Libro I - Capítulo 2

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El día a día de un ciudadano romano La vida comenzaba temprano para Caecilius y los miembros de su familias. Solía levantarse al amanecer. Sus esclavos se despertaban incluso antes, para barrer y limpiar la casa.

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El día a día de un ciudadano romano

La vida comenzaba temprano para Caecilius y los miembros de su familias. Solía levantarse al amanecer.

Sus esclavos se despertaban incluso antes, para barrer y limpiar la casa.

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• En ese momento de la mañana bastaba con un lavado rápido de las manos y la cara con agua fría. Más tarde visitaría al barbero y se afeitaría, y por la tarde disfrutaría de una relajante visita a los baños públicos.

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• Su esposa, Metella, también se levantaba temprano. Se vestía con la stola, una túnica larga. Si iba a salir, llevaba además un gran chal rectangular, la palla.

• Con la ayuda de una esclava experta, se peinaba a la última moda, se maquillaba con polvo, colorete y rímel, y se ponía sus joyas, de las que tenía una colección grande y variada.

Retrato de una mujer en rojo. Época romana 90-120 d.C. El Fayum, Egipto. Encáustica, madera de tilo, dorado.

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Sin embargo, las horas eran variables, dependiendo de si el día era más largo (en verano) o más corto (en invierno). Cuando los días, por su estación, se hacían más largos, las horas romanas equivaldrían aproximadamente a 1 hora y 16 minutos, mientras que en invierno, las horas serían equivalentes a unos 44 minutos actuales.

Los romanos dividían la jornada diaria en 24 horas, 12 horas para el tiempo de luz solar (dies) y 12 horas para la noche (nox).

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Esta costumbre no traería problema alguno a los romanos, ya que se utilizaban relojes de Sol. Cuando la sombra del gnomon se posara sobre la primera línea significaría que ya había pasado la primera hora.

Este reloj de sol estaba situado en el foro, o en un lugar muy cercano a él, de la ciudad de Baelo Claudia. La esfera del reloj es una proyección cónica de la esfera celeste. Tres líneas transversales representan el recorrido del sol durante los equinoccios y solsticios de invierno y verano. Once líneas longitudinales marcan los círculos horarios, que dividen en doce espacios iguales la línea de los equinoccios.

MármolBaelo Claudia (Bolonia, Cádiz)Siglo I d.C.

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Las horas diurnas eran denominadas por adjetivos ordinales: hora prima, secunda, tertia, quarta, quinta, sexta, septima, octava, nona, decima, undecima y duodecima. Se agrupaban en seis horas ante meridiem (a.m.) y seis post meridiem (p.m.), ya que el eje que dividía el día era el meridies, mediodía, que coincidía con la hora sexta.

La noche se dividía en cuatro vigilias de tres horas cada una, marcadas por los cambios de guardia nocturna militar: prima vigilia (de 6 a 9 de la noche), secunda vigilia (de 9 a 12 de la noche), tertia vigilia (de 12 a 3 de la mañana) y quarta vigilia (de 3 a 6 de la mañana).

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Caecilius no gastaba mucho tiempo para vestirse. La primera prenda que se puso fue su túnica, similar a una camisa de manga corta, después la toga, una gran pieza de paño de lana dispuesta en pliegues, y, finalmente, sus zapatos, que eran más bien como sandalias modernas.

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La toga como traje nacional romano solo les estaba permitido llevarla a los ciudadanos libres. Un extranjero que no tuviera plena posesión de los derechos de un ciudadano romano no podía atreverse a aparecer con ella. Incluso los romanos desterrados estaban excluidos de llevarla en tiempos imperiales. La aparición en público con un traje extranjero se consideraba un desprecio a la majestad del pueblo romano.

Era una prenda imprescindible en la magistratura y en las ceremonias religiosas. Durante el Alto Imperio fue el atuendo de gala ineludible para todo ciudadano romano en cualquier manifestación de carácter cívico. Siempre que el romano estuviera fuera de su casa debía vestir la toga, en los juegos, los discursos y visitas importantes. Era muy normal que se estrenaran togas en los festivales.

