LIBROS RESENAS -...

LIBROS CRITICAS

SEVILLA.

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- RESENAS

MORALES PADRON, Francisco. Barcelona, Ediciones Destino, Colección «Nuestras ciudades», 1992. 215 págs. Indices de nombres.

A los 25 años de vivir en Sevilla publicó un libro -Sevj/[a Insólita- que ha merecido múltiples ediciones, donde recogía la Sevilla que más le había herido. Complemento de aquel análisis escrito con mucho amor y testimonio de diversas vivencias, fueron La ciudad de los cinco nombres, Guía sentimental de Sevilla y La ciudad del Quinientos. A ellos se incorpora esta nueva visión.

Precisamente, Visión de Sevilla es el título de otra obra dedicada a la ciudad del Guadalquivir, a la que también estudió en Sevilla y el Río y Memorias de Sevilla.

El autor rehusó durante un tiempo enfrentarse con la tarea -difícil labor- de dar vida a unas páginas donde la ciudad famosa fuera el protagonista, pues temía caer en el tópico y en la repetición. Felizmente mantenía archivadas unas experiencias desconocidas, que ahora salen a la luz y en las cuales el autor andando por caminos inéditos muestra distintas y originales estampas de la ciudad. Ha querido, partiendo de torres lejanas, y saltando siempre a las mas próximas, llegar hasta la Giralda, pero sin subir nunca a esta.

Nos adelantamos a posibles comentarios u observaciones: si este libro pretende ser tomado por una GUIA de Sevilla advierto que es imposible de seguir, salvo que dispongamos de años y de paciencia para ir de una a otra institución solicitando permisos y aguardando, además, a determinados momentos para subir a las torres.

Tiene razón quien piense que estas páginas no son una guía al modo clásico u ortodoxo y que ahora proliferan. Tampoco, por supues-

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to, es una historia cuantitativa de los escalones que sirven para ascender al cielo de Sevilla, como comentará jocosamente mas de uno. Enumerar la cifra de los escalones lleva mas intenciones de anécdota que de dato científico, aunque nos pueda dar una idea de la altura del edificio.

Estos capítulos recogen la sencilla narración de unas vivencias que cualquiera puede repetir parcialmente e, incluso, totalmente si dispone de dos o tres años y carezca de prisa. Experiencias que no tendrían que ser iguales a las aquí narradas. Todo lo que aquí se cuenta o expone es personal, subjetivo. Incluso, cambiable, porque sería diverso lo que el autor percibió y captó si se hubiera asomado a la torre otro día y a otra hora. Cambiable porque su personal estado de ánimo o curiosidad serían otros, y hasta Sevilla no sería la misma envuelta en una u otra luz.

¿Que subrayaríamos de todo lo vivido? ¿La tarde en la Caridad? ¿La Hermandad del Rocío por la calle Castilla? ¿El Corpus desde San Juan de Dios? ¿Las ruinas de San Bernardo o San Esteban? ¿La entrada del Cristo de los Gitanos? ¿La visión desde San Marcos? Repetiríamos el paseo por las azoteas de la Catedral. La excursión por los techos catedralicios debe ser sorprendente. En otros lugares como San Pedro de Roma, San Esteban de Viena, la catedral de Colonia, el Duomo de Milán, etc., un similar paseo proporciona al visitante panorámicas inéditas, bellas, originales.

No se expone aquí una interpretación más de Sevilla, ni una definición o teoría de ella. Se ofrece la transcripción literariamente adobada de unos apuntes o diarios pergeñados paseando por las alturas sevillanas. El complemento de tales testimonios según el autor, lo constituye un rico documental iconográfico integrado por decenas de diapositivas imposible de insertar aquí y ahora. La sensibilidad del pintor Paco Cuadrado y su especial interpretación de algunos pasajes del texto, a base de grabados con espadañas, suple con creces la ausencia de las fotos.

Enrique de la Vega Viguera

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SEVILLA Y LA REAL FUNDICION DE CAÑONES. VEGA VIGUERA, Enrique de la. Ediciones Guadalquivir, Sevilla 1993. 306 páginas y 127 grabados en negro y color. Formato 24 x 28.

