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CIUDADANÍA, SOCIEDAD CIVIL Y LA REDEFINICIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS ANTONELLA ATTILI CARD AMONE SUMARIO 1. DEMOCRACIA Y CAMBIO DE LA POLÍTICA.—2. CIUDADANÍA, SOCIEDAD CIVIL Y ESPACIOS PÚBLICOS.—3. DEFINICIÓN CONCEPTUAL Y REALIDAD POLÍTICA.—4. RETOS CONTEMPORÁ- NEOS DE LA SOCIEDAD CIVIL Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS. BIBLIOGRAFÍA. 1 . DEMOCRACIA Y CAMBIO DE LA POLÍTICA En el horizonte político contemporáneo la democracia se afirma como el régimen político más difundido. Ha vencido a las formas de gobierno autori- tarias, tanto de derecha como de izquierda (regímenes totalitarios del nazis- mo y del fascismo, así como del comunismo, pero también dictaduras milita- res o personales), que se impusieron durante gran parte del siglo xx. Con todos sus problemas, la democracia liberal obtuvo un consenso ge- neralizado como la forma de gobierno más deseable, porlo que la democra- cia moderna si no es «la mejor forma de gobierno» por lo menos resulta ser «la menos mala» (1). La democracia no sólo es una modalidad no violen- ta de canalización y regulación de los conflictos políticos, sino aparece como la fórmula política que legitima sólidamente a los gobiernos, ya que sus reglas implican la participación de los ciudadanos en la definición del in- (1) Ella ofrece ciertas ventajas frente a formas de gobierno que —por decirlo así— que- daron atrás. En efecto, como conjunto de reglas que permite la elección e intercambio de los gobernantes a partir del sufragio electoral y, por ende, el cambio de gobierno de manera pací- fica; la democracia permite resolver el conflicto político a través de la votación de los gober- nados, según normas generales establecidas, de manera técnica por ello de manera previsible o calculable. 131 Revista de Estudios Políticos (Nueva Época) Núm. 126. Octubre-Diciembre 2004

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  • CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y LAREDEFINICIN DE LOS ESPACIOS PBLICOS

    ANTONELLA ATTILI CARD AMONE

    SUMARIO

    1. DEMOCRACIA Y CAMBIO DE LA POLTICA.2. CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y ESPACIOSPBLICOS.3. DEFINICIN CONCEPTUAL Y REALIDAD POLTICA.4. RETOS CONTEMPOR-NEOS DE LA SOCIEDAD CIVIL Y PARTICIPACIN CIUDADANA EN LOS ESPACIOS PBLICOS.

    BIBLIOGRAFA.

    1 . DEMOCRACIA Y CAMBIO DE LA POLTICAEn el horizonte poltico contemporneo la democracia se afirma como el

    rgimen poltico ms difundido. Ha vencido a las formas de gobierno autori-tarias, tanto de derecha como de izquierda (regmenes totalitarios del nazis-mo y del fascismo, as como del comunismo, pero tambin dictaduras milita-res o personales), que se impusieron durante gran parte del siglo xx.

    Con todos sus problemas, la democracia liberal obtuvo un consenso ge-neralizado como la forma de gobierno ms deseable, por lo que la democra-cia moderna si no es la mejor forma de gobierno por lo menos resulta sser la menos mala (1). La democracia no slo es una modalidad no violen-ta de canalizacin y regulacin de los conflictos polticos, sino aparececomo la frmula poltica que legitima slidamente a los gobiernos, ya quesus reglas implican la participacin de los ciudadanos en la definicin del in-

    (1) Ella ofrece ciertas ventajas frente a formas de gobierno que por decirlo as que-daron atrs. En efecto, como conjunto de reglas que permite la eleccin e intercambio de losgobernantes a partir del sufragio electoral y, por ende, el cambio de gobierno de manera pac-fica; la democracia permite resolver el conflicto poltico a travs de la votacin de los gober-nados, segn normas generales establecidas, de manera tcnica por ello de manera previsibleo calculable.

    131Revista de Estudios Polticos (Nueva poca)Nm. 126. Octubre-Diciembre 2004

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    teres pblico y en la toma de decisiones polticas, y de este modo encuentrala aceptacin y reconocimiento por parte de los gobernados (2).

    Ante la cada de aquellas visiones que comprendan la poltica utilizandograndes dicotomas ideolgicas como las de capitalismo-comunismo, refor-ma-revolucin, democracia formal-democracia sustancial (3), la democraciamoderna ha mostrado lo positivo de entender la poltica en trminos antiver-ticalistas, antiautoritarios y descentralizadores. Queda atrs, en ms de unsentido, una manera de percibir y conducir la poltica como continuacin dela guerra, sustituyndola por otra que la considera como competencia entreadversarios legtimos y bsqueda de acuerdos y compromisos dentro delmarco de la ley.

    Sin embargo, el triunfo de la democracia se ha visto acompaada por undesencanto epocal hacia la poltica (el mundo de la poltica, el quehacer desus profesionales o especialistas), cuya percepcin negativa difusa permitihablar de una crisis de la poltica misma. Por una parte, dicha crisis se debeal descrdito de los partidos y de las instituciones polticas, a la desconfianzaen los exponentes, as como en los programas polticos. Pero por otra parte,la poltica entr en crisis por el estrechamiento de los mrgenes que la crisiseconmica y la globalizacin dejaban a las estrategias gubernamentales y alas polticas pblicas eficaces (4).

    En este sentido, reutilizando la clebre afirmacin de F. Fukuyama, he-mos asistido a un verdadero fin de la historia. Pero este pretendido fin deesa historia es el comienzo de otra, todava por definirse. En medio de estecomplejo cambio poltico y de la poltica, que dej atrs grandes dicotomasordenadoras y la visin estadocntrica, los procesos de democratizacinabrieron la puerta a la transformacin y discusin del espacio pblico, delpapel de la sociedad civil y de la ciudadana. Los cambios de la poltica exi-gieron a la reflexin terica (en sus diversos campos y temas relacionados

    (2) Se han sealado adems otras ventajas igualmente importantes. Como por ejemploque la democracia permite hacer pblicos los grandes problemas sociales y as incentivar unasensibilidad poltica nacional que se convierte en motor de crecimiento cultural, en factor decivilizacin. En particular los efectos positivos de la dimensin pblica de la democracia semuestran (pueden mostrarse) en materia econmico-social, al ventilar las eventuales situacio-nes de miseria y pobreza extrema, y con ello impulsar a enfrentar el problema por parte de lasautoridades polticas. Pero, por si fuera poco, hay ms: la democracia tambin es con frecuen-cia sealada como la forma de gobierno que favorecera el desarrollo y crecimiento econmi-co: ya sea por crear o favorecer un mercado interno competitivo, ya sea por atraer la preferen-cia de los capitales externos y las inversiones financieras actuales que paren privilegiar a lassociedades democrticas.

