Linneo Buffon y Blumenbach

2
Linneo, Buffon y Blumenbach La división de la especie humana en un pequeño número de categorías cualitativamente distintas y ostensiblemente naturales es una completa falacia Su extendida aceptación la convierte en una de las falacias culturalmente más persistentes y, por supuesto, una de las que reciben más apoyo por parte de algunos antropólogos físicos. En 1684, en un articulo anónimo, aparecido en el Journal des savants, una de las más prestigiosas revistas europeas de esa época, y atribuido posteriormente al médico y viajero francés Francois Bernier (1620-1688), el autor argumentó que era posible dividir la Tierra teniendo en cuenta las características físicas de los hombres que la habitaban, además de por regiones, como lo hacían los geógrafos. Bernier fue así el primero en utilizar el concepto de raza en el sentido antropológico. Distinguió cuatro razas o especies de hombres, que diferenció por sus características físicas y su medio geográfico: la primera comprendía los europeos, los africanos del norte, los persas, los árabes y los habitantes de la India y la Insulindia; la segunda, los demás africanos; la tercera, los asiáticos amarillos, y la cuarta, los lapones. En cuanto a los americanos, pese a notar Bernier en ellos un color oliváceo y un rostro diferente del de los europeos, no los clasificó como una raza aparte, sino que los incluyó en la primera. Como es evidente, tal división racial era por completo superficial; pero su importancia radica en la actitud positivista que subyace en ella: para Bernier la humanidad proporcionaba un conjunto de hechos a ser analizados. A Bernier le siguieron, en materia de pensamiento antropológico, dos ilustres científicos del siglo XVIII, el sueco Carl von Linné o Linneo (1707-1778) y el francés Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788). Linneo, clasificador por excelencia y amante de la armonía y el método, retomó y al mismo tiempo renovó la tradición de Aristóteles que ubicaba al hombre en el inventario general de todos los seres vivientes: a) Cada especie de ser vivo (animal, planta, protista o bacteria) recibe un nombre único, en latín, construido con dos palabras (un binomio). Dicho binomio consta de un nombre genérico, que puede ser común a varias especies próximas, y un nombre específico.Por ejemplo: Homo sapiens, Canis familiaris o Pinus pinea; b) La agrupación de las especies se hace en estructuras jerárquicas, de mayor o menor categoría. Esto quiere decir que los taxones (unidades de agrupación) de una categoría determinada se agrupan en taxones de superior categoría y comprenden taxones de categoría inferior. En el caso de la especie humana, esto se reflejaría en la siguiente tabla, que recoge las categorías linneanas "clásicas": El esquema formal de Linneo permitió poner fin a una situación bastante caótica en la organización de la información sistemática. Según Linneo, el Homo sapiens comprendía las variedades: - americanus, colorado, colérico, de porte derecho, de piel morena y cabellos negros, lacios y espesos, con labios gruesos, fosas nasales largas, mentón casi sin barba, porfiado, contento con su suerte, amante de la libertad, pintado su cuerpo con líneas coloradas, combinadas de distintas maneras; - europaeus, blanco, sanguíneo, musculoso, cabellos rubios, largos y espesos, inconstante, ingenioso, inventivo, cubierto totalmente con ropas, gobernado por leyes; - asiaticus, amarillo, melancólico, de fibras rígidas, cabello negro, ojos marrones, severo, fastuoso, avaro, vestido con largas túnicas, gobernado por la opinión; - afer: negro, flemático, de complexión débil, con cabellos crespos, astuto, perezoso, negligente, con el cuerpo frotado con aceite o grasa, gobernado por la voluntad arbitraria de sus dueños. Con Buffon el concepto de raza adquirió un significado distinto al de nación. Al analizar las diferencias entre los hombres, llegó a la conclusión de que se deben a tres causas principales: Categoría: Taxón: Otros taxones próximos con la misma categoría Reino Animales Plantas, Protistas... Phylum Cordados Equinodermos, Hemicordados... Clase Mamíferos Arcosaurios, Anfibios... Orden Primates Quirópteros, Dermápteros... Familia Homínidos Póngidos, Cercopitécidos... Género Homo Australopithecus... Especie Homo sapiens Homo erectus

description

La división de la especie humana en un pequeño número de categorías cualitativamente distintas y ostensiblemente naturales es una completa falacia Su extendida aceptación la convierte en una de las falacias culturalmente más persistentes y, por supuesto, una de las que reciben más apoyo por parte de algunos antropólogos físicos.