No es corriente encontrar libros, que tratando temas técnicos, resulten atractivos e incluso interesantes al lector no especialista en la materia. Esto le ocurre al libro que comentamos, con un texto no solo dirigido a artilleros e ingenieros del cuerpo técnico militar, sino al lector medio, amante de la historia en general y de los temas especializados.

Este libro, como más adelante comentaré, tiene el atractivo de detallar la fabricación de cañones desde su más antigua procedencia, intercalando sucesos acaecidos en la Sevilla de la época.

Por otra parte, existe la particularidad, de que las fuentes utilizadas por el autor, por ahora de difícil acceso, hacen que el indicado libro adquiera un valor documental inigualable para los investigadores, sobre un tema tan poco divulgado de la historia militar de Sevilla, lo que a mi juicio hace aún más recomendable su lectura.

A través de su páginas, se llega a la conclusión, no sólo de que la Fábrica de Artillería, - «La Fundición», como se la llamó en Sevilla durante siglos- , fue realmente importantísima, sino que de algún modo la Fundición «marca» a la propia ciudad, hasta el punto de que los problemas de la Fábrica, y los de Sevilla, «Se funden » en un todo solitario e inseparable ... Tan inseparable, que por ejemplo, ¿que sería de nuestra Sevilla sin su emblemático Giraldillo? ... Del que sabemos fue realizado en la Fundición de Sevilla por Bartolomé Morel, como así mismo el Tenebrario, el Fascistol de la Catedral, campanas y numerosas estatuas.

Interminable la larga lista de otras obras, fuera de Sevilla, como por ejemplo, en Málaga la bella estatua del Marqués de la Paniega, en Zaragoza la del general Palafox, en Ceuta el mausoleo a los héroes de la Guerra de Africa y en Madrid los famosos leones de las Cortes, por señalar algunas. Pero hay algo más en la fusión de nuestra Fábrica de Artillería con su entorno social, con la ciudad, con el barrio de San Bernardo y con su gente, y es la singularísima Escuela de Aprendices, que fue cuna de incontables artesanos y especialistas que han reconido toda España.

Por el libro, nos enteramos que la Fundición inicia su andadura con la familia Morel, allá por el año 1540. Es una afirmación importante


para los investigadores, y que ha ocupado un trabajo complicado de deducciones y razonamientos, perfectamente clasificados por el autor.

El primer cobre para fundir venía de Hungría, hasta que se restablecen las minas de Riotinto y luego de las regiones del Nuevo Mundo, que antes de usarlo es analizado cualitativamente por los artilleros.

Es con Carlos I, cuando Sevilla ocupa el centro de atención mundial. Ya se ha consolidado el Imperio español y con él las perspectivas económicas. Esto ha de influir muy positivamente en la Fundición de Bronce de Sevilla.

Enrique de la Vega nos cuenta también cosas de la Sevilla del momento, las aficiones de los sevillanos al teatro y a los toros que tenían lugar en la plaza de San Francisco o en otras plazas. Hay una detallada atención a los gremios, dueños como sabemos, de una gran importancia en este momento. De todos ellos dedica un recuerdo preferente a los «espaderos», que celebraban sus reuniones en la calle que entonces llevaba su nombre, y que hoy es la de Sierpes. Este gremio gozaba de gran importancia por la fabricación de armas blancas, especialmente nuestra famosa pica (la de Flandes).

Enrique de la Vega, como leal artillero, rinde homenaje en su libro a la insigne figura de Nicolás Tartaglia, padre de la Balistica, que fallece precisamente en el año 1557, cuando se puede afirmar que da comienzo el esplendor de la Artillería.

Al referirse al origen de la profesión artillera, nos comenta que esta se confunde en un principio con la de los artesanos, herreros y fundidores, pues nos dice, que antes de lanzar un proyectil había que hacer el arma con la que poder tirarle, y es por ello que estas viejas profesiones están en el substrato de la profesión que luego pasaría a ser el arma de Artillería cuyos mandos habían de conocer en profundidad tales materias.