    (3) Cfr. L. SALAZAR: 1999, pg. 21.(4) Cfr. M. SALVADORI: 1997.

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    con la poltica) hacerse cargo de la renovada sensibilidad por tales proble-mticas y conceptos, resucitando as bajo nuevas condiciones la discusin entorno a las nociones de sociedad civil, ciudadana y lo pblico.

    Es interesante, en este contexto, analizar el significado que tales concep-tos, parte de importantes tradiciones del pensamiento poltico, asumieron enla era de la universalizacin de la democracia y apuntar las problemticasgenerales que ayudaron a plantear, con el objetivo de ponderar algunos as-pectos que caracterizaron los procesos de redefinicin del espacio pblico ensentido democrtico, condicionados por el arriba mencionado cambio epocalde la poltica. Nos interesa tratar de sealar los elementos centrales que, des-de la perspectiva de las democracias emergentes, resultan sugerentes paramirar a los contextos de transicin a la democracia y cuya evaluacin puedeser til para el fortalecimiento de las democracias en vas de consolidacin.

    2 . CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y ESPACIOS PBLICOS

    Si bien la democracia representativa y plural vio su triunfo a nivel mun-dial en los ltimos dos lustros del siglo pasado, las aspectos positivos de estaforma de gobierno, en lo que a participacin ciudadana, gobernabilidad y le-gitimidad refiere, slo pueden verse afirmados slidamente si las democra-cias concretas saben enfrentar y responder adecuadamente a los retos quecada contexto plantea.

    Las amenazas contra la democracia hoy en da derivan, por un lado, delresurgimiento de nacionalismos, integrismos tnicos y fundamentalismos re-ligiosos, y por otro, de las tendencias al antipoliticismo y a la trivializacinde la poltica que promueven una actitud meramente anti-estatal y anti-insti-tucional, refugiada cada vez ms en lo privado y/o en lo espectacular (dise-ado para impresionar ms que motivar al pblico de ciudadanos). Ante ta-les fenmenos que empobrecen el significado de la ciudadana, de la socie-dad civil y del espacio pblico, poniendo en riesgo el desarrollo de lasdemocracias (sobre todo de los incipientes sistemas democrticos de Amri-ca Latina), se plantea la necesidad de recrear los espacios democrticos.

    Contra la poltica centrada en el Estado y los partidos, en tanto sujetoscasi exclusivos encargados de una poltica estatal y centralizada, el reclamosocialcivilista ha cumplido y cumple con la importante funcin de reivin-dicar la participacin de los integrantes de la sociedad en las decisiones de lapoltica. La autoorganizacin y participacin ciudadanas en la elaboracin ydeliberacin de las polticas pblicas desempea una funcin poltica positi-va pues: 1) afirma y desarrolla el pluralismo social y poltico; 2) promueveel control de los ciudadanos sobre el desempeo de las instituciones pblicas

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    en las democracias pluralistas fundadas en el Estado de derecho y exige larendicin de cuentas lo que ayuda a promover el funcionamiento eficiente ypblico de las instituciones estatales, as como a acotar la posibilidad de sudesprestigio; 3) exige el carcter pblico y legal de las negociaciones y com-promisos polticos; 4) construye redes mediadoras entre los individuos y lasinstituciones pblicas; 5) evita el despotismo paternalista y la tirana de lasmayora; 6) promueve la defensa de los derechos humanos, civiles y polti-cos y, por ende, la tolerancia y el pluralismo (5).

    Estas funciones en el sistema democrtico plantean importantes exigen-cias con respecto a las caractersticas de la participacin poltica, para quecontribuya a forjar una democracia satisfactoria en los recientes procesos dedemocratizacin. En efecto, ante la tendencia sealada por Portantiero haciael orden social despolitizado, se torna relevante la problemtica de la socie-dad civil como dimensin de construccin de ciudadana, de integracin enel espacio pblico y de lo poltico no slo electoral. En este sentido el re-forzamiento de la sociedad civil es una prioridad en la agenda democrti-ca, para una nocin ms plena de ciudadana democrtica (6). Para ello,a su vez, es indispensable que la participacin poltica de la sociedad en-cuentre modos de organizacin que posibiliten una participacin libre y au-tnoma; ello es condicin sirte qua non de la democracia moderna para quelas organizaciones sociales se afirmen como actores legtimos de la esferapblica.

    Adems, el deseo de que la democracia contempornea sea ms queelecciones limpias y competidas, con la posibilidad efectiva de alternancia,es un reclamo legtimo que en las transiciones recientes, como la mexicana,se formula con vistas a una democracia consolidada. El horizonte deseado esel de una democracia plena, que no se detenga en el necesario pero incom-pleto aspecto formal de la democracia electoral sino que asegure aquellascondiciones de bienestar, de igualdad de oportunidades bsicas, sin las cua-les la base democrtica de la participacin ciudadana se vera vaciada desentido y toda democracia contempornea carecera del elemento fundamen-tal para la inclusin efectiva de todos los ciudadanos.

    De manera que la universalizacin de la democracia abre en muchoscontextos la necesidad de atender los problemas, a veces aejos y relativos anociones antiguas pero que resurgen con una relevancia novedosa, en tornoal significado actual y deseable de la participacin ciudadana en los espaciosdemocrticos en va de consolidacin.

    (5) SALAZAR: 1999, pg. 23(6) PORTANTIERO: 1999, pgs. 36 y 37.

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  • 3 . DEFINICIN CONCEPTUAL Y REALIDAD POLTICA

    Al atender las llamadas y propuestas para consolidar la sociedad civil,fortalecer la ciudadana y ampliar el espacio pblico, es oportuno procurarrebasar la vaguedad conceptual que con frecuencia envuelve el uso comnde las nociones de sociedad civil, ciudadano y espacio pblico.