Transcript of Linneo Buffon y Blumenbach

Page 1: Linneo Buffon y Blumenbach

Linneo, Buffon y Blumenbach

La división de la especie humana en un pequeño número de categorías cualitativamente distintas y ostensiblemente naturales es una completa falacia Su extendida aceptación la convierte en una de las falacias culturalmente más persistentes y, por supuesto, una de las que reciben más apoyo por parte de algunos antropólogos físicos.

En 1684, en un articulo anónimo, aparecido en el Journal des savants, una de las más prestigiosas revistas europeas de esa época, y atribuido posteriormente al médico y viajero francés Francois Bernier (1620-1688), el autor argumentó que era posible dividir la Tierra teniendo en cuenta las características físicas de los hombres que la habitaban, además de por regiones, como lo hacían los geógrafos. Bernier fue así el primero en utilizar el concepto de raza en el sentido antropológico. Distinguió cuatro razas o especies de hombres, que diferenció por sus características físicas y su medio geográfico: la primera comprendía los europeos, los africanos del norte, los persas, los árabes y los habitantes de la India y la Insulindia; la segunda, los demás africanos; la tercera, los asiáticos amarillos, y la cuarta, los lapones. En cuanto a los americanos, pese a notar Bernier en ellos un color oliváceo y un rostro diferente del de los europeos, no los clasificó como una raza aparte, sino que los incluyó en la primera. Como es evidente, tal división racial era por completo superficial; pero su importancia radica en la actitud positivista que subyace en ella: para Bernier la humanidad proporcionaba un conjunto de hechos a ser analizados.

A Bernier le siguieron, en materia de pensamiento antropológico, dos ilustres científicos del siglo XVIII, el sueco Carl von Linné o Linneo (1707-1778) y el francés Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788).

Linneo, clasificador por excelencia y amante de la armonía y el método, retomó y al mismo tiempo renovó la tradición de Aristóteles que ubicaba al hombre en el inventario general de todos los seres vivientes: a) Cada especie de ser vivo (animal, planta, protista o bacteria) recibe un nombre único, en latín, construido con dos palabras (un binomio). Dicho binomio consta de un nombre genérico, que puede ser común a varias especies próximas, y un nombre específico.Por ejemplo: Homo sapiens, Canis familiaris o Pinus pinea; b) La agrupación de las especies se hace en estructuras jerárquicas, de mayor o menor categoría. Esto quiere decir que los taxones (unidades de agrupación) de una categoría determinada se agrupan en taxones de superior categoría y comprenden taxones de categoría inferior. En el caso de la especie humana, esto se reflejaría en la siguiente tabla, que recoge las categorías linneanas "clásicas":

El esquema formal de Linneo permitió poner fin a una situación bastante caótica en la organización de la información sistemática. Según Linneo, el Homo sapiens comprendía las variedades:

- americanus, colorado, colérico, de porte derecho, de piel morena y cabellos negros, lacios y espesos, con labios gruesos, fosas nasales largas, mentón casi sin barba, porfiado, contento con su suerte, amante de la libertad, pintado su cuerpo con líneas coloradas, combinadas de distintas maneras;

- europaeus, blanco, sanguíneo, musculoso, cabellos rubios, largos y espesos, inconstante, ingenioso, inventivo, cubierto totalmente con ropas, gobernado por leyes;

- asiaticus, amarillo, melancólico, de fibras rígidas, cabello negro, ojos marrones, severo, fastuoso, avaro, vestido con largas túnicas, gobernado por la opinión;

- afer: negro, flemático, de complexión débil, con cabellos crespos, astuto, perezoso, negligente, con el cuerpo frotado con aceite o grasa, gobernado por la voluntad arbitraria de sus dueños.

Con Buffon el concepto de raza adquirió un significado distinto al de nación. Al analizar las diferencias entre los

hombres, llegó a la conclusión de que se deben a tres causas principales:

Categoría: Taxón: Otros taxones próximos con la misma categoría

Reino Animales Plantas, Protistas...

Phylum Cordados Equinodermos, Hemicordados...

