Libro Iglesias Fin Mundo
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IglesFin d
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I N d i c e
PRESENTACIN
INTRODUCCIN
VIRGEN DEL CARMEN
SAN FRANCISCO DE A
SAN JOS DE CHERQ
SANTSIMA TRINIDAD
DESPOSORIO DE LA S
SAN JOS DE PLAYA M
SAGRADO CORAZN
MARA INMACULADA
NUESTRA SEORA D
NUESTRA SEORA D
SAN ANTONIO DE CO
NUESTRA SEORA D
SAN JUAN BAUTISTA
NUESTRA SEORA D
NUESTRA SEORA D
SAN FRANCISCO JAVIER
SANTA MARA DE LO
MARA AUXILIADORA
SANTA MARA DE RIL
NUESTRA SEORA D
SAN FRANCISCO DE NUESTRA SEORA D
SAN ANTONIO DE VIL
NUESTRA SEORA D
NATIVIDAD DE MARA
JESS NAZARENO DE
NUESTRA SEORA D
NUESTRA SEORA D
NUESTRA SEORA D
NUESTRA SEORA D
TRADUCCIN
BIBLIOGRAFA
AGRADECIMIENTOS
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El conocimiento, y consiguientemente, el inters pblico de las iglesias d
veinticinco aos.
Sin embargo ellas estaban all desde haca siglos, como esperando paciente
su maravilloso poder de seduccin.Llenas de vida, sorprendentemente activas en el plano especficamente religio
en este aspecto fueron y siguen siendo el referente ms vivo pa ra los habitant
como la de sus ancestros, ha sido igualmente por siglos el escenario de los mo
recepcin del bautismo, pasando por todos los dems sacramentos de la Iglesia
hasta sus postreras exequias. La carga espiritual y afectiva que encierran justific
Pero como si esto no bastara, independientemente de su funcin princip
esttico, constituyen ejemplares nicos dentro del patrimonio del pas, desde e
No obstante la humildad de sus materiales constructivos la madera-; la s
de Chilo, la fuerza expresiva de su santera; la sugestin de su pintura mural; p
iglesias y capillas xitos artsticos jams logrados en los ms cultos y sofisticado
Junto a los estudiosos de las escuelas de arquitectura de las universidades, ha
han contribuido a difundir y poner en valor este patrimonio, como se observ
En el presente libro, Max Donoso, que ya nos ha brindado en anteriores ed
del norte y de la zona central, con el ojo del artista nos brinda, desde el nguindividualidad de cada uno de estos monumentos, que desde su soledad y su s
sin reservas, con todos sus encantos.
La difusin que libros como el que presentamos suscitan respecto a nu
ponderacin, pues no slo pone su contenido al alcance de los lectores de toda
necesidad de peregrinar, para ver, en vivo, todo lo expuesto con tan sorprende
Gabriel Guarda, O.S.B.
Monasterio Benedictino de la Santsima Trinidad
P R E S E N T A C I N
Madera Be
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I N T R O D U C C I N
porIsabel Cruz de Amenbar
Dr. en Historia del ArteProfesora del Instituto de HistoriaPontif icia Universidad Catlica de Chile.
con la colaboracin de Alejandra Valenzuela OyanedelInstituto de Historia,Universidad de los Andes
Sobre las aguas australes, el viento cala, an en verano. Desteje a cada ins-
tante el manto de nubes que imantan las tierras arrojadas al mar. Desde el hori-
zonte mvil de la navegacin emergen las costas envueltas en la perenne hume-
dad de ese confn del mundo despedazado por el mar y por el cielo: Chilo.
El Canal de Chacao ha dejado atrs las verdes extensiones del continente,
sus altivos perfiles incisos de ros y fiordos. Delante, flota la isla grande penetra-
da por el agua, con sus blancas playas de arenas fras, ventosas hacia el ocano,
abrigadas en el mar interior, y la mirada de islas e islotes, peones y puntas;
las Chauques, Quenac, Quehui, Chaulinec y Desertores, que se disgregan en
la alta marea, restos del gigantesco naufragio telrico acaecido hace millones
de aos.
Hasta all llegaron, en dbiles embarcaciones, entre vientos huracanados
y lluvias torrenciales, en la poca de la gran travesa religiosa americana, los
misioneros mercedarios, franciscanos y jesuitas. Traan el alma crepitante de fe
y el cuerpo transido de humedad. Plantaron sus cruces, esparcieron la palabra,
y elevaron las fragantes y flexibles maderas isleas, no para salvar la transver-
salidad encrespada de esas olas remotas, sino con el fin de clavar en el cielo el
desafo de su catolicidad.
Aqu lleg, donde otro no ha llegado/ don Alonso de Ercilla que el prime-
ro/ en un pequeo barco deslastrado/ con solo diez pas el desaguadero/.
As registran los versos de la Araucana, con la acuciosidad propia del poeta
soldado, el cruce del ejrcito espaol hacia la isla de Chilo al mando del joven
capitn acelerado, el gobernador Garca Hurtado de Mendoza.
Se dice Ercilla el primero en franquear el desaguadero de Chacao, donde
otro no ha llegado, como seala la estrofa.
La isla Chilo no haba sido an hollada por los conquistadores, pero la han
vistado las naves de Alonso de Camargo en 1540; en 1553, las de Francisco
de Ulloa exploran el actual golfo de Ancud que llama de los Coronados; y
las travesas de Juan Ladrillero y Francisco Corts Ojea divisan sus costas en la
ruta hacia el misterio que inexorablemente gua a los navegantes de estos aos
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les y millones de vidas en pocas de grandes hambrunas . Los frutos de la tierra
firme, no se hallaban slo bajo ella sino al ras. Entre las hojas apretadas la frutilla
o khelgen, oriunda de esas latitudes, justamente llamada en el lenguaje cientfico
fragaria chiloensis, reservaba su fragancia y su dulzor. Introducida en Francia por
el viajero Amadeo Frzier se aclimat en los invernaderos reales y fue degustada
por selectos paladares. Gramneas como el mangu, hoy en extincin, se culti-
varon en Chilo desde poca prehispnica y el naturalista Claudio Gay pudo
registrar lo a comienzos del siglo XIX. Chilih ueques, llamas de Chile, auqunido
que se extiende en el mundo andino desde Ecuador a Chilo, les daba carne
y lana para sus vestidos que las mujeres hilaban y tejan en telares horizontales,
tendidos sobre el suelo de tablas de sus viviendas.Asentados en la costa del mar interior, los conquistadores quedaban aisla-
dos y dispersos en esa naturaleza sobrecogedora, poblada inmemorialmente.
Pasaban a ser los ms australes habitantes del orbe aunque ello no fuese en
esa poca sino s igno de marginalidad- pero de ah devengaban arduos deberes
para la cultura hispnica en el hemisferio sur; ser foco de irradiacin religiosa y
bastin contra la asolada de los navegantes extranjeros ingleses, holandeses,
franceses- hbiles en la deteccin de brechas en la posesiones de ultramar.
El tono de la vida era duro y frugal. Como en el medioevo, la aventura y
el herosmo, brotaban cotidianamente cuando la supervivencia o la fe se vean
amenazadas.
En ese aciago fin del siglo XVI, que descarga sobre el delgado territorio
del Reino no slo las furias de la naturaleza terremotos, inundaciones, sequas
pestes- sino la clera de los hombres, Chilo acusa sus efectos.
Acicateada por las derramas, los tributos, el trato altanero de las auto-
ridades, estalla a fines de diciembre de 1598 la gran insurreccin mapuche,
dejando como saldo la derrota de Curalaba, centenares de muertes, entre
ellas la del gobernador Garca Oez de Loyola, y la ruina de las siete ciudades
ms prsperas y florecientes del sur: Santa Cruz de Oez, Valdivia, Osorno, La
Imperial, Villarrica, Los Confines (Angol), Caete. Medidas represivas desatan la
dbil defensa en medio del caos: control de los pueblos aliados, traslado a las
regiones del norte y despoblamiento de algunas islas .
Audaces filibusteros comienzan simultneamente a merodear por las cos-
tas valdivianas y chilotas. Las potencias rivales de Espaa buscan un enclave
en esas latitudes para asegurar el control del Estrecho de Magallanes y con
ello la ruta sin trabas hacia el Asia, la tierra de la seda y las especias, el jade, las
porcelanas y el marfil. Si Chilo haba podido escapar a la asolada del pirata
Francis Drake veinte aos atrs, y luego eludir a Cavendish amparado en los
furores del mar, en 1600 el corsario holands Baltasar de Cordes recala en Ca-
relmapu y se apodera de Castro. Cada la plaza fuerte, debe ser reconquistada
enviando tropas espaolas a Calbuco que ponen sitio a los holandeses hasta
que en desventaja, Cordes se reembarca en la nave Fidelidad con apenas 22
marineros de su poderosa expedicin fletada dos aos antes desde Goerse .
Vuelven los holandeses en 1643, al mando de Enrique Brower, anciano gober-
nador de las Indias Orientales, con el apoyo del prncipe Mauricio de Nassau
a cargo los
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floreciera el culto al patrono de la metrpolis que haba desplegado tambin
su aura sobre el archipilago.
Impenetrable a las invocaciones, la selva fra, opone el abrazo de sus especies
hacia el azul o el gris, -coiges y alerces, cipreses y robles, mano y tepu, avellano
y huhun- atenazado de quila. En primavera su belleza esquiva blanca y roja es
sorprendida en la florescencia del arrayn y el romerillo, el ulmo y el coicopihue.
Se curvan los helechos, el pangue, y la gigantesca nalca que desafa las dimensio-
nes de las hojas conocidas por el europeo, en la penumbra del humus.
Comparece un mundo en la edad de la Creacin. No hay guerra con sus
hombres, la gente ms dcil y humilde , -tan domstica que antes se tiene
por recreacin descubrirlas e andarlas, no por trabajo- sentencia Martn Ruizde Gamboa, el fundador, en 1567; la batalla, de la que los nuevos pobladores
saldrn muchas veces vencidos, es con los elementos naturales.