    A finales de los ochenta el concepto de sociedad civil se convierte entema de referencia del discurso poltico y terico, para indicar en una vagasea de identidad a los ms variados movimientos y demandas sociales. Laresurreccin de la sociedad civil (7) se haba originado en los setenta en elmarco de la llamada segunda ola democratizadora de Europa Meridional yAmrica Latina, y sobre todo a partir del proceso de transicin a la democra-cia en Europa del Este (1985-1991): desde entonces el trmino ha experi-mentado gran xito llegando a afirmarse como el elemento comn de proce-sos de transicin de muy diverso tipo, hasta llega a referir de manera genri-ca y ambigua a la sociedad.

    Envuelta en dicha vaguedad, se vela la apelacin intencional por parte delos profesionales de la poltica a sujetos indefinidos, borrosos, fciles deconseguir y convencer a travs de la retrica, disminuyendo la importanciade un discurso poltico que tome en serio la participacin ciudadana respon-sable. Con ello tambin procuran tener abierto al mximo el dominio de re-ferencia de quin abarca y a quin est dirigida una propuesta. Y ello se rela-ciona con la idea de una poltica des-poltizada antes mencionada, esto es, depropuestas que se dirigen al ciudadano entendido ya sea como individuoconsumidor ya sea como parte de una masa (pueblo o sociedad tout court)utizable para movimientos all-catch pero no para buscar que trascienda enpolticas pblicas concretas. Una idea de poltica que no se quiere definir ycomprometer con algo definido; que apela a la reaccin emotiva provocadapor el sonido de los trminos en boga, ms que por la fuerza de su senti-do o significado claro.

    Por ello es oportuno, adems de interesante, precisar el significado de lasnociones interrelacionadas de sociedad civil, ciudadano y espacio pblico;no con la intencin de agotar la cuestin sino de plantear con rigor el signifi-cado que asumen los trminos y su alcance prctico. Sociedad civil enparticular es un trmino con uso analtico y prctico-poltico ambiguo, queha asumido en su historia mltiples significados distintos y hasta encontra-dos. En su origen societas civilis indicaba el tipo de sociedad propia de la ci-vitas (reunin de ciudadanos), traduccin latina de los trminos griegos polis

    (7) G. O'DONNEL: 1988, pg. 79.

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    y koinonia politik. De manera que entender esta nocin, en su significacinmoderna, implica considerar las nociones correspondientes de ciudadano (loque se concibe como tal y quines son) y del espacio pblico correlativo delque ste es parte.

    1. Entre los iusnaturalistas modernos sociedad civil era sinnimo desociedad poltica o Estado (opuesta a estado de naturaleza en el que los indi-viduos hobessianos, donde homo homini lupus se enfrentaban en unaguerra de todos contra todos); el trmino indicaba la condicin propia-mente poltica del orden pblico construido y defendido por el Leviatn. Elcontexto poltico que permite entender la formacin de este significado esprincipalmente la afirmacin del Estado moderno por sobre feudos y autono-mas locales, as como frente al Imperio y la Iglesia. El moderno Leviatn seafirma como soberano absoluto, legtimo y exclusivo creador del orden pol-tico y la ley, sujeto que establece los contenidos de lo que es de inters pbli-co y defensor de la paz. En el moderno Leviatn lo civil y lo poltico coinci-den en oposicin a lo natural-prepoltico. Transformando, en el marco delpensamiento individualista, racionalista y contractualista del iusnaturalismomoderno, la concepcin clsica de la polis o civitas como el mbito propia-mente poltico, tal conceptualizacin es parte del proceso de racionalizacindel Estado, por el cual lo poltico es tambin producto de la razn y, porende, racional (ya sea en el sentido de la razn iusnaturalista o en el de la tra-dicin de la razn de Estado) (8). A partir de esta concepcin de la polticacomo lo pblico-estatal, se identifica al ciudadano y se le absorbe eo ipso enlo poltico y la esfera pblica de lo estatal. En estos inicios de la modernidadse afirman la base de la ciudadana (9), del estatus del ciudadano, como indi-viduo moderno titular de derechos y deberes, miembro de pleno derecho deuna comunidad poltica (10).

    2. A partir de Locke se afirma la idea segn la cual el estado natural, sibien prepoltico, es sin embargo una primera forma de estado social o so-cietas naturalis (de relaciones e instituciones preestatales); caracterizadopor el prevalecer de las relaciones sociales reguladas por leyes naturales,como las que se crea que fueran las relaciones familiares y las econmi-cas (11). De manera que el estado de naturaleza se sigue oponiendo a socie-

    (8) Cfr. N. BOBBIO (1986).(9) Como seala M. BOVERO (2000, pgs. 107-108), Ciudadana es un concepto jurdi-

    co antiguo que adquiere relevancia sociolgica con la obra de Marshall y Bottomore (1998).En los noventa el tema de la ciudadana se torna particularmente relevante en el debate teri-co-poltico, nutrido por las publicaciones de notos autores como J. Habermas, R. Dahrendorf,D. Zolo, en el marco de la atencin epocal al tema de la democracia, de los derechos socialesy la identidad colectiva.

    (10) T. H. MARSHALL: (1998), pg. 37.

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    dad civil, pero la sociedad natural es percibida como distinta a ella. La im-portancia de la afirmacin de Locke estriba en que lo social es progresiva-mente relacionado con la dimensin de las relaciones econmicas y depropiedad. En este sentido, lo social ya no coincide con lo poltico pero esdistinto tambin de lo natural-familiar.

    El contexto que hace posible esta cambio de significado es el desarrollode la moderna sociedad de mercado, que separa el mbito de lo econmicodel mbito familiar (hacienda familiar), rompe el modelo de vida comunita-ria (marcado por la pertenencia o adscripcin involuntaria), ve el surgimien-to de las ciudades modernas (burgos) y de las corporaciones de profesionis-tas, la aparicin de individuos privados emprendedores y sujetos de contra-tos. Surge el mundo burgus, regulado por los elementos privados (mercado,trabajo social, religin, familia) que configuran o definen un sujeto privado.Sujeto privado por estar fuera de la esfera de lo pblico y por encontrarlos elementos integrantes de su identidad en el mbito de la vida privada yen sus esferas particulares (mercado, familia) (12). Con ello lo social co-mienza a ser referido a la esfera econmica y la competencia de interesesprivados.