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Según Quintiliano la toga era redondeada, aunque ahora parece ser que la iconografía demuestra que podía ser trapezoidal. Medía de largo unas tres veces la altura de un hombre adulto excluyendo la cabeza y su anchura media era igual a dos veces la misma longitud. Al vestirla se doblaba primero la toga a lo largo, y el vestido doble que se originaba así se colocaba en pliegues sobre el borde recto y se echaba sobre el hombro izquierdo. La toga cubría todo el lado izquierdo e incluso arrastraba por el suelo considerablemente. Entonces se tiraba del otro lado de la espalda y del brazo derecho, echándose de nuevo los extremos sobre el hombro izquierdo hacia atrás. Se tiraba una vez más de la parte del traje que cubría la espalda hacia el hombro derecho para añadir riqueza a los pliegues.

El sinus es la parte de tela frontal que nacía del pliegue que pasaba por debajo del brazo derecho y que colgaba del lado inferior.

Uno de sus pliegues formaba un nudo (umbo) que se formaba por los pliegues a la altura del estómago.

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La toga de periodos posteriores con sus ricos pliegues cubriendo todo el cuerpo impedía cualquier movimiento rápido que pudiera haber desordenado su cuidadosa disposición y era incómoda para moverse entre la gente o a la hora de hacer discursos. Para producir estos pliegues y darles cierta consistencia, el esclavo encargado de la vestimenta (vestiplicus) usaba trozos de madera entre los pliegues y pequeños pesos de plomo cosidos a la parte inferior para darles una forma más definida. Además conservar su blancura conllevaba muchos cuidados y procesos de blanqueado que en seguida la desgastaban y la dejaban inutilizable.

Cuando el emperador u otro personaje insigne oficiaban una ceremonia religiosa se cubrían la cabeza con la toga y eran así representados (capite velato).

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Las togas diferían por el color, por su adorno y por las circunstancias en las que se llevaba:• Toga praetexta: se llamaba así por el borde púrpura que se le ponía. La llevaban

los niños hasta alcanzar la mayoría de edad. El niño al llegar a los dieciséis años la cambiaba por la toga virilis. Las niñas la llevaban hasta que contraían matrimonio. También era el traje oficial de todos los magistrados que tenían derecho a la silla curul y a las bandas, los censores también la llevaban. Los sacerdotes y otros cargos la llevaban mientras desempeñaban su cargo oficial.

• Toga virilis o pura: Era la toga que todo ciudadano romano comenzaba a utilizar al llegar a la mayoría de edad. Era de su color natural, sin adornos ni tintura.

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• Toga picta: Su nombre se debe al dibujo que llevaba bordado y la vestían los generales victoriosos durante sus desfiles triunfales; también en tiempos imperiales los cónsules que entraban en su cargo, los pretores en la pompa circensi y los tribunos del pueblo en la fiesta de la Augustalia. Se llamaba capitolina por ser el traje de fiesta del Júpiter Capitolino. El senado la regalaba a los nobles extranjeros. La toga purpura, se diferenciaba de la picta por estar completamente teñida de púrpura, pero no llevar dibujos. Se utilizaba por los antiguos reyes y también por algunos emperadores.

• Una toga sucia se llamaba sordida y al que la llevaba se le consideraba desaseado y desordenado (sordidati), aunque en los juicios el acusado y su familia llevaban sus togas oscurecidas para imitar la toga pulla, que estaba reservada a los ritos religiosos funerarios. Durante el servicio religioso los asistentes vestían una toga pulla (negra o gris), pero se la quitaban para asistir a la comida que se servía posteriormente.

• Es muy posible que muchos ciudadanos estrenaran una toga nueva durante los festivales más importantes y los más humildes podían blanquear las viejas. La toga de lana gruesa se llamaba pexa y la gastada o fina se conocía como trita o rasa, que se utilizaban más frecuentemente en verano. La toga de los más ricos y nobles era más fina y más larga (laxior) que la de los más pobres. La toga más basta se llamaba crassa o pinguis.

• Toga candida: La toga alba era blanca y cuando se utilizaba por los candidatos a una cargo público se le llamaba candida, ya que era tratada con tiza (creta) para darle un color blanco que resaltase la pureza de sus intenciones.

