Lo Que Somos / 0-21

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Prólogo Zero//Ed: Mi tiré de espaldas al suelo y cerré los ojos para que las gotas de lluvia no me lastimaran. También cerré mis puños, atrapando varias hebras de césped. Podía escuchar la lluvia rebotar arrítmicamente contra las ventanas del edificio a mis espaldas. A lo lejos, se escuchaba una canción con un ligero aire oriental, seguramente del grupo de baile. Arranqué el césped que había tomado con las manos y lo lancé, dejando que el viento lo guiase. Moví el pie, a ritmo con el compás de aquella lejana canción. La lluvia se sentía tan bien en mi piel, empapando mi uniforme escolar. Y sin embargo, no tenía frío. Ni siquiera escalofríos, ni siquiera un poco de frescura. Nunca sentía frío. Según la ciencia, el frío es la ausencia de calor. Qué problema. En ese caso al calor le encanta tener reuniones conmigo, y nunca está ausente. Sonreí. Supongo que a veces tiene sus ventajas. Pasé por lo menos una media hora en el suelo, tal vez más, sintiendo las gotas de lluvia empapar mi cuerpo, antes de que la lluvia amainara hasta convertirse en un leve goteo. Poco a poco, otros alumnos salieron a los jardines, cubriéndose con libros o mochilas. Desde mi posición, podía oír las conversaciones como suaves susurros ininteligibles. Amigos. Así se llamaban entre ellos. Eso no es amistad, lo aseguro. La amistad es cuando pones toda tu confianza en alguien, porque sabes que siempre estará allí y nunca te abandonará, pase lo que pase. No como lo hicieron conmigo. Dejaron de hablarme, me evitaban en los pasillos, nunca se sentaban junto a mí en clase. Desde que empezaron a sucederme cosas extrañas y… sobrenaturales. Ajá. Eso es. Sobrenatural. Eso es lo que soy. Sobrenatural, especial, único. Así me siento desde que todas esas cosas comenzaron: Hay veces que creo escuchar lo que la gente piensa, o hay veces que, si me concentro, muevo cosas sin tocarlas. Y el más reciente: Quemar. Sucedió hace casi tres años, durante el intermedio entre clase y clase. Como siempre, en el salón había un típico chico fortachón que se aprovechaba de los demás. Buscándoles pleitos a cada uno de mis compañeros, con su pequeño grupo de subordinados siguiéndole. Y tuvo la suerte de elegirme a mí. La “mala” suerte de elegirme a mí. Me tomó del cuello de la camisa y me obligó a levantarme. Me empujó contra la pared y comenzó a golpearme, por turnos, en el rostro y en el estómago. Cara, estómago, cara, estómago, cara, estómago… Bloqueo. La ira en mi interior parecía hervir cual magma. Y el magma busca salida, ¿no? Le tomé del brazo izquierdo y luego tiré de su camiseta. Todo sucedió tan rápido: Un poco de calor en mi mano y de pronto, su ropa incendiándose. No flama. No luz. Sólo calor. Poco a poco su uniforme se convirtió en cenizas. El pobre chico salió de la escuela con quemaduras de tercer grado.

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La gran historia grupal Lo Que Somos. Incluye prólogos y capítulos del 1 al 21. Sin formato ni corrección ortográfica.

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Prólogo Zero//Ed:

Mi tiré de espaldas al suelo y cerré los ojos para que las gotas de lluvia no me lastimaran. También cerré mis puños, atrapando varias hebras de césped. Podía escuchar la lluvia rebotar arrítmicamente contra las ventanas del edificio a mis espaldas. A lo lejos, se escuchaba una canción con un ligero aire oriental, seguramente del grupo de baile. Arranqué el césped que había tomado con las manos y lo lancé, dejando que el viento lo guiase.

Moví el pie, a ritmo con el compás de aquella lejana canción. La lluvia se sentía tan bien en mi piel, empapando mi uniforme escolar. Y sin embargo, no tenía frío. Ni siquiera escalofríos, ni siquiera un poco de frescura. Nunca sentía frío. Según la ciencia, el frío es la ausencia de calor. Qué problema. En ese caso al calor le encanta tener reuniones conmigo, y nunca está ausente.

Sonreí. Supongo que a veces tiene sus ventajas.

Pasé por lo menos una media hora en el suelo, tal vez más, sintiendo las gotas de lluvia empapar mi cuerpo, antes de que la lluvia amainara hasta convertirse en un leve goteo.

Poco a poco, otros alumnos salieron a los jardines, cubriéndose con libros o mochilas. Desde mi posición, podía oír las conversaciones como suaves susurros ininteligibles.

Amigos. Así se llamaban entre ellos. Eso no es amistad, lo aseguro. La amistad es cuando pones toda tu confianza en

alguien, porque sabes que siempre estará allí y nunca te abandonará, pase lo que pase.No como lo hicieron conmigo.Dejaron de hablarme, me evitaban en los pasillos, nunca se sentaban junto a mí en

clase. Desde que empezaron a sucederme cosas extrañas y… sobrenaturales.Ajá. Eso es. Sobrenatural. Eso es lo que soy. Sobrenatural, especial, único. Así me

siento desde que todas esas cosas comenzaron: Hay veces que creo escuchar lo que la gente piensa, o hay veces que, si me concentro, muevo cosas sin tocarlas.

Y el más reciente: Quemar.

Sucedió hace casi tres años, durante el intermedio entre clase y clase. Como siempre, en el salón había un típico chico fortachón que se aprovechaba de los demás. Buscándoles pleitos a cada uno de mis compañeros, con su pequeño grupo de subordinados siguiéndole. Y tuvo la suerte de elegirme a mí. La “mala” suerte de elegirme a mí.

Me tomó del cuello de la camisa y me obligó a levantarme. Me empujó contra la pared y comenzó a golpearme, por turnos, en el rostro y en el estómago. Cara, estómago, cara, estómago, cara, estómago… Bloqueo.

La ira en mi interior parecía hervir cual magma. Y el magma busca salida, ¿no? Le tomé del brazo izquierdo y luego tiré de su camiseta. Todo sucedió tan rápido: Un poco de calor en mi mano y de pronto, su ropa incendiándose.

No flama. No luz. Sólo calor. Poco a poco su uniforme se convirtió en cenizas. El pobre chico salió de la escuela con quemaduras de tercer grado.

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¿Y yo? Las reuniones padre—maestro no fueron nada, lo peor fue el rechazo de la gente.

Nadie me ha tocado desde aquél día.

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Prólogo Axelpower//Axel:

El ambiente en las gradas. El calor de la afición. Toda la ciudad unida, cantando una misma canción.

El Manchester United se había proclamado campeón de Europa tras un frenético final. A pesar de que el Bayern dominó durante prácticamente todo el partido, dos goles de Solskjaer, aquel joven convertido en leyenda, habían coronado a los Red Devils. El público saltaba de alegría cantando aquella mágica canción: "Gloory glory Man United. Gloory glory Man United. Glooory glory Man United, as the reds go marchin' on on on". Ancianos y jóvenes, negros y blancos, locales y visitantes. Todos se abrazaban sin distinción de raza, edad o ideología. Todos se abrazaban gracias al juego de un equipo que conmovió al mundo entero.

Y allí, perdido entre la multitud, estaba yo. Un joven aficionado, tan contento como un forofo más, cantando y saltando al ritmo de la victoria. Pero la realidad era muy distinta. Me había escapado de casa sólo para ir a ver ese partido, sin el consentimiento de mis padres ni la compañía de algún amigo.

Recorrí el trayecto entre Valencia y Barcelona subido en un coche que me recogió tras media hora de auto—stop. El conductor era un hombre que aparentaba estar al borde de la jubilación, pero que tenía más energías que la mayoría de los adolescentes. Estuvimos todo el camino hablando sobre el partido: las alineaciones, el estado de los jugadores, el equipo rival. Aunque en el fondo yo estaba preocupado, pensando en las consecuencias que mis actos tendrían.

Al llegar al campo, todo era una fiesta. Gente de todas las edades y nacionalidades esperaba impaciente el inicio del partido más importante de todo el año.

Pero ya había terminado todo. Y a pesar de que estaba contento por la victoria de mi equipo, no podía dejar de pensar en lo que iba a hacer ahora. No creía posible encontrar al mismo hombre que me había traído hasta aquí, y no tenía dinero suficiente para pasar la noche en un hotel. Y, mientras yo pensaba, mi móvil seguía vibrando en mi bolsillo. De nuevo eran mis padres. Según el teléfono, esa era la llamada perdida número trescientos veinticuatro, y las anteriores estaban hechas por el mismo número. La verdad, no me extrañaba. Había tenido una fuerte discusión con ellos esa misma mañana, puesto que se habían negado a dejarme venir a ver el partido, aún sabiendo que tenía la entrada desde hace meses. Pero mi hermano se había resfriado, y tenían que estar con él. Tras ponerme a gritar salí por la puerta de casa, dispuesto a vagar sin rumbo. Hasta que me di cuenta de que tenía la entrada en el bolsillo. En ese momento, y sin pensar, urdí aquel plan. Me iría yo solo a ver el partido, les gustara o no. Y así lo hice. Y ahora me arrepiento profundamente. Dejarme llevar por ese arrebato de rabia había provocado que me encontrara perdido en medio de Barcelona, a más de trescientos kilómetros de casa y sin un coche para recorrerlos.

Tras volver en mí mismo, miré a mi alrededor. Toda la gente había abandonado el estadio y para continuar la fiesta en las calles. Me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la entrada

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del estadio mientras me ponía los cascos para escuchar música. El melodioso ritmo de Afterlife, de Avenged Sevenfold, hacía que me calmara y me ayudaba a pensar mejor, al mismo tiempo que me recordaba mi situación, con frases que parecían hechas a solo para esta ocasión.

"I see a distant light, but girl this can't be right.Such a surreal place to see so how did this come to be,Arrived too early.

And when I think of all the places I just don't belong,I've come to grips with life and realize this is going too far."

"I don't belong here, I gotta move on dear escape from this afterlife.'Cause this time I'm right to move on and on, far away from here.Got nothing against you and surely I'll miss you.This place full of peace and light, and I'd hoped you might,Take me back inside, when the time is right."

"Loved ones back home all crying 'cause they're already missing me.I pray by the grace of God that there's somebody listening.Give me a chance to be that person I wanna be."

Continué escuchando música al abandonar el estadio, mientras observaba como la fiesta se apoderaba de las calles. Distraído, me dispuse a cruzar la carretera, sin poder ver lo que se me venía encima. Un coche conducido por un joven borracho, y que no parecía encontrarse lo suficientemente para frenar.

En ese momento se me pasó toda la vida por delante, como dicen que te pasa antes de morir. Eso hizo que supiera que había llegado mi hora. Supuse que sería un castigo que se me impuso por haber hecho preocuparse tanto a mis padres. Ellos fueron lo último en lo que pensé antes de que el coche se me echara encima: lo preocupados que estarían, sin saber nada de su hijo, que podría estar tanto en casa de un amigo como a trescientos kilómetros de distancia. Mi madre, llamando a la policía mientras mi padre daba vueltas por toda la ciudad buscándome, sumido en la desesperación. Ellos fueron lo último en que pensé, mientras una lágrima corría por mi mejilla. Entonces cerré los ojos, asumiendo mi destino.

Pero aunque estuve varios minutos con los ojos cerrados, no sentí como el coche me atropellaba. Tampoco sentía el murmullo de la gente, el sonido de los animales o el silbar del viento. Cuando los abrí, vi que todo se había detenido. El coche estaba frente a mí, parado, mientras la gente que celebraba la victoria continuaba quieta en la misma postura, sin moverse ni siquiera para pestañear. Y en medio de aquella multitud me encontraba yo, observando el detenido tiempo a mi alrededor.

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Prólogo de la Maestra de la Muerte//Camilla:

Todo empezó una tarde otoño. Yo estaba en el portón de mi casa escuchando música en mi mp4 cuando entonces un Holandés me hablo en su idioma. Me pregunto hacia donde estaba una calle, y yo le conteste en su idioma, como si fuera lo más normal del mundo. Llegué al instituto. No comprendí que era ese poder hasta que siempre sacaba buenas notas, dieces en Inglés, Francés... cuando casi siempre eran cincos raspados en Inglés. Me sorprendí mucho.

Pero lo otro... Fue un día en clase, en Educación Física. Estaba corriendo con mis compañeras. Una de ellas (mi enemiga de clase, la que siempre saca malas notas, etc.) Me dijo un comentario horrible, yo le cogí del brazo y le dije que se fuera. Ella, como una marioneta, se fue. Me quede boquiabierta. Nadie me dirigió la palabra durante semanas. Claro que no sabía porque me estaba pasando todo, me llamaban rara.

Una de mis pasiones son las motos, es decir, cosas de ingeniería. Pero la otra es el fuego. No se porque, pero me gusta. Yo creo que porque es libre o cosas así...Todo empezó hace cuatro años, cuando quemaron la casa de mi vecina. Sabía quien había sido, pero no dije nada. Nadie se preocupaba por mí, solo a la vecina que había perdido su casa. No lo comprendí bastante bien ¿Por qué algo inútil como una casa?...Entonces lo entendí. Desde entonces, aprendí a sonreír. La ingeniería fue por mi padre. Me pasaba tardes viendo arreglar coches de otras personas. Ahora arreglo mis propias motos. Ya es como una costumbre...un arreglo por aquí, otro por allá...

Ya me he acostumbrado a mis poderes, son bastante útiles como que te dejen salir por las noches hasta la hora que yo quiera, etc. Pero en realidad, me siento sola...¿Es algo común en una adolescente? ¿ O es Soledad de verdad?

Hoy, en medio de la calle, veo que casi todos están con alguien. Me extraña que yo sea solitaria...si no he hecho algo malo...

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Prólogo de Akane//Trinth:

Dicen que la fama da felicidad y satisfacción, pero cuando la vives desde dentro todo es diferente. Realmente disfruto cuando subo a un escenario, el animo de la gente, las luces, la música, mi voz...todo se une para formar una tarde inolvidable, especial cada vez. Luego, a la salida del concierto sonrisas, gritos de animo, autógrafo por aquí, regalo por allá. Menuda panda de hipócritas, ahora que soy una estrella juvenil me aceptan y apoyan, solo ahora.

Desde pequeña, siempre he tenido una memoria asombrosa, hasta tal punto que no necesitaba leer, solo con ojear rápidamente las hojas de un libro podía repetir su contenido con pelos y señales. El psicólogo decía que era superdotada, pero yo nunca lo vi así. Lo veía más como una maldición, ya que mi capacidad no hacía mas que distanciarme de mis compañeros de clase que solían envidiarme. A esto le añadimos el que siempre que conseguía amigos, teníamos que mudarnos o a mí me adelantaban cursos. Luego, por si fuera poco me descubrieron una enfermedad, como decía el médico, que consistía en una anómala regeneración de células y con ello una fascinante velocidad de curación. No fue una época muy bonita. Mis padres trabajan mucho y casi tenía que vivir sola en casa, aprendí a valerme por mí misma a muy temprana edad.

Con el tiempo me di cuenta de que la música era un arte que me llamaba mucho la atención y comencé a tomar clases de canto y guitarra. Como siempre, la teoría me resultó muy fácil de aprender, pero la practica era otra cosa, como me resultaba algo difícil me fui enganchando a ese mundo hundiéndome cada vez más. Y así siguió hasta que, una discográfica me descubrió y decidió tomar mi look del momento como mi futura tendencia musical, el punk, bajo el nombre de Trinth Kanahan . Me encontraron un grupo con el que tocar y hacer conciertos que poco a poco fueron tomando importancia.

Y aquí estoy ahora...en el camerino tras un concierto exitoso que disfruté al máximo. Agarré mi chaqueta de cuero negro y mis gafas rutinarias de sol, me despedí del grupo sin mucho ánimo y salí del establecimiento. La luna adornaba el cielo negro como mi ropa mientras el eco de mis pasos sobre los charcos de agua de lluvia acompañaban mi marcha al hotel que me habían asignado. Ya estaba cansada de que me llevaran hasta allí en coche, por eso salí antes del camerino.La calle parecía desierta a pesar de ser una cuidad muy movida, por ello había elegido caminar por las calles traseras y escondidas, ir por la principal podría traer problemas indeseados. Pero todo cambia cuando aparecen en mi camino dos hombres trajeados.—Anda, ¿tu no eres Trinth?—pregunta uno— Que casualidad, contigo debemos hablar nosotros.—Nos quedamos muy rascados cuando no pudimos contactar contigo ni antes, ni después del concierto—sonrió el otro— Tenemos que hacerte un par de preguntas...—Sabéis que no voy a decir nada sobre el tema de moda en la prensa rosa—respondí molesta con cara de pocos amigos.—Vamos, señorita Kanahan, si nos da la exclusiva le pagaremos bien.—No voy a daros la exclusiva porque no hay exclusiva que dar—me giré y comencé a caminar en dirección contraria casi corriendo.—Es nuestra oportunidad, está sola, sin guarda espaldas ni nada parecido.—Tienes razón, vamos.

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Los dos comenzaron a correr tras de mí. Las botas que llevaba no me permitían alcanzar mucha velocidad, así que giré en un callejón para descubrir con horror que no tenía salida. Cerré los ojos con fuerza y rabia y deseé escapar de allí. Entonces, una extraña sensación se apoderó de mi cuerpo y dejé de sentir el aire de la calle en mi cara, dejé de escuchar el sonido de los coches pasar. Abrí los ojos lentamente, me encontraba en mi habitación del hotel ¿Cómo había llegado a parar allí? Me acerqué a la ventana para observar el gentío correr de un lado para otro como si le fuera la vida en ella. Sonreí tristemente. Parece que estoy destinada a atraer las habilidades extrañas y sobrenaturales ¿Qué mas me deparará el destino?

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Prólogo Narrador//Simon:

Levanto la carta. La observó detenidamente y la vuelvo a esconder bajo mi mano. No muestro ninguna expresión. El jugador de mi izquierda me observa con mala cara, intentando adivinar mis cartas en mis ojos. Un fallo, ya que no ha logrado nada. Él no tiene nada de interés. El de mi derecha tiene un full, pero no es problema. Me preocupa el que está delante de mí.

El póker es un juego de estrategia, dramatización y probabilidad. Llevo años jugando, junto con muchos otros métodos de lograr dinero fácil. Mi tío me ha entrenado, desde lo de mi familia. Al principio aborrecía el juego. Ahora, es mi vida.

El de delante ha apostado la mitad de sus fichas. Está claro que nos quiere empujar a apostar todo lo que tenemos. Puede estar marcándose un farol enorme. Desde luego, huele a kilómetros. Pero también puede que no. La baraja tiene cuarenta y ocho cartas. Si recordamos que ha sido el último en ser repartido las cartas, mis probabilidades de ven reducidas a cinco entre treinta y tres. Eso es una entre seis y medio, mejor siete. Demasiado sencillo para mí. Huele a humo.

—¿Cuántas probabilidades creéis que hay de que ese tipo se esté marcando un farol? –pregunto yo, cogiendo mis cartas sobre la mesa. Los otros dos hombres se cruzan de hombros, sin saber qué decir. El del centro sonríe.

—Eso debes calcularlo tú, hijo.

—No me llame así, viejo. ¿Una entre cincuenta, tal vez?

—¿Cuántos faroles crees que me marcaría jugándome todo esto? –Preguntó él, señalando el montón de fichas—. Nadie sensato lo haría.

Es decir, mis probabilidades disminuyen.

—Es arriesgado –comento yo. Agarro todas mis fichas y las coloco en la zona de apuestas—. Será un bonito reto.

El hombre sonríe de nuevo y coge el resto de sus fichas, añadiéndolas al montón.

—Lo pongo todo, joven.

Los otros dos nos miran asustados. La cantidad que hay sobre la mesa es sumamente apetecible para ellos. El de mi derecha no tarda en apostarlo todo también, y el de mi izquierda, lo mismo. Pero ellos dan igual, el único que me importa es el de enfrente. Me ha lanzado un reto, un buen reto. Le miro fijamente a los ojos, sin apartar la mirada.

Las probabilidades me superan.

Quiero superar mi número.

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Muestro las cartas que tengo en mi mano, y dejo atónitos a los jugadores de mis lados: escalera de color. “Chúpate ésa”. Sonrío, pero el hombre no parece estar muy sorprendido. Muestra sus cartas, y maldigo en mis adentros. Otra escalera de color.

—Nos lo repartimos por igual –concluye el hombre, cogiendo la mitad de las fichas—. Un placer, joven.

Suspiro, tirado en la silla, y me levanto de ésta. Le cojo de la mano y le miro fijamente a los ojos, sin apartar la mirada.

—Buena partida –le felicito.

—Gracias. Lo cierto es que has sido un arduo rival. No es normal ver gente tan profesional siendo tan joven.

—Sí, bueno –miro a otro lado con una sonrisa, recordando lo excelente jugador que soy—. Aprendí del mejor.

—¿Cuántos años tienes, joven?

—Dieciocho –miento. Tengo diecisiete, pero en los casinos no me dejan entrar a mi edad—. Cumplidos en agosto.

—Así que hace poco que hace poco que frecuentas por aquí –pregunta él—. Te veo por aquí desde hace un par de semanas todas las noches, y casi siempre ganas. En todo. Se ve que eres un muchacho con suerte.

—Bueno, hay grandes probabilidades de ganar en los casinos –comento yo—. No lo llamaría suerte.

El hombre me sonrió, y afirmó levemente con la cabeza, Observé mi reloj y comprobé que ya iba siendo hora de volver a casa con el dinero ganado.

—Bueno, si no le importa, tengo una cita –le anuncio—. Espero volver a verle, señor…

—Sketto. ¿Y usted es…?

—Simon Laplace.

—¡Ja! Buen nombre artístico, sí señor –rió él—. Debe ser por eso de “cuántas probabilidades creéis que hay de”, ¿verdad? Lo has estado mencionando toda la partida.

—Sí, tal vez sea por eso—sonrío de nuevo—. Bueno, espero volver a verle, Sketto. No me falle.

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—No lo haré –contesta él, con una nueva sonrisa. Le doy la espalda, cojo mis fichas y voy hacia la zona de canjeo, a lograr mi pasta. Y mientras me dirijo hacia allí, pienso en la partida y en la conversación.

No debo volver a este casino.

Ese hombre es de seguridad, posiblemente sepa mi auténtica edad. Las probabilidades de que venga mañana y me arresten son muy altas, y sé lo que significa. Mi tío y yo debemos largarnos de la ciudad, ir a otra con casino. Un lugar alejado donde pueda ganar tranquilo a todo el mundo. Mientras pueda jugar, estaré tranquilo. Lo demás me da igual. Soy un ludópata, lo sé, tengo un problema con el juego. Pero me da igual, porque yo casi siempre gano. Y cuanto más gano, más mejoro mis poderes.

No sé desde cuándo los tengo. Pero mi tío los vio. Él lo llama “suerte”. Yo, probabilidad. Y por eso mi nombre artístico, guardando únicamente mi nombre de pila, Simon. Puedo manejar la probabilidad a mi antojo. Al principio sólo lo lograba con una moneda, eligiendo siempre el resultado, pero ahora soy capaz de decidir hasta el resultado exacto de tres dados a la vez. Y me encanta hacerlo. Manejar el juego, la emoción. Esto me convierte en mi propio Dios. El Dios del juego.

Y en mi mundo, Dios no existe.

Sólo yo.

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Prólogo Lex//Lucios/Osdark:

Sobrevolaba ágilmente la ciudad portuaria. En ese momento entendí que nada iba a cambiar nunca. Mis alas aparecidas de la nada, tras aquel secuestro. Hace unos...seis años, me secuestraron un grupo de personas que supuestamente experimentaron conmigo. Tras esto, no recuerdo nada de mi pasado. Solo a mi madre. También hay ciertas secuelas, mis alas bicolor, y Osdark, la persona que habita dentro de mi desde que "nací".

Tras ser el centro de atencion de aquel lugar por volar como si se tratara de darle una patada a una piedra, me volvió a dominar...

—¿Que pasa Lucios?, cuando harás que nos separen, a mi tampoco me gusta estar en este cuerpo asqueroso— me dijo Osdark a su propio cuerpo.

—Aun no encontré la forma...dame tiempo. Yo también quiero separarme de ti, no es agradable estar contigo.— conteste desde dentro de el.

Sobrevolamos de nuevo la ciudad en dirección a otra ciudad, quizá ahí alguien pueda ayudarme...ayudarnos.

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Prólogo de Choco_fan//Flora:

—Perfecto, y ahora... no te muevas... – Dije para mí misma. Pulsé el boton de disparar y salió un potente flash. El pájaro, asustado, salió volando rápidamente, escapando de la luz que lo había cegado. Me maldije a mí misma por haber olvidado desactivar el flash de la cámara. Sacudí la cabeza, sonreí y seguí andando en busca de una buena foto.El bosque no era muy oscuro. El sol se filtraba entre las ojas de los espesos árboles que habían florecido. El césped era de un color verde intenso donde brotaban pequeñas flores de diferentes colores. Por un momento, decidí olvidar el trabajo de ciencias y simplemente decidí dejarme llevar por la brisa que corría. Llegué a un claro donde había un pequeño lago en medio. Me agaché y miré en las aguas. Vi mi rostro reflejado: Tenía los cabellos largos alborotados y mi vestido azul se movía ágilmente. Me sujeté el sombrero con cuidado.“A por ella” Escuché en mi mente. En un acto reflejo, me agaché y me puse las manos en la cabeza. Vi cómo Reno pasaba a través mío y caía al agua. Asustada, me levanté y le miré con horror. Vi como él salía del agua y miraba en todas partes. Pero, ¿es que no me veía?. Me miré en el agua, pero no vi mi reflejo. Asustada, eché a correr, abandonando a Reno e intentando olvidar aquella pesadilla.

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Capítulo 1

Ed cerró la puerta y le puso cerrojo con su llave. Se la guardó en el bolsillo, se giró y comenzó a caminar por la calle. Por lo que se podía ver, hacia frío, pero él no sentía ningún cambio en la temperatura. Todo a su alrededor estaba cubierto por niebla, una niebla espesa que no le dejaba ver a más de dos metros delante de sí mismo.

Aquellos días le encantaban. Podías excluirte, mientras sólo veías los faros de los autos. Caminar lentamente, sin preocupaciones (a excepción de los obstáculos en el camino). Sentir la fría brisa rozar tu piel y entrar a tus pulmones de una manera...

Ed detuvo sus pensamientos al sentir una mano masculina palpar su trasero. Instintivamente, dio un salto hacia adelante para después cruzar la calle, alejándose de lo que pensaba era un homosexual reprimido.

—Maldito maricón…Siguió caminando, ahora mucho más atento a su alrededor. De nuevo sintió la mano

de aquél individuo.—¡¡Cabrón!! —Ed se giró y le dio una patada en el pecho, haciéndolo caer al suelo.

Lo tomó del cuello de la camisa y se subió encima de él, bloqueándole. Sentía como el fuego quería escapar por sus manos, pero intentó guardarlo por si el hombre intentaba algo.

Por favor, no me golpees. Necesito dinero para mi familia. Dios, ¿por qué me mandas males sobre males?

Era joven. Probablemente tenía unos veinticinco años. Una barba de varios días remarcaba la humildad que reflejaba su rostro. Probablemente había formado su familia a corta edad, teniendo que dejar de lado los estudios.

—(Así que es eso) —pensó Ed, prestándole más atención al familiar peso en su bolsillo trasero. El tipo sólo quería su billetera. Lentamente, Ed le soltó y se puso de pie, mientras pensaba—: (Eso sí es caer bajo, amigo.)

—Déjame en paz. Tengo que ir a trabajar.—¿Trabajar? —pensó el hombre, en voz alta, mientras se ponía de pie.La táctica de Ed había funcionado. Amplificó su radio de lectura y comenzó a

concentrarse en cada persona. Finalmente encontró una oportunidad. Recordó la imagen y la plasmó en la mente del hombre, sin que éste lo notara. Si funcionaba como lo había hecho ya tantas veces, el individuo pensaría que estaba recordando.

—A dos calles de aquí. Un restaurante de comida italiana. Necesitamos un mesero, por cierto. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a otro lado primero.

Tal y como había planeado, el hombre dio la vuelta y comenzó a correr rumbo al establecimiento.

Se sintió un poco sucio por haber ayudado a un desconocido. Pero luego no le dio importancia y continuó su camino hacia el colegio.

Ed llegó a la familiar puerta que cruzaba todos los días, a excepción de los fines de semana, por supuesto. El guardia le dejó pasar, saludándole con un <Buen día, joven>. El chico no respondió y caminó rumbo a su salón de clases. Un hombre trajeado, con un sombrero de copa, iba saliendo de la sala de Administración. En cuanto pasó a su lado, a Ed le llegó un fuerte olor a huevo podrido.

Mientras se tapaba la nariz, no notó que el hombre dejó caer una pequeña esfera en su mochila.

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—La Revolución Bolchevique.—Correcto, puedes sentarte.Ed miraba por la ventana, escuchando la clase de historia, pero sin prestarle

atención. En su cuaderno, en lugar de apuntes, había varios garabatos amontonados. Entre ellos, había un ave posada en un árbol (cabe decir que con muy mala anatomía), varias flamas danzantes y varias figuras sin sentido. La profesora detuvo su monótono discurso para acercarse a revisar los cuadernos de cada uno de los alumnos.

Ed se quedó mirando por la ventana, haciendo caso omiso a todo su entorno. La profesora se acercó a su banca, exigiendo los apuntes. En sí, la pobre señora era fea. De color, con encías enormes, anteojos más grandes que su cabeza, pelo rizado y grasoso: Era una réplica del famoso jugador de fútbol, Ronaldinho, pero con gafas.

—Tus apuntes.—No tengo.—¿Qué es eso? —preguntó, señalando al cuaderno de Ed—Dibujos. ¿No están bien sus anteojos?El rostro de la profesora mostró una mueca de furia. Levantó a Ed, tomándole del

hombro y expresó:—Ven acá, muchacho. Iremos con la directora para ver qué opina de tu

comportamiento.

Ed se tiró de espaldas en el césped, tal y como siempre lo hacía. Presionó el reporte de mala conducta con el puño. Dejó que el calor fluyera, chamuscando la hoja. La dejó caer en el césped y echó varios papeles inservibles, que provocaron una llama natural.

—Hace tiempo que no limpio esta mochila —se dijo a sí mismo, sacando varias hojas sucias y arrugadas, y lanzándolas al fuego.

—¿Uh? ¿Y esto? —sintió una pequeña esfera en el fondo de la mochila. La sacó de ésta y la observó detenidamente.

Parecía una de las canicas con la que los niños jugaban. Era completamente transparente, excepto en un trozo que llevaba un signo grabado. Si lo observabas bien, daba la impresión de ser un tridente ondulado.

—Me preguntó si el vidrio arde…Ed lo lanzó al fuego, que ya había crecido para haber comenzado con una simple

hoja de papel. En cuanto la esfera hizo contacto, la llama se levantó por lo menos dos metros. La canica comenzó a brillar, y a soltar chispas.

—Esto no es bueno —se dijo Ed, mientras se iba corriendo. Cuando ya llevaba un poco de ventaja, giró la cabeza para ver lo que estaba

sucediendo.La escuela estaba en llamas y una brillante criatura se acercaba de manera

alarmante.

Capítulo 2:

—Un poco más traviesa, Trinth —ordenó el fotógrafo—. Necesitas más expresión, estás muy apagada. ¿Señorita Kanahan? —¿Eh...? —¿Se encuentra bien? Está como ida —preguntó, preocupado. —Sí... No te preocupes. Es sólo que anoche no dormí muy bien —contestó ella,

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pesadamente. —Sí, ya me enteré de tu aventura por las calles. No deberías salir más veces sola por la noche —recordó el fotógrafo, ocultándose nuevamente tras su cámara —¿Qué más da? —la joven se encogió de hombros, volviendo a su pose para la foto. —Vale... Tomaremos un descanso, ¿sí? —sugirió el fotógrafo al ver la falta de expresión de la joven—. Llevamos ya un rato aquí. Quince minutos. Trinth asintió y bajó del escenario, esquivando la guitarra eléctrica de cartón y el decorado punk del mismo. Se acercó al catering, tomó una manzana de color rojo intenso y le pegó un mordisco mientras observaba por la ventana la ciudad desde la cuarta planta de aquel edificio. Sin saber muy bien el porqué, tuvo curiosidad por la propia ciudad a la que hacía tiempo que no visitaba. Miró a su alrededor, y comenzó a caminar hacia el ascensor con cautela. —¿A dónde va, señorita Kanahan? —le preguntó uno de vigilantes. —Al baño de la planta baja —respondió ella, mientras llamaba al ascensor con tranquilidad. El ascensor llegó rápidamente y ella entró despidiéndose del vigilante con una sonrisa. Al cerrarse las puertas, su expresión cambió totalmente. Se concentró y en cuestión de segundos se encontraba en una de las calles ocultas de la ciudad. Sonrió orgullosamente. —Parece que este nuevo poder me será muy útil —pensó para sí misma mientras caminaba para salir de la calle. Sacó sus gafas de sol del bolsillo trasero de sus pantalones oscuros llenos de cadenas y parches con patas desigualadas, y se soltó el pelo que ese día llevaba largo y totalmente liso con tintes negros y tonos azulados. Caminó por las calles a paso tranquilo, disfrutando del movimiento y el bullicio de la gente. Todo iba bien, hasta que al doblar una esquina tuvo un mal presentimiento: En el ambiente había un aroma extraño. Siguió ese presentimiento hasta las afueras de la ciudad, rumbo a su vieja escuela, a donde acudía cuando no tenía un profesor que le daba clases en casa. —¿Pero qué demonios....? —se quitó las gafas poco a poco para terminar de creerse lo que estaba viendo. Un monstruo gigante con forma de grifo en llamas amenazaba las paredes de la escuela. Trinth no se lo pensó dos veces, y se concentró para aparecer en las puertas del edificio. El humo apenas le dejaba entrever el interior del edificio, los ojos le lloraban y no podía evitar toser. A duras penas consiguió volver a ponerse las gafas nuevamente para protegerse levemente. Una mano se posó sobre su hombro cuando se dispuso a entrar en el lugar; se giró molesta. El joven Ed, la miró con preocupación. —No te aconsejaría que entraras ahí. El humo te hará daño y no hablemos de si te rozan las llamas. Extrañamente, el joven estaba bastante tranquilo a pesar de la catástrofe que estaba sufriendo lo que parecía su escuela. —¿No piensas ayudar a tus compañeros? —preguntó ella nerviosa. El joven se encogió de hombros mostrando que realmente le daba igual. El cuerpo de Trinth tembló de rabia, se liberó del chico y entró en la escuela, poniéndose el brazo delante de la nariz para no inhalar humo. Encontró a un grupo de tres chicas tosiendo, unidas en el suelo, pegadas a una pared. Trinth no supo si alegrarse o entristecerse al reconocer a la que había llegado a ser una de sus mejores amigas. Se agachó para ayudarlas a levantarse con dificultad. El joven de la puerta volvió a aparecer a su lado y la ayudó también a sacar a las chicas, siempre manteniendo su pose tranquila a la que parecía no afectarle el calor de las

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llamas ni el humo.

