de los cielos, tal y como todos los hijos e hijas de Dios lo han hecho siempre.

Otro obstáculo importante en esta etapa del sendero y que el discípulo debe trascender con inteligencia y humildad, es el de percibirse a sí mismo como indigno de recibir la luz de Dios. Esta idea, profundamente hundida en la men-te subconsciente de algunos buscadores de la luz, se debe a la repetición continua de la afirmación tantas y tantas ve-ces expresada: “yo no soy digno de que vengas a mí”. En la confusión e ignorancia humana los hombres piensan que si se consideran dignos de recibir la luz de Dios pecarán de soberbios. Es de vital importancia dejar bien claro, desde el principio mismo, que todos los hombres y mujeres somos hijos e hijas de Dios, y que la luz espiritual del Padre sólo está en espera de ser llamada para manifestarse abundantemen-te en aquel que con humildad le pide que se manifieste en él. Es así y sólo así, como los ansiosos buscadores de la luz se convierten en portadores de la luz. Recuerda esto, y tómalo siempre en cuenta: ¡Sí eres digno! ¡Sí eres digno! ¡Sí eres dig-no de que la luz de Dios se manifieste en y a través de ti!.

En el primer capítulo se comentó que la constante aspiración por la vida superior y espiritual, las meditaciones, oraciones y diversas técnicas puestas a tu consideración, deben man-tenerse con firmeza en esta etapa del sendero, contra la ten-tación de ceder a las pasiones, cosas transitorias del mundo y al olvido de tus más altos ideales espirituales. Se te explicó también que las impurezas en la mente no pueden sobre-vivir en presencia del fuego, una vez que ha sido liberado

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dentro de uno mismo; sin embargo, si el candidato desea ab-surdamente retener dichas impurezas (y de ahí la lucha que el iniciado experimenta dentro de sí mismo) puede retardar su proceso regenerador y purificador, innecesariamente.

En el misticismo cristiano, la segunda iniciación es la tenta-ción en el desierto (Mat. 4:1-11). Como ya ha sido explicado anteriormente, es la lucha del fuego del Espíritu Santo que se ha incrementado dentro del iniciado, contra las impurezas, pasiones y oscuridades de su propia mente.

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TERCERA INICIACIÓN

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El proceso de regeneración y purificación se encuentra casi totalmente concluido en el hombre que ha llegado a la ter-cera iniciación. Ahora, y como resultado de la acción purifi-cadora del fuego sagrado, el aura del iniciado se ha trans-formado en un poderoso cuerpo de luz lleno de viviente energía que irradia corrientes de fuerza y luz en todas direc-ciones, pues la ausencia de egoísmo, su actitud compasiva y su generosidad intensa, permiten a la energía del espíritu expresarse en él como un poderoso manantial.

Ahora el cordón de plata se ha ensanchado permitiendo un flujo mayor de centelleante luz viviente proveniente del Pa-dre. Mientras más se nutre el hombre del inagotable manan-tial del espíritu divino que desciende continuamente desde lo alto, más avanza el proceso de regeneración y el canal lu-minoso más se extiende y se dilata bajo la acción del fluido divino que lo inunda.

Las incrementadas aspiraciones espirituales de aquél que ha alcanzado este tercer peldaño de progreso (señaladas en la figura por la llama de Cristo que asciende desde el corazón del iniciado), se muestran como brillantes chispas de luz in-tensa que ascienden continuamente, acumulándose alrede-dor del centro espiritual arriba y afuera de la cabeza. Estas chispas no dejan de elevarse constantemente, pues cuando el hombre empieza a comprender su relación con lo divino, aspira siempre hacia la causa de donde emanó. Sólo el amor compasivo hacia sus semejantes y el deseo intenso de libe-rarlos del sufrimiento y la ignorancia, logra mantener parte de su energía en los asuntos e intereses del mundo.

En el misticismo cristiano, la tercera iniciación es la Transfi-guración en el monte Tabor (Mat. 17:1-9). Mar. 9:1-18. Luc. 9:28-36.). Es el triunfo definitivo del fuego del Espíritu Santo sobre las impurezas, pasiones y oscuridades en la mente del

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aspirante. Tómese en cuenta que Jesús sube a la montaña llevando a tres de sus discípulos, a Pedro, a Santiago, y a Juan su hermano, para dar a entender que cuando el iniciado ha triunfado sobre las pasiones instintivas (cuerpo físico,) por sobre las emociones egoístas humanas (cuerpo emocional) y por sobre el pensamiento confuso y engañoso (cuerpo men-tal), un nuevo cuerpo de luz aparece. Esta es la razón por la cual en las pinturas de la Transfiguración en la montaña se ve a Jesús rodeado por una intensa luz espiritual y a sus tres discípulos de rodillas en actitud sumisa, sorprendida y teme-rosa. También la presencia de Moisés y Elías en la Transfigu-ración evoca las dos poderosas energías espirituales (alfa y omega) como requisito indispensable para llevar a cabo la purificación y santificación del candidato al estado de Cristo (cuarta iniciación), que florece en el corazón del iniciado.

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CUARTA INICIACIÓN

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El aura del iniciado de cuarto nivel no sólo es intensamente más pura, brillante, delicada y luminosa que las precedentes, sino que las dimensiones de la misma han crecido extraordi-nariamente. El admirable desarrollo de las superiores cuali-dades de inteligencia, amor y devoción, aunados a la honda simpatía y sublime espiritualidad, atestiguan la poderosa ex-pansión del aura, cual poderoso cuerpo de luz.

El iniciado se ha convertido ahora en un canal que puede de-jar paso libre a la energía que desciende hacia él como un to-rrente de luz, que une el cielo con la tierra. No sólo irradia de él luz blanca, sino que todos los matices del arco iris palpitan a su alrededor, como los cambiantes tornasolados tonos del nácar, resultando que cuantos se aproximan a él fortalecen sus cualidades superiores. Nadie puede acercarse a la esfera de acción de un iniciado de cuarto nivel sin perfeccionarse. El iniciado ilumina ahora todo cuanto le rodea, a manera de sol, pues como el mismo sol se ha convertido en una mani-festación casi perfecta del espíritu en la tierra.

