Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

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CÓD (http://cod La C Esta noche se cumplen decidido que ha llega acontecimientos de los qu Robbia y yo, Jeremy Bel historia es para to Quién sabe si aún estás a INTRODUCCIÓ 1985. Francia. Un genio Anthea, trabajan en un como Cartago. Cuando Cartago no es el de prot arma mortal, decide aba consecuencias irreversi Unos misteriosos indivi cambio, logra ponerse a una larga huída, encuen academia Kadic, en Fra continúa a escondidas c Allí, en los subterráneo construye un superorde DIGO LYOKO 4EVER digolyoko4ever.blogspot.com/ ) Ciudad Sin Nombre Jeremy Belpois PRÓLOGO n diez años exactos desde la primera vez qu ado el momento de contarlo, de revelar los ue fuímos testigos Yumi Ishiyama, Ulrich St lpois. Y Aelita, naturalmente. No pasa un so piense en Aelita. Esta odos ellos, mis amigos. Pero sobre todo es la escucha... Jeremy ÓN o científico llamado Waldo Schaeffer y proyecto internacional de alto secreto c Waldo descubre que el verdadero obje teger a los países del mundo, sino crear andonar el proyecto. Esa decisión tendr ibles. iduos secuestran a Anthea Schaeffer. W a salvo junto con su hija de tres años, A ntra trabajo como profesor de ciencias e ancia, y bajo el nombre falso de Franz H con sus experimentos. os de una vieja fábrica, no muy lejos de enador e inventa un mundo virtual llam ue la vi, y he s increíbles tern, Odd Della olo día que no para ti. y su mujer, conocido etivo de r una nueva Waldo, en Aelita. Tras en la Hopper el colegio, mado Lyoko,

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Segundo libro de la saga de cuatro libros de la serie animada francesa CODE LYOKO

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CÓDIGO LYOKO 4EVER

(http://codigolyoko4ever.blogspot.com/

La Ciudad Sin Nombre

Esta noche se cumplen diez años exactos desde la primera vez que la vi, y he decidido que ha llegado el momento de contarlo, de revelar los increíbles

acontecimientos de los que fuímos testigos Yumi Ishiyama, Robbia y yo, Jeremy Belpois. Y Aelita, naturalmente. No pasa un solo día que no

historia es para todos ellos, mis amigos. Pero sobre todo es para ti.Quién sabe si aún estás a la escucha...

INTRODUCCIÓN 1985. Francia. Un genio científico llamado Waldo Schaeffer y su mujer, Anthea, trabajan en un proyecto internacional de alto secreto conocido como Cartago. Cuando Waldo descubre que el verdadero objetivo de Cartago no es el de proteger a los países del mundo, sino crear una nueva arma mortal, decide abandonar el proyecto. Esa decisión tendconsecuencias irreversibles.Unos misteriosos individuos secuestran a Anthea Schaeffer. Waldo, en cambio, logra ponerse a salvo junto con su hija de tres años, Aelita. Tras una larga huída, encuentra trabajo como profesor de ciencias en la academia Kadic, en Francia, y bajo el nombre falso de Franz Hopper continúa a escondidas con sus experimentos.Allí, en los subterráneos de una vieja fábrica, no muy lejos del colegio, construye un superordenador e inventa un mundo virtual llamado Lyoko,

CÓDIGO LYOKO 4EVER

http://codigolyoko4ever.blogspot.com/)

La Ciudad Sin Nombre

Jeremy Belpois

PRÓLOGO

Esta noche se cumplen diez años exactos desde la primera vez que la vi, y he decidido que ha llegado el momento de contarlo, de revelar los increíbles

acontecimientos de los que fuímos testigos Yumi Ishiyama, Ulrich Stern, Odd Della Robbia y yo, Jeremy Belpois. Y Aelita, naturalmente. No pasa un solo día que no

piense en Aelita. Esta historia es para todos ellos, mis amigos. Pero sobre todo es para ti.

Quién sabe si aún estás a la escucha...

Jeremy

INTRODUCCIÓN

1985. Francia. Un genio científico llamado Waldo Schaeffer y su mujer, an en un proyecto internacional de alto secreto conocido

como Cartago. Cuando Waldo descubre que el verdadero objetivo de Cartago no es el de proteger a los países del mundo, sino crear una nueva arma mortal, decide abandonar el proyecto. Esa decisión tendrá consecuencias irreversibles. Unos misteriosos individuos secuestran a Anthea Schaeffer. Waldo, en cambio, logra ponerse a salvo junto con su hija de tres años, Aelita. Tras una larga huída, encuentra trabajo como profesor de ciencias en la

c, en Francia, y bajo el nombre falso de Franz Hopper continúa a escondidas con sus experimentos. Allí, en los subterráneos de una vieja fábrica, no muy lejos del colegio, construye un superordenador e inventa un mundo virtual llamado Lyoko,

Esta noche se cumplen diez años exactos desde la primera vez que la vi, y he decidido que ha llegado el momento de contarlo, de revelar los increíbles

Ulrich Stern, Odd Della Robbia y yo, Jeremy Belpois. Y Aelita, naturalmente. No pasa un solo día que no

historia es para todos ellos, mis amigos. Pero sobre todo es para ti.

1985. Francia. Un genio científico llamado Waldo Schaeffer y su mujer, an en un proyecto internacional de alto secreto conocido

como Cartago. Cuando Waldo descubre que el verdadero objetivo de Cartago no es el de proteger a los países del mundo, sino crear una nueva

Unos misteriosos individuos secuestran a Anthea Schaeffer. Waldo, en cambio, logra ponerse a salvo junto con su hija de tres años, Aelita. Tras una larga huída, encuentra trabajo como profesor de ciencias en la

c, en Francia, y bajo el nombre falso de Franz Hopper

Allí, en los subterráneos de una vieja fábrica, no muy lejos del colegio, construye un superordenador e inventa un mundo virtual llamado Lyoko,

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ideado para servir de antídoto contra Cartago. Pero en tan sólo unos pocos años la organización para la que trabajaba consigue localizarlo.En 1994, cuando Aelita tiene doce años, Waldo Schaeffer se refugia en el mundo virtual de Lyoko junto con su hija, que está gravemapaga el superordenador que lo alimenta.Muchos años después, Jeremy Belpois estudia en la academia Kadic. Tiene trece años, pocos amigos y un talento innato para la informática. Después de descubrir la existencia de la vieja fábrica, conect

se encuentra el superordenador abandonado, y consigue volver a ponerlo en marcha. Así descubre a Aelita, que durante todos esos años ha permanecido prisionera en Lyoko, sin envejecer. Junto conYumi, Jeremy logra rematerializar a Aelita en el mundo real. A partir de ese momento, los cinco muchachos se enzarzan en una encarnizada lucha contra X.A.N.A., una despiadada inteligencia artificial que se ha apoderado de Lyoko. Con mucho esfuerzo, y después de una larga serie de increíbles aventuras virtuales, finalmente derrotan a X.A.N.A. gracias al sacrificio de Franz Hopper, que había sobrevivido durante todos esos años dentro de Lyoko en forma de esfera de energía.Ya no hay ningún peligro. O por lo menos eso parece. El 21 de diciembre, unos cuantos meses después de la derrota de X.A.N.A. y la muerte de Hopper, Aelita pierde la memoria de improviso. A causa de ello, sus amigos deciden reunirse nada más terminar las vacacionesNavidad en el chalé en el que antaño vivía para ayudarla a recuperar sus recuerdos perdidos. Los cinco muchachos empiezan a investigar acerca de los secretos de La Ermita, y llegan a descubrir una habitación oculta. En su interior hallan un mensaje grabado por el profesor que cuenta parte de su historia, aunque todavía deja sin desentrañar muchos e intrincados misterios.En su mensaje Hopper le confía a Aelita la tarea de encontrar a su madre, y le pide que custodie un colgante de oro que forma parte deregalo que Anthea y él se habían intercambiado como prenda de amor.

rvir de antídoto contra Cartago. Pero en tan sólo unos pocos años la organización para la que trabajaba consigue localizarlo.En 1994, cuando Aelita tiene doce años, Waldo Schaeffer se refugia en el mundo virtual de Lyoko junto con su hija, que está gravemente herida, y apaga el superordenador que lo alimenta. Muchos años después, Jeremy Belpois estudia en la academia Kadic. Tiene trece años, pocos amigos y un talento innato para la informática. Después de descubrir la existencia de la vieja fábrica, conectada con la escuela

mediante unos túneles subterráneos, Jeremy se encuentra el superordenador abandonado, y consigue volver a ponerlo en

Así descubre a Aelita, que durante todos esos años ha permanecido prisionera en Lyoko, sin envejecer. Junto con sus amigos Ulrich, Odd y Yumi, Jeremy logra rematerializar a Aelita en el mundo real. A partir de ese momento, los cinco muchachos se enzarzan en una encarnizada lucha contra X.A.N.A., una despiadada inteligencia artificial que se ha apoderado

on mucho esfuerzo, y después de una larga serie de increíbles aventuras virtuales, finalmente derrotan a X.A.N.A. gracias al sacrificio de Franz Hopper, que había sobrevivido durante todos esos años dentro de Lyoko en forma de esfera de energía.

ningún peligro. O por lo menos eso parece.

El 21 de diciembre, unos cuantos meses después de la derrota de X.A.N.A. y la muerte de Hopper, Aelita pierde la memoria de improviso. A causa de ello, sus amigos deciden reunirse nada más terminar las vacacionesNavidad en el chalé en el que antaño vivía para ayudarla a recuperar sus

Los cinco muchachos empiezan a investigar acerca de los secretos de La Ermita, y llegan a descubrir una habitación oculta. En su interior hallan un

bado por el profesor que cuenta parte de su historia, aunque todavía deja sin desentrañar muchos e intrincados misterios. En su mensaje Hopper le confía a Aelita la tarea de encontrar a su madre, y le pide que custodie un colgante de oro que forma parte de una pareja, un regalo que Anthea y él se habían intercambiado como prenda de amor.

rvir de antídoto contra Cartago. Pero en tan sólo unos pocos años la organización para la que trabajaba consigue localizarlo. En 1994, cuando Aelita tiene doce años, Waldo Schaeffer se refugia en el

ente herida, y

Muchos años después, Jeremy Belpois estudia en la academia Kadic. Tiene trece años, pocos amigos y un talento innato para la informática. Después

ada con la escuela

mediante unos túneles subterráneos, Jeremy se encuentra el superordenador abandonado, y consigue volver a ponerlo en

Así descubre a Aelita, que durante todos esos años ha permanecido sus amigos Ulrich, Odd y

Yumi, Jeremy logra rematerializar a Aelita en el mundo real. A partir de ese momento, los cinco muchachos se enzarzan en una encarnizada lucha contra X.A.N.A., una despiadada inteligencia artificial que se ha apoderado

on mucho esfuerzo, y después de una larga serie de increíbles aventuras virtuales, finalmente derrotan a X.A.N.A. gracias al sacrificio de Franz Hopper, que había sobrevivido durante todos esos años dentro de Lyoko en

El 21 de diciembre, unos cuantos meses después de la derrota de X.A.N.A. y la muerte de Hopper, Aelita pierde la memoria de improviso. A causa de ello, sus amigos deciden reunirse nada más terminar las vacaciones de Navidad en el chalé en el que antaño vivía para ayudarla a recuperar sus

Los cinco muchachos empiezan a investigar acerca de los secretos de La Ermita, y llegan a descubrir una habitación oculta. En su interior hallan un

bado por el profesor que cuenta parte de su historia, aunque

En su mensaje Hopper le confía a Aelita la tarea de encontrar a su madre, y una pareja, un

regalo que Anthea y él se habían intercambiado como prenda de amor.

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Mientras tanto, X.A.N.A, al que los muchachos creen definitivamente derrotado, recupera poco a poco sus energías, volviendo a la vida y poseyendo a una chiquilla americana Poco después, Eva hace su aparición en Kadic.Jeremy, Ulrich, Odd y Yumi deciden ayudad a Aelita a encontrar a su madre. Confían plenamente en lograrlo. Están convencidos de que son los únicos que conocen la historia de Hopper y Lyoko.no quedan más amenazas.Y de que X.A.N.A ya no existe. Se equivocan.

UNA CIUDAD MISTERIOSA

como caparazones azulados de marimás oscuros de los espaciopuertos. Las calles son franjas de colores que se entrecruzan y trenzan libremente entre los rascacielos. Tan sólo unas pocas naves vuelan entre un edificio y otro: es un momento tranquilo, ycasi nadie. En realidad nunca hay mucha gente por la ciudad.El muchacho brota de la nada. El aire se vuelve denso, se congela en un punto concreto, y ahí está él.Dobla dos dedos y empieza a volar. Coge velocidad. Deja que su vuelo se transforme e una picada. Aterriza sobre una de las autopistas flotantes que llevan hasta el muro, y la carretera se comba dócilmente para amortiguar el impacto. Empieza a correr: no ve la hora de encontrarse con su amiga y enseñarle los nuevos rincones de la ciudad qupor las solitarias calles, adentrarse en los parques y las pequeñas tiendas vacías donde pueden coger lo que quieran e inventarse infinitos juegos.Su amiga dice que la ciudad es estupenda, pero está desierta. Elno entiende lo que quiere decir: está él, están las inteligencias artificiales, y además está el profesor. ¿A quién más necesitarían?

Mientras tanto, X.A.N.A, al que los muchachos creen definitivamente derrotado, recupera poco a poco sus energías, volviendo a la vida y poseyendo a una chiquilla americana llamada Eva Skinner. Poco después, Eva hace su aparición en Kadic. Jeremy, Ulrich, Odd y Yumi deciden ayudad a Aelita a encontrar a su

Confían plenamente en lograrlo. Están convencidos de que son los únicos que conocen la historia de Hopper y Lyoko. Están convencidos de que ya no quedan más amenazas. Y de que X.A.N.A ya no existe.

PRÓLOGO

UNA CIUDAD MISTERIOSA

Las torres de la ciudad se despliegan ante él como caparazones azulados de mariquitas, moteados por los agujeros algo más oscuros de los espaciopuertos. Las calles son franjas de colores que se entrecruzan y trenzan libremente entre los rascacielos. Tan sólo unas pocas naves vuelan entre un edificio y otro: es un momento tranquilo, ycasi nadie. En realidad nunca hay mucha gente por la ciudad. El muchacho brota de la nada. El aire se vuelve denso, se congela en un punto concreto, y ahí está él. Dobla dos dedos y empieza a volar. Coge velocidad. Deja que su vuelo se

una picada. Aterriza sobre una de las autopistas flotantes que llevan hasta el muro, y la carretera se comba dócilmente para amortiguar el

Empieza a correr: no ve la hora de encontrarse con su amiga y enseñarle los nuevos rincones de la ciudad que ha descubierto. Le encanta volar con ella por las solitarias calles, adentrarse en los parques y las pequeñas tiendas vacías donde pueden coger lo que quieran e inventarse infinitos juegos.Su amiga dice que la ciudad es estupenda, pero está desierta. Elno entiende lo que quiere decir: está él, están las inteligencias artificiales, y además está el profesor. ¿A quién más necesitarían?

Mientras tanto, X.A.N.A, al que los muchachos creen definitivamente derrotado, recupera poco a poco sus energías, volviendo a la vida y

Jeremy, Ulrich, Odd y Yumi deciden ayudad a Aelita a encontrar a su

Confían plenamente en lograrlo. Están convencidos de que son los únicos Están convencidos de que ya

Las torres de la ciudad se despliegan ante él quitas, moteados por los agujeros algo

más oscuros de los espaciopuertos. Las calles son franjas de colores que se entrecruzan y trenzan libremente entre los rascacielos. Tan sólo unas pocas naves vuelan entre un edificio y otro: es un momento tranquilo, y no hay

El muchacho brota de la nada. El aire se vuelve denso, se congela en un

Dobla dos dedos y empieza a volar. Coge velocidad. Deja que su vuelo se una picada. Aterriza sobre una de las autopistas flotantes que

llevan hasta el muro, y la carretera se comba dócilmente para amortiguar el

Empieza a correr: no ve la hora de encontrarse con su amiga y enseñarle los e ha descubierto. Le encanta volar con ella

por las solitarias calles, adentrarse en los parques y las pequeñas tiendas vacías donde pueden coger lo que quieran e inventarse infinitos juegos. Su amiga dice que la ciudad es estupenda, pero está desierta. El muchacho no entiende lo que quiere decir: está él, están las inteligencias artificiales, y

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Al pensar en el profesor, el muchacho advierte un sutil sentimiento de culpabilidad: el profesor no quiere que aque es un desperdicio de energía. Pero su amiga tiene esa forma y él quiere parecérsele, por lo menos un poco. Aunque luego, a lo mejor, vuelva a transformarse para ella, puede que en una de esas criaturas pequeñas que ella llama <<pajaritos>>, y que le hacen reír. La calzada se mueve, inclinándose ante el muchacho. La áspera superficie se vuelve lisa y transparente como el cristal. Empieza a patinar. Llega hasta el suelo de un salto. Echa a correr de nuevo.La inteligencia artificial del tráfico peatonal aparece de golpe delante de él. Es un larguirucho metálico con tres ojos verticales y luminosos. Unos rojo. Uno ámbar. Uno verde.Le bloquea el camino con una mano huesuda, y el ojo que está encendido es el de más arriba, el rojo oscuro. En cuanto lo reconoce, el que se enciende es el ojo amarillo.-Señor, está sobrepasando el límite de velocidad permite pedirle que aminore la marcha?El muchacho agita una mano delante de él: <<Autorización denegada>ojo del controlador se vuelve verde de inmediato, y la criatura se aparta para dejarle pasar. -Por supuesto, señor. Prosiga, por favor.El muchacho corre hasta que los edificios que lo rodean comienzan a fundirse en un único borrón de colores. Pega u

y aterriza de nuevo en la carretera del otro lado. Ve una I.A. de transporte de información: parece un gran huevo achatado, y se aleja a toda velocidad. Debe de ser una I.A. importantprofesor. Puede llevarlo durante un trecho.El muchacho salta sobre ella, y una débil descarga eléctrica recorre sus dedos. Apoya las manos sobre su superficie para no caerse. Primer cruce. Segundo cruce. El muchade gestión de residuos. Es un poco más lenta, pero va en la dirección adecuada. El muro es tan alto que llega hasta el cielo, y está hecho de ladrillos negros. Cada vez que el muchacho roza su superficie,

Al pensar en el profesor, el muchacho advierte un sutil sentimiento de culpabilidad: el profesor no quiere que asuma forma humana, porque dice que es un desperdicio de energía. Pero su amiga tiene esa forma y él quiere parecérsele, por lo menos un poco. Aunque luego, a lo mejor, vuelva a transformarse para ella, puede que en una de esas criaturas pequeñas que

lama <<pajaritos>>, y que le hacen reír.

La calzada se mueve, inclinándose ante el muchacho. La áspera superficie se vuelve lisa y transparente como el cristal. Empieza a patinar. Llega hasta el suelo de un salto. Echa a correr de nuevo.

rtificial del tráfico peatonal aparece de golpe delante de él. Es un larguirucho metálico con tres ojos verticales y luminosos. Unos rojo. Uno ámbar. Uno verde. Le bloquea el camino con una mano huesuda, y el ojo que está encendido

rojo oscuro. En cuanto lo reconoce, el que se enciende es el ojo amarillo. Señor, está sobrepasando el límite de velocidad –le recuerda la I.A.

permite pedirle que aminore la marcha? El muchacho agita una mano delante de él: <<Autorización denegada>ojo del controlador se vuelve verde de inmediato, y la criatura se aparta

Por supuesto, señor. Prosiga, por favor. El muchacho corre hasta que los edificios que lo rodean comienzan a fundirse en un único borrón de colores. Pega un salto, pasa por encima de

un gran puente hecho de cables entrelazados y aterriza de nuevo en la carretera del otro lado. Ve una I.A. de transporte de información: parece un gran huevo achatado, y se aleja a toda velocidad. Debe de ser una I.A. importante. Es probable que esté trabajando para el profesor. Puede llevarlo durante un trecho. El muchacho salta sobre ella, y una débil descarga eléctrica recorre sus dedos. Apoya las manos sobre su superficie para no caerse. Primer cruce. Segundo cruce. El muchacho la abandona de un salto, y cae sobre una I.A. de gestión de residuos. Es un poco más lenta, pero va en la dirección

El muro es tan alto que llega hasta el cielo, y está hecho de ladrillos negros. Cada vez que el muchacho roza su superficie, entre las yemas de sus dedos

Al pensar en el profesor, el muchacho advierte un sutil sentimiento de suma forma humana, porque dice

que es un desperdicio de energía. Pero su amiga tiene esa forma y él quiere parecérsele, por lo menos un poco. Aunque luego, a lo mejor, vuelva a transformarse para ella, puede que en una de esas criaturas pequeñas que

La calzada se mueve, inclinándose ante el muchacho. La áspera superficie se vuelve lisa y transparente como el cristal. Empieza a patinar. Llega hasta

rtificial del tráfico peatonal aparece de golpe delante de él. Es un larguirucho metálico con tres ojos verticales y luminosos. Unos rojo.

Le bloquea el camino con una mano huesuda, y el ojo que está encendido rojo oscuro. En cuanto lo reconoce, el que se

le recuerda la I.A.-. ¿Me

El muchacho agita una mano delante de él: <<Autorización denegada>>. El ojo del controlador se vuelve verde de inmediato, y la criatura se aparta

El muchacho corre hasta que los edificios que lo rodean comienzan a n salto, pasa por encima de

un gran puente hecho de cables entrelazados y aterriza de nuevo en la carretera del otro lado. Ve una I.A. de transporte de información: parece un gran huevo achatado, y se aleja a toda velocidad.

e. Es probable que esté trabajando para el

El muchacho salta sobre ella, y una débil descarga eléctrica recorre sus dedos. Apoya las manos sobre su superficie para no caerse. Primer cruce.

cho la abandona de un salto, y cae sobre una I.A. de gestión de residuos. Es un poco más lenta, pero va en la dirección

El muro es tan alto que llega hasta el cielo, y está hecho de ladrillos negros. entre las yemas de sus dedos

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y el muro brotan destellos de una luz clara. El muro lo repele. Rodea la ciudad, y el muchacho no puede sobrevolarlo ni atravesarlo. No puede dejarlo atrás. En el muro hay una única puerta, pero ahora sus grandes hojas están cerradas. El muchacho apoya en una de ellas la palma de una mano, y en una pantalla que aparece de la nada brillan durante un segundo cuatro letras. Es el nombre del muchacho, aunque él no lo sepa.La puerta se desmorona, desmenuzándose en una lluvia de polvsegundo estaba ahí, y ahora ya no queda ni rastro de ella.Al otro lado del umbral, el muchacho contempla el largo puente levadizo que se pierde en el horizonte. Flota sobre el vacío. Más allá de la ciudad no hay nada: ni un foso, ni un valle, nhacia la oscuridad. A veces el muchacho se ha imaginado cómo será atravesar ese puente, pero nunca ha pensado realmente en hacerlo. No está incluido entre sus instrucciones. Observa el puente, y sabe que su amiga verá su delgada silueta caminando con pasos amplios por ese arco flotante, y él echará a volar. Luego verá su pequeña nube de cabello rosa. Su sonrisa. Su amiga está tardando un poco, pero eso no importa. Puede esperar. La ciudad sobrevivirá un rato aunque él no esté. En cualquier caso, otras partes del muchacho están sobrevolando las pagodas, adentrándose por las alcantarillas, controlando que todo vaya bien. Sin esfuerzo, sin que él tenga que acordarse siquiera de hacerlo.Ahora su amiga está tardando mucho, y el muchacho empieza a estar preocupado. ¿Qué ha pasado? Cuando ella viene a verlo siempre es puntual.

puente infinito. De vez en cuando le parece estar viéndola, ver cómo aparece su melenita rosa, apenas un puntito, allá a lo lejos.Su amiga ya no vendrá nunca más.Pero él todavía no lo sabe.

y el muro brotan destellos de una luz clara. El muro lo repele. Rodea la ciudad, y el muchacho no puede sobrevolarlo ni atravesarlo. No puede

En el muro hay una única puerta, pero ahora sus grandes hojas están rradas. El muchacho apoya en una de ellas la palma de una mano, y en

una pantalla que aparece de la nada brillan durante un segundo cuatro letras. Es el nombre del muchacho, aunque él no lo sepa. La puerta se desmorona, desmenuzándose en una lluvia de polvsegundo estaba ahí, y ahora ya no queda ni rastro de ella. Al otro lado del umbral, el muchacho contempla el largo puente levadizo que se pierde en el horizonte. Flota sobre el vacío. Más allá de la ciudad no hay nada: ni un foso, ni un valle, ni un camino. Tan sólo el puente, tendido

A veces el muchacho se ha imaginado cómo será atravesar ese puente, pero nunca ha pensado realmente en hacerlo. No está incluido entre sus

Observa el puente, y sabe que su amiga llegará por ahí. Dentro de poco verá su delgada silueta caminando con pasos amplios por ese arco flotante, y él echará a volar. Luego verá su pequeña nube de cabello rosa. Su

Su amiga está tardando un poco, pero eso no importa. Puede esperar. La iudad sobrevivirá un rato aunque él no esté. En cualquier caso, otras partes

del muchacho están sobrevolando las pagodas, adentrándose por las alcantarillas, controlando que todo vaya bien. Sin esfuerzo, sin que él tenga que acordarse siquiera de hacerlo. Ahora su amiga está tardando mucho, y el muchacho empieza a estar preocupado. ¿Qué ha pasado? Cuando ella viene a verlo siempre es

Así que espera, y sigue esperando, ante ese puente infinito. De vez en cuando le parece estar viéndola, ver cómo

arece su melenita rosa, apenas un puntito, allá a lo lejos. Su amiga ya no vendrá nunca más. Pero él todavía no lo sabe.

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y el muro brotan destellos de una luz clara. El muro lo repele. Rodea la ciudad, y el muchacho no puede sobrevolarlo ni atravesarlo. No puede

En el muro hay una única puerta, pero ahora sus grandes hojas están rradas. El muchacho apoya en una de ellas la palma de una mano, y en

una pantalla que aparece de la nada brillan durante un segundo cuatro

La puerta se desmorona, desmenuzándose en una lluvia de polvo. Hace un

Al otro lado del umbral, el muchacho contempla el largo puente levadizo que se pierde en el horizonte. Flota sobre el vacío. Más allá de la ciudad no

i un camino. Tan sólo el puente, tendido

A veces el muchacho se ha imaginado cómo será atravesar ese puente, pero nunca ha pensado realmente en hacerlo. No está incluido entre sus

llegará por ahí. Dentro de poco verá su delgada silueta caminando con pasos amplios por ese arco flotante, y él echará a volar. Luego verá su pequeña nube de cabello rosa. Su

Su amiga está tardando un poco, pero eso no importa. Puede esperar. La iudad sobrevivirá un rato aunque él no esté. En cualquier caso, otras partes

del muchacho están sobrevolando las pagodas, adentrándose por las alcantarillas, controlando que todo vaya bien. Sin esfuerzo, sin que él tenga

Ahora su amiga está tardando mucho, y el muchacho empieza a estar preocupado. ¿Qué ha pasado? Cuando ella viene a verlo siempre es

Así que espera, y sigue esperando, ante ese puente infinito. De vez en cuando le parece estar viéndola, ver cómo

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EL HOMBRE DE LOS DOS PERROSDetestaba estar allí. Detestaba las mobligase a mudarse más o menos una vez a la semana no cambiaba ni un ápice la cuestión. Grigory Nictapolus hundió el pie en el acelerador, y la camioneta pasó de ciento setenta a ciento ochenta por hora. El motor rugísabía que podía exprimirlo hasta llegar a los doscientos veinte. Lo había trucado con sus propias manos.-Ya falta poco, chiquitines apagado que provenía de detrás de él.Giró en la siguiente salida de la autopista sin ni siquiera aminorar la marcha. Eran las tres de la madrugada. No había ni un alma por la carretera. Escogió un peaje automático y pagó en metálico, arrojando un puñado de euros en un recipiente de la máquina. La ciudad le dio bienvenida poco a poco: primero algunas casas sueltas y un grupo de naves industriales, y luego, paulatinamente, más casas, edificios, manzanas, barrios. El avión de Grigory había aterrizado aquella tarde tras un vuelo de casi once horas. En el aeropuerque sujetaba las correas de sus dos perros. Le había entregado un manojo de llaves. <<Para usted>>, le había dicho aquel hombre.Grigory no le había respondido, y se había limitado a llevarse las llaves y los perros. Había conducido sin descanso, deteniéndose sólo para que los animales se desentumeciesen las patas, y ahora tenía hambre y sed. Tenía sueño.<<Luego –se dijo-. Primero hay que acabar el trabajo>>.Llegó ante un chalé de principios de siglo, altvalla de madera. El jardín estaba cubierto de nieve, y tenía un aspecto casi salvaje. El cartel que había encima de la verja de la entrada le confirmó que se trataba de La Ermita. Grigory chasqueó los labios, pero siguió conduciendo. Ya volvería más tarde.Bordeó la carretera y después atravesó el río. Cuando estaba sobre el puente se giró con curiosidad, observando un islote que parecía a punto de hundirse bajo el peso de una fábrica abandonada. Luego volvió atrás,

EL HOMBRE DE LOS DOS PERROSDetestaba estar allí. Detestaba las mudanzas. El hecho de que su trabajo lo obligase a mudarse más o menos una vez a la semana no cambiaba ni un

Grigory Nictapolus hundió el pie en el acelerador, y la camioneta pasó de ciento setenta a ciento ochenta por hora. El motor rugía, pero aquel hombre sabía que podía exprimirlo hasta llegar a los doscientos veinte. Lo había trucado con sus propias manos. Ya falta poco, chiquitines –susurró a media voz al escuchar una gruñido

apagado que provenía de detrás de él. e salida de la autopista sin ni siquiera aminorar la

marcha. Eran las tres de la madrugada. No había ni un alma por la carretera. Escogió un peaje automático y pagó en metálico, arrojando un puñado de euros en un recipiente de la máquina. La ciudad le dio bienvenida poco a poco: primero algunas casas sueltas y un grupo de naves industriales, y luego, paulatinamente, más casas, edificios, manzanas,

El avión de Grigory había aterrizado aquella tarde tras un vuelo de casi once horas. En el aeropuerto lo esperaba su contacto, un tipo insignificante que sujetaba las correas de sus dos perros. Le había entregado un manojo de llaves. <<Para usted>>, le había dicho aquel hombre. Grigory no le había respondido, y se había limitado a llevarse las llaves y

Había conducido sin descanso, deteniéndose sólo para que los animales se desentumeciesen las patas, y ahora tenía hambre y sed. Tenía sueño.

. Primero hay que acabar el trabajo>>. Llegó ante un chalé de principios de siglo, alto y estrecho, rodeado de una valla de madera. El jardín estaba cubierto de nieve, y tenía un aspecto casi salvaje. El cartel que había encima de la verja de la entrada le confirmó que se trataba de La Ermita. Grigory chasqueó los labios, pero siguió

iendo. Ya volvería más tarde. Bordeó la carretera y después atravesó el río. Cuando estaba sobre el puente se giró con curiosidad, observando un islote que parecía a punto de hundirse bajo el peso de una fábrica abandonada. Luego volvió atrás,

dirigiéndose hacia un gran parque. Bordeó la

EL HOMBRE DE LOS DOS PERROS udanzas. El hecho de que su trabajo lo

obligase a mudarse más o menos una vez a la semana no cambiaba ni un

Grigory Nictapolus hundió el pie en el acelerador, y la camioneta pasó de a, pero aquel hombre

sabía que podía exprimirlo hasta llegar a los doscientos veinte. Lo había

susurró a media voz al escuchar una gruñido

e salida de la autopista sin ni siquiera aminorar la marcha. Eran las tres de la madrugada. No había ni un alma por la carretera. Escogió un peaje automático y pagó en metálico, arrojando un puñado de euros en un recipiente de la máquina. La ciudad le dio la bienvenida poco a poco: primero algunas casas sueltas y un grupo de naves industriales, y luego, paulatinamente, más casas, edificios, manzanas,

El avión de Grigory había aterrizado aquella tarde tras un vuelo de casi to lo esperaba su contacto, un tipo insignificante

que sujetaba las correas de sus dos perros. Le había entregado un manojo

Grigory no le había respondido, y se había limitado a llevarse las llaves y

Había conducido sin descanso, deteniéndose sólo para que los animales se desentumeciesen las patas, y ahora tenía hambre y sed. Tenía sueño.

o y estrecho, rodeado de una valla de madera. El jardín estaba cubierto de nieve, y tenía un aspecto casi salvaje. El cartel que había encima de la verja de la entrada le confirmó que se trataba de La Ermita. Grigory chasqueó los labios, pero siguió

Bordeó la carretera y después atravesó el río. Cuando estaba sobre el puente se giró con curiosidad, observando un islote que parecía a punto de hundirse bajo el peso de una fábrica abandonada. Luego volvió atrás,

e hacia un gran parque. Bordeó la

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tapia que lo rodeaba, y la camioneta empezó a moverse a paso de tortuga, avanzando entre las sombras de la noche como un jaguar al acecho. Entre los árboles podía distinguir los negros tejados de los edificios, pegados unos a otros formando una L: las aulas, las oficinas, la residencia de los muchachos. Así que ésa era la academia Kadic. Parecía más bien elegante, pensado para chavalines privilegiados, hijitos de papá. El muro acababa en una gran verja de hierro forjado que estaba cerrada y anclada en dos columnas en las que se veía esculpido el escudo del colegío. Grigory Nictapolus sonrió y bajó de la camioneta con los dos perros. Se alejaron durante unos minutos. Luego volvieron a subirse. A su vuelta, uno de los dos perros estaba tan alterado que aferró con los dientes el asiento del pasajero, arrancándole un buen pedazo del relleno. -Muy bien. Como reconocimiento del terreno nos puede valer –dijo para sí el hombre mientras acariciaba el hocico de aquella bestia. La camioneta salió del centro de la ciudad y se detuvo delante de un edificio aislado de la periferia, protegido por una valla de alambre de espino medio oxidada. Era uno de esos sitios que los adultos ni siquiera ven, y que los niños evitan de puro miedo. -Desde luego, no es de lujo –comentó Grigory en un murmullo-. El Mago podía haberme encontrado un alojamiento más conocido. Abrió la puerta de la alambrada con las llaves que le había pasado su contacto en el aeropuerto, aparcó sobre la alta hierba e hizo bajar a los perros. Eran dos enormes rottweilers, fuertes y agresivos. Adiestrados para el ataque. Se llamaban Aníbal y Escipión. Grigory Nictapolus se pasó la mano por su afilada cara para sacudirse de encima el cansancio. Luego agarró las maletas de la caja de la camioneta y empezó a descargar el equipo. El cuarto de la residencia estaba helado, pero sintió las sábanas empapadas de sudor. Se había despertado oyendo ladridos de perros… igual que en su sueño. A lo mejor se estaba volviendo loca. Aelita se levantó, tiritando a causa de lo frío que estaba el suelo bajo sus pies desnudos. Se puso un jersey. Desde la ventana de su cuarto se veía el parque de la escuela, y en el cielo oscuro que anunciaba el amanecer, echándole un poco de imaginación, podía distinguir la silueta de La Ermita. El chalé en el que había vivido ella y su padre, cuando él aún estaba en este mundo. Se peinó frente al espejo la corta melenita pelirroja. Delante de sí veía a una chiquilla de trece años que parecía más pequeña, con orejeras de sueño y un rostro flaco y sobresaltado. Por un momento volvió a verse tal y como

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puntiagudas orejas de una elfa y dos franjas verticales de maquillaje dibujadas sobre las mejillas. ¿Cuál era su verdadera identidaSchaeffer, la hija de Waldo y Anthea; Aelita Stones, la falsa prima de Odd matriculada en la academia Kadic; o Aelita la pequeña elfa, la habitante del mundo virtual de Lyoko?<<Para ya de pensar en eso. Ahora Lyoko ya no existe>>.La muchacha cogió su móvil, que estaba sobre la mesilla de noche, y lo encendió. -Mmm… ¿Diga? –le respondió una voz pastosa al séptimo toque.-Soy yo. -¿Aelita? ¿Qué…? La muchacha oyó a tientas cómo Jeremy buscaba a tientas sus gafas por la mesilla de noche, se sacaba suelo. -¿Qué hora es? -¿Puedes venir a verme? Por favor.Jeremy no le respondió. Cinco minutos más tarde estaba llamando a la puerta de su amiga. Chocolate caliente. Con mucho azúcar. Antes de llegar, el muchachopasado por el distribuidor automático que había en la planta baja de la residencia y había sacado dos. Tan amable y atento como de costumbre.Jeremy probó su bebida con aire distraído. El muchacho tenía el pelo rubio y un par de gafas redondas con llana que se había puesto a toda prisa encima del pijama de franela. Parecía como si se lo hubiese robado a un hermano mayor. Y aquella expresión…-¿De qué te ríes? –le preguntó.-De la cara que traes –la mirada de Aehablaba-. Siempre estás tan serio…-¡Eso no es verdad! –protestó élazúcar… ¿Sabes? –continuó Jeremy tras unos instantes de silencioestado pensando en ello, y creo que tendrías quuna habitación doble. Así tendrías una compañera, y de noche te sentirías menos sola. Aelita tomó sus manos impulsivamente, y sacudió la cabeza.-No.

aparecía en su sueño, con el pelo rosa, las puntiagudas orejas de una elfa y dos franjas verticales de maquillaje dibujadas sobre las mejillas. ¿Cuál era su verdadera identidad? ¿Aelita Schaeffer, la hija de Waldo y Anthea; Aelita Stones, la falsa prima de Odd matriculada en la academia Kadic; o Aelita la pequeña elfa, la habitante del mundo virtual de Lyoko? <<Para ya de pensar en eso. Ahora Lyoko ya no existe>>.

ogió su móvil, que estaba sobre la mesilla de noche, y lo

le respondió una voz pastosa al séptimo toque.

La muchacha oyó a tientas cómo Jeremy buscaba a tientas sus gafas por la mesilla de noche, se sacaba las sábanas de encima y hacía caer algo al

¿Puedes venir a verme? Por favor. Jeremy no le respondió. Cinco minutos más tarde estaba llamando a la

Chocolate caliente. Con mucho azúcar. Antes de llegar, el muchachopasado por el distribuidor automático que había en la planta baja de la residencia y había sacado dos. Tan amable y atento como de costumbre.Jeremy probó su bebida con aire distraído. El muchacho tenía el pelo rubio y un par de gafas redondas con la montura negra, y llevaba un jersey de lana que se había puesto a toda prisa encima del pijama de franela. Parecía como si se lo hubiese robado a un hermano mayor. Y aquella expresión…

le preguntó. la mirada de Aelita se fue endulzando a medida que

. Siempre estás tan serio… protestó él-. Es que este chocolate tiene poco

continuó Jeremy tras unos instantes de silencioestado pensando en ello, y creo que tendrías que hacer que te trasladen a una habitación doble. Así tendrías una compañera, y de noche te sentirías

Aelita tomó sus manos impulsivamente, y sacudió la cabeza.

aparecía en su sueño, con el pelo rosa, las puntiagudas orejas de una elfa y dos franjas verticales de maquillaje

d? ¿Aelita Schaeffer, la hija de Waldo y Anthea; Aelita Stones, la falsa prima de Odd matriculada en la academia Kadic; o Aelita la pequeña elfa, la habitante del

ogió su móvil, que estaba sobre la mesilla de noche, y lo

le respondió una voz pastosa al séptimo toque.

La muchacha oyó a tientas cómo Jeremy buscaba a tientas sus gafas por la las sábanas de encima y hacía caer algo al

Jeremy no le respondió. Cinco minutos más tarde estaba llamando a la

Chocolate caliente. Con mucho azúcar. Antes de llegar, el muchacho había pasado por el distribuidor automático que había en la planta baja de la residencia y había sacado dos. Tan amable y atento como de costumbre. Jeremy probó su bebida con aire distraído. El muchacho tenía el pelo rubio

a montura negra, y llevaba un jersey de lana que se había puesto a toda prisa encima del pijama de franela. Parecía como si se lo hubiese robado a un hermano mayor. Y aquella expresión…

lita se fue endulzando a medida que

. Es que este chocolate tiene poco continuó Jeremy tras unos instantes de silencio-, he

e hacer que te trasladen a una habitación doble. Así tendrías una compañera, y de noche te sentirías

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-¿Por qué? Desde que hemos vuelto a Kadic no duermes, y cuando lo consigues te despiertas en plena noche, aterrorizada.-Ya se me pasará. -¿Y las pesadillas? ¿Sigues con el mismo sueño de siempre?Aelita hizo un esfuerzo para deglutir la mitad del chocolate de único sorbo.-Más o menos –murmuró después¿Y de la foto aquella con esas montañas que se ven desde la ventana?

Navidad, Aelita, sus amigos y él se habían reunido en La Ermita para pasar un día juntos y ayudarla a recuperar la memoria de algunos acontecimientos del pasado.En el sótano del chalé habían descubierto una habitación oculta y un misterioso vídeo que había dejado allí el profesor Hopper, el padre Aelita. El muchacho lo había visto ya por lo -En el sueño –prosiguió Aelitatrabajando, y mamá, en su habitación. Sólo que luego…-Sólo que luego tu madre desaparece -Sí. Yo corro a su alcoba y me encuentro eel cristal de la ventana roto, su ropa desperdigada por el suelo y pisoteada… Y siento como si hubiese alguien más conmigo. En casa. Está cerca, y respira fuerte. Tengo miedo de que me coja y me…-Tranquilízate, Aelita. El bastante. Eso no son más que imaginaciones tuyas.-Te equivocas –le replicó la muchacha a su amigo mientras lo miraba directamente a los ojos-que había borrado. Y deenorme, negro, con el morro manchado de sangre. Ha empezado a perseguirme. Me he despertado poco antes de que me mordiese… y me ha parecido oír unos perros que ladraban en el jardín, justo debajo de la ventana de mi cuarto. Jeremy le tomó la mano. Estaba fría en comparación de la suya. Aelita se sonrojó. -¿Y ahora qué hacemos? -Vámonos a desayunar volver un momento a mi cuarto.-¿Para qué?

¿Por qué? Desde que hemos vuelto a Kadic no duermes, y cuando lo despiertas en plena noche, aterrorizada.

¿Y las pesadillas? ¿Sigues con el mismo sueño de siempre? Aelita hizo un esfuerzo para deglutir la mitad del chocolate de único sorbo.

murmuró después-. ¿Te acuerdas del vídeo de mi ¿Y de la foto aquella con esas montañas que se ven desde la ventana?

Jeremy asintió. Al final de las vacaciones de Navidad, Aelita, sus amigos y él se habían reunido en La Ermita para pasar

y ayudarla a recuperar la memoria de algunos acontecimientos del pasado. En el sótano del chalé habían descubierto una habitación oculta y un misterioso vídeo que había dejado allí el profesor Hopper, el padre Aelita. El muchacho lo había visto ya por lo menos una cien veces.

prosiguió Aelita- siempre aparece esa casa. Papá está fuera, trabajando, y mamá, en su habitación. Sólo que luego… Sólo que luego tu madre desaparece –concluyó por ella Jeremy.Sí. Yo corro a su alcoba y me encuentro el armario abierto de par en par,

el cristal de la ventana roto, su ropa desperdigada por el suelo y pisoteada… Y siento como si hubiese alguien más conmigo. En casa. Está cerca, y respira fuerte. Tengo miedo de que me coja y me… Tranquilízate, Aelita. El vídeo de tu padre debe de haberte afectado

bastante. Eso no son más que imaginaciones tuyas. le replicó la muchacha a su amigo mientras lo miraba

-. De eso nada: son recuerdos, Jeremy. Recuerdos que había borrado. Y después, de golpe, en el sueño ha aparecido un perro enorme, negro, con el morro manchado de sangre. Ha empezado a perseguirme. Me he despertado poco antes de que me mordiese… y me ha parecido oír unos perros que ladraban en el jardín, justo debajo de la

Jeremy le tomó la mano. Estaba fría en comparación de la suya. Aelita se

¿Y ahora qué hacemos? –preguntó. Vámonos a desayunar –le respondió él, riendo-. Pero antes tengo que

volver un momento a mi cuarto.

¿Por qué? Desde que hemos vuelto a Kadic no duermes, y cuando lo

Aelita hizo un esfuerzo para deglutir la mitad del chocolate de único sorbo. . ¿Te acuerdas del vídeo de mi padre?

¿Y de la foto aquella con esas montañas que se ven desde la ventana?

Jeremy asintió. Al final de las vacaciones de Navidad, Aelita, sus amigos y él se habían reunido en La Ermita para pasar

En el sótano del chalé habían descubierto una habitación oculta y un misterioso vídeo que había dejado allí el profesor Hopper, el padre Aelita.

siempre aparece esa casa. Papá está fuera,

concluyó por ella Jeremy. l armario abierto de par en par,

el cristal de la ventana roto, su ropa desperdigada por el suelo y pisoteada… Y siento como si hubiese alguien más conmigo. En casa. Está

vídeo de tu padre debe de haberte afectado

le replicó la muchacha a su amigo mientras lo miraba . De eso nada: son recuerdos, Jeremy. Recuerdos spués, de golpe, en el sueño ha aparecido un perro

enorme, negro, con el morro manchado de sangre. Ha empezado a perseguirme. Me he despertado poco antes de que me mordiese… y me ha parecido oír unos perros que ladraban en el jardín, justo debajo de la

Jeremy le tomó la mano. Estaba fría en comparación de la suya. Aelita se

. Pero antes tengo que

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-¡Pues para vestirme! No podemos presentarnos delante de los demás así, en pijama… Jeremy y Aelita se arreglaron, fueron a desayunar y luego se dirigieron juntos al patio de la escuela. Allí estaban sus más íntimos amigos, con quienes compartía el extraordinario shablaban por la noche cada vez que no lograban conciliar el sueño. Los amigos junto a los que crecer parecía menos difícil. Odd Della Robbia, con el chándal de hacer gimnasia y su absurdo peinado rubio brotando de su cabeza como una llamarada. Ulrich Stern, delgado y musculoso, apoyado contra una columna. Y Yumi Ishiyama, con el cabello corvino y totalmente liso cayéndole sobre la pálida cara y los ojos rasgados, vestida tan de negro como siempre. Yumi, la única del grupo que noen una casa no muy lejos de allí, con su hermano y sus padres, estaba

café mientras Odd y Ulrich, que estaban detrás de ella, soltaban unas risitas divertidas y confabulad-¿Y bien? ¿Qué es lo que pasa, que es tan tronchante? al acercarse al trío junto con Aelita.-¡Pff! -respondió Odd en medio de una carcajada contenidasólo que Sissi… Ulrich… Ey, pero qué caras de cansancio traéis.dado las tantas? -Esta noche también he tenido pesadillas Yumi trató de tranquilizarla.-Es por culpa de la habitación secreta de La Ermita. El vídeo de tu padre te ha alterado. La muchacha sacó su capuchino de la azúcar con una cucharilla de plástico. Era la más alta del grupo. Le sacaba un palmo largo a Ulrich. Pero era tan delgada y esbelta que ha un desconocido le habría resultado imposible imaginársela como una guerrera. Y sin embargo lo era, y de armas tomar. Fuerte y combativa. Ulrich no pudo por menos que mirarla disimuladamente.Yumi jamás dejaba traslucir sus emociones, y era bastante taciturna. Justo igual que él. Por eso se encontraban tan bien juntos. Por eso, y tal vez algo más. Ulrich apartó la mirada.

ra vestirme! No podemos presentarnos delante de los demás así,

Jeremy y Aelita se arreglaron, fueron a desayunar y luego se dirigieron juntos al patio de la escuela. Allí estaban sus más íntimos amigos, con quienes compartía el extraordinario secreto de Lyoko, con quienes hablaban por la noche cada vez que no lograban conciliar el sueño. Los amigos junto a los que crecer parecía menos difícil. Odd Della Robbia, con el chándal de hacer gimnasia y su absurdo peinado rubio brotando de su

o una llamarada. Ulrich Stern, delgado y musculoso, apoyado contra una columna. Y Yumi Ishiyama, con el cabello corvino y totalmente liso cayéndole sobre la pálida cara y los ojos rasgados, vestida tan de negro

Yumi, la única del grupo que no vivía en la residencia de estudiantes, sino en una casa no muy lejos de allí, con su hermano y sus padres, estaba

metiendo unas monedas en la máquina de café mientras Odd y Ulrich, que estaban detrás de ella, soltaban unas risitas divertidas y confabuladoras. ¿Y bien? ¿Qué es lo que pasa, que es tan tronchante? –les preguntó Jeremy

al acercarse al trío junto con Aelita. respondió Odd en medio de una carcajada contenida-. Nada, nada,

sólo que Sissi… Ulrich… Ey, pero qué caras de cansancio traéis.

Esta noche también he tenido pesadillas –se apresuró a explicar Aelita.Yumi trató de tranquilizarla. Es por culpa de la habitación secreta de La Ermita. El vídeo de tu padre te

La muchacha sacó su capuchino de la máquina expendedora y revolvió el azúcar con una cucharilla de plástico. Era la más alta del grupo. Le sacaba un palmo largo a Ulrich. Pero era tan delgada y esbelta que ha un desconocido le habría resultado imposible imaginársela como una guerrera.

embargo lo era, y de armas tomar. Fuerte y combativa. Ulrich no pudo por menos que mirarla disimuladamente. Yumi jamás dejaba traslucir sus emociones, y era bastante taciturna. Justo igual que él. Por eso se encontraban tan bien juntos. Por eso, y tal vez

Ulrich apartó la mirada.

ra vestirme! No podemos presentarnos delante de los demás así,

Jeremy y Aelita se arreglaron, fueron a desayunar y luego se dirigieron juntos al patio de la escuela. Allí estaban sus más íntimos amigos, con

ecreto de Lyoko, con quienes hablaban por la noche cada vez que no lograban conciliar el sueño. Los amigos junto a los que crecer parecía menos difícil. Odd Della Robbia, con el chándal de hacer gimnasia y su absurdo peinado rubio brotando de su

o una llamarada. Ulrich Stern, delgado y musculoso, apoyado contra una columna. Y Yumi Ishiyama, con el cabello corvino y totalmente liso cayéndole sobre la pálida cara y los ojos rasgados, vestida tan de negro

vivía en la residencia de estudiantes, sino en una casa no muy lejos de allí, con su hermano y sus padres, estaba

metiendo unas monedas en la máquina de café mientras Odd y Ulrich, que estaban detrás de ella, soltaban unas risitas

les preguntó Jeremy

. Nada, nada, sólo que Sissi… Ulrich… Ey, pero qué caras de cansancio traéis. ¿Os han

se apresuró a explicar Aelita.

Es por culpa de la habitación secreta de La Ermita. El vídeo de tu padre te

máquina expendedora y revolvió el azúcar con una cucharilla de plástico. Era la más alta del grupo. Le sacaba un palmo largo a Ulrich. Pero era tan delgada y esbelta que ha un desconocido le habría resultado imposible imaginársela como una guerrera.

embargo lo era, y de armas tomar. Fuerte y combativa. Ulrich no

Yumi jamás dejaba traslucir sus emociones, y era bastante taciturna. Justo igual que él. Por eso se encontraban tan bien juntos. Por eso, y tal vez por

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-Ha sido una suerte encontrar ese vídeo. Ahora tenemos indicios, y una nueva pista que seguir –-Todos tenemos malos sueños, Aelita demasiada importancia. Y además, ahora t¡perfecta para echarse una buena cabezadita!-No digas chorradas, Odd en marcha, o se nos va a hacer tarde.-Yo también tengo que salir pitando: control de mates que era un año mayor que los otros e iba a otro curso.-¡Hasta luego, entonces! Ulrich, Odd, Jeremy y Aelita llegaron al aula con cinco minutos de retraso y se abalanzaron adentro mientras la profesora estaba Pero se detuvieron, petrificados ante la corpulenta figura del director Delmas, que los observaba con una mirada severa desde detrás de los cristales de sus gafas. -¿Qué horas son éstas de presentarse?Jeremy trató de explicar algo, y lde que su amigo parecía paralizado. Pero no estaba mirando en dirección a Delmas. Contemplaba a otra persona que se encontraba junto al director. Una chica. No era muy alta. Llevaba el pelo rubio muy corto, y tenía tono de piel dorado y unos enormes ojos de color azul celeste. No era del

a dudas de ella. Y parecía ser que Odd había quedado tocado y hundido desde el primer vistazo.-Della Robbia, ¿a qué está esperando pdirector con su autorizado tonoLos muchachos se colocaron en sus pupitres, y la profesora se sentó tras su escritorio, sobre la cátedra. Delmas se aclaró la garganta, como solía hacer antes de un anuncio oficial.-Bueno –arrancó-, lamento que no haya conseguido llegar hace una semana, cuando empezaron las clases, pero más vale tarde que nunca, ¿no es cierto? De todas formas, chicos, me alegra presentaros a una nueva compañera que desde hoy as-Encantada –murmuró la muchacha mientras miraba fijamente a un punto imaginario en lotananza.

Ha sido una suerte encontrar ese vídeo. Ahora tenemos indicios, y una –comentó.

Todos tenemos malos sueños, Aelita –confirmó Odd-. Basta con nodemasiada importancia. Y además, ahora tenemos clase de Historia: ¡perfecta para echarse una buena cabezadita! No digas chorradas, Odd –lo acalló Ulrich-. Será mejor que nos pongamos

en marcha, o se nos va a hacer tarde. Yo también tengo que salir pitando: control de mates –lo secundó Yumi,

e era un año mayor que los otros e iba a otro curso. ¡Hasta luego, entonces! –se despidió de ella Ulrich con una sonrisa.

Ulrich, Odd, Jeremy y Aelita llegaron al aula con cinco minutos de retraso y se abalanzaron adentro mientras la profesora estaba cerrando la puerta. Pero se detuvieron, petrificados ante la corpulenta figura del director Delmas, que los observaba con una mirada severa desde detrás de los

¿Qué horas son éstas de presentarse? Jeremy trató de explicar algo, y luego se volvió hacia Odd y se dio cuenta de que su amigo parecía paralizado. Pero no estaba mirando en dirección a Delmas. Contemplaba a otra persona que se encontraba junto al director. Una chica. No era muy alta. Llevaba el pelo rubio muy corto, y tenía tono de piel dorado y unos enormes ojos de color azul celeste. No era del

colegio: Jeremy se habría acordado sin lugar a dudas de ella. Y parecía ser que Odd había quedado tocado y hundido desde el primer vistazo. Della Robbia, ¿a qué está esperando para sentarse? –lo despabiló el

director con su autorizado tono-. Venga, todos a vuestros sitios.Los muchachos se colocaron en sus pupitres, y la profesora se sentó tras su escritorio, sobre la cátedra. Delmas se aclaró la garganta, como solía hacer

de un anuncio oficial. , lamento que no haya conseguido llegar hace una

semana, cuando empezaron las clases, pero más vale tarde que nunca, ¿no es cierto? De todas formas, chicos, me alegra presentaros a una nueva compañera que desde hoy asistirá a nuestra escuela: Eva Skinner.

murmuró la muchacha mientras miraba fijamente a un punto imaginario en lotananza.

Ha sido una suerte encontrar ese vídeo. Ahora tenemos indicios, y una

. Basta con no darles enemos clase de Historia:

. Será mejor que nos pongamos

lo secundó Yumi,

se despidió de ella Ulrich con una sonrisa.

Ulrich, Odd, Jeremy y Aelita llegaron al aula con cinco minutos de retraso cerrando la puerta.

Pero se detuvieron, petrificados ante la corpulenta figura del director Delmas, que los observaba con una mirada severa desde detrás de los

uego se volvió hacia Odd y se dio cuenta de que su amigo parecía paralizado. Pero no estaba mirando en dirección a Delmas. Contemplaba a otra persona que se encontraba junto al director. Una chica. No era muy alta. Llevaba el pelo rubio muy corto, y tenía un tono de piel dorado y unos enormes ojos de color azul celeste. No era del

colegio: Jeremy se habría acordado sin lugar a dudas de ella. Y parecía ser que Odd había quedado tocado y hundido

lo despabiló el . Venga, todos a vuestros sitios.

Los muchachos se colocaron en sus pupitres, y la profesora se sentó tras su escritorio, sobre la cátedra. Delmas se aclaró la garganta, como solía hacer

, lamento que no haya conseguido llegar hace una semana, cuando empezaron las clases, pero más vale tarde que nunca, ¿no es cierto? De todas formas, chicos, me alegra presentaros a una nueva

istirá a nuestra escuela: Eva Skinner. murmuró la muchacha mientras miraba fijamente a un punto

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-¡Yo sí que estoy encantado! fuerte en medio del silencio de la clase.Todos se echaron a reír, y el muchacho se sonrojó de los pies a la cabeza. No pararon hasta que el director hizo un gesto imperativo para que se callasen. -Estoy seguro de que estás realmente encantado, Odd. Gracias por compartirlo con todos. Pues bien, Eva acaba deEstados Unidos. ¿De qué ciudad, en concreto?La muchacha miró fijamente al director, sin responderle.-Tal vez aún no entiende bien nuestro idioma sonreía con indulgenciamuy despacio las palabras.-Estados Unidos –respondió Eva sin mirarlo.Hablaba en francés con un acento muy extraño. Jeremy observó a Odd, que estaba mirando sin parpadear a Eva, embobado, con la boca entreabierta y una expresión de besugocompañero de pupitre, tuvo que darle un codazo en las costillas para traerlo de vuelta al mundo real.-Bueno –prosiguió el directormás adelante –luego volvió a dirigirseque todos vosotros acojáis a Eva con entusiasmo. No va a dormir en la residencia, ya que sus padres viven a poca distancia de aquí, pero recordad que hoy ha llegado una nueva amiga dispuesta a emprender un largo viaje… Odd se fijó en que Jeremy lo estaba mirando, y alzó los ojos al cielo, mimando con los labio <<¡Es preciosísima!>>.-… en fin, ayudadla a integrarse y dadle una calurosa bienvenida. Señor Della Robbia… no demasiado calurosa, señor hágame el favor.Otra carcajada general.

había dado tiempo. Pero de todas formas el salón ya había cambiado de aspecto. En el suelo de los obreros habían echado únicamente, muchos años antes, una capa de cemento crudo en la que ahora sperros. Aníbal y Escipión se disputaban un enorme pedazo de carne, arrancándole tiras con los colmillos.

¡Yo sí que estoy encantado! –gritó al segundo Odd, un pelín demasiado fuerte en medio del silencio de la clase.

charon a reír, y el muchacho se sonrojó de los pies a la cabeza. No pararon hasta que el director hizo un gesto imperativo para que se

Estoy seguro de que estás realmente encantado, Odd. Gracias por compartirlo con todos. Pues bien, Eva acaba de llegar con sus padres de los Estados Unidos. ¿De qué ciudad, en concreto? La muchacha miró fijamente al director, sin responderle. Tal vez aún no entiende bien nuestro idioma –dijo Delmas mientras

sonreía con indulgencia-. ¿De dónde vienes, Eva? –le preguntó, recalcando muy despacio las palabras.

respondió Eva sin mirarlo. Hablaba en francés con un acento muy extraño. Jeremy observó a Odd, que estaba mirando sin parpadear a Eva, embobado, con la boca entreabierta y una expresión de besugo estampada en el rotro. Ulrich, que era su compañero de pupitre, tuvo que darle un codazo en las costillas para traerlo de vuelta al mundo real.

prosiguió el director-, supongo que ya nos hablarás de tu ciudad luego volvió a dirigirse a la clase-. Mientras tanto, quiero

que todos vosotros acojáis a Eva con entusiasmo. No va a dormir en la residencia, ya que sus padres viven a poca distancia de aquí, pero recordad que hoy ha llegado una nueva amiga dispuesta a emprender un largo

Odd se fijó en que Jeremy lo estaba mirando, y alzó los ojos al cielo, mimando con los labio <<¡Es preciosísima!>>. … en fin, ayudadla a integrarse y dadle una calurosa bienvenida. Señor

Della Robbia… no demasiado calurosa, señor hágame el favor.

Grigory Nictapolus no había limpiado: no le había dado tiempo. Pero de todas formas el salón ya había cambiado de aspecto. En el suelo de los obreros habían echado únicamente, muchos años antes, una capa de cemento crudo en la que ahora se rebozaban sus dos perros. Aníbal y Escipión se disputaban un enorme pedazo de carne, arrancándole tiras con los colmillos.

gritó al segundo Odd, un pelín demasiado

charon a reír, y el muchacho se sonrojó de los pies a la cabeza. No pararon hasta que el director hizo un gesto imperativo para que se

Estoy seguro de que estás realmente encantado, Odd. Gracias por llegar con sus padres de los

dijo Delmas mientras untó, recalcando

Hablaba en francés con un acento muy extraño. Jeremy observó a Odd, que estaba mirando sin parpadear a Eva, embobado, con la boca entreabierta y

estampada en el rotro. Ulrich, que era su compañero de pupitre, tuvo que darle un codazo en las costillas para traerlo

, supongo que ya nos hablarás de tu ciudad . Mientras tanto, quiero

que todos vosotros acojáis a Eva con entusiasmo. No va a dormir en la residencia, ya que sus padres viven a poca distancia de aquí, pero recordad que hoy ha llegado una nueva amiga dispuesta a emprender un largo

Odd se fijó en que Jeremy lo estaba mirando, y alzó los ojos al cielo,

… en fin, ayudadla a integrarse y dadle una calurosa bienvenida. Señor Della Robbia… no demasiado calurosa, señor hágame el favor.

Grigory Nictapolus no había limpiado: no le había dado tiempo. Pero de todas formas el salón ya había cambiado de aspecto. En el suelo de los obreros habían echado únicamente, muchos años

e rebozaban sus dos perros. Aníbal y Escipión se disputaban un enorme pedazo de carne,

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Grigory había montado el equipo, e incluso había conseguido dormir un par de horas. Ahora de las paredes colgaban manojos de cables eléctricos sujetos con cinta aislante negra. Apoyados sobre el suelo había dos grandes monitores de cuarenta y dos pulgadas cada uno fabricados en China. A su alrededor tenían otras diez o doce pantallas más pequeñas. Además había instalado dos antenas parabólicas sobre el tejado de tal forma que no fuesen visibles desde la calle, y otras dos antenas más pequeñas dentro de la casa. Y luego una CB, una antena de Banda Ciudadana, típica de los radioaficionados, de baja frecuencia. Y también un escáner de frecuencias para interceptar las transmisiones de los coches patrulla de la policía, un ordenador conectado a los monitores, otros dos ordenadores desconectados de la intranet… y la conexión a internet, por supuesto. De todo lo que se había traído en la camioneta sólo quedaban tres cajas aún precintadas. Dos de ellas estaban llenas de cámaras de vídeo y micrófonos espía telefónicos y ambientales. La tercera tenía estampillada la marca de un fénix verde, y guardaba en su interior la Máquina, su valioso archivo de tarjetas de memoria. Grigory acarició con la mirada la caja de cartón y se sirvió una taza té. Usaría la Máquina sólo a su debido tiempo. El fusil automático, por su parte, estaba tirado sobre una alfombra, , junto al teclado del ordenador principal. Fusil de asalto XM8, un prototipo del ejército estadounidense que nunca entró en producción. Un bicharraco de arma. Grigory no creía que le fuesen a hacer falta armas para llevar a cabo la operación, pero lo ayudaban a concentrarse. Se sentó sobre la alfombra y reactivó el ordenador, que estaba en reposo. Los altavoces retumbaron con el sonido de la voz de una muchacha: <<… recuerdos que había borrado. Y después, de golpe, en el sueño a aparecido un perro enorme, negro, con el morro manchado de sangre. Ha empezado a perseguirme>>. Grigory no necesitaba consultar el expediente para reconocer aquella voz: Aelita Stones, alias Aelita Hopper, alias Aelita Schaeffer. Un perro. Así que la niña había conseguido oír a sus cachorritos. Tenía que acordarse de poner más ciudado. La grabación hizo una pausa. Dos o tres segundos. <<Vámonos a desayunar>>. Otra persona. El programa de reconocimiento hizo aparecer una imagen en el monitor: Jeremy Belpois.

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pero su radio de acción era habitación de la chiquilla estaría cubierta al cien por cien.El hombre ya había terminado de beberse su té cuando en la pantalla principal apareció una ventana negra: Llamada confidencial con encriptación activa. Nivel de seguridad 1. ¿Aceptar?Grigory aceptó, y en las dos pantallas gemelas apareció el busto de un hombre. Llevaba una chaqueta gris, una camisa blanca con las puntas del cuello largas, al estilo de los años setenta, y una corbata azul oscuro. En lasolapa de la chaqueta llevaba una insignia que representaba un pájaro. Un fénix verde, el símbolo de Green Phoenix. Era su jefe: Hannibal el Mago.El Mago jugueteaba con el ratón de su ordenador, haciendo tintinear contra él los anillos que le cubrían lossombrero de ala ancha escondía sus ojos y la mitad de su cara. Lo único que se lograba entrever era una mandíbula cuadrada y una boca ancha, entreabierta en una media sonrisa que dejaba adivinar dos dientes de lugar de los caninos. -Buenos días, Grigory. -Buenos días, señor. La voz del Mago sonaba profunda, distorsionada y falseada por los instrumentos electrónicos. Por mucho que trabajase con aquel sonido, Grigory sabía que jamás obtendría una señal de a-¿Ha tenido un buen viaje?-La base ya es operativa, señor todos los aparatos de aquí a mañana, incluidos los del chalé.El Mago chasqueó los labios.-Excelente. Pero tenga en mente que la vigiobjetivos. Ahora que la señal procedente de la academia Kadic vuelve a estar activa, es absolutamente prioritario recopilar nueva información.-Sí, señor. Grigory redujo la imagen de su jefe a una pequeña porción de la pantallempezó a rebuscar entre los expedientes digitales.-¿Tiene alguna preferencia, señor? ¿Por quién quiere que empiece?-Eso no es un asunto de mi incumbencia, Grigory ahora la voz del Mago parecía más fría y distanteque nuestro proyecto dé pasos adelante. Quiero papeles con la firma del profesor. Quiero códigos.

El micrófono direccional funcionaba bien, pero su radio de acción era demasiado limitado. En veinticuatro horas la habitación de la chiquilla estaría cubierta al cien por cien. El hombre ya había terminado de beberse su té cuando en la pantalla principal apareció una ventana negra: Llamada confidencial con

a. Nivel de seguridad 1. ¿Aceptar? Grigory aceptó, y en las dos pantallas gemelas apareció el busto de un hombre. Llevaba una chaqueta gris, una camisa blanca con las puntas del cuello largas, al estilo de los años setenta, y una corbata azul oscuro. En lasolapa de la chaqueta llevaba una insignia que representaba un pájaro. Un fénix verde, el símbolo de Green Phoenix. Era su jefe: Hannibal el Mago.El Mago jugueteaba con el ratón de su ordenador, haciendo tintinear contra él los anillos que le cubrían los dedos. Su rostro estaba a oscuras, y un gran sombrero de ala ancha escondía sus ojos y la mitad de su cara. Lo único que se lograba entrever era una mandíbula cuadrada y una boca ancha, entreabierta en una media sonrisa que dejaba adivinar dos dientes de

La voz del Mago sonaba profunda, distorsionada y falseada por los instrumentos electrónicos. Por mucho que trabajase con aquel sonido, Grigory sabía que jamás obtendría una señal de audio identificable.¿Ha tenido un buen viaje? La base ya es operativa, señor –le respondió Grigory-. Cuento con colocar

todos los aparatos de aquí a mañana, incluidos los del chalé. El Mago chasqueó los labios. Excelente. Pero tenga en mente que la vigilancia es tan sólo uno de sus

objetivos. Ahora que la señal procedente de la academia Kadic vuelve a estar activa, es absolutamente prioritario recopilar nueva información.

Grigory redujo la imagen de su jefe a una pequeña porción de la pantallempezó a rebuscar entre los expedientes digitales. ¿Tiene alguna preferencia, señor? ¿Por quién quiere que empiece?Eso no es un asunto de mi incumbencia, Grigory –pese a su distorsión,

ahora la voz del Mago parecía más fría y distante-. Únicamente mque nuestro proyecto dé pasos adelante. Quiero papeles con la firma del profesor. Quiero códigos.

El micrófono direccional funcionaba bien, demasiado limitado. En veinticuatro horas la

El hombre ya había terminado de beberse su té cuando en la pantalla principal apareció una ventana negra: Llamada confidencial con

Grigory aceptó, y en las dos pantallas gemelas apareció el busto de un hombre. Llevaba una chaqueta gris, una camisa blanca con las puntas del cuello largas, al estilo de los años setenta, y una corbata azul oscuro. En la solapa de la chaqueta llevaba una insignia que representaba un pájaro. Un fénix verde, el símbolo de Green Phoenix. Era su jefe: Hannibal el Mago. El Mago jugueteaba con el ratón de su ordenador, haciendo tintinear contra

dedos. Su rostro estaba a oscuras, y un gran sombrero de ala ancha escondía sus ojos y la mitad de su cara. Lo único que se lograba entrever era una mandíbula cuadrada y una boca ancha, entreabierta en una media sonrisa que dejaba adivinar dos dientes de oro en

La voz del Mago sonaba profunda, distorsionada y falseada por los instrumentos electrónicos. Por mucho que trabajase con aquel sonido,

udio identificable.

. Cuento con colocar

lancia es tan sólo uno de sus objetivos. Ahora que la señal procedente de la academia Kadic vuelve a estar activa, es absolutamente prioritario recopilar nueva información.

Grigory redujo la imagen de su jefe a una pequeña porción de la pantalla y

¿Tiene alguna preferencia, señor? ¿Por quién quiere que empiece? pese a su distorsión,

. Únicamente me interesa que nuestro proyecto dé pasos adelante. Quiero papeles con la firma del

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-Sí, señor. -Pero sobre todo quiero tener la confirmación de que ese famoso superordenador existe de verdad. La traición de hace diez años por partdel agente en el que más confiábamos fue un duro golpe. Y yo tengo la intención de tomarme mi revancha. ¿He sido bastante claro?-Como el agua, señor.

aparecido un chiquillo con el pelo rubio de punta y un perro ridícregazo. Detrás de él había dos adultos con un aspecto desagradablemente feliz y satisfecho. Un nombre parpadeó bajo la foto: Odd…-Della Robbia. Empezaré por ellos, señor.El Mago le respondió con una risa tan rechinante como un graznido.

El expediente de Waldo SchaefferOdd se metió la cuchara en la boca. Líquido caliente. Tragó. Ulrich le dio una palmada en el hombro.-Oye, pero ¿eso no es sopa de verdura?-Mmm –asintió el muchacho con expresión ausente.-Pero ¡¿qué haces?! –se entrometió Yumi, sorprendida.Ulrich se encogió de hombros: Odd debía de haberse vuelto loco… ¡siempre había odiado la verdura!En realidad la mirada de Odd andaba perdida más allá del plato que tenía delante de él, más allá de la mesa, más allá de sus amigos. Para ser exactos, andaba perdida por el otro extremo del comedor del Kadic, donde Eva Skinner acababa de acercarse al mostrador de autoservicio. Tras unos instantes de incertidumbre, Eva cogió una bandeja, imitmuchachos, pero se saltó por completo los cubiertos y los vasos. Llegó ante la cocinera, una mujerona sonriente con un inmenso delantal blanco.-¿Verdura hervida o patatas fritas?La muchacha la miró fijamente, sin responder.-¿Va todo bien? –preguntó la cocinera.

Pero sobre todo quiero tener la confirmación de que ese famoso superordenador existe de verdad. La traición de hace diez años por partdel agente en el que más confiábamos fue un duro golpe. Y yo tengo la intención de tomarme mi revancha. ¿He sido bastante claro?

En una ventana de la pantalla había aparecido un chiquillo con el pelo rubio de punta y un perro ridícregazo. Detrás de él había dos adultos con un aspecto desagradablemente

Un nombre parpadeó bajo la foto: Odd… Della Robbia. Empezaré por ellos, señor.

El Mago le respondió con una risa tan rechinante como un graznido.

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El expediente de Waldo SchaefferOdd se metió la cuchara en la boca. Líquido caliente. Tragó. Ulrich le dio una palmada en el hombro. Oye, pero ¿eso no es sopa de verdura?

asintió el muchacho con expresión ausente. Otra cucharada.se entrometió Yumi, sorprendida.

Ulrich se encogió de hombros: Odd debía de haberse vuelto loco… ¡siempre había odiado la verdura! En realidad la mirada de Odd andaba perdida más allá del plato que tenía

más allá de la mesa, más allá de sus amigos. Para ser exactos, andaba perdida por el otro extremo del comedor del Kadic, donde Eva Skinner acababa de acercarse al mostrador de autoservicio. Tras unos instantes de incertidumbre, Eva cogió una bandeja, imitando a los demás muchachos, pero se saltó por completo los cubiertos y los vasos. Llegó ante la cocinera, una mujerona sonriente con un inmenso delantal blanco.¿Verdura hervida o patatas fritas?

La muchacha la miró fijamente, sin responder. preguntó la cocinera.

Pero sobre todo quiero tener la confirmación de que ese famoso superordenador existe de verdad. La traición de hace diez años por parte del agente en el que más confiábamos fue un duro golpe. Y yo tengo la

En una ventana de la pantalla había aparecido un chiquillo con el pelo rubio de punta y un perro ridículo en el regazo. Detrás de él había dos adultos con un aspecto desagradablemente

El Mago le respondió con una risa tan rechinante como un graznido.

El expediente de Waldo Schaeffer Odd se metió la cuchara en la boca. Líquido caliente. Tragó. Ulrich le dio

Otra cucharada.

Ulrich se encogió de hombros: Odd debía de haberse vuelto loco…

En realidad la mirada de Odd andaba perdida más allá del plato que tenía más allá de la mesa, más allá de sus amigos. Para ser exactos,

andaba perdida por el otro extremo del comedor del Kadic, donde Eva Skinner acababa de acercarse al mostrador de autoservicio. Tras unos

ando a los demás muchachos, pero se saltó por completo los cubiertos y los vasos. Llegó ante la cocinera, una mujerona sonriente con un inmenso delantal blanco.

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-Pero, ¿qué está haciendo? el desarrollo de la escenavida, o qué? -¿Qué más da? –murmuró Odd con aire soñador-La chica nueva parece estar en apuros aparecía detrás de ellos.Según algunos, Elizabeth (alias Sissi) Delmas era la chica más guapa de la escuela. Según todos, se trataba sin duda alguna de la más antipática, aunque era intocable, ya que su padre era el director. Como siempre, Sissi había entrado en el comedor escoltada por sus dos pretendientes, Hervé y Nicolas. La muchacha se dirigió inmediatamente hacia la recién llegada.Sissi cogió una bandeja y le puso encima el tenedor y un vtendiéndoselo a Eva con una sonrisa maliciosa.-¿Ves? –gritó después para que todos la oyesenpuedes pedir lo que quieres, y luego te sientas y comes. Tienes que usar

enseñarte cómo funcionan… Pobrecita, a lo mejor no los habías visto nunca en América. Hervé y Nicolas se partieron de risa.-Eres muy amable –dijo Eva, esbozando una sonrisa angelicalca-ma-re-ra, ¿correcto? ¿Podrías coger mi almuerzo y llevármelo a la mesa? Un poco de esas cosas verdes, y también una rebanada de eso otro. Gracias. Sissi se retorció de rabia.-¿Camarera yo? ¡¿Cómo te atreves?!Odd, Ulrich y los demás empezaron a reír a carcajada limpia, sin el menor tacto. Sissi se alejó dando zancadas, furib-¡Pero todavía tenemos que comer! -A mí se me ha quitado el hambre Mientras los tres hacían mutis por el foro del refectorio, Ulrich metió un currusco de pan en la boca de Odd, que estaba abierta -¡Vaya, vaya! –comentó La habitación de Jeremy era una de las pocas individuales que el colegio reservaba para chicos. Totalmente desnuda a excepción de un enorme póster de Einstein que colgaparte por un gran escritorio.

Pero, ¿qué está haciendo? –comentó Ulrich, que también estaba siguiendo el desarrollo de la escena-. ¿No ha estado en un comedor del colegio en su

murmuró Odd con aire soñador-. Es preciosísima.ica nueva parece estar en apuros –comentó Sissi al tiempo que

aparecía detrás de ellos. Según algunos, Elizabeth (alias Sissi) Delmas era la chica más guapa de la escuela. Según todos, se trataba sin duda alguna de la más antipática,

ya que su padre era el director. Como siempre, Sissi había entrado en el comedor escoltada por sus dos pretendientes, Hervé y Nicolas. La muchacha se dirigió inmediatamente hacia la recién llegada.Sissi cogió una bandeja y le puso encima el tenedor y un vaso, tendiéndoselo a Eva con una sonrisa maliciosa.

gritó después para que todos la oyesen-. No es tan difícil. Ahora puedes pedir lo que quieres, y luego te sientas y comes. Tienes que usar

estas cosas. Se llaman cu-bier-tos. Puedo funcionan… Pobrecita, a lo mejor no los habías visto

Hervé y Nicolas se partieron de risa. dijo Eva, esbozando una sonrisa angelical

ra, ¿correcto? ¿Podrías coger mi almuerzo y llevármelo a la Un poco de esas cosas verdes, y también una rebanada de eso otro.

Sissi se retorció de rabia. ¿Camarera yo? ¡¿Cómo te atreves?!

Odd, Ulrich y los demás empezaron a reír a carcajada limpia, sin el menor tacto. Sissi se alejó dando zancadas, furibunda. ¡Pero todavía tenemos que comer! –protestó Nicolas. A mí se me ha quitado el hambre –le espetó ella, dejándolo helado.

Mientras los tres hacían mutis por el foro del refectorio, Ulrich metió un currusco de pan en la boca de Odd, que estaba abierta de par en par.

comentó-. Menudo carácter que tiene tu nueva amiga, ¿eh?

La habitación de Jeremy era una de las pocas individuales que el colegio reservaba para chicos. Totalmente desnuda a excepción de un enorme póster de Einstein que colgaba sobre la cama, estaba ocupada en su mayor parte por un gran escritorio.

comentó Ulrich, que también estaba siguiendo . ¿No ha estado en un comedor del colegio en su

. Es preciosísima. comentó Sissi al tiempo que

Según algunos, Elizabeth (alias Sissi) Delmas era la chica más guapa de la escuela. Según todos, se trataba sin duda alguna de la más antipática,

ya que su padre era el director. Como siempre, Sissi había entrado en el comedor escoltada por sus dos pretendientes, Hervé y Nicolas. La muchacha se dirigió inmediatamente hacia la recién llegada.

aso,

. No es tan difícil. Ahora puedes pedir lo que quieres, y luego te sientas y comes. Tienes que usar

tos. Puedo funcionan… Pobrecita, a lo mejor no los habías visto

dijo Eva, esbozando una sonrisa angelical-. Eres una… ra, ¿correcto? ¿Podrías coger mi almuerzo y llevármelo a la

Un poco de esas cosas verdes, y también una rebanada de eso otro.

Odd, Ulrich y los demás empezaron a reír a carcajada limpia, sin el menor

le espetó ella, dejándolo helado. Mientras los tres hacían mutis por el foro del refectorio, Ulrich metió un

de par en par. . Menudo carácter que tiene tu nueva amiga, ¿eh?

La habitación de Jeremy era una de las pocas individuales que el colegio reservaba para chicos. Totalmente desnuda a excepción de un enorme

ba sobre la cama, estaba ocupada en su mayor

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En otra época la mesa había estado ocupada en sus tres cuartas partes por el ordenador de Jeremy, siempre conectado con el superordenador de la fábrica abandonada. Pero desde que Lysiempre, el muchacho había renunciado prácticamente a la informática, y lo había guardado todo en una caja al fondo de su armario. Había sido su forma de darle carpetazo de una vez por todas a la desaparición de aquel mundo virtual, y también de manifestar ese luto de forma visible. Ahora sobre su escritorio había una tele, el portátil para navegar por internet algunos libros y revistas.-Estoy preocupado por Aelita, chicos Se habían reunido todos en su cuarto. con las piernas cruzadas. Odd jugueteaba con Kiwi, su bull terrier, un perrillo cascarrabias y pelón que tenía un hocico desproporcionadamente grande respecto al resto del cuerpo y saltaba una y otra vez sobre la tripa dsu amo con cara de estar bastante satisfecho.-Bueh, en el fondo no son más que pesadillas -Son algo más que pesadillas. Aelita también ha tenido sueños particulares en el pasado, ¿os acordáis? Podrían ser una pista para Sabemos que la raptaron, pero no tenemos ni idea de quién lo hizo. Ni de dónde se encuentra ahora.

hizo notar Yumi-. Aelita era muy pequeña por aquel entonces. Ni si quiera se acuerda de su madre. Después de todos estos años, Anthea podría estar… -No lo sabremos nunca si no la encontramos deberíamos descubrir más sobre el profesor Hopper! Cada vez que tenemos algo de información nueva acerca de él, las cosas parecen volvmás complicadas. Por ejemplo, ¿por qué creó Lyoko? ¿Y por qué nos ayudó a destruirlo después?-Me parece obvio: X.A.N.A. desactivado Lyoko, habría podido conquistar nuestro mundo.-Pero… -Jeremy extendió los brainventó el profesor Hopper, a fin de cuentas! Y además, pensad un poco: ¿hasta cuándo podremos fingir que Aelita es prima de Odd? Durante las vacaciones la policía estuvo a punto de descubrir la verdad, y en esa ocasión nos salvamos por un pelo. Pero antes o después alguien se pondrá a

En otra época la mesa había estado ocupada en sus tres cuartas partes por el ordenador de Jeremy, siempre conectado con el superordenador de la fábrica abandonada. Pero desde que Lyoko había desaparecido para siempre, el muchacho había renunciado prácticamente a la informática, y lo había guardado todo en una caja al fondo de su armario. Había sido su forma de darle carpetazo de una vez por todas a la desaparición de aquel

ual, y también de manifestar ese luto de forma visible. Ahora sobre su escritorio había una tele, el portátil para navegar por

algunos libros y revistas. Estoy preocupado por Aelita, chicos –suspiró Jeremy.

Se habían reunido todos en su cuarto. Yumi y Ulrich, sentados en el suelo con las piernas cruzadas. Odd jugueteaba con Kiwi, su bull terrier, un perrillo cascarrabias y pelón que tenía un hocico desproporcionadamente grande respecto al resto del cuerpo y saltaba una y otra vez sobre la tripa dsu amo con cara de estar bastante satisfecho. Bueh, en el fondo no son más que pesadillas –trató de quitarle hierro Odd.Son algo más que pesadillas. Aelita también ha tenido sueños particulares

en el pasado, ¿os acordáis? Podrían ser una pista para encontrar a su madre. Sabemos que la raptaron, pero no tenemos ni idea de quién lo hizo. Ni de dónde se encuentra ahora.

-Ha pasado un montón de tiempo, Jeremy . Aelita era muy pequeña por aquel entonces. Ni si quiera madre. Después de todos estos años, Anthea podría

No lo sabremos nunca si no la encontramos –la cortó Jeremy-deberíamos descubrir más sobre el profesor Hopper! Cada vez que tenemos algo de información nueva acerca de él, las cosas parecen volvmás complicadas. Por ejemplo, ¿por qué creó Lyoko? ¿Y por qué nos ayudó a destruirlo después? Me parece obvio: X.A.N.A. –objetó Ulrich-. Si no hubiésemos

desactivado Lyoko, habría podido conquistar nuestro mundo. Jeremy extendió los brazos, exasperado- ¡X.A.N.A. también lo

inventó el profesor Hopper, a fin de cuentas! Y además, pensad un poco: ¿hasta cuándo podremos fingir que Aelita es prima de Odd? Durante las vacaciones la policía estuvo a punto de descubrir la verdad, y en esa

n nos salvamos por un pelo. Pero antes o después alguien se pondrá a

En otra época la mesa había estado ocupada en sus tres cuartas partes por el ordenador de Jeremy, siempre conectado con el superordenador de la

oko había desaparecido para siempre, el muchacho había renunciado prácticamente a la informática, y lo había guardado todo en una caja al fondo de su armario. Había sido su forma de darle carpetazo de una vez por todas a la desaparición de aquel

ual, y también de manifestar ese luto de forma visible. Ahora sobre su escritorio había una tele, el portátil para navegar por

Yumi y Ulrich, sentados en el suelo con las piernas cruzadas. Odd jugueteaba con Kiwi, su bull terrier, un perrillo cascarrabias y pelón que tenía un hocico desproporcionadamente grande respecto al resto del cuerpo y saltaba una y otra vez sobre la tripa de

trató de quitarle hierro Odd. Son algo más que pesadillas. Aelita también ha tenido sueños particulares

encontrar a su madre. Sabemos que la raptaron, pero no tenemos ni idea de quién lo hizo. Ni de

Ha pasado un montón de tiempo, Jeremy –le . Aelita era muy pequeña por aquel entonces. Ni si quiera madre. Después de todos estos años, Anthea podría

-. ¡Y deberíamos descubrir más sobre el profesor Hopper! Cada vez que tenemos algo de información nueva acerca de él, las cosas parecen volverse más y más complicadas. Por ejemplo, ¿por qué creó Lyoko? ¿Y por qué nos

. Si no hubiésemos

¡X.A.N.A. también lo inventó el profesor Hopper, a fin de cuentas! Y además, pensad un poco: ¿hasta cuándo podremos fingir que Aelita es prima de Odd? Durante las vacaciones la policía estuvo a punto de descubrir la verdad, y en esa

n nos salvamos por un pelo. Pero antes o después alguien se pondrá a

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verificar sus datos, o bien llamará a los Della Robbia, que le contarán que la primita Aelita Stones no ha existido jamás.Odd dejó a Kiwi en el suelo y levantó el rostro.-Jeremy, corta el rollo. Tú ya tienes algo rondándote por la cabeza del estilo plan infalible o algo así. Se te ve en la cara.-Más o menos –confirmó el muchacho, sonriente. Luego se colocó las gafas sobre la nariz-. Bueno, sabemos que en 1988 Hopper se escondió aquí, enKadic, con Aelita, y que durante cierta época fue profesor de Ciencias en nuestra escuela. -Así que tu intención es… -Hablar con quien ocupó su puesto, por ejemplo. Es decir, la profesora Hertz. Ella fue quien sustituyóUlrich suspiró. -La Hertz es una tía demasiado seria y tranquila. ¡¿Qué podría saber una tía así de secuestros, mundos virtuales y agentes secretos?!-No tenemos otra opción, chicos cabeza. La luz de la tarde fue posándose poco a poco sobre el parque que se extendía frente a la academia Kadic, y las sombras de los árboles se alargaron, reptando hacia los edificios de la escuela. Hacía frío, y la nieve todavía se amontonaba cubriendo entre los arriates. Aelita se encontraba sola, sentada en un banco, y deslizaba entre sus dedos el colgante de oro, uno de los pocos objetos que la unía a su padre, Waldo Schaeffer en los documentos oficiales, y FrCuántos nombres poblaban sus recuerdos. Nombres que le hablaban de muchas vidas en una sola: la suya. El colgante era un disco plano sujeto por

superficie estaban grabadas una W y una A mezcnudo marinero. Aelita había investigado un poco, y había descubierto que aquel nudo se llamaba <<de pescador doble>>. Solía utilizarse para atar entre sí dos cuerdas distintas, y cuanto más se tiraba de ambas cuerdas para deshacernudo, más se apretaba éste. Tenía un significado bien concreto:En realidad aquel colgante no había resultado suficiente para mantenerlos juntos. Su padre y su madre llevaban ya casi veinte años separados el uno

verificar sus datos, o bien llamará a los Della Robbia, que le contarán que la primita Aelita Stones no ha existido jamás. Odd dejó a Kiwi en el suelo y levantó el rostro.

el rollo. Tú ya tienes algo rondándote por la cabeza del estilo plan infalible o algo así. Se te ve en la cara.

confirmó el muchacho, sonriente. Luego se colocó las gafas . Bueno, sabemos que en 1988 Hopper se escondió aquí, en

Kadic, con Aelita, y que durante cierta época fue profesor de Ciencias en

Así que tu intención es… -dijo Odd mirándolo con malos ojos.Hablar con quien ocupó su puesto, por ejemplo. Es decir, la profesora

Hertz. Ella fue quien sustituyó a Hopper, y puede que sepa algo.

