LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A...

32
1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un camino de retorno, ese camino del que nos habla san Benito en el prólogo, pero con un matiz muy especial: estamos haciendo un camino de retorno al evangelio, del que quizás nos hemos podido apartar. Se trata de volver a la Buena Noticia de Jesús, volvernos hacia ella y acogerla como lo que es: una buena noticia, la mejor noticia para nuestra vida monástica. Y lo vamos a hacer de la mano del evangelista Mateo y de su relato del juicio final, Mt 25, 31 ss. I) UNA LECTURA DEL FIN DE LA HISTORIA SEGÚN SAN MATEO A) EL FIN DE LA HISTORIA Tenemos por lo menos tres motivos para que no nos resulte irrelevante en absoluto el “fin de la historia” según san Mateo. . En estos últimos años y de una manera no sólo teórica sino también difusa y envolvente, el fin de la historia ha marcado un estilo de vida en nuestra sociedad occidental. Por otra parte nosotros/as, nuestras comunidades monásticas occidentales, nunca hemos tenido tanto miedo al posible final de nuestra historia particular. Y además, la teología de la vida monástica ha tenido una gran predilección por autodefinirse como “vida escatológica”, una vida referida al final anunciado por el mismo Jesucristo. 1) APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS De entrada nuestro mundo parece bien distinto al de Mateo ¿O quizás no tanto? ¿A qué situaciones se vio confrontado el evangelista? ¿A quien quiso dar respuesta al redactar su evangelio? En las iglesias apostólicas, en el mundo que las rodea, podríamos distinguir cuatro grupos. o El grupo de los entusiastas, de los apocalípticos volcados hacia el futuro; el presente, la historia con mayúscula y el tejido de nuestra historia concreta y cotidiana quedaban desvalorizado. La historia moderna y contemporánea nos ha propuesto una versión secularizada de aquel entusiasmo mesiánico. Pero se cumple la predicción de Hölderlin: quien quiere traer el cielo sobre la tierra suele acabar creando pequeños o grandes infiernos. Y entonces aparece la sospecha ante las utopías, los mesianismos, las promesas de futuro, los grandes relatos. 1 ¿Y en la Iglesia? Hace unos decenios con el despertar del Vaticano II, una gran corriente de entusiasmo recorrió a la comunidad de los creyentes, pero hoy en nuestra iglesia europea vemos que entre el pueblo de Dios en marcha asoman cada vez más las muletas, las prótesis de 1 Sobre toda esta temática Cf. Universidad Pontificia de Salamanca. Instituto Superior de Pastoral. Utopías y esperanza cristiana. Estella, 1997.

Transcript of LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A...

Page 1: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

1

LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS...

La Semana Monástica nos está invitando a emprender un camino de retorno, ese

camino del que nos habla san Benito en el prólogo, pero con un matiz muy especial:

estamos haciendo un camino de retorno al evangelio, del que quizás nos hemos podido

apartar. Se trata de volver a la Buena Noticia de Jesús, volvernos hacia ella y acogerla

como lo que es: una buena noticia, la mejor noticia para nuestra vida monástica. Y lo

vamos a hacer de la mano del evangelista Mateo y de su relato del juicio final, Mt 25,

31 ss.

I) UNA LECTURA DEL FIN DE LA HISTORIA SEGÚN SAN MATEO

A) EL FIN DE LA HISTORIA

Tenemos por lo menos tres motivos para que no nos resulte irrelevante en

absoluto el “fin de la historia” según san Mateo.

. En estos últimos años y de una manera no sólo teórica sino también difusa y

envolvente, el fin de la historia ha marcado un estilo de vida en nuestra sociedad

occidental.

Por otra parte nosotros/as, nuestras comunidades monásticas occidentales, nunca

hemos tenido tanto miedo al posible final de nuestra historia particular.

Y además, la teología de la vida monástica ha tenido una gran predilección por

autodefinirse como “vida escatológica”, una vida referida al final anunciado por el

mismo Jesucristo.

1) APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS

De entrada nuestro mundo parece bien distinto al de Mateo ¿O quizás no tanto?

¿A qué situaciones se vio confrontado el evangelista? ¿A quien quiso dar respuesta al

redactar su evangelio?

En las iglesias apostólicas, en el mundo que las rodea, podríamos distinguir

cuatro grupos.

o El grupo de los entusiastas, de los apocalípticos volcados hacia el

futuro; el presente, la historia con mayúscula y el tejido de

nuestra historia concreta y cotidiana quedaban desvalorizado. La

historia moderna y contemporánea nos ha propuesto una versión

secularizada de aquel entusiasmo mesiánico. Pero se cumple la

predicción de Hölderlin: quien quiere traer el cielo sobre la tierra

suele acabar creando pequeños o grandes infiernos. Y entonces

aparece la sospecha ante las utopías, los mesianismos, las

promesas de futuro, los grandes relatos.1

¿Y en la Iglesia? Hace unos decenios con el despertar del Vaticano II,

una gran corriente de entusiasmo recorrió a la comunidad de los

creyentes, pero hoy en nuestra iglesia europea vemos que entre el pueblo

de Dios en marcha asoman cada vez más las muletas, las prótesis de

1 Sobre toda esta temática Cf. Universidad Pontificia de Salamanca. Instituto Superior de Pastoral.

Utopías y esperanza cristiana. Estella, 1997.

Page 2: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

2

rodillas y la necesidad de sentarse. Parece que el invierno no deja paso a

la primavera tan deseada y anunciada.

Y entonces no es extraño que aparezca – en la época apostólica y en la

nuestra – el segundo grupo:

• El grupo de los integrados, de los que se amoldan al sistema o están de

vuelta.

Están los de la época apostólica a los que Mateo y los demás apóstoles se

tuvieron que enfrentar

Dentro de la comunidad cristiana, la aparente omnipotencia del sistema y el

retraso de la parusía iban haciendo mella. Aparecen los primeros burócratas,

la tentación es de dar eficacia, respetabilidad al movimiento, no desentonar,

limar las aristas del mensaje de Jesús.

En el mundo de hoy pasa lo mismo. La supuesta “mayoria de los

satisfechos”, en expresión de Galbraith, - que no deja de ser una minoría a

escala mundial – tiene un credo implícito: fuera de la bolsa y del mercado no

hay salvación. Se “nos invita a confundir el mundo con un supermercado o

con una pista de carreras donde el prójimo puede ser una mercancía o un

competidor, pero jamás un hermano. Tiene por dioses a los ganadores, a los

triunfantes dueños del dinero y del poder”2.

También dentro de la Iglesia un cierto desencanto va insinuándose.¿Dónde

están los frutos del concilio? Y es grande la tentación del centralismo, de

cerrar filas, de volver a lo que dio tan buen resultado en el pasado, de dejarse

de experimentos y de novedades. Es la canonización del “status quo”, del

deseo de una iglesia fuerte, homogénea y compacta.

Ante el desencanto están también los que se marchan, los que se evaden, los

que se endurecen. Los que hacen cábalas sobre cuando vendrá la parusía y

hasta le ponen fecha, los que emigran hacia otras religiones más

gratificantes, los que sueñan que todo se arreglará como en los cuentos de

hadas: “Seguro que dentro de tres años Dios nos manda cinco postulantes...”

Y así, en la época apostólica y en la nuestra también, parece que andamos a

bandazos entre “apocalípticos e integrados”. Pero todavía quedan dos

grupos:

2) LLEGAR AL FIN DEL MES Y A ALGO MÁS

• El tercer grupo es el de la inmensa mayoría, la de hoy y la de ayer: la

gente normal y corriente que, como diría M. Menapace, no piensan en el

final de los tiempos porque en lo que piensan de verdad es en llegar al

final del mes y todo lo demás les suena a música celestial. ¿O no del

todo? Quizás se sorprendan tarareando alguna vez otra melodía que no

saben muy bien de donde viene. Un no sé qué: nostalgia de lo absoluto,

aspiración a una vida bien viva, destellos de una bondad más grande que

el propio corazón. Esos, esas precisamente fueron ayer y son hoy los

primeros destinatarios de la buena noticia.

2 E. Galeano, El País, 18-7-88

Page 3: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

3

3) UN CORAZÓN DE DISCÍPULO

• Y finalmente está el último grupo: son aquellos/as – los de ayer y los de

hoy- que, ante la demora de la parusía, se abren más hondamente a la

experiencia de Jesús. Son los hombres y mujeres que “se vieron

obligados a emprender la tarea de acudir a nuevos códigos de

desciframiento de la realidad, para reconocer indicios, traducir y redefinir

posibilidades y opciones y alcanzar una visión propia y diferente de los

hechos, que no coincidía con la del entorno dominante...Tuvieron que

descubrir el alfabeto de los signos de Dios que se habían hecho presentes

en Jesucristo y encontrar con ellos la posibilidad de un modo nuevo de

ser y de estar en el mundo.” Según la certera formulación de Andrés

Tornos.3 No lo tienen todo claro, pero tienen claro lo esencial: han sido

alcanzados por una presencia “¿Adónde iremos?, tú sólo tienes palabras

de vida eterna”. Quieren “proclamar al resucitado y seguir al crucificado”

con su vida, por las sendas del evangelio. Ven que este mundo pide otro

pero saben captar ya la presencia viva del amor en él. Son críticos con su

época y con la misma iglesia pero también captan y potencian los

valores que descubren en la sociedad y en la comunidad eclesial. Son los

que tienen corazón de discípulo. Ojalá sea también nuestro retrato. Y a

aquellos es a quien se dirige Mateo, con este texto (25,31 ss) en que

pretende iluminarlos, alentarlos, cuestionarlos. Y lo va a hacer desde la

dimensión escatológica: la ética del seguimiento, la respuesta a Jesús

muerto y resucitado es calificada por la escatología.

B) EL TESTAMENTO DE JESÚS

El texto es muy conocido y de entrada podemos destacar que el cuadro del juicio final

está en una posición estratégica que indica su importancia fundamental para el

evangelista: es la última de las cinco grandes instrucciones dadas por Jesús a su iglesia

en el evangelio de Mateo. No es un simple apéndice, una parábola entre otras muchas

sino que constituye el vértice y el punto culminante del discurso escatológico, del

“testamento” de Jesús a los discípulos. Además se sitúa inmediatamente antes del relato

de la pasión y resurrección. Justo al acabar el relato del juicio final, Jesús anuncia

solemnemente la cercanía de su muerte (26, 1-5): lo que aparentemente va a ser el final

de su historia... y que sin embargo va a ser el principio de su glorificación. Entre la

glorificación de Cristo resucitado y su parusía final se abre “el tiempo de la iglesia”.

.

Por eso la perícopa encuentra su pleno sentido rastreando un poco más acá y un

poco más allá en el evangelio de Mateo. ¿Cómo se va preparando esta visión del juicio

final en Mateo y en qué desemboca? ¿En qué nos puede resultar significativo? ¿Cómo

podemos ver el fin de la historia y el tiempo de la iglesia desde Jesús?

No me voy a dedicar a un estudio exegético pormenorizado pero sí a indicar los

que me parecen algunos rasgos de la escatología de Mateo dando unas breves

pinceladas.

3 A. Tornos. Entre el miedo y la esperanza. Ante la última década del siglo XX, Madrid, 1990.

Page 4: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

4

1) LA PERLA Y EL GALIPOTE • Es en capítulo 13 donde encontramos por primera vez dos pasajes que

tienen un colorido y unos motivos apocalípticos comunes con nuestro

texto: la referencia al fin del mundo, la presencia del Hijo del hombre y

de los ángeles, la separación de lo bueno y de lo malo... el llanto y el

rechinar de dientes, los justos resplandecientes como el sol. Son la

explicación de la parábola del trigo y de la cizaña y la de la red en que

los pescadores van escogiendo por un lado los peces que valen para

venderlo en la rula y por otro tiran… los que deben de estar manchados

con galipote. Curiosamente – y no por casualidad- en medio de estas dos

alegorías apocalípticas y formando como una cuña aparecen las dos

parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa.

Para Mateo, el presente es un presente, un don, un regalo. Como lo dice un

exegeta contemporáneo: “El presente debe ser caracterizado por la alegría del

encuentro y por el riesgo de perderlo todo para poseer un tesoro. Al mismo

tiempo los discípulos no tienen por qué estar muy preocupados por el aparente

fracaso y por la presencia del mal en medio de ellos. En última instancia el juicio

está en manos de Dios. El fracaso aparente del ministerio de Jesús, la

insignificancia de la Iglesia y la presencia del mal no deberían ser causa de

escándalo o de desánimo. La separación de lo bueno y de lo malo ya llegará y el

criterio será si uno es verdaderamente justo o no, pero antes la comunidad

debería de estar más preocupada por su propia respuesta a Jesús que por la

separación de los buenos y los malos4.” Mateo quiere una comunidad centrada

en el tesoro y en la perla más que en la cizaña y en el galipote.

Hasta allí la metáfora temporal. También podemos dejar que resuenen en

nosotros metáforas espaciales: estamos en un campo sembrado por doquier por

las semillas del reino y que pide nuestro cuidado, en una casa en que la levadura

ya ha sido echada en la harina y se nos pide que pongamos las manos en la masa.

No somos consumidores del reino sino servidores del reino.

No estamos en una sala de espera donde lo único que hay que hacer es verificar

que nuestro billete está en regla, acomodarnos lo mejor posible, condescender

quizás a alguna conversación intrascendente o incluso piadosa pero guardando

las debidas distancias con los demás viajeros, sino que somos peregrinos por un

camino que no hemos marcado nosotros sino el mismo Jesús, el camino del

Reino y esa peregrinación nos va a llevar hacia el santuario de lo humano, hacia

la tienda del encuentro.

