Libro Forjadores de Costa rica

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Forjadoresde

Costa Rica

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Agradecimientos

A los hombres y las mujeres que, desde las más diversas actividades y funcio-nes, han escrito con buenas obras la historia de Costa Rica.

A quienes, mediante la narración o la historia de vida, han transmitido sus memorias a las nuevas generaciones.

A quienes nos han precedido en el interés por recuperar el pasado y plasmarlo, con rigor científico, en estudios y obras sobre nuestra historia patria.

A las instituciones y empresas que han creído en este proyecto y le han brin-dado su respaldo.

A las muchas personas que nos han brindado su aporte como fuentes de in-formación o como facilitadores de entrevistas; para transcribir documentos, conseguir fotografías y otros materiales para la obra.

A las profesionales que han sido parte del proyecto con sus labores periodís-ticas y de relaciones públicas.

A nuestras familias por su soporte moral y material.

A ustedes, amables lectoras y lectores, que finalmente le darán sentido a nues-tro esfuerzo de investigación y edición.

¡Muchas gracias!

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Familia costarricense del siglo XIX.Fuente: Castro H., Alvaro y Carlos Castro H. Costa Rica.Imágenes e Historia. Tomo I. Editorial Técnica Comercial. San José. 2005

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Créditos

Dirección de Investigación Histórica: Carlos Abarca VásquezDirecciónfilológicayrevisióndetextos: Edwin Salas Zamora Direcciónperiodística: Heriberto Valverde Castro Periodistas: Laura Mc Quiddy Gómez Heriberto Valverde Castro ConsejoEditorial: Carlos Abarca Vásquez Edwin Salas Zamora Heriberto Valverde Castro Direccióndediseño: Jorge Vinatea Calderón Alicia Yrigoyen Arciniega Diagramación: Graphic Network Press S.A. (GNPress) RetoqueFotográfico: Prints Publicidad RelacionesPúblicas: Zona de Prensa Fotografía: Heriberto Valverde Castro Ana Lorena Altamirano Taylor Edwin Salas Zamora

Principalesfuentesfotográficas: Colección Heriberto Valverde Castro Colección Álvaro Castro Harrigan Colección Manuel Gómez Miralles- Colegio de Periodistas Colección de Fernando Zamora

Transcripción de entrevistas: Marjorie Valverde Fernández Silvia Basurto de Vinatea Ana Lorena Altamirano Taylor Erika Valverde Altamirano

DiseñodePortada: Jorge Vinatea Calderón Fotografíadeportada: Heriberto Valverde Castro Creación,desarrolloyedición: Editorial Forjadores S.A. Impresión: Imprenta Universal

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Puente del ferrocarril en Matina, Limón.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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Unas palabras a los lectores

Dos aspiraciones fundamentales animan la obra que ponemos en sus manos: el conoci-miento de la Historia de Costa Rica y la valoración y reconocimiento a quienes la han

forjado.

Para concretar tales propósitos, le invitamos a que nos acompañe en un placentero y rigu-roso viaje que parte de una estación llamada Raíces ancestrales de la identidad autóctona, hasta llegar a un hermoso paraje lleno de memorias de quienes forjaron esta Nación.

En el camino y en las estaciones intermedias encontraremos las decisiones, las acciones, los hechos y acontecimientos que, en tanto escribían la historia de esta Nación, conformaban su identidad, su idiosincrasia, su modo de ser y, con ello, su modo de aparecer ante los ojos del mundo.

Cual si se tratara de un viaje por nuestro viejo ferrocarril, encontraremos a lo largo del reco-rrido, intercalados, dificultosos ascensos que exigen lentitud y demandan cuidado, llanuras de fácil desplazamiento; hermosas vistas de plácidas montañas y fértiles valles, recodos que provocan zozobra e inquietud y horizontes soleados de esperanza.

Y a la base de toda esa variada y rica realidad, los seres humanos, las personas que en los diferentes estratos sociales, espacios, tiempos y niveles de responsabilidad, han tomado las decisiones y ejecutado las acciones constructoras del país que somos.

Muchos de estos sujetos de nuestra historia ya son conocidos y repiten como personajes de una obra. Otros y, sobre todo, otras aparecerán por primera vez a la vista del amable lector que, esperamos, habrá de reconocerles sus aportes a la vida familiar, comunal, regional y nacional.

Ayudar a conocer, valorar y reconocer nuestra historia y sus protagonistas, para promover desde allí un mayor fervor por esa construcción social y un mayor compromiso con la conso-lidación del país que deseamos heredar a nuestros hijos y nietos: he ahí el propósito que nos anima al hacer entrega de esta obra.

Una rica conjunción de aportes privados y públicos, a partir de la iniciativa de un grupo in-terdisciplinario de académicos y empresarios, ha hecho posible este proyecto: un libro sobre la historia de Costa Rica, cuyo énfasis descansa en las personas, las familias, las empresas y las instituciones que la han hecho posible. Un libro éste que, hoy, llenos de ilusión, ponemos en sus manos y sometemos a su digno criterio.

Heriberto Valverde Castro PresidenteEditorial Forjadores S.A.

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Fuente: Castro H., Alvaro. Op.Cit.

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Forjadores de Costa Rica es un ensayo de historia de la sociedad costarricense en sus raíces aborígenes y en sus rasgos autóctonos, insertos en la cultura española y de Europa Occidental.

Como tal, apela a quienes gustan de la historia en tanto conocimiento; a los hombres y las mujeres que disfrutan el diálogo sobre su propia identidad a través de recuerdos colectivos; y a los constructores de futuro que luchan a diario contra la inconsciencia y el olvido. Por ello, el libro constituye una propues-ta discursiva múltiple, sus mensajes están sumidos en diversos planos de escritura, expresión gráfica y sensibilidad.

Forjadores de Costa Rica presupone un sujeto de la historia con referencias a familias y personajes que, desde el período colonial, legitimaron interrelaciones para construir estados transitorios de supre-macía e influencia dominante en el conjunto de la sociedad; no sólo con sustento en criterios de linaje, ascendencias genealógicas y elitismos de época, sino a partir de una noción inclusiva de sociedad, en-tendida como totalidad de mujeres y hombres forjadores y reproductores de la historia.

La obra tiene como propósito estimular conocimiento y comprensión sobre los costarricenses que configuraron relaciones sociales, formas de economía, rasgos de identidad cultural y formas de Estado nacional, delimitadas por situaciones históricas coloniales y por el nacimiento y desarrollo del capi-talismo industrial. Este propósito implica un objetivo más específico, a saber, sintetizar conclusiones de los historiadores, biografías, monografías, relatos de vidas, crónicas, recuerdos orales y representa-ciones gráficas, en tanto fuentes de conocimiento y de valoración que han enriquecido las nociones de historia, cultura e identidad nacional.

La información de las fuentes ha sido seleccionada y ordenada con base en métodos y técnicas de la

disciplina de la historia, en particular, de la cronología y la división tradicional -de utilidad didácti-ca- que delimitan el pasado de las sociedades y culturas occidentales en los períodos antiguo, colonial, moderno y contemporáneo. Esta idea subyace a la estructura de la obra.

No obstante, los títulos y subtemas exaltan acontecimientos, hechos y procesos de cambio, en los cuales los aborígenes, en relaciones asimétricas con españoles y otros europeos, fueron forjando una sociedad mestiza que se reconoce a sí misma en los conceptos de historia y cultura de Costa Rica. Por lo tanto, la obra incorpora la cronología de los hechos y acontecimientos, considerados “históricos”, a los cambios modernos y contemporáneos que implican los conceptos de “historia de la economía capitalis-ta”, “historia del Estado liberal” e “historia de la cultura occidental”.

El contenido se ofrece en cuatro capítulos que constituyen el discurso central y satisfacen el objetivo de sintetizar conocimientos elaborados por la disciplina de la historia con propósitos de enseñanza y educación. Además, mediante ágiles recursos editoriales, se incorpora abundante información destina-da a plasmar en diversos niveles descriptivos el desarrollo de los procesos históricos seleccionados.

El capítulo quinto recupera abundantes testimonios de mujeres y hombres que vivieron y recuerdan acontecimientos de la historia de Costa Rica, o los reconstruyen desde sus antepasados. Cual retablo elaborado mediante los métodos y técnicas del periodismo, estas narraciones acercan la exposición del historiador a los recuerdos de las personas. Constituyen un complemento ameno en el conjunto de la obra.

En suma, Forjadores de Costa Rica aspira a ser una síntesis de nuestra Historia y una edición para enriquecer la producción editorial en Centroamérica.

Introducción

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Metate trípode con panel colgante.Fuente: Ferrero, Luis. Costa Rica Precolombina. ECR. San José 1967.

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La Forja de la IdentidadAborigen y Mestiza

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Chozas indígenas. Bambú, Talamanca, Limón.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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Los seres humanos llegaron a América provenientes del noroeste de Asia hace 40.000

o 50.000 años, y se ubicaron en Cos-ta Rica entre los años 12.000 y 7.000. Eran grupos nómadas que subsistían de la pesca; de la caza de perezosos y armadillos gigantes o de especies menores como venados, saínos y dantas; de frutas, plantas silvestres y palmas. Los sembradíos de tallos de yuca, ñame y camote; de frutas como el nance y el aguacate; y de granos como el maíz y el frijol, datan del año 5.000. Esos grupos usaban herra-mientas de madera, hueso y piedra. El trazo de aldeas y el uso de utensi-lios de cerámica confirman que entre los años 2.000 y 300 habían alcanza-do alguna forma de vida sedentaria. Los restos de esa fase de su evolución cultural han sido descubiertos en Guanacaste, el Valle de Turrialba, la cuenca del río Sarapiquí, el Valle de Herradura, Barva en el Valle Central, las cuencas de los ríos Térraba, Coto y Colorado, y en la Isla del Caño.

El asentamiento les permitió for-mar clanes gentilicios o uniones por descendencia. De ahí evoluciona-ron a sociedades agrícolas tribales como resultado del aumento de la población, de los usos agríco-las y de las cosechas. El cambio se constata en los hallazgos de objetos culturales que denotan diferencias entre grupos, roles de autoridad y funciones de mando. La transición de clanes a tribus y la división de ta-reas en la colectividad fue necesaria para organizar la sobrevivencia, las cosechas y distribuir los alimentos, transmitir enseñanzas, dirimir dis-putas, y para responder a preguntas acerca de la enfermedad, el orden de la naturaleza y del universo.

Las figuras claves en la historia de las tribus fueron personajes como el “cacique” –etimología taíno ara-hauac- y el chamán: médico, sacer-dote, sabio y mago. Representaban la autoridad en la organización de la vida económica, social, religiosa y espiritual de las tribus. El cacicazgo consistía, entonces, en la asociación de tribus para controlar un territo-rio común con objetivos de cultivar la tierra, reproducir las familias, mantener los clanes, y preservar la sociedad tribal. En Costa Rica, la transición de agrupamientos genti-licios a sociedades cacicales se ubica hacia el año 500 a. C.

Al período comprendido entre el 500 a.C. y el 700 d.C., pertenece la elabora-ción de las célebres esferas de piedra, halladas en el Pacífico Sur, consideradas símbolo de rango, demar-caciones territoriales o con funciones astronómi-cas relacionadas con los ciclos agrícolas.

Hasta el siglo VIII d.C. los cacicaz-gos tuvieron logros bastante lentos en agricultura, orfebrería, formas de construir las aldeas, en los vín-culos entre las tribus, y en la forma y los sentidos de la vida colectiva. Hubo avances, como la manufac-tura en jade o en tipos de piedras de cuarzo, calcedonia, ópalos y serpentinas. Esos trabajos fueron iniciados entre el 500 a.C. y el 700 d.C. A ese período pertenece la ela-boración de las célebres esferas de piedra, halladas en el Pacífico Sur, consideradas símbolo de rango, de-

marcaciones territoriales o con fun-ciones astronómicas relacionadas con los ciclos agrícolas. Sobresalen, además, las tumbas recubiertas con toneladas de piedras y montículos funerarios descubiertas en el Can-tón de Grecia. En el Valle Central y en el Pacífico Sur se han hallado cimientos de viviendas demarcadas con cantos rodados, pisos de arci-lla y calzadas. Los entierros indican rangos sociales, jerarquías de auto-ridad y categorías de individuos, porque las ofrendas funerarias in-cluyen jade, metates ceremoniales, remates en piedra para bastones y cerámicas; evidencias que han sido asociadas con diferentes funciones que realizaban las personas en las comunidades.

La segunda época cacical se ubica entre los siglos IX y XVI d.C. Se di-ferencia de la anterior porque sur-ge el cultivo de variedades de maíz más rendidoras. Hubo mejoras en los métodos y técnicas agrícolas y se movilizaba mayor cantidad de trabajadores. Surge la construcción de obras comunales, orfebrería más elaborada, más variedad de cerámi-

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Vasija de efigie. Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina IX.

RAÍCESANCESTRALESDELAIDENTIDADAUTÓCTONA

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ca para uso doméstico y suntuario, intercambios regionales de bienes, alianzas entre tribus y conflictos por territorios.

En ese período llegaron a Nicoya los grupos de lengua chorotega y se mezclaron con los cacicazgos loca-les, o los desplazaron. Los chorote-gas introdujeron cambios en los ritos religiosos, en el arte, y domesticaron el pavo. La tradición ceramista se en-riqueció con nuevos colores y estilos. Es la fase de los trabajos en oro y en guanín o tumbaga -aleación de oro y cobre- elaborados con técnicas de laminado y martillado. También hay restos de salinas. Continuó la elabo-ración de esferas de piedra, figuras de animales, metates y grandes es-tatuas antropomorfas. Las eviden-cias se han encontrado en los sitios Nacascolo, Papagayo y las terrazas del río Tempisque, en Guanacaste. El más representativo es el sitio ar-queológico Guayabo de Turrialba.

Estas sociedades cacicales han sido clasificadas en dos grandes áreas. La primera, el “Área Cultural Intermedia”, influida por las etnias del Caribe y de Sudamérica, a la cual pertenecen los grupos indíge-nas de la Región Central y de Di-

quís. La segunda, el “Área Cultural Mesoamericana”, influida por los cacicazgos que se asentaron desde Chiapas y Yucatán hasta Nicoya, y la zona del golfo de esta península. Comprende a los indígenas de la Gran Nicoya, cuyas tribus se sabe que estaban organizadas en socie-dades más densas y evolucionadas.

Los cacicazgos de la región Cen-tral y Diquís pertenecen a la familia lingüística macro chibcha. Tenían lazos de consanguinidad matrili-neal, y formaron familias mono-gámicas y sindiámicas o de unión libre. La sociedad estaba estratifica-da en caciques mayores y menores, guerreros y guerreras o biritecas, sacerdotese, jefes de familias y es-clavos por causa de guerras y por deudas. El gobierno estaba centra-lizado en la figura de célebres ca-ciques como Garabito y Correque. Tenían sistemas colectivos para el trabajo, producción y la propiedad de la tierra cultivable. En el siglo XVI a esta región pertenecían tribus como las aoyaques, buricas, cabé-cares, catapas, chomes, corobicíes, cotos, guaymíes, huetares, pococis, quepos, suerres, tariacas, térrabas, tices, turucacas, urinamas, viceitas y votos.

Los indígenas de la Gran Nicoya hablaban lengua chorotega. Tenían la-zos de consanguinidad por línea ma-terna y el matrimonio monogámico. Las concubinas no eran consideradas esposas legítimas. En Nicoya y Oroti-ña los caciques ejercían el derecho de pernada. Los nicaraos y chorotegas toleraban la prostitución, con o sin fi-nes matrimoniales; pero castigaban el adulterio de ambos géneros y la biga-mia. Las jerarquías sociales muestran un estrato superior formado por ca-ciques, guerreros, sacerdotes y los an-cianos de prestigio, o huehues.

Según la crónica de Fray Juan de Torquemada, vivían en cuatro pro-vincias: Nicoya y Cantrén o Canjel

Vasija en forma de sahíno. Línea Vieja. Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina XXIV.

Vasija de efigie.Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina VIII.

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en la Península; y Orotiña y Choro-tega, en la costa central occidental. Pueblos como Diriá, Nacaome, Na-miapí, Nicopasa, Paro, Zapantí y Pococi –en Isla Caballo- tributaban al cacique de Nicoya. Los chorotegas hicieron de Nicoya un centro de po-der, sitio religioso y núcleo económi-co al mando de un cacique vitalicio con amplias potestades, auxiliado por vasallos y caballeros -llamados “galpones”- cortesanos y capitanes. Pero se gobernaban por medio de

Fuente. Fragmento del texto que el investigador Oscar Fonseca Zamora transcribe a partir de las investigaciones de María Eugenia Bozzoli de Wille; de las Leyendas del Duchcí y de tradiciones orales indígenas. Cfr. Fonseca Z., Oscar. Historia Antigua de Costa Rica. EUCR. San José, segunda edición, 1996. Pp. 193-195.

COSMOVISIÓNINDÍGENA

“Sibö (Dios) nació aquí. El logró pensar en todas las cosas en todo el Universo, ¿no es eso Dios? Dios es Dios. Dios es hombre de otra natura-leza, distinto, pero no podemos verlo, El es Dios. El es todas las cosas, por eso a El no le ocurre nada, no muere nunca, nada en absoluto le sucede.

Así como es El tan superior así semejante a El no existe nadie; existen las cosas, hay diablos, hay otras cosas así como nosotros. Dios por cualquier medio vence al Diablo, por eso el hombre que se llama Dios, es Dios.

Los sukias lo saben, las semillas (los clanes indígenas) lo saben. Allá detrás del sol están los principios de todas las cosas, aquí en la tierra están sus wiköl, como decir el espíritu o proyección de esos principios o seres originales, que son los que contienen lo firme, lo real.

….Sibö hizo la tierra redonda (circular). El hizo después el mar. Enton-ces El dijo: -yo les dejo la tierra para criadero, para mantener a todos en la tierra- Así nosotros vivimos, la tierra es el espíritu de nosotros. Cuando la tierra estaba joven, esto era pura roca, como una laja o cemento. El mur-ciélago fue a comer la tierra, que estaba joven. Vino y se cuiteó en todo el centro de la tierra. Encima de las deyecciones nació la hierba. Después fueron naciendo los árboles.

Después Dios hizo una casa y trajo allí a la dueña de los felinos Namat-mi, para servir de mayordoma de cada tsiruoköm. Dios dijo a un pariente que avisara cuando se iban acercando con la chiquita. El se fue a buscar un tambor; un cantor para el tambor. La chiquita cayó abajo encima de las rocas, y todas esas gentes que estaban bailando le pusieron los pies encima, la pisotearon.

La mamá se puso a llorar. Dios dijo que recogieran sus lágrimas en unas hojas de bwëkö (tiquizque). De allí nacieron tigres con cacao en las manos y el Señor se los quitó. De otras lágrimas nacieron gavilanes y traían frutas de cacao en las uñas y el Señor se las quitó también. Salió un tigre negro y a ese sí lo dejó llevar una partecita del cacao y a un gavilán negro que nació también lo dejó llevar cacao, por eso es que esos nos comen.

La viejita seguía reclamando a Dios su chiquita. Dios que estaba hacien-do las cosas para que lo indígenas vivieran. Sibö trajo las semillas. No-sotros los indígenas vinimos como semillas. Sibö nos trajo de allí debajo de donde nace el sol. El trajo cuatro grupos de semillas. Con las semillas Sibö trajo cuatro bancos, trajo dos ollas, y cuatro clases de semillas. Los bancos están en SuLáyöm, y su colina se llama –SuLáyibi. …Por eso los bribris nacimos en Bribrikta y SuLayöm…allí aparecimos, por eso allí hay piedras como animales, caimanes, árboles como personas. Sibö a cada semilla le dio un nombre diferente. Estos eran los nombres de los clanes. Nos dijo: “Usted tiene que casarse con su düo. Esto quiere decir la persona adecuada, según los clanes...

Chamán.Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina XXXIX.

Los chorotegas practicaron la propiedad privada sobre los bienes muebles. La tierra cultivable y el trabajo agrícola eran colectivos. Los padres daban en heredad las áreas cultivables y según el cronista Fernández de Oviedo, hubo algún tipo de catastro.

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una modesta división de tres pode-res: el monexico o consejo de aldeas -cabildo según los españoles-, el consejo de ancianos y los caciques.

Estos cacicazgos tenían un siste-ma judicial consuetudinario que incluía pocas infracciones y san-ciones. Las normas eran elabora-das por el Consejo de Ancianos. Juzgaban y castigaban a ladrones, homicidas -quienes podían caer en esclavitud- y bígamos. Es po-sible que fueran normas escritas, pues en excavaciones en la Isla de Chira realizadas a principios del siglo XX, se halló un libro con je-roglíficos, conocido como el Misal Chorotega. La única referencia al hallazgo la brindó la arqueóloga

Elaborado por Carlos Abarca V.Fuentes: Fonseca Zamora, Oscar. Historia Antigua de Costa Rica. Editorial Universidad de Costa Rica. Segunda edición. San José. 1996.Ibarra Rojas, Eugenia. Las sociedades cacicales de Costa Rica. (Siglo XVI). Editorial Universidad de Costa Rica. Segunda Edición. San José. 1996.

María Fernández Le Cappellain de Tinoco en 1935.

Los chorotegas practicaron la propiedad privada sobre los bie-nes muebles. La tierra cultivable y el trabajo agrícola eran colectivos. Los padres daban en heredad las áreas cultivables y según el cro-nista Fernández de Oviedo, hubo algún tipo de catastro. Los litigios sobre terrenos sólo se daban entre grupos. Los mercados o tiangues los atendían mujeres y eran con-trolados por jueces administrado-res electos cada cuatro meses en el Monexico. Las semillas de cacao servían como moneda, aunque en los intercambios era más usual el trueque.

La historia de las sociedades caci-cales de Costa Rica fue violentamen-te interrumpida entre los siglos XVI y XVIII. Las guerras de conquista y la colonización española diezma-ron la población, desarraigaron co-munidades, destruyeron sistemas agrícolas y desestructuraron la or-ganización social y política cacical. En esos dos siglos había al menos 102 caciques. Sus nombres los citan el conquistador Gil González Dávi-la y Perafán de Rivera; este último, cuando en 1569 llevó a cabo el re-parto de indios en encomiendas.

En los siglos XIX y XX de nuevo los territorios de los indígenas fue-ron explotados por varias fuerzas: mestizos y ladinos ávidos de tierras,

A N T I G Ü E D A D I N D Í G E N A C O S TA R R I C E N S E

PRIMERAS CULTURAS TIEMPO USOS DE LA NATURALEZA USOS HUMANOS Pobladores en América 40.000 o 50.000 a.C. Pobladores en Costa Rica 12.000 a 7.000 a.C. Megafauna y especies menores. Turrialba y Guanacaste Nomadismo 5.000 a.C. Pesca, caza, vegecultura y semicultura Grupos Tribales 5.000 a 300 a.C. Yuca, camote, ñame, maíz, frijol. Turrialba,Gandoca,Sarapiquí,PacíficoSur AgriculturasedentariaTransición a los cacicazgos 300 a.C. a 300 d.C. CIVILIZACIONES TIEMPO ORGANIZACIÓN MODO DE VIDA Primeros cacicazgos 500 a.C. a 800 d.C. Control territorial. División del trabajo. Autoridad cacical. Aldeas jerararquizadas. Viviendas, Chamanismo. Diferentes jerarquías: caciques, sacerdotes, calzadas y montículos funerarios. guerreros, artesanos, cazadores. Trabajos en jade y oro Sitios arqueológicos Nicoya; Severo Ledesma y Las Mercedes, en el Atlántico; Valle de El General y las cuencas de los ríos Coto Brus, Coto Colorado y Grande de Térraba. Montículos funerarios Grecia. Segundaépocacacical 800a1500d.C. Mejoresmétodosytécnicasagrícolas.Augedelaorfebrería InfluenciasdetribusdeMesoamérica. Uso intenso de trabajo. Crece la producción y comercio Uso del algodón y de la estatuaria y esferas Técnicas de laminado y martillo. Escritura. de piedra. Orfebrería en oro y guanín. Sitios arqueológicos Guayabo; en Turrialba. Valle Central. Región del Caribe, llanurasdelNorteydelPacíficoSur.

CLASIFICACIÓN ETNOGRÁFICA ÁREA INTERMEDIA ÁREA MESOMERICANA InfluenciadelasculturasdelCaribeySudamérica InfluenciasdeculturasubicadasenChiapas, Yucatán y Nicoya. CLASIFICACIÓN ARQUEOLÓGICA Región de Diquís Región Gran Nicoya Región Central

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• Burica • Osa • Boto • Coto • Dujura • Daboya • Guaycara • Alorique • Carobareque • Arocora • Zaque • Cochira • Cob • Huetara • Chorotega • Gurutina • Avancari (Abangares) • Cotosi • Chomi (Chomes) • Pocosi • Paro • Canjén (Canjel) • Nicoya • Mateo • Sapandi (Zapandí) • Corevisí (Corobicí) • Diriá • Namiapí • Orosí • Papagayo

• Nambí, Rey de Nicoya, bautizado como Don Alonso.

• Coaza, Rey de lengua náhuatl en Sixaola.

• Camaquiri, rey en Suerre. • Cocorí, rey en Suerre. • Garabito, rey de los huetares de occidente. • Coyoche, rey de los

chorotegas entre los ríos Jesús María y Grande de Tárcoles

• Coquiva, rey de Pacaca • Corrohore, rey de Quepo. • El Guarco, rey de los

huetares de oriente. • Correque, rey de los hue-

tares de oriente, bautizado como Don

Fernando Correque Señor y Encomendero de

Tucurrique. • Don Alonso Correque

Señor y Encomendero de Tucurrique.

• Garabito (rey de los huetares de Occidente)• Pixtoro, rey de Quircot• Chumazara, rey de Cot

o Coo • Aquitava, rey de Cot o

Coo• Tabaco, rey de Turrialba

la grande • Huerra, rey de Turrialba

la grande• Coquiva, rey de Pacaca• Caña, rey de Couto

• Sacora, rey de Couto• Abucarra, rey de Couto • Cebaca, rey de Couto• Guayabi, rey de Boruca• Aquecerrí, rey de Aquecerrí (Aserrí)• Taboba, rey de Puririce• Yabecar, rey de Uxú• Xarcopa, rey de Orosi• Toracci, rey de Buxebux• Guarco, rey de Purapura• Atao, rey de Corroci• Cutiura, rey de Atirro• Zabaca, rey de Tuyotique

(Teotique)• Guazara, rey de Pariagua

(Parragua)• Pucuca, rey de Chirripó• Guarazí, rey de Curcubite• Quicaroba, rey de Carucap• Beara, rey de Uxua• Abat, rey de Abacitaba• Cocoa, rey de Duxua• Taraquiri, rey de Guacara• Morure, rey de Anaca• Uxiba, rey de Arira• Ximuara, rey de Caraquibou• Urrira, rey de Ibacara• Xalpas, rey de Bexu• Abat, rey de Xupragua

(Sufragua)• Uzero, rey de Moyagua• Abacara, rey de Tariaca • Atara, rey de Tariaca

• Daraycora, rey de Aracara • Muameari, rey de Aracara• Abebara, rey de Mesabarú • Quecoara, rey de Mesabarú• Duytari rey de Mesabarú• Turere, rey de Mesabarú• Tibaba, rey de Bore• Cerbican, rey de Aoyaque • Boquinete, rey de Aoyaque • Narigueta, rey de Aoyaque• Toraba, rey de Uru y

Turriu• Darfima, Señor de Usabarú • Don Diego Garabito,

Cacique de los huetares Alcalde de Turrialba.

• Don Juan Quetapa, Cacique de Parragua • Don Antonio Carebe,

Cacique de Tariaca. • Coreneo, Cacique de

Tierra Adentro • Pablo Presbere, Cacique

de Suinse • Chirimo, rey de Talamanca • Santiago Mayas, rey de

Talamanca • Birche, rey de Talamanca. • William Forbes, rey de

Talamanca • Antonio Saldaña, rey de

Talamanca

Fuente: “http://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_ind%C3%ADgenas_de_Costa_Rica”

CACIQUESENLAHISTORIAANTIGUADECOSTARICA

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contratistas de empresas de coloni-zación, compañías transnacionales fruteras; y por las inversiones y las políticas integracionistas del Estado liberal. La mayoría de los cacicazgos desaparecieron; otros se incorpora-ron a la población nacional en con-diciones de exclusión ciudadana, desigualdad social y en un entorno de prejuicios étnicos y culturales.

El reconocimiento de las comu-nidades indígenas como sujetos y forjadores de la identidad nacional costarricense renació en 1939 con la Ley General de Terrenos Baldíos que delimitó la Reserva de Boruca. Otra ley emitida con fines similares fue el Decreto No. 46 del 3 de diciembre de 1945 por el cual se creó la Junta de Protección de las Razas Aborígenes de la Nación. El 14 de enero de 1949, esa Junta recibió personería jurídica, y quedó facultada para promover la formación de nuevas reservas, como el caso de Boruca-Térraba, Salitre,

Ujarrás, Cabagra y China Kichá.

Entre 1955 y 1960 aumen-tó la privatización de las tierras en reserva indígena. No obstante, desde la crea-ción del Instituto de Tierras y Colonización (ITCO) en 1961, el Estado ha tratado de concentrar a los indíge-nas en sus tierras natales. En 1973 se creó la Comisión Na-cional de Asuntos Indígenas (CONAI) con representantes del Estado, municipalidades y organizaciones indígenas.

En 1975 CONAI creó nue-vas reservas que fueron le-galizadas. En 1977 se emitió la Ley No. 6172 con el fin de restituir la tierra a los indí-genas para proteger y consolidar sus culturas. Fue un logro, pues se trata de neutralizar y de detener la usurpación de sus tierras. CONAI ha propiciado la inscripción de las Reservas Indígenas en el Registro Público; la promulgación de leyes y reglamentos sobre derechos in-dígenas; la Ley sobre Patrimonio Nacional Arqueológico; la Ley de Inscripción y Cedulación Indígena;

y los artículos del Código de Mi-nería que protegen las Reservas. En 1992 se creó la Comisión Asesora de Asuntos Indígenas, Órgano Consul-tivo del Presidente de la República.

El 21 de setiembre de 1994 se apro-bó la ley número 7426. Esta norma abolió la Ley No. 4169, del 29 de julio de 1968 que enunciaba el “Día del Descubrimiento y la Raza”. La nueva ley estableció que “todos los años se conmemorará el 12 de octu-bre como ‘Día de las Culturas’, para enaltecer el carácter pluricultural y multiétnico de Costa Rica”. Asimis-mo, en 1999 se reformó el Art. 76 de la Constitución Política y se agregó la palabra “indígena” en la defini-ción de los derechos de los costarri-censes. El proceso jurídico e institu-cional, aunque tardío, reconoce el contenido ancestral que identifica la historia y la pluralidad cultural in-dígenas de la nación costarricense. Actualmente existen 11 grupos y 22 reservas indígenas.

Fuente. Fernández Se-veriano y Carmen Ro-jas. Dpto. de Educación Indigenista. MEP. San José 1995. Inédito. Cita-do por Padilla Elizondo, Isabel. La diversidad étnica nacional. Kiosco de Información. MEP. Archivo: A099610I.S10. San José, 1996. Bozzoli de Wille, María E. El indígena costarricense y su ambiente natural. Editorial Porvenir. San José. 1986. p. 16.

Pueblos Habitantes % Territorios

Chorotegas 795 2.22 MatambúMalekus 1.074 3.00 GuatusoTeribes 1.253 3.50 TérrabaHuetares 816 2.28 Quitirrisí. ZapatónBruncas 5.012 14.00 Boruca. Rey CurréBribrís 12.172 34.00 Salitre. Cabagra. Kekoldi.Cabécares 9.308 26.00 Ujarrás. Telire. Tayní. Nairí Awarí. (Talamanca)Guaymíes 5.370 15.00 Osa. Conte Burica. Abrojos. Coto Brus. San Antonio.Térrabas QuitirrisíMatambú Total 35.000 100 23 territorios (sic). Hectáreas: 317.339.

PUEBLOS INDÍGENAS:HABITANTES Y TERRITORIOS EN 1995

En 1999 se reformó el Art. 76 de la Constitución Política y se agregó la palabra “indígena” en la definición de los derechos de los costarricenses.

La región de Desamparados fue habitada antes de la llegada de Co-lón. Sus habitantes eran pobladores del Reino Huetar de Occidente, dominios del Cacique Garabito.Fuente: http://sociopoetizando.wordpress.com/2009/09/10/la-independen-cia-y-talamanca-los-caciques-bribris-asesinados/

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Los españoles llegaron en 1502 a Cariay, Limón, al mando de Cristóbal Colón.

Ese año comienza la exploración del territorio. Pero la conquista se ubica, con criterios adminis-trativos, entre 1534, año en que se nombra un Gobernador de Vera-gua, y 1573, cuando se designa a Diego de Artieda y Chirinos, Go-bernador de la Provincia de Cos-ta Rica. El proceso se desplegó en tres direcciones: a) las guerras en la región Caribe, entre 1508 y 1577; b) el control del Golfo de Nicoya, concluido en 1528; y c) la conquista del Valle Central, entre 1561 y 1569, año del reparto de los indios en encomiendas, por el Go-bernador Pero Afán de Rivera. El Caribe actual, entonces llamado “Costa de Veragua”, se consideró un litoral rico en oro y tesoros. El nombre fue sustituido hacia 1570 por el de “Nuevo Cartago y Costa Rica”.

Las vías de acceso al interior de los territorios fueron los ríos, islas y caminos que usaban los nativos. Como medios de transporte recurrían a la caballería y a los esclavos de carga o tamemes.

La monarquía española organizó la conquista mediante convenios con personas adineradas que fi-nanciaban la compra de armas de hierro, pólvora, caballos, embar-caciones, alimentos y tripulación. Recibían a cambio las ganancias

obtenidas con el saqueo de oro, el comercio y la venta de los indíge-nas esclavizados. Las embarcacio-nes hacia la América continental salían de puertos del Caribe o me-diterráneos, con más frecuencia de España, en donde obtenían la autorización de la Corona. Los na-víos eran bergantines medianos, góndolas y canoas, o galeones y carabelas de mayor dimensión. Las vías de acceso al interior de los territorios fueron los ríos, islas y caminos que usaban los nativos. Como medios de transporte recu-rrían a la caballería y a los escla-vos de carga o tamemes.

Al Caribe hubo varias expedi-ciones: las de Diego de Nicue-sa (1508-1510), Felipe Gutiérrez (1536-1537), Hernán Sánchez de Badajoz (1540), Rodrigo de Con-treras (1540) y Diego Gutiérrez (1541-1544). Para explorar Cen-troamérica, la ciudad de Panamá,

fundada en 1519, se convirtió en centro de operaciones. De ahí sa-lieron Hernán Ponce de León y Juan de Castañeda a explorar el Pacífico Sur, y chocaron con los indígenas. La conquista del Valle Central se asignó a Juan Estrada Rávago (1560-1561) Juan de Cava-llón y Juan Vásquez de Coronado (1562-1564).

La primera expedición con ob-jetivos de conquista del Pacífico se hizo en 1523 al mando de Gil González Dávila. La autorizó la monarquía para buscar el “Es-trecho Dudoso”, así llamado por ellos el Golfo de Nicoya. Aunque el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo da cuenta de que la angos-tura se llamó Golfo de San Lucas, Golfo de Orotiña y Golfo de Güe-tares. Nicoya fue convertido en sitio estratégico para conquistar Centroamérica, trasegar mercan-cías, oro y esclavos. Al explorar-

LACONQUISTAESPAÑOLAENCOSTARICA

Expedición de Gil González Dávila. Fuente: Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

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CARTADEVÁZQUEZDECORONADO

El historiador Manuel María Peralta descubrió en el Archivo General de Indias, en 1883, once cartas de Juan Vázquez de Coronado (1523-1565), dirigidas al monarca español, las cuales fueron publicadas en 1908 por Ricardo Fernández Guardia. En la carta del 11 de diciembre de 1563 escribió lo siguiente.

“A S. M. el Rey D, Felipe II Nuerm Cmrtmgo, ii de diciembre de igóa C. R. M.

De la provincia de Nicaragua di abiso a V. M. como residiendo en la govemacion della se me encargo y mando que juntamente con aquella provincia tubiese a mi cargo la pacificación y población desta de Nueva Cartago y Costa Rica hasta que por V. M. otra cosa fiíese proveído, y que dexando alli mi lugar teniente viniese a entender en la expedición y pacificación desta trayendo por delante gente, bastimentos, ganados y armas y otras cosas de socorro para algunos soldados que aqui quedaron, por ausencia del licenciado Juan Cava-llon. Puse por obra lo que se me mando con la diligencia a mi posible por parecerme que como se abia comengado á despoblar, del todo se acabara si yo no pusiera remedio en ello con enviar al maese de campo Juan de Ovalle con cinquenta soldados bien proveídos y con bas-timentos y ganados para los que en la tierra abian quedado, para que se animasen hasta que yo pudiese partirme con mas gente y dexase proveídas otras cosas tocantes a la jornada, en las quales di fin y principio a mi camino con no poco trabajo y gasto, partiendo de la cibdad de León, con otros ochenta soldados y vecinos, a los diez y ocho de agosto, en tiempo de ynbiemo y de grandes rios y ciénegas.

Entre en Nicoya a los seis de setiembre. Deste pueblo de Nicoya envié a llamar a los caciques de Cotan y Bagaci, pueblos que caen en la demarcación desta tierra, a los quales yo reduxe al servicio de V. M. juntamente con la isla de (^ilintiname), que esta en me-dio de la laguna de Granada, quando me embarque para el dicho efeto, como di a V. M. relación de la dicha provincia. Los caciques vinieron y quedaron muy en servicio de V. M. y encargue al corregidor de Nicoya que tubiese cuydado de mirar por ellos y mándele que no consintiese que en los principios se les pidiese cosa alguna, y al vicario le rogue los fuese a doctrinar, questan veynte y tantas leguas de alli. Proveiles de rescates y otras cosas con que fueron muy contentos.

En el pueblo de Nicoya estube aislado sin poder pasar adelante por causa de las grandes aguas que no dieron lugar a pasar por tierra, y por mar diome al través un navio pequeño a la salida de la barra y fue forgoso esperar otro grande que dexe cargando en el Realejo, el qual, después de aver descargado en el puerto y llevado de segundo viaje maiz para sustentar el campo, entro en Nicoya a los siete de noviembre y yo me embarque con toda la gente a los ocho. Entre en Landecho, que solamente gozaba del nombre de poblado, a los diez: halle solos quatro soldados y tan determinados de dexar la tierra, que si no supliera a la necesidad con regalos que les hice me alteraran los que traya. Dexe alli diez soldados y un teniente, los tres casados, y parti luego para esta poblaron o cibdad en la qual entre a los veinte del mismo mes. Fui bien recibido; halle a los soldados tan desnudos y necesitados que tube en mucho aver querido esperar con tanta necesidad. Proveilos lo mejor que pude, de manera questan contentos y se an animado para dar ñn en la jornada en servicio de Vuestra Magestad.

Esta poblaron esta en 1 1 grados, asentada en unos llanos grandes. Es tierra fría, tiene buen cielo y suelo; dista de la mar del Sur ocho leguas; de la del Norte se cree estaremos treynta poco mas o menos; del Desaguadero veynte, a nuestro parecer pocas mas. Tiene lexos las tierras para sembrar; dase trigos y todas hortalizas; tiene poca leña; esta algo apartada de la poblagon de los naturales. En dando asiento en la tierra se vera si ay otro sitio que le haga ventaja. Son grandes y casi insufribles los vientos que corren en verano. La tierra es una de las buenas que yo he visto en Indias y a mi ver no le haze ventaja ninguna de la Nueva España ni del distrito, porque he visto todas las mas y govemado en nombre de Vuestra Magestad algunas.

Danse muy bien ganados de todas maneras. Los naturales della son vivos de yngenio, belicosos, mayores de cuerpo que otros, bien hechos; imitan en

la sotileza de las contrataciones a los mexicanos; tienen ropa de algodón por extremo buena, gran cantidad de oro de todos quilates. Mostroseles cobdicia dello en los principios y hanlo escondido. Es forzoso que aya minas en muy gran cantidad, y no se aver descubierto ha causado la poca gente que tubo el licenciado Juan Cavallon que nunca oso enviar a parte ninguna de asiento, sino de paso a descubrir la tierra. Finalmente Vuestra Magestad tiene aquí uno de los mejores rincones de sus reynos.

Sera necesario que Vuestra Magestad mande que se de mas calor que hasta aqui, porque yo he gastado doze mili pesos sin que se me aya proveydo de cosa alguna y gastare lo mas que pudiere hasta que Vuestra Magestad de la orden que mas convenga a su servicio. Y es cierto que estoy bien adeudado, ansi desta jornada como de otras que en servicio de Vuestra Magestad he hecho.

Fuente: http://www.archive.org/stream/cartasdejuanvzq00guargoog/cartasdejuanvzq00guargoog_djvu.txt

Fuente: http://www.tiquicia.com/co-lumnas/historia/images/013-1.jpg

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se el Lago de Nicaragua -llamado por los indígenas, Cocibolca- se facilitó la salida al Mar Caribe por el desaguadero del Río San Juan. Al este del Golfo se fundó la Villa Bruselas, en 1524. Fue el primer poblado español en la ruta terres-tre hacia Nicaragua, y puerto para el comercio con Panamá y Perú. En 1527, quedó bajo control de los gobernadores de Nicaragua.

La conquista tuvo varios obje-tivos: obtener oro, en orfebrería y de aluviones; satisfacer el afán de guerra y de lucro, propios de la época del capitalismo mercantil; e imponer la autoridad de los Re-yes españoles y del papado roma-no. La obediencia a la autoridad se exigía a los indígenas al leerles en latín el célebre “Requerimien-to” o aceptación de la fe cristiana

y del poder monárquico como fi-nes de la conquista, según las Le-yes de Burgos. De ahí surgen las instituciones que la legitimaron: el Requerimiento, “la guerra jus-ta”, las encomiendas de esclavos y de servicios, y las Capitulaciones o contratos entre particulares y la Corona. El Estado monárquico exigía “el Quinto Real” o impues-to sobre los tesoros encontrados, y establecía además, que cada te-rritorio reconocido formaría parte del dominio imperial.

Gil González Dávila afirma que en el recorrido que hizo desde Punta Burica hasta el Golfo de Pa-pagayo subordinó a más de treinta caciques, bautizó 487 indígenas y recibió oro por valor de 4.708 pe-sos. Entre 1519 y 1542 más de cien cacicazgos de las regiones Caribe

y Chorotega vivieron en estado de hostigamientos militares, esclavi-zación y repartimiento de los ha-bitantes mediante las encomien-das para el trabajo, la prestación de servicios o el pago de tributos a la Corona.

La primera etapa de la conquis-ta concluye en 1542. A partir de entonces, la monarquía ideó un estatuto jurídico, conocido como las Leyes Nuevas. Con ellas tra-tó de detener la devastación de la población, mitigar la explotación de los indios, limitar la propiedad privada de las riquezas en meta-les y tierras, organizar el comer-cio y ordenar el cobro de tributos. Prohibió esclavizar a los indios; estableció las encomiendas por servicios y éstas pasaron a pro-piedad de la realeza; ordenó crear

Fuente: Payne Iglesias Elizeth. El impacto de la conquista española en las sociedades indígenas (1502-1569).http://www.avizora.com/historia de países/0079 historia costa rica 2http://es.wikipedia.org/wiki/Poblaciones_coloniales_de_Costa_Rica#Villas_y_ciudades_de_espa.C3.B1oles

AÑO POBLADO UBICACIÓN CONQUISTADOR

1524 Villa Bruselas Noreste del Golfo de Nicoya Gil González Dávila 1540 Ciudad de Badajoz y Valle de Coaza o del Duy Hernán Sánchez de Badajoz Puerto de San Marcos Caribe Sur 1543 Villa de Santiago Márgenes del Reventazón Diego de Gutiérrez y Toledo1544 Ciudad San Francisco Valle del Suerre Diego de Gutiérrez y Toledo1560 Castillo de Austria Caribe Norte Juan Estrada Rávago El Real de la Ceniza Valle Central costa oeste Juan de Cavallón y Arboleda1561 Castillo de Garcimuñoz Cerca de Santa Ana Juan de Cavallón y Arboleda1561 Villa Puerto de Landecho Tivives. Pafícifo Sur Juan de Cavallón y Arboleda1563 Nueva Cartago Buenos Aires. Puntarenas Antonio Àlvarez Pereyra 1563 NuevaCartago ConfluenciadelríoCori JuanVázquezdeCoronado1564 Santiago de Cartago Valle del Guarco. Cartago Juan Vázquez de Coronado 1568 Aranjuez PacíficoNorte PeroAfándeRiverayGómez1571 Nombre de Jesús Valle del Térraba Pero Afán de Rivera y Gómez 1572 Traslado de Cartago Matarredonda Pero Afán de Rivera y Gómez1574 Ciudad Espíritu Santo Valle de Coyoche Alonso Anguciana de Gamboa 1577 Esparza Actual Esparza Diego de Artieda Chirino y Uclés 1578 Artieda Río Guaymí. Hoy en Panamá Diego de Artieda Chirino y Uclés1605 Santiago de Talamanca Sur del Río Sixaola Rodrigo de Sojo

PRIMEROS POBLADOS ESPAÑOLES

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Reducciones de indios o poblados, administrados en lo social y en lo religioso por clérigos mercedarios. El sistema fue llamado de pacifica-ción, buen trato y colaboración de los indígenas, en contraste aparente con los métodos de guerra, saqueo y esclavitud.

En ese contexto se diseñó, en 1560, la conquista del Valle Central desde la costa del Pacífico. El traslado de Garcimuñoz al valle del cacicazgo guarco, y el reparto de indios, esta-bilizaron los poblados españoles en el Valle Central. El control del terri-torio central y el estímulo de enco-miendas otorgadas en 1569, cuando fueron adjudicados cerca de 70 mil indígenas, permitieron reorganizar la segunda fase del asedio a los caci-cazgos de la región Caribe, durante los años setenta del siglo XVI.

La conquista de Costa Rica fue exitosa para los españoles en el con-texto de las guerras contra las civili-zaciones Maya e Inca, y por la posi-ción del Istmo favorable al comercio con Europa y el sur del continente. Los cacicazgos de la Gran Nicoya, Diquís y del Valle Central eran co-munidades con baja densidad de población que utilizaban el oro en pocas actividades artesanales y te-nían modestos sistemas agrícolas y de intercambio. El sometimiento de los cacicazgos de las áreas interme-

dia y mesoamericana, satisfizo ante todo el comercio de esclavos, prove-yó trabajadores para mantener a las huestes invasoras y consolidar la co-lonización en torno a una economía que valorizaba los metales preciosos y algunas especies agrícolas única-mente en un sentido mercantil.

Las transformaciones estructura-les que introdujo la conquista tras-cendieron de manera irreversible la historia antigua de Costa Rica. Primero, por la destrucción de vi-das humanas. La población indíge-na ascendía al comienzo del siglo XVI a unas 400.000 personas, bajó a 120.000 en 1569 y a 10.000 a prin-cipios del XVII. Las causas del des-censo fueron: las guerras de los es-pañoles y de resistencia indígena, la

destrucción de aldeas, el comercio de esclavos, las encomiendas y las enfermedades. Han sido registradas varias crisis patológicas clasificadas como pestilencias, hambrunas, ca-lenturas, sarampión; y varias epi-demias que ocurrieron en los lapsos de 1524-1548, 1573-1576 y en 1581.

En segundo lugar, por la des-trucción de la propiedad colectiva y de la agricultura sedentaria. Los españoles introdujeron exigencias de rendimientos para satisfacer el comercio y el pago de tributos. Gra-varon productos autóctonos como el maíz, frijoles, cera, miel, algodón y sal; y esos bienes eran subastados por encomenderos comerciantes para la venta local o exterior. Se emplearon métodos de cultivo di-

1524 Diriá, Diriangen y Nicaragua1529 Güetares (Villa Bruselas)1532 Chondales (Nicaragua)1541 Cicuas (Talamanca)1545 Nicoya, Corvecí, Orotina, Chira1559 Concepción, Veragua (Panamá)1563 Quepo, Turucaca, Coto1564 Turrialba, Atirro, Cot, Uxarraci1602 Aoyaque y Chirripó1605 Moyagua (Talamanca)1607 Quequexque y Térrebes1610 Borucas, Cotos, Cicuas, Talamanca 1611 Cébaco y Coto 1615 Tariaca y Tierra Adentro 1616 Tariaca 1619 Aoyaques, Cureros y Hebenas 1638 Talamanca y Valle del Duy 1639 Votos 1640 Votos 1675 Urinamas, Boruca, Talamanca 1702 Térrabas, Tójar y Chánguenes1709 Tójar, Urinama, Térraba, Cabécara

La conquista eliminó la organización social basada en cacicazgos unidos por consanguini-dad y por el resguardo de tradiciones, y con creen-cias y mitos elaborados a través de la comunicación oral y gráfica.

Fuente. Ibarra Rojas, Eugenia. Las sociedades cacicales en Costa Rica. Siglo XVI. EUCR. San José, 1996. P. 194.

ALZAMIENTOS YREBELIONES INDÍGENAS

EN LA COLONIA: 1524-1709

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ferentes, herramientas de hierro y cobre, y se introdujeron especies agrícolas y animales que requerían el uso intensivo de la tierra. Reduje-ron el tiempo de trabajo que los po-cos sobrevivientes podían dedicar a sus propias faenas y al consumo de alimentos.

En tercer lugar la conquista elimi-

nó la organización social basada en cacicazgos unidos por consanguini-dad y por el resguardo de tradicio-nes, y con creencias y mitos elabora-dos a través de la comunicación oral y gráfica. Los españoles introduje-ron un sistema de jerarquías socia-les cuyo poder autoritario derivaba de la guerra y la violencia. Estable-cieron reducciones o poblados in-dígenas y mestizos segregados por criterios de clase social y áreas resi-denciales, y compartimentados por razones de administración militar, política, religiosa y comercial. Se au-toerigieron en autoridades con car-

gos y funciones que eran asignadas por instancias de un poder colonial lejano y ajeno a las necesidades coti-dianas. Con todo ello se rompieron los vínculos tradicionales locales entre familia, comunidad, sociedad, gobierno, cultura, medio ambiente y pasado memorial.

Por último, las guerrillas de re-

sistencia contra las avanzadas mi-litares de conquista ingresaron a la memoria colectiva indígena, quizás con el mismo celo con que ésta res-guardaba las epopeyas de las dinas-tías cacicales. En 1534 los guaymíes atacaron Veragua, destruyeron cul-tivos y huyeron al interior, pese a la prisión y tortura del cacique Purur-va. En 1541, Sánchez de Badajoz sometió y apresó a los legendarios caciques Camaquiri y Cocorí. Este último fue asesinado; pero Cama-quiri organizó una seria ofensiva. En Tayutic, sitio cercano a Turrial-ba, los españoles fueron atacados

con el grito que recogió el cronista italiano Girolano Benzoni, sobrevi-viente: “Toma oro, cristiano, toma oro...” El Valle Central se mantuvo en rebelión general durante las ex-pediciones de Juan de Cavallón y de Juan Vásquez de Coronado.

La resistencia indígena incluía des-de actos espontáneos hasta respues-tas más ordenadas. Consistieron en alzamientos, huídas a las montañas, quemazón de cultivos o el desacato a las demandas del conquistador. La zona de Nicoya y las sierras cer-canas a la costa pacífica fueron lu-gares de refugio de los aborígenes desde el ingreso de González Dávi-la. Asimismo, los huetares del Valle Central huían a las llanuras de los Votos y Talamanca. Entre las formas más ordenadas de resistencia están la destrucción de poblados, asaltos u hostigamientos, y el estado de sitio que hizo desaparecer muchas ciudades recién fundadas.

Rebelión de Pablo Presbere. Álbum de Figueroa ANCR - CIHAC.

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PABLOPRESBERE

Ará, el nombre original de Talamanca, nunca pudo ser conquistada por los españoles. No es casual entonces que sea la región donde sobrevive la principal población indígena del país, producto de una historia de resistencia. A raíz de la mortalidad y consecuente escasez de trabajadores en el Valle Central, los indígenas insumisos fueron hostigados desde principios del siglo XVII mediante la actividad misionera.

El proceso de reconquista por la vía de la evangelización inició en 1605 cuando Diego de Sojo y Peñaranda fundó Santiago de Talamanca. Pero la ciudad fue destruida en 1610 por la rebelión dirigida por el Useköl, nombre de los máximos jefes religiosos de los Bribris y Cabécares. En 1613 el cacique Coroneo, principal jefe político y militar –Bru, en lengua indígena- sublevó gran número de tribus del este de la provincia colonial. En 1620 los caciques de Talamanca Juan Serraba, Francisco Kagrí, Diego Hebeno y Juan Ibquezara se autoinmolaron, como op-ción al sometimiento. En 1662 el Bru Kabsi tomó y destruyó la recién fundada ciudad de San Bartolomé de Duqueiba. Otros caciques se pusieron bajo el control de los misioneros porque buscaban protección contra los piratas ingleses y los zambos mosquitos.

En 1694 ingresaron a Talamanca los frailes franciscanos, Fray Pablo de Rebullida y Fray Antonio Andrade. Cinco años después, con ayuda militar del Gobernador Lorenzo Antonio de Granda y Balbín, decidieron trasladar las poblaciones del lado Caribe, a Boruca, en el Pacífico. En 1709, el cacique de Suinse, Pabru –jefe de las lapas- Presbri, castellanizado como Pablo Presbere, interceptó una carta de los frailes en la que se daba la orden de “[sacar] a la provincia de Boruca los [indios] que estuvieren cercanos a ella, y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón [porque] sus tierras [son] malas para administrarlos…” Ante esa disposición, el 28 de septiembre de 1709 estalló la rebelión.

Unos 4000 indígenas atacaron San Juan, lugar donde se encontraba fray Antonio de Andrade. Cinco soldados murieron y el resto huyó a Cartago. Presbere, al mando de otros guerreros, dio muerte a fray Pablo de Rebudilla y a dos soldados que se encontraban en San Bartolomé de Urinama. El cacique cabécar, Pedro Comesala, al mando de otro grupo, se dirigió a Chirripó donde dieron muerte a fray Antonio de Zamora, a dos soldados, y a la mujer y el hijo de uno de ellos. Fueron destruidas las reducciones misionales de Cabécar, Urinama y Chirripó, e incendiadas las casas del convento, los cabildos y 14 capillas. Los rebeldes avanzaron hasta Tuis, a 50 km de Cartago y exhumaban los cuerpos de indígenas sepultados por los españoles para enterrarlos según sus propias tradiciones. En la sublevación participaron unos 10.000 indígenas.

La rebelión fue salvajemente reprimida. El Gobernador Granda y Balbín torturó a varios indígenas de Pacaca. Luego orga-nizó una tropa de 200 soldados, no sólo para controlar la sublevación, sino también para adquirir prisioneros y usarlos como mano de obra para los encomenderos de Cartago. El líder indígena Presbere fue capturado en una emboscada. El Useköl Pedro Comesala y otros rebeldes lograron escapar. Las milicias ofrecieron la paz a cambio de la rendición de los rebeldes, pero éstos prefirieron dar fuego a sus chozas y huir. Los españoles hicieron prisioneros a 700 indígenas.

Según testimonio del gobernador Diego de la Haya Fernández, expedido nueve años más tarde, solo 500 llegaron con vida a Cartago y fueron repartidos entre los oficiales, soldados y miembros de la élite. A Pablo Presbere y demás líderes los encar-celaron en el convento de La Soledad. Fue enjuiciado el 1º de junio de 1710 y la sentencia se cumplió el 4 de julio del año de 1710, en la ciudad de Cartago.

La sentencia decía así: “...fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo...”.

El 19 de marzo de 1997 la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica lo declaró DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, y un decreto ejecutivo declaró el 4 de julio como el Día de Presbere. El único colegio que llevaba su nombre, ubicado en Calle Blancos, Goicoechea, se cerró en 1987.

Fuentes. http://www.guiascostarica.com/4julio/4_julio_1710.htm Villalobos, Gabriela. La indómita Talamanca. La rebelión de Pablo Presbere.En: http://www.museocostarica.go.cr/es_cr/temas-de-inter-s/la-ind-mita-talamanca.html?Itemid=64

Fuente: www.ticotimes.net/images/daily_04_20_06.jpg

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Costa Rica se insertó en la historia de Europa Occi-dental como territorio del

imperio español. Para organizar las sociedades conquistadas en Amé-rica, Asia y Oceanía, la monarquía creó un sistema de poder que cen-tralizó en la Casa de Contratación de Sevilla (1503), el Consejo de In-dias (1511) y el Tribunal de la Inqui-sición (1569). Estas instituciones y la evolución de las estructuras colo-niales en relación con la economía y la política europea fueron decisivas en la historia de América Latina.

La Casa de Contratación diseñó el

monopolio comercial, impulsó es-tudios náuticos y geográficos y asu-mió la resolución de asuntos civiles y criminales. El Consejo de Indias

organizó el gobierno en las áreas mi-litar, judicial, civil, comercial, tribu-taria y eclesial. El Tribunal de la In-quisición a cargo de los dominicos, procesó a los herejes, hechiceros, in-vocadores del diablo y adivinos; im-pidió la entrada de judíos; penalizó la infidelidad, la bigamia y la inmo-ralidad sexual. En esa época preva-lecía la doctrina moral de la Iglesia Católica, de origen medieval.

En América, el poder surgió de las guerras de conquista. La autoridad fue legitimada mediante las Capi-tulaciones, y luego de 1680, con las

normas del Derecho de Indias. La administración de las colonias con-jugó objetivos de posesión territo-rial, preservación de la población, recaudación de tributos y lealtad a la monarquía. Centroamérica de-pendía del Virreinato de la Nueva España creado en 1535 con sede en México, y desde 1542, de la Capita-nía General y de la Real Audiencia de Guatemala. En el nivel local, las instituciones políticas fueron las Gobernaciones de Provincia, los Corregimientos y los Cabildos di-rigidos por el alférez real, alcaldes, regidores, tenientes de gobernador, oficiales y alguaciles. Esos cargos eran desempeñados por individuos de familias españolas y, en menor grado, por los criollos o descen-dientes de conquistadores.

COSTARICA:UNACOLONIADEESPAÑA

Iglesia colonial de Ujarrás.Fuente: Colección privada.

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El territorio de Costa Rica había sido repartido antes de darle unidad administrativa. La vertiente del Ca-ribe quedó adscrita a la provincia de Veragua, creada en 1508. La vertien-te del Pacífico, a la Provincia de Cas-tilla del Oro o Colombia. La región noroeste del mismo litoral, a la Pro-vincia de Nicaragua. En 1540 se for-mó la Provincia de Nuevo Cartago y Costa Rica. En 1565, Felipe II con-cedió a Juan Vázquez de Coronado el título nobiliario y hereditario de Adelantado de Costa Rica. El primer Gobernador, Pero Afán de Rivera y Gómez, ejerció entre 1568 y 1573. Le sustituyó Diego de Artieda Chi-rino y Uclés. Durante su gobierno, la Audiencia de Guatemala agrupó las reducciones indígenas más pobladas en nueve Corregimientos: Chomes, Pacaca, Quepo, Tucurrique, Gara-bito, Aserrí, Chirripó, Turrialba y Francisco de Ocampo y Golfín (Uja-rrás). La región Nicoya fue el primer corregimiento, creado en 1554; pero en 1787 quedó convertido en El Par-tido de Nicoya, adscrito a la Inten-dencia de León. En 1662 había trein-ta reducciones de indios.

El poder colonial se consolidó cuando en 1569 los conquistado-res se repartieron a los indígenas, mediante las encomiendas. La pro-ducción de bienes y la formación de grupos sociales quedaron en-trelazadas con asidero en la apro-

piación privada de la tierra y de los excedentes de productos que tenían valor de consumo, comercial y tri-butario. La minoría de encomende-ros devino clase social al afianzarse los fines mercantiles de la economía con las funciones de gobierno y las actividades eclesiales. En 1591 se promulgaron las Reales Cédulas por medio de las cuales la Corono obligó a pagar las apropiaciones de tierras no adquiridas por títulos oficiales, y la disposición dio origen a las com-posiciones o compras de tierra. Un siglo después, en 1692, se creó el Juz-gado Privativo de Tierras.

La producción de bienes adquirió

valor dinerario y se basó en los cul-tivos de maíz, frijol, trigo, zarzapa-rrilla y cacao; la elaboración de miel, cera, sal, y harina; el tejido de fibras como algodón, henequén, pita y ca-buya; la cría de cerdos, vacas y ca-ballos; y la manufactura de cerámica para usos domésticos, o de tejas para cubrir las viviendas. Los pueblos de indios no encomendados se asigna-ron a los frailes dominicos y francis-canos quienes los forzaban a trabajar para proveer ingresos a la Caja Real. Con ese objetivo nacieron las cofra-días o asociaciones en áreas delimi-

tadas para el trabajo común, en las cuales se celebraban ferias para su-fragar gastos clericales y eclesiales en nombre de un santo patrono.

El comercio con España despegó a partir de 1570 a través de la red marítima que unía Filipinas, Chile y Acapulco. Por ello los encomen-deros forzaron la apertura del Ca-mino de Mulas que comunicó Car-tago con Esparza, hasta los Puertos de Caldera (1570) y Nicoya (1577), puntos de embarque a los puertos panameños de Nombre de Dios y Portobelo, o a Cartagena. La agri-cultura, el comercio exterior y la acumulación de dinero fueron exi-tosos entre 1570 y 1630. Los estimu-ló el alza en la producción minera de plata en Perú, México y Hon-duras, al introducirse el método de amalgama con mercurio.

Pero entre 1620 y 1685 se sintie-ron las consecuencias de la prime-ra gran depresión del capitalismo europeo. Vino la crisis del comercio exterior, agravada por el descenso de la población indígena, el declive del cacao en Rivas y Quepos, el au-mento de los tributos, la decadencia de la flota marítima de España, y la

Camino de mulas. Álbum de Figueroa. ANCR - CIAHAC.

En 1540 se formó la Pro-vincia de Nuevo Cartago y Costa Rica. En 1565, Felipe II concedió a Juan Vázquez de Coronado el título nobiliario y here-ditario de Adelantado de Costa Rica.

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piratería. El trueque de productos con monedas de cacao volvió a ser práctica común. Además, en la po-blación se desataron nuevos tipos de conflictos: entre encomenderos y comerciantes o entre éstos y la buro-cracia; entre funcionarios políticos y el clero, por disputas de prebendas; y a raíz de rebeliones indígenas, esta vez contra los curas doctrineros. En-tre 1610 y 1661 fueron constantes las revueltas de las tribus tariaca, aoya-ques, cureros y hebenas.

La contracción del comercio entre España y sus colonias a través de los puertos de Veracruz y Portobe-lo, fomentó la competencia europea. Desde 1660 la piratería asoló las costas e islas en Haití, Jamaica, Pa-namá, Nicaragua, Matina y Nicoya. La primera invasión de bucaneros ocurrió en 1666, cuando unos 800 hombres al mando de Henry Mor-gan y John Mansfield arribaron a Portete y llegaron 30 kilómetros an-tes de Cartago. El contrabando de-vino en institución como actividad de los encomenderos, burócratas, comerciantes y clérigos en reacción a las restricciones para controlar

la piratería y la evasión fiscal. No obstante, la recuperación del ciclo económico depresivo, entre 1690 y 1750, abrió el cauce a otros cambios que dinamizaron la economía y la sociedad colonial.

La encomienda fue sustituida por el trabajo libre, sin más coacción que la necesidad. El Juzgado Privativo de

Tierras impuso una nueva adminis-tración de las tierras. Surgió la gran propiedad en la cual tomó forma la agricultura de exportación con arrai-go en las plantaciones de cacao ubi-cadas en Matina, y en las haciendas de ganado de Esparza y del Corregi-miento de Nicoya, Bagaces y Rivas, territorios de Nicaragua. En el Valle Central subsistió la propiedad colec-tiva en la forma de ejidos comunales de indios, y de mestizos y libertos; de tierras públicas o “propios”; y de fun-dos comunes. Nació el arrendamien-to de la tierra y de la fuerza de trabajo indígena, y algunas grandes propie-dades se fragmentaron en parcelas a raíz del crecimiento de la población mestiza. Esos fenómenos delinearon la estructura de pequeña propiedad o “chácara”: fincas familiares aleda-ñas a otras más extensas como las que heredó en Matarredonda, Josefa de Torres -madre del Pbro. Manuel Antonio Chapuí- o el latifundio del Pbro. José de Chaves, ubicado entre Pavas, Escazú y Santa Ana.

En esta fase resurgió la esclavitud de etnias negroides; creció la inmi-gración española de “hombres sol-teros de noble linaje”; y hubo otra ofensiva militar sobre los pueblos indígenas de la cordillera de Tala-manca, la cual fue neutralizada, en 1709, por la rebelión de los caciques Presbere y Comesala. Entre 1720 y 1750 surgieron oleadas migratorias de ladinos, mestizos y españoles o “blancos pobres”, las cuales origina-

QUEJADELOSINDIOSDEBARVAALACORONA

En 1762 los indígenas de Barva resumieron los daños sufridos, mediante la siguiente queja que enviaron a la Corona.

“….recibimos muchos perjuicios como es quitando los montes para hacer sus labores y juntamente cortando las maderas de ellos para ha-cer otros cercos y dejándonos sin lugar para trabajar nuestras milpas para poder pagar los reales tributos de Su Majestad, diciendo que no tenemos tierras que los tirros (sic) son dueños de ellas y que se pon-drán donde quisieren sin que nadie se lo estorbe … asimismo recibimos perjuicios de los ganados de todo el dicho vecindario por estar sitiados dichos ganados dentro de nuestras tierras y no haber forma que salga pues no nos vale mostrarles nuestras ordenanzas…”.

Fuente: Fonseca C., Elizabeth. Op. Cit. (1983) P. 146.

Fuente: Fonseca Corrales, Elizabeth. Costa Rica Colonial: La tierra y el hombre. EDUCA. San José. 1983. p.101.

PERÍODO VALLE CENTRAL PACÍFICO NORTE

PROPIEDADES COMPRADAS POR LOS CRIOLLOSA LA CORONA 1591-1821

La primera invasión de bucaneros ocurrió en 1666, cuando unos 800 hombres al mando de Henry Morgan y John Mansfield arribaron a Portete y llegaron 30 kiló-metros antes de Cartago.

1591-1692 1.839,97 Has. 2.396,24 Has.

1693-1754 5.092,01 Has. 19.490,84 Has.

1755-1821 34.852,43 Has. 37.462,62 Has.

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ron las villas de San José, Heredia y Alajuela. Estos cambios favorecieron el aumento de población, la diversi-dad étnica y cultural de la sociedad, la formación de la pequeña propie-dad familiar, el consumo de manu-facturas españolas, la reactivación de los cultivos de cacao, añil, palo de brasil, azúcar, hortalizas y taba-co, y el comercio de esos productos con Guatemala y México, o hacia los puertos de Callao y Guayaquil.

La producción no agrícola que lle-naba necesidades familiares y de los usos citadinos y religiosos también despuntó desde finales del XVII. Los artesanos habían venido como tri-pulación y desde 1575 los Cabildos exigieron preservar los oficios por medio del reclutamiento y el apren-dizaje. En tanto labores que reque-

rían herramientas, materias primas y destrezas especiales, las autoridades de Cartago concentraron a los indíge-nas en barrios como la Puebla de los Pardos y San Juan de Herrera de los indios Naboríes. Así tomó forma el estrato social de los artesanos con sus categorías de maestros y aprendices. Algunos indígenas participaron de ese medio laboral y comenzó la rup-tura con el simbolismo de sus tradi-ciones como orfebres y ceramistas.

El aprendizaje indígena ha sido constatado en los oficios de zapateros, carpinteros, cerrajeros, sastres, he-rreros, silleros, curtidores, tejedores, plateros, canteros y albañiles. Aun-que la mayoría seguían los oficios de hilandería o fabricando cestas, lazos, petates y hamacas. La artesanía tuvo crecimiento en Cartago donde la ela-

boración de tejas originó el poblado de El Tejar. Los españoles alquilaban indígenas para trabajar a jornal como artesanos y en la construcción y re-paración de casas, calles e iglesias. El castigo corporal era parte de las con-diciones de trabajo, sobre todo en los estanques de añil y en la extracción de moluscos tintóreos como el murex.

El sector de artesanos lo integra-ban grupos étnicos diversos: indios, mestizos, mulatos, pardos, blancos; y hubo casos de esclavos negros. Eran pocos trabajadores y además hacían otros menesteres para sub-sistir por lo cual había escasez de productos. Pero desde 1678 los ar-tesanos fueron obligados a practicar un solo oficio, a especializarse por medio del aprendizaje, a no aban-donar las faenas y a abrir tienda,

ASENTAMIENTOS COLONIALES EN EL VALLE CENTRAL

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obraje o taller para servicio público. En 1690, entre los 575 habitantes de Cartago, había 35 artesanos.

La segunda mitad del siglo XVIII muestra la pujanza del capital y del comercio internacional, a tal grado que el dominio de ambas fuerzas eco-nómicas produjo cambios profundos en las sociedades, modos de produc-ción y de vida, y en las instituciones del Estado monárquico. A partir de 1780 se acentuó en Inglaterra la tran-sición de la manufactura a la fábrica industrial, a raíz de las nuevas apli-caciones técnicas en las ramas textil, metalúrgica y de medios de trans-porte ferroviarios a vapor. La revo-lución industrial marcó otra era del sistema capitalista, con proyección hasta la depresión de 1815-1850. En esos setenta años convergen, ade-más, la independencia de los Estados Unidos (1776-1783), la revolución francesa (1789-1795), la expansión del imperio napoleónico (1799-1815), los conflictos entre las monarquías por el control de los mares, las guerras de sucesión dinástica y las Reformas Borbónicas en España.

Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788), impulsaron en América un proceso de reformas para explotar, adminis-trar y proteger las colonias; eliminar los obstáculos al comercio; y contra-rrestar la ofensiva marítima y militar de Inglaterra, Holanda, Francia y Portugal. Para ello crearon la Secre-

El aprendizaje indígena ha sido constatado en los oficios de zapateros, carpinteros, cerrajeros, sastres, herreros, silleros, curtidores, tejedores, pla-teros, canteros y albañiles.

ARTESANOSDECARTAGOENELSIGLOXVII Jusepe de Mena, sastre, indio Juan de Aliñan, maestro, sastre Gaspar de Cáceres, sillero, hijo de india de CurridabatJerónimo, sastre, hijo de india de QuircotFrancisco, carpintero mulato libreNicolás de Arce, maestro cantero, mulato libre Manuel Rodríguez, cantero, esclavo negroSebastián de Contreras, maestro, canteroLucas Serbantes, mulato de la Puebla de los AngelesDiego Pérez, maestro de sastre en la PueblaAndrés Gómez, herrero de CartagoGabriel López, esclavo, herreroAgustín González Loría, maestro, herreroAndrés Méndez, maestro, herreroDomingo López, indígena, carpinteroLázaro Gutiérrez, indígena carpinteroBaltazar García, indígena, carpinteroDiego Chirraca, indígena, carpinteroJosé de Rivera, maestro, carpinteroJosé Falcón, maestro, carpinteroFrancisco Merino, aprendiz, curtidorFrancisco Rodríguez Moreno, maestro, curtidorAgustín Loría, maestro, cerrajeroJuan Pérez de Bonilla, maestro, sastre Marcos Martín, sastre Juan Pérez de Bonilla, sastre José de Prendas, sastre Gabriel de Aguilar, sastre Juan Sánchez Liñán, sastre Diego Pérez de Medina, sastrePedro de Alvarado, tejedorPedro Martínez, tejedor Juan Hidalgo, indígena, zapatero Alonso Sánchez, indígena, zapateroBernardo de la Cerda, español, maestro zapateroVentura Sánchez, español, zapatero Francisco Calvo, español, zapateroDiego de Espinoza, español, zapatero Andrés de LoboTomás Meléndez, maestro, talla de maderaFrancisco Bustamante, pintura y ensamble de imágenesEuxemio Martínez, escultor de imágenes, Talamanca

ARRENDATARIOSDEELTEJARDECARTAGO

Francisco Solano. 1651Sebastián de Zamora, Alférez, Hacendado. 1661 Pedro Lorenzo de Venegas, Sargento Mayor. 1675Antonio Pacheco. Sargento Mayor, Arrendador en 1678

Fuente: Payne Iglesias, Elizeth. Op. Cit.

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taría de Estado y los Despachos de Marina e Indias, con funciones de hacienda, comercio, defensa y admi-nistración. La Casa de Contratación fue trasladada de Sevilla a Cádiz y en América se formaron los virreinatos de Nueva Granada y de La Plata.

Entre 1760 y 1808, la monarquía derogó impuestos de importación; autorizó a compañías privadas para que comerciaran con exclusividad en regiones específicas; suprimió el sistema de flotas y rebajó tarifas para aumentar el número de navíos y el volumen de transacciones. En 1778 promulgó el decreto de libre comer-cio marítimo entre España y Améri-ca. La piratería europea en el mar Ca-ribe fue neutralizada por medio de defensas costeras y la construcción de fortalezas, castillos y murallas en los puertos y ciudades mayores.

Pero la necesidad de más ingresos para aplicar las reformas dio lugar a la celosa recaudación fiscal de las alcaba-las o impuestos de venta, y al control de la producción. Por ello se estable-cieron estancos o sitios exclusivos que regularon áreas de cultivo, número de productores, financiamiento, aco-pio y fijación de precios en la elabo-ración del añil, aguardiente y tabaco. Bajo esas medidas se reactivaron los cultivos de exportación y minería, y se reconstruyeron rutas de comercio. Los pueblos indígenas y mestizos fue-ron forzados a ingresar a los circuitos de intercambio mercantil. Apelando a la justicia, se impusieron controles so-bre las relaciones de explotación con medidas como reclutamiento de va-gos, huérfanos, prostitutas y mujeres solas, o por medio de la escolaridad y la instrucción mínima.

Las reformas cohesionaron a los españoles residentes en América o “chapetones”, familias ligadas por

funciones de gobierno, comercio e introducción de manufacturas. Afectaron intereses de las fami-lias criollas descendientes de con-quistadores ya que impidieron la diversificación de la producción. Los estancos inhibieron las inicia-tivas de cosecheros, deprimieron cultivos regionales, fomentaron la siembra ilegal de tabaco y con ello, la represión. Las reformas también restringieron privilegios eclesiales, al eliminar exoneraciones fiscales y desmontar los controles que ejer-cían las órdenes clericales sobre los trabajadores indígenas y mestizos. En 1767 los jesuitas fueron expul-

sados de España y de América. Es-tas transformaciones prepararon el escenario que fraguó el malestar, la disidencia y las ideologías anti-monárquicas. Culminó en las gue-rras de independencia, a las cuales precedieron múltiples y variadas expresiones separatistas.

En Costa Rica, el relieve de las reformas borbónicas se manifestó en la respuesta de la Corona a la de-cadencia en la producción del cacao y del comercio. Desde que en 1766 se estableció en Guatemala el estan-co de tabaco, se abrió una alterna-tiva exportadora. Entre 1781 y 1792 la agricultura de tabaco se favoreció

con la apertura de la Factoría de Ta-baco en San José y con la exclusivi-dad del comercio desde los puertos de Barranca, El Palmar, Caldera y Puntarenas a Panamá, Nicaragua, Salvador y México. El ciclo tabaca-lero dio relevancia a la geografía económica del Valle Central respec-to al Valle del Guarco y de la zona ganadera del Pacífico; permitió acu-mulación privada de capital; prove-yó experiencia empresarial al Factor de Tabacos, Mariano Montealegre.

En segundo lugar, ante el riesgo de que los ingleses ubicados en Bo-cas del Toro cruzaran la cordillera de Talamanca, la Corona autorizó otra ofensiva sobre los pueblos Bo-ruca, Térraba y Cabagra; lugares de huída de los indígenas después de la rebelión de Presbere y Comesala. La Audiencia de Guatemala auxilió a los franciscanos para que llevaran a cabo el traslado de indígenas desde el Ca-ribe al Pacífico Sur, mediante la auto-rización del sínodo o pago de salarios a los clérigos y sus escoltas militares. La actividad clerical se dio entre 1740 y 1761. Permitió la fundación de los poblados de Nuestra Señora de la Luz de Cabagra (1744) y de San Fran-cisco de Térraba (1754). Pero también provocó las rebeliones de los indíge-nas teribes ocurridas en 1761.

La conquista en el siglo XVI y el período colonial de los siglos XVII y XVIII, legaron instituciones econó-micas, sociales, jurídicas, políticas y religiosas provenientes del en-tramado histórico de la transición de la Edad Media al Capitalismo mercantil en Europa y España. Pero además, las colonias americanas heredaron la variedad de rasgos ét-nicos, lingüísticos y de expresiones multiculturales que, en conjunto con aquellas, caracterizan la tesi-tura de la identidad costarricense

La Audiencia de Guatemala auxilió a los franciscanos para que llevaran a cabo el traslado de indíge-nas desde el Caribe al Pacífico Sur, mediante la autorización del sínodo o pago de sa-larios a los clérigos y sus escoltas militares.

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y le imprimen significado propio. Los modos de vida solariegos que se levantaron sobre las formas de propiedad colectiva de la tierra, de los pequeños fundos familiares, y de las haciendas, plantaciones y la-tifundios, configuraron también el universo de nuevas interrelaciones culturales que se crearon entre in-dígenas, hispanos, mestizos, etnias negroides y los grupos europeos.

Esos modos de vida se manifiestan en las diferentes lenguas, modismos regionales y locales, música, danzas y fiestas; en los trajes, la cocina y la vida hogareña; en las adivinanzas, refranes, dichos, canciones de cuna, juegos infantiles y de adultos, cantos de amores y romances, villancicos y serenatas. Esas múltiples creaciones animan convicciones acerca de la naturaleza y el universo; creencias y supersticiones; liturgias y ritos sociales protohistóricos, soportes de mentalidades colectivas que se inspiran en mitos, leyendas, tradi-ciones, costumbres y en la ética de las gentes. Como discurso histórico han sido resguardadas, gracias a la introducción de la imprenta, por medio de crónicas y sagas, narracio-nes y poesías, cuentos, testimonios

de memoria colectiva, documentos y la historia oral; o en estatuas, mo-numentos y edificaciones.

La iglesia católica fue determi-nante en la perseverancia de éstas y otras expresiones culturales, a raíz del adoctrinamiento y la evangeliza-ción cristiana con sus cánones, cul-tos y ritos religiosos como Semana Santa, Navidad, procesiones, fiestas patronales y actos funerarios. Otras, de carácter laico, surgieron en liga-men con fiestas familiares y con la socialización comunal o de grupos sociales y étnicos específicos. Las gobernaciones de provincia, los pri-meros Cabildos y los Ayuntamien-tos prohijaron también normas, instituciones y convenciones colec-tivas para propiciar la legitimación

del poder, la aceptación de la auto-ridad y la ejecución y obediencia a los dictados de gobierno. Con ello fueron modulando la vida pública y las prácticas ciudadanas.

En Costa Rica, quizás la ausencia de lujosas mansiones o de ostento-sas construcciones arquitectónicas, reflejen también la diferencia y la poca relevancia de la sociedad y de la economía colonial en el contexto del capitalismo, entre los siglos XV y el primer cuarto del siglo XIX. El Con-vento de Orosi, las ruinas de la Iglesia de Ujarrrás, las casonas, los corrales y las haciendas cercadas con empedra-dos en Esparza, Nicoya y Liberia son los pocos ejemplos que también testi-monian, perpetúan y evocan nuestro pasado como colonia de España.

Vista de la ciudad de Cartago. 1608. Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

Los modos de vida so-lariegos que se levanta-ron sobre las formas de propiedad colectiva de la tierra, de los pequeños fundos familiares, y de las haciendas, plantaciones y latifundios, configura-ron también el universo de nuevas interrelaciones culturales que se crearon entre indígenas, hispanos, mestizos, etnias negroi-des y los grupos europeos.

Alcaldes y regidores de Cartago en la Iglesia de Esparza reunidos con los munícipes locales. Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

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GOBERNADORESCOLONIALES ADELANTADOSDECOSTARICA

• Juan Vázquez de Coronado (m. 1565), casado con Isabel Arias Dávila. • Gonzalo Vázquez de Coronado y Arias Dávila (m. 1612), casado con Ana Rodríguez del Padrón. • Juan Vázquez de Coronado y Rodríguez del Padrón, murió sin hijos. • Diego Vázquez de Coronado y Rodríguez del Padrón (m. 1660), casado con Francina de Melgarejo. En 1656

renunció al título en favor de su nieta. • María Núñez-Temiño y Vázquez de Coronado (m. 1720), casó en primeras nupcias con Juan Fernández de Sali-

nas y La Cerda y en segundas con Agustín Rodríguez de la Gala, pero no tuvo descendencia. A su muerte heredó el título uno de sus primos.

• Diego Vázquez de Montiel y Ocón y Trillo (m. 1733), casado con Sebastiana de Echavarría Navarro. • Pablo José de Montiel y Echavarría Navarro (m. 1764), casado con Francisca de Valderrama. • Diego José de Montiel y Valderrama, nacido en 1748, prócer de la independencia de Nicaragua, casado con Ma-

nuela Chamorro. GOBERNADORES

1543-1544 Diego Gutiérrez y Toledo, Gobernador 1561-1562 Juan de Cavallón y Arboleda, Alcalde Mayor 1562 Juan de Estrada Rávago y Añez, Teniente de Alcalde Mayor 1562-1565 Juan Vázquez de Coronado, Alcalde Mayor 1565-1566 Miguel Sánchez de Guido, Teniente de Alcalde Mayor 1566-1568 Pedro Venegas de los Ríos, Alcalde Mayor 1568-1573 Pero Afán de Ribera y Gómez, Gobernador 1573-1574 Juan Solano y Díaz de Tapia, Teniente de Gobernador 1574-1577 Alonso Anguciana de Gamboa, Gobernador interino 1577-1589 Diego de Artieda Chirino y Uclés, Gobernador 1589-1590 Juan de Peñaranda, Teniente de Gobernador 1590-1591 Juan Velázquez Ramiro de Logrosán, Gobernador interino 1591 Antonio Álvarez Pereyra, Teniente de Gobernador 1591-1592 Bartolomé de Lences, Gobernador interino 1592-1595 Gonzalo de Palma, Gobernador interino 1595-1599 Fernando de la Cueva y Escobedo, Gobernador 1599 Gaspar Rodríguez, Alcalde Primero de Cartago 1600 Antonio de Carvajal, Alcalde Primero de Cartago 1600-1604 Gonzalo Vázquez de Coronado y Arias Dávila, Gobernador interino 1604-1613 Juan de Ocón y Trillo, Gobernador 1613-1618 Juan de Mendoza y Medrano, Gobernador 1618-1624 Alonso del Castillo y Guzmán, Gobernador 1624-1630 Frey Juan de Echáuz y Velasco, Gobernador 1630-1634 Juan de Villalta, Gobernador 1634-1635 Bartolomé de Enciso Hita, Teniente de Gobernador 1635-1636 Juan Maldonado de Villasante, Teniente de Gobernador 1636-1644 Gregorio de Sandoval Anaya y González de Alcalá, Gobernador 1644-1650 Juan de Chaves y Mendoza, Gobernador 1650-1659 Juan Fernández de Salinas y La Cerda, Gobernador 1659-1661 Andrés Arias Maldonado y Velasco, Gobernador 1661-1662 Pedro Fernández de Córdoba, Teniente de Gobernador 1662-1664 Rodrigo Arias Maldonado y Góngora, Gobernador interino 1664-1665 Juan de Obregón y Espinosa, Gobernador interino 1665-1674 Juan López de la Flor y Reinoso, Gobernador 1674-1679 Juan Francisco Sáenz-Vázquez de Quintanilla y Sendín de Sotomayor, Gobernador 1679-1680 Francisco Antonio de Rivas y Contreras, Juez de Comisión 1680-1681 Juan Francisco Sáenz-Vázquez de Quintanilla y Sendín de Sotomayor, Gobernador 1681-1693 Miguel Gómez de Lara y Brocal, Gobernador 1693-1698 Manuel de Bustamante y Vivero, Gobernador 1698-1704 Francisco Serrano de Reyna y Céspedes, Gobernador 1704-1707 Diego de Herrera Campuzano, Gobernador interino 1707-1712 Lorenzo Antonio de Granda y Balbín , Gobernador 1712-1713 José de Casasola y Córdoba, Teniente de Gobernador

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1713 Francisco López Conejo, Teniente de Gobernador 1713-1717 José Antonio Lacayo de Briones y Palacios, Gobernador 1717-1718 Pedro Ruiz de Bustamante, Gobernador interino 1718-1727 Diego de la Haya Fernández, Gobernador 1727-1736 Baltazar Francisco de Valderrama y Porcel de Haro, Gobernador 1736 Antonio Vázquez de la Cuadra y Sequera, Gobernador 1736 Juan Francisco de Ibarra y Calvo, Teniente de Gobernador 1736 Dionisio Salmón-Pacheco y Abarca, Teniente Gobernador 1736-1739 Francisco Antonio de Carrandi y Menán, Gobernador interino 1739-1740 Francisco de Olaechea y Garaycoechea, Gobernador interino 1740-1747 Joan Gemmir i Lleonart y Fontanills, Gobernador 1747-1748 Francisco Javier de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1748-1750 Luis Díez Navarro y Albuquerque, Gobernador interino 1750-1754 Cristóbal Ignacio de Soria y Montero de Espinosa, Gobernador 1754-1756 Francisco Fernández de la Pastora y Miranda, Gobernador interino 1756-1757 José Antonio de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1757-1758 José González Rancaño, Gobernador interino 1758-1760 Manuel Soler, Gobernador 1760-1762 Francisco Javier de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1762-1764 José Antonio de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Gobernador interino 1764-1773 José Joaquín de Nava y Cabezudo, Gobernador 1773-1778 Juan Fernández de Bobadilla y Gradi, Gobernador 1778-1780 José Perié y Barros, Gobernador 1780-1781 Juan Fernández de Bobadilla y Gradi, Gobernador interino 1781 Francisco Carazo y Soto-Barahona, Teniente de Gobernador 1781-1785 Juan Flores y Sánchez, Gobernador interino 1785-1789 José Perié y Barros, Gobernador 1789 José Antonio de Oreamuno y García de Estrada, Teniente de Gobernador 1789-1790 Juan Esteban Gregorio Martínez de Pinillos, Gobernador interino 1790-1796 José Vázquez y Téllez, Gobernador 1796-1797 Juan Francisco de Bonilla y Morales, Teniente de Gobernador 1797-1810 Tomás de Acosta y Hurtado de Mendoza, Gobernador 1810-1819 Juan de Dios de Ayala y Toledo, Gobernador1812-1814 Juan Bautista Gual y Curvelo, Jefe Político Superior de Nicaragua y CR1814-1819 Juan de Dios de Ayala y Toledo, Gobernador 1819 Ramón Jiménez y Robredo, Teniente de Gobernador 1819-1820 Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid, Gobernador interino 1820-1821 Miguel González Saravia y Colarte, Jefe Político Superior Nicaragua y CR 1820-1821 Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid, Jefe Político Subalterno del Partido de Costa

Rica 1549 Juan Pérez de Cabrera, Gobernador de Nuevo Cartago y Costa Rica. No asumió.1559 Diego Ortiz de Elgueta, Alcalde Mayor de Costa Rica. No asumió.1571 Hernando Ortún de Velasco, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió. 1602 Francisco Pacheco y Carvajal, Gobernador de Costa Rica. No asumió1609 Juan de la Raya y Armendáriz, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1617 Melchor Pérez de Baráiz e Ibero, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1634 Gaspar de Aguilar, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió. 1634 Juan de Agüero, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió.1643 Sebastián de Ocón y Trillo y Chacón de Luna, Gobernador Costa Rica. No asumió 1673 Francisco Osorio de Astorga, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1680 Pedro de Balbín y Busto, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1687 Vicente Galván y Torrezán, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1689 Juan Beltrán y Pantoja, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1703 Juan de Villalta Bustamante, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1709 Francisco Serrano de Reyna y Céspedes, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1717 Gaspar de Oponte, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1748 Gaspar de Perea, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1760 Juan Antonio de la Peña Medrano y Sanz de Espiga, Gobernador interino CR. No asumió. 1762 Pedro Manuel Ayerdi Ramiro Corajo y Zapata, Gobernador interino CR. No asumió. 1818 Bernardo Vallarino y Targa, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1821 Félix Fernández y Tenorio, Jefe Político Subalterno. No asumió.

Fuente: “http://es.wikipedia.org/wiki/Gobernadores_de_Costa_Rica”

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Cortes de Cádiz, 1812. Fuente: www.fuenterebollo.com/.../cortes-cadiz-1812.jpg

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Forjadores de la República en el Estado Federal

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Valle de Ujarrás, donde nació Florencio del Castillo.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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ENLATRAMADELAINDEPENDENCIA

La crisis del imperio español está ligada en el largo plazo con las reformas borbónicas;

la divulgación de las ideas políticas y económicas de la Ilustración y el liberalismo; la primera revolución industrial en Inglaterra; el declive del colonialismo y el absolutismo por influencia de la Independen-cia de Estados Unidos y la Revolu-ción Francesa; y con la pujanza de la burguesía industrial y mercantil involucradas en guerras dinásticas y en conflictos internacionales por la búsqueda de materias primas y el control del comercio marítimo.

Las Cortes de Cádiz abolieron privilegios feudales, desmontaron la base jurídica y filosófica que legitimaba el régimen de la nobleza y el clero, y aprobaron la Constitución liberal de 1812.

Nació en Ujarrás el 17 de octubre de 1778. Hijo ilegítimo de Fray Luis de San Martín de Soto –cura de Ujarrás- y de Cecilia del Castillo Villagra, viu-da del francés Francois La-fons, su figura pertenece a la lista de personajes pre-cursores de la Independen-cia. Contribuyó a forjar la identidad latinoamericana durante el breve lapso de la ocupación francesa en España y del funciona-miento de las Asambleas de las Cortes de Cádiz que instauraron la monarquía constitucional.

Educado por su madre, quien formaba parte de los grupos privilegiados de la sociedad colonial, tuvo fácil acceso a las escuelas públicas que se crearon durante las Re-formas Borbónicas y al Colegio Seminario tri-dentino de León, donde fue ordenado sacerdote en 1802. Fue profesor de geometría, Vice-rector del Seminario y recibió el título y cargo político de Promotor Fiscal.

A partir de 1808 em-prendió una brillante ca-rrera eclesiástica y políti-ca avalada por el Obispo Juan Félix de Villegas. En octubre de 1810 fue escogido por el Ayunta-miento de Cartago como diputado a las Cortes de Cádiz, en representación de Costa Rica y del Parti-do de Nicoya. Llegó a Cá-diz el 29 de junio de 1811 y en las Asambleas de las Cortes ocupó la Secretaría

y la Presidencia. También participó en las Cortes Ordinarias de 1813-1814, hasta que fueron disueltas por Fernando VII.

Luego se trasladó a México. Fue nombrado Canónigo de la Iglesia de Oaxaca y miembro de la Junta Directiva de la Cá-tedra de Derecho Público, la cual formaba el cuerpo académico del Instituto de Ciencias y Artes del Virreinato. Una vez de-cretada la independencia, representó a Costa Rica en el Congreso Constitu-yente de 1822 que instau-ró el Imperio de Iturbide y fue miembro del Conse-jo de Estado del Empera-dor Agustín I. Ocupó el cargo de Gobernador de Oaxaca, y entre 1832 y 1834 fue maestro y con-sejero de Benito Juárez.

Hijo del período de las Reformas Borbónicas, el pensamiento de Florencio del Castillo es afín a la tradición teológica huma-nista de Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), remozada en el siglo XVIII por las ideas políti-cas de los Enciclopedistas y la Ilustración francesa. En particular, por sus tesis contra la esclavitud en las formas de la mita y las encomiendas; el reco-nocimiento de la igualdad de los seres humanos por encima de rasgos étnicos; y, en consecuencia, por la defensa del derecho de ciu-dadanía para los indíge-nas, mestizos y miembros de las castas segregadas

por las clases dominantes de las colonias.

Don Florencio ejercía de Canónigo y Gobernador de Oaxaca cuando murió el 26 de noviembre de 1834. Sus restos se trasladaron a Costa Rica en 1971 y yacen en el Cementerio de Paraíso. La Asamblea Legislativa lo declaró Be-nemérito de la Patria por decreto No. 1196 del 23 de marzo de 1972. Su re-alce en la historia colonial se debió al ascenso social de las elites criollas pro-movido por las Reformas Borbónicas a través de la educación. Su carrera po-lítica fue pro-imperial y se efectuó en México. Dejó constancia de admiración por el Batallón de las Mi-licias de Cartago que com-batió sublevaciones contra las autoridades españolas en León y en Granada. En las Cortes fue leal a la Monarquía constitucio-nal. Visualizó el futuro de México y Centroamérica en la Monarquía; no en la forma de República Cons-titucional. Perteneció al bando de los conservado-res.

Fuentes: Bozzoli Vargas, María Eugenia. Facetas de grandeza de don Florencio del Castillo, el egregio. Comenta-rio al libro: Vargas Araya, Armando. “El evangelio de Don Florencio: palabra, pensamiento y peregrinación de don Florencio del Castillo (1778-1834). Editorial Juricentro. San José, Costa Rica. 1977. En: http://groups.google.co.cr/group/boletinhistoria_ucr/browse_thread/thread/b58428d138dc9072 Además: http://afehc-historia-centroamerica-na.org/index.php?action=fi_aff&id=733

Florencio del Castillo (1778-1834). Benemérito de la Patria. Presidente de las Cortes de Cádiz. Fuente: www.cadiz2012es/diputados.asp?

FLORENCIODELCASTILLO

En América, la reacción contra la autoridad monárquica se puso de manifiesto desde las rebeliones de los comuneros en Perú, Paraguay, Venezuela y Colombia, ocurridas entre 1721 y 1781. Tomó ribetes de crisis irreversible y continental con la invasión francesa y la abdicación del trono de la dinastía de los borbo-nes a favor del emperador Bonapar-te. La guerra entre Francia y España de 1808-1814 generó la resistencia del campesinado y de la burguesía liberal e indujo a la convocatoria a las Cortes de Cádiz, en 1810. Esas asambleas representativas abolie-ron privilegios feudales, desmonta-ron la base jurídica y filosófica que legitimaba el régimen de la nobleza

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A partir de una propuesta de los diputados de Costa Rica y de Nicaragua ante las Cortes de Cádiz, Flo-rencio del Castillo y José Antonio López de la Plata, se emitió la ley del 23 de mayo de 1812, que segregó de Guatemala los territorios de la Intendencia de León y de Costa Rica, para reunir-los en una sola circunscrip-ción: la Provincia de Nica-ragua y Costa Rica.

y el clero, y aprobaron la Constitu-ción liberal de 1812.

En el Virreinato de Nueva Espa-ña, la abdicación de la Corona abrió el debate sobre la titularidad de la soberanía. El Cabildo de México propuso recuperar la autoridad de la monarquía mediante las Juntas de Gobierno o reunión de notables representantes de la comunidad concebida por la tradición pactista, como sinónimo de poder público ante los reveses de la Corona. La Au-diencia se opuso. Veía en las Juntas un germen de revolución, tal como aconteció en Francia, y un escenario propicio a la independencia. de gobierno acordes con la Ilustra-

ción y el liberalismo.

El 5 de agosto de 1808 se reunió en México la primera Junta de Go-bierno y el virrey José Joaquín de Iturrigaray y Aróstegui (1742-1815) aceptó algunas reformas. La Au-diencia respondió con el golpe de estado del 15 de septiembre de 1808 que designó virrey a Pedro de Ga-ribay. El suceso aceleró la ruptura con los criollos. Garibay fue susti-tuido en mayo de 1809 por el Arzo-bispo Francisco Xavier de Lizana, quien al año siguiente fue depuesto por los monárquicos. Pero el 16 de setiembre de 1810 se produjo el le-vantamiento del cura Miguel A. Ro-jas Hidalgo y Costilla (1753-1811), acontecimiento que marcó la transi-ción a la guerra de independencia.

Entre agosto de 1808 y noviembre de 1811 se instalaron en América diez Juntas de Gobierno, leales a Fernando VII pero partidarias del libre comercio y de abolir privile-gios coloniales. En Centroamérica fracasaron alzamientos del cura José Matías Delgado y de Juan Ar-guello, en El Salvador; así como otros con acento de rebelión indíge-

na ocurridos en Nicaragua, Nicoya y Guatemala, entre 1812 y 1814, y que fueron sofocados por las mili-cias monárquicas.

En España, los ejércitos anglo-es-pañoles derrotaron a los franceses y Napoleón debió firmar el Trata-do de Valencia, mediante el cual Fernando VII recuperó el derecho a la Corona y en 1814 abolió la Cons-titución de Cádiz. La sublevación liberal de enero de 1820, al mando del teniente Rafael del Riego, fue el hecho que forzó a la monarquía a adoptar de nuevo en ese año la Constitución de 1812. El cambio no impactó en las colonias pues en América del Sur la guerra de inde-pendencia se había desatado desde 1817 al mando de los generales Bo-lívar, Sucre y San Martín.

Entre diciembre de 1810 y febrero de 1821, ocurrieron en México los enfrentamientos que culminaron en el Plan de Iguala o programa de garantías mutuas entre los insur-gentes y las fuerzas monárquicas; presididas respectivamente por Vi-cente Guerrero y Agustín de Iturbi-de. El 27 de setiembre se constituyó una Junta de Gobierno al mando

Fuente: Daniel Solano / La Nación

RUTADELAINDEPENDENCIA

La discrepancia puso en eviden-cia la permanente disputa por el poder y el gobierno colonial cuando el Cabildo reclamó para sí los dere-chos que tenían los virreinatos. Los criollos buscaban espacios políticos para tomar decisiones por medio de diputados elegidos por representa-ción popular según el esquema co-lonial del Cabildo, pero con capa-cidad para enfrentar a los jerarcas españoles. El cambio de estatus del Cabildo fortalecería el poder de los criollos y la adopción de medidas

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Los acontecimientos suscita-dos por la independencia de Guatemala gestaron las es-

tructuras políticas que dieron fiso-nomía a cada uno de los gobiernos y Estados. Las nuevas autoridades fueron delegadas por los cabildos para organizar la vida pública se-gún los fines y objetivos derivados de las necesidades, tradiciones, cos-tumbres y valores, y de los avatares

UNESTADODELAREPúBLICAFEDERAL

El primer congreso cons-tituyente comenzó a se-sionar el 6 de setiembre de 1824 y eligió a Juan Mora Fernández, como Jefe de Estado de Costa Rica, para el lapso 1824-1833.

