Libro MINIMO

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UN PROGRAMA DE

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Libro de Diseño MINIMO, Centro de Innovación Un techo para Chile.

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EDITORIAL

Publicación Programa MINIMOÁrea de Vivienda Definitiva

Fundación Un Techo para Chile

Edición y Coordinación GeneralMargarita Troncoso

Equipo Editor Jorge Atria

Carolina Mosso Julián Ugarte

Fotografias MINIMO 2005Álvaro Benítez

Diseño Gráfico e IlustracionesAlejandra Sánchez

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UN “MÍNIMO” COMIENZO PARA UN GRAN CAMBIO

Muchos piensan que la existencia de los campamentos en Chile se debe al déficit habitacional. Pero la falta de viviendas que obliga a la creación de campamentos y allegados es sólo la parte visible de un problema mayor.

Un país integrado es aquel donde los ciudadanos que lo componen son parte de un sueño común que llamamos nación. Conciudadanos que se sienten responsables unos de otros y, por lo mismo, forman instituciones que protegen a los más débiles. Al mismo tiempo, dan igualdad de oportunidades.

Por el contrario, los países disgregados podrían ser aquellos en los que los ciudadanos dejan de serlo, y se transforman en consumidores; individualistas y anónimos. Ciudadanos a los que sólo les interesa desarrollar sus sueños personales, que conseguirán a toda costa sin importarles cuáles son las necesidades de los otros.

Así, la sociedad y su tejido social se descomponen, se pierde la participación ciudadana y se instala la desconfianza hacia el otro. La gente se parapeta en los espacios privados, fuertemente protegidos, y los espacios públicos y los ciudadanos de menos ingresos, quedan relegados a merced de la delincuencia y de la ley del más fuerte. Se crean en los extremos de las ciudades, polos opuestos y distantes de riqueza y pobreza, y el resto de la ciudad es “tierra de nadie” o se transforma en un pasadizo.

De esta forma, van quedando ciudadanos excluidos del desarrollo que, obligadamente por las circunstancias, se van a vivir a espacios marginales que llamamos campamentos.

Revertir esto no es sólo cuestión de construir más casas. Más bien se trata de usar el deseo de la casa propia como una carnada para atraer distintos sectores que están disgregados, para involucrarlos en un sueño común.

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La mediagua se transforma en la carnada perfecta que atrae a quienes han tenido muy pocas oportunidades en la vida y viven en los campamentos, y a quienes han tenido toda clase de oportunidades y viven en sectores acomodados. Ambos -que viven en mundos distintos cercados de prejuicios mutuos-, descubren que se necesitan y juntos comienzan a recorrer un camino común que los enriquecerá. En el caso de uno, el camino lo llevará a una vivienda definitiva inserta en la ciudad y en un barrio sustentable. En el caso del otro, el camino lo llevará a opciones de vida que le darán sentido a su profesión y a su vida.

Todo lo que se hace en este camino de enriquecimiento mutuo es lo que llamamos Habilitación Social. Dentro de esto se inserta el trabajo que como fundación venimos realizando desde el año 2005, y que está resumido en este libro testimonial.

Con este trabajo, hemos podido acercar al mundo marginal a la belleza, a lo funcional y las comodidades básicas que necesita cada ser humano para desarrollarse como persona, y que a muchos -por diversas circunstancias- los hemos privado de ellas.

También hemos llevado a las aulas universitarias, no problemas y desafíos imaginarios, sino que problemas y desafíos reales. De alguna manera, les hemos hecho tomar conciencia a quienes más han tenido posibilidades, que ser universitario es una responsabilidad, y que deben formarse bien para servir mejor a los demás.

Formarse bien no es sólo sacarse buenas calificaciones, sino que, por sobre todo, significa vincularse con la realidad para que ella los llene de preguntas y les incentive la creatividad. Sólo así, más tarde, pueden ser profesionales que no parezcan extranjeros en su propio país, sino que hablen el lenguaje de todos y respondan a las necesidades de su pueblo.

En estos años hemos sido testigos de cómo en los diversos trabajos se ha podido democratizar el diseño, la belleza y los espacios que nos regalan calidad de vida. Estoy seguro de que el P. Hurtado estará orgulloso de este esfuerzo, que sabemos cómo y cuándo comenzó pero que nunca sabremos qué cosas buenas producirá en el futuro. Y es que todos los grandes sueños que han movido sociedades y culturas tienen un comienzo, que más de alguien displicentemente calificó de “Mínimo”…

P. FELIPE BERRIOS S.J.Capellán UTPCH y UTPMP

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Para presentar este libro, quisiéramos entregar dos conceptos que permiten no sólo entender su estructura y contenido, sino acercarse a lo que ha sido la experiencia de MÍNIMO: Asociatividad y Emergencia.

El proyecto nace el 2005 desde un grupo de estudiantes universitarios, que se plantearon una pregunta simple pero ambiciosa, ¿Qué puede hacer el mundo del arte y el diseño, usualmente relacionado con el glamour y las modas, por la extrema pobreza? Pero no bastó con hacer la pregunta, si no que se planteó la necesidad de invitar a todos quienes pudieran cuestionársela y ayudar a responderla. Quizás la ingenuidad de la pregunta, junto a la convicción de su importancia, fue la génesis de la convocatoria y el catalizador de la Asociatividad.

Los primeros en sumarse fueron Raúl Menjibar y Cristián Sanhueza, quienes tuvieron la genialidad de plasmar todas las ideas en un concepto gráfico, claro y potente, que ahorraba todo discurso y potenciaba la idea. Así nace MÍNIMO como tal. Después, se sumaron quienes se transformarían en el cerebro de la iniciativa, primero como asesores y después como jurado: Hernán Garfias, Albert Tidy, Alejandro Aravena, Felipe Berríos SJ, Mauricio Léniz e Italo Rossi, le dieron coherencia y contundencia a la propuesta, velando siempre por la excelencia del proceso investigativo y sus resultados. Pronto se sumaron Milan Ivelic y Carlos Navarrete, como anfitrión y curador, quienes junto a Mauricio Pezo, Yennifert Becerra y Alicia Villareal permitieron ampliar el debate e involucrar a la producción artística contemporánea en este diálogo.

Otro aliado fundamental fue Masisa, que con su experiencia y recursos, permitió que esta intención se materializara en

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una invitación nacional, en un sueño concreto y ambicioso. A partir de esto se convocó a decenas de universidades y profesores, y tras ellos, cientos de estudiantes que desde Iquique hasta Valdivia desarrollaron, quizás sin saberlo, una investigación colectiva sin precedentes, amplia y diversa, pero centrada siempre en la dura realidad que presentaban las familias de campamentos.

La complejidad del encargo (que asumía proyectos de arquitectura y diseño que debían entenderse bajo la lógica “Hágalo usted mismo” para ser montados por cualquier persona), logró no sólo aprovechar al máximo la creatividad y compromiso de los estudiantes y académicos, sino también poner de manifiesto el alto nivel de tecnologías instaladas en nuestro país, probando una vez más que la pobreza existente en Chile no es un problema de falta de recursos, sino de prioridades.

Otra de las constantes de este proceso, que parte como un sueño y se transforma en un evento nacional, es la Emergencia, palabra entendida no sólo como la urgencia de un evento catastrófico, sino como la voluntad permanente de emerger. Esa voluntad que sostiene a miles de chilenos en la precariedad habitacional, que les permite creer y avanzar, que los hace pedir oportunidades y exigir sus derechos, no regalos ni limosnas. Ese espíritu, fue el que nos permitió no perder el foco, ya que todo esto no se hacía “para”, sino “junto” a las familias de campamentos, quienes participaron activamente de cada proceso, debate, curatoría, y del proyecto en general.

Después del debate generado en el país por el Programa MÍNIMO el año 2005, y de las soluciones concretas proyectadas en el CONCURSO NACIONAL DE DISEÑO, la aplicación de las mejores ideas en terreno era el paso lógico a seguir. Sin embargo, el equipamiento mobiliario de la nueva vivienda para familias derivadas de campamentos, responde a una dinámica más compleja que la de optimizar recursos y espacios. Tal como se vio, hay que combatir contra un círculo de exclusión social que ha logrado abarcar más aristas de las presupuestadas.

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Lejos de ser sujetos de crédito de algún banco o una multitienda, las familias de extrema pobreza suelen no tener dinero para equipar su sueño, “la casa propia”. Respuesta a esta necesidad, vs. la falta de dinero para hacerlo, nace un grupo de emprendedores llamados “semaneros”. Estos personajes adquieren un mueble de alguna tienda, para luego vendérselos en cuotas a los integrantes del nuevo barrio, obteniendo utilidades del 200% por sobre el valor original del producto. Así, las familias más pobres, por ser pobres, no solamente tienen más dificultades y menos opciones para equipar sus hogares, sino que también son quienes pagan más dinero en el país para acceder al mismo beneficio. Lamentablemente son muchos los productos y servicios que se alinean bajo el mismo raciocinio. Más acostumbrados a recibir dinero día a día por el pago de algún “pololito” que a contar con ingresos fijos para poder planificarse, un shampoo, por ejemplo, suele comprarse en formato de “caluga”, en vez de familiar. Así se paga el centímetro cúbico de shampoo más caro del país, integrando en la misma lógica a las comidas, detergentes, cigarros sueltos y telefonía celular, entre otros.

En Latinoamérica la cosa no cambia. En Perú, voluntarios de Un Techo para mi País (proyecto que toma como ejemplo a Un Techo para Chile y que está actualmente presente en 14 países del continente), constatan situaciones transversales al tema en muchos asentamientos, que sin acceso a agua potable, se enclavan en las laderas de las ciudades peruanas. Estos jóvenes han visto cómo grupos de “emprendedores locales” acercan en camiones aljibe u otros, agua potable para las familias que no tienen. La vulnerabilidad de no contar con lo mínimo, ha significado para los vecinos pagar hasta el triple del valor por cada litro de agua. La misma agua que un “emprendedor local”, por menos dinero, consigue abriendo una llave del interior de su vivienda, emplazada en la misma ciudad.

Para reducir el impacto de estos acontecimientos, y generar soluciones innovadoras que respondan formalmente a las necesidades de una mayoría olvidada, creemos que el

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EQUIPO MINIMO

Mirko Salfate Yutronic, Coordinador Programa MINIMO 2005-2007Julián Ugarte Fuentes, Coordinador Programa MINIMO 2007-2008

Margarita Troncoso Montégu, Coordinadora Programa MINIMO 2007

diseño de una nueva tipología de productos inclusivos, tiene una potencialidad enorme para convocar a distintos actores de la sociedad Es así como el Programa MÍNIMO de Un Techo para Chile, ha logrado catalizar desde el diseño de productos a la academia, a miles de estudiantes chilenos, a empresas y pobladores de campamentos o barrios, en un proyecto de reflexión y aplicación común. Ha sido un ejercicio aplicado de democratizar el diseño, y con este el comercio y la globalización. Un atrevimiento para generar productos de calidad mundial a precios asequibles. Soluciones a la medida del “nuevo” consumidor. Objetos que acerquen el agua a quien no tiene. Estudiantes que diseñen en cada producto dignidad humana. Universitarios que reconocen la universalidad. Empresas que crecen distribuyendo calidad de vida a sus clientes. Pobladores de campamentos en el foco de la innovación. Inclusión.

En las páginas que siguen, revisaremos los emprendimientos que se han llevado a cabo durante los últimos años, fruto del trabajo asociado con pobladores , jóvenes universitarios, investigadores y empresas, quienes enmarcados en un contexto de extrema pobreza y emergencia, han demostrado que la globalización puede ser buena para todos.

Para ellos, especialmente a las familias que han participado de la iniciativa, son nuestras felicitaciones por lo logrado, y nuestra profunda esperanza de que todo este esfuerzo repercuta de alguna manera, en mejorar su calidad de vida.

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2005 : PRIMERA INICIATIVA DE DISEÑO SOCIAL CHILENO

Durante el primer semestre de 2005, Un Techo para Chile realizó la iniciativa “Optimización del espacio Mínimo”, que pretendió debatir, investigar y proponer acerca del Espacio Mínimo y las condiciones básicas de habitabilidad.

La interrogante que motivó la iniciativa fue: ¿Cómo pueden aportar la política, el arte, la industria y la tecnología para mejorar la calidad de vida de los destinatarios de políticas habitacionales, mediante diseños y lógicas productivas eficientes y contemporáneas, que sean capaces de potenciar las capacidades instaladas en el medio local?

El lugar que albergó la muestra fue el Museo Nacional de Bellas Artes, uno de los escenarios oficiales del arte nacional. Milan Ivelic, director del MNBA, plantea que “la premisa no es partir del

espacio mínimo como si fuera el fundamento de la habitabilidad de los pobres. Es preciso revertirla,

colocando la dignidad humana como el vector ético de una acción constructiva de viviendas para los

más desposeídos.”

Y agrega “Cuando el arte es reflexivo y crítico, cuando se vincula intensamente con la vida,

hace un llamado a repensar si lo que se hace no es más que la reiteración de una matriz diseñada

abstractamente, omitiendo a las personas quienes son, en verdad, los protagonistas del hecho de

habitar, con todas las implicancias que conlleva: seres con identidad, con familias, con esperanzas,

que anhelan una vida digna. El arte subvierte los lugares comunes, las convenciones sociales y, en el

caso que nos ocupa, la vivienda estandarizada, incapaz de acoger a quienes las ocuparán”.

Es así que la iniciativa Mínimo de Un Techo para Chile se dio a conocer en una muestra dividida en tres instancias: DISEÑO (la exposición de 24 prototipos de mobiliarios desarrollados por Universidades e Institutos en una investigación colectiva y de los proyectos ganadores del Concurso Nacional); ARTE (la instalación de tres obras artísticas en el frontis del Museo); y FOROS (la realización de 4 foros multidisciplinarios).

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DEFINICIONES FORMALES CONCEPTO GRÁFICO

ESTRUCTURA

Al desarrollar la estructura del libro debieron tomarse en cuenta una serie de factores determinantes para lograr darle un orden adecuado. El hecho de ser una publicación de contenido diverso llevó a la necesidad de dividirlo en cuatro secciones:DiseñoArteForos Paper

Para darle un orden a esta estructura se le dio un especial énfasis al índice. En él se indican las páginas en el orden natural del libro con sus respectivos contenidos, utilizando el color como elemento referencial.

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COLOR

Para diferenciar y darle identidad a cada sección del libro se determinó un tipo de color diferenciador para cada sección del libro.En esta ocasión se consideró la correcta combinación de el color de fondo con el color de la tipografía, para así obtener contrastes adecuados para una buena legibilidad.

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NUMERACIÓN

Se acompañó al número con las herramientas del logo de MINIMO, como íconos diferenciadores de las distintas secciones correspondientes al Programa MINIMO.

Los paper no llevaban herramientas por ser artículos complementarios proyecto.

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CONCURSO NACIONAL DE OPTIMIZACIÓN DE ESPACIOS MÍNIMOS

Objetivo Luego de investigaciones y experiencias estudiadas por el Programa MÍNIMO de Un Techo para Chile, se demostró que las viviendas entregadas por subsidios presentan graves problemas en su habitabilidad, debido principalmente a la falta de equipamiento en su interior. El desarrollo de muebles siempre aparece como el primer nicho de investigación para mejorar dicha situación, es por eso que el Programa MINIMO en el año 2005, propuso desarrollar prototipos de mobiliario industrializables y multifuncionales que, construidos bajo una lógica de “Hágalo usted mismo”, permitan equipar y ampliar las viviendas sociales definitivas.

Contexto Elemental Elemental ha trabajado desde el año 2004 con Un Techo para Chile. A partir de esto, se han inaugurado dos proyectos

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en la Región Metropolitana y se están construyendo cinco proyectos a lo largo del país. La configuración arquitectónica de estos diseños, definió unidades iniciales de viviendas progresivas que controlan o enmarcan el crecimiento, asegurando un desarrollo armónico del conjunto y disminuyendo el esfuerzo por parte de los usuarios para completar sus viviendas. Es así que los diseños Elemental aportan en la

unidad inicial de la vivienda, abriendo un nuevo

campo de estudio y desarrollo, con respeto a los

sistemas de ampliación y equipamiento de los

nuevos hogares1 .

Para el concurso se trabajó con la tipología de vivienda construida en Quinta Monroy el año 2004. El montaje dispuso el trazado de las plantas de estas viviendas en el hall central del Museo, sobre las que se dispusieron los prototipos de mobiliario .

ConvocatoriaLa convocatoria se extendió a dos formatos. Por un lado se trabajó con universidades e institutos, los que desarrollaron un curso o taller dentro de su maya curricular para analizar y trabajar el tema propuesto. Por otro lado, se lanzó un concurso abierto al público en general, dividido en dos categorías: estudiantes y profesionales.Como resultado se trabajó con 14 instituciones educacionales, y se recepcionaron 460 proyectos en la modalidad de concurso. La muestra en el MNBA expuso 24 prototipos de mobiliarios mínimos, de los cuales se observan temáticas como: muebles generadores de espacios temporales, el uso de espacios inutilizados, muebles o sistemas multifuncionales y el mueble tabique.Dentro del libro se presentan los ganadores

de cada categoría:• Categoría Universidades:1er lugar – Bodega Colgante –Universidad Diego Portales 2º lugar – Tabique Modular – Universidad Católica del Norte3er lugar – Sistema Modular – Pontificia Universidad Católica del NorteMención Honrosa – Tabique Multifuncional – Universidad Diego PortalesMención Honrosa – Mueble CEC – Universidad de Concepción

• Categoría Estudiantes:1er lugar – Multicapas 2º lugar – Cama Madriguera3er lugar – Módulo MultifuncionalMención Honrosa – 15 cm.

• Categoría Profesionales:1er lugar – Vestidor 2º lugar – T.E.S. Tercio Espacial SuperiorMención Honrosa – Puerta Repisa

1 Alejandro Aravena, Arquitecto fundador oficina Elemental.

+ m2 = multifuncionalidad

- $ = kit de partes

ECUACIÓN PLANTEAMIENTO CONCURSO

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arte.“MINIMAL, MÍNIMO, MINIMALISMO A LA CHILENA”

1.- Génesis y situación global. Hablar de Arte Minimal es indagar en una extensa saga de realizaciones y ejecutores que a lo largo y ancho de los últimos cuarenta años han extendido este concepto desde la arena visual, hacia lo arquitectónico e incluso el diseño en su más amplia acepción. Llegando este concepto hasta nuestros días como sinónimo de cierto tipo de comida, decoración o prenda de vestir; pero pocas veces nos detenemos en saber en qué consiste el llamado término “Mínimal”.

Según el estudioso español Simón Marchán Fiz, “Minimal

Art es un estilo escultórico en el que las diferentes formas están

reducidas a estados mínimos de orden y complejidad desde una

perspectiva morfológica, perceptiva y significativa.”1 Agreguemos a lo anterior que su nombre deviene de la idea de “mínimo”, expresado en las formas o colores primarios con que sus cultores -mayoritariamente artistas norteamericanos-, se dieron a conocer en 1965. De hecho, el período de mayor apogeo de esta tendencia fue entre 1965 a 1968, siendo la ciudad Nueva York el epicentro de esta corriente y el pintor-escultor Donald Judd, su primer teórico y pensador de este ejercicio.

En este orden de análisis algunos de los nombres que ha recibido esta tendencia ha sido el de: “cool art”, “ABC art” y “formas primarias”, debido a esta cercanía que sus creadores establecieron con la arquitectura de rascacielos en Estados Unidos (ya que el arte Mínimal

1 Simón Marchán Fiz, “El Minimal Art o Estructuras Primarias“, en Del Arte Objetual al Arte de Concepto . Editorial Akal, Madrid, 1997, p.99.

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tuvo su mejor correspondencia en los espacios abiertos de la ciudad y sus edificios, más que en los museos o galerías de arte, debido a la monumentalidad de los trabajos y la actitud pulcra y severa con que se trataban los aceros, maderas o aluminios, para realizar las obras). Impactando fuertemente a las audiencias de ese momento por la radical contraposición al Pop Art; de hecho, la belleza “Mínimal” para muchos es la decantada estética elitista del “Menos es más”.

2.- Génesis y situación local.

Hace ya tres años recibí la invitación del Programa MÍNIMO para proponer desde el territorio del arte local, una curatoría que indagase en las preocupaciones de algunos artistas chilenos contemporáneos, sobre el debate que le concierne al problema de la vivienda mínima. Tal invitación trajo, a mi juicio, el agudo debate que desde el arte podía tener la realización estética de un tipo de obra mínima en sus gestos, pulcra y desprovista de toda narrativa en su visualidad, como una ética de trabajo que reflejase la pureza de un hacer en virtud del rechazo de toda opulencia visual (debido a que precisamente la vivienda social en el Chile de hoy, es pulcra y severa por una cuestión de las políticas estatales que le atañen). Un ejemplo de lo que sostengo son las llamadas “Casas Chubi” en la comuna de Peñalolén, que recibieron tal designación de parte de sus pobladores por el uso de colores puros ,-rojos, amarillos, violetas, etc.- en las fachadas de las casas, y se asemejaban a las populares golosinas que vienen en los mentados colores. Sin embargo, a poco andar este síntoma estatal de una modernidad exterior reflejada en los colores de las fachadas de esos pequeños hogares, se vio simplemente como una sospechosa cosmética habitacional al descubrir sus habitantes que las casas no resistieron la primera lluvia que el invierno traía, amén de la falta de espacio interior para desarrollar condiciones mínimas de habitabilidad en la urbe. Haciéndonos recordar que, “como

la mayoría de las capitales latinoamericanas, Santiago es una

ciudad donde la segmentación humana, social, se hace fácil y

dramáticamente visible a la vista del espectador. Hay en ellas, no

una sino varias ciudades segregadas, desagregadas.”2

En otras palabras, en Chile el Minimalismo no es reflejo de la opulencia en el hacer por la vía de la calidad de los materiales invertidos en la obra, sino más bien, es sinónimo de una desidia social frente a los necesitados. Por ende no me parece

2 Gonzalo Contreras, “Irrealidad Eterna, claves para el futuro“, en Jorge Tacla, Irrealidad Eterna. Catálogo Sala Tacla, Santiago, 2001.

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desaventurado indicar que el “Minimalismo a la Chilena” es simplemente la supervivencia bajo una vivienda precaria y mínima en todo lo básico que le atañe al concepto de “hogar”, por parte de quienes se han visto obligados a desarrollarse en la estética del campamento como un acto capaz de capear esa constante adversidad en la que Chile se ha debatido.

Vistos y atendidos de manera somera, este contexto en que el juego de palabras Mínimo y Mínimal se debaten, me pareció provocativo hacer visible desde la formulación de la curatoría el binomio de conceptos Espacio&Contradicción, para hacer efectiva la invitación del Programa MÍNIMO. Esto, porque en cierto sentido, existía una abertura de mirada desde la arquitectura hacia el mundo de las artes plásticas como un espacio válido para ofrecer ideas a un tipo de vivienda social, que pudiese integrar desde la arquitectura el diseño industrial y también la vertiente plástica en un grado de realización y concepción óptima, desde una economía de medios que fuese más allá de la estética minimalista. Lo anterior, expresado desde una restricción de materiales y formas, que pudiesen hacerse partícipe en ese cotidiano hostil. También como una primera mirada en torno a pensar la ciudad, “no como

una ciudad de fragmentos sino como un cuerpo político, una

entidad que tiene un carácter, un papel, que desempeñar en la

división internacional del trabajo”3, citando al geógrafo David Harvey a quien debo esta reflexión sobre mi propuesta de trabajo a través de sus lecturas.

Si extrapolamos esta invitación de la Fundación Un Techo para Chile a la muestra realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, hay un aspecto de la convocatoria que bien explica la selección de obras cuando expuse lo siguiente: “el debate de los problemas de la vivienda mínima en

el espacio del arte chileno, supone trabajar la noción de que en la

necesidad del habitar mínimo ésta se construye como una suma

de contradicciones y paradojas, más que de soluciones”4. Porque cada uno de los expositores trató desde el emplazamiento de sus trabajos, reflejar esas contradicciones de la habitabilidad de los desposeídos desde la poética de una tridimensionalidad, capaz de hacernos ver un cierto estado de las cosas en aquello que denominamos morar.

3 Mariana Canavese, “La Ciudad como un Cuerpo Político” en Revista Ñ. Buenos Aires. Octubre 21, 2006, pp.12-13. 4 Para una mejor comprensión de lo expuesto véase el folleto de la convocatoria de este proyecto, “MINIMO, Investigaciones sobre el Espacio Mínimo”. Editado por Fundación Un Techo para Chile, Santiago, 2005.

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3.- La “Toma” y el “Site Specific”.