    3. En tensin, y a la vez relacionado, con el proceso anterior de cambioen el significado de sociedad (societas) se encuentra la transformacin rela-tiva a lo civil (civitas es el conjunto de los ciudadanos civis, perotambin civitas, civilizacin opuesta a barbarie o primitivismo). Comienzaa distinguirse tambin entre civil y poltico, y a referir lo civil al ciudadanoen cuanto particular y a las relaciones pblicas entre privados. Es justo enesta diferenciacin entre poltico y civil que se inserta el desarrollo de losderechos civiles o humanos (o los derechos necesarios para la libertadindividual: libertad de la persona, de expresin, de pensamiento y religin,derecho a la propiedad y a establecer contratos vlidos y derecho a la justi-cia) en el siglo xvm (13). Con ello civil comienza a ser relativo a las aso-ciaciones voluntarias (de adhesin en o conformacin de una colectividad,basada en la decisin libre del individuo ya no pertenencia natural encorporaciones o similares segn reglas y leyes); es entonces relacionado con

    (11) BOBBIO (1990), pgs. 44-45.(12) HABERMAS (1981). Cfr. igualmente A. O. HIRSCIIMAN, (1997) y C. B.

    MACPHERSON, (1979).(13) MARSHALL (1998), pg. 26. T. H. Marshall, quien analiza el desarrollo histrico de

    la ciudadana (en Inglaterra, op. cit., pg. 36), da en 1949 la definicin clsica de ciudadana,separando tres diversos aspectos: el de los derechos civiles, polticos y sociales. Cada uno delos elementos se aparece en su versin moderna en momentos histricos bien definidos: el delos derechos individuales decamos al siglo xvm, el de la participacin en la toma de de-cisiones colectivas al siglo xix y el de los derechos sociales al siglo xx (Ib., pg. 26).

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    cierta dimensin pblica y de relaciones jurdicas del derecho pblico; estambin relacionado con civilizacin socioeconmica (Ferguson, Rousseauy Tocqueville aunque en sentidos opuestos), con la condicin de vivir en so-ciedad.

    Tales transformaciones histricas imponen a su vez la percepcin deuna sociedad diferenciada en la que los ciudadanos actan colectivamentesobre lo pblico. Por una parte, lo hacen en cuanto sujetos econmicos(propietarios, comerciantes, empresarios, profesionistas, etc.) y, por otraparte, en cuanto ciudadanos que toman parte de la esfera de opinin p-blica e influyen indirecta o directamente (en el caso del derecho al voto)sobre la esfera de lo poltico. Como ha sido estudiado por Habermas yArendt, se marca la diferenciacin moderna entre lo privado (en el queaparece y se desenvuelve el sujeto autnomo, independiente, frente al m-bito de lo pblico) (14) y lo pblico (vinculada a lo estatal y a sus funcio-nes directas), pero con ella el mbito privado (no poltico, sino social) ad-quiere relevancia pblica.

    Desde la esfera privada se ejerce abiertamente la facultad de raciocinioreflexivo y comunicativo, a partir de la iniciativa de particulares, as comode su intimidad. Pero tal ejercicio crea un espacio pblico-literario que for-ma aquella dimensin polmica, en la cual los sujetos privados reflexio-nan crticamente sobre asuntos de inters comn y de deliberacin estatal,teniendo una eficacia poltica al mediar entre Estado y las necesidades de lasociedad. Se trata de una opinin pblica constituida, decamos, por suje-tos privados, que actan (reflexionan e inciden) en la esfera pblico-poltica.Es la naturaleza burguesa del espacio pblico moderno la que explica suespecfica funcin poltica (15). En efecto, cuando el carcter de la publici-dad no adhiere meramente a lo estatal y sus atavos, sino se extiende abar-cando y dibujando un rea de intervencin de los privados (en calidad de co-merciantes, personas, ilustrados) raciocinantes, entonces, la funcin poltica

    (14) La existencia de este mbito de lo privado es uno de los elementos esenciales parala definicin de la opinin pblica, ya que presupone la distincin y la separacin entre la es-fera de lo pblico.

    (15) HABERMAS (1981). LO que constituye el carcter pblico de esta intervencin de losprivados (ms all del carcter general o pblico de los problemas a los que se dirige) es quetal carcter pblico se encuentra ubicado en un mbito propio de comunicacin poltica queha perdido ya las anteriores caractersticas de status propias de la poca medieval, las cualestrataban o indicaban representaciones pblicas de la autoridad poltica y se vinculaban a losatributos del dominio. Se trata, entonces, de publicidad burguesa. Su naturaleza burguesa sedetermina por fundarse en las condiciones econmicas y sociales del mercado liberalizado(privatizacin del trfico mercantil y del trabajo social) y por el carcter privado que mencio-nbamos anteriormente, tanto de la esfera mercantil, como de la familiar e ntima literaria.

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    de la publicidad se revela y se juega en el mismo ejercicio reflexivo y cr-tico del sujeto racional (16).

    4. Dichas transformaciones epocales se vern reflejadas en el sustan-cial viraje terminolgico que de la categora de sociedad civil en el senode la tradicin filosfica alemana, que justo la entiende como sociedad bur-guesa (de los burgos o ciudades, y sus prerrogativas pblicas) (17). EsHegel quien introduce el cambio decisivo en la previa tradicin iusnaturalis-ta: utiliza sociedad civil (brgerliche Gesellschaft) para referirse ya no ala esfera poltica sino a la esfera de las relaciones privadas prepolticas pero,a la vez, no considerada como algo natural (como lo era con Locke) (18). Elreferente hegeliano de la sociedad civil pasa a ser propiamente ese mbito delas relaciones econmicas y de formacin de clases, de administracin de lajusticia, del ordenamiento administrativo y corporativo (excluyendo de ellalas instituciones naturales, familia incluida). Dicha esfera social es constitui-da por individuos que, en tanto personas jurdicamente reconocidas, se re-nen en asociaciones y corporaciones de diverso tipo, regulando voluntaria-mente sus relaciones por el contrato. Es por ende un mbito caracterizadonegativamente por la competencia y por estar guiado por intereses particula-ristas. Este mbito de contradiccin de intereses debe ser superado por elorden superior del Estado (19) en la clebre Aufhebung del desenvolvi-miento fenomenolgico del Espritu objetivo.

