Locomotoro

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Manuel Romero Fernández, “El Locomotoro” es un clarí- simo ejemplo del triunfo del AMOR. Punto Cero, desde que aterrizó en la comarca minera hace ahora tres meses, no ha cesado de oir hablar de este sensacional personaje que se encuentra viviendo los últimos años de su vida rodeado del cariño y la admiración de todos los que tuvieron la gran suerte de cruzarse en su camino. Cada persona que habla de él, derrama lágrimas de emoción, cada vecino cuenta una anécdota que le une al Locomotoro, una aven- tura, una lucha en común, pero sobre todo, en los ojos de todos los que se refieren al Loco (como a él le gusta que le llamen) vemos el brillo del aprecio y la ternura, vemos, en definitiva, el brillo del AMOR, un amor que refiriéndose a él debe escribirse con mayúsculas. REDACCIÓN Y FOTOGRAFIA: Ana Hermida Paco Fernández “El Loco”, todo un símbolo de la pasión, la fuerza y el compromiso... No hay muchas ocasiones en la vida de una trabajadora como la que escribe, en la que trabajando se aprenda y se disfrute tan- to en tan poco tiempo como lo ha hecho en esta ocasión. Punto Cero acudió a la Residencia de Mayores Sanyres de la Dehesa (Aljaraque) donde reside actualmente Manuel para co- nocerlo y verificar que esa admiración que le profesan sus vecinos está justificada. En poco más de dos horas nos hizo reir, llorar, pensar, soñar... Hombre de mirada mineral y expresión cargada de ternura, Manuel utiliza un lenguaje absolutamente explícito, a veces incluso “malhablado”... llama al pan, pan y al vino, vino, se le en- tiende perfectamente todo cuanto quiere expresar. No tiene freno a la hora de soltar un taco a cualquiera, y lo hace con plena li- bertad, eso si, nunca desde la maldad pues como pudimos comprobar, el respeto hacia los demás es una de sus grandes máximas. La gente de su pueblo y del resto de la comarca lo definen como trabajador incan- sable, minero, inteligente, vegetariano, co- munista, natural, valiente, luchador, honra- do, implicado y sensible. Todos y todas lo recuerdan a todas horas embutido en su mono de trabajo. Nacido el cinco de mayo del 35 en El Campillo, Manuel Romero Fernandez pue- de presumir de haber disfrutado de una vi- da muy llena en todos los sentidos. Su in- fancia no fué nada fácil, se crió junto a Te- resa, la que fué su compañera durante toda la vida, literalmente en la calle, comiendo desperdicios que encontraban... Ella nunca se volvió a separar del Loco, su gran amor, su amigo, su protector... Una historia de amor que aún a día de hoy está muy viva en el enorme corazón del Loco. Llora al hablar de su pueblo, de su casita y de su Teresa: “Teresa nunca se separó de mi ni yo de ella hasta que tuvimos la fatali- dad de que ella se murió. No quiero ir al Campillo, me da mucha pena de ir a mi ca- sita”. Actualmente y desde hace unos meses vive en la residencia de Aljaraque donde goza de una intensa vida social, disfruta de buenos ratos de tertulia, juega al dominó y recibe innumerables visitas de sus familia- res y amigos: “Aquí tengo un buen amigo que es de Nerva, Rafael Gallego, nos lleva- mos los dos mas bien que la mar. Su mujer está aquí también, pero ella está malita y la trato menos”. Manuel hablando con su hijo. Su relación con las nuevas tecnologías es sorprendente * Teresa Sousa Prieto, su gran compañera, dió nombre al centro de Alzheimer de El Campillo * Manuel fue nombrado “hijo predilecto de El Campillo” el pasado año 2.011 EL PERSONAJE Manuel Romero Fernández “El Locomotoro” Paco Fernández Manuel en su soleada habitación de la residencia. 14 / LOCAL FEBRERO 2012 Cuencaminera Punto Cero

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Manuel Romero Fernández, “El Locomotoro” es un clarí-simo ejemplo del triunfo del AMOR. Punto Cero, desde queaterrizó en la comarca minera hace ahora tres meses, no

ha cesado de oir hablar de este sensacional personaje quese encuentra viviendo los últimos años de su vida rodeado

del cariño y la admiración de todos los que tuvieron lagran suerte de cruzarse en su camino. Cada persona quehabla de él, derrama lágrimas de emoción, cada vecino

cuenta una anécdota que le une al Locomotoro, una aven-tura, una lucha en común, pero sobre todo, en los ojos detodos los que se refieren al Loco (como a él le gusta que

le llamen) vemos el brillo del aprecio y la ternura, vemos,en definitiva, el brillo del AMOR, un amor que refiriéndose

a él debe escribirse con mayúsculas.REDACCIÓN Y FOTOGRAFIA: Ana Hermida

Paco Fernández

“El Loco”, todoun símbolo dela pasión, lafuerza y elcompromiso...