Uno de los grandes conceptos que el arte Minimal ha logrado acuñar en la macro realidad en donde es posible admirarlo es el del “Site Specific” o “Sitio Específico” que la obra requiere. Vale decir, el trabajo propuesto por muchos de los adherentes al movimiento en cuestión, ha sido creado para sitios o lugares previamente estudiados y en donde la obra establece un diálogo recíproco con el entorno y sus personas. Por ejemplo, el Museo Municipal de la Haya, en Holanda, tiene en el artista Sol Le Witt una serie de diseños escultóricos, arquitectónicos y objetuales pensados para el espacio exterior en sí mismo, donde el entrelazamiento de arte y arquitectura queda de manera clara y evidente por cómo el artista ubica y piensa su trabajo sólo para ser mostrado en ese y no en otro lugar.

En nuestro micro escenario, el gesto de una toma de terreno está dado por la oportunidad de cumplir con el sueño de la casa propia, en el marco de las carencias estatales para dar viabilidad a tal necesidad. Muchas de las actuales villas o poblaciones en la periferia de Santiago son producto de ese acto colectivo de sentar propiedad en un terreno baldío, instalando el emblema patrio y luego demarcar el sito en que se emplazará la futura propiedad; la que en la mayoría de las veces está hecha con la precariedad del cartón y las maderas en desuso. Tal proceder, desde el mundo del arte contemporáneo, se articula a partir del siguiente diagrama de obra desarrollado por el artista visual Víctor Hugo Codocedo -fallecido un 27 de agosto de 1988- cuando el crítico y curador de arte Justo Pastor Mellado señala “vivió la dignidad de ser artista,

en la periferia. En un país de la periferia del arte. Sabiéndolo, tomó

el arte como su bandera; la bandera chilena como abrigo, como

tela, y la tensó sobre un bastidor, como si por ese solo acto la

convirtiera en pintura de caballete, en tapiz sin decoro.”5

Indico estas referencias para exponer el sentido de invitar a los artistas Yeniferth Becerra y su trabajo “Ropaverejo”, Mauricio Pezo y Sofía Von Ellrichshausen con su obra “Puertas”, y Alicia Villarreal con “Parque Forestal s/n”, quienes se dieron la tarea de investigar, desde sus propias poéticas de obra, las relaciones entre arte y arquitectura, habitabilidad y sustentabilidad, en sus acepciones más amplias.

5 Justo Pastor Mellado, “Han pisado con demasiada fuerza, la tierra sobre mi cabeza“, en Textos Residuales. Ediciones de la Cortina de Humo. Santiago, 1988.

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Por ejemplo, la obra de Y. Becerra consistió en la instalación de un módulo de madera de 2x3x3mts. que, asumiendo el espacio metral de la mediagua, propone desde su interior la recreación de una casa chilena desde sus utensilios y mobiliario; todos son puestos en trueque con el público, bajo la condición de que la audiencia se lleve un objeto nuevo proveniente de la obra de la artista, dejando uno usado traído de su casa. En esos términos, la artista juega con el público desde el gesto primitivo del intercambio de utensilios, para reformular la noción de la vivienda nueva sin carácter, producto de su construcción pareada, en franca alusión a las villas que circundan nuestra ciudad. Ellas, desde la estética de los colores pasteles, intentan vender una habitabilidad ideal, buscando en el objeto usado una identidad de lo que habitar significa en la ciudad de hoy.

Si en el trabajo de Y. Becerra el concepto minimalista de la materia severa y altamente tecnologizada ha sido reemplazado por la precariedad de la madera para construir este habitáculo del intercambio, la obra de Mauricio Pezo y Sofía Von Ellrichshausen ve en las barras de acero ensamblado la posibilidad de jugar con el espectador desde el concepto de abertura y cerradura, al transformar el recinto cúbico en un verdadero laberinto lleno de puertas que abren indistintamente hacia un dentro o fuera, dependiendo de la capacidad del espectador en términos de dejarse llevar por esta sugerente retícula de metal entramado. Sin embargo, al estar esta obra en el mismo frontis de la institución museal y muy cercana a la de Y. Becerra, se genera un contrapunto entre lo que podríamos llamar el efecto de la habitabilidad como necesidad de intercambio y la dimensión de la misma desde una frágil frontera llamada público/privado; Teniendo ambas la monumental arquitectura neoclásica del Museo Nacional de Bellas Artes como telón de fondo, para hacernos meditar en las proporciones de la vivienda moderna desde el territorio de la plástica.

En ese sentido Alicia Villarreal fue la que mejor asumió la relación obra y entorno, al proponer un revestimiento de una serie de bancas de madera, que están junto a una pequeña área verde junto al museo. De modo sutil, la artista revistió estas bancas verdes con lanas, trapos y diversos revestimientos de color rojo para, desde ese gesto cromático, repensar que muchos de esos escaños en Santiago y el mundo son utilizados como vivienda por los mendigos al caer la noche. El rojo entonces cumple por una parte la función plástica de ser el complementario del verde como origen del objeto a revestir, y por otra parte, es una metáfora para sentar presencia

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y alarma del uso que tiene ese equipamiento urbano al final del día. Tal como la artista definió su obra, “cada banco se convirtió en un cuerpo texturado, blando, personalizado,”6 a fin de hacernos partícipes de que esas relaciones entre el hombre y vivienda, también se hacen parte de la ciudad como un organismo vivo.

Una de las preguntas y reflexiones que me surgieron en el lluvioso día en que esta exposición se inauguró, fue la de saber qué habría pasado con estas obras en el frontis de un museo dedicado al arte de nuestro tiempo en un ciudad norteamericana. También, ¿Habrían sido capaces de confrontar las esculturas minimalistas que habitualmente dan la bienvenida a ese tipo de recintos, este tipo de emplazamientos?. Por otra parte, ¿Tenemos conciencia de lo que la palabra habitabilidad es realmente en las personas desposeídas?, ¿Puede el arte contemporáneo de Latinoamérica, acercarse al ideal Minimalista desde la precariedad material en su puesta en escena?

Aún cuando no tengo respuestas a estas inquietudes, me parece oportuno indicar que el sólo gesto de tomarse un par de semanas el frontis del Museo Nacional de Bellas Artes por medio de estos tres emplazamientos (lo que aparentemente consideraba como dimensiones propias e inmutables de la vivienda Mínima y le son fundamentales a ciertos aspectos del arte de nuestro tiempo) es un asunto no menor; sobre todo si pensamos que el propio arte local por años ha vivido en una precaria condición de sustentabilidad y habitabilidad, dificultando su lectura y estudio.

CARLOS NAVARRETECurador obras de arte, MINIMO 2005

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6 Ibid. Nota 4.

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E n paralelo a la exposición, el Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile organizó cuatro foros que buscaron debatir,

analizar y proponer acerca del espacio Mínimo, desde distintos puntos de vista, abarcando variadas temáticas y convocando a actores validados en distintas esferas disciplinarias. Foro Nº 1: “Vida comunitaria y organización en conjuntos de espacio mínimo”:Moderador: • Iván Valenzuela, periodista.Panelistas: • Francisca Márquez – Academia de Humanismo Cristiano.• Susana Aravena – Sur profesionales.• Claudia Ayala – Un Barrio para mi Familia.• Karen Monarde – Dirigente Comité campamento Los Aromos• Benjamín Díaz – Encargado Región Metropolitana

foros.Ciclo de conversaciones multidisciplinarias con representantes de distintos sectores de la sociedad.

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Un Techo Para Chile

Foro Nº 2: “Historia e Identidad en la vivienda social”Moderador: • Mónica PérezPanelistas: • Rodrigo Hidalgo – Geógrafo PUC• Mario Garcés – ECO• Francisco Sabatini – Sociólogo PUC• José Bengoa – Rector sociología Academia de Humanismo Cristiano

Foro Nº 3: “Cultura y recursos mínimos”Moderador: • Margarita Hantke, periodistaPanelistas:• Ricardo Carrasco – Documentalista Patiperros y al Sur del Mundo• La Legua York – Gestor cultural de la población La Legua

Foro Nº 4: “Cuáles son los mínimos que queremos para la política habitacional del país”Moderador: • Matías del Río, periodistaPanelistas:• Ricardo Tapia – Sub-Director INVI Universidad de Chile• Alejandro Aravena – Arquitecto Elemental • Mirko Salfate – Director Vivienda Definitiva, Un Techo para Chile • Alejandra Barrera – Dirigente Campamento Villa esperanza – habitante Proyecto de vivienda Antumalal, Renca.

Dentro del libro, se incorporaron tres textos elaborados por quienes fueron panelistas de los foros. Estos se realizaron el año 2007 a partir de la revisión de las transcripciones de los expositores realizadas el año 2005.

Los textos que se incluyen continuación pertenecen a: Ricardo Tapia, quien describe cuáles son los mínimos que debemos considerar como profesionales para los pobladores; Claudia Ayala, quien explica el desarrollo de la Habilitación Social, enfocada desde la experiencia del Programa Chile Barrio; Francisco Sabatini quien describe el valor que tiene la condición de “ser popular” en el contexto actual de nuestro país.

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E l Programa MINIMO de Un Techo para Chile nace como una iniciativa multidisciplinaria. Ella parte por posicionar un tema social en la discusión académica; unir disciplinas en una sola experiencia y también formular y replantear el rol de las profesiones en pro del crecimiento integral del país.

Así como el año 2005 se generó un resultado de índole académico, actualmente se sigue trabajando para profundizar, acercar y ampliar el espectro de investigación, tanto a los estudiantes y profesionales, como a los pobladores de nuestro país.

Es por eso que se invitó a los participantes de la iniciativa a desarrollar o incluir textos inéditos, que abran el espectro de investigación y potencien académicamente las bases de los planteamientos del Programa MINIMO.

Dentro de estos textos se presenta la experiencia de Alejandra Barrera, pobladora del ex-campamento Lo Boza, quien narra su vivencia en el proceso de cambio de vida del campamento al barrio; Rodrigo Hidalgo, geógrafo de la Pontificia Universidad Católica, quien desarrolla una investigación que nos permite adentrarnos en las consecuencias que ha generado la Ley de Habitaciones Obreras de 1906, la que inició el desarrollo de proyectos de vivienda social en la periferia de Santiago; Alejandra Rasse y Francisco Sabatini presentan una matriz conceptual sobre la relación de los niños con el espacio en nuestro contexto cultural, tomando como caso de estudio distintas barrios de vivienda social; Francisca Márquez, Antropóloga y Doctora en Sociología, revisa la historia de los pobladores chilenos

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en la búsqueda de identidad y de un lugar digno para ellos en la ciudad; y, finalmente, Rodrigo Torres, Ingeniero y Gerente de Marketing en Chile de la empresa Masisa, nos relata la experiencia de la empresa en el desarrollo de diseño para la base de la pirámide, como nuevo nicho de investigación para empresarios y diseñadores del país.

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En Chile aún existen

533 Campamentos, 28.578 familias habitándolos

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H 1 Caleta Vitor2 Mirador II3 Areneros4 Sica-Sica5 Villa vista Hermosa6 Alto Vicuña Mackena7 Trabajadores por la Vivienda8 Ex Vertedero9 Caleta Chipana10 Circunvalación s/n11 Santa Barbara12 Bajo de Soga13 Sector Camping14 Casa Futura15 Caleta San Marcos16 Villa Municipal17 Villa Padre Javier18 Por fin mi casa19 Los Arenales20 Victor Jara21 Chile Nuevo I22 Corazon de Maria23 Emanuel24 18 de Septiembre25 Juanita Cruchaga26 Alto Mendoza27 Familias Puente28 Nueva Vista Hermosa29 Humilde Esperanza30 paquica31 Caleta Buena32 La Chimba33 Los Pinares34 Aurora Esperanza35 Padre Alberto Hurtado36 Urco37 Portal del Inca38 Jaime Sierra Castillo39 Vista al Valle40 Cerro Mirador la Negrita41 Candelaria42 Villa el cerro43 Carlos Villalobos44 Quebrada Isabel Riquelme45 Padre negro46 Pasaje Jose Cisterna47 Piedra Colgada48 Hacienda San Pedro49 Hacienda Chamonete50 Hacienda Toldo51 Sector Vizcachas52 Sector las Higueras53 Cardenal Silva Enriquez54 Saturno55 Barrio Nuevo Latarea56 Pabellón Bajo57 Sergio Soto58 Los Bronces59 Tatara60 Villa San Pedro61 Picachos Negro62 Quebradita63 Perales Viejos64 Callejón Martínez65 Villa Jilguero66 Labrar67 Quebrada Las Rosas68 Vista al Mar69 Lautaro Norte70 La Batea71 El Triángulo72 Cruz de Caña73 Camarones74 El Molle75 Maitencillo76 El Toro77 Subida Mina Hermosa78 Curque Alto 79 Villa Esperanza80 Sector Ribera del Río81 Quebrada el Milagro82 Recinto Estación83 El Consuelo Alto84 Santa Rosa Alta85 Las Majaditas86 El Peumo87 Margenes del Río88 San Antonio de los Caliches. 89 Camino al Mar90 Nuevo Amanecer del Elqui91 El Escorial92 Diagonal Los Castaños93 Media Hacienda94 Pasaje Eben ezer95 Rivadavia Parte Alta96 Cerro chico97 La Cantera98 El Bronce Sin Numero99 Fuerza y Esperanza100 Ebenezer101 Pueblo Hundido102 El Vergel103 Tiro al Blanco104 Mesana105 Vista al Mar106 Pasaje Edmundo Frei107 Colo Colo108 Final de Bernardo con U de Seima109 Población de emergencia110 Obispo Valdés111 Arturo Prat112 Monte Sinaí113 Campanilla114 Ampliación puerto Williams115 Ampliación Lago Cóndor116 Parcela 15117 Parcela 11118 Peumo119 Caminando Hacia mi Casa120 Puyehue121 Los Aromos122 Villa Kaplan123 Villa La Pradera124 Villa La Cumbre125 Villa Oriente126 Villa La Cruz127 Manuel Bustos128 Bienvenidos129 Tranque Las Vacas130 Lomas de Bellavista131 Todos Juntos132 Pan de vida133 Comité Esperanza

134 El Bosque135 Alto San Roque136 Los Aromos137 Viña Fundo el Bosque138 Final Calle 5139 Comité Esperanza140 Los almendros141 Villa los olivos142 El Boco143 Mar azul144 lo tetero145 Sector Navia146 Población Hidraulico147 Población Emergencia148 los Colonos149 Ramaditas150 Los Carrera151 Villa hermosa152 los Molinos Quemados153 Trapiche Cancha154 Villa la Gomboina155 Santa Lucia156 callejon los Laureles157 Trapiche Mocino Viejo158 El Litoral159 Fundo el Bosque160 los Peumos161 Puntilla san Pedro162 Puente las Truchas163 Prats - sin nombe164 Puntilla de Panquehue165 al lado iglesia166 Puente Limahue167 Ayuntamiento168 Pedro Segundo Estrada169 Clodomiro Vargas170 Orombello171 Galvamino al llegar al rio172 el corte de Requegua173 sector sur estación174 Fundo Limague175 Callejon carta propia176 los olivos177 callejón independencia178 Santa Clarisa179 Poblacion emergencia180 poblacion lo Conti181 Cabreria182 Rio Seco183 Cerro El Manzano184 Las torres185 Callejones al entrar186 Ex Matadero187 El Nogal188 Cancha el Ferro189 Ex Matadero190 Ribera del río191 Esperanza Norte192 Ampliación 11 de septiembre193 Zona Carretoneros194 Población Lo Contí195 Calle Julio Montt196 Recinto Estación197 Sector de Pichiguao198 Codao Cerro199 La Gloria200 El Porvenir201 Villa Napoli202 Bajo Llollinco203 Villa los Copihues204 El Membrillo205 Ajial Manzana206 Sector Los Pozos de Quillaimo207 Triángulo208 Lo Garcés209 Esperanza210 El Paso211 Villa Nueva Mar212 Reyes Sur213 Loncomilla Sur214 Villa El Estero215 La Mina216 Multicancha217 Oñederra 90218 Quiliquina219 La Poza220 Gabriela Mistral221 Villa Los Troncos222 Pangalillo223 La Poza224 Sector Maule Sur225 La Guardia226 Los Boldos227 Punta Riel228 Colmenares229 Pangalillo-Vueltas Cortas230 Población La Villa231 La Quebrada232 Puico Alto y Bajo233 Cerrillo Caiván234 Las Huachas235 Picazo Alto236 Santo domingo237 Fundo las Garzas238 Monte Patria239 Ilusiones240 Ortuzar241 Las Lilas242 Guaico Uno243 Peumal244 Tres Puentes245 Litral246 Puente Ñuble247 Vista Bella248 Las Pataguas249 Fernando May250 Fresia251 Toma Villa la Fabrica252 Av. La Costa253 Monte los olivos254 Villa democracia255 Morro Bajo256 Tunel 2 los aromos colcura257 Nuevo Amares258 Villa los Aromos259 Puerto Nuevo260 La Vega261 Ilusión 2262 Ricardo Lagos263 Cardena264 Comité Esperanza265 Junta de Vecinos Nº5 Sector Costanera266 Collao 1900

267 Palomares268 La Cata269 Vista Hermosa270 Libertad271 Los Guerreros272 El Estero273 Los Pescadores274 Reposo275 Gajardo Sur interior276 El Tunel277 Villa Alto los Padres278 Calle nueva norte279 Paradero la Victora280 Av. Estación281 El Estero282 Chacra Alicia283 Pilmaiquen284 Población El Esfuerzo285 La Obra286 Libertad II287 Pta. Astorga288 Matta al Cerro289 Toam el Pinar290 Loncono Bajo291 La Esperanza292 Cerro Monte Redondo293 Población Vista al Mar nº 9294 Coliuma alta295 Coliuma bajo296 Huillinco bajo297 Recoleta Bajo298 Polcuro299 Antino Bajo300 Cerro Bagnano301 Fundo Lengce302 Campo Deportivo303 Graneros304 Andrés Lama305 Temistocles Rojas306 Nueva Ilusión307 Caleta Antena308 Caleta Pesquera Tumbes309 Villa Araucaria310 Villa El Estanque311 Villa El Trebol312 Nuevo Amanecer313 El Triangulo314 los cordones315 Los Gitanos316 La línea Férrea317 Vírgen de los Pinos318 Nueva Esperanza319 Sector Estación320 Villa Puesco321 Línea Férrea I322 Santa Elena323 Rivera Imperial324 Cruzada al norte325 Pullehue326 Flor Donguil327 La Construcción328 Los Áridos329 Callejón Essar330 Campamento Lynch331 Padre Hurtado332 Rauwsen333 Pasaje San Francisco334 Las Heras335 Villa Portales336 Villa Esperanza337 Población Diego Portales338 9 Oriente339 Angostura340 Pasaje Lynch341 Vista Hermosa342 Campamento Smith343 Cancha Las Rocas344 Luz de Esperanza 345 La línea Férrea346 Laraquete347 Campamento Barros Arana348 Recabarren349 Piedra Blanca350 Vista Hermosa351 10 de mayo352 Pastahue Final353 El Matadero354 Campamento Arica355 Campamento 18 de Septiembre356 Los Canelos357 El Cobre358 Villa el Esfuerzo359 Los Pinos360 Esperanza del mañana361 Monseñor René Rebolledo362 Porvenir II363 Litz364 Derrumbe del cerro365 Villa Olímpica366 Las Camelias367 Comité del trabajo transatlántico368 11 de septiembre369 Bernardo Ohiggins Bajo370 Pasaje Colón371 Pablo Neruda372 Ricardo Lagos373 El Trébol374 Vicente Pérez Rosales375 Torino376 Rivera Norte377 Pasaje Jerusalén378 Cruz Roja379 San Francisco380 La Esperanza381 Río Cruces382 Lomas de la Barra383 Santa Mónica Alto384 Rio Leufucade385 El Esfuerzo386 Las Vertientes387 Sector Equil Villa 2000388 Pampa Muñoz389 Barros Arana390 Campamento Municipal Malvinos391 Pueblo Hundido392 Pampa Río393 La Estrella394 Los Jazmines395 Callejón lan396 Juan Pablo II397 Campamento Amor y Esfuerzo398 Los Girasoles399 Campamento 2000

400 Viento del Sur 2401 Población Santiago buena402 Sector Antena403 Septimo de línea al final404 Camino Cementerio 450405 Los Mallines406 Prolongación Rubén Darío407 Los Pitufos408 Villa Cruz Roja409 Villa Dorotea410 Los Paltos411 Rivera Azul412 Villaseca413 Escuela vieja414 La esperanza II415 Mujeres Unidas416 Ongolmo417 Javiera Carrera Nº 1100418 Estancilla419 Muga420 Don Enrique421 Bienes Comunes422 Parcela 52423 Ex Fundo San José424 Lo Pinto425 Los Aromos426 Rivera Sur427 Simon Ojeda428 Yábar429 El Jordan0430 Picton431 La Red432 Libertadore el Bajo433 Las Palmeras434 Pedro de Valdivia435 Lo Errazuriz436 Errazuriz 52437 Condomino Buzeta438 Padre Vicente439 Maestranza San Eugenio440 Los Tilos441 El Guerrillero 442 Esperan y Fe443 Jorge Inostroza444 La Estación445 La Quebrada 446 Planta Hidroelectrica447 La Higuera448 La esperanza 449 El Bosquecito450 Nueva Oriente451 El Molino452 Padre Hurtado453 Villa el Sol454 La Copa455 Central lo Vargas456 Villa El Estero457 Nuevo Transitorio458 Lomas I459 La Herradura460 Esfuerzo II461 Juan Pablo II462 Los Litres463 Las Lomas II464 dos en uno465 Los Aromos466 Joaquin Rodriguez467 Las Tinajas468 Portales469 La Isla470 Pueblito la Farfana471 Camino la Palma472 San Benito473 Unión y Esfuerzo474 Todos juntos por un techo475 3 de septiembre476 Recinto Estación477 Las Hortensias II478 Belen Guilda Diaz479 Juan Pablo II480 Pelvin481 Cuatro Canchas482 San Pablo483 Fundo el Porvenir484 Campamento rural peralito485 Cerro la Ballena486 Los Areneros487 El Peñoncito488 Cordillera489 Adonays490 Las Totoras491 Lo Echevers492 Nueva Andres Bello493 Nucleo Montenegro494 Las Rocas495 Mapumahuida496 Juan Alsina497 Parcela 4498 Villa Esperanza499 Lo Boza500 Nadie nos conoce501 Parcela 10502 San Francisco503 Ochagavia504 Antonio Varas505 Parcela 12506 Parcela 13507 El Sauce508 San Joaquin509 Mateo de Toro y Zambrano510 Las Araucarias511 Luxemburgo512 El Manzano513 Emergencia514 Nueva Esperanza515 El Arenal516 Villa Dr. Ernesto Bencke517 El Bollenar518 Ex retén viejo519 El Cementerio520 La Plaza521 El Ferrocarril522 Loteo San Enrique523 Santa Mariana524 Calixto Nuñez525 Rivera del rio526 Santa Lucia527 Litre I528 Los Algarrobos529 Rivera del rio530 E taco de Polpaico531 La Isla532 Campamento alegría533 El Ferroviario

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Historia de un sueño que parecía imposible.

por Alejandra BarreraEx Pobladora Campamento Villa Esperanza, Renca

Panelista Foro “Cuáles son los mínimos que queremos para la política habitacional del país”, MINIMO 2005

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E sto comienza hace ya 8 años atrás, en el año 2000. Arrendaba casa como muchas otras familias en mi comuna (Renca). Mi esposo tenía un trabajo y todo iba bien, hasta que a él lo despidieron y nos vimos en la necesidad de buscar otro lugar para vivir porque se nos juntaron deudas de arriendo, luz, agua y

no pudimos pagar. El dueño de la casa nos pidió que nos fuéramos y, como pudimos, pagamos lo que debíamos. Nos fuimos a un terreno muy cerca, donde se nos pedía pagar sólo $15.000 por los metros que ocupáramos. Trasladamos nuestras cosas de a poco y junto a nosotros también se fueron algunos familiares que se encontraban en la misma situación. En este lugar cada familia empezó a hacer pozos negros para el baño, a cerrar el sitio donde estarían sus nuevas casas, confiados en que esto solucionaría en parte nuestra vida… pero no nos imaginábamos que lo peor estaba por venir. Una vez estando ahí logramos parar una pieza de 3 x 6 mts.; para esto compramos los materiales con harto esfuerzo y nosotros mismos la construimos. Por otra parte, mi esposo aún no encontraba trabajo estable, sólo hacía trabajos esporádicos, y lo que ganaba alcanzaba sólo para comida, medicamentos y pasaje de locomoción. Mis hijos, que en ese momento tenían 7 años el mayor y 2 meses el menor, no alcanzaban a comprender lo que nos pasaba, pero ellos eran nuestra fuerza para seguir doblándole la mano al destino. Así continuamos por algunos meses sin agua ni luz propia, ya que teníamos que conseguirla con el dueño del terreno que vivía a media cuadra de allí. Era complicado lavar la ropa con poca agua; tuvimos que usar velas muchas veces; la humedad y el barro en invierno eran crueles.