La Hertz es una tía demasiado seria y tranquila. ¡¿Qué podría saber una tía así de secuestros, mundos virtuales y agentes secretos?! No tenemos otra opción, chicos –contestó Jeremy mientras negaba con la

La luz de la tarde fue posándose poco a poco sobre el parque que se extendía frente a la academia Kadic, y las sombras de los árboles se alargaron, reptando hacia los edificios de la escuela. Hacía frío, y la nieve todavía se amontonaba cubriendo los pequeños viales y llenando los huecos

Aelita se encontraba sola, sentada en un banco, y deslizaba entre sus dedos el colgante de oro, uno de los pocos objetos que la unía a su padre, Waldo Schaeffer en los documentos oficiales, y Franz Hopper en el colegio. Cuántos nombres poblaban sus recuerdos. Nombres que le hablaban de muchas vidas en una sola: la suya. El colgante era un disco plano sujeto por

una sencilla cadenita de oro. Sobre la superficie estaban grabadas una W y una A mezcladas con el dibujo de un

Aelita había investigado un poco, y había descubierto que aquel nudo se llamaba <<de pescador doble>>. Solía utilizarse para atar entre sí dos cuerdas distintas, y cuanto más se tiraba de ambas cuerdas para deshacernudo, más se apretaba éste. Tenía un significado bien concreto:En realidad aquel colgante no había resultado suficiente para mantenerlos juntos. Su padre y su madre llevaban ya casi veinte años separados el uno

verificar sus datos, o bien llamará a los Della Robbia, que le contarán que

el rollo. Tú ya tienes algo rondándote por la cabeza del estilo

confirmó el muchacho, sonriente. Luego se colocó las gafas . Bueno, sabemos que en 1988 Hopper se escondió aquí, en

Kadic, con Aelita, y que durante cierta época fue profesor de Ciencias en

dijo Odd mirándolo con malos ojos. Hablar con quien ocupó su puesto, por ejemplo. Es decir, la profesora

a Hopper, y puede que sepa algo.

La Hertz es una tía demasiado seria y tranquila. ¡¿Qué podría saber una tía

contestó Jeremy mientras negaba con la

La luz de la tarde fue posándose poco a poco sobre el parque que se extendía frente a la academia Kadic, y las sombras de los árboles se alargaron, reptando hacia los edificios de la escuela. Hacía frío, y la nieve

los pequeños viales y llenando los huecos

Aelita se encontraba sola, sentada en un banco, y deslizaba entre sus dedos el colgante de oro, uno de los pocos objetos que la unía a su padre, Waldo

anz Hopper en el colegio. Cuántos nombres poblaban sus recuerdos. Nombres que le hablaban de muchas vidas en una sola: la suya. El colgante era un disco plano sujeto por

una sencilla cadenita de oro. Sobre la ladas con el dibujo de un

Aelita había investigado un poco, y había descubierto que aquel nudo se llamaba <<de pescador doble>>. Solía utilizarse para atar entre sí dos cuerdas distintas, y cuanto más se tiraba de ambas cuerdas para deshacer el nudo, más se apretaba éste. Tenía un significado bien concreto: En realidad aquel colgante no había resultado suficiente para mantenerlos juntos. Su padre y su madre llevaban ya casi veinte años separados el uno

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de la otra. La muchacha sacudió la cabezun pensamiento que se le había enganchado al cerebro. No, la verdad era que su madre y su padre seguirían alejados para siempre. Él había muerto, y mamá… -¿Por qué lloras? Eva Skinner tenía una sonrisa particular, que parecímismo tiempo. Aelita se enjugó las lágrimas con la manga de la chaqueta. Eva acababa de llegar a Kadic, y todo debía de ser nuevo para ella. Aquella tarde llevaba sólo un ligero jerseicito de algodón, y sin embargo no parecía notar el frío que hacía. -No es nada –respondió tímidamente Aelita mientras se escondía su preciada cadenita bajo la camiseta.-Si lo prefieres, puedo irme -No, quédate –le pidió Aelita mientras negaba con la cabezamolestas. Y además, es inúhe visto en el comedor, ¿sabes? compañera ya no habla-siempre va de prepotente.-No me importa –dijo Eva-Sí –sonrió Aelita-, te entiendo muy bien.En realidad ella no era <<la nueva>> para nada: ya había estudiado en Kadic muchos años atrás. Pero luego pasó lo de Lyoko, y ella ya no había vuelto a crecer. Y una vez regresó al mundo realextraño… <<Extranjero>> era la palabra adecuada.Aelita se sintió cercana a Eva, y se dio cuenta de pronto de que le francés de la muchacha era mucho mejor respecto a aquella mañana. Parecía como si Eva conociese más palabras, pronunciado. Debía de ser una chica avispada. Aprendía muy deprisa.Aelita le tendió la mano.-Si te hace falta algo, no te lo pienses dos veces: cuenta conmigo.Y quería decir <<¿Amigas?>>-Lo haré –sonrió Eva, estrechándole la mano.Y quería decir <<Amigas>>.

hasta las seis de la tarde, cuando la profesora Hertz se encerraba

de la otra. La muchacha sacudió la cabeza, como para sacarse de encima un pensamiento que se le había enganchado al cerebro. No, la verdad era que su madre y su padre seguirían alejados para siempre. Él había muerto,

Eva Skinner tenía una sonrisa particular, que parecía cohibida y distante al mismo tiempo. Aelita se enjugó las lágrimas con la manga de la chaqueta. Eva acababa de llegar a Kadic, y todo debía de ser nuevo para ella. Aquella tarde llevaba sólo un ligero jerseicito de algodón, y sin embargo no parecía

respondió tímidamente Aelita mientras se escondía su

preciada cadenita bajo la camiseta. Si lo prefieres, puedo irme –dijo Eva.

le pidió Aelita mientras negaba con la cabeza-, no me molestas. Y además, es inútil perder demasiado tiempo llorando… Hoy te he visto en el comedor, ¿sabes? –añadió poco después, al ver que su nueva

-. Con Sissi. No tienes que preocuparte por ella, siempre va de prepotente.

dijo Eva-. Sé que es porque soy <<la nueva>>., te entiendo muy bien.

En realidad ella no era <<la nueva>> para nada: ya había estudiado en Kadic muchos años atrás. Pero luego pasó lo de Lyoko, y ella ya no había vuelto a crecer. Y una vez regresó al mundo real, todo le había parecido tan extraño… <<Extranjero>> era la palabra adecuada. Aelita se sintió cercana a Eva, y se dio cuenta de pronto de que le francés de la muchacha era mucho mejor respecto a aquella mañana. Parecía como si Eva conociese más palabras, y su curioso acento también era menos pronunciado. Debía de ser una chica avispada. Aprendía muy deprisa.Aelita le tendió la mano. Si te hace falta algo, no te lo pienses dos veces: cuenta conmigo.

Y quería decir <<¿Amigas?>> estrechándole la mano.

Y quería decir <<Amigas>>.

Para llevar a cabo su plan, Jeremy esperó hasta las seis de la tarde, cuando la profesora Hertz se encerraba

como para sacarse de encima un pensamiento que se le había enganchado al cerebro. No, la verdad era que su madre y su padre seguirían alejados para siempre. Él había muerto,

a cohibida y distante al mismo tiempo. Aelita se enjugó las lágrimas con la manga de la chaqueta. Eva acababa de llegar a Kadic, y todo debía de ser nuevo para ella. Aquella tarde llevaba sólo un ligero jerseicito de algodón, y sin embargo no parecía

respondió tímidamente Aelita mientras se escondía su

, no me til perder demasiado tiempo llorando… Hoy te

añadió poco después, al ver que su nueva . Con Sissi. No tienes que preocuparte por ella,

que soy <<la nueva>>.

En realidad ella no era <<la nueva>> para nada: ya había estudiado en Kadic muchos años atrás. Pero luego pasó lo de Lyoko, y ella ya no había

, todo le había parecido tan

Aelita se sintió cercana a Eva, y se dio cuenta de pronto de que le francés de la muchacha era mucho mejor respecto a aquella mañana. Parecía como

y su curioso acento también era menos pronunciado. Debía de ser una chica avispada. Aprendía muy deprisa.

Si te hace falta algo, no te lo pienses dos veces: cuenta conmigo.

Para llevar a cabo su plan, Jeremy esperó hasta las seis de la tarde, cuando la profesora Hertz se encerraba

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puntualmente en su estudio para corregir los últimos deberes de sus alumnos. El despacho de la profesora de Ciencias recordaba un poco el laboratorio de un alquimista: era pequeño, y estaba abarrotado de objetos curiosos que ocupaban el escritorio y la librería, pero también el suelo y el alféizar de una ventana. Había pilas de Volta y alambiques, series ordenadas de probetas llenas de componentes químicos, sextantes y oscilógrafos. La profesora era una mujer menuda y delgada, con unas enormes gafas redondas y una melena de pelo gris y rizado que le caía en desorden hasta la altura de los hombros. Como siempre, llevaba una bata de laboratorio encima de la ropa, y cuando Jeremy se presentó a su puerta estaba consultando una montaña de apuntes. -¡Jeremy! –exclamó al darse cuenta de su presencia-. ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Algún problema con el estudio acerca de las céculas? El muchacho buscó con la mirada un espacio despejado en el que sentarse. No lo encontró. Al final se sentó sobre los ejemplares de 1998 a 2004 de Scientific American, que estaban apilados formando un voluminoso cubo justo delante del escritorio. Carrapeó, sin saber muy bien por dónde empezar. -Vreá, profesora… ejem. En realidad estaba buscando información sobre el profesor de Ciencias que enseñaba en Kadic antes que usted: Franz Hopper. Herz alzó los ojos de sus papeles, y Jeremy comprendió que ahora tenía toda su atención. Pero inmediatamente se dio cuenta de que la profesora no estaba en absoluto entusiasmada con aquella petición. -¿Por qué te interesa? –le preguntó, fingiendo indiferencia. -Por nada –trató de quitar hierro él-. En la biblioteca de la escuela me he topado con un libro del profesor Hopper, una introducción a los principios cuánticos… -…aplicados a la informática. Sí, conozco ese texto. Pero me parece demasiado difícil para un chico de tu edad. En el interior de Jeremy saltó una señal de alarma: si la Hertz conocía aquel libro, ¿estaba tal vez interesada en los ordenadores cuánticos? ¿Sabía que Hopper había construido uno en la vieja fábrica, bien cerca de la escuela? El muchacho estaba decidido a no dejar que se le escapase esa ocasión. -La figura del profesor Hopper ha despertado mi curiosidad. Quiero decir, enseñaba aquí, en nuestra escuela. ¿Usted lo conoció? -Sí. No… De vista. Empecé a enseñar en Kadic justo después de que él abandonase su cátedra. -Pero, si no me equivoco, por aquel entonces usted, aunque no enseñase aún, era de todas formas ayudante de laboratorio. –insistió Jeremy-. Trabajó aquí con el profesor durante al menos tres años, ¿no es así?

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perdiendo la paciencia-interrogatorio? Sí, hace unos diez años era la ayudante del laboratorio de química, pero el profesor Hopper no estaba muy interesado en esa disciplina. Lo habré visto en un par de ocasiones, nada más. Y Jeremy se limitó a asentir, poco convencido. Aquella historia olía a mentira podrida. -Pero –volvió a la cargaabandonó la escuela, y luego parece como si se hubiese esfumado por completo… -Lo lamento, pero no tengo ni la menor idea de todo eso ella-. Y en cuanto a ti, en vez de ponerte a pensar tanto en la física cuántica, harías bien en concentrarte en la biología: espero que para mañana tengas listo tu estudio sobre las células.El muchacho se levantó, tropezó con un enorme electroimán y a punto estuvo de tirar por los suelos las revistas sobre las que había estado sentado. Nunca le había pasado que la profesora lo despachase con cajas tan destempladas, ni de una forAl salir entornó la puerta del despacho hasta casi cerrarla. El pasillo estaba desierto. No había profesores en la costa. Después de todo, era casi la hora de cenar. Permaneció inmóvil, apoyado contra la pared y con la oreja apuntando hacia la puerta, que aún estaba abierta.Oyó cómo la profesora soltaba un largo suspiro, descolgaba el teléfono y marcaba un número. -¿Señor director? Soy Susan Hertz. Acaba de pasar por aquí Jeremy Belpois –una pausa-. Quería información sobre Ahora mismo voy a su despacho.Jeremy salió corriendo. Aquella mancha en la pared le recordaba algo familiar. Odd trató de concentrarse, echado panza arriba en su cuarto. Ah, eso era… Un corazón. La boca de Eva Skinner.Buf. Tenía que dejar de pensar en ella y hacer un esfuerzo por estudiar: al día siguiente tenía un control de francés, y todavía no había abierto el libro. Agarró el manual de literatura, que estaba tirado boca abajo en el suelo, mientras Kiwi le mordisqueaba la cel robo de su piscolabis.

-Jeremy –lo interrumpió la Hertz, que estaba -, ¿estás tratando de hacerme una especie de

interrogatorio? Sí, hace unos diez años era la ayudante del laboratorio de química, pero el profesor Hopper no estaba muy interesado en esa disciplina. Lo habré visto en un par de ocasiones, nada más. Y Jeremy se limitó a asentir, poco convencido. Aquella historia olía a mentira

volvió a la carga- ¿usted sabe por qué se fue, profesora? En 1994 abandonó la escuela, y luego parece como si se hubiese esfumado por

mento, pero no tengo ni la menor idea de todo eso –lo interrumpió . Y en cuanto a ti, en vez de ponerte a pensar tanto en la física cuántica,

harías bien en concentrarte en la biología: espero que para mañana tengas listo tu estudio sobre las células. Puedes irte. El muchacho se levantó, tropezó con un enorme electroimán y a punto estuvo de tirar por los suelos las revistas sobre las que había estado sentado. Nunca le había pasado que la profesora lo despachase con cajas tan destempladas, ni de una forma tan expeditiva y evasiva. Al salir entornó la puerta del despacho hasta casi cerrarla. El pasillo estaba desierto. No había profesores en la costa. Después de todo, era casi la hora de cenar. Permaneció inmóvil, apoyado contra la pared y con la oreja

untando hacia la puerta, que aún estaba abierta. Oyó cómo la profesora soltaba un largo suspiro, descolgaba el teléfono y

¿Señor director? Soy Susan Hertz. Acaba de pasar por aquí Jeremy . Quería información sobre Franz Hopper. Sí, gracias.

Ahora mismo voy a su despacho. Jeremy salió corriendo.

Aquella mancha en la pared le recordaba algo familiar. Odd trató de concentrarse, echado panza arriba en su cuarto. Ah, eso era… Un corazón. La boca de Eva Skinner.

ía que dejar de pensar en ella y hacer un esfuerzo por estudiar: al día siguiente tenía un control de francés, y todavía no había abierto el libro. Agarró el manual de literatura, que estaba tirado boca abajo en el suelo, mientras Kiwi le mordisqueaba la cubierta. El perro ladró, protestando por el robo de su piscolabis.

lo interrumpió la Hertz, que estaba , ¿estás tratando de hacerme una especie de

interrogatorio? Sí, hace unos diez años era la ayudante del laboratorio de química, pero el profesor Hopper no estaba muy interesado en esa disciplina. Lo habré visto en un par de ocasiones, nada más. Y eso es todo. Jeremy se limitó a asentir, poco convencido. Aquella historia olía a mentira

¿usted sabe por qué se fue, profesora? En 1994 abandonó la escuela, y luego parece como si se hubiese esfumado por

lo interrumpió . Y en cuanto a ti, en vez de ponerte a pensar tanto en la física cuántica,

harías bien en concentrarte en la biología: espero que para mañana tengas

El muchacho se levantó, tropezó con un enorme electroimán y a punto estuvo de tirar por los suelos las revistas sobre las que había estado sentado. Nunca le había pasado que la profesora lo despachase con cajas

Al salir entornó la puerta del despacho hasta casi cerrarla. El pasillo estaba desierto. No había profesores en la costa. Después de todo, era casi la hora de cenar. Permaneció inmóvil, apoyado contra la pared y con la oreja

Oyó cómo la profesora soltaba un largo suspiro, descolgaba el teléfono y

¿Señor director? Soy Susan Hertz. Acaba de pasar por aquí Jeremy Franz Hopper. Sí, gracias.

Aquella mancha en la pared le recordaba algo familiar. Odd trató de concentrarse, echado panza arriba en su cuarto. Ah, eso era… Un corazón.

ía que dejar de pensar en ella y hacer un esfuerzo por estudiar: al día siguiente tenía un control de francés, y todavía no había abierto el libro. Agarró el manual de literatura, que estaba tirado boca abajo en el suelo,

ubierta. El perro ladró, protestando por

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-Anda, no seas perro –rezongó OddEmpezó a leer. Stendhal fue el escritor más importante del período Eva

Skinner. Su obra Eva quiere a Odd fue sin duda alguna la Eva

Mmm, no. Eso no iba nada bien.Kiwi volvió a ladrar.

cerró el libro de literatura y lo arrojó contra el perro.Kiwi soltó un gañido y salió disparado por la puerta de la habitación.-¡Ey! –se sobresaltó OddEchó a correr hacia el pasillo, descalzo, y vio cómo Kiwi se lanzaba escaleras abajo para después seguir, al trote cochinero, en dirección al jardín. -¡Quieto parao! –gritó el muchacho dirigiéndose al pedesastre, como lo vea alguien!>>, pensó.En Kadic estaba prohibido tener animales. Él ocultaba a Kiwi desde hacía casi tres años, pero el peligro se hallaba siempre al acecho.-¿Qué pasa, Odd, has perdido las zapatillas? cabeza por la puerta de su cuarto.-Sí, creo que se han fugado junto con tu cerebro. Mira, si por casualidad los encuentras por ahí, no dejes de avisarme segundo más salió escopeteado del edificio. En el parque el hundido del todo tras los edificios, y empezaba a hacer más bien frío.Odd corrió en dirección al campo de fútbol. Seguro que Kiwi había atajado por allí. Sólo que el campo de fútbol estaba cerca del gimnasio. Y el gimnasio era el reino de…-¡Jim! ¡Ay, demonios! –Jim Morales era mucho más joven que el resto de los profesores. Casi todos los alumnos lo tuteaban, y lo trataban más como a un compañero mayor que como a un docente. No era antipático. Siempre que uno no lo irritase. Tenía una complexión achaparrada y robusta, y simpre iba en chándal, lo que resultaba bastante normal, ya que era el profesor de Educación física. Llevaba el pelo recogido con una cinta elástica, y en uno de sus pómulos tenía perennemente una tirita, lo quaspecto de luchador. En opinión de Odd, como mucho hacía que pareciese un lelo que se había cortado al afeitarse. Pero eso jamás se lo habría dicho a la cara. Jim estaba inclinado sobre Kiwi, acariciándole la barriga.

rezongó Odd-. Luego te saco afuera. Stendhal fue el escritor más importante del período Eva

Skinner. Su obra Eva quiere a Odd fue sin duda alguna la Eva

Mmm, no. Eso no iba nada bien.

-¡Aj! ¡¿Quieres estarte callado, por favor?! cerró el libro de literatura y lo arrojó contra el perro. Kiwi soltó un gañido y salió disparado por la puerta de la habitación.

tó Odd-. ¿Adónde demonios vas, chiquitín? No puedes…Echó a correr hacia el pasillo, descalzo, y vio cómo Kiwi se lanzaba escaleras abajo para después seguir, al trote cochinero, en dirección al

gritó el muchacho dirigiéndose al perro. <<¡Menudo desastre, como lo vea alguien!>>, pensó. En Kadic estaba prohibido tener animales. Él ocultaba a Kiwi desde hacía casi tres años, pero el peligro se hallaba siempre al acecho. ¿Qué pasa, Odd, has perdido las zapatillas? –le preguntó Sissi,

cabeza por la puerta de su cuarto. Sí, creo que se han fugado junto con tu cerebro. Mira, si por casualidad los

encuentras por ahí, no dejes de avisarme –le respondió. Y sin perder un segundo más salió escopeteado del edificio. En el parque el sol ya se había hundido del todo tras los edificios, y empezaba a hacer más bien frío.Odd corrió en dirección al campo de fútbol. Seguro que Kiwi había atajado por allí. Sólo que el campo de fútbol estaba cerca del gimnasio. Y el gimnasio era el reino de…

–masculló Odd. Jim Morales era mucho más joven que el resto de los profesores. Casi todos los alumnos lo tuteaban, y lo trataban más como a un compañero mayor que como a un docente. No era antipático. Siempre que uno no lo irritase. Tenía una complexión achaparrada y robusta, y simpre iba en chándal, lo que resultaba bastante normal, ya que era el profesor de Educación física. Llevaba el pelo recogido con una cinta elástica, y en uno de sus pómulos tenía perennemente una tirita, lo que, en su opinión, le otorgaba cierto aspecto de luchador. En opinión de Odd, como mucho hacía que pareciese un lelo que se había cortado al afeitarse. Pero eso jamás se lo habría dicho a

Jim estaba inclinado sobre Kiwi, acariciándole la barriga.

Stendhal fue el escritor más importante del período Eva

Skinner. Su obra Eva quiere a Odd fue sin duda alguna la Eva Skiner…

¡Aj! ¡¿Quieres estarte callado, por favor?! –

Kiwi soltó un gañido y salió disparado por la puerta de la habitación. . ¿Adónde demonios vas, chiquitín? No puedes…

Echó a correr hacia el pasillo, descalzo, y vio cómo Kiwi se lanzaba escaleras abajo para después seguir, al trote cochinero, en dirección al

rro. <<¡Menudo

En Kadic estaba prohibido tener animales. Él ocultaba a Kiwi desde hacía

le preguntó Sissi, sacando la

Sí, creo que se han fugado junto con tu cerebro. Mira, si por casualidad los le respondió. Y sin perder un

sol ya se había hundido del todo tras los edificios, y empezaba a hacer más bien frío. Odd corrió en dirección al campo de fútbol. Seguro que Kiwi había atajado por allí. Sólo que el campo de fútbol estaba cerca del gimnasio. Y el

Jim Morales era mucho más joven que el resto de los profesores. Casi todos los alumnos lo tuteaban, y lo trataban más como a un compañero mayor que como a un docente. No era antipático. Siempre que uno no lo irritase. Tenía una complexión achaparrada y robusta, y simpre iba en chándal, lo que resultaba bastante normal, ya que era el profesor de Educación física. Llevaba el pelo recogido con una cinta elástica, y en uno de sus pómulos

e, en su opinión, le otorgaba cierto aspecto de luchador. En opinión de Odd, como mucho hacía que pareciese un lelo que se había cortado al afeitarse. Pero eso jamás se lo habría dicho a

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-Ey, perrito bonito, ¿qué andas haciendo tú por aquí? ¿Te has perdido?En el mismo instante en el que vio a Odd, el perro dio un brinco sobre sus patitas y corrió hacia él. El muchacho lo cogió en brazos.-Pórtate bien, Kiwi –murmuró-¡Él no ha hecho nada de nada! muchacho-. De hecho, es un perrito bien simpático. Tú, por el contrario, sabes muy bien que no está permitido tener animales en el internado.-Pero… -Odd se encogió de idea de por qué hace como si me conociera!Kiwi le lamió la cara. El profesor sonrió con sarcasmo.

por qué misteriosa razón lo has llamado por su nombre! Ahora nos ir juntitos a tu habitación, vamos a dejar allí el perro y te vas a venir conmigo a hacerle una visitilla al director. ¿Qué te parece? Será él quien decida el castigo que te mereces.En el gimnasio, Yumi y Ulrich se estaban entrenando en sus llavesKung-fu, y Aelita los observaba desde una esquina mientras escuchaba algo de música. Cuando Jeremy entró, Yumi aprovechó el instante de distracción de Ulrich y lo agarró de la camiseta con un movimiento sorpresa. En un segundo ambos acabaron en el suelpiernas. Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes, y luego volvieron a levantarse. Los dos tenían la cara al rojo vivo, y no era sólo por el esfuerzo del entrenamiento.-¿Y bien? –le preguntó Ulrichhombro entumecido. Aelita se quitó los auriculares y apagó su lector de mp3. Después observó a sus dos amigos con una expresión interrogativa.-Y bien, ¿qué? -Bueno… -Jeremy empezó a sentir un sudor frío recorriéndolesto… sé que debería habértelo dicho… pero nos pareció que… en fin…-Ha ido hablar con la Hertz cable- para pedirle información sobre tu padre. Nos pareció que podría ser una buena manera de descubr-¿Y tú, Jeremy –Aelita le lanzó una mirada al muchachonada? Un millón de gracias.

Ey, perrito bonito, ¿qué andas haciendo tú por aquí? ¿Te has perdido?En el mismo instante en el que vio a Odd, el perro dio un brinco sobre sus patitas y corrió hacia él. El muchacho lo cogió en brazos.

murmuró-. En menudo lío me acabas de meter…¡Él no ha hecho nada de nada! –replicó Morales, abalanzándose sobre el

. De hecho, es un perrito bien simpático. Tú, por el contrario, sabes muy bien que no está permitido tener animales en el internado.

Odd se encogió de hombros- ¡si no es mío! ¡No tengo ni la menor idea de por qué hace como si me conociera!

El profesor sonrió con sarcasmo.

-Lo veo, lo veo. Y sin embargo, ¡quién sabe por qué misteriosa razón lo has llamado por su nombre! Ahora nos ir juntitos a tu habitación, vamos a dejar allí el perro y te vas a venir conmigo a hacerle una visitilla al director. ¿Qué te parece? Será él quien decida el castigo que te mereces. En el gimnasio, Yumi y Ulrich se estaban entrenando en sus llaves

fu, y Aelita los observaba desde una esquina mientras escuchaba algo

Cuando Jeremy entró, Yumi aprovechó el instante de distracción de Ulrich y lo agarró de la camiseta con un movimiento sorpresa. En un segundo ambos acabaron en el suelo, metamorfoseados en un ovillo de brazos y piernas. Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes, y luego volvieron a levantarse. Los dos tenían la cara al rojo vivo, y no era sólo por el esfuerzo del entrenamiento.

le preguntó Ulrich a Jeremy al tiempo que se masajeaba un

Aelita se quitó los auriculares y apagó su lector de mp3. Después observó a sus dos amigos con una expresión interrogativa.

Jeremy empezó a sentir un sudor frío recorriéndole la espaldaesto… sé que debería habértelo dicho… pero nos pareció que… en fin…Ha ido hablar con la Hertz –intervino rápidamente Yumi para echarle un

para pedirle información sobre tu padre. Nos pareció que podría ser una buena manera de descubrir alguna pista…

Aelita le lanzó una mirada al muchacho-, no me has dicho nada? Un millón de gracias.

Ey, perrito bonito, ¿qué andas haciendo tú por aquí? ¿Te has perdido? En el mismo instante en el que vio a Odd, el perro dio un brinco sobre sus

as de meter… replicó Morales, abalanzándose sobre el

. De hecho, es un perrito bien simpático. Tú, por el contrario, sabes muy bien que no está permitido tener animales en el internado.

¡si no es mío! ¡No tengo ni la menor

Lo veo, lo veo. Y sin embargo, ¡quién sabe por qué misteriosa razón lo has llamado por su nombre! Ahora nos vamos a ir juntitos a tu habitación, vamos a dejar allí el perro y te vas a venir conmigo a hacerle una visitilla al director. ¿Qué te parece? Será él quien

En el gimnasio, Yumi y Ulrich se estaban entrenando en sus llaves de fu, y Aelita los observaba desde una esquina mientras escuchaba algo

Cuando Jeremy entró, Yumi aprovechó el instante de distracción de Ulrich y lo agarró de la camiseta con un movimiento sorpresa. En un segundo

o, metamorfoseados en un ovillo de brazos y piernas. Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes, y luego volvieron a levantarse. Los dos tenían la cara al rojo vivo, y no era sólo por

a Jeremy al tiempo que se masajeaba un

Aelita se quitó los auriculares y apagó su lector de mp3. Después observó a

e la espalda- esto… sé que debería habértelo dicho… pero nos pareció que… en fin…

intervino rápidamente Yumi para echarle un para pedirle información sobre tu padre. Nos pareció que podría ser

, no me has dicho

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Jeremy tragó saliva. A lo mejor, excavando en el parque de linóleo del gimnasio, podía conseguir que se lo tragase la tierra, desapareciensiempre en su ardiente núcleo, que seguro que sería menos incómodo que la situación en la que ahora se encontraba. Podría intentarlo.-Ha sido muy, pero que muy… parte. Gracias –y le estampó un beso en la mejEl corazón de Jeremy perdió el ritmo durante un segundo.-Estoy oyendo algo de ruido ahí fuera -Sólo es Jim –suspiró Yumi-De todas formas, será mejor que echemos un vistazo: me ha parecidotambién la voz de Odd. Vosotros seguid sin mí.El muchacho corrió afuera, pero el profesor ya se había ido. -¡Ejem! ¿Se puede? –preguntó Jim Morales con un tono sorprendentemente sumiso.El director Delmas lo fulminó con una mirada incendiaria desdelado de sus gafas. -Jim, deberías aprender a llamar antes a la puerta

Odd se asomó desde detrás de la espalda del profesor. En el despacho del director se encontraba también la profesora Hertz. E incluso másde costumbre. -Señor Delmas –concluyó la mujera mi trabajo. Muchísimas gracias.-De nada. No deje de mantenerme informado. Hasta luego.Ambos parecían bastante cortados. La profesora salió sin ni siquierasdedicarles una sonrisa de cortesía a Jim ni a Odd, y el director cerró apresuradamente el legajo que tenía abierto sobre su escritorio, una carpeta amarillenta. Pero antes de que Delmas tuviese tiempo de meterla en un cajón, Odd logró leer el nombre que tenía en la cubierta: Waldo Schaeffer. ¡Ése era el auténtico nombre de Franz Hopper, el nombre que tenía el profesor antes de refugiarse en Kadic!Odd recordó de repente que Jeremy había prometido que hablaría con la Hertz aquella misma tarde. Su cerebro secon la Hertz; la Hertz corre a ver al director; el director tiene un expediente sobre Waldo Schaeffer… Raro, raro, raro.

Jeremy tragó saliva. A lo mejor, excavando en el parque de linóleo del gimnasio, podía conseguir que se lo tragase la tierra, desapareciensiempre en su ardiente núcleo, que seguro que sería menos incómodo que la situación en la que ahora se encontraba. Podría intentarlo. Ha sido muy, pero que muy… -de repente cambió de tono- majo por tu

y le estampó un beso en la mejilla. El corazón de Jeremy perdió el ritmo durante un segundo. Estoy oyendo algo de ruido ahí fuera –masculló Ulrich.

suspiró Yumi-, que anda dando voces, como de costumbre.De todas formas, será mejor que echemos un vistazo: me ha parecido

también la voz de Odd. Vosotros seguid sin mí. El muchacho corrió afuera, pero el profesor ya se había ido.

preguntó Jim Morales con un tono sumiso.

El director Delmas lo fulminó con una mirada incendiaria desde

Jim, deberías aprender a llamar antes a la puerta –dijo.

-Eeh, claro, le pido disculpas. Odd se asomó desde detrás de la espalda del profesor. En el despacho del director se encontraba también la profesora Hertz. E incluso más

concluyó la mujer-, será mejor que por el momento vuelva a mi trabajo. Muchísimas gracias. De nada. No deje de mantenerme informado. Hasta luego.

Ambos parecían bastante cortados. La profesora salió sin ni siquierasdedicarles una sonrisa de cortesía a Jim ni a Odd, y el director cerró apresuradamente el legajo que tenía abierto sobre su escritorio, una carpeta

Pero antes de que Delmas tuviese tiempo de meterla en un cajón, Odd logró enía en la cubierta: Waldo Schaeffer. ¡Ése era el

auténtico nombre de Franz Hopper, el nombre que tenía el profesor antes de refugiarse en Kadic! Odd recordó de repente que Jeremy había prometido que hablaría con la Hertz aquella misma tarde. Su cerebro se puso en marcha: Jeremy habla con la Hertz; la Hertz corre a ver al director; el director tiene un expediente sobre Waldo Schaeffer… Raro, raro, raro.

Jeremy tragó saliva. A lo mejor, excavando en el parque de linóleo del gimnasio, podía conseguir que se lo tragase la tierra, desapareciendo para siempre en su ardiente núcleo, que seguro que sería menos incómodo que la

majo por tu

, que anda dando voces, como de costumbre. De todas formas, será mejor que echemos un vistazo: me ha parecido oír

El director Delmas lo fulminó con una mirada incendiaria desde el otro

Odd se asomó desde detrás de la espalda del profesor. En el despacho del director se encontraba también la profesora Hertz. E incluso más seria que

, será mejor que por el momento vuelva

Ambos parecían bastante cortados. La profesora salió sin ni siquieras dedicarles una sonrisa de cortesía a Jim ni a Odd, y el director cerró apresuradamente el legajo que tenía abierto sobre su escritorio, una carpeta

Pero antes de que Delmas tuviese tiempo de meterla en un cajón, Odd logró enía en la cubierta: Waldo Schaeffer. ¡Ése era el

auténtico nombre de Franz Hopper, el nombre que tenía el profesor antes

Odd recordó de repente que Jeremy había prometido que hablaría con la puso en marcha: Jeremy habla

con la Hertz; la Hertz corre a ver al director; el director tiene un expediente

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En el ínterin, Jim le había explicado al director el asunto de Kiwi.-¿Y dónde habéis dejado el perro? -En el cuarto del chico.El director se dirigió a Odd en tono grave.-Tener animales en las habitaciones está terminantemente prohibido. Voy a tener que suspenderte durante unos días. Pero antes vayamos a recoger al perro. Cada paso en dirección al cuarto que compartía con Ulrich volvía a Odd más pequeño e infeliz. Iban a suspenderlo. Había cosas peores en la vida que una semana de vacaciones imprevistas, pero ahora había aparecido Eva. ¿Una chica espléndida entraba en su clase,no era nada justo! El director le ordenó que abriese la puerta. La vieja habitación desordenada de siempre. Los pósters de artes marciales de Ulrich en su lado del cuarto, y, encima de la cama de Odd, el póster del mítico Harry su guitarra eléctrica contra un amplificador. El libro de literatura francesa en el suelo. -¿Y bien? ¿Dónde se supone que anda ese dichoso perro? director mientras miraba a su alrededor.Jim se rascó la cabeza, perplejo.Odd sintió cómo la esperanza cecía en su pecho.-Señor –dijo, echándole valor y algo de cara duraque ese perro no era mío.

profesor de gimnasia al tiempo que abría el armario y los cajones. Llincluso a levantar las lamparitas de las mesillas de noche.-Ya está bien, Jim, no seas ridículo. Ponte de pie.-Señor director –protestó Oddperro que ni siquiera existe!-No es que me fíe de tu palabra está aquí ahora, saldrás de ésta con dos días de confinamiento. Un profesor vendrá a recogerte al principio del día, y luego volverá a acompañarte a tu cuarto. Te queda terminantemente prohibido salir de aquí. ¿Está bienEl muchacho agachó la cabeza. Por lo menos iba a poder ver a Eva en clase. -Sí –murmuró.

En el ínterin, Jim le había explicado al director el asunto de Kiwi.¿Y dónde habéis dejado el perro? –le había preguntado Delmas.En el cuarto del chico.

El director se dirigió a Odd en tono grave. Tener animales en las habitaciones está terminantemente prohibido. Voy a

tener que suspenderte durante unos días. Pero antes vayamos a recoger al

paso en dirección al cuarto que compartía con Ulrich volvía a Odd más pequeño e infeliz. Iban a suspenderlo. Había cosas peores en la vida que una semana de vacaciones imprevistas, pero ahora había aparecido Eva. ¿Una chica espléndida entraba en su clase, y a él lo suspendían? ¡Eso

El director le ordenó que abriese la puerta. La vieja habitación desordenada de siempre. Los pósters de artes marciales de Ulrich en su lado del cuarto, y, encima de la cama de Odd, el póster del mítico Harry Metal destrozando su guitarra eléctrica contra un amplificador. El libro de literatura francesa

¿Y bien? ¿Dónde se supone que anda ese dichoso perro? –preguntó el director mientras miraba a su alrededor. Jim se rascó la cabeza, perplejo.

sintió cómo la esperanza cecía en su pecho. dijo, echándole valor y algo de cara dura-, ya le había dicho a Jim

que ese perro no era mío.

-Seguro que anda por aquí… -masculló el profesor de gimnasia al tiempo que abría el armario y los cajones. Llincluso a levantar las lamparitas de las mesillas de noche. Ya está bien, Jim, no seas ridículo. Ponte de pie.

protestó Odd-, ¡no me puede suspender por culpa de un perro que ni siquiera existe! No es que me fíe de tu palabra –replicó Delmas., pero ya que ese perro no

está aquí ahora, saldrás de ésta con dos días de confinamiento. Un profesor vendrá a recogerte al principio del día, y luego volverá a acompañarte a tu cuarto. Te queda terminantemente prohibido salir de aquí. ¿Está bienEl muchacho agachó la cabeza. Por lo menos iba a poder ver a Eva en

En el ínterin, Jim le había explicado al director el asunto de Kiwi. le había preguntado Delmas.

Tener animales en las habitaciones está terminantemente prohibido. Voy a tener que suspenderte durante unos días. Pero antes vayamos a recoger al

paso en dirección al cuarto que compartía con Ulrich volvía a Odd más pequeño e infeliz. Iban a suspenderlo. Había cosas peores en la vida que una semana de vacaciones imprevistas, pero ahora había aparecido

y a él lo suspendían? ¡Eso

El director le ordenó que abriese la puerta. La vieja habitación desordenada de siempre. Los pósters de artes marciales de Ulrich en su lado del cuarto,

Metal destrozando su guitarra eléctrica contra un amplificador. El libro de literatura francesa

preguntó el

, ya le había dicho a Jim

masculló el profesor de gimnasia al tiempo que abría el armario y los cajones. Llegó

, ¡no me puede suspender por culpa de un

ó Delmas., pero ya que ese perro no está aquí ahora, saldrás de ésta con dos días de confinamiento. Un profesor vendrá a recogerte al principio del día, y luego volverá a acompañarte a tu cuarto. Te queda terminantemente prohibido salir de aquí. ¿Está bien claro? El muchacho agachó la cabeza. Por lo menos iba a poder ver a Eva en

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-Y tú, Jim, ven conmigo. Quiero decirte un par de cosas sobre por qué el profesor de gimnasio no tiene que molestar al director por perros que no existen. La contraseña de los ordenadores de secretaría estaba chupada:El nombre de la hija del director. Jeremy la había descubierto durante la primera semana de su primer año en la escuela.El muchacho encendió su viejo portátil y entró en la base de dsecretaría, empezando por revisar los expedientes del personal docente. Al parecer, la profesora Hertz había sido de verdad ayudante de laboratorio durante los años en los que Hopper daba clases allí, pero el laboratorio en el que lo había hecho era el de física, y no el de química. De modo que la Hertz le había mentido, y era imposible que hubiese visto a Hopper tan sólo un par de veces. Jeremy rebuscó entre los archivos digitales hasta que encontró el expediente sobre Franz Hopper. Tan sólo tenfecha en la que se había licenciado y los títulos de algunas de sus publicaciones. Hasta la foto era poco útil: demasiado oscura, prácticamente irreconocible. Se fijó en la última línea del expediente:dimisión. Véase la carta adjunta.

Jeremy estaba seguro de que Hopper jamás la había escrito. Aquél había sido el período en el que el profesor había creado Lyoko, se había llevado a Aelita consigo y se había refinventado. El 6 de junio era la fecha exacta de su desaparición.Jeremy reflexionó. Hopper se había refugiado en Lyoko porque alguien lo estaba buscando. Resultaba obvio que no podía haber presentado una carta de dimisión antes de la fuga: habría sido una señal clarísima de su intención de escapar.

qué? ¿Quién había corrido un tupido velo sobre la huída del profesor, y quién lo había ayudado a esconderse en Kadic en primetodo, ¿por qué luego Hopper había buscado refugio en Lyoko, cuando sabía que su enemigo, X.A.N.A., se encontraba precisamente allí?Demasiadas cosas sin sentido. Demasiadas preguntas sin respuesta.

Y tú, Jim, ven conmigo. Quiero decirte un par de cosas sobre por qué el profesor de gimnasio no tiene que molestar al director por perros que no

contraseña de los ordenadores de secretaría estaba chupada:El nombre de la hija del director. Jeremy la había descubierto durante la primera semana de su primer año en la escuela. El muchacho encendió su viejo portátil y entró en la base de dsecretaría, empezando por revisar los expedientes del personal docente. Al parecer, la profesora Hertz había sido de verdad ayudante de laboratorio durante los años en los que Hopper daba clases allí, pero el laboratorio en

era el de física, y no el de química. De modo que la Hertz le había mentido, y era imposible que hubiese visto a Hopper tan sólo

Jeremy rebuscó entre los archivos digitales hasta que encontró el expediente sobre Franz Hopper. Tan sólo tenía unos pocos renglones: la fecha en la que se había licenciado y los títulos de algunas de sus publicaciones. Hasta la foto era poco útil: demasiado oscura, prácticamente

Se fijó en la última línea del expediente: 6 de junio de 1994, presen

dimisión. Véase la carta adjunta. Pero no había ninguna carta adjunta, y Jeremy estaba seguro de que Hopper jamás la había escrito. Aquél había sido el período en el que el profesor había creado Lyoko, se había llevado a Aelita consigo y se había refugiado en el mundo virtual que el mismo había inventado. El 6 de junio era la fecha exacta de su desaparición.Jeremy reflexionó. Hopper se había refugiado en Lyoko porque alguien lo estaba buscando. Resultaba obvio que no podía haber presentado una carta de dimisión antes de la fuga: habría sido una señal clarísima de su intención

De modo que todo era mentira. Pero ¿por qué? ¿Quién había corrido un tupido velo sobre la huída del profesor, y quién lo había ayudado a esconderse en Kadic en primer lugar? Y sobre todo, ¿por qué luego Hopper había buscado refugio en Lyoko, cuando sabía que su enemigo, X.A.N.A., se encontraba precisamente allí? Demasiadas cosas sin sentido. Demasiadas preguntas sin respuesta.

Y tú, Jim, ven conmigo. Quiero decirte un par de cosas sobre por qué el profesor de gimnasio no tiene que molestar al director por perros que no

contraseña de los ordenadores de secretaría estaba chupada: sissidelmas. El nombre de la hija del director. Jeremy la había descubierto durante la

El muchacho encendió su viejo portátil y entró en la base de datos de la secretaría, empezando por revisar los expedientes del personal docente. Al parecer, la profesora Hertz había sido de verdad ayudante de laboratorio durante los años en los que Hopper daba clases allí, pero el laboratorio en

era el de física, y no el de química. De modo que la Hertz le había mentido, y era imposible que hubiese visto a Hopper tan sólo

Jeremy rebuscó entre los archivos digitales hasta que encontró el ía unos pocos renglones: la

fecha en la que se había licenciado y los títulos de algunas de sus publicaciones. Hasta la foto era poco útil: demasiado oscura, prácticamente

6 de junio de 1994, presenta su

Pero no había ninguna carta adjunta, y Jeremy estaba seguro de que Hopper jamás la había escrito. Aquél había sido el período en el que el profesor había creado Lyoko, se había llevado a

ugiado en el mundo virtual que el mismo había inventado. El 6 de junio era la fecha exacta de su desaparición. Jeremy reflexionó. Hopper se había refugiado en Lyoko porque alguien lo estaba buscando. Resultaba obvio que no podía haber presentado una carta de dimisión antes de la fuga: habría sido una señal clarísima de su intención

De modo que todo era mentira. Pero ¿por qué? ¿Quién había corrido un tupido velo sobre la huída del profesor, y

r lugar? Y sobre todo, ¿por qué luego Hopper había buscado refugio en Lyoko, cuando sabía

Demasiadas cosas sin sentido. Demasiadas preguntas sin respuesta.

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En ese momento, la bombilla que iluminaba su escritorio estalló con un chasquido seco que lo sobresaltó. El ordenador portátil se apagó y se reinició automáticamente. Jeremy se alejó del teclado con los ojos desorbitados, como si acabase de ver un monstruo. Cortes de corriente. Bombillas que estallan. Parecía igualito a uno de los ataques eléctricos que X.A.N.A. había lanzado en tantas ocasiones en Kadic. Pero eso no era posible: aquella inteligencia artificial había sido destruída, y Lyoko estaba apagado. Así que no debía de ser más que una coincidencia. Jeremy volvió a apagar el ordenador y se echó sobre la cama. Jeremy era un científico. Y no creía en las coincidencias.

3 Kiwi, herido La casa de Yumi se encontraba en un barrio tranquilo, a menos de diez minutos andando de Kadic. Un chalecito pequeño y elegante con un jardín tan cuidado como minúsculo que, según Ulrich, tenía un aspecto un pelín demasiado <<japo>>. Pero ahora el muchacho no tenía tiempo para pensar en las plantas. Tocó el timbre de la entrada mientras trataba de esconder a Kiwi dentro de su chaqueta, y deseó con todas sus fuerzas que los padres de Yumi no es tuviesen en casa. -Ah, eres tú –lo saludó expeditivamente su amiga. -Menudo entusiasmo… -comentó, irónico, Ulrich-. En fin, yo también me alegro de verte. ¿Se puede? ¿Estás tus viejos? -No, estamos solo Hiroki y yo –respondió ella al tiempo que le hacía entrar. Ulrich se quitó las zapatillas antes de pisar el parqué que cubría el suelo de la casa. Los padres de Yumi llevaban ya muchos años viviendo en Francia, per conservaban las tradiciones de su tierra natal. Hasta los huéspedes tenían prohibido llevar zapatos dentro de casa. El muchacho agitó los dedos en los calcetines: tenía la esperanza de que no apestasen después de la carrera que se había pegado.

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amueblado al estilo oriental. Aperte de unas sillas y una mesa de altura estándar, había una mesita más baja con varios cojines a su alrededor sobre los que arrodillarse. Y en las alcobas no había camas, sino futones, esos delgados colchones japoneses, que se ponían directamente sobre los espartanos tatamis, esteras de paja trenzada.En el salón, Hiroki, el hermanito de diez años de Yumi, estaba sentado en el suelo, sobre una montaña de cojines, absorbido por un videojuego. El televisor se hallaba a un volumen infernal, y al parecer, todo un ejército de monstruos lo estaba pasando bastante mal.-¿Te importaría bajar eso, por favor? encima de aquel caos antes de dirigirse a Ulrichdejas caer por aquí? -A Kiwi, aquél le pareció el mejor momento para declararle al mundo entero su presencia. Saltó afuera de la chaqueta del muchacho y fue a parar a los brazos de Hiroki, pero no sin antes haber ensuciado con sus patitas todo el hermoso parqué del salón de los Ishiyama.Ulrich le echó un vistazo a su ropa: la camiseta y el forro de la chaqueta estaban arañados y empapados de barro.-Oh, diablos… -¿Qué está haciendo ése aquí?Ulrich lanzó un suspiro.-Cuando he salido del gimnasio, he visto a Jim arrastrando a Odd de una oreja mientras llevaba a Kiwi bajo el otro brazo. Ese listillo ha conseguido que lo pillen. Así que los he seguido. Jim ha dejado al perro en nuestro cuarto y luego se ha llevado a Odd al despacho del dire. He logrado sacar a Kiwi de ahí por el canto de un duro, y menos mal, porque si no a Odd lo habrían suspendido. -No me has respondido ¿Qué estás haciendo aquí?-¡No sabía dónde dejarlo! Tú eres la única de la pandilla que no tiene que quedarse en la residencia… Así que, como nosotros no podemos quedárnoslo, por lo menos durante un tiempo… me preguntaba si no podrías cuidar tú de Kiwi… ¡sólo un par de díalas aguas vuelvan a su cauce.

El interior de la casa también estaba amueblado al estilo oriental. Aperte de unas sillas y una mesa de altura estándar, había una mesita más baja con varios cojines a su alrededor sobre

rse. Y en las alcobas no había camas, sino futones, esos delgados colchones japoneses, que se ponían directamente sobre los espartanos tatamis, esteras de paja trenzada. En el salón, Hiroki, el hermanito de diez años de Yumi, estaba sentado en

bre una montaña de cojines, absorbido por un videojuego. El televisor se hallaba a un volumen infernal, y al parecer, todo un ejército de monstruos lo estaba pasando bastante mal. ¿Te importaría bajar eso, por favor? –le gritó Yumi para hacerse oír por

cima de aquel caos antes de dirigirse a Ulrich-. Bueno, y ¿cómo es que te

A Kiwi, aquél le pareció el mejor momento para declararle al mundo entero su presencia. Saltó afuera de la chaqueta del muchacho y fue a parar

iroki, pero no sin antes haber ensuciado con sus patitas todo el hermoso parqué del salón de los Ishiyama. Ulrich le echó un vistazo a su ropa: la camiseta y el forro de la chaqueta estaban arañados y empapados de barro.

se aquí? Ulrich lanzó un suspiro. Cuando he salido del gimnasio, he visto a Jim arrastrando a Odd de una

oreja mientras llevaba a Kiwi bajo el otro brazo. Ese listillo ha conseguido que lo pillen. Así que los he seguido. Jim ha dejado al perro en nuestro cuarto y luego se ha llevado a Odd al despacho del dire. He logrado sacar a Kiwi de ahí por el canto de un duro, y menos mal, porque si no a Odd lo

No me has respondido –dijo Yumi mientras ponía los brazos en jarrasdo aquí?

¡No sabía dónde dejarlo! Tú eres la única de la pandilla que no tiene que quedarse en la residencia… Así que, como nosotros no podemos quedárnoslo, por lo menos durante un tiempo… me preguntaba si no podrías cuidar tú de Kiwi… ¡sólo un par de días, quiero decir! Hasta que las aguas vuelvan a su cauce.

El interior de la casa también estaba amueblado al estilo oriental. Aperte de unas sillas y una mesa de altura estándar, había una mesita más baja con varios cojines a su alrededor sobre

rse. Y en las alcobas no había camas, sino futones, esos delgados colchones japoneses, que se ponían directamente sobre los

En el salón, Hiroki, el hermanito de diez años de Yumi, estaba sentado en bre una montaña de cojines, absorbido por un videojuego. El

televisor se hallaba a un volumen infernal, y al parecer, todo un ejército de

le gritó Yumi para hacerse oír por . Bueno, y ¿cómo es que te

A Kiwi, aquél le pareció el mejor momento para declararle al mundo entero su presencia. Saltó afuera de la chaqueta del muchacho y fue a parar

iroki, pero no sin antes haber ensuciado con sus patitas

Ulrich le echó un vistazo a su ropa: la camiseta y el forro de la chaqueta

Cuando he salido del gimnasio, he visto a Jim arrastrando a Odd de una oreja mientras llevaba a Kiwi bajo el otro brazo. Ese listillo ha conseguido que lo pillen. Así que los he seguido. Jim ha dejado al perro en nuestro cuarto y luego se ha llevado a Odd al despacho del dire. He logrado sacar a Kiwi de ahí por el canto de un duro, y menos mal, porque si no a Odd lo

dijo Yumi mientras ponía los brazos en jarras-.

¡No sabía dónde dejarlo! Tú eres la única de la pandilla que no tiene que quedarse en la residencia… Así que, como nosotros no podemos quedárnoslo, por lo menos durante un tiempo… me preguntaba si no

s, quiero decir! Hasta que

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-Tú te has vuelto majara, ¿verdad? un afilado témpano de hielomontarían mi padre y mi madre?Ulrich sintió cómo el enfadboca. -Vaya, pues nunca me ha parecido que te importe mucho lo que opinasen tus padres, Y además, se trata sólo de echarle un capote a Odd.-¡Mira quién habla de padres! ¡Venga, hombre! Y de todas formas, la respuesta sigue siendo no.

el pequeño Hiroki-. De Kiwi me ocupo yo. ¡Es mi amigo!El perro confirmó sus palabras dándole un lametón en la cara.-Ya te he dicho que ni hablar Ulrich la ignoró, inclinándose hacia Hiroki.-Muchísimas gracias, pequeño. Odd te estará eternamente agradecido luego se dirigió de nuevo a ambosarreglada. Ahora lo siento, pero tengo que pirarme.Se dio media vuelta de inmediato y salió psendero del jardín mientras se iba poniendo las zapatillas.Sus padres. Yumi no debería haber sacado a relucir aquel asunto. Hacía un montón de tiempo que Ulrich no se llevaba bien con los suyos. Especialmente con su padre, unsevero. Por supuesto, habría estado muy bien resolver las cosas, volver a los viejos tiempos, cuando la suya aún era una familia unida y no había una tensión constante en casa. Pero a esas alturas aquella posibilidad pespejismo. Echó a correr hacia Kadic a toda velocidad, tratando de no pensar en eso. No tenía ganas de pensar en nada. Una foto de Ulrich. Sonría y tenía los ojos entrecerrados por culpa del fuerte sol que le daba en la cara. La foto, pegada en estaba enmarcada con dibujos de florecitas.Yumi suspiró y se colocó mejor sobre la cama. Había cerrado la puerta con llave. No quería que Hiroki supiese que llevaba un diario. Ni que dibujaba florecillas en sus páginas. Se habría bsiglos. Pasó página. Había un esbozo de Ulrich tal y como aparecía en Lyoko, con su ropa de samurái: una cinta blanca sobre la frente, un elegante quimono

Tú te has vuelto majara, ¿verdad? –la voz de Yumi entró en su oído como un afilado témpano de hielo-. De eso si hablar. ¿Tú sabes la que me montarían mi padre y mi madre? Ulrich sintió cómo el enfado le trepaba por la espalda hasta llegarle a la

Vaya, pues nunca me ha parecido que te importe mucho lo que opinasen tus padres, Y además, se trata sólo de echarle un capote a Odd.¡Mira quién habla de padres! ¡Venga, hombre! Y de todas formas, la

respuesta sigue siendo no.

-¡Ey, ey, ey! Tranquis los dos –. De Kiwi me ocupo yo. ¡Es mi amigo!

El perro confirmó sus palabras dándole un lametón en la cara.Ya te he dicho que ni hablar –lo regañó Yumi.

inclinándose hacia Hiroki. Muchísimas gracias, pequeño. Odd te estará eternamente agradecido

luego se dirigió de nuevo a ambos-. Vale, entonces ya está la cosa arreglada. Ahora lo siento, pero tengo que pirarme. Se dio media vuelta de inmediato y salió pitando, dando saltitos por el sendero del jardín mientras se iba poniendo las zapatillas. Sus padres. Yumi no debería haber sacado a relucir aquel asunto. Hacía un montón de tiempo que Ulrich no se llevaba bien con los suyos. Especialmente con su padre, un tipo chapado a la antigua, demasiado severo. Por supuesto, habría estado muy bien resolver las cosas, volver a los viejos tiempos, cuando la suya aún era una familia unida y no había una tensión constante en casa. Pero a esas alturas aquella posibilidad pespejismo. Echó a correr hacia Kadic a toda velocidad, tratando de no pensar en eso. No tenía ganas de pensar en nada.

Una foto de Ulrich. Sonría y tenía los ojos entrecerrados por culpa del fuerte sol que le daba en la cara. La foto, pegada en la página de un diario, estaba enmarcada con dibujos de florecitas. Yumi suspiró y se colocó mejor sobre la cama. Había cerrado la puerta con llave. No quería que Hiroki supiese que llevaba un diario. Ni que dibujaba florecillas en sus páginas. Se habría burlado de ella por los siglos de los

Pasó página. Había un esbozo de Ulrich tal y como aparecía en Lyoko, con su ropa de samurái: una cinta blanca sobre la frente, un elegante quimono

la voz de Yumi entró en su oído como . De eso si hablar. ¿Tú sabes la que me

o le trepaba por la espalda hasta llegarle a la

Vaya, pues nunca me ha parecido que te importe mucho lo que opinasen tus padres, Y además, se trata sólo de echarle un capote a Odd. ¡Mira quién habla de padres! ¡Venga, hombre! Y de todas formas, la

–se entrometió

El perro confirmó sus palabras dándole un lametón en la cara.

Muchísimas gracias, pequeño. Odd te estará eternamente agradecido –. Vale, entonces ya está la cosa

itando, dando saltitos por el

Sus padres. Yumi no debería haber sacado a relucir aquel asunto. Hacía un montón de tiempo que Ulrich no se llevaba bien con los suyos.

tipo chapado a la antigua, demasiado severo. Por supuesto, habría estado muy bien resolver las cosas, volver a los viejos tiempos, cuando la suya aún era una familia unida y no había una tensión constante en casa. Pero a esas alturas aquella posibilidad parecía un espejismo. Echó a correr hacia Kadic a toda velocidad, tratando de no

Una foto de Ulrich. Sonría y tenía los ojos entrecerrados por culpa del la página de un diario,

Yumi suspiró y se colocó mejor sobre la cama. Había cerrado la puerta con llave. No quería que Hiroki supiese que llevaba un diario. Ni que dibujaba

urlado de ella por los siglos de los

Pasó página. Había un esbozo de Ulrich tal y como aparecía en Lyoko, con su ropa de samurái: una cinta blanca sobre la frente, un elegante quimono

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de batalla y su catana, la larga espada de los guerreros japonesde la cintura. La primera vez que se había materializado en el mundo virtual, Yumi había descubiertos que ambos vestía ropa tradicional japonesa. De hecho, ella asumía el aspecto de una geisha, con su maquillaje de rigor y su quimono tradicioobi. Fue hasta el principio del diario, donde había unas pocas notas garabateadas. La descripción de su primer encuentro. Estaba en el gimnasio, en un entrenamiento de artes marciales, y he peleado contra un tal Ulrich. Se mueve bien, y con una agilidad increíble. Podría convertirse en un experto en pocos años. Al final lo he derrotado. Ha estado bien.Yumi volvió a suspirar. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Avanzando en el diario empezaban los problemaWilliam Dunbar.

había enamorado de ella a primera vista, aunque ella… Ella, ¿qué?La muchacha sacó de debajo de su almohada el reproductor de mp3 y se puso los cascos. Eligió una liechó con los ojos cerrados y el diario sobre la tripa, dejando que las notas se llevasen con ellas, muy lejos, las preocupaciones. Imágenes de ella, de Ulrich, de William en bañador. Ulrich salvándole la vida dsus incontables batallas en Lyoko. William con una expresión cruel en el rostro, aquella vez en que X.A.N.A. se había apoderado de su mente y el mucho había tratado de matarla…¡PUMMM! La muchacha se puso en pie de un salto, chillando del sus-Oye, ¿estás bien, Yumi? el otro lado de la puerta cerrada.-S-si. No te preocupes, yo…Miró al suelo. El lector de mp3 había explotado, fundiéndose en un pegote de plástico oscuro. Apestaba a quemado, y -Tú, ¿qué? –insistió su hermanito, golpeando con fuerza contra la madera de la puerta cerrada. -Me he tropezado, Hiroki, nada más. Tranquilo -¡Pero si he oído una explosión! ¡Era una explosión, esoty se-Que te digo que no. Todo va estupendamente. ¡Anda, vete!

de batalla y su catana, la larga espada de los guerreros japonesde la cintura. La primera vez que se había materializado en el mundo virtual, Yumi había descubiertos que ambos vestía ropa tradicional japonesa. De hecho, ella asumía el aspecto de una geisha, con su maquillaje de rigor y su quimono tradicional, sujeto por la espalda con una amplia faja

Fue hasta el principio del diario, donde había unas pocas notas garabateadas. La descripción de su primer encuentro. Estaba en el gimnasio, en un entrenamiento de artes marciales, y he peleado contra un al Ulrich. Se mueve bien, y con una agilidad increíble. Podría convertirse

en un experto en pocos años. Al final lo he derrotado. Ha estado bien.Yumi volvió a suspirar. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Avanzando en el diario empezaban los problemas. Y los problemas se llamaban

William tenía la misma edad que Yumi, y se había enamorado de ella a primera vista, aunque ella… Ella, ¿qué?La muchacha sacó de debajo de su almohada el reproductor de mp3 y se puso los cascos. Eligió una lista de reproducción con canciones lentas y se echó con los ojos cerrados y el diario sobre la tripa, dejando que las notas se llevasen con ellas, muy lejos, las preocupaciones. Imágenes de ella, de Ulrich, de William en bañador. Ulrich salvándole la vida durante una de sus incontables batallas en Lyoko. William con una expresión cruel en el rostro, aquella vez en que X.A.N.A. se había apoderado de su mente y el mucho había tratado de matarla…

La muchacha se puso en pie de un salto, chillando del susto. Oye, ¿estás bien, Yumi? –se informó poco después la voz de Hiroki desde

el otro lado de la puerta cerrada. si. No te preocupes, yo…

Miró al suelo. El lector de mp3 había explotado, fundiéndose en un pegote de plástico oscuro. Apestaba a quemado, y todavía estaba echando humo.

insistió su hermanito, golpeando con fuerza contra la madera

Me he tropezado, Hiroki, nada más. Tranquilo –trató de calmarlo ella.¡Pero si he oído una explosión! ¡Era una explosión, esoty seguro!Que te digo que no. Todo va estupendamente. ¡Anda, vete!

de batalla y su catana, la larga espada de los guerreros japoneses, a un lado de la cintura. La primera vez que se había materializado en el mundo virtual, Yumi había descubiertos que ambos vestía ropa tradicional japonesa. De hecho, ella asumía el aspecto de una geisha, con su maquillaje

nal, sujeto por la espalda con una amplia faja

Fue hasta el principio del diario, donde había unas pocas notas garabateadas. La descripción de su primer encuentro. Estaba en el gimnasio, en un entrenamiento de artes marciales, y he peleado contra un al Ulrich. Se mueve bien, y con una agilidad increíble. Podría convertirse

en un experto en pocos años. Al final lo he derrotado. Ha estado bien. Yumi volvió a suspirar. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Avanzando

s. Y los problemas se llamaban

William tenía la misma edad que Yumi, y se había enamorado de ella a primera vista, aunque ella… Ella, ¿qué? La muchacha sacó de debajo de su almohada el reproductor de mp3 y se

sta de reproducción con canciones lentas y se echó con los ojos cerrados y el diario sobre la tripa, dejando que las notas se llevasen con ellas, muy lejos, las preocupaciones. Imágenes de ella, de

urante una de sus incontables batallas en Lyoko. William con una expresión cruel en el rostro, aquella vez en que X.A.N.A. se había apoderado de su mente y el

se informó poco después la voz de Hiroki desde

Miró al suelo. El lector de mp3 había explotado, fundiéndose en un pegote todavía estaba echando humo.

insistió su hermanito, golpeando con fuerza contra la madera

trató de calmarlo ella. guro!

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Los auriculares le habían explotado en las orejas. El lector de mp3 estaba irreparablemente quemado. Casi parecía uno de los viejos ataques electrónicos de… Yumi sacudió la cabeza. Qué va, impcoincidencia. Odd se miró al espejo, ensayando varias poses y expresiones. Después se echó un poco más de gomina en las palmas de las manos y se la extendió por el pelo, moldeándolo hasta esculpir su peinado de costumbre.Siguió mirándose un rato más, con una expresión crítica en la cara. Se había puesto la camiseta de los Desperate, su grupo de rock favorito, y unos vaqueros que le sentaban como un guante.-Rompecorazones –le dijo complacido a su reflejo mientras probaba ssonrisa más cautivadora. Ahora si que podía salir: tenía un aspecto irresistible. El percance con Kiwi ya se le había ido de la cabeza. Ulrich lo había salvado justo a tiempo, y ahora tenía la tarde libre para cortejar a Eva Skinner. Aelita le había dichcomedor Kadic, por lo que ahora estaría seguramente en algún lugar de la escuela.

hacia ambos lados del pasillo. La residencia estaba desierta. Perfecto.Se deslizó afuera con los oídos bien atentos, listos para captar cualquier sonido parecido a los pesados pasos de Jim. Salió por la puerta principal y atravesó el patio a todo correr.En el parque no había profesores haciendo la ronda: hacía demasiado frío, y la nieve estaba toda helada. Muy probablemente, hasta Eva debía de haber preferido buscarse un sitio calentito. A lo mejor estaba en el comedor. Pobrecita, seguro que tenía ganas de charlar con alguien. ¡Tal vez con él! En resumen, que seguro que lo estaba esperand-¿A quién andas buscando?A Odd aquellas palabras lo pillaron desprevenidos. Era Sissi, que también iba demasiado elegante como para estar dando un inocente paseo. Llevaba un top negro sin mangas anudado en la nuca y una minifalda bien ceñida. Tenía la piel azulada a causa del frío.-Qué olor más raro… -comentó Odd, que olfateaba el aire a su alrededorEs como de hierbas…

Los auriculares le habían explotado en las orejas. El lector de mp3 estaba irreparablemente quemado. Casi parecía uno de los viejos ataques

Yumi sacudió la cabeza. Qué va, imposible. Seguro que era una mera

Odd se miró al espejo, ensayando varias poses y expresiones. Después se echó un poco más de gomina en las palmas de las manos y se la extendió por el pelo, moldeándolo hasta esculpir su peinado de costumbre.Siguió mirándose un rato más, con una expresión crítica en la cara. Se había puesto la camiseta de los Desperate, su grupo de rock favorito, y unos vaqueros que le sentaban como un guante.

le dijo complacido a su reflejo mientras probaba ssonrisa más cautivadora. Ahora si que podía salir: tenía un aspecto

El percance con Kiwi ya se le había ido de la cabeza. Ulrich lo había salvado justo a tiempo, y ahora tenía la tarde libre para cortejar a Eva Skinner. Aelita le había dicho que la muchacha iba a cenar con ellos en el comedor Kadic, por lo que ahora estaría seguramente en algún lugar de la

Odd asomó la cabeza fuera del baño y miró hacia ambos lados del pasillo. La residencia estaba desierta. Perfecto.

uera con los oídos bien atentos, listos para captar cualquier sonido parecido a los pesados pasos de Jim. Salió por la puerta principal y atravesó el patio a todo correr. En el parque no había profesores haciendo la ronda: hacía demasiado frío, y

estaba toda helada. Muy probablemente, hasta Eva debía de haber preferido buscarse un sitio calentito. A lo mejor estaba en el comedor. Pobrecita, seguro que tenía ganas de charlar con alguien. ¡Tal vez con él! En resumen, que seguro que lo estaba esperando. ¿A quién andas buscando?

A Odd aquellas palabras lo pillaron desprevenidos. Era Sissi, que también iba demasiado elegante como para estar dando un inocente paseo. Llevaba un top negro sin mangas anudado en la nuca y una minifalda bien ceñida.

piel azulada a causa del frío. comentó Odd, que olfateaba el aire a su alrededor

Los auriculares le habían explotado en las orejas. El lector de mp3 estaba irreparablemente quemado. Casi parecía uno de los viejos ataques

osible. Seguro que era una mera

Odd se miró al espejo, ensayando varias poses y expresiones. Después se echó un poco más de gomina en las palmas de las manos y se la extendió por el pelo, moldeándolo hasta esculpir su peinado de costumbre. Siguió mirándose un rato más, con una expresión crítica en la cara. Se había puesto la camiseta de los Desperate, su grupo de rock favorito, y unos

le dijo complacido a su reflejo mientras probaba su sonrisa más cautivadora. Ahora si que podía salir: tenía un aspecto

El percance con Kiwi ya se le había ido de la cabeza. Ulrich lo había salvado justo a tiempo, y ahora tenía la tarde libre para cortejar a Eva

o que la muchacha iba a cenar con ellos en el comedor Kadic, por lo que ahora estaría seguramente en algún lugar de la

Odd asomó la cabeza fuera del baño y miró hacia ambos lados del pasillo. La residencia estaba desierta. Perfecto.

uera con los oídos bien atentos, listos para captar cualquier sonido parecido a los pesados pasos de Jim. Salió por la puerta principal y

En el parque no había profesores haciendo la ronda: hacía demasiado frío, y estaba toda helada. Muy probablemente, hasta Eva debía de haber

preferido buscarse un sitio calentito. A lo mejor estaba en el comedor. Pobrecita, seguro que tenía ganas de charlar con alguien. ¡Tal vez con él!

A Odd aquellas palabras lo pillaron desprevenidos. Era Sissi, que también iba demasiado elegante como para estar dando un inocente paseo. Llevaba un top negro sin mangas anudado en la nuca y una minifalda bien ceñida.

comentó Odd, que olfateaba el aire a su alrededor-.

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-¡¿Olor?! ¡¿Hierbas?! ¡Es mi perfume, tonto del bote! Estoy buscando a Ulrich. Y tú, ¿a quién buscas?-A Eva –respondió Odd sin darspedirle… -añadió después a toda prisa-Sí, sí, claro –sonrió, maliciosa, Sissihacerse amiguito de cierta yanqui guapa…Pasos en el sendero. Una risotada de lo má-Instintivamente, Odd agarró a Sissi de un brazo y la arrastró detrás de unos arbustos. -¡Oye! ¿Qué haces? ¡Suéltame ya mismo! -¡Chitón! –la mandó callar el muchacho, poniéndole un dedo sobre los labios. Estaban muy cerca, apretujados ahí detrás, rodeados de hojas cubiertas de escarcha. Sissi estaba sólo a un par de centímetros de él, y no pudo evitar ponerse colorada. -¿Qué pretendes hacer, Odd? Los pasos se alejaron, y el muchacho pegó un brinco hacia -¿Eeeeeeh? Pero ¿a ti qué se te ha pasado por la cabeza? ¡Yo no quiero nada de nada! ¡De-na-da!Se sacudió la nieve de la ropa. Tenía que inventarse una excusa pausible. Estaba claro que se había escapado de la residencia.-Alguien se estaba acercansobre la marcha. -¿Qué te has creído? –añadió con una sonrisaque mantener! Estaba claro que no podía dejarme ver contigo toda emperifollada en medio de la nieve. ¡Y con ese perfum

haber algún fallo, porque Sissi se había puesto todavía más roja… pero de rabia. -¡Odd Della Robbia, te juro que me las pagarás! mientras se alejaba corriendo.Odd se arrepintió. Sissi era un ratita presumida y tonta, pero a lo mejor esta vez a él se le había ido un poco la mano. Más tarde, el muchacho volvió a su cuarto y se echó sobre la cama, en silencio. Ulrich estaba al otro lado de la habitación, igualmente echado, los ojos abiertos y los pies levantados y apoyados contra la pared.

¡¿Olor?! ¡¿Hierbas?! ¡Es mi perfume, tonto del bote! Estoy buscando a Ulrich. Y tú, ¿a quién buscas?

respondió Odd sin darse tiempo a reflexionar-. Tengo que añadió después a toda prisa- unos apuntes… la clase de…

sonrió, maliciosa, Sissi-. Me parece que alguien quiere hacerse amiguito de cierta yanqui guapa… Pasos en el sendero. Una risotada de lo más desquiciada. ¿Jim Morales?Instintivamente, Odd agarró a Sissi de un brazo y la arrastró detrás de unos

¡Oye! ¿Qué haces? ¡Suéltame ya mismo! –siseó ella. la mandó callar el muchacho, poniéndole un dedo sobre los

muy cerca, apretujados ahí detrás, rodeados de hojas cubiertas de escarcha. Sissi estaba sólo a un par de centímetros de él, y no pudo evitar

¿Qué pretendes hacer, Odd? –susurró. Los pasos se alejaron, y el muchacho pegó un brinco hacia atrás.¿Eeeeeeh? Pero ¿a ti qué se te ha pasado por la cabeza? ¡Yo no quiero

da! Se sacudió la nieve de la ropa. Tenía que inventarse una excusa pausible. Estaba claro que se había escapado de la residencia. Alguien se estaba acercando, y no quería que nos viesen juntos

añadió con una sonrisa-. ¡Yo tengo una reputación que mantener! Estaba claro que no podía dejarme ver contigo toda emperifollada en medio de la nieve. ¡Y con ese perfume tremendo, además!

Sin embargo, en su excusa perfecta debía de haber algún fallo, porque Sissi se había puesto todavía más roja… pero de

¡Odd Della Robbia, te juro que me las pagarás! –gritó la muchacha mientras se alejaba corriendo.

intió. Sissi era un ratita presumida y tonta, pero a lo mejor esta vez a él se le había ido un poco la mano.

Más tarde, el muchacho volvió a su cuarto y se echó sobre la cama, en silencio. Ulrich estaba al otro lado de la habitación, igualmente echado, los ojos abiertos y los pies levantados y apoyados contra la pared.

¡¿Olor?! ¡¿Hierbas?! ¡Es mi perfume, tonto del bote! Estoy buscando a

. Tengo que unos apuntes… la clase de…

. Me parece que alguien quiere

s desquiciada. ¿Jim Morales? Instintivamente, Odd agarró a Sissi de un brazo y la arrastró detrás de unos

la mandó callar el muchacho, poniéndole un dedo sobre los

muy cerca, apretujados ahí detrás, rodeados de hojas cubiertas de escarcha. Sissi estaba sólo a un par de centímetros de él, y no pudo evitar

atrás. ¿Eeeeeeh? Pero ¿a ti qué se te ha pasado por la cabeza? ¡Yo no quiero

Se sacudió la nieve de la ropa. Tenía que inventarse una excusa pausible.

do, y no quería que nos viesen juntos –improvisó

. ¡Yo tengo una reputación que mantener! Estaba claro que no podía dejarme ver contigo toda

e tremendo, además!

Sin embargo, en su excusa perfecta debía de haber algún fallo, porque Sissi se había puesto todavía más roja… pero de

gritó la muchacha

intió. Sissi era un ratita presumida y tonta, pero a lo mejor esta

Más tarde, el muchacho volvió a su cuarto y se echó sobre la cama, en silencio. Ulrich estaba al otro lado de la habitación, igualmente echado, con los ojos abiertos y los pies levantados y apoyados contra la pared.

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Odd había deambulado por la escuela sin encontrar rastro de Eva, y había estado a punto de correr el peligro de toparse con el director en persona, Definitivamente, era un mal día. Habentre las piernas. -Ah –masculló-, gracias por lo de hoy. Lo de Kiwi, quiero decir.-Nada –respondió Ulrich con un gruñido.-Un día duro, ¿eh? –Odd le echó un vistazo de reojo a su amigo.-Mmm. -¡Ya, yo ando igual! ¿Te-Pues no. Odd se quedó en silencio. Él tampoco tenía ganas de hablar. Aunque ver a su amigo tan alicaído no le gustaba ni un pelo. Ulrich era un cabezota, pero él lo quería. Verlo así de triste le hacía sentirse muy incómodo. De repente cogió del suelo una de sus pantuflas y lanzó contra la cabeza de su compañero. -¡Ey! Pero, ¿qué haces? ¿Te has vuelto majara?-¡Uatááá! Haciendo gala de una agilidad felina, Odd saltó desde su cama hasta la de su amigo blandiendo la almohada por encima de más rápido, y lo detuvo en pleno vuelo de un almohadazo. Después le tiró un zapato y se echaron a reír. ¡Guau, guau, guau! Kiwi estaba completando la duodécima vuelta del Gran Premio de la Habitación de Hiroki, y seguía sacándolperseguidores, es decir, a Hiroki. Se tumbaba en el tatami y brincaba sobre el escritorio, se deslizaba por debajo del armario, pasaba haciendo una rasante junto a la puerta, y vuelta a empezar. Y todo eso sin dejar un segundo de ladrar, completamente desencadenado.-¡Kiwii! ¡Estate quieto! -¡Hiroki! –chilló de repente YumiLa muchacha abrió de golpe la puerta de la habitación, y Kiwi decidió que la carrera había termina

bajar de revoluciones y desapareció de su vista.-¡Oh. No!

Odd había deambulado por la escuela sin encontrar rastro de Eva, y había estado a punto de correr el peligro de toparse con el director en persona, Definitivamente, era un mal día. Había vuelto a la residencia con el rabo

, gracias por lo de hoy. Lo de Kiwi, quiero decir.respondió Ulrich con un gruñido.

Odd le echó un vistazo de reojo a su amigo.

¡Ya, yo ando igual! ¿Te apetece hablarlo?

Odd se quedó en silencio. Él tampoco tenía ganas de hablar. Aunque ver a su amigo tan alicaído no le gustaba ni un pelo. Ulrich era un cabezota, pero él lo quería. Verlo así de triste le hacía sentirse muy incómodo. De repente cogió del suelo una de sus pantuflas y lanzó contra la cabeza de su

¡Ey! Pero, ¿qué haces? ¿Te has vuelto majara?

Haciendo gala de una agilidad felina, Odd saltó desde su cama hasta la de su amigo blandiendo la almohada por encima de su cabeza. Pero Ulrich fue más rápido, y lo detuvo en pleno vuelo de un almohadazo. Después le tiró un zapato y se echaron a reír.

Kiwi estaba completando la duodécima vuelta del Gran Premio de la Habitación de Hiroki, y seguía sacándoles cada vez más ventaja a sus perseguidores, es decir, a Hiroki. Se tumbaba en el tatami y brincaba sobre el escritorio, se deslizaba por debajo del armario, pasaba haciendo una rasante junto a la puerta, y vuelta a empezar. Y todo eso sin dejar un

de ladrar, completamente desencadenado. ¡Kiwii! ¡Estate quieto! –le gritó el niño.

chilló de repente Yumi-. ¿Quieres dejar de armar tanto jaleo?La muchacha abrió de golpe la puerta de la habitación, y Kiwi decidió que la carrera había terminado y era el momento de subir al podio. Así que se

escabulló por entre las piernas de Yumi sin bajar de revoluciones y desapareció de su vista.

Odd había deambulado por la escuela sin encontrar rastro de Eva, y había estado a punto de correr el peligro de toparse con el director en persona,

ía vuelto a la residencia con el rabo

, gracias por lo de hoy. Lo de Kiwi, quiero decir.

Odd le echó un vistazo de reojo a su amigo.

Odd se quedó en silencio. Él tampoco tenía ganas de hablar. Aunque ver a su amigo tan alicaído no le gustaba ni un pelo. Ulrich era un cabezota, pero él lo quería. Verlo así de triste le hacía sentirse muy incómodo. De repente cogió del suelo una de sus pantuflas y lanzó contra la cabeza de su

Haciendo gala de una agilidad felina, Odd saltó desde su cama hasta la de su cabeza. Pero Ulrich fue

más rápido, y lo detuvo en pleno vuelo de un almohadazo. Después le tiró

Kiwi estaba completando la duodécima vuelta del Gran Premio de la es cada vez más ventaja a sus

perseguidores, es decir, a Hiroki. Se tumbaba en el tatami y brincaba sobre el escritorio, se deslizaba por debajo del armario, pasaba haciendo una rasante junto a la puerta, y vuelta a empezar. Y todo eso sin dejar un

. ¿Quieres dejar de armar tanto jaleo? La muchacha abrió de golpe la puerta de la habitación, y Kiwi decidió que

do y era el momento de subir al podio. Así que se

escabulló por entre las piernas de Yumi sin

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El chiquillo se lanzó en pos del perro, pero en medio de la confusión del momento, uno de sus hombros chocó con las rodillas de Yumi, de modo que ambos acabaron por los suelos. -¡Ay! ¡Hiroki! -¡Kiwi se está escapando! –exclamó él. -Pero ¿adónde quieres que vaya? –bufó su hermana, algo molesta. La respuesta era bien simple: a la ventana de la cocina. Los muchachos habían terminado de comer no hacía mucho. Ellos dos solos, porque sus padres estaban en casa de unos amigos, Yumi había dejado la ventana abierta para airear un poco. Demostrando unas dotes atléticas insospechables en un cuzco como él, Kiwi saltó sobre el mostrador de la cocina, pasó haciendo un eslalon entre los fogones que Yumi acababa de limpiar y despareció al otro lado del alféizar, engullido por la oscuridad de la noche. -¡Oh, no! ¡Tenemos que encontrarlo! –exclamó Hiroki, alarmadísimo. -Ve tú a buscarlo –le espetó la muchacha, irritada, mientras se encogía de hombros-. Fuiste tú el que aceptó encargarse de Kiwi. Yo me quedo aquí. Kiroki la miró durante un par de instantes, con sus ojos rasgados contraídos formando dos delgadas ranuras. -Venga, Yumi, ¡no seas así! -Ni hablar. Y trata de darte prisa. A saber adónde habrá ido a parar Kiwi ya. Hiroki salió a la calle escopeteando, y se estremeció cuando el aire helado de la noche lo recibió con una bofetada de frío. Las farolas iluminaban una calzada desierta flanqueada por casa bajas pegadas unas a otras, jardines que crecían hombro con hombro con otros jardines y coches aparcados uno detrás de otro junto a las estrechas aceras. Ya era bastante tarde, y las luces de las casas estaban casi todas apagadas. ¡Guau, guau! Kiwi andaba por allí, al fondo de la calle, a mano izquierda, por algún lado. Aquella ciudad era un lugar bastante tranquilo y luminoso. De día. A Hiroki le gustaba mucho más que Kioto, la ciudad japonesa en la que él había nacido. Pero hasta aquel momento nuca le había pasado eso de ir dando vueltas por sus calles de noche, con la oscuridad y el frío, y completamente solo. Las calles por las que pasaba todos los días con Yumi para ir al colegio tenían ahora un aspecto distinto, con las sombras alargándose sobre el asfalto como largos dedos tenebrosos. A fuerza de perseguir a Kiwi, el chiquillo llegó a los alrededores del colegio. Al fondo, a la derecha, se veía la verja de entrada de La Ermita. La

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total, aparte del viento y el tintineo de algunas latas vacías que rodaban empujadas por él. <<Lo he perdió –pensó Hiroki, consternadoDe pronto, un hombre salió de la calle que bordeaba uno de los lados de La Ermita. Llevaba una cazadora de cuero y estaba de espaldas a él. Bajo la mortecina luz de las farolas, Hiroki logró vislumbrar tan sólo algunos rasgos de su cara. Trató de no hacerse notar: había algo en aquel hombre que lo inquietaba y le daba escalofríos.En aquel mismo instante, Kiwi empezó a ladrar desde el jardín del chalé, y muy pronto a sus aullidos se les sumaron diversos gruñidos y ladridos. Otros perros. Parecían enfadados y nerviosos.Sin parase a pensarlo, Hiroki escaló la verja de la Ermita y se dejó caer al otro lado. Era pequeño y flaco, pero tan ágil como su hermana. En cuanto hubo aterrizado, miró a su alrededor con miedo. Ahora Kiwi ya no ladraba, mientras que los otros perros seguían gruñendo.El chiquillo se precipitó en aquella dirección, tan preocupadcuenta de que en realidad no había ninguna calle que bordease uno de los lados de La Ermita. Y entonces, ¿de dónde había salido aquel hombre? De todas formas, no era un pensamiento demasiado importante: el tipo ese ya se había alejado. Y ahora él tenía otras cosas en las que pensar.El jardín del chalé estaba desierto, e Hiroki avanzó a ciegas en la oscuridad durante un rato, en busca de Kiwi. Ahora se habían terminado los ladridos, y un silencio inquietante cubría el lugar como un manto. Cacapa de nieve helada, arriesgándose a resbalar, y se fue acercando al garaje, una casucha baja anexionada al chalé. Y por fin lo oyó. Más que una respiración parecía un puñado de jadeos provenientes de una criatura que no conseguía meter ni uovillo de carne temblorosa que yacía en el suelo, boca arriba.Era Kiwi. Y estaba herido. Grigory Nictapolus recorrió apresuradamente la distancia que lo separaba de su camioneta, subió a bordo y cerró la ppunto estuvo de romperla.Había reconocido al niño: Hiroki Ishiyama. Y había faltado poco para que aquel mocoso le viese la cara.

calle estaba invadida por el silentotal, aparte del viento y el tintineo de algunas latas vacías que rodaban

pensó Hiroki, consternado-. He perdido a Kiwi>>.De pronto, un hombre salió de la calle que bordeaba uno de los lados de La

una cazadora de cuero y estaba de espaldas a él. Bajo la mortecina luz de las farolas, Hiroki logró vislumbrar tan sólo algunos rasgos de su cara. Trató de no hacerse notar: había algo en aquel hombre que lo inquietaba y le daba escalofríos.

o instante, Kiwi empezó a ladrar desde el jardín del chalé, y muy pronto a sus aullidos se les sumaron diversos gruñidos y ladridos. Otros perros. Parecían enfadados y nerviosos. Sin parase a pensarlo, Hiroki escaló la verja de la Ermita y se dejó caer al otro lado. Era pequeño y flaco, pero tan ágil como su hermana. En cuanto hubo aterrizado, miró a su alrededor con miedo. Ahora Kiwi ya no ladraba, mientras que los otros perros seguían gruñendo. El chiquillo se precipitó en aquella dirección, tan preocupado que no se dio cuenta de que en realidad no había ninguna calle que bordease uno de los lados de La Ermita. Y entonces, ¿de dónde había salido aquel hombre? De todas formas, no era un pensamiento demasiado importante: el tipo ese ya

ora él tenía otras cosas en las que pensar.El jardín del chalé estaba desierto, e Hiroki avanzó a ciegas en la oscuridad durante un rato, en busca de Kiwi. Ahora se habían terminado los ladridos, y un silencio inquietante cubría el lugar como un manto. Caminó sobre la capa de nieve helada, arriesgándose a resbalar, y se fue acercando al garaje, una casucha baja anexionada al chalé. Y por fin lo oyó. Más que una respiración parecía un puñado de jadeos provenientes de una criatura que no conseguía meter ni una pizca de aire en sus pulmones. Y salían de un ovillo de carne temblorosa que yacía en el suelo, boca arriba. Era Kiwi. Y estaba herido.

Grigory Nictapolus recorrió apresuradamente la distancia que lo separaba de su camioneta, subió a bordo y cerró la puerta con tanta fuerza que a punto estuvo de romperla. Había reconocido al niño: Hiroki Ishiyama. Y había faltado poco para que aquel mocoso le viese la cara.

calle estaba invadida por el silencio más total, aparte del viento y el tintineo de algunas latas vacías que rodaban

. He perdido a Kiwi>>. De pronto, un hombre salió de la calle que bordeaba uno de los lados de La

una cazadora de cuero y estaba de espaldas a él. Bajo la mortecina luz de las farolas, Hiroki logró vislumbrar tan sólo algunos rasgos de su cara. Trató de no hacerse notar: había algo en aquel hombre

o instante, Kiwi empezó a ladrar desde el jardín del chalé, y muy pronto a sus aullidos se les sumaron diversos gruñidos y ladridos.

Sin parase a pensarlo, Hiroki escaló la verja de la Ermita y se dejó caer al otro lado. Era pequeño y flaco, pero tan ágil como su hermana. En cuanto hubo aterrizado, miró a su alrededor con miedo. Ahora Kiwi ya no ladraba,

o que no se dio cuenta de que en realidad no había ninguna calle que bordease uno de los lados de La Ermita. Y entonces, ¿de dónde había salido aquel hombre? De todas formas, no era un pensamiento demasiado importante: el tipo ese ya

ora él tenía otras cosas en las que pensar. El jardín del chalé estaba desierto, e Hiroki avanzó a ciegas en la oscuridad durante un rato, en busca de Kiwi. Ahora se habían terminado los ladridos,

minó sobre la capa de nieve helada, arriesgándose a resbalar, y se fue acercando al garaje, una casucha baja anexionada al chalé. Y por fin lo oyó. Más que una respiración parecía un puñado de jadeos provenientes de una criatura que

na pizca de aire en sus pulmones. Y salían de un

Grigory Nictapolus recorrió apresuradamente la distancia que lo separaba uerta con tanta fuerza que a

Había reconocido al niño: Hiroki Ishiyama. Y había faltado poco para que

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El entrenamiento y la infinita cautela de Grigory lo habían salvado, pero sólo en el último momenembargo, ya sabía que aquellos chiquillos eran endemoniadamente listos. Tenía que ir con más cuidado.El Mago le pagaba para prever lo imprevisible.