2) COMPASIÓN SIN COMPONENDA

• Un segundo bloque de textos significativos se encuentra en “el sermón

sobre la iglesia” o la instrucción sobre la vida en comunidad. Estamos en

el capítulo 18 con las dos parábolas de los deudores o de los labradores

4 John Donahue. El evangelio como parábola, Bilbao, 1997, pág.98.

Page 5: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

5

de la viña. Y todas ellas giran en torno a una noción muy característica y

propia de Mateo: la justicia5 (en hebreo sedaqah, en griego dikaiosyne).

Es sabido cómo Mc nunca usa este sustantivo y Lc una sola vez: Mateo lo

usa siete veces y usa el adjetivo dikaios 17 veces. El término evoca rectitud,

autenticidad, justicia. Mateo describe a Jesús como el Siervo que proclama

justicia a las naciones, la crítica más fuerte que hace a los fariseos es que

ellos han descuidado “la justicia, la misericordia y la lealtad” (23,23). A la

vez esta exigencia ética de trasparentar con nuestros gestos la justicia de

Dios encuentra su fuente en el perdón gratuito del Padre manifestado en

Jesús. Como Juan Bautista preparando el ministerio de Jesús, hemos de

anunciarle “por el camino de la justicia” 21, 31. Como lo resume el pensador

judío Abraham Heschel: “Dios es compasión pero no una componenda, es

justicia pero no inclemencia”. Pues bien, Mateo concreta toda esta llamada a

la justicia humana desde la experiencia del perdón divino en la sección del

capítulo 18 sobre la vida de la comunidad cristiana insistiendo con mucha

fuerza sobre dos actitudes que se piden a los miembros de la iglesia naciente:

en primer lugar el cuidado por los pequeños (un término central en nuestro

texto sobre el juicio final), en ese caso los que no ocupan posiciones de

liderazgo en la comunidad, los sencillos, los más vulnerables que pueden

quedar en la cuneta. En segundo lugar, la acogida a los pecadores: la iglesia

no es una sociedad perfecta, un grupo elitista sino el grupo de los que han

hecho la experiencia del perdón y están llamados a perdonar. Perdonar es ir

más allá de la justicia, pero nunca más acá...

3) EL PRESENTE ES UN PRESENTE • Finalmente en el discurso de despedida de Jesús que se cierra

precisamente con la perícopa del juicio final, resuenan continuamente

frases y motivos que van a encontrar su culminación en ella: las vueltas o

retornos inesperados, las demoras en la llegada, la venida del Hijo del

Hombre, las alabanzas a los siervos fieles: “ dichosos”, “muy bien, siervo

fiel y cumplidor”, “bendito de mi Padre”...También en toda la sección se

emplea el término “Señor” y se perfila el tema de los que quedarán

excluidos de la presencia del Señor que vuelve. Después de tres pequeñas

parábolas que acentúan la necesidad de la vigilancia, Mateo añade tres

parábolas largas: la del criado fiel y prudente, la de las vírgenes

prudentes y la de los talentos. Ser vigilante es actuar responsablemente.

Vigilar lleva consigo el servicio activo y laborioso, es estar disponibles

con los dones que Dios mismo ha puesto en nosotros.

Para Mateo el tiempo anterior a la vuelta de Jesús debe utilizarse

responsablemente. El fin de la historia revelará quien ha usado bien este

tiempo. La escatología tiene una función reveladora o de clarificación y el

evangelista alerta sobre una serie de actitudes que conducen a la exclusión

del Reino.

4) DELANTALES, LÁMPARAS Y TALENTOS 5 Para una visión más amplia de este tema, puede consultarse: Enrique Nardoni. Los que buscan la

justicia. Un estudio de la justicia en el mundo bíblico, Estella, 1997 y R. Aguirre.Jesús de Nazaret: el amor que lleva a la justicia. Fundación SM, Madrid, 1988.

Page 6: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

6

Vamos a detenernos brevemente sobre estas tres parábolas que introducen

directamente la escena del juicio final.6

• En la parábola del siervo fiel, Mateo lanza una advertencia a los

primeros “burócratas cristianos”, desenmascara la conducta irresponsable

de los dirigentes que abusan de su cargo de liderazgo comunitario y

tiranizan a los miembros de la comunidad como si fuesen esclavos, en

vez de distinguirse por la fidelidad a Jesús y el cuidado por el sustento

material y espiritual de sus comunidades, por la atención a los pequeños

y a los pecadores. No consta en el evangelio que Jesús haya empleado la

mitra y el báculo, pero sí el delantal y la palangana... Cuando decae el

deseo y la convicción profunda de la vuelta del Señor, cuando el

horizonte escatológico se difumina, decae también la ética. Se cae en la

trampa de los escalafones. Se empieza a absolutizar el poder al estilo

del mundo -un poder que esclaviza y maltrata- contrapuesto al poder de

Jesús: un poder que siempre libera y dignifica. Hoy, en la comunidad

cristiana, en nuestras comunidades monásticas, todos y todas tenemos

nuestra pequeña parcela de poder, de liderazgo, en mayor o menor

escala, unos de forma institucional y otros no. ¿Lo empleamos al estilo

de Jesús para liberar, humanizar y dignificar?

• La parábola de las diez vírgenes nos muestra la otra cara de la moneda:

Los siervos infieles han aprovechado la oportunidad, pero la han

aprovechado para sus propios fines que son incompatibles con los de

Jesús. Las vírgenes necias, ellas, no han aprovechado la oportunidad en

absoluto. Habrían podido emplear el tiempo de espera para prepararse

pero sus lámparas han quedado sin encender. Para la exégesis judía, y la

patrística también, el aceite de las lámparas simboliza los actos buenos, o

la adecuada disposición moral. En uno de sus comentarios, San

Ambrosio en una imagen impactante dice que el aceite de las lámparas

de las vírgenes es el aceite que empleó el samaritano para ungir a aquel

que había encontrado malherido en el borde del camino. Para el

evangelista la vigilancia no es una simple espera del futuro, sino un

compromiso activo y solidario en el presente que va a determinar la

forma del futuro. Pues bien, las vírgenes necias se han refugiado en la

impotencia. No han hecho nada malo, sencillamente no han hecho nada.

No se han responsabilizado para vivir el ahora, se han refugiado en una

espera pasiva. Son unas “bellas durmientes” esperando al príncipe

encantador en su urna de cristal.

Los protagonistas de la parábola de los siervos eran varones. Mateo redacta

su texto en un momento en que van cuajando los distintos ministerios

6 Recordemos que J. Jeremías y la mayor parte de los exegetas consideran que probablemente las tres

fueron en un principio dirigidas contra los judíos que se oponen al mensaje de Jesús y a los discípulos:

ellos son los siervos indignos, las vírgenes infieles, los que malgastan los talentos... sin embargo muy

pronto se fueron aplicando también a los intereses internos de la iglesia: A través de ellas los

evangelistas advierten: “no echemos balones fuera”.

Page 7: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

7

eclesiales. Las vírgenes que protagonizan la otra parábola nos recuerdan que

en esa misma época apostólica las comunidades cristianas ven el

florecimiento de grupos de mujeres que abrazan la virginidad en un contexto

escatológico: son “las que se preocupan de las cosas del Señor” como lo

dice san Pablo. No parece casualidad que en ambas parábolas estemos

confrontados a los estereotipos - y sus consiguientes tentaciones- propias de

la sociedad patriarcal de la época apostólica...y todavía existentes en la

nuestra. A los varones se les atribuye tradicionalmente como valor el poder,

la actividad, la capacidad de iniciativa, el espacio público; a las mujeres les

queda en herencia la pasividad, el espacio privado, la ensoñación, el

esperarlo todo de otro... Pues bien, en ambos casos las dos parábolas no

refrendan sino que subvierten y cuestionan7 estos estereotipos: tan nefasto es

hacer un mal uso del poder como refugiarse en la impotencia. Dicho en

términos contemporáneos, convendría que los varones aprendiesen de la

“ética del cuidado” atribuida tradicionalmente a las mujeres y que las

mujeres entrasen en una dinámica de autoafirmación positiva: en ambos

casos se ganaría en aquello que nos recuerda la tercera parábola: la de los

talentos. A todos, en “nuestro tiempo” nos toca actuar lo mejor que

podamos en la situación en que nos encontremos: todos estamos llamados a

negociar con nuestros talentos para que el Reino salga beneficiado, para que

nuestro mundo sea más conforme al corazón del Padre...

Negociar se opone a dos actitudes: Negociar no es “especular”: especular

es buscar la ganancia a toda costa, caiga quien caiga. Quizás detrás de

muchas de nuestras “especulaciones” intelectuales y teológicas se cuele más

o menos conscientemente el deseo de “poseer” la verdad, de tener la

seguridad que dan las certezas absolutas. Negociar tampoco es conservar de

una forma avariciosa y timorata. Negociar es arriesgar los propios bienes,

invertir las propias energías de una forma responsable, en comunicación e

intercambio con otros, para obtener una ganancia mayor: vender las joyas

para comprar la perla de gran valor, vender los demás campos para comprar

aquel en el que se esconde el tesoro. Apostar por lo que realmente tiene

valor, correr el riesgo del evangelio de Jesucristo.

5) EL PATRIMONIO DE NUESTRA HUMANIDAD Todos tenemos un patrimonio, una herencia pequeña o grande: en sentido

propio, nuestras comunidades poseen bienes, pero sobre todo cada uno de los

miembros de la comunidad eclesial, cada una de nuestras comunidades

monásticas, tenemos potencialidades, aptitudes, dones, carismas. No pueden

quedar esterilizados por miedo al riesgo y a la equivocación. No podemos

concebir a Dios de entrada como el censor de nuestras iniciativas sino como

quien nos brinda el espíritu para alentarlas y discernirlas.

Tenemos también un rico patrimonio espiritual, cultural, artístico y un gran

número de pequeñas tradiciones. Mucho más hondamente tenemos una

tradición con mayúscula, la memoria viva de Jesucristo, el carisma de san

Benito, la vida de tantos y tantas monjes y monjas que nos han precedido, las

reliquias de santos que custodiamos en nuestros altares, las horas de oración

7 Como nos lo recuerda Amelia Valcárcel “la verdadera ética no consiente, disiente. No se doblega, crea.”

Ética contra estética. Barcelona, 1998. pág.103. En toda la práctica de Jesús descubrimos un talante

subversivo y creador... que ha de caracterizar hoy la ética del discipulado.

Page 8: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

8

silenciosa y de celebraciones litúrgicas de las que han sido testigos los muros

de nuestras iglesias.

Hace dos años, millones de europeos tuvimos que cambiar nuestros fajos de

monedas nacionales en euros. No era un capricho arbitrario sino un paso en

el desarrollo de la unidad europea. Seguro que a San Benito, como patrón de

Europa le interesó y le agradó la idea. Pues bien, se daba un plazo bastante

corto para que nuestras pesetas, francos, liras y marcos dejasen de tener

curso legal; había que reaprender a contar y pasar por la experiencia de tener

la misma sensación en su propio país que cuando se viaja en el extranjero.

En nuestra sociedad que evoluciona de forma muy rápida, a los creyentes, a

muchos monjes y monjas, nos puede dar esa misma sensación de

extrañamiento: parece que “estamos en otro país”, los valores “de toda la

vida” parecen ya no tener curso legal. Ante ello la llamada de Mateo es clara:

no se trata de inhibirse sino de arriesgarse, tampoco se trata de cambiar por

cambiar sino de apostar por lo que realmente tiene valor. Que nuestro pasado

no quede estéril, que nuestras “reliquias” no queden en “huesos secos” sino

que, como en la profecía de Ezequiel, recobren vida, se revistan de carne, se

vean animadas por el soplo del espíritu de Jesús en una nueva creación.

6) EL LOTE DE MI HEREDAD

Este proceso sólo puede darse si tenemos la experiencia profunda de que

nuestra herencia no la constituyen sólo nuestros talentos actuales, nuestros

bienes materiales y nuestro patrimonio espiritual, nuestro pasado glorioso

sino que, como todos –o muchos de los que estamos aquí- lo hemos

pronunciado un día en nuestra toma de hábito: “El señor es el lote de mi

heredad, me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad...” Jesucristo

es nuestro auténtico patrimonio, nuestra única herencia. Desde allí y sólo

desde allí podremos ejercer de servidores fieles, de vírgenes prudentes, de

gente que ha hecho el negocio de su vida.

Ya en su vida mortal, Jesús ha marcado el camino: lejos del optimismo

bobalicón de los apocalípticos y del realismo cínico de los integrados, al

Jesús terreno le caracterizan “un absoluto realismo y una inagotable

esperanza”.

La escatología es siempre y totalmente cristología. En Jesucristo

encontramos nuestra raíz, nuestro centro y nuestro horizonte; en él hallamos

nuestro origen, nuestro camino y nuestra meta. No se trata de esperar algo

etéreo o de desesperar sino de ponerse ante alguien: Aquel que es, que era y

que vendrá como Señor y amigo, como y juez y hermano. No se trata tanto

de aguardar y menos aún de temer el fin de la historia sino de reconocer la

finalidad y de darle sentido a nuestra historia, de llenarla de sentido, desde

Jesucristo. Y a ello nos invita la última parábola pronunciada por Jesús en el

evangelio de Mateo: la de un juicio final que aporta en forma de revelación

apocalíptica una integración de la cristología, del discipulado y de la ética.

Page 9: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

9

C) EL JUICIO FINAL

En esta escena que combina la grandiosidad (todas las naciones reunidas al

completo) con la sencillez de una escena pastoril propia de la vida cotidiana

en la Palestina de su tiempo con la que el evangelista concluye el discurso de

despedida de Jesús, contrariamente a las parábolas anteriores que enfatizan

principalmente la espera de la parusía, nos vemos transportados al momento

de la llegada del Hijo del Hombre en gloria. No me detendré en la estructura

del texto, por otra parte muy clara, ni en los aspectos redaccionales, He

seleccionado de forma drástica – pero no arbitraria- unos pocos elementos.