Siempre que nos poníamos a conversar con mi esposo, nuestro tema era cuándo sería el día en que estaríamos en lo propio, refiriéndonos a nuestro gran sueño de la casa definitiva. La veíamos tan lejana e inalcanzable, y pensábamos que si no éramos capaces de subsistir con

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lo poco que teníamos, cómo íbamos a poder ahorrar para postular a la vivienda. Cada vez sentíamos que íbamos de mal en peor en nuestra situación, pero nos refugiamos en nuestra fe: Dios nos iba a ayudar a salir adelante de alguna manera.

Nos organizamos como comunidad, porque ya éramos ocho familias las que vivíamos en el terreno; formamos una directiva para mayor organización y así gestionar o tramitar algo en la municipalidad para que nos pudiesen orientar en el tema de la vivienda. Pero en ese momento no pudimos hacer nada, y nos quedamos así por 1 año más, viviendo y pensando si nuestro sueño se realizaría algún día.

Así transcurrían los días, sorteando inconvenientes, incomodidades y molestias, pero no puedo dejar de mencionar que también pasamos momentos lindos: nos uníamos más como familia, nos acercábamos al Señor y sentíamos el consuelo que esto pasaría pronto. Así fue como en el transcurso de otro año se llenó el terreno con alrededor de 40 familias, todas conocidas o familiares de las más antiguas del lugar. Queríamos formar un lugar para vivir que fuese tranquilo, sano y limpio para nuestros hijos y así se dio. Le pusimos un nombre a nuestra comunidad: “Villa Esperanza”, porque quisimos recalcar el deseo de mostrar que éramos una comunidad con toda la fuerza de surgir y darles algo digno a nuestras familias. No queríamos que nuestros vecinos nos estigmatizaran, como en general se hace con los campamentos.

Para organizarnos en el terreno, planificamos los espacios que pertenecerían a cada familia, nos preocupamos de que nuestras casas tuviesen espacio suficiente y que, además, hubiesen pasajes para los vehículos de emergencia en caso de necesitarlos; emergencia que no ha sucedido hasta el día de hoy, gracias a Dios.

En el campamento continuamos nuestras vidas sin sobresaltos, hasta que conocimos a Un Techo para Chile e INFOCAP en Campamentos, quienes implementaron una sede que ha servido para hacer nuestras reuniones y para realizar talleres de capacitación en oficios; cursos de recuperación de estudios (tanto en niños como en adultos), entre otras actividades.

Pasados unos meses, llegaron a nuestro campamento unas dirigentes del Campamento Lo Boza1 a ofrecernos que nos uniéramos a ellos en un proyecto de vivienda que ya tenían algo avanzado, porque necesitaban a más personas para que tuviera más peso ante quienes debíamos presentarlo. Sin lugar a dudas este proyecto era diferente, porque se estaba formando con personas de distintos campamentos de la comuna: Lo Boza, Mapu-Mahuida, Villa Esperanza y algunos allegados que también vivían en condiciones de extrema pobreza.

Nos presentamos con nuestras ideas muy claras. La principal era quedarnos en la comuna donde teníamos todas nuestras raíces (como el colegio de nuestros hijos, consultorio, hospital y trabajo, que es lo principal para ahorrar para la vivienda). Comenzar en otro lugar sería para nosotros algo imposible, y siempre objetamos la idea de enviar a las familias a lugares de la periferia, pasando a llevar la dignidad de las personas y sin siquiera darles la oportunidad de decir lo que ellos pensaban o les gustaría hacer. Pensábamos “nosotros somos quienes vamos

1 Campamento que estaba ubicado a cinco cuadras del nuestro y conformado por alrededor de treinta familias.

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a vivir acá toda la vida, y no los que asignan las futuras viviendas”. Por ello, nos presentamos a las autoridades con nuestra propuesta bien clara, para que nos pudiesen entender y escuchar.

A partir de esta propuesta, la directiva tuvo que dirigirse a los organismos pertinentes (el SERVIU y la Municipalidad) para empezar a reunir los papeles de las familias, ver si todos podían postular, y si existía algún problema que debíamos solucionarlo junto a ellos.

Siempre se les dijo a las familias que este proyecto debía ser con la mayor participación y compromiso para que nos resultara todo bien, y así las autoridades nos tomarián en cuenta. Cuando logramos ser oídos ya éramos alrededor de 300 familias inscritas para comenzar a funcionar como comité, pero se nos presentó un problema: en la comuna no había terrenos para viviendas sociales, y nos dijeron que era imposible, que debíamos buscar en otro lugar. Esto no nos gustó porque nuestro propósito era quedarnos en la comuna; así nos vimos en la necesidad de empezar a buscar terrenos lo más cerca de nuestras casas.

Al frente de Lo Boza encontramos uno, pero tenía un gran problema: en él no podía construirse, porque era un terreno solamente de relleno; era inestable para hacer casas y necesitaba demasiado dinero para arreglarlo. Esto nos entristeció mucho, ya que nos habíamos hecho a la idea de que fuera nuestro, y además quedaba casi al lado de nuestros campamentos…

Por eso nos dieron más ganas de obtenerlo, y se empezaron a negociar precios, buscando el menor valor. Paralelamente, se comenzó a trabajar con las familias para avanzar más rápido, para que se sintieran parte de este proyecto y pudiesen tomarle más valor a lo que sería nuestro nuevo barrio. También se escogió de cada campamento a delegados para que llevasen información de cómo avanzaba todo el proyecto, lo que se conversaba en una mesa de trabajo una vez a la semana a la que asistía la directiva, voluntarios de Un Techo para Chile y, a veces, uno que otro invitado para que nos conociera o nos pudiese ayudar a solucionar problemas que se nos presentaran en el camino. Fue así como conocimos a muchas personas, sin dejar de mencionar el gran trabajo en conjunto de las familias, siempre pensando que debíamos ahorrar cada vez más por conseguir lo que nos habíamos propuesto.

Cada familia debía ahorrar 20 UF y eso significaba un gran esfuerzo, porque algunos trabajaban por un sueldo mínimo y otros esporádicamente. También significaba postergar otros sueños, porque la prioridad tenía nombre: ¨Nuevo Barrio¨.

Esto empezó a tener forma, como comunidad sustentable, cuando los protagonistas principales fueron la gente y sus necesidades, lo que se produjo gracias a todos los que escucharon y creyeron en nuestro proyecto. Al comienzo costó motivar a las familias y a las entidades, pero se logró; estando conformada la mesa de trabajo, nos dimos cuenta de que la mejor forma de que el proyecto saliera adelante era proyectarnos y aterrizarlo de alguna manera. Para esto los dirigentes definieron distintos roles para realizar diferentes tareas en paralelo: gestionar lo que era la postulación en el SERVIU y buscar una Entidad Organizadora, una constructora, arquitectos y recursos. Asimismo, los delegados asumieron distintas funciones que se realizaron como comisiones tales como: educación, salud, deporte y cultura, biblioteca, sala cuna y jardín infantil, centro comunitario, equipamiento y áreas verdes. Cada una de estas

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comisiones tenía un representante, que entregaba toda la información en la mesa de trabajo, siempre velando por las necesidades propuestas por la gente.

Gracias a todo el trabajo de la comunidad, nos ganamos el subsidio dos años después de conformado el comité, en septiembre de 2004. Este fue un gran hito para nuestra comunidad, y lo celebramos cada año, sin dejar de mencionar “La Primera Piedra”, donde las 170 familias celebramos en el terreno mismo el inicio de la construcción de nuestras casas. Nos dijeron que estarían a lo menos en 1 año, todos calculábamos para diciembre del mismo año, como regalo de navidad y eso nos daba las fuerzas para seguir juntando más plata, para los cierres de cada pasaje, las divisiones, protecciones y también las terminaciones.

La presidenta del comité propuso en conjunto con unos voluntarios que se formara un directorio conformado por empresarios, voluntarios y la directiva, para gestionar y conseguir recursos que fueran en beneficio de las familias y así entregar la casa terminada. Veíamos en la TV que a muchas familias en nuestra misma situación se les entregaban casas no terminadas, y tenían que amontonarse en una sola pieza y estar igual o peor que cuando estaban en el campamento, con hacinamiento y por unos buenos años más, hasta tener los recursos para las divisiones de sus casas y así poder verla terminada y habitarla como corresponde.

Se les propuso a los empresarios que ellos se consiguieran una parte en plata, a los voluntarios de Un Techo para Chile otra parte, y a las 170 familias que ahorraran 15 UF en un plazo prudente, para que las casas se puedieran habitar desde el día uno sin pasar incomodidades.

Mientras tanto, se fueron presentando nuevas situaciones e ideas para mantener a las familias trabajando en pro de su casa; se buscaba la forma de que la constructora iniciara lo antes posible el centro comunitario ya que existían donaciones para su construcción. Así, luego de un tiempo, se vio movimiento en el centro comunitario; nuestros ojos veían cómo avanzaba y empezaba a tener forma… nos conseguimos donaciones para la biblioteca, el trabajo de Integra para administrar el Jardín Infantil con trabajadoras de la comunidad (gracias a lo cual funciona diariamente hace dos años). El Centro Comunitario se inauguró el 3 de octubre de 2006, día en el que veíamos también avanzar la construcción de nuestras casas.

Finalmente, el día 1º de junio de 2008, tuvimos la inauguración del Proyecto; evento que organizamos junto a todos nuestros vecinos y voluntarios, quienes siempre nos han acompañado en este hermoso sueño: habitar nuestras viviendas.

Espero que este Barrio Sustentable sea un ejemplo, y se tome como modelo en todo el país para otros proyectos de vivienda de familias de escasos recursos. Hoy les puedo contar la inmensa alegría que tengo de estar viviendo y disfrutando de mi casa junto a los seres que más quiero. Nos cambiamos al siguiente día de la inauguración, igual que muchas otras familias. Es una casa de 3 pisos con living, comedor, cocina, 3 dormitorios, 1 baño, ante- jardin y patio, donde nos hemos acomodado muy bien.

Esto es digno para vivir y también digno de contar para que todos sepan que cuando hay un

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sueño en común, donde nos unimos, se puede hacer realidad con gran orgullo. Lo digo: se puede y aprovecho de dar las gracias a quienes creyeron en nosotros: departamentos de gobierno, instituciones, organizaciones, empresarios, voluntarios y hermosas personas de gran corazón. A ellos los invito a que sigan creyendo en los sueños de las familias de campamento, para que juntos, los podamos cumplir.

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Tabique modular - UCN arquitectura

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• Nombre Proyecto: Bodega Colgante• Categoría Universidades e Institutos• Alumnos: Marco Lepe + Sergio Pizarro• Profesores: Nicole Labbé + Patricio Mardones• Universidad: UDP Arquitectura lu

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• Nombre Proyecto: Tabique Modular• Categoría Universidades e Institutos• Alumnos: Claudio Castillo + Cristián Cisternas + Francisco Carrasco + Jiny Jiménez (alumno Ingeniería Civil UCN) • Profesor: Sergio Alfaro• Universidad: UCN Arquitectura lu

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Sistema Modular• Categoría Universidades e Institutos• Alumnos: Vanesa Siviero + Hermann Rosenthal + Ingrid Lizana + Luis Camano + Felipe Cardemil + Gonzalo Zahr • Profesores: Juan Carlos Jeldes + Ricardo Lang• Universidad: PUCV Arquitectura lu

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• Nombre Proyecto: Tabique Multifuncional• Categoría Universidades e Institutos• Alumnos: Macarena Pola + Francisco Ortega + Sin Ae Song + Pamela Reyes + Daniela Lalane• Profesores: Janio Thomas + Carlos Villalobos• Universidad: UDP Diseño

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Mueble CEC• Categoría Universidades e Institutos• Alumnos: Tammy Albornoz + Natalia Labial + Jorge Canalis + Javier Farfán + Mª José Rosenberg• Profesor: Claudia García-Lima• Universidad: UDEC ho

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Q uiero transmitir varios aspectos relativos al tema “Mínimos de una política habitacional”. Primero, presentar algunos

enfoques implícitos en la historia habitacional chilena:

Cercano al año 1900, aparece la “cuestión social” chilena y dentro de ello, el problema de la vivienda. Este problema venía ligado al éxodo campo-ciudad de mucha gente que venía al histórico Santiago; polo fuerte de atracción en busca de mejores condiciones de vida.

El proceso de industrialización fue un factor importante que desencadenó la cuestión social y dentro de aquél, el problema de la vivienda. Es así como en una primera etapa hay especialistas que muestran que hubo un enfoque de tipo higienista, es decir, cómo mejorar las cuestiones higiénicas y de salubridad de la población que vivía en la extrema pobreza en ranchos, conventillos

“¿Cuáles son los mínimos para los pobladores?”

por Ricardo TapiaPanelista Foro “Cuáles son los mínimos

que queremos para la política habitacional del país”

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y cités. También hay iniciativas de parte de la Iglesia Católica y otras entidades filantrópicas. Luego vino un enfoque sectorialista, (abordar los problemas sociales por separado: vivienda, salud, educación, etc) cuando en Chile se empiezan a crear los primeros organismos gubernamentales preocupados del tema de la vivienda junto con las influencias del movimiento moderno en arquitectura. Hay también, primeras iniciativas en este sentido desde algunas industrias que empiezan a darle vivienda a sus trabajadores y posteriormente ya lo hacen los gobiernos de la época.

Después de ese enfoque sectorialista aparece el estructuralista, que proponía cambiar las condiciones políticas, luego, las transformaciones de la vivienda, que respondían a los sistemas políticos; es decir, cambiar las condiciones de la sociedad para tener una mejor habitabilidad. Se puede decir que es fundamentalmente el enfoque del gobierno de Allende entre el ’70 y el ’73. En el gobierno militar, y en adelante, vuelve nuevamente el enfoque sectorialista.

Para hablar de mínimos para una vivienda habitacional habría que, a mi juicio en estos momentos y en adelante, revisar el enfoque con el cual hemos desarrollado la política habitacional; es decir, terminar el enfoque sectorialista (donde los ministerios entran a operar por separado) y mejorar la condiciones de vida de las personas de más bajos recursos con un enfoque integral, lo que puede significar muchas cosas. Yo hablaría de pasar de un enfoque sectorialista a otro con un “valor agregado”, porque a nuestro juicio el problema del hábitat es un problema de tipo social y la vivienda es en esencia, un satisfactor sinérgico de necesidades existenciales que, a juicio de Mc Neef, están muy bien definidas: subsistencia,

protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad.

La vivienda es también un bien económico que permite afectar la eficiencia de un satisfactor. Dentro del esquema de los satisfactores están las necesidades, los satisfactores y los bienes económicos. Estos tres planos se interrelacionan, son dinámicos (cambian en el tiempo); y son parte y están en función de una cultura. Por lo tanto, una primera consideración al respecto, es pasar de un enfoque sectorial a un enfoque con ese valor agregado ya señalado: y apuntar a un Diseño Residencial, ya que una política habitacional en donde se definan los “mínimos” debería ser parte de una política social.

Creo que esto último es lo que ha pretendido lograr el programa gubernamental Chile Barrio. Esa iniciativa y sus ideas basales habría que llevarlas a los componentes de una política mayor. Después y para continuar con ese valor agregado a la política habitacional y su perspectiva, habría que ampliar la comprensión del modelo habitacional. A nuestro juicio hay dos grandes ejes que tienen que ver con este modelo: En una dirección horizontal, están los componentes del hábitat residencial y, en otra, vertical, las fases y ámbitos del proceso habitacional. Se pueden distinguir tres componentes: la dimensión territorial, la dimensión sociocultural y la dimensión político-económica, como tres aspectos fundamentales; y en el otro eje, una serie de fases, etapas o ámbitos de los procesos habitacionales tales como: prospección, planificación, diseño, construcción, provisión, uso y administración.

Por otra parte, creo que con lo que ha ocurrido (un modelo incompleto) deberíamos intentar completar en el modelo de provisión habitacional en el que tenemos tres grandes esferas:

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1. Demandas. Por ejemplo, una toma de terreno es una demanda explícita, sin embargo, hay otras que no son expresadas en un territorio con fuerza, como los allegados (demanda latente). Una familia que vive dentro de la vivienda los acoge y eso es también una demanda latente.

2. Necesidades, es una esfera que necesita ser cuantificada, los censos y diagnósticos son buenos instrumentos.

3. Las expectativas de la gente.A mi juicio, hasta el momento en Chile, en las políticas sociales, y en ellas las políticas habitacionales, se han tomado en cuenta las demandas y las necesidades del habitante, pero no se ha tomado muy en cuenta una esfera muy importante: cuáles son las expectativas de la gente para construir mejoras representativas y satisfactorias en este satisfactor. Tiene que ver con la participación efectiva del habitante.

Hay que avanzar en la comprensión del concepto de vivienda y hablar mejor de “alojamiento humano” y, dentro de esta definición, entender habitabilidad, funcionalidad y uso. El uso en su forma estética, significativa y en su materialidad.Pasar del objeto vivienda al objeto satisfactor sinérgico (entendiendo la vivienda como un proceso que se comprende en su totalidad en el tiempo y como un problema de escala: micro, meso y macro).

Respecto de la vivienda para familias de menores ingresos1 , avanzar en la definición de estándares de calidad residencial implica investigar en el concepto de calidad de vida y sus implicancias. Cito un ejemplo sueco: En el año 1900 la cantidad de mts2 por habitante era de 10 mts2 por persona. En 1950 surge el concepto de unidades vecinales, entendiendo por esto pequeñas agrupaciones

de viviendas en donde hay un equipamiento complementario como almacenes, escuelas, bibliotecas, jardines infantiles, equipamiento para actividades juveniles, etc. Y ya en esa época (1950) se pasó de 10 mts2 por habitante a un mínimo de 45 mts2 por habitante.Para el caso chileno, en el año 1985 el promedio de superficie de la vivienda era de 32,5 mts2, lo que significaba 7,2 mts2 por habitante. En 1998 se subió de 32, 5 a 42 mts2. Y el Ministerio de Vivienda considera un ideal de 10 a 12 mts2 por habitante. Con esto no quiero decir que tenemos que tomar en consideración el modelo sueco; simplemente soy un convencido de que los estándares de calidad residencial (dentro de los cuales uno de ellos podría ser los metros cuadrados por habitante), hay que consensuarlos, al menos, con el Estado, los habitantes y los especialistas. Sino ¿qué estamos entendiendo todos los implicados por estándares de calidad residencial?

Hay que redefinir el rol de los ministerios sociales, incluido el Ministerio de Vivienda, bajo un nuevo enfoque para el logro de una mejor y efectiva calidad de vida; descentralizar la acción del Estado en política habitacional, mejorar y monitorear constantemente los instrumentos de evaluación social y pobreza, analizar la constitución de tipologías de hogares y tendencias futuras de los mismos. Por ejemplo, avanzamos rápidamente a ser un país de tercera edad, los jóvenes que quieren formar sus propios hogares, las mujeres jefas de hogar, etc. Por eso en vivienda se hace necesario considerar los ciclos de vida de las familias. Tiene que haber flexibilidad dado a que las familias se van transformando en el tiempo. Hay que considerar el aspecto de los equipamientos y habitabilidad: vivienda-trabajo, jardines

1 Según el último informe de las Naciones Unidas, en Chile el 20% más rico posee 18,6 veces más ingresos que el 20% más pobre, lo que pone a Chile en el mismo nivel de desigualdad que Honduras, Suazilandia y Zambia.

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infantiles, microempresas, vivienda- taller, etc. Mecanismos operacionales que se orienten a la búsqueda de la equidad territorializada en cuanto a que las inversiones también beneficien a los sectores más pobres.

Otra medida a tomar es formar cuadros profesionales que puedan trabajar interdisciplinariamente en el problema, dada su transversalidad.

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PARQUE FORESTAL S/N • Alicia Villarreal

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ALICIA VILLARREAL Artista Visual

Expositora Curatoría de Arte

Al registrar el frontis del Museo de Bellas Artes, donde serían emplazados nuestros trabajos, advierto la ocupación que hacen del lugar los vendedores ambulantes, desplegando una

verdadera toma con sus mínimas construcciones. Estos precarios dispositivos rodantes se apropian no sólo del espacio físico, sino que, logran habitar el lugar con toda propiedad. Es curioso que todos ellos utilicen el color rojo para distinguirse, señalando involuntariamente, la urgencia del problema de la subsistencia.

A partir de este hecho, tomo la estructura del banco que “el sin casa” ocupa a veces como catre, mesa, techo o closet, improvisando un hábitat transitorio.

El trabajo se ancla en la plazoleta del lado sur del frente del Museo, donde se ubican tres bancos de madera dispuestos en torno a una circunferencia cuyo trazado ornamental se asemeja al plano de un poblado. Los bancos son enfundados y tensados con ropas usadas de color rojo, señalando así la falta no solo de techo sino de espacio ciudadano, asociado a la carencia de domicilio.

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Imágenes Exposición MNBA

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Nuevas y viejas variantes en la localización de la vivienda social de la periferia de la ciudad de Santiago (1906-2006).

por Rodrigo HidalgoPanelista Foro “Historia e Identidad en la

Vivienda Social”, MINIMO 2005

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El nacimiento de la política de vivienda en Chile está asociado a la respuesta que tuvo que dar el Estado ante las deplorables condiciones en que vivían las clases proletarias hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Ante esta cruda realidad y la creciente importancia que comenzó a tomar la “cuestión social”, que

se relacionó con la preocupación de los círculos intelectuales y políticos por la pobreza y las condiciones de vida de los obreros, es que se promulga la Ley de Habitaciones Obreras de 1906 (Espinoza, 1988; Garcés, 2002). Dicha Ley es reconocida como la primera normativa social chilena y es una de las primeras que se promulgan en la materia en el continente americano, es más es contemporánea a iniciativas del mismo tipo que se llevan a cabo en Europa (Hidalgo, 2005).

Teniendo como referencia el caso de la ciudad de Santiago, el presente trabajo intenta adentrarse en el modo en que las consecuencias de la aplicación de la citada Ley se siguen reproduciendo en la actualidad. Dicha normativa provocó, sin construir un número significativo de viviendas y atendiendo un margen reducido de la demanda, la expulsión de los pobres a la periferia de la ciudad. Después de un siglo, en un escenario constructivo caracterizado por la masificación de la construcción de viviendas sociales estamos ante la misma situación. Es precisamente teniendo en consideración esta paradoja es que pretendemos en este capítulo adentrarnos en describir, analizar y otorgar posibles explicaciones a la situación señalada.

Ley de Habitaciones Obreras de 1906: características y consecuencias

En los aproximadamente diecinueve años de vigencia de la Ley de Habitaciones Obreras promulgada en 1906, resalta el significativo empuje que se le dio a aquellos aspectos vinculados a la labor higiénica que tuvo el Consejo y sus reparticiones provinciales. En efecto, un informe efectuado por el gobierno chileno en 1926 a través del Ministerio de Higiene, Asistencia, Previsión Social y Trabajo, para ser enviado a la Oficina Internacional del Trabajo, permite conocer la acción higienizadora que cumplieron los mencionados entes públicos entre los años 1906 y 1924 (Córdova, 1926). En dicho informe, se señala que en la ciudad de Santiago se demolieron 1.626 “conventillos” (Figura Nº1), conformados por 16.713 piezas y habitados por 46.794 personas, habitaciones que en contraste no fueron repuestas por la labor constructiva del Consejo.

Otra de las funciones que le otorgó la ley de 1906 a los consejos fue la de incentivar la

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construcción de habitaciones higiénicas y baratas, mediante la construcción directa o el fomento a las sociedades y empresas. La periferia fue para los promotores inmobiliarios vinculados a las operaciones de viviendas para obreros y para el Estado el sitio más buscado para materializar las edificaciones baratas; ello principalmente estuvo motivado por los bajos costos del suelo asociados a esos lugares.

La Ley dejó un amplio margen a la acción de los agentes privados, quienes impusieron un particular diseño en sus intervenciones que privilegiaron el rendimiento del suelo por unidad construida, dando a lugar una tipología residencial característica del área central de la ciudad de Santiago que fue el “cité”, que se define como un “conjunto de viviendas, generalmente de

edificación continua, que enfrentan un espacio común, privado, el que tiene relación con la vía

pública a través de uno o varios accesos. Su denominación tiene como origen esta forma especial de

relacionarse con el espacio público que recuerda la ciudadela medieval amurallada” (Arteaga, 1985). Respecto de los efectos en la conformación de espacio residencial de la ciudad queda preguntarse por las consecuencias de estas intervenciones en la geografía social de la ciudad. Si analizamos la Figura No2, nos percatamos que los grupos más pobres fueron expulsados hacia la periferia de la ciudad. Es decir la demolición de conventillos y construcción de “cités” llevaron a los grupos sin poder de pago a localizaciones situadas en los márgenes de la ciudad, incrementando en dichos lugares el arriendo de sitios y otras formas de habitación precaria (De Ramón, 1992). Dicho en otras palabras luego de la demolición de conventillos los analfabetos son expulsados hacia a la periferia luego de la acción “higienizadora” o demoledora de conventillos que llevó adelante la Ley de 1906. Al mismo tiempo en aquellas áreas saneadas se construyeron “cités” que fueron habitados por población “alfabeta”.