Clase Mamíferos Arcosaurios, Anfibios... Orden Primates Quirópteros, Dermápteros... Familia Homínidos Póngidos, Cercopitécidos... Género Homo Australopithecus... Especie Homo sapiens Homo erectus

Page 2: Linneo Buffon y Blumenbach

(a) el clima, que explica las diferencias en el color de la piel, (b) la alimentación y (c) las costumbres, responsables de características físicas como la nariz achatada, los labios gruesos, etc. Partiendo de la unidad

original de la especie humana, y de las migraciones primitivas por las que esta se expandió y multiplicó en todo el planeta, consideró que los tres factores señalados provocaron los cambios conducentes a las variedades humanas actuales, que no deben ser confundidas con especies humanas diferentes. Otros factores que contribuyeron a la diferenciación humana fueron las epidemias y la mezcla de individuos distintos.

Para Buffon, el medio humano por excelencia está en la zona templada, entre los paralelos 40 y 50, que ofrece las mejores condiciones de vida y donde se hallan, por lo tanto, los seres humanos más bellos y mejor dotados de la Tierra, producto de un perfecto equilibrio entre el

medio y la especie. Las demás variedades humanas se alejan de ese modelo ideal en proporción a la distancia a que viven del clima templado.

Las apreciaciones de Buffon sobre las sociedades salvajes, a las que consideraba un conjunto tumultuoso de hombres bárbaros que no obedecían más que a sus pasiones particulares, para los que el robo, el hurto, el asesinato y la promiscuidad sexual eran pan cotidiano, concuerdan con su visión del salvaje como un hombre más cercano al animal, del que otros se distanciaron como resultado de la civilización. Pero, al mismo tiempo, Buffon recalcaba la necesidad de una investigación científica sobre los orígenes humanos, con el fin de determinar el verdadero carácter de las sociedades primitivas.

En 1775 se publicó en Göttingen la tesis de un joven de veintidós años llamado Johann Friedrich Blumenbach

(1753-1840), que, modificada y ampliada, alcanzó tres ediciones prácticamente inmediatas y fue traducida a varios idiomas. Se trataba de una tesis de medicina, que reunía y sintetizaba los conocimientos del momento en materia de antropología física (y demostraba la fuerte conexión existente en la época entre la medicina y la historia natural, que incluía a la antropología). Blumenbach se adhería a la posición monogenista de Buffon, pero retomó y amplió el análisis de este de las diferencias entre el hombre y los animales, tanto las anatómicas y fisiológicas como las intelectuales y las relacionadas con las costumbres. Recordó la observación, hecha por primera vez por Aristóteles, de que sólo el hombre dispone de manos, pues el pulgar de los monos superiores es demasiado corto. Señaló, además, que el hombre carece de hueso intermaxilar, que es el único animal que usa el fuego y el lenguaje, el único capaz de reir y llorar, así como el único que padece enfermedades específicas. Sostuvo que las diferencias raciales están determinadas por el ambiente y definió cuatro razas: la europea, la asiática, la africana y la americana. En su gran producción intelectual posterior, Blumenbach sostuvo que cada sociedad define, a lo largo del tiempo, conceptos propios de belleza, y que el cuerpo humano se va amoldando a esos criterios estéticos a medida que pasan las generaciones. Era común en Europa occidental, por ejemplo, admirar orejas pegadas a la cabeza, para lograr las cuales se utilizaban gorros que ocasionaron que el cuerpo se adaptara a sus efectos. Sobre los pueblos salvajes argumentó, en momentos en que eran considerados casi animales, que no eran físicamente inferiores a los europeos, aunque no hubiesen tenido la posibilidad ni el tiempo de cultivar sus facultades y desarrollar sus sociedades. Si bien por lo común se tenía a los africanos por estúpidos e ignorantes, en su opinión la mayoría de los viajeros corroboraba que no sólo los pueblos negros poseían una gran fantasía y una fuerte memoria sino, también, que eran sumamente rápidos, hábiles y eficaces en sus trabajos. Pensaba que clasificar a un pueblo en función de los rasgos físicos y capacidades intelectuales de una persona era una generalización absurda, que nada tenía que ver con la ciencia.

Blumenbach merece ser considerado uno de los padres de la ciencia antropológica, sobre todo de la antropología biológica; su obra posee una solidez científica notable por su carácter exhaustivo, sistemático y erudito, y por el uso racional que hizo de los conocimientos alcanzados en su época. Por otro lado, rechazó la concepción racista en un momento en que, para la mayoría de los científicos, era un prejuicio aceptado, que predominaba sobre el juicio independiente.