    5. Marx, siguiendo parcialmente a Hegel, entiende por sociedad ci-vil el reino del desarrollo de las relaciones econmicas, pero lo concibeen el significado que ser caracterstico de la tradicin marx-engelsiana: entanto momento de la base o infraestructura que determina al Estado y la esfe-ra poltica. Por ende, con Marx se asiste a un nuevo importante cambio en lahistoria del concepto de sociedad civil: el Estado no es en realidad supera-cin (al estilo de la racionalizacin iusnaturalista moderna ni a la Hegel)de la competencia entre intereses particulares y clasistas propios de la socie-

    (16) HABERMAS (op. cit.). La publicidad reside, as, en la determinada comunicacin po-ltica que se desarrolla en la discusin polmica entre sujetos ilustrados y raciocinantes acercade problemas de inters comn. La publicidad toma forma de opinin pblica, de su existen-cia y de su ejercicio. Dicha publicidad (moderna, burguesa, ilustrada) nace y se desarrolla porel ejercicio de la razn de los particulares; se refuerza por el dilogo y la crtica que se realizaen los cafs, por la prensa, los partidos y el parlamento. Es una publicidad con funciones deimponer criterios y normaciones que realicen el ideal de igualdad y libertad, en el que se fun-da, origina la misma modernidad.

    (17) Como seala BOBBIO, a inicios del xix, las primeras reflexiones sobre la revolu-cin industrial... identificaron en la sociedad industrial (burguesa) la sociedad preestatal.

    (18) Cfr. M. BOVERO (1986).(19) BOBBIO (1990), pgs. 46-47.

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    dad civil, sino instrumento o aparato al servicio de una de las clases yreproductor a nivel poltico de la dominacin de clase. Por lo anterior, la teo-ra materialista de la historia plantea su superacin en una sociedad sin Esta-do y sin poltica.

    Los resultados revolucionarios de la modernidad marcada por la Revolu-cin Francesa se imponen en el escenario poltico de siglos xix y xx, en par-ticular con el desarrollo del elemento poltico de los derechos del ciudadano(o de participar en el ejercicio del poder poltico como miembro de un cuer-po investido de autoridad poltica, o como elector de sus miembros). Con-quista poltica que, en la visin marxista revolucionaria, es reducida a unafalsa participacin del ciudadano debido a la instrumentalizacin del Estadopor parte de la clase burguesa; pero que sin duda marca una nueva transfor-macin en el mbito de lo pblico al introducir cambios relevantes con res-pecto a las prerrogativas mismas de los sujetos que la integran.

    6. Pero la ambigedad que la nocin de sociedad civil desarrolla en sudplice referencia tanto a lo econmico-privado como a lo pblico, entendi-do como participacin civil-asociativa y de opinin crtica de la sociedad in-formada, encierra una vertiente de significado que ser enfatizada en la defi-nicin gramsciana de sociedad civil. Antonio Gramsci subvierte la concep-cin marxista al entender sociedad civil ya no como estructura sino comoperteneciente a la superestructura y especficamente al momento de la ideo-loga: sociedad civil deviene con Gramsci el conjunto de relaciones ideo-lgico-culturales, de la vida espiritual e intelectual orientada a buscar elconsenso, la hegemona y con ella el cambio poltico deseado a travs dela construccin de un nuevo bloque histrico.

    El viraje de nfasis en el momento hegemnico lograba ofrecer argu-mentos a las preguntas sobre el por qu el capitalismo no haba entrado encrisis, por qu segua el dominio de la clase burguesa y acerca de la relacincausal entre crisis econmica y crisis poltica. A la vez, el momento de la he-gemona permita pensar la nueva modalidad en la que la lucha de los valo-res e ideas de la clase obrera habran de buscar su avance y volverse justa-mente hegemnicas. Lo anterior implicaba una importante revaloracindel momento poltico-cultural e ideolgico, y la posibilidad de pensar positi-vamente en la lucha a nivel de la sociedad, en la organizacin de las asocia-ciones libres, autnomas del partido de Estado. Pero tambin permita vis-lumbrar una forma posible de lucha poltica ah donde no hay partidos o(como suceder posteriormente) cuando stos entran en crisis.

    La reivindicacin gramsciana de la sociedad civil como esfera positivaen la que se desarrolla la lucha por la hegemona deriva ms adelante (20) en

    (20) Cfir. p. ej. C. PEREYRA, 1989.

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    sociedad que se autoorganiza y que a travs de las diversas asociaciones lu-cha por la afirmacin de las libertades pblicas y sienta las bases indispensa-bles para inspirar la lucha por la democracia en contra de los regmenes tota-litarios y/o de corporativismo vertical de la segunda mitad del siglo xx. Peroya en la primera mitad del siglo la lucha obrera y de los partidos y sindicatosde izquierda contra los sectores procapitalistas (lucha poltica pero no revo-lucionaria strictu sensu) conduce a la afirmacin de otro importante aspectoen el desarrollo de los derechos del ciudadano: el social, que abarca todo elespectro, desde el derecho a la seguridad y a un mnimo de bienestar econ-mico al de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un sercivilizado conforme a los estndares predominantes en la sociedad (21).Son los derechos a la educacin, al trabajo, al salario justo, a la asistenciamdica, propios del Estado Social o de Bienestar, reconocidos y tuteladospor el Estado a sus ciudadanos, para garantizar las condiciones de vida parael goce efectivo de los derechos civiles y polticos. Aquellos derechos queafirman una realidad democrtica plena, satisfactoria, con respecto al ejerci-cio de los derechos formales (polticos) de la participacin ciudadana.

    7. El proceso de afirmacin de derechos de los ciudadanos progresiva-mente asume, con el avanzar del siglo xx, un sentido claramente democrti-co, vinculado al sufragio universal. Apela a un significado que busca inde-pendizarse de manera gradual de aquellos significados de ciudadana vincu-lados con nacin y/o patria, con origen y sangre, que por las vicisitudes delnacionalismo de la primera parte del siglo llegaron a comprometer un pro-greso en sentido democrtico pluralista de ciudadano.

    La bsqueda de la afirmacin de los derechos, en efecto, se afirmar enla vertiente discursiva de reivindicacin de derechos humanos, ms allde y con prioridad sobre los que un Estado soberano reconozca (o no) a susciudadanos, debido al proceso de universalizacin de la democracia de laque partimos. La democracia que triunfa no es la de una clase particular(burguesa o proletaria) sino la democracia plural y liberal, de una sociedadabierta (22) o tendencialmente siempre ms abierta a la diversidad y a latolerancia, a la bsqueda de resolucin democrtica y pacfica de los conflic-tos y de la afirmacin de intereses legtimos de las partes que integran las so-ciedades. La cuestin de los derechos humanos y del ciudadano se convierte,as, en un tema decisivo de la poltica del siglo xx, ya que esta problemticase afirma (y no slo a nivel retrico-poltico, aunque lamentablemente nosiempre de manera consecuente) como un criterio de reconocimiento y eva-luacin de los diversos regmenes (democrticos o autoritarios). Sobre todo,

    (21) T.H. MARSHALL (1998), pgs. 22-23.(22) POPPER (1967).