La política de vivienda social hacia el año 2006: características y consecuencias

Cien años han transcurrido desde la promulgación de la Ley de 1906 hasta el 2006, período en el cual se han ensayado las más diversas soluciones al problema de la vivienda. Ellas han involucrado diseños arquitectónicos, que demuestran los desvelos de los profesionales encargados de ellos y las necesidades tanto de los beneficiarios como de los recursos económicos comprometidos en la materialización de los proyectos. En esta lapso las soluciones al problema de la vivienda en lo urbanístico van desde la ciudad jardín hasta la el racionalismo “lecorcubuseriano”, que dejó su impronta inconfundible en la ciudad de Santiago, con conjuntos que fueron diseñados por discípulos directos de Le Corbusier, ejemplo de ello es la Villa Portales ideada por Eduardo Castillo Velasco, que se edificó a inicios de la década de 1960.

También en ese lapso ocurrieron acontecimientos que marcaron en su momento la política de vivienda y que fueron producto de su incapacidad por cubrir el cien por ciento de la demanda a través de unidades terminadas. Este último aspecto estuvo representado por la emergencia de los movimientos sociales que presionaron por alternativas de vivienda de rápida solución. La repuesta desde el Estado estuvo dada por la autoconstrucción a través de la erradicación, traslado paulatino de la población hacia nuevas viviendas, o el saneamiento in situ, es decir otorgando conexiones a los servicios de urbanización, como agua potable, alcantarillado y luz

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eléctrica (Haramoto, 1983).

Con el advenimiento de la democracia (1990) el problema de la vivienda social estuvo centrado entonces en como abordar el ingente déficit de viviendas y el principio de acción estuvo centrado en construir el mayor número de viviendas que fuera posible. Entre 1990 y 2002 se construyeron más de 1 millón 270 mil, reduciendo el déficit a algo más de 242.000 viviendas (Ravinet, 2004). Si bien es cierto que los logros cuantitativos de la política de vivienda en la citada década están a la vista -muchos chilenos salen de la marginalidad habitacional, lo que redunda en una mejoría de las condiciones de salubridad de la población de bajos ingresos- es precisamente sobre los principios que ella descansó donde se observan también las principales debilidades y por consiguiente los flancos que sustentan las substanciales criticas realizadas (Ducci, 1997; Rodríguez y Sugraneys, 2004). En este sentido, la edificación masiva de viviendas sociales trajo aparejada una serie de dificultades que repercuten tanto en la administración de los programas como en la población beneficiaria. Al respecto, cabe resaltar la pérdida del “sentido del lugar” de un contingente importante de la población beneficiada, generando ghettos urbanos periféricos estandarizados que caracteriza, hoy en día, el espacio urbano de la periferia pobre de Santiago: un espacio normalizado, carente de vitalidad y con bajos niveles de interacción social.

Pese a que el retorno de la democracia significo nuevas posibilidades para cambiar el rumbo de las políticas habitacionales, durante la década de 1990 se continuó con el patrón de localización ya iniciado en las décadas anteriores. En el caso de Santiago se continuaron acumulando las viviendas sociales en contados lugares de la ciudad y para hacer rendir el “recurso suelo” se construyeron conjuntos que en algunos casos superaban las 1000 viviendas (Hidalgo, 2007).

A fines de la citada década se entra a un nuevo estadio en lo que a localización de estos conjuntos se refiere y tiene relación con su construcción casi exclusiva de viviendas sociales en comunas situadas en espacios periurbanos o rurubanos. Dicho en otras palabras, en las áreas metropolitanas de Chile las viviendas sociales prácticamente ya no tienen posibilidades de construirse en el límite de la mancha urbana, sino que se levantan en espacios distantes de la frontera edificada de la ciudad, tanto en el medio rural como en las ciudades menores existentes en los confines de las grandes conurbaciones (Hidalgo, 2007).

Las formas de la segregación y de la separación de los pobres respecto del universo urbano el cual tradicionalmente se han ubicado los conjuntos de vivienda social son ahora diferentes, si antes lo hacían en barrios ya asentados o cercanos a ellos, ahora se materializan alrededor de los núcleos poblados menores del anillo exterior del área metropolitana. Pese a las esperanza que trajo consigo el advenimiento de la democracia, la mayoría de los problemas que se denunciaron e las décadas pasadas como el aumento de las distancias respecto de los lugares de servicio y el rompimiento de la matriz de las relaciones sociales primarias y secundarias como consecuencia de la inadecuada localización en los límites de la gran ciudad, ahora se potencian con mayor fuerza, en vez de corregir se reproducen contrariedades estructurales como consecuencia de una supuesta escasez de suelo.

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En el caso del área metropolitana de Santiago desde la segunda mitad de la década de los noventa nos encontramos con un importante crecimiento de las viviendas sociales en las comunas de su periferia, principalmente debido al avance y consolidación de una política de libre mercado que repercute, con fuerza, en todas las iniciativas sectoriales impulsadas por el Estado de Chile. Si tomamos un marco temporal de referencia mayor, entre 1984 y 2002, se puede acotar que la cantidad de viviendas sociales progresivamente ha disminuido, para el conjunto de comunas que conforman la mancha urbana continua (Figura Nº3). En este sentido, según el análisis de la estadística de edificación de las viviendas sociales (Cuadro Nº1), se puede señalar que la disminución aparente de las viviendas construidas en el área metropolitana del Gran Santiago es en realidad el desborde de la vivienda social a las comunas periféricas de la gran conurbación santiaguina. Los datos aludidos muestran, en primer lugar, que en el período 1978-1983 se edificaron en dichas comunas 3.467 viviendas, entre 1984-1989 5.575, en el lapso 1990-1995 10.628 y entre 1996-2002 9.076 unidades. Aunque muchas de estas viviendas son para población que efectivamente reside en las localidades asociadas a esas comunas, las cifras señaladas no dejan duda que la vivienda social ya no se localiza preferentemente en la periferia inmediata de la ciudad, sino que se comienza a ubicar en aquellas comunas que limitan con el área metropolitana propiamente tal.

La pregunta que aparece luego de esta breve descripción del comportamiento de la construcción de las viviendas sociales en la periferia metropolitana es ¿cuáles son las consecuencias socio espaciales de esta nueva localización?. Al analizar la información de la aplicación del Índice de Desarrollo Socioeconómico (IDS) para el período 1992-2002, podemos afirmar que ahí donde se construyeron conjunto de viviendas social el IDS descendió, se mantuvo o subió levemente, cuestión que nos lleva a afirmar que estos conjuntos residenciales

Cuadro Nº1. Viviendas sociales construidas en comunas del interior y exterior del área metropolitana del Gran Santiago.1978-2003 (1)

Viviendas sociales construidas en comunas externas al Área Metropolitana del Gran Santiago, 1978-2003 (2)

1978-1983 1984-1989 1990-1995 1996-2002 Total

3467 3575 10628 9076 26746

37908 68804 55268 37369 199349

(1) Estas comunas son: Colina, Peñaflor, Padre Hurtado, Melipilla, Talagante, Buin, Paine, El Monte, Lampa, Isla de Maipú, Curacaví, Til-Til, San José de Maipú, María Pinto, Calera de Tango, Pirque, San José de Maipo y Alhué.

(2) Puente Alto, La Pintana, San Bernardo, La Florida, Maipú, Pudahuel, Renca, El Bosque, Peñalolén, Quilicura, La Granja, Lo Prado, Macul, Cerrillos, Cerro Navia, Lo Barnechea, San Ramón, Conchalí, Lo Espejo, Estación Central, Las Condes, Pedro Aguirre Cerda, Huechuraba, Santiago, La Reina, San Joaquín, La Cisterna, Ñuñoa, Providencia, Recoleta, San Miguel y Quinta Normal.

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son motores de un cambio regresivo de los espacios donde se ubican.

La política mercantilista de uso del suelo urbano impuestas desde los mediados de los ochenta en adelante expulso a las viviendas sociales cada vez más lejos de la ciudad. De esta manera comunas periurbanas comenzaron a recibir nuevos habitantes que, debido a su condición de pobreza, disminuyen la condición socioeconómica de la comuna y específicamente de las zonas censales que habitan. Este proceso se observa al comparar los valores del IDS de las zonas con viviendas sociales para los años 1992 y 2002. Se ve que en el año 92 las zonas con presencia de conjuntos de viviendas sociales tenían un mayor IDS que el resto, mientras que después de una década esta situación se invierte y la influencia de la vivienda social en las zonas censales se hace latente. La evidencia empírica muestra una relación entre la generación de focos pobreza y las políticas habitacionales del Estado. Hay que considerar, también, que en muchos distritos censales se construyeron condominios cerrados y vigilados, reduciendo la segregación espacial pero manteniendo la segregación social. En estos casos, las cifras pueden denotar un aumento del IDS, pero éste no es consecuencia de un proceso actuando a nivel de distrito censal, sino consecuencia del emplazamiento de sectores medio y medio-alto que se auto-excluyen, física y simbólicamente de la población más pobre.

Entonces estamos en presencia de la construcción de una verdadera precariopolis estatal, que además de presentar bajos indicadores objetivos de calidad de vida –medidos a través de los componentes del IDS- ella presenta otros problemas que se ven reflejados en la Figura Nº4, que muestran la asociación de los lugares donde se construye la vivienda social con aspectos de la base económica y de la dependencia funcional de actividades de estudio y trabajo. En concreto, los conjuntos de vivienda social se localizan en distritos censales con una alta proporción de población en cesante o en paro. A su vez son lugares “sometidos” a los servicios y fuentes de trabajo que se dan al interior del área metropolitana o en la ciudad consolidada, debiendo muchos de sus habitantes recorrer grandes distancias para satisfacer sus necesidades laborales y de educación.

Consideraciones finales y alternativas propuestas

El contrapunto pretendido hacer en este trabajo es poner el relieve la forma en que se han reproducido las consecuencias socio espaciales provocadas por la política de vivienda social en Santiago de Chile, teniendo como referencia los efectos provocados en la geografía social de la ciudad tanto por la Ley de Habitaciones Obreras de 1906 como por la actual política de vivienda.

La aplicación de esta última normativa provocó la demolición casi irrestricta de los “conventillos” insalubres y construyó escasas viviendas por iniciativa directa, por cada 1,5 piezas o habitaciones derribadas se levantó sólo una durante 1906 y 1925. Esto provocó una expulsión de estos habitantes a la periferia de la ciudad y los espacios que ellos dejaron en su interior fueron ocupados por una población diferente, alfabeta, que es muy probable que haya ido a dar a los “cités”, que fueron viviendas fomentadas la Ley de 1906, pero que para acceder a ellas se necesitaba de un determinado poder adquisitivo.

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A pesar de que las políticas habitacionales en las primeras décadas del siglo XX no alcanzaron a solucionar en su integridad la carencia de viviendas de las clases sociales más pobres del país; desde la perspectiva del presente trabajo, creemos que en el período analizado se dieron importantes pasos para ir generando una institucionalidad pública y social en torno al problema habitacional, que estuvieron representados por el reconocimiento de las demandas de los movimientos de arrendatarios y por la puesta en marcha de iniciativas de intervención directa por parte del Estado en la construcción de casas baratas.

Después de un siglo la operatoria del mercado de suelo asociado a las viviendas sociales sigue teniendo similares consecuencias, pero en dimensiones y escalas espaciales muy diferentes. Los pobres de comienzos del siglo XX se trasladaron a la periferia de una ciudad que en 1930 bordeaba el medio millón de habitantes y su superficie las 11.000 hectáreas. Podríamos señalar que esa es una ciudad de una dimensión casi comunal.

Hoy la situación es bastante diferente, nos encontramos con una ciudad de dimensiones metropolitanas, donde la superficie de la mancha urbana continua es cercana a las 65.000 hectáreas y su población aproximadamente los seis millones de habitantes. Trasladarse justamente a los confines de esta gran urbe tiene connotaciones muy diferentes, tanto por la distancia como por el tipo de solución y espacio residencial resultante de dichas intervenciones. Este último es de carácter monofuncional, segregado y fragmentado, que podríamos denominar “precariopolis estatal”, definida por la presencia de los servicios de urbanización, electricidad, agua potable, luz eléctrica y en algunos casos calles pavimentadas. En estos lugares, la población habita en residencias con tamaños cuyo promedio no supera los 45 m2 edificados y por la ausencia del resto de clases sociales, equipamientos y algunos servicios básicos y no básicos, como colegios, centros de salud, áreas de esparcimiento y centros de comercio, entre otros.

En base a lo anterior podamos señalar que la construcción de viviendas sociales en las comunas de la periferia del área metropolitana de Santiago es un nuevo estadio que no sabemos a donde nos conducirá, no solo términos del tipo físico de ciudad –sus edificaciones, servicios y equipamientos- sino que también en el ámbito social, serán los nuevos guetos de acumulación de pobres que ahora estarán aún más distantes de la ciudad tradicional. Tal vez esta tendencia no pueda ser revertida, pero por otro lado tampoco se debería cerrar el paso a la localización de viviendas sociales al interior de la ciudad de Santiago, bajo principios de equidad socio espacial, teniendo como elemento de unión de la política habitacional no solo el derecho a la vivienda sino también a la ciudad.

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Figura Nº2.Tasa de alfabetismo por subdelegaciones y construcción de “cités” en Santiago.

Tasa de Alfabetismo por subdelegaciones

Santiago - Censo 1920

Porcentaje de Alfabetismo

37,47-51,25

51,28-68,81

68,82-80,67

80,68-89,41

Simbología

Cités

Quinta Normal

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Cajitas de agua

Yungai

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Figura Nº4. Localización de vivienda sociales en la periferia metropolitana de Santiago _ población cesante o en paro distrito censal, 2002.

Figura Nº3. Comunas de la periferia metropolitana de Santiago de Chile.

Porcentaje de Cesantía

RM - Censo 1920

243-8,18

9,19-12,12

12,12-24,78

24,78 y más

Viviendas Sociales

Área urbana de Stgo.

Límite comunal

Área urbana de Stgo.

Área de estudio

Límite comunal

Comunas áreas de estudio

RM - Censo 1920

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Referencias bibliográficas

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Acceso a servicios básicos en campamentos

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2,3% 66,6% 40,9%

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“...Uno llega del trabajo todo sediento, con ganas de bañarse y hay que pescar los tarros e ir a bañarse en el baño de pozo negro que tenemos en la casa. Pescar el jabón y el shampoo y pegarse una refregá.

Ansío una ducha como corresponde ,con llegar del trabajo y sentir que el agua corre.

Pienso que tiene que ser digno ducharse…”

PEDRO PASTEN, poblador de campamento

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d i s e ñ o

E ntre noviembre del 2002 y enero del 2003, veintiséis artistas y arquitectos de todo el mundo fueron invitados por la curatoría

de Hans Ulrich Obrist, para intervenir temporalmente la casa del arquitecto Luis Barragán en ciudad de México. Las diversas intervenciones que se situaban tanto en el interior como el exterior de la vivienda ícono de la arquitectura contemporánea latinoamericana, exploraban los territorios yuxtapuestos del arte y la arquitectura. Entre nombres connotados como Gilbert and George, Kazuyo Sejima, y Hani Rashid, había una discreta intervención de una joven artista mexicana llamada Carla Fernández, que se ubicaba en el “cuarto blanco” de la paradigmática casa. Su propuesta consistía en la disposición de telas indígenas cuidadosamente ordenadas sobre la cama existente, para ser utilizadas con el doble propósito de manta y ropaje para el visitante. La intervención se denominó “Ropa de Cama” y pretendía reflexionar en torno a la belleza de lo precario: “Los indígenas mexicanos

ALBERT TIDYJurado Concurso, MINIMO 2005

Diseño Mínimo

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piensan en cuadrados y en rectángulos. Si tomas cualquier pieza de su indumentaria y la deconstruyes, es un paralelepípedo” afirma la artista. La razón de esto es porque el trabajoso tejido del telar define formatos ortogonales que son aprovechados íntegramente, ya que la incorporación de curvas o diagonales implicaría cortes y despuntes que constituirían una pérdida innecesaria del valioso material.

Recuerdo haber leído en una entrevista que le hicieran a Kazuyo Sejima donde le preguntaban la razón del porqué su trabajo era predominantemente basado en geometrías ortogonales. Ella respondió que el resultado formal tenía que ver con el origen geométrico de los insumos, ya que generalmente los materiales de construcción vienen dimensionados en formatos rectangulares. Además agregaba que los encuentros ortogonales eran más fáciles y baratos de resolver, comparados a soluciones de geometrías más complejas. Estos detalles determinan la calidad de la obra de Sejima que se caracteriza predominantemente por su belleza reductiva y ligereza formal1.

La respuesta de Sejima hoy me parece coincidente con el comentario de la intervención de Fernández ya que ambas observaciones apuntan hacia lo mismo: la belleza que habita en lo simple. La belleza como definición, poco tiene que ver con la superficie de las cosas que definen su apariencia, de hecho Auguste Rodin la define como “la verdad que trasparece bajo la forma”, es decir, en la honestidad y la lógica que se refleja en el resultado formal de un objeto como respuesta a un proceso constructivo. Pienso en consecuencia que es más probable encontrar la belleza en el

1 Revista El Croquis. Monografía SANAA. Kasuyo Sejima + Ruye Nishisawa

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concepto de mínimo con mayor frecuencia que en el concepto de lo máximo, lo cual resulta extraordinariamente esperanzador en el sentido de que la belleza no sólo está reservada para la pequeña minoría que habita en el concepto de lo máximo.

Hacia finales de la década del sesenta los artistas plásticos (generalmente provenientes de la Europa de la post guerra), irrumpieron en la escena del arte neoyorkino con propuestas que se validaban por sí mismas, alejándose del agotado discurso del expresionismo abstracto y el pop art que hasta ese momento dominaban la escena intelectual, ya que para ellos el valor de la obra radicaba en la experiencia visual del observador. “Lo que ves es lo que ves” se transformó en la consigna de un grupo de artistas. Por ejemplo, Carl André basó su trabajo en el cuidadoso ordenamiento de elementos ordinarios y repetitivos como piedra y madera dentro de un recinto especialmente escogido. De este modo, la obra trascendía a su propia configuración para convertirse en un elemento modificador del espacio que lo contenía. Del mismo modo, Dan Flavin inundó de color las salas de exhibición descontextualizando tubos fluorescentes de uso doméstico e industrial, en perfectas configuraciones geométricas. Donald Judd, en tanto, provocó con sus misteriosos paralelepípedos seriados, repetidos ó aislados, tanto en espacios interiores como en contraposición con el paisaje.

En un principio la crítica especializada subestimó el incipiente movimiento (al cual consideró vacuo, pobre y carente de propuesta), llegando incluso a bautizarlo como el “abc art” en un tono abiertamente irónico y despectivo. No fue hasta 1965 cuando por primera vez el filósofo de arte Richard Wollheim acuñara el término de “Minimal Art” como título de uno de sus ensayos, donde

definía como patrones comunes la utilización de formas reductivas, la repetición de elementos, el uso de nuevos materiales y la aplicación de procesos industriales de producción2. En ese sentido, el arte minimalista se asociaba a ideas de igualdad, bajo costo y producción seriada.Treinta años más tarde, el concepto de minimalismo se alejó de su origen masivo, para situarse en el extremo opuesto del lujo y la exclusividad. Diseñadores como Giorgio Armani, Calvin Klein y Helmut Lang fueron los autores de la contradicción plástica que permitió edificar imperios de la alta costura y el pret á porter.

Lo máximo se relaciona generalmente con la abundancia y el exceso, en cambio lo mínimo tiene que ver con una operación de sustracción, que en sí misma puede constituir un acto de elegancia. No es necesario ejemplificar casos arquitectónicos de opulencia que constituyen aberraciones plásticas y manifestaciones de abierto analfabetismo estético, ya que la historia de la arquitectura está plagada de ellos. En cambio es frecuente encontrar belleza en lugares donde la economía y la eficiencia han sido las únicas directrices que han determinado el resultado estético de objetos y construcciones vernáculas, que alejadas de la academia son manifestaciones de belleza inigualable. No puedo dejar de pensar por ejemplo en la estética de la Silla “Favela” de los hermanos Campana, desarrollada para la empresa italiana Edra, donde la estética del caos se reinterpreta en un objeto de alto diseño celebrado por la escena Europea.

Nuestro extenso territorio, desde el altiplano a la patagonia, es testigo de asentamientos humanos modestos y hermosos al mismo tiempo. Es más frecuente encontrar falta de belleza en las periferias urbanas, donde la desigualdad extrema transforma lo modesto en indigno y donde la pobreza eclipsa cualquier manifestación de belleza. Es aquí donde aparece la iniciativa de un grupo de jóvenes entusiastas que intentan conectar el alejado mundo de las aulas con el

2 Arte Minimalista, Daniel Marzona. Editorisal Taschen, 2004

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bien común de los más necesitados. El Programa Mínimo es un esfuerzo colectivo para pensar en los cinco millones de chilenos que habitan viviendas sociales, marginados del concepto de lo máximo, para descubrir una forma de poner en valor la dignidad de la vida sencilla y modesta. El Programa Mínimo no es una acción de caridad, sino un ambicioso proyecto que busca elevar la calidad de vida de compatriotas que no conciben como posibilidad presupuestaria la compra de equipamiento básico como una silla, una cama o una mesa, y que solucionan de manera precaria el problema de falta de espacio con elementos de desecho e improvisación.

Si ponemos atención a la tipografía escogida para la iniciativa MINIMO3, observamos que ella descarta la complejidad de la curva y la fuerza de la diagonal en sus caracteres, recurriendo exclusivamente a la geometría del ángulo recto para construir cada una de sus seis letras. Incluso la configuración es capaz de omitir la mitad de ellas, reemplazándolas por el vacío intersticial que adquiere significado tipográfico. El resultado lejos de ser precario, es bello y sofisticado en su simpleza reductiva. Del mismo modo que la artista Carla Fernández agrupa con habilidad las mantas sobre una cama para que éstas puedan ser utilizadas como vestimenta de las más diversas configuraciones, MINIMO es una invitación a repensar el equipamiento de viviendas básicas, no desde el punto de vista estético, sino más bien desde el punto de vista ético del diseño.

3 Proyecto tipográfico, Cristian Sanhueza PORTA 4

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Multicapas - Matteucci + Reyes

Cama Madriguera - Ruiz

Módulo Multifuncional - Aranguiz

15 cm - Gajardo

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CATEGORÍA ESTUDIANTES

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1PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Multicapas• Categoría: Estudiantes• Autores: Manuel Matteucci + Rodrigo Reyes lu

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PlanchasMDF Ranurado 18mm

Masisa Melamina 15mmPerfiles

Perfil ángulo 600x5cmx3mmPerfil ángulo 600x2,5cmx3mm

Perfil ángulo 600x3cmx3mmPerfil ángulo 600x2cmx3mm

PerfilesFonola 120x65cm

Ventana Aluminio 120x100cmMalla Acma 100x200cm

Plancha de HojalataSistema corredera Ducasse 100

Zincalum

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• Nombre Proyecto: Cama Madriguera• Categoría: Estudiantes• Autor: Marcia Ruiz lu

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3PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Módulo Multifuncional• Categoría: Estudiantes• Autor: Felipe Aranguiz lu

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PlanchasMasisa Melamina bl. 15mm 2

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: 15cm• Categoría: Estudiantes• Autor: Rodrigo Gajardo

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PlanchasMasisa Melamina 15mm

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L a carrera de Diseño Industrial va tendiendo cada vez más a desarrollar, en sus programas académicos, la natural tendencia del diseño

de equipamiento; esto debido a que el gran mercado de proyectos en nuestro medio nacional abarca mayoritariamente este segmento.

Es por ello que el concurso MÍNIMO para estudiantes universitarios de diseño sirve para valerse del conocimiento en la aplicación de nuevas tecnologías y materiales, que con mucho ingenio, puedan ser capaces de lograr productos de bajo costo y de sencilla belleza.

Si uno se detiene en la silla Red and Blue de Gerrit Rietveld, puede allí descubrir la esencia del diseño de mobiliario más resumido en sus condiciones mínimas, a partir de un ensamblaje de piezas de madera, que dibujan un asiento muy simple, pintado con los colores básicos y llegando a tener una austera comodidad. Hoy puede tener un precio alto como pieza de colección, pero la idea de su autor era lograr un mueble sencillo, de bajo costo, que pudiera fabricarse masivamente. El problema es que el mercado, que suele ser muy cruel, la instituyó cómo pieza de museo y terminó momificándola.

Pero a partir de esa elección de austeridad de Rietveld, podemos pensar que la creación de mobiliario simple y de bajo costo puede tener

HERNÁN GARFIASJurado Concurso, MINIMO 2005

Equipamiento para una Vivienda

una calidad y sensibilidad que llegue a tocar a sus usuarios.

