Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

40
)8'64.44

Transcript of Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

Page 1: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

)8'64.44

Page 2: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

Ninguna pane de esta publicación, incluido el diseñode la cubierta, puede ser reproducida, almacenada otransmitida en manera alguna ni por ningún medio,

1a sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de graba-ción o de fotocopia, sin permiso preüo del editor.

Primer¿ edición, 1995Segunda edición, 1995

@ARMANDO ROA REBOLLEDO

@ EDITORIAL AIIDRES BELLOAv. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile

Registro Propiedad IntelectualInscripción Ne 93.082, año 1995

Santiago - Chile

Se terminó de imprimir esta segunda ediciónde 3.0O0 ejemplares en el mes de octubre de 1995

IMPRESORES: Alfabeta

IMPRESO EN CHILE,/ PRINTED TN CHII^E

ISBN 95elll307-3

-,.4\J

l\

, :

4

¿

o\

0t-l { \¡¡rl-F

¿,IN

I-:i4LrJ{

'n, \

€G>et(\.¡

a'

]r)G'

I

ARMANDO ROA

MODERNIDAD

>--Tc/

EDITORIAL ANDRES BELLOBarcelona o Buenos ñres o México D.F. ¡ Santiago de Chile

Page 3: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

C{^"g(. \ -+q'K58C oc¡

p.5óSoy

,2" ' ,.t

l- F c"r ,' , l t ' r . .

" ' ) ,

A Natalia Roa d¿ Subercaseaux

Page 4: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

Agradecimientos

Mis agradecimientos a María Isabel Smith, por suesmero en la transcripción del texto.

A mis hijos Natalia y Armando, por las valiosas ideasque me sugirieron y por su empeño en que este ensayofuese publicado.

Page 5: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

INDICE

EDAD MEDIAYMODERNIDAD

I¿.MODERNIDAD .

I¿.POSMODERNIDAD

POSMODERNIDAD Y TECNOLOGIA

EL HORIZONTE DE I/. POSMODERNIDAD . .

ANGUSTIAYANSIEDAD, MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD . . . .

EPILOGO

Page 6: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

EDAD ME,DIA

MODERNIDAD

Antes de entrar en la gran disputa actual respecto a si lamodernidad ha terminado o no y si ella es diversa de la

posmodernidad o, si al revés, la posmodernidad es sólouno de los tantos modos de darse de la modernidad, vale

la pena recordar en qué consistió el comienzo de la última

en los albores del siglo XVI. Como se comprende, no seinició súbitamente; en cierto modo ya asoma en los

siglos XIVyXV.

El hombre medieval creía estar de paso en el mun-

do a fin de ser probado sobre si era digno o no demerecer la otra vida, la verdadera salvación. Este mun-

do, como obra de Dios, y aun contaminado por el pe-cado original, era digno, sólo por venir de aquellasmanos, de ser conocido, admirado y cuidado, a condi-ción de no olvidarnos de nuestra situación cle peregri-rros. Había conftanza en que el hombre g-lqba dotado

9e in¡g[gelgy voluntad para conocer este mundo enstr verdad íntima y para amarlo y transformarlo. La

rc:rlidad, en suma, era accesible al hombre tal comot'll¿r es en sí, en su esencia inteligible y en su aspectost'rrsible, sólo con las relatividades propias de un cono-cirnit'nto finito, capaz, en consecuencia, de caer en el

Y

l : l

Page 7: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

error. De gran parte de esa tarea que se propuso laEdad Media, dan cuenta las obras de San Francisco deAsís, Abelardo, Santo Tomás de Aquino, Duns Scoto,Dante, y tantos otros. Por otra parte,-dada l1 gryg¡rciaeq_l? ?plilud de todos para conocer la realidad, cono"cimiento que se acrecentaba en forma sucesiva en elcurso de los tiempos, no hubo reparo alguno en cogerlo que según ellos había de verdadero en la obra de losantiguos, sobre todo en Platón y Aristóteles. El trabajaren favor de la tarea encomendada por Dios se hacíapor medio de la fe y las obras. La fe en la salvaciónfinal se mostraba ante los propios ojos adorando a Diosy obrando en bien del prójimo. Una fe sin obras erauna fe equívoca.

La primera nrptura de esta creencia en que nos esaccesible el aspecto externo y la estructura esencial dela realidad íntima, la constituye el nominalismo deGuillermo de Occam;l según Occam, sólo conocemoslos seres en su individualidad singular cogida por lossentidos, pero no en la esencia íntima intuida por larazórt, que los agruparía en especies, géneros, etc. Loúltimo, según Occam, sólo se puede inducir a base deexperiencia, viendo en qué coinciden en su aspectosensorial básico grupos de indiüduos tales o cuales,bastando que uno de estos individuos desmienta lasconclusiones a que se había llegado, para orientar las

I Su verdadero nombre era Guillermo de Ockham, ¿utn clt¿tn-clo se le conoce más por Occam, sobre todo en el mir¡rdo his¡riirri<'o.

l . t

MOI)¡tRNil)At) y ¡'( )sN4( )¡)t,]aNtt)A¡ '

investigaciones por otro camino. Esto se consiclcr:t lroyel inicio de la ciencia experimental moderna y uncambio decisivo frente a lo que era el modo de pensarde la Edad Media.

Sin embargo, el acontecimiento estimado por casitodos como punto de partida de la modernidad es laReforma protestante iniciada en la segunda década delsiglo XVI por Martín Lutero. En dos palabras,podríamos decir que la mptura con la Edad Media laoriginan ahí dos postulados religiosos capitales: uno,gg-e el juEto vive-y se salva indiüdualrnente sólo p'ñü

&-e.t acuerdo con lo dicho por San Pablo en su Epístolaa los Romanos;2 el segundo, eue las obras no esüín a laaltura de la majestad de Cristo como para redimir delpecado y, en consecuencia, deben darse sólo al serviciodel mayor bienestar de los hombres en este mundo.Con tales postulados, quedan separados el reino deDios para cuya conquista vale la fe pura guardada en loíntimo de la conciencia, y el mundo a cuyo serviciodeben estar acciones y obras. En su actuar diario elhombre debe preocuparse sólo de si hace o no felices

2 El texto de San Pablo que para él tiene carácter de verda-dera revelación es el siguiente: "Pues no me avergüenzo del Evan-gelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el quecree, del judío primeramente y también del griego. porque en élst'revela la justicia de Dios, de fe en fe como dice la Escritura: E/iuskt viuirá pm la fe". Epístola a los Romanos l, 16 y 17 . Lo destaca_<kr cs, t:omo se sabe, una cita de San pablo del profeta Habacuc.' l 'r 'rrrlrrt 'ci<'rn: Biblia deJerusalén, Ed. Desclée de Brouwer, Bilbao,| 1f7( i .

t5

Page 8: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

a los hombres acá abajo, pero no de obtener con dichas

obras merecimicntos para el más allá.

Ahora, tal r:olno para captar el mundo basta el

con<lc i rn i t 'n lo st :nsor ia l , lo comprobable por la

cxpcricncia, cortto había dich<l Occam -en quien se

apoya Lutero-, para el conocimiento de cuanto tenga

que ver con lo div ino sólo s i rve lo concreto y

sensorialmente leíble en la Bibl ia, debidamentemeditado en actitud de entrega a Dios. La conciencia

del indiüduo se dispone en lo íntimo a recibir la palabra

escrita en los libr ar autoridad alguna,os santos, sll,acqP!- -- . -. _-_i.=_--

ni del Papa ni de los Concilios{que interpiéié üeidadesque la conciencia no vea de suyo claras en la lectura dela Biblia en sí; el.único cuidado que debe tenerse es

qqg el texto(sea traducción fiel del texto primitivo

¿'auténtico.(_Ni .,1- l"-H:f¡{én la retffEñ- éáueobedecer autoridades humanas,\sino rigurosamente

'-comG lo señalaba Guillermo de Occam- lo que es

comprobable, bn un caso por la experiencia a través delos sentidos/ y en el otro por la voz íntima de la

conciencia en contacto directo con la verdad de la

palabra bíblica. Así se'prodnce la separación absoluta

del mundo religiosó*y del mundo'feóularj quedando

este último entregado al mero .o.tJói-i"nto y querer

de los hombres, con lo cual nace la época histórica

designada con el nombre a{ .náa.r"ia"ijy que en su

aurora en el siglo XV ya r. ur{Li.iu .o^o iu uía moderna

de aproximarse a lo real, en oposición a la llamacla

ontonces por los doctos uia antiqua, la pro¡ri¿r <lt' l¿r

l ld:rd Mcdi¿r.

l t i

M()l) t , tRN i l ) , \ t ) \ ' t ( )st \ t ( , t )1, R Ni l | . \ t )

Desde la part ida nace con la pretensi<in r l t . sr.rsiempre nueva, siempre moderna, no reconocir.rrr lr¡para la verdad más autoridad que la del hombre nrisrrrocapaz de autodarse métodos estrictos para conseguirlir;y respecto a las normas de conducta, no reconociendotampoco otra autoridad que la de su propia concienciaautónoma, también capaz de mirar y reflexionar dentrode sí para saber cómo conducirse. De ahí, que si se veen la historia el camino que va recorriendo el hombrehasta descubrir su auténtico destino, la modernidadle parezca a dicho hombre el lapso de su adultezdefinitiva y por lo mismo el momento en que la historia-entendida esta palabra en su profundo sentido-alcanza su'fin.

Sin embargo, en las últimas décadas, curiosamente,la fe absoluta en lo moderno ha experimentado unaabrupta crisis, abriendo paso a la querella entre losllamados modernos y posmodernos, incluida en dichaquerella la tesis sobre el fin de la historia, mostradaahora desde otras perspectivas. Lo veremos enseguida.

t7

Page 9: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

IAMODER},IIDAD

Existe hoy en todo Occidente, como se acaba de decir,

una gran disputa respecto a si la historia sigue siendo

moderna, como lo ha sido desde el siglo XVII, o si la

modernidad se ha agotado, entrándose en otra etapa

aun no bien definida, que se ha dado en llamar

posmodernidad. Dentro de tal escenario surge también

otro debate, que es parte del anterior, sobre si el fin de

la historia ha llegado o no. Por el fin de la historia se

entiende la idea de Hegel, explicitada en la primera

mitad de este siglo por Alexandre Kojéve y reviüda hoy

en Norteamérica por Fukuyama y otros, de que el

Espíritu humano ha terminado de evolucionar desde

los estadios ínfimos, en los cuales üvía inmerso en lo

mítico y esclaüzado a la naturaleza, hasta los estadios

altos en que su inteligencia se enseñorea de todo y

sr'rl<r le queda como t::rea- para el futuro ordenar mejor

l irs cstructuras económicas, polít icas y sociales, y

conlinrrar avanzando, ahora sin lazos atávicos, en las

ci t 'n<' i i rs y demás dominios del espír i tu. Seguirá

Irirlricrrrl<¡ <k:sctrbrimientos, acontecimientos y formas

rlc vir l¡r nnry ¿rlra( ' t iv:rs y variadas, pero no descensos a

¡rrr íorkrs lr lr ' :r ir 'os rk' l larl l¿rr i t : <l<>minaclos por el miedo

dtrkl1 l

Page 10: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

y el terror. Naturalmente este porvenir no ha llegado

aun a todos los pueblos, sino a aquellos mismos

señalados por Hegel -Europa y Norteamérica-; pero

estando t:llos asentados ya en tierra firme, no será difícil

r'onclucir' ¿t los otros hacia esa altura.

l,ogicirrnente, esta discusión acerca de si nos en-('()lltt':llt)()s () no ante el fin de la historia y si terminaron() rl() lorrr)inaron ya los saltos desde estadios inferiores

de barbarie a los superiores de civilización, forma par-

te de la disputa sobre modernidad y posmodernidad.

Para asomarnos a tal debate, deberemos recordar lo

creído por el hombre en los siglos inmediatamente

anteriores, en cuya atmósfera aún nos movemos. Nos

contentaremos aI respecto con enunciar escuetamente

algunos elementos característicos.

Como se sabe, lo propio del hombre a partir del

siglo diecisiete y más aún del dieciocho, es la posesión

de una serie de convicciones que constituyen lo llamado

moderno -palabra popularizada por Juan JacoboRousseau-, conücciones centradas, en cierto modo, en

torno a lo siguiente:

a) La creencia absoluta en la exclusividad de la

razón para conocer la verdad, debiéndose -goqpqc_harde 1o_ do*conocimiento-venido dq ll fe, de la tradición,

de la mera irituición no_comprobada.

.b) La aspiración a que tales conocimientos se

traduzcan en fórmulas de tipo físico-matemático, que

cualquit'ra pueda comprender fácilmente y que p()r.

eso misr¡ro marquen el máximo de objetividad, ¡rrrcs

:l( I

todo lo meramente.s_¡¿bietivq.gs desechal>lt' ¡rol rricrro ,r

fo re-al que a su vez es lo común a todos los honrlrlr.s.

c) El concepto de que lo real no sólo es lo strsct.¡r-tible de matematizarse, sino también de ser comproba-ble experimentalmente según métodos rigurosos; delié¿ho, real es, para los modernos,

lg 1g.g!LbJ" a lasmatemáticas y a las ciencias experimentales. Real estambién la-poesía y el arte en cuanto prodüito de loimaginario puesto a la vista de todo el mundo.

d) El postular la libertad incondicionada del hom-bre para regir su destino. De ahí la obligación de com-batir toda forma de- sujeción a la monarquía absoluta,al poder económico de grupos o clases, al poder omní-modo del Estado. El concepto de autonomía, o sea, dedarse cada hombre sus propias normas éticas, será fun-damental.

e) El creer que la infelicidad humana deriva hastaahora del empañamiento de la razón por,las supersti-ciones Jentre ellas las creencias religiosas-, lo que hahecho ihiposible el gozo de la libertad, la configura-ción autónoma del propio destino.