Para este momento, las intensas y renovadas aspiraciones espirituales que se muestran como brillantes chispas de luz que ascienden hacia arriba y afuera de la cabeza han aumen-tado notablemente. Al reconocer el iniciado que procede del espíritu, aspira regresar al espíritu. Para ello, toma la energía vital que se le envió desde lo alto, que por ignorancia huma-na hubiera podido ser mal utilizada, y en vez de esto la lanza de regreso a su origen, hacia arriba y afuera de la cabeza, for-mando gradualmente un gran cuerpo de luz al que se deno-mina la túnica sin costuras de Cristo vivo (cuarta iniciación) y que, algún día, se convertirá en el gran cuerpo solar inmortal (quinta iniciación). La parábola del vestido de bodas se re-fiere al cuerpo solar inmortal o alma vestida para la fiesta, como requisito indispensable para entrar al reino del Padre (Mat. 22:11-14).

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En el misticismo cristiano, la cuarta iniciación está indicada por el sufrimiento en la huerta de Getsemaní (Mat. 26:30-45; Mar. 14:26-41; Jn. 18-1), la crucifixión (Mat. 27:37; Luc. 23:38), y la resurrección de Cristo (Mat. 16:21; 17:22-23; 20:17-19; Luc. 24:12; Hech. 4:10), dando a entender que esta iniciación tiene el doble aspecto de sufrimiento y victoria. Sufrimiento, desde el punto de vista de la efímera personalidad o ego ilusorio (oscura nube) que se extingue completamente y para siempre (sufrimiento en la huerta de Getsemaní y cru-cifixión), y victoria del ser espiritual de luz que reaparece en el corazón del iniciado (Cristo resucitado). De ahí las pala-bras de san Pablo: “Estoy otra vez en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Galat., IV,19).

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QUINTA INICIACIÓN

El Padre

El ojo la lámpara del cuerpo

Lengua de Pentecostés

El Hijo (Cristo)

La Madre

Corona de Gloria

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Una vez lograda la purificación necesaria que conduce a la resurrección de Cristo dentro de uno mismo, el proceso de regeneración continúa sin descanso hasta que la túnica sin costuras del Cristo vivo se convierte en el cuerpo solar in-mortal, como requisito indispensable para poder tomar la siguiente iniciación que nos transporta más allá del reino humano, por encima del reino psíquico y hacia el reino es-piritual.

Ha sido dicho que el cuerpo solar inmortal, totalmente for-mado, ofrece la ocasión para que el Padre, a través de la libre elección del hombre, fije la hora en que el Hijo volverá a Él. El mecanismo que se presenta en la quinta iniciación es el siguiente: el cuerpo solar inmortal, cuya polaridad es mas-culina (el Padre: alfa), se convierte entonces en un poderoso imán que atrae cada vez con mayor fuerza a la polaridad femenina (la Madre: omega) en la base del tronco del ini-ciado. La polaridad femenina asciende entonces a manera de caduceo por la columna vertebral hacia el ojo espiritual de percepción, en medio de ambos ojos, conocido como la flor de oro o lámpara del cuerpo (Luc. 11:34-36), iluminando con esto, a su vez, el centro de la coronilla conocido como el loto de los mil pétalos o lengua de Pentecostés (Hech. 2:3). Simultáneamente, la polaridad masculina desciende cubriendo al Hijo (Cristo en el corazón del iniciado) con la gloria que el hombre conoció con el Padre en el principio, antes de que el mundo fuese.

En el misticismo cristiano, la quinta iniciación es la ascensión y el descenso del Espíritu Santo como apoteosis culminante de una vida santa en la tierra. Esta iniciación es la gloria de la realización que Jesús demostró en la colina de Betania (Mar. 16:19; Luc . 24:50-53; Hech. 1:9). Este glorioso paso hacia el reino de la luz es la única y verdadera meta puesta delante de toda la humanidad, delante de cada hijo y de cada hija

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de Dios. La ascensión es una parte inevitable del gran plan divino y el destino extraordinario de todo hombre.

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SEGUNDA PARTEPRÁCTICA

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1.- MEDITACIÓN PARA PURIFICAR EL CUERPO Y EL AURA CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO.

En los capítulos anteriores se ha explicado que el fuego del Espíritu Santo es la energía divina capaz de quemar y disol-ver las energías oscuras e indeseables que nos penetran y rodean como si fuera una nube oscura. A continuación se explicará en un ejercicio de meditación especialmente dise-ñado para lograr esta purificación.

Acomódate en posición de meditación (sentado, hincado o parado y de preferencia con las palmas de las manos tocán-dose entre sí y a la altura del pecho, o simplemente descan-sando sobre el regazo). Imagina que estás sentado dentro de un gran fuego que te penetra y rodea por todos lados hasta, aproximadamente, la distancia que alcanzan tus manos ex-tendidas. Ahora repite varias veces audiblemente la siguien-te afirmación: “YO SOY el fuego sagrado de Dios transmu-tando la oscuridad que hay en mí en luz”. Mientras afirmas lo anterior debes sentir profundamente que el fuego está llevando a cabo una acción purificadora dentro y alrededor de ti. Luego descansa por unos segundos sin dejar de sentir y visualizar con tu mente la acción del fuego quemando las oscuridades e impurezas de tu cuerpo y de tu aura. Una vez más repite varias veces la afirmación “YO SOY el fuego sagra-do de Dios transmutando la oscuridad que hay en mí, en luz, y descansa”. Repítela una vez más y descansa, y así hasta que sientas verdaderamente la acción purificadora del fuego del Espíritu Santo dentro de ti.