Un espía entre las sombras No había nada interesante en la televisión. Odd dejó caer el mando a distancia sobre las mantas y bostezó.-Como la cosa siga así, me va a costar no dormirme. ¡Y sólo es medianoche! En el otro extremo de la habitación, Ulriliteratura. -También podrías estudiar. Te acuerdas de cómo se hace, ¿no?-¿Mandeeee? –su amigo lo miró con un gesto asqueadoavanzada como la mía no necesita estud…La respuesta de Odd se vio interrumpida por Ulrich. -¡Dime! –respondió el muchachoColgó el teléfono y empezó a calzarse las zapatillas.-¿Adónde vas? –dijo Odd, poniéndose en pie de un saltopasando por la mollera dejarme plant-Era Yumi. Está muy preocupada. Me ha pedido que vaya corriendo a su casa. -¿Preocupada? ¿Por qué?Ulrich le dirigió una mirada fugaz antes de responder.-No me lo ha dicho. -Espero que no le haya pasado nada a Kiwi también a calzarse. -Acuérdate de que estás castigado, mente avanzada Odd sopesó su respuesta.-Lo estoy, es cierto. Pero sólo si alguien me ve. Esta tarde también he salido, y no ha pasado nada.

El entrenamiento y la infinita cautela de Grigory lo habían salvado, pero sólo en el último momento. No había estado lo bastante alerta. Y sin embargo, ya sabía que aquellos chiquillos eran endemoniadamente listos. Tenía que ir con más cuidado. El Mago le pagaba para prever lo imprevisible.

Un espía entre las sombras

No había nada interesante en la televisión. Odd dejó caer el mando a distancia sobre las mantas y bostezó. Como la cosa siga así, me va a costar no dormirme. ¡Y sólo es

En el otro extremo de la habitación, Ulrich alzó la cabeza del libro de

También podrías estudiar. Te acuerdas de cómo se hace, ¿no?su amigo lo miró con un gesto asqueado-. Una mente tan

avanzada como la mía no necesita estud… La respuesta de Odd se vio interrumpida por los timbrazos del móvil de

respondió el muchacho-. Ajá. Ajá. Vale. Ya voy. Colgó el teléfono y empezó a calzarse las zapatillas.

dijo Odd, poniéndose en pie de un salto-. N o se te estará pasando por la mollera dejarme plantado aquí, ¿no? Era Yumi. Está muy preocupada. Me ha pedido que vaya corriendo a su

¿Preocupada? ¿Por qué? Ulrich le dirigió una mirada fugaz antes de responder.

Espero que no le haya pasado nada a Kiwi –dijo Odd mientras empeza

Acuérdate de que estás castigado, mente avanzada –lo detuvo Ulrich.Odd sopesó su respuesta. Lo estoy, es cierto. Pero sólo si alguien me ve. Esta tarde también he

salido, y no ha pasado nada.

El entrenamiento y la infinita cautela de Grigory lo habían salvado, pero to. No había estado lo bastante alerta. Y sin

embargo, ya sabía que aquellos chiquillos eran endemoniadamente listos.

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No había nada interesante en la televisión. Odd dejó caer el mando a distancia

Como la cosa siga así, me va a costar no dormirme. ¡Y sólo es

ch alzó la cabeza del libro de

También podrías estudiar. Te acuerdas de cómo se hace, ¿no? . Una mente tan

los timbrazos del móvil de

. N o se te estará

Era Yumi. Está muy preocupada. Me ha pedido que vaya corriendo a su

dijo Odd mientras empezaba

lo detuvo Ulrich.

Lo estoy, es cierto. Pero sólo si alguien me ve. Esta tarde también he

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-¡Tú no vas a asomar ni la nariz fueraque ya has causado bastantes problemas.-Ah, ya. Por supuesto, papaíto. Como tú quieras.Ulrich sonrió con resignación, y los dos amigos salieron corriendo juntos por la puerta. Kiwi estaba descansando en el regazo de HTodavía le costaba respirar, y su corazón latía fuerte. Odd se abalanzó inmediatamente hacia su perro herido.-Lo siento, Odd… -dijo con la voz rota Hiroki, mirándolo con los ojos hinchados por el llantoOdd alzó con la delicadeza la manta. El cuerpo regordete de Kiwi estaba cubierto de arañazos, dos de los cuales eran bien profundos. Tenía una oreja mordida, y estaba temblando como un flan. El muchacho lo acarició

no pasarle la mano por las heridas.-¿Qué ha ocurrido? –preguntó con un hilo de voz.Yumi, que les había abierto la puerta y se había quedado dando saltitos nerviosos de un pio a otro, se lo explicó.-Felicidades, Yumi, en serio tipo que quema de puro fríoque incluso has dejado que se escapase. Y por si no bastaba con eso, has mandado a Hiroki a buscarlo él solo. ¡Tu hermano pequeño! ¡De noche! ¡Dando vueltas por la ciudad!-Yo… -trató de responder ella.Pero Ulrich no la dejó hablar. Estaba fuera de quicio.-Si por lo menos hubieseis salido juntos, a lo mejor habríais encontrado a Kiwi cinco minutos antes de que lo atacase el perro ese, y a lo mejor no estaría herido, y a lo mejor…Yumi no era de la clase de chica que se iba a quedar tranquila tragándose una retahíla de reproches, aunque en su fuero interno sintiese que tenía una base de verdad. Es más, puede que estuviese así de irritada precisamente por eso. -¡Eso, tú encima júzgame! mejor se te da, ¿no? Don Perfecto, él…-¡DEJADLO DE UNA VEZ!

¡Tú no vas a asomar ni la nariz fuera de esta habitación, Odd! Me parece que ya has causado bastantes problemas. Ah, ya. Por supuesto, papaíto. Como tú quieras.

Ulrich sonrió con resignación, y los dos amigos salieron corriendo juntos

Kiwi estaba descansando en el regazo de Hiroki, envuelto en una manta. Todavía le costaba respirar, y su corazón latía fuerte. Odd se abalanzó inmediatamente hacia su perro herido.

dijo con la voz rota Hiroki, mirándolo con los ojos por el llanto-. Lo siento muchísimo… Yo no…

Odd alzó con la delicadeza la manta. El cuerpo regordete de Kiwi estaba cubierto de arañazos, dos de los cuales eran bien profundos. Tenía una oreja mordida, y estaba temblando como un flan. El muchacho lo acarició

con mucho cuidado, poniendo ateno pasarle la mano por las heridas.

preguntó con un hilo de voz. Yumi, que les había abierto la puerta y se había quedado dando saltitos nerviosos de un pio a otro, se lo explicó. Felicidades, Yumi, en serio –los ojos de Ulrich era dos rayos laser, de ese

tipo que quema de puro frío-. No sólo no has querido cuidar de Kiwi, sino que incluso has dejado que se escapase. Y por si no bastaba con eso, has mandado a Hiroki a buscarlo él solo. ¡Tu hermano pequeño! ¡De noche!

ueltas por la ciudad! trató de responder ella.

Pero Ulrich no la dejó hablar. Estaba fuera de quicio. Si por lo menos hubieseis salido juntos, a lo mejor habríais encontrado a

Kiwi cinco minutos antes de que lo atacase el perro ese, y a lo mejor no estaría herido, y a lo mejor… Yumi no era de la clase de chica que se iba a quedar tranquila tragándose una retahíla de reproches, aunque en su fuero interno sintiese que tenía una base de verdad. Es más, puede que estuviese así de irritada precisamente

¡Eso, tú encima júzgame! –le replicó, totalmente crispada-. Es lo que mejor se te da, ¿no? Don Perfecto, él… ¡DEJADLO DE UNA VEZ!

de esta habitación, Odd! Me parece

Ulrich sonrió con resignación, y los dos amigos salieron corriendo juntos

iroki, envuelto en una manta. Todavía le costaba respirar, y su corazón latía fuerte. Odd se abalanzó

dijo con la voz rota Hiroki, mirándolo con los ojos

Odd alzó con la delicadeza la manta. El cuerpo regordete de Kiwi estaba cubierto de arañazos, dos de los cuales eran bien profundos. Tenía una oreja mordida, y estaba temblando como un flan. El muchacho lo acarició

con mucho cuidado, poniendo atención para

Yumi, que les había abierto la puerta y se había quedado dando saltitos

ich era dos rayos laser, de ese . No sólo no has querido cuidar de Kiwi, sino

que incluso has dejado que se escapase. Y por si no bastaba con eso, has mandado a Hiroki a buscarlo él solo. ¡Tu hermano pequeño! ¡De noche!

Si por lo menos hubieseis salido juntos, a lo mejor habríais encontrado a Kiwi cinco minutos antes de que lo atacase el perro ese, y a lo mejor no

Yumi no era de la clase de chica que se iba a quedar tranquila tragándose una retahíla de reproches, aunque en su fuero interno sintiese que tenía una base de verdad. Es más, puede que estuviese así de irritada precisamente

. Es lo que

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Odd tenía la cara morada, y había gritado tan fuerte como para hacer que Kiwi gañese e Hiroki se sobresaltase.-¡ALGUIEN LE HA HECHO DAÑO A KIWI, Y YO AÚN NO HE ENTENDIDO QUÉ NARICES HA PASADO!Después respiró hondo, tratando de calmarse.-Hiroki –continuó en un tono más dulce-En la… en La Hermita.De pronto el chiquillo se acordó del hespaldas. No había ninguna calle que diese al otro lado del chalé, y si no había calle… ¡eso quería decir que el hombre había salido de La Ermita!Balbuceando, cada vez más alterado, Hiroki les contó a los muchachos lo que había pasado. -Un desconocido… -comentó Yumi-¡Lo mismo tiene algo que ver con Hopper! que ir allí a echar un vistazo.La muchacha asintió con la cabeza.-Yo llamo a Aelita. Tú avisa a Jeremy. Nos vemos toDebemos llegar hasta el fondo de este asunto. Diez minutos antes Jeremy estaba durmiendo tan tranquilo en su pequeña habitación de Kadic, bajo la protección del poster de Einstein que colgaba

chaquetón bien abrigado que se había puesto directamente encima del pijama y las gafas redondas torcidas sobre la nariz, se encontraba agachado sobre el césped de La Ermita, con una linterna en la mano, inspeccionando la capa de nieve que cubría el suelo.A su alrededor, como si fuesen luciérnagas, brillaban las linternas de sus amigos. Tan sólo Hiroki se había quedado en casa de Yumi, para seguir ciudando del pobre Kiwi.-¡Aquí! –exclamó de golpe JeremyLa nieve helada no presentaba ninpunto, cerca del garaje, el grueso estrato blanco había sido apartado, y el barro de debajo estaba surcado por una maraña de huellas. Perros.-¡Su madre! ¡Qué grande era! una de las huellas más nítidas¡Debía de ser una auténtica fiera! ¡Es un milagro que Kiwi aún esté vivo!

Odd tenía la cara morada, y había gritado tan fuerte como para hacer que Kiwi gañese e Hiroki se sobresaltase. ¡ALGUIEN LE HA HECHO DAÑO A KIWI, Y YO AÚN NO HE

ENTENDIDO QUÉ NARICES HA PASADO! Después respiró hondo, tratando de calmarse.

continuó en un tono más dulce-, ¿dónde lo has encontrado?En la… en La Hermita.

De pronto el chiquillo se acordó del hombre que había entrevisto de espaldas. No había ninguna calle que diese al otro lado del chalé, y si no había calle… ¡eso quería decir que el hombre había salido de La Ermita!Balbuceando, cada vez más alterado, Hiroki les contó a los muchachos lo

comentó Yumi-. Tal vez buscase a Aelita.¡Lo mismo tiene algo que ver con Hopper! –exclamó Ulrich-

que ir allí a echar un vistazo. La muchacha asintió con la cabeza. Yo llamo a Aelita. Tú avisa a Jeremy. Nos vemos todos en La Ermita.

Debemos llegar hasta el fondo de este asunto.

Diez minutos antes Jeremy estaba durmiendo tan tranquilo en su pequeña habitación de Kadic, bajo la protección del poster de Einstein que colgaba

de la pared. Diez minutos más tarde, con un chaquetón bien abrigado que se había puesto directamente encima del pijama y las gafas redondas torcidas sobre la nariz, se encontraba agachado sobre el césped de La Ermita, con una linterna en la mano, inspeccionando la capa de nieve que cubría el suelo. A su alrededor, como si fuesen luciérnagas, brillaban las linternas de sus amigos. Tan sólo Hiroki se había quedado en casa de Yumi, para seguir ciudando del pobre Kiwi.

exclamó de golpe Jeremy-. Venid a ver esto. La nieve helada no presentaba ningún rastro particular, pero en cierto punto, cerca del garaje, el grueso estrato blanco había sido apartado, y el barro de debajo estaba surcado por una maraña de huellas. Perros.¡Su madre! ¡Qué grande era! –comentó Odd mientras apoyaba la mano de

las huellas más nítidas-. ¡Mirad, las uñas se han clavado bien hondo! ¡Debía de ser una auténtica fiera! ¡Es un milagro que Kiwi aún esté vivo!

Odd tenía la cara morada, y había gritado tan fuerte como para hacer que

¡ALGUIEN LE HA HECHO DAÑO A KIWI, Y YO AÚN NO HE

, ¿dónde lo has encontrado?

ombre que había entrevisto de espaldas. No había ninguna calle que diese al otro lado del chalé, y si no había calle… ¡eso quería decir que el hombre había salido de La Ermita! Balbuceando, cada vez más alterado, Hiroki les contó a los muchachos lo

. Tal vez buscase a Aelita. -. Tenemos

dos en La Ermita.

Diez minutos antes Jeremy estaba durmiendo tan tranquilo en su pequeña habitación de Kadic, bajo la protección del poster de Einstein que colgaba

de la pared. Diez minutos más tarde, con un chaquetón bien abrigado que se había puesto directamente encima del pijama y las gafas redondas torcidas sobre la nariz, se encontraba agachado sobre el césped de La Ermita, con una linterna en la mano, inspeccionando

A su alrededor, como si fuesen luciérnagas, brillaban las linternas de sus amigos. Tan sólo Hiroki se había quedado en casa de Yumi, para seguir

gún rastro particular, pero en cierto punto, cerca del garaje, el grueso estrato blanco había sido apartado, y el barro de debajo estaba surcado por una maraña de huellas. Perros.

comentó Odd mientras apoyaba la mano de . ¡Mirad, las uñas se han clavado bien hondo!

¡Debía de ser una auténtica fiera! ¡Es un milagro que Kiwi aún esté vivo!

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-Los rastros resultan confusos suelo con escrupulosa atenciónperros, de la misma raza, aunque uno era algo más ligero que el otro: ¿veis esta huella, que está menos hundida?-Chuchos callejeros –sentenció Ulrich.Jeremy negó con la cabeza, no muy convencido.-¿Os habéis fijado en estforma de media luna cerca del muro, que estaba desconchado y cubierto de moho-. Eso es de un zapato. Y estoy dispuesto a apostaros lo que queráis a que el que la haya dejado estaba aquí con los perros. Tdicho Hiroki. -Perros… -susurró Aelitade mi sueño! Jeremy, me estoy asustando.Jeremy sintió el impulso de estrecharla bien fuerte entre sus brazos, pero en seguida se contuvo. -No te preocupes, Aelita. Ya verás como entre todos lograremos resolver este asunto. Y además, nos tienes a nosotros para protegerte. Odd avanzó sigilosamente por los pasillos iluminados de la residencia. Hacía ya un rato que Ulrich se había vuelto a Kadic, para evitseguir hablando con Yumi, mientras que él había insistido en acompañar a la muchacha a casa: quería comprobar qué tal estaba Kiwi.Hiroki lo había desinfectado y vendado como era debido. Ahora que estaban limpias, las heridas no parecían tan tpar de días volvería a ser el alegre perrillo de siempre.-¡Odd! ¡Della! ¡Robbia!El muchacho pegó un respingo, y un súbito escalofrío reptó a lo largo se su espalda. Cuando se giró ya estaba temblando.

Jim Morales tenía sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho, y no parecía ni medio contento.-¡Y un cuerno <<amigo>>! Se suponía que estabas castigado.La mente de Odd se puso a trabajar a toda velocidad.-He salido sólo, ejem, un -¿En serio? Es una pena que los baños estén en la otra punta. Tú has salido de la escuela, listillo. ¡De noche! ¡Y a pesar de estar castigado! Así que el chivatazo era correcto…

Los rastros resultan confusos –comentó Jeremy mientras examinaba el suelo con escrupulosa atención-, pero en mi opinión había por lo menos dos perros, de la misma raza, aunque uno era algo más ligero que el otro: ¿veis esta huella, que está menos hundida?

sentenció Ulrich. Jeremy negó con la cabeza, no muy convencido. ¿Os habéis fijado en esto, contra la pared del garaje? –señaló una huella en

forma de media luna cerca del muro, que estaba desconchado y cubierto de . Eso es de un zapato. Y estoy dispuesto a apostaros lo que queráis a

que el que la haya dejado estaba aquí con los perros. Tal y como nos ha

susurró Aelita-. Como los que oí ladrar la otra noche. ¡Como el de mi sueño! Jeremy, me estoy asustando. Jeremy sintió el impulso de estrecharla bien fuerte entre sus brazos, pero en

upes, Aelita. Ya verás como entre todos lograremos resolver este asunto. Y además, nos tienes a nosotros para protegerte.

Odd avanzó sigilosamente por los pasillos iluminados de la residencia. Hacía ya un rato que Ulrich se había vuelto a Kadic, para evitar tener que seguir hablando con Yumi, mientras que él había insistido en acompañar a la muchacha a casa: quería comprobar qué tal estaba Kiwi. Hiroki lo había desinfectado y vendado como era debido. Ahora que estaban limpias, las heridas no parecían tan tremendas. En cuestión de un par de días volvería a ser el alegre perrillo de siempre. ¡Odd! ¡Della! ¡Robbia!

El muchacho pegó un respingo, y un súbito escalofrío reptó a lo largo se su espalda. Cuando se giró ya estaba temblando.

-Ji… Jim. Siempre es un placer verte, amigo.Jim Morales tenía sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho, y no parecía ni medio contento. ¡Y un cuerno <<amigo>>! Se suponía que estabas castigado.

La mente de Odd se puso a trabajar a toda velocidad. He salido sólo, ejem, un momentito. Para ir al baño. ¿En serio? Es una pena que los baños estén en la otra punta. Tú has salido

de la escuela, listillo. ¡De noche! ¡Y a pesar de estar castigado! Así que el chivatazo era correcto…

comentó Jeremy mientras examinaba el i opinión había por lo menos dos

perros, de la misma raza, aunque uno era algo más ligero que el otro: ¿veis

señaló una huella en forma de media luna cerca del muro, que estaba desconchado y cubierto de

. Eso es de un zapato. Y estoy dispuesto a apostaros lo que queráis a al y como nos ha

. Como los que oí ladrar la otra noche. ¡Como el

Jeremy sintió el impulso de estrecharla bien fuerte entre sus brazos, pero en

upes, Aelita. Ya verás como entre todos lograremos resolver

Odd avanzó sigilosamente por los pasillos iluminados de la residencia. ar tener que

seguir hablando con Yumi, mientras que él había insistido en acompañar a

Hiroki lo había desinfectado y vendado como era debido. Ahora que remendas. En cuestión de un

El muchacho pegó un respingo, y un súbito escalofrío reptó a lo largo se su

placer verte, amigo. Jim Morales tenía sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho, y no

¡Y un cuerno <<amigo>>! Se suponía que estabas castigado.

¿En serio? Es una pena que los baños estén en la otra punta. Tú has salido de la escuela, listillo. ¡De noche! ¡Y a pesar de estar castigado! Así que el

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-¿Chivatazo? –dijo Odd de inmediato, aguzando las chivatazo? ¿Y quién te ha hecho de soplón?-Eh, bueno –tosió Jim mientras se arreglaba el cuello del niqui<<chivatazo>>? Quería decir suposición… mi intuición…-Jimbo –lo interrumpió Odd. Llamarle Jimbo siempre surtía cierto efecsobre todo cuando el profe estaba en dificultadesha dicho que yo estaba en mi cuarto?-No, nadie, yo… La verdad embistió a Odd como un morlaco: Sissi Delmas, con su top y su minifalda, en medio de los arbustos helados del pagarás!>>. -Ha sido Sissi, ¿verdad?-Mmm, bueh. Eso lo dices tú formas, no tiene nada que ver! Te has saltado las reglas, primero trayendoescapándote de la residencia de noche. Por eso, por el poder que me otorga el… ejem, el director, yo te declaro…-Esa niñata se las va a ver conmigo -¡No te me distraigas! ¡Te declaro castigado! ¡Toda uahora tira ya mismo para tu habitación, ¡o en vez de una semana van a ser dos! A Odd no le quedó más remedio que obedecer. Mientras Odd volvía a su cuarto, desanimado por el castigo, en Washington D.C., Estados Unidos, eran más o menos las nuDesde aquel despacho no se tenían vistas a ninguno de los grandes monumentos de la ciudad, como el Obelisco, el Capitolio o la estatua sedente del presidente Lincon. Era un despacho del montón en uno de los muchos rascacielos de la perifergrises. Pero eso no quería decir que quien se encontraba en aquella oficina fuese una persona de poca monta. Muy al contrario.Cuando sonó el teléfono, la mujer que estaba sentada detrás del escritorio respondió inmediatamente.-Sí –escupió con voz seca.

-Señora, perdone que le moleste, pero hay una llamada para usted. Es de Francia.

dijo Odd de inmediato, aguzando las orejas-. ¿Qué chivatazo? ¿Y quién te ha hecho de soplón?

tosió Jim mientras se arreglaba el cuello del niqui<<chivatazo>>? Quería decir suposición… mi intuición…

lo interrumpió Odd. Llamarle Jimbo siempre surtía cierto efecsobre todo cuando el profe estaba en dificultades-, ¿se puede saber quién te ha dicho que yo estaba en mi cuarto?

La verdad embistió a Odd como un morlaco: Sissi Delmas, con su top y su minifalda, en medio de los arbustos helados del parque, gritando <<¡Me las

Ha sido Sissi, ¿verdad? Mmm, bueh. Eso lo dices tú –respondió, evasivo, el profesor-

formas, no tiene nada que ver! –Jim reconquistó repentinamente el controlTe has saltado las reglas, primero trayendo un animal a Kadic, y luego escapándote de la residencia de noche. Por eso, por el poder que me otorga el… ejem, el director, yo te declaro… Esa niñata se las va a ver conmigo –siseó Odd entre dientes. ¡No te me distraigas! ¡Te declaro castigado! ¡Toda una SEMANA! Y

ahora tira ya mismo para tu habitación, ¡o en vez de una semana van a ser

A Odd no le quedó más remedio que obedecer.

Mientras Odd volvía a su cuarto, desanimado por el castigo, en Washington D.C., Estados Unidos, eran más o menos las nueve de la noche.Desde aquel despacho no se tenían vistas a ninguno de los grandes monumentos de la ciudad, como el Obelisco, el Capitolio o la estatua sedente del presidente Lincon. Era un despacho del montón en uno de los muchos rascacielos de la periferia, iguales como fotocopias, anónimos, grises. Pero eso no quería decir que quien se encontraba en aquella oficina fuese una persona de poca monta. Muy al contrario. Cuando sonó el teléfono, la mujer que estaba sentada detrás del escritorio

iatamente. escupió con voz seca.

Al otro lado estaba Maggie, su secretaria.Señora, perdone que le moleste, pero hay una llamada para usted. Es de

. ¿Qué

tosió Jim mientras se arreglaba el cuello del niqui-, ¿he dicho

lo interrumpió Odd. Llamarle Jimbo siempre surtía cierto efecto, , ¿se puede saber quién te

La verdad embistió a Odd como un morlaco: Sissi Delmas, con su top y su parque, gritando <<¡Me las

-. ¡De todas Jim reconquistó repentinamente el control-.

un animal a Kadic, y luego escapándote de la residencia de noche. Por eso, por el poder que me otorga

na SEMANA! Y

ahora tira ya mismo para tu habitación, ¡o en vez de una semana van a ser

Mientras Odd volvía a su cuarto, desanimado por el castigo, en Washington eve de la noche.

Desde aquel despacho no se tenían vistas a ninguno de los grandes monumentos de la ciudad, como el Obelisco, el Capitolio o la estatua sedente del presidente Lincon. Era un despacho del montón en uno de los

ia, iguales como fotocopias, anónimos, grises. Pero eso no quería decir que quien se encontraba en aquella oficina

Cuando sonó el teléfono, la mujer que estaba sentada detrás del escritorio

Al otro lado estaba Maggie, su secretaria. Señora, perdone que le moleste, pero hay una llamada para usted. Es de

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La mujer, cuyo nombre en clave era Dido, se sentó mejor en el sillón giratorio y chequeó por el rabillo del ojo la hilera de relojes que colgaba sobre la puerta. Uno por cada capital del mundo. En aquel momento. En aquel momento, en Francia eran más o menos las tres de la madrugada. Si alguien estaba llamando a esas horas, no cabía duda de que era urgente. -Pásamela, Maggie –se decidió al final, al tiempo que pulsaba el botón del teléfono que blindaba esa línea contra las posibles escuchas. La voz que le llegó del otro extremo de la línea sonaba masculina, profunda. Y avergonzada. -Señora… -Agente Lobo Solitario. Cuánto tiempo. -Acabo de hablar con los del departamento informático, señora. Ha pasado algo. El <<departamento informático>> se componía de un grupito de esclavos de los ordenadores que se pasaban el día y la noche monitorizando todas las búsquedas que se realizaban en la Red en países enteros, a la caza de palabras o frases sospechosas. Una labor ingente, fatigosísima e ilegal. Y por lo general, inútil. -Continúe. Estamos en una línea segura. -Esta tarde se ha hecho una búsqueda en una intranet privada. Alguien ha intentado obtener información sobre Franz Hopper, y luego sobre Waldo Schaeffer, que son de hecho la misma persona… Dido suspiró. Franz Hopper. Otra vez. Hopper era un caso antiguo, de hacía más de diez años, y no obstante la mujer no tuvo necesidad de consultar ningún expediente para refrescarse la memoria. En aquella época ella era una joven y prometedora oficial en los inicios de su carrera, y el caso Hopper había sido su primer y única fracaso. -Gracias por avisarme, agente –dijo. -Disculpe, señora –carraspeó la voz del otro lado del teléfono-, pero eso no es todo. La búsqueda la han hecho en la red interna del… de la academia Kadic. Dido no pudo por menos que soltar un puñetazo sobre el escritorio. Franz Hopper y Kadic juntos: una mezcla muy peligrosa. Muy peligrosa. -Muy bien, entonces. Quiero a uno de sus hombres trabajando en las comunicaciones de Kadic. Llamadas de teléfono, búsquedas internas, búsquedas en inetrnet. Todo. Desde hace dos meses hasta hoy. Y quiero un equipo listo para entrar en acción en caso de emergencia. -Sí, señora. -Podría tratarse de algo fortuito. Una empleada que estaba ordenando los archivos, o algo por el estilo. Pero lo mejor será no correr riesgos.

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Dido colgó sin añadir nada más, y peUna parte de ella, después de todo, deseaba que se reabriese el caso. Era una oportunidad para transformar su único fracaso en un gran éxito. A la mañana siguiente, Jeremy y los demás se reunieron cerca de la máquina de café. Sólo faltaba Odd. Había pasado por allí un par de minutos antes, acompañado por Jim Morales, que iba pisándole los talones, y había tenido el tiempo justo para dirigirles una mirada desesperada a sus amigos.<<Ya sabía yo que lo iban a pillar… pasar-. Será mejor que nos pongamos en marcha: dentro de nada tenemos clase>>. Jeremy estaba de pie, cerca de Aelita. Ambos tenían unas ojeras bien hinchadas por el cansancio.-Creo que la única solución es poner bajo vigilanciamuchacho. -¿Te refieres a que organicemos una especie de guardia nocturna? preguntó Yumi. -En realidad estaba pensando más bien en una red de cámaras de circuito cerrado –precisó JeremyAyer por la noche volví a la vieja fábrica y lo he comprobado: ahí tengo todos los componentes necesarios. Las colocaremos alrededor de la casa, y desde el ordenador de mi habitación sería capaz de controlarlas en todo momento. De ese modo obtendremos umisterioso, si por casualidad decide volver. Y entonces podremos…-Entregárselo a la policía Jeremy se quedó meditabundo.-Más o menos. -Pero ¿tu ordenador…? guardado en una caja? ¿ No habías dicho que te ibas a quedar solo con el portátil, para los trabajos de clase?-¡Sí, yo también me acuerdo! acabado con la informática! Es mejor así…>> ¡Y con qué tono más solemne lo dijiste! ¡Je, je!-¡Pero qué tendrá que ver! Esta noche lo he vuelto a montar todo. Si alguien está hurgando entre los secretos de La Ermita a nuestras espaldas, vamos a necesitar toda la

-Sí, señora. Dido colgó sin añadir nada más, y permaneció inmóvil junto al teléfono. Una parte de ella, después de todo, deseaba que se reabriese el caso. Era una oportunidad para transformar su único fracaso en un gran éxito.

A la mañana siguiente, Jeremy y los demás se reunieron cerca de la café. Sólo faltaba Odd. Había pasado por allí un par de minutos

antes, acompañado por Jim Morales, que iba pisándole los talones, y había tenido el tiempo justo para dirigirles una mirada desesperada a sus amigos.<<Ya sabía yo que lo iban a pillar… -había comentado Ulrich al verlo

. Será mejor que nos pongamos en marcha: dentro de nada tenemos

Jeremy estaba de pie, cerca de Aelita. Ambos tenían unas ojeras bien hinchadas por el cansancio. Creo que la única solución es poner bajo vigilancia La Ermita

¿Te refieres a que organicemos una especie de guardia nocturna?

En realidad estaba pensando más bien en una red de cámaras de circuito precisó Jeremy-. Las cámaras de vídeo puedo construirlas y

Ayer por la noche volví a la vieja fábrica y lo he comprobado: ahí tengo todos los componentes necesarios. Las colocaremos alrededor de la casa, y desde el ordenador de mi habitación sería capaz de controlarlas en todo momento. De ese modo obtendremos una imagen de ese fantasmal hombre misterioso, si por casualidad decide volver. Y entonces podremos…Entregárselo a la policía –completó Yumi, satisfecha-. ¿Correcto?

Jeremy se quedó meditabundo.

Pero ¿tu ordenador…? –comentó Aelita con una sonrisa-, ¿no estaba guardado en una caja? ¿ No habías dicho que te ibas a quedar solo con el portátil, para los trabajos de clase? ¡Sí, yo también me acuerdo! –se rió Ulrich-. <<Después de Lyoko, ¡he

con la informática! Es mejor así…>> ¡Y con qué tono más solemne lo dijiste! ¡Je, je! ¡Pero qué tendrá que ver! –Jeremy se sonrojó-. ¡Esto es una emergencia!

Esta noche lo he vuelto a montar todo. Si alguien está hurgando entre los secretos de La Ermita a nuestras espaldas, vamos a necesitar toda la

rmaneció inmóvil junto al teléfono. Una parte de ella, después de todo, deseaba que se reabriese el caso. Era una oportunidad para transformar su único fracaso en un gran éxito.

A la mañana siguiente, Jeremy y los demás se reunieron cerca de la café. Sólo faltaba Odd. Había pasado por allí un par de minutos

antes, acompañado por Jim Morales, que iba pisándole los talones, y había tenido el tiempo justo para dirigirles una mirada desesperada a sus amigos.

a comentado Ulrich al verlo . Será mejor que nos pongamos en marcha: dentro de nada tenemos

Jeremy estaba de pie, cerca de Aelita. Ambos tenían unas ojeras bien

La Ermita –declaró el

¿Te refieres a que organicemos una especie de guardia nocturna? –le

En realidad estaba pensando más bien en una red de cámaras de circuito . Las cámaras de vídeo puedo construirlas yo.

Ayer por la noche volví a la vieja fábrica y lo he comprobado: ahí tengo todos los componentes necesarios. Las colocaremos alrededor de la casa, y desde el ordenador de mi habitación sería capaz de controlarlas en todo

na imagen de ese fantasmal hombre misterioso, si por casualidad decide volver. Y entonces podremos…

. ¿Correcto?

, ¿no estaba guardado en una caja? ¿ No habías dicho que te ibas a quedar solo con el

. <<Después de Lyoko, ¡he con la informática! Es mejor así…>> ¡Y con qué tono más

. ¡Esto es una emergencia! Esta noche lo he vuelto a montar todo. Si alguien está hurgando entre los secretos de La Ermita a nuestras espaldas, vamos a necesitar toda la

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tecnología de la que disponemos para ponenterarnos de algo. Jeremy no era el único estudiante de Kadic que esperaba con ansiedad las clases de la profesora Hertz. De hecho, Susan Hertz era la profesora favorita de todos, porque no se limitaba a seguir el programa

desde el ADN hasta lo ordenadores, pasando por las cosmonaves, y se servía de ejemplos y experimentos que siempre desencadenaban la imaginación de todos sus alumnos. Cada clase era un nuevo descubrimiento. Sólo que aquel día parecía que todo iba a ser distinto.Para empezar, la profesora ni siquiera les dio los buenos días a los muchachos al entrar, sino que se sentó directamente en la cátedra, ceñuda, sacando el libro de texto de su portafolios.-Bueno. Abrid el libro por la página cuarenta y ocho. Nicolas, ¿empiezas tú a leer? Nicolas miró con expresión perpleja a su amigo Hervé, que también era su compañero de pupitre. Juntos formaban el dúo dinámico de <<guardaespaldas>> de Sissi, pero el experlo general durante las clases la profesora Hertz se concentraba en él y en Jeremy, y dejaba que Nicolas durmiese tranquilo.Hertz se aclaró la garganta y miró fijamente a Nicolas, contrariada.-Nicolas, ¿hay algún problema?-No, no –se sobresaltó el muchacholevantó, abrió el libro y empezó a leerlos científicos podían considerar que estaban en un buen punto en cuanto a la compresión de la materia. El desdesvelado ya todos los misterios relacionados con la estructura del átomo…>>. -Pero ¿Qué diablos pasa? -¿Por qué? –replicó la muchacha, levantando una ceja.-Fíjate en la profe. Ni siquieraun estudiante lea el libro, y punto? La Hertz no lee jamás del manual: siempre hace su propia introducción a las clases…-<<… elevaba a cuatro el número de partículas elementales que se conocían…>>.

tecnología de la que disponemos para ponerlo al descubierto y tratar de

Jeremy no era el único estudiante de Kadic que esperaba con ansiedad las clases de la profesora Hertz. De hecho, Susan Hertz era la profesora favorita de todos, porque no se limitaba a seguir el programa escolar, sino

que abarcaba cualquier argumento científico, desde el ADN hasta lo ordenadores, pasando por las cosmonaves, y se servía de ejemplos y experimentos que siempre desencadenaban la imaginación de todos sus alumnos. Cada clase era un nuevo

Sólo que aquel día parecía que todo iba a ser distinto. Para empezar, la profesora ni siquiera les dio los buenos días a los muchachos al entrar, sino que se sentó directamente en la cátedra, ceñuda, sacando el libro de texto de su portafolios. Bueno. Abrid el libro por la página cuarenta y ocho. Nicolas, ¿empiezas tú

Nicolas miró con expresión perpleja a su amigo Hervé, que también era su compañero de pupitre. Juntos formaban el dúo dinámico de <<guardaespaldas>> de Sissi, pero el experto en ciencias era Hervé. Y por lo general durante las clases la profesora Hertz se concentraba en él y en Jeremy, y dejaba que Nicolas durmiese tranquilo. Hertz se aclaró la garganta y miró fijamente a Nicolas, contrariada.Nicolas, ¿hay algún problema?

se sobresaltó el muchacho-, claro que no –a continuación se levantó, abrió el libro y empezó a leer-. <<A principios de los años treinta los científicos podían considerar que estaban en un buen punto en cuanto a la compresión de la materia. El descubrimiento del neutrón parecía haber desvelado ya todos los misterios relacionados con la estructura del

Pero ¿Qué diablos pasa? –le susurró Jeremy a Aelita. replicó la muchacha, levantando una ceja.

Fíjate en la profe. Ni siquiera parece ella misma. ¿Desde cuándo deja que un estudiante lea el libro, y punto? La Hertz no lee jamás del manual: siempre hace su propia introducción a las clases… <<… elevaba a cuatro el número de partículas elementales que se

erlo al descubierto y tratar de

Jeremy no era el único estudiante de Kadic que esperaba con ansiedad las clases de la profesora Hertz. De hecho, Susan Hertz era la profesora

escolar, sino

que abarcaba cualquier argumento científico, desde el ADN hasta lo ordenadores, pasando por las cosmonaves, y se servía de ejemplos y experimentos que siempre desencadenaban la

Para empezar, la profesora ni siquiera les dio los buenos días a los muchachos al entrar, sino que se sentó directamente en la cátedra, ceñuda,

Bueno. Abrid el libro por la página cuarenta y ocho. Nicolas, ¿empiezas tú

Nicolas miró con expresión perpleja a su amigo Hervé, que también era su

to en ciencias era Hervé. Y por lo general durante las clases la profesora Hertz se concentraba en él y en

Hertz se aclaró la garganta y miró fijamente a Nicolas, contrariada.

a continuación se . <<A principios de los años treinta

los científicos podían considerar que estaban en un buen punto en cuanto a cubrimiento del neutrón parecía haber

desvelado ya todos los misterios relacionados con la estructura del

parece ella misma. ¿Desde cuándo deja que un estudiante lea el libro, y punto? La Hertz no lee jamás del manual:

<<… elevaba a cuatro el número de partículas elementales que se

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Jeremy no era el único que se había quedado de una pieza. Todos los alumnos de la clase se miraban unos a otros, algo desubicados.Preocupado por si iba a tener que seguir leyendo durante toda la lección, Nicolas consiguió darle una patada disimulada por debajo del pupiHervé, que carraspeó y se puso de pie.-Ejem, ¿señorita? -Sí, Hervé? -Perdone que se lo pregunte, pero… ¿está usted bien?La mujer levantó la cabeza del libro sin que en su rostro apareciese ni la más mínima expresión.-¿Lo ves? –le insistió Jeremy a-Estoy estupendamente, Hervé, gracias. Por cierto, Jeremy, te agradecería mucho que dejases de charlar con tu amiga. A la próxima te echo de clase.

clase? En toda la histori-Por favor, Nicolas –lo exhortó Hertz Nicolas suspiró y siguió leyendo. Al poco, una mano se levantó de entre los pupitres. -¿Sí, querida? –le preguntó la profesora Hertz con un tono le había oído utilizar. Eva Skinner se levantó, atrayendo como un imán la mirada de Odd, y también de buena parte del público masculino.-Disculpe, profesora –comenzó la muchachaexactamente las partículas eleme-Por supuesto, querida –explico. Jeremy aún estaba patidifuso por la amenaza de que lo echasen cuando Aelita le propinó un codazo.-¿Has visto? –le susurróque no consiguiese decir esta boca es mía, y hoy, sin embargo, ni siquiera parece extranjera. Su francés es perfecto.Jeremy asintió y empezó a observar a Eva, lleno de curiosidad. Una vez acabada la clase, la profesora Hertz se encerró en su estuapoyó la espalda contra la puerta. Después se quitó las gafas y se pasó una mano por la frente.

el único que se había quedado de una pieza. Todos los alumnos de la clase se miraban unos a otros, algo desubicados.Preocupado por si iba a tener que seguir leyendo durante toda la lección, Nicolas consiguió darle una patada disimulada por debajo del pupiHervé, que carraspeó y se puso de pie.

Perdone que se lo pregunte, pero… ¿está usted bien? La mujer levantó la cabeza del libro sin que en su rostro apareciese ni la más mínima expresión.

le insistió Jeremy a Aelita en voz baja-. Está la mar de rara.Estoy estupendamente, Hervé, gracias. Por cierto, Jeremy, te agradecería

mucho que dejases de charlar con tu amiga. A la próxima te echo de clase.

¿Jeremy castigado con una expulsión de clase? En toda la historia de Kadic nunca se había oído nada igual.

lo exhortó Hertz -, puedes continuar. Gracias.Nicolas suspiró y siguió leyendo. Al poco, una mano se levantó de entre los

le preguntó la profesora Hertz con un tono dulce que nunca

Eva Skinner se levantó, atrayendo como un imán la mirada de Odd, y también de buena parte del público masculino.

comenzó la muchacha-, yo no he entendido qué son exactamente las partículas elementales.

–sonrió la profesora Hertz-. Ahora mismo te lo

Jeremy aún estaba patidifuso por la amenaza de que lo echasen cuando Aelita le propinó un codazo.

le susurró-. Ella sí que es rara, y no la Hertz. Ayer que no consiguiese decir esta boca es mía, y hoy, sin embargo, ni siquiera parece extranjera. Su francés es perfecto. Jeremy asintió y empezó a observar a Eva, lleno de curiosidad.

Una vez acabada la clase, la profesora Hertz se encerró en su estuapoyó la espalda contra la puerta. Después se quitó las gafas y se pasó una

el único que se había quedado de una pieza. Todos los alumnos de la clase se miraban unos a otros, algo desubicados. Preocupado por si iba a tener que seguir leyendo durante toda la lección, Nicolas consiguió darle una patada disimulada por debajo del pupitre a

La mujer levantó la cabeza del libro sin que en su rostro apareciese ni la

. Está la mar de rara. Estoy estupendamente, Hervé, gracias. Por cierto, Jeremy, te agradecería

mucho que dejases de charlar con tu amiga. A la próxima te echo de clase.

¿Jeremy castigado con una expulsión de a de Kadic nunca se había oído nada igual.

, puedes continuar. Gracias. Nicolas suspiró y siguió leyendo. Al poco, una mano se levantó de entre los

dulce que nunca

Eva Skinner se levantó, atrayendo como un imán la mirada de Odd, y

, yo no he entendido qué son

. Ahora mismo te lo

Jeremy aún estaba patidifuso por la amenaza de que lo echasen cuando

. Ella sí que es rara, y no la Hertz. Ayer parecía que no consiguiese decir esta boca es mía, y hoy, sin embargo, ni siquiera

Jeremy asintió y empezó a observar a Eva, lleno de curiosidad.

Una vez acabada la clase, la profesora Hertz se encerró en su estudio y apoyó la espalda contra la puerta. Después se quitó las gafas y se pasó una

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Siempre le había costado enseñar. Exigía dedicación y concentración, pero resultaba aún más complicado cuando su cabeza se empeñaba en volar de un lado a otro. Y todo por culpa de Jeremy, aunque en el fondo estaba contenta de haber regañado al chico durante la clase aquel día. Era culpa suya y de esas preguntas sobre superordenadores y Franz Hopper. Por suerte se le había ocurrido confiarle al director DelmWaldo Schaeffer. Conocía bien a Jeremy, y sabía que no se detendría ante nada con tal de ponerle las manos encima a aquellos papeles. Y de esa forma se arriesgaba a meterse en un problema realmente serio. Delmas, por su parte, conocía a grandes rasgos la situación, y custodiaría aquellos documentos con discreción.Sin embargo, a pesar de ello la mujer no conseguía quedarse tranquila. Tal vez se había equivocado por completo. Y ya hacía demasiado tiempo que arrastraba aquel asunto.Toc, toc. ¿Quién es? –estalló Hertz, sobresaltándose.-Soy yo –le respondió una voz femenina. Era Eva. Eva Skiner.-Ah, claro. Entra, entra, querida. ¿Necesitas hablar conmigo? Adelante.La puerta se abrió, y la profesora desplegó una amplia sonrisa. El de Hopper iba a tener que esperar un poco más.

casa sosteniendo en un precario equilibrio una pila de paquetes y bolsas de la compra que le llegaba por encima de la frente.Era un día tibio y luminoso qque ella tuviese solamente media hora antes de salir corriendo al trabajo.La señora dejó todo apoyado sobre la mesa y luego miró a su alrededor con cierta perplejidad. Algo había que no andaba bien. Algo distinto runa hora antes, cuando había salido a toda prisa para ir al supermercado. Le hicieron falta unos instantes para entender qué era: los cojines del sofá estaban movidos. Ella los había puesto en su sitio de siempre la noche anterior, antes de irse a dormir. Y al salir, cuando había mirado atrás por última vez para verificar que había apagado todas las luces y cerrado las ventanas, los cojines aún estaban en orden, con sus alegres fundas de flores rojas que desdramatizaban un poco aquel sofá de cuerogustaba a su marido.

Siempre le había costado enseñar. Exigía dedicación y concentración, pero resultaba aún más complicado cuando su cabeza se empeñaba en volar de

otro. Y todo por culpa de Jeremy, aunque en el fondo estaba contenta de haber regañado al chico durante la clase aquel día. Era culpa suya y de esas preguntas sobre superordenadores y Franz Hopper. Por suerte se le había ocurrido confiarle al director Delmas el expediente sobre Waldo Schaeffer. Conocía bien a Jeremy, y sabía que no se detendría ante nada con tal de ponerle las manos encima a aquellos papeles. Y de esa forma se arriesgaba a meterse en un problema realmente serio. Delmas, por

a a grandes rasgos la situación, y custodiaría aquellos documentos con discreción. Sin embargo, a pesar de ello la mujer no conseguía quedarse tranquila. Tal vez se había equivocado por completo. Y ya hacía demasiado tiempo que arrastraba aquel asunto.

estalló Hertz, sobresaltándose. le respondió una voz femenina. Era Eva. Eva Skiner.

Ah, claro. Entra, entra, querida. ¿Necesitas hablar conmigo? Adelante.La puerta se abrió, y la profesora desplegó una amplia sonrisa. El de Hopper iba a tener que esperar un poco más.

La señora Marguerite Della Robbia corrió a casa sosteniendo en un precario equilibrio una pila de paquetes y bolsas de la compra que le llegaba por encima de la frente. Era un día tibio y luminoso que animaba a dar un buen paseo. Qué pena que ella tuviese solamente media hora antes de salir corriendo al trabajo.La señora dejó todo apoyado sobre la mesa y luego miró a su alrededor con cierta perplejidad. Algo había que no andaba bien. Algo distinto runa hora antes, cuando había salido a toda prisa para ir al supermercado. Le hicieron falta unos instantes para entender qué era: los cojines del sofá estaban movidos. Ella los había puesto en su sitio de siempre la noche

a dormir. Y al salir, cuando había mirado atrás por última vez para verificar que había apagado todas las luces y cerrado las ventanas, los cojines aún estaban en orden, con sus alegres fundas de flores rojas que desdramatizaban un poco aquel sofá de cuero negro que tanto le

Siempre le había costado enseñar. Exigía dedicación y concentración, pero resultaba aún más complicado cuando su cabeza se empeñaba en volar de

otro. Y todo por culpa de Jeremy, aunque en el fondo estaba contenta de haber regañado al chico durante la clase aquel día. Era culpa suya y de esas preguntas sobre superordenadores y Franz Hopper. Por

as el expediente sobre Waldo Schaeffer. Conocía bien a Jeremy, y sabía que no se detendría ante nada con tal de ponerle las manos encima a aquellos papeles. Y de esa forma se arriesgaba a meterse en un problema realmente serio. Delmas, por

a a grandes rasgos la situación, y custodiaría aquellos

Sin embargo, a pesar de ello la mujer no conseguía quedarse tranquila. Tal vez se había equivocado por completo. Y ya hacía demasiado tiempo que

le respondió una voz femenina. Era Eva. Eva Skiner. Ah, claro. Entra, entra, querida. ¿Necesitas hablar conmigo? Adelante.

La puerta se abrió, y la profesora desplegó una amplia sonrisa. El problema

La señora Marguerite Della Robbia corrió a casa sosteniendo en un precario equilibrio una pila de paquetes y bolsas de

ue animaba a dar un buen paseo. Qué pena que ella tuviese solamente media hora antes de salir corriendo al trabajo. La señora dejó todo apoyado sobre la mesa y luego miró a su alrededor con cierta perplejidad. Algo había que no andaba bien. Algo distinto respecto a una hora antes, cuando había salido a toda prisa para ir al supermercado. Le hicieron falta unos instantes para entender qué era: los cojines del sofá estaban movidos. Ella los había puesto en su sitio de siempre la noche

a dormir. Y al salir, cuando había mirado atrás por última vez para verificar que había apagado todas las luces y cerrado las ventanas, los cojines aún estaban en orden, con sus alegres fundas de flores

negro que tanto le

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Su marido. ¿A lo mejor Robert había vuelto del trabajo? Qué va. Sin duda, la habría avisado. Y además, ese día tenía una reunión, así que iba a volver tarde a casa. -¿Robert? –preguntó en voz alta, no obstante, Marg¿Cariño? No obtuvo respuesta. -Qué tonta soy –murmuró luego para sí, volviendo a ocuparse de la compra. Acababa de terminar de colocar las espinacas congeladas en su sitio cuando el teléfono empezó a sonar. Otra cosa bien rara: nadie llaa la hora del almuerzo. Corrió al piso de arriba para responder. Tal vez fuese Odd, pero habría sido algo insólito. Su hijo no llamaba nunca. Excepto cuando se metía en algún lío. Cuando llegó junto a la cama estaba jadeando. Cogió el teléfono, que seguía dando timbrazos.-¿Diga? –respondió-. ¿Diga? La llamada no se había cortado. Marguerite podía oír un crujido eléctrico al otro lado de la línea. -¿Se trata de alguna broma? Ja, ja. Muy divertido, si señor.Pero en su interior comenzó a no sentirse tan tranquila. Era una mujer poco impresionable. Tenía que serlo, a la fuerza, con un marido chapucero como Robert y un hijo incontenible como Odd. Pero en aquel crujido, en aquella respiración contenida había algo que la inquDe golpe le volvieron a la cabeza los cojines del sofá. No era ninguna broma. ¡Había alguien en su casa!Colgó de golpe, tirando sin querer el teléfono al suelo, y corrió al cuarto de al lado. Vio una sombra.

de la venta abierta del salón, y desapareció en el jardín.El grito de la señora Della Robbia retumbó contra las paredes de la casa. En la cocina, la compra estaba desparramada por el suelo. Dos huevos rotos derramaban su baba amarilla sobre los azu

Su marido. ¿A lo mejor Robert había vuelto del trabajo? Qué va. Sin duda, la habría avisado. Y además, ese día tenía una reunión, así que iba a volver

preguntó en voz alta, no obstante, Marguerite-, ¿eres tú?

murmuró luego para sí, volviendo a ocuparse de la

Acababa de terminar de colocar las espinacas congeladas en su sitio cuando el teléfono empezó a sonar. Otra cosa bien rara: nadie llamaba nunca a casa a la hora del almuerzo. Corrió al piso de arriba para responder. Tal vez fuese Odd, pero habría sido algo insólito. Su hijo no llamaba nunca. Excepto cuando se metía en algún lío. Cuando llegó junto a la cama estaba

éfono, que seguía dando timbrazos. . ¿Diga? –preguntó de nuevo.

La llamada no se había cortado. Marguerite podía oír un crujido eléctrico al

¿Se trata de alguna broma? Ja, ja. Muy divertido, si señor. nterior comenzó a no sentirse tan tranquila. Era una mujer poco

impresionable. Tenía que serlo, a la fuerza, con un marido chapucero como Robert y un hijo incontenible como Odd. Pero en aquel crujido, en aquella respiración contenida había algo que la inquietaba. De golpe le volvieron a la cabeza los cojines del sofá. No era ninguna broma. ¡Había alguien en su casa! Colgó de golpe, tirando sin querer el teléfono al suelo, y corrió al cuarto de al lado. Vio una sombra.

La sombra reaccionó dando un salto a de la venta abierta del salón, y desapareció en el jardín. El grito de la señora Della Robbia retumbó contra las paredes de la casa. En la cocina, la compra estaba desparramada por el suelo. Dos huevos rotos derramaban su baba amarilla sobre los azulejos.

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Su marido. ¿A lo mejor Robert había vuelto del trabajo? Qué va. Sin duda, la habría avisado. Y además, ese día tenía una reunión, así que iba a volver

, ¿eres tú?

murmuró luego para sí, volviendo a ocuparse de la

Acababa de terminar de colocar las espinacas congeladas en su sitio cuando maba nunca a casa

a la hora del almuerzo. Corrió al piso de arriba para responder. Tal vez fuese Odd, pero habría sido algo insólito. Su hijo no llamaba nunca. Excepto cuando se metía en algún lío. Cuando llegó junto a la cama estaba

La llamada no se había cortado. Marguerite podía oír un crujido eléctrico al

nterior comenzó a no sentirse tan tranquila. Era una mujer poco impresionable. Tenía que serlo, a la fuerza, con un marido chapucero como Robert y un hijo incontenible como Odd. Pero en aquel crujido, en aquella

De golpe le volvieron a la cabeza los cojines del sofá. No era ninguna

Colgó de golpe, tirando sin querer el teléfono al suelo, y corrió al cuarto de

La sombra reaccionó dando un salto a través

El grito de la señora Della Robbia retumbó contra las paredes de la casa. En la cocina, la compra estaba desparramada por el suelo. Dos huevos rotos

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DESTORNILLADORES. CÁMARAS DE VÍDEO Y UN NUEVO SECRETO—Aelita, ¿me pasas ese destornillador?Ulrich se había encaramado bajo el alero del garaencontraba en equilibrio inestable encima de una vieja escalera desvencijada. Recogió la herramienta que su amiga le estaba tendiendo y apretó los dos últimos tornillos que sostenían la cámara de vídeo. Era gris, del tamaño aproximado de una pelota de tenis, y tenía unel centro que destacaba como una pupila.— ¡Vete a saber si estos cachivaches funcionan de verdad!— ¡Pues claro que funcionan!garaje, antes de levantar la puerta basculante para salEl topetazo de la puerta contra la escalera fue leAelita se le escapasen susy cayese hacia atrás, justo encima de la muchacha.—jAy! ¿Te has hecho daño?—Si te levantas, a lo mejor ya no me duele más.—Perdonadme, no lo he hecho apostaPara el trabajo de aquella tarde se había vestido con un enorme peto que había encontrado quién sa— ¡Ja, ja, ja! ¡No te preocAelita a levantarse. — ¿De qué te ríes? —Pues de tu peto. Te queda... divino de la muerAelita sofocó una risita entre sus manos para que Jeremy no se diese cuenta de que le estaban tomanpiárselas frotándolas contra su camiseta, y volvió—De todas formas —refunfuñójoyitas. Están equipadas con vidirectamente a mi ordenador, cifrada mediante un protocolo cripSSL. —Vale, vale, Einstein, para el carroimportante es que hagan su trabajo.

de estar ahí de cháchara,

DESTORNILLADORES. CÁMARAS DE VÍDEO Y UN NUEVO SECRETO

¿me pasas ese destornillador? Ulrich se había encaramado bajo el alero del garaje de La Ermita, y se

equilibrio inestable encima de una vieja escalera la herramienta que su amiga le estaba tendiendo y

últimos tornillos que sostenían la cámara de vídeo. Era gris, del tamaño aproximado de una pelota de tenis, y tenía un agujero oscuro en el centro que destacaba como una pupila.

¡Vete a saber si estos cachivaches funcionan de verdad! —¡Pues claro que funcionan! —le respondió Jeremy, desde el interior del

garaje, antes de levantar la puerta basculante para salir. El topetazo de la puerta contra la escalera fue leve, pero bastóAelita se le escapasen sus patas de las manos y Ulrich perdiese el equilibrio y cayese hacia atrás, justo encima de la muchacha.

¿Te has hecho daño? o mejor ya no me duele más.

Perdonadme, no lo he hecho aposta —se justificó Jeremy. Para el trabajo de aquella tarde se había vestido con un enorme peto que había encontrado quién sabe dónde, y que le hacía parecer un payaso.

¡No te preocupes! —respondió Ulrich mientras ayudaba a

Pues de tu peto. Te queda... divino de la muerte. una risita entre sus manos para que Jeremy no se diese cuenta

de que le estaban tomando el pelo. El muchacho se quitó las gafas para limpiárselas frotándolas contra su camiseta, y volvió a colocárselas en su sitio.

refunfuñó—, estas cámaras son unas auténticas joyitas. Están equipadas con visión de infrarrojos y transmiten la señal directamente a mi ordenador, cifrada mediante un protocolo crip

Vale, vale, Einstein, para el carro —lo interrumpió Ulrich—importante es que hagan su trabajo.

— ¡Ey, chicos! —los llamó Yumide cháchara, ¿por qué no venís a echarme una mano?

DESTORNILLADORES. CÁMARAS DE

je de La Ermita, y se equilibrio inestable encima de una vieja escalera

la herramienta que su amiga le estaba tendiendo y últimos tornillos que sostenían la cámara de vídeo. Era gris,

agujero oscuro en

—exclamó. Jeremy, desde el interior del

ve, pero bastó para que a patas de las manos y Ulrich perdiese el equilibrio

Para el trabajo de aquella tarde se había vestido con un enorme peto que be dónde, y que le hacía parecer un payaso.

rich mientras ayudaba a

una risita entre sus manos para que Jeremy no se diese cuenta las gafas para lim-

a colocárselas en su sitio. , estas cámaras son unas auténticas

sión de infrarrojos y transmiten la señal directamente a mi ordenador, cifrada mediante un protocolo criptográfico

—. Lo

Yumi—. En vez no venís a echarme una mano?

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La muchacha se encontraba delante de la puerta principal, donde un pequeño pórtico elevado un par de escalones por encima del suelo daba bastante sombra como para albergar una mesa y una pequeña mecedora con unos cojines que tenían las fundas rasgadas. Yumi estaba de pie sobre la mecedora, tratando de atornillar una cámara al dintel de la puerta. —Vale, espera que te ayudo —le gritó Ulrich mientras se le acercaba. Se encaramó junto a ella, prácticamente abrazándola al tiempo que mantenía firme con los dedos el pequeño aparato de Jeremy. —Ya casi he acabado —dijo Yumi con un susurro. —No te preocupes: aquí me tienes. Vale, quedaba un poco estúpido decir eso, pensó Ulrich, pero Yumi y él estaban peleándose un pelín demasiado a menudo, últimamente. — ¿Os hace falta el destornillador? —dijo Jeremy, y se saltó de una zancada los tres peldaños del pórtico. —Por el amor del cielo, quédate bien lejos... —le respondió Ulrich, volviéndose de golpe hacia él. Pero sus movimientos resultaron demasiado bruscos, y el muchacho acabó otra vez por los suelos, cayendo boca abajo sobre el cojín. El segundo porrazo en cosa de dos minutos, y justo cuando podía estar unos momentos a solas con Yumi. Ulrich se incorporó hasta quedarse sentado, y miró a Jeremy fijamente a los ojos. —Hoy estás de lo más gafe. Aelita se echó sobre la cama, hojeando un libro que le había dejado Yumi. Fuera ya se había hecho de noche, y el viento soplaba contra la fachada de la residencia del Kadic, llenando el edificio de corrientes y gemidos. Aelita cerró el libro y encendió la pequeña televisión que tenía encima de su escritorio. Un concurso de lo más tonto, de esos de preguntas y respuestas. Pero a lo mejor a su padre le habría gustado ese programa. Él debía de haber sido muy bueno con las adivinanzas y las preguntas. Y tal vez su madre también... siempre que aún estuviese viva. Aelita se encogió de hombros y subió el volumen de la tele, con la esperanza de que bastase para cubrir el barullo de sus pensamientos. El presentador del concurso era un hombre de unos treinta años con una barba cuidada y el pelo peinado y engominado de manera ridícula, con un alto tupé en forma de plátano. Sonreía muy tieso dentro de su chaqueta verde sembrada de purpurina, y no dejaba de gastarle bromas a la más mona de las concursantes. — ¡Bueno, queridos amigos que nos estáis viendo desde casa! —exclamó en cierto momento—. Como ya sabéis, ésta es una velada muy especial...

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plano que resaltaba sus a la cabeza los ojos de un husky si—... de hecho, hoy tenemos con nosotros...Aelita se detuvo por un instante, perdida en aqueinstante, le pareció que..La muchacha se sobresaltó. Quéhabían vibrado, sus pupilas habían oscilado como si hubiese una interferencia en la señal, y en ellas había aparecido aquel símbolo: los círculos concéntricos del ojo de X.A.N.A.— ¿X.A.N.A...? —murmuró.El televisor explotó. Del susto, Aelita chilló el suelo. ¡X.A.N.A. había vuelto! Respirótranquilizarse. Evitando pisar los cristales rotos que había pla muchacha recogió el mando, delque, por supuesto, no funcionaba. Pero las bombillas de la habiestaban encendidas, asíeléctrica. Si algo por el estilo hubiese sucedido no mucho tiempo antes, Aelita habría llamado inmediatamente a los demás, y ya estarían todos juntos en el parque, corriendo a toda velocidad hacia la fábrica abandoencontraba el «castillo subterráneo», el laboratosuperordenador, y habrían entrado en Lyoko para desactivar una de las torres. X.A.N.A. siempre actuaba de la misma manera: activaba una torre de Lyoko, y gracias a ella creaba algún tipo de desastre en el mundo real. Hasta que ella entraba en la torre y hacía que todo volviese a la normalidad, aprovechando el don que le había otoruna clave que sólo ella podía activar dentro de las torres, y que neulos poderes de X.A.N.A.Pero ahora las cosas habían cambiado. X.A.N.A. ya no existía. El padre de Aelita había sacrificado su propia vida para detenerlo. De modo que aquella explosión no podía haber sido provocada por la inteliartificial. No había pasado nada. Tenía que mantener laAelita se puso las pantuflas y salióla máquina de café del bajo. Necesitaba beberse algo caliente.

La cámara lo encuadró en un primerísimo ojos, de un azul tan claro que traía inmediatamente

a la cabeza los ojos de un husky siberiano. Azul hielo. ... de hecho, hoy tenemos con nosotros...

Aelita se detuvo por un instante, perdida en aquellos ojos. Y luego, por un que...

La muchacha se sobresaltó. Qué va, era imposible. Los ojos del presentador habían vibrado, sus pupilas habían oscilado como si hubiese una interferencia en la señal, y en ellas había aparecido aquel símbolo: los círculos concéntricos del ojo de X.A.N.A.

murmuró.

y se cayó de la cama, golpeándose un codo contra ¡X.A.N.A. había vuelto! Respiró hondo dos o tres veces, para

lizarse. Evitando pisar los cristales rotos que había por todo el suelo, el mando, del que estaba saliendo un hilillo de humo y

puesto, no funcionaba. Pero las bombillas de la habiestaban encendidas, así que no había sido un fallo de la instalación

el estilo hubiese sucedido no mucho tiempo antes, Aelita habría llamado inmediatamente a los demás, y ya estarían todos juntos en el parque, corriendo a toda velocidad hacia la fábrica abandonada donde se

«castillo subterráneo», el laboratorio secreto que albergaba el superordenador, y habrían entrado en Lyoko para desactivar una de las

X.A.N.A. siempre actuaba de la misma manera: activaba una torre de Lyoko, y gracias a ella creaba algún tipo de desastre en el mundo real.

ella entraba en la torre y hacía que todo volviese a la normalidad, aprovechando el don que le había otorgado su padre, el «Código Lyoko»,

lo ella podía activar dentro de las torres, y que neulos poderes de X.A.N.A.

las cosas habían cambiado. X.A.N.A. ya no existía. El padre de Aelita había sacrificado su propia vida para detenerlo. De modo que

plosión no podía haber sido provocada por la inteligencia artificial. No había pasado nada. Tenía que mantener la calma.Aelita se puso las pantuflas y salió de puntillas de su cuarto, en dirección a

del bajo. Necesitaba beberse algo caliente.

en un primerísimo ojos, de un azul tan claro que traía inmediatamente

llos ojos. Y luego, por un

va, era imposible. Los ojos del presentador habían vibrado, sus pupilas habían oscilado como si hubiese una interferencia en la señal, y en ellas había aparecido aquel símbolo: los

peándose un codo contra hondo dos o tres veces, para

or todo el suelo, que estaba saliendo un hilillo de humo y

puesto, no funcionaba. Pero las bombillas de la habitación que no había sido un fallo de la instalación

el estilo hubiese sucedido no mucho tiempo antes, Aelita habría llamado inmediatamente a los demás, y ya estarían todos juntos en el

nada donde se rio secreto que albergaba el

superordenador, y habrían entrado en Lyoko para desactivar una de las

X.A.N.A. siempre actuaba de la misma manera: activaba una torre de Lyoko, y gracias a ella creaba algún tipo de desastre en el mundo real.

ella entraba en la torre y hacía que todo volviese a la normalidad, «Código Lyoko»,

lo ella podía activar dentro de las torres, y que neutralizaba

las cosas habían cambiado. X.A.N.A. ya no existía. El padre de Aelita había sacrificado su propia vida para detenerlo. De modo que

gencia calma.

de puntillas de su cuarto, en dirección a del bajo. Necesitaba beberse algo caliente.

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A veces Jeremy se imaginaba la residencia del Kadic como un inmenso animal agazapado. Un monstruo tranquiparedes de cemento y lámparas de neón.La residencia tenía sus ritmos. Se despertaba por la mañana temprano, y enseguida soltaba un rugido de muchachos que corrían hacia los baños y se

cabezadita durante el horario lectivo, y cobraba nueva vida por la tarde, cuando los largos pasillos resonaban de risas y gritos. Y ahora, desde su cuarto, Jeremy oía cómo el monstruo Kadic iba preparándose poco a poco para el descanso. Las voces errápido repiqueteo para evitar la ronda de Jim Morales.El muchacho estaba delante del ordenador, el fiel ordenador que había vuelto a ocupar el noventa por ciento del espacio disponible sobre su escritorio. El diez por ciento restante albergaba su portátil, que también estaba encendido. En ambas pantallas ibandistintos encuadres de laspadre de Aelita. De momento todo estaba en calma.— ¿Se puede? —preguntóSin esperar a su respuesta, Ulrich se colócerrando la puerta tras de sí.—Jim se ha convertido en una obsesión. Si me llega a pescar...— ¿Y Odd, qué tal anda?—Está en nuestro cuarto, viéndose una ful de concierto en DVD. Cinco minutos más de esa música y me reventhaciendo? ¿Cómo van las cosas por La Ermita?—No hay problema —contestómomento. Lo único que me preocupa es si conseguirétoda la noche. Y si la cosa sigue así, seráUlrich se echó sobre la cama de su amigo y cogióabierta encima de la almoha— ¡Puaj, protones! ¿Cómo consigues leerte estos roquedarme yo a hacerte compañía, si te hace. Odd va a de su castigo. — ¿Y Yumi? Era una pregunta un poco rara, viniendo de Jereuna especie de regla no

A veces Jeremy se imaginaba la residencia del Kadic como un inmenso animal agazapado. Un monstruo tranquilo hecho de armarios y camas,

mento y lámparas de neón. La residencia tenía sus ritmos. Se despertaba por la mañana temprano, y enseguida soltaba un rugido de muchachos que corrían hacia los baños y se

vestían para ir a clase. Luego se echacabezadita durante el horario lectivo, y cobraba nueva vida por la tarde, cuando los largos pasillos resonaban de risas y gritos. Y ahora, desde su cuarto, Jeremy oía cómo el monstruo Kadic iba preparándose poco a poco para el descanso. Las voces eran pocas, y los pasos se transformaban en un rápido repiqueteo para evitar la ronda de Jim Morales. El muchacho estaba delante del ordenador, el fiel ordenador que había vuelto a ocupar el noventa por ciento del espacio disponible sobre su escritorio. El diez por ciento restante albergaba su portátil, que también estaba encendido. En ambas pantallas iban rotándose rápidamente los distintos encuadres de las cámaras instaladas en La Ermita, la casa del padre de Aelita. De momento todo estaba en calma.

preguntó una voz desde el otro lado de la puerta.Sin esperar a su respuesta, Ulrich se coló en la habitación a toda prisa, cerrando la puerta tras de sí.

Jim se ha convertido en una obsesión. Si me llega a pescar...tal anda?

en nuestro cuarto, viéndose una ful de concierto en DVD. Cinco minutos más de esa música y me reventaba la cabeza. ¿Tú qué

¿Cómo van las cosas por La Ermita? contestó Jeremy señalándole las pantallas

único que me preocupa es si conseguiré quedarme despierto toda la noche. Y si la cosa sigue así, será difícil.

sobre la cama de su amigo y cogió una revista que estaba abierta encima de la almohada. La soltó enseguida.

¿Cómo consigues leerte estos rollos? Bueno, puedo quedarme yo a hacerte compañía, si te hace. Odd va a tener para rato con lo

Era una pregunta un poco rara, viniendo de Jeremy. Ulrich, Odd yuna especie de regla no escrita. Estaba permitido tomarse el pelo

A veces Jeremy se imaginaba la residencia del Kadic como un inmenso lo hecho de armarios y camas,

La residencia tenía sus ritmos. Se despertaba por la mañana temprano, y enseguida soltaba un rugido de muchachos que corrían hacia los baños y se

tían para ir a clase. Luego se echaba una cabezadita durante el horario lectivo, y cobraba nueva vida por la tarde, cuando los largos pasillos resonaban de risas y gritos. Y ahora, desde su cuarto, Jeremy oía cómo el monstruo Kadic iba preparándose poco a poco

an pocas, y los pasos se transformaban en un

El muchacho estaba delante del ordenador, el fiel ordenador que había vuelto a ocupar el noventa por ciento del espacio disponible sobre su escritorio. El diez por ciento restante albergaba su portátil, que también

rotándose rápidamente los cámaras instaladas en La Ermita, la casa del

una voz desde el otro lado de la puerta. bitación a toda prisa,

Jim se ha convertido en una obsesión. Si me llega a pescar...

en nuestro cuarto, viéndose una ful de concierto en DVD. Cinco qué estás

dole las pantallas—. De quedarme despierto

una revista que estaba

llos? Bueno, puedo tener para rato con lo

my. Ulrich, Odd y él tenían escrita. Estaba permitido tomarse el pelo

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mutuamente respecto a las chicas, y estaban permitidos (¡y eran bienvenidos!) los comentarios sobre las alumnas más guapas del Kadic. Pero nunca se hablaba en serio de las personas realmente importantes para ellos. Aelita para Jeremy, Yumi para Ulrich y cualquiera de las chiturno para Odd. La cosa era que Ulrich parecía estar destrozado de verdad por aquel asunto, y su amigo no había logrado contenerse.—Yumi está bien, o eso creohabiéndonos mucho últimamen—Ya me he dado cuentaUlrich no era un tipo muy hablador, pero en el fondo la noche iba a ser larga, y Jeremy había pillado al vuelo que tenía demasiados pensamientos

venía bien abrirse con alguien para desfogarse, y lo mismo poalgún consejo inteligente.Y así era. Extrañamente, Ulrich tenía tantas ganas de hablar como las que Jeremy tenía de escucharlo. Y, palabra tras palabra, se fue poniendo al día sobre la situación sentimental de su amigo. Lo que le había dicho a Yumi cuando se había negado a cuidar dey las cosas que no conseguían decirse. Nunca.—La cosa pinta mal —resolver la cuestión de una forma bastante sencilla.Sonrió al ver que Ulrich ponía los ojos en blanco.no tenían solución, y que, cuando la tenían, casi nunca era sencilla. Jeremy lo conocía bien. — ¿Y cuál sería esa forma? Soy todo oídos—Pues... —Jeremy se encogióla verdad. Por ejemplo.— ¿O sea? —le respondióJeremy suspiró. Ésa era la amarga ironía de las historias de amor: cuando era la tuya y estabas metinunca nada de nada, mientras que desde fuera todoagua. -¿Cuánto tiempo ha pasado ya?Ulrich tenía los ojos entrecerrados por el esfuerzo de concentrarse.— ¿Tiempo desde qué?—Pues desde que Yumi te dijo q

te respecto a las chicas, y estaban permitidos (¡y eran bienvenidos!) los comentarios sobre las alumnas más guapas del Kadic. Pero nunca se hablaba en serio de las personas realmente importantes para ellos. Aelita para Jeremy, Yumi para Ulrich y cualquiera de las chi

h parecía estar destrozado de verdad por aquel asunto, grado contenerse.

bien, o eso creo —masculló Ulrich—. No es que estemos últimamente.

Ya me he dado cuenta —dijo Jeremy—. Pero ¿por qué? ra un tipo muy hablador, pero en el fondo la noche iba a ser

larga, y Jeremy había pillado al vuelo que tenía demasiados pensamientos

hormigueándole por la cabeza. A lo mejor le venía bien abrirse con alguien para desfogarse, y lo mismo poalgún consejo inteligente.

era. Extrañamente, Ulrich tenía tantas ganas de hablar como las que Jeremy tenía de escucharlo. Y, palabra tras palabra, se fue poniendo al día sobre la situación sentimental de su amigo. Lo que le había dicho a Yumi

se había negado a cuidar de Kiwi, lo que ella le había respondido... y las cosas que no conseguían decirse. Nunca.

—comentó al final—. Pero me parece que podrías resolver la cuestión de una forma bastante sencilla.

Ulrich ponía los ojos en blanco. Él creía que ciertas cosas no tenían solución, y que, cuando la tenían, casi nunca era sencilla. Jeremy

¿Y cuál sería esa forma? Soy todo oídos —refunfuñó Ulrich, escéptico.Jeremy se encogió de hombros y miró hacia el suelo

la verdad. Por ejemplo. le respondió su amigo mirándolo fijamente a los ojos.

Ésa era la amarga ironía de las historias de amor: cuando era la tuya y estabas metido hasta las orejas en el asunto, no entendías nunca nada de nada, mientras que desde fuera todo se veía más claro que el

¿Cuánto tiempo ha pasado ya? Ulrich tenía los ojos entrecerrados por el esfuerzo de concentrarse.

¿Tiempo desde qué? Pues desde que Yumi te dijo que prefería que fueseis sólo amigos.

te respecto a las chicas, y estaban permitidos (¡y eran bienvenidos!) los comentarios sobre las alumnas más guapas del Kadic. Pero nunca se hablaba en serio de las personas realmente importantes para ellos. Aelita para Jeremy, Yumi para Ulrich y cualquiera de las chicas de

h parecía estar destrozado de verdad por aquel asunto,

. No es que estemos

ra un tipo muy hablador, pero en el fondo la noche iba a ser larga, y Jeremy había pillado al vuelo que tenía demasiados pensamientos

hormigueándole por la cabeza. A lo mejor le venía bien abrirse con alguien para desfogarse, y lo mismo podría hasta oír

era. Extrañamente, Ulrich tenía tantas ganas de hablar como las que Jeremy tenía de escucharlo. Y, palabra tras palabra, se fue poniendo al día sobre la situación sentimental de su amigo. Lo que le había dicho a Yumi

lo que ella le había respondido...

. Pero me parece que podrías

Él creía que ciertas cosas no tenían solución, y que, cuando la tenían, casi nunca era sencilla. Jeremy

Ulrich, escéptico. hacia el suelo—, decirle

jamente a los ojos. Ésa era la amarga ironía de las historias de amor: cuando

el asunto, no entendías más claro que el

Ulrich tenía los ojos entrecerrados por el esfuerzo de concentrarse.

ue prefería que fueseis sólo amigos.

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—Ah —dijo Ulrich mientras se rascaba la cabeza, tratando de acordarsede eso hace ya un siglo, por lo menos.—Precisamente. Y mientras tanto siempre habéis seguido queriend...Jeremy se sonrojó—, en fin, habéis esta especie de secreto a voces entre vosotros, pero tampodecírselo. Ulrich miró de soslayo a su amigo con una media sonrisa.—Sabelotodo... —Ya ves, qué difícil —más complicado que reparar un superordenador cuántico.—Así que debería ir a hablar con ella. Por lo meaclar... ¡Jeremy! — ¿Qué pasa? — ¿Qué demonios estáLos dos se giraron hacia las phabía saltado la verja de La Ermientrada. — ¿Y ése quién es? —preguntó—Espera que paso a la cámara dos

desde el dintel de la puerta. Era la cámara que había montado Yumi.Parecía muy joven. Tenía una barbita rala que se insinuaba levemente en la barbilla, una constelación de pecas en la nariz y el pelo de color cobre oscuro. —No parece muy peligroso, a decir verdadPero Jeremy ni lo escuchó. Ampliócámaras que cubrían esa zona.— ¿Has visto? No está Sin duda alguna, era cierto. El jovse encaminó hacia la par— ¡Síguelo, Jeremy, síguelo!—Eso es lo que estoy tratando de hacer. Debería haber pensado en poner cámaras automotoras. En el vídeo, el muchacho se detuvo junto a la precisamente, del punto en el que habían encontrado las huellas. Apoyóespalda contra el muro y se quedócerrados.

dijo Ulrich mientras se rascaba la cabeza, tratando de acordarsede eso hace ya un siglo, por lo menos.

Precisamente. Y mientras tanto siempre habéis seguido queriend..., en fin, habéis seguido. Ahora tú ya no soportas más

pecie de secreto a voces entre vosotros, pero tampoco te atreves a

de soslayo a su amigo con una media sonrisa.

—le replicó Jeremy, sonriendo él tambiénmás complicado que reparar un superordenador cuántico.

que debería ir a hablar con ella. Por lo menos para disculparme. Para

demonios está sucediendo en esa ventana? Los dos se giraron hacia las pantallas. Un hombre con un abrigo largo había saltado la verja de La Ermita, y se dirigía hacia el pórtico de la

preguntó Ulrich con la voz quebrada. Espera que paso a la cámara dos —le contestó Jeremy.

La imagen cambió, enfocando al intruso desde el dintel de la puerta. Era la cámara que había montado Yumi.Parecía muy joven. Tenía una barbita rala que se insinuaba levemente en la barbilla, una constelación de pecas en la nariz y el pelo de color cobre

peligroso, a decir verdad —comentó Ulrich.Pero Jeremy ni lo escuchó. Amplió la imagen y apuntó hacia él otras tres cámaras que cubrían esa zona.

llamando al timbre. Y actúa de manera sospechosa.Sin duda alguna, era cierto. El joven comprobó que no había nadie, y luego

hacia la parte trasera de la casa. ¡Síguelo, Jeremy, síguelo! Eso es lo que estoy tratando de hacer. Debería haber pensado en poner

En el vídeo, el muchacho se detuvo junto a la pared del garaje, muy cerca, precisamente, del punto en el que habían encontrado las huellas. Apoyó

palda contra el muro y se quedó inmóvil durante un rato, con los ojos

dijo Ulrich mientras se rascaba la cabeza, tratando de acordarse—,

Precisamente. Y mientras tanto siempre habéis seguido queriend... —ya no soportas más

co te atreves a

también—. No es

nos para disculparme. Para

antallas. Un hombre con un abrigo largo ta, y se dirigía hacia el pórtico de la

ocando al intruso desde el dintel de la puerta. Era la cámara que había montado Yumi. Parecía muy joven. Tenía una barbita rala que se insinuaba levemente en la barbilla, una constelación de pecas en la nariz y el pelo de color cobre

Ulrich. él otras tres

llamando al timbre. Y actúa de manera sospechosa. que no había nadie, y luego

Eso es lo que estoy tratando de hacer. Debería haber pensado en poner

red del garaje, muy cerca, precisamente, del punto en el que habían encontrado las huellas. Apoyó la

inmóvil durante un rato, con los ojos

Page 53: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—Pero ¿qué hace? —preguntó—No lo sé —respondió—De todas formas, ya se estáEl joven se estaba dirigiendo hacia la verja. Le echópara asegurarse de que no hubiese transeúntes, volvióluego se fue corriendo por la acera, alej Había pasado varias horas en la cama, tratando de dormirse de nuevo y mirando de cuando en cuando la televisión calcinada que la vigilaba amenazadora-mente desde su escritorio. Al final había conseguido caer en una duermevela oscura y confusa, pero cuanrealidad Aelita tuvo la impresión de no haber dormido en absoluto.— ¿Diga? —Respondió tras un par de timbrazospasado algo? —Sí. Ulrich y yo hemos encontrado al intruso. —¿¿Quééé?? —Aelita se incorporópánico. —Tranquilízate —tratómuy poco. Y de todas maAelita oyó a Ulrich farfullando algo por detrás.—Sí, es verdad —añadiócomo sea, no le hemos quitavamos a seguir de guardia.La idea de alguien que deambulaba en plena noErmita era lo último que podía dejar tranquila a Aelita. Aunque el hombre

perros casi se habían comido vivo a—Enseguida me planto en tu cuartoJeremy se lo pensó por un momento.—No te preocupes —dijo despuésgustaría que hicieses algo por mí. Te he mandado un MMS con la foto del chaval. ¿Puedes mirarla con atención y decirme si lo cono—Mmm —asintió AelitaEl mensaje le había llegado durante la conversay a punto estuvo de desojos, las pecas... ¡Era un rostro que le resultaba famiTuvo que recostarse para evitar que la oscuridad se cerniese sobre ella.

preguntó Ulrich. respondió Jeremy—. Pero me tiene preocupado.

De todas formas, ya se está yendo. Mira. El joven se estaba dirigiendo hacia la verja. Le echó una ojeada a la calle para asegurarse de que no hubiese transeúntes, volvió a saltar las rejas y luego se fue corriendo por la acera, alejándose de las cámaras de Jeremy.

Había pasado varias horas en la cama, tratando de dormirse de nuevo y mirando de cuando en cuando la televisión calcinada que la vigilaba

mente desde su escritorio. Al final había conseguido caer en vela oscura y confusa, pero cuando el teléfono la devolvió

realidad Aelita tuvo la impresión de no haber dormido en absoluto.Respondió tras un par de timbrazos—. Hola, Jeremy.

Sí. Ulrich y yo hemos encontrado al intruso. Se trata de un chaval.Aelita se incorporó de un brinco sobre la cama, presa del

trató de calmarla Jeremy—. Ya se ha ido. Se ha quedado muy poco. Y de todas maneras, no parecía... bueno, peligroso.

arfullando algo por detrás. añadió Jeremy—. Parecía incluso un poco patoso. Sea

como sea, no le hemos quitado el ojo de encima en todo el rato. Y ahora vamos a seguir de guardia.

idea de alguien que deambulaba en plena noche por el jardín de La último que podía dejar tranquila a Aelita. Aunque el hombre

misterioso fuese un torpe a fin de cuentas sus bían comido vivo a Kiwi.

Enseguida me planto en tu cuarto —se decidió finalmente la muchacha.por un momento.

dijo después—. Vuélvete a la cama. Pero sígustaría que hicieses algo por mí. Te he mandado un MMS con la foto del

¿Puedes mirarla con atención y decirme si lo conoces?Aelita—. Ahora mismo vuelvo a llamarte.

El mensaje le había llegado durante la conversación. La muchacha lo abrió, y a punto estuvo de desmayarse. Aquella imagen... aquella nariz, aquellos

¡Era un rostro que le resultaba familiar! Pero entonces... que recostarse para evitar que la oscuridad se cerniese sobre ella.

me tiene preocupado.

una ojeada a la calle a saltar las rejas y

maras de Jeremy.

Había pasado varias horas en la cama, tratando de dormirse de nuevo y mirando de cuando en cuando la televisión calcinada que la vigilaba

mente desde su escritorio. Al final había conseguido caer en do el teléfono la devolvió a la

realidad Aelita tuvo la impresión de no haber dormido en absoluto. . Hola, Jeremy. ¿Ha

Se trata de un chaval. de un brinco sobre la cama, presa del

. Ya se ha ido. Se ha quedado neras, no parecía... bueno, peligroso.

so un poco patoso. Sea do el ojo de encima en todo el rato. Y ahora

rdín de La último que podía dejar tranquila a Aelita. Aunque el hombre

misterioso fuese un torpe a fin de cuentas sus

finalmente la muchacha.

. Vuélvete a la cama. Pero sí me gustaría que hicieses algo por mí. Te he mandado un MMS con la foto del

ces?

ción. La muchacha lo abrió, mayarse. Aquella imagen... aquella nariz, aquellos

liar! Pero entonces... que recostarse para evitar que la oscuridad se cerniese sobre ella.

Page 54: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Después se levantó de golpe, abriótodo correr hacia la de Jeremy. Tenía hambre. Un hambre profunda y feroz.Cuando estaba en una misión, Grigorindispensable para mantenerse con fuerzas, pero nunca lo bastante como para saciarse. La comida hacía que disminuyese la concentración. Tan sólo una vez que la misión había concluido se iba a algún restaurante, uno de esos sitios donde sirven fisalsa barbacoa, y por fin se llenaba el estómago. Era su fortrabajo bien hecho. El reconocimiento de la casa de los Della Robbia por la mañana había resultado provechoso, aunque la señora hubiese regresado algo pronto. Nada de lo que preocuparse, de todas formas. Los imprevistos siempre terminaban por presentarse. Lo importante era saber gestionarlos.Y ahora, aquel chavalín que se había colado en La Ermita le venía comagua de mayo. Los mocosos pensarían que se trataba de la misma persona que había visto Hiroki, y hasta la más mínima sospecha sobre la existencia de Grigory se esfumaría de sus cabecitas.Mientras seguía sin quitarles ojo a las cámaras instaladas en el dde Aelita, el hombre abrióatrás. Ahí estaba. La imagen de la pantalla del móvil de la muchadesenfocada como para quepero el patio de La Ermita también estaba vigilado por las cámaras de Grigory, y ésas le habían proporcionado imágenes mucho mejores.Tenía que andarse con ojo con ese renacuajo de las gafas, Jeremy. En una sola tarde había conseguicerrado más eficiente que los de muchas empresas espeequipo de Grigory era de otro nivel, y ni por un instante lo había asaltado la

microcámaras. O su preAmplió la imagen del joven de las pecas en la pantalla y abrióexpedientes digitales. Utilizando uno de los programas preferidos de las policías científicas de todo el mundo, programómuchacho, y sobre la foto apareció

de golpe, abrió la puerta de su habitación y se dirigiótodo correr hacia la de Jeremy.

Tenía hambre. Un hambre profunda y feroz. Cuando estaba en una misión, Grigory Nictapolus comía sólo lo mínimo indispensable para mantenerse con fuerzas, pero nunca lo bastante como

se. La comida hacía que disminuyese la concentración. Tan sólo una vez que la misión había concluido se iba a algún restaurante, uno de

s sitios donde sirven fi-letones de dos dedos de altura sazonados con salsa barbacoa, y por fin se llenaba el estómago. Era su forma de celebrar el

El reconocimiento de la casa de los Della Robbia por la mañana había so, aunque la señora hubiese regresado algo pronto.

Nada de lo que preocuparse, de todas formas. Los imprevistos siempre terminaban por presentarse. Lo importante era saber gestionarlos.Y ahora, aquel chavalín que se había colado en La Ermita le venía comagua de mayo. Los mocosos pensarían que se trataba de la misma persona que había visto Hiroki, y hasta la más mínima sospecha sobre la existencia de Grigory se esfumaría de sus cabecitas. Mientras seguía sin quitarles ojo a las cámaras instaladas en el dde Aelita, el hombre abrió el archivo de los vídeos y volvió unos minutos

La imagen de la pantalla del móvil de la muchacha estaba demasiado desenfocada como para que él consiguiese identificar la cara del intruso,

io de La Ermita también estaba vigilado por las cámaras de ésas le habían proporcionado imágenes mucho mejores.