Entre los dos consiguieron sacar a la tres jóvenes, que se encontraban aturdidas. Así que las dejaron sobre la hierba. Trinth levantó la mirada y observó las cercanías de la escuela; no muy lejos vio la solución al problema. Sonrió levemente. —¿Me ayudarás a alejarlo de aquí? —le preguntó al joven sin mirarlo. —¿Qué? —Lo llevaremos hasta allí —dijo, señalando hacia un río no muy lejano—. Será perfecto para al menos bajarle los humos. Ed rió levemente ante la casualidad del dicho con la situación. —El problema es como llevarlo hasta allí... —pensó la joven en voz alta mientras se llevaba una mano a la cabeza mirando a la bestia. —De eso puedo encargarme yo... Digamos que se me da bien el fuego —sonrió Ed. —Ajam... —respondió ella no muy convencida—. Entonces vamos —le agarró del brazo y se concentró cerrando los ojos.

Cuando los abrió hacía un calor terrible, casi le quemaba la cara. Se encontraban a una distancia prudencial del monstruo. —¿¡Cómo has hecho eso?! —Sabía que funcionaría —sonrió Trinth orgullosamente—. Ed asintió y, concentrándose mucho, formó una bola de fuego que lanzó a lo que parecía la cabeza del enorme grifo. Este se giró y miro hacia la procedencia del proyectil. Chilló agudamente, haciendo que los jóvenes se taparan los oídos, y comenzó a darse la vuelta para perseguir a los dos chicos. —Vale...ahora viene la parte más complicada... —¿Correr?—preguntó Ed con tranquilidad, aunque un poco sorprendido en el interior, ya que era su primera vez creando una bola de fuego.Trinth lo volvió a agarrar del brazo y se teletransportaron a unos metros del monstruo, el cual siguió intentando alcanzarles con pasos gigantescos que, si no fuera por el teletransporte de Trinth, les hubieran dado alcance enseguida.

Poco a poco lo llevaron hasta el río sin que casi se diera cuenta, pero cuando sólo faltaban unos metros, el grifo llameante desapareció sin dejar rastro, como si nunca hubiera estado allí. —¡¿Pero qué demonios...?! —murmuró Trinth quitándose las gafas nuevamente. De repente, un fuerte olor a huevo podrido inundó la zona. Los jóvenes se giraron y a la orilla del río contemplaron a un extraño hombre de gabardina que los miraba fijamente. Antes de que los chicos pudieran decir nada, el hombre levantó una mano y todo se volvió totalmente negro.

Cuando pudieron recobrar el sentido, ya no estaban junto al río. No estaban cerca de la escuela. —¡¿Dónde leches estamos?! —preguntó nerviosa Trinth.

Capítulo 3:

—¡¿Donde leches estamos?! —preguntó nerviosa Trinth

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Después de aquel extraño ataque, habían aparecido en un lugar completamente desconocido para ellos. Aparentaba ser un jardín, puesto que una fina capa de hierba cubría el suelo, mientras que una tira de vivos árboles se extendía a los dos lados del césped hasta donde la vista alcanzaba.

Trinth se levantó y, tras quitarse el polvo de encima, se dirigió hacia los árboles, dispuesta a examinarlos. Tras acercarse bien, pudo observar que tras ellos había un sólido muro de hormigón, lo suficientemente alto como para que nadie con una capacidad física normal fuera capaz de saltarlo. Después comentó, dirigiéndose hacia Ed:

—Creo que tengo una mínima idea de dónde estamos. —¿Ah, sí? Pues mira qué bien —respondió éste, despreocupado. Se había tumbado sobre la hierba y se encontraba observando las nubes, sin poner atención a lo que su compañera hacía —¿Sabes? Lo normal sería que te interesaras un poco por tu situación. —¿Y cuál es mi situación? —dijo con la misma tranquilidad que antes. —Estás encerrado en el jardín de un chalet —respondió Trinth fríamente. Al oír eso, Ed levantó el torso, mostrando por fin algo de interés, a pesar de que seguía sentado: —¿Un chalet? ¿Cómo lo sabes? —Si te fijas un poco podrás comprobar que estas plantas no han sido cuidadas naturalmente, sino que reciben abono y se les riega periódicamente. Además, tras los árboles hay un muro que limita el terreno, y este césped es lo suficientemente corto como para saber que lo ha segado hace poco un jardinero. —Qué observadora eres. —Son las características típicas de un jardín cuidado de modo no-natural. El de mi casa está en un estado parecido. —Pues si estamos en el jardín de un chalet, debe de haber un chalet. —¿En serio? ¡Qué inteligente eres! —dijo Trinth, poniéndose sarcástica. —Si tenemos que estar encerrados podrías poner un poco de tu parte para que la convivencia fuera más fácil. —Tú no lo has hecho hasta ahora, ¿por qué tendría que hacerlo yo? —Está bien, admito mi error. Empecemos con las presentaciones. Yo me llamo Edward. Pero prefiero Ed —dijo mientras le tendía la mano. —Yo soy Trinth —respondió la chica, aunque no devolvió el gesto—. Ahora, empecemos a buscar la casa. Tal vez allí averigüemos dónde hemos ido a parar. —¿Y por dónde empezamos? —Te recuerdo que uno de mis poderes es la teletransportación. Dame la mano.

Ed obedeció sin rechistar, mientras la chica miraba hacia adelante, concentrada. Pero no ocurrió nada. Trinth, sin darse por vencida, arrugó la frente y apretó los dientes, intentando hacer más fuerza. Aún así, no logró teletransportarse.

—¿Ocurre algo? —preguntó Ed.—No sé por qué, pero no puedo teletransportarme. De todos modos, este jardín debe de tener alguna parte que comunique con la casa. Si recorremos todo el césped seguro que la encontramos.

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Trinth se puso a caminar hacia donde el único camino existente la llevaba, a pesar de no saber exactamente en qué sitio podía acabar. Tras unos pasos giró la cabeza, para darse cuenta de que Ed se había vuelto a tumbar en el césped.

—¿No vienes? —preguntó Trinth

Ed no contestó, sino que siguió mirando al cielo, pensativo.

—Hoooolaaaa —insistió—. ¿Me has oído?

Tras un corto silencio, el chico se levantó, murmurando en voz baja:

— Sinceramente, no tengo nada mejor que hacer.

La extensión de aquel sitio hacía que pareciera más una selva que un jardín particular, puesto que tras diez minutos de caminata seguían sin poder encontrar ningún rastro de que hubiera vida humana cerca.

—¿Estás segura de que esto es un jardín? Yo creo que es demasiado grande para ello —comentó Ed, que parecía al borde de la desesperación. —Desde luego enorme es, pero sigo confiando en lo que dije. Y ahora además puedo añadir que ya no queda mucho para llegar. —¿Cómo puedes saberlo? —Sólo tengo que comparar el estado de la vegetación que hay aquí con la que hay en mi casa. Cuando más nos acercamos a la casa más similitudes encuentro. Y tal y como está el césped sobre el que nos encontramos... deben de quedarnos unos seis minutos a pie. —Cada vez me asombras más. ¿Pero cómo puedes estar tan segura de cómo es tu jardín? —Tengo muy buena memoria. Fotográfica, mejor dicho. Es uno de mis poderes. —Aaaaaah... —dijo Ed, medio asombrado medio indiferente—. Hablando de poderes, no me has dicho cuáles son los tuyos. Aparte de la memoria y la teletransportación. —¿Mis poderes? Son todos defensivos. Tengo: memoria fotográfica y la teletransportación, como ya sabes, pero además tengo el poder de regenerarme a mí misma.—¿Autocuración? —Exactamente. ¿Y los tuyos, cuáles son? —dijo Trinth dirigiéndose a Ed. —A mí me pasa lo contrario que a ti: mis poderes son ofensivos casi en su totalidad. Tengo la capacidad de leer la mente y control sobre el fuego —¿Control sobre el fuego?—preguntó la chica, asombrada.— ¿Y porqué no detuviste el incendio en el colegio? —Aún no domino muy bien ese poder, especialmente cuando se trata de parar el calor, no de hacerle crecer. Sólo he logrado crear llamas una vez, de hecho. Y algo parecido me pasa con lo de leer la mente. Controlo su funcionamiento una vez activado, pero no consigo controlar su activación.

Trinth no dijo nada, sino que siguió caminando por el jardín, provocando un incómodo silencio. Ed la siguió, hasta que, seis minutos después de la predicción de la joven, un gran chalet se vislumbró en el horizonte. En ese momento ésta miró su reloj, y murmuró triunfante:

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—Seis minutos exactos.

Se acercaron a aquella misteriosa casa. Al igual que el jardín, era enorme, y parecía más una mansión que un simple chalet. Tres filas de ventanas se extendían a lo largo de una fachada de color dorado, que aumentaba la sensación de derroche monetario. En el centro, una enorme puerta negra, que superaría los veinte metros de altura, sobre la cual se encontraba la ventana más grande de toda la casa. Era casi tan grande como la puerta, y tenía dos brillantes cortinas de color carmesí que decoraban los lados. Trinth se quedó mirándola fijamente, lo que llamó la atención de Ed:

—¿Ocurre algo? —preguntó.—Sé que es muy típico, pero... me pareció ver a alguien en la ventana. —Mejor. Eso quiere decir que hay alguien en la casa. Y seguro que ese alguien nos puede indicar dónde estamos y cómo salir de aquí. Venga, vamos—dijo Ed, mostrando por primera vez algo de entusiasmo.

Los dos se acercaron a la puerta, a pesar de que, por culpa del gran tamaño de la casa, se encontraba bastante lejos. Tras unos instantes de caminata, Trinth rompió el silencio:

—Ahora que lo pienso, antes no me has dicho cómo conseguiste tus poderes. —La verdad es que no tengo ni idea... Un buen día se activaron y punto. —¿En serio? A mí me pasó lo mismo. ¿Crees que puede ser una casualidad? —No tengo ni idea... Dejemos eso ahora y entremos.

La conversación consiguió que, casi sin darse cuenta, hubieran llegado hasta la puerta de entrada. Trinth se acercó a ella dispuesta a llamar, cuando vio que esta estaba abierta. Aún sabiendo que podía meterse en un lío, la curiosidad pudo con ella, y se metió dentro de la casa.

—¿Hola? ¿Hay alguien? —preguntó la chica.

Nadie respondió a su pregunta, así que continuó adentrándose seguida de Ed, que también se extrañó.

—¿No decías que habías visto a alguien en la ventana? Además, si la puerta estaba abierta significa que debe de haber alg... ¡¡AARGHH!!

Ed soltó un desgarrador grito de dolor. A pesar de que se estaba explorando la casa, de pronto apareció encadenado a una silla junto a Trinth, que se encontraba en la misma situación que él. Además, ya no se encontraban en el recibidor, sino en una habitación que parecía ser el dormitorio principal. La pared estaba revestida con una capa de pintura dorada que daba la impresión de que a su propietario le sobraba el dinero. Una cara alfombra persa de color carmesí adornaba el suelo, y unos muebles de madera la acompañaban. Frente a ellos, se encontraba una enorme cama de color rojo sangre, con la imagen de un demonio cosida a mano en ella.

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—¿Qué demonios nos ha pasado?—gritó, sorprendido—. Trinth, ¿quién nos ha hecho esto?

—He sido yo —dijo una voz desconocida antes de que a la chica le diera tiempo a reaccionar.

En el borde de la cama había aparecido un chico de más o menos la misma edad que ellos dos, vestido con vaqueros y una camisa parecida a la cama: de color rojo sangre y con un demonio estampado en ella. Estaba observándolos fijamente, con una expresión de rabia en su rostro.

—¿Y se puede saber qué coño quieres de nosotros?—exclamó Trinth enfurecida.—¿Yo? No me hagas reír—dijo el chico con aires de superioridad—. La pregunta es: ¿qué coño queréis vosotros? Que sepáis que no tengo joyas, y que no sé la combinación de la caja fuerte. Además, tampoco os daría nada.—¡No somos ladrones!—gritó la chica.—Venga ya, no me hagas reír. Aparecéis de la nada, os coláis en mi casa, ¿y aún así dices que no sois ladrones? Eso no te lo crees ni tú. Seguro que incluso lleváis armas.

Entonces se dirigió hacia las sillas a las que los jóvenes se encontraban encadenados y se agachó, dispuesto a examinarlos. Empezó a palpar los bolsillos de Ed, quien intentaba escapar realizando movimientos bruscos cuando, de repente, oyó una voz dentro de su cabeza, parecida a la del secuestrador:

—Pobre iluso... No va a conseguir nada dando golpes. —¡Eso es lo que tú te crees, estúpido! ¡Suéltame y verás!—contestó Ed, mentalmente.

Entonces aquel misterioso chico pegó un salto y se alejó de él, asustado.

—¿Cómo has hecho eso?—preguntó con voz temblorosa. —¿A qué te refieres?—respondió Ed anonadado. —¡Me has leído la mente! No será que... ¿vosotros también tenéis poderes? —¿Como que también? ¿Tú tienes poderes? —Responde a mi pregunta primero. —Sí, tenemos poderes —se adelantó Trinth—. Y no somos ningunos ladrones. —¿Y entonces qué hacéis aquí? —Un hombre extraño nos teletransportó, y nos colamos en tu casa para buscar ayuda y averiguar dónde estamos. No tenemos ni idea de lo que pasó. —Vaya... Lo siento mucho. Aceptad mis disculpas—dijo arrepentido el anfitrión. —Disculpas aceptadas. Pero ahora desáta...—antes de que pudiera terminar la frase, ella y Ed se encontraban libres de cualquier tipo de atadura. —Ya está.—Deja que lo adivine...—dijo Ed—. Tu poder es la supervelocidad. —Casi, pero no. Controlo el tiempo. Lo he detenido, os he desatado y lo he vuelto a poner en marcha. Y os capturé del mismo modo. Por cierto, no nos hemos presentado. Me llamo Axel. —Un gusto. Yo soy Ed.

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—Y yo Trinth. —Encantado de conoceros. Venid, os llevaré al salón. Allí estaremos mejor.

Los dos invitados se levantaron de su silla y salieron de la habitación, acompañados por Axel. Mientras tanto, cerca de la casa, un hombre trajeado, con gafas de sol y sombrero de copa, lanzaba al aire una canica.

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Capítulo 4:

—¿Entonces tú eres una famosa cantante de Punk? —Que sí... Ya te lo he contestado dos veces —contestó Trinth, cansadamente—. ¿Y tú qué haces aquí, Axel? —Bueno, se puede decir que me escape de casa —Axel miró hacia otro lado. Acto seguido, miró hacia Ed—: ¿Y tú? —Voy al instituto —contestó, simplemente, sin hacer mucho caso a la conversación. —¿Y vosotros tenéis novios?— preguntó Axel, algo picarón.—¡¡No!! —saltó Trinth—...Y por el momento no quiero tener —Vaya, qué pena. Seguro que eres de esas chicas que a las que no le gusta el fútbol —Axel suspiró. Luego se dirigió a Ed—: Tú no has dicho nada...—No, no tengo —contestó un poco antes de que Axel terminara la frase. Axel enceró la ceja. Trinth tosió para ver si se aligeraba la situación.

—¿Y cuáles son tus aficiones? —pregunto ésta, intentando que no hubiera pelea entre ellos —La música y el fútbol, sobre todo el fútbol. Me encanta el Manchester United. —Ah —contestó ésta, ya que de fútbol sabía poco—. A mí también me gusta la música y aprender cosas nuevas —¿Y a ti? —preguntó Axel a Ed, sin intentar ocultar que estaba algo cabreado con él. —Observar el cielo —dijo éste, mirando hacia arriba.

—Oye, ¿y si vamos a...? —empezó a decir Trinth, pero de repente se calló. —¿Qué pasa...? —preguntó Axel con cara de no entender lo que ocurría.

Un olor recorrió el lugar. Un olor casi insoportable, como a huevo podrido. Los tres se taparon la cara, el olor cada vez se hacía más fuerte. Un hombre trajeado con gafas y sombrero se acercaba al lugar donde se encontraban los chicos. Ed se quedó helado. Trinth se quedó con la boca abierta y Axel miró a las tres personas sin entender nada.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Por qué nos sigues? —preguntó como una loca. Al ver que éste no contestaba, siguió preguntando— ¿Por qué tenemos estos poderes? ¡Contéstame! El hombre no contestaba. Sólo se acercaba a los tres de una manera sombría, algo que dejó Ed y Trinth con cara de desconcierto. Trinth, ya nerviosa, cogió una silla de jardín y se lanzó al hombre. Éste la esquivó sin problemas, cosa que hizo que Axel y Trinth se sorprendieran hasta tal punto que se quedaron con la boca abierta.

—¡Ahora te vas a enterar! —dijo Axel, después de recobrarse de la sorpresa— ¡Párate, tiempo! De repente, Trinth, Ed y todo lo de alrededor se congeló. Pero el hombre que olía a huevo podrido no. Éste, se acercó a Axel y le dio un golpe en el pecho, que lo lanzó hacía atrás, hacia una cerca que había en el lugar.

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—Serás...

Axel desactivó su poder, haciendo que Trinth se sorprendiera y fuese a ayudarle. Ed se acercó al hombre, pero no parecía tener intenciones de atacarle. Señaló y aclaró:

—Yo te he visto antes —dijo éste, sin parecer estar enfadado con él—. Tú me colocaste una canica en mi mochila.

El individuo, mirando a los tres, empezó a hablar con voz rasposa, casi inconfundible,:

—Claro que fui yo. No me he presentado. Me llamo “Nameless” Trinth se dio cuenta que su nombre en ingles significaba “Sin nombre”, por lo que le dijo a Ed :

—¡No confíes en alguien que nos ha herido! —empezó a decir—¡Y tampoco quiere decir su nombre real!

Ed, sin embargo, empezó a reír. Axel y la chica le miraron con cara de sorpresa, ya que nunca lo habían visto, en lo poco que lo habían conocido, en esa faceta.

—Yo jamás he confiado en nadie— le dijo, con voz sombría. Luego se dirigió a Nameless— ¿Qué es lo que quieres de nosotros?

Éste lo miró, ambos cruzaron las miradas. Pero el hombre, sin contestar a la pregunta, respondió:

—Vosotros y los demás sois necesarios. —¿Los demás? —preguntó Axel, con curiosidad —Pues claro que no sois los únicos —contestó Nameless, quien, acto seguido, abrió un portal de que parecia estar hecho de oscuridad pura—. Si lo atravesáis conoceréis vuestro destino —terminó con una sonrisa fría. —No aceptamos, gracias —dijo Trinth, con voz fría —Lo mismo digo —contestó Axel, y ambos muchachos dieron la espalda al hombre. Al poco tiempo, se dieron cuenta que alguien faltaba. El par mitó atrás. Ed le asintió al hombre y se puso delante del portal. Ambos jóvenes le gritaron, inconscientemente: —¡Tú eres idiota! —¿¡No te das cuenta de que puede ser peligroso!?Ed se giró y miró a los chicos. Ambos le miraron sorprendidos, por la cara que él tenía: Era fría, inexpresiva e indiferente.—Todo lo que hecho en mi vida ha sido “porque no tengo nada mejor que hacer” —empezó a explicar éste—. Pero esta vez, además de presentárseme el mismo motivo, se me ofrece algo que ser, algo que hacer. No pienso desperdiciar esta oportunidad.

—¡Ed! —gritó Trinth— ¡No seas idiota! —¡No lo hagas! —pidió Axel.

Sin embargo, una voz le impidió a Ed entrar al portal:

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“No lo hagas” Ed, sin saber cómo, se sintió algo extraño, por lo que retrocedió unos pasos sin que se diera cuenta. Entonces, en medio del silencio, Nameless empezó a reír. Trinth se quedó de piedra mientras lo veía hacerlo. Entonces, empezó a cerrar el portal de oscuridad. —Si hubierais entrado —comenzó a decir—, no lo hubiese hecho a las malas. Aunque os neguéis, os arrastrará la fuerza. De repente, abrió un portal debajo de los tres chicos, haciéndolos caer irremediablemente.

Una chica de rizado cabello rojo, ojos negros y de estatura baja andaba por las calles de vuelta a su casa después de haber hecho la compra para la cena. Había comprado para mucha gente, pero sus padres la llamaron para decirle que trabajarían hasta tarde. Lo habían hecho cuando ella había terminado las compras. Y a lo que en realidad se referían al decir “hasta tarde” era “hasta muy tarde”. Muchas veces llegaban al alba, se daban una ducha, desayunaban y se volvían a su trabajo. Eso desde que la chica tenía memoria.

—¿Y ahora qué hago con toda esta comida...? —preguntó en voz alta, mirando su teléfono móvil.

De repente, se topó con algo y cayó accidentalmente al suelo al suelo. Ésta hizo una mueca de dolor, se levantó poco a poco y se quitó el polvo encima. Recogió las cosas que se habían sacado de la bolsa y se dio cuenta que habían tres chicos inconscientes al lado de su casa.

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Capítulo 5:

Camilla dejó todas las bolsas de golpe en el suelo, totalmente anonadada por sus nuevos e inesperados invitados. Miró de uno a otro rápidamente sin saber qué hacer. Uno de ellos gimió y ella rápidamente se acercó dubitativa sobre los inquilinos. Ya decidida, se acercó hacia Axel mirando su cuerpo. Ésta le dio unas suaves pataditas en el costado esperando respuesta. El joven, al ver a la chica de pelo rojo, se levantó rápidamente, asustado y preocupado. Corriendo se apartó de la chica, mirando a su alrededor:

—¿Dónde narices está el chalet? —preguntó Axel, agitado

Sus gritos, despertaron irremediablemente a Trinth, quien se levantó sobresaltada por un sueño lúcido. Ed en cambio soltó un gruñido y se dio la vuelta como si no fuera el tema con él. Axel insistió y se puso de pie de mala gana, mirando con cara de pocos amigos a todo el que se encontraba ahí. Sin apenas hacer caso a Camilla, Axel se acercó violentamente a Trinth y le dijo:

—¿Donde se supone que está la maldita casa? —preguntó con cara de pocos amigos —¿Y a mí qué me cuentas? Yo no te he mandado aquí —dijo Trinth sin ganas de discutir. —Pues ya me contarás que hacemos aquí, tú te teletransportas —dijo sarcástico y acusador.

—Ha sido el maldito Nameless de las narices—dijo, defendiéndose de las acusaciones.

Siguieron así durante un largo rato, hasta que a Ed se le hinchó la vena del cuello. De repente, sin que nadie lo esperara, empezó a soltar fuego por las yemas de los dedos hasta que se extendió por sus brazos.

—¡¡BASTA!! —gritó furioso.

Ambos callaron al mismo tiempo.

—Poderes —dijo timidamente Camilla.

Los tres del grupo miraron a la chica preocupados por aquella muestra de magia deliberada en una persona que ni siquiera habian visto. Axel se acercó lentamente para intentar explicarse sin que ésta pensara que se encontraba con un grupo de gente con dotes mágicos. Pero ésta se alejó sonriente y se presentó educadamente:

—Soy Camilla, y al igual que él, tengo poderes —dijo sonriente de encontrar unos iguales. Ante lo sucedido, la chica les invitó a pasar a su casa.

Se desarrolló una conversacion sobre lo acontecido hasta el momento. Camilla aprovechó para colocar la comida que había comprado en el frigorífico y admirar su casa detenidamente. Tenía colores rojizos y ardientes que obviamente hacían juego con su pelo y

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vestimenta. Finalmente se sentó en el sofá junto con ellos escuchando su relato. Cuando habían terminado, preguntó:

—¿Y quiénes sois...? ¡Ah! Tú eres aquella cantante, ¿verdad? —Si asi es— respondió Trinth desinteresándose de aquel rol que mantenía en su vida.—Yo... bueno —empezó Axel intentando hablar con Camilla —¿Y tú? ¿A qué te dedicas?— preguntó, sentándose cerca de Edward —Un desconocido nos acaba detransportar a otra ciudad y al parecer no han aprendido nada —dijo, mirando al techo, con la intención de ignorar a la chica. Axel creyó notar un poco de rubor en su rostro—. No se puede confiar en nadie.

Trinth dio a conocer los poderes de cada uno y quiénes eran. De forma más intensa, Camilla aprovechó y utilizó sus compras con sus nuevos invitados, divertida. Bebieron diferentes tipos de cosas y picaron distintos tipos de comidas, animados y tranquilos por el momento. Tras una media hora de conversación, Ed se levantó y dejó salir un grito. Todos miraron que se frotaba su muñeca; algo le había mordido.

Se trataba de una especie de ciempiés de piedra oscura. Ed por acto-reflejo lanzó una pequeña llamarada al pequeño insecto hecho de roca, pero éste ni se inmutó y se lanzó hacia Trinth, atacándola al igual que Ed. Hizo lo mismo con el resto, quienes no tuvieron oportunidad para defenderse. Se fijaron en su lomo, doloridos, y vieron una símbolo: Parecían dos M’s, de costado, entrelazadas entre sí.

Tal como vino, el ciempiés desapareció sin dejar rastro. Camilla reaccionó rápidamente por la cara de preocupación de sus invitados y les invitó amablemente a ir a dar un paseo por la ciudad. Éstos, algo despreocupados por la mordedura, aceptaron, aunque arrastrando a Ed.

—¿Podrías darme un autógrafo cuando tengas tiempo? —preguntó Camilla, cerrando la puerta de su casa, a Trinth —Sí, claro —dijo ella, algo más animada con su nueva amiga —Ed, vamos, que te duermes— dijo Ax tirando de su brazo —Ya voy... Ya voy— dijo éste, dejándose arrastrar por el chico de la camisa roja.

Mientras caminaban hacia la ciudad, no se dieron cuenta de que alguien les estaba observando desde un callejón cercano a la casa de Camilla. Se trataba de tres personas. Una chica alta, de cabello castaño claro ondulado y largo, ojos azules, de piel algo blanca y labios rojos. Con un vestido sencillito y un sombrero a juego con él.

Al otro lado, se encontraba un hombre. Éste en cambio era algo más extravagante. Llevaba un sombrero negro que hacia resaltar su rubio cabello largo. Una chaqueta marrón oscura

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larga que le llegaba hasta los pies y unos pantalones más claros a juego. Con una sonrisa prepotente en su rostro. Por delante de ellos, se encontraba alguien cerca de la boca del callejón. Éste aún más pintoresco si cabe.

Iba sin camiseta, luciendo su torso desnudo, y con dos cicatrices en la espalda aún sin sanar, unos pantalones negros rotos y un cinturón sin abrochar de calaveras blancas. Un ojo gris y otro rojo que le hacia resaltar su cabello negro como el carbón. Y además unos zapatos blancos de vestir. Este asintió y miro a sus dos compañeros.

—¿Son ellos?— preguntó Flora, la chica del vestidito. —No parecen demasiado...—empezó Simon mientras tiraba una moneda al aire —Tranquilos... Nameless les probó— dijo Lucios sonriente.

De repente, Lucios gimió algo y de su espalda dos alas brotaron. Una negra y otra blanca, o eso parecía, puesto que la sangre caía de ellas por haber salido así de su espalda.

—Aún no me acostumbro a que hagas eso— dijo Simon mientras recogía la moneda y miraba el resultado —¿Y bien?— preguntó Flora divertida —Cara— dijo Simon con una sonrisa mientras adelantaba a Lucios.

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Capítulo 6:

—Así que, ¿qué hacemos? —preguntó Camilla— ¿Vamos al centro comercial, al cine, a comer algo? No, acabamos de comer… —¿Es eso conocer la ciudad? —se burló Ed. —Además, no tenemos mucho dinero. Y, tomando en cuenta que no sabemos dónde estamos, estoy casi seguro que cargamos con moneda extranjera —señaló Axel. —Vamos, no podemos comportarnos así. Nos está invitando de buena manera —dijo Trinth. —Vayamos de compras —continuó Camilla—. Si vais saltando de lugar en lugar, necesitaréis por lo menos un cambio de ropa. Ed lo había olvidado debido a los últimos eventos, pero aún llevaba puesto su uniforme escolar. Su camisa blanca estaba manchada de tierra y lodo, de grasa (allí donde las cadenas habían apretado su cuerpo), e incluso un poco quemada. Sus pantalones azules también estaban sucios y chamuscados de algunos puntos. —Por primera vez —dijo—, concuerdo con alguien. —Supongo que es una buena idea —coincidió Axel, mirando su ropa, sucia también. —¡Bien! —exclamó Camilla, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Es por aquí!

—A movernos, están dejando el lugar —advirtió Simon, sin dejar de mirar al grupo que tenían como blanco—. Lucios, si emprendes vuelo no les perderás de vista. —No —cortó el nombrado—. No podemos arriesgarnos a que nos descubran. —Es mejor que vayamos como personas comunes y corrientes —sentenció Flora, luego miró al pecho desnudo de Lucios y continuó—: Aunque, bueno, Lucios… —Caminaré como cualquier peatón —expuso el hombre—. Con este calor, no traer camisa es algo usual.

Axel cerró la puerta del probador y colocó el pestillo. Se sentó en el banco y soltó un bufido, ¿realmente debía probarse tanta ropa? Ya le habían mandado más de diez veces al probador. ¿No podían simplemente elegir un atuendo y ya? Ni siquiera él había podido escoger la ropa. —¡Ed! —dijo, casi gritando, mientras golpeaba la pared a su derecha— ¿Sigues allí? —Por desgracia… —respondió la voz del chico, ahogada por el muro de tablaroca—. Son demasiados pantalones. —Bueno, son chicas. Para ellas, estar en una tienda es como cuando nosotros vemos el fútbol, ¿no crees? —No me gusta el fútbol. —¿De verdad? —Axel sonaba un poco extrañado— ¿No te gusta algún deporte? —Me da lo mismo… Axel dejó escapar un leve <Oh>, antes de pasar a probarse la ropa.

—También ésta —dijo Camilla, mientras tomaba una blusa morada con detalles hechos con lentejuelas; jaló a Trinth de la muñeca, mientras le decía—: Ven, vamos a probárnoslas.

—No sé, no me convence… —intentó decir ésta última, pero no pudo encontrar las palabras adecuadas. Camilla la guió hasta los probadores de mujeres, donde cada chica eligió un vestidor. La

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mayoría estaban ocupados, por lo que Trinth tuvo que esperar a que una chica saliera del suyo. —Perdona —le dijo al pasar a su lado. Trinth cerró la puerta y dejó la ropa en el banquillo. No tenía muchas ganas de probarse tanto. —Camilla es una compradora compulsiva —pensó—. Me pregunto si todas las chicas normales son así. Soltó un suspiro y se miró en el espejo. Vio una famosa que no quería su fama. El mundo estaba repleto de ironías. Se preguntó si Ed, Axel o Camilla también tenían algo que los hiciera sentir incómodos.

—Perdona —escuchó Flora, mientras le cedía el probador a Trinth. Sonrió levemente mientras se quedaba en el pasillo que llevaba a los vestidores, fingiendo examinar un vestido. Lucios se acercó hacia ella y le dijo en un volumen más alto de lo usual: —¿Algo que te guste? —se acercó un poco más y le susurró—: ¿Dónde están? —En los vestidores —contestó Flora, imitando su volumen de voz— ¿Y los muchachos?

—Simon les vigila. También están probándose ropa. —Um, sí, me gustó este vestido —continuó Flora, respondiendo a la pregunta falsa— ¿No quieres buscar algo tú? Una camisa, por ejemplo. Lucios no respondió. En cambio, regresó por donde había venido. A pesar, de lo que le había dicho Flora, no le importó nada de lo que veía al caminar. Lo primero que el hombre hizo al llegar a los probadores de hombres fue buscar a Simon con la mirada. El joven se encontraba sentado en uno de los banquillos que estaban unidos a la pared. Tenía los ojos cerrados, seguramente concentrándose para escuchar lo que sucedía en el interior de los vestidores. —Siguen allí, si te lo preguntas —dijo Simon, abriendo los ojos. —Las chicas se están probando ropa también— respondió Lucios— Flora aún les sigue el rastro. —Bien —Simon soltó un bufido— ¿Cuánto más pueden tardar?

—Muy ajustado —pensó Ed. Se quitó el pantalón que no había podido cerrar y lo arrojó al banquillo. Tomó uno que estaba colgado del gancho que había en el vestidor y se lo probó— Demasiado grande —Hizo lo mismo que con el anterior y tomó el último que quedaba— Oh, queda… bien. Tomó el dinero que tenía en el pantalón de su uniforme y lo guardó en el que pensaba comprar. —Debe valer algo, por lo menos. Agarró su ropa vieja y se la colocó en el hombro. Se miró en el espejo por última vez: Los pantalones que se había probado eran de mezclilla color azul oscuro, con algunos raspones de decoración; su camisa nueva era delgada, de manga corta, de algodón y de color rojo vino. La camisa tenía dibujado un pentagrama y decía en letras góticas: <Rock ‘n Roll will never die>. Dejó la que se había probado en donde estaba y salió del vestidor. —Axel, terminé —dijo, mientras tocaba en el vestidor de al lado. —Ah, yo también. Espera —respondió Axel desde el interior. Después de unos segundos la puerta se abrió y dejó ver al chico con su nueva ropa: Ahora llevaba una camisa

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de color negro, de manga corta, y seguramente de algodón. Llevaba cosido un segundo trozo de tela, rasgado, de color blanco; sobre éste estaba dibujado un cráneo con alas y con una maraña de detalles detrás. También tenía manchas que simulaban sangre. También llevaba unos vaqueros de color negro. —Te ves bieeeen —dijo Axel, con una sonrisa. —Tú igual —respondió Ed, un poco indiferente. Los chicos emprendieron camino; no se dieron cuenta, pero Lucios y Simon lo hicieron también. Caminaron por entre varios departamentos, moviéndose entre ropa y gente. No tardaron mucho en cruzar la tienda y llegar a la entrada de los probadores de mujeres. Los dos muchachos se recargaron en la pared y se quedaron esperando a Trinth y Camilla. —¿Haremos algo después de esto? —preguntó Axel, intentando hacer conversación. —Dios no lo quiera… —respondió Ed, apático—. Aquí vienen. Y, en efecto, las chicas venían caminando por el pasillo, con nuevas prendas. Trinth llevaba una falda con detalles de color negro y rojo vino, y una blusa completamente blanca, que tenía abierta la tela de los codos, haciendo parecer que estaban incompletas. Camilla llevaba una blusa de color morado, sin mangas, y una falda del mismo color, con un tono más suave, y un estampado de flores. —Woa… Chicas, os veis… Esa ropa es… —tartamudeó Axel—. Es… Umm… —¿Es “favorecedora” la palabra que buscas? —interrumpió Ed. Axel soltó una risa nerviosa, antes de continuar: —A pagar, ¿no?