La humedad que penetra y deshace, torna imposible la existencia de esos
pueblos originarios como vestigio. Se han ido con la etapa arcaica, sus textiles,
cestera, objetos en madera, restos orgnicos e incluso sus conchales. Slo la
piedra se queda, desafiando la edad, hecha puntas de flecha y azadas, cuchillos
y raspadores para permitir la pesquisa arqueolgica. Pero hay otros planos de
sobrevivencia: su vida etnogrficamente observada por los viajeros desde el
siglo XVI al XIX, hecha relato; su vida cotidiana hecha accin y obra, en grupos
y miembros de esas etnias, algunos ya mestizados; su vida legendaria y mtica
brotada entre las nieblas, poticamente hilvanada frente al fuego en las noches
interminables del invierno austral, hecha r ico y peculiar patrimonio.
Chilo prehispnico acogi en coexistencia a un amplia gama de pueblos,
algunos hoy extinguidos. Junto a chonos y veliches (huilliches) estaban los cai-
chus, payos, taijatafes, calenes, lecheyes y otros grupos distintamente mencio-
nados por los misioneros en sus crnicas.
Canoeros y nmades del mar, siempre de paso por esa despedazada geo-
grafa, los chonos fueron los ms antiguos y singulares habitantes del archi-
pilago, establecidos en la zona nororiental. Ya el explorador Juan Ladrillero,
realiza observaciones acerca de sus formas de vida originarias. Estn hoy aqu
maana en otra parte ; y sensible es apreciacin que hace el viajero John
Byron: no parece sino que la Providencia hubiese dotado a esta gente de
una especie de naturaleza anfibia es frase resume la existencia de esos
trashumantes sureos, su armnica coexistencia con los ritmos csmicos y el
hbitat, siempre generoso. Son libres, como las olas o las mareas, no obedecen
ms ley que la natural. Si tienen hambre echan al mar sus canoas de cscara de
cipreses la singular dalca chilota, botes de tres tablas curvadas trabadas con
fibras vegetales y endurecidas con fuego que les sirve no slo de embarcacin
sino a veces de habitacin, dice el expedicionario Juan Ladrillero- y como son
de grandes fuerzas reman hasta encontrar el alimento. El paraso de peces y
mariscos est a la mano. Su pecado, originariamente, no surgi de la manzana
.Ostras, centollas, erizos, picorocos, choros, almejas locos y machas ocupan la
primera capa y en un estrato ms profundo las aguas reservan los peces, toni-
nas, delfines, tollos, anchoveta, jurel, rbalo, lisa, lenguado, pejerrey, corvina, sardi-
na, congrio: como si el curanto chilote, en su origen, se encontrase ya dispuesto
por la madre naturaleza. Slo hay que trasladarlos, a su lecho en la tierra,
temperado por las piedras, cobijado de nalcas, donde se efecta la coccin, que
es cultura, pero tambin consuncin. Las creaturas acuticas que devora este
pueblo incluye tambin a los lobos marinos, transformados y mitificados por los
navegantes desde Magallanes, en sirenas, monstruos y otros seres fabulosos, los
que ultiman con sus armas: huesos de ballena a manera de dagas y unos palos
como lanzuelas; y a las masas de algas, las flotantes cabelleras de las nyades
de la mitologa antigua, mutados aqu en la misteriosa Pincoya, que desencanta
la ciencia: el Kollof (durvillea antarctica) cuyo tallo es denominado huilte y el
luche ( porphyra columbina) . No tienen sementerasdice el cronista. Notienen ollas ni otras vasijas Para abrigarse andan vestidos de los cueros de
los lobos y otros animales con que se cubren las espaldas y caen hasta las rodi-
llas dejando sus vergenzas afuera sin ninguna cobertura. Para el cobijo
no tienen poblaciones ni casasy donde quiera que llegan llevan unas varillas
delgadas, las cuales ponen en el suelo; y con corteza de rboles, que en las
dichas canoas traen, hacen sus casillas chiquillas, a manera de ranchos, en que
se meten y se reparan del agua, del cielo y de la nieve . La elementalidad de
esta vida sobrecoge a los espaoles del siglo XVII y a los anglosajones del siglo
XIX, que consideran este pueblo una raza superior, ms blanca y rubia, -por
la frialdad de la tierra y la cercana al polo como explica eufemsticamente el
jesuita Diego Rosales - y ms bella segn anota Fitz Roy - cuando la belleza
era fundamentalmente blancura.
Morenos y fuertes, los veliches o huilliches de ascendencia mapuche, haban
llegado del continente, donde habitaban con los pehuenches. Estaban adaptados
a la sobrevivecia en un clima severo, de vientos huracanados y bajas tempera-
turas. Con los chonos transhumantes por las costas del mar interior y las islas,
ellos se acomodaron en la zona occidental de la Isla Grande, dedicados a la
recoleccin, la caza, y a la domesticacin de animales y plantas. En Chilo todo
mantenimiento de los naturales se reduce a unas races de la tierra que llaman
papas anota el padre Diego de Rosales- y destas se siembran en gran canti-
dad para coger lo necesario y sirven de pan. Aferrados a la tierra, sustentados
por ella, hicieron de la papa, pou, en lengua mapuche, (solanum tuberosum)
especie autctona , de la cual se han encontrado en la regin de la Araucana
depsitos arqueolgicos del pleistoceno tardo , y en la isla ms de doscientas
variedades, su alimento fundamental. Los brazos morenos eran hbiles y resis-
tentes para introducir el palo roturador en la tierra, a falta de arado, y plantar
cada uno de los tubrculos y en la poca de cosecha, practicar la operacin
contraria, desenterrando los bulbos. Cocida, asada, triturada, en tradicionales
chapaleles o tortillas que acompaan el curanto, la papa era buena y nutritiva y si
queran asegurar su duracin en clima hmedo, secaban y molan entre dos pie-
dras su pulpa; el chuo, rehidratado, se prodigaba en sopas, infusiones y postres.
En platos deliciosos como las papas Parmentier del siglo XVIII, la french fried
potato norteamericano del siglo XX, la papa es uno de los grandes aportes de
Chile y Amrica a la alimentacin mundial. Simplemente hervida ha salvado mi-
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desafo prioritario. Traducen las oraciones y el sistema catequtico de pregun-
ta- respuesta; desde el idioma materno el mundo cristiano se hace asequible.
La Compaa de Jess no lucha contra la dispersin espacial ni los rituales
nativos. Para lograr la conversin, adapta un sistema, parcialmente ensayado por
los franciscanos y oficializado como mtodo con apoyo financiero por cuenta
del erario real en 1624: las misiones circulares, o correras como las llaman
los misioneros, instauradas ya en Amrica, y en el rea chilota, reelaboracin
catlica de la itinerancia local; el aporte ms propio de Chilo, al catolicismo
barroco. Zarpan desde Castro en las frgiles dalcas atestadas, confiados a la
mano y la vista de algn piloto oriundo. Van recalando de playa en playa, de isla
en isla, todos los aos, entre diciembre y mayo, los meses menos lluviosos. Losprotegen, como en las leyendas medievales refugiadas en Amrica, sus santos
y Cristos flotantes en cajones de madera, inmunes a las aguas embravecidas:
San Isidoro Labrador, Santa Notburga, devocin introducida por los jesuitas
bvaros y el Crucificado, patrono de las misiones; los aseguran tambin en el
ejercicio de su ministerio, los ornamentos y vasos sagrados que darn esplen-
dor a esa liturgia sencilla capaz de transmutar objetos de embalaje en altares
porttiles. Detinense tres das, en cada capilla que son setenta y seis, inclusa
la de Puerto, porque el tiempo y la falta de alimentos los obliga a apurar los
ministerios seala un informe de 1717 . Los habitantes estn reunidos aguar-
dando al sacerdote. Entonan cnticos para implorar la presencia de Cristo y
la Virgen. Rendidos, pisan tierra firme los misioneros y el pueblo expectante
sale a recibirlos con ansias de contemplar las imgenes; est preparado para
la procesin. La cruz los congrega como si el cristianismo se hubiera instalado
triunfalmente en esas playas. El padre Jos Garca, misionero jesuita en esa zona
remarca en su Diario el papel de cada uno de los miembros de la comunidad:
los nios cargan el corazn de Jess, los solteros a San Juan, los casados a
San Isidro, las solteras a Nuestra Seora de los Dolores, las casadas a Santa
Notburga y los caciques al Santo Cristo . Ha estallado la fiesta, todos y cada
uno estn all para celebrar.
Incansables, los padres predican la palabra, explican el mensaje, administran
los sacramentos y realizan la celebracin. Para secundarlos y precaver su ausen-
cia designan al fiscal, institucin clave en el proceso de adaptacin religiosa; un
hombre del lugar, mediador entre el sacerdote y el fiel, entre Dios y la comuni-
dad. Sin haber recibido el orden sacerdotal, sin vulnerar el prestigio y el ministe-
rio, oficia de gua, consejero y mentor espiritual; guarda el templo, se encarga de
su limpieza conservacin y adorno, reza el ngelus y el rosario los domingos y
festivos, administra el bautismo, imparte el catecismo, vigila los pecados pblicos,
visita a los enfermos y los confiesa, ayuda a bien morir, sepulta a los muertos y
consuela a los vivos, cuida los cementerios y aviva permanentemente la fe en
una tarea inacabable que hasta hoy sostiene a la Iglesia en el archipilago.
La misin permanece en el recuerdo como memoria de esplendor y de
encuentro, esperaza de retorno en ese tiempo acotado del ciclo anual, donde
los ritmos de la naturaleza y los hechos de la vida de Cristo, confluyen en el
horizonte vital chilote.
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el ramo esencial de su comercio, seala el cronista franciscano Pedro Gon-
zlez de Ageros a finales del siglo XVIII. De luma hacen guiones para ejes, de
avellano tablazn para embarcaciones, y especialmente para remos, de ciruelillo
y de ciprs bales y cajas, de stas.muchas labradas con bastante prolijidad,
el ralral se usa para totnes de navos, el maitn para elementos torneados, el
mili para azadones, prueba de su dureza, el pel para ejes y cureas, el alerce
para embarcaciones y construcciones, su corteza para calafatear los cascos el
roble para las piraguas. Lianas y bejucos se entretejen en el bosque y en su smil
humano, en cestera, esteras, sogas, el boque o voqui, y la quilineja.