,,f) La creencia en la superioridad absoluta delhr¡mbre por sobre todos los otros seres de la creación.

g) gt pensar que la democracia es la forma mejor<lt' <irnstruir una sociedad para seres de esta clase.

:¿t

Page 11: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

Antes dc st:guir ( 'nlnn('r- lrr lr lr¡ <l lr<ls rasgos recorda-

remos :rholrr : r lgrrrros l r i l i ¡s tk ' l or iet : r t < le la moderni-

t l :r< I .l ) r 'sr ' : r r tcs r l i r : i , t ' r r r ' l s ig lo XVl l , t ¡uc nada puede

r l { r ( ' l { : r rsr ' ¡ r l : r l r rz ¡rrrnr t lc l i t t ' : tz<¡tr ( luc c lc algún modo

rr,¡ , l ; r o l ¡s< urczt : r ; st ' t ' i i c l pr incipio que endiosará elsiglo XVll l , l larn¿tdo por eso el siglo de las luces, o

siglo rlt' la iltrstración. Por otra parte, el lema de la

l{t'volut'ión Francesa, conocido por todos, será liber-

tad, igualdad y fraternidad. La igualdad alude, natural-

mente, no a igualdad de constitución biológica ni de

pgsesión, 4e' b-i-e"nes ma _e-r!let _gil_o a po-teer idéntica'libertad, a poseer autonomía para decidir sin coacción

alguna la conducta personal. Kant dirá que la libertad

es autónoma para darse sus imperativos categóricos y

sus imperativos hipotéticos, y que sólo el ejercicio de

esta autonomía, o sea la capacidad de darse y escoger

sus propias normas, }:'ará fel\z al hombre. La existencia

del mal, de la üolencia, de la mentira, desaparecerá en

cuanto el hombre respete sólo lo mostrado por su ra-

zón y su libertad.

La razón, por su parte, manifiesta en ese siglo su

poder tanto en la físico-matemática como en la biología,

pues consigue conocimientos asombrosos, no obtenidos

por genios notables de otras edades. En tal situación,

el porvenir es visto con natural optimismo, y mirar al

pasado, a la tradición, parece casi absurdo, ya que cll<r

s<ilo trae el recuerdo de estados mentzrles inf irnt i l t 's cn

los t ¡ r r r ' , lx)r ' ( 'n( ' ( )n l lars( ' anr:rr l ' i r< l : r : r l i r srr¡ l t ' r 's l ic i r í r r , l : r

vcr '< l l r r l t 's srr l rs l i l r r i r l : r l ) ( ) r ' u l ( ' r ' : rs f :u¡ l : rsí : rs; r ' r l r ; tnr l r i r ¡

MOI) l . lRNl l ) . \ l ) \ ' l \ )s\ l ( ) l ) l l (Nl l | \ l I

tanto en el momento presente como en el l i r trrro r:r lrr '

gozarse con el asomt¡ro constante de nuevas ver<l:r<lt.s.A esta época iniciada en el siglo XVII con Galilt'o

y Descartes, en que_por primera vez en la historia dt.los pueblos se desea ignorar lai tradición de la maneramás radical para poner la vista en el futuió, se la llama,como ya'se dijo, época moderna; en ella ningún hom-bre querrá ser visto como permaneciendo en el ayer, osea, anticuado,*sino en la avanzada de lo que se estila,se piensa o se quiere. La palabra moderno, como sesabe, deriva de la voz modo, y modo o moda es lo queestá de paso, a la espera de la aparición de algo,todavíamás nuevo'y así hasta el infinito. Pudiéramos decir,recordando a Heidegger, que el hombre moderno vivedevorado por el afán de novedades. Típicas de la mo-dernidad son las vanguardias, sobre todo en pintura yliteratura; así, por ejemplo, el impresionismo es rápi-

damente reemplazado por el expresionismo, éstc ¡ror'el cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el creaciollisnlo,el surrealismo, etc.

Otro ejemplo del adaptarse sin reservas ir l<¡ nll('v()

es lo ocurrido a comienzos del siglo XX con l:r tr'or'í:r

cuánt ica, con la relat iv idad, con t ' l ¡ r r i r rc i ¡ r io <l t :incertidumbre de Heisenberg, c()ll t'l qrrit:br-c en la

rtricrofísica y, a raíz de todo eso, dcl principio de

<':rus¿rlidad mecánica; y en épocas más recientes con elsiurrilit'ativo estudio de las leyes de la termodinámica<'rr l :rs vccindades del caos, que ha hecho Prigogine.' l 'o<l:rs cstas lr 'ol ' í¿rs han producido una revolución enlrr r orrr r ' ¡ r r i r i r r t l t ' l univt ' rso, nos han sacado l isa y

- : . I

Page 12: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

l lanamente dr ' l l r ¡ r r r ¡ r lo r lc Nt 'wtolr ( .n ( luc se v ivía hastahact' ¡ror 'o. l ,o cu¿rl, sin r.¡nl l :u' f l(), no ha provocadorr i r rgrrrr : r r l is lor ' ¡ rc i r i r r r r r t . r r la l ; por el contrar io, é l hombresc l¡:r :rcorrrod¿rdo rápidamente a estos modos nuevost l t ' ¡ lcrc ib i r la real idad, s in extrañar los modosanteriores, mostrando con eso una especie de fidelidadnatural a su confesada declaración de ser modernoatt:: que nada¡de adaptarie de inmediato y con alegríaa lo,nuevq ¡

El afán de valerse por sí mismo, con autonomía,sin auxilio alguno.depoderes exrraños, ha llevado pasoa paso al ise'cularismo,, es decir, a considerar que eldestino último se juégá y se vive acá abajo y que enúltima instancia sólo debemos rendir cuentas delempleo de nuestra üda a nosotros mismos o a nuestroscontemporáneos. Ha sido el modo de pensar dehombres estimados progresistas e interesantes.

Dentro del afán secularista, el hombre moderno haprocurado explicarse su origen en la tierra como resul-tado de un proceso natural, de una evolución. El pri-mer intento en grande de formularlo en una teoríafilosófica se lo debemos a Hegel; él sostiene que desdeun cuasi embrión de realidad existente en épocas remo-tas, que es simulráneamente ser y nada, por saltos dia-lécticos sucesivos en los que el ser se va enriqueciendocada vez más y la nada va desapareciendo, se llega aengendrar en novedosas etapas el espíritu humano in-dividual subjetivo, el espíritu objetivo que incluyt: alhombre y a toda la realidad abarcada por é1, y por firr r'lespíri tu absoluto, que de hecho es Dios. Icl(.nt ir.<¡ l)r.(x.(.-

24

M()l) l . lRNl l ) , \ l ) \ ' l ' ( ) \ l \ l ( l | ) l l {Nl l | \ l )

so dialéctico para explicarse la historia dcl ltorrtlrlt' sr'

guirá Marx, discípulo de Hegel, aun cuando no lt¿tlrl:tt:i

de etapas hacia el Espíritu absoluto, sino hacia el hortt-

bre como ser social que llegará en su etaPa última a vivir'

en una sociedad perfecta donde habrájusticia, igualdad

f-lib,gf!u-d-q9rñplé-¡as. Hegel y Marx han serüdo de para-

digma a los hombres modernos, que se han colocado ya

a su favor, ya en su contra, proponiendo otras teorías

que igualmente mantienen el ideal utópico de la seguri-

,dad en que habrá un futur.o-eada vez"nqás nuevo,//y

loriginal y en c.pn_sgcuencia feli3.;-"--*

Eñ un terreno más próximo a la medicina, la teoría

de la evolución de Darwin ha cumplido cabalmente

con el modo de pensar de la modernidad, pues según

dicha teoría, desde las etapas más ínfimas de la üda,

por la necesidad de ésta de adaptarse cada vez mejor a

las condiciones que impuso la naturaleza, se ha llegadrr

hasta el hombre y, eri el hombre, desde el primitivo

hasta el actual.:En una teoría así, en que cada ntleva

especie, y cadá nueva generación dentro de ella, cs tln

más vigoroso desarrollo de la capacidad de adaptación,

el impulso genésico, gracias al cual apareccn dichas

generaciones, juega un papel decisivo. Si no hrrbicse

deseo sexual, dado el envejecimiento de los inclividuos,

las especies no progresarían. Por ello la necesidad de

estar creando constantemente individuos nuevos, lo cual

es particularmente necesario en el hombre por lo

complejísimos que son sus dinamismos de adaptación,

l)ll('s n() busca con ellos adaptarse a la naturaleza, sino

r¡rrr ' l : r ¡ l¿r l r r r i t l t 'z : t sc zrdapte a é1.

a'.¿5

Page 13: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

II

ARMANDO ROA

Esta ir l tJlol ' t : t l l t ' i i t t l t : l<l scxual para crear genera-

cionr:s. ir ivt ' t t t 's t t t : is ¡rtrrcl ives de suyo a la innovación

I)('r'lx'lu:t, litt' :t¡rtrrvcchada por Freud para explicar la

corrr¡r l t ' i i<l¡t<l <lt: la psique humana y el origen de la

corr<'it'nt'iit. [,os impulsos sexuales están, según é1, astu-

t:rnlcrtte cargados de libido y su descarga provoca in-

tcnso placer, lo que es un truco hábil para incitar a la

unión de los sexos. Este mismo impulso es muy com-

plejo en el hombre y pasa por varias etapas, la oral, la

sádico-anal, la fálica edípica y la genital adulta, las cua-

les, para cumplirse plenamente, necesitan que la sa-

tisfacción de las anteriores no haya sido obstaculizada.

Si recordamos bien, la mayoría de tales obstáculos

son puestos, según Freud, por la sociedad, que recela

de las satisfacciones orales, sádico-anales o edípicas, y

custodia el paso a 1o genital adulto. Para defenderse de

la sociedad y eludir sus castigos, los impulsos sexuales

crean a su vez un aParato de observación que mira

hacia afuera y aüsa en caso de peligro de ser sorPren-

dido en actitudes que la sociedad repudia, a fin de

replegarse a tiempo.pste aParato es la conciencia, cen-

tro del Yo; la cual a su uet es vigilada por elsiper-yo; el

fugar donde nacen y se desennrelven los impülsos'és el

Ello inconsciente. Así Freud, igual que Hegel y Marx,

fiel al ahira de la modernidad, sigue r¡na línea evolgtiva

que siempre va a la caza del futuro,ique es más p-erfec-

to que el pasadb, y termina en la &énción de la con-

ciencia, el atributo superior del hombre; la con<'it:ttt'i¿t

es creación de los impulsos eróticos, Así ( '() l l l () ( ' l l

Hegel y en Marx lo era del desarr() l l() r l ialí ' r ' l i t ' () t l t ' l r t

:¿(;

M()l)1, : l {Nl l ) , \ t } \ t , t t \At i l | t t l t t r l l | \ t I

realidad originado en un comienzo en un rrr i t . l t .r , nrl t .mo.

Incluso quienes como Nietzsche veían en el hor¡llrl r.un ser ruin y falso, cuya conciencia no era un atribrrt<¡noble y superior sino una fábrica de mentiras, tenían fr:en la aparición de algo nuevo, el Superhombre; sin em-bargo es preciso recordar que Nietzsche, por otro lado, esuna excepción dentro de la modernidad, pues abjura dela creencia de que a un futuro cualquiera seguirá siempreun futuro mejor, paralanzar lavieja idea de que el tiempono es longilíneo yendo siempre del pasado al futuro, sinocircular, en eterno retorno; en un momento, según é1,todo lo existente termina y vuelve a reiniciar las mismasetapas anteriores en sus más mínimos detalles y así parasiempre. Además, con su idea nihilista de que todo esfuer-zo acaba en el fondo en la nada, pues ningún aconteci-miento tiene sentido, da un rudo golpe a la idea de qucyendo hacia el futuro y no mirando nunca con nostalgiael pasado se va forzosamente hacia lo mejor. Esta contra-dicción en Nietzsche, que sería un hombre moderno alproponer la alternativa del Superhombre como algo supe-rior y etapa próxima en la evolución del hombre, y p()rotra parte no moderno por postular el retorno al pasado,probaía la idea de notables investigadores de que siem-

¡rre al lado de lo moderno y a veces dentro de lo modernoha habido casi paralelamente un discurso posmoderno oa lo menos un contrapunto con lo moderno. Otro ejem-

¡rlo <lt: lo mismo es que ya antes, en el siglo XVIII, unl¡ornlx. <lt: la lltrstración, un moderno como Vico, hablark' l : t irrr¡xr1:rnci:r dc la tradición; aún más, dice qrrc l lr

0321052

Page 14: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANIX) ROA

historia progresa y progresa pero para volver al final arepetirse; postula así sus célebres conceptos del "corso y elricorso".

También en el mismo sentido, casi en los días dela Revolución Francesa, acontecimiento capital segúnlos modernos para la liberación del hombre, y dondeen verdad se proclama su autonomía definitiva, se inicia

el Romanticismo, tendencia que no añora el futuro

sino el pasado y da más trascendencia al sentimientoque a la razón.