Es en el siglo XVII cuando nace el tronar de los cañones. España y toda Europa viven sobre una partitura cuya nota fundamental es el estampido del cañón. La Fábrica ve aumentar enormemente sus pedidos y se precisa una regulación de la fabricación que tiene lugar en 1609, poniéndose un poco de orden en la hasta entonces anárquica fundición, al capricho de cada fundidor. El barrio de San Bernardo ve multiplicarse sus hornos y el duque de Olivares dispone que pasen a ser controlados por el Estado.

Pero como contrapunto, y al decir del historiador Ciriaco Pérez Bustamente, se produce la solidaridad de los valores espirituales de España con los valores de la cultura occidental, lo que, nos dice, in-

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dica la grandeza de la España del momento en todos los ordenes; social, político, militar y religioso.

Este impulso se conserva aún a pesar de la posterior decadencia, dando el máximo esplendor a nuestras Letras y a nuestras Artes.

Es imposible dar a conocer en toda su magnitud la cantidad de citas y datos tanto relativos a la propia fabricación de cañones y su evolución técnica, así como a los acontecimientos que vive la ciudad en las distintas épocas.

Al hilo de la propia historia, Enrique de la Vega se detendrá a contarnos ya en el siglo XVIII, la guerra de sucesión a la corona de España, la ocupación de Gibraltar, los intentos de recuperación, con aportaciones muy valiosas. Reseña el primer cañón fabricado este siglo, por encargo de Felipe V, llamado «San Bartolomé» y se detiene en la visita del Rey a Sevilla y a la Fábrica, en la que S.M. encarga los cañones llamados Hiponeme, Serjio, Domiciano, Agamenón, y Júpiter, que en la actualidad se encuentran adornando un paseo marítimo en Canarias.

Señala el autor la importancia de los llamados cuerpos facultativos que ayudaron a paliar situaciones críticas con sus acertadas investigaciones, y así exalta la figura del artillero Morla y de los jesuitas, que fueron profesores del colegio de Artillería de Segovia en su fundación, con la incorporación del sabio químico francés Luis Proust.

En 1762, se reorganiza la Artillería, pues Gazzola, su Jefe, quería un plantel de oficiales artilleros muy bien preparados, que supieran hacer cañones y luego emplearlos. Es la época también del moldeo en barro empleado por el suizo Maritz, que nuestra Fábrica enseguida adoptaría.

Y trás un largo y apasionante recorrido a caballo entre la historia de España, la de Sevilla y la de la propia Fundición, llegamos a nuestro complicado siglo XIX.

Como es natural, hay una especial relevancia en los sucesos del Dos de Mayo en Madrid, que se conocen en Sevilla el día ocho, y que nos presenta una Sevilla presta a luchar contra el invasor.

José 1 entra en Sevilla y visita la Fundación, de la que tenía amplias noticias, encargando la construcción de noventa piezas. Cuando los franceses abandonan Sevilla, dejan todo destrozado es el sacerdote, anteriormente artillero, Francisco de la Reina, quien ha de restablecer el funcionamiento de la Fundición.

En 1858 se fabrican ya las piezas reyadas y de retrocarga que son más eficaces. Curiosamente, las primeras de estas piezas se costearon


por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y entregadas al Ejército de Africa constituyendo una batería de seis cañones que se conoció con el nombre de «Solfa». Merece tenerse en cuenta la propuesta de un distinguido miembro de la Real Maestranza de Caballería, que al conocer que actualmente estas piezas están en La Coruña, debieran, al menos en parte, retomar a Sevilla y ser expuestas en el Museo Militar, como parte que es de nuestro patrimonio sevillano.

Se pone de moda Ja casa Krupp que venía fabricando las mejores piezas de artillería en bronce comprimido, y pronto la Fundición de Sevilla asume este proyecto. Es el momento del protagonismo del General Elorza que reorganiza la Artillería y proyecta nuestros mejores hornos.

La polémica entre el bronce endurecido y el acero está ya presente y aunque por el momento gana la batalla el bronce, no tardaría en imponerse el acero.

Derrocamiento de Isabel II, La Gloriosa, Cádiz, ... En el libro se van degranando uno trás otro, los acontecimientos más significativos de nuestra historia patria, enlazados prodigiosamente con el proceso fabril.