La lana de sus ovejas, multiplicadas con prodigalidad en el archipilago, es
objeto de una cuidadosa manufactura que la vuelve una materia dcil, sensiblea las texturas, las tonalidades y a la temperatura del cuerpo. Tejen con particu-
lar esmero y prolijidad en sus labores de ponchos dice Gonzlez de Ageros
y para ello peinan la lana, y quedan tan delgados que parecen tela de seda y de
mucha duracin Extienden todo el urdiembre y lo aseguran en unos palos
y tomando y dejando hebras con los dedos forman todas las labores. De este
modo hacen tambin colchas y sobrecamas que llaman bordadas y lo son en
realidad por los dibujos grandes y muy curiosos con variedad de colores que
echan en ellas. Hacen asimismo otros tejidos que son unos pequeos ponchos
que llaman bordillos, y tejen asimismo sabanillas, sbanas de bayeta blanca muy
tupidas En los telares hacen lienzos de mantelera Tejen tambin los saya-
les de los religiosos, tan tupidos y fuertes como si hubieran sido abatanados
Llena de pompa y de misterio, la religiosidad espaola no desdea el con-
tacto ritual aborigen y ambas expresiones logran su unsono en el sincretismo
mestizo que ha perdurado hasta hoy en el Archipilago.
Segn las normas del Derecho Cannico, el territorio formaba parte del
obispado de La Imperial-Concepcin cuyos lmites alcanzaban por el sur los
hielos polares.
La evangelizacin del rea continental hasta la llegada de los jesuitas est
encomendada a mercedarios, franciscanos, dominicos y agustinos, en las doctri-
nas respectivas de Calle Calle, San Antonio de Padua, la misin de Nahuelhuapi,
hoy en territorio argentino, probablemente atendida por franciscanos desde
Valdivia y Nuestra Seora de Puerto Claro; a cargo de clrigos estn Santa Ana
de Toltn y Madre de Dios.
En Chilo los franciscanos a travs de sus conventos en Castro diseminan
la devocin a los santos patronos ancladas en la toponimia y en el nombre de
caseros, villorrios y pueblos de indios.
Sensibilizados por la espiritualidad abierta y amante de la naturaleza de su
fundador, los frailes serficos se colocan pastoralmente en la avanzada; realizan
una misin pacfica, impartiendo el mensaje en los poblados y reducciones
aledaas a Valdivia y en la Isla Grande de Chilo, sur del canal de Chacao, Las
Guaitecas, el Archipilago de los Chonos, el Zapatal hasta la isla de Welling-
ton, atendiendo adems las localidades continentales de Carelmapu, Maulln
y Calbuco. No condenan ni temen las creencias chilotas, su culto a las fuerzas
naturales. Esas almas sencillas acostumbradas a las notas disonantes del trueno
y del huracn, son seducidas por las orquestaciones de cantos y plegarias, los
instrumentos de cuerda y aire.
Sopla en esas regiones el ms denodado espritu de la Contrarreforma. La
mstica debe florecer en medio del mundo.
Es un imperativo que la fe apele a los sentidos, el mtodo de meditacin
de San Ignacio reposa en la recreacin mediante imgenes pictricas, escult-
ricas y textos de la Vida y Pasin de Cristo-.
La orden arriba en un perodo dramtico en sus hechos, pleno an de
legendarias incgnitas para la vida en la zona austral de Chile. Pocos se aven-
turaban en 1595 hasta las latitudes del presidio y del destierro ; pero era ste
tambin el enclave de la mtica ciudad de los Csares que para los audacesy codiciosos compensaba con creces la lejana, las penurias. Implantada por
la imaginacin entre la cordillera de Villarrica y el Estrecho, o en las cadenas
montaosas de Chilo, la poblaban hombres altos y rubios y sus esplndidos
palacios guarnecidos de oro plata se reflejaban en las aguas cristalinas de algu-
no de los grandes grandes lagos de la zona, Ranco, Puyehue, Nahuelhuapi.
Desde el convento de Nuestra Seora de los ngeles en Castro, los jesuitas
Melchor Venegas, chileno, y Juan Bautista Ferrofino, milans, grande espritu y
fervoroso celo en la conversin de las almas el primero, segn el cronista Miguel
de Olivares, de no menores alientos para las empresas de la caridad y servicio
de Dios el segundo, disciplinados por el estricto voto de obediencia, aspirantes
a la perfeccin y al fruto multiplicado de las conversiones, son los primeros en
ensayar all, antes que en el continente, peculiares mtodos de evangelizacin.
La conquista bautismal iniciada por los jesuitas sella con un giro las estrate-
gias para impartir los sacramentos y la doctrina. Los padres estn convencidos
de que es preciso adaptar el catolicismo espaol a la realidad chilota y recurren
a la experiencia de la orden en otros lugares de Amrica y de Chile. Establecer
analogas con las creencias y prcticas prehispnicas se hace por momentos im-
posible. La violencia expiatoria del ritual chono, los paraliza: sus autoflagelacio-
nes con un tizn encendido y filos de conchas, el lamento desgarrador de sus
cnticos, la orga a que se entregan en los estados de trance, empapados en
sudor, echando espuma por la boca, exhaustos y desmayados , segn el viajero
ingls John Byron, a mediados del siglo XVIII. En las ceremonias veliches, reco-
nocibles a partir de su experiencia en la Araucana, encuentran los misioneros
puntos de contacto: el nguillatn es un ruego que propicia a las divinidades y
a sus antepasados, implora los dones de la fertilidad, la salud, el bienestar, lo cual
hace posible, en una primera instancia, conservar sus estructuras e introducir
los contenidos catlicos y su significacin. A partir del machitn, la figura de
la machi, ministro femenino simultneamente curandera y chamn, vidente y
custodia de los secretos del panten mgico religioso, es reconvertida en las
funciones del sacerdote catlico. Con la elaboracin jesuita, los sacramentos
se presentan para los nuevos fieles en el lenguaje del sacrificio, la posesin y
la sanacin, efectuados por un hombre -el misionero- dotado de facultades
especiales, superiores a las de las mismas machis.
Aprender las lenguas mapuche, chona y veliche ha sido para los jesuitas un
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en 1767 pasando a depender administrativamente del Virreinato, en razn de
su importancia estratgica y elevado a Intendencia en 1784. Se funda San Car-
los de Ancud, que se transformar en la capital.
Las ideas independentistas llegaron con retraso a Valdivia. Los siete cas-
tillos de la ciudad, -sus fortificaciones-, parecan en 1820 un emblema de la
adhesin real, un peligro para la causa emancipadora. Hacia ellos enfil Lord
Thomas Cocharane. Irona: la toma del clebre antemural del Pacfico sur de-
fendido durante siglos de Inglaterra era acometida por un ingls. Otro baluarte
real era Chilo . En 1813 arribaba una gran escuadra al mando del brigadier
Pareja, encargado por el Virrey del Per del sometimiento de Chile a la causa
realista. La guerra se conoce en 1820, cuando Lord Cocharane al servicio de la
causa patriota, tras apoderrse de Valdivia, intenta tomar Ancud. Fue derrotado
por sus tropas al mando de Antonio Quintanilla, gobernador de Chilo. El
Archipialgo se defiende arduamente no slo contra las expediciones de los
patriotas chilenos como la de Freire, sino de los sueos de Bolvar, cuyo pro-
yecto era conquistarlo para el Per. Las batallas e Pudeto y Bellavista sellaron
en 1826 el destino de Chilo, para la causa chilena patriota.
Su pasado monrquico hace de Valdivia y Chilo dos regiones descuidadas
e incluso castigadas por el nuevo sistema republicano. Un observador extran-
jero estampa en 1838: Aunque algunas partes del mismo [Chile] tales como
la comarca de Valdivia y la isla de Chilo reconocen la repblica y pertenecen
a ella [sus] habitantes no slo viven completamente independientes de dicha
repblica sino que estn casi en continua lucha con la misma
La colonizacin alemana de la zona de Valdivia y las misiones capuchinas al
sur del Ro Cautn, iniciadas en la dcada de 1840 marcan un proceso civilizato-
rio que diverge en las ciudades y en los lugares ms poblados de los patrones
tradicionales hispano-mestizos. La arquitectura en madera de las iglesias, es
en esta nueva sociedad, impermeable en ciertos aspectos al pasado local, una
solucin de continuidad a la sombra de la madera, bajo la orientacin de los
misioneros alemanes de la orden hermana.El siglo XIX trae tambin el desapego hacia la cultura chilota como expre-
sin genuina, e incluso su rechazo en los mbitos de la elite intelectual y el clero
ilustrado del pas. La privatizacin de la piedad y las restricciones impuestas a los
desbordes del culto popular, dejan huella en el archipilago. Sus exteriorizacio-
nes de dramatismo o gozo, se consideran impdicas, brbara su efervescencia
festiva; deforme y pagana la lozana de los santos, que custodian sus capillas.
Chilo no encaja dentro de la mentalidad pragmtica que se impone en
Chile a partir del siglo XX. Las nuevas rutas comerciales y de navegacin la
apertura del Canal de Panam especialmente- el transporte areo, los medios
de comunicacin masiva, la industrializacin, el turismo a escala planetaria-, han
ubicado a Chilo en la periferia meridional. En pocas zonas del pas se ponen
tan dramticamente de relieve las paradojas y contradicciones de la moderni-
dad dura que da a da pone en peligro de destruccin su patrimonio nico de
naturaleza y cultura. Pero a la vez, esta situacin perifrica ha permitido a los
chilotes resguardar su cultura de intervenciones y de la destruccin y conser-
var sus iglesias declaradas por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad.
A pesar de las modernizaciones y ms all de ellas, Chilo se aferra a su
identidad; al verde y hmedo hbitat de los padres, de los padres de sus padres;
al sonido de los remos, al balseo entre playas, entre islas; al Nazareno lacerado
de Caguach en procesin, con su vestidura estremecida por el viento; a los
poderosos que cuidan y vigilan con su mirada sin edad desde el templo de su
pueblo; a los estofados de San Juan que celebran en pleno invierno el carro
solar en la cspide del cielo; a los enamorados en los pajares, sorprendidos,
buscando la hierba del santo bajo la luz de la luna, a esa hora en que las aguas
de sus golfos han sido bruidas por el artesano ms diestro y los reflejos,
arrojan sobre las ondas el espectro de plidas creaturas anfibias, la raza que
observaba sorprendido John Byron .