Nos centraremos de entrada en los protagonistas de la escena y, como es

lógico, en primer lugar en el juez. Como el salmista, nos podemos preguntar

¿Y quién es ese rey de la gloria?

1) EL SANO JUICIO

Como sabemos, Mateo no tiene narración sobre la ascensión, pero sí afirma

con mucha fuerza y en varias ocasiones, (con el lenguaje que recuerda al

“Hijo del Hombre” de Dn 7, 13-14) cómo Jesús ha recibido “el dominio y la

gloria y el reino”, cómo promete a sus discípulos estar con ellos hasta el “fin

del mundo”. Posee ahora todo poder y toda autoridad. El Hijo del Hombre

entronizado en la gloria es también el rey, el pastor de su pueblo, es el Hijo

que habla de Dios como de su Padre y es llamado kyrios “Señor” por todos

los que ha de juzgar. Mateo nos ofrece un cuadro cristológico muy rico. La

cristología de la Regla de San Benito se encuentra en profunda consonancia

con esta visión de Jesucristo como pastor y juez, rey y señor. Pero hay un

matiz muy propio del Cristo de Mateo en este texto y en el conjunto de su

evangelio: yuxtapone continuamente la figura del rey y del hijo del Hombre,

la del juez y la del siervo sufriente. Jesús en su vida mortal se ha presentado

como el siervo que proclama la justicia a las naciones bajo la forma de la

proclamación del reino. En él, el reino de Dios se ha hecho totalmente

cercano. Su ministerio es “el evangelio del reino”, (una fórmula usada sólo

por Mateo) y lo pone en práctica mediante obras de curación y de

misericordia y también mediante el sufrimiento y el rechazo que encuentra

en su misión. Más ampliamente, en los sinópticos, el juez justo es aquel de

quien decían hasta sus familiares que “no estaba en su sano juicio”. El juez

que dicta ahora justicia ha sido el siervo ajusticiado injustamente en un juicio

inicuo, porque estorbaba a las leyes del Imperio romano y al sistema

religioso, político y económico del Templo. Como Hijo del Hombre, Jesús es

el crucificado que ha sido exaltado y constituido juez, como rey es el mesías

escatológico que trae justicia a los indefensos, aquel que “libra al pobre que

clamaba, al afligido que no tenía protector...”

2) EL ENCUENTRO CON EL HIJO DEL HOMBRE Como Hijo del hombre, como hijo de lo humano, nada de lo humano ha sido

ajeno a Jesús en su vida mortal. No nombra, no pide, no exige nada, no se

refiere a ninguna situación por la que no haya pasado y en la que no se haya

implicado: hambre, sed, exilio, desnudez, cárcel, cuerpo destrozado. Y esta

implicación es doble: como agente y como paciente.

Page 10: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

10

Jesús ha pasado hambre, se ha negado a transformar las piedras en pan: se ha

negado a un mesianismo triunfalista y espectacular. Pero es también aquel

que arrancó espigas en sábado, que multiplicó panes, que “tomó pan, lo

bendijo, lo rompió y dijo a sus discípulos: tomad y comed, este es mi

cuerpo”. Jesús ha tenido tanta sed de justicia, se ha identificado tanto con el

reino de su Padre, que ha apurado la copa hasta el final, hasta hacer de su

vida sangre de la alianza y brindárnosla para siempre en una copa.

En los relatos de la infancia Mateo nos muestra al pequeño “rey de los

judíos” corriendo con sus padres la suerte de los exiliados políticos; en todo

su ministerio público se verá hostigado y perseguido; verá cómo la casa de

su Padre se ha transformado en cueva de bandidos y hará de su propia vida

un continuo espacio de acogida y de la comunidad de los discípulos una casa

y un hogar abierto a todos.

En la pasión, desnudarán, arrastrarán de la cárcel al pretorio, torturarán,

desfigurarán y matarán a aquel que había revestido a cada persona que se

cruzaba por su camino de dignidad y de misericordia, a aquel que había

liberado a los oprimidos por el mal, que había devuelto la salud, la esperanza

y la vida a endemoniados y paralíticos, lunáticos y leprosos.

Ese es el Cristo que nos sale al paso en la lectio y en la vida, en la Biblia y en

nuestra historia personal y comunitaria.

Por ello sería un contrasentido reducir el criterio del juicio en este texto a

una serie, un listado de “instrumentos de las buenas obras” (diríamos en

términos monásticos), una secuencia de obligaciones morales, exigentes sí,

pero más o menos puntuales y algo arbitrarias.

Ese es el Hijo del Hombre que nos pone y nos expone – como él se ha

expuesto en su encarnación- totalmente y radicalmente ante todo lo humano.

Ese es el Hijo a quien el Padre le ha dado todo y que nos revela totalmente al

Padre: nos pone y nos expone radicalmente ante lo divino. Pero lo va a hacer

“a su manera”...

3) LAS NACIONES UNIDAS

Hemos contemplado al juez. Vamos ahora a volver la mirada hacia quienes

van a ser juzgados. A esa muchedumbre, Mateo la caracteriza como “la

asamblea de las naciones”. Sólo unas breves reflexiones sobre este punto.

Recordamos cómo el evangelio de Mateo finaliza con un encargo a los

discípulos: “id a todas la naciones” y “haced discípulos entre todos los

pueblos” y una promesa “estaré siempre con vosotros hasta el fin del

mundo”. En el juicio encontramos la conclusión y el cumplimiento del

encargo y de la promesa: el tiempo intermedio entre la resurrección y la

parusía, “el tiempo de la iglesia” ha sido el tiempo de la universalidad y de la

presencia real de Cristo en medio de nuestra historia. Ser discípulo es ser

“hermano universal”, ser iglesia es ser “sacramento de salvación para el

mundo”, desde la gozosa certeza que Cristo está vivo y presente en el

mundo. Es abrirse a su Espíritu. Una tentación latente en todas las

organizaciones sociales y los credos religiosos es la de una visión

particularista, alicorta, excluyente: no puede ser lo mismo un judío que un

gentil, un brahmán que un intocable, un romano que un godo, un católico

Page 11: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

11

que un ateo, un varón anglo-sajón que una mujer negra, un sacerdote que

una seglar. A lo largo de los siglos y en todas partes – incluso dentro de la

misma comunidad cristiana- se ha llegado a pensar más o menos

explícitamente que el juicio no puede tener lugar en la misma taquilla, el

criterio de la retribución no puede ser el mismo para todos8 ni en los

juzgados humanos ni en los divinos.

La buena noticia, la actitud de Jesús en su vida terrena ha roto con todo ello

y hasta la misma escena del juicio, tan dura por otra parte, respira este aire de

buena noticia: el gran fresco del juicio final nos presenta una asamblea

universal, plural y horizontal: las naciones unidas, los moradores del

pequeño planeta azul todos juntos – todos diferentes- apiñados: de paso

notemos – por si no nos habíamos enterado- que la mitad de la asamblea

está constituida por mujeres. No es una masa anónima, todos tienen nombre

y apellido.9

En la asamblea no hay palcos ni gallinero, asientos numerados ni sillería.

Hay orden en la asamblea pero no protocolo. Hemos contemplado al juez.

Contemplemos también a esta asamblea de las naciones, sintámonos parte de

ella, dejemos aflorar lo que despierta en nuestro interior el emplazarnos ahí.

4) BIENAVENTURADOS Y EXCLUYENTES De repente el juez actúa y dicta la sentencia. En el relato, la separación entre

las ovejas y las cabras se hace con mucha rapidez, con mucha parquedad.

Nos recuerda la típica escena pastoril de Palestina, pero trae también

reminiscencias del relato de la creación: Ya no se trata del caos y del

cosmos: “Ahora la separación no tiene por objeto el cielo y la tierra, sino la

humanidad a cuya actuación responsable habían sido confiados el mundo y

la historia”10

. Hemos visto en Mateo otras metáforas: el trigo y la cizaña, los

peces en la red...

El rey divide la asamblea en dos grupos y anuncia su fallo:

• A unos los llama “benditos de su” Padre, son los hombres y mujeres

de las bienaventuranzas, les invita a acercarse y les ofrece “el lote de

su heredad: el Reino preparado desde la fundación del mundo. Tanto

el principio (creación) como el fin (salvación) encuentran su fuente y

su meta en la Bondad eterna del Padre.

• A los otros les dice “alejaos, malditos” en el fuego eterno que ha sido

preparado para el diablo y sus ángeles. Notemos que no hay un

8 Este ambiente queda reflejado en textos como el Apocalipsis de Pedro o el de Pablo en los que se

inspiraron las representaciones literarias, teológicas e iconográficas del infierno corrientes en la Edad

Media, el universo de la Divina Comedia etc...Cf. Santiago del Cura. El Dios del juicio y las fuentes de la violencia en Fernando Sebastián, O. González de Cardedal. La fe en Dios, factor de paz o de violencia, Madrid, 2003.

9 ¿Hay niños y niñas también? No lo creo. Porque llegar así de pequeño al juicio, sin haber tenido

tiempo siquiera de llegar a ser adulto, la mayor parte de las veces es señal de que algo ha fallado: quizás una vacuna

sin poner, quizás más agua sucia que leche en el biberón. Así que más que enjuiciados, si están presentes, ellos tal

vez estarán en compañía de los ángeles a modo de miembros del jurado.

10

Comentario Bíblico latinoamericano, Estella, 2003, pág.380.

Page 12: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

12

paralelismo exacto entre ambas frases, el fuego no ha sido preparado

“desde la eternidad” ni estaba destinado originariamente a hombres y

mujeres sino a los poderes del mal que esclavizan y dañan a lo

humano.

Notemos como ambos grupos llaman al juez “Señor” y lo reconocen

como tal, pero no basta con decir “¡Señor, Señor!”: unos a lo largo de su

vida han dis-cernido y han incluido. Y ahora se les invita a entrar en el

ámbito del Reino.

Los otros han dis-criminado y excluido. El juicio no es nada ajeno,

extrínseco: los excluyentes han querido crearse un espacio exclusivo11

o

ni siquiera se lo han planteado pero, de hecho, han creado un espacio de

exclusión y con ello se han autoexcluido del reino. El juicio constata el

abismo. Después de la muerte, la verdad de la vida se impone.

5) UNA ÉTICA MUNDIAL

Después de anunciar su fallo, el rey lo justifica y lo explicita en una serie

de rítmicos asertos. La estructura del texto gira en torno a seis situaciones

de necesidad, de carencia básica y a los seis “gestos” correspondientes

enunciados ante ambos grupos de forma paralela: Tuve hambre y me

disteis/ no me disteis de comer, tuve sed y me disteis/ no me disteis de

beber, era emigrante y me mostrasteis/ no me mostrasteis hospitalidad,

estaba desnudo y me vestisteis/ no me vestisteis, estaba enfermo y me

visitasteis/ no me visitasteis, estaba encarcelado y acudisteis/ no

acudisteis”. Son seis situaciones/ acciones pero todas ellas forman un

único conjunto normativo. Parece ser el único artículo del derecho penal,

del civil y suponemos también del canónico que fundamenta la sentencia.

El contenido en sí no era especialmente original: presentado de forma

más o menos parecida se encuentran sus elementos en el Antiguo

Testamento, en el mundo judío rabínico y también entre los demás

pueblos: entra en el ámbito de la “ética mundial” como diríamos ahora y

se refiere a necesidades muy básicas y fundamentales de todo ser

humano. A situaciones muy concretas, corrientes y difundidas.

Se da el hecho “a primera vista extraño, de que sean estas obras las

únicas tomadas como base para el dictado de la sentencia del juez

universal, sin que se diga nada por otra parte de todo lo que Jesús ha

designado en otras ocasiones como condición indispensable para la

salvación. La conversión y la fe en el evangelio (Mc1,15), la adhesión a

la persona de Jesús (Mc8,38), los preceptos del decálogo (Mc 10,19) y el

del amor a Dios (Lc10,27 s), pureza de corazón (Mc 5,8), humildad,

veracidad, espíritu de infancia, abandono de los bienes y compromisos

terrenales, cruz y disposición al martirio”12

...y a esta larga lista

podríamos añadir las notas más específicas de todas las corrientes

espirituales cristianas hasta hoy: obediencia, amor al oficio divino, etc.

Pero el texto de Mateo es bien claro: las personas serán consideradas

11

La parábola del rico Comilón y del abismo infranqueable que media entre él y Lázaro, tiene la

misma función en Lc 16,19-31.

12

lo destaca Rudolf Schnackenburg en La persona de Jesucristo reflejada en los cuatro evangelios. Barcelona, 1998.

Page 13: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

13

justas o benditas por el trato que han otorgado a las demás personas. No

se trata de desvalorizar pero sí de jerarquizar, de unificar y también de

“aterrizar”.

6) EL AMOR QUE SE ACTIVA

Y esa es la primera sorpresa. Seguramente la misma que la que

experimentó aquel maestro de la ley que preguntaba por el mandamiento

más importante. Encontramos un eco de la continua referencia que hace

el evangelio de Mateo al mandamiento del amor como único principio de

interpretación de la Ley y de los profetas. Para Mateo lo más importante

de la Ley es “la justicia, la misericordia y la fe” 23,23. Pero, en la escena

del juicio final de Mateo, faltan las palabras con mayúsculas, aquellas

que proliferan en nuestros documentos eclesiales. Es una teología

narrativa, concreta, viva. No habla de justicia y caridad sino de comida y

de ropa, de algo para beber y de un techo para resguardarse. No emplea

el verbo “amar” pero sí los verbos “dar”, “acoger”,”visitar”, “acudir” Así

evita cuidadosamente toda referencia al léxico del amor pero sí se puede

decir que “la sentencia se pronuncia según el criterio del amor activo”13

...

