Lisboa tiene esa cosa bonita que tienen todas las … las calles bajas del mismo; conocidas como la...

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Lisboa tiene esa cosa bonita que tienen todas las ciudades viejas, esos símbolos de decrepitud que hablan de su propia historia; esos años tan bien llevados. Plaça do Comercio, la plaza más importante de Lisboa Nos lo cuentan los azulejos que cubren las fachadas, las calles empinadas del Bairro Alto o Alfama, que parece haberse quedado perdida en el tiempo.

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  Lisboa tiene esa cosa bonita que tienen todas las ciudades viejas, esos símbolos de decrepitud que hablan de su propia historia; esos años tan bien llevados.

Plaça do Comercio, la plaza más importante de Lisboa Nos lo cuentan los azulejos que cubren las fachadas, las calles empinadas del Bairro Alto o Alfama, que parece haberse quedado perdida en el tiempo.  

Alfama

Pero no nos engañemos, también es una ciudad que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Todo aquel que la haya visitado estoy segura de que coincidirá conmigo; Lisboa es una ciudad con encanto propio que no necesita mucho tiempo para ser vista, pero sí para ser disfrutada. Es por ello que una visita relámpago no sea suficiente para descubrir sus rincones, aunque en este artículo intentaremos condensar lo más importante. Nuestra ruta comienza de buena mañana, cuando el sol traspasa los edificios que rodean la Plaça do Rossio. Esta plaza se puede seguir considerando el centro neurálgico de la ciudad, puesto que desde ella que se ramifican amplias calles repletas de restaurantes y tiendas donde los turistas se apelotonan delante de los carteles de los bares, que aseguran ofrecer el mejor Bacalhau à Brás de toda la ciudad. Pero no caigamos en el error, lo cierto es que desde que nos alejemos de ellas encontraremos precios más competitivos y restaurantes más auténticos. Entre las joyas que encontraremos en la Plaça del Rossio hay que destacar la imponente estación ferroviaria, desde donde parten los trenes hacia Sintra, sus fuentes y la estatua ecuestre de Pedro IV. Nuestro recorrido continua bajando la Rua da Plata hasta llegar a la Plaça do Comercio y sus impresionantes vistas del río y del otro lado de Lisboa. Si vas a pasar varios días en la ciudad, te recomiendo que le des una oportunidad a “la otra orilla” del río, de barrios pesqueros y casas humildes. No te arrepentirás de probar algunos de sus arroces con pescado fresco, ni tampoco de bañarte en sus playas, a escasos diez minutos en tranvía desde el puerto. Si te ha picado la curiosidad, solo tienes que dirigirte al oeste desde la Plaça do Comercio hasta llegar a la estación de Cais do Sodré. Antes de recorrer las empinadas calles de Chiado, te recomiendo que des una vuelta

por las calles bajas del mismo; conocidas como la zona de las Docas. Debajo del Puente del 25 de abril se encuentra una larga calle de terrazas que por la noche se reciclan en pubs y discotecas. Es aquí donde descubrí un lugar un tanto curioso y que merece una visita; el Sentidos Cabaret. Se trata de un antiguo bar de striptease cuyas esbeltas escaleras parece ser que llevaban a habitaciones de mujeres de compañía. El lugar, hoy en día reformado en un bar, sigue conservando la atmósfera un tanto estrafalaria de esos días. No te dejes engañar por su entrada lúgubre y llena de graffitis – muy buenos, por cierto – y llega hasta la tercera planta. Posiblemente no hayas visto nada igual.

Sentidos Caberet Lisboa

Llegamos por fin al centro de Chiado, conocido por albergar grandes calles repletas de tiendas, pero también por poseer pequeños rincones con encanto, como el café Art Decó Brasileira, uno de los más antiguos de Lisboa. En su entrada encontrarás la famosa estatua de un Fernando Pessoa sentado, disfrutando de uno de los famosos cafés del local. Si eres perezoso, siempre podrás coger el Elevador de Santa Justa para llegar a esta zona, aunque tendrás que pagar cerca de dos euros por ello.