El legado de religiosidad y devocin del pueblo chilote es fruto de la heren-
cia conjunta de ritualidad prehispnica y catolicismo, aprendido y vivido a partir
de la enseanza de los antiguos misioneros, jesuitas y franciscanos que sostiene
la labor incansable y persistente de cada comunidad, formadas, desde muchas
generaciones en el sentido de la espera y la preparacin.
Hoy la esperanza, la esperanza cristiana- refluye hacia esas tierras arrojadas
al mar, como si el verdor de sus bosques que se abrazan bajo el cielo guardase
intacto el simbolismo olvidado del color. Msticos brotes junto a sus playas, a la
vera de los esteros y riachuelos, en las hondonadas, en promontorios dentro
de los pueblos y caseros- recuerdan y proyectan la labor del misionero. Clava-
ron sus cruces, congregaron el rebao, vieron crecer, entre sus correras, como
corpulentos rboles, sus capillas de madera, que se multiplican con el tiempo.
En la provincia de Cautn, a pocos kilmetros de Temuco se ubican las igle-
sias de Ultracautn, Vilcun y Cherquenco; en la provincia de Valdivia, las de Puru-
ln y Trumao; en las cercanas del lago Llanquihue, Playa Maitn, Puerto Varas y
Cocham; hacia el Canal de Chacao, estn las iglesias de Maulln y Carlelmapu.
En la Isla Grande de Chilo, en el sector llamado la costa, Colo, Tenan, San
Juan, Quetalco y Dalcahue; en la isla de Quinchao, la iglesia homnima, San Ja-
vier y Santa Mara de Achao; Lin-Lin, en la isla de su nombre; en el centro de laIsla Grande, San Francisco de Castro, y en torno a ella, Nercn; en la pennsula
de Riln est la iglesia del mismo nombre; ms al sur, Chonchi, y en torno a ella,
Vilupulli; en la isla de Lemuy, Aldachildo, Puchilco e Ichuac; en las islas de Cheln
y Quehui, las iglesias homnimas; camino a Queilen, en la costa de la isla, estn
las iglesias de Agoni Bajo y Compu.
En las tardes, en las noches claras, un perfume las inunda: el olor al palo
santo, el ciprs de las Guaitecas, ms intenso que el del bblico cedro del L-
bano; bajo sus arcos y sus cpulas, sobre sus altares y pedestales la fragancia se
esparce sobre el Crucificado que se inmola; slo sangre y madera, espina y flo-
racin; metfora ancestral que rebrota en todas las culturas del orbe, en todas
las religiones del mundo para expresar en su contenido profundo el descenso
al sepulcro y la luminosa resurreccin.
Desde el agua, a esa hora, las capillas se vuelven pura silueta, mgicas cajas
flotantes bajo el nimbo de las constelaciones, naves a la deriva de un misterioso
ms all.
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La iglesia de Ultracautn
hunde cimientos frente el
poblado de Lautaro, bauti-
zado en homenaje al toqui
traro veloz. Paradjicamen-
te, el pueblo que recuerda
al gran hroe de Arauco
naci en 1881 junto a un fuerte creado por el ejrcito
chileno para aplacar la fiera resistencia mapuche a la
incorporacin definitiva de sus tierras al Estado.
En 1546, Pedro de Valdivia emprende la conquista
de los territorios al sur de Santiago y comprueba laexistencia de esta estirpe de indios guerreros, mencio-
nada ya por los fallidos intentos colonizadores de Inka
Yupanqui y Diego de Almagro. Tras el primer rechazo,
Valdivia sorprende a los araucanos y se establecen
asentamientos en Penco, Concepcin, Arauco, Tucapel,
Purn y Ciudad de los Confines. Pero la osada del con-
quistador le costar la vida en Tucapel. Los mapuches se
organizan dirigidos por Caupolicn. Lautaro ensea arte
de guerra y, tras la victoria de Marihueu, los araucanos
se arman para marchar a Santiago. Traicionado por los
picunches, Lautaro muere en Peteroa y los espaoles
asumen un enrgico plan ofensivo que administran
en Chilo e intentan nueva
como la Guerra Defensiv
Luis de Valdivia. Sin embarg
gen y la ofensiva espaola s
diados de siglo se implemetos, que signific el reconoc
mapuche entre los ros Bo
ner perodos de paz inte
enfrentamientos y una lne
a las misiones religiosas, el
contrabando. La situacin s
s.XVIII. Tras la Independenci
la incorporacin de los terr
de colonizacin en Valdivia
someterse para asegurar la
estrategia fue ideada y ejec
nelio Saavedra. Buscaba ava
UV C
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el Malleco y sumar tierras para el asentamiento de co-
lonos. La irrupcin de Orelie Antoine de Tounens, un
francs autoproclamado Rey de la Araucana, con apo-
yo de algunos lonkos opositores a la repblica chilena,
precipit la accin. Saavedra cumpli el objetivo y se re-
tir en 1871 tras sumar ms de un milln de hectreas
al Estado. Los mapuches se resistieron y aprovecharon
la Guerra del Pacfico para realizar una gran rebelin en
1881. El ejrcito chileno logra reaccionar y aplaca los le-vantamientos, estableciendo la frontera en el ro Cautn
y, luego, incorporando definitivamente toda la Araucana
a la soberana chilena. Era 1882. Durante 340 aos, los
mapuches haban guerreado contra el sometimiento.
Tras la historia triste de la espada existe una histo-
ria ejemplar de acercamiento al alma mapuche , llevada
a cabo por los misioneros catlicos. En 1567, se crea
el Obispado de Concepcin, siendo su primer obispo
Fray Antonio de San Miguel. Los franciscanos suean
una iglesia indiana y abren doctrinas para evangelizar
y educar a los naturales en su propia lengua. El mismoobispo San Miguel es autor de la primera gramtica
Castellano-Mapuche y recorri personalmente la na-
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IZQUIERDA Detalle dedistintos objetos religiosos
sobre mesa de la sacrista.
DERECHA Corredor techadode la casa patronal, loscapiteles de las columnasfueron trados desde Italia.
turaleza virgen de Arauco. A fines del s. XVI, ya haban
llegado los primeros misioneros jesuitas, entre los que
se contaba al padre Luis de Valdivia. Su experiencia
en la zona le llev a concebir una ocupacin pacfica,
que respetara el territorio mapuche y acabara con las
incursiones militares espaolas, dejando en manos de
los misioneros el establecimiento de dilogo y con-
tacto co n las comunidades indgenas. Era la Gue rra
Defensiva. La muerte de religiosos y nuevos levanta-
mientos mueven las autoridades a retomar la ofensiva.
Pero los jesuitas mantendrn su valiente empeo de
trabajar entre los indio s, rezando, enseando y can-
tando en mapudungn hasta su expulsin en 1767.
Los franciscanos retoman la misin de Arauco desde
el colegio de Chilln, heredando el trabajo jesuita y
fundando nuevas doctrinas. Tras la Independencia, la
lealtad a la Corona Espaola signific el destierro para
los franciscanos. Pero en 1832 se les restituye los bie-
nes y los colegios de propaganda de Chilln y Castro
reabren con religiosos italianos. Cuando se crea el
obispado de Ancud en 1840, el ro Cautn pasa a ser
el lmite con el obispado de Concepcin. El Gobierno
se preocupa de costear la incorporacin de misione-
ros para atender comunidades mapuches y en 1848
llegan los capuchinos italianos. Se crea la Prefectura
Apostlica de la Araucana y el Cautn seala el lmite
de las misiones franciscanas, al norte, y capuchinas, al
Sur. En 1896, asumen la misin capuchinos bvaros,
quienes instalan talleres de carpintera en Panguipulli
y Padre Las Casas.
La iglesia de Curacautn tiene su antecedente en
la llegada del sacerdote francs Julin Trioche en 1891,
quien orden la construccin de una primera capilla en
1894, dedicada a Nuestra Seora de Gracia. En 1905,
el gobierno le cedi 100 hectreas de terreno, las que
al morir leg a la Prefectura de la Araucana. A par-
tir de entonces, Ultracautn fue una misin capuchina,
elevndose a parroquia en 1920. En 1924 el capuchino
bvaro Padre Wolfgang de Kochel rene dinero con
rifas y beneficios para erigir una nueva iglesia. sta se
bendice el 12 de diciembre de 1927. La construccin
recibe con una fachada simple, con torre con chapitel
inserta en el frontn y un prtico inexplicablemente
intervenido. En el interior, la planta se corta en breve
crucero, el que interrumpe el desarrollo de tres naves
de techo plano, la principal soportada por pilares de
seccin cuadrada. La iglesia es un buen testimonio del
virtuosismo artesano de los capuchinos bvaros. Laspinturas decorativas se hicieron en 1927, a cargo de
fray Toms de Augusta y dos ayudantes, con un siste-
ma de matrices metlicas que se alternan y combinan
y que se reconoce en otras capillas capuchinas. El ofi-
cio carpintero se luce en la escalera de caracol que
lleva al coro, en los confesionarios y los altares, todos
de talla fina y creados en los talleres de Padre Las
Casas. La patrona custodia en el altar lateral izquierdo
y el mayor sirve de soporte a un conjunto escultri-
co del Calvario, al modo de los misterios andaluces.
Patrona: Virgen del Carmen
Fiesta: 16 de julio
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Ha llegado un mensaje
procedente de los caciques
argentinos con el tenor:
Habr guerra, pues; noso-
tros acabaremos con los
huincas, En el pas de Chile
viven caciques, que hagan
otro tanto; que tengan confianza, derrotaremos a esos
extranjeros, los exterminaremos; en ninguna parte
los habr ya. As me dijo el mensajero mandado por
los caciques pehuenches. Adems me trajo un quipu,
que contiene los das contados. El recuerdo del lo-
nko Pascual Coa relatado al misionero capuchinopadre Wilhelm de Moesbach, refiere el maln general
mapuche realizado en 1881, que intent rechazar la
campaa de ocupacin de la Araucana que el Estado
Chileno haba iniciado siguiendo la estrategia del Co-
ronel Cornelio Saavedra.