—¡A comer! —exclamó Axel, tomando su tenedor y preparándose para acabar con su platillo. En el mismo centro comercial, encontraron el lugar preferido de Camilla, un restaurante donde todos los platillos consistían de pollo. Trinth había pedido pollo con verduras, mientras Camilla se servía de un simple pollo empanizado. Axel había pedido un platillo con salsa agridulce y Ed un exótico platillo de pollo agridulce con picante. —Sigo pensando… ¿Cuánto pasamos en esa tienda para que tengamos hambre de nuevo? —comentó Ed. —Por lo menos unas… —iba a decir Trinth, cuando una voz le interrumpió: —¡¡Buenas tardes, jóvenes!! ¿Qué tal nuestros platillos? —¡Ah! —gritó Axel, del susto. Acto seguido, comenzó a toser— Susto… *Cof cof* Salsa… Garganta… *Grrrr* *Cof cof* —Bebe agua… —dijo Ed, ofreciéndole un vaso. —¿No os gustan? Oh, eso es una pena —comentó el hombre. —Sí, están muy buenos —sonrió Camilla. —¡Oh, pues aquí en “El Pollo Viudo” lo demostramos con una sonrisa! ¿Usted por qué no sonríe, joven? Ed le miró de reojo, con una mueca en el rostro. Hizo caso omiso y mordió un pimiento. —¡Sonríe! ¡Sonríe! ¡Sonríe! —decía el hombre, mientras le picaba en el hombro con el dedo— ¡Sonríe! ¡Sonríe! —Señor… Hacerle enojar no es una buena idea… —intentó explicar Camilla. —¡Más agua! —¡Sonríe! ¡Sonríe!

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El alboroto atraía miradas de las mesas contiguas, e incluso hubo personas que dejaron el restaurante. —¡Calla ya! —gruñó Ed, girando su cabeza hacia el individuo súbitamente— Bien, si sonrío, ¿te largas? —Ah, un hombre de negocios. Tenemos un trato. —Bien —Ed sonrió maliciosamente, mientras acercaba su mano al pantalón del hombre, por debajo de la mesa. En unos segundos, una pierna de su pantalón se había chamuscado sin arder. —Oh, dificultades técnicas. No tardaré— tartamudeó el hombre, mientras se alejaba del grupo. El grupo se miró de una manera poco incómoda. Fue Ed, sorprendentemente, quien rompió el silencio con una carcajada. Inmediatamente, los demás muchachos también comenzaron a reír. —¡Ed! ¡Te reíste! —comentó Axel. —Guárdalo en tu mente —sonrió— No lo verás muy seguido.

—Bien —dijo Flora—. Ése que come picante tiene poderes de fuego y telepatía... Y... creo que algo latente también. En fin, el que se ahogaba es capaz de detener el tiempo. La de los mechones azules se teletransporta, pero Nameless se encargó de anularlo… por ahora. La última, la más joven, genera obediencia absoluta y conoce todos los idiomas existentes. —Excelente. Sólo los muchachos nos generarán problemas —comentó Lucios, malicioso. Flora guardó el reconocedor que Nameless les había obsequiado. Un ciempiés de piedra que se encargaba de reconocer las habilidades de un individuo. —De acuerdo— comenzó Simon, mientras sacaba una cajita de plata de su bolsillo— ¿Cuál tomamos?

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Capítulo 7:

Simon sostenía entre sus dedos la cajita de plata, mostrando su interior a Flora y Lucios,

que observaban atentamente. Ninguno de los dos parecía decidirse, por lo que Simon

insistió.

— Venga, Lucios. Esta vez te toca elegir a ti.

— El experto en escoger eres tú—respondió éste. Después añadió, con tono sarcástico y

mirando a Simon con una irónica expresión.— ¿Con cuál es mayor la probabilidad de

vencer?

— Si te lo dijera no tendría gracia. Además, entran en juego muchos factores imprevisibles

en casos como éste. No se trata de una simple partida de póker.

— Ya veo...—Lucios continuó observando aquella pequeña caja, y lo que en su interior se

escondía. Entonces metió la mano en ella, y sacó una pequeña canica— Creo que utilizaré

una de La Brisa.

— Una gran decisión.—opinó Simon, esbozando una sonrisa pícara. Le quitó la canica a

Lucios de las manos y la levantó un poco en el aire, acercándola hacia el único miembro

que aún no había participado en la conversación.— Flora, ¿quieres hacer tú los honores?

— No, gracias. Sé cuánto te gusta hacerlo a ti.—respondió la chica algo indiferente.

— Perfecto.—dijo Simon. Entonces se acercó la canica al rostro, hasta el punto en que la

colocó justo enfrente de su boca, como si pretendiera comérsela. Pero lo único que hizo fue

soplar suavemente sobre ella, para lanzársela después a Ed, Ax, Trinth y Camilla.

*******************

— ¡Qué buena estaba la comida!— dijo Axel pletórico, mientras se daba suaves golpes en la barriga.

— ¡Y que lo digas!—continuó Ed, imitando su gesto.— ¡Hace tiempo que no comía tan bien! ¡No podría comer nada más ni aunque mi vida dependiera de ello! El único problema que he encontrado es el servicio, que es un poco pesado.—al decir esto señaló con la mirada hacia una mesa cercana, donde el mismo camarero que les atendió a ellos instaba a gritos a sonreír a una família que parecía harta de su insistencia.

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— No hace falta que lo jures...—murmuró Ax. Entonces se giró hacia Camilla y Trinth, y les preguntó:— ¿Vosotras queréis comer algo más o nos vamos ya?

— Por mí podemos irnos, no me apetece nada más.—aceptó la cantante.

— A mí tampoco.—dijo Camilla.— Pago y nos vamos.—Entonces llamó la atención del camarero y le pidió que les trajese la cuenta. Éste se adentró en la cocina y salió al cabo de un rato con una pequeña bandeja sobre la cual se encontraba la cuenta. Camilla lo cogió, y tras observarlo, sacó un poco de dinero de su cartera y lo dejó al lado de ésta. Acto seguido se levantó e hizo ademán de irse, por lo que los demás la siguieron.

— ¿No esperas a que te den el cambio?— le preguntó Axel mientras salían del restaurante.

— No hace falta. Que se lo quede ese camarero como propina.— respondió esta.

— ¿¡Propina!?— gritó Ed, incrédulo.— ¡Ese idiota pesado no se merece ni un centavo de propina! ¡Es más, debería pagarnos él a nosotros por las molestias!

— Lo hecho, hecho está—lo tranquilizó Camilla.— En ocasiones como ésta solo se puede hacer una cosa...—De repente se giró hacia Ed, mostrándole una sonrisa de oreja a oreja.— ... ¡Sonríe!

Entonces empezó a reírse, como también hicieron Axel y Trinth. Ed, por otra parte, se cruzó de brazos y hinchó los mofletes, simulando un enfado.

— Ya está bien, chicos, no tiene gracia... ¿Eh? ¿Qué es eso?

Una pequeña bola se acercaba hacia el grupo rodando por el suelo. Justo cuando llegó donde se encontraban los jóvenes se detuvo, por lo que Ed se agachó a observarla. Los demás habían dejado de reír, atraídos por aquella misteriosa esfera. De repente, un haz de luz salió de ella, cegando al grupo por completo. Cuando recuperaron la vista, un terrorífico monstruo se había alzado ante ellos. Se trataba de un ave negra como un cuervo, de cuya espalda salían dos pares de alas. Un largo pico negro como el carbón culminaba el centro de su rostro, sobre el cual dos ojos oscuros reflejaban una iracunda y violenta expresión. El pájaro se elevó hasta el tejado del centro comercial y soltó un potentísimo graznido ante la atónita mirada del resto de clientes, que huyeron despavoridos buscando salvar su vida.

— ¡Por eso me sonaba esa pequeña bola!—gritó Ed, sin perder de vista a aquel monstruoso ser.— ¡Es una de las canicas de Nameless!

— ¿Nameless?—preguntó Camilla algo confundida.— ¿Ese extraño hombre que os atacó?

— El mismo.—le respondió Trinth.— Y parece que no tuvo suficiente.— Entonces la cogió del brazó y se echó unos metros atras, arrastrándola con ella.— Esperemos aquí. En el estado en que se encuentran mis poderes no puedo hacer nada, y los tuyos no son ofensivos.

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Camilla asintió con la cabeza, asumiendo su papel. Mientras tanto, Ed y Ax intentaban detener a la bestia.

— ¡Detente, tiempo!—gritó Ax. En ese instante, todo se congeló a su alrededor, excepto el gigantesco pájaro, que seguía graznando desde lo alto mientras intentaba destrozar todo cuanto veía a su paso.— ¡Mierda!—gritó Ax.— ¡Adelante, tiempo!

— ¿Que pasa?—dijo Ed, que ya había recuperado el movimiento.

— Con el monstruo ocurre lo mismo que con Nameless, aunque detenga el tiempo no se detiene.

Ed se quedó un momento pensando, y después se giró hacia Axel.

— Ax, ¿puedes detener el tiempo excepto para mí y las chicas?—preguntó Ed.— Sería peligroso que se acercara alguien, o que viniera la policía.

— Sí, creo que sí. Al menos puedo intentarlo.

Ax levantó su mano hacia el cielo y cerró los ojos, concentrándose. Tras unos segundos cerró el puño, y el tiempo se detuvo para todos, excepto para el monstruo y el

grupo de jóvenes.

— ¡Bien hecho! ¿Pero no se supone que debes decir "Párate tiempo" o alguna expresión parecida?—preguntó Ed intrigado.—

— La verdad es que eso lo digo para que no os pille por sorpresa. Además, queda más molón si lo hago así.—respondió Ax con algo de picardía.

— Ok. Bueno, ahora pasemos a lo importante: el monstruo. Aún no nos ha atacado desde que apareció.

— Tal vez necesita que lo provoquemos primero.

— Eso lo arreglo yo en un instante. ¡Eh, pajarraco!—gritó Ed, aunque el monstruo ni se inmutó.— ¡Que te estoy hablando!—volvió a gritar, aunque éste se quedó igual. —¡¡¡Serás...!!! ¡¡¡Ahora verás lo que es bueno!!!.

Ed levantó sus brazos hacia la gigantesca ave, que al instante se vio envuelta en llamas. Ésta solto un potente graznido y dio una vuelta sobre sí misma, extinguiendo completamente el fuego que la rodeaba y continuando con la destrucción.

— ¡Mierda! ¡Mi fuego apenas le daña!— se lamentó Ed.

— Deja que te ayude.—dijo Ax, confiado.

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— ¡Pero si lo de detener el tiempo no le afecta!

— ¿Recuerdas cuando os dije que mi poder era detener el tiempo? Pues no os dije la verdad. Al menos, no toda la verdad.

En ese momento Ax levantó la mano hacia el cielo y cerró los ojos concentrándose, al igual que cuando paró el tiempo. Pero esta vez bajó el brazo en lugar de cerrar el puño. Y ese no fue el único cambio. A medida que el brazo de Ax bajaba, un portal de aspecto similar a un agujero negro iba abriéndose en el aire. Cuando el portal tocó el suelo, Ax separó su brazo de él y gritó:

— ¡Oh, poderoso Tarrasca! ¡¡Yo te invoco!!

En ese instante, sonoros estruendos resonaron en el interior del portal. De repente estos cesaron, para dejar paso a un potentísimo rugido que asustó incluso al monstruoso pájaro. Cuando éste acabó, la criatura que lo provocó salió del interior del portal.

Se trataba de una especie de dragón con seis cortas patas, como a las de un oso. Su torso era similar al de un buey, y en su espalda yacía un caparazón de tortuga. Al final de su larga y escamosa cola tenía un aguijón como el de los escorpiones. Su cabeza era como la de un león, pero con dos pequeñas orejas de caballo que asomaban por encima de su melena. Éste se acercó a Axel, quien lo acariciaba como si de un perrito se tratara.

— ¡Guau! ¿Cómo has hecho eso?—preguntó Ed

— El control del tiempo no es el único poder que tengo. También tengo poder sobre los demonios. Como este pequeñín...—dijo mientras acariciaba al monstruo.

— ¿Y como puede ayudarnos este pequeñín de...? ¿Cuánto mide?

— Unos 20 metros. Y tranquilo, que nos ayudará. Ven y te lo explico.

Ax se acercó a Ed y le susurró algo a la oreja.

— ¡De acuerdo!—dijo Ed dirigiéndose a su compañero.— ¡A tú señal!

— Estáte atento.—le respondió. Entonces volvió a dar unos golpecitos al dragón en la espalda— ¡Ataca, Tarrasca!

El dragón echó a volar hacia el monstruo a toda velocidad, con intención de embestirle. Éste, al verlo, descendió en picado buscando embestir también a su enemigo.

Cuando el choque parecía inminente, Ax gritó.

— ¡Ahora, Ed!

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Ed levantó sus brazos hacia el cielo, y de ellos salieron un torrente de llamas que se dirigían hacía el que sería el punto de choque de los dos titanes. Pero en lugar de golpear a la terrorífica ave impactó contra el demonio que Ax había invocado, envolviéndolo en llamas lo suficientemente pronto como para provocar que este abrasara completamente a su enemigo al impactar contra él. Tras el choque el pájaro cayó al suelo carbonizado, para desvanecerse a los pocos segundos.

— ¡Enhorabuena!

Trinth y Camilla se acercaron a Ax y Ed dispuestas a felicitarlos. Pero mientras hablaban, unos lentos y sarcásticos aplausos sonaron a las espaldas del grupo, que hicieron que los cuatro jóvenes se giraron buscando encontrar a quienfuera que los provocara. Y donde poco antes yacían los restos del pájaro, encontraron a Nameless.

— Bravo, chicos.—dijo lentamente, sin dejar de aplaudir.— Braaaaaaaavo.

— ¡Tú, maldito hijo de...! ¿Se puede saber qué quieres? ¿Porque nos has vuelto a atacar?— gritó Ed enfurecido

— ¿Yo, atacaros?—dijo Nameless haciéndose el despistado.— No he sido yo. Han sido ellos. ¡Flora! ¡Lucios! ¡Simon! ¡Salid!

Del interior de una tienda salieron tres misteriosos jóvenes, dos chicos, uno sin camisa y el otro con un extraño gorro, y una chica, que se acercaron hasta donde Nameless se encontraba. Éste se giró hacia Ed, Ax, Trinth y Camilla.

— Os presento a unos amigos míos.—dijo Nameless.— Éstos son Lucios y Simon—dijo señalando al chico sin camisa y al del sombrero, respectivamente.— Y ésta es Flora. —Dijo señalando a la chica.— Ellos son los que han invocado a ese gigantesco pájaro, como vosotros lo llamábais.

— ¿Se puede saber que os hemos hecho nosotros? ¿Y porqué nos habéis atacado?—gritó Trinth enfadada.

— Las rabietas para luego. Ahora...—Nameless chasqueó los dedos y una jaula de oscuridad se alzó del suelo, dejando a los jóvenes encerrados en su interior.

— ¡Mierda!—dijo Ed, mientras golpeaba los barrotes buscando escapar.— ¡Trinth, teletranspórtanos!

— ¡No puedo, mis poderes siguen anulados! ¡Y seguro que también tienen la culpa estos malditos...!

De repente, un portal blanco y dorado se abrió bajo el grupo, teletransportándolos de nuevo a otro lugar.

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Capítulo 8:

Camilla estaba siendo iluminada por la luz de la luna. Era muy tarde, o eso parecia, abrió lentamente los ojos y vio a Axel empotrado contra una pared con Trinth en su regazo desmayada. Ed estaba, sin embargo, ya despierto desde hacía rato. Camilla se levanto y dando unos cuantos tumbos fue hacia Ed y se puso a su lado.

—¿Dónde estamos?— preguntó algo preocupada —No lo sé, no conozco este lugar .— Dijo señalando la salida del callejon que llevaba a una calle algo desconocida.

Las voces de Camilla y Ed despertaron a la pareja. Trinth al verse en el regazo de Axel se levantó como una autómata para evitar cosas raras. Éste por el contrario estaba agusto, y se levantó con algo de resignacion.

—¿Qué o quién es Nameless?— preguntó Camilla en esta ocasión. —Si lo supiertamos te lo hubieramos dicho...—contestó con frialdad Ed. —No seas tan borde.— le cortó Trinth— Nos ha atacado en diversas ocasiones, no sabemos que sabe de nosotros, ni que quiere... además parece tener ayuda— dijo acordándose de aquellos tres personajes.

Los cuatro se quedaron en silencio... Hasta que Ed de la nada empezó a bailar.

—¿Pero que co...?— pregunto Ax sorprendido por la actitud de Ed. —¿Qué me pasa? — dijo asustado Ed por verse bailar como un idiota. —Camilla, déjale ya— dijo entre risas Trinth.

Como si nada, Ed se plantó en el suelo y dejo de bailar para volver a esa actitud suya arrogante.

—Lo siento, me he tomado la venganza— dijo con una sonrisita pícara Camilla.— Ése es mi poder, la obediencia absoluta. Tengo poder en los sentimientos de los demás hasta llegar a dominarlos— dijo con total impunidad. —Vaya me alegro que te haya divertido— contestó sarcástico Ed.— Deberiamos encontrar armas... —Si es cierto, no tenemos manera de defendernos sin nuestros poderes— añadio Ax.

El grupo salio del callejon y para suerte y extrañeza del grupo. Estaban al lado de una tienda de armas de todo tipo. ¿Casualidad?. Entraron y Camilla volvio a entrar en juego, no tenian suficiente dinero como para comprar cuatro armas diferentes.

—¿Que deseaarhghg..?— dijo el dueño de la tienda inentendiblemente —Estamos mirando, pero como somos tan majos nos regalaras las armas que decidamos ¿verdad?— preguntó con toda su cara Camilla. —Claarirhgo— dijo sin entenderse muy bien el dependiente.

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—¿No estará esto mal Camilla? —preguntó Trinth algo insegura —No, no, tú no te preocupes. De compraas...de compras...— canturreó Camilla buscando su arma ideal.Los cuatro muchachos miraron con atención los estantes, en los que descansaban tanto armas blancas como armas de fuego.—Me gusta éste —dijo Axel, mirando una pequeña pistola de color plateado.—Y a mí ésta... —dijo Ed, levantando una espada que necesitaba de sus dos manos para ser levantada.—¿No es más efectiva un arma de fuego? —preguntó Axel, sacudiendo la pistola.—Ante Nameless, no estoy seguro...Ed sonrió de oreja a oreja, casi maniáticamente.—...y me gusta más así.

Al rato los cuatro se reunieron en la entrada con las armas elegidas.

Axel había tomado una espada de mano. La empuñadura era de color negro, y tenía filo sólo por un lado. La llevaba con una funda que ya tenía puesta en la cadera, algo suelta. Trinth habia conseguido un arco de madera. Tenia la casaca, colocada por Camilla, en la espalda con un montón de flechas. Camilla, tenía una lanza de bastante tamaño que la hacía parecer temible pese a su fisico infantil. No era muy pretensiosa, sólo un largo palo de madera con una punta de acero en e borde.Por último, Ed tenía en la espalda una espada de gran tamaño. Parecía imposible siquiera levantarla. Pero él parecía bastante confiado.

Salieron de la tienda bastante tranquilos y recordaron la cara del dependiente. No pudieron evitar romper a carcajadas.

Empezaron a caminar por la nueva ciudad en la que habitaban. Parecia todo nuevo, la noche en aquella ciudad era mas movida que en la anterior. Camilla y Trinth miraban cada escaparate. Ed y Ax miraban a alguna muchacha que pasaba por ahí hasta que se reunieron en una plaza todos juntos y por primera vez en bastante tiempo tranquilos. Camilla estaba enamoradísima de una gran pantalla que había en aquella plaza.

—¿Qué es, Camilla?— preguntó Ed. —Parece una pantalla de noticias— dijo señalando la giga-pantalla —Sí, también hacen publicidad y venden cosas— añadió Trinth —¿Añades "gente con poderes en ciudades"?— preguntó sarcástico Axel salido de la nada —¿Qué?— dijeron todos a la vez.

Parecía que alguien había grabado a Ed y Axel utilizar sus habilidades mágicas. Al parecer era la noticia del año. No paraban de enseñarlas y hacer supuestas teorías imposibles. El grupo parecía que no reaccionaba. ¿Y si les veían? Les machacarían a preguntas sobre el suceso.

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—Volvamos al callejón— sentenció Trinth. —Sí.

El grupo empezó a caminar de vuelta a donde empezaron intentando no llamar demasiado la atención. Pero parecía que todo el mundo les miraba. Era rarísimo. Por fin habían llegado al lugar.

—Dios, esto es horrible— dijo Trinth bastante mosqueada. —Tñu al menos no eres una freak— se defendió Ed. —Que no es eso, Ed— contestó colocandose el pelo tras su oreja. —¿Pero que narices es eso?!— grito Camilla señalando la oreja de Trinth —¿El qué?— Trinth fue a llevar su mano a la oreja pero sintió una especie de campo magnetico que le impedía llegar. Ésta se esforzó y golpeo su oreja.

Parecía ser, que detrás de la oreja tenía una garrapata de bastante tamaño. Por el impacto, la garrapata había caido al suelo. Tenía un símbolo que al grupo les recordaba ya a algo. Era el mismo que el de aquel ciempiés.

—Llamarada— dijo Ed señalando al insecto.

Una gran llamarada le rodeó pero no parecio servir.

—Bloquea los poderes— dijo Axel seguro de lo que estaba planteando.

Ed sonrió falsamente a Ax, cogió la carrapata y se la colocó al igual que Trinth la tenía.

—Llamarada— repitió con la misma voz.

En esta ocasión no salió nada de su mano.

—Pues sí, bloquea los poderes. Y, arg, odio el frío— dijo mientras se quitaba dicho insecto para después lanzarlo al suelo y ser atravesado por la lanza de Camilla.

—¿Entonces ahora puedo usar los míos?— dijo Trinth contenta de por fin ser útil.

—Sí— dijo secamente Ed. —Bien, ahora podremos irnos a un lugar seguro— dijo sonriente.

Trinth cogió rápidamente a Ed de la mano y éste arrastró a Axel hacia a ellos. Con la otra cogió del pelo suavemente a Camilla y cerró los ojos.

—Teletransporte

Y así, el grupo desapareció de aquella misteriosa ciudad.

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Capítulo 9:

—¿¡De nuevo!? —se quejó Trinth— ¡Pero si estaba segura que llegaríamos a…!—Llegamos… —interrumpió Ed. Los cuatro habían aparecido frente a una cabaña

de madera. Unos metros después de que terminara el terreno, comenzaba un tupido y verde bosque; a espaldas del grupo había un camino, marcado por viejas marcas de llanta. Corría una suave y fresca brisa, y una espesa niebla se distinguía a lo lejos.

—¿Llegamos? Pero si yo quería ir a… —Trinth se detuvo al ver que Ed sacaba un collar de bajo su camisa y se lo quitaba del cuello. Colgada de la cadena había una llave plateada, que Ed metió en la cerradura de la puerta principal.

—¿Vives aquí? —preguntó Camilla.—No —respondió el joven, mientras abría la puerta— Solía venir de vacaciones con

mis padres y mi hermana… Cuando papá aún tenía tiempo para mí.—¿Y qué hay de tu madre y de tu hermana? —inquirió Axel, siguiéndole al interior

de la cabaña.—Ellas… Simplemente no pueden.—¿Cómo nos has traído? ¿Acaso tienes otro poder oculto? —preguntó Trinth,

enfadada.—No. Simplemente plasmé la cabaña en tu mente mientras nos transportábamos —

contestó, a la par que palpaba la pared, como si hubiese extrañado el lugar— Tengo telepatía, ¿recuerdas? No sirve solamente para saber qué estás pensando.

—Ed —le llamó Camilla— Si esta cabaña es tuya… ¿No nos buscará Nameless aquí?

El chico no respondió de inmediato, sino que se metió por uno de los pasillos y desapareció de la vista de sus compañeros. Cuando llegaron a donde estaba, le vieron sacudir los cojines de un sillón, haciendo caso omiso a la pregunta.

—Camilla te preguntó algo —exigió Trinth.—No lo diré —dijo Ed, sentándose en el sillón— Si lo hago, seguramente dejarías el

lugar… —¡Dímelo! —espetó Camilla, mientras le miraba amenazadoramente a los ojos. Ed

sabía lo que iba a pasar, así que no se resistió:—Sé que Nameless nos buscará, es exactamente por eso por lo que hemos venido.—¿¡Pero en qué pensabas!? —vociferó Trinth. La chica caminó hacia Ed y le dio

una fuerte bofetada— ¡Acabamos de escapar hace apenas unas horas! ¿¡Quieres morir acaso!?

Ed se frotó la mejilla y desvió la mirada, aunque respondió—: No tengo miedo de morir… Y, por favor, no te subestimes a ti misma. Axel y yo solos logramos derrotar a ese pajarraco. ¿Qué crees que somos capaces de hacer los cuatro? ¡Y ahora tenemos armas!

Hubo un incómodo silencio: Ya que nadie respondía, Ed continuó:—Yo opino que deberíamos quedarnos a pelear. ¿No quieren volver a sus hogares,

acaso?Ed recibió otro golpe, esta vez por parte de Camilla. El joven no respondió a la

agresión.—¿¡Cómo te atreves a decir eso!? —le gritó la chica— ¡Que tu familia no te quiera

no significa…!

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Las llamas cubrieron los brazos del chico por completo, mientras se levantaba encolerizado.

—¡Jamás! —gritó, lanzando chispas por la boca— ¡¡Jamás, vuelvas a decir eso!! ¿¡Entendiste!? ¡No tienes ni la menor idea de quién soy y aún así das por hecho…!

—¡Incluso te puedes aplicar el cuentito, Edward! —interrumpió Axel.—¡¡Ya basta!! —vociferó Trinth. —¡Pero si has sido tú la que ha iniciado esto! —reclamó de nuevo Axel, ignorando

la orden.Repentinamente, Ed estiró los brazos hacia los lados y cerró fuertemente los ojos.

Mientras los otros tres seguían discutiendo a gritos, el joven se concentró con toda la energía que le quedaba y gritó mentalmente:

—¡¡Suficiente!! —exclamó la voz de Ed, desde el interior de la cabeza de los demás. Acto seguido, el muchacho lanzó una onda mental, representada como un chillido, que finalmente logró acallar al grupo.

—Debemos de calmarnos… —dijo, con tono consolador, mientras cortaba la conexión mental que le había costado establecer— Y me refiero a los cuatro. No podemos seguir discutiendo así. Sé que ha sido mi culpa que todo esto empezara, pero debemos tomar una decisión —dejó que las palabras hicieran efecto, y esperó alguna posible respuesta—. ¿Lucharemos?

El grupo entero se sentó en el sillón que Ed había sacudido, meditando sus respuestas. Fue Trinth quien habló primero:

—Tienes razón. No podemos subestimarnos así. Yo pelearé. ¿Camilla?—Yo… Yo aún no sé qué decidiré. Quiero pensar un poco más.—También lucharé —expresó Axel—. Y perdón por…Un incómodo silencio llenó la sala de nuevo. A pesar de que se habían disculpado,

todos ellos sabían que no se llevaban muy bien con los demás. Probablemente habían zanjado sus diferencias durante su última salida, pero los problemas y la aversión habían comenzado a fluir de nuevo.

Después de haber acordado que deberían descansar, Ed les mostró algunas sucias y viejas habitaciones. A pesar de que esperaban lo contrario (debido a la personalidad egoísta del muchacho), Ed eligió dormir en el viejo sillón de la sala.

—Axel… ¿Estás despierto? —dijo la suave voz de Trinth desde el otro lado de la puerta. Axel le respondió y, después de vestirse, le abrió la puerta. La chica tenía una mueca de preocupación en el rostro, un poco tétrica, debido a la luz de la luna.

—¿Sucede algo? —preguntó, preocupado. Después, refiriéndose al grupo de Lucios, continuó—: ¿Están “ellos” aquí?

—No. Sólo quiero hablar. Como no podía dormir, pensé que tal vez tú tampoco podrías. Perdona si te he despertado.

—No me despertaste. No es fácil dormir sabiendo que Simon y sus “colegas” podrían llegar en cualquier momento. Pasa.

Trinth entró a la habitación y se sentó en el borde de la cama. Axel, intentando no ponerla nerviosa, se quedó parado donde estaba. Después de todo, que una chica hubiese llegado a su habitación en medio de la noche no era algo que le sucediera todos los días.

—Umm… ¿Y… de qué… quieres hablar? —preguntó Axel, intentando ocultar sus nervios.

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—Sobre los cuatro. Si vamos a ser un equipo, creo que debemos llevarnos bien, ¿no? No quiero que vuelva a haber discusiones.

—Tienes un buen punto… Odio discutir con las personas, pero este grupo me hace sentir…

—Es por eso. No quiero sentirme mal de nuevo. Lo peor es que soy generalmente yo quien trae discusiones, ya que… me pongo tan… nerviosa… —la voz de Trinth comenzó a temblar. Axel tuvo miedo de que la chica llorase. A pesar de que Trinth solía ser un poco ruda, el muchacho sabía que debía desahogarse. Sí, ella no había llegado para hablar solamente. Realmente lo sentía.

—No eres tú. Somos todos. ¿Y sabes cuál es la verdadera causa? Nameless. Es él quien nos ha separado de nuestros hogares. ¿Y cómo nos desahogamos?

—Entre nosotros…—Es por eso que elegí luchar. Si erradicamos el problema de raíz… —Axel no

terminó la frase, pues sabía que Trinth entendía el mensaje. El chico se sentó junto a ella, esperando consolarla.

—¿Te agrado? —preguntó la chica, repentinamente.—Uh… ¡Claro! ¿Qué esperabas? —respondió Axel— No estoy seguro de por qué,

pero creo que es porque todos tenemos un algo en común; a parte de nuestros poderes, claro. Si no fuera así, ya estaría cada quien por su lado, ¿no es así?

—Supongo que sí…Ambos dejaron que el silencio hiciera su efecto. Aunque no decían nada, se

consolaban mutuamente. Debido a la ansiedad, Axel preguntó:—Umm… ¿Y yo te caigo bien?

Sentado al pie de la escalera del exterior, Ed lanzó otra pequeña llama. Al instante, una hoja seca que estaba en el suelo comenzó a arder, desde el centro. El chico le sopló y dejó que se consumiera sin flama. Colocó sus dedos a ambos lado de la hoja y se concentró. El agujero siguió creciendo. Ed soltó un gruñido.

—Así que aquí estás —dijo una voz a su espalda. Ed perdió la concentración y quemó la hoja de la sorpresa. Susurró un leve <Diablos> antes de girarse. Recargada en el marco de la puerta, mirándole, estaba Camilla.

—Me has hecho perder el juego —le dijo Ed, mientras recogía otra hoja.—¿Qué juego? —preguntó la chica, interesada, a la par que se sentaba en los

escalones, junto a él. —Bueno… Quemo la hoja desde el centro y dejo que se consuma. Utilizando mis

poderes, intento detener el flujo de calor. Intento practicar de manera inversa.—Así que… En lugar de provocar calor, ¿estás intentando extinguirlo?—Básicamente. Aunque creo que no puedo...Camilla dobló las piernas hacia adentro, las rodeó con los brazos y puso su barbilla

en sus rodillas. Dejó escapar un leve suspiro, que Ed no pasó por alto:—¿Mmm? ¿Te pasa algo?—Aún no he decidido —respondió, con un tono de voz más triste que el usual.—¿Sobre la pelea? —preguntó su compañero, mientras ignoraba la hoja encendida,

que se redujo a cenizas.—Ajá. No sé si luchar y acabar con esto, o huir y buscar una mejor oportunidad.—¿Otra oportunidad? —inquirió Ed, un poco confundido.

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—Bueno, era lógico que nos enfrentaríamos a Nameless directamente, tarde o temprano —hubo un poco de silencio antes de que Camilla continuara— ¿Y tú por qué luchas?

—Simple. He vivido una vida horrible, siempre con la desdicha y la tristeza detrás de mí. Aprendí que debo continuar, hasta el final, ¡y ver al miedo directamente a los ojos!

—“Directamente a los ojos”. Suena bien. Pero… ¿si mueres?—Pfff… No tendría nada que perder. Aún así, siento que debo defenderme… —Bueno, tienes muy buenos amigos aquí. Lo sientas o no. ¿Dejarás que esos

amigos mueran?Ed no respondió. Desvió la mirada hacia otro lado.—Ed… —Yo… Probablemente sería capaz. ¡No me preguntes por qué! —exclamó, antes de

que Camilla contestara— No quiero hablar de eso. —¿No nos consideras tus amigos? —preguntó la chica, intentando mirarle a los

ojos.—No puedo, por más que quisiera.—Eddy… ¿Puedo llamarte “Eddy”?—Sólo si me dejas llamarte “Cami” —contestó, intentando evadir el sobrenombre.

Sin embargo, el tiro le salió por la culata, pues Camilla respondió:—¡Por supuesto!—Bueno… Cami—le costó pronunciar el diminutivo—, no os considero mis

amigos. Pero puedo decir que… “soy especialmente afecto” a vosotros.Después de decir estas palabras, Ed se levantó y caminó hacia la puerta.—Buenas noches, Eddy.—Buenas noches... C-Cami.....