Una página del Pacto de Concordia. Fuente: El Pacto de Concordia. Edición facsimilar con motivo de los 150 años de su promulgación el 1º de diciembre de 1821. Comisión Nacional del sesquicentenario de la Independencia de Cen-troamérica. San José, 1971.

de Iturbide, instancia que proclamó la independencia del Virreinato de Nueva España y la formación del Imperio Mexicano. El intento de preservar la jurisdicción territorial del antiguo virreinato, sí repercutió de manera directa en los aconteci-mientos que promovieron la inde-pendencia de Centroamérica.

La Capitanía estaba integrada por

la Provincia de Guatemala, las In-tendencias de Chiapas, San Salva-dor, Honduras y León, y la Gober-nación de Costa Rica. Sin embargo, cuando se reunieron las Cortes de Cádiz, a partir de una propuesta de los diputados de Costa Rica y de Ni-caragua, Florencio del Castillo y José Antonio López de la Plata, se emitió la ley del 23 de mayo de 1812. Ese decreto segregó de Guatemala los territorios de la Intendencia de León

de las poblaciones y de la economía. En Costa Rica esas atribuciones po-líticas tenían el marco legal de la Constitución de Cádiz, de 1812, y del Pacto de Concordia, de 1821.

La Junta de Guatemala se adhi-rió a la monarquía mexicana de Agustín de Iturbide, y con ello in-volucró a las élites de la región en las contiendas políticas y militares de 1822 - 1823. La decisión dividió a los miembros de los cabildos de las provincias y a las tres primeras Jun-tas de Gobierno; acentuó el conflic-to entre los monárquicos y quienes defendían el ideal de la República; alentó el ataque al cuartel de Carta-go del 29 de marzo de 1823 que lle-vó a la guerra de Ochomogo; inser-tó al país en las Provincias Unidas

y de Costa Rica, para reunirlos en una sola circunscripción: la Provin-cia de Nicaragua y Costa Rica. Es-taba presidida por un Jefe Político Superior nombrado por la Corona y una Diputación Provincial de siete miembros; ambas instituciones con sede en León. Esta demarcación resurgió en 1820 bajo la presiden-cia de Miguel Saravia y Colarte, y el territorio quedó dividido en sie-te partidos: Costa Rica, el Realejo, Granada, León, Rivas, Nueva Sego-via y Nicoya.

La élite criolla guatemalteca pro-clamó la independencia el 15 de sep-tiembre de 1821 y eligió al Brigadier Gabino Gaínza como Jefe Político Superior de una Junta Provisional Consultiva. Por su parte, el 11 de octubre de 1821, la Diputación Pro-vincial de Nicaragua y Costa Rica,

acordó la independencia de España y de Guatemala, y la Adeción al Plan de Iguala. Pero los partidos de Gra-nada y de Costa Rica se separaron y formaron gobiernos locales. El 29 de octubre, el Cabildo de Cartago con el apoyo del Cabildo de Heredia, se adhirió al Acta de la Diputación Provincial; mientras que San José y Alajuela declararon la independen-cia de España y del Imperio Mexica-no y, con ello, se segregaron también como partidos de la Provincia de Ni-caragua y Costa Rica.

Nuestro país asumió el reto de la autonomía política en la Constitu-ción que se emitió el 1° de diciembre de 1821: el Pacto Social Fundamen-tal interino o Pacto de Concordia, considerado por la mayoría de tra-tadistas como la primera Constitu-ción del Estado Costarricense.

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de Centroamérica por acuerdo del 3 de octubre de aquel año.

Después de un breve gobierno militar del Comandante Gregorio José Ramírez, la tercera Junta Supe-rior solicitó a la Asamblea Consti-tuyente Federal que preservara en sus cargos a las autoridades nom-bradas en 1823. El primer congreso constituyente comenzó a sesionar el 6 de setiembre de 1824 y eligió a Juan Mora Fernández como Jefe de Estado de Costa Rica para el lapso 1824-1833. Dos meses después se acordó incorporarse a la República Federal de Centroamérica creada el 22 de noviembre de 1824, y al año siguiente se adoptó la Constitución de la República Federal, promulga-da el 15 de abril de 1825.

La República Federal estuvo com-puesta por los países de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. En 1838 se agregó el Estado Los Altos -Quezaltenango y Soconuzco, Chiapas-. Fueron sus presidentes: Manuel José de Arce y Fagoaga (1825-1829), Mariano Beltranena y Llano (1828-1829), Francisco Morazán Quezada (1829-

1839), José Cecilio del Valle (1834), y José Gregorio Salazar y Castro (1834-1835). El territorio limitaba al sur y al oeste con el Océano Pacífi-co, al este con el Mar Caribe, al su-reste con Panamá, y al noroeste con México. Incluía Belice. Su pobla-ción, en 1824, era de un millón de habitantes. La bandera, una banda blanca entre dos azules, represen-tando la tierra entre los océanos; un emblema que fue introducido por Louis-Michel Aury, Comandante Naval que proclamó, en 1818, la Isla de Providencia o San Andrés, como república independiente.

El escudo de armas representaba cinco volcanes, bajo un gorro frigio; especie de caperuza de forma cóni-

ca con la punta curva. El atuendo, de origen oriental, provino del culto a la diosa Mitra en Frigia, Turquía, y remonta al arte del período he-lénico. En el imperio romano fue distintivo de los esclavos libertos. Se adoptó en Francia y los Estados Unidos como símbolo de la libertad. El Himno Nacional era una marcha militar conocida con el nombre de “La Granadera”. Inspiró el lema: Dios, Unión, Libertad.

Entre 1821 y 1823 las funciones de gobierno se asignaron en Costa Rica a unas juntas o Asambleas nombradas en los cabildos. En ese lapso, unas cin-cuenta personas integraron la nómina gubernativa. Durante la vigencia de

El Himno de la Fede-ración era una marcha militar conocida con el nombre de “La Granade-ra”. Inspiró el lema: Dios, Unión, Libertad.

Rafael Francisco Osejo y Juan Mora Fernández.Fuente: www.asamblea.go.cr/galeria.presidentes

la Constitución Federal, entre 1824 y 1848, y de conformidad con la Consti-tución del Estado Libre de Costa Rica promulgada en enero de 1825, operó la división de poderes entre el Jefe Supremo de Estado, diputados de la Asamblea Legisladora y los magis-trados de la Corte de Justicia. En esos años otras quince personas ocuparon la Jefatura de Estado.

Los Presidentes de Juntas, los Jefes Supremos y las demás autoridades del Estado figuran en los anales de la política nacional. Fueron protago-nistas durante la independencia de España y por ello los historiadores han preservado sus nombres y algu-nos datos biográficos. Después de aquellos sucesos la elección y la trans-misión de los cargos superiores del

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últimoGobernadordelaColonia.

• Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid. Jefe Político Pa-triótico 29 de octubre de 1821- 12 de noviembre de 1821. Españolista

GOBIERNOSJUNTISTAS

JuntadeLegadosdelosPueblos:12-11-1821

• Pbro. Nicolás Carrillo y Aguirre.• Joaquín de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad • Santiago de Bonilla y Laya-Bolívar.• José Mercedes de Peralta y López del Corral.• Juan José Bonilla y Herdocia. • Nicolás Carazo y Alvarado. • Pedro José Carazo y Alvarado • Narciso Esquivel y Salazar • Vicente Fábrega y Arroche.• Salvador de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad • Francisco Javier Sáenz y Ulloa• Manuel de la Torre y Jiménez. • José Santos Lombardo y Alvarado• José Joaquín Carazo y Alvarado • Joaquín Iglesias • Blas Pérez• Pío Murillo • Félix Oreamuno Jiménez• Pbro. Nereo Fonseca • Rafael Barroeta y Castilla • Juan Mora Fernández

JuntaGubernativaInterina1-12-1821 / 6-1-1822

• Pbro. Pedro José de Alvarado y Baeza

PrimeraJuntaSuperiorGubernati-va 13-1-1822 / 1-1-1823)

• Rafael Barroeta y Castilla • Santiago Bonilla y Laya-Bolívar

• José María Peralta y la Vega• Juan Mora Fernández. • José Rafael de Gallegos y Alvarado • Joaquín de Iglesias• José Mercedes de Peralta• Bruno Pietro• Pedro Carazo• Juan Antonio Alfaro

SegundaJuntaSuperior:1°deenerode1823al20-3-1823.Republicana

• José Santos Lombardo y Alvarado• José Francisco Madriz• Juan Mora Fernández• Matías Sandoval• Francisco Alfaro• Rafael Barroeta• Santiago Bonilla• Juan José de Bonilla• Alejandro García Escalante• Francisco Javier Ulloa Sáenz.

PrimerTriunvirato.20-3-1823

• Rafael Francisco Osejo• Manuel María Peralta• Hermenegildo Bonilla• Alejandro García Escalante. Suplente• Juan José de Bonilla. Suplente

Cuartelazodel29-3-1823

• Joaquín de Oreamuno • Félix Oreamuno• Estanislao Carazo• Santiago Quesada• Manuel Quirós• Juan Freses de Ñeco• Antonio Carazo• Manuel Quijano• Manuel de la Torre• Francisco Javier Peralta• José Antonio Echandi• Nicolás Ulloa• Tomás García

• José Antonio García• Miguel Guzmán• Pbro. Pedro José de Alvarado• Joaquín de Oreamuno• José Santos Lombardo

DespuésdelaGuerradeOchomogo

• Gregorio José Ramírez y Castro

TerceraJuntaSuperiorGubernativa:1824 • Manuel Alvarado e Hidalgo • Eusebio Rodríguez y Castro • Santiago de Bonilla y Laya-Bolívar • Alejo Aguilar• José Tomás Gómez y Elizondo• Pío Murillo y Gutiérrez

JefesdeEstado:1824-1847

• Juan Mora Fernández: 1824-1833 • José Rafael de Gallegos y Alvarado

1833-1835 • Manuel Aguilar Chacón. 1835 • Nicolás Ulloa Soto. 1835. Presidente, gobierno dual • Braulio Carrillo Colina. 1835-1837 • Joaquín Mora Fernández. Marzo-abril de 1837

GuerradelaLiga.1835.

• Manuel Aguilar Chacón. 1837-1838 • Braulio Carrillo Colina. 1838-1842 • Francisco Morazán Quesada. Abril-Set. 1842 • Antonio Pinto Soares. 1842 • José María Alfaro Zamora. 1842-1844 • Francisco María Oreamuno Bonilla.

1844-1846 • José María Alfaro Zamora. 1846-1847

INTEGRANTESDELASJUNTASDEGOBIERNOYDELESTADOFEDERAL

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Presidentes_de_Costa_Rica

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Estado, devino acto soberano de los pueblos. A pesar de eso, la Constitu-ción de 1825-1844 preservó el ejercicio de esos poderes a aquellos aspirantes que tuvieran fortunas o propiedades valoradas entre 1000 y 500 pesos, ren-tas mínimas de 200, o profesaran al-guna ciencia. El precepto delimitó la representatividad social de los pode-res públicos, las obras y el alcance de sus gobiernos.

La presidencia del Estado y las funciones de gobierno durante el período de la República Federal es-tuvo a cargo de al menos setenta y cinco personas. El resumen de 23 biografías indica que todos nacieron en la segunda mitad del siglo XVIII; tres en España o Portugal, dos en Centroamérica, once en Cartago, seis en San José, uno en Alajuela y otro en Heredia. Ocho habían servi-do al gobierno colonial. Tres fueron sacerdotes y otros ocho tenían pro-fesión en educación, humanidades o leyes. Según sus actividades par-ticulares, quince tenían haciendas ganaderas en Bagaces, Esparza o Puntarenas; hicieron denuncios mi-neros en los Montes del Aguacate; o se dedicaron a la explotación de maderas, caña de azúcar, agricultu-ra y comercio, interno o externo.

En los primeros cuatro años de

gobierno autónomo, siete Jefes de

Estado se adhirieron a las ideas re-publicanas, legado de la Ilustración y de las revoluciones burguesas eu-ropeas del siglo XVIII. Cuatro, a la monarquía constitucional, herencia de las Cortes de Cádiz. Otros cua-tro rechazaron la independencia y el proyecto de República, pues se adscribieron al imperio de Agustín de Iturbide. Entre 1824 y 1848, once Jefes de Estado acogieron el progra-ma del liberalismo político y de la economía de mercado abierto. Dos se oponían a ese ideario, y por ello han sido ubicados en el bando de los políticos conservadores.

Esas diferentes opciones persona-les y rasgos sociales y económicos, confirman que la actividad de los gobernantes estaba enredada con el pasado colonial. El poder conti-nuaba en manos de hacendados, buscadores de oro, comerciantes,

sacerdotes y antiguos funcionarios de la Corona. Además, tenían nexos familiares entre sí, tal como lo do-cumentan las genealogías y la obra del Dr. Samuel Stone: La Dinastía de los Conquistadores (EDUCA, 1975). Los genealogistas han resca-tado también los matrimonios de esos gobernantes, y el papel de sus esposas en la vida pública ha sido sintetizado con criterio actual, en la noción: “primeras damas”.

La meta de largo plazo de los go-bernantes, después de la indepen-dencia, consistió en darle forma y contenido a la organización política del país. Según estudios sociológi-cos y políticos, la premisa que arti-culó la formación del Estado debió ser el control de los medios de re-presión. Había que resolver asuntos de interés público que estaban im-bricados con situaciones de violen-

PRIMERASDAMASDEGOBIERNOYESTADOFEDERAL

1821-1822 Presidentes sacerdotes. Enero-abril 1822 Bárbara Enríquez Díaz Cabeza de Vaca y Palacios. 1822 María Josefa de Alvarado y Oreamuno. Ana Basilia de Alvarado y Oreamuno.1822-1823 Ignacia Sáenz y Ulloa Micaela Conejo y Guzmán Portocarrero Ana Basilia de Alvarado y Oreamuno1824 Feliciana Mora Fernández 1824 -1833 Juana del Castillo y Palacios1833-1835 Ignacia Sáenz y Ulloa1835 Dolores Oreamuno y Muñoz de la Trinidad1835-1837 Froilana Carranza Ramírez1837 María del Pilar Bonilla Nava1837-1838 Inés Cueto y García de la Llana1838-1842 Froilana Carranza Ramírez1842 María Josefa Lastiri Lozano. 1842 María del Rosario Castro Ramírez1842-1844 María Josefa Sandoval Jiménez1844-1846 Agustina Gutiérrez y La Peña-Monje María Josefa Sandoval Jiménez

CUADRO 3. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Primeras_Damas_de_Costa_Rica

Entre 1824 y 1848, once Jefes de Estado acogieron el programa del liberalismo político y de la economía de mercado abierto. Dos se oponían a ese ideario, y por ello han sido ubicados en el bando de los políticos conservadores.

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cia social, disputas por la afirmación de la autoridad, y conflictos por la satisfacción de intereses privados que en la colonia habían sido per-cibidos como inherentes al signifi-cado y los fines de las instituciones públicas. En consecuencia las anti-guas y las nuevas milicias locales, así como los alguaciles, intendentes y alcaldes fueron parte de la pugna por el poder; el sector clerical par-ticipó directamente de la estructura del Estado, y pequeños grupos civi-les operaron frente a los órganos de gobierno como actores con intereses sociales diferentes e incipientes.

En otras palabras, la ruptura con el Estado monárquico no condujo de inmediato a abandonar tradicio-nes y viejas prácticas de domina-ción social, económica y militar que sustentaron el gobierno colonial. La vigencia de un tejido de mandos, el alcance secundario de la legali-dad y la ausencia total de equidad, fueron parte del legado político del siglo XVIII. Por ello es relevan-te el artículo 97 de la Constitución de 1825 que eliminó los fueros o privilegios particulares y aprobó el principio de la igualdad ante la ley como atributo de toda persona. Asimismo, un decreto de 1824 que

Las intenciones de organizar la vida pública con base en un orden jurídico, no eran suficientes para lograr la hegemonía del Estado, o la obediencia general a sus leyes. Fue necesario recurrir a la fuer-za militar y ponerla bajo control estatal. Por ello se preservaron las Ordenanzas sobre las fuerzas armadas que promulgó en 1768 el Rey Carlos II; además de que ya en 1828 el gobierno tuvo que aportar 150 hombres a los contin-gentes del ejército federal.

El servicio militar obligatorio se estableció en 1829 y se preservó hasta 1889. A partir de aquel año se reorganizaron las milicias locales y la fuerza policial. En los primeros ocho años se reafirmaron las orde-nanzas militares del período bor-bónico; se sancionaron los códigos militares federales y del Ejército de Estado; se creó un cuerpo militar centralizado y con algún nivel pro-fesional, apoyado por un estamento policial; se eliminaron las milicias provinciales, excepto en San José; y

DOÑABÁRBARAENRÍQUEZDÍAZCABEZADEBACAYPALACIOSDEBARROETAYCASTILLA

Primera Dama de Costa Rica: 6 de enero - 13 de abril de 1822 Nació en León de Nicaragua hacia 1781.

Sus padres: Francisco Enríquez Díaz Cabeza de Baca y Rosalía Pala-cios.

Se casó en León de Nicaragua con RAFAEL de la Trinidad BARROE-TA Y CASTILLA (1766-1826), hijo de Juan Antonio Barroeta e Iturrio y Ana Gertrudis de Castilla y Andurrián, y Presidente de la Junta de Elec-tores (6 a 13 de enero de 1822) y de la Junta Superior Gubernativa (13 de enero a 13 de abril de 1822).

Hijos: Rosalía y Rafael Barroeta y Baca.

Doña Bárbara Enríquez Díaz Cabeza de Baca, perteneciente a una fami-lia muy acaudalada, se trasladó a principios del siglo XIX a vivir a Costa Rica con su esposo, quien era originario de la Intendencia de San Salvador y fue el primer abogado que residió en forma permanente en nuestro terri-torio.

Fue famosa por su inteligencia, su simpatía y su humor chispeante. En una oportunidad, en el transcurso de una fiesta alguien le dedicó una bom-ba en la que se hacía una indiscreta alusión a su riqueza y a su matrimonio y un juego de palabras con su apellido: “Con tanta capa de grana / y tanta vaca de oro / el marido de la Vaca / no debe ser sino toro”. Doña Bárbara replicó inmediatamente: “Con tanta capa de grana / y tanta vaca de oro/ como la Vaca es honrada / no tiene cuernos el toro”.

En sus últimos días tuvo momentos amargos debido a que su hijo Rafael contrajo matrimonio a escondidas suyas, a pesar de que sólo tenía diecisiete años de edad.

Murió: en San José el 24 de marzo de 1831.

http://www.tiquicia.org/pds/pd/01-I.htm

autorizó el funcionamiento de Tri-bunales Ciudadanos, en ausencia de leyes específicas y de abogados. Esa instancia la integraban “hom-bres buenos” que recomendaban soluciones a los conflictos entre las personas, basados en los valores heredados de justicia, honor, ver-dad y honradez.

El servicio militar obliga-torio se estableció en 1829 y se preservó hasta 1889.

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44Iglesia Nicoya. Fuente: http://costaricaysugente.googleimages.com

se emitieron las primeras leyes pe-nales de corte marcial. Esta fase cul-mina en noviembre de 1835 cuando Braulio Carrillo promulgó el decre-to No. 142 que creó el Ejército del Estado, un poder subordinado a la autoridad presidencial.

La necesidad de instituir la fun-ción represiva del Estado se había manifestado muy pronto. En julio de 1823 el Comandante Cayetano de La Cerda organizó una conspiración en demanda de grados, sueldos y per-trechos. Heredia no había aceptado la Constitución, ni el gobierno de la Junta de 1823. En marzo del mismo año ocurrió el ataque al cuartel de armas de Cartago, suceso que con-tó con el apoyo del Presidente de la Junta, José Santos Lombardo. Esta misma entidad aprobó que la sede de gobierno estuviera en cada una de las provincias, y el acuerdo ati-zó intereses y recelos localistas. En 1826 el militar José Zamora dirigió un levantamiento en Alajuela para restaurar la monarquía, acto que se penó con el fusilamiento.

Costa Rica vivió en esos años un clima de inestabilidad que ha sido rasgo común a la fase formativa de los Estados nacionales. La investi-gación ha documentado 37 eventos contra la autoridad estatal que ocu-rrieron entre 1821 y 1849: 15 cons-piraciones, 6 rebeliones, 6 golpes de Estado, 2 amenazas de guerra con otros países, 3 invasiones, 2 guerras civiles y 2 atentados a autoridades de gobierno. Aunque la cifra con-trasta con las de los restantes países de Centroamérica, pues entre 1824 y 1842 hubo en la región 143 batallas, 7.088 muertos y 97 presidentes. El evento notable fue la segunda gue-rra civil en 1835 o Guerra de la Liga (Heredia, Cartago y Alajuela contra San José), motivada en parte por la supresión de la Ley de la Ambulan-cia y el traslado de la capital a Tibás con la finalidad de centralizar la autoridad estatal en San José, hecho que se consumó en 1838.

La integración de Guanacaste a la jurisdicción territorial de Costa Rica fue otro acontecimiento decisi-

Cañas y Bagaces no fueron parte del Partido de Nicoya. Pertenecían a Costa Rica desde el siglo XVI.

vo en la forja de la identidad estatal. En esa región había cinco núcleos de población: Nicoya, Santa Cruz, Liberia, Cañas y Bagaces. Nicoya era un corregimiento poblado por indígenas, adscrito al área colonial de los Partidos de León o de Grana-da. El Paraje de Diriá, el sitio más poblado de la península con 2.500 habitantes en 1824, se denominó Santa Cruz después que Bernabela Ramos erigió una gran cruz como alero del servicio religioso. Guana-caste o Liberia, era asiento de espa-ñoles que residían en Rivas y tenían extensas haciendas en las riberas del Tempisque. Cañas y Bagaces no fueron parte del Partido de Nicoya. Pertenecían a Costa Rica desde el siglo XVI.

En 1824, Nicoya y Santa Cruz aceptaron la propuesta del gobier-no para unirse al Estado de Costa

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Rica. La anexión se acordó en el Acta del Ayuntamiento del 25 ju-lio, y en ella indican las razones: Conflictos militares en Nicaragua en contraste con la seguridad y quietud en Costa Rica; la necesidad de provisiones para las milicias; el comercio por el Puerto de Puntare-nas; la urgencia de administración de Justicia; el interés por crear es-cuelas para ilustrar a la juventud. Manuel Briceño suscribió el Acta

en condición de Jefe Político Subal-terno. Luego fue magistrado de la Corte Superior de Justicia. Liberia fue agregada a Costa Rica en 1826 por una ley del Congreso Federal. En 1831 recibió el título de Villa y en 1836, el de Ciudad. Las cuatro poblaciones se agruparon en De-partamento, en 1835. La Provin-cia de Guanacaste se creó en 1848 cuando se hizo la primera división territorial del Estado.

Toribio Viales, Regidor.Ubaldo Martínez, Regidor. Manuel García, Regidor.Antonio Briceño, Sargento 1°.Roque Rosales, Sargento 2°. José María Jaén. Saturnino Gutiérrez. Blas Félix Rodríguez, Cabo 1°. Laureano Montes, Cabo Primero.Felipe Medina Timoteo Acosta, Cabo.Manuel Sobenes.José de la Encarnación Fernández. Casimiro Ortega, Pedáneo.Deciderio Dinarte. Bivencio García. Sevastián Gomes, Pedáneo.José Felipe Gutiérrez .José Anacleto Zúñiga. Gabriel Mojón, Pedáneo.Toribio Toruño. Juan Felipe Gutiérrez, Secretario.

Fuente. http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_de_Nicoya

FIRMANTESDELACTADEADHESIÓNDENICOYAYSANTACRUZALESTADODEC.R.:25 DE JULIO DE 1824

Hermanos Briceño Díaz, descendientes de don Cupertino Briceño, impulsor de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, en 1824. De izquierda a derecha: Flora, Filomena, Porfirio y Domingo, en su casa en Quebrada Grande de Nicoya.Foto: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Los méritos de las autoridades que ejercieron el poder entre 1824 y 1848 han sido ponderados por la cultura cívica según los fines y funciones del Estado moderno. La ruptura con España y con México obligó a afrontar múltiples acontecimientos arraigados en procesos históricos remotos para inducir otros tipos de relaciones entre familias, grupos, comunidades, modos de vida y de producción, legalidad y poder pú-

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blico. La forja de las instituciones pú-blicas primerizas se comprende tam-bién por la actitud constructiva de las poblaciones; el trabajo de la colectivi-dad con los recursos de la naturaleza; el crecimiento de la economía capita-lista; y las relaciones asimétricas que la primera revolución industrial y el liberalismo político delinearon entre Europa, Estados Unidos y los demás países del planeta.

Las estructuras productivas y de la sociedad configuradas en el siglo XVIII, se modificaron muy poco du-rante los primeros 25 años de orga-nización política con autonomía. La población osciló entre 50.000 habi-tantes a principios de siglo y 75.000 en 1833. En 1841 vivían en San José cerca de 20.000 personas. El uso del suelo acaso cubría 40 kilóme-tros cuadrados. El 10% del territo-rio constituía el área en producción agrícola dentro de un paisaje varia-do, pero con cierta uniformidad y monotonía.

En Alajuela, Heredia, San José y Cartago abundaban los potreros y alrededor de los pastizales había cul-tivos de maíz, trigo, plátanos, caña, café y frutales. En ocasiones la pro-ducción de granos escaseaba y las crisis de subsistencias eran provo-cadas por el uso de técnicas anticua-das, bajos rendimientos, desastres naturales y plagas, y la ausencia de cercas. En esta región se formaron aldeas de labradores y campesinos,

dueños de pequeñas fincas familia-res. En las colindancias de la Meseta Central la tierra adquirió un valor creciente por la fiebre de denuncios y la especulación. En Esparza y Gua-nacaste sobresalía la gran hacienda ganadera, de unos pocos propieta-rios ausentes. En Matina, la plan-tación de cacao, en decadencia. El resto del país era bosque y tierra en baldío, excepto en el área minera del Monte del Aguacate.

La mayor parte de la tierra, en un radio de 10 kilómetros de las villas principales, ya había sido reclama-da en propiedad privada antes de 1830. La apropiación se aceleró a raíz de un decreto del 7 de julio de 1840 que entregó a particulares las tierras comunales de los pueblos, e hizo la primera fijación de salarios para la agricultura y la ganadería. La medida formó parte de los estí-mulos para el despegue de las ex-portaciones de café. Pero la compra y venta de tierra era poca. En parte, por la baja oferta y el alto precio del dinero, controlado por un pequeño número de personas entre ellos clé-rigos. El precio de la manzana rara vez superaba los 50 pesos.

En suma, prevalecían unas estruc-turas productivas que dificultaban la formación del mercado interno, tales como el bajo número de ha-bitantes, empleo familiar no remu-nerado, escaso valor de los bienes y cultivos, poco dinero en circulación, énfasis en colonizar áreas fuera del Valle Central, poca experiencia en el comercio y en productos para la venta, casi ausencia de crédito, falta de contactos con el exterior, pési-mos caminos interiores y a los puer-tos, medios de transporte rústicos, instalaciones portuarias deficientes. De ahí que los gobiernos centraran sus esfuerzos en ampliar el área de

propiedad privada, activar el flujo monetario, estimular cultivos co-merciales, organizar la hacienda pública, abrir caminos a los puertos y extender el poder del Estado y de la iglesia por medio de jefes políti-cos, gobernadores de provincia, las municipalidades y las parroquias.

Más que ventas, hubo repartos gratuitos de tierra para que se des-tinaran a cultivos comerciales. En 1831 se hizo dueños de los fundos a quienes ocuparan baldíos a fin de que sembraran caña, algodón, café, cacao, yuca y plátano. La medida fomentó hábitos mercantiles de ini-ciativa particular. Las autoridades recurrieron a la coacción para que se sembraran los cultivos de consu-mo interno; eliminar obstáculos a la agricultura de exportación, o para dar forma al sector de trabajadores asalariados: un objetivo implíci-to en las leyes contra la vagancia. Las municipalidades obligaron a sembrar maíz y frijoles, exigiendo el pago de multas por desobedien-cia. Entre 1835 y 1837 también la Iglesia tuvo que acatar disposicio-nes mercantiles, como suprimir el diezmo durante diez años a quienes sembraran para la venta al exterior; sustituir las colectas compulsivas de dinero por las alcancías en las iglesias; reducir el número de Co-fradías, Capellanías, y de los días de fiestas.

La oferta de comercio al exterior con destino a Nicaragua y Panamá

La población osciló en-tre 50.000 habitantes a principios de siglo XIX y 75.000 en 1833. En 1841, vivían en San José cerca de 20.000 personas.

El comercio importador era abastecido desde Chile y Perú, y se vio favorecido en 1841 por un acuerdo de libre intercambio con rebaja de impuestos.

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de mulas, se construyó con mano de obra campesina y con la organi-zación que le infundió la Sociedad Económica Itineraria, creada en 1843. El proyecto de abrir las llanu-ras de Tárcoles, Matina y Sarapiquí se entregó a contratistas alemanes, franceses e ingleses, y fueron un fracaso como empresas colonizado-ras. El trazo de caminos interiores se encauzó mediante concesión de premios y la coacción. En 1826 se aprobó un decreto que obligó a to-dos los hombres entre 15 y 50 años a trabajar dos días gratis al año en la “composición” de esos caminos.

La libertad de comercio fue un enun-ciado de doctrina liberal y una aspira-ción de los mercaderes, más que una realidad que dinamizara el mercado interno. Los gobernantes no se apega-ron a la letra del credo. La caña y el ta-baco siguieron sujetos a los estancos: una medida que provocaba malestar entre cosecheros, limitó el área para otros cultivos, indujo el contrabando y provocó la represión. El tabaco fue liberalizado en parte, en 1849. El ne-gocio de la pólvora se prohibió por razones de seguridad.

En 1826 se autorizaron las ferias y el libre cobro del precio del dinero, o interés. Para estimular y favorecer el comercio mayor, en 1841 se pro-hibió la venta en las calles a quienes tuvieran un capital menor de 10 mil pesos, y el negocio de pulperías y tiendas si no se tenía al menos 1.000 pesos. La minería quedó sujeta a rí-gidos controles alegándose objetivos fiscales, necesidad de acuñar mone-das y debido a la supervivencia de viejas preferencias coloniales.

El ingreso, control y producción de dinero fue otra prioridad de los gobiernos. Entre 1820 y 1843, se impulsó la explotación minera en

estaba constituida por tabaco y caña para elaborar aguardiente; palo de brasil, añil y grana para tintorerías; algodón, cacao y ganado. Los tintes fueron negocio en la década del 30. Atrajeron a unos cuantos especula-dores ingleses de una cifra inferior a cien que residían en Centroamérica. El cacao decayó por la competencia de la producción de Nicaragua. La ganadería estimuló el comercio de cueros, cebo y la cría de animales para el transporte en carretas.

En 1833 el valor de las exportacio-nes desde Puntarenas fue inferior a 200 mil pesos anuales: el 60% palo de Brasil, seguido de cueros, dul-ce y café. El comercio importador era abastecido desde Chile y Perú, y se vio favorecido en 1841 por un acuerdo de libre intercambio con rebaja de impuestos. El comercio directo con Inglaterra se había esta-blecido hacia 1835 e incluía algunos sacos de café. Las importaciones de bienes no agrícolas comenzaron a

estrujar la elaboración local de arte-sanías y productos textiles.

Hubo iniciativas de alguna enver-gadura, como el trazo del camino a Sarapiquí para unirse con el río San Juan y buscar conexión al exterior a través del Atlántico. Braulio Carri-llo impulsó con ese mismo objetivo la apertura del Camino a Matina, y habilitó un puerto; pero el gobier-no de Francisco Morazán paralizó las obras. El camino carretero que unió San José con Puntarenas si-guiendo la ruta colonial del camino

Entre 1820 y 1843, se impulsó la explotación minera en los Montes del Aguacate. La activi-dad fue objeto de aten-ción especial, como la creación del Municipio del Mineral del Agua-cate, en 1825.

Mina Tres Amigos. Abangares, Guanacaste. Fuente: Zamora, Fernando. Álbum de vistas de Costa Rica. MCJD, 1995 p. 65.

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los Montes del Aguacate. La activi-dad fue objeto de atención especial como la creación del Municipio del Mineral del Aguacate, en 1825, el cual adquirió representación en la Asamblea Legislativa; la creación del Tribunal de Minería, luego a cargo del Intendente General de Hacienda; y las Ordenanzas de Mi-nería de 1830. La actividad permi-tió fabricar monedas, aumentar el circulante, y activó la demanda de tierras, bienes agrícolas y de fuerza de trabajo asalariada.

En 1824 se creó la Casa de Resca-te en Alajuela, y al año siguiente se hizo la primera emisión. La entrada de dinero del extranjero se regla-mentó desde 1826. Dos años des-pués se abrió la Casa de la Moneda para fabricar el metálico: en oro, para transacciones de valor alto, y en plata –monedas llamadas “rea-les”- para intercambios menores. La moneda extranjera de plata se habi-litaba como nacional mediante rese-llos con impresos de una estrella o un león para diferenciarlas del país emisor. Adquirió significado de identidad nacional, sólo cuando se

hizo la primera acuñación en 1841 y en ellas se grabó el Escudo del Es-tado. Entre 1847 y 1850 el grabado de símbolos de la nación incluyó el rostro de una joven india, el árbol de encina -emblema de la libertad- una mata de café y la fecha de la constitución de 1847.

La Hacienda pública fue objeto de muchas reglamentaciones con objeti-vos mercantiles y de administración financiera. En 1825 se creó la Teso-rería de Estado; en 1827 la Admi-nistración de Aduanas; y en 1831 la Aduana General de San José. Se dic-taron normas contra el contrabando, la siembra furtiva de cultivos regula-dos, y el trabajo de los empleados de gobierno. En 1839 se emitió el Regla-mento General de Hacienda Pública, sustento de la administración del Es-tado. Esta obra y la aprobación del Código General el 30 de julio de 1841 -el cual incluía derecho civil, penal y de procedimientos- son legados de Braulio Carrillo. En parte por ello se le ha considerado arquitecto del Es-tado de Costa Rica.

En 1824 se ordenó crear munici-palidades en todos los pueblos del

país; pero las relaciones entre las poblaciones y el poder central del Estado sufrieron los efectos de la inestabilidad política. El Reglamen-to Municipal de 1828 prohibió las reuniones secretas considerándolas actos conspirativos, y suprimió los cabildos abiertos. Entre 1831 y 1832 se dictaron normas que subordina-ron a los regidores, al Jefe de Esta-do. Las municipalidades dejaron de funcionar entre 1836 y 1841, y la Ley de Administración de Departamen-tos de 1841 elevó al Jefe Político al rango de máxima autoridad local.

Se estableció la siguiente división administrativa municipal: habría un Cuartel en donde vivieran 100 o más vecinos; un Barrio, forma-do por cinco cuarteles; un Pueblo, cuando hubiera al menos 25 fami-lias, edificios públicos, iglesia y pla-za para mercadeo. En cada pueblo se designaron policías de agricultu-ra, salubridad, instrucción y benefi-cencia, y se impusieron las rondas, patrullajes militares y la creación de juntas de vecinos para diversos pro-pósitos de la vida pública.

La tolerancia de los gobiernos

con la producción y difusión de las ideas, razones, valores y cono-cimientos que iba gestando el en-cuentro con el propio mundo en construcción, fue otro legado de este período. Fomentó actitudes li-berales y la elaboración autóctona de una cultura impresa. En 1823 se reorganizó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás para la instrucción es-colar; y en un nivel superior para la enseñanza de lenguas, derecho civil y canónigo, filosofía y teología. Fue convertida en universidad en 1843. La imprenta llegó al país en 1830 y muy pronto emergió la opinión de la minoría ilustrada. El Noticioso Universal, La Tertulia, El Mentor

La Aduana de San José.Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit. p. 51.

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Costarricense, La Gaceta, La Paz y el Progreso, El Costarricense y El Guerrillero fueron los siete medios informativos que circularon entre 1833 y 1850. En 1833 el Bachiller Osejo publicó su obra: “Adición”.

El tema de la ley y la justicia se tra-tó en ese lapso en 6 gacetillas; la mo-ral en 14; la religión, en 5. Escribían unas 360 personas: el 48% abogados, comerciantes y médicos. El conjunto editorial fue obra de siete intelectos, dueños o socios de los periódicos: Vicente Castro, Felipe Molina, José María Castro, Manuel José Carazo, José León Fernández, Rafael Moya y Mariano Montealegre.

Los articulistas demandaban cár-celes, moralidad pública, segurida-des para los bienes. La crítica a la prostitución osciló entre la moral de inspiración natural, el precep-to católico medieval rígido, y la li-bertad de uso de los cuerpos. Los medios influyeron en un decreto

Los medios influyeron en un decreto de 1836 que penalizó la ramería y creó la primera cárcel “para mujeres de mala vida”. Los hombres tenían li-bertad de goce sexual. Los periódicos se dirigían a unos 20 mil habitantes citadinos, sin ponderar el analfabetismo.

Monumento que conmemorativo de la anti-gua Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Tomás y del decreto de creación de la Universidad de Costa Rica en 1941.

Foto: Edwin Salas Zamora.

En 1823, se reorganizó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás. La impren-ta llegó al país en 1830 y muy pronto emergió la opinión de la minoría ilustrada.

de 1836 que penalizó la ramería y creó la primera cárcel “para mu-jeres de mala vida”. Los hombres tenían libertad de goce sexual. Los periódicos se dirigían a unos 20 mil habitantes citadinos, sin ponderar el analfabetismo. En ese entramado social y de cultivo de la conciencia cívica y de la ética, desde 1825 se había declarado “Patrona de Costa Rica”, a la Virgen de los Ángeles. Aunque en la guerra civil de 1835 se le llamó: “Princesa de la Paz”.

En las relaciones internacionales,

diplomáticas y comerciales, las ac-ciones de gobierno se vieron limi-tadas debido a la permanencia de

Costa Rica dentro del marco jurídi-co de la República Federal. La enti-dad política regional era inoperante desde la guerra civil y sus secuelas ocurridas entre 1826 y 1831. Por ello el Estado de Costa Rica emitió decretos separatistas, como la Ley Aprilia de 1829, y otra en 1831. La revuelta indígena y campesina que acompañó el alzamiento militar de Rafael Carrera en Guatemala en 1837, provocó otra crisis política re-gional. Fue en esas circunstancias que Colombia usurpó el territorio de Bocas del Toro en 1837. Pero el gobierno federal que presidía Fran-cisco Morazán toleró la violación al tratado del 19 de junio de 1826 que reconocía ese territorio como juris-

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dicción de Costa Rica y de Centro-américa.

El 15 de noviembre de 1838 Braulio Carrillo emitió el decreto que declaró a Costa Rica Estado libre, soberano e independiente. Asimismo, y debido a las presiones del Vicecónsul inglés Guillermo Hall, procedió a pagar con petacas de tabaco el equivalente a la deuda externa de Costa Rica, contraí-da como parte de la deuda federal, con una casa importadora inglesa. Al año siguiente Carrillo solicitó que se formalizaran las relaciones diplomá-ticas. Pero el “Foreign Office” estimó que Costa Rica no podía ofrecer ga-rantía de su nacionalidad, al no haber rechazado aún la Constitución Fede-ral de 1824. Sólo se firmó un tratado de amistad, comercio y navegación. Entre 1821 y 1848 los costarricenses se rigieron por nueve Constituciones políticas; pero en ninguna se estable-ció la ruptura con la Federación Cen-troamericana.

NUESTRASEÑORA,LAVIRGENDELOSÁNGELES

2deagostode1635Hallazgo de la Imagen. Abrilde1782Proclamación como Patrona de Cartago. Agostode1824Primer robo de la Imagen de la Virgen. Septiembrede1824Declarada por la Asamblea Constituyente como Patrona Oficial de Costa Rica.Añode1833Con ocasión de la Guerra Civil de la Liga se le llamó: “Princesa de la Paz” Marzode1862El Papa Pío IX, concede a perpetuidad indulgencia plenaria a quien visite el Santuario de los Angeles.Noviembrede1888Segundo robo de todos los atuendos y vestimentas de la Imagen.Añode1912Se inicia la construcción del actual Santuario. Abrilde1926Coronación de la Imagen como Reina de Costa Rica. Juliode1935Su Santidad Pío XI eleva el Santuario a rango de Basílica. Mayode1950Tercer robo de la Imagen de la Virgen. Añode1956Coronación de la Imagen de la Virgen como “Reina de los Trabajadores”.

http://webcatolicodejavier.org/VirgenDeLosAngeles.html

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DECRETODEPROCLAMACIÓNDELAREPúBLICA

DECRETOCXXXIV.No.15,DEL31DEAGOSTODE1848

“El General Presidente del Estado de Costa Rica –Por cuanto el Excelentísimo Poder Legislativo ha decretado y sancionado lo siguiente. El Excelentísimo Congreso Constitucional del Estado de Costa Rica, considerando: que la denominación de Estado de Costa Rica, que contiene el Art. 21 de la Carta Fundamental, no está en consonancia con la solemne declaración que establece el Art. 2 de la misma: que este artículo consigna el principio de soberanía, libertad e independencia de Costa Rica: que en tal concepto y como nación libre, soberana e independiente y dueña de sus derechos, ha merecido la consideración de las naciones extranjeras que se han dignado tratar con su Gobierno de igual a igual; y por último, que es un deber suyo, muy sagrado, obsequiar el voto unánime de la gran mayoría de las Municipalidades las cuales arreglándose al artículo 187 de la Carta, piden la proclamación de “República” y la reforma de los artículos, cuyo resumen presenta la comisión, ha venido en decretar y decreta.

Art. 1. –El Título de “ESTADO” que Costa Rica en la condi-ción de cuerpo político soberano e independiente, ha tenido desde la disolución del Pacto Federal, hasta el día, se sustituye con el de “REPUBLICA” que bajo aquella misma condición llevará en lo sucesivo.

Art. 2. –Esta nueva denominación no afecta la organización po-lítica que actualmente tiene Costa Rica, ni el período constitucio-nal de sus actuales funcionarios. Tampoco afecta las instituciones y leyes secundarias que al presente rigen; si no es en aquella parte en que estas pugnen con dicha denominación.

Art. 3. – De conformidad con lo pedido por la mayoría de las Municipalidades del Estado, serán reformados o derogados, según corresponda, los artículos constitucionales en cuya reforma o supresión ha convenido aquella mayoría.

-Al Poder Ejecutivo. Dado en la ciudad de San José a los treinta días del mes de agosto de mil ochocientos cuarenta y ocho. – Juan Rafael Reyes, Vice-Presidente. Nazario Toledo, Diputado Secretario. Santiago Fernández, Diputado Secretario. Por tanto EJECÚTESE. San José agosto treinta y uno del mil ochocientos cuarenta y ocho. José María Castro. –Al Ministro de relaciones y gobernación Señor Don Joaquín Bernardo Calvo”.

“….Acaso se dirá que es indiferente la enunciada variación de nombre, supuesto que las cosas quedan como es-taban; más será fácil responder, que aun cuando las voces Estado y República sean casi sinónimas en la aceptación académica y común; sin embargo, en las relaciones diplomáticas, donde tanto se respetan los nombres y las fórmulas, y donde algunas gravísimas pequeñeces suelen ser de mucha trascendencia, el sustantivo República se adapta más a las negociaciones que el nombre genérico de Estado (…) Es pues de suma importancia para las relaciones trans-atlánticas el nuevo nombre que se ha dado Costa Rica, aunque no lo sea, como no lo es para los Estados hermanos, ni para su régimen interior donde tales nombres, articulados o escritos, se pronuncian o leen desapercibidos.”

Fuente: Mélendez Carlos. Documentos Fundamentales del Siglo XIX. ECR. San José, 1978. P. 243 y P. 244.

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LOS SíMBOLOS NACIONALES

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Granos de café.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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LACONSTRUCCIÓNDEUNAECONOMÍANACIONAL

La agricultura del café fue algo más que un ciclo agrícola durade-

ro. Se convirtió en un sistema productivo que originó un mercado interno articulado con el capitalismo mundial, transformó las relaciones en-tre los miembros de la socie-dad, configuró en gran parte las funciones del Estado, e hizo viable la modernización de los modos de vida en el parámetro liberal y burgués de cultura, civilidad y pro-greso. De ahí deriva su carác-ter de economía nacional. No obs-tante, la agricultura de subsistencia y mercantil para consumo interno, las formas de existencia campesina, y la diversidad étnica, demográfica y de las comunidades del país -aun-que subordinadas a la economía meseteña- fueron otros contenidos de la sociedad que cambiaron la his-toria de Costa Rica a partir de 1840.

En Costa Rica el cafeto fue una curiosidad de jardín al comenzar el siglo XIX; pero unos pocos hombres de negocios y presbíteros comenzaron a involucrarse en el cultivo y el comercio del grano, igual que muchas familias de campesinos dedicadas hasta entonces a la pro-ducción de subsistencia.

A finales del siglo XVIII existía en Europa la moda de consumir café y el grano se importaba de países como Java y Ceilán. La mata fue

introducida por los franceses en Martinica, Cuba y Jamaica. Los in-gleses convirtieron el cultivo en una empresa capitalista, integrando la inversión financiera, la producción, el proceso industrial, el comercio exportador y el transporte maríti-mo. En Costa Rica el cafeto fue una curiosidad de jardín al comenzar el siglo XIX; pero unos pocos hombres de negocios y presbíteros comen-zaron a involucrarse en el cultivo y el comercio del grano, igual que muchas familias de campesinos de-dicadas hasta entonces a la produc-ción de subsistencia.

El experimento despegó en una

atmósfera de inestabilidad. Entre 1821 y 1838 el comercio exterior de Centroamérica evolucionó entre ci-clos de auge y depresión que afecta-ron la continuidad de los diversos cultivos agrícolas de exportación, la solvencia de los ingresos fiscales y la viabilidad de la integración te-rritorial. La Federación Centroame-ricana fue una experiencia fallida debido a conflictos políticos y mi-litares de raíces coloniales, a situa-ciones de violencia social agraria, a

la desintegración territorial y a las pugnas de intereses políticos sobre la región promovidas por ingleses y norteamericanos.

Costa Rica compartía con Centroamérica las dificul-tades para impulsar la agri-cultura comercial. No así la misma densidad retardata-ria de estructuras coloniales que habían arraigado en el latifundio, el poder militar y los privilegios eclesiales; ni las repercusiones de las

luchas por la hegemonía política en-tre los Estados federados. Esa parti-cularidad histórica de la sociedad y el poder colonial y postcolonial, se conjugó con otras condiciones que sí favorecieron el surgimiento de la empresa cafetalera.

La Meseta Central ofreció el tipo de suelo, altitud y régimen de llu-vias adecuadas a la siembra, creci-miento y maduración de la fruta en cortos ciclos de tres años. Los ladi-nos y mestizos que emigraron de la capital colonial en la segunda mitad del siglo XVIII, se asentaron en los Valles de Aserrí y de Barva en condi-ción de parceleros y productores de subsistencia. La meseta fue asiento de la mayor densidad de la escasa población. No hubo otros cultivos comerciales de libre producción que compitieran con el café. Las funcio-nes del Estado se concentraron en forma alternativa en las provincias montañeras y volcánicas de San José, Heredia y Alajuela, en menos-cabo de la satisfacción exclusiva de los intereses coloniales arraigados en Cartago.

Grupo de cogedoras de café. Fuente: Museo de Cultura Popular. Universidad Nacional.

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Muy pronto el cultivo del café recibió el estímulo de las cuatro municipalidades y de los primeros gobiernos del Estado federado. En 1821, la Municipalidad de San José distribuyó plantas de café gratis en-tre los vecinos; en 1825 el gobierno eximió al café del pago del diezmo; en 1831 la Asamblea Nacional de-cretó que cualquiera que cultivara café por 5 años en tierra baldía po-dría reclamarla como suya. Hacia 1840 Braulio Carrillo decretó que las tierras al poniente de San José, en Pavas, se dedicaran a siembras de café.

La entrega gratuita de tierras baldías, la supresión parcial de los diezmos y del tiempo de trabajo dedicado a fiestas eclesiales, la ex-propiación y subasta de los ejidos indígenas y de las tierras comuna-les en poder de las cofradías y las capellanías ampliaron el área en propiedad individual, a contrape-lo de alguna posesión latifundista. Con ello se generaron las condi-ciones para una alianza tácita entre campesinos, agricultores con o sin experiencia mercantil, las autorida-des políticas y un grupo de produc-tores de café que, gracias a alguna acumulación previa de dinero y a ascendencias coloniales, crearon el vínculo con el comercio exterior mediante diversos negocios con mercaderes extranjeros dedicados a la importación y exportación.

La producción y venta de café en el exterior tuvo una fase de ensayo

a partir de la pequeña exportación de dos quintales que se hizo a Pana-má en 1820. En 1832 el comercian-te alemán Jorge Stiepel impulsó las ventas a Europa, vía Chile. Un año después, el café ocupó el cuarto lu-gar en las exportaciones. Pero sólo entre 1841 y 1845 se logró conquistar el mercado europeo; una vez supe-rados los inciertos convenios entre productores locales y compradores europeos a petición del comerciante inglés William Le Lacheur.

Santiago Fernández Hidalgo, due-

ño de la finca “El Laberinto”, fue el primero entre los cafetaleros que vendió en consignación a William Le Lacheur, por mediación de Jorge Stiepel. Los términos de la transac-ción fueron respetados. Los comer-ciantes ingleses sustituyeron las compras a consignación por el pago adelantado de la cosecha, y con ello cerraron el eslabón financiero que

Carreta con café. Fuente: Manuel Gómez Miralles.

En 1821, la Municipali-dad de San José distribu-yó plantas de café gratis entre los vecinos; en 1825, el gobierno eximió al café del pago del diezmo.

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los productores necesitaban para el despegue empresarial. El nuevo proceder del inversionista inglés es-timuló la formación de sociedades y éstas se convirtieron en las únicas empresas exportadoras, importado-ras y bancarias del país, hasta avan-zado el siglo XX.

En 1842 se creó la sociedad de Juan Rafael Mora Porras y Vicente Agui-lar Cubero. En 1845 la firma “Le Lacheur & Co.”, que luego se llamó “Le Lacheur & Dent”. La compañía Montealegre & Salazar la fundó Ma-riano Montealegre Fernández, yer-no del expresidente José Rafael de Gallegos, e ingeniero en transporte ferroviario y minas. Asimismo, las sociedades Fernández & Salazar; Cañas & Montealegre; Mora & Fa-rrer; Escalante & Bonilla; Herrán & Compañía. En Heredia surgió la sociedad Ulloa & Moya. Esas y mu-chas otras uniones se formaban con un capital líquido de 20.000 pesos a veces incluido el valor de las tierras, y fueron las vértebras del primer sector empresarial del país.

En las décadas del 50 al 70 sur-gieron otras uniones de capitales que se dedicaron al comercio im-portador. Entre ellas: Quirós & Ellerbrock (1853); Aguilar Alpress (1857); Beeche & Cía. (1858); Ulloa & Zamora (1858); Moureo de Vars & Cía. (1859); Salazar & Muller (1860); Brealy & Morales (1864); Ti-noco & Cía. (1865); Wallis & Witting (1865); Carazo & Hno. (1868); An-dré & Lippuran (1869); Cabello & Cía. (1869); Montealegre & Salazar (1869) y la Sociedad Costarricense para la Fabricación de Jabón (1868). Algunos cafetaleros ingresaron al negocio bancario, tales como: Cri-santo Medina, Allan Wallis, Eduar-do W. Alprese, Mariano y Francis-co Montealegre, Rafael Escalante,

Francisco Peralta, Gaspar Ortuño, Rafael Barroeta, Aniceto Esquivel, Braulio Morales, Francisco Echeve-rría y José Ramón Rojas Troyo.

Buen número de las sociedades creadas entre 1830 y 1845 desapare-cieron durante la crisis económica europea de 1847-1848. Algunas, en medio de ácidos conflictos como el caso de la Sociedad Mora & Agui-lar, en temprana competencia por tierras y finanzas con el grupo de los hermanos Montealegre Fernán-dez. En la trayectoria de estas so-ciedades se encuentra asimismo el surgimiento y la caída de empresas, las disputas por la apropiación de la tierra en el Valle Central al amparo del poder político, las competencias por lograr contrataciones públicas, o las fusiones entre cafetaleros para darle forma al capital bancario. A partir de 1850 el capital de inmi-grantes ingleses, alemanes y fran-ceses fue un aliado imprescindible para la reproducción de la riqueza por parte de los cafetaleros, como exportadores e importadores.

Además de esas compañías, la

investigación del Dr. Samuel Stone aporta 108 nombres de individuos y familias que integraban la élite de los cafetaleros entre 1820 y 1850. Entre ellos: Hipolite Tournon, Emi-lio Challe, Jorge Seevers, Max Ko-berg, Adolfo Knöhr, los hermanos

Rohrmoser, la familia von Schroter, Napoleón Millet Castillo, Juan Ulloa Solares, Wilhelm Peters, Eduardo Vallerstein, Felipe Molina, Eusebio Rodríguez, Pío Murillo, los presbí-teros Joaquín Flores y Manuel Gu-tiérrez, Buenaventura Espinach, Florentino Castro, Teresa Solares, Joaquín Bonilla, Nicolás Ulloa, Ra-fael Moya, José de Salinas Zamora, José Lara, Joaquín Solórzano, Lo-renzo González, Pilar Fonseca, Julio Sánchez Lépiz, los hermanos Orlich y la familia Lindo.

La agricultura e industria del café se consolidó en un período de cin-cuenta años. Se extendió por el Va-lle Central en un movimiento envol-vente de corte agrario, industrial, comercial y crediticio. Entre 1850 y 1890 fueron vendidas y/o donadas 550.422 hectáreas de tierras que an-tes eran asentamientos indígenas o baldíos, los cuales fueron privatiza-dos con el nombre de “tierras de le-guas” municipales. El área cultiva-da de café pasó de 20 mil manzanas en 1884 a 40.000 en 1935, localizadas en la Meseta Central y los valles en-tre Alajuela y San Ramón. Después de 1890, concluido el ferrocarril al Atlántico, el café se expandió a los valles del Reventazón y Turrialba bajo la combinación de la hacien-da y el latifundio. En todo el país, el área sembrada aumentó a 68.578 manzanas en 1935.

En el Valle Central se transformó el uso del suelo, de las fuentes de agua y de las prácticas agrícolas. El café desplazó lentamente bos-ques, tacotales y potreros. Coexis-tió con cultivos comerciales como la caña de azúcar, tabaco, ganado y trigo. Se abrazó a las milpas, frijo-lares, arrozales, platanares y otras labranzas de subsistencia. La esca-sez de alimentos se agravó después

A partir de 1850, el capital de inmigrantes ingleses, alemanes y franceses fue un aliado imprescindible para la reproducción de la riqueza por parte de los cafetaleros, como expor-tadores e importadores.

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de 1860 y el alza de los precios, en una fase de ascenso demográfico, provocó las primeras crisis. Desde 1840 la producción de alimentos re-caía en los hombros de colonos que salían de las provincias cafetaleras hacia la periferia del Valle Central para recuperar la propiedad priva-da, derribar montaña y compensar el terreno agrícola atrapado por ca-fetales.

La industria del café, por otra par-

te, consistió en el procesamiento del grano. Antes del comercio de expor-tación, el fruto se secaba al sol en pa-tios de tierra y se procedía a pilarlo, ensacarlo, tostarlo y molerlo. Esos patios fueron precursores de las insta-laciones conocidas como “beneficios de café” o estancias para procesar el grano. Desde 1840 se introdujo la téc-nica de fermentar las bayas durante el procesamiento; un laboreo conocido como “beneficio húmedo”. El sistema impuso diferencias de calidad y de precio; acicateó la competencia entre el pequeño grupo de cafetaleros bene-ficiadores y exportadores.

El método de beneficio húmedo se atri-buye a Buenaventura Espinach Gual,

antiguo minero. En 1838 compró en Cartago la hacienda “El Molino”, construyó un patio de calicanto en donde se amontonaban las bayas durante 48 horas para suavizar la pulpa; luego se pasaban por es-tanques de agua fluida para des-prenderlas, y se procedía a secar el grano. La tarea de limpiar el hollejo se realizaba majando la pulpa con bueyes o por medio de molinos hi-dráulicos. Por último, se aventaba a mano. El empresario instaló otro beneficio húmedo en la finca “La Soledad”, en San Joaquín de Flores, Heredia. La mecanización de los beneficios de café fue más tardía. En 1842, el herediano Benito Dengo patentó el primer beneficio mecani-

zado. Hacia 1847, se introdujo des-de Jamaica la maquinaria inglesa. Comenzaron a usarse secadoras a vapor, estufas, pulidoras, trillado-ras, separadoras de granos. La trac-ción animal se sustituyó por ruedas y turbinas de agua.

La industria del café, a diferencia del cultivo y producción, requería alta acumulación e inversión de capital y por ello fue empresa de unos pocos. En 1850 un registro de la Aduana La Garita mostró que de 76 exportadores, el 85% del grano lo enviaron 16 beneficiadores. En los años 80 los exportadores eran poco más de 250, frente a 7.500 coseche-ros. El grupo exportador y benefi-ciador constituyó una elite a la que ingresaron españoles y franceses, antes dedicados a la minería; des-pués de 1821, los ingleses, y al final de los 40, los alemanes y franceses. En 1850 estos y otros extranjeros que se naturalizaron, procesaban el 5% de la exportación total; a finales del siglo XIX, más del 20%. El ingre-so de pequeños productores a este círculo no estuvo restringido, sobre

Beneficio de café.Fuente: Colección privada.

El método de beneficio húmedo se atribuye a Buenaventura Espinach Gual, antiguo minero. ... En 1842, el heredia-no Benito Dengo paten-tó el primer beneficio mecanizado.

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todo desde principios del siglo XX, como el caso de los hermanos Lindo en Turrialba o los hermanos Orlich en Alajuela.

La industria cafetalera propició un enriquecimiento desigual entre la elite cafetalera; pero con respec-to a la producción, los beneficiado-res exportadores no constituyeron monopolios. La oferta individual y familiar de los caficultores era muy amplia, geográficamente extensa y dispersa. Hubo además un conjun-to de condiciones que permitieron compartir las utilidades del café en-tre cultivadores y productores fami-liares, y el grupo de beneficiadores y exportadores. Entre ellas: la am-plia repartición de la tierra y la si-nuosa colonización agrícola, la poca y limitada disponibilidad de peo-nes y jornaleros, el alza de salarios entre 1847 y 1856, las dificultades para obtener créditos, y la drástica reducción de la población a raíz de la guerra de 1856-1857 y de la peste del cólera.

No obstante, el procesamiento del café activó la centralización y con-centración de capital a través de la negociación de la cosecha propia y la compra de la fruta para aumen-tar el volumen de exportación. Ello creó una relación social nueva en-tre productores, beneficiadores y exportadores, y el vínculo se esta-bleció por medio del préstamo de dinero. El trabajo familiar de los pequeños y medianos cafetaleros, y el peonaje o jornaleo asalariado en el cultivo y la industria, valorizaban el fruto para la venta en el mercado mundial. La ganancia de los benefi-ciadores se realizaba a través de las exportaciones de café, las importa-ciones de bienes de consumo, y el crédito a los productores. Los már-genes de utilidad estaban sujetos a

costos –incluido el financiamiento inglés- la evolución del precio del grano, la productividad y otras circunstancias ajenas al mercado y muy cercanas al poder político.

Entre 1830 y 1860 el préstamo mo-netario experimentó pocos cambios a pesar del aumento en la demanda de dinero. Al lado de los comercian-tes, las cofradías y las capellanías, aparecieron nuevas instituciones de crédito como el Lazareto, el Monte Pío de Agricultura y los municipios. Pero la transformación profunda del crédito vino con el mecanismo de las habilitaciones o adelantos de dinero del beneficiador - exporta-dor o de las compañías cafetaleras, a los productores medianos y pe-queños. Además, para solucionar la escasez de dinero en un período de alta demanda monetaria, los gran-des cafetaleros disfrazaron el valor

del dinero por medio del uso de bo-letos.

Los vales se usaron para pagar la recolección de café y los salarios, realizar compras en los comisariatos de las haciendas y comercios cerca-nos, y zanjar diferencias de precios -dar vueltos- a falta de moneda fraccionaria. Fueron muy lucrativos para los cafetaleros pues funciona-ban como numerario alterno, per-mitían racionalizar el dinero, de por sí escaso, y organizar el capital de inversión. Los boletos tenían impre-sos los nombres de los caficultores o de los dueños de las empresas que los mandaban a acuñar. Se identi-ficaban con grabados de animales, árboles, canastos, e incluso con la efigie de algún hacendado como los que emitió la Sociedad Alvarado & Chacón con el retrato de Santiago Alvarado Ramírez.

Boletos. Fuente: Museo del Banco Central de Costa Rica.

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El abuso con los boletos, pero par-ticularmente con las habilitaciones, entrañaban explotación e incubaron descontentos. Los productores habi-litados protestaban porque no siem-pre recibían las diferencias de valor a su favor a la hora de las liquidacio-nes de los adelantos según el precio de venta del café en el exterior, o tenían rebajos si el precio era infe-rior. Debían pagar intereses a precio libre. El fenómeno del crédito tam-bién afectaba a los exportadores fi-nanciados por el capital inglés, pues las Bolsas o centros internacionales de mercadeo no aparecieron hasta finales de 1880. En esas circunstan-cias los proyectos para centralizar el crédito público, el privado y la emisión de monedas en institucio-nes bancarias fueron iniciativas de envergadura nacional.

Entre 1846 y 1863 los gobiernos de José María Castro Madriz y Juan

Rafael Mora Porras intentaron ins-titucionalizar una entidad bancaria que permitiera al Estado la autono-mía financiera, regular el crédito y emitir monedas. Ambos fueron derrocados por esa y otras iniciati-vas ya que confrontaban intereses de grupos de exportadores bene-ficiadores y de los importadores. Después del fusilamiento de Juan Mora Porras y en asocio con el ca-

pital inglés, el grupo cafetalero de las familias Montealegre Fernández monopolizó el negocio del crédito por medio del Banco Anglo Cos-tarricense. Funcionó entre 1864 y 1867, administrado por el cónsul británico Mr. Allan Wallis. El Banco Anglo sobrevivió incluso a la nacio-nalización bancaria de 1948.

Alegando contra esa institución extranjerizante, el Dr. Castro Ma-driz logró que la Asamblea Legis-lativa creara el Banco Internacional de Costa Rica; denominado lue-go, Banco Nacional de Costa Rica. La institución se abrió en junio de 1867; sobrevivió al golpe de Estado de 1868 y funcionó hasta 1877. Entre 1867 y 1876 se formaron otros ban-cos privados. La institucionalidad bancaria controlada por el Estado solo se afirmó en los gobiernos y la dictadura de Tomás Guardia. El 15 de abril de 1877 se fundó el Banco

Después del fusilamiento de Juan Mora Porras y en asocio con el capital in-glés, el grupo cafetalero de las familias Montealegre Fernández monopolizó el negocio del crédito por medio del Banco Anglo Costarricense.

Banco Internacional de Costa Rica.Fuente: Manuel Gómez Miralles.

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Carretas. Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit. p. 82.

de la Unión. Operó hasta noviem-bre de 1887 como banco privado, y a fines de 1890 tomó el nombre de Banco de Costa Rica. La economía sufría los efectos de la depresión económica mundial y ello obligó al Estado a impulsar las reformas de 1896-1900 en las cuales se introdujo el patrón monetario con respaldo en oro. En 1914 se fundó el Banco Internacional, denominado Banco Nacional de Costa Rica desde 1936.

La infraestructura vial hacia el puerto de Puntarenas con el fin de comercializar el grano fue otro gran proyecto que involucró de lleno a los cafetaleros. Santiago Fernández finan-

ció la apertura de una vía a Sarapiquí y de un puerto en Tárcoles. Cuando se suspendió el camino a Matina por la caída de Braulio Carrillo, se fundó en 1843 la Sociedad Económica Itinera-ria. En ella participó el gobierno y 218 socios que debían tener un mínimo de 8.000 plantas de café o un capital de 1.000 pesos. La Sociedad organizó la construcción de un camino para carretas entre Cartago y Puntarenas, financiada en parte con un impuesto de un real por cada quintal trasegado por el puerto. Poco antes varias se-ñoras habían suscrito contribuciones para construir el Puente de las Damas sobre el Río Jesús María, en la costa del Pacífico. La carretera a Puntarenas

El boyero no era un arrie-ro cualquiera. Fue eslabón en el encadenamiento social del trabajo de los caficulto-res, el recibidero o centro de acopio, el beneficio y el puerto de exportación.

concluyó en 1846 y así se pudo vender el café a Europa a través de la ruta ma-rítima por el Cabo de Hornos.

El camino empedrado, la carreta tirada por bueyes y el oficio de bo-yero fecundaron la imagen román-

Monumento al boyero. Atenas, Costa Rica.Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

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tica de nuestra revolución en los me-dios de transporte. El boyero no era un arriero cualquiera. Fue eslabón en el encadenamiento social del tra-bajo de los caficultores, el recibidero o centro de acopio, el beneficio y el puerto de exportación. Conocedor del ganado de carga, diestro en el arreo, acostumbrado a comprar ca-rretas y aperos para las yuntas, el bo-yero sabía descifrar el temple de los bueyes por su tamaño, peso, color, fuerza y resistencia. Escogía la carre-

ta. Al son del choque del eje y la bo-cina, el “cantar de la carreta” avisaba sobre el sitio de paso, el dueño y el arriero. Media tonelada de café re-quería carretas fuertes y livianas con ruedas de una pieza o de varios ma-deros unidos por el aro con varillas y decoradas con vistoso colorido.

El boyero debía conocer los cami-nos en tiempos de verano o de in-vierno, los sitios de sesteo, los pasos de los ríos, el volumen de carga y las reglas del tránsito caminero. El tra-bajo del boyero se reglamentó entre 1853 y 1862. Se fijaron obligaciones de los dueños de carga y las penas contra arrieros y boyeros. Hubo leyes para proteger las mercancías que iban y venían del Puerto. En 1854 se creó el Cuerpo de Guardas Camineros y se dictó el Reglamen-to de Policía de la Carretera Nacio-nal entre Cartago y Puntarenas. En 1858 se estableció la Policía de Ca-rretera Nacional compuesta por pa-trullas de 6 a 12 guardas por legua. En 1862 el Presidente Montealegre creó la Policía Volante, a cargo de la Dirección de Obras Públicas. Entre

Muelle de Puntarenas. Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit. p.63.

Entre 1830 y 1850 Costa Rica fue el único país de América Latina con un comercio cafetalero estable con Inglaterra y a través de ésta con Alemania; y el café fue el único produc-to de exportación hasta 1890, en un 75% con destino a Europa.

otros ilícitos, era prohibido condu-cir montado en la carreta. En 1920 algunos beneficiadores ya habían sustituido la carreta por camiones.

En Costa Rica, a diferencia de otros países, los puertos no fueron asiento político del capital exporta-dor e importador. En 1840 Puntare-nas era una villa de 1.200 habitantes que vivían en casas de paja y made-ra, expuestas a los incendios. Solo había un muelle y aduana, ubicado al sur de la lengua arenosa. Los bar-cos anclaban mar adentro a la espe-ra de lanchas transbordadoras por-que el muelle se construyó en aguas poco profundas; y para evitar el contrabando, el gobierno prohibió el trasiego de mercancías en horas de la noche y a lo largo de la costa. Entre 1837 y 1840 se declaró a Cal-dera puerto alterno oficial. No fue sino hasta 1870, en el gobierno de Tomás Guardia, que se construyó otro muelle, bodegas y un edificio de aduana, seguro y duradero.

En agosto de 1846 se emitió el pri-mer decreto sobre el Reglamento de

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Anuncio publicitario en los periódicos de la época. Foto: Edwin Salas Zamora.

PUERTOS Y BAHIAS DE CABOTAJEENTRE PUNTARENAS Y NICOYA

Chomes Bolsón Chira Río Grande Coyolito Espíritu Santo Berrugate BoqueronesColorado Astillero Tortuga BarrancaCongos Nacaome Venado CalderaMojica Salinas Cabo Blanco TárcolesLas Piedras San Pablo Salinas Manta Humo Cangel Gigante Chacarita

Fuente: Fallas M. Carlos Luis. El movimiento obrero en Costa Rica. EUNED. San José. 1983. P.129.

los Puertos y la Ley sobre la Gober-nación de los Puertos y lugares cos-teros que brindaban los servicios. El cabotaje tenía las siguientes paradas (ver cuadro cuadro anterior):

En setiembre de 1865 el Presiden-te Jesús Jiménez promulgó el Decre-to No. 21 acerca del Reglamento de la Marina del Golfo de Nicoya. En 1873 se promulgaron los reglamen-tos del Muelle y el Almacén Nacio-nal de la Aduana de Puntarenas.

Entre 1830 y 1850 Costa Rica fue el único país de América Latina con un comercio cafetalero estable con Inglaterra y a través de ésta con Ale-mania; y el café fue el único produc-to de exportación hasta 1890, en un 75% con destino a Europa. El volu-men de venta subió de 5 millones de kilos en 1850, a 20 millones en 1890. Los ingresos del Estado pasaron de 229.406 pesos en 1850 a 5.624.577 en 1890. El precio por fanega osciló en-tre 8 y 10 pesos en 1850, y 46 pesos en 1894. Ese año se fueron a pique las exportaciones de Java y Ceilán. En cuanto a las importaciones, el 80% consistía en artículos de consu-mo destinado a los habitantes cita-dinos de San José, Cartago, Heredia y Alajuela. Los bienes de capital constituían un rubro pequeño.

En consecuencia, la economía na-cional entró en una relación de de-pendencia con el capitalismo inglés y

europeo. El financiamiento de las ex-portaciones, el intercambio del fruto por manufacturas livianas a precios de oferta y demanda industrial en Europa, y la deuda externa, a partir de 1871, propiciaron una transferen-cia desigual de riqueza entre Europa y Costa Rica. El fenómeno desacele-ró la acumulación interna de capital, propició el monocultivo exportador y congeló la producción de manu-facturas locales.

El comercio exterior, además, quedó sujeto a los efectos de los ci-clos económicos de corta duración como la depresión de 1847-1848; la crisis financiera mundial de 1873; o

el descenso de los precios y expor-taciones debido al ingreso de Brasil al mercado mundial en 1897 acom-pañado de la depresión en la eco-nomía capitalista, cuyos efectos se prolongaron hasta 1908. En 1901 los precios bajaron un 55% respecto de los de 1894 y acarrearon otra crisis monetaria. El comercio exterior se vio afectado también por situaciones internas como la guerra de 1856-57 y las bajas cosechas de 1884-1885.

No obstante, desde 1840 la activi-dad marcó la ruptura con el legado de la economía colonial, permitió la formación de una estable agri-cultura de exportación con signos externos de identidad nacional, e insertó al país en el universo del ca-pitalismo que irrumpió pujante con la segunda revolución industrial europea a partir de 1875. En ese me-dio siglo Costa Rica logró conside-rables transformaciones en materia demográfica, integración territorial, estratificación social, transición a la cultura urbana, escolaridad y con-figuración institucional del Estado liberal.

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Batalla de Santa Rosa.Pintura de Carlos Aguilar Durán.

Museo Juan Santamaría.Alajuela. Costa Rica.

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El concepto moderno de Re-pública surgió en el siglo XVIII con la Constitución de

los Estados Unidos de 1778 y con la Revolución Francesa, después de 1792. En América Latina se divulgó a finales del siglo XVIII y derivó en discurso político desde 1810. Se usa como sinónimo de comunidad polí-tica y casi siempre se refiere a la for-ma de gobierno. Implica la vigencia de una Constitución que establece la división de poderes del Estado y los legaliza por el método de elec-ciones nacionales. No es sinónimo de democracia.

El concepto de Estado es más amplio. Remite a la organización política de las relaciones de poder que rigen para el conjunto de la sociedad. No es ajeno a los rasgos de diversidad y diferencias en las condiciones económicas, estatus y jerarquías que prevalecen en ella; por lo cual la autoridad jurídica del Estado se ejerce mediante varios ti-pos de funciones: represivas o mili-tares y policiales; políticas o regula-doras de las disputas por el poder; de orden o civilidad basada en las leyes; de protección a la vida y a los derechos del individuo y de los ciu-

UNAREPúBLICAFRÁGILENUNESTADOINCIPIENTE

dadanos; de preservación de las re-laciones entre el capital y el trabajo según las libertades de propiedad, producción y comercio adoptadas desde el siglo XVIII; y de promo-ción de las condiciones materiales para el desarrollo de la sociedad y de las culturas de la nación.

La división de poderes es un principio de legalidad, equilibrio o

contrapeso y representación de los atributos económicos y sociales de los habitantes, dentro del Estado. Se basa en la soberanía popular o legitimidad del poder estatal bajo condiciones como igualdad ante la ley, garantía de paz en situación de guerra, descalificación de la violen-cia individual, y renuncia a la liber-tad como cualidad absoluta de las personas a fin de que el individuo

Felipe Molina Bedoya, abogado guatemalteco y Ministro Plenipotencia-rio del gobierno del Dr. Castro Madriz, editó en Estados Unidos, en 1852, la primera historia sobre la comunidad nacional: “Bosquejo de la República de Costa Rica”.

LOSTRATADOSDELÍMITES

NICARAGUA-COSTARICA1824 Anexión del partido de Nicoya a Costa Rica (ratificada provisionalmente

por el Congreso Federal en 1825). 1858 Tratado de Cañas-Jerez: se fija el límite; Costa Rica recibe derechos per-

petuos de navegación por el río San Juan y se establece que Nicaragua debe consultar a Costa Rica antes de firmar cualquier tratado o concesión canalera.

1869-1886 Varios conflictos relativos a concesiones canaleras.1886 Mediación del gobierno de Guatemala. Se firma la convención Esquivel-

Román, por la cual se nombra como árbitro al presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland.

1888 Laudo Cleveland: se ratifica el tratado de 1858.1896 Convención para la demarcación de límites.1897 Se inicia el amojonamiento.1898 Movilización de tropas en ambas fronteras. Mediación del gobierno de

Guatemala. Se firman acuerdos a bordo del vapor Alert el 26 de abril.1900 Acta final de demarcación de límites.

PANAMÁ-COSTARICA1825 Convención firmada entre la Federación Centroamericana y la Gran Co-

lombia. Se comprometen a respetar los límites “como están al presente”.1836 El gobierno de Nueva Granada decreta la incorporación del territorio de

Bocas del Toro.1856 Tratado Calvo-Herrán para el arreglo de límites. El gobierno de Costa

Rica no acepta.1865 Proyecto de tratado con Colombia.1873 Proyecto de tratado con Colombia.1900 Laudo Loubet (rechazado por Costa Rica).1903 Panamá se independiza de Colombia.1914 Laudo White (rechazado por Panamá).1917-1928 Ruptura de relaciones diplomáticas.1921 Escaramuzas militares en la frontera.1941 Tratado Echandi-Fernández: se fija el límite.1942 Concluye el amojonamiento de la frontera.

Fuente: Pérez Brignoli, Héctor. Breve historia contemporánea de Costa Rica.Editorial Fondo de Cultura Económica México D.F.1997. p.55

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pueda ejercer la libertad civil o de convivencia en sociedad.

Costa Rica fue visualizada como comunidad política hacia 1833 en la obra tipo ensayo de Rafael Francis-co Osejo, quien partió del concepto de totalidad federal y de ahí trazó los rasgos distintivos del Estado. Veinte años después, Felipe Moli-na Bedoya, abogado guatemalteco y Ministro Plenipotenciario del go-bierno del Dr. Castro Madriz, editó en Estados Unidos, en 1852, la pri-mera historia sobre la comunidad nacional: “Bosquejo de la Repúbli-ca de Costa Rica”. La ruptura con la República Federal desde 1838, deli-neó el objetivo de construir una Re-pública y un Estado soberano; aun-que la filosofía y la forma de ambas organizaciones se habían definido durante el gobierno federal y en las cinco Constituciones vigentes entre 1821 y 1847. En las décadas siguien-tes, con claridad entre 1870 y 1890, se configuraron las condiciones para adoptar las formas de gobier-no y de Estado liberal para el con-junto de la nación.

El cambio político se produjo en sincronía con la formación de una

economía nacional y ello determi-nó los rumbos de la República y del Estado. Los empresarios del café constituían desde 1833 una fuente de financiamiento de los gobiernos por la vía tributaria, aduanera y del crédito interno; ofrecían contra-tos para obras públicas; integraban una red de afinidades familiares, lealtades políticas y confianzas co-merciales entre sí y con capitales ingleses; crearon fuertes vínculos con los campesinos productores del grano e hicieron de ellos una clien-tela electoral. Durante todo el siglo XIX el sector cafetalero fue la fuer-za social con mayor representación en las instituciones públicas, lo cual

consiguieron mediante la combina-ción de la violencia política y la le-gislación sobre el régimen electoral.

Entre 1847 y 1871, se promulga-ron cinco Constituciones. Hasta 1890 hubo 47 conflictos militares y políticos, el 51.2% de los ocurridos entre 1821 y 1914. Entre 1841 y 1906 los historiadores registran 458 sen-tencias por delitos contra la autori-dad pública; algunos de ellos con-siderados “delitos de alta traición” los cuales fueron castigados con la pena de muerte, vigente hasta 1876. Se trata de antagonismos que han sido comunes en América Latina, en la fase formativa de la Repúbli-ca y el Estado. En el caso de Costa Rica, muy localizados socialmente; no involucraron a otros grupos pro-ductores fuera de los cafetaleros, ni condujeron a la guerra civil, sino que derivaron en rupturas tempora-les del orden político constitucional. La guerra contra la expansión de los Estados Unidos en Centroamérica, ocurrida entre 1856 y 1857 fue el conflicto militar más prolongado y permitió que el Estado afirmara su soberanía territorial externa.

Comandancia y Cuartel de Artillería. San José. Fuente: Castro Harrigan Op. Cit.

La guerra contra la ex-pansión de los Estados Unidos en Centroaméri-ca, ocurrida entre 1856 y 1857, fue el conflicto militar más prolongado y permitió que el Estado afirmara su soberanía territorial externa.

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MENSAJE DEL PRESIDENTE JUAN RAFAEL MORAAL CONGRESO DESPUÉS DE LAS BATALLAS DE

SANTA ROSA, SARDIINAL Y RIVASHonorables representantes:

Grato era el cuadro que en su modesta infancia presentaba Costa Rica al terminar el año 1955.Concordia y amistad con los países hermanos y extranjeros –Orden, paz y prosperidad en el interior-. Garantías para todos, la población duplicándose, la instrucción difudiéndose, las leyes codificándose ilustradamente, el comercio acrecentado, la agricultura obteniendo de día en día mayores beneficios, allanándose los caminos, las obras y las rentas públicas aumentando, y por todas partes el progreso y el bienestar general.

El espíritu laborioso de los costarricenses, su amor al orden, su respeto a la propiedad, y el acuerdo constante de la Nación con el Gobierno producían tan óptimos frutos, cuando exteriores acontecimien-tos, funestos al parecer para la América Central, tal vez propicios en los incomprensibles misterios de las evoluciones humanas, vinieron a interrumpir esa marcha pacífica y feliz. Harto conocidos os son los muy escandalosos sucesos de Nicaragua que pusieron en vigilante expectativa a todo los buenos hijos de Centro América…

Convencido de los riesgos que nos cercaban, de acuerdo con los Gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras, apoyado por la unánime oposición nacional, os llamé el 25 de Febrero para haceros presente nuestra situación frente a frente a los aventureros que subyugaban el vecino Estado, retándonos con audacia. Penetrados de mis propias convicciones me concedisteis am-plias facultades para hacerles la guerra. La juventud valiente y decidida acudió presurosa a mi llamamiento a alistarse bajo las banderas de la Patria. Todo fue júbilo, entusiasmo, celeridad y patriotismo. Era la vez primera que en Centro América se emprendía una guerra que la razón y la humanidad no condenaban. Así en el interior como el exterior ésta decisión fue aplaudida con alborozo.

Marchamos. El enemigo, tiempo hacía, resuelto a combatirnos, cegado por su soberbia y el incomprensible desprecio con que nos miraba, invadió nuestro territorio: en él se derramó la primera sangre, y en Santa Rosa conquistaron nuestras armas los primeros laureles ponien-do a los filibusteros en desastrosísima fuga. Provocados, invadidos y triunfantes no era honroso ni posible esperar auxiliares ni aliados. Continuamos nuestra macha vencedera, y el 9 de Abril éramos dueños de los puertos de San Juan del Sur y la Virgen, y la importante ciudad de Rivas. La llave del tránsito entre el Pacífico y el Atlántico estaba en nuestro poder al mes de salir de la capital. El camino real del filibusterismo estaba cortado. El 11 de Abril Walker con su ejército nos ataca en Rivas. La victoria, puesta en sus manos por el acaso instantáneamente, es reconquistada por nuestros bravos con un valor insuperable, obligándole a huir al amanecer del día 12 con los restos de su despedazada hueste, en medio de las tinieblas, la mortalidad y el espanto.

La necesidad de curar a nuestros heridos y de esperar los refuerzos pedidos, para no abandonar la muy importante línea del tránsito interoceánico, me obligó a detener nuestra marcha victoriosa permaneciendo en Rivas hasta fines del mes de Abril en que apareciendo súbitamente el cólera en las filas costarricense derramó en ellas el contagio y la muerte. (…) Graves cargos se nos han hecho por nuestros adversarios (…) Si la pericia, si la previsión e inteligencia militar pudieron escasear en un ejército improvisado, bisoño, jamás acostum-brado a las penalidades y difícil arte de la guerra (…) sobró el denuedo, el sufrimiento, la abnegación y el valor hasta el heroísmo ( …. ) Sí yo que participé siempre de sus calamidades y alegrías, de sus privaciones y entusiasmos, me enorgullezco al hablar de ese ejército ante la Representación Nacional.

Este ejército de labradores y artesanos, ese ejército de pacíficos y honrados propietarios ha conquistado en esa guerra santa contra los usurpadores de América Central una palma imperecedera. Le ha dado un ejemplo y una lección a nuestros amigos y adversarios, y sin ese ejemplo unánimemente aplaudido, sin esos repetidos triunfos, ni un solo tiro se hubiera disparado aun en defensa de los escarnecidos derechos centroamericanos. -Nicaragua no estaría en armas como hoy lo está ya contra sus opresores dándose un abrazo fraternal dos partidos que parecían irreconciliables-, las fuerzas de los estados permanecerían aún en sus hogares, y más tarde ellos y nosotros, todos, todos lloraríamos el infausto error de haber yacido en una cobarde o estúpida indolencia.

San José, de Costa Rica, a los tres días del mes de Agosto, de mil ochocientos cincuenta y seis.

Fuente. Comisión de Investigación Histórica de la Campaña 1856-1857. No. 3. Proclamas y Mensajes. 15 de setiembre de 1954. San José. Pp. 22-23

Juanito Mora.Fuente: http:// www.asamblea.go.cr/galeria/

president/congre10.htm

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Esos ciclos confirman tres períodos de inestabilidad. Sus significados históricos se relacionan con la nece-sidad de convertir al Estado en una unidad política de alcance nacional frente a otras fuerzas disociadoras: la plutocracia cafetalera, el militaris-mo, la iglesia católica y la expansión de los Estados Unidos después de la invasión a México en 1848, y de la co-lonización de su territorio occidental por medio de la esclavitud, la explo-tación minera y el tendido de ferro-carriles. En consecuencia, la inesta-bilidad política fue corolario de la confrontación entre los fines, objeti-vos y funciones del Estado nacional, y los intereses ligados al crecimiento de las exportaciones de café y al de-sarrollo del capitalismo en Estados Unidos y Europa occidental.

Entre 1850 y 1870, la élite cafetalera se dividió en grupos políticos. Con el apoyo del estamento militar de los gobiernos y de algunos líderes cleri-cales, hostilizaron contra medidas de administración pública y disputaron entre sí el dominio de las prerrogati-vas de legitimidad, hegemonía y so-beranía interna del Estado. Después del estadista Braulio Carrillo, Juan Rafael Mora Porras emerge como el primer Presidente que subordinó a los militares a la autoridad política es-tatal tras someter en 1850 al máximo caudillo militar, José Manuel Quirós.

“Tomás Guardia. General en Jefe del Ejército y Presidente provisorio

de la República de Costa Rica

Por cuanto el Gran Consejo Nacional ha expedido el decreto siguiente:

No. 5. El Gran Consejo Nacional de la República de Costa Rica.

A iniciativa del Gobierno; conceptuando que para mientras se decreta la Constitución de la República, es conveniente que se establezcan por ley las garantías individuales.

Fuente. Meléndez, Carlos. Documentos fundamentales del siglo XIX. ECR. San José, 1978. Pp.310.

Tomás Guardia.Fuente: http:// www.generall.net/img/

pes_535614

DECRETA

Art. 1. La vida de los habitantes de Costa Rica, es inviolable: lo es también la pro-piedad, salvo los casos de expropiación... En caso de guerra o conmoción interior no es indispensable que la indemnización sea previa…

Art. 2. La Ley no dispone sino para lo venidero, y no puede tener efecto retroac-tivo.

Art. 3. La libertad de cultos es un hecho y la presente ley lo consagra.

Art. 4. El domicilio de los habitantes de la República no podrá allanarse sino con las formalidades legales.

Art. 5. Todos los habitantes de Costa Rica son libres para salir de la República, entrar en ella, residir en el punto que deseen y viajar en el interior.

Art. 6. Es inviolable el secreto de la correspondencia escrita o telegráfica y la que fuere sustraída no producirá efecto legal.

Art. 7. El derecho de petición puede ejercerse por escrito, individual y colectiva-mente.

Art. 8. Nadie será inquietado ni perseguido por sus opiniones políticas, a menos que no sea por actos que constituyan un delito o una conspiración para cometerlo.

Art. 9. Nadie será juzgado ni penado por jueces ni tribunales especiales, sino por los que le sean competentes, conforme a las leyes, a no ser en los casos en que éstas establezcan un enjuiciamiento especial.

Al Poder Ejecutivo

Dado en el salón de sesiones. Palacio Nacional. San José, Octubre 10 y siete de mil ochocientos setenta y seis”.

Bruno Carranza, Presidente

J. Solano Secretario.”

LEYSOBREGARANTÍASINDIVIDUALES

Las disputas por el poder del Estado comenzaron a zanjarse con mayor firme-za después de 1889, por medio de elecciones con participación de partidos políticos, hasta el golpe de Estado y la dictadura de Federico Tinoco de 1917-1919.

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El propósito coincidió con los objeti-vos de la guerra de 1856-1857 cuya dirección política y militar exitosa lo catapultó al liderazgo nacional. Por ello se atrajo la oposición del grupo cafetalero alineado alrededor de la fa-milia Montealegre Fernández, apoya-do por grupos militares fortalecidos tras la guerra de 1856-1857.

Entre 1870 y 1882, los gobiernos y la dictadura del General Tomás Guardia subordinaron a los militares, centralizaron su fuerza y la profesio-nalizaron como órgano represivo del Estado. La Constitución de 1871 esta-bleció las nuevas bases del orden pú-blico, y en ese marco se introdujeron las transformaciones jurídicas e insti-tucionales que configuraron la estruc-tura política nacional de corte liberal que prevaleció hasta 1949. El Estado de Derecho debilitó la capacidad de violencia política de los cafetaleros y las disensiones que promovió la jerarquía de la Iglesia Católica entre 1883 y 1892. Las disputas por el poder del Estado comenzaron a zanjarse con mayor firmeza después de 1889 por medio de elecciones con partici-pación de partidos políticos, hasta el golpe de Estado y la dictadura de Fe-derico Tinoco, de 1917-1919.

Las convocatorias a elecciones se aplicaron desde 1844. La Consti-

tución de 1847, sustituida por otra en 1848 y vigente hasta 1859, fue el marco normativo de la década de gobierno de Juan Rafael Mora Porras. La Constitución del 27 de diciembre de 1859 que rigió hasta el 1 de noviembre de 1868, esta-bleció el período presidencial de tres años sin reelección sucesiva, y el Poder Legislativo se renovaba por mitades cada dos años. Entre 1862 y 1893 se promulgaron seis leyes electorales. Según la última normativa, los comicios se efec-tuaban cada año para nombrar regidores, cada dos años para di-

putados y cada cuatro para elegir al Poder Ejecutivo.

En la década de 1860-1870 un

sector ilustrado de la élite política propició una mayor participación electoral. Movilizaban a la segunda ronda al reducido número de elec-tores que integraban la ciudadanía activa del país. En 1863 eligieron a Jesús Jiménez Zamora y en 1866 a José María Castro Madriz, ambos candidatos apoyados por los mili-tares y por el grupo cafetalero liga-do con la familia Montealegre. En los comicios de 1868 los grupos ci-

PRINCIPALESNúCLEOSPOLÍTICOSREPUBLICANOSENLASCAMPAÑASELECTORALESDE1863A1868

GRUPOMONTEALEGREJosé María MontealegreFrancisco MontealegreLeopoldo MontealegreManuel José CarazoGeneral Máximo Blanco (hasta 1863)José María Castro Madriz Jesús Jiménez Zamora Julián Volio Llorente Aniceto Esquivel Sáenz Juan José Ulloa Solares Vicente Aguilar CuberoFrancisco M. Iglesias Llorente Florentino Alfaro Zamora Santiago Millet Castillo

OPOSITORESALGRUPOMONTEALEGREJulián VolioJosé María IglesiasJosé María Castro Madriz Ramón QuirósGeneral Lorenzo SalazarGeneral Pedro GarcíaEusebio Figueroa Oreamuno.Agapito Jiménez Zamora Andrés Venegas García.

GRUPOMORISTAManuel Argüello Mora Mauro Aguilar. Periodista. Manuel María de Jesús Gutiérrez

Fuente: Obras de historia general de Costa Rica. Además, Vargas González, Hugo. Evolución del sistema electoral costarricense 1859-1870. En http://historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/ev-elec.htm

Entre 1859 y 1913 funcionó el voto de dos grados: una ronda para designar electores y otra para elegir a las autorida-des. Las listas de electores se levantaban sin rigor con respecto al número de habitantes de los distritos. Las mujeres no tenían derecho al sufragio.

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viles se dividieron y el suceso esti-muló el primer intento por decidir candidaturas en una convención electoral. En ese proceso aumen-tó la circulación de periódicos y la difusión de principios sobre dere-chos ciudadanos. Entre 1863 y 1866 circularon nueve gacetas y en 1868 el número se elevó a quince: siete oficialistas y ocho de oposición. De nuevo resultó electo Jesús Jiménez Zamora.

La movilización electoral se ma-nifestó en recolección de firmas de adhesión, distribución de hojas proselitistas, conciliábulos, reunio-nes públicas en el Club del Hotel Costa Rica y en el Club Unión; dis-cursos, fiestas, bombetas y bailes en las salas de comercios. Así avanzó

el consumo y la difusión pública de ideas y principios de doctrina polí-tica: entre círculos sociales y clubes de opinión que aún no tenían los rasgos del partido político. Sobresa-lieron oradores como Uladislao Du-rán, Manuel José Carazo, Fernando

Streber, Lorenzo Montúfar y Salva-dor Jiménez.

En la segunda mitad del siglo XIX, poco más de cien familias ligadas por parentescos, por la economía del café o por negocios derivados

ESTABILIDAD DEL CARGO PRESIDENCIAL EN EL PERÍODO 1848 - 1920

AÑOS EN PRESIDENTES AÑOS DEL PERÍODO PROPORCIÓN EL PUESTO 1848-1920

Menos de 1 año 9 3 años, 8 meses 51 año y 2 meses 1 1 año, 2 meses 1 (Vicente Herrera)2 años 3 6 4 (Castro M. y B. Carranza)4 años 7 28 385 años 1 5 6 (Bernardo Soto)6 años 1 6 8 (Jesús Jiménez)8 años 1 8 11 (Rafael Iglesias)10 años 2 20 27 (Mora y Guardia)

Total 25 77 100 %Fuente: Elaborado por Abarca V. Carlos con base en: http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Presidente_de_Costa_Rica&action=edit&section=3.Losañosdelperíodo1848-1920esundatoligeramentesuperior(77)porquelosgobiernosdemenos de 1 año, y 1 año y 2 meses están incluidos en el dato de quienes ejercieron el poder durante 4 o más años.

Interior del Congreso Nacional. Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit.

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de las exportaciones de ese grano, utilizaron las elecciones como me-canismo para controlar y preservar el poder del Estado. El Poder Eje-cutivo definía los distritos electo-rales; designaba las Juntas Distrita-les, cantonales y provinciales, y los Gobernadores –nombrados por el Presidente-, dirigían las asambleas electorales. Entre 1859 y 1913 fun-cionó el voto de dos grados: una ronda para designar electores y otra para elegir a las autoridades. Las listas de electores se levantaban sin rigor con respecto al número de ha-bitantes de los distritos. Las mujeres no tenían derecho al sufragio. Hasta 1928 funcionó el voto verbal o pú-blico que neutralizaba el disenso. El

régimen electoral no estaba exento de fraudes y no había margen para impugnar resultados, pues no fue sino hasta 1905 que la Corte de Jus-ticia asumió los reclamos sobre los resultados de la primera ronda.

Desde 1844 se había establecido

el voto censitario, o de exclusión de derechos por incumplimiento de requisitos como saber leer y escribir –el censo de 1864 cifró en un 90% a la población analfabeta- poseer bienes inmuebles con valores entre 500, 1000 y hasta 10.000 pesos para el cargo de Presidente, y una renta anual entre 200 y 300 pesos. No se prohibía el ejercicio de cargos por parentescos, salvo para magistra-dos, presidente y vicepresidente. Entre 1897 y 1913 la población vo-tante osciló entre 8.75 % y 13.62% de los habitantes. La eliminación de las dos rondas en 1913 y la supresión del voto público en 1928 debilitaron a la élite económica y política; au-mentaron la representación social y la distribución de los puestos entre mayor número de poblados. Esos

rasgos consolidaron un sistema electoral y político excluyente, y de resultados inestables.

Entre 1848 y 1920 la Presidencia de la República estuvo al mando de 25 personas, y las fuerzas militares y políticas de la oligarquía irrespe-taron o rompieron el orden consti-tucional. La alternancia en la pre-sidencia del Estado con relación a un período de 4 años –lapso que no fue la norma general- representa el 38%. La cifra avala la hipótesis so-bre la inestabilidad que muestra la estadística de la violencia política. En ese fenómeno no solo incidieron los uniformados. También el grupo financiero ligado con los intereses de Inglaterra; y los pocos intelec-tuales de la misma élite: abogados, profesores de la Universidad de Santo Tomás, médicos y sacerdotes. El pequeño segmento social, más ilustrado en el campo del Derecho que en la ciencia positiva y la eco-nomía, actuó como civilizador y fue un agente disociador de las compe-tencias entre los grupos cafetaleros.

Casa Amarilla. Cancillería de Costa Rica. Foto: Edwin Salas Zamora.

El número de electores pasó de 467 en 1889, a 549 en 1901 y 894 en 1909. Costa Rica esta-ba habitada en 1892 por 243.205 personas.

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En el Poder Legislativo, entre 1821 y 1917 fueron electos 663 di-putados. Entre 1843 y 1871, el 8.02% eran sacerdotes, proporción que aumentó a 9.91% en el lapso 1872-1877. Desde 1844 se impuso un pa-trón de representatividad, en el cual un tercio de los diputados tenían vínculos de parentesco. Los puestos en los ministerios del Estado eran ocupados en forma continua alter-nativa por amigos y familiares de los grupos aglutinados por la élite cafetalera. Después de 1890 esos la-zos no desaparecieron, pero fueron sustituyéndose por vínculos entre asociaciones de capitales, clientelas partidistas e interferencias de los organismos comerciales, consulares y embajadores de Estados Unidos. Las municipalidades fueron inope-rantes entre 1841 y 1870. El número de ellas pasó de 32 en 1893, a 41 en 1909 y 55 en 1915.

El cambio en la modalidad pluto-crática de acceso al poder se atisba hacia 1890. Entre las elecciones de 1889 y 1905 se fundaron diez parti-dos políticos bastante sólidos y co-herentes; con diferencias en cuanto a percepciones sobre la vida ciuda-dana, los sujetos políticos y el tipo de relaciones entre Estado, iglesia, sociedad, economía y relaciones di-plomáticas. La fundación de los pri-meros partidos en 1889, se produjo en el clima de confrontación que prohijó la jerarquía católica como reacción a las leyes liberales apro-badas en 1884-85. Las disposicio-nes regulaban temas relacionados con libertades individuales, organi-zación escolar, creencias religiosas, administración de los cementerios, obras pías y filantrópicas, con clara intención de consolidar la autono-mía del Estado, reformulada con éxito por el General Guardia y su ejército profesional.

A partir de 1893 la evolución de los partidos políticos se enmarcó en nuevos fenómenos como el na-cimiento del movimiento social ar-tesano y de los asalariados urbanos, las diferencias dentro del sector in-telectual, y los recelos de algunos grupos productivos ante la expan-sión de las inversiones norteame-ricanas en el mercado interno. La contienda política en el escenario partidista propició a la vez dos fe-nómenos: la entronización del frau-de electoral entre 1893 y 1905, y la débil reforma al sistema de eleccio-nes que extendió las libertades y la competitividad electoral a partir de 1909. El número de electores pasó de 467 en 1889, a 549 en 1901 y 894 en 1909. Costa Rica estaba habitada en 1892 por 243.205 personas.

público se delimita con claridad en 1870. Los ingresos de la cartera de Hacienda no provenían del sector cafetalero exportador, el cual aportó el 17% del total en 1898. Otras fuen-tes eran las actividades productivas como los estancos y la fabricación de licores, y los gravámenes a la po-blación. A partir de 1850 el gobierno recurrió a los empréstitos privados y públicos; luego de 1870 a las conce-siones a la inversión privada. Hasta ese año, los ingresos se canalizaron en una tercera parte hacia las funcio-nes administrativas; la cuarta parte a las inversiones económicas en infra-estructura de transporte, las cuales en conjunto subieron casi la mitad entre 1870 y 1879. La función policial y militar absorbió el 15% del gasto en 1875, el 18% en 1878 y el 36% en 1879, superior al presupuesto de instruc-ción pública. Entre 1885 y 1891, el nú-mero de empleados de la Cartera de Guerra fue mayor al que se ocupaba en labores de enseñanza pública.