Recuerda que cuando por un acto de libre albedrío invocas el fuego del Espíritu Santo, éste quema y consume las energías

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oscuras e indeseables acumuladas dentro y alrededor de ti. El ejercicio que te he explicado está diseñado para disolver estas impurezas, evitando así que se manifiesten en nuestra vida y en nuestros asuntos.

2.-MEDITACIÓN PARA ILUMINAR EL CUERPO Y EL AURA CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO.

Acomódate en posición de meditación, tal como se te ha indicado en el ejercicio anterior. Imagina que te encuentras sentado en el centro de una hermosa esfera de resplande-ciente luz divina. Mientras te vez ahí sentado, penetrado y rodeado por la luz de Dios, repite en voz alta y con todo tu corazón:

“YO SOY luz, candente luz, radiante luz, eterna luz divina. YO SOY la infinita presencia de la luz de Dios manifestándose en y a través de mí. Dios consume mis impurezas, transmután-dolas en luz.

YO SOY un poderoso foco de la luz de Dios. YO SOY un río cristalino por el que fluye la infinita presencia de la luz de Dios. YO SOY la más alta frecuencia de la luz de Dios manifes-tándose en y a través de mí.

YO SOY una avanzada de lo divino. Las impurezas dentro de mí son consumidas para siempre por la poderosa acción de la infinita luz de Dios que YO SOY.

YO SOY, YO SOY, YO SOY Luz. Yo vivo en la luz. YO SOY la máxi-ma dimensión de la luz. YO SOY la más pura intención de la luz. YO SOY luz. YO SOY luz. YO SOY luz inundando al mundo donde quiera que voy, bendiciéndolo, fortaleciéndolo, co-

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municando el propósito del reino de los cielos”.

Mientras realizas las afirmaciones anteriores y durante algún tiempo después, visualízate a ti mismo dentro de un gran núcleo de fuego blanco, el gran núcleo de fuego blanco del ser. Luego, radiante, agradecido y feliz, sal del ejercicio.

3.- MEDITACIÓN PARA EL ASCENSO DE LA ENERGÍA DE LA MADRE Y EL DESCENSO DEL FUEGO DEL ESPÍRITU SANTO AL CORAZÓN DEL INICIADO.

Acomódate en posición de meditación. Siente e imagina un triángulo equilátero de luz de 30 cm. de largo, localizado arriba y afuera de tu cabeza con su cúspide apuntando al cielo. Imagina a su vez otro triángulo equilátero de luz de 30 cm. de largo, localizado en la base del tronco (perineo), pero invertido; es decir, con su cúspide apuntando hacia el centro de la tierra.Ahora, siente e imagina que el triángulo localizado en la base del tronco asciende lentamente hasta el corazón. Posterior-mente, siente e imagina que el triángulo localizado arriba y afuera de la cabeza desciende hasta el corazón, formando con el otro triángulo una estrella de luz destellante de seis puntas o estrella de David.Permanece entonces por algunos minutos sintiendo e ima-ginando esta estrella de luz resplandeciente de seis puntas localizada en el centro del corazón, como si fuera una pode-rosa lámpara de luz que ilumina tu cuerpo y tu aura trans-mutando cualquier oscuridad que se encuentre ahí, en luz.

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4.-MEDITACIÓN PARA LA ELEVACIÓN GRADUAL Y PRO-GRESIVA DE LA ENERGÍA DE LA MADRE QUE CONDUCE A LA ASCENSIÓN.

Acomódate en posición de meditación. Siente e imagina una hermosa y resplandeciente llama de luz blanca y trans-parente como el cristal que asciende desde la base del tron-co (perineo) hacia la coronilla, al tiempo que repites en voz alta o mentalmente la siguiente afirmación:

“YO SOY la resurrección y la vida del fuego sagrado de la Ma-dre divina dentro de mí”.

Repite la afirmación anterior y siente la energía de la Madre que asciende por todo tu cuerpo, por algunos minutos, en estado de alegría y exaltación.

Con el tiempo y la práctica puedes repetir la afirmación cada vez a mayor velocidad. Este ejercicio está pensado para la elevación gradual y progresiva del fuego o energía de la Ma-dre a lo largo de la columna vertebral.

Con la práctica, el fuego sagrado finalmente conseguirá una tremenda elevación. Sin embargo, el ejercicio sólo debe ha-cerse por algunos minutos al día, o por el lapso de tiempo en que te sientas cómodo, a gusto, exaltado, feliz y en paz. La elevación gradual del fuego no representa peligro algu-no para la salud. No obstante, si la energía sube con dema-siada fuerza y te produce cualquier tipo de malestar (dolor de cabeza, enojo, calor extremo, deseo de vómito), debes suspender el ejercicio por algunos días y luego reanudarlo gradualmente.

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Conforme la energía de la Madre sube por tu cuerpo hacia la coronilla, ésta no sólo desbloquea los plexos nerviosos y revitaliza el cuerpo entero, sino que gradualmente asciende más allá del cuerpo hacia el centro espiritual localizado arri-ba y afuera de la cabeza. Con esto, gradualmente, te estás preparando para tu propia ascensión.

Debido a que la energía de la Madre es, en realidad, la llama de la resurrección que te conduce gradualmente de regreso a tu espíritu, debes mantener siempre una actitud amoro-sa, agradecida y reverente delante de ella. Este sentimiento de amor, agradecimiento y reverencia en nuestro corazón podría ser expresado en la siguiente plegaria: “Ven, santísi-ma Madre, ven a liberarme para siempre de la ilusión de los sentidos, de la ilusión del tiempo y del espacio”: Este es el rezo y la plegaria de todos los nobles de la luz que desean fervientemente que la gran llama divina se manifieste en y a través de ellos.