Simon colocó su mano sobre la perilla. Con una sonrisa casi maléfica, susurró:—¿Cuántas probabilidades habrá de que la cerradura se rompa? Jaló la perilla y ésta se desprendió de la puerta. La cabaña donde el grupo de Ed se

hospedaba estaba completamente a oscuras. Hizo un gesto para que Lucios y Flora le siguieran. Pisando con cuidado, se aproximó a la primera puerta del pasillo.

Simon sacó una pequeña daga de su bolsillo, mientras se acercaba al bulto que había sobre la cama. Éste se movía suavemente, y al ritmo con su relajada respiración. Antes de acercarse, Simon le tendió la mano a Flora, que a su vez le tendió la mano a Lucios. Después de unos segundos, un “anulador” llegó sus manos. El joven lo soltó en la cama, mientras se acercaba más y más al individuo que aún dormía plácidamente.

La pequeña criatura se deslizó por entre los pliegues de la sábana, hasta llegar a donde debía estar la cabeza. El ser se metió bajo la delgada tela y se anidó detrás de la oreja del individuo, dejando escapar una luz azul, casi imperceptible.

Simon levantó la sábana para encontrarse con Axel. El muchacho, a pesar de tener el frío metal de la navaja contra su cuello, todavía no se había dado cuenta de nada y seguía sumido en un profundo sueño.

Flora y Lucios se alejaron de la habitación, con la intención de buscar a los demás miembros del grupo.

—Muy pronto volveré a casa… —susurró Simon, antes de deslizar la navaja por la yugular de Axel.

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Sin embargo, justo antes de que Simon cometiese el asesinato, una voz habló desde un rincón:

—Un paso atrás… —desde una oscura esquina de la habitación, pudo escucharse la cuerda de un arco tensarse. Simon se alejó un poco, no quería arriesgarse a que sus poderes fallasen— Como le toques un pelo a Axel…

—Suelta el arma —dijo Flora, detrás de Trinth, mientras le apuntaba al cuello con un estoque.

—Puedo decir exactamente lo mismo —amenazó, esta vez, Camilla, con la lanza en alto.

—¿Pero en qué coño hemos terminado…? —pensó en voz alta Simon.De pronto, el grupo de Trinth se vio inmóvil. Sus armas volaron de sus manos y

saltaron por la ventana, que se abrió para darles paso. —Osdark... —susurró Lucios, mientras entraba a la habitación, con la mano alzada.—¡¡Ed, ahora o nunca!! —gritó Axel, “despertando” de su fingido sueño, a la par

que se quitaba el anulador de la oreja.Desde las vigas de la habitación, brillaron dos orbes de fuego. En cuclillas sobre una

viga había estado Ed, esperando un buen momento para atacar. El muchacho extendió el fuego hasta sus codos y dio un salto hacia Lucios. Sin embargo, debido al grito de Axel, el hombre se dio cuenta justo a tiempo y esquivó al chico por pocos centímetros.

Axel aprovechó la distracción y saltó de la cama, embistiendo a Simon, y llevándoselo de encuentro. Mientras tanto, Camilla le dio una certera patada al estoque de Flora, lanzándolo al otro lado de la habitación.

Ed le lanzó una patada circular a Lucios, quien la bloqueó con el antebrazo. El hombre sacó rápidamente sus alas y aleteó hacia atrás, saliendo al pasillo, mientras lanzaba una ráfaga de aire. Ed, en cuanto se equilibró, le siguió a toda velocidad. Lucios, utilizando la fuerza mental de Osdark, le lanzó una mesa a Ed. El chico la esquivó justo a tiempo, al agacharse y deslizarse por el suelo, lo cual no fue difícil debido al polvo acumulado.

El joven lanzó una ráfaga de fuego, que Lucios extinguió con un rápido movimiento de alas.

—¡Estoy harto! —gritó Ed, mientras comenzaba a formar una bola de fuego con sus dos manos. Debido a la ira del joven, el orbe no tardó en crecer. Con una mueca malévola, contrastada por la luz de las flamas, lanzó la esfera hacia donde se encontraba Lucios. El pasillo entero se desprendió con un estruendo, llevándose a los dos peleadores al exterior.

Lucios, aún en el suelo, hizo un repentino movimiento con el brazo. Sus heridas se cubrieron por una luz, y a los pocos segundos, desaparecieron por completo.

—¿¡Sanación!? —exclamó Ed, sorprendido. Lucios no contestó, sino que comenzó a correr hacia Ed, con un orbe oscuro en su mano derecha, provocando miedo en el joven.

—¡Mierda!—fue lo único que pudo gritar antes de verse engullido por una onda oscura.

Axel empujó a Simon hasta la ventana, por la que cayeron hacia el exterior, soltando una lluvia de cristales.

—¿Cuántas probabilidades crees que haya de que te cortes el brazo con los restos de la ventana? —le dijo Simon, mientras se revolcaban en el suelo e intentaban inmovilizar al otro. Tal como Simon había dicho, Axel se hizo un corte desde el codo hasta la muñeca.

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—¿Pero qué…? —exclamó, viendo la sangre rodar por su brazo— Vaya, tienes un poder muy útil. ¡Pero no podrás hacer nada contra el mío!

Axel detuvo el tiempo unos segundos, levantó al rígido Simon y lo inmovilizó contra la pared. En cuanto el tiempo se reestableció, Simon se vio en un lugar distinto, lo cual le sorprendió, a pesar de que ya conocía el poder de Axel.

—¿Cuántas probabilidades habrá de que te parta la boca? —vociferó Axel, estirando el brazo hacia atrás.

—¿Cuántas habrá de que falles el golpe? —le retó Simon, mientras hacia una contrallave y se liberaba.

—Touché… Pero aun así no podrás ser mejor que yo —acto seguido, Axel se alejó del alcance de Simon, alzó la mano al cielo y gritó—: ¡Nyx, señora de la noche, ven a mí!

Un portal oscuro comenzó a formarse sobre Axel. De éste, emergió una huesuda y pálida mano.

—Nyx era quien traía la muerte a este mundo, según la mitología griega —explicó Axel— Me pregunto qué podrá hacer contigo.

Repentinamente, la pared que estaba detrás de ellos explotó y los lanzó varios metros por el aire, interrumpiendo la llegada de la supuesta Nyx.

Simon, aprovechando la confusión, se levantó y corrió hacia Axel. Antes de que éste pudiese hacer algo, lo inmovilizó en el suelo con una llave. Desde su posición, Simon pudo ver cómo Osdark le lanzaba una onda de oscuridad a Edward.

—¡Trinth! —exclamó Camilla, justo después de que Axel y Simon saltaran por la ventana. Flora, aprovechando todas las distracciones, había corrido para recoger su estoque. Sin embargo, Camilla había llamado la atención justo a tiempo, ya que Trinth la tomó de la muñeca tanto a esta como a Flora. En un parpadeo, las tres chicas ya estaban en el tejado de la cabaña.

Debido al repentino cambio de superficie, las tres chicas resbalaron un poco antes de poder estabilizarse por completo.

—¡Se acabó el juego! —soltó Flora, mientras corría hacia Camilla. La chica intentó moverse hacia un lado, pero segundos antes de hacerlo, Flora anticipó su movimiento y le dio un golpe en el estómago. La chica resbaló y estuvo a punto de caer del techo, si Trinth no la hubiese atrapado justo a tiempo.

Trinth intentó teletransportarse para atacar, pero al hacerlo fue alcanzada por una patada de Flora. Al mismo tiempo, Camilla intentó atacarle desde otro ángulo, pero Flora fue lo suficientemente rápida para bloquear el ataque, haciéndole caer de nuevo..

—¿Cómo es que… lo hace…? —fue lo único que Camilla pudo articular antes de recibir un pisotón en el estómago.

—¡Ed! —gritó Trinth, mientras veía como Lucios, con un orbe oscuro en la mano, golpeaba el suelo. La extraña materia creció y se convirtió en algo parecido a una ola del mar, que se llevó a Ed de encuentro.<¡Mierda!>, pudo escucharse. Sin embargo, la masa no se detuvo allí, sino que poco a poco comenzó a compactarse, con la intención de aplastar a Ed.

—¡Detente! —le ordenó Camilla a Flora, en cuanto tuvo una oportunidad. Su oponente, moviendo las articulaciones como un títere, detuvo su ataque.

—¿Q-Q-Qué… es esto? —dijo, mientras Camilla la movía de un lado a otro.

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—¡Detén a Lucios, y te ordeno que no le avises de ninguna manera! —le ordenó la chica. Flora saltó desde el tejado, pero no se hizo daño debido a que sus habilidades se vieron potenciadas por la orden de Camilla.

Para sorpresa de Trinth y Camilla, Flora se hizo invisible y atacó a Lucios desde la espalda. El hombre cayó al suelo, pues no estaba preparado para el golpe, y la onda de oscuridad se detuvo, mostrando el cuerpo inconsciente de Ed.

—¡Ve a por Simon! —ordenó Camilla, aún conectada con Flora. Segundos después, Simon recibió un golpe en la cabeza, y Axel pudo quitárselo de encima.

Trinth se teletransportó hasta donde estaba Ed, antes de que el otro grupo pudiese contraatacar. Se inclinó a su lado y le dio una bofetada en el rostro.

—¡Despierta, debemos de luchar! —dijo Trinth, mientras agitaba el cuerpo de Ed.—Uh… —soltó el chico, despertando como quien lo hace por la mañana. Sin

embargo, a los pocos segundos, sus ojos se abrieron como platos y gritó—: ¡Trinth, abajo! —antes de que la chica pudiera hacer algo, él mismo la tomó de los hombros y la jaló hacia el suelo, a su lado. Milésimas de segundo después, un orbe de luz pasó por donde Trinth había estado.

Axel y Camilla corrieron a donde estaban Ed y Trinth, que estaban de espaldas en el suelo. Orbes incandescentes caían donde habían estado segundos antes. Simon, Flora y Lucios, éste último atacándoles, les pisaban los talones.

Pero, repentinamente, los siete muchachos se vieron congelados allí donde estaban. Una enorme prisión de colores oscuros los envolvió, tal y como había sucedido en el centro comercial.

—Habéis hecho bien vuestro trabajo —dijo la conocida voz de Nameless, desde el interior del bosque. El hombre salió desde detrás de un árbol, con las armas de todos flotando tras él, incluido el estoque de Flora.

—Supongo que queréis usarlas, ¿no? —dijo burlonamente el individuo, mientras las hacía flotar hasta el interior de la jaula. Cada uno recogió su respectiva arma, pero no hizo nada.

—Te burlas de nosotros, ¿no? —expresó Axel, mientras daba un leve golpe a uno de los barrotes. Como todos habían supuesto, no sucedió nada.

—¡Creí que teníamos un trato! —gritó Simon, golpeando uno de los barrotes con el puño.

—Fuiste tú quien lo vio como un trato, pequeño —explicó Nameless—. Para mí fue solamente… una tregua. La recompensa que tanto anhelabas alcanzar… No existe.

—¡Maldito! —vociferó Flora.—¡¡Déjalos en paz!! —gritó otra lejana voz. Ésta era suave y aguda, como si fuese la de un niño. Sin embargo, al contrario que la de Nameless, ésta parecía venir de todos lados a la vez.—¿Pero qué… qué es esto? —dijo Flora, mientras caía de rodillas al suelo—Su

mente… Es tan poderosa… Está por doquier.—¡Flora! —exclamó Simon, mientras se ponía en cuclillas junto a ella. La chica

parecía tener un fuerte dolor de cabeza, pues no dejaba de apretársela con las manos. —¡¡Déjales ir!! —volvió a gritar la voz— ¡Como no lo hagas, sufrirás mi ira!Nameless, a pesar de que su rostro estaba completamente cubierto, parecía estar

sorprendido. Dio un vacilante paso hacia atrás, mientras dejaba escapar una respiración entrecortada.

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—¡Recuérdalo! ¡Aún te vigilo! ¡Y vosotros! —aunque no podían ver quién hablaba, los muchachos sabían que se refería a ellos— ¡Más vale que os encarguéis de este tío! ¡Y me refiero A LOS SIETE! Pero por ahora, es mejor que toméis un descanso…

Y, tal como había sucedido en el hogar de Camilla, un portal blanco con brillos de color dorado se abrió bajo los pies de los siete muchachos, llevándolos, de nuevo, a un nuevo lugar.

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Capítulo 10:—¿Pero qué...?—murmuró Trinth algo molesta mientras abría los ojos poco a poco, el sol la deslumbraba fuertemente. Giró la cabeza hacia la derecha, en su mano se encontraba el arco con el que luchaba, giró la cabeza hacia el otro lado y...—¡AH!—gritó sobresaltada. —¿¡Qué!?¿¡Qué?!—respondió Axel levantándose del suelo de un salto. —Se me había olvidado que ellos también vinieron con nosotros...—respondió Trinth levantándose, a su lado descansaba Flora. —...¿dónde estamos?...—habló Camilla, que había estado escuchando la conversación, mientras se levantaba. —No tengo ni idea...como siempre, pero eso parece ser una casa—dijo Trinth señalando hacia el frente.

En efecto, se trataba de una casa no muy grande, hecha totalmente de madera oscura con un elegante chalet. A su alrededor se alzaban los finos y secos troncos de altos pinos. —Está vacía—informó una voz familiar. —¿¡Qué leches haces tu aquí?!—se quejó Ed que había estado en pie y callado hasta el momento. —He sido traído en contra de mi voluntad, idiota—respondió con tranquilidad Lucios. —¿¡Qué has dicho?! —¿Acaso estás sordo? —Estos tres van a ser un problema—suspiró Axel. —Quizá el problema sois vosotros, ¿lo has pensado?—observó Simon. Axel gruñó levemente mirandole a los ojos. —Chicos...—murmuró Flora mientras se movía. Camilla, que estaba a su lado, la ayudó a levantarse del suelo con cuidado. —¿Qué haces, Cami? ¿No ves que son nuestros enemigos?—se quejó Ed. —¿Cami?—repitió Trinth arqueando una ceja. —Eddy, si estamos aquí todo es por algo, no creo que sean peligrosos. —¿Eddy?...—murmuró Axel acompañado de una leve risita. —No es momento para reírse—riñó Trinth. Inmediatamente Axel dejó de reír y miró a Camilla serio. —Según lo ocurrido, lo que dice la chica tiene muchas probabilidades de ser cierto...—apoyó Simon— sin embargo no me agrada mucho la idea... —¿Y a mí sí?—se quejó Axel. —Esto...yo... —No te preocupes—sonrió Camilla— estoy completamente segura de que ahora tendremos que trabajar juntos y para ello debemos llevarnos bien, ¿estás de acuerdo?—preguntó alargándole la mano. —Estoy de acuerdo—respondió Flora estrechándole la mano tras unos segundos de dudas— soy Flora. —Yo soy Camilla, encantada—sonrió la joven.

—¿Cómo puedes ser tan cargante?—preguntó Trinth con un suspiro. —¿Cómo? Pues siéndolo—rió Axel— ¿No le ves? —Con vuestros comentarios están aumentando enormemente las probabilidades de llevaros un buen merecido. —¿Ah, si? ¡Pues venga! ¡Adelante, chico listo!—retó Axel.

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—Tu amigo es demasiado estúpido—comentó el muchacho de alas blancas con tranquilidad. —Aquí el único estúpido que hay eres tú—respondió molesto pero sin alzar la voz Ed. —Cuidado con lo que dices, mocoso. —¡¿Mocoso?! ¿Cuántos años tienes tú, viejo?

—¡Ya basta!—gritó Flora para llamar la atención de todos—Camilla tiene razón, si estamos todos aquí es porque debemos trabajar juntos. Ya oísteis aquella voz. —Sí, pero no sabemos quién es ni si debemos fiarnos—comentó Trinth. —Tendremos que arriesgarnos, igualmente no tenemos nada que hacer, ¿no?—nadie dijo nada— Bien, pues en primer lugar deberíamos presentarnos e informarnos de nuestros poderes, podría sernos útil en las próximas batallas. —Empieza tú—dijo desconfiadamente Trinth. —Me llamo Flora y puedo hacerme invisible además de leer la mente de los demás—sonrió. —Yo me llamo Camilla y puedo entrar en la mente de las personas y controlarlas a mi gusto. ¡Ah! También tengo la cualidad de poder hablar todos los idiomas—sonrió orgullosamente.

Hubo un incómodo silencio, ninguno se atrevía a dar el primer paso. Se miraban entre ellos con disimulo. —Yo soy Trinth Kanahan—suspiró la joven sin muchas ganas— y mis poderes son la teletransportación y la memoria fotográfica. —...está bien. Yo soy Axel y tengo el poder de controlar el tiempo además de invocar demonios... —Me llamo Lucios y tengo el poder de la curación... Todos se quedaron en silencio mirando a los dos que quedaban, Ed y Simon. Ninguno parecía querer dar el paso. Estaban serios y tranquilos,como si la cosa no fuera con ellos. —Bueno..pues él es Eddy...—comenzó Camilla. —Me llamo Edward, pero podéis llamarme Ed—corrigió el chico algo molesto, pero con suma tranquilidad y pesadez— y tengo control sobre el fuego... —Vamos, Simon...—animó Flora con una leve sonrisa. —No veo utilidad alguna a esto...—comentó él. —¿Qué más da? Tú sólo hazlo...—Trinth mirando para otro lado. —Me llamo Simon...—comenzó casi obligado— y con mi poder estoy seguro de que no necesito que gente como vosotros me ayudéis... —Pero que tío tan....—murmuró Trinth de forma que únicamente la oyeron Axel y Camilla que estaban a su lado. —¿Y cuál es tu poder?—preguntó Camilla con una sonrisa para relajar el ambiente. —El control de la probabilidad—sonrió Simon orgulloso. —Que tontería—bufó Trinth desviando la mirada. —Te sorprendería lo útil que es este poder para todo lo que puedas imaginar... —Tiene raz... La voz de Axel fue cortada por una voz familiar para los siete jóvenes, la misma que les había hablado antes de llegar a aquel lugar: —Debéis llevaros bien—dijo con tranquilidad desde todas y ninguna parte a la vez.— pues desde ahora trabajaréis todos juntos.

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—¿Y eso por qué?—preguntó Axel algo molesto aún. —Si queréis detener a Nameless, claro—respondió— os contaré más a la medianoche. Hasta entonces podéis descansar en la cabaña, es toda vuestra. —Genial...—sonrió Camilla— estoy realmente agotada... —Hasta entonces—se despidió la voz.

—Bien, ¿y ahora qué hacemos?—preguntó Flora —¿Oíste lo que dijo? Descansar—respondió Ed mientras abría la puerta de la cabaña. Tras la puerta había un gran salón con varios sofás. Todos los muebles estaban hechos de madera y apenas había decoración. Lo único que llamaba la atención era una vieja televisión que descansaba en una estantería vacía colocada frente a los sofás. El suelo, también de madera, estaba decorado con algunas viejas alfombras que ya habían perdido su color. —Este lugar me recuerda a otro sitio...—comentó Axel mirando a su alrededor. Ed decidió subir a la planta superior que parecía ser algo más pequeña que la primera, mientras Camilla se dejaba caer en uno de los sofás. —Estoy agotada...—suspiró. Miró a Flora— luchar contigo es duro—rió. —Tú tampoco me lo has dejado fácil—sonrió ella mientras se sentaba junto a la chica.

—Me pregunto si deberíamos confiar en esa voz...—comentó Trinth mientras tenía la mirada perdida en la pantalla negra de la vieja tele. —¿Y por qué no deberíamos?—preguntó Axel. —Bueno...no sabemos nada de su emisor. Bien podría ser un engaño... —Pero nos ha salvado—comentó Lucios desde una esquina, apoyando su espalda desnuda en la pared— a todos. —En eso tiene razón—asintió Flora. —Las probabilidades de que nos haya salvado sin ningún interés son casi nulas...—comentó Simon que miraba hacia fuera desde una ventana casi opaca de la suciedad. —No seáis desconfiado, tal vez no sea así—propuso Camilla. —Igualmente, hasta que no sea medianoche, no sabremos nada—recordó Ed mientras volvía a bajar las escaleras. —¿Qué hay arriba?—preguntó Axel. —Habitaciones—respondió Trinth. —¿Cómo lo sabes? —Es lógica, si en esta planta no hay cuartos estarán arriba. Además de que en este tipo de casas suelen ponerse las habitaciones en la planta alta. —Sí, hay habitaciones—respondió con tranquilidad Ed. Sin decir nada, Lucios comenzó a subir las escaleras. Todos le siguieron con la mirada hasta que se perdió de la vista de todos junto con el sonido de una puerta. —Se habrá ido a descansar...—comentó Flora mientras miraba hacia la pantalla de la tele apagada. —¿Funcionará?—se preguntó Axel mirándola también.

Trinth se acercó al interruptor y la encendió. En la pantalla comenzaron a aparecer imágenes primero difusas que luego se fueron aclarando mostrando lo que parecía ser una película romántica. Sin embargo, los personajes hablaban en un idioma extraño. Todos, excepto Simon, miraban a la pantalla en silencio tratando de entender lo que ocurría.

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—Qué idiota...—comentó Camilla de repente. —¿Entiendes lo que ocurre?—preguntó Flora sorprendida. —Claro, él está enamorado de otra chica que no es su esposa pero en vez de decírselo a ella, se ve con su amante a escondidas y ahora la esposa lo ha descubierto. —Qué típico...—comentó Trinth. —Pues sí...—rió Axel. —¿Cómo lo sab...? Ah, es cierto, tú hablabas todos los idiomas—recordó Flora. —Sí—sonrió orgullosamente Camilla. —¿Y qué idioma es? —Puees...—Camilla miró hacia la tele pensativa— la verdad es que no estoy segura, pero lo entiendo perfectamente. —Qué divertido, ¿no?—rió Flora. —Sí, es muy útil. —Sí, sí, ¿pero y si cambiamos de canal?—se quejó Axel mientras cogía lo que parecía el mando y lo apretaba. —Te lo agradecería. Odio esas basuras románticas. Tío, nadie es así en la vida real.—comentó Ed. Camilla y Trinth parecieron decepcionarse ante su comentario.

Esta vez en la tele apareció una presentadora bien vestida, muy elegante mientras hablaba en un plató con decoración que hacía referencia a los programas de prensa rosa. Axel iba a cambiar cuando en la pantalla de detrás de la presentadora apareció una imagen de una persona conocida para ellos. Todo se quedó en silencio, miraban con asombro a la pantalla. Trinth tardó un par de segundos en reaccionar y quitarle el mando a Axel para cambiar de canal. Ahora aparecía en la pantalla una toma desde un helicóptero de un paraje natural repleto de nieve. —Trinth...—comenzó Flora tras unos segundos de silencio— ¿Eres famosa?—sonrió. —¿Es cierto lo que han dicho de ti?—preguntó seria Camilla. —¿Eh? ¿Qué han dicho?—preguntó confuso Axel. —...ya sabes como son los rumores...—respondió la muchacha desviando la mirada— En este tipo de programa hacen lo que sea por ganar dinero. Son una basura—dicho esto Trinth comenzó a caminar hacia las escaleras con cara de pocos amigos. —¡Trinth!—llamó Axel, pero ella no le hizo ningún caso. Subió hasta la segunda planta y se encerró en una de las habitaciones. —Tsk...Que tontería...—gruñó Simon levemente. —Tal vez esté cansada—trató de explicar Camilla. —Tal vez...—repitió Axel mientras miraba hacia las escaleras— pero...Camilla, ¿qué era lo que decían de ella en la tele? —...No creo que pueda decírtelo sin pedirle permiso—respondió ella bajando la mirada. —Está bien—suspiró Axel. —¿Siempre es tan...distante?—preguntó Flora. —No—sonrió Camilla— es sólo que seguramente este tema la ponga de mal humor y no quiera descargarlo con nosotros. —Bueno, dejemosla y sigamos viendo la tele. Parece que es lo único que podemos hacer ahora... —suspiró Ed.

Y así pasaron las horas. Camilla les traducía lo principal de las películas o programas que veían para poder entender de lo que hablaban. Simon se mantenía mirando por la ventana,

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los demás suponían que solo esperaba a que pasara el tiempo y llegara la hora. La media noche. Unos minutos antes tanto Lucios como Trinth, con mejor cara, bajaron y se sentaron con los demás. De repente, todos se quedaron en silencio, estaban algo cansados de esperar y la curiosidad le reconcomía a la mayoría de ellos. —Ya es la hora...—comentó Camilla acompañando de un suspiro. Justo entonces, alguien tocó a la puerta. Cuando Axel se levantó para abrirla, esta se abrió sola ante la sorpresa de todos. —Gracias por esperarme—sonó la voz que les había guiado hasta aquel lugar en boca de un niño de unos diez años. Su cabello largo hasta los hombros brilló con luz propia del color del oro, al igual que sus ojos. Todos se quedaron completamente sorprendidos, ninguno esperaba que la voz que sonaba tan poderosa fuera la de un niño, nadie dijo nada. El niño sonrió levemente, esperaba esa reacción. Entró en la cabaña rozando sus pies descalzos levemente con el suelo, como si no pesara casi nada. Axel abrió la boca, el niño le miró de reojo y levantó con tranquilidad su pequeña mano que sobre salía de las largas mangas de su túnica gris para colocar un dedo sobre sus labios, en señal de silencio.

—Me llamo Uriel—se presentó con una leve sonrisa— Siento haberos hecho perder el tiempo, pero únicamente puedo presentarme físicamente desde la medianoche hasta la una de la madrugada. —Que niño más lindo...—murmuró Trinth mirándolo fijamente. —Tal vez no sea lo que parece—advirtió Flora. —¿Y por qué te has tomado tantas molestias?—preguntó con un tono neutral Lucios. —Pensé que si me presentaba físicamente confiaríais más en mí y en mis palabras. —En eso tienes razón...—asintió Axel. —¿Qué has venido a decirnos?—preguntó Trinth algo desconfiada a pesar del aspecto del niño. —He venido a informaros de que hay una forma de encontrar la causa de los poderes de Namelles, y por lo tanto detenerle—explicó Uriel con tono impasible. —¿Cómo?—preguntó entusiasmada Camilla. —Por desgracia...—prosiguió Uriel— lo único que recuerdo es la forma de abrir “El Puente”. —¿El Puente?—repitió Ed. —¿Qué es eso?—preguntó Lucios mirando al niño fijamente, pensativo. Uriel hizo una leve pausa cerrando los ojos y bajando la cabeza, hasta que los miró a todos sin cambiar su expresión. —En los seis continentes hay un punto en específico, que al ser activado, se enlazará con los demás. Al enlazarse todos, “El Puente” se abrirá. De esa forma obtendremos la respuesta a lo que queremos. —Interesante... —No acabo de entender el proceso...—comentó Camilla. —Es algo... extraño—rió levemente Flora. —Es estúpido—corrigió Simon desde el mismo lugar donde había estado todo ese tiempo. —Pero es lo único que podemos hacer—gruñó Trinth. —En eso ella tiene razón—asintió Axel— además...¡Ese tío me pone de los nervios! —El cabrón nos ha causado muchos problemas...—recordó Ed— Está bien, lo haremos. —No te las des de jefe, enano—se quejó Simon.

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Ed le miró pero no dijo nada, desvió la mirada y miró de nuevo al niño. —¿Por dónde empezamos?—le preguntó para cambiar de tema. Uriel sonrió levemente. —Cuando llegue la hora os llevaré a una cuidad donde podréis conseguir ayuda—y tras esto, el cuerpo del niño fue desapareciendo poco a poco, antes de que alguno pudiera decir algo.

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Capítulo 11:Golpeaban a la puerta de la habitación de Ed, el cual de despertó gracias a ello.

—¡Ya va!—

Se desperezó, se levantó y se arregló un poco. Mientras se enjabonaba la cara se acordó de todo lo sucedido. Uriel les transportó a Osaka, en Japón, y gracias a Camilla consiguieron unas habitaciones en un hotel.

—¡Ed! Hay hambre, y yo quiero probar un desayuno japonés—

Ed se vistió y salió de su habitación particular. Todos estaban en el pasillo, Lucios, el más cercano al ascensor.

—¿Sólo tienen té? ¿Acaso no hay café sólo? Aunque sea…— Se quejó Ed.

—El té es bueno para el chakra del cuerpo – Dijo Flora.

Era un bufete, todos iban de un lado para otro buscando qué probar. Todo estaba perfectamente colocado en una pequeña hilera de mesas, las mesas para la restauración eran blancas y negras, todas con las patas doradas. El suelo era de mármol negro y las paredes conjuntaban con él. Una vez todos hubieron terminado, Lucios habló:

—Nos dijo que buscásemos algo anormal por todas las calles de Osaka—

—Sería mejor dividirnos y buscar por grupos— Opinó Axel.

—Apoyo la moción— Dijo Camilla después de pedirle la cuenta al camarero.

—Hay muchas probabilidades de enfrentamientos, opino que si hacemos eso, vayamos Lucios, Flora y yo juntos y vosotros por otra parte— Dijo Simon mirando a los demás con algo de desprecio.

Después de una pequeña discusión entre si fomentar la amistad entre todos o quejarse porque sería sexismo, se dividieron en dos grupos, las chicas por un lado, los chicos por otro.

—Tsk. Mira que tener que ir con semejante…— Susurró Axel a Ed.

—¿Cuántas probabilidades hay de que alguien se gane la torta rifada?— Amenazó Simon.

—¿Y cuántas hay de que te las lleves tú?— Sentenció Ed.

Simon se acercó bruscamente a Ed y se le encaró.

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—Orden. Uriel nos dijo que buscásemos ayuda, no pelea— Ordenó Lucios.

—Estos chicos…— Camilla suspiró— Las chicas caminaban por una acera llena de gente, había escaparates por todos lados, vendedores ambulantes, y hasta monjes pidiendo limosna para proseguir su viaje por los santuarios de Japón.

—Y que lo digas— Secundó Flora.

Trinth estaba mirando escaparates, la gente pasar y la muchedumbre de Osaka, bastante pensativa. Flora se peguntó qué clase de rumores correrían sobre ella. Camilla empezó a hablar con Flora, y sin darse cuenta, chocó contra un transeúnte.

—¡¡Sumimasen!! Gomen Nasai,,,— Dijo Camilla casi sin darse cuenta.

—Soreha nanimo nai— Dijo el hombre de forma amable.

—¿Qué dijiste?— Preguntó Flora asombrada.

—No sé, yo sólo quise disculparme— Respondió Camilla.

Flora y Camilla pararon para esperar a Trinth, estaba junto con el transeúnte, formando un semicírculo junto con más personas, parecían admirar algo. Se acercaron para ver de qué se trataba, era una simple lagartija que andaba por el asfalto del la calle. Cuando decidieron proseguir; de repente, la lagartija se transformó en una iguana, mucho más grande y corpulenta.

—¿Cómo?— Se preguntó Flora incrédula.

Callejones estrechos pero de edificios altos. Pequeñas calles con asfalto algo desgastado, y todas repletas de chicles. Parecían cómo los barrios bajos, o pobres. Había carteles pegados en las paredes, y aunque en menos masa, mucha gente. Allá dónde mirabas encontrabas un pequeño bar dónde trabajadores exhaustos bebían sake para quitarse las penas.

—Por cierto, Axel, ¿tú sabes dónde estamos?—

—Pues… No—

—¡Eh! ¿Alguno de vosotros sabe por dónde estamos?— Les preguntó Ed a los otros, que iban más atrasados.

—¡Y yo que pensaba que erais vosotros los que dirigíais!— Respondió Simon, dándose la

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vuelta, y mirando con una pizca de amenaza.

—Lo mismo digo— Dijo Ed. Simon empezó a andar hacía él, Ed no se quedó corto.

—Pues venga, ¡señor del fuego!— Se burló Simon—¡Alúmbranos al buen camino!—

—Ah, ¿sí?— Ed echaba chispas, estaba muy caliente, casi se le podría notar una pequeña llama en la palma de su mano derecha.

—Sí— Simon se encaraba, pero no parecía tenso, más bien, parecía disfrutar.

—Ah, ¿sí?—

—Sí.

—Ah, ¿¡sí!?— Ed empezó a emanar pequeñas dosis de fuego por las manos.

—Para, empieza a cansar— De repente, Ed se quedó inmóvil, buscando qué responder y no quedar en evidencia.

—Pues dile a tú amiguito alado que vuele y busque el hotel— Soltó, bastante orgulloso de sí mismo.

—Llamaría la atención— señaló Lucius, el cual empezaba a hartarse.

—Eh… Chicos…— Dijo Axel

—¿Qué quieres ahora Axel? Podrías— Ed se dio la vuelta— ayudarme…

Estaban rodeados por un grupo de Yamazakis. Trajes negros, katanas, pistolas e incluso cuchillos de gran tamaño, todos ellos con gafas negras, que privaban conocer la mirada de todos ellos.

De repente, una gran boa se transformó en una pequeña ardilla, como si fuera así, tan natural. Y la ardilla, se transformó en un joven chaval al que todos aplaudieron. Era de una estatura pequeña, y piel morena. Tenía el pelo negro con mechas naranjas, de nacimiento según él. Tenía los ojos naranjas y una sonrisa muy afable. Vestía con una camisa de color naranja con partes negras, pantalones negros y zapatillas de igual color. Llamaba mucho la atención. Todo su público le aplaudió.

—Chicas, ¡quizás esto es lo que Uriel nos dijo que buscásemos! Intentemos llamar su atención— Opinó Trinth. –Puedo teletransportarme por los alrededores del círculo, seguro que nos ve.

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Y así lo hicieron. Trinth apareció como por arte de magia, delante de aquél chico. Los espectadores se quedaron boquiabiertos. De igual manera, apareció a la derecha del círculo, y de manera instantánea y cada vez más deprisa, en distintos lugares.

—Y bueno, señores, aquí termina el espectáculo, gracias por asistir— Anunció el chico, algo nervioso. Instantáneamente, Trinth se paró.

—¿Anatahadare?— Dijo el chaval, algo amenazante.

—¿Qué ha dicho?— Preguntó Flora.

—Que quiénes somos— Respondió Camilla.

—Esperad, ¿habláis castellano?— Dijo el chico asombrado. – Mi padre era de origen español, sé hablarlo— Informó el chico— Pero antes, ¿quiénes sois?

—Nos manda Uriel, seguramente no le conoces, pero, necesitamos tu ayuda—Dijo Flora.