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  • ANTONELLA ATT1LI CARDAMONE

    los derechos representan un eje humano fundamental que permite captar enbuena parte la pauta de la redefinicin del espacio pblico en la poca con-tempornea.

    Ante la crisis del Estado-nacin y de su soberana plena, la presenciamisma del Estado se enfrenta al cuestionamiento del tradicional centralismoy a diversas reivindicaciones de autonoma y de organizacin federal (23).Ello condujo a la consecutiva puesta en crisis de la nacin como unidad deintegracin (24), as como de lo pblico identificado con lo estatal. En con-tra del estatismo, del Estado paternal, omnipresente, burocratizado, inefi-ciente y en crisis fiscal, el reclamo generalizado fue devolverle a la sociedaduna serie de funciones que ilegtimamente ahora ocupaba el Estado. Aello se suma la prdida de credibilidad de los partidos como sujeto exclusi-vo, junto con el Estado, de la definicin de la poltica (ut supra); por lo quese preconiza la visin de la participacin democrtica de la sociedad, pluraly diferenciada. Una participacin a travs de organizaciones no-guberna-mentales, asociaciones libres y autnomas de diverso tipo (de origen religio-so, o derechos humanos, educacin, cultura, ecologa), que luchan por la de-fensa de causas determinadas.

    Para finales de los ochenta, despus del resurgimiento en las dos dcadasanteriores, sociedad civil dej de ser tpico exclusivo de sofisticadas discu-siones acadmicas. Los nuevos actores del espacio pblico son movimientossociales diversos que fragmentan el espacio pblico en una multiplicidad deespacios, ya que no formulan sus intereses como objetivos polticos generalesde la sociedad (como antao, en una visin estratgico-poltica gramsciana),sino con metas y en campos especficos. Se trata, ms bien, de redes de aso-ciaciones que hoy en da construyen la mediacin entre los individuos y elEstado. Ms que nunca, la sociedad civil no es una voluntad unificada de lasociedad como un todo, no es un sujeto nico identificable. Hecho que contri-buy a que sociedad civil tendiera a asumir ese significado vago de socie-dad tout court y a reevocar el significado de sociedad opuesta a lo poltico.

    8. Como sealan Portantiero y Salazar, en las sociedades postpopulis-tas y postautoritarias de Amrica Latina la sociedad civil no ha sido entendi-da como asociacionismo cvico [como en Tocqueville (25)], sino siguiendo

    (23) As como a los procesos de disgregacin social y tnica que cuestionaron la unifica-cin nacional; ante la afirmacin de instituciones supraestatales (de organismos internaciona-les como la ONU o la OTAN, el FMI, el Banco mundial); finalmente, ante la crtica a los ex-cesos de la soberana total del Estado, en sus actuaciones de nacionalismo expansionistas (enel exterior) o en las prcticas autoritarias de contextos dictatoriales o cerrados (en el interior).

    (24) HABERMAS (1981).(25) Cfr. A. TOCQUEVILLE (1978).

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  • CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y LA REDEFINICIN DE LOS ESPACIOS PBLICOS

    una tradicin ms comunitarista que liberal de la participacin ciudadana yde un modelo de Estado nacional-popular patrimonialista, sostenido sobreuna malla asistencial clientelar y corporativista. Es una matriz de culturapoltica estadocntrica, marcada por el carcter vertical y clientelar de las re-laciones sociales en el modelo patrimonial-corporativo, ajeno al igualitaris-mo horizontal del asociacionismo clsico (26). Lo anterior condiciona el de-sarrollo de una ciudadana moderna aparente (27) en los contextos con altogrado de desigualdad social, ya que la carencia de condiciones materialesfundamentales para ejercer los derechos humanos (o civiles) y los derechospolticos deja desprotegidos a los supuestos ciudadanos, hacindolos vulne-rables ante los poderes que quieran convertirlos en clientela y, as, en so-ciedad in-civil o incapaz de afirmar su funcin pblica.

    Al actuar primordialmente como clientelas, y no como conjunto de ciu-dadanos para fines pblicos, la sociedad in-civil en cuestin llega a desvir-tuar los caracteres propios de autonoma, autoorganizacin, la afirmacin deintereses colectivos y el desempeo de la importante funcin poltica positi-va en la construccin de una democracia (antes, ap. 2). A su vez, tales carac-tersticas clientelares de la sociedad in-civil se afirman junto con un compor-tamiento partidista que compromete el desarrollo de la poltica de represen-tacin democrtica autnticamente plural y libre.

    Los dos usos principales en el que se reconoce en Amrica Latina el re-clamo social civilista son por ende dos: uno de matriz neoliberal que oponedicotmicamente sociedad civil (entendida como constelacin de interesesprivados, cuyo paradigma de accin es la empresa capitalista) a Estado buro-crtico. Es un uso que sustituye al ciudadano por el consumidor y que ve enla sociedad civil un medio para el debilitamiento de la funcin protectora delEstado. Este sentido afirma un antiestatismo genrico que enfatiza lo priva-do y el individualismo de mercado. El segundo uso es de tipo populista ymovimentista, que identifica sociedad civil con pueblo y con democracia,en oposicin al mercado fragmentador de la sociedad y las identidades co-lectivas; este promueve una nocin espontaneista de pueblo como movi-lizacin desestabilizante equivalente a la democracia en acto (28).

    (26) PORTANTIERO (1998), pgs. 33 y 35; SALAZAR (1998), pg. 23.(27) F. ESCALANTE (1993).(28) PORTANTIERO (1998), pg. 36.