Tenía que andarse con ojo con ese renacuajo de las gafas, Jeremy. En una sola tarde había conseguido montar un sistema de vigilancia de circuito

do más eficiente que los de muchas empresas especializadas. Pero el equipo de Grigory era de otro nivel, y ni por un instante lo había asaltado la

duda de que pudiesen descubrir sus microcámaras. O su presencia en los alrededores de La Ermita.

la imagen del joven de las pecas en la pantalla y abrió

Utilizando uno de los programas preferidos de las policías científicas de todo el mundo, programó una búsqueda basada en los rasgos somáticos del

y sobre la foto apareció una serie de puntitos rojos que se

la puerta de su habitación y se dirigió a

y Nictapolus comía sólo lo mínimo indispensable para mantenerse con fuerzas, pero nunca lo bastante como

se. La comida hacía que disminuyese la concentración. Tan sólo una vez que la misión había concluido se iba a algún restaurante, uno de

letones de dos dedos de altura sazonados con ma de celebrar el

El reconocimiento de la casa de los Della Robbia por la mañana había so, aunque la señora hubiese regresado algo pronto.

Nada de lo que preocuparse, de todas formas. Los imprevistos siempre terminaban por presentarse. Lo importante era saber gestionarlos. Y ahora, aquel chavalín que se había colado en La Ermita le venía como agua de mayo. Los mocosos pensarían que se trataba de la misma persona que había visto Hiroki, y hasta la más mínima sospecha sobre la existencia

Mientras seguía sin quitarles ojo a las cámaras instaladas en el dormitorio unos minutos

cha estaba demasiado él consiguiese identificar la cara del intruso,

io de La Ermita también estaba vigilado por las cámaras de ésas le habían proporcionado imágenes mucho mejores.

Tenía que andarse con ojo con ese renacuajo de las gafas, Jeremy. En una de circuito

cializadas. Pero el equipo de Grigory era de otro nivel, y ni por un instante lo había asaltado la

duda de que pudiesen descubrir sus a Ermita.

la imagen del joven de las pecas en la pantalla y abrió sus

Utilizando uno de los programas preferidos de las policías científicas de una búsqueda basada en los rasgos somáticos del

una serie de puntitos rojos que se

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correspondían con los pómulos, los ojos, la base de la nariz, la boca... En la otra mitad de la pantalla empezaron a pasar varias fotos, a una velocidad cada vez mayor. Tras unos instantes el ordenador parpadeó: NO SE HA ENCONTRADO

NINGUNA CORRESPONDENCIA. Grigory podría haberse conectado a las bases de datos de la policía francesa o el FBI, pero habría resultado un trabajo largo. Por eso se limitó a reprogramar una nueva búsqueda en sus archivos internos, de tal modo que la edad se convirtiese en una variable. Si en sus expedientes había alguna foto del muchacho de niño, terminaría por aparecer. Para su ordenador sería un juego de niños, nunca mejor dicho. Después de unos diez minutos por fin apareció lo que andaba buscando. Una solicitud de matriculación en la academia Kadic con fecha de 1992. La foto tamaño carné que acompañaba la solicitud no tenía mucho en común con el joven que merodeaba por La Ermita, pero el ordenador declaraba que la correspondencia era del noventa y ocho por ciento. Prácticamente una certeza absoluta. Nombre: Richard Dupuis. Sello al final del expediente: Destinado al grupo

D. Grupo D... a Grigory eso le recordaba algo. Y le hicieron falta menos de cinco minutos para darle una forma concreta a aquel recuerdo. Una foto. Un grupo de niños posando para la foto de clase. De pie, a la izquierda, un jovencísimo Jim Morales. A la derecha, el profesor Franz Hopper. Y luego, de rodillas en la primera fila, Aelita Hopper con una gran sonrisa. Y a su lado, aquel chiquillo, Richard, con su inconfundible pelo rojo cobrizo. Grigory observó en las pantallas que tenía conectadas a las cámaras de vídeo la imagen de Aelita, que había vuelto a su cuarto y se había sumido en un profundo sueño. — ¿En serio no te acuerdas de él, chiquitina? —dijo el hombre, torciendo la boca en una sonrisa maliciosa—. Pues deberías. Fuisteis compañeros de clase durante dos años. Y dos años son bastantes como para acordarse.

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UNA TRAMPA, O TAL VEZ DOS En el comedor habían servido frijoles mexicanos, y ahora el estómago de Ulrich gorgoteaba entre satis— ¡Buuufff! —Resopló Odd mientras se masajeanecesitaba. —Habrías podido ahorrarte al menos elde reojo a su alrededor en busca de Yumi.— ¡Para una vez que la cocinera no se empeña en preparar una de esas movidas tan sanas y desagradables! Y además,Arte. Por lo menos las judías estas me conciliarán un poco el sueño.—Perdona, Odd, tengo que irmeamigo. A través de las ventanas había visto a Yumi cruzanun grupito de compañeras.Puede que no fuese el mejor momento para hale había dicho Jeremy la noche anterior ya no podía esperar.— ¡Yumi! —La alcanzóLas amigas de la muchacha se una tía dura como ella anduYumi las fulminó con la mirada.—Hasta luego —les dijo, y luego, en cuanto Ulrich y ella se quedaron solos, explotó—. ¿Se puede saber quéque irme. El muchacho se rascó la nuca, abochornado. Le parecía como si el cuello de la camiseta se le estuvieaire. A los frijoles de su estómago se les ocurrióel sistema de empezar a darle pata—Oye, ¿se te ha comido la lengua el gato?—Yo, bueno... O sea... En fin...—Enhorabuena. Menudo discursazo.dijo la muchacha. Pero ahora estaba sonriendo.—No... —Volvió a intentarlo UlrichYumi, últimamente. —Puedes decirlo bien alto.

UNA TRAMPA, O TAL VEZ DOS

En el comedor habían servido frijoles mexicanos, y ahora el estómago de Ulrich gorgoteaba entre satisfecho e inquieto.

Resopló Odd mientras se masajeaba la tripa—

Habrías podido ahorrarte al menos el tripitir —comentó Ulrich, mirando de reojo a su alrededor en busca de Yumi.

¡Para una vez que la cocinera no se empeña en preparar una de esas movidas tan sanas y desagradables! Y además, ahora tenemos dos horas de

nos las judías estas me conciliarán un poco el sueño.Perdona, Odd, tengo que irme —abrevió Ulrich, dejando plantado a su

A través de las ventanas había visto a Yumi cruzando el jardín, rodeada de upito de compañeras.

Puede que no fuese el mejor momento para hablar, pero después de lo que le había dicho Jeremy la noche anterior ya no podía esperar.

La alcanzó casi a la carrera—. Disculpa, ¿tienes un segundo?Las amigas de la muchacha se empezaron a reír. Les parecía ridículo que una tía dura como ella anduviese siempre con un chico más pequeño.

con la mirada. les dijo, y luego, en cuanto Ulrich y ella se quedaron ¿Se puede saber qué pasa? Yo dentro de un minuto tengo

la nuca, abochornado. Le parecía como si el cuello de la camiseta se le estuviese cerrando en torno a la garganta. Le faltaba el aire. A los frijoles de su estómago se les ocurrió infundirle valorel sistema de empezar a darle patadas en el intestino.

¿se te ha comido la lengua el gato? —continuó Yumi, impaciente.Yo, bueno... O sea... En fin... Enhorabuena. Menudo discursazo. ¿Lo traías escrito, por casualidad?

. Pero ahora estaba sonriendo. Volvió a intentarlo Ulrich—. No he sido muy majo contigo,

Puedes decirlo bien alto.

6

UNA TRAMPA, O TAL VEZ DOS

En el comedor habían servido frijoles mexicanos, y ahora el estómago de

—. Justo lo que

Ulrich, mirando

¡Para una vez que la cocinera no se empeña en preparar una de esas ahora tenemos dos horas de

nos las judías estas me conciliarán un poco el sueño. rich, dejando plantado a su

do el jardín, rodeada de

blar, pero después de lo que

¿tienes un segundo? empezaron a reír. Les parecía ridículo que

viese siempre con un chico más pequeño.

les dijo, y luego, en cuanto Ulrich y ella se quedaron o dentro de un minuto tengo

la nuca, abochornado. Le parecía como si el cuello se cerrando en torno a la garganta. Le faltaba el

infundirle valor mediante

Yumi, impaciente.

¿Lo traías escrito, por casualidad? —

. No he sido muy majo contigo,

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—Es sólo que... en fin... Sí. Pero de todas formas quería pedirte perdón. He estado bastante antipático—Sí. —Maleducado. —Eso también.

cosas fáciles. Y ahora venía la parte más complicada del discurso:tú y yo no somos sólo amigos. Túquieres qué? Quieres. Y —Lo siento, Yumi. Perdona. Eso.Ella extendió los dedos y le acaricióligero contacto. —Déjalo estar. Yo también he estado un poco nerviosa. Hagamos como si no hubiese pasado nada,Después empezó a alejarse, pero Ulrich la retuvo.—Espera, todavía no he terminado.«Yumi, tú y yo no somos sólo amigos».frase, ¿cuánto podía costarle decirla?Justo en aquel momento, Sissi Delmas se acercólos inevitables Hervé y Nicodesparpajo, le echó el brazo alrededor del cuello a Ulrich,contra él. Luego observó— ¡Uy, pero mira qué cara más larga! No deberías tratUlrich. Es muuuy sensible,y cuide de él... — ¡Sissi! —se quejó Ulrich mientras se apartaba de ella, molestoy yo estábamos hablando!—Bueno, ahora sí que tengo que irme a claseUlrich trató de protestar y añadir algo más, pero Sissi lo tomó—Hervé, Nicolás, vosotros también podéis iros. Yo os alcanzo en un momento. Ulrich, ¿qué que repasar ciencias, ¡y a ti se te dan—Yo en ciencias no he sacado jamás ni unfalta ayuda, pídesela a Jeremy.Yumi se encogió de hombros y se despidiómano y media sonrisa. Él se quedóondeaba mientras se alejaba.

Es sólo que... en fin... Sí. Pero de todas formas quería pedirte perdón. He estado bastante antipático —prosiguió él.

Desde luego, ella no le estaba poniendo las sas fáciles. Y ahora venía la parte más complicada del discurso:y yo no somos sólo amigos. Tú también lo sabes. ¿Quieres...

Quieres. Y punto. Yumi...». Lo siento, Yumi. Perdona. Eso.

los dedos y le acarició la mejilla, que se incendió

Déjalo estar. Yo también he estado un poco nerviosa. Hagamos como si no hubiese pasado nada, ¿vale?

a alejarse, pero Ulrich la retuvo. Espera, todavía no he terminado.

y yo no somos sólo amigos». Ánimo, era solamente una ¿cuánto podía costarle decirla?

Justo en aquel momento, Sissi Delmas se acercó a ellos, acompañada por y Nicolás. Haciendo gala de una dosis industrial de

el brazo alrededor del cuello a Ulrich, apretujándose él. Luego observó a Yumi con un barrido de arriba abajo.

cara más larga! No deberías tratar mal a nuestro Ulrich. Es muuuy sensible, ¿sabes? Le hace falta una chica que lo entienda

Ulrich mientras se apartaba de ella, molestodo!

que tengo que irme a clase —lo finiquitó Yumi.de protestar y añadir algo más, pero Sissi lo tomó

Hervé, Nicolás, vosotros también podéis iros. Yo os alcanzo en un te parece si estudiamos juntos esta tarde? Tenemos

¡y a ti se te dan tan bien! Yo en ciencias no he sacado jamás ni un sufi —gruñó él—. Si te hace

falta ayuda, pídesela a Jeremy. de hombros y se despidió de Ulrich con un gesto de la

Él se quedó mirando cómo su largo cabello negro ba mientras se alejaba.

Es sólo que... en fin... Sí. Pero de todas formas quería pedirte perdón. He

Desde luego, ella no le estaba poniendo las sas fáciles. Y ahora venía la parte más complicada del discurso: «Yumi,

¿Quieres...

la mejilla, que se incendió ante aquel

Déjalo estar. Yo también he estado un poco nerviosa. Hagamos como si

Ánimo, era solamente una

a ellos, acompañada por lás. Haciendo gala de una dosis industrial de

apretujándose a Yumi con un barrido de arriba abajo.

ar mal a nuestro bes? Le hace falta una chica que lo entienda

Ulrich mientras se apartaba de ella, molesto—. ¡Yumi

Yumi. de protestar y añadir algo más, pero Sissi lo tomó de la mano.

Hervé, Nicolás, vosotros también podéis iros. Yo os alcanzo en un te parece si estudiamos juntos esta tarde? Tenemos

. Si te hace

rich con un gesto de la cabello negro

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— ¡Mira tú por dónde! hemos quedado solitos túTal vez la culpa fuese de los frijoles, pero el muestómago se encogía con un retortijón.El señor Chardin paseaba entre los pupitres con las manos unidas detrás de la espalda, y despotricaba a voz en cuello sobre cine, encuadres y una cosa misteriosa llamada decoupage

Aelita resopló. Aquella tarde los demás iban a ir a la fábrica paruna trampa al intruso de La Ermita, pero ella le había prometido a Tamiya que la ayudaría con el audio de una grabación. Tamiya y Milly eran las pequeñas redactoras del periódico de la esluego se publicaban en

tenía estómago para tratarlas mal. De eso ya se ocupaba Sissi.Cuando sonó la campana, la muchacha se acercó— ¿Tú qué haces, te vas a juntar con —Él se viene conmigo puerta del aula—. Ya que estáalgunos trabajitos socialmenteel gimnasio. Odd alzó los ojos al cielo, apesadumbrado.— ¡Que se te dé bien el curro, camarada!mueca irónica, mientras pasaba junto aJeremy y Ulrich se despidieron de Aelita mientras Tamiya se la llevaba a rastras. La chiquilla reía, la mar de contenta bajo su coleta de rastas, y Aelita trató de devolverle la sonrisa... por no llorar.— ¡Pásatelo bien! —gritó—No tienes corazón —Se encaminaron juntos hacia el parquefábrica abandonada. La construcción llenaba completamente un islote que no distaba mucho del colegio y tenía un viejo puente que la conectaba con tierra firme. Tras el cierre de la fábrica, la calle que llevaba al puenmodo que ahora sólo había tres formas de llegar, y las tres pasaban bajo tierra: desde La Ermita, a través de un largo túnel proyectado y construido por Franz Hopper; entrando en las cloacas desde la sala de calderas; o bien a través de una alcantarilla que había en el parque.

—Dijo Sissi, pellizcándole un carrillo—hemos quedado solitos tú y yo! Tal vez la culpa fuese de los frijoles, pero el muchacho sintió estómago se encogía con un retortijón. El señor Chardin paseaba entre los pupitres con las manos unidas detrás de la espalda, y despotricaba a voz en cuello sobre cine, encuadres y una cosa

decoupage técnico. Aelita resopló. Aquella tarde los demás iban a ir a la fábrica paruna trampa al intruso de La Ermita, pero ella le había prometido a Tamiya que la ayudaría con el audio de una grabación. Tamiya y Milly eran las pequeñas redactoras del periódico de la escuela, y grababan los vídeos que

el sitio web del diario. Las dos chiquillas llevaban

un siglo dándole la tabarra a Aelita, y nadie go para tratarlas mal. De eso ya se ocupaba Sissi.la campana, la muchacha se acercó aOdd.

haces, te vas a juntar con los otros? —gruñó Jim Morales mientras se presentaba ante la

. Ya que está castigado, el director ha decidido encargarle gunos trabajitos socialmente útiles. Me va a echar una mano para ordenar

los ojos al cielo, apesadumbrado. bien el curro, camarada! —Dijo Ulrich, haciendo una

mueca irónica, mientras pasaba junto a él—. ¡Nos vemos para cenar!Jeremy y Ulrich se despidieron de Aelita mientras Tamiya se la llevaba a

hiquilla reía, la mar de contenta bajo su coleta de rastas, y de devolverle la sonrisa... por no llorar.

gritó Ulrich, agitando la mano. —se rió socarronamente Jeremy.

Se encaminaron juntos hacia el parque del Kadic, para luego dirigirse a la

La construcción llenaba completamente un islote que no distaba mucho del colegio y tenía un viejo puente que la conectaba con tierra firme. Tras el cierre de la fábrica, la calle que llevaba al puente había sido bloqueada, de modo que ahora sólo había tres formas de llegar, y las tres pasaban bajo tierra: desde La Ermita, a través de un largo túnel proyectado y construido por Franz Hopper; entrando en las cloacas desde la sala de calderas; o bien

ravés de una alcantarilla que había en el parque.

—. ¡Nos

cómo su

El señor Chardin paseaba entre los pupitres con las manos unidas detrás de la espalda, y despotricaba a voz en cuello sobre cine, encuadres y una cosa

Aelita resopló. Aquella tarde los demás iban a ir a la fábrica para prepararle una trampa al intruso de La Ermita, pero ella le había prometido a Tamiya que la ayudaría con el audio de una grabación. Tamiya y Milly eran las

cuela, y grababan los vídeos que el sitio web del diario. Las dos chiquillas llevaban

un siglo dándole la tabarra a Aelita, y nadie go para tratarlas mal. De eso ya se ocupaba Sissi.

tras se presentaba ante la castigado, el director ha decidido encargarle útiles. Me va a echar una mano para ordenar

Dijo Ulrich, haciendo una ¡Nos vemos para cenar!

Jeremy y Ulrich se despidieron de Aelita mientras Tamiya se la llevaba a hiquilla reía, la mar de contenta bajo su coleta de rastas, y

del Kadic, para luego dirigirse a la

La construcción llenaba completamente un islote que no distaba mucho del colegio y tenía un viejo puente que la conectaba con tierra firme. Tras el

te había sido bloqueada, de modo que ahora sólo había tres formas de llegar, y las tres pasaban bajo tierra: desde La Ermita, a través de un largo túnel proyectado y construido por Franz Hopper; entrando en las cloacas desde la sala de calderas; o bien

Page 59: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Los dos muchachos escogieron, como siempre, la alcantarilla. Aunque el olor era terrible, aquél era el acceso más seguro para no ser vistos. Excavaron juntos en la nieve y, cuando fue visible, levantaron eldisco de hierro y se metieron por el conducto, volviendo a cerrar la boca de alcantarilla sobre sus cabezas. Bajaron por una estrecha escalerilla vertical, agarrándose a los amplios asideros que estaban anclados en el cemento, y respiraron una última vez a pleno pulmón antes de verse embestidos por el hedor de las cloacas. Tanto sobre la tapa de la alcantarilla como a los pies de la escalera había un extraño símbolo y un texcomprender: Green PhoenixCuando llegaron al conducto horizontal, Jeremy cogióuno de los monopatines que había alineados contra la pared. La peste resultaba tan fuerte que casi paralizaba sus movimientos. Por eso los muchachos habían decidido tiempo atrástransporte, a fin de agilizar el trayecto. Corrieron hasta alcanzar una escalerilla que subía hacia la superficie. Treparon por ella, y finalmente aparecieron en el puente.

encontrarse al aire libreese sitio. Cada vez es peor.— ¿Unas cloacas perfumadas? Resultaría un pelín sospechoso,parece? El puente se sostenía sobre el río gracias a dos altas columnas de hierro oxidado de las que salían arun poco al puente de Brooklyn, sólo que mucho más pedesvencijado. Entraron en la fábrica y despor unas viejas sogas que colgaban del techo. Aquel espacioentramado de cemento, vigas y ventanas cuadraLos muchachos llegaron al ascensor, una especie de contenedor industrial que descendía bajo tierra gracias a un gran mando que colgaba de un cable.—Qué de recuerdos, ¿eh?Jeremy no respondió. Desde que había descupodía entrar en aquella vieja fábrica abandonada, habían recorrido aquel largo trayecto en muchas ocasiones, siempre con prisas, siempre con la angustia de que había que detener a algún monstruo o salvar a algún amigo.

Los dos muchachos escogieron, como siempre, la alcantarilla. Aunque el olor era terrible, aquél era el acceso más seguro para no ser vistos. Excavaron juntos en la nieve y, cuando fue visible, levantaron el

co de hierro y se metieron por el conducto, volviendo a cerrar la boca de alcantarilla sobre sus cabezas. Bajaron por una estrecha escalerilla vertical, agarrándose a los amplios asideros que estaban anclados en el cemento, y

ima vez a pleno pulmón antes de verse embestidos por el

Tanto sobre la tapa de la alcantarilla como a los pies de la escalera había un extraño símbolo y un texto cuyo significado Jeremy nunca había llegado a

Phoenix. Cuando llegaron al conducto horizontal, Jeremy cogió su patinete, y Ulrich, uno de los monopatines que había alineados contra la pared. La peste

ba tan fuerte que casi paralizaba sus movimientos. Por eso los muchachos habían decidido tiempo atrás llevar allí aquellos medios de

lizar el trayecto. Corrieron hasta alcanzar una lla que subía hacia la superficie. Treparon por ella, y finalmente

aparecieron en el puente.

—Ufff —bufó Ulrich cuando volvieron a se al aire libre—. Tienes que inventar un superambientador para

ese sitio. Cada vez es peor. ¿Unas cloacas perfumadas? Resultaría un pelín sospechoso,

El puente se sostenía sobre el río gracias a dos altas columnas de hierro que salían arcadas de gruesos cables. A Jeremy le recordaba

un poco al puente de Brooklyn, sólo que mucho más pequeño y desvencijado. Entraron en la fábrica y descendieron al bajo deslizándose por unas viejas sogas que colgaban del techo. Aquel espacio era enorme, un entramado de cemento, vigas y ventanas cuadradas con los cristales rotos.Los muchachos llegaron al ascensor, una especie de contenedor industrial que descendía bajo tierra gracias a un gran mando que colgaba de un cable.

¿eh? —murmuró Ulrich. Jeremy no respondió. Desde que había descubierto que desde el Kadic se podía entrar en aquella vieja fábrica abandonada, habían recorrido aquel

go trayecto en muchas ocasiones, siempre con prisas, siempre con la había que detener a algún monstruo o salvar a algún amigo.

Los dos muchachos escogieron, como siempre, la alcantarilla. Aunque el olor era terrible, aquél era el acceso más seguro para no ser vistos. Excavaron juntos en la nieve y, cuando fue visible, levantaron el pesado

co de hierro y se metieron por el conducto, volviendo a cerrar la boca de alcantarilla sobre sus cabezas. Bajaron por una estrecha escalerilla vertical, agarrándose a los amplios asideros que estaban anclados en el cemento, y

ima vez a pleno pulmón antes de verse embestidos por el

Tanto sobre la tapa de la alcantarilla como a los pies de la escalera había un to cuyo significado Jeremy nunca había llegado a

su patinete, y Ulrich, uno de los monopatines que había alineados contra la pared. La peste

ba tan fuerte que casi paralizaba sus movimientos. Por eso los aquellos medios de

lizar el trayecto. Corrieron hasta alcanzar una lla que subía hacia la superficie. Treparon por ella, y finalmente

Ulrich cuando volvieron a . Tienes que inventar un superambientador para

¿Unas cloacas perfumadas? Resultaría un pelín sospechoso, ¿no te

El puente se sostenía sobre el río gracias a dos altas columnas de hierro cadas de gruesos cables. A Jeremy le recordaba

queño y cendieron al bajo deslizándose

era enorme, un das con los cristales rotos.

Los muchachos llegaron al ascensor, una especie de contenedor industrial que descendía bajo tierra gracias a un gran mando que colgaba de un cable.

bierto que desde el Kadic se podía entrar en aquella vieja fábrica abandonada, habían recorrido aquel

go trayecto en muchas ocasiones, siempre con prisas, siempre con la había que detener a algún monstruo o salvar a algún amigo.

Page 60: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Había sido peligroso. A veces, incluso demasiaaventura. Ahora que todo había acabado, con el superordenador desconectado, a Jeremy le parecía que había algo que falLa sala del superordenador, que estaba en la prisubterráneas, era un inmenso espaciócentro de la habitación estaba ocupado por una especie de círque sobresalía del suelo unos treinta centímetros: era el proyector holográfico que le permitía a Jeremy supervisar lo que el resto de los muchachos hacía dentro del mundo virtual, analizando sus posiciones y las de los monstruos. Junto al promando, con sus pantallas y su teclado suspendidos de un enorme brazo mecánico. El muchacho ignoró completamente el superordenador, que ahora estaba apagado y triste, y abriótodo. Enseguida empezótarjetas y cables. Ulrich se acuclilló a su lado y empezócachivaches tecnológicos.— ¿No te da pena? —le preguntóJeremy lo miró con aire interr— ¿El qué? —Pues haber apagado el superordenador.Jeremy suspiró, y por un instante sintiótras los gruesos cristales de las gafas.— ¿Sabes?, en realidad intento no pensar en ello. Todas las noches que pasé aquí abajo, solo, cuando

las veces que intenté echa—Ya. ¡Tú eras la mente, y nosotros el brazo arUlrich se levantó e hizo unimaginaria. Jeremy se acorguerrero, sus llaves especiales, los desafíos con Odd y Yumi pade ellos acabaría con más monstruos...—Apagar el superordenador. Pero no podíamos hacer otra cosa. Era demasiado peligroso.—Y además, ya no sirve para nada...

Había sido peligroso. A veces, incluso demasiado. Pero también era su gran do había acabado, con el superordenador desconec

tado, a Jeremy le parecía que había algo que faltaba en sus vidas.La sala del superordenador, que estaba en la primera de las plantas subterráneas, era un inmenso espació iluminado por una tenue luz verde. El centro de la habitación estaba ocupado por una especie de círculo metálico

l suelo unos treinta centímetros: era el proyector mitía a Jeremy supervisar lo que el resto de los mu

chachos hacía dentro del mundo virtual, analizando sus posiciones y las de los monstruos. Junto al proyector estaba el sillón giratorio del puesto de mando, con sus pantallas y su teclado suspendidos de un enorme brazo

completamente el superordenador, que ahora estaba apagado y triste, y abrió la puerta de un trastero en el que había un poco de

Enseguida empezó a seleccionar redes metálicas, trozos de robots,

a su lado y empezó a escarbar entre todos aquellos cachivaches tecnológicos.

le preguntó a su amigo. con aire interrogativo.

Pues haber apagado el superordenador. Jeremy suspiró, y por un instante sintió que le picaban los ojos, escudados tras los gruesos cristales de las gafas.

¿Sabes?, en realidad intento no pensar en ello. Todas las noches que abajo, solo, cuando trataba de ayudar a Aelita para

rematerializarla en nuestro mundo. Y todas echaros una mano cuando estabais dentro de Lyoko...

eras la mente, y nosotros el brazo armado! e hizo un par de movimientos de kung-fu con una espada

imaginaria. Jeremy se acordaba como si hubiese sido ayer: Ulrich el guerrero, sus llaves especiales, los desafíos con Odd y Yumi pade ellos acabaría con más monstruos...

Apagar el superordenador fue como matar una parte de mí —. Pero no podíamos hacer otra cosa. Era demasiado peligroso.

Y además, ya no sirve para nada...

do. Pero también era su gran do había acabado, con el superordenador desconec-

taba en sus vidas. mera de las plantas

iluminado por una tenue luz verde. El culo metálico

l suelo unos treinta centímetros: era el proyector mitía a Jeremy supervisar lo que el resto de los mu-

chachos hacía dentro del mundo virtual, analizando sus posiciones y las de atorio del puesto de

mando, con sus pantallas y su teclado suspendidos de un enorme brazo

completamente el superordenador, que ahora estaba la puerta de un trastero en el que había un poco de

cas, trozos de robots,

a escarbar entre todos aquellos

caban los ojos, escudados

¿Sabes?, en realidad intento no pensar en ello. Todas las noches que

rematerializarla en nuestro mundo. Y todas ros una mano cuando estabais dentro de Lyoko...

fu con una espada daba como si hubiese sido ayer: Ulrich el

guerrero, sus llaves especiales, los desafíos con Odd y Yumi para ver quién

—concluyó—

Page 61: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Por un momento, a Jeremy le volvióantes, en que las bombillas de su habitación h—Es cierto —se esforzóestá... muerto. Ya. Pero, por alguna razón, su voz había sonado queAquella noche Odd se encontrópedazos por culpa de Jim. El profe de gimnasia lo había obligado a mover las pesas del gimnasio de un lado a otro del armario, cambiando de idea cada treinta segundos sobre el mejor modo de ordenarlas.Odd había estado esperando la hora de la cena como el manápoder hablar un rato con sus amigos, pero poco antes de llegar al comehabía recibido un SMS de Ulrich:noche. Nosotros cenamos en La Ermita. Hasta luego.

En fin, que Odd estaba solo, cansado y deprimitenido algo de fuerzas, se hacon los demás, o por lo menos habría ido a casa de Yumi para saludar a su querido Kiwi. Pero le costaba hasta levantar el dedo para cambiar la tele de canal. «Y ahora, ¿qué hago yo toda la noche?», se preHasta aquel momento no se había dado cuenta del puñado de DVD que había desparramados sobre la cama de Ulrich, medio escondidos debajo de una manta. ¿Algo interesante?Se levantó, haciendo caso omiso del dolor de Jeremy había escrito en ca3... Eran los vídeos que habían grabado las cámaras del chaléNo se trataba exactamente de una película de acción, pero Odd habría poddo por lo menos verle la cara a ese fantasmal chico misterioso. Y a lo mejor a Ulrich y Jeremy se les había pasado algo por alto, ySe imaginó por un instante vestido con un traje oscuro a lo James Bond, con su rosa roja en el ojaDelante de él, tirados por el suelo, tenía a sus amigos, salvados en el

Eva lo estaba abrazando, irremediablemente seducida por su atractivo...Metió el disco 1 en el lector y lo puso en funcionaechó en la cama. No eran más que imágenes del jardín de la casa.

Por un momento, a Jeremy le volvió a la cabeza una tarde, algunos días antes, en que las bombillas de su habitación habían explotado.

se esforzó igualmente por continuar—. Ahora que X.A.N.A.

Pero, por alguna razón, su voz había sonado quebrada. Aquella noche Odd se encontró solo en su dormitorio, con la espalda hecha

e Jim. El profe de gimnasia lo había obligado a mover pesas del gimnasio de un lado a otro del armario, cambiando de idea

cada treinta segundos sobre el mejor modo de ordenarlas. Odd había estado esperando la hora de la cena como el maná del cielo, poder hablar un rato con sus amigos, pero poco antes de llegar al comehabía recibido un SMS de Ulrich: La trampa se pone en marcha esta

noche. Nosotros cenamos en La Ermita. Hasta luego. En fin, que Odd estaba solo, cansado y deprimido. Si tan sólo hubiese tenido algo de fuerzas, se habría escapado él también al chalé con los demás, o por lo menos habría ido a casa de Yumi para saludar a su

Pero le costaba hasta levantar el dedo para cambiar la tele de

hago yo toda la noche?», se preguntó. Hasta aquel momento no se había dado cuenta del puñado de DVD que había desparramados sobre la cama de Ulrich, medio escondidos debajo de

¿Algo interesante? Se levantó, haciendo caso omiso del dolor de piernas, y cogióJeremy había escrito en cada disco con un rotulador Vigilancia Ermita 1, 2,

Eran los vídeos que habían grabado las cámaras del chalé la noche anterior. No se trataba exactamente de una película de acción, pero Odd habría poddo por lo menos verle la cara a ese fantasmal chico misterioso. Y a lo mejor a Ulrich y Jeremy se les había pasado algo por alto, y él podría descubrirlo.

por un instante vestido con un traje oscuro a lo James Bond, con su rosa roja en el ojal de la americana y una sonrisa deslumbrante.

él, tirados por el suelo, tenía a sus amigos, salvados en el

momento gracias a su intrépida intervención. Eva lo estaba abrazando, irremediablemente seducida por su atractivo...

co 1 en el lector y lo puso en funcionamiento. Después se en la cama. No eran más que imágenes del jardín de la casa.

a la cabeza una tarde, algunos días abían explotado.

. Ahora que X.A.N.A.

rio, con la espalda hecha e Jim. El profe de gimnasia lo había obligado a mover

pesas del gimnasio de un lado a otro del armario, cambiando de idea

del cielo, para poder hablar un rato con sus amigos, pero poco antes de llegar al comedor

La trampa se pone en marcha esta

ólo hubiese abandonado

con los demás, o por lo menos habría ido a casa de Yumi para saludar a su Pero le costaba hasta levantar el dedo para cambiar la tele de

Hasta aquel momento no se había dado cuenta del puñado de DVD que había desparramados sobre la cama de Ulrich, medio escondidos debajo de

piernas, y cogió los DVD. Vigilancia Ermita 1, 2,

la noche anterior. No se trataba exactamente de una película de acción, pero Odd habría podi-do por lo menos verle la cara a ese fantasmal chico misterioso. Y a lo mejor

él podría descubrirlo. por un instante vestido con un traje oscuro a lo James Bond,

na y una sonrisa deslumbrante. él, tirados por el suelo, tenía a sus amigos, salvados en el último

momento gracias a su intrépida intervención. Eva lo estaba abrazando, irremediablemente seducida por su atractivo...

miento. Después se en la cama. No eran más que imágenes del jardín de la casa. ¡Menuda

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diversión! Empezó a pasar las imágenes a toda velocidad, y luego metió el disco 2. Y el 3. Y se quedó traspuesto. Olor a fruta fresca, tan dulce como el azúcar glas. Un leve aroma de rosas. —Amor mío... —susurró Odd en su sueño. Una risa dulce, límpida y muy femenina le hizo abrir los ojos. Odd creyó que aún estaba durmiendo. Inclinada sobre él, a pocos centímetros de su cara, estaba Eva. Llevaba una blusa blanca y una falda de vivos colores, y tenía el pelo echado hacia atrás con una pequeña diadema roja. Guapísima. ¿Guapísima? ¡Qué va! Mucho más: divina, angelical, tan de rechupete que Odd tenía ya un nudo en la garganta y se había puesto a sudar. —Perdona si te he molestado —dijo la muchacha con aquel acento estupendo que tenía—. He llamado a la puerta, pero no me respondía nadie, y como oía la tele, he pensado que había alguien en la habitación. ¿Y había llamado a la puerta de su habitación? ¿Eva estaba buscándolo? ¡Oh, pero si eso era un sueño hecho realidad! — ¡Qué va! ¡Has hecho requetebién!—gritó Odd, sentándose de un salto para luego frotarse los ojos con los dedos—. Ven. Siéntate donde te apetezca. La muchacha empezó a caminar por el cuarto. Abrió el armario y volvió a cerrarlo. Examinó el escritorio. Miró los libros y los CD. Odd la observaba, impresionado. Una tía desenvuelta, sin duda. —Es que me aburro tanto en mi casa... —dijo Eva—. Mis padres ya estaban en la cama. — ¡Ya, cómo te entiendo! —aprobó Odd. Entre la modorra, la confusión y el tener a Eva Skinner a pocos centímetros de él, la cabeza ya le estaba dando vueltas. Y además, ¿se le estaba yendo la olla, o esa chávala estaba curioseando incluso debajo de la cama de Ulrich? —Ejem. Pero... sabes que no deberías andar por aquí, ¿verdad? —Murmuró tímidamente Odd—. Las chicas no pueden entrar en el ala de los chicos después de la cena... Eva resopló. —Mientras no me pillen, no veo el problema. Esa chica no tenía desperdicio. Por lo menos, eso creía Odd.

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engorrosa. Jeremy había trabajado toda la tarde para preparar su trampa, y ahora estaba hecho polvo. En el fondo, la noche anterior tampoco había dormido casi nada, para no quitarles ojo a las cámaras de La Ermita.Aelita y Yumi habían pedido unas pizzas, y se las habían comido todos juntos en el salón, con un ojo puesto en el portátil de Jeremy y el otro en una película que ponían en la tele.—Jeremy, ¿estás seguro de que ese chico va a volver esta noche?preguntó Ulrich. —Es bastante probable Hace dos noches, Hiroki losé qué pretendía hacer, pero seguro que no lo ha heque estuvo mirando por todas parvolverá a dejarse caer por aquí.Todos pararon de masticar.—No me siento tranquila...— ¡Pues deberías estarlo!un tono alegre—. ¡Ahora en el césped que rodea el chaléque tres redes robóticas! He instalado sensores láser de activación, y podemos hacer saltar las trampas sin movernos de aquí, siempre que lo estemos encuadrando con alguna de las cámaras. No tiene escapa—Podría entrar por atrás— ¿Saltando por encima del muro y la alambrada? Demasiado complicado. Ayer pasó por la cerca depor ahí también hemos puesto cámaras. No tiene forma alguna de escapar. Hay sólo una cosa que tenéis que hacer.Los demás lo miraron fijamente, con cara de estar poco convencidos.—Pasadme otro trozo de pizza. Me muero de hambre Odd no tenía ni idea de quéque le había echado el ojo encima, sino que además era simpática e inteligente. Habían estado hablando...cuenta. Sin un solo momento de incomodiEva le había preguntado si le gustaba la fotografía, yencantaban las fotos de los canasí que no le parecía que estuviese mintiendo. Ella, por su parte, era una auténtica experta. Le había enseñado algunas i

Hasta una emboscada nocturna podía resultar gorrosa. Jeremy había trabajado toda la tarde para preparar su trampa, y

ahora estaba hecho polvo. En el fondo, la noche anterior tampoco había ada, para no quitarles ojo a las cámaras de La Ermita.

Aelita y Yumi habían pedido unas pizzas, y se las habían comido todos juntos en el salón, con un ojo puesto en el portátil de Jeremy y el otro en

cula que ponían en la tele. guro de que ese chico va a volver esta noche?

—dijo su amigo mientras asentía con la cabezaHace dos noches, Hiroki lo vio saliendo de La Ermita. Y ayer volvió. No

pretendía hacer, pero seguro que no lo ha hecho, teniendo en cuenta que estuvo mirando por todas partes y luego se piró. Así que esta noche

jarse caer por aquí. Todos pararon de masticar.

No me siento tranquila... —susurró Aelita. ¡Pues deberías estarlo! —le contestó Jeremy, esforzándose por emplear

¡Ahora en el césped que rodea el chalé hay nada menos que tres redes robóticas! He instalado sensores láser de activación, y podemos hacer saltar las trampas sin movernos de aquí, siempre que lo

o con alguna de las cámaras. No tiene escapaPodría entrar por atrás—sugirió Ulrich. ¿Saltando por encima del muro y la alambrada? Demasiado complicado.

por la cerca delantera, y hoy hará lo mismo. Y de todas formas, mos puesto cámaras. No tiene forma alguna de escapar.

Hay sólo una cosa que tenéis que hacer. Los demás lo miraron fijamente, con cara de estar poco convencidos.

Pasadme otro trozo de pizza. Me muero de hambre —concluyó.

idea de qué pensar. Eva no sólo era la chica más guapa a la que le había echado el ojo encima, sino que además era simpática e inteligente. Habían estado hablando... ¿cuánto, una hora? Y sin darse ni cuenta. Sin un solo momento de incomodidad o timidez.

ntado si le gustaba la fotografía, y él había asentido. Le encantaban las fotos de los cantantes que había en sus revistas de música,

que no le parecía que estuviese mintiendo. Ella, por su parte, era una auténtica experta. Le había enseñado algunas instantáneas de los Estados

Hasta una emboscada nocturna podía resultar gorrosa. Jeremy había trabajado toda la tarde para preparar su trampa, y

ahora estaba hecho polvo. En el fondo, la noche anterior tampoco había ada, para no quitarles ojo a las cámaras de La Ermita.

Aelita y Yumi habían pedido unas pizzas, y se las habían comido todos juntos en el salón, con un ojo puesto en el portátil de Jeremy y el otro en

guro de que ese chico va a volver esta noche?—

dijo su amigo mientras asentía con la cabeza—. vio saliendo de La Ermita. Y ayer volvió. No

niendo en cuenta que esta noche

esforzándose por emplear hay nada menos

que tres redes robóticas! He instalado sensores láser de activación, y podemos hacer saltar las trampas sin movernos de aquí, siempre que lo

o con alguna de las cámaras. No tiene escapatoria.

¿Saltando por encima del muro y la alambrada? Demasiado complicado. lo mismo. Y de todas formas,

mos puesto cámaras. No tiene forma alguna de escapar.

Los demás lo miraron fijamente, con cara de estar poco convencidos. concluyó.

r. Eva no sólo era la chica más guapa a la que le había echado el ojo encima, sino que además era simpática e

¿cuánto, una hora? Y sin darse ni

él había asentido. Le tantes que había en sus revistas de música,

que no le parecía que estuviese mintiendo. Ella, por su parte, era una nstantáneas de los Estados

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Unidos que quitaban el hilos distintos programas de retoque digital y cómo calibrar los objetivos. Y todo eso sentada a su lado, cruzando y descruzando sus espléndidas piernas. Y algunas veces, mientras hablaba, hasta le había rozado la mano.— ¿No puedes quedarte aquícuando Eva empezó a levan

lo pillaba, tenía la expulsión garantizada.—Sería poco adecuado, Oddencantaría. A lo mejor una de estas noches podrías quedarte en mi casa. Mis padres se van muchas veces de viaje por trabajo.dirección? Te dejo también mi número.Odd estaba tan emocionado que locon la cabeza. Eva volvió a reír, y se sacóescribió en ella con la lige—Ahí tienes. Mi dirección y mi número de móvil. GraciasOdd. Me lo he pasado muy bien contigo.—Yo también —las mejillas de Odd empezaron a ardervolveré a lavar la mano. Te lo juro.Eva soltó una risita. Luego, inesperadamente, mientras Odd la miraba con ojos de adoración, ella se lecabeza del muchacho saltópasado, Eva ya había cerrado la puerta tras de sí.—Menuda tía... —murmuró, embelesado.Mientras tanto, por la televisión de su cuarto un segundo las imágenes de La Ermita que Jeremy y Ulrich habían grabado la noche anterior. Sólo que ahora Odd se dio cuenta de que en aquellas imágenes había algo muy, muy raro. Algo que nadie debía de haber notado todavía.

La pantalla del ordenador empezó

Unidos que quitaban el hipo. Le había contado un montón de cosas sobre los distintos programas de retoque digital y cómo calibrar los objetivos. Y todo eso sentada a su lado, cruzando y descruzando sus espléndidas

unas veces, mientras hablaba, hasta le había rozado la mano.¿No puedes quedarte aquí a dormir? —le preguntó con audacia Odd

a levantarse.

Debía de haberse vuelto loco. Si el director llaba, tenía la expulsión garantizada.

ía poco adecuado, Odd —sonrió la muchacha, maliciosaencantaría. A lo mejor una de estas noches podrías quedarte en mi casa.

dres se van muchas veces de viaje por trabajo. ¿Te sabes mi dirección? Te dejo también mi número.

emocionado que lo único que consiguió hacer fue asentir

a reír, y se sacó un rotulador del bolsillo. Le agarróen ella con la ligereza de una mariposa.

tienes. Mi dirección y mi número de móvil. Gracias por la velada, Odd. Me lo he pasado muy bien contigo.

las mejillas de Odd empezaron a arder—. Jamás me a lavar la mano. Te lo juro.

una risita. Luego, inesperadamente, mientras Odd la miraba con ojos de adoración, ella se le acercó y lo besó. Lo besó en la boca.

za del muchacho saltó un fusible. Cuando se dio cuenta de lo que había pasado, Eva ya había cerrado la puerta tras de sí.

murmuró, embelesado. Mientras tanto, por la televisión de su cuarto no habían dejado de pasar ni un segundo las imágenes de La Ermita que Jeremy y Ulrich habían grabado la noche anterior. Sólo que ahora Odd se dio cuenta de que en aquellas imágenes había algo muy, muy raro. Algo que nadie debía de haber notado

7 EL INTERROGATORIO

La pantalla del ordenador empezó a parpadear.

po. Le había contado un montón de cosas sobre los distintos programas de retoque digital y cómo calibrar los objetivos. Y todo eso sentada a su lado, cruzando y descruzando sus espléndidas

unas veces, mientras hablaba, hasta le había rozado la mano. con audacia Odd

Debía de haberse vuelto loco. Si el director

cha, maliciosa—. Pero me encantaría. A lo mejor una de estas noches podrías quedarte en mi casa.

sabes mi

hacer fue asentir

llo. Le agarró una mano, y

por la velada,

. Jamás me

una risita. Luego, inesperadamente, mientras Odd la miraba con la boca. En la

un fusible. Cuando se dio cuenta de lo que había

no habían dejado de pasar ni un segundo las imágenes de La Ermita que Jeremy y Ulrich habían grabado la noche anterior. Sólo que ahora Odd se dio cuenta de que en aquellas imágenes había algo muy, muy raro. Algo que nadie debía de haber notado

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ALARMA. SE HA DETECTADO UN INTRUSO.

— ¡Callaos todos! —gritósobre el teclado del porAelita apagó la tele, y Ulrich apartóLos muchachos se apelotonaenjuta silueta envuelta en un impermeable larglos espías y los criminales de las películas.— ¡Ajajá! —exclamó Jeremy, triunfanteprincipal, tal y como yo decía!—Pero no hay ningún perro. Y fueron unos perros los que hirieron a Kiwi—le recordó Yumi, perpleja.

encogiéndose de hombrostodas formas, pronto podremos preguntárselo en persona.Aumentó el zoom de la cámara, y el rostro del intruso ocupó todapantalla. Era el muchacho del pelo de cobre. Sus ojos estaban entrecerrados y marcados con dos profundas ojeras. En medio de la oscuridad del jardín, tenía todo el aspecto de una persona enferma.Al volver a ver aquella cara, Aelita se sintió presa delchico ya lo había visto en algún lado. Mucho tiempo atrás. Aunque no consiguiese recordar quién era.—¿Y ahora qué hacemos, Jeremy? pensamientos de la muchacha.—Preparad las cosas. Yo activo la traposición. Ulrich salió disparado hacia la cocina, donde habían dejado la caja de cartón con todo el material para el interrogatorio. La levantó sin esfuerzo y la llevó al salón. Después empezó a distribuir su contenido entre susamigos. — ¡Aún no lo tenemos! qué no va hasta el pórtico o el garaje?—Podría salir yo —propuso Ulrich— ¡Es demasiado peligroso!podría hasta ir armado. —No hace falta —los calmóUn paso. Otro. El joven que había en la pantalla paAvanzó hacia el pórtico como si quisiese tocar el timbre, y luego

SE HA DETECTADO UN INTRUSO. gritó Jeremy mientras sus dedos empezaban a correr

teclado del portátil—. ¡Puede que lo hayamos conseguido!la tele, y Ulrich apartó de una patada las cajas de pizza vacías.

Los muchachos se apelotonaron alrededor del ordenador, que mostraba una enjuta silueta envuelta en un impermeable largo y gris, de esos que llevan los espías y los criminales de las películas.

Jeremy, triunfante—. ¡Ha entrado saltando la verja principal, tal y como yo decía!

Pero no hay ningún perro. Y fueron unos perros los que hirieron Yumi, perpleja.

—Los habrá dejado en casa —dijo Jeremy, giéndose de hombros—. Tampoco iban con él ayer por la noche. Y de

todas formas, pronto podremos preguntárselo en persona. Aumentó el zoom de la cámara, y el rostro del intruso ocupó todapantalla. Era el muchacho del pelo de cobre. Sus ojos estaban entrecerrados y marcados con dos profundas ojeras. En medio de la oscuridad del jardín, tenía todo el aspecto de una persona enferma. Al volver a ver aquella cara, Aelita se sintió presa del vértigo. Ella a ese chico ya lo había visto en algún lado. Mucho tiempo atrás. Aunque no consiguiese recordar quién era.

¿Y ahora qué hacemos, Jeremy? —preguntó Ulrich, interrumpiendo los pensamientos de la muchacha.

Preparad las cosas. Yo activo la trampa tan pronto como esté en

Ulrich salió disparado hacia la cocina, donde habían dejado la caja de cartón con todo el material para el interrogatorio. La levantó sin esfuerzo y la llevó al salón. Después empezó a distribuir su contenido entre sus

¡Aún no lo tenemos! —Resopló Jeremy—. ¿Por qué se está quieto? ¿Por qué no va hasta el pórtico o el garaje?

propuso Ulrich—, para atraerlo hasta nuestra trampa.¡Es demasiado peligroso! —lo detuvo Yumi—. Por lo que sabemos,

los calmó Jeremy—. Por fin se está moviendo.

Un paso. Otro. El joven que había en la pantalla parecía indeciso. hacia el pórtico como si quisiese tocar el timbre, y luego

Jeremy mientras sus dedos empezaban a correr ¡Puede que lo hayamos conseguido!

de una patada las cajas de pizza vacías. ron alrededor del ordenador, que mostraba una

o y gris, de esos que llevan

trado saltando la verja

Pero no hay ningún perro. Y fueron unos perros los que hirieron

dijo Jeremy, él ayer por la noche. Y de

Aumentó el zoom de la cámara, y el rostro del intruso ocupó toda la pantalla. Era el muchacho del pelo de cobre. Sus ojos estaban entrecerrados y marcados con dos profundas ojeras. En medio de la oscuridad del jardín,

vértigo. Ella a ese chico ya lo había visto en algún lado. Mucho tiempo atrás. Aunque no

preguntó Ulrich, interrumpiendo los

mpa tan pronto como esté en

Ulrich salió disparado hacia la cocina, donde habían dejado la caja de cartón con todo el material para el interrogatorio. La levantó sin esfuerzo y la llevó al salón. Después empezó a distribuir su contenido entre sus

. ¿Por qué se está quieto? ¿Por

, para atraerlo hasta nuestra trampa. . Por lo que sabemos,

moviendo. recía indeciso.

hacia el pórtico como si quisiese tocar el timbre, y luego

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volvió atrás y se desplazócaminando con pasos titubeantes sobre la capa de nieve congelada.Jeremy pasó a las imágenes de otra de las cámajusto encima de su trampa. Cuando el muchacho pasase bajo ella... ¡zasca! La había preparado a propósito de forma que fuese capaz de moverse siguiendo los movimientos de la cámara.Un par de pasos más... En la pantalla, superpuesta a la imagen del joven, aparecióretícula. Una mira. Los ojos del inla oscuridad. Todos contuvieron la respiración. El dedo de Jetecla Enter del ordenador. ParecióIncluso las hojas de losel muchacho caminaba con cautela hacia la pared del garaje.Jeremy se mordió el labio inferior, y su dedo pulsóLa trampa se activó.

mostraba la pantalla y volvióalgo. Jeremy y Ulrich se habían quedado toda la noche de cháchara. A lo mejor se habían distraído y no lo habían notado.Cogió su móvil y trató de llamar a Jeremy.está apagado o fuera de cobertura en este momento. Int

tarde. Probó con Ulrich. El mismo resultado. Sintiótia se le colaba por el cuello de la camiseta y bajaba por su espalda.Se levantó de un salto y sacóque contenía un ordenaJeremy había estado enredando conlos programas del mundo munpar de ocasiones para oír algunas canciones en mp3. No era uaficionado a la tecnología.Esperó con impaciencia a que aquel cacharro se encendiese (peroqué estaba tardando una eter

programa de edición de vídeo.¿Qué era lo que le había contado Eva de las imáLuminosidad. Y las curvas. Trasteó

atrás y se desplazó hacia la izquierda, en dirección al garaje, sos titubeantes sobre la capa de nieve congelada.

a las imágenes de otra de las cámaras, la que estaba montada justo encima de su trampa. Cuando el muchacho pasase bajo

bía preparado a propósito de forma que fuese capaz de moverse siguiendo los movimientos de la cámara.

En la pantalla, superpuesta a la imagen del joven, apareció la de una retícula. Una mira. Los ojos del intruso brillaban, abiertos de par en par en

Todos contuvieron la respiración. El dedo de Jeremy se desplazótecla Enter del ordenador. Pareció como si el tiempo se hubiese congelado.

árboles dejaron de moverse mientras en la pantallel muchacho caminaba con cautela hacia la pared del garaje.

el labio inferior, y su dedo pulsó la tecla.

En su habitación, Odd congeló traba la pantalla y volvió unos cuantos fotogramas atrás. Sí

algo. Jeremy y Ulrich se habían quedado toda la noche de cháchara. A lo mejor se habían distraído y no lo habían notado.

de llamar a Jeremy. El teléfono al que llama

apagado o fuera de cobertura en este momento. Inténtelo más

rich. El mismo resultado. Sintió cómo una sutil angustia se le colaba por el cuello de la camiseta y bajaba por su espalda.

de un salto y sacó de debajo de su cama una gran caja de cartón que contenía un ordenador portátil. Se lo habían regalado sus padres, y

my había estado enredando con él un par de horas para instalarle todos los programas del mundo mundial, aunque Odd sólo lo había usado en un par de ocasiones para oír algunas canciones en mp3. No era un gran aficionado a la tecnología.

con impaciencia a que aquel cacharro se encendiese (perouna eternidad?), y luego insertó el DVD y abrió

programa de edición de vídeo. era lo que le había contado Eva de las imágenes? Ah, sí. Contraste.

Luminosidad. Y las curvas. Trasteó un rato con el programa hasta encontrar

izquierda, en dirección al garaje, sos titubeantes sobre la capa de nieve congelada.

ras, la que estaba montada

bía preparado a propósito de forma que fuese capaz de

la de una de par en par en

remy se desplazó hasta la como si el tiempo se hubiese congelado.

árboles dejaron de moverse mientras en la pantalla

la imagen que unos cuantos fotogramas atrás. Sí, ahí había

algo. Jeremy y Ulrich se habían quedado toda la noche de cháchara. A lo

fono al que llama

éntelo más

cómo una sutil angus-tia se le colaba por el cuello de la camiseta y bajaba por su espalda.

ma una gran caja de cartón or portátil. Se lo habían regalado sus padres, y

él un par de horas para instalarle todos dial, aunque Odd sólo lo había usado en un

n gran

con impaciencia a que aquel cacharro se encendiese (pero ¿por el DVD y abrió un

genes? Ah, sí. Contraste. un rato con el programa hasta encontrar

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la función de la que le había hablado la muchacha. Era una especie de gráfico que representaba un cuarto de círculo. Odd se dio cuenta de que con el ratón podía arrastrar aquella curva, deformándola y camsabía muy bien el qué. A veces la imagen se aclaraba, y otras se oscurecía, o los colores se volvían locos. Pero era la función adecuada.Empezó a trabajar con una concentración febril y los oaquel único fotograma del DVD. En cierto punto, entre lospíxeles de la imagen resultaban confusos, como si alguien hubiese borrado algo. — ¡Narices! —siseó en voz baja. Se había pasado con la curva, y la imagen se había transformado en un batiburrillo incomprensible de colores raros. Control Z y vuelta a empezar.Ya lo tenía. La silueta de un hombre de espalda ancha, cintura delgada y una musculatura que debía de ser imponente. A sus pies había algo que no lograba distinguir bien.Odd guardó una copia de la imagen. Después hizo avanzar el DVD unos pocos fotogramas y repitióhombre estaba de lado, y en los hombros se entreveía el perfil de una mochila bien grande. Y a la altura de s—Pero ¿qué demonios son?miniatura? ¿Becerros?

perros. Dos perros enormes de aspecto agresivo, sin correa, que olfateaban el suelo a los pies de aquel homEn la cabeza de Odd relampaguearon dos rápique aquel tipo tenía dos perros ylo tanto, el chico al que Jeremy y los demás estaban a punto de atrapar en La Ermita era inocente. Le segundo, que el hombre de los perros había conseguido borrar de los DVD las imágenes en las que aparecía. Puede que tuviese aparatos tan sofisticados como para conhombre muy peligroso. Y sobre todo, sus amigos no tenían ni idea de su existencia. Sin ni siquiera preocuparse de apagar el ordenaun brinco, agarró su chadormitorio.

la función de la que le había hablado la muchacha. Era una especie de gráfico que representaba un cuarto de círculo. Odd se dio cuenta de que con

podía arrastrar aquella curva, deformándola y cambiando... no sabía muy bien el qué. A veces la imagen se aclaraba, y otras se oscurecía,

vían locos. Pero era la función adecuada. a trabajar con una concentración febril y los ojos clavados en

único fotograma del DVD. En cierto punto, entre los árboles, los píxeles de la imagen resultaban confusos, como si alguien hubiese borrado

en voz baja. Se había pasado con la curva, y la imagen ormado en un batiburrillo incomprensible de colores raros.

Control Z y vuelta a empezar. Ya lo tenía. La silueta de un hombre de espalda ancha, cintura delgada y una musculatura que debía de ser imponente. A sus pies había algo que no

ien. una copia de la imagen. Después hizo avanzar el DVD unos

pocos fotogramas y repitió la operación desde el principio. Esta vez el lado, y en los hombros se entreveía el perfil de una mo

chila bien grande. Y a la altura de su cintura había... demonios son? —gritó Odd, impresionado—. ¿Caballos en

Ni lo uno ni lo otro, por supuesto. Eran perros. Dos perros enormes de aspecto agresivo, sin correa, que olfateaban el suelo a los pies de aquel hombre. En la cabeza de Odd relampaguearon dos rápidos pensamientos. Primero, que aquel tipo tenía dos perros y Kiwi había sido herido por dos perros. Por lo tanto, el chico al que Jeremy y los demás estaban a punto de atrapar en La Ermita era inocente. Le estaban dando caza a la persona equivocada. Y segundo, que el hombre de los perros había conseguido borrar de los DVD las imágenes en las que aparecía. Puede que tuviese aparatos tan sofisticados como para confundir a las cámaras de Jeremy. Así

bre muy peligroso. Y sobre todo, sus amigos no tenían ni idea de su

Sin ni siquiera preocuparse de apagar el ordenador, Odd se puso en pie de su chaqueta y su móvil y salió disparado de su

la función de la que le había hablado la muchacha. Era una especie de gráfico que representaba un cuarto de círculo. Odd se dio cuenta de que con

biando... no sabía muy bien el qué. A veces la imagen se aclaraba, y otras se oscurecía,

jos clavados en árboles, los

píxeles de la imagen resultaban confusos, como si alguien hubiese borrado

en voz baja. Se había pasado con la curva, y la imagen ormado en un batiburrillo incomprensible de colores raros.

Ya lo tenía. La silueta de un hombre de espalda ancha, cintura delgada y una musculatura que debía de ser imponente. A sus pies había algo que no

una copia de la imagen. Después hizo avanzar el DVD unos ración desde el principio. Esta vez el

lado, y en los hombros se entreveía el perfil de una mo-

¿Caballos en

Ni lo uno ni lo otro, por supuesto. Eran perros. Dos perros enormes de aspecto agresivo, sin correa, que olfateaban

dos pensamientos. Primero, había sido herido por dos perros. Por

lo tanto, el chico al que Jeremy y los demás estaban a punto de atrapar en ban dando caza a la persona equivocada. Y

segundo, que el hombre de los perros había conseguido borrar de los DVD las imágenes en las que aparecía. Puede que tuviese aparatos tan

fundir a las cámaras de Jeremy. Así que era un bre muy peligroso. Y sobre todo, sus amigos no tenían ni idea de su

dor, Odd se puso en pie de disparado de su

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Más que un jardín, aquello parecía un bosque hundi«El profesor Hopper podría espalar un poco los senderos», protestósí Richard Dupuis. Se apoyópara rescatar el calcetín de lana empapado que se había fondo de la bota y lo estaba fastidiando.El joven se enderezó, y miróvuelto a hacer. Por segunda vez en dos noches se había colado a escondidas en el jardín de La Ermita. Estaba comportándose comchiflado. En el fondo, le habría bastado con tocar el timbreen medio de la noche, como en aquel momentoprofesor. Soy Richard Dupuis».Se imaginaba la cara del profe, serio bajo su oscristales lustrosos escon«¿Se acuerda de mí? He venido porque...».No, no podía funcionar. No podía encarar al proademás, ¿seguro que Hopper totitulares de los periódicos de hacía ya muchos años:desaparece junto con su hija.

Pues claro que sí, era obvio que había vuelto. De lo contrario,Mientras se concentraba en sus reflexiones, RiTenía intención de rodeaademás, esta vez iba a coger el toro por los cuernos y llamar a la puerta.Pero de pronto oyó un silbido, una especie de coy fuerte que lo despeinó. Y después, un chasquido. O Lo que pasó luego fue muy confuso. Algo lo golque se cayese sobre la nieve. Asustado, el muchacho intentó

estaba envuelto en una especie de red metálica.Consiguió hacer fuerza con las piernas para endemovió como una serpiente de hierro y lo derribósacudido por una descarga eléctrica, y perdió Cuando volvió a abrir los ojos, por un momento pensdrogado. O que había perdido la chaveta. O las dos cosas.Todavía se encontraba aprisionado en la red meya no estaba en el jardín, sino sobre el suelo de cemento de una habitación

ín, aquello parecía un bosque hundido en la nieve.«El profesor Hopper podría espalar un poco los senderos», protestó

Richard Dupuis. Se apoyó contra un árbol y se sostuvo sobre un solo pie catar el calcetín de lana empapado que se había colado hasta el

fondo de la bota y lo estaba fastidiando. El joven se enderezó, y miró a su alrededor con preocupación. Lo había vuelto a hacer. Por segunda vez en dos noches se había colado a escondidas en el jardín de La Ermita. Estaba comportándose como un auténtico chiflado. En el fondo, le habría bastado con tocar el timbre —en medio de la noche, como en aquel momento— y decir «Muy buenas, profesor. Soy Richard Dupuis». Se imaginaba la cara del profe, serio bajo su oscura barba, con lascristales lustrosos escondiéndole los ojos. «¿Se acuerda de mí? He venido porque...». No, no podía funcionar. No podía encarar al profesor así, a pelo. Y

¿seguro que Hopper todavía vivía ahí? Richard recordaba los ódicos de hacía ya muchos años: Profesor del Kadic

desaparece junto con su hija. Pues claro que sí, era obvio que había vuelto. De lo contrario,Mientras se concentraba en sus reflexiones, Richard se acercóTenía intención de rodear la casa y ver si había alguna luz encendida. Y,

más, esta vez iba a coger el toro por los cuernos y llamar a la puerta.un silbido, una especie de corriente de aire concentrado

y fuerte que lo despeinó. Y después, un chasquido. O mejor, un disparo.luego fue muy confuso. Algo lo golpeó en la espalda, haciendo

que se cayese sobre la nieve. Asustado, el muchacho intentó volver a

ponerse de pie, pero se dio cuenta de que estaba envuelto en una especie de red metálica.

hacer fuerza con las piernas para enderezarse, pero la red se como una serpiente de hierro y lo derribó de nuevo. Richard se vio

sacudido por una descarga eléctrica, y perdió el sentido.

a abrir los ojos, por un momento pensó que lo habían drogado. O que había perdido la chaveta. O las dos cosas. Todavía se encontraba aprisionado en la red metálica, pero en esta ocasión ya no estaba en el jardín, sino sobre el suelo de cemento de una habitación

do en la nieve. «El profesor Hopper podría espalar un poco los senderos», protestó para

árbol y se sostuvo sobre un solo pie do hasta el

a su alrededor con preocupación. Lo había vuelto a hacer. Por segunda vez en dos noches se había colado a escondidas

o un auténtico —a lo mejor no

«Muy buenas,

cura barba, con las gafas de

fesor así, a pelo. Y davía vivía ahí? Richard recordaba los

Profesor del Kadic

Pues claro que sí, era obvio que había vuelto. De lo contrario, ¿por qué...? chard se acercó al garaje.

la casa y ver si había alguna luz encendida. Y, más, esta vez iba a coger el toro por los cuernos y llamar a la puerta.

rriente de aire concentrado mejor, un disparo.

en la espalda, haciendo volver a

se de pie, pero se dio cuenta de que

rezarse, pero la red se de nuevo. Richard se vio

que lo habían

tálica, pero en esta ocasión ya no estaba en el jardín, sino sobre el suelo de cemento de una habitación

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a oscuras. Un hilo de luz se cfondo. Entrevió algunas cajas de cartón amontonadas sin orden ni concierto contra la pared que parecían los restos de una mudanza que nunca se había llegado a terminar. A medida que los ojos de Richard se acostumempezaron a distinguir cuatro sipasos de él. Parecían de baja estatura, tal vez unos enanos, y estaban envueltas en sombras. Sus caras resultaban totalmente invisibles. Richard sacudió la cabeza. ¿Quéesas películas en las que no se entiende nada?— ¿Cómo te llamas? —Tenía una voz profunda y re—R-Richard. Richard Dupuis— ¿Por qué estabas en el jardín?Richard permaneció en silencio durante unos momentir, pero, a fin de cuenTotal, no tenía nada que ocultar...—Estaba buscando al profesor Hopper—Es una manera algo rara de buscar a alguien.—Sé que el profesor lleva desaparecido más de diez años.— ¿Conocías a Hopper?tele cuyo nombre Richard no —Sí—asintió el joven, entrecerrando los ojos panítida a las siluetas que estaaños. Antes de que desapareciese, yo era alumno suyo en la academia Kadic. Y estaba en la mUna de las oscuras siluetas se sobresaltó.Richard se rascó la barbilla. Aquella situación reempezaba a estar hasta un poquienanitos no parecían especialmente amenaza—Tenía la esperanza de encontrar a Aelitahabría podido explicarme por qué...

manipuló algo. Las mallas de la red en la que se aflojaron, permitiéndole moverse.A tientas, Richard hurgóuna PDA que tenía una pantalla algo mayor que una postal. La encendió, y

a oscuras. Un hilo de luz se colaba por debajo de una puerta que había al fondo. Entrevió algunas cajas de cartón amontonadas sin orden ni concierto contra la pared que parecían los restos de una mudanza que nunca se había

A medida que los ojos de Richard se acostumbraron a la oscuridad empezaron a distinguir cuatro siluetas sentadas en semicírculo a unos pocos

él. Parecían de baja estatura, tal vez unos enanos, y estaban envueltas en sombras. Sus caras resultaban totalmente invisibles. Richard

¿Qué era aquello, un sueño? ¿Una pesadilla?esas películas en las que no se entiende nada?

—le preguntó la primera silueta de su izquierda. Tenía una voz profunda y retumbante, más bien amenazadora.

Dupuis —balbuceó él. estabas en el jardín? —continuó la voz.

en silencio durante unos momentos. Podría ponerse a mentir, pero, a fin de cuentas, ¿por qué hacerlo? Era mejor contarlo todo. Total, no tenía nada que ocultar...

Estaba buscando al profesor Hopper—respondió. Es una manera algo rara de buscar a alguien.

que el profesor lleva desaparecido más de diez años. ¿Conocías a Hopper? —le preguntó otra voz. Parecía la de un actor de la

tele cuyo nombre Richard no conseguía recordar. el joven, entrecerrando los ojos para darles una forma más

nítida a las siluetas que estaban sentadas en torno a él—. Hace muchos tes de que desapareciese, yo era alumno suyo en la academia

Kadic. Y estaba en la misma clase que su hija, Aelita. Una de las oscuras siluetas se sobresaltó.

la barbilla. Aquella situación resultaba absurda, y empezaba a estar hasta un poquito asustado. Pero aquellos extraños

recían especialmente amenazadores. Tenía la esperanza de encontrar a Aelita —prosiguió—. A lo mejor ella

habría podido explicarme por qué... ¡uf! ¡No puedo contarlo bien así, atado!

El extraño personaje que tenía delante dealgo. Las mallas de la red en la que se hallaba prisionero se

aflojaron, permitiéndole moverse. A tientas, Richard hurgó en su impermeable y sacó de uno de los bolsillos una PDA que tenía una pantalla algo mayor que una postal. La encendió, y

olaba por debajo de una puerta que había al fondo. Entrevió algunas cajas de cartón amontonadas sin orden ni concierto contra la pared que parecían los restos de una mudanza que nunca se había

ron a la oscuridad luetas sentadas en semicírculo a unos pocos

él. Parecían de baja estatura, tal vez unos enanos, y estaban envueltas en sombras. Sus caras resultaban totalmente invisibles. Richard

¿Una pesadilla? ¿Una de

lueta de su izquierda. tumbante, más bien amenazadora.

mentos. Podría ponerse a hacerlo? Era mejor contarlo todo.

otra voz. Parecía la de un actor de la

ra darles una forma más . Hace muchos

tes de que desapareciese, yo era alumno suyo en la academia

sultaba absurda, y to asustado. Pero aquellos extraños

. A lo mejor ella ¡No puedo contarlo bien así, atado!

El extraño personaje que tenía delante de él hallaba prisionero se

de uno de los bolsillos una PDA que tenía una pantalla algo mayor que una postal. La encendió, y

Page 70: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

de inmediato empezó a mostrar una serie de letras y números de todo tipo, que llenaron poco a poco todo el espacio disponible. Unos segundos después, la pantalla se vació completamente, y luego las letras y los números volvieron a empezar a llenarla. —Todo comenzó hace cosa de diez días —explicó Richard—. Al principio pensé que era un virus, pero luego entendí que detrás de esta cosa estaba el profesor Hopper. O eso espero, por lo menos. — ¿Por qué precisamente Hopper? —replicó la voz. Richard les mostró la minipantalla de la PDA. La serie de dígitos y letras parecía componer un código incomprensible... aparte de las primeras seis letras de cada renglón, que estaban en mayúsculas: AELITA. El pasillo resplandecía bajo los inmaculados círculos de las luces de neón. Odd lo recorrió a toda velocidad mientras seguía intentando llamar a sus amigos. Todos sus móviles estaban apagados. Tenía que llegar hasta ellos lo antes posible. — ¿Adonde te crees que vas? —dijo Jim mientras salía de detrás de una columna. — ¡Perdona, Jimbo, pero ahora no tengo tiempo! —respondió el muchacho, que trató de acelerar aún más en dirección a la puerta. Se dio cuenta de que, aunque sus piernas seguían moviéndose, había dejado de desplazarse hacia delante. El profe lo había levantado en el aire, agarrándolo de los hombros. — ¿No tienes tiempo para qué? ¿Tengo que recordarte que estás castigado? Mientras aún lo mantenía en volandas, Jim le dio la vuelta entre sus manos como a un títere, para poder mirarlo a la cara. — ¿Y bien? En medio de la agitación de aquel momento, Odd consiguió pensar. No podía decirle a Jim que sus amigos estaban en La Ermita. Se arriesgaban a ser expulsados por haberse escapado de la residencia en plena noche. Pero de todas formas él debía hacer algo. —Vale. Bájame. En el preciso instante en que sus pies volvieron a tocar el suelo, el muchacho echó a correr de nuevo. Durante su carrera cogió el móvil y marcó el número que aún destacaba, con la caligrafía redonda de Eva Skinner, sobre su mano.

Page 71: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

necesito que me hagas un favor.Kadic. Un chalé en ruinas de la RuéOdd se giró. Tenía a Jim casi encima. Se precipitódirección al ala de las chicas.—Vale. No tengo tiempo de explicártelo. Llama a la cortos y uno largo. Tres cortos. Uno largo. Tienes que avisarlos de que el chico pelirrojo no es el que estamos buscando. Hay otro hombre. Delgado, pero musculoso. Con dos perros. Si miran con atención los vídeos, lo encuentran. La muchacha le repitió hora que era, no tenía para nada voz de dormida.—Perfecto —confirmó Luego giró a la izquierda y se metiótopó. Era la de Sissi Delmas.El chillido de la muchacha cuando se encontrósu cama despertó a todo el Kadic.Habían dejado a Richard en el garaje y se habían ido a la cocina para discutir juntos lo que había que hael ordenador de Jeremy había dejado meridianamente claro que sí, en efecto, existía un Richard Dupuis que había sido estudiante del Kadic y compañero de clase de Aelita Hopper.—Y sin embargo, no te acuerdas de—No, aunque de hecho su cara me resultaba falo vamos a soltar, ¿no? En el fondo no ha hecho nada malo.Jeremy no parecía convencido del todo.—Yo recordaba haberlo visto yaera uno de mis compañeros de clase. Sólo queque yo. —Ya. Es bastante raro tú no hayas crecido ha liado bastante las cosas.Jeremy cogió de la mesa el transmutador de voz que había construido cosus propias manos. Tenía el aspecto de una bolita de plástico oscura atada a una cinta. —No. Esto no me convencebajo la garganta, con una voz profunda—Vale —accedió Aelita, que te

—Hola, Eva, soy yo, Odd. Sí, perdona, s un favor. ¿Te acuerdas de La Ermita? Detrás del

en ruinas de la Rué de... genial. Odd se giró. Tenía a Jim casi encima. Se precipitó por las escaleras, en dirección al ala de las chicas.

Vale. No tengo tiempo de explicártelo. Llama a la puerta. Tres timbrazos cortos y uno largo. Tres cortos. Uno largo. Tienes que avisarlos de que el chico pelirrojo no es el que estamos buscando. Hay otro hombre. Delgado, pero musculoso. Con dos perros. Si miran con atención los vídeos, lo

rápidamente al oído sus instrucciones. A pesar de la hora que era, no tenía para nada voz de dormida.

Odd—. Por favor. Es importante. Gracias.a la izquierda y se metió en la primera habitación con la que

topó. Era la de Sissi Delmas. El chillido de la muchacha cuando se encontró a Odd y a Jim a los pies de

a todo el Kadic. Habían dejado a Richard en el garaje y se habían ido a la cocina para discutir juntos lo que había que hacer. Una breve búsqueda en Internet con

dor de Jeremy había dejado meridianamente claro que sí, en efecto, existía un Richard Dupuis que había sido estudiante del Kadic y compañero de clase de Aelita Hopper.

Y sin embargo, no te acuerdas de él, ¿verdad? No, aunque de hecho su cara me resultaba familiar. Y de todas formas...

¿no? En el fondo no ha hecho nada malo. Jeremy no parecía convencido del todo.

Yo recordaba haberlo visto ya —continuó ella—, y ahí tienes el porqué: mis compañeros de clase. Sólo que él ahora tiene diez años más

—admitió Ulrich—. Lo de que dentro de Lyoko no hayas crecido ha liado bastante las cosas.

de la mesa el transmutador de voz que había construido cosus propias manos. Tenía el aspecto de una bolita de plástico oscura atada a

No. Esto no me convence —exclamó, después de habérselo colocado bajo la garganta, con una voz profunda—. Sigamos con el interrogatorio.

Aelita, que tenía su transmutador de voz en la mano.

Hola, Eva, soy yo, Odd. Sí, perdona, ¿Te acuerdas de La Ermita? Detrás del

por las escaleras, en

puerta. Tres timbrazos cortos y uno largo. Tres cortos. Uno largo. Tienes que avisarlos de que el chico pelirrojo no es el que estamos buscando. Hay otro hombre. Delgado, pero musculoso. Con dos perros. Si miran con atención los vídeos, lo

rápidamente al oído sus instrucciones. A pesar de la

portante. Gracias. en la primera habitación con la que se

a Odd y a Jim a los pies de

Habían dejado a Richard en el garaje y se habían ido a la cocina para breve búsqueda en Internet con

dor de Jeremy había dejado meridianamente claro que sí, en efecto, existía un Richard Dupuis que había sido estudiante del Kadic y

miliar. Y de todas formas...

tienes el porqué: él ahora tiene diez años más

. Lo de que dentro de Lyoko

de la mesa el transmutador de voz que había construido con sus propias manos. Tenía el aspecto de una bolita de plástico oscura atada a

exclamó, después de habérselo colocado . Sigamos con el interrogatorio.

dor de voz en la mano.

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— ¡Ey! —Protestó Ulrich—Deja de quejarte —lo silencióLe tendió su aparato con una sonrisa.

Richard, que aún estaba pegó un respingo, asustado, pero el muchaEn el diminuto ordenador seguían pasando una y otra vez diez pantallas de datos distintas entre sí, y cada una de ellas iba precedida potexto AELITA. Jeremy empezó a estudiar los códigos con atenreconoció: era Hoppix, el lenguaje de programación que Franz Hopper había inventado. La «gramática»forma. —Chicos —concluyó al finseguro de que fue creado por el profesor Hopper.En aquel momento, el sonido del timbre resonóaquellas paredes toscamente construidas.—Tres cortos y uno largo. Es la señal—¡AELITAAAA! —Gritó por su parte una voz felado de la puerta del garajedice que es importante. Richard se debatió hasta lograbrazo hacia la oscuridad.— ¿Aelita? ¿Aelita estáJeremy—. ¿Eres tú, por casualidad?El muchacho se volvió hacer. Detrás de él, Aelita fueinterruptor de la luz. La bombilla que colgaba del techo los deslumbre por un instante. Cuando Richard enfocóblanco que la cal. —Oh, eres tú... Pero eres...Los ojos le giraron en sus cuencas, y se desplomó—Pero ¿se ha desmayado?de voz.

Protestó Ulrich—, ¡yo no quiero volver a ponerme ese trasto!lo silenció Yumi.

su aparato con una sonrisa.

Jeremy se acuclilló a toda prisa junto a Richard, que aún estaba sumido en la oscuridad, y le quitó la PDA. Richard

un respingo, asustado, pero el muchacho se limitó a ignorarlo.En el diminuto ordenador seguían pasando una y otra vez diez pantallas de datos distintas entre sí, y cada una de ellas iba precedida por el

a estudiar los códigos con atención, hasta que los reconoció: era Hoppix, el lenguaje de programación que Franz Hopper

«gramática» que le permitía a Lyoko existir y tomar

al final—, no sé qué demonios es esto, pero estoy seguro de que fue creado por el profesor Hopper. En aquel momento, el sonido del timbre resonó en el garaje, ahogado entre

mente construidas. Ring. Ring. Ring. Rrniiiiing.

no largo. Es la señal —susurró Yumi. Gritó por su parte una voz femenina desde el otro

lado de la puerta del garaje—. ¡Soy Eva, Eva Skinner! Me manda Odd, y ¿Me abres? ¿Estás ahí dentro?

hasta lograr sacarse la red de encima, y luego alargóbrazo hacia la oscuridad.

¿Aelita está aquí? —Dijo, girando la cabeza en dirección a ¿Eres tú, por casualidad?

hacia sus amigos, sin tener muy claro quéél, Aelita fue hasta la puerta del garaje y pulsó

interruptor de la luz. La bombilla que colgaba del techo los deslumbre por

Cuando Richard enfocó la melenita roja de la muchacha, se puso más

ro eres... Los ojos le giraron en sus cuencas, y se desplomó en el suelo.

¿se ha desmayado? —preguntó Ulrich, quitándose el transmutador

¡yo no quiero volver a ponerme ese trasto!

a toda prisa junto a la PDA. Richard

a ignorarlo. En el diminuto ordenador seguían pasando una y otra vez diez pantallas de

r el

ción, hasta que los reconoció: era Hoppix, el lenguaje de programación que Franz Hopper

que le permitía a Lyoko existir y tomar

nios es esto, pero estoy

en el garaje, ahogado entre Ring. Ring. Ring. Rrniiiiing.

menina desde el otro ¡Soy Eva, Eva Skinner! Me manda Odd, y

r sacarse la red de encima, y luego alargó un

beza en dirección a

hacia sus amigos, sin tener muy claro qué debían hasta la puerta del garaje y pulsó el

interruptor de la luz. La bombilla que colgaba del techo los deslumbre por

chacha, se puso más

Ulrich, quitándose el transmutador

Page 73: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—Tú me dirás —respondió, sarcástico, Jeremyde clase, así que ahora detodavía tiene trece...

UN HOMBRE EN LA PUERTA — ¿Cómo sabías que estábamos aquí?

pero Eva no parecía preocupada. Sonrió.—Ya os lo he dicho: me ha llamado Odd. Sostieque supongo que será élbuscando. En el vídeo también había otra persona, sólo que alborró. — ¿Qué vídeo? —preguntó—El vídeo de vigilancia de La ErmitaSi me dejáis verlo, estoy seguen un pispas. Jeremy se encogió de hombros. La informática era sno admitía intromisiones.Volvió un momento más tarde con el ordenador ya encendido, y se puso manos a la obra. En media hohabía conseguido una imagen grande y nítida.—Un hombre. Dos perros. Alucinante.— ¿Cómo puede ser que no te fijaras antes?El muchacho bajó la vista, resentido.—Porque estas imágenes han sido manipuladas.— ¿Quieres decir que alguien las ha trucado para borrar a ese segundo tío de la mochila? —O bien ha usado aparatos capaces de borrar su imagen. Chismes de altísima tecnología. Todos se quedaron en silencio durante un moindividuos misteriosos eran por lo menos dos. Richard, que mientras tanto se había recuperado, era

respondió, sarcástico, Jeremy—. Aelita era su compañera que ahora debería tener veintitrés años, como él, y sin embargo

8 UN HOMBRE EN LA PUERTA

¿Cómo sabías que estábamos aquí?

El tono de Jeremy era frío y amenazador, parecía preocupada. Sonrió.

Ya os lo he dicho: me ha llamado Odd. Sostiene que el chico pelirrojo, él —señaló a Richard—, no es el que estáis

buscando. En el vídeo también había otra persona, sólo que al

preguntó el muchacho con tono inquisitivo.El vídeo de vigilancia de La Ermita —le explicó Eva con una sonrisa

Si me dejáis verlo, estoy segura de que consigo encontrar el punto exacto

de hombros. La informática era su reino indiscutible, y no admitía intromisiones.

un momento más tarde con el ordenador ya encendido, y se puso manos a la obra. En media hora ya había encontrado el punto sospechoso y había conseguido una imagen grande y nítida.

rros. Alucinante. ¿Cómo puede ser que no te fijaras antes? —le reprochó Ulrich.

la vista, resentido. Porque estas imágenes han sido manipuladas. ¿Quieres decir que alguien las ha trucado para borrar a ese segundo tío

bien ha usado aparatos capaces de borrar su imagen. Chismes de

Todos se quedaron en silencio durante un momento, perplejos. Ahora los individuos misteriosos eran por lo menos dos. Richard, que mientras tanto se había recuperado, era seguramente inocuo: estaba en una esquina,

. Aelita era su compañera él, y sin embargo

UN HOMBRE EN LA PUERTA

El tono de Jeremy era frío y amenazador,

ne que el chico pelirrojo, , no es el que estáis

buscando. En el vídeo también había otra persona, sólo que alguien la

el muchacho con tono inquisitivo. Eva con una sonrisa—.

ra de que consigo encontrar el punto exacto

u reino indiscutible, y

un momento más tarde con el ordenador ya encendido, y se puso ra ya había encontrado el punto sospechoso y

Ulrich.

¿Quieres decir que alguien las ha trucado para borrar a ese segundo tío

bien ha usado aparatos capaces de borrar su imagen. Chismes de

mento, perplejos. Ahora los individuos misteriosos eran por lo menos dos. Richard, que mientras tanto

seguramente inocuo: estaba en una esquina,

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mirando a Aelita con los ojos como plapor el contrario, era peligroso.Eva sonrió de nuevo. Yumi la observósi esa chica no supiese hacer otramanera. — ¿Me queréis contar quéEva—. Y con todo esteelectrificadas... ¿Dónde lo habéis encontrado?Ulrich estaba a punto de empezar—Lo he... —respondió materiales de vigilancia.— ¿Y para qué? —preguntóEstaba claro que no podían hablarle de Lyoko ni del superordenador.—He venido aquí—se adelantóinventarse alguna trola—más de diez años, quiero decir. Y luego han empezado a aparecer unos códigos en mi ordenador que decían

años, aunque aparenta trece, y enTodos se echaron a reír. La explicación de Richard era tan incoherente que resultaba increíble. Hasta Eva soltóironía que los chicos querían guardar el secreto.—Resultaría peligroso contarte más cosassituación ya es bastante complica— ¡Pero yo tampoco he entendido ni papa!es... está... —Estoy enferma —se inventóenfermedad muy rara que no me ha dejado crecer.—Y ahora viene al colegio con nosotros, y nadie se acuerda de ellaañadió Yumi—. Así que es un secreto, no séRichard no entendía nada de nadDeclaró que no iba a regresar a su ciuqué estaba pasando. —En otra ocasión —atajótenemos que volver corriendo al Kadic, si no queremos que nos d

mirando a Aelita con los ojos como platos. El hombre de los dos perros, por el contrario, era peligroso.

de nuevo. Yumi la observó con expresión ceñuda. Parecía como si esa chica no supiese hacer otra cosa que sonreír, y siempre de la misma

¿Me queréis contar qué hacéis todos aquí en plena noche?. Y con todo este equipo, además: ordenadores, redes

¿Dónde lo habéis encontrado? Ulrich estaba a punto de empezar, pero Jeremy lo detuvo de un codazo.

en su lugar—... comprado... yo. En una tienda de materiales de vigilancia.

preguntó la muchacha. Estaba claro que no podían hablarle de Lyoko ni del superordenador.

se adelantó Richard antes de que consiguiesen — porque antes yo estaba en clase con Aelita. Hace

más de diez años, quiero decir. Y luego han empezado a aparecer unos códigos en mi ordenador que decían Aelita, y me he acordado de

antigua compañera, que ahora tiene veintitrés años, aunque aparenta trece, y entonces... Todos se echaron a reír. La explicación de Richard era tan incoherente que resultaba increíble. Hasta Eva soltó una carcajada, comentando luego con

los chicos querían guardar el secreto. Resultaría peligroso contarte más cosas —explicó Jeremy—

situación ya es bastante complicada tal y como está. ¡Pero yo tampoco he entendido ni papa! —Replicó Richard

inventó sobre la marcha la muchacha—enfermedad muy rara que no me ha dejado crecer.

Y ahora viene al colegio con nosotros, y nadie se acuerda de ellaque es un secreto, no sé si me entiendes.

Richard no entendía nada de nada, y seguía sacudiendo la cabeza. que no iba a regresar a su ciudad hasta que alguien le explicase

atajó Jeremy—. Ahora es muy tarde, y nosotros tenemos que volver corriendo al Kadic, si no queremos que nos d

tos. El hombre de los dos perros,

sión ceñuda. Parecía como cosa que sonreír, y siempre de la misma

noche? —Preguntó

, pero Jeremy lo detuvo de un codazo. do... yo. En una tienda de

Estaba claro que no podían hablarle de Lyoko ni del superordenador. Richard antes de que consiguiesen

porque antes yo estaba en clase con Aelita. Hace más de diez años, quiero decir. Y luego han empezado a aparecer unos

y me he acordado de mí

ra tiene veintitrés

Todos se echaron a reír. La explicación de Richard era tan incoherente que una carcajada, comentando luego con

—. La

plicó Richard—. Aelita

—. Tengo una

Y ahora viene al colegio con nosotros, y nadie se acuerda de ella —

diendo la cabeza. dad hasta que alguien le explicase

. Ahora es muy tarde, y nosotros tenemos que volver corriendo al Kadic, si no queremos que nos descubran.

Page 75: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—Yo estoy en el hotel de la Gare, cerca de la esmi número de móvil. Y si no me llamáis, vendréconcluyó con un tono serio.Los muchachos asintieron.Eva y Yumi se fueron por el sendero del jardín, camicasas. El resto de los muchadel chalé, entrando directamente en el parque del Kadic. Un breve paseo, y estarían ya en la residencia.Reinaba el silencio, y la luz de la luna se derramapinos, cubiertas de nieve.De las bocas de los tres muchachos, que caminaban en fila india, salían nubecillas de vapor. —Vaya nochecita, ¿eh?—Y que lo digas. Richard, uno de mis compañemuchos años... Para él debe de haber sido un duro golpe el verme así.—Y no os olvidéis del hombre misterioso y la visiSkinner —añadió Jeremycomplicando cada vez más.La verdad era que Hopper había dejado tras de símisterios. Por ejemplo, todo lo que tenía que ver con el mundo virtual de Lyoko y X.A.N.A. ¿Quién lo estaba persiguiendo cuando huyóde Lyoko llevándose consigo a Aelita?de Aelita? La muchacha deslizó furtivamente una mano bajo su jersey para aferrarse al colgante de su padre. Waldo y Anthea.

comenzó a reflexionar en voz alta Jeremysecreto Cartago. Ahora bien, es probagobierno, pero por lo generalsangre. — ¿Y entonces? —Pues entonces, o se trata de una agencia gumucho las reglas... o bien hay otro que también estárespondió el muchacho con un suspiro.— ¿Como quién? —preguntóJeremy miró a su alrededor.