El chico se lo pensó varias veces.

—Mi nombre es Itsuki, venid por aquí.

—¡Sí!— Gritó eufórico Axel.

Todos los yamakazis yacían en el suelo, algunos quizás sin vida y otros inconcientes... y otros asados. No les resultó muy difícil, pero estaban algo manchados y sucios.

—Según las probabilidades, yo he sido el que más Yamazakis ha noqueado—

—Eso no te lo crees ni tú— Axel y Simon empezaron a pegarse, a dicha pelea, luego se unió Ed. En cambio Lucios se quedó mirando.

Ed recibió una patada en el brazo y sintió una punzada en la cabeza.

—¡Alto!— Gritó Ed con la mano en una magulladura del brazo – Flora ha contactado conmigo mediante telepatía. Nos pide que vayamos a una calle del centro.

Salieron corriendo, y en pocos minutos llegaron a la calle de los escaparates, la multitud todavía abarcaba las calles.

—¡Aquí estamos!— Anunció Axel. Estaban en una pequeña terraza, todos tomando un refresco. Las sillas y mesas eran de metal y plástico gris.

—Okaerinasai—

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—¿Qué ha dicho?— Preguntó Ed.

—Bienvenidos— Respondió Itsuki. –Encantado, mi nombre es Itsuki, mi padre era de origen español, hablo perfectamente vuestro idioma—

—Ah… esto… Encantado— Respondió Ed.— Ed— Y le estrechó la mano sonriente.

—Hola— Dijo Axel y chocó su mano con Itsuki— Yo soy Axel—

Itsuki miró a los otros, que se quedaron callados. Esperó un momento, entonces Axel habló.

—Y éstos son Simon y Lucios—

—Encantados. Flora-senpai ya me contó cosas sobre Uriel y el puente—

—Sí— Terminó de afirmar Flora.

—Os llamó a vosotros, y aquí estamos, charlando. ¿No queréis nada para tomar?

—No, Gracias— Dijeron y tomaron asiento todos.

— Necesitamos información sobre algo, lo más prehistórico de la historia de Asia— Dijo Lucios.

Itsuki se quedó un momento pensativo. Y a su mente llegó la imagen de la Muralla China.

— Tenemos la Muralla China— Dijo Itsuki— Pero eso no es tan antiguo— Dijo después de razonarlo por unos momentos.

—Aunque, si vamos hacia la Asia occidental, encontramos una de las primeras civilizaciones… Mesopotamia, ahora mismo, Irak—

Después de hablarlo por algún tiempo, decidieron empezar por ahí.

Lo siento senpais, pero me gustaría pasar por casa antes de nada, ¿podríamos quedar mañana en la calle del espectáculo?

—Claro, mañana en esa misma calle— Dijo Flora.

—Oyasumi Nasai, senpais.

—Por cierto, Axel, Ed y Simon, ¿qué hacéis con esas pintas?— Preguntó Trinth.

—Aunque es corta, pero créeme, una larga historia…— Contestó Axel.

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Capítulo 12: Simon inhaló desesperadamente al sentir el agua fría en contacto con su piel. El joven, después de respirar una vez más, se metió de nuevo bajo el delgado chorro de agua. Se estaba preparando para dejar Osaka. El grupo finalmente había decidido viajar a Irak, donde había vestigios de la antigua Mesopotamia, después de haber pasado varios días conversando con el “niño nuevo”, como Simon le llamaba. Kurosaki Itsuki, se hacía llamar. El muchacho era hiperactivo, desesperante, inmaduro, ruidoso… Un completo dolor de cabeza. No dejaba de decir lo emocionado que estaba por unirse a ellos, la gran ayuda que esperaba ser, lo asombrosos que eran los poderes de sus “senpais”… Un pelota, nunca mejor dicho. Finalmente, Simon cerró las llaves y el chorro de agua dejó de caer. Se secó con una de las toallas que había colgadas, y se puso sus ropas de nuevo. Olían a limpio. Dio gracias al hecho de que la posada tuviese ese servicio de lavandería. Al salir del baño, miró inconscientemente alrededor para ver si no se dejaba nada. Pero eso era imposible. No cargaba nada con él. Nameless le había atrapado en uno de sus portales mientras salía del casino de su ciudad. El hombre también le habló sobre la posibilidad de regresar si cooperaba con él y otras dos personas: Flora y Lucios. Pero no eran más que mentiras vacías. Jamás volvería a casa si no acababa con ese demonio. Demonio. La única palabra que podía describirle tal y como era. Finalmente, tomó el sombrero que había dejado en la mesita de noche y la baraja de cartas que estaba bajo él. “Mi arma”, pensó. Sonrió al pensar en la facilidad con la controlaba al mundo.

—¡Ed, despierta ya! —gritó Axel, mientras golpeaba la puerta con el puño. Once minutos y treinta y nueve segundos sin respuesta de su compañero. Axel se había levantado puntualmente, para estar fuera de la posada a la hora acordada. Pero, como buen compañero que se consideraba a sí mismo, había ido a despertar a Ed. Sin embargo, no había recibido ninguna señal de que éste hubiese despertado. —Entonces Trinth me tomó del brazo —dijo una voz a espaldas de Axel—, y nos llevó a varios metros de la criatura. Así fuimos hasta llevarla al río y… —Mira, allí está Axel —señaló Trinth, cuando el muchacho se daba la vuelta. Caminando por el pasillo iban Camilla, Trinth y el supuesto dormilón, Ed. —¿Ya estabas despierto? —preguntó Axel, con furia, mientras le temblaban los puños. —Sí —respondió Edward—. Trinth y yo le contábamos a Camilla algunas cosillas que sucedieron antes de conocerla. ¿Recuerdas cuando nos encadenaste? Oye, a mi uniforme escolar nunca se le quitó la grasa. ¿De dónde eran las cade…? ¡Hey! Deteniendo el tiempo unos segundos, Axel se había colocado detrás de Ed y le había inmovilizado con una llave. —¡Llevo más de diez minutos intentando despertarte y resulta que estabas platicando! —¡Que…! ¡Ay! ¡Tengo libertad! —¡Tú…! —Axel le levantó, tomándole de las piernas y la espalda, y luego se tiró con él al suelo, provocando un estruendo que seguramente alarmó a los huéspedes. —¡Arg, mi espalda! —exclamó Ed, mientras se levantaba y corría detrás de Axel.

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—¡Deberías preocuparte más por tu dignidad! —dijo, y luego desapareció. —¡Tú… Tú…! —gritó Ed mientras echaba a correr por el pasillo. Camilla comenzó a caminar hacia el lado contrario, seguida por Trinth. —Parecen niños… —comentó, esperando hacer conversación con Trinth. Sin embargo, quien respondió fue Lucios, que salía de su habitación en ese momento: —Por lo menos se llevan bien al hacer equipo. —¿Insinúas algo sobre Simon y Flora? —preguntó Camilla. —Qué va… Estar con Osdark es desagradable.

Ed y Axel llegaron corriendo hacia donde estaba el grupo. Eran los únicos que faltaban. Estaban en las afueras de la posada, donde la única iluminación eran unas lámparas de papel que colgaban de los árboles. El lugar estaba cubierto por una extensa capa de césped verde, que de vez en cuando se interrumpía para dejar lugar a pequeños arbustos y gruesos árboles de distintas coloraciones. El horizonte había adquirido una tonalidad entre morado y rosado, anunciando la llegada de un nuevo día. Allí donde el cielo aún era oscuro, varias estrellas manchaban la gran bóveda. Edward y Axel llegaron sudorosos y cubiertos de ceniza, haciendo que la ducha que habían tomado resultara inútil. Se colocaron frente a sus compañeros, que les dirigieron una mirada reprobatoria. —Tarde —dijo Simon. —¡No me digas! —espetó Ed— Pues vale, señor puntual. Lo malo de llegar temprano, es que no habrá nadie que lo presencie. Simon soltó algo que parecía un gruñido, y dio media vuelta. —Damas y caballeros, nos vamos —apremió Axel, mirando nerviosamente sobre su hombro. —¿Ha suced…? —iba a decir Flora, pero fue interrumpida por Ed, quien dijo atropelladamente: —¡Nada, nada en absoluto! ¡Trinth, toma el mando, nos vamos! ¡Todos, aquí, paraditos!

—Quemaste algo, ¿no? —reprochó Trinth. —Quemamos algo —se defendió Ed, haciendo énfasis en la primera palabra. —Brillante —comentó Lucios. —¡Calla, que no fue mi culpa! —continuó Edward— ¡A Axel se le ocurrió golpearme justo antes de que lanzara la llamarada! —Ah, ¿ahora resulta que ha sido culpa mía? —interrumpió Axel. —Senpai… —comenzó Itsuki. —¡Sí, porque si hubieras recibido el golpe como un hombre…! —seguía Ed. —Senpai. —¡…no habríamos encendido la alfombra! —¡Senpai! —gritó Itsuki, desesperado. Inmediatamente, los dos muchachos guardaron silencio. —Yo… —continuó Itsuki, al ver que ya tenía la atención de todos— Yo estuve buscando algunas cosas, principalmente en Fooble Maps y cosas así, y me encontré con que Bagdad se encuentra asentada sobre el río Tigris. De nuevo comenzó el desesperante sonido provocado por varias personas hablando a la vez.

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—¿Bagdad? —¡El río Tigris! —Fooble tiene todo monopolizado. —¡Allí estaba Mesopotamia! —Sí, sí apagué la alfombra. —¡Hey! —detuvo Itsuki. Por segunda vez, continuó cuando todos le miraban—: LaPlace-senpai puede llevarnos allí, y luego podríamos… —¡Woa, woa, woa! —interrumpió Ed— ¿El “niño bonito” nos va a llevar? —Yo —apuntó Simon, mientras señalaba su mano izquierda. En el dedo medio llevaba un anillo de algún tipo de piedra negra y brillante. —¿Obsidiana? —preguntó Trinth. —Sí —respondió Simon—. Este anillo tiene poderes comparables a los tuyos. Lleva al portador a donde desee. Para que nos lleve a todos, debemos hacer contacto físico mientras nos transportamos. —Ew… —susurró Ed, mirando las alas de Lucios. —A mí tampoco me agrada —dijo Simon, mirando el aspecto cenizo de sus compañeros. Acto seguido, Simon les pidió que se acercaran. Cuando todos estaban haciendo contacto, cerró los ojos y el anillo de obsidiana comenzó a brillar. En unos pocos segundos, el grupo se encontraba en el tejado de un edificio de unos diez pisos de altura, observando un horizonte en el cual aún no amanecía. A unas calles se encontraba lo que parecía la plaza principal de la ciudad: Una rotonda enorme, con lo que parecían obeliscos, o columnas, de color blanco en las orillas, que formaban un semicírculo. Al otro lado de la transitada calle, se alzaba un alto edificio con cúpula redondeada. Por el lado contrario, llegaba a apreciarse el brillo nocturno del río Tigris, interrumpido de vez en cuando por edificios, tanto pequeños como grandes, y una torre que parecía ser el punto más alto de la ciudad. —Creo que ese edificio de allá es un hotel —señaló Flora. —Lo de siempre, ¿no? —preguntó Camilla, desviando la mirada.

—¡Muy bien! —animó Camilla— ¡A trabajar! El grupo entero se encontraba reunido en una de las habitaciones del hotel, pero dividido en equipos más pequeños, pensando en cuál sería su siguiente paso. Se habían acomodado de esa manera porque había muy pocas habitaciones, y debían tener compañeros de cuarto. —Ya estamos en Mesopotamia… O casi. Ahora tenemos que buscar algo antiguo —comenzó Lucios, que se encontraba sentado en una de las camas de la habitación que sería suya y de Simon (quien se había negado a quedarse con Itsuki). —Sin embargo, tenemos cientos de kilómetros cuadrados llenos de “Mesopotamia” —expresó Simon, con un tono pesimista. —Y además —apuntó Axel—, Nameless nos pisa los talones. Fijo que ya sabe sobre Itsuki. —Vale —dijo Ed, mientras abría el minibar que se encontraba en uno de los extremos de la habitación, para luego ser reprendido por Trinth—, entonces busquemos algún tipo de rastro, como… ¡Pero mira qué nubes! —acto seguido, Ed se sentó en la cama que estaba junto a la ventana, a un lado de Flora. —¿Como qué? —preguntó ésta.

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—¡Ah, sí! El origen de la escritura fue aquí, ¿no? —¡Ja! El producto del estudio —se burló Simon—. El origen de la escritura fue en Fenicia, al este de aquí. —¿Y no podría ser ésa una posibilidad? —sugirió Trinth— Después de todo, nada nos asegura que estamos en el camino correcto. —Maldita sea, necesitamos un rastro —se lamentó Axel, encendiendo la televisión y cambiando los canales al azar—. Sea lo que sea, pero mientras sea algo concreto. Hubo unos minutos en los que el grupo se quedó totalmente en silencio, pensando en cuál sería su siguiente movimiento. Durante esos momentos de ensimismamiento, el grupo se distrajo con diversos objetos de la habitación, entre ellos la televisión. —¡Ed, mira esto! —señaló Axel, mientras volvía a un canal en el que reconocía dos siluetas conocidas. —¡Pero, ah, somos nosotros! —gritó, al verse a sí mismo lanzar una llamarada hacia un ave negra con dos pares de alas. —¿No habías visto eso ya? —preguntó Trinth— Ya sabes, aquellas fotografías en la pantalla gigante. —Pues sí, pero aquellas eran simples fotografías —dijo Axel— Esto es un video que muestra toda la batalla. Lo que me sorprende es que… bueno, aquel día detuve el tiempo. —Nameless —explicó Lucios—. Puede hacer cosas como esas con los Anuladores. —Mientras que a gente como nosotros les quitan los poderes —prosiguió Flora—, a la gente común los hace inmunes a ellos. —Genial. Ahora tenemos ése —Axel señaló la televisión— problema. —Cami, ¿qué dicen? —preguntó Ed. —Resumiendo, que los quieren explorar anatómicamente —bromeó Itsuki, con una sonrisa en el rostro. —Les están buscando por el bien de la población, y están considerando sus poderes como una mutación genética. Sin embargo, miles de personas han creado una especie culto, pensando que los extraterrestres han llegado a la Tierra — explicó Camilla, rápidamente, como si ya hubiese estado almacenando la información. —¿Somos Dioses, uh? —dijo Ed— ¡Trinth, trae las uvas! ¡Y más te vale que te veas sexy mientras me alime…! —repentinamente, Trinth apareció detrás de él y le dio un fuerte golpe en la cabeza. —¡Eh! ¿Sabes que con las collejas se pierden neuronas?* —replicó Ed. —Y en estos momentos necesitamos esas pocas que apenas tienes —se burló Simon. De pronto, Camilla dejó escapar una risita. Detrás de ella vinieron Flora, Axel, y luego el resto del grupo. Después de unos segundos, ya nadie podía parar de reír. Tal vez nunca se dieron cuenta, o tal vez lo hicieron al instante, pero aquél momento los unió más de lo que podrían hacerlo mil batallas. —Ay… —dijo Lucios, después de unos momentos— Mejor esperemos a que aparezca el niñato ése de las doce campanadas…

Las manecillas del reloj, que en ese momento eran merecedoras de tanta atención, señalaban que eran las 11:51 pm. El grupo se encontraba aún en la habitación del hotel, la cual fue establecida como punto de reunión, esperando la medianoche. Simon se encontraba sentado en el escritorio, silencioso, controlando el resultado de un par de dados. Las puertas del balcón estaban abiertas, y el viento movía las cortinas blancas, dejando ver la silueta de Lucios, quien estaba recargado contra la barandilla, observando la

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ciudad. Trinth estaba sentada en el borde de una de las camas, también en silencio, ensimismada en sus pensamientos. Casi como queriendo contrarrestar el silencio, Camilla y Flora conversaban sobre algo que los demás no alcanzaban, o tal vez no debían escuchar. El par de chicas de vez en cuando soltaba algunas risas, lo cual ponía muy nerviosos al resto de los muchachos. Éstos, al contrario que Camilla y Flora, no parecían tener respeto por sus compañeros, y discutían sobre lo que parecía ser música, con un volumen de voz alarmante —¡Te digo que el solo va así! —decía Axel, fingiendo tocar una guitarra y haciendo sonidos con la boca— ¡Tratatararatun tuntuntun turiiiiiiin! —¡No, no! —rebatía Edward— ¡Es más como Tururururrun tuntantuririuuuuun ! —Pues… —replicaba Itsuki— Sería más parecido a un chirrido, como Ziunrunrunrunrun zararara ziunziunziuuuuuun De pronto, se hizo el silencio. El grupo miró hacia una de las esquinas de la habitación, donde parecía haber una sombra paranormal. ¿Realmente era una sombra? Ahora que la veían mejor, parecía un brillo. O tal vez sí fuese una sombra… El grupo jamás pudo expresar el cambio de luz que ocurría en la habitación, pero éste poco a poco fue acercándose a ellos, mientras se hacía más y más nítido. Cuando ya se encontraba frente al grupo, ya no era ninguna sombra o brillo, sino la figura sólida de Uriel.

11:57, leía el reloj. —Es un poco temprano, ¿no? —preguntó Simon. —Yo no me rijo por lo que ponga una máquina —respondió Uriel—. Podrán ser las doce menos tres para ese circulito, pero para mí es medianoche. —Ah, bien. Uriel —Trinth tuvo problemas para decir el nombre, probablemente porque no estaba acostumbrada—, nos preguntábamos… Emm… ¿Qué buscamos? —Ya lo dije —explicó el niño—. El Puente. —No nos referíamos a eso —dijo Lucios. —Ah, las Puertas, claro —expresó Uriel, aunque más bien parecía que se lo decía a sí mismo—. En cada uno de los seis continentes se encuentra un punto, una Puerta que al ser activada, se enlazará al Puente. —Espera —interrumpió Ed— ¿Cómo coño “activas” una puerta? Te refieres a “abrirla”, ¿no? —Ésas serán las puertas que tú —le señaló con el dedo— conoces. Las Puertas —continuó, al parecer pensando que ya había respondido la duda de Ed—, son puntos antiquísimos, pero que la civilización conoce… O cree conocer. —¡Estás confundiéndonos más! —¡Ah, vale! ¡No lo recuerdo muy bien! ¿De acuerdo? —exclamó el niño. —Espera —reclamó Simon, frotándose la cabeza—… Me estás diciendo que nos encargaste una “misión” digna de película… ¿¡Y no recuerdas lo que hay que hacer!? —Dije que no lo recordaba “muy bien”. Mi memoria fue mutilada, pero aún conservo retazos de ella —Uriel carraspeó y se dio media vuelta— Había un poema en mi lengua. ¡Claro que en español no tendrá el mismo efecto, pero…! De pronto, el niño se quedó en silencio. Tras unos segundos, comenzó a agitar la cabeza y a chasquear los dedos. Incluso hubo un momento en que se golpeó la frente con el puño como quien golpea una fruta para evaluarla. —Ay… No lo recuerdo… —¡Te voy a…!

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—¡Espera! —exclamó Uriel— Puede que recuerde un pedazo, si no me golpeas… —Simon —le detuvo Flora—, venga, es un niño. —Como me salga de nuevo con uno de sus episodios amnésicos… —Ya —dijo Uriel— En resumen, si quitamos la parte del brillo del eterno sol y la migración de las aves… Quedaría algo como “Dos en seis” y luego “Uno de cada tres”, refiriéndose a los elementos de la vida, según mi cultura. —¿Elementos de la vida? —preguntó Axel. —Sí. Según mi religión, Él le dio la vida a todos los seres con tres cosas: “El cuerpo, la mente y el alma”, representados con “Tierra, agua y aire”. —La Raíz, la Ola y la Brisa… —susurró Lucios. —¡Exactamente! Pero esos símbolos que viste en las esferas de Nameless no representan el cuerpo, mente o alma, sino los tres tipos de criaturas. —¿Terrestres, aéreos y marítimos? —preguntó Edward— Vale, sí hay animales que viven en la tierra y en el agua, pero nada vive en el aire. —Pero vuelan —explicó Camilla, y luego se dirigió a Uriel—. ¿Te refieres a las aves? —Las aves entran en esa categoría, sí —afirmó Uriel. —Espera, espera, espera —interrumpió Ed, de nuevo—. La primera vez que me… Nos —señaló a Trinth y a sí mismo— encontramos con una de esas esferitas, no tenían nada que ver con agua, tierra o aire. —Por supuesto —respondió Uriel inmediatamente, casi como si lo hubiese estado esperando—. El fuego, la Chispa, representa a la vida en sí. Por supuesto, hay personas que se lo toman muy literal, como Nameless... Pero en realidad, el fuego representa la chispa que un cuerpo inanimado jamás podrá tener. A veces, también representa deidades de mi cultura. —A ver si entiendo —comenzó Axel—. Buscamos un punto relacionado con agua, tierra o aire. En total seis, mejor dicho. Y, según tu… ¿poema? Según tu poema, tomando en cuenta que dice “Dos en seis” y “Uno de cada tres”, creo que serían dos de cada elemento, ¿estoy bien? —Efectivamente— afirmó Uriel— Oh, y están en el camino correcto —añadió, guiñando uno de sus ojos color miel. —¿Está aquí, en Bagdad? —preguntó Lucios, incrédulo. —Cerca, sí —contestó el niño, sonriente, como si no considerara eso como algo que no fuese un juego—. ¡Venga! Algo antiguo, relacionado con agua, tierra o aire, y que la civilización conoce. —¡El río Tigris! —gritó Itsuki lo primero que se le vino a la mente, ansioso por ayudar. Sin embargo, se dio cuenta de su error en unos segundos y bajó la cabeza, ruborizado. De nuevo, se hizo uno de aquellos silencios en los que el grupo se dedicaba a pensar, violado apenas por el “Tic Tac” del reloj de manecillas. Uriel miraba con una sonrisa a todos los miembros del equipo, a veces soltaba una risita cuando alguno de ellos hacia una mueca al pensar. —De hecho… Itsuki no anda tan mal encaminado —comenzó Lucios. Esperó a que todos le miraran antes de continuar—: Hay una construcción antigua, conocida por el hombre y alimentada por el río Tigris. Agua. —¡Rápido, rápido! —le apremió Uriel. —¿¡Por qué no lo dices tú!? ¡Parece que ya te lo sabes! —vociferó Lucios, con repentina furia, mientras tomaba a Uriel por la túnica. —¡No lo sé, no lo sé! ¡Déjame explicarte! —lloraba el niño, cubriéndose la cabeza.

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—¡Lucios! —gritó Ed, mientras le rodeaba con sus brazos y le jalaba con todas sus fuerzas, que eran pocas comparadas con las del hombre. Sin embargo, Ed se ganó una bofetada que lo lanzó hacia atrás y lo desequilibró, además de romperle el labio. En cuanto Axel escuchó el golpe, se lanzó contra Osdark e intentó inmovilizarle. —¡Osdark! —gritó Simon, que al parecer sabía qué sucedía— ¡Para ya, maldita sea! De inmediato, la expresión en el rostro del hombre cambió. Soltó a Uriel, a quien ahora sostenía con una sola mano, y miró a todos avergonzado: —Yo… Lo lamento mucho, no fue mi intención —acto seguido, caminó hacia Ed y pasó su mano unos centímetros por sobre el rostro de Ed. Con un ligero brillo, el labio de Ed se regeneró, dejando solamente sangre sobre él. —Tal vez no haya sido tu intención, pero fue tu mano la que me golpeó —replicó Ed, enfadado, mientras se alejaba del hombre. —Y bien… —dijo Camilla, intentando, pero en vano, pasar por alto el incidente— Lucios, ¿decías? —No hasta que Uriel explique por qué parece saberlo todo, pero lo niega. —Vale —dijo Uriel, con su rostro casi sin emoción, como si el acontecimiento de hacía unos minutos jamás hubiese sucedido—. ¿No os ha pasado que, cuando llegáis a algún lugar en el que no habéis estado en mucho tiempo, de pronto los recuerdos llegan como un torrente? Todos asintieron con la cabeza. —Pues algo así sucede conmigo —continuó Uriel—. A medida que avanzáis, yo recuerdo. Trozos muy pequeños, comparados con todo lo que he vivido, pero recuerdo. Es por eso que les apremiaba con tanto entusiasmo. —Bien —siguió Lucios, sin creerse mucho la explicación del niño—. Yo pensé en aquel viejo mito de las Siete Maravillas del Mundo: Una de ellas son los Jardines Colgantes de Babilonia. —¡Sí, sí! ¡Eso es! —exclamó Uriel— ¡Allí está una Puerta, diste en el blanco! ¡Una Puerta de agua, específicamente! ¡Ahora sólo deben ir a activarla y…! —Disculpa, ¿ir a dónde? —interrumpió Flora— No queda rastro de los famosos Jardines, ni nada. —No exactamente —comentó Itsuki, ahora que ya se le había pasado la vergüenza—. Hace un tiempo, escuché sobre una excavación que había revelado unos enormes muros junto al río. También comentaban sobre otra que estaba un poco más lejos, pero alojaba lo que podrían haber sido los cimientos. —Entonces allí será —expresó Uriel—. Os deseo mucha suerte. No olvidéis entregarle la esencia que encontréis allí a la Puerta. Ahora, si me disculpáis… —añadió, mirando el reloj— Me queda un poco de tiempo, así que iré a buscarme una de esas deliciosas papas fritas que saben a queso. ¡Jamás había probado algo como eso en toda mi vida!

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Capítulo 13:Ed miraba el plato con disgusto. Pequeños trozos de carne desmenuzada flotaban en un lago de salsa carmesí, mientras distintas hierbas y especias acompañaban aquella "exótica" comida. Tenedor en mano, presionó un poco sobre uno de los trozos, abriéndolo y haciendo que se esparciera por el plato.

— Chicos, ¿alguno estaría dispuesto a cambiármelo?

El resto del grupo bebía de sendos vasos con una bebida roja de aspecto refrescante, en la que flotaban un par de cubitos.

— ¿No decías que tenías tantísima hambre, que te apetecía probar comida exótica...?—le dijo Axel, con un tono que demostraba que disfrutaba del momento.

— Ya, pero... ¿tú estás viendo esto?—replicó Ed señalando al plato.— ¡Esto no me lo como yo ni de cena, y estamos desayunando!

— ¡Pero si seguro que está riquísimo!—bromeó Camilla.— Además, así tendrás más energias para el resto del día.

— En ese caso cámbiamelo. Si en el fondo lo estás deseando...

— No. Tanta comida por la mañana no puede ser buena.—respondió con picardía.

Ed abrió la boca y los ojos tanto como pudo, sorprendido

— ¡Entonces porqué me has dicho que sí! ¡Aclárate de una vez! ¿Al menos no puedes decirle al encargado que me lo cambie por una bebida de esas?

— Si no te lo vas a comer no haberlo pedido. Ahora asume tus decisiones—dijo Lucios tajante.

— En primer lugar, se llama Kawaree. Y en segundo, no va a querer después de lo que les hayas hecho encender la cocina sólo para tu "desayuno".—continuó Camilla

— Pero tú puedes controlar la mente, ¿no? Venga, hazme ese pequeño favor...

Camilla se quedó observando unos segundos a Ed, que le miraba con cara de no haber roto un plato en su vida.

—Ah… ¿Qué se le va a hacer?—

Unos instantes después, Ed disfrutaba de un plato de tostadas y un zumo de naranja enfrente suya. Después de haber desayunado, el grupo se puso en Marcha.

—Hay una pequeña excavación cerca del río, podemos empezar por ahí— Propuso Itsuki, con un mapa en sus manos de un tamaño casi semejante al suyo.

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—Bien, empecemos por ahí— Dijo Simon. –Camilla, ¿por qué no convences a los mineros para que nos dejen entrar?—

—¿Por qué no me pedís también que robe un banco? Ya que podría...—

—Venga, que tampoco es para tanto—

El grupo se adentró en una pequeña y húmeda galería, creada con la función de buscar minerales, lógicamente. El grupo se dividió en otros semi-grupos, y entre todos buscaron lo máximo posible. Pasó el tiempo, todo el mundo estaba sucio y con tierra, no había nada.

—¿Qué os parece si buscamos en otro lado? —dijo Axel.

—¿Por qué no nos vamos de aquí? —comenzó Ed— Sólo hay tierra, tierra y... ¡Oh, algo de tierra! Ah sí, unos centímetros cuadrados de mineral, en el anillo de Simon— Terminó, con un tono muy sarcástico.

—Probemos en la siguiente…— Dijo Itsuki.

Después de conseguir introducirse en la siguiente galería, ésta de un tamaño inusitado, decidieron esta vez buscar todos juntos. Después de un buen rato caminando por la galería, Trinth gritó:

—¡Mirad! Aquí hay una rendija—

—¡Asombroso! Has descubierto una rendija en una galería para extraer mineral, dónde seguro que hay muchas… ¿Rendijas?— dijo sarcásticamente Simon.

—Bueno, pues veamos igual, lo que buscamos puede estar en cualquier lado— Dijo Lucios, y se acercó a la dicha rendija.

–Aquí cómo mucho cabe un brazo—

Todos miraron a Itsuki.

—Senpais... Esto no será por mi tamaño, ¿verdad?— Preguntó Itsuki, el cual se dio cuenta de la respuesta nada más ver la cara de sus compañeros. Itsuki metió la mano en la rendija, puso una cara rara y luego sacó la mano. Agua; la mano estaba empada.

—¿Cómo puede haber ahí agua?— Preguntó Ed.

—Estudia más— Aconsejó Lucios. – Seguramente, habrá llovido. Y debido a la profundidad a la que estamos, o a la composición del terreno, dicha agua todavía no se ha evaporado—

—¿Y si es parte del río?— Preguntó Axel

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—O un afluente subterráneo— Siguió Simon.

—Creo que leí una vez que usaban eso cómo sistema de riego… Creo— Dijo Itsuki, intentando ayudar en la medida de lo posible.

—Bueno… Pues, tenemos dos teorías—

—Dejádmelo a mí— Pidió Axel, el cual se alejó de un salto del grupo y alzó los brazos.— Aneberg, demonio de las profundidades, que a los mineros aterras y las entrañas de la tierra dominas… ¡Ven a mí!—

Al lado de Axel apareció una especie de portal, un agujero oscuro. De él salió un demonio con forma de carnero de cuernos de oro. Tenía las facciones frías y cara de no sólo pocos, si no que de ni un solo conocido.

—Aneberg, rompe la roca dónde se haya la rendija— Ordenó Axel. En eso, Itsuki se transformó en un elefante africano, y ayudó al demonio a mover los escombros. Ed se adelantó, quería examinar el interior. Entonces, dio un pequeño grito.

—¡Pincha!— Gritó. Lucios se acercó al terreno, y lo examinó.

—El tipo de piedra es totalmente distinto al de alrededor— Informó.

—Esto es… ¿Una bisagra?— Flora estaba en el suelo – He limpiado un poco esto y… He encontrado esta bisagra.

—Aquí hay un enganche, seguro que es una trampilla. Abrámosla— Dijo Ed, victorioso por avanzar más en la búsqueda.

El grupo abrió la tapa y encontraron en su interior un pozo, de unos tres metros de diámetro. Estaba hecho entero de ladrillos, y era tal su profundidad, que poco podía verse. En uno de los bordes, se hallaba una hilera de escaños descendentes, haciendo de escalera de manos.

—¡Bajemos!— Gritó Itsuki. El cual se tranformó en un gorrión común y bajó volando junto con Lucios. Todo eso le volvía loco, y poco podía ocultarlo.

—Yo… iluminaré— Dijo Ed, algo asustado. Conforme el grupo descendía, se dieron cuenta de que había pequeños escapes de agua, Y Ed, a la vez que bajaba los evaporaba como podía; bastante le costaba ya bajar. Ed se puso mucho más nervioso. El fondo por fin se veía, era un canal, que carecía de pasadizos a los lados. De repente, Itsuki pasa de gorrión a una trucha, y se lanza al agua. Avergonzado, vuelve a su forma de humano y se pone de pie, al ver que el agua le llega a la cintura.

El grupo se adentra por el canal y prosigue varios metros, hasta encontrarse con una enorme

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puerta con un símbolo grabado en su mitad. Eran dos bastones rectangulares, de lados de diferente tamaño, el lado corto de cada uno se acercaba al ángulo de cada uno. El símbolo, recordaba a otros conocidos cómo el Ying y el Yang.

—La Ola— Dijo Flora.

—¿Qué?— Dijo Ed, el cual había perdido el miedo.

—La Ola… Ese símbolo, es La Ola—

En un pequeño pedestal, en la frente de la puerta, se hallaba una daga. La daga era obsidiana negra. Carecía de grabado alguno o funda, simplemente brillaba.