Sin embargo, pese a eso, la modernidad podríamirar a los románticos no como contrapunto, sino comoalgo favorable a ella, si se recuerda que estimaron muy

en alto el mundo de la poesía, de los cuentos fanrásticosy de los sueños, que revelarían aspectos oscuros de larealidad y casi inalcanzables para la razón, en lo cualfueron f ieles a otro de los postulados de dichamodernidad, el que cree que lo real se presenta siempreen forma dual en densos planos de profundidad. Porlo demás el derecho a soñar y fantasear mundos nuevosformaría parte de lo más esencial de la autonomíahumana, y en ese sentido cumpliría con los postuladosque se exige a algo para ser moderno.

:En efecto, la modernida$ supone que todo lo dado

se expresa en una realidad dual; así separa sujeto yobjeto, alma y cuerpo, supraestnrctura e infraestructura,

conciencia e inconsciente, interioridad y exterioridad,

l \ l ( l l ' l ' t {Nl l )Al) \ l ' t ) \ l l l t l l l ' l lNl l lAlr

sicndo todc¡ a la postre susceptiblc t l t : st ' l tol lot i t f tr,

pero con perseverantes esfuerzos de profirrr<liz.:tt'iritt'

Recordemos a este propósito que la modernitl¿ttl t'rtt-

piez3 con la separación dual cartesiana Fel alma y el t'ttt't-

po, ial revés, para Aristóteles y la Edad"Media cuerpo y

alma estaban tan unidos que era indiscernible Ia parte en

que terminaba uno y empezaba el otro). Tal separación

dgp¡l Su:rpo como una simple máquina $usceptible de

iár conocida y mánejáda'poi lá"físicematemática; por tal

vía, el alma creadora de dicha fisicomatemática llegará a

tener ulg,rt día, según se espera, el manejo total del cuer-

po. Este se supone a partir de entonces al servicio del

alma y desde luego destinado al trab4io, los goces y los' L---?

placeres.fffi seguida, conforme con la veneración de todo

lo nuevffil-o por el hecho de ser nuevo' se aspirará a

mostrar un cuerpo pennanentementejoven, caqaz de pro

porcionar sin tregua todos los goces de lajuventud y des

de luego los sexuales, considerados los de rango máximo'

En este esquema alma+uerpo, típico de la modernidad, se

aprecia una de sus constantes; en este caso, que el alma,

cualquiera concepción que se ténga de su esenciá, mate-

rialista o espiritualista, es lógicamente la que domina al

cuerpo que es su objeto más próximo de manejo.I

I

Otro dualismo típico de la modernidad es el clt'

sujeto-objeto del conocimiento. La época moderna alir-

ma que el hombre es sujeto y en calidad de titl st'

enfrenta a la realidad que pasa entonces a scr olrit'lo'

28

Page 15: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

En cuanto srrjclo, su ( '()r)st i lrr l ivo básico, según los mo-

dern<¡s, r 's l :r rrzri lr , r ' :rzrin ( lue se piensa como el poderrkr tr lr¡rrr ' :r¡ los ()|r i t ' l<)s (:n conceptos físico-matemáticos(lu( ' solr v: i l i rkrs lx)r ser comprobables por cualquiera.' f ' r¡rfo lo otl 'o ( luc muestrala realidad de los objetos orl<' los srrit:tos, pero que se capta o se üvencia fundadocrr i¡rtrriciones, impresiones, emociones o sentimientosrro objetivables en números matemáticos, se considera

¡rura subjeúvidad, algo de rango menor. En este sentido, si bien la modernidad ha enriquecido al hombrecon la conquista de las ciencias, simultáneamente lo haempobrecido porque lo ha deshumanizad,o: el amor, laimaginación, los sentimientos, los deseos, las ambicio-nes, o sea lo que constituye la trama viva de la existen-ciayla vuelve dramática pero que no es matematizable,se ha considerado de segundo orden para la ciencia ysólo de interés privado para la persona singular y paranadie más. Es decir, laalta calidad de sujeto la tiene elhombre en cuanto observador, experimentador, cuan-tificador, teorizador, dominador y transformador de loreal, siempre que eluda el peligro de subjetiaizar su suje-tiaidad,, o sea, su papel de sujeto; así, paradojalmente,el sujeto de carne y hueso de que hablaba LJnamuno seha convertido en un observador abstracto. en casi unaparato de registro.

Sin embargo, este sujeto-registro no es para lamodernidad algo puramente pasivo que capta al objetotal como es en sí a la manera de una fotografía; es algoque, para captarlo, le impone sus condiciones, loacomoda a la manera en que él es capaz de ser rcccpl()r,

:t( )

lo cual para Kant: por ejemplo, constit t t í i l l :¡s lot t tr.¡r

primarias de la sensibilidad: espacio y ticrrr¡to, \' l,tr

categorías del entendimiento; sólo con tales cettt'¡¡ot t;ts

el entendimiento hace intel igible la realidacl. l ' , tr

consecuencia, el sujeto conoce las cosas adaptándolas

a las condiciones que él esrá obligado a ponerles para

darles transparencia, pero no como ellas son en sí e

independientes de la manera peculiar en que se las

conoce. El sujeto, usando la clásica terminología

kantiana, conoce fenómenos -las cosas ajustadas a las

condiciones impuestas por él-, pero no nóumenos, las

cosas tal como son en sí.

Más tarde, sobre todo después de Darwin, se dirá

que conocemos el mundo según los aspectos que son

valiosos para adaptarnos a é1, para sobreüür, y no tal

como es en su propia realidad. Con este tipo de cono-

cimiento, llamado conocimiento crítico, se le quita al

hombre su poder de conocer las cosas tal como solt

en sí; no se ha tenido en cuenta que, gracias, precisit-

mente, a una evolución en virtud de la cual pas<i <lt:

mero animal a la categoría de animal cultttr:tl, ptt<ltr

haberse liberado de las condiciones adaptativzts qttc la

naturaleza le pone al conocimiento en los rlclllzis ani-

males. Quizás sea al revés, que para sobrevivir el hom-

bre necesite conocer progresivamente las cosas en sí.(labe, incluso, preguntarse de qué manéra, si no co-

¡loce las dpsas en sí, puede saber que lo que conoce es

irlgo diverso a dicho ser en sí. Es una hipótesis distinta

rrt rt':rlisrno dogmático, que aunque ya surgió en la

ri¡ro<'r <lc K:rtt l mismo y fue de algún modo aludida

: t I

Page 16: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

por Nietzschr', sin r:nrbargo hasta hoy no ha sido sufi-

cien I t:lnt'r r tc i nvt:stigada.

llstir rlilt:r'cncia sujeto-objeto, típica de la moderni-. i^ -*<l:rrl, l)tirSi5i6Tá3Tá-álánzado el siglo XX, aun cuando

t:rr liguras del pensamiento tan importantes como Hei-

degger y Wittgenstein parece desdibujarse y aun anu-

larsc, lo que ha llevado a algunos investigadores del

origen de la posmodernidad a ver allí una fuente de lo

llamado posmoderno. Heidegger dice que si usáramos

la palabra sujeto para designar el ser ahí, tendríamos

que tener en cuenta que ese ser ahí es por esencia

trascendencia, o sea, encierraya en cierto modo todas

las cosas o esrá por lo menos abierto a ellas, pues son

constitutivas de su ser mismo; por eso no es un yo en el

sentido de los modernos, cuya esencia suponen que

está previamente constituidapara recibir objetos; el ser

ahí de Heidegger no es de ninguna manera el sujeto

kantiano que impone preüamente, por decirlo así, sus

condicignes a los objetos que conoce.

Wittgenstein dice en el Diario Filosófico: "Podemos

llamar Dios al sentido del mundo" (11.5.16), y en se-

guida, "Hay dos divinidades: el mundo y mi Yo inde-

pendiente" (8-7-16); agrega "El yo no es un objeto"(7-8-16); días antes ha dicho en ese Diario: "El Yo, el

Yo es lo más profundamente misterioso" (5-8-16) y "l,a

esencia del sujeto üene enteramente velada" (2-S-lti¡.:t

:J Wit tgertst t ' i r l , L. I ) iur io l i i l r t .sóf iut ( l ' ) l ' l l ( )16). ' l ' r : r r l . f , l \4rr

ñoz <' 1. I {< 'gt t t ' r ' ; t , I , l . Al ic l S.A., l } rucr ' lorr¿r, l { ) f l l l .

:l'.1

MODIRNil)AI) \' t( )sl\t( )t )1. trNil )/\t )

Afirma que "ese centro del mundo que llamanros t'l Yrres el portador de la ética"; el sujeto es el "punlr¡ irrextenso al que queda coordinada la realidad".a L,n r'lTractatus LogicuPhilosophicus expresa: "yo soy mi mun-do" (El microcosmos (5-63)). El sujeto pensante, re-presentante, no existe. Si yo escribiera un libro E/ mundocorno yo lo mcuentro, yo debería referirme en él a micuerpo y decir qué miembros¡obedecen a ini'voluntzn{y cuáles no, etc. Este sería

"tñ-ñai;d" p-uñrui ur'

sujeto o aún mejor para mostrar que en un sentidoimportante no hay sujeto; precisamente sólo de él nose podría hablar en este libro. "El sujeto no perteneceal mundo, sino que es un límite del mundo."5

Así, tanto Heidegger como Wittgenstein se rebe-lan contra ese sujeto o contra una nítida diüsión suie-to-objeto tal como la creía la modernidad/ñátéñllarf - - r Í '

üue ras esto hay falsas claridade:\y que'el problern:renlelto en todo ello es mucho más oscuro y profirrr-

{9r;1\rto por eso, por la crítica a fondo que le.diri¡4t.rral concepto de sujeto, no nos parecen tampoc() lx)srn()-dernos, como afirman algun_os autores, pues ('n lir ¡lcls-

a Wi ttgenstei n, L. Confnmcia sobre ética, Ed. Paidósrzl. C.E.-V.A.B.,¡r . l , l .

I Wittgcnstein, L. Tractatus Logico-Philosophicus, Trad. Enri-r ¡ r r r" l ' icrrro ( l i r lv¡ in. Ed. Rev. Occidente, Madrid, 1958, pp. 153 y15.t .

. ) . )

Page 17: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

uno de esos clásicos contrapuntos de la modernidadobservables a lo largo de toda su historia.

En la dupla consciente-inconsciente se muestra denuevo la capacidad superior del yo consciente, la queastutamente le permite encontrar vías de acceso a lososcuros lugares del inconsciente y conocer su dinámica,sus disfraces, sus aspiraciones; así logra manejarlo desdearriba. Del mismo modo, investigando, se pueden ponera la vista los dudosos deseos inconscientes ocultadospor el hombre a lo largo de la historia y escondidostras las leyendas, los mitos, las religiones; con ello seseculariza el mundo, siendo valedero para los hombressólo lo claramente inteligible a la razón.

En el célebre binomio infra y supraestructura, Marxha supuesto que las producciones espirituales de lassociedades precapitalistas y capitalisras son reflejo deuna infraestructura social y económica injusta, / erconsecuencia están al servicio de dicha injusticia, sien-rkr por lo mismo mentirosas en sí; se trata de supraes-lnlctrlras culturales radicalmente falsas. El hombre tiene

¡rork:r', sin embargo, para acelerar la evolución de esasitr l i ¡ tcstt ' l l ( ' t l l ras injustas hasta l legar a lo verdaderamen-lc irrslo, r 'r¡r¡ lo cr¡ ir l l¿r supraestructura ya no necesitarál¡rrrr t i t r , ¡ ror l r ' : i r l r . r l i< ' : r ¡ 's t .a l crr l l ivo de la bel leza y la

'l.l

rNl l r \ l r \ l , r rn¡ l i l l t l lhf lü l l

verdad. Esta acción revolucionaria en c()l¡llrt rlr' l.t lll

fraestructura precapitalista y capitalista es llatrrittlrt ¡r,rtMarx el paso de la prehistoria a la historia. En sulltlt,

vuelve a observarse aquí el poder omnímodo del hom-

bre para cambiar radicalmente, por su mera acción, el

curso del futuro.

, _ -f úftmoderna en el poder del hombre p?R:3T-__\t. biarlo todo, qu9 se-g.!:-.Au por ejemplo en eB3::5J'mo, en etl?n-if-q11j:.1r-r"f en el *gptgli-s-o ffi elpsicoanáliqüFti gñáiá- d'i.ecttme n te lis ideolo gías, los

metarrelatos. En las ideologías políticas se ha creído

ciegamente, intuyéndose que conducirían al paraíso

en la tierra si se luchaba por ellas; la mayoría ha segui-

do a sus portavoces, a Lenin, Stalin, Hitler, y Mussolini

por ejemplo, sin admitir que aquello fuese sólo un

sueño. Sabemos de los sufrimientos y millones de muer-

tes que han provocado, para reducirse al fin a mero

polvo. Lo importante para el debate que mueve hoy a

los hombres es que laficleol6Eiá9 son representantes' : - ' -

, \F--:-=--¡. '-+ --r:---5 -r,' tí¡iicos de los ideales de-lámodernida# Pues mqestralJ

-/f91 óira vía la. fe. 9ieg4. del.hombrecg-lüs creaciones ;

fÁentates y en qp_glglqjc ¿e É'3lPg3g1!&InuT lu:I realidad/Sivé áfi

"t poder del mundo de dentro de la

/mente para dominar el

ffide afuerai, y en fin esa tenden-

R* \ '.cionada a diücliñtÓ--tddo en pares, de los

cuales uno, el que representa al yo individual, racional,

consciente y autónomo, acaba subordinando al otro.