La integración del mercado alrede-dor de la economía del café; la diver-sificación de la agricultura después de 1890 con el cultivo de banano, cacao, tabaco, azúcar y maderas; así como las contrataciones en ferroca-rriles, electricidad y urbanismo, am-pliaron la división social del trabajo y surgieron las diferencias entre las inversiones públicas y las privadas; entre el Estado y el mercado; entre la vida familiar y la cotidianeidad laboral. La consolidación de la Re-pública y del Estado liberal a partir de 1885 creó las condiciones para la modernización de la ciudad capital, de las cabeceras de provincia del Va-lle Central, y de los litorales. La uni-dad económica y política del país se articuló en forma permanente a las necesidades de reproducción del ca-pital nacional y extranjero, a ritmos de mercado mundial.

Entre 1885 y 1891, el número de empleados de la Cartera de Guerra fue mayor al que se ocupaba en labores de enseñanza pública.

El gabinete del Poder Ejecutivo, integrado por los ministros de go-bierno, constituía el núcleo inme-diato de la autoridad estatal. El nú-mero de ministerios no pasó de tres a mediados de siglo; cinco en 1875, y aumentó a ocho en 1881: Relacio-nes Exteriores; Gobernación, Gracia y Justicia; Hacienda; Fomento; Co-mercio; Guerra y Marina; Instruc-ción Pública; Policía, Beneficencia y Culto. Diez años después el aparato estatal había crecido en 15 nuevas instituciones. La cifra de empleo público pasó de 1.683 funcionarios en 1875, a 2.310 en 1882.

La orientación de conjunto de las inversiones del Estado y del gasto

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Arreglo fotográfico que representa el carácter urbano del San José de fines del siglo XIX.Fuente: Colecciones varias.

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DEVILLASCOLONIALESACIUDADESDECONSUMO

En la segunda mitad del siglo XVIII los pobladores de la Boca del Monte empezaron a

usar el término “La Villita” o “Villa Nueva” para nombrar al poblado que en 1801 el Gobernador Tomás de Acosta designó de oficio, “San José”. El asentamiento se había crea-do por orden del Cabildo de León. En 1736 encargó al sacerdote Juan Manuel de Casasola y Córdoba que edificara una ermita y trasladara a los habitantes del Valle de Aserrí. El prelado encomendó la misión al santo José.

La capilla -en el sitio actual de la Tienda Scaglietti- quedó en aban-dono hasta 1747. Indígenas y mes-tizos se negaron a dejar sus tierras comunales y alegaron falta de agua. El desplante lo atendió el sacerdote Juan de Pomar y Burgos: ordenó sa-carle un cauce a la Quebrada del Río

Torres. Después el Alcalde de Carta-go, Tomás López del Corral, declaró pena de cien pesos de multa, casti-gos corporales, quema de ranchos y destierro contra las gentes del Valle que se negaran a poblar la Boca del Monte. En 1812 las Cortes de Cádiz crearon el Municipio de San José a petición del presbítero Florencio del Castillo.

En 1838 se derogó el decreto que había establecido la Capital en Ti-bás. Se trasladó a San Juan del Mur-

ciélago y se formaron los siguientes Cuarteles o centros de población con un número mayor de cien casas. San Juan, 193 casas; San Pedro, 111; San Vicente, 142; San Isidro, 160; La Uruca y San Francisco, 121; San Ga-briel, 200; San José, 198 casas. San José, ubicado al costado izquierdo del río Virrilla era el núcleo princi-pal de diez distritos parroquiales: Merced, Carmen, Mata Redonda, El Mojón (San Pedro), San Juan, San Vicente, San Isidro, Los Santos (par-te de Goicoechea), Zapote y Alajue-lita. Al cabo de cien años del decre-to del Cabildo de León, el estadista Braulio Carrillo le dio a San José el rango de Capital de Costa Rica: el 27 de mayo de 1839, luego de la Guerra de la Liga.

El cronista Gonzalo Chacón Trejos escribió esta imagen elocuente de la Villa de San José, en 1828. “Desde el bajo de la Cuesta de los Moras hasta el Cuartel de Armas, casitas de adobes, bajitas, encaladas, con tejas rojas y ventanas de rejas de madera torneada (…) Al oscurecer, los piadosos vecinos ponen en las

De modesto aspecto era la ca-tedral de San José en 1858. Es reflejo a la vez de la sencillez en la vida urbana de la capital de Costa Rica. Lit. Ramón Páez.Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit.

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Al cabo de cien años del decreto del Cabildo de León, Braulio Carrillo le dio a San José el rango de Capital de Costa Rica: el 27 de mayo de 1839, luego de la Guerra de la Liga.

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ventanas velas de sebo o candiles de higuerilla (…) En las casas del centro viven los ricos y poderosos, grandes casonas con amplios co-rredores empedrados que dan a la calle, y en cuyos horcones dejó la soga sus huellas (…) se ven algunas linternas con vidrios de colores que pregonan a distancia la riqueza de la casa en un alarde luminoso de lujo (…) Silenciosa, minúscula, con algunos ranchos pajizos y calles de tierra, sin alumbrado público, la ciudad parece dormida en tanto los habitantes esperan en las duras camas de pabellón (…) o en las rígi-das cujas de esterilla (…) En la ma-drugada la mecha de los candiles se apaga, falta de aceite; se consumen las velas; las linternas de vidrios de colores ya no alumbran los corredo-res emboñigados de las casonas del centro (…).”

Barva fue asiento colonial desde 1575. En cincuenta años no tuvo tra-zos de poblado español. Los indíge-nas y mestizos sobrevivían disper-sos en el Valle de Alvirilla y Barva. En 1712 había ocho casas de adobe y techo de paja alrededor de “La

suplantada por la iglesia de la In-maculada Concepción, la parroquia actual. Las campanas de la iglesia las compró Pedro Solares, hijo de Antonio Solares, en cumplimiento de la penitencia por haberse casado con la hija de su amante.

El nombre “Heredia” fue una de-ferencia de los criollos españoles hacia Francisco Fernández de Here-dia: Mariscal, Capitán General, Pre-sidente de la Audiencia y Goberna-dor de la Capitanía de Guatemala. La fortuna de Solares y Berros la he-redaron sus yernos Nicolás Ulloa y Rafael Moya hacia 1825. Formaron la Compañía Ulloa & Moya para dedicarse a negocios en minería y café, y en torno a ellos gravitó la ac-tividad social, económica y política de Heredia hasta 1865.

Alajuela tuvo un pasado más quieto hasta que adquirió fisono-mía aldeana en la última década del período colonial. El nombre “La Lajuela” se registró en 1657 en el testamento de Juana Vera y Soto-

CAMBIODENOMBREDELOSPUEBLOSDEHEREDIA

En 1818, representantes de los barrios de Heredia fueron citados por la Municipali-dad de Heredia y por la Iglesia al cabildo. Ahí estaban puestos en un pequeño saco una serie de nombres de santos. Una vez reunidos, un niño sacaba del saco un nombre de un santo a petición de uno de los barrios. El nombre que salía era el nombre de santo que en adelante llevaría su comunidad. Así, los nombres tradicionales de los pueblos de Heredia, fueron cambiados por los que hoy tienen.

Piedra Grande pasó a ser San Rafael. Tibás, la Bermuda o El Jaboncillo, se convirtió en Santo Domingo. Quebrada Seca pasó a llamarse San Joaquín. El Pelón o el Rincón del Padre Ocampo pasó a ser San Antonio y este pueblo de nosotros, que se llamaba la Sabanilla Villalobos se transformó en San Pablo. Hornos y San Juan pasó a ser Santa Bárbara.

San Isidro no apareció en aquella singular ceremonia porque entonces era parte de San Pablo. De 1848 en adelante se le comienza a mencionar como San Isidro.

Barva no estuvo en este sorteo porque ya tenía ese nombre desde la época colonial y que corresponde al nombre del Cacique Barva.

Valencia”: una ermita levantada en sitio pantanoso, actual distrito San Rafael. A finales del siglo XVIII, Pedro Antonio Solares y Berros, rico comerciante y hacendado as-turiano, levantó residencia en otro paraje llamado Cubujuquí y lo con-virtió en asiento mercantil. La aldea recibió el título de Villa en 1763, y en 1797 la ermita de San Rafael fue

Templo de la Inmaculada Concepción en Heredia. Fuente: Colección privada.

Edwin León Villalobos. Historiador. Exrector de la Universidad Nacional

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mayor -viuda del sargento mayor García Ramiro Corajo- con refe-rencia a un asentamiento llamado “Guadalupe”, rodeado por dos ríos con piedras como lajas. Las pocas familias católicas concurrieron has-ta 1782 a la ermita de Villa Vieja o Heredia. Ese año el Obispo Esteban Tristán mandó construir un orato-rio que fue convertido en parroquia en 1790. El poblado adquirió el títu-lo de Villa en 1824.

Cuartel de Armas de Alajuela. Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit. p.66.

El nombre “La Lajuela” se registró en 1657 en el testamento de Juana Vera y Sotomayor -viuda del sargento mayor García Ramiro Corajo- con refe-rencia a un asentamiento llamado “Guadalupe”, rodeado por dos ríos con piedras como lajas.

Casa Pirie. Cartago. Año 1900.Fuente: http://www.cartagovirtual.com/images/historia/f4

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Cartago, a diferencia de San José, evoca el poder colonial. Desde 1564 fue el espacio jerárquico del Go-bernador y su séquito de militares, alguaciles, alcaldes y jueces; resi-dencia de civiles y religiosos que se estimaban a sí mismos parte de la nobleza española y leales servi-dores de la Monarquía. En los arra-bales vivían los indígenas, mesti-zos, esclavos y vecinos del común. Hasta 1840 fue la matriz política y económica de la República de Costa Rica. El historiador Arnaldo Moya Gutiérrez reconstruyó el siguien-te trazo de la capital colonial entre 1740 y 1840.

“En el centro se ubica la Plaza Ma-yor y la Iglesia Parroquial, la de ma-yor rango de la provincia; hacia el noreste de la plaza, las casas del ca-bildo y la cárcel, modestas construc-ciones de adobes y techos de paja; y hacia el sureste el cuartel de las mi-licias. El cementerio parroquial se ubicó en el cuadrante noreste de la Iglesia Mayor. En los distintos cua-drantes, no muy lejos de la Iglesia Parroquial y como flanqueándola, se ubicaron al menos seis iglesias, a escasas cuadras de la Plaza Mayor. Entre las iglesias de mayor catego-ría sobresalía la de San Francisco con su convento anexo, a dos cua-dras al sur de la Plaza Mayor. La ermita donde se le rendía culto a la Virgen de los Ángeles se encontra-ba en el límite este de la ciudad, al abrigo de la Puebla de los Pardos, y alejada del espacio habitado por el elemento de origen español.

El cuadrante de la ciudad estaría constituido por unas 40 cuadras. La traza era en forma de tablero de ajedrez, a la usanza española, y de acuerdo a la importancia de las fa-milias fueron otorgados los solares, según rango y circunstancia. Un so-

lar entero estaba constituido por un cuarto de manzana. Se edificaba la casa de cañón sobre horcones de ce-dro haciendo esquina en el solar, con sus corredores de caedizo, puertas y ventanas, y techos de dos aguas rematados con tejas. La arquitectu-ra de la ciudad era simple y monó-tona. Las casas, como lo apuntó Ma-nuel de Jesús Jiménez, eran chatas y feas con grandes muros que daban a la calle, con un portón para bestias y de acceso al inmueble. A pesar de lo simple de la arquitectura los inte-grantes de la élite de comerciantes quisieron diferenciarse, con sus ca-sas, de las que edificaba el común.

El rancho pajizo se vio despla-zado por estructuras de adobes de

entre 100 y 250 varas cuadradas, aunque también hemos encontrado inmuebles que se aproximan a las 400 varas cuadradas entre las cotas más altas del grupo dominante. El paisaje no se vio alterado sino hasta la transición del siglo XVIII al XIX, pues (…) los techos de paja fueron desplazados por los techos de teja y los adobes poco a poco cedieron ante la mampostería y, más tarde, ante los bahareques. La ciudad de Cartago de fines del siglo XVIII no se distinguía mucho de aquella que los primeros gobernadores llamaron “ciudad del lodo”. Aunque garitos, cantinas y peleas de gallos, corridas de toros, carreras de cintas, funerales solemnes y no tan solemnes, velas, misas de cabo de año, así como fes-tejos patronales y visitas de obispos y oidores le otorgaron a la pequeña urbe un carácter particular (…) Hay que agregar la enorme destrucción que causó el terremoto de 1841. Solo quedaron 12 casas en pie.”

La lenta transición de las villas co-loniales a ciudades de consumo fue otro fardo de la colonia. La meta de los conquistadores había sido el saqueo del oro y la apropiación de la tierra. Aún en el siglo dinámico

El Paseo de las Damas en San José. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Las Villas eran centros de gobierno, acuartelados para resistir las intrigas localistas; ambientes de ritos católicos; sitios de paso de mercancías a caballo; campos feriales ocasionales de las cofra-días y capellanías.

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de los reyes borbónicos, los colo-nos apenas satisfacían necesidades de autoconsumo y comerciaban unos cuantos cultivos y derivados del ganado. En la Meseta Central vivían con poca ostentación y asis-tidos por el trabajo de indígenas y mestizos, unas pocas familias des-cendientes de españoles venidos a jerarcas políticos y religiosos des-pués de la independencia.

Las Villas eran centros de gobier-no, acuartelados para resistir las in-trigas localistas; ambientes de ritos católicos; sitios de paso de mercan-cías a caballo; campos feriales oca-sionales de las cofradías y capella-nías. Modestos poblados que unían el laboreo cotidiano, las curiosida-des de la vida aldeana, la magia de la naturaleza y la sencillez de los ho-gares de labradores y campesinos. No hubo transición de la agricultu-ra a la artesanía y la manufactura, excepto, en bajo grado, en Cartago.

Al despuntar el ciclo del café la valorización de la tierra fragmen-tó el paisaje agrícola y lo extendió al oeste en parcelas familiares. Los sitios de acopio del grano y los pa-tios de beneficio, ubicados en San José al norte y al sur de la ciudad en las vegas de los ríos Torres y

María Aguilar, abrieron corredores y veredas de enlace con otras Villas y pueblos. En Puntarenas como en San José, hasta 1860 las casas de los ricos y de los mandos jerárquicos albergaban también las tiendas de comercio, como el caso de Braulio Carrillo.

El espacio residencial y comercial

se inauguró en San José, circunscri-to al cuadrante colonial. Las últimas construcciones de aquel orden fue-ron cuatro iglesias en los cuatro cos-tados del tablero: El Carmen, al nor-te; La Dolorosa, al sur; La Merced, al oeste y La Soledad, al este. Hacia 1830 la naciente vida comercial pro-hijó otros conceptos de familia, so-ciedad y Estado; así como la división social y territorial del trabajo. La Vi-lla fue creciendo al alero de oficinas públicas y a lo largo y ancho de las callejuelas, empedradas desde 1837, y niveladas y ampliadas en 1850. En la década siguiente las grandes casonas con paredes de adobe de una y dos plantas comenzaron a sustituirse por construcciones tra-dicionales mezcladas con diseños y estilos traídos por inmigrantes in-gleses, alemanes y franceses, e imi-tados por el grupo enriquecido con el comercio exterior.

El suceso que puso en temprana actividad la incipiente vida citadina de los Departamentos, fue la apa-rición del cólera morbus. El 16 de mayo de 1837 el Jefe de Estado, Ma-nuel Aguilar, mandó obedecer un listado de normas para prevenir la epidemia que amenazaba con llegar al asiento de gobierno. La medida favoreció la actitud preventiva ante los desastres naturales; propició la observación de las conductas de los pobladores ante las órdenes de la autoridad; concedió autonomía y alcance regional a la policía como órgano regulador de la vida públi-ca.

Se promulgó el Reglamento de Policía y Salubridad; se creó la Jun-ta General de Sanidad a cargo de un Ministro de Policía y Salud asistido por Juntas Particulares de Sanidad integradas por la Parroquia, Juntas de Vecinos, Comisarios de Cuartel y Celadores de Policía. La Policía de Salud se organizó en cinco partidos de Provincia presididos por Co-mandantes de Plaza. El reglamento dejó claro que preservar la salud era asunto de los dueños de casas, fincas particulares y de los hogares. Debían acatar normas de limpieza, encalado, desagüe y corta de male-zas; expuestos además a revisiones periódicas de los Policías de Salud

Barrio Tournon. San José.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit

En San José, la cañería de hierro se inauguró el 25 de octubre de 1868. Hacia 1885 surgió el recelo por la contaminación de los ríos que provocaban las mieles de los beneficios de café, los trapiches, la destilación de alcohol, la elaboración de cerveza y el aumento de las viviendas.

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y de los Tribunales Especiales. Esas regulaciones se preservaron y am-pliaron en el Reglamento de Policía de 1849.

Las lámparas de canfín alumbra-ron desde 1850 los primeros edifi-cios de la República: la Casa de la Moneda, la Universidad Santo To-más, el Hospital San Juan de Dios, la Imprenta, el Cuartel de Artillería, la Aduana Principal, los Almacenes de la República, la Oficina de Te-légrafos y Correos, la Casa de Go-bierno y la del Congreso. Ese año se construyó la Fábrica Nacional

de Aguardiente en el sitio que hoy ocupa la Escuela Julia Lang o Edi-ficio Metálico. En 1856, a raíz de la instalación de la destilería de alco-holes, se trasladó al lugar donde se ubica actualmente el Centro Nacio-nal de Cultura.

El abastecimiento de agua tomó carácter de obra pública a mediados del siglo. En 1858 se firmó el primer contrato para mejorar la acequia principal de San José y poco des-pués el ingeniero George Hantz propuso crear cauces subterráneos. Entre 1862 y 1867 se instalaron tu-

berías para agua a nivel de las calles y se construyeron más tanques de captación. La cañería de hierro se inauguró el 25 de octubre de 1868. Hacia 1885 surgió el recelo por la contaminación de los ríos que pro-vocaban las mieles de los beneficios de café, los trapiches, la destilación de alcohol, la elaboración de cerve-za y el aumento de las viviendas. En 1890 se creó en la Secretaría de Fomento, el Departamento de Su-pervisión y Asistencia Técnica. Se dictaron las primeras normas sobre la calidad del agua para el consu-mo doméstico, para la protección

Bomberos. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

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de nacientes acuíferos y el desagüe por separado de las poluciones.

Un voraz incendio ocurrido en la casa de Francisco María Iglesias el 26 de enero de 1864, indujo a orga-nizar un cuerpo de bomberos. El 15 de febrero de 1865 la Municipalidad de San José organizó una contribu-ción voluntaria entre los vecinos para adquirir en los Estados Unidos una bomba para apagar incendios. El Ayuntamiento presentó al Po-der Ejecutivo el Reglamento Oficial del Cuerpo de Bomberos que fue aprobado el 27 de julio de 1865. La dirección, a cargo de la Municipali-dad, se encomendó al Capitán Al-fredo García, el Teniente Guillermo

Nanne y a Fernando Estreber, como Secretario.

La comunicación por telégrafos irrumpe como proyecto de Estado entre 1857 y 1866. En esa década se emitieron decretos que autoriza-ron concesiones muy ventajosas a la Sociedad Internacional del Telé-grafo Eléctrico, con sede en París; y al empresario norteamericano Juan E. Noblea. Los convenios no se ejecutaron. En 1868 se firmó otro contrato entre el Estado y el empre-sario Lyman Reynolds con el cual dio inicio el servicio telegráfico en-tre Cartago y Puntarenas. Al año siguiente el gobierno compró las instalaciones por la suma de 12.500

pesos y se hizo cargo de las inver-siones.

El 7 de mayo de 1869 nombró a 14 personas para la operación y mante-nimiento y se emitió un decreto que penaba con seis meses de trabajos en obras públicas a quienes daña-ran los postes o líneas del telégrafo. Reynolds se dedicó a la enseñanza de la telegrafía. El tendido de línea pasó de 128.5 kilómetros en 1873 a 480 en 1879, con cobertura adicio-nal desde Puntarenas a San Juan del Sur. El tendido telegráfico entre San José y Limón lo contrató y adminis-tró Minor Keith desde 1882. La ofi-cina nacional de telégrafo se abrió el 29 de abril de 1891.

Primer telégrafo. Importado por la Cía. Siemens, hacia 1870. Fuente: www.ahciet.net/historia/pais-aspx?

Casa de máquinas de la primera planta hidroeléctrica del país, hacia 1883. En la foto, el ing. Manuel Victor Dengo Bertora.Fuente: www.ahciet.net/historia/pais-aspx?

En 1868 se firmó un contrato entre el Estado y el empresario Lyman Reynolds con el cual dio inicio el servicio telegrá-fico entre Cartago y Puntarenas. Al año siguiente el gobierno compró las instala-ciones por la suma de 12.500 pesos y se hizo cargo de las inversiones.

Poste de luz antiguo.

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El tendido eléctrico tuvo que es-perar la segunda revolución en la ciencia y la industria europeas. El 8 de febrero de 1883 el Poder Ejecuti-vo otorgó una concesión a Luis Ba-tres García-Granados y al Ing. Ma-nuel V. Dengo Bertora para que a través de la Compañía Eléctrica de Costa Rica –fundada el 13 de marzo de 1883- proveyeran y administra-ran el alumbrado en San José me-diante una subvención de 200 pesos mensuales a cinco años plazo. El alumbrado eléctrico de San José se inauguró el 9 de agosto de 1884.

En esa fecha se puso en operación la primera planta hidroeléctrica del país, situada en Barrio Aranjuez, 100 metros al norte y 75 al este de la actual Biblioteca Nacional. En 1885 Batres adquirió los derechos de Dengo, y en agos-to de 1887 el gobierno firmó otro convenio con la empresa Luz Eléctrica de Costa Rica, propiedad de Batres. Entre 1889 y 1900 esta compañía fue absorbida por la empresa The Electric Ligth and Traction –conocida como la Compañía del Tranvía- integrada entre otros socios por John M. Kei-th, Manuel Antonio Quirós, Walter Chalk y Thomas Scott Campbell.

En setiembre de 1895 se suscribió otro contrato con Francisco Mendiola Boza, inmigrante cubano que ha-bía fundado la compañía Luz Eléctrica para contratar el alumbrado entre San José, Heredia y Alajuela. El 23 de junio de 1908 se firmó otra contratación con la viuda de Mendiola Boza, por un pla-zo de veinte años. Tres años

después, vendió las acciones a Roberto Jiménez Sáenz, con fian-za solidaria de Felipe J. Alvarado, quien terminó como propietario de esa empresa.

La primera central telefónica co-menzó a operar en 1886 con 12 lí-neas que comunicaban la Casa Presidencial y las dependencias del Gobierno. Ese año Luis Batres

presentó una solicitud para brin-dar servicio telefónico en la capital y las principales provincias, pero fue denegada. En 1887, David Price propuso un contrato entre el Estado y su empresa Compañía Anónima de Teléfonos de Costa Rica, para la conexión telefónica. También fue rechazado. El gobierno otorgó la primera concesión en 1887, a Silas W. Hastings, por un período de 10 años. Hastings traspasó la conce-sión a John C. Griswold en 1889, pero no se ofreció el servicio. El 7 de setiembre de 1889 se firmó un nuevo contrato con Samuel Uribe Picón, por 10 años, para brindar el servicio telefónico, y este contrato sí prosperó.

En esos años funcionaban pe-queños tendidos telefónicos privados para comunicar las empresas, las fincas y los al-macenes. En 1891 se realizó un nuevo contrato entre el Estado y Leopoldo de Rojas, quien se comprometió a brin-dar el servicio en un plazo de nueve meses en el centro del país y llevarlo a los puertos de Limón y Puntarenas en 15 meses. Tampoco se ejecutó. Dos años después, el Presi-dente José J. Rodríguez Ze-ledón y don Francisco Men-diola Boza convinieron en brindar el servicio telefónico. Mendiola debía ofrecer el ser-vicio en las ciudades y al cabo de 18 meses debía incorporar los puertos de Limón y Pun-tarenas. En 1894 se autorizó una prórroga por dos años y se limitó a tres minutos el tiempo de comunicación en-tre abonados. El 9 de noviem-bre de 1895 Mendiola fundó la Compañía de Teléfonos de Costa Rica integrada por accionistas provenientes de Teléfono antiguo. Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

La primera central telefó-nica comenzó a operar en 1886 con 12 líneas que co-municaban la Casa Presi-dencial y las dependencias del Gobierno.

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personalidades políticas y económi-cas. En 1896 se instaló una segun-da central telefónica con capacidad para 50 aparatos de magneto.

En 1897 se aprobó un nuevo con-trato entre el Estado y la Compañía de Teléfonos de Costa Rica, con vi-gencia hasta diciembre de 1905. Se trataba de ampliar el servicio a las provincias de Cartago, Heredia y Alajuela. La empresa se compro-metió a retirar los cables de los pos-tes del Telégrafo Nacional y colocar los suyos, pues el tranvía interfería las señales. Se comenzó a utilizar cables aislados de 25 alambres; se incorporaron servicios de mensaje-ría y cartas telefónicas para quienes residían en el perímetro de la ciu-dad o no contaban con el servicio. A principios del siglo XX se tenían instalados en el país, unos 700 kiló-metros de líneas telefónicas.

La capital venía segregándose des-de 1830 al ritmo del alza en el precio

Volantas. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

de los solares. Al norte crecieron los barrios de el Paso de la Vaca y La Factoría; al sur se ubicaron las co-munidades el Chorro, la Puebla y el Panteón. En 1850 el casco capitalino estaba formado por cinco manzanas repartidas en 80 cuadras. En 1878 se trazó otro límite por el este, hasta la estación del Ferrocarril al Atlántico. Diez años después el lindero cubrió las actuales calles 23 norte y sur. En 1895 pegó en las peñas de los Ríos Torres por el norte y el María Agui-lar por el Sur. Llegó hasta la Sabana

por el oeste. Había concluido el re-parto de la Capital y de los centros de las provincias. Las gentes menos pudientes, las abandonaban. Los que empobrecían se quedaban tra-bajando para otros donde hubiera ocupación.

Los postas de las milicias, las ca-rretas tiradas por bueyes y el ser-vicio de coches movidos por ca-ballos o diligencias transportaban el correo y permitían hacer viajes esporádicos a Cartago, Heredia o Alajuela. Dentro de las ciudades las gentes más adineradas se des-plazaban en volantas; los menos ricos en coches de inferior catego-ría. Los comerciantes del Merca-do Municipal recibían desde 1885 los caballos y carretas cargados de frutas, granos, hortalizas y verdu-ras que traían los campesinos para abastecer los hogares citadinos. El 18 de agosto de 1901 el tranvía, empresa de Minor Keith, hizo el primer recorrido desde San José al

La Constitución de Cádiz de 1812 había establecido como condición para otor-gar “el honroso título de ciudadanía”, que los habi-tantes de Centroamérica aprendieran “a deletrear y leer a saltos” en un plazo de quince años.

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Fuente: Salguero, Miguel. Cantones de Costa Rica. Editorial Costa Rica. San José, 1991.

DIVISION ADMINISTRATIVA DE LAS PROVINCIAS DE COSTA RICAPROVINCIA DE SAN JOSE

NOMBRE DECRETO Nº FECHASan José 167 7-12-1848Escazú 167 7-12-1848Desamparados 38 4-11-1862Puriscal 30 7- 8-1868 Tarrazú 30 7- 8-1868 Aserrí 3 27-11-1882 Mora 8 25- 5-1883Goicoechea 66 6- 8-1891Santa Ana 8 1- 8-1907Alajuelita 58 4- 6-1909San Isidro 17 15-11-1910Acosta 24 27-10-1910 Tibás 42 27- 7-1914Moravia 55 1- 8-1914Montes de Oca 45 2-10-1915Turrubares 56 31- 7-1920Dota 80 23- 7-1925 Curridabat 209 21- 8-1929Pérez Zeledón 31 9-10-1931 León Cortés 11 12- 6-1962

PROVINCIA DE ALAJUELA NOMBRE DECRETO Nº FECHAAlajuela 167 7-12-1848 San Ramón 17 21-10-1856Grecia 20 24- 7-1867 San Mateo 30 7-10-1868Atenas 30 7-10-1868Naranjo 9 9- 3-1886Palmares 68 30-7-1888Poás 14 15-10-1901Orotina 39 1- 8-1908San Carlos 17 26- 9-1911Alfaro Ruiz 27 21- 6-1915Valverde Vega 766 26-10-1949Upala 4541 17- 3-1970Los Chiles 4541 17- 3-1970 Guatuso 4541 17- 3-1970

PROVINCIA DE HEREDIA NOMBRE DECRETO Nº FECHAHeredia 167 7-12-1848Barva 167 7-12-1848Santo Domingo 9 28-10-1869 Santa Bárbara 21 29- 9-1882 San Rafael 10 28- 5-1885 San Isidro 40 13- 7-1905Belén 15 8- 6-1907flores 52 12-10-1915San Pablo 2789 18- 7-1961Sarapiquí 4671 8-11-1970

PROVINCIA DE CARTAGO NOMBRE DECRETO Nº FECHACartago 167 7-12-1848 Paraiso 167 7-12-1848La Unión 167 7-12-1848Jiménez 84 19- 8-1903 Turrialba 84 19- 8-1903 Alvarado 28 9- 7-1908Oreamuno 68 7-10-1914 El Guarco 195 26- 7-1939

PROVINCIA DE GUANACASTE NOMBRE DECRETO Nº FECHALiberia 167 7-12-1848Nicoya 167 7-12-1848Santa Cruz 167 7-12-1848 Bagaces 167 7-12-1848Cañas 22 12-7-1854Carrillo 22 16-6-1877 Abangares 13 4-6-1915 Tilarán 170 21-8-1923Nandayure 2826 15-10-1961La Cruz 4354 23- 7-1969Hojancha 4887 2-11-1971

PROVINCIA DE PUNTARENAS

NOMBRE DECRETO Nº FECHAPuntarenas 167 7-12-1848Esparza 39 6-11-1851Montes de Oro 42 17-7- 1915Buenos Aires 185 29-7-1940Osa 185 29-7-1940Aguirre 235 30-10-1948Golfito 532 10-6-1949Coto Brus 3598 12-12-1965Parrita 4787 17- 7- 1971Corredores 5373 19-10-1973Garabito 6512 25- 9-1980

PROVINCIA DE LIMÓN NOMBRE DECRETO Nº FECHALimón 61 25-7-1892Pococí 12 19-9-1911Siquirres 12 19-9-1911Talamanca 4339 20-5-1969Matina 4344 27-6-1969Guácimo 4753 8-5-1971

Barrio el Mojón, hoy San Pedro de Montes de Oca.

La división administrativa de las provincias bajo la dirección política de Gobernadores y municipalida-des, a cargo de los Jefes Políticos y regidores, tomó forma entre 1844

y 1869. La Constitución de ese año estableció que cada cantón tendría un representante en la cabecera provincial. En 1876 se instituciona-lizó el régimen municipal, luego de treinta años de inoperancia. La cifra de cantones pasó de 23 a 31, entre 1868 y 1893. El número de distritos

de San José aumentó de 10 a 16, en-tre 1864 y 1883. La población resi-dente en San José en relación con el total de habitantes pasó del 41.4% en 1864, al 49.2% en 1892.

La construcción de escuelas y co-legios también delineó el relieve ci-tadino de las Villas. La Constitución de Cádiz de 1812 había establecido como condición para otorgar “el hon-roso título de ciudadanía”, que los habitantes de Centroamérica apren-dieran “a deletrear y leer a saltos” en un plazo de quince años. Por ello en 1814 la Factoría de Tabacos albergó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás. La institución quedó en administra-ción eclesial hasta 1825. Evolucionó a centro de estudios secundarios, y en 1843 fue convertida en Universi-dad. En 1850 se construyó el edificio, ubicado en los predios actuales de la Corte Suprema de Justicia.

La infraestructura escolar tuvo otro ritmo de crecimiento. No exis-tió como edificio público entre 1820 y 1822. En marzo de 1821 la Dipu-tación de León ordenó cerrar las escuelas, y un terremoto ocurrido en mayo de 1822 causó enorme des-trucción en todo el Valle Central. Entre 1827 y febrero de 1833, hubo 41 escuelas: 8 en Cartago, 10 en San José, 9 en Heredia, 6 en Alajuela y 7 en barrios fuera de San José. El dato de lectura y escritura indica que ese año, de un total de 2.205 niños 1401 leían en impresos, 270 en manuscri-to y 352 sabían escribir. El número

En 1969, el Presidente Jesús Jiménez consagró el principio constitucional de obligatoriedad de la en-señanza escolar costeada por la Nación.

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CARTADECASTROMADRIZALAREYNADEFRANCIA

“El Costarricense15 de julio, 1848

EDUCACIÓN.

El deseo de mejorar la suerte del bello sexo cuya instrucción hasta ahora ha sido mui des-cuidada, movió al Excelentísimo Sr. Presidente del Estado á dictar la providencia que consta de la carta que publicamos á continuación, i la cual fue mui recomendada al Almirante i al Ministerio de educación pública por el Sr. Comandante del Genio.

Tenemos hoy la triste convicción de no haber producido aquel paso los resultados que se esperaban, pues por consecuencia de los sucesos políticos de Francia, habrá quedado la soli-citud del Supremo Gobierno abandonada en la noche del olvido.

A La Majestad la Reyna de los Franceses.

SEÑORA:

Revestido con el carácter de Gobernante de este pais, tengo hoy el honor i la complacencia de dirijir a Vuestra Majestad la presente carta.

Descansando en vuestras eminentes virtudes de que soi admirador, yo me he decidido á demandaros un servicio de vital importancia para mis gobernados, sin otro título que el que vuestro corazon universalmente filantrópico ofrece á todos los que necesitan alguno de los muchos bienes que prodiga. –Creo pues, que Vuestra Majestad, no se desdeñará de acoger con benevolencia el encargo á que estas letras se contraen.

Costarica, uno de los Estados que compusieron la extinguida Federación de la América Central, ha emprendido una marcha rápida en el camino del progreso, i se encuentra en una posision bastante favorable para ser grande i feliz. Situado sobre un área inmensa de terre-no salubre i admirablemente fértil, donde se marcan diferentes temperaturas, produce con abundancia toda especie de granos, siendo su superior café, el articulo principal en que está basado actualmente su comercio. –Bañadas sus costas por las aguas de ambos mares, tiene á uno i otro, puertos que facilitan la exportacion de sus productos i de sus inagotables maderas de tinte i construccion. –En sus hermosas cadenas de cordilleras, que circundan por todas partes sus estensos valles i de donde nacen caudalosos rios, se encuentran ricas minas de todo metal. –Protejida asi por la naturaleza, esta grande seccion del continente americano, es la patria de cien mil habitantes, extraordina-riamente laboriosos i cuyas costumbres ceñidas á los principios de la religión i de la moral, son la mejor garantía de estabilidad i órden. –Es igualmente esta tierra el asilo de multitud de extranjeros i el hogar de muchos Franceses, que han encontrado en ella proteccion, fortuna i hermanos, i que confundidos con los costarricenses, viven contentos en el goce de una estimacion distinguida. –La benéfica influencia de unas instituciones fundadas en la equidad i la justicia, i de un Gobierno solidamente establecido i apoyado por la opinión, es el comple-mento de las circunstancias que dan á Costarica esa susceptibilidad á un porvenir lisonjero.

Para acelerarlo, nada es hoy mas preciso que el fomento de la civilización, que por desgracia se encuentra naciente como el pais, i siendo éste bajo su propio nombre i particulares ventajas poco conocido de la culta Europa, es necesario hacer esfuerzos especiales por traer, de esa parte mas adelantada del globo, las luces de que carece esta porcion del Nuevo Mundo.

Intimamente persuadido de que la difusión de los conocimientos humanos es el mayor bien que se puede hacer á un pueblo, como lo que mas contribuye á su ventura, yo hé consagrado á tal objetos, mucha parte de mis meditaciones i fatigas, cediendo al deseo que me anima por la ilustración de mi patria i al deber que me imponen las leyes, de procurarla.

Erigida en esta Capital una Universidad para la alta instrucción de la juventud masculina, se echaba de menos un instituto para la cultura del bello sexo, que destinado por la naturaleza i las costumbres al desempeño de mui delicadas funciones, i componiendo la mas sensible i preciosa mitad del hombre, demanda no menos que éste beneficio de una esmerada educación. –Procedi á llenar este vacio i decreté un Licéo para niñas, asignandole rentas mas que suficientes; pero ha sido infructuosa esta medida por no haber en el pais Señoras que puedan encargarse de dirijir el establecimiento, i los padres de familia continúan deplorando la falta de medios para dar á sus jóvenes hijas la conveniente eduacion.

Yo que soi el llamado á poner remedio á estos males i que tanto anhelo porque las preciosas jóvenes que brota este suelo tengan una mente ilustrada que corresponda á su natural modestia i á las bondades de su corazon, he creido que el medio mas seguro de conseguir traer á este Estado personas capaces por sus conocimientos i virtudes de regentear el Licéo de niñas, es el de ocurrir á la benevolencia i ternura de la mui ilustre, mui cristiana i mui digna esposa del sábio Rei de los Franceses.

Al efecto, suplico á Vuestra Majestad con el mas profundo respeto se digne admitir el piadoso encargo de enviarme dos religiosas que puedan regentear con feliz éxito, el referido Licéo, fijando Vuestra Majestad i trasmitiendome previamente, las condicones, bajo las cuales convengan en venir dichas Señoras á ocuparse por cinco ó mas años de la educación de las jóvenes del pais.

Os ruego Señora, dispenseis la confianza que me tomo de escribiros esta carta, i acepteis las consideraciones del alto respeto i cordial aprecio con que me suscribo vuestro mui obediente servidor i con que beso los reales pies de Vuestra Majestad.

José Maria Castro”.

Castro Madriz.Fuente: http://www.asamblea.go.cr/galeria/

beneme/castro_m.htm

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Edificio del Colegio San Luis Gonzaga y retrato de don Jesús Jiménez.Fuente: http://www.islavenado.com/2008/03/cartago-costa-rica.html

de escuelas de San José aumentó a 58, en 1838. Al este del Valle Cen-tral, entre 1838 y 1840 se redujo la cifra, de 34 a 30. En el mismo lapso, en el sector occidental había 89: 79 en Alajuela y 10 en Heredia.

La Ley de Bases y Garantías del 30 de junio de 1841 estableció que los padres que no dieran escolaridad a sus hijos perderían la ciudadanía.

La norma marcó el comienzo de la compulsión y de la idoneidad para la enseñanza pública. Se abrió una Escuela de Enseñanza Mutua para suplir la falta de maestros, a la cual asistieron 157 alumnos bajo la di-rección de José María Prado. Se creó otra Escuela de Niñas dirigida por Vicenta Baltodano. Tenía 65 alum-nas que recibían bordado, costura, lectura y doctrina cristiana. No era

gratuita. Los padres pagaban 2 rea-les por clase de lectura, 4 por bor-dado y 6 por costura y dibujo. Los observadores extranjeros Wagner y Scherzer calcularon que en 1853-1854 había en San José 71 escuelas que atendían a 3.500 alumnos hom-bres y mujeres. En todo el país ha-bía 123 en 1875 y 253 en 1883.

La estructura educativa del país quedó erigida entre 1844 y 1847. La Constitución de ese año convirtió la educación en derecho ciudadano y finalidad del Estado. La adminis-tración escolar se agregó a las Se-cretarías de Guerra y Marina, y Ha-cienda. En 1849 el congreso emitió el Reglamento Orgánico de Instruc-ción y creó el Consejo de Instrucción Pública. Veinte años después, el Presidente Jesús Jiménez consagró el principio constitucional de obli-gatoriedad de la enseñanza escolar costeada por la Nación: es decir por el Estado y los habitantes a través de los hogares. La reforma educati-va de 1869 instauró el oficio del ma-gisterio como función pública.

La enseñanza secundaria se inauguró en la capital a mediados de 1830. En 1834 el colombiano Idelfonso Paredes firmó un contra-to para crear un colegio privado, y el francés Carlos Thierrat abrió un curso de Teneduría de Libros en 1846. Tres años después el Conse-jo de Instrucción acordó pagar dos catedráticos madrileños durante cinco años para que enseñaran ma-temática y ciencias naturales. Entre 1847 y 1869 vinieron 15 profesores europeos y 7 centroamericanos. También regresaron 31 costarri-censes con títulos otorgados por la Universidad de San Carlos de Gua-temala. Había terminado el perío-do de ir a estudiar a la Universidad de León.

Colegio de Señoritas y retrato de don Mauro Fernández.Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/04/Mauro_Fernandez_Acuna.jpg

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Los colegios privados, en mayor número que los liceos públicos, se instauraron entre 1845 y 1870. En San José, el Liceo de Varones, abier-to en 1852 y dirigido por Manuel Andrade, antiguo militar ecuatoria-no; el Liceo de Niñas de Desampa-rados (1861) y el Colegio de Segun-da Enseñanza Femenino (1867). En Heredia se fundó un Colegio pri-vado regentado por Manuel Paul (1845-1848) y el Liceo de Niñas de Barba (1861). En Cartago, el Liceo de Niñas (1860) y el Colegio San Luis Gonzaga (1861-1869). Entre 1846 y 1850 funcionó en San José la Escuela Normal para Varones y La Escuela Normal para Mujeres -entre 1849 y 1853-. En 1869 se creó la Escuela Normal de San José. En tiempos de la dictadura del General Guardia se abrieron trece colegios privados: 8 en San José; 2 en Carta-go; 1 en Alajuela y 2 en Heredia. En 1880 asistían a la enseñanza media y superior el 3% de los estudiantes del país.

La reforma educativa de 1886 no tuvo mucha incidencia en la infra-estructura urbana. La normativa

abordó la centralización de las ins-tituciones bajo la dirección del Esta-do, y propuso separar de la iglesia católica la formación de la concien-cia individual y ciudadana a fin de insertarla en las relaciones de con-vivencia, de mercado, y de subor-dinarla a los preceptos jurídicos y políticos. La enseñanza de oficios y para los trabajos no agrícolas con-sistió en cursos cortos sobre técnicas agrarias, topografía, peritos comer-ciales, constructores e ingenieros de minas. En estudios superiores: ingeniería civil, derecho, medicina y filosofía. Pero en agosto de 1888 los liberales clausuraron la Uni-versidad de Santo Tomás y sólo se mantuvo el Protomedicato de la Re-

pública -creado en 1857- o Facultad de Medicina a partir de 1895, y la de Farmacia, abierta en 1897. No había enseñanza de la obstetricia, sino un Departamento de Maternidad ads-crito al Hospital San Juan de Dios a partir de 1900.

Artesanos y fabricantes desarro-llaron por iniciativa propia la ense-ñanza de los oficios desde la década del ochenta. En 1891 se fundó la So-ciedad de Artes y Oficios de Here-dia con 120 afiliados. Solicitaron al Estado capacitación técnica y junto a los artesanos de San José lograron ese año la apertura de la Escuela Nocturna para Artesanos. Una acti-tud similar tomaron los ingenieros. El 1 de junio de 1890 fundaron La Sociedad de Ingenieros Costarri-censes para impulsar los estudios de matemáticas y preparar perso-nal para los trabajos técnicos. Hacia 1903 estaba integrada por 41 miem-bros graduados entre 1867 y 1902 con especialidades en construcción civil, mecánica, agronomía y geo-metría.

Entre 1868 y 1878 la enseñanza de la telegrafía fue iniciativa del inmi-grante Lyman Reynolds. A partir de 1879 la Secretaría de Gobernación ordenó la creación de Escuelas de Telegrafía en San José y cabeceras de provincia. Se otorgó la categoría de instructores de la Secretaría de Educación a los telegrafistas Anas-tasio Coto, Roberto Castro, Fernan-do Jiménez, Anselmo Calvo, Alfon-so Alvarado y Francisco Salguera. En 1893 se creó la escuela pública de telegrafía de San José, dirigida por Roberto Castro.

La agricultura y ocupaciones co-nexas absorbían la mayor propor-ción de la población y de la mano de obra. En 1883, el 16.5 % de los ha-

Edificio del Liceo de Heredia y retrato de Omar Dengo.Fuente: Colección privada.

En 1891 se fundó la So-ciedad de Artes y Oficios de Heredia con 120 afilia-dos. Solicitaron al Estado capacitación técnica y junto a los artesanos de San José lograron ese año la apertura de la Escuela Nocturna para Artesanos.

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bitantes vivían en ciudades. El sector agrícola ofrecía poco margen a labo-res que generaran destrezas indus-triales. Los censos de ocupación indi-can que entre 1864 y 1892 las mujeres sumaban el mayor porcentaje en la venta de servicios personales. El nú-mero de profesionales, excluidos los educadores, osciló entre 400 y 500 en la década 1883-1893; el de artesanos fue inferior a 3.500. El desempleo no era un rasgo permanente. La desocu-pación surgía de los cambios de pre-cios y de la demanda en el mercado internacional; o bien por la pérdida

de la propiedad, necesaria para el trabajo por cuenta propia.

La transformación de la infraes-tructura que marcó la diferencia en-tre las Villas y las ciudades de con-sumo, se produjo después de 1860. El proceso fue inducido por las inversiones directas del Estado en higiene y obras públicas, y por las subvenciones de los gobiernos a la naciente empresa de construcción, alumbrado, electricidad, enseñanza técnica y estudios de secundaria. El gasto estatal benefició a las áreas de mayor crecimiento y densidad de población, y se sustentó en criterios de integración territorial y de cohe-sión de los habitantes en torno a la noción de “interés público”. Fuera de San José, las municipalidades asumieron los retos del progreso ci-tadino después de 1875.

La transición modificó la fronte-ra entre las aldeas y las ciudades. Evolucionó, de un perfil difuso, uniforme y monótono hasta 1830, a una mayor diferenciación en los espacios productivos y en los mo-dos familiares y públicos de con-vivencia. En ese cambio influyó la expansión de la frontera agrícola, la extensión de la hacienda cafeta-lera en coexistencia con los culti-vos comerciales; y el aumento de las importaciones y de los locales de ventas con ofertas de produc-tos distintos para las diversas ca-pacidades de compra. En las cla-ses superiores de la capital y las cabeceras de provincia se impuso la moda europea sinónimo de es-tatus, distinción y transcultura-ción; sin prescindir de las com-pras en el Mercado Municipal. La transformación arquitectónica de

La transformación arqui-tectónica de los edificios públicos y áreas residen-ciales de la capital se pro-dujo entre 1890 y 1915.

Representación teatral. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas

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Corridas de toros.Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

los edificios públicos y áreas resi-denciales de la capital se produjo entre 1890 y 1915.

El Reglamento de Policía de 1849 estableció la diferencia entre las ve-cindades cohesionadas en la vida pública y la socialización privada. El decreto individualizó las respon-sabilidades. Las actuaciones de las personas fueron consideradas en calidad de habitantes, ciudadanos y propietarios de bienes; y la policía fue investida con atribuciones coer-citivas y judiciales en materia fiscal, de vigilancia de las conductas y pe-nalización de las faltas.

Las diversiones públicas se de-finieron en contraposición a las privadas y éstas con criterios de invitación y de pago. Las primeras incluían funciones cívicas, eventos teatrales, espectáculos, exhibicio-nes de juglares, maromas y otras

inducidas por el interés comercial y especulativo de particulares. Para llevarlas a cabo se requería el per-miso y registro del lugar, horarios y precios de cobro; y sólo podían realizarse en teatros, billares, galle-ras y taquillas. Los bailes, banque-tes, paseos y serenatas pertenecían al ámbito privado. El 30 de julio de 1884 fueron regulados los turnos, y hasta 1890 las ganancias se desti-naron a la Iglesia Católica. El 13 de diciembre de 1905 la Municipalidad de San José aprobó el Reglamento de Teatros y Espectáculos Públicos.

Entre 1840 y 1890 el nacimiento de las ciudades de consumo estuvo condicionado por la lenta transfor-mación de la división del trabajo en-tre artesanía y manufactura; venta de servicios y profesionalización; y la fabricación en pequeñas cantida-des de materiales de construcción, tejidos, costuras, impresos, mue-

bles, alimentos y bebidas. El proce-so dibujó apenas la constitución de un mundo urbano.

La ciudad, más que un centro de producción fue el espacio que con-centró el poder político, la difusión de informaciones y la toma de de-cisiones relacionadas con la circula-ción del dinero y el capital. Activó la estratificación social por ingresos, profesiones y ocupaciones manua-les. Configuró áreas residenciales con sus diferentes texturas habi-tacionales y comunales. Indujo las interrelaciones sociales desperso-nalizadas. Modificó el carácter de la violencia que se expresó con cifras más elevadas de delitos contra la propiedad y el comercio, atentados contra la vida e integridad física de los individuos, contra la familia y la sexualidad, la autoridad y el orden público. En abril de 1880 se aprobó el primer Código Penal.

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Trabajadores bananeros.Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

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FERROCARRILES,BANANOSYHOMBRES

El primer ferrocarril que se construyó en América Lati-na, once años antes que en

España, fue el tramo entre la Ha-bana y Güines, inaugurado el 19 de noviembre de 1837. En Costa Rica, el 30 de marzo de 1854 el gobierno de Juan Rafael Mora otorgó una concesión a Richard A. Farrer, un inversionista respaldado por capital inglés que pretendía revolucionar el transporte entre Puntarenas y la Ca-pital a raíz de la apertura del Ferro-carril de Panamá, entre 1850 y 1855. La Compañía fue registrada con el nombre The Costa Rica Railway Co. y levantó una línea entre Puntarenas y Barranca, al costo de $ 80.000.

Se inauguró el 12 de noviembre de 1857. Media docena de coches techados con madera y tirados por burros se desplazaban 15 kilóme-tros a dos millas por hora sobre rie-les de hierro unidos por maderos de guayacán, a dos metros de dis-tancia. Llevaban y traían pasajeros y mercancías. En 1860 los señores pagaban un peso y los criados cua-tro reales. Pero en ese trayecto el costo por transportar un quintal de café era casi igual al pago por tras-ladarlo en carreta desde la Capital a Puntarenas. Aún subsiste el ten-dido de aquella quimera más que centenaria.

El océano Atlántico era la unión natural de los comerciantes españo-les y criollos con Europa. Sin embar-go, los ingleses convirtieron a Belice y Jamaica en la base de operaciones piratas y del comercio de esclavos traídos de África. Belice, territorio de Centroamérica, permaneció bajo control inglés y en 1840 fue conver-

tida en colonia con el nombre de “Honduras Británica”. La Isla de Ja-maica -posesión de Cristóbal Colón y sus herederos- fue invadida por Inglaterra en 1655. La transforma-ron en una gran hacienda azucarera explotada con trabajo esclavo, hasta las revueltas de los negros de 1834. Después de 1850, ambos países fue-ron centro de rivalidad comercial y financiera entre ingleses y norte-americanos. Las inversiones britá-nicas en el área, crecieron luego de la guerra contra la expansión norte-americana de 1856-1857, y a raíz de la Guerra de Secesión. En 1881 los súbditos ingleses en la región su-maban 1.729.

El primer ferrocarril del país, entre Puntarenas y Barranca, se inauguró el 12 de noviembre de 1857. Media docena de coches techados con madera y tirados por burros se des-plazaban 15 kilómetros a dos millas por hora sobre rieles de hierro unidos por maderos de guayacán, a dos metros de distancia.

Los indígenas del Valle de Mati-na también fueron acosados por los españoles que plantaron cacao, y por la piratería inglesa. El ciclo co-mercial del cacao terminó en 1790. En 1835 la región formó parte de Turrialba. Braulio Carrillo inició en 1839 la construcción de un ca-mino entre Paraíso de Cartago y Moín; pero fue clausurado en 1842 por Francisco Morazán. Diez años después, el gobierno de Juan Ra-

fael Mora habilitó “Puerto Limón” para el comercio exterior; y en 1865 fue declarado puerto principal de la República en la costa del Caribe. En 1867 la bahía quedó abierta al comercio de cabotaje y en alta mar, con sede en Moín. Tres años des-pués se incluyó como Comarca en la división política administrativa del país, y en 1909 adquirió el rango de Provincia.

Entre 1866 y 1869 los gobiernos de José María Castro y Jesús Jiménez hicieron contactos internacionales para abrir una línea interoceánica al Atlántico. Sólo lograron rehabilitar el viejo Camino a Matina. Los planes fe-rroviarios abortaron debido a las dis-putas políticas entre los cafetaleros y por las competencias entre ingleses y norteamericanos. Correspondió al General Tomás Guardia recoger las inquietudes de un sector de exporta-dores para financiar la obra del ferro-carril y bajar los altos costos de venta del café por la ruta a Puntarenas. El 20 de julio de 1871 el gobierno firmó un contrato con Henry Meiggs por 1.600.000 libras esterlinas, y con fran-quicia portuaria y comercial a favor del estadounidense.

Henry Meiggs era prófugo de la justicia norteamericana. Tras ser acusado de falsificar dinero, come-ter desfalco y apropiarse de fondos municipales que revendió para re-sarcir sus deudas como empresa-rio maderero, huyó de California en 1854 y se trasladó a Chile. Los trámites de extradición fueron me-diatizados por el gobernador de California, Mr. Bigler, designado en 1857 representante de Estados Uni-dos en Chile. Meiggs contrató en

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ese país la construcción del puente y el ferrocarril de Maipú a San Fran-cisco, e inició carrera financiera en el campo de las contrataciones fe-rroviarias.

Rico nuevamente, pagó las deudas devaluadas que tenía en California; construyó un palacete en Chile y luego lo vendió mediante la organi-zación de una lotería con apariencia filantrópica. La casona volvió a su poder con una ganancia de 320 mil pesos, de la cual destinó una parte a financiar un hospital para obreros tuberculosos provenientes de sus trabajos ferroviarios. En 1868 firmó la primera concesión en Perú para trazar el ferrocarril a Arequipa; se-guida de las líneas a Puno, Cuzco, Moquegua, Recuay, Pacasmayo y Cajamarca. Seis meses antes del convenio con el gobierno de Costa Rica, celebró con pompa la inaugu-ración del tramo entre Mollendo y Arequipa. Murió en Perú en 1877.

El contrato que Henry Meiggs fir-mó en Costa Rica, lo delegó a su so-brino Minor Keith Meiggs. Nacido en Brooklyn en 1848, Keith trabajó como empleado de tienda e Ins-pector de Maderas; luego emigró a Texas, territorio de México ocu-pado en 1845 por Estados Unidos, donde radicó como ranchero. En 1871, viajó a Costa Rica para asumir el contrato de su tío. Poco después

contrajo nupcias con Cristina Cas-tro Fernández, hija del ex-presiden-te José María Castro. En 1873, una vez terminado el trecho de ferroca-rril entre Alajuela y Cartago, Minor Keith inició el cultivo de cepas de banano en Panamá y Colombia, y exportó la fruta a New York en su propio barco a vapor.

Pero entre 1870 y 1890 se produjo un cambio en las relaciones inter-nacionales. En ese lapso los Estados Unidos captaron el comercio expor-tador de los países de Centro Amé-rica, controlado entonces por los ingleses. El capital norteamericano operó en forma individual o asocia-do con aquellos; ambos apoyados en las concesiones por las deudas esta-tales. Las inversiones en escala en ac-tividades agrícolas, forestales, gana-deras y mineras o en otras ramas de servicios públicos, se desarrollaron por medio de uniones de empresas extranjeras en el marco de la crisis de 1873-1896, y se consolidaron a tono con la unificación del mercado mundial que se produjo después de la segunda revolución industrial.

La estructura y la fuerza de la eco-nomía capitalista se transformaron en ese contexto. Surgió la concen-tración técnica, empresarial, finan-ciera y geográfica del capital, y el fe-nómeno dio origen a las inversiones extranjeras de tipo directo, en toda América Latina. Los empréstitos entre Estados, o inversión indirecta, fueron sustituidos por los contratos entre corporaciones de empresas y los gobiernos, y la dinámica supra-nacional de esos convenios se incor-poró a la política exterior del país de origen del capital. En la historia de la economía esos rasgos han sido englobados en el concepto de “im-perialismo”.

En esta fase, las inversiones di-rectas de origen norteamericano en Costa Rica, dieron lugar a un cam-bio en la estructura de la economía, el cual se configuró con cuatro ac-tividades integradas. A saber: el tendido de las líneas de rieles, entre 1871 y 1890; la formación de la em-presa de transporte, Costa Rica Rai-lway Co., en 1886; la apertura de las primeras fincas bananeras en 1873

Henry Meiggs y Minor C. Keith. Fuente: http://upload.wikimedia.org

En 1871, Minor Keith viajó a Costa Rica para asumir el contrato de su tío, Henry Meiggs. Poco después contrajo nupcias con Cristina Castro Fer-nández, hija del ex-presi-dente José María Castro Madriz.

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y la creación de la United Fruit Co. en 1889; y las competencias por el comercio mundial de la fruta, des-pués de 1891.

Las rivalidades alrededor de la producción, transporte ferrovia-rio, exportación del banano y de las importaciones, dieron lugar al nacimiento del primer monopolio en la historia del país a partir de 1905, con la concesión del Muelle de Limón a la Northern Railway Company, y la fusión de ésta con la United Fruit Co. El fenómeno se consolidó con la creación de la “gran flota blanca” bananera en 1907. A partir de 1911, esta flota de barcos a vapor y los ramales de lí-nea desde México hasta el Canal de Panamá, propiedad de la United Fruit Co., fueron la punta de lan-za de los intereses entre el capital y buena parte del poder político en los Estados Unidos. En Costa Rica, el orden de los acontecimientos re-levantes ocurrió como sigue.

El contrato entre el gobierno de Tomás Guardia y Minor Keith

permitió trazar por etapas el ten-dido del ferrocarril. El Presidente ordenó el inicio de las obras con-juntamente en Alajuela y en Li-món con el fin de acallar la opo-sición de la Sociedad Económica Itineraria; pues algunos de sus miembros controlaban tierras y negocios cafetaleros sobre la ruta de la carretera a Puntarenas. Entre 1871 y 1873, se construyó el tramo Alajuela-Cartago. De 1876 a 1881, el trecho Matina a Río Sucio. El trazo por el Valle del Río Reven-tazón hasta Cartago, se hizo entre 1886 y 1890. Los rieles de madera fueron reemplazados por hierros en 1888, y en setiembre de 1902

Keith abrió un ramal interno en-tre Zent y Limón. Pero tanto el contratista como el gobierno sus-pendieron trabajos en los interva-los de 1873-1876 y 1881-1886.

En el primer trance, el gobierno firmó contratos con William Le La-cheur, Guillermo Nanne, y de nue-vo con Keith, en 1879. El segundo contratiempo originó otro conve-nio con Keith en 1882, por el cual éste arrendó al gobierno las líneas levantadas; y, el Contrato Bernar-do Soto - Minor Keith, firmado el 21 de abril de 1884. Este contrato-ley entregó a la Costa Rica Railway Co. la cantidad de 3.256 km2 de tierra, además de la concesión del ferrocarril por 99 años. A cambio, Keith se comprometió a renegociar la deuda del Estado con banqueros ingleses y a terminar el ferrocarril. Poco después, Keith se asoció con tres empresas comercializadoras de banano en Estados Unidos y la fusión dio origen a la United Fruit Co., una firma transnacional que se fundó en Boston el 30 de marzo de 1899.

Oficinas de la United Fruit Co., en San José, Costa Rica. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

El Contrato Bernardo Soto - Minor Keith, firma-do el 21 de abril de 1884, entregó a la Costa Rica Railway Co. la cantidad de 3.256 km2 de tierra, además de la concesión del ferrocarril por 99 años.

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El ferrocarril hizo el primer viaje de Limón a San José el 7 de diciem-bre de 1890. En los diecinueve años de trabajo, cambió también el perfil ocupacional, étnico y cultural de la región atlántica y del país. En abril de 1872 Henry Meiggs, Minor Kei-th y los socios de apellidos Hubbe y Cryztel, informaron al gobierno que habían formado una asociación para traer mil chinos de Hong Kong u otros lugares y le pidieron una prima de 30 pesos por cada traba-

jador oriental que introdujeran. El gobierno pagó a los importadores la suma de 19.590 pesos.

Es probable que algunos otros obreros chinos vinieran de Chile o de Perú adonde habían sido lleva-dos por Henry Meiggs. En enero

El ferrocarril hizo el pri-mer viaje de Limón a San José el 7 de diciembre de 1890. En los diecinueve años de trabajo, cambió también el perfil ocupacio-nal, étnico y cultural de la región atlántica y del país.

Estación del Atlantico en San José.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Tren bananero.Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit.

de 1873 llegaron a Puntarenas 653, procedentes de Macao. De ellos, 353 fueron comprados por políticos, educadores y hacendados –incluido el General Guardia- a un precio de 350 pesos cada uno. En 1887 el go-bierno autorizó a Keith a traer otros 200. El censo de 1883 registra 219

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Se estima entre 4.200 y 4.500 el número de traba-jadores que fueron ocu-pados en la construcción del ferrocarril, y al menos un 80% eran extranjeros: chinos, negros e italianos, principalmente.

y el de 1892, 270 chinos. Algunos lograron la residencia permanente en Costa Rica. Pero en 1897 se pro-mulgó la Ley No. 6, que prohibió la inmigración de chinos, pues se les consideró, irónicamente, “una raza nociva”.

Minor Keith también importó tra-bajadores, hombres y mujeres de origen africano, asentados en las is-las del Caribe. El 20 de diciembre de 1872 ingresaron a Limón unos 600 procedentes de Jamaica. Por su par-te, Guillermo Nanne, inspector de obras del ferrocarril, trajo otros 500 trabajadores negros de la Isla Cabo Verde. En agosto de 1873 entró otro

número proveniente de Curazao. El tercer tipo de obreros inmigrantes fueron los italianos. A mediados de 1887 llegaron 762 y luego ingresa-ron 738. Otros 1.000 obreros de di-ferentes países vinieron de Panamá, después del fracaso de Ferdinand Lesseps en la construcción del ca-nal. Se estima entre 4.200 y 4.500 el número de trabajadores que fueron ocupados, y al menos un 80% eran extranjeros.

El sistema de empleo innovó en la organización técnica y las re-laciones sociales de trabajo, y ese cambio produjo el nacimiento de movimientos de protesta y lucha laboral de tipo obrero. Las condi-ciones de trabajo eran variables según las diversas faenas: penetrar montañas, talar árboles, dinamitar, abrir trochas, derribar montícu-los, hundir tierras, delimitar rutas, alistar maderas, tender rieles, lim-piar derrumbes, construir puentes, levantar albergues, estaciones y muelles. En 1878 el gobierno im-puso una división del trabajo con

base en la organización militar. Se formaron grupos de 100 obreros divididos en cuadrillas de 25, su-pervisados por un capitán. El man-do constituía el primer eslabón de una jerarquía superior integrada por el Jefe de Sección, Superinten-dente de línea y el Comandante de Operaciones de Construcción.

En cada una de las cabeceras de provincias y en los cantones cen-trales por donde debían pasar las máquinas, se configuraron desde 1871 las plazas y estaciones del fe-rrocarril. Eran espacios de trabajo provistos de áreas para albergue y lugares para socializar. Las plazas comprendían una red de edifica-

Estación del tren en Turrialba. Fuente: http://cihac.fcs.ucr.ac.cr/

En cada una de las cabece-ras de provincias y en los cantones centrales por don-de debían pasar las máqui-nas, se configuraron desde 1871 las plazas y estaciones del ferrocarril.

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ciones: estación, casa del maestro mecánico, viviendas de empleados, talleres de mecánica, carpintería, herrería y fundición. El proceso de trabajo estaba a cargo del agente general de pasajes y fletes, subordi-nado a un funcionario con cargo de superintendente general. Alrededor de ellas se formaron corredores de comercio menor.

Los contratos de inmigración es-tablecían las condiciones laborales de los chinos e italianos. Regulaban salarios, horarios, jornadas de des-canso, hospedaje, precios, raciones y tiempos para alimentación, días de pago y feriados, y vigencia del convenio. Además, se dictaron re-glamentos que incluían obligacio-nes de trabajo, las cuales debían

acatarse bajo pena de castigos, has-ta de tipo corporal.

Pero el clima, la adversidad del ambiente y la baja calidad de la ali-mentación, dejaron indefensos a los obreros ante la fiebre amarilla, la malaria y la disentería. Quedaron expuestos a riesgos de accidentes y enfermedades. El afán lucrativo de la empresa y la organización militar de las labores rebasaron la normati-va y la ética general. Sólo en los pri-meros meses de construcción mu-rieron 400 hombres. Los motines de chinos, de enero de 1874, la huelga general de los italianos de octubre de 1888, y las rebeliones de los ne-gros de 1879 en Matina, y de 1887 en Moín y Reventazón, denotan la frecuencia de las violaciones a con-tratos, reglamentos y costumbres sobre el buen trato a los obreros.

El tendido de la línea de comuni-cación erigió la empresa de trans-porte ferroviario. El arreglo de la

deuda inglesa acordado en el Con-trato Soto-Keith dio lugar al naci-miento de la Costa Rica Railway Co., registrada en Londres el 22 de abril de 1886. El 1 de julio de 1891 el gobierno transfirió a esta empresa la línea de ferrocarril por un perío-do de 99 años. La Compañía quedó bajo administración de los ingleses. Tenía 37 carros, 75% fabricados en ese país, con capacidad de 12 a 20 toneladas. El resto, hechos en Es-tados Unidos para 8 toneladas, se

Sólo en los primeros me-ses de construcción mu-rieron 400 hombres.

En el tren se mezclaron las categorías sociales de los viajeros; las gentes más humildes y los obre-ros iban y venían con-fundidos entre fardos y mercancías. El café ocupó cuatro quintas partes del trasiego. En 1892 comen-zó el tráfico de racimos de bananos.

El tren de Limón.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

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cambiaron por coches ingleses en-tre 1899 y 1901.

El ferrocarril usó vagones cerra-dos para banano, y otros del mismo tipo para personas. En los coches abiertos se cargaba ganado, com-bustible, materiales, café y demás productos. El tráfico de pasajeros decayó desde 1899 debido a la cri-sis monetaria que depreció el peso e impuso el colón con respaldo en el patrón oro. En 1904, el 80% de los vagones eran de tipo combi-nado. Se mezclaron las categorías sociales de los viajeros; las gentes más humildes y los obreros iban y venían confundidos entre fardos y mercancías. El café ocupó cuatro

quintas partes del trasiego. En 1892 comenzó el tráfico de racimos de bananos.

Veinte años atrás, Minor Keith probaba con ojo mercantil el culti-vo de cepas de bananos. La etimo-logía de la fruta es de origen afri-cano. Los rizomas fueron llevados de las Islas Indonesias al África Occidental en el siglo XV; luego los portugueses lo trasplantaron a las Islas Canarias y de ahí pasó a las Islas del Caribe americano. Antes de 1870 las bananas se consumían en Europa y crecían silvestres en América Latina. En Estados Uni-dos circulaban en pequeñas can-tidades, desde 1860. Minor Keith

poseía fincas bananeras en Colom-bia y Panamá. En Costa Rica venía sembrando cepas a los lados del tendido ferroviario; de ahí pasó al cultivo en plantación en el Valle de

Construcción del muelle de Limón. Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit.

La United Fruit Com-pany se convirtió en un monopolio de tipo horizontal, cuando con-siguió integrar la fase de producción con el transporte ferroviario, el tráfico marítimo de la fruta y el envío a través del Atlántico.

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Puente sobre el Río Grande. Atenas. Ferrocarril del Pacífico. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Zent y Matina. Pero la producción en cantidad empresarial floreció después del Contrato Soto-Keith de 1884.

La concesión por 20 años de 3.256 Km2 de tierra de cualquier parte del país otorgada a la Costa Rica Railway Co. en 1884, desencade-nó las transacciones. La concesio-naria vendió 2.349 Km2 a la River Plate Trust, Loan and Agency Co. de Londres para traer inmigrantes españoles e italianos. En 1891 la Ri-ver Plate administraba 112 km2 en

Turrialba, 93.6 entre Río Jiménez y Toro Amarillo, y 516 repartidos entre San Ramón, el Valle del Re-ventazón y Guanacaste. La preben-da fue reducida a la mitad en 1893. De esa suma, en 1897 la River Pla-te vendió en Turrialba 57 Km2 a la Costa Rica Coffee Land. Ahí se ubi-caron 17 familias norteamericanas. Al año siguiente vendió a orillas del Reventazón, a la Tropical Land Culture para la producción de hule y cacao; y a la Abangares Mining Syndicate para minería. En 1899, a la Costa Rica Lumber Co., en Gua-nacaste, para la extracción de hule y maderas; a la Tropical Trading and Transport Co., propiedad de Minor Keith; y a la United Fruit Co.

Esta empresa nació en 1899 como producto de la fusión de capitales.

El mercado del banano había sido abierto en New Jersey entre 1870 y 1875 por el Capitán Lorenzo Dow Baker, y en Nueva Inglaterra, por Andrew Preston. En 1876 ambos se asociaron para crear la Boston Fruit Co., comercializadora de la fruta producida en Cuba, Jamaica y Santo Domingo.

Minor Keith realizó la primera exportación desde Costa Rica con destino a New York, en 1878. Diez años después fundó la Northern Railway Co., y a mediados del 90 operaba tres compañías desde Co-lombia, Panamá, Nicaragua y Cos-ta Rica: La Tropical Trading and Transport Co. de Costa Rica, la Co-lombia Land Co., y la Snyder Ba-nana Co. de Panamá. Su principal mercado seguía siendo New York;

El Ferrocarril al Pacífico fue inaugurado el 23 de julio de 1910.

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99

pero en 1899 tuvo grandes pérdi-das y optó por fusionar empresas con la Boston Fruit Co. De ahí sur-gió la United Fruit Co., inscrita en Boston el 30 de marzo de 1899. El capital que aportó Keith incluía 22.550 hectáreas.

La United Fruit Company se con-virtió en un monopolio de tipo hori-zontal, cuando consiguió integrar la fase de producción con el transpor-te ferroviario, el tráfico marítimo de la fruta y el envío a través del At-lántico. Keith tenía su propio ramal de ferrocarril: la Norhern Railway Co., activo desde antes de 1888 para transportar frutas de sus fincas a la línea principal. En 1894, a raíz de un convenio de trasiego con la Compa-ñía Bananera de Matina que opera-ba en Siquirres, firmó un contrato con la Costa Rica Railway Co.

En ese convenio, el Art. 23 intro-dujo el compromiso de la ferrocarri-lera de no transportar bananos para ninguna otra persona o corporación

sin el consentimiento de Keith, ni hacer rebajas de precios sobre la suma de 20 centavos por racimo exportado. De ese modo logró que los particulares o las empresas pro-ductoras de banano tuvieran que vender la fruta exclusivamente a la Tropical Trading, y posterior-mente a la United Fruit Co. Al año siguiente Minor Keith adquirió el ramal férreo entre los ríos Matina y Banano. El tramo pasó a propiedad de la Northern Railway Co. y esta empresa se convirtió en subsidiaria de la United, a partir de 1901.

En julio de 1902 el gobierno apro-bó un convenio con la Northern

Railway para la construcción de un muelle público en Limón. Las nuevas instalaciones de madera abrieron la competencia con el úni-co muelle existente, propiedad de la Costa Rica Railway Co., alimen-tado por las vías férreas de la ciu-dad de Limón. Dos años después, el gobierno autorizó a la Northern para que hiciera el tendido de sus propias líneas hasta el nuevo mue-lle, con lo cual desplazó de hecho a la Costa Rica Railway Co. Final-mente, el 15 de junio de 1905, los representantes de la United Fruit Co., de la Norhern y de la Cos-ta Rica Railway Co., firmaron en Londres el contrato que concedió a la Northern Railway la explo-tación del ferrocarril de la Costa Rica Railway Co. por el resto del término de la concesión hecha a esa compañía en 1884: es decir, por 99 años.

Dueña de los ferrocarriles, del muelle y de la flota marítima, la United Fruit Co. sometió a empre-

El tranvía eléctrico cir-culó en San José desde el 9 de abril de 1899. La línea eléctrica sustituyó al tranvía tirado por caballos y al tranvía de vapor.

Tranvía. Coche presidencial.Fuente: http://www.tramz.com/cr/cr.html

Page 102: Libro Forjadores de Costa rica

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Tranvía Sabana.Fuente: http://www.tramz.com/cr/cr.html

sas y productores locales de bana-no mediante contratos de compra y transporte de la fruta. Desde 1874 el gobierno había autorizado la apro-piación de lotes de 2.500 m2 a am-bos lados de la línea con el fin de retener a los trabajadores. En 1880 comenzó la venta de lotes desde 245 hectáreas a lo largo de la línea, y a precios entre $ 350 y $ 1.500. Pero la mayor extensión de tierra la poseía la United. La empresa había obte-nido 13.710 hectáreas de Keith y 8.836 de la Tropical Trading and Transport Co. Después de algu-nos años, buena parte de la pro-ducción de banano era cultivada por propietarios independientes, personas o empresas asociadas a la United, administradores de confianza, políticos, arrendata-rios, precaristas y trabajadores negros en trance de movilidad e integración social.

Concluida la instauración del mo-nopolio de la United Fruit Co. en la región Atlántica, los gobiernos liberales miraron de nuevo hacia el Océano Pacífico. Entre 1897 y 1902 se hizo el tendido ferroviario entre San José y Atenas. Ese año la compañía norteamericana Milliken Brother terminó la construcción del puente de hierro de 208 metros de largo por cinco de ancho y a una al-tura de 93 metros, sobre el Río Gran-de de Tárcoles, en Atenas. El 23 de enero del año siguiente se abrieron las oficinas del ferrocarril, instala-das en el edificio de la Alambrada, al sur de la Capital. El Ferrocarril al Pacífico fue inaugurado el 23 de ju-lio de 1910.

A los 48 años de edad, Minor Co-oper Keith logró también el control del tranvía de la Capital. El 27 de marzo de 1896 el gobierno otorgó

una concesión al comerciante cafe-talero Amon Fasileau Duplantier, quien lo trasladó el mismo año a Keith, y éste a la Costa Rica Elec-tric Light and Traccion Co. organi-zada en Londres en 1898. El tranvía eléctrico circuló en San José desde el 9 de abril de 1899. Entre 1900 y 1908 se tendieron los ramales a San Pedro, el Cementerio y Guadalupe. La línea eléctrica sustituyó al tran-vía tirado por caballos y al tranvía de vapor; energías y medios de transporte que habían operado en San José y Cartago desde 1886. La mayoría de los vehículos fueron modelos ventanas abiertas con pla-taformas en los extremos longitu-dinales y bancos adentro. Pero se cerró un modelo, diseñado para el uso personal de Bernardo Soto Al-faro, el presidente que firmó con Minor Keith el Contrato Bananero de 1884.

Page 103: Libro Forjadores de Costa rica

101101

La Prensa Libre consolida su condición de Decano de la Prensa Nacional. Fuente: Archivo de la Prensa Libre.

“Relata la historia que fenecía

el año de 1889, cuando en el país

se acercaba el final del período de

gobierno de don Bernardo Soto,

en el poder desde 1885 y quien se

preparaba para ungir a su sucesor,

como lo habían hecho otros jefes de

Estado durante los 70 años anterio-

res, después de haberse obtenido

la Independencia. Su candidato era

don Ascención Esquivel, su yerno,

mas el pueblo en su mayoría, era

partidario de don José Joaquín Ro-

dríguez.

Ese motivo impulsó a un grupo

de selectos costarricenses a fundar

La Prensa Libre, para darle forma y

defender lo que a partir de esos días

es hasta hoy la Democracia Patria.”

Andrés Borrasé Sanou, 11 de junio de 2009.

120AÑOS

DIEZ DíAS ANTES SE HABíAN APROBADO LOS ESTATUTOS DE FUNDACIÓN DEL PERIÓDICO. ESTOS FUERON LOS SOCIOS FUNDADORES:

PánfiloValverde RoqueCarvajalInocente Moreno Alberto AlvaradoFélix Arcadio Montero Juan Rafael LizanoIsidro Marín Manuel Antonio GallegosJuan B. Quirós Ascensión VargasJoaquín Aguilar Yanuario ArroyoJosé María Zeledón Jiménez Felipe GallegosRafael Iglesias Clodomiro SalasSérvulo Quirós Agapito BolañosCarlos Sáenz Santiago ZamoraJosé Antonio Quirós Frorino BlancoJoaquín Iglesias Francisco FloresVidal Quirós Juan Fernández FerrazPróspero A. Castro Néstor OrozcoJoaquín Monge José Vargas M. (Presidente)Francisco Alvarado Juan Fernández Ferraz (Director)

(Fuente: Gutiérrez, Pedro Rafael. 100 años de historia a través de la Prensa Libre. Impresora Costarricense S.A. San José, 1989).

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102102

11dejuniode1889: Primer anuncio comercial.4dediciembrede1889: Impresión de la primera noticia con ilustración.15dediciembre: Publicación de la primera fotografía: un retrato de Rubén Darío.Febrerode1890: Publicación de cables internacionales, procedentes de Nicaragua.4defebrero: La primera información venida de los Estados Unidos.5deabrilde1891: Se publica el himno a Juan Santamaría, de Emilio Pacheco. La Prensa Libre pro-

mueve la construcción del Monumento a Juan Santamaría y publica los versos de Darío, Justo Facio y Francisco Serrano. El Monumento se inauguró el 13 de setiembre. La Prensa Libre publicó la crónica de Rubén Darío.

6denoviembrede1891: Se anuncia el uso del fonógrafo en Costa Rica.El25deenerode1891: Se funda la primera asociación de periodistas. Presidente: Francisco Serrano, de La Prensa Libre. Vicepresidente: Juan Vicente Quirós, de La República. Secretario: Otoniel Pacheco, de El Anunciador Costarricense. Comisión de Estatutos: Francisco Gaviria, de El Imparcial y José María Sánchez,

de el Eco Católico.Finesdeagostode1891: Rubén Darío viene al país y es nombrado Director de La Prensa Libre. Desempeña

el cargo varios meses. El salvadoreño Francisco Gaviria trabaja como redactor.28deenerode1892: Primera noticia deportiva: la fundación del Gimnasio Moreno Montandón.22dejunio: Se publica la primera sección de avisos económicos.24deJulio: Fotografía del rostro del diplomático Manuel María Peralta.13demarzode1892: La Prensa Libre estuvo cerrada hasta el 18 de junio. Reabrió el 19 de ese mes.Finesde1893: Francisco Valladares compra La Prensa Libre.1894: Las ediciones del 4 y del 27 de marzo son censuradas por el gobierno del presi-

dente José Joaquín Rodríguez.1897: El personal del Periódico es encarcelado por orden del presidente Rafael Iglesias.1deJuliode1899: Empieza como Director de la Prensa Libre Juan María Murillo y como adminis-

trador José María Zeledón Brenes.

Primer anuncio comercial de la Prensa Libre. Fuente: Archivos de La Prensa Libre

MomentosdestacadosenlahistoriadelaPrensa Libre

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103103

En 1910 llega a Costa Rica Andreu Borrasé y Soli-ná, procedente de Barcelona, España, donde nació en 1866. Durante los años siguientes trabaja en artes grá-ficas con la Imprenta Lines, con la Imprenta Alsina y con la Imprenta la Moderna. En esta última, como so-cio de Ricardo Falcó. Cuando se quema la Imprenta La Moderna, termina la sociedad.

1918: Andreu Borrasé empieza a editar la revista LEC-

TURAS. 1914: Llega al país Josep Borrasé Rovira, a la edad de

14 años. Trabaja en comercios, aprende tipo-grafía y se convierte en experto levantador de textos en el periódico El Imparcial, de Rogelio Fernández Güell, y en La Información, de Enri-que Clare Jiménez.

13dejuniode1919:Es incendiado el edificio de los

periódicos La Información y la Prensa Libre, a raíz de los disturbios contra la dictadura de Fe-derico Tinoco. Josep Borrasé pasó a trabajar en la Imprenta Alsina y luego a la Imprenta Leh-mann.

1924: Josep Borrasé compra la Imprenta de Alfredo

Greñas, y posteriormente la vende a Ricardo Fernández Peralta, en 1929.

1949: Andrés Borrasé Sanou se hace cargo de la Pren-

sa Libre y funge como director durante más de cincuenta años.

1998: William Gómez Vargas, presidente de la Socie-dad Periodística Extra, Ltda., compra la Prensa Libre que pasa a ser un miembro más del Grupo Extra, junto con Diario Extra, Radio América, Radio Cartago y Extra T.V. 42, asumiendo Wi-lliam Gómez V., la dirección de La Prensa Libre, hasta la fecha.

LosBorrasé

Don José Borrasé Rovira, pionero de La Prensa Libre. Fuente: Archivo La Prensa Libre.

La Prensa Libre. 120 años. Fuente: Archivo de la Prensa Libre.

Don William Gómez Vargas, propietario y Director de La Prensa Libre. Fuente: Archivos de La Prensa Libre.

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104

Símbolo de la seguridad social en Costa Rica(esculturaubicadaeneledificiocentraldelaCCSS).Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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105105

Del Estado Liberalal Estado

Social de Derecho

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106

Mujer campesina utilizando el pilón.Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

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107

RETRASOSYPROGRESOSENELUMBRALDELSIGLOXX

La consolidación de la hacienda cafetalera y de la plantación bananera,

entre 1830 y 1890, clausuraron en Costa Rica un siglo de pro-ducción agrícola mercantil, de historia de la sociedad y de su organización política. Con el derrumbe político del imperio español, los primeros cultivos de exportación que se impulsa-ron en la época de las reformas borbónicas encallaron o quedaron subordinados a la fuerza del ca-pitalismo industrial inglés. Con ello se diluyó la argamasa que dio sentido histórico a los intereses y poderes “nobiliarios” del antiguo régimen colonial; o fueron trans-mitidos y plasmados con criterio de tradición en las pujanzas de las nuevas clases dominantes.

Entre 1830 y 1870, la industria

y exportación de café transformó las formas de producción y dina-mizó la geografía económica y de-mográfica. La hacienda cafetalera limitó el acceso a la tierra y a la propiedad de los medios de pro-ducción en el Valle Central. Mo-dificó precios y cantidades de las mercancías en circulación. Avivó iniciativas para usar máquinas y herramientas de hierro. Impul-só flujos de colonización, ciclos

estacionarios de empleo, conglo-merados citadinos, uniones entre hombres y mujeres por el criterio de los hijos y no por arreglos de los padres, y otra oleada de in-migraciones europeas. Además, amalgamó expectativas de agri-cultores, comerciantes, financistas e inversionistas extranjeros.

Después de 1870, el capital fi-

nanciero de matriz angloamerica-na absorbió el poder económico y político que forjó la economía del café. La construcción de los ferro-carriles al Atlántico y al Pacífico; las nuevas inversiones extranjeras en minería, ganadería, alumbrado y telegrafía; el monopolio de la United Fruit Co., a partir de 1890; el endeudamiento del Estado y los ciclos de auge y crisis en la econo-mía mundial, perfilaron el capi-talismo agrario costarricense con líneas y señales de retrasos, con-formidades y progresos.

El consumo de granos, hortali-

zas, frutas, azúcar, tabaco y ma-deras en las ciudades del Valle Central propició la agricultura comercial, la oferta de productos artesanales y de servicios. Algu-nos comerciantes y cafetaleros en

asocio con nuevos inmigrantes de Europa, Estados Unidos, el Caribe y América del Sur im-pulsaron el despegue empresa-rial en la manufactura fabril, el comercio, y la construcción de edificios estatales y residencias privadas.

Las sociedades de importa-dores satisficieron la estrecha demanda interna de consumo

suntuario bajo el concepto de libre comercio. Exportadores e impor-tadores invirtieron en la banca, en la compra y venta de tierras en las villas y ciudades, y ramificaron el consumo. Los avances técnicos de los centros del capitalismo se aplicaron a las necesidades de la reproducción del negocio de be-neficiar y exportar café. Los ade-lantos científicos y culturales hil-vanaron las tramas políticas y de la vida pública con los rasgos de élites olímpicas.

Cafetaleros, azucareros, tabacaleros y otros pro-ductores compartían cada vez más la dependencia del mercado de bienes y dinero; y la inseguridad.

Entre 1864 y 1892 cambiaron las

actitudes de los productores, acer-cándose al comportamiento cal-culador del actor y el agente del mercado. Se modificaron las rela-ciones entre finqueros, jornaleros, agricultores y labriegos. Cafetale-ros, azucareros, tabacaleros y otros productores compartían cada vez más la dependencia del mercado

Después de 1870, el ca-pital financiero de matriz angloamericana absorbió el poder económico y polí-tico que forjó la economía del café.

Mercado de San José a principios del siglo XX. Fuente: Castro Harri-gan. Op.Cit., p. 76.

Page 110: Libro Forjadores de Costa rica

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de bienes y dinero; y la inseguri-dad. Aparecieron las compañías de hecho y las sociedades de accionis-tas “de responsabilidad limitada”: un recurso de prevención frente a los riesgos de las inversiones.

En el mismo lapso, se redujo la población empleada en las ramas de agricultura y artesanía, susten-tos de la pequeña propiedad y del trabajo familiar o a cuenta perso-nal. Descendió el peso estadístico y de ingresos familiares que pro-veían los oficios de las mujeres fue-ra de la faena doméstica. En 1864 los pequeños productores suma-ban el 20% de la población ocupa-da; bajaron al 15%, en 1892. El em-pleo se incrementó en las ramas de producción basadas en trabajo asa-lariado: construcción, transporte,

comercio y prestación de servicios. Los jornaleros se hicieron más vi-sibles. La cifra pasó de una cuarta parte en 1864, al 33.8% en 1883, y al 35.5% en 1892.

El estado de la producción arte-sanal y fabril hacia 1892 refleja la existencia de unos dos mil talleres artesanales, aserraderos y trapiches; una cifra modesta de manufacturas fabriles, y setenta casas con especia-lidad en cuatro ofertas comerciales. En 1892 cerca del 53% de las impor-taciones eran de productos artesa-nales y de artículos del sector pri-mario de la economía.

Al finalizar el siglo, el centro de San José lucía iluminado; en 1900 ya se habían macadamizado algu-nas calles, se crearon bulevares,

POBLACION OCUPADAEN COSTA RICA: 1864-1892

ÁREA PRODUCTIVA 1864 1883 1892

Agricultura, selvicultura 58.4 47.0 51.4Minería 0.1 0.01 0.01Artesanía e industria 26.5 27.5 14.6Construcción 0.7 0.8 0.9Comercio 1.0 1.2 1.5Transporte-comunicación 4.1 4.0 3.7Servicios 7.4 17.0 25.8Profesiones liberales 1.0 1.0 0.7Empleados públicos 0.7 1.5 1.5

Fuente: Reelaboración de Viales H. Ronny. “El régimen li-beral de Bienestar y la institucionalización de la pobreza. 1870-1930”. En: Pobreza e Historia en Costa Rica. Editor Ronny Viales. EUCR-CIHAC. San José, p.91.

EL ESTADO DE LA PRODUCCIÓN ARTESANAL Y FABRIL

*ClasificacióndeCarlosAbarcaV.Fuente:DirecciónGene-ral de Estadística. Censo de Población de 1892. En: Fallas Monge Carlos Luis. El Movimiento obrero en Costa Rica. 1830-1902. EUNED. San José. 1983. p. 77

FÁBRICAS / RAMA EMPRESAS *Hielo, cerveza y licores 8Panaderías y pastelerías 65Jabonerías 7Fundiciones, herrerías, armerías 79Hornos de teja, ladrillo y cal 145Marmolerías y talleres de escultura 4 Máquinas para café, azúcar y maderas 788Trapiches de madera 619Talleres madera, textiles, cuero y tintorería 303Talleres área de impresos y fotografía 30Boticas 58Barberías 29Platería y relojería 37Velerías 5Total 2.177

COMPOSICIÓN DELAS IMPORTACIONES

*ClasificacióndeCarlosAbarcaV.Fuente:DirecciónGene-ral de Estadística. Censo de Población de 1892. En: Rojas Bolaños, Manuel. Lucha Social y Guerra Civil en Costa Rica, 1940-1948. Editorial Porvenir. San José, 1986. p.19

RAMA / SECTOR PORCIENTO *Agricultura, avicultura, ganadería Granos, grasas, aceites, alimentos 24.1Bebidas, alcohólicas o no 10.2 Tabaco y cigarrillos 5.3Perfumes, cosméticos y art. de lujo 5.1 Prendas de vestir y textiles 24.8 Zapatos y productos de cuero 1.6Muebles y papel 2.2Máquinas, herramientas, mineralesy cemento 11.4Químicos, abonos y fármacos 6.5Vehículos y materiales de transporte 4.2Combustible, lubricantes y calefacción 3.6 Total 100

San José con electricidad. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

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paseos y suntuosas edificaciones estatales como el Parque Central, La Plaza de la Artillería, el Cuar-tel Bellavista, El Parque Morazán y el Paseo de las Damas, la Biblio-teca Nacional, el Teatro Nacional, el Colegio Superior de Señoritas y el Liceo de Costa Rica, el Museo Nacional, el Teatro Variedades, los edificios comerciales Herdo-za, Steinvorth, la Ferretería Maca-ya, los Bancos Baruch, Carvajal & Tristán, el Banco de Costa Rica y la Casa de la Alianza Cultural Fran-co Costarricense. El Barrio Amón se había convertido desde 1897 en el área residencial de la burguesía, con sus viviendas construidas al mejor estilo arquitectónico euro-peo. Heredia, Alajuela y Cartago seguían atrapadas en el tiempo de las ciudades catedralicias.

La apertura al mercado mundial con ausencia total de protecciones a la producción local era ya irrever-sible en 1890. El fenómeno reforzó la propiedad latifundista de la tie-rra en el Pacífico Norte y Central, el Atlántico, Guanacaste y la región San Carlos – Sarapiquí. Deterioró la distribución de la riqueza que ha-bía coexistido en la Meseta Central con los intercambios de trabajo y dinero entre la pequeña finca cafe-talera y los negocios derivados del grano. Debilitó el crecimiento de la producción artesanal. Estimuló la concentración de la población en las villas y ciudades de la Meseta Cen-tral. Estratificó las poblaciones de las cabeceras de provincias con los trazos de las clases sociales y perfiló otros rasgos de comunidad política e identidades nacionales.

El comienzo de un ciclo largo de recesión económica mundial acen-tuó las contradicciones subyacentes en el sistema de producción exporta-dor, constituido a la sombra de cafe-tos y matas de bananos. Los historia-dores Ciro Cardoso y Héctor Pérez Brignoli afirman que “la crisis de 1897 fue la más seria del siglo, pues-to que le siguió un largo período de depresión, hasta 1907-1908. Estuvo ligada a la sobreproducción de café, imputable a la expansión brasileña y a las crisis cíclicas de 1900 y 1907. La acompañó una baja mundial del valor de las monedas de plata”.

La indefensión de la estructura productiva ante la economía de li-bre comercio internacional y ante el impacto del ciclo depresivo la sintetizó el economista Tomás So-ley Güel: “Habían desaparecido del comercio exterior y del mercado interior casi todos los artículos que nos legara la colonia (…) Aun los artículos de primera necesidad que fácilmente producía nuestra tierra venían del exterior (…) Éramos, en suma, semejantes a una agrupación europea que para sostener su vida material dependía casi por comple-to del exterior.”

El Barrio Amón se había convertido desde 1897 en el área resi-dencial de la burguesía, con sus viviendas cons-truidas al mejor estilo arquitectónico europeo.

Latifundio. Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

Page 112: Libro Forjadores de Costa rica

110

La inversión privada se sostuvo con subvenciones y contratos de los go-biernos. El consumo de mercancías, con el crédito caro. Quedaron activa-das las condiciones para la inflación, el endeudamiento del Estado, la crisis monetaria, el alza en los impuestos in-directos y en los precios de los bienes y servicios. Estas variables se encres-paron cuando se implantó el patrón oro. El cambio trajo más desajustes en el comercio, el poder de compra de los sueldos, el consumo y los ingre-sos fiscales. La moneda del colón, con respaldo metálico en oro, se estable-ció por ley del 24 de octubre de 1896. El tipo de cambio se fijó en ¢ 2.15 / cada dólar.

Los grupos más afectados con la reconversión fueron los peones y

jornaleros del campo, los produc-tores de café no beneficiadores, los trabajadores del sector estatal, arte-sanos y asalariados de la manufac-tura, y los ocupados por oficios. Los cafetaleros, en conjunto, preserva-ron el poder económico y el control político. La ampliación del área de cultivo y la agroindustria del café después de 1860, las inversiones ex-tranjeras de las décadas 70 y 80, la apertura del ferrocarril al Atlántico y la depresión de 1890, estimularon otras actitudes en grupos de secto-res laborales y productores, también urgidos de progreso.

Núcleos de trabajadores por ofi-cios, artesanos dueños de talleres, obreros de las ciudades, empleados del Estado, maestros y profesores, comerciantes modestos, y el prole-tariado de los ferrocarriles y de las plantaciones bananeras, adquirie-ron fisonomía como sujetos con inte-reses diferentes en los intercambios de trabajo y de productos, frente al resto de la sociedad y en sus roles como ciudadanos. Comenzaron a organizarse en asociaciones; a pro-testar por el deterioro de los tratos

y contratos de los empleadores; a proponer legislación -a través de los partidos políticos que nacieron después de 1889- para compensar las carencias derivadas de su condi-ción desigual dentro de la sociedad y las competencias del mercado.

El 8 de julio de 1875 un decreto le-

gislativo autorizó la creación de aso-ciaciones civiles y varios grupos de artesanos y trabajadores por oficios se acogieron al derecho a la organi-zación. Entre 1875 y 1890 fundaron al menos 18 sociedades mutuales. El número decae hacia 1891; pero muy pronto surgió otro tipo de uniones, esta vez de trabajadores por oficios de ramas y profesiones comunes, o gremios. Entre 1895 y 1901 aparecen 14 de esas agrupaciones que expre-saron inquietudes, intereses y ne-cesidades distantes del socorro y la ayuda mutua. En conjunto con otros tipos de asociaciones suman 44; el 2% del número de empresas que ha-bía en 1892. El dato muestra un cam-bio laboral y social cualitativo.

Los gremios y empleados asalaria-dos percibieron su situación social como parte de los efectos negativos del comercio exterior, de las respues-tas de los gobiernos a la recesión eco-nómica y de los efectos del cambio en el patrón monetario. Reseñaron pro-puestas arancelarias para proteger

La moneda del colón, con respaldo metálico en oro, se estableció por ley del 24 de octubre de 1896. El tipo de cambio se fijó en¢ 2.15 / cada dólar.

Jornalero de regreso a casa. Rivas de Pérez Zeledón. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Los grupos más afectados con la reconversión fueron los peones y jornaleros del campo, productores de café no beneficiadores, los tra-bajadores del sector estatal, artesanos y asalariados de la manufactura, y los ocu-pados por oficios.

Page 113: Libro Forjadores de Costa rica

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y buscar seguridad ante la desocu-pación, la caída de los salarios y la devaluación de la plata. Otros se aso-ciaron con objetivos de ahorro o de “economías”; formaron cooperativas y vieron en las sociedades de seguros una forma de protegerse ante riesgos de vida, ancianidad, accidentes e in-cendio. Entre los trabajadores inmi-grantes de origen europeo floreció la ayuda mutua, la beneficencia y la formación de colonias de distintas nacionalidades.

Otro síntoma de cambio alertó a patronos, empleadores y políti-cos. El conflicto entre el capital y el trabajo comenzó a expresarse en términos antagónicos: mediante motines y huelgas como las que hi-cieron entre 1875 y 1893 los obreros inmigrantes ocupados en el tendi-do ferroviario. Ese tipo de protestas eran consideradas delitos. A pesar de ello reaparecen entre obreros textiles, panaderos, linotipistas, te-legrafistas, zapateros, trabajadores

municipales y de la Northern Rai-lway Co. Poco después asomaron en los bananales. Las huelgas pusie-ron el salario, el tiempo de trabajo y las condiciones de empleo en la agenda de otro tipo de organiza-ción: las coaliciones de asalariados por oficios, circuitos gremiales y de obreros fabriles. Entre 1904 y 1905 surgen las ligas y federaciones de artesanos y obreros, preludio del movimiento sindical.

El 8 de julio de 1875 un decreto legislativo auto-rizó la creación de aso-ciaciones civiles y varios grupos de artesanos y trabajadores por oficios se acogieron al derecho a la organización.

ASOCIACIONES DE ARTESANOS Y TRABAJADORES 1874-1901

Fuente: Fallas M., Carlos L. Op. Cit. Pp. 299-310 y Pp. 175-190. Oliva M., Mario. Artesanos y Obreros costarricen-ses: 1880-1914. EUCR. San José, 1985. p. 83.

TIPO Nº TIPO NºGremiales 5 Cooperativas 2Artesanos 7 Inmigrantes 4Socorro mutuo 3 Estudiantes 1 Albañiles 1 Clubes 1Artesanos católicos 1 Profesionales 9Cajas de ahorro 3 Comercio 1Sindicatos 1 Seguros de vida 1Obreros 2 Agricultores 1Maestros 1 Totales 24 20

Entre los trabajadores inmigrantes de origen europeo floreció la ayuda mutua, la beneficencia y la formación de colonias de distintas nacionalida-des … Y entre 1904 y 1905 surgen las ligas y federaciones de artesanos y obreros, preludio del movimiento sindical.

la manufactura, estabilizar precios de los artículos de consumo interno

Obreros de la fábrica de mosaicos, propiedad de don Lesmes Jiménez y Adela Gargollo. Fuente: Colección de Guillermo Jiménez S.

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El magisterio también irrumpió en el campo asociativo en procura de seguridad económica y estatus pro-fesional, e infundió más relevancia a los aires de cambio social. En 1869 el personal escolar había sido reco-nocido como parte de los funciona-rios del Estado con diversas catego-rías y grupos de ocupación. En el decenio 70-80 experimentaron una acelerada estratificación profesio-nal y diferenciación social, debido al auge de la enseñanza secundaria privada. En 1901 un grupo de 55 profesores y maestras de San José crearon la Sociedad de Economías de los Maestros. El magisterio tomó forma como fuerza proclive a las re-formas sociales y políticas a partir de 1890.

En 1901 un grupo de 55 profesores y maestras de San José crearon la Socie-dad de Economías de los Maestros.