El diseño dejó de ser un lujo para algunos, y ya en la segunda mitad del siglo XX se transformó en parte del diario vivir de toda la gente. Allí está el lápiz Bic, el clip para papeles, el perrito para la ropa, el auto Escarabajo y la vivienda Elemental. Las lecciones de la escuela alemana Bauhaus pretendieron encontrarse con la revolución industrial y enseñar que se podía hacer diseño democrático, a partir de los nuevos materiales de fabricación masiva. Los metales de formas tubulares, las maderas laminadas, los cueros económicos, la cerámica y el vidrio, pasaron a reemplazar las caobas, los mármoles, las tapicerías, los cristales tallados y las finas porcelanas.

Hoy día por mil pesos chilenos encuentras muchos diseños muy bellos, desechables y que permiten la constante renovación de los objetos, el mobiliario, el automóvil, el vestuario y sus accesorios, lo que hace que la vida fluya con más energía.

La belleza de esa Bodega Colgante, que fuera el equipamiento ganador y que realizaron los alumnos de la UDP, concentra toda esa lección del diseño actual y que tiene como herencia la democratización de esta capacidad creativa que llevan los diseñadores de esta época.

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PUERTAS • Mauricio Pezo & Sofia Von Ellrichshausen

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MAURICIO PEZO & SOFÍA VON ELLRICHSHAUSEN

Arquitectos

Expositores Curatoría de Arte

L a obra es una estructura espacial uniforme de perfiles tubulares de acero (de sección cuadrada de 50mm) y 120 puertas estándar de madera (de 75 x 200cm). Las puertas se ordenan en cinco perímetros continuos

y consecutivos; el primero con cuatro frentes de diez puertas cada uno y, hacia adentro, de ocho, seis, cuatro y dos.

Estos cinco perímetros operan como cercos que confinan una secuencia progresiva de profundidad e interioridad del espacio. Desde afuera el perímetro mayor, conforma un bloque compacto horizontal. En el interior el espacio se cierra lateralmente y queda abierto al cielo y al suelo natural. Esto establece una serie de recorridos por estrechos espacios (verticales en sección), que se disuelven en un espacio cúbico central, dentro del perímetro menor. Con todo, lo que en realidad buscábamos era una manera de dar cuenta de lo relativo y artificioso que resultan las distinciones limítrofes en una obra de arquitectura y, por extensión, en una de arte. Nos rondaban esos sencillos dibujos que Van der Laan usaba para explicar las distancias que circundan el cuerpo. También ese célebre ciclo de pinturas negras de Stella. En el fondo,

120 MÁS 36

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Imágen Exposición MNBA

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nos preocupa descubrir esos puntos de transmisión, o de fricción, entre un lugar y otro.

Vemos las puertas como un punto de inflexión que subvierte temporalmente la definición del espacio, incorporando una dimensión dinámica en la construcción de los muros de una obra de arquitectura. Algo así como una llave que regula la fluctuación de fuerzas. El proyecto contemplaba un programa: el primer día dejábamos todas las posibilidades abiertas, luego íbamos bloqueando cuatro puertas por día. Para ello, dispusimos una serie de circuitos según un esquema aleatorio de clausura. Así, se encontraban puertas con los cerrojos echados, otras abiertas de par en par. Los umbrales parecían multiplicarse sin una dirección predominante ni un lugar geométrico preciso que sirviera de referencia. Sólo se arribaba al fondo, a un centro vacío, para entender que el único destino cierto de entrar en la obra era comenzar a salir de ella. Aquí la obra cobraba un sentido circular.

Es el vidrio o el paisaje, decía Ortega y Gasset. Esto es una delicada voluntad de lectura. Al parecer, quien concibe una obra de arte establece el grado de hermeticidad de su espacio contenido. Pero la realidad es más firme y nos demuestra que la apertura de cualquier obra depende, finalmente, del interés de quien decide entrar en ella.

En definitiva, luego de un breve montaje, todas las puertas fueron donadas para ser usadas en viviendas sociales. La estructura metálica fue lo único que permaneció en el parque, aparentemente indestructible por su desnudez o, como decía Breuer de sus sillas, porque su volumen no ocupa ningún espacio.

036PUna estructura regular de acero de 320x320x210cm (con barras tubulares de sección cuadrada de 50/50/2) y 36 puertas de 60x200cm (con marcos de doble ángulo de 25/25/3 y malla electrosoldada 5/15). Las puertas se disponen en tres perímetros sucesivos, con 20 puertas el exterior, 12 puertas el intermedio y 4 puertas el interior. Cada puerta tiene su propio candado, cuyo cerramiento multiplica los posibles recorridos a través de la obra.Al igual que en 120P, exploramos las líneas limítrofes del espacio; los puntos de contacto y separación entre público y privado, entre propio y ajeno. A diferencia de 120P, cuyas puertas ocultaban el interior, en esta versión el espacio interior se cierra y se expone simultáneamente.12

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a r t e

La transparencia visual de las mallas de alambre establecen un confinamiento relativo: son divisores, cerramientos, pero a la vez son rejas que hacen del interior una celda, una prisión. Esto, cubrir la intimidad con sucesivas rejas, es habitual en las viviendas de sectores deprimidos, donde la violencia, el peligro, está asociado con el exterior, con el espacio público.

Cuando la violencia, los crímenes o los asaltos pasan a ser condiciones frecuentes del espacio público, la ciudad deja de ser un bien común. Esto muchas veces se da en sectores sociales vulnerables; las calles y plazas se convierten en un lugar hostil, en un espacio asociado al peligro, a la inseguridad, frente al cual es necesario protegerse. Así, las casas comienzan a estar cubiertas de una serie de dispositivos de control penal, entre rejas y cercos, que comienzan a hacer del espacio privado unas celdas cada vez más confinadas.

Las líneas difusas del bienintencionado plan colectivo de la modernidad, pasan a ser unos límites categóricos de la propiedad interior, o más bien unos cerramientos defensivos, que sólo pueden ser vulnerados por quien posea la llave que clausura cada puerta.

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L as familias beneficiarias de vivienda social enfrentan usualmente una serie de dificultades, derivadas de su historia de pobreza y precariedad

habitacional. Tienen problemas de acceso a los servicios básicos, desconocimiento de las redes sociales de apoyo y de la oferta pública y privada de bienes y servicios a los que tienen acceso. Adicionalmente, una vez obtenida la vivienda, presentan problemas para asumir los nuevos gastos que demanda la casa propia, carecen muchas veces de los conocimientos prácticos y técnicos que permiten mejorar y mantener adecuadamente la vivienda, considerando que no poseen los recursos económicos para contratarlo, al tiempo que desconocen las formas de utilización y gestión de los espacios comunes.

Asimismo, las familias que viven en asentamientos precarios se encuentran en una condición de pobreza compleja, en la que se superponen una serie de carencias materiales con la fragilidad de las estrategias de sobrevivencia basadas en la informalidad, la inestabilidad y la marginación de las oportunidades reales que puede ofrecer la sociedad. Esta condición exige que se desarrolle una labor integral de habilitación y, por eso, se hace imprescindible que diversos mecanismos

“La Habilitación Social: un desafío para los

programas de vivienda social”

por Claudia AyalaPanelista Foro “Vida comunitaria y organización de espacio mínimo”

de la red social -y particularmente un apoyo a la inserción laboral-, concurran a ese propósito.

La mayoría de las familias de asentamientos precarios y campamentos están acostumbradas a vivir en una situación de informalidad; el cambio en la condición habitacional de la población representa o implica cambios profundos en el sistema de vida, en los patrones de socialización y de convivencia social, que no son asimilados automáticamente y que de no ser oportuna y positivamente internalizados pueden significar un empeoramiento de la calidad de vida y de las mismas condiciones que se buscaba mejorar.

En esta lógica, el Asentamiento Precario como Unidad de Intervención, representa una opción estratégica para trabajar con las comunidades, hecho que faculta abordar problemáticas sociales asociadas a la pobreza y al hábitat, que son relevantes desde el punto de vista del mejoramiento de la calidad de vida y de las oportunidades de integración social de los sectores más desposeídos. Problemáticas como la convivencia social en los barrios, la participación de la población en los problemas locales, o la seguridad ciudadana, entre otros tantos que afloran fruto del propio proceso de intervención en el ámbito habitacional, son elementos clave para la consolidación de

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comunidades sustentables que aporten una mejor base o punto de partida para las nuevas generaciones que allí se desarrollan, además de contribuir a la creación de capital social y de ciudadanía.

De esta manera, los procesos de habilitación social son relevantes para apoyar esta transformación (que significa transitar de una situación de irregularidad a convertirse en propietarios), de tal forma que las familias puedan contar con los elementos necesarios para asumir las adecuaciones y nuevas prácticas que surgen del nuevo contexto habitacional, y aprovechar también el mismo proceso para generar instancias de aprendizaje comunitario.

La política de vivienda social ha cubierto tradicionalmente el proceso habitacional orientado a la construcción material de la vivienda, en desmedro de la construcción de barrio y comunidad. Esta situación, que en los últimos años ha estado presente en la discusión y análisis de los actores públicos involucrados, ha generado una nueva política habitacional que se plantea como objetivos disminuir el déficit habitacional (focalizando en las familias que viven en pobreza); garantizar la calidad de las viviendas (mejorando su estándar y los procesos de diseño y construcción); y promover la integración social, procurando soluciones habitacionales insertas en barrios y ciudades.

La experiencia desarrollada por el Programa Chile Barrio1 ha sido un importante insumo en el desafío de incorporar la habilitación social en los programas de vivienda dirigidos a la población pobre, aportando

1 Programa interministerial compuesto por: Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, Subsecretaría de Desarrollo Regional, Ministerio de Planificación, Ministerio de Bienes Nacionales, Dirección de Presupuestos, FOSIS, SENCE y PRODEMU. Trabajó entre 1998- 2007 con 972 asentamientos precarios en todo el país con más de 105 mil familias.2 Programa desarrollado por Fosis en convenio con el Ministerio de la Vivienda, en el marco del Programa Chile Barrio. A la fecha ha trabajado con alrededor de 90 mil familias en todo el país.

la experiencia de trabajo en los ámbitos de focalización territorial, intersectorialidad y participación comunitaria. El Servicio de Apoyo al Desarrollo del Barrio, fundamental en esta tarea, corresponde a una línea de apoyo técnico en terreno que tiene por objetivo central promover y facilitar la participación activa de la población del asentamiento y de las otras instancias locales pertinentes, especialmente de los Municipios, en la definición y realización de los proyectos de intervención en cada localidad. Este servicio busca potenciar las capacidades sociales de los habitantes de los asentamientos, para que se constituyan en participantes activos del proceso de mejoramiento de su situación residencial, de la calidad de su hábitat y de sus oportunidades de inserción social; ampliando su protagonismo, mejorando su vinculación e interlocución con su entorno.

Por su parte, el Programa un Barrio para mi Familia2 , entrega un aporte fundamental desde el punto de vista metodológico para enfrentar los temas de habilitación social. Este programa se centra en cuatro ámbitos de trabajo: vinculación a las redes sociales, fortalecimiento de la organización social, habitabilidad y deberes y derechos. A través de ellos, se espera contribuir a generar comunidades protagonistas de su propio cambio y con las herramientas necesarias para afrontar los desafíos que implica el logro de la casa nueva.

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Matriz temporo-espacial del desarrollo y socialización de niños y niñas1.

por Alejandra RasseFrancisco Sabatini

Panelista Foro “Historia e Identidad en la Vivienda Social”, MINIMO 2005

1 Los autores agradecen a Gloria Maureira y Francisca Márquez por sus comentarios y aportes al presente trabajo. Asimismo, se las desliga de toda responsabilidad respecto a los dichos y conclusiones de este artículo.

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mujereshombres

Simbología

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80 y + añosCuadrante 1 - 1950

-800000 -600000 -400000 -200000 0 años 200000 400000 600000 800000

80 y + añosCuadrante 2 - 1960

-800000 -600000 -400000 -200000 0 años 200000 400000 600000 800000

80 y + añosCuadrante 3 - 1970

-800000 -600000 -400000 -200000 0 años 200000 400000 600000 800000

80 y + añosCuadrante 4 - 1980

-1000000 -500000 0 años 500000 1000000

80 y + añosCuadrante 5 - 1990

750000 500000 250000 0 años 250000 500000 750000

80 y + añosCuadrante 6 - 2000

Pirámides de edadPoblación chilena

Grá

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-800000 -600000 -400000 -200000 0 años 200000 400000 600000 800000

80 y + añosCuadrante 2 - 1960

-800000 -600000 -400000 -200000 0 años 200000 400000 600000 800000

80 y + añosCuadrante 4 - 1980

IntroducciónExiste un acuerdo generalizado en relación a que las características del entorno en que los niños se desenvuelven son cruciales en su desarrollo. La capacidad de su medio ambiente de volverse un estímulo, una fuente de seguridad, un refuerzo de la identidad, y un espacio

de socialización, afectará en gran medida el modo en que cada niño se irá volviendo un adulto.Dentro de este entorno no sólo se encuentran los factores biológicos, emocionales o psicológicos, sino que también actúan en él elementos espaciales que delinean restricciones o posibilidades a las actividades, relaciones y significados que se pueden dar en cada lugar particular.

El siguiente trabajo da cuenta de una serie de reflexiones teóricas emanadas de los resultados de un estudio empírico2 que observó de modo sistemático las condiciones de los espacios cotidianos (viviendas, espacios públicos, escuelas, jardines infantiles y centros de salud) de niños y niñas de distintas edades, pertenecientes a familias de estratos populares y medios, y con residencia en diferentes zonas del país.

La recurrencia de ciertos comportamientos en la organización temporal y espacial de las actividades y la existencia de patrones físico-espaciales relacionados con aquéllos, fueron tal vez los hechos que más llamaron la atención de quienes estuvieron envueltos en el trabajo de campo. Esas regularidades confirman la preeminencia de una reconocida condición de nuestra sociedad: su apreciable homogeneidad cultural por encima de diferencias geográficas, urbanas y sociales.

Todas estas reflexiones quedaron formalizadas en un modelo o matriz conceptual, que se expone a continuación en este artículo, sobre la relación entre niños y espacio en nuestro medio cultural. Se trata de un conjunto de hipótesis que se han organizado a modo de un “tipo ideal” weberiano3. Los “tipos ideales” de Weber describen situaciones puras o ideales integradas coherentemente en un marco explicativo general. Su utilidad es la de ser comparados con situaciones empíricas para ver en qué grado éstas se ajustan o alejan del caso puro o ideal. De esta forma, el tipo ideal está en mitad de camino entre lo empírico y lo teórico, y demuestra ser un poderoso instrumento en la construcción de un conocimiento general (teórico) sobre el tema, prestándose, además, muy bien para propósitos de exposición, que es lo que en gran medida nos anima en estas páginas.

2 “Estudio Espacio de Uso Cotidiano de Niños y Niñas”, marzo 2006. Realizado por el Programa de Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile por encargo de FOSIS.3 Weber, M.; 1922.

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a. Recurrencias empíricas“Aquí no hay espacio, es muy chico po’, imagínese que todo esto es living-comedor, en la pieza me

cabe sólo una cama de una plaza, si quiero tener una silla, una como un closet, no, no cabe, entonces

quiero un espacio grande con patio donde los niños jueguen griten salten y no molesten a nadie.

Aquí tienen que salir a la calle, la vecina no le gusta se enoja… al patio donde nadie les va a decir na’,

porque yo no soy partidaria de que el niño salga a la calle, porque la calle es la madre de todo los

vicios.” (Dueña de casa)

De entre todos los aspectos observados, llama poderosamente la atención el que los espacios que utilizan los niños y niñas no se diferencian en absoluto de los espacios que utilizan los demás habitantes de la vivienda. En este sentido, los niños y niñas viven en espacios pensados por y para adultos4 , sin incluir en ellos criterios de adecuación a las necesidades y características infantiles, lo cual se contrapone a lo planteado por Erikson5, que señala que el niño requiere formas específicas de estímulos para su desarrollo y congruentemente con esto, espacios que sirvan de apoyo para ello 6 7. Tampoco existe una preocupación especial para adaptar los espacios y objetos existentes a los niños y niñas, salvo en lo que respecta al caso de los niños más grandes.

Este déficit en la adopción de una perspectiva que incorpore las características y necesidades de niños y niñas en el diseño de los espacios se da en todos los ámbitos: en la vivienda, en lo que refiere a espacio doméstico; y en consultorios, en lo relativo a espacios públicos. Incluso áreas como plazas y patios de escuelas, están pensadas con un criterio distinto al de los niños: se destinan áreas residuales a estos fines, y en ellas se intenta maximizar las posibilidades de supervisar y observar a los niños y niñas, en lugar de pensar en maximizar las posibilidades de juego y desarrollo de ellos8 9. No se consideran las necesidades que tiene el niño ni se busca adaptar estos espacios para que, con la ayuda del adulto ocupado en estimularlo, pueda superar de manera exitosa cada una de las etapas de su desarrollo10.

Estos espacios de adultos en los que viven niños y niñas tienen también otras dos características distintivas, transversales a todos los casos: quedan comprendidos en viviendas muy pequeñas, con poco espacio (en relación al número de moradores), y atiborradas de objetos de todo tipo. Parece claro que los espacios no estén pensados para los niños y niñas: demasiadas cosas y personas dentro de la vivienda dificultan el poder adaptar un espacio especialmente para ellos. La prioridad principal es hacer que todo quepa en el espacio limitado de la vivienda, y que sea funcional a los adultos. Niños y niñas pasan desapercibidos en un pequeño espacio que combina múltiples objetos, personas y actividades. Estas habitaciones llenas de objetos, la carencia de espacios exclusivos y la imposibilidad de tomar como propio algún lugar de la vivienda, mantienen a los niños y niñas en un continuo deambular, siguiendo las actividades que desarrolla la madre o el adulto a cargo, de modo de permanecer observables o audibles para ellos.

4 Martínez, N.; 2005.5 Erikson, E.; 1968.6 Bedregal, P.; Pardo, M.; 2004.7 Martínez, N.; 2005.8 Martínez, op.cit.9 Masalán, P., González, R.; 2003. 10 Bedregal, Pardo, op. cit.

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Sólo algunos de los niños y niñas más grandes tienden a personalizar su espacio, con rayados, afiches y stickers. Esto coincide con la etapa en que buscan definir y afirmar su identidad, en que la necesidad de hacerse de un espacio propio se vuelve apremiante11 12. Esta pobreza en materia de diseño de los espacios es, hasta cierto punto, contrarrestada por la constante preocupación del adulto a cargo, generalmente la madre, respecto de las actividades de niños y niñas. Ellos están siendo siempre observados en su quehacer, o al menos, están en algún lugar desde el que pueden ser oídos por la madre o adulto responsable: no habiendo espacio propio, ni espacios despejados al interior del hogar, el lugar donde el niño o niña se instale a jugar no hace la diferencia. Lo que hace la diferencia es la posibilidad de mantenerlo a la vista. El espacio de los niños queda, entonces, constituido a partir de los recorridos de los adultos por el hogar. Esta vigilancia no se da de igual modo en todas las edades. Mientras los más pequeños deben estar permanentemente al lado de la madre, basta con que los más grandes puedan ser vistos por la ventana u oídos desde lejos.

De este modo, es posible destacar que, si bien los espacios no están en absoluto dedicados a los niños y niñas, si lo están los tiempos. La supervisión sobre los niños es constante, y los permisos, por ende, reducidos al mínimo, incluso en el caso de los niños y niñas más grandes. Esta relación entre tiempos y espacios puede ordenarse a través de una matriz, que permita graficar la organización espacio temporal de las actividades y lugares ocupados por los niños.

b. Matriz temporo-espacial: enunciado general“Para desarrollarse en forma óptima, el niño necesita recibir cuidado. Es decir, el proceso que resulta

en la creación de un ‘ambiente habilitante’, para apoyar su óptimo desarrollo” (Bedregal, Pardo, op. cit., pág. 30)

La Matriz está construida en el cruce de dos tensiones o continuums relativos a la organización temporal y espacial de las actividades de los niños y niñas, por una parte, y a su autonomía, por otra.

Así, el primero de los continuum representa el tránsito desde una situación temporo-espacial de desarrollo secuencial de actividades por niños más pequeños en espacios mezclados con otras personas y otras actividades, a una situación en que los niños mayores realizan actividades simultáneas a las de otras personas en el hogar, pero cada persona en un espacio propio o segregado.

El otro continuum presenta dos versiones: una positiva, como es el paso de la supervisión de los niños más pequeños a su creciente autonomía cuando crecen; y una segunda de carácter negativo, consistente en el reemplazo de la vigilancia de los pequeños por el simple abandono de los mayores. De esta forma podemos marcar diferencias entre situaciones temporo-espaciales y de relación entre niños y adultos que reconocemos como positivas, y aquellas que evaluaríamos como restrictivas del desarrollo de niños y niñas.

11Erikson, op. cit.12Havighurst, R. En: Potter, P.; 2002.

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La flecha que une las situaciones representadas en dos de los cuadrantes de la Matriz intenta representar el necesario cambio en la organización temporal y espacial de las actividades de los niños de acuerdo a su proceso de desarrollo, desde su más corta edad, incluso durante el embarazo, hasta aproximadamente los 12 años de edad.

Diagrama 1

En un comienzo parece adecuado a las necesidades de los niños y niñas la supervisión por la madre y la organización del tiempo en actividades claramente definidas, todo en el marco de un espacio, la casa, que alberga diversidad de personas y objetos (Cuadrante 1 o superior izquierdo del Diagrama 1).

En edades más avanzadas resulta positivo y necesario que la supervisión de lugar a mayores cuotas de autonomía y libertad de niños y niñas. También parece importante que ellos puedan contar con espacios propios o privados, en parte porque así sus tiempos pueden desplegarse en forma simultánea con los de otros, incluidos los adultos y sus padres, sin ver mermada su autonomía; en este sentido, no se trata sólo de una autonomía que permita el uso y apropiación por parte del niño de algunos espacios de la vivienda a determinadas horas, sino del desarrollo de actividades con una supervisión más laxa, en que el niño no necesariamente se encuentra realizando la misma actividad que el adulto a cargo, sino que ambos actúan de forma independiente al interior de la vivienda, en distintos espacios (Cuadrante 4 o inferior derecho).

Los otros dos cuadrantes de la Matriz (Diagrama 1) corresponden a situaciones puras que, tal vez, quedan mejor representadas por la cárcel y la oficina de planta libre, dos instituciones que tanta importancia están cobrando en la sociedad contemporánea. La cárcel representa el extremo de vigilancia estricta de todas las actividades realizadas por una persona en un espacio segregado; y la oficina de planta libre, la mezcla espacial de actividades y personas con gran autonomía. La nueva economía y la vida urbana parecen favorecer, en los hechos, la

Supervisión / Vigilancia

NIÑOS DE CORTA EDAD

LA CÁRCEL

LA OFICINA DE PLANTA LIBRE

NIÑOS DE MAYOR EDAD

Autonomía / Abandono

Espacios Mezclados

Tiempos Secuenciales

Espacios Privados / Segregados

Tiempos Simultáneos

DESARROLLO

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masificación de la planta libre y el crecimiento de la población penitenciaria, especialmente en las grandes ciudades.

c. Matriz y problemas críticos“A mí me gustaría que cerraran la villa, que cerraran la villa completa, porque eso está en proyecto,

pero todavía no sale el proyecto, y cerrarla y ponernos de acuerdo todos los vecinos que nos vigile un

guardia de noche, que de día vigilen a los niños.” (Dueña de casa)

Tal vez los dos problemas críticos de la relación entre niños y niñas chilenos y espacio vital sean, por una parte, la prolongación del esquema de supervisión propio de las primeras etapas de vida del niño o niña (Cuadrante 1) a etapas posteriores y, por otra parte, la preeminencia que presentan entre los padres o adultos las tareas (espaciales) de vigilancia de los niños, por sobre las (temporales) de contribuir a la organización de actividades y proyectos propios por parte de los niños y niñas.

En lugar de irse diferenciando espacios seguros y confiables en donde los niños y niñas puedan actuar autónomamente, disminuyendo de forma progresiva los niveles de supervisión, se mantiene la dinámica de espacios comunes y mezclados, pensados desde y para el adulto, en donde el niño no obtiene privacidad ni independencia, sino que permanece en continua vigilancia, realizando sus actividades en relación de dependencia de las actividades de los adultos a cargo. Los niños y niñas requieren, más que nunca, de adultos concientes de las etapas que necesitan superar, para que puedan disponer de espacios adecuados física y psicológicamente, y así culminar con éxito cada etapa de su desarrollo13 14. Esta preponderancia del espacio sobre el tiempo, que ocurre en un marco de comportamiento sesgado hacia la vigilancia antes que a la más neutra “supervisión”, nos habla de una estructura de relaciones sociales que podríamos reconocer como el “espacio vigilado” en que crecen y se socializan niños y niñas chilenos.

d. Machismo y Matriz“Bueno si tengo que hacer las cosas de mi casa, lavar (no lavo en lavadora automática, tengo que

lavar y enjuagar en la lavadora redonda porque también mi marido me dice), de repente tengo todo

lleno de ropa colgado todo, y anda ordenadita, en la noche después que hago todo esto me voy para

arriba y empiezo a ordenar, dejar los niños pal colegio, ver sus zapatos ordenados, y preocuparme que

tareas hicieron, todo… porque tengo una de 7 años, otro 12, y la guagua que va a cumplir 3 en julio…

es harto ya po, hartas cosas, el marido cree que uno se queda en la casa y no hace nada, yo le digo a

mi marido, yo trabajo más que tú…” (Dueña de casa)

El machismo, rasgo cultural que tiene manifestaciones concretas en los hogares, consistentes tanto en el dominio que se ejerce al interior del hogar como en el que ejerce el barrio y el cuerpo social sobre cada mujer, es probablemente el factor que más contribuye a la persistencia de este patrón de “espacio vigilado”.