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Libro Dos:Cinco fórmulas para lograr

la Ascensión Corporal

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Sentado en posición de meditación

El Hijo (Cristo)Llama trina:Azul, Amarillo y Rosa

La Madre

Cuerpo Físico

Cuerpo Etérico

Cuerpo Emocional

Cuerpo Mental

Cordón de Plata

El Padre-Yo Soy el que Yo Soy-La Magna Presencia Yo Soy-El Yo Superior

AmarilloRosaBlanco

Azul

VerdeOro - RubiVioleta

Cuerpo de Arcoiris o Cuerpo de Luz

(Reino Espiritual Ascendido)*

Núcleo de Fuego blanco cristal:

(Reino Divino)*

(Reino Material y Reino Espiritual Caído)*

* Ver La Buena Nueva del Reino de Dios y del Trono de Su Gloria. Capítulo uno.

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Creación de la esfera de luz (Bautizo con el Fuego del Espíritu Santo)

Primera Fórmula

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Instrucción:

Siente y visualiza (al mismo tiempo que repites audiblemente alguna de las afirmaciones que a continuación se transcriben) que la Luz del Padre desciende hasta tu corazón y, desde ahí, destella creando la esfera de luz dentro de la cual permaneces en perfecta paz.

Afirmaciones audibles recomendables para esta formula:

“YO SOY un ser espiritual integro de Luz”. (Repetir 3 veces y descansar, luego repetir nuevamente 3 veces y descansar y, así sucesivamente. Luego, si lo deseas, puedes pasar a repetir alguna de las otras afirmaciones y, así sucesivamente).

“YO SOY la Luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que YO SOY.” (R-3)

“YO SOY el núcleo de Fuego Blanco cristal de la Luz de Dios que YO SOY (R-3)

“YO SOY la Luz cristal de Dios que YO SOY.” (R-3)

Afirmación completa sobre la Luz

“YO SOY Luz, candente Luz, radiante Luz, eterna Luz Divina. YO SOY la infinita presencia de la Luz de Dios manifestándose en y a través de mi. Dios consume mis impurezas, transmutándolas en Luz.

YO SOY un poderoso foco de la Luz de Dios. YO SOY un río cristalino por el que fluye la infinita presencia de la Luz de Dios. YO SOY la más alta frecuencia de la Luz de Dios manifestándose en y a través de mi.

YO SOY una avanzada de lo Divino. Las impurezas dentro de mi son consumidas para siempre por la poderosa acción de la infinita Luz de Dios que YO SOY.

YO SOY, YO SOY, YO SOY Luz. Yo vivo en la Luz. YO SOY la más alta dimensión de la luz de Dios. YO SOY la más pura intención de la Luz. YO SOY Luz, YO SOY Luz, YO SOY Luz inundando el mundo donde quiera que voy, bendiciéndolo, fortaleciéndolo, comunicando el propósito del Reino de los Cielos.”

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Creación del tubo o pilar de Luz(Fusión del Cielo con la Tierra)

Segunda Fórmula

Padre

Hijo, Cristo

Tubo de Luz

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Instrucción:

Siente y visualiza (al mismo tiempo que repites audiblemente la afirmación que a continuación se transcribe) que la Luz de tu corazón asciende al Padre, creando el tubo de luz dentro del cual permaneces en perfecta paz.

Afirmación audible recomendable para esta formula:

“YO SOY Uno con la Magna Presencia de Dios que YO SOY.”

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Activación de la llama Violeta transmutadora

(Transfiguración (o transmutación) de los cuatro cuerpos inferiores en Luz)

Tercera Fórmula

Fuego Violeta

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Instrucción:

Siente y visualiza (al mismo tiempo que repites audiblemente alguna de las afirmaciones que a continuación se transcriben) que la Luz del Padre desciende hasta tu corazón y, desde ahí, destella como llama violeta impregnando tus cuatro cuerpos inferiores transmutándolos en luz.

Afirmaciones audibles recomendables para esta formula:

“YO SOY la Magna Presencia de la llama violeta de Dios, transfigurando mis cuatro cuerpos inferiores en Luz.” (R-3)

“YO SOY un ser de fuego violeta, YO SOY la pureza que Dios desea.” (R-3)

“YO SOY la Magna Presencia de la llama violeta de Dios, transfigurando cualquier oscuridad que haya en mi, en Luz; en la Luz de la Sabiduría Divina de Dios que YO SOY.” (R-3)

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Ascensión de la energía de la Madre

Cuarta Fórmula

Ascension de laEnergía de laMadre

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Instrucción:

Siente y visualiza (al mismo tiempo que repites audiblemente la afirmación que a continuación se transcribe) que la Luz cristalina de la Madre asciende desde la base del tronco hacia el Padre, a través de tu cuerpo y alrededor el él.

Afirmación audible recomendable para esta formula:

“YO SOY la resurrección y la vida del Fuego Sagrado de la Madre Divina dentro de mi.”

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Ascensión Corporal

Quinta Fórmula

Cuerpo Solar Inmortal

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Instrucción:

Siente y visualiza (al mismo tiempo que repites audiblemente la afirmación que a continuación se transcribe) que tu cuerpo se transfigura en Luz y asciende al Padre.