Tras los violentos levantamientos mapuches de fi-
nes del s. XVI, los espaoles debieron establecer una
frontera en el ro Bo Bo. La nacin araucana qued
entonces libre de presencia colonizadora, soberana
en el territorio donde, segn la teora ms aceptada,
se habran establecido como grupos cazadores veni-
dos de las pampas argentinas, insertndose entre las
poblacin agroalfarera de la que asimilaron lengua y
t
con los espaoles. Tras la In
Arauco haba sido hereda
chilena as tambin como e
el territorio, cortado entre
mediados del s. XIX, el de
contrastaba drsticamente grupos bandoleros y de so
ban sin control de las aut
propiciado por los mercado
haba impulsado la compra
parte de colonos, generand
y conflictos. El coronel Co
gobierno de Prez adelanta
Malleco y tomar posesin
tierras. La campaa se inic
urgencia la aparicin del lla
que captaba apoyo de gru
gobierno chileno y al que e
g de detener. Saavedra, lo
VS F A
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costa de alianzas con los pehuenches y mapuches cos-
tinos y guerreando la fiera resistencia de los mapuches
arribanos y abajanos. Entre 1867 y 1869, se desarrolla
una campaa muy violenta que enfrenta a los chilenos
a los levantamientos comandados por el lonko Qui-
lapn. Saavedra debi detener los planes de avance y
parlamentar con las comunidades. El gobierno se ocu-
p en consolidar la nueva soberana, extendiendo las
lneas de telgrafo y ferrocarril. La Guerra del Pacfico
ARRIBA Detalle crucifijo sobremesa del Altar.
ABAJO Altar Mayor.
DERECHA SacristaOrnamentos extendidos sobresillas. Al frente muebles desacrista.
forz una tregua y dio ocasin a los mapuches para in-
tentar el rechazo a la ocupacin con el maln general
de 1881, obligando al ejrcito a reaccio nar rpidamen-
te. La respuesta fue comandada por el coronel Gre-
gorio Urrutia, quien llev la lnea de ocupacin hasta
el Cautn y cre fuertes en Carahue, Nueva Imperial,
Lautaro, Pillanlelbn y Temuco. Tras la fundacin de
esta plaza y el aplacamiento definitivo del alzamiento,
Urrutia se dirigi al sur para sellar la ocupacin con la
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IZQUIERDA Detalle dedistintos objetos religiosos
sobre mesa de la sacrista.DERECHA Corredor techadode la casa patronal, loscapiteles de las columnasfueron trados desde Italia.
refundacin de la antigua Villarrica. Mientras tanto, una
expedicin paralela se ocupaba de ampliar las sobera-
na tambin hacia los sectores cordilleranos.
El poblado de Vilcn, a unos 60 km al oriente de
Temuco, nace como colonia entre comunidades ma-
puches y pehuences. Las tierras adquiridas y usurpa-
das a los caciques locales dan origen a propiedades
que obtienen colonos para explotaciones madereras,
ganaderas y agrcolas. A partir de 1911, el emplaza-
miento del pueblo cambia, acomodndose al ramal
que extendi el servicio ferroviario desde Cajn hastaCherquenco. La iglesia de Vilcn se construye con la
llegada de los misioneros capuchinos en 1917. stos
haban venido a Chile en 1848 para hacerse cargo de
la nueva Prefectura de la Araucana, desmembrada de
los obispados de Ancud y Concepcin. Mientras las
autoridades civiles y militares extendan el territorio
desde Santiago, los capuchinos realizaban un trabajo
silencioso de servicio a las comunidades mapuches
desde su sede principal en San Jos de la Mariquina.
En sus misiones, los capuchinos italianos abran es-
cuelas internados donde enseaban utilizando textos
bilinges castellano-mapudungn que ellos mismos
redactaban. La misin capuchina represe nta el esfuer-
zo definitivo por afianzar la fe catlica en Arauco, em-
presa ardua y costosa llevada a cabo durante los tres
siglos anteriores por franciscanos y jesuitas. A fines
del s. XIX, los capuchinos italianos son relevados por
sus hermanos bvaros, quienes dejarn su sello en la
construccin de iglesias, en los talleres de carpintera
de Padre las Casas y Panguipulli y en textos como el
del padre Moesbach. La misin de Vilcn la funda el
misionero compositor Miguel de Mauth y en 1919 es
elevada a parroquia. En 1920 la escuela misional de
Vilcn contaba ya con 50 nios a su cargo.
La iglesia recibe con su singular fachada, con pr-
tico inscrito en la torre campanario. Su planta basilical
se distribuye en tres naves, coronadas las laterales con
bvedas de arista y la principal con can corrido.
La arquera de las bvedas se integra armnicamente
a las que conectan los pilares que recorren la nave
principal hasta su remate en el presbiterio, donde el
arco toral delimita el espacio presidido por el gran
Crucificado, de muy fina talla y donado por la familia
Riesco. La iglesia fue restaurada tras un largo proceso
impulsado por el alcalde Andrs Chubretovic desde
1985. Los trabajos fueron dirigidos por la arquitec-
ta Amaya Irarrzaval y ejecutados p or un equipo de
carpinteros locales a partir de 1997. Se reemplazaronpiezas estructurales podridas y las planchas de fierro
del revestimiento exterior, que se mandaron a hacer
en imitacin de las originales tradas en su tiempo
desde Alemania. La sacrista y contrasacrista fueron
clausuradas para ampliar el espacio, se rehicieron fiel-
mente los marcos de las ventanas, se renov el tingle
interior y se pint en el luminoso tono que hoy ense-
a. En sintona con las pinturas decorativas tan propias
de los capuchinos bvaros, se ejecut un cortinaje en
el altar mayor para dar realce al Crucificado.
Patrono: San Francisco
Fiesta: 4 de octubre
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La naturaleza despliega
una vistosa demostracin
de poder en esta tierras
coronadas por el volcn
Llaima. La cordillera reserva
aqu los bosques de Arau-
carias, a salvo por ahora de
la avidez del hombre que no respeta. Los valles y ros
de esta zona fueron lugar de encuentro entre ma-
puches y pehuenches, la gente del pehun, el fruto
de la longeva araucaria. Los pehuenches eran grupos
nmades cazadores y recolectores con un origen co-
mn, se cree, con los pueblos cazadores de las pam-
pas argentinas y de la Patagonia. A partir de la Guerra
de Arauco, cuando los mapuches buscan refugio en
los valles cordilleranos, se produce una asimilacin de
la lengua y cultura de stos por parte de los pehuen-
ches. Los registros sealan que ya en el s XVIII, los pe-
huenches haban adoptado el mapudungn y muchas
de las costumbres y creencias mapuches. Su nomadis-
mo ancestral y su economa basada en el intercambio
se adaptaron bien a las circunstancias impuestas por la
guerra, comerciando tanto con espaoles como con
mapuches. La introduccin del caballo represent un
gran adelanto para estos viajeros antiguos, que solan
cantadoras selvas de la Ara
araucanos infieles muy igno
supersticiones. El relato es
los padres capuchinos, que
hacerse cargo de las misio
Araucana, desmembrada d
y Concepcin. El intento c
timo p lan de evangelizaci
de la Guerra de Arauco y d
rechazo que los mapuches
los huincas o extranjeros d
La dificultad que represent
est bien documentada en
visitaron estas tierras desd
blecida en 1646. A diferenc
culturas prehispnicas de A
exista entre los mapuche.
Ovalle: Pues jams he od
CS J
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entre estos indios templos, que adoren dolos. Los
jesuitas, tal como lo hicieran los primeros franciscanos
del s.XVI, predicaban en mapudungn y trataban de
acercar la doctrina al modo mapuche de entender y
relacionarse con la Creacin. Los capuchinos llegan a
la Araucana relevando a los franciscanos del Colegio
de Chilln y descubren que tres siglos de misiones no
han logrado influir demasiado en el modo mapuche
de vincularse a lo sagrado. El esfuerzo capuchino por
acceder a su alma y comunicarle el Evangelio deber
recrear el modo misionero colonial, aprehendiendo
su lengua e intentando acomodar sus creencias a la
Historia Sagrada. El templo y el virtuoso despliegue
de arte sacro que ensea el templo de Cherquenco
responde a esta necesidad urgente de deslumbrar y
encantar a quien asuma que su Dios supremo Ngue-
nechen o el pillan poderoso no requeran ms mani-
festacin que el sol o los volcanes majestuosos.
El pueblo de Cherquenco se origina como con-
secuencia de la llamada Pacificacin de la Araucana,
llevada a cabo por el Estado entre 1861 y 1883. La
incorporacin de Arauco al territorio chileno afect
Vista desde la puerta de laiglesia hacia el mar.
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Corredor de casa patronal.
drsticamente la situacin de los indgenas. Los mapu-
ches de la cordillera, denominados arribanos, haban
intentado resistir con fiereza el sometimiento, cons-
cientes del dao al que se exponan. Finalmente, el
Estado se apropi de una vasta cantidad de tierras
que sac a remate o entreg directamente a colonos.
Los indgenas recibieron una parte muy modesta de
su antiguo patrimonio mediante el sistema de ttulos
de merced, que buscaba reunirlos en reducciones. En
estas nuevas circunstancias, la Araucana posea un
enorme capital para las industrias agrcola, ganadera y
maderera. En 1893, la recin fundada Temuco ya tena
ferrocarril y ms de 10.000 habitantes, en su mayora
colonos europeos atrados por las entregas y rema-
tes de tierras fiscales. Cherquenc o no fue un pueblo
fundado oficialmente y surge de la subdivisin de una
gran propiedad forestal adquirida a fines del XIX. La
explotacin del bosque se transform en la actividad
base del sector; las araucarias y otras especies nativas
comienzan a ser explotadas industrialmente. En 1916,
el ramal de ferrocarril que una Cajn con Vilcn al-
canza Cherquenco y vincula de golpe este confn con
la modernidad y el progreso. El mapuche, reducido,
desprovisto de tierras y dignidad cultural, se expona
ahora a nuevos abusos e injusticias. Los padres capu-
chinos asumen su educacin como parte esencial de
su labor misionera y abren escuelas internados junto
a sus capillas.