Chiado

Hacemos un stop para comer antes de seguir recorriendo las calles del Bairro Alto. Nosotros comimos en Casa da India, porque al preguntar en el hostel nos dijeron que era un sitio muy tradicional, barato, céntrico y frecuentado por gente local. Lo cierto es que es un bar bastante destartalado, de típicos manteles de papel blanco, bandejas de platón y camareros de pantalón de pinzas negro y camisa blanca; para sentirse como en casa. Se encuentra en la Rua do Loreto, pasando la Plaça de Luís do Camões – que, por cierto, es un rincón que merece también una visita-. Tras un buen almuerzo nuestro cuerpo se merece un descanso. Mi recomendación es que huyas de las calles donde hay un hervidero masivo de turistas y te adentres por aquellas que conducen hasta el mirador de Santa Catarina, uno de mis rincones favoritos de la ciudad. Vayas cuando vayas – siempre y cuando el sol brille un poco – encontrarás a gente relajada tirada en el césped. Si tienes suerte, encontrarás algunos músicos o incluso grupos de malabaristas haciendo un pequeño espectáculo. Siempre animado, el mirador de Santa Catarina también es el lugar ideal para tomar unas fotos cuando la tarde comienza a caer.

Mirador de Santa Catarina

Tras esta parada estratégica, nos alejaremos de Chiado para entrar en el Bairro Alto. Zona conocida por su ambiente nocturno, permanece casi desértica durante el día. En él, encontraremos el Centro Cultural Carpe Diem - Rua de O Século, 79 - un curioso casón semi-restaurado y de entrada gratuita que acoge charlas y exposiciones de artistas locales. Una joya en medio del barrio con una bonita terraza interior con una fuente y pavos reales incluídos.

En el Centro Cultural Carpe Diem

Volveremos al Bairro Alto al caer la noche, pero las tardes en Lisboa son largas y no debemos dejar pasar la oportunidad de ver La Sé – la catedral lisboeta – o de pasear por Alfama, un barrio de pescadores que, tal y como indiqué al comenzar el artículo, parece perdido en el tiempo. Sus calles estrechas mantienen el encanto de antaño, con coladas colgando de las ventanas, niños jugando a la pelota en las calles y la ausencia de coches. Por otro lado, Alfama acoge a la mayoría de restaurantes con fado en directo, aunque lamentablemente bastante turísticos. Volvemos a subir por calles empinadas –Lisboa es todo cuestas, no podrás escapar de ellas– hasta llegar a la calle Costa do Castelo, número 1. ¿Y por qué vale la pena venir hasta aquí? Pues para encontrar uno de los sitios más pintorescos de la ciudad, El Chapito. Escuela de payasos, ilusionistas y malabaristas, se ha convertido en una terraza y restaurante de referencia en la ciudad por sus impresionantes vistas, su música en directo y su ambiente disperso. También encontrarás varios puestos de productos bio y bisutería. Nosotros nos decantamos por probar los “chupitos del licor de amor” que vienen en curiosos vasos de chocolate comestible o en cáscaras de maracuyá.

El Chapito

Nuestra breve pero intensa jornada en Lisboa concluirá, como no, en el Bairro Alto, concretamente en la Plaça do Naciones, donde disfrutarás de unas impresionantes vistas del Castelo de Sao Jorge. Si te gusta la música en directo – una de mis pasiones – te recomiendo que comiences la noche en el local de música en directo que se encuentra justo debajo del Hostel Alface – Rua do Norte, 96-. Rock, blues y muy buen ambiente acompañados de un rico mojito. Ciertamente, uno de los principales encantos del Bairro Alto consiste en vagabundear por sus calles, perderse y encontrar diferentes bares y ambientes. Lo normal es que te pongan una cerveza – siempre Super Bock o Sagrés – en vaso de plástico. No pongas

cara de extrañado, pues es frecuente que la gente se siente fuera de los locales, en las calles aledañas disfrutando de la brisa y de las nuevas amistades. De hecho, el Bairro Alto es el mejor sitio para conocer gente nueva y, quien sabe, tal vez tras una noche entre sus calles decidas quedarte unos días más.

Lisboa y el río Tajo