13 Erikson; op. cit.14 Havighurst, R. En: Potter; op. cit.

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Mujeres dueñas de casa confinadas por el machismo a la vigilancia de sus hijos e hijas en la vivienda y los espacios cercanos a ésta –confinamiento que se hace más tenaz cuando hay restricciones materiales y económicas— tienden a “profesionalizarse” en esas labores de supervisión. Además del trabajo no remunerado del hogar, la vigilancia de los menores integra el conjunto de tareas que la sociedad les asigna como su responsabilidad. La vigilancia consume gran parte de las energías, y los recintos de la casa se aprecian caóticos y descuidados. En el extremo, más que lo que estén haciendo los niños y niñas importa el hecho que estén dentro del campo visual de la madre. Que los cuartos sean caóticos u ordenados no hace mayor diferencia cuando esa es la tarea prioritaria.

e. El miedo a la calle“Generalmente paso aquí con los niños. Yo prefiero que jueguen aquí y que ninguno salga a la calle.

Prefiero que jueguen aquí adentro, porque me van a hacer caso…que hagan lo que quieran aquí

adentro.” (Dueña de Casa)

Especialmente en los hogares populares las opciones que tiene una madre en relación con sus hijos e hijas menores tienden a ser sólo dos: vigilancia o pérdida de control.

El miedo a la calle, generalizado entre madres dueñas de casa o jefas de hogar -es recurrente la idea, manifestada casi siempre con transparencia, de que a mis hijos e hijas se los puede “robar la calle”-, es en buena medida el temor de esa mujer a perder su poder. En buena medida ella no ha tenido oportunidades de desarrollo personal mucho más allá de su rol de guardiana de sus hijos e hijas. Insistir en ese rol parece lógico cuando no se tienen otras posibilidades. Se parece al arraigo territorial y al sentimiento de orgullo por el propio “terruño” que ostentan quienes, por precariedad económica, bajo nivel de educación y aislamiento geográfico, no tienen posibilidades de emigrar de su lugar de nacimiento.

El trabajo remunerado fuera del hogar de mujeres solas o emparejadas, esto es, independientemente de si son o no jefas de hogar, suele dar lugar a estrategias más sofisticadas de vigilancia de los menores como, por ejemplo, la que consiste en delegar ese rol en una hija u otra mujer integrante del hogar.La pérdida de control (espacial) sobre los niños y niñas, en un esquema de responsabilidad parental débil en lo que se refiere a la educación de los niños y niñas en la organización de su tiempo y el diseño de estrategias personales de desarrollo, puede terminar en una profecía autocumplida: los niños y niñas sucumben con facilidad a las lógicas y redes de la calle, que van desde el grupo de pares en las esquinas, en principio inofensivo, hasta las actividades ilícitas. La supervisión cesa y la mayor libertad de esos niños y niñas tiene el sello del abandono.

El modelo del “espacio vigilado” muestra toda su debilidad como marco para el desarrollo de niños y niñas en dos de sus resultados más comunes: los hijos hombres que se los “roba” la calle, y las hijas mujeres “robadas” por un nuevo hogar en formación donde reproducirán el modelo.

f. Entre la extrema confianza y la absoluta desconfianza“Por mi hijo yo no puedo trabajar, porque es muy inquieto. Mucho… Muy inquieto. Yo pienso que

nadie tendría la paciencia que tengo yo para atenderlo. Igual me gustaría trabajar”. (Dueña de casa)

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El acondicionamiento del espacio de acuerdo con las necesidades y características de niños y niñas, pierde importancia cuando el afán de los adultos respecto de sus niños y niñas es la vigilancia permanente. Después de todo, si se está siempre mirando al niño, ¿qué le puede pasar?

Esta confianza extrema de las madres respecto a su capacidad de vigilancia lleva a subvalorar todas las posibles fuentes de peligros en el hogar: no importa que haya elementos peligrosos, porque hay alguien mirando al niño. Como consecuencia, en lugar de constituir un espacio seguro en que niños y niñas puedan desempeñarse autónomamente, el hogar se vuelve efectivamente peligroso, y la necesidad de la vigilancia se exacerba, dado que no se hacen esfuerzos por disminuir las fuentes de riesgo. No se puede tener o dejar solos a los niños y niñas en un lugar riesgoso. De esta forma, es la propia confianza en la vigilancia la que genera la necesidad de ella.

De modo inverso, la calle y, en general el barrio, al ser espacios que dificultan la vigilancia de los niños, son percibidos como extremadamente peligrosos, más allá de sus características objetivas: son peligrosos porque son difíciles de vigilar15 . Si no es posible que el adulto lo observe (ya sea desde una ventana o acompañándolo), el niño debe permanecer entre la profusión de objetos al interior de la vivienda16 , y desarrollar en esos espacios sus juegos o mantenerse confinados a la televisión, lo que mina aún más sus posibilidades de imaginación y ciertamente que obstaculiza aún más la superación con éxito de su etapa del desarrollo17.

De esta forma, desde el punto de vista de los padres, es la vigilancia la que hace que los lugares sean adecuados para los niños y niñas, no sus características. Lo anterior denota una incapacidad de los adultos de permitir a sus hijos e hijas lograr sus etapas de desarrollo en forma exitosa, lo que demuestra también un fracaso en sus propias etapas del desarrollo18.

g. Escasean los niños“Porque no quisiera yo que por tener una mejor casa, mis hijos anden metidos en la droga, anden

robando…si es por mí, encantada trabajaría pero no se puede porque tengo 3 niños que cuidar

todavía.” (Dueña de casa)

La creciente incorporación de la mujer al mundo del trabajo remunerado y, con ello, a los espacios públicos de la ciudad o de su localidad sin duda podría ayudar a superar el modelo del “espacio vigilado”. No parece compatible la persistencia de éste con el trabajo femenino. No se puede estar en dos lugares al mismo tiempo.

Sin embargo, el modelo parece tener tanta fuerza cultural como para que, en los hechos, se les plantee a las mujeres una disyuntiva: o son madres o perseveran en su propio desarrollo personal y profesional. Así se puede colegir de la caída de las tasas de natalidad en los tiempos que corren, un fenómeno

15 De acuerdo a Belmonte, esta aversión a la calle se amplía a todos los espacios abiertos, confinando a los niños sólo a los espacios cerrados de la vivienda, y otros espacios cerrados, como el mall, donde el niño puede ir, nuevamente, sólo acompañado de un adulto que lo vigile. Belmonte, C.; 2005. 16 Belmonte, op. cit. 17 Ashburn, S., En: Potter; op. cit.18 Erikson, E; op. cit.

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internacional que adquiere ribetes dramáticos en Chile, donde en el último período intercensal (1992-2002) se redujo en 410 mil la cantidad de niños y niñas en el país, lo que equivale a una disminución de un 9.5% por ciento de la población infantil (hasta 14 años de edad). Por su parte, la cantidad de niños y niñas de hasta 5 años de edad disminuyó en términos absolutos en aproximadamente 200 mil19. Los “hogares unipersonales”, formados por un adulto sin pareja ni hijos, y los “hogares nucleares sin hijos”, formados por una pareja sin hijos, aumentaron desde un 15,5 por ciento del total de los hogares chilenos en 1992 a un 20,6 por ciento el 2002. Esas cifras representan un aumento de los hogares sin niños o niñas igual a 5 puntos porcentuales en tan sólo 10 años, lo que equivale a un aumento de 33% por ciento de los hogares sin niños o niñas existentes en 199220.

Se va construyendo así, siempre en el plano weberiano de los tipos ideales, una dicotomía entre hogares vigilados que limitan las posibilidades de desarrollo tanto de niños y niñas como de mujeres, y calles que reciben a niños y niñas sin madres lo mismo que a mujeres sin hijos e hijas.

Es posible que la disyuntiva que enfrentan las mujeres hoy entre desarrollarse profesionalmente o ser madres no sea la primera vez que se presenta en la historia. La ciudad europea de la Baja Edad Media (desde el siglo XI) combinó las estructuras del machismo con nuevas posibilidades de emancipación de la mujer. El resultado fue una caída en las tasas de natalidad, un descuido de los niños y niñas, mayor mortalidad infantil y tasas más altas de celibato entre las mujeres. Éstas encontraron espacios de desarrollo en actividades tan variadas como el artesanado, las órdenes religiosas, la prostitución y la mendicidad, o los movimientos de protesta heréticos, como el catarismo, o para-heréticos, como las beguinas. Como señala el historiador Jacques Le Goff, “no hay niños en la Edad Media”21.

¿Hasta qué punto el debilitamiento de la familia y, especialmente, la reducción absoluta o relativa de la población infantil, está radicado en este dilema que enfrentan las mujeres entre la crianza y el trabajo remunerado fuera del hogar (sea por motivaciones de desarrollo profesional o por necesidad económica)? ¿En qué medida la disyuntiva se ofrece dicotómica o polarizada, excluyendo soluciones intermedias, debido a la influencia de patrones culturales, como el modelo del “espacio vigilado”?El dilema entre desarrollo individual e inserción de las personas en ámbitos de solidaridad y apoyo mutuo existe en Occidente con claridad ya en la ciudad cristiana del Medioevo. Según Sennett, se instaló desde entonces una gran tensión entre la religión y la economía, una dualidad que caracteriza a la ciudad hasta hoy: por un lado, el deseo de liberarse de los vínculos comunitarios en nombre de la libertad individual; y por otro, el deseo de hallar un lugar en el que las personas cuiden las unas de las otras22.

h. Niños sin transición“Yo nunca los he dejado solos –a los hijos- . Tengo miedo de que se me descarrilen y por salir a

buscar trabajo, voy a perder mucho más, que es llevarlos por buen camino” (Dueña de casa)

19 Fuente: Elaboración propia en base a datos de los Censos 1992 y 2002.20 Fuente: Elaboración propia en base a datos de los Censos 1992 y 2002.21 Le Goff, J.; 1999.22 Sennett, R.; 1994. Págs. 170-1.

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Muchos niños y niñas chilenos parecen condenados a la disyuntiva entre el espacio vigilado y espacialmente caótico de sus casas y el espacio libre de la calle donde pueden desplegar actividades y estrategias más autónomamente decididas. Hasta cierto punto, la escuela, como institución, los enfrenta al mismo dilema, especialmente la escuela particular subvencionada y la escuela pública, de reconocido menor logro en materia de aprendizaje y rendimiento escolar.La pobreza de los procesos de educación en los espacios supervisados (vigilados) de la casa y la escuela contrastaría, así, con la “universidad de la vida” que predomina en los espacios autónomos de la calle.El más o menos rápido avance de los ghettos de pobreza en los barrios populares de nuestras ciudades podría tener una de sus causas en la ausencia de procesos sólidos de educación y socialización de niños y niñas. En el hogar, cruzado por el afán de la vigilancia (espacial) no se logran instalar tiempo-espacios de desarrollo de los niños y niñas. La mezcla o mixité spatial en la vivienda deviene en caos antes que en una base de diversidad y complejidad para el despliegue de procesos de creatividad y desarrollo personal. Así, el hogar no provee de recursos inmunitarios para defender a sus miembros, incluidos los niños y niñas, de la ghettización de los barrios, un proceso contemporáneo de nivel internacional cuyas causas no es del caso discutir aquí.La situación de niños y niñas en comunidades indígenas suele ofrecer un contraste decidor: el trabajo infantil, el mismo que constituye un anatema para las quizás demasiado universalistas y formalistas orientaciones de las Naciones Unidas, es un ámbito de socialización y educación en esas culturas originarias que parece en buena medida libre de las cortapisas que les impone el modelo del “espacio vigilado”. Más allá de la pobreza material, esas experiencias parecen mostrar una riqueza a tener en cuenta en materia de desarrollo y socialización de los niños y niñas.

i. Tipos de niños y niñas“Es que son pocos salidores los niños estos… y además ellos, yo le digo, el Jonathan, Bárbara, ellos

son más felices adentro que afuera, porque afuera está la envidia. Entonces los niños se van a la

cama, se acuestan ven tele, escuchan la música…” (Dueña de casa)

El predominio del modelo cultural del “espacio vigilado” se expresa en tipos diferenciados de niños. En línea con Eric Fromm y sus “caracteres sociales”23 , y siempre en el marco metodológico de los tipos ideales weberianos, podríamos perfilar tres tipos de niños y niñas relevantes para nuestra reflexión: El niño o niña creativo que ama, el niño o niña melancólico y conservador, tan común en Chile, y el niño o niña contestatario. Los niños y niñas de carne y hueso combinarán estas características en distinta proporción.

El niño o niña creativo que ama representa la situación ideal de desarrollo. Emerge de ámbitos de socialización en que nuestra Matriz temporo-espacial funciona adecuadamente. Al crecer en edad los niños y niñas, la secuencia entre los Cuadrantes 1 y 4 no es interrumpida ni retrasada. La combinación entre supervisión y autonomía va variando a favor de esta última, lo mismo que aquella entre tiempos secuenciales en espacios comunes y tiempos simultáneos en espacios propios.

El tipo-ideal de carácter social que prevalecería en nuestro medio cultural parece ser, en cambio, la del niño o niña melancólico y conservador. Dicho sea de paso, la melancolía, que resta energía

23 Fromm, E.; 1947.

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a las personas al ser elevada a trazo cultural, puede ser objeto de una apología –de igual forma cómo la tuberculosis fuera objeto de alabanzas durante el romanticismo decimonónico. De hecho, en los diccionarios es posible encontrar que se equipare a la melancolía con “la alegría de estar triste”. De tal forma, se revisten positivamente rasgos desventajosos de personalidad por el hecho de ser comunes.

La “personalidad dependiente” de Eric Fromm, aquella que se erige sobre el supuesto de que el desarrollo personal depende de las oportunidades sociales y materiales que existen en el entorno, antes que depender de la movilización de las propias energías y capacidades, está ciertamente emparentada con el surgimiento de este tipo de niños y niñas. La humildad, la aquiescencia a estilos autoritarios de relaciones, la tendencia a provocar lástima, la personalidad congraciativa y aparentemente pasiva pueden ser todas entendidas como formas de integración con el entorno y de explotación de las posibilidades que éste ofrece24. La creatividad es débil, ya que el progreso depende de los otros y del entorno. La envidia, la práctica del chisme y el carácter amistoso e interesado en la vida de los otros, son también elementos constitutivos de este patrón cultural de personalidad. ¿En qué medida el predominio del modelo del “espacio vigilado” en los hogares chilenos ayuda a producir niños y niñas melancólicos y taciturnos faltos de creatividad y capacidad de amar?

El niño o niña vigilado no significa niño o niña querido y afectivamente seguro. Su madre carga con una cuota importante de frustración. La violencia intra-familiar puede ser parte del cuadro. Por lo mismo, el niño o niña que encuentra autonomía en la calle, o que es simplemente abandonado en ella, es parte de los mismos patrones culturales. Estará culturalmente inclinado a la dependencia y a la explotación utilitaria de las ventajas que le ofrecen su entorno social y material. Por tener una baja auto-estima organiza relaciones utilitarias con su ambiente, erigiendo obstáculos a su capacidad de amar, bloqueando su acción desinteresada en favor de los otros, y creando estímulos a la desconfianza inter-personal.

También existe el niño o niña contestario, entendida la contestación como una dimensión en la personalidad de todo menor: a saber, el despliegue de prácticas subalternas tendientes a procurarse, solo o en compañía, los ámbitos de autonomía y libertad que el modelo del “espacio vigilado” le tienden a negar. Los espacios y tiempos intersticiales que estos niños y niñas construyen en la práctica de la subalternidad deben ser parte importante de nuestro foco de atención. Es el núcleo sano que podemos reconocer en todo ser humano, aún cuando esté sometido a una vida de precariedad y limitaciones, sean éstas materiales o culturales.

ConclusiónLa reestructuración espacial y temporal de los procesos de desarrollo y socialización de niños y niñas, así como la modificación de los estilos de supervisión parental, tienen a nuestro juicio una doble prioridad para la política pública: por una parte, por lo que esa acción pueda significar para mejorar la

24 Más sobre el carácter social dependiente de los chilenos en Montt, M.E.; Toloza, C.; 1984.

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25 Esta idea se extiende más allá de la vivienda al espacio urbano en general en: Belmonte; op. cit.

calidad de vida y el desarrollo de los niños y niñas; y por otra parte, por su contribución a la remoción de patrones culturales que, en tanto tales, tienden a persistir más allá de las condiciones de dominio machista o precariedad económica que posiblemente estuvieron en su origen.

Como criterio de realidad, es necesario reconocer el escaso espacio disponible dentro de las viviendas, ya sea por su metraje como por su número de moradores. Sin embargo, aún considerando esta limitante, es posible dar espacio a los niños y niñas en sus viviendas, para permitirles un desarrollo mejor que el que hoy sobrellevan.

Mientras lo usual es pensar en tiempos para los niños y niñas a partir de espacios configurados por y para adultos, la invitación es a pensar espacios para niños, compatibles temporalmente con los espacios para adultos. Mientras la primera alternativa da mayor importancia a un espacio que se toma como dado e invariable, confinando a niños y niñas en espacios que no se adecuan a sus necesidades y características, la segunda conduce a dar preponderancia a los tiempos por sobre los espacios, de modo tal que un mismo espacio pueda servir para distintos usos y personas en distintos momentos del día25.

En este sentido, el espacio de niños y niñas no es fijo, sino que va cambiando durante el día de acuerdo a las disponibilidades en la vivienda y considerando las necesidades que tenga el niño según su etapa del desarrollo. En edades tempranas los niños y niñas requerirán de adultos que pueda cambiar y adaptar el espacio a sus necesidades; mientras que en el caso de los de mayor edad podremos ser testigos de cómo modifican el espacio según sus opiniones y necesidades.

El que los niños y niñas posean su espacio, a pesar de que éste no sea evidente todo el día, no sólo contribuye a mejorar la calidad de vida y el desarrollo de niños y niñas, sino que, a la vez, hace a los niños y niñas visibles para los demás miembros de la familia, y mejora las condiciones de convivencia y tolerancia entre generaciones .

Sin embargo, superar el modelo del “espacio vigilado” no parece un logro posible de alcanzar tan sólo haciendo transformaciones en los espacios cotidianos de los niños y niñas, y ni siquiera identificando y reforzando los arreglos espontáneos y “subalternos” que estos últimos hacen en pos de su autonomía y desarrollo.

Se requerirían acciones en varios frentes, particularmente en aquellos que impactan en las posibilidades de desarrollo de la mujer en los ámbitos de lo público (como distinto al ámbito privado del hogar) y del trabajo remunerado. Las limitaciones al desarrollo de la mujer que provienen de la ideología machista, específicamente de la pauta de responsabilidades que se asigna a la mujer y de su correlato espacial, el confinamiento a la casa y la vigilancia de los hijos e hijas, constituye tal vez el principal obstáculo social y cultural a superar. Dejar atrás el modelo del “espacio vigilado” es una tarea de gran calibre.

Otra dimensión de esta enorme tarea se relaciona con la ciudad y su baja capacidad de acoger las necesidades que tenemos los seres humanos de cuidarnos los unos a los otros, en palabras de Sennett.

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La competencia y la eficiencia, atributos en buena medida construidos con base al despliegue de capacidades y racionalidades individuales, ha tendido a eclipsar la potencia de la ciudad en términos de solidaridad, apoyo mutuo e integración social.

Una manifestación clara de este sesgo, que parece hacerse más fuerte cuanto más competitiva es la ciudad, es el dilema que enfrentan las mujeres contemporáneas entre la familia, la crianza y la educación de los hijos e hijas, por una parte, y su desarrollo profesional o personal, por otra. La persistencia del modelo del “espacio vigilado” en el medio chileno, y más allá de cuáles sean sus orígenes en la pobreza y un machismo ojalá cada vez más pretérito, encuentra apoyo en ciudades poco acogedoras y refractarias a los afanes de emancipación y desarrollo de las mujeres.

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Hasta el año 2005 las organizaciones comunitarias que se

reconocían en los campamentos, eran en su

mayoría centros de madres y ollas comunes; sin embargo el creciente movimiento

social por conseguir Vivienda Definitiva,

ha generado que más de el 70% de los campamentos presentes

hoy en Chile esté conformando un Comité de Vivienda, lo que significa que los pobladores están concientes que un

trabajo organizado los ayudará a obtener

su casa propia.

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11,0%37,9%

35,0%41,7%

9,9%

Catastro campamentos 2007 CIS • Fuente UTPCH

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La vivienda ha sido por siempre la mayor aspiración de toda familia. Poseer una vivienda propia es un sentimiento de seguridad, bajo el

cual se forma la familia, pilar de la sociedad.

Distintos estudios relacionan la calidad de vida y valores de la familia, al hecho de poseer una vivienda digna. Y es que el impacto que la vivienda y su entorno urbanístico tienen en la sociedad, es tan grande que siempre será un tema de debate y preocupación de todo gobierno. Distintas políticas habitacionales en Chile, han privilegiado la cantidad más que la calidad, al momento de elaborar planes dirigidos a los segmentos más necesitados a través de la planificación de las viviendas sociales. El confort, el entorno y la calidad en las especificaciones, han sido postergados en beneficio de aumentar el número de viviendas construidas. Las cifras de déficit habitacional, su evolución en el tiempo y números de viviendas o “soluciones” -como se les denominó en algún momento-, se han manejado

ITALO ROSSIJurado Concurso, MINIMO 2005

La industria y las viviendas mínimas

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políticamente, olvidándose de la importancia social que el problema reviste. Prima, en muchos casos, el mostrar cifras y números, más que la calidad y confort. Los espacios se reducen, la materialidad se afecta. Cada Gobierno desea mostrar que lo ha hecho mejor que otros, con el sólo argumento estadístico.

Desde mi punto de vista y durante el desarrollo de mi vida profesional, este ha sido un desafío interesante y una necesidad de influir -en el ambiente que uno puede-, para elevar los estándares de calidad y confort de las viviendas sociales. La pobre calidad, reducido espacio y urbanización del entorno, es una forma de inequidad que muestra nuestra sociedad. A este hecho, se une el carácter discrecional de la ubicación de las viviendas sociales: lugares alejados, distintos a los progresos que muestra de gran ciudad, convirtiendo, muchas veces, las poblaciones en ghetos aislados y marginados, con los consecuentes aumentos de gastos de tiempo y dinero en los traslados hacia las fuentes de trabajo.

¿Por qué no mejorar el confort interior de la vivienda, como ha ocurrido en el resto de nuestro país? Si los espacios son reducidos ¿por qué no diseñar mobiliario funcional que pueda integrarse armónicamente? Que la vivienda social sea ofrecida o “entregada” con mobiliario en las zonas de cocina, clóset y baño, como ocurre con el resto de la oferta habitacional en Chile. Ese ha sido un objetivo que he planteado en distintas oportunidades. Ya en el año 1999, y en conjunto con el Ministerio de Vivienda, a través del SERVIU, inauguramos una población en la comuna de Curacaví, con casas pilotos amobladas. Una experiencia interesante que fue muy bien recibida en su época, pero desgraciadamente no continuada por las autoridades. Durante el año 2004/2005, integrados en un proyecto de Fundación Chile, realizamos

una interesante investigación, en 17 Comités de allegados que recibirían sus anheladas viviendas sociales en la comuna de Puente Alto. En ese proyecto, no sólo diseñamos el mobiliario después de un estudio hecho con los comités, sino también amoblamos 30 casas de un total de cerca de 300, como una manera de demostrar la ventaja de contar con una planificación previa y solución de mobiliario acorde con las características de las viviendas. También desarrollamos un didáctico manual de cada mueble a fin que el morador pudiera copiar los pilotos y replicarlos fácil y económicamente en sus propias viviendas.

Frente a estos proyectos (y otros que han desarrollado prestigiosas instituciones cercanas al problema), aún la autoridad no resuelve. Parece sencillo, económico, y de justicia que las viviendas sociales incorporen estos elementos. Porqué la exclusión o diferencia en a vivienda social ¿si la oferta de viviendas para el resto de la sociedad incluye el mobiliario básico, en algunos casos muchísimo más que ello? Es una pregunta que aún no tiene respuesta.