Cherquenco era lugar de misin incluido en la pa-
rroquia de Vilcn, creada por los capuchinos en 1919.
En el verano de1926 el padre Felix Jos de Augusta va
a Cherquenco a buscar un sitio para levantar una ca-
pilla para la misin. En 1932, el padre Fotino comienza
a reunir maderas y fondos entre la comunidad para
empezar la construccin. Con la presencia de 50 pa-
drinos y varios fieles se coloca la primera piedra el 29
de mayo de ese mismo ao. Se trabaja durante el cru-
do invierno y la iglesia es consagrada en octubre. En
enero de 1933 se levant el altar mayor y se bendijo
la primera imagen de San Sebastin. Este mismo ao,
la flamante iglesia de San Jos Obrero se convierte en
sede de la nueva parroquia de Cherquenco, siendo su
primer prroco el padre Filiberto de Grossenridel.
La iglesia posee el caracterstico sello de los padres
capuchinos bvaros. La planta basilical acoge tres naves
separadas por columnas que sostienen la bveda de la
nave principal. Las naves laterales son de techo plano y
bajo y rematan en neoclsicos altares dedicados a San
Jos y La Inmaculada. En el presbiterio, el altar mayor
luce desprovisto frente al soberbio despliegue de es-
cenas religiosas que decoran la bveda y las paredes
del templo: inexplicablemente oculta bajo una capa
de pintura blanca, el testero soporta una representa-
cin del Nacimiento de Cristo. San Juan bautizando al
Maestro, Santa Cecilia, patrona de los msicos, ngeles,
apstoles y evangelistas se reunieron con arte para
apoyar la Nueva que los capuchinos trajeron como
ofrenda a esta tierra y su buena gente.
Patrono: San Jos Obrero
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En su crnica de la
Nuova Missione di Purulon
en LAraucania, el padre ca-
puchino Octaviano da Niz-
za refiere su llegada a Puru-
ln en 1874 para fundar la
misin capuchina. La comu-
nidad mapuche se dividi entre quienes aceptaban al
religioso y quienes pensaban que era un enemigo que
deba morir. La disputa se resolvi con un partido de
paln entre los bandos. Guarecido de la lluvia bajo el
techo de una ruca, el misionero se enco mendaba a
Dios, mientras escuchaba los gritos de los jugadores.
La partida fue ganada por los que estaban a favor de
la misin. Los perdedores no se conformaron y se
organiz una carrera de caballos para resolver la dis-
puta. Nuevamente, el bando misionero result gana-
dor. Los vencidos aceptaron la derrota como designio
del Dios Nguenechen, que aprobaba la construccin
de la capilla.
El juego del paln da cuenta de la cultura mapuche
y su sistema de organizacin social en base a unidades
comunitarias con lazo familiar llamadas lov, encabeza-
das por un lonko o cacique. La celebracin del partido
char por llevar con baston
de madera o cuero, hasta
cancha larga y angosta. El
guerrero mapuche y se con
manifestacin cultural y fes
en la zona de Puruln ma
reza. Estas tierras fueron
al desarrollo histrico ch
ros, bosques y lomajes la e
Tras las primeras fundacio
el desastre de Curalaba ob
blecer una lnea fronteriza
el ro Bo Bo. Puruln que
los centros coloniales de
contactos con extranjeros
partir del establecimiento
Mariquina, que se crea en
PS T
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ces como fortificacin defensiva de Valdivia tras la re-
fundacin de sta en 1645. Su funcin era asegurar
la navegacin ro arriba y proteger la comunicacin
con los asentamientos agrcolas y misioneros que se
haban instalado. Los jesuitas tuvieron en el fuerte un
centro de operaciones para sus misiones circulares y,
hacia 1740, explotaban una hacienda cercana para el
sostn de su obra. Tras la expulsin de la Compaa
en 1767, los franciscanos del Colegio de Propaganda
Fide de Chilln asumen el trabajo evangelizador con
su sistema de doctrinas y escuelas instaladas en comu-
nidades indgenas. La guerra de Independencia corta
drsticamente el desarrollo del programa misionero
franciscano, al ser desterrados los frailes por su apoyo
a la causa realista. A partir de 1836, franciscanos italia-
nos vienen a reabrir el Colegio de Chilln y a fundar
el de Castro. Cuando se crea el Obispado de Ancud
en 1840, el rea de Puruln queda bajo su jurisdic-
cin como integrante de la provincia de Valdivia. Los
franciscanos de Castro retoman el trabajo misionero
en la zona. En 1848, la Santa Sede crea la Prefectura
Apostlica de la Araucana, con sede en San Jos de
la Mariquina. El gobierno de Bulnes, que haba impul-
sado en 1845 la ley de Colonizacin y preparaba laincorporacin definitiva de los terrenos australes al
Estado chileno, encarg a su embajador en Roma, Ra-
ARRIBA Y ABAJOPinturas en el cielo. Escenas dela vida de San Francisco.
DERECHA Interior cpula.
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Vista desde la puerta de laiglesia hacia el mar.
mn Luis Irarrzaval, la bsqueda de 12 religioso s para
atender la misin de la Araucana. Irarrzaval contacta
a los capuchinos italianos. El mismo ao de 1848 lle-
gan los capuchinos a Chile, tomando posesin de su
nuevo territorio en el verano de 1849. La parroquia
de Puruln se crea en 1874. Se mantiene atendida
por capuchinos italianos hasta 1896, cuando stos son
relevados por sus hermanos bvaros, quienes instalan
talleres de carpintera en Padre las Casas y en la vecina
misin de Panguipulli. En la se gunda dcada del s. XX,
el prefecto Guido Berg de Ramberga trae a Puruln alas franciscanas alemanas, quienes desde hace 70 aos
atienden a la comunidad y custodian ejemplarmente
el templo.
Los capuchinos realizan un excepcional servicio
entre los mapuches, que a partir de 1861 vern que
sus tierras son un valioso objetivo del plan coloniza-
dor del Estado. Misiones como las de Puruln son
testimonio de un desinteresado trab ajo por entregar
dignidad y apoyo a las comunidades indgenas. El cita-
do padre da Nizza, escribi un tratado de lengua ma-
pudungn, que servir de base al gran aporte que los
capuchinos realizaron en la educacin de los mapu-
ches. Las escuelas misionales tendrn vital importan-
cia para que stos puedan hacer valer sus derechos en
los parlamentos con las autoridades y en las ofertas
de compra de tierras de los colonos. Testimonio de
esta labor protectora, es la crnica del parlamento de
Coz Coz, al que acuden representantes de las comu-
nidades mapuches de Puruln, Villarrica, Panguipulli y
Argentina. El cronista asiste junto al padre Francisco
de Luxemburgo, a cargo de la misin y de la escue-
la internado de Puruln. Desde que se celebrara el
ltimo parlamento con Cornelio Saavedra en 1867,
los lonkos, vistos reconocidos sus derechos sobre sus
tierras, se haban retirado a vivir en paz. Sin embargo,
la llegada de vidos colonos les expona ahora gran-
des y desconocidos abusos. El relato de la reunin de
Coz Coz recrea la relacin de confianza que existi
entre los misioneros capuchinos y los indgenas, los
que incluso llegaron a ser representados judicialmente
por los religiosos bvaros en los litigios judiciales por
sus propiedades.
La antigua iglesia de Puruln, levantada por fray
Octaviano da Nizza, fue reemplazada por una cons-
truccin a cargo de lo s padres bvaros en 1908. El
templo actual es una fiel reedicin de sta, realizadaen 1918, y representa una magnfica manifestacin de
arte y espritu misionero. Su fachada ensea un diseo
de inspiracin bvara, con dos torres con remate en
chapitel. El interior presenta el clsico diseo capuchi-
no de tres naves con techo plano, libre de arcos y b-
vedas. El magistral oficio de los frailes se despliega en
los altares creados por el padre Wunibaldo de Soden
y en la las delicadas pinturas decorativas del hermano
Toms de Augusta.
Patrona Santsima Trinidad
Fiesta 11 de junio
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El ro Bueno corre frente a
Trumao, que se ha detenido en
el tiempo en su ribera Norte , a
escasos km de La Unin. El que
fuera un activo puerto fluvial y
estacin de ferrocarriles, hoy
se conecta con su pasado. Esta-
mos en tierras huilliches, segn
la denominacin con que los mapuches que vivan al norte del
ro Calle Calle nombraban a sus vecinos del Sur. El ro Bueno
divida el territorio huilliche en Huillimapu y Futahuillimapu, al
Norte y al Sur del cauce, respectivamente. Los conquistadores
espaoles se refieren a los huilliches como avanzados agri-
cultores de papa y cereales nativos como qunoa, maz, madi,mango y teca; y ganaderos de hueques o llamas.
Tras la fundacin de Valdivia y Osorno en 1552 y 1558, los
llanos de Valdivia, ro Bueno y Osorno fueron bien explorados
por los misioneros y militares que transitaron la ruta indgena
que conectaba hasta Chilo. Los franciscanos llegan con las
fundaciones, predican en lengua indgena e instalan doctrinas
segn su modelo de trabajo. A partir de 1592 visitan la zona
los jesuitas, quienes predicando tambin en lengua mapuche
realizan un enrgico plan evangelizador en la Araucana y la
zona de Valdivia y Osorno. Sin embargo, el levantamiento ge-
neral mapuche de fines del s. XVI detiene abruptamente el
proceso colonizador. A partir de entonces, el territorio huilli-
che estar libre de presencia espaola por varios aos. El frus-
trado intento de asentamiento holands en Valdivia llevado
a
e
r
a
e
l
a
e
a fundar Osorno. La estrategia
aprovechar los muchos conflic
huilliches y el trabajo de los m
expulsin, los jesuitas haban v
mapu, generando la base para
indgenas de los llanos de Valdiles. Al sur del Ro Bueno, los lo
to con los colonos espaoles
quienes frecuentemente practic
guerra en el Futahuillimapu. Tra
franciscanos del Colegio de Pro
cen cargo de la misin. Establec
abren escuelas para la educac
el dilogo de los caciques con
de la bsqueda de la mtica C
mente fundada por nufragos
escondida en custodia de un so
mantuvieron contactos indagat
lliches. De estas conversaciones
espaola en la zona de los llan
TD S V
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nko Queupul, que precipitar la expansin colonial. Monseor
Francisco Alday, misionero franciscano en esta zona, explicaba
las motivaciones de las solicitudes de alianza: el nico motivo
que tuvieron aquellos indios para pedir fuesen espaoles a sus
tierras fue el miedo que tenan concebido a sus enemigos.