En esa transición influyeron al menos cuatro legados: los cambios institucionales de 1884-1886, que dieron contenido jurídico a la vi-sión laica y racionalista acerca de la autoridad estatal y religiosa, y a las jerarquías sociales. La participación en las contiendas electorales a través de clubes, clientelas y partidos polí-ticos. El perjuicio del cambio mone-tario sobre los salarios y el empleo de los educadores, sin que hubiera propuestas de compensación, ni de transformación de la educación por parte del Estado, y por último, la in-serción de un grupo de intelectuales en la onda de opinión pública que impulsaban artesanos, comercian-tes, la Iglesia Católica, los partidos políticos y la naciente empresa de la noticia.

Entre 1890 y 1905, al menos 45 educadores e intelectuales fundaron o dirigieron 36 medios de comunica-ción escrita. En esos impresos tomó forma un campo de pensamientos, ideas, convicciones y sensibilidades que ayudó a remover valores y tra-diciones con el recurso al diálogo entre su presente y las innovaciones de las sociedades y civilizaciones más evolucionadas; en menor grado con referencia al pasado como valor y fuente de identidad. A partir de 1908 un segmento se involucró en luchas reivindicativas de artesanos y obreros. Cuestionaron el retraso económico, la influencia nociva de algunas inversiones de origen norte-americano, las exclusiones sociales, los vicios electorales y la pobreza.

Las desigualdades de crecimien-to entre las áreas geográficas de la economía y la estrechez del paisa-je productivo, no fueron asumidas por las autoridades como funciones políticas globales del Estado. Evo-lucionaban sujetas a las reglas del mercado y a los intereses específi-cos de los grupos productores. Los gobiernos se limitaron a autorizar contratos con individuos o empre-sas privadas y a brindar apoyos a las inquietudes de finqueros, pobla-dores, munícipes, gobernadores de provincia y empleados públicos.

Esos actores se mancomunaban bajo objetivos tales como proveer ingresos a las municipalidades me-

diante el reparto de tierras baldías que se subastaban con propósitos de colonización; fiscalizar el recau-do de ingresos por servicios públi-cos; asignar sumas de la hacienda estatal para abrir caminos, tender puentes y líneas de telégrafos, cons-truir cárceles y encauzar tomas de agua o pajas sacadas de los ríos para el consumo doméstico y comunal. La administración de esos trabajos recaía en una vasta red de juntas avaladas por el Estado y organiza-das por las comunidades: Juntas de Caminos Vecinales, Edificadoras, Escolares, Sanitarias, Caritativas y de Aguas.

La alfabetización y la escolaridad de las niñas y los niños del campo fue atendida con un concepto de instrucción mínima englobado en la noción de “escuela para la vida”. Se impartía hasta el segundo o ter-cer grado con el fin de preparar a los jóvenes para las tareas agrícolas y el ejercicio de la aritmética que les permitiera el empleo en la cons-trucción o ir de compras al merca-do municipal. Los grados cuarto, quinto y sexto se ofrecían sólo a los estudiantes de las cabeceras de pro-vincia donde había colegio público; no en todas las escuelas. Entre 1893 y 1901, de un promedio anual de 775 maestros en servicio, el 84% ca-recían de títulos de idoneidad para enseñar. En 1892, de los 291 bachi-

Entre 1893 y 1901, de un promedio anual de 775 maestros en servicio, el 84% carecían de títulos de idoneidad para enseñar. En 1892, de los 291 bachilleres que había en el país 204 residían en San José.

Entre 1890 y 1905, al menos 45 educadores e intelectuales fundaron o dirigieron 36 medios de comunicación escrita.

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lleres que había en el país 204 resi-dían en San José.

El salario para labores agrícolas tuvo dos pequeñas fijaciones a raíz de la emigración de trabajadores del Valle Central a la zona atlántica, en perjuicio de las faenas cafetaleras. El sueldo de los jornaleros osciló entre 0.50 y 1.00 peso diarios; el de los artesanos, de 1.50 a 2.50 pesos; el del personal escolar, entre 30 y 60 pesos mensuales. En contrate, los salarios de los profesores de secun-daria, de la Escuela Normal y de las tres facultades de estudios superio-res eran similares al que recibían las autoridades públicas de mediana y alta jerarquía. El ocupado en el go-bierno o en el comercio ganaba 15 pesos por semana.

Entre 1898 y 1909 hubo tres decre-tos que redujeron el salario de los educadores entre 10% y 20% según

categorías. En los años 92, 93, 94, 1900 y 1902, el costo del “diario” en el Mercado Central, para una fami-lia obrera de 4 personas, absorbía entre 60 y 77% de un sueldo de ¢12; entre el 47 y el 62% de un salario de ¢15; y de 39 al 41% de un pago de ¢18 por semana. El Obispo Bernar-do Augusto Thiel publicó en 1893 la Carta Pastoral sobre el Justo Salario y el pronunciamiento suscitó la re-acción del Presidente José Joaquín Rodríguez. Consideró que el pre-lado interfería en asuntos que no le competían, como las cuestiones del mercado y de la política. Eran tiem-pos de relevo de autoridades de go-bierno y el Obispo promovía elec-tores y curas para el Partido Unión Católica.

Los gobiernos abordaron la higie-ne de las villas y ciudades conside-rando la densidad de población, las

Casa de don Cleto González Víquez, expresidente de Costa Rica. Fuente: http://img57.imageshack.us/i/casacletojw8.jpg/

El Obispo Bernardo Augusto Thiel publicó en 1893 la Carta Pastoral sobre el Justo Salario

Monseñor Thiel. Fuente: http://www.tiquicia.com/colum-nas/historia

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áreas de actividad pecuaria y los riesgos de contagio desde fuera de las fronteras. La fiebre tifoidea fue un mal permanente desde 1840. La disentería o “cólera infantil” se pro-pagó a tono con la descomposición de las mieles del café y el consumo de aguas malsanas. Junto con las pa-peras y el sarampión, constituía un foco de mortalidad infantil. Desde 1835 persistían otras epidemias: vi-ruela, cólera, paludismo, escarlatina, influenza, hepatitis, tifoidea, lepra y sífilis. Hacia 1850, el conocimiento

médico se apoyaba en teorías humo-rales. A los enfermos se les trataba con sangrías, vomitivos, purgantes y lavativas. En 1866 la esperanza de vida era de 28.6 años. Estadística-mente, en 1900 las personas morían por vejez a la edad de 31.8 años.

Entre 1840 y 1850 ingresaron al país algunos médicos inmigrantes y los primeros graduados costarricen-ses que venían de Guatemala: Na-zario Toledo, Víctor Castella, José María Montealegre, Lucas Alvara-do, Fermín Meza y Andrés Sáenz. En 1857 se creó el Protomedicato de Medicina como cuerpo consulti-vo en asuntos de higiene pública y para autorizar la incorporación de los profesionales en el área. Se inició la enseñanza profesional a partir de 1874. Al comienzo del siglo XX sur-gieron las primeras organizaciones

gremiales de médicos, farmacéuti-cos y odontólogos.

La Iglesia, el Estado y grupos de damas, algunas de ellas espo-sas de políticos y cafetaleros, pro-movieron en la segunda mitad del siglo XIX otro tipo de asociaciones para afrontar las consecuencias de las epidemias, las enfermedades de los pobres y la pobreza. Crearon

En 1866 la esperanza de vida era de 28.6 años. Es-tadísticamente, en 1900 las personas morían por vejez a la edad de 31.8 años.

La Junta de Caridad de San José reorganizó el Hospital San Juan de Dios el 3 de julio de 1845. El país tenía enton-ces cien mil habitantes y había menos de una doce-na de médicos.

Jardines del Hospital San Juan de Dios. Foto: Zamora, Fernando. Op.Cit.

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organizaciones para socorrer a la infancia en abandono y orfandad, atender a personas ancianas sin amparo, auxiliar enfermos pobres con impedimentos físicos y cerebra-les, albergar mendigos ambulantes, asistir a los prisioneros, ayudar a las viudas pobres y madres adoles-centes en soltería.

En Europa como en América esas actitudes las cultivaron desde el siglo XV las órdenes clericales in-feriores, autorizadas por la Iglesia Católica y como respuesta al cisma luterano y calvinista. En los siglos XVIII y XIX tomaron auge y algún relieve social debido a los perjuicios que trajeron a las clases trabajadoras las revoluciones agrícola, comercial, tecnológica, fabril y urbana.

La monarquía española reguló el funcionamiento de asociaciones cle-ricales y privadas que surgían con objetivos benefactores o con estatura filantrópica. Las normas coloniales se preservaron en Costa Rica hasta 1860. La iglesia había comenzado a perder potestades en el campo de la beneficencia pública, desde que las cofradías y las capellanías fueron subordinadas al naciente Estado o abolidas con base en la codificación de leyes del presidente Carrillo Coli-na. En 1845 se decretó la creación en todo el país de Juntas de Caridad, a las cuales fueron subordinadas todas las asociaciones caritativas de con-gregaciones de monjas y clérigos.

La Junta de Caridad de San José reorganizó el Hospital San Juan de Dios el 3 de julio de 1845. El país tenía entonces cien mil habitantes y había menos de una docena de mé-dicos. La institución estuvo activa entre 1815 y 1826, pero se concentró en la atención a los leprosos. De ahí el nombre de “Lazareto”. En 1826 el Obispo Llorente y Lafuente asumió la organización de la construcción y la obra se inició y amplió entre 1855 y 1895. Desde 1876 la asistencia a los enfermos se delegó en las Her-manas de la Caridad de San Vicente de Paul. Ese esquema de colabo-ración entre órdenes clericales y el Estado se reprodujo en la creación y funcionamiento de los centros hos-pitalarios de las cabeceras y villas

de provincias. Funcionó también para la atención en los hospicios y albergues de desvalidos; algunas veces acompañados de instrucción en oficios manuales.

El control estatal de la beneficen-cia se acentuó en la década del se-senta. Durante el ejercicio del poder del General Guardia, la iglesia re-cuperó poder institucional e inje-rencia administrativa en ese tipo de instituciones. En 1892 se abolieron las leyes anticlericales de 1884 y el Estado revirtió aquella situación a favor de las órdenes clericales. En 1885, la Junta de Protección Social realizó el primer sorteo de lotería nacional para captar recursos y des-tinarlos a obras institucionales de

En 1885, la Junta de Protección Social realizó el primer sorteo de lote-ría nacional para captar recursos y destinarlos a obras institucionales de beneficencia.

ASOCIACIONESEINSTITUCIONESDEBENEFICENCIA:1833-1902

ORGANIZACIÓN INSTITUCIÒN OBJETIVOS FECHA

El Lazareto Enfermos de lepra 1833-1890Juntas de Caridad Epidemia del cólera 1836-1837

Junta de Caridad de Hospital San Juan de Dios Albergue de enfermos 1845San José Pobres, impedidos, locos

Hermanas Vicentinas Huérfanos y prostitutas 1873-1936 Hospicio de Niñas Niñas menores 1870 de la Trinidad

Hermandad de Caridad Enfermedad y sepultura 1872-2003Sociedad Señoras de Hospicio de Huérfanos Orfandad 1873-1886 San Vicente de Paul Asilo de incurables Ancianos impedidos 1878 Asilo Nacional locos Dementes 1890

Sociedad Almuerzo Pudientes venidos a menos 1887 Asilo de la Infancia 1905-1923 Asilo de Pobres 15-7-1908 SociedaddeBeneficenciaAlemana 7-8-1855 SociedaddeBeneficenciaEspañola 1866 Fundación del Centro Español 17-3-1896Inmigrantes SociedadItalianadeBeneficencia“HumbertoIReydeItalia” 9-1-1890 Sociedad Filantrópica Italiana 21-3-1890 SociedaddeBeneficenciaFrancesa 1894 Sociedad Italiana de Socorros Mutuos 18-1-1902 SociedaddeBeneficenciaSantaÚrsula 1901 Soc.deBeneficenciaSantaIsabeldeHungría 1908 SociedaddeBeneficenciaCubana 1909

Elaborado por Carlos A. Abarca V. Fuente: Guzmán-Stein, Miguel. “Benefactores, pobres mendicantes y pobres vergonzan-tes:filantropíaycaridadenlasrelacionessocialesdeCostaRica.”.En:Pobreza e Historia en Costa Rica. Editor Ronny Viales H. EUCR-CIAHC. San José. 2005. Pp. 207-272. Fallas M. Carlos. Op. Cit. Pp. 299-304. Rodríguez Sancho, Javier. El Estado en Costa Rica: la iniciativa pública y privada frente al problema de la pobreza urbana. 1890-1930. En: 1http://cariari.ucr.ac.cr/~anuario/jrodriguez.pdf

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beneficencia. No obstante, por ino-pia y condescendencia con la Igle-sia, siguió permitiéndose que las congregaciones atendieran las fun-ciones asistenciales de los enfermos pobres hospitalizados, asilados o recluidos en hospicios.

En general, las diversas manifes-taciones de la pobreza eran perci-bidas por las autoridades públicas como resabios de la ignorancia, ne-gación de los atributos de racioci-nio, voluntad de trabajo, ética del buen vivir y aspiración a la felici-dad. Por lo tanto, superar la pobre-za era responsabilidad de los mis-mos individuos afectados; o a lo sumo de las asociaciones, grupos filantrópicos y entidades religio-sas que legitimaban en principios de moral cristiana sus acciones ca-ritativas con aquellas personas. El cuadro siguiente ilustra esas rela-ciones entre la Iglesia, el Estado y las asociaciones privadas de bene-ficencia pública.

Los gobiernos sí abordaron como función ineludible del Estado los riesgos derivados de la relación en-tre el desamparo y la salud pública; y la conexión entre el desempleo

y la seguridad de individuos, em-presas y propiedades. Los pobres de solemnidad o mendigos fueron reconocidos en su estatus social degradado y se reglamentaron los días, horas y lugares en que podían pedir limosnas. Las prostitutas, por el contrario, fueron castigadas con diversas penas y sometidas a rígi-dos controles sanitarios y trabajos forzados de asistencia pública a cargo del Estado. En 1863 se creó la Cárcel Nacional de Mujeres.

La vagancia, en cambio, se con-troló con abundante legislación policial y civil desde 1830. Ante la escasez crónica de trabajadores, en la práctica los mendigos, prostitutas y desempleados ambulantes podían entrar en la noción de vagos, y como tales ser reclutados para el trabajo

privado, construcción de edificios, iglesias y vías públicas. En el caso de adolescentes hombres y mujeres se entregaban en tutelaje a familias, finqueros, hacendados y coloniza-dores, como sucedió con los apo-yos brindados por el gobierno al inmigrante cubano Antonio Maceo, en Nicoya.

La represión de la delincuencia y el crimen se ejerció con diver-sos tipos de castigos corporales, destierro, inhabilitación civil, cár-cel, presidio y pena de muerte. La institucionalidad judicial del Es-tado progresó con la creación del Ministerio de Justicia en 1870. En particular, en cuanto a la autono-mía en la administración de la fase ejecutoria de las penas. El arresto se aplicaba por sanción policial. Entre 1872 y 1874 se fundó y regla-mentó el Presidio San Lucas y el Dr. José María Castro Madriz y el Coronel Antonio Pinto esbozaron la creación de la Penitenciaría Na-cional. Ambas instituciones se des-tinaron a recluir sentenciados por homicidio, violación y otros delitos mayores, como las causas judicial y militar relacionadas con la cons-piración política.

Grupo de niños en el hospicio de huérfanos de San José. Fuente: http://img529.imageshack.us/img529/9189/SANJOSE-HOSPICIODEHUERFANOS1925.jpg

Entre 1872 y 1874 se fundó y reglamentó el Presidio San Lucas y el Dr. José María Castro Madriz y el Coronel An-tonio Pinto esbozaron la creación de la Penitencia-ría Nacional.

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Las penas de destierro y presidio fueron la respuesta represiva a la abolición de la pena de muerte. Ese castigo se abandonó en el Art. 6 del Derecho de Garantías que aprobó el Lic. Bruno Carranza el 28 de abril de 1870, el cual acogió el principio de inviolabilidad de la vida humana. El General Tomás Guardia firmó la me-dida abolicionista en el Art. 2 de la Ley de Garantías del Gran Consejo Nacional aprobada el 18 de octubre de 1877. La disposición se incluyó en el Art. 45 de la Constitución Polí-tica de 1871, una vez que fue puesta

nuevamente en vigencia después del autogolpe del gobierno, en 1876. El control judicial de las diversas penas tuvo un avance superior con la creación del Código Penal, el 27 de abril de 1880. Se estableció por primera vez la pena privativa de la libertad, en sustitución de las penas concebidas como castigo de la cor-poreidad de los sentenciados.

El siglo XX despertó en Europa con los truenos de la guerra. En Cos-ta Rica, con los ruidos de los pitos y los rieles de los ferrocarriles. Allá se

desmoronó el sistema colonial de los turcos, austriacos y húngaros, y los pueblos eslavos vieron gravi-tar sobre su península los intereses imperiales de Rusia y Alemania. En Centroamérica se erguía la hegemo-nía de los Estados Unidos en alianza con Inglaterra. En Costa Rica, otras generaciones de familias, empresa-rios y trabajadores, forjaban la recu-peración ante la crisis de fin de siglo y la vigencia efectiva del Estado de Derecho. El progreso del capitalis-mo europeo naufragó al estallar la Primera Guerra Mundial.

Antiguo centro penal en la isla San Lucas, Puntarenas. Foto: http://www.sailingcharterscostarica.com/photo_gallery/DSC_0470.JPG

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19187 de marzo Ramón Rodríguez R. Director Administrativo de la Secretaría de

Educación envía a la Asociación de Inspectores de Escuelas el pro-yecto para la creación de la Sociedad de Socorro Mutuo del Personal Docente, elaborado por su hermano Alejandro Rodríguez, maestro en la Escuela de San José de Atenas.

19205 de julio El diputado José Guerrero, cofundador de la Asociación de Inspec-

tores de Escuelas, presenta a la Asamblea Legislativa el proyecto de creación de la Sociedad de Socorro Mutuo del Personal Docente. Fue apoyado por los diputados, maestros Nautilio Acosta Piepper, Elías Leiva y Juan José Monge M.

15 de ago. El Ministro de Educación Joaquín García Monge informa que el edu-cador Alejandro Rodríguez presentó el Proyecto de Socorro Mutuo del Personal Docente a la Asociación de Inspectores de Escuelas.

15 de ago. Se aprueba la Ley No. 48 por la cual el Estado subsidia a los docen-tes tuberculosos.

24 de dic. El Presidente Julio Acosta García y el Ministro de Educación Miguel ObregónLizanofirman laLeyNo.7que instituyó laSociedaddeSocorro Mutuo del Personal Docente.

1921 5 de mayo El Poder Ejecutivo emite el decreto No. 5 que reglamenta la Socie-

dad de Socorro Mutuo del Personal Docente.

18 de abril Se nombra el primer directorio de la Sociedad de Socorro Mutuo.

192316 de mayo El Decreto No. 30 integró a directores y profesores de liceos a la

Sociedad de Socorro Mutuo.

Junio Varios maestros pensionados presentan a la Asamblea un proyecto de reformas a la Ley de Socorro Mutuo para que éste fuera adjudi-cado durante el período de vida y no por heredad. Fue rechazado.

8 de set. El Decreto No. 25 aprueba el Reglamento de Ingreso a la Sociedad de Socorro Mutuo para todo el personal inscrito en el escalafón, aun-que no estuvieran en servicio.

11 de set. Se emite la Ley de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional.

192429 de oct. El Ministro de Educación Napoleón Quesada envía al Congreso el

proyecto de Reformar la Ley de Socorro Mutuo para crear la Socie-dad de Seguros de Vida del Magisterio.

30 de oct. El Congreso aprobó la Ley No. 12 que creó el monopolio estatal de los seguros de vida, con exclusión de la Sociedad de Socorro Mutuo del Personal Docente. Crea el Banco de Seguros, luego llamado Instituto Nacional de Seguros.

Diciembre Se inicia el debate para trasformar el Socorro Mutuo en un Seguro de Vida del Magisterio.

192513 de mayo Se aprueba la Ley No. 5 que creó la Sociedad de Seguros de Vida

del Magisterio Nacional. Incluyó a los porteros o conserjes de am-bos géneros. Presidente Ricardo Jiménez Oreamuno.

192711 de mayo El decreto No. 4 estableció el servicio médico gratuito para los

miembros activos del personal docente.

193123 de abril El Decreto No. 4 establece que los porteros o conserjes sólo tendrán

derecho al seguro de vida mientras permanezcan en sus cargos. Pueden reincorporarse si tienen 10 años de servicio consecutivo. Se establece el adelanto de sumas para gastos funerarios.

Se establece que el Ministerio de Educación nombrará al directorio de la Sociedad de Seguros de Vida.

23 de julio Decreto No. 4 sustituyó la cuota de seguro de vida, de 1% sobre salariosporunacuotafijade$1.00pormesyexigióunpagoantici-pado de 3 cuotas para atender urgencias presupuestarias y un 2% para crear un fondo de reserva.

19325 de abril Decreto No. 17 incluye entre los asociados voluntarios a los docen-

tes con cargos administrativos en el Ministerio de Educación, a los maestros incluidos en el escalafón aunque no estén en servicio y al personal retirado de la enseñanza pero con 10 años de servicio consecutivo. Reglamenta el fondo de Reserva.

193824 de nov. Decreto No. 13 institucionalizó los subsidios ordinarios y extraordi-

narios, debido a los descuentos de salario por estado de enferme-dad. Se pagaban del fondo de reserva.

194013 de agosto Ley No. 240 admite a los Directores y Profesores de las Escuelas

Universitarias en el seguro de vida del magisterio. Indefinida Se deroga la ley que obligaba al Estado a subsidiar a los maestros

tuberculosos. La Sociedad de Seguros asume el auxilio.

194118 de ago. La Ley No. 260 reduce de 10 a 5 años el tiempo de servicio obliga-

torio que concede derecho de ingreso a la Sociedad a los docentes retirados.

1944 Se suprime la representación de los Directores de Colegios en la

Junta Directiva De la Sociedad. Se aprueba el Código de Educa-ción.

194915 de feb. La Ley No. 376 reconoce el derecho de la ADEJUP a estar repre-

sentada en la Junta Directiva de la Sociedad de Seguros de Vida. El nombramiento de los directores es potestad del Ministro de Educa-ción.

Junta Directiva de la So-ciedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional. De izquierda a derecha, de pie: Lic. Manuel Clachar Canales, MBA. Maynor Sterling Araya, Prof. Didier Gamboa Solano, Lic. José Antonio Castillo Ara-ya, Lic. Miguel Hernández Ma-drigal. Sentados: Prof. José María Hidalgo Hernández, MBA. Miguel Cordero Umaña, Lcda. Georgina Díaz Sánchez y Lic. José Joaquín González Ramírez. Fuente: Archivo SSVMN.

Ilustración artística del edificio de laSSVMN. Fuente: Ar-chivo SSVMN

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14 de mayo Decreto No. 34 establece el subsidio por enfermedad a los jubila-dos.

14 de set. La Ley No. 715 extendió la cobertura obligatoria del seguro de vida a todo el personal de la Secretaría de Educación, activo o pensionado yclasificóalosasociadosvoluntarios.Asimismoalpersonaldelasinstituciones de educación privadas y subvencionadas por el Estado. Sefijaporprimeravezunsistemadecálculodelascuotasdesegurode vida en proporción con la última cuota del fallecido. Autoriza la pignoración de la póliza para conceder préstamos a los asociados jubilados.

1950 La Ley No. 1201. Hace más estricto el cálculo de las cuotas de se-

guro según la Ley de 1949. Nov. La Sociedad adquiere la primera propiedad para sus instalaciones

propias.

19518 de marzo El decreto No. 2 aprueba el Reglamento de la Sociedad de Seguros.

Se autorizan los adelantos de póliza por enfermedad terminal y para gastos funerarios.

1954 6 de set. La Ley No. 1926 amplía la asociación voluntaria a los empleados

de organizaciones de educadores legalmente constituidas. Aumenta la cuota del seguro con base en la forma de cálculo establecida en 1950.

19556 de set. La Ley 1926 estableció que los funcionarios administrativos de la

UCR podían solicitar el ingreso a la Sociedad como asociados vo-luntarios después de seis meses de servicio. Estableció el cálculo de las cuotas medias y un procedimiento matemático para liquidar las pólizas. Autoriza la pignoración de las pólizas del magisterio a favor del INVU y de la Caja de la ANDE. El Secretario Tesorero –actual ad-ministrador- podía ser nombrado fuera de la potestad del directorio de la Junta.

1965 La Sociedad adquiere la segunda propiedad, en la sede actual. Dis-trito Catedral.

19687 octubre Ley 4204 extiende la obligatoriedad de asociación al seguro magis-

terial al Rector, decanos, catedráticos y empleados administrativos de la UCR con base en el art. 496 del Código de Educación. Se introducen los préstamos por enfermedad. Establece que el nombra-miento del directorio es potestad de las asociaciones del magisterio nacional.

196912 agosto La Ley 4376 excluyó del seguro de vida obligatorio del magisterio

al personal de seguridad, tránsito, porteros, conserjes y peones de zonas verdes de la UCR.

10 de dic. Decreto 4499 excluyó del seguro de vida magisterial obligatorio al Rector, decanos, catedráticos y empleados administrativos.

1970 La Junta Directiva de la Sociedad inicia el sondeo legal y adminis-trativo para incursionar en el sistema de seguros de vida en forma complementaria al seguro de vida mutual.

22 de julio La Ley 4614 obliga a la SSVMN a publicar los informes de Auditoría y las Memorias anuales.

197221 de julio La Ley 5043 fija elmonto de la cuota cada cinco años con base

en estudios Actuariales, así como el valor de la póliza. Obliga a la SSVMNaotorgarcréditosalosafiliados.

197310 agosto SefirmaelprimerodeunaseriedetresconveniosconelINSpara

que la SSVMN venda a los educadores por un lapso de tres años las pólizas de seguros de vida emitidas por la institución.

Fuente. Abarca V. Carlos A. Historia de la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional. Editor, SSVMN. Ediciones Azul. San José, 2005. 314 p.

23 de julio La Ley 5283 autoriza a la SSVMN a hacer adelantos de la póliza mutual. También los créditos a los pensionados hasta por un 50% del monto de la póliza. Se institucionaliza el sistema de créditos de diversos tipos.

1974 La SSVMN lanza al mercado las primeras pólizas de vida dotal, “Plan Especial”.

198520dedic. LaSSVMNinauguraeledificioactualdelainstitución.

198628 de abril La Ley 7028 restablece el seguro de vida mutual obligatorio para

docentes y administrativos de las Universidades públicas.

1987 En el marco de los Planes de Ajuste Estructural la SSVMN inicia ne-gociaciones con empresas aseguradoras extranjeras para vender las pólizas de vida dotal.

1991 Inicia el Plan Complementario de Pensiones y Seguros para la Edu-cación.

1993 Se ejecuta el Plan Seguro de Jubilación con ingreso adicional a la pensión y un seguro de vida dotal.

1995 La Ley 7523 autoriza el régimen privado de pensiones complemen-tarias. La SSVMN crea la empresa SOL y DEZ S.A. y la Operadora de Planes de Pensiones Complementarias.

1996 La SSVMN crea la empresa Seguros Equidad Nacional en asocio con Seguros Equidad O.C., de Colombia. La SSVMN entra a formar parte de la Corporación de Servicios Múltiples del Magisterio.

1999 Se aprueba la Ley de Protección al Trabajador. Introduce el modelo de seguros denominado de tres pilares, entre ellos los fondos de ca-pitalización individual de pensiones. La SSVMN ingresa al mercado como operadora de pensiones.

2001 La SSVMN adquiere las acciones de la empresa colombiana y se crea Magisterio Seguros S.A.

VistapanorámicadelosedificiosdelaSSVMN.Fuente:ArchivoSSVMN

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UNIDADYDIVERSIDADENLAESTRUCTURAPRODUCTIVA

Costa Rica adquirió los ras-gos esenciales de la Repú-blica independiente entre

1825 y 1870. En el último tercio del siglo XIX reafirmó las normas ju-rídicas y las instituciones públicas que organizaron las funciones del Estado como instancia superior del sistema político de la nación. Las convergencias y divergencias entre la forma de gobierno republicana, y los fines del Estado liberal, fueron procesos históricos arraigados en la exportación de café, banano, gana-do y en las inversiones del capital extranjero. Esas variables condicio-naron los cambios en la economía, las poblaciones, la sociedad y la cul-tura nacional.

La extensión de las funciones del Estado liberal se sustentó hasta 1949 en el progreso de la educación, el

saneamiento de las ciudades, la or-ganización del espacio y regulación del orden público, la ampliación de la representatividad electoral, el crecimiento de la agricultura de consumo interno y del sector ma-nufacturero y fabril, y las respues-tas políticas a algunos de los efec-tos contradictorios de la apertura al mercado mundial. En particular, en atención a las demandas de las po-blaciones del Valle Central. El curso y los resultados de ese proceso que-daron atrapados en una coyuntura histórica ineludible.

Los ciclos de auge y crisis de la economía capitalista, sobre todo la crisis de fin de siglo y la depre-sión de 1929-1933; las dos guerras mundiales; la reacción del mundo capitalista al surgimiento en Ru-sia de la revolución bolchevique; la constitución de los gobiernos nazi y fascista en Europa Central; y las guerras de independencia y de descolonización en el Medio Oriente, Asia continental y África, repercutieron de forma diferente en la sociedad nacional. Las autori-dades políticas se vieron forzadas a introducir en el Estado liberal una variedad de ajustes intermitentes y desarticulados, y el proceso de cambios culminó en la guerra civil de marzo-abril de 1948.

Entre 1890 y 1940, la economía costarricense quedó delimitada en

La extensión de las fun-ciones del Estado liberal se sustentó hasta 1949 en el progreso de la educa-ción y el saneamiento de las ciudades.

Productores de café entregan su cosecha en el beneficio. San Isidro de El General. Fuente: http://www.perezzeledon.net

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los cultivos de exportación locali-zados en las regiones del Valle Cen-tral, el Atlántico, el Pacífico Sur y en menor grado, en Guanacaste. El café dinamizó el movimiento esta-dístico, pues el cultivo del banano favoreció muy poco la acumulación interna de capital.

El área cafetalera representó me-nos del 1% del territorio; en gran parte, en las tierras entre 600 y 1.500 metros de elevación, localizadas entre San Ramón al oeste del Valle Central y Turrialba, al este. Al co-menzar el siglo XX la finca cafetale-ra se extendió hacia Tilarán y Nico-ya, a las llanuras noreste y este de San Carlos, y al valle de Sarapiquí. Hacia el sur de San José se formaron los cantones cafetaleros de Tarrazú, Dota y Los Santos. En los años cua-renta el café penetró el Valle de El General y poco después el espolón nuboso de Sabalito y San Vito, en el Pacífico Sur.

La acumulación y centralización de capital favoreció a los dueños de fincas más extensas y de benefi-cios que introdujeron innovaciones técnicas como la siembra de varie-dades que daban mayores cosechas por área, el uso de herramientas, abonos, estufas, máquinas, fuerza hidráulica y mejoras en la limpieza y clasificación del grano. En 1887, sólo en la provincia de Heredia se localizaron 139 beneficios concen-

trados en el cantón Central y en Santo Domingo. En todo el país, la cifra pasó de 220 a principios del si-glo, a 150 beneficios en los años 40. En 1935, el 1.45% de los propieta-rios de fincas eran extranjeros, pero controlaban el 14.52% de las tierras cafetaleras. En 1940 había 21.576 productores, de los cuales el 55.7% poseían menos de una manzana. Los grandes productores cosecha-ban un alto porcentaje de la fruta. Otro cambio a su favor fue la am-pliación de la red vial de la Meseta Central por parte del Estado y la introducción del transporte auto-motor.

La distribución de las ganancias dependió más de la extensión de las regiones cafetaleras, que del

cambio en las relaciones de pro-ducción. Los beneficiadores esta-blecían los precios de la fruta con diferencias entre el café de altura de Tres Ríos y el cultivado en San José. Los productores de Heredia y Alajuela recibían entre el 10 y 13% menos que los de San José. Desde 1920 comenzaron a reivindicar pre-cios de compra más justos y mejo-res condiciones de crédito privado y bancario.

Las presiones originaron la crea-ción del Instituto de Defensa del Café, en 1933. Esta instancia abor-dó las molestias de los pequeños y medianos cafetaleros por el lado técnico de la producción: impulsó el recambio en las variedades, el mejo-ramiento de las siembras y del bene-ficiado. La persistencia de los recla-mos gestó la creación de la Junta de Liquidaciones, la cual estableció su-mas diferenciadas según regiones, calidad del fruto, de la recolección y del producto seleccionado para exportación. Europa continuó como principal mercado importador has-ta 1940, año en que fue sustituida por los Estados Unidos, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, cuando se impuso el sistema de cuotas fijas de compra. Con ello, bajó la calidad del producto para el consumidor, pues los exportadores recurrieron a la mezcla del grano de las diversas regiones.

La industria del café generó otras reacciones de pobladores debido al uso privado de las aguas públicas y la competencia por las concesiones

Entre 1890 y 1940, la eco-nomía costarricense quedó delimitada en los cultivos de exportación localizados en las regiones del Valle Central, el Atlántico, el Pacífico Sur y en menor grado, en Guanacaste.

Sacos de café y canasto. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

En los años cuarenta el café penetró el Valle de El Gene-ral y poco después el espolón nuboso de Sabalito y San Vito, en el Pacífico Sur.

En 1940 había 21.576 productores, de los cuales el 55.7% poseían menos de una manzana.

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entre productores de electricidad, dueños de aserraderos e ingenios de azúcar. La contaminación de los ríos y afluentes naturales motivó el malestar ciudadano. Desde 1902 la Facultad de Medicina impartía cur-sos con instrucciones para evitar la contaminación con las mieles del café; pero hasta 1937, año en que se promulgó el Reglamento de Bene-ficios de Café, no se contemplaron esos perjuicios sobre las personas, los ecosistemas y el medio ambien-te, en particular, por los efectos no-civos sobre la salud de los niños y adolescentes.

La exportación de banano pro-ducido por la United Fruit Co. en

la región atlántica, ocupó el primer lugar en Centroamérica entre 1890 y 1913. Las exportaciones prove-nientes de Costa Rica cayeron du-rante la Primera Guerra Mundial. En ese lapso surgió la competencia entre las empresas monopólicas, así como la enfermedad botánica cono-cida como el “mal de Panamá”. La compañía inició el abandono pau-latino de sus plantaciones, delegó la

fase de producción en agricultores locales y proyectó el traslado de las inversiones al Pacífico Sur mediante la adquisición de tierras en Quepos, Parrita y el valle de Coto. La crisis de 1929-1933 coincidió con el ven-cimiento del Contrato Soto-Keith de 1884 y con la huelga bananera de 1934. La empresa abandonó par-cialmente la región atlántica, pues mantuvo operaciones a través de la subsidiaria, la Chiriquí Land Co., y comenzó a producir en gran escala en el Pacífico Sur.

En ese contexto, la producción de cacao en el Atlántico tuvo un re-punte. El cultivo lo reiniciaron pro-ductores nacionales e inmigrantes

Desde 1902 la Facultad de Medicina impartía cur-sos con instrucciones para evitar la contaminación con las mieles del café.

Fruta y semillas de cacao. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

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extranjeros después de la Primera Guerra Mundial. El Estado autori-zó la venta de baldíos municipales e hizo donaciones de las tierras de gracias, o por servicios prestados a los gobiernos. La United Fruit Co. también liberó algunas tierras. Los propietarios de origen extranjero -españoles, alemanes, jamaiquinos, ingleses y norteamericanos- repre-sentaban el 41.8% de los producto-res y poseían el 55% de las tierras cultivadas de cacao.

Entre los hacendados figuran los españoles Vicente Pérez y Jeróni-mo Pagés, quienes eran además co-merciantes. Minor Keith, entre los norteamericanos; la firma “Lindo Brothers” entre los ingleses; y el ale-mán Guillermo Niehaus, también dedicado al cultivo de café y caña. Los productores nacionales cons-tituían el 58.2%. Entre ellos: José María Castro Fernández, Rafael Cañas Mora, Felipe J. Alvarado, la sociedad Quirós & Hermanos, y la Compañía Bananera de Sixaola. Los jamaiquinos poseían pequeñas ex-tensiones, excepto uno o dos gran-des productores.

La UFCo. cultivó cacao desde 1913 en fincas de banano acosadas por el “mal de Panamá”, ubicadas en Estrella, Santa Clara, Zent y Ba-nano. En 1920 controló el 40% de la producción, proceso y comercio; en parte por medio de compras a particulares, como a la firma Lin-do Brothers y Felipe J. Alvarado.

En 1925 estaban en producción un total de 25.804 hectáreas. En 1928 la UFCo. cultivaba 11.153 hectáreas, el 43.6% del total. En el grupo de productores privados había empresarios, comerciantes, profesionales y antiguos emplea-dos cesantes de la Compañía, que recibieron hasta 10 Has. Se finan-ciaban por medio de prestamistas, bancos privados y del Banco Inter-nacional, por lo cual algunos de

ellos perdieron sus propiedades y se convirtieron en precaristas. En 1929, había 85 cacaoteros en esa condición.

Los precios del cacao subieron entre 1884 y 1920, pero comien-zan a caer desde 1900 hasta llegar al punto más bajo en 1925. El cie-rre del ciclo productivo y exporta-dor sobrevino durante la crisis de 1929-1933. Al principio hubo gran demanda pues se estaba iniciando la producción en África. Estados Unidos e Inglaterra fueron el prin-cipal mercado. Entre 1884 y 1925 aumentó el volumen y el valor de las exportaciones. Los ingleses de-jaron de comprar la fruta a raíz de la Primera Guerra y porque se abas-tecieron de sus colonias en África. Por esos años también se exportó cacao a Panamá, Perú, El Salvador

La exportación de banano producido por la United Fruit Co. en la región atlántica, ocupó el primer lugar en Centroamérica entre 1890 y 1913.

Los cultivos de banano y de cacao en la región del Atlántico absorbieron gran parte de la población del Valle Central y Gua-nacaste que era expulsada por la expansión del café y de la ganadería.

Transporte de bananos en Golfito.Fuente:http://www.golfito-costarica.com/golfito

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y Guatemala. Los cultivos de ba-nano y de cacao en la región del Atlántico absorbieron gran parte de la población del Valle Central y Guanacaste que era expulsada por la expansión del café y de la ganadería. Otros trabajadores pro-venían de Jamaica y Nicaragua. Según el censo de 1927, más de la mitad de la población del Caribe costarricense era extranjera.

traslado de operaciones del Atlánti-co al Pacífico Sur, al margen de los términos establecidos en el Contra-to Soto-Keith de 1884.

Los Contratos de 1934 abrieron el Distrito Bananero de Coto, ad-ministrado desde Panamá por la Chiriquí Land Co., subsidiaria de la United. El contrato Cortés-Chit-tenden, aprobado el 20 de julio de 1938, permitió la creación del Dis-trito de Colorado y la organización de la División Bananera de Golfito

como sede administrativa en Costa Rica. Además, le permitió la cons-trucción del Ferrocarril del Sur y los muelles de Quepos y Golfito, a cambio de un préstamo al gobierno por ¢ 2.000.000. Los puertos y mue-

Entre 1930 y 1938 la UFCo. y los gobiernos fir-maron cinco contratos ba-naneros que legalizaron el traslado de operaciones del Atlántico al Pacífico Sur, al margen de los términos establecidos en el Contrato Soto-Keith de 1884.

Una cláusula del Con-trato de 1934 prohibió el desplazamiento de traba-jadores negros del Atlán-tico al Pacífico.

El cultivo de banano en el Pací-fico Sur lo iniciaron productores nacionales. Desde principios del siglo XX, la UFCo., contrató a Hen-ri Pitier para estudiar los suelos de la región y en 1927 fundó la Golfo Dulce Land Co. por intermedio de Fernando Castro Cervantes. Adqui-rió las primeras 9.500 hectáreas a contrapelo de derechos de posesión de colonos que habitaban las comu-nidades de Ojo de Agua, el Pozo –colonia penal-, Balsar y Palmar; o por medio de compras a particula-res.

El Contrato de 1930 le permitió abrir plantaciones en Quepos y Parrita por intermedio de Felipe J. Alvarado, socio de Minor Keith. Al-varado adquirió en 1935 las accio-nes de la empresa Pirris Farm and Trading Co., propiedad de Agathon Lutz. Entre 1930 y 1938 la compañía y los gobiernos firmaron cinco con-tratos bananeros que legalizaron el

Iglesia de Palmar Sur. Foto: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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lles pasarían al Estado al cabo de cincuenta años. En compensación, el gobierno cedió en arrendamiento gratuito gran cantidad de las tierras baldías de la milla marítima y fluvial con el objeto de facilitar el tendido de ferrocarriles y muelles, hospital, escuelas, zonas residenciales, comi-sariatos y talleres. Se le exoneró del pago de impuestos de importación, territoriales y municipales.

Hacia 1940 la UFCo. poseía unas 25.000 hectáreas y tenía en produc-ción menos de 5.000. Controló las fases de producción, transporte y comercio. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial inició la exporta-ción en gran escala. La región se convirtió en foco de atracción de trabajadores y colonos; zona de gran diversidad social y cultural derivada de tradiciones, valores y prácticas sociales de nicaragüen-ses, hondureños, panameños, gua-nacastecos y emigrantes del Valle Central. No así de la población de origen o ascendencia africana, pues una cláusula del Contrato de 1934 prohibió el desplazamiento de tra-bajadores negros del Atlántico al Pacífico. Entre 1939 y 1950 surgie-ron los “pueblos civiles” de Parrita, Quepos, Cortés, Golfito, Jiménez, Río Claro, Villa Neily, Sierpe, Pal-mar Norte y Palmar Sur.

La agricultura y el procesamien-to de la caña de azúcar proveyó la materia prima para la elaboración de panelas o atados de dulce para consumo familiar, citadino y de la Fábrica Nacional de Licores. Los primeros ingenios se instalaron en 1880. En el lapso de 1912 a 1920 se redujo la producción de caña para consumo local y aumentó la impor-tación de azúcar. El déficit propició los estímulos estatales. Después de la Primera Guerra Mundial creció

el área cultivada y la concentración de capital en un bajo número de in-genios ubicados en las zonas cafeta-leras de Grecia y Turrialba. Propie-tarios de ingenios como las familias Tinoco, Pinto, Bennet, los hermanos Lindo, Niehaus, Peter y Wollenwe-ber formaban parte del capital cafe-talero.

En 1917 se cultivaron 11.181 Has. La producción y el número de in-genios, creció después de 1924. En 1926 se sembraban 18.028 Has. La cifra de ingenios localizados en Alajuela y Cartago pasó de 22 en 1919, a 25 en 1928, y 16 en 1940. En Guanacaste, la caña fue introducida por colonos del Valle Central e inmi-grantes extranjeros. En 1916 existían unos 30 trapiches en Tilarán, y 2 in-genios: Tempisque, en Carrillo y La Mansión, en Nicoya. En Puntarenas había 212 trapiches, pero el primer ingenio, El Palmar, se abrió en 1958. En todo el país había 247 trapiches en 1948. A diferencia de los nume-rosos, pequeños y dispersos locales de trapiche, la propiedad de los in-

genios se concentró en un grupo de capitalistas o en una misma persona que tenía otras inversiones en café, comercio, banano y finanzas.

La crisis de 1929-1933 afectó la expansión azucarera debido a la contracción de la demanda y el des-censo de los precios. Pero la impor-tación de maquinaria continuó en los años 1930, 1937 y 1941. En 1940 se creó la Liga de la Caña. En 1943 se formó en Grecia la Cooperativa Victoria, como consecuencia de las expropiaciones decretadas contra los alemanes, bajo sospechas de que podían formar una fuerza interna del gobierno de Adolfo Hitler con-tra los países occidentales aliados en la Segunda Guerra Mundial.

La ganadería de carne adquirió

rasgos empresariales después de 1890. La legislación fiscal de 1885 y de carácter civil de 1888 sobre las posesiones en precario, y las leyes sobre colonización interna, promul-gadas entre 1905 y 1920, permitieron el acceso a la propiedad por medio de concesiones gratuitas, el remate de áreas de las gracias municipales dentro y fuera de sus jurisdicciones, y la compra barata de baldíos del Estado. Al comenzar el siglo XX, la escrituración y la rectificación de las áreas adquiridas de más fue otro de los métodos que usaron los terrate-nientes para ampliar el tamaño de las haciendas en Liberia, Bagaces, Cañas y la Península de Nicoya. Sin excluir las usurpaciones de baldíos al amparo de esas mismas leyes.

Entre las haciendas ampliadas de 1911 a 1922 figuran el Viejo, pro-piedad de Alfonso Salazar Selva, con 23.347 Has. en 1911; El Jobo, de Francisco Hurtado Guerra, con 18.168 Has. en 1920; Ciruelas, pro-piedad de George Wilson, con 2.249

Arrea de ganado en Guanacaste. Foto: Colección Heriber-to Valverde Castro.

Entre 1939 y 1950 sur-gieron los “pueblos civi-les” de Parrita, Quepos, Cortés, Golfito, Jiménez, Río Claro, Villa Neilly, Sierpe, Palmar Norte y Palmar Sur.

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en 1922 y más de 100.000 Has. en 1932; Tempisque con 19.211 Has., propiedad de Federico Sobrado, y el Pelón de la Bajura con poco más de 6.000 Has. en 1920. Ese año ha-bía más de doce hacendados con no menos de 10.000 Has. Minor Keith también era gran propietario, due-ño de la River Plate Trust, beneficia-da con el Contrato de 1884. Además de ganado en pie, estas haciendas producían y vendían leche, queso, carne, cueros, aves de corral, maíz, frijoles y cerdos.

En 1885 se creó el Instituto de En-señanza Agronómica para estudiar la diversificación de las exporta-ciones de ganado. La cría de reses con ese objetivo mejoró después de 1890, debido a un conjunto de in-novaciones técnicas en el hato. Se generalizó el uso de cercas de alam-bre, importado sin pagar impuestos desde 1904; se introdujo la siembra de nuevas variedades de pastos como pará, guinea y jaragua; la cría de razas extranjeras Guernsey, Red Poll, Durham y Hereford, y de las razas hindúes, Brahman y Mysore.

El transporte y el comercio fueron el principal escollo de la ganadería.

En 1924 sólo había 1.250 km. de ca-minos para carretas en todo Guana-caste, incluyendo el viejo Camino Real a Nicaragua. Desde 1890 tomó auge el servicio de lanchas entre Puntarenas y los puertos fluviales de Bebedero, Ballena, Bolsón y Humo. El cabotaje fue la vía y el medio de transporte que integró el mercado ganadero con el Valle Central. El servicio de lanchas se privatizó en 1902 y formó empresarios como los casos de Alberto Fait, José Cabezas Bonilla y Manuel Barahona –made-reros- y de la Compañía Manganese Mining, creada en 1918.

Las dificultades de transporte ha-cia el Valle Central reforzaron el trasiego con Nicaragua a través de Rivas y el río San Juan. Surgió un grupo de intermediarios –y con fre-cuencia el contrabando- dedicados a la reventa y cuido transitorio de crías. La conclusión del ferrocarril al Pacífico venía favoreciendo el transporte y comercio desde 1910. Se introdujeron remolcadores a ga-solina y lanchones de ganado. El flujo comercial a Nicaragua decayó desde 1932 cuando se gravaron las importaciones y aumentaron los

controles policiales. Entre 1925 y 1942 tres ganaderos proveían entre un 28 y 33% de las ventas de novi-llos, y nueve suministraban el 42% del ganado en pie que abastecía la Plaza de Alajuela.

Guanacaste tenía 24.575 habitan-tes en 1900. La población aumentó a 51.142 en 1927, y a 88.190 en 1950. Entre 1864 y 1892 los jornaleros constituían entre 67 y 85% de los trabajadores ocupados. Los sabane-ros utilizaban el crédito personal y familiar como requisito de empleo, y con ello el peonaje por deudas se convirtió en una relación social con los hacendados. Había otros tipos de trabajadores: peones dedicados a cortar madera y hacer y limpiar repastos; vaqueros o sabaneros para el arreo, amanse, cura y aten-ción a las crías; carpinteros para las casas y corrales; boyeros, herreros, trabajadores del cuero, cocineras y sirvientas de las haciendas; capata-ces y jefes al mando de cuadrillas.

Los sueldos oscilaron entre 0.60 y 0.80 pesos diarios en los años 90; 0.75 a 2.00 pesos entre 1916 y 1920; 1.62 a 2.50 pesos entre 1933 y 1937; y 1.50 a 5.00 pesos entre 1940 y 1945. La densidad de población era baja y favoreció el pago de salarios su-periores con respecto al Valle Cen-tral. Los jornales se pagaban por horas, días y semanas, y los sueldos por mes. Las jornadas se mantu-vieron en el límite de ocho a diez horas, excepto durante la crisis de los años 30, pues se extendieron los

Desde 1890 tomó auge el servicio de lanchas entre Puntarenas y los puertos fluviales de Bebedero, Ba-llena, Bolsón y Humo.

Lanchas de cabotaje. Foto: Colección de don Claro González.

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horarios. Los hacendados también hacían concesiones de aparcería y arriendo para reforzar lealtades, proveerse de granos y artesanías, y preparar los terrenos para repasto de los hatos.

El café, la caña y la ganadería fue-ron actividades agrícolas especiali-zadas, pero no ahogaron la produc-ción de otros cultivos destinados tanto al mercado interno como a la exportación. Entre 1915 y 1920, a raíz de la carestía mundial de ali-mentos que trajo la Primera Guerra Mundial, se exportaron cantidades respetables de maíz, papas, arroz, frijoles, dulce, cacao, azúcar, que-so, manteca y jabón. El cultivo de tabaco fue otro ciclo agrícola muy dinámico en el Valle Central, así como la producción de leche y sus derivados en Cartago, San Carlos y algunos cantones de San José y He-redia.

La extracción de oro y plata se re-

cuperó a finales del siglo XIX debi-do a las inversiones de Minor Kei-th, amparadas en las concesiones de tierras que le otorgó el contrato de 1884, y de la construcción del Ferrocarril del Norte con la firma del Contrato Pérez Zeledón-Keith. El área minera se localizó en los Montes del Aguacate y la Cordille-ra de Guanacaste en Tilarán, Aban-gares y Montes de Oro. La empresa Abangares Gold Mining Company, y el Contrato del 25 de febrero de

1898 con la Compañía Abangares Gold Field de Costa Rica, permitie-ron que Keith, en asocio con Cyril Smith, Robert Crespi y W. T. Ford, obtuviera casi todas las tierras que le dieron forma al distrito mineral de Abangares. En conjunto, poseían unas 40.000 hectáreas en la zona Abangares - Tilarán.

En la extracción y limpieza del mi-neral se utilizó el método del cianu-ro, las mejoras técnicas en apertura de túneles y el uso de locomotoras y turbinas eléctricas. La mano de obra provino de pobladores de la zona minera y del Valle Central, inmi-grantes de Nicaragua y Honduras - países de tradición minera-, y Kei-th trajo algunos negros jamaiquinos para las funciones de control y su-pervisión. Los coligalleros furtivos que usaban técnicas muy precarias para la extracción y lavado de rocas fluviales formaron otro sector labo-ral muy útil en el trasiego de mine-ral en el mercado local. Las difíciles condiciones de vida y de trabajo en

los montes, túneles y ríos origina-ron en Abangares no pocos motines y revueltas como las ocurridas en 1911 y 1919. La plata dejó de expor-tarse después de 1924. El comercio externo se realizó hacia Estados Unidos y fue un renglón importan-te entre 1900 y 1930. La Abangares Gold Mining quebró durante la cri-sis de 1930 y la obtención de oro en escala decayó a finales de 1940.

La transición de la artesanía a la producción manufacturera y fabril se acentuó desde principios del siglo XX. Progresó con capitales provenientes del comercio impor-

Familia pampera. Guanacaste. Foto: Colección Heriberto Valverde.

Los hacendados también hacían concesiones de aparcería y arriendo para reforzar lealtades, proveer-se de granos y artesanías, y preparar los terrenos para repasto de los hatos.

La extracción de oro y plata se recuperó a finales del siglo XIX … El área minera se localizó en los Montes del Aguacate y la Cordillera de Guanacaste en Tilarán, Abangares y Montes de Oro.

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tador, crédito bancario, aportes de inmigrantes y la acumulación deri-vada de los negocios del café. Los principales consumidores eran los estratos de ingresos fijos por sala-rios u otras rentas, ubicados en las cabeceras de provincia. En 1927 esos cantones tenían en conjunto unos 500.000 habitantes. Diez años atrás, el Estado había reglamentado las actividades de la Cámara de Co-mercio, creada en 1915.

En 1907 operaban 46 empresas

que empleaban 744 obreros, con un promedio 16. Producían bienes de consumo no duradero, productos alimenticios y artículos de uso do-méstico. En 1927 el ramo absorbió el 14% de la población ocupada, el sector de servicios el 19%, y el 64%

se empleaba en agricultura. El com-ponente asalariado de la industria representó el 72% entre 1927 y 1950; el 19.8% eran productores familiares y un 5.4%, patronos. La Ley de Pro-tección Industrial de 1940 permitió la importación de materias primas y bienes de capital, libre de impues-tos durante cinco años. En 1943 se fundó la Cámara de Industrias con 370 afiliados. El sector representó el 8.5% del producto interno bruto en-tre 1946 y 1950.

La Fábrica Nacional de Licores aportó en 1941 el 16% de los ingre-sos del Estado. En el ramo de otras bebidas se establecieron la Embote-lladora de Costa Rica productora de coca cola, la Orange Crush y la Ca-nada Dry de Costa Rica, S.A. Entra-ron en competencia con las modes-tas fábricas productoras de refrescos y siropes, como La América. Otras empresas dinámicas fueron las de productos químicos, calzado, tipo-grafía, imprenta y radiodifusión. Al eliminarse el estanco del tabaco en 1896, creció la producción local de cigarrillos y puros. El tabaco dio algún auge a cantones como Naran-jo, Palmares, San Ramón, Puriscal y San Isidro de El General. La Re-public Tobacco Co. y la Tabacalera Costarricense S.A. se instalaron en

La Cámara de Comercio fue creada en 1915, y en 1943 se fundó la Cámara de Industrias, con 370 afiliados.

Almacen El Gallito, San José. Fuente: www.almacenelgallito.com

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1912 y hacia 1945 ya habían mono-polizado la industria de cigarrillos. En 1940 empleaban en conjunto 500 obreros.

La competencia aparejada al em-pleo de maquinaria, también se im-puso en la producción textil. En 1940 la fábrica “El Erizo”, de los herma-nos Llobet, tenía 98 máquinas, pro-ducía para exportación y empleaba 110 obreros. La fábrica de Tejidos Saprissa ocupaba ese año a 250 obre-ros y obreras, poseía 50 telares, 50 máquinas de coser y otras 30 máqui-nas livianas. En 1950 la industria de textiles procesó el 12% de las ventas de algodón comercializadas en el país. En la rama de la madera, en 1940 había 150 empresas dedicadas a trabajos en muebles, ebanistería y carpintería. En 1942 operaban 18 aserraderos. En labores de imprenta había otras 42 empresas. La planta industrial del país estaba compuesta por 1.112 empresas en 1940; el 43% en la rama de alimentos y bebidas. Siete talleres mecánicos y de traba-jos en metal ubicados en San José, elaboraban piezas para el equipa-miento de ingenios, beneficios de café, industrias y la reparación de la flotilla de camiones, automóviles y transporte público.

La especialización en los cultivos de exportación, la minería, la pro-

Trabajador del tabaco.

La planta industrial del país estaba compuesta por 1.112 empresas en 1940; el 43% en la rama de ali-mentos y bebidas.

ducción de electricidad y el leve au-mento en la densidad de población en las ciudades provocaron que los bosques, las cuencas naturales y los cursos de los ríos se valoraran no sólo como geografía física, sino como recursos potenciales de la economía. La primera norma con ese acento se encuentra en el Códi-

ALGUNASEMPRESASFUNDADASENTRE1867Y1948

AÑO EMPRESARIOS EMPRESAS PRODUCTOS

1867 Santiago Hasland, y Fábrica de Cervezas Bebidas Arturo Kopper Trichnuth 1882 Gaetano de Benedictis F. Hotel San José, el Francés Hotelería 1888 Almacén La Gran Vía 1885 Diario de Costa Rica Periódicos1889 La Prensa Libre Periódicos 1888 Rudolf Traube Brinckman Cervecería Traube Pilsen y Traube 1888 Roberts Hnos. S.A. Fábrica textil1891 Alcides Chapatte Joyería y Relojería Suiza Platería1896 Antonio Lehmann Merz Librería Lehmann Librería Wilhelm Peters Schuster Farmacia Alemana Fármacos 1897 Francisco Jiménez N. Botica Oriental Fármacos. 1898 Antón Escarré i Figueras El Progreso y La Magnolia Cigarrería y Cantina 1906 Fernando Doninelly Pozzi Mosaicos Doninelly Molduras en cemento1906 María Canalías i Xaus Imprenta Canalías Imprenta 1907 Wilhelm Steinvorth Ulex Almacén Steinvorth Importaciones1908 PabloTorrensiBadía Fábricadeconfites Dulces1908 Canalías Movella Antonio Imprenta Canalías Imprenta (Limón)1908 CecilVernor,StanleyLindo FloridaIce&Cream Bebidasycervezas1909 RaúlOdioHerrera ElGallito Confitesycaramelos1909 Maximillian Koberg Schatz Café Koberg Especial Fábrica de Café AlmacénKoberg&Echandi Importaciones1911 Luis y Diómedes Astorga Botica Española Fármacos 1912 Republic Tobacco Co. Cigarros y puros Marcus Rosencwaig El Record Calzado Hnos. Artiñano Fábrica Cosmos Hule 1912 Pedro Bianco Cervecería Traube Cervecería 1914 Manuel Ortega Cervecería Ortega Bavaria e Imperial 1914 Juan Knöhr e Hijos Almacén Knöhr Abarrotes 1915 NicolásMusmanni FábricaelProgreso Pastasyfideos1915 Maud vda. de Curling Panadería Curling Pan, repostería, helados 1915 Miguel Elías Fábrica de galletas Bizcochos y galletas1916 Josep Urgellés i Ricart Ebanistería la Moderna Carpintería y mueblería1919 Marta Pagés y Luis Uribe Laboratorio Luz Productos de belleza 1920 Rogelio, Ricardo Saprissa Tejidos Saprissa Fábrica textil Los Leones Fábrica de tejidos 1927 Armando Padilla Laboratorios Ancla Fármacos 1930 Venezolanos El Trópico Salsa inglesa, conservas.1932 Gambrinos Cervecería. 1932 Hnos. Ramírez Valido Sastrería Textil1933 Manuel Mendiola, y Tabacalera Costarricense Cigarros y puros Mario Bengochea 1940 Hnos. Llobet Fábrica el Erizo Textil 1945 Rodolfo Leitón Almacén Rodolfo L. Juguetería1946 La Nación Periódicos 1947 Lecheros Cooperativa Dos Pinos Industria de la leche1948 Próspero Jiménez y Salsa Lizano Condimentos Próspero Lizano

Fuente. Rivera Esteban. La Página Azul de Costa Rica. En: http://estebanrivera.wordpress.com/Botey Ana María. Costa Rica entreguerras: 1914-1945. En: http://www.editorial.ucr.ac.cr/costaricaentreguerras.pdf.

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1929:LAMISIÓNLATINOAMERICANAYLOSESPOSOSSTRACHAN

En 1927, los esposos Enrique Strachan de nacionalidad escoce-sa y Susana Strachan, irlandesa, al servicio de la Misión Latinoameri-cana, iban rumbo a Argentina con el fin de radicarse en ese país y brindar sus servicios como misio-neros evangélicos y cristianos. Por razones propias de su larga gira, la familia Strachan tuvo que quedarse en San José, Costa Rica. Al cono-cer la capital se enteraron de que la situación en materia de salud era lamentable.

Para ese tiempo, Costa Rica conta-ba únicamente con un servicio muy básico de salud, sin embargo, era muy desarrollado para la época, se trataba del Hospital San Juan de Dios, a cargo de unas monjitas.

Había pocos profesionales gra-duados en determinadas especiali-dades y la niñez era atendida junto con la población mayor en el Hos-pital San Juan de Dios. Además, los casos de niñas y niños en las calles, las pobres condiciones de salud, la desnutrición, las enfermedades típi-cas del trópico y la falta de preven-ción, despertaron preocupación en los esposos Strachan que decidieran

cambiar sus planes y quedarse en Costa Rica, apostando por un pro-ceso revolucionario, a construir al-gunos centros dedicados a la niñez con orientación cristiana, así como promover algunas actividades rela-cionadas con esa población.

Bajo esta iniciativa nació la Aso-ciación Roble Alto, en una finca en San José de la Montaña, en las fal-das del volcán Barba, y caracteriza-da por sus campamentos y centro de retiro y cuido de los niños en es-tado de desnutrición.

FUNDACIÓNDELHOSPITALCLÍNICABÍBLICA

De la experiencia de Roble Alto surge luego la idea de construir un hospital. Fue así como, el 14 de julio de 1929, se inaugura el Hospital Clí-nica Bíblica. La Misión Latinoame-ricana respaldó con entusiasmo la iniciativa, brindando soporte eco-nómico y personal, principalmente enfermeras provenientes de Estados Unidos y Canadá, quienes venían a prestar sus servicios voluntarios.

En el camino de esa labor se die-ron cuenta que requerían ingresos adicionales para sostener el hospi-tal, fue así como nace el esquema de que las personas que podían pagar

Los señores Strachan, fundadores de la Clínica Bíblica. Fuente: Archivo Clínica Bíblica.

Parteinternadeledificioantiguo,hoydeclaradoPatrimonioNacional.Fuente:ArchivoClínicaBíblica

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por sus servicios lo hicieran, mien-tras con esos recursos se hacían obras de acción social para atender a aquellas personas que no podían pagar por esos servicios de salud.

El centro hospitalario fue evolu-cionando en el concepto y se con-virtió en un centro materno infantil en donde las señoras daban a luz, mientras de forma paralela se de-sarrollaban más programas de aten-ción a la niñez y se empezó también a abarcar a la población adulta.

Tiempo después para poder suplir sus propias necesidades y las mismas del país se constituyó la primera Es-cuela de Enfermería, allí se gradua-ron muchas enfermeras, las aulas de aprendizaje y enseñanza eran las ins-talaciones propias del hospital.

Todo este esquema de trabajo se mantuvo hasta el año 1968, ya era un hecho palpable la consolidación de la seguridad social, así como su evolución. Se comenzaba a gestionar la universaliza-ción de los seguros y los in-dicadores de salud del país eran distintos a aquellos que encontraron años atrás los misioneros Strachan.

La Misión Latinoameri-cana decide que ya había jugado un papel impor-tante de ayuda y empuje al país, y ese año toman la determinación de liquidar

a los más de 80 empleados y cerrar el Hospital Clínica Bíblica, para en-rumbarse a otros países que tenían mayores necesidades en el campo de la salud.

Esa intención provocó una pro-testa colectiva de la sociedad civil y del gobierno de la República presi-dido por Don José Joaquín Trejos, el llamado era hacer el mejor de los esfuerzos para que no se clausurara las instalaciones de la Clínica.

CREACIÓNDELASOCIEDADDESERVICIOSMÉDICOS

Un grupo de empresarios y religio-sos de la iglesia evangélica cristiana, solicitan a la Misión Latinoamerica-na que les permita seguir adminis-trando las instalaciones de la Clínica Bíblica. El planteamiento lo hace el ingeniero Enrique Cabezas López, hermano del entonces director mé-dico de la Clínica, Arturo Cabezas.

Tras 39 años de servicio, la misión cedió a la propuesta y permitió que continuaran con la obra y adminis-tración del hospital. Para ello nació la Asociación de Servicios Médicos Cos-tarricenses, grupo que fue liderado por el ingeniero Enrique Cabezas Ló-pez, quién años después se convertiría en el presidente de la Junta Directiva.

El 1 de mayo de 1968, la Clínica pasó a manos de la Asociación y de inmediato se optó por consolidar una sociedad anónima, Sociedad de Servicios Médicos S.A.

La sociedad estuvo integrada por el presidente Enrique Cabezas Ló-pez y los miembros accionistas, don Don Maggie Cercone Vargas, Hernán García Cubero, Federico Picado Odio, Idalí González Soto, Martha Euge-nia Otárola Rojas y Norma Beckles Maxwell, así como por los doctores Francisco Chavarría Acuña, Arturo Cabezas López y el arquitecto misio-

nero Ladson Saylor Keim.

Llegaron muchas prome-sas de ayuda financiera y se iniicó una campaña destina-da a recaudar 40.000 dóla-res.

La MLA entregó el edificio y el equipo en términos muy generosos, mientras el per-sonal del hospital accedió a prestar sus servicios por un mes sin goce de salario para

Escenas elocuentes de la Clínica. Fuente: Archivo Clínica Bíblica.

En la foto aparecen el Lic. Bernal Aragón, entonces Secretario General de la Jun-ta Directiva y actualmente Director General del Hospital, aompañado por el Sr. Héctor Alfaro, quien fuera Adminsitrador y hoy es miembro de la Junta Directiva. Foto: Archivo Clínica Bíblica.

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ayudar a capitalizar la empresa en ese traslado de mando.

CREACIÓNDELAASOCIACIÓNDESERVICOSMEDICOSCOSTARRICENSES

La sociedad anónima funcionó

desde el 16 de mayo de 1968 hasta el 7 de junio de 1972, fecha en la que se logra la aprobación de estatutos e inscripción legal de la Asociación de Servicios Médicos Costarricenses.

La primera junta directiva de la ASEMECO estuvo integrada por el presidente Enrique Cabezas López, el secretario general doctor Francis-co Chavarría Acuña, el secretario de correspondencia Rev. Jorge López Herrera, el tesorero Héctor Alfaro Hernández, la primera vocal Don Maggie Cercone Vargas, segundo vocal Aulden Coble Hansen, tercer vocal Adiel Barquero Trejos y el fis-cal Federico Picado Odio.

En la década siguiente, la nueva junta, con el aporte de un crédito del sistema bancario nacional se encargó de construir un nuevo edificio de 5 pi-sos y ampliar las salas quirúrgicas, del laboratorio, farmacia y diagnostico radiológico, sin perder nunca de vista los fines espirituales de la Clínica.

En el año 1994, surge de nuevo la inquietud de si convenía o no seguir adelante con la empresa, ya que se empieza a hablar de la aparición de otros servicios hospitalarios, la apertura comercial y de cadenas hoteleras y hospitalarias.

Nuevamente un grupo de empresa-rios se unen, entre ellos, de nuevo don Enrique Cabezas López y don Bernal Aragón quién desde 1974 participaba en la Clínica. El grupo apuesta a una serie de análisis de mercado, estable-cer un plan elaborado de negocios y desarrollar un estudio estratégico.

Como resultado de ese estudio es-tratégico, encuestas de servicio y otras acciones, se decide continuar, pero para ello debían hacer una renovación de los servicios, reequipamiento, nue-vas salas de cirugía, procesos de diag-nostico por imágenes, entre otros.

Una firma estadounidense fue contratada mediante un concurso internacional para que realizara un plan maestro, mientras otra firma se encargó del análisis financiero. A fi-nales del año 2000 y bajo un proceso de liberación se inicia con el proceso constructivo. En medio de los trámi-tes adquieren una opción de compra de un edificio viejo cercano a las ins-

talaciones, esa propuesta les permi-tía subsanar la propuesta que con-templaba el plan maestro, construir una torre para oficinas médicas. El financiamiento con un banco priva-do les permitió adquirir el terreno.

Tiempo después se logró hacer un plan de desarrollo con el Banco de Costa Rica para la construcción del nuevo edificio hospitalario Cabezas López. Esta expansión en infraestruc-tura, de más de 38 000 metros cua-drados de construcción entre todos los complejos, convierte a la Clínica Bíblica en el centro hospitalario pri-vado con la infraestructura más gran-de de todo Centroamérica.

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go General de Carrillo de 1841. Se estableció que los ríos, riberas nave-gables y las ensenadas eran de do-minio público, no susceptibles de apropiación privada.

El decreto fue una orientación muy general hasta 1884, pues el 26 de mayo de ese año se emitió la Ley No. 11 que definió la diferencia en-tre las aguas de dominio público y las de uso privado. El agua se per-cibió como parte del terreno y de su valía; pertenencia de un particular, de los municipios, provincias y el

Estado, bajo responsabilidad de la Secretaría de Fomento. Dejó de ser de libre uso la destinada a pesca, navegación y desembarco; incluso para el aseo, lavado y enjuague de las ropas. Los ríos recibían las aguas sucias y jabonosas del trabajo que

realizaban unas 5.300 lavanderas en 1883. Por ello se construyeron lavaderos públicos. Al norte de San José, a orillas de los ríos Torres y Ti-ribí; otros se instalaron al sur, sobre el río María Aguilar y el camino a Paso Ancho.

EMPRESASDERADIODIFUSIÓNFUNDADASENTRE1925Y1984

AÑO EMPRESARIOS EMPRESAS

1906Seseparalacomunicacióntelegráficainalámbrica,delaradiodifusión.

1924 Federico González Lahmann TI-FG. Primera estación1926 Walter Sagot (Director). Radio Nacional de Costa Rica.1927 Amando Céspedes Marín. Estación TI4RNH 1929 Enrique Garnier Borela. Radionoticiero. Primera Revista de Prensa.1930 Gonzalo Pinto Hernández. Emisora Alma Tica Radio Monumental Perry Girton La Voz de la Víctor1934 Pbro. Carlos Borges Castrillo Radio Católica de C.R. Eco Católico. Versión radial. 1936 Rogelio Sotela Radio Atenea1937 Guillermo Zúñiga. Director Radio Costa Rica1939 Rafael Sotela Radio Titania 1940 Radio Excelsior 1948 Radio Libertad Radio América Latina Radiodifusora Timacho Radio Central Radio Oriental Radio Crystal, hoy Radio Reloj Radio Progreso, Alajuela Radio Hispana, Cartago 1947 Partido Vanguardia Popular Ecos del 561948 Orlando Sotela M. Radio Atenea.

Casa de don Amando Céspedes, donde funcionó la radio. Fuente: Amando Céspedes.

El Código General de Carrillo, de 1841, había establecido que los ríos, ri-beras navegables y las en-senadas, eran de dominio público, no susceptibles de apropiación privada.

Fuente. Naranjo Chacón, Gustavo A. Historia de la Radio en Costa Rica. En: http://radiomoscu.multiply.com/journal/item/13/

Río Toro con puente antiguo. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

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Recursos naturales. Fotos: Colección Heriberto Valverde Castro.

La legislación evolucionó, com-binando las restricciones en el uso público de las aguas, las concesio-nes a particulares y empresas, y la protección de “los recursos natura-les”, en una perspectiva conserva-cionista. Esa noción se expresa por primera vez en la ley del 28 de julio de 1888 que declaró inalienable una zona de dos kilómetros alrededor del Volcán Barva entre los Cerros Zurquí, Concordia o Guararí y Tres Marías. En 1895 se protegió otra zona en la montaña y el naciente del río Tárcoles. El 7 de julio de 1906 se dictó el Código Forestal, y en 1909 se legisló en contra de las quemas. No obstante, entre 1884 y 1910 las necesidades de agua para las plan-tas eléctricas y la maquinización en la agricultura de exportación res-taron importancia a los propósitos conservacionistas.

En 1888, la legislación evolucionó, combinando las restricciones en el uso público de las aguas, las concesiones a particula-res y empresas, y la pro-tección de “los recursos naturales”, en una pers-pectiva conservacionista.

Entre 1910 y 1920 se impulsó la idea de que el agua es “una potencia mecánica, herramienta y factor del progreso y desarrollo de la rique-za del país”. El concepto sustentó las primeras inquietudes sobre la institucionalización, el control y la protección de las fuentes de agua por parte del Estado, y condujo a la aprobación de la Ley de Conce-siones Hidráulicas del 8 de octu-bre de 1910. La norma fue objeto de continuos ajustes debido a la introducción de las turbinas eléc-tricas Kaplan, Pelton y Francis; la

mecanización de los ingenios, tra-piches y aserraderos; el uso de las cloacas y el entubado de las aguas domésticas; y por la formación de una corporación privada para pro-ducir electricidad. En 1920 Enrique Ortiz Rivera obtuvo concesión so-bre los ríos Torres, Tiribí y Virilla para abrir la planta hidroeléctrica Electriona, la cual asoció a gran cantidad de pequeños accionistas. La concesión fue vendida poco después a la Compañía Nacional Hidroeléctrica S.A., de capital ex-tranjero.

Lavanderos públicos. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro

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La generación de energía eléctri-ca, así como la relación entre higie-ne pública y el consumo de aguas, dieron tono a las normas que se aprobaron en la década siguiente. El consumo de aguas contamina-das creó un cuadro de enfermeda-des estomacales en la población escolar; y las epidemias de tifoidea e influenza española entre 1918 y 1920 alertaron a las autoridades. El 12 de marzo de 1923 se aprobó la Ley de Protección de Salud Pública en la cual se establecieron reglas de higiene de mínimo acatamiento. El 11 de mayo del mismo año se creó la Inspección Cantonal de Aguas. Otro decreto, el No. 68 del 8 de ju-nio, exigió la protección de los na-cientes de aguas en las poblaciones. En 1928 se dictó el Reglamento Sa-nitario sobre higiene en la produc-ción industrial.

El consumo de aguas con-taminadas creó un cuadro de enfermedades esto-macales en la población escolar; y las epidemias de tifoidea e influenza espa-ñola, entre 1918 y 1920, alertaron a las autorida-des.

Un grupo importante de ciudada-nos reaccionó contra el monopolio privado en la producción de electri-cidad. En 1928 la compañía alemana AEG, dueña junto a otros accionis-tas costarricenses de la Compañía Nacional Hidroeléctrica S.A., tras-pasó la Electriona a la compañía Electric Light and Traction, propie-dad de Minor Keith. La mayoría de las empresas generadoras privadas de San José fueron compradas por The Electric Bond and Share Com-pany, a través de su subsidiaria,

The American Foreign Power Com-pany. La reacción ciudadana contra el monopolio dio lugar en 1924 a la formación de la Compañía Nacional de Electricidad; y en 1928 se creó la Liga Cívica “Juan Rafael Mora” di-rigida por el Expresidente Alfredo González Flores, el Dr. Ricardo Mo-reno Cañas, Ricardo Fournier y José Victory, entre otros.

Una comisión compuesta por Alfredo González Flores, el dipu-tado Julio Padilla y el ingeniero

Maximiliano Koberg Bolandi –re-presentante de la casa Koberg & Cía- propusieron el proyecto de ley para nacionalizar la energía hi-droeléctrica que se produjera en el país. La iniciativa fue apoyada por la Junta de Gobierno de la Facultad de Medicina y la de Cirugía Dental, la Sociedad Económica de Amigos del País, el Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja. La participación cívica fue decisiva para que se aprobara la Ley No. 77 del 31 de julio de 1928, que dio origen al Servicio Nacional

Fuentes de agua. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

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de Electricidad (SNE). La institu-ción asumió la regulación del nego-cio eléctrico, la administración de las aguas nacionales y la generación de energía. Sustituyó las operacio-nes de las compañías privadas.

El SNE perdió potestades en la década del 30. La ley No. 22 del 14 de junio de 1932 dispuso que fueran transferidas al SNE las concesiones privadas que caducaran y la instan-cia fue autorizada para fijar el pre-cio de la electricidad. El Presidente Ricardo Jiménez, la vetó. Había sido abogado del trust eléctrico. La Junta del SNE renunció el 29 de junio de 1932. Dos años después, el decreto No. 29 del 30 de noviembre la tras-ladó a la Secretaría de Fomento y ésta asumió la organización y con-trol de las aguas. El mismo año se reglamentó el uso, revisión y repa-ración de las tuberías domésticas y se creó el puesto de Revisor General de Llaves de la Cañería Urbana.

Los defectos en la captación y re-parto de agua que provocaban con-tinuos faltantes en la ciudad capital, así como el alto costo de las tarifas

eléctricas, fueron otros temas de in-terés público. En 1940 se construyó en el Alto de Ochomogo un tanque de 134 metros de largo por ocho de alto para recoger las aguas de los nacientes ubicados en las propieda-des del Pbro. Juan Manuel Carazo Alvarado y destinarlas a la cañería de San José.

Ese año se dictó el Reglamento de Terrenos Baldíos y en él se contem-pla el traspaso al poder del Estado de las aguas públicas utilizadas en la producción de energía eléctrica. El decreto propició el contrato que firmaron el 27 de febrero de 1941 el Servicio Nacional de Electricidad, The Costa Rica Electric Ligth and Traction Co. limited, la Compañía Nacional de Electricidad, y la Com-pañía Nacional Hidroeléctrica S.A. El 8 de abril de 1941 el Congreso

La participación cívica fue decisiva para que se aprobara la Ley No. 77 del 31 de julio de 1928, que dio origen al Servicio Nacional de Electricidad (SNE). La institución asumió la regulación del negocio eléctrico, la ad-ministración de las aguas nacionales y la generación de energía. Sustituyó las operaciones de las compa-ñías privadas.

Importación de vehículos. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

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aprobó la creación de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz, instan-cia que asumió la representación del interés estatal en la generación y comercio de la energía eléctrica.

Otra legislación sobre el tema atañe a la creación de la Sección de Aguas Potables (30-4-1941); la apertura del Laboratorio para el Con-trol de Aguas Potables (23-5-1941) bajo control del Instituto Nacional de Higiene; la Ley de Agua Potable (29-10-1941); la norma sobre sanciones por desperdicios de agua (12-8-1942); la aprobación del Reglamento del Servi-cio Nacional de Electrici-dad (17-9-1942); y la Ley de Aguas No. 276 del 27 de agosto de 1942. Esta ley derogó las disposicio-nes de las leyes de aguas de 1884 y 1888, preservó bajo control del SNE las funciones de los Inspectores Cantonales de Aguas establecidas en 1923, creó la Sociedad de Usua-rios de Agua con objetivos agrope-cuarios, penalizó las infracciones y reglamentó el otorgamiento de concesiones a particulares.

La importación de camiones y automóviles fue otro rasgo de la economía. Entre 1897 y 1910 la bi-cicleta fue el medio de transporte moderno. En 1900 el Dr. Enrique Carranza trajo de Estados Unidos el primer automóvil, marca TRE-BOL; pero la primera referencia a

la importación de vehículos auto-motores data de 1907. Hasta 1930 la estadística registró la mercancía en términos de peso, no de unida-des móviles, lo cual dificulta esti-mar la flota automotora. El comer-cio muestra tres fases. Entre 1907 y 1910 surgió la introducción de vehículos.

En 1910 bajaron las importacio-nes provenientes de Inglaterra y Alemania. En la década siguiente se incrementó la entrada, tanto de máquinas como de gasolina, llan-

tas y repuestos; además ingresan los primeros automóviles. Se con-solidó el comercio importador pro-veniente de los Estados Unidos, en particular las marcas FORD-T –el primero de ellos propiedad de Felipe J. Alvarado- y LINCOLN ZEPHIR; así como la entrada de derivados de la industria energéti-ca, metálica y mecánica. En menor grado se importaron de Alemania, Inglaterra y Francia, a través de Panamá y Perú. En 1914 se celebró la primera competencia automovi-lística entre San José y Puntarenas. Participaron Pablo Esquivel, Nef-talí Artavia, Lalo Gutiérrez y José María Cartín.

La importación de autocamiones surgió ligada con necesidades del transporte público de personas y el trasiego de mercancías, ambos usos vinculados con la producción y con el carácter de bienes de capital. Los automóviles se destinaban al con-sumo privado individual y fami-liar, entre ellos el esparcimiento y la diversión. Tenían un valor de uso. Expresadas en colones, las impor-taciones de autocamiones ocuparon el 31.2% del total entre 1920 y 1930. Los automóviles, el 68.8%. Calcula-das en tonelaje, los autocamiones

ocupan el 35.4 % y los au-tomóviles el 64.6 %. En 1922 había 210 vehículos: 60 taxis, 130 automóviles y 20 unidades entre ca-miones y autobuses. Ese año el Presidente Julio Acosta y el Ministro de Fomento Narciso Blanco inauguraron el servicio de transporte colectivo, y un grupo de comercian-tes fundó el Auto Club de Costa Rica. En 1926 se aprobó la primera ley de tránsito. Los boyeros y los guardas camineros

comenzaron a perder sus funciones y prestancias.

La gasolina era rubro de importa-ción antes del ingreso del transporte automotor debido al uso de motores de combustión. En 1907 se importa-ron 55.652 Kgr. por un valor cercano a los ¢ 7.000. El número de camiones y autos aumentó el consumo y las importaciones. A diferencia, el con-

El 8 de abril de 1941, el Congreso aprobó la crea-ción de la Compañía Na-cional de Fuerza y Luz.

Cazadora que hacía el servicio entre Zarcero y San José.Fuente: Colección de Joaquín Castro. Ciudad Quesada.

En 1900, el Dr. Enrique Carranza trajo de Estados Unidos el primer automó-vil, marca TREBOL.

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sumo de asfalto sí depende de la flota automotor y del aumento de kilóme-tros de caminos empedrados o cu-biertos con lastre y macadamizados; una técnica generalizada en Europa desde 1920. En 1930 había 653 km., entre caminos asfaltados, de concre-to, macadam y ripio. La importación de asfalto se acentuó después de 1927 con un movimiento independiente de la flota de autos. Ese año el Estado invirtió en asfalto cerca de ¢ 400.000. Las llantas de caucho se importaron después de 1920, en proporción al in-greso de autos.

La fundación de la banca estatal fue otro cambio de este período, el cual tuvo un impacto directo sobre la economía. En 1914, el Presiden-te Alfredo González Flores creó el Banco Internacional de Costa Rica por decreto No. 16, del 9 de octubre. La decisión abordó el problema de la subordinación del financiamiento de la producción a los intereses de la banca privada, y tomó en cuenta los perjuicios fiscales que trajo la crisis de la Primera Guerra Mundial.

La guerra paralizó el crédito in-terno e internacional y estimuló la exportación de oro en bruto para pagar importaciones. La quiebra del Banco Comercial, en 1915, alimentó la inseguridad financiera y puso en agenda la necesidad de uniformar el sistema de emisión de monedas. El gobierno prohibió la exportación de oro y plata a cambio de suspen-

der por cinco años la obligación de los bancos privados de convertir los billetes por oro. Se agravó el déficit fiscal y el endeudamiento del Esta-do, y la banca privada se negó a ha-cer préstamos al gobierno. La gue-rra evidenció también la urgencia de reorientar el crédito hacia el mer-cado interno para lo cual se crearon las Juntas de Crédito Agrícola, fi-nanciadas con el 50% de los cuatro millones del capital de apertura del banco estatal.

La dictadura de Federico Tinoco Granados, del 27 de enero de 1917 al 12 de agosto de 1919, revirtió los objetivos del BICR. La entidad fue sometida a las reglas de la banca privada por medio de la prórroga a las leyes sobre la no conversión de los billetes en oro; las emisiones sin respaldo metálico; la autorización de los depósitos privados en oro; el crédito del BICR al gobierno para financiar los gastos militares contra el movimiento armado que luchaba

Monumento en memoria del maestro Marcelino García Flamenco. Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

En 1926 se aprobó la primera ley de tránsito. Los boyeros y los guar-das camineros comen-zaron a perder sus funciones y prestancias.

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por su caída; y la emisión en 1918 de ¢ 15 millones –llamados “billetes sábana”- que fueron utilizados en negocios ajenos y contrarios a los intereses del Banco y del Estado.

En 1921 se concedió al BICR el de-recho de ser el único instituto emi-sor, y en octubre del año siguiente se creó la Caja de Conversión, ins-tancia que centralizó y buscó cómo

normalizar el sistema monetario. Se debía uniformar la diversidad de monedas en circulación: los billetes del desaparecido Banco Comercial, los del Estado, las emisiones de los bancos privados y las del Banco In-ternacional. En segundo lugar, era necesario equilibrar el tipo de cam-bio, el cual se mantuvo estable hasta 1929.

La Caja se liquidó en 1931 debido a la depresión económica. El Estado fijó el tipo de cambio al margen de la oferta y demanda, y en 1933 restrin-gió las importaciones, gravándolas por tipos de consumo clasificado en bienes indispensables, útiles o superfluos. El 4 de julio de ese año el BICR fue autorizado para emitir bonos destinados a financiar la agri-cultura y aliviar la crisis fiscal. Esas medidas causaron molestias a los

exportadores e importadores.

Entre 1934 y 1936, al recuperarse la

crisis económica, se elevó la deman-da de divisas y se desequilibró la balanza de pagos. La situación oca-sionó la devaluación de la moneda hasta un tipo de cambio de ¢ 6.80 / $ en 1936. El 5 de noviembre de ese año se aprobaron las leyes bancarias que propuso el Dr. Herman Max. Se creó la Superintendencia General de Bancos. El BICR pasó a denominar-se Banco Nacional de Costa Rica. Se organizó en departamentos inde-pendientes: el comercial, el emisor y el hipotecario. El Departamento Emisor reguló los tipos de cambio, limitó las emisiones, ejerció control sobre la producción de oro y de las divisas captadas por los bancos privados. El 1º de enero de 1937 se

inauguró el edificio del Banco Nacional de Costa Rica, al

costado oeste del Co-rreo Nacional.

Antiguo Banco Anglo.

En 1921 se concedió al BICR el derecho de ser el único instituto emisor, y en octubre del año si-guiente se creó la Caja de Conversión; instancia que centralizó y buscó cómo normalizar el sistema monetario.

En 1914, el Presidente Alfredo González Flores creó el Banco Interna-cional de Costa Rica por decreto No. 16, del 9 de octubre.

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Miguel Ángel Castro Carazo fun-dador de la escuela que lleva su nombre. Fuente: Archivo, UMCA.

LAESCUELACASTROCARAZO,1936

Miguel Ángel Castro Carazo na-ció en San José el 29 de noviembre de 1893. Su familia radicó en las cer-canías de la Escuela Juan Rudín y el Parque Morazán. Su padre, Julio Castro Solórzano, oriundo de Oro-tina, fue tipógrafo y ocupó el cargo de Alcalde de San José. Su madre fue miembro de la Junta Directiva del Colegio de Señoritas en 1888. Su familia era de las pocas que tenían volanta propia.

Miguel Ángel Castro hizo la pri-maria en 1898 y se graduó en el Li-ceo de Costa Rica en 1909. Obtuvo el título de Contador Mercantil en la Escuela de Comercio Manuel Aragón, anexo al Liceo. In-gresó a trabajar en el Banco Mercantil de la firma Bennet, Rojas & Fernández. Continuó estudios por corresponden-cia con La Salle Extension University, y en 1912 obtuvo el diploma de Contador Pú-blico. Viajó a Boston, España, Bélgica, Chile y el Caribe. De regreso trabajó en la Socie-dad Editora Nacional y en la Compañía Nacional de Se-guros de Vida. Casó en 1917 con Clemencia Barquero y tuvieron cuatro hijos. Entre 1923 y 1926 trabajó y estudió en Estado Unidos. Obtuvo el certificado de graduación del

“Course in Exporting” impartido por el Departamento de Educación de la “American Export Associa-tion”. Trabajó en varias empresas en Estados Unidos, como Contador. Una vez ubicado en Costa Rica se dedicó a la exportación de fresas a Louisiana.

En 1928 se trasladó a Limón y tra-bajó con la empresa Limón Trading Company. Además, fue profesor y director de la Escuela de Comercio de Limón y miembro de la Junta de Educación de esa localidad. Casó en segundas nupcias con Cornelia Ha-rrigan Acosta con quien tuvo ocho hijos: tres mujeres y cinco hombres. Ahí aplicó la idea de enseñar la con-tabilidad por correspondencia. En mayo de 1929 aceptó el cargo de

Auditor y Cogerente de la empresa Unión Motors importadora y distri-buidora de autos marcas Pontiac, Chevrolet, Oldsmobile, Buick y Ca-dillac, entre otros.

A finales de ese año aparece en el cuerpo docente del Instituto Comer-cial de Costa Rica que funcionaba en el Colegio de Señoritas. El Instituto tenía un Patronato integrado por educadores, la Cámara de Comercio –fundada en 1915-, Henry M. Keith, el Banco de Costa Rica y el Banco Anglo. El Instituto se clausuró a raíz de la depresión económica y el 14 de abril de 1930 fundó una compañía con José Antonio Carvajal Salazar para crear el Colegio Inter-Ameri-cano, futura Escuela Castro Carazo. El 1 de diciembre de 1932 ingresó al Ferrocarril al Pacífico como Auditor General. Permaneció hasta 1935.

FUNDACIÓNDELAESCUELACASTROCARAZO

En 1936 trabajó en Aerovías Na-cionales, con su amigo Román Ma-caya. Pero desde agosto de 1935 había nacido la idea de fundar las Escuelas Castro Carazo. La primera se abrió el 19 de julio de 1936, ubi-caba en la calle 7, entre avenidas 0 y

2, media cuadra al sur del Ho-tel Balmoral. Servía de casa de habitación. El personal estaba integrado por los siguientes instructores:

Amalia Ramírez. InglésHaydeé Iglesias. MecanografíaMario Bonilla Jiménez.Teneduría de librosGuillermo Valverde Alvara-do.Legislación mercantilSalvador Fonseca Solís.Teneduría de librosMiguel A. Castro Carazo.Director. Profesor de Contabili-dad y Auditoría.

El profesor Castro Carazo con las maestras del Castro Carazo English Elementary School (división de Escuelas Castro Carazo) 1940. Fuente: Archivo, UMCA.

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ADMINISTRATIVOS

Nora Centeno Güell de Sasso.Contadora. Directora del Departamen-to de Enseñanza por Correspondencia.Claudio Cruz Zaniboni. ArchivoJulio Castro Barquero.Impresor de material escolarVirginia Fernández M. TesoreraCornelia Harrigan de Castro.Secretaria nocturna

En la década del 50 incorporó a sus hijas e hijos en los trabajos administrativos de la escuela. La primera graduación se realizó el 16 de diciembre de 1937, en el San José Gulf Club, con 149 técnicos profesionales. La escuela obtuvo el reconocimiento del Estado según decreto publicado en la Gaceta del 23 de octubre de 1944. En 1947 fue acreditada por parte de la National Association of Accredited Business Schools.

LAENSEÑANZAPRIMARIAPRIVADA.LAESCUELAINGLESA

Esta escuela surgió de la expe-riencia obtenida con el funciona-miento de la Escuela Castro Carazo y del interés de su hermano Her-nán, cesante en el Ferrocarril del

Pacífico en 1939. Juntos viajaron a Estados Unidos para observar los métodos pedagógicos y los progra-mas de enseñanza primaria. La Es-cuela Inglesa comenzó a operar el 1 de marzo de 1939; ubicada 20 varas al oeste del Parque Morazán, fren-te al actual edificio Solera. Ambos ocuparon la dirección y subdirec-ción. Los primeros maestros fueron Doris Esquivel, Margaret Phillips, Doreen Weston, Mary Martell y Socorro Ramírez. Introdujeron la investigación individual y el traba-jo en grupo, el autoestudio y la au-toevaluación. La Escuela cerró en 1942, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

La obra intelectual de Castro Ca-razo consiste en nueve libros de tex-to sobre materias contables, inclui-do uno sobre ortografía castellana y otro sobre aritmética. Editó varias revistas: “Rumbos Fijos”, Rayo de Luz” para la Asociación de Amigos del Ciego. Colaboró en revistas edi-tadas en Estados Unidos. En 1933 escribió una “Breve reseña histórica del Ferrocarril Nacional.”

OTRASPROYECCIONES

En 1939, en ausencia de una Fa-cultad de Economía, propuso la creación de la Facultad de Contabi-

lidad cuyos estatutos fueron apro-bados el 29 de setiembre de 1939. El 13 de febrero de 1941 propuso al Consejo Universitario la crea-ción de la Escuela de Contadores Públicos Autorizados. No se logró el objetivo, pero el Consejo Univer-sitario aprobó la creación del título de Contador Público Autorizado. Miguel Ángel obtuvo ese certifica-do el 30 de octubre de 1943. Ade-más, aquel año se creó la Escuela Universitaria de Comercio y Eco-nomía, la cual cambió de nombre en 1943 para convertirse en la Fa-cultad de Economía y Ciencias So-ciales. Tuvo también decisiva in-fluencia en la creación del Colegio de Contadores Privados.

Miguel Ángel Castro Carazo formó parte de la logia masónica. Canalizó su sensibilidad social a través de instituciones de asisten-cia y protección a los pobres y en-fermos. Desde 1940 formó parte del Club Rotario de San José. En 1942 fue miembro directivo de la Junta de vigilancia para el Lazareto de Las Mercedes, institución en la que propició el uso productivo de los te-rrenos y el trabajo de los enfermos como medio para elevar la autoesti-ma y la salud mental. También inte-gró la directiva de la Asociación de Amigos del Ciego.

Rodrigo y Álvaro Castro Harrigan revisan con Miguel Angel Castro Ca-razo una estampilla de correos de la colección de Álvaro. Este último fundaría, años después, la Universidad Latinoa-mericana de Ciencia y Tecnología ULACIT. Año 1958. Fuente: Archivo UMCA. Padre e hijo. El señor Álvaro Castro Harrigan junto al retrato de su

padre, Don Miguel Ángel Castro Carazo. Foto: Laura Mc Quiddy.

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Después del terremoto de 1910, se aprobó un Códi-go de Construcciones con normas antisísmicas. La medida originó una geogra-fía suburbana que desechó el bahareque, el adobe y la teja y utilizó cada vez más la madera, el zinc y el “ce-mento armado”.

INTEGRACIÓNSOCIALYPERCEPCIONESDECOMUNIDAD

El Archivo, la Biblioteca, la Dirección de Estadísticas, el Museo y el Instituto Geográ-

fico facilitaron la escritura de la his-toria de Costa Rica para la instruc-ción escolar, la formación cívica y la afirmación de la identidad estatal. La exaltación del héroe Juan Santa-maría, a partir de 1891, promovió la imagen de laboriosidad; de integra-ción mestiza familiar y social; y de poblaciones dispuestas al sacrificio por la nación.

La imprenta, el periódico y la re-vista propagaron creencias, ideas y hábitos de producción y consumo, de moda en el mercado según los usos y necesidades de hombres y mujeres. Unas y otros socializaron costumbres, tradiciones, memorias y eventos apre-ciados, guar-dando las distancias y diferen-cias entre

las clases y categorías sociales. El mercado cohesionó a las poblacio-nes urbanas a través de las innova-ciones del fonógrafo, la radio, el cine y la diversión bailable. Los deportes no tradicionales integraron grupos sociales, comunidades y pueblos interconectados por el transporte público y el automóvil. Educado-res, científicos, literatos y autores

de variados estratos y sensibili-dades elaboraron imágenes

de comunidad nacio-nal, al margen o a la mira de los dictados oficiales.

Entre 1927 y 1950, el número de habitantes aumentó de 471.524, a 800.875. El cambio demográfico fue de tipo natural. Bajó la inmigración extranjera. La densidad por kilóme-tro cuadrado pasó de 4.8 habitantes

en 1892, a 9.2 en 1927 y 15.7 en 1950. San José y Puntarenas acogieron la mayor cantidad de gentes expulsa-das de Guanacaste y el interior del país. La tasa de inmigración en siete cantones de San José fue superior al 41% del alza censada en ese lapso. Alajuela, Heredia y Cartago con-tinuaron deshabitándose después de 1927. Había concluido la fase de colonización agrícola del siglo XIX que creó 23 nuevos cantones entre 1900 y 1915. Las ciudades, cabeceras de provincia y de cantón, exhibían más indicadores de vida urbana.

San José tomó aires de metrópoli, aún campestre; centro de conver-gencia de los habitantes de provin-cias y de visitantes extranjeros. Las calles del cantón central se cubrie-ron con asfalto y macadam, y se

construyeron más bu-levares y paseos.

Después del terremoto de 1910, se aprobó un Códi-

Monumento a Juan Santamaría. Fuente: Méndez Alfaro, Ricardo. et al. Almanaque histórico costarricense.EUNA, 1999. p. 57.

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go de Construcciones con normas antisísmicas. La medida originó una geografía suburbana que desechó el bahareque, el adobe y la teja y utili-zó cada vez más la madera, el zinc y el “cemento armado”. En 1948 la Di-rección de Tránsito elaboró un pla-no de San José. La ciudad, formada por los cuatro distritos primeros del Cantón, tenía 89.334 habitantes. En 1949 el área residencial capitalina la ocupaban 21.408 casas. El 49% seguía dependiendo del canfín y la leña, pero el 88% tenía al menos un bombillo eléctrico.

Entre 1940 y 1950, San José esta-ba compuesto por 607 manzanas. En los alrededores se fundaron ba-rrios populares: Luján, Keith, Cal-derón Muñoz, Cristo Rey, González Víquez, Carit, El Pacífico, Barrio México, San Cayetano, La Cruz y Barrio Cuba. Al oeste de la ciudad, Mata Redonda –ahora reconocido como San Francisco y San Bosco- lindaba al norte con otro barrio de clase alta: Pitahaya. Al sureste tomó cuerpo el elegante barrio de la Uni-versidad, hoy conocido como la Corte. Escalante, el típico ba-rrio de clase alta, surgió sobre una vieja hacienda y exten-dió la ciudad hacia el este siguiendo el cami-no a San

Pedro en lo que luego se llamó Los Yoses. A la orilla de los ríos Torres, María Aguilar y Ocloro los subur-bios obreros y de los pobres forma-ron aglomeraciones de tugurios.

Cierto tipo de vivienda se con-virtió en símbolo de estatus, éxito, comodidad y seguridad. El hogar se separó del campo de trabajo. Un importante número de población flotante proveniente de los canto-nes rurales de San José se movili-zaba diariamente al centro. La des-igualdad social apareció con nitidez

en la organización del espacio residencial. Políticos, co-

merciantes y profe-sionales se fueron a

vivir al norte y oeste de San José. El Paseo Colón y San Pedro disputa-ron con el Barrio Amón el área ha-bitacional exclusiva con casas estilo chalet suizo o “quintas” tipo norte-americano. La clase media se afincó en los barrios González Lahmann y Otoya. El Sur recibió a los artesanos y obreros. En julio de 1922 la Muni-cipalidad aprobó el Reglamento de limpiabotas, vendedores de Lotería y pregoneros de periódicos.

