LOCKE Fragmentos Ensayo Del Entendimiento
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J. Locke. Ensayo sobre el entendimiento humano
Fragmentos
Libro II, Capítulo 1. De las ideas en general y de su origen
1. La idea es el objeto del pensamiento. Puesto que todo hombre es consciente para sí mismo de
que piensa, y siendo aquello en que su mente se ocupa, mientras está pensando, las ideas que
están allí, no hay duda de que los hombres tienen en su mente varias ideas, tales como las
expresadas por las palabras blancura, dureza, dulzura, pensar, moción, hombre, elefante, ejército,
ebriedad y otras. Resulta, entonces, que lo primero que debe averiguarse es cómo llega a tenerlas.
Ya sé que es doctrina recibida que los hombres tienen ideas innatas y ciertos caracteres originarios
impresos en la mente desde el primer momento de su ser. Semejante opinión ha sido ya
examinada por mí con detenimiento, y supongo que cuanto tengo dicho en el libro anterior será
mucho más fácilmente admitido una vez que haya mostrado de dónde puede tomar el
entendimiento todas las ideas que tiene, y por qué vías y grados pueden penetrar en la mente,
para lo cual invocaré la observación y la experiencia de cada quien.
2. Todas las ideas vienen de la sensación o de la reflexión. Supongamos, entonces, que la mente
sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda inscripción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a
tenerlas? ¿De dónde se hace la mente con ese prodigioso cúmulo, que la activa e ilimitada
imaginación del hombre ha pintado en ella, en una variedad casi infinita? ¿De dónde saca todo ese
material de la razón y del conocimiento? A esto contesto con una sola palabra: de la experiencia;
he allí el fundamento de todo nuestro conocimiento, y de allí es de donde en última instancia se
deriva. Las observaciones que hacemos acerca de los objetos sensibles externos o acerca de las
operaciones internas de nuestra mente, que percibimos, y sobre las cuales reflexionamos nosotros
mismos, es lo que provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar. Esta son las
dos fuentes del conocimiento de donde dimanan todas las ideas que tenemos o que podamos
naturalmente tener.
3. Los objetos de la sensación, uno de los orígenes de las ideas. En primer lugar, nuestros sentidos,
que tienen trato con objetos sensibles particulares, transmiten respectivas y distintas
percepciones de cosas a la mente, según los variados modos en que esos objetos los afectan, y es
así como llegamos a poseer esas ideas que tenemos del amarillo, del blanco, del calor, del frío, de
lo blando, de lo duro, de lo amargo, de lo dulce, y de todas aquellas que llamamos cualidades
sensibles. Cuando digo que eso es lo que los sentidos transmiten a la mente, quiero decir que ellos
transmiten desde los objetos externos a la mente lo que en ella produce aquellas percepciones. A
esta gran fuente que origina el mayor número de las ideas que tenemos, puesto que dependen
totalmente de nuestros sentidos y de ellos son transmitidas al entendimiento, la llamo sensación.
4. Las operaciones de nuestra mente, el otro origen de las ideas. Pero, en segundo lugar, la otra
fuente de donde la experiencia provee de ideas al entendimiento es la percepción de las
operaciones interiores de nuestra propia mente al estar ocupada en las ideas que tiene; las cuales
operaciones, cuando el alma reflexiona sobre ellas y las considera, proveen al entendimiento de
otra serie de ideas que no podrían haberse derivado de cosas externas: tales son las ideas de
percepción, de pensar, de dudar, de creer, de razonar, de conocer, de querer y de todas las
diferentes actividades de nuestras propias mentes, de las cuales, puesto que tenemos de ellas
conciencia y podemos observarlas en nosotros mismos, recibimos en nuestro entendimiento ideas
tan distintas como recibimos de los cuerpos que afectan a nuestros sentidos. Esta fuente de ideas
la tiene todo hombre en sí mismo, y aunque no es un sentido, ya que no tiene nada que ver con
objetos externos, con todo se parece mucho y puede llamársele con propiedad sentido interno.
Pero, así como a la otra la llamé sensación, a ésta la llamo reflexión, porque las ideas que ofrece
son sólo aquellas que la mente consigue al reflexionar sobre sus propias operaciones dentro de sí
misma. Por lo tanto, en lo que sigue de este discurso, quiero que se entienda por reflexión esa
advertencia que hace la mente de sus propias operaciones y de los modos de ellas, y en razón de
los cuales llega el entendimiento a tener ideas acerca de tales operaciones. Estas dos fuentes,
digo, a saber: las cosas externas materiales, como objetos de sensación, y las operaciones internas
de nuestra propia mente, como objetos de reflexión, son, para mí, los únicos orígenes de donde
todas nuestras ideas proceden inicialmente. Aquí empleo el término “operaciones” en un sentido
amplio para significar, no tan sólo las acciones de la mente respecto a sus ideas, sino ciertas
pasiones que algunas veces surgen de ellas, tales como la satisfacción o el desasosiego que
cualquier idea pueda provocar.