: t5

Page 18: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

I

i Propio de la modernidad es estar siempre en actitudtensa, acechante, profundamente reflexiva fiente a cuan-to abarca; piénsese en el peso de obras como la C,rítba d¿la RMn Pura de Kant, la Fmomsnolngía dzl F,spíritu de He-gel, El Capital de Marx, y veremos que hay argumentospara encontrarjusto lo dicho por algunos que investigan

la época, en el sentido de que todo lo que aquellos hom-

-bres modernos realizan, lo üven coruextrerna responsabi-

lidadJigmo- si del p-eso de lo que hacen dependiese casi elcurso de la historia. Es un pensar que asume un papelgraütacional frente al porvenir, y que en esto se opone alpensar actual de la llamada posmodernidad, cuyo sello

fería la iigglg?a;Eñtt absot"ta ae pieiensiones de tras¡¡,Féiidencia, su decii i; ü^, póf io rnenos en apárien.ia,' \

tcorn() al pasar.l

Propio dé h modernidad es, todavía, su tendencia

a explorar la conciencia, ver hasta dónde llega su cam-po, su riqueza íntima, su fuerza constructiva. Clásicoshan sido los pintores, los poetas, los novelistas, en suafán de desestructurar la realidad del sentido común,para ensayar los más variados modos de rearmarla orecrearla de otras maneras, inventando o creando in-cesantes realidades que abarcan lo diurno y lo oníricocon una riqueza asombrosa. James Joyce en su obraclásica Ulises ha mostrado la cantidad casi infinita devivencias que la conciencia de personajes cualesquieracrea y abarca simultáneamente, necesitando varios cien-Ir¡s dc páginas y un lenguaje a ratos casi hermético

¡r:rnr logr':rr mostrar lo experimentado por un hombrecrr t ' l cu¡'so <k' rrrr r l í i r . Marcel Proust, a su vez, ha pues-

' l l r

MOI)URNI I ) / \ l ) \ ' l ( ts l \ l ( ) l t l ' l ' l N l l l ' \ l I

to a la üsta cómo la conciencia retiene viv:t l t t t ' t t t t ' r ' l

pretérito, hasta el extremo de ser la vuelta relrgv:ttl;t ¡t

la conciencia de ese pretérito lo que le da nolllt'z:¡.

encanto y sentido a la üda. Ha mostrado así qttt: t'l

pretérito no se reduce a meras huellas mnémicas caPa-

ces de ser traídas pálidamente al recuerdo porque cl

pretérito habría ya fenecido, sino que, al contrario,

dicho pretérito se mantiene vivo y entero' tal como

cuando fue presente, de modo que es posible volverlo

a üür novedosamente de nuevo con la misma fiierza y

agrado de la primera vez aun cuando la situación quc

lo originó en ese entonces ya no exista. De ese modo'

Proust revela que el pretérito forma parte del presente

y contribuye a darle vida, señalando así la fuerza de la

conciencia indiüdual para romper el poder aniquila-

dor del tiempo y arrebatarle el pasado para darle tod¿r-

vía una profundidad ütal que no tuvo cuando lirt'

presente. En la filosofía, Husserl y Heidegger'han.irrg:r-

do un papel relevante en el estudio de hasta dtirrtlt'

alcanza el poder de la conciencia cuando ella :tlr<¡rrl¿t

los problemas más radicales de lo que es el st:t' y stt

azarosojuego con la nada.

Por último, es necesario recordar qtre l:r Illotlt'l ' iii--.

¡'?áilha sido en general etnocéntri.r, p"n'*r,lclo que la i

! cult.r.a europea y norteamericana es la cultura supe-/

i .9lO=o -cox:99ue1gi', iIL9_1"' ":T iy.-ll"_': j1gl'f€ffáunrur, á.¡.n uri-iiá,ñFa iillr; ÉI móAó'-d¿L-----*-- - r ' ' - ' - .J

-njuiciar

las culturas deriva de los postulados anterlo-

res, pues si la trascendencia de la razón y de la libertarl

para crearse mundos autónomos en incesantt: ll6vt'tl:ttl

' t ' i

Page 19: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

1

I

ARMANDO ROA

se ha considerado esencial parala adultez humana porprirneravez en Luropa, es porque ahí el hombre ha

)madurado antes, f es lógico entonces que todo pueblo

-i¿u rr, .rtudoÉuolutivo, su paso de la heteronomía a

la autonomía en el manejo de su conducta, en referen-cia a eso.6

6 A veces da lugar a equívocos la confusión de la palabramodzmidad, que alude a una concepción del hombre y de la histo-ria como la aquí expuesta, con la palabra modem.ización, comocuando se habla de modernización del Estado, de la educación,de la atención médica, y que alude a aprovechar del mejor mod<rposible los recursos que el avance de la ciencia, de las comunica-ciones, de las técnicas de todo orden, ponen en manos del hom-bre, eludiendo trabas burocráticas, y haciendo, en suma, mást'xpedita la satisfacción de las necesidades habituales, sin esperas ytr'¿i¡nites innecesarios; se busca en el fondo un quehacer más gratoy t.f i<':rz <lt.ntro cle lo posible.

: tr{

LA POSMODE.I{N II )AI)

Sin embargo, para connotados investigadores actuales

hay serios indicios de que ld modernidad ha termina-)

do, de que no ha sido una éFttta pTivílégie¿Iá, sino taú

transitoria como cualquier otra; algunos tienen inclu-

so la audacia de ponerle fecha a dicho término; ha-

bría ocurrido en 1970, después de f inal izado el

movimiento estudiantil de París en 1968, que sería la

última de las utopías modernas, la de la imaginación

al poder, empezando desde ahí una nueva época, la

llamada posmodernidad. Pero desde luego es necesa-

rio decir que no hay acuerdo tanto con respecto a eso

como a los caracteres definitorios de la posmoderni-

dad; incluso algunos dicen que por ser dicha posmo-

dernidad algo nuevo, también debiera incluirse en la

modernidad, dado que la esencia de la modernida{g1

ndéstar melta nu.iu h;;^di.ió;\sino hacia toda no-. ------------,* _..t

vedadfimportantes investigadores r1b aceptan esto úl-- ti-oai.t embargo, y aseguran Por el contrario que lo

posmoderno tiene individualidad propia hasta el ex-

tremo de que habría sido el contrapunto de la moder-

nidad a lo largo de toda su historia. Contrapuntos dt'

dicho t ipo serían, por ejemplo, el romanti<' istrto, t ' l

' l r I

Page 20: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

T

III

liIIlttllt

nihilismo nietzscheano, el estalinismo, el nazismo; es-tos últimos en cuanto no fueron expresión de la librevoluntad de los pueblos o no respetaron la autonomíade las personas, sino que fueron coacciones heteróno-mas comandadas por ideologizados grypoq de poder,lo que no cabe en la mental idad de un moderno.

No obstante, para la mayoría de los teóricos de laposmodernidad, ésta, como señalamos, habría empeza-do en décadas recientes y no se caracterizaría por seralgo nuevo, en cuyo caso sería otra vez modernidad;sería algo completamente distint-o, palabra esta últimaen la cual se pone el acento. Se supone que la posmo-clernidad habría aparecido tal vez por fatiga luego detx's siglos de incesantes transformaciones cada vez más:rcr'lt:r¿rdas sobre todo en unas ciencias y un arte que, ap('s:u'<lt: lo positivamente asombroso de sus resultados,en cl l inl<lo no han hecho más fel iz a nadie ni hanmejora<lo la conducta humana como lo muestra la se-rie de horrorcs sucesivos a partir de la Primera GuerraMundial, la violt:ncia reinantc en las ciudades, el terro-rismo, la cornrpci<in política, el caótico relativismo éti-co. Se habría perdido entonces el deseo de ahondar enla realidad del hombre como ser indiüdual y social, semiraría con escepticismo la fe en la razón, propia delos siglos XVIII, XIX y XX,y no habría, por lo mismo,voluntad alguna para darse explicaciones sobre la tota-lirlir<l rk: l¿r rcalidad y su sentido, para favorecer la apa-r icirilr <k' <¡lr<¡s me tarrelatos o de nuevas vanguardiascrr r ' l :rr t<. ¡¡ r.rr l ;rs <'olr<'t ' ¡r<' iones f i losóficas; en lugar der ' l ln, s. lo sr ' ¡ r r . r r i l r i r í : r ; r l ro l ' i r l : r ¡ rosibi l ic lad de ver ape-

I t ¡

nas parcial idades de cuauto ()( ' t l l l t ' . 1, . ¡ t t t t t ' t ' l ' ¡ r l r r ' r l r

la real idad, a f rn de COgerla entcl ' i t , i l ( lu( ' . ¡ l ¡ ¡ ¡ l ¡ , ¡ ¡ ¡ ¡ i l r

hace un instante, tan t íp ica de la t t l< l<l t ' t t t t t l ' t r l . l t " t

tampoco despierta interés.

En homenuja u la brevedad, apuntarelll()s ('rr s('

guida sólo a algunos caracteres más o menos dt:lirritr¡

rios de la posmodernidad; los enumeraremos al itz':tt '

Ellos son:

ü p¿t¿ida de ügencia de las ideologías' de los

metarrelatos y de todo interés pbr lo teórico, por kr

ajeno a la utilidad inmediata. t-- -* - '-

b) La realidad para el posmoderno ha dejado clc

ser un valor de uso, cuyo descubrimiento, contempla-

ción y manejo enriquece la vida de los hombres, parzr

convertirse en mero valor de cambio, similar al dinc-

rg', el'n algo que vale en la medida que pueda ser c¿Itrr-

piadO polotra cosa. Los términos valor de uso y vrtlor'

de cambio son empleados por los posmodernos t'rtsi

en el mismo sentido de Marx. Al respecto, f'yotrtt'<|,

uno de los estudiosos de la posmodernidad, dict:: "l"l

antiguo principio de que la adquisición del s¿tlrt'r' t's

indisociable de la formación (Bildung) del espírittr, t'

incluso de la persona, cae y caerá todavía más en tlt:stt-

so... Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierclc stt

'valor de uso"'.7

7 Lyotard, J.F.1989, pp. lGl7.

La cond, ic ión fn.vnodrnru' I ' l t l . ( l i l r '< l r : r ' l \ l ; r r l r i r l

Page 21: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDOROA

c) En la ética, preocupa sólo la casuística, resolveren acuerdo al buen sentido o a la opinión mayoritariacualquier situación concreta,,rdej.ando $g lado el aná=l!¡!sde principios o teorías.8" et.lgg1gda5.lAq poltelones

{ sin necesidad de justificarlas con rigor racional, y nopor respeto al pluralismo, sino porque en cierto modo

__p3l-eriera-que-+edo*da jg¡.¡aLy es cuestión de ry_erpagrado o de liberalidad decidirsefólGsto6 Élro. Enotras palabras, no se trata de un pluralismo en quecada conducta ética buscajustificarse en principios, sinode un relativismo cambiante y sin coherencia en laconducta adoptada para las diferentes situaciones; sóloitrUg_+l*t9 que es más cómodo en cada una de ellas. Sep"ti?á n"niár de "éticas' ad-ií<ililTró",- ¿"r,i'adas aresolver sólo el caso indiüdual.

d) Búsqueda pr imaria de lo hedónico, s insacrificarse en ahondar las situaciones a la üsta y sinconsiderar las consecuencias remotas de lo que se hace.Entrega abierta pói ló- mi"srno'atrorrsumismo en cuantoentretenida fuente de phiér sin problemas. En esteaspecto, e l v iv i r a l crédi to sust i tuye la anter iormentalidad moderna de privilegiar el ahorro.

e) Percepción de la realidad en superficiei donde\.--_.-_:._--._el límite de todo aparece difuminado, sin qudpreocu-pe demasiado la precisión de áreas de conocimienro,de profundización o de acción. No interesan ya con-cepciones globales sobre qué es el hombre o el mun-do, del tipo de las de Leibniz, Kant, Hegel o Freud.

i l . ! l l t i l r I I ' r r t ¡ | i l l t l l l r l l t t l l

f) Poco respeto Fgr,. lavida ert sí, l¡ t rt t .r l r ' ,¡ nn r l

mira como sagrada, sino más bie¡ b:tjo t'l :ts¡rcr ll rlt'

proporcionar agrados y placergs, Ira vida ltttl¡r:nt;t r'.tlr'

sólo si t iene calidad d.,f f :g"?*A pero dc rt irr l¡rrrr

modo vale incondicionalmente; de aquí el postttlirtkr

ético de la calidad de vida defendido por la posm()-

dernidad, que sustituye a la sacralidad de la vida, pro-

pio de la modernidad y de épocas anteriores. Un

investigador de este momento como Singer, ha dicho,

por ejemplo, que la vida de un cerdo sano es mucho

más respetable que la de un niño con Enfermedad

de Down.

Una actitud que asombra y que sin embargo

aparece natural, es una especie de paso desde la ética

de los deberes ala ética de los derechos en los últimos

veinte años. La ética siempre fue una disciplina ocupada

del deber ser, o sea, la*qge discernía entre lo que se

quiere y-se puede hacer, y-a su vez, lo que cabe hacer

sin evadirse de lo correcto. La ética del deber fue, por

ejemplo, la ética clásica de Kant, la del impcrativo

categórico, y esto de que el hombre rinda culto al dcbcr

por sobre el culto al querer y al poder le llcvó a decir

que la belleza del orden moral sólo podía compararse

con la del cielo estrellado en una noche serena. Sin

embargo,-tal ética kantiana, que sería uno de los ejes

dinámicos de la modernidad, y lo mismo cualquier otro

tipo de ética de los deberes, sería la que hoy aparece

como simplemente anacrónica.