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  • ANTONELLA ATTILI CARDAMONE

    4 . RETOS CONTEMPORNEOS DE LA SOCIEDAD CIVIL Y PARTICIPACINCIUDADANA EN LOS ESPACIOS PBLICOS

    El resurgimiento de la sociedad civil posee un sentido positivo de granaporte democratizador en cuanto crtica al autoritarismo del Estado totalita-rio y/o dictatorial y reivindicacin de derechos polticos de ciudadana, o dela poltica paternalista del Estado y de las partidocracias. Tambin posee unimportante efecto positivo en la transformacin de la cultura poltica en elcontexto latinoamericano, que se muestra ms participativa, desafiando elpapel del corporativismo y del sistema clientelar (29), aunque su fortaleci-miento real en estructuras eficaz y establemente organizadas requiere segu-ramente de ms tiempo. La organizacin social presenta lmites precisos alcarecer de ideologas y fines definidos, de estrategias y estructuras claras,por lo que frecuentemente se confunde impropiamente todo tipo de movi-miento como parte de los nuevos movimientos sociales como un todo in-diferenciado. Esta generalizacin del concepto parece ser ms sintomticade un problema que til para definir una solucin.

    Tal uso indiferenciado de sociedad civil, sumado al abuso que de su idealse hace, favorece aquella tendencia presente en los movimientos sociales delos contextos en va de consolidacin democrtica a la simplificacin de lapoltica. Tendencia que hace falta reconocer puede ser costosa para la afir-macin o consolidacin de las democracias (30). Como recuerda Portantie-ro es necesario distinguir sociedad civil no slo del mercado (la economa) ydel Estado (la poltica), sino tambin de este uso genrico rescatando un sig-nificado mnimo de esfera organizada de la vida social en la que los actorescolectivos expresan intereses y valores dentro de un marco legal, y efectandemandas al Estado, definidas stas como fines pblicos (31). Sociedadcivil difiere entonces no slo como en la tradicin de la familia, elmercado as como del Estado y los partidos, sino tambin de la sociedad toutcourt, en cuanto est integrada por colectivos autoorganizados.

    Es oportuno notar que los dos usos mencionados difusos en Amrica lati-na, a su vez, contribuyen a profundizar la tendencia a la antipoltica, ya queexpresan cierta dificultad para reconocer la importancia de la construccin de

    (29) Si bien, segn M.a Mascott, las sociedades latinoamericanas todava no pueden sercalificadas de organizadas y aunque existe una gran desnivel entre las condiciones materia-les de la organizacin socialcivilista con respecto a las del primer mundo, los movimientossociales constituyen una infraestructura de organizacin social que puede activarse en mo-mento de crisis, 1997, pg. 234.

    (30) SALAZAR (1998), pg. 24.(31) PORTANTIERO (1998), pgs. 32 y antes 31.

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  • CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y LA PREDEFINICIN DE LOS ESPACIOS PBLICOS

    la relacin entre sociedad civil e instituciones en una democracia representati-va. Es el tema central de las articulaciones institucionales, necesarias para lademocracia y de la funcin poltica de construir una voluntad colectiva. Tantoel neoindividualismo despolitizado como el movimientismo producen efectosnegativos para el fortalecimiento de las democracias emergentes, por el hechode no ofrecer alternativa al comportamiento antipoltico o de plano favore-ciendo el clientelismo. Al actuar primordialmente como clientela, y nocomo conjunto de ciudadanos para fines pblicos, la sociedad civil en cues-tin llega a desvirtuar los caracteres propios de autonoma, autoorganizacin,la afirmacin de intereses colectivos y el desempeo de la importante funcinpoltica positiva mencionada en la construccin de una democracia.

    A su vez, tales caractersticas clientelares y disfuncionales de la llamadasociedad civil comprometen el que pueda funcionar como acicate y con-texto de exigencia para los partidos mismos, ah donde stos estn en crisisen su funcin de representacin de los intereses sociales. La misma relacina establecerse con los partidos, factores insoslayables para una democraciapluralista desarrollada, puede verse afectada por estos aspectos inconducen-tes a una evolucin poltica positiva. Este horizonte conlleva el riesgo de quela apuesta simplista e inconsciente por la antipoltica favorezca los parti-cularismos irresponsables, que no se guan por una visin pblica de los in-tereses sociales, que se aprovechan del descrdito y de la debilidad de la po-ltica formal y de los polticos profesionales para defender su pureza moral ypoltica, mientras dan lugar a formas de accin poltica discrecionales, into-lerantes, depredadoras, impunes y favorecedora del avance de los poderesfcticos (de tipo religioso, econmico, financiero, meditico, tico, tnicos)excluyentes. Ms bien la sociedad civil es y debera ser apreciada comoel mbito en el que los poderes sociales voluntarios (ligados tanto al merca-do como a la poltica) se formen, se transformen, entren en conflicto pero, almismo tiempo se institucionalicen y regulen.

    De no reconocer la importancia de las instituciones estatales y partidistasse corre el riesgo de perder de vista la conciencia de su funcin decisiva enel establecimiento y observancia del imperio de la ley, y para procurar la go-bernabilidad de una sociedad democrtica pluralista, en la que el conflictode intereses es parte de su funcionamiento. Sobre todo, tanto el Estado comolos partidos refieren a la necesidad de la presencia de autoridades legtima-mente constituidas para el funcionamiento mismo de nuestras democracias.Por ello sera oportuno que la participacin cvica responsable promoviera labsqueda del fortalecimiento del Estado de derecho y del desarrollo del sis-tema de partidos.

    Relacionado con el problema de la organizacin de la sociedad civil,tambin es relevante la falta de claridad poltica con respecto al papel de-

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  • ANTONELLA ATTILI CARDAMONE

    seable de los sindicatos y las asociaciones empresariales, tradicionalmentepartes de la sociedad civil moderna (tanto en las concepciones negativas opositivas que de ella hemos considerado); instancias que con frecuenciason descalificadas de entrada, ya sea por ser parte los primeros del corpo-rativismo estatista o, los segundos, del mercado; reconociendo los retosque cada sector plantea a la organizacin de una sociedad civil autnoma-mente organizada, resulta perniciosa esa exclusin para una visin que seasuma como poltica y que quiera institucionalizarse y volverse eficaz alargo plazo.