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Capítulo 14:Axel se acercó al pedestal y observó la daga detenidamente, sin estar seguro sobre si tocarla o no. Extendió la mano, dispuesto a cogerla, pero Flora le ordenó que se detuviera. —Espera –ordenó, haciendo un gesto para mantener el silencio. Espero unos segundos antes de decir nada—. Notó una presencia. —Varias –puntualizó Ed—. Yo también. Pero son raras. No son seres vivos, parecen puntos de calor o luz. Pero no parecen estar aquí, sino en otro sitio. Seguramente en los canales. —¿Puedo coger la daga o no? –preguntó Axel, inseguro. Ed le contestó cruzándose de hombros, a lo que el chico tomó como una afirmación y la agarró lentamente. Rápidamente sacó la daga del pedestal y suspiró aliviado al comprobar que no se activaba ninguna clase de trampa. Lucios se apartó de la puerta junto con Trinth, agobiados de empujarla e intentar abrirla. Ed se acercó para ver si habían logrado algo. —No hay modo –señaló Trinth—. Es imposible de abrir por la fuerza. —¿Qué hacemos? –preguntó Camilla. Ed señaló al canal. —La única pista que tenemos son esas “presencias” –concluyó—. Volvamos sobre nuestros pasos. El grupo volvió al canal, con Ed volviendo a iluminar el camino. A medio camino Flora llamó la atención. —Ed –le llamó—. ¿Seguro que las presencias están aquí? Ed se paró a pensar un segundo, inseguro. —Ahora que lo dices, parece estar bajo nosotros. —¿En el agua? –preguntó Lucios. Ed y Flora negaron con la cabeza. —No, parece más profundo –comentó Flora—. En algún punto bajo la tierra, no sabría decir dónde. —Eso significa que hay algún modo de llegar –pensó Ed—. Tal vez algún punto donde el agua encuentra salida. —Itsuki, ¿puedes buscar ese punto? –preguntó Flora al chico. El niño afirmó con la cabeza. Itsuki se transformó en trucha y se zambulló directo al agua. El grupo esperó

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impacientemente dos largos minutos hasta que el niño apareció de nuevo con forma humana del agua, mojado. —Allí –señaló más al frente— hay un agujero en el suelo oculto por el agua. Creo que cabemos de uno en uno, y lleva a un túnel lleno de agua no muy largo. Gracias a la corriente se atraviesa enseguida, y conduce a una habitación extraña. —Pues vamos –animó Axel. Itsuki echó a caminar y el grupo le siguió. No tardaron en llegar. La zona no parecía tener ningún agujero, sólo era un pasillo más con agua, aunque notaban la corriente tirando de ellos ligeramente. El primero en lanzarse fue Itsuki, con un “seguidme” y un salto. El grupo dudó un momento, pero Flora fue la siguiente. Se fueron lanzando uno por uno, hasta quedar sólo Lucios y Ed, inseguros. —Tú primero –le animó a Lucios. Éste chasqueó la lengua y se acercó a donde debía estar el agujero. —No me gusta mojarme las alas –comentó en voz baja, tirándose al agua y desapareciendo. Ed se acercó y tragó saliva. —A mí directamente no me gusta mojarme –se dijo para sí mismo Ed justo antes de tirarse. Ed se lanzó, y durante unos segundos todo fue confuso para él. Tenía los ojos cerrados, pero notaba cómo todo daba vueltas a su alrededor y le empujaba. Primero hacia abajo, después a su izquierda y por último hacia arriba. Cuando dejó de notar que la corriente lo empujaba, nadó hasta la superficie, buscando salir de allí. Ed salió del agua chorreando y jadeando. No le había agradado nada el viajecito. Se tiró casi al suelo, mareado, y encendió una llama para secarse y dar algo de iluminación al lugar mientras observaba al resto del grupo. Lucios se secaba las alas agitándolas, las chicas se estrujaban el pelo para quitarse el agua de encima y Simon se había quitado el sombrero y lo mantenía colgado mientras chorreaba. El único que parecía estar perfectamente era Itsuki. Ed observó dónde se encontraban. Se trataba de una gran galería con unas columnas redondas. Todo estaba muy oscuro excepto por el fuego de Ed. En cada rincón había una galería que se llevaba el agua, esta vez con una especie de acera para no mojarse. Y en el centro había una especie de capullo de flor de un metro de alto, aparentemente hecha de madera. Cada pétalo de la “flor” estaba atado a poleas distintas, y dichas poleas a unos jarrones que colgaban en el techo. —¿Y ahora qué? –preguntó Camilla. Simon observó la flor de madera. —El fuego quema la madera –dijo echando un vistazo rápido a Ed—. Es lógico lo que tiene que hacer la antorcha.

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Ed le lanzó una mirada mala de forma rápida. —No creo que sea buena idea –señaló Flora—. Parece que las presencias están en la flor.

—Yo no veo nada –Simon no quería perder más tiempo—. Y lo siento por esas “presencias”, pero en una pelea creo que ganamos nosotros. —Creo que lo mejor sería no utilizar nuestras habilidades para abrirlo si aquí están esas “presencias” –concluyó Camilla, ignorando a Simon. Flora afirmó con la cabeza. —Hay cuatro canales –señaló Flora—. Dividámonos en cuatro grupos de dos miembros cada uno. Tal vez en cada canal encontremos algo para abrirlo. Ed y Axel, id por el de la izquierda –señaló—. Trinth y Camilla, id por el de la derecha. Lucios y Simon, por delante. Itsuki, tú vienes conmigo, iremos por el de detrás. Los grupos se separaron, e Itsuki se apegó a Flora. Los dos se metieron por el oscuro canal, caminando prácticamente a oscuras. Se guiaron por una luz que había al final del túnel y que no estaban seguros de adónde llevaría. Tras no mucho caminar, entraron en una pequeña habitación con una columna de madera con unas barras como las que los esclavos empujaban en la antigüedad. Flora indicó a Itsuki que se pusiera a uno de los lados de las barras y empujara mientras ella hacía lo mismo. La columna giró sin mucha dificultad, moviendo una cuerda que parecía llegar hasta la galería anterior. —Volvamos –indicó Flora. Los dos comenzaron a caminar e Itsuki salió al canal, cuando de golpe un pequeño “clic” sonó. De la pared del techo aparecieron unos pinchos. La chica en un principio no lo entendió, pero al segundo el techo cayó, destrozando la columna de madera, y se avecinó sobre ella. La mujer dio un salto al ver lo que se le venía encima y se salvó de ser aplastada, pero notó como uno de los pinchos le rasgaba la pierna izquierda. —¿Está bien, Flora—senpai? –le preguntó Itsuki, preocupado. Flora le hizo un gesto mientras inspeccionaba la pierna. —No es nada –le contestó al ver que se trataba de una herida superficial—. Ya me lo curará Lucios más tarde. Volvamos. Los dos volvieron, Flora cojeando levemente. Cuando llegaron a la galería principal observaron que los demás miembros del grupo estaban perfectamente. —¿Qué ha sucedido? –preguntó Camilla al verla. Flora no le dio importancia. —¿No habéis tenido trampas? –preguntó. El grupo en general se miró con extrañeza.

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—Las probabilidades de que una trampa funcione tras tantos años son mínimas –comentó Simon—. Cuando Lucios y yo empujamos la columna, unos pinchos aparecieron en el techo. Pero no pasó más. Lucios se dirigió a Flora para curarla, cuando fue interrumpido por un sonido. Los jarrones habían sido llenados de agua y bajaban lentamente del techo, subiendo ahora los pétalos de las flores y dejando un pedestal. El grupo observó impaciente el interior del monumento de madera, y vieron una pequeña esfera en el interior. —¿Es eso…? –empezó Trinth, pero Simon la interrumpió. —Es una estúpida canica.

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Capítulo 15:

Flora, Lucios y Simon no pudieron evitar mirar aquella pequeña esfera con un poco de miedo. El trío, que había pasado un tiempo con Nameless, conocía muy bien el símbolo que estaba grabado en la canica; era el mismo que se encontraba en la enorme puerta que no pudieron abrir: La Ola, que representaba el agua; dos bastones unidos de tal manera que recordaban al Ying-Yang.

-Muy oportuno -expresó Lucios, mirando al cuerpo de agua que le rodeaba, a él y a sus compañeros-. Si esa canica toca una sola gota de agua, lo que sea que habite en su interior saldrá a la superficie, y nos atacará sin piedad alguna.

Itsuki, sin tomar ninguna precaución, tomó la esfera con dos dedos. El resto del grupo inmediatamente se colocó en posición defensiva, esperando que alguna trampa se activase. Pero no fue así, e Itsuki le cedió la canica a Simon, mientras miraba a sus compañeros con un poco de extrañeza.

-Simon-senpai -dijo el joven-, podemos volver a la Puerta (sin mojarnos, claro) con tu anillo, ¿verdad?

-Así es -respondió Simon, frotando su anillo con su otra mano-. Venid todos. El grupo se aproximó y, tal como la última vez, se aseguraron de estar en contacto

físico. De nuevo se sintieron ingrávidos durante unas milésimas de segundo, sólo para aparecer de nuevo frente a la Puerta, que parecía mirarles con una majestuosa superioridad, e incluso parecía que les retaba a encontrar su bien guardado secreto.

-Debemos entregarle la esencia -explicó Flora-. Eso fue lo que Uriel nos dijo, ¿cierto?

-Sí, la esencia que encontremos aquí -señaló Trinth.-¿Será la canica? -dijo Simon, mientras se la sacaba del bolsillo. En cuanto lo hizo,

el orbe brilló con una intensidad que obligó al grupo a cerrar los ojos.-¡Gah! -gritó Ed, mientras se llevaba las manos a la cabeza. Y no fue el único, Flora

también soltó un grito de dolor mientras caía de rodillas al suelo, y el inmutable Lucios dejó salir un alarido.

-¡H-Hey! -exclamó Simon, mientras se arrodillaba junto a Flora.-¡Hay... demasiado...! -gimió Flora-. ¡Son... esas cosas...! -acto seguido, Flora se

desmayó, precipitándose hacia el suelo. Afortunadamente, Simon la atrapó antes de que pudiese golpearse.

-¡Son... los puntos de luz...! -dijo Ed entre gemidos, sosteniéndose la cabeza con las manos.

-¡Nos vamos de aquí, ya! -vociferó Simon, poniendo su mano libre sobre Ed y preparándose para desaparecer.

-¡Simon, no! -exclamó Lucios-. Puedo ver algo... Está muy cerca.-Lucios... - susurró Ed, cayendo de rodillas, aún con las manos cubriendo su frente-.

Quieren... quieren... Augh... -después de esto, Ed finalmente cedió y perdió la consciencia al igual que Flora. Cayó al suelo, golpeándose la mejilla y rasgándose con una losa desprendida.

Finalmente, Lucios recuperó la compostura, y transmitió aquello que Flora y Ed no pudieron decir:

-Esas cosas acaban de dejar la flor... Y quieren sangre.

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Axel, arrodillado, tomó un poco más de agua del canal y se la arrojó a Ed en el rostro. Sin embargo, tal como las dos veces anteriores, el agua se evaporó unos segundos después de entrar en contacto con la piel del chico.

-Creo que no despertará en un buen tiempo -expresó Axel, poniéndose de pie. Flora ya había despertado, con un poco más de delicadeza, por supuesto; y se encontraba apoyada en el hombro de Simon, pues no podía sostenerse por sí misma.

-Mecanismo de defensa, ¿tal vez? -apuntó Lucios, mientras se ponía de rodillas junto a Ed. Después de mirarle unos segundos, le dio una fuerte bofetada. Acto seguido, Ed despertó y se sentó de inmediato, no sin soltar varias flamas desde la punta de sus dedos.

-Arriba, puede que tengamos la solución -dijo Axel, mientras señalaba la pierna de Flora, la cual se había rasgado durante la exploración.

-Lo haré yo -expresó Flora, manchando su mano con su propia sangre. Simon le ayudó a llegar a la Puerta, en la cual se apoyó con su mano limpia. Embadurnó la puerta con su sangre, frotándose la pierna de vez en cuando para tomar más. Cuando hizo una mancha lo suficientemente grande, se alejó y esperó a que Lucios sanara su herida.

-¡Está funcionando! -señaló Camilla. Y tenía razón, algo sucedía. La sangre de Flora comenzó a brillar, tanto que parecía arder.

Hubo un destello que cegó a todos por un momento. Cuando todos abrieron los ojos... La Puerta seguía igual.

-¡Pero qué...! -exclamó Trinth- ¡No ha sucedido nada!-Eso es porque... -apuntó Ed- Esa Puerta no quiere sangre cualquiera.-Edward tiene razón -dijo Lucios- Tal y como dijo Uriel, necesitamos otorgarle la

esencia que encontremos aquí.Todos se giraron para ver la esfera que Simon sostenía entre sus dedos...

Camilla giró la lanza con su mano derecha. No la había usado desde su pelea con Flora que, a pesar de haber sucedido sólo unos días atrás, parecía muy lejana. Trinth tensó la cuerda de su arco, mientras Lucios comprobaba el filo de dos dagas. Axel y Ed probaban sus respectivas espadas con suaves golpes filo a filo, y Flora comprobaba la flexibilidad de su estoque.

-Itsuki -llamó Simon, quien se encontraba barajando varias cartas. El mencionado se acercó a su “senpai”, que le ofreció la daga de obsidiana que habían encontrado en el altar.

-Buena idea -comentó Flora-. Itsuki necesitará pelear con algún arma.-¿No son las garras suficiente? -preguntó el chico, midiendo el filo de la daga.-¿Y en caso de que tus poderes se vean anulados? -respondió Lucios- Nameless

tiene muchos trucos bajo la manga. No sabemos con qué podríamos encontrarnos.Repentinamente, Ed soltó un grito mental:-¡Váaaaamonos!Para que Trinth no perdiese sus fuerzas, fue Simon quien los transportó de nuevo.

En unas décimas de segundo, el grupo estaba parado de nuevo en la flor de madera, que flotaba sobre el agua de la inmensa galería del Altar del Agua. Todos comprobaron sus armas por última vez.

Trinth y Ed, que podían atacar a distancia, se colocaron en la acera de un canal cada uno. Lucios y Axel, quien invocaría algún demonio, serían los atacantes aéreos, por lo que se colocaron en los dos canales restantes. El resto se quedó sobre la enorme flor.

-Me parece que está todo listo -expresó Axel, que era quien llevaba la canica en el bolsillo.

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-Lanza -dijo Lucios, mientras se extendía sus alas. Los demás se colocaron en posición de guardia de inmediato.

Axel lanzó la canica al aire. Ésta llegó al centro de la galería, donde se quedó flotante unas milésimas antes de caer inevitablemente al agua. El orbe se sumergió, dejando tras de sí una estela de burbujas.

Como si estuviese hirviendo, el agua se agitó y burbujas afloraban a la superficie. Tal y como había sucedido cuando habían estado junto a la Puerta, la esfera brilló con gran intensidad. Pero no se detuvo allí, la luz fue haciéndose más fuerte, y se expandía conforme pasaba el tiempo. Muy pronto, toda la galería brillaba y se removía como si en lugar de agua fuese ácido.

Se escuchó un rugido que resonó por toda la galería. Una enorme cabeza rompió la superficie del agua y comenzó a ascender. Era enorme, probablemente de tamaño de un auto compacto, y en cada uno de sus lados lucía un reluciente ojo de color verde. Su piel era de un color negruzco brillante, y estaba recubierta por escamas. Sus dientes, afilados y amarillentos, podrían atravesar a cualquier humano sin esfuerzo. Su cabeza seguía subiendo cada vez más, y su cuello parecía no tener fin. Fue Flora quien lo notó:

-¡Es una serpiente!-Ed -escuchó el chico en su mente. Era Uriel, contactándole telepáticamente desde

Dios sabría dónde-. Transmite un mensaje, por favor.-Entendido.-¡Damas y caballeros! Os presento a... ¡Leviatán! -vociferó Uriel, a través de

Edward.Leviatán soltó un rugido, mientras dirigía la vista hacia Trinth, que ya había

comenzado a lanzarle flechas; éstas, por desgracia, parecían rebotar contra las escamas de su enemigo.

-¡Axel, ahora! -gritó Lucios, mientras emprendía el vuelo.-¡Sí! -respondió Axel, mientras abría un portal oscuro- ¡Gárgola!Igual que las veces anteriores, del portal surgió una figura oscura. Conforme se

hacía más definida, el portal se hacía más delgado. Finalmente, la gárgola salió por completo, y comenzó a volar alrededor de Leviatán mientras rugía.

Edward comenzó a correr alrededor de la serpiente, lanzándole orbes ígneos. Cuando se encontraba con un espacio de agua, se impulsaba con un torrente de fuego y continuaba su carrera del otro lado. Trinth hacía exactamente lo mismo, del lado contrario; excepto que ella tenía que detenerse para apuntar con precisión.

Camilla, Simon, Itsuki y Flora se encontraban parados sobre la estructura de madera, intentando alcanzar a Leviatán con sus armas, pero el reptil no se acercaba lo suficiente.

-¡Pase lo que pase, no saltéis al agua! -advirtió Lucios desde las alturas, mientras distraía a Leviatán, junto con la gárgola, para que Ed y Trinth pudiesen hacer su trabajo.

La serpiente dejó escapar un rugido, a la par que sacaba su cola del agua e intentaba golpear a Lucios con ella. Éste, o más bien Osdark, escapó al impulsarse con una ola oscura, pero aun así cayó al agua. Sin embargo, a la gárgola no le fue tan bien, y salió disparada hacia la flor de madera, rompiéndola en varios pedazos.

-¡No! -gritó Ed, mientras lanzaba una enorme llamarada a Leviatán para distraerle. Si se daba cuenta de que sus compañeros habían caído al agua, se los comería uno a uno. Flora, invisible, tendría una gran oportunidad de escapar; Itsuki podría hacerlo con el hecho

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de convertirse en un escurridizo atún, o algo por el estilo; sobre Simon no hacía falta explicarlo. ¿Pero Camilla y Osdark?

-¡Trinth! ¡Ayúdame a llegar a su cabeza! -pidió Ed, mientras la tomaba de la manga en el momento en el que se entrecruzaron.

-¿Estás loco? -exclamó Trinth, a la par que le observaba desenfundar la espada que llevaba en la espalda.

-¡Si no hacemos nada, atrapará a nuestros am...! -añadió apresuradamente.-¡Axel puede detener el tiempo, “héroe”! -acto seguido, Trinth siguió disparando,

mientras continuaba su carrera.-¡A esa cosa no le hará efecto...! Grrr, necia.¿Debería saltar? Ni loco. ¿Pero qué podría hacerle el agua? No importaba, aun así

era demasiado descabellado el siquiera pensarlo. Pero sus compañeros lo valían... ¿De verdad lo valían? ¿Harían ellos lo mismo?-¡Hey! ¡Tú... Cosa...! -gritó Ed, mientras lanzaba varias llamaradas a la vez. Tal y

como lo había planeado, Leviatán le miró con su enorme ojo después de unos segundos. Soltó un rugido mientras se lanzaba contra Ed, intentando atraparle con su enorme mandíbula.

Y entonces vio. Lucios estaba sacándoles del agua y colocándoles en trozos de madera flotante. Debido al grosor de los pedazos, sus compañeros podrían usarlos como plataformas sin temor a hundirse.

-Gracias a Dios –susurró Axel, mientras le ordenaba a la gárgola que volviese a atacar- ¡¡Hagamos sushi de Leviatáaaaaan!!

Axel tomó su espada y saltó hacia una de las maderas flotantes. Se desestabilizó por un momento y casi cae, pero no tardó en acostumbrarse a la móvil superficie. Corrió hasta el borde, donde dio un buen salto para llegar a una plataforma que estaba a unos dos metros de distancia. El joven llegó por los pelos, pero esta vez estaba preparado para el cambio de estabilidad y no perdió el equilibrio. Leviatán se encontraba probablemente a unos quince metros, pero debido a la corriente creada por su cola, sumergida en el agua, era casi imposible acercarse a los maderos sin caer al agua.

Debía ayudar. A pesar de todo lo sucedido, el espírituo de batalla le unía a sus compañeros... No. A sus amigos. Y por eso...

Axel saltó al siguiente madero, y al siguiente, y al que seguía de éste... En unos cuantos segundos, tenía a las escamas de Leviatán frente a él y a la inestable plataforma que en esos momentos parecía moverse más que cualquier objeto en el mundo. Axel dio hizo tres cortes en la piel de Leviatán, que lo notó al instante y lo miró desde las alturas.

El chico miró a su alrededor, buscando un madero para saltar. Pero se dio cuenta de que había pasado por alto algo muy importante: Su regreso. Había olvidado idear una ruta de escape en caso de que Leviatán le atacara, tal y como iba a suceder.

Pero Leviatán se detuvo. Miraba hacia abajo, pero no hacia Axel. Y entonces el chico se dio cuenta; a Leviatán le manaba sangre de la nada.

-¡Ahora, Axel! -dijo la voz de Flora. La chica se había hecho invisible y distraía a Leviatán. Axel saltó a una de las plataformas que pasó cerca de él y se alejó del gigantesco reptil.

-¡A esta cosa no le hace daño nada! -gritó Itsuki, desde una de sus plataformas.Simon saltó desde su madero y cayó en el de Itsuki. Al escuchar su comentario,

comenzó a buscar puntos débiles en el reptil.

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-Sus ojos. Si llegáramos a sus ojos, podríamos cegarle y sería mucho más fácil debilitarle. Pero se mueve tanto que las probabilidades de sacarle sólo un ojo son casi nulas.

-Entonces sí hay una posibilidad -dijo Camilla, mientras veía cómo Itsuki, transformado en águila, Lucios y la gárgola intentaban acercarse a la cabeza de Leviatán.

Repentinamente, la cola de Leviatán emergió del agua de nuevo. Dio varias vueltas que agitaron las aguas, y algunas de ellas casi golpean las paredes. Y de pronto...

-¡Flora! -gritó Simon. Pero era muy tarde. La cola de Leviatán le golpeó de lleno y la lanzó al agua. La serpiente se dio cuenta y bajó la cabeza para cazar a Flora. Y allí fue donde Simon encontró la oportunidad. Le arrebató la daga a Itsuki, saltó a una plataforma más cercana y sacó una carta al azar de su mazo.

-¡Fuerza! -vociferó después de verla. Como si hubiese tomado un élixir para la vida, sintió que era más liviano y poderoso a la vez. Corrió hacia Leviatán y con un salto se colocó sobre su cabeza. El reptil se comenzó a retorcer de inmediato, pero Simon fue más rápido y le rasgó el ojo con su daga; luego la enterró hasta la empuñadura y se sostuvo de ella. Leviatán alzó la cabeza y soltó un rugido de agonía.

-¡Admirad la nueva técnica de Edward Knight! -expresó un grito que venía de las alturas. Simon miró hacia arriba y vio a Lucios aleteando, mientras sostenía a Ed con los brazos. El chico tenía dos orbes de fuego en la misma mano, que comenzaron a girar alrededor de su muñeca a la par que gritó: -¡El espiral de fuego!

Y Lucios le soltó.Ed comenzó a caer irremediablemente hacia las fauces de Leviatán. Pero el chico no

intentó evitarlo; más bien, parecía desearlo. Caía con la cabeza hacia abajo y con el brazo izquierdo extendido, mostrándole el fuego a Leviatán.

-¡Y ahora, muere! -gritó Ed. Flexionó el brazo hacia atrás y lo volvió a extender hacia el frente. Pero esta vez, los dos orbes avanzaron hacia las puntas de los dedos de Ed, y aumentaron su velocidad de giro, dejando un haz en forma de doble hélice detrás de ellos. Y entonces Ed cayó dentro de la boca de Leviatán.

El chico emergió triunfante desde la cráneo de la bestia.Ed iba manchado de sangre y ceniza, pero la dejó atrás cuando cayó al agua.

Leviatán comenzó a retorcerse y a rugir de una manera tan desenfrenada que el grupo tuvo que refugiarse en uno de los canales. Desde lejos podían ver la sangre de color negro que brotaba del hocico, ojo y cráneo de la bestia. Ésta se mezclaba con el agua y la tornaba de color carmesí, e inlcluso manchaba las paredes debido al arrebato de Leviatán.

-¡Mirad, se está...! ¿¡Derritiendo!? -gritó Trinth. A Leviatán le salía vapor de la piel, las escamas se le caían y parecía perder la fuerza para detenerse. Soltó un último rugido antes de sumergirse con un estruendo en el agua.

-¡No, la sangre! -exclamó Itsuki, mientras corría para recolectar algunas gotas. Pero el vapor llenó la galería y cuando se disipó, no quedaba rastro de que Leviatán hubiese existido.

-¡No! ¿Cómo abriremos la puerta ahora? -gimió Itsuki, mirando con tristeza a sus senpais.

-Con sangre, ¿con qué más? - explicó Simon, mostrando la daga de Itsuki. La sangre goteaba desde la punta de aquella arma de obsidiana.

-¡¡Simon-senpaaaaaaii!! -acto seguido, Itsuki abrazó fuertemete a Simon, viéndose rechazado y recibiendo un fuerte empujón.

-¿Deberíamos subir, entonces? -preguntó Trinth.

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Simon metió la sangre en el frasquito de cristal que había llevado con él, pensando que lo necesitarían. Miró la Puerta de la Ola y sonrió. Un paso más cerca de llegar a casa. Un paso más cerca de deshacerse de sus molestos compañeros...

Aunque no de todos, tal vez.El joven se acercó a la Puerta y la tocó con la mano. La roca era inexplicablemente

lisa, aunque de lejos la textura parecía ser la de cualquier otro bloque de la estructura. Ésta era de un color amarillento, a excepción del sello que tenía en el centro, que era de color azul brillante.

Simon iba a destapar el frasco cuando se escuchó un grito ahogado a sus espaldas. Se giró y vio a Camilla tapándose la boca. El resto del grupo había sacado sus armas y estaba preparado para luchar..... ¿Luchar contra qué...?

Entonces les vio. Eran dos, viéndole desde el fondo del canal. -¿¡Nameless!? -gritó Simon.Tal y como Simon lo había notado, iban vestidos con la misma gabardina que

Nameless. Llevaban también gafas de sol y un sombrero que les cubría el rostro por completo, a excepción de la boca.

Las figuras tenían sólo dos diferencias. La primera era que una era más pequeña y delicada que la otra. La segunda, que dicha figura llevaba un cinturón sobre la gabardina, demostrando que era un individuo femenino.

Los dos extraños se acercaron con pasos lentos hacia los muchachos. No les importaba mojarse. Ahora que Simon lo pensaba, la ropa de uno parecía estar completamente seca. No, sería su imaginación

-¿¡Qué es lo que queréis!? -rugió Ed, colocando su espada en posición defensiva y poniéndose frente a sus compañeros, en un intento de protegerles.

No hubo respuesta. Los dos individuos seguían acercándose. Y sin embargo, no parecían tener intención de atacar.

-¡Suficiente! -exclamó Itsuki, transformándose en un enorme tigre, preparándose para atacar.

Los extraños se detuvieron.-Tal y como supuse, cobardes -expresó Lucios.Lentamente, la mujer levantó el brazo y abrió su mano, como pidiendo algo. El

grupo se soprendió cuando ella habló:-Soy Lilith, y mi compañero es Caín. Hemos venido a deteneros. No debéis abrir la

puerta.-¿Y quién te crees para ordenarlo? -le desafió Trinth, tensando su arco.Caín sonrió de una manera burlona.-¿Así lo queréis...? Bien... -acto seguido, Caín y Lilith se quitaron sus respectivos

sombreros, al igual que las gafas de sol.Su cabello era blanco como la nieve, y sus ojos amarillos tenían una aterradora

pupila felina.-Ahora... Nos daréis ese frasquito, muy lentamente...

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Capítulo 16:

Lilith extendió su mano abierta con la palma hacia arriba hacia Simon, que sujetaba el

frasquito con la sangre de Leviatán. Su fría expresión infundía miedo entre los jóvenes, que

aún seguían sorprendidos ante la repentina aparición de aquellos dos extraños seres.

- No te lo voy a decir ni una vez más -insistió Lilith, con una mirada furibunda y un fuerte

tono de voz.- Dame ese frasco.

- Deberías de saber que no voy a hacerlo. -respondió Simon sin inmutarse, con una pícara

sonrisa.- Si lo queréis deberéis quitárnoslo por la fuerza.

Lilith esbozó una sonrisa en su rostro, al igual que había hecho el joven.

- Ya tardabas en pedírnoslo. Será un placer.

Lilith embistió fuertemente contra Simon, haciéndole perder el equilibrio y soltar el frasco.

Istuki, que se encontraba cerca de él, fue ágil y lo recogió con un rápido movimiento

evitando que cayera al suelo.

Antes de que el resto pudiera reaccionar, Caín trazó un arco en el aire con la mano,

levantando un gigantesco muro de agua que avanzó rápidamente hacia el grupo,

arrollándolos sin ninguna piedad y dejando inconscientes a la mayoría. El recipiente salió

volando una vez más, y esta vez fue Lilith la que esbozó un arco en el cielo, para crear así

un pequeño remolino que lo atrapó y lo llevó suavemente hasta donde ella se encontraba.

Entonces Ed, cuya elevada temperatura corporal redució el impacto del agua permitiéndole

así una recuperación mucho más rápida, le dio un puñetazo a Lilith intentando que soltara el

frasco, pero lo tenía agarrado con fuerza haciendo que su intento fuera en vano. Sin

embargo, Ed no se rindió y continuó golpeándola. En uno de esos golpes, agarró con fuerza

la mano de Lilith, intentando lograr que soltara el recipiente.

Mientras el forcejeo tenía lugar, Caín trazó otro arco en el aire que liberó un enorme

chaparrón sobre Ed, dejándolo completamente empapado, mientras aprovechaba para

acercarse a él e intentar quitárselo de encima a Lilith. Caín empezó a golpear con fuerza a

Ed, provocando que el chico gritara de dolor a pesar de que no se daba por vencido.

Page 82: Lo Que Somos / 0-21

Entonces Lucios, que había aprovechado su poder de curación, descendió velozmente desde

arriba para embestir contra Lilith, mientras Trinth, que debía haber hecho lo mismo,

lanzaba una ráfaga de flechas contra Caín que consiguió que soltara a Ed.

- ¡Ve a curar al resto del grupo, Lucios! ¡Ed y yo nos encargaremos de ellos! -gritó la chica

sin dejar de disparar.

Lucios frenó en seco en el aire, para dar media vuelta y dirigirse al lugar en el que se

encontraban sus heridos compañeros. Tras descender, se agachó frente a ellos, dispuesto a

empezar a curarlos.

-¿Sigues teniendo ganas de pelea? -murmuró Ed, mientras creaba orbes de fuego en ambas

manos.

- Por supuesto -dijo Lilith, animada.- Únicamente has visto lo más simple de mi

aerokinesis, no quiero que te lleves tan mala impresión de mí.

Lilith levantó sus brazos hacia arriba y comenzó a hacer círculos en las manos. Instantes

después, dos gigantescos tornados rodearon a Ed al mismo tiempo que se acercaban a él

velozmente. El joven, lejos de parecer asustado, aumentó el tamaño de los orbes que en sus

manos aún reposaban.

- ¿Eso es todo lo que puedes hacer? En ese caso, espero que al menos te sirva de consuelo

saber que sé aprovecharme mejor de tus movimientos.

Ed saltó hacia el interior del tornado ante la incrédula mirada de Lilith, que no sabía qué

podía estar intentando hacer su oponente. Entonces el tornado quedó prendido por una

potente llamarada, sin duda fruto de la estrategia de Ed. La mujer intentó detener su propia

creación, pero Ed volvió a saltar, esta vez hacia ella, antes de que pudiera reaccionar,

arrollándola con el tornado y lanzándola varios metros hacia atrás.

Page 83: Lo Que Somos / 0-21

Trinth siguió lanzando ráfagas de flechas hacia Caín, mientras retrocedía poco a poco para

aumentar la distancia que separaba a ambos. Caín esquivaba los proyectiles como podía, al

mismo tiempo que corría hacia la joven buscanco el combate cuerpo a cuerpo. De repente,

Trinth tropezó perdiendo así el equilibrio, por lo que su enemigo aprovechó para atacar;

Caín estiró su brazo hacia adelante y hacia arriba, levantando numerosas columnas de agua

que se iban acercando en línea recta hacia Trinth. La joven, aún dolida, no pudo esquivarlas

y recibió de lleno un impacto que la tiró al suelo, dejándola a merced de los ataques de su

oponente, que se acercaba lenta e impasiblemente hacia ella. Y cuando todo parecía

perdido, Osdark apareció volando por detrás de Trinth, a la velocidad suficiente como para

conseguir causar un tremendo daño a Caín al impactar contra él de frente. Tras él,

aparecieron Simon, Axel, Ed, Camilla, Flora e Itsuki, ya completamente recuperados y con

aspecto de tener muchas ganas de dar lo que se merecían a aquellos dos extraños seres.

Lilith se levantó rápidamente, y tras murmurar unas palabras levantó bajo sus pies una

ráfaga de viento que lo llevó hacia donde Caín se encontraba. Tras zarandearlo un poco

intentando que se reincorporara. Cuando éste recuperó el conocimiento, la chica se giró

hacia el grupo, y sin perder aquella fríbola mirada que había mantenido toda la batalla,

murmuró:

- Parece ser que sois más fuertes de lo que pensaba. Pero aun así, no os confiéis.

Volveremos pronto, y entonces os demostraremos el auténtico poder de Lilith y Caín.

Tras las inquietantes palabras, un remolino se formó alrededor de los dos enemigos,

dejándolos a ellos en el ojo de un huracán que, casi al instante y con una velocidad

asombrosa, abandonó la sala.

[NOST OFF: LILITH Y CAÍN]

[NOST ON: ALTAR DEL AGUA]

- Más quisiera ella. -dijo Ed con un tono confiado.

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Entonces Simon se alejó del grupo en dirección a la Puerta del Agua, frente a la cual se

encontraban el sombrero y las gafas de sol de Lilith y Caín, que debían haber olvidado en

su apresurada huida. El resto del grupo le siguió en silencio, mientras sus miradas

cambiaban entre aquellas pertenencias y la Puerta que había provocado aquella violenta

batalla, y que tantos misterios encerraba.

- ¡Dios mío, que peste! -exclamó Itsuki con cara de asco.- ¿No lo notáis? Huele como a...

-Itsuli olisqueó un poco el aire que lo rodeaba.- ...huevo podrido.

El grupo entero agachó su mirada hacia la ropa que allí había. Simon, que era el que más

cerca se encontraba, cogió el gorro y se lo acercó un momento a la cara, para acabar

apartándolo entre náuseas.

- La olor proviene del interior del gorro. Y mirad esto -el joven acercó el sombrero al resto

del grupo, que tapaba su nariz como podía. Cuando lo tuvieron a la distancia suficiente,

señaló una parte de la tela del gorro, en la que destacaban numerosas manchas amarillas y

blancas.

Los chicos se quedaron un momento en silencio, pensativos. De repente, Osdark levantó la

cabeza y dirigió una triste mirada hacia la Puerta, mientras se acercaba poco a poco a ella.

- Entonces todo nuestro esfuerzo ha sido en vano, ¿no? Lilith y Caín se han llevado consigo

el bote con la sangre, a pesar de todo. -de repente propinó a la puerta una fuerte patada,

llena de furia y dolor.

- ¡¿Os lo han quitado?! -gritó Axel.- ¿Cuándo?

Osdark no parecía dispuesto a responder, por lo que fue Trinth la que lo hizo, cortando la

respuesta que Ed estaba a punto de proporcionarle.

- Lilith lo cogió cuando el muro de agua de Caín nos golpeó. El frasco salió volando, y ella

lo atrajo hacia sí misma con un pequeño tornado.

- Vaya... -murmuró Ed decepcionado, mientras levantaba una mano derecha con la que

sujetaba un pequeño frasco lleno de un espeso líquido carmesí. - Creía que confiábais más

en mis habilidades.