Llegada de Amadeo, la República, y así hasta recuperar con la figura de Alfonso XII un nuevo impulso.

La polémica está entre el equilibrio ponderado de la movilidad y la potencia. La Artillería de acompañamiento empieza a ser tomada muy en serio por los propios infantes siempre desconfiados del apoyo artillero. Los tratadistas militares hablan del efecto de masa.

Nos lleva Enrique de la Vega a conocer aspectos de la Guerra de Africa, en relación sobretodo con la producción de cañones para ella_ Y en lo sevillano, pero con proyección universalista, ha de citar el hecho de que fue también un artillero, el Comandante Rodríguez Caso, el que lanzara, con motivos de unos actos de homenaje a la Bandera, a raíz del cuarto centenario de Colón, hacer de Sevilla la sede de la Expo del 29, que sería conocida como la Exposición Ibero-Americana.

Al referirse a la República, naturalmente cita el desorden general que afecta a las labores de la Fábrica, nos describe la situación en tomo al 10 de Agosto del 32, y al fin se refiere al 18 de Julio y a la actividad de la Fábrica durante la guerra. Especial interés ofrece la sustitución de la bandera tricolor por la roja y gualda y la procesión de la Virgen de los Reyes, en Sevilla, en plena guerra.


Las últimas páginas del libro están relacionadas con el posible cierre de la Fábrica, el taller de carros AMX.30 en «Las Canteras», y mil detalles imposibles de traer a este resumen así como el cuadro completo de fundidores y directores.

En verdad este libro es un compedio de lo que ha supuesto la Fábrica de Artillería a través del tiempo, no solo en Sevilla, sino tal vez durante mucho tiempo también en el mundo, a cuya cabeza estuvo como pionera en su producción.

Cuando se cierra la contraportada de este libro, bellamente editado por esa magnífica editorial tan sevillana que es Ediciones Guadalquivir, uno medita como ha podido permanecer oculta tanto tiempo la importante historia de este establecimiento militar y sevillano, que Enrique de la Vega ha logrado sacar generosamente a la luz, y que con humildad franciscana se limita a señalar, que lo realizado es solo una divulgación de tan grandiosa historia.

Francisco Morales Padrón

LA VIDA COTIDIANA EN LA PINTURA ANDALUZA. LUIS QUESADA. Focus. Barcelona 1992. 458 páginas.

La Fundación Fondo de Cultura de Sevilla una vez más ofrece un extraordinario volumen que responde plenamente a su título, donde se combinan importante selección de reproducciones pictóricas, junto con texto de autores de las distintas épocas, todo estudiado de forma excelente por Luis Quesada que desarrolla una auténtica simbiosis entre la imagen y la letra.

Luis Quesada, sevillano que pasó a Madrid en su juventud siguiendo su vocación literaria y artística, .desde hace treinta años desarrolla su actividad profesional en el mundo concreto de las exposiciones de arte, habiendo organizado mas de trescientas muestras pictóricas, de escultura, de grabado, de arte popular, lo que le ha dado la oportunidad de ponerse en contacto con miles de obras de arte. Pero también ha cultivado el artículo, el ensayo y la investigación literaria. Numerosas publicaciones avalan su calidad literaria e investigadora, debiendo destacar por sus concomitancias con la obra que ahora se reseña la titulada «Pintores Andaluces de la Escuela de Roma» y ahora «La vida


.cotidiana en Ja pintura andaluza», que según su autor no es «un estudio al modo erudito, obra de un profesor o investigador que desea cubrir un hueco en la bibliografía artística andaluza» ... «es el libro de un escritor abierto a múltiples facetas del hecho humano, a quien se ha brindado la oportunidad de abordar un tema que le es especialmente entrañable y familiar en sus dos vertientes principales: La Pintura y la Vida cotidiana de Andalucía».