Entre 1920 y 1925 se hizo evidente el problema de la vivienda. El Decre-to No. 20 del 9 de junio de 1922 creó la primera Ley de Casas Baratas para vender a familias pobres. Dos años después se formó la Junta de Casas Baratas integrada por el Goberna-dor de San José, Rogelio Sotela; el Director General de Obras Públicas, Manuel Benavides y un represen-tante municipal. En 1923 nació la Sociedad Cooperativa Constructora de Casas Baratas para Obreros, y a raíz del terremoto de 1924, la Cruz Roja Costarricense se involucró en un proyecto para construir 200 casas a fin de buscar solución a las alzas de los alquileres. En 1942 se promulgó la Ley de Parásitos y la segunda Ley de Casas Baratas.

Desde 1920 eran prohibidas las películas policíacas o que irrespeta-

ran a la iglesia católica, la moral

En 1923 nació la Socie-dad Cooperativa Cons-tructora de Casas Baratas para Obreros, y a raíz del terremoto de 1924, la Cruz Roja Costarri-cense se involucró en un proyecto para construir 200 casas a fin de buscar solución a las alzas de los alquileres.

Aeropuerto La Sabana. Fuente: http://img407.imageshack.us/i/SANJOSE-AEROPUERTOLASABANA2.jpg

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y las costumbres de las élites urba-nas. En 1924 se impuso el cierre de las cantinas durante el día domingo y las “fiestas de guardar”. En 1927 el clero lanzó una campaña contra los bailes públicos y la bebida de alcohol. La imagen corpulenta de las catedrales iba diluyéndose entre nuevas construcciones del Estado, la banca y los importadores. Sólo el arquitecto José M. Barrantes cons-truyó nueve escuelas en la capital entre 1920 y 1930. El Centro de San José se irguió como área comercial. En 1932 se amplió el bulevar del Pa-seo Colón. En 1939 se inauguró el Aeropuerto La Sabana. Las corridas de toros que se festejaban desde 1861 en Matarredonda se traslada-ron en 1873 al Parque España, en 1911 a la Sabana y en 1920 a la pla-za que luego sería dedicada a Cleto González Víquez.

La meta de los políticos se aferró al patrón liberal de gestión pública instituido entre 1870 y 1890 para ar-

EDIFICIOSHISTÓRICOSDESANJOSÉNOMBRE CONSTRUCCIÓN UBICACIÓNParque Central 1880 Ave. 2-4. Calles 0 y 2. Colegio de Sion 1883-1897 Ave. 0. Calles 17-19.Colegio Superior de Señoritas 1888-1893 Ave. 4-6. Calle 3.Escuela Vitalia Madrigal 1888-1893 Ave.4-6. Calle 3.Aduana Principal 1889 Ave. 3-9. Calles 23-25.Hospital Siquiátrico Chapui 1890 Ave. 0. Calles 14-20.Edif. Metálico. Escuela Lang 1890-1895 Ave. 5. Calle 9. Teatro Nacional 1890-1896 Ave. 2. Calle 3. Teatro Variedades 1891-1913 Ave. 0-1. Calle 5. Liceo de Costa Rica 1894 Ave. 18-20. Calles 7-9. Alianza Cultural Franco-CR 1895 Ave. 7. Calle 5.BancoBaruch&Tristán 1897 Ave.1-3.Calle0.EdificioSteinvorth 1900 Ave.0-1.Calle1.Delegación Comercial Francesa 1900 Ave. 1-3. Calle 1.Ferretería Miguel Macaya 1900 Ave. 0. Calles 0-1. EdificioHerdocia 1900 Ave.3.Calles3-4.Escuela Mauro Fernández 1900-1909 Ave. 8. Calles 10-12.Almacén Luis Ollé 1900 Ave. 0. Calles 0 y 1. Parque la Merced 1902 Ave. 0. Calle 3EdificioLaAlhambra 1903 Ave.0.Calle0y2.Penitenciaría Central 1906-1916 Ave. 3. Calle 0.Correo Nacional 1910-1917 Ave. 0-2. Calle 0.Tienda el Siglo Nuevo 1913 Ave. 0-1. Calle 0.EdificioKnöhr 1914 Ave.0.Calle0.El Castillo Azul 1914-1917 Ave. 0. Calle 17.Embajada Costarricense 1917-1919 Ave. 7. Calles 7-9.EdificioLasAcacias 1920 Ave.1.Calles7-9.Casa Pbro. Humberto Rodrìguez 1920 Ave. 13. Calle 3Templo de la Música 1920 Ave. 3. Calle 7. Escuela de Derecho 1926 Ave. 6-8. Calle 19. Teatro Raventós 1928 Ave. 2. Calle 0.

El Castillo Azul. Antigua casa de gobierno. Fuente: http://img69.imageshack.us/img69/9537

Fuente:http://skyscraperlife.com/costa-rica/3582-edificios-historicos-de-costa-rica.html

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ticular las funciones de hegemonía del Estado, propiciar consenso elec-toral y afirmar las bases jurídicas de la República. Los gobiernos del período 1890-1940 aprobaron leyes e instituciones nuevas para ejecutar medidas con claro propósito de in-tegrar los intereses de gobernantes y ciudadanos. En particular en higie-ne, salubridad y asistencia médica; extensión de la instrucción escolar; control policial y penal de las con-ductas; incorporar a los intelectuales a los poderes del Estado, después del triunfo sobre la dictadura de Ti-noco; y continuar las inversiones en infraestructura vial: en 1937 comen-zaron los trabajos de construcción de la Carretera Interamericana en el tramo entre San José-Cartago.

El tema de la higiene individual, familiar y en los espacios de convi-vencia se atendió con los mismos criterios del pasado. Predominó el control del Estado sobre el tejido ela-borado con las nociones de pobreza extrema, caridad y beneficencia laica o clerical. En salud pública se enfocó la persistencia de los excusados de hueco, epidemias, enfermedades de contagio venéreo y los abusos con el

alcohol y los narcóticos. La o b r a

de contención y saneamiento conti-nuó bajo vigilancia policial, el reclu-tamiento por inhabilidad y la acción de los inspectores sanitarios. Entre 1923 y 1927 se dictaron las primeras leyes sobre la salud de las personas; pero hasta 1935 no hubo institucio-nes para que las atendieran en forma separada de la función de salubridad urbana.

Los criterios pioneros sobre salud humana se definieron en 1923. La Ley No. 52 del 12 de marzo de ese año declaró la salud nacional tarea obligatoria del gobierno, y la salud local deber municipal. Se diseñó el registro de estadística vital. El ries-go de enfermedad en los niños de edad escolar, más que la salud de las mujeres en período prenatal, parto y maternal, se abordó por me-dio de las escuelas y del personal docente, y con objetivos de higiene y detección de ano-

malías. La Ley No. 24 del 4 de julio de 1927 creó la Secretaría para la Salud Pública y la Protección Social. Fusionó la Secretaria de Bienestar -a cargo de la Oficina de Asuntos Ex-teriores- y la Subsecretaria para la Higiene y la Salud Pública creada en 1922. La salud de las personas ingresó por primera vez a la agenda del gabinete político del Estado.

En 1927 se abrió la carrera de asis-tente de enfermería, el cargo de tra-bajador social como auxiliar en el tratamiento contra la tuberculosis, y el puesto de enfermeras obstétricas. Los médicos de pueblo que asistían a los pobres con criterio de tratamien-to y caridad desde 1894, comenzaron a ser reemplazados por los médicos de la Secretaría de Estado. Se fueron imponiendo los conceptos de pro-tección social y bienestar comunal.

El 8 de octubre de 1935 se creó la Junta de Asistencia Médica Social. Los Directores de Unidades de Sa-lud administraron trece hospitales que funcionaban entre 1880 y 1928, y sustituyeron a las hermandades

La Ley No. 24 del 4 de julio de 1927 creó la Secre-taría para la Salud Pública y la Protección Social.

Hospital Dr. R. A. Calderón Guardia. El 22 de octubre de 1943 se promul-gó la Ley Constitutiva de la Caja del Seguro Social.

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benéficas y a la Junta de Caridad. Se puso en marcha el primer Progra-ma de Enfermedad y Maternidad. En 1941 se creó la Caja Costarricen-se del Seguro Social (CCSS). El 18 de diciembre de 1943 se promulgó el Código de Salud que le dio es-tructura a la Secretaria de Salud y Protección Social, e impuso las nor-mas locales e internacionales sobre la salud de las personas. Nació la medicina preventiva. La Secretaría se hizo cargo de la atención a los enfermos que iban a los hospitales de caridad, así como de la salubri-dad pública. Ejecutó las leyes sobre salud ocupacional que protegían a los trabajadores urbanos por la Ley de Accidentes de trabajo (1925); a los peones y jornaleros agrícolas mordidos por serpientes (1926); y la ley sobre salud de los obreros bana-neros emitida como parte del con-venio para terminar la huelga del Atlántico de 1934.

En 1941 entró a regir la Ley de Seguro Social Obligatorio con una perspectiva laboral y de protección a la sociedad. El 7 de julio de 1943 la salud humana se incorporó como derecho en el Capítulo sobre las Garantías Sociales que reformó la Constitución de 1871. La seguridad social se sustentó en la cotización de los patronos, trabajadores y el Esta-do. Protegió a las personas contra riesgos de enfermedad, maternidad, discapacidad, vejez, muerte y otras contingencias. El 22 de octubre de 1943 se promulgó la Ley Constituti-va de la Caja del Seguro Social.

La instrucción pública diseñada entre 1884 y 1886 recibió fuerte cues-tionamiento en el Congreso Pedagó-gico hispano, portugués, americano celebrado en Guatemala en 1889. Entre 1890 y 1915 la alfabetización y la enseñanza se supeditaron a fines individualizadores, racionalistas y utilitarios. Se extendió a seis grados el ciclo de instrucción general que se había fijado en 1886 hasta el cuarto grado. La meta obligó a aumentar el número de escuelas de tercero y segundo orden con el propósito de alfabetizar y dar cobertura hasta ese nivel, al menos a la población del Valle Central. La medida se ejecutó con nuevos decretos de compulsión

hasta IV, y el 10% los grados V y VI. El Ministro de Educación Teodoro Pi-cado rubricó el testimonio. De 546 es-cuelas que había en 1934 en San José, el 49% enseñaban hasta III grado, el 51% hasta II y 26, primer grado. La es-cuela de primer orden representó en todo el país el 17% entre 1936 y 1945. Después de 1947 el Estado sí dio co-bertura de seis grados en la mayoría de las escuelas del país.

En 1927 el Ministro Luis Dobles Segreda informó que la enseñanza privada se ofrecía en 39 colegios y escuelas privadas: 11 en San José, 5 en Cartago, 1 liceo en Alajuela y 22 escuelas en Limón. La matrícu-la en las escuelas públicas pasó de 13.9% en 1906, a 22.2% en 1931. La cifra de instructores también au-mentó. Para capacitarlos se creó la Junta Calificadora del Personal Do-cente. Las Escuelas Complementa-rias para docentes se extendieron a las cabeceras de provincia, excepto Puntarenas y Limón; y se ofrecieron cursos de verano. En 1914 se abrió la Escuela Normal y en 1926 el Ins-tituto Pedagógico. El número de instructores pasó de 953 en 1911 a 1.415 en 1921, 2.486 en 1936 y 3.717 en 1945. El de profesores y adminis-trativos aumentó de 53 en 1939, a 212 en 1941. En 1940 el 92% del per-sonal eran docentes de escuelas, 5% en colegios y 3% en las facultades y Escuela Normal. En 1941 se inaugu-ró la Universidad de Costa Rica.

Las restricciones para pagar los colegios privados, la existencia de

GRADOSDEINSTRUCCIÒNPORCATEGORÍADEESCUELASDELPAÍS TIPO DE ESCUELA 1936 % 1937 % 1938 % 1939 % 1940 % 1941 % 1945 % I ORDEN: hasta sexto grado 109 17 112 17 119 18 112 15 139 14II ORDEN: hasta cuarto grado 53 8 68 10 178 27 189 28 76 11 97 11III ORDEN: hasta tercer grado 444 73 465 73 468 69 484 71 464 70 589 84 595 71TOTAL 606 635 646 673 659 701 831

El 7 de julio de 1943 la salud humana se incor-poró como derecho en el Capítulo sobre las Garan-tías Sociales que reformó la Constitución de 1871.

Fuente. Ministerio de Educación Pública. Memorias. San José. Años respectivos.

escolar aprobados en 1903, 1910 y 1924; penalizados hasta 1945 con normas de contravención.

El resultado fue lento y pobre más allá de bajar el número de analfabetas. Atascó la calificación para el trabajo; preservó las desigualdades sociales; aumentó la brecha entre campesinos y citadinos. En 1927 la alfabetización se estimó en 65.7%. Pero el informe del Inspector de Escuelas de Alajue-la, Rogelio Ruiz R., indica en 1934 que el 53% de todas las escuelas de pro-vincia ofrecían sólo I y II grados, 36%

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sólo cinco liceos públicos y la ausen-cia de Universidad estatal, desconti-nuaban la oferta escolar y provoca-ban la deserción. La desarticulación de los niveles de enseñanza y el desfinanciamiento o la inopia del Estado convirtieron a las escuelas de I y II orden en agencias de un conjunto de actividades desligadas de la formación académica; destina-das a habilitar otras funciones del Estado. Entre 1915 y 1925 nació y se desarrolló un tipo de escuela con funciones de clínica sanitaria y pa-tronato asistencial. Después de 1926 las escuelas fueron centros promo-tores de la agricultura comercial y de la socialización de ideas, ritos y ceremonias alusivas a la patria, el Estado, la nación y la naturaleza.

Los programas didácticos de 1926 diseñaron los conceptos de indivi-duo, familia, comunidad y ciuda-danía con una filosofía positivista y pragmática. En las escuelas se reali-zaban visitas del Médico del pueblo; campañas para eliminar parásitos intestinales y usar el excusado; vigi-lar el aseo e higiene, la sanidad bucal y oftalmológica. Se repartían vasitos de leche y raciones de alimentos a escolares desnutridos, subalimenta-dos y faltos de energías, con ayuda de la Cruz Roja Costarricense. En 1920 se creó el Patronato Nacional Escolar, con la colaboración de las familias. La instancia devino órga-no de gestión en todas las escuelas de I y II orden. Se enseñó a niños y niñas a cultivar hortalizas y sem-brar; emprender oficios artesanales

y abastecer los comedores escolares. Se propició la creación de clubes fi-lantrópicos y cívicos; se emuló el há-bito electoral, el cooperativismo y el ahorro de alcancía.

La fisonomía de escuela, complemento de otras funciones estatales, se reforzó entre 1926 y 1940. Hasta 1930 se ensayó un p r o g r a m a para integrar conocimien-tos, destrezas y actitudes se-gún la pedago-gía y psicología del psiquiatra suizo, Ovidio Decroly. Se pu-sieron en práctica los con-ceptos de “método global o ideo vi-sual” y la didáctica de los “centros de interés”. La renovación encalló en la crisis de 1929-1933. En 1929 se aprobaron otros programas que propuso Carlos Gagini, los cuales

menospreciaron el conocimiento abstracto y la teoría e impulsaron, de nuevo, el pragmatismo.

El relieve alto de la instrucción prác-tica se renovó con las asignaturas de trabajos manuales, costura y cocina;

educación cívica, física, agríco-la e industrial; la enseñan-

za del idioma inglés y de la Cartilla Antial-

cohólica. Se explo-raron habilida-des individuales para la música, artes plásticas, pintura, oratoria y composición

literaria. Se ins-tauró una agenda

de efemérides alu-sivas a la naturaleza,

las ideas de patria y de nación. Las Semanas Cívicas, el

Día del Niño, el Día del Árbol y el Día de la Bandera fueron los momentos ceremoniales y rituales. Se instauró el Juramento a la Bandera. Se prohibió el uso comercial de los símbolos del Estado.

Los niños participan en la siembra de árboles. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Escudo UCR.

En 1914 se abrió la Es-cuela Normal y en 1926 el Instituto Pedagógico. En 1941 se inauguró la Uni-versidad de Costa Rica.

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Entre 1935 y 1945 tomó bríos la pe-dagogía de Decroly, enriquecida con los conceptos y métodos de la Escue-la Activa del pedagogo norteameri-cano John Dewey. Los docentes se abocaron a formar inteligencias y voluntades constructivas y autosu-ficientes. La escuela debía educar a los alumnos en los hábitos de pro-ducción, consumo y comportamien-to en grupos, según las pautas de la vida urbana; generar confianza en las leyes de obligaciones y derechos; recrear valores de lealtad a la patria y al Estado a través de la simbología cívica y el recuerdo del pasado.

El cambio coincidió con la supre-sión del voto de dos grados en 1928; el clima de agitación social que creó la depresión de 1929-1933; la impo-sición del voto obligatorio en 1936; el nacimiento de partidos políticos reformadores y nacionalistas; y con la crisis de la ideología liberal en el nuevo clima de inseguridad que trajeron el nazismo, el fascismo, el comunismo y las crisis de subsis-tencias que provocó la Segunda Guerra Mundial.

La elaboración de textos escolares entró en una fase nueva y distinta. Devino eslabón de un cambio en la percepción y articulación de co-nocimientos acerca del entorno del país y fuera de él, en el ocaso de la generación de intelectuales de 1890-1920. La iniciativa del Minis-tro Luis Dobles Segreda suplió ma-terial didáctico; promovió al nuevo educador a la categoría de agente investigador, creador y productor; incorporó a los intelectuales a la la-bor de edición y difusión a cargo de la Imprenta Nacional; ayudó a de-linear una tipología de cultura ex-presada en estructuras científicas, literarias, gráficas, sonoras y estéti-

cas que emanaban de las gentes de la Capital, las regiones y ciudadelas del Valle Central.

Entre 1925 y 1935 el escenario académico lo ocuparon entre otros,

Leovigildo Arias y Miguel Obregón Lizano, en geografía y cartografía; Ricardo Solís, en Química; Atilia Montero, en matemática; Napoleón Quesada, en cosmografía; Elías Leiva, en cívica; Matías Gámez, en gramática, ortografía y orientación social; Ricardo Jiménez Núñez, en higiene; Carlos Gagini, Omar Den-go, María Isabel Carvajal (Carmen Lyra) y Carlos Luis Sáenz en litera-tura y textos de lectura. En 1927 la Sección de Publicaciones del Minis-terio de Educación había editado 45 obras de consumo escolar y tenía en trámite otros 22 títulos.

Medardo Guido y letra de la canción Espíritu Guanacasteco. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Guanacaste trascendió el llano y la bajura de la mano de maestros venidos a grandes creadores como Adán Guevara, Aristides Baltodano, Héctor Zúñiga Rovira, Jesús Bonilla y Medardo Guido.

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La Escuela Activa impulsó desde 1935 la renovación de la producción académica y artística; esta vez en el contexto de un cambio ideológico y de la inserción de los profesores de la Escuela Normal y de los liceos en la conflictividad social y política. Emi-lia Prieto, Luisa González y Francis-co Amighetti cultivaron el grabado, la pictografía, la literatura y la reco-pilación de la expresión artística de los campos. Guanacaste trascendió el llano y la bajura de la mano de maestros venidos a grandes creado-res como Adán Guevara, Arístides Baltodano, Héctor Zúñiga Rovira, Jesús Bonilla y Medardo Guido.

El arte fue otra expresión integra-dora. La Escuela Nacional de Bellas Artes, creada en 1897 en el Ministe-rio de Educación, fue cantera de in-quietudes. En 1928 convocó a la pri-mera exposición de artes plásticas.

Participaron 30 artistas con más de 200 obras en grabado, pintura y ca-ricatura. Hacia 1930 estaban bastante firmes las bases de conocimientos, técnicas y de una estética plástica alrededor de temas como el paisaje, el retrato, la morada, la maternidad y las voluntades de trabajo. Hasta 1937 unos 220 hombres y mujeres participaron en los concursos oficia-les con 1.543 obras de 132 pintores, 29 escultores, 23 caricaturistas y 35 dibujantes. Desplegaron los crite-rios artísticos del impresionismo, el modernismo y el cubismo. En 1934 nació el Círculo de Amigos del Arte. Emilia Prieto promovió la primera exposición de decorados de carretas.

En 1939 Roberto Brenes Mesén fundó la Asociación de Autores y Escritores. Rogelio Sotela, Francis-co María Núñez, Luis Ferrero, Juan Trejos, José Fabio Garnier, Víctor

González, Emma Gamboa, José Da-niel Zúñiga, Francisco Zúñiga y Por-firio Brenes entre otros, ocuparon la palestra difundida por la Imprenta Nacional. En 1941 se crearon: el De-partamento de Material Didáctico, la Universidad Popular, la Coope-rativa de Artistas Costarricenses, la Escuela de Cultura Popular, la Academia Nacional de Grabado, y la Academia de Artes, Oficios e Industrias. Desde la Universidad de Costa Rica, Teodoro Quirós se hizo cargo de la Facultad de Bellas Artes en 1941. Abrió el sendero al vanguardismo para la expresión de los contenidos eróticos, oníricos, egocéntricos y sonoros de la tesitu-ra humana.

En 1941 y 1942 se instituyeron el Conservatorio Nacional de Música y la Orquesta Sinfónica Nacional. La sección de Extensión Cultural

Estero de Puntarenas, de Teodorico Quirós. Propiedad de doña Julia Quiñones vda. de Fábrega. Fuente: Ulloa Barrenechea, Ricardo. Pintores de Costa Rica. ECR, 1978.

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del Ministerio de Educación impul-só desde 1943 las Misiones Cultura-les y las Convenciones para el Fo-mento de las Relaciones Culturales Interamericanas. Se legalizó la So-ciedad de Geografía e Historia. El 12 de octubre de 1945 se decretó la celebración del “Día de la Cultura Americana” y en 1946 se inauguró en Buenos Aires de Puntarenas la Casa del Indio, a instancias de Doris de Stone, presidenta de la Junta de las Razas Aborígenes de la Nación. En 1947, por iniciativa del Club de Leones de San José se declaró Baile Nacional la composición “El Punto Guanacasteco”.

Entre 1890 y 1945 se escribieron las

primeras obras sobre la historia de la producción de literatura en Costa Rica. Varios autores publicaron re-

copilaciones con criterio cronológi-co y en forma de antologías: La Lira Costarricense (1890-1891) de Máxi-mo Fernández, el índice Bibliográ-fico de Costa Rica (1927-1936) de Luis Dobles Segreda, Escritores y poetas de Costa Rica (1923) de Ro-gelio Sotela y Antología de Poetas Costarricenses (1946), de Rosario de Padilla. Después de 1970, filólogos y analistas elaboraron varias versio-nes sobre la producción literaria de la primera mitad del siglo XX. Coin-ciden en general, en lo siguiente.

La producción literaria del perío-do 1890-1920 fue obra de un con-junto de escritores que han sido agrupados con criterio analítico en el nombre de “generación del nove-cientos”. En 1894 surgió la polémica sobre la viabilidad de producir una

literatura con carácter nacional. El escritor e historiador Ricardo Fer-nández Guardia percibió el despe-gue de la creación literaria en el pa-rámetro estético del modernismo. Carlos Gagini, en contraste, pensa-ba que la naturaleza y la cultura del país podían ser fuentes de inspira-ción para una producción con letras propias, tal como el costumbrismo inspiró las literaturas de identidad nacional en los mismos países eu-ropeos. El desarrollo social del mo-mento no ofrecía condiciones para una mayor exploración del dilema planteado.

Los autores de la generación del novecientos escribieron crónicas, relatos de costumbres, cuentos, obras para teatro, poesía y la no-vela. Los textos se publicaron en la prensa diaria, en unas pocas revis-tas y en gran número de periódicos de corta duración. El diseño de la instrucción pública con énfasis en los lectores de los cantones centra-les de provincia y la exclusión total de la literatura en los programas de educación primaria y de los liceos hasta 1945, limitaron el impacto de estas obras en la apreciación o cul-tura literaria, la sensibilidad social y la imaginación colectiva.

Entre 1910 y 1920 la producción costumbrista convivió con la in-fluencia del modernismo. Por poco tiempo. El consumo de obras lite-rarias elaboradas en América del Sur permeó la creatividad de los autores. Sin abandonar del todo la forma preciosista del texto, al esti-lo modernista, el contenido de los mensajes introdujo la percepción y el diálogo interior sobre las rela-ciones sociales, los ambientes y per-sonajes de la vida cotidiana o del contexto histórico latinoamericano. La producción posterior al costum-

Escritores costarricenses del 900. De izquierda a derecha, arriba: Manuel González Zeledón, Magón; Roberto Bre-nes Mesén y Ricardo Fernández Guardia. Abajo: Carlos Gagini, Aquileo J. Echeverría y Joaquín García Monge. Al centro: María Isabel Carvajal, Carmen Lyra. Fuentes: varias.

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brismo ha sido caracterizada como el período del modernismo tardío, el cual se prolongó hasta 1940. En conjunto con el costumbrismo, en esta fase se elaboró la textura de la literatura nacional.

Entre 1920 y 1945 se manifestaron tres movimientos literarios. El gru-po Germinal; la narrativa de tipo crítico con mensajes expresionistas y escépticos; y la producción inte-gracionista de intelectuales ligados con el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.

Los intelectuales del grupo Ger-minal, bajo el liderazgo de Joaquín García Monge, elaboraron una sen-sibilidad en torno a personajes mas-culinos y femeninos de las clases inferiores del campo y las ciudades. Ampliaron la representación litera-ria más allá de los límites del Valle Central; en particular a los ambien-tes laborales y sociales creados por el ferrocarril al Atlántico, las plan-taciones bananeras, las zonas mi-neras y el agro. Recrearon la existen-

cia de los campesinos en situación de desarraigo. Produjeron abun-dante literatura infantil que ingresó a las aulas escolares y de los liceos.

Los intelectuales del segundo grupo fueron narradores que culti-varon ante todo la novela. Miraron su tiempo y las relaciones sociales en dimensión latinoamericana y crí-tica. Cultivaron la calidad conven-cional de la estructura expresiva y la fuerza de la imagen. Muestran bastante escepticismo sobre la con-dición humana y su destino histó-rico. Sus temas sociales y políticos son tratados con fuerte acento filo-sófico. Introdujeron dramas simila-

res a los vividos en otras socieda-des latinoamericanas.

A finales de los años 30 fue confi-gurándose otro grupo. Algunos es-critores reciben y se adhieren a las corrientes de las fases anteriores. En el campo literario, sobre todo en poesía, otros cultivaron rasgos del vanguardismo. Su percepción social y política del presente y el pasado se acerca a las representaciones de las clases medias urbanas y de la peque-ña y mediana burguesía agraria e in-dustrial. Su escritura en prosa pone énfasis en la elaboración ideológica con rasgos críticos e impugnativos alrededor de temas como la tenencia de la tierra, los problemas de vivir en las ciudades, la identidad nacional y el patriotismo. Algunos formaron parte del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, organiza-do entre 1940 y 1945.

La plataforma de integración so-cial y de construcción de identidad nacional alrededor de la estética se erigió también con la creación, pro-ducción y difusión de la música. La desarrollaron grupos musicales que

Banda. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

Las cimarronas habían surgido hacia 1840 al alero de las parroquias y las municipalidades, como pe-queños grupos que tocaban instrumentos de viento.

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recurrieron a diversos instrumen-tos: cimarronas, bandas militares, filarmónicas municipales, orques-tas de salón, escuelas profesionales y grupos populares de aficionados.

Las cimarronas habían surgido hacia 1840 al alero de las parroquias y las municipalidades, como peque-ños grupos que tocaban instrumen-tos de viento. Sobreviven en el re-pertorio de los turnos religiosos y de los festejos cívicos patronales de la mayoría de los cantones y distritos. Una variante fueron las filarmonías o conjuntos musicales subvenciona-dos por los municipios. Al principio se concibieron como medios discipli-narios, de formación de hábitos de vida urbana y centros transmisores de música popular. Se mantienen en forma precaria debido al escaso apo-yo financiero y técnico del Estado.

Las bandas militares se incorpo-raron con más solvencia al ritual cívico del Estado, de las escuelas y en los actos públicos civiles y ecle-siales. En 1845 se creó la Dirección General de Bandas. La reglamenta-ción escolar de 1869 las incorporó al sistema de instrucción y se fortale-cieron en la década del General To-más Guardia. Entre 1874 y 1884 se fundó una banda en cada provincia con sus reglamentos, instrumentos y uniformes de gala. Las retretas y recreos renacieron, se multiplicaron y alegraron las plazas y quioscos de los parques según la tradición arrai-gada desde 1850.

En 1909 se instauró la Escuela Mi-litar de Música. Las bandas decaye-ron desde 1920 debido a la guerra contra la dictadura de los Tinoco, a la reorganización del ejército y la creación de la policía civil bajo control del Ministerio de Seguri-dad Pública, en el gobierno de Julio Acosta. Las crisis fiscales de 1929

y de la Segunda Guerra Mundial también afectaron a las bandas, así como las críticas constantes por la sobreutilización de servicios en ac-tividades de gobierno y de los par-tidos políticos oficiales. Las retretas y recreos decaen en las cabeceras de provincia hacia 1940; también San José, cuando la pila del Parque Cen-tral fue sustituida por el kiosco y en el sótano se instaló el salón de baile, El Patio Andaluz.

Las sociedades filarmónicas, a dife-rencia de las cimarronas y de las fi-larmonías, nacieron en 1860 como re-uniones de músicos aficionados con objetivos de entretención, intercam-bio social y transmisión de destrezas. El auge de las exportaciones y de las importaciones fomentó el consumo privado de música, el uso de instru-mentos, la oferta de lecciones particu-lares y la edición de libretos para igle-sias y escuelas públicas. Connotados músicos inmigrantes organizaron la instrucción privada, compusieron o “arreglaron” obras, formaron socie-dades filarmónicas, promovieron el ingreso de compañías de ópera y la apreciación teatral.

En las sociedades filarmónicas se formaron las Orquestas: grupos con diversidad de instrumentos y con apoyo de músicos profesionales. Surgieron en San José y las cabece-ras de provincia entre 1861 y 1877.

De ahí se desarrollaron las Orques-tas de Salón a partir de 1890. Hacían presentaciones en los sitios de socia-lización de la élite: el Centre Catalá, la Magnolia, el Café la Feria, el Hotel Washington, el Salón de Patines, el San José Golf Club, el Club Unión y el Hotel Costa Rica. En las cabeceras de provincia amenizaban en los clu-bes sociales, los centros de amigos, reuniones familiares, gremiales, con-ferencias de comerciantes o en las re-presentaciones líricas de los teatros. En unión con grupos de aficionados cultivaron el baile público, el evento festivo oficial, diplomático o empre-sarial; y organizaban conciertos y veladas públicas y privadas.

Las orquestas de salón tuvieron

auge después de 1910 debido al alza en la demanda hotelera, el mejora-miento de la infraestructura comer-cial, la intensa actividad teatral, la abundancia de clubes de artesanos, gremiales, obreros y de sociedades de beneficencia. En menor grado por la ampliación de los centros de enseñanza. Es la fase de proyección de las películas mudas que ingresan al mercado hacia 1902 y requerían animación y sonido. Entre 1916 y 1930, año en que desaparece el cine mudo, las orquestas y grupos afi-cionados eran imprescindibles en las funciones de cine de los jueves y domingos.

Algunas orquestas de moda fue-ron: el Sexteto de José Campabadal y la Orquesta de Manuel Matamo-ros (1892); la Orquesta Nacional de Luis Roig (1900); el Sexteto Si-glo XX (1901); la Orquesta Varie-dades (1902); la Orquesta Modelo, del maestro artesano Ramón Arias (1903); la Orquesta del Club Inter-nacional, del profesor Joaquín Var-gas Calvo (1903); y el Quinteto de Alajuela, de Juan Maltés (1903).

En las sociedades filar-mónicas se formaron las Orquestas: grupos con diversidad de instru-mentos y con apoyo de músicos profesionales. Surgieron en San José y las cabeceras de provin-cia entre 1861 y 1877.

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Las escuelas profesionales de mú-sica surgieron por iniciativa de ins-tructores inmigrantes. Óperas, ope-retas y zarzuelas en boga en Europa ocupaban los atriles y las partituras de las bandas y orquestas en las re-tretas, veladas, conciertos, cines y teatros. Los maestros inmigrantes fundaron la Escuela Nacional de Música, la Escuela Santa Cecilia, La lira Josefina, el Conservatorio de Música y Declamación, y la Acade-mia Euterpe. A finales del 90 entró de lleno el repertorio clásico y se editó la revista musical, Notas y Le-tras. A diferencia, la música sinfóni-ca y de cámara fue casi desconocida hasta 1900.

El género aumentó la audiencia familiar con el ingreso de las vic-trolas y los discos, después de 1902. En ocasiones unos pocos escucha-ban alguna que otra sinfonía para piano a cuatro manos. En un con-cierto convocado a finales de 1920 solo 34 personas compraron boletos para luneta en el Teatro Nacional. Los salones familiares, las escuelas

de música y algunos centros cultu-rales como el Ateneo de Costa Rica (1907), la Sociedad de Instrucción y Recreo (1912) y el Centro Ariel del Colegio de Señoritas (1910) fueron transmisores de la música clásica. Entre 1902 y 1940 estuvieron acti-vas siete asociaciones musicales ur-banas y de élite, y la Asociación de Maestros de Música.

La cinematografía y la radio trans-formaron el medio musical. El re-

gistro y la reproducción de sonidos por medios mecánicos, patentado en 1877 por Thomas Alva Edison, hizo posible que en 1896 se escuchara por primera vez el fonógrafo en la pulpe-ría El Descanso, en San José. Las im-portaciones aumentaron entre 1904 y 1906. En 1915 la Agencia Piza e Hijos, y la sociedad Font & Nieto hicieron las más grandes entradas de discos y victrolas. El paso de la grabación me-cánica a la eléctrica en 1920, favoreció la competencia comercial de origen norteamericano. La tradición musical popular, erudita y clásica enfrentó en adelante la influencia del repertorio afroamericano. Discos, radios y cine sonoro trajeron la era del Jazz con sus ritmos ragtime, one step, two step y fox trot y sus instrumentos de viento y percusión. En 1927 se proyectó la primera película sonora y diez años después se exhibió la primera cinta magnetofónica a color.

El aumento en las importaciones de fonógrafos, victrolas, discos, radios y películas sonoras, cambió los gustos y ambientes musicales. La magia del

OrquestadecuerdasdirigidaporJoséJoaquínVargasCalvoafinalesdelsigloXIX.Depie:CarlosF.Umaña,ManuelBlanco,J.J.CastroCarazo,J.J.VargasCalvo,WalterBolandi,Mi-guel A. Umaña. Sentados: Luis Montalvo, José Daniel Zíñiga, José A. Coto, Luisa Montero, Alfredo Mora, Alberto Zúñiga. Sentado en el suelo: Alfredo Serrano. Archivo Nacional de Costa Rica. Serie Fotografía Nº 4604. Fuente: Vargas Cullell (2004:188). Fuente: http://images.google.co.cr/imgres?imgurl=http://www.babab.com/no33

La música sinfónica y de cámara aumentó la audiencia fa-miliar con el ingreso de las victrolas y los discos, después de 1902. Foto Colección Heriberto Valverde Castro

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sonido y la voz se incorporó a hote-les, restaurantes, sodas y cafés. Los bailes con ritmos de valses, polcas y mazurcas se combinaron con la mú-sica afroamericana y se diferenciaron. Aumentaron las opciones para escu-char música en las casas, comercios y la calle. Los teatros y los cines ya no necesitaron las orquestas; solo los clu-bes y hoteles exclusivos.

Al principio las emisoras radiales fueron un buen mercado de trabajo para las orquestas. Después, los gru-pos tuvieron que tomar la iniciativa

de ventas. En 1933 la Sociedad de Músicos Profesionales organizó el Baile de Coronación de la Reina de la Radio. La audición y el baile con las canciones de Carlos Gardel, Ortiz Tirado y Agustín Lara fueron la res-puesta al ritmo afroamericano. El sa-lón de baile de moda en San José, El Sesteo, acogió a cantantes y orquestas como La Princesita del Tango, al Gru-po de Trino Vargas o al de Miguel A. Zúñiga con sus concursos de mambo, rumba y tango. En el Teatro del Aire, de la Estación Nueva Alma Tica, se refugiaron Alberto Castillo, Roberto

MUJERESENLAMúSICACOSTARRICENSE Caggiano, Zoraide. Pianista. Alumna de Julio Fonseca y Guillermo Aguilar Machado. Miembro Asociación de Cultura Musical (1939-1946). González Zeledón Marcelina. Cantante. Estudió en Italia y España en 1891. Profesora de la Escuela Nacional de Música. Maukish von Hossel, Elsa. Pianista alemana. Miembro del Ateneo de C.R. Profesora del Conservatorio de Música en 1915. Montero Muñoz, Carmen. Pianista. Estudió en Bélgica. Miembro del movimiento Creación de la música costarricense, de 1927-1938. Montero Muñoz, Luisa. Cantante y violinista. Estudio en el Conservatorio de Nueva York. Orquesta de Cuerdas de la Escuela Sta. Cecilia, el Con- servatorio y la Sinfónica Nacional.O’Leary Ramírez, Marita. Pianista. Estudió en Nueva York. Musa de Rubén Darío. Organizó el Orfeón de la Asociación de Cultura Musical. O’Leary Ramírez, Mercedes. Pianista y compositora. Publicó en la Revista Notas y Letras. Miembro del Ateneo de Costa Rica. RosatBonnefil,Petra. Cantante.EstudióenFranciayGuatemala.Miembrodela Sociedad Musical Santa Cecilia. Segreda Solera, Zelmira. Pianista y cantante. Intérprete de telones musicales para cine mudo. Solista.Castro, Angelina. Cantante. Estudió en Italia. Profesora y miembro del Ateneo.Mata Alfaro, Virginia. Compositora en el parámetro estético de la música nacional. Caravaca, Inés. Miembro de las Filarmonías de Santa Cruz y Goigoechea.Machado, Luz. Pianista y compositora. Autora en la Revista Notas y Letras. Mayorga, Encarnación. Pianista. Profesora del Conservatorio. Reyes Calderón, Consuelo. Presidenta de la Asociación de Cultura Musical (1934-1946). Zelaya,Pacífica. Pianistayarpista.SociedadMusicalSta.Cecilia.Antillón, Julia. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. Antillón, Herminia. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia.Barrenechea Sanz, Matilde. Cantante. Estudió en España en 1891. Bustamante, Ángela. Cantante. Profesora de Canto. Casanova, Carolina. Cantante. Estudió en Italia entre 1869 y 1876. Casals, Sofía. Cantante. Profesora en Alajuela en 1912. Castro, Berta. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia.Castro, Ofelia. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia.Del Valle, Eulasia. Organista. Estudió en Guatemala Espinach, Elisa. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. González, Paulina. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. Mata, Consuelo. Cantante. Profesora en Cartago en 1912. Montero, Rosa. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. Montes de Oca, María. Cantante. Profesora en San José en 1912. Morales, Ester. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. Morales, María Luisa. Miembro de la Sociedad Musical Sta. Cecilia. Morales, Mariana. Violinista. Sociedad Filarmónica de Heredia.Quirós, Clemencia. Cantante. Profesora en San José en 1912.

MúSICOSDEPROFESIÓNENTRE1890Y1940

Estudiaron en BélgicaAlejandro MonestelJesús Núñez,Carmen MonteroEnrique Jiménez Núñez.

Estudiaron en Estados UnidosJosé Joaquín Vargas CalvoIsmael CardonaMarcelina GonzálezMarita O’LearyJuan PiedraLuisa MonteroAlfredo SerranoJosé Castro CarazoJulio FonsecaEnrique Echandi Estudiaron en ItaliaZelmira SegredaAngelina Castro

Estudiaron en MéxicoAlvar AntillónHéctor Reyes

Estudiaron en Guatemala y FranciaPetra Rosat

Otros:Pantaleón Zamacois, Mateo Forunier, Vicente Lachner, Pedro Visoni, Enrique Olintto Metri, Eladio Olma, Luis Gamero José Campabadal. Juan de Dios Páez. Pianista y compositorLuis CardonaRafael Cháves. Director General de Bandas. Rafael Angel TroyoMateo FournierIsmael CardonaEmilio LeónJulio OsmaAgustín RoigJosé Rovira ArmengolJosé Ricardo Casorla.José Campabadal.José Daniel ZúñigaManuel J. FreerAlcides PradoJuan de Dios Páez, Luis Roig, Ricardo Jiménez, Julio Fonseca, Jorge Mata.

Fuente: Campos Fonseca, Susan. Las mujeres en la práctica musical de Costa Rica entre 1790 y 1949.En: http://susancampos.wordpress.com/2008/07/03/

Fuente: Vargas Cullel, María Clara. De las fanfarrias a las salas de concierto. Música en Costa Rica 1840-1940. EUCR. San José, 2004. Varias páginas.

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La invasión del jazz produjo hacia 1920 la adecuación técnica de la marimba a la interpretación de los diversos ritmos; un resultado de in-novaciones en el instrumento, ela-boradas en México y Guatemala. La marimba guanacasteca fue percibi-da como una herramienta idónea para un tipo de música que expre-sara “el alma nacional”. La búsque-da se tradujo en conferencias, con-cursos, conciertos, investigaciones y ediciones. En 1927, con el trasfon-do de una polémica pública, el Mi-nistro de Educación Luis Dobles Se-greda nombró la primera comisión para que trabajara en la elaboración de un ritmo musical propio.

La comisión quedó integrada con Julio Fonseca, Enrique Echandi, Emanuel García, Roberto Campa-badal y Juan Loots. En diciembre convocaron a un concurso nacional, al cual se presentaron 96 obras. En 1929, el jurado compuesto por Al-vise Castegnaro, César Nieto y Ma-rita O’Leary entregó los premios en el Teatro Nacional a Julio Fonseca, Roberto Campabadal, Gilberto Mu-rillo, Virginia Mata y Juan de Dios Páez. El mismo año la Comisión edi-tó las partiduras y letras de “Caña Dulce Pa’ Moler”, “El Punto Gua-nacasteco”, “Patriótica Costarricen-se”, “El Zapateado” y “Nicoyani-ta”. Entre 1927 y 1942 se editaron 20 obras de cantos o alusivas a la

vida musical costarricense. En 1929 José Daniel Zúñiga inició la edición de antologías y publicó la Colección de Bailes Típicos de la provincia de Guanacaste. En 1938 culminó esta fase creativa de música de arraigo y significados nacionales.

El alza en la densidad de la po-blación y en los indicadores de vida urbana en San José fueron dos cambios que favorecieron la apari-ción desde 1890 de los deportes no tradicionales. Los introdujeron in-migrantes y pequeños grupos de la élite cafetalera que habían estudia-do o tenían contactos en Inglaterra, Estados Unidos o Europa Central. Entre 1873 y 1908 se practicaban veintidós nuevos deportes que for-maron parte de la red de cohesión social de la juventud perteneciente a las familias josefinas. En ese lapso se establecieron 32 clubes o asocia-ciones, y tanto los torneos como los eventos sociales afines eran objeto de noticia periodística.

El fútbol, entre esas novedades,

evolucionó al ritmo de nuevos can-tones en el Valle Central, del aumen-to en el comercio local, la mejoría en las vías de comunicación y la ex-tensión de los ciclos escolares. Entre 1899 y 1904 se formaron doce clubes en las cuatro cabeceras de provin-cia. El Club Sport Cartaginés está activo desde 1904. La Liga Deporti-

En 1927 se proyectó la primera película sonora y diez años después se exhibió la primera cinta magnetofónica a color.

Grandes teatros de Costa Rica. Fuente: http://www.skyscrapercity.com

Desplá, Carmen Granados y otros productores de radionovelas con sus acentos costumbristas.

El comercio en grande de las téc-nicas de sonido musical, la difusión masiva del jazz, así como la proyec-ción de películas sonoras, fueron un jaque a la creación y producción local de toda clase de música con matices estéticos y nacionalistas. También para los lugares cerrados de socialización. Hacia 1930 termi-na la afición por el teatro lírico. En-tre 1920 y 1940 se proyectaron más de 6.500 películas en unas 12 salas de cine josefinas y de cabeceras de provincia. En ese contexto los go-biernos de los años 1925 a 1940 impulsaron desde el Ministerio de Educación la producción de música de contenido cívico y con propósi-tos de recuperación y protección de la identidad nacional.

Desde 1890 la enseñanza escolar del canto generó la producción de letras y composiciones, y cultivó la sensibilidad musical. La “buena música” era sinónimo del gusto por el género clásico y cívico patriótico.

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va Alajuelense se fundó en 1919. El Club Sport Herediano en 1921 y el Deportivo Saprissa en 1935.

A diferencia de los otros depor-tes selectivos, la práctica del ba-lompié tuvo mayor impacto en la socialización de grupos en el nivel comunal, cantonal y regional. In-volucraban más número de parti-cipantes y las competencias gene-raban los sectores de aficionados, pues los nombres de los clubes y de los equipos aludían desde un prin-cipio a las identidades colectivas de origen común. El fútbol surgió en los espacios suburbanos desde 1898 y hasta 1905 formó parte de la di-versión pública de los trabajadores y obreros. Los grupos promotores, más que el Estado, se encargaron de regular la actividad. Entre 1906 y 1908 fueron aprobados los estatutos de 50 clubes de fútbol. El deporte se expandió con celeridad. Entre 1905 y 1921 se fundaron 216 asociaciones futbolísticas.

Los años 1920 y 1921 marcan hi-tos. En 1906 surgió la idea de una Liga Nacional para las competen-cias entre provincias. Hasta 1917 se crearon siete uniones de clubes que tuvieron corta duración. En 1920 hubo el primer encuentro interna-cional, con Nicaragua. En 1921 se fundó un Comité Nacional de De-

portes que aceptó invitación de su homólogo de Guatemala para el Campeonato Centroamericano con-memorativo del Centenario de la Independencia. La representación del país obtuvo el primer lugar. El suceso, convertido en fiesta popu-lar, afirmó también la idea de iden-tidad societaria y el fútbol se conso-lidó en la cultura nacional. En 1923 el Club Sport Cartaginés obtuvo el título de Campeón en la primera competencia que se realizó entre las provincias del Valle Central.

Los artículos necesarios para el deporte, y la práctica del fútbol en particular, ingresaron a la estadís-

tica del comercio interno a través de las empresas importadoras. Pa-gaban en la prensa anuncios alusi-vos a los balones, zapatos y ropas adecuadas. Entre ellas: el Alma-cén de Ropas Roberto; la Agencia J.E.Clarck & Co.; la Librería Espa-ñola; la Tienda el Siglo Nuevo, de Alberto Herrero & Cía.; y la tienda de Alberto T. Brenes & Sobrino. Las importaciones superan la cifra de dos mil kilogramos a partir de 1911. Se incrementan entre 1909 y 1921 con una caída notoria en 1913 y durante la dictadura de Tinoco. El rubro no se vio afectado por la Pri-mera Guerra Mundial.

Grupo de baile. Foto: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Fte: Urbina Gaitán, Chester. Costa Rica y el deporte: 1873-1921. Fuente: EUNA. Heredia. 2001. Pp. 23-62.

PRÁCTICASDEPORTIVASENCOSTARICA1873-1908

DEPORTE INICIO DEPORTE INICIO

Billar 1860 Atletismo 1903Hípicas 1874 Caza 1904Gimnasia 1878 Golf 1904Natación 1890 Tenis 1904Patinaje 1890 Pelota vasca 1904Ciclismo 1896 Lucha libre 1905Esgrima 1896 Regatas 1906Cricket 1899 Boxeo 1906 Boliche 1901 Baloncesto 1908Polo 1902 Beisbol 1906Pesas 1912 Tiro al blanco 1910

Fte.: Urbina Gaitán, Chester. Op. Cit. Pp.62-110.

PRIMEROSCLUBESDEFúTBOL1898-1905

NOMBRE AÑO DIRECCION Club Sport Costarricense. 30-9-1899 Samuel MontandónAsociación (Dep.) Obrera 1899 Dr. Ramón Zelaya ClubSportJosefino 1899-1904 RobertBaid(1904)Club Sport-men la SabanaCentro de la Juventud 1904 Partido Azul del Liceo CR. Club Sport de Heredia 1900 Juan Rafael DoblesClub Sport Cartago 1900 Alberto Coto. Asociación Dep. Alajuela 1900 Adán SaboríoClub Sport Domingueño 20-9-1904Club Sport Herediano 23-10-1904 Alberto Moya.Club Sport de Alajuela 1904Club Sport La Libertad 3-11-1905

Entre 1906 y 1908 fueron aprobados los es-tatutos de 50 clu-bes de fútbol. El deporte se expan-dió con celeridad. Entre 1905 y 1921 se fundaron 216 asociaciones futbolísticas.

Page 161: Libro Forjadores de Costa rica

159

Las solicitudes de los clubes para obtener rebajas de impuestos, en especial de balones de fútbol, se evidencian desde 1906. También pe-dían auxilios económicos a las casas comerciales y embajadas de países. A tono con esos objetivos, en los me-dios de prensa surgieron gacetillas sobre el efecto saludable y los valo-res de integración social y corporal derivados de la práctica de depor-tes. El mensaje fue avalado por las autoridades públicas y se reprodujo en los liceos y en los grados esco-lares superiores. Los clubes regla-mentaron el consumo de alcohol y de cigarros, crearon lazos de unión entre sí, y algunos organizaban tor-neos con objetivos filantrópicos. Las competencias veraniegas entre can-tones y provincias que surgen hacia 1908, avivaron la idea de la organi-zación federativa e involucraron a las autoridades públicas en la ense-ñanza de la educación física.

La transición de la calistenia y los ejercicios militares, a la gimnasia y a la instrucción metódica en la prác-tica de los deportes se produjo en-tre 1890 y 1930. Con anterioridad el ejercicio corporal era entendido en conexión con la higiene y la salud. El concepto se divulgó en el libro

Higiene de la Infancia, de Benjamín de Céspedez y Santa Cruz, publica-do en 1900; y en la obra Lecciones de Higiene, de Francisco Cordero Qui-rós, editado en 1915. La asignatura “educación física” ingresó a las es-cuelas con los programas de 1929.

La actividad deportiva sí fue obje-to de educación en los liceos. El Mi-nistro Teodoro Picado instauró los juegos anuales intercolegiales y las justas se realizaron entre 1932 y 1934. En julio de 1933 se creó la Junta Supe-rior de Cultura Física con la función de organizar el deporte en escuelas y colegios, crear filiales en las cabeceras de provincia y resolver las consultas

de particulares o instituciones de-portivas civiles. En 1937, el gobierno subvencionó a un seleccionado del país que participó en Panamá en el Cuarto Torneo de los Juegos Cen-troamericanos y del Caribe. En 1941, Costa Rica fue anfitrión del V Cam-peonato de Fútbol Centroamericano y del Caribe. Quedó como campeón. Al año siguiente se aprobó el primer Programa de educación física para las escuelas primarias.

El Estado reguló los deportes y el fútbol con el concepto general de diversión pública, recreo y espar-cimiento. Trasladó a las municipa-lidades las responsabilidades de

gobierno. Las antiguas pla-zas para ferias comerciales evolucionaron a canchas y a parques. Después de 1905 surgen las iniciativas de los clubes de fútbol para adqui-rir terrenos y convertirlos en plazas de deportes. A raíz de los Juegos Olímpicos Centro-americanos de 1924, el Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno aprobó la Ley N° 17, del 6 de noviembre, que autorizó la construcción del Estadio Nacional en la Sabana, en un plazo de cinco años.

Primer Campeón: el equipo Herediano que consquistó el primer campeonato federado de la Primera División en 1921.Fuente:http://foro.univision.com/univision/board/message?board.id=futboldecostarica&message.id=191345

A raíz de los Jue-gos Olímpicos Centroamericanos de 1924, el Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno aprobó la Ley N° 17, del 6 de noviembre, que autorizó la construcción del Estadio Nacional en la Sabana, en un plazo de cinco años.

Estadio Nacional. Foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

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EstaprimeraJuntaDirectiva

tieneelméritodehaberecha-

do a andar el nuevo Banco

sin lascondicionesmínimas

parahacerlo,esdecirconca-

renciadeespacio,deequipos

y de apoyo administrativo.

JohnnyMora, en suhistoria

del Banco Popular relata al-

gunasdelasperipeciasalas

queseenfrentaronestospri-

meros directivos para poner

afuncionarlainstituciónde

acuerdoconlaley.Alrespec-

toseñalalosiguiente:

La primera Junta Directiva Nacional. De pie (de izquierda a derecha): Carlos Manuel Acuña Cas-tro, Vicepresidente; Guillermo Rojas U., Isaías González González, Edgar Castro Beltrán, Guido Núñez R., César Rojas U., Miguel A. Mata Amador. Sentados: Rodrigo Sandoval B., Juan Rafael Ortiz E., Rodolfo Yglesias Vieto, Presidente; Claudio Gamboa V. y Gonzalo Méndez C.

“La variedad de las tareas asumidas por la Junta Directiva, des-

criben la realidad sobre la cual se estableció el nuevo ente. La ley

había establecido que el Estado destinaría dos millones de colones

- unos 300 mil dólares - a la adquisición de las acciones de parti-

culares en el Fondo Nacional de Piedad, pero no destinó ningún

fondo particular para echar a andar el nuevo Banco. En este sen-

tido no hubo un capital semilla de sustentación, sino solamente la

promesa futura y la perspectiva incuestionable de que, con el aho-

rro de los trabajadores la nueva entidad florecería tarde o tempra-

no. Esa convicción, si bien es cierto estaba justificada, fue el factor

que complicó indudablemente las cosas a la hora de emprender las

acciones para dar cumplimiento a la legislación.” (Johnny Mora,

2002, p. 94)

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162

El 19 de julio de 1969 se publicó en la Gaceta No. 163 la Ley Orgánica del Banco Popular y de Desarrollo Comunal. De esa forma adquirió vida institucional en el Estado costa-rricense la avanzada idea de la “capi-talización universal” que ya en 1948 había sido esbozada por el econo-mista Alberto Martén y por figuras políticas como José Figueres Ferrer y Luis Alberto Monge Álvarez.

Esas iniciativas pioneras madura-ron en el ciclo ascendente de la eco-nomía mundial posterior a la segun-da guerra mundial y en el contexto de un conjunto de cambios sociales y políticos que fueron luego articulados a nivel internacional a través de la po-lítica exterior de los Estados Unidos conocida como la Alianza para el Pro-greso. Hacia 1960 surgen las primeras propuestas concretas para la creación de un banco destinado a satisfacer necesidades financieras de la clase trabajadora, y para ello se creó un Co-mité Pro Fundación del Banco Obrero auspiciado por el Ministerio de Tra-bajo y la Confederación Costarricense de Trabajadores “Rerum Novarum”.

En 1966, el Dr. Alfonso Carro Zúñi-ga presentó a la Asamblea Legislativa

un primer proyecto para la creación de un “Fondo de Trabajo Capitalizado y Banco Obrero”, que no fue discuti-do en la Asamblea. En la administra-ción de don José Joaquín Trejos Fer-nández, su Ministro de Trabajo, Don Enrique Guier envió otro proyecto de ley denominado “Banco Popular Cos-tarricense”, el cual planteaba la trans-formación del Banco Anglo Costarri-cense en un banco popular. Tampoco tuvo acogida este proyecto.

Ese mismo año, la diputada Cecilia González de Penrod presentó un nue-vo proyecto, el cual tenía por objetivo la “transformación del Monte Nacio-nal de Piedad en Banco Obrero de Ahorro y Capitalización”. El Monte Nacional de Piedad había sido creado el 15 de enero de 1901 con el objeti-vo de prestar dinero en condiciones favorables a las clases más necesita-das para protegerlas del agiotaje y se permitía que los trabajadores hicieran depósitos para adquirir la condición de accionistas. La institución fue re-formada en varias oportunidades, la última vez en 1955. Así justificaba la señora Diputada su proyecto en 1966, ante la Asamblea Legislativa:

“Desde que comencé a interesarme en la actividad política – interés que

surgió precisamente de la observa-ción de estos problemas nacionales – he venido pensando en hacer efectiva una institución que facilite el crédito a la gran mayoría de los costarricenses, que son los trabajadores manuales e intelectuales. Con el objeto especial de ayudar a esa gran masa de trabaja-dores, he creído que dicho objetivo se podría lograr con la transformación del Monte Nacional de Piedad, en un Banco de Ahorro y Capitalización, fortaleciendo así la entidad que ha cumplido hasta ahora esos propósi-tos, dentro de sus recursos y posibili-dades y dictando una legislación más moderna y acorde con las necesida-des actuales, que tenga una orienta-ción más definida a favor de la clase de menos recursos económicos.”

La diputada González de Penrod desempeñó un destacado papel para que el nuevo Banco fuera una realidad. De ese proyecto surgió el Banco Popular y de Desarrollo Co-munal, cuya orientación se define en las líneas iniciales del artículo 2º de la ley, que dice:

“Artículo 2º - El Banco funciona-rá como una institución destinada a dar protección económica y bien-estar a los trabajadores, mediante el fomento del ahorro y la satisfacción de sus necesidades de crédito, y a financiar proyectos de las organi-zaciones de desarrollo comunal. El Banco actuará como una institución de derecho público, con personali-dad jurídica y patrimonio propios, y con autonomía administrativa y funcional.”

La ley previó la inmediata regio-nalización del Banco, con sucursa-les en regiones claves del país, y encomendó la dirección del mismo a una Junta Directiva Nacional y Juntas Directivas Regionales. En la

En la foto, don José Joaquín Trejos Fernández, Presidente de la República, se dirige a los presentes en los inicios del Banco. Fuente: Foto: Archivo del Banco Popular.

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163

Actualmente, la Asamblea de Tra-bajadores se define así:

“La Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras del Banco Popular y de Desarrollo Comunal ( ATBP ) es el organismo de máxima jerarquía de esta entidad bancaria, correspon-diéndole la definición de sus pautas y orientaciones generales, siendo al mismo tiempo un foro deliberativo de las principales organizaciones so-ciales a nivel nacional, conformando en la práctica el núcleo fundamental del sector de economía social.”

La creación de la Asamblea Nacio-nal de Trabajadores constituye una etapa fundamental en la historia del Banco Popular y de Desarrollo Co-munal, pues significa un avance en la democratización de las estructuras del Banco y la incorporación plena de la sociedad civil en la definición y orientación de su desarrollo.

El Presidente don José Joaquín Trejos Fernández, recibe el primer depósito de ahorro en el Banco Popular y de Desarrollo Comunal.Fuente: Foto archivo del Banco Popular.

CREACIÓNDELAASAMBLEADETRABAJADORESEN1986

Otra fase importante en la estructura jurídica e institucional del Banco Popular fue la Reforma a la Ley Orgánica aprobada el 14 de abril de 1986, la cual en su artículo 14 dice lo siguiente:

Artículo 14. – La orientación de la política general del Banco corresponderá a la Asamblea de los Trabajadores,sudefiniciónalaJuntaDirectivaNacionalylaAdministraciónalaGerenciaNacional.La Asamblea es un órgano representativo de los trabajadores y estará integrada de la siguiente manera:

a) Veinterepresentantesdecadaconfederaciónsindicalquecuenteconnomenosdediezmilafiliadosyconnomenosdedosañosdeconstituida,segúncertificacióndelMinisteriodeTrabajo.

b) CuarentarepresentantesdelasasociacionesdelMagisterioNacionalconmásdecincomilafiliadosyconnomenosdedosañosdeconstituidas,deacuerdoconlarespectivacertificacióndelMinisteriode Trabajo.

c) Veinte representantes del movimiento solidarista.d) Diez representantes del movimiento cooperativo.e) Diez representantes de las cooperativas de autogestión.f) Cuarenta representantes de las asociaciones de desarrollo comunal.g) Veinte representantes del sindicalismo no confederado.h) Diez representantes del sector artesanal.i) Diez representantes del sector profesional.j) Diez representantes del sector de trabajadores independientes.

Los miembros de la Asamblea durarán en sus cargos cuatro años. Podrán ser reelegidos por otro período.”

Junta Directiva Nacional se incor-poraron representantes del Sistema Bancario Nacional, de las Munici-

palidades, de las Asociaciones de Desarrollo y de los trabajadores ahorrantes.

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164

1970: Se abre la primera sucursal del Banco Popular en Li-món.

1993: Creación del puesto de bolsa Popular Valores, S.A.

1995: Se crea la Casa de Cultura Popular, a partir de la Ga-lería de Arte José Figueres Ferrer, establecida en 1986.

1997: Se crea la Comisión de la Mu-jer, integrada a la Asamblea De Trabajadores y Trabaja-doras del Banco Popular.

1998: Creación de Popular Pen-siones, S.A.

2000: Creación de Popular Fondos de Inversión, S.A.

2002: Se crea el Fondo Especial para el Desarrollo de la Mi-cro, Pequeña y Mediana Empresa, Fodemipymes del Banco Popular.

2009: El Banco Popular y de Desa-rrollo Comunal se convierte en la primera entidad públi-ca reconocida por el INAMU

en su gestión de igualdad y equidad de género.

Al cumplir cuarenta años de exis-tencia, el Banco Popular y de De-sarrollo comunal se muestra como una institución bancaria plenamen-te consolidada, con un posiciona-miento firme dentro del Sistema Bancario Nacional, sirviendo a más de un millón de afiliados en todo el territorio nacional y con una di-versificación de servicios impresio-nante, todo dentro de su misión de servicio a los trabajadores y trabaja-doras costarricenses.

Monseñor Román Arrieta Villalobos, firma el traspaso del edificio metropolitano al Banco Popular.Fuente: Archivo del Banco Popular

Hermosa Ilustración del Banco Popular, realizada por el gran caricaturista costarri-cense Hugo Díaz. Fuente: Archivo Banco Popular.

El edificio del Banco Popular se destaca en el centro de la Capital de Costa Rica. Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

CREACIÓNDEOFICINASYSERVICIOSDELBANCO

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165

DRAMASCIUDADANOSYPRESIONESDECAMBIO

La comunidad nacional inte-grada en torno a la moderni-zación de la Capital y de las

ciudades del Valle Central, regu-lada por un régimen electoral res-tringido con alternancia de partidos políticos, y culturalmente identifica-da en la simbiosis de lo autóctono y lo extraño, fue un referente general de expectativas de progreso y mo-vilidad social, y gestó a la vez agen-das de crítica y programas políticos de disenso y ruptura. El sosiego y la perturbación eran parte de modos de producción y de vida fraguados en casi un siglo de economía cafetale-ra; de relaciones de poder derivadas de la agricultura de exportación, el comercio exterior y la inversión ex-tranjera; de apertura indiscriminada a los hábitos urbanos de las socieda-des industriales del siglo XIX.

La estabilidad económica, después de la depresión de 1897-1908, nutrió las sensaciones de bienestar hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. La coyuntura marca el punto de inflexión. En 1914 terminó el gobierno del Lic. Ricardo Jimé-nez y las elecciones no resolvieron la disputa presidencial. El acuerdo entre el expresidente Rafael Iglesias y Máximo Fernández, líder del Par-tido Republicano, para impedir la elección del Dr. Carlos Durán -can-didato del Partido Unión Nacional-, propició el pacto entre los diputa-dos de ese partido y siete del Parti-do Republicano, mediante el cual se eligió al Lic. Alfredo González Flo-res. Poco después el mandatario re-cibió poderes de excepción para en-frentar los efectos de la crisis fiscal, y los cambios emprendidos en 1915 y 1916 condujeron al golpe militar

del 27 de enero de 1917, comandado por el Ministro de Guerra y Marina, General Federico Tinoco.

La lucha contra la dictadura exa-cerbó las contradicciones políticas y catapultó el conflicto social a de-mandas de reforma del Estado libe-ral. La caída de Tinoco fue gestada

por un movimiento convergente de ciudadanos, trabajadores, educado-res, políticos liberales excluidos por la clase cafetalera y el sector de la policía y la guardia del Presidente derrocado. Surgió un escenario de crítica y desobediencia civil, des-acato parlamentario al Poder Ejecu-tivo, disidencia, protesta callejera, disturbios y rebelión armada. El gobierno respondió con coerción, servicio militar forzoso, represión, corrupción y suspensión de los de-rechos y las garantías constitucio-nales. Estimuló el descontento y la insumisión; alentó la colaboración con los rebeldes en armas; constri-ñó el conflicto al campo militar. La estrategia resultó inadecuada. El gobierno de Estados Unidos presi-dido por Woodrow Wilson rechazó la autoridad usurpada por golpe de Estado. El Encargado de Negocios, Mr.Johnson, se convirtió en aliado contra la dictadura.

En julio de 1918 los militares to-maron las oficinas del periódico El Imparcial, tribuna de la oposición. El 10 de setiembre el Ministro de Guerra reconoció el estado de re-beldía. En octubre estallaron dos bombas contra el Cuartel Principal. El primer foco armado apareció a mediados de noviembre. El segun-do, entre el 7 y el 23 de febrero de 1919. Se combatió en Escazú, Ate-nas, San Ramón, Orotina, Puntare-nas y Esparza. Unos 60 rebeldes to-maron Turrialba y el combate dejó un saldo de 350 heridos y 30 muer-tos. Minor Keith les impidió usar el ferrocarril y bloqueó la retirada. El 30 de marzo se reorganizó el grupo armado del sur al mando de Ma-nuel Castro Quesada. Embarcaron

Los cambios emprendidos en 1915 y 1916 condujeron al golpe militar del 27 de enero de 1917, comandado por el Ministro de Guerra y Marina, General Federi-co Tinoco. La lucha contra la dictadura exacerbó las contradicciones políticas y catapultó el conflicto social a demandas de reforma del Estado liberal.

Alfredo González Flores.

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a Nicaragua donde el día 26 de no-viembre murió víctima de la mala-ria el jefe político de la insurrección, Alfredo Volio Sancho. La dirección recayó en Julio Acosta García.

En marzo de 1918 surgieron en Heredia y San José las protestas del magisterio y de los estudiantes. Fue destituido todo el personal de la Escuela Normal, parte del Liceo de Costa Rica y las maestras de las escuelas Sarmiento y Montessori. Se decretaron rebajas de sueldos a los maestros y empleados públicos, y nuevas redadas para el servicio militar. En enero de 1919 se reacti-van los combates en la zona norte con insurrección de los mineros. En mayo fueron suspendidas las garan-tías individuales. Los días 8, 20, 23 y 26 de ese mes se produjeron cruen-tos combates en Guanacaste, deno-minados la Revolución del Sapoá. Los rebeldes perdieron la batalla y tuvieron que retirarse.

En esa fase se aceleró la protesta urbana que dio lugar a las Jornadas de junio. Entre el 9 y el 12 de ese mes las manifestaciones y disturbios cul-minaron con la quema del periódico

La Información y, a p e -

dreas de edificios públicos y de co-mercios. Hubo al menos 7 muertos; según el embajador de Estados Uni-dos, fallecieron 19 y quedaron heri-dos 180. Los gremios de artesanos y obreros dirigidos por la Confede-ración General de Trabajadores ve-nían realizando una ola de huelgas a las que se sumaron el 6 de junio los obreros bananeros de Sixaola y Talamanca. El 9 de agosto renunció el Ministro de Guerra Joaquín Tino-co. Pocos días después fue asesina-do. El dictador abandonó el poder el 12 de agosto y embarcó rumbo a París.

La Primera Guerra Mundial no afectó de golpe la economía del país. El desajuste se originó en la escasez de divisas. Las casas financieras inglesas suspendieron las compras adelantadas de café y los exporta-dores trasladaron los depósitos a los Estados Unidos. Los banqueros, por su parte, sacaron las reservas de oro y plata en previsión de desajus-tes monetarios. En consecuencia se

redujeron las importaciones, de por sí caras a raíz de

la caída

del comercio mundial; aumentó el déficit fiscal, el endeudamiento y las emisiones monetarias inorgáni-cas, las cuales estimularon a la vez, la inflación.

En el lapso 1914-1920 hubo cares-tía de alimentos. Se elevaron los pre-cios internacionales y algunos ex-portadores vendieron fuera del país dulce, frijoles, papas, arroz, maíz, carne y cacao. El negocio contribu-yó al alza de los precios internos en momentos en que el conflicto arma-do y el reclutamiento militar obsta-culizaban la agricultura comercial. La dictadura toleró abiertamente la especulación y las operaciones con diferentes tipos de monedas acu-ñadas en los bancos privados. Los pobladores sintieron de inmediato el alza en el costo de vida y el des-censo en el nivel de vida.

Entre 1910 y 1920 la devaluación

de la moneda osciló entre 111.85 % y 58.3%. Un estudio sobre la evolu-ción de los precios de 121 produc-tos de consumo básico en el Valle Central, Puntarenas y Guanacaste, muestra que el costo de vida -sin considerar la devaluación- se en-careció un 79.8% entre 1914 y 1920. Los productos agroindustriales tu-vieron un aumento promedio del 93.2%; los industriales un 80.57% y los agropecuarios el 59.61%. Los precios fueron más elevados en las empresas distribuidoras de impor-taciones; en segundo lugar en el comercio al por menor de pulperos, tenderos y mercaderes urbanos. En general, los precios alcanzaron los puntos más altos entre 1917 y 1920.

El nivel de vida -la relación entre precios, salarios, empleo y necesida-des básicas- se afectó por la rebaja

Almacén de alimentos.Foto: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

El dictador abandonó el poder el 12 de agosto y embarcó rumbo a París.

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de salarios en el sector público en un 15% por decreto del 11 de agosto de 1914, y por la ley del 20 de sep-tiembre que estableció el pago de un tercio del sueldo con un bono del Estado, negociable a precios libres, conocido como “las tercerillas”. En 1914, el 85% de los asalariados gana-ba menos de ¢100, y el 47% de una muestra de 482, menos de ¢ 50. Los patronos aprovecharon las terceri-llas y las rebajas oficiales para redu-cir los sueldos, bajo presión de des-pido. La merma osciló en 40 y 50%. La inflación afectó las ganancias de los productores agrícolas y de la manufactura. El autoconsumo, y la autoayuda entre campesinos por medio de la práctica de “manos cambiadas” compensaron la falta de subsistencias. El desempleo creció y estimuló la emigración al Valle de El General. El paso de los campesinos por el Cerro de la Muerte quedó re-gistrado en unas páginas literarias de José Figueres Ferrer, tituladas Cubaces tiernos en abril.

El desempleo creció y estimuló la emigración al Valle de El Gene-ral. El paso de los campesinos por el Cerro de la Muerte quedó regis-trado en unas páginas literarias de José Figueres Ferrer, tituladas Cu-baces tiernos en abril.

La campaña electoral de 1920 fue muy participativa y sin competen-cia para Julio Acosta. En apariencia el país volvía a los carriles liberales. El gobierno de Julio Acosta no reto-mó las reformas de Alfredo Gonzá-lez Flores, excepto el funcionamien-to del Banco Internacional de Costa Rica. Pero la lucha contra la dicta-dura convirtió en actores claves de la ruptura con el Estado liberal al movimiento artesano y obrero, a los educadores urbanos y a un grupo de nuevos políticos de clase media

ajenos a los viejos linajes cafetaleros. Se creó un ambiente que produjo el alumbramiento de la función social del Estado.

En el Congreso de 1920-1924 el Partido Constitucional eligió 36 de 43 diputados y otros seis eran inde-pendientes. Del total, 25 venían del sector profesional e intelectual: die-ciocho abogados, dos profesores, un médico, un ingeniero, dos curas y un representante obrero: Gerardo Matamoros. Este parlamento fue re-ceptivo a demandas de los trabaja-dores, de las poblaciones urbanas y rurales más pobres, y de los educa-dores. Aprobaron proyectos de ley sugeridos por la CGT, fundada en 1913, la Asociación de Inspectores Escolares creada en 1917, y la Aso-ciación Nacional del Magisterio, constituida el 11 de junio de 1919.

En 1921 la Federación de Trabajadores de Limón declaró huelga general por los despidos arbitrarios de la United Fruit Co., y por un alza salarial. La protesta se suspendió en soli-daridad con el gobierno a raíz de la Guerra de Coto en la fron-tera con Panamá.

La lucha contra la dictadura, la apertura de la estructura del poder, y las demandas de la ciudadanía, estimularon una participación elec-toral diferente de la del siglo XIX. El Estado fue percibido como un campo viable para cambiar las rela-ciones sociales y surgió una nueva correlación de fuerzas políticas. En 1924 el prestigioso candidato libe-ral, Ricardo Jiménez, no logró ganar la contienda y tuvo que pactar con los diputados del Partido Reformis-ta. Electo Presidente, aprobó leyes

en beneficio de las clases inferiores, estimadas ahora como parte del in-terés general de la nación y de la ciudadanía activa. A pesar del de-creto de 1924, que impuso la neu-tralidad política a los maestros y maestras, el gobierno de 1924-1928 fue otro avance en la definición de la función social del Estado.

Las presiones ciudadanas se ha-bían activado. El 2 de febrero de 1920 se produjo la huelga por la jor-nada de ocho horas y un aumento de salarios del 20%. Durante un mes las paralizaciones fueron intermi-tentes en empresas constructoras, talleres, fábricas, comercio y obras públicas. Como consecuencia, la jornada mínima fue reconocida en la Ley No. 100 de febrero de 1920, en el gobierno de Francisco Agui-lar B. Esas huelgas representan el primer movimiento laboral con al-cance nacional, y fortalecieron a la Confederación General de Trabaja-dores que en ese mes eligió al Co-mité Ejecutivo, con participación de 4.837 afiliados.

Los asalariados y grupos ciudada-nos continuaron sus demandas. En diciembre de 1920 fueron a la huel-ga operarios de la Zapatería Sauter. Reclamaron sueldos y la elimina-ción de la obligación de comprar hi-los, clavos, mecates e implementos de trabajo. En la Fábrica Araujo y en varias panaderías, hubo otras para-lizaciones. En 1921 la Federación de Trabajadores de Limón declaró huelga general por los despidos ar-bitrarios de la United Fruit Co., y por un alza salarial. La protesta se suspendió en solidaridad con el go-bierno a raíz de la Guerra de Coto en la frontera con Panamá.

La CGT llamó en 1920 a no pagar alquileres. Organizó la Sociedad

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Cooperativa Constructora de Ca-sas Baratas que prestó atención al menos a 200 familias que vivían en chinchorros. En 1922 los inquilinos de San José se negaron a pagar al-quileres. Se promulgó la Ley de In-quilinato, por la cual se congeló el precio de las habitaciones durante varios años. En 1927 el 68% de la población de San José, unas 7.000 fa-milias, vivía en casas y chinchorros alquilados. En 1939 se creó la Junta Nacional de Habitación; dos años después, el Departamento de Habi-tación de la Caja del Seguro Social.

En 1925 se promulgó la Ley de Ac-cidentes de Trabajo. Contempló el pago de medio salario por incapaci-dad y pensiones de 5 a 10 años por inhabilitación. El 24 de diciembre de 1920 había sido creada la Socie-dad de Socorro Mutuo del Personal Docente, embrión de la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Na-cional instituida el 13 de mayo de 1925. La Ley No. 20 del 28 de abril de 1920, y la Ley No. 182 del 11 de setiembre de 1923 reconocieron el derecho a la pensión y jubilación del magisterio, administradas como función del Ministerio de Educación por medio de una Junta de Pensio-nes. En el nivel ciudadano, en 1920 nacieron las Juntas Patrióticas con

objetivos de higiene. Con base en esa experiencia, en 1928 se crearon las Juntas Patrióticas Progresistas con propósitos urbanísticos y de control de precios de los servicios públicos. Fueron institucionaliza-das en 1938.

Las campañas electorales de 1920 en adelante, fueron una pugna entre grupos organizados por los intereses de la oligarquía cafetalera, y los nue-vos partidos que ofrecieron progra-mas de acción gubernamental y es-tatal basados en doctrinas políticas y económicas. Las necesidades de los asalariados y de las mayorías socia-les ingresaron a la agenda electoral. La novedad no era exclusiva. En casi toda América Latina se activó el pro-ceso de reformas al Estado liberal y contra las dictaduras: La Revolución Mexicana de 1910; el movimiento dirigido en Paraguay por el Gene-ral José Battle y Ordóñez; o el naci-miento del APRA en Perú, liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre. En enero de 1927 se abrió en Costa Rica una Sección de la Liga Antiimperia-lista de las Américas. Brindó solida-ridad a la lucha militar de Augusto César Sandino contra la invasión de Estados Unidos en Nicaragua; y contra el monopolio extranjero en la electricidad.

En 1920, el Partido Obrero Acos-tista “Conquista y Derecho” abogó por una ley de accidentes de trabajo y la creación de pensiones mediante un Fondo Social administrado por una Asociación Nacional de Obre-ros. El 25 de enero de 1923 se fun-dó el Partido Reformista luego que la CGT aprobó la candidatura de Jorge Volio. El programa propuso cambios, como el escalafón o servi-cio civil profesional, estabilidad del empleado público, socorros mutuos obreros, viviendas y cooperativas. En salubridad: higienización, letri-nas y cloacas. En educación: ampliar niveles escolares, la instrucción téc-nica vocacional y universitaria. En economía: reforma agraria, colonias agrícolas, estabilidad monetaria. En política de Estado, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constitu-yente.

Ese año también se fundó la Liga Feminista, presidida por la profe-sora Angela Acuña. La organiza-ción recogió el protagonismo de las maestras y profesoras durante la caída de la dictadura, y la deman-da del derecho al sufragio. Entre 1923 y 1932 presentó al Congreso varias propuestas de reforma a la ley electoral, y proyectos de bien-estar social, educación y control del

Cerro de la Muerte. El desempleo creció y estimuló la emigración al Valle de El General. El paso de los campesinos por el Cerro de la Muerte quedó registrado en unas páginas literarias de José Figueres Ferrer, tituladas Cubaces tiernos en abril. Fuente foto: Colección Heriberto Valverde Castro.

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alcoholismo. Se incorporó a la or-ganización del Partido Reformista. En 1925 el Presidente Ricardo Jimé-nez avaló el sufragio femenino pero Congreso rechazó el proyecto.

En 1930 Vicente Sáenz organizó en México la Unión Democrática Cen-troamericana. Al regresar, fundó el Partido Socialista Costarricense con un ideario antiliberal, demócrata, antiimperialista y nacionalista. Esos conceptos fueron elaborados con apego a tradiciones, la cultura y la historia en perspectiva centroameri-cana. Criticó el carácter oligárquico del Estado liberal y los formalismos urbanos de clase, en las relaciones sociales; denunció la inversión im-perialista y las invasiones militares de Estados Unidos. No participó en elecciones.

Al terminar el decenio, el capita-lismo mundial cayó en recesión. La crisis de 1929-1933, a diferencia de la primera gran guerra, impactó el valor de las exportaciones de café. El precio pasó de un índice de 102 en 1930, a 67 en 1932 y a 61 en 1936. La producción y las ventas crecie-ron pero el valor del grano no recu-peró los índices de 1928. Se paralizó la producción de banano y la ex-portación de azúcar y minerales. El valor de las importaciones cayó de $ 20 millones en 1929, a $ 5 en 1932; y el de las exportaciones descendió de $ 14 millones en 1930, a $ 7 mi-llones en 1932. Cayeron los ingre-sos de aduanas de $ 23.5 millones en 1929, a $ 10.9 en 1932. La crisis fiscal trajo desajustes monetarios, descenso del circulante, suspensión del crédito y endeudamiento. El caos produjo desempleo, descenso de las condiciones de vida, reacti-vación de las migraciones internas y de los conflictos entre el capital y el trabajo.

En este contexto, se produjo un cambio cualitativo en las organiza-ciones políticas. Decayó la belige-rancia del Partido Reformista y del sindicalismo de la CGT. En parte, debido al pacto con el Partido Re-publicano. También por el efecto legitimador y consensual de la pri-mera ola legislativa laboral y social, de 1920-1928. Pero la depresión re-novó la agitación social.

El Partido Comunista fue fundado el 16 de junio de 1931 por un grupo de ciudadanos y personeros de organizaciones de mujeres, obreros, estudian-tes e intelectuales.

En 1929 se creó la Asociación Re-volucionaria de Cultura Obrera (ARCO) con objetivos de enseñanza y divulgación de las teorías econó-micas y políticas del marxismo. A raíz de la crisis de 1929 movilizaron a los desocupados y se unieron a la creación del Partido Comunista de Costa Rica. La agrupación, con objetivos de alcanzar el poder del Estado, fue fundada el 16 de junio de 1931 por un grupo de ciudada-nos y personeros de organizaciones de mujeres, obreros, estudiantes e intelectuales. Entre ellos: Luisa González, Manuel Mora Valverde, Jaime Cerdas, Ricardo Coto Conde, Gonzalo Montero Berri, Carlos Luis Sáenz y Fernando Chaves Molina. Al Partido ingresaron buen número de intelectuales del Centro Germi-nal y de asalariados sindicalizados en la CGT.

El PCCR agitó consignas contra el capitalismo y el Estado liberal entre los desempleados, asalariados y campesinos del Valle Central. Re-tomó la organización sindical aban-

donada por el Partido Reformista, en una fase de ascenso en el con-flicto obrero patronal visible desde junio-julio de 1933. El gobierno de Ricardo Jiménez reconoció un au-mento de salarios, la regulación de la jornada de ocho horas en la ma-nufactura y en julio de 1932, creó la Oficina Técnica del Trabajo para en-cauzar el conflicto laboral.

El 15 de febrero de 1932 surgió un movimiento insurgente lidera-do por el candidato perdedor de las elecciones, Manuel Castro Que-sada, quien consideró que se había producido en su contra un fraude electoral. El Bellavistazo, como se conoce aquella asonada fue apoya-do por importantes líderes de la éli-te política, entre ellos Rafael Ángel y Francisco Calderón Guardia, Jor-ge Volio, Rafael Aquilar Machado, Rigoberto Pacheco Tinoco, Gerardo e Isaac Zúñiga Montúfar. No tuvo apoyo popular y dio como resulta-do 15 muertos y 36 heridos. El Pre-sidente González Víquez les conce-dió la amnistía.

El descontento de los trabajado-res culminó en la ola de huelgas de 1934 que protagonizaron zapa-teros, panaderos, sastres, carpin-teros, obreros agrícolas de hacien-das de café y caña en Turrialba, y de las plantaciones bananeras de la United Fruit Co. y produc-tores particulares. Se crearon las Ligas Campesinas de Ipís, Purral, Grecia y Turrialba; nacen la Fede-ración de Trabajadores Agrícolas en Heredia, Alajuela y Cartago; y la Unión Campesina de Lucha por Tierras y Crédito. Ese año el Partido fundó su propio órgano de prensa, el semanario Trabajo, divulgador de la ideología comu-nista y de la historia de las luchas sociales.

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Entre 1931 y 1936 el PCCR pro-puso el programa electoral: control absoluto por parte del Estado de los medios de producción; sustitu-ción de las clases económicas en la dirección del Estado; control obre-ro y campesino en las instituciones públicas; emancipación social, jurí-dica y política de la mujer. El pro-grama de acción mínima ofreció un bloque de reformas. A diferencia del Partido Reformista, las concibió como parte de una metodología de lucha social y confrontación de los intereses del capital por la actividad militante de la clase obrera y cam-pesina en alianza con intelectuales y otros sectores medios. El programa tenía clara influencia de la doctrina política difundida por la Internacio-nal Comunista que se creó en 1919 a raíz de la Revolución Bolchevique

en Rusia.

Los comunistas ob-tuvieron dos escaños

legislativos en 1934 y un puesto en el Consejo Municipal de San José, como partido regional. Para la con-tienda de 1936, se inscribió como Partido Bloque de Obreros y Campesinos, y su candida-to fue el Prof. Carlos Luis Sáenz. Compitió con el Lic. León Cortés Cas-tro, del Partido Re-publicano Nacional, y con el Lic. Octavio Beeche, del Unión Nacional. En esta úl-tima agrupación se alinearon algunos di-rigentes del desapare-cido Partido Reformista como Alfredo Gonzá-lez Flores, Jorge Volio, el Dr. Ricardo Moreno Cañas y Carlos María Jiménez, uno de los impulsores de la Oficina Téc-nica del Trabajo.

La campaña electoral de 1936 es-tuvo muy influida por ideas antico-munistas, en las cuales los grupos del Partido Republicano ubicaron por igual a los partidarios de Bee-

che y a los del bloque Obrero-Campesino. Eran años de intensa

confrontación ideológica. Comu-nistas y reformistas brindaban so-lidaridad internacional a la Repú-

blica Española, inmersa desde junio de 1936 en una cruenta guerra civil. Concluidas las elecciones, el PCCR se insertó en junio de 1936 en la es-

trategia que trazó la Interna-cional Comunista, conocida

como los Frentes Popu-lares. Consistió en la alianza entre liberales demócratas, partidos reformistas y el ca-pital norteamericano para conjurar la ame-naza del Fascismo. El PCCR lanzó la consig-

na de unidad nacional, abandonó la confron-tación en los conflictos obrero-patronales, y divulgó la tesis de cola-boración entre las clases

sociales.

El 1 de setiembre de 1939 los ejér-citos de Hitler invadieron Polonia. Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania pero evitaron toda operación militar. Los nazis controlaron Noruega, Dinamar-ca, Bélgica, Holanda y Francia por el oeste, e iniciaron operaciones contra Checoslovaquia y Rusia. La Segunda Guerra Mundial adquirió visos catastróficos a mediados de 1940.

Cuartel Bellavista. Fuente: http://www.costaricaphotos.com

Dr. Moreno Cañas

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LAGUERRACIVILDE1948:ELRUMBOINCIERTO

Un siglo después del despe-gue de las exportaciones de café, la sociedad costarri-

cense vivió el período más convulso de su historia moderna, Los hechos bélicos de 1948 no se desataron de golpe; se incubaron en una estruc-tura económica que atrofió el creci-miento de los sectores productivos y el dinamismo de las clases sociales. Los vaivenes del capitalismo indus-trial y de la política mundial, depri-mieron o animaron las expectativas de progreso. La acumulación inter-na de riqueza y capitales desfiguró oportunidades y equidades; inhabi-litó al Estado para conciliar el aje-treo de las fuerzas económicas con las necesidades sociales y culturales de las mayorías. La coyuntura de La Guerra Civil Española (1936-1939) y de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) aunó contradicciones y despejó la viabilidad de las trans-formaciones.

La Guerra Civil de 1948 fue un resultado, inse-parable en el corto plazo, del legado histórico de la depresión de 1929-1933.

La Guerra Civil de 1948 fue un resultado, inseparable en el cor-to plazo, del legado histórico de la depresión de 1929-1933. La crisis no fue sólo un ciclo reproductivo del capital, sino que esterilizó la idea tradicional de progreso e in-trodujo la noción de desarrollo. La vitalidad posterior del capitalismo agrario dependió de la capacidad nacional para impulsar los cambios económicos que le dieran sustento

a las clases sociales entramadas en la agroindustria, la empresa fabril y el comercio interno. El dilema entre “economía de monocultivo” y “diversificación de la economía” entrañaba regular los fines del Es-tado, y las libertades del capital en el mercado y en el poder político. Las opciones de desarrollo tensaron conflictos sociales, acentuaron riva-lidades partidistas, devaluaron la esencia jurídica y política del sufra-gio y limitaron la validez adminis-trativa de los resultados electorales, tradicionalmente fraudulentos.

El proceso de transformaciones que condujo a la guerra civil, irrum-pe en mayo de 1936 y termina en mayo de 1950. En esos catorce años recrudeció el antagonismo social y político, el cual evolucionó en varias fases, con efectos acumulativos:

a) Entre 1936 y 1940, el liberalis-mo tradicional recuperó los espa-

cios de poder que había perdido frente a los liberales reformistas, e inició una ofensiva anticomunista al calor de La Guerra Civil Española y la evolución de La Segunda Gue-rra Mundial. La presidencia del Dr. Rafael A. Calderón Guardia garan-tizaba en apariencia la continuidad de la hegemonía. Pero a mediados de 1940 el gobierno se vio forzado a cambiar las reglas de las relaciones entre el Estado, el mercado y la so-ciedad. Las medidas de emergencia bosquejaron la crisis del Partido Re-publicano a partir de 1941.

b) Entre 1942 y 1945 un sector de los cafetaleros y del capital bancario intentó el golpe de Estado; surgió la crisis del gobierno y de credibilidad en el régimen electoral; tomó fuer-za la estrategia de desestabilizar la alianza entre el gobierno, un ala del Partido Republicano y el Parti-do Vanguardia Popular. El fin de

Manifestación política.

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la guerra mundial, el 8 de mayo de 1945, alentó la beligerancia de los partidos y fuerzas políticas en pug-na y atrajo la atención y la injerencia de los Estados Unidos en el conflic-to. Esta fase culmina en 1945, con el reagrupamiento de las organizacio-nes políticas que se enfrentaron en las elecciones de 1946 y 1948.

c) Las elecciones de medio pe-ríodo de 1946, la “huelga de brazos caídos” de julio- agosto de 1947 y la campaña electoral de 1948 evolu-cionaron en un clima de confronta-ción de alcance nacional y en la or-ganización del golpe de Estado. El veredicto sobre el resultado de las elecciones del 10 de febrero de 1948 rebasó el marco institucional y legal legitimador del sufragio. Se trasladó de nuevo al Congreso la responsabi-lidad de decidir entre perdedores y ganadores. Los diputados anularon el dictamen provisional del Tribunal Nacional Electoral y la decisión que se tomó legitimó la rebelión armada del Partido Socialdemócrata.

Las tres fases que propone este texto se desarrollan mediante un re-

sumen de acontecimientos y proce-sos. Han sido seleccionados con el criterio de la relevancia que tuvie-ron en los cambios políticos y sus re-laciones con otros intereses sociales y económicos; tomando en cuenta la importancia que tuvieron en las trasformaciones jurídicas; su inci-dencia en la alteración de la esencia liberal del Estado y por su impacto en la configuraron de las circuns-tancias que condujeron a la Guerra Civil de marzo-abril de 1948.

La hegemonía de los partidos li-berales había sido erosionada en el contexto de la depresión de 1929-1933. Los contenidos de las cam-pañas políticas, entre 1932 y 1940, estuvieron muy influidos por la ofensiva reformadora y naciona-lista, la actividad huelguística, las demandas de la ciudadanía urbana y campesina, y el trabajo organiza-tivo, periodístico, parlamentario y electoral del Partido Comunista.

En las elecciones de 1936 interac-tuaron tres corrientes político-ideo-lógicas bien definidas. La tradición

liberal aglutinada en el Partido Re-publicano Nacional y el candidato León Cortés; el reformismo liberal, alrededor del Partido Nacional pre-sidido por el Lic. Octavio Beeche Argüello; el Partido Comunista, con el nombre Bloque de Obreros y Campesinos, ofreció como can-didato al Prof. Carlos Luis Sáenz. La estrategia electoral del Partido Republicano consistió en presentar a sus rivales como un solo bloque comunista. León Cortés obtuvo un triunfo contundente. La oposición ganó el 38% de los escaños legisla-tivos. El triunfo de los republicanos y la recuperación de los índices eco-nómicos restauraron la hegemonía política del conservadurismo libe-ral.

A partir de 1935 mejoraron las ex-portaciones de café, aunque los pre-cios bajaron. Las rentas públicas su-peraron las cifras de 1929. Pasaron de ¢ 27 millones en 1935 a ¢ 43 en 1939, a pesar de una reducción del 50% en el impuesto a los exportado-res de café. El Presidente firmó, en 1938, el contrato bananero Cortés-

Escuela Cleto González Víquez, Heredia. Fuente: http://www.guiascostarica.com/antiguas/ant004.htm

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Chittenden con la United Fruit Co., en un marco de negociación de un préstamo estatal solicitado a Minor Keith. La Compañía frutera com-pletó las garantías portuarias y fe-rroviarias que requería para iniciar la producción de banano en gran escala en el Pacífico Sur.

Entre 1936 y 1940 el gasto del Es-tado se concentró en inversiones públicas. Se construyó el edificio del Ministerio de Salubridad, la Casa Presidencial, el Aeropuerto la Sabana, la Aduana de Puntarenas y varias escuelas; se mejoró el Fe-rrocarril del Pacífico y se emitieron los Bonos Carreteras, al 6% de in-terés. La reforma bancaria de 1936 aumentó el crédito. El Lic. Tomás Soley, observó: “Las actividades privadas hermosearon la capital y otras ciudades con nuevas casas de habitación, convirtiendo barrios, antes de insignificantes y raras vi-viendas, en lujosas vías urbanas de palacetes.”

Las nacientes funciones sociales del Estado no fueron prioridad. La estrategia del gobierno consistió en apelar al anticomunismo para res-tringir las libertades de organiza-ción a los sectores reformistas y a los militantes del Partido Comunis-ta, brazos políticos de las demandas laborales y ciudadanas. Con ello el gobierno contribuyó a crear el anta-gonismo ideológico que permeó la mentalidad cívica. La articulación de la ideología anticomunista fue un fenómeno nuevo en el acontecer nacional; producto además de La Guerra Civil Española, de la reapa-rición de las autoridades de la igle-sia católica y el clero en las activida-des políticas, y de la conflagración mundial interpretada como con-frontación entre fascismo, comunis-mo o democracia.

León Cortés ejerció el Poder en forma muy autoritaria. Expresó admiración por las dictaduras de la época crítica liberal. Fue amigo personal y compadre de Anasta-sio Somoza Debayle en el contexto de la invasión de Estados Unidos a Nicaragua. Declaró en público y en privado su aversión al comunis-mo. Se opuso al sindicalismo; en particular a la Federación Nacional de Trabajadores del Calzado que exigía protección arancelaria y re-ducción de impuestos a las mate-rias primas. Prohibió las marchas y manifestaciones de protesta por el desempleo, el alto costo de la vida, los bajos salarios y la escasez de ali-mentos.

El presidente Cortés persiguió a dirigentes del Partido Confraternidad Guanacasteca por denun-ciar el latifundio y la po-breza de los campesinos.

El gobierno destituyó de la Es-cuela Normal a siete profesores militantes del Partido Comunis-ta. También a la profesora Corina Rodríguez, quien se negó a que los escolares fueran usados para recibir al dictador Somoza. Im-pidió el ingreso de intelectuales como León Felipe -amigo de Ma-rio Sancho-; Luis Quer y Boule; y a María Teresa León, esposa de Rafael Alberti. Pero admitió con deferencias a emisarios del Gene-ral Franco como Luciano López Ferrer, González Marín y Ginés de Alvareda. Sus ministros Teo-doro Picado y Julio Acosta eran pro-franquistas, e iguales simpa-tías expresó el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia en la Asamblea Legislativa.

El 14 de setiembre de 1936 fue encarcelado el diputado comunis-ta Efraín Jiménez Guerrero por-que se opuso al cierre policial del Teatro Olimpia, en Heredia, don-de se celebraba una manifestación a favor de los republicanos espa-ñoles. En 1937 se condenó a Fran-cisco Marín Cañas a 10 días de cárcel porque escribió en Reperto-rio Americano un artículo de críti-ca al gobierno dictatorial español. En 1938 el Presidente destituyó el Gran Consejo Electoral que validó el nombramiento de Carlos Luis Sáenz como diputado del Par-tido Comunista. Nombró otros magistrados y éstos anularon la elección. También persiguió a di-rigentes del Partido Confraterni-dad Guanacasteca por denunciar el latifundio y la pobreza de los campesinos.

El gobierno propuso leyes con-tra las libertades. En setiembre de 1936 el Congreso discutió el proyecto del Ejecutivo de elevar a rango de ley un decreto de 1931 que prohibía la circulación a tra-vés del Correo de publicaciones comunistas y escritos disociado-res o con críticas al gobierno y el orden público. El proyecto lo ata-caron Otilio Ulate, Manuel Mora, Joaquín Vargas Coto, Rogelio So-tela Bonilla, Arístides Montero Segura y Cornelio Orlich Zamo-ra. Lo apoyaron el Dr. Calderón Guardia, Teodoro Picado y Ernes-to Martén Carranza. Suscitó polé-mica pública entre Mario Sancho, Mons. Claudio Volio Jiménez y el cura Rosendo Valenciano. Se criticó también al Ejecutivo y al Congreso porque no fueron re-ceptivos a los pedidos de conde-nar los bombardeos franquistas a poblaciones civiles, en diciembre de 1938.

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La ideología anticomunista acer-có a los liberales y al clero. Desde 1890 los liberales habían forzado la separación de la Iglesia, de las competencias electorales. El cle-ro respondió con la doctrina “La Nueva Cristiandad”. Impulsó las organizaciones cívicas de Acción Católica y un nuevo devociona-rio al Sagrado Corazón de Jesús, al Cristo Rey y a la Virgen María. Desde que se produjo en Rusia la revolución contra los vestigios feudales y la monarquía zarista en 1917, el liberalismo dejó de ser “enemigo” de la iglesia. La tole-rancia del Estado con el clero au-mentó a raíz de la fundación del PCCR en 1931.

La Guerra Civil Española, entre el 17 de julio de 1936 y el 28 de marzo de 1939, más cercana cul-turalmente, amalgamó el sustra-to mental; fusionó la doctrina de Nueva Cristiandad con el antico-munismo. En 1937 el Papa Pio XI dictó la primera encíclica antico-munista. El clero español estaba en el centro de la guerra civil. La ocupación y destrucción de tem-plos; las pesquisas, persecución y la muerte de sacerdotes en com-bate o fuera de batallas -hechos provocados por ambos bandos- se vocearon en los medios noticiosos, el Eco Católico y el Mensajero del Clero, como parte del terror co-munista. A partir del 17 de agosto de 1936 la Iglesia y los Círculos de Acción Católica organizaron ro-merías en las catedrales de provin-cia para recibir dinero destinado a los damnificados españoles. En noviembre recogieron en Alajuela $ 970.00.

El activismo clerical, en abierta competencia con campañas de so-lidaridad organizadas por grupos

civiles y las células del Partido Comunista, alimentó la polémica de representantes del clero con los intelectuales y ciudadanos antifas-cistas. Éstos usaron tres tipos de argumentos. 1) La guerra es una confrontación de la democracia con el fascismo, no entre creyentes y ateos. 2) El clero se contradice. Usa en forma maniquea los valores religiosos: condena al comunismo pero justifica la guerra y calla las matanzas de civiles por parte de los fascistas. 3) Teólogos y pensa-dores católicos rechazan las tesis pro-franquistas y pro-fascistas de los mismos obispos y sacerdotes.

En 1937 el Papa Pio XI dictó la primera encíclica anticomunista. El clero español estaba en el cen-tro de la guerra civil.