I :,1 t : t

Page 22: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

Al decir de G. Lipovetsky,8 que ha tratado esto con

detalle, estaríamos en los tiempos de la ética posdeber.

En efecto, en todas partes se habla de derechoshumanos, derecho al manejo del propio cuerpo,

derecho a gozar cle la inclividrralidacl sexual que se

IX)s('( ' , sr '¿r l tolrr<¡ <l l t<' l t ' r ' r¡s<'xrr:r l , rk:ru:cho a crear vidal l tururn:r ¡ ror r ' í : rs l r r t i l l t ' i : r lcs, t l t ' r ' t ' r ' l ro a <l isponcr de los<irglrros r l t ' l cirr l¿ivt:¡ ' , ( : l( : . Sc rccl¿ttna si se vuluera elrrr:is pccluciro de los derechos, y de hecho suena mal

hacerle presente a alguien sus deberes. Se podría pensar

que todo derecho involucra un deber, pero la'fiüsmoaernidad maxirniza los derechojlry en cambio

tiene una mirada benévola, comprensiva, silenciosa,

para las evasiones de deberes, Parece curioso sin

Tmbargo que la situación engenárada por este paso ala ética del posdeber, no haya provocado un caos en la

vida social, como sería lo esperado; da la impresión de

que una especie de percepción sutil ha detenido esta

corriente antes de extremizarse, lo que haría pensar

que la ética de los deberes, tan debilitada, aun sin

nombrársela y desde la sombra, siguiera, pese a todo,

conteniendo los desbordes de los derechos dentro delímites aun tolerables.

I Esta etapa en que nos encontraríamos es la,que

algünos autores l laman la etapa de' la eticidad sin

E Lipovetsky, G. El crepúsculo del deber. La ética indolora de losn.un)os tiempos d¿moctáticos, Trad. Juana Bignozzi, Ed. Anagrama,Barcclona,1994.

t l

, t

tnoral idad; el laL cualse dejaría dc l :rr lo l . t r l¡r. n',r, ,n r l t' los grandés principios en que se fundanr( 'nl:r urr.r rrr, ,¡,r l

t iy se l legaría a un acuerdo en la regul:t t ' i r irr r lr ' l .r .

costumbres y también de las acciones prol'csioturlcs,

como las médicas por ejemplo, a base más bien <lc tur

mero consenso; a esto se lo llama eticidad. Así, si tros

pusiéramos en el punto de vista de la ética de Kant, y al

contrario de lo que Kant quería, se le estaría dando

preferencia en el actuar a los imperativos hipotéticos y

no a los categóricos.

B) I-u meta de la existencia no es su realización

heroica, buena o feliz, sino, como lo afirma el filósofo

norteamericano Rorty, su triüalización,fu' hg-gl:1i,

problemas, el dejar transcurrir el tiempo sin mayores

preocupaciones.

h) La clásica diferencia sujeto-objeto, típica de la

modernidad, se esfuma: no hay ya un sujeto, el invcsti-

gador, que como observador imparcial estudia su objt'

to, sino que, sobre todo en las tecnociencias, kr t¡ttt'

correspondería antiguamente al objeto se vttt:lvt' :t<'ti-

vamente sobre el sujeto, lo modifica y lo cambi¿r. Fln las

técnicas modernas de máquinas -ferrocitrril, ¿tviat'ion-l t t r r t_

el hombre adquiere dominio sobrc la naturaleza y la

ÉSá A ,., g.rrto'; .n cambio, en las técnicas posmoder-\ - - - - e

. . . - ¡ - . -

nas, gn,!a aplriclón de la ilfgrmática, O.lu_:_.]31:lól,etc.,;el supuesto objeto creado se vuelve sobre el sujeto

,'creador y lo influye p-o¡_$.93tro; recreándolo en cierto .modo. Los progresos de la informática, de la televi-

sión, cambian las conductas, los modos de pensar, los

l i '

Page 23: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

proyectos, sin que en un cierto instante se pueda decir,frente a una mAncr¿r cle ver la realidad, cuánto perte-nece al honrbrt: y crriinto a las tecnologías, y ello hasta

cn cl rn<lr lo tk'<'orr<'<:bir-al lnundo y al hombre mismo;

¡r i í ' rrscsr' , ¡rol ' t : j t :rrr¡r lo, t : l l cl inf lujo dc la cibernéticacrr t'l nlorl<¡ rlt: conr:cbir cl sistema nervioso y al revés,cn lit ¿rcciírn de este mismo sistema nervioso en el modorlc r:oncebir la cibernética. En el fondo. resulta difrcilí-simo distinguir en un momento dado quien es sujeto yquien es objeto. De ahí que, de acuerdo con Lyotard,

pudiéramos decir que el sujeto se ha hecho inmanenteal objeto, siendo difícil distinguir uno y otro, pues derepente es el sujeto el que cabalga al objeto y lo dirige,y de repente es el objeto el que cabalga al sujeto y lomaneja, como se ve en los ejemplos citados.

i) Con la progresiva desaparición del binomio su-jeto-objeto, típico de la modernidad, que partía de labase de que el objeto de investigación era una realidadcon su propia identidad maciza, dicha realidad empie-za a volatilizarse, a perder sus contornos, a no distin-guirse claramente incluso de las realidades creadas porla imaginación que son las propias del arte y de la

- .F.-- . . - \^

poesía.;i\ntes el arte y la poesíalde vanguardia preten-'. L- -' - 4' ̂ -!.-_----Jdían, por ejemplo, distorsionar al máximo los objetosde la realidad cotidiana, para tener el privilegio decrear, al lado de las cosas del mundo estudiadas por la

ciencia o utilizadas en la vida diaria. otra realidad obrade la pura fantasía y que sin embargo fuera tan recia

conl() lir primera para mostrar así su poderío. Ahora,

' l t ;

M( ) l )1. l {Nl I r . \ l } \ l ' i l ' ¡ r r l i l | r l l i l ¡ l l | \ l I

en cambio, una serie de factores, entre otros l:t lísitrt

cuántica. la sociedad industrial avanzada. la informáti-

ca, ha llevado a debi_ligl la 11ggu_a macicez de lo obje-

tivo y aElminuir al extremo la distancia entre dicha

realidad y la realidad fantaseada, y así a la fantasía le

ha sido más fácil impregnarlo todo, constituyéndose

ello en una de las caracterizaciones de la posmoderni-

dad;rse asiste así a una especie de-Fseriza-Eiénide la

vidar -: -'-"' * I -*'s''

Por otra parte, la realidad que manejaba la mo-

de rn idad ;/ef . siempre la más novedo¡1

-W ñ':sii¿bg

en ese momento las diversas disciplinas científicas y el

estado cultural histórico de Occidente, suponiéndose

etnocéntricamente, como ya lo dijimos, que ésa era la

verdad. El siglo XX ha mostrado sin embargo la relati-

vidad de las creencias de esa cultura, pues, pese a la

masificación de las comunicaciones. las verdades de

otras culturas y de los diversos gmpos étnicos, incluso

en la misma Europa, mostraron una pluralidad de rea-

lidades; al mismo tiempo se üo qge los mundos cultu-

ralés europeo_s eran diversos en sus diferentes épocas y

con su propio contenido, todos ellos igualmente verda-

deros y reales. De ahí que el arte posmoderno, a dife-

rencia del arte moderno y de todos los anteriores, tenga

hoy como característica para validarse estéticamente el

mostrar en lo íntimo un pluralismo histórico, o sea,

algo que al verlo pong?.-e.n..cqntacto ef á-spqltu áét i-"ióbservadór con las diversas realidades que han cons-- mridó loihombres a través del tiempo. De este modo

t7

Page 24: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

la pintura y solllc torlr¡ lit itrc¡uitectura procuran ahora

reconslnrir unlr vt'r'<lir<l historizada plural de lo real, y

no lrrorrol í t ic l , <:onro lo pretendían los clásicos y los

v:rrrgrr:rrrlislrrs, lircsen cubistas, dadaístas o surrealistas.

l,)slo cs ¡nuy n()tori5¡ ren 1¿ ¿¡qrrifectura posmoderna, en

l¡¡ r'rr:rl sc priülegiaflo _es-térieolsobre lo fundónal y se

nrcz<:lan en un mismo edificio estilos diversos tanto de

t:¡rocas pasadas como contemporáneas, historizándose

así a fondo y mostrando lo relativo de la verdad de esos

estilos o también que en cada uno de ellos -clásico,

gótico, barroco, moderno- se expresó una recia con-

cepción del mundo que no es reemplazable ni supera-

ble por la otra.

En la poesía, dos grandes poetas, Ezra Pound y

T.S. Eliot, incluyen en sus poemas versos de poetas

de distintas épocas y culturas; Pound suponía que lo

escrito por un poeta en otras épocas, no se podría

escribir mejor hoy y en consecuencia incluía en sus

poemas voces como las de Homero, Dante, los trova-

dores medievales, junto a la suya propia; hay en el

fondo, decía, contemporaneidad de todas las edades

y la obra de arte puede encontrar un lenguaje co-

mún en altura con el de sus predecesores siempre

que los presente simultáneamente. No se trata aquí

de una mera intertextualidad, recurso usado con cierta

frecuencia por los poetas, sino de un romper con la

creencia de que lo actual agrega siempre calidad a lo

precedente.

l \ l r l l l l l t f r l l r \ l r I l ' l l ¡ r l t l l l l i . r l l l l l l

Penderecki ha dicho que usatl los vit ' i ; ts lottt t , t t ¡t , t tr lcrear nueva música. Picasso, vanguartl isl : t I t(¡t t ' t t t ' l ¡ ' t t

cia, que cambió muchas veces sus propios tt¡t t t¡t l ' r

artísticos, es sin embargo una transición a la ¡rostttrrdernidad cuando afirma "que el arte no evoluciona,-st'

traslada, el arte no va siendo, es, el áité egipcio es tan

iüéu" nóy."mo ayer". La posmodernidad procura mos-

trar así que el ser se configura de infinitas maneras a

través del tiempo, no pudiendo la nueva configuración

sustituir a la anterior, pues la anterior puede ser tan

perfecta o valiosa como ella.

. l f l l1)

Page 25: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

POSMODERNII)AI)YTECNOLOGIA . ' .1, I r r l t ,

l !Y '" , " '\ 'zK

' . . i ' t

\ t_ É\

l3r _p-gsmoagrni{1$muestra un vital interés por la

,E_cq-o_!gggJgo:@tospragnáti-cos,3[envolverlor! en ju,qlifiCpciones teófc3s,, en teoríasfilosóficas. I-t..1es$.. aliüa cadavez más la carga de la

vida y le da un agrado mientras dura, aunque el fin

último de la üda fuese la nada, como, en cierta manera,

lo piensa el nihilismo actual. En ese sentido, hay interés

por la ciencia en cuanto favorece a la técnica. La ciencia

deja, sin embargo, de ser mirada como liberadora del

hombre, para convertirse en fuente de productiüdad y

consumo.

El interés por la tecnología e incluso por la ciencia,

que es algo preponderante en el posmoderno, se.justifica,

como ya se dijo, en cuanto ellas dan origen a bienes que

facilitan una vida placentera e intrascendente, y porque,

según se cree, eximen de compromisos con verdádesáb

solutas, con metarrelatos a los cuales de otro modo se

estaría obligado a adherir. Como se sabe, la ciencia no

atrapa la realidad en sí, sino una realidad mostrada en

acuerdo a un sistema conceptual de referencia, realidad

que puede convertirse en otra si dichos sistemas cambian.

Por lo mismo, el posmoderno en ningún caso verá en la

15l

Page 26: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

ciencia algo redcntor <lt'l llrxnlrrt:, (:()rllo pcns<i el siglo XIX

y en gencr¿rl lor la l i r nrrxk'r 'n i<l i r<1, s irro :r lgo t i t i l , fuente de

técni<::rs <'l 't ' lr<klr':rs <k' rrn:r vi<l:r clr<lit vt:z ln¿is atractiva y

¡r l i r< 'r ' r r I t ' r ' : r .( - ) r r iz i is s i v l r lg l r l : r ¡x ' r r : r l ) r ' ( ' f l lur t : r rsc <le dónde vie-

n( ' ( ' r i : l scr l rrct ' i< i l r r l t : l l l r ¡¡ l rbrc por la técnica, hasta el( 'xtr ' ( 'nro <k' ocrr l l : r r lc o desinteresarle todo otro t ipo de

lx'n('lrat:irin hacia la verdad de lo real. Es cierto que

¡rcrsiste también el interés por la poesía o el arte, pero

Lal vez porque ello es, como la _técnicp, una manifesta-'¿ión del poder de crear del hombrq; una recreación

h-umána dEl rpundo, un poder personal de conducirlo-BJIbq{.-

desde lo friüal al encantamiento.

El hombre siempre ha sido técnicol ha aprovecha-do lo que la realidad a la mano le proporciona paraélaborarlo=y convertirlo en un útil que le permite ma-nejar mejor dicha realidad; pero antes se trataba deuna técnica artesanal, que de ningún modo ocultaba, ymenos reemplazaba o mutaba, a ese ente macizo, a eseuniverso impresionante con que se encuentra el hom-bre al venir al mundo.