El libro está dividido entres partes. La primera. Que titula «El arte trascendente», que abarca el siglo

XVII, la Andalucía de los Austrias: El Barroco y el XVIII, y la casa de Barbón: agotamiento del Barroco. Indudablemente no se puede negar la trascendencia de las obras de un Velázquez, de un Murillo, primero, y después de un Lucas Valdes, Domingo Martínez o Juan Espinal. No puede tener parangon, esa fuerza con que por primera vez se nos presentan actos del diario vivir, cuando se nos pone de manifiesto la belleza del agua contenida en un vaso, una mujer asomada a una ventana o realizando alguna labor con niños, o a estos jugando; simplicidad de temas que penetran en nuestro espíritu llenándolo de contenido humano o de superior amor al prójimo. E incluso ceremonias de la época barroca que nos ilustran de como se asistía a los grandes acontecimientos.

Acompañan las ilustraciones algunos textos de Velez de Guevara, Vicente Espinal, Baltasar de Alcazar, Mateo Alemán, Cervantes. Pero sobre todo son de considerar los eruditos comentarios de Luis Quesada.

La segunda parte de la obra, la llama «La irrupción de la realidad cotidiana», que abarca los reinados de Fernando VII, Isabel 11, 1 ª República, restauración de la monarquía de Alfonso XII y la Regencia de su viuda. La denominación es acertadisima porque todo lo que acontece durante esos reinados es llevado a la pintura, y prueba de ello es que este siglo ocupa más de la mitad de la obra.

En el primer tercio del siglo destaca, las consecuencias en la pintura de la preferencia de los viajeros románticos por Andalucía. En el segundo tercio, concretamente en Sevilla, Corte de los Duques de Montpensier, donde con luz propia brillan Cabra! Bejarano, los tres Bécquer, Jimenez Aranda, Villegas, García-Ramos, Gonzalo Bilbao, Rico Cejudo y Romero Torres. Nos ofrece el autor recuadros de Cavillier, Estebanez Calderón, Richard Ford, Teofilo Gautier, Gustavo Adolfo Bécquer, Blanco White, Bermejo Carballo, Washington lrving, Estebanez Calderon, Muñoz y Pavón, Blasco Ibañez, Alvarez Quintero, Chaves Nogales y otros.

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Pero siendo de destacar, los acertadisimos comentarios de Luis Quesada sobre las escenas de los cuadros y sobre sus autores. Es una espléndida colección de láminas de los más variados temas de la vida diaria, de las costumbres familiares, de los festejos religiosos y profanos, una verdadera sinfonía de color, sin que falte Ja nota gris que siempre acompaña al acontecer humano.

Por último Ja tercera parte «La Realidad como pretexto» abarca desde principios de siglo, todo el reinado de Alfonso XIII hasta los años de nuestra post-guerra civil, en total cincuenta años. La evolución del arte pictórico condenó el cuadro de género y el de costumbres. El aislamiento económico de España lo fue también en la pintura. Dice el autor que la mediocridad del nivel medio de vida se alivia con pequeñas pero gratas compensaciones; misa del gallo y Cabalgata de Reyes en Navidad; Semana Santa y Feria; Cruces de Mayo, las veladas de Santa Ana, San Juan de Ja Palma y Santa Lucía, salida y llegada de Ja Hermandad Rociera de Triana, los cines de verano, que son los acontecimientos que pintan Bacarisas, Grosso, Hohenleiter, del Pino, Rodríguez Jaldon, Juan Miguel Sánchez, Cantarero, Romero Ressendi, Santiago Martínez, Salvador, Mezquita, Vázquez Díaz y otros muchos, que por primera vez aparecen en libro de este tipo. Como en las anteriores partes los acertados textos del autor, completan las ilustraciones presentadas. Efectivamente la realidad es el pretexto para la permanencia en Andalucía como en España de una forma del arte de la pintura apartada totalmente de las corrientes modernas triunfantes en Europa y América.

Por último, plácemes merece la productora de la obra «Guadalquivir, S.L.» que una vez más acredita las calidades que ofrece en sus producciones.

Eduardo Ybarra Hidalgo

COLON, CADIZ Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA. EDUARDO DE ORY LOZANO. Imprenta Repeto: Cádiz, 1993. 170 págs. 21 x 27 cms. y 44 ilustraciones.

A punto de cerrarse la recepción de originales para el Boletín de nuestra Academia, nos llega el de este libro que por su interés vamos


a comentar aunque sea brevemente para darlo a conocer a nuestros lectores, en el mismo año de su publicación.