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Vestior - Lorca

TES - Spichiger + Azócar

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• Nombre Proyecto: Vestidor• Categoría: Profesionales• Autor: Francisco Lorca lu

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2PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: T.E.S. Tercio Espacial Superior• Categoría: Profesionales• Autores: José Spichiger + Paola Azócar lu

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• Nombre Proyecto: Puerta repisa• Categoría: Profesionales• Autor: Cristián Olivos ho

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La vivienda social básica en Chile considera un espacio de proporciones tan reducidas que el mobiliario tradicional no funciona.

Es muy difícil encontrar espacio para un closet e incluso es posible que haya que cortar alguna cama para adaptarla al recinto llamado dormitorio. En esta realidad, la estética no parece ser la puerta de entrada para desarrollar muebles que operen correctamente. Si hay verdad, habrá también belleza.

En este escenario las restricciones económicas son sólo una parte del problema frente a las limitantes del espacio. Diseñar muebles para estas viviendas debería contemplar temas genéricos como la multifunción, la producción en serie y probablemente una nueva mirada sobre materiales que quizás hoy no parezcan apropiados. Con el resultado del concurso Mínimo, se pudieron observar algunos caminos posibles orientados desde el aprovechamiento

MAURICIO LENIZJurado Concurso, MINIMO 2005

Pensamientos sobre el mobiliario pertinente para la vivienda social

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del espacio en relación al espesor funcional de muros, vanos y puertas; los mubles compactos, la modulación progresiva y el uso de espacios residuales en altura.

Otra entrada a la habilitación del espacio de la vivienda social, puede ser a través de situaciones o funciones genéricas como cocinar o ver televisión. La cocina es en esencia el centro de estas casas. Generalmente integradas al estar, el mobiliario típicamente fijo podría cualificar de alguna manera el espacio, integrando el comedor y definiendo algunos rasgos tipológicos y constructivos.

Otro caso es el de la televisión como objeto. La tecnología ha democratizado el uso de este medio a tal medida que se transformó en un índice estadístico. La relevancia de esta especie de catalizador social le da gran protagonismo al electrodoméstico, orientando la ubicación de muebles y objetos según se ubique la “tele”. No hay que olvidarse que en sus orígenes la televisión reemplazó a la radio y tal como ésta, se le podía encontrar disfrazada de mueble entre sillones, mesas, chimeneas y alfombras. La aparición de la “pantalla plana“, no sólo mejora la estética del objeto, sino que permite habilitar espacios estrechos como los de la vivienda social. El concepto de multifunción aparece también como una posibilidad concreta para la habilitación eficiente de estos espacios, entendida desde dos puntos de vista:

• Un mueble u objeto que reúna más de una función, por ejemplo: un sillón que al mismo tiempo es contenedor de objetos, una silla que mediante alguna operación simple se transforma en mesa, una cama que es al mismo tiempo closet. Este tipo de objetos nacen cumpliendo las funciones requeridas y desarrollan su forma en base a este acoplamiento.

• Un sistema de componentes que a la manera de un “Lego” se acoplan o articulan para responder a una determinada función. El éxito de este tipo de propuesta está directamente relacionado con la facilidad y naturalidad de la interfaz de la operación; vale decir, si armar una mesa toma más de 60 segundos y requiere de más de tres operaciones, es posible que el sistema no sea apropiado para el usuario al que está dirigido. Un ejemplo de hace ya bastantes años son los clásicos muebles de Matta.

Por otra parte, la problemática de la vivienda social y su mobiliario, podría abordarse desde otro punto de vista, a nivel de país, creando empresas dedicadas al rubro tal como las constructoras e inmobiliarias; apelando al gigantesco nicho de necesidad que aparece con los nuevos metros cuadrados construidos. En este escenario, los conceptos de sustentabilidad y de reciclaje, pueden ser políticamente correctos y establecer beneficios tributarios a las empresas que se enmarquen en esta producción.

Tengo en la mente el ejercicio que hizo Enzo Mari con una serie de muebles ejecutados desde los sobrantes de madera que se ocupan en la construcción. No hay que olvidarse que desde la extrema necesidad (e incluso la precariedad), surgen grandes ideas que bien aplicadas nos podrían orientar a diseñar con verdad y construir con belleza.

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Q uien construye la vivienda es la propia familia, y esa es parte de la clave de la identidad popular urbana en América Latina. Sin

embargo, es una identidad social cargada de ambigüedades. No es lo mismo que la pobreza, especialmente en Chile. Los hogares pobres son aproximadamente un 15% de los hogares urbanos chilenos, mientras que los grupos populares abarcan hasta un 45%. Por otra parte, la relación de estos hogares populares con los mercados de trabajo y con la actividad económica no es unívoca ni clara. No son ni obreros ni empresarios, sino que trabajadores por cuenta propia o se trata, simplemente, de “informales”.

En las ambigüedades que cruzan a lo popular existe riqueza cultural, hay peculiaridad. Se trata de la identidad que las políticas “cuantitativas” de vivienda, específicamente la del Subsidio Habitacional, tienden a ahogar en la repetición de espacios residenciales mezquinos y predecibles.

En contraposición, y como argumenta Alejandro Portes, el sello de las estructuras sociales de América Latina es justamente este “proletariado informal”, el estrato que usualmente denominamos sector popular. Desde la industrialización hemos tenido básicamente los mismos grupos sociales que el capitalismo europeo industrial, pero con un agregado: el proletariado informal que puede llegar a

“La condición popular en nuestras ciudades”

por Francisco SabatiniPanelista Foro “Historia e identidad en la

vivienda social”

representar más de la mitad de la población. El “cuentapropista” es un pequeño empresario con raigambre obrera, pero no es ni una cosa ni la otra. Los “pobladores” no son parte del ejército industrial de reserva cuando están cesantes, porque no cumplen claramente ni la función salarial ni la de reserva que Marx le asignaba a la milicia de los parados. Y cuando tienen empleo, la inseguridad nunca deja de entreverarse en lo que hacen, en cómo lo hacen y, en general, en sus vidas y sus estrategias. La propiedad de su vivienda o de su lote es parte de los expedientes a los que recurren para confrontar la inseguridad y crear un capital que traspasar a sus hijos.

Las favelas de Río de Janeiro están entre los barrios populares más simbólicos de América Latina. Pero es una gran mentira que estén marginadas de la “ciudad formal”, como sostienen quienes recurren a la manida noción de que nuestras ciudades son “duales”. Las favelas están insertas en la ciudad, en los mercados de vivienda, de suelo y laborales. Exhiben fuerte la marca de lo popular, pero ésta debe entenderse, más bien, como su peculiar forma de integración a la ciudad y a la sociedad.

Hay, además, ambigüedad en “lo popular” por sus límites difusos con los grupos medios, ya sea en términos de ingreso, de la actividad económica realizada o de su relación con la propiedad. La sociología latinoamericana siempre tuvo dificultad

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para interpretar al campesinado y a los sectores populares rurales, y no sólo a los grupos urbanos de menor categoría social. Se llegó a hablar, incluso, de que había rémoras de feudalismo en nuestros campos.

Lo que organiza la ambigüedad de la gente que vive en las “poblaciones” de nuestras ciudades, es el hábitat popular. La vivienda autoconstruida o ampliada con las propias manos y recursos, es parte de esa identidad, es parte de la cultura material.

Pero lo popular no es tan sólo la ambigüedad, la integración “en el borde” con los otros grupos y con el sistema económico, sino que también es la diversidad. En las encuestas sobre “marginalidad” de los años ’60, las “poblaciones” de Santiago y otros barrios populares de Latinoamérica mostraban una inocultable cohabitación entre quienes, según las teorías, eran marginales” y quienes eran “integrados”. Vivían allí personas desempleadas e “informales”, pero asimismo obreros de grandes empresas.

La realidad no calzaba con los marcos teóricos, y entonces se solía adaptar aquella a éstos, señalando que esas “impurezas” empíricas iban a desaparecer porque, finalmente, el avance del capitalismo mundial iría relegando a los grupos populares a la inutilidad total. En el fondo, no aceptaban la rica ambigüedad que subyace a lo popular. Y estos discursos aún existen. Se ha cambiado el análisis de la Dependencia por el del Capitalismo Global, pero se reitera el antiguo discurso acerca de la marginalidad sin vuelta ni remedio. Es cierto que hay numerosos campos de refugiados y ghetos urbanos donde se refugian ingentes “residuos humanos”, como argumenta Zygmunt Bauman en su “Vidas desperdiciadas”, pero también lo es que el grueso de los grupos populares urbanos de nuestras ciudades, chilenas y latinoamericanas, siguen formando parte de la ciudad, aunque su integración no excluya las desigualdades, la discriminación y la explotación.

Hoy podríamos argumentar que la ambigüedad de la condición popular es una suerte de capital social antes que una desventaja, y que parte importante de los problemas que tenemos, que estamos viendo florecer en las “poblaciones”, obedecen a que se está reduciendo la rica imprecisión que hace a lo popular. Paralelo a la modernización de nuestras “poblaciones”, al despliegue de un paisaje de casas repetidas hasta el horizonte, están fortaleciéndose las sociedades secretas, las mafias del delito y la desafección subjetiva respecto del sistema social que es propia de los ghetos urbanos de desesperanza y crimen. La política de vivienda social devino, en medida importante y lamentablemente por cierto, en detonadora de procesos de “ghetización” de barrios populares.

En contraste, lo que históricamente sucedía con los barrios populares, y especialmente con aquellos originados en forma espontánea, era una combinación entre su creciente heterogeneidad social interna y su mimetización urbanística con la ciudad. La ciudad crecía y las “poblaciones”, antes periféricas, dejaban de serlo. El progreso de las familias, como es razonable esperar, no era parejo, convirtiéndose en un generador de diversidad.

Las encuestas nos dicen hoy que no pocas de las familias beneficiadas por los programas de vivienda social, especialmente las que viven en blocks, hubieran preferido quedarse en el viejo campamento. Tenemos que repensar las políticas de vivienda, y las viviendas mismas, así como las formas de segregación social del espacio para conseguir que la energía que las familias ponen en la construcción de su hábitat se aproveche y redunde en el rescate y fortalecimiento de esta cultura de lo popular.

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Por un lugar en la ciudad1.

1 Parte de este artículo fue expuesto en el Coloquio Las consecuencias de a globalización sobre el contrato social en las sociedades modernas, AISLF, U. de Concepción, enero 2007.

por Francisca MárquezPanelista Foro “Vida comunitaria y organización en

conjuntos de espacio mínimo”, MINIMO 2005

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La aspiración y reivindicación de una mejor vida, de un “lugar” en la sociedad y la ciudad, es y ha sido históricamente una reivindicación a la base del movimiento de pobladores en Chile. Durante casi todo el siglo XX, la participación del mundo poblacional, entendida como expresión de soberanía ciudadana, contribuyó a

controlar y a limitar el poder del Estado en la definición del contrato social. La participación del movimiento de pobladores urbanos estimuló el desarrollo de una cultura de gran actoría y justicia social, pero sobre todo de inventiva en la lucha por ganar espacios en la ciudad. El contrato social y los términos sobre los cuales se levantaba, no se construía ni se legitimaba sin la participación de los pobladores.

En esta aspiración por un lugar en la ciudad, los pobladores de este siglo XXI parecieran no diferenciarse de sus antecesores. Sin embargo, sus relatos dejan entrever tres elementos distintivos de lo que fueron los viejos actores populares de mediados del siglo XX. Uno, la debilidad de su adscripción de clase (obrera, popular) y la consecuente fragmentación de sus identidades; dos, la percepción generalizada de vivir en una sociedad estamental, en la que la desigualdad y la intolerancia tienden a imponerse; y, tres, estrechamente ligado a los dos anteriores, una acción fragmentada que se debate entre la resistencia, la sumisión, y progresivamente, el estallido contra un Estado que los niega en el reconocimiento a sus derechos.

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Tal vez en estos tres grandes rasgos residan algunas de las características más importantes considerando la tradición comunitaria y de lucha social del mundo poblacional en el Chile actual. Estas tres dimensiones colocan, por tanto, la pregunta por los términos sobre los cuales se deberá construir y redefinir un pacto o un contrato social acorde a las aspiraciones de los más excluidos de nuestra sociedad.

La identidad fragmentada2

La pérdida y debilitamiento de los viejos referentes identitarios que daban vida y cuerpo a la clase obrera parecieran ser una evidencia que se impone en nuestras sociedades neoliberales. Junto a los viejos referentes identitarios, el relato de las luchas obreras y poblacionales pareciera ir quedando relegado a la nostalgia de unos y en el olvido de otros… En contextos de desigualdad como el nuestro y de frágil integración social respecto de los modelos de modernidad, los actores poblacionales no sólo están ausentes del escenario y el debate público, sino también enfrentan dificultades para definir principios identitarios y sentidos que los unifiquen en su accionar. La vida en las villas y poblaciones de este siglo XXI nos muestra que las identidades, la pertenencia, la sociabilidad y la convivencia ciudadana no siempre resisten a la fragmentación que imponen la experiencia del ghetto (que en su sentido etimológico viene de getare, arrojar a los extramuros) y del estigma que en ellos deja esta sociedad estamental (marcas con hierro candente sobre la piel del esclavo).

Pero no siempre fue así, la historia del siglo XX está plagada de ejemplos de pobladores donde el sentido de la identidad se construía justamente al calor de la lucha por un espacio en la ciudad y la sociedad, de la lucha por torcerle la mano a un Estado reticente, de la lucha contra los poderes ocultos de la sociedad; era ahí donde el orgullo de ser poblador nacía. Hoy, sin embargo, nos enfrentamos a una identidad poblacional fragmentada no sólo en términos de la continuidad y unidad de su relato, sino también de la posibilidad de su reconocimiento.

Cuando hablamos de identidades fragmentadas, lo que estamos diciendo es que los quiebres y los vacíos del discurso identitarios en el mundo poblacional parecieran ser profundos: entre padres e hijos, entre vecinos y vecinas, entre obreros y estudiantes, entre el viejo trabajador y la joven vendedora del mall… el relato poblacional contiene trizaduras, de olvidos y silencios, a veces profundos. Un discurso fragmentado, deshilado, nos advierte Levi Strauss3, es un discurso que pierde su fuerza de larga duración y con ello también la fuerza de penetrar y de imponerse al discurso de un poder y un Estado que domina desde su invisible presencia.

“Los hombres son más los hijos de su tiempo que de sus padres” decía el historiador Marc Bloch. Esto ha sido siempre cierto, pero tal vez hoy lo sea más que nunca, en tiempos de transformaciones vertiginosas y desigualdades crecientes entre los mismos hombres. Hay una memoria que ha quedado rezagada, perdida en el vacío de los espacios poblacionales, doblemente desheredados: del legado de sus ancestros, y de las promesas de la modernidad contemporánea.

2 Ver proyecto de investigación de la autora, Identidad y Comunidad: Historias de barrios del Gran Santiago 1950 -2000. Fondecyt 1050031.

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Un relato fragmentado es también un relato que pierde unidad. En contextos de fuerte segregación, ghettización y desigualdad, la diversidad de elementos identitarios, más que constituir un recurso, un capital social, simbólico, económico, pareciera ser un impedimento para que este relato pueda constituirse como tal. Los fragmentos prevalecen por sobre la unidad. El desconcierto de las identidades es el desconcierto de la cultura y el accionar poblacional: “Antes sabíamos por qué luchar”, decía una pobladora para referirse a tiempos pasados. Hoy pareciera ser que lo que se pone en juego, es justamente la capacidad de historicidad de estas identidades poblacionales.

Y cuando los fragmentos son más que la totalidad, el mosaico tendrá dificultades para componerse; y por cierto para ser re-conocido en toda su magnitud. Des-calificación, des-conocimiento se han transformado en componentes centrales a la experiencia de la alteridad de estas identidades des-concertadas del mundo poblacional. Distancia subjetiva y social profunda, con un Estado y una sociedad que los fija en su condición de excluidos y asistidos, de parias4 de los extramuros de la ciudad. No hay disciplina más eficaz dice Michel Foucault, que aquella que distribuye y ordena a los individuos en el espacio. Y así ha sido y así continúa siendo desde el nacimiento de la República, desde el camino de cintura que separa el Santiago propio del Santiago impío y plebeyo; esfuerzo civilizatorio del espacio popular urbano que se reactualiza una y otra vez en las fronteras de la ciudad. Extramuros de la sobrevivencia, la descalificación y negación de los derechos, a los que por décadas el movimiento poblacional resistió.

En este universo social de la descalificación y vulnerabilidad, el campo de lo posible, de lo imaginable, ciertamente se estrecha. El pensamiento y las posibilidades de sí mismo, pueden reducirse –como ocurre entre los más marginales apostados en las salas de espera de cada municipio– simplemente a su más mínima expresión, a la banalidad de la sobrevivencia del día a día. Sobre este fondo de déficit identitario, no puede sino instaurarse entonces un proyecto pragmático y defensivo para preservar y asegurar lo que de sí mismo persiste y resiste. La sumisión voluntaria a este Estado omnipresente e impenetrable de la que nos hablaba Etienne de La Boetie5 surge para algunos como la única salida posible; para otros la rabia y el estallido contra lo que más duele, los iguales.

Una sociedad estamental y desigual

En la última década, Chile experimentó un crecimiento económico sostenido , con avances sustantivos en la reducción de la pobreza. La primera parte de la década de los noventa, muestra cifras positivas en cuanto a crecimiento económico, empleo y en especial, al ritmo de reducción de la pobreza. En la actualidad, Chile es uno de los cuatro países latinoamericanos con menor incidencia de la pobreza. Hoy, sin embargo, los grandes problemas que afectan a los más pobres no son la falta de techo, el hambre, el abandono institucional o el analfabetismo, sino la fuerte vulnerabilidad en sus trayectorias de movilidad. La única encuesta panel realizada en Chile entre los años 1996-20016 para un conjunto de familias pobres e indigentes, nos confirma que la vulnerabilidad se ha vuelto un rasgo sustancial a la

3 L´Identité, PUF, Paris, 1998.4 Wacquant, L. 2001, Parias Urbanos, Manantial, Buenos Aires.5 Le discours de la servitude volontaire, 2002, Payot, Paris.6 Ministerio de Planificación y Cooperación en Chile, 2002.

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comprensión de la pobreza en nuestro país. Desde la perspectiva de esta encuesta, la vulnerabilidad se entiende como el riesgo que tiene un hogar hoy de caer en la pobreza mañana. En efecto, la encuesta panel nos entrega claras evidencias del fenómeno de rotación de la pobreza que, lejos de constituir una situación estable y que afecte a los mismos hogares y personas, presenta un alto dinamismo7.

Junto a la mayor vulnerabilidad de las familias chilenas, estudios cualitativos sugieren que una buena parte de las certezas se han vuelto obsoletas8 . En esta década, el viejo imaginario mesocrático y equitativo da paso a uno donde la desigualdad toma fuerza9. El origen socioeconómico de las familias sigue siendo definitorio en el destino social de las personas; estudiar en escuelas públicas y vivir en comunas pobres es por cierto un factor de discriminación en términos de los ingresos a alcanzar.

La acción fragmentada

Si la acción y la lucha concertada frente a la desigualdad y la marginalidad constituían el principal capital del mundo poblacional, hoy la precariedad de los referentes colectivos y las evidencias de una sociedad estamental y desigual han pasado a ser evidencias fuertes. La acción poblacional se debate entre una diversidad de principios que nos hablan de la creciente individualización y desapego de los vínculos y hábitos que “contenían” y, a la vez, protegían al mundo poblacional. Fragmentación identitaria y fragmentación de su accionar que probablemente se encuentra a la base de los enfrentamientos y el malestar que vemos (y tal vez seguiremos viendo surgir) al interior del mismo mundo poblacional.

La resistencia nostálgica, la sumisión y el reclamo, la lucha individual o el estallido enrabiado amenazan hoy por eclipsar toda acción concertada. La vieja lucha por el derecho por un lugar en la ciudad se ha transformado progresivamente en la lucha interna a un lugar en los estrechos márgenes del propio ghetto. Es en esta trastienda poblacional que la disputa, como en el juego de espejos, termina por volverse sobre sí mismos; el poblador que obtuvo su vivienda (tal vez en un juego de sumisiones y pragmatismo) se vuelve a menudo en el único adversario visible y posible, en el enemigo interno contra el que estallará la rabia contenida de sus iguales. Hechos como los ajustes de cuentas entre pandillas de jóvenes y bandas de micrográfico, pueden terminar por socavar los cimientos que décadas de historia y lucha común le valieron a punta de convicción y también de sangre, el

7 Concretamente así como un 11% de los hogares chilenos salieron de la indigencia y de la pobreza entre 1996 y el 2001, un 9% cayó en la indigencia y la pobreza en el mismo período. Es evidente, entonces, que a pesar de que el nivel de pobreza en Chile ha disminuido, la vulnerabilidad es muy alta; y que las políticas sociales enfrentan dificultades para enfrentar esta realidad.8 Un estudio de la Universidad de Chile (2004) demuestra que el origen socioeconómico continúa siendo determinante en el monto de los ingresos. El desempeño académico no tiene ingerencia en el logro de movilidad social, por el contrario el origen familiar, la escuela y la comuna parecen ser determinantes al momento de definirse los ingresos. Núñez J. y C.Risco, Movilidad intergeneracional el ingreso en un país en desarrollo: El caso de Chile, Doc. Trabajo 210, U. de Chile, 2004.9 En un estudio realizado por Mideplan (2000) sobre las percepciones culturales de la desigualdad se señala: Un 63% de los encuestados piensa que la desigualdad es un mal inherente a las relaciones sociales, que afecta a toda la sociedad y que tenderá a existir siempre; siendo su efecto principal la destrucción de la solidaridad. Provoca consecuencias en el plano colectivo, genera la desunión del país o crisis de comunidad; y en el plano individual, provoca pobreza espiritual, frustración y angustia. Respecto del futuro, solo un 13% de los encuestados cree que el crecimiento económico eliminará la pobreza en veinte años, en tanto 60% cree que la distancia entre pobres y ricos se agranda de modo que habrá más pobres en veinte años más.

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reconocimiento y el respeto al mundo poblacional.

Ciudadanía y las formas del contrato social

En la construcción y génesis de estas múltiples identidades, no sólo se conjuga una cierta idea de lo que es la pobreza, la vida del pobre, sino también de aquello que se espera del Estado, de la sociedad y de sí mismo, en tanto poblador. Esto es, de la figura del contrato social, en su más amplia acepción. El contrato social como expresión de un pacto entre ciudadanos que asegure la convivencia social.En Chile han convivido históricamente concepciones diversas de ciudadanía y de concebir e imaginar las formas del contrato social.

a) El contrato de la caridadComo aquella mujer que imploraba la ayuda pública frente a las cámaras, muchos pobladores ven aún en el Estado la posibilidad de protección que en los sistemas hacendales y semifeudales les otorgaba el patrón; y que desde el populismo latinoamericano tanto se ha reivindicado.

La apelación a la beneficencia y la caridad, esto es, a la bondad solidaria y compasiva, nos remite a una imagen premoderna y precapitalista de un Estado que protegía a los más desvalidos y estos, a través de un acto de reciprocidad, le entregaban su voto y aplauso incondicional. Noción del Estado caritativo que se incuba en las historias de reproducción de la pobreza y en lo que la antropología ha llamado “la desesperanza aprendida”; es decir, la certeza de que nada cambiará en sus vidas, hagan lo que hagan, “porque siempre ha sido

así”. De lo que se trata entonces es de sobrevivir, en lo posible, con la ayuda caritativa del Estado y la sociedad. Se reclama la ayuda, no en términos de derechos y deberes, sino simplemente como un gesto de compasión hacia su miseria. Ellos sabrán agradecer y expresar su buena voluntad hacia quien se compadezca. Trabajar el estigma, la discriminación, la mirada invalidante, despertar la compasión se transforma así en un esfuerzo permanente. La espera paciente y silenciosa en los pasillos del consultorio, en las salas de la municipalidad, en la puerta de la parroquia ocupan sus días, porque así es como se aprendió que debía ser. Más que la igualdad de derechos, más que la autonomía y el control cultural sobre lo propio y lo ajeno, como diría Bonfil10, lo que se reclama es simplemente, el cuidado de un padre todopoderoso, benévolo y caritativo.

b) El contrato de los derechosFrente a la ausencia de ciudadanía y a la naturalización de la pobreza sin embargo, históricamente los pobladores se han organizado también en sociedades de resistencia. En Chile, desde comienzos del siglo veinte hasta hoy en día, existe una larga tradición donde la solidaridad es el valor central que organiza a la comunidad de pobladores. Se presiona al Estado que reconozca los derechos de los pobres, a la vivienda, a la tierra, a la salud, a la educación… Es el ejemplo de la toma de La Victoria, paradigma de la lucha y la resistencia poblacional mancomunada. O Villa La Reina, autogestión de resistencia tutelada y de alianza

10 Bonfil Batalla, G. Lo propio y lo ajeno: una aproximación al problema del control cultural. En: Stavenhagen, Rodolfo. La cultura popular, FCE, México, 1998, pp. 79-86.