La técnica actual, al contrario, está penetrada porla ciencia, enraíza en la ciencia, y es algo abiertamentediverso de aquella técnica artesanal. Pudiéramos decirque el hombre de otras épocas, para descifrar en partesu destino, debíalntéli$ip, de la manera que fuese, supropia real idad j -1á -del

mundo; el lo resul tó losuficientemente costoso como para que se dieran la

serie de interpretaciones que configuran las numerosas

escuelas filosóficas propuestas a kr largo rlt: lit llistol'i¿r,

t !

r)IItl,L

cada una de las cuales trata de abarcar lo qtrt: sltl)()rr('

se ha escapado a las anteriores; recordemos sólo t'tt

Occidente la ser ie de ideas que van desde los

presocráticos, Platón y Aristóteles, hasta Kant, Hegel,

Nietzsche, sin poder eütar todavía la angustia de ver

que el ser y el destino humano es aun más profundo

que las más profundas intelecciones de filósofos y

científicos.La tecnología, a diferencia de ese mundo pétreo,

tiene la ventaja, como lo han señalado algunos autores,

de constituir al hombre en el creador de un nuevo

mundo, del mundo en que se mueve, de facilitarle por

lo tanto su comprensión, por ser él mismo el que lo

construye, y de mostrarle hacia adelante perspectivas

inacabables de nuev3: c{giLciones con la esperanza de

ser algún día feliz. fCo-o él es ahora el dueño del

universo que va inuéñlfilo, desaparece toda angustia

por penetrar un mundo que él no ha hecho, como

ocurría-qntes de la era tecnológicu.fCo.t el mundo tc'c-

/iÍólógico/se reemplaza el anterior ihundo ontolrigit:o,

que deja de interesar por las razones ya dadas. litr t:st:

sentido, tiene razón Heidegger, cuando dicc qtrt: la

tecnología es el nuevo modo de mirar l:t rt:¿tlid¿tcl, o

también, que ella oculta, en cuant() hace innecesaria,

toda intuición del ser en cuanto ser, y que si el hom-

bre, en fin, quisiera recobrar la límpida visión de la

mirada para capturar de frente el antiguo ser con que

se encontraba al llegar al mundo, sería preciso volver a

enraizarse en esa mirada transparente de los presocrá-

I ir 'os.

¡

I

Page 27: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

I

El hombre tecnolósico no está preocupado en el' '

2: ' .pensar en sí, sino <'n cl haceri En este hacer ha llegadonada lrr<,'()s (1.(, n ..r.o.rtruiié con lo más básico de su<'.rst i trr<' ir i ' l l i . lógica, su genoma, lo que le hace creer,( '() lr ul l¿r rr lczcla de alborozo y miedo, que puedelr':lsl,.t.:rrse a sí mismo, convertirse en algo muy vecino;r lit ¡rcrfección, cosa a la cual no lo llevaba, por cierto,scgún a él le parece, la definición venida de ese viejornundo ontológico a que hacíamos alusión, y que losituaba en la jerarquía de los seres, sólo como ,,animal

racional".

*t -^| : . , ) "

, . t . i . . ' -

,') :i r r -

EL HORIZONT'I.]DE LAPOSMODERNIDAI)

La posmodernidad es un movimiento surgido al azarespontáneamente y en ningún caso yeqido de grandesteóricos como los propulsores de la modernidad a los

que ya hicimos referencia. Las obras de pensadoresque se ocupan de la posmodernidad tratar' de definirla,interpretarla, diferenciarla, pero no son sus propulsoras

tampoco sus creadoras. Los intentos de algunos dederivarla de la filosofía de Nietzsche, de Heidegger yde Wittgenstein son muy discutibles. Los posmodernosno andan tras la trascendencia espiritual, la comunión

con la nattraleza o la búsqueda del reino milenario,

como los hippies que eran todavía modernos, sin<r

que deambulan por las superficies, sin interés eslorzir<kr

por encontrar ideas globales recias respecto al ckrstino

último, ni siquiera el de ellos mismos. Un¿r li'irst' ¡ro¡xrlarque se ha hecho clásica entre nosotros <l:r rrn:r irlc¿r

bastante aproximada de lo que pudiera scr lo posmo-

derno: "¡No estoy ahí con nada; no pesco nada, nada

me toca, no estoy ni ahí!"Problemas bioéticos como el uso de tejidos de em-

briones, la fertilización asistida, la manipulación del

senoma humano, su clonación y el hecho de que ello

5l-¡

Page 28: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

I

ocurrar no provecan una necesidad de definirse ante

, el destino del hombie, sino más bien desengañan de la

dignidad del hombre defendida antes por la moderni-

dad, pues ahora todo e-s posible, desde luego crear

,_fo¡lbres a repetición en cualquier laboratorioiya no

,r!ay.l{neas demarcatorias entre el bien y el maf,,y las-"decisione-s se toman en acuerdo a lo que convien\; así

lo sagrado de la üda humana no aparece por ningunaparte, y en ese sentido tres siglos de denodados esfuer-zos filosóficos, científicos, artísticos por descubrir los

;tgsgro: íntimos de la razón y la libertad,^óq hecho nohan conducido a nada según los posmodernos. Aúnmás, el hombre, como lo muestra el aborto, el comer-cio de embriones y el convertir el cuerpo en merafuente de órganos para trasplantes, se vuelve un pro-ducto de desecho como cualquier otro. De ahí derivacasi naturalmente el que no valga.la pena esfuerzo al-guno por conquistar nada difícil, por vivir con altura,purTüfñi por lo que se resume en la frase ya

: "¡fno estoy ni ahí!'iNo se trata de un tedio aper-plejantd-ante la éii3iend, como el de Baudelaire, unode los propulsores de la era moderna, o de un pesimis-mo como el de Leopardi y Schopenhauer, que era uncontrapunto a fondo a la modernidad en auge, sino deun simple desengaño respecto a todo el hombre, hom-,F,brecuyaQgglf-_n_9_131d¡íalapenaproturidl@'.

De dicho desengaño viene el mirar con gran receloel etnocentrismo cultural occidental y el encontrar, encambio, que todas las culturas son igualmente valiosasy que de todas se puede aprender, como ya dljimos.

'./

t

f . r r ) | -t

Queda a la vista que, siendo lo posmoderno ttn¿r

especie de estado de alma, un desencanto con la lrl<>

dernidad, y no una doctrina filosófica, una ideología'

un metarrelato, lo único que no pueda desengañar a

esa alma sea el placer sexual, pues se muestra con una

evidencia inmediata y no ata a ningún esfuerzo; inclu-

so para dejarlo en estado puro se lo desliga del afecto y

del amor, que no son con cierta frecuencia sentimien-

tos absolutamente perdurables y pueden conducir a

nuevos desengaños; de este modo, Para usar la deno-

minación de Lipovesky,n se convierte, al igual de las

comidas de los restoranes' en un "sexo ala cartz" ' Como

el sexo resulta más esplendoroso cuanto más joven y

bello es el cuerpQ -en lo cual se coincide curiosamente

con la modernidad-, se hace preciso esmerarse en su

cuidado; un cuerpo joven y hermoso en cuanto fuente

irremplazable de placeres, proporciona una autoesti-

ma que no concede ningún otro bien espiritual' .'tt Ahoiá, siéndo el placer sexual lo que, en medio

de una atmósfera nihilista, le da cierta consistencia y

atractivo a la üda dentro de su brevedad antes de que

se hunda en la nada, privar a alguien de él resulta una

discriminación suma, igual o peor quizás que la discri-

minación de razas; Por eso' propio de algo posmoder-

no es dar igualduá ¿. ¿"...ñ* á ñomosexuiles y*

--lesbianas para contraer matrimonio si eso les apetece y

gLipovetsky,G.Lanadelaacío.Ensayosobreel indiuidual ismo

conternporáneo. Ed. Anagrama, 5a ed., Barcelona, 1992'

l-r (i: , I

Page 29: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

, \ I {NIANIX) R( ' \

aun más para adoptar hiios, si ello les colrna lo placcn-tero de la vida. Similares derechos deben tener los tra-vestistas y cuantos desean acomodar su sexo a lasatisfacción completa de sus aspiraciones. De ahí la ne-cesidad de no considerar trastorno patológico a la ho-mosexualidad, de ver en su antigua ubicación entre lasanormalidades un mero prejuicio sociológico, pues, üstala relación homosexual como un puro placer, no haymayor diferencia con la heterosexual, que también esmirada como un puro placer. En la pérdida de lascalidades que indiüdualizan la realidad, en este casode lo propio y diferente de lo homo y de lo herero-sexual, se llega al extremo de que las nuevas Clasifica-ciones Americanas de las Enfermedades Mentales, apartir ya del DSM III, DSM IIIR, y DSM fV, considerennorln:rl la homosexualidad, pues ahí se cumple con suordenacion :rl placer. Esta tendencia a borrar lo indivi-dual pnrpio dc c:rda realidad es por lo demás la ten-dencia r lc ést:r y ()tras clasif icaciones psiquiátr icasactuales, las quc sc al icncn a lo genérico, a lo máscomún de los síntomas, sin acotarlo con la peculiari-dad con que se da en un cuadro patológico específico.En ello no se adaptan a lo exigidoaen rigor por laciencia y la clínica, sino a esa alma {ropia de la posmo-dernidad que tiende a abarcar la{ situaciones, los he-chos, las real idades, en superf i ic ie, y no con laprofundidad que exige una verda{era ciencia, confun-diendo así, en tales clasificacioneñ hmbién en lasescalas de síntomas para hacer diagnósticos, conceptosoperativos valiosos para la investigación biológica con

,- ' { ' - ' , , , , . , i GU.¡€ . t L¡ ' | , , '56

! i

l \ ' t ( ) l )1. :RN l l )Al ) \ ' l { )sM( ) l ) l ' .1{N l l ) , \ l I

( '()n(:opt()s clínicos quc deben apuntar a indivi<lrr:t l iz:t l

un cuadro patológico tal como se está dando at¡trí y

ahora en una persona determinada.

A propósito del placer como delimitador de una

auténtica realidad, es útil recordar que es üsto por el

posmodernismo como un fin no exigido de mayor

explicación, pues cualquiera io üve de inmediato y es

su testigo; en cambio el placer en la época moderna,

incluso en Freud, era üsto como un astuto medio que

disponía la naturaleza p^rv incitar a la acción y así

real\zar a cabalidad la esencia e incluso la indiüdualidad

de cada ser. Se trata pues de un hedonismo que no

tiene mucha similitud con el de edades anteriores; este

hedonismo posmoderno propicia la venta libre de

drogas, argumentando que no hay motivo9 para privar

de un placer y aún más, que es la prohibición la

originante de consumos ex-cesivot pSTiS.l":,T, pues tóda

prohibición ¡brovoca atracción désinbdida sobre lo

prohibido.

Quizás quepa resumir lo posmoderno en la célebre

frase de Marx que recuerda Marshall Berman, pero

que según Berman habría aterrorizado a los modernos,

celosos de que :uÍt azar disolviera lo ya conseguido

mediante el gran poder del hombre; la frase de.Marx

dice: ¿Todo lo sólido se desvanece en el aire'l, y a

nosotros nos parece que refleja la visión posmoderna.

) - : c;"

C t, 1 -r

t '

¡ í ri-- ;'; ;;

59

Page 30: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

Frente a tal desencanto con lo moderno. moderni-dad que a juicio de Max Weber ya habría desencanta-do a su vez a toda la historia preüa, ¿qué urge hacer?

Los descubrimientos físicos y biológicos delsiglo XX han puesto un poder inimaginable en manosdel hombre, encontrándolo casi sin recursos éticos paramanejarlo. La modernidad yahabía llegado a la insóli-ta conclusión de que las decisiones dependen de losvalores de cada uno, y éstos para la mayoría de losautores son subjetivos y hasta meras emociones, comoafirmaba Wittgenstein. Pero hoy ni siquiera se habla,como en la época de Kant, de autonomía ética que lavoluntad humana descubre en el fondo de sí y cuyoideal de conducta es el mismo para todos, sino de valo-res con vigencia sólo para la propia persona y por lotanto en extremo relativos. De ahí que el final del si-glo, al pasar de la modernidad a la posmodernidad,nos encuentre con un vigoroso desarrollo de la cienciay de la técnica, con la posibilidad incluso de hacer delhombre lo que se quiera a través del manejo del geno-mz, y sin embargo, con una escuálida presencia de laética, en circunstancias de que sin una ética a la alturade la ciencia, el hombre corre el serio riesgo de triüali-zarse y perecer. Por eso personalidades notables afir-man que este último decenio del siglo, o es el de laresurrección de la ética o el hombre se conüerte. si-

. guiendo a la posmodernidad, en algo arrinconado ens-.._--iülñ..u superficiei--fig¡g ri" ia.",iáudlLa ética es el

lfJlts--. .. J

fondo dinámico de la conciencia, su último fundamen-to; por eso, alcanzar una imagen auténtica del hombre

l {Nl l ) \ l ) \ l ' ( ) \ l \ | i l l ) l l { t i l l | \ l I

cr¡rr ivlrk' i t t 'c(:()nstrtt ir stt i t t t : tgctr ét ica. l , : t t i t i t ' l t t 's l l t

r l igrt i f i t :at: i t in dc sí y del otro, lo que l leva a cada ltorrr-

lrrc a realizarse libremente a lo largo de la existencia,

ayudado por todos los demás hombres. Esto, para que

no sea un mero deseo, sino una realidad, exige tras-

cender a las almas ajenas, ver lo conveniente para uno

y para ellas; sin embargo, modernidad y posmoderni

dad coinciden en la creencia casi supersticiosa en que

el hombre üve en la inmanencia, encerrado dentro de

sí, incapacitado por sí mismo de trascender a los otros

y menos a posibles seres suPeriores como Dios. El hom-

bre no podría üslumbrar nada más allá de sus propios

límites, idea que comienza con Descartes. La ética tie-

ne que esforzarse entonces por libertar al hombre de

las pesadas responsabilidades que le puso la moderni-

.dad y de la volatilización en que lo tiene la posmoder-

nidad. Es preciso construir,'una imagen humana más

censistente y cercana a su realidad, rescatando además .y llevando adelante todo lo de positivo y creador que I

en todos los órdenes han tenido la modernidad y la

posmodernidad; ese es el legado tremendamente ur-

gente que el siglo XX deja a la concepción del hom-

bre. Al mirar sus límites, al darse cuenta de los inmensos

poderes que la ciencia y la tecnología ponen en su

mano, al divisar la posibilidad de quedarse abatido en

la soledad si todo esto no lo sabe usar con racionalidad

ética, es muy posible que se apodere de su encomiable

espíritu investigador esa virtud primordial, aquello que

Aristóteles llamó prudencia y de la cual ha carecido

muchas veces a lo largo de la historia.