Afirmación audible recomendable para esta formula:

Mientras realizas lo anterior, repite audiblemente la siguiente afirmación de tres párrafos y que te guiará en la visualización:

“YO SOY la Luz de la ascensión. La victoria fluye libremente. Todo lo bueno ganado al fin por toda la eternidad. (Aquí debes sentir y visualizar que tu cuerpo se transfigura en Luz)

YO SOY Luz. Todo peso se ha desvanecido; en el aire me elevo. (Aquí debes sentir y visualizar que tu cuerpo, ya transfigurado en Luz, asciende al Padre)

Vierto sobre todos con pleno poder de Dios mi maravilloso canto de alabanza: ¡salve a todos! YO SOY el Cristo viviente, el que amando siempre está. ¡Ascendido ahora con pleno poder Divino, YO SOY un Sol destellante!” (Aquí debes ya sentirte arriba, inmerso en el Padre)

Otras afirmaciones recomendables para esta formula son:

“YO SOY la ascensión en la Luz.” (R-3)

“YO SOY la ascensión de mi cuerpo físico en Luz.” (R-3)

“YO SOY la ascensión de mis 4 cuerpos inferiores en Luz.” (R-3)

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Imágenes 1, 2 y 3:

Imagen 1: Ascensión de la energía de la Madre en contra de las manecillas del reloj

Imagen 2: Descenso de la energía del Padre (o Espíritu Santo) a favor de las manecillas del reloj

Imagen 3: Ascensión y descenso del Espíritu Santo o flujo contra rotatorio de las energías de la Madre y del Padre en el mismo espacio

Instrucción:

1. Sentir y visualizar que la energía de la Madre asciende lentamente hacia el Padre pero girando en el sentido contrario a las manecillas del reloj, es decir, de derecha a izquierda.

2. Luego de algunos minutos realizando el paso 1, sentir y visualizar que la energía del Padre empieza a descender lentamente pero girando en el sentido de las manecillas del reloj, es decir, de izquierda a derecha.

3. Finalmente, sentir y visualizar que ambas energías, la ascendente (la Madre) y la descendente (el Padre), se acoplan en el mismo espacio (ascensión y descenso del Espíritu Santo) pero girando cada una en el sentido que se ha explicado, es decir, en forma contra rotatoria.

Flujo contra rotatorio de las energías de la Madre y del Padre

en el mismo espacio (Ascensión y descenso del Espíritu Santo)

Ejercicio adicional de laQuinta Fórmula

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Imagen # 1Ascensión de la Energía de la Madre en contra de

las manecillas del reloj

Ascension dela energía de la Madre en contra de las manecillas del reloj

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Imagen # 2Descenso de la Energía del Padre

(o Espíritu Santo) a favor de las manecillas del reloj

Descenso de laEnergía del Padre a favor de las manecillas del reloj

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Imagen # 3Ascensión y descenso del Espíritu Santo o flujo contra rotatorio de las energías de la Madre y el

Padre en el mismo espacio

Flujo contra rotatorio de las energías de la Madre y el Padre

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Libro Tres:Iniciación al Ritual de la Ascensión

Para transportar al ser humano más allá de este mundo, hacia el Reino Divino de Dios

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Introducción*

La Parusía o la Presencia o la Segunda Venida de Cristo al mundo, sucede en el interior mismo del ser humano para, finalmente, transportar al propio ser humano más allá de este mundo, hacia el reino divino o Dios.

Y es por esto que, la Conciencia de Cristo en Gloria no viene ahora al mundo, ni para “componer” el mundo ni tampoco para “descomponer” el mundo, sino que más bien, la Con-ciencia de Cristo trae consigo ahora el fin del mundo, para restaurar todo en la verdad completa del reino divino, que es Dios.

Y es por esto que, también, la Conciencia de Cristo en Glo-ria, podría ser concebida entonces por ustedes, como una luz que irrumpe desde el reino divino o Dios al mundo, como una implacable fuerza transformadora, que pone fin a la historia y restaura al ser humano en la verdad completa del reino divino, que es Dios.

O También, la Conciencia de Cristo en Gloria, podría ser con-cebida por ustedes, como la llama de una vela que, con su

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propia Presencia, prende las llamas de algunas cuantas velas más a su alrededor. Y estas otras velas, a su vez, prenderán también de manera natural a otras cientos de ellas y, éstas, a miles y, así sucesivamente, hasta que finalmente la huma-nidad en su conjunto se haya fundido completamente en la propia Conciencia de Cristo; en un proceso tan acelera-do que, desde el punto de vista humano, parecerá una gran conflagración que incendia todo a su paso con el poder de su propia luz, hasta restaurar finalmente todo en la verdad completa, adonde reina la unicidad absoluta con Dios.

*Esta introducción ha sido tomada de la octava plática, llamada Parusía: la Segunda Venida de Cristo al mundo, de las Ocho pláticas comentando el libro La Buena Nueva del Reino de Dios y del Trono de Su Gloria.

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Iniciación del iniciado en presencia de tres iniciadores

¡Iniciado (a)! Ahora que vas a ser iniciado (a) en el ritual de la ascensión, te saludamos los tres aquí presentes (saludarse mutuamente con las manos juntas a la altura del corazón y con las palabras: maran atha y, luego, tomar la menta moli-da antes de empezar). Muy bien, ahora mira y escucha:

Debes, ante todo, imaginar y sentir muy vívidamente mien-tras te lo digo, que la luz de Dios se encuentra arriba y afue-ra de las cabezas de los cuatro que estamos aquí presentes.

Ahora debes, en primer lugar, imaginar y sentir muy vívi-damente que un rayo de pura y prístina luz de Dios, descien-de desde lo alto y que te penetra por la coronilla, bajando

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Iniciadores auxiliares

Iniciado, sentado de cara al iniciador principal

Iniciador principal

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luego verticalmente por todo tu cuerpo, hasta más allá de la base de tu tronco, pero produciendo a su vez, una pode-rosa estrella de cristalina luz en el centro de tu corazón, la cual es tu propio Cristo Interno.

Ahora debes imaginar y sentir muy vívidamente también, que sucede lo mismo en nosotros tres que, en forma de triángulo, te rodeamos, formándose entonces con ello cua-tro rayos de prístina luz de Dios que desciende desde lo alto a los cuatro aquí presentes y cuatro estrellas de crista-lina luz en el centro de nuestros corazones.