Los grandes conceptos se ocultan y se transparentan en la sencillez de

unos gestos, unos movimientos, unos actos dirigidos a paliar unas

necesidades básicas y universales. El criterio no va a ser una idea

abstracta ni un dogma ni una rúbrica, sino que tiene que ver con gestos y

gente, actos y rostros.

Pero la gran sorpresa se refiere al destinatario de aquellos actos, la

sorpresa viene con la pregunta de ambos grupos, que notan la

incongruencia: Pero ¿Cuándo te vimos mientras actuábamos? ¿Cuándo te

vimos y no te socorrimos? El texto de Mateo -y Jesús en él- juegan

continuamente con una oposición verbal: ver y hacer/ ver y dejar de

hacer y con una identificación personal Yo / uno de los más pequeños de

mis hermanos – o de forma más concentrada- uno de los más pequeños,

al final del texto. Así como el amor se oculta y se trasparenta en

cualquier gesto sencillo, así Jesús vive oculto y presente en la persona de

cualquiera de esos/esas hermanos y hermanas y no porque ellos sean

como un trampolín para saltar a lo absoluto sino que ellos mismos son la

presencia de lo absoluto: ellos son icono y sacramento de Jesús, son

“vicarios de Cristo”14

, en ellos Jesús vive de incógnito. Ellos son la zarza

ardiente en la que se nos revela el Viviente, ellos son la presencia real sin

la cual en nuestras eucaristías no se dará una verdadera acción de gracias.

Tal es la respuesta que él brinda a la pregunta “¿Cuándo te vimos”?

7) TODO DEPENDE DEL DOLOR CON QUE SE MIRA

El poeta Mario Benedetti tiene un verso famoso que dice: “Todo depende

del dolor con que se mira”. De alguna forma, todos, todas necesitamos

continuamente pronunciar de todo corazón aquella petición del ciego a

Jesús “Señor, haz que yo vea”. Necesitamos cambiar nuestra mirada,

13

Rudolf Schnackenburg. El mensaje moral del Nuevo Testamento II, Barcelona,1991, p.149 14

Cf. José Ignacio González-Faus. Vicarios de Cristo. Los pobres en la teología y espiritualidad cristianas. Madrid, 1991

Page 14: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

14

necesitamos tener visión. Como le gustaba de repetir a Emmanuel

Levinas, el filósofo de la alteridad por excelencia: la ética es ante todo

una óptica. También afirmaba Simone Weil: “Una de las verdades

fundamentales del cristianismo, verdad demasiado frecuentemente mal

conocida es esta: aquello que salva es la mirada”.

Al principio de estas reflexiones destacaba cómo entre las falsas

alternativas en las que se tambaleaba la sociedad de la época apostólica

y la nuestra también: la de los apocalípticos y la de los integrados, Jesús

proponía y encarnaba otro camino: la del realismo esperanzado propio de

los discípulos. Cuando se trata de mirar, también podemos tambalearnos

entre dos posturas aparentemente opuestas, pero en el fondo

convergentes. La sabiduría popular lo dice de una forma muy gráfica:

“ojos que no ven, corazón que no siente”. Es la política del avestruz.

Mejor no enterarme de lo que me molesta, de lo que me causa problema,

perplejidad, molestia, asco; de aquello ante lo que me siento impotente,

inseguro y a lo que no sé dar respuesta. Pero detrás de “lo que” hay

“quienes”, hay rostros humanos. Una de las estrategias políticas y

psicológicas de la exclusión es invisibilizar a los que no cuentan o

molestan.

En el capítulo 13 de Mateo, al preguntar los discípulos a Jesús por qué

habla en parábolas les contesta: “Porque esa gente ve sin ver, oye sin

entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías: miraréis y no veréis

porque el espíritu de este pueblo está embotado Han cerrado los oídos y los

ojos, por miedo a ver, por miedo a oír, no sea que su espíritu comprenda, que

se conviertan y que yo les cure. Pero vosotros, dichosos vuestros ojos porque

ven.”

Como lo escribe un jesuita contemporáneo: “¿Cuándo te vimos Señor?”

es la pregunta tardía de la prisa, de la superficialidad, del terror a descubrir el

brillo del absoluto oprimido en las vidas saqueadas, de las que huimos

permanentemente como de un abismo que amenaza con tragarse el éxito de

nuestros proyectos, el dinero de nuestras cuentas y la tranquilidad de nuestro

reposo15

”...y quizás también en algún momento la armonía de nuestra

liturgia.

Siempre tenemos que acordarnos de la durísima advertencia de Lucas

que no tiene en su evangelio un relato del juicio equivalente a Mateo, pero

desarrolla ampliamente la parábola del buen samaritano. El sacerdote y el

levita ven sin mirar, siguen de largo, no se paran porque no llegarían

puntuales al Templo y correrían el riesgo de contaminarse, pero no existe un

camino directo para llegar a Dios. A Dios sólo se llega dando un rodeo a

través del prójimo.

También hay una versión postmoderna del proverbio, a la que quizás

estemos algo menos expuestos por nuestro peculiar estilo de vida pero

tampoco podemos darlo por supuesto y es lo de: “ojos que ven demasiado,

corazón anestesiado”. También se puede pasar de largo con los cascos

puestos o hablando el móvil. En su última obra, José Mª Mardones dedica

unas páginas muy certeras a las implicaciones de “la civilización de la

imagen” que es la nuestra. “Hemos entrado en el camino de la suplantación

15

Benjamín González Buelta. Signos y parábolas para contemplar la historia. Sal Terrae, Santander,

1992, p.133.

Page 15: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

15

de la realidad por el simulacro: tras el alud de imágenes publicitarias,

televisivas, de cine, de video, de internet, quedamos anestesiados:

espectadores y consumidores pasivos.” Y -añade Mardones- “Una de las

consecuencias de esta anestesia de la imaginación es la incidencia en el

mundo moral: al reducir a la persona a la categoría de consumidor pasivo, le

roba la capacidad reflexiva y la paraliza para cualquier juicio. La

redundancia y la claridad de la imagen mata el hambre de absoluto mientras

que el lenguaje simbólico, poético, - yo añadiría litúrgico- sabe esconder la

profundidad en la superficie16

”. Creo que nos conviene ser conscientes de

ello, primero porque el ambiente que tiene que respirar la gente que entra en

nuestras iglesias, que viene a nuestros locutorios tiene mucho de eso y

además porque no estamos tan inmunes a ello como creemos a la

superficialidad, los prejuicios y el consumo pasivo de la información que nos

llega.17

Formarse e informarse, tener visión, hacer una lectura de lo que

vemos desde los valores evangélicos (aunque es cierto que siempre será algo

relativo y parcial) es importante y supone también una ascesis.

8) DEJARSE ALTERAR: UNA MÍSTICA DE OJOS ABIERTOS Pero no basta con la formación, la información, una mente lúcida. En la

parábola del samaritano no se dice sólo que el samaritano vio sino que se le

revolvieron las entrañas y el verbo usado no tiene nada de almibarado: en la

literatura griega contemporánea designa las sensaciones desagradables que le

pasan a alguien a quien se le ha cortado la digestión. Hay otro tipo de

“revoltura de entrañas” también en el Nuevo Testamento: es la de María y de

Isabel, la de las embarazadas que sienten como la vida se manifiesta y brinca

en ellas: el profeta que hay en las entrañas de Isabel reconoce la vida de Dios

que está en María y cantan juntas las primeras vísperas: brota el

“Magnificat”, la gozosa alabanza y celebración de un Dios a quien le gustan

los pequeños y que ha decidido correr la aventura de hacerse muy pequeño.

El estremecimiento de las entrañas es síntoma inequívoco de lo divino

Nuestra visión no es sólo algo cerebral, tiene que pasar por nuestros sentidos,

tenemos que correr el riego de dejarnos afectar, revolver, alterar. Dejar que

se nos indigesten las cosas y estar preñadas de profetismo, celebrar la vida de

Dios que nos nace por dentro y que descubrimos gestándose ahí fuera,

ejercer el ministerio de la misericordia entrañable y del canto del Magnificat.

“Nuestro reto consiste en tener una sensibilidad nueva, que no resbale

sobre la superficie y pueda percibir la dimensión última que sólo se revela a

la mirada contemplativa como don de Dios”18

. No podemos responder sólo

con la explicación sino con la implicación y la celebración. Orar supone

acoger y mirar los acontecimientos, las personas y nuestro propio corazón

desde la óptica del reino. Un antiguo apotegma nos recuerda que “el monje

es todo ojo”. ¡Qué hermoso y comprometido!

16

José María Mardones. La vida del símbolo. Santander, 2003, pág..19 ss. 17

Quizás resulta que al final, ciertamente no seamos espectadores de telebasura, pero que nos entren

mejor por el oído los resultados de la liga de fútbol o la lista de las pasadas y futuras novias del Príncipe

que el nombre de Mohammed Yunus, el fundador del “Banco de los pobres” o una información básica

sobre la ley de extranjería, la deuda externa o la industria del armamento. 18

B. González Buelta, o.c, pág.169.

Page 16: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

16

Nuestro reto consiste en vivir una “mística de ojos abiertos” según la

conocida expresión acuñada por J. B Metz. Y para ello hemos de lavar

nuestros ojos con colirio, como nos aconseja el libro de apocalipsis19

y pedir

a Dios el don de las lágrimas, como lo destaca la gran tradición monástica:

pedir el don de la conversión a lo divino y a lo humano en Cristo... pedir el

don de ver algún día las cosas con las gafas de Dios y sentirlas con el

corazón del mismo Dios20

y mientras tanto ir ejercitando los párpados, los

ventrículos y los músculos para ganarle terreno a las cataratas y a la

arteriosclerosis...y al reumatismo.

9) “QUE LA RESECA MUERTE NO ME ENCUENTRE VACÍA Y SOLA SIN HABER HECHO LO SUFICIENTE”

Puede ser que veamos y sintamos pero que nos cueste encontrar y hacer

los gestos que se imponen, buscar las alternativas que existen, recurrir a las

estrategias que son posibles. Puede ser que se nos bloqueen las articulaciones

y nos dificulten el movimiento. El miedo paraliza. El endurecimiento

paraliza. A los protagonistas de la escena del juicio final no se les echa en

cara lo que han hecho sino sobre todo lo que han dejado de hacer. Como lo

dice una conocida canción: “Sólo le pido a Dios que la gente no me sea

indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber

hecho lo suficiente”. Nunca haremos lo suficiente. Como lo recuerda

Victoria Camps, incluso en el mero nivel de una ética civil, “la moral nace

de la exageración”. Si transitamos por los caminos del evangelio, no hay

tope. La lógica del amor ofrecido en Cristo es total, absoluta, ilimitada,

incondicionada pero se manifiesta en lo parcial, en lo relativo, lo limitado, lo

condicionado. Escribe Metz (en sus tesis extemporáneas sobre la

apocalíptica): “la conciencia del juicio apocalíptico no se presenta

fundamentalmente bajo el signo de la amenaza y del miedo paralizante sino

bajo el signo del reto a la solidaridad práctica con los hermanos débiles.

¿Cuánto tiempo tenemos aún?: esta es la cuestión. Tenemos tiempo y si

miramos a nuestro alrededor con los ojos de la razón compasiva, tenemos

recursos para hacerlo.”

He descrito antes los síntomas de no transitar por los caminos del

evangelio, bajo la forma de tres enfermedades propias del envejecimiento.

Que no se vea en ello el engreimiento de alguien que todavía no padece

físicamente estos achaques, aunque a un nivel profundo y simbólico no se

sienta inmune para nada. Pero sí que ha sido consciente la alusión al

envejecimiento. Me gustaría remitirles a la reflexión de una mujer que dentro

del monacato contemporáneo, como Isabel, lleva al profeta en sus entrañas:

me refiero a Joan Chittister. Ella define la vejez como el tiempo de la

audacia.21

Indica cómo la vida religiosa, la vida monástica ha de afrontar la

vejez en dos niveles: porque la edad de los miembros de nuestras

comunidades están aumentando y también porque “la edad de la propia

19

Un redescubrimiento de “este poder del colirio” lo encontramos en el sabroso texto de Dolores

Aleixandre. Palabras para la esperanza. Descubrir la presencia del Espíritu en el mundo. Sal Terrae,

Santander, 1996. 20

En uno de sus cuentos M. Menapace nos habla de los “anteojos de Dios” 21

Joan Chittister. El fuego en estas cenizas. Espiritualidad de la vida religiosa hoy. Sal Terrae, Santander,

1998. me refiero especialmente al capítulo “tiempo de audacia”.

Page 17: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

17

institución ha aumentado con todo lo que implica en términos de costumbres

comunitarias, premisas culturales, hábitos de vida e ideales teológicos”. Eso,

todos los sabemos, pero creo que lo más interesante es que aquella reflexión

no se sitúa desde el galipote sino desde la perla preciosa. Eso que vemos y

que nos asusta un poco, ella lo define no sólo como un problema sino como

una oportunidad. Quizás nuestros criterios son más mundanos de lo que

parece: y lo mismo que la publicidad sólo presenta la imagen de gente joven,

sana, guapa, triunfadora y poderosa, inconscientemente se nos cuelen estos

cánones a la hora de mirar nuestras comunidades, añorando los tiempos en

que así fue, desesperando porque no está siendo, deseando que así vuelva a

ser. Sin embargo, desde la lógica del evangelio, desde la óptica del reino, es

la oportunidad de ponerse a la escucha del Espíritu como Juan XXIII, de ser

testigos desde la fragilidad como Teresa de Calcuta, el Hermano Roger de

Taizé o Juan Pablo II y muchos santos y santas ancianas de nuestras

comunidades. “La edad no es excusa para dejar de vivir: nuestro problema es

la atrofia espiritual sea cual sea nuestra edad”. Nuestra vida monástica está

llamada a abrirse al riesgo y al gozo de un embarazo a destiempo, como

Sara. Pero para ello tenemos que estar prontos a abrir el espacio de nuestra

tienda, acoger lo desconocido y compartir la mesa con los desconocidos,

que rompiendo nuestra rutina, se asoman a nuestra puerta y nos piden

acogida y escucha. En la vida de Sara, en el juicio final, Dios no nos presenta

un futuro extraño y amenazador, sino que nos propone y nos abre un futuro

amado y humano.