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con el Estado, pero donde los principios identitarios se compartían y orientaban la lucha por un espacio digno en la ciudad. Eran los tiempos de construcción de identidades territoriales entendidas como el ejercicio del poder de habitar.

Las comunidades de resistencia y soberanía tienen una larga tradición en Chile. Es el grupo el que se constituye en demandante de derechos. Frente a la marginalidad y la ausencia de ciudadanía efectiva, el grupo se cohesiona en torno a valores comunitarios y la solidaridad mutua que da sentido a la acción y a la vida. Aquí, es la comunidad de los desheredados la que apela a la solución y al reconocimiento de derechos.

Son aquellos pobres que sabiéndose parte de una categoría social excluida, echan mano a una memoria para romper con su condición de desafiliados. De la experiencia de trabajo comunitario y/o un pasado rural de fuerte organización y solidaridad, se extraerán los principios identitarios y de acción para resistir. Experiencia que habla de una gran capacidad de control cultural sobre sus propios destinos. El recuerdo de “batallas ganadas” con y contra el Estado y el relato épico que de allí se levanta, son la señal de la capacidad de muchos pobladores de maniobrar aún en condiciones y contextos sociales adversos. Al Estado se lo invoca sólo en cuanto contribuye al reencuentro con la sociabilidad y la comunidad de pobladores.

c) El contrato del silencioLas evidencias empíricas en Chile, sin embargo, nos indican que en la medida que se disuelven los sistemas tradicionalmente asistenciales o de beneficencia, o se debilitan y erosionan los mecanismos de resistencia comunitaria, tenderán a imponerse nuevas y más complejas formas de expresión de ciudadanía poblacional. Formas tan diversas como la participación asistida y clientelar (cooptada) que nace justamente al alero de las políticas sociales y sus recursos; o las expresiones individuales de una ciudadanía incompleta que apela a un Estado que les asegure la igualdad de oportunidades de la participación en el mercado; o simplemente, la revuelta de los desheredados, de las identidades negadas.

Solitarios y desprovistos de los vínculos de protección y resistencia poblacional, los pobladores transitan entre la nostalgia de la comunidad, el reclamo por un padre protector, el deseo de integración a las promesas emancipatorias del mercado y la rabia que silenciosamente se va encubando, agazapada en cada uno. La convivencia social y la posibilidad de definir un nuevo contrato social con y desde el mundo poblacional se debate, así, entre la privatización y el comunitarismo; entre el mercado y el Estado; entre la cooptación y la autonomía, entre la sumisión silenciosa y el estallido.

Sin embargo, más allá de las diferencias, los relatos de estos pobladores, advierten que la desigualdad y su superación siguen siendo un imperativo ético irrenunciable, porque ellas destruyen la solidaridad de la sociedad y sus comunidades; pero también el escepticismo respecto de la capacidad del Estado, de la sociedad y de cada uno para acordar y pactar una forma de convivencia social.

Es precisamente la tensión entre el imperativo ético de la igualdad y el escepticismo hacia el Estado y los actores sociales –incluido los propios-, que explica una buena parte del ambiguo pragmatismo que persiste entre estos pobladores. Sumisión, repliegue, silencio y pragmatismo

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11 Cuerpo y sangre de la política: La construcción histórica de las Visitadoras Sociales Chile, 1887-1940, Lom, 2007.12 La Piedad y la Horca: Historia de la caridad y la miseria en Europa. 1989. Alianza Universitaria. Madrid.

forman parte de la misma cara de la dominación moderna. “Rascarse con las propias uñas”, valerse por siímismo, surgen como mecanismos defensivos de una desesperanza aprendida. La experiencia chilena nos muestra con gran claridad que toda relación de ayuda y asistencia, es siempre una relación problemática que transita de manera ambigua entre el discurso por los derechos y las evidencias de su dominación.

Los efectos paradojales de este Estado moderno y sus políticas sociales están a la vista. La idea de que la pobreza es un mal inevitable al modelo económico tiende a asentarse, y con ello la naturalización de la pobreza a la manera como ocurría desde la Colonia hasta fines del siglo XIX. Pobres laboriosos y pobres peligrosos, dos formas antiguas de clasificarlos y determinar las acciones hacia ellos. A los primeros se los educa y cuida, a los segundos, a los peligrosos, se los castiga y encierra…”Orden censurante” que da cuenta no sólo de un ordenamiento económico, sino que también de una cultura pro-civilizamiento en los términos de la historiadora Maria Angélica Illanes11.

Una vuelta a la caridad o al control sancionador, sin embargo, – a la piedad o a la horca en los términos de Bronislaw Geremek12- como formas del contrato social deben ser descartadas. Ellas atentan a la dignidad e igualdad, a la historicidad del mundo poblacional. Prestar atención a las identidades fragmentadas y a las luchas poblacionales es abrir la pregunta sobre su participación e implicación en la definición de los términos bajo los cuales quisieran ejercer su ciudadanía, no una ciudadanía residual, sino plena. Levantarse como sujetos de derechos y no como sujetos de asistencia, puede no sólo hacer una gran diferencia en términos identitarios, sino también del reposicionamiento del viejo ideario popular de un contrato de la igualdad.

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ROPAVEJERO • Yennyferth Becerra

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YENNYFERTH BECERRAArtista Visual

Expositora Curatoría de Arte

P aulatinamente, dentro de mi trabajo, he ido desarrollando el cuestionamiento por la necesidad y el deseo de habitar en el individuo. Las carencias e insuficiencias del contexto social cotidiano gestan

en el hombre una inventiva constructiva, que da respuesta o que trata de resolver la interrogante de cómo sobrevivir o vivir dentro de un espacio. Un buen ejemplo de esto lo constituyen las construcciones de viviendas precarias, que a través de sus distintas soluciones, buscan resolver en menor o mayor medida no sólo un problema espacial arquitectónico de resguardo, sino que también se transforman en alternativas que complacen gustos, deseos, aspiraciones y necesidades. La solución final que se construye carga con una inventiva e ingenio que constituye una estética particular, estética donde la calidad y cualidad del material es fundamental para relacionar esa fragilidad temporal de los modelos.

Estas insuficiencias materiales las he representado en la propia materialidad constructiva de los trabajos y en el proceso de gestión para conseguir el material: así he utilizado la recolección como sistema de acumulación de material y el trueque, como recurso de intercambio. Por lo tanto, la invitación a participar de la exposición “MÍNIMO” de Un Techo

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Imágen Exposición MNBA

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para Chile representaba, por una parte, una oportunidad para insertar e inscribir mi trabajo bajo el alero de un nombre Institucional que aporta y fundamenta gran parte de los referentes que comúnmente utilizo, y por otro, significaba una instancia real de acercamiento a estos propios referentes.

Así surge “ROPAVEJERO”, una propuesta que inicialmente se articuló dentro de un recurso de intercambio bastante sistemático, pero que sin embargo, durante el transcurso de la muestra se enriqueció bajo cada situación generada in situ. La obra propuso realizar cambios materiales en el lugar, los que se realizaron mediante un sistema de trueque, método que permitió entablar un diálogo directo con el público-espectador y construir la obra con la participación activa y circunstancial durante el tiempo de exhibición.

Durante una semana en el frontis del Museo Nacional de Bellas Artes, se instaló un módulo habitacional articulado con ruedas de 2 x 3 x 3 mts., que a manera de caja desmontable, se abría y cerraba con candado diariamente. El interior de éste, fue habilitado con objetos básicos de un hogar, todos adquiridos desde el valor total y real que tiene una mediagua. Mediante previa difusión a travéz de panfletos se informó sobre los objetos que estarían a disposición para ser cambiados en la instalación: 1 florero, 1 mantel, flores plásticas, 1 panera, 2 visillo cortina, 1 calendario, 1 reloj muro, 1 radio, 6 vasos, 1 juego de sábanas de 1 plaza, 2 frazadas, 1 chal,1 peluche,1 termo de 2 litros, 1 juego de té, 1 vela candelabro San Expedito, 3 tazones,1 espejo, 1 anafre de 2 platos, 1 choapino, 1 fuente, 1 olla,1 tetera, 1 azucarero,1 lámpara, 2 sillas,1 mesa, 1 cama, 2 colchones 1 plaza, 1 plancha, 1 lechero,1 vianda, 1 cuchara de madera, 1 cucharón,1 tostador, 1 estufa, 1 juegos de servicios 24 piezas, 1 juego paños de cocina, 1 juego de 2 toallas, 1 cojín, 2 almohadas y 1 alfombra. De esta forma, el visitante trajo un objeto usado y se llevó el mismo pero nuevo.

Diariamente se abrió este mínimo espacio para compartir y exponer sus nuevas condiciones. Paulatinamente, el interior transformó su condición de vivienda precaria, estandarizada y depurada, en una situación con objetos usados y desgastados, que involucraban a un usuario, a un tiempo y a una habitabilidad que se opone a lo puro y formateado de estas construcciones seriadas y moduladas. Se articularon imágenes a manera de pequeñas escenas determinando diferentes condiciones de lugar

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que iban cambiando en el tiempo. Un lugar que se entrega como una supuesta y momentánea solución se vio cargado en su interior con un imaginario personal, que tiñe y maquilla de la forma más conveniente y particular cada hogar, para transformarlo así, en lo más estable y duradero que se pueda. Los objetos intercambiados que ingresaban cada día cargaban con la huella de los usuarios, exponían la historia personal y particular de cada visitante y, sumados al resto, construían una nueva situación particular. El total de los objetos se cambió rápidamente: dentro de los tres o cuatro primeros días ya no quedaban cosas nuevas, todas eran viejas. Unas más codiciadas que otras, más necesarias o más preciadas, pero sin duda, todas eran necesarias para construir el interior de un hogar. Se cambió desde lo más útil hasta lo más decorativo. Desde los campamentos, los pobladores se organizaron y trajeron en grupo lo más grande y difícil de cargar. A cada familia se le permitió cambiar una cosa, para dar oportunidad a todos los que querían participar. Llegó gente que vivía bajo el puente. Los días de lluvia ayudaron para generar la necesidad de una frazada o un colchón nuevo. La estufa era una de las más apetecidas, los objetos no dieron abasto frente a la demanda o a las simples ganas de tener algo nuevo “sin tener que pagar”.

“Ropavejero” fue una obra generada desde un trueque, articulada desde un recurso que permitió intercambiar objetos y experiencias bajo una noción de un valor no lógico al cambio habitual (lo nuevo por lo usado). La experiencia real superó cualquier expectativa personal frente a la obra, donde uno de los grandes desafíos era evidenciar y tensionar un gasto público, un gasto que surge para satisfacer una necesidad y falencia de la comunidad versus un gasto innecesario, que evidenciara o expusiera en cierta forma las categorías del valor, sus condiciones, lo difuso y deslimitado de estas. El conflicto entre dónde destinar los gastos; entre la necesidad y la utilidad; entre lo bien y mal gastado, significaba para muchos “malgastar dinero” de una vivienda momentánea (una solución imperante para algunos) en una “obra de arte”: una inutilidad que puede esperar para otros.

Esta obra fue una instancia que permitió valorar la temporalidad de los objetos, las condiciones que los circundan como tal, y poner en circulación cotidiana lo destinado a la obra. El antes y el después que se generó en este pequeño hito arquitectónico exterior, evidenció no sólo la participación imperante de la gente, sino también dejó al descubierto la necesidad de toda persona por construir un hogar.

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COOPERATIVA DE RENCALos Negocios Inclusivos abren un amplio mercado hacia donde crecer

por Rodrigo TorresGerente de Marketing y Comunicaciones de Masisa Chile

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A medida que las sociedades se van desarrollando, se hace más urgente buscar oportunidades para integrar al sistema social y económico a los sectores de menores ingresos, de manera que éstos no queden fuera del progreso y podamos construir una sociedad exitosa, por lo tanto, sostenible en el tiempo.

Como empresa, creemos que este es el ecosistema ideal no sólo para los ciudadanos, sino también para desarrollar negocios. En ese sentido Masisa ha decidido tomar un rol activo para la superación de esta problemática social.

Bajo esta visión, hemos identificado como un nicho de alto interés los negocios inclusivos o que integran a los sectores de bajos ingresos a la cadena de valor, por su potencial de rendimiento no sólo financiero sino también social. En América Latina el segmento de la base de la pirámide es más del 50% de la población, es decir, un amplio e inexplorado mercado hacia dónde crecer y que a la vez nos permitirá contribuir con soluciones para enfrentar la pobreza y la desigualdad.

Considerando que el negocio central de nuestra empresa es la producción de tableros de madera para la mueblería y arquitectura de interiores, en los últimos años Masisa ha enfocado el desarrollo de esta línea de proyectos a generar y/o patrocinar el microemprendimiento en el sector de la mueblería,. Esto, con el objeto de mejorar el acceso a oportunidades en esta industria, profesionalizando el sector y obteniendo a la vez una ganancia debido a la generación de una mayor demanda de productos.

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Con este objetivo hemos desarrollado varias iniciativas de la mano de distintos socios estratégicos, entre las que podemos mencionar: capacitaciones a mueblistas en gestión de negocios; apoyo para la formación de microempresas en la fabricación y comercialización de mobiliario; además del fomento al desarrollo de equipamiento para la vivienda social, a través de nuestro Concurso de Diseño para Estudiantes.

En la versión 2007 de este tradicional certamen, retomamos contacto con Un Techo para Chile (UTPCH), el año 2005 fuimos uno de los auspiciadores del concurso Minimo, el cual va en línea con nuestro concurso Masisa. El año 2007, el que se abocó a la creación de mobiliario para mejorar la calidad de vida de la vivienda social. Para dicha oportunidad, Masisa solicitó la asesoría de la Fundación, de manera de conocer realmente cuáles eran las necesidades de los habitantes de estas residencias. Además, el capellán de la institución, Padre Felipe Berríos SJ, participó como jurado del concurso, que tuvo una amplia y estimulante participación de los jóvenes.

Gracias a esta positiva experiencia, la alianza entre Masisa y UTPCH continuó con otra iniciativa que está hoy en curso y que nos enorgullece ya que nos permite contribuir al Programa Mínimo, el que gracias al esfuerzo y entusiasmo de sus gestores, ha sido pionero en la detección de una necesidad y en el desarrollo de equipamiento digno y adecuado para estas viviendas. Además, ha trasmitido a nuestro equipo empresarial importantes conocimientos para cualquier proyecto futuro que abordemos en este nicho.

Se trata de la Cooperativa de Renca, formada por mujeres de del Condominio Antumalal ubicado en la comuna. Ellas han sido capacitadas por Un Techo para Chile e Infocap para el diseño, fabricación y comercialización de muebles para las viviendas sociales de su comuna; de acuerdo a diseños elaborados en torno a las conclusiones que arrojó el Programa Minimo el año 2005. Jóvenes diseñadores, arquitectos e ingenieros, las han asesorado y ayudado a transformarse en pequeñas emprendedoras, actualmente en vías de pagar su capital semilla, gracias al equipamiento de más de 15 hogares. Masisa, ha aportado asesoría técnica y facilitado el acceso a la Red Placacentros Masisa, la cual se encuentra a lo largo del país y cuenta con un mix de productos y servicios orientados a la especialidad de mueblería, para que la cooperativa compre los materiales con facilidades de pago.

Esta experiencia, liderada por UTPCH, es un muy buen ejemplo de cómo las empresas, organizaciones sin fines de lucro y en general toda la sociedad civil, pueden colaborar y lograr desarrollar ideas rentables que a la vez ,satisfagan las necesidades de este segmento. En el caso de estas mujeres emprendedoras de Renca, hemos sido testigos de cómo han sabido sacarle partido a esta oportunidad, desarrollando competencias y autonomía para llevar adelante su negocio, al cual ven como una fuente de progreso para toda su familia, mientras que la empresa asegura nuevos clientes con un alto nivel de lealtad.

En definitiva, este es el tipo de iniciativas que queremos replicar y seguir creando, ya que estamos convencidos del potencial de crecimiento, innovación y progresos para la empresa

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a nivel global, además de aportar a mejorar la calidad de vida de aquellos que han tenido menos oportunidades.

Por esta razón, esperamos seguir reforzando nuestra alianza con UTPCH, ya que como empresa sabemos que es vital la colaboración y el aporte de instituciones como ésta, con competencias distintas a las nuestras, para poder llevar a cabo este tipo de negocios que generan un bienestar integral. Por eso, quiero también aprovechar esta instancia, para invitar a otros actores de la sociedad a que se sumen a este propósito y piensen de qué manera podemos generar alianzas para el desarrollo de nuevos proyectos.

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1000 Alumnos, 30 comunidades, más de 20 docentes,

pensando en el “Otro Chile”.

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• Nombre Proyecto: Electrobox• Alumnos: Maria Serrano + Nikolas Julio + Martín Bruna + Diego Gómez + Maximiliano Cortes

+ Manuel Bravo + Ignacia Galaz + Fabián Guerra + Juan Pablo Silva + Tomas Duran

• Profesor: Claudio Fernández• Universidad: Pontificia Universidad Católica de Chile• Curso: Desafíos de la Ingeniería 1er año - Ingeniería Civil• Año: 2008• Comunidad: Campamento Transitorio lo Espejo

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Tapagotera• Alumnos: Ignacio Cortés + José Luis Dominguez + Daniel Heinsohn + Camila Herrera + Federico Huneeus + Pedro Hurtado + Paula Ochsenius + Sebastián Ramírez + Camilo Vargas (tutor)• Profesor: Rosita Jünemann• Universidad: Pontificia Universidad Católica de Chile• Curso: Desafíos de la Ingeniería 1er año - Ingeniería Civil• Año: 2008• Comunidad: Esperanza y Fe, RM

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Iluminación LED• Alumnos: Sebastián Becerra + Victoria Martínez + Constanza Olea + Patricia Campos + Esperanza Martínez + Betsabé Ortiz • Profesor: Felipe Aballay + Rebeca Silva• Universidad: Universidad de Chile• Curso: Taller 2o año - Diseño Industrial• Año: 2007• Comunidad: Campamento Fundo El Provenir - Pudahuel

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Lavaplatos• Alumnos: Gonzalo Márquez + Flavia Arredondo + Javiera Montes de Oca

• Profesor: Felipe Moreno• Instituto: Duoc UC Viña del Mar• Curso: Taller 3er año - Diseño Industrial• Año: 2007• Comunidad: Campamento Mar Azul - Quintero - V Región.

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Conectividad• Alumnos: Askan Straume• Profesor: Jaime Galleguillos• Instituto: DuocUC – Viña dC• Curso: Taller de Titulación, Diseño Industrial• Año: 2008• Comunidad: Villa Don Vicente - Puente Alto

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Repisa Pack• Alumno: Maite Otondo• Profesores: Constanza Miranda + Julián Ugarte• Universidad: Pontificia Universidad Católica de Chile• Curso: Taller de Mercado 4to año - Diseño• Año: 2007• Comunidad: Villa Padre Hurtado - Pudahuel

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Mochila Omenta• Alumno: Marten Brëgstom• Profesores: Constanza Miranda + Julián Ugarte• Universidad: Pontificia Universidad Católica de Chile• Curso: Taller de Mercado 4to año - Diseño• Año: 2007• Comunidad: Villa Padre Hurtado - Pudahuel

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PROTOTIPOS

• Nombre Proyecto: Silla Pallet• Alumno: Cristóbal Contreras• Profesores: Mauricio Léniz+Claudia Paublo+Rodrigo Ebner• Universidad: Universidad Diego Portales• Curso: Diseño Inustrial II• Año: 2007• Comunidad: Parcela 4 - Proyecto Las Margaritas - Renca

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"Un Techo para Chile

ha exportado su modelo

solidario a otros países

de Latinoamérica bajo el

nombre de Un Techo para

mi País; ONG que tiene

la misión de implementar

el modelo de trabajo

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en todos los países de

Latinoamérica, con más

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trabajando por los más

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.La mejor manera de dar cierre a este libro es agradeciendo a todos quienes han hecho posible generar una nueva línea de investigación dentro de Un Techo para Chile, la cual nos permite conectarnos a diversas redes académicas y productivas.

Nos hemos dado cuenta que el buen desarrollo de objetos de diseño permiten mejorar radicalmente la calidad de vida tanto en viviendas temporales de campamentos como en viviendas definitivas. Así mismo, hemos constatado que la participación de las nuevas generaciones de diseñadores, arquitectos, constructores e ingenieros con las familias más desprotegidas del país, permiten involucrarlas para realizar investigaciones concretas que atacan problemas reales y generan ideas de diseño para mejorarlos.

han abierto las puertas para conocer los problemas que queremos atacar y han pasado a ser parte integral de cada proyecto que se presenta en esta publicación, luego, a todos los voluntarios que hicieron posible poner en marcha el programa el año 2005, grupo al cual se sumaron los miles de estudiantes que están trabajando con nosotros desde el año 2007 hasta ahora, a todos los profesores que se han involucrado y forman parte del equipo MINIMO y a todos los que aportaron con sus escritos para dar forma a este libro.La invitación es a seguir estudiando e involucrando disciplinas en esta nueva línea de investigación, es a otorgar nuevas herramientas y posibilidades a los pobladores para que superen su condición y vivan bajo condiciones de buena calidad, en que sus viviendas respondan con excelencia en el tiempo.

Aprovechamos de dedicarle el libro a Tomás Lillo, voluntario de Un Techo para Chile que nos dejó a principios de este año y que, sumado a su participación activa en el Programa MINIMO, estuvo a cargo de las instalaciones iniciales del proyecto de vivienda definitiva en Juan Fernández.

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COLABORACIONESM I N I M O

Albert TidyAlejandra BarreraAlejandra RasseAlejandra SánchezAlejandro AravenaAlicia VillarrealAlvaro BenítezÁlvaro RojasAna CaroAndrea CifuentesAndrea DíazAndrea HerreraAndrés PardoAndrés VillelaÁngeles GajaníAngélica PérezAntonia PeónAskan StraumeAsunción DukeBenjamín DíazCarlos CartesCarlos NavarreteCarmen BordeauCarmen Gloria TroncosoCarolina CarrascoCarolina IpinzaCarolina MossoCecilia CastroChristian AlcotaClaudia AyalaClaudia de PaubloClaudio FernándezConstanza MirandaConsuelo FuentesCristián BrionesCristián OlivosCristián RojasCristián SanhuezaCristóbal NogueraDaniel GarcíaDaniel Guerrero

Diego CórdovaDon PaulFabián TodorovicFelipe AballayFelipe AranguizFelipe MorenoFernando MarínFrancisca MárquezFrancisco LorcaFrancisco SabatiniGabriel LagosGabriela ManziGabriela MattaGonzalo CáceresHéctor TorresHernán GarfiasHugo PohlItalo RossiIván ValenzuelaJaime GalleguillosJanio ThomasJaviera BonichJessica OsandónJonathan HolmesJorge AtriaJosé AstrozaJosé BengoaJosé Manuel AhumadaJosé Manuel AllardJosé SpichigerJosefa GarcíaJosefina ValdésJuan Carlos JeldesJuan Ignacio EyzaguirreJuan Pablo BascurJuan Pablo LuarteKatherine RahalLegua YorkLuis Arturo HeviaMacarena LetelierMacarena Moral

Manuel MatteuciMarcela LetelierMarcela RamírezMarcia RuizMarcos GarcíaMargarita HantkeMargarita MartínezMargarita Ruiz TagleMari Carmen Galmez María Jesús ZañartúMaría José GonzálezMaría Paz IzquierdoMaría ZavalaMariana YoungMario Antonio OviedoMario DuránMario GarcésMario UbillaMartin RosMauricio LénizMauricio PezoMiguel Ángel MuñozMilan IvelicMirko SalfateMónica PérezOrlando MartínezOscar SandovalPablo FuentesPablo IvelicPablo MartínezPablo MoreiraPablo VidalPaola AzócarPatricio ArayaPatricio DomínguezFrancisco Papas FritasPaula MenesesPilar AbiusoPilar del RealRainaldo EscobarRaúl Menibar

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Rebeca SilvaRenata GonzálezRicardo BaezaRicardo CarrascoRicardo LangRicardo TapiaRicardo ViverosRoberto DelpianoRodrigo BeríosRodrigo CofréRodrigo EbnerRodrigo FajardoRodrigo HidalgoRodrigo ReyesRodrigo TorresRosa BritoRosita FuenzalidaRosita JünemannSergio AlfaroSergio Díaz GarcíaSergio EspinozaSofía Von EllrrichshausenSoledad de la FuenteSusana AravenaTomás CárdenasTomás LilloVerónica MiquénVíctor OddóVictoria PazVirimary CepedaXimena SchnaidtYasna ÁlvarezYenniferth BecerraZaire

Todos los pobladores y alumnos que han participado desde el 2005 en el Programa MÍNIMO

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