Ahora, cierra los párpados de tus ojos y concéntrate, tal y como lo haremos nosotros también, en el rayo de la prís-tina luz de Dios que te penetra desde lo alto por la coroni-lla y siente, muy vívidamente y lleno (a) de amor que una suave, dulce e incrementada efusión de la luz de Dios des-ciende desde arriba y afuera de tu cabeza, llenando com-pletamente tu corazón y tu cuerpo entero de cristalina luz, al tiempo que repites en voz alta, junto con nosotros tres, tres veces tres veces, la siguiente afirmación: “Yo Soy un ser espiritual integro de luz.”:

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Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz.

Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz.

Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz. Yo Soy un ser espiritual integro de luz.

Ahora, abre nuevamente los párpados de tus ojos, mira y escucha:

En segundo lugar, debes imaginar y sentir muy vívida-mente, como lo haremos nosotros también, que el rayo de la prístina luz de Dios que te penetra por la coronilla y que desciende en forma vertical por tu cuerpo hasta más allá de la base de tu tronco, empieza a expandirse en todas direcciones hasta más allá de tu propio cuerpo, creando una poderosa columna de luz dentro de la cual permane-

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ces sentado en perfecta y absoluta paz y, sintiendo, a su vez, que la estrella de refulgente luz que se encuentra en tu corazón y que es tu propio Cristo Interno, se expande también (Parusía en el propio interior del ser humano) pro-porcionalmente a la columna de luz y que brilla con una intensidad aún mayor que la propia columna de luz que ahora te penetra y rodea completamente.

Ahora, con esta imagen de la columna de luz y de la po-derosa estrella refulgente en tu corazón y, sintiendo todo ello muy vívidamente en tu mente y corazón, cierra nue-vamente los párpados de tus ojos y repite en voz alta junto con nosotros tres, tres veces tres veces, la siguiente afirma-

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ción: “Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.”:

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.

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Ahora, abre nuevamente los párpados de tus ojos, mira y escucha:

En tercer lugar, debes ahora imaginar y sentir muy vívida-mente también, que los tres rayos de la prístina luz de Dios, que nos penetran a los tres que en forma de triángulo te ro-deamos y que nos penetra por la coronilla y desciende en forma vertical por nuestros tres cuerpos y hasta más allá de la base de nuestros troncos y que, a su vez han formado tres poderosas estrellas de inmaculada luz en el centro de nues-tros corazones, las cuales son nuestro propio Cristo Interno, empiezan a expandirse también en todas direcciones hasta más allá de nuestros cuerpos, creando tres poderosas colum-nas de luz y tres refulgentes estrellas luminosas, dentro de las cuales permanecemos sentados en perfecta y absoluta paz.

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Ahora, con esta imagen de las tres columnas de luz junto con tu propia columna de luz y con las cuatro estrellas de

refulgente luz en nuestros corazones y, sintiendo todo ello muy vívidamente en tu mente y corazón, cierra nuevamen-

te los párpados de tus ojos y repite en voz alta junto con nosotros tres, tres veces tres veces, la siguiente afirmación:

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“Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.”:

Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.

Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.

Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy. Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.

Ahora, abre nuevamente los párpados de tus ojos, mira y escucha:

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Finalmente, en cuarto lugar, debes ahora imaginar y sentir muy vívidamente también, que las cuatro columnas de luz que hemos formado los cuatro aquí presentes y las cuatro refulgentes estrellas de luz que son nuestro propio Cristo Interno, se funden en una gran columna de luz que nos contiene simultáneamente a ti, que te encuentras en el centro y a nosotros tres que formamos un triángulo a tu alrededor, también.

Ahora, manteniendo muy vívidamente en tu mente y en tu corazón la imagen de una sola y gran columna de luz que nos penetra y envuelve a los cuatro aquí presentes, cierra nuevamente los párpados de tus ojos y repite en voz alta junto con nosotros tres, tres veces tres veces, la siguiente afirmación: “Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.”:

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Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.

Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy. Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.

Y ahora, una vez que hemos repetido juntos, tres veces tres veces, todas las afirmaciones anteriores, afirmaré fi-nalmente para todos nosotros:

Yo Soy luz, candente luz, radiante luz, eterna luz divina. Yo Soy la infinita presencia de la luz de Dios manifestándose en y a través de mi. Dios consume mis impurezas, transmután-dolas en Luz.

Yo Soy un poderoso foco de la luz de Dios. Yo Soy un río cris-talino por el que fluye la infinita presencia de la luz de Dios. Yo Soy la más alta frecuencia de la luz de Dios manifestándo-se en y a través de mi.

Yo Soy una avanzada de lo Divino. Las impurezas dentro de mi son consumidas para siempre por la poderosa acción de la infinita luz de Dios que Yo Soy.

Yo Soy, Yo Soy, Yo Soy luz. Yo vivo en la luz. Yo Soy la más alta dimensión de la luz. Yo Soy la más pura intención de la luz. Yo Soy luz, Yo Soy luz, Yo Soy luz inundando el mundo donde quiera que voy, bendiciéndolo, fortaleciéndolo, co-municando el propósito del Reino de los Cielos.

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Iniciado (a), ahora, sin abrir los párpados de tus ojos, junte-mos todos nuestras manos a la altura del corazón y demos gracias por ésta iniciación que haz recibido…. Abre ahora los párpados de tus ojos y escucha y atiende las finales ins-trucciones:

1. Una vez que has sido iniciado (a) en el ritual de la ascen-sión debes, desde el día de mañana y por 33 días en total, repetir ininterrumpidamente una vez por día lo que hemos hecho el día de hoy pero, concentrándote exclusivamente, en la formación de tu propia columna de luz y de tu propia estrella de refulgente luz en el corazón, la cual es tu propio Cristo Interno, sin considerar ya en tu práctica a los otros tres que te iniciamos en este ritual de la ascensión. Es decir que debes, en primer lugar, dedicarte solamente a crear tu propio rayo de luz y tu propia estrella de refulgente luz en el centro del corazón, al tiempo que sientes muy vívi-damente y lleno (a) de amor que una suave, dulce e incre-mentada efusión de la luz de Dios desciende desde arriba y afuera de tu cabeza, llenando completamente tu corazón y tu cuerpo entero de cristalina luz, al tiempo que repites en voz alta, tres veces tres veces, la afirmación: “Yo Soy un ser espiritual integro de luz.”. Y luego debes, en segundo lugar, dedicarte a visualizar cómo tu rayo de luz empieza a expandirse en todas direcciones hasta más allá de tu pro-pio cuerpo, creando una poderosa columna de luz dentro de la cual permaneces sentado en perfecta y absoluta paz y, sintiendo a su vez, que la estrella de refulgente luz que se encuentra en tu corazón y que es tu propio Cristo Interno, se expande también, afirmando junto con esto, las siguien-tes tres afirmaciones que hemos usado el día de hoy, tres veces tres, cada una de ellas: “Yo Soy la luz cristalina, dia-mantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.”, “Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.” y “Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.”. Fi-

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nalmente, debes dar gracias y salir de tu meditación.

2. Luego durante 33 semanas debes realizar la misma prac-tica que acabo de explicar, al menos tres días por semana.

3. Posterior a las 33 semanas, debes considerar la creación de tu propia columna de luz y la expansión de la estrella refulgente de luz en tu corazón, junto con todas las afirma-ciones que la acompañan, como una parte integral de tu propia práctica espiritual. Podríamos decir que, los 33 días y las 33 semanas de práctica posteriores a tu Iniciación al Ritual de la Ascensión, tienen como finalidad la purifica-ción y gradual transfiguración de tus cuatro cuerpos infe-riores (físico, etérico, emocional y mental), como un requi-sito indispensable para poder llevar a cabo el Ritual de la Ascensión propiamente dicho que completa tu ascensión en la luz y que, llegará a ti en tiempo y forma si llevas a cabo todo lo que se te ha dicho el día de hoy.

Ahora, puedes retirarte jubiloso (a) y en paz, pues tu Ini-ciación al Ritual de la Ascensión, ha terminado (despedirse mutuamente con las manos juntas a la altura del corazón y con las palabras: maran atha).

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Comentarios adicionales:

1. Es importante que aquel que va a ser iniciado, conozca y aprenda con anticipación las afirmaciones que se usan en la iniciación:

“Yo Soy un ser espiritual integro de luz.” “Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.” “Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.” “Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.”

2. Para llevar a cabo la Iniciación al Ritual de la Ascensión los cuatro involucrados, los tres iniciadores y el iniciado, de-ben estar vestidos con ropas de fibra natural (algodón, lino, etc.), completamente de blanco y sin adornos de ningún tipo en la cabeza (en todo caso, solo un lazo blanco si se desea recoger el cabello), ni adornos colgados en el cuello, ni en las muñecas o los tobillos, ni con aretes en las orejas o anillos, etc. Tampoco deben usar perfume, ni pintura de uñas o de labios, ni maquillaje de ningún tipo.

3. El horario para realizar la Iniciación al Ritual de la Ascen-

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sión, puede ser desde que haya salido completamente el sol hasta antes de que se haya metido en el horizonte, aun-que se sugiere alrededor de las doce del día como momen-to ideal y en un hermoso día soleado.

4. Durante toda la Iniciación al Ritual de la Ascensión, los involucrados deben permanecer sentados en posición de mediación y con las manos sobre las rodillas o en el regazo, exceptuando al iniciador que conduce la iniciación y que moverá las manos cuando así lo necesite para darse a en-tender. Solamente los cuatro juntarán las manos simultá-neamente, a la altura del corazón, en el saludo inicial, en el agradecimiento y en la despedida final.

5. Los oficiantes deben ser siempre un hombre y dos muje-res. Por lo tanto, las combinaciones posibles son tres:

1. Un hombre (el que habla de frente al iniciado) y dos mujeres (una a la izquierda y una a la derecha detrás del iniciado).

M M

H

2. Una mujer (la que habla de frente al iniciado) y un hombre y una mujer (él a la derecha y ella a la izquierda detrás del iniciado).

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H M

M

3. Una mujer (la que habla de frente al iniciado) y una mu-jer y un hombre (ella a la derecha y él a la izquierda detrás del iniciado).

M H

M

6. Aquellos que deseen iniciar a otros en esta Iniciación al Ritual de la Ascensión, deben seguir las siguientes ins-trucciones: Podrán participar como iniciadores auxiliares (los que se colocan atrás, a la izquierda y a la derecha del iniciado) solamente si han realizado los 33 días de práctica posteriores al día de su propia iniciación en este ritual de la ascensión. Y solamente podrán participar como iniciadores principales u oficiantes (el que se sienta de frente al inicia-do y que conduce con su palabra la iniciación en sí misma) únicamente si han realizado la práctica correspondiente a las 33 semanas posteriores a los 33 días, según se ha expli-cado anteriormente.

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7. Si el iniciado desea que, durante su Iniciación al Ritual de la Ascensión, estén presentes testigos que ya hayan sido to-dos ellos iniciados anteriormente, éstos deberán hacer un círculo alrededor del iniciado y de los tres iniciadores. Ej.:

Iniciación con cuatro testigos:

Iniciación con seis testigos:

Iniciación con ocho testigos:

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Iniciación con doce testigos:

Iniciación con 24 testigos:

ó

Iniciación con más testigos:

ó

8. En el caso de que los iniciados en esta Iniciación al Ritual de la Ascensión, deseen juntarse para meditar en grupo so-

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bre la iniciación que han recibido, se sugiere que lo hagan de la siguiente forma: el grupo debe sentarse en posición de meditación formando un círculo. Uno del grupo, previa-mente elegido, guiará la meditación, de la siguiente mane-ra: 1. Guiará al grupo para que cada uno de ellos descienda la luz desde lo alto y forme su propio pilar de luz y su propia estrella de luz en el corazón. 2. Hecho lo anterior, guiará al grupo para que formen una sola y gran columna de luz que los contenga a todos, hasta aproximadamente un metro atrás de sus espaldas. Mientras el grupo realiza lo anterior debe, por su puesto, acompañar el ejercicio repitiendo au-diblemente las afirmaciones que han aprendido el día de su iniciación u otras apropiadas para ello.