Dios se presenta casi siempre como “el extraño, el desconocido, el

inoportuno” y esa es nuestra oportunidad...es “aquel que se oculta en sus

huellas y se hace tercera persona para que aparezca el otro, los otros. El

Deseable huye del deseo y remite a los otros, sobre todo si son

indeseables”.22

10) PREGUNTAS QUE BUSCAN Y PREGUNTAS QUE ENREDAN Acabamos de ver las actitudes a las que nos emplaza el evangelista Mateo y

a través de él el mismo Jesús, pero un mínimo de rigor exegético nos obliga a no

abandonar el texto sin dar una respuesta explícita a la pregunta ¿Quiénes son

“los hermanos más pequeños”a los que se refiere la perícopa? De hecho han

corrido ríos de tinta sobre ello y los “hermanos pequeños” han creado grandes

problemas: el texto mateano tan pronto se ha visto sobre el candelero como bajo

el celemín y en algún momento se ha convertido en campo de batalla entre

liberales, teólogos de la liberación y neo-conservadores. Para algunos, (por

ejemplo. L. Cope) la expresión de Mateo sólo puede dar pie a identificarlos con

los misioneros cristianos que pasan penalidades en su labor evangelizadora, -así

en los Hechos de los apóstoles vemos como san Pablo no se libra de ninguna de

las pruebas y necesidades indicadas por Mateo- y las naciones paganas serán

juzgadas por el modo en que han recibido a estos misioneros. Se ha podido

calificar esta lectura de excesivamente “sectaria y clerical”. Para otros (como

Donahue) el texto se refiere primero y ante todo a los miembros más débiles y

necesitados de la comunidad cristiana; finalmente para otros, el texto de Mateo

es universalista y paradigmático: se refiere a la gran mayoría, creyentes y no

22

P. Giannoni. “Monaco e prete diocesano” citado en Amadeo Cencini. Relacionarse para compartir. Sal

Terrae, Santander, 2003.

Page 18: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

18

creyentes, de los que no tienen lo necesario para vivir. Es significativo el hecho

que Gustavo Gutiérrez haya dedicado un capítulo (Cap.10) de su “Teología de la

liberación” a comentar esta perícopa.

Pero si algo hemos aprendido en la lectio es que el texto evangélico no puede

quedar rehén de nuestros intereses, no lo podemos apresar sino que en todo caso

es él quien nos tiene que liberar de nuestros prejuicios, de nuestras pasividades.

No vamos a dedicarnos a catalogar, a enjuiciar y a encasillar teólogos sino a

abrirnos a la Palabra.23

Por mi parte, he optado de entrada por la interpretación universalista porque

me parece más coherente, más en consonancia con el Cristo que perfila el

conjunto del evangelio de Mateo (aunque es cierto que Mateo tiene un interés

muy especial por la edificación de la comunidad cristiana hacia dentro), porque

no me parecen sólidos los argumentos exegéticos opuestos24

y también porque la

gran mayoría de la interpretación patrística -la excepción es Orígenes- se ha

decantado muy pronto por identificar a esos hermanos pequeños con los más

necesitados, con los que tienen las de perder, con los que quedan en la cuneta, es

decir con la gran mayoría de la humanidad.

Y es que en el fondo no necesitamos discurrir mucho para intuir quienes son

y donde están. Todos podemos serlo en algún aspecto, en algún momento, todos

llevamos una gran dosis de indigencia y vulnerabilidad, pero unos mucho más

que otros. Jesús sabía distinguir perfectamente entre las preguntas que buscan y

las que enredan.:” ¿Y qué tengo que hacer? ¿Y cuál es el mandamiento mayor?

¿Y quién es mi prójimo?” “¿Y cuándo vimos a aquellos pequeños? Jesús no cae

en la trampa sino que abre caminos: “Vende tus cosas y sígueme, ama, hazte

prójimo, estate en vela, ora, mira, da, acoge, visita, acude”.

11) L@S MÁS PEQUEÑ@S ENTRE MIS HERMAN@S

Hemos destacado como la interpretación universalista ya era la más

difundida en la época patrística, sin embargo creo que hay dos aspectos que

debemos por lo menos nombrar: El primero es que hoy somos más conscientes

de lo que eran los Padres de las coordenadas económicas, sociales, culturales,

raciales que constituyen la urdimbre de nuestras relaciones.25

Pío XII recogió y

usó la expresión de “caridad política”, Juan Pablo II hizo lo mismo con el

23

De todas formas, propongo un pequeño ejercicio, creo que esclarecedor:

¿Quien ha escrito: “ Salvarse es entrar en el circuito de caridad que une a las personas trinitarias: es amar como

Dios ama. El camino que lleva a esa plenitud no puede ser otro que el amor mismo, el de la participación en esa

caridad, el de aceptar, explícita o implícitamente, decir con el Espíritu: “Abbá. Padre”. Aceptación que es el

fundamento último de toda fraternidad entre los hombres. El pecado es rehusar el amor, la comunión y la fraternidad,

es decir rechazar, desde ahora, el sentido mismo de la existencia humana... Si bien es verdad que es necesario pasar

por el hombre para llegar a Dios, es igualmente cierto que el “paso” por ese Dios gratuito me despoja, me desnuda,

universaliza y hace gratuito mi amor por los demás. Ese único encuentro fundador de la comunión de los hombres

entre ellos y de los hombres con Dios es la fuente de la alegría cristiana”?

¿Quién ha escrito: “Cuando damos lo indispensable a los necesitados, no les hacemos un favor con nuestra

generosidad personal, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que hacer un acto de caridad, lo que hacemos es

cumplir un deber de justicia”. El primer texto no es Von Balthasar, sino de Gustavo Gutiérrez, el segundo no es

González-Faus sino de la Regla pastoral de san Gregorio Magno. 24

Comparto las conclusiones de E. Mardoni, o.c. pág.238: El término “hermano” fuera del sentido carnal tiene dos

sentidos en Mt. Puede significar el miembro de la comunidad cristiana o el ser humano como sujeto de obligación

ética. El carácter universal de la perspectiva ética del presente texto exigen el último sentido del término. 25

Dos obras básicas para situar mejor este tema: Paul Christophe. Para leer la historia de la pobreza.

Estella, 1989 e Imanol Zubero. Las nuevas condiciones de la solidaridad, Bilbao, 1994.

Page 19: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

19

término de “pecado estructural”. El mundo de la antigüedad tardía y de la edad

media estaba totalmente marcado por la escasez de recursos: los cereales y las

legumbres eran devorados por los ratones, los insectos y el moho, el tocino se

volvía rancio, el queso picante y el vino agrio, cualquier cambio climático podía

provocar una hambruna. Hoy sabemos que no estamos básicamente ante una

escasez de recursos sino ante su injusta repartición. Hasta hace bien poco se

tiraban al mar sin contemplaciones los excedentes de producción agrícola.

Cuando compramos un tarro de Nescafé o llenamos de gasolina el depósito de la

furgoneta comunitaria, estamos inmersos en una historia de explotación y de

iniquidad. En la Vida de Melania la joven, Geroncio cuenta cómo entregó todos

sus bienes a los pobres y al culto con una radicalidad y una generosidad

impresionantes antes de abrazar una vida ascética. Tenía una fortuna colosal

porque era una gran latifundista y liberó a una cantidad ingente de esclavos pero

ni ella ni su hagiógrafo cuestionan la existencia de los latifundios o de la

esclavitud.26

Por eso el “estar en el mundo sin ser del mundo” que san Juan propone a su

comunidad, la huida del mundo que emprendió el monacato naciente necesita

cobrar hoy el matiz de un “estar en el sistema sin ser del sistema”. Algo nada

fácil en la práctica y a la vez irrenunciable que nos sumerge en la complejidad de

lo real y a menudo en una incómoda perplejidad. Como lo recuerda B. Forte: “la

complejidad impide toda conciencia falsamente tranquilizante, todo proyecto

puramente utópico y toda memoria simplemente consoladora”.

Hay otra coordenada: la de género, que ha pasado bastante desapercibida – o

que se ha ocultado deliberadamente- y es fundamental. Y es que los más

pequeños, los últimos, suelen ser – y no es ninguna casualidad- las más pequeñas

y las últimas. Suelen ser las mujeres. La pobreza tiene mayoritariamente rostro

de mujer: las mujeres representan la mitad de la humanidad pero más de los dos

tercios de los pobres, la inmensa mayoría de las víctimas del hambre, de la

violencia, del analfabetismo. En nuestras iglesias las instancias de decisión y de

liderazgo no tienen rostro de mujer. Las prácticas contradicen abiertamente las

grandilocuentes afirmaciones de su dignidad e igualdad. ¿Somos conscientes que

muchas se alejan de puntillas en una hemorragia silenciosa y otras dando un

portazo?27

Hasta aquí hemos llegado, visionando la película del fin de los tiempos

según san Mateo. Ha llegado la hora de que se enrolle el telón y lo suban todo

otra vez para arriba como en la visión de Pedro.

Hemos visto y oído un argumento cuyo guión nos situaba en el futuro y

emplazaba a los que estaban reunidos en el juicio a mirar hacia atrás, a ese

pasado, a su paso por la vida en que vieron y dejaron de ver, hicieron y dejaron

de hacer. Ese futuro y ese pasado en el texto son el presente del lector, nuestro

presente.

26

Cf. J.M. Blázquez. Intelectuales, ascetas y demonios al final de la antigüedad, Madrid, 1998, que

dedica varios capítulos al monacato cristiano y a su impacto social. 27

Sobre toda esta temática, la aportación de filósofas y teólogas han ido ofreciendo una amplia

perspectiva de reflexión a lo largo de estos años. No puedo dejar de recordar a Pilar de Miguel, Mercedes

Navarro, Isabel Gómez Acebo, Dolores Aleixandre, Mª José Arana, Felisa Elizondo, Amelia Valcárcel,

Carmen Alborch, que, al cruzar el umbral de nuestra casa, han traído aire fresco y sororidad...

Page 20: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

20

Hasta ahora he hecho escasas y esporádicas referencias a nuestro ámbito

propiamente monástico. Me ha parecido que no nos sobraba, de entrada,

sumergirnos codo a codo en esa asamblea de las naciones, en la masa de nuestra

humanidad, en la asamblea de los discípulos de Jesús y de los hombres y

mujeres de todos los tiempos y latitudes. Sentirnos pequeños e insignificantes -

ser también nosotros pequeñuelos y pequeñuelas de Dios- para quizás captar

mejor lo grande y lo significativo que llevamos en las manos y en el corazón.

Pero no podríamos despedirnos del texto de Mateo sin preguntarnos cómo san

Benito leyó esa perícopa del juicio final y cómo la encarnó en su vida. Tampoco

pretendo un tratamiento exhaustivo sino sacar del arcón cosas nuevas y viejas,

aspectos muy conocidos y relecturas “diferentes”.

II) SAN BENITO Y LA PERÍCOPA DEL JUICIO FINAL

En este ir sacando del arcón de la Regla y de la Vida de San Benito, me

debería de referir obviamente a los dos capítulos de la RB en que hace una

mención explícita al texto de Mateo, a los instrumentos de las buenas obras que

enumeran las acciones requeridas por la perícopa y también a la referencia más

amplia que hace a la perspectiva del juicio en la RB. Son textos que todos

tenemos en la mente y en el corazón, muy conocidos y comentados.

UNA TENSIÓN FECUNDA Hay un común denominador entre los tres capítulos, con sus cuatro bloques de

texto: el de los instrumentos de las buenas obras (Cap. 4) en que San Benito por una

parte incluye preceptos como “honrar a todos los hombres”, “socorrer a los pobres”

“vestir al desnudo”, “visitar a los enfermos”, “enterrar a los muertos” “socorrer al

atribulado”, “consolar al afligido” (unos se encuentran textualmente en Mateo y otros

recogen el mismo espíritu) y por otra insiste en el recuerdo de la muerte y del juicio

final: “Temer el día del juicio”,”temblar con la memoria del infierno” “suspirar con todo

el corazón por la vida eterna”, “tener todos los días presente la muerte” y los capítulos

dedicados al cuidado de los enfermos (Cap.36) y a la acogida de los huéspedes (cap.53),

en los que se hace una referencia explícita, a Mt, 25, 31 ss. En ellos San Benito

introduce una tensión, una tensión no resuelta entre el evangelio y la regla, lo temporal,

y lo eterno, la encarnación y la escatología, la trascendencia y la inmanencia, la

interioridad y la alteridad, lo universal y lo concreto, la “fuga mundi” y la solidaridad,28

el rito y el compromiso.

¿Qué quiere decir eso? Algo muy sencillo en la teoría pero que en la práctica no

lo es tanto, y que nos hace tocar con los dedos nuestra vulnerabilidad, nuestros límites,

pero también la fuerza y el aliento de Dios en nosotros.

Para san Benito y la tradición monástica, el monje, la monja no es alguien que

vive un proceso de unificación interior, y además es acogedor, que celebra el oficio y

además echa una mano a la gente de alrededor, que aspira al encuentro definitivo y

además vive en comunidad, y encima tiene una hospedería, sino que hay una trabazón,

una interrelación total entre todos estos elementos y sólo por Cristo, con él y en él la

podemos vivir.

28

Nos lo recordaba mi hermana de comunidad sor Rosario del Camino Fernández-Miranda en su

ponencia Fuga mundi versus fuga ad humanitatem en la Semana Monástica de Loyola.