Yo estoy en el hotel de la Gare, cerca de la estación de trenes. Os dejo mi número de móvil. Y si no me llamáis, vendré a buscaros —

no serio. Los muchachos asintieron. Eva y Yumi se fueron por el sendero del jardín, camino de sus respectivas casas. El resto de los muchachos, por su lado, pasaron por la parte de atrás del chalé, entrando directamente en el parque del Kadic. Un breve paseo, y estarían ya en la residencia. Reinaba el silencio, y la luz de la luna se derramaba sobre las copas de los pinos, cubiertas de nieve. De las bocas de los tres muchachos, que caminaban en fila india, salían

¿eh?—murmuró Ulrich al poco. Y que lo digas. Richard, uno de mis compañeros de clase de hace

él debe de haber sido un duro golpe el verme así.Y no os olvidéis del hombre misterioso y la visita sorpresa de Eva

Jeremy—. Tengo la sospecha de que las cosas se están do cada vez más.

per había dejado tras de sí una intrincada red de misterios. Por ejemplo, todo lo que tenía que ver con el mundo virtual de

¿Quién lo estaba persiguiendo cuando huyóde Lyoko llevándose consigo a Aelita? ¿Y dónde había ido a pa

furtivamente una mano bajo su jersey para aferrarse al colgante de su padre. Waldo y Anthea.

—En el vídeo de la habitación secretaa reflexionar en voz alta Jeremy— Hopper hablaba del proyecto

Cartago. Ahora bien, es probable que estuviesen implicados los del gobierno, pero por lo general ésos no van por ahí con perrazos se

Pues entonces, o se trata de una agencia gubernamental que no respeta ... o bien hay otro que también está jugando esta partida

el muchacho con un suspiro. preguntó Aelita.

a su alrededor.

tación de trenes. Os dejo —

e sus respectivas chos, por su lado, pasaron por la parte de atrás

del chalé, entrando directamente en el parque del Kadic. Un breve paseo, y

sobre las copas de los

De las bocas de los tres muchachos, que caminaban en fila india, salían

ros de clase de hace él debe de haber sido un duro golpe el verme así.

ta sorpresa de Eva go la sospecha de que las cosas se están

una intrincada red de misterios. Por ejemplo, todo lo que tenía que ver con el mundo virtual de

¿Quién lo estaba persiguiendo cuando huyó al interior ¿Y dónde había ido a parar la madre

furtivamente una mano bajo su jersey para aferrarse

En el vídeo de la habitación secreta —Hopper hablaba del proyecto

ble que estuviesen implicados los del con perrazos sedientos de

bernamental que no respeta jugando esta partida —

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—Alguien que tiene dinero y tecnologíaestá dispuesto a todo. Debemos manten—La verdad —dijo Ulrich con un bostezoestán cayendo de sueño. Son las dos y pico.— ¿Qué sugieres que hagamos, Jeremy?comentario de su amigo.El muchacho quería esperar vídeos de La Ermita, por si tal vez descubría algo más. Y después tenían que quedar y elaborar un plan. Empezaban a estar todos muy preocupados.—Bueno, ahora podemos relajarnos un pocoun esfuerzo por sonreír—residencia, y deberíamos dividirnos para evitar a Jim.—Exacto —convino Jeremynoche. —Lo intentaré, te lo aseguro.Se encontraba dentro de Luna extensión de arena en la que aquíoblongas que no proyectaban sombra alguna. El cielo era un lienzo uniforme de un azul oscuro sin ningún matiz. Aelita sentía vértigo. Era como si sus ojos no consiguiesen enfocar realmente aquellas imágenes. Se trataba de la misma sensación que tenía siempre cuando Jereentrase en Lyoko a toda prisa para de«Pero él fue derrotado. Mi padre se sacrificsuperordenador está apagado. Esto no es más que un sueño, Aelita».La muchacha había adoptado el aspecto de una elfa, con las orejas puntiagudas, el pelo fucsia y un vestido ligero que terminaba en una faldita rosa bajo la que llevaba no tuviese un espejo, sabía que en su cara habían aparecido dos franjas de maquillaje rojo que le atravesaban las mejillas perpendicularmente, empezando debajo de los ojos para terminar en las comisuras de «No es más que un sueño...»Los ladridos de los perros a sus espaldas la sobrey se acercaban a ella a la carrera. La muchacha empezó

sucedía en Lyoko, las cosas eran distintas de lo que parecían, y la arena era en realidad un estrato duro y compacto en el que nada se hundía. Los perros gruñían. La estaban alcanzando.

Alguien que tiene dinero y tecnología —susurró después—dispuesto a todo. Debemos mantener los ojos bien abiertos.

dijo Ulrich con un bostezo— es que a mí los ojos se me están cayendo de sueño. Son las dos y pico.

sugieres que hagamos, Jeremy? —dijo Aelita, ignorando el comentario de su amigo. El muchacho quería esperar hasta haber estudiado cuidadosamente los vídeos de La Ermita, por si tal vez descubría algo más. Y después tenían

dar y elaborar un plan. Empezaban a estar todos muy preocupados.Bueno, ahora podemos relajarnos un poco —dijo Ulrich mientras hacía

—. Ya hemos llegado. Ahí está la puerta de la residencia, y deberíamos dividirnos para evitar a Jim.

convino Jeremy—. Aelita, por favor, nada de pesadillas esta

Lo intentaré, te lo aseguro. Se encontraba dentro de Lyoko. El paisaje que había ante ella era plano, una extensión de arena en la que aquí y allá destacaban algunas rocas oblongas que no proyectaban sombra alguna. El cielo era un lienzo uniforme de un azul oscuro sin ningún matiz. Aelita sentía vértigo. Era como si sus ojos no consiguiesen enfocar realmente aquellas imágenes. Se trataba de la misma sensación que tenía siempre cuando Jeremy hacía que entrase en Lyoko a toda prisa para detener un ataque de X.A.N.A.

él fue derrotado. Mi padre se sacrificó para matarlo. Y el apagado. Esto no es más que un sueño, Aelita».

La muchacha había adoptado el aspecto de una elfa, con las orejas puntiagudas, el pelo fucsia y un vestido ligero que terminaba en una faldita rosa bajo la que llevaba unos leotardos y un par de botas blandas. Aunque no tuviese un espejo, sabía que en su cara habían aparecido dos franjas de maquillaje rojo que le atravesaban las mejillas perpendicularmente, empezando debajo de los ojos para terminar en las comisuras de «No es más que un sueño...» Los ladridos de los perros a sus espaldas la sobresaltaron. No estaban lejos, y se acercaban a ella a la carrera. La muchacha empezó a huir, volando

sobre la superficie de arena. Como a menudo cosas eran distintas de lo que parecían, y la arena era

en realidad un estrato duro y compacto en el que nada se hundía. Los perros gruñían. La estaban alcanzando.

—, y er los ojos bien abiertos.

los ojos se me

dijo Aelita, ignorando el

do cuidadosamente los vídeos de La Ermita, por si tal vez descubría algo más. Y después tenían

dar y elaborar un plan. Empezaban a estar todos muy preocupados. dijo Ulrich mientras hacía

la puerta de la

. Aelita, por favor, nada de pesadillas esta

yoko. El paisaje que había ante ella era plano, destacaban algunas rocas

oblongas que no proyectaban sombra alguna. El cielo era un lienzo uniforme de un azul oscuro sin ningún matiz. Aelita sentía vértigo. Era como si sus ojos no consiguiesen enfocar realmente aquellas imágenes. Se

my hacía que tener un ataque de X.A.N.A.

para matarlo. Y el apagado. Esto no es más que un sueño, Aelita».

La muchacha había adoptado el aspecto de una elfa, con las orejas puntiagudas, el pelo fucsia y un vestido ligero que terminaba en una faldita

das. Aunque no tuviese un espejo, sabía que en su cara habían aparecido dos franjas de maquillaje rojo que le atravesaban las mejillas perpendicularmente, empezando debajo de los ojos para terminar en las comisuras de los labios.

saltaron. No estaban lejos, a huir, volando

la superficie de arena. Como a menudo cosas eran distintas de lo que parecían, y la arena era

en realidad un estrato duro y compacto en el que nada se hundía. Los perros

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Con el corazón en la garganta, Aelita siguió huyendo, mientras que a los feroces ladridos se les habían sumado silbidos de rayos láser. Le hacía falta un refugio, pero aquella nada absoluta no ofrecía ningún cobijo. —Por aquí. La esfera había aparecido de improviso. Era una bola de luz algo mayor que su cabeza suspendida en el aire. En su interior se movían corrientes de luz líquida blancas, azules y rosas. Y aquella voz... jamás habría podido confundirla con ninguna otra: era su padre. —Ánimo, mi pequeña, sígueme. No tenemos mucho tiempo. La esfera empezó a desplazarse, y Aelita la siguió, al tiempo que sus invisibles adversarios se iban acercando más y más (no los veía, y en ningún momento se había dado la vuelta para mirarlos, pero eso no im-portaba: sabía que así era). La esfera bajó hasta rozar el suelo, que se abrió creando un despeñadero. —Salta adentro, Aelita. Ya casi hemos llegado. El paso del desierto a la llanura de hielo fue tan inmediato como para dejarla sin aliento. Ahora, en lugar de la falsa arena había una inmaculada planicie sin reflejos bajo un cielo desnudo y oscuro. Ningún punto de referencia. Nada de nada desde donde ella estaba hasta el horizonte. — ¡Tenemos que encontrar un escondrijo! —gritó Aelita. —No te preocupes. No pueden venir aquí. Durante un rato, por lo menos. Hija mía, hay una cosa importante que tengo que decirte. La habitación se-creta en la que encontraste mi vídeo para ti... Aelita dejó de escucharlo. El gruñido quedo provenía de algún punto demasiado cercano a su nuca. Los perros la habían localizado de todas formas. Gritó. Se despertó de golpe, empapada de sudor. Miró a su alrededor y volvió a gritar. Ya no se hallaba en su cuarto, sino en las cloacas. Estaba echada en medio de un regatillo de aguas negras de las que brotaba un olor insoportable, y su camisón estaba todo mojado con aquel líquido pútrido. — ¡Qué asco! —chilló, asqueada, mientras se ponía en pie. Pero ¿qué había pasado? Se había despedido de Jeremy y Ulrich y se había ido a dormir a su cama, como siempre. Debía de haberse levantado mientras soñaba, y se había alejado de la residencia. Un ataque de sonambulismo. Aelita permaneció inmóvil durante unos instantes, con el camisón sucio y los ojos clavados en la oscuridad densa y aplastante de las alcantarillas.

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pasadizo secreto que llevaErmita, el chalé de su padre. Marguerite entró en el estudio, y el señor Robert Della Robbia alzócabeza de su ordenador portátil.— ¿Hay algo que no anda bien, querida?Los ojos de su esposa parecían aparecido una tensa sonrisa que Robert conocía demasiado bien.— ¿Qué es lo que te preocupa?Ella se acercó y sacudióenganchadas al jersey de su marido. Por la nocheRobert le encantaba picotear algunas galletas.—Lo que pasó ayer por la mañana...— ¿La compra desparramada por el suelo? Pero, querida,algún gato que se coló por la ventana!— ¡La ventana estaba cerrada!protestó la mujer. —A lo mejor el gato entrótiró tus compras por el suelo, y luego escapó, y su sombra te pareciógrande de lo que era en realidad. Y a lo mejor la ventana no sino sólo entornada. Marguerite negó con la cabeza.— ¿Desde cuándo hay gatos dando vueltas por el barrio? El perro del señor Wankowiz los asusta a todos, ya lo sabes. Te digo que algo no anda bien. Estoy segura —afirmó llamado a Odd?—le preguntó.—No. Hoy he estado muy ocupado. Tengo esa fecha de entrega, ya lo sabes. Y además, Odd no es muy amigo del teléfono. Ya llamarále haga falta algo. —Yo lo he intentado dos veces, pero no medos. —Andaría por ahí con el monopatín, y lo mismo llevaba los cascos puestos. O estaría cortejando a alhijo. Esta vez la sonrisa de Marguerite se volvió

Ella conocía ese sitio. Lo recordaba.

pasadizo secreto que llevaba desde la academia Kadic hasta el sótano de La de su padre.

en el estudio, y el señor Robert Della Robbia alzócabeza de su ordenador portátil.

¿Hay algo que no anda bien, querida? Los ojos de su esposa parecían cansados, y en sus delgados labios había aparecido una tensa sonrisa que Robert conocía demasiado bien.

es lo que te preocupa? y sacudió distraídamente unas migas que se habían quedado

enganchadas al jersey de su marido. Por la noche, si tenía que trabajar, a bert le encantaba picotear algunas galletas.

ayer por la mañana... ¿La compra desparramada por el suelo? Pero, querida, ¡debió

por la ventana! ¡La ventana estaba cerrada! ¡Vi cómo una sombra salía huyendo!

A lo mejor el gato entró contigo por la puerta, descolocó los cojines y tus compras por el suelo, y luego escapó, y su sombra te pareció

grande de lo que era en realidad. Y a lo mejor la ventana no estaba cerrada,

con la cabeza. ¿Desde cuándo hay gatos dando vueltas por el barrio? El perro del señor

Wankowiz los asusta a todos, ya lo sabes. Te digo que algo no anda bien. antes de cambiar inesperadamente de tema

le preguntó. No. Hoy he estado muy ocupado. Tengo esa fecha de entrega, ya lo

sabes. Y además, Odd no es muy amigo del teléfono. Ya llamará

Yo lo he intentado dos veces, pero no me ha respondido ninguna de las

con el monopatín, y lo mismo llevaba los cascos puestos. O estaría cortejando a alguna chica guapa. Ya sabes cómo es tu

Esta vez la sonrisa de Marguerite se volvió más cálida.

recordaba. Era el ba desde la academia Kadic hasta el sótano de La

en el estudio, y el señor Robert Della Robbia alzó la

cansados, y en sus delgados labios había aparecido una tensa sonrisa que Robert conocía demasiado bien.

gas que se habían quedado , si tenía que trabajar, a

¡debió de ser

bra salía huyendo! —

los cojines y tus compras por el suelo, y luego escapó, y su sombra te pareció más

estaba cerrada,

¿Desde cuándo hay gatos dando vueltas por el barrio? El perro del señor Wankowiz los asusta a todos, ya lo sabes. Te digo que algo no anda bien.

esperadamente de tema—. ¿Has

No. Hoy he estado muy ocupado. Tengo esa fecha de entrega, ya lo sabes. Y además, Odd no es muy amigo del teléfono. Ya llamará él cuando

ha respondido ninguna de las

con el monopatín, y lo mismo llevaba los cascos guna chica guapa. Ya sabes cómo es tu

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— ¡Oiga, señor Della Robbia, que Odd también es hijo suyo!— ¡Je, je! Ya lo sé, cariño, ya lo sé. Ahora vete a dormir, que yo te alcanzo en cuanto termine con esUna vez solo, Robert volviótedioso balance de ventas qtardar horas en terminarlo.

entrada. Robert Della Robbia resopló, molesto. Esa nohumana de trabajar. Del dormitorio, que estaba cerca de su estudio,pesada y tranquila de Marguerite. El susto de ese día debía de haberla dejado exhausta. El timbre sonó—Ya voy, ya voy —rezongó.Bajó las escaleras a oscuras, en pantuflas, y llegóentrada. — ¿Sí? —preguntó. —Perdone que lo moleste tan tardedesde el otro lado—, pero es que se me ha averiado la camioneta, y tengo el móvil sin batería. Necesito hacer una llamada.Robert abrió la puerta. Se encontrócara chupada de mejillas hundidas, el pelo bien corto y unos ojos penetrantes. Llevaba un impermeable, y tenía los hombros anchos de quien, aun siendo delgado, puede contar con una cantidad de fuerza — ¿Qué le ha pasado, amigo?Robbia. El hombre suspiró, aunque en su rostro no apareauténtico alivio. —El maldito cacharro se me ha parado de repenhumo negro. Y no ha queY yo no soy muy buen mecánico, sabe usted.— ¿De verdad? —Le preguntócabeza a los pies, con bastante desconfianza— ¿O sea? —No sé. Usted tiene cara de poder construirse sólito un coche en el garaje de su casa.

Robbia, que Odd también es hijo suyo! ¡Je, je! Ya lo sé, cariño, ya lo sé. Ahora vete a dormir, que yo te alcanzo

en cuanto termine con esto. Buenas noches. Una vez solo, Robert volvió a concentrarse en el ordenador. Tenía un tedioso balance de ventas que comprobar para el día siguiente. Iba a

en terminarlo.

Unos minutos más tarde sonó el timbre de la trada. Robert Della Robbia resopló, molesto. Esa noche no había forma

Del dormitorio, que estaba cerca de su estudio, le llegaba ya la respiración pesada y tranquila de Marguerite. El susto de ese día debía de haberla dejado exhausta. El timbre sonó otra vez.

rezongó. ¿Quién podía ser, a esas horas? las escaleras a oscuras, en pantuflas, y llegó hasta la puerta de la

Perdone que lo moleste tan tarde —le respondió una voz masculina , pero es que se me ha averiado la camioneta, y tengo el

móvil sin batería. Necesito hacer una llamada. ta. Se encontró frente a él a un hombre alto con una

cara chupada de mejillas hundidas, el pelo bien corto y unos ojos

Llevaba un impermeable, y tenía los hombros anchos de quien, aun siendo delgado, puede contar con una cantidad de fuerza nada desdeñable.

le ha pasado, amigo? —preguntó amablemente el señor Della

El hombre suspiró, aunque en su rostro no apareció una expresión de

El maldito cacharro se me ha parado de repente, soltando un montón de egro. Y no ha querido ni oír hablar de volver a ponerse en marcha.

Y yo no soy muy buen mecánico, sabe usted. Le preguntó mientras le echaba un buen vistazo de la

cabeza a los pies, con bastante desconfianza—. Pues nadie lo diría.

No sé. Usted tiene cara de poder construirse sólito un coche en el garaje

¡Je, je! Ya lo sé, cariño, ya lo sé. Ahora vete a dormir, que yo te alcanzo

a concentrarse en el ordenador. Tenía un ue comprobar para el día siguiente. Iba a

el timbre de la che no había forma

le llegaba ya la respiración pesada y tranquila de Marguerite. El susto de ese día debía de haberla

ta la puerta de la

una voz masculina , pero es que se me ha averiado la camioneta, y tengo el

él a un hombre alto con una cara chupada de mejillas hundidas, el pelo bien corto y unos ojos

Llevaba un impermeable, y tenía los hombros anchos de quien, aun siendo nada desdeñable.

blemente el señor Della

una expresión de

te, soltando un montón de rido ni oír hablar de volver a ponerse en marcha.

mientras le echaba un buen vistazo de la . Pues nadie lo diría.

No sé. Usted tiene cara de poder construirse sólito un coche en el garaje

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—Bueno —respondió el hombre con una sonrisa tensaes así. El bar de la esquina estáme funciona el móvil, así—Ya —confirmó Robert con un tono más corbien tranquilo de noche.Por la mirada del desconocido pareció— ¿Qué le parece si se viene hasta mi camioneta, a echarle un vistazo? Lo mismo usted sabe más que yo, y conseguimos que vuelva a funcionar.—Pues claro, con mucho gustopero dos cabezas piensan mejor que una, como se suele decir.El desconocido había aparcado justo al principio de la vereda delos Della Robbia. Se tratachos kilómetros encima, y sus ruedas estaban man

de la cabina, y se quedóTras la ventanilla apareciósangre, se apretaban contra el cristal en un gruñido sordo.¿Perros? Pero ¿cómo podía ser que el del señor Wankowiz no hubiese ladrado? Por lo general los olía a un kilómetro de distancia.Robert empezó a darse la vuelta para pedir expligolpeó en la cabeza con fuerGrigory se echó a la espalda el cuerpo exánime del señor Della Robbia y lo dejó sobre el suelo de la cajatranquilizar a Aníbal y Escipión.

—Estaos quietecitos, vosotros dos... Ya habéis teel perro de aquí al lado.Aquellas dos enormes bestias lo obedecieron de inmediato, ovillándose sobre los asientos con el moEl hombre recogió el maletín que llevaba en el asiento trasero, y sacóun estuche blando lleno de tarjetas de memoria y un par de guantes. Eran bastante sencillos, de cuero, pero alrededor de los dedos se entrelazaban unos cables de plástico de dielectrodos colocados en las yemas. En el dorso de la mano derecha había instalados una pequeña pantalla a coEl estuche, por su parte, guardaba una copia de todo el matobtenido con la Máquina. Era muy valioso, y Grigory jamás se separaba de él. Nadie conocía la existencia de aquel archivo. Ni siquiera el Mago.

el hombre con una sonrisa tensa—, por desgracia no es así. El bar de la esquina está cerrado, y la gasolinera también, y a mí

así que... Robert con un tono más cordial—. Éste es un barrio más

che. Por la mirada del desconocido pareció pasar un relámpago inesperado.

le parece si se viene hasta mi camioneta, a echarle un vistazo? Lo usted sabe más que yo, y conseguimos que vuelva a funcionar.

Pues claro, con mucho gusto —sonrió Robert—. No soy ningún experto, pero dos cabezas piensan mejor que una, como se suele decir.El desconocido había aparcado justo al principio de la vereda delos Della Robbia. Se trataba de una camioneta que tenía pinta de llevar muchos kilómetros encima, y sus ruedas estaban manchadas de barro.

Robert percibió un movimiento procedente de la cabina, y se quedó inmóvil. Tras la ventanilla apareció el hocico de un perro. Sus dientes, cubiertos de sangre, se apretaban contra el cristal en un gruñido sordo.

¿cómo podía ser que el del señor Wankowiz no hubiese ladrado? Por lo general los olía a un kilómetro de distancia.

arse la vuelta para pedir explicaciones, pero algo lo en la cabeza con fuerza. El padre de Odd perdió el sentido.

a la espalda el cuerpo exánime del señor Della Robbia y lo sobre el suelo de la caja de la camioneta. Abrió una puerta para

Escipión. Estaos quietecitos, vosotros dos... Ya habéis tenido una buena juerga con

al lado. Aquellas dos enormes bestias lo obedecieron de inmediato, ovillándose sobre los asientos con el morro entre las patas delanteras.

el maletín que llevaba en el asiento trasero, y sacóun estuche blando lleno de tarjetas de memoria y un par de guantes. Eran bastante sencillos, de cuero, pero alrededor de los dedos se entrelazaban

es de plástico de diversos colores que estaban conectados a los dos colocados en las yemas. En el dorso de la mano derecha había

instalados una pequeña pantalla a color y un interruptor. El estuche, por su parte, guardaba una copia de todo el material que había

na. Era muy valioso, y Grigory jamás se separaba él. Nadie conocía la existencia de aquel archivo. Ni siquiera el Mago.

, por desgracia no cerrado, y la gasolinera también, y a mí no

Éste es un barrio más

pasar un relámpago inesperado. le parece si se viene hasta mi camioneta, a echarle un vistazo? Lo

usted sabe más que yo, y conseguimos que vuelva a funcionar. . No soy ningún experto,

El desconocido había aparcado justo al principio de la vereda de acceso de

ba de una camioneta que tenía pinta de llevar mu-chadas de barro.

un movimiento procedente

el hocico de un perro. Sus dientes, cubiertos de

¿cómo podía ser que el del señor Wankowiz no hubiese

caciones, pero algo lo el sentido.

a la espalda el cuerpo exánime del señor Della Robbia y lo puerta para

nido una buena juerga con

Aquellas dos enormes bestias lo obedecieron de inmediato, ovillándose

el maletín que llevaba en el asiento trasero, y sacó de él un estuche blando lleno de tarjetas de memoria y un par de guantes. Eran bastante sencillos, de cuero, pero alrededor de los dedos se entrelazaban

versos colores que estaban conectados a los dos colocados en las yemas. En el dorso de la mano derecha había

erial que había na. Era muy valioso, y Grigory jamás se separaba

él. Nadie conocía la existencia de aquel archivo. Ni siquiera el Mago.

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Aquel estuche era su lotería de Navidad personal, su oportunidad de obtener una pensión digna.Grigory escogió una tarjeta de memoria todavía virfunda transparente. Después la inpantalla del guante. En aquel preciso instante,camioneta y se abalanzaron sobrehabían aprendido que cuando Grigory sacaba aquellos guanpunto de pasar algo importante. El estusordo. — ¡Quietos! ¡Sentados!Haciendo aspavientos para que los perros lo obevolver a poner en su sitio el estuche y algunas tarjetas que se habían desperdigado por el suelo. Después respiróy la calma. Contratiempos. Se veía obcontratiempos cada instante de su vida. Y esos barrios residenciales eran sitios peligrosos: parecía que todos estaban durmiendo como angelitos, y luego bastaba un detallito, como una vie

despiertos y listos para saltarle encima al intruso.Grigory Nictapolus se colocóapretando el interruptor con el mentón. Se acercóRobert y le rozó las sienes con las puntas de los dedos. El menTRANSFERENCIA RECUERDOS

guante. En aquel mismo instante, en el chaléen la periferia de la ciudad del Kadic, sus sofistipusieron en funcionamiento. Los ordenadores mostraron las imágenes de un niño de cabello rubio y cortísimo que corría por un prado con una mirada despreocupada. El mismo niño se encontraba después en el colegio. Llevaba un babi negro con un lazo azul, y en sus ojos se leía claramente una expresión de infelicidad. Más tarde aparecía un jovencito con chaqueta y corbata, y a su lado estaba su mujer, Marguerite, vestida de noparecían muy jóvenes y emocionados. Luego, Robert en trabajo, con la barba recién afeitada. Robert esperando impaciente en una sala con aspecto aséptico dentro de la que tamde dar a luz a su hijo.

Aquel estuche era su lotería de Navidad personal, su oportunidad de obtener una pensión digna.

una tarjeta de memoria todavía virgen y la sacófunda transparente. Después la insertó en la ranura que había bajo la

En aquel preciso instante, Aníbal y Esciplón bajaron de un brinco de la nzaron sobre él, ladrando y meneando el rabo. Ya

habían aprendido que cuando Grigory sacaba aquellos guantes estaba a punto de pasar algo importante. El estuche cayó al asfalto con un golpe

¡Sentados! —siseó Grigory con la voz ronca. aciendo aspavientos para que los perros lo obedeciesen, se apresuró

volver a poner en su sitio el estuche y algunas tarjetas que se habían do por el suelo. Después respiró hondo para recupe

y la calma. Contratiempos. Se veía obligado a pelearse con los contratiempos cada instante de su vida. Y esos barrios residenciales eran

ligrosos: parecía que todos estaban durmiendo como angelitos, y luego bastaba un detallito, como una vieja que miraba por la ventana antes

de irse a la cama, y de pronto todos estaban despiertos y listos para saltarle encima al intruso. Grigory Nictapolus se colocó por fin los guantes, y los puso en marcha, apretando el interruptor con el mentón. Se acercó al cuerpo sin sentido de

las sienes con las puntas de los dedos. El menTRANSFERENCIA RECUERDOS parpadeó en la pequeña pantalla del

En aquel mismo instante, en el chalé fantasma que Grigory había ocupado en la periferia de la ciudad del Kadic, sus sofisticadísimos aparatos se pusieron en funcionamiento. Los ordenadores mostraron las imágenes de un niño de cabello rubio y cortísimo que corría por un prado con una mirada despreocupada. El mismo niño se encontraba después en el colegio.

con un lazo azul, y en sus ojos se leía claramente una expresión de infelicidad. Más tarde aparecía un jovencito con chaqueta y corbata, y a su lado estaba su mujer, Marguerite, vestida de noparecían muy jóvenes y emocionados. Luego, Robert en su primer día de

ba recién afeitada. Robert esperando impaciente en una sala con aspecto aséptico dentro de la que también estaba su mujer, a punto

Aquel estuche era su lotería de Navidad personal, su oportunidad de

gen y la sacó de su en la ranura que había bajo la

ron de un brinco de la él, ladrando y meneando el rabo. Ya

tes estaba a al asfalto con un golpe

deciesen, se apresuró a volver a poner en su sitio el estuche y algunas tarjetas que se habían

hondo para recuperar el control gado a pelearse con los

contratiempos cada instante de su vida. Y esos barrios residenciales eran ligrosos: parecía que todos estaban durmiendo como angelitos, y

ja que miraba por la ventana antes

rse a la cama, y de pronto todos estaban

por fin los guantes, y los puso en marcha, al cuerpo sin sentido de

las sienes con las puntas de los dedos. El mensaje INICIO

en la pequeña pantalla del

fantasma que Grigory había ocupado cadísimos aparatos se

pusieron en funcionamiento. Los ordenadores mostraron las imágenes de un niño de cabello rubio y cortísimo que corría por un prado con una mirada despreocupada. El mismo niño se encontraba después en el colegio.

con un lazo azul, y en sus ojos se leía claramente una expresión de infelicidad. Más tarde aparecía un jovencito con chaqueta y corbata, y a su lado estaba su mujer, Marguerite, vestida de novia. Ambos

su primer día de ba recién afeitada. Robert esperando impaciente en una

bién estaba su mujer, a punto

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Las imágenes fueron acelerando mientras el orgrabación.

UN MENSAJE EN CLAVE Odd entró en el despacho del director escoltado por Jim Morales. En cuanto el señor Delmas alzó la cabeza de los documentos que llenaban suescritorio, el muchacho se zafó— ¡Lo de anoche no fue culpa mía!baño, ¡y entré en el cuarto de su hija por error!puerta! ¡Soy inocente! El director asintió, con ca—Lo sé, Odd. — ¿Cómo? ¿Lo sabe? —No te he llamado para hablar de tu castigo.Odd sonrió, se repanchingócruzó las piernas. Si eraCon mucho gusto. —Cuéntemelo todo. ¿Necesita mi ayuda?vez? El señor Delmas y Jim lo miraron fijamente, estu

pero sé escuchar bastante bien...tranquilamente con el menda!El director sacudió la cabeza, y en su rostro apaseria de poco antes. —No, Odd. Me temo que se trata de algo más grave. Tu madre me ha llamado hace un momento.El muchacho se puso en pie, saltando como un retodas sus bromas. — ¿Ha pasado algo? —Al parecer, esta noche han entrado unos ladrones en tu casa. Y han agredido a tu padre. No quiero que te preocupes, pero en este instante se encuentra en el hospital

Las imágenes fueron acelerando mientras el ordenador continuab

9 UN MENSAJE EN CLAVE

en el despacho del director escoltado por Jim Morales. En cuanto la cabeza de los documentos que llenaban su

chacho se zafó de la presa del profesor de gimnasia.¡Lo de anoche no fue culpa mía! —estalló—. Yo sólo había ido al

en el cuarto de su hija por error! ¡Me equivoqué

El director asintió, con cara seria.

No te he llamado para hablar de tu castigo.

Odd sonrió, se repanchingó en una de las butacas de cuero del despacho y las piernas. Si era inocente, entonces podía hablar con el director.

¿Necesita mi ayuda? ¿Le hace falta un consejo, tal

El señor Delmas y Jim lo miraron fijamente, estupefactos.

— ¿Sabe usted? A lo mejor no lo parece, escuchar bastante bien... ¡Si tiene algún problema, puede hablarlo mente con el menda!

la cabeza, y en su rostro apareció de nuevo la expresión

No, Odd. Me temo que se trata de algo más grave. Tu madre me ha llamado hace un momento. El muchacho se puso en pie, saltando como un resorte y olvidándose de

Al parecer, esta noche han entrado unos ladrones en tu casa. Y han agredido a tu padre. No quiero que te preocupes, pero en este instante se

pital —Odd empezó a balbucear frases inconexas, y Jim

denador continuaba con la

en el despacho del director escoltado por Jim Morales. En cuanto la cabeza de los documentos que llenaban su

de la presa del profesor de gimnasia. . Yo sólo había ido al ¡Me equivoqué de

cas de cuero del despacho y inocente, entonces podía hablar con el director.

ce falta un consejo, tal

¿Sabe usted? A lo mejor no lo parece, ¡Si tiene algún problema, puede hablarlo

de nuevo la expresión

No, Odd. Me temo que se trata de algo más grave. Tu madre me ha

sorte y olvidándose de

Al parecer, esta noche han entrado unos ladrones en tu casa. Y han agredido a tu padre. No quiero que te preocupes, pero en este instante se

a balbucear frases inconexas, y Jim

Page 83: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

le apoyó una mano en el hombro para calmarlo. El direcpadre no está herido, sino sólo un poco desorientado. Lo han ingresado para mantenerlo en observación, pero nada más. Puedes ir a verlo, si quieres. — ¡Claro que quiero! ——Ya me lo imaginaba. Por eso he llamado a un taxi. Llegarámomento a otro. Jim te llevarállegues allí, tu madre iráOdd sentía que la cabeza le daba vueltas. No era pohubiese hecho daño a su padre, el hombre más bueno y tranquilo del mundo. Era absurdo. Jim se sentó en el asiento del TGV, el tren de alta velohizo un gesto desgarbado a Odd paacostumbrado a ser amable con los estudiantes, parecía bastante azorado.—No te preocupes... ejem.El muchacho lo miró, perplejo.—Tengo que llamar a mi madre.Jim Morales le dio permiso. Odd salide la ciudad, tomando impulso poco a poco. Tardarían una media hora en llegar a casa. Iba a ser una media hora muy larga. Sacósu madre, que sonaba inquieta pero se esforzaba por aparentar tranquOdd tuvo que insistirle mucho antes de conseguir que le contase lo que había sucedido. Algunas veces hablar con ella resultaba—Me había ido a dormirdesperté y oí unos extraños ruipadre bajó a abrir. Esperéme asusté. Bajé y me encontréaparcada delante de casa. Cuando salí, un hombre tiróde atrás, se metió en la camioneta y se fue a toda prisa. Y yo corrí hacia él...

sintiendo un hormigueo en el pecho.—Sólo tiene algunos arañazos. Nada serio. Estadesgraciado debe de haberle dadespertó no se acordaba de nada.La voz de su madre se detuvo un momento.

una mano en el hombro para calmarlo. El director asintióherido, sino sólo un poco desorientado. Lo han ingresado

servación, pero nada más. Puedes ir a verlo, si

—exclamó de inmediato el muchacho. Ya me lo imaginaba. Por eso he llamado a un taxi. Llegará

momento a otro. Jim te llevará a la estación. Irá contigo en el tren. Cuando llegues allí, tu madre irá a recogerte.

a cabeza le daba vueltas. No era posible que alguien le hubiese hecho daño a su padre, el hombre más bueno y tranquilo del

en el asiento del TGV, el tren de alta velocidad francés, y le hizo un gesto desgarbado a Odd para que se sentase a su lado. Poco acostumbrado a ser amable con los estudiantes, parecía bastante azorado.

No te preocupes... ejem. ¡Jimbo está aquí contigo! El muchacho lo miró, perplejo.

Tengo que llamar a mi madre. Jim Morales le dio permiso. Odd salió al pasillo. El tren se alejóde la ciudad, tomando impulso poco a poco. Tardarían una media hora en llegar a casa. Iba a ser una media hora muy larga. Sacó el móvil y llamósu madre, que sonaba inquieta pero se esforzaba por aparentar tranquOdd tuvo que insistirle mucho antes de conseguir que le contase lo que

do. Algunas veces hablar con ella resultaba tan difícil...Me había ido a dormir—le relató la señora Della Robbia—. Luego me

unos extraños ruidos. Alguien había llamado al timbre, y tu a abrir. Esperé un poco, pero no volvió a subir, así

y me encontré la puerta abierta. Había una camioneta aparcada delante de casa. Cuando salí, un hombre tiró a tu padre del cajón

en la camioneta y se fue a toda prisa. Y yo

— ¿Qué tal está papá? —preguntódo un hormigueo en el pecho.

Sólo tiene algunos arañazos. Nada serio. Estaba desmayado. Ese desgraciado debe de haberle dado un golpe en la cabeza o... Cuando se

no se acordaba de nada. La voz de su madre se detuvo un momento.

tor asintió—. Tu herido, sino sólo un poco desorientado. Lo han ingresado

servación, pero nada más. Puedes ir a verlo, si

de un

contigo en el tren. Cuando

sible que alguien le hubiese hecho daño a su padre, el hombre más bueno y tranquilo del

cidad francés, y le ra que se sentase a su lado. Poco

acostumbrado a ser amable con los estudiantes, parecía bastante azorado.

al pasillo. El tren se alejó lentamente de la ciudad, tomando impulso poco a poco. Tardarían una media hora en

el móvil y llamó a su madre, que sonaba inquieta pero se esforzaba por aparentar tranquilidad. Odd tuvo que insistirle mucho antes de conseguir que le contase lo que

difícil... . Luego me

lguien había llamado al timbre, y tu que

la puerta abierta. Había una camioneta a tu padre del cajón

preguntó Odd,

ba desmayado. Ese olpe en la cabeza o... Cuando se

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—Oh, Odd —continuó luego, temblorosa—, ¡yo sabía que algo estaba pasando! El otro día también me sentía como si me estuviesen espiando en casa, y luego pasó lo de la ventana abierta... la compra por el suelo... El muchacho estaba empezando a impacientarse de verdad. Pero ¡¿de qué estaba hablando?! Por suerte, su padre se encontraba bien. ¿Quién lo había agredido? —Mamá —dijo—, trata de acordarte bien. Descríbeme la camioneta esa. —Era roja, creo. Vieja. Estaba demasiado nerviosa para fijarme. Sólo sé que delante iban dos perros. Tenían el morro apretujado contra la ventanilla. Y no paraban de ladrar. — ¡Perros! —Gritó Odd—. ¿Estás segura? ¿Has llamado a la policía? —Claro, claro. Harán una inspección en casa esta misma tarde. —Estupendo. Yo ya estoy en camino —dijo, y luego se quedó un momento pensando—. Te quiero mucho. Después colgó el teléfono. En el recreo, Jeremy a menudo prefería quedarse en clase, en lugar de salir con los demás a darle a la lengua. Cuando estaba vacía, el aula era un sitio tan relajante... y necesitaba un momento para pensar en todos los acon-tecimientos de la noche anterior. Richard, Eva y además... Su teléfono empezó a sonar. Era Odd. Jeremy se quedó por un momento mirando embobado la pantalla, que brillaba mostrando la foto de su amigo. Aquel día no había ido a ninguna clase. — ¡Dime! —exclamó. Permaneció en silencio durante unos minutos mientras escuchaba aquella historia increíble. ¡El padre de Odd, víctima de un intento de secuestro! Cuando su amigo acabó de hablar, las alarmas de la cabeza de Jeremy se pusieron a soltar alaridos. —Odd, escúchame bien. Sabes que no creo en las coincidencias. El hombre de los perros es la misma persona que se ha borrado de los DVD. Ve al hospital y hazles a tus padres todas las preguntas que puedas. Averigua si han encontrado algo, si han notado huellas o rastros... Podría ser importante. Nosotros seguiremos aquí con la investigación sobre Richard. Y sobre Hopper, evidentemente... Aunque Jeremy no podía ver a Odd, oyó con claridad el restallido de la palma de su mano contra la frente. — ¡Se me había olvidado! —le dijo el muchacho con la voz entrecortada por cargas electrostáticas.

Page 85: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—El otro día, cuando estuve en el despacho del director, vi que sobre su escritorio había un expedienDelmas sepa algo! Jeremy suspiró, más bien escéptico.—Pero si yo he estado inveinformación era... — ¡Era un expedientazo bien gordo, Jeremy! Con el nombre escrito en la carpeta. ¡No estoy equivocado! Tenéis que encontrar algún modo de leerlo. Yo, si me entero de algo interesante, te aJeremy se levantó, se metióclase. El hospital era un moderno policlínico, un cúmulo de edificios cúbicos de varias alturas pintados de un color blanco que centelleaba bajo la luz del mediodía. El complejo estaba rodeado por un gran parque por cuyos ordenados bulevares pasaban zumbando las ambulancias. Jim Morales y Odd bajaron del coche de Marguerite, que había ido a recogerlos a la estación, y se encaminaron juntos hacia el edificio deestaba ingresado el padre de Odd. Los doctores lo habían trasladado allí porque en urgencias ya no quedaban más camas libres.Mientras caminaba, el muchacho seguía mirando de reojo a su madre. Su frente estaba surcada por vaperdida. Parecía verdaderamente preocupada.Obedeciendo a un impulso repentino, se acercó— ¿Estás segura de que papá—Sí, sí, claro... Está sólo un poco confuso. Pero se le pasarEstoy segura. Una vez dentro, los recibióhospitales, mezclado con el leve aroma a caféautomáticos. Marguerite se detuvo un momento en la recepción, y luego acompañó a Jim y Odd haella reinaba un calor sofocante. Las otras dos camas estaban ocupadas por unos ancianos en pijama que roncaban, profundamente dormidos.Odd se acercó a la puerta y asomódespierto, con la vista clavada en el techo. Tenía un ojo amoratado, la

—Se te había olvidado, ¿el qué?El otro día, cuando estuve en el despacho del director, vi que sobre su

escritorio había un expediente sobre Waldo Schaeffer. ¡Puede ser que

Jeremy suspiró, más bien escéptico. Pero si yo he estado investigando en las bases de datos de la escuela y la

¡Era un expedientazo bien gordo, Jeremy! Con el nombre escrito en la ¡No estoy equivocado! Tenéis que encontrar algún modo de leerlo.

Yo, si me entero de algo interesante, te aviso. Cambio y corto.Jeremy se levantó, se metió el móvil en el bolsillo y corrió afuera de la

El hospital era un moderno policlínico, un cúmulo de edificios cúbicos de varias alturas pintados de un color blanco que centelleaba bajo la luz del

diodía. El complejo estaba rodeado por un gran parque por cuyos ordenados bulevares pasaban zumbando las ambulancias. Jim Morales y Odd bajaron del coche de Marguerite, que había ido a recogerlos a la estación, y se encaminaron juntos hacia el edificio de cirugía general, donde estaba ingresado el padre de Odd. Los doctores lo habían trasladado

porque en urgencias ya no quedaban más camas libres. Mientras caminaba, el muchacho seguía mirando de reojo a su madre. Su frente estaba surcada por varias arrugas profundas, y tenía la mirada

recía verdaderamente preocupada. Obedeciendo a un impulso repentino, se acercó a ella y la tomó

¿Estás segura de que papá está bien? sólo un poco confuso. Pero se le pasará enseguida.

Una vez dentro, los recibió el habitual olor a desinfectante de los hospitales, mezclado con el leve aroma a café de los expendedores automáticos. Marguerite se detuvo un momento en la recepción, y luego

a Jim y Odd hasta la habitación de Robert. Era pequeña, y en ella reinaba un calor sofocante. Las otras dos camas estaban ocupadas por unos ancianos en pijama que roncaban, profundamente dormidos.

a la puerta y asomó la cabeza por ella. Su padre estaba pierto, con la vista clavada en el techo. Tenía un ojo amoratado, la

¿el qué? El otro día, cuando estuve en el despacho del director, vi que sobre su

¡Puede ser que

stigando en las bases de datos de la escuela y la

¡Era un expedientazo bien gordo, Jeremy! Con el nombre escrito en la ¡No estoy equivocado! Tenéis que encontrar algún modo de leerlo.

viso. Cambio y corto. afuera de la

El hospital era un moderno policlínico, un cúmulo de edificios cúbicos de varias alturas pintados de un color blanco que centelleaba bajo la luz del

diodía. El complejo estaba rodeado por un gran parque por cuyos ordenados bulevares pasaban zumbando las ambulancias. Jim Morales y Odd bajaron del coche de Marguerite, que había ido a recogerlos a la esta-

rugía general, donde estaba ingresado el padre de Odd. Los doctores lo habían trasladado

Mientras caminaba, el muchacho seguía mirando de reojo a su madre. Su rrugas profundas, y tenía la mirada

a ella y la tomó de la mano.

enseguida.

fectante de los de los expendedores

automáticos. Marguerite se detuvo un momento en la recepción, y luego sta la habitación de Robert. Era pequeña, y en

ella reinaba un calor sofocante. Las otras dos camas estaban ocupadas por unos ancianos en pijama que roncaban, profundamente dormidos.

la cabeza por ella. Su padre estaba pierto, con la vista clavada en el techo. Tenía un ojo amoratado, la

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cabeza vendada y un corte muy feo en el brazo que mostraba fuera de las sábanas blancas. Los efectos de la caída desde la caja de la camioneta.El muchacho entró tímidamente y se acercóuna sonrisa en el rostro.— ¿Qué tal? —preguntó.

voz muy alta, con una nota estridente que el muchacho desconocía.—Claro que estoy bien, papá. A mí—Estoy muy contento —despedido, y... ¿Qué tal te va?Odd se inclinó adelante, con los ojos abiertos co— ¿Walter? ¿De quién hablas, papá?—Por aquí todo irá de perlas. Estoy seguro. Y además, tengo ganas de unasgalletitas, Walter... es una pena, pero hay que rellenar el balance de ventas, o si no... El hombre siguió farfullando una serie de frases sin mucho sentido, y después volvió a dejar caer su cabeza sobre la almohada, extenuado.—Tengo la impresión de que hacia Odd—. ¿Cómo te lla—Odd, papá, soy Odd. —Un buen nombre. En inglés significahijo, me gustaría llamarlo así. Tútodo. ¡Llevas unos pelos...!Odd asintió con la cabeza, lo besóJim, que se habían queda—Está bastante mal —comentó, serio.Jim carraspeó, cohibido, y su madre cogióabrazó, nerviosa. —Qué va, ya te lo he dicho, sólo estáque es por culpa del trauma, pero que enseguida volverápre. No tienes de qué preocuparte.Odd permaneció un instante en silencio. En ese momentopodía hacer para ayudar realhombre que lo había agredido. Debía hacer lo que Jeremy le había sugerido, e interrogar a fondo a su madre.—Jim, ¿podrías ir al bar a pillarnos un té, por faseguro de que a mi madre le vendría bien.

dada y un corte muy feo en el brazo que mostraba fuera de las sábanas blancas. Los efectos de la caída desde la caja de la camioneta.

tímidamente y se acercó a su cama, tratando de dibujar una sonrisa en el rostro.

preguntó.

— ¡Qué suerte que estés bien! —voz muy alta, con una nota estridente que el muchacho desconocía.

Claro que estoy bien, papá. A mí no me ha pasado nada. —dijo Robert con una sonrisa—. Walter me ha

tal te va? adelante, con los ojos abiertos como platos.

¿De quién hablas, papá? de perlas. Estoy seguro. Y además, tengo ganas de unas

galletitas, Walter... es una pena, pero hay que rellenar el balance de ventas,

farfullando una serie de frases sin mucho sentido, y a dejar caer su cabeza sobre la almohada, extenuado.

Tengo la impresión de que ya te conozco, jovencito —dijo, girándose ¿Cómo te llamas?

Un buen nombre. En inglés significa «extraño», ¿lo sabías? Si tuviese un

hijo, me gustaría llamarlo así. Tú también eres un poco extraño, después de unos pelos...!

con la cabeza, lo besó en la mejilla y se reunió con su madre y Jim, que se habían quedado esperándolo en el pasillo.

comentó, serio. Jim carraspeó, cohibido, y su madre cogió a Odd por un hombro y lo

va, ya te lo he dicho, sólo está algo desorientado. Los médicos dicen que es por culpa del trauma, pero que enseguida volverá a ser el de siem

preocuparte. un instante en silencio. En ese momento, lo único que

podía hacer para ayudar realmente a su padre era descubrir quién era el hombre que lo había agredido. Debía hacer lo que Jeremy le había sugerido, e interrogar a fondo a su madre.

¿podrías ir al bar a pillarnos un té, por favor? —preguntóseguro de que a mi madre le vendría bien.

dada y un corte muy feo en el brazo que mostraba fuera de las sábanas blancas. Los efectos de la caída desde la caja de la camioneta.

a su cama, tratando de dibujar

—hablaba en voz muy alta, con una nota estridente que el muchacho desconocía.

. Walter me ha

de perlas. Estoy seguro. Y además, tengo ganas de unas galletitas, Walter... es una pena, pero hay que rellenar el balance de ventas,

farfullando una serie de frases sin mucho sentido, y a dejar caer su cabeza sobre la almohada, extenuado.

dijo, girándose

¿lo sabías? Si tuviese un también eres un poco extraño, después de

con su madre y

a Odd por un hombro y lo

orientado. Los médicos dicen a ser el de siem-

único que mente a su padre era descubrir quién era el

hombre que lo había agredido. Debía hacer lo que Jeremy le había

guntó—. Estoy

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El profesor cazó al vuelo la oportunidad para eslos hospitales le hicieran sentir realmente incómodo.Odd sonrió mientras miraba cómo se iba alejando, y luego le señalómadre un par de sillas libres que había en una sala de espera. En un rincón, colgando del techo, había una pequeña televisión que retransprograma de cocina con el volumen quitado. Marguerite yjusto debajo de la tele. —Cuéntame con pelos y señales lo que pasó. ¿Tú viste algo? ¿Encontraste algo raro?Su madre comenzó a hablar, pero no recordaba mucho más de lo que ya le había contado por teléfo

cuanto ella había asomado la cabeza fuera de casa.—Ah, también había esto, de hechosu bolsito y sacó un reccoche, o tal vez la propia camioOdd lo cogió y lo observó, dándole una y otra vuelta entre sus manos.— ¿Qué será? Me recuerda una de esas tarjetas de memoria de las cámaras de fotos. —Me la encontré cerca de papállevársela a la policía? A lo mejor se la dejóUna tarjeta de memoria... Quéen el bolsillo. Puede que contuviese alguna pista. Ya lo examinaría con más tranquilidad. —Qué va —mintió—, ya verás como al final esta tarjeta es de papá. Tendrá dentro los archivos del cula noche estaba trabajando,En aquel momento Jim vino hacia ellos, sostevasos de papel llenos de téuna enfermera que iba andando a paso ligero por el pasillo. Acabó tropezándose con ella y tirándolo todo por el suelo.Odd, desesperado, se dio una sonora palmada en la frente.— ¡No hay problema! —esto. Jimbo lo arregla todo.Ulrich suspiró. Siempre le tocaban aEl comedor del Kadic era un hormiguero de chibuscando un sitio libre en el que sentarse. Sissi estaba comiendo junto a sus

al vuelo la oportunidad para escabullirse. Parecía como si los hospitales le hicieran sentir realmente incómodo.

mientras miraba cómo se iba alejando, y luego le señalómadre un par de sillas libres que había en una sala de espera. En un rincón, colgando del techo, había una pequeña televisión que retransmitía un programa de cocina con el volumen quitado. Marguerite y él se sentaron

con pelos y señales lo que pasó ayer —le pidió Odd

¿Encontraste algo raro? a hablar, pero no recordaba mucho más de lo que ya le

había contado por teléfono. Una camioneta, puede que roja, con dos perros

dentro. Se había ido quemando rueda en cuanto ella había asomado la cabeza fuera de casa.

Ah, también había esto, de hecho —añadió al final Marguerite. Hurgóun rectángulo de plástico gris y sucio. Parecía como si un

coche, o tal vez la propia camioneta, le hubiese pasado por encima.y lo observó, dándole una y otra vuelta entre sus manos.

será? Me recuerda una de esas tarjetas de memoria de las cámaras

cerca de papá cuando corrí a su lado. ¿Crees que llevársela a la policía? A lo mejor se la dejó el hombre que lo atacó.Una tarjeta de memoria... Qué raro. Odd se metió el rectángulo de plástico en el bolsillo. Puede que contuviese alguna pista. Ya lo examinaría con más

, ya verás como al final esta tarjeta es de papá. dentro los archivos del curro, o algo así. Me has dicho que ayer por

la noche estaba trabajando, ¿no? En aquel momento Jim vino hacia ellos, sosteniendo en equilibrio dos

de té hirviendo. Sonrió al verlos. No se percatófermera que iba andando a paso ligero por el pasillo. tropezándose con ella y tirándolo todo por el suelo.

Odd, desesperado, se dio una sonora palmada en la frente. —gritó Jim en dirección a ellos—. Yo me ocupo de

esto. Jimbo lo arregla todo. ¡Enseguida voy a buscaros más té!Ulrich suspiró. Siempre le tocaban a él los trabajos más desagradables.El comedor del Kadic era un hormiguero de chiquillos charlando y

sitio libre en el que sentarse. Sissi estaba comiendo junto a sus

cabullirse. Parecía como si

mientras miraba cómo se iba alejando, y luego le señaló a su madre un par de sillas libres que había en una sala de espera. En un rincón,

mitía un él se sentaron

Odd—

a hablar, pero no recordaba mucho más de lo que ya le no. Una camioneta, puede que roja, con dos perros

ido quemando rueda en

al final Marguerite. Hurgó en tángulo de plástico gris y sucio. Parecía como si un

do por encima. y lo observó, dándole una y otra vuelta entre sus manos.

será? Me recuerda una de esas tarjetas de memoria de las cámaras

¿Crees que debería el hombre que lo atacó.

el rectángulo de plástico en el bolsillo. Puede que contuviese alguna pista. Ya lo examinaría con más

, ya verás como al final esta tarjeta es de papá. rro, o algo así. Me has dicho que ayer por

niendo en equilibrio dos al verlos. No se percató de

. Yo me ocupo de ¡Enseguida voy a buscaros más té!

él los trabajos más desagradables. quillos charlando y

sitio libre en el que sentarse. Sissi estaba comiendo junto a sus

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amigos Hervé y Nicolás, pero en cuanto vio que se acercaba tirósu silla de un empujón y le sonrió.— ¡Qué agradable sorpresa, Ulrich!—Mmm, sí—masculló —Siéntate. ¿Por qué no comes aquí, conmigo? Precisamente HervéNicolás se estaban yendo aho—Pero si nosotros... —A-HO-RA-MIS-MI-TOréplica. Los dos muchachos se vieron obligados a obedecer, cogiendo sus bandejas, aún llenas, y yéndose a otro lado.Ulrich se sentó junto a la muchacha, que le pasócuello, estrechando su mejilla contra la de—Bueno, cuéntame. —Yo... verás... en fin... Necesito...—Un favor. Pues claro que sínecesitas...

había sugerido esa mañana, inmediatamente después de su concon Odd. Cuando él lo decía, parecía fácil: un par de carantoñas, una buena trola, y ya estaba. Sí, claro.Los muchachos tenían que meterse en el despatomar prestado el expediente sobre Waldo Schaeffer, pero era necesario que alguien lo distrajese durante el tiempo suficienadecuada. Sólo necesitaban una excusa para convencer a la muchacha, y entre los dos la habían encontrado. Unos días antes, la profehabía puesto a Ulrich un insuficiente en Ciencias. De modo quedecirle a Sissi que había decidido gastarle una broma, peroconseguirlo le hacía falta la llave de su despadónde, estaba bien guardel director Delmas. Según Jeremy, se trataba de una historia a prueba de bombas. Cuando Ulrich terminó—Ya sabía yo que bajo esa pinta de chico bueno escondíasno sé si puedo... —Venga, si es por hacerme un favor. Luego pojuntos —a medida que ha

y Nicolás, pero en cuanto vio que se acercaba tirósu silla de un empujón y le sonrió.

agradable sorpresa, Ulrich! ¿Me buscabas? él.

no comes aquí, conmigo? Precisamente HervéNicolás se estaban yendo ahora mismito.

TO —concluyó Sissi con un tono que no admitía réplica. Los dos muchachos se vieron obligados a obedecer, cogiendo sus bandejas, aún llenas, y yéndose a otro lado.

junto a la muchacha, que le pasó un brazo alrededor del cuello, estrechando su mejilla contra la de él.

Yo... verás... en fin... Necesito... Pues claro que sí —completó la muchacha—. Así

Ulrich volvió a pensar en lo que Jeremy le gerido esa mañana, inmediatamente después de su con

él lo decía, parecía fácil: un par de carantoñas, una buena , claro.

Los muchachos tenían que meterse en el despacho del director Delmas para pediente sobre Waldo Schaeffer, pero era necesario

que alguien lo distrajese durante el tiempo suficiente. Y Sissi era la persona taban una excusa para convencer a la muchacha, y

entre los dos la habían encontrado. Unos días antes, la profesora Hertz le había puesto a Ulrich un insuficiente en Ciencias. De modo quedecirle a Sissi que había decidido gastarle una broma, pero que para poder conseguirlo le hacía falta la llave de su despacho... llave que, mira túdónde, estaba bien guardada junto con todas las demás en la plaza fuerte del director Delmas. Según Jeremy, se trataba de una historia a prueba de

de hablar, Sissi hizo una mueca socarrona.Ya sabía yo que bajo esa pinta de chico bueno escondías algo más,

Venga, si es por hacerme un favor. Luego podremos irnos a celebrarlo a medida que hablaba, el muchacho iba envalentonándose y recor

y Nicolás, pero en cuanto vio que se acercaba tiró a Hervé de

no comes aquí, conmigo? Precisamente Hervé y

Sissi con un tono que no admitía réplica. Los dos muchachos se vieron obligados a obedecer, cogiendo sus

un brazo alrededor del

. Así que me

a pensar en lo que Jeremy le gerido esa mañana, inmediatamente después de su conversación

él lo decía, parecía fácil: un par de carantoñas, una buena

cho del director Delmas para pediente sobre Waldo Schaeffer, pero era necesario

te. Y Sissi era la persona taban una excusa para convencer a la muchacha, y

sora Hertz le había puesto a Ulrich un insuficiente en Ciencias. De modo que él podía

que para poder cho... llave que, mira tú por

dada junto con todas las demás en la plaza fuerte del director Delmas. Según Jeremy, se trataba de una historia a prueba de

de hablar, Sissi hizo una mueca socarrona. algo más, pero

dremos irnos a celebrarlo muchacho iba envalentonándose y recor-

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dando todas las sugerencias de Jeremyperfecto plan criminal. Como Bonnie y Clyde. Como Lupin y Margot.-¿Eh? —Como Robín Hood y la princesa MarianEn el rostro de la muchacha la mueca se transfor— ¡Princesa! —Sí, sí, lo que tú digas. Entonces,—Veámonos a las cuatro en mi habitación. Así, antes de irnos, podré enseñarte mi ropa nueva.Ulrich asintió con la cabezainfelicidad. ¡Trapitos! Pero en el fondo era un precio honrado que debía pagar por ayudar a Aelita a encontrar a su madre.Entró en el cuarto de Síssi y la encontróverde ácido lleno de purpurUlrich se estremeció. ¡¿Pero cómo podía emperifollarse así— ¿Te gusta?—preguntóescogido esta falda aposta para ti.Ulrich dudaba que eso fuese un cumplidovaliente casi media hora de ropa recién comprada y consejos sobre moda, pero luego se rindió y le recordóEl muchacho aceptó llevar del brazo a Síssi, que iba regodeándose. Atravesaron la residencia y salieedificio de administración, donde se encontraba el despacho del director. Los pasillos de la escuela estaban casi de

hacer? —susurró Ulrich ppolvo. —Que sí, que sí. Yo distraigo a mi papi y túdespacho de la Hertz. Y luego nos escapamos juntos.—Eso, exacto... Se detuvieron ante la pesada puerta de madera, y Ulrich con los nudillos. Ningún ruido. Síssi abrióasomó la cabeza. —Papi no está —bisbiseóbuscar las llaves. —No, espera —la paró Tú quédate aquí fuera, montando guardia. Si viene tu padre, distráelo de

dando todas las sugerencias de Jeremy— Seremos cómplices en este perfecto plan criminal. Como Bonnie y Clyde. Como Lupin y Margot.

Como Robín Hood y la princesa Marian —probó esta vez Ulrich.muchacha la mueca se transformó en una enorme sonrisa.

digas. Entonces, ¿crees que podrás ayudarme?Veámonos a las cuatro en mi habitación. Así, antes de irnos,

enseñarte mi ropa nueva. con la cabeza, tratando de enmascarar su

¡Trapitos! Pero en el fondo era un precio honrado que debía pagar por ayudar a Aelita a encontrar a su madre.

en el cuarto de Síssi y la encontró sonriente, maquillada, con un top ácido lleno de purpurina y una minifalda de color rosa fosforito.

¡¿Pero cómo podía emperifollarse así de mal?!preguntó la muchacha con una sonrisita maliciosa

escogido esta falda aposta para ti. Ulrich dudaba que eso fuese un cumplido. Consiguió aguantar como un valiente casi media hora de ropa recién comprada y consejos sobre moda,

y le recordó que se les estaba haciendo tarde.llevar del brazo a Síssi, que iba regodeándose.

residencia y salieron al parque para luego meterse en el edificio de administración, donde se encontraba el despacho del director. Los pasillos de la escuela estaban casi desiertos a esa hora.

— ¿Has entendido lo que tienes que Ulrich para romper aquel silencio, que le estaba haciendo

Que sí, que sí. Yo distraigo a mi papi y tú entras y coges las llaves del despacho de la Hertz. Y luego nos escapamos juntos.

Se detuvieron ante la pesada puerta de madera, y Ulrich llamócon los nudillos. Ningún ruido. Síssi abrió la puerta de par en par y

bisbiseó con aire de conspiradora—. Venga, entremos a

Ulrich—. ¿Y si vuelve? Mejor entro yo fuera, montando guardia. Si viene tu padre, distráelo de

Seremos cómplices en este perfecto plan criminal. Como Bonnie y Clyde. Como Lupin y Margot.

esta vez Ulrich. en una enorme sonrisa.

drás ayudarme? Veámonos a las cuatro en mi habitación. Así, antes de irnos,

¡Trapitos! Pero en el fondo era un precio honrado que debía

quillada, con un top ina y una minifalda de color rosa fosforito.

de mal?! la muchacha con una sonrisita maliciosa—. He

aguantar como un valiente casi media hora de ropa recién comprada y consejos sobre moda,

do tarde. llevar del brazo a Síssi, que iba regodeándose.

ron al parque para luego meterse en el edificio de administración, donde se encontraba el despacho del director.

¿Has entendido lo que tienes que ara romper aquel silencio, que le estaba haciendo

entras y coges las llaves del

llamó tímidamente la puerta de par en par y

. Venga, entremos a

¿Y si vuelve? Mejor entro yo solo. fuera, montando guardia. Si viene tu padre, distráelo de

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algún modo y llévatelo leacuerdo? Era un buen plan. Ulrich entró en la habitación y cerróDelmas estaba tan ordenado como de costumbre. El escritorio que había al lado de la ventana no tenía encima nada más que el portaizquierda, en la pared, estaba colgado el manojo de llaves que abría todas las puertas del Ka-dic. A la derecha, juntohabía un archivador alto de metal.—Caramba —susurró Ulrich entre dientesEl archivador, por supuesto, estaba cerrado, y las llaves del manojo que colgaba de la pared no tenían ni una sola etidentificase. ¡Vaya estupihacía falta en cada ocasión?El muchacho necesitó sus buenos diez minutos para probar con cada una de ellas en los cajones del archivador. Como siempre pasa, la resultó ser la última de todas. El archivador contenía tosobre los alumnos y los profesoetiqueta P-Z y empezó a buscar. Y claro, se topótambién estaba ahí: Ulrich Stern. Tenía muy poco tiempo, pero no pudo contener las ganas de echarle una ojeada. En la primera página destacaba un post-it con la caligrafía de la profesora Hertz que decía:inteligente, pero no se aplica.

cajón de atrás hacia delante:estaba. A lo mejor estaba en la W de Waldo. Ahíhabrá metido el director?», se preguntóSissi llamó a la puerta y asomó—Date prisa, que me estoy poniendo nerviosa...haciendo? —Nada, que no consigo encontrar la llave.—Venga, aligera.

la habitación. Tenía que andar por tablero había tres cajones, que también estaban cerrados. Sólo resultaban visibles si uno se sentaba en el sillón del director. Por eso Ulrich no los había notado de inmediato. Frenético, probó

algún modo y llévatelo lejos de aquí, para que yo pueda escapar.

en la habitación y cerró la puerta tras de sí. El despacho de s estaba tan ordenado como de costumbre. El escritorio que había al

de la ventana no tenía encima nada más que el portaplumas. A la izquierda, en la pared, estaba colgado el manojo de llaves que abría todas

dic. A la derecha, junto a dos oscuras butacas de cuehabía un archivador alto de metal.

Ulrich entre dientes—, va a ser un montón de curro.El archivador, por supuesto, estaba cerrado, y las llaves del manojo que colgaba de la pared no tenían ni una sola etiqueta que las

¡Vaya estupidez! ¿Cómo podía encontrar el director la que le cía falta en cada ocasión?

sus buenos diez minutos para probar con cada una de ellas en los cajones del archivador. Como siempre pasa, la llave adecuada

última de todas. El archivador contenía todos los documentos sobre los alumnos y los profesores del Kadic. Abrió el cajón que tenía la

a buscar. Y claro, se topó con su expedienahí: Ulrich Stern. Tenía muy poco tiempo, pero no pudo

contener las ganas de echarle una ojeada. En la primera página destacaba con la caligrafía de la profesora Hertz que decía: el chico es

inteligente, pero no se aplica. Ulrich sacudió la cabeza y volviócia delante: Stern, Stainer, Skinner, Salper...

estaba. A lo mejor estaba en la W de Waldo. Ahí tampoco. « ¿Dónde lo metido el director?», se preguntó mientras cerraba el cajón.

puerta y asomó la cabeza. Date prisa, que me estoy poniendo nerviosa... ¡Ey, pero qué

Nada, que no consigo encontrar la llave.

Una vez solo, Ulrich volvió a dar vueltas por bitación. Tenía que andar por algún lado... ¡El escritorio! Bajo el

tablero había tres cajones, que también estaban cerrados. Sólo resultaban visibles si uno se sentaba en el sillón del director. Por eso Ulrich no los había notado de inmediato. Frenético, probó las llaves una por una

jos de aquí, para que yo pueda escapar. ¿De

la puerta tras de sí. El despacho de s estaba tan ordenado como de costumbre. El escritorio que había al

plumas. A la izquierda, en la pared, estaba colgado el manojo de llaves que abría todas

a dos oscuras butacas de cuero,

, va a ser un montón de curro. El archivador, por supuesto, estaba cerrado, y las llaves del manojo que

¿Cómo podía encontrar el director la que le

sus buenos diez minutos para probar con cada una de llave adecuada

dos los documentos el cajón que tenía la

con su expediente, que ahí: Ulrich Stern. Tenía muy poco tiempo, pero no pudo

contener las ganas de echarle una ojeada. En la primera página destacaba el chico es

za y volvió a hojear el Schaeffer no

« ¿Dónde lo mientras cerraba el cajón.

¡Ey, pero qué narices estás

a dar vueltas por torio! Bajo el

tablero había tres cajones, que también estaban cerrados. Sólo resultaban visibles si uno se sentaba en el sillón del director. Por eso Ulrich no los

ves una por una, pero los

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cajones no se abrían. La cerradura era demasiado pequeña. ¿Dónde habría escondido Delmas la llave? Sissi volvió a tocar a la puerta. La muchacha estaba empezando a impacientarse. Desesperado, Ulrich se agachó para comprobar si había una llave pegada con celo a la cara inferior del tablero. Nada. Sobre el escritorio sólo había aquel portaplumas... ¡Ahí estaba, escondida debajo de las gomas de borrar! El primer cajón contenía una carpeta amarilla con el nombre Waldo

Schaeffer escrito con rotulador. Misión cumplida. Se metió el expediente dentro de los pantalones, lo tapó con la camiseta, volvió a colocarlo todo en su sitio y abrió la puerta. —Hecho —le dijo a Sissi—. Muchísimas gracias. En aquel momento el director Delmas apareció al fondo del pasillo. — ¡Ey!, vosotros dos, ¿qué estáis haciendo aquí? Ulrich sintió cómo su corazón dejaba de latir por un instante. —Habíamos venido a verlo a usted, señor director —dijo a toda prisa—. Ejem. Sissi quería hablar con usted, y yo la he acompañado. Pero ahora tengo que irme, que es tardísimo y aún no he terminado mis deberes, ¡'ta

lueguito! Se largó por el pasillo a todo gas. Jeremy y Yumi llamaron a la puerta del cuarto de Aelita. Fue Odd quien vino a abrirles. — ¿Qué estás haciendo aquí? —Le preguntaron ambos a la vez—. Y tu padre, ¿qué tal está? El muchacho les hizo pasar. Ulrich estaba sentado en la cama, al lado de Aelita, con las manos cruzadas detrás de la cabeza. —No está mal —contestó Odd encogiéndose de hombros—, pero va a la deriva en un mar de confusión total. Ni siquiera se acordaba de que yo soy su hijo... De todas formas, mi madre ha estado hablando con los médicos, y le han dicho que es completamente normal después de un leñazo de ese calibre en la cabeza. Y yo les he dado la brasa para que me dejasen volver aquí enseguida. En cierto modo, lo que le ha pasado es culpa nuestra... —Oye —dijo Aelita—, que no ha sido por tu culpa. ¡En serio! —Sí, vale, pero nosotros somos los únicos que a lo mejor podemos resolver este asunto.

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había encima del escritorio, y se giró— ¿Lo has conseguido?—Sí, y también le he dado esquinazo a Sissi. Pero quería esperaros para abrirlo. Jeremy cogió la carpeta con un temosuelo, con la espalda apoyada contra la cama. El muchacho quitóque mantenía cerrado el expediente y lo abrió. Dentro del pliego de cartulina amarilla había un soescrito: Sr. Director, gracias por haber aceptado guardarlo por mí.

— ¡Es la letra de la Hertz!—Pero ¿qué tiene que ver ella con este asunto?—Cada cosa a su tiempoveamos qué contiene. Usó un cúter para quitar el trozo de cinta adhesisacó de él un grueso fajo de folios que colocó—Pero ¿qué significa todo eso?textos que llenaban las ho—Debe de ser un mensaje en claveJeremy negó con la cabeza, hojeando las págitotalmente incomprensiser por lo menos unos trescientos fo—No se trata de un mensajees un código. Hoppix. El lenguaje de programación que inventópara crear Lyoko. Los muchachos se pusieron a hablar todos a la vez.— ¿Quieres decir que la Hertz sabe l— ¿Cómo es que tiene este código?— ¿Y es el mismo que nos enseñó—Ey, ey, ey—los interrumpióordenador de Richard... pero no tenprograma. — ¡Pero si entenderlo es de lo más fácil!Basta con ir a la vieja fábrica, encender el superordenador y copiar dentro esta movida, ¿no? Así vemos qué—No podemos encender el superordenador—En el vídeo mi padre

Jeremy se percató de la gruesa carpeta que había encima del escritorio, y se giró hacia Ulrich.

¿Lo has conseguido? ¿Has encontrado el expediente? Sí, y también le he dado esquinazo a Sissi. Pero quería esperaros para

la carpeta con un temor reverencial, y se sentaron todos en el suelo, con la espalda apoyada contra la cama. El muchacho quitóque mantenía cerrado el expediente y lo abrió. Dentro del pliego de cartulina amarilla había un sobre grande y voluminoso en el que estaba

Sr. Director, gracias por haber aceptado guardarlo por mí.

¡Es la letra de la Hertz! —gritó Ulrich. tiene que ver ella con este asunto? —lo secundó

Cada cosa a su tiempo —los acalló Jeremy—. De momento, abrámoslo y

un cúter para quitar el trozo de cinta adhesiva que sellaba el sobre, y él un grueso fajo de folios que colocó en el suelo.

significa todo eso? —Preguntó Odd, observando los diminutos textos que llenaban las hojas—. ¡No se entiende ni jota!

Debe de ser un mensaje en clave —propuso Yumi. con la cabeza, hojeando las páginas. Caracteres y caracteres

totalmente incomprensibles, letras que parecían escritas al azar.ser por lo menos unos trescientos folios!

No se trata de un mensaje —sentenció al final—. Pero desde luego que es un código. Hoppix. El lenguaje de programación que inventó

Los muchachos se pusieron a hablar todos a la vez. ¿Quieres decir que la Hertz sabe lo de Lyoko? ¿Cómo es que tiene este código? ¿Y es el mismo que nos enseñó Richard en su PDA?

los interrumpió Jeremy—. ¡No lo sé! Sí, es como el del ordenador de Richard... pero no tengo ni idea de lo que puede hacer este

si entenderlo es de lo más fácil! —Dijo Odd con una sonrisaBasta con ir a la vieja fábrica, encender el superordenador y copiar dentro

vemos qué pasa. No podemos encender el superordenador —le espetó Jeremy.En el vídeo mi padre nos ordenó destruirlo —recordó Aelita.

de la gruesa carpeta que

Sí, y también le he dado esquinazo a Sissi. Pero quería esperaros para

cial, y se sentaron todos en el suelo, con la espalda apoyada contra la cama. El muchacho quitó la goma que mantenía cerrado el expediente y lo abrió. Dentro del pliego de

bre grande y voluminoso en el que estaba Sr. Director, gracias por haber aceptado guardarlo por mí.

Yumi. . De momento, abrámoslo y

va que sellaba el sobre, y

Preguntó Odd, observando los diminutos

nas. Caracteres y caracteres bles, letras que parecían escritas al azar. ¡Debían de

. Pero desde luego que es un código. Hoppix. El lenguaje de programación que inventó el profesor

¡No lo sé! Sí, es como el del go ni idea de lo que puede hacer este

Dijo Odd con una sonrisa—. Basta con ir a la vieja fábrica, encender el superordenador y copiar dentro

Jeremy. Aelita.

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—Pero no podemos seguir así. Este asunto se esmisterioso —intervino Yula única manera de resolverlo.—Y además —añadió UlrichLo derrotamos, pero no sa

prorrumpió Odd—. Sólo nos faltaba ponernos ahora a desenteproblemas ya superados, hombre.— ¡Pero aquí no se enciende el superordenaLa palabra «X.A.N.A.»Hopper y él habían pueshabía alimentado, renunciando a su energía vital,exterminar hasta el último fragmento de aquella pérfida inteligencia artificial? Odd se puso en pie de golpe y abrióEva Skinner se cayó de bruces adentro.— ¿Y tú qué haces aquí?La muchacha lo iluminó—Nada. Venía a buscar a Aelita, y estaba a punto de llamar a la puerta cuando os he oído gritar que si superordenador por aquí, superordenador por allá... ¿De qué estabais hablando?—De... nada —se apresuróOdd le lanzó una mirada de reproche.—Venga, hombre, ya vale. Ayer por la noche nos echóme parece que podemos fiarnos de ella,le expliquemos uno o dos misterios.—Pero, Eva —dijo Yumi, levantándosecontarás nada a nadie. —Lo prometo. En un chalé de la periferia, Grigory Nictapolus le echóa Aníbal, que se revolcaba sobre la alfomconcentrarse en las pantallas, con una sonrisa sardónica.—Pues claro, chicos. Podéis hasta volver al superdiré nada a nadie. Palabra de

Pero no podemos seguir así. Este asunto se está poniendo cada vez más intervino Yumi—. La verdad es que el superordenador parece

única manera de resolverlo. Ulrich—, ¿es que os estáis olvidando de X.A.N.A.?

Lo derrotamos, pero no sabemos lo que podría pasar si...

—Lo de X.A.N.A. es agua pasada. Sólo nos faltaba ponernos ahora a desente

problemas ya superados, hombre. no se enciende el superordenador, y punto! —gritó

«X.A.N.A.» siempre lograba darle escalofríos. El programa que él habían puesto en marcha en Cartago, y que el propio Hopper

había alimentado, renunciando a su energía vital, ¿habría bastado para último fragmento de aquella pérfida inteligencia

Odd se puso en pie de golpe y abrió de par en par la puerta de la habitación. de bruces adentro.

haces aquí? —preguntó, patidifuso. ó con una cálida sonrisa.

Nada. Venía a buscar a Aelita, y estaba a punto de llamar a la puerta cuando os he oído gritar que si superordenador por aquí, superordenador

estabais hablando? se apresuró a decir Jeremy.

una mirada de reproche. Venga, hombre, ya vale. Ayer por la noche nos echó una mano, así

me parece que podemos fiarnos de ella, ¿no? A lo mejor ya es hora de que le expliquemos uno o dos misterios.

dijo Yumi, levantándose—, tienes que prometer que no le

de la periferia, Grigory Nictapolus le echó un hueso que se revolcaba sobre la alfombra, hambriento. Luego volvió

concentrarse en las pantallas, con una sonrisa sardónica. Pues claro, chicos. Podéis hasta volver al superordenador. Yo tampoco le

nada a nadie. Palabra de boy scout.

poniendo cada vez más . La verdad es que el superordenador parece

áis olvidando de X.A.N.A.?

Lo de X.A.N.A. es agua pasada —. Sólo nos faltaba ponernos ahora a desenterrar

gritó Jeremy. calofríos. El programa que

to en marcha en Cartago, y que el propio Hopper ¿habría bastado para

último fragmento de aquella pérfida inteligencia

de par en par la puerta de la habitación.

Nada. Venía a buscar a Aelita, y estaba a punto de llamar a la puerta cuando os he oído gritar que si superordenador por aquí, superordenador

una mano, así que ¿no? A lo mejor ya es hora de que

e prometer que no le

un hueso bra, hambriento. Luego volvió a

ordenador. Yo tampoco le

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IMÁGENES

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Contiene armas, expedientes e instrumentos de expionaje. Revestimiento interior de Kevlar reforzado (antibalas)

Texto: Maletín del agente Grigory Nictapolus. armas, expedientes e instrumentos de expionaje. Revestimiento

interior de Kevlar reforzado (antibalas)

Texto: Maletín del agente Grigory Nictapolus. armas, expedientes e instrumentos de expionaje. Revestimiento

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Texto 1º imagen: Tarjeta de datos legible para los ordenadores comunes y las cámaras fotográficas digitales.

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relacionados con Franz Hopper.Texto 2º imagen: Adiestrados para el ataque. Grigory Nictapolus los alimenta exclusivamente con carne cruda, y no se separa nunca de ellos.Robustos y feroces, poseen un fino olfato aguzado por años de colaboracien las actividades de espionaje de su amo.

Contiene los recuerdos de Robert relacionados con Franz Hopper. Texto 2º imagen: Adiestrados para el ataque. Grigory Nictapolus los alimenta exclusivamente con carne cruda, y no se separa nunca de ellos. Robustos y feroces, poseen un fino olfato aguzado por años de colaboracien las actividades de espionaje de su amo.

Contiene los recuerdos de Robert Della Robbia

Texto 2º imagen: Adiestrados para el ataque. Grigory Nictapolus los alimenta

Robustos y feroces, poseen un fino olfato aguzado por años de colaboración

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del alumno Richard Dupuis, que al parecer está relacionado con el pasado de Aelita Hopper. Verificar la fecha escrita en el documento.Texto 2º imagen: Similar camioneta del agente Nictapolus.Herramienta empleada para cortar cables y redes metálicas, tronchar cadenas y forzar algunos tipos de cerraduras.

Texto 1º imagen: Formulario de inscripción del alumno Richard Dupuis, que al parecer está relacionado con el pasado de Aelita Hopper. Verificar la fecha escrita en el documento. Texto 2º imagen: Similar a otros ejemplares encontrados en la caja de la camioneta del agente Nictapolus. Herramienta empleada para cortar cables y redes metálicas, tronchar cadenas y forzar algunos tipos de cerraduras.

Texto 1º imagen: Formulario de inscripción del alumno Richard Dupuis, que al parecer está relacionado con el pasado de

a otros ejemplares encontrados en la caja de la

Herramienta empleada para cortar cables y redes metálicas, tronchar cadenas

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Texto 1º imagen: Los dos polos eléctricos situados en ambos salientes permiten golpear e inmovilizar al objetivo con una descarga eléctrica de intensidad variable. Causa desvanecimiento, pérdida del sentido y. sí se utiliza de forma inadecuada, la muerte.

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Texto 1º imagen: Modelo con tan solo 8 mm de longitud y un motor omnidireccional que permite girarla y grabar imágenes a 360 grados.

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controlar los movimientos de Jeremy, Aelita y los demás en Kadic y La Ermita. Texto 2º imagen: Permite localizar y grabar todas lincluidas las empleadas por la policía.Si se conecta a un micrófono ambiental, el escáner puede eliminar el ruido de fondo para obtener pistas de audio limpias y libres de interferencias.

Empleados por el agente Nctapolus para controlar los movimientos de Jeremy, Aelita y los demás en Kadic y La

Texto 2º imagen: Permite localizar y grabar todas las frecuencias de radio, incluidas las empleadas por la policía. Si se conecta a un micrófono ambiental, el escáner puede eliminar el ruido de fondo para obtener pistas de audio limpias y libres de interferencias.

Empleados por el agente Nctapolus para controlar los movimientos de Jeremy, Aelita y los demás en Kadic y La

as frecuencias de radio,

Si se conecta a un micrófono ambiental, el escáner puede eliminar el ruido de fondo para obtener pistas de audio limpias y libres de interferencias.

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Texto 1º imagen: Grabador de Vídeo Digital (Digital Video Recorder). Se utiliza para operar por control remoto las cámaras de vigilancia, grabando las imágenes sólo cuando resulta necesario. Texto 2º imagen: Modelo de 7 tiros.

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ropa sin que se noten bultos sospechosos.Ligera y manejable, puede esconderse bajo la

oten bultos sospechosos. Ligera y manejable, puede esconderse bajo la

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Texto 1º imagen: Prototipo ideado para el ejército estadounidense que nunca entró en producción en serie. No se sabe de qué forma se ha hecho con él Green Phoenix. Modelo dotado de una mira infrarroja de gran precisión.

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destornilladores, tuercas y llaves inglesas presumiblemente utilizados por Grigory Nictapolus para montar ordenadores, instalar micrófonos y cámaras ocultas y preparar una base de operaciones tecnológicas, dotada de sofisticados aparatos.

Texto 2º imagen: Cinta adhesiva, destornilladores, tuercas y llaves inglesas presumiblemente utilizados por Grigory Nictapolus para montar ordenadores, instalar micrófonos y cámaras ocultas y preparar una base de operaciones tecnológicas, dotada de

exto 2º imagen: Cinta adhesiva, destornilladores, tuercas y llaves inglesas presumiblemente utilizados por Grigory Nictapolus para montar ordenadores, instalar micrófonos y cámaras ocultas y preparar una base de operaciones tecnológicas, dotada de

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Texto 1º imagen: Única fotografía existente del agente Grigory Nictapolus, realizada por un turista japonés en el aeropuerto de San Francisco. No está claro cómo se apoderó de ella el propio Grigory. Texto 2º imagen: La cerradura del maletín de Grigory. Si no se abre de la forma correcta, libera en el interior del propio maletín un potente ácido capaz de corroer documentos, materiales y aparatos.

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Texto volcado: El potenciómetro también permite recolectar recuerdos de personas que han sufrido un lavado de cerebro.

UNA DIRECCIÓN Y UNA PESADILLA Los muchachos marcharon por el parque del Kadic. Eran las cinco de la tarde pasadas, y el sol estaba a punto de ponerse, los árboles. —¿No tienes frío, Eva? —Estoy acostumbrada ——Si yo creía que eras de California, que es un siJeremy les hizo un gesto parque del Kadic estaba depodía enterarse de la existencia del pasadizo secreto. Se desplazaron en dirección a La Ermita hasta que empezaron a vislumbrar lchalé abandonado entre los pinos cubiertos de nieve. Después, Jeremy les señaló un punto del terreno en el que el manto blanco era más delgado.—Ya hemos llegado —dijoOdd dio un paso al frente, gallardo. Estcon tal de impresionar a Eva. Se colocóy empezó a apartarla a toda velocidad con los dedos.— ¡Pon más cuidado! —le dio de lleno. Yumi y Aelita no pudieron contener una risilla.Al final Odd señaló la placa metálica de la boca de alcantarilla que acababa de dejar bien despejada. — ¿Bajamos? —Dijo Jeremy mientras miraba a su amigo con una expresión crítica—. Odd, ¿tú no tendcastigado. —Jim está roto del viaje que nos hemos hecho, y nada más llegar se ha pirado a dormir a su habitación,Yumi y Ulrich echaron a un lado la tapa de la al

Texto volcado: El potenciómetro también permite recolectar recuerdos de an sufrido un lavado de cerebro.

UNA DIRECCIÓN Y UNA PESADILLA

Los muchachos marcharon por el parque del Kadic. Eran las cinco de la tarde pasadas, y el sol estaba a punto de ponerse, escondiéndose entre las copas de

—le preguntó Odd—. Llevas la cazadora abierta.—sonrió la muchacha.

Si yo creía que eras de California, que es un sitio bastante caluroso.Jeremy les hizo un gesto para que se estuviesen callados. A esas horas el parque del Kadic estaba desierto, pero nunca se podía estar seguro. Y nadie

día enterarse de la existencia del pasadizo secreto. Se desplazaron en dirección a La Ermita hasta que empezaron a vislumbrar la parte de atrás del

abandonado entre los pinos cubiertos de nieve. Después, Jeremy les un punto del terreno en el que el manto blanco era más delgado.

dijo—. ¿Me ayudáis a escarbar? Odd dio un paso al frente, gallardo. Estaba realmente dispuesto a lo que fuese con tal de impresionar a Eva. Se colocó sobre la nieve con las piernas abiertas

a apartarla a toda velocidad con los dedos. —le gritó Ulrich cuando la cascada de cristales helados

Yumi y Aelita no pudieron contener una risilla. la placa metálica de la boca de alcantarilla que acababa de

Dijo Jeremy mientras miraba a su amigo con una expresión no tendrías que volverte a tu cuarto? Todavía estás

roto del viaje que nos hemos hecho, y nada más llegar se ha pirado ción, ¡así que no hace falta que te preocupes por mí!

Yumi y Ulrich echaron a un lado la tapa de la alcantarilla.

Texto volcado: El potenciómetro también permite recolectar recuerdos de

10 UNA DIRECCIÓN Y UNA PESADILLA

Los muchachos marcharon por el parque del Kadic. Eran las cinco de la tarde escondiéndose entre las copas de

vas la cazadora abierta.

tio bastante caluroso. para que se estuviesen callados. A esas horas el

sierto, pero nunca se podía estar seguro. Y nadie día enterarse de la existencia del pasadizo secreto. Se desplazaron en

a parte de atrás del abandonado entre los pinos cubiertos de nieve. Después, Jeremy les un punto del terreno en el que el manto blanco era más delgado.

mente dispuesto a lo que fuese sobre la nieve con las piernas abiertas

Ulrich cuando la cascada de cristales helados

la placa metálica de la boca de alcantarilla que acababa de

Dijo Jeremy mientras miraba a su amigo con una expresión rías que volverte a tu cuarto? Todavía estás

roto del viaje que nos hemos hecho, y nada más llegar se ha pirado que no hace falta que te preocupes por mí!

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—De acuerdo. Entonces, vamos.Los muchachos se metieron en el conducto y guiaron a Eva a través de un pestilente recorrido por los canales de desagüe. De cuando en cuando, una rata salía corriendo justo delante de ellos, agitando entre las sOdd observaba por el rabillo del ojo a Eva, que no parecía en absoluto impresionada por aquel esraro, si una chica ni se inmutaba al entrar en las cloaterrible y bichos saliendo de toprimera vez que entró. En cuanto volvieron a la superficie, en el puente de hierro, Odd le puso a Eva una mano sobre el hombro.—Alucinante, ¿eh? Mira la de nieve que hay e

respondió Yumi al tiempo que señalaba los carteles de pelide la alambrada que tenían detrás e impedían el paso al puente desde la carretera—. ¿Os habéis preguntado alguna ve—Son sólo para ahuyentar a los posibles intrusosSerá mejor que entremos, que aquíverdad. Llevaron a Eva a hacer la visita guiada de las tres plantas muchacha miraba a su airededor totalmente tranquila, y se movía con una curiosa soltura, como si ya hubiese estado allíconsola de mando del superorcírculo metálico que había en el suelo.—Eso es un proyector holográficoahí arriba crea una imagen triDe esa forma, yo podía ver la posición exacta de mis amigos y de los monstruos de X.A.N.A. —¿XANA?—preguntó de inmediato la muchacha.—Sí, bueno, verás, es una larga historia... Yo me topécasualidad, me picó la curiosicontenía un mundo virtual, Lyoko, y que dentro una espléndida elfa... Aelita se sonrojó y le pegó—Era yo —le susurró después a Eva.—Sólo que Aelita no era laEstaba también X.A.N.A., un ser pérfido capaz de controlar

De acuerdo. Entonces, vamos. Los muchachos se metieron en el conducto y guiaron a Eva a través de un pestilente recorrido por los cana- les de desagüe. De cuando en cuando, una rata salía corriendo justo delante de ellos, agitando entre las sombras su horrenda cola rosácea. Odd observaba por el rabillo del ojo a Eva, que no parecía en absoluto impresionada por aquel espectáculo. Estados Unidos debía de ser un país bien raro, si una chica ni se inmutaba al entrar en las cloacas, con aquel hedterrible y bichos saliendo de todas partes. Hasta Yumi se había estremecido la

En cuanto volvieron a la superficie, en el puente de hierro, Odd le puso a Eva una mano sobre el hombro.