    Al descuidar el importante aspecto de las estructuras organizativas rea-les, la sociedad civil latinoamericana debilita la posibilidad de afianzar suefectividad y su estabilizacin (32). La historia de sus significado recuerdaque la sociedad civil moderna refiere a instituciones que la diferencian comoestructura autnoma; la sociedad civil es accin colectiva y movilizacin,pero a la vez es institucionalizacin y establecimiento de derechos protegi-dos. No es viable prescindir de las instituciones y apostarlo todo a la movili-zacin, porque la institucionalizacin es necesaria para lograr que las accio-nes colectivas se afirmen en lo pblico como decisiones vinculantes. Sobretodo puede resultar costoso para la sociedad democrtica, ya que el desarro-llo mismo de la sociedad civil, su capacidad de ampliar los alcances de laciudadana, supone la necesaria consolidacin de derechos (33). La sociedadcivil, por el contrario, requiere fortalecerse a s misma en cuanto conjunto deciudadanos que actan institucionalizando su capacidad de defender dere-chos y en cuanto campo de articulacin democrtica entre el Estado y elmercado, y entre ciudadanos y Estado, entre privados y partidos, con el obje-tivo de sentar las bases para la construccin de una dimensin pblica de lasociedad que sea slida, estable y eficaz.

    Otro elemento de riesgo a sealar es representado por la tendencia aasumir una perspectiva moralizante al considerar el concepto de sociedadcivil y el ideal que implica, convirtindola en un mito, una vaga imagenidentitaria del nosotros societal que absolutiza su autopercepcin positi-va (en trminos de los buenos sujetos de la poltica y como agente su-puestamente nico y unificado que hace posible los cambios democratiza-dores) y, siguiendo un simplismo maniqueo, la opone a los malos (Le.:toda institucin poltica gubernamental y/o partidista). Lo cual puede pro-mover un activismo protagonista que no favorece el desarrollo de un plura-lismo poltico representativo y responsable. Por el contrario, es valioso noperder de vista la necesidad de crear una verdadera red de organizaciones

    (32) Siguiendo la preocupacin de MASCOTT: op. cit, pgs. 235.(33) PORTANTIERO (1998), pg. 37. Tambin cfr. COHN y ARATO (2001), pgs. 515-541.

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  • CIUDADANA, SOCIEDAD CIVIL Y LA REDEF1NICION DE LOS ESPACIOS PBLICOS

    sociales capaces de dar sustancia y fortaleza a las democracias electora-les (34).

    Por todo lo anterior es valioso apelar, desde la misma sociedad civil, a lanecesidad de formar contextos de exigencia pblicos con respecto a la tica,la legalidad para difundir y promover una accin poltica responsable porparte de las asociaciones sociales o no-gubernamentales. Al descuidar talesaspectos relevantes se deja desprotegida la labor de construccin slida deuna sociedad civil polticamente seria, que pudiera incluso (last but notleast) responder a los lmites que impone la cultura simplista y antipolticadel homo videns, esto es, del ciudadano des-informado en la era de la comu-nicacin.

    Finalmente, en relacin al tema de la ciudadana, una cuestin relevantevinculada a la reivindicacin y reconocimiento de los derechos de los indivi-duos es el de problemtica de las desventajas o riesgos de la perspectivade la ciudadana con respecto al tema de los derechos, ya que expresa la am-pliacin, y por ende la confusin, de un significado especfico de ciudada-na, que indicaba tradicionalmente a determinados derechos polticos, aasumir una referencia genrica, que indica hoy en da un gnero de dere-chos de diversas especificaciones (35). El problema de la generalizacin deun trmino (ciudadano) que refiere a la especie poltica de los derechos parahablar de los derechos del hombre, reside en las implicaciones del supuestoen las definiciones formales de ciudadana: slo se es titular de derechos si,y slo si, se pertenece a una comunidad poltica. De tal planteamiento de lacuestin se abre la posibilidad de no reconocer los derechos del hombre encuanto hombre, o sea, los derechos fundamentales de la persona, a quien ca-rece de la calidad de ciudadano en una determinada nacin. Frente a la no-cin moderna que afirma y defiende los derechos del ser humano en cuantoser humano, esto es, derechos universales de las personas por ser natural-mente libres e iguales; lo anterior implica la regresin al sentido premoder-no de ciudadana que vinculaba los derechos de libertad al pertenecer a unapolis o a una civitas en el mundo antiguo y a considerar la disminucin de latitularidad de los derechos a los no ciudadanos por ser carentes del estatuspoltico de ciudadano, hombre libre (con derechos) o simplementeHombre.

    En suma, la configuracin de una sociedad propiamente civil en AmricaLatina parece requerir de la consolidacin democrtica de verdaderos Esta-dos sociales de derecho, esto es, de Estados realmente capaces de protegerlos derechos humanos fundamentales y de disminuir las ingentes desigualda-

    (34) SALAZAR (1998), pgs. 24 y 28.(35) BOYERO (2000), pgs. 110 y 111.

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    des socioeconmicas existentes, abriendo paso a la constitucin de ciudada-nos libres e iguales. De Estados entonces tambin capaces de afrontar conrelativo xito los desafos generados por la globalizacin en curso medianteacuerdos internacionales multilaterales. Los Estados de derecho democrticae institucionalmente fuertes son, por paradjico que parezca desde las pers-pectivas neoliberal y populista, la condicin sine qua non de que la sociedadcivil, la ciudadana y los espacios pblicos sean algo ms que trminos ret-ricos: realidades que hagan posible una convivencia civilizada en las com-plejas, plurales y conflictivas sociedades contemporneas.

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    Nmero 126. Ao 2004CUBIERTA Y PRIMERAS. REPNE Nm. 126SUMARIO REPNE Nm. 126ESTUDIOS El plan Ibarretxey su grave dficit democrtico de partidaLas elecciones generales de marzo de 2004: aspectos problemticos y consecuenciasHistoriografa y recreacin de la Historia. Felipe II y el debate sobre la monarqua en la Restauracin Negociaciones, payoffs y estabilidad de los gobiernos de coalicin

    NOTAS El rol de las ideologas en el parlamento boliviano a comienzos del siglo XXICiudadana, sociedad civil y la redefinicin de los espacios pblicosLa discrecionalidadpoltica del ECOFIN en la aplicacin del procedimiento por dficit excesivo. Reflexiones tras la Sentencia del Tribunal de Justicia de 13 de julio de 2004Sistema poltico y sociedades complejas: estabilidad y cambioEl Derecho como instrumento de legitimacin poltica en los albores de la Revolucin liberal en Espaa (1833-1843)La "democracia orgnica" y el trmite de audiencia en la elaboracin de los reglamentosTrayectoria poltica y lite parlamentaria. El caso andaluzUn nuevo sistema electoralValores, normas y hechos en el Derecho

    CRNICAS Continuacin de las reformas institucionales italianas (enero de 2000-mayo de 2002)

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