A partir de entonces, las autoridades de Valdivia organizan la
fundacin de fuertes y misiones. Trumao aparece mencionado
hacia 1789 como comunidad con cacique dependiente del
cacique gobernador de la misin de Dalipulli, creada junto a
Cudico en 1787. Las misiones al Norte y Sur del ro Bueno
y los pactos con los grupos hulliches rivales van posibilitando
la anexin de tierras por parte de los espaoles. Sin embar-
go, los lonkos de los llanos de Ro Bueno parecen advertir la
estrategia de sometimiento y se levantan violentamente. La
expedicin punitiva de Toms de Figueroa que sale de Valdivia
a sofocar este levantamiento, libra de obstculos la recupera-
cin de Osorno, repoblada en 1798. De esta incursin militar
queda el registro de que en unas islas que forma el ro Bueno
en el paraje Truman (Trumao) haba cantidad de indios i gana-
dos de todas especies.
La aventura Colonial tiene su fin en la guerra de Indepen-
dencia. Los misioneros franciscanos abandonan el territorio
desterrados por su filiacin realista. La nueva repblica, cons-
ciente tambin del valor estratgico de la misin para cumplir
IZQUIERDA Vista interior haciael Altar Mayor.
DERECHA Retablo delAltar Mayor. Virgen de yesopolicromado en nicho central.
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la soberana austral, restituye el colegio de Chilln a la orden y
encarga nuevos misioneros franciscanos, los que llegan desde
Italia en 1837 a reabrir el Colego de Chilln y a fundar el Co-
legio de Castro. Desde ste se destinan padres a las misiones
de infieles de Cudico y Dalipulli. La misin de Trumao aparece
establecida en 1847. A partir de 1849, sta queda en manos
de los padres capuchinos venidos de Italia, a quienes se confa
la atencin de la recin creada Prefectura de la Araucana. En
1849 toma posesin de la capilla el padre Constancio de Tris-
obbio. La iglesia aparece a medio restaurar en 1866. El ltimo
padre italiano, Luis de Camerino, agrand la iglesia, reconstru-
y el campanario y compr una campana nueva, nombrada
la ms grande de toda la prefectura. A fines del XIX la misin
se entreg a los capuchinos bvaros, quienes se destacaron
por su oficio ar tesano en madera. Los registros informan que
en 1912 el Hermano Wunibaldo cre un tabernculo para la
iglesia y que por la fecha se renov el techo del edificio.
La iglesia luce un claro sello franciscano en el diseo de
su fachada principal, con prtico, frontn y torre de una caa
octogonal coronada en chapitel; la vinculacin con la escuela
chilota es evidente. La fecha de fundacin de 1847 parece
aludir a la reconstruccin del templo por los misioneros del
Colegio de Castro, pues existen referencias a un templo en el
lugar bastante anteriores. El interior carece de arcos y bve-
das y est decorado con pinturas realizadas con plantillas en
varios colores, marca de fbrica capuchina. La nave principal
remata en un muy neoclsico retablo de altar mayor, formado
en el testero con pilastras de madera, que acoge pinturas del
Desposorio de Nuestra Seora, de San Francisco y de San
Antonio. Actualmente, el prroco Miguel Esteban SSCC dirige
la restauracin del templo, labor que ha recuperado valiosa
informacin para la historia de Trumao.
Advocacin: Desposorio de la Virgen
Fiesta: 23 de enero
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El agente de la Coloniza-
cin haba hecho con tiem-
po incendiar la fragosa selva
que ocupaba la mayor parte
del valle central al sudeste de
Osorno. Esa espantable hogue-
ra, cuyos fuegos no pudieron
extinguir tres meses de lluvias torrentosas, dej a descubier-
to los ms envidiables y fecundos campos que hasta enton-
ces se conocan en esas latitudes. La cita es de Vicente Prez
Rosales, agente de la colonizacin alemana del Gobierno de
Manuel Montt, y refiere la quema encomendada por l mis-
mo a Pichi Juan, indgena borrachn, tan conocido como
prctico de las ms ocultas sendas de los bosques. La Colo-
nizacin en el lago Llanquihue es un proceso de adaptacin
rpido y muy efectivo, que resuelve en no ms de 50 aos el
largo y accidentado intento de someter esta majestad de la
naturaleza, reservada en los confines del Mundo.
La Corona Espaola se preocup de ejercer soberana
en el lmite sur de su Imperio desde inicios de la Conquista.
Tras la expedicin de Pedro de Valdivia en 1552, Hurtado de
Mendoza fundaba San Mateo de Osorno en 1558 con bue-
nas proyecciones. Pero los violentos levantamientos indgenas
de fines del S. XVI obligaron a abandonar el rea y estable-
cer el ltimo dominio hispano en el aislamiento de Chilo.
El continente qued cortado por la indmita resistencia de
cas o guerras contra los indio
misioneros. Hacia fines del s.
por los franciscanos de Chill
la refundacin de la Villa. Los
camino entre Valdivia y Chilo
reactivacin, la que se interrum
Independencia. Osorno sobre
entre los bosques. Tras la Inde
la tradicin hispana abri a la j
teamientos para ejercer la so
prusiano Bernardo Philippi vis
bierno de Bulnes realizar su in
el establecimiento de colonos
propuesta con una ley de Col
Agente, fomenta el destino y re
stos llegan a Valdivia entre los
a titulo privado, en la Unin, R
primeros colonos ya hay fami
ribera norte del lago. A parti
P MS J
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ARRIBA Y ABAJOPinturas en el cielo. Escenas dela vida de San Francisco.
DERECHA Interior cpula.
familias alemanas que se acogen al Plan de Colonizacin del
Estado, dirigido entonces por el nuevo agente, Vicente Prez
Rosales. Se resuelve reunir a los colonos en un espacio terri-
torial de siete leguas alrededor del Llanquihue. La empresa
colonizadora opera desde Puerto Montt, fundado en una
antigua caleta alercera del seno de Relconcav en el verano
de 1853. El territorio se mensura y reparte en parcelas de
casi 100 hectreas, extendidas perpendicularmente al lago.
Un pequeo puerto en el sector de Puerto Varas se trans-
forma en el punto de distribucin de familias y provisiones. La
dificultad de abrir caminos en los terrenos boscosos y panta-
nosos convierte al lago en va de comunicacin esencial, con-
dicin que mantendr hasta bien entrado el s.XX. Las familias
se van distribuyendo por sectores, agrupadas de acuerdo a su
procedencia. El sector de Playa Maitn es destino de familias
catlicas de Westfalia.
A partir de 1856, las parroquia de Puerto Montt acoge
una residencia de jesuitas alemanes que retoman la tradicin
misionera de la Compaa en estas latitudes. En varios sec-
tores del lago se levantan pequeas capillas para la asistencia
espiritual de los alemanes catlicos. La iglesia de Playa Maitn
es la primera en el sector Norte y se emplaza en terre-
nos donados por el colono Franz Klagges. Los vecinos se
organizan y el trabajo es realizado por el preceptor Nicols
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Vista exterior iglesia deCurimn
en sencillos pilares. El presbiterio conecta con la sacrista y
contrasacrista por arcos ojivales, que armonizan perfecta-
mente con los rebajados de las ventanas y el medio punto de
la bveda. La pintura en blanco y celeste tributa a La Virgen,
que en su advocacin de Candelaria preside un pequeo al-
tar neoclsico. Su fiesta ha reemplazado a la del patrono San
Jos, cuya imagen qued daada tras el terremoto de 1960.
Desde su construccin, la comunidad se ha encargado de
conservar el templo en buenas condiciones, realizando inter-
venciones como el recambio de las tejuelas de la techumbre
por planchas de calamina. La familia Klagges, que la custodi
por aos, vendi a los actuales propietarios, que heredaron
la buena costumbre de mantenerla. Al peregrino que la divisa
a lo lejos, la capilla se le presenta naturalmente en medio de
un bosquecillo. La grandiosidad de la gesta de los colonos
se silencia en la espiritualidad germana, tan hija del bosque
como la de los antiguos huilliches.
Patrono: San Jos
Fiesta: 19 de marzo
Majeswsky, llegado a Corral en 1863. Reciben autorizacin
de la parroquia de Puerto Montt para comenzar a construir
el 15 de Abril de 1867, bendicindose la iglesia en 1869 bajo
la advocacin de San Jos. Junto al templo, se construye una
escuela para los hijos de los colonos, siendo su profesor el
propio Mayewsky, quien realizaba una labor docente itine-
rante en otras localidades del lago. La capilla de Playa Maitn
y otras que se levantan en el sector dependen de la parro-
quia de Puerto Montt hasta 1894, cuando pasan a integrar
la parroquia de Puerto Varas. En 1904 se erige finalmente la
parroquia de Puerto Octay, siendo su sede el templo de san
Alfonso, consagrado en 1896. El primer prroco fue el padre
jesuita Juan Mellwig, quien fuera el constructor de la primera
iglesia de Puerto Varas.
La capilla es una preciosa manifestacin del cario con
que los colonos asumieron su nuevo hogar austral. El diseo
europeo se adapta a la materialidad del bosque con auste-
ridad y definicin de lneas. La fachada recibe con prtico y
frontn triangular, con una torre pequea coronada en chapi-
tel. El interior se resuelve en una miniatura de planta basilical
con tres naves, la principal con bveda de can, soportada
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En el verano de 1851,
Vicente Prez Rosales, aven-
turero de excepcin y por
entonces Agente de la Co-
lonizacin del gobierno de
Manuel Montt, se resolva
a escalar hasta el simtrico
crter del Volcn Osorno. En sus Recuerdos del Pasa-
do, relata: Parecime que el valle central de la Repbli-
ca, en aquellas latitudes era un interminable rosario de
poderosas lagunas separadas por no menos poderosas
cejas de bosques inaccesibles. Las tierras de Llanqui-
hue haban sido propuestas al Gobierno para establecer
colonos por el naturalista prusiano Bernardo Philippi,
quien en 1842 haba redescubierto el lago adentrn-
dose en los bosques desde el casero de Callenel, en el
Seno de Reloncav. Hacia 1850, los primeros grupos de
colonos ya estaban en Valdivia esperando ver cumpli-
da la promesa de tierras hecha por el Estado chileno.