No hay muchas ocasiones en la vida deuna trabajadora como la que escribe, en laque trabajando se aprenda y se disfrute tan-to en tan poco tiempo como lo ha hecho enesta ocasión.

Punto Cero acudió a la Residencia deMayores Sanyres de la Dehesa (Aljaraque)donde reside actualmente Manuel para co-nocerlo y verificar que esa admiración quele profesan sus vecinos está justificada.

En poco más de dos horas nos hizo reir,llorar, pensar, soñar... Hombre de miradamineral y expresión cargada de ternura,Manuel utiliza un lenguaje absolutamenteexplícito, a veces incluso “malhablado”...llama al pan, pan y al vino, vino, se le en-tiende perfectamente todo cuanto quiereexpresar. No tiene freno a la hora de soltarun taco a cualquiera, y lo hace con plena li-bertad, eso si, nunca desde la maldad puescomo pudimos comprobar, el respeto hacialos demás es una de sus grandes máximas.

La gente de su pueblo y del resto de lacomarca lo definen como trabajador incan-sable, minero, inteligente, vegetariano, co-munista, natural, valiente, luchador, honra-do, implicado y sensible. Todos y todas lorecuerdan a todas horas embutido en sumono de trabajo.

Nacido el cinco de mayo del 35 en ElCampillo, Manuel Romero Fernandez pue-de presumir de haber disfrutado de una vi-da muy llena en todos los sentidos. Su in-fancia no fué nada fácil, se crió junto a Te-resa, la que fué su compañera durante todala vida, literalmente en la calle, comiendodesperdicios que encontraban... Ella nuncase volvió a separar del Loco, su gran amor,su amigo, su protector... Una historia deamor que aún a día de hoy está muy viva en

el enorme corazón del Loco.Llora al hablar de su pueblo, de su casita

y de su Teresa: “Teresa nunca se separó demi ni yo de ella hasta que tuvimos la fatali-dad de que ella se murió. No quiero ir alCampillo, me da mucha pena de ir a mi ca-sita”. Actualmente y desde hace unos mesesvive en la residencia de Aljaraque dondegoza de una intensa vida social, disfruta debuenos ratos de tertulia, juega al dominó yrecibe innumerables visitas de sus familia-res y amigos: “Aquí tengo un buen amigoque es de Nerva, Rafael Gallego, nos lleva-mos los dos mas bien que la mar. Su mujerestá aquí también, pero ella está malita y latrato menos”.

Manuel hablando con su hijo. Su relación con las nuevas tecnologías es sorprendente

*Teresa Sousa

Prieto, su grancompañera, dió nombreal centro de Alzheimerde El Campillo

*Manuel fue

nombrado “hijopredilecto de ElCampillo” el pasadoaño 2.011

EL PERSONAJE • Manuel Romero Fernández “El Locomotoro”Paco Fernández

Manuel en su soleada habitación de la residencia.

14 / LOCAL FEBRERO 2012 Cuencaminera Punto Cero

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Manuel es padre de dos hijos, José Ma-nuel y Leonor y abuelo de cuatro nietos,Aranzazu, Alberto, José Eugenio y ManuelJesús.

Durante la entrevista, recibió la llamadade su hijo... Manuel recibió las bromas deJosé Manuel con la mayor de sus sonrisas,una sonrisa que reflejaba el inmenso orgu-llo que siente de su familia.

Manuel conoció muchos y muy variadostrabajos... Desde camarero hasta agente deseguros pasando por su trabajo preferido,la carpintería, tanto de madera y metálicacomo de vidrios. En la mina trabajó con losvolquetes, conduciéndolos y cargándolos.Lo que más llama la atención de su carreraprofesional es su faceta sanitaria, trabajó depracticante en su pueblo y además se diceque lo hacía muy bien, incluso lo llegaron afelicitar por su tremenda habilidad ponien-do inyecciones en vena. Ningún oficio se leresistía, ningún trabajo le acobardaba. Ytanto trabajar mereció la pena pues graciasa todos esos esfuerzos hoy puede presumirde que sus hijos tienen la vida resuelta, “hetrabajado mucho por mis hijos y hoy estoymuy satisfecho porque mi hijo es ingenieroy mi hija es enfermera. Yo me siento muyorgulloso de haber podido darles esa prepa-ración para facilitarles la vida”.

Locomotoro dedicó un recuerdo muy es-pecial a su más que amigo Joaquín Barrero,que “más que amigo ha sido mi hermano,pero el pobre no pudo soportar los proble-mas que la vida le puso por delante. Su hijaMercedes es una mujer extraordinaria conmuchísima fuerza y valor de la que seguroque su padre se sentiría muy orgulloso”. Asítambién quiso dedicar unas palabras deagradecimiento a Pepa Barrero y a su mari-do “por todo lo que siempre se han volcadocon mi mujer y conmigo. Han sido para mimucho más de lo que nadie se pueda imagi-nar, no tendré vida para agradecerles todolo que han hecho por nosotros”.