Page 21: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

21

Un ejemplo: san Benito – siguiendo toda la tradición monástica anterior a él-

introduce la meditación de la muerte, el tirón escatológico en sus instrumentos de la

buenas obras, pero “la conciencia del juicio final no sólo ha de producir temor o anhelo

espiritual en el monje, sino que le ayuda a despertarse interiormente, a reavivar su

sentido común y a ver nuevas y sorprendentes posibilidades en su vida”, a crear

fraternidad.29

No se trata sólo de recordarnos que tenemos fecha de caducidad o que

vamos a ver sin trabas la belleza del rostro de Dios, sino también de invitar a que este

“velad porque no sabéis ni el día ni la hora” lo llevemos por dentro ya desde que nos

levantamos por la mañana porque a lo largo de todo el día nos vamos a encontrar con

Cristo continuamente, porque nuestro día, con sus encuentros y desencuentros, va a ser

el espacio de múltiples pequeñas teofanías.

Fijémonos en la hospitalidad. En la India todavía hoy, para hablar del huésped,

se emplea una palabra que quiere decir “el que no tiene fecha”, el que llega sin avisar.

El huésped es la escatología hecho hombre. San Benito pide disponibilidad al portero y

al cocinero precisamente hacia esos que llegan sin avisar. El amor escapa a la

programación y supone siempre algo de improvisación. Pero además toca a las mismas

raíces de la religión, a la experiencia de bendecir y ser bendecidos, de amparar y de ser

amparados, a la experiencia de crear lazos con el radicalmente otro.

Es curioso como desde el ámbito de sociología y de la filosofía

contemporánea30

, se afirma que “la hospitalidad es la cultura misma”, que “es el valor

ético que guarda más íntima relación con la responsabilidad, la compasión y la

solidaridad”, que urge en nuestra cultura occidental ( en que la figura del huésped ha

sido suplantada por la del turista y del inmigrante sin papeles) encontrar los cauces de

una paideia de la hospitalidad, de una educación que capacite a los hombres y mujeres

de nuestro tiempo para acoger al extraño y al vulnerable. Que urge recuperar la figura

del huésped y la práctica de la hospitalidad sencillamente para que nuestro mundo no se

vuelva inhumano.

De la misma manera Thomas Merton ha puesto en evidencia cómo la unificación

interior acogida en la oración nos lleva a ser no sólo “cuidadanos del cielo, moradores

de la casa de Dios” sino ciudadanos de la tierra que buscan la paz y corren tras ella en la

historia real y concreta. Sin la interioridad orante podemos volvernos pacifistas

iracundos o gente piadosa despiadada, pero sin esta conciencia encarnada quedaremos

en un espiritualismo amorfo, seremos sal de régimen, que no altera la tensión pero no da

sabor, o piloto en una esquina que permite no caer pero no permite ver. Y todos en la

iglesia somos llamados a ser sal del mundo y luz de la tierra. Por eso la “vida

escatológica” que no es propia del monacato sino de todos los cristianos, no la podemos

entender desde una escatología estática, dualista, ahistórica y espiritualista, sino

dinámica, unitaria, histórica y encarnada.

En la práctica, no es nada fácil, como dice un autor espiritual, nos parecemos a

estas mantas un poco cortas que cuando tapan los pies, dejan los hombros fríos y

cuando la subimos, dejan los pies al descubierto.

Un pequeño ejemplo sacado del medioevo: vemos cómo en algunas abadías no

sólo el día del Jueves Santo sino todos los días desde el Miércoles de ceniza hasta la

fiesta de todos los Santos, el abad lavaba los pies de doce pobres, pero no era un mero

rito sino que la abadía se había hecho cargo de un colectivo de cien a lo largo de toda la

29

Domingo Moralena. Influjo apocalíptico en los orígenes y comprensión de la vida religiosa. Madrid,

1999 30

Francesc Torralba. Sobre la hospitalidad. Extraños y vulnerables como tú. Madrid, 2003

Page 22: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

22

cuaresma, dándoles hospedaje y comida y les despedía con alimentos y un pequeño

peculio que les permitiese reemprender una nueva vida. Cuando un monje moría,

durante treinta días se repartía su ración de comida a un pobre.31

A la vez hacia el siglo XII en muchas abadías ya no hay un hospedero, sino dos:

el “custos hospitum”, el hospedero que acoge a nobles y clérigos: es decir a los que van

a caballo y el “eleemosynarius”, el hospedero que acoge a la gente de a pie... y debemos

de recordar cómo san Francisco tiene la visión interior de la perfecta alegría desde la

amarga experiencia de llamar a la puerta de unos hermanos y ser echado fuera como un

indeseable...

Lo mismo pasa con la desapropiación: el no poseer bienes propios es una

formidable escuela de fraternidad pero también puede crear en la práctica una cierta

insensibilidad: para relacionarse y ayudar a los de fuera ya están los encargados, el

mayordomo, el hospedero, el portero...Lo dice claramente de Vogüé en un texto un poco

largo pero muy atinado que transcribo aquí: ..” El cenobita no sólo abandona el derecho

a usar libremente de los bienes de este mundo o incluso de pedir por sí mismo. Una de

las cosas más preciosas a las que renuncia es al poder dar. Sólo puede ejercer esta gran

obra cristiana de misericordia en forma indirecta e impersonal, corporativa y delegada.

En esa tarea de limosnero, el mayordomo recobra la función primitiva de su prototipo

eclesial, el diácono, pero la ejerce de forma particular, como mandatario de una

sociedad de renunciantes que proporcionan por medio de sus bienes y de su trabajo lo

que se da a los pobres, sin ser los monjes sin embargo testigos y agentes de ese don.

Privados de este encuentro con la miseria del mundo, los hermanos corren un cierto

peligro de perderla de vista o de percibirla en forma poco realista. La dureza, la falta de

sensibilidad, la despersonalización de la relación con los desgraciados son riesgos

inherentes a la situación de estos hombres que, por haberlo abandonado todo, no tienen

nada más para dar... La forma institucional que así se crea encierra la palabra de vida al

mismo tiempo que la encarna. Del mismo modo que el Oficio coral con respecto al

“orad sin cesar” y el turno de servicio semanal con respecto al “Servíos mutuamente en

el amor”, tampoco los estatutos de la Regla para el cuidado de los enfermos, de los

huéspedes y los pobres deben quitar a las palabras del Señor su resonancia universal y

su permanente virtud de fermento. Más allá del mecanismo que asegura su

cumplimiento regular, deben ser además escuchadas por cada persona e inquietar cada

corazón”32

.

Podemos decir que san Benito ofrece un horizonte problemático pero

irrenunciable en que no se trata de elegir entre uno de los términos sino de conjugarlos

en la vida. No rebaja, no diluye aspiraciones. No hay recetas, soluciones prefabricadas,

sino búsqueda verdadera, inquietud, fermento,...

Es esta síntesis imposible (si le piden al monje cosas imposibles...) la que sin

embargo posibilita actitudes y gestos fecundos, porque todo esto imposible es lo que se

ha hecho posible y real en Cristo Jesús. En él ha encontrado san Benito el impulso y el

aliento para intentar hacerlo realidad y ponerlo en ejercicio en su propia vida.

Por ello, prefiero privilegiar otro enfoque y detenerme de una forma más global

sobre las actitudes y gestos de san Benito tal como nos lo refleja el libro de los Diálogos

de san Gregorio y algunos pasajes de la Regla para que sean para nosotros estímulo y

31

Jean Louis Goglin. Les misérables dans l’Occident medieval. París, 19776, pp 61 ss. Cf también S.

Claramunt. La acción social de la orden benedictina: la beneficencia, en Acción social de la orden

benedictina, Madrid, 1982. 32

Adalbert de Vogüé. La Regla de san Benito. Comentario doctrinal y espiritual. Zamora, 1985.

Pág..271-272

Page 23: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

23

cuestionamiento: para que podamos “enjuiciar” nuestra vida desde la sabiduría de

Benito y darle mayor consistencia evangélica.

ACTITUDES Y GESTOS • Recomponer la criba Al exponer la escena del juicio, hemos insistido sobre el hecho que los

hombres y mujeres son juzgados según el modo en que han discernido o

discriminado. Etimológicamente y formalmente son términos muy afines,

pero su puesta en práctica lleva a resultados opuestos: los hombres y

mujeres del discernimiento se abren al espíritu de Dios y a los valores del

reino, son creadores de inclusión, son fecundos. Los hombres y mujeres

que discriminan quieren ocupar por su cuenta el tribunal supremo,

excomulgan antes de tiempo, crean barreras y obstáculos, no anuncian

ninguna buena noticia con su vida. Pues bien, el primer milagro de

Benito relatado en los Diálogos es el de recomponer una criba; un

instrumento con mucha carga simbólica. La mayor parte de los que

estamos aquí, conocemos el relato. A los monjes y monjas del tercer

milenio San Benito nos exige que nos pongamos ante el evangelio con el

mismo frescor con que él lo hizo, hagamos una síntesis creativa de lo

mejor de los valores monásticos, como él lo hizo en su momento. Quizás

a veces pretendamos ahogar a Benito bajo el peso de un afecto lleno de

buena voluntad pero un poco empalagoso, como su nodriza con la criba

rota. Quizás la acentuación unilateral de una cierta teología de la

obediencia haya ahogado una teología del discernimiento personal y

comunitario necesaria para llevar adelante el proyecto de Benito hoy: el

de transitar por las sendas del evangelio y buscar de veras a Dios. Urge recomponer nuestras cribas personales y comunitarias para abrirnos cada

vez más al Espíritu de Jesús.

Vivir el encuentro pascual en la cueva • Todos conocemos también otro episodio fundamental de la vida de

san Benito. Vive como un ermitaño en Subiaco, “a solas con Dios y

consigo mismo” y experimentando la escasez de una vida muy pobre

y austera. Recorre un intenso camino de interiorización. Sólo quien

ha experimentado la soledad puede hacer un hueco para el otro y para

el Otro. El día de Pascua, un sacerdote impulsado por una visión

viene a verle y a traerle pan y, al acogerlo, Benito exclama “Hoy es

pascua porque te he visto”. Es un episodio importante porque allí

encontramos el camino y la pedagogía del amor activo que va a

caracterizar a Benito a lo largo de su vida. En la cueva de Subiaco se

encuentra en soledad, con su mundo interior, con sus propios

fantasmas, tiene que aprender a reconocer sus sentimientos. Pero este

encuentro se hace “bajo la mirada de Dios”. Se encuentra con el

totalmente Otro, se encuentra en compañía de Dios: un Dios que le

acoge y quiere hospedarse en su corazón. A la vez Benito vive la

experiencia de pasar necesidad, de no ser autosuficiente, depende en

gran parte de otros para su sustento. Y desde allí, y porque ha vivido

todo eso previamente, va a ser capaz de vivir el encuentro con aquel

hombre como fiesta, como sacramento. “Hoy es Pascua porque te he

visto”. “Has visto a tu hermano, has visto al Señor” decían los

Page 24: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

24

monjes antiguos. El encuentro consigo mismo y con Dios le ha

capacitado para el encuentro con los demás. A cada uno de nosotros

se nos ha abierto y se nos sigue abriendo el mismo camino, la misma

pedagogía, el mismo proceso: el de ser hombres y mujeres de

interioridad y de alteridad: abiertos a nuestra propia realidad desde

Dios y a Dios desde nuestra verdad interior; llamados a vivir la

pascua del encuentro acogiendo el sacramento del hermano.

• Amasar fraternidad y estar en medio como aquel que sirve.

Después de su primera experiencia eremítica, Benito descubre la

llamada interior a una vida comunitaria, la interioridad le empuja a

amasar fraternidad. En medio de gozos y dificultades, se va creando

una comunidad de buscadores de Dios en la que asume el liderazgo y

en la que va perfilando los contornos de aquella misión. Al escribir su

regla, y en consonancia con su propia experiencia, al abad le dice que

habrá de responder el día del juicio. Que le importe más agradar a

Dios que los criterios humanos y más las personas que las cosas. Que

sea fermento de comunión y portador de paz. Que no discrimine y

que no sea excluyente, que no tiranice a sus monjes, que no se

apresure a constituirse en juez pero que ejerza los poderes de Cristo y

sea su vivo icono: mirando a Cristo y mirando a sus hermanos puede

acoger y encarnar el poder del servicio, el poder de la oración, el

poder de los gestos sanadores, el poder de la inclusión, el poder de la

escucha, el poder del perdón. A la vez se le pide que sea vigilante en

sí mismo y en su comunidad con las actitudes que no van en la línea

del reino, que son destructoras de la relación y que son las opuestas a

esos poderes que acabamos de enumerar. Pero, para san Benito, esta

actitud, esta exigencia no es exclusiva del abad, todos somos

responsables de nuestra vida y de la comunidad. Acojamos la gracia

y el milagro de ver en los demás el icono de Cristo y de ser para los

demás icono de Cristo.

• Escuchar con el corazón, lavar los pies, entregar la vida desde la

libertad: el estilo de vida monástico, marcado por sus características

propias hace que mucho de la transmisión del evangelio y de la red

de la relación y de la ayuda prestada se desarrolla dentro de del

marco de la escucha más que de la predicación, de la hospitalidad

más que de la misión. Más que hablar y viajar, la comunidad

monástica escucha y hospeda (aunque no de forma absoluta y

exclusiva: también tiene una palabra que dar y una misión que la

mueve). De alguna forma sitúa la relación en un ámbito casero,

cálido, concreto, doméstico y la emplaza en una línea de una ética del

cuidado: la que se pone al servicio del crecimiento y de la vida. Poner

unas flores, arreglar una almohada, acercar unas muletas: esto suena

a la actividad tradicional que las mujeres van desempeñando. La

relación va cuajando desde abajo, desde lo pequeño, desde lo

concreto, abriendo el oído, agachándose, derramando el frasco de

perfume, entregándose... González-Faus ha destacado cómo, en el

lavatorio de los pies, Jesús se “mujeriza”, repite el gesto de aquella

Page 25: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

25

mujer que le ungió los pies derramando el frasco (como se puede

contemplar en un hermoso fresco de M. Rupnik), asume el papel de

los jóvenes esclavos y de las criadas de la casa y al asumir ese papel,

lo subvierte: no canoniza unas relaciones serviles sino que su gesto es

llamada a entregar la vida desde la libertad y por amor, una entrega

que va a vivir totalmente en la cruz. Es un gran mérito de De Vogüé

el haber destacado cómo en la Regla de san Benito, flota

continuamente un perfume de jueves santo, cómo los distintos

ministerios requieren posturas de lavatorio de los pies, palabras de

bendición y acción de gracias, actitudes de libertad entregada.