( i I

Page 31: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

bb!*-',"..-

AN(}USTIA Y ANSIE,DAI)

Modernidady Posmodernidad

Pasamos ahora a ilustrar la importancia del paso de la

modernidad ala posmodernidad con un problema an-

tropológico y médico concreto y de ütal importancia:

la desaparición de la angustia en el hombre posmoder-

no, y la presencia invasora, en cambio, de la ansiedad.

Y no se trata de un problema de interés exclusivamen-

te médico; importa a todo el que quiera comprender

el momento histórico, pues toca algo céntrico del ser

humano.

La angustia le es consubstantiva al hombre y lo ha

acompañado vivamente a lo largo de la historia; en

algunos momentos adquiere un aire sagrado, rompien-

do el curso de los tiempos, como en el Huerto de los

Olivos cuando en el rostro de Cristo brotan gotas de

sangre y el alma se le angustia hasta la muerte. La

angustia marca ahí uno de los aconteceres máximos de

la congoja humana. Ese hecho nos ahorra enumerzlr'

los múltiples testimonios de situaciones angustios¿rs, l

Page 32: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

veces iluminadoras, a veces enceguecedoras, ocurridas

en múltiples ocasiones a todos los hombres y en todas

las épocas y de las que dan testimonio la literatura y la

historia, situaciones que han sido siempre decisivas para

abrirle una senda al destino.Angustia y ansiedad son fenómenos casi similares,

pero muestran ciertas diferencias curiosas, que hacen

que una u otra traduzcan mejor lo íntimo del ser hu-mano en acuerdo a la manera como las tendencias

culturales de cada época hacen sensible al hombre a

los variados acaeceres que debe enfrentar. El hombre

de hoy, según connotados pensadores, vendría salien-

do de üna cultura {ue habría estado dinamizada polaquello llamado espíritu de la modernidad, y estaría yaeñ algo abiertamente..distinto: la- posmo9eyidlq. Anuestro juicio, y aceptando tal división, en la moderni-

dad se hizo primariamente presente la Ugf¡s¡ia.-asícomo en la posmodernidad parece más notoria la 4ksiedad, reconociendo nuevamente que angustia y an-siedad se diferencian apenas por matices, pero matices

que marcan¡xeferencias profundas del alma.

La-angustia,l como decíamos, es un sentimiento

conríátural al hombre, que le acompaña en los más

variados momentos de prosperidad o fracaso, de salud

o enfermedad,,y que se caractertza por úri -éstad-ó dé,i'- - - ->1

linqtrietud ínti¡qa\de zozobra, de alerta, de expectación,I r _-_

tsé impotencia, de no ser a ratos dueño del gobierno

de sí mismo ni de las cosas, de depender en parte del

destino. La angustia viene cuando se es embar¡4ad<r

por algo irremediable que ha sucedido o prr<:dc srrccrk'r',

( i . l

l . l lNl l l , \1, \ l ' l r " t l i l l r l lar i l l r t l l

y que de un modo u otro cambia o cambiarii ¡r:rr rr

siempre la existencia hasta entonces llevada, como

ocurre con la muerte de un ser muy querido, o con la

inminencia real o imaginada de la propia muerte. En

tal sentido, la angustia nos testimonia, más allá de todas

las teorías filosóficas, la individualidad real y autónoma

de los demás seres, y la consistencia tangible de nuestra

propia individualidad. Cuando ella brota frente a la

muerte de otro, por más que nos diga que nosotros

persistimos como algo real ahí presente de cuerpo

entero, aquel a quien queríamos ya no estará más; o, al

revés, cuando nos anuncia la inminencia de la propia

muerte, nos hace claro que seremos ahora nosotros los

que ya no gozaremos más de la presencia de los otros.

..De este modo, la angustia es un sentimiento que noslindiüdualiza e individualiza a los otró's) a los cuales

éóhamos de menos, convirtiéndolos en yo, tú, ellos,justo por hacernos vivamente presente lo irreemplazable

de cada uno o la mera sustitución mecánica de unos

por otros. Esto ocurre tal vez de una manera aún más

fuerte e irrecusable que en la simple irnrpción del rostro

ajeno en nuestro yo íntimo, como intenta mostrarlo,

en su interesante teoría sobre la relación yo-tú, el

filósofo Emmanuel Levinas. Los demás sentimientos

-alegría, tristeza, miedo- en cierto modo desperFrlan o

masif ican a la persona y son menos f inos en su

capacidad selectiva sobre la realidad.

La angustia obliga también a tomar conciencia de

la temporalidad. Al ver el pretérito como algo ido, se

It' ailora <'¡ se le detesta; en todo caso angustia la

( il-¡

Page 33: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

imposibilidad de recuperarlo para gozarlo de nuevo ollevarlo por otro camino; angustia a su vez el presenteen cuanto se lo puede estar perdiendo o ganando, perosin seguridad de ser tan dueños de él como paraconducirlo sin contratiempos a aquello que se espera;angustia a ratos el futuro, pues no da certeza alguna dehasta dónde se dispondrá de é1.

Más allá de estas angustias connaturales al destino-que el hombre puede ahogar de mil maneras,innecesarias de recordar aquí, y que en el fondo le danindividualización y dinámica a la existencia diaria-, laangustia es buscada como un lujo que proporcionasumo atractivo a lo cotidiano; así el niño, que goza conlos cuentos de aparecidos, vampiros y otros seresterroríficos; el corredor de autos y otros deportes enque se expone la vida; el entregado a los juegos deazar; todos sienten que la angustia experimentada enese momento en que el futuro pende de un:hilo-.hac-e.gozar e-n--segtrid*-ellaber -salido airoso y continuarsiéñdo dueño del propio destino, y con una intensidadque no da ninguna otra cosa. Todavía, frente a cualquieractividad importante -preparar una tesis, dictar unaclase, presentarse a un concurso- la angustia apremiaal yo a no distraerse, a no perder el tiempo, a actuarcon responsabil idad. Si el éxito o el fracaso noangustiasen, lo probable es que el grado de exigenciaque la persona se hace a sí misma se vea gobernadopor la laxitud y se pierda la posibilidad de dar lo mejor.

Es la angustia, con su clara üsión de nuestra finitrr<ltemporal, la que nos incita a darlt : t :xistr. lr<' i :r t .x¡r l í< i t :r

( ; ( ;

de la mejor manera a todo aquello de <¡rrt ' s(f ln()\

capaces en el curso de Ia vida según las posibilirl:rrk's

propias de cada edad y momento, pues lo ntrt'slro

posible de realizar y sin embargo no realizado quedar:i,

por negligencia, para siempre en la nada, y lo que

ahora ya será imposible, pero cuya posibilidad estuvo a

mano, angustia en extremo, pues, como dijo Heidegger,

la angustia asoma apenas se diüsa la nada o lo que

pudo ser y no fue. La relación, en este sentido, de la

angustia con la culpa en cuanto experiencia de dolor

íntimo ante cualquier mengua del ser propio, un tema

importante que han desarrol lado Kierkegaard,

Heidegger y otros, no es objeto de lo aquí tratado.

Tampoco lo es analizar la diferencia entre ese posible

origen del sentimiento de culpa, típicamente moderno,

y la otra posibilidad, también moderna, de ver ese

origen en el volver hacia la interioridad los impulsos

agresivos de conquista propios del hombre primitiv<r

que luchaba contra enemigos constantes, pero qut' l:r

civilización en un momento dado hizo inútiles cn srr

volcarse hacia afuera, dirigiéndolos entonccs lraci¿r

adentro; el hombre se remuerde aquí de su r:ob¿rrdí¿t,

de su vida cómoda en sociedad, de su blandura, dc su

abandono de la üda heroica, de su no realizarse a

cabalidad combatiendo por adquirir pfedop-ini-g, y ése,--' óo,rno se,iáhé, és el pensarde*Nieti..tr.. ia culpa, en

el fondo, vendría del auto-cercenamiento que

impondría la ciülización a la atmósfera libre en que le

gustaría moverse a esa voluntad de poder, esencia de

lo humano -según Nietzsche- con lo cual el hombre se

t i7

Page 34: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

situaría por debajo de sí mismo; ello le duele, el dolor

es aquí también la pérdida de la individualidad

profunda, el ablandamiento del sujeto como constructor

de la historia.

l l l l srul l :r, y volvicrr<kr ¿r l :r :rngustia, es el la la que,

¿rl l l¿rcr '¡ 'sc rtolol ' i i r ir¡ l l t : las pi 'rdidas, los acrecentamien-los rt:alt:s, o l¿rs meras posibilidades perdidas o gana-<lirs, r la consistencia al ser individual, a las otrasindividualidades y a todo lo existente en general: en tal

sentido, como decíamos, es el origen más remoto delas üvencias de yo, tít, nosotros; incluso, en cuanto sur-ge ante la expectativa de que uno de esos seres estépresente o ausente, hace patente al amor, pues no ca-bría angustia ante la posible desaparición de algo oalguien que no importa nada, que no despierta el me-nor interés. Lo supuestamente amado, y que sin em-bargo es incapaz de despertar angustia alguna al dejarde ser, pondría a la vista que tal amor nunca se dio.

Hemos hablado de la angustia normal; nosotros,los psiquiatras, estamos acostumbrados a encontrarnosmás bien con su patología. La angustia se torna patoló-gica de múltiples maneras; lo es cuando en vez deacrecentar la existencia la ensombrece, llenándola detemores vanos y estériles, como en las neurosis de an-

siedad y las obsesivas, o bien inundándola de repente

con una sensación intensa de desagrado e impotencia

que expresa en vivencias y conductas peculiares, comoocurre en los cuadros depresivos, en la esquizofrenia,en ciertos equivalentes epilépticos, en cuadros menta-les orgánicos o en esa ansiedad e inqtr ictrrd corJror' :r l

( ifl

MOD!:RNl l r \ l ) \ ' l \ ) \ l \ l t ) l ) l l lNl l t \ l l

que es propia de cuadros febriles o somáticos. Nut:strr¡

problema no es, sin embargo, ocuparnos de este tipo

de ansiedad o angustia; a lo más podríamos decir que

la angustia patológica, experimentada principalmente

como síntoma psíquico a la manera de las neurosis de

angustia clásica, o esas volcánicas angustias esquizofré-

nicas, ocurren cada vez con menos frecuencia,

habiéndose incrementado en cambio las angustias so-

matiformes, que lógicamente se muestran de modo

engañoso y solapado. Es difícil no ver en esto un influ-jo de lo histórico cultural en el modo de enfermar,

como lo muestra también la casi desaparición de los

grandes delirios y de las abigarradas formas de aluci-

nar; así lo testimonian numerosos investigadores y

nosotros mismos ya lo hacíamos notar a comienzos de

la década del setenta.

Retomando nuestro hilo respecto a la trascenden-

cia humana de la angustia normal, y en relación con la

historia de Occidente, vale la pena recordar que la

preocupación por su estudio acabado aparece con Kier-

kegaard en la primera mitad del siglo XIX, en un

momento de extremo auge de una modernidad cuyo

esmero en marcar la diferencia sujeto-objeto era una

de sus aspiraciones máximas, y cuando, con Hegel, tal

diferencia podía aparecer mediatizada por un proceso

dialéctico en el cual el sujeto, el indiüduo, da a veces la

impresión de ser sólo un tránsito dentro de dicho pro-

ceso que evoluciona desde lo más ínfimo hasta el ser

absoluto, Dios. Kierkegaard aparece frente a Hegel, afir-

mando lo irremplazable del sujeto indiüdual, gracias a

69

Page 35: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

que pone de manifiesto la dinámica de la angustia. Estacircunscribe a cada hombre a sí mismo, moviéndose talhombre, por decirlo así, a lo largo de la vida, a saltosentre posibilidades e imposibilidades que lo puedenllevar a crecer o a anularse, a salvarse o perderse, perosin que se avizore por ningún lado un tránsito dialécti-co seguro hacia la existenc\a feliz absoluta a la manerade Hegel o en seguida de Marx (donde lo individual sehunde en medio de la masificación total).

Desde fines del siglo XIX, numerosos escritores yartistas -pienso, por ejemplo, en Strindberg y EdvardMunch-, y numerosos pensadores, entre ellos uno tansignificativo como Heidegger, conüerten la angustia<:rr lo céntrico de la existencia, y cada una de estast'xislt:ncias es de hecho un "ser-ahí" que se juega su

¡ro<lt'r' st:r individualmente. Precisamente para Heideg-ger, la arr¡;ustia, al ponernos a la vista que en lo másrecónclito <lc lluestro ser anida la muerte, y por lo tan-to que nuestra duración tiene un plazo a aprovechar,es la que nos aparta de manera radical de aquello quenos pierde en el mundo y nos sumerge en una inau-tenticidad de espaldas a nosotros mismos, como lo prue-ba el hecho de pasárselo el hombre entregado a vanashabladurías, a estar pendiente de copiar lo que se dicey lo que se hace, a satisfacer su insaciable afán de nove-dades, de modo que puede llegar al final de su dura-ción sin advertir que olvidó realizar, nada menos,aquello que su ser más profundo le pedía.