5. Todas nuestras ideas son o de la una o de la otra clase. Me parece que el entendimiento no
tiene el menor vislumbre de alguna idea que no sea de las que recibe de unos de esos dos
orígenes. Los objetos externos proveen a la mente de ideas de cualidades sensibles, que son todas
esas diferentes percepciones que producen en nosotros: y la mente provee al entendimiento con
ideas de sus propias operaciones. Si hacemos una revisión completa de todas estas ideas y de sus
distintos modos, combinaciones y relaciones, veremos que contienen toda la suma de nuestras
ideas, y que nada tenemos en la mente que no proceda de una de esas dos vías. Examine
cualquiera sus propios pensamientos y hurgue a fondo en su propio entendimiento, y que me diga,
después, si todas las ideas originales que tiene allí no son de las que corresponden a objetos de
sus sentidos, o a operaciones de su mente, consideradas como objetos de su reflexión. Por más
grande que se imagine el cúmulo de los conocimientos alojados allí, verá, si lo considera con rigor,
que en su mente no hay más ideas que las que han sido impresas por conducto de una de esas dos
vías, aunque, quizá, combinadas y ampliadas por el entendimiento con una variedad infinita, como
veremos más adelante.
Libro II, Capítulo 12. De las ideas complejas
1. Son las que la mente compone de ideas simples. Hasta aquí hemos considerado aquellas ideas
para cuya recepción la mente es sólo pasiva, es decir, aquellas ideas simples que recibe por las vías
de la sensación y de la reflexión, antes mencionadas, de manera que la mente no puede producir
por sí sola una de esas ideas, ni tampoco puede tener ninguna idea que no consista enteramente
en ellas. Pero aunque es cierto que la mente es completamente pasiva en la recepción de todas
sus ideas simples, también es cierto que ejerce varios actos propios por los cuales forma otras
ideas, compuestas de sus ideas simples, las cuales son como los materiales y fundamento de todas
las demás. Los actos de la mente por los cuales ejerce su poder sobre sus ideas simples son
principalmente estos tres:
1. Combinar varias ideas simples en una idea compuesta; así es como se hacen todas las
ideas complejas.
2. El segundo consiste en juntar dos ideas, ya sean simples o complejas, para ponerlas
una cerca de la otra, de tal manera que pueda verlas a la vez sin combinarlas en una;
es así como la mente obtiene todas sus ideas de relaciones.
3. El tercero consiste en separarlas de todas las demás ideas que las acompañan en su
existencia real; esta operación se llama abstracción, y es así como la mente hace todas
sus ideas generales. Todo esto muestra cuál es el poder del hombre, y que su modo de
operar es más o menos el mismo en los mundos material e intelectual. Porque en
ambos casos los materiales de que dispone son tales que el hombre no tiene poder
sobre ellos, ni para fabricarlos, ni para destruirlos; cuanto puede hacer el hombre es, o
bien unirlos, o bien colocar uno junto al otro, o bien separarlos completamente.
Comenzaré aquí con la primera operación, visto el propósito que tengo de estudiar las
ideas complejas, y pasaré a examinar las otras dos en el sitio que les corresponde. Así
como se observa que las ideas simples existen unidas en diversas combinaciones, así la
mente tiene el poder de considerar a varias ideas unidas, como una sola idea, y eso es
así no sólo según se dan unidas en los objetos externos, sino según ella misma las ha
unido. A las ideas así hechas de varias ideas simples unidas las llamo ideas complejas.
Tales son belleza, gratitud, un hombre, un ejército, el universo. Y aunque son
compuestas de varias ideas simples, o de ideas complejas formadas de ideas simples,
sin embargo, cuando la mente quiere, las considera a cada una, en sí misma, como
una cosa entera significada por un nombre.
2. Las ideas complejas se hacen a voluntad. Por esta facultad de repetir y unir sus ideas, la mente
tiene un gran poder en variar y en multiplicar los objetos de sus pensamientos, infinitamente más
allá de lo que le proporcionan la sensación y la reflexión. Pero todo esto no se sale de las ideas
simples que la mente recibe de esas dos fuentes, ideas que son, en definitiva, los materiales de
todas las composiciones que haga. Porque las ideas simples provienen todas de las cosas mismas,
y de esa clase de ideas la mente no puede tener ni más ni otras que las que le son sugeridas. No
puede tener otras ideas de las cualidades sensibles fuera de las que le llegan del exterior por los
sentidos, ni ninguna otra idea de distintas especies de operaciones de una substancia pensante,
que no sean las que encuentra en sí misma. Empero, una vez que la mente tiene ya esas ideas
simples, no queda reducida a la mera observación y a lo que se presenta del exterior; puede, por
su propio poder, unir esas ideas que ya tiene, y producir nuevas ideas complejas, que jamás
recibió así formadas.