El otro foco de agitación liberal contra las doctrinas comunistas sur-gió de las organizaciones de emi-grados españoles, activas en 1936. En 1933 el exdictador Miguel Primo de Rivera fundó el movimiento na-cionalista de la Falange. Con el apo-yo del General Franco, a finales del 38 la Falange tenía 236 Secciones distribuidas en 18 países. En Costa Rica funcionó a cargo de la jefatura de Mariano Álvarez Iraeta e Isabeli-ta Lara de Herrero. Otras instancias reunían a los emigrados: la Casa España, el Instituto Hispánico de Costa Rica y la Cámara Oficial de Comercio. Con carácter más políti-co se fundaron el Comité Patriótico Español, el Comité Pro-República y la Liga Democrática Antifascista.

La Casa España –antigua socie-dad de beneficencia- tenía 633 aso-ciados, subsedes en Puntarenas,

Limón, Turrialba y Cartago, y un mausoleo. El Instituto Hispánico de Costa Rica era subvencionado por el gobierno español. Ofrecía a obre-ros los cursos gratuitos de mecáni-ca y matemática. La Cámara Oficial de Comercio – subvencionada por el gobierno de España- reunía al sector importador y distribuidor, y apoyó a los nacionalistas. Las tres organizaciones se dividieron entre franquistas y republicanos, y ambos bandos influyeron en la formación de ideologías por sus nexos con em-presas libreras, periodísticas, radia-les, educativas, culturales y católi-cas.

En las elecciones de 1936, el an-ticomunismo se configuró como contenido sustancial de las pugnas políticas. Facilitó el reencuentro de los liberales con el clero católico cuando decaía el Estado liberal y la clase política cafetalera vivía relevo generacional. A mediados de 1938 el Lic. Ricardo Jiménez anunció su retiro de la campaña para sustituir a León Cortés. Con frases cervantinas y pluma polemista declaró que no tenía colaboradores pudientes, sólo un puñado de huesos, un cuero vie-jo y un deseo inmenso de salvar la República. El 27 de mayo de 1939 la policía irrumpió en la Radio Costa Rica y acalló el discurso que a favor del candidato pronunciaba el di-putado Orendes Víquez. El acto re-presivo retiró por fin de la lucha al viejo republicano liberal que tenía el apoyo de reformistas, comunistas, intelectuales y del Partido Confra-ternidad Guanacasteca. El camino quedó despejado para el triunfo del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia en 1940.

Dos meses antes de terminar el gobierno de León Cortés, se sintió otro ciclo descendente de la econo-

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mía mundial al cual se sumaron las primeras señales de la crisis comer-cial, fiscal y política, derivada de La Segunda Guerra. En julio de 1940 el gobierno se vio forzado a modificar la tradición liberal en el trato de las relaciones entre el Estado y la econo-mía de mercado. Ese año las expor-taciones de café se redujeron en 1.5 millones de kilos y el precio cayó al punto más bajo entre 1930-1940. El gobierno exoneró a los cafetaleros de los impuestos de exportación, producción y beneficio. Fijó precios mínimos por fanega para los cose-cheros. El Banco Nacional aprobó un plan de redescuentos y bajó las tasas de interés para compensar la falta de financiamiento inglés a los exportadores; aumentó el crédito para la agricultura y la industria, y reguló los bancos privados.

El 24 de agosto de 1940 se creó la Junta de Defensa de la Caña. La ley obligó a los dueños de ingenios a recibir la cosecha de los producto-res en cuotas mínimas y a precios fijos, según el valor internacional. En diciembre se aprobó la Ley de Protección Industrial, que exone-ró de impuestos la importación de herramientas, máquinas y materias primas en beneficio de las ramas de tejidos, pinturas, alambre, jabones, cerveza y otras. Ese fin de año, el gobierno anunció varios proyectos en salubridad pública, seguridad social y legislación laboral. Las medidas financieras y el programa social agraviaron a cafetaleros, ban-queros y a algunos intelectuales de clase media urbana.

Los intereses de clase se deslinda-ron en la escena política. Un grupo de estudiantes que fundaron la Ju-ventud Demócrata Costarricense para apoyar al Dr. Calderón Guar-dia; entre ellos, Alberto Cañas, Jorge

Rossi Chavarría, Juan Edgar Picado T. y Fernando Fournier Acuña, se reagruparon en marzo de 1940 en un Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales. León Cortés promovió el mismo año la funda-ción del Partido Demócrata. Ambos movimientos fueron las primeras

organizaciones divisionistas dentro del Partido Republicano.

En abril de 1941, los diputados del Partido Republicano le nega-ron el voto a Otto Cortés, hijo de León Cortés, para presidir el Con-greso. Calderón Guardia también

Portada de la Revista Surco, órgano del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.Un grupo de estudiantes que fundaron la Juventud Demócrata Costarricense para apoyar al Dr. Calderón Guardia; entre ellos, Alberto Cañas, Jorge Rossi Chavarría, Juan Edgar Picado T. y Fernando Fournier Acuña, se reagruparon en marzo de 1940 en un Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.

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restó apoyo a los rumores de una eventual candidatura presidencial de Jorge Hine, representante del ca-pital bancario. Ese mes se produjo el ataque de los ejércitos de Hitler a Bélgica, país que había acogido a Calderón Guardia como estudiante de medicina. El Presidente repudió la invasión y expulsó al alemán Karl Bayer Hunz por realizar propagan-da pro-nazi. En junio, los Estados Unidos dieron a conocer la lista de empresas, bancos y casas comercia-les comprometidas con los nazis; in-cluyendo las radicadas en el país.

El 11 de diciembre de 1941 el go-bierno declaró la guerra a Alemania y se suspendieron las garantías in-dividuales. Al menos 300 alemanes fueron hechos prisioneros en cam-pos de concentración -ubicados en avenida diez, en el actual centro de productos al mayoreo- y deportados a los Estados Unidos con base en el Tratado de Ayuda Mutua. Se afec-taron sus propiedades en el comer-cio, agroindustria y manufactura. Las exportaciones de café a Alema-nia desaparecen entre 1941 y 1949. Pero no hicieron crisis en los cafe-taleros. Las exportaciones crecieron en los años 41 y 42. Estados Unidos aumentó las compras de café de un 33% en 1941, al 77.7% en 1942. Los precios aumentaron durante la gue-rra.

En 1941 León Cortés hizo pública su candidatura para 1944 y viajó a los Estados Unidos con el propósi-to de esclarecer al Departamento de Estado sus supuestas simpatías con el totalitarismo nazi y el fascismo. El Partido Demócrata, por su parte, inició una campaña de desprestigio al gobierno y orientó en su contra a la opinión ciudadana. El Presiden-te Calderón fue abucheado en las fiestas de toros de fin de año. Una

encuesta de intención de voto rea-lizada en febrero de 1942 entre los socios del Club Unión por el perió-dico La Tribuna, le dio sólo un voto al Partido Republicano.

Mons. Víctor Sanabria publicó en 1941 la Carta Pastoral sobre el Justo Salario.

El gobierno sí tuvo apoyo de las autoridades eclesiásticas, tal como venía sucediendo desde 1936. Un decreto de 1940 estableció la obli-gación de dar y recibir instrucción religiosa en las escuelas y colegios, y Mons. Víctor Sanabria publicó en 1941 la Carta Pastoral sobre el Jus-to Salario. Fue un aval implícito al anuncio presidencial de nuevas leyes sociales y laborales. Las elec-ciones de febrero de 1942 fueron el termómetro. Demostraron la pérdi-da de popularidad del gobierno; el débil apoyo al Partido Demócrata, y la creciente simpatía con el Partido Comunista en los electores de las cabeceras de provincia, los ferroca-rriles y las plantaciones bananeras.

En 1942 se consumó la división del Partido Republicano y la deses-peración de los liberales. En abril, círculos de banqueros y cafetaleros se confabularon para derrocar al Presidente. Buscaron apoyo de Ma-nuel Mora y del Partido Comunista. La negativa de éste, y su informe al Presidente, condujo al primer pacto verbal entre ambos líderes de acuer-do con el programa de reformas anunciado por el mandatario. El Partido Comunista coincidió, pues desde 1932 el tema social era parte de su programa. El Día Internacio-nal del Trabajo, el Presidente desfi-ló juntó al líder comunista. El día 12

nombró la Comisión Redactora del Código de Trabajo. El 16, envió a la Asamblea el Capítulo de Garantías Sociales. La iniciativa fue apoyada públicamente por los arzobispos Sanabria, Solís y Odenthal. En julio, el Congreso abolió las leyes anticle-ricales de 1884 y 1894. Autorizó la instrucción pública a colegios priva-dos católicos y el ingreso de órdenes monásticas y congregacionales. Con ello el gobierno reafirmó el apoyo a las leyes reformadoras por parte de la iglesia y del clero.

El mismo mes fue torpedeado y hundido en Limón el barco banane-ro San Pablo con saldo de 24 muer-tos. El Partido Comunista organizó marchas de repudio en las que parti-ciparon la Liga Antifascita y grupos de ciudadanos. Las manifestaciones terminaron en disturbios y saqueos de comercios de alemanes, italianos y españoles franquistas, con inter-vención de las brigadas de choque comunistas y con la tolerancia de la policía. El 8 de julio José Figueres fustigó al gobierno por la radio. Lo responsabilizó del acto terrorista en Limón. Fue encarcelado unos días y poco después, exiliado a México. El Partido Comunista lanzó la con-signa de unidad nacional. Manuel Mora buscó a banqueros, cafetale-ros y a demócratas antifascistas. No tuvo eco. La escena quedó lista para la alianza entre el Partido Comunis-ta y los republicanos leales o com-prometidos con el gobierno, ahora con el apoyo implícito de la Iglesia.

El 25 de julio de 1943 la Asamblea Legislativa aprobó la ley que incluyó las Garantías Sociales en el Artículo 29 de la Cons-titución de 1871.

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El 25 de julio de 1943 la Asamblea Legislativa aprobó la ley que inclu-yó las Garantías Sociales en el Artí-culo 29 de la Constitución de 1871. Quedaron establecidos como dere-chos el sistema de seguridad social, la jornada de ocho horas, igualdad de género y de los trabajadores del campo y las ciudades en las remu-neraciones, salario mínimo, sindi-calización, contratos colectivos de trabajo, el paro patronal y la huelga –considerada hasta entonces como delito-. El 27 de setiembre se aprobó el Código de Trabajo. El 17 de octubre, la ley que institu-cionalizó en la Caja del Seguro Social el siste-ma de prevención de la enfermedad y la atención a la salud de los traba-jadores y personas obligatoriamente asegurados.

La reforma social y laboral inauguró en Cos-ta Rica el Estado Social de Derecho: una nueva concepción e institucionalidad que asume los derechos sociales de los ciudada-nos como parte de las funciones del Estado. A diferencia de otros paí-ses como Estados Unidos, que en 1935 adoptó medidas similares bajo la noción de libertades civiles, en Costa Rica, la cuestión social tiene un sustrato ético cristiano del valor “justicia social”; un marco institu-cional que permite la lucha reivin-dicativa de intereses específicos comunes a los sujetos populares, a la clase obrera y a la clase patronal; y reconoce la salud familiar como derecho ciudadano. Esa triple di-mensión de la reforma –de ética cristiana, obligación social y nor-ma constitucional- prevaleció entre 1943 y 1949.

La institucionalización de la CCSS y del Código de Trabajo, fueron in-cluidas en las funciones del Estado como un medio para conciliar los intereses desiguales que coexis-ten entre trabajadores y patronos; entre grupos y clases sociales; en-tre la sociedad y el Estado. Es una función política que vela por la reproducción de la fuerza de tra-bajo, previene el conflicto laboral, promueve estabilidad social, hace

viable la gobernabilidad, y fortalece la democracia como Estado de De-recho ampliado. Es inseparable de la coyuntura crítica de La Segunda Guerra Mundial. Tienen un carác-ter fundacional, porque esa noción difiere del tipo de Estado gendarme o de “dejar hacer, dejar pasar” que diseñó la sociedad alrededor del ca-pitalismo agrario desde la primera mitad del siglo XIX.

La nueva legislación fue resultado de las iniciativas del Dr. Calderón Guardia, apoyado por un sector del Partido Republicano; de la voluntad política unánime del Congreso; de la autoridad y convicciones teológi-

cas de Mons. Víctor Sanabria; de la coincidencia entre la doctrina de la Iglesia, el pensamiento político del mandatario y la tradición reformis-ta liberal que inauguraran Alfredo González Flores y Jorge Volio. En particular fue una respuesta con-ciliadora a la intensa agitación la-boral y la movilización de obreros, artesanos, campesinos, educadores y ciudadanos que organizaron los sindicatos y frentes de masas del Partido Comunista entre mayo de 1942 y setiembre de 1943.

Entre junio de 1939 y oc-tubre de 1943 ocurrie-

ron 21 huelgas. Entre mayo de 1942 y el 15 de setiembre de 1943 – aproba-ción del Código de Trabajo- el Partido Comunista lideró

once movilizaciones –mítines, marchas

y concentraciones- en las cabeceras de provin-

cia, Turrialba y Golfito. A los eventos más significativos asistie-

ron entre 5, 15, 20 y 40 mil personas. A la marcha popular, al entrar en vi-gencia la ley laboral, asistieron unas 100.000. El 4 de octubre de 1943 se fundó la Confederación de Trabaja-dores Costarricenses, en reemplazo del Comité Nacional Sindical de Enlace creado por los comunistas en 1938. Hasta 1945 se afiliaron 125 nuevos sindicatos. Un año antes se había fundado la Asociación Nacio-nal de Educadores. La iglesia Cató-lica involucró al sacerdote Benjamín Núñez en la organización sindical, y en octubre de 1943 nació la Con-federación Costarricenses de Traba-jadores “Rerum Novarum”. Ambas organizaciones consolidaron otra etapa de la historia del movimiento obrero.

Trabajadoras de la Central Telefónica.

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La trama de esta transformación en las funciones históricas del Es-tado, trascendió. Se tradujo en ma-yor participación del movimiento obrero en las pugnas políticas; an-tagonismos entre partidos, organi-zaciones sindicales y agrupaciones de comerciantes, y de empresarios, unidos desde 1943 en la Cámara de Industrias. Las garantías socia-les fueron tema de agitación en los periódicos y la radio al servicio de reformadores y opositores. En par-ticular, porque a finales de setiem-bre de 1943 se firmó la alianza entre el Partido Republicano y el Partido Comunista, convenida a interva-los; y Monseñor Sanabria declaró el apoyo a la alianza y a las garantías sociales, con el consentimiento es-crito del Papa Pío XII.

Otro acontecimiento suscitó más antagonismo. En mayo de 1943 se discutió la reforma electoral que propuso el Poder Ejecutivo. Con-sistía en quitar a las Juntas Recep-toras de Votos la potestad de hacer el recuento preliminar, y limitar su función al resello de las papeletas y traslado del conteo final de votos al Congreso. La propuesta podría

favorecer al candidato del partido oficial. El Presidente Calderón fue obligado a retirar el proyecto de-bido a la movilización de los mili-tantes demócratas el 15 de mayo de 1943. Poco después, continuó las negociaciones con el Partido Co-munista y de esa manera se produjo convergencia entre los objetivos de las garantías sociales y la meta del Partido Republicano de garantizar-se el triunfo electoral en 1944.

En junio de 1943 el Partido Comu-

nista acordó denominarse “Partido Vanguardia Popular”. La estrategia de lucha dejó de ser con perspecti-va revolucionaria. Abandonó el concepto de la lucha de clases como punto de doctrina política. Introdu-jo la táctica de la colaboración entre el capital y el trabajo, y de la conci-liación de los intereses en el conflic-to social, de acuerdo al nuevo marco legal. La Iglesia Católica, en la auto-ridad de Monseñor Sanabria, avaló la posición no revolucionaria, ni marxista, de los comunistas y apor-tó al cambio en proceso el poder de conciliación social, sustentado en las encíclicas “Rerum Novarum” y “Cuadragésimo Anno”. El Partido

Republicano relegó la idea absoluta del Estado policía y de predominio de las leyes del mercado sobre las relaciones sociales. Liberales, comu-nistas y católicos hicieron una lectu-ra flexible de sus filosofías y prác-ticas políticas. Trataron de aplicar en consenso nacional el concepto de justicia social como contenido del Estado de Derecho.

En las elecciones de 1944, las fuer-zas políticas de oposición al gobier-no tuvieron dificultades para unir-se. A mediados de 1943, tanto Jorge Hine como Ricardo Jiménez Orea-muno rehusaron encabezar una pa-peleta de unidad liberal. En los mis-mos días, otro sector opositor fundó el Grupo Acción Demócrata, lidera-do por Alberto Martén, vocero de José Figueres, quien ese año publicó desde el exilio Palabras Gastadas: una reflexión sobre la democracia, la libertad y el socialismo. El sector político y económico más conser-vador se aglutinó en torno a León Cortés y el Partido Demócrata. El 22 de setiembre el Republicano Nacio-nal y Vanguardia Popular crearon la alianza electoral conocida como Bloque de la Victoria, con la candi-datura del Lic. Teodoro Picado.

La campaña política de 1944 tuvo seis rasgos sobresalientes. La violen-cia verbal y contra la integridad de las personas; la propaganda ideoló-gica de tipo anticomunista, antifas-cista y por la democracia; la defensa de las leyes sobre las garantías so-ciales; el terrorismo político; la no credibilidad en el régimen electoral; y el fraude electoral, como supuesto y convicción.

Al Bloque de la Victoria y al cle-ro se les acusó de comunismo. Los campesinos y pobladores rurales fueron exhortados a defender el

En 1942 fue fundada la Asociación Nacional de Educadores. La igle-sia Católica involucró al sacerdote Benjamín Núñez en la organización sindical, y en octubre de 1943 nació la Confede-ración Costarricenses de Trabajadores “Rerum Novarum”. Ambas orga-nizaciones consolidaron otra etapa de la historia del movimiento obrero.

Rvdo. Benjamín Núñez Vargas.

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honor, el modo de vida, la familia, la patria y la religión, amenazadas por las hordas bolcheviques. El do-mingo antes de las justas murieron 5 ciudadanos y al menos 50 fueron heridos. La emisora Titania, crítica del gobierno, sufrió un atentado. También la casa y el automóvil de Manuel Mora Valverde. La radio y la prensa atizaron los enconos: el Diario de Costa Rica y La Hora, propiedades de Otilio Ulate, se ali-nearon con el Partido Demócrata en contra de la alianza de republi-canos y vanguardistas, y el movi-miento comunista. Los periódicos La Tribuna y Trabajo, a favor del Bloque de la Victoria.

Las elecciones favorecieron a

Teodoro Picado. El Partido Demó-crata ganó en Heredia y Alajuela. El Congreso quedó integrado por 31 diputados de los vencedores -4 comunistas- y 14 (28%) del Partido Demócrata. No resultó electo José Figueres, candidato en el primer lugar por San José. La contienda garantizó la permanencia de la le-gislación social; fortaleció la idea de la democracia liberal; mostró la desorganización administrativa y fiscal del Estado; neutralizó el avance del nacionalismo totalita-rio nazi-fascista; confirmó el poco apoyo a los comunistas en el Blo-que de la Victoria. Esos contenidos fueron trasfondo y orientación del gobierno en el contexto nuevo que diseñó el fin de La Segunda Gue-rra Mundial. La campaña electoral deslinda, a la vez, la tercera fase de este proceso de transformaciones políticas.

El Lic. Teodoro Picado gobernó los dos años iniciales con la meta de recuperar la estabilidad económica, reordenar la administración públi-ca, equilibrar la hacienda y buscar

consenso para continuar el carácter liberal del Estado Social de Dere-cho. Los dos primeros objetivos se confirman en un conjunto de leyes aprobadas entre 1944 y 1945. El se-gundo eje de gobierno fue punto de fricción en dos frentes políticos: a) con las fuerzas tradicionales del li-beralismo y los capitalistas de vieja cuño; b) con algunos intelectuales, empleados públicos de clase media, y empresarios del agro y la manu-factura.

Estos sectores venían elaborando un ideario político influidos por las tesis sobre economía política que surgieron en Inglaterra entre 1936 y 1945, elaboradas por John Maynard Keynes (1883-1946). También cono-cían acerca de la sociología de Max Weber, de la historiografía alemana y francesa de procesos –más que de acontecimientos-; sobre el movi-miento laborista inglés; de las teo-rías de la administración pública; y, el socialismo teórico del alemán Edward Bernstein. Esas ideas y co-nocimientos sobre las relaciones entre la economía de mercado, el Estado y la historia de las socieda-des, tenían muy poco desarrollo y difusión en Costa Rica. La Universi-dad apenas cumplía ocho años. En la administración de las funciones

del Estado prevalecía el empirismo. Los puestos públicos se entregaban a familiares de los elegidos, a socios y a supuestos amigos políticos. Los vicios de nepotismo y corrupción ya eran de larga data.

Las dos prioridades del gobierno de Teodoro Picado fueron ordenar la administración del Estado y con-trolar los efectos acumulados por La Guerra Mundial en el campo fis-cal y el consumo. La Ley No. 206, del 30 de agosto de 1944, creó la Oficina de Defensa Económica para atender medidas de urgencia. La No. 199, del 6 de setiembre de 1945, estableció la Oficina de Presupues-to. La No. 200, del 6 de setiembre de 1945, creó el Centro de Control, con funciones de proveeduría nacional. El Decreto No. 48, del 26 de diciem-bre de 1945, estableció la Tesorería Nacional.

En cuanto a la circulación de mer-cancías, la Ley No. 57 del 26 de marzo de 1945 prohibió la especu-lación en los precios de los artículos de consumo básico. Se acompañó con modestas alzas de salarios bi-anuales y la fijación de precios al maíz, arroz, frijoles, papas y tabaco. La Ley No. 110, del 26 de julio de 1944, fijó precios a los agricultores

En 1943, otro sector opositor fundó el Gru-po Acción Demócrata, liderado por Alberto Martén, vocero de José Figueres, quien ese año publicó des-de el exilio Palabras Gastadas

Lic. Teodoro Picado Michalski, expresidente de C.R.

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y se destinaron 2 millones de pesos para construir bodegas o estancos de producción. La No. 36, del 21 de diciembre del 44,6 reforzó las Juntas Rurales de Crédito Agrícola. El cré-dito pasó de 26.7 millones de colo-nes, en 1943, a 38.7, en 1947.

En el año 1945 mejoraron los índices económicos. El fin de La Segunda Guerra Mundial reabrió el merca-do europeo al café, banano y cacao.

En el año 1945 mejoraron los índi-ces económicos. El fin de La Segun-da Guerra Mundial reabrió el merca-do europeo al café, banano y cacao. Creció la importación de bienes de capital, materias primas industriales y productos finales de consumo. El sector industrial representó el 8.5% del PIB. El déficit fiscal se redujo de 30.5 millones de colones, en 1944, a 13.9 en 1946. La devaluación pasó de 5.6 / $ en 1945, a 6.43 en 1947. El gasto público retomó la línea libe-ral. La Secretaría de Fomento absor-bió el 30% de los egresos; Educación Pública, el 15.64%; la deuda pública el 12.36%. La Secretaría de Trabajo y Previsión Social, un 0.96%. A pesar de eso la política social no se para-lizó, ni profundizó el antagonismo que había suscitado desde 1934.

Hasta 1945, se aprobaron 30 re-formas al Código de Trabajo para adecuarlo a la agricultura comercial. Se ilegalizaron las huelgas en las plantaciones de banano, café, azúcar, cacao y ganado. En 1945 se resolvieron 2.189 conflictos obrero-patrona-les, sin concurso de los Tribuna-les de Trabajo. El movimiento obrero siguió su dinámica según

las confederaciones de orientación católica –La Rerum Novarum- y la CTCR ligada al Partido Vanguar-dia. En 1947 había 28 sindicatos, 46 sindicatos de patronos, 18 federa-ciones, 2 confederaciones y 23 coo-perativas. El número de casas cons-truidas por el gobierno pasó de 49 en 1944, a 124 en 1947.

Se creó el Consejo de Seguridad del Trabajo para regular condicio-nes higiénicas y laborales en las empresas; y el Consejo Nacional de Menores para fiscalizar el empleo de niños y adolescentes. En la ad-ministración de la CCSS se estable-cieron instancias de autonomía, o de no injerencia directa del gobier-no. En 1947 se creó el seguro de riesgos por vejez o jubilación y muerte.

En 1948 la cobertura del régimen de enfermedad y maternidad favore-cía a 47.192 trabajadores, con base en un tope de cotización obligato-ria sobre salarios de 400 colones por mes. Ello molestaba a los patronos y a los altos empleados de cuello blanco.

Las críticas de fraude electoral en 1944 pusieron en agenda las reglas de acceso al poder y su punto vul-nerable: la centralización de los pro-cedimientos electorales en el Poder Ejecutivo. El Gran Consejo Electoral era nombrado desde 1925 por el Po-der Ejecutivo y éste tenía un poder directo en los órganos de elección. Por iniciativa del Partido Vanguar-dia, a finales de 1945 se discutió el Código Electoral, redactado por el Lic. Luis Carballo Corrales, di-putado vanguardista. La reforma descentralizó el proceso en tres ór-ganos: el Tribunal Nacional Electo-ral, el Registro Electoral y las Juntas Electorales. El Tribunal Nacional se integró con un representante de la Corte, otro del Congreso y uno del Poder Ejecutivo. Este fue el primer intento serio para generar confian-za y recuperar la credibilidad en el sistema de sufragio.

Las fuerzas políticas se renovaron y reagruparon para las elecciones de diputados de 1946. José Figueres

regresó del exilio el 23 de mayo de 1944. El 10 de marzo de 1945 se fundó en el Teatro Latino, el Partido Social Demócrata; me-

diante fusión del Grupo Acción Demócrata y el Centro para el Estudio de los Problemas Na-cionales. Los primeros ocupa-ron cinco de los nueve puestos del Comité Ejecutivo, incluyen-do la presidencia que recayó en el Dr. Antonio Peña Chavarría, secretario de la Unión Médica Escultura de la Plaza de la Libertad Electoral.

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Nacional. Los Centristas ocuparon cuatro puestos: Mario Quirós Sasso, Rodrigo Facio, Carlos Monge Alfaro y Rafael Alberto Zúñiga. La Tesore-ría recayó en José Figueres. El mis-mo año, el periodista Otilio Ulate Blanco fundó el Partido Unión Na-cional. Ambos partidos se unieron al Partido Demócrata –presidido por León Cortés- y todas las fuerzas participaron con una sola papeleta electoral en 1946.

El 10 de marzo de 1945 se fundó en el Teatro Latino, el Partido Social Demó-crata; mediante fusión del Grupo Acción Demó-crata y el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.

El Partido Republicano y el Van-guardia Popular presentaron lis-tas separadas de candidatos a di-putados por San José. En las otras provincias, el PVP apoyó al PR. El resultado demostró el avance de la oposición, pues obtuvo el 42% y eligió nueve diputados. El gobier-no ganó 4 de las 7 provincias. Los vanguardistas perdieron poco más de 1.000 votos en la Capital. Eligie-ron cinco diputados: Manuel Mora V, Luis Carballo Corrales, Alfredo Picado Sáenz, Carlos Luis Fallas S. y Jaime Cerdas Mora. La coalición de gobierno perdió apoyo pues dos años atrás El Bloque de la Victoria eligió a Picado con 90.400 votos, y en 1946 obtuvo el 62% de esa cifra.

En marzo de 1946, en Fulton, Es-tados Unidos, Winston Churchill pronunció el célebre discurso que declaró la “guerra fría” a la Unión Soviética. En Costa Rica, el Partido Socialdemócrata y el Unión Nacio-

nal aprovecharon las circunstancias para desatar la campaña antico-munista a través de los medios de prensa la Nación, Diario de Costa Rica, y la Hora. El año 1946 confi-guró la crisis política en otro esce-nario nacional e internacional. La diplomacia anticomunista norte-americana propició el acercamiento entre el Partido Demócrata y el Pre-sidente Picado. León Cortés ofreció ayuda financiera y apoyo político si el gobierno rompía la alianza con Vanguardia Popular. Pero murió súbitamente el 4 de marzo de 1946. La Presidencia del Comité Ejecuti-vo del Partido Demócrata recayó en Fernando Castro Cervantes. Un grupo de disidentes fundó el Parti-do Cortesista Independiente.

Castro Cervantes y Otilio Ulate también conferenciaron por sepa-rado sobre el mismo objetivo divi-sionista con Teodoro Picado, el Dr. Calderón Guardia y con Francisco Calderón Guardia –entonces radi-cado en New York-. El Partido So-cialdemócrata rechazó todo arreglo entre los republicanos y los oposi-tores demócratas de añoso libera-lismo. Un año antes había iniciado actividades un grupo subversivo ligado con José Figueres y el Par-tido Socialdemócrata. En junio del 46 otro grupo, financiado por Fer-nando Castro Cervantes, intentó el golpe de Estado que se conoce con el nombre de “El Almaticazo”.

El año 1946 fue pobre en gestión de gobierno. Entre el 6 y 8 junio de 1946 la Unión Médica Nacional pre-sidida por el Dr. Antonio Peña Cha-varría -Presidente del sindicato y del Partido Socialdemócrata- con-vocó a la primera huelga general en oposición a que el tope de coti-zación para el Seguro Social se ele-vara de ¢ 400 a ¢ 1.000. Ese año, el

Poder Ejecutivo enfrentó el déficit fiscal con la reforma tributaria. La Ley No. 837, del 20 de diciembre, estableció que las personas físicas y jurídicas debían pagar el impuesto sobre las rentas –un antiguo tributo sobre ingresos, vigente desde 1931- y las no domiciliadas en el país pa-garían sobre bienes, empresas o ne-gocios emprendidos localmente. Se establecieron impuestos territoria-les sobre propiedades con valores superiores a ¢ 250.000.

La reforma tributaria provocó la reacción inmediata de la Cámara de Agricultura y Ganadería; la Cá-mara de Comercio e Industria; los sindicatos de patronos cafetaleros y productores de azúcar, y la Asocia-ción de Comerciantes Importadores y Mayoristas. Estas asociaciones organizaron presiones con airadas protestas, e incluyeron en sus quejas la molestia de pagar los derechos la-borales contemplados en el Código de Trabajo y la cotización para el seguro social. El capital puso en la picota tributaria la legislación que

León Cortés Castro, expresidente de C.R.

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había dado origen al Estado Social de Derecho.

El año 47 se con-sumió en la pasión política; la lucha pre-electoral; el a n t i c o m u n i s mo como arma de la diplomacia inter-nacional y del aje-treo electorero; y el terror político. Vanguardia Popu-lar reinició una tí-mida movilización de los frentes de masas, acompaña-do de mensajes de unidad nacional. Desde la celebración del Primero de Mayo de 1945 se había manifestado la división dentro del movimiento obrero. Ese día desfilaron por sepa-rado los sindicalistas clericales y los afiliados a la CTCR. Un año antes, entre el 8 y el 23 de agosto, unos 35 capitalistas habían fundado una organización secreta anticomunista presidida por el cafetalero y expor-tador Víctor Manuel Iglesias Boni-lla. La entidad tuvo el apoyo del Obispo de Alajuela, Monseñor Juan Vicente Solís. Por otro lado, Benja-mín Núñez Vargas, sacerdote, so-ciólogo formado en Estados Unidos y organizador sindical, se insertó en la militancia política del Partido So-cial Demócrata.

La muerte de León Cortés provocó también la división de los liberales. El Partido Cortesista Independien-te se separó del Partido Demócrata, presidido por Fernando Castro Cer-vantes. Otilio Ulate, candidato del Partido Unión Nacional, tenía un pasado político ambivalente y di-fuso, no era de la extracción social de los grupos cafetaleros y carecía

de la confianza de los políticos libe-rales. El Partido Socialdemócrata, presidido por el Dr. Antonio Peña Chavarría proponía modernizar el Estado; adecuarlo al desarrollo de un capitalismo renovado, con una República Democrática e interven-ción directa del Estado en la pro-ducción y el mercado, a fin de en-rumbar el país hacia una sociedad industrial con equidad entre las cla-ses sociales.

El 13 de febrero de 1947, más de 2.000 partidarios de distintas fuer-zas, unidos por criterios de opo-sición al Bloque de la Victoria y al gobierno de Teodoro Picado, se re-unieron en el Estadio Nacional para escoger en convención al candidato de 1948. El Partido Socialdemócrata no presentó candidato. Luego de tres rondas de votación, se descalificó a José Figueres Ferrer –candidato del Partido Cortesista Independiente- y a Castro Cervantes. Los liberales lo-graron elegir a Otilio Ulate Blanco. El Lic. Mario Echandi Jiménez fue nombrado Secretario General de la Oposición Nacional. Figueres asu-mió el cargo de Jefe de Acción. Al mes siguiente se hizo la convención

del Partido Repu-blicano que eligió al Dr. Rafael A. Cal-derón Guardia. En esa ocasión declaró públicamente su rechazo al comunis-mo. Para los comi-cios de 1948 se ins-cribieron además: El Partido Obrero, el Partido Republi-cano, el Partido La-borista y el Partido Agrícola.

El inicio de la campaña política coincidió con movi-

lizaciones de los ciudadanos y mili-tantes de los partidos en pugna. El 5 de marzo el Partido Vanguardia organizó un desfile de obreros, ar-tesanos, campesinos y educadores contra la corrupción y el desorden administrativo; la especulación, la carestía y por alza de salarios. El 14 de marzo, en el transcurso del de-bate parlamentario sobre el Presu-puesto y la inclusión de una rebaja en el rubro de los gastos electorales, surgieron enfrentamientos entre sectores de la juventud opositores al gobierno y las brigadas de cho-que del Vanguardia Popular, am-bos grupos presentes en las barras legislativas. En abril el Congreso del PVP decidió apoyar al Dr. Cal-derón Guardia, bajo la consigna de resguardar las garantías sociales y propiciar la unidad nacional.

Los sucesos fueron preludio de vio-lencia política y ésta se manifestó en dos variantes. Una, la pugna electo-ral. Otra, como recurso para desesta-bilizar al gobierno ligada a una estra-tegia de toma de poder por la vía de la rebelión armada. Esta tesis era de-fendida por José Figueres y el Partido

La Legión Caribe.

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Socialdemócrata en los círculos polí-ticos de oposición al gobierno, desde mediados de 1945. Tomó fuerza des-pués de que Figueres sufrió la derrota en la Convención de 1947.

A mediados de ese año, Figueres renunció como Jefe de Acción del Partido Unión Nacional. Se invo-lucró en cabildeos políticos anexos a las actividades del comando mi-litar Legión del Caribe. Unos 1.000 hombres, dirigidos entre otros por Juan Bosch, organizaban el derro-camiento del dictador de la Repú-blica Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, con apoyo de los gobiernos de Guatemala y Cuba. La invasión no se produjo. Los expedicionarios abandonaron Cayo Confite, en Ca-magüey, y fueron apresados en la Habana el 21 de setiembre de 1947 por presión de los Estados Unidos al gobierno cubano.

La estrategia de rebelión civil ur-bana contra el gobierno de Costa Rica, se inició en Cartago la noche del 19 de julio de 1947 con un enfrentamien-to entre la policía y un

grupo de la juventud del Partido Social Demócrata. Dos días después surgió la tesis política de la huelga general. El Lic. Mario Echandi, Se-cretario de la Oposición al gobierno, convocó a todos los directivos de las células de oposición del Partido Unión Nacional. El Profesor Carlos Monge Alfaro y el Lic. Eloy Morúa se opusieron a la tesis de Otilio Ula-te de convocar a un movimiento de desobediencia civil, en vez de una huelga general. El acuerdo de huel-ga se tomó en horas avanzadas de la noche. Se articuló como una pa-ralización de la economía con par-ticipación de la banca privada, em-presas comerciales, almacenes de abarrotes, mercados, empresas de periódicos, de aviación y oficinas públicas.

La huelga se decla-

ró el 22 de julio de 1947 y se levan-

tó el 3 de agosto. Los dirigentes pi-dieron el cambio de autoridades de Cartago. El gobierno aceptó. El mo-vimiento se extendió a la capital, cabeceras de provincia y algunos cantones periféricos. En San José se paralizaron en forma inmediata la Unión Médica Nacional, emplea-dos judiciales, trabajadores de las compañías eléctricas y de aviación. La Confederación Costarricense de Trabajadores “Rerum Novarum” se sumó a la huelga, lo mismo que un sector de educadores, principal-mente de liceos. En la primera se-mana de lock-out murieron 8 per-sonas, hubo al menos 20 heridos y entre los prisioneros figuraron Ro-drigo Facio Brenes, Daniel Oduber Quirós y Gonzalo Facio Segreda.

El 26 de julio llegó a la Capital la Columna Liniera. Al mando de Carlos Luis Fallas, los trabajadores de la línea ferroviaria y bananeros del Pacífico Sur se vinieron a pie hasta San José para neutralizar la rebeldía de los opositores al go-bierno. Se quedaron en la capital realizando labores de vigilancia de calles, edificios y oficinas públicas.

Los atendía la CTCR y la Alianza de

Mujeres Cos-tarricenses,

brazo de ac-ción feme-

nina del

La estrategia de rebelión civil urbana contra el gobierno de Costa Rica, se inició en Cartago la noche del 19 de julio de 1947 con un enfrentamien-to entre la policía y un grupo de la juventud del Partido Social Demócrata.

San Isidro de El General también fue testigo del paso de la Columna Liniera hacia San José.

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Partido Vanguardia. En las noches los linieros se tapaban con cobijas a semejanza de los campesinos mexi-canos cubiertos con ponchos indí-genas. Por ello recibieron el nombre de “Mariachis”.

El gobierno cerró la Radio Titania, de Rafael Sotela. El Diario de Costa Rica – adquirido por el Partido So-cialdemócrata-, La Hora –dirigido por Otilio Ulate-, y el periódico la Nación, divulgaron los objetivos de la huelga como una lucha contra el comunismo y por la consecución de garantías electorales. Publica-ron listas negras presentando como enemigos de la República a las em-presarios extranjeros y nacionales que no cerraron negocios: “No les compre…no les venda”, sentenció Otilio Ulate. Fueron hostigadas las emisoras Voz de la Víctor, Radio City y la Jardinería Pujol. El estado de huelga produjo carestía y espe-culación. Hubo casos de saqueo en los comercios que habían cerrado, por lo cual, hacia el 28 de julio algu-nos empresarios abrieron sus tien-das para no sufrir pérdidas por des-trucción. Con el cierre de los bancos comenzó a escasear el circulante, y los ahorrantes presionaban para re-tirar sus depósitos.

El 2 de agosto, en el contexto de

los festejos nacionales de la Virgen de los Ángeles, un grupo numeroso de damas de la Capital, vestidas de luto, se apostó en las afueras de la

Casa Presidencial. Demandaban ga-rantías electorales, no el derecho al voto para las mujeres. El Presidente Picado no las recibió. Las protestan-tes se trasladaron al Parque Nacio-nal donde al anochecer se produjo un apagón, acompañado de bala-cera. El mitin fue dispersado por la policía sin saldo de heridos graves. Al día siguiente se firmó el acuer-do que puso fin al paro económico después de 12 días y un saldo de 12 muertos.

período presidencial, lo cual con-trariaba el orden constitucional. El Partido Vanguardia Popular recha-zó la fórmula de arreglo. El conve-nio violaba las potestades del Poder Ejecutivo.

La suspensión del boicot no acabó con la violencia. El 24 de setiembre fue destruido por una bomba el auto-móvil de Manuel Mora. En la iglesia de San Joaquín de Flores, Heredia, murió un oponente del gobierno, víctima de un balazo. A mediados de octubre fue asaltada la radioe-misora Nueva Alma Tica. El 12 de octubre, los hombres de la Columna Liniera marcharon por la capital, ru-las y machetes en alto: la oposición divulgó las fotografías con alusiones de horror a las bandas comunistas. A principios de noviembre estalló otra bomba en el Diario La Tribuna, con saldo de un muerto y 12 heridos. En venganza, los talleres del Diario de Costa Rica fueron parcialmente destruidos. La empresa La Nación le sirvió de relevo. El 16 de diciem-bre cayó otra bomba en la residencia del Director de La Tribuna, Manuel Formoso Peña.

La oposición al gobierno no tenía una estrategia homogénea de con-frontación. El Partido Unión Nacio-nal se abocó a ganar las elecciones. Los socialdemócratas preparaban la rebelión armada. El 16 de diciembre de 1947 José Figueres firmó el pac-to militar con la Legión Caribe que le proveyó de aviones, armamento

En las noches los linieros se tapaban con cobijas a semejanza de los campesi-nos mexicanos cubiertos con ponchos indígenas. Por ello recibieron el nombre de “Mariachis”.

Otilio Ulate Blanco, expresidente de C.R.

El acuerdo para levantar “la Huel-ga de Brazos Caídos” fue el primer triunfo de los civiles en rebeldía. Además de garantías a los involu-crados en el acto subversivo, el Pre-sidente y el Ministro de Seguridad Pública se comprometieron a nom-brar en el Tribunal Nacional Electo-ral a ciudadanos probos, aceptables por ambos bandos. Se reconocería como fallo inapelable el dictamen del Tribunal Nacional Electoral. Las fuerzas de seguridad del Estado pasarían a la orden del candidato ganador en las siguientes 24 horas del pronunciamiento oficial sobre el resultado de las elecciones de 1948; es decir, antes de que culminara el

El 16 de diciembre de 1947 José Figueres firmó el pacto militar con la Legión Cari-be que le proveyó de avio-nes, armamento pesado y municiones livianas.

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pesado y municiones livianas. Esas armas habían sido reclamadas por el Presidente de Guatemala Jacobo Arbens, cuando fracasó la inva-sión de Cayo Confite. El arsenal fue puesto a disposición de José Figue-res. Se comprometió a atacar la dic-tadura de Somoza una vez que fue-ra derrocada la dictadura de Costa Rica, la cual según argumentó, era apoyada por el movimiento comu-nista internacional.

El 25 de enero de 1948 el Partido Republicano realizó en Plaza Ví-quez la concentración electoral de fuerza. Fue la última cabalgata polí-tica que hubo en la Capital. El 28 de febrero el Tribunal Nacional Electo-ral declaró vencedor de la contien-da a Otilio Ulate. El dictamen fue emitido con carácter provisional y enviado al Congreso con el voto sal-vado del magistrado Max Koberg Bolandi. Votaron a favor de Ulate, el Lic. Gerardo Guzmán Quirós y el Lic. José María Vargas Pacheco. El Director del Registro Electoral, Lic. Benjamín Odio, abandonó el cargo antes del dictamen del Tribunal

Electoral para unirse a las fuerzas que organizaba José Figueres al sur de la Capital.

El mismo día el Dr. Calderón Guardia envió al Congreso el expe-diente que documentaba el fraude de los partidarios de Ulate y pidió la declaratoria de nulidad del pro-ceso electoral. En el transcurso de esas sesiones el Coronel Juan José Tavío, de origen cubano -quien fue-ra nombrado Director General de Policía, llegó a la casa del Dr. Car-los Luis Valverde Vega donde se reunía un grupo de oposicionistas, según el gobierno, sospechosos de conspiración. Hubo tiroteos. Pere-cieron dos guardias fiscales y el Dr. Valverde resultó herido. Murió dos días después. Otilio Ulate fue apre-sado y puesto en libertad al cabo de 24 horas.

Antes del pronunciamiento del Congreso, Manuel Mora Valverde inició conversaciones con el can-didato declarado ganador, Otilio Ulate; pero el Comité Central del Partido Vanguardia echó marcha

atrás ante la solicitud de nulidad que presentó el Partido Republi-cano. El 1 de marzo la Asamblea Legislativa anuló las elecciones na-cionales con el voto de 27 diputados a favor y 19 en contra. Monseñor Víctor Sanabria convocó a una Jun-ta de Notables. Calderón Guardia y Otilio Ulate concordaron en que el Dr. Julio César Ovares, director de la CCSS, asumiera la presidencia durante dos años. José Figueres re-chazó el acuerdo.

La Guerra Civil se inició el 12 de marzo de 1948. Duró 40 días.

La Guerra Civil se inició el 12 de marzo de 1948. Duró 40 días. La primera parte de la contienda mi-litar terminó el 23 de marzo con el triunfo de los rebeldes en la bata-lla de San Isidro de El General. La transacción política, sin éxito y con asedios militares de los bandos, se prolongó hasta el 10 de abril. El ter-cer momento culmina el 14 de abril con el triunfo de los alzados en la Batalla del Tejar. La capitulación

Dr. Carlos Luis Valverde Vega.

EdificiodelaEmbajadadeMéxico,S.J.

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del Presidente Teodoro Picado y la firma de los pactos para terminar la guerra –El de la Embajada de Méxi-co y el Pacto de Ochomogo-arriba-ron entre el 15 y 20 del mismo mes.

Además de 2.000 muertos, la Gue-rra Civil dejó un saldo de 7.000 refu-giados políticos y 3.000 prisioneros.

El 1 de mayo se firmó el Pacto Fi-gueres-Ulate, bajo presión militar. El 8 de mayo se instaló la Junta Fun-dadora de la Segunda República, presidida por José Figueres Ferrer. Abolió la Constitución de 1871 e instauró el gobierno de facto o dic-tadura de los dieciocho meses. Las hostilidades políticas continuaron; pero la Constitución aprobada el 7 de diciembre de 1949 definió la es-tructura y funciones del Estado. El 8 de mayo de 1950 el periodista Otilio Ulate Blanco asumió la Presidencia de la República.

La Guerra Civil creó una estruc-tura de poder político y militar de excepción controlada por el Partido Social Demócrata, los combatientes

de La Legión Caribe y sectores del capital ligados a la exportación de café y banano, el comercio importa-dor y la banca privada. En los hechos militares no tuvieron participación relevante los políticos liberales liga-dos al Partido Unión Nacional y al candidato Otilio Ulate. Retomaron protagonismo a raíz de las pugnas que desataron los decretos de la Jun-ta de Gobierno y en las elecciones para el nombramiento de la Asam-blea Nacional Constituyente.

La Junta de Gobierno asumió du-rante año y medio las funciones de los poderes Legislativo y Ejecutivo de la República. Sus decretos revis-ten el carácter de gobierno de facto con sustento en el triunfo militar y en los pactos entre las cúpulas del Partido Socialdemócrata y el Parti-do Unión Nacional. La ciudadanía no quedó del todo al margen del Es-tado de Derecho pues el Poder Ju-dicial preservó su institucionalidad. Pero las libertades y prerrogativas individuales y las garantías políticas fundamentales no fueron respeta-das. Los decretos de la Junta consti-

tuyen la fase de transición que gestó un acuerdo político diferente y una renovación institucional del Estado liberal, objetivos para los cuales se convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, con exclusión de los partidos Republicano y Vanguardia Popular.

Los principales decretos de la Junta abordaron funciones de gobierno en los ámbitos represi-vo-policial; derechos políticos y electorales; regulación de la pro-piedad privada y de la economía de mercado; derechos laborales y garantías sociales; tributación; y autonomía de las instituciones pú-blicas. La ejecución de estos decre-tos satisfizo el propósito inmediato de sacar del gobierno a las fuerzas políticas de la República liberal que usufructuaron la hegemonía del Estado entre 1940 y 1948; a las organizaciones y partidos políticos del reformismo liberal, en particu-lar al Partido Vanguardia Popular y sus frentes de masas; y al sector clerical que apoyó la alianza entre vanguardistas y republicanos.

Asamblea Nacional Constituyente.

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Un conjunto de condiciones his-tóricas relacionadas con la estruc-tura campesina y semiurbana de la sociedad, el tipo de capitalismo agroexportador, los avances libe-rales hacia el Estado Social de De-recho, la hegemonía de los Estados Unidos en Centroamérica y el Ca-ribe desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, La Guerra Fría, y la ruptura con la Legión Caribe por parte de José Figueres, arrasaron con las aspiraciones políticas de los socialistas demócratas.

La guerra interna, asimismo, des-pojó a la sociedad civil de su par-ticipación en las transformaciones propuestas y concentró el poder en el grupo triunfador y en las alian-zas políticas de los liberales, previas a los hechos militares. En las elec-ciones para la Asamblea Nacional Constituyente los socialdemócratas lograron ganar 4 delegados, mien-tras el sector liberal y conservador obtuvo 34 diputados. Los asam-bleístas rechazaron el proyecto de Constitución de la Junta de Gobier-no. Trabajaron con base en la Cons-titución de 1871 a la cual le hicieron las reformas que contemplaba el legado gubernamental del Partido Republicano y parte de los decretos del gobierno de facto.

La Asamblea Nacional Consti-

tuyente se convocó una vez desar-mados los combatientes del Partido Republicano y el Vanguardia Popu-lar, y puesta fuera de ley esta últi-ma agrupación por su orientación doctrinal marxista y comunista. Se excluyó de hecho al Partido Repu-blicano. Los sindicatos y frentes de participación ciudadana -excepto la CTCRN- fueron perseguidos, repri-midos e ilegalizados. El Pbro. Ben-jamín Núñez, Ministro de Trabajo de la Junta de Gobierno clausuró

153 sindicatos: 47% agrícolas, 35% fabriles, 05% en transportes y 11% en comercio y sector estatal.

Las libertades de opinión, expre-sión del pensamiento y asociación política y cultural estaban inhibi-das. Se sujetó a los educadores a la ley mordaza. Se clausuró radioemi-soras y periódicos. Hubo despidos en masa de empleados públicos y se autorizó la cesantía en las empresas donde había sindicatos de la CTCR. Se crearon el Tribunal de Sanciones Inmediatas con potestad para abrir juicios penales con criterio retroacti-vo a los años 1940-1948; el Tribunal de Probidad que aplicó sanciones económicas y expropiaciones; y el Tribunal Especial de Ética que fue utilizado como instrumento para el despido del personal docente adep-to a republicanos y vanguardistas.

Los decretos más innovadores de la Junta, se refieren a las potestades públicas sobre la economía de mer-cado, la propiedad privada y la ad-ministración estatal. Se estableció el monopolio del Estado sobre los de-pósitos bancarios y la emisión mo-netaria, para lo cual se expropiaron las acciones de los bancos privados y se creó un solo sistema central. Tales medidas se conocen como la nacionalización de la banca y se orientaron a favorecer la acumula-ción y reproducción del capital en beneficio de la diversificación de la agricultura de exportación, la am-

pliación del comercio y el crecimien-to del sector fabril y empresarial. Se incorporó el principio de regulación del Estado sobre la propiedad de la tierra y la empresa privada con el fin de dirigir y estimular la produc-ción, en perspectiva de una mejor distribución de la riqueza.

El decreto No. 70 que estableció

un impuesto al capital del 10% so-bre sumas superiores a los ¢ 50.000 bajo control de la Oficina de Tribu-tación Directa. Fue eliminado dos años después. El No. 449, de abril de 1949, creó el Instituto Costarricense de Electricidad como institución au-tónoma y permitió la nacionaliza-ción de los recursos hidroeléctricos, principal fuente de energía para el crecimiento de la agroindustria, la formación del mercado interno, la urbanización y la calidad de vida en relación con el consumo y las comu-nicaciones. El No. 350, de diciembre de 1948, creó el Consejo Nacional de Producción: una institución au-tónoma para el control de precios, compra de granos y distribución de productos básicos. Otro decreto es-tableció la Sección de Fomento de la Producción Agrícola y la Secretaría de Agricultura.

En el Ministerio de Trabajo se puso a funcionar la Unidad de Pre-visión Social para atender las con-secuencias de la guerra; se creó el Servicio de Empleo o bolsa de tra-bajo; se abrió un fondo para ayudar durante tres meses a los desem-pleados temporales; se derogó la ley que prohibía el empleo de los negros en el Pacífico Sur; se acordó alza de salarios en las haciendas de azúcar, café y banano; y se exoneró de impuestos a la importación de harina. En el campo administrativo se estableció el Servicio Civil y se creó la Comisión de los Nueve para

El No. 449, de abril de 1949, creó el Instituto Costarricense de Electri-cidad como institución autónoma y permitió la nacionalización de los recursos hidroeléctricos.

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elaborar el proyecto de Constitu-ción con el encargo de preservar la legislación social.

En el campo de los derechos indi-viduales se estableció el concepto de ciudadanía como atributo de los costarricenses de uno u otro sexo mayores de 20 años, protegidos por derechos y deberes políticos; se re-conoció a los afroamericanos como ciudadanos, y se instituyó el dere-cho de las mujeres y de los negros al sufragio. Se eliminó la represen-tación del Poder Ejecutivo en el Tri-bunal Electoral y se organizó como institución autónoma. Se prohibió la formación de partidos políticos que por sus programas, medios de acción y vínculos internacionales pudieran atentar contra la organiza-ción de la República y la soberanía del país. A finales de diciembre de 1948 se envió a la Asamblea Cons-tituyente el artículo sobre la pros-

cripción del ejército y la eliminación de los fueros militares.

La legislación social emitida entre 1941 y 1946 se incorporó a los de-cretos de la Junta como parte de los acuerdos del Pacto de Ochomogo re-lativo al desarme de los combatien-tes del Partido Vanguardia Popular. Las garantías sociales se ampliaron en el Capítulo V de la Constitución de 1949 sustentadas en el concepto keynesiano de Estado Interventor,

más que en la política liberal o en los principios de la doctrina social que la iglesia católica propugnó en el período 1890-1945.

El Artículo 50 de la Constitución define los derechos y garantías so-ciales no como un fin del Estado, sino como procura o pretensión di-rigida a lograr el mayor bienestar de los habitantes mediante la organi-zación de estímulos a la producción y el adecuado reparto de la riqueza. En tal caso, se afirma, en primer lu-gar la función interventora del Esta-do en la economía, como condición para impulsar la distribución de la riqueza por medio de leyes e insti-tuciones encargadas de la salud y la seguridad laboral y social.

En conjunto, los temas de la inter-vención del Estado en la producción y la economía de mercado, así como las funciones sociales y laborales,

Junta de Gobierno.1948.

La legislación social emi-tida entre 1941 y 1946 se incorporó a los decretos de la Junta como parte de los acuerdos del Pacto de Ochomogo relativo al des-arme de los combatientes del Partido Vanguardia Popular.

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fueron objeto de legislación entre 1920 y 1940; se convirtieron en ban-dera electoral durante las campañas de 1944, 1946 y 1948; se incluyeron en las negociaciones del Pacto de Ochomogo para suspender La Gue-rra Civil; en los decretos de la Junta de Gobierno, y en los debates de la Asamblea Constituyente. Al final predominó el enfoque de tipo pro-ductivo, financiero y de expectati-vas sociales de clase media que los socialdemócratas habían enunciado desde la campaña electoral de 1940 como alternativa al programa social del Partido Republicano y el Parti-do Vanguardia Popular.

Acerca del trasfondo de las di-

ferencias entre los liberales de iz-quierda y los socialdemócratas el historiador David Ibarra M. ha hecho la siguiente ob-servación para el caso de México, válida también en la coyuntura histórica de Costa Rica entre 1940 y 1950.

“En las décadas de los cuarenta y los cincuen-tas predominaba la vi-sión de que el reparto del ingreso podría mejorarse por dos vías: una, la re-distribución más o menos radical, directa, ejemplifi-cada en la reforma agraria, los impuestos progresivos a la renta y a las herencias. La otra, a través de la ingeniería social diri-gida a intensificar los procesos de desarrollo y modernización econó-mica que agrandaría el pastel a dis-tribuir y, a la vez, tendría impacto positivo sobre la productividad y los salarios.

La primera mudanza paradigmá-tica relegó al olvido las fórmulas

La segunda etapa del Estado Interventor –tam-bién denominado Estado Benefactor o Estado Soli-dario- para diferenciarlo del Estado liberal decimo-nónico y del Estado Social de Derecho, corresponde al primer gobierno consti-tucional de José Figueres (1953-1957) y el siguien-te del Lic. Mario Echandi Jiménez (1958-1961).

idea de hacer del desarrollo, la meta social y fundamental y la de acom-pañarla con la creación de institu-ciones de respaldo, toman carta de naturalización en las tres décadas que siguen al comienzo de los años cincuenta”.

En fin, la segunda etapa del Estado Interventor –también denominado Estado Benefactor o Estado Solida-rio- para diferenciarlo del Estado liberal decimonónico y del Estado Social de Derecho, corresponde al primer gobierno constitucional de José Figueres (1953-1957) y el siguiente del Lic. Mario Echandi Jiménez (1958-1961). Esta vez, en un programa ampliado con institu-ciones autónomas, Ley de Servicio

Civil, programas de salubridad pública, extensión de la edu-

cación primaria, creación del Instituto de Acueductos y

Alcantarillados, y del Ins-tituto Nacional de Vivien-da y Urbanismo.

Los cuatro gobiernos de los partidos de opo-sición a la socialdemo-cracia –las administra-ciones de Otilio Ulate, Mario Echandi, José

Joaquín Trejos y Rodrigo Carazo Odio- no lograron

imponer la huella del li-beralismo de izquierda que

fraguó en los años cuarentas la alianza del Partido Republi-

cano con el Partido Vanguardia Popular. Los gobiernos del Parti-do Liberación Nacional –fundado en 1951- acogieron la doctrina y las ideas políticas de la socialde-mocracia latinoamericana y euro-pea; forjaron sus propios frentes de masas y han sido reacios a las alianzas políticas con los partidos de inspiración marxista.

de manipulación directa de la dis-tribución de la riqueza, el ingreso o el poder, para descansar medular-mente en los efectos percoladores del crecimiento de la economía. La

Lic. Mario Echandi Jiménez, expresidente de C.R.

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1945: FUNDACIÓNDELNEGOCIO

LOSINICIOS

Rodolfo Leitón Arias, alquila un local en el Mercado Central de San José, para su hijo Rolando, quien abre una librería en la que, además, ofrece artículos para el hogar, tales como platos, cucharas y juguetería.

La tienda se inaugura el 5deno-viembrede1945. Desde ese momen-to amplía su oferta con artículos de ferretería y herramientas agrícolas.

A raíz de la Primera Guerra Mun-dial, don Rodolfo intercambia artí-culos de su tienda por otros en las tiendas de los alemanes, y esto le da la oportunidad de incursionar en la importación de mercaderías.

En 1955, la empresa pasa a llamar-se AlmacénRodolfoLeitón, nom-bre que conserva hasta la fecha.

El Almacén se traslada a la Aveni-da 4. y se abren dos negocios más:

Almacén Rodolfo Leitón en la Avenida 5.

EL Almacén Rovir, nombre for-mado a partir de las siglas de “Ro-

dolfo” y “Virginia”, la esposa. Este es un al-macén de mayoreo, que trabaja por el sistema de agentes en todo el país.Almacenes Rodolfo

Leitón se convierte en el mayor distribuidor de juguetes.

A partir de una fábrica de juguetes de madera y de plomo, en la que era socio don Rodolfo Lei-tón Carranza, padre de don Rodolfo, se había empezado con la venta de juguetes desde los inicios de la librería en el mercado. Los jugue-tes llegaron a ser una línea de las más fuertes de AlmacenesRodolfoLeitón.

En la actualidad, los AlmacenesRodolfo Leitón ofrecen tres gran-des líneas de productos:LibreríaJugueteríaArtículosdefiesta.

Leiton’sStore es una nueva línea de tiendas, ubicadas en los centros comerciales. Surgen como respues-ta a las necesidades de nuevos con-sumidores. Se destacan los juguetes de marca y las novedades.

VISIÓNDELAEMPRESA

La empresa Almacenes RodolfoLeitón tiene como visión “perma-necer en el mercado nacional como una empresa familiar de tradi-ción.”

ACCIÓNSOCIAL

AlmacenesRodolfoLeitón pa-trocinan escuelas rurales y orfa-natos, siempre tienen presencia en las campañas de apoyo a hos-pitales, y desde hace cinco años patrocinan al Niño Símbolo de Teletón.

Fundador. 1945. Fuente: Archivo, almacén Rodolfo Leitón

Primera Tienda. Fuente: Archivo, almacén Rodolfo Leiton

Día del niño, Payaso Chicharrón. Fuente: Archivo almacén Rodolfo Leitón

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Palabras que construyen la historia. Iglesia de Carrillos Alto de Poás. Alajuela.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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Memorias deForjadoresMemorias deForjadores

193193

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Familia Paniagua Rojas. San Ramón. Alajuela.Fuente: Colección de la familia Rodríguez Paniagua.

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En este capítulo V de la obra Forjadores de Costa Rica, recopilamos las memorias recogidas, en largas y placenteras conversaciones con mujeres y hombres de diversos lugares, niveles socioeconómicos y educativos, ocupacio-nes e intereses; personas que tienen en común, entre ellas y con nosotros, una auténtica preocupación por procurar que los recuerdos y las valoraciones de nuestros antepasados, de lejanos y no tan lejanos tiempos, se mantengan en las memorias y los corazones de las actuales generaciones de costarricenses y sean transmitidas, con rigor y sentimiento, a las que aún no han llegado pero vendrán.

Agradecemos a todas las personas que han colaborado en este proceso. A quienes, habiéndonos concedido amablemente su tiempo para la entrevista, por razones de espacio no ha sido posible publicar sus aportes en esta obra, les presentamos nuestras sinceras disculpas y el ruego de su comprensión.

Como un especial reconocimiento al señor Jorge Manuel Dengo Obregón, su entrevista ha sido colocada en el lugar preferente. Las restantes, son pre-sentadas en orden alfabético, según sus nombres.

Memorias de Forjadores

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JorgeManuelDengoObregónfundador del ice

196

La familia Dengo se destaca por su gran aporte al país. Manuel Víctor Dengo, abuelo de Jorge Manuel, fue quien

hizo la primera planta hidroeléctrica de Costa Rica, en 1884. Así, San José se convir-tió en la tercera capital del mundo con luz eléctrica, después de New York y París, y en la primera de América Latina. También fue quien tuvo el primer automóvil que hubo en el país. Omar Dengo, padre de don Jorge

Manuel, fue director de la Escuela Normal y uno de los grandes apóstoles de la educa-ción del país.

Jorge Manuel Dengo, fundador del ICE, es el mayor de 4 hijos; le siguen Omar Dengo, fundador y director del Banco Central; Gabriel, un geólogo destacado en Centroamérica, y la hija menor, María Eugenia, quien se destacó como Ministra

de Educación en la administración Cara-zo Odio, y se hizo merecedora del premio Magón 2007.

María del Carmen Benavides fue la esposa de Jorge Manuel Dengo. Tuvieron seis hijos: Manuel, Carmen María, Ana Teresa y Ama-lia. Los otros dos varones, Miguel y Jorge, ya fallecieron.

Don Jorge Manuel Dengo se graduó de In-geniero Civil en la Universidad de Minnesota, Estados Unidos. También realizó estudios de postgrado en hidráulica, carreteras y econo-mía. De regreso a Costa Rica trabajó en el Mi-nisterio de Obras Públicas y Transportes.

Siendo el ingeniero municipal de la Munici-palidad de Heredia, dirigió la construcción de la planta hidroeléctrica de Carrillos de Poás, Alajuela. La inversión en la obra alcanzó los dos y medio millones de colones. Esa planta abastecía el servicio eléctrico a Heredia, San Rafael y Barva.

“Cuando prendimos la planta se quemaron todos los bombillos, la municipalidad tuvo luego que ir a repartir bombillos a todas las casas”, recordó don Jorge Manuel.

En ese entonces, una empresa americana, la Electric Bone & Share, era la que distribuía la electricidad en San José y propuso brindarle el servicio a Heredia, mientras se construía la planta de esa provincia. En principio la pro-puesta fue aceptada por el entonces presiden-te José Figueres quien convocó a una activi-dad en el Teatro Nacional para anunciar que estaba resuelto el problema eléctrico en el país, gracias al apoyo de esa compañía eléctri-ca americana. Tanto don Jorge Manuel Dengo como otros ingenieros y amigos se oponían a la iniciativa; él, Federico Baltodano y Car-los Corrales habían elaborado una propuesta para la producción hidroeléctrica en el país. Para ese entonces Dengo laboraba en el Mi-nisterio de Obras Públicas.

“Don Pepe y yo éramos muy amigos pero peleamos varias veces. Esa vez le dije: Don Pepe, usted no puede anunciar que la compa-ñía eléctrica americana va a hacer más plantas en Costa Rica. Me dijo, ¿entonces qué carajo digo? Anuncie que vamos a fundar una ins-titución que se llama Corporación Eléctrica Nacional, como parte de un plan de electrifi-cación nacional por 15 años. Él me dijo: ¡Qué idea más buena, por qué no me había dicho

Fuente: Colección de la familia Dengo Benavides.

Don Jorge Manuel y doña María del Carmen disfrutan con sus bisnietos. Fuente: Colección de la familia Dengo Benavides.

Fuente: Archivo de la familia Dengo Benavides.

Don Jorge Manuel y doña María del Carmen disfrutan con sus bisnietos.Fuente: Colección de la familia Dengo Benavides.

Don Jorge Manuel Dengo Obregón.Benemérito de la Patria.

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eso antes! Porque usted no me ha dejado ha-blar, le contesté”.

“Todos los miembros de Electric Bone and Share estaban en primera fila, esperando el anuncio de Don Pepe aceptando su proyec-to. Y salió Figueres diciendo: “Vamos a ha-cer un plan eléctrico nacional, vamos a crear una corporación eléctrica para desarrollar ese programa. El país va a nacionalizar la fuerza eléctrica”.

“El nombre de Instituto Costarricense de Electricidad surgió luego de una conversación con Don Rodrigo Facio, quien recomendó po-nerle Instituto en vez de Corporación Eléctrica Nacional.”

El Instituto Costarricense de Electricidad –ICE- se fundó en 1949. Dengo fue redactor de la ley de su creación. El plan de electrificación se centró primero en Heredia y luego se fue extendiendo a nivel nacional. Según recuerda Dengo, enviaron una carta al Banco Nacional pidiendo financiamiento para el plan. Los se-ñores Julio Peña y Elías Quirós ayudaron mu-cho en la aprobación de ese financiamiento.

Don Jorge Manuel Dengo ocupó la gerencia general del ICE desde 1949 hasta 1960; duran-te su administración se construyeron las plan-tas la Garita de Alajuela, Colima de Tibás y Río Macho de Cartago.

“Un día me llama Beto Cañas y me dice: di-cen que se va a caer el túnel de Río Macho. Yo le dije: ese túnel no se cae; esperame para arre-glar eso. Mandé a invitar a los diputados de la Asamblea Legislativa. Llevé dos autobuses y les dije a todos los diputados: vamos para que vean que el túnel no se cae. Marco Tulio So-lano dijo: yo no voy; y todos le dijeron: usted tiene que ir porque usted fue el causante de la información. Nos fuimos para Río Macho, entramos al túnel, así que estábamos adentro, de pronto, dijeron fuego, y estallaron una di-namitada, para que vieran que el túnel no se caía. Cuando Beto salió me dijo: ca …carajo, no tenías que hacernos eso.”

En 1960, don Jorge Manuel deja el ICE para incorporarse a la empresa privada. Participó en la creación de Fertilizantes de Centroamé-rica –FERTICA- y asumió la gerencia general.

Durante la administración de Francisco Or-lich, en 1964, el ingeniero Dengo fundó la Ofi-cina de Defensa Civil, entidad predecesora de la Comisión Nacional de Emergencias.

Don Jorge Manuel se destacó además como director de Planificación Nacional. Junto a Luis Alberto Monge y Rodolfo Cortés, fun-daron la Escuela de Agricultura de la Región Trópico Húmedo (EARTH). Otro puesto que

tuvo bajo su responsabilidad fue la cartera de Comercio Exterior.

Fue Vicepresidente de la República, en la primera administración de Oscar Arias (1986-1990). También ocupó importantes cargos internacionales como la vicepresidencia del Banco Centroamericano de Integración Eco-nómica (BCIE), así como diversos puestos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Lati-na de Naciones Unidas (CEPAL) y el Banco Mundial.

“De todos los cargos que desempeñé, me gustó más el del ICE, porque logramos crear una institución muy sólida que además resol-vió todo el problema eléctrico de Costa Rica”, destacó Dengo.

Recibió el premio Líderes Sobresalientes, de la Asociación Americana de Ingenieros Ci-viles, el Premio Rodrigo Facio de la UCR, el Doctorado Honoris Causa del ITCR, se le de-signó como Presidente Honorario de la Aso-ciación de Bomberos Voluntarios. La planta hidroeléctrica, ubicada en Carrillos de Poás, lleva hoy en día el nombre de Jorge Manuel Dengo en honor a su creador, por iniciativa de la Municipalidad de Heredia. En agosto del 2007, don Jorge Manuel fue declarado Bene-mérito de la Patria.

Uno de sus mayores pasatiempos fue la pintura. Cuando estaba en la Universidad de Minnesota pintaba acuarela y tenía un amigo estudiante de medicina que las vendía; con esa actividad ambos aportaban para pagar sus estudios y permanencia en Estados Unidos.

“Me gusta la pintura desde que estaba en primaria, era caricaturista, lo cual me costó problemas, porque había gente a la que no le gustaban las caricaturas que les hacía”, indicó don Jorge Manuel, entre risas.

Otra de sus pasiones es la lectura : “toda-vía me gusta la literatura; ya no puedo leer, mis hijas lo hacen para mí. Ahora me están leyendo el gaucho Martín Fierro. Me encanta El Quijote; “ En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”, acotó este hombre, ciudadano ejemplar. •

Planta hidroeléctrica de Carrillos de Poás “Ing. Jorge Manuel Dengo Obregón”. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

El ingeniero Dengo, el pintor, junto a una de sus obras. Fuente: Foto de Laura Mc Quiddy.

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AlbertoLeandroAcuñapanaderías

Alberto Leandro Acuña. Alajuela, 21 de julio del 2009. Nació en Cartago, en 1923. Casado con doña Luz Guillén

Ulloa

_ Mi bisabuelo fue don Genaro Bonilla. Su foto está en la Escuela de Turrialba, porque él fue su fundador. Él fue uno de los boyeros que jalaban dulce desde Cartago hasta Puntarenas en carreta. Mis abuelos paternos fueron Faus-tino Leandro Marín y Pastora Bonilla, hija de Don Genaro Bonilla. Y mis papás, Bolívar Leandro Bonilla y Anita Acuña Bustamante. Mamá era josefina y papá no sé si era turrial-beño o cartaginés.

Papá trabajaba en San José de peón, mi papá fue peón toda la vida, él era pobre, no tenía nada, vivía del trabajo y ocasionalmente trabajaba en pan. Yo no recuerdo dónde ha-bía aprendido. En ese tiempo estaba un poco escasa la cuestión de panaderos. Él trabajó mucho tiempo en una panadería en Cartago, después se lo trajo un señor Barquero, dueño de una panadería en San José; después de San José se vino para acá, para Alajuela. Don Félix Gamboa se lo trajo para la panadería La Bola de Oro, pagándole un poquillo más. Después resultó que le alquilaban una panadería y papá se animó a alquilarla; quedaba ahí en la Calle Real, hace poquito la cerraron, se llama-ba Las Norias y era de don Rogelio Núñez, era una panadería viejísima. Eso debe haber sido como en 1930, porque yo tenía 7 años.

¿Y su mamá participó en la panadería?

_ Mamá era el yunque, la mano derecha de papá. Cuando eso vivíamos en la esquina opuesta a la Plaza Iglesias y mamá se levanta-ba a las 2 de la mañana y a esa hora se venía a trabajar.

Después se le presentó a papá la desgracia de que se le cayó el horno y entonces nos llevó para Grecia porque ahí le vendían una pana-dería con todo y casa, en cinco mil pesos.

Me acuerdo que yo tenía 15 años y papá me mandaba, a pata, con la canasta con 15 ó 20 pesos de pan para las pulperías de Santa Ger-trudis, Los Ángeles, San Roque. Cuando no era yo, era mi hermano Alcides de trece o ca-torce años. Eran 2, 3, 4, 5 horas de ida y vuel-ta; lo que pasa es que ya uno se acostumbraba a llenar la canasta y echársela al hombro.

Y después había que llegar a trabajar a la panadería. Ya cuando eso había salido de la escuela porque yo mismo le había pedido a papá que me sacara, cuando estaba en cuarto grado, porque yo prefería trabajar en la pana-dería.

¿Y en la panadería qué oficios hacía usted?

_ Yo hacía pan, hacía la masa del melco-chón, pan blanco, pan dulce, la miel para los ilustrados, de todo; pero ya hasta se me olvi-daron las recetas que aprendí de papá.

La panadería estaba en el centro de Gre-cia, al lado arribita de donde estaba el cine, el Teatro de don Raymundo Riggioni. Ahí papá hizo su punto, le iba bien porque vendía bas-tante, pero nunca pudo pagar la propiedad. Entonces le ofrecieron alquilar la panadería Urbina, aquí en Alajuela, a la par del teatro Chic, donde está hoy el Banco de Costa Rica. Y se vino. Esa fue la primera que se llamó Pa-nadería Leandro.

Pero de ahí nos echaron porque era una propiedad del Banco y querían construir. Ya cuando eso papá había muerto y ese enredo

me tocó a mí. Recuerdo que yo andaba en San José, precisamente haciendo vueltas para que no me echaran del local, porque nosotros está-bamos peleando que nos pagaran el derecho de llave. Mi abogado era Manuel Mora, pero qué va, siempre me echaron, me pusieron todo en la calle.

A pesar de todo es una historia bonita, por-que el chino Miguel, Miguel Amén Acón, que tenía un negocio en la esquina del mercado, mandó un carretón a recoger todas las cosas. Cuando llegué de San José me llamó Miguel y me dijo: “mire Don Alberto, aquí le pasé todos los chunches, ahí después me paga”. Le agra-decí mucho y entonces lo que hice fue hacer bulla para que la gente pobre se llevara todo el pan. Porque había un montón de plata en pan: ilustrados, polvorones, canelones, bizcotelas y empanadas; en ese tiempo era mucha plata.

Dichosamente, tiempo antes yo había al-quilado el local de la panadería La Central, de don Chico Moya, allá frente al correo viejo. Ya cuando eso estaba casado y teníamos el pri-mer güila y había visto la necesidad de sepa-rarme de papá. Por eso alquilé La Central en 80 pesos.

En adelante interviene también el hijo de don Alberto, José Manuel.

Después de ahí nos vinimos para acá, al cos-tado oeste del mercado, alquilándole a los He-rrera en 400 pesos mensuales, y después tuve la suerte de pegar la lotería y entonces compré esta propiedad. Luego otra tragedia y se nos quemó el negocio, hace 36 años, un 11 de abril. Se nos quemó todo, hasta unos billetes de mil de la venta del fin de semana.

Era un montón de plata, no me acuerdo

Alberto Leandro Acuña. Alajuela, 21 de julio del 2009. Nació en Cartago, en 1923. Casado con doña Luz Guillén Ulloa.

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cuántos sacos de harina y de azúcar que man-teníamos en inventario, quedamos manos arri-ba, pero de nuevo tuve una ayuda muy bue-na, esta vez fue la de don Edgar Arroyo que me ayudó a conseguir un préstamo de 200 mil pesos en el Banco para volver a reconstruir, y abrimos tres meses después. Luego fuimos mejorando, en parte porque he tenido mucha suerte con la lotería.

Don Alberto, ¿cómo fueron cambiando las pa-naderías por dentro a lo largo de la historia?

_ Antes era casi todo a mano, pero las pana-derías se fueron modernizando y empezaron a llegar máquinas del extranjero, pongamos: revolvedoras, pasadoras, batidoras, en fin, un reguero de cosas.

Los hornos eran de piedra, les cabían 48 latas o moldes; yo creo que esos hornos eran de 4 x 8. Metían la leña en el mismo horno, a eso se le llamaba cargar el horno. Ponían unos pa-peles abajo y comenzaban a poner la leña así, entreverada, y luego le prendían fuego y la de-jaban durante 2 o 3 horas, y después cuando ya quedaba todo en brasas, sacaban toda la brasa y barrían el horno, lo “breteaban” con unos ba-rredores que eran sacos de gangoche mojados y enrollados en una varilla larga, y eso lo me-tían hasta allá adentro y comenzaban a barrer todo. Cuando sacaban el saco lo metían en un balde con agua, lo escurrían bien y de nuevo a barrer. Después le ponían una puerta de hierro, lo tapaban y ahí quedaba el horno, listo para asar el pan con el calor que conservaba.

Yo estaba chamaquillo pero me acuerdo cuando el hornero llegaba y metía la mano y decía “está muy violento”, eso era que estaba muy caliente el horno, él metía la mano y sa-bía cuándo el horno estaba violento y cuándo

estaba frío. A veces llegábamos en la madru-gada, papá veía el pan y decía: “metieron las patas ayer, no alistaron bien, este pan no está crecido, le faltó levadura, le faltó esto o lo otro, o el horno estaba muy violento o estaba frío”.

De los peones, Demóstenes Arroyo fue un empleado muy bueno, Jesús Barth fue otro, después Ricardo Porras duró mucho tiempo con nosotros, Manuel Jara que ya murió, Li-bionet Rojas, conocido como Chino Rojas, era pastelero; don Isaac Fonseca fue un señor muy cumplido y muy honesto.

Recuerdo poco de los que trabajaron con-migo en la Panadería Central, por ejemplo, Ramón Monge; me acuerdo de Marco Aurelio Soto, el Nica; Francisco Castillo, Chico, que también murió, y Francisco Solera.

Don Alberto, ¿usted recuerda algún tiempo de escasez de materia prima?

_ Sí, hubo un tiempo en que no hubo ha-

Fuente: Colección de la Familia Leandro Guillén.

rina; fue para la Segunda Guerra Mundial. Papá experimentaba mucho, mandó a hacer una maquinilla manual para moler la yuca y con harina de maíz y de yuca y hasta con afre-cho resolvieron el problema y más bien le sacó provecho a la escasez.

¿Qué otras panaderías ha habido en Alajuela?

La de los Pochet, la de los Alfaro, por el parque Calián Vargas, la de Melico Valverde. Todas cerraron hace mucho.

¿Quiénes le acarreaban los materiales?

Me acuerdo de German Valverde que jalaba la harina y el azúcar. La leña la venían a dejar de la finca donde uno la compraba.

¿Usted recuerda quiénes hacían los hornos?

Recuerdo a don Rafael Yoses y a don Rafael Meléndez. Pero el último horno que se hizo lo votamos hace dos años. Se trajo de España todo el armazón y aquí se pusieron el ladrillo, el cemento, la piedra; por cierto, la arena la fui-mos a traer al Volcán Irazú. Nos juntamos va-rias panaderías para traer al constructor, don José Campra, que duró como 7 meses o casi un año construyendo hornos aquí en el país, y si alguno se dañaba él venía a arreglarlo

¿Cuándo y dónde ubican ustedes el inicio de las panaderías Leandro?

En 1929, aquí en Alajuela, en la panadería que se llamaba Las Norias. •

Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Primera panade-ría que llevó el

nombre de Lean-dro. De derecha a izquierda, Alber-to, su papá, Bolí-var Leandro, su

hermana Soledad y un cliente de la

panadería.

Según don Alberto Lean-dro, la tecnología ha venido a aliviar el trabajo de los panaderos y sobre todo, ha mejorado las condiciones de higiene en las panaderías.

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AmandoCéspedesMarínla radio

Carlos Francisco Céspedes Arias. Hijo de Amando Céspedes. Fuente: Foto de Laura Mc Quiddy-

Su contacto con los extranjeros que arriba-ban el puerto, le permitió desde pequeño aprender el idioma inglés, y a pesar de

ser hijo único, a sus 11 años de edad planeó irse para Estados Unidos sin autorización de sus progenitores. En ese entonces, su padre era administrador de la aduana en Puerto Li-món donde radicaba la mayor parte del tiem-po.

En una de sus visitas al puerto, Amando busca a un capitán conocido y le dice que su papá le había ordenado que le dejara en New York porque allá le esperarían unos tíos. La familia que Amando dijo tener en Estados Unidos no existía, lo único que existió fueron las ganas de aventurarse a algo desconocido. A pesar de su corta edad supo ingeniárselas para sobrevivir en aquel país y tuvo la suerte de que una pareja norteamericana, dueña de una fábrica de joyas, le conociera, se encari-ñara y le dieran posada. En Costa Rica sus pa-dres ya lo habían dado por muerto.

La familia estadounidense le dio una opor-tunidad de trabajo y de estudiar en un centro nocturno. Tiempo después Amando conoce-ría a un pariente de esta familia y decidió irse con él a Boston, el pariente tenía una fábrica de carruseles.

Amando permaneció muchos años con esta familia, aprendió a coordinar y manejar el ne-gocio de carruseles. Al mismo tiempo obtuvo la oportunidad de estudiar fotografía, fotogra-bado, cursos de imprenta y cinematografía.

Sus estudios le permitieron viajar por el mundo en expediciones científicas, sus prime-ros viajes fueron a México, Perú e Inglaterra.

En Estados Unidos se vivían los inicios de la radio. Amando sintió interés en leer todo lo que se relacionaba con la radio y empezó a cuestionarse el porqué en Costa Rica aún se

desconocía ese maravilloso mundo radiofó-nico. Su interés en ese ámbito le motivó a re-cortar, de periódicos y revistas, todas aquellas informaciones relacionadas con el tema y de inmediato inició el camino hacia la construc-ción de radios.

Cuatro o cinco años después de haberse marchado, regresó a Costa Rica. Mi abuelo, su padre, casi se muere cuando lo vio en Li-món. Papá pasó con su familia esa navidad y regresó en año nuevo a Estados Unidos, sin embargo, siguió visitando a sus progenitores; realizó 21 viajes tanto por el Atlántico como por el Pacifico.

Entre los 17 y 18 años de edad, Amando decidió regresarse a Costa Rica, se instaló en Limón e hizo el primer periódico de esa provincia “El Progreso de Limón”; después incursionó con un amigo en el mundo de las revistas. También realizó labores como mo-dernizar la Imprenta Nacional y, aunque se-guía pensando en la radio, se dedicó más a la fotografía, trabajo que le generaba dinero. Tenía un contrato con el teatro Variedades en donde hacia producciones cinematográficas y de noticieros, entre muchas cosas.

En otra ocasión lo llamaron de Cartago, para que se hiciera cargo del Teatro Apolo; Aman-do aceptó porque entre sus buenos amigos de esa provincia estaba don Ricardo Jiménez, miembro de la comisión de teatro. Se fue a vivir con su familia a la par del teatro, había

contraído matrimonio por tercera vez, con Ro-sita Arias Alpízar, en diciembre de 1911.

Al año de estar en el teatro se le ocurrió ha-cer realidad aquella idea de tener una estación de radio. Le dijo a la junta del teatro de su an-helo y les solicitó poner las antenas, sin em-bargo, rechazaron su petición aduciendo que era peligroso que se quemara el teatro por un rayo. Ante la negativa, Amando decide irse del teatro rumbo a Heredia, en esa provincia com-pró un terreno con casitas de adobe, luego so-licitó un préstamo y en 1929 construyó la casa.

La inquietud de tener una radio había sur-gido desde el año 1922, desde entonces rea-lizaba investigaciones y guardaba diagramas de revistas norteamericanas. Un año más tar-de, logró poner en operación un receptor rege-nerativo de tubos, lo que le permitía escuchar señales de algunas estaciones. Su logró hizo que cientos de personas le pidieran que les construyera un receptor.

En 1927, nace la estación T14NRH con un transmisor en AM que apenas alcanzaba una potencia de 5 watts. Luego decide trabajar en la onda corta, él oía a sus amigos de New York, Londres y Holanda, entre otros. Un año después, el 4 de mayo de 1928, NRH se llegaría a escuchar por primera vez en el extranjero.

Don Amando hizo un ensayo con mi mamá. En el fondo del patio había un cuarto que papá había construido para resguardarse si

Amando Céspedes, mi padre, nació el 1 de agos-

to de 1881, en San José. Luego su familia se tras-ladó a vivir a Limón. Su espíritu aventurero sería

la cualidad que lo llevaría a obtener varios logros en su vida, entre ellos con-vertirse en el pionero de

la radiodifusión en Costa Rica.

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temblaba. Estando a 50 metros de distancia le dijo a su esposa: si me oyes me pegas un grito y me contestas lo que te pregunte, él le ponía música y le dice ¿Rosita, dime una cosa, cuántos huevos pusieron las gallinas? Rosita lo oyó, fue a verificar en el gallinero y le gritó: solo dos. En aquel momento papá supo que ya lo estaban escuchando por la radio.

Un día, al recoger la corresponden-cia, encontró una carta proveniente de ANCON, Panamá, que decía: estación NRH, lo estamos oyendo perfectamente, usted puso las cornetas y le preguntó a su señora ¿Rosita cuántos huevos puso una gallina? Fue entonces que Amando se percató de que su transmisión había llegado a otro país. A los pocos días reci-bió cartas de Ambato, Ecuador, dirigidas a NRH Costa Rica.

Siguieron llegando cartas, mi papá era amigo del hijo del autor del Himno Nacional de Costa Rica, Manuel María Gutiérrez. Una vez recibió su visita y el amigo le enseñó un periódico de la Habana, Cuba. En primera plana decía: Estación NRH en Costa Rica oyéndose en Cuba, e invitaba a todos a sintonizar la frecuencia; así siguió recibiendo re-portes de varias partes del mundo.

En el primer año de transmisión, en 1929, don Amando recibió en correspondencia más de 300 mil cartas, provenientes de todo el mundo, en donde le reportaron su sintonía. Solo guardaba la primera correspondencia de cada país que lle-gaba nueva. Se comprobó que en África incluso llegaron a bailar con la música de Costa Rica.

Las casas productoras de radio empezaron a hacer propaganda; NRH se sumó a las otras 4 estaciones de onda corta existentes en el mundo: Pittsburgh, Londres, Holanda y New

York. Estas últimas utilizaban potencias de entre 30 000 y 50 000 watts, mientras la de don Amando alcanzaba 7.5 watts, situación que provocaba asombro, pues sus transmisiones llegaban a escucharse en lugares lejanos.

¿Alguna anécdota?Una noche, al término de una transmisión,

mi papá recibe una llamada en inglés que le

decía: míster Céspedes NRH Costa Rica, no se vaya, aquí Polo sur, Polo sur, el almirante Ri-chard Byrd quiere hablar con usted. Mi papá pensó que le estaban tomando el pelo. Para comprobar que la comunicación era del Polo Sur le dijo: hágame el favor y póngame unos pingüinos, él conocía su canto o graznido, en-tonces escuchó el peculiar sonido y creyó en la llamada.

El almirante le explicó que siempre le escu-chaban, y que tenían inconvenientes de mo-

Honor otorgado a don Amando Céspedes. Fuente: Foto de Laura Mc Quiddy.

vilización con la expedición, al parecer pro-blemas con las plantas eléctricas; le pidieron el favor de que los comunicara con New York o Washington para enviar mensajes de auxilio para la expedición, don Amando logró enla-zar las llamadas.

El almirante y sus tripulantes le pidieron que les dejara transmitir a sus familiares cómo

se encontraban; durante un mes, todas las noches hizo la transmisión, fue el pri-mer enlace que hubo entre el Polo Sur y New York a través de Costa Rica. Eso fue como decir que llegó el hombre a la luna en nuestros tiempos, como decir que un piloto norteamericano atravesó el Atlán-tico, fue un acontecimiento notable.

Amando Céspedes transfirió sus co-nocimientos a muchos de sus amigos. Uno de ellos fue Gonzalo Pinto Hernán-dez, quién crearía la cadena de radio Alma tica, Nueva Alma Tica y Estación X. También un industrial minero, Chepe Gamboa, de Abangares, venía todas las noches a observar el trabajo de mi papá; luego él tenía una radio frente al Parque Central en Heredia que se llamó Radio Costa Rica, así se fueron propagando y consolidando las radios en el país, una realidad que todos saben y todos reco-nocen quién fue el pionero.

Luego papá se dedicó a unir a los pueblos por medio del entendimiento, entonces divul-gó en su doctrina un pensamiento “amistad por comprensión”; él defendió su idea de que no había religiones, credos, ni razas; si todos nos entendemos y nos comprendemos somos amigos, por la paz universal. Ese mensaje se difundió por todo el continente a través de la revista Cenit, de poesía. En ella colaboraban poetas del continente americano. La revis-ta fue enviada de forma gratuita a miles de radioaficionados del mundo.

Los esfuerzos del pionero de la radiodifu-sión nacional Amando Céspedes fueron reco-nocidos al nominársele para el Premio Nóbel de la Paz, en 1970. Seis años más tarde en 1976, perece. La estación T14NRH siguió operando varios años después de su muerte, bajo el man-do de su hijo. Luego fue vendida a un comer-ciante que renombró la estación con el nombre Radio Lira. Con los años pasaría a otras manos y se trasladaría a la provincia de Alajuela.

El 4 de agosto de 1981, Amando Céspedes es declarado Benemérito de la Patria. Papá siem-pre tenía en su escritorio una frase en inglés que decía “I Will”. Mi padre era un gran admi-rador del libertador Simón Bolívar, “mientras haya algo por hacer, nada hemos hecho”. Esa era otra frase que estaba en su escritorio y re-sumía su espíritu emprendedor. •

Don Carlos es un gran admirador de la obra de su padre y ha conser-vado buena parte de los equipos con los que don Amando se comuni-có con el mundo entero. Fuente: Foto de Laura Mc Quiddy

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ArnoldDenisferrocarrilero*

Yo crecí aquí en Siquirres, soy netamente siquirreño. Aquí fui a la escuela, no fui al colegio. Después de que nació mi hija

fue cuando compré el bulto de Bachillerato por Madurez; pero no terminé, me faltaba una materia y hasta después fue que me di cuen-ta de la importancia del estudio. Después de muchos años logré sacar el Bachillerato por madurez. A Dios gracias todos mis hijos son profesionales. Yo también soy profesional.

Mi señora nació en Limón pero se crió en Siquirres. Se llama Joyce Smith. Asistíamos a la misma iglesia, jóvenes, ahí nos conocimos.

Mis padres son jamaiquinos y nosotros so-mos de sangre jamaiquina, pero nacidos en Costa Rica. Ticos por nacimiento.

Mi papá era agricultor y se dedicaba al ba-nano. Él tenía una finca que se llamaba Mon-tecristo, en el Carmen de Siquirres.

Cuando ellos llegaron aquí, básicamente sembraban cacao. Algunos también trabaja-ron en el ferrocarril, pero no todos los jamai-quinos que vinieron aquí eran ferrocarrileros; gran parte de ellos eran agricultores y aquí trajeron sus costumbres.

La traída de los negros tiene una historia muy bella, porque cuando la construcción del ferrocarril, había chinos, italianos y de otras naciones, europeos; pero por el clima muy pe-sado, era tropical, húmedo, optaron por traer gente de las islas caribeñas que eran más resis-tentes al clima.

Mi papá era finquero, agricultor, él vendía el banano a las compañías. En realidad las compañías bananeras no eran tan grandes como las que tenemos ahora. Había muchísi-mos finqueros independientes que vendían el banano a las compañías y había un tren que

andaba recogiendo el banano a lo largo de la línea.

Había un tren que venía de Limón hasta El Cairo de Siquirres. El tren entraba a los rama-les de El Carmen, El Cairo, Jiménez, Guácimo, comprando banano a los particulares y cuan-do venían esas máquinas aquí se acoplaban y se formaban una sola. Era el tiempo de la máquina a vapor; unos les dicen las máquinas negras, pero eran las máquinas de vapor. Esa misma máquina, como era grande, salía con un tren de carros, como unos veinte o veinti-cinco carros para Limón. Cuando eso el bana-no se exportaba en racimos.

Después vinieron las nuevas tecnologías y pusieron las plantas y empezaron a desmanar los bananos y mandarlos en cajas.

¿Cuándo y cómo empezó usted en el ferroca-rril?

Empecé a trabajar en el ferrocarril a los die-cisiete años y era peón en la cuadrilla. Des-pués era el encargado del tratamiento de los durmientes, después estuve en la oficina, lue-go fui motorista y después capataz, luego jefe de vías, supervisor de vías, jefe de la división; o sea de peón hasta la superintendencia, pasé casi todos los puestos.

Cuando empezaba era muy lindo, hay que recalcar la disciplina con la que uno trabaja-ba. Los sueldos que ganaba cuando la Nor-thern, dan risa cuando lo cuento. Cuando yo me casé, cuando yo empecé a trabajar, a como está el dólar ahora, era como el equi-valente a ochenta céntimos por mes. Cuando yo me casé ya era motorista y el sueldo era como noventa céntimos por mes, equivalen-te en dólares. Cuando yo ganaba trescientos noventa y cinco colones, nos aumentaron a cuatrocientos y ese era otro cantar. Eso era

un magnífico salario a la par de lo que se ga-naba el peón.

Cuando a mí me hicieron capataz, ya yo ganaba setecientos cincuenta colones, el equi-valente a un dólar y un poquito más por mes y ya con una responsabilidad tremenda. Era muy bonito.

El trabajo en la vía era bastante duro. Des-pués de los años de motorista pasé a capataz de vía y después a supervisor de vías. Tuve una bendición, me mandaron a México a pre-pararme en cuanto a vías y estructuras en el Instituto de Capacitación de Ferrocarriles. Cuando eso tenía a mis hijos pequeños y es-taba un poco asustado porque tenía que dejar a mi familia, pero me alentaron y me fui. Eso me valió de mucho, pues cuando regresé me ascendieron de supervisor a maestro general.

Después, cuando ya era la reconstrucción, los canadienses ganaron la licitación y necesi-taban a alguien que hablara muy bien el inglés y me escogieron y yo fui con ellos a aprender las técnicas nuevas.

Explíquenos esas enseñanzas

Antes yo trabajaba y lo hacía muy bien, pero no sabía el por qué. Lo novedoso que aprendí era que para instalar el ferrocarril, había que saber medidas, niveles, curvas, para darle el equilibrio al tren que pasa, tipo de riel, calibre de riel o sea cantidades de acero, magnesio, baro, hierro, que se funden para hacer el riel. Cada riel tiene un tamaño, un espesor y de eso depende la carga que aguante. El riel viene siendo como un huevo. Usted pone un huevo de gallina en la mano, lo aprieta y no lo revien-ta, igual es un riel. El riel tiene el ombo que es la cabeza, el alma es el cuerpo y el patín. El ombo es donde se da el rodamiento, usted ve donde se sostiene de abajo es el patín, la base.

Nací en Siquirres en1933, mayo 6. Tengo 76 años. Mi papá

se llamaba James Denis y mi mamá Elma Patterson.

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Ferrocarril del Atlántico.

Patio de máquinas de

Siquirres.

Fuente: Colección de la familia Altamirano Taylor.

De esos tres con el que hay que tener mucho cuidado es con el alma. Un riel de cuarenta y cinco libras, tiene calculado cuál es el peso que aguanta, son kilogramos por milímetro, centí-metro y decímetro. Esas eran las técnicas nove-dosas, nos enseñaron cuál es la importancia del equilibrio del tren, el peralte. Eso va con peso, con longitud. En la práctica lo hacíamos bien, pero no sabíamos por qué lo hacíamos así. Yo tenía mucha práctica pero no la teoría.

Los otros elementos de las vías son los rie-les, se unen con las eclisas o mancuernas, son uniones. La nueva técnica hace los rieles “wel-diados”. Hay rieles weldiados que pueden ser de tres, por decir. Anteriormente cuando no se había logrado el equilibrio, sabían que los rieles tienen una dilatación, hay compresión y hay dilatación. Ellos decían que si ponían rieles de más de doscientos metros, cuando se calentaba el sol se dilataban y en las curvas se expandían y se podía abrir la línea y podía ha-ber un accidente. Entonces aprendí a hacerlos todos weldiados. Se llama vía clásica cuando es unida y vía elástica cuando es weldiada que da un mejor rendimiento. El riel weldiado economiza un 60% de mantenimiento y le da un 70% más de vida útil al equipo, porque no hay el clen quen, clen quen sino un movimien-to sin golpes; tiene muchas ventajas.

Al colocarlos, tienen que saber a qué dis-tancia, a qué temperatura los están colocando y entonces dejarle la abertura, porque cuando viene el sol, ella se une y entonces hay com-

presión y tensión. Es lo mismo que una tube-ría, tienen que darle la expansión al tubo.

Las otras partes son los durmientes o tra-viesas. Antes los durmientes eran de madera traída de Honduras, pinos tratados. Ellos te-nían unos sembradíos que, me cuentan, en almácigo les iban inyectando creosota.

Me invitaron a la apertura del tren a Here-dia y yo les dije que si querían seguir con el ferrocarril, tenían que pensar en cambiar los durmientes por concreto. Tenemos todo lo que necesitamos en concreto. Lo único que necesitamos es la fijación del riel, dónde va a ir el riel para atornillar, pero tenemos todos los elementos para hacerlos.

Tuve la dicha de laborar como encargado del departamento de vías de costa a costa, tal vez el único. Cuando me jubilé yo estaba como jefe del departamento de vías de Pun-tarenas, entonces tuve la dicha de trabajar de costa a costa y de haber conocido mucha gente honorable. De ellos recuerdo a don Leonel Al-tamirano; trabajé mucho con él y siempre fue un ejemplo para mí y muchos más.

*En un descarrilamiento, estábamos noso-tros ahí, y pasamos desde que yo me acuerdo casi sesenta horas, así seguido casi dos días sin ir a la casa, la misma ropa. Cuando yo me acuerdo es que me da cosa aquí. Es que éra-mos hombres excepcionales, ahora lo que hay es un aterro de vagos, es la pura verdad. •

Eliseo Joseph, Hernán Garrón y Leonel Altamirano – al fondo -, en los patios del ferroca-rril en Limón. Al frente, otro funcio-nario no identifi-cado.

Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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JuanCarlosCorralesbanco nacional de costa rica

El 9 de octubre de 1914 se fundó el Banco Internacional de Costa Rica, que se con-vertiría después en el Banco Nacional

de Costa Rica. En aquel entonces, el café, principal pro-

ducto de exportación, había consolidado una clase social muy importante en el país, que además del cultivo tenía el mercado y la co-mercialización del café. Esta oligarquía, ade-más, era prácticamente la única que tenía ac-ceso a los créditos de los bancos privados.

El Presidente de la República, don Alfredo González Flores, con su visión de brindar res-paldo económico a las clases más necesitadas, creó el Banco Internacional de Costa Rica. La misión de la entidad bancaria fue brindar el acceso a los productores agropecuarios para sus labores en ganadería y agricultura y así aportar al desarrollo agrícola y rural del país.

Los créditos en ese entonces se basaban mucho en la confianza: si a una persona se le financiaban tres vacas, la única garantía que tenía el banco eran esas tres vacas. Los clientes solo debían firmar un documento.

El Banco Internacional de Costa Rica se des-tacó en nuestro país como emisor de los bille-tes y monedas, labor que hoy está en manos del Banco Central de Costa Rica.