Valoremos lo pequeño y lo concreto, la gracia de una vida entregada

desde la libertad, la capacidad de ceñirnos el delantal, de romper el

frasco, de convocar y celebrar la acción de gracias con Aquel que nos

enseña a dar vida por amor.

• Condonar la deuda, dar la moneda de más. Benito ha pasado por

la experiencia de la abundancia y la escasez, del dar y del recibir. Y

del compartir. En los Diálogos, se narra cómo alguien que está hasta

el cuello y no puede pagar unas deudas viene a pedir a Benito que le

ayude. San Benito le dice “no tengo hoy para darte (señal que no

andaba sobrado de dinero) pero vuelve dentro de dos días”...pero no

es el “vuelva usted mañana” de los funcionarios. Se pone a orar con

intensidad y a los dos días aparece milagrosamente la suma exacta

que necesitaba aquel hombre más una moneda. San Benito se lo

ofrece, incluida la moneda sobrante. San Benito no tiene soluciones

mágicas. No es “dicho y hecho”, se necesita un tiempo un proceso,

paciencia y tesón por parte del que pide y por parte de quien quiere

dar. Ninguno de los dos lo tiene fácil. Desde la oración, desde la

preocupación sincera y el empeño por ayudar, desde la red de

solidaridad que se va tejiendo, se multiplican los panes y las

monedas... Alcanza para lo necesario y para lo gratuito. Varios

milagros de Benito se dan en el contexto de hambre, de escasez que

asoló Campania en 537. Hoy nuestras comunidades tampoco tienen

recetas mágicas, pero sí tenemos las mismas armas que Benito:

oración, paciencia, creatividad y tesón. El amor es ingenioso. En

Nigeria, las monjas de Umuoji, conceden microcréditos a las mujeres

de la vecindad para que puedan poner un pequeño puesto de venta en

el mercado local; en Chile las monjas de Rengo subvencionan y

supervisan un albergue para transeúntes perteneciente a la red de los

Hogares de Cristo fundados por el jesuita padre Hurtado; en Erie,

Estados Unidos, las hermanas benedictinas tienen a su cargo tres

comedores para gente sin recursos, programas de promoción de la

mujer y de asistencia a refugiados de América Latina; nuestras

propias comunidades consagran gran parte de sus ingresos a apoyar

iniciativas solidarias de otras organizaciones eclesiales...; es una

realidad de la que podemos alegrarnos y que nos pide siempre un

más. Nos pide entre otras cosas que no nos olvidemos de entregar

también la moneda de más, la más preciosa e inesperada, aquella con

la que no se puede comprar ni vender nada: la sonrisa, el gastar el

tiempo escuchando a fondo y acogiendo de corazón, el orar unos por

Page 26: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

26

otros, el dar una palabra de aliento o de contraste, el tratar a los

demás (con más razón todavía que las cosas) “como vasos sagrados

del altar”. • Dejar fluir el aceite. En el capítulo 28 de los Diálogos, se nos narra

el milagro del aceite. Nos acordamos que en el libro de los reyes, una

viuda ofrece a Eliseo el poco aceite que le queda y los cántaros

empiezan a llenarse. A la vez este milagro recuerda al de Elías con

otra viuda. El relato de los diálogos se sitúa sobre este fondo común.

El milagro de san Benito se encuentra también en otras vidas de

santos (Se cuenta algo parecido de San Martín o de san Cesáreo,

quien por cierto vendió su cáliz para ayudar a los pobres y durante

años celebró la eucaristía en una escudilla de madera)) y en todos los

casos pasa lo mismo: el santo, ante una situación de escasez, está

dispuesto a compartir con personas ajenas al monasterio que pasan

necesidad lo poco que le queda. Pero el monje a quien se lo encarga,

el cillerizo, no desea cumplir con el encargo y no hace nada: falta de

fe, falta de confianza, falta de generosidad. San Benito se entera con

disgusto de lo que ha pasado, da el aceite y se pone a orar, deja fluir

la oración en sus labios y en su corazón, y entonces... tiene que dejar

de orar para recoger el aceite que está ya fluyendo por el suelo

porque ha rebasado el tonel. Para san Benito el sentido de la pobreza

no es sólo el de un ascetismo sino ante todo el espíritu de generosidad

de quien vive la cultura de la solidaridad, la cultura del compartir, la

cultura de la justicia que crea las condiciones para una paz que no sea

fingida. San Benito es el hombre “que lo da todo”. Vivamos el

milagro de ser hombres y mujeres que en la oración encuentren la

fuente de la generosidad, la fuerza para “darlo todo”.

• Mirar hacia abajo:

San Benito es tremendamente realista. Sabe que lo normal, lo natural es

la “opción preferencial” por el poder y los poderosos, por la riqueza y

por los ricos. Ellos nos inspiran respeto, y los solemos acoger con buenos

modales ya que pueden ser nuestros bienhechores y si les desagradamos

nos pueden perjudicar. Sabe que al enfermero, al mayordomo, al

hospedero, al cocinero se les puede escapar el no prestar la debida

atención al hermano enfermo, al necesitado, al huésped y hasta sentir

irritación frente a ellos... Pero llama a sus monjes a tener otra visión, y

otra actuación. Nos llama a ver y acoger a la persona más allá de su rol

social, de sus máscaras, de las funciones que desempeña, de las

obligaciones que nos crea.

Y desde ahí podemos releer el último grado de humildad que propone a

sus monjes: “El duodécimo grado de humildad es que el monje...esté

siempre con la cabeza baja y los ojos fijos en el suelo...y piense que se

encuentra ya en el tremendo día del juicio”. En este grado de humildad

quizás se pueda ver un pequeño relente de antropología estoica del

mundo tardoromano (en la misma línea que la prohibición de la risa) en

que se destaca la seriedad del porte, la dignidad, la medida en la

expresión. De forma más profunda, Benito lo relaciona con el icono

evangélico de la oración del publicano: aquel hombre que se

Page 27: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

27

responsabiliza ante Dios de sus actos y de sus actitudes, que se siente

mediocre, ciego y paralítico en el oficio de amar, aquel que descubre que

tan sólo desde la experiencia de la misericordia puede encontrar su

auténtico centro de gravedad. Por eso de una forma un poco subversiva,

yo traduciría este grado por “El duodécimo grado de humildad es saber

mirar hacia abajo”. Porque mirar hacia abajo, tomar a los demás en serio,

fiarnos de ellos y valorarlos, no mirarlos por encima del hombro, no

empequeñecerlos, reconocer su dignidad, enterarnos que a nuestro

alrededor hay humillados y ofendidos y que tenemos parte en ello, va a

dar seriedad y hondura a nuestra vida, va a dignificarnos y va a hacernos

humildes y tiernos.

Esta interpretación no es tan arbitraria como parece, pues realmente san

Benito fue un maestro en ese “mirar hacia abajo”: en la comunidad mira a y mira por (se preocupa y cuida de) los niños (que en su época no eran

precisamente los reyes de la casa), los enfermos, los tristes y los

desanimados Trata por igual a godos y romanos, a los monjes de baja

extracción social y a los nobles de origen, a los clérigos y a los que no lo

son. Esta postura no era nada corriente, nada evidente e incluso chocante.

Hacia fuera mira a pobres y peregrinos y corre el riesgo de la

acogida...Es llamativo cómo para la Regla del Maestro, el enfermo es

ante todo un sospechoso, un simulador, un pecador, para la RB es un

hermano vulnerable y necesitado; para la RM el hospedero es el hombre

de la vigilancia y del cerrojo, para la tradición benedictina, es el hombre

de la sonrisa y del amparo. Son estos textos tan conocidos de los cáp. 36

y 53 de la RB en que precisamente san Benito menciona de forma

explícita a la escena del juicio final de Mateo. Al comentar estos textos

en una obra tan corta como sugerente, Anselm Grün33

concluye: “La

solidaridad humana expuesta en la RB no puede contentarse con una

ayuda y un buen obrar puramente externos. Exige, antes que nada, la

propia conversión, la purificación del propio corazón. El amor al prójimo

recibe el sello de la autenticidad allí donde abarca no sólo a las personas

simpáticas y agradecidas, sino que se extiende también a las que son

antipáticas, molestas y desagradecidas e incluso llega hasta las que no

admiten el amor que perdona y manifiestan hostilidad. El amor auténtico

requiere no pararse en lo exterior, sino que busca amar al hombre en

aquella profundidad donde él no necesita otra cosa que amor y donde en

él se roza el misterio de la encarnación y el amor del mismo Jesucristo”.

Pidamos la gracia y el milagro de mirar hacia abajo, de tomar a los

demás en serio, de reconocer su dignidad, de saber mirarlos y de mirar

por ellos... pidamos el milagro de reconocer la gloria de Dios en el

prójimo, sea quien sea, haga lo que haga, el milagro de unos ojos limpios

y un corazón puro para poder ver a los demás al estilo de Jesucristo.

. Celebrar al Viviente y decir con la vida que otro mundo es posible En su comunidad, Benito impulsa una cultura del compartir,

una cultura de la inclusión y de la igualdad, una cultura del servicio,

una cultura de la paz y aunque no tenga rasgos tan nítidos como las

33

Anselm Grün.Fidelis Ruppert. Cristo en el hermano, Estella, 2002.

Page 28: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

28

características anteriores, una cultura del pluralismo y del consenso

diferenciado en que se respeta y valora al otro como otro. Anima una

comunidad que incluye y acoge. Nuestra sociedad vive en muchos

aspectos una fragmentación sumamente incoherente y

deshumanizadora entre ética y estética, mística y política. San Benito

supo dar una respuesta consciente y creativa a la cultura y a la

realidad de la iglesia en la que estaba inserto. Hoy nos toca crear,

configurar y proponer valores alternativos a una cultura de la

explotación, de la marginación, de la imposición, de la competición,

de la violencia, del imperialismo cultural, del culto a la

intrascendencia y a lo efímero en que a duras penas caben los más

pequeños. Un ejemplo: en la “estética” de nuestra sociedad no hay

apenas lugar para la ancianidad o la dependencia, se oculta la

experiencia de la muerte. Cuidar de nuestros ancianos y enfermos con

cariño y delicadeza, contar con ellos, acompañarlos en su agonía

cuando llega la hora, enterrar a nuestros muertos en un duelo que, a la

vez que es fiesta pascual, es algo profundamente contracultural. Pero

todo ello estamos llamados a vivirlo sin caer en una mentalidad de

ghetto, sin dejar de acoger los dones y valores de esa misma cultura,

y dejarnos cuestionar por ella. Ofrezcamos a nuestros

contemporáneos la gracia de una vida bien viva y el milagro de ser

compañía y estímulo para que nuestra cultura “asuma sus demonios,

transmita sus dones y desarrolle su sabiduría” para que en todo Dios

sea glorificado.

. Vivir el servicio como una liturgia y la liturgia como un servicio. Pero este talante, esta actitud, este estilo, esta capacidad de

síntesis vital y de unificación encuentran su fuente en la escucha de la

Palabra en la lectio y la celebración litúrgica de esa misma Palabra:

Cristo Jesús en quien se ha manifestado el auténtico rostro de Dios y

los rasgos genuinos de lo más hondamente humano. En la lectio y la

celebración los monjes encontramos el espacio y el camino para ser

hombres y mujeres de las bienaventuranzas, hombres y mujeres de la

bendición, hombres y mujeres de la buena noticia. Una buena noticia

escuchada, acogida, proclamada, celebrada y hecha vida, encarnada y

traducida en gestos y actitudes. Descubrir en el oficio divino el

espacio en que aprendemos a no anteponer nada en absoluto a Cristo

nos abre el horizonte: crear un espacio de belleza, de asombro, de

gratuidad, de intercesión, de cuestionamiento. Podemos vivir el amor

activo como una liturgia ( el la RB los gestos de acogida, la trama de

la relación van acompañados por palabras de bendición y espacios de

oración) y podemos vivir la liturgia desde el amor en la medida en

que nuestra actitud ante la lectio y la liturgia y ante los demás sea la

de unos ojos y un corazón abiertos y despiertos. Despiertos a Cristo,

despiertos a los demás, despiertos a nuestra propia realidad y a lo que

se nos mueve por dentro. Alguien ha escrito: “La liturgia está

destinada a ser una realidad que causa estragos en la vida cotidiana.

Es imposible rezar los salmos y estar conformes con la estrechez de

miras. La liturgia es visión profética, llamada profética a todos

Page 29: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

29

nosotros para que “vayamos y hagamos lo mismo”34

. Esto no es

progresismo barato. Gregorio Nacianceno decía: “Que las manos de

los pobres sean nuestro altar” y Juan Crisóstomo afirmaba: “Dios no

necesita cálices de oro sino corazones de oro.” ¿Lo vivimos así?

Compartir este espacio y este camino de la lectio y de la celebración,

abriendo nuestro corazón, nuestro coro, nuestras iglesias, vivir una

liturgia y una plegaria solidaria y una solidaridad orante, alejándonos

de la rutina y del rubricismo, es uno de los mejores presentes que

podamos ofrecer a nuestros contemporáneos.