Prez Rosales necesitaba definir cuanto antes el sector
donde se instalaran las colonias. Con su asenso al vol-
cn, buscaba verificar la supuesta cercana del mar para
fundar un puerto donde organizar el centro de opera-
ciones, porque una colonia, y esta verdad es preciso
gaban a Callenel. El rstico
tala del alerce, recibi a los
terminar y los impenetrab
borde mismo del mar. El es
212 colonos ha quedado b
rano se funda el pueblo que
Presidente Monnt y se abre
posesin de la zona del lag
tom varias semanas y el sa
y nios. El corto recorrido d
dos das entre las tierras pa
lias se instalaron en un sect
donde se construyeron bar
de los colonos. Junto al lago
y otras construcciones mn
que se llam Puer to Chico
el territorio de la Coloniza
P VS C J
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subdelegacin N 2 recibe el nombre de Puerto Varas,
en homenaje al ministro del Interior. El tesn y organiza-
cin de los colonos permiti que el casero progresara
rpidamente, al punto que ya en 1897 era reconocido
como villa.
El desafo de habitar esta naturaleza indmita estuvo
presente desde los primeros aos de la Conquista Es-
paola. La soberana en el lmite sur del imperio era una
Vista exterior iglesia deCurimn
cuestin estratgica esencial. Tras el reconocimiento de
Valdivia en 1552 y la posterior fundacin de Osorno
por Garca Hurtado de Mendoza, el hogar de los hui-
lliches comenz a ser recorrido por expediciones mili-
tares y religiosas. La destruccin de las siete ciudades a
fines del s. XVI obliga al abandono del territorio por los
colonos espaoles, quedando Chilo como base sobe-
rana austral. Durante todo el s. XVII y XVIII, los llanos de
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Osorno y la zona costera volvern a ser el mbito mis-
terioso de los cuncos hulliches que lo habitaban como
su ancestral hogar guarida. Las excursiones de militares
en busca de prisioneros de guerra y las exploraciones
de jesuitas que desde Chilo realizaban el paso hasta la
misin de Nahuelhuapi, irn recogiendo leyendas y tes-
timonios que mantendrn a la zona como una territorio
salvaje y peligroso. El sacerdote jesuita Diego de Rosa-
les seala en Historia General del Reyno de Chile que
los indios cuncos llamaban al lago Llanquihue Heauca,
derivado de hueen:los que vienen a hurtar, en alu-
sin a las malocas de indios puelches que entraban a su
territorio para robar cosechas y practicar canibalismo.
Durante el s. XVIII y hasta antes de la Independencia, la
zona fue visitada por misioneros franciscanos del Co-
legio de Chilln, quienes establecieron contactos con
comunidades huilliches, puelches y poyas.
La llegada de los colonos reactiv la labor misionera
en el sector del lago. En 1856, La Compaia de Jess re-
torna a la zona tras su expulsin en 1767, creando una
residencia misionera en Puerto Montt para atender a
los colonos catlicos. Los jesuitas c onstruyen varias ca-
pillas en el sector del lago y corresponde al padre Juan
Evangelista Mellwig Harand levantar la primera iglesia
en Puerto Varas en 1870 (aunque hay referencias a una
capillita provisoria ya en 1855). Esta primera iglesia je-
suita se incendia y se construye una nueva, descrita con
dos torres, en el mismo lugar. En 1893, Puerto Varas
es elevada a parroquia, siendo su primer prroco el
propio padre Mellwig. Un nuevo incendio destruye el
edificio en 1911 y se resuelve levantar una tercera sede
en el emplazamiento actual, sobre una suave colina. Las
obras se iniciaron en 1915, a cargo de los constructo-
res Edmundo Niklitscheck, Bernardo Klenner y Adalio
Morales, y el templo fue consagrado en 1918. De estilo
neorromnico, es una virtuosa adaptacin en madera
de la Marienkirche de la Selva Negra. Compuesta de
tres naves de diferente altura, con crucero y bside, se
eleva al cielo en tres torres con remate octogonal, la
principal en la fachada y las dos menores tras el crucero.
Los arcos de medio punto de los vanos de los muros
se replican en el interior en las arqueras de naves y b-
vedas. La obra ensea una ejecucin muy inspirada y, en
palabras del padre Gabriel Guarda, sorprende por su
esbeltez y liviandad, tan contrarias al concepto mismo
del original, en piedra, propio d el romnico. La iglesia
corona el pueblo desde una altura que la conecta con
las cumbres cordilleranas. En la cima del Osorno, las
nieves eternas recuerdan el sacrificio de Licarayn, la
virgen huilliche que logr aplacar al furioso pilln que
haca salir fuego y lava de los volcanes. Segn la leyenda,
cuando el crter recibi su corazn puro, los cielos ne-
varon y nevaron hasta sepultar la ira del pilln y formar
con los deshielos los grandes y transparentes lagos.
Patrono: Sagrado Corazn
Fiesta: Se cumple la devocin con misa todos los primeros
viernes de cada mes
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La iglesia de Cocham
vigila la entrada de mar
que realiza el estuario de
Reloncav. El gr an Tronador
desafa a lo Alto y gobierna
el encuentro del Pacfico y
la Cordillera de los Andes.
Esta reserva de la Creacin fue hogar de comunida-
des huilliches, en contacto con grupos nmades puel-
ches, poyas y chonos. La crnica de Muoz de Lovera
que refiere la llamada Matanza de Sotom, sucedida
en el estuario en octubre de 1578, testimonia el nutri-
do poblamiento indgena en el sector: y se trab ba-
talla de las ms sangrientas que se sabe e n este reino.
Embarcan en sus piraguas y bogan a toda prisa y tanto
en poco se vinieron a poner a la vista ambas armadas
estando a ms de diez leguas d e la costa ro arriba. Por
espacio de cuatro horas anduvieron revueltas las pi-
raguas, saltando los que iban dentro de unas en otras.
Mas, con todo eso fueron finalmente vencidos con
prdida de 27 piraguas y 500 hombres que murieron,
ultra de 170 que fueron cautivos.
Los jesuitas de Castro no demoran en llegar has-
ta el l ugar en su enrgico plan misionero. A fines de
tad de los cautivos y se dir
Los indios le conducen por
tras cruzar la cordillera, alca
Nahuelhuapi. El padre Mas
a misin y organiza cuatr
rios de la Patagonia. En su a
dar con la Ciudad de Los
escondida en Trapananda
fragos espaoles en el s. X
en manos de los indios po
haba salvado de la esclavit
la exploracin del sector cu
der Maeren y Juan Jos G
estable en Nahuelhuapi a
bre de 1715, el padre Gu
ruta de Vuriloche gracias a
evita el dificultoso cruce d
CM I
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I G L E S I A S D E L F I N D E L M U N D O64
anterior ruta y ser usado como alternativa para la
comunicacin de Chilo con el Norte de Chile, estan-
do cortado por los indios cuncos el camino antiguo a
Valdivia. Los poyas, temerosos de que la apertura de la
huella trajera de vuelta las temidas malocas, terminan
por asesinar a los misioneros y sellar nuevamente el
paso. Durante aos se intent en vano dar con ste,
hasta que fue redescubierto en su extremo argentino
hacia 1880.
La zona de Cocham custodia en sus bosques un
Vista exterior iglesia deCurimn
tesoro muy prec iado p or e l habitante de estas tie-
rras lluviosas, el lahual o alerce, fitzroya cupressoides.
El monarca del bosque austral, que alcanza hasta 70
m de altura y 5 m de dimetro en su tronco, ha sido
la madera preferida para la construccin de viviendas
y embarcaciones por su liviandad y resistencia a la hu-
medad. Los chilotes supieron solicitarla en los bosques
del continente desde tiempos remotos. Cuando llegan
los conquistadores, las tablas de alerce se transforman
en moneda de tributo de los indios encomendados.
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A mediado del s. XVIII, las autoridades de la isla se
quejaban ya de la escasez de alerzales, los que ha-
ba que buscar en viajes distantes ms de 80 leguas.
Acabado el sistema de encomienda, la extraccin de
alerce fue emprendida por chilotes de toda clase. Las
tablas rojizas eran embarcadas hacia Lima para lucir
en los palacios virreinales . Cuando se inicia la coloniza-
cin del Llanquihue en 1852, el centro de operaciones
para acceder al lago se establece en una antigua caleta
alercera de la baha de Melipulli, Callenel. La coloniza-
cin alemana activa el poblamiento y explotacin del
rea del estuario y junto a los germanos se instalan
familias procedentes de Calbuco, Chilo y la isla Huar.
En el sector cordillerano se asientan tambin colonos
provenientes del lado argentino. En 1903 se estable-
ce en Cocham la Compaa Ganadera y Maderera
Cocham. sta comercia con estancieros trasandinos
que ingresan grandes tropas de ganado por la ruta
del valle.
En aquel tiempo pionero, Chilo se hace presen-
te en el e stuario c on sus hijos colonos, carp interos
de lanchas y de iglesias que van coronando los nue-
vos caseros. La iglesia de Cocham se construye en
1890 por el maestro Bustamante, originario de la isla
Huar, y comienza a ser asistida por los padres jesui-
tas alemanes de la parroquia de puerto Montt, que
vuelven a estas sus misiones australes para apoyar la
colonizacin de Llanquihue. El alerce que buscaban
los navegantes chilotes reviste en forma de tejuelas su
exterior y techumbre, como manta nativa y ofrenda
del bosque al cielo. En 1901, monseor Ramn n-
gel Jara cre la parroquia de Cocham para reunir alas capillas de Alto Puelo, Bajo Puelo, Yates, Llaquepe,
Cascajal, Cucules y Petrohu. Su primer prroco fue
el jesuita Guillermo Tilly, quien inicia la construccin
de la torre campanario, de tres caas oc togonales. Tras
cinco aos de trabajo, sta se ado sa a la planta basilical
de tres naves e inscribe definitivamente