¿eh? Mira la de nieve que hay en el tejado de esa fábrica.

—Esperemos que no se desmoroneYumi al tiempo que señalaba los carteles de peligro que colgaban

de la alambrada que tenían detrás e impedían el paso al puente desde la ¿Os habéis preguntado alguna vez si esos avisos dicen la verdad?

Son sólo para ahuyentar a los posibles intrusos —la tranquilizómejor que entremos, que aquí fuera ya está empezando a hacer frío de

Llevaron a Eva a hacer la visita guiada de las tres plantas subterráneas. La muchacha miraba a su airededor totalmente tranquila, y se movía con una

sa soltura, como si ya hubiese estado allí mil veces. Cuando llegaron a la consola de mando del superor-denador, Jeremy se sentó en el sillón y señaló

culo metálico que había en el suelo. Eso es un proyector holográfico —explicó luego—. La estructura de arriba crea una imagen tridimensional con un mapa completo de Lyoko.

De esa forma, yo podía ver la posición exacta de mis amigos y de los de inmediato la muchacha.

Sí, bueno, verás, es una larga historia... Yo me topé con este sitio por la curiosidad y encendí el superordenador. Descubrí

tenía un mundo virtual, Lyoko, y que dentro de ese mundo se encontraba

y le pegó un pellizco. después a Eva.

Sólo que Aelita no era la única habitante de Lyoko —prosiguióEstaba también X.A.N.A., un ser pérfido capaz de controlar

Los muchachos se metieron en el conducto y guiaron a Eva a través de un

les de desagüe. De cuando en cuando, una rata salía corriendo justo delante de

Odd observaba por el rabillo del ojo a Eva, que no parecía en absoluto pectáculo. Estados Unidos debía de ser un país bien

cas, con aquel hedor das partes. Hasta Yumi se había estremecido la

En cuanto volvieron a la superficie, en el puente de hierro, Odd le puso a Eva

n el tejado de esa fábrica.

Esperemos que no se desmorone —le gro que colgaban

de la alambrada que tenían detrás e impedían el paso al puente desde la cen la verdad?

la tranquilizó Jeremy—. empezando a hacer frío de

subterráneas. La muchacha miraba a su airededor totalmente tranquila, y se movía con una

mil veces. Cuando llegaron a la en el sillón y señaló el

. La estructura de dimensional con un mapa completo de Lyoko.

De esa forma, yo podía ver la posición exacta de mis amigos y de los

con este sitio por el superordenador. Descubrí que

de ese mundo se encontraba

prosiguió Jeremy—.

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unos monstruos. Pero, más que nada, X.A.N.A. era tan poutilizar ciertos puntos concretos de Lyoko, una especie de torres, para acceder a nuestro mundo a través de los aparatos electrónicos y poner en peligro a la gente. —Así que Ulrich, Odd y yocolumnas-escáner para ennéticos, y combatir contra X.A.N.A.—Y consiguieron liberarme de Lyoko, haciendo que volviese a ser una chica normal... —prosiguió Aelita.—Y después seguimos con nuestra lucha, hasta que logramos derrotar a X.A.N.A. para siempre —dor, y colorín colorado. —Pero, entonces —sonriósi unos chavalines como vosotros han conseguido—Eeeexacto —asintió Oddprograma de ordenador. Jeremy lo fulminó con la mirada.—En realidad no resultópadre de Aelita e inventor de Lyoko, no lo habríamos conseguido jamás. Y X.A.N.A. nos causó un montón de problemas. Una vez incluso se apoderó

William Dunbar, transformándolo en un mons— ¿Quieres decir—le preguntótomar el control de seres humanos?—Podía hacerlo —asintiósiempre nos ciábamos cuenta.Esta vez la sonrisa de Eva proyectóYumi se estiró sobre la cama de Aelita, y se volviómuchacha, que estaban sentados a su lado.—Pero ¿habéis visto quéEva. —Bueno, también hay que entenderlatodo, en cosa de una hora le hemos enseñado la fábrica y le hemos hecho un superresumen megaconcentrado de todas nuestras aventuras. Es normal que estuviese flipada. —Puede ser... —concluyó

Pero, más que nada, X.A.N.A. era tan poderoso que podía utilizar ciertos puntos concretos de Lyoko, una especie de torres, para acceder a nuestro mundo a través de los aparatos electrónicos y poner en peligro a la

Odd y yo —intervino Yumi— empezamos a utilizar las escáner para entrar en Lyoko, transformándonos en guerreros ciber

néticos, y combatir contra X.A.N.A. Y consiguieron liberarme de Lyoko, haciendo que volviese a ser una chica

Aelita. Y después seguimos con nuestra lucha, hasta que logramos derrotar a

—concluyó Odd—. Y entonces apagamos el ordena

sonrió Eva—, ese tal X.A.N.A. tampoco era tan poderoso, chavalines como vosotros han conseguido vencerlo.

Odd—. En el fondo no era más que un estúpido

con la mirada. En realidad no resultó fácil —le explicó a Eva—. Sin el profesor Hopper,

lita e inventor de Lyoko, no lo habríamos conseguido jamás. Y un montón de problemas. Una vez incluso se apoderó

la mente de uno de nuestros compaWilliam Dunbar, transformándolo en un monstruo sediento de sangre.

le preguntó Eva con un destello en los ojos—tomar el control de seres humanos?

asintió Yumi— gracias a las torres. Pero por suerte siempre nos ciábamos cuenta. Esta vez la sonrisa de Eva proyectó en su rostro una extraña sombra.

sobre la cama de Aelita, y se volvió hacia Jeremy y la muchacha, que estaban sentados a su lado.

¿habéis visto qué cara que ha puesto? —les preguntó, refiriéndose a

Bueno, también hay que entenderla —la justificó Jeremy—. Después de todo, en cosa de una hora le hemos enseñado la fábrica y le hemos hecho un superresumen megaconcentrado de todas nuestras aventuras. Es normal que

concluyó Yumi, mirándolo con expresión pensativa.

deroso que podía utilizar ciertos puntos concretos de Lyoko, una especie de torres, para acceder a nuestro mundo a través de los aparatos electrónicos y poner en peligro a la

empezamos a utilizar las trar en Lyoko, transformándonos en guerreros ciber-

Y consiguieron liberarme de Lyoko, haciendo que volviese a ser una chica

Y después seguimos con nuestra lucha, hasta que logramos derrotar a . Y entonces apagamos el ordena-

, ese tal X.A.N.A. tampoco era tan poderoso,

. En el fondo no era más que un estúpido

. Sin el profesor Hopper, lita e inventor de Lyoko, no lo habríamos conseguido jamás. Y

un montón de problemas. Una vez incluso se apoderó de

la mente de uno de nuestros compañeros, truo sediento de sangre.

— que puede

rres. Pero por suerte

sombra. cia Jeremy y la

les preguntó, refiriéndose a

. Después de todo, en cosa de una hora le hemos enseñado la fábrica y le hemos hecho un superresumen megaconcentrado de todas nuestras aventuras. Es normal que

Yumi, mirándolo con expresión pensativa.

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—Por cierto —Aelita había decidido cambiar de temapaquete que hemos encontrado en el despacho del diré? Jeremy, tiene que haber alguna forma de descubrir lo que signifiEl muchacho asintió con la cabeza, fue hvez más el envoltorio de papel. Empezó—Bueno, no es tan sencillo. Veréis, el Hoppix es un código de programación de bajísimo nivel... prácticamente usa instrucciones en lenguaje de de esa forma... —observófácil entender qué hará el programa una vez puesto en marcha. Y eldo de ponerlo en marcha es encendiendo el superordenador, cosa que está fuera de toda discusión...página. Dejó caer el folio y, con las manos temblorosas, les enseñómuchachas la nota ajada por el tiempo que había encontrado.Yumi y Aelita se acercaron para leerla.—Es una dirección. —De Bruselas —prosiguió—La letra es la de la profesora Hertz, y la nota esexpediente. Es tan pequeña que antes no me había dado ni cuentaJeremy. Yumi lo miró fijamente.— ¿Qué creéis que puede significar?Se miraron unos a otros, —Ni la menor idea —admitió—Bueno —dijo Yumi—casualidad. Algo tendrá parece? —Deberíamos ir a comprobarlo.

yo podríamos salir mañana por la mañana, bien pronto, y volver por la noche. Puedo decirles a mis padres que este finde me quedo aquícompañera... Jeremy la miró por encima de sus gafas.— ¿Y haceros un viaje hasta Bruselas vosotros soacuérdate de cómo acabóLa última tarde antes de que se acabasen las vamuchachos habían atraveduo, Philippe Broulet, que luego les había revelado la existencia de la habitación secreta de La Ermita. El

Aelita había decidido cambiar de tema—, ¿qué hacemos con el paquete que hemos encontrado en el despacho del diré? Jeremy, tiene que haber alguna forma de descubrir lo que significan esos códigos,

con la cabeza, fue hasta el escritorio y volvióvez más el envoltorio de papel. Empezó a ojear las páginas una por una.

Bueno, no es tan sencillo. Veréis, el Hoppix es un código de programación ticamente usa instrucciones en lenguaje de

observó las caras de sus amigas y sonrió—. En fin, que no es el programa una vez puesto en marcha. Y el

do de ponerlo en marcha es encendiendo el superordenador, cosa que sión... —se detuvo de golpe mientras pasaba una

caer el folio y, con las manos temblorosas, les enseñómuchachas la nota ajada por el tiempo que había encontrado. Yumi y Aelita se acercaron para leerla.

prosiguió Aelita. La letra es la de la profesora Hertz, y la nota estaba escondida en el

expediente. Es tan pequeña que antes no me había dado ni cuenta

fijamente. creéis que puede significar?

Se miraron unos a otros, perplejos. admitió Jeremy al final. —, si la nota estaba aquí dentro, no creo que sea por

que ver con estos folios y el profesor Hopper,

Deberíamos ir a comprobarlo.

—Hoy es viernes —recordó Yumiyo podríamos salir mañana por la mañana, bien pronto, y volver por la noche. Puedo decirles a mis padres que este finde me quedo aquí en el Kadic, con una

por encima de sus gafas. je hasta Bruselas vosotros solos? ¿A otro país?

acuérdate de cómo acabó la otra vez! última tarde antes de que se acabasen las vacaciones de Navidad, los

muchachos habían atravesado media Francia en busca de un misterioso indiviBroulet, que luego les había revelado la existencia de la

habitación secreta de La Ermita. El único problema había sido el viaje de

hacemos con el paquete que hemos encontrado en el despacho del diré? Jeremy, tiene que

¿no crees? asta el escritorio y volvió a coger una a ojear las páginas una por una.

Bueno, no es tan sencillo. Veréis, el Hoppix es un código de programación ticamente usa instrucciones en lenguaje de máquina, y

. En fin, que no es el programa una vez puesto en marcha. Y el único mo-

do de ponerlo en marcha es encendiendo el superordenador, cosa que se detuvo de golpe mientras pasaba una

caer el folio y, con las manos temblorosas, les enseñó a las

taba escondida en el expediente. Es tan pequeña que antes no me había dado ni cuenta —dijo

tro, no creo que sea por que ver con estos folios y el profesor Hopper, ¿no os

Yumi—. Ulrich y yo podríamos salir mañana por la mañana, bien pronto, y volver por la noche.

en el Kadic, con una

¿A otro país? ¡Yumi,

caciones de Navidad, los sado media Francia en busca de un misterioso indivi-

Broulet, que luego les había revelado la existencia de la único problema había sido el viaje de

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vuelta, cuando un revisor de lo más quisquilloso había llamado a la policía, puesto que eran «menores sin acompañansido toda una desventura.—Tendremos mucho cuidado...horas de tren. Todo va a ir a pedir de boca, ya verás.—Pero ¿qué crees que vais a encontrar?—La primera vez descubrimos una habitacipero podría ser realmente importante.Aquella noche, en el comedor, Ulrich terminó— ¿Un viaje tú y yo solos?—Sí. — ¿A Bruselas? —Sí. Ulrich sonrió, recordando el famoso había tratado de exponerle a la muchacha tan sólo unos pocos días antes.— ¡Por mí, estupendo! — ¡Eso no es justo! —Murmuró Odd, que estaba terminando de comerse su segundo filete de pollo, con la boca llena—Claaaro, pero te recuerdo que túlamento, pero tenemos que ir Yumi y yo. Solos. De hecho, somos losque aparentamos unos cuantos años más.Su sonrisa se ensanchó de oreja a oreja. Era una esperealidad. Ellos dos, por fin con alestaba sonriendo. Ulrich se levantó. —Dejadme sólo que llame a casa. Llevo unos cuanpadres, y no me gustaría que llamasen al a estar. Si ficho esta noche, luego se quedarán servidos para tres o cuatro días.Salió del comedor, saludópasillo para acompañarlo de vuelta a su cuarto, y luego se encparque desierto. El muchacho iba sin chaqueta, y hahasta el alma, pero de todas formasYumi! ¡Una aventura con ella!Cogió el móvil y marcó —Hola, papá, soy yo, Ulrich.

Hacía una semana que no hablaban, y su padre pareparecer, las cosas estaban yendo peor que de costumbre en su casa.

vuelta, cuando un revisor de lo más quisquilloso había llamado a la policía, «menores sin acompañante». Más que una aventura, había ventura.

Tendremos mucho cuidado... —bufó Yumi—, y además, son sólo un par de horas de tren. Todo va a ir a pedir de boca, ya verás.

crees que vais a encontrar? La primera vez descubrimos una habitación secreta. Y ahora, quién sabe,

pero podría ser realmente importante. Aquella noche, en el comedor, Ulrich terminó de escuchar a Yumi en silencio.

y yo solos? —añadió después.

Ulrich sonrió, recordando el famoso argumento «no somos sólo amigos»nerle a la muchacha tan sólo unos pocos días antes.

Murmuró Odd, que estaba terminando de comerse su segundo filete de pollo, con la boca llena—. ¡Yo también quiero ir!

Claaaro, pero te recuerdo que tú estás castigado —le soltó Ulrichlamento, pero tenemos que ir Yumi y yo. Solos. De hecho, somos losque aparentamos unos cuantos años más.

de oreja a oreja. Era una especie de sueño que se hacía realidad. Ellos dos, por fin con algo de tiempo para hablar. Yumi también

Dejadme sólo que llame a casa. Llevo unos cuantos días sin hablar con mis padres, y no me gustaría que llamasen al colegio justo mañana, cuando no voy a estar. Si ficho esta noche, luego se quedarán servidos para tres o cuatro días.

del comedor, saludó a Jim Morales, que estaba esperando a Odd en el lo de vuelta a su cuarto, y luego se encaminó

parque desierto. El muchacho iba sin chaqueta, y hacía un frío que cortaba hasta el alma, pero de todas formas él tenía mucho calor. ¡Un viaje con

con ella! ¿Qué más podía pedir? el número de casa.

Hola, papá, soy yo, Ulrich.

La voz al otro lado de la línea sonaba molesta. Hacía una semana que no hablaban, y su padre parecía mosqueado. Al parecer, las cosas estaban yendo peor que de costumbre en su casa.

vuelta, cuando un revisor de lo más quisquilloso había llamado a la policía, que una aventura, había

, y además, son sólo un par de

creta. Y ahora, quién sabe,

cuchar a Yumi en silencio.

«no somos sólo amigos» que nerle a la muchacha tan sólo unos pocos días antes.

Murmuró Odd, que estaba terminando de comerse su ién quiero ir!

Ulrich—. Lo lamento, pero tenemos que ir Yumi y yo. Solos. De hecho, somos los únicos

ie de sueño que se hacía go de tiempo para hablar. Yumi también

tos días sin hablar con mis colegio justo mañana, cuando no voy

a estar. Si ficho esta noche, luego se quedarán servidos para tres o cuatro días. taba esperando a Odd en el

aminó hacia el cía un frío que cortaba

¡Un viaje con

La voz al otro lado de la línea sonaba molesta. cía mosqueado. Al

parecer, las cosas estaban yendo peor que de costumbre en su casa.

Page 130: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—Ulrich. ¿Qué tal te va con el colegio? ¿Has sacado malas notas? El muchacho sintió cómo la rabia le calentaba las mejillas. Su padre siempre estaba con ésas: el colé y las notas. No le interesaba nada más. —Lo normal —respondió. — ¿Qué significa «normal»? ¿Has sacado malas notas, o no? —Notas normales, papá... — ¿Quieres decir tus suspensos normales? ¿Tu normal incapacidad para sacar una nota decente, de modo que te acaban suspendiendo? ¿Tu...? Ulrich oyó cómo su madre empezaba a gritar. — ¡DÉJALO TRANQUILO! ¿No te das cuenta de que siempre estás encima de él? — ¡YO NO ESTOY ENCIMA DE NADIE! —gritó su padre, haciéndole daño en el tímpano—. ESTOY EN MI DERECHO DE SABER SI... —Papá, déjalo —susurró el muchacho—. Todo va bien. Y punto —pero sus padres ya habían dejado de hacerle caso. — ¡POR TU CULPA ES POR LO QUE NO LLAMA NUNCA! —acusaba su madre. — ¡Y POR TU CULPA NUESTRO HIJO NO DA UNA A DERECHAS! Ulrich escuchó en silencio la pelea, que se fue volviendo cada vez más fuerte. Ruidos de sillas arrastradas, de un puño que golpeaba la mesa. Suspiró y col-gó sin despedirse siquiera. Tras aquella alegre charla en familia, sus padres se borrarían del mapa durante un buen tiempo. Por lo menos podía irse tranquilo. Lyoko. Esta vez Aelita se encontraba en el sector del bosque, rodeada de altos árboles idénticos entre sí, con la copa verde recortándose contra el cielo amarillento. No había ningún ruido de hojas, ni un soplo de viento. Ella había adoptado nuevamente el aspecto de una elfa, y notaba la desorientación que sentía siempre cuando pasaba de la realidad al mundo virtual. Se dio la vuelta. La Scyphozoa. El monstruo de X.A.N.A. parecía un gigantesco cucurucho de helado transparente, de una sustancia a medio camino entre el cristal y el metal. El cerebro rosa y asqueroso del monstruo flotaba dentro de él, oculto en parte tras el símbolo de X.A.N.A. Y luego estaban los tentáculos, que salían del cuerpo del monstruo y ondulaban en el aire en dirección a ella. Aelita echó a correr. La Scyphozoa era la criatura más peligrosa de todas las que controlaba su enemigo. Absorbía los recuerdos. Y ella no quería volver a perder la memoria. Ah, no, otra vez no. Cogió velocidad, lanzándose entre los árboles, y el murmullo de la Scyphozoa se transformó en un gruñido ahogado. Sin parar de correr, Aelita echó una mirada por encima de su hombro. El monstruo se había transformado ahora en un perro, un enorme mastín con las fauces abiertas de par en par y los dientes manchados de sangre.

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cuestión de segundos. Aelita no se dio cuenta de que de repente el sueante ella, transformándose en un mar digital del mismo color ocre del cielo. Terminó por caer en él, gritando.La muchacha abrió los ojos de golpe. Otra pesapijama de siempre, embarrado e impregnado por el apestoso olor de las cloacas. Pero no se encontraba en las cloacas.Estaba echada en un charco de luz, sobre un sueque colgaban del techo estaban encendidas sólo donde se hallaba ella, yjaban a oscuras el resto del túnel.Se levantó, temblando, y avanzódelante de ella, y otras se apagaron detrás de su espalda. Siguió¿Se trataba de nuevo de un sueño, o esta vez se encontraba en larealidad? ¿Había tenido otro ataque de sonambulismo? El túnel se fue estrechando lentamente, sus paredes se volvieron rectilíneas y la muempezó a reconocer aquel sitio. La Ermita.Mientras dormía se había metido en el pasadizo secreto que llevabaKadic hasta las cloacas, y luego hasta la casa que había sido de su padre. Pero ¿por qué lo había hecho?a Kiwi se metían en sus sueños junto con los monstruos de X.A.N.A.?Aelita tenía la impresión de quescapaba. Suspirando, decidió detenerse. Llegar hasta La Ermita de noche, sola, no era un plan muy atractivo. Especialmente si andamisterioso que ya había agredivolverse a un lugar seguro, como por ejemplo su cama.Mientras desandaba sus propios pasos, reflexiohablar con Richard.

UN MOSNTRUO EN CASA DE Ulrich y Yumi se bajaron del tren y se vieron inmediataun mar de gente en movimiento. La estación era gigantesca, toda de mármol y cristal, y aun así parecía a reventar. Por todas partes se aglomede negocios, bien trajeados y encorbatados, armados con móviles de

Ya estaba casi a punto de alcanzarla. Era

cuenta de que de repente el suelo empezaba a desaparecer ante ella, transformándose en un mar digital del mismo color ocre del cielo.

él, gritando. los ojos de golpe. Otra pesadilla. Estaba vestida con su

barrado e impregnado por el apestoso olor de las cloacas. Pero no se encontraba en las cloacas. Estaba echada en un charco de luz, sobre un suelo de cemento. Las bombillas que colgaban del techo estaban encendidas sólo donde se hallaba ella, yjaban a oscuras el resto del túnel. Se levantó, temblando, y avanzó un par de pasos. Unas luces se encendieron delante de ella, y otras se apagaron detrás de su espalda. Siguió caminando.¿Se trataba de nuevo de un sueño, o esta vez se encontraba en la

¿Había tenido otro ataque de sonambulismo? El túnel se fue mente, sus paredes se volvieron rectilíneas y la mu

a reconocer aquel sitio. La Ermita. Mientras dormía se había metido en el pasadizo secreto que llevabaKadic hasta las cloacas, y luego hasta la casa que había sido de su padre. Pe

lo había hecho? ¿Y por qué los perros que habían atacado se metían en sus sueños junto con los monstruos de X.A.N.A.?

Aelita tenía la impresión de que había una razón secreta que todavía se le escapaba. Suspirando, decidió detenerse. Llegar hasta La Ermita de noche, sola, no era un plan muy atractivo. Especialmente si andaba por ahímisterioso que ya había agredido al padre de Odd. Sonaba mucho mejor volverse a un lugar seguro, como por ejemplo su cama. Mientras desandaba sus propios pasos, reflexionó: antes que nada, tenía que

11 UN MOSNTRUO EN CASA DE YUMI

Ulrich y Yumi se bajaron del tren y se vieron inmediatamente engullidos por un mar de gente en movimiento. La estación era gigantesca, toda de mármol y

parecía a reventar. Por todas partes se aglomeraban hombres n trajeados y encorbatados, armados con móviles de

Ya estaba casi a punto de alcanzarla. Era

lo empezaba a desaparecer ante ella, transformándose en un mar digital del mismo color ocre del cielo.

dilla. Estaba vestida con su barrado e impregnado por el apestoso olor de las

lo de cemento. Las bombillas que colgaban del techo estaban encendidas sólo donde se hallaba ella, y de-

un par de pasos. Unas luces se encendieron caminando.

¿Se trataba de nuevo de un sueño, o esta vez se encontraba en la ¿Había tenido otro ataque de sonambulismo? El túnel se fue

mente, sus paredes se volvieron rectilíneas y la muchacha

Mientras dormía se había metido en el pasadizo secreto que llevaba desde el Kadic hasta las cloacas, y luego hasta la casa que había sido de su padre. Pe-

los perros que habían atacado se metían en sus sueños junto con los monstruos de X.A.N.A.?

e había una razón secreta que todavía se le escapaba. Suspirando, decidió detenerse. Llegar hasta La Ermita de noche,

ba por ahí el hombre ucho mejor

nó: antes que nada, tenía que

YUMI

mente engullidos por un mar de gente en movimiento. La estación era gigantesca, toda de mármol y

raban hombres n trajeados y encorbatados, armados con móviles de última

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generación y maletines de cuero. Bruselas daba la impresión de ser una ciudad muy seria y muy ocupada.— ¿Tú has estado aquí alguna vez?—Sí. Varias. —Estupendo, porque yo nunca he estado ni cer—Yo diría que desayunarmetro y tratamos de llegar a la...

—Perfecto. Se infiltraron entre la muchedumbre que rodeaba uno de los puestos de la estación y lucharon salvajedespués de lo cual siguieron las indicaciones hasta llegar al metro y estudiaron con atención el trayecto: un transbordo, la línea amarilla y luego la verde. Mientras trataba de orientarse cYumi, que se vio arrollada a emuniforme de guerra. La rescató—Pero ¿será posible que haya toda esta gente?—Bueno, aquí se encuentra la sede de la Comique haya un poco de jaleoseguir agarrarse a su brazo.Después de hacer el viaje subterráneo más apretaen un bocadillo, los dos muchachos empezaron a rla ciudad cogidos de la mano. La multitud parecía haberse desvanecido en la nada, y se respiraba un aire tranquilo y sereno, hasta el punto de que por un momento Ulrich dejó de pensar en que estaba haciendo un viaje para ayudaAelita. Aquéllas eran sus vacaciones, suyas y de Yumi. Estaban juntos en una ciudad espléndida, completamente solos.La Rué Lemonnier era una calle normal de anchas aceras arboladas y condominios residenciales. Alguremontarse a los tiempos de la Primera Guerra Mundial. La dirección que buscaban correspondía a un edificio de esteblanco sucio y ventanas altas. El portal tenía una pesada puerta de metablindada y del color del hierro, y junto a ella hatres hileras de timbres. — ¿Qué nombre hay escrito en la nota?—Madame Lassalle. Podría ser una amiga de la—Lassalle. Aquí está —telefonillo—. Yo llamo, a ver qué

generación y maletines de cuero. Bruselas daba la impresión de ser una ciudad muy seria y muy ocupada.

alguna vez?

Estupendo, porque yo nunca he estado ni cerca. ¿Qué hacemos?Yo diría que desayunar —propuso Yumi—. Y luego vamos a coger el

metro y tratamos de llegar a la... ¿cómo se llama?

—Rué Camille Lemonnier.

Se infiltraron entre la muchedumbre que rodeaba uno de los puestos de la lucharon salvajemente por hacerse con dos fragantes cruasanes,

pués de lo cual siguieron las indicaciones hasta llegar al metro y estudiaron con atención el trayecto: un transbordo, la línea amarilla y luego la verde.

tras trataba de orientarse con el mapa, Ulrich estuvo a punto de perder a Yumi, que se vio arrollada a empujones por un río de abogados en su uniforme de guerra. La rescató estirando un brazo.

posible que haya toda esta gente? se encuentra la sede de la Comisión Europea, así

que haya un poco de jaleo —respondió la muchacha, que acababa de conseguir agarrarse a su brazo. Después de hacer el viaje subterráneo más apretados que una loncha de jamón en un bocadillo, los dos muchachos empezaron a recorrer las amplias calles de la ciudad cogidos de la mano. La multitud parecía haberse desvanecido en la nada, y se respiraba un aire tranquilo y sereno, hasta el punto de que por un

de pensar en que estaba haciendo un viaje para ayudaAelita. Aquéllas eran sus vacaciones, suyas y de Yumi. Estaban juntos en una

pletamente solos. ¿Qué más podía pedir?Lemonnier era una calle normal de anchas aceras arboladas y

condominios residenciales. Algunos de ellos eran modernos, y otros debían de tarse a los tiempos de la Primera Guerra Mundial. La dirección que

buscaban correspondía a un edificio de este último tipo, con la fachada de un blanco sucio y ventanas altas. El portal tenía una pesada puerta de metablindada y del color del hierro, y junto a ella había un portero automático con

nombre hay escrito en la nota? —preguntó Yumi. Madame Lassalle. Podría ser una amiga de la profesora Hertz.

—dijo Yumi mientras señalaba un nombre del . Yo llamo, a ver qué pasa.

generación y maletines de cuero. Bruselas daba la impresión de ser una ciudad

hacemos? . Y luego vamos a coger el

Se infiltraron entre la muchedumbre que rodeaba uno de los puestos de la mente por hacerse con dos fragantes cruasanes,

pués de lo cual siguieron las indicaciones hasta llegar al metro y estudiaron con atención el trayecto: un transbordo, la línea amarilla y luego la verde.

on el mapa, Ulrich estuvo a punto de perder a pujones por un río de abogados en su

que es normal la muchacha, que acababa de con-

dos que una loncha de jamón ecorrer las amplias calles de

la ciudad cogidos de la mano. La multitud parecía haberse desvanecido en la nada, y se respiraba un aire tranquilo y sereno, hasta el punto de que por un

de pensar en que estaba haciendo un viaje para ayudar a Aelita. Aquéllas eran sus vacaciones, suyas y de Yumi. Estaban juntos en una

más podía pedir? Lemonnier era una calle normal de anchas aceras arboladas y

eran modernos, y otros debían de tarse a los tiempos de la Primera Guerra Mundial. La dirección que

último tipo, con la fachada de un blanco sucio y ventanas altas. El portal tenía una pesada puerta de metal,

bía un portero automático con

profesora Hertz. ba un nombre del

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No pasó nada. Ninguna respuesta. Lo intentóresultado. —Prueba con otro timbretodos ellos, uno tras otro, —Me parece que no tenemos suerteYumi. -¡Ey, chicos! —los llamóAmbos se dieron media vuelta como accionados por el mismo resorte. Un anciano con una ridícula boina marrón sobre la cabeza estaba avanzando haellos, empujando una bicicleta de aspecto anticon un llamativo color rojo, como si acabasen de pintarla.—Perdone, ¿está hablando con nosotros?

tranquilamente, un paso tras otportero automático. Después sonresponder nadie. — ¿Cómo puede ser? —nombres, sintiéndose algo confusobuscando a esta señora, Madame Lassalle...—Jovencito —se rió el vejeteRué Lemonnier bombardeada y reducida a escombros durante la guerra. Y le puedo asegurar, con absoluta certezanadie. Hace tiempo era del gobierno. Luego, después de la guerra, lo compró una empresa yanqui. Pero nadie ha venido aquítrabajar, salvo por algunos períodos de pocas semanas.—Pero... —Yumi estaba descorazonadamontón de dinero. —Puede decirlo bien alto, señorita, pero...ojos brillándole como cuando se confía un secretono fue ninguna empresa la que lo No sé si me explico. — ¡¿El servicio secreto?!crédito a sus oídos. —Lo sé, lo sé. A vosotros os viene a la cabeza JaPero debéis saber, chicos, que los servicios secretos existen de verdad. Y durante la guerra funcionaban a pleno rendimiento.Yumi sonrió. —Muchas gracias, señor. Ha sido usted muy amable.

nada. Ninguna respuesta. Lo intentó de nuevo, con el mismo

Prueba con otro timbre —propuso el muchacho, y terminaron llamando a todos ellos, uno tras otro, esperando. Nada.

Me parece que no tenemos suerte —susurró

los llamó una voz. Ambos se dieron media vuelta como accionados por el mismo resorte. Un anciano con una ridícula boina marrón sobre la cabeza estaba avanzando ha

empujando una bicicleta de aspecto anticuado, pero que resplandecía con un llamativo color rojo, como si acabasen de pintarla.

hablando con nosotros? —le preguntó Yumi.

—Sí —dijo el señor. Siguió caminando mente, un paso tras otro, hasta que llegó junto a ellos, al pie del

portero automático. Después sonrió—. Es inútil que llamen. No les va a

—Ulrich clavó la mirada en el telefonillo repleto de nombres, sintiéndose algo confuso—. ¡Mire cuánta gente vive aquí! Estamos buscando a esta señora, Madame Lassalle...

el vejete—, yo vivo en esta calle desde 1936. He visto la deada y reducida a escombros durante la guerra. Y le

puedo asegurar, con absoluta certeza, que en este edificio nunca ha vivido nadie. Hace tiempo era del gobierno. Luego, después de la guerra, lo

una empresa yanqui. Pero nadie ha venido aquí jamás a vivir ni a trabajar, salvo por algunos períodos de pocas semanas.

a descorazonada—, un edificio así debe de valer un

Puede decirlo bien alto, señorita, pero... —el anciano bajó la voz, con los ojos brillándole como cuando se confía un secreto—. En mi humilde opino fue ninguna empresa la que lo compró de verdad. Servicio secreto. Ejem.

¡¿El servicio secreto?! —Ulrich detestaba repetir las cosas, pero no daba

Lo sé, lo sé. A vosotros os viene a la cabeza James Bond y toda esa gente. cos, que los servicios secretos existen de verdad. Y

durante la guerra funcionaban a pleno rendimiento.

Muchas gracias, señor. Ha sido usted muy amable.

nuevo, con el mismo

cho, y terminaron llamando a

Ambos se dieron media vuelta como accionados por el mismo resorte. Un anciano con una ridícula boina marrón sobre la cabeza estaba avanzando hacia

cuado, pero que resplandecía

caminando junto a ellos, al pie del

. Es inútil que llamen. No les va a

la mirada en el telefonillo repleto de gente vive aquí! Estamos

, yo vivo en esta calle desde 1936. He visto la deada y reducida a escombros durante la guerra. Y le

, que en este edificio nunca ha vivido nadie. Hace tiempo era del gobierno. Luego, después de la guerra, lo

más a vivir ni a

debe de valer un

la voz, con los . En mi humilde opinión,

de verdad. Servicio secreto. Ejem.

tir las cosas, pero no daba

mes Bond y toda esa gente. cos, que los servicios secretos existen de verdad. Y

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— ¡No hay de qué, mujer! Es un placer poder pecuando —dijo el vejete antes de alejarse agitando la mano en señal de despedida. Ulrich soltó una risita socarrona.—Para mí que está algo tocado del ala.—Puede que sí, pero tiene razón: no nos ha resahora, ¿qué hacemos? El Café au Lait era un bar modde ángulos rectos, y unas pocas mesitas demasiado estrechas como para resultar cómodas. Aelita llegócon la PDA sobre la mesa y una humeante taza de téestar hecho polvo. — ¿Hace mucho que me estás esperando?tenido algunos problemillas para salir del Kadic.—Qué va —respondió él con una sonrisa torcibeber. Aelita le pidió a la camarera un chpoder echarle un vistazo a la pantalla de su diminuto ordenador. Ahítodavía aquellos códigos en Hoppix.encontrado en el sobre de la profe

pedirle a Jeremy que lo comprobase.Mientras ella se concentraba en la pantalla, Richard la miraba fijamente. Después le rozó una mano.— ¿Puedo preguntarte por qué—Me parecía que era lo la otra noche debió de haber resultado un auténtico choque.convencido de que te ibas a encontrar a una chica de tu edad! Y en vez de eso... —Todavía no consigo creerme que túquiero decir. Por supuesto, eres idéntica, pero...Es imposible. ¡Todo el mundo crece! A lo mejor soy yo, que me estoy volviendo loco. —Existe una buena razón, Richardfuerza los delgados dedos del muchachome he hecho mayor. Me gustaría tanto contártelo todo... peme puedo fiar al cien por cien, asíTengo miedo.

¡No hay de qué, mujer! Es un placer poder pegar la hebra de vez en l vejete antes de alejarse agitando la mano en señal de

una risita socarrona. algo tocado del ala.

Puede que sí, pero tiene razón: no nos ha respondido nadie. Y

au Lait era un bar moderno, con una barra negra, brillante y ángulos rectos, y unas pocas mesitas demasiado estrechas como para

resultar cómodas. Aelita llegó un poco tarde, y encontró a Richard yacon la PDA sobre la mesa y una humeante taza de té a su lado. Tenía

¿Hace mucho que me estás esperando? —Preguntó la muchachatenido algunos problemillas para salir del Kadic.

él con una sonrisa torcida—. Anda, pídete algo de

a la camarera un chocolate y se sentó junto a Richard para poder echarle un vistazo a la pantalla de su diminuto ordenador. Ahí

davía aquellos códigos en Hoppix. ¿Serían los mismos que habían encontrado en el sobre de la profesora Hertz? ¿O a lo mejor eran otra

mismo programa? Tenía que acordarse de pedirle a Jeremy que lo comprobase. Mientras ella se concentraba en la pantalla, Richard la miraba fijamente.

una mano. ¿Puedo preguntarte por qué querías verme? Me parecía que era lo mínimo —se justificó ella—. Después de todo, para ti

de haber resultado un auténtico choque. ¡En fin, esconvencido de que te ibas a encontrar a una chica de tu edad! Y en vez de

Todavía no consigo creerme que tú seas... ella. La Aelita que yo conocía, quiero decir. Por supuesto, eres idéntica, pero... —Richard bajó

¡Todo el mundo crece! A lo mejor soy yo, que me estoy

Existe una buena razón, Richard —dijo Aelita mientras estrechaba fuerza los delgados dedos del muchacho—. Yo soy la auténtica Aelita, y no me he hecho mayor. Me gustaría tanto contártelo todo... pero todavía no séme puedo fiar al cien por cien, así que, por favor, trata de comprenderlo.

gar la hebra de vez en l vejete antes de alejarse agitando la mano en señal de

pondido nadie. Y

gra, brillante y ángulos rectos, y unas pocas mesitas demasiado estrechas como para

a Richard ya sentado, a su lado. Tenía cara de

guntó la muchacha—. He

. Anda, pídete algo de

junto a Richard para poder echarle un vistazo a la pantalla de su diminuto ordenador. Ahí estaban

mos que habían ¿O a lo mejor eran otra pieza del

mismo programa? Tenía que acordarse de

Mientras ella se concentraba en la pantalla, Richard la miraba fijamente.

. Después de todo, para ti ¡En fin, estabas

convencido de que te ibas a encontrar a una chica de tu edad! Y en vez de

ella. La Aelita que yo conocía, la voz—.

¡Todo el mundo crece! A lo mejor soy yo, que me estoy

dijo Aelita mientras estrechaba con . Yo soy la auténtica Aelita, y no

ro todavía no sé si que, por favor, trata de comprenderlo.

Page 135: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Era el momento de empezar a explicarle de veraquella cita. Durante las vacaciones de Navidad, por motivos que todavía no había conseguido comprender, Aelita había sufrido una extraña amnesia, y todos sus recuerdos de Lyoko se habían esfumhabían ayudado, grabando con más paciencia que un santo un videodiario en el que le contaban todo lo que hahabía encontrado por casualidad la antigua fábrica.Pero ¿y antes de eso? Aelitpadre en La Ermita e iba a la misma clase que Richard. Ni siquiera recordala cara de su madre, Anthea. Pero Richard podía echarle una mano.El muchacho parecía contento de poder contarle todo, y empezóclase, sus profesores... Aelita y Richard habían sido amigos del alma, tal y como creía serlo ahora de Jeremy, ytardes en las que Hopper los ayudaba a hacer los deberes en el enorme salón de La Ermita, excursiones del colegio, alegría.—De todas formas, ya por aquel entonces eras una chica raritacierta altura Richard—. A veexplicarme nunca nada. Me decías que te ibas a trabajar con tu padreera un proyecto secreto y no poel último curso que pasaste conmigo, empezaste a frecuentar a un nuevo amigo. Lo llamabas Señormuy solo, y que tú tenías mundo. Cuando hablabas de»Y yo... —Richard se sonrojóme ponía tan celoso! Me imaginaba a ese Señordel que te habías enamorado locamente... y túpara jugar conmigo... —

haciendo cada vez más frecuentes, y durante unaa darnos clase, y tú tampoco venías. Hasta que un buen día desapareciste. Yo te estaba esperando, porque teníamos un examen que nos habíamos estudiado juntos, pero tú no viniste. Esa tarde, cuando fui corriendo hasta La Ermita, me encontré con las puertas verte jamás. Hasta la otra noche.Era el 6 de junio de 1994, el día en que Hopper había terminado de trabajar en el proyecto Lyoko y había huido al mundo virtual, llevándose a su hija consigo. Y apagando el superordenador, que iba a permanecer así, inactivo, hasta la llegada de Jeremy.

nto de empezar a explicarle de verdad por qué le había pedido aquella cita. Durante las vacaciones de Navidad, por motivos que todavía no había conseguido comprender, Aelita había sufrido una extraña amnesia, y todos sus recuerdos de Lyoko se habían esfumado. Jeremy y los demás la habían ayudado, grabando con más paciencia que un santo un videodiario en el que le contaban todo lo que había pasado desde el momento en que Jeremy había encontrado por casualidad la antigua fábrica.

¿y antes de eso? Aelita no tenía ningún recuerdo de cuando vivía con su padre en La Ermita e iba a la misma clase que Richard. Ni siquiera recordala cara de su madre, Anthea. Pero Richard podía echarle una mano.El muchacho parecía contento de poder contarle todo, y empezóclase, sus profesores... Aelita y Richard habían sido amigos del alma, tal y como creía serlo ahora de Jeremy, y él recordaba montones de detalles: largas tardes en las que Hopper los ayudaba a hacer los deberes en el enorme salón

mita, excursiones del colegio, alegría. De todas formas, ya por aquel entonces eras una chica rarita —

. A veces desaparecías durante tardes enteras, sin me nunca nada. Me decías que te ibas a trabajar con tu padre

era un proyecto secreto y no podías contármelo ni siquiera a mí. Y luego, so que pasaste conmigo, empezaste a frecuentar a un nuevo

amigo. Lo llamabas Señor X, y me decías que era muy simpático y estaba tenías que ayudarlo a descubrir cómo funcionaba el

mundo. Cuando hablabas de él te brillaban los ojos. Richard se sonrojó—. Estaba coladito por ti en aquella

me ponía tan celoso! Me imaginaba a ese Señor X como un chaval extranjero habías enamorado locamente... y tú tenías mucho menos tiempo

—hizo una breve pausa, y luego siguió hablando

después tus visitas al Señor X se fueron haciendo cada vez más frecuentes, y durante una época tu padre de

tampoco venías. Hasta que un buen día desapareciste. Yo rando, porque teníamos un examen que nos habíamos estudiado

no viniste. Esa tarde, cuando fui corriendo hasta La Ermita, me con las puertas y las ventanas cerradas a cal y canto. Y ya no volví

verte jamás. Hasta la otra noche. Era el 6 de junio de 1994, el día en que Hopper había terminado de trabajar en el proyecto Lyoko y había huido al mundo virtual, llevándose a su hija

do el superordenador, que iba a permanecer así, inactivo, hasta la llegada de Jeremy.

le había pedido aquella cita. Durante las vacaciones de Navidad, por motivos que todavía no había conseguido comprender, Aelita había sufrido una extraña amnesia, y

ado. Jeremy y los demás la habían ayudado, grabando con más paciencia que un santo un videodiario en

bía pasado desde el momento en que Jeremy

cuerdo de cuando vivía con su padre en La Ermita e iba a la misma clase que Richard. Ni siquiera recordaba la cara de su madre, Anthea. Pero Richard podía echarle una mano. El muchacho parecía contento de poder contarle todo, y empezó a hablar de su clase, sus profesores... Aelita y Richard habían sido amigos del alma, tal y

tones de detalles: largas tardes en las que Hopper los ayudaba a hacer los deberes en el enorme salón

—comentó a ces desaparecías durante tardes enteras, sin

me nunca nada. Me decías que te ibas a trabajar con tu padre, pero que días contármelo ni siquiera a mí. Y luego,

so que pasaste conmigo, empezaste a frecuentar a un nuevo y me decías que era muy simpático y estaba

que ayudarlo a descubrir cómo funcionaba el

. Estaba coladito por ti en aquella época, ¡y como un chaval extranjero

tenías mucho menos tiempo hablando—. Y

se fueron época tu padre dejó de venir

tampoco venías. Hasta que un buen día desapareciste. Yo rando, porque teníamos un examen que nos habíamos estudiado

no viniste. Esa tarde, cuando fui corriendo hasta La Ermita, me y las ventanas cerradas a cal y canto. Y ya no volví a

Era el 6 de junio de 1994, el día en que Hopper había terminado de trabajar en el proyecto Lyoko y había huido al mundo virtual, llevándose a su hija

do el superordenador, que iba a permanecer así, inactivo,

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Aelita miró a Richard, y el muchacho le devolvióla PDA seguían pasando aquellos códigos en Hoppix. Alguien había activado esa alarma (porque la muchacha sentía que aquellos códigos eran una alarma), de forma queDe alguna manera, su padre había pensado que Richard era la persona adecuada para estar cerca de ella en un momento difícil, y Aelita sentía que se encontraba frente un muchacho especial, que podía enEmpezó a hablarle de Lyoko. Uf. Hiroki Ishiyama llevaba un par de horas despierto, y estaba echado en su dormitorio, con el pequeño televisor que tenía sobre el escritorio encendidretransmitiendo el millonésimo episodio de unos dibuhabía visto demasiadas veces.Entre semana, su hermana se pasaba todo el día en el colegio, pero el sábado y el domingo, por lo general, estaban juntos y ella jugaba un poco conahora, en cambio, el chiquillo se encontraba soen la cama, porque el fin de semana les encantaba levantarse algo tarde, y desde que lo habían herido,no tenía nada que hacer.Pero en aquel momento oyórápidos, enfadados. Hiroki levantócanzado una tonalidad agudísima,Los ladridos del perro fueron enloqueciéndoscesaron de golpe. Hiroki se puso en pie de un salto y se acercósu habitación. La casa estaba en silencio. Tal vez incluso demasiado. Bajómanija de forma que no hiciese ningún ruido (era una técnica que había aprendido cuando le gastaba bromas a Yumi), y se quedóla puerta, esperando. Oyó unos pasos, el ruido de unas pesadas botas que subían por las escaleras. No eran sus padres, ni ningún amigo suyo: se habrían quitado los zapatos.Nadie podía entrar en una casa japonesa con un obun ladrón.

atreverse a asomar ni siquiera un pelo al otro lado de la delgada hoja de la puerta. Los pasos terminaron de recorrer las pasando por delante del cuarto de Yumi, y luego del suyo. Después prosiguieron hasta el dormitorio de sus pa

a Richard, y el muchacho le devolvió la mirada. Por la pantalla de la PDA seguían pasando aquellos códigos en Hoppix. Alguien había activado

e la muchacha sentía que aquellos códigos eran de forma que él fuese a La Ermita a ayudarlos.

De alguna manera, su padre había pensado que Richard era la persona adecuada para estar cerca de ella en un momento difícil, y Aelita sentía que se

contraba frente un muchacho especial, que podía entender todo aquello.a hablarle de Lyoko.

Hiroki Ishiyama llevaba un par de horas despierto, y estaba echado en su dormitorio, con el pequeño televisor que tenía sobre el escritorio encendid

transmitiendo el millonésimo episodio de unos dibujos animados que ya había visto demasiadas veces. Entre semana, su hermana se pasaba todo el día en el colegio, pero el sábado y el domingo, por lo general, estaban juntos y ella jugaba un poco conahora, en cambio, el chiquillo se encontraba solo. Sus padres todavía estaban en la cama, porque el fin de semana les encantaba levantarse algo tarde, y desde que lo habían herido, Kiwi dormía durante todo el día. Así

hacer. Pero en aquel momento oyó ladrar al perrito en el piso de abajo. Eran ladridos

roki levantó la cabeza: los gruñidos de Kiwi

canzado una tonalidad agudísima, aterrorizada. Los ladridos del perro fueron enloqueciéndose cada vez más, hasta que cesaron de golpe. Hiroki se puso en pie de un salto y se acercó a la puerta de su habitación. La casa estaba en silencio. Tal vez incluso demasiado. Bajómanija de forma que no hiciese ningún ruido (era una técnica que había

rendido cuando le gastaba bromas a Yumi), y se quedó agazapado detrás de

unos pasos, el ruido de unas pesadas botas que subían por las escaleras. No eran sus padres, ni ningún amigo suyo: se habrían quitado los zapatos.

ía entrar en una casa japonesa con un objeto impuro y sucio... salvo

Hiroki dejó de respirar, totalmente inmóvil, sin atreverse a asomar ni siquiera un pelo al otro lado de la delgada hoja de la puerta. Los pasos terminaron de recorrer las escaleras y cruzaron el pasillo,

do por delante del cuarto de Yumi, y luego del suyo. Después prosiguieron hasta el dormitorio de sus padres.

la mirada. Por la pantalla de la PDA seguían pasando aquellos códigos en Hoppix. Alguien había activado

e la muchacha sentía que aquellos códigos eran

De alguna manera, su padre había pensado que Richard era la persona adecuada para estar cerca de ella en un momento difícil, y Aelita sentía que se

tender todo aquello.

Hiroki Ishiyama llevaba un par de horas despierto, y estaba echado en su dormitorio, con el pequeño televisor que tenía sobre el escritorio encendido,

jos animados que ya

Entre semana, su hermana se pasaba todo el día en el colegio, pero el sábado y el domingo, por lo general, estaban juntos y ella jugaba un poco con él. Pero

lo. Sus padres todavía estaban en la cama, porque el fin de semana les encantaba levantarse algo tarde, y

do el día. Así que Hiroki

ladrar al perrito en el piso de abajo. Eran ladridos Kiwi habían al-

e cada vez más, hasta que a la puerta de

su habitación. La casa estaba en silencio. Tal vez incluso demasiado. Bajó la manija de forma que no hiciese ningún ruido (era una técnica que había

zapado detrás de

unos pasos, el ruido de unas pesadas botas que subían por las escaleras. No eran sus padres, ni ningún amigo suyo: se habrían quitado los zapatos.

jeto impuro y sucio... salvo

de respirar, totalmente inmóvil, sin atreverse a asomar ni siquiera un pelo al otro lado de la delgada hoja de la

escaleras y cruzaron el pasillo, do por delante del cuarto de Yumi, y luego del suyo. Después

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El chiquillo oyó una voz que decía: «No me digáis que no os acordáis de mí... », y luego un gritito asustado de su madre. Después, simplemente, nada. Alteradísimo, Hiroki salió de su cuarto, y vio al fondo del pasillo un ser alto con un impermeable ajustado y unas manos enormes, llenas de pantallas y de lucecitas. Las mantenía apoyadas sobre las cabezas de sus padres, que aún estaban en pijama y parecían haberse desmayado. Hiroki no sabía si aquello era un hombre o un monstruo, pero estaba seguro de que era demasiado grande como para enfrentarse a él por su cuenta. Ne-cesitaba ayuda. Se escabulló escaleras abajo, doblado por la mitad y callado como un muerto. En el salón, Kiwi estaba inmóvil dentro de su cesta, pero respiraba. El hombre misterioso debía de haberlo drogado. Se puso los zapatos y cogió al perrillo en brazos. Luego abrió la puerta de la entrada y salió disparado. ¿A quién podía avisar? ¿Quién podía ayudarlo? Odd acababa de colgar el teléfono. Su madre lo había llamado para decirle que su padre se encontraba mejor, que los del hospital le habían dado el alta y ya estaba de vuelta en casa. Por suerte. El muchacho consideró por un momento la posibilidad de volver a dormirse, pero luego oyó que llamaban a su puerta. Se acercó a abrir y se topó con el hermanito de Yumi, que llevaba a Kiwi en brazos y tenía una mirada aterrorizada. —jHiroki! Pero ¿qué haces aquí?—exclamó Odd al tiempo que el perro le saltaba al cuello para lamerle la cara—. Oye, oye, estate quieto. No deberías haberlo traído aquí... ¿y Jim? —dijo antes de asomar la cabeza para comprobar si había alguien por el pasillo. Nadie, por suerte. Hiroki estaba dando saltitos de un pie a otro. — ¡ODD! —Explotó— ¡NECESITO AYUDA! ¡UNMONSTRUOHACOGIDOAMISPAPÁS! —Más despacio, Hiroki. Cuéntame qué ha pasado. El chiquillo logró balbucear una explicación más bien confusa, y Odd se rascó la barbilla. El hermano de Yumi no era uno de esos niños que se inventan historias fantasiosas... y lo que le contaba se parecía mucho a lo que le había pasado a su padre el día anterior... —Vamos a avisar a Jeremy, y luego corremos a tu casa. — ¡Pero yo quiero a Yumi! —Protestó el chiquillo—. ¿Dónde está mi hermana? —Es una larga historia. Tú confía en mí, y sígueme. El niño prodigio se encontraba en su cuarto, totalmente concentrado en el expediente de Waldo Schaeffer. Los muchachos entraron en la habitación como dos ciclones, y Odd le explicó en dos patadas la situación. Mientras los

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Jeremy empezó a sonar. Era Ulrich, que lo llamaba desde Bruselas.— ¿Qué te ha dicho Jeremy?El muchacho se encogió—Sugiere que hagamos unas cuantas fotos de la cerradura y se las mandemos. Esta tarde o esta noche nos explicarácerrajarla. — ¿Vamos a forzarla? ¡Pero eso es delito!arriesgamos a terminar en la cárcel de verdad. Además, si resulta ser un edificio de algún servicio secreto,micrófonos que podría haber ahí—Y, sobre todo —la interrumpiópasaremos la noche aquí. No creo que dos menores puedan pillarse una habitación en un hotel. —Mmm —le respondió acuerdas de que te he dicho que yo he venido a menudo a Bruselas? Pues eso es porque aquí vive una amiga de mi madre. Es una tía legal. Estoy segura de que nos hospedará, y, desde luego, no va a irles con el cuento a mis padres.—Entonces, perfecto —sacarle un par de fotos a esta dichosa cerraduvacaciones el resto del día.Así era. Y la idea no le parecía nada mal a ninguHiroki metió la llave en la puerta de su casa, abrióde los labios para ordenarmuchachos entraron detrás desobre el sofá del salón. — ¿Puedo hacer algo por vosotros?salía de la cocina. Estaba vestida de punta en blanco, conque se ponía para ir al trabajo. A través de la puerta entreabierta de la cocise veía al padre de Hiroki, que también llevaba traje y corbata.Jeremy se retorció las manos, en busca de algo inteligente que decir.— ¿Puedo hacer algo por vosotros?amplia sonrisa, y entonces Hiroki le saltó—Mamá, mamá, ¿estás bien?—Claro. ¿Puedo hacer algo por vosotros?Jeremy y Odd saludaron tímidamente a la señora Ishiyama, que les respondió con una sonrisa silencio

tres salían de nuevo al pasillo, el móvil de a sonar. Era Ulrich, que lo llamaba desde Bruselas.

te ha dicho Jeremy? —preguntó Yumi. ogió de hombros.

Sugiere que hagamos unas cuantas fotos de la cerradura y se las mandemos. Esta tarde o esta noche nos explicará qué herramientas comprar, y cómo des

¡Pero eso es delito! —Protestó Yumi—. Esta vez nos arriesgamos a terminar en la cárcel de verdad. Además, si resulta ser un

de algún servicio secreto, ¿te imaginas la cantidad de cámaras y micrófonos que podría haber ahí dentro? Y...

la interrumpió Ulrich con una sonrisa—, eso signpasaremos la noche aquí. No creo que dos menores puedan pillarse una habi

Yumi—, en realidad eso no es un problema.acuerdas de que te he dicho que yo he venido a menudo a Bruselas? Pues eso

vive una amiga de mi madre. Es una tía legal. Estoy segura de que nos hospedará, y, desde luego, no va a irles con el cuento a mis padres.

—concluyó Ulrich—. Al parecer sólo necesitamos sacarle un par de fotos a esta dichosa cerradura, y luego podremos estar de

ciones el resto del día. era. Y la idea no le parecía nada mal a ninguno de los dos.

la llave en la puerta de su casa, abrió y se puso un dedo delante de los labios para ordenarles a Odd y Jeremy que no hiciesen ruido. Ambos muchachos entraron detrás de él, quitándose los zapatos. El niño dejó

¿Puedo hacer algo por vosotros? —preguntó la madre de Hiroki mientras

Estaba vestida de punta en blanco, con un elegante traje de chaqueta de los que se ponía para ir al trabajo. A través de la puerta entreabierta de la cocise veía al padre de Hiroki, que también llevaba traje y corbata.

las manos, en busca de algo inteligente que decir.¿Puedo hacer algo por vosotros? —repitió la señora, desplegando una

amplia sonrisa, y entonces Hiroki le saltó al cuello. ¿estás bien?

¿Puedo hacer algo por vosotros? Jeremy y Odd saludaron tímidamente a la señora Ishiyama, que les

con una sonrisa silenciosa y los ojos perdidos en la inmensidad.

llo, el móvil de a sonar. Era Ulrich, que lo llamaba desde Bruselas.

Sugiere que hagamos unas cuantas fotos de la cerradura y se las mandemos. herramientas comprar, y cómo des-

. Esta vez nos arriesgamos a terminar en la cárcel de verdad. Además, si resulta ser un

¿te imaginas la cantidad de cámaras y

, eso significa que pasaremos la noche aquí. No creo que dos menores puedan pillarse una habi-

, en realidad eso no es un problema. ¿Te acuerdas de que te he dicho que yo he venido a menudo a Bruselas? Pues eso

vive una amiga de mi madre. Es una tía legal. Estoy segura de que nos hospedará, y, desde luego, no va a irles con el cuento a mis padres.

recer sólo necesitamos ra, y luego podremos estar de

y se puso un dedo delante hiciesen ruido. Ambos

patos. El niño dejó a Kiwi

la madre de Hiroki mientras

gante traje de chaqueta de los que se ponía para ir al trabajo. A través de la puerta entreabierta de la cocina

las manos, en busca de algo inteligente que decir. la señora, desplegando una

Jeremy y Odd saludaron tímidamente a la señora Ishiyama, que les sa y los ojos perdidos en la inmensidad.

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—Si no os hace falta nada, me vuelvo a cocinarcon un tono de voz carente de expresión.Los muchachos se encontraron en el salón solos y perplejos.— ¡Yo no os he mentido!—Oh —le respondió Jeremyhabéis notado nada raro?Los otros dos negaron con la cabeza.

Hiroki —les explicó el muchachoYumi. —Es como si estuviesen confusos—Los mismos síntomas de mi padrememoria, y dicen cosas rarísi—Echemos un vistazo por la casacreo que se den ni cuenta.Subieron las escaleras y entraron en la habitación de los padres de Yumi. La cama estaba hecha, y el parqué, limpio y reluciente. Miraron por todas partes, hasta debajo de la cama, pero no había ni una simple mothuella embarrada. También les echaron un rápido vistazo a las habiHiroki, pero todo estaba en orden.—Bajemos al jardín —propuso Odd.Se despidieron de los señores Ishiyama y salieron al aire libre.tambaleándose. —Trata de describirnos bien a ese hombre miste— ¡Os digo que era un monstruo,

—No creo —lo interrumpióun monstruo. Probablemente sería un homEl niño cerró los ojos para concentrarse bien, y luego les hablóalta con el impermeable oscuro y los guantes luminosos.—Kiwi se puso a ladrar, y luego se durmióun spray soporífero —concluyó.—Estaba preparado para entrar aquíEn aquel momento un ladrido deolfateando el césped del jardín, y gañía, asustado. Los muchachos se acercaron y vieron la huella de un zapato profundamPertenecía a algún tipo de bota militar con la suela bien gruesa. Junto a ella había confusas pisadas de perros.

Si no os hace falta nada, me vuelvo a cocinar —concluyó la madre de Yumi rente de expresión.

Los muchachos se encontraron en el salón solos y perplejos. o no os he mentido! —Anunció Hiroki—. Había un monstruo, en serio.

Jeremy—, no tengo la menor duda. Contadme,habéis notado nada raro? Los otros dos negaron con la cabeza.

—Parece como si no hubiese reconocido a el muchacho—. Y ni siquiera nos ha preguntado por

Es como si estuviesen confusos —dijo Hiroki. Los mismos síntomas de mi padre —asintió Odd—. Han perdido la

memoria, y dicen cosas rarísimas. Echemos un vistazo por la casa —propuso Jeremy—. Tal y como están, no

creo que se den ni cuenta. Subieron las escaleras y entraron en la habitación de los padres de Yumi. La cama estaba hecha, y el parqué, limpio y reluciente. Miraron por todas partes, hasta debajo de la cama, pero no había ni una simple mota de polvo o una

También les echaron un rápido vistazo a las habitaciones de Yumi y de Hiroki, pero todo estaba en orden.

propuso Odd. Se despidieron de los señores Ishiyama y salieron al aire libre. Kiwi

Trata de describirnos bien a ese hombre misterioso —dijo Jeremy.monstruo, no un hombre! —empezó Hiroki.

lo interrumpió Jeremy— que lo que ha entrado en tu casa fuese mente sería un hombre que parecía un monstruo.

los ojos para concentrarse bien, y luego les habló de la silueta alta con el impermeable oscuro y los guantes luminosos.

se puso a ladrar, y luego se durmió de golpe. Debe de haber utilizado concluyó.

Estaba preparado para entrar aquí—sentenció Odd. En aquel momento un ladrido de Kiwi los distrajo. El perrillo estaba olfateando el césped del jardín, y gañía, asustado. Los muchachos se

ron la huella de un zapato profundamente hundida en la tierra. Pertenecía a algún tipo de bota militar con la suela bien gruesa. Junto a ella había confusas pisadas de perros.

la madre de Yumi

bía un monstruo, en serio. nor duda. Contadme, ¿no

Parece como si no hubiese reconocido a guntado por

. Han perdido la

y como están, no

Subieron las escaleras y entraron en la habitación de los padres de Yumi. La cama estaba hecha, y el parqué, limpio y reluciente. Miraron por todas partes,

a de polvo o una

taciones de Yumi y de

Kiwi los siguió,

dijo Jeremy. Hiroki.

que lo que ha entrado en tu casa fuese un monstruo.

de la silueta

pe. Debe de haber utilizado

los distrajo. El perrillo estaba olfateando el césped del jardín, y gañía, asustado. Los muchachos se

ente hundida en la tierra. Pertenecía a algún tipo de bota militar con la suela bien gruesa. Junto a ella

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DEMASIADOS MISTERIOS El gran reloj que destacaba sobre el edificio principal ce la academia Kadic dio las doce campanadas que indicaban la medianoche. En su habitación de la residencia, Jeremy oyó aquel sonido lúgubre y se resigAquella noche le resultaba imposible coSe levantó de la cama y llegóhoja de papel y empezó surgido y la información que habían conseguido hasta ese momento.

Hopper? ¿Por qué tenía guardado un expediente sobre

los códigos?¿Y la dirección de Bruselas?

Suspiró. Una ristra de preguntas... y acababa de empezar.2. El hombre de los perros.

tiene tomada con los padres de Odd y Yumi?

demás? Aquel pensamiento lo dejóhabían vivido en la ciudad, peempezase a ir al colegio. El hecho de que viviesen lejos podía mansalvo... ¿o tal vez no? Pensándolo mejor, los padres de Odd también vivían en otra ciudad... Trató de no pensar en eso, y prosiguió3. Richard. ¿Por qué han aparecido todos esos código

ordenador? ¿Ha sido Hopper el que se los ha enviado?

mira como si fuese un dios?

Jeremy resopló, y borró le había contado que por la mañana había visto a Richard en un café, había sentido cómo le hervía la sangre... pero eso no tenía importancia. De momento. 4. Hopper. ¿Qué significaba el vídeo que nos hizo encontrar?

hacer para ayudar a Aelita a localizar a su madre?

5. X.A.N.A.

12 DEMASIADOS MISTERIOS

que destacaba sobre el edificio principal ce la academia Kadic dio las doce campanadas que indicaban la medianoche. En su habitación de la

aquel sonido lúgubre y se resignó a encender la luz. Aquella noche le resultaba imposible conciliar el sueño.

de la cama y llegó hasta su escritorio. Cogió un bolígrafo y una a nacer una lista de todos los problemas que habían

surgido y la información que habían conseguido hasta ese momento.

1. Profesora Hertz. ¿Qué sabe de

tenía guardado un expediente sobre él? ¿Qué

los códigos?¿Y la dirección de Bruselas? Suspiró. Una ristra de preguntas... y acababa de empezar.

El hombre de los perros. ¿Quién es? ¿Qué quiere? ¿Por qué

dres de Odd y Yumi? ¿Les tocará ahora también a los

Aquel pensamiento lo dejó helado. Cuando Jeremy era pequeño, sus padres habían vivido en la ciudad, pero se habían mudado poco antes de que

io. El hecho de que viviesen lejos podía man¿o tal vez no? Pensándolo mejor, los padres de Odd también vivían en

de no pensar en eso, y prosiguió con la lista. han aparecido todos esos códigos en su

¿Ha sido Hopper el que se los ha enviado? ¿Por qué

mira como si fuese un dios? la última frase. No resultaba pertinente. La muchacha

le había contado que por la mañana había visto a Richard en un café, había sentido cómo le hervía la sangre... pero eso no tenía importancia. De

significaba el vídeo que nos hizo encontrar? ¿Qué

hacer para ayudar a Aelita a localizar a su madre?

que destacaba sobre el edificio principal ce la academia Kadic dio las doce campanadas que indicaban la medianoche. En su habitación de la

a encender la luz.

un bolígrafo y una a nacer una lista de todos los problemas que habían

surgido y la información que habían conseguido hasta ese momento.

sabe de

¿Qué significan

¿Por qué parece que la

ahora también a los

helado. Cuando Jeremy era pequeño, sus padres ro se habían mudado poco antes de que él

io. El hecho de que viviesen lejos podía mantenerlos a ¿o tal vez no? Pensándolo mejor, los padres de Odd también vivían en

¿Por qué Aelita lo

taba pertinente. La muchacha le había contado que por la mañana había visto a Richard en un café, y él había sentido cómo le hervía la sangre... pero eso no tenía importancia. De

¿Qué debemos

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Y en aquel punto Jeremy se qsobre el blanco del papel. X.A.N.A. había sido derrotado. De eso, por lo menos, estaban seguros. Odd tampoco conseguía pegar ojo. En su cabeza, los ojos apagados del señor Ishiyama se superponían a los deÉl era un muchacho alegre, y siempre estaba de buen humor, pero aquel asunto lo estaba afectando bastante. Alguien había llamado a su puerta y había atraído con engaños a su padre hasta el jardín para hacerleel muchacho ya estaba seguro de que no se trataba de un secuestro. De ser así, los padres de Yumi habrían corrido la misma suerte. Por lo tanto, la pregunta realmente importante era distinta:algo que ver con aquellos guantes luminosos, eso estaba tan claro como el agua, aunque no fuese más que un clavo ardiendo. Y tal vez tuviese que ver también con la capacidad de desaparecer de los vígrabado en La Ermita. De golpe y porrazo le volhabía dado su madre en el hospital. Se levantóen los bolsillos de su chaquetón. Sacóobservó. No tenía nada escrito, tan sólo tres o culado.

cosas, pero Eva parecía bastante ducha en el tema. En el fondo, gracias a ella había descubierto la imagen del hombre de los perros en los vídeos de La Ermita. Seguramente podría aaquel par de centímetros cuadrados de plástico. Y además, al día siguiente era domingo, la ocasión perfecta para ir a verla a su casa. Iba a posus padres y pasar un rato con ella...Rebuscó en medio del caos absoluto de su escritrocito de papel en el que había copiado la dirección y el número de la muchacha cuando finalmente había tenido que lavarse la mano. Ahí estaba: Rué André Rene.

formas. Cogió el móvil y marcótoque. —Ah, así que tú tampoco estabas durmiendo.—No —le respondió su amigodel portal para explicárs

Y en aquel punto Jeremy se quedó bloqueado, con el bolígrafo suspendido sobre el blanco del papel. X.A.N.A. había sido derrotado. De eso, por lo menos, estaban seguros. ¿O no?

Odd tampoco conseguía pegar ojo. En su cabeza, los ojos apagados del señor Ishiyama se superponían a los de su padre, dulces y entrecerrados.Él era un muchacho alegre, y siempre estaba de buen humor, pero aquel asunto lo estaba afectando bastante. Alguien había llamado a su puerta y había atraído con engaños a su padre hasta el jardín para hacerle algo.

el muchacho ya estaba seguro de que no se trataba de un secuestro. De ser así, los padres de Yumi habrían corrido la misma suerte. Por lo tanto, la pregunta realmente importante era distinta: ¿qué quería el hombre de los perros? Tenía

con aquellos guantes luminosos, eso estaba tan claro como el agua, aunque no fuese más que un clavo ardiendo. Y tal vez tuviese que ver también con la capacidad de desaparecer de los vídeos que Jeremy había

De golpe y porrazo le volvió a la cabeza la extraña tarjeta fotográfica que le había dado su madre en el hospital. Se levantó de la cama y se puso a hurgar en los bolsillos de su chaquetón. Sacó el cuadradito de plástico gris y lo observó. No tenía nada escrito, tan sólo tres o cuatro marcas doradas en un

Odd resopló. Él no entendía nada de estas cosas, pero Eva parecía bastante ducha en el tema. En el fondo, gracias a ella había descubierto la imagen del hombre de los perros en los vídeos de La

guramente podría ayudarlo a descubrir también qué se escondía en aquel par de centímetros cuadrados de plástico. Y además, al día siguiente era domingo, la ocasión perfecta para ir a verla a su casa. Iba a poder conocer a sus padres y pasar un rato con ella... ¡Estupendo!

en medio del caos absoluto de su escritorio hasta que encontrótrocito de papel en el que había copiado la dirección y el número de la muchacha cuando finalmente había tenido que lavarse la mano.

Rene. Ya eran las dos, pero decidió intentarlo de todas el móvil y marcó el número de Jeremy, que respondió

tampoco estabas durmiendo. su amigo—, estaba estudiando cómo forzar la cerradura

cárselo a Ulrich y Yumi.

bloqueado, con el bolígrafo suspendido sobre el blanco del papel. X.A.N.A. había sido derrotado. De eso, por lo

Odd tampoco conseguía pegar ojo. En su cabeza, los ojos apagados del señor su padre, dulces y entrecerrados.

Él era un muchacho alegre, y siempre estaba de buen humor, pero aquel asunto lo estaba afectando bastante. Alguien había llamado a su puerta y había

A esas alturas el muchacho ya estaba seguro de que no se trataba de un secuestro. De ser así, los padres de Yumi habrían corrido la misma suerte. Por lo tanto, la pregunta

quería el hombre de los perros? Tenía con aquellos guantes luminosos, eso estaba tan claro como el

agua, aunque no fuese más que un clavo ardiendo. Y tal vez tuviese que ver deos que Jeremy había

a la cabeza la extraña tarjeta fotográfica que le de la cama y se puso a hurgar

el cuadradito de plástico gris y lo atro marcas doradas en un

Él no entendía nada de estas cosas, pero Eva parecía bastante ducha en el tema. En el fondo, gracias a ella había descubierto la imagen del hombre de los perros en los vídeos de La

se escondía en aquel par de centímetros cuadrados de plástico. Y además, al día siguiente era

der conocer a

torio hasta que encontró el trocito de papel en el que había copiado la dirección y el número de la mucha-

intentarlo de todas el número de Jeremy, que respondió al primer

diando cómo forzar la cerradura

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— ¡Nuestro bucanero informático!mañana por la mañana no nos vamos a ver. Tengo intención de hacerle una visita a Eva. — ¿Qué estás tramando?inmediato. —Nada, nada, no te preocupes—Odd, no estarás dejando que esa chica te coma la cabeza,— ¿Y qué si lo hago? ¡Es una buena chica!fotográfica. Si Jeremy le echadecirles qué hacer con ella, yEva. Su amigo suspiró. —De modo que tienes intención de escaquearte otra vez de tu castigo.—Puedes apostar por ello, majete El domingo por la mañana el cielo estaba cubierto de grandes nubarrones negros que presagiaban lluvia, pero eso, por supuesto, no bastóa Odd. La Rué André Rene era una calle amplia y larga, con dos hileras de altos plátanos que, sacudidos de estuviesen a punto de descuajarse y salir volando. Además de loshabía dos filas de casitas pequelas paredes de madera pintadas de blanco.«Vaya día de perros», pensócielo, rasgándolo por la mitad. Y después llególluvia se estampó contra la nariz del muchacho. Y lueEchó a correr a lo largo de la calle, en un rápidodesnudos, poniendo mucho cuidado para no resbalar sobre la acera, que aún estaba llena de la nieve que había caído durante los días anteriores. Iba

buzones de las casas. Treinta. Veintmás, y en cosa de veinte segundos el muchacho estaba ya empapacabellos rubios pegándosele a la cara y la ropa pesándole como si fuese de plomo, dificultando sus movimientos. Volviódiaba que Eva fuese a verlo así, pero a esas alturas ya no tenía elección. Era imposible volver al Kadic bajo aquel aguacero torrencial.Dieciocho. El uno y el ocho estaban dibujados con pintura roja sobre el buzón. Odd saltó por encima de la

¡Nuestro bucanero informático! —Rió Odd—. Sólo quería decirte que mañana por la mañana no nos vamos a ver. Tengo intención de hacerle una

estás tramando? —la voz de Jeremy se había vuelto seria de

da, nada, no te preocupes —respondió, evasivo, el muchacho.Odd, no estarás dejando que esa chica te coma la cabeza, ¿no?

¡Es una buena chica! —no le dijo nada de la tarjeta fotográfica. Si Jeremy le echaba el ojo encima, seguramente habría sabido

hacer con ella, y él ya no habría tenido una excusa para ir a ver a

De modo que tienes intención de escaquearte otra vez de tu castigo.Puedes apostar por ello, majete —dijo Odd, y colgó el teléfono.

El domingo por la mañana el cielo estaba cubierto de grandes nubarrones negros que presagiaban lluvia, pero eso, por supuesto, no bastó para detener

Rene era una calle amplia y larga, con dos hileras de altos plátanos que, sacudidos de un lado a otro por el fuerte viento, parecía que

viesen a punto de descuajarse y salir volando. Además de loshabía dos filas de casitas pequeñas pero ordenadas, con los tejados negros y las paredes de madera pintadas de blanco.

perros», pensó Odd, y se estremeció. Un rayo destellócielo, rasgándolo por la mitad. Y después llegó el trueno. Una gran gota de

contra la nariz del muchacho. Y luego, otra más.a correr a lo largo de la calle, en un rápido eslalon entre los

desnudos, poniendo mucho cuidado para no resbalar sobre la acera, que aún taba llena de la nieve que había caído durante los días anteriores. Iba

buscando con la mirada los números de los buzones de las casas. Treinta. Veintiocho. La lluvia empezó a arreciar más y más, y en cosa de veinte segundos el muchacho estaba ya empapacabellos rubios pegándosele a la cara y la ropa pesándole como si fuese de plomo, dificultando sus movimientos. Volvió a acelerar su carrerdiaba que Eva fuese a verlo así, pero a esas alturas ya no tenía elección. Era imposible volver al Kadic bajo aquel aguacero torrencial. Dieciocho. El uno y el ocho estaban dibujados con pintura roja sobre el buzón.

ma de la valla, que era bastante baja, derrapó

. Sólo quería decirte que mañana por la mañana no nos vamos a ver. Tengo intención de hacerle una

la voz de Jeremy se había vuelto seria de

sivo, el muchacho. ¿no?

no le dijo nada de la tarjeta e habría sabido

sa para ir a ver a

De modo que tienes intención de escaquearte otra vez de tu castigo. el teléfono.

El domingo por la mañana el cielo estaba cubierto de grandes nubarrones para detener

Rene era una calle amplia y larga, con dos hileras de altos un lado a otro por el fuerte viento, parecía que

viesen a punto de descuajarse y salir volando. Además de los árboles, ñas pero ordenadas, con los tejados negros y

ció. Un rayo destelló en el el trueno. Una gran gota de

go, otra más. eslalon entre los árboles

desnudos, poniendo mucho cuidado para no resbalar sobre la acera, que aún taba llena de la nieve que había caído durante los días anteriores. Iba

meros de los a arreciar más y

más, y en cosa de veinte segundos el muchacho estaba ya empapado, con los cabellos rubios pegándosele a la cara y la ropa pesándole como si fuese de

a acelerar su carrera. Le fasti-diaba que Eva fuese a verlo así, pero a esas alturas ya no tenía elección. Era

Dieciocho. El uno y el ocho estaban dibujados con pintura roja sobre el buzón. en el sendero

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del jardín, alcanzó la puerta, resguardadaNo pasó nada. Volvió a intentarlo y luego, para no quedarse con la dupulsó una vez más: jRmiüiiiüüiüüimgl

Por fin, la puerta se abrió. Eva estaba embutida en un chándal de gimnasia ajustadísimo, y llevaba el pelo peinado en pequeños rizos que le enmarcaban el rostro. —Odd —dijo con una sonrisa.—Hola —le respondió el muchachopuesto a jarrear... —en aquel mismo instante se dio cuenta de que eran las ocho y media de la mañana del domingotus padres, verdad? —mur—Estoy sola en casa. Mis padres están fuera... por trabajo. ¿Trabajando un domingo?

— ¿Te importa si entro un momento para secar—Pasa —asintió ella, apartándose de la puertaropa. Odd se quedó de una pieza, sin saber quétoda su vida. ¿Quitarse la ropa?se... desnudase?! —Ejem, ¿no tendrás por casualidad algo de ropa de tu padre para prestarme?—No. El muchacho miró a su alrededor. De hecho, paSkinner faltaban bastantes cosas, además de la ropa. Apenas había mobiliario. Desde la puerta se entraba en un pequeño recibidor que daba al salón, un espacio totalmente desnudo, aparte de un ordenador portátil que había en el suelo. La cocina, ídem de lonada de fogones. Cuatro paredes y, entre ellas, la nada. Sólo las cañerías del gas y el agua, que sobresalían de la pared a cierta altura del suelo, y el calentador. — ¿Dónde está el baño?—Por ahí —le señaló Evadormitorios completamente vacíos. No había ni siquiera una cama. En una había una maleta rosa con ruedas abierta en medio del sue

había un lavabo, un retrete y una toalla que Odd utilizó

la puerta, resguardada por un tejadillo, y llamóa intentarlo y luego, para no quedarse con la du

jRmiüiiiüüiüüimgl la puerta se abrió. Eva estaba embutida en un chándal de gimnasia

ajustadísimo, y llevaba el pelo peinado en pequeños rizos que le enmarcaban

dijo con una sonrisa. el muchacho—. Pasaba por el barrio y, verás, se ha

en aquel mismo instante se dio cuenta de que eran las ocho y media de la mañana del domingo—. ¿No os habré despertado a ti y a

murmuró, alarmado. Estoy sola en casa. Mis padres están fuera... por trabajo.

un domingo? El muchacho prefirió no hacer ningún comentario.¿Te importa si entro un momento para secarme?

ella, apartándose de la puerta—. Estás empapado. Quítate la

de una pieza, sin saber qué decir, puede que por primera vez en se la ropa? ¡¿De verdad ella le había pedido que

¿no tendrás por casualidad algo de ropa de tu padre para prestarme?

a su alrededor. De hecho, parecía que en casa de Eva Skinner faltaban bastantes cosas, además de la ropa. Apenas había mobiliario. Desde la puerta se entraba en un pequeño recibidor que daba al salón, un espacio totalmente desnudo, aparte de un ordenador portátil que había en el

ídem de lo mismo: nada de fregadero, nada de armarios y nada de fogones. Cuatro paredes y, entre ellas, la nada. Sólo las cañerías del gas y el agua, que sobresalían de la pared a cierta altura del suelo, y el

el baño? —preguntó Odd, estupefacto. Eva—, al fondo del pasillo. El pasillo daba a dos

dormitorios completamente vacíos. No había ni siquiera una cama. En una había una maleta rosa con ruedas abierta en medio del suelo que rebosaba de

ropa, pero nada más. En el baño por lo menos había un lavabo, un retrete y una toalla que Odd utilizó para arreglarse el pelo.

por un tejadillo, y llamó al timbre. a intentarlo y luego, para no quedarse con la duda, lo

la puerta se abrió. Eva estaba embutida en un chándal de gimnasia ajustadísimo, y llevaba el pelo peinado en pequeños rizos que le enmarcaban

. Pasaba por el barrio y, verás, se ha en aquel mismo instante se dio cuenta de que eran las

despertado a ti y a

no hacer ningún comentario.

. Estás empapado. Quítate la

primera vez en ¡¿De verdad ella le había pedido que

¿no tendrás por casualidad algo de ropa de tu padre para prestarme?

recía que en casa de Eva Skinner faltaban bastantes cosas, además de la ropa. Apenas había mobiliario. Desde la puerta se entraba en un pequeño recibidor que daba al salón, un espacio totalmente desnudo, aparte de un ordenador portátil que había en el

mismo: nada de fregadero, nada de armarios y nada de fogones. Cuatro paredes y, entre ellas, la nada. Sólo las cañerías del gas y el agua, que sobresalían de la pared a cierta altura del suelo, y el

, al fondo del pasillo. El pasillo daba a dos dormitorios completamente vacíos. No había ni siquiera una cama. En una

lo que rebosaba de

año por lo menos para arreglarse el pelo.

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La chaqueta, la sudadera, los pantalones, los zapatos y los calcetines estaban calados y totalmente inutilizables, pero la camiseta se había salvado, así que podía dejársela puesta. Odd se desnudó, sacó la tarjeta fotográfica de la chaqueta, se anudó la toalla alrededor de la cintura para esconder los calzoncillos y volvió al salón, donde Eva estaba sentada en el suelo, con el portátil sobre el regazo. La muchacha lo estudió con una mirada crítica. —Estás casi desnudo —murmuró—. No creo que sea muy adecuado. —Yo tampoco, la verdad—murmuró—. ¡Pero con toda esa ropa empapada encima me iba a pillar una pulmonía! —Espera. Eva se levantó, desapareció en una de las habitaciones y volvió un minuto después con un chándal de felpa rosa fosforito. Odd se lo puso entre suspiros. La sudadera le quedaba ajustadísima, y los pantalones eran demasiado cortos. Nada que ver con el estilazo de James Bond. Viéndolo así de mal vestido, Eva se iba a reír de él por toda la eternidad. —La decoración de tu casa es muy... —dijo, tratando de desviar la atención hacia otro asunto—, ejem, minimalista, diría yo. Pero enseguida se mordió la lengua. En el fondo, ¿qué sabía él de su familia? —Por otro lado, os habéis mudado hace poco. Es normal —trató de arreglarlo—. Aunque es una pena que tengas que vivir en estas condiciones. Podrías venir a quedarte en la residencia durante una temporada, hasta que lleguen los muebles, la cocina, las camas y todo lo demás... —Yo estoy estupendamente —respondió Eva con frialdad. —Pues claro, estupendamente, ¡yo también estoy de fábula aquí! Odd se sentó en el suelo junto a la muchacha, con las piernas cruzadas, y le enseñó la tarjeta de memoria. —En realidad, Eva, ya que estoy aquí me gustaría aprovechar para pedirte ayuda con esta cosita. Me la he encontrado, y no consigo entender cómo se utiliza. Eva cogió en la palma de su mano la pequeña tarjeta, y la observó durante un instante, con los ojos brillantes, como si pudiese ver dentro de ella. La insertó en el ordenador y estuvo tecleando durante unos momentos. —Sólo hay un vídeo —dijo después—. Ahora lo pongo. Odd se sorprendió conteniendo la respiración mientras la imagen cobraba forma, llenando toda la pantalla. Había una mujer hermosísima vestida con una bata blanca. Tenía las manos y los pies atados a una silla de madera, y una cascada de pelo rojo y despeinado le caía sobre el cuello. Una mano masculina metida en un guante negro superpuso a su imagen la primera plana de un periódico, el Indagateur. La fecha estaba subrayada en amarillo." 2 de mayo de 1994. Odd se llevó la mano a la boca, abierta de par en par.

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años! ¡Poco tiempo antes de que Aelita entrase enmujer debe de ser... La melena pelirroja, la forma de la nariz y de los ojos... estaba seguro:Anthea, la madre de Aelita!El diario desapareció de la pantalla, devolviéndoque empezó a hablar. —Waldo, estoy bien. No te preocupes por mí: me tienen prisionera, pero todo va... —su rostro estaba inundado de una tristeza infinita, y en aquel momense dobló por la mitad y empezó-¿Cómo está Aelita? Oh, cielo, hace tantirá al colegio. ¿Ha crecido mucho? Me gustaría tanto abrazarla...La mujer empezó a sollozar.—Acabemos con esto —que tú sabes, y punto. Anthea alzó la cabeza. En su mirahombre que había hablado, escondido tras la cámara.—Waldo —dijo—, estos hombres quieren que te diga que tienes que seguir trabajando, ponerle el punto final al proyecto Cartago. Si lo haces, ellos me liberarán, y podremos estar juntos Aelita, túLa mujer miró al objetivo, asustada.— ¡Pero no los escuches!jamás, y tratarán de matarte.La silueta de un hombre entróSe oyó el ruido de una bofetada. Después, la imagen se disolvióplosión de chispitas blancas y negras, y el vídeo seOdd casi tiró al suelo el portátil de Eva al po— ¡Tenemos que irnos! —No —dijo simplemente Eva.—Pero ¡¿es que no lo entiendes?!de Aelita, y ahora sabemos que está... que estaba viva menos, y está secuestrada.—No —repitió Eva antes de ponerse de pie.— ¿Se puede saber qué fijamente con los ojos coLa muchacha se metió una mano en el bolsillo. Cuando la sacó, Odd tardópar de segundos en comprender qué

— ¡Este vídeo es de hace un montón de ¡Poco tiempo antes de que Aelita entrase en Lyoko con su padre! Y esa

La melena pelirroja, la forma de la nariz y de los ojos... estaba seguro:Anthea, la madre de Aelita! ¡Secuestrada!

de la pantalla, devolviéndole el protagonismo a la mujer,

Waldo, estoy bien. No te preocupes por mí: me tienen prisionera, pero todo su rostro estaba inundado de una tristeza infinita, y en aquel momen

por la mitad y empezó a llorar—. Aelita? Oh, cielo, hace tantos años que no la veo... Ahora ya ¿Ha crecido mucho? Me gustaría tanto abrazarla...

a sollozar. —le ordenó una voz masculina fuera de campo

la cabeza. En su mirada brillaba el odio más puro contra el hombre que había hablado, escondido tras la cámara.

, estos hombres quieren que te diga que tienes que seguir trabajando, ponerle el punto final al proyecto Cartago. Si lo haces, ellos me

remos estar juntos Aelita, tú y yo, otra vez como una familia.al objetivo, asustada.

¡Pero no los escuches! —Añadió después a toda prisa—. No me soltarán jamás, y tratarán de matarte. ¡Olvídate de Cartago y huye, huye muy lejos...!

silueta de un hombre entró en el encuadre, de espaldas, y cubrióel ruido de una bofetada. Después, la imagen se disolvió

plosión de chispitas blancas y negras, y el vídeo se acabó. al suelo el portátil de Eva al ponerse en pie de un salto.

¡Avisar a Aelita y a Jeremy, enseñarles este vídeo!dijo simplemente Eva.

¡¿es que no lo entiendes?! —Protestó Odd—. Ésa era Anthea, la madre de Aelita, y ahora sabemos que está... que estaba viva hace diez años, por lo

secuestrada. ¡Jeremy podría analizar el vídeo y descubrir algo!Eva antes de ponerse de pie.

mosca te ha picado? —le preguntó Odd, mirándola fijamente con los ojos como platos.

una mano en el bolsillo. Cuando la sacó, Odd tardópar de segundos en comprender qué era aquel objeto que sostenía en su puño.

¡Este vídeo es de hace un montón de Lyoko con su padre! Y esa

La melena pelirroja, la forma de la nariz y de los ojos... estaba seguro: ¡ésa era

le el protagonismo a la mujer,

Waldo, estoy bien. No te preocupes por mí: me tienen prisionera, pero todo su rostro estaba inundado de una tristeza infinita, y en aquel momento

os años que no la veo... Ahora ya ¿Ha crecido mucho? Me gustaría tanto abrazarla...

culina fuera de campo—. Di lo

da brillaba el odio más puro contra el

, estos hombres quieren que te diga que tienes que seguir trabajando, ponerle el punto final al proyecto Cartago. Si lo haces, ellos me

y yo, otra vez como una familia.