Es bueno, que los españoles sepan recordar las hazañas de nuestros antepasados. Nunca será bastante reiterativo comentar las proezas que aquellos realizaron, para que nos sirvan de ejemplo y admiración.

Eduardo de Ory Lozano, ilustre investigador gaditano, estudioso de cuanto se relaciona con la vida y milagros de Cristóbal Colón, saca a la luz un nuevo libro sobre el mítico personaje. Otro de sus libros, lleno de interés y cargado de novedades, que si bien algunas son conocidas aunque olvidadas, otras son novedades, otras son producto de su paciente y excelentes cualidades de investigador. Así por ejemplo, aporta, la reproducción de un retrato de Colón, considerado como el único verdadero, pintado por el español Pedro Berruguete que fue amigo del almirante y que ha sido dado a conocer al público en Italia, en noviembre de 1991. Dicho cuadro que ha sido analizado por especialistas, aseguran está pintado con materiales correspondientes al comienzo del XVI. La autenticidad del cuadro satisfizo tanto al norteamericano Sr. Roibando, que lo compró al propietario italiano que lo tenía en su colección.

Entre los datos reunidos por Eduardo de Ory, relata las andaduras gaditanas de Colón desde finales del siglo XV y antes de partir en su primer viaje.

Hace el autor un ameno relato de los otros viajes del genovés, e introduce al lector en el entorno de la bahía, recorriendo Sanlúcar, Puerto de Santa María y Rota y las aportaciones gaditanas a los descubrimientos posteriores.

Destaca, Ory Lozano, las actitudes y cualidades de los tripulantes gaditanos y finaliza su interesante trabajo con un compendio cronológico de la familia de Colón, en Cádiz.

Las notas aclaratorias y bibliográficas son numerosas. El libro está bien presentado, con una impresión, en su mayor parte, cómoda de leer.

Queremos destacar, la exactitud con la que el académico de la Hispanoamericana de Cádiz, autor del libro, describe los recorridos urbanos que realiza Colón a través de la «Tacita de Plata» y el buen uso que hace de la bibliografía utilizada.

A pesar de la existencia de muchos trabajos sobre estos temas colombinos, Eduardo de Ory, logra interesar con el suyo, aportando datos poco divulgados e incluso inéditos para el lector no especializado.


Queremos que estos breves comentarios sirvan para ponderar un trabajo hecho con amor e ilusión, que merece el más ferviente elogio.

El trabajo bien hecho si además está realizado sobre hechos históricos, es obra llamada a perdurar, como le auguramos a este libro del historiador Eduardo de Ory Lozano.

Enrique de la Vega Viguera

EL TIEMPO EN SEVILLA. JOSE LUIS COMELLAS. Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla-Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 314 páginas en dos Tomos. Talleres Gráficos A. Pinelo. Camas-Sevilla. Febrero de 1993.

Al anochecer del día 17 de Septiembre de 1993 empieza a llover por primera vez después de los rigores de un largo verano. La deseada lluvia, el intenso olor a tierra mojada alegran los ánimos, pero no obstante se oye.

- Lloverá mañana Sábado y habrá de suspenderse la representación de «Aida» en el auditorio de la Cartuja?

Y o leía el libro de Comellas para hacer esta crónica y acabo de leer en la pág. 304: «Los días 13 al 16 (de Septiembre) son bastante propensos a la tonnenta. Tampoco caben excesivas esperanzas sobre las consecuencias ténnicas de estos desarreglos del tiempo; la previsión popular ya tenemos aquí el otoño suele fallar varias veces».

Y efectivamente, después de haber llovido durante la noche, el Sábado amaneció radiante, caluroso, habíamos entrado en el «veranillo del membrillo». Con precisión casi matemática se había cumplido el diagnóstico de Comellas, que para eso en el estudio realizado ha utilizado sus propias anotaciones durante veintisiete años de estancia en Sevilla, mes por mes, día a día.