En los últimos meses vimos desgraciadamente la preocupación del

gobierno de Estados Unidos mientras no tuvo garantizado el apoyo

logístico de Turquía en su plan estratégico. El apoyo logístico supone un

lugar bastante cercano y bastante alejado a la vez de la línea de fuego

para poder repostar carburante, reagrupar fuerzas, aclimatarse y recuperar

energías... que quienes viven en la brecha del Reino, que quienes están

en primera fila en dar la vida por los más pequeños de nuestros hermanos

y hermanas puedan encontrar en nuestra celebración, en nuestra oración,

en nuestra acogida, este apoyo logístico tan necesario y traernos noticias

del frente. En nuestra iglesia no todos debemos hacer lo mismo, pero

todos hemos de estar en lo mismo: en lo de Jesucristo.

Nuestra comunidad lleva más de mil años custodiando debajo del altar

los restos del niño mártir san Pelayo. Hace unos años, ante la urna que

contiene sus restos, hemos compartido la oración con Somalí Mam, una

mujer, (premio Príncipe de Asturias de cooperación internacional,35

) que

dedica su vida a las niñas y niños obligados a prostituirse en el sureste

asiático; hace pocos meses estaba entre nosotras Fátima Miralles, que ha

llevado una labor de apoyo psicológico a los niños soldados de Sierra

Leona en proceso de rehabilitación. Sería absurdo orar todos los días ante

san Pelayo sin que él nos remitiese a la muchedumbre de los niños de

hoy, rehenes del mundo inhumano que hemos creado nosotros, sus

mayores, y sin implicarnos y apoyar a quienes están en la brecha junto a

ellos, sin cuestionarnos sobre los mecanismos que hacen posible esa

cruda realidad. ¿Lo vivimos así? Estamos llamados a vivir una plegaria

solidaria, a celebrar una liturgia viva, a dejarnos asombrar y transformar

por ella, a traducirla en gestos y actitudes. Se nos pide alentar la

búsqueda espiritual de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, y

apoyar a quienes más se exponen al riesgo del amor en beneficio de los

más pequeños.

• Romper ataduras, crear lazos y tejer redes ¿Cómo se articula la oración y la presencia liberadora en la vida de san

Benito? Hay un episodio muy significativo en el cap.31 de los Diálogos

Benito estaba orando, haciendo la lectio tan tranquilo y, sin comerlo ni

beberlo, acaban de involucrarle en una historia de opresión. Nuestras

comunidades también, cada uno de nosotros – queramos o no, tanto si

nos hacemos cargo como si no- estamos involucrados en la historia de

34

Joan Chittister. Odres nuevos. Santander, 2003, p.97 35

En 1998 junto con Rigoberta Menchu, Emma Bonino, Fatiha Boudiaf, Olayinka Koso-Thomas, Graça

Machel y Fatana Isaac Gailani.

Page 30: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

30

opresión de nuestro mundo. ¿Cómo reacciona san Benito Ve: ve al godo

opresor pero enseguida se fija en el pobre hombre encadenado que lo

acompaña. Y ocurre el milagro: al mirar a aquel hombre, caen los lazos.

El hombre queda libre. Ante la mirada de Benito el hombre tiranizado y

apresado se ve libre. El opresor se asusta, coge miedo y se arrodilla ante

Benito. Benito no se levanta de la oración, pero llama a unos hermanos

para que conviden a Zalla a tomar pan bendito dentro del monasterio.

Cuando sale de la casa, Benito le advierte de dejar el camino de injusticia

y de la brutalidad. Y Zalla se marcha sin atreverse a protestar. El

encuentro tiene lugar en y desde la oración, la mirada de Benito va de la

página sacra a aquellos hombres y vuelve a ella. La oración no impide a

Benito relacionarse, no se refugia en ella para ausentarse del escenario de

aquella situación conflictiva en que la justicia está en juego. Con sólo

mirarlo desencadena al hombre preso del miedo, le hace recuperar su

dignidad y su libertad. Pero una vez restablecida la justicia, y sólo

entonces, invita al opresor como convidado a la mesa de los hermanos, lo

invita a reincorporarse a la mesa de la fraternidad y de la bendición. Al

salir, después de haberle acogido sin reservas, le indica cual es el camino

del bien. “Vete y no peques más” decía Jesús. Ha transformado a un

opresor y un oprimido, un verdugo y una víctima, en dos hombres

llamados a la fraternidad, al proyecto común de vivir y hacer eucaristía

con su vida: a ser compañeros. Ha creado verdaderos cauces de

liberación, de reconciliación desde la verdad de la relación, ha tenido una

actitud de mediación, ha dado una palabra de paz que no excluye la

denuncia de lo injusto.

Este carisma de romper ataduras y crear lazos, de mediar y reconciliar, se vive

con mucha nitidez en fraternidades monásticas o inspiradas en la espiritualidad

monástica como Taizé o San Egidio pero es herencia y patrimonio común de

toda la familia benedictina, una herencia que hemos de hacer fructificar. ¿Lo

hacemos? Hoy más que nunca es necesario también ir creando redes: redes en

las que puedan compartir, orar, apoyarse, ayudarse, ponerse en relación quienes

de una forma u otra, dentro y fuera de la iglesia trabajan por una humanización

de nuestra sociedad, por un mundo donde no quepan niños hambrientos, voces

silenciadas, inocentes bombardeados y mujeres lapidadas. Redes en las que

podamos orar, perseverar y alentarnos en nuestra búsqueda de una iglesia cada

vez más fiel al evangelio. La presencia entre nosotros en estos días de J..A.

Pagola, de J. Martín Velasco, la de tantos hombres y mujeres que desde hace

años dialogan desde la palabra o el silencio con la vida monástica, cruzan el

umbral de nuestras casas, salen a nuestro encuentro y nos enriquecen en este

diálogo ya es parte de esta dinámica. Entremos en la experiencia de la oración

que libera, de la palabra creadora de reconciliación desde la verdad, y de la

mirada que rompe ataduras, crea lazos y teje redes.

• Tener visión, encajar la realidad abriéndose al plan de Dios: San Benito tiene

visiones y estas experiencias hacen de él un hombre “con visión”.

Tiene una visión dura y dramática: ve “iglesias destruidas por la tormenta, y sus

edificios agotados por una larga ancianidad, yacer en tierra como grandes ruinas”. Ve

cómo su monasterio será destruido. De entrada es incapaz de encajarlo, le duele en lo

más vital. Pero no intenta engañarse a sí mismo, se abre al plan de Dios aunque no lo

entiende. No está exclusivamente centrado y obsesionado por la supervivencia de

Page 31: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

31

edificios e instituciones eclesiales y monásticas, aunque le afecta y le preocupa

profundamente, sino que está centrado en transmitir vida, en ofrecer a la iglesia y a los

hombres y mujeres de su tiempo cauces para que busquen a Dios de verdad, para que

caminen por las sendas del evangelio, para que no pongan nada por encima de Cristo,

para que busquen la paz y corran tras ella y desde allí sabe que lo mejor de su vida

florecerá. Sabe que la iglesia y los monjes también pueden encontrarse con momentos

históricos en que se vean pobres, pequeños, insignificantes, en que no sólo les toque

“mirar hacia abajo” sino que se les mire desde arriba. Y lo vive como un reto y una

oportunidad santa...Pidamos visión para centrarnos más en buscar a Dios y en ofrecer

vida y menos en nuestra supervivencia. Visión para asumir que también nuestras

comunidades pueden marchitarse. Visión para vivir este tiempo de pequeñez como un

reto y una oportunidad.

Al término de su vida Benito tiene una visión tierna y nostálgica. Ve por fin a

Escolástica: descubre a su hermana como mujer y a una mujer como hermana, como

compañera en la aventura de la fe. Casi hasta el final intenta controlar sus iniciativas,

encasillarlas en el marco de la ley, pero al fin la ve sin recelos, sin reticencias y pide ser

enterrado con ella cuando muera. En nuestras comunidades, se están dando pasos en

esta dirección: la creación de la CIB en el ámbito benedictino está siendo uno de estos

pasos pero todavía quedan muchos enfoques por cambiar, muchos pasos que dar... Ojalá

no los dejemos para después de morirnos.

La visión patriarcal que empequeñece a unas personas sólo por pertenecer a uno de los

géneros sigue presente en la mirada de muchos hombres -y también de las mujeres36

- en

la sociedad, en la iglesia y en nuestras comunidades. Pidamos visión para que hombres

y mujeres, desde la igualdad, nos veamos y actuemos como compañeros en la aventura

de la fe, para que en nuestras relaciones el poder de la justicia, del reconocimiento y del

afecto se imponga sobre el de las costumbres y de las normas.

Al final de su vida, san Benito tiene la gran visión del mundo en un rayo de luz... ha

aspirado con todo su ser a lo que veremos cuando crucemos el umbral y a la llamada

más honda que nos habita: ver el mundo cómo lo ve Dios, ver a los hombres como los

ve Dios: el pequeño y frágil planeta azul con sus moradores, el espacio infinito, el

inmenso deseo de Dios de ser todo en todos, su presencia discreta y oculta en medio de

nosotros hasta su manifestación plena. El hombre de la iluminación es el que ve la

presencia de Dios en todas las cosas y en cada persona y así es san Benito. Ha creado

una comunidad en que ha sabido ver a cada hermano con sus dones y su pobreza, su

dinamismo y su vulnerabilidad, ha hospedado en su casa a pobres y peregrinos y así, en

medio de aquellos encuentros, se le ha hecho presente el “dulce huésped del alma”. El

Espíritu Santo, el que es “padre de los pobres”, el que endereza a los débiles y hace

agacharse a los inflexibles, se ha hospedado en su corazón y ahora sólo le queda esperar

al “Huésped Supremo” que le lleve a la casa del Padre.

Pidamos al Padre, por la intercesión de san Benito esa luz y esa visión que nos

transforme y encienda en nosotros la llama de su amor, el deseo del encuentro definitivo

y pleno y la capacidad para rastrear las huellas de Cristo ya aquí y ahora.

36

Cf. Carmen Alborch. Malas. Rivalidades y complicidades entre mujeres, Madrid, 2002.

Page 32: LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOSsem-web.org/DOCUMENTOS/Lo que hagais.pdf1 LO QUE HAGAÍS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS... La Semana Monástica nos está invitando a emprender un

32

CONCLUSIÓN: EL MOSAICO DE RAVENA

En la basílica de Ravena, hay un mosaico, -probablemente realizado en vida

de san Benito- que representa la escena del juicio final. En medio, Cristo, un

pastor joven e imberbe de ojos inmensos vestido con una túnica púrpura: en el

mundo romano y bizantino la púrpura era la señal de la dignidad imperial, pero

es también el color de la sangre derramada, del cáliz que ha prometido no volver

a beber hasta acogernos en su reino. El color del vino en la copa de la Cena, de

la sangre que fluye por el costado abierto en la cruz. La mirada es intensa,

profunda, franca: mira de frente. No se ve el más mínimo atisbo de enojo pero sí

los ojos penetrantes de quien sondea y conoce el corazón humano de verdad y

hasta el fondo. Su mano derecha, vuelta hacia abajo, apunta hacia las ovejas:

muestra e invita. Está sentado y sus pies están apoyados sobre un trono que más

bien parece una roca excavada. A su lado un ángel vestido de rojo (el color

simboliza a los serafines) y otro de azul (símbolo de los querubines); uno parece

mirar hacia la derecha y el otro hacia la izquierda. Su mano derecha bendice y

advierte. Son dos, como los ángeles que, ante la tumba vacía, anunciaron a las

mujeres: “No está aquí, ha resucitado”, como los que en la Ascensión

reprendieron los discípulos diciéndoles: “¿Qué hacéis mirando al cielo?”. En el

lugar donde les corresponde un grupo de ovejas y de cabras. Las ovejas son

blancas pero de no de un blanco inmaculado e impoluto, no son ovejas

angelicales, son ovejas de verdad: se han manchado y se les ha pegado el polvo

del camino. Tampoco a nosotros se nos pide ningún tipo de angelismo sino ser

humanos/as de verdad. Al otro lado están las cabras, y tampoco son de un negro

azabache, sino más bien grises: en las vidas grises se cuela la “banalidad del

mal” como lo afirmaba la filósofa Hannah Arendt. Si miramos bien a ambos

grupos hay algo sorprendente. Contrariamente a lo que se podría esperar, las

ovejas tienen rasgos y posturas propias mientras que las cabras parecen clónicas.

Desde una visión estereotipada, esperaríamos unas ovejas gregarias y unas

cabras anárquicas. También esperaríamos ver serenidad en las ovejas y

desesperación en las cabras. Sin embargo a las ovejas se las ve en tensión, una

tensión que no tiene nada que ver con el nerviosismo, sino con la vigilancia del

amor, con el corazón en ascuas, con el gozo de la pascua. No sólo están ante el

pastor, junto al pastor sino que están vueltas hacia él. Las cabras tampoco están

lejos, ellas también están junto a él, pero no vueltas hacia él. No levantan

cabeza. Más que amedrentadas o aterrorizadas parecen abrumadas y pensativas,

un tanto cuaresmales. Entre cabras y ovejas no hay un muro, un dique o un

abismo (de hecho pueden verse unas a otras) sino un espacio libre y abierto:

precisamente aquel donde ha de situarse el espectador para ver el mosaico.

El espectador se descubre situado abajo y frente al pastor, ante su mirada,

en ese espacio abierto, donde puede moverse hacia uno u otro de ambos lados.

A cada uno de nosotros, a cada una de nosotras, a cada una de nuestras

comunidades, Cristo nos dice hoy: “Todavía estás a tiempo. Mira, déjate mirar,

conmuévete y muévete....”

Que él nos lleve a todos juntos a ser hombres y mujeres de mirada

contemplativa y amor activo.

Sor Mª Dolores Martín Trutet, osb

Monasterio de San Pelayo