. No me soltarán ¡Olvídate de Cartago y huye, huye muy lejos...!

en el encuadre, de espaldas, y cubrió a Anthea. en una ex-

en pie de un salto. ¡Avisar a Aelita y a Jeremy, enseñarles este vídeo!

Ésa era Anthea, la madre hace diez años, por lo

¡Jeremy podría analizar el vídeo y descubrir algo!

Odd, mirándola

una mano en el bolsillo. Cuando la sacó, Odd tardó un era aquel objeto que sostenía en su puño.

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¡Aquello no tenía ningún sentido!navaja, con la hoja brillando de nariz? —Tú no vas a ningún lado, estúpido humanopero aquella voz no era la de la muchacha: estaba distorsionada, como si saliese directamente de los altavoces de un ordenaProfunda. Odd conocía aquella voz demasiado bien. Era la voz de su enemigo de siempre. La voz de X.A.N.A.

Ulrich y Yumi se despertaron prIshiyama, una simpática mujer de unos treinta años que se vestía con amplias faldas de flores un tanto pregunta. Su casa estaba en pleno centro. Aquella noche hacon unas nubes oscuras y cenicientas que cubrían el cielo y amenazaban con desencadenar un violento aguacero de un momento a otro. Los muchachos fueron corriendo de una ferretehabía descrito en su correo electrónico, y luego se refugiaChambre, un parque a poca distancia de la Ruémontaje. — ¡Ciento veinte euros!herramientas de la mochilaKadic y hacer que Jeremy nos construyese el cachivache este.—En vez de quejarte tanto, intenta echarme una manoinstrucciones parecen bastante complicadillas.Habían comprado un destornilladclavos de hierro, un taladro percutor, unas cuantas pilas y un montón de cosas más. Ahora el tema era juntarlo todo para darle vida a lo que Jeremy llamaba «ganzúa eléctrica».—Pero ¿dónde ha aprendido el colega a mientras empezaba a sacarle los tornillos al cuerpo de la taladradora para desmontarlo. —Jeremy dice que lo ha encontrado todo en Inexplicó Yumi—. Mira lo que ha puesto aquí: apernos de cierre del cilindro de la cerradura se les aplican fuertes

¡Aquello no tenía ningún sentido! ¿Por qué demonios iba Eva a empuñar una llando de forma siniestra, a escasos centímetros de su

no vas a ningún lado, estúpido humano —los labios de Eva se movieron, pero aquella voz no era la de la muchacha: estaba distorsionada, como si saliese directamente de los altavoces de un ordenador. Y era masculina.

Odd conocía aquella voz demasiado bien. Era la voz de su enemigo de siempre. La voz de X.A.N.A.

LA RÉPLICA

Ulrich y Yumi se despertaron pronto y le dejaron una nota a la amiga de los Ishiyama, una simpática mujer de unos treinta años que se vestía con amplias

hippies y los había acogido sin hacerles ni una

Su casa estaba en pleno centro. Aquella noche hacía llegado el mal tiempo, con unas nubes oscuras y cenicientas que cubrían el cielo y amenazaban con desencadenar un violento aguacero de un momento a otro. Los muchachos fueron corriendo de una ferretera a otra, en busca de las piezas que Jeremy les

ía descrito en su correo electrónico, y luego se refugia-ron en el Bois de la Chambre, un parque a poca distancia de la Rué Lemonnier, para proceder al

¡Ciento veinte euros! —protestó Ulrich según empezaba a sacar las herramientas de la mochila-. Casi nos habría costado menos volvernos al Kadic y hacer que Jeremy nos construyese el cachivache este.

En vez de quejarte tanto, intenta echarme una mano —sugirióinstrucciones parecen bastante complicadillas. Habían comprado un destornillador eléctrico, una serie de agujas y finos clavos de hierro, un taladro percutor, unas cuantas pilas y un montón de cosas más. Ahora el tema era juntarlo todo para darle vida a lo que Jeremy

«ganzúa eléctrica». ¿dónde ha aprendido el colega a hacer esta movida? —preguntó

mientras empezaba a sacarle los tornillos al cuerpo de la taladradora para

Jeremy dice que lo ha encontrado todo en Internet con bastante facilidad. Mira lo que ha puesto aquí: a las agujas ubicadas sobre los

pernos de cierre del cilindro de la cerradura se les aplican fuertes

monios iba Eva a empuñar una forma siniestra, a escasos centímetros de su

los labios de Eva se movieron, pero aquella voz no era la de la muchacha: estaba distorsionada, como si

era masculina.

Odd conocía aquella voz demasiado bien. Era la voz de su enemigo de

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onto y le dejaron una nota a la amiga de los Ishiyama, una simpática mujer de unos treinta años que se vestía con amplias

cerles ni una

cía llegado el mal tiempo, con unas nubes oscuras y cenicientas que cubrían el cielo y amenazaban con desencadenar un violento aguacero de un momento a otro. Los muchachos

ra a otra, en busca de las piezas que Jeremy les on en el Bois de la

Lemonnier, para proceder al

Ulrich según empezaba a sacar las Casi nos habría costado menos volvernos al

sugirió Yumi—. Las

or eléctrico, una serie de agujas y finos clavos de hierro, un taladro percutor, unas cuantas pilas y un montón de cosas más. Ahora el tema era juntarlo todo para darle vida a lo que Jeremy

preguntó Ulrich mientras empezaba a sacarle los tornillos al cuerpo de la taladradora para

ternet con bastante facilidad —ubicadas sobre los

pernos de cierre del cilindro de la cerradura se les aplican fuertes

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percusiones, en un intento de poner en marcha un mecanismo de rebote

trigonométrico tipo billar que...

—Vale, vale, vale. Un batiburrillo incomprensible al cien por ciecasualidad dice dónde tengo que meter exactamente esta movida en el chiselectrónico? —No creo que Jeremy escribiese jamásentre risas. Siguieron trabajando hasta casi el mediodía, sencortante que les ponía la piel de gallina. De cuando en cuando, Ulrich se quedaba observando a Yumi, toda concentrada ahí, a su lado. El día anterior había sido tan bonito que no había encontrado el momento adecuado para hablar en serio con ella. Narriesgándose a discutir. Si ella le hubiese dicho que no, que debían seguir siendo sólo amigos para toda la vida,había esperado. Y todavía seguía es

las manos y mirarla bien a los ojos. No, todavía no. No mientras estaban ajetreados con tuercas y torni—Creo que este cacharro ya estáapartaba el pelo de la frentey hagamos un par de pruebas.Eso también estaba escrito en las instrucciones de Jeremy:eléctrica no es nada senci

die. —Veinte euros de cerradura tirados a la basuranuevecita de la mochila y tratando de usar la herramienta eléctrica para abrirla. Tal y como su amigo había previsto, no era en abEl muchacho renunció tr—Ya no siento las manos, hace un frío tremendo y, en mi opinión, nos hemos debido de equivocar en algo durante el montaje.en un millón de años! —Espera, que yo también quiero Yumi cogió la cerradura y la ganzúa, pulsódespués giró la muñeca. cerradura estaba abierta.—La potra del principiante

percusiones, en un intento de poner en marcha un mecanismo de rebote

trigonométrico tipo billar que... Vale, vale, vale. Un batiburrillo incomprensible al cien por cie

casualidad dice dónde tengo que meter exactamente esta movida en el chis

No creo que Jeremy escribiese jamás «chisme electrónico» —

Siguieron trabajando hasta casi el mediodía, sentados en un banco, con cortante que les ponía la piel de gallina. De cuando en cuando, Ulrich se quedaba observando a Yumi, toda concentrada ahí, a su lado. El día anterior había sido tan bonito que no había encontrado el momento adecuado para hablar en serio con ella. No había querido romper aquella atmósfera mágica arriesgándose a discutir. Si ella le hubiese dicho que no, que debían seguir siendo sólo amigos para toda la vida, él se habría quedado destrozado. Asíhabía esperado. Y todavía seguía esperando.

Durante un instante pensó en parar, tomarla de las manos y mirarla bien a los ojos. No, todavía no. No mientras estaban ajetreados con tuercas y tornillos. Más adelante.

Creo que este cacharro ya está listo —sentenció al final Yumi mientras se el pelo de la frente—. Ahora saca la cerradura que hemos compra

y hagamos un par de pruebas. Eso también estaba escrito en las instrucciones de Jeremy: usar la ganzúa

eléctrica no es nada sencillo, así que practicad con ella cuando no os vea na

Veinte euros de cerradura tirados a la basura —gruñó Ulrich, sacando una nuevecita de la mochila y tratando de usar la herramienta eléctrica para

Tal y como su amigo había previsto, no era en absoluto una operación simple. tras media hora de intentos infructuosos.

Ya no siento las manos, hace un frío tremendo y, en mi opinión, nos hemos debido de equivocar en algo durante el montaje. ¡Este cacharro no se abrirá

Espera, que yo también quiero intentarlo. la cerradura y la ganzúa, pulsó el interruptor y un segundo

¡Clac! Los diminutos émbolos se replegaron. La cerradura estaba abierta.

La potra del principiante —murmuró Ulrich.

percusiones, en un intento de poner en marcha un mecanismo de rebote

Vale, vale, vale. Un batiburrillo incomprensible al cien por cien. Pero ¿por casualidad dice dónde tengo que meter exactamente esta movida en el chisme

—dijo Yumi

tados en un banco, con un frío cortante que les ponía la piel de gallina. De cuando en cuando, Ulrich se quedaba observando a Yumi, toda concentrada ahí, a su lado. El día anterior había sido tan bonito que no había encontrado el momento adecuado para

o había querido romper aquella atmósfera mágica arriesgándose a discutir. Si ella le hubiese dicho que no, que debían seguir

trozado. Así que

en parar, tomarla de las manos y mirarla bien a los ojos. No, todavía no. No mientras estaban

al final Yumi mientras se . Ahora saca la cerradura que hemos comprado,

usar la ganzúa

que practicad con ella cuando no os vea na-

Ulrich, sacando una nuevecita de la mochila y tratando de usar la herramienta eléctrica para

soluto una operación simple.

Ya no siento las manos, hace un frío tremendo y, en mi opinión, nos hemos ¡Este cacharro no se abrirá ni

rruptor y un segundo émbolos se replegaron. La

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—El truco está en la torsiónsé que tendría futuro como ladroque tenemos que volvernos al Kadic esta noche, a más tardar.La Rué Camille Lemonnier se hallaba casi desierta. Hasta el bar de la esquiestaba cerrado. Mientras llegaban al número catorce, Ulrich soltóde alivio: por lo menos, así—Démonos prisa —le dijo a Yumi mientras le tenalguien nos ve y llama a la policía, esta vez noverdad. —No te preocupes —le respondiódespués se oyó el ruidito metálico de la cerradura al abrirse. Entraron.El vestíbulo del edificio era un estrecho rellano con el techo altísimo, ocasi en su totalidad por una escalera de mármol con una delgada baranhierro forjado. A un lado vieron una puerta de madera que estaolor de aire viciado. —Aquí hace un montón de tiempo que no entra nadieYumi asintió con la cabeza.— ¿Lo has notado? Nada de cámaras de segurique los propietarios de esto no son agentes secretos.La puerta cerrada no tenía ninguna placa con el nombre, y tampoco tenía ni siquiera un timbre. Después de reflexionar un momento, los muchachos deci

reconocimiento general, y se aventuraron a subir las escaleras.El edificio estaba compuesto por ocho pisos, con dos tramos de escaleras que conectaban cada uno de ellos con el siguiente. Todos los pisos se abrían a un pasillo sin ventanas al que daban cuatro puertas idénticas, sin ninguna señal que las diferenciase. Casi todas ellas estaban cerradas, y las pocas que había abiertas dejaban ver apartamentos comA la altura del tercer piso, Ulrich y Yumi empezallegaron al sexto, ya estatavo, dejando atrás a toda prisa lasKadic con el rabo entre las piernas.—Aquí tampoco hay nadaaliento—. ¿Qué hacemos ahora?una? —Espera. ¿Esa de ahí no te parece diferente de las demás?mientras señalaba una que había un poco más adelante.

en la torsión —dijo la muchacha entre risas—. Y ahora ya que tendría futuro como ladrona de casas. Venga, pongámonos en marcha,

mos que volvernos al Kadic esta noche, a más tardar. Camille Lemonnier se hallaba casi desierta. Hasta el bar de la esqui

estaba cerrado. Mientras llegaban al número catorce, Ulrich soltóde alivio: por lo menos, así corrían menos riesgos.

le dijo a Yumi mientras le tendía la ganzúa eléctricaalguien nos ve y llama a la policía, esta vez nos vamos a meter en un lío de

le respondió ella. Encendió el aparato, y un instante el ruidito metálico de la cerradura al abrirse. Entraron.

El vestíbulo del edificio era un estrecho rellano con el techo altísimo, ocasi en su totalidad por una escalera de mármol con una delgada baran

A un lado vieron una puerta de madera que estaba cerrada. Había un fuerte

hace un montón de tiempo que no entra nadie —observócon la cabeza.

¿Lo has notado? Nada de cámaras de seguridad. Al final lo mismo resulta que los propietarios de esto no son agentes secretos. La puerta cerrada no tenía ninguna placa con el nombre, y tampoco tenía ni

pués de reflexionar un momento, los muchachos deci

dieron empezar su exploración con un reconocimiento general, y se aventuraron a subir las escaleras. El edificio estaba compuesto por ocho pisos, con dos tramos de escaleras que

uno de ellos con el siguiente. Todos los pisos se abrían a un pasillo sin ventanas al que daban cuatro puertas idénticas, sin ninguna señal que las diferenciase. Casi todas ellas estaban cerradas, y las pocas que había abiertas dejaban ver apartamentos completamente vacíos. A la altura del tercer piso, Ulrich y Yumi empezaron a preocuparse. Cuando llegaron al sexto, ya estaban desesperados. Subieron a la carrera hasta el octavo, dejando atrás a toda prisa las últimas escaleras, dispuestos a volverse al

adic con el rabo entre las piernas. tampoco hay nada —jadeó Ulrich al final, tratando de recobrar el

hacemos ahora? ¿Intentamos descerrajarlas todas, una por

no te parece diferente de las demás? —dijo Yumi mientras señalaba una que había un poco más adelante.

. Y ahora ya na de casas. Venga, pongámonos en marcha,

Camille Lemonnier se hallaba casi desierta. Hasta el bar de la esquina estaba cerrado. Mientras llegaban al número catorce, Ulrich soltó un suspiro

día la ganzúa eléctrica—. Si s vamos a meter en un lío de

el aparato, y un instante el ruidito metálico de la cerradura al abrirse. Entraron.

El vestíbulo del edificio era un estrecho rellano con el techo altísimo, ocupado casi en su totalidad por una escalera de mármol con una delgada barandilla de

ba cerrada. Había un fuerte

ó Ulrich.

dad. Al final lo mismo resulta

La puerta cerrada no tenía ninguna placa con el nombre, y tampoco tenía ni pués de reflexionar un momento, los muchachos deci-

dieron empezar su exploración con un

El edificio estaba compuesto por ocho pisos, con dos tramos de escaleras que uno de ellos con el siguiente. Todos los pisos se abrían a un

pasillo sin ventanas al que daban cuatro puertas idénticas, sin ninguna señal que las diferenciase. Casi todas ellas estaban cerradas, y las pocas que había

ron a preocuparse. Cuando ban desesperados. Subieron a la carrera hasta el oc-

últimas escaleras, dispuestos a volverse al

Ulrich al final, tratando de recobrar el ¿Intentamos descerrajarlas todas, una por

dijo Yumi

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Ulrich se acercó. Aunque estaba cubierta por una plancha de madera oscura, igual que las demás, tenía un aspecto más sólido y robusto, y su cerradura parecía como reforzada.Los muchachos la estudiaronintentarlo. A lo mejor la intuición de Yumi había dado en el blanco. Tuvieronque hacer tres intentos con la ganzúa, pero al final la cerradura saltó, y Ulrich abrió la puerta de par en par. Y entonces ambEl apartamento estaba compuesto de una sola sala, enorme, que parecía una oficina aunque muy antigua. Cubría el suelo una gruesa moqueta beis; y las paredes, un horroroso papel pintado del mismo color. En su interior destacaba una enorme mesa de acero sobre la que había decenas de monitores antiaparatos electrónicos, y unos gigantescos orella, imponentes como armarios, tapando parcialmente laCuando Ulrich dio el primer moqueta, haciendo que esEl muchacho se acercó a la mesa. Sobre ella había unos cascos integrales de motorista con unos extravarios guantes conectados cercano. Junto a ellos vio unos cuantos teclados amarillentos, que debían de tener por lo menos veinte años, y unos enormes monitores de tubo catódico que pesarían como una tonelada cada uno.—Me parece que esto... -¿Sí? —Esto es un prototipo del superordenador. Coestos cascos y guantes podrían ser los antepasados de los escáneres...Ulrich no pudo contener una risilla histérica.— ¿Estás de guasa? ¿Quieres decir Lyoko?

una copia de Lyoko. Me parece que el término más coes «réplica». Yumi apartó de la mesa una gruesa carpeta llena de folios, dejando al descubierto una cajita negra que tenía una gruesa lente delante.—Esto se parece mucho al proyector holográfico que usa Jeremy para seguir nuestros movimientos cuancacharro... —señaló un aparato hecho con espejos y cablcascos de motorista—. Esto parece eltú, que está instalado sobre las columnas

Ulrich se acercó. Aunque estaba cubierta por una plancha de madera oscura, igual que las demás, tenía un aspecto más sólido y robusto, y su cerradura

Los muchachos la estudiaron juntos durante unos instantes, y luego decidieron intentarlo. A lo mejor la intuición de Yumi había dado en el blanco. Tuvieronque hacer tres intentos con la ganzúa, pero al final la cerradura saltó, y Ulrich

la puerta de par en par. Y entonces ambos se quedaron sin palabras.El apartamento estaba compuesto de una sola sala, enorme, que parecía una oficina aunque muy antigua. Cubría el suelo una gruesa moqueta beis; y las paredes, un horroroso papel pintado del mismo color. En su interior destacaba una enorme mesa de acero sobre la que había decenas de monitores antiaparatos electrónicos, y unos gigantescos ordenadores se erguían alrededor de ella, imponentes como armarios, tapando parcialmente la única ventaCuando Ulrich dio el primer paso, una densa nube de polvo brotómoqueta, haciendo que estornudase.

a la mesa. Sobre ella había unos cascos integrales de motorista con unos extraños aparatos instalados en lugar de las viseras y varios guantes conectados a unos cables enchufados al ordenadorcercano. Junto a ellos vio unos cuantos teclados amarillentos, que debían de tener por lo menos veinte años, y unos enormes monitores de tubo catódico que pesarían como una tonelada cada uno.

—dijo Yumi.

Esto es un prototipo del superordenador. Como el de la antigua fábrica. Y estos cascos y guantes podrían ser los antepasados de los escáneres...Ulrich no pudo contener una risilla histérica.

¿Quieres decir que según tú este sitio es un... acceso a

—No exactamente. A lo mejor no es más que una copia de Lyoko. Me parece que el término más correcto técnicamente

de la mesa una gruesa carpeta llena de folios, dejando al rto una cajita negra que tenía una gruesa lente delante.

Esto se parece mucho al proyector holográfico que usa Jeremy para seguir nuestros movimientos cuando estamos en el mundo virtual. Y este otro

un aparato hecho con espejos y cables conec. Esto parece el chisme electrónico, como lo llamarías

instalado sobre las columnas-escáner de la fábrica.

Ulrich se acercó. Aunque estaba cubierta por una plancha de madera oscura, igual que las demás, tenía un aspecto más sólido y robusto, y su cerradura

juntos durante unos instantes, y luego decidieron intentarlo. A lo mejor la intuición de Yumi había dado en el blanco. Tuvieron que hacer tres intentos con la ganzúa, pero al final la cerradura saltó, y Ulrich

os se quedaron sin palabras. El apartamento estaba compuesto de una sola sala, enorme, que parecía una oficina aunque muy antigua. Cubría el suelo una gruesa moqueta beis; y las paredes, un horroroso papel pintado del mismo color. En su interior destacaba una enorme mesa de acero sobre la que había decenas de monitores antiguos y

denadores se erguían alrededor de única ventana.

be de polvo brotó de la

a la mesa. Sobre ella había unos cascos integrales de ños aparatos instalados en lugar de las viseras y

denador-armario más cercano. Junto a ellos vio unos cuantos teclados amarillentos, que debían de tener por lo menos veinte años, y unos enormes monitores de tubo catódico

mo el de la antigua fábrica. Y estos cascos y guantes podrían ser los antepasados de los escáneres...

este sitio es un... acceso a

No exactamente. A lo mejor no es más que rrecto técnicamente

de la mesa una gruesa carpeta llena de folios, dejando al

Esto se parece mucho al proyector holográfico que usa Jeremy para seguir do estamos en el mundo virtual. Y este otro

es conectados a los como lo llamarías

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Ulrich se sentó en el suelo, con las manos en la cabeza.—Me parece una locura.—Hombre, yo creo que es evidenteencendemos todo y vemos si ten—Pero... —titubeó el muchachodices tú... dentro podría es—No creo que eso sea posiblesacrificó en su forma de esfera, desus encarnaciones, ¿no? Y además, de todas maneras podemos salir del mundo virtual y destruir estos aparatos.Parecía un plan convincente. Ulrich asintió. En el comedor del Kadic, Aelita terminóleche y se levantó mientras Je— ¿Adónde vas tan corriendo?La muchacha enrojeció ligeramente.—Bueno... Richard me estáTenemos que seguir con nuesJeremy sintió una repentina presión en el pecho que le encogióluego la emprendió a patadas con—No comprendo por qué—Pero, Jeremy, ¿no lo entiendes?compañeros de clase! Me conocía ya de antes de que empezase todo este asunto, ¡antes de Lyoko y el superordenador! Se venía siempre a mi casa,sabe todo sobre un período del que—Sí, vale, pero... —intentóAelita esbozó una media sonrisa, con la cabeza inclinada hacia un lado y los brazos en jarras. —A ver, cuéntame, ¿no será— ¿Quién, yo?—se escudóduras penas sabe cómo se enciende un ordenador, y qué...?—Tampoco exageres —pero tengo que salir pitando.Jeremy se quedó mirando cómo aquella melenita roja y despeinada se deslizaba fuera del comedor. Le tocaba terminar de comer solo.

de que Odd no se había pasado por ahí

en el suelo, con las manos en la cabeza. Me parece una locura. ¿Qué propones que hagamos? Hombre, yo creo que es evidente —Yumi le guiñó un ojo—. Lo

encendemos todo y vemos si tengo razón o no. el muchacho— si de verdad esto es una réplica, como

dices tú... dentro podría estar también X.A.N.A. sea posible —replicó Yumi—. Cuando Hopper se

en su forma de esfera, debería haber eliminado a X.A.N.A. en todas ¿no? Y además, de todas maneras podemos salir del

mundo virtual y destruir estos aparatos. ncente. Ulrich asintió.

En el comedor del Kadic, Aelita terminó de tragar a toda prisa un vaso de mientras Jeremy estaba aún cortando su filete.

¿Adónde vas tan corriendo? ligeramente.

Bueno... Richard me está esperando en el café donde nos vimos ayer. Tenemos que seguir con nuestra charla.

una repentina presión en el pecho que le encogió el corazón y tadas con él.

No comprendo por qué encuentras tan interesante a ese tipo. ¿no lo entiendes? —insistió ella—. ¡Era uno de mis

compañeros de clase! Me conocía ya de antes de que empezase todo este ¡antes de Lyoko y el superordenador! Se venía siempre a mi casa,

sabe todo sobre un período del que yo no recuerdo absolutamente nada!intentó objetar el muchacho.

una media sonrisa, con la cabeza inclinada hacia un lado y los

¿no será que estás un poquitín... casi, casi... celoso?se escudó Jeremy—. ¿Bromeas? ¿Celoso de ese torpe que a

duras penas sabe cómo se enciende un ordenador, y qué...? —la mirada de Aelita se volvió más seria—tando. ¡No quiero llegar tarde!

mirando cómo aquella melenita roja y despeinada se deslizaba fuera del comedor. Le tocaba terminar de comer solo.

Hasta ese momento no había caído en la cuenta de que Odd no se había pasado por ahí para almorzar, lo que en realidad era

. Lo

si de verdad esto es una réplica, como

. Cuando Hopper se bería haber eliminado a X.A.N.A. en todas

¿no? Y además, de todas maneras podemos salir del

de tragar a toda prisa un vaso de remy estaba aún cortando su filete.

donde nos vimos ayer.

el corazón y

¡Era uno de mis compañeros de clase! Me conocía ya de antes de que empezase todo este

¡antes de Lyoko y el superordenador! Se venía siempre a mi casa, ¡y lo yo no recuerdo absolutamente nada!

una media sonrisa, con la cabeza inclinada hacia un lado y los

que estás un poquitín... casi, casi... celoso? ¿Celoso de ese torpe que a

—. Perdona,

mirando cómo aquella melenita roja y despeinada se

Hasta ese momento no había caído en la cuenta zar, lo que en realidad era

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muy extraño, por no decir increíble. Él jamás se saltaba una comida. ¿Dónde se habría metido? Con la tormenta que se había desencadenado sobre la ciudad, parecía poco probable que hubiese salido, aunque, después de todo, Odd estaba un pelín chiflado. Jeremy decidió que no tenía ninguna gana de quedarse ahí, en el comedor, a solas con sus pensamientos, así que se metió en el bolsillo la manzana que había cogido de postre y se volvió a su cuarto. Tenía intención de seguir estudiando aquellos extraños códigos escritos en Hoppix. Con algo de esfuer-zo, lo mismo podría llegar a entender para qué servían. El muchacho entró en su habitación y se quedó inmóvil, petrificado. ¡El expediente! ¡El expediente ya no estaba sobre su escritorio! Y él ni siquiera se había hecho una copia. Comprobó la cerradura de la puerta. Ningún indicio de que la hubiesen forzado. El escritorio estaba cubierto de la capa de polvo de costumbre, a excepción del rectángulo sobre el que había dejado el expediente antes de salir. ¿Quién podría haber entrado en su habitación? Por lo general, la profesora Hertz pasaba los fines de semana en la escuela, encerrada en su despacho. Durante el fin de semana el edificio de los profesores estaba vacío y silencioso, y eso le permitía estudiar un poco en paz. Qué lástima que aquel día no consiguiese concentrarse para nada. Las imágenes de Franz Hopper y su pasado seguían rebotando de un lado a otro de su cabeza. ¿Había hecho bien entregándole al director el legajo de Hopper, es decir, Waldo Schaeffer? En aquel momento le había parecido lo mejor que podía hacer. Delmas sabía a grandes rasgos lo que había sucedido, y la profesora tenía una fe en él a prueba de bombas. Y conocía bien a Jeremy. Sabía que si realmente estaba interesado en descubrir un misterio, aquel chico no se detenía ante nada. Aquellos papeles eran demasiado peligrosos... Volvió a pensar en el apartamento secreto de Bélgica. La perspectiva de que unos chiquillos lo encontrasen la aterrorizaba hasta el punto de que prefería no imaginárselo siquiera. «Deja ya de darle vueltas, tonta —se reprendió—. ¿Adónde ha ido a parar tu sangre fría? Cuando tenías veinte años te llamaban la Implacable, ¿y ahora tienes miedo de enfrentarte a unos chavalines de trece años?». Era inútil torturarse de aquella manera. Lo único que podía hacer era actuar. La profesora Hertz se levantó de su silla, volvió a cerrar el libro de física que había estado intentando consultar en vano, cogió la copia de las llaves del despacho del director que guardaba celosamente en uno de los cajones de su escritorio y salió de la habitación. Sólo iba a echarle un vistazo, a comprobar que el expediente aún estaba en su sitio. Dudar siempre, y dudar de todo. Cuando era más joven, aquella sencilla

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veces, y aunque ya había perdido un poco la costumbre...Giró por el pasillo que llevaba al despacho del direcEva Skinner, esa chiquilla nuePuede que se equivocase, pero le dio la impresión de que había salido precisamente del despacho de Delmas.La muchacha le dedicó una amplia sonrisa, y emyanqui había desaparecido casi por completo.—Estaba buscando al director. He llamado a su prespondido. —Me parece que está dando una vuelta con su hija. Y tú,casa con tus padres? —preguntó—Me he venido a estudiar aquí, con mis nuevos amigos, parapróximo miércoles, profesorahombros. Hertz observó cómo Eva se alejaba por el pasillo, esperóde la vista y luego probóabierta. ¿Delmas se había olvidado de cerrar?Allí dentro todo parecía estar en orden. Ella sabía dónde guardaba el expediente el director: en el caescondida en el portaplumas, bajo las gomas de borrar. El corazón le dio un vuelco cuando vio que dentro del cajón no ha—Pero ¿cómo...? Sin descorazonarse, abriópared. Fue pasando las carhasta que lo encontró. Ahímodo que el director simpleLa profesora Hertz soltóAgujas azules y tejados curvos como los de las pagoflotaban en el aire como delicatorres tan altas que sus últimos pisos se perdían de vista.—Me da que esto no es Lyokocontrariado—. Y tampoco estamos en Kansas, Dorothy—Ya. Pero míranos a nosotros.Yumi, de pie junto a él, iba vestida con el traje deen Lyoko, y tenía la cara pintada de blanco y el cabello sujeto sobre la nuca con unos palillos. Su elegante quimono estaba ceñifaja ob¡. También Ulrich tenía su habitual as

regla le había salvado la vida infinidad de veces, y aunque ya había perdido un poco la costumbre...

por el pasillo que llevaba al despacho del director, y se dio de bruces con Eva Skinner, esa chiquilla nueva que acababa de llegar de los Estados Unidos.

uivocase, pero le dio la impresión de que había salido precisamente del despacho de Delmas.

una amplia sonrisa, y empezó a hablar. Su acento yanqui había desaparecido casi por completo.

Estaba buscando al director. He llamado a su puerta, pero no me ha

dando una vuelta con su hija. Y tú, ¿no deberías estar en preguntó la mujer.

Me he venido a estudiar aquí, con mis nuevos amigos, para su

fesora —dijo la muchacha mientras se encogía de

cómo Eva se alejaba por el pasillo, esperó a que desapareciese de la vista y luego probó a girar la manija de la puerta. Estaba

¿Delmas se había olvidado de cerrar? parecía estar en orden. Ella sabía dónde guardaba el

expediente el director: en el cajón del escritorio. La llave que lo abría estaba dida en el portaplumas, bajo las gomas de borrar. El corazón le dio un

vuelco cuando vio que dentro del cajón no había nada.

Sin descorazonarse, abrió el gran archivador metálico que había contra la pared. Fue pasando las carpetas con un frenesí cada vez más exacerbado...

ta que lo encontró. Ahí estaba, intacto, el expediente Waldo Schaeffer.

odo que el director simplemente había decidido cambiarlo de sitio.La profesora Hertz soltó un suspiro de alivio. Agujas azules y tejados curvos como los de las pagodas chinas, calles que flotaban en el aire como delicadas cintas de colores, enroscándos

últimos pisos se perdían de vista. Me da que esto no es Lyoko —observó Ulrich mientras sacudía la cabeza,

. Y tampoco estamos en Kansas, Dorothy—sonrió.Ya. Pero míranos a nosotros.

l, iba vestida con el traje de geisha que llevaba siempre en Lyoko, y tenía la cara pintada de blanco y el cabello sujeto sobre la nuca con unos palillos. Su elegante quimono estaba ceñido a la cintura con una

También Ulrich tenía su habitual aspecto de samurai, con un

o la vida infinidad de

tor, y se dio de bruces con va que acababa de llegar de los Estados Unidos.

uivocase, pero le dio la impresión de que había salido

a hablar. Su acento

uerta, pero no me ha

¿no deberías estar en

su examen del dijo la muchacha mientras se encogía de

a que desapareciese

parecía estar en orden. Ella sabía dónde guardaba el jón del escritorio. La llave que lo abría estaba

dida en el portaplumas, bajo las gomas de borrar. El corazón le dio un

tálico que había contra la cada vez más exacerbado...

Waldo Schaeffer. De mente había decidido cambiarlo de sitio.

das chinas, calles que das cintas de colores, enroscándose en torno a

Ulrich mientras sacudía la cabeza, sonrió.

que llevaba siempre en Lyoko, y tenía la cara pintada de blanco y el cabello sujeto sobre la nuca

do a la cintura con una pecto de samurai, con un

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quimono corto y los pies calzados con los tradicionaleszuecos y sandalias, con sus correspondel resto de los dedos. Elinseparable catana. —Me da que estamos desarmados—Pues no me gusta ni lo más mínimo, si te soy sincera

metálico y distorsionada a través de los auriculares instaladosrudimentarios aparatos del apartamenmundo de la réplica, y sus cuerpos se habían quedado en la realidad, en medio de una habitación repleta de ordenadores.—Bueno, si las cosas se ponen chungas, sichismes y volver atrás, ¿no?—Inténtalo —lo desafióUlrich se llevó los dedos bajo la garganta, donde se encontraba la correa del casco de motorista. Nada. Las yemas de sus dedos, cubiertas porle transmitían la sensación de estar tocando piel desnuda, y seguían el contorno de su rostro como si no llevase ningún casco puesto. Se frotómanos para tratar de quitarse los guantes, pero no había manera. Para el Ulrich de dentro de la réplica aquetocarlos. —Entonces, esperemos que las cosas no se poncómo podemos movernos aquí—Junta el pulgar y el índice derechos, y luego mueve la mano en la diren que quieres desplazartecielo en un vuelo rapidísimo.Ulrich trató de imitarla, inclinóel suelo. — ¡Ay, qué daño! —gritó.Yumi planeó elegantement— ¿Cómo puede ser? Esto no es como Lyoko. Noverdad. Nuestros cuerpos están a salvo en el apartamento.—Será lo que tú digas, pero yo me siento la nariz hinchada. A lo mejor el casco tiene instalados dispobien Jeremy. Por un instante, el muchacho se arrepintióinformático antes de tratar de usar la réplica, pero ya era demasiado tarde para

to y los pies calzados con los tradicionales geta, un cruce entre zuecos y sandalias, con sus correspondientes calcetines separando los pulgares del resto de los dedos. El único detalle que le faltaba al muchacho era

Me da que estamos desarmados —concluyó. Pues no me gusta ni lo más mínimo, si te soy sincera —le respondió

La voz de la muchacha le llegaba con un eco co y distorsionada a través de los auriculares instalados en el casco. Los

rudimentarios aparatos del apartamento no permitían entrar de verdad en el plica, y sus cuerpos se habían quedado en la realidad, en medio

de una habitación repleta de ordenadores. Bueno, si las cosas se ponen chungas, siempre podemos quitarnos estos

¿no? —se consoló Ulrich. lo desafió la muchacha. los dedos bajo la garganta, donde se encontraba la correa del

casco de motorista. Nada. Las yemas de sus dedos, cubiertas porle transmitían la sensación de estar tocando piel desnuda, y seguían el contorno de su rostro como si no llevase ningún casco puesto. Se frotómanos para tratar de quitarse los guantes, pero no había manera. Para el Ulrich

a réplica aquellos objetos no existían. No tenía modo alguno de

Entonces, esperemos que las cosas no se pongan difíciles. ¿Has entendido nos aquí dentro? índice derechos, y luego mueve la mano en la dir

plazarte —le explicó Yumi antes de salir disparada hacia el cielo en un vuelo rapidísimo.

de imitarla, inclinó la mano y se golpeó la cara con fuerza contra

gritó. elegantemente hasta llegar a su lado.

¿Cómo puede ser? Esto no es como Lyoko. Nosotros no estamos

verdad. Nuestros cuerpos están a salvo en el apartamento. digas, pero yo me siento la nariz hinchada. A lo mejor el

dispositivos para el dolor, u otra cosa rara. Nos vendría

Por un instante, el muchacho se arrepintió de no haber llamado a su amigo informático antes de tratar de usar la réplica, pero ya era demasiado tarde para

un cruce entre dientes calcetines separando los pulgares

chacho era su

le respondió Yumi.

La voz de la muchacha le llegaba con un eco en el casco. Los

to no permitían entrar de verdad en el plica, y sus cuerpos se habían quedado en la realidad, en medio

empre podemos quitarnos estos

los dedos bajo la garganta, donde se encontraba la correa del casco de motorista. Nada. Las yemas de sus dedos, cubiertas por los guantes, le transmitían la sensación de estar tocando piel desnuda, y seguían el contorno de su rostro como si no llevase ningún casco puesto. Se frotó las manos para tratar de quitarse los guantes, pero no había manera. Para el Ulrich

llos objetos no existían. No tenía modo alguno de

¿Has entendido

índice derechos, y luego mueve la mano en la dirección Yumi antes de salir disparada hacia el

la cara con fuerza contra

estamos aquí de

digas, pero yo me siento la nariz hinchada. A lo mejor el sitivos para el dolor, u otra cosa rara. Nos vendría

de no haber llamado a su amigo informático antes de tratar de usar la réplica, pero ya era demasiado tarde para

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pensar en ello. Al segundo incrisma, y Yumi lo siguióAquel sitio de ciencia ficción a la oriental estaba en ruinas. Muchas calles estaban rotas, y sus centede colores. Las grietas recorrían los muros de las palleno de agujeros, como si acabase de terminar un intenso bombardeo. Además, parecía que no había ni un alma.Dejaron atrás parques en los que extraños arbuscubierto todo, engullendo cecruzaban los cauces secos de antiguos riachuelos. Al final se toparon con un gigantesco muro. Era la única cosa de allí Estaba hecho por completo de ladrillos de color negro mate, y era tan alto que llegaba hasta el cielo y se perdía de vista en todas direcciones. Yumi y Ulrich

a escasos centímetros de aquella descomunal construdiez minutos todavía no se veía el final.El muchacho se detuvo en pleno aire. Rozópared, y unas pequeñas descargas eléctricas recorrieron sus yemas.—De aquí no se pasa —que un culebrón venezolano.— ¿Una pared infinita? —Puede que en la realidad lo sea, pero aquípor esta barrera, y nosotros no podemos atravesarla.—A menos que haya una puDescendieron de vuelta a la ciudad hasta llegar al nivel del suelo, y empezaron a buscar. Después de un rato encontraron, en efecto, una abertura de dos metros de alto, cerrada por dos anchos batientes negros completamente sellados. No había ni cerraduras ni tipesar de que Ulrich y Yumi se pusieron a empujar ambas hojas del portón con todas sus fuerzas, no se movieAl final se dieron por vencidos, y se el aliento. —Puede que sea un mundo virtualigualito que en el de verdad.—Tienes...—«razón», estaba a punto de decir Yupor un rayo de luz azul que la

pensar en ello. Al segundo intento consiguió alzar el vuelo sin partirse la crisma, y Yumi lo siguió por encima de la ciudad. Aquel sitio de ciencia ficción a la oriental estaba en ruinas. Muchas calles estaban rotas, y sus centelleantes escombros caían al suelo dibujando cascadas

e colores. Las grietas recorrían los muros de las pagodas, y el suelo estaba lleno de agujeros, como si acabase de terminar un intenso bombardeo. Además, parecía que no había ni un alma. Dejaron atrás parques en los que extraños arbustos de cristal lo hacubierto todo, engullendo cenadores, senderos y puentes transparentes que

zaban los cauces secos de antiguos riachuelos. Al final se toparon con un

dentro que parecía novísima y en perfecto estado. ba hecho por completo de ladrillos de color negro mate, y era tan alto que

llegaba hasta el cielo y se perdía de vista en todas direcciones. Yumi y Ulrich

ascendieron en línea recta, volando con la tripa a escasos centímetros de aquella descomunal construcción, pero después de

nutos todavía no se veía el final. El muchacho se detuvo en pleno aire. Rozó con los dedos la superficie de la pared, y unas pequeñas descargas eléctricas recorrieron sus yemas.

—gruñó—. Esta muralla tiene menos pinta de acabarse que un culebrón venezolano.

¡Pero eso es imposible! Puede que en la realidad lo sea, pero aquí no. Toda la ciudad está

sotros no podemos atravesarla. A menos que haya una puerta por algún lado.

Descendieron de vuelta a la ciudad hasta llegar al nivel del suelo, y empezaron a buscar. Después de un rato encontraron, en efecto, una abertura de dos metros de alto, cerrada por dos anchos batientes negros completamente sellados.

o había ni cerraduras ni tiradores a la vista con los que poder abrirlos, y a pesar de que Ulrich y Yumi se pusieron a empujar ambas hojas del portón con todas sus fuerzas, no se movieron ni un solo milímetro. Al final se dieron por vencidos, y se apoyaron contra la muralla para recuperar

Puede que sea un mundo virtual —jadeó Ulrich—, pero uno se cansa igualito que en el de verdad.

«razón», estaba a punto de decir Yumi, pero se vio interrumpida por un rayo de luz azul que la alcanzó en todo el pecho.

alzar el vuelo sin partirse la

Aquel sitio de ciencia ficción a la oriental estaba en ruinas. Muchas calles lleantes escombros caían al suelo dibujando cascadas

godas, y el suelo estaba lleno de agujeros, como si acabase de terminar un intenso bombardeo.

tos de cristal lo habían nadores, senderos y puentes transparentes que

zaban los cauces secos de antiguos riachuelos. Al final se toparon con un

ma y en perfecto estado. ba hecho por completo de ladrillos de color negro mate, y era tan alto que

llegaba hasta el cielo y se perdía de vista en todas direcciones. Yumi y Ulrich

ascendieron en línea recta, volando con la tripa cción, pero después de

con los dedos la superficie de la pared, y unas pequeñas descargas eléctricas recorrieron sus yemas.

menos pinta de acabarse

no. Toda la ciudad está protegida

Descendieron de vuelta a la ciudad hasta llegar al nivel del suelo, y empezaron a buscar. Después de un rato encontraron, en efecto, una abertura de dos me-tros de alto, cerrada por dos anchos batientes negros completamente sellados.

radores a la vista con los que poder abrirlos, y a pesar de que Ulrich y Yumi se pusieron a empujar ambas hojas del portón con

apoyaron contra la muralla para recuperar

, pero uno se cansa

mi, pero se vio interrumpida

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La muchacha rodó hacia un lado mientras Ulrich se ponía en pie de un salto. Miró a su alrededor, con todos los sentidos alerta, hasta que la vio: una raya, uno de los monstruos de X.A.N.A. con los que se hasus aventuras en Lyoko. A diferencia del pez que le daba nombre, la raya usaba su enorme aleta para volar, y disparaba rayos láser por el aguijón de su delgada cola. — ¡Rápido, larguémonos de aquí!Alzaron el vuelo a toda velocidad con el rayos láser pasaron a poca dis— ¡Cuando me ha dado, no he perdido puntos de vida!— ¿Querrá decir eso que somos inmortales?— ¡Ojalá! Sin embargo, me da que sin Jtenemos armas ni otros meParecía absurdo, y en cualquier caso no podía pamorían en Lyoko volvían inmediatamente a la realidad, rematerializándose en las columnas-escáner de la antigua fábrica.Aunque Ulrich se había golsabían cómo funcionaba la réplica. No tenían ni la menorEl muchacho vio otras dos rayas que venían hacia ellcielo de la ciudad. — ¡Ven conmigo, Yumi!picado.

se dejaron caer, patinando, hasta una de las calles que iban hacia el suelo formando una amplia espiral y lueUlrich se lanzó hacia la verja de un parque abanaltos árboles de cristal. —Si aquí hay monstruos...Yumi negó con la cabeza.— ¿No te has fijado? Las rayas no llevan su símboXANA, como pasaba en Lyoko!— ¡A lo mejor son distintas de ellas, pero nos disque las rayas de Lyoko! Ambos muchachos atravesaron la verja de hierro y empezaron del suelo por entre los arextraño color verde azulado y resplandeciente.De pronto Yumi se detuvo, helada, y Ulrich se chocósuelo. Volvieron a levantarse de un

hacia un lado mientras Ulrich se ponía en pie de un salto. a su alrededor, con todos los sentidos alerta, hasta que la vio: una raya,

uno de los monstruos de X.A.N.A. con los que se habían enfrentado durantsus aventuras en Lyoko. A diferencia del pez que le daba nombre, la raya usaba su enorme aleta para volar, y disparaba rayos láser por el aguijón de su

¡Rápido, larguémonos de aquí! —gritó Ulrich. Alzaron el vuelo a toda velocidad con el monstruo en los talones. Nuevos rayos láser pasaron a poca distancia de ellos, haciendo chisporrotear el aire.

¡Cuando me ha dado, no he perdido puntos de vida! —notó Yumi.decir eso que somos inmortales?

¡Ojalá! Sin embargo, me da que sin Jeremy y su superordenador no tenemos armas ni otros medios para defendernos. Y si morimos...Parecía absurdo, y en cualquier caso no podía pasarles nada malo. Cuando morían en Lyoko volvían inmediatamente a la realidad, rematerializándose en

escáner de la antigua fábrica. ¿Por qué iba a ser distinto ahora? Aunque Ulrich se había golpeado en la nariz antes, y le había dolido. No sabían cómo funcionaba la réplica. No tenían ni la menor idea. El muchacho vio otras dos rayas que venían hacia ellos, surcando el terso

¡Ven conmigo, Yumi! —chilló, y empezó a descender con un vuelo en

Aterrizaron sobre las tejas lisas de un edificio, se dejaron caer, patinando, hasta una de las calles que iban hacia el suelo

na amplia espiral y luego echaron a correr a toda velocidad.hacia la verja de un parque abandonado e invadido por

hay monstruos... ¡también podría estar XANA I—gritó.con la cabeza.

has fijado? Las rayas no llevan su símbolo. ¡No tienen el ojo de XANA, como pasaba en Lyoko!

¡A lo mejor son distintas de ellas, pero nos disparan con la misma mala uva

Ambos muchachos atravesaron la verja de hierro y empezaron a volar a ras del suelo por entre los arbustos, que eran espinosos y retorcidos, y tenían un extraño color verde azulado y resplandeciente. De pronto Yumi se detuvo, helada, y Ulrich se chocó contra ella, tirándola al

vantarse de un salto.

hacia un lado mientras Ulrich se ponía en pie de un salto. a su alrededor, con todos los sentidos alerta, hasta que la vio: una raya,

bían enfrentado durante sus aventuras en Lyoko. A diferencia del pez que le daba nombre, la raya usaba su enorme aleta para volar, y disparaba rayos láser por el aguijón de su

monstruo en los talones. Nuevos tancia de ellos, haciendo chisporrotear el aire.

Yumi.

eremy y su superordenador no dios para defendernos. Y si morimos...

sarles nada malo. Cuando morían en Lyoko volvían inmediatamente a la realidad, rematerializándose en

iba a ser distinto ahora? peado en la nariz antes, y le había dolido. No

os, surcando el terso

cender con un vuelo en

Aterrizaron sobre las tejas lisas de un edificio, se dejaron caer, patinando, hasta una de las calles que iban hacia el suelo

go echaron a correr a toda velocidad. donado e invadido por

gritó.

¡No tienen el ojo de

paran con la misma mala uva

a volar a ras bustos, que eran espinosos y retorcidos, y tenían un

contra ella, tirándola al

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— ¿Qué te pasa? ¿Has visto un fantasma?Yumi no le respondió, sino que alzódelante de ella. Ulrich se que— ¡El profesor Hopper!cerrarla. —No —susurró la muchachacopia. Una réplica de Hopper.El profesor estaba de pie delante de ellos, con el rostro cubierto por su oscura barba y un par de gruesas gafas. El padre de Aelita parecía translúcido, dejando ver lo que tenía a sus espaldas, igual que un fantasma. Llevaba una bata de laboratorio y tenía las manos en los bolsillos. Al verlos, desplegóplia sonrisa. —Niños. ¡Por fin! Cuánto tiempo he esperado que viniese algún niño por aquí... —les hizo una señal con la cabeza, y luego se metiómatorral petrificado. Los dos muchachos lo siguieron, pero cuando vomatorral, el fantasma ya había desaparecido.En aquel instante un láser quebrólas hojas de cristal se estrellaron contra el suelo, partiéndose en mil pedaentre ruidos de rotura y tintineos. Los muchachosreemprendieron el vuelo, eleAhora las rayas eran por lo círculos sobre la ciudad. En cuanto los vieron, se lanzaron en picado hacia ellos. — ¿Qué podemos hacer?preocupación. —Mucho me temo que...Las rayas abrieron fuego, y

LOS HOMBRES DE NEGRO Ulrich cayó al suelo, exhausto. Sentía náuseas, y le dolían los músculos como si le hubiesen pegado. A su alreded— ¡Ulrich! —Yumi, te oigo muy lejos...

¿Has visto un fantasma? Yumi no le respondió, sino que alzó un dedo, señalando un punto justo delante de ella. Ulrich se quedó con la boca abierta.

¡El profesor Hopper! —dijo el muchacho cuando consiguió volver a

la muchacha—. No puede ser realmente él. Seguro que es una copia. Una réplica de Hopper. El profesor estaba de pie delante de ellos, con el rostro cubierto por su oscura

sas gafas. El padre de Aelita parecía translúcido, deando ver lo que tenía a sus espaldas, igual que un fantasma. Llevaba una bata

de laboratorio y tenía las manos en los bolsillos. Al verlos, desplegó

¡Por fin! Cuánto tiempo he esperado que viniese algún niño por zo una señal con la cabeza, y luego se metió detrás de un

Los dos muchachos lo siguieron, pero cuando volaron por encima del matorral, el fantasma ya había desaparecido. En aquel instante un láser quebró una rama justo por encima de las hojas de cristal se estrellaron contra el suelo, partiéndose en mil pedaentre ruidos de rotura y tintineos. Los muchachos se miraron entre síreemprendieron el vuelo, elevándose por encima del parque. Ahora las rayas eran por lo menos una veintena, y volaban trazando amplios círculos sobre la ciudad. En cuanto los vieron, se lanzaron en picado hacia

podemos hacer? —dijo Ulrich, mirando a Yumi con cara de

Mucho me temo que... Las rayas abrieron fuego, y la muchacha no llegó a terminar la frase.

LOS HOMBRES DE NEGRO

al suelo, exhausto. Sentía náuseas, y le dolían los músculos como si le hubiesen pegado. A su alrededor todo estaba oscuro y en sordina.

Yumi, te oigo muy lejos...

ñalando un punto justo

volver a

él. Seguro que es una

El profesor estaba de pie delante de ellos, con el rostro cubierto por su oscura sas gafas. El padre de Aelita parecía translúcido, de-

ando ver lo que tenía a sus espaldas, igual que un fantasma. Llevaba una bata de laboratorio y tenía las manos en los bolsillos. Al verlos, desplegó una am-

¡Por fin! Cuánto tiempo he esperado que viniese algún niño por detrás de un

laron por encima del

una rama justo por encima de sus cabezas, y las hojas de cristal se estrellaron contra el suelo, partiéndose en mil pedazos

se miraron entre sí y

menos una veintena, y volaban trazando amplios círculos sobre la ciudad. En cuanto los vieron, se lanzaron en picado hacia

dijo Ulrich, mirando a Yumi con cara de

a terminar la frase.

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al suelo, exhausto. Sentía náuseas, y le dolían los músculos como or todo estaba oscuro y en sordina.

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—Eso es porque llevas el casco. Hemos vuelto a la realidad. Quítatelo. Ahora tendrías que poder hacerlo. Ulrich obedeció, con los dedos entumecidos. ahora podía sentir de nuevo la tela que envolvía sus dedos y el peso del casco sobre su cuello. Forcejeó con la correa y se sacó aquel chisme. Yumi estaba sentada a su lado, sobre el suelo del apartamento, y jadeaba. — ¿Qué tal estás? —le preguntó. —Mal. Es como si esos rayos láser me hubiesen dado de verdad. —Ya. A mí me pasa lo mismo —comentó el muchacho mientras se ponía de pie y empezaba a hacer unos cuantos estiramientos para desentumecer sus doloridos músculos—. Y ahora, ¿qué hacemos? —preguntó al terminar—. ¿Crees que deberíamos volver adentro de ese cacharro? — ¿Para ir a la caza del fantasma de Hopper? Dudo mucho que sea una buena idea —respondió la muchacha. —Pues entonces... —estaba diciendo Ulrich cuando fue bruscamente interrumpido por Yumi. —Chssssst. Espera. Escucha. Ulrich se concentró. Mezclado con el habitual tráfico dominical había otro sonido que les llegaba a través de las ventanas, rítmico y regular, algo así co-mo un chop, chop, chop, chop. Las aspas de un helicóptero. El muchacho señaló una ventana, pero Yumi sacudió la cabeza: el ruido al que ella se refería provenía de la puerta. De las escaleras. Pasos. Alguien se había dado cuenta de la activación de la réplica, y estaba viniendo a controlar. A todo correr. Abrieron la puerta de golpe y se precipitaron por el pasillo, a oscuras. Oyeron una voz masculina: —Jefe, están por este lado. ¡Estaban subiendo las escaleras! Ulrich estuvo a punto de bajar por aquel tramo de escaleras a toda mecha, lanzándose así entre los brazos de sus asaltantes, pero Yumi le hizo una señal para que se quedase quieto. Se acurrucaron cerca de la barandilla de forma que no los pudiesen ver, conteniendo la respiración. Dos hombres altos con el pelo corto, gafas de sol y largos abrigos negros subieron las escaleras y pasaron por delante de ellos. Ulrich y Yumi se precipitaron escaleras abajo. El primero de los hombres de negro rozó con un brazo a la muchacha, tratando de retenerla. — ¡Ey, vosotros! ¡Quietos! —gritó—. No sabéis en qué lío...

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secundó el otro hombre, que tenía una curiosa erre con frenillo.Los muchachos ni siquiera los escucharon, y ema saltos, de tres en tres, con los pies resbalándoles de vez en cuando en su loca carrera. Bastaba con que acabasen rodando en una estrepitosa caída. Y para que los atrapasen.—Vamos agmados, chavales,nuevo el hombre de la erre gangosa.El otro, por su parte, iba chillá—Aquí Comadreja y Hugón, o sea, quiero decir, Hurón, a Lobo Solitario. ¡Están llegando!—Hay un tercer hombreun gesto indicándole que lo había oído.Habían llegado al primer piso cuando vieron a Lobo Solitario subiendo las escaleras. Él también iba vestido todo de negro, y su mano izquierda empuñaba una pistola gigantesca, de un brillante acero croapuntando hacia ellos. —Bueno, bueno, chicos,hicieron ni caso, torcieron por el pasillo y se abalanzaron contra lapuerta del fondo con tal en un apartamento idéntico a aquel del que vacío. Lo único que había dentro depintado y algunas viejas sillas que yaUlrich cerró la puerta detrás de ellos, agarrómanija. — ¿Y ahora qué quieres hacer?—Cuando estábamos entrando me he fijado bien en la fachada del edificioUlrich le señaló la venta— ¡Pero no vamos a poder!protestó Yumi. — ¿Tienes alguna ¡dea mejor? Porque la puerta no va a aguantar mucho más tiempo. Ulrich llegó en cuatro saltos a la ventana, forcejeóconsiguió abrirla y se asomó— ¡Ánimo! ¡Lo conseguiremos!En efecto, no se trataba de unos dibujos animasiempre lo bastante anchas como para poder pasearse tranquilamente adey atrás. Aquélla era una simple protuberancia de unos diez centímetros de

— ¡Tigaos al suelo! ¡Estáis aguestados!el otro hombre, que tenía una curiosa erre con frenillo.

Los muchachos ni siquiera los escucharon, y empezaron a bajar los escalones a saltos, de tres en tres, con los pies resbalándoles de vez en cuando en su loca carrera. Bastaba con que perdieran el equilibrio un milisegundo para que acabasen rodando en una estrepitosa caída. Y para que los atrapasen.

Vamos agmados, chavales, ¡no empeoguéis vuestga situación!nuevo el hombre de la erre gangosa. El otro, por su parte, iba chillándole a un walkie-talkie.

Comadreja y Hugón, o sea, quiero decir, Hurón, a Lobo ¡Están llegando! ¡Van por el cuarto piso!

Hay un tercer hombre —le siseó Ulrich a Yumi, pero la muchacha le hizo un gesto indicándole que lo había oído.

n llegado al primer piso cuando vieron a Lobo Solitario subiendo las Él también iba vestido todo de negro, y su mano izquierda empuña

ba una pistola gigantesca, de un brillante acero cromado, y la estaba

icos, ¡la carrera se acaba aquí! Ulrich y Yumi no le hicieron ni caso, torcieron por el pasillo y se abalanzaron contra la

ímpetu que la abrieron de par en par. Se encontraron en un apartamento idéntico a aquel del que acababan de salir, pero

único que había dentro de él era la moqueta, aquel horrendo papel pintado y algunas viejas sillas que yacían abandonadas en una esquina.

la puerta detrás de ellos, agarró una silla y la encajó

quieres hacer? ¡Estamos acorralados! —exclamóCuando estábamos entrando me he fijado bien en la fachada del edificio

la ventana—. Hay una cornisa. Y también canalones.¡Pero no vamos a poder! ¡Que esto no es un dibujo animado!

¡dea mejor? Porque la puerta no va a aguantar mucho más

en cuatro saltos a la ventana, forcejeó un poco hasta que abrirla y se asomó sobre la cornisa.

conseguiremos! En efecto, no se trataba de unos dibujos animados, donde las cornisas son

chas como para poder pasearse tranquilamente adey atrás. Aquélla era una simple protuberancia de unos diez centímetros de

¡Estáis aguestados! —lo

pezaron a bajar los escalones a saltos, de tres en tres, con los pies resbalándoles de vez en cuando en su loca

perdieran el equilibrio un milisegundo para que acabasen rodando en una estrepitosa caída. Y para que los atrapasen.

¡no empeoguéis vuestga situación! —gritó de

Comadreja y Hugón, o sea, quiero decir, Hurón, a Lobo

Ulrich a Yumi, pero la muchacha le hizo

n llegado al primer piso cuando vieron a Lobo Solitario subiendo las Él también iba vestido todo de negro, y su mano izquierda empuña-

mado, y la estaba

¡la carrera se acaba aquí! Ulrich y Yumi no le hicieron ni caso, torcieron por el pasillo y se abalanzaron contra la última

ímpetu que la abrieron de par en par. Se encontraron acababan de salir, pero éste estaba

él era la moqueta, aquel horrendo papel cían abandonadas en una esquina.

una silla y la encajó bajo la

exclamó Yumi. Cuando estábamos entrando me he fijado bien en la fachada del edificio —

. Hay una cornisa. Y también canalones. to no es un dibujo animado! —

¡dea mejor? Porque la puerta no va a aguantar mucho más

un poco hasta que

dos, donde las cornisas son chas como para poder pasearse tranquilamente adelante

y atrás. Aquélla era una simple protuberancia de unos diez centímetros de

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anchura en la que se podían apoyar tan sólo las puntas de los pies. El canalón más cercano estaba a un par de metros de distancia, pero en aquel momento parecía lejísimos. Miraron hacia la calle, con susuna gigantesca berlina negra con delante de la puerta del edificio. A pobajarse de un scooter con una extravagante decoración en naranja y ver

rígido que llevaba montado en el trasportín.Detrás de Ulrich, la puerta que había bloqueado con la silla cedióy Lobo Solitario entró a galope tendido en el apartamento. No tenían tiempo para pensárselo. Los dos muchachos se aventuraron a salir sobre la pegado a la pared, la cara aplastada contra lapies contraídos en un intento por agarrarse mejor.Ulrich se estiró cuanto pudo, y consiguióde hierro, para luego colotra mano, en una oferta de ayuda.Mientras tanto, Comadreja y Hurón habían salido del edificio, y habían llegado a su coche. Ahora los observaban con las caras vueltas hacia arriba.—Tened cuidado de no hacegos daño, chicos.aquí! —Qué más quisieras tú —delgado tubo de hierro, con Yumi a la zaga. Cuando iban más o menos por la mitad del recorrido y les faltaban un par de metroshombres de negro se acercaron a la boca del canalón con una sonrisa irónica esbozada en el rostro. —Yumi, tenemos que saltar—¿Y luego? ¿Qué tienes pensado hacer?Ulrich hizo con la vista un frenético barralguna idea. Y la encontró.—El scooter del pizzero. Se lo pillamos prestado.—Pero ¿te has vuelto majara?—Creo que no nos queda otra. A la de tres. Uno, dos...Saltaron y terminaron aterrizando de Comadreja y Hurón. De un brinco volvieron a ponerse de pie, sin preocuparse demasiado de no pisar a sus dos perseguidores.-¡Ay! —¡Venga, vamos! —gritó

que se podían apoyar tan sólo las puntas de los pies. El canalón más cercano estaba a un par de metros de distancia, pero en aquel momento parecía lejísimos. Miraron hacia la calle, con sus árboles y sus aceras, y vieron

tesca berlina negra con las puertas abiertas aparcada de través justo delante de la puerta del edificio. A poca distancia, un chaval acababa de

con una extravagante decoración en naranja y ver

estaba sacando una pizza del enorme cajón llevaba montado en el trasportín.

Detrás de Ulrich, la puerta que había bloqueado con la silla cedióa galope tendido en el apartamento. No tenían tiempo

Los dos muchachos se aventuraron a salir sobre la cornisa, con el cuerpo pegado a la pared, la cara aplastada contra la áspera piedra y los dedos de los pies contraídos en un intento por agarrarse mejor.

cuanto pudo, y consiguió agarrarse con los dedos al canalón lgarse de él desesperadamente y tenderle a Yumi la

otra mano, en una oferta de ayuda. Mientras tanto, Comadreja y Hurón habían salido del edificio, y habían llegado a su coche. Ahora los observaban con las caras vueltas hacia arriba.

hacegos daño, chicos. ¡Vuestga escapada tegmina

—susurró Ulrich. Descendió lentamente a lo largo del bo de hierro, con Yumi a la zaga. Cuando iban más o menos por la

mitad del recorrido y les faltaban un par de metros para llegar al suelo, los dos hombres de negro se acercaron a la boca del canalón con una sonrisa irónica

Yumi, tenemos que saltar —le murmuró Ulrich. tienes pensado hacer?

Ulrich hizo con la vista un frenético barrido de toda la calle, en busca de alguna idea. Y la encontró.

del pizzero. Se lo pillamos prestado. ¿te has vuelto majara? —exclamó ella.

Creo que no nos queda otra. A la de tres. Uno, dos... ¡tres! Saltaron y terminaron aterrizando de forma muy poco digna justo encima de Comadreja y Hurón. De un brinco volvieron a ponerse de pie, sin preocuparse demasiado de no pisar a sus dos perseguidores.

gritó Ulrich, y salió zumbando en dirección a la moto.

que se podían apoyar tan sólo las puntas de los pies. El canalón más cercano estaba a un par de metros de distancia, pero en aquel momento

árboles y sus aceras, y vieron las puertas abiertas aparcada de través justo

ca distancia, un chaval acababa de con una extravagante decoración en naranja y verde, y

estaba sacando una pizza del enorme cajón

Detrás de Ulrich, la puerta que había bloqueado con la silla cedió de sopetón, a galope tendido en el apartamento. No tenían tiempo

cornisa, con el cuerpo áspera piedra y los dedos de los

se con los dedos al canalón él desesperadamente y tenderle a Yumi la

Mientras tanto, Comadreja y Hurón habían salido del edificio, y habían llegado a su coche. Ahora los observaban con las caras vueltas hacia arriba.

¡Vuestga escapada tegmina

lentamente a lo largo del bo de hierro, con Yumi a la zaga. Cuando iban más o menos por la

para llegar al suelo, los dos hombres de negro se acercaron a la boca del canalón con una sonrisa irónica

da la calle, en busca de

forma muy poco digna justo encima de Comadreja y Hurón. De un brinco volvieron a ponerse de pie, sin preocuparse

do en dirección a la moto.

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El ciclomotor tenía las llaves todavía en el bominterruptor de encendido para que arrancase con un borboteo.Yumi se subió detrás de rueda mientras Lobo Solitario salía corriendo del edientrar junto con los otros en la berlina.No llevaban casco, acababan de robar uncarné de conducir. Aunque, por otra parte, también habían allanado un apartamento y estaban siendo perseguidos potipos armados a bordo. Peor imposible, pensaba Ulrich al mismo tiempo que trataba de seguir bien atento a la calzada.— ¿Menudo diíta, eh?—

entró en una rotonda que daba a la Avenue Moliere, tumbándohasta hacer que la pata de cabra delsobre el asfalto. Yumi pegó un chillido y se le agarró— ¡A ver si vas a hacer que nos—Tú, mejor preocúpate de echar un ojo ahíterreno. La berlina, en efecto, se hallaba cada vez más cerestaban recorriendo, aquel cochazo le sacaba demasiaciclomotor con dos personas encima, sobre todo con aquel tráfico prácticamente nulo. —Entendido. Nos toca ir por los callejonesderecha por una calle más esIban por prohibido en una calle de un solo sentillegaba en la otra dirección los evitóde golpes de claxon. — ¡Por aquí no pueden seguirnos!—Me da en la nariz que síYumi señaló hacia arriba, en dirección al helicópnegro y zumbador, no los había perdido de vista ni un solo instante desde que habían salido de la Rué Lemonnier.—Se me había olvidado que también teesta mañana. Ahí deberíamos poder darles esquinazo.Ulrich tomó un par de curvas más a toda velocineumático trasero largas franancha Avenue de Diane, que rodeaba el parque. La berlina negra apareció

ía las llaves todavía en el bombín, y les bastó con apretar el do para que arrancase con un borboteo.

él de un salto, y Ulrich se puso en marcha quemando litario salía corriendo del edificio y se apresuraba a

entrar junto con los otros en la berlina. No llevaban casco, acababan de robar un scooter y encima ni siquiera tenían

de conducir. Aunque, por otra parte, también habían allanado un apartamento y estaban siendo perseguidos por un enorme automóvil oscuro con tres tipos armados a bordo. Peor imposible, pensaba Ulrich al mismo tiempo que trataba de seguir bien atento a la calzada.

—gritó con una risa histérica.

Al final de la Rué Lemonnier, el muchacho en una rotonda que daba a la Avenue Moliere, tumbándose en la curva

hasta hacer que la pata de cabra del scooter soltase una cascada de chispas

un chillido y se le agarró con fuerza a la cintura. ¡A ver si vas a hacer que nos matemos! —siguió gritándole a la oreja.Tú, mejor preocúpate de echar un ojo ahí atrás y decirme si están ganando

La berlina, en efecto, se hallaba cada vez más cerca. En la ancha avenida que estaban recorriendo, aquel cochazo le sacaba demasiada ventaja a un ciclomotor con dos personas encima, sobre todo con aquel tráfico

Entendido. Nos toca ir por los callejones —concluyó Ulrich, y giróderecha por una calle más estrecha, y luego inmediatamente a la izquierda.

por prohibido en una calle de un solo sentido, y una vieja furgoneta que ción los evitó por un pelo, atronándolos con un sinfín

no pueden seguirnos! —gritó el muchacho con tono triunfal.la nariz que sí que pueden. hacia arriba, en dirección al helicóptero que, como un moscardón

negro y zumbador, no los había perdido de vista ni un solo instante desde que Lemonnier.

Se me había olvidado que también tenían apoyo aéreo. Vamos al parque de beríamos poder darles esquinazo.

un par de curvas más a toda velocidad, dibujando con el neumático trasero largas franjas negras en el asfalto. Luego se metió

ane, que rodeaba el parque. La berlina negra apareció

con apretar el

él de un salto, y Ulrich se puso en marcha quemando ficio y se apresuraba a

encima ni siquiera tenían de conducir. Aunque, por otra parte, también habían allanado un aparta-

automóvil oscuro con tres tipos armados a bordo. Peor imposible, pensaba Ulrich al mismo tiempo que

Lemonnier, el muchacho se en la curva

soltase una cascada de chispas

gritándole a la oreja. atrás y decirme si están ganando

ca. En la ancha avenida que da ventaja a un

ciclomotor con dos personas encima, sobre todo con aquel tráfico

Ulrich, y giró a la trecha, y luego inmediatamente a la izquierda.

do, y una vieja furgoneta que por un pelo, atronándolos con un sinfín

chacho con tono triunfal.

tero que, como un moscardón negro y zumbador, no los había perdido de vista ni un solo instante desde que

yo aéreo. Vamos al parque de

dad, dibujando con el jas negras en el asfalto. Luego se metió por la

ane, que rodeaba el parque. La berlina negra apareció a la

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vuelta de una esquina, y a punto estuvo de atropellar a un anciano señor que llevaba el periódico bajo el brazo.El muchacho se subió de un salto a la amplia aceun largo enrejado de hierro, y empezóavisar a los escasos peatones de que se quitasen de en medio.— ¡Por allí hay una entrada!verja se dividía para permitir el acceso a los senderos del parque. El scooter pasó sin problemas, pero el coche, por el contrario, tuvo que acelerar y llevarse por delante una parte de la cerca, lechorros de gravilla con las ruedas traseras, que habían el asfalto. — ¡Cuidado con ese señor!El helicóptero seguía encima de ellos, y la berlina estaba ganando terreno.Era todo igualito que en las películas de acción, y habría resultado divertsi no hubiese sido tan in— ¡Necesitamos algo para despistarlos!— ¿El qué? ¡Lo único que tenemos son pizzas!—Pues entonces, hoy les toca comer pizza.— ¿Qué quieres decir?

pelota, trató de sonreírle para que no se asustase y volviósendero de gravilla. — ¡Pues que se las lances!Yumi se giró en el sillín trasero de la moto, forcede las pizzas y sacó la primera carga —Una caprichosa, a juzgar por el olor. Qué— ¿Te parece un buen momento para eso? Prepárate. En cuanto estén a tiro... ¡Fuego! Ulrich bajó un poco de revoluciones para dejar que la berlina se acercase. Hurón abrió la ventanilla del coppuñando la pistola. Cuando el coche estuvo a pocos metros, Yumi lanzóprimera pizza, acertándole al hombre en pleno rostro. Las gafas de sol se le escurrieron de la cara mientras lapelo y la ropa. — ¡Malditos mocosos! —— ¡Bombas dos y tres, cuatro quesos y diávola!lanzaba una pizza tras otra directamente contra el parabrisas. La berlina dio un

vuelta de una esquina, y a punto estuvo de atropellar a un anciano señor que llevaba el periódico bajo el brazo. ¡Otra vez los tenían encima!

de un salto a la amplia acera, que estaba bordeada por un largo enrejado de hierro, y empezó a tocar frenéticamente el claxon paavisar a los escasos peatones de que se quitasen de en medio.

hay una entrada! —gritó Yumi, señalando un punto en el que la a permitir el acceso a los senderos del parque. problemas, pero el coche, por el contrario, tuvo que

acelerar y llevarse por delante una parte de la cerca, levantando dos grandes chorros de gravilla con las ruedas traseras, que habían perdido agarre al dejar

¡Cuidado con ese señor! —Gritó Yumi—. ¡Y con la madre del carrito!El helicóptero seguía encima de ellos, y la berlina estaba ganando terreno.Era todo igualito que en las películas de acción, y habría resultado divertsi no hubiese sido tan increíblemente aterrador.

¡Necesitamos algo para despistarlos! —gritó Ulrich. único que tenemos son pizzas!

Pues entonces, hoy les toca comer pizza.

Ulrich esquivó a un niño que jugabade sonreírle para que no se asustase y volvió a abrir gas sobre el

¡Pues que se las lances! en el sillín trasero de la moto, forcejeó con la cerradura del cajón

la primera carga de munición. Una caprichosa, a juzgar por el olor. Qué hambre. ¿Te parece un buen momento para eso? Prepárate. En cuanto estén a

un poco de revoluciones para dejar que la berlina se acercase. la ventanilla del copiloto y asomó afuera la mitad del tronco, em

puñando la pistola. Cuando el coche estuvo a pocos metros, Yumi lanzóprimera pizza, acertándole al hombre en pleno rostro. Las gafas de sol se le

rrieron de la cara mientras la mozzarella y el tomate le embadurnaban el

—gritó el hombre. ¡Bombas dos y tres, cuatro quesos y diávola! —canturreó Yumi mientras

lanzaba una pizza tras otra directamente contra el parabrisas. La berlina dio un

vuelta de una esquina, y a punto estuvo de atropellar a un anciano señor que

ue estaba bordeada por a tocar frenéticamente el claxon para

Yumi, señalando un punto en el que la a permitir el acceso a los senderos del parque. problemas, pero el coche, por el contrario, tuvo que

vantando dos grandes perdido agarre al dejar

¡Y con la madre del carrito! El helicóptero seguía encima de ellos, y la berlina estaba ganando terreno. Era todo igualito que en las películas de acción, y habría resultado divertido...

a un niño que jugaba a la a abrir gas sobre el

con la cerradura del cajón

¿Te parece un buen momento para eso? Prepárate. En cuanto estén a

un poco de revoluciones para dejar que la berlina se acercase. afuera la mitad del tronco, em-

puñando la pistola. Cuando el coche estuvo a pocos metros, Yumi lanzó la primera pizza, acertándole al hombre en pleno rostro. Las gafas de sol se le

embadurnaban el

Yumi mientras lanzaba una pizza tras otra directamente contra el parabrisas. La berlina dio un

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par de volantazos y puso en demasiado tarde. El conductor no se dio cuenta del banco desierto que había a su derecha, y el coche acabó empotrado enhumo blanco del radiador. Uno tras otro, los t— ¡Oye, pero si tienes una puntería de campeonato!— ¡Venga, vámonos de aquíBajo la insistente mirada del helicóptero negro, Yumi y Ulrich aparcaron el scooter cerca de la parada de metro de Albert. Dejaron las lcofre de debajo del asiento y les añadieron cincuenta euros. Todo el dinero que les quedaba. En realidad, Ulrich habría prescindido de aquel enésimo desembolso, pero Yumi lo había taladrado con una mirada glacial.—Tratemos de hacer por loapuntado el número de la pizzería a la que le hemos robado la moto. En cuanto lleguemos a la estación, los llamo para decirles que vayan a recogerla...Se metieron en el paso subterráneo, y por fin em—Lo hemos conseguidoseguirnos aquí abajo, y la red de metro es demasiado grande. Me juego lo que quieras a que no adivinan por dónde saldremos.Ulrich asintió y la miró. Las mejillas de pelo estaba totalmente desescapada. Tenía una media sonrisa, algo cansada y cargada de adrenalina, dibujada en la cara, y a él jamomento. Su discurso de «no somos sólo amigos».adecuada como aquélla?

de hace unos días, en el Kadic. Cuando yo quería hablar contigo y luego llegó Sissi y nos interrumpió.Yumi sonrió y le posó un dedo sobre los labios, con dulzura.—Me acuerdo perfectamente. Pero ahora tenehablar de eso en otro momento,mundo. La muchacha se le acercó, y suave y tenía el aroma del viento, y durante un momento Ulrich sintiócabeza le daba vueltas como una noria llena de luces de colores. Era verdad, ya tendrían tiempo.

par de volantazos y puso en marcha los limpiaparabrisas, aunque fue

El conductor no se dio cuenta del banco desierto que había a su derecha, y el empotrado en él, deteniéndose con un golpe seco y un bufido de

humo blanco del radiador. Uno tras otro, los tres hombres de negro se bajaron.¡Oye, pero si tienes una puntería de campeonato! ¡Venga, vámonos de aquí ya mismo!

Bajo la insistente mirada del helicóptero negro, Yumi y Ulrich aparcaron cerca de la parada de metro de Albert. Dejaron las llaves dentro del

de debajo del asiento y les añadieron cincuenta euros. Todo el dinero

En realidad, Ulrich habría prescindido de aquel enésimo desembolso, pero Yumi lo había taladrado con una mirada glacial.

Tratemos de hacer por lo menos una cosa como es debido hoy. Me he apuntado el número de la pizzería a la que le hemos robado la moto. En cuanto lleguemos a la estación, los llamo para decirles que vayan a recogerla...Se metieron en el paso subterráneo, y por fin empezaron a recuperar el aliento.

Lo hemos conseguido —continuó la muchacha—. El helicóptero no puede abajo, y la red de metro es demasiado grande. Me juego lo que

quieras a que no adivinan por dónde saldremos. y la miró. Las mejillas de Yumi tenían un vivo color rojo, y su

pelo estaba totalmente despeinado por el efecto del viento y la velocidad de su escapada. Tenía una media sonrisa, algo cansada y cargada de adrenalina,

él jamás le había parecido tan hermosa como en aquel

«no somos sólo amigos». ¿Qué otra ocasión podía resultarían lla?

—Yumi, no sé si te acuerdas... —ce unos días, en el Kadic. Cuando yo quería hablar contigo y luego

nos interrumpió. un dedo sobre los labios, con dulzura.

Me acuerdo perfectamente. Pero ahora tenemos que irnos. Ya podremos hablar de eso en otro momento, ¿no te parece? Tenemos todo el tiempo del

La muchacha se le acercó, y le dio un ligero beso en la mejilla. Su boca era suave y tenía el aroma del viento, y durante un momento Ulrich sintió

beza le daba vueltas como una noria llena de luces de colores. Era verdad,

marcha los limpiaparabrisas, aunque fue

El conductor no se dio cuenta del banco desierto que había a su derecha, y el él, deteniéndose con un golpe seco y un bufido de

res hombres de negro se bajaron.

Bajo la insistente mirada del helicóptero negro, Yumi y Ulrich aparcaron laves dentro del

de debajo del asiento y les añadieron cincuenta euros. Todo el dinero

En realidad, Ulrich habría prescindido de aquel enésimo desembolso, pero

mo es debido hoy. Me he apuntado el número de la pizzería a la que le hemos robado la moto. En cuanto lleguemos a la estación, los llamo para decirles que vayan a recogerla...

cuperar el aliento. . El helicóptero no puede

abajo, y la red de metro es demasiado grande. Me juego lo que

Yumi tenían un vivo color rojo, y su peinado por el efecto del viento y la velocidad de su

escapada. Tenía una media sonrisa, algo cansada y cargada de adrenalina, como en aquel

otra ocasión podía resultarían

—farfulló—, ce unos días, en el Kadic. Cuando yo quería hablar contigo y luego

mos que irnos. Ya podremos ¿no te parece? Tenemos todo el tiempo del

le dio un ligero beso en la mejilla. Su boca era suave y tenía el aroma del viento, y durante un momento Ulrich sintió que la

beza le daba vueltas como una noria llena de luces de colores. Era verdad,

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La tomó de la mano y empezaron aTenían que volver al Kadic a la velocidad de la luz para contarles a Jeremy y los demás lo que habían descubierto. En Washington D. C. eran las ocho de la mañana, pero en la oficina reinaba ya una actividad febril. Cuando se trabajaba en ciertos ambientes no existían ni sábados ni domingos. Dido había llegado a las siete, tan puncostumbre, y se había tomado un cafécotejaba con la información reservada que le habíanoche. Era increíble cómo los periodistas condejar nunca que el lector entendiese lo que en realidad había pasado.La mujer encendió el ordenador, y estaba empeinformes cuando sonó el te—Una llamada de Bélgica—Pásamela. Sobre la frente de la mujer se dibujóprevisto, y los imprevistos jamás de los jamases eran buenas noticias. Se oyó un clic mientras Maggie transfería la llamada.—Aquí Lobo Solitario ——Sí, soy yo. El hombre la estaba llamando desde un lugar púancianos enfadados. — ¡Pog lo menos este choguizo es de alguien. — ¡Sois unos delincuentes y unos canallas, y ahora mismo voy a llamar a la policía! -gritó después una mujer.Dido empezó a impacientarse, y tamborileósobre su escritorio. —Lobo Solitario, espero que sea consciente de que esta llamada supone una violación de todos los protocolos de seguridad.—Por supuesto, Dido... señora. Pero se trata de una emergencia. Los muchachos han encontrado el apartamento de la RuéAhí estaba. La noticia que podía tirar por la borda el día entero.— ¿Han encontrado la réplica?

hemos llegado allí diez minutos después de que se activase la señal. No estábamos preparados para una alerta roja aquí

de la mano y empezaron a correr por el oscuro túnel del metro. Tenían que volver al Kadic a la velocidad de la luz para contarles a Jeremy y los demás lo que habían descubierto.

En Washington D. C. eran las ocho de la mañana, pero en la oficina reinaba ya uando se trabajaba en ciertos ambientes no existían ni

sábados ni domingos. Dido había llegado a las siete, tan puntual como de costumbre, y se había tomado un café mientras hojeaba los periódicos y los

información reservada que le había ¡do llegando dunoche. Era increíble cómo los periodistas conseguían escribirlo todo... sin dejar nunca que el lector entendiese lo que en realidad había pasado.

el ordenador, y estaba empezando a estudiar algunos el teléfono.

Una llamada de Bélgica —le comunicó Maggie, su secretaria.

Sobre la frente de la mujer se dibujó una profunda arruga. Eso no estaba previsto, y los imprevistos jamás de los jamases eran buenas noticias. Se

mientras Maggie transfería la llamada. —dijo después una voz masculina—. ¿Dido?

El hombre la estaba llamando desde un lugar público: se oían voces de niños y

¡Pog lo menos este choguizo es de pguimega calidad! —estaba diciendo

¡Sois unos delincuentes y unos canallas, y ahora mismo voy a llamar a la después una mujer. a impacientarse, y tamborileó con los dedos llenos de sortijas

Solitario, espero que sea consciente de que esta llamada supone una violación de todos los protocolos de seguridad.

Por supuesto, Dido... señora. Pero se trata de una emergencia. Los muchachos han encontrado el apartamento de la Rué Lemonnier.

La noticia que podía tirar por la borda el día entero. ¿Han encontrado la réplica?—preguntó.

—Sí, señora. Y la han activado. Nosotros diez minutos después de que se activase la señal. No

estábamos preparados para una alerta roja aquí, en Bruselas.

correr por el oscuro túnel del metro. Tenían que volver al Kadic a la velocidad de la luz para contarles a Jeremy y

En Washington D. C. eran las ocho de la mañana, pero en la oficina reinaba ya uando se trabajaba en ciertos ambientes no existían ni

tual como de mientras hojeaba los periódicos y los

do llegando durante la seguían escribirlo todo... sin

dejar nunca que el lector entendiese lo que en realidad había pasado. zando a estudiar algunos

Maggie, su secretaria.

da arruga. Eso no estaba previsto, y los imprevistos jamás de los jamases eran buenas noticias. Se

¿Dido?

blico: se oían voces de niños y

estaba diciendo

¡Sois unos delincuentes y unos canallas, y ahora mismo voy a llamar a la

con los dedos llenos de sortijas

Solitario, espero que sea consciente de que esta llamada supone una

Por supuesto, Dido... señora. Pero se trata de una emergencia. Los Lemonnier.

Sí, señora. Y la han activado. Nosotros diez minutos después de que se activase la señal. No

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—Imbécil. ¡Había ordenado a propósito que tuviésemos un equipo preparado! ¡Y ustedes han dejado que los pillasen en calzoncillos! —explotó la mujer. —Bueno, ejem —tosió Lobo Solitario al otro lado de la' línea—, sí, pero probablemente ellos tampoco habrán conseguido entrar en la réplica... tal y como nos pasó a nosotros. — ¡Ellos son niños! —Sin darse ni cuenta, Dido había empezado a berrearle al teléfono—. No sabemos qué sucede si lo intentan unos niños. Deme un informe detallado de lo que ha pasado. Inmediatamente. —Bueno, pues hemos recibido la señal de alarma y hemos salido disparados hacia allá el agente Comadreja, el agente Hugón... disculpe: Hurón... y yo. Con el apoyo aéreo del helicóptero de los agentes Zorro y Garduña. Los niños han logrado escapársenos. Iban armados, señora... — ¿Armados? —dijo ella con un tono receloso. —Clago, hombgue —añadió una voz al fondo—, cuéntale que esas pizzas egan agmas mogtales... —Ya está bien —el tono de la mujer se fue helando—. No quiero oír ni una palabra más. ¿Dónde están ahora esos niños? —El helicóptero de apoyo ha podido seguirlos hasta que les han dado esquinazo metiéndose en el metro, pero no creo que haya mayor problema: estarán corriendo a la estación para volver a casa. Podemos seguirlos hasta la ciudad del Kadic e interceptarlos. Dido suspiró. No soportaba trabajar con inútiles. —Déjenlo estar. Ya han metido la pata bastante por hoy. Eviten que los civiles avisen a la policía. Sólo nos faltaría que nuestro gobierno tuviera que disculparse con las fuerzas del orden locales. Y luego vuelvan al apartamento de la Rué Lemonniery precíntenlo. Quiero a tres hombres de guardia delante de la entrada, día y noche, hasta nueva orden. Y olvídense de esos niños. Me comunicaré con nuestro contacto en el Kadic para que se encargue de resolver la situación. — ¿El contacto del Kadic? Pero, señora, si lleva fuera de servicio... —Nuestros agentes nunca se jubilan, y jamás están fuera de servicio, Lobo Solitario. De nosotros no se escapa nadie. Recuérdelo. Dido colgó el teléfono con un violento golpetazo. Suspiró. Volvió a levantar el auricular. —Maggie —dijo. — ¿Sí? —respondió la secretaria. —Localízame el número de teléfono de la Ciudad de la Torre de Hierro, Francia. Tenemos una pequeña emergencia.

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EL BESO DE EVA SKINNER Jererny había insistido en que, con el hombre de los perrosLa Ermita y las casas de sus pael mejor modo de esconderse era manteniéndose bien a la vista. Por eso, en lugar de en La Ermita o alguna de sus habitodos alrededor de las cinco en el Caféchard, además de Yumi y Ulrich, que acababan de volBruselas. Sólo faltaban Eva y Odd.— ¿Los ha visto alguien?—Se suponía que iban a verse esta mañanahombros—, pero luego no he vuelto a saber nada cómo es Odd. Estará por ahí, haciéndole ojitos dulces...— ¿Has intentado llamarlos?—Sí. No responden. Aelita sacudió la cabeza, incrédula. Ulrich y Yumi, que hasta aquel momento habían estado conteniéndose, explotaron a la vez.—Pero ¿no tenéis ganas de saber lo que ha pasaréplica! —Y había un fantasma...—Y los hombres de negro...—Y la pizza... —Calma, calma —los detuvo Jeremyescucharos. Pero id por parAlternándose y peleándose un poco cuando ambos trataban de hablar a la vez, los muchachos les contaron lo que había pasado en Bélgica, hasta la increíble persecución final. Después, Jeremy los puso al día sobre lo que hen su ausencia, lo del hombre misterioso en casa de Yumi y todo lo demás. Al final, la muchacha estaba restregándose la cara con las manos; Richard miraba, cortado, su PDA, y Jeremy se paseaba de un lado a otro del local con las manos entrelazadas detrás de la espalda.—Ya está —dijo finalmenteimportante sobre Hopper y el superordenador.— ¿Qué quieres decir?——Si en la réplica que habéis encontrado u os ha pareHopper... —empezó a explicar Jeremy.—No nos ha parecido —

EL BESO DE EVA SKINNER

ererny había insistido en que, con el hombre de los perros merodeando por La Ermita y las casas de sus padres, lo mejor era esconderse lo más posible, y el mejor modo de esconderse era manteniéndose bien a la vista. Por eso, en lugar de en La Ermita o alguna de sus habitaciones del Kadic, se encontraron todos alrededor de las cinco en el Café au Lait. Estaban Jeremy, Aelita y Ri

ás de Yumi y Ulrich, que acababan de volver de su viaje a Bruselas. Sólo faltaban Eva y Odd.

¿Los ha visto alguien? —preguntó Ulrich. Se suponía que iban a verse esta mañana —dijo Jeremy, encogiéndose de

, pero luego no he vuelto a saber nada de ellos. Todos sabemos por ahí, haciéndole ojitos dulces...

¿Has intentado llamarlos?

la cabeza, incrédula. Ulrich y Yumi, que hasta aquel momento dose, explotaron a la vez.