Entre el año 1917 y 1918 se empieza a formar lo que generó un importante desarrollo en el país, se trata de la Juntas Rurales de Crédito, constituidas por pequeñas oficinas ubicadas en distintos puntos. La primera se consolidó en Limón, luego fueron extendiéndose en otras zonas como Alajuela, Puntarenas, Heredia y Turrialba. En estas áreas se atendía el crédito al micro y pequeño productor agropecuario; ha-bía financiamientos para sembrar media man-zana de chile o de frijol y compra de una vaca para consumo de leche, entre otros.

Otra área en donde el Banco contribuyó mu-cho a través de las Juntas Rurales fue la electri-ficación. En aquel entonces, se hacían proyectos para electrificar un pueblo, pero la comunidad debía hacerse cargo de una contrapartida de la obra y el Banco financiaba esas iniciativas.

Con el tiempo, el Banco Internacional de Cos-ta Rica fue fortaleciendo las Juntas Rurales, que

desde esa fecha hasta los años setenta fueron pioneras en el desarrollo económico, y princi-palmente social del país. Muchas de las empre-sas exitosas de hoy, fueron creadas con el apoyo de esas pequeñas Juntas Rurales de Crédito.

El 5 de noviembre de 1936, el Banco Inter-nacional de Costa Rica cambia su nombre a lo que hoy conocemos como Banco Nacional de Costa Rica.

En el Banco Nacional de Costa Rica también se consolidó un Departamento Cooperativo que fue madurando y creciendo y de ahí nació el Instituto de Fomento Cooperativo (INFO-COOP). La creación como tal se concretó en 1947; seis años después, en 1953, lo que fue la Sección de Fomento de Cooperativas Agrí-colas e Industriales del BNCR se transformó en el Departamento de Fomento de Coope-rativas, al interior del mismo ente bancario. Veinte años después, el 20 de febrero de 1973, se crea, mediante ley el INFOCOOP.

En el año 1948, la Junta Fundadora de la Se-gunda República, presidida por José Figueres Ferrer, decretó la nacionalización de la banca privada. Ese hecho vino a confirmar algunos aspectos importantes de la creación del Ban-co Internacional (BNCR); luego se reafirmó al Banco de Costa Rica y nació el Banco Popular, entidades que han sido motores del desa-rrollo económico y social de este país; hecho confirmado a propósito de la crisis actual en que se ha visto acentuada la importancia de la banca. Prácticamente los bancos estatales han dado el soporte necesario cuando los bancos privados se retiraron un poco por los capitales y problemas de su casa matriz.

En los años setenta, el Banco participaba en el desarrollo de urbanizaciones, empezaba la parte comercial, se creó una sección financiera que daba préstamos de consumo, etc.

A partir del año 1985 se empieza a dar una fuerte apuesta a la tecnología; el BNCR empie-za a adquirir sistemas de cómputo más mo-dernos e impulsa la automatización de todos los procesos de caja y crédito, entre otros.

Creo que el principal punto de avance y de sostenibilidad que ha tenido el Banco Nacio-nal, han sido nuestros productos diseñados de forma tecnológica; eso ha contribuido a que tengamos hoy una relación de 75% por ciento de transacciones electrónicas frente a un 25% de transacciones físicas a nivel de oficinas.

Después de los años ochenta, con la glo-balización de las economías, se da el inicio de otras actividades importantes además del café, el cacao y el banano; nos referimos a la industria, principalmente maquilas y a un mayor desarrollo del comercio. Este tipo de actividades demandaban capital de trabajo o de inversión para hacer sus construcciones y comprar sus activos.

Esa nueva demanda hace que a finales de los años noventa el Banco Nacional de Costa Rica relanzara lo que se conocía como Juntas Rurales de Crédito, ahora como Oficinas Comerciales de Banca de Desarrollo. El servicio se extiende más allá de los micro y pequeños productores agropecuarios, se amplía la oferta a pequeños industriales y comerciantes, entre otros.

En la actualidad el Banco Nacional de Costa Rica refleja un crecimiento físico importante, lo que le convierte en la entidad bancaria más grande del país. La apuesta a la tecnología si-gue marchando a pasos agigantados, entre los servicios destaca Internet Banking: 450 cajeros automáticos y 162 oficinas. Se ha dado una alianza estratégica con cerca de 1000 peque-ños comerciantes que han permitido convertir sus negocios en pequeñas oficinas del Banco Nacional, en donde se pueden hacer pagos y retiros en efectivo, entre otros servicios.

El desarrollo tecnológico le permite al Ban-co ofrecer a sus clientes internet empresarial corporativo para las empresas, banca celular, banca telefónica y cerca de un millón y medio de tarjetas entre crédito y débito.

En la actualidad, en el BNCR operan y están por operar varias sociedades, entre las que es-tán en función destacan BN Vital, operadora de pensiones, BN Valores, puesto de bolsa y BN Fondos, sociedad de fondos de inversión.

Por ley, el Banco Nacional de Costa Rica dirige un 18% de sus utilidades a aportes so-ciales. Un 10% lo dirige a INFOCOOP, 5 % al CONAPE para el financiamiento de estudios superiores y un 3% a la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).

Adicionalmente el Banco Nacional de Costa Rica ejecuta varias obras sociales a través de la Dirección de Responsabilidad Social Empresa-rial; promueve prácticas de conservación del ambiente, aporta laboratorios de cómputo a varios centros educativos. Firmó un convenio de acompañamiento con la Asociación Geronto-lógica Costarricense –AGECO- para así dar una mejor calidad de vida a los adultos mayores y tiene18 años de ser el banco oficial de la Teletón. ¿Y su trayectoria en el Banco?

_ Tengo más de 34 años de trabajar en el BNCR. Entré en marzo de 1975; prácticamente el Banco ha sido mi vida. Entré a trabajar a los 17 años después de haber salido del colegio; estando en el banco estudié contabilidad y me gradué de ingeniero agrónomo en la Uni-versidad de Costa Rica. Años después obtuve una maestría con énfasis en banca y finanzas, y aquí sigo, tratando de hacer lo mejor por la institución y por el país. •

Juan Carlos Corrales, Gerente General Interino de la entidad bancaria

Banco Nacional.

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EduardoDorianc.c.s.s.

Hablemos primero de su historia fami-liar.

_ A mediados del último tercio del siglo XIX, un muchacho de 14 años que vivía en León, Francia, llamado Francisco Garrón, decide buscar mundo y se va en un barco que lo lleva a California. Trabaja unos años en vi-ñedos, al igual que lo hacía con sus padres en Francia. Después en otra etapa de su vida, de-cide conocer los países de América Latina. Se va por tierra a México y Centroamérica; en Pa-namá toma un barco que lo lleva a Perú, y allá decide que el lugar donde quiere echar raíces es Costa Rica. Después él decía: uno no es de donde nace sino de donde echa raíces.

Así comienza la historia de la familia Ga-rrón en el siglo antepasado, como tantas que migraron en distintos momentos para ayudar a construir este país. Los inicios estuvieron muy ligados a la fabricación de embutidos, porque eso preservaba alimentos, en tiempos en que se construían los ferrocarriles.

Francisco Garrón tuvo cuatro hijos; dos mu-rieron muy jóvenes; de los otros dos, uno se hizo empresario y vivió en limón, fue el pa-dre de don Hernán Garrón, de carrera política muy conocida en el país: ministro en diferen-tes ramas, diputado, presidente del Congreso; y el otro hermano, Estanislao, se vino a San José y sus tres hijos se hicieron profesionales: uno pasó su vida profesional como agente de extensión agrícola, en la zona de Pacayas y Capellades, el otro se hizo Ingeniero y parti-cipó en la construcción de la carretera el ae-ropuerto el Coco y en la pavimentación de la pista de ese aeropuerto; y mi madre, Victoria, educadora y vicepresidenta de la República.

Mi abuela materna era más bien de Alajue-la, los Cazorla de Alajuela. Por ahí están las historias de una rama de la familia que fue a Inglaterra en el siglo XIX y trajo un modelo de escuela que era lo más moderno y puso una es-cuela en Carrizal.

Por otro lado, mi padre, Eduardo Dorian, pro-veniente de Europa, participó, como médico que

era, en el ejército francés. Al perder Francia, pudo librarse de ser tomado prisionero, pasó a Suiza y luego de la guerra se dedicó a la salud pública. Se vino a América, trabajó en Venezuela y Guatemala, vino a Costa Rica. Mi madre había ido a Europa a estudiar con UNICEF, gracias a una beca que le había concedido don Pepe Fi-gueres, ya era educadora. Se conocieron e inicia-ron una historia de la que yo soy parte.

Ellos hicieron después una yunta muy só-lida en su vida en distintos campos recién casados y para poder empezar la familia se dedicaron a la radio; tuvieron programas de radio, escribieron guiones de telenovelas y noticiarios. Papá incursionó en la producción farmacéutica, se dedicaron a trabajar con la asociación costarricense pro Naciones Unidas, mamá con la oficina de la UNESCO¿Dónde comienza la trayectoria de su mamá en el campo de la educación?

_ Ella comienza como estudiante de la Es-cuela Normal, después como profesora de la Escuela Normal; cuando se abre la UCR es con otro grupo de mujeres las primeras que ini-cian el estudio en la recién creada institución; se gradúa de Licenciada en Letras y Filosofía, después, como conocía el idioma francés, es profesora de francés en el Colegio de Señoritas; después se le abre la oportunidad en el Anasta-sio Alfaro y fue directora por 16 años; después escribe muchos libros de nuestros forjadores en muchos campos: de Billo Zeledón, con una trayectoria muy rica incluyendo el Himno Na-cional, de Anastasio Alfaro, como científico, de María Teresa Obregón de Dengo, la primera mujer presidente de la Asamblea Legislativa, de François Garrón, el abuelo que vino en el si-glo XIX a Costa Rica, y otras biografías, varios libros de poesía, cuentos cortos, diarios de su viajes, pero su amor de toda la vida fue la edu-cación, y luego vicepresidenta de la República,

Ella había participado en la huelga de los brazos caídos, aquel 2 de agosto de 47. En el 48 había redactado proclamas para la radio clandestina, había contribuido en distintos aspectos de esa jornada que restituyó el dere-cho al voto en Costa Rica, pero no había sido literalmente una mujer política del partido, no era una activista. Su contribución fue más bien en cumplir las proclamas de Santa María de Dota, promover la educación, promover la solidaridad, promover el ascenso de nue-vos sectores sociales a través de la educación, apoyar a las autoridades en distintos campos como fue en labores tanto educativas como promover causas importantes mundiales a favor de la niñez, la ciencia, la cultura, con la asociación de mujeres universitarias, primera presidente del Colegio de Licenciados y Pro-fesores. Por todo eso, la tomó de sorpresa la

propuesta de don Óscar Arias de que fuera su vicepresidenta, pero finalmente aceptó y lo disfrutó mucho. Hablemos de la génesis, de los principios y fundamentos que le dieron sustento a la Caja y siguen siendo su norte.

_ La seguridad social en Costa Rica nace de un acuerdo entre fuerzas altamente disímiles de la vida nacional, en dos momentos diferentes. El primero refiere a la participación de la iglesia, del partido comunista y de un dirigente que tenía ideas sociales y que se había formado en Bélgica, y entre esas tres corrientes tan distintas se logró un acuerdo para promover una serie de reformas que incluían la seguridad social. Y luego, seis años después, otro acuerdo, en el alto de Ocho-mogo, para garantizar que esas conquistas, y la propia existencia y más bien el crecimiento hacia adelante de la seguridad social, iba ser algo que iba a estar en el código genético de la Costa Rica a partir de ese momento. Hay un hilo conductor que explica ese evento, es la capacidad del cos-tarricense de encontrar acuerdos que no son fá-ciles aquí ni en ninguna parte del mundo, y que explican en mucho el surgimiento de la CCSS y su posterior fortalecimiento, hasta hacerla hoy la institución que, según las encuestas, los costarri-censes señalan como la que les brinda mayor ca-lidad de vida y bienestar, por su universalidad y solidaridad tanto en pensiones como en salud.

El segundo hilo conductor es la valoración que históricamente han hecho comunidades, líderes y autoridades, de la educación y de la salubridad. Esa valoración de lo que hoy llamaríamos bienes públicos nacionales. Una persona que se educa ayuda a dar luz a sus fa-miliares, a sus vecinos, tiene un efecto que no solo le sirve a la persona sino a un entorno.

Los antecedentes de las Juntas de Protec-ción Social, las Juntas de Caridad y de la labor solidaria que se dio alrededor del tema de la salud, de la creación de lo que hoy diríamos incipientes hospitales de aquella época, fue-ron antecedentes muy importantes que ge-neraron un sentimiento hacia la importancia de la salud, hasta transformarse en un código genético de la educación y la salud presente en el ser costarricense. Todo esto se viene ha-ciendo desde que nacimos como Estado de la Federación y luego como República. Y es otro aspecto que explica el surgimiento y la perma-nencia de la CCSS como una institución que es un punto de encuentro entre distintos grupos de edades, entre distintos sectores sociales, entre distintas necesidades de salud y de pen-siones de los habitantes del país. •

Eduardo Dorian.Presidente Ejecutivo C.C.S.S.

Caja Costarricense del Seguro Social.

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DomingaSánchezPoncesanta cecilia de la cruz, guanacaste.

Pues todo comenzó con la venida de mi bisabuelo, Gregorio Sánchez Gallo, des-de Rivas para acá, a Santa Cecilia. Salió

de allá por una tontera. Resulta que él acos-tumbraba de vez en cuando matar algún ga-nado o cerdo para repartirle a la gente. En esa ocasión mató un ternero sin haber sacado el boleto y alguien al que no le dio carne, lo acu-só con la autoridad. Lo fueron a buscar para echarlo a la cárcel pero logró zafarse y se vino para este lado.

A él lo hemos conocido como “el descubri-dor” porque llegó a estas tierras por ahí entre los años 1915 y 1920, cuando aquí no había más que montaña. Su esposa, Antonia López murió ahogada en el río Los Ahogados.

El nombre del pueblo que se formó después, Santa Cecilia, se le puso en honor a la hija me-nor de don Gregorio, Cecilia, que murió el 5 de octubre de 1936. Eso fue por iniciativa de un señor de Liberia, don Abelino Darcia, padri-no de uno de los hijos de don Gregorio. Otros pioneros fueron Guadalupe Bustos y Anita Carrillo, José Ángel Bustos, Ezequiel Membre-ño y Rosa Ponce, Abraham Corea y Monchita Membreño, Antonio Rugama “Rugamita” y doña María y el señor Carmen Latino.

La primera escuela funcionó en la casa del descubridor, a orillas del río Sucio; ahí tam-bién ofició la primera misa el padre Pedro Femenías, cuando don Abelino Darcia trajo la imagen de Santa Cecilia que vino acompaña-da de música de guitarras y mandolinas y fue recibida con bombas y cohetes. En la fiesta también estuvo la banda de Rivas.

Antes de morir, el abuelo dejó previstos los terrenos donde se fundaría el pueblo: escuela, iglesia, cementerio, plaza.

¿Y cómo se da la relación suya con toda esta historia?

_ Yo soy nieta del descubridor; hija de Octavio Sánchez López y Encarnación Pon-ce Solís; nací el 4 de agosto de 1910, en Ve-racruz de Rivas, Nicaragua. Mi esposo, Lu-ciano Mojica Jiménez, fue nacido en Buenos Aires, también de Rivas, en el 1900. Él se vino para acá al llamado de don Gregorio que le dijo a él y a otra gente que aquí había tierras. Debe haber llega-do como en 1930. Con él venían Apolinar Chava-rría y Ramón y Abraham Corea. Todo esto era montaña. Vinieron por picadas. Tu-vieron que volar hacha, construir trojas y chozas. El desmonte se hizo donde hoy está el centro del pueblo y desde allí se comenzó la distri-bución de las tierras aledañas. A Luciano le tocó repartir 37 manzanas para cada quien. Y después a puro trabajo comunitario se construyeron ranchas, se sembró la agri-cultura: café, caña, guineos y granos para la subsistencia; y se comenzaron a cuidar animales: alguna vaca, cerdos para la carne y la manteca, gallinas.

Contaba mi esposo que el desmonte había sido muy difícil por la corpulencia de los ár-boles y más de una vez se salvaron de milagro de morir aplastados.

Yo me vine después y aquí tuvimos la fami-lia, catorce en total pero solo crecieron siete: tres mujeres y cuatro varones. Fueron tiempos muy difíciles, con muchas dificultades y limi-taciones.

¿Cómo salían de aquí, adónde iban?_ La salida era a La Cruz o a Liberia. Pero se

salía solo por la sin remedio, para llevar un enfer-mo o conseguir una medicina o algún producto necesario; o a vender las cosechas. Porque eran tres horas a caballo a La Cruz, seis de ida y vuelta; para ir a Liberia se tardaban tres días y en carreta

era el doble. Para viajar a La Cruz con carretas ha-bía que sestear en El Oro y en Los Inocentes para que los bueyes descansa-ran porque esos caminos eran terribles.

La ventaja es que mi esposo sabía de todo y a todo le encontraba arreglo. Él había sido soldado en el ejército somocista y nos contaba que, cuando encontraba

un esqueleto, lo estudiaba parte por parte y así aprendió mucho de cómo tratar fracturas, también dominaba mucho la medicina natu-ral, el tratamiento de mordeduras de serpien-tes. Sabía hacer pólvora y carbón.

Para cumplir la voluntad de don Grego-rio, el conquistador, Luciano promovió y dirigió la construcción de la escuela, con piso de cemento, y de la iglesia. Ya eso fue en los sesenta. El padre llegaba una vez al año y mi esposo llamaba a misa con un ca-racol. Una vez una vecina lo azareó dicién-dole que parecía como que estaba llamando vacas y entonces él se propuso conseguir unas campanas. Para eso conversó incluso con don Teodoro Picado y su esposa, doña Etelvina, con quienes tenía amistad hasta de sentarse a tomar café. Por fin las cam-panas vinieron de España. Él era un gran emprendedor. •

Doña Dominga con sus hijos Elías y Adelina.

Vendedor de cuajadas en Santa Cecilia.

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DoroteaMoraQuirós

HablasunietaMartaBarbozaValverde*.

Doña Dorotea fue mi abuela materna. Durante mi niñez y adolescencia estuve muy cerca de ella ya que vivíamos en el

mismo vecindario, barrio que en su honor ahora se llama Bajo Dorotea, y se encuentra como a tres kilómetros del centro de San Isidro.

Ella nació a finales del siglo diecinueve, montaña adentro, en un lugar llamado Los Ranchos, nombrado después como General Viejo, distrito de Pérez Zeledón. No se sabe con exactitud cuándo nació, debido a que su partida de nacimiento fue devorada por el fue-go que destruyó la casa parroquial de Térraba. Sus padres fueron Nazario Mora y María Qui-rós, oriundos de San Ignacio de Acosta.

La abuela quedó huérfana de madre muy temprano en su vida y la familia se fue para San Ignacio de Acosta. Ante las dificultades que enfrentaba para criar a sus hijas, don Na-zario resolvió darlas en adopción. A la peque-ña Dorotea la adoptó un familiar que vivía en Vuelta de Jorco de Aserrí. Era una familia muy pobre y en esa pobreza creció.

Se casó con Rafael Valverde. Tuvieron cua-tro hijos: Eloy, Jesús Odilio, Adela y Evelia. En 1919 se trasladaron a El General, donde nació el otro hijo: Efraín. Poco después, aun muy joven, enviudó y comenzó así una vida llena de valentía y sacrificios. Decidió entonces irse para la Meseta Central, para trabajar como empleada doméstica, pero la enorme distancia con su pueblo y el tener que dejar a sus hijos solos tanto tiempo, la hicieron regresar. ¿Cómo era ella?

_ Era una mujer de carácter recio, valiente, audaz. Algún buen samaritano le tendió la mano. Se cree que pudo ser don Patrocinio Barrantes o don Andrés Monge, o a lo mejor ambos, y la abuela se hizo de unas bestias y algunos productos para comerciar, y a riesgo decidió dedicarse a guiar caballos cargueros hasta Dominical. Dirigía de cinco a seis bes-tias que iban anudadas de la cola, mientras ella montaba su fiel yegua blanca. Para esos recorridos vestía enagua ancha y camisa de

manta, cubría su cabello largo con un pañuelo y encima usaba un sombrero de paja amarrado al cuello, con el que cubría su tez morena que evidenciaba una muy cercana herencia abori-gen. Siempre iba descalza. Pese a su modestia y baja estatura, tenía una voz dominante y un vocabulario que intimidaba a cualquiera.¿Qué le contaba la abuela de aquellas jornadas?

_ Cargaba las bestias con el producto que hubiera podido adquirir: granos, tabaco, que-sos. Salía de madrugada por aquellos caminos desolados. Su única arma era un machete que llevaba atado a la montura. Si alguno de los caballos se “pegaba” en el barreal, pasaba ho-ras batallando para sacar el animal. Algunas veces se vio obligada a dormir en la montaña, atrapada por algún terraplén o por el desbor-damiento de un río que impedían el paso. En ocasiones buscó refugio en una cueva o en una enramada, esquivando al tigre o al leoncillo y a las serpientes venenosas.

De regreso a San Isidro traía encargos que venían de Puntarenas en la lancha, general-mente eran para las pulperías del lugar, mer-caderías que no se conseguían ahí, pero que eran de primera necesidad: medicinas, canfín, fósforos, azúcar, pan, telas, hilos, agujas. Y un producto esencial y muy difícil de conseguir como era la sal.¿Y el correo?

_ Sí. Ahí entre las mercaderías ella traía el saquito de las cartas remitidas a los vecinos de San Isidro. Fue una de sus principales tareas y la realizaba gratuitamente, para servir a los escasos pobladores de San Isidro, convirtién-dose en la primera mujer correo de El General y cabe la posibilidad de que haya sido la pri-mera mujer correo de Costa Rica. ¿Tuvo que cumplir alguna otra tarea?

_ Sí. Una muy dura y peligrosa, cuando el agente de policía de San Isidro le impuso, como un favor a la Patria, trasladar reos que venían de San José a purgar alguna condena, ya que San Isidro, o Quebrada de los Chan-chos como se le llamaba entonces, se había convertido en lugar de confinamiento para prisioneros.

¿Y por el otro lado, por el Cerro? _ La crudeza de la ruta del Cerro de la

Muerte, donde la gente moría por inanición o congelada, no doblegó a la abuela Dorotea, convertida en su momento en una magnífica baquiana de esa ruta. Por esos trillos iba y venía, acompañada de alguno de sus hijos o sola. Tardaba de cuatro a cinco días caminan-do. Su hijo Eloy siguió sus pasos y por mucho tiempo arreó cerdos por el Cerro, siguiendo la famosa picada Calderón hacia Dota y luego hacia Cartago.¿Hubo otras actividades y oficios por los que se destacó doña Dorotea?

_ Cuando San Isidro contó con servicio aé-reo y carretera, los servicios de transporte de la abuela ya no fueron necesarios. Entonces se dedicó a otras actividades: se desempeñó como curandera, basándose en sus conoci-mientos de medicina indígena, de medicina chiricana (de Chiriquí, Panamá). Utilizaba hierbas, lodo, semillas, baños de ceniza y otros productos. Fue una eficiente sobadora, pero su mayor popularidad la alcanzó como comadrona. Elaboraba además candelas de higuerilla y jabón de chancho.¿Y la familia, y la vida en comunidad?

_ Al no contar en el hogar con la autoridad paterna, doña Dorotea se convirtió en una ma-dre dominante y enérgica, formando hombres muy responsables y mujeres muy trabajado-ras. Como miembro de la comunidad, prestó gran ayuda en la construcción del segundo templo católico. Ella era quien organizaba la cocina del turno en las fiestas patronales. Ade-más su excelente cuchara, reconocida por la preparación del rosquete, bienmesabe, tamal asado, frito de chancho, papín, sopa de mon-dongo y otras comidas, hicieron de la abuela la cocinera de los turnos, las bodas, los bauti-zos o los velorios de Pérez Zeledón. ¿Qué pasó en el 48?

_ Como San Isidro de El General se convir-tió en el principal escenario de la revolución de 1948, la abuela tuvo que enfrentarla con valentía; curaba en su casa a soldados heridos o les preparaba alimentos. Cuando la batalla estaba en su apogeo tuvo que ocultarse junto a sus nietos y una nuera en una montaña que había detrás de su casa, pero desde ahí vigila-ba sus bienes. ¿Y la vejez?

_ Con el mismo temple que enfrentó el tra-jín de su vida, enfrentó la soledad y la vejez que llegaron con la partida de los hijos.

La abuela Dorotea falleció el 18 de noviem-bre de 1972, posiblemente muy cerca de cum-plir sus cien años. ••.MartaBarbozaeshijadeAbdónBarbozaZúñigaydeEve-lia Valverde Mora. Don Abdón fue parte de una familia pio-nera de El General; fue agricultor, amansador de bueyes y sobre todo boyero. En aquellos tiempos cuando los medios de transporte eran el caballo o la carreta, don Abdón hacía las mudanzas, transportaba la madera o la palma para los ranchos, los ladrillos o las tejas para las casas y hasta las novias a la iglesia y los féretros al cementerio.

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CooperativadeProductoresdeLecheDosPinosR.L.

Rodolfo Barrantes Rodríguez.Presidente de la Cooperativa Dos Pinos.

Don Gilberto Barrantes Sibaja, uno de los fundadores de la Cooperativa Dos Pinos.

Hijo del finquero, cafetalero y comercian-te José Barrantes Arguedas, don Gilberto, al igual que su padre, desarrolló una gran voca-ción por el campo y el comercio; además de agricultor, fue partero y médico.

Su astucia con los números le permitió des-empeñar diversos puestos en entidades ban-carias; destacó como fundador de las Agencias Agrícolas de los bancos de la Zona Norte, fue presidente de la agencia bancaria de Alajuela y director del Banco de Alajuela por 29 años, y también presidente. Luego asume la dirección del Banco Nacional de San José, y en el go-bierno de Don Francisco Orlich se desempe-ñó como director del Banco Central de Costa Rica.

La familia Barrantes es oriunda de Alajue-la. En el año 1929, Gilberto, junto a su padre José y dos hermanos más, en su afán de bus-car más terrenos, viajan a caballo hasta San Carlos.

Así que en aquella época, las importaciones masivas de ganado se hicieron de Nicaragua, para engorde, y de los Estados Unidos, para leche. Entre los importadores importantes destacaron Manuel Peralta, Juan Rafael Rojas, Gilberto Barrantes, Joaquín Peralta y Mariano Guardia.

Después, el gran forjador del ganado y las pasturas exóticas, don Fernando Castro Cer-vantes, trae por primera vez el ganado indio a Costa Rica y se empiezan a hacer otros cruces.

Con el correr de los años se dan otras expor-taciones más grandes, con animales de razas mejoradas como el Charolais. Don Gilberto fue el primer importador de esta raza que era un ganado francés, pero traído de Estados Unidos.

En 1947, don Gilberto Barrantes junto a otros 24 productores deciden unificar esfuer-

zos, aliarse y fundar la Cooperativa de Pro-ductores de Leche R.L .

“Para llegar a este punto pasaron varios años, hubo un tiempo considerable de venta de leche en tarros, se repartía con carretones o a caballo por todas las comunidades del país; fue un periodo largo con las consecuencias de las enfermedades y la calidad de la leche”, agregó Rodolfo Barrantes.

Luego de la revolución del 48, se funda el Departamento de Cooperativas del Banco Na-cional de Costa Rica; en ese entonces la banca fue nacionalizada para impulsar el desarrollo cooperativo.

“Hay un hombre en la historia de Costa Rica que les ayudó muchísimo a estos funda-dores de Dos Pinos y es el doctor Carlos Sáenz Herrera, vicepresidente de la República en la administración de José “Pepe” Figueres. Por iniciativa del Dr. Sáenz, el gerente general del BNCR, Elías Quirós y don Pepe ayudan a que la Cooperativa de Leche se mantenga a flote. Era difícil iniciar un proceso de producción de lácteos para competir con las leches de la calle, cuando no había aún electricidad en el país, ni había cómo conservar los productos.”

El desarrollo de Dos Pinos en Barrio Luján tardó varios años. Se fueron adquiriendo va-rios terrenos pequeños y al final se lograron tener alrededor de seis hectáreas en el centro de San José.

Estando yo en Estados Unidos, adonde me había ido a estudiar, recibí una llamada de papá pidiéndome regresar a Costa Rica y ayu-darlo a atender las fincas, debido a su avanza-da edad. Yo era el único hijo con vocación en ese campo. Y me vine a atender las fincas.

Tiempo después me separé laboralmente de mi padre y fundé Central de Mangueras, en La Uruca. Luego papá me vuelve a llamar para co-municarme que ya no estaba en condiciones de atender la finca en Pital, entonces le ofrecí com-prarla; mis hermanos estuvieron de acuerdo y hoy la finca se llama Agrícola Industrial la Lidia, en honor a mamá, la esposa de don Gilberto.

Y en usted ¿cómo nació la vocación ganadera?_ Desde chiquito. Nosotros vivíamos a 100

varas de la plaza de ganado, en Alajuela, y yo iba todos los lunes a esa plaza, de la mano de papá; así se despertó mi interés por el ganado, lo trabajé y hoy día estoy muy contento, por-que me convertí en el mayor productor de leche en la historia de Costa Rica, al tener el honor de ser el presidente de la Dos Pinos. Hato lechero. Fuente. Colección de Heriberto Valverde Castro.

En 1947, 25 pioneros fundan la Cooperativa de Productores de Leche RL, con un capital de inicio de cada fundador, de cinco acciones de cien colones cada una y pagar en ese momento el 25 por ciento.

Los fundadores fueron Alfredo Hernández Vo-lio, Bernardo Yglesias Rodríguez, Eduardo Yglesias Rodríguez, Álvaro González Alvarado, Gilberto Barrantes Sibaja, Fernando Terán Valls, José Joaquín Peralta Esquivel, Antonio Escarré Cruxent, Gordiano Fernández Bolandi, David Clachar Baldioceda, Ramón Herrero Herrero, Matías Sobrado García, Enrique Robert Luján, Abelardo Cantillo Obando, Bruce Masís Dibiassi, José Víctory Marchena, Alfredo Yanes Travieso, Juan Rodríguez Mora, Tomás Batalla Esquivel, Tomás Malavassi Sanabria, Julio Morales Moya, Armando Echeverría Morales, Miguel Rodríguez Villareal, Rodolfo Fernández Gutiérrez y Arman-do Romero Romero.

Desde su fundación hasta 1951, la Coopera-tiva se dedica únicamente a la producción de alimento animal, en la fábrica denominada La Bodega Madrigal, en Pavas.

En 1951 es instalada en Barrio Luján la primera llenadora de leche líquida, en botellas de vidrio. Se inicia la producción de leche en la Dos Pi-nos, y se procesan140 litros en un día. En mayo de 1952 sale a la venta la primera leche proce-sada y pasteurizada en la planta de la empresa, en envase de vidrio. En 1965 se realizan las primeras exportaciones. La mantequilla fue el primer producto exportado. Hoy en día la Cooperativa procesa un millón 100 mil litros diarios y se exportan a 12 países 550 tipos de productos diferentes.

La empresa se llamó inicialmente Cooperativa de Productores de Leche RL. Tiene entre 16 y 17 años de llamarse Cooperativa de Producto-res de Leche Dos Pinos RL; antes de esa fecha se llamó Dos Pinos, es el signo del cooperativis-mo mundial. En 1997 se inicia la construcción de una planta en el Coyol de Alajuela y tres años más tarde la Cooperativa traslada sus operacio-nes de Barrio Luján al Coyol. •

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LasMinasdeDesmonte

Estas minas vienen del tiempo de la co-lonia. Según se dice fue un padre, un sacerdote salvadoreño el que, en su

camino a Cartago, a inicios del siglo XIX, subía por estos montes. Cuando eso lo que había eran trillos. Le llamaban camino de la arrea. Resulta que el padre y su comitiva se sentaron a descan-sar a la sombra de un aguacate y allí aquel sa-cerdote encontró un pedazo de roca que llamó su atención. Se lo llevó y lo envió a examinar a España y ya vieron que era rico en oro. De ahí vinieron y empezaron a escarbar. Entonces se comenzó a hablar de las minas del aguacate hasta que nombraron a toda la zona como Mon-tes del Aguacate. Hay un libro sobre eso. Yo lo leí, hasta el nombre del padre viene ahí.

¿Cuáles fueron las minas más famosas?

_ A la primera mina la bautizaron como Sagrada Familia o Sacrafamilia. Esa fue del mayor Sincler que sacó mucho oro y todo lo botó. Después las compañías fueron descu-briendo otras: aquí están la Aurífera, que fue de Max Esquivel y de Bennett, y la Unión, de Sanford y Yockan; y al otro lado del Machuca está una que conocen como Porvenir. Cada una con distinta calidad de oro. Sacrafamilia es la que ha dado el mejor oro: 18 ó 20 kilates, todavía hay algunos coligalleros ahí sacando poquillos del metal. Esa mina ahora es de don Rafael Serrano.

¿Y cómo se ligó su familia a toda esta histo-ria?

_ Por allá en medio de Higuito y San Mateo había un sesteo de carretas. En un viaje de mi abuelo a Puntarenas, se encontró una mucha-

cha en aquel sesteo y le gustó. Se casaron y se vinieron aquí a Desmonte. Aquí pusieron un sesteo y un hotel. Esos fueron mis abuelos: Baltazar Araya y Ramona Cisneros. Aquí na-ció toda su descendencia.

¿Qué sabe del trabajo en las minas?

_ Los trabajos en las minas son cosa seria. Hacer túneles y túneles bajo la dirección de ingenieros geólogos y de químicos que van muestreando las vetas, dando la pauta de si vale la pena seguir escarbando. A pura barre-na, a pura mano, los túneles van siguiendo las vetas, todos “ademados” con maderas maci-zas de 8 x 8, porque hay partes muy peligrosas que se hunden. Esos túneles son profundos, extensos, suben, bajan, cogen para los lados. Aquello es un hormiguero. Dicen que el de la Unión tiene como 7 kilómetros.

¿Qué mineros recuerda usted?

_ Recuerdo a mineros como Andrés Ramí-rez, Joaquín Mora, Sabino Dobles, Manuel Da-lolio, Porfirio Rosales. Yo los conocí ya viejos, enfermos, casi todos murieron vomitando los pedazos de pulmón. Otro minero famoso fue Bartolomé Androvetto Garello, un italiano que se había venido a trabajar en la construc-ción del canal de Panamá, en la primera etapa. No consiguió trabajo porque era muy nuevo. En la segunda etapa sí trabajó y luego se fue a Honduras y a Guatemala, y después vino aquí, en 1902. Aquí llegó con otro aventurero, un francés de nombre Jorge Figeac. Se casaron con dos de mis tías, Ana y María. El francés no quiso hacerse costarricense y para la guerra se lo llevaron y nunca se volvió a saber de él. El

italiano sí se quedó aquí, fue uno de los mi-neros famosos y llegó a ser un benefactor del pueblo, tanto que la escuela lleva su nombre.

El trabajo en las minas es muy riesgoso ¿Qué sabe de accidentes ocurridos allí?

_ Los accidentes en las minas eran cosa de todos los días. Aterrados, quebrados, corta-dos. Y sin vehículos ni caminos para sacarlos. El de Arturo Méndez fue terrible. Estaban ter-minando de abrir una chimenea y se vinieron con el terraplén. Él cayó sobre la barra con la que había estado trabajando y que había caído primero. Le entró por el recto y le salió arriba en la espalda, cerca del cuello. Todo mundo corrió a auxiliarlo pero nadie se atrevía a sa-carle la barra, hasta que un miramarense dijo que él lo hacía. Puso a tres hombres a soste-nerlo y jaló. Arturo Méndez Moreno, aquí está enterrado. Estaba recién casado. Su mujer y su niño quedaron abandonados. Se fueron y nunca supimos más de ellos.

¿Qué otros recuerdos tiene usted de las minas y de este pueblo en aquellos tiempos?

_ Aquí en tiempos buenos de las minas lle-gaba gente de todas partes, no digamos de Costa Rica, del mundo: nicas, hondureños, gringos, italianos, franceses, de todo lado. La plata corría y se bebía mucho guaro. Hubo un tiempo en que los mineros agarraron la moda de vestir de saco y corbata, con vestido entero. En las tardes bajaban el cuerpo de mineros de vestido entero y todo el resto de la juventud del pueblo, los hombres, de vestido entero. Hay dos que una tarde salen del mismo color

Edmundo Castro Castro. Desmonte de San Mateo*

Desde que yo tenía 7 años trabajaba con bue-yes, con mis hermanos. Me tenía que trepar en

un banco para poder enyugar los bueyes.

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de vestido, vestido café. Uno era mi herma-no Francisco y otro un hombre que vivía por ahí abajo. Hay un nica esperando al de abajo para matarlo. Ahí hay un portoncito de madera con una casetilla que tenía mi abuelo. El nica está metido bajo el portón, con el revólver en la mano. Pasa mi herma-no adelante y ...ta, ta, ta, ta, ta, ta … le dis-paró los seis tiros del revólver y le pegó tres tiros entre cuero y carne. Nada le hicieron. Se hizo el escándalo. Mi tata era policía. Lo agarraron y lo metieron a la cárcel. Nada le pasó a mi hermano.

¿Y personajes de las minas?

_ Mr. Sincler. Había sido mayor del ejér-cito americano y le gustaba que le dijeran Mayor. Siempre vestía como militar, con botas y casco. Llegaba y le decía al pulpe-ro, cámbieme este billete en dieces y cincos. Llenaba el casco de monedas y salía al fren-te, a la calle, a tirárselos a los chiquillos. Ahí se armaba una tremolina; los chiquillos se peleaban por los cincos y el mayor gozaba; otras veces les tiraba confites. La cuestión es que cuando los chiquillos veíamos venir a Mr. Sincler bajando para la pulpería sa-bíamos que iba a haber fiesta. Después se fue a Líbano, en Tilarán, allá terminó de bo-tar la plata y nunca encontró oro.

Otro personaje de las minas fue doña Emma, casada con Sanford, socio de Yockan, los dos gringos. Después dejó a Sanford y se juntó con Yockan. Los dos socios murieron viejillos, arruinados. Esa mujer vivió como una reina. Allá arriba le construyeron una

casa bien cómoda. A cada nada pasaba por aquí a coger el tren para San José o Punta-renas; nunca se le vio la cara porque ella iba en su bestia, con la cara tapada con un velo y un peón corriendo a la par tapándola con un paraguas; se dio los gustos que quiso; pero cuando murió, ya arruinada, no había siquiera quien la enterrara.

¿Ustedes fueron mineros?

_ Nosotros éramos boyeros. Mi tata te-nía todos los contratos de acarreos para la mina, madera, fletes. Desde que yo tenía 7 años trabajaba con bueyes, con mis herma-nos. Me tenía que trepar en un banco para poder enyugar los bueyes.

Papá fue boyero, guarda y capataz. Él contrataba y se hacía cargo de todo lo de la mina, afuera: caminos, puentes, fletes, agri-cultura: de vez en cuando les daba por sem-brar porque tenían todo el fajón de tierra, desde Machuca hasta Llano Brenes. Él era muy trabajador y muy apreciado. Desgra-ciadamente murió estando todavía joven y alentado.

Pasó la noche en el portón del Guapinol, cuidando, regresó a la casa en la mañanita, pero ya se sentía mal, cogió cama y fue a dar al hospital. Eso fue a inicios de abril. Murió el 1 de mayo, tenía menos de sesenta años. Yo tenía como cinco.

Mi papá fue estudiante universitario pero no terminó, fue boyero, policía, le tocaron tiempos duros.

Otros hermanos sí terminaron de estudiar y se hicieron ingenieros. Mi abuelo fue un hombre visionario. Pobrecito, unos enemi-gos, gente a la que él había ayudado cuando llegaron aquí, le pegaron una macheteada cuando ya tenía más de ochenta años. Aquí mismo lo curaron pero quedó jodido de la cabeza, se hizo loco. Y en una de tantas que se descuidaron, se fue y se colgó de un palo de mango. Ahí apareció guindando. Ahí pa-raron todas las bullas de Baltazar Araya, casi se puede decir que fundador de Desmote.

¿Y por qué el nombre de Desmonte?

_ Según parece porque los boyeros cuan-do llegaban aquí decían que había que des-montar. Otros dicen que eran más bien los militares que iban subiendo para San José y aquí el capitán daba la orden ¡Desmonte! La cuestión es que este es nuestro pueblo.

* Hijo de Delfina Castro, oriunda de Ba-rroeta de Atenas, y de Francisco Araya Cis-neros, nacido también aquí en Desmonte.

Edmundo castro fue a la escuela pero solo llegó hasta segundo grado. Se casó con Be-nigna Rodríguez, conocida como Anita, de San Isidro de Atenas, hija de José Rafael Ro-dríguez y Edelmira Espinoza. Se conocieron en la finca San Juan, arriba de las minas. Se engancharon en un baile de un turno, “majándonos los pies porque no sabíamos bailar. Sacamos el diploma ya viejos. Yo le pasaba papelitos por debajo”, dice Doña Anita. Tuvieron cuatro hijos: dos mujeres y dos hombres. •

Vestigios de lo que fue una promisoria empresa minera: la mina de La Unión. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro

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EfigeniaCastroÁlvarez*una campesina meseteña

¿Cómo fue su niñez?

Bonita. Éramos muy pobres pero feli-ces. Había tareas que hacer, como jalar agua, ir a buscar leña, juntar café, lavar

alguna ropilla; lo demás era jugar y también ir a la escuela, hasta tercer grado que era lo más que había entonces.

Me casé a los 15 años. De diversiones me acuerdo de los paseos a los Chorros. Una vez fui al volcán Poás. El 19 de marzo era la tradi-ción del paseo al volcán. Me acuerdo que iba una carreta con todos los chunches. Algunos iban a caballo y los demás a pata. Salimos a las cuatro de la mañana, ahí por la cuesta del chaperno a salir a Chilamate y después a San Pedro. De ahí a Sabana Redonda y Fraijanes, ya cuando eso había rayado el sol y faltaba bastante camino.

Cuando por fin llegamos ya había bastante gente y seguían llegando más en carretas y a ca-ballo. Los boyeros acomodaron las carretas, des-enyugaron los bueyes y los fueron a amarrar a un árbol para que pastaran. El frío era terrible. Por dicha llevábamos con qué hacer café y bastante biscocho y pan casero. Todo estaba nublado, pero los que sabían dijeron que iba a aclarar. Cuando aclaró y logramos ver aquella cosa tan grande, comenzamos a gritar y brincar y después todo mundo se quedó en silencio contemplando aque-lla grandeza. Después de un buen rato nos lleva-ron a conocer la laguna, otra estampa bellísima. Y después a almorzar. Un rato de juegos y hablade-ra y a comenzar la bajada hacia el pueblo.

¿Sus papás?

_ Papá se llamaba Anselmo Castro. Ahora no recuerdo bien si él murió estando yo muy

chiquita o estaba apenas por llegar a este mundo. Mi mamá, Rosalina Álvarez, tuvo que hacerse cargo solita de nosotros. Éramos tres: Balsamina, la mayor, Óscar y yo. Más unos primos que se criaron con nosotros: Rafael y Lizanías.

Mamá fue una mujer muy valienta. Desde antes de enviudar era muy trabajadora. Tuvo la bendición de que una hermana suya, Ma-ría, a la que solo conocíamos comoTita, vivía con nosotros y nos cuidaba; entonces mamá pudo dedicarse a sus trabajos. Ella fue comer-ciante. Compraba productos de la agricultura: piña, yuca, plátanos y les iba a buscar venta. Compraba un cerdo y ella misma lo mataba y vendía la carne. Tenía su yunta de bueyes y su carreta y con eso se defendió para sacar la familia adelante. Hasta Zarcero iba a dar, a

Doña Efigenia, al centro, con su hermana Balsamina y su esposo Adémar.

Fuente: Colección de la familia Valverde Castro.

Los tamales siguen. Todavía de vez en cuando hago. Con la venta de tamales fue posible que

algunos de mis hijos estudiaran y hasta algunos nietos. Dichosamente a la gente les gustan.

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comprar verduras y hortalizas para venderlas en Alajuela.

Jalaba dulce para el mercado y a la estación del tren en Alajuela. Ella dejaba la carreta lista el día antes, con el dulce bien acomodadito en-tre hojas secas de banano o plátano, y tapado con el manteado. Al día siguiente madrugaba. Alguno de los muchachos le iba a traer los bue-yes al potrero, ella enyugaba, pegaba la carre-ta y se iba a la calle a esperar la caravana que venía de Santa Gertrudis de Grecia, sumando yuntas y de aquí seguía por esos barriales en invierno y polvazales en verano, por Cacao, pasaban El Bajo de la Cutacha y después el Ba-rrio San José hasta llegar a Alajuela.

Mamá trabajó muy duro, hasta que cayó en cama y ya no pudo más.

¿Y su matrimonio? Hábleme de la familia de su esposo.

_ Yo me casé con Adémar Valverde Huertas, también nacido aquí en Carrillos. Hijo de Leo-nidas Valverde y Jesusita Huertas. Tranquilino Valverde, el papá de Leonidas, fue uno de los fundadores de este pueblo y era hermano de Pánfilo Valverde que fue vicepresidente de la República en tiempos de don José Joaquín Ro-dríguez.

Mi marido trabajó siempre en agricultura. Fue peón en las fincas grandes de por aquí, principalmente en la hacienda La Sonora. Poco a poco se fue haciendo de tierra para sembrarla con café, con caña y algunas cosi-llas para la casa, tener unas vacas y bueyes, él también fue boyero. Hasta Heredia iba a pa-rar con la carreta a entregar dulce. Fue famoso por lo cuidadoso que era con los bueyes y con los aperos, con la carreta y hasta con la forma de cargar la leña o la caña.

El fue lo que llamaban juez de paz, después fue policía y siempre participó ayudando en la Junta de la iglesia y hasta de sacristán. En el 48 se fue con su hermano German a pelear al lado de don Pepe. Ya tenía varias noches de estar durmiendo en el monte, hasta que un día llegó y me dijo: Mirá, esta noche me voy a ir a pelear con don Pepe. Nos vamos para San Ramón y de ahí no sé para dónde.

Eso debe haber sido muy duro para usted y sus hijos. ¿Cuántos tenía?

_ Cuando eso ya estaba toda la cosecha y se había secado la mata. Fueron catorce, pero tres murieron pequeños, quedaron once. Los mayores tuvieron que huir para que no los agarraran y con los demás tuvimos que sor-tearla. Fue muy duro pero sobrevivimos con la ayuda de Dios y de la familia. Los herma-nos de Adémar me ayudaron mucho.

¿Y después?

_ Por dicha todo volvió a la normalidad. A seguir trabajando. Yo cosía alguna ropilla y vendía para ayudarle a mi marido a mantener la casa; hacía tamal asado y cajetas y princi-palmente tamales de cerdo. Todas las sema-nas, los viernes, yo preparaba los tamales y los chiquillos iban a vender de casa en casa. Era poquito porque la gente no tenía plata para mucho. Los domingos, después de misa y cuando había partidos, iban a la plaza a ven-der cajeta y tamal dulce.

En el 49, vinieron los trabadores de Here-dia a construir la planta ahí en el río Poás y alguien me recomendó para que les vendiera la comida. Don Jorge Manuel Dengo era el jefe y habló conmigo. Eso fue una bendición. Me tocó trabajar duro, ya las chiquillas me ayuda-ban y los chiquillos tenían que ir a la planta a dejar almuerzo y comida. En algunas ocasio-

nes, por allá una tarde, llegaban a tomar café o a comer a la casa. Eran gente muy buena, venían de varios lugares de Heredia, pero principalmente de San Rafael.

¿Y los tamales?

_ Los tamales siguen. Todavía de vez en cuando hago. Con la venta de tamales fue posible que algunos de mis hijos estudiaran y hasta algunos nietos. Dichosamente a la gente les gustan.

¿Cómo le ha ayudado usted a la comunidad?

_ Con tanta familia y tan pocos recursos no es mucho lo que se puede hacer, pero la voluntad y el trabajo no han faltado. Cada vez que hay turnos para la iglesia yo he ido a ayudar en la cocina. Todavía el año pa-sado, para las fiestas patronales del 12 de diciembre, fui a ayudar a hacer los tamales y el picadillo. Mi esposo y yo siempre estu-vimos a la mira de ayudar y de enseñar a los hijos a hacerlo.

Y con los poquitos de plata que recojo le ayudo con ropita y comida a las familias más pobres. Hay que tender la mano como otros lo hicieron con uno.

¿Y la familia creció mucho?

_ Sí. Los hijos me han dado un montón de nietos y los nietos tataranietos. Cada uno de ellos ha sido razón para vivir y dar gracias a Dios por todas sus bendiciones. •

Familia Valverde Castro. Foto de 1949. Fuente: Colección de la familia Valverde Castro.

•DoñaEfigenianacióenCarrillosdePoás,Alajuela,el15de setiembre de 1908. Falleció el 8 de enero de 2008. Esta entrevista se realizó en el mes de setiembre del 2005, cuan-do cumplió sus 97 años.

Con tanta fami-lia y tan pocos recursos no es

mucho lo que se puede hacer, pero

la voluntad y el trabajo no han

faltado.

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ÑorEzequielyotrashistoriasdeSanPablo

Háblenme sobre la figura de don Eze-quiel González, bisabuelo de don Guillermo.

Edwin.

_ Aquí en San Pablo se habla mucho de él. Murió como en el año 1940; aquí era como un patriarca, todos lo respetaban, todos le tenían cariño, era un hombre muy desprendido. Él tenía la virtud de darlo todo a los demás, él ayudaba sin que nadie se enterara. Cada mes iba a la cárcel de Heredia a llevarle comida y cosas a los presos. Cuando iba a traer la manu-tención y de camino alguien le pedía algo, él le daba. A veces llegaba sin nada a la casa; por ser así perdió todo su capital.

¿De qué época es?

_ Tal vez de 1860, por ahí; y resulta que él era un hombre que no estudió, él se preocupó por construir la primera escuela en San Pablo. Aquí hubo escuela en la época de la colonia, pero funcionaba en una casa, se alquilaba un cuarto y ahí daban clases. En 1887 él se pre-ocupó por construir una escuela con don Ma-nuel González. El supervisor de la época decía que era muy cómoda, ahí fueron los viejos ac-tuales de San Pablo. Los temblores de 1924 la destruyeron. En 1927 se hizo la escuela nueva y el hombre líder de ese movimiento fue Ñor Ezequiel, como se le conocía.

A don Ezequiel lo nombraron agente de policía, todo el mundo lo respetaba. Si llega-ba a una cantina y había borrachos, daba una vuelta, y decía “los verdaderos hombres se toman el trago en la cantina y lo van a escu-pir a la calle”, y entonces los borrachos se iban

tranquilos, no lo hacían por miedo, lo hacían por respeto. Estuvo en la junta de la iglesia, fue un hombre muy progresista

Guillermo.

_ Fue un hombre que por no haber estudia-do, tenía claro el valor de la educación. Man-dó a su hijo Alfonso, mi abuelo, a la Univer-sidad, a estudiar farmacia. Mi abuelo viajaba de aquí a la Universidad en mula; en la alforja llevaban zapatos impecables, todas las cami-sas y pantalones impecables y en una pila de la Universidad se lavaban el barro del camino y se cambiaban de ropa.

E/ La gente de aquellos tiempos tenía la conciencia de la importancia de la educación.

Por su desprendimiento, don Ezequiel se quedó sin nada y se tuvo que ir a trabajar como peón en los caminos. Él tenia parente-la con don Cleto, supuestamente, o más bien una amistad. Él le hablaba a don Cleto y don Cleto lo mandaba a trabajar. Y alguna fortuna volvió a hacer.

¿Cómo se llamaba la señora y cuántos hijos tuvo?

G/ La señora se llamaba Rafaela y tuvo 8 hijos.

En una procesión que se hizo en San Pablo y por algunas actas de lo que la gente donaba, vi una mesita y el letrero que decía: “aquí don Eze-quiel González contaba sus monedas de oro”.

Don Ezequiel era muy católico y además de un gusto muy refinado. El pasito navi-

deño lo trajo de Italia, papá lo heredó y se lo regaló a una hermana mía, es una verda-dera joya. Las figuras de ese pasito tienen hasta pestañas y son de 12 cm. Está muy bien detallado.

En vida repartió lo que tenía a los hijos, al-gunas tierras que hoy día son muy valiosas. A mi abuelo el acuerdo era que no le daba tierra pero le dio estudio, y se hizo farmacéutico, fue uno de los primeros cinco farmacéuticos del país.

Don Ezequiel era originario de aquí de San Pablo. ¿Cuáles son las familias fundadoras?

Las familias fundadoras fueron Villalobos, Vindas, León, Benavides; esas cuatro familias fueron las más importantes. Los Villalobos eran descendientes de Miguel de Villalobos. Aquí antes se llamaba Sabanilla de Villa-lobos. De ahí venimos todos los Villalobos y todos los González son del mismo tronco también.

Entonces San Pablo se llamó primero la Sa-banilla de los Villalobos.

E/ Así es. En 1783 se cita por primera vez como la Sabanilla de los Villalobos, y yendo hacia Heredia estaba la Puebla de los Par-dos que fue donde apartaron a los negros, cuando fundaron Heredia. En Cartago tam-bién hubo un pueblo así, donde está la Igle-sia de los Ángeles. Y en San José por donde está el mercado, por ahí era la Puebla de los Pardos. Los españoles en todas las ciuda-des de América apartaban a los esclavos y eso lo hacían para que no contaminaran.

Edwin León y Guillermo González.*

En marzo de 1856, mi bisabuelo Juan de Jesús Cortés Vindas y su hermano menor, Juan de la Concepción –Juanico-, se unie-ron a las tropas de don Juan Rafael Mora,

para ir a luchar contra los filibusteros.

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Algunos les permitían ir durante el día a la ciudad, por lo menos en Heredia, pero no en la noche.

¿En qué tiempo se cambió el nombre por San Pablo?

En 1818 San Pablo se llamaba Sabanilla de los Villalobos; Santo Domingo se llamaba Ti-bás o El Jaboncillo; San Rafael, Piedra Grande; San Antonio se llamaba el Pelón o el Rincón del Padre Ocampo; San Joaquín, Quebrada Seca; San Isidro se menciona como tal por

primera vez en 1848, antes pertenecía a San Pablo.

En 1818, según parece, por una tradición, citaron a los barrios de Heredia a la Plaza Ma-yor e hicieron como un sorteo; en un saquito pusieron nombres con estampitas de santos, llamaban a alguien para que metiera la mano y sacaban la estampita; así les pusieron nom-bre a todos los pueblos de Heredia.

Don Edwin, ¿usted ha oído hablar de alguien de apellido Alvarado, un costarricense que es-

tuvo preso en Guatemala, como en 1810, o por ahí, por actividades independentistas?

_ Sí. Él estaba estudiando allá, don Pablo Alvarado, se reveló contra el gobierno y lo apresaron en Guatemala.

¿Y cómo es la historia del bisabuelo que fue a la guerra contra los filibusteros?

_ En marzo de 1856, mi bisabuelo Juan de Jesús Cortés Vindas y su hermano menor, Juan de la Concepción –Juanico-, se unieron a las tropas de don Juan Rafael Mora, para ir a luchar contra los filibusteros. Mi bisabuelo tenía 27 años y estaba casado, su hermano Juanico apenas tenía 16 y estaba soltero.

Oriundos de aquí de San Pablo, entonces llamado La Sabanilla de los Villalobos, eran de familia muy sencilla, dedicados a la agri-cultura y sin ninguna experiencia militar. Mi abuela, Juanita Cortés Monge, era hija del segundo matrimonio de mi bisabuelo, que casó a los 65 años con Nazaria Monge. Mi abuela nos contaba las penurias del viaje y de la guerra, que a ella le contó su papá. Decía que después de la batalla de Rivas, fue tanta la sangre derramada, que se corta-ba formando como una especie de cuero.

A él y a otros soldados, los mandaron a juntar aquellos cueros de sangre para me-dio limpiar las calles. Después se desató el cólera y se dio la orden de regresar a Libe-ria. Para entonces él había perdido contacto con su hermano Juanico y al no encontrarlo en Liberia, ni obtener razón de él, lo dio por muerto.

En Liberia la tropa fue disuelta, dejando a cada quien que se las arreglara para regre-sar al Valle Central. A poco caminar buscan-do el Tempisque para venirse a Puntarenas, encontró a un hombre tirado en el suelo, co-miendo hojas y raíces y con una herida de bala en uno de sus brazos. Era Juanico. Si el viaje de ida fue una penuria, ese de regreso fue el infierno. En Puntarenas los esperaba su papá, Manuel Cortés, con bestias, y por fin lograron llegar vivos a la casa.

Ya en Heredia, un doctor vio al herma-no y no tuvo más remedio que amputarle el brazo herido para salvarle la vida. Des-de entonces a Juanico se lo conoció como “Juanico Manco” y así fue conocida toda su descendencia. Ahí por el cementerio de San Pablo vivió una de sus hijas, María Manca; a la hija de ésta la conocieron como Belén Manca y a la nieta como Teresa Manca; y la calle donde vivían se conocía como la calle Manca. •Pintura de Carlos Aguilar Durán. Fuente: Colección del Museo Juan Santamaría.

*Edwin León es historiador, exministro de Trabajo y exrector de la UNA. Guillermo González es artista plástico, bisnieto de don Ezequiel.

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LafamiliaJiménezcartago

Francisco Jiménez Martén.

Háblenos de su ascendencia

_ Mi padre fue Francisco Jiménez Castro y mi mamá Ruth Martén Pagés. La fa-milia Martén es bastante pequeña, mi abuelo materno era don Rodolfo Martén Carranza; el paterno, Francisco Jiménez Oreamuno, casa-do en segundas nupcias con Auristela Castro Saborío quien tuvo únicamente un hijo que fue mi padre. De su primer matrimonio tuvo seis hijos. Don Francisco era un hombre muy activo, dedicado a la construcción en la mayor parte de su tiempo, pero también dedicado a la política. Fue gobernador de Cartago en varias ocasiones y diputado del Congreso. Él construyó el edificio que ocupó el Hospicio de huérfanos durante un siglo más o menos, conocido después como el COVAO; ya ahora solo queda la capilla de María auxiliadora que fue parte de dicha construcción.

Mi abuelo era gobernador de Cartago para el tiempo del terremoto. Cuentan que tuvo que pararse a la salida de la ciudad destruida, a convencer a la gente para que no se fuera, que se quedaran para reconstruir la ciudad. Poco antes había intentado techar lo que hoy son las ruinas de Cartago, en eso se vino el terremoto de 1910 y ahí acabaron los intentos de conclusión de esa obra. Construyó algunos otros edificios del Cartago de esa época; tam-bién el acueducto que sirvió por casi un siglo, renovado hace algunos años. Mi abuelo era primo hermano de don Ricardo Jiménez, pero partidario político de don Cleto.

¿Y cuál es la relación histórica de la familia Jiménez con el Hospicio de Huérfanos?

_ El Hospicio de huérfanos de Cartago fue fundado por el padre Joaquín Alvarado, de quien toma el nombre el cantón de Alvarado, cuya cabecera es Pacayas. Una donación de una tía de mi abuelo Francisco, doña Dolores Jiménez Zamora, hermana del presidente don

Jesús Jiménez Zamora, hizo posible la finali-zación de la obra, en el barrio El Molino.

Doña Dolores fue todo un personaje en su época, era una mujer empresaria, se dedicó al cultivo de café en grande. Por los años de la segunda mitad del siglo XIX, sus cafetales se extendían desde Tres Ríos hasta lo que hoy es el Barrio La California. Era económicamen-te muy poderosa. Ayudó a su hermano, don Jesús Jiménez, financiándole la campaña que lo llevó a la presidencia en 1869, y fue socia fundadora del Banco de Costa Rica, del que su yerno don Francisco Peralta era el presidente.

Fue la primera mujer exportadora de café costarricense a Europa e incluso, estando de viaje en Inglaterra inició las negociaciones para constituir una empresa naviera. Sin embargo, a su regreso al país pudo más su humanismo y su preocupación por la niñez desvalida, misión en la que invertiría gran parte de sus bienes. En-tre sus obras filantrópicas está la fundación del Hospicio de huérfanas de Cartago, hoy día el Colegio Sagrado Corazón, de Cartago. Y como el padre Alvarado había tenido la inquietud de fundar el Hospicio de huérfanos, pero su dona-ción no fue suficiente, doña Dolores completó los fondos para tan noble propósito, mediante una donación muy particular. Resulta que ella había quedado viuda y en vida había hereda-do a sus cuatro hijas, pero una de ellas, Eleu-teria Sancho Jiménez, murió estando soltera, a la edad de 46 años. Como no había herederos, entonces doña Dolores, en cumplimiento de la voluntad de su hija, donó la herencia que le correspondía, cercana a los noventa y ocho mil pesos, para que se pudiera consolidar el proyecto del padre Alvarado. Eso fue en 1902. La única condición que puso doña Dolores fue que el Hospicio fuera administrado por sus he-rederos y que fuera construido por su sobrino, Francisco Jiménez Oreamuno, mi abuelo, quien fue el primer presidente de la Junta Adminis-

trativa del Hospicio de huérfanos de Cartago, puesto que me enorgullezco en ocupar hoy día, en nombre de la familia Jiménez y en memoria de doña Dolores y su hija Eleuteria.

¿Y con los Salesianos y el COVAO?

_ Mi abuelo trajo a la orden de los Salesianos a Costa Rica. Algunos dicen que por iniciativa de doña Dolores. Él hizo el contacto con ellos en El Salvador y les planteó la idea de que se encar-garan del Hospicio de Huérfanos, construido en 1902. Los Salesianos vinieron en 1906 y asumie-ron la administración del Hospicio; lo convirtie-ron después en Escuelas Salesianas que fueron el embrión del Colegio Vocacional de Artes y Oficios – COVAO, fundado en 1953, ante la ne-gativa de la Junta Administrativa del Hospicio, de atender el deseo de los Salesianos de que se les traspasara todo el patrimonio a la Orden.

El COVAO alcanzó pronto un gran desarro-llo y abrió la Sección Nocturna; luego, bajo la tutela de la misma Junta Administrativa, fue fundado el Colegio Experimental Bilingüe “José Figueres Ferrer”; colegio privado de in-terés público, que sirve a una población con recursos económicos muy limitados. Así, lo que se fundó a principios de siglo como un Hospicio de Huérfanos, se convirtió en una especie de Fundación, en la que sigue habien-do presencia de la Municipalidad de Cartago, como defensora del legado del padre Alvara-do, y de la familia Jiménez, en resguardo de los intereses de doña Dolores Jiménez. •

Hospicio de Huérfanos de Cartago. Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit.Sorteo de lotería conmemorativo de los 100 años del Hospicio de Huérfanos de Cartago.

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PedroPabloQuiróspresidente ejecutivo del ice

En el año 1963 la telefonía se caracteri-zaba por ser de un sistema manual, era operada por una empresa privada y no

cubría todo el territorio nacional. El sistema ni siquiera alcanzaba las 10 mil líneas; la calidad era pésima, lo que ubicaba a Costa Rica en el último lugar en el desarrollo de las telecomu-nicaciones en América Latina.

Por disposición del gobierno de don Fran-cisco Orlich, 1962-1966, se le solicitó a la em-presa Fuerza y Luz, cuyos dueños eran Bone and Share, la concesión de telefonía para asig-nársela al ICE. Para ese entonces el Instituto Costarricense de Electricidad solo brindaba servicios eléctricos.

En 1964, los ingenieros y funcionarios del ICE debieron darse a la tarea de iniciar con esa nueva labor que estaría en manos de la insti-tución. El nuevo proyecto de telefonía estaría en manos de este servidor, contratado por la institución específicamente para ese proyecto; y de los ingenieros Armando Bonilla, Felipe Herrero, Armando Hidalgo y el coordinador del grupo, Antonio Cañas. A partir de este grupo se organizó el trabajo que exigió la con-tratación de otros especialistas.

Empezamos con apenas un par de escrito-rios en donde hacíamos los diseños, en un pequeño departamento que si acaso alcanza-ba los 100 metros cuadrados de oficinas, en Barrio Aranjuez, frente al antiguo edificio del ICE. Al año de estar allí, nos pasamos a un edificio de apartamentos, a un costado del Hospital Calderón Guardia.

Luego nació lo que hoy es el edificio viejo de San Pedro, en donde pusimos salas de ope-radoras y fuimos transfiriendo las operadoras del sistema manual hacia ahí.

En los primeros dos años, se empezó a for-malizar un préstamo con el Banco Mundial. Una vez que se tuvieron los recursos sacamos a licitación los equipos, que llegaron en 1966.

Cuando se empezó a operar no podíamos bajar el “switch” sin enganchar teléfonos al sistema activo, entonces en las transiciones siempre hay dificultades, lo hicimos en vivo, nadie perdió la capacidad de comunicación. El sistema operó en condiciones muy interesan-tes porque no había prensa, abogados, dipu-tados, a nadie le importaba lo que hacíamos, entonces trabajábamos muy tranquilos.

La escogencia de los sitios se llevaba a cabo de acuerdo con la demografía. Se decidió unir a todas las cabeceras de provincia; por ejem-plo, Guanacaste estaba aislada y con muy mala carretera, no existían teléfonos. Se decide entonces entrar a esa provincia con telefonía automática; la cobertura alcanzó las ciudades más importantes cuya conectividad se hacía con la cabecera en Liberia. En ese momento el enlace se realizaba con una red analógica de microonda, en la actualidad se realiza con fi-bra óptica.

Desde que el ICE asumió el reto de la tele-fonía el servicio fue automatizado. La primera central que empezó a operar automáticamente fue en Escazú. Meses después se contaría con centrales en San José y San Pedro. Este sistema permitió que las personas pudieran comuni-carse a cualquier parte del país. Los teléfonos eran de un disco, luego pasaron a la modali-dad botonera.

El modelo de telecomunicaciones que se implementó en Costa Rica se basó en una ex-periencia de Suecia. En ese entonces no había experiencia en el campo de las telecomunica-

ciones, lo que existía eran muchas ganas de aprender. Yo me fui a Suecia; ahí me llamó la atención el desempeño; y una empresa que se llama Televerket me regaló todas las normas y procesos; se tradujeron al español, se tropi-calizaron y se arrancó en el ICE; un 70% de esa organización aún existe hoy en día.

Como anécdota, cuando los Estados Unidos alunizaron sus astronautas, aquí queríamos ver aquel acontecimiento, no teníamos cómo, no había estaciones terrenas para captar la se-ñal; Panamá sí tenía medios, iba a transmitir la señal y trajo la señal por microondas a David. La telefonía a David y el enlace era de unas señoras que a mí me tocó visitar; les solicité si podíamos tomar la señal y traerla hacia Costa Rica, pues nos regalaron la señal y no paga-mos nada.

Una vez que ya teníamos el permiso de ac-ceder a la señal, la pregunta era cómo trans-mitirla de David hasta cerro Adams en Golfito; fue cuando el ICE acudió a la improvisación de una antena en la frontera. La estación pro-visional permitió que un canal obtuviera la señal y los costarricenses disfrutaran de esa transmisión.

A finales de los años sesenta, el Instituto Costarricense de Electricidad compró RACSA. Para esa época prestaba un servicio para en-viar mensajes denominado telex, dentro de la red de voz; este servicio permaneció hasta fi-nales de los años setenta. En los años ochenta se apuesta al uso de fax, y en los noventa Cos-ta Rica se inicia con el servicio de internet.

En 1970, ya consolidada por el ICE la moderni-zación de las telecomunicaciones, decidí irme al exterior, a colaborar con proyectos similares. Es-tuve en Venezuela como nueve años ayudando

Casi un quinquenio después de la creación del ICE en 1949, el Instituto

daría inicio a un nuevo reto.

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a instalar un sistema 4 veces más grande del que se hizo en Costa Rica. En Jordania tuve a cargo el desarrollo de un sistema similar a lo que aquí se llama gobierno digital y también estuve involu-crado con varias fábricas en Europa.

DONJORGEMANUELDENGO

_ Otra anécdota muy bonita me sucedió es-tando en Venezuela. Un miembro de la com-pañía telefónica, de nombre Pedro Pablo Az-purua, se acercó a mí en un acto y me dice: me dijeron que usted es costarricense; yo estudié en Minnesota y mi compañero de cuarto se lla-ma Jorge Manuel Dengo. Déjeme decirle que si América Latina fuera un solo país yo sería el primero en decir que Jorge Manuel Dengo tendría que ser el primer presidente. Yo le he dedicado dos libros al señor Dengo, afirmó.

A mediados del año 1985 hubo un intento por brindar el servicio de telefonía celular; esa iniciativa estuvo a cargo de una compañía de nombre Milicom, pero se frustró al ser el eje central de varios escándalos, al punto que se les eliminó la concesión. Diez años después, el ICE ingresó al mercado el servicio de telefonía celular con la tecnología TDMA; sin embargo se estimaba que en pocos meses aquella tecno-logía fenecería, ya que los fabricantes se enfo-can en otro tipo de celulares.

En la década de los noventa, el ICE trans-fiere las redes de analógicas a digitales. Una vez digitalizado todo, se pensó en anchos de banda. Este proceso tardó varios años y fue implementándose de forma gradual. Ya no se piensa en centrales telefónicas, se piensa en plataformas, ya uno no ve la telefonía tan rígida como era la analógica. El día de mañana nos vamos a olvidar de las centrales telefónicas porque se trabajará con direcciones IP.

EL“COMBO”DELICE

_ Entre marzo y abril del año 2000, Costa Rica vivió uno de los períodos de mayor movi-lización social de su historia. Hablamos del de-nominado Combo del ICE, un proyecto de ley que pretendía modificar el esquema de gestión estatal de las telecomunicaciones y la genera-ción eléctrica. La oposición mediante manifes-taciones, huelgas y paros de labores hizo que esta iniciativa aprobada en primer debate por los diputados no se convirtiera en ley.

El combo tenía una base privatizadora: vender al ICE. Hubo una reacción para que no se diera esa venta; me parece que en el Combo había ten-dencias no bien analizadas del gobierno. Cómo se iba a justificar la venta de toda esa historia, cuando ha sido motivo de orgullo nacional.

TIEMPOSDETRANSICIÓN

_ La tecnología de telefonía celular GSM en-tró a funcionar en el año 2001 con la empresa ALCATEL. En setiembre del 2009 se saca del mercado el servicio que presta esa empresa y los suscriptores se transfieren a las platafor-mas que tiene el ICE.

En el 2006 yo estaba radicado en Miami y el presidente Arias me ofreció el puesto de pre-sidente ejecutivo del ICE.

En mayo del 2008 finalizan los 60 años de monopolio del ICE. Los diputados aprobaron la Ley General de Telecomunicaciones, la cual contempla un marco normativo para que pue-dan operar en Costa Rica empresas privadas que vendan líneas de telefonía celular y co-nexiones a internet.

La historia va a decir que a mí me tocó bailar con la más fea, que es la transición

de un monopolio al mercado abierto; es-toy seguro, porque vienen cosas difíciles de manejar, como es la administración del espectro.

La apertura significa que tenemos que cam-biar muchas cosas, representa ver cómo ha-cemos negocios con la posible competencia. Parece mentira pero tenemos problemas se-rios internos en el país con la creación de una regulación; no hay reglas de juego, creo que la apertura va a ayudar a que la regulación sea menos caprichosa; la apertura va a obligar a los entes rectores y reguladores a ser más se-rios y más “largoplacistas”.

NUEVOSPROYECTOS

_ En la actualidad el ICE está desarro-llando 5 macro proyectos en electricidad, de forma simultánea: Diquís, Pirrís, Re-ventazón, Pailas, que es un proyecto en geotermia y Garabito. Si sumamos todos los megavatios de estos proyectos, es más de la mitad de lo que tenemos hoy en día, hecho en 60 años. Se necesitan como seis años más para que todo esto entre en ope-ración.

El ICE cuenta con varias plantas hidro-eléctricas. Entre las grandes, destacan tres: en Arenal, Garita, Río Macho, Cachí, Angostura, la Joya y otras más pequeñas. También tiene una planta geotérmica en Miravalles y otro proyecto en Pailas.

Hay un proyecto histórico que pronto será inaugurado: es la entrada en operación de la tecnología de tercera generación 3G; 950 mil líneas celulares estarán disponibles; eso salió en 10 meses. Es un récord, porque en eso el ICE duraba de 5 a 6 años; es decir, se puede. •

En la actualidad el ICE está desarrollando 5 macro proyectos en electricidad, de forma simultánea: Di-quís, Pirrís, Reventazón,

Pailas, que es un proyecto en geotermia y Garabito.

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InstitutoNacionaldeSegurosins

Guillermo Constenla, Presidente Ejecutivo.*

La historia de los Seguros en Costa Rica se genera con las exportaciones de café a Inglaterra, las cuales eran aseguradas

por las compañías inglesas. A finales del si-glo antepasado y principios del pasado, em-pezaron ciertas actividades aseguradoras de compañías extranjeras que proveían algunos seguros a los ciudadanos costarricenses.

En ese entonces, el Banco Anglo Costarri-cense pedía como garantía un seguro de in-cendio para otorgar préstamos a los cafeta-leros nacionales. A finales del año 1910, se estableció la Compañía Nacional de Seguros e inició actividades en enero de 1911, ofrecien-do seguros de incendio.

En 1922 se constituye la Sociedad de Se-guros de Vida del Magisterio, la entidad más antigua de esta índole; aún se mantiene y está autorizada para prestar servicios de asegura-mientos.

La constitución del Instituto Nacional de Seguros surge a raíz de una preocupación que tuvieron los gobernantes de aquella época, particularmente el presidente de la República don Ricardo Jiménez Oreamuno (1910- 1914/ 1924- 1928/ 1932- 1936) y su ministro de Ha-cienda, el señor Tomás Soley Güell. En ese entonces se daban una serie de circunstancias, entre ellas lo que se denominó “el incendia-rismo” por parte de personas que adquirían pólizas de seguros y le prendían fuego a sus propiedades.

Soley Güell promovió el monopolio de los seguros en manos del Instituto Nacional de Seguros; en aquel entonces al INS se le dio el nombre de Banco Nacional de Seguros. La iniciativa fue producto de la Ley de Seguros aprobada en octubre de 1924.

El Banco Nacional de Seguros empezó sus labores el 2 de noviembre de 1925, bajo la lí-nea de seguros de vida. El edificio que alber-gaba sus oficinas se ubicó en calle 5, avenidas 3-5, costado oeste del Parque Morazán.

A partir de entonces, el INS desarrolla en Costa Rica la actividad de seguros, luego se consolidan los reaseguros. De forma paula-tina se fueron introduciendo diversos tipos de seguros como el riesgo de trabajo, seguros de vida, seguros de incendio, entre otros. En febrero de 1926, abre la línea de seguros de in-cendio y en junio de ese mismo año se le otor-ga la administración del Seguro de Accidentes de Trabajo.

El 14 de marzo de 1926 se registró el acci-dente ferroviario más grande ocurrido en nuestro país, en el puente del Virilla. Precisa-mente ese percance dio origen al primer caso de indemnización por seguro de vida. Santos Herrera había suscrito 2 meses antes el segu-ro, por la suma de 5000 colones, pagando una prima anual de 125 colones.

En 1936, el Instituto empezó a crear su-cursales. La primera de ellas se abrió en Li-món, para cubrir las actividades portuarias; la segunda se creó en Puntarenas en el año 1945. Así fueron extendiéndose las agencias a otros lugares como San Isidro de El Ge-neral, en Pérez Zeledón y Ciudad Quesada, en San Carlos, ambas en el año 1969. Hoy en día se les denominan sedes, y suman vein-titrés.

El 21 de mayo de 1948, un decreto ejecutivo hace que el Banco Nacional de Seguros cambie de nombre por el de Instituto Nacional de Segu-ros. En la década de los años cincuenta se da un gran auge en la producción de seguros. En 1969,

el INS asume el seguro de cosechas y en 1973 el seguro obligatorio de vehículos automotores.

Durante 84 años, el INS brindó sus servicios de forma monopólica, amparado en la ley de 1924; sin embargo, esa potestad quedó nula luego de que el 7 agosto del 2008 entrara en vigencia la Ley Reguladora del Mercado de Seguros. La administración actual del presi-dente Oscar Arias aprobó la ley de apertura del mercado de los seguros. La ley está en vi-gencia y existen varias compañías que ya han sido autorizadas para competir en un mercado abierto en la venta de seguros junto al INS.

En este momento el INS es una de las em-presas más importantes de seguros, no sola-mente en Centroamérica, sino incluso a nivel latinoamericano; en los últimos años, con los programas que hemos establecido para po-der competir, ha crecido notoriamente y hoy el INS es la entidad financiera con el mayor patrimonio del país.

¿Y otra proyección social del INS?

_ El INS auspicia al Hospital Nacional de Niños, patrocina al Teatro Nacional, no solo en eventos culturales sino en la mejora de la planta física. En el Museo del Jade, el Instituto tiene una de las colecciones más amplias de Latinoamérica, de alto valor arqueológico; al-canza las 6500 piezas arqueológicas, pero solo un 20 % está en exhibición.

¿Obras futuras?

El INS va a construir un Museo de conte-nido arqueológico; además está en proceso de adquisición de unas propiedades frente a la Plaza de la Cultura. una vez construido y acondicionado ese lugar, se exhibirán todas las piezas arqueológicas que tiene en sus manos. Esa es una inversión de carácter socio cultural e histórica muy importante para la sociedad costarricense y puede alcanzar fácilmente los 15 millones de dólares. •

*Constenla es administrador de empresas, ingeniero eléc-trico y mecánico, y agente corredor de bolsa. Asumió la presidencia ejecutiva del INS en la administración de Oscar Arias.

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JuntadeProtecciónSocialjps

Entrevista a la señora Eugenia Hernández.*

El 3 de julio de 1845, la Cámara de Re-presentantes aprobó el decreto XXV, de creación de la Junta de Caridad, el

Hospital San Juan de Dios y la construcción de un cementerio en San José, en atención a la propuesta del Dr. José María Castro Madriz. La tarea de esa Junta sería administrar y crear un Hospital General, el Hospital San Juan de Dios. Sus miembros provenían de connotadas familias de la alta sociedad costarricense como los Montealegre, Echandi, Tinoco, Montes de Oca, Bonnefil, Guardia, Peralta, Fernández y Rohrmoser, entre otras. El mismo decreto también citaba la creación de un Panteón Ge-neral con el fin de generar rentas para la Junta y así iniciar la construcción del centro hospi-talario.

Paralelo a esta iniciativa surge el Patronato de Hermanos o hermandades que colaboraban con la Junta de Caridad, quienes se dedicaban a realizar diversas actividades para obtener los recursos necesarios, mientras algunos ca-fetaleros realizaban donativos; además de las mandas for-zosas exigidas por ley y algunas dona-ciones significativas como la del Obispo Anselmo Llorente y Lafuente

Recuerdo haber leído que los sacer-dotes en las misas exhortaban a la gen-te a que donara joyas para recaudar fondos para la creación de la Junta de Caridad y el oro que la gente daba se fundía para ese fin.

Para esa época se daban muchos casos de en-fermos de lepra y cólera, por ello la Junta de Ca-ridad se avocaba a la salud e higiene pública. La Junta fue una institución altruista que más que buscar beneficios económicos se concentraba en la beneficencia. Con los primeros recursos que obtuvieron se adquirió el terreno en donde se ubica el HSJD, con un costo de 1500 pesos.

Por decreto del 3 de julio de 1845, la Jun-ta de Caridad también asume el Lazareto, un asilo para leprosos que se ubicaba en Cartago. En esa provincia, los frailes de San Francis-co tenían una sala que se llamaba la Casa de Salud de San Juan de Dios, por 1784. De ahí, años después, surge el nombre de Hospital San Juan de Dios. Al asumir el Lazareto, el leprosario se reubicó en el HSJD.

Sobre esto, un pasaje doloroso es el decreto que inclusive imponía pena capital a los le-

prosos que se fugaban del antiguo leprosario, antes de ser administrado por la Junta de Ca-ridad, alrededor de 1833.

Desde que se creó la Junta de Caridad, se pensó en promover el juego de la lotería para recaudar fondos; en diciembre de 1845 se hizo un intento, sin embargo, los frutos esperados no llegaron; hubo poca aceptación por parte del público pues en ese entonces abundaban las rifas de todo tipo, consideradas como clan-destinas hoy día.

En 1858 se aprueba el traslado del Cemen-terio “Panteón” General, del HSJD, a una faja de terreno ubicada en la calle que conduce a Mata Redonda; dicho traslado se hace efectivo en 1862. Ocho años más tarde se iniciaría la inscripción de defunciones.

En 1852, se inicia la construcción del Hos-pital General San Juan de Dios. Mientras se realizaba la construcción, se abrían en

el mismo espacio salones para aten-der a tuberculosos, locos y niños, en-tre algunos otros tipos de enfermos. En 1855 el edificio quedó totalmente terminado.

Llegó un momen-to en que el centro hospitalario se em-pezó a llenar de en-fermos mentales; la demencia, la agresi-

vidad y el estrés eran catalogados en este ám-bito. Por ello deciden hacer un salón específi-co que lo denominarían Hospital Nacional de Locos. En 1883, por decreto, se giran fondos del gobierno para crear dicho centro hospita-lario que en 1897 cambiaría su nombre por el de Asilo Chapuí, en honor al padre Chapuí, impulsor de la atención a los enfermos men-tales en el país.

Fue hasta 1885, en un segundo intento, que la lotería logró consolidarse en el país, convir-tiéndose en una importante vía de captación de recursos para la atención del área de enfer-mos mentales. El primer sorteo de la Lotería Nacional se realizó el 7 de junio de 1885; el premio mayor fue el número 1, en ese enton-ces no se jugaba la serie; la premiación fue de 500 pesos y la ganadora fue la señorita Amelia Rohmoser. El 12 de julio de ese año, se reali-zó el primer sorteo extraordinario, el número ganador fue el 1578 con una premiación de 1550 pesos. Años después, en 1941, se inició el juego de la lotería popular Chances.

El 11 de noviembre de 1936, vía decreto, la Junta de Caridad cambia de nombre a Junta de Protección Social de San José. Muchos años después, en febrero del 2009, modifica por tercera vez el nombre, consolidándose como Junta de Protección Social.

Entre 1931 y 1945, la Liga Antiberculosa y la Junta empiezan a hacer los trámites para construir un Hospital Antituberculoso, de-bido a que también había una demanda cre-ciente en el HSJD de personas con esta enfer-medad. Aquella iniciativa dio origen a lo que hoy se conoce como el Hospital Geriátrico Dr. Blanco Cervantes.

De 1954 a 1964, se impulsó una sección de atención de niños en el HSJD, que con los años se consolida en el Hospital Nacional de Niños, pero la Junta de Caridad no lo administra y decide cederlo a la Caja Costarricense del Se-guro Social -CCSS.

En los años setenta la JPS se trasladó para el edificio actual. En 1977 el Hospital San Juan de Dios y todos los otros servicios de hospi-tales que administraba la Junta de Caridad, pasaron a manos de la CCSS.

Una vez que la Caja asume la administra-ción de los hospitales, la JPS dirige los recur-sos económicos a diversas causas sociales, como asilos de ancianos, centros educativos, programas de alcoholismo, niños en riesgo social, enfermos de VIH- Sida; y sigue apor-tando a los centros hospitalarios.

En el año 1981, se aprueba la construcción de un cementerio más moderno, el Cemente-rio Metropolitano. La entrega se concreta el 31 de enero de 1985.

El papel jugado por la Junta, primero de la Caridad y luego la de Protección Social ha sido fundamental en el desarrollo social del país, sobre todo en la atención de los más ne-cesitados. Hoy día, el 87% de los recursos que genera y percibe son dirigidos a obras socia-les, mientras el restante 13% se dedica a los costos de administración. •

Don Abundio Gutiérrez, Presidente eje-cutivo de la Junta de Protección Social

Asilo Chapuí. Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit.

* Historiadora, encargada del archivo central de la JPS. Escribió la reseña histórica de JPS en el año 2000, la cual abarca el período comprendido entre 1845- 2000, al cumplir la institución sus 150 años de creada.

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DoñaLíaBonillaChavarría

¿Quiénes fueron sus ancestros?

Según parece nosotros descendemos de un Fraile, Fray Alonso Bonilla, que vino con Juan de Cavallón. Él trajo al hijo de 14

años y lo presentaba como sobrino y lo educó según la época. Fray Alonso se quedó en Carta-go y el hijo se casó con una hija de un jefe indí-gena, de ahí descendemos todos los Bonilla.

Mi abuelito fue Salvador Bonilla y mi tío abuelo era don Víctor. Santacruceños, nacidos en Arenal, lo que hoy es Cartagena de Santa Cruz. En los archivos nacionales aparece una finca llamada Los Guacales, que tenía un se-ñor de apellido Álvarez, en Arenal, ahora Car-tagena. Yo entiendo que esa finca fue de mi bisabuelo don Santamaría Bonilla, el Bonilla que se vino de Cartago y se metió ahí, a Santa Cruz. De él cuentan que era muy celoso, tenía un rancho enorme y cuando salía a la Villa a hacer compras, barría alrededor del rancho, para saber si alguien había entrado en su au-sencia.

Cuénteme sobre sus papás.

_ Mi papá se llamó Cleto Bonilla. En la época de su niñez y la de mis tíos, Ramona y Miguel, no existían escuelas en Santa Cruz, entonces mi abuelo contrataba maestros de Nicaragua y El Salvador, para que les dieran la equivalencia de los 3 primeros grados de la primaria. Luego fueron a San José. Figúrese que pasaban 3 días navegando por el Tempis-que y el Golfo de Nicoya, en bongo, solitos con el bonguero, así iban a Puntarenas, y de ahí subían en bote por el río hasta Barranca, y luego a caballo hacían otra jornada para lle-gar a San José. Así estudiaron en la escuela del edificio metálico y luego pasaron al Liceo Na-cional, antecesor del Liceo de Costa Rica.

Mi papa se hizo bachiller. Él hizo su bachi-llerato en francés, porque debían especiali-zarse en una lengua extranjera. tenía muchos libros en francés, y solo poco antes de morir lo escuchamos hablar en ese idioma.

Luego de hacer el bachillerato, entró a la Universidad. Ahí empezó a relacionarse con

personajes importantes; conoció a don Cle-to González Víquez con quien hizo amistad. Papá fue diputado en sus dos administracio-nes.

Yo recuerdo vagamente la última vez que don Cleto González Víquez entró en cabalga-ta, en una manifestación política a Santa Cruz (ovación le llamaban entonces). Me acuerdo que estábamos en el balcón de una casa de mi prima, y nosotras las niñas y las mucha-chas les lanzábamos pétalos de flores. Eso fue como en 1927, yo tenía 6 ó 7 años.

Papá fue el primer abogado de la Provincia, egresado de la Universidad de Santo Tomás. Era del grupo íntimo de don Cleto González Víquez, según contaba don Joaquín Barrio-nuevo quien fue Secretario del presidente. Mi papá era muy modesto, no alardeaba, lo que nosotros sabemos es por otras personas por-que él era muy humilde.

¿Y su mamá?

_ Mi mamá se llamaba Simonita Chavarría, hija única de una mujer humilde. Dicen que mamá era una belleza criolla, tanto que volvió loco a don Cleto Bonilla.

Mi papá después de salir de la Universidad, fue nombrado Secretario de la Gobernación, y luego inspector de escuelas. Tenía que visi-tar toda la provincia y en esa gira duraba 8 días. Viajaba en una mula y pasaba por la fin-ca donde estaba mi mamá, y siempre pasaba pidiéndole un guacalito de agua fresca, y ella corría a buscarle el mejor, para atenderlo. Ella era una chiquilla, mi papá le doblaba la edad, ella se casó de 14 años y papá de 30. A los 15 años tuvo la primera hija, dicen que era muy linda.

Murió de treinta y algo de años, yo no la recuerdo; siendo niña yo soñaba con ella pero nunca le veía la cara. Sí recuerdo que ella era alta, de pelo negro y crespo pero de la cara no recuerdo nada. Me acuerdo que me iba a la iglesia y le jalaba la túnica a la imagen del Nazareno creyendo que era mamá. Yo tenía apenas 5 años.

Doña Lía, hábleme de usted, de su niñez, de

cómo estudió, de cómo era la Santa Cruz de aquel tiempo.

_Yo nací en 1920. Acabo de cumplir 88 años. Éramos 12 hermanos y quedamos huérfanos cuando yo tenía 5 años; mi papá como aboga-do no podía hacerse cargo de 4 niños meno-res. Mi tía Ramona me metió de oyente a pri-mer grado, tenía mucha facilidad para lectura y escritura. El segundo grado lo hice en Libe-ria, con la niña Celinita Mayorga, hermana de los Mayorga Rivas. Así, parte de mis estudios fueron en Liberia y parte en Santa Cruz.

Ya después decidí trabajar de maestra aspi-rante y me metí a estudiar al Instituto de For-mación Profesional del Magisterio. Fueron 6 años muy duros, sin vacaciones ni nada, hasta que me gradué de maestra.

Hagamos un paréntesis para hablar de su her-mano Jesús, el compositor, el autor de Luna Liberiana.

_Mi hermano Jesús, el músico, murió el día que cumplía los 88 años, hace 8 años más o menos. Él compuso “Luna liberiana” en 1935, hace 74 años. Fue una noche, después de ha-ber ido a ver una película en el cine Mayorga, con un amigo, Felo Cantero, de Cañas, que to-caba en la banda de Liberia. Cuando terminó la película apagaron la planta que también le daba luz a la ciudad, y todo quedó en penum-bras. Chú y Felo se sentaron a conversar en la acera, en la esquina de la cantina La copa de oro, del chino Rafael. Cuando la luna des-puntó en oriente comenzó a bullir la inspi-ración en Chú y la letra y música de “Luna liberiana” comenzaron a brotar. Los dos ami-gos decidieron caminar por la ciudad que ya para entonces resplandecía con su blancura. La inspiración seguía dando frutos y cuando llegaron a la plaza Rodríguez, junto a lo que hoy es el estadio Edgardo Baltodano, la obra quedó concluida.

Algo importante y poco conocido es que cuando terminó la última guerra mundial, In-glaterra quiso manifestar su agradecimiento a los países aliados a favor de la democracia, y para ello mandaron a grabar una pieza de algún artista de cada país, con el fin de que

Nació en Santa Cruz, Guanacaste, en 1920.

Mi aporte más sonado ha sido el grupo 25 de Julio, con el cual dimos a conocer el folclor

guanacasteco en el país y más allá. Eso sería una historia aparte.

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las tocaran las bandas militares. A Costa Rica, Inglaterra le demostró su gratitud grabándole a Jesús un long play que, entre otras composi-ciones, tiene el Vals del Recuerdo.

Volvamos con usted y hablemos de folclor.

Bueno. Yo había empezado a trabajar de maestra en el kínder de la escuela Ascensión Esquivel de Liberia; luego ya me nombraron fija en la escuela Central de Filadelfia, en Ca-rrillo.

Un día, cuando iba para la escuela, me en-contré una viejecita que me saludó muy ca-riñosa. Conversando con ella saltó la chispa del folclor. Era doña Rita Carmona que en su juventud había bailado en las calles durante las fiestas de los pueblos de esta zona y sabía muchísimas danzas típicas y folclóricas. Así rescaté una gran cantidad de danzas y bailes que ya habían desaparecido.

Otra persona de la que aprendí mucho fue doña Isolina Centeno de Guevara. Era hija de Dámaso Centeno, gobernador y comandan-te en tiempo del Presidente Iglesias. Antes, cada vez que un presidente tomaba posesión de su puesto debía venir a Guanacaste en gira oficial, y entonces cada cantón se esmeraba por atenderlo. En Liberia era la sociedad la que organizaba el baile oficial en la goberna-ción. Eran tiempos de profundas divisiones sociales, en todos los cantones.

Aunque la sociedad no aceptaba las danzas del pueblo, la niña Isolina se preparó con un amigo para bailar el Punto. Dicen que aquello causó una gran impresión, pero peor se puso la gente cuando el presidente Iglesias le pidió al acompañante permiso para seguir bailando el Punto con la niña Isolina.

LOS AMORES DE LACOY EL PUNTO GUANACASTECO

_ Doña Isolina era esposa de un señor Gue-vara que fue el administrador de la Hacienda Ciruelas, de Los Guardia. Ahí estaba siempre un muchacho llamado Laco Fernández, hijo de don Próspero Fernández y doña Cristina Guardia, y sobrino de don Tomás Guardia y de don Chindo Guardia. En la finca hacían unos fiestones, llevaban la banda de Liberia y hasta corridas de toros hacían. Cuentan que una vez, ahí en la misma esquina donde Chú compuso “Luna Liberiana”, en La copa de oro, Laco raptó a una señora de la sociedad, una señora casada, y se la llevó hasta la Hacien-da Ciruelas, a una de esas grandes parrandas; pues de ahí surgió la canción “Los amores de Laco”, que es un ritmo diferente de nuestro folclor, acompasado, una danza muy linda. Todo eso me lo contaba doña Isolina que co-nocía esas historias por medio de su esposo.

También ella me enseñó la modalidad anti-gua del Punto, que lo compusieron en un cala-bozo en Liberia, con el nombre de Zapateado guanacasteco, y con ritmo de danza clásica guanacasteca. Los músicos fueron poniendo cada uno su parte para un total de tres. Doña Isolina me enseñó la modalidad antigua, que era muy elegante, más lenta porque es danza, ahora es más movido porque es son suelto, el único que existe en el país.

Yo me había casado con un inglés, graduado de la Universidad de Manchester, y vivíamos en Miami. Una vez, estando allá, puse el radio y en-tró una emisora española y anunciaron el himno nacional de las provincias gallegas, y cuando escucho, ahí estaba la parte final del Punto. Anó-nimamente se le agregó al Punto, aquí en Gua-

nacaste, la cuarta parte, porque originalmente fue compuesta en tres partes. No se sabe quién le agregó la parte final, que es un zapateado, esa parte fue tomada del himno nacional de las provincias gallegas; alguien lo escuchó y se la agregó al Punto. Y también anónimamente le quitaron el paso de danza y le pusieron el ritmo de son suelto, que es único aquí.

El Punto fue compuesto en 1883, o algo así; esa modificación pudo haber sido a fina-les del siglo XIX. Mucho tiempo fue bailado como danza.

MÁS DE NUESTRO FOLCLOR

_ Doña Rita me enseñó una gran cantidad de bailes y me inspiró el amor por el folclor, yo no sabía casi nada de eso. En Santa Cruz, de chiquilla, solo bailábamos El Pavo. Mi hermano Jesús decía que eso era lo único tí-pico que había en Santa Cruz y afirmaba que cuando él lo bailó, siendo niño, constaba de tres partes, pero las que se conocen del Pavo son solo dos. Me quedó para siempre el dolor de no haberle preguntado a Chús cómo era esa tercera parte de esa pieza tan linda.

Mi aporte más sonado ha sido el grupo 25 de Julio, con el cual dimos a conocer el folclor guanacasteco en el país y más allá. Eso sería una historia aparte.

Después he formado grupos aquí en Pla-yas del Coco; uno de ellos el Perlas del Coco. En Sardinal ayudé a fundar el centro de an-cianos, entonces tuve que irme a vivir allá 3 años y formé un grupo con niños de V y VI grado, que fueron mi última agrupación. Ahora son mis discípulas las que siguen re-gando las semillas del folclor. •

En esta esquina, sentado en la acera, Jesús Bonilla recibió la inspiración que culminó en “Luna liberia-na”. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Fuente: Archivo de doña Lía Bonilla.

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MisaelCecilianopérez zeledón

Misael Ceciliano nació en La Palma, en 1927. Sus padres: Juan Bautista

Ceciliano y Águeda Valverde; casado con Ligia Delgado Bozzoli.

par. Una caminata era de aquí a Quebradas arriba, otra a División, otra al Cerro, otra a Ojo de Agua y después a Santa María: 5 días. Y por lo menos 3 más a Cartago.

Uno llevaba en la maletica un poco de maíz, los cerdos llegaban cansados y casi ni se pa-raban, bajaban muy pocos kilos porque había que ir al paso de ellos; yo recuerdo que era duro. Yo me le escapaba al peón para irme a asolear un poco los pies. Siempre me decían: no se vaya muy adelante, cuidado con los ti-gres, hay muchos animales salvajes; pero yo necesitaba calentarme un poquito.

¿Y normalmente dónde dormían?

_ Si nos cogía la noche sin llegar, por ejem-plo a División, donde había albergues que habían hecho el gobierno y los viajantes, en-tonces dormíamos en la gamba de un palo; ahí se hacía una fogata y los chanchos no se movían.

Había mucha escarcha, a veces teníamos que calentarnos las manos en el fuego para poder abrir los dedos. Ya de Ojo de Agua se iba uno hasta Santa María.

Pero el comercio de papá era más que nada con ganado. Él compraba ganado y se lo lle-vábamos a un señor en Cartago, don Atilio Rojas, para que lo vendiera, y él mandaba el dinero con nosotros mismos o con Beto Loai-za. Yo viajé mucho con ganado no sólo para Cartago sino hasta para el Sur, cuando ya la Bananera comenzaba a trabajar; ya siendo muchachillo iba con ganado para allá. íbamos a caballo, a veces algunos trechos se hacían a pie. Salíamos de Dominical y nos íbamos por la costa.

A ratos por donde va la costanera y otros por la playa. Había lugares muy estrechos que no se podían pasar porque eran puras monta-ñas, precipicios muy feos y había que esperar que la marea estuviera baja para cruzar por la playa y salir más adelante, y así nos íbamos.

La ruta era a Dominical, Uvita, San Buena-ventura, Puerto Cortés y Palmar, donde un chino, Domingo Chang, él hacía el negocio con la Bananera.

Nosotros veníamos con bueyes,, cuan-do había una trocha nada más de aquí a Dominical, y lo hacíamos en

tres días con bueyes. Había que llevar tabaco y granos que se producían aquí y traer de allá lo que llegaba en lancha a un muellecito que tenía don Víctor Sibaja.

Había una señora, doña Dorotea, que viaja-ba con bestias a traer sal a Dominical y ayuda-ba con el correo.

¿Dónde eran los sesteos? Porque para tres días de camino ya se necesitaba sestear.

_ Había uno en Platanillo y otro en el Alto de San Juan. En Platanillo había una señora, Doña Rosa Segura me parece que era, esposa

de un Infante, no me acuerdo bien el nombre, ella hospedaba a la gente; todo el mundo lle-gaba a tomar café; ellos tenían potreros y ahí uno soltaba los bueyes y las bestias.