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El grupo entero quedó atónito ante la respuesta de Ed. Osdark, que no parecía tan

extrañado, preguntó:

- ¿Cuándo se lo has quitado? Lilith lo seguía teniendo cuando yo la embestí.

- Se lo robé después de golpearle. El ataque la dejó un poco perdida, por lo que aproveché

para quitárselo.

- ¡Buen trabajo! -dijo Axel riendo, mientras le rodeaba el cuello con su brazo de forma

amistosa.- ¡Éste es el Ed que yo conozco!

- Entonces... ¿haces tú los honores? -dijo Simon con ambos brazos extendidos señalando

hacia la puerta.

Ed destapó el frasco y se acercó a la puerta sin decir nada, con serio semblante. Entonces

volcó el contenido sobre su mano y lo untó sobre la Puerta, que tras un reluciente

resplandor que cegó al grupo, había hecho desaparecer la rendija que permitía su apertura,

convirtiéndola en un simple muro. De repente, numerosos espíritus empezaron a salir de

ella, gimiendo y gritando fuertemente, mientras ascendían rápidamente hacia la superficie,

ante la atenta y silenciosa mirada de los miembros del grupo.

[NOST OFF: ALTAR DEL AGUA]

Simon hizo unos gestos con la mano al resto del grupo, pidiendo que se acercaran a él

mientras con un dedo señalaba su anillo. El grupo rodeó a Simon, que tras activar su anillo

los transportó a todos hacia la puerta del hotel. Pero cuando ya estaban entrando, oyeron

una dulce voz que iba dirigida a ellos.

- ¡Chicos! ¡Axel, Ed, Trinth, Camilla, Simon, Lucios, Flora, Itsuki! ¡Estoy aquí!

Un rubio adolescente los observaba mientras intentaba atraer su atención haciendo vistosos

gestos con sus brazos.

El grupo se quedó observándolo anonadado, hasta que Trinth lo miró con asombro y gritó:

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- ¡¿Uriel?!

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Capítulo 17:

NOST: El ritmo de la ciudad

-No puede ser...-gruñó Simon con algo de pesadez llevándose la mano a la frente.

-¿Cómo va a ser este chico Uriel? ¡Si cuando le vimos la última vez era un niño pequeño!

-¿Pero cómo sabría un niño cualquiera nuestros nombres? –preguntó Lucios al grupo.

El niño los miraba con una expresión extraña mientras ellos murmuraban entre sí mirándole

de vez en cuando.

-Salimos en la televisión, no sería difícil saberlo –recordó Axel.

-No dijeron nuestros nombres –respondió algo seria Trinth.

-Y no salimos todos –apuntó Lucios.

-¿Y entonces qué hacemos? –preguntó Flora en un susurro mirando de reojo al chico que

esperaba pacientemente.

-La manera más fácil es...-comenzó Trinth.

-¡Eh, tú! –Llamó Ed al niño a gritos a pesar de que apenas estaba a unos metros del grupo-

¿Eres Uriel?

-...esa misma...-concluyó la joven.

El muchacho de unos quince años sonrió levemente al notar una mayor unión en el grupo,

seguro que aquel enfrentamiento ante Leviatán había ayudado mucho y asintió ante la

pregunta de Ed.

-Puees...tienes que explicarnos algunos pequeños detalles...-comentó Axel mirándole de

arriba abajo.

-Venid –ordenó Uriel con una voz notablemente distinta, pero que conservaba su esencia

irreconocible- os lo explicaré mejor en la habitación –dijo avanzando al interior del hotel.

NOST: Recopilando información

Se reunieron todos en una de las habitaciones que habían ocupado la noche anterior. La

mayoría se encontraban sentados en las pocas camas que cabían en la estancia mientras

Uriel los miraba con tranquilidad apoyado en la pared, cerca de la única ventana que

iluminaba el cuarto. Todos lo miraban expectantes, excepto Simon que miraba

distraídamente a un lado pensando en dios sabe que. Todo era silencio mientras Uriel los

miraba con una leve sonrisa.

-Bueno, ¿vas a hablar o qué? –cortó el silencio la voz de Simon, que al ver que nadie

hablaba comenzaba a desesperarse.

-Si, solo estaba disfrutando del momento...

-Como si no te prestáramos atención cada vez que apareces –susurró Trinth con un suspiro.

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El joven carraspeó levemente y comenzó con tranquilidad con su inconfundible tono de voz

serio:

-Veréis chicos, si estoy así ahora es gracias a vosotros -comenzó- los Ojou que habeis

liberado restauraron parte de mí, acercándome a mi edad real y trayendo de vuelta a mi

mente algunos recuerdos.

-¿Los Ojou? –preguntó Camilla algo confusa.

-Las presencias que había en el templo –explicó Trinth pensativa mientras miraba a Uriel

con la mirada perdida.

-Exacto –asintió el joven- Los Ojou son seres representantes de la Flama, además de los

Atou y los Tahrou. Además, ahora puedo estar más tiempo en este mundo –sonrió

alegremente- Unas...ocho horas si no calculo mal.

-Eso es genial –sonrió Camilla alegremente- podrás acompañarnos durante más tiempo.

Simon no dijo nada, solo desvió la mirada levemente, algo molesto.

-Bueeeno, y ahora que hemos terminado con nuestra misión de hoy... ¿Qué hacemos? –

preguntó Ed animadamente.

-Lo hicisteis muy bien con Leviatán, con el tiempo aprenderéis a trabajar mejor en equipo –

continuó Uriel con tono serio- Os pido que sigáis adelante con las Puertas y que no os

hagáis los valientes y evitéis de Nameless, Lilith y Caín...

-¿Por qué me miras a mí? –Se quejó Ed.

-Todos sabemos cómo eres, Ed...-dijo Trinth con tono serio, pero con una leve sonrisa en

los labios.

-Bueno, como bien dijo Ed antes, lo hicisteis bien y ahora merecemos un descanso –sonrió

Uriel dejando atrás su postura seria.

-¿Merecemos? –repitió Axel.

-¿Qué os parece si vamos a dar un vuelta? –sugirió Camilla tras mirar por la ventana.

-¡Siii! Me gustaría probar la comida de por aquí... ¡Vamos! –se animó Uriel.

-No es mala idea, la verdad, yo tengo hambre...

-Es normal, Flora, ya es medio día –observó Itsuki.

-¿Nos vamos entonces? –preguntó Ed con la mano sobre el pomo de la puerta.

-Yo no tengo muchas ganas de salir...-suspiró Trinth.

-Yo tampoco –dijo seriamente Lucios.

-Vale, Trinth, Lucios y yo nos quedamos aquí –decidió Axel.

-Yo...-dudó Itsuki mirando hacia la puerta y luego hacia donde se encontraban Trinth y

Lucios sentados- también me quedo.

-Muy bien, ¡pues vayámonos los que no somos unos aburridos! –casi gritó Uriel

animadamente saliendo ya de la estancia.

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-Espero que estéis bien –se despidió Camilla antes de salir.

Ed y Uriel salieron tras ella con una sonrisa. Flora, miró por última vez hacia la habitación

y se dio cuenta de que Simon no había hablado en todo aquel tiempo. Se acercó a él.

-¿No vienes?

-No, no sé qué utilidad puede tener salir de aquí si no vamos a cumplir una misión –

respondió el.

-Como tu veas, pero tal vez encontremos algún salón de juegos –dijo ella alejándose hacia

la puerta- supuse que tendrías curiosidad al menos por ver cómo serían las salas de juego en

una capital como Bagdad. Pero bueno, allá tu.

Antes de que ella alcanzara a cerrar la puerta, la silueta de Simon se encontraba junto a ella,

fuera de la habitación con expresión seria.

Los dos bajaron las pequeñas escaleras que llevaban a la planta baja, donde se encontraba la

recepción. Allí vieron al grupo en la puerta del hotel mientras una mujer iraquí les hablaba

seriamente.

-¿Qué ocurre? –preguntó Flora al llegar.

-Tenemos un problema. Insiste en que nosotras nos cubramos para poder salir del hotel y

caminar por las calles –explicó Camilla.

-¡Qué tontería! –Exclamó Ed.

-Cada cultura tiene sus normas, Ed –explicó Uriel con serenidad.

-Creo que sería mejor que le hiciéramos caso, para evitar problemas...-Sugirió Camilla.

Todos asintieron y siguieron a la mujer hasta una pequeña sala en el hotel.

-¡Me aburro! –informó Itsuki tras un largo silencio al poco tiempo de que el pequeño grupo

que se había quedado volviera al cuarto tras comer en el hotel.

-¿Y por qué no te fuiste con los demás? –preguntó Trinth levemente.

-¡Pues....! ... No lo se...

-¿Qué os parece si encendemos la televisión? –propuso Axel mientras se acercaba al botón.

La pantalla del televisor se encendió dificultosamente mostrando una imagen algo oscura al

principio que poco a poco se fue aclarando. Mostraba un desierto, un gran desierto en

medio de la nada mientras una voz en off hablaba en árabe.

-Maldita sea, no había caído en la cuenta de que solo Camilla entiende esto...-suspiró Axel.

Lucios observaba por la ventana con expresión pensativa, como si todo lo de su alrededor

no existiera. Trinth se acercó al televisor y apretó un botón para que se cambiara el canal,

pues no sabía el paradero del mando a distancia. Cambió varias veces sin prestar mucha

atención a la imagen que mostraba la pantalla, hasta que una voz que no sonaba para nada

arabesca llamó su atención y se detuvo. Se alejó un poco de la pantalla para ver mejor la

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imagen.

-¿Qué ocurr...? –comenzó Axel deteniéndose al observar que en un pequeño cuadrado de la

pantalla volvían a aparecer las escenas de parte del grupo usando sus poderes.

-¿Otra v...?

Trinth con un gesto rápido calló a Itsuki para poder prestar más atención a la imagen que

mostraba el aparato. En el centro de la pantalla hablaba una mujer de pelo castaño corto y

liso luciendo unas gafas de sol oscuras y grandes que resaltaban el tono pálido de su piel

típica de países nórdicos. Todos la miraban fijamente tratando de comprenderla, en la parte

bjaa de la imagen salían subtítulos seguramente en árabe.

-¿En qué idioma está hablando? –preguntó Axel frunciendo el ceño.

-Ingles –respondió Trinth concentrada en la imagen.

-¿Qué dice? –preguntó Itsuki que no lograba escucharla bien.

-Habla sobre las imágenes, sobre una de las chicas. Cuenta que ha desaparecido de casa y...-

explicó Lucios que se había interesado por la imagen- no sé que más, no se mucho ingles y

ella tiene un acento un poco raro.

Trinth se levantó en silencio una vez que la imagen dejó de mostrar a aquella mujer para

dejar paso a lo que parecía ser la presentadora de un programa informativo. Abrió la puerta

mientras los demás observaban fijamente la pantalla tratando de comprender algo y salió

del cuarto.

NOST: El ritmo de la cuidad

-¡¡Andaa!! ¿Y esto qué es? –preguntó Uriel acercándose a un gran escaparate, observando

grandes relojes de todo tipo de formas que se movían prácticamente a la vez marcando

horas distintas.

-¿De verdad no sabes qué es eso? –preguntó Ed extrañado.

-Bueno es que...

-¡Anda¡ ¡¿qué es eso brillante a lo lejos?! –le cortó Ed.

-Es una mezquita, allí es donde van a orar los musulmanes –informó Camilla con

tranquilidad.

Los chicos caminaban por las tranquilas calles de Bagdad observando todos los detalles de

los edificios de alturas similares y colores monótonos en busca de un lugar para descansar

después de recorrer las cercanías del hotel. La leve brisa hacía que el calor se hiciera más

soportable pero a su vez traía un desagradable polvo que hacía más dificultosa la

respiración al caminar. Sin saber muy bien como, al doblar una esquina se metieron en una

calle muy transitada por mercaderes ambulantes que anunciaban a gritos sus productos

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mientras un gran grupo de gente pasaba de pues en puesto en busca de algo interesante. El

grupo trataba de mantenerse unido para no perderse y en medio del bullicio Uriel, que iba el

primero, chocó con una chica a la que se le calló algo al suelo. Para cuando Uriel había

recogido el objeto caído que resultó ser una manzana la mujer ya no estaba.

-¿Dónde se ha metido?

-Ha salido corriendo...-murmuró Flora extrañada.

-Y creo que sé la razón –señaló Simon al frente.

Un iraquí bastante grande y vestido con un delantal blanco miró a Uriel con cierto odio y

comenzó a gritarle fuertemente. El muchacho que no entendía nada miró a Camilla.

-Te está acusando de robar la manzana...-explicó ella sin saber qué hacer.

-¡El no hizo nada! ¡Fue aquella chica! –Trató de explicar Ed.

-Ey... ¿has olvidado que no entiende tu idioma? –preguntó Simon.

-Camilla, dile eso –casi ordenó Ed mientras aquel iraquí seguía gritando a Uriel, parecía

que iba a explotar.

-No parece que vaya a atender a razones...-murmuró Flora.

El grupo estaba paralizado, todos sabían lo que significaba meterse en líos en aquel país y

para colmo...el sol comenzaba ya a perder su fuerza.

NOST: Trinth’s Teme

La brisa leve mecía el cabello oscuro de Trinth mientras los últimos rayos de sol

acariciaban su piel. El día había pasado rápido, apenas le había dado tiempo a darse cuenta

de que se encontraba en un país lejano donde todo era distinto. Pero, ¿qué más daba? Daba

igual, seguramente no durarían mucho en aquel país. Casi instintivamente la muchacha

comenzó a susurrar una canción que había aprendido cuando era pequeña, en su país de

origen, antes de mudarse a la cuidad donde había vivido toda su vida y donde había

conocido a Ed en medio de aquel incendio. Ya no quería volver. Estaba segura de que

ahora, tras la aparición de aquellas imágenes usando sus poderes, sería muy peligroso

volver a casa, incluso que la reconocieran por la calle. Suspiró pesadamente. Como si no

fuera suficiente con sus problemas con la prensa rosa antes de todo lo ocurrido, las

imágenes de ella haciendo de “heroína” habían hecho resucitar del olvido a su querida tía,

la que siempre se había aprovechado de su fama para ganar dinero pero que nunca se

preocupaba por ella de verdad.

-Conocías a aquella mujer, ¿verdad? –preguntó una voz a sus espaldas desde no muy lejos.

NOST: Unión y sinceridad

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-Sí. ¿Cómo sabías que estaba aquí? –preguntó ella girándose.

-Dejaste la puerta que venía hacia la azotea abierta...-Axel se acercó a ella- Si no querías ser

encontrada, ¿por qué no te teletransportaste simplemente?

-No puedo ir a los lugares que no haya visto antes y nunca había estado aquí...-explicó

volviendo a mirar al horizonte.

-Entiendo...

Hubo un leve silencio, pero no fue incomodo, los dos estaban tranquilos observando como

la cuidad se preparaba para que la noche oscureciera sus calles poco a poco.

-¿Tu no quieres volver a casa ya? –preguntó de repente la chica.

-...puees...no estoy seguro. ¿Por qué lo dices?

-Es que yo no quiero volver...Me gusta mi trabajo, la música me evade y hace que me sienta

especial, como si tuviera un don que solo yo tengo y que a la gente le gusta y me acepta y

conoce por él. Pero...

-Tú tienes un don muy especial, al igual que todos nosotros, por eso estamos aquí.

-Pero no es lo mismo. Mira, ahora que se ha destapado nuestra identidad “secreta” Dios

sabe lo que nos querrán hacer para investigarnos o preguntarnos.

-Comprendo...pero no podemos hacer nada para evitarlo, la noticia ya es conocida.

-Si...y ahora va a ser completamente imposible volver a mi vida de antes...

-¿Por qué lo dices con mala gana? ¡Eres famosa!

-Si, pero ese mundo...es muy oscuro. Está lleno de mentiras y engaños...Incluso estaba

pensando en dejar la música en breve para dejar de ser tan conocida y poder tener una vida

normal pero ahora con esta “noticia”...

-Ya, será difícil. Pero seguro que encontramos alguna forma –sonrió levemente Axel.

La joven iba a decir algo cuando la voz de Itsuki les llamó.

-Axel-san, Trinth-san...Lucios y yo tenemos la extraña sensación de que los demás están

metidos en algún lío...-Pues vamos a buscarles -dijo Axel sin pensárselo dos veces.

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Capítulo 18:

[NOST = El ritmo de la ciudad]

-Dice que tienes que pagarle por la fruta, Uriel -tradujo Camilla, mirando al dependiente con miedo. El grupo constituido por Camilla, Ed, Flora, Simon y Uriel se encontraba en una de las calles de la ciudad de Bagdad, en las cuales los vendedores ambulantes solían armar sus pequeños puestos.

Uriel se había topado con una mujer unos segundos antes. Ésta había robado una manzana, y Uriel, quien era el que la tenía en las manos ahora mismo, había sido tomado como el verdadero ladrón.

-Verá, buen hombre -empezó Uriel-, yo simplemente recogí esta manzana. Una mujer la había dejado caer y...

El chico fue interrumpido por otro de los estridentes gritos del hombre. Camilla era la única capaz de entender lo que decía, debido a su habilidad para comprender cualquier idioma.

-Está diciendo... -acto seguido, Camilla hizo la voz gruesa, como la de un hombre gordo y dijo-: “Deja de decirme mierda y págame por esa manzana”.

-¿Ah, no me entiende? -inquirió Uriel-. ¿No es el español el idioma de los humanos? Lo aprendí precisamente para eso.

-No, no tenemos un idioma universal -comentó Simon, mirando a Uriel como si estuviese diciendo locuras.

-Pues vaya, qué inconveniente -añadió éste último.-Umm... Intentaré razonar con él... -dijo Camilla. Acto seguido, comenzó a hablar en

el idioma del hombre. La mueca de furia de éste disminuyó mientras escuchaba a Camilla con atención. De vez en cuando asentía con la cabeza y miraba a Uriel.

De pronto el hombre soltó una carcajada. Le dio una leve palmadita en el hombro a Uriel y le dedicó una sonrisa.

-Le has ordenado que se fuera, ¿a que sí? -intentó adivinar Ed, mirando a Camilla con admiración-. Cambiaría mis poderes por los tuyos, sería tan...

-No, no le he ordenado nada -cortó Camilla, molesta-. Le he explicado todo tranquilamente..... Luego ha dicho que podía quedarme la manzana como buena niña que era... -la chica dijo esto último con un tono de voz un poco perturbado.

-Bueno, pues podemos comenzar a irnos, ¿no? -comentó Flora-. ¿Cuánto tiempo te queda, Uriel?

-Alrededor de unas cuat...-¡¡¡Deja en paz a mis senpais, monstruo peludo!!! -detrás de los muchachos apareció

Itsuki, quien venía corriendo a toda velocidad. Dio un salto impresionante y le dio una fuerte patada en el pecho al hombre que les había obsequiado la manzana hacía unos segundos (<¡¡Patada voladora crítica especial inversa hacia atrás de Kurosaki Itsuki!!>)

-¡Itsuki! -gritó la voz de Axel. Detrás de él venían Lucios y Trinth, quienes atraían muchas miradas, debido a que la chica iba descubierta.

-¡No! ¡Tocarás! ¡A Flora-senpai! ¡Ni a Simon-senpai! ¡Ni a Camilla-senpai! ¡Ni Uriel-san! -gritaba Itsuki, cortando las palabras por cada manotazo que le daba al pobre hombre, quien se encontraba ahora en el suelo-. ¡Y Edward-senpai puede ser un poco engreído e idiota, pero tampoco le tocarás!

-¡Oye, que yo no soy engreído! -rugió Ed.

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-Pero en cuanto a idiota... -susurró Simon, con una sonrisa burlona en el rostro.-¿¡Qué has dicho, niño bonito!? -vociferó el joven, girándose hacia Simon.Repentinamente, Itsuki pasó por encima de la multitud. Dejó salir un alargado

<¡Aaaaaaah!>, antes de caer donde se encontraba el grupo de Trinth. El dependiente se había levantado furioso. Soltó un rugido que recordó al de un cavernícola y tiró una canasta de manzanas violentamente.

-¡A correr! -gritó Axel, levantando a Itsuki y empujándole para que se apresurara. Aunque no parecía una gran idea, Trinth y Lucios le siguieron, mirando hacia atrás con preocupación. Detrás de ellos corrieron Camilla, Flora y Uriel, quienes pensaban que ya no había ni una posibilidad de razonar con el hombre.

En cambio, Ed y Simon continuaban discutiendo, ajenos a la situación.-¡Imbécil! -insultó Ed.-¡Pervertido! -gritó Simon.-¡Creído!-¡Inmaduro!-¡Sodomita!-¡Inútil!-¡Ególatra!-¡Estufa!-¡Adicto!-¡Dependiente loco!-¿Dependiente loco?-¡¡Dependiente loco!! -Simon señaló con el dedo algo que estaba detrás de Ed. Al

ver la cara de terror de su compañero, Ed se giró, sólo para encontrarse con un hombre que parecía más grande que un gorila.

Edward se giró rápidamente y empujó a Simon para que se moviera. Ambos muchachos comenzaron a correr sin rumbo alguno, intentando perder a su enorme perseguidor. Se escabullían entre el mar de personas, pasando por huecos, saltando e incluso deslizándose por el suelo. Desgraciadamente, el dependiente les seguía el paso fácilmente, pues la gente se apartaba apenas verle, cual mar ante Moisés.

-¡Simon, haz que caiga o algo! -le gritó Edward a su compañero, jadeante-. ¡Incluso Leviatán fue menos cansado!

Sin embargo, Simon desapareció de repente de la vista de Ed. El chico se detuvo unas milésimas de segundo para buscarle con la mirada, pero inmediatamente retomó el paso cuando escuchó un sonoro “¡Roar!”.

Ed ya había retomado su carrera cuando, repentinamente, una mano le tomó de la manga y le jaló al interior de lo que parecía un callejón. Mientras Ed seguía al individuo en la oscuridad, logró reconocer el familiar sombrero que llevaba su compañero siempre.

[NOST = Silencio]

-¡Simon! ¡Volviste por mí! -exclamó, un poco extrañado. Ed hubiese pensado que Simon había vuelto al hotel, o que era capaz de hacerle caer frente a su perseguidor, incluso.

-Que sepas... que es... porque eres el telépata del grupo... -expresó el joven, jadeante. Después de todo, pasaba más tiempo en los casinos que haciendo ejercicio, mientras Ed solía tener clase de gimnasia tres veces a la semana.

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Finalmente, ambos muchachos salieron del callejón. Sólo para encontrarse con una verja. Y sin embargo, la escalaron y se dejaron caer del otro lado, sólo por precaución.

Los dos jóvenes se sentaron en la fría tierra. Estaban exhaustos y empapados, tanto de sudor como del agua que caía de tuberías en los callejones. Después de haberse enfrentado a una serpiente de quince metros de largo, ser perseguidos por una furiosa masa de cien kilos no era una buena manera de recuperar fuerzas.

-Vaya aventura -comentó Ed, mientras acercaba una flama a sus mojados pantalones.

-Ya ves... Lo que es tener poderes -respondió Simon, tosiendo un poco.-Sí... Fijo que Superman no pasaba por este tipo de cosas -rió Ed.-Pero ese tío sí que lo tenía fácil. El cabrón podía volar...

[NOST = Se cierne la noche]

Axel miró al cielo. Ya era completamente de noche. Y él, Itsuki y Lucios habían perdido de vista a las chicas.

-¿Crees que estarán bien, Lucios-san? -preguntó Itsuki, preocupado por sus compañeras. Lucios ni siquiera le miró cuando le respondió:

-Saben defenderse. Descuida.-Lucios... -dijo Axel-. ¿Alguna idea de dónde estamos?El hombre miró a ambos lados, luego hacia atrás. Al final, observó el cielo.-Ni idea -respondió.-¡Axel-senpai! ¿Dónde está Uriel-san? -preguntó Itsuki, mirando a todos lados.-Es cierto, ¿y Uriel? -continuó Axel.Lucios se encogió de hombros. Según Uriel, había vivido decenas de años. Él

también sabía defenderse. Aunque...-Itsuki. Transfórmate en ave y busca el hotel -ordenó Lucios. Itsuki asintió con la

cabeza. Repentinamente y sin ningún aviso, su cuerpo se fue haciendo pequeño, sus brazos se doblaron de una manera extraña y los huesos de su mandíbula se alargaron para dar paso a un pico. Antes de llegar a medir lo mismo que el zapato de Axel, su cuerpo ya estaba cubierto de plumas y su ropa había desaparecido. En unas milésimas de segundo, el chico era un pequeño gorrión.

Itsuki voló en círculo por encima de las construcciones de aquella vacía calle. Se paró sobre un cable de electricidad y comenzó a dar saltitos para acomodarse.

-¿Ves algo?Itsuki-gorrión cantó. Aunque Axel y Lucios no estaban seguros, supusieron que eso

era un “Sí”, por lo que esperaron a que el chico regresara a su forma normal y bajara del cable.

-¿Y bien? ¿Viste el hotel? -preguntó Lucios cuando Itsuki ya era humano de nuevo.-Sí. Me costó un poco, pero una vez localicé el recodo del río, no fue tan difícil. Está

hacia... ¡allá! -señaló hacia su derecha, hacia donde se había puesto el sol.-Pues bien... Tendremos que caminar -expresó Axel.-Vaya que Trinth es indispensable -dijo Lucios.-¡Seréis vagos! -exclamó Itsuki-. Yo puedo convertirme en un águila, y Lucios-san

puede volar con Axel-senpai en brazos. Además, Axel-senpai puede detener el tiempo para asegurarse de que nadie vea a Lucios-san.

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-Pues... es una buena idea -dijo Axel, aunque estaba un poco nervioso con la idea de volar.

-Anda, como tú no cargas a nadie -bufó Lucios.

[NOST = Días lejanos]

-Y una escalera de color vence a todo lo demás... ¿Has captado todo? -dijo Simon, mientras le mostraba a Ed unas cartas.

-Sí -respondió éste, iluminando con un pequeño orbe ígneo.-¿Ves? Es más simple de lo que pensabas... Aunque claro, considerando que tienes

un mazo de 42 cartas y éstas se repart... No, olvídalo. ¿Una partida?-Ni de coña -contestó Ed inmediatamente, sonriendo.-Bueno, bueno. Ahora que estamos seguros que el tío ése se ha ido, podemos volver

al hotel -expresó Simon, poniéndose de pie y sacudiéndose el polvo.-Me parece perfecto -concordó Ed, imitando el gesto de su compañero.Ambos muchachos volvieron a escalar la verja y se metieron de nuevo en el

callejón, que parecía más tenebroso al ser iluminado por la titilante flama de Ed. Caminaron todo el trayecto hasta la calle donde les habían perseguido. Sin embargo, ésta se encontraba completamente vacía. Muchos puestos habían desaparecido, y los que quedaban sólo consistían de simples palos atados entre sí, sin ninguna lona cubriéndoles o alguna mesa exhibiendo objetos.

El par giró hacia la derecha, en dirección al hotel. Durante ese corto tiempo juntos, las diferencias parecían haber quedado a parte, y habían conversado animadamente sobre diversos temas. Aunque no se lo decían al otro, ambos deseaban que fuese así durante el resto de su misión juntos.

-Simon -Ed rompió el silencio. Sin detenerse, el otro chico soltó un <¿Mmm?>, y miró a su compañero.

-Perdona por haberte dicho “imbécil”... Y “ególatra”, “engreído”, “adicto”...-Está bien -le detuvo Simon.-... “creído”, “niño bonito”, “sodomita”...-Ya he entendido...-... “maricón”, “zorra”, “emo”...-¡Que ya! -interrumpió Simon-. Hey... Nunca me has dicho “emo”.-Pero lo he pensado -admitió Ed-. El punto es... lo lamento. Si vamos a ser un

equipo, espero que nos llevemos bien. Por supuesto, intentaré ser un pelín más maduro.Ed le tendió una amistosa mano a Simon. El chico sonrió y ambos se dieron un

apretón de manos.-Acepto tus disculpas... Y yo también me disculpo contigo.-Bien -sonrió Ed.Ambos muchachos continuaron su caminata de vuelta al hotel, rodeados por la

oscuridad de la noche.-Simon.-¿Sí?-Flora y Osdark también son telépatas. Lo sabes, ¿no?

[NOST = Recopilando información]

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Uriel dio un nuevo salto. Con éste había pasado por encima de un callejón. Al caer, rodó sobre su hombro para reducir el impacto, y continuó su carrera.

El chico se encontraba en el tejado de un edificio de dos plantas, mirando la ciudad en su esplendor nocturno. La media luna brillaba con una fuerza asombrosa, tiñiendo las nubes de color amarillo, mientras las luces añadían también un color anaranjado.

-Sé que estás aquí. No te escondas -susurró Uriel. Se acercó temerariamente al borde del edificio y se puso en cuclillas. Observó la calle a sus pies y buscó con la mirada.

Allí estaba. Una luz blanca iluminaba la acera. Y parado sobre ésta estaba un hombre con gabardina y sombrero. Al lado de dicho hombre había varios estantes que le cubrían de las miradas indiscretas. Pero no de la de Uriel.

-Perfecto -pensó Uriel. El chico saltó a la escalera de incendios y la recorrió hasta llegar al suelo.

Sigilosamente, el joven se acercó hasta donde se encontraba el hombre. Se encontraba de espaldas al chico, por lo que no le vio llegar. Uriel extendió la mano lentamente y tomó el paquete.

Crujió.El hombre inmediatamente se giró e intentó tomar a Uriel de la muñeca, pero éste

dio un salto hacia atrás y se alejó del hombre con una sonrisa burlona en el rostro. El chico se metió por el callejón del cual había salido y saltó por encima de una cerca, al jardín trasero de una casa.

Sentado en la hierba, debajo de un árbol que ya empezaba a perder las hojas, Uriel abrió el paquete lentamente.

-Misión cumplida -susurró.Acto seguido, tomó la primera papita con sabor a queso y se la metió a la boca.

[NOST = Días lejanos]

-¡Eddy! -exclamó Camilla al verle entrar por la puerta junto con Simon. Ambos venían sucios y desaliñados, y el último estaba mojado en algunas partes.

-¿Simon, qué te ha pasado? -preguntó Flora, obligándole a sentarse y quitándole el sombrero.

-Tardamos un poco en perder a aquel pedazo de gorila que vendía manzanas -respondió Ed, sentándose cansado sobre un sillón.

-Esto... ¿Dónde están los demás? -preguntó Simon, refiriéndose a Axel, Lucios e Itsuki.

Repentinamente, Flora le arrancó la gabardina a Simon, le puso una toalla en el rostro, y lo lanzó hacia la puerta del baño. La chica la cerró de un portazo y dijo tranquilamente:

-Mañana iremos a comprar algunas cosas. Podemos conseguirte ropa. Pero por ahora, ¡a la ducha!

-Comprar... Ya... -susurró Camilla, quien le estaba lavando un rasguño del brazo a Ed.

-Cami... Si tú quieres... Podemos conseguir un poco de dinero -expresó el chico, empático-. Mañana puedo trabajar un poco, y no me importaría cocinar para el grupo...

-¿Tú? ¿Cocinar? -dijo una voz masculina desde la puerta. Era Lucios, quien parecía bastante cansado. Detrás de él venían Itsuki y Axel; éste último temblando y pálido como un fantasma.

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-No es por mal... Pero que sepas hacer fuego no te convierte en cocinero, Edward-senpai -expresó Itsuki.

-¡Axel, Itsuki, Lucios! -exclamó Flora, levantándose y guiándoles hacia una de las camas.

-¿Pero qué dices? ¡Yo sé cocinar! -dijo Ed.

[NOST = Duros recuerdos]

-He vivido solo mucho tiempo... -susurró Ed, desviando la mirada de sus compañeros.; luego se metió la mano por el cuello de la camisa. En lugar de sacar la llave de su vieja cabaña, como pensaron algunos de sus compañeros, el chico sacó una segunda cadena, de la que colgaban un Ying y un Yang hechos de plata, separados el uno del otro.

-Desde que mi madre y mi hermana se fueron de casa -continuó el chico, sintiendo los medallones con los dedos-, papá se ha refugiado en su trabajo... He despertado solo, para después llegar de la escuela y encontrar la casa completamente vacía. Muchas veces me he quedado despierto, pero siempre caigo rendido antes de que papá vuelva. Hay noches en las que ni siquiera llega a dormir...

-¿Tu madre abandonó a tu padre? -preguntó Axel, con un tono de voz consolador.-Y se llevó a mi hermana con ella... -añadió el chico. Repentinamente, dio media

vuelta y se limpió el rostro.-Perdón... Tengo... polvo en la cara..... -explicó, negándose a girarse.-Ed... -comenzó Trinth, pero fue interrumpida por el chico.-¡El punto es..:! -dijo cortante-. El punto es... sé cocinar.

[NOST = Luz en la oscuridad]

-Si podemos conseguir algunas verduras seguro que puedo preparar una sopa -pensó en voz alta el chico. Se giró y les mostró a sus compañeros una gran sonrisa-. Y tal vez pueda asar un poco de carne. Mmm, con algunos tomates y cebollas puedo hacer una salsa. ¡Oh, y tal vez me las arregle para hacer un postre con varias de esas manzanas!

De pronto, Camilla soltó una risita, que intentó ocultar cubriéndose la boca con la mano.

-¿Qué es lo gracioso? -preguntó Trinth, con una sonrisa.-Nada -rió Camilla-. Es sólo que... Eddy parece otro hablando de cocina. -Es cierto, parece más maduro -añadió Axel, guiñándole un ojo al muchacho.-¡¡Y menos idiota!! -gritó Simon desde la ducha.Ed soltó unas carcajadas. Muy pronto Camilla y Axel reían con él, y luego el grupo

entero. Finalmente, cuándo todos terminaron de reír, alguien comentó:-Por cierto... ¿Dónde está Uriel?

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Capítulo 19 (autor invitado):

El sol matutino entraba con fuerza por la ventana, despertando a Ed. El chico abrió los ojos

y se incorporó. Tras el agitado día que habían tenido ayer, era natural estar agotado. Sobre

todo, por la escasa cantidad de horas que había dormido. Apenas cinco horas de sueño.

Echó un vistazo a su alrededor. Las viejas paredes, de color blanco desgastado, hacían

juego con las sábanas del mismo color. Había un par de camas más, a cada lado de la de Ed,

donde dormían plácidamente Axel e Itsuki. Enfrente de él, un enorme armario de madera

guardaba la escasa ropa que poseían.