En Marzo de este mismo año tuvo lugar la solemne recepción de Don José Luis Comellas en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, contestando a su discurso en nombre de la Corporación Don Francisco Morales Padrón del que entresaco esta frase que retrata al autor del libro reseñado: Comellas Catedrático de Historia de España Moderna y Contemporánea le había expresado estar «Satisfecho de ser


lo que es, pero no duda en confesar que si existiera reencarnación le gustaría ser sucesivamente astrónomo, navegante, músico y montañero», y añadía Morales Padrón que su idiosincracia «la integran esas facetas, lo que es y lo que le gustaría ser y que en parte lo es» porque en todo ello se ha interesado y ha escrito. Pero Comellas dá la sorpresa y en pocos meses deja incompleto el retrato que de él se había hecho. También resulta autoridad en meteorología, y acaba de publicar este libro «El tiempo en Sevilla».

Esta reseña la debería haber hecho un especialista, pero la justicia obligaba a publicarla en el Boletín de este año y por las urgencias con que siempre andamos, aunque totalmente lego en la materia he tenido la osadía de pergueñarla.

El libro es un estudio de la meteorología de la Ciudad basado como dijimos en datos sevillanos por el mismo Comellas anotados. Todo lo que es el tiempo en Sevilla durante el año, lo que los habitantes conocen aparece técnicamente explicado. Pero además descubre hechos y circunstancias que no conozco se hubieran reparado antes y lo hace con una sevillanía del mejor cuño. Como por ejemplo las referencias a la veleta mayor de la ciudad. «Es hermoso ver moverse el Giraldillo» cuyo comportamiento ante las distintas clases de vientos explica con todo detalle. Para el autor esta veleta excepcional refleja con gran exactitud lo que meteorológicamente pasa. ¿Quien había dicho antes que el Giraldillo tiene ciertas posturas «Cómodas», «a las cuales siempre tiende y de las que no es fácil sacarlo. La palma de Santa Juana apunta casi siempre hacia Triana o hacia Nervión», de cuyos ángulos proceden los vientos dominantes. No se mueve con vientos flojos o «tarda horas antes de hacerle caso».

Ya nos había dicho en el prólogo que «Sevilla es una de las ciudades más especiales e inclasificables del mundo, incluso por lo que se refiere al tiempo atmosférico».

La obra se presenta en dos volúmenes con una sola numeración de páginas. En el primero después de un estudio sobre el clima sevillano, examina los elementos del tiempo: la presión, la temperatura, el viento, la nubosidad, la lluvia ... El apartado sobre la dinámica del tiempo en la ciudad lo desarrolla con una impresionante cantidad de datos estadísticos que avalan sus predicciones. Interesantísimas las conclusiones que obtiene de lo que llama las tres estaciones de Sevilla; de la Sevilla Europea, pero vecina de Africa, con c lima influenciado de una manera casi permanente por los anticiclones de las Azores culpable de nuestras sequías. Al estudiar


las formas del «buen tiempo» se pasa al volumen segundo, enlazando con el «mal tiempo» y ello durante las que denomina temporadas media y baja.

Estudia los estados anticiclónicos, interciclónicos y ciclónicos, para terminar este apartado con un completo calendario sevillano con la explicación del tiempo en cada uno de los meses del año. En este segundo volumen abundan los comentarios sabrosísimos en la aplicación práctica de los estudios teóricos. «Un día cualquiera de verano», «notas sobre el calor sevillano», etc. Influencia del tiempo en las fiestas religiosas y profanas de la ciudad con estadísticas sobre las lluvias durante la Semana Santa y la Feria según dichas celebraciones caigan altas o bajas. En resumen estamos ante una perfecta simbiosis técnica y práctica de la metereología en la vida de la ciudad y sus habitantes.

José Luis Camellas en su bello prólogo nos expresa su deseo de que parte del cariño que ha puesto en el libro «trasluzca de alguna manera, y que el amigo lector se aficione, porque el empeño es fácil y grato de cumplir, a tomar conciencia, a convivir con la vista atenta al tiempo de Sevilla, que es, ahora ya no me cabe duda, una de las formas más penetrantes de conocerla y amarla».

Yo estoy seguro que quien lea el libro así le pasará.

Eduardo Ybarra Hidalgo

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