Porque centra la revelación de la verdad del seren la angustia, no creemos, contra lo expresado por

70

l {Nl l r . \ l ) \ I 'D'r l \ l l r l r l l { f ¡ l l l \ l t

Vattimo y otros, que Heidegger pttc<li t t 'ot¡sit l t ' t ; t tst '

fáci lmente un posmoderno; por el col l t l t t io, st t

denodado esfuerzo por mostrar los abismos del st'r, rlr'

un ser sobrenadando en la nada y destinado a la rlittlrt,

por sentir que la nueva era tecnológica nos impedir':i

volver alguna vez a rnirar la realidad de dicho ser como

lo vieron los presocráticos o aún se diüsa en poetas

sumos (como lo son para él Hórderlin o Trakl), es tal

vez el último de los modernos y el que anuncia con

más claridad la disolución del hombre, lo posmoderno'

Es significativo, al respecto, que alguien fuertemente

influido por é1, como Emmanuel Levinas, trate todavía

de salvar el yo del sujeto con su tesis de la irrupción

del rostro ajeno en medio de nuestro yo, lo que obliga

al yo a convertirse en tú frente al yo representado por

dicho rostro, con lo cual la indiüdualidad de cada sujeto

queda resguardada dentro de sí misma; esto es, a

nuestro parecer, todavía mo.derno.

f-a pos--ode¡nidad, g93,o lo dijimos, no cree ('tr

esta división sujeto-objeto, desde luego porque y¿t n()

concibe la realidad con una estructura íntima t-cci:I,

rnaciza, que va gradualmente haciéndose a sí tttisltta y

mostrándose a lo largo de las épocas históricas, sino

que sólo concibe cuanto ocurre como una serie de

eventos, cada ¡r1-o de los cuales, cumplido su papel, da

l"g1l-.n! Bróximo. Según los pósmodernos, lo que

óiéemos ver del mundo es una sucesirin de escenarios

mostrados por la tecnología y que van quedando

r:ipidanrr:nte clbsoletos en la medida que el progreso

inccsl¡rr lr ' <k' l i r tót 'nica acostumbra la mirada a esperar

7l

Page 36: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

siempre lo que sigue, con la certeza de que será másseductor y que su entretención, aunque figaz, durarátanto como la técnica tarde en fabricar algo distinto ytodavía más fascinante. Lo que queda atrás no tienevalor histórico, no es el proceso que activamente vaconcibiendo lo nuevo, en el rico sentido que siemprele dimos a tal palabra, sino que es algo viejo, anacrónico,desechable; a lo más cabría retenerlo como pieza demuseo y asombrarse al compararlo con lo novedosodel escenario tecnológico, pero en ningún caso es yaun pasado vivo del cual sigamos dependiendo, como sílo era en el anterior concepto moderno de la historia.Nuestro paso por el mundo es así ir participando enuna serie de euentos to qra se suceden unos a otros a lolargo del t iempo, que pueden ser entretenidos,displacenteros o absurdos, y que sólo tienen la delgadezde lo que su nombre dice: son un simple "eüw-[tl, perocuyo atractivo, propio de los euentos, uno-de ningunamanera se querría perder. Como se sabe, euento es unacontecimiento o suceso imprevisto o de realizaciónincierta o contingente.

l0 Repetimos aquí la palabra evento, conscientes de que elloorigina una reiteración, por su singular importancia para la pos-modernidad, que de alguna manera trata de dar a entender conello que los aconteceres históricos no tienen la profundidad queles atribuíamos en el sentido de significar una transformación enel modo de ser del hombre, sino que apuntan casi a meros cam-bios de escenarios en el transcurrir de la existencia.

72

Se comprende que este insólito modo de pcr<'ilrir

el transcurso del t iempo, despojado ahora de srr

dimensión hacia adentro, haga, por decir lo así,

innecesaria la angustia en el sentido que le hemos

venido dando, pues ya no hay nada que sea pornaturaleza único e irrepetible y, en consecuencia, digno

de ser añorado y vivido. Por el contrario, lo que

desaparece en una era tecnológica está bien que

desaparezca para abrir espacio a lo siguiente, que desde

el punto de üsta de los afanes cotidianos siempre serámejor, pues la técnica, además de aliviarnos el trabajo,nos crea nuevas expectativas de dominio y gozo. El

sentimiento que ahora surgirá en el horizonte, y

adquirirá cada vez más predominio,'será la ansiedad.

La ansiedad normal es un desasosiego íntimo ante la

necesidad de desprenderse rápidamente de la situación

en que se está, a fin de abordar la próxima, y ello en

una larga ca+ena; o bien, el deseo vehemente de

alcanzar fg9, ,&Í-eftlo.Íñbre ar,títa en su üda diaria

apresurado pól-TEñminar lo de ese momento para' - i - r- emprender lo que siga. A ello se agrega -porque en un

mundo de eventos la imagen social que se muestra es

decisiva- el ansia por viajar, por tener automóvil último

lggdrl€t casa en la ciudad y en lugares de agrado,

honores y cargos de figuración, estar en continuada

vigencia; en suma, el momento presente se desea

despachar pronto para posesionarse del siguiente, ya

sea por deber o por novedad, sin que haya verdadero

gozo ten retener por un tiempo suficiente el instante

<¡rrc sc vive.

t3

Page 37: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO ROA

La psiquiatría clásica casi identifica angustia y an-

siedad; ambas son estados de inquietud, de zozobra

frente a un peligro posible pero incierto; sólo que la

angustia se alojaría más en los estratos corporales, pre-

sentándose, por ejemplo, como constricción pectoral,

taquicardia, dolores torácicos, etc.; la ansiedad se eü-denciaríat en cambio, más en lo psíquico, como un

-sehtimientQ. Esta sutil diferencia, no significa, sin em-

bargo, que--rla angustia, junto a sus manifestaciones

corpóreas, no se muestre también en lo psíquico. Sin

embargo, llama la atención que lo conocido hasta hace

cuarenta años como neurosis de angustia (gran ata-que de angustia, angustia somatizada) haya dejadoimperceptiblemente el paso a una nueva nomenclatu-

ra, y en los últimos decenios se hable de neurosis de

ansiedad, de estados de ansiedad, de ataques de páni-

co, y que el vocablo angustia se haya ido como

eclipsando lentamente. Suponer que esto sólo se debe

a que la palabra ansiedad no alude necesariamente a

compromisos somáticos, no parece suficiente: en cual-

quier cuadro ansioso suele haber manifestaciones de

ese tipo. Parecería, más bien, que al ponerse el acento

en la palabra ansiedad se privilegia el hecho de que

los pacientes temen por su futuro inmediato, como si

la incertidumbre por un posible peligro próximo fue-

se lo peor para un hombre como el posmoderno que

espgta-ma¡avillm-de-cada. a\¡arre€ de la'tecnica y teme;{

ehtonces ser privado de participar en el minuto si-

guiente en algo que seguirá poniendo en eüdencia el

poclerío humano para crear eventos incesantementt:

7 l

MODIIRNl l ) / \ l l \ ' l ' ( ) \ l \ l t , l r l l tNl l | \ l I

novedosos, todo lo cual se acentúa si más all¿i tlt. l¡rtecnología sólo se ve como destino último el hunclirseen la nada.

La ansiedad, y no la angustia, es lo que cabe comorespuesta a esto; de ahí que el cambio de nombre delos cuadros aquí aludidos se haya deslizado casi imper-ceptiblemente, como acabamos de decirlo, conformea los nuevos temores y esperanzas que mueven hoy alhombre, a lo que lo preocupa como destino.

t75

Page 38: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

EPILOGO

Hemos ejemplarizado en el capítulo precedente el

abismo que pareciera separar lo moderno de lo

posmoderno, mostrando la casi desaparición de unsentimiento tan humano como la angustia y suimperceptible reemplazo por el sentimiento deansiedad, lo cual es muy significativo, pues mientras elprimero arranca de la raíz de lo que en el lenguaje

clásico se ha llamado el principio de indiuiduación, el

segundo sólo atañe a la viüda fugacidad del tiempo, y

lal existir preocupado ry a veces desesperado- por'éhcontiáise siempre listó para no perderse al acontecerque se avecina y así sucesivamente a lo largo de la

vida. No se busca, en el caso del posmoderno, que el

acontecer próximo tenga especialg¡asce-nde ncü, sino

_sólo que sea distinto del ahorq y por distinto entretenga

o incluso fascine, aunque para aburrir luego, asomando

entonces otra yez la ansiedad por participar en lo que

sigue .Podría ser de interés señalar otros cambios de la

patología que hablan por sí solos de cambio de edadhistórica (aunque nosotros no lo haremos), pues comolo ha mostrado Michel Foucault. en obras discutibk's

Page 39: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

V {tt ¡o ¡l t tl r ' / /

M( ) l ) t , :RNt¡ tAt ) \ ' t ' ( ,sM( ' t [ , . ] {Nl l rAl lARMANDO ROA

pero muy sugerentes, pocas cosas hay tan cruciales

como la historia de la clínica, la historia de la sexuali-

dad, y sobre todo la historia de la locura,il para dis-

cernir el fondo que marca la diferencia entre las diversas

épocas, y ver, por ejemplo, cómo se ha construido

pacientemente a lo largo de los siglos XVII y XVIII lo

que llamamos la edad clásica, uno de-_9-yI.g1 logros

sería lo que hoy designamos todavía /el hornfte, pero

que, extinguida esa edad histórica q"Iió""#"figuró,

estaría condenado a desaparecer como una huella deagua en la arena.

Cualquiera sea nuestro juicio sobre las ideas deFoucault y su construcción de la imagen del hombre

en los siglos XVII, XVIII y XIX, a partir en especial dela historia de la locura tal como se gesta en esos tiempos,

es difícil no ver que ese hombre clásico, el de Descartes,

Leibniz, Espinosa, Kant, Hegel, Marx, Darwin, Freud

-el hombre de la modernidad-, es el que ahora se

desdibuja, "se superf icial iza", se fascina con la

tecnología, con la explotación de la tierra, con el

manejo de sumas increíbles de dinero, o sea, se

constituye,*n,-pgflTggdln lo sucesivo, mientras

ll En ninguna parte una época puede esforzarse más pordefinir para sí lo que es un hombre, que cuando procura trazar laraya que diferencia lo que ella considera un hombre normal deotro con la mente trastornada; el intento de ver dónde puso esaraya el hombre moderno, el hombre de la edad clásica, fue unacierto de Foucault

7rl

idure lo posmoderno, no se pensará que todo vt:rrll<lt'¡'o

i cambio histórico en busca de mayor felicidad depcn<lt:

f d. ,rnu revolución .n-eU deln"^*F_*, con suL co.rsecü.ncia en el modo de percibi. y actüár sobre la

realidad, sino "más sencillamente" en perseverar en el

descubrimiento de nuevas tecnologías, nuevas riquezas

materiales, que permitan una existencia cada vez más

cómoda, más l ibre de r iesgos, más fáci lmente

predecible, aunque sea.mediante goces cada vez más

{supemCñIQ .ffir-pasá¡919$ más exigidos de estartambiándójsüecdiénclose unos a otros, y sobre todo,de estar.orrrorr,"-ente adviniendo sin admitir esperas

prolongadas, pues en tal caso surgiría de inmediato la

ansiedad ante lo insoportable del aburrimiento.

Es imposible predecir si estos tiempos posmoder-

nos, venidos de los extraordinarios avances de la tec-

nología que le han dado súbitamente al hombre la

sensación de tener en sus manos un poder inimagina-; - -" +; .^" . - - \

.-blc.d{!e r cas i un $ios *si n le ce si9?d de aggbiarsg-ó-4,¡ ;¡ inacabables -reflexioqeq {ng¡dis.iga$*o épistémológicas'+**-_*-

l t--Que nunca llegan a tierra firme, pueden prolongarse

por siglos o ser efímeros. Como toda época histórica,

tales tierppos son sólo una pregunta al destino delt^

hombrefDiera, sin embargo, la impresión que ese cons-I

tante esiar a la caza de eventos nuevos, agotafa por fin

y no condujera a una verdadera paz d,e almaf Por otra

parte, el nihilismo de fondo sólo tranqulizy'mientras

no se piense en él y se constituya entonies en serio

problema. No deja de ser inquietante, a su vez, para

una perduración de esta nueva época, el que la fami-

79

Page 40: Libro - Armando Roa - Modernidad Y Posmodernidad

ARMANDO R,OA

lia, institución básica en que se ha fundamentado la

historia de Occidente, y quizás si toda la historia, esté

en franco quebranto y que la necesidad de acudir a la

drogadicción para liberarse de la supuesta ventura de

los actuales tiempos sea cada vez más pereplgig_y

amenace los cimientos mismos de lo humalo{¡Podrá,pdemás, perdurar una époci vuelta exclusivamente ha- t

,cia afuera, que deja de lado el mirar también hacia el I

l; mundo interior del hombre, un mundo cuya existen- [l r l - - - \

li cia lo diferencia radicalmente del animaf Difícil la IJ respuesta- época es un intento db acercarse

a resolver el misterio del hombre, y como ello no se

consigue, surgen desde lo profundo nuevos intentos;

la actual es otra posible respuesta y su éxito una in-

cógnita.

¡{( I