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El desayuno (ientaculum) era más que un aperitivo ligero. Solía consistir únicamente en pan, seco o mojado en vino o espolvoreado con sal, aunque a veces se añadían pasas, olivas o queso.

El primer deber del día para Cecilio era recibir los saludos respetuosos de un número de personas pobres y libertos que habían sido previamente sus esclavos (salutatio). Los recibía en el atrio y les repartía pequeñas sumas de dinero. Si tenían cualquier tipo de problema, les daba toda la ayuda y la protección que podía. A cambio, ellos ayudaban a Cecilio de varias maneras.

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Por ejemplo, le acompañaban como un grupo de simpatizantes en ocasiones públicas, y también podían ser empleados por él en los asuntos de negocios. Eran conocidos como sus clientes, y él era su patronus.

Después de recibir a estos visitantes, marchaba al foro, donde pasaba el resto de la sesión comerciando y la atendiendo a sus asuntos de negocios.

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El almuerzo (prandium) se hacía al mediodía, y era también una comida ligera. Por lo general consistía en un poco de carne o pescado, seguido de fruta. Los negocios terminaban poco después del almuerzo.

Cecilio se echaría entonces una breve siesta antes de ir a los baños.

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• Durante el invierno, la familia utilizaba el comedor interior, cerca del atrio.

• En el verano, por lo general, preferían el comedor en la parte trasera de la casa, que daba directamente al jardín.

La comida principal del día, la cena, comenzaba hacia el final de la tarde.

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El triclinio tenía tres sofás que estaban dispuestos alrededor de una mesa circular que, aunque pequeña, estaba elegantemente decorada.

En cada sofá había sitio para tres personas. Los comensales se reclinaban, apoyándose en su codo izquierdo y tomaban la comida de la mesa con la mano derecha. La comida era cortada por un esclavo antes de servirla.

No todos los romanos se reclinaban para comer la cena, pero era costumbre entre las familias ricas o de clase alta. Los pobres, los esclavos, los niños y, a veces las mujeres comían sentados.

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Los tenedores no fueron utilizados por los romanos.

Vasa escaria es el nombre que se da al conjunto de recipientes y utensilios utilizados por los romanos en su mesa a la hora de comer. Formaba parte del ajuar familiar y representaba una de las posesiones más preciadas de la familia.

La cerámica de terra sigillata se denominaba así debido a los sellos que se imprimían en ella con el nombre del fabricante y caracterizada por su brillante color rojo coral y con refinados diseños y decoración lisa o en relieve.

La clases altas hacían gala de su riqueza utilizando durante los banquetes vajillas de lujo. sobre todo, de plata, para resaltar su posición social y provocar la admiración de sus invitados.

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La comida era una ocasión para hablar y relajarse entre amigos con buena comida. A menudo se proporcionaba alguna forma de entretenimiento.

Después de comer un alimento se lavaban los dedos y las servilletas, mappae, se usaban para limpiar la boca. Los invitados podían traer su propio mappae para llevarse las sobras de la comida o pequeños obsequios, los apophoreta. Todo lo que no podía ser comido, como los huesos y conchas, era tirado al suelo donde los esclavos pudieran barrerlo.

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Las enormes sumas que se supone gastaron en algunos banquetes no se invertían íntegramente en comida sino también en la preparación y decoración de los locales. En un banquete ofrecido por uno de los amigos de Nerón solamente las rosas costaron más de cuatro millones de sestercios.Se comía mucho, con tal exceso que hoy resultaría repugnante, y la moderación en la bebida no existía. Los maestros cocineros rivalizaban en presentar numerosos platos a cual más rebuscado y caro, tanto que muchas veces no era posible adivinar qué manjar se ocultaba bajo la apariencia de otro.En los convivia se invitaba no sólo a magníficos manjares, sino a disfrutar de los sentidos y a aprovechar al máximo el presente (carpe diem), recordando la fugacidad de la vida.

En los banquetes se promovía el recuerdo de esta idea, de manera que se han encontrado diferentes elementos que tenían en común la presencia de un esqueleto, que evocaba la fragilidad del hombre.