3. Las ideas complejas son modos, substancias o relaciones. Cualquiera que sea la manera como
las ideas complejas se componen y descomponen, y aun cuando su número sea infinito, y no tenga
término la variedad con que llenan y ocupan los pensamientos de los hombres, sin embargo me
parece que pueden comprenderse todas dentro de estos tres capítulos:
1) Los modos.
2) Las substancias.
3) Las relaciones.
4. Los modos. Primero, llamo modos a esas ideas complejas que, cualquiera que sea su
combinación, no contengan en sí el supuesto de que subsisten por sí mismas, sino que se las
considera como dependencias o afecciones de las substancias. Tales son las ideas significadas por
las palabras triángulo, gratitud, asesinato, etc. Y si empleo la palabra modo en un sentido un tanto
diferente de su significación habitual, pido perdón; pero es que resulta inevitable en las
disertaciones que se desvían de las nociones comúnmente recibidas, ya sea fabricar palabras
nuevas, ya usar palabras viejas con una significación un tanto nueva, y este último expediente es
quizá el más tolerable para el presente caso.
5. Modos simples y mixtos. Hay dos clases de estos modos que merecen consideración separada.
Primero, hay algunos que sólo son variaciones o combinaciones diferentes de una y la misma idea
simple, sin mezcla de ninguna otra. Por ejemplo, una docena, una veintena, que no son sino las
ideas de otras tantas unidades distintas que han sido sumadas, y a éstas llamo modos simples, en
cuanto que quedan contenidas dentro de los límites de una idea simple. Pero, segundo, hay
algunos otros compuestos de ideas simples de diversas especies, que han sido unidas para
producir una sola idea compleja; por ejemplo, la belleza, que consiste en una cierta composición
de color y forma que produce gozo en el espectador, y el robo, que siendo la oculta mudanza de la
posesión de alguna cosa, sin que medie el consentimiento de su dueño, contiene, como es
patente, una combinación de varias ideas de diversas clases; y a éstos llamo modos mixtos.
6. Substancias singulares o colectivas. Segundo, las ideas de las substancias son aquellas
combinaciones de ideas simples que se supone representan distintas cosas particulares que
subsisten por sí mismas, en las cuales la supuesta o confusa idea de substancia, tal como es,
aparece siempre como la primera y principal. Así, si a la substancia se une la idea simple de un
cierto color blanquecino apagado, con ciertos grados de pesantez, de dureza, de ductilidad y de
fusibilidad, tenemos la idea del plomo; y una combinación de las ideas de una cierta forma, con los
poderes de moverse, pensar y razonar, unidas a la de substancia, produce la idea común de un
hombre. Ahora bien, también de las substancias hay dos clases de ideas: la una, de substancias
singulares, según existen separadas, como de un hombre o una oveja; la otra, de varias
substancias reunidas, como un ejército de hombres, o un rebaño de ovejas; las cuales ideas
colectivas de varias substancias así reunidas, son, cada una, tan una sola idea como lo es la de un
hombre o de una unidad.
7. La relación. Tercero, la última especie de ideas complejas es la que llamamos relación, que
consiste en la consideración y comparación de una idea con otra. Trataremos por su orden de
estas tres especies de ideas.
8. Las ideas más abstrusas proceden de las dos fuentes: la sensación o la reflexión. Si seguimos
paso a paso el progreso de nuestra mente, y si observamos con atención cómo repite, suma y une
las ideas simples que ha recibido de la sensación o de la reflexión, nos veremos conducidos más
allá de donde en un principio, quizá, podríamos habernos imaginado. Y si observamos
cuidadosamente los orígenes de las nociones que tenemos, encontraremos, así lo creo, que ni
siquiera las ideas más abstrusas, por más alejadas que puedan parecer de la sensación o de
cualquiera operación de nuestra propia mente no son, sin embargo, sino ideas que el
entendimiento forma para sí mismo, repitiendo y uniendo ideas que ha recibido, ya de los objetos
sensibles, ya de sus propias operaciones acerca de esas ideas.
8.1 De tal suerte que aun las ideas más amplias y más abstractas proceden de la sensación o de la
reflexión, ya que no son sino lo que la mente, por el uso común de sus propias facultades
ocupadas en las ideas recibidas de los objetos sensibles, o de las operaciones que acerca de ellas
observa en sí misma, puede alcanzar y de hecho alcanza. Esto es lo que intentaré mostrar respecto
de las ideas que tenemos del espacio, del tiempo, y de la infinitud, y de algunas otras que parecen
las más remotas de aquellos dos orígenes.
J. Locke: Ensayo sobre el entendimiento humano. Fondo de Cultura Económica.