Manuel ha sido y es una persona de refe-rencia para muchos colectivos de la comar-ca minera, además de ser el fundador de laAFA, participó en la fundación del hogardel pensionista, de la asociación contra elcáncer; ostentó cargos de responsabilidadtanto en la Cruz Roja como en Aspromí, yen cada uno de los colectivos por los quepasó, dejó una huella imborrable por volcartodo su corazón y energía en cada paso quedaba y en cada lugar.

La AFA ocupó su cabeza y su tiempo du-rante años, no sólo la fundó, sino que seocupó de hacerla crecer y crecer en benefi-cio de todos los afectados por la enferme-dad de Alzheimer y sus familiares, enferme-dad con la que se encontraba tremenda-mente sensibilizado por ser la enfermedadque azotó la vida de su compañera Teresa.

Hablar sobre ella resultó muy difícil, laemoción le desbordaba con tan solo pro-nunciar su nombre, “desde que mi mujer sefué yo quedé fuera de combate, los dos vivi-mos extraordinariamente, no tuvimos nun-ca ni un si ni un no. Al final de su vida nosentendíamos por señas, aún parece que laestoy viendo cerrar sus ojitos para decirmeque quería algo... Yo le decía, si quieresagua cierra los ojos dos veces... Así estuvi-mos hasta hace cinco años que ella, mi grancompañera, se fue con el Señor”.

Manuel y Teresa recibieron con optimis-mo y un gran espíritu de lucha a la enfer-medad de Alzheimer cuando un mal día seles presentó de sopetón. “Recuerdo el díaque fuimos a la consulta del neurólogo, ellapasó y yo me quedé esperando fuera. La en-fermera llamó al familiar de la persona queestaba en consulta... mi mujer no recordabacual era su nombre. Le dije a mi mujer quetenía Alzheimer y ella lo encajó estupenda-mente. Empezamos a luchar contra la en-fermedad y estuvimos luchando con todasnuestras fuerzas hasta que murió. Tanto meimpliqué en esta lucha, que me dediqué aestudiar y estudiar todo sobre la enferme-dad”. Manuel es una persona muy conocidaen la provincia porque decidió compartirsus conocimientos y experiencias relativas ala enfermedad con los afectados por el Alz-

heimer, familiares y personas sensibilizadasasí como con personal sanitario decidido aconocer más y mejor la enfermedad. Co-menzó a dar charlas sobre Alzheimer porlos pueblos de la Cuenca Minera y de la Sie-rra, incluso lo llegaron a llamar para darcharlas en el Hospital Juan Ramón Jiménez.“Todo lo que estaba en mi mano lo hacíapara intentar que las personas que padecíanla enfermedad y sus familiares se sintieranaliviados”.

Lo que más atormenta actualmente al yaquerido por Punto Cero “Locomotoro” essaber que existen niños en el mundo quemueren de hambre. Se confiesa creyente yentre sus oraciones siempre están esosniños, esos pobres niños que no tienen na-da para comer. Llora amargamente cuandohabla de “mi niño de mi alma” (un niño quevió en un reportaje de televisión y que,según cuenta, murió de hambre). No en-tiende ni admite la dualidad económica quepermite que haya gente con necesidades vi-tales sin cubrir mientras que muchos otrosmalgastan y derrochan. “Me da muchísimapena de los niños que se van a dormir sinun pedacito de pan, aunque sea duro, ytambién me da muchísima pena de sus pa-dres que no se lo pueden dar. Siempre supeque eso existía, pero nunca fuí tan cons-ciente como ahora. Es horrible para miacostarme cada noche satisfecho sabiendoque muchos niños no tienen ni un trozo depan que llevarse a la boca”.

La sensibilidad del Loco hizo llorar alequipo de redacción que lo entrevistó, ycuando él veía las lágrimas de los redacto-res, los consolaba... ¿Se puede ser más bon-dadoso?

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“De Manolo solo puedo hablarmaravillas. He tenido la gransuerte de tratarlo durante muchotiempo y he aprendido muchísimoa su lado. Es un hombre de infini-ta capacidad, que genera una tre-menda confianza en su entorno.Es encantador, emotivo y muy im-plicado en todo lo que se ha meti-do, ya sea de trabajo, de política,de asociación o de lo que sea,siempre lo ha dado todo al cien

por cien.No podré olvidar jamás co-

mo cada día, a la misma hora,compraba pan y se lo echaba a losanimales... todos los días en unmismo lugar junto a la mina. Losanimales le tenían cogida la horay era impresionante ver comocantidad de animales diferentesiban a recibirle cuando llegaba. Vizorros, perros de todas las razas...era algo espectacular”.

Francisco Javier Domínguez: “He aprendido mucho de él, nunca conocí a una persona igual”

Placa que hay en el recibidor del Centro de Alzheimer del Campillo inaugurado por Micaela Navarro el 26 de marzo del 2.007

Este reconocimiento que se encuentra colgado en la pared del dormitorio de Manuel

*Manuel fue

nombrado “hijopredilecto de ElCampillo” el pasadoaño 2.011

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