¿Y por el Cerro?

_ Por el Cerro lo que hacíamos eran arreos de cerdos y de ganado. Era una gira durísima; nosotros arreábamos de aquí a Santa María y a veces había que arrear hasta Cartago. Lo más duro era de aquí a Santa María; de ahí ya había trocha y las maquinarias venían tra-bajando pero no habían llegado todavía a San Isidro, todavía estaban esos tapones.

Cuando mi papá arreaba era por las pica-das, por Quebradas y de ahí desviarse y tre-

Iglesia de San Isidro de El General.

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También tuve un hotel en Dominical, se lla-maba Miramar; lo tuve con don Mariano Fi-gueres, el papá de don Pepe, y Doña Teresita, que era la señora que el tenía en ese tiempo. El viejito era muy mayor pero muy bueno, un hombre tan especial, a mí me chineaba mu-cho, francamente. A él le gustaba hacerme la barba, peluquearme, hicimos el hotel entre los dos.

Cuéntenos algo del 48.

_Yo participé. Yo tengo historia que contar porque participé en la revolución desde el pri-mer día, porque Romilio Durán, quien fue un diputado que tuvo Liberación, tenía mucha amistad con papá, y no sé por qué, me metie-ron a mí en eso, con tan poca edad. Así que la noche antes de que llegara la gente que venía de Desamparados para formar aquí la revolu-ción, ya yo eso lo sabía, pero no podía decirle a nadie porque las autoridades nos traían a monte.

Yo participé desde el principio hasta el final de todo eso; siempre estuve muy cerca del Ge-neral Ramírez.

Era un hombre fornido, pesado, moreno, alto, parece que tenía pie plano porque tenía un andadito así como de agricultor, pero muy valiente. Era un poco huraño, no trataba mu-cho a la gente. Un militar muy serio en sus co-sas, muy bueno. Él me tenía mucha confianza y cuando tenía que dar una orden, depende de donde fuera, me llamaba para preguntarme. Como yo era conocido aquí, toda esta zona yo la andaba a caballo por los negocios de papá, ¿qué camino no conocía yo? Sabía por dónde podíamos andar y por dónde no.

Recuerdo cuando tomamos Pérez Zeledón. Aquí estaba Tijerino.

¿Qué supo usted de Tijerino?

_ No mucho. Era un Oficial en Jefe, creo que era extranjero, era de parte del Gobierno y venía con tropas de Nicaragua por este lado de Dominical; y habían estado por el lado de Golfito también. Yo nunca lo traté. Lo encon-tramos muerto. Lo mataron por allá por Pal-mares cuando iba huyendo y nunca se supo cómo.

_Yo recuerdo que cuando derrotamos a Ti-jerino aquí en San Isidro, veníamos de Santa María. Don Pepe llegó en la madrugada, nos levantó a todos; ese día yo no estaba haciendo guardia ni nada, sino que estaba durmiendo en una escuela que había ahí. Nos incorpora-mos pensando qué pasaba y nosotros creía-mos que nos iban a atacar y todo el mundo empezó a agarrar el rifle, porque uno dormía con el rifle a la par. Don Pepe se paró frente a la pizarra y nos dijo que tenía dos camiones y que teníamos que salir para San Isidro. Era la única ruta para salir porque del otro lado ya habían atacado. Y resulta que Tijerino estaba aquí, y cuando nosotros llegamos a Boquete, arriba como a las tres de la mañana, con los camiones, encontramos oficiales que iban de aquí como derrotados para afuera y nos de-cían …ustedes si siguen para allá van a morir como perros, … iban huyendo, no recuerdo los nombres.

Los camiones dieron vuelta y se fueron, pero dos nos tiramos del camión para seguir: un señor al que le decían Jamaica, de aquí de San Ramón de Pérez Zeledón y yo. Los dos teníamos las familias aquí. Traíamos un fo-quillo y veníamos por la trocha para abajo y comenzamos a oír un ruido de un carro y nos paramos y pusimos cuidado; y me dice Jamaica: apuesto que esa gente se devolvió, y nos orillamos y al momentito venían los ca-

miones, venían con las luces apagadas porque esa parte tiene cierta visibilidad del cerro para acá, venían los camiones, los esperamos y nos montamos, ahí donde está la piedra, ahí para-ron y organizamos el ataque.

¿Don Pepe estaba ahí?

_ No, Don Pepe dio la orden de salida.

¿Quién dirigía la tropa ahí?

_ Extranjeros. Ramírez y el Salvadoreño, y otro creo que de apellido Castro. Eran tres, y nos pedían la información para entrar a San Isidro. A papá lo mandaron a meterse por donde don Joaquín Barrantes, cruzar ese río y salir adelante a tomar la carretera que va para Palmares, dándole la vuelta al pueblo.

A mí me enviaron al puro centro, por don-de están los tanques de agua, y el resto de la gente se distribuyó; iban por detrás del ce-menterio a ver cómo empezábamos a tomar San Isidro. Pero por donde íbamos nosotros, en el alto, por el cementerio, ellos tenían un plantel y arriba, en un tanque de agua, tenían montada una ametralladora.

Sin saberlo, nosotros nos montamos enci-ma de las trincheras que ellos tenían ahí, con tan gran suerte que ellos se desbandaron; no quedó ni uno, nos dejaron solos y nosotros revisamos las trincheras que habían hecho y nada. Pero al momentito la ametralladora que tenían arriba del plantel comenzó a disparar y viera cómo sonaba eso. El señor este, Cas-tro, nos dice que avancemos por una parte de puro potrero y claro ellos nos estaban viendo, ya eran como las 7 de la mañana, y nos ataca-ron, tuvimos que regresar. Había un palo de limón y quise correr ahí y un muchacho se me adelantó. En el momento que vi que me ganó el palo, corrí y me tiré y me cargaron a fuego con la ametralladora. Se oyó la orden de que para atrás otra vez, pero el muchacho no se movió. Nos gritan que tratemos de llegarle a ver qué pasa con él. Otro muchacho que esta-ba a la par mía me dice: yo voy; él lo conocía, era Memo Barrantes, se fue y con solo que lo tocó … cayó

Quedó como si estuviera listo para dispa-rar, quién sabe por dónde le entró la bala; de eso no me di cuenta. •

Combatientes del 48, en San Isidro de El General.

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FerrocarrildelAtlántico

Yo nací en 1923; en julio cumplí 86 años; nací en Siquirres, en el centro, por don-de está la parada de buses.

Mis papá se llamaba Carlos Shaw, era un doctor en Siquirres, él tenía una farmacia. Mi mamá era de Jamaica, se llamaba Susana Anderson y como yo no era hijo legítimo, no podía llevar el apellido de mi tata. Tuve dos hermanos, Tito y Walter, ya murieron.

Mi papá nació aquí. Sus papás vinieron de Jamaica. Solo conocí a mi abuelo.

Mi mamá vino de Jamaica, pero no me con-tó mucho de su historia. Ella murió cuando yo tenía 16 años.

Yo pude ir hasta cuarto grado, a esa escuela que está ahí en frente de la plaza, fue fundada en 1935.

Recuerdo al maestro Miguel Ángel Conejo y su esposa, Viviana; después hubo otra que se llamaba dona Laura Chaverri. Mi esposa es Lorraine Bryan, de Río Hondo de Cimarrones, nos conocimos en el 36, cuando íbamos a la es-cuela. Tenemos cuatro hijos. Dos están en San José y dos en Estado Unidos.

MEDIAVIDAENELFERROCARRIL.

_ Hace 20 años me pensioné en el ferrocarril.

Cuando me pensioné, don Luis Diego Bo-laños me dio un lápiz y una pluma con mi nombre.

Yo trabajé de fogonero en la máquina de vapor, en una como la 59, la que está en la es-tación en San José. Ascendí a maquinista en 1959. Mario Garino decía que no valía la pena presentar examen para esas máquinas de va-por porque las van a abandonar, entonces él dice que mientras que llegan los manuales para estudiar para maquinista, él me da cla-ses; estudié y presenté examen en los primeros

días de enero, en el 59. Ya había trabaja-do ocho años entre fogonero y ayudan-te, porque en las máquinas de vapor era fogonero y cuando vinieron las electro-diesel era ayudante. Después vinieron las máquinas eléctricas. Yo trabajé en los tres tipos de máquinas, en las de vapor, en las diesel-eléctricas y las eléctricas.

Porque la mayoría del tiempo que trabajé en el tren, lo hice entre San José y Limón y des-pués al Valle de la Estrella.

LASRESPONSABILIDADES

_ La responsabilidad mía como fogonero era mantener la temperatura del vapor y el nivel del agua. Si eso no se cuida, se funde la caldera.

La caldera se alimentaba con aceite crudo. Mucho más antes era con carbón, yo no traba-jé en esas, estaba muy joven cuando eso, pero sí las conocí. Algo importante era, al final de la jornada, dejar la máquina lista para salir, por si acaso venía algún otro hombre a manejarla. Hay un libro que le dicen “booky” en el que hay que anotar cualquier defecto o daño que tenga la máquina. Alguien en el taller lo va a leer y hay ahí un mecánico las 24 horas.

¿Cuáles son los diferentes oficios que se des-empeñan en el ferrocarril?

_ Los diferentes oficios en el ferrocarril son: maquinista, el que conduce la máquina y tie-ne un ayudante, cuando es de vapor se llama fogonero y cuando es diesel, se llama ayudan-te de diesel y en las eléctricas le dicen ayu-dante. Luego están el capataz, el supervisor, el mandamás que es el maestro de vía, es un ingeniero civil. El brequero era el que hacía el cambio en el switch, estaba en el suelo, cam-bia vías, quita carros y pone carros. Es el que hace señas con la mano, o con una lámpara en la noche y usted como maquinista tiene que saber cómo usar las señas, cada movimiento

de mano significa algo diferente: para atrás, parar, despacio.

Finalmente están los linieros, los hombres que trabajan en la vía, la gente les llama cusucos, el departamento de ellos se llama mantenimiento. Y los peones que solo cargan y descargan.

¿Y las clases de trenes?

_ Hay un tren que le dicen el local. El local es un tren que para en todo lado, descargando y al-zando fletes. Por ejemplo se sale aquí de Siquirres y se descarga fletes ahí en Pacuarito que son tres millas y alzan en Pacuarito para Monteverde.

El pasajero solo llevaba coches con la gente y si hay algún carro de preferencia que no sea muy pesado, lo ponen; tal vez sale de Limón para San José porque va exclusivamente a San José a algu-na aduana, o si viene aquí a Siquirres.

En el tren de pasajeros va un carro de equi-paje y ahí se cargan encomiendas, pan, hielo, y ese tren va parando en las estaciones.

Había un tren que salía de Guápiles para Limón, ese llevaba de todo: canastas de pan, tarros de leche para dejarlos en el camino y recogía maíz, racimos de banano, yuca.

Antes, en el tiempo del maíz era duro, por-que en esa Línea Vieja, en Roxana, sembraban mucho maíz. En un carro cargaban 250 sacos de maíz, cada saco era de 200 libras. En la Rita había una plataforma alta, al nivel de la puer-ta de los carros, para cargar. Recuerdo una vez que cargamos maíz y duramos nueve horas; unos iban a comer y otros llegaban, y así.

En el tren local, había gente con chanchos para montar, el peón tenía que alzarlos y dos jalaban desde adentro con un mecate.

PERSONALIDADES

_ Siendo maquinista yo recuerdo haber lleva-do a Otilio Ulate, a José Figueres que fue a Línea Vieja y al Ramal de Parismina. Cuando estaba Carazo se corría el tren Presidencial aquí a Li-món, con las máquinas eléctricas; yo estaba en ese tren. En ese tiempo estaba Luis Diego Bola-ños y el asistente era Claudio Volio, y después de Estrada llevaron a Carazo para que manejara la máquina, manejó el tren, no mucho, pero ellos andaban cámara y todo eso. •

Noel Anderson, maquinista, Siquirres.

Las viejas locomotoras

del ferrocarril del Atlántico.

Fuente: Colección privada.

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Liberia:EstampasdelPasado

Hilda Rivas

Elbahareque

Esa presentación nos trae a la mente una reciente conversación sostenida allí mis-mo, en Liberia, con don Belisario Sotela,

un constructor que por muchos años trabajó el bahareque con el que levantó gran cantidad de casas en la ciudad y sus alrededores.

“Había dos clases de construcción en ba-hareque, uno llamado “henchido” que lleva varilla por los dos lados del palo y el sencillo que va solo por uno. La gente más pobre se iba por lo sencillo, con la varilla por un solo lado. Se envarillaba el horcón por los dos la-dos y se “henchía” en el centro con el barro que era tierra amarilla con zacate, y después se revocaba, es decir, era emparejarlo por los dos lados y ya quedaba parejito. Henchir bien era muy importante porque si no, se metían los ratones. Debía quedar bien talladito.

rra, se le hacía una pila en el centro y se dejaba llena de agua, al siguiente día estaba suaveci-ta y era más fácil. Se echaba el zacate entero, sin picarlo y se batía a pura pata. Para eso te-níamos asistentes, peones que sabían hacerlo, pero uno también se metía.

-¿Y de cuánto ancho hacían las paredes?

_ Las paredes se hacían de cuatro pulgadas de ancho. Cuando había varilla de “cerecillo o trompillo” se hacían con varilla amarrada con un bejuco que llamamos fierro, el mismo con el que amarran las barreras de los redonde-les, pero después de tantas quemas se fueron terminando y entonces se hacía de regla. Esos materiales pasan cien años y están intactos.

-He oído decir que también se le ponían peda-zos de teja, ¿eso es cierto?

_Sí, algunos hacían eso, en lugar de revocar-la, emparejarla por fuera, le metían pedazos de teja para después repellar.

¿Cuántas casas de bahareque habrá hecho usted?

_Muchas, sobre todo pequeñas. Ya más gran-des recuerdo la de Daniel Guillén y la de Rogelio Pineda. También he tenido que reparar varias como la de las Rivas y la de Elio Espinar. Es que la humedad le hace mucho daño al bahareque, afloja el barro y se le van haciendo huecos, pero si no hay humedad ahí está intacto. En el caso de la de las Rivas fue que un carro le golpeó una de las paredes en la pura esquina.

ELMOLINODEDONLAURO

Doña Hilda retoma la palabra para llenarse de nostalgia al hablarnos de una edificación que la vio crecer a ella y que ella vio caer, víc-tima del progreso y la inconsciencia: el molino de don Lauro. “Ese molino era una belleza. Además del molino allí funcionaba una cuar-tería que albergaba muchas familias humildes. Eso era primero de don Elías Obando y luego de que él murió le quedó a su hijo Lauro, era una tradición familiar.

Era muy famoso, pero una mala decisión hizo que Lauro perdiera el terreno y el edificio y pronto lo botaron. Don Lauro se enfermó de ver cómo se derrumbaba aquel molino que había sido su vida. Lo botaron, en vez de conservarlo

para que las futuras generaciones lo conocieran.A propósito de la conversación sobre el mo-

lino de don Lauro, doña Hilda mencionó otros nombres, el de Rosa Obando, hermana de Lauro, el de Álvaro, hijo de doña Rosa, y el de una persona que vivió buena parte de su vida en el molino, Heriberta Mora. Hoy doña Heri-berta es una respetable abuela, famosa por su negocio de venta de “vigorón”, allí, muy cerca del puente de La Victoria, pero cuando llegó a trabajar al molino de don Lauro, era tan solo una niña:

“Cuando yo empecé a ayudarle a don Lauro en la limpieza apenas tenía ocho o nueve años. Estando en eso comencé a travesear, a ayudar, hasta que don Lauro me pasó ya fijo al molino. Yo recuerdo aquel gran animalón de 12 HP, las fajas, la polea y la gran tolva. Para mí aque-llo era gigantesco. Según me decía don Lauro, su papá, don Elías, había empezado tostando café, pero poquito a poco fueron haciendo allí otras actividades: asoleaban arroz en los pa-tios, luego pusieron la máquina grande que era alemana. También desgranzaban el arroz. Antes de las cinco de la mañana había que es-tar ahí porque a las cinco ya el molino estaba funcionando. Ahí iba la gente a tostar y moler el café, el maíz para el pinol, para las tortillas, los tamales, en tiempo de navidad eran una filas enormes, tenían que madrugar para aga-rrar campo.

A mí no se me olvida el día que don Lauro me dijo que iba a tener que entregar aquello. Fue muy triste, muy triste. Él fue tan valiente, tan buena persona.“

AVISITARALPRESIDENTE

Cambiamos de tema, pero los recuerdos si-guen marcando la fluida y emocionada con-

Rivas es uno de los apellidos más tradicionales y más comunes en la capital guanacasteca, y doña Hilda lo lleva con gran orgullo, con el mismo orgullo que habla de su Liberia, de su pasado, de sus tradiciones, sentimiento que comparte con su sobrina Vilma cuando nos presentan su casa, una hermosa casa esqui-nera, de paredes blancas como la ciudad y de parecida calidez. “Esta casa está hecha de bahareque. Hay quienes nos dicen que la botemos, pero jamás, esto hay que conservarlo.”

Casa de bahareque propiedad de Hilda y Vilma Rivas. Fuente: Colección de Heriberto Valver-de Castro.

Heriberta Mora.

-¿Eso es parecido a lo que ahora le llaman re-pello?

_Ajá. Eso era el repello casualmente, pero el que tenía posibilidades la repellaba con cal y arena.

-¿Dónde conseguían esa tierra amarilla?

_Aquí hay, aquí en casi todas partes había, en las partes bajas de Liberia. En el barrio La Victoria hay mucha tierra amarilla. El barro se dejaba podrir de un día para otro. Se hacía un montón de unas tres, cuatro carretadas de tie-

(continúa en la página siguiente)

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versación de doña Hilda que ahora nos habla de sus viajes de infancia. “Aquella vez íbamos a visitar a don León Cortés. Éramos el sexto grado de la escuela Ascensión Esquivel, la única que había para entonces. La primera parte del viaje, hasta embarcarnos en puerto Ballena, era en carreta. Nos acomodamos al-ternándonos uno para cada lado, para poder estirar las piernas.

Salimos de madrugaba y fuimos a desayunar a Rio Potrero, antes de Bagaces, había que pa-sar una ciénaga, unos barriales terribles, a los pobres bueyes los hacían caminar a punta de chuzo. Pasando eso ya el camino era un poco mejor. Tardamos más de seis horas a Bagaces y otro tanto a Ballena. Llegamos a un río y hubo que bajarse para cruzar a pie mientras la cara-vana de carretas pasaba con nuestras maletas y otras cargas que llevaban. Pese a nuestra ilusión, llegamos a Ballena bien cansados. Allí dormimos y al día siguiente a embarcarse para Puntarenas, por el río Tempisque. El viaje en lancha fue lindísimo, recuerdo a las güirrisas y otras clases de animales en las arboledas que cubrían las orillas del río. Ahí íbamos cantan-do, comiendo, jugando. La llegada al Golfo fue impresionante y ahí seguimos hasta llegar a la barra del estero que nos pegó un buen susto.

Puntarenas era muy lindo, nos llevaron a conocer una escuela y el muelle; y al día si-guiente, al tren, otra experiencia que nos lle-naba de emoción. Finalmente llegamos a San José y a la casa presidencial. Don León Cortés nos recibió y le dijimos que íbamos a pedirle que nos hiciera la carretera y una cañería, que viera el agua que tomábamos y le enseñamos nuestras ropas llenas de barro y de todo, pero don León dijo que ya él sabía cómo era todo por aquí y no nos ayudó con nada.”

ELVIAJEAPLAYASDELCOCO

“Por lo menos un par de meses antes, mi abuela, Sinforosa Rivas, comenzaba a echar cada día una puñada de arroz en una lata pre-parando con tiempo el viaje al Coco. Aquí ha-bía gente que ofrecía el servicio de transporte en carreta con manteados y todo. Así nos íba-mos, dormíamos en la pura playa y ahí mis-mo, debajo de un matapalo se acondicionaba el fogón para la cocinada. íbamos por agua al Resguardo. En la noche nos acomodábamos debajo de los árboles y dormíamos en sacos de gangoche, eran calientes. Así pasábamos felices esos paseos en familia.

El Coco era lo más bonito: estaba el estero con boca y el estero sin boca, en uno se colaba el mar, en el otro no. íbamos hasta la roca que llaman el centinela, a pie, yendo para Playita Blanca y adonde llamaban la Boca del Infier-no, donde entra el agua, se levanta entre las rocas y se vuelve a retirar.

Cuando eso en El Coco solo estaban Rosa Rivas, doña Balbina Barrera y don Jesús Gui-llén, y los policías del Resguardo.

Ahí pasábamos cuatro días con mi abuelita y ya regresábamos colorados como camaro-nes, pero felices. Al regreso en las cuestas ha-bía que bajarse de las carretas para alivianarle la carga a los bueyes.

Recuerdo que en la cuesta grande, la prime-ra de allá para acá, vivía una señora que tenía fama de tener poderes raros y que hacía a los bueyes devolverse. Entonces nosotros apenas empezábamos a subir la cuesta comenzába-mos a cantar: “Albertina déjanos pasar, Al-bertina déjanos pasar”. Cuando llegábamos arriba era la gritería.

LOSPASEOSDELAFAMILIALARAVIALES

De nuevo las remembranzas de doña Hilda ligan mis pensamientos con otra conversación sostenida allá en la Ciudad Blanca. Esta vez con la señora de don Belisario, doña María Isabel Lara Viales, que me contó con lujo de detalles y gran emoción los viajes que hacían con su mamá, Zoraida Viales, desde Comu-nidad, donde vivían cuando eso, a Playa Pa-

namá, donde su padre, José María Lara, tenía unas salinas; o a playa Iguanita.

“A media noche nos íbamos. Nosotros éra-mos diez hermanos, imagínese el alboroto. Por ratos los más grandes cargaban a los más pequeños y ahí íbamos por los trillos, cruzan-do potreros, alumbrándonos con una luna lindísima.

Cuando íbamos a llegar a un sitio, en donde tenían los toros que iban a jugar en las fiestas, mamá nos advertía que hiciéramos silencio porque había que pasar cerca de donde es-taban los animales. La verdad es que era un atentado pasar por allí. Teníamos que ir que-dititos. Había como una cuestilla, cuando lle-gábamos arriba ya estábamos a salvo. Se ima-gina que aquellos toros se despertaran.

De ahí ya comenzábamos a bajar y bajar hasta que llegábamos a la playa, ya casi a una con el sol. Y eso eran hasta tres meses de fiesta con aquel mar tranquilo y todo para nosotros. Ya papá estaba allá, había llevado las provi-siones y hacía una enorme enramada para que nos acomodáramos día y noche.

De ahí nos sacaba solo la obligación de vol-ver a clases”.

Y para terminar, tres personajes liberianos“La primera es una que en su tiempo recibió

casi a toda Liberia, era la única enfermera. Doña Marina Cruz iba adonde la mandaran llamar.

La otra es doña Hipólita, cariñosamente co-nocida como Polita, que también fue partera y enfermera.

Y finalmente el Dr. Enrique Baltodano. Mere-cidamente se le puso su nombre al Hospital que antes se había llamado San Juan de Dios de Libe-ria. El doctor recorría Liberia, andaba de casa en casa, desde las cinco de la mañana viendo a los enfermos, y muchas veces ni cobraba”.

Así concluimos nuestra conversación con doña Hilda Rivas, dama liberiana que tam-bién fue enfermera, primero en el que hoy es el Hospital Calderón Guardia, entonces lla-mado Policlínico, y luego en el Hospital de su querida Liberia. •Don Belisario Sotela y su esposa doña María Isabel Lara.

El molino de Lauro. Fuente: Colección privada.

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Parismina

Mi papás, Juan Augusto Taylor Parson e Isabel Newball Howard, llegaron a Costa Rica en 1903. Él venía del lado

de Nicaragua, originario de Laguna de Pue-bla de Nicaragua, cerquita de San Andrés. Mi mamá era de Providencia, San Andrés, se visi-taban y ahí fue donde mi papá se casó con mi mamá. Yo tengo descendencia inglesa, porque mi abuelo era inglés, de las islas británicas de Honduras.

Ellos llegaron a Parismina con los tres hijos mayores: Gilberto, Eva y Santiago. De ahí fue naciendo el resto hasta que llegué yo, el cu-miche. Ellos eran pobres, en ese tiempo había mucha pobreza. Hicieron una finca y ahí se pu-sieron a criar chanchos y ganado y cabras. Yo me crié con leche de cabra. Cuando llegué a los dieciocho años, entonces me dijo mi papá: hijo, yo sé que a usted le gusta mucho la acción de las lanchas. Le voy a regalar estos seis chanchos para que los venda y se haga de una lancha.

Cogí los seis chanchos y los vendí en tres-cientos pesos, a cincuenta colones cada chan-cho. Agarré esa plata; conseguí tres hombres, fui a la montaña, corté los palos, puro cedro amargo, y los aserramos con sierra de mano, hice la lancha, le puse motor y todo y todavía me quedó plata, calcule usted si la plata va-lía en ese tiempo. Estamos hablando como del año 45, porque yo nací en el 27. Ahí comen-cé con lanchas. Entonces mi mamá vino y me dijo: bueno hijo le voy a regalar una finca, para que usted trabaje. ¿Sabe en cuanto compramos esa finca?, en ciento cincuenta pesos. Era como una hectárea de potrero, como quince palos de coco y el terreno de montaña. Ahí seguí yo tra-bajando, luchando la vida.

Cuando chiquillo pude ir a la escuela. Yo tenía ocho años, me iba para Siquirres para asistir a la escuela de inglés y de español. Pero cuando ya llegué a cierta edad dije ah… yo no voy a seguir estudiando, me voy a ir allá con mi papá a trabajar. Rallaba ciento cincuenta cocos diarios para sacar aceite. Para eso coge una lámina de zinc y la huequea, huequitos finitos finitos y después se doblaba, se le po-nía un marco, entonces uno rallaba ese coco hasta que saliera afrecho, entonces se expri-mía y se sacaba la leche, se dejaba reposar y al día siguiente tenía una nata de aceite. Noso-tros sacábamos cinco galones de aceite todos los días y eso lo echábamos en estañones para vender. Salían cinco galones de aceite de cien-to cincuenta cocos, mi papá ocupaba como siete cocos para sacar una botella de aceite y así llenábamos los estañones para llevarlos a San José, para hacer jabón.

ELPUEBLOYLASDIVERSIONES

Era un pueblo pequeño, de unas cuantas fa-milias. De cuando yo me criaba ya estaban ahí los Barrios y los Mora. Las diversiones eran los juegos infantiles o ir a bañarse al mar y a las pozas. Los chiquillos nos bañábamos chin-gos y las chiquillas en calzones. Ya después, jovencillos, nos reuníamos para ir a bailar, íbamos adonde una negrita que se llamaba Felícitas Granados. Ella era sorda pero noso-tros le hacíamos visajes de lo que queríamos y ella nos complacía. Era como una mamá, nos preparaba pudín o arroz con leche.

La música era de guitarra, no había radios ni victrolas, ni tumbas, nada de la música de otros lados.

Ya después llegó la Bananera a las fincas cercanas a Caño Blanco y entonces sí, sobre todo en días de pago, se armaban los bailes en Parismina y no faltaban los bochinches, blanqueaban las cutachas y las mujeres salían huyendo.

En ese tiempo no había motores, no había nada, se cargaba en unos botes de doce a quin-ce metros de largo como por dos metros de ancho.

A veces se cargaban con estañones y con co-cos, esos botes cogían hasta tres mil cocos y sa-lía uno a media noche de Parismina para llegar al ferrocarril a tiempo en Carmen de Siquirres. Llegábamos a un lugar que se llamaba Cambo y de ahí al burrocarril para llevarlo al Carmen y montarlo en el tren. De Parismina el viaje era por el Río Reventazón, desde allá veníamos volando canalete y palanca, contra corriente. La corriente era tan fuerte en ese tiempo que uno metía la palanca, una varilla larga; y hasta que se doblaba con la fuerza de la corriente y salía a media noche para llegar a las dos de la tarde del día siguiente, catorce horas volando palanca y canalete, entre dos hombres nada más. Uno iba en la proa con la palanca.

Yo tenía como veinticinco años, cuando lle-gó el primer motor a Parismina, era de tres ca-ballos y medio; se lo pegábamos a los botes y durábamos varias horas pero ya no había que volar canalete.

Eran tiempos de agricultura; el Consejo Na-cional de Producción ayudaba mucho, se sem-braba banano, arroz, maíz. Yo me dediqué un tiempo a la madera. Nos reunimos diez made-reros y cada uno puso diez peones, con sierra. Las tucas las sacábamos por el mar para Moín. Yo compré una lancha remolcadora que jalaba hasta 150 tucas. Salíamos a las 5 de la mañana de Parismina y llegábamos a las 10 de la noche a Moín. Hubo veces que nos agarraba un mal tiempo, se reventaban los cables y perdíamos toda la madera.

Así fue la vida, muy dura, pero salí adelante con mis diez hijos. •Canal que conduce a Parismina. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Gabriel Taylor Newball, 1927.

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PuertoJiménezyGolfito

Claro González Valdés *

Mi papá era del pueblo guaimí; nació allá por la frontera tico-panameña, pero tenía cédula costarricense. Su

nombre hispano era Emilio González Grana-dos. Nunca supimos cuál era su nombre in-dígena.

Mi mamá se llamó María del Carmen Val-dés Aguirre, nació en 1904. Mi abuelo mater-no, Francisco Valdés Díaz era hijo de padre español y madre costarricense, casado con Alberta Aguirre.

SANTODOMINGODELGOLFODULCE

_ La finca de mi abuelo era de 600 hectáreas; ahí tenía ganado fino, jersey y tenía caballos fi-nos, peruanos y caballos de Cartago que eran buenos; siempre lo recuerdo mucho cuidando los caballos.

Cuando ellos llegaron, entre los años 1918

y 1919, en Santo Domingo de Golfo Dulce, nombre inicial de Puerto Jiménez, no había desarrollo de ninguna clase, aquello era una ranchería. Aparte de mis abuelos hubo gente que venía de Panamá, de Chiriquí, y otra gen-te del interior. Todos fueron formando fincas y haciendo lo que es el pueblo. Don Pedro Serrú era el de mayor riqueza; su esposa era panameña, se llamaba Catalina Francesqui. Don Pedro Chavarría, él y mi abuelo donaron el terreno para el campo de aterrizaje. Vicente Santamaría y su esposa doña Adelita Cente-no, cuidaron de la Iglesia. Matilde Santama-ría, Concepción Bellanero, don Félix Pinzón, familias fundadoras, agricultores casi todos. Saturnino Cedeño, un educador, la escuela lleva su nombre.

Emiliano Odio Madrigal fue mi maestro y lo quisimos mucho; don Emiliano es el pa-dre de doña Elizabeth Odio. Después el fue profesor de matemática y director del Liceo

José Martí de Puntarenas, y luego fue di-putado, cuando Otilio Ulate, por el partido Unión Nacional. Otro maestro fue don Jacin-to Trejos, él nos motivó mucho en la música. Mariano Navarrete, que vino como orero, era maestro de escuela de San José y trabajó con nosotros también; él nos hablaba de literatu-ra, nos compró libros de geografía y de histo-ria, nos enseñaba cosas de astronomía. Y mi mamá que fue una persona muy emprende-dora. Tuvimos un peón muy recordado, Mi-guel García; trabajó por 30 años con nosotros y lo queremos mucho porque cuando éramos niños él nos cuidaba.

RIQUEZACULTURAL

_ La finca de nosotros fue camino de paso para la gente que iba a buscar oro; nosotros alquilábamos caballos, se los llevaban y los mandaban de regreso con otra persona. La casa era muy grande, ahí se hospedaba gen-

Familia de Francisco Valdés. Puerto Jiménez. Fuente: Colección de Claro González Valdés.

En la finca teníamos lechería; se sa-caba queso y se transportaba a caballo

al pueblo y en lancha a Golfito.

Tuvimos un peón muy recordado, Mi-guel García; trabajó por 30 años con nosotros y lo quere-mos mucho porque cuando éramos niños él nos cuidaba.

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te y se hacía comida en grande, en calderos, se les daba arroz frijoles y carne, huevos, leche. Era el paso de la gente que iba para Playa Madrigal. Nunca se me olvida por los años 50, por ahí, llegó una mujer muy linda, argentina, y entonces decían que era Eva perón. Venía gente de todas naciona-lidades, muchos norteamericanos, holande-ses, mejicanos, peruanos, chilenos, de todo lado. Ahora la carretera pasa por la finca, casi todas las familias donaron las tierras para la carretera.

MEDIOSDECOMUNICACIÓN

_ El principal era el telégrafo. El telegra-fista era don Adán Rodríguez; fue líder en el pueblo, tenía una esposa muy bonita y bai-laban vals. Cuando don Mauricio tocaba la marimba, don Adán siempre pedía que le to-caran un vals. Lo llamaban mucho para que diera el informe del tiempo para ayudar a los pilotos.

De periódicos, llegaban la Tribuna y el Dia-rio de Costa Rica; mi abuelo era de la línea de León Cortés, luego iba con Ulate. Donde la familia Pinzón tenían una victrola, y ahí se oía música y bailaban. Luego esa familia compró un radio. Entonces un muchacho, Eliseo Pin-zón, nos invitaba a oír partidos y noticieros. Se oía la Voz de la Víctor; a las 5 de la ma-ñana nos levantábamos para escuchar a Los Panchos.

ELTRANSPORTE

En el pueblo y las fincas nos movíamos a pie o a caballo. Ya para salir, había que meterse al mar, ya fuera en bote para ir a Golfito o en las lanchas que hacían la ruta Puntarenas-Golfito-Puntarenas y atracaban en Puerto Jiménez. El

viaje a Puntarenas duraba 24 horas. Recuerdo las lanchas La Osa, la Centroamericana y la Río Grande, conocida como Pachuca.

AGOLFITO

_ En la finca teníamos lechería; se sacaba queso y se transportaba a caballo al pueblo y en lancha a Golfito. Para nosotros Golfito era otro país. Después de Golfito extendimos la venta de queso a otros lugares, incluso hasta la frontera con Panamá

Mi abuelo murió joven, como de 42 años, en 1942. Ya papá se había ido para Potrero Grande, así que mamá tuvo que hacerse cargo de todo. Surgió la idea de asociarnos con don Pedro Serrú que tenía una finca de lechería en Golfito.

La lechería fue buena pero el ganado se fue dañando y tuvimos que dejarla para comprar una finca en KM 7, en La Purruja; nos costó 10 mil colones. Eso fue más o menos en 1953, yo tenía 20 años. En esa finca había de todo: patos, chompipes, ganado, gallinas, de todo. En ese entonces un pariente de mi abuelo, don Pipo Valdés, y mi mamá pusieron una chan-chera, y pusimos una carnicería en el centro de Golfito, en el Pueblo Civil; ahí teníamos un bazar, una pulpería y la carnicería. Era una compañía, se llamaba Carmen Valdés e hijos; vendíamos ropa en Coto 47 y en la frontera; teníamos gente que ayudaba a distribuir.

HABLEMOSDELAGENTEDEGOLFITO

Recuerdo a don Luis Wha Chon. Era un hombre de negocios; tenía el cine Wha Chon y el cine Golfito, ahí era donde veíamos las películas de Pedro Infante, y de Biruta y Capulina. Llegaban películas muy famosas,

como El Conde de Montecristo y los Tres Mosqueteros. El también tenía un negocio llamado la Proveedora, uno de los principa-les negocios distribuidores de Golfito; luego se estableció como cafetalero en la zona de Coto Brus y puso un beneficio en Sabalito. También tenía una soda y un restaurante. Su compañía era grande, se llamaba Golfito Trading Co.

Don Luis Romero fue una de las personas más importantes de Golfito en aquella época; era colombiano, su esposa era muy famosa y querida, se llamaba doña Clarita. Ellos tenían un hotel de cuatro pisos y muchos negocios, fue el dueño del primer balneario en Golfito. Salvador Dabdu, tuvo la primera gasolinera. Don Humberto Gómez Sandino, que tenía la empresa de buses entre Río Claro y Golfito. Don Edwin Salas, un gran intelectual, direc-tor y supervisor de escuelas de la compañía bananera, gran poeta. Tenía amistad con don Alberto Cañas y escribía en La República bajo el seudónimo de Lupario Godínez. Tiene un poema que se llama “El Cónsul de Costa Rica en Golfito”, que habla del emporio bananero con gente de todas las nacionalidades. Yo tra-bajé en el departamento de Agricultura de la Compañía; entonces ascendí a Mr. Clear, ya no era el indio Claro, y entonces me tocaba almorzar en el restaurante del Hotel Ameri-cano, ya no debía ir adonde me gustaba, a la fonda de doña Blanca Navas y su hija, Giselle, con sus sabrosos platillos y sus mesas limpias cubiertas con un mantel plástico de cuadros y con un chilero en el centro. •

ActividadferrocarrileraenGolfito.Fuente:ColeccióndeClaroGonzález.

* ClaroGonzáleznacióen1933,en lafincaTamalesdePuerto Jiménez. Primer graduado de la Escuela de Perio-dismo de la Universidad de Costa Rica. Fue profesor du-rante 54 años, 35 de ellos en universidades.

Donde la familia Pin-zón tenían una victro-la, y ahí se oía música y bailaban. Luego esa familia compró un radio. Entonces un muchacho, Eliseo Pinzón, nos invitaba a oír partidos y noti-cieros. Se oía la Voz de la Víctor; a las 5 de la mañana nos levantá-bamos para escuchar a Los Panchos.

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Pinceladasporteñas

HABLAJESúSAPARICIO

Nací en el 1931, aquí en Puntarenas. Mis papás vinieron de afuera. Cuando es-taba empezando a poblarse Puntare-

nas, vino mucha gente de Chiriquí, Panamá. Mi mamá, Clara Aparicio, era chiricana, mi papá, José González, era de Alajuela; se había venido aquí a buscar vida.

Yo nací en el Barrio El Carmen. Mi papá era carretonero. Yo también lo fui. Repartíamos hielo, cajas de refrescos, llevábamos el carretón cargado a la empresa de transportes Quirós. Yo he trabajado siempre en comercio. Ahora tengo taxi y soy distribuidor de hielo, y soy pensiona-do de guerra. Mi esposa se llama María Isabel Benavides, de Sarchí de Valverde Vega.

¿Qué más tiene que contar de esos viejos tiem-pos porteños?

Aparte de mis recuerdos, yo he recopilado mucha información de esos tiempos, sobre todo en conversaciones con gente de esas generacio-nes y con documentos de la época. Por ejemplo, la festividad de la Virgen del Mar, que se inició en 1913, a raíz de una tempestad que estuvo a punto de hacer naufragar al barco El Galileo, de don Hermenegildo Cruz. Este señor y los tripu-lantes le ofrecieron a la Virgen una procesión con su imagen por el mar. Salvados, vivieron a con-versar con el párroco, el padre Carmona y desde entonces se realiza esa celebración.

También hay personajes que rescatar y des-tacar. Tal es el caso de Juan Morera Col. Con ese nombre nadie lo reconoce, pero si habla-mos de Fray Casiano, ya sabemos que se trata de un hombre bueno que consagró su vida a

la niñez desamparada, especialmente a la de este pueblo.

Y no puedo dejar de mencionar a mi maes-tra, la niña Nelly Mora de Flores, que fue di-rectora de la escuela de El Carmen entre 1937 y 1944. Es mucha gente la que debemos citar, pero permítanme cerrar con el gran cantante Gilberto Hernández, nacido en 1921, aquí en el centro. Muy joven trabajó en la construcción de la escuela de El Carmen, también trabajó en la construcción del muellecito y del muelle grande. En grupo salíamos a serenatear a las amigas y así comenzamos a apreciar la calidad de su voz. Lo animamos y un día logró que le dieran oportunidad de cantar con una orques-ta de San José, en los Baños. Rapidito lo contra-taron y ahí empezó su prolongada y fructífera carrera artística. “Recordando mi Puerto”, de Orlando Zeledón y “Noche inolvidable”, de Ricardo Mora, son los mejores testimonios del amor de Gilberto por su tierra natal.

HABLAMANUELORDEÑANA

_ Puntarenense, hijo de Manuel Ordeñana Cuaresma, nicaragüense y María Astorga Bolívar, porteña. Yo nací en 1930. En aquel tiempo la partera era doña Chalía Palacios. Era una señora bajita, gordita, descalza, pelo murruco, negrita, era famosa porque vivía ayudando a la gente.

Mi papá fue carpintero toda la vida y se de-dicó a la construcción de lanchas. Trabajaba a pura hacha y cepillo; todo era rústico, a pura mano. Él trabajaba para la Constructora Naval -CONA. Eran 52 trabajadores entre aserrado-res, carpinteros, pintores, lijadores. A papá lo

Jesús Aparicio

Fuente: Colección de Jesús Aparicio.

Carretoneros del Puerto. A la izquierda Humberto Ruiz y a la derecha Jesús Aparicio.

Manuel Ordeñana Astorga.

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mandaban a veces a Puerto Jiménez por largo tiempo, le tocaba reconstruir muchas lanchas. Una fue la Osa que era la más grande de to-das. Otra fue la Centroamericana.

¿Con qué madera se hacían las lanchas?_ Con cenízaro para la “curvazón”, cortés

negro para la quilla, y todo el forro era de cedro. Los yates eran de caoba, que es una madera más fina, y toda la “curvazón” era de guayabo.

Hablemos de la pesca, ¿cómo era?Era rutinaria. Uno iba al estero con una

lámpara de carburo que se ponía en la proa, y con un chuzo se agarraban los peces. Para la curvina grande se necesita carnada viva que se trae del manglar, y se pesca entre el día que llamamos cabeza de agua, que es lo máximo de la marea, hasta el cuarto cre-ciente o el cuarto menguante, esas son las mareas buenas para la pesca de la curvina grande. Por el contrario, la marea más baja la llamamos revolvimiento.

¿Cuáles son las partes del bote?La proa, adelante; al ancho le llaman man-

ga; la popa es atrás, donde va el timón; la qui-lla va por debajo, es para sostener el bote, y luego está el vivero que se hace en el bote o se le adapta, es un cajón hermético agujereado para mantener la carnada o los peces vivos.

HABLAMIGUELGÓMEZDONINELLI

_ Mis papás fueron Miguel Gómez Bo-balarcosi y Yolanda Doninelli Bertocci. El abuelo por parte de papá era español, Mi-guel Gómez Rovira, de aquellos españoles aventureros que vinieron a trabajar a prin-cipios del siglo XX, primero en la extrac-ción del mangle en el golfo y después en diferentes actividades, principalmente en cabotaje. La cepa Doninelli llegó de Milán

bía fundado el abuelo y que daba servicio a Quepos y Puerto Cortés. Con el dinero de esa venta decidieron ampliar su empresa hotelera que fue creciendo hasta tener lo que tenemos hoy.

¿Cuál es la historia de los hoteles aquí en Puntarenas?

_ A finales del siglo XIX hubo un hotel muy importante. Se llamaba el Hotel Europa y es-taba donde hoy está el Banco Nacional. Era un hotel de abolengo; tenía un restaurante de muy alto nivel.

Cuando yo estaba pequeño, en la etapa de mis padres, estaba el hotel los Baños, que era de doña Claudia Gómez; el hotel de Verano de don Armando Tapia; en ese las camas eran tijeretas, baños compartidos, con abanico; el hotel Arenas en la punta, el hotel Las Hama-cas, hoteles anteriores al nuestro.

Después aparece un grupo de hoteles: el Tioga y el Kayuga en el centro, y el Colonial, saliendo; esos tres arrancan más o menos en los mismos años. Fue una nueva etapa de hotelería con baño privado y aire acondicionado.

Y luego, con otro concepto, el Fiesta. Final-mente el Hotel Yadrán, el Hotel A la Mar y Las Brisas, que son muy recientes. •

Puntarenas centro. Fuente: Colección de Miguel Gómez.

Miguel Gómez Doninelli.

a Guatemala y ahí se dividió. A Costa Rica vino Fernando Doninelli, fundador de la fábrica de terrazos y mosaicos. Del lado de mamá eran cuatro hermanos, del lado de papá también cuatro; en ambas familias ya todos fallecieron.

Papá nació en 1910 y se vinieron de España cuando él tenía 3 años, y las hermanas mayo-res 5 y 7 años, en 1913. En esos tiempos las condiciones en Puntarenas eran muy duras, entonces se fueron a vivir a San José y de vez en cuando venían a visitar al abuelo.

En 1959, mis papás deciden incursionar en la actividad hotelera y construyen el primer Tio-ga, era de seis cuartos abajo y seis arriba. Fue el primer hotel en Puntarenas con aire acondicio-nado, con baño individual. El servicio incluía el desayuno y el costo de la habitación era de 70 colones más el impuesto de turismo. Total del costo, 72.10, para dos personas.

Papá tuvo la visión de construir el hotel viendo al mar; un año después, en 1960, cons-truyeron esto que hoy conocemos como El pa-seo de los turistas, que quedó frente al hotel.

En 1966, las actividades de cabotaje prác-ticamente desaparecieron por la apertura de carreteras. Mi papá había vendido un poco antes la empresa de cabotaje que ha-

Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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Nombrecargo

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Puriscalsus inicios

JuanMoraZúñiga,1923

Mi abuelo, Blas Mora Sequeira, se vino a pie, por trillos, desde Coronado a estas tierras de Puriscal. Le gustó.

Volvió a San Isidro a despedirse y a traerse a su familia. En unas carretas se trajeron sus po-cos bienes. Eso tiene que haber sido poco des-pués de la mitad del siglo XIX, por el tiempo en que Puriscal se convirtió en cantón. Aque-llos colonos se dedicaron a la agricultura, a la siembra de granos.

NellyVargasMorales,1924_ Mi abuelo paterno era de una familia

alajuelense que vino a Puriscal siendo él un niño. La familia materna vino de Goicoechea. Eso tiene que haber sido poco después de la guerra contra los filibusteros.

AntonioDelgadoGarcía,1925_ Mi bisabuelo, Andrés Delgado, vino de

España. Mi bisabuela se llamaba Micaela Calderón. Mi abuelo, Isaías Delgado se casó con Hortensia Madrigal y fue el primero en ponerse a remendar carretas, a puro serrucho, martillo y suela de mano.

ELNOMBREDEPURISCAL

JuanMoraZúñiga_ Allí, donde ahora es el centro, los terrenos

se inundaban y se llenaban de una hierba que se llama purisco. De ahí el nombre de Puris-cal.

NellyVargasMorales_ De Villa Colón venía mucha gente a ta-

par frijoles a esta zona. Esa es una agricultura muy fácil porque solo riegan los frijoles y lue-go cortan el monte, el tacotal, y se lo tiran en-cima. Por eso se llama tapar frijoles. El monte hace que la semilla se hinche y germine. Eso lo hacían en setiembre. Antitos de diciembre ve-nían a darle vuelta y los encontraban en flora-ción, en puriscos. Entonces decían que aquello era un puriscal.

SANTIAGO

JuanMoraZúñiga_ El centro, Santiago, tenía nacientes

de agua cada 400 metros, formando el cuadrante. Así se formó el pueblo. Y cada naciente tenía su nombre: al del norte lo llamaban las lagunas de Rafael Marín; el del este era el de don Víctor Arroyo; los del oeste y del sur estaban dedicados a dos mujeres que se distin-guieron por sus servicios de comadro-nas y de curanderas, muy importantes en aquellos tiempos en que la presencia de un médico era impensable. Se llama-ban el naciente de doña Teresa Zúñiga y la pila de Ña Chepa.

Adelaida–Lalita-CorralesAcosta,1932A inicios de siglo, Puriscal fue una des-

pensa para la Meseta Central, por su gran producción de granos. Había mucho comer-cio. Se movía mucha plata. Los sábados era el día del mercado. Allá, en la esquina sur de lo que ahora es el parque, se reunía la gente a vender y comprar de todo. En esos tiempos también funcionó una Escuela de música y después don Ricardo Castro puso un cine.

ELTRANSPORTEYLOSCAMINOS

JuanMoraZúñiga_ Las cosechas eran de subsistencia y cuan-

do quedaba algo para la venta, había que lle-varlo con miles dificultades a Villa Colón. Ya después se sembró mucha caña, instalaron trapiches y en carreta llevaban las marque-tas de dulce, de un quintal, hasta la Fábrica Nacional de Licores. Luego, cuando empezó a funcionar el ferrocarril del Pacífico, mucho del transporte de carga se hizo por Turrúca-res, porque la distancia era menor y los cami-nos menos malos.

Adelaida–Lalita-CorralesAcosta_ El transporte de mercadería se hacía en

carreta, fuera por Turrúcares, yendo por Des-amparaditos, o por Villa Colón subiendo por Quitirrisí. Eran caravanas de hasta 20 carretas; las recuerdo entrando y pasando aquí por el frente de casa. También recuerdo las primeras cazadoras que vinieron a Puriscal, eran de don José Rivera, de Villa Colón, pero solo venían en el verano porque en invierno los barreales eran intransitables. Eso fue como en 1936.

AntonioDelgadoGarcía_ Yo trabajé con bueyes. Se tardaban 2 días

a Villa Colón con 8 quintales en la carreta–frioles, maíz, dulce, tabaco, de todo; a la vuel-ta venía con mercadería para las pulperías, papas, azúcar y abono para los tabacales- y el barro a veces hasta la panza de los bueyes.

Sesteo solo había en Villa Colón, donde don Ignacio Torres. En el camino había que jugársela durmiendo debajo de la carreta con un manteado. Pasábamos El Morado, El Nís-pero –en aquellos tiempos eran caminos, hoy son pueblos- hasta llegar al redondel de Villa Colón.

LOSPADRES

JuanMoraZúñiga_ Mi papá, Juan Mora Cordero, se casó con

Petronila Zúñiga. Fue prestamista, brindán-dole un servicio muy importante al pueblo, pues entonces no había bancos. Se asoció con don Ricardo Castro y pusieron la primera planta eléctrica. La represa estaba en el bajo de Desamparaditos, allá instalaron el motor

Adelaida –Lalita- Corrales Acosta.

Juan Mora Zúñiga.

Nelly Vargas Morales.

Antonio Delgado García.

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y pusieron el cableado: eran cables sin forrar y pegados a los árboles. Así llegó la electrici-dad a Santiago. Todas las tardes tenía que ir un hombre con una varilla desenredando ca-bles de las ramas y cuando la luz comenzaba a opacarse, no faltaba un charlatán que dijera: “seguramente un buey se tomó el agua de la represa”. Con el tiempo, papá y don Ricardo le cedieron la planta a la municipalidad.

NellyVargasMorales_ Mis padres, Salomón Vargas y Dolores

Morales, nacieron en Mercedes Norte, y ahí también nacimos mis hermanos y yo. Tenían una finca en la que se sembraba de todo: gra-nos, tabaco, caña; había ganado y porqueri-zas.

AntonioDelgadoGarcía_ Mi papá se llamó Ramón Delgado, casado

con Cristina Cordero. En su taller se empeza-ron a pintar las carretas aquí en Puriscal

Adelaida-Lalita-CorralesAcosta_ Mi mamá se llamó María Celina Acosta,

puriscaleña. Mi padre, Patrocinio Corrales, vino de San Juan de Dios de Desamparados. Fue un hombre muy emprendedor. Tuvo una fábrica de refrescos y siropes, una fábrica de candelas, una fábrica de hielo, una tostadora y molino de café, una planta eléctrica, leche-ría. Llegó a tener hasta 20 peones. Inventó un refresco al que llamó “Ganga” que fue muy famoso aquí en Puriscal. Se vendía a 0.10 el vaso.

ELTEMPLO

Adelaida–Lalita-CorralesAcosta_ Ramón Montero, un peón muy bueno que

tuvo mi papá, ya viejo, me contaba la historia de la iglesia. Decía Moncho que el sacerdote venía de Pacaca –Villa Colón-, cada mes. La primera iglesia era un rancho, en el mismo lu-gar de ahora. El caballete de ese rancho lo re-galó Rafael Jiménez. Después hubo una muy pequeña, de madera, ubicada de norte a sur. Luego otra un poco más grande, también de madera, que se hizo insuficiente, y entonces, con el padre Recaredo Rodríguez, se empezó la construcción de ese hermoso templo que ha sido orgullo de los puriscaleños y que hoy lamentablemente ya es un edificio totalmente abandonado. Esta iglesia se empezó como en 1936.

JuanMoraZúñiga_ Mi abuelo, Blas Mora, había traído de Co-

ronado las campanas y el reloj para la iglesia. Tiempo después a papá, Juan Mora Cordero, le tocó liderar la construcción del nuevo tem-plo, como miembro de la Junta Edificadora, que estaba integrada además por Daniel Fer-nández, Joaquín Retana y Lisandro Fernán-dez. Esa construcción se hizo con grandes sa-crificios de los pobladores de todo el cantón, teniendo como referente el templo de San Isi-dro de Coronado. Lamentablemente fue poco lo que pudimos disfrutarla. Los sismos de los ochenta la dejaron tan dañada que ya hoy no hay más remedio que demolerla.

NellyVargasMorales_ Ese templo me llena de nostalgia. Yo

recuerdo cuando llevamos piedras para ini-ciar simbólicamente la construcción de la iglesia. Eso fue entre 1936-1938. Levantar ese hermoso templo significó grandes sa-crificios para los hogares puriscaleños. Los trabajos se hicieron en cuadrillas, por dis-tritos. Recuerdo a papá organizando la cua-drilla de aquí del barrio. Y pensar que ahora está en semejante abandono. Yo espero que en ese lugar, que es el corazón de Puriscal, construyan la Casa de la cultura, para todo el pueblo y visitantes, pero en especial para nuestra juventud.

AntonioDelgadoGarcía_ De nueve años tiré la primera piedra para

construir la iglesia. Los maestros y el padre nos habían dicho a los chiquillos que llevára-mos piedras

Todo mundo colaboró. Nadie cobraba nada por trabajar. Como eso duró tanto, tiempo des-pués me tocó ayudar en la traída del quebrador para quebrar la piedra. Juan Quirós, unos seño-res Chavarría y Jiménez y yo, fuimos a traerlo a Villa Colón adonde lo habían traído en tractor. Lo trajimos en una cureña hecha por este ser-vidor, con eje de guayacán y timón de chirraca. Era marzo, la tierra estaba seca y sin embargo las ruedas se enterraban hasta 8 pulgadas por el peso de aquel aparato. Catorce yuntas tuvimos que pegar para jalarlo hasta aquí. Y ahora dicen que van a botar la iglesia. •

Templo dedicado a Santiago Apóstol. Fuente: Colección de doña Adelaida Corrales.

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SabalitodeCotoBrus

Nací en La Victoria de Grecia, en 1929. Mi esposa, María Cristina Zamora Monge, nació en ese mismo pueblo,

en 1936.Nací y crecí en un hogar pobre, pero nunca

sufrimos la miseria. Era una familia muy nu-merosa; vivíamos en la hacienda La Victoria, propiedad de los Niehaus, una enorme ha-cienda que exportaba café y azúcar.

De pequeño hacía mandados, limpiaba za-patos y otros menesteres de la familia de los patrones donde también trabajaban mis her-manas mayores.

A los 12 años ya formaba parte de la cua-drilla de chiquillos. Después de trabajar en el campo me pasaron al ingenio donde estuve seis años en diferentes tareas y manejé casi to-das las máquinas.

Ya después, apenas terminaba la zafra, me iba a la Bananera donde la pasaba muy mal pero ganaba bastante plata. En aquel tiempo había que ir a Alajuela a tomar el tren para Puntarenas y de ahí trasladarse en lancha ha-cia Puerto Cortés –el pasaje costaba 11 colo-nes- y luego en el tren hasta Palmar. En Palmar se trabajaba en diferentes fincas, unas tenían los nombres de las provincias de Costa Rica y otras eran numeradas. La comida era regu-lar y costaba 3 colones por día; dormíamos de cinco en cinco en los cuartos de las barracas, en el piso sobre unos sacos. Por el sistema de pago de la Compañía debí esperar como mes y medio por mi primer salario, pero cuando me llegó casi me muero del susto, nunca había visto tanta plata junta y menos un billete de cien pesos completo.

Mi primer viaje, en 1946, fue una verdadera odisea. Tuve que venirme de Grecia, huyendo de una torta con una muchacha. Resulta que la lancha se hundió; nos salvamos de milagro, gracias a otra lancha que llegó a rescatarnos. Lo peor fue que, sin saber por qué, di otro nombre al ser salvado por la lancha que nos auxilió, entonces oficialmente fui dado por desparecido y luego por muerto. Así que en mi casa me lloraron y me hicieron novenario y todo. Es que éramos una familia muy grande y muy unida, además mis compañeros de barra me querían mucho. Los hice sufrir a todos.

Con mi primer salario, después de pagar las deudas, corrí a comprar papel y le mandé una carta a mi amigo Róger, contándole como me estaba yendo y aquél se vino de inmediato para la Bananera.

Ya cuando venía de nuevo el tiempo de la zafra nos volvimos a casa, pero esta vez en avión, porque TACA ya había iniciado sus vuelos a Palmar –el pasaje costaba 40 colones. Habíamos economizado como mil colones, así que llegamos a Grecia “jugando de vivos”. Y en mi caso más, pues ya me habían dado por muerto.

En 1948, estando en Palmar, decidí ir a Sa-balito a visitar a mi hermana, casada con Ma-nuel Herrera, uno de los primeros en venir a

esas tierras. Aunque me gustó y hasta me ofrecieron unas tierras, regresé a la Bananera. Me fui a Golfito donde ha-cía de todo para ganarme la plata más fácilmente.

En el verano del 49 volví a Grecia para la zafra. Embaracé a una mucha-cha y esta vez decidí venirme con ella para Sabalito. El 7 de setiembre llegué a estas tierras, pero a ella no le gustó y se devolvió con la niña de ambos, de-jándome botado.

Esto aquí era pura montaña. Afuera se hablaba de una región cuyo centro era Cañas Gordas; la gente hablaba de venirse para Cañas Gordas, pero ese pueblo se fue quedando estancado mientras otras poblaciones avanzaban.

En Agua Buena había unas casitas y un campo de aterrizaje, y hasta ahí llegaba una trocha desde lo que con el tiempo llegó a ser Villa Neily. Eso sí, de ahí para Sabalito lo que había era un camino para bestias.

Mucha gente se había venido de las banane-ras. El asentamiento de caseríos era marcado por el acceso a fuentes de agua. Cuando yo vine estaban las familias de Manuel Herrera y de Luis Valverde, y antes había estado Víctor Muñoz, conocido como Víctor Cera.

Para entonces no existía el ITCO sino la Es-cuela de Agricultura. Joaquín Chavarría era el que ayudaba a carrilar los terrenos –marcar sus límites y fijar sus medidas- . Medían con bejucos y con pasos, a como se pudiera. Figú-rese cómo sería que Joaquín me dijo que según las medidas me tocaban 32 hectáreas, 30 para trabajarlas y dos para caminos y sombra de manantiales. Pero años después cuando pudi-mos medir la finca como Dios manda, salieron solo 13 hectáreas. Entonces, por bromearlo fui y le dije que la diferencia de terreno tenía que reponérmela de su finca.

Había que trabajar duro porque solo así se podía sacar adelante las familias, que eran nu-merosas, en condiciones que eran muy duras. “En las noches nos reuníamos a conversar en lo que después sería La Riviera. Ahí depar-tíamos hablando de nuestros problemas y lo-gros, buscando soluciones a los asuntos de la comunidad, mientras las señoras lidiaban en casa con las tareas de los chiquillos. Eso sí, a las 8 y 45 había que terminar la reunión por-que a las 9 apagaban la planta”.

Con el tiempo comencé a trabajar en política y salí buenillo. La gente me escuchaba y me creía. Pese a que solo hice el segundo grado, seguro por haber leído mucho, me la he jugado diri-giendo mensajes al público. Así ayudé a formar CoopeSabalito y la Federación de Cooperativas y llegué a ser regidor y presidente municipal. Es-tuve 8 años en la Municipalidad y 6 en la Junta Directiva del Banco Anglo de Coto Brus.

Siendo presidente municipal inauguramos la central telefónica de San Vito. Pero curio-samente nunca pude con la tecnología tele-

fónica. Creo que en el fondo de todo está el nerviosismo que deja el recuerdo de las malas noticias transmitidas por el telégrafo.

María Cristina Zamora Monge, la esposa de don Gabelo, también es de La Victoria de Gre-cia. Sus padres eran compadres y vecinos. Ella era la primera hija después de cinco varones.

En 1950, luego de que algunos de los hi-jos se habían venido para Sabalito, la familia completa de María Cristina se vino para acá. Comencé a acercarme a esa muchacha, hasta que un día le dije: “Diay, por qué no te casás conmigo” y nos casamos el 8 de febrero de 1952. Al día siguiente de la boda fue conmigo a arrancar frijoles y desde entonces hemos he-cho todo a medias. Yo la atendí en sus prime-ros cinco partos. Hubo una ocasión en que el parto se adelantó y no había nada preparado. Yo todavía no sé con qué corté el ombligo de la criatura; a veces pienso que fue con la cu-tacha. Pero así criamos 8 hijos y 2 nietos. Hoy tenemos 35 nietos y 20 bisnietos.

Muchos hombres y muchas mujeres dieron sus vidas para construir este pueblo y este can-tón. Sin duda Luis Wha Chon fue uno de los grandes impulsores del desarrollo de Sabali-to. Él construyó la primera escuela después de ganar una licitación. Trajo el primer tractor, un D2 que abrió muchos caminos e hizo po-sible poner las vigas de los puentes haciendo que llegaran los primeros carros. A él se le debe la Cooperativa, y su funcionamiento se sostuvo gracias al café que don Luis producía en Río Negro.

La cooperativa cumplió su misión de ser el motor del desarrollo de la zona; pero sin duda lo que marcó el desarrollo de este pueblo fue la idea de don Tano Rojas de comprar la finca de Miguelón. Otro hombre que hizo un gran aporte al cantón fue don Jorge Zeledón, que impulsó la fundación de Mellizas.

Y finalmente, es cierto que los colonos ita-lianos fueron el bastión del desarrollo de San Vito y del cantón, pero no dejemos de lado que los campesinos pioneros de esta zona los pro-veímos de muchos productos y bienes: dulce, ganado, bestias, sentenció don Gabelo. •

Gabelo Rojas Alfaro. San Marcos de Sabalito.

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SabanerosGuanacastecos

ALÍRIVASVARGAS,1926.Padres: Manuel Rivas Álvarez e Ignacia

Vargas Pizarro.

Nació en Liberia pero creció en la finca Oriente, de su padre, ubicada entre Santa Rosa, La culebra y El jobo. Llegó

a segundo grado en la escuela Ascensión Es-quivel de Liberia. “Había estado seis meses en la escuela de Quebrada Grande y con lo que ahí aprendí era casi maestro en la otra escuela”.

La finca tenía una casa enorme y una gran cantidad de carretas, yuntas de bueyes, bes-tias y ganado. Había dos corrales de piedra, de cuarenta varas en cuadro. “Cuando cum-plí los 18 años, en 1944, papá me dio la admi-nistración de la finca.

Ahí había ganado que no conocía corral ni mecate. A veces se ocupaban 12 hombres para encerrar un hato de 20 vacas. “Ahí fui hacién-dome hombre”.

En tiempos de vaquiada se levantaba uno a la una de la mañana para irse para el monte y llegarle al ganado antes que se parara. Había que ensillar los caballos a tientas. Se tardaba un par de horas recorriendo terrenos de puro sitio (sin cercos); no había luces de nada, había que guiarse por trillos y orientarse por árboles que ya uno conocía para poder llegar. Era de darle y darle reconociendo el rodeo del guá-cimo, el del pedregal, el del guanacaste y así hasta llegarle a la manada y ya empezaba lo más duro, el arreo de esos animales, algunos nunca habían visto gente y había que arriarlos por entre tacotales y cornizuelos. Por fin los arrimábamos al corral y allí era otra pelea. Allí capábamos toros, herrábamos y al que ya es-taba gordo lo poníamos a pastorear mientras se vendía. A los animales más chúcaros los ayuntábamos, a uno le quedaba el gobierno y el otro tenía que seguirlo hasta que se aman-saban.

En ocasiones había que salir a buscar los animales en el monte guiándose por el golpe que produjeran en el suelo o cuando comían; y a veces andaba uno en el campo y se oía el UUUUUUUUUU, el ruido de una estampida … y eso sí era peligroso. En general era un tra-bajo muy riesgoso.

Uno de mis hermanos murió de una forma muy fea. El caballo lo pegó contra un árbol y después le cayó encima. Eso fue a las cinco de la tarde y murió a la una de la mañana; estaba reventado, no había forma de trasladarlo a un hospital. Otro murió ahogado en el Tempis-que.

Ahí en la finca los peones fijos eran cinco o seis y yo me ponía a trabajar igual que ellos. A todo le hacía para que no dijeran que era uno

de esos patrones que se dan a mal querer. La vida en la sabana es muy dura. Allá muy

de vez en cuando podía uno venir a dar una vueltita aquí a Liberia o por el otro lado a Que-brada Grande y rapidito otra vez de vuelta al caballo, la soga y el ganado. Eso era la vida de nosotros”.

GONZALOPIZARROHijo de Demetrio Pizarro y Ángela Barran-

tes, nació en Arado de Santa Cruz.

Su vida de sabanero empezó muy temprano ayudándole a su papá a arrear terneros. Desde entonces su vida estuvo ligada al ganado y a las bestias.

Amansar bestias y formar yuntas de bueyes fue su principal trabajo. “Calculo que puedo haber “adomado” unas 30 yuntas de bueyes entre propias y ajenas”. Y con bueyes trabajó mucho tiempo jalando caña, leña, arena, gra-nos y arando la tierra.

Sin embargo fue por amansar caballos por lo que más se le conoció. “Ese es un trabajo muy duro, no llevo la cuenta de cuántas bes-tias amansé, hasta que un condenado caballo me botó y me dejó fregado. Aquí ando todavía jineteando el dolor; así asisto a las cabalgatas y actividades en las que me invitan a colabo-rar”.

Fue precisamente en una de esas cabalgatas, con motivo de la celebración del 25 de julio en la ciudad folclórica de Santa Cruz, que lo conocí. ¿Y cuáles personas y familias podría citar usted como forjadoras de este cantón y de su pueblo de Arado?

“Doña Paulita Ruiz, don Emel Velásquez, don León Aguilar y las familias Cabalceta, Rodríguez, Barrantes, Gutiérrez, Pizarro, Ló-pez, Bonilla, Briceño y muchas más porque es mucha gente la que ha ayudado a este cantón a progresar”.

DAVIDRUIZNació en Bebedero, Cañas, como a dos kiló-

metros aguas arriba del río Bebedero.

Creció al amparo de su abuelita Irene Ruiz y de su tía Guillermina. Desde muy niño tuvo que trabajar. “Desde chiquillo supe lo que fue ir a tapiscar en las milpas, entre matones, espi-neros y hormigueros y aquellos solazos. Más de una vez llegué a la casa llorando”.

“La primera vez que trabajé por salario fue en la finca Tamarindo, de los Wilson. Toda la platilla que me gané, como dos o tres pesos, me la comí en rosquillas. Después me fui a

Alí Rivas Vargas.

Gonzalo Pizarro.

David Ruiz.

Domingo Briceño

(continúa en la página siguiente)

Page 238: Libro Forjadores de Costa rica

236

Ciruelas, de mandadero y así seguí hasta que me fui haciendo hombre y me fui haciendo sabanero”.

Trabajó en muchas haciendas, en Mojica, Palo Verde, La Catalina, El Jobo; después se fue un tiempo a trabajar a la zona bananera, allá por el Valle La Estrella y regresó a la sa-bana, al caballo, al ganado, esta vez a la ha-cienda Taboga.

“No se me olvida, fue un martes santo, el caballo me arrastró y me golpeó. Quedé muy

mal. Me llevaron de hospital en hospital, es-tuve dos meses encerrado. Volví a Taboga y me pensioné”.

“El trabajo de sabanero es muy duro. La jornada comienza a veces a la una de la ma-ñana. A esa hora había que ensillar la bestia para llegarle al ganado antes de que se levan-tara. A veces ahí mismo en el monte había que volcar el toro puntal para cortarle las puntas de los cachos aunque fuera con la cutacha. Y después arriar, encerrar el ganado, curar, des-puntar o separar para la venta”.

“En La Catalina había un zancudero terrible y un ganado bravísimo regado por el monte.”

“En muchos casos el trato para los peones era muy duro, sobre todo de parte de los Ma-chos. La comida muy pobre: arroz, frijoles y un pedazo de tortilla con café o aguadulce. La diversión es en el corral, volcando novillos, nada de juegos de bola.”

Pero ninguna adversidad fue suficiente para borrar la sonrisa de la cara de don David ni de mermarle su capacidad de disfrutar la vida. •

La vieja Hacienda Santa Catalina.

Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Arreo en la pampa. Fuente: Colección Heri-berto Valverde

Castro.

Page 239: Libro Forjadores de Costa rica

237

SanCarlos

CAMINOS,PUENTES,TRANSPORTE

AlfonsoVargasAragonés

La picada que inicia la colonización de esta gran zona fue abierta en 1850, por el ramonense Francisco Martínez, de

San Ramón de los Palmares hasta Muelle, en el río San Carlos. Esa picada tuvo una especial importancia en la segunda etapa de la guerra contra los filibusteros, pues por allí ingresaron las tropas de Juanito Mora, para llegar al río San Juan y vencer al ejército de Walker.

El primer camino de tierra, apto para transi-tar con carreta, fue construido en el gobierno de don Rafael Iglesias, en 1894. Se construye-ron puentes sobre el río La Vieja, el Peje, y el último en el Río San Rafael. Ese camino sirvió después para que en esa misma Administra-ción se construyera la primera línea telegrá-fica, que tuvo su sede en Muelle de San Car-los. El primer telegrafista fue Arturo Kopper Steffens. Y por allí también entró don Ricardo Jiménez, el primer presidente que llegó a San Carlos en visita oficial, en 1913, entrando a ca-ballo hasta Muelle.

WilfridoRodríguez_ El primer puente fue el de la Vieja, por Su-

cre. Porque antes pasaban el río por dentro, un poco más arriba, pero ya después hicieron ese puente, acortaron distancia y se evitó el peli-gro de pasar por el río. En un inicio el puente fue de vigas de madera; el paso seguía siendo riesgoso porque el cañón es profundísimo; ya después lo hicieron de hierro.

En el caso de Venecia, viniendo desde Villa Quesada estaban el del Aguas Zarcas y el del Caño; y aquí por Río Cuarto el río Toro que era muy peligroso, dos puentes de hamaca fueron arrastrados por las llenas, con ganado y hasta un boyero se llevó. En el gobierno de León Cortés fue construido el puente de hie-rro y cemento, para carretas, que benefició a las dos comunidades y ya después vino el de hierro y luego la carretera. Los boyeros fueron un factor fundamental para levantar ese puen-te. Entre ellos se destacó Juan Félix Estrada. Así quedó habilitado también Pital y se abrió lo que yo llamo la segunda puerta de entrada al cantón, desde Grecia por Bajos del Toro y desde Alajuela y Heredia por Cinchona.

AlfonsoVargas_Por el lado de Tilarán también se empezó

con picadas; luego se transformaron en cami-nos que servían para traer ganado de Guana-caste. Ese camino era por el Viejo Arenal y Vieja Tronadora, rodeando la laguna hasta Fortuna. De ahí para la Villa; al principio era muy difícil el paso porque había muchos ríos caudalosos, el San Carlos, el Javillos, el Fortu-na. Mucha gente se ahogó en el paso de esos ríos.

Y después está la ruta desde San Ramón por el Bajo de los Rodríguez. Ahí los caminos son

relativamente recientes; antes lo que hubo fue picadas para los colonos. Hay que recordar que la Tigra y la Fortuna pertenecieron a San Ramón hasta 1950, cuando en un plebiscito decidieron pasarse a San Carlos. Por cierto, esa fue la primera elección en la que votaron las mujeres.

POBLACIONES,FUNDADORESYPIONEROS

AlfonsoVargas_ Las picadas posibilitaron el ingreso de los

primeros colonos desde mediados del siglo XIX. Así se inicia el poblamiento de lugares como Los Bajos –hoy Florencia-, Muelle, El Tanque, Arenal y Buena Vista, que constituyen los primeros asientos de lo que sería San Car-los. Durante la primera mitad del año 1884, los hermanos Joaquín y Baltazar Quesada Rodrí-guez, José María Quesada Ugalde y Mercedes Quesada, hijo de Ramón Quesada Benavides, que había llegado en 1858, de Peje Viejo de Grecia, fundaron lo que se conocería posterior-mente con el nombre de la Unión de Naranjo, perteneciente al distrito sexto de dicho cantón, denominado con el nombre de Porvenir. La Unión de Naranjo sería después Villa Quesada -1911- y luego Ciudad Quesada -1953.

En el cantón se formaron colonias en varios lugares, pero la única colonia agrícola como tal, fue Aguas Zarcas, formada en 1893, en tiempos del presidente José Joaquín Rodrí-guez, quien tenía una finca, llamada la Pal-mera, en aquella misma zona.

Don José Joaquín organiza una colonia de nacionales y extranjeros y la desarrolla en esa zona. El nombre de Aguas Zarcas se le puso por la claridad de las aguas del río. Entre los colonos había un francés, Arístides Romain, un militar que había servido mucho a la co-mandancia de San José; a cambio de sus ser-vicios recibió una gran cantidad de terreno. Otros colonos fueron don Ezequiel Ugalde y las familia Barrantes, Campos y Guzmán.

La Fortuna es mucho más reciente; nace en 1932 y fue fundada por Elías Kopper y por Marcial Jarquín, nicaragüense.

WilfridoRodríguez_ Los colonizadores de Venecia, original-

mente llamada Los Caños, vinieron de Naran-jo, Palmares, Poás y Grecia. Cada uno venía con sus granos de café para sembrar y su car-ga de caña para darle de comer a los bueyes y sembrar para subsistir. Todos ellos venían de una zona donde estas siembras ya eran una tradición. En 1935, Venecia pasó a ser distrito.

LASALUD

AlfonsoVargas_ Un dato curioso, a propósito de los ser-

vicios de salud en San Carlos, fue la cantidad

Alfonso Vargas Aragonés.

Wilfrido Rodríguez.

Adilio Carmona.

Juan Luis Mora

Elsie Hidalgo.

(continúa en la página siguiente)

Page 240: Libro Forjadores de Costa rica

238

de médicos extranjeros que prestaron sus ser-vicios en la región, incluso desde el siglo XIX. Así lo vemos en la lista de doctores en San Carlos hasta mediados del siglo pasado: Ser-gio Salas, Casaca, José Cruz, catalán; Lanning, estadounidense; Tomás Masbou, catalán; Ar-turo Portocarrero, nicaragüense; Abraham Ro-dríguez; Gallegos; Valenzuela; Federico Suau, catalán; Mariano Padilla; José Néstor Mourelo, hispano-cubano, que además impulsó la crea-ción de la biblioteca pública; Alfredo Alfaro; Quintanilla, nicaragüense; Nicolás Bercovics; David Zeitung, director del antiguo Hospital San Carlos, que fue construido en 1946, con la ayuda de la Organización Interamericana de Servicios Cooperativos de Salud, y el aporte de la comunidad sancarleña, organizada por una Junta, integrada por don Bolívar Gon-zález, don Rubén Salazar, don Juan Bautista Solís y don Manuel Solís. La construcción la dirigió don Librado Fuentes y el costo de la obra fue estimado en 100 860 colones. El terre-no y la madera habían sido donados por Juan Chávez Rojas.

WilliamVargas_ Entre los problemas más serios de salud

en la zona hay que destacar los parásitos. Las aguas estaban muy contaminadas y además la gente, los niños, andaban descalzos. La muer-te de niños por desnutrición y ataques de lom-brices era de todos los días. Por eso si hay algo que también hay que destacar es la preocupa-ción de nuestros viejos por extender el uso de letrinas e instalar cañerías, primero en Villa Quesada y después en distritos y caseríos.

LASOLIDARIDAD

AlfonsoVargasSi algo tuvo que haber en el proceso de

desarrollo de estas poblaciones sancarleñas fue solidaridad y en muchos casos, caridad, amor al prójimo. Ya en el año 1914, se había integrado la primera Junta de Caridad de Villa Quesada. La formaron Eduardo Arro-yo Lowell, Ramón Salomé Quesada, Juan Hidalgo, José Chaverri y José María Gonzá-lez Cruz, Juan Castro Blanco y Fidel Rodrí-guez Alpízar.

Por las características de la región con una población muy dispersa y enormes dis-tancias que recorrer para llegar al hospital, fue muy importante el auxilio que brinda-ban algunas familias y especialmente algu-nas mujeres que daban posada y alimento a los pacientes, socorriéndolos en sus propias casas. Se menciona por ello a Ramón Jimé-nez, Tranquilino Chaves, José Ma. Durán, Modesto Murillo, Joaquín y Andrés Durán, Rafael Gutiérrez, Lucas Fonseca, José María y Eugenio Garro, Dominga Herrera de Que-sada, Mercedes Quesada, Mercedes Solís, y Matías Miranda. Y en años recientes a doña Julia González de Espinoza.

MercedesQuesadaHerrera.Hablalanieta,ElsieHidalgo

_ Mi abuela Mercedes era hija de coloniza-dores venidos de Grecia. Fue una mujer muy espiritual y muy generosa; ayudaba sin fijar-se a quién y mucho menos por esperar algo a cambio. Conocía bien las limitaciones del hospital porque fue directora muchos años, desde 1944; y entonces su casa le brindó alber-gue a una gran cantidad de gente que venía de lejos a citas o mujeres que venían a esperar para mejorarse. A veces la gente no cabía, las acostaba en esteras y uno tenía que ir brincan-do para pasar.

Además fue una líder en el trabajo comunal, apoyó al padre Sancho en los famosos turnos que se hicieron en los años 50 para construir la iglesia, con un cacho llamaba a la gente al tur-no, organizaba el desfile de carretas y después desfilaba como boyera.

JuliaGonzálezRodríguez.Hablalahija,EidaEspinoza

_ Mamá era oriunda de San Pedro de Poás. Huérfana a los tres años, fue criada por la abuela. El esposo, Rafael Espinoza, era de Grecia. Papá fue peón de finca y después fue el correo a Aguas Zarcas y Venecia. Cumplía ese trabajo a caballo.

Mamá era ama de casa y siempre fuimos muy pobres; sin embargo su casa fue como un hotel. No me explico cómo hacía mamá pero le daba hospedaje y comida a un montón de gente. Conseguía cajas de cartón y ahí acostaba a las señoras que estaban por mejorarse y que venían de lugares lejanos. Figúrese que una vez era tanta la necesidad de campo que acostó a una señora con ellos en la cama. Mamá hacía una ollona de sopa, arroz y frijoles y con eso atendía a los huéspedes. Como casi siempre eran mujeres que venían a mejorarse, mucha gente creía que mamá era partera. La munici-palidad de San Carlos le hizo el honor a mamá de declararla Hija Predilecta del cantón.

AlbertoLizanoHernándezHablaAlfonsoVargas

_ Otra persona que se distinguió por el ser-vicio asistencial y curativo a sus semejantes fue don Alberto Lizano Hernández, boticario de profesión, pero un verdadero doctor en la práctica. Él inició su servicio en Grecia, luego

estuvo en Zarcero, posteriormente en Floren-cia, y se ubica en Villa Quesada en el año 1944. Instala una farmacia en su propia casa. Este hombre se entregó al servicio de las personas enfermas o que sufrieran algún percance, sin importar el día o la hora.

EDUCACIÓN

AlfonsoVargasLa educación fue una de las mayores pre-

ocupaciones de quienes fueron fundando las diversas poblaciones. Los moradores de la Unión fundaron la primera escuela en el año 1900. Funcionaba en un rancho pajizo, propiedad de don Joaquín Quesada y entre los primeros maestros que menciona don Fenelón Quesada en su Monografía de San Carlos(1958), estaban Tulia y Esther Carvajal, Dolores y Ucrania Cavaría, doña Clotilde de Espinosa, don David Mora, don Florentino Lobo.

Esa preocupación por la educación hizo que se fundaran escuelas en todos los caseríos y dis-tritos que se fueron formando y luego también colegios en las comunidades más pobladas.

Un buen ejemplo de ese afán educativo lo constituye don Adilio Carmona.

AdilioCarmona_ Yo no pude estudiar cuando era pequeño.

Cuando me casé aprendí a escribir la firma y hace 8 años saqué el diploma de sexto grado en el centro diurno. Ahí llegaron unas maes-tras a darme clases y a los tres años saqué el diploma. El 23 de setiembre del 2000, a mis 95 años, obtuve el diploma de sexto grado y pude cumplir el sueño que había quedado truncado desde que era chiquillo y se me mu-rió mi mamá.

Soy oriundo de San Mateo, quedé huérfano a los siete años y desde entonces comencé a rodar y trabajar en fincas, en diferentes luga-res. A los 18 años me fui a trabajar a las minas, en Abangares y allí conocí a Petronila Quirós Elizondo, la que fue mi esposa y con quien tuve la familia. De allá nos vinimos para San Carlos, a un lugar que se llama Mirador don-de abrí montaña e hice mi finca. Para que los güilas estudiaran, dejé la familia viviendo en Tanque y después los traje a Ciudad Quesada. Ya después yo también me vine y viajaba a la

Juan Félix Estrada y su inseparable yunta de bueyes. Fuen-te: Colección de Wilfrido Rodríguez.

Pintura del viejo Hospital de San Carlos. Fuente: Colección de Joaquín Castro. Ciudad Quesada.

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finca. Viviendo aquí le ayudé mucho al padre Eladio Sancho, tanto para la construcción de la iglesia como en las obras de caridad,entre ellas la compra de los terrenos para el Hogar de Ancianos.

ANTEPASADOSPIONEROS

AlfonsoVargas_ Mi abuelo, Higinio Vargas, fue un gana-

dero de Coronado, líder comunal y municipal que promovió y colaboró mucho con la cons-trucción del templo de aquel cantón.

Después se vino para San Carlos y también fue un líder, fue presidente municipal y pro-movió muchas obras, entre ellas, una nueva cañería y el mercado municipal. Además fue un ganadero exitoso que introdujo ganado le-chero en la zona, y mi papá, Francisco, casado con Magdalena Aragonés, siguió la tradición de la actividad lechera que con mi familia yo también he continuado aquí en Sucre.

WilfridoRodríguez_ Mi papá, Francisco Rodríguez, era de Gre-

cia y mi mamá, Margarita Quesada, de San Pedro de Poás. Los dos vinieron muy peque-ños con sus padres, mis abuelos. Los de papá se radicaron en Colón, ahí pusieron trapiche porque era zona cañera. Los de mamá se radi-caron aquí en Venecia. Resulta que mi abuelo mandó a papá a poner un trapiche aquí en esta zona y conoció a mamá y se casaron. Eso fue en 1927.

JuanLuisMora_ Mis papás fueron Carmen Peralta Alva-

rado y Luis Mora Méndez, de San Isidro

de Coronado. Nosotros éramos ocho hijos y papá y mamá. Estando en el Barrio San José de Alajuela, como en 1935 ó 1936, ante el estado de pobreza en que vivíamos, papá decidió venirse a probar suerte por estos lados. Primero nos vinimos él y los cuatro hijos mayores, a pie, cargando al hombro lo poco que teníamos. Yo que era el mayor, tenía 11 años. Nos vinimos por Sarchí y los Bajos del Toro Amarillo, hasta llegar aquí a Venecia. Ya mi papá y yo habíamos ve-nido antes a conocer y papá había dejado conversado un jornal con don Jesús Chávez, así que comenzó a trabajar con él. Mi her-mana, de diez años, era quien nos asistía, para poder cocinar tenía que subirse en un tronco. Como al año mamá llegó con el res-to de güilas. Ellos viajaron en cazadora un buen trayecto y el resto en unos caballos que papá había conseguido prestados. Ya después don Jesús estaba muy mal de plata y entonces papá se fue a trabajar con don Emilio Vargas. Don Emilio y doña Carmen, su esposa, me dijeron que fuera a trabajar con ellos, a hacer mandados y cuidar los animales, y ahí me fui quedando y quedan-do hasta hacerme hombre, trabajando durí-simo en el campo, con bueyes, en el trapi-che. Ya casado, y viendo que el salario no alcanzaba, decidí independizarme. Le dije a Rosa, mi esposa, ya no voy a trabajar más con don Milo. Yo tenía unos “bueycillos”, eran criollos y disparejos, pero algo jalaban. Me conseguí un marco de carreta y me fui donde Verny Estrada y le pedí que le hicie-ra el cajón. Me dijo que sí pero con la única condición de que sacara la semana para que estuviera con él y aprendiera. Efectivamen-

El padre Eladio Sancho bendice a los boyeros frente a la Catedral de San Carlos. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

te me hizo la carreta y yo aprendí a hacer-las. Recuerdo aquella carreta, pintada con nimio, de color anaranjada.

Con bueyes, carretas, caña y trapiches pude salir adelante y con mi esposa criar la familia.

WilliamVargas_ Mi papá, Emilio Vargas Fernández, vino

muy pequeño con mi abuelo, Emilio Vargas Vargas y la abuela Angélica, de Tacares de Grecia. Eso fue en 1920. Se instalaron a orillas del río Guayabo e hicieron fincas para gana-dería y caña. Poco después mi abuelo trajo un trapiche y mucha de su actividad, y luego la de mi papá, tuvo que ver con la producción y comercio de dulce que se llevaba en carreta a Pital. Yo hice algunos viajes con bueyes por esas calles que eran unos barriales terribles. Juan Luis Mora fue quien me enseñó a enyu-gar bueyes.

Después tuve la oportunidad de estudiar y hacerme médico, gracias sobre todo a mi madre, Carmen González, que era maestra y volvió al trabajo, que había dejado para criar la familia, con el fin de poder financiar mis es-tudios.

JaimeCotoyJoséBogantes.HablanJuanLuisMorayWilliamVargas

A orillas del río Toro, mientras contemplan el viejo puente que en los años 40 unió a Ve-necia y Río Cuarto, Juan Luis Mora y William Vargas desgranan recuerdos de su vieja Vene-cia y conversan sobre dos personajes inolvi-dables. Uno es don Jaime Coto, que había lle-gado de afuera con sus estudios de boticario, cargando además un microscopio para hacer exámenes de heces y orina. Como aquello no daba para subsistir, decidió poner una pul-pería. Don Emilio Vargas le prestó un alero para que se instalara y allí mismo, al fondo, tenía su laboratorio. Como era “estudiado” y un hombre preocupado por la comunidad, también desarrolló un programa de educación para adultos, mediante el cual enseñó a mucha gente a leer y escribir.

El otro es don José Bogantes, oriundo de Trojas de Valverde Vega. Era un hombre ba-jito, descalzo, valiente y muy honesto. Él era quien traía las medicinas y las mercancías para el botiquín y la pulpería de don Jaime. Comer-ciaba con quesos. Cargaba sus 14 mulas con los quesos producidos en la región y él iba atrás, a pie, arriándolas todo el trayecto por los bajos del Toro Amarillo, subiendo hasta Grecia. A la vuelta venía con los encargos de don Jaime y de otra gente que aprovechaba a don José para mandar a traer algo que les precisaba. Todas las semanas cumplía ese trayecto sirviendo además como mensajero, llevando y trayendo recados de familiares, amigos o clientes.

Dos personajes inolvidables que a su mane-ra, también fueron forjadores de este cantón alajuelense. •

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EntrevistaadonSergioBarrantessan isidro de el general *

Hay dos momentos importantes en la colonización del Valle de El General. El primero es cuando Pedro Calde-

rón, en 1867, abre la picada que conduce a través del Cerro y va a General Viejo y luego sigue hasta Buenos Aires. En aquel momen-to surgen las poblaciones de General Viejo y Palmares. Ese recorrido comienza en Cartago, pasa por Santa María de Dota, pasa por ahí por Copey, y se viene bajando hasta División, luego a La Piedra y de ahí a General Viejo. Esa es la ruta que siguieron los colonos a finales del siglo XIX y hasta 1910.

En 1910, Patrocinio Barrantes abre una nueva picada que viene a terminar en lo que después sería San Isidro. En ese segundo mo-mento los colonos vienen de Dota, pasan el Cerro y llegan a División, pero de ahí siguen la nueva picada hasta lo que ahora es San Isi-dro.

Ya en esta segunda etapa los colonos tienen tres lugares donde quedarse, porque ya hay tres albergues construidos: el de Ojo de agua, el del Cerro y el de División; no tienen ríos que pasar y vienen directo a San Isidro de El General. Por eso se pobló San Isidro, por eso su auge mientras General Viejo y Palmares se empequeñecen. Me acuerdo que de 10 años yo iba a caballo a Palmares a traer naranjas que nos regalaban. Eran pueblitos como en-cogidos.

San Isidro en cambio se pobló y se fue y se fue …hicieron el campo de aterrizaje en el 32 y se fue más; la carretera en los cuarenta y si-guió, y eso no para; ya ni me gusta ir a San Isidro, porque ya no conozco nada de lo que está pasando ahí.

¿Qué familias llegan aquí?

_ En la primera oleada, con Pedro Calderón

llega una familia Estrada y luego los Ceciliano y los Garbanzo. En la segunda, con don Pa-trocinio Barrantes, llegan Napoleón Barrantes, Modesto Núñez, los Monge y otros más. Aquí donde estamos era la finca de los Monge.

Mis papás, Joaquín Barrantes y Angélica Elizondo, vinieron después y se instalaron primero en Pedregoso. En eso, Claris Monge tuvo un problema con un panameño y decidió irse del pueblo, y le ofreció a papá la finca.

Mi hermana Lilia contaba muy emocionada los cambios que hubo en la familia “y llegó papá y trabajaba de peón de Napoleón, y a los cuatro meses ya estaba haciendo abra, y a los seis ya tenia maíz, y la ternerita que le regala-ron ya estaba hinchendo”; así iba contando las pobrezas que pasaban “bueno ya papá había hecho una casita de teja”; y dice, “y cuando en eso aparece don Claris vendiendo la finca

y papá se la compró. Eran 300 hectáreas, con vacas, chanchos, caballos, todo y en una forma de pago que papá podía pagar … y entonces ya éramos ricos, y después tuvimos casa con piso de madera”.

Eso fue en 1927. Aquí nacimos los últimos tres, en esa riqueza que describe mi hermana Lilia. Siete habían nacido en Pedregoso y los tres ma-yores venían con mis tatas de Santa María.

Contaba Urías Mora, compañero mío en la escuela, que una noche él llegó con el papá adonde nosotros “y cuando me quedo vien-do aquella casa, la casa de ustedes, las luces, arriba se veían unas vidrieras azules y otras de colores, y digo: eso es un palacio, no pode-mos entrar, y mi papá le dijo a don Joaquín: don Joaquín venga a conversar afuera, yo me acuerdo que yo tenia como siete años; mirá, es que no nos atrevíamos a entrar porque no-sotros creíamos que aquello era un palacio, es que las luces eran algo especial, es que era la única parte donde había luz eléctrica, y las ventanas eran de vidrio y había un montón de lucecitas arriba, que alumbraban a las venta-nitas que estaban en la fachada, entonces dice que aquellas ventanitas lo pusieron a él total-mente asustado”.

Y eso es una realidad, eso era San Isidro, y aquel tiempo es cuando yo estoy creciendo, yo estoy viviendo en el paraíso, ahí está todo: frutas, leche, carne, nosotros vivíamos a la ori-lla de la montaña donde estábamos oyendo los animales, las aves; al otro lado estaban los chanchos, las vacas, unos patos, todo era una riqueza para mí que estaba chiquito.

Y después vino la carretera y fui expulsado del paraíso. •

Betina Astúa de Barrantes* Don Sergio es hijo de Joaquín Barrantes y Angélica Elizon-do. Casado con Betina Astúa Mora.

En 1910, Patrocinio Barrantes abre una nueva picada que viene a terminar en

lo que después sería San Isidro. En ese segundo momento los colonos vienen de

Dota, pasan el Cerro y llegan a División, pero de ahí siguen la nueva picada hasta

lo que ahora es San Isidro.

Sergio Barrantes Elizondo.

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SusanaRodríguez

Nació en Nicaragua en 1931. Sus padres fueron Rafael Rodríguez y María Félix Vílchez.

Vine a Costa Rica a muy temprana edad, a los 4 años. Papá era mandador en la finca Los Inocentes, que era de los Ur-

cuyo. Luego me fui a Liberia para asistir a la escuela.

Fui hasta tercer grado a la escuela Ascen-sión Esquivel. Me gustaba salir en activida-des, bailando el día de la raza con cosas en la cabeza y esas enaguotas.

Salí de la escuela para casarme, a los 15 años. Según yo para vivir mejor. Pero rápido nos se-paramos y yo me fui de nuevo para Los Ino-centes, a lo que fue el resto de mi vida: trabajar. Allá me encontré a Valentín, me junté con él y aquí estamos, juntitos. Nosotros éramos 10 hijos y yo tuve 22, dos de mi primer marido y veinte del segundo. Me pegaron 16, mitad va-rones y mitad mujeres. Las últimas fueron ge-melas que llegaron cuando yo tenía 40 años.

Mi vida fue muy dura con tanto trabajo y tanto güila. Yo tenía que darle de comer a 21 peones, entre sabaneros y ronderos, y a veces eran más. Y encima tenía que atender a los pa-tronos. Casi siempre me levantaba a la 1 de la mañana. A las 6 ya estaba en la quebrada con el agua a las rodillas lavando. Y el trajín era todo el día. Y eso que a los trabajadores propios de la finca los atendía otra señora, doña Petronila. Y todavía en la noche tenía que planchar la ropa de una señora que me pagaba por lavarle y plancharle. Nunca tuve tiempo ni de darle el pecho a los niños. Por dicha había leche y yo les hacía atol de maíz.

Una sobrina me ayudó mucho con el cuidado de los más pequeñillos.

En aquel entonces yo no supe lo que fue sa-lir a pasear con mi familia. Había que trabajar siempre, igual domingo que entre semana.

En la casa había casi de todo: carne, queso, huevos. Las compras grandes las iba a hacer a La Cruz. Los peones desayunaban y había que alistarles una taza con burra o alguna merien-da para que se llevaran al campo. Y a las 12, el almuerzo. Cuando me daba tiempo molía las tortillas y, si no, les daba cuadrado coci-do de bastimento. A veces Valentín y algunos otros se iban de cacería y traían tepezcuintes o pavas, o unas gallinitas azules que eran muy sabrosas, y a veces traían venados. Y todos co-míamos.

La comida de los patrones era aparte. Uno de ellos, don Amado Sánchez, solo comía ver-duras y cosas livianas porque no comía carne. Lo cuidé muchos años.

Yo vivía con mis hijos en una casa grande adonde llegaban los peones a comer. Algunos eran muy delicados. Nunca se quedaba bien con ellos, eran muy renegados, yo no les hacía caso.

Yo ganaba poquito pero con lo que me redondeaba me alcanzaba para mis hijos y para mí. Mis hijos fueron todos a la escuela, allá en Los Inocentes, y después otros fueron a la de aquí de San Roque. Me gustaba que anduvieran arregladitos y calzados. Allá mis-mo les daban religión y los prepararon para

la primera comunión. Todos son bautizados y confirmados, y todos hicieron la primera co-munión.

Vea usted qué bonito que la niña Grettel Ugarte fue maestra de mis hijos allá en Los inocentes, y ahora, hace poco, en Liberia, ella fue alumna de computación de uno de ellos, del que se hizo profesor.

A todos los tuve en la casa. Yo prepara-ba todo: mantillas, tijeras, alcohol, candela, alcanfor y una gaza. Una señora llegaba a ayudarme a curarles el ombligo. Luego de cortarlos los quemaba y les quedaban como un chicharrón; después les echaba alcanfor y “mentioley”. A los 5 días se les caía. Hubo uno que al nacer salió primero la mano y la cabeza quedó adentro. Yo le pedí auxilio a Valentín. Él se lavó las manos y me acomodó el chiquito y nació mi chiquito. Con una de las gemelas el asunto fue más serio porque nació muerta. Para esa vez dichosamente yo había buscado a una señora más preparada. Ella me dijo que la chiquita no reaccionaba. Le dije que se echara un poco de guaro a la boca para entibiarlo y luego se lo echara en la espalda y el pechito, y gracias a mi Dios mi chiquita volvió; ahí están las gemelas, ya tienen como 37 años.

Los Inocentes es como un pueblito, ahí hay mucha gente. Para el tiempo de siembra y de cosechas hay más. Ordeñadores, chapeadores de potreros.

Porque eso no era de nosotros; ellos nos da-ban agua luz y las vacas, pero yo quería salir para que los hijos estudiaran.

Mi hijo el que es profesor tuvo que ir a San José para entrar a la universidad.

Yo siempre vivía preocupada de no vivir en lo propio, por eso le dije a mi marido que economizáramos un poquito para comprar un terreno; así fue como compramos un terreno de 12 x 40 en barrio Nazareth y ahí hicimos la casa.

Allá en Los Inocentes había de todo, pero queríamos tener algo propio, y además había que salir para que los hijos pudieran estudiar. Finalmente tomamos la decisión. Primero me vine yo con la familia y ya después Valentín se pensionó y se vino. Gracias a Dios todo se ha ido dando como pensamos.” •Hacienda Los Inocentes. La Cruz. Guanacaste. Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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242242

AGRADECIMIENTOS

CRÉDITOS

PALABRASALOSLECTORES

INTRODUCCIÓN

LAFORJADELAIDENTIDADABORIGENYMESTIZA

RaícesancestralesdelaidentidadautóctonaLaconquistaespañolaenCostaRicaCostaRica:unacoloniadeEspaña

FORJADORESDELAREPúBLICAENELESTADOFEDERAL

EnlatramadelaIndependenciaUnEstadodelaRepúblicaFederal

FORMACIÓNDELESTADONACIONAL

LaconstruccióndeunaeconomíanacionalUnaRepúblicafrágilenunEstadoincipienteDeVillascolonialesaciudadesdeconsumoFerrocarriles,bananosyhombres

DELESTADOLIBERALALESTADOSOCIALDEDERECHO

RetrasosyprogresosenelumbraldelsigloXXUnidadydiversidadenlaestructuraproductivaIntegraciónsocialypercepcionesdecomunidadDramasciudadanosypresionesdecambioLaGuerraCivilde1948

MEMORIASDEFORJADORES

BIBLIOGRAFÍA

Indice2.

5.

7.

9.

11.

13.19.25.

35.

37.39.

53.

55.66.75.91.

105.

107.121.143.165.171.

193.

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