Ed se levantó y se dirigió al baño, tras coger algo de ropa del armario. El baño era más bien

pequeño, con baldosas azules. Tenía únicamente un espejo, un retrete, un lavabo y una

ducha con cristales difuminados. Dejó la ropa encima de la tapa del retrete y me metió bajo

el chorro de la ducha. Después de permanecer bajo el agua durante un rato, salió y se secó

con sus propios poderes. Se puso la ropa a continuación. Tras peinarse un poco delante del

sucio espejo, se fue a la habitación, donde Axel e Itsuki ya estaban levantados, hablando.

-Buenos días, Ed - Saludó Axel, algo somnoliento. - Se supone que hoy vamos a coger

algún trabajo, ¿no? - Preguntó, levantándose. Tanto él como Itsuki estaban vestidos con la

ropa que se habían puesto ayer, y con la que habían dormido.

-Sí, buscaremos alguna cosa por ahí - Contestó. - Espero que encontremos algo. Ayer no

pudimos comer nada.

-¡Yo me muero de hambre! - Exclamó Itsuki, de repente. - ¡Seguro que encontraremos algo

y Ed-sama nos preparará algo de comer!

Ed sonrió ligeramente, mientras Axel asentía con la cabeza. Acto seguido, Itsuki se levantó

y dijo que se iba a la ducha. Axel indicó que después se ducharía él. Mientras, Ed salió de la

habitación.

En el salón, sentada en un viejo sofá, estaba Camilla, mirando la televisión con aire

distraído. A su izquierda estaba Simon, jugando con unas cartas. Más allá, en la ventana,

Lucios miraba el exterior. Ed se sentó al lado de Camilla, mirando la televisión. En ella se

veía cómo una moto iba a gran velocidad por una carretera, con gente en las gradas

cercanas gritando. Abajo se veían unas letras en un idioma desconocido para el chico, pero

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que la joven entendía perfectamente.

-¿Qué dice? - Preguntó Ed, sin más.

-Pone los puestos de cada piloto en la carrera. - Contestó la chica, únicamente.

Tras un breve silencio, escuchando una ducha de fondo, Ed miró a Simon, que barajaba las

cartas. Simon se percató de su mirada.

-¿Una partida? - Preguntó, sonriendo levemente.

-No tengo ganas de perder tan de mañana - Rió Ed.

-Qué aburrido - Murmuró Simon, volviendo a barajar.

La ducha dejó de sonar. Ed supuso que Itsuki ya había acabado. Tras unos minutos, el chico

apareció en la sala.

-¡Buenos días a todos! - Saludó, enérgicamente. - Oh, ¿dónde están Trinth y Flora?

Ed se percató. Las dos chicas no estaban entre ellos.

-Salieron hace un rato - Contestó Camilla. - A preguntar en la recepción si podíamos hacer

algo a cambio de dinero.

-¡Qué buena idea! - Exclamó Itsuki, con una gran sonrisa.

Camilla y Ed asintieron y siguieron mirando la televisión. Pasaron algunos minutos sin

decir nada, esperando a que Axel saliese y a que las dos chicas regresasen, a poder ser con

buenas noticias. Axel apareció finalmente, con el pelo todavía algo mojado. Saludó al

grupo, mientras Flora y Trinth entraban por la puerta.

-¡Buenas noticias! - Dijo Flora, sonriente. - En la recepción nos han dicho que podemos

limpiar las escaleras a cambio de algo de dinero.

-¡Qué bien! Entonces empecemos ya - Dijo Ed, levantándose.

-Espera - Cortó Camilla, imitando al chico. - ¿Cómo es que entendiste lo que decían? -

Preguntó, extrañada.

-Ah, es que el recepcionista hablaba nuestro idioma. Qué suerte, ¿verdad? - Contestó

Trinth.

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El grupo bajó las escaleras, que estaban bastante sucias.

-Cuánto trabajo tendremos... - Murmuró Simon. Tras bajar un par de pisos más, llegaron a

la recepción. Como Trinth había dicho, el recepcionista hablaba en un perfecto español.

-En la cocina tenéis lo necesario para limpiar - Les indicó. - Muchas gracias por vuestra

ayuda.

-Gracias a ti por ofrecernos el trabajo - Contestó Flora, sonriente.

-Lo que sea por unas chicas tan guapas - Dijo el recepcionista, sonriendo pícaramente. Axel

se cruzó de brazos y caminó hacia la cocina, seguido de los demás.

En la cocina, el aroma a la comida cubría todo, lo que hizo que el hambre de todos

aumentase. Una cocinera pasó por delante, con una cacerola humeante. Aprovecharon para

pedirle lo que necesitaban, a lo que la cocinera les señaló una puerta. Se dirigieron a la

puerta, metálica y de color plateado, a juego con las baldosas que cubrían el suelo y

paredes. Cuando la abrieron, algunas fregonas cayeron al suelo, sobresaltando al grupo.

Rieron levemente tras el susto y cogieron lo que necesitaban. Tras darle las gracias a la

cocinera, salieron de la cocina, dirigiéndose hacia las escaleras.

-¡Estoy agotado! - Ed se dejó caer en el rellano de las escaleras, ahora reluciente. Les había

llevado toda la mañana limpiar, pero por fin lo habían hecho.

-Bueno… Me parece que con esto podremos comprar algunas cosas -apuntó Trinth,

señalando un fajo de billetes que el recepcionista les había dado hacía unos minutos.

-Vale… -empezó Ed- Necesitaré un poco de carne de cerdo, algunas verduras... La cebolla

es necesaria, aunque también…

Sin previo aviso, una especie de torbellino de luz apareció en medio de la escalera. De él

salió Uriel, con el cabello perturbadoramente alborotado y la túnica rasgada de algunos

sitios. Un hilillo de sangre le caía desde la comisura de la boca.

-Lo sabe -dijo Uriel. Se limpió la boca con el dorso de la mano y continuó-: Nameless lo

sabe. Lilith y Caín ya le han confirmado que habéis activado una de las Puertas.

-¿No lo sabía ya? -inquirió Axel.

-Le preocupaba; pero, no, no lo sabía. Ahora seguramente se encargará de cuidar las otras

cinco. Necesito que vayáis a la siguiente Puerta. Es una de las dos de aire, está en

América…

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-Pero… -iba a decir Camilla, pero el rubio le interrumpió.

-¡Es ya! -gritó. El joven abrió un enorme portal luminoso, el cual llevó a todos a la

habitación en la que se hospedaban. Uriel les lanzó sus pertenencias y despareció, sin decir

nada, entre otro torbellino de luz.-Y… ¿a dónde tenemos que ir? -preguntó Itsuki.

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Capítulo 20:

-Y… ¿Adónde tenemos que ir? –preguntó Itsuki.

El silencio se hizo en el salón. Los jóvenes estaban pensando en dónde podía estar dicha

Puerta del aire, en América.

-Pensemos en las maravillas del mundo, ¿vale? –animó Axel-. No se me ocurre nada con

esas pautas, pero estoy pensando en esa pirámide tan extraña de América del Sur.

-¿La Pirámide de Kukulcán? –preguntó Lucios. Axel se cruzó de hombros.

-No sé su nombre, sólo sé que es una pirámide rara. Con escaleras a los cuatro lados y una

especie de templo cuadrado en lo más alto.

-La Pirámide de Kukulcán –sentenció Lucios-. Se encuentra en el Chichén Itzá, en México.

Es una opción a considerar para buscar. ¿Alguna propuesta más?

Nuevamente, el silencio se hizo. Los jóvenes exprimían al máximo las capacidades de su

cerebro para encontrar una posible localización.

-Pensando en las nuevas maravillas del mundo… -Itsuki había sido el que había abierto la

boca, pero se sentía algo incómodo- Tal vez Machu Picchu, ¿no?

-Yo diría que es demasiado actual –señaló Ed-. Por lo que sé, la aldea fue construida en el

siglo XV. No creo que sirva.

-Sí, pero… -Itsuki tragó saliva- Hay rastros de que hubo gente allí desde mucho antes. Tal

vez, y sólo tal vez, allí haya algo…

-¿No podemos preguntarle a Uriel y ya está? –preguntó Camilla.

-¡Ja! –rió Simon- Fuera aparte de que se ha largado de golpe, sus ataques amnésicos sólo

nos complicarían más nuestra existencia.

-Pues dividámonos en dos grupos –propuso Lucios-. Ed, Flora y Simon vendréis conmigo a

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Machu Picchu. Itsuki, Camilla, Trinth y Axel iréis a Chichén Itzá a investigar.

Los jóvenes se organizaron en los dos grupos. No tardaron mucho, esperando partir pronto

para acabar con aquello cuanto antes. Si podían llegar a una de las puertas antes de que

Nameless las ofreciera mayor protección, mejor.

-Buena suerte –deseó Lucios al otro grupo justo antes de desaparecer junto con sus

compañeros, tocando el anillo.

Ed y compañía aparecieron en un callejón de paredes de piedras blancas, un lugar

completamente desconocido y nuevo para ellos. Flora observó que todas las casas eran

blancas y se extendían ladera abajo, mientras que a su espalda iban ascendiendo cuesta

arriba, hacia donde el sol estaba, que comenzaba a ocultarse a lo lejos. No debía quedar

mucho para el anochecer.

-¿Dónde hemos acabado? –murmuró Simon, dudoso, sin llegar a reconocer el lugar.

-Esto –señaló Lucios- es Machu Picchu, una antigua aldea en lo más alto de la que

llamaban la “vieja montaña”.

-Ya, a tanto ya llegaba, gracias. ¿Pero se supone que aquí habrá una Puerta?

-¿Y por qué no? –preguntó Flora.

-Porque esto me parece viejo, feo y sin nada que mostrarnos realmente.

-Vamos a investigar –propuso Ed.

Los cuatro miembros del grupo comenzaron a caminar entre las calles de las pequeñas

casas. No eran muy pintorescas, siendo algo antiguas y llamativas por sus paredes blancas,

aunque había que admitir que su estructura era admirable. No debía ser nada fácil en

aquellos tiempos crear una aldea en una montaña como aquella.

Tras llevar unos veinte minutos caminando, Ed suspiró.

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-Aquí no hay nada –sentenció. Simon afirmó.

-¡Gracias por iluminarnos, oh, gran antorcha humana!

-Te estoy dando la razón por una vez, idiota.

-Entonces debo haberme equivocado: aquí hay algo.

-¡Callaos de una vez! –ordenó Lucios, cambiando el rostro. Los dos jóvenes jurarían haber

visto por un momento a Osdark en él.

Algo se oyó a lo lejos, colina abajo. Flora lo notó de inmediato, lanzando su mirada hacia el

origen del sonido. Lucios también escuchó algo, pero no supo bien de qué se trataba.

-¿Qué es eso? –preguntó Flora. Lucios cerró los ojos, escuchando atentamente. Fuera lo que

fuera, se estaba acercando.

-Parece ser… ¿El viento?

-Cuidado, la malvada brisa acabará con nosotros –su burló Simon.

-No –sentenció Lucios-. No es una brisa cualquiera. Parece…

Lucios abrió los ojos de golpe, dándose cuenta de lo que podía ser. Extendió sus alas y se

lanzó a por Flora y Ed, agarrándolos y empujándolos hacia un callejón.

-¡Cuidado! –gritó de sorpresa.

Simon observó la calle hacia abajo y vio un enorme remolino, aparentemente surgido de la

nada, dirigiéndose directamente hacia él. Maldijo a Lucios por no recogerle y saltó hacia el

mismo callejón, esquivando por poco el torbellino. Ed y Flora dirigieron su vista hacia

aquella “cosa”, viendo cómo se desvanecía y en el centro surgía una mujer.

-¡Lilith! –la reconoció Flora.

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Lucios agarró a Flora y Ed, rodeándoles con los brazos y echando a volar. Simon le maldijo

y se agarró a su espalda, justo cuando éste salía volando.

-¿Hacia dónde coño vamos? –preguntó Ed.

-¡Entre las calles somos un blanco fijo! –contestó gritando Lucios- ¡Tenemos que ir hacia

allí, hacia el Cerro, donde el campo es abierto y tenemos más posibilidades?

-¿¡Qué probabilidades hay de ganarla en campo abierto!? –vociferó Simon, maldiciendo a

Lucios- ¡Estaremos perdidos!

-¡Confía en mí por una vez!

A espaldas de Lucios Lilith había vuelto a crear un remolino gigante, que comenzó a

elevarse por el aire y a moverse en su dirección. Flora lo observó atentamente, viendo cómo

crecía y se volvía más grande, hasta llegar al punto en el que parecía directamente un

tornado.

-¡Yo diría que está enfadada! –anunció ella.

Lilith había comenzado a arrancar piedras de las paredes de la aldea con la fuerza de su

torbellino. Con ira, lanzó uno de ellos contra Lucios.

-¡Lucios, esquiva! –avisó Flora. Éste afirmó para sí mismo y dio un giro en el aire hacia su

izquierda, esquivando la roca. Simon le insultó.

-¡Vas a tirarme, idiota!

-¡Haber venido andando! –le regañó Ed.

-¡No es fácil volar llevando a dos personas en brazos y otra en la espalda, ¿sabes?!

Lilith lanzó otra roca, que Lucios esquivó nuevamente con un aviso de Flora. Ya estaban

cerca del Cerro, donde la verde hierba les estaba esperando. Pero Lilith también les estaba

alcanzado. Simon notó que al viento tiraba de él, por lo que tendía a sujetarse más a Lucios.

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-¡Vamos a aterrizar! –anunció Lucios.

Otra piedra fue lanzada por Lilith, esta vez esquivada por Lucios estrellándose hacia el

suelo. Con un perfecto aterrizaje soltó a Ed y Flora, mientras que Simon se dejó caer al

césped.

-Acabó de coger manía a esto de volar –susurró.

-¡Tenemos que acabar con esto! –señaló Ed, observando fijamente el tornado.

-Dejádmelo a mí.

Flora, Ed y Simon observaron a Lucios. Reconocieron de inmediato que ya no era él, sino

que Osdark se había adueñado del cuerpo. Con una tremenda seriedad en la cara y antes de

que nadie le detuviera, Osdark volvió a desplegar las alas y salió volando hacia el tornado.

Alrededor de Lilith grandes orbitaban a gran velocidad piedras, entre arena y alguna rama.

Osdark esquivó un par de rocas, volando a la velocidad que podía, mientras los exteriores

del tornado le atraían con fuerza.

-¡Lilith! –gritó, aunque su voz se perdió en el gran estruendo del viento.

La mujer le observó con ira. Estaba forzando su poder al máximo, y se comenzaba a notar.

Sus ojos estaban hinchados y con vasos sanguíneos bastante notorios, y por su cuello se

notaba una gran vena recorriéndola.

-¡Morid! –le gritó a Osdark, haciendo resonar su voz por todas partes- ¡Nameless está

furioso! ¡Os mataré a todos, os mataré, os mataré!

Osdark se lanzó contra ella, pero ésta le bloqueó lanzándole un pequeño remolino que

empujó al joven en el aire. Éste retrocedió unos metros del ataque y maldijo por lo bajo a la

mujer. En el anterior encuentro no estaba tan enfadada. Notó una gruesa rama arrancada de

un árbol a su lado y la observó.

-¡Morid, morid, morid!

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Lilith lanzó dos grandes rocas hacia Osdark. Éste agarró la rama y esquivó la primera,

mientras que la segunda la saltó en el aire y la aprovechó para impulsarse hacia Lilith. Ésta

creó un remolino en su mano, preparada para lanzarlo contra él, pero no fue lo

suficientemente rápida. El joven la había alcanzado.

Lilith notó cómo el tornado desaparecía a su alrededor. Algo la había atravesado de lado a

lado. Algo grande y grueso. Osdark, volando en el aire, la agarraba por la ropa. La mujer se

llevó una mano hacia su estómago, donde notó una gran rama atravesándola. Su boca y su

nariz comenzaban a sangrar, a la vez que notaba que se quedaba sin oxígeno.

-Tranquila –le susurró Osdark con una gran seriedad-, no estarás sola en el Infierno mucho

tiempo.

Osdark la soltó, provocando una gran caída de Lilith desde lo alto hasta el suelo. Su cuerpo

se precipitó hasta el suelo, donde, con un gran golpe, la mujer aterrizó muerta.

-Pronto te acompañará Nameless –susurró Osdark mientras el sol se ocultaba

completamente en el horizote-. Pronto…

-¡Joder! –soltó Ed, mirando el cadáver de Lilith- ¿Está muerta?

-¿Cuántas probabilidades crees que hay de sobrevivir cuando has sido atravesado por una

rama de ese tamaño y lanzado desde unos, no sé, treinta metros mínimo? –preguntó Simon-

Hace falta ser una especie de Dios para hacerlo.

Los chicos se callaron justo cuando un portal se abrió tras el cadáver de Lilith. Se trataba de

uno oscuro, por lo que no les sorprendió quiénes surgieron de él.

-Caín… -susurró Flora. Ed fruñó el entrecejo.

-… Y Nameless.

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Capítulo 21:

[NOST = La verdadera oscuridad - 0m 30s]

—Caín…

—… Y Nameless.

El portal oscuro tras los dos hombres se cerró, formando un innatural sonido de succión.

Tanto Caín como Nameless miraban a los chicos con una sonrisa burlona en el rostro, y

hacían caso omiso al cadáver de la mujer, Lilith, que descansaba a sus pies.

Una fría corriente de aire sopló en la escena, agitando espeluznantemente el cabello del

cuerpo inerte de Lilith. Lo mismo sucedió con el blanco cabello de Caín que, en dicho

movimiento, enmarcaba los temibles y felinos ojos amarillos del hombre.

—Mira, Caín, han roto a Lilith —comentó Nameless, a manera de burla.

—Sí… Es una pena, ¿no lo crees? —respondió Caín, en un tono de voz más alto que lo

normal, con la intención de que los muchachos no se perdieran ni una sola palabra de lo que

decía.

—¿¡Qué acaso no os importa lo que le pase a vuestra amiga!? —gritó Flora, enfurecida,

asiendo su estoque con decisión. Hizo ademán de dar un paso hacia delante, pero se lo

pensó mejor y lo disimuló poniéndose en guardia.

—¿Amiga? Por favor… —expresó Nameless, bajándose las gafas un poco con su dedo para

mirar mejor a la chica, mostrando en el proceso unos ojos iguales a los de Caín, a excepción

de que los del último eran de amarillos y los de Nameless eran más oscuros, de color

ámbar.

—Venga, era buena con el reconocimiento y espionaje, solamente —dijo Caín,

acompañado por unos ademanes de manos bastante amplios que, por alguna razón, a los

muchachos les recordaban a los poderes de Caín.

—Aunque sí lamentamos su pérdida —continuó Nameless. El hombre acercó el puño

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cerrado a su pecho y añadió—: Un minuto de silencio… para honrar a los caídos.

Ninguno de ellos supo por qué, pero los muchachos se unieron en el homenaje, a pesar del

profundo odio hacia sus enemigos. Simon incluso se quitó el sombrero.

Fue Flora la que rompió el silencio cuando consideró que ya había sido suficiente:

—¿Lilith era sólo eso para vosotros…? —susurró— ¿Un simple juguete…?

—Nos parece más respetuoso considerarla un instrumento… Pero sí, si quieres referirte a

ella de esa manera —respondió Caín, con una sonrisa de oreja a oreja

—¡Sois demonios! —vociferó la chica, apuntándoles con el estoque— ¡Trabajabais juntos,

deberíais haber sentido algo! ¡¡Por lo menos una pequeña afección!!

—¿Y por qué te afecta tanto, Flora? —preguntó Caín. Sin esperar respuesta alguna, se

dirigió hacia Nameless—: Me gusta su carácter. Tiene valentía y fuerza. Creo que es la

indicada. ¿Te parece?

—Me parece, sí. ¿Deberíamos empezar ya?

—¡Demonios, demonios! ¡Tenéis corazón de roca! —gritó Flora, quien ya comenzaba a

hacerse invisible en algunos lugares debido a la furia que la embargaba.

—Corazón de roca, ¿no? —comentó Nameless— Qué oportuno.

[NOST = Nameless]

Sin aviso alguno, Nameless extendió ambos brazos hacia los lados. Hubo un estruendo,

luego una sacudida, y después Flora estaba con los pies incrustados en la tierra, incapaz de

moverse.

—¿¡Pero qué…!? —exclamó Simon, al verse atrapado también. Después de unos segundos,

el joven soltó una carcajada y expresó—: ¿Cuántas probabilidades creéis que hay de que…?

—¡No tan rápido, LaPlace! —interrumpió Caín. En unos instantes, un tentáculo de agua se

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lanzó hacia Simon y le colocó algo en la cabeza.

—¿Habías sentido un Anulador antes, Simon? —se burló Caín, mostrándole un pequeño

escarabajo que tenía entre los dedos. Otro tentáculo más volvió hacia Caín, manifestando

que ya había anulado alguien más, seguramente a Flora.

Nameless alzó la cabeza al escuchar el aleteo de Lucios sobre sí. El hombre dejó caer a

Edward, a quien había llevado cargado en brazos. Con su “espiral de fuego” en mano, Ed

exclamó mientras atacaba al hombre:

—¿Geokinesis? ¡Era de esperarse! —Nameless se movió al último momento y esquivó el

ataque de Ed, el cual creó una pequeña onda expansiva al golpear el suelo. Antes de que

pudiese levantarse, la muñeca del chico se vio atrapada en la dura roca, al igual que sus

pies.

—Esa posición te deja un poco vulnerable e indefenso, Eddy —rio Caín, colocándole

personalmente un Anulador tras la oreja. Ed maldijo al sentir los fríos dedos de Caín y las

diminutas patas de la criatura, que muy pronto clavó lo que parecía un aguijón en la piel del

chico.

Mientras Caín anulaba los poderes de Ed, Lucios había seguido volando a Nameless, pero

era incapaz de atraparle. El hombre se movía muy rápido y cambiaba de dirección sin tener

que virar, debido a que no se movía en absoluto: Utilizando su geokinesis, desplazaba un el

trozo de tierra que estaba bajo él, siendo capaz de deslizarse ágilmente.

—¡Lucios, cuidado! —le previno Flora al hombre, cuando vio que un orbe de agua se

acercaba peligrosamente. Gracias a la advertencia, Lucios fue capaz de esquivarlo al

frenarse y ascender ágilmente. Tal y como la anterior, llegaron muchas esferas de agua más,

lanzadas por Caín. Lucios, quien ahora tenía ambas alas de color blanco, descendió en

picada para alejarse de los ataques. Su estrategia, sin embargo, lo llevó a acercarse más al

suelo, donde Nameless podía alcanzarle sin mucho esfuerzo.

Y así fue. Nameless lanzó una roca hacia Lucios. En su trayecto, ésta se amoldó hasta

formar una especie de “U”, la cual envolvió al alado por el pecho y le obligó a detener su

vuelo.

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—¡No! —gritó Simon, al ver como su compañero caía irremediablemente hacia el suelo,

arrastrado por el peso de la roca. Una vez inmóvil, Caín se ocupó de anular sus habilidades

también.

[NOST = Momentos difíciles]

—Perfecto —murmuró Nameless, a la par que lanzaba sus gafas a la fría tierra. Plantó sus

pies en el suelo e hizo unos agresivos movimientos con los puños cerrados.

Mientras más se movía Nameless, más se movían los muchachos, quienes no podían hacer

nada en su posición. Muy pronto todos quedaron de pie, aún con los pies en la tierra.

Nameless alzó los brazos y cuatro columnas de roca se levantaron. Con otro movimiento, el

hombre inmovilizó a los muchachos, con las susodichas a sus espaldas. Finalmente, alzó

cuatro largos barrotes del mismo material y los unió a las columnas de manera transversa.

Las muñecas de los muchachos se vieron aprisionadas en los extremos, mientras los pies

quedaban colgando sin siquiera rozar el suelo.

Les habían crucificado.

—Caín, carga a Lilith —ordenó Nameless. El joven obedeció y se colocó el cadáver de su

compañera en el hombro—. Ya sabes a donde llevarla —añadió, mientras caminaba tras el

joven. Con un movimiento de manos, el hombre provocó que las cruces, con los muchachos

en ellas, se desplazaran y le siguieran.

Caminaron durante más de media hora, rodeados por la infinita oscuridad nocturna. No

había luna, ni ninguna otra fuente de luz a su alrededor. Caín iba al frente, guiándoles; hubo

en tiempo en el que no fue necesario verle, pues Lilith dejaba tras de sí gotas de sangre. Sin

embargo, llegó un momento en el que no supieron a dónde se dirigían, pues el cadáver ya

había dejado de sangrar, debido a la falta de circulación.

Los muchachos ya tenían heridas allí donde su piel hacia contacto con la roca,

especialmente en las muñecas, que eran el punto de apoyo principal. Simon no paraba de

maldecir y gruñir; contrariamente a Lucios, quien no había soltado ni siquiera un gemido

desde que les habían atrapado. Las quejas de Simon se veían acompañadas por los sollozos

de Flora, quien seguramente no había podido soportarlo y no había parado de llorar, y por

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las gruñidos de Ed, quien seguía intentando liberarse.

—Ed, no seas idiota. A este paso terminarás haciéndote heridas graves —expresó Simon.

Al parecer Nameless se escuchó, pues, desde la oscuridad, se escuchó su voz:

—¿Te estás haciendo daño, Ed? ¿Te gustaría tener un descanso para los pies?

Pararon de moverse. Nameless surgió de entre la noche y se paró frente a Ed, con una

mueca burlona dibujada en el rostro.

—¿Qué dices? —preguntó Nameless—Sólo un ligero movimiento de mis manos y tu viaje

será menos doloroso.

—No quiero tu sucia compasión —insultó Edward. Acto seguido, le escupió a Nameless en

la cara. En el rostro del hombre se dibujó una desencajada expresión de furia.

[NOST = Lilith y Caín]

—¡Insolente! —vociferó, a la par que golpeaba a Ed en el rostro con el dorso de su mano.

El chico soltó un gemido e intentó apartar su cara de Nameless, pero apenas era capaz de

girarla.

—¡Niño idiota! —gritó el hombre. Volvió a darle una bofetada a Ed, quien ya tenía el labio

roto. Nameless soltó un bufido de molestia y se dio la vuelta, dispuesto a seguir caminando.

—¿Qué te pasa? ¿Acobardado? ¿¡No vas a seguir golpeándome!? ¿¡¡No quieres ese placer,

sucia rata!!? —vociferó el chico, provocando que de su boca volaran algunas gotillas de

sangre.

—Ahora no… Pero aprecio tu linda oferta, Edward —comentó Nameless, después de haber

recuperado la compostura—. Hemos llegado. ¡Caín, luces!

Se escuchó un “Ajá” de asentimiento. Inmediatamente después, pudieron oír un golpe seco,

señal de que Caín había, no dejado, sino lanzado al suelo el cadáver de Lilith. Hubo unos

segundos de silencio absoluto, en los cuales ni siquiera el viento pudo ser escuchado

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—Sólo tengo una bio-antorcha —dijo Caín desde la oscuridad—. ¿Qué hay de ti?

—No. Tengo pedernal —respondió Nameless.

—Oh, espera. Creo que tengo cristales de luz en este bolsillo —continuó Caín.

—Cerrad los ojos —advirtió Nameless. Los muchachos no querían arriesgarse a perder de

vista a su secuestrador, pese a que no era muy distinto tener los ojos abiertos a tenerlos

cerrados. Sin embargo, obedecieron. Se escuchó el sonido de una roca golpear contra otra, y

después llegó un fuerte destello de color blanco, que los muchachos pudieron ver a pesar de

haber tenido los párpados cerrados.

—Sí, ha encendido una de las antorchas —expresó Caín—. Colocaré la bio-antorcha en el

pedestal de la otra.

Los muchachos abrieron los ojos y se sorprendieron con lo que vieron. Durante todo ese

tiempo, no habían estado en el exterior, en una oscura noche sin luna: ¡Habían estado en el

interior de una cueva!

Tal y como había dicho Caín, una antorcha se había encendido, del lado derecho de la

cueva. Del lado contrario, había una esfera de cristal del tamaño de una naranja, que

brillaba con un innatural color verde azulado. Ya que Caín le había llamado “bio-antorcha”,

los chicos imaginaron que en su interior vivía una planta u hongo que, al hacer quimio o

fotosíntesis, liberaba luz, la cual a su vez se veía aumentada por el cristal de la esfera.

En el centro de la cueva, justo detrás de Caín, había dos estructuras cuadradas hechas de

piedra. Parecían camas; y lo hicieron aún más cuando Caín levantó a Lilith y la colocó

sobre una de ellas.

—Ahora… Según como lo describió Lilith —comenzó Caín—, necesitamos colocar el otro

cuerpo al mismo nivel del primero.

—Deberíamos hacer también el otro procedimiento —comentó Nameless—. Le

necesitamos también a él.

—Entonces trae a ambos —dijo Caín, quien sacó una libreta de color negro de algún

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bolsillo interior de su gabardina.

[NOST = Flora’s Theme]

Nameless hizo algunos movimientos con las manos una vez más. Las cruces de Flora y

Lucios se movieron hacia las mesas de roca, y se detuvieron allí. Con un ademán más,

Nameless soltó a Flora, quien aún se encontraba llorando. Antes de que cayera al suelo,

Caín la atrapó con un tentáculo de agua y la colocó en la roca paralela a la de Lilith. La

chica intentó huir, pero se vio inmovilizada por unos grilletes líquidos que ataban sus

muñecas y tobillos a la roca.

—¡Soltadla, imbéciles! —gritó Simon, desesperado— ¡Os he dicho que la soltéis, o si

no…!

—¿¡O si no qué!? —vociferó Lucios, quien le estaba dando la espalda a Simon. Extendió

sus alas negras, evidenciando que en realidad era Osdark, y bajó de la cruz, como si ni

siquiera hubiese estado atado.

—Empezad conmigo —ordenó el hombre, quien inmediatamente se acostó bocarriba en el

suelo.

—¿¡Tú!? —vociferó Simon— ¡¡Maldito, sucio e inmundo traidor!! ¡¡Maldito seas, maldito

seas!! ¡¡Flora, Flora!! —acto seguido, Simon giró la cabeza hacia su compañero restante y

exclamó— ¡¡Ed, Ed!! ¡¡Haz algo!! ¡¡Contacta con Trinth y su grupo!! ¡¡Quema la cruz!!

¡¡Haz algo!!

—Calla —cortó Ed, desde su prisión—. No hay nada que puedas hacer…

—¿¡Pero qué coño te pasa!? ¿¡No te importa lo que le suceda a Flora…!?

—¡Que te calles! —gritó el chico, tajante. Giró su cabeza hacia Simon y le mostró una gran

sonrisa. Le guiñó un ojo antes de continuar—: ¡No puedo hacer nada, no tengo poderes

ahora, idiota!

El chico inclinó la cabeza y le mostró su oreja. No había ningún Anulador. Sin hacer sonido

alguno, Edward articuló:

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—Me golpeó muy fuerte.

Simon dibujó una gran sonrisa en su rostro. Dirigió su atención a sus atacantes, sólo para

ver que ya habían comenzado su “procedimiento”.

Del pecho de Flora salía una especie de rayo color verde, que se mezclaba con uno parecido

proveniente de Lilith, de color morado. Ambos se mezclaban y formaban un orbe blanco

que flotaba entre las dos mesas.

Algo parecido sucedía con Osdark, excepto que las dos esencias, negra y blanca, salían del

mismo cuerpo. Otro orbe del mismo color levitaba sobre el hombre, quien tenía una gran

sonrisa en el rostro.

—Finalmente… Dejaré atrás este sucio cuerpo —musitó, antes de soltar una carcajada.

—Y ahora… Con Lilith y Flora hay que girar el orbe —explicó Caín, leyendo la libreta—.

Con Lucios y Osdark hay que partir el núcleo.

—Ed, ahora —expresó Simon, moviendo solamente los labios y sin hacer ningún ruido.

Ed asintió con la cabeza. Miró fijamente la cadena rocosa de su mano izquierda e intentó

calentarla.

Nada.

Intentó hacer lo mismo, ésta vez calentando su brazo entero, en lugar de la roca. No sintió

calor alguno.

—¡Ed, rápido! —pidió Simon, sin preocuparse de que Nameless y Caín le escucharan esta

vez.

—¿Pero cómo…? —murmuró Ed. ¿El Anulador seguía en él? No, no era así. Le había

sentido desprenderse, y no volvió a sentir el aguijón en ningún lado.

Miró al suelo para ver que, efectivamente, el Anulador había caído. El diminuto ser había

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caído sobre su parte trasera y era incapaz de levantarse. ¿Entonces qué detenía a Ed?

—¡¡Ed!! —gritó Simon, cuando vio que Caín tomaba el orbe de Flora y Lilith y lo hacía

girar, entrecruzando los rayos. Su desesperación creció aún más cuando pudo ver que

Nameless atravesaba el núcleo del otro orbe con una improvisada lanza de roca.

Flora y Osdark comenzaron a convulsionar, soltando espuma por la boca. Simon intentó

zafarse de su prisión, en un acto de desesperación, abriéndose más heridas.

—¡¡Flora!! —gritaba Simon.

—No… —maldecía Ed, viendo que era incapaz de utilizar sus poderes ígneos—. No otra

vez… ¡No de nuevo! ¡No quiero perder a alguien que quiero otra vez! ¡¡Flora, Flora!!

Tanto Nameless como Caín se giraron al escuchar las palabras de Ed.

—Alex… —susurró el chico— Alex…

Todo era demasiado para que el chico pudiese digerirlo. Osdark era un traidor, Flora iba a

ser utilizada como instrumento por Nameless y Caín, había perdido su poderes y era

incapaz de salvarles.

Iba a perder a los que quería de nuevo… como en aquel incendio.

—¡¡¡No esta vez!!! —vociferó el chico, con lágrimas en los ojos— ¡¡¡Nunca, nunca más!!!

Sin previo aviso, la tierra que se encontraba alrededor del chico comenzó a levitar. Su

cabello se levantó, como si una corriente de viento soplara desde abajo, al igual que sus

medallones.

Ed miró el medallón de su difunta hermana frente a él, acumuló toda la furia que pudo y

gritó:

—¡¡Nameless, muere!!

Y rompió sus ataduras.