¿no tenéis ganas de saber lo que ha pasado? ¡Hemos encontrado una

Y había un fantasma... Y los hombres de negro...

los detuvo Jeremy—. Estamos aquí precisamente para escucharos. Pero id por partes. ¿Conseguisteis construir la ganzúa eléctrica?Alternándose y peleándose un poco cuando ambos trataban de hablar a la vez, los muchachos les contaron lo que había pasado en Bélgica, hasta la increíble

ción final. Después, Jeremy los puso al día sobre lo que hen su ausencia, lo del hombre misterioso en casa de Yumi y todo lo demás. Al

taba restregándose la cara con las manos; Richard miraba, cortado, su PDA, y Jeremy se paseaba de un lado a otro del local con

azadas detrás de la espalda. dijo finalmente—. Estamos a punto de descubrir algo realmente

importante sobre Hopper y el superordenador. —preguntó Ulrich.

Si en la réplica que habéis encontrado u os ha parecido ver a Franz a explicar Jeremy.

—lo interrumpió Ulrich—. Estaba ahí de verdad.

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merodeando por más posible, y

el mejor modo de esconderse era manteniéndose bien a la vista. Por eso, en taciones del Kadic, se encontraron

au Lait. Estaban Jeremy, Aelita y Ri-ver de su viaje a

dijo Jeremy, encogiéndose de de ellos. Todos sabemos

la cabeza, incrédula. Ulrich y Yumi, que hasta aquel momento

¡Hemos encontrado una

precisamente para teis construir la ganzúa eléctrica?

Alternándose y peleándose un poco cuando ambos trataban de hablar a la vez, los muchachos les contaron lo que había pasado en Bélgica, hasta la increíble

ción final. Después, Jeremy los puso al día sobre lo que había ocurrido en su ausencia, lo del hombre misterioso en casa de Yumi y todo lo demás. Al

taba restregándose la cara con las manos; Richard miraba, cortado, su PDA, y Jeremy se paseaba de un lado a otro del local con

. Estamos a punto de descubrir algo realmente

cido ver a Franz

de verdad.

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—... entonces eso significa que la réplica fue consY que el profesor introdujo en ella una copia de síalgún indicio. —Querrás decir —sonrióhombres de negro. A saber cuántas veces habrán podido observar con toda comodidad esa ciudad misteriosa y charlar con

qué tendrá que ver la profesora Hertz en todo este asunto. Pero me da que los misterios empiezan a dejar ver un hilo conduccódigos de la PDA de Richard; luego, los del sobre; y, para terminar, esa réplica. Es como si Hoppnos toca seguirlas. —A lo mejor se trata de pistas sobre cómo encomentó Aelita, concluyendo con un suspiro.—Exacto —dijo Jeremyproblema que más le imporque el sobre con los códigos ha desaparecido, y no tengo ni idea de quién puede habérselo llevado, ni de por—A lo mejor fue la Hertz la que se lo llevó...—La profe no entra en las habitaciones de los espersona. Esa vez fue Ulrich el que intervino.—Os estáis olvidando — de otro pequeño detalle. En esta caza del tesoro no estamos senfrentamos a dos enemigos que en este momento casi no conocemos. Por un lado, tenemos a los homlicópteros y sabe Dios quéchuchos, que va por la ciu— ¿Y si el hombre de los perros fuese uno de los hombres de negro?sugirió Yumi. Jeremy negó con la cabeza.—Eso queda excluido: trabajan de maneras demalos perros actúa en solitapasa olímpicamente de las leyes y todo eso. Los hombres de negro, por el contrario, parecen agentes gubernamenmenor idea de cuántos permisos hacen falta parpleno centro de una ciudad? La policía los conoce, y les deja hacer, estáPor eso tiene razón Ulrich:

... entonces eso significa que la réplica fue construida por el propio Hopper. Y que el profesor introdujo en ella una copia de sí mismo, para proporcionaros

sonrió Yumi— para proporcionarles algún indicio a los hombres de negro. A saber cuántas veces habrán podido observar con toda comodidad esa ciudad misteriosa y charlar con él.

—Ya. Y me encantaría entender que ver la profesora Hertz en todo este asunto. Pero me da que los

misterios empiezan a dejar ver un hilo conductor: en primer lugar, tenemos los códigos de la PDA de Richard; luego, los del sobre; y, para terminar, esa réplica. Es como si Hopper hubiese dejado un rastro de miguitas, y a nosotros

A lo mejor se trata de pistas sobre cómo encontrar a mi madre...Aelita, concluyendo con un suspiro.

dijo Jeremy—. Es probable que Hopper quisiese resolver el oblema que más le importaba: encontrar a Anthea. La única dificultad es

que el sobre con los códigos ha desaparecido, y no tengo ni idea de quién puede habérselo llevado, ni de por qué.

A lo mejor fue la Hertz la que se lo llevó... —intervino Richard.La profe no entra en las habitaciones de los estudiantes. No, ha sido otra

Esa vez fue Ulrich el que intervino. —murmuró en cuanto acabó de beberse su chocolate

talle. En esta caza del tesoro no estamos solos. Nos enfrentamos a dos enemigos que en este momento casi no conocemos. Por un lado, tenemos a los hombres de negro, que van armados y tienen coches, helicópteros y sabe Dios qué otros chismes diabólicos. Y luego está

r la ciudad intentando raptar a nuestros padres.¿Y si el hombre de los perros fuese uno de los hombres de negro?

con la cabeza. Eso queda excluido: trabajan de maneras demasiado distintas. El hombre de

solitario, usa tecnologías que rozan la ciencia ficción y pasa olímpicamente de las leyes y todo eso. Los hombres de negro, por el contrario, parecen agentes gubernamentales o algo por el estilo.

tos permisos hacen falta para volar con un helicóptero en pleno centro de una ciudad? La policía los conoce, y les deja hacer, estáPor eso tiene razón Ulrich:

truida por el propio Hopper. proporcionaros

narles algún indicio a los hombres de negro. A saber cuántas veces habrán podido observar con toda co-

Ya. Y me encantaría entender que ver la profesora Hertz en todo este asunto. Pero me da que los

tor: en primer lugar, tenemos los códigos de la PDA de Richard; luego, los del sobre; y, para terminar, esa

er hubiese dejado un rastro de miguitas, y a nosotros

contrar a mi madre... —

pper quisiese resolver el única dificultad es

que el sobre con los códigos ha desaparecido, y no tengo ni idea de quién

tervino Richard. tudiantes. No, ha sido otra

de beberse su chocolate—olos. Nos

enfrentamos a dos enemigos que en este momento casi no conocemos. Por un bres de negro, que van armados y tienen coches, he-

otros chismes diabólicos. Y luego está el tío de los dad intentando raptar a nuestros padres.

¿Y si el hombre de los perros fuese uno de los hombres de negro? —

siado distintas. El hombre de rio, usa tecnologías que rozan la ciencia ficción y

pasa olímpicamente de las leyes y todo eso. Los hombres de negro, por el ¿Tenéis la

a volar con un helicóptero en pleno centro de una ciudad? La policía los conoce, y les deja hacer, está claro.

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aparte de nosotros hay otras dos fuerzas sobre el terreseguir hablando, Jeremy hizo una pausa exhausto—. Chicos, debemos movernos pensándonos muy bien cada paso que demos, o no llegaremos a ningún lado. Es una cuestión demasiado complicada. Y, en mi opinión, lo primero es que vayáis a buscar a Odd. Ayer me dijo que tenía ganas de ver a Eva, pero no quiso contarme nada más. Antes de decidir qué hacemos, neeste rompecabezas, y tenemos que estar todos juntos.—Has dicho «vayáis», noa Jeremy. —No. Me gustaría pedirte que me prestases tu PDA, a ser posible. Para ponerme a estudiar esos cósobre este asunto, y quiero reflexionar yo solo, con calma. Vosotros encontrad

clases y hacemos una reunión todos jun—Moción aprobada, capode Odd. Jeremy se quedó mirando cómo sus amigos corrían afuera del café. Después le pagó la cuenta a la camarera y salióchacho no tenía la menor intención de encerrarse en su cuarto... al menos, no de inmediato. Paseó a la deriva por las calles de la ciudad hasta que se encontróLa Ermita y comprendióAtravesó la verja del chalé, la bordeó, pasófondo del jardín y llegó La violentísima lluvia de aquella mañana había hecho que se nieve, y ahora el sotobosque era un pantano de barro y hierba reseca.El muchacho llegó hasta la alcantarilla escondida en el suelo y la deslizóun lado. Luego empezó Recorrió a pie el trayecto de siempre subió hasta llegar al puente de hierro del interior de la vieja fábrica abandonada. Cogió el ascensor y bajóhasta llegar a la sala que era el corazón de todo aquel complejo.El sitio estaba a oscuras y en silencio. Se agachópuerta diminuta que tantos quebraderos de cabeza le había dado cuando encontró aquel lugar secreto y misterioso. Todavía se acoradivinanza que había tenido que resolverblindada. Delenda era la pregunta, y la respuesta había sido

aparte de nosotros hay otras dos fuerzas sobre el terreno de juegoseguir hablando, Jeremy hizo una pausa y volvió a sentarse. Parecía realmente

. Chicos, debemos movernos pensándonos muy bien cada paso que demos, o no llegaremos a ningún lado. Es una cuestión demasiado complicada. Y, en mi opinión, lo primero es que vayáis a buscar a Odd. Ayer

jo que tenía ganas de ver a Eva, pero no quiso contarme nada más. Antes hacemos, necesitamos el mayor número posible de piezas de

este rompecabezas, y tenemos que estar todos juntos. «vayáis», no «vayamos». ¿Tú no vienes? —le preguntó

No. Me gustaría pedirte que me prestases tu PDA, a ser posible. Para ponerme a estudiar esos códigos. En mi cuarto tengo una serie de apuntes sobre este asunto, y quiero reflexionar yo solo, con calma. Vosotros encontrad

a Odd, y nos vemos mañana después de las clases y hacemos una reunión todos juntos. ¿Qué os parece?

Moción aprobada, capo —asintió Ulrich—. Vamos a buscar a ese inutilazo

mirando cómo sus amigos corrían afuera del café. Después le la cuenta a la camarera y salió al aire helado de enero. En realidad el mu

chacho no tenía la menor intención de encerrarse en su cuarto... al menos, no

a la deriva por las calles de la ciudad hasta que se encontróy comprendió a qué sitio quería ir en realidad.

la verja del chalé, la bordeó, pasó por un agujero en la alambrada del directamente al parque del Kadic.

La violentísima lluvia de aquella mañana había hecho que se derritiese la nieve, y ahora el sotobosque era un pantano de barro y hierba reseca.

hasta la alcantarilla escondida en el suelo y la deslizó a descender hacia las cloacas.

a pie el trayecto de siempre a través de los túneles, y luego hasta llegar al puente de hierro del interior de la vieja fábrica

el ascensor y bajó las tres plantas ocultas en el subsuelo, hasta llegar a la sala que era el corazón de todo aquel complejo.

io estaba a oscuras y en silencio. Se agachó para pasar por la misma puerta diminuta que tantos quebraderos de cabeza le había dado cuando

aquel lugar secreto y misterioso. Todavía se acordaba de la adivinanza que había tenido que resolver para abrir aquella puertecita

era la pregunta, y la respuesta había sido Carthago.

no de juego —antes de a sentarse. Parecía realmente

. Chicos, debemos movernos pensándonos muy bien cada paso que demos, o no llegaremos a ningún lado. Es una cuestión demasiado complicada. Y, en mi opinión, lo primero es que vayáis a buscar a Odd. Ayer

jo que tenía ganas de ver a Eva, pero no quiso contarme nada más. Antes cesitamos el mayor número posible de piezas de

eguntó Richard

No. Me gustaría pedirte que me prestases tu PDA, a ser posible. Para digos. En mi cuarto tengo una serie de apuntes

sobre este asunto, y quiero reflexionar yo solo, con calma. Vosotros encontrad

pués de las

mos a buscar a ese inutilazo

mirando cómo sus amigos corrían afuera del café. Después le al aire helado de enero. En realidad el mu-

chacho no tenía la menor intención de encerrarse en su cuarto... al menos, no

a la deriva por las calles de la ciudad hasta que se encontró delante de

por un agujero en la alambrada del

derritiese la nieve, y ahora el sotobosque era un pantano de barro y hierba reseca.

hasta la alcantarilla escondida en el suelo y la deslizó hacia

a través de los túneles, y luego hasta llegar al puente de hierro del interior de la vieja fábrica

las tres plantas ocultas en el subsuelo,

para pasar por la misma puerta diminuta que tantos quebraderos de cabeza le había dado cuando

daba de la abrir aquella puertecita

Carthago. Aquel

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juego de palabras provenía de una frase latina,que Cartago debe ser destruida. No había sido hasta mucho después cuanHopper, mediante el vídeo que habían encontraLa Ermita, les había explicado quécontenía y por qué debía ser destruida.Jeremy se acercó al único objeto que había en la sala, un enometálico que llegaba casi hasta el techo, perfectamente liso y frío, aparte de por la palanca del interruptor, que sobresalía de uno de los lados.Si bajaba aquella palanca, la habitación se vería inmediatamente inundada de luz, aparecerían sobre el cilindro los cientos de nervaduras de colores de los circuitos poniéndose en funcionamiento y toda la ande nuevo: las columnas de los escáneres del segundo piso subterráneo se reactivarían, y la consola de mando se enceEl regreso de Lyoko... perocriatura que estaban convenSin darse cuenta siquiera, Jeremy había apoyado la mano sobre la palanca de encendido, y sus dedos se habían dispositivo y encender de nuevo el superordenador.El muchacho se apartó de golpe, sintiendo un estrealguien más allí con él? Empezó

demasiado. Jeremy estaba solo en la fábrica. Nadie podía haberlo seguido.—¿XANA? —murmuró.No obtuvo respuesta. Odd estaba atado y amordazado en el salón de quien anconsiderar como una amiga especial.Eva había conseguido dejarlo indefenso con una rapidez impresionante. Antes incluso de abrir la boca, el muchacho se había encontrado en el suelo, con los tobillos y las muñecas atados con una gruesa cuerda que le cortaba la piel. Odd tenía que mantener lade la soga sobre la carne, y la mordaza, bien apretada contra la boca, le dificultaba la respiración. Perochica? No. No era una chica. Tenía que metérseloEra X.A.N.A. En aquel momento estaba sentada en el suelo, cerca de Odd, con el portátil sobre el regazo, y estaba analizando una serie de imágenes e informes: el

juego de palabras provenía de una frase latina, Carthago delenda est,

que Cartago debe ser destruida. No había sido hasta mucho después cuanHopper, mediante el vídeo que habían encontrado en la habitación secreta de La Ermita, les había explicado qué era en realidad su Cartago, qué

debía ser destruida. único objeto que había en la sala, un enorme cilindro

metálico que llegaba casi hasta el techo, perfectamente liso y frío, aparte de por la palanca del interruptor, que sobresalía de uno de los lados.Si bajaba aquella palanca, la habitación se vería inmediatamente inundada de

bre el cilindro los cientos de nervaduras de colores de los circuitos poniéndose en funcionamiento y toda la antigua fábrica cobraría vida de nuevo: las columnas de los escáneres del segundo piso subterráneo se reactivarían, y la consola de mando se encendería. El regreso de Lyoko... pero ¿sólo de Lyoko? ¿O también de X.A.N.A., la criatura que estaban convencidos de haber destruido para siempre?Sin darse cuenta siquiera, Jeremy había apoyado la mano sobre la palanca de

se habían contraído como para hacer fuerza, bajar el dispositivo y encender de nuevo el superordenador.

de golpe, sintiendo un estremecimiento. ¿Había él? Empezó a respirar fuerte. No se trataba más que de

mera sugestión. Se estaba dejando impresionar demasiado. Jeremy estaba solo en la fábrica. Nadie podía haberlo seguido.

murmuró.

Odd estaba atado y amordazado en el salón de quien antes había llegado a considerar como una amiga especial. Eva había conseguido dejarlo indefenso con una rapidez impresionante. Antes incluso de abrir la boca, el muchacho se había encontrado en el suelo, con los tobillos y las muñecas atados con una gruesa cuerda que le cortaba la piel. Odd tenía que mantener la espalda arqueada hacia atrás para reducir la presión de la soga sobre la carne, y la mordaza, bien apretada contra la boca, le dificultaba la respiración. Pero ¿dónde había aprendido a hacer nudos aquella

No. No era una chica. Tenía que metérselo en la cabeza. Eva era... el enemigo.

En aquel momento estaba sentada en el suelo, cerca de Odd, con el portátil sobre el regazo, y estaba analizando una serie de imágenes e informes: el

thago delenda est, es decir, que Cartago debe ser destruida. No había sido hasta mucho después cuando

do en la habitación secreta de Cartago, qué monstruo

rme cilindro metálico que llegaba casi hasta el techo, perfectamente liso y frío, aparte de por la palanca del interruptor, que sobresalía de uno de los lados. Si bajaba aquella palanca, la habitación se vería inmediatamente inundada de

bre el cilindro los cientos de nervaduras de colores de los tigua fábrica cobraría vida

de nuevo: las columnas de los escáneres del segundo piso subterráneo se reac-

¿O también de X.A.N.A., la cidos de haber destruido para siempre?

Sin darse cuenta siquiera, Jeremy había apoyado la mano sobre la palanca de contraído como para hacer fuerza, bajar el

¿Había a respirar fuerte. No se trataba más que de

. Se estaba dejando impresionar demasiado. Jeremy estaba solo en la fábrica. Nadie podía haberlo seguido.

tes había llegado a

Eva había conseguido dejarlo indefenso con una rapidez impresionante. Antes incluso de abrir la boca, el muchacho se había encontrado en el suelo, con los tobillos y las muñecas atados con una gruesa cuerda que le cortaba la piel.

palda arqueada hacia atrás para reducir la presión de la soga sobre la carne, y la mordaza, bien apretada contra la boca, le

de había aprendido a hacer nudos aquella

en la cabeza. Eva era... el enemigo.

En aquel momento estaba sentada en el suelo, cerca de Odd, con el portátil sobre el regazo, y estaba analizando una serie de imágenes e informes: el

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vídeo de la madre de Aelita, algunas fotos de la profesocientíficos... De cuando en cuando se distraía del trabajo y abría una carpeta de imágenes que parecían capturas de pantalla de algún videojuego. Mostraban una ciudad de ciencia ficción con un ligero toque orientejados azules en forma de pagodas y calles transenroscaban en torno a altas toOdd trató de hacerle una pregunta a base de gruñidos a través de la mordaza, ella simplemente se limitóEn aquel momento sonósuelo y se puso en pie. —Tú, trata de no hacer ruidohacerle daño a la persona que ha venido a molestarnos. Y estoy segura de que eso no te gustaría nada...de la muchacha cambió cierta edad y un poco arisco.—Ejem. Buenos días —clase de Eva. He venido con unos amigos.Al oír la voz de su amigo, Odd empezóel suelo, llegar hasta la puerta, avisarlos, ponerlos en guardia!—No —respondió Eva con su voz de hombresalido con un amigo suyo. Odd, me parece que se llamaba.—Ah, claro. Sólo que... —Perdonad, chicos, pero me habéis pillado muy ocupadointerrumpió ella. Colgó el telefonillo y caminóVolvió a hablar con su voHas sido un buen chico.

que los muchachos se estaban alejando del chalé. Después se acercósonriente seguridad resultaba terrorífica. Con unos pocos ysus dedos desató la mordaza que le impedía hablar.—Cof, coi... mis amigos...— ¿No estás contento? —fueran sin hacerles ningún daño. Aunque me ha dado la impresión de que tenías mucha prisa por decir algo.— ¿Puedes... darme... un poco de agua? La moviEva rió, y en esa carcajada su voz de muchacha se mezclóprofundo y distorsionado de otro ser que moraba dentro de ella.

vídeo de la madre de Aelita, algunas fotos de la profesora Hertz, artícientíficos... De cuando en cuando se distraía del trabajo y abría una carpeta de imágenes que parecían capturas de pantalla de algún videojuego. Mostraban una ciudad de ciencia ficción con un ligero toque orien

en forma de pagodas y calles translúcidas de colores que se enroscaban en torno a altas torres. Eva las miraba y suspiraba, pero cuando

de hacerle una pregunta a base de gruñidos a través de la mordaza, ella simplemente se limitó a ignorarlo.

n aquel momento sonó el timbre de la puerta. Eva dejó el ordenador en el

Tú, trata de no hacer ruido —le ordenó a Odd—. Si no, luego tendréhacerle daño a la persona que ha venido a molestarnos. Y estoy segura de que

gustaría nada... ¿Sí? ¿Quién es? —al responder al telefoneo, la voz de repente, transformándose en la de un hombre de

cierta edad y un poco arisco. —graznó el altavoz—. Soy Ulrich, un compañero de

venido con unos amigos. ¿Está Eva en casa, por favor?Al oír la voz de su amigo, Odd empezó a retorcerse. ¡Tenía que arrastrarse por el suelo, llegar hasta la puerta, avisarlos, ponerlos en guardia!

Eva con su voz de hombre—, lo siento, pero mi hija ha salido con un amigo suyo. Odd, me parece que se llamaba.

Perdonad, chicos, pero me habéis pillado muy ocupado —lo

el telefonillo y caminó en dirección a Odd, sonriente. a hablar con su voz habitual—. ¿Has visto? Nadie ha salido he

Eva se asomó a la ventana para asegurarse de que los muchachos se estaban alejando del chalé. Después se acercósonriente seguridad resultaba terrorífica. Con unos pocos y hábiles ges

la mordaza que le impedía hablar. mis amigos...

—dijo ella, mirándolo fijamente—. He dejado que se fueran sin hacerles ningún daño. Aunque me ha dado la impresión de que

risa por decir algo. ¿Qué era? ¿Puedes... darme... un poco de agua? La movida esta me estaba ahogando.

Eva rió, y en esa carcajada su voz de muchacha se mezcló con el sonido profundo y distorsionado de otro ser que moraba dentro de ella.

ra Hertz, artículos científicos... De cuando en cuando se distraía del trabajo y abría una carpeta de imágenes que parecían capturas de pantalla de algún videojuego. Mostraban una ciudad de ciencia ficción con un ligero toque oriental, de

lúcidas de colores que se rres. Eva las miraba y suspiraba, pero cuando

de hacerle una pregunta a base de gruñidos a través de la mordaza,

el ordenador en el

. Si no, luego tendré que hacerle daño a la persona que ha venido a molestarnos. Y estoy segura de que

lefoneo, la voz de repente, transformándose en la de un hombre de

. Soy Ulrich, un compañero de Eva en casa, por favor?

¡Tenía que arrastrarse por

o mi hija ha

en dirección a Odd, sonriente. ¿Has visto? Nadie ha salido herido.

a la ventana para asegurarse de que los muchachos se estaban alejando del chalé. Después se acercó a Odd. Su

hábiles gestos de

. He dejado que se fueran sin hacerles ningún daño. Aunque me ha dado la impresión de que

da esta me estaba ahogando. con el sonido

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—Consíguete tú sólito el agua si puedes, mocodecíais que X.A.N.A. había sido derrotado?Aquello era una pesadilla. Odd conocía a X.A.N.A. Había luchado contraun sinfín de veces, y ya había visto a una persona poseída por aquella inteligencia artificial que vivía dentro de Lyoko. Pero lo de ahora era bien distinto. Eva le había parecido una chica normal, tanto por su voz como por sus expresiones. Cuando William Dunbar estaba poseído por X.A.N.A., en sus pupilas aparecía intermitentementque ella no había dado señal alen Lyoko. Lyoko estaba apagado. Asíenemigo había cambiado, había evolucionado?ninguno de ellos, ni uno solo, se hubiese dado cuenta de nada?— ¿Qué es lo que pretendes hacer?—Me parece obvio: destruiros. Y luego, destruir a todos y cada uno de los humanos que se interpongan en mi caminoX.A.N.A. —Pero... ¿por qué? Y entonces Eva dejó de parecer Eva.—Porque los humanos os habéis equivocadocomputarizada y el rostro carente de expresiónvuestros errores. Os sentís superiores, los descubriréis que no es así. Ya tengo preparado un plan excelente.Eva volvió al ordenador portátil que estaba en el suelo y pulsóhasta que en la pantalla aparecióoculta bajo un sombrero y la boca entreabierhorribles colmillos de oro.—Me serviré de este hombre, que probablemenDespués me serviré de esta niñata inútil, Eva...vez se sintió verdadera y profundamente asustado. Y lueOdd Della Robbia. Tú me serás de inestimable ayuda.Sin que el muchacho pudiese hacer nada por imagarró la cara con ambas manos. Sus dedos estaban muerto. El rostro de Eva se fue acercando cada vez más al suyo, con los labios entreabiertos.

Sus bocas se fundieron en un beso. Un denso hude Eva a la de Odd. Y despuéscambió.

sólito el agua si puedes, mocoso. ¿No erais vosotros los que decíais que X.A.N.A. había sido derrotado? Aquello era una pesadilla. Odd conocía a X.A.N.A. Había luchado contraun sinfín de veces, y ya había visto a una persona poseída por aquella

tificial que vivía dentro de Lyoko. Pero lo de ahora era bien distinto. Eva le había parecido una chica normal, tanto por su voz como por sus expresiones. Cuando William Dunbar estaba poseído por X.A.N.A., en sus pupilas aparecía intermitentemente su símbolo, el ojo de X.A.N.A., mientras que ella no había dado señal alguna. Por otro lado, aquel monstruo ya no vivía en Lyoko. Lyoko estaba apagado. Así que, ¿qué podía haber sucedido?enemigo había cambiado, había evolucionado? ¿Cómo era posiblninguno de ellos, ni uno solo, se hubiese dado cuenta de nada?

es lo que pretendes hacer? —le preguntó Odd. Me parece obvio: destruiros. Y luego, destruir a todos y cada uno de los

humanos que se interpongan en mi camino —respondió la gélida

de parecer Eva. Porque los humanos os habéis equivocado —contestó con una voz

computarizada y el rostro carente de expresión—, y ahora debéis pagar por tros errores. Os sentís superiores, los amos del mundo, pero bien pronto

descubriréis que no es así. Ya tengo preparado un plan excelente.al ordenador portátil que estaba en el suelo y pulsó algunas teclas,

lla apareció una fotografía. Un hombre con la cara medoculta bajo un sombrero y la boca entreabierta, dejando a la vista unos horribles colmillos de oro.

de este hombre, que probablemente tú no conoces todavía. de esta niñata inútil, Eva... —miró a Odd, que por primera

verdadera y profundamente asustado. Y luego me serviréme serás de inestimable ayuda.

Sin que el muchacho pudiese hacer nada por impedirlo, Eva se inclinóla cara con ambas manos. Sus dedos estaban helados, como los de un

muerto. El rostro de Eva se fue acercando cada vez más al suyo, con los labios

—Te lo suplico... —susurró él. Sus bocas se fundieron en un beso. Un denso humo se abrió camino de la boca de Eva a la de Odd. Y después todo se convirtió en oscuridad para

¿No erais vosotros los que

Aquello era una pesadilla. Odd conocía a X.A.N.A. Había luchado contra él un sinfín de veces, y ya había visto a una persona poseída por aquella

tificial que vivía dentro de Lyoko. Pero lo de ahora era bien distinto. Eva le había parecido una chica normal, tanto por su voz como por sus expresiones. Cuando William Dunbar estaba poseído por X.A.N.A., en sus

e su símbolo, el ojo de X.A.N.A., mientras guna. Por otro lado, aquel monstruo ya no vivía

ber sucedido? ¿Su ¿Cómo era posible que

Me parece obvio: destruiros. Y luego, destruir a todos y cada uno de los la gélida voz de

con una voz , y ahora debéis pagar por

do, pero bien pronto descubriréis que no es así. Ya tengo preparado un plan excelente.

algunas teclas, una fotografía. Un hombre con la cara medio

ta, dejando a la vista unos

no conoces todavía. a Odd, que por primera

go me serviré de ti,

pedirlo, Eva se inclinó y le helados, como los de un

muerto. El rostro de Eva se fue acercando cada vez más al suyo, con los labios

camino de la boca en oscuridad para él. Todo

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Eva volvió a levantarse, y con gestos rápidos desanudó las cuerdas que sujetaban al muchacho. —Estoy... —comenzó a decir ella. —... listo —completó Odd. Su voz tembló, recorrida por un estremecimiento de profunda distorsión, pero luego volvió a la normalidad. El muchacho rió a carcajada limpia—. Controlar a este tío es mucho más fácil que con la niñata. Por suerte, tiene una mente de lo más básica. Ya me siento a mis anchas aquí dentro. —Pues entonces —le dijo Eva guiñándole un ojo— es el momento de irnos. El resto de esos mocosos se estará preguntando dónde nos hemos metido. Hora: doce y media. Lugar: oficina de Washington D. C. Dido se había quedado sola. Ella misma lo había dispuesto así, en realidad. Le había dado a Maggie un par de horas libres, y ella había aceptado, agradecida, cogiendo al vuelo su bolso para salir a almorzar con unas amigas. En apariencia, aquel edificio de la periferia era una simple aglomeración de oficinas, pero tras su fachada algo grisácea se escondían las mejores tecno-logías de protección disponibles en el mercado. Sin embargo, Dido estaba convencida de que a veces los viejos métodos de siempre seguían siendo los más seguros. Como, por ejemplo, evitar que una secretaria, por muy de confianza que fuese, pudiese escuchar y filtrar sus llamadas. La mujer se encendió un cigarrillo, nerviosa. Había creído que el asunto de Hopper llevaba tiempo finiquitado, archivado en un expediente con el sello de Confidencial - Sólo personal autorizado. Había sido un fracaso, sin duda, pero al menos limitado, y que se remontaba a más de diez años atrás. La vida de Dido, mientras tanto, había seguido adelante, al igual que su carrera, y ella no había vuelto a pensar en el profesor ni en sus malditos ordenadores de vanguardia. Ahora, por el contrario, aquel viejo asunto estaba volviendo a su cabeza con la fuerza de una bomba atómica. Dido usó tres llaves que guardaba, bien ocultas, en tres puntos distintos de su despacho para abrir un cajón del que sacó una vieja agenda repleta de códigos. Encendió el ordenador y entró en su listín telefónico, tecleó un par de larguísimas contraseñas formadas por dígitos y letras totalmente casuales y, al fin, la computadora se lo recompensó mostrándole el número de teléfono que le hacía falta. Antes de marcarlo, Dido activó todas las protecciones antiescuchas de las que disponía. Su interlocutor le respondió al tercer toque, con la voz distorsionada por un filtro. No había problema: también la voz de Dido estaba siendo modificada de forma muy similar. —Cuánto tiempo, señora. Me imagino que esta línea será segura.

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Dido cerró los párpados, y la imagen del hombre con el que estaba hablando le volvió a la mente: ojos huidizos de lados de oro y unas manos hinchadas y llenas de anihabía sentido una particular predilección por las joyas y los objetos brillantes. Dido lo recordaba perfectamente, aunque tan sólo se hubiesen vipersona tres veces. Que a ella le bastaban y sobraban: aquel tipo le daba náuseas. — ¿A qué debo el honor de esta llamada?—La red de Francia vuelve a estar caliente, Hannibalhemos descubierto enseguida que hay por su estilo, supongo que se trata de Grigory Nictapolus.El hombre de los dientes de oro soltó—Me parece que eso es información... confidencial.La mujer permaneció completamente seria.—Veo que sigues siendo el mismo de siempre. Cada vez que hay algún trabajo desagradable que hachuchos. — ¿Y qué? —Pues que quiero saber por quéKadic. ¿Qué gato hay encerratramando? —preguntó ella, directa.Al otro lado de la línea hubo un largo silencio.—Lo que nos hicisteis hace diez añosgustó ni un pelo, Dido. La fábrica y Lyoko eran nuestros.con dinero del Fénix! Y vosotros forzasteis a Waldo a arruinarlo todo. Pero puede que haya llegado el mouna nueva partida, y nosotros tenemos una mano con un par de cartas que jugar. Óptimas cartas, si me p— ¿Estás hablando de Anthea Schaeffer? Sabemanos. —Ey, ey, ey... no esperarás que te cuente ese tipo de cosas. Al menos, no a estas alturas de la negociación.Dido asintió. Hannibal era perro viejo, asícaer en una encerrona asíhombre sin ninguna cultura, hijo de campesinos pauconseguido escalar posiciones en una de las cúpulas mafiosas más antiguas del mundo hasta llegar a ser su capo absoluto.

—Por supuesto, Hannibal. los párpados, y la imagen del hombre con el que estaba hablando

a la mente: ojos huidizos de lagartija, boca ancha, caninos empastados de oro y unas manos hinchadas y llenas de anillos. Hannibal siempre había sentido una particular predilección por las joyas y los objetos brillantes.

do lo recordaba perfectamente, aunque tan sólo se hubiesen vipersona tres veces. Que a ella le bastaban y sobraban: aquel tipo le daba

debo el honor de esta llamada? —dijo el hombre. La red de Francia vuelve a estar caliente, Hannibal —respondió

hemos descubierto enseguida que hay uno de los tuyos en la zona. A juzgar tilo, supongo que se trata de Grigory Nictapolus.

El hombre de los dientes de oro soltó una carcajada. Me parece que eso es información... confidencial.

completamente seria. sigues siendo el mismo de siempre. Cada vez que hay algún

trabajo desagradable que hacer, mandas a ese tipo y a sus dos horribles

Pues que quiero saber por qué se encuentra él ahora en la ciudad del gato hay encerrado en este asunto, Hannibal? ¿Qué

ella, directa. Al otro lado de la línea hubo un largo silencio.

Lo que nos hicisteis hace diez años —respondió después él—ni un pelo, Dido. La fábrica y Lyoko eran nuestros. ¡Se construye

con dinero del Fénix! Y vosotros forzasteis a Waldo a arruinarlo todo. Pero puede que haya llegado el momento de recuperar las pérdidas. Ha empezado una nueva partida, y nosotros tenemos una mano con un par de cartas que

Óptimas cartas, si me permites la inmodestia. ¿Estás hablando de Anthea Schaeffer? Sabemos que está en vuestras

Ey, ey, ey... no esperarás que te cuente ese tipo de cosas. Al menos, no a estas alturas de la negociación. Dido asintió. Hannibal era perro viejo, así que resultaría inútil tratar de hacerle caer en una encerrona así de simple. Por algo lo llamaban «el Mago». Aquel hombre sin ninguna cultura, hijo de campesinos paupérrimos, había conseguido escalar posiciones en una de las cúpulas mafiosas más antiguas

l mundo hasta llegar a ser su capo absoluto.

los párpados, y la imagen del hombre con el que estaba hablando gartija, boca ancha, caninos empasta-

llos. Hannibal siempre había sentido una particular predilección por las joyas y los objetos brillantes.

do lo recordaba perfectamente, aunque tan sólo se hubiesen visto en persona tres veces. Que a ella le bastaban y sobraban: aquel tipo le daba

respondió Dido—. Y uno de los tuyos en la zona. A juzgar

sigues siendo el mismo de siempre. Cada vez que hay algún cer, mandas a ese tipo y a sus dos horribles

él ahora en la ciudad del ¿Qué estás

— no nos ¡Se construyeron

con dinero del Fénix! Y vosotros forzasteis a Waldo a arruinarlo todo. Pero mento de recuperar las pérdidas. Ha empezado

una nueva partida, y nosotros tenemos una mano con un par de cartas que

en vuestras

Ey, ey, ey... no esperarás que te cuente ese tipo de cosas. Al menos, no a

sultaría inútil tratar de hacerle «el Mago». Aquel

pérrimos, había conseguido escalar posiciones en una de las cúpulas mafiosas más antiguas

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Dido no debía subestimar a su adversario, que era una auténtica serpiente de cascabel. — ¿Qué quieres? —le preguntó—Green Phoenix quiere participar en la operaadecuados. Ahí va mi propuesta: os dejamos echar tierra sobre este asunto de una vez por todas... y a cambio vosotros nos dejáis echar un vistazo a los planos de construcción de ese viejo ordenador abandonado de la fábrica.

responder Dido. Pero no le dio tiempo. Hannibal había colgado.

EL ÚLTIMO SECRETO DE LA ERMITA Alrededor de las tres de la madrugada, Aelita se encontrórepente. ¿Había tenido otra pesadillno entendía dónde estaba. Pero esta vez el sueño había sidoLyoko, el hombre de los perros y el fantasma de su padre vagaban por una ciudad de ciencia ficción. La muchacha, en sudada, y sentía una fiebre incendiaria.Se puso en pie y parpadeódespertado dentro de un Aparte de eso, en la habitación sólo hque se abría en la pared opuesta, tan pequeñaEra la habitación secreta de La Ermita, la que habían encontrado gracias al mapa que su padre habíallegado hasta ahí, eso quería decir que durante su sueel pasadizo que llevaba desde el Kadic hasta el sótano del chalé.Perpleja, la muchacha observóarañado a fondo, como si algún animal hubiese intentado tirarlo abajo a fuerza de pura desesperación. En aquel momento, Aelita vio sus manos. Tenía las uñas manchadas de yeso y pinmúltiples arañazos. Era ella quien había arañado la paPero ¿por qué? Apoyó una oreja contra la paLa golpeó de nuevo. Una señal de alarma atronócontra las paredes de su cráneo:abajo enseguida y descubrir qué

Dido no debía subestimar a su adversario, que era una auténtica serpiente de

le preguntó finalmente. Green Phoenix quiere participar en la operación y sacarle unos beneficios

va mi propuesta: os dejamos echar tierra sobre este asunto de una vez por todas... y a cambio vosotros nos dejáis echar un vistazo a los planos de construcción de ese viejo ordenador abandonado de la fábrica.

«De eso ni hablar», estaba a punto de responder Dido. Pero no le dio tiempo. Hannibal había colgado.

16 ÚLTIMO SECRETO DE LA ERMITA

de las tres de la madrugada, Aelita se encontró despierta de ido otra pesadilla sonámbula? Parecía ser que sí, dado que

no entendía dónde estaba. Pero esta vez el sueño había sido de verdad: en Lyoko, el hombre de los perros y el fantasma de su padre vagaban por una

ficción. La muchacha, en camisón, estaba completamente sudada, y sentía una fiebre incendiaria. Se puso en pie y parpadeó varias veces, tratando de sentarse. Aelita se había

mueble bajo coronado por un viejo televisor. , en la habitación sólo había un pequeño sofá y una puertecita

que se abría en la pared opuesta, tan pequeña para pasar hacía falta ir a gatas.Era la habitación secreta de La Ermita, la que habían encontrado gracias al mapa que su padre había escrito con tinta invisible en un cuaderno. Si había

gado hasta ahí, eso quería decir que durante su sueño había atravesado todo el pasadizo que llevaba desde el Kadic hasta el sótano del chalé.Perpleja, la muchacha observó el muro blanco que tenía delante. Estaba

si algún animal hubiese intentado tirarlo abajo a fuerza de pura desesperación. En aquel momento, Aelita vio sus manos. Tenía las uñas manchadas de yeso y pintura, y las yemas, sangrando a través de

ñazos. Era ella quien había arañado la pared mientras dormía. una oreja contra la pared y la golpeó con los nudillos.

de nuevo. Una señal de alarma atronó en su cabeza, retumbancontra las paredes de su cráneo: ¡la pared sonaba a hueco! ¡Tenía que echarla

cubrir qué había al otro lado!

Dido no debía subestimar a su adversario, que era una auténtica serpiente de

ción y sacarle unos beneficios va mi propuesta: os dejamos echar tierra sobre este asunto de

una vez por todas... y a cambio vosotros nos dejáis echar un vistazo a los planos de construcción de ese viejo ordenador abandonado de la fábrica.

«De eso ni hablar», estaba a punto de

ÚLTIMO SECRETO DE LA ERMITA

despierta de sonámbula? Parecía ser que sí, dado que

verdad: en Lyoko, el hombre de los perros y el fantasma de su padre vagaban por una

camisón, estaba completamente

entarse. Aelita se había mueble bajo coronado por un viejo televisor.

y una puertecita para pasar hacía falta ir a gatas.

Era la habitación secreta de La Ermita, la que habían encontrado gracias al aderno. Si había

ño había atravesado todo el pasadizo que llevaba desde el Kadic hasta el sótano del chalé.

el muro blanco que tenía delante. Estaba si algún animal hubiese intentado tirarlo abajo a fuerza

de pura desesperación. En aquel momento, Aelita vio sus manos. Tenía las tura, y las yemas, sangrando a través de

red mientras dormía. con los nudillos.

en su cabeza, retumbando ¡Tenía que echarla

Page 174: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Aelita deambuló por los subterráneos de La Ermimirando en todas direcciocon la que derribar la pared. Entróencontrado los sacos de cal y cemento con la dirección de la constructora Broulet, el primer paso que los había llevado a descubrir la habitación secreta. El cuartito era angosto, y estaba lleno de azulejos, cubos sucios y otras herramientas de albañilería. Apoyado en una esquina había un vieoxidado. Justo lo que necesitaba.Arrastró el pico hasta la habitación secreta, y destelevisor lejos de la pared, para evitar que pudiese estropearse. Sdeó por el esfuerzo de hacerlo todo ella sola. El pico pesaba un quintal, aunque en aquel momento no sentía el cansancio.

sueño le había mostrado el modo de resolverlo.Alzó la herramienta y la descargóresbaló de las manos y se limitóvolver a intentarlo. Separórespiración, levantó a duras penas el pico y lo bajópared cedió de golpe. Era tan sólo una delgada capa de cartón piedra, y Aelita se encontró tosiendo entre polvo y escombros.Alguien había construido aquella pared afácil demolerla. Su padre habíación secreta, construida detrás de la primera.Le volvieron a la memoria las palabras de Philippe Broulet, el albañil que se había ocupado de aquellas obras especiales para su padre:diez años, pero lo recuerdo bien. Hopper me pidióvolver a La Ermita y tapiar una pequeña sección de la casa de tal forma que desde fuera resultase invisible».Una sección de la casa, había dicho, no una habirespuesta delante de sus naAelita había logrado abrir en el muro un ventanude lado. La muchacha se restregótravés de él. Se quedó sin palababertura, creando un acceso lo bastante grande como para pasar al otro lado.¡El móvil! Tenía que llamar de inmediato a Jeremy. Pero ella no llevaba el teléfono encima: había lleel camisón. La muchacha se dio media vuelta y salió

por los subterráneos de La Ermita, encendiendo luces y mirando en todas direcciones. Le hacía falta algo, una herramienta cualquiera con la que derribar la pared. Entró en el trastero en el que Jeremy y ella habían encontrado los sacos de cal y cemento con la dirección de la constructora Broulet, el primer paso que los había llevado a descubrir la habitación secreta. El cuartito era angosto, y estaba lleno de azulejos, cubos sucios y otras

de albañilería. Apoyado en una esquina había un vieoxidado. Justo lo que necesitaba.

el pico hasta la habitación secreta, y después empujó el mueble del red, para evitar que pudiese estropearse. S

por el esfuerzo de hacerlo todo ella sola. El pico pesaba un quintal, aunque en aquel momento no sentía el cansancio.

La Ermita aún guardaba otro secreto, y su sueño le había mostrado el modo de resolverlo.

la herramienta y la descargó contra la pared. El mango de madera se le de las manos y se limitó a mellar el enlucido del muro. Tenía que

volver a intentarlo. Separó bien las manos a lo largo del mango, contuvo la a duras penas el pico y lo bajó con todas sus fuerzas. La

de golpe. Era tan sólo una delgada capa de cartón piedra, y Aelita tosiendo entre polvo y escombros.

Alguien había construido aquella pared a propósito de tal modo que fuese fácil demolerla. Su padre había querido que ella descubriese la nueva habitación secreta, construida detrás de la primera. Le volvieron a la memoria las palabras de Philippe Broulet, el albañil que se había ocupado de aquellas obras especiales para su padre: «Habrán pasado ya

recuerdo bien. Hopper me pidió un favor personal: tenía que piar una pequeña sección de la casa de tal forma que

desde fuera resultase invisible». de la casa, había dicho, no una habitación. Habían tenido la

delante de sus narices desde el principio, y no la habían visto.Aelita había logrado abrir en el muro un ventanuco de unos treinta centímetros de lado. La muchacha se restregó los ojos, enrojecidos por el polvo, y miró

sin palabras. Cogió el pico y lo usó para ensanchar la abertura, creando un acceso lo bastante grande como para pasar al otro lado.¡El móvil! Tenía que llamar de inmediato a Jeremy. Pero ella no llevaba el teléfono encima: había llegado hasta allí mientras dormía, y sólo tenía puesto el camisón. La muchacha se dio media vuelta y salió corriendo.

ta, encendiendo luces y nes. Le hacía falta algo, una herramienta cualquiera

que Jeremy y ella habían encontrado los sacos de cal y cemento con la dirección de la constructora Broulet, el primer paso que los había llevado a descubrir la habitación secreta. El cuartito era angosto, y estaba lleno de azulejos, cubos sucios y otras

de albañilería. Apoyado en una esquina había un viejo pico algo

el mueble del red, para evitar que pudiese estropearse. Sudó y ja-

por el esfuerzo de hacerlo todo ella sola. El pico pesaba un quintal,

La Ermita aún guardaba otro secreto, y su

contra la pared. El mango de madera se le a mellar el enlucido del muro. Tenía que

bien las manos a lo largo del mango, contuvo la us fuerzas. La

de golpe. Era tan sólo una delgada capa de cartón piedra, y Aelita

de tal modo que fuese que ella descubriese la nueva habita-

Le volvieron a la memoria las palabras de Philippe Broulet, el albañil que se «Habrán pasado ya

un favor personal: tenía que piar una pequeña sección de la casa de tal forma que

tación. Habían tenido la rices desde el principio, y no la habían visto.

co de unos treinta centímetros los ojos, enrojecidos por el polvo, y miró a

para ensanchar la abertura, creando un acceso lo bastante grande como para pasar al otro lado. ¡El móvil! Tenía que llamar de inmediato a Jeremy. Pero ella no llevaba el

, y sólo tenía puesto

Page 175: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

Aquella noche Jeremy se había dormido nada más apoyar el cabeza en la almohada, derrotado por el cansancio y las emociones de aquelperíodo. Sin embargo, cuando oyabrió los ojos con un sobresalto.—Soy yo, Aelita —susurróEl muchacho se apresuróun fantasma. Tenía los ojos hinen una nube algodonosa. Iba vestida con unos vaqueros llenos de manchas de todos los colores y una gruesa sudadera.—Aelita, pero... —el muchacho tratóes? ¿Qué estás haciendo aquí?—En marcha. Tenemos que darnos prisa.—Pero ¿qué...? —Venga, ponte unos pantalones. Es muy imporJeremy obedeció. Recorrióresidencia, salió al parque del Kadic y caminólos árboles, en silencio, hasta que atravesaron el agujero que había en la alambrada de la parte trasera de La Ermita.

que se encontraron en los sótanos, donde apuntóhabitación secreta. Jeremy entrófondo... y también él se quedóAelita había descubierto una nueva habitación, mayor que la anterior e iluminada por un gran foco de neón incrustadoEl centro de la habitación estaba ocupado por una columnalas de la fábrica abandonade la puerta corredera parpadeaba el mensaje:desaconseja el uso a los mayores de 18 años.

enorme CPU, del tamaño de un armario, apoyada contra la pared y coneca la columna. Y cerca de ella, Jeremy vio un termiversión primitiva de la consola que había en los subterr—Pero, Aelita... —dijo el muchacho en cuanto consiguióimpresión—. Has encon—Bueno, una réplica —Ulrich han visto en Bruselas, o a lo mejor incluso de un intención de meterme inmediatamente en el escáner y descubrirlo.

Aquella noche Jeremy se había dormido nada más apoyar el cabeza en la almohada, derrotado por el cansancio y las emociones de aquel último período. Sin embargo, cuando oyó que llamaban a la puerta de su dormitorio

los ojos con un sobresalto. — ¿Quién es?—gritó. susurró la voz del otro lado de la puerta—. ¿Puedo pasar?

El muchacho se apresuró a abrir a su amiga. Parecía como si acabase de ver sma. Tenía los ojos hinchados, y sus rojos cabellos estaban revueltos

en una nube algodonosa. Iba vestida con unos vaqueros llenos de manchas de todos los colores y una gruesa sudadera.

el muchacho trató de desperezarse—. ¿Qué hora estás haciendo aquí?

En marcha. Tenemos que darnos prisa.

Venga, ponte unos pantalones. Es muy importante. Jeremy obedeció. Recorrió junto con Aelita los pasillos desiertos de la

al parque del Kadic y caminó a oscuras entre los troncos de árboles, en silencio, hasta que atravesaron el agujero que había en la

alambrada de la parte trasera de La Ermita.

La muchacha no dijo ni una sola palabra hasta que se encontraron en los sótanos, donde apuntó con un dedo en di

remy entró en primer lugar, vio el agujero en la pared del él se quedó sin palabras.

Aelita había descubierto una nueva habitación, mayor que la anterior e iluminada por un gran foco de neón incrustado en el techo. El centro de la habitación estaba ocupado por una columna-escáner similar a las de la fábrica abandonada, aunque de aspecto más anticuado. En un panel de la puerta corredera parpadeaba el mensaje: ¡Atención, peligro! Se

los mayores de 18 años. Junto al escáner había una maño de un armario, apoyada contra la pared y conec

a la columna. Y cerca de ella, Jeremy vio un terminal de mando. Era una versión primitiva de la consola que había en los subterráneos de la fábrica.

dijo el muchacho en cuanto consiguió recuperarse de la . Has encontrado... ¡Lyoko!

—respondió la muchacha—. Como la que Yumi y Ulrich han visto en Bruselas, o a lo mejor incluso de un tipo distinto. Tengo intención de meterme inmediatamente en el escáner y descubrirlo.

Aquella noche Jeremy se había dormido nada más apoyar el cabeza en la último

que llamaban a la puerta de su dormitorio

¿Puedo pasar? a abrir a su amiga. Parecía como si acabase de ver

chados, y sus rojos cabellos estaban revueltos en una nube algodonosa. Iba vestida con unos vaqueros llenos de manchas de

hora

sillos desiertos de la ras entre los troncos de

árboles, en silencio, hasta que atravesaron el agujero que había en la

La muchacha no dijo ni una sola palabra hasta con un dedo en dirección a la

en primer lugar, vio el agujero en la pared del

Aelita había descubierto una nueva habitación, mayor que la anterior e

escáner similar a da, aunque de aspecto más anticuado. En un panel

¡Atención, peligro! Se

Junto al escáner había una maño de un armario, apoyada contra la pared y conectada

nal de mando. Era una áneos de la fábrica.

recuperarse de la

. Como la que Yumi y tipo distinto. Tengo

intención de meterme inmediatamente en el escáner y descubrirlo.

Page 176: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—No puedes hacerlo tú cabeza y se colocaba bien las gafas redondas sobre la narizllamar a Yumi y a Ulrich. Aelita se acercó a Jeremy y le puso las manos socerca que el muchacho podía sentir su delicado olor. Lo miró—He ido a buscarte porque te necesitaba a los mandos, superde entrar ahí dentro es cosa mía. Mi padre me ha guiado hasta aquíserie de sueños, y sé queréplica. ¿Vas a ayudarme?Jeremy negó de nuevo con la cabeza, se sonrojóun abrazo. —Bueno, de acuerdo. Cuenta conmigo.El cuerpo de Aelita aparecióde luz en torno al núcleo de su ser. La muchacha aterrizóqueño salto. Había asumido su formparecer el sector del bosmostraba como una monótona extensión de azul sin matices, y sobre el suelo había un manto verde y hobestida del vértigo de la virtualización.Ante ella había tres árboles, gruesas encinas muy detalladas, de tronco pardo y frondosas y anchas copas que se reflejaban en el terreno con un juego de luces y sombras. Aparte de los tressuperficie plana verde y azul que se extendía hasta el horizonte.— ¿Va todo bien? —preguntóoyó su voz directamentetransformado en un duendecillo encaramado sobre el antitrago de su pabellón auricular.

asustada, pero estoy bien.—Me pregunto qué querrálos mayores de dieciocho...

—Bueno, yo soy menor de edad, asíque haya ningún monstruo por aquí. Ni tampoco ninguna ciudad. Sólo tres árboles solos. Aelita dio un par de pasos en dirección a ellos, y luego respiróechó a correr. Llegó hasta el primero jadeando.

sola —dijo el muchacho al tiempo que sacudía la cabeza y se colocaba bien las gafas redondas sobre la nariz—. Tenemos que llamar a Yumi y a Ulrich. Ya Odd. ¡Podría resultar peligroso! Debemos...

a Jeremy y le puso las manos sobre los hombros. Estaba tan cerca que el muchacho podía sentir su delicado olor. Lo miró a los ojos.

He ido a buscarte porque te necesitaba a los mandos, supervisando. Pero lo cosa mía. Mi padre me ha guiado hasta aquí

que él querría que fuese yo quien se virtualizase en esta ¿Vas a ayudarme?

de nuevo con la cabeza, se sonrojó y al final estrechó

Bueno, de acuerdo. Cuenta conmigo. El cuerpo de Aelita apareció de la nada, recolectando y aglomerando hilillos de luz en torno al núcleo de su ser. La muchacha aterrizó después con un pequeño salto. Había asumido su forma de elfa, y el paisaje que la rodeaba podía parecer el sector del bosque de Lyoko... sólo que no lo era. El cielo se mostraba como una monótona extensión de azul sin matices, y sobre el suelo había un manto verde y homogéneo. Por un instante la muchachbestida del vértigo de la virtualización.

árboles, gruesas encinas muy detalladas, de tronco pardo y pas que se reflejaban en el terreno con un juego de luces

y sombras. Aparte de los tres árboles no había nada más, tan sólo una superficie plana verde y azul que se extendía hasta el horizonte.

preguntó Jeremy desde el puesto de control. Aelita su voz directamente dentro de su oreja, como si el muchacho se hubiese

n duendecillo encaramado sobre el antitrago de su pabellón

—Sí —respondió—. A lo mejor estoy un pelín asustada, pero estoy bien.

querrá decir el aviso que hay en el escáner. Peligro para

cho... —añadió, pensativo, Jeremy. Bueno, yo soy menor de edad, así que todo irá bien. Además, no me parece

que haya ningún monstruo por aquí. Ni tampoco ninguna ciudad. Sólo

Aelita dio un par de pasos en dirección a ellos, y luego respiró bien hondo hasta el primero jadeando.

dijo el muchacho al tiempo que sacudía la . Tenemos que

¡Podría resultar peligroso! Debemos... bre los hombros. Estaba tan

a los ojos. visando. Pero lo

cosa mía. Mi padre me ha guiado hasta aquí con una él querría que fuese yo quien se virtualizase en esta

estrechó a Aelita en

tando y aglomerando hilillos después con un pe-

saje que la rodeaba podía que de Lyoko... sólo que no lo era. El cielo se

mostraba como una monótona extensión de azul sin matices, y sobre el suelo mogéneo. Por un instante la muchacha notó la em-

árboles, gruesas encinas muy detalladas, de tronco pardo y pas que se reflejaban en el terreno con un juego de luces

había nada más, tan sólo una

Jeremy desde el puesto de control. Aelita dentro de su oreja, como si el muchacho se hubiese

n duendecillo encaramado sobre el antitrago de su pabellón

. A lo mejor estoy un pelín

Peligro para

bien. Además, no me parece que haya ningún monstruo por aquí. Ni tampoco ninguna ciudad. Sólo

bien hondo y

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—Acaba de aparecer un mensaje en mi ordenador —le oyó decir a Jeremy—. Dice que ese árbol es el número uno, y pone una fecha, 1985, y un texto que reza Fin del proyecto Cartago. La muchacha rozó el tronco del gran árbol con las yemas de los dedos, y frente a ella se abrió un agujero oblongo. La madera se contrajo, desvelando un espacio hueco. Aelita lo contempló durante unos instantes. Y luego entró. — ¿Y ahora, qué? —le preguntó a su amigo. —No tengo ni la menor idea —respondió él con un suspiro. Aelita se encontraba en un gran laboratorio desierto y sin ventanas. El espacio estaba abarrotado de mesas de acero, maquinaria, grandes microscopios y ordenadores, pero no había ninguna silla. Una serie de pequeños focos iluminaba la sala como si fuese de día. —Ah, eres tú —dijo una voz, y Aelita se dio media vuelta de un respingo. Inclinado sobre un microscopio estaba su padre, Franz Hopper, que llevaba una bata blanca. Una espléndida mujer acababa de llegar a su lado. Ella tam-bién iba en bata, y tenía una larga melena pelirroja. — ¡Papá, mamá! —gritó la muchacha al tiempo que echaba a correr para abrazarlos. Los atravesó como si fuesen fantasmas, y se chocó contra la mesa del microscopio. Volvió a erguirse como un rayo, e intentó abrazarlos de nuevo, llamándolos a gritos, pero no consiguió ni rozarlos con un dedo. —Tranquilízate, Aelita. Mis pantallas se han llenado de textos —la advirtió Jeremy—. Lo que estás viendo es una simulación o, mejor dicho, la grabación tridimensional de algo que pasó hace mucho tiempo... en 1985, diría yo. Tus padres no son reales: no puedes tocarlos, y ellos no pueden oírte. La muchacha cerró las manos en dos puños crispados y golpeó la mesa con todas sus fuerzas y la cara contraída en una mueca de dolor. — ¡No es justo, Jeremy! —Lo sé, pero si tu padre quería enseñarte ciertas cosas, deberías prestar atención y escuchar, ¿no crees? Justo en aquel momento el profesor se incorporó de su microscopio y se volvió hacia la mujer. Su rostro barbudo se iluminó con una sonrisa. —Anthea, estoy tan cansado... —Lo sé, cariño. ¿Por dónde vas? —Ya no me falta mucho. Dos meses, tal vez tres. Y luego el proyecto Cartago entrará en funcionamiento. Lo hemos conseguido. Será un gran día para el mundo entero.

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tristeza pasó por los ojos de Anthea.—Amor mío —dijo Hopper—He encontrado los documentos que buscába— ¿Y bien? —Por desgracia, nuestros temoresmundo, sino todo lo contrario. Podría contribuir a destruirlo. Dentro de la Primera Ciudad han insertado una zona oscura quecontrolar, y que transformaráHopper contrajo los puños, y el laboratorio, Antorno a Aelita, disolviénma. La muchacha se encontróun pequeño sofá, una alfombra rojparedes. Su padre estaba sentado en el sofámadre estaba junto a él, abrazándolo. Por el suelo jugaba una niñita de tres años con un divertido vestidito rosa y el pelo, de cobien corto. Sostenía una mu— ¡Mi muñeca favorita!—Ya —sonrió Jeremy—padre... el que encontramos en la habitación secreta de aquíque esa niñita debes de ser tú, Aelita, tal como eras en el pasado. Qué monada... En la habitación, Anthea estaba susurrando algo al oído del padre de Aelita, que levantó la cabeza de golpe.— ¡No! Hemos sacrificado nuestra vida entera por esha nacido en una base militar. Hace meses que no vemos a nadie. Y todo eso, ¿para qué? ¿Para crear una nueva arma? No lo permi—No hables tan alto, queridoestar bajo vigilancia. A es— ¡Me importa un bledo!algo bueno por el mundo, y no para llevarlo a la ruina. El control de las comunicaciones electrónicas debe servir para probaratos a todos los seres huestán en serias dificultades. Pero estos locos quieren usarlo como un arma de control en su estúpida gueestadounidense! ¡Es siempre una persona! Todos somos

Tras aquellas últimas palabras, una sombra de por los ojos de Anthea.

dijo Hopper—, ¿algo anda mal? He encontrado los documentos que buscábamos... y no ha resultado fácil.

Por desgracia, nuestros temores no eran infundados. Cartago no salvarámundo, sino todo lo contrario. Podría contribuir a destruirlo. Dentro de la Primera Ciudad han insertado una zona oscura que nosotros no podemos controlar, y que transformará Cartago en un arma letal.

rajo los puños, y el laboratorio, Anthea y él implosionaron en torno a Aelita, disolviéndose como si alguien les hubiese echado

La muchacha se encontró en una habitación acogedora, una salita de estar con un pequeño sofá, una alfombra roja de flores y altas estanterías en todas las paredes. Su padre estaba sentado en el sofá con la cabeza entre las manos, y su

él, abrazándolo. Por el suelo jugaba una niñita de tres años con un divertido vestidito rosa y el pelo, de color rojo fuego, cortado bien corto. Sostenía una muñeca en forma de elfa.

¡Mi muñeca favorita! —gritó Aelita al verla. —. Me parece que también salía en el vídeo de tu

padre... el que encontramos en la habitación secreta de aquí al lado. De modo que esa niñita debes de ser tú, Aelita, tal como eras en el pasado.

En la habitación, Anthea estaba susurrando algo al oído del padre de Aelita, la cabeza de golpe.

¡No! Hemos sacrificado nuestra vida entera por este proyecto. Nuestra hija ha nacido en una base militar. Hace meses que no vemos a nadie. Y todo

¿Para crear una nueva arma? No lo permitiré. No hables tan alto, querido —lo regañó Anthea—. La habitación podría

estar bajo vigilancia. A estas alturas ya no podemos estar seguros de nada.¡Me importa un bledo! ¡Que me oigan! He construido Cartago para hacer

algo bueno por el mundo, y no para llevarlo a la ruina. El control de las comunicaciones electrónicas debe servir para proporcionarles servicios baratos a todos los seres humanos, incluso los que viven en el Tercer Mundo o están en serias dificultades. Pero estos locos quieren usarlo como un arma de control en su estúpida guerra. ¡Me da lo mismo si una persona es rusa o

¡Es siempre una persona! Todos somos ¡guales.

últimas palabras, una sombra de

mos... y no ha resultado fácil.

dados. Cartago no salvará el mundo, sino todo lo contrario. Podría contribuir a destruirlo. Dentro de la

nosotros no podemos

él implosionaron en dose como si alguien les hubiese echado ácido enci-

gedora, una salita de estar con a de flores y altas estanterías en todas las

con la cabeza entre las manos, y su él, abrazándolo. Por el suelo jugaba una niñita de tres

lor rojo fuego, cortado

. Me parece que también salía en el vídeo de tu lado. De modo

que esa niñita debes de ser tú, Aelita, tal como eras en el pasado.

En la habitación, Anthea estaba susurrando algo al oído del padre de Aelita,

te proyecto. Nuestra hija ha nacido en una base militar. Hace meses que no vemos a nadie. Y todo

. La habitación podría tas alturas ya no podemos estar seguros de nada. ¡Que me oigan! He construido Cartago para hacer

algo bueno por el mundo, y no para llevarlo a la ruina. El control de las servicios

manos, incluso los que viven en el Tercer Mundo o están en serias dificultades. Pero estos locos quieren usarlo como un arma de

¡Me da lo mismo si una persona es rusa o ¡guales.

Page 179: Libros De Code Lyoko 2- La Ciudad Sin Nombre

—Estoy de acuerdo contigopero ¿qué podemos hacerle ahora? A esel proyecto incluso sin nuestra ayuda. Y no te olvides de Aelita. Si nos arriesgamos demasiado, Se quedaron en silencio un buen rato, observanabrazaba su juguete sobre la alfombra.—Podemos escaparnos —conseguiremos. Si pudimos crear

Destruiremos lo que hemos construido. Se encontrarán con las manos vay nosotros nos fugaremos con Aelita.fruto de todos estos años de sacrificios, y encontraremos la forma de seguir estudiando en otro lugar para dar a luz una nueva Cartago!Hopper estiró una mano para desordenar los cafeliz. — ¿Te gusta la idea, chiquitína? Construiremos la nullamaremos... Lyoko. Es un buen nombre.Aelita se encontró de repente de vuelta en el gran prado verde, delante del árbol. — ¿Se ha acabado? —le preguntó—Mmm, sí. Eso. La grabación debe de haberse completado. Pero aún nos quedan los otros árboles,guiente comprende el período de 1985 a 1988, y se titulaincógnito. La muchacha cubrió los pocos pasos que la sepaalargó la mano y de nuevo el tronco se abrióEsta vez alrededor de ella se desplegóHacía mucho frío. Las canieve. Había grandes focos que giraban de un lado a otro, cornoche e iluminando intermialambre de espino. Había hombres que corrían por todas partes con perros enormes, helicópteros que se elevaban hacia el cielo y sirenas de alarma que empezaban a aullar, contagiando a todo el mundo con una actividad febril.Aelita se percató de una pareja que atravesaba el patio, apresurándose por llegar hasta uno de los todoterrenos. Eran una mujer alta y esbelta y un hombre achaparrado, ambos envueltos en ampliopasamontañas oscuros para protegerse del frío.

Estoy de acuerdo contigo —dijo Anthea, abrazándolo—, podemos hacerle ahora? A estas alturas, ya son capaces de terminar

el proyecto incluso sin nuestra ayuda. Y no te olvides de Aelita. Si nos ¿quién se ocupará de ella?

Se quedaron en silencio un buen rato, observando a la niña, que reía y abrazaba su juguete sobre la alfombra.

—murmuró después Hopper—. No sé cómo, pero lo conseguiremos. Si pudimos crear Cartago cuando todos pensaban que era una

locura, somos capaces de hacer lo que sea. Destruiremos lo que hemos construido. Se encontrarán con las manos vay nosotros nos fugaremos con Aelita. ¡Pero nos llevaremos con nosotros el

tos años de sacrificios, y encontraremos la forma de seguir do en otro lugar para dar a luz una nueva Cartago!

una mano para desordenar los cabellos de su hija, que sonreía

¿Te gusta la idea, chiquitína? Construiremos la nueva Cartago, y la llamaremos... Lyoko. Es un buen nombre.

de repente de vuelta en el gran prado verde, delante

le preguntó a Jeremy. Mmm, sí. Eso. La grabación debe de haberse completado. Pero aún nos

árboles, ¿no? Según el ordenador que tengo aquí, elguiente comprende el período de 1985 a 1988, y se titula Una vida de

los pocos pasos que la separaban de la segunda encina, vo el tronco se abrió para dejarla entrar.

Esta vez alrededor de ella se desplegó el patio de armas de una base militar. Hacía mucho frío. Las casamatas de hormigón armado estaban cubiertas de nieve. Había grandes focos que giraban de un lado a otro, cortando en dos la noche e iluminando intermitentemente los muros exteriores y las espirales de alambre de espino. Había hombres que corrían por todas partes con perros enormes, helicópteros que se elevaban hacia el cielo y sirenas de alarma que

aullar, contagiando a todo el mundo con una actividad febril.de una pareja que atravesaba el patio, apresurándose por

llegar hasta uno de los todoterrenos. Eran una mujer alta y esbelta y un hombre achaparrado, ambos envueltos en amplios abrigos militares y pasamontañas oscuros para protegerse del frío. ¿Eran sus padres? La

tas alturas, ya son capaces de terminar el proyecto incluso sin nuestra ayuda. Y no te olvides de Aelita. Si nos

do a la niña, que reía y

cómo, pero lo Cartago cuando todos pensaban que era una

ra, somos capaces de hacer lo que sea. Destruiremos lo que hemos construido. Se encontrarán con las manos vacías,

varemos con nosotros el tos años de sacrificios, y encontraremos la forma de seguir

bellos de su hija, que sonreía

va Cartago, y la

de repente de vuelta en el gran prado verde, delante

Mmm, sí. Eso. La grabación debe de haberse completado. Pero aún nos ¿no? Según el ordenador que tengo aquí, el árbol si-

Una vida de

raban de la segunda encina,

el patio de armas de una base militar. samatas de hormigón armado estaban cubiertas de

tando en dos la tentemente los muros exteriores y las espirales de

alambre de espino. Había hombres que corrían por todas partes con perros enormes, helicópteros que se elevaban hacia el cielo y sirenas de alarma que

aullar, contagiando a todo el mundo con una actividad febril. de una pareja que atravesaba el patio, apresurándose por

llegar hasta uno de los todoterrenos. Eran una mujer alta y esbelta y un hom-gos militares y

¿Eran sus padres? La

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muchacha decidió no correr ningún riesgo, y se metiótodoterreno, sentándose en el asiento trasero.Un instante después, la mujer se subiópasamontañas, mientras que el hombre se sentóel rostro cubierto. Aelita se llevó una mano a la boca:rizos espesos y negros y naparecía haberla visto ya en alguna parte... peroacordarse en absoluto. —Profesor Schaeffer —estese tranquilo y déjemelo a mí. No nos van a parar. Ya lo El hombre asintió, y en aquel momento su abrigo se abrió. Una cabecita pelirroja se asomó por él, rienadentro. —Pórtate bien, Aelita. Nadie debe saber que esruido. Pórtate bien, y den

eras una granujilla! —se rióagitó una mano para que se callase. No quería perderse nada.El todoterreno se había puestoen dirección a un puesto de control donde una garita metálica protegía una barra doble que estaba bajada. La salida.Dos soldados salieron de la garita abrigados hasmetralletas en bandolera. Uno de ellos aferródos ocupantes del todoterreno, mientras que el otro se acercósaludó a la mujer que estaba al volante.—Buenas, mayor Steinback.—Descanse, soldado. Y levante la barrera, que tengo m—Lo lamento muchísimo, mayor, pero esta noche las barras no se retiran. Ha habido una violación de la seguridad, y el coronel...— ¡El coronel en personahacia el soldado— me ha ordenamisión de prioridad absoluta!parece que lleva la cara tapada porque tiene miedo de constiparse? Aquíun papel que me da plenos poderes, y te juro que como no levantes esaen diez segundos, a partir de mañana te pasasol a sol.

no correr ningún riesgo, y se metió antes que ellos en el todoterreno, sentándose en el asiento trasero. Un instante después, la mujer se subió por el lado del conductor y se quitópasamontañas, mientras que el hombre se sentó a su lado, permaneciendo con

una mano a la boca: ésa no era su madre, sino una chica de rizos espesos y negros y nariz afilada. Aquella cara le resultaba familiar. Le parecía haberla visto ya en alguna parte... pero ¿dónde? No conseguía

—siseó la mujer mientras ponía el coche en marchamelo a mí. No nos van a parar. Ya lo verá.

El hombre asintió, y en aquel momento su abrigo se abrió. Una cabecita él, riendo. Hopper la abrazó y la empujó de vuelta

Pórtate bien, Aelita. Nadie debe saber que estás aquí, así que no hagas y dentro de poco te dejaremos dormir, ya verás.

— ¡La verdad es que ya por aquel entonces se rió Jeremy al oído de la muchacha, pero Aelita

una mano para que se callase. No quería perderse nada. El todoterreno se había puesto en movimiento, y estaba atravesando el patio en dirección a un puesto de control donde una garita metálica protegía una barra doble que estaba bajada. La salida. Dos soldados salieron de la garita abrigados hasta las cejas y con las

era. Uno de ellos aferró su arma, apuntándola hacia los dos ocupantes del todoterreno, mientras que el otro se acercó a la ventanilla y

a la mujer que estaba al volante. Buenas, mayor Steinback. Descanse, soldado. Y levante la barrera, que tengo mucha prisa.Lo lamento muchísimo, mayor, pero esta noche las barras no se retiran. Ha

habido una violación de la seguridad, y el coronel... ¡El coronel en persona —ladró la mujer al volante mientras se asomaba

me ha ordenado que salga de la base para llevar a cabo una misión de prioridad absoluta! ¿Ves a este hombre que tengo a mi lado?parece que lleva la cara tapada porque tiene miedo de constiparse? Aquíun papel que me da plenos poderes, y te juro que como no levantes esaen diez segundos, a partir de mañana te pasarás la vida limpiando letrinas de

antes que ellos en el

el lado del conductor y se quitó el a su lado, permaneciendo con

ésa no era su madre, sino una chica de ara le resultaba familiar. Le

¿dónde? No conseguía

la mujer mientras ponía el coche en marcha—, verá.

El hombre asintió, y en aquel momento su abrigo se abrió. Una cabecita de vuelta

que no hagas tro de poco te dejaremos dormir, ya verás.

¡La verdad es que ya por aquel entonces cha, pero Aelita

en movimiento, y estaba atravesando el patio en dirección a un puesto de control donde una garita metálica protegía una

ta las cejas y con las su arma, apuntándola hacia los

a la ventanilla y

ucha prisa. Lo lamento muchísimo, mayor, pero esta noche las barras no se retiran. Ha

la mujer al volante mientras se asomaba de la base para llevar a cabo una

¿Ves a este hombre que tengo a mi lado? ¿Te parece que lleva la cara tapada porque tiene miedo de constiparse? Aquí tengo un papel que me da plenos poderes, y te juro que como no levantes esa barra

rás la vida limpiando letrinas de

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El soldado se quedó inmóvil por un instante, y luego se cuadrósaludó a su superior. —Sí, señora. Abro ya mismo, señora.— ¿Un permiso del coronel?—Conozco bien a las ovejas de mi rebaño, profebisbiseó ella. El todoterreno pasó bajo la barra y empezósumergida en la oscuridad. La base se encontrabaqueña colina rodeada de abedules cubiertos de nieve que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.— ¿Cómo podría no preocuparme?Aelita y yo estamos a sal—La encontraremos, profesor. Le doy mi palabra. Tengo mis contactos dentro del proyecto, y ya se han puesto manos a la obra. Pronto sabremos quién la ha secuestrado y por qué, y conseguiremos rescatarla. De momento, lo más importante es que los hemos sacado de alllaman la Implacable, ¿lo recuerda? No le fallaré.Aelita se cayó del asiento trasero del todoterreno dicubierto de césped. El cambio de escenario había sido tan repentino que la cabeza le daba vueltas. Ahora se encontraba bajo el sol, en el jardín de una sencilla casita rodeada de caaltas montañas coronadas de nieve.Su padre iba vestido con chaqueta y corbata, y sostenía un maletín de piel. Terminó de subir por la calle, y llegó

par la puerta de la casa, y la mujer que antes había estado al volante del todoterreno salió al jardín. Llevaba un uniforme militar de fque tenía un severo color gris verdoso y sus distintivos de rango sohombros. —Mayor—la saludó Hopper.—Venga adentro. Así podremos charlar un poco.Aelita los siguió al interior de la casa. Dentro había pocos muebles, que eran demasiado viejos y quedaban fuera de lugar en aquel ambiente. Parecía unos de esos lugares que se alquilan durante un breve período, y en los cuales nadie deja ninguna huella de su personalidad.Hopper hizo que la mayor se sentase en una silla, y fue hasta lospreparar un café. — ¿Qué tal está la pequeña?

inmóvil por un instante, y luego se cuadró de golpe y

Sí, señora. Abro ya mismo, señora. ¿Un permiso del coronel? —sonrió el profesor dentro del todoterreno.Conozco bien a las ovejas de mi rebaño, profesor, no se preocupe

bajo la barra y empezó a acelerar por uña carretera helada dad. La base se encontraba sobre la cima de una pe

queña colina rodeada de abedules cubiertos de nieve que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

¿Cómo podría no preocuparme? —Comenzó a hablar Hopper de nuevoAelita y yo estamos a salvo, es cierto, pero Anthea...

ontraremos, profesor. Le doy mi palabra. Tengo mis contactos dentro del proyecto, y ya se han puesto manos a la obra. Pronto sabremos quién la ha secuestrado y por qué, y conseguiremos rescatarla. De momento, lo más importante es que los hemos sacado de allí junto con los documentos. Me

¿lo recuerda? No le fallaré. del asiento trasero del todoterreno directamente sobre un suelo

cubierto de césped. El cambio de escenario había sido tan repentino que la ltas. Ahora se encontraba bajo el sol, en el jardín de una

sencilla casita rodeada de casas exactamente ¡guales. Al fondo podía ver unas tas montañas coronadas de nieve.

Su padre iba vestido con chaqueta y corbata, y sostenía un maletín de piel. de subir por la calle, y llegó hasta la verja, que abrió con una peque

ña llave. En aquel momento se abriópar la puerta de la casa, y la mujer que antes había estado al volante del

al jardín. Llevaba un uniforme militar de falda y chaqueta que tenía un severo color gris verdoso y sus distintivos de rango so

Hopper. podremos charlar un poco.

al interior de la casa. Dentro había pocos muebles, que eran siado viejos y quedaban fuera de lugar en aquel ambiente. Parecía unos

de esos lugares que se alquilan durante un breve período, y en los cuales nadie deja ninguna huella de su personalidad. Hopper hizo que la mayor se sentase en una silla, y fue hasta los

la pequeña?—preguntó la mujer.

de golpe y

el profesor dentro del todoterreno. sor, no se preocupe —

lerar por uña carretera helada sobre la cima de una pe-

queña colina rodeada de abedules cubiertos de nieve que se extendían hasta

Comenzó a hablar Hopper de nuevo—.

ontraremos, profesor. Le doy mi palabra. Tengo mis contactos dentro del proyecto, y ya se han puesto manos a la obra. Pronto sabremos quién la ha secuestrado y por qué, y conseguiremos rescatarla. De momento, lo más

junto con los documentos. Me

rectamente sobre un suelo cubierto de césped. El cambio de escenario había sido tan repentino que la

ltas. Ahora se encontraba bajo el sol, en el jardín de una ¡guales. Al fondo podía ver unas

Su padre iba vestido con chaqueta y corbata, y sostenía un maletín de piel. con una peque-

ña llave. En aquel momento se abrió de par en par la puerta de la casa, y la mujer que antes había estado al volante del

alda y chaqueta que tenía un severo color gris verdoso y sus distintivos de rango sobre los

al interior de la casa. Dentro había pocos muebles, que eran siado viejos y quedaban fuera de lugar en aquel ambiente. Parecía unos

de esos lugares que se alquilan durante un breve período, y en los cuales nadie

Hopper hizo que la mayor se sentase en una silla, y fue hasta los fogones para

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—Aelita está con la canguro. Dentro de poco tenguardería. Ya es bastante mayor, y debe estar con otros niños.La mayor Steinback sacudió—Lo siento, profesor, pero en menos de un mes tendrán que mudarse de nuevo. —Ya me estaba encariñando con la idea de ser el oficinista Henri Zopfi.—Le proporcionaremos otra identidad y otro tra—Volvemos a empezar...La mayor cogió la taza de café—Ya sabe por qué estoy aquínoticias para usted. La mirada de Hopper centelleó— ¿Han encontrado a Anthea?—Todavía no, por desgraciahemos terminado nuestras indel secuestro: un soldado que desertódesaparición de su esposa.—Quiero ver su expediente.—Me lo imaginaba, y se lo he traído, pero tontería y me deje a mí el trabajo de investigación. Ese hombre se llama Mark James Hollenback, y tiene veintiún años. Entrótrabajaba en la base del proqué decidió hacer semejante estupidez, pero le estamos siguiendo la pista.— ¿Van a encontrarlo? —Puede apostar por ello.Aelita repitió aquel nombre dentro de su cabeza. HoHollenback. El hombre que había raptado a su madre. Después cambio de escena. La muchacha se encontróinvierno. O al menos debía demodo en que el viento sacudía los

colgado un cartel de se alquila, y luego había escrito debajogrueso rotulador. Una furgoneta llegó resollando por la calle y aparcóella bajó Aelita, que ahora tenía unos seis años y era ya muy parecida a la muchacha que observaba a su doble desde el pórtico de la entrada.—Papá, ¿ya hemos llegado?

con la canguro. Dentro de poco tendré que matricularla en la guardería. Ya es bastante mayor, y debe estar con otros niños. La mayor Steinback sacudió la cabeza.

Lo siento, profesor, pero en menos de un mes tendrán que mudarse de

Ya me estaba encariñando con la idea de ser el oficinista Henri Zopfi.Le proporcionaremos otra identidad y otro trabajo. Volvemos a empezar...

la taza de café que le tendía Hopper. estoy aquí —dijo tras beber el primer sorbo—

La mirada de Hopper centelleó tras los cristales de sus gafas. ¿Han encontrado a Anthea? Todavía no, por desgracia —respondió la mujer con amargura

hemos terminado nuestras indagaciones, y ya sabemos quién es el responsable del secuestro: un soldado que desertó inmediatamente después de la desaparición de su esposa.

Quiero ver su expediente. Me lo imaginaba, y se lo he traído, pero le suplico que no haga ninguna

el trabajo de investigación. Ese hombre se llama Mark James Hollenback, y tiene veintiún años. Entró en el ejército con dieciséis, y trabajaba en la base del proyecto desde hacía un año. Aún no sabem

hacer semejante estupidez, pero le estamos siguiendo la pista.

Puede apostar por ello. aquel nombre dentro de su cabeza. Hollenback. Mark

Hollenback. El hombre que había raptado a su madre. Después hubo un nuevo

La muchacha se encontró bajo el pórtico de La Ermita. Era una fría mañana de invierno. O al menos debía de hacer frío, a juzgar por el color del cielo y el modo en que el viento sacudía los árboles. Aunque ella no sentía na

encima de la puerta de la casa, alguien había colgado un cartel de se alquila, y luego había escrito debajo Vendido

resollando por la calle y aparcó delante de La Ermita. De ahora tenía unos seis años y era ya muy parecida a la

muchacha que observaba a su doble desde el pórtico de la entrada.¿ya hemos llegado? —preguntó la Aelita niña.

que matricularla en la

Lo siento, profesor, pero en menos de un mes tendrán que mudarse de

Ya me estaba encariñando con la idea de ser el oficinista Henri Zopfi.

—. Traigo

margura—. Pero dagaciones, y ya sabemos quién es el responsable

mente después de la

plico que no haga ninguna el trabajo de investigación. Ese hombre se llama Mark

en el ejército con dieciséis, y yecto desde hacía un año. Aún no sabemos por

hacer semejante estupidez, pero le estamos siguiendo la pista.

llenback. Mark hubo un nuevo

bajo el pórtico de La Ermita. Era una fría mañana de hacer frío, a juzgar por el color del cielo y el

tía nada. Justo

encima de la puerta de la casa, alguien había Vendido con un

delante de La Ermita. De ahora tenía unos seis años y era ya muy parecida a la

muchacha que observaba a su doble desde el pórtico de la entrada.

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—Sí —respondió su padre mientras bajaba de la furgoneta. La mayor Steinback descendió del puesto del conductor. Esta vez iba vestida de civil, con una cazadora roja y unos vaqueros. —Así que ésta es tu nueva casa. Si todo va bien, podrás matricular a Aelita en el colegio y dejar de correr durante un tiempo. Bajo el pórtico, la joven elfa sonrió: esos dos habían empezado a tutearse. ¿Cuántos años habrían pasado desde su fuga del proyecto Cartago? Dos o tres, por lo menos. Los adultos empezaron a descargar las cajas y llevarlas adentro de la casa mientras la Aelita niña jugaba en el césped. — ¿Quién seré a partir de hoy? —preguntó el profesor. —Tu nueva identidad te va a gustar mucho: Franz Hopper, profesor de Ciencias en la academia Kadic, que está aquí al lado. Yo también trabajaré en el colegio, bajo un falso nombre. Así no os perderé de vista. Ambos rieron. —Lo que me interesa es poder retomar mis investigaciones lo antes posible —añadió después con resolución Waldo Schaeffer, que a partir de aquel mo-mento era oficialmente Franz Hopper—. Y encontrar a Anthea. —Ya he realizado algunos contactos con industrias locales. Hay una fábrica no muy lejos de aquí. Podríamos reestructurar la parte subterránea y trans-formarla en un laboratorio. El propietario nos hará saber su respuesta dentro de unos pocos días, pero se ha mostrado muy interesado en nuestras investiga-ciones. — ¿Y en lo que respecta a Hollenback? —preguntó su padre con una nota de ansiedad en la voz. —Por desgracia, hace un tiempo que no tengo más noticias sobre él. Desde que cambió de nombre y se infiltró en esa organización criminal, ha consegui-do borrar sus huellas. Creíamos que era medio imbécil, y resulta que es un auténtico mago. Hopper dejó en el suelo una enorme caja, y hurgó bajo su jersey para enseñarle a su amiga un colgante. Era el que Aelita conocía bien, con la W y la A grabadas en él. —Anthea está sana y salva. Me lo dice este colgante. Por eso seguiré buscándola día y noche hasta que la encuentre. —Y yo te echaré una mano. Anthea era mi mejor amiga, y juré que os la devolvería a ti y a tu hija. Cueste lo que cueste. Aelita se encontró de nuevo ante el árbol hueco, en el extraño calvero de la réplica.

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siempre fatigoso, y a menudo le provocaba cierto vértigo, pero esta vez, con todos aquellos cambios de eschistorias, su padre y el secuestrabajaba para el ejército y de la que Aelita no había oído hablar jamás...—Ánimo -la exhortó Jeremy— ¿Qué dice esta vez el ordenador?—No está demasiado clarodesde ahí se entra en un está escrito Entra sólo cuando tu corazón esté

— ¡Yo estoy preparadísima!Oyó cómo el muchacho volvía a bostezar.—Si me lo permites... no me parece una buena idea. Son las cinco de la madrugada, no has dormido, y por esta noche has tenido una buena dosis de sorpresas. Esta réplica no va junto con los demás cuando estemos listos y más descansados. Es verdad que hasta ahora no hemos enesconderse en el nuevo nivel de este extraño diario.Como bien dice el refrán, anda el bostezo de boroca en roca, y Aelita empezócansada. —A lo... mejor... tienes... razón.—Estupendo, entonces. Te traigo de vuelta.La muchacha observó cómo su cuerpo se desmatebrazos fueron volviéndose transparentes, hasta que desaparecieron completamente. Parpadeóla columna-escáner de la habitación secreta La puerta de la columna se deslizóabrazarla. — ¿Qué tal estás? —preguntó—Bien. Estupendamente. Pero necesito dormir un poco.Ambos soltaron una risita.

FIN

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Permanecer en un mundo virtual resultaba tigoso, y a menudo le provocaba cierto vértigo, pero esta vez, con

todos aquellos cambios de escenario, era sin duda peor. Y además, aquellas historias, su padre y el secuestro de su madre, esa mayor Steinback que trabajaba para el ejército y de la que Aelita no había oído hablar jamás...

Jeremy—. Afrontemos el tercer árbol. dice esta vez el ordenador? —preguntó la muchacha.

demasiado claro —bostezó su amigo, exhausto—. Aquí nuevo nivel de la réplica. Y también

Entra sólo cuando tu corazón esté preparado. preparadísima! —Declaró Aelita—. Vamos.

cómo el muchacho volvía a bostezar. Si me lo permites... no me parece una buena idea. Son las cinco de la

madrugada, no has dormido, y por esta noche has tenido una buena dosis de sorpresas. Esta réplica no va a irse a ningún lado. Es mejor que voljunto con los demás cuando estemos listos y más descansados. Es verdad que hasta ahora no hemos encontrado monstruos, pero no sabemos lo que puede esconderse en el nuevo nivel de este extraño diario.

dice el refrán, anda el bostezo de boca en boca como la cabra de roca en roca, y Aelita empezó a secundar a Jeremy y sentirse de repente muy

A lo... mejor... tienes... razón. Estupendo, entonces. Te traigo de vuelta. ¡Materialización!

cómo su cuerpo se desmaterializaba: las piernas y los brazos fueron volviéndose transparentes, hasta que desaparecieron

te. Parpadeó y se dio cuenta de que había regresado al interior de escáner de la habitación secreta de La Ermita.

La puerta de la columna se deslizó hacia un lado, y allí estaba Jeremy para

preguntó el muchacho con delicadeza. Bien. Estupendamente. Pero necesito dormir un poco.

Ambos soltaron una risita.

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Permanecer en un mundo virtual resultaba tigoso, y a menudo le provocaba cierto vértigo, pero esta vez, con

da peor. Y además, aquellas tro de su madre, esa mayor Steinback que

trabajaba para el ejército y de la que Aelita no había oído hablar jamás...

. Aquí pone que

Si me lo permites... no me parece una buena idea. Son las cinco de la madrugada, no has dormido, y por esta noche has tenido una buena dosis de

a irse a ningún lado. Es mejor que volvamos junto con los demás cuando estemos listos y más descansados. Es verdad que

contrado monstruos, pero no sabemos lo que puede

ca en boca como la cabra de a secundar a Jeremy y sentirse de repente muy

rializaba: las piernas y los brazos fueron volviéndose transparentes, hasta que desaparecieron

y se dio cuenta de que había regresado al interior de

estaba Jeremy para