9. Es importante comprender que, la Iniciación al Ritual de la Ascensión que se ha descrito aquí, guarda una intima re-lación con las tres primeras fórmulas de las Cinco Fórmulas

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para lograr la Ascensión Corporal. Mientras que las fórmulas cuatro y cinco, mantienen una intima relación con el Ritual de la Ascensión propiamente dicho y al cual, el iniciado se acercará gradualmente conforme lleve diligentemente a cabo la práctica que se explica en esta Iniciación al Ritual de la Ascensión.

10. Finalmente, aquel que va a ser iniciado en esta Iniciación al Ritual de la Ascensión debe saber que, al recibirla no que-da integrado con ningún grupo de personas determinado, ni lo liga u obliga con ninguna persona en particular. Es decir que, esta iniciación no es un ritual destinado a incorporar al nuevo iniciado a un grupo cerrado de personas o miembros. Más bien, esta iniciación es, ante todo, un regalo que los iniciadores ofrecen al recién iniciado y nada más. Lo que el iniciado decida hacer posteriormente a su propia iniciación, atañe exclusivamente a él y a nadie más. Si desea mantener cualquier tipo de contacto o relación con aquellos que tam-bién han recibido esta Iniciación al Ritual de la Ascensión bien y, si decide no hacerlo, bien también.

Como se hace evidente aquí, el móvil que deberá guiar siempre a los iniciadores para compartir esta Iniciación al Ri-tual de la Ascensión con terceros, será siempre el anhelo de que los nuevos iniciados decidan por si mismos y libremen-te, convertirse gradualmente en el pueblo santo del Altísimo, como un paso previo para la restauración de la humanidad en su conjunto, en la verdad completa del reino divino que es Dios; y, jamás, con la intención de formar ningún tipo de grupo cerrado o selectivo, o ningún tipo de iglesia (ekklesia: reunión, asamblea o congregación) que terminaría rivalizan-do contra otros grupos o iglesias, ya existentes actualmente en el mundo.

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Instrucciones para el que va a recibir la Iniciación al Ritual de la Ascensión

Para recibir tu Iniciación al Ritual de la Ascensión, debes me-morizar con anticipación las siguientes afirmaciones:

1. “Yo Soy un ser espiritual integro de luz.” 2. “Yo Soy la luz cristalina, diamantina, inmaculada, pura y perfecta de Dios que Yo Soy.” 3. “Yo Soy el núcleo de fuego blanco cristal de la luz de Dios que Yo Soy.” 4. “Yo Soy la luz cristal de Dios que Yo Soy.”

Debes comprender, ante todo, que la iniciación que vas a recibir está dirigida a tu alma y no a tu personalidad huma-na, efímera y transitoria. Por lo tanto, para recibir adecuada-mente esta Iniciación al Ritual de la Ascensión, prepara tu alma con diligencia:

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Los tres días anteriores al día de tu iniciación:

Los tres días anteriores a tu propia iniciación, lleva una vida recatada y sobria. No te desveles por la noche, come ligero y sin irritantes, no tomes bebidas alcohólicas en lo absolu-to, habla solo lo indispensable. En resumen, mantente estos tres días conectado con tu propio Ser interior, sin agitacio-nes de ningún tipo y expectante por lo que viene.

El día de tu iniciación:

1. El habla: el día de tu iniciación permanece en silencio y no hables con nadie, a no ser que sea absolutamente necesario.

2. El aseo: El día de tu propia iniciación debes tomar un baño por la mañana y, posteriormente, frotar todo tu cuerpo con aceite de lavanda o algún otro tipo de aceite relajante.

3. El vestido y el arreglo: Debes presentarte 15 minutos an-tes de la hora de tu iniciación y esperar a que se te reciba. Vestido (a) con ropas de fibra natural (algodón, lino, etc.), completamente de blanco y sin adornos de ningún tipo en la cabeza (en todo caso, solo un lazo blanco si se desea re-coger el cabello), ni adornos colgados en el cuello, ni en las muñecas o los tobillos, ni con aretes en las orejas o anillos, etc. No uses perfume, ni pintura de uñas o de labios, ni ma-quillaje de ningún tipo.

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4. Los alimentos: Puedes desayunar o comer el día de tu iniciación, pero con moderación. Sin embargo, debes per-manecer sin haber comido alimentos sólidos, al menos una hora antes de tu iniciación.

5. El sexo: Si eres mujer, no debes elegir como día de tu ini-ciación, un día en el cual te encuentres en tu período mens-trual. Hombres y mujeres, por igual, deben permanecer sin ningún tipo de actividad o relación sexual, los tres días ante-riores a su propia iniciación.

Aquel que va a ser iniciado en esta Iniciación al Ritual de la Ascensión debe saber que, al recibirla no queda integrado con ningún grupo de personas determinado, ni lo liga u obliga con ninguna persona en particular. Es decir que, esta iniciación no es un ritual destinado a incorporar al nuevo iniciado a un grupo cerrado de personas o miembros. Más bien, esta iniciación es, ante todo, un regalo que los iniciado-res ofrecen al recién iniciado y nada más. Lo que el iniciado decida hacer posteriormente a su propia iniciación, atañe exclusivamente a él y a nadie más. Si desea mantener cual-quier tipo de contacto o relación con aquellos que también han recibido esta Iniciación al Ritual de la Ascensión bien y, si decide no hacerlo, bien también